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Causa de CanonizaciónMADRE MARÍA DE LA PURÍSIMA

Madre General de lasHermanas de la Cruz durante 22 años

Núm. 31. Abril - Mayo - Junio - 2009

BOLETÍN INFORMATIVO

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El día 1 de marzo de 2009, primer domingo de cua-resma, siempre será re-

cordado por las Hermanas de la Cruz, pues a las cinco de la tarde tuvo lugar en la Santa Iglesia Ca-tedral de Sevilla la Misa de acción de gracias por la declaración de las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Madre María de la Purísima de la Cruz.

Unas horas antes de la celebra-ción, más de cinco mil personas, devotos de diversos lugares de España, visitaron el convento de la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz. Esta gran afluencia de-mostraba que, mucho antes de ser declarada venerable, la devoción por Madre María de la Purísima ha calado en aquellos lugares don-de las Hermanas de la Cruz reali-zan sus obras de misericordias. La fila para acceder al convento llegó más allá de la Parroquia de San Pedro. Cada grupo venía con sus pañuelos al cuello, sus pancartas, sus cánticos y sus oraciones. Las Hermanas, en el interior del con-vento, no podían atender a tantas

Celebración de la Santa Misa deAcción de Gracias por la declaración

de las virtudes heroicas deMadre María de la Purísima de la Cruz

3Venerable Madre María de la Purísima

peticiones. Las vallas colocadas eran insuficientes para ordenar la multitud de gente. Había Flores por todas partes, tanto en la cripta, donde yace Madre María de la Purísima, como alrededor de la urna que contiene el cuerpo inco-rrupto de Santa Ángela.

Por la tarde, la asistencia a la Misa de acción de gracias fue masiva. Congregó en la Catedral a más de seis mil personas, además de las que se tuvieron que que-dar fuera. No obstante, para que los fie-les pudieran seguir la Misa se instalaron pantallas en la Capilla Real, en la Parro-quia del Sagrario y en el trascoro que, sin sillas, estaban abarrotados.

La Misa se celebró en el altar del Ju-bileo, en el que en esta ocasión la imagen de la Virgen era la de Nuestra Señora de la Granada de la Capilla de San Onofre, situada en el Patio de los Naranjos. A mano izquierda, mirando al altar, esta-

ban las Hermanas de la Cruz, encabeza-das por la Madre General, Sor Reyes de María de la Cruz.

A mano derecha, en primera fila, se encontraban los familiares de Madre María de la Purísima. Estaban su cu-ñada Mercedes Ojembarrena y sus so-brinos Olga Salvat Ojembarrena con su marido, Mario Cervigón y su hijo Pablo, y Guillermo Salvat con su esposa Aran-cha Prados y su hija Almudena. También asistió María Luisa Jorissen, una señora que fue muy amiga y estudió el bachille-rato en el Colegio de las Irlandesas con la Venerable María de la Purísima. Y tras los familiares estaban las niñas internas del Colegio de las Hermanas de la Cruz.

La Misa fue presidida por el Sr. Car-denal Amigo Vallejo. Además de sesenta y tres sacerdotes concelebraron tres Ar-zobispos: Mons. D. Antonio Montero, Arzobispo emérito de la Archidiócesis

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“Señores Arzobispos, hermanos sa-cerdotes y diáconos, Madre General, Hermanas de la Cruz, queridos herma-nos y hermanas todos.

Lo bueno, lo bueno es estar con Dios. Así iba repitiendo el pueblo mientras ca-minaba por este mundo hacia la tierra de promisión. A cada uno de los aconteci-mientos, de los días, de los avatares, de los disgustos, de las alegrías, del cansan-

Alabanza, honor y gloria a Ti Señor,que has manifestado tu bondad y misericordia en el alma

de tu sierva Madre María de la Purísima.

Alabanza, honor y gloria a Ti Señor.

Una profesa, Hermana Jesús de Na-zaret, y una Juniora, Hermana María del Salvador, leyeron las lecturas, que correspondían al domingo primero de cuaresma del ciclo B.

El Sr. Cardenal pronunció una ho-milía en la que dejó patente su cariño y admiración por Santa Ángela de la Cruz, Madre María de la Purísima y las Her-manas de la Compañía de la Cruz.

de Mérida-Badajoz; Mons. D. Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo Coadjutor de la Archidiócesis de Se-villa y Administrador Apostólico de la diócesis de Córdoba, y Mons. D. Juan del Río Martín, Arzobispo Cas-trense y Administrador Apostólico de la diócesis de Asidonia-Jerez.

Nada más iniciarse la celebración, en mi calidad de Vicepostulador de la Causa de Canonización, di lectura al Decreto de Heroicidad de Virtu-des de Madre María de la Purísima y, al finalizar, la Catedral estalló en aplausos. Seguidamente la Coral Ra-món Medina del Liceo de Córdoba, dirigida por D. Luis Bedmar y acom-pañada al órgano por el Muy Ilustre Sr. D. José María Ayarra, Organista de la Santa, Metropolitana y Patriar-cal Iglesia Catedral de Sevilla, entonó un canto de alabanza a Dios:


Hija fiel que echó hondas raices en el espíritu de la Compañía de dando vitalidad a sus ramas

cio, de la esperanza, de la desilusión, lo bueno es estar con Dios. Porque Él no cambia, Él permanece, Él espera siem-pre, quiere siem-pre, perdona siempre; llena la vida por comple-to de aquellos que lo siguen. Pero si tú quieres llegar hasta Dios y vivir de esta manera, deja siempre que Dios vaya delan-te, no te escondas nunca de Dios. Vive en todo de su voluntad y en su deseo. Dios no es el final, es el principio y el camino; y este Dios que hemos vivido, palpado, sentado a la mesa de su Pascua, ese Dios es Jesucristo, el Hijo del Dios vivo, Nuestro Se-ñor Jesucristo, al que queremos seguir, al que queremos escuchar, el que tiene que ser nuestro pan y nuestra misma vida.

Hace años, en esta Iglesia de Sevilla, una mujer tan sencilla como santa, Án-gela de la Cruz, plantó un árbol mara-villoso, pequeño y sencillo, pero la gra-cia de Dios vino de tal manera a él que como aquel árbol del evangelio se hizo

grande, frondoso, y dio unos frutos ad-mirables. ¡Qué bueno tenía que ser este árbol cuando ha dado frutos tan admi-

rables, fecundos, extraordinarios, como Madre Ma-ría de la Purísi-ma! Ella bebió en este manantial, que había abierto en las entrañas de la tierra de Sevilla Madre Angelita, un agua limpia, transparente, el agua de la cari-dad que todo lo limpia, todo lo puede, todo lo espera, todo lo agranda, todo lo hace dulce, por-que la caridad es Amor y Dios es Amor, y el que ama permanece en Dios y Dios será la garantía de su amor.

Y así bebiendo en este manantial, Madre María de la Purísima se distin-guió, en primer lugar, por la virtud de la misericordia, porque el hambre de justicia solamente puede saciarse con el pan de la misericordia. La justicia busca el derecho, el reconocimiento de aquello que a la persona le corresponde, pero más allá del derecho está el Amor. La mi-sericordia no anula, ni muchísimo me-

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nos, sino que exige la justicia, pero ese hambre de justicia es tan grande que solamen-te puede saciarse con el pan de la misericordia, y nuestra Madre María de la Purísima fue la mujer misericordiosa, la que ponía en el corazón de sus Hermanas de la Cruz y de todos los pobres a los que lle-gaba la dulzura de la miseri-cordia del Corazón de Cristo.

Pero ¿por qué podía poner esa dulzura de la misericordia del Corazón de Cristo? Por-que su alma estaba escondida con Cristo en Dios. Y así, en segundo lugar, destacamos en ella, una virtud admirable, extraordinaria, sublime: la humildad, desde la que se podía ver la grandeza de Dios que cuidaba de los pobres, de los que no tienen nada, de los enfermos, de los ancianos. Ésta es la grandiosidad de la humildad que hace ver en medio de todas las cosas la grandeza del Amor de Dios.

Pero había otra virtud resplandeciente en la vida de Madre María de la Purísima: la alegría permanente, que no se quitaba de sus labios, en medio de tantas dificulta-des, pobreza, situaciones extremadamente difíciles. Pero, ¿cómo es posible que pu-diera estar alegre en medio de tantos sufrimientos?, ¿dónde estaba el secreto de su alegría, de sus virtudes, que nosotros estamos contemplando en su vida? La razón estaba en la Cruz y en la pobreza. Pero, ¿cómo es posible si en la Cruz está el sufri-miento, es señal de ignominia, está unida a la sangre y al peso duro de la fatiga de cada momento? Porque en la Cruz se puso el Amor de Cristo y ese abrazo de Cristo en la Cruz hizo del madero carga ligera y yugo suave. El Amor todo lo cambia, el Amor todo lo transforma. Pero, ¿cómo es posible que rebosen de alegría estas Hermanas de la Cruz cuando las vemos siempre en medio de tantas y tantas cruces, lágrimas, carencias, limitaciones de todo tipo?, ¿cómo es posible? Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera, porque mi cruz la lleva Cristo; yo le he dado mi cruz y Él a cambio me ha dado su Amor. Y la pobreza, la pobreza que no es tener o no tener, guardar o no guardar, sino que es esa pobreza radical, profunda y extrema de tener a Dios como la única riqueza de la vida. Soy tan pobre, tan pobre, tan pobre, que solamente tengo a Dios. Ésta es la pobreza de la Hermana de la Cruz. Es ese vacío completo de todo para llenarse de Dios y poder dar en abundancia y generosidad.

Nosotros queremos dar gracias a Dios en esta celebración por este reconocimien-to de las virtudes heroicas de Madre María de la Purísima de la Cruz. La mayor parte,


posiblemente, de los que estemos aquí hemos conocido a Madre María de la Purísima y no nos extraña nada que se reconozcan sus virtudes heroicas porque las hemos visto, las hemos palpado, las hemos sentido. Pero el alabar y no imitar es adular, según ese dicho y, por tanto, al acercar-nos a Madre María de la Purísima, no adulamos sino que imitamos, pues queremos dejarnos contagiar y seducir por el ejemplo de su vida.

Y nuestra Madre llevaba el nombre del gran mis-terio: La Purísima Concepción de la Bienaventu-rada Virgen María, la expresión más clara de la misericordia redentora de Dios Padre en su Hijo Jesucristo. El hombre había pecado, se había apartado de Dios, pero vino una mujer Santa, Pura, Inmaculada: la Virgen María, que será un espejo permanente en el que se mire la Igle-sia y cada uno de los cristianos.

Lo bueno es estar con Dios, lo bueno es estar junto a Dios, y Dios nos da el camino para estar no solamente junto a Él sino metidos en Él, nos da el Pan de la Eucaristía.

El hambre de Dios solamente se puede saciar con Dios mismo”.

Después de la homilía, siguió la profesión de fe. Concluida, se hicieron las preces, que fueron realizadas por el sobrino de la Venerable Madre María de la Purísima, Guillermo Salvat, una profesa, Hermana Ancilla; una Juniora, Hermana Salette de María; una Novicia, Hermana Nazaret de María; Fátima, una joven de los grupos de Santa Ángela de la Cruz y Nieves, una niña interna.

En las ofrendas, el pan y el vino los llevaron la Hermana Ana Beatriz y la Hermana Silvia, los cirios Carmen y Laly, y las flores los sobrinos nietos de la Venerable Madre María de la Purísima, Pablo Cervigón Salvat y Almudena Salvat Prados.

El Sr. Cardenal, antes de despedir a la Asamblea, dijo: “Dios quiera que nos reuna-mos pronto para celebrar la Beatificación de Madre María de la Purísima”.

Y, ciertamente, así lo esperamos todos.

Con la misma devoción y alegría que en Sevilla, se han celebrado Eucaristías de acción de gracias en todos los lugares donde residen las Hermanas de la Cruz.

Teodoro LeónVicepostulador de la Causa

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Tú vida “Aplaudida por Dios”

pues así lo había dispuesto el Santo Pa-dre Benedicto XVI, el 17 de enero de

2009, a través de la Congregación para las Causas de los Santos.

Profundidad, elegan-cia, sencillez y ¡VIDA!, era el conjunto armo-nioso de la Catedral, al que nos había convo-cado, silenciosa y son-riente, Madre María de la Purísima.

La agradable y ya conocida voz del Sr.

Cardenal de Sevilla re-sonó bajo el encaje en pie-

dra, de bóvedas entrelazadas, cuando al empezar su magnífica

homilía dijo afirmando con claridad y serenidad:

“Lo bueno es estar con Dios”

¡Qué frase tan sencilla y tan profun-da! para hablar de “MADRE”, María de la Purísima, ante más de cinco mil personas, que formábamos parte de la asamblea, que quería vivir con alegría la Eucaristía.

Una joven, María Isabel Salvat Ro-mero, educada en el Colegio de las Ir-landesas de Madrid, fue invitada por Dios para consagrarse a Él. Y como la Virgen, a quien se consagró como hija

Testimonios

Tener que ir a Sevilla, a la gran ciu-dad del Guadalquivir, siempre es para mí un motivo de gran alegría; pero si además es para asistir como invitada a la Misa de acción de gracias por la declaración de las virtu-des heroicas de Madre María de la Purísima de la Cruz, en el siglo María Isabel Salvat Romero, supone una doble y grandísima alegría, fácil de vivir, y quizás no tanto de sa-berla expresar y escribir.

Cuando el domingo, día 1 de Marzo, iba a casa de las Hermanas de la Cruz, tuve que abrirme camino entre ríos de gente que llenaban la Calle Santa Angela de la Cruz.

Por la tarde, al llegar a la Catedral, volví a entrar entre miles de personas, que de distintos lugares de España ha-bían ido a Sevilla para lo mismo que yo.

A las cinco en punto de la tarde, y en medio de un gran silencio, empezaba la celebración de la Eucaristía de acción de gracias, porque Madre María de la Purísima empezaba a formar parte de las personas declaradas Venerables,


suya el 10 de diciembre de 1947 en su Colegio, dio su “Sí” incondicional a Dios en el Instituto de la Compañía de las Hermanas de la Cruz, en el que además de otras muchas responsabili-dades, fue durante los últimos 22 años, Superiora General del Instituto.

En estos últimos 22 años, tuve la suerte de haber conocido a Madre Ma-ría de la Purísima, y de hablar con ella con motivo de muchas cosas, muy dis-tintas y variadas que a las dos nos inte-resaban. Por eso, estoy segura, que en el silencio de cada noche, unas veces “velando” y otras “descansando”, y en el trabajo sereno de cada día, tu vida Madre María de la Purísima era...

“Aplaudida por Dios”

Hoy, que ya la Iglesia ha presentado tu vida de santidad, en la Catedral His-palense, para que toda la sociedad sevi-llana pueda conocerla, y los periodistas la han hecho pública en los periódicos de esa Sevilla elegante y sencilla, pro-funda y alegre, tierra de santos, de cul-tura, de fe y de fiesta..., no creo que te importe que también yo, hable de ti, de tu vida y santidad, porque nuestra sociedad del siglo XXI, necesita saber que...


Ese DIOS, que cada día aplaudía tu vida, porque tu sonrisa franca, senci-lla y abierta daba plena confianza y se-guridad a cada persona que sentada o de pie, dialogaba contigo.

Ese DIOS, que cada noche aplaudía tu vida, porque escuchabas, sin pri-sas, atentamente y sin “mirar el reloj”,

porque lo más importante era para ti, la persona que en ese momento estaba confiándote lo que te decía y esperaba tu respuesta, siempre acertada.

Ese DIOS, que cada día, aplaudía tu vida y quiso que entre tú y yo brotara una verdadera amistad, que se fue cul-tivando con miles de “detalles” gran-des y pequeños, que sin programar, ni pensar fueron haciendo agradable y feliz la VIDA.

Ese DIOS, que cada noche, aplaudía tu vida, porque tu pobreza evangéli-ca, te llevaba cada día, a dar generosa-mente a los “más pobres” y a escuchar y dialogar con los “más ricos”.

Ese DIOS, que cada día, aplaudía tu vida, porque tu “finura espiritual” sabía descubrir esas vocaciones, que iban naciendo en corazones todavía adolescentes y frágiles, que sabías “cui-dar” y nos enseñabas a hacerlo, con exigente “poda”, al mismo tiempo que con cariño, con bondad y con pacien-cia…

Ese DIOS, que cada noche, aplau-día tu vida, porque tu vida de amor con Él, lo mismo te llevaba, para cum-plir “su Voluntad”, a fregar el suelo de tu casa, sin que nadie te viera, como a aparecer en el Telediario de Televisión española para recoger el donativo del espectáculo ecuestre, que con motivo de la boda de la Infanta Elena, quiso ella, que fuera para los “más pobres de Sevilla”.

Ese DIOS, que cada día, aplaudía tu vida, porque tu gran corazón, se re-flejaba en tu armoniosa presencia, en

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tu estilo elegante, en tu trato siempre agradable, en tu alegría profunda y se-rena y en tu sonrisa sincera, limpia y abierta, envuelta siempre en un delica-do y bondadoso sentido del humor.

Ese DIOS, que al terminar la Vigilia Pascual de la Semana Santa en 1989, en la que los Reyes de Bélgica participaron en vuestra celebración, y al terminar-la quisieron saludarte para interesarse por vuestra vida y vuestra obra apos-tólica... Después de un bonito diálogo del Rey Balduino, contigo MADRE, le llevó al Rey a decir: “Donde hay santi-dad, hay respuesta”.

Esa NOCHE PASCUAL de 1989, DIOS, como cada día y cada noche, aplaudía, resucitado y ¡vivo! tu vida.

¡GRACIAS, Madre María de la Pu-rísima!, porque tu vida, aplaudida por Dios, fue presencia de Dios, oración y servicio, misterio amor…, mientras con tu sonrisa limpia, clara y abierta, envuelta, como siempre, en un bonda-doso y delicado sentido del humor, nos ibas diciendo:


Gloria.25 de Marzo de 2009

¡No me hagas caso, átame Señor y ten piedad de mí!

sus gustos, por eso, cuando no nos atraigan los gustos del Señor, digamos como ella: “¡No me hagas caso, átame Señor!” y, sobre todo, “¡Ten piedad de mí!”.

Descubrí esta oración, que ella tituló: “oración para las horas de lucha”, una tarde en la capilla primitiva de la Compañía en Sevilla, en unos Ejercicios Espirituales. Aquella tarde, a la hora de Vísperas, las hijas de Madre ponían voz a las palabras de Madre María de la Purísima.

Tras escuchar esa canción, pedí la letra y cada vez que la rezo, cosa que hago muy a menudo, estoy más con-vencido que su espiritualidad está cen-trada en el amor y el sentido común. Conocía muy bien la naturaleza caída y sabía a qué se inclinaba, pero tam-bién sabía cómo era el Señor y el amor

Éste es el grito enamorado del alma que sabe que la propia naturaleza va a huir de la cruz y de la humillación, pero que, en lo más profundo de su ser, su deseo está inclinado solamente a Dios.

Así es como Madre María de la Purísima se dirigía a Dios en los momentos de lucha.

El hombre que se cree autosuficiente no hace caso a Dios. El que camina por la senda evangélica, en cambio, no se fija en sí mismo. Éste es el camino por el que caminaba ella: el camino del Evangelio.

Así era el corazón de Madre María de la Purísima. Sabía que la tentación y los deseos de huir de la humillación, de huir de la cruz, etc., no eran los gus-tos del Señor; y ella amaba a Cristo y


que le profesaba, pues tenía un profun-do conocimiento de sí misma y, sobre todo, del Señor.

Me atrevo a decir que ella vivía el tercer grado de humil-dad ignaciano.

San Ignacio, eminentemen-te práctico, se fijaba en lo más costoso, que es lo más humillan-te, porque sabía que si nos apegamos a la pobreza y opro-bios, nos apegaremos a todo. En su meditación sobre los tres grados de hu-mildad, el Santo de Loyola, dice expresamente que quiere “imitar y parecer más actualmente (de he-cho) a Cristo Nuestro Señor” y, por eso, quiere “más pobreza con Cris-to pobre…”

Hemos de tener en cuenta que siempre aparece Cristo en primer lu-gar como objeto; luego como oposi-ción: pobre, lleno de oprobios, tenido por loco. Esto se elige en cuanto se tiene relación por Cristo. Por tanto, de lo que se trata es de enamorarse de Cristo, pues, el apego a Cristo, lleva a apegarse a todo lo que está relacionado con Cristo.

San Ignacio propone una postura, la que siguió Cristo: ir a lo más heroi-co y más generoso. Éste es el “Magis” ignaciano.

A eso quería también tender Madre María de la Purísima, a lo que más le agradaba al Señor, porque estaba loca-mente enamorada de Él.

Así pues, su Espi-ritualidad estaba

centrada en el amor; y, como San Pedro ante la pregunta del amor, decía al

Señor con senci-llez: “¡Mira tú lo

sabes todo! Que es como decir: “Mi ora-

ción no es fingida, sale de lo más profundo de mi

corazón”. Ella misma dirá: “Tú lo sabes todo. Sabes que en

medio de todo, a pesar de todo y por encima de todo te amo y sólo deseo cumplir tu voluntad”.

De ahí que, cuando su corazón se inclinaba a lo contrario, dijera: “No me hagas caso”.

He ahí la configuración perfecta con Cristo y sus gustos.

¿Cómo puede uno dar testimonio de una persona a la que no conoció? Pues yo no la conocí; pero sus escri-tos me han hecho encontrar y atisbar la grandeza de ese corazón deseoso de amarle sólo a Él. Su amor a Cristo y su gran sentido común me han hecho descubrir la grandeza de esta humilde hija de Sor Ángela.

Francisco Vidal, dcjm.

12 Venerable Gracias recibidas por

intercesión de Madre Maríade la Purísima de la Cruz

Me operaron de un pólipo en las cuerdas vocales, que me hacía estar constantemente afónica. Me lo quitaron y la operación salió bien, pero a la semana siguiente, al ir a revisión, el médico percibió algo extraño

en la cuerda vocal, quedándose asombrado; me dio tratamiento para un mes, aunque dudaba que me sirviera para algo, y pensaba que tendría que volver a operarme. Cuando llegué a casa tan decepcionada llamé a las Hermanas de la Cruz y ellas me animaron a que acudiera a Madre María de la Purísima, la cual tuve la suerte de conocer personalmente. Hice la oración con mucha fe y cuando volví al médico, un mes después, la cuerda vocal estaba totalmente sana. El cirujano se quedó muy sorprendido, diciéndome que no sabía cómo, pero que todo estaba bien.

Doy gracias a Madre María de la Purísima por su intercesión y pido para que siga ayudándome. Le estaré eternamente agradecida.

M.R.C. Valencia. febrero de 2009.

En agosto me operaron de tiroides y, según el médico, todo salió bien, pero pasaba el tiempo y la herida no cerraba. Cansada de ir a médicos sin conseguir nada, me encomendé a Madre María de la Purísima. Gracias

a su intercesión ante el Señor, los médicos se dieron cuenta que me habían dejado una gasa dentro. Me operaron de nuevo y entonces me curé del todo. Le prometí a Madre María de la Purísima publicarlo, pues estoy muy agradecida a ella.

María del Valle.Écija.

Me llamo Giovanni Pietro Merolillo y vivo con mi familia en Reggio Calabria, tengo 52 años. Mi pequeña familia está formada por mi mujer, Teresa y mi adorado hijo Diego Luis de 14 años. Soy aparejador, pero,

desgraciadamente, nunca he podido ejercer mi profesión a causa del tremendo paro que se extiende, sobre todo, aquí en Calabria, en el sur de Italia. Por este motivo y también por una gran pasión, he trabajado siempre como fotógrafo y cine-operador, con gran satisfacción y poca remuneración. Hace alrededor de 20 años tuve la gran dicha de conocer a las Hermanas de la Cruz, cuando con



muchos sacrificios cuidaban, aquí en Reggio, de una pequeña casa para ancianas abandonadas. ¡Cuánta admiración hacia ellas, hacia su vida entregada sin reservas a los pobres, haciendo siempre la voluntad de Dios y la de su fundadora Santa Ángela de la Cruz!

En octubre del 1997, fui llamado para trabajar en la Administración Provincial de mi ciudad como interino, también por esto doy gracias a Dios. Han sido años difíciles, pues vivir en la precariedad no es agradable sobre todo cuando se tiene una familia.

Poco tiempo después, las Hermanas de la Cruz me llamaron para fotografiar los momentos más importantes de la inauguración de una residencia que iban a abrir para acoger a las pobres ancianas abandonadas. Fue en esta ocasión cuando conocí a Madre María de la Purísima, entonces Madre General. Aun sabiendo que las Hermanas no pueden hacerse fotos, logré, casi a escondidas, fotografiarla mientras recibía los saludos y las felicitaciones de nuestro Arzobispo, Mons. Mondello; por este motivo, después de haberle hecho la foto, me acerqué a ella para pedirle perdón. Ella serenamente me contestó con una sonrisa como queriéndome expresar su perdón.

Desgraciadamente aquella foto fue muy pronto importantísima a causa de su repentina e inesperada muerte, pues resultó ser una de las que mejor la retrataban y de las que más le gustaba a las Hermanas. Estoy orgulloso de todo esto, pero sobre todo de haberla podido conocer personalmente.

Después de 12 años trabajando como interino, a finales de octubre del 2008, convocaron unas oposiciones para las plazas fijas. Y una vez más me encomendé a las oraciones de estas santas Hermanas, como ya había hecho otras veces; pero éste era un momento demasiado importante para mí y para mi familia. Me puse de nuevo a

estudiar de manera frenética, creando mucha tensión

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y ansia a mi alrededor. Una tarde de noviembre, salí con Teresa y con mi hijo Diego para participar en la procesión de nuestra Patrona la Santísima Virgen de Consolación, pero a causa del mal tiempo el paso no pudo salir de la Catedral. Entonces entramos a rezar en la Iglesia del Santísimo Salvador. En este rato mi mujer acariciaba con devoción los pies de una imagen del Corazón de Jesús, tocó un pedacito de papel, algo arrugado; movida por la curiosidad lo cogió y lo observó: era una pequeña foto con la novena de Madre María de la Purísima, exactamente la foto que yo le había hecho. Los tres nos miramos emocionados, comprendimos que Ella estaba allí con nosotros y quería darnos una señal. Con esta esperanza en el corazón y ayudado por Dios y las oraciones de las Hermanas, superé la prueba escrita de los exámenes con una excelente puntuación, y, una semana después, también el examen oral de manera brillante. Ésto era lo que Madre María de la Purísima quería decirme aquella tarde: “Vete, no temas, yo estaré a tu lado”.

Con el corazón lleno de alegría doy gracias a Dios, a Santa Ángela de la Cruz y a Madre María de la Purísima por esta gran gracia que ha aumentado mi dignidad de hombre y de padre de familia. Este testimonio sencillo quiere ser sólo una pequeña luz que ilumina, junto a muchas y muchas otras, el camino gozoso de la Santificación de esta Hermana, humilde Sierva de Dios. Con inmensa gratitud y devoción.

Giovanni Pietro Merolillo. Reggio Calabria 12 febrero 2009.

A causa de un esfuerzo sufrí una contractura muscular y una fisura en una costilla. Me llevaron a urgencias, una y otra vez, pero los dolores no se aliviaban con ninguna clase de calmantes.

Una noche que no podía ni respirar del dolor tan fuerte que tenía, le hice nueve veces la novena a Madre María de la Purísima, me tomé un poco de tila con el calmante y me quedé dormida. Por la mañana desperté sin dolor y gracias a Dios y a la intercesión de Madre María de la Purísima, no me ha vuelto a doler.

Gracias Madre, pues todo lo que te pido me lo concedes. Te prometí publicarlo y mandar un donativo, y así lo hago.

Tengo muchas ganas de verte en los altares.

Una devota de Málaga.

15Venerable Madre María de la PurísimaVenerable Madre María de la Purísima 15

Me tenía que someter a una operación de vesícula, a la que le tenía horror por la enfermedad que tengo en la piel. Me encomendé a Madre

María de la Purísima y la operación ha sido un éxito. Cuando me quitaron las grapas no habían quedado secuelas. Quiero agradecérselo a Madre María de la Purísima por haber atendido a mis oraciones, por ello pido que este favor sea publicado.

María Josefa Corchón. Chiclana.

El pasado 15 de septiembre de 2008, nuestra hija Carolina, que entonces tenía sólo un año y once meses, sufrió un grave accidente

domesticó cuando tropezó y cayó sobre un jarrón de cristal fino que estaba colocado sobre una esquina del suelo.

Fue trasladada al hospital Puerta del Mar de Cádiz, donde fue atendida de dos grandes y profundos cortes en su brazo derecho. Estuvieron cosiéndola hora y media. Estuvo 10 días con el brazo vendado hasta que le quitaron los puntos. Observamos que su brazo había quedado encogido y su mano lacia sin posibilidad de alzarla.

Un traumatólogo, amigo de la infancia, nos dijo que nos pusiéramos urgentemente en manos de un neurocirujano o traumatólogo especializado en nervios periféricos, pues la lesión demostraba que el nervio radial estaba dañado.

El Doctor que la vio le mandó un Electromiograma y electro miografía, prueba muy molesta y dolorosa que la niña soportó durante hora y media. El neurofisiólogo que se la realizó determinó que Carolina tenía el nervio radial del brazo derecho seccionado a la altura de la herida mayor a unos centímetros de su axila y que habría que operarla para realizarle un injerto o bien coser los nervios seccionados.

Yo mandé el electromiograma por correo electrónico a un especialista en Francia, eminencia mundial en este tipo de problemas. Me contestó rápidamente diciendo que deberíamos operarla a mitad del mes de enero de 2009. El Dr. Especialista de Carolina al ver la prueba también concluyó diciendo que había que operarla, por lo que empezamos a preparar la operación en el Hospital NISA de Aljarafe, en Castilleja de la Cuesta (Sevilla).

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La operación estaba fijada para el día 12 de enero, pero dos días antes nos comunicaron que se aplazaba hasta el día 26 del mismo mes. Durante la semana del 12 observé que la niña había realizado un pequeño movimiento con la muñeca, pero como ya en otra ocasión abrió los dedos de la mano y el doctor nos dijo que estaba utilizando otros músculos, pensamos que se trataría de lo mismo.

Mi madre había encomendado con mucha fe y devoción a Madre María de la Purísima la recuperación de Carolina y me había dado una estampa plastificada de ella, que yo había colocado bajo su colchón.

Llegó el día de la operación y mientras esperábamos que vinieran a recoger a Carolina, no sabíamos ya como distraerla y mi madre le dio su bolso. Sin nadie decirle nada, ella metió la mano lesionada en el bolso y sacó de entre todas las estampas de beatos y santos que mi madre lleva siempre consigo, sólo una, la de Madre María de la Purísima. Enseguida vinieron por ella y le insistí al camillero que quería hablar con el Dr. antes de la operación. Al minuto apareció el Dr. y le comentamos que Carolina había movido la muñera, nos dejó con la palabra en la boca y salió corriendo hacia el quirófano. A los 10 minutos apareció de nuevo sonriendo y diciendo que no había que operar a la niña. Su nervio había sanado espontáneamente y que no cabía duda alguna ya que la extensión de la muñeca no se puede realizar con ningún otro músculo. Al momento comprendimos que se había realizado un milagro.

Todos en la familia pensamos que se trata de un milagro de Madre María de la Purísima, pues aunque cada uno se lo había pedido al santo de su devoción, pero de todos ellos, mi hija con su mano lesionada sacó, sin nadie decirle nada, sólo la foto de Madre María de la Purísima, minutos antes de entrar en quirófano. Doy las gracias a Madre María de la Purísima por el gran favor concedido a mi hija.

J. Ignacio Barra. Cádiz.


Vivir en fidelidad es lo que más nosayuda a crecer en nuestra vida espiritualy en unión con Él.Imitando a María modelo de vida interior.

Sevilla, mayo de 1998

Amadísimas hijas mías en el Señor:

¡Parece increíble la rapidez con que se pasa el tiempo! Otra vez nos encon-tramos a las puertas de mayo, de este mes que quisiéramos convertir en una ofrenda de amor a Nuestra Santísima Madre. Con Ella pasaremos este tiempo, perseverando en la oración para prepararnos a la venida del Espíritu Santo que precisamente celebramos el día 31.

Esta preparación requiere trabajarnos a fondo en nuestra vida espiritual, poniendo todos los medios para que ésta crezca y se desarrolle, cuidándola y haciendo que sea la que gobierne todos nuestros actos, para hacer de nuestra vida una verdadera alabanza de gloria a la Santísima Trinidad como fue la de la Virgen.

Cuando de verdad, empezamos a tomarnos en serio nuestra santificación, impulsadas por la gracia y la presencia de la Santísima Trinidad en nosotras, entonces es cuando empezamos a darnos cuenta de todas las gracias espiritua-les que Dios nos ha dado, lo que espera de nosotras, y cómo tenemos que co-rresponder con nuestra fidelidad a que nuestra vida espiritual crezca y con ella nuestra unión con el Señor.

Al lado de estas grandezas que Dios ha puesto en nuestras almas, tenemos que reconocer que estamos llenas de defectos y de imperfecciones; para deste-rrarlos hemos de emprender una lucha sin cuartel contra nuestras tendencias viciosas, tentaciones y malos hábitos, por medio de la purificación de los senti-dos y de las potencias.

Nuestro ideal a imitar será Nuestra Santísima Madre, modelo de la vida inte-rior, de esa vida interior que tanto necesitamos, deseamos, y nos cuesta vivirla. La riqueza de la vida interior en María es admirable, de tal modo, que la llevaba a una existencia silenciosa, oscura y humilde. Es que “toda la gloria de Dios estaba en su interior...” y las cosas de fuera no llegaban a absorberla y menos a disiparla.

Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo

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Ella se sentía “templo del Espíritu Santo”, “mansión de la Trinidad” y así, gozaba en su corazón sin necesitar estímulos humanos y exteriores. Vivía con paz su vida sencilla, sin llamar para nada la atención, pero siempre tendiendo a interiorizarse para vivir esa vida escondida con Cristo en Dios a la que tanto se inclinaba su corazón.

Nosotras, también somos “morada de la San-tísima Trinidad”, lo que nos exige un convenci-miento, una atención que nos lleve a evitar la disipa-ción, esa disipación que nos agita, turba nuestro corazón, y nos quita la calma y serenidad nece-sarias para enfrentarnos con las dificultades que trae consigo la vida diaria, haciéndonos superficiales y hasta insustanciales. Necesi-tamos hacer un esfuerzo por “recogernos”, para, como la Virgen, retirarnos al inte-rior y conversar con el “Dulce Huésped de nuestra alma”.

El alma recogida no es la que se inhibe de los problemas que la rodean, sino la que se enfrenta con ellos “desde dentro con la fuerza del Espíritu”. La persona espiritual es la que se deja conducir por el Espí-ritu del Señor, la que no se deja llevar por sus ímpetus naturales. ¡Cuántas veces nos lamentamos al encontrar dentro de nosotras mismas tanta vanidad, tanto tiempo perdido, tanta vaciedad, y tanto amor propio por no haber cultivado la vida interior!

Tenemos que pedirle mucho a Ntra. Santísima Madre, maestra de la vida in-terior, que nos enseñe a ser “señoras” de nosotras mismas, es decir, que sepamos controlar nuestros sentidos y nuestras potencias. Sin control de nuestros sen-tidos no podemos tener profundidad. Pero, no basta esto, necesitamos recogi-miento interior para no dejarnos llevar de pensamientos, sentimientos y afectos que son los que más inciden sobre nuestra vida interior, ya que nos interrumpen más aún que las cosas externas.

Como la Virgen, nuestro modelo, hemos de procurar que Dios ocupe nuestra imaginación, nuestra memoria, nuestra inteligencia y nuestra voluntad. Que la luz de Cristo Resucitado disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestra mente. Y así, sosegado el corazón, la luz divina nos iluminará cada día con su


Señor, y mirando a nuestro Modelo para copiar cada día lo que más necesitamos.

Confío en que todas pon-drán de su par-te el esfuerzo por conseguir lo que tanto nos interesa y tanto bien nos puede ha-cer. ¡Cómo cambiaría nuestra vida si creciera en profundidad! ¡Cómo ade-lantaría nuestro Instituto en santidad! Trabajen cuanto puedan con las almas que tienen encomendadas en sus apos-tolados, seguras de que si se acercan a la Virgen, Ella les acercará a Dios.

Deseando que todas nos aprove-chemos de esta nueva oportunidad que el Señor nos da para conseguir una mayor intimidad con Él, las ben-dice y abraza de todo corazón su po-bre madre que las quiere muy santas y muy Hermanas de la Cruz

Sor María de la Purísima de la Cruz

claridad. Es necesario hacer un barri-do de “cosas viejas” inútiles y vacías. En la paz de nuestra alma sentiremos resonar las palabras de San Pablo: “Lo que para mí, antes era ganancia, ahora lo reputo basura en comparación del conocimiento de Cristo” (Flp 3, 8). Y, como basura, saldrán resentimientos, pensamientos inútiles, deseos de ser, afán de imponer el criterio, amor pro-pio y tantas cosas más que cada una podemos añadir. Y, oiremos también, como un eco lejano, pero cargado de contenido, la voz de Juan que clama en el desierto: “Conviene que Él crezca y que yo disminuya” (Jn 3, 30).

Madre nuestra, Tú que tuviste tan rica vida interior, ayúdanos a purifi-carnos de toda adhesión afectiva que nos separe de Dios. Ayúdanos a con-vencernos de que no hay vida interior sin silencio, que necesitamos muchos espacios de silencio, una “cura de si-lencio”. La tierra está desolada porque no hay quién piense en su corazón. Nosotras estamos dispuestas en este mes a tomarnos con empeño el ade-lantar en la vida interior, a pesar de las muchas dificultades que encontrare-mos, apoyadas siempre en la gracia del

Para obtener del Señor la Beatificación de la

Venerable Madre María de la Purísima de la Cruz

Te suplicamos Señor y Padre nuestroque te dignes glorificar a tu sierva

Madre María de la Purísima de la Cruzque, durante su vida, siguió con fidelidad

el camino de humildad y pobrezade Santa Ángela de la Cruz

sirviendo con generoso sacrificioa los más pobres y necesitados

y dando en todo momentoun admirable ejemplo de sencillez

y auténtica devoción a Jesús Sacramentadoy a la bienaventurada Virgen María.

Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.Amen.

Pídase la gracia que se desee alcanzarPadrenuestro, Avemaría y Gloria.

(Con licencia eclesiástica)

Oración

Si recibe algún favor comuníquelo a:

PROCESO DE CANONIZACIÓN DEMADRE MARÍA DE LA PURÍSIMA DE LA CRUZ

C/ Santa Ángela de la Cruz, 4 - 41003 - Sevilla

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