BIBLIOGRAFIA - inif.ucr.ac.cr de Filosofía UCR/Vol. XII... · semejante a la de Karl Jaspers...

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BIBLIOGRAFIA JEAN PIAGET: Sabiduria e ilusiones de la filosofía. Traducción del francés. (Barcelona: Edi- ciones Península, 1970). Jean Piaget pertenece ya al grupo de autores que han hecho época; su inf1uencia se deja sentir tanto en la psicología como en la pedagogía de nuestros días, incluso en países como los Estados Unidos, donde los psicólogos lo encuentran demasiado "filosófico". En este último país, el pensamiento a veces difícil de Piaget ha sido expuesto en detalle y con claridad por Hans Furth, actualmen te profesor en la Catholic University of America, Washing- ton 0.0. La larga vida del psicólogo suizo ha sido un esfuerzo intelectual constante y notable; biólogo (con especialidad en malacología), filó- sofo y psicólogo a la vez, Piaget ha sido capaz de darle nueva vida y nueva orientación a la epistemología, que para él prácticamente equi- vale a lo que suele llamarse "filosofía de la ciencia". Trabajando en estrecho contacto con científicos y pensadores de muy diversas disci- plinas, ha podido desarrollar una labor intelec- tual muy poco corriente. La primera parte de Sabiduria e ilusiones de la filosofia tiene carácter au tobiográfico. Nos narra aquí su desconversión, "es decir, el proceso por el que llega a darse cuenta de que no existe un conocimiento válido "filosófico" que sea paralelo a, diferente de o superior al conocimiento científico positivo. La pretensión de crear disciplinas "filosóficas" - una psicolo- gía "racional", por ejemplo- ha sido atacada con gran vehemencia en este siglo. Recordemos, entre otros, a l.A. Ayer con su libro de juventud Lenguaje, Verdad y Lógica. Lo que hace más valioso este libro de Piaget es el hecho de que el autor es a la vez un gran científico y un excelente conocedor de la filosofía. A los ojos de muchos, los méritos del autor sin duda aumentarán al saber que Piaget no es empirista ni positivista. A diferencia de Ayer, Piaget tiene una noción de filosofía que hace posible el planteamiento de problemas filosóficos auténti- cos. En este sentido su posición es muy semejante a la de Karl Jaspers -filósofo por el que siente gran aprecio- y muy diferente a la de autores tan variados como Sartre, Maritain o Husserl. Contra éstos, la posición de Piaget es bien clara y compartida por muchos en nuestros días: la filosofía es una sabiduría, no una forma superior de conocimiento. Su importancia es tal que no se puede prescindir de ella, pero no tiene ningún derecho a juzgar -en nombre de ese supuesto tipo "superior" de conocimiento- las conclusiones o los métodos de la ciencia. Sartre afirma que la ciencia no puede llegar a los hechos "verdaderos"; Maritain se toma la atribución de analizar y criticar la teoría de la relatividad en nombre de la metafísica; Husserl afirma sin cesar que la matemática necesita una "fundarnentación transcendentaJ". Los ejem- plos son mucho más numerosos. La vieja noción escolástica de que la metafísica debe ser el "fundamento de la ciencia" se ha repetido en muchas formas distintas en filosófos de las más variadas tendencias; el fracaso y la pobreza de la metafísica no parece haber convencido a quie- nes siguen esperando frutos maravillosos de un árbol ya seco. Piaget tiene profundas críticas que hacer a cuantos se consideran poseedores de un conocimiento que sea a la vez válido y esclusivamente "filosófico". Para él, conoci- miento válido y conocimiento científico son co-extensivos. En cuanto se formula un proble- ma cognoscitivo, y se propone un método para encontrar la respuesta, estamos ya dentro del terreno propio de la ciencia. Los metafísicos sin duda protestarán diciendo que Piaget hace afirmaciones que van más aJlá de la experiencia, aJ tiempo que pretende basarse en el conocimiento experimen- tal de las ciencias. O, en otras palabras, que está haciendo metafísica y no ciencia. A esta obje- ción -arma antigua de los metafísicos- Piaget responde aclarando su noción de experiencia y aJ mismo tiempo negando que su posición sea positivista o empirista. Para él, la experiencia científica conlleva una cuestión o pregunta, una respuesta dada por los hechos, y una interpre-

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BIBLIOGRAFIAJEAN PIAGET:

Sabiduria e ilusiones de la filosofía.Traducción del francés. (Barcelona: Edi-ciones Península, 1970).

Jean Piaget pertenece ya al grupo deautores que han hecho época; su inf1uencia sedeja sentir tanto en la psicología como en lapedagogía de nuestros días, incluso en paísescomo los Estados Unidos, donde los psicólogoslo encuentran demasiado "filosófico". En esteúltimo país, el pensamiento a veces difícil dePiaget ha sido expuesto en detalle y conclaridad por Hans Furth, actualmen te profesoren la Catholic University of America, Washing-ton 0.0.

La larga vida del psicólogo suizo ha sidoun esfuerzo intelectual constante y notable;biólogo (con especialidad en malacología), filó-sofo y psicólogo a la vez, Piaget ha sido capazde darle nueva vida y nueva orientación a laepistemología, que para él prácticamente equi-vale a lo que suele llamarse "filosofía de laciencia". Trabajando en estrecho contacto concientíficos y pensadores de muy diversas disci-plinas, ha podido desarrollar una labor intelec-tual muy poco corriente.

La primera parte de Sabiduria e ilusionesde la filosofia tiene carácter au tobiográfico.Nos narra aquí su desconversión, "es decir, elproceso por el que llega a darse cuenta de queno existe un conocimiento válido "filosófico"que sea paralelo a, diferente de o superior alconocimiento científico positivo. La pretensiónde crear disciplinas "filosóficas" - una psicolo-gía "racional", por ejemplo- ha sido atacadacon gran vehemencia en este siglo. Recordemos,entre otros, a l.A. Ayer con su libro dejuventud Lenguaje, Verdad y Lógica. Lo quehace más valioso este libro de Piaget es el hechode que el autor es a la vez un gran científico yun excelente conocedor de la filosofía. A losojos de muchos, los méritos del autor sin dudaaumentarán al saber que Piaget no es empiristani positivista. A diferencia de Ayer, Piaget tieneuna noción de filosofía que hace posible el

planteamiento de problemas filosóficos auténti-cos. En este sentido su posición es muysemejante a la de Karl Jaspers -filósofo por elque siente gran aprecio- y muy diferente a lade autores tan variados como Sartre, Maritain oHusserl. Contra éstos, la posición de Piaget esbien clara y compartida por muchos en nuestrosdías: la filosofía es una sabiduría, no una formasuperior de conocimiento. Su importancia es talque no se puede prescindir de ella, pero notiene ningún derecho a juzgar -en nombre deese supuesto tipo "superior" de conocimiento-las conclusiones o los métodos de la ciencia.Sartre afirma que la ciencia no puede llegar alos hechos "verdaderos"; Maritain se toma laatribución de analizar y criticar la teoría de larelatividad en nombre de la metafísica; Husserlafirma sin cesar que la matemática necesita una"fundarnentación transcendentaJ". Los ejem-plos son mucho más numerosos. La vieja nociónescolástica de que la metafísica debe ser el"fundamento de la ciencia" se ha repetido enmuchas formas distintas en filosófos de las másvariadas tendencias; el fracaso y la pobreza de lametafísica no parece haber convencido a quie-nes siguen esperando frutos maravillosos de unárbol ya seco. Piaget tiene profundas críticasque hacer a cuantos se consideran poseedoresde un conocimiento que sea a la vez válido yesclusivamente "filosófico". Para él, conoci-miento válido y conocimiento científico sonco-extensivos. En cuanto se formula un proble-ma cognoscitivo, y se propone un método paraencontrar la respuesta, estamos ya dentro delterreno propio de la ciencia.

Los metafísicos sin duda protestarándiciendo que Piaget hace afirmaciones que vanmás aJlá de la experiencia, aJ tiempo quepretende basarse en el conocimiento experimen-tal de las ciencias. O, en otras palabras, que estáhaciendo metafísica y no ciencia. A esta obje-ción -arma antigua de los metafísicos- Piagetresponde aclarando su noción de experiencia yaJ mismo tiempo negando que su posición seapositivista o empirista. Para él, la experienciacientífica conlleva una cuestión o pregunta, unarespuesta dada por los hechos, y una interpre-

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tomas de posición personales o de gruposlimitados, y verdades demostradas asequibles atodos.

¿Y qué decir entonces del clásico pro-blema filosófico, a saber, el del sen tido de laexistencia? El análisis del problema que el au-tor nos ofrece en las páginas 54-55 es tan e-quilibrado, interesante y matizado que noquisiéramos privar al lector del placer de encon-trarlo por su propia cuenta. Digamos, eso sí,que en esas páginas Piaget muestra sin lugar adudas su profunda inteligencia y su dominiodel tema.

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tación. El primer elemento, la cuestión opregunta, es libre en la medida en que pueda serplanteada de manera que los hechos la contes-ten. Por su parte, la interpretación consiste enhipótesis explicativas que a su vez planteannuevas cuestiones. Para controlarlas esimprescindible incluir el aspecto deductivo.

Las deducciones que se puedan despren-der de las hipótesis valen para el control de lasmismas hipótesis. Concebida la experiencia deeste modo, no hay porqué establecer unaseparación innecesaria entre conocimiento cien-tífico y filosófico. La separación no es soloinútil: es, además, injusta. Está de por medionada menos que la valoración de todo el trabajolento y esforzado del investigador positivo.

Por lo demás, si se mira la historia de lafilosofía se observará que los sistemas másgrandes =es decir, los que han sido fecundos eillfluyentes- han nacido todos de una reflexiónsobre los descubrimientos científicos de losmismos autores o sobre una revolución cientí-fica previa. Tales son los casos de Platón con lasmatemáticas, Aristóteles con la lógica y labiología, Descartes con el álgebra y la geome-tría analítica, Leibniz con el cálculo infinite-sima!, Locke y Hume con una psicologíaexperimental anticipada, Kant con la física deNewton, Hegel y Marx con la historia. A estalarga e ilustre lista se puede añadir Piaget mismocon la epistemología.

¿Qué es entonces la filosofía? Es aquídonde se nota la diferencia entre Piaget y lospositivistas. La filosofía se caracteriza para élpor la doble meta que busca: una meta cognos-citiva y una meta de coordinación de valores. Setrata, pues, de una sabiduría, de la que los seresracionales no podemos prescindir a la hora deooordinar las diversas actividades. Sin em bargo,en .cuanto se introducen garantías y controlespara orientar el conocimiento, estamos yadentro del terreno de la ciencia. Por eso Piagetafirma que la filosofía no alcanza un saberpropiamente dicho. Y no se diga que el filósofotiene a su disposición un método propio, trátesede la intuición o de la introspección. Lasproposiciones obtenidas mediante la intuición ola introspección- suponiendo que éstas existan,y que se sepa con claridad en qué consisten-sólo pueden hacerse intersubjetivamente comu-nicables mediante la introducción de controlesy garantías objetivas, con lo cual dejan de sermétodos exclusivamente "filosóficos".

Para Piaget, la filosofía como sabiduríaes una síntesis razonada entre las creencias-sean las que sean- y las condiciones del saberpor otro lado. Se trata, pues, de una "posiciónvital", que tiene aspectos de razonamiento y dedecisión. La señal de que esta sabiduría esprudente está en que sabrá distinguir entre

Luis Camacho

MARTINEZ JOSE DE JESUSTeatro: Caifás y Otras Piezas,

San José, EDUCA, 1972

Quien solamente lo haya conocido por laspresentaciones que aquí se han hecho de susobras (y sólo en el 11 Festival de TeatrosUniversitarios Centroamericanos de 1971 sedieron dos), no podrá explicarse por qué razónel dramaturgo panameño (de origen nicaragüen-se) José de Jesús Martínez, goza de tantoprestigio.

Prestigio que ha rebasado las fronteras delistmo, y que ha logrado que sus obras hayansido representadas en América del Sur, en losEstados Unidos, en Europa, en escenarios y enlas televisiones europeas.

Lo que sucede es que Martínez no es undramaturgos de grupos teatrales improvisadoso aficionados o meramente estudiantiles (apesar de la preferencia que por él muestran esosgrupos), sino que requiere, y merece, ser llevadoa escena profesionalmente, con directores yactores de primera línea. Y en nuestro medio, eldramaturgo panameño (que también es profesorde filosofía y de matemáticas e instructor deaviación), no ha tenido esta fortuna.

Ahora bien, para darse cuenta de queMartínez es un dramaturgo redomado, bastaráleer la antología de su obra que ha publicadoEduca con el título de TEATRO: CAlrAS yOTRAS PIEZAS.

Se reúnen aquí cinco obras de variadoscalibres y calidades, pero que en conjunto danbuena cuenta de las virtudes y vicios de SanJosé de Jesús Martínez como dramaturgo. Suafán de hacer un teatro de fuerte carga ideológi-ca, de dramatizar ideas; su tendencia de caer aveces en lo abstracto o en lo estático por

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sostener una tesis; o bien lo contrario, lamagnífica teatralidad con que resuelve losproblemas en sus piezas mejores.

"Caifás" es una obra inquietante; en ellael personaje titular aparece como un individuopiadoso, preocupado de la creciente apatíareligiosa de los hebreos, que, con el fin dehacerles retornar al seno de Dios, provoca yarma la pasión de Cristo.

"Enemigos" es la obra burlona (perotrágica) que se interroga sobre las guerrasciviles, cuando reúne en un escondrijo a tresparticipantes en la Revolución Mexicana, yespecula sobre los miedos y cuidados de cadauno, pues ninguno se atreve a declarar el bandoa que pertenece por temor a ser muerto allímismo por un presunto enemigo (que a lo mejores un correligionario). Esta es una de las piezasde Martínez, en que la vida teatral no está a laaltura de la interesantísima concepción temáti-ca.

"El Mendigo y el Avaro" es, dentro de sulimitada longitud, una de las piezas claves deMartínez; sumamente teatral, salvando hábil-mente los peligros del melodrama, la situaciónfamiliar que allí se presenta le sirve a lamaravilla al autor para jugar con la idea -notan paradójica como parece-- de la culpa ypecado de los humildes, de los que son tal vezsólo para que los soberbios tengan la oportuni-dad de pecar. Tiene algún momento en que sepone ligeramente discursiva, pero el autor lograsalvar el obstáculo con sabiduría.

"La Venganza" es un juego abstracto quedesafía a cualquier director o conjunto deactores. Incluso es imprescindible para enten-derla y seguiría, una acotación que como tal nopodría figurar en una representación. En ella, elviejo juego del cuerpo y el alma, del amorsagrado y el amor profano, como ustedesquieran lIamarle, se convierte en una especula-ción intelectual de poca consistencia dramática.

"La Retreta" es una dura evocación detiempos pasados. O una dura burla a quienesviven de la evocación de los tiempos pasados.La habilidad con que el dramaturgo juega aquí,varios planos temporales llega hasta hacemoscreer que dos personajes son el mismo, y es unademostración vivaz de su gran oficio, de su grandominio de la técnica teatral, y de lo que escapaz de realizar cuando el profesor de filosofíano se impone y paraliza al autor teatral.

Vale la pena que algún día tengamos aquíuna presentación al nivel que aquí se puede, delteatro de José de Jesús ...bueno, en confianza,de Chechús Martínez.

Alberto F. Cañas

Tercio Sampaio Ferra:Die Zweidimensionalitiit des Rechts als

Voraussetzung für den Methodendualismus vonEmil Lask (Verlag Anton Hain - Meisenheim

an Glan, 1970) 180 páginas

El presente trabajo, sobre "la bidimensio-nalidad del derecho como supuesto del dualis-mo metodológico de E. Lask", fue presentadopor el autor -joven abogado y profesor defilosofía de San Pablo, Brasil- como tesisdoctoral en la Universidad de Maguncia, Alema-nia. El tema central de la investigación concilialas inquietudes filosóficas de Sampaio Ferrazcon su inclinación por cuestiones teóricas delderecho. El autor logra rescatar una imagenprecisa de Emil Lask, pensador que, debido a sutemprana muerte en el frente de Galicia, en1915, y al obligado silencio que más tarde seextendió sobre su obra en la época nazi, siguesiendo bastante desconocido aún en nuestrosdías. Para ofrecer esa imagen, Sampaio Ferrazapunta principalmente al problema capital de la"Filosofía del derecho" de Lask (trabajo dehabilitación docente), teniendo en cuenta tam-bién sus posteriores obras lógicas, con el objetode interpretar su metodología de la filosofíadel derecho. Se trata entonces de destacar,como lo hace Lask, la peculiar esfera de validezo de vigencia, propia del derecho. Para Lask, elderecho posee una dimensión real y una axioló-gica; y precisamente esa bipartición en "reali-dad" y "valor" del derecho, lo lleva a reducir adicho dualismo la oposición entre métodosjurídicos y de filosofía del derecho. Esto es loque Lask denomina "bidimensionalidad delmodo de consideración"; la filosofía del dere-cho sería, según esto, una consideración delvalor del derecho; la jurisprudencia, una consi-deración de la realidad del mismo. Esta duali-dad constituye el "dualismo metodológico" deLask. Pero, como bien lo indica el título deltrabajo que comentamos, se trata ante todo debuscar los necesarios supuestos del pensamientode Lask con un adecuado método interpretativoque el autor expone en la Introducción basán-dose en gran parte en Víctor GoldschmidttTemps historique et temps logique dans 1'inter-prétation des systémes philosophiques). Partien-do de ese fundamento metodológico, el autorexpone en primer lugar el estado de la filosofíadel derecho en la época en que escribe Lask;muestra luego cómo el predominio del positivis-mo limita en parte la concepción del derechonatural en Lask, al mismo tiempo que sirve deimpulso para superar ese punto de vista. Lostres primeros capítulos exponen detenidamentela problemática cuya solución intenta Lask,mostrando además su discusión con diversascorrientes filosóficas contemporáneas. Los ea-

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pítulos IV Y V exponen la filosofía de lavalidez, ofreciendo así la base para comprendermás exactamente su teoría del "dualismo meto-dológico" y la problemática de su "Filosofíadel derecho". El capítulo VI analiza conceptosfundamentales del autor estudiado (realidad delderecho, filosofía, valor, etc.) concluyendo conuna visión de conjunto de la teoría de Lask ycon su integración dentro del pensamientofilosófico y jurídico moderno. En este punto esinteresante señalar la confrontación de Laskcon las teorías que sustentan la "tridimensiona-lidad" del derecho; el autor se refiere especial-mente a Radbruch, W. Sauer y a Miguel Reale.En todo momento, la tesis doctoral de SampaioFerraz brinda una amplia visión de la teona deLask, aclarándola y comparándola con las ideasde Windelband, Rickert, Nicolai Hartmann yMax Scheler.

En síntesis, la presente tesis muestra lavitalidad de las ideas de Lask, fragmentariamen-te expuestas en su "Filosofía del derecho" y ensus obras lógicas; muestra, además, la claridadexpositiva y la penetración filosófica deSampaio Ferraz.

Mario A. Presas(La Plata)

Cruz Vélez, Danilo: Filosofía sin supuestos. DeHusserl a Heidegger. Ed. Sudamericana, BuenosAires, 1970, 311 págs.

Este libro, de insospechable valor exegé-tico, es una investigación centrada en explicar elproceso metodológico formal y los supuestosmetafísicos de la filosofía trascendental. Elautor desarrolla el tema idealista de las posibili-dades de una filosofía sin supuestos desde elpunto de vista de Heidegger. Gravita el problemasujeto-objeto y su orientación se funda en lacrítica del subjetivismo que la filosofía moder-na ha absolutizado y que tradicionalmente sesuele determinar bajo el aspecto de la sustancia.En este sentido se afirma por ejemplo: "Lafigura paradigmática en la Edad Moderna es laque confunde el ser con el ego, el cual recibeeste privilegio por ser lo más evidente" (p.190).Esto vale con respecto a Descartes, pero tam-bién se lo puede afirmar de Husserl o de Kant ydel idealismo alemán. La crítica se orienta,entonces, en la determinación de la subjetividadcomo el substrato de las condiciones de posibili-dad del ser y del conocer. Con ello no se habrálogrado más que introducir la substancia aristo-télica en la conciencia.

El desenmascaramiento de los supuestosocultos de la filosofía trascendental es un buentrabajo. Lo que tendríamos que reprocharle alautor es haber permanecido fiel al punto devista heideggeriano. Si Heidegger no hizo unaelaboración historiográfica extensa (como Aris-tóteles, Hegel y en parte Husserl) en las que seapliquen o reencuentren sus principios episte-mológicos o metafísicos, Cruz Vélez sí losaplica con respecto al tema de su investigación,pero desgraciadamente sin distanciarse del pun-to de referencia fundamental: la diferenciaontológica. El mismo itinerario de Heideggerque viene desde Sein und Zeit hasta Gelassenheito Die Technik und die Kehre demuestra laincreíble inutilidad real de conceptos como sery ente. Si ha querido tematizarlos, no logró másque operar con ellos (para usar aquí la distin-ción de E. Fink). Esa especie de misticismohuidizo y solemne, poético y al mismo tiempocon pretensiones proféticas de dominación so-bre la tierra del último Heidegger está yatácitamente prefijado en el concepto de ser deSein und Zeit. Probablemente son razonesinmanentes al sistema de pensamiento las que lehan impedido delimitar el concepto de ser, quemás bien, conforme se ha ido haciendo másvaporoso (como un dios innominado e inconfe-sable), toma la forma de un destino del ente.Heidegger se ha empeñado en afirmar que ser yente son diferentes y que los filósofos sólo hanhablado del ente cuando han pretendido predi-car las determinaciones del ser: Platón y lasideas, Aristóteles y la substancia, Descartes y elcogito, Kant y la conciencia trascendental,Nietzche y la voluntad de Poder, Marx y lasfuerzas económicas, la época actual y la técnica(...donde hay técnica): así se aplica historiográ-ficamente la diferencia ontológica. En estepunto central la idea subyacente (el supuestoheideggeriano nunca tema tiza do) consiste enque se afirma con toda tranquilidad que el seres lo trascendental al ente y marca su destino(Geschick), Lo grave de esta tesis no es suexpresión formal, sino querer presentarse comocategoría histórica que se torna consciente enlos pensamientos de los filósofos (que son losúnicos que piensan). Luego la historia tiene unadeterminación trascendental. Volvemos en defi-nitiva a un hegelianismo sin dialéctica en el que,como apuntaba Feuerbach de Hegel, todo elproceso del espíritu (la exteriorización enHegel, la historicidad en Heidegger) se vuelveaparente.

Si el estudio del Sr. Cruz Vélez llevaadelante de manera magistral el esquemaheideggeriano en su aplicabilidad historiográfi-ea, es preciso decir que se detiene a mediocamino: en el uso puramente formal y acríticodel heideggerianismo. Le queda aún la tarea dedesenmascarar sus supuestos.

Rafael A. Herra

Se terminó de imprimir en el Departa-mento de Publicaciones de la Universi-dad de Costa Rica en junio de 1974.Su edición consta de 1.000 ejemplares.

Ciudad Universitaria "Rodrigo Facio"San José, Costa Rica. A. C.