Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

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Stéphanie
Nota
Aqui tem o livro todo. A profa. Musse pediu para ler até p. 128
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1. Tiernpo pasado

2. Crítica de1 testimonio: sujeto y experiencia

3. La retórica testimonial

4. Experiencia y argumentación

5. Posmemoria, recoristrucciones

6. Más allá de la experiencia

Agradecimien to

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l i I 1. Tiempo pasado

i E1 pasado es siempre conflictivo. A é1 se refieren, en compe-

tencia, la rnemoria y la historia, porque la historia no siem-

pre puede creerle a la memoria, y la memoria desconfia de

una reconstrucción que 110 ponga en su centro 10s derechos

de1 recuerdo (derechos de vida, de justicia, de subje tividad) .

Pensar que podría darse un entendimiento fácil entre estas

perspectivas sobre e1 pasado es un deseo o un lugar común.

Más allá de toda decisión pública o privada, más allá de

la justicia y de la responsabilidad, hay algo intratable en e1

pasado. Pueden reprimir10 só10 la patología psicológica, in-

telectual o ri oral; pero sigue allí, lejano y próximo, ace-

chando e1 presente como e1 recuerdo que irrumpe en e1

rriomeiito nierios pensado, o conio la niibe insidiosa cj~ie

rodea e1 liecho que rio se quiere o no se puede recordar.

De1 pasado no se presciride por e1 ejercicio de la decisión

ni tie la iilteligericia; taixipoco se lo convoca simplemeilte

poi- un acto de la voluritad. E1 iegrcso de1 passdo no es

sicriiprc uri rriomerito liberadoi- de1 recuer-do, siriu uii atlve-

riiniierito, iiiia captura de1 presente.

I>rol->oii(:rse rio recordar- es corrio proporlei-se iio percibir

i111 olor, porqiie e1 I-ectierdo, coiiio c1 olui; as;11[;1, iri~.Iuso

C L I ; L I ~ ~ ~ IIC) (:s <:onvoca~lo. 1,lcg;tdo de no se sabe dtiiide, e1

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10 U U T l U Z SARLO

recuerdo no permite que se 10 desplace; por e1 contrario,

obliga a una persecución, ya que nunca está completo. E1 re-

cuerdo insiste porque, en un punto, es soberano e inconuo-

lable (en todos 10s sentidos de esa palabra). E1 pasado, para

decido de algún modo, se Iiuu premie Y e1 recuerdo necesiw

de1 presente porque, como 10 seiialó Deleuze a propósito de

Bergson, e1 tiempo propio de1 recuerdo es e1 presente: es de-

cir, e1 único tiempo apropiado para recordar y, también, e1

tiempo de1 cual e1 recuerdo se apodera, haciéndolo pqio. De1 pasado puede no hablarse. Una familia, un estado, un

-7.. ..-- gobierno pueden sostener la prohibición; pero só10 de modo

aproximativo o figurado se 10 elimina, excepto que se elimi-

nen todos 10s sujetos que van llevándolo (ese fue e1 enloque-

cido final que ni siquiera logró la matanza nazi de 10s judias).

En condiciones subjetivas y políticas "normales", e1 pasado

siempre llego al presente. Esta obstinada invasión de un uem-

po (entonces) sobre otro (ahora) irritó a Nierrsctie, que 10 de-

nunció en su batalla contra e1 historicismo y contra una "his-

toria monumental" represara de 10s impulsos de1 presente.

Una "historia crítica", por e1 contrario, que "juzga y con-

dena", es la que correspoilderia a "aquel a quien una nece-

sidad preseilte opririie e1 prclio y que, a toda costa, quiere

liberarse de esa carga".' La denuncia de Nietzscbe (que e r

ciichó Walter Benjamin) se dirigia contra posicionrs de la

i l:i.içdi.icki Nieuschc, Sob,-e lu ut i l id~d y 10s /~etji.uitios de lu /iistotiu parzc

lu vidu, Madrid, Ect~f', pp. 5658.

I I

historia traducidas engpoder simbólico y en tina dirección

sobre e1 pensamiento. La historia moiiumental ahogaba e1

impulso "ahistórico" de producción de Ia vida, la fuerza por

la cual el presente arma una relación con e1 futuro y no con

e1 pasado. Ida diatriba nietzscheana contra e1 hisroricismo,

articulada en e1 contexto de sus enemigos contemporáneos,

I tarnbién hoy puede hacer valer su alerta.

Las últimas décadas dieron la impresión de que e1 im-

perio de1 pasado se debilitaba frente a1 "instante" (10s luga-

res comunes sobre la posmodernidad con sus operaciones

de "borramicnto" repican e1 duelo o celebran la disolución

de1 pasado); sin embargo, también fueron las décadas de

la museificación, de1 Ilm'tage, de1 pasado-espectáculo, las al-

deas potemkin y 10s tliumei(iurk.s históricos; 10 que Ralph Sa-

inuel designó coino "mania preservacionista";' e1 sorpren-

dente içiiacer de Ia novela histórica, 10s best-sellers y 10s

filnis que visitan desde e1 siglo XIX hasta Troya, las histo-

rias de la vida privada, a veces indiscernibles de1 costurn-

brisrno, e1 reciclado de estilos, todo eso que Nierzsche lla-

rnó, con irritación, la historia de 10s anticuarios. "Las

sociedades occidentales están viviendo una era de auto-ar-

queologizaciórir, escl-ibió Char-les Maier.3 I

VKitip1i ~ a n i u & l , 77terrtr-es of Memory, I.oiidi.rs, \lei-so, 199tj (1994),

11. 13'3. Sariiucl csci-ibi0 uii libi-o pio1iei.o cri cl caiiibio dr foca de Ia tiisto- r-i:i de cii.c.ula<.ii>ri píiùlica, es decii; Ia q ~ i c excede e1 reciiito ar.1 c i: triiico.

i % e l l t ~ ~ t i r ~ ~ ~ e r ~ ~ l l t . P(~sl; tli~lury, Hobcuusí, (~t id C;LI ~ I L W L Nuiiotl(~l I~Ietltiq,

C;t~ribr.idgc. (Miiss.) y lmridres, Harvai-(1 Uiiivci.siry Press, 1988, p. I?:$.

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Este neohistoricisriio deja disconformes a 10s historiado-

res y a 10s ideólogos, como la historia natural victoriaria de-

jaba disconformes a 10s evolucionistas darwinianos. Indica,

sili embargo, que las operaciones con la historia entraroii

en e1 mercado sirnbólico de1 capitalismo tardío con tanta , eficacia corno cuando fueron objeto privilegiado de las ins-

tituciones escolares desde fines de1 siglo XIX. Canibiaron

10s objetos de la historia, de la académica y de la de circula- ii

ción masiva, aunque no sieinpre en sentidos idénticos. De 1

un lado, la historia social y cultural desplazó su estudio ha-

cia 10s inárgenes de lar sociedades modernas, modificando

la noción de sujrto y la jerarquiade 10s heclios, destacan-

do 10s pormenores cotidianos articulados en una poética

de1 detalle y de 10 concreto. De1 otro, una linea de la Iiisto-

ria para e1 mercado ya no se limita solamexite a la narración

de una grsta que 10s historiadores habrian ocultado o paia-

do por alto, sino que tainbién adopta uii foco próximo a

10s actores y cree descubrir una verdad en la reconstruc-

ción de sus vidas.

Estos cambios de perspectiva no podrian haber sucedi-

do sin una variación e11 las fuerites: e1 lugar espectacular de

la histeria 01-a1 es recoiiocido por 1a disciplina acadéinica

que, desde hace varias dGcidas, considera compleianiriite

legitiriiiis 1;is fuentes testinioniales orales (y, por rnoirieiitos,

(la la iiiiliresi6ii de qiie las juzga 1ii5s "rcveliid~ra~"). Por SLI

pane, ,liisloi-ias de1 pasado niás reciei~te, sostenidiis casi cx-

clusivii~ilente en operacioiirs d e la inçiriorin, alcaiiran Lina

I I circidacion extradisciplinaria que se extiende ;i la esfera pú-

blica coniunicacional, la política y, a veces, reciben e1 iin-

pulso de1 estado.

Vistas de pasado I

I Las "vistas de pasado" (según la fórmula de Be~iveniste) son I

construccioiies. l'i-ecisamentr porque e1 tienipo <Ir1 pasado es inçlirniriable, un perseguidor que esclavizil o libera, sri

irrupcibn eii e1 presente es comprcnsihle eri Ia niedidli en

que se 10 organice mediante 10s procedimientos de la ria-

rración y, por ellos, de uria ideologia que ponga de rnani-

fiestu un coniini<u>n significativo e interpretable de tienipo.

De1 pasado se habla sin suspender e1 preseiite y, muchas ve-

ces, implicando tanibiin e1 futuro. Se recuerdi, se narra o ,

se rriiiite a1 parado a través de un tipo de relato, de per-

sonajes, de rttlacióii eiitre sus acciones voluntarias e invo-

liiiitarins, :ibiertas y secretas, definidas por objetivos o in-

conscieritrs; 10s pcrsonajrs articulan grupos que puedeii

presrritiLrse coiiio inás o nierios fàvorables a la iridependeri-

cia respecto de fàctores exterrios a su dor~iinio. L i stas nioda-

Iid;i<lcs <Icl clis<:iii~so iiiiplicaii uri:~ coiicrpciõo de lu soci~il, y

eventuaIirirrit(. tiirribiér~ de Ia nat~iriilci:~. Iritrorliiceii ~ i i i i i

to~i~ili<lii(l (1oiiiiii:iiite en las "vist;is c1e pasado".

1 5 i 1;is iiai-raciones his~õricas de cii-citlac.ióii iiiasiva, uii

cerrado C ~ I . ( . L I ~ O heri i leni '~l~ic~ L I I ~ ~ Ia re~onstr~iccii)il dt! ICIS

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hrclios c011 la iiiicrpretacibii de siis sentidos y garaiitiza vi- --L.----_ . *----. u

sioilsa globales, a q i ~ t . l T ~ i ~ ~ ~ ; - m t ~ - m & ~ i D ~ & l ~ ~ ~ + ~ < ~ ~ --,s+s

historiiidores de1 siglo XIX, fueron las sintesis que hoy se

consideran a vçcçs imposibles, a veces iiideseables y, por 10

general, coiiceptunliiiente rrróneas. Si, como dijo hace ya

ciiarenta aííos Haiis-Robert Jauss, nadie se propoiidria es-

cribir ta historia general de una literatura, como fue e1 pro-

yecto de 10s iilólogos e historiadores de1 XIX, las historias I

no académicas, dirigidas a un público formado por no es-

pecialistas, presuponen siempre una sintesis.

Las reglas de1 niétodo de la disciplina histórica (inclui-

das sus lucbas de poder académico) suprrvisan 10s modos

de reconstrucción de1 parado, o, por 10 menos, conside-

ran que ésç es un ideal epistemológico que asegura una

aceprable aitebania de sus productos. La discusión de lar

inodalidades reconstructivas es explícita, 10 cual no quir-

re decir que a partir de ella se alcance una historia de

gran interés público. Eso más bien depende de la escritu-

ra y de temas que no só10 Ilanlen 1a atención de 10s espe-

cialiuas; depende también de que e1 historiador acadéiiiico

110 se eiiipeciiie en proùar de modo obturo ru aquicaceri-

cia a lar reglas de1 método, sino que cleiii~iestie clue e11.i~

wii iiiipo~ t:'nteb p ) e f ~ ~ « ~ r l t r ~ t r 1101 C]UÇ pei iiiitçn IiL1cci Linii

ponmlo eii evideiicia. Si no encuentra respuesta en la esfè-

ra pública actu~il ha Iracasado1 carece conipletarnente de - ".. .- - .- -.--- .. - --. .. . - .L. -. ...... .-- .. . .-. . .-e- . . - . . . . . .

interis. Li modalidad no acadéinica (auiique sea un Iiisto-

riador de fornración académica quieii Ia practiqur) escii-

cha 10s sentidos comunes de1 presente, atiende Ias creen-

cias de su público y se orienta en fuilción de ellas. Eso no Ia

vuelve lisa y llanamente falsa, sino conectada con e1 imagi-

nario social conteniporáneo, cuyas presiones recibe y acep-

ta más como ventaja que como Iímite.

Esa historia masiva de impacto público recurre a una

misma fórniiila explicativa, un principio teleológico que

asegura origeii y causalidad, aplicable a todos 10s fragmrn-

tos de pasado. iiidrpendientemente de Ia pertinencia que

dernuestre para cada uno de 10s fragmeiitos en concreto.

Un principio organizador. simple ejerce su soberanía sobre

aconteciniieritos que la historia acadérnica considera.influi-

dos por pi-iircipios múlriples. Esta rediiccióii de1 campo de

Ias Iiipútesir sostieiie e1 interés público y producs una niti-

dez argiimeiitativa y narrativa de la que cxece la historia

iicud61iiica. No só10 recui-re a1 i-el;,to sino que no puede

t>~-esciiidir <Iç G l (i diferencia clcl abaiicloiio ti-ecuçii~c y de-

libei-:ido de1 i.rl;~to eii la liistoria acadCiriics); por 10 tanto, .

irriporw ~iii i t1; i tI sob1.e Ias discoiitiri~iicf:ictes~ ofi.ecicrrido iina

A< Iiiieri - de tit.iiipo" corisolidatia ri1 siis n~idr:s y drseii1;icrs.

Sus gi.:iiitles estlLierrias r:xplic~itivr~s sori I-elativarriente i i i -

dcpr:ri<lic~ii<~.s <I<: 12 i~>;i~ri-i;i dcl p;~s:l<lo sol>rr I:i qut: ir~ipo-

ut:ri un:i líii<::i siipeiioi de sigiiili(:;~dus. 1 , i 1 po~t>nci.t C I I - ~ I I I ~ -

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i;idoi-a de estos esqiieinas se alimenta de1 "sentido coniún"

con e1 que coiiicide. A este iiiodelo taiiibiéii respondieroii

las "liistorias nacioiiales" de difusión escolar: un panteón de

liéroes, un grupo de excliiidos y réprobos, una linea de de-

sarrollo uiiitario que coiiducia hasta e1 presente. La quiebra

de la 1egitiinid:id de las iiistituciones escolai-es en algunos

países, y lu iiicorpoi-aciúir de nuevas perspectivas y iiuevos

sujetos, eii otros, afectaron también las "historias naciona-

les" de estilo tradicional.

Las iiiodalidades iio académicas de escritura encaran e1

asalto de1 pasado de modo menos regulado por e1 oficio y

e1 método, eii función de iiecesidades presentes, intelec-

tuales, aiectivas, nioralrs o políticas. Mucho de 10 escrito so-

bre las décadas de 1960 y 1970 en la Argentina (y también

çn otros pkiscs de Aniérica Latina), en especia1,las recons-

trucciones basadas en fuentes testiii~oniales, perteriece a

rse estilo. Son versiones que se sostienen eri la esfera públi-

c;i porque parrcen responder plen;iiiiente las preguntas so-

bre e1 paaado. Poeguran un sentido, y poi- eso pueden ofie-

Ler consuelo o sostener 1a acción. Sus principias simples

rediiplic;,~~ iiiodos de prrcepción de 10 social y no plaiiteon

coi~trãclicciones con e1 sentido coniíin de sus lectores, sirtci

q ~ l e lo iostieneii y se sostienen rr i 61. A diiireiicia de Ia hiir-

lia liistoria aci~déiiiica, no ofreccn uii sistema de 1iipOtt:sis

si110 CC'I-LC"Z;~S.

Estos rnorlos de 1;i liistoria responclen a la inseg~li-idati

lxl~turùadora que causa e1 pasaclo r r i auseiicia de uii pi-iiici-

pio cxplicativo fUerte y con capacidad incluyçnte. Es cierto

que las iiiodalidades coinerciales (porque esa es su circula-

ción eii las sociedades mediatiradas) despiertan Ia descon-

fi:iilza, Ia critica y también la eiividia rcncorosa de aquellos

profcsiosiales que fundan su prrictica solamerite en Ia ruti-

na tlel i~iétodo. Como la dimensión sinibólica de las socie-

dades en que viviinos está orgaiiiziida por e1 inei-cado; 10s

criterios son e1 éxito y Ia puestzt e11 linea con e1 sentido co-

míin de los coiisumidores. En esa conipetencia, la bistoria

ac;idkniici piei-de por razones de método, pero tarnbién

por sus propias restriccioiies formales e institucionales, que

la vuelven mas preocupada por reglas internas que por Ia

bíisqucda de legitimaciones exteriores que, sin soii alcanra-

das por uii historiador acadéniico. pueden incluso originar

la descorifiariza de sus pares. Las historias de circulación

~iiiisiva, eii ciiiiibio, recoiioceir en la repercusión pública de

riiei-cada su legitimidad.

E1 giro subjetivo

I--i:ic:c )/;I (li.c2i(liis, Ia iiiirad:~ de iiiii<:hos Iiist0riiido1.c~ y (:ici>-

tifi<:os suri;iles inspiriidos por 10 et1iogi.6fiio se drsliI~ir6 11;~-

ciki li1 I~i.uje~.ía, la loc~ira, Ia liesta, 12, l i ~ e r ~ ~ ~ ~ i r ; ~ pop~11;i1; e1

caiiipesiiiado, las rsrrategias tle lo cotidi~ino, l~ilsc:;iiido e1

dctiillr cxcepcioii~il, r1 iasil-o c1ç ii<liiello qui. r<: opoilc ;i Ia

iioi~~iiiiliz:ir:ii>ii, y 121s suljrtivicladcs cjiie se diriiirgucii por

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una monialia (r1 luto, e1 criininal, la ilusa, 1a posesa, 13 bru-

ja), porque presentaii una refiiiación a ias iiiiposiciories de1

poder nlaterial o siiiibolico. Pero wiiiibikn se acentuo e1 in-

terés por 10s sujetos "riormales", cuaildo se i-econoció qiie

iio só10 seguian itineiarios sociales trazados sino que psota-

goniiab:iii iiegociaciones, transgresiones y variaiites. En uii

articiilo pioiiero de imaginativa etnogrdfia social," Michrl

de Certrou preseiitó lar estrategias inventadas por 10s obre-

i-os e11 l i fábrica pai-;i actuar en provecho propio, tomando

veniaja de niiniiiias oportunidades de innovacióii iii politi- . . . . . .

ca iii ideológica si110 cultural: usar en casa las herramientas

de1 patrhn o llevarse oculta una pequena parte de1 produc-

to. Estos actos de rrbelión cotidiana, Ias "trevas de1 débil"

escribe de Cei-teau, habian sido invisibles para 10s letrados

que fijai-on la vista en 10s gi-andes inovimieiiios colectivos.

cuaiido no solo en s~is dirigentes, sio drscubi-ii; en 10s plie-

gues cultoi-ales de toda prictica, e1 principio de aíirmacióii

de la idcnticlati, iiivisible desde la óptica qiie defiriía una

''visia dçl p;isil<lo" que priviiba de intei-és a la inventiva sii-

bii1ierii:i; y, por tiiiitu, çii nii círculo vicioso de iiiktodo, no

podía obsrrvai.la.

L.iis Ilipó~esis cle Mictiel de Certrau se Iian i\iiirli(lo de

i21 iiiotio coi, 1:i iileologia de Ias Iiistoiias (Ie "iiilcvus siqe-

tos" que se lo iileiiciona poco como UIIO de sus iiiriovador-es

teóricos (lioy se pescan inás citas en c1 torrente de Horni

U1iabliLi que eli 121 hiatoria francesa o e1 materialisino brit-j-

nico) . Los nnrrios sujetos de1 rlueuo pasado son esos "cazado-

res Siirtivos", que pueden hacel- de Ia iiecesidad virtud, que

I modificiin sin espectaculai-idad y con astucia sus condicio-

iies de vida, cuyas prácticas son más indrpe~idieiites que lo

que creyei-ori lar ieoi-ias de Ia ideologia, de Ia hrgenionia y

de Ias condicioiies niateriales, inspil-adas eii 10s diferentes

niai.xisirios. En e1 caiiipo de rios sujetos hay priiicipios de

iebrldia y pi-iiicipios de conservacióii de Ia idenridiid, dos

rasgos que Ias "políticas de Ia identidad" valoran corno au-

tocoiistituyerites.

Ias "liiatorias de Ia vida cotidiana" producidas, e11 gene-

ral, de iiioclo colec~ivo y monográlico en e1 espacio acadk-

niico, a vcces extienden su público más allá de ese árnbito

prwis;iineiite por e1 iiiterC.s "novelistico" de sus objetos. E1

pasado vuelve coriio cuadro de costumbres doiiclr se valo-

i,;iii 10s dcl:illc:s, 1:is originalidades, 121 çxcrpciói~ ii la iiol-ni;~.

l i i ~ ciii-iosicliicli~s que yi rir) se riiciiciiiriin eii e1 preseiite.

Cc?itlo se tr:i~:i ele vida coticIian:i, 1:ts rriige~-cs (especi;ilistiis

eii es;i (li~ii<!iisióii <Ir lu 1jriv2ido y lu piililicu) ociip:iii iriia

purciiin i.clc~,:iiiir: de1 cii:idro. lisios siijrios iii;iiyiii;ilrs, <ILIC:

1i:it~i~i;iii sido i-c.l;iiiv:iiiieiitc igrioi-~itios c:ii oii-os iiiotlos tlc. 1:i

ri:ti.~-aciOii clt:l p:is:iclo, 1~1~111te~~i iiii~~v:is exigt:iic.i:is clc ii1Ctc)-

do r iiic1iii:iii ;i 1:i esciic~liii sis~cii-iá~icii tlc los '.<lis~.iirsos (Ic

iii~riioi.~,": (li:ii.ios, c:ii.t;is, coilscjos, oi.iic.ioiics.

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Este ,-eordrliamiriito ideológico y conceptual de1 pasa-

do y sus persuliajas coincide con la reriovación teniática y iiietodológii.a que Ia sociologia de Ia cultura y 10s estudios

culturales re;ilizal-on sobre e1 presente. En iI1a OS~S of Lite-

1ibl-o pionero de Ricliard Hoggart, la vida doiiiks~i-

ca, la organiiación de la casa obrera y popular, Ias vacacio-

nes, Ia adlniniitración de1 gasto en condiciolies de relativa

escaser, Ias diversiones familiares esbozan un prograina de

iiivestigacio1>es futuras que tocan no só10 a 10s estudios cul-

, turales sino también a lar reconstrucciones de] pasado. , ,

< ' ' 1 . i- .,,<,,< ... Hoggart culiiple ese programa en 1957; -antes de que se 10

presente corno gran gesto de innovacióu teórica. En un

moviiniento que, en 10s aiios cincuenta de1 siglo XX, po-

dia ser considerado sospechoso para las ciencias sociales,

Hoggart trabaja con sos recuerdos y sus euperieiiciar de in-

faiicia y adolescçiicia, siii considerarse obligado a fundar

teSricsiiiente Ia inrroducción de esa diniensióii subjetiva.

En c1 pi6lugo de Ia edicióii francesa, Jean-Claude Passeron

alei-ta a 10s lectores que se eiiconti-aban liente a una tornia

iiucif:t de ;ibord:ii- un objeto que todavia nu Iiabia terniiiia-

do de esrablçcer sii legitiiniclad. En 1970, P;isseron toc1:ivia

sc sieiirr obligiido a escribir: "Es veidad que una exl~erien-

ciii autobivgrdlicii iiu consritiiye por i sola iiii piotocolo

de observ:ici61i iitet&lica ... 1)ero la obra ele h g g a r l ticiir

~~ccis~i i i icntc 11 ciirctcl~i~tic:i, ~iiiiique 1;i virtacid~id ele ]:i

dcsciipcic)~, disiiiiule ii veces sii org;iiiirai:ióii suliy;icentt:,

cle oideii~irst! scgúii uii plaii de obsel-vaci<ili q ~ i e lieiic 1;i

rúbi-ica y 10s coriceptos operativos de1 inventario etnográfi-

C O " . ~ En Lina palabra: Passeron reconduce a Hoggart a 10s

marcos disciplinai.ios, precisamerite porque e1 recurso a la

primera persona y a la experiencia propia podían enton-

ces, eii aquel Iejanísirno 1970, dar la impresión de que 10s

debilitaba.

La idéa de entender e1 pasado desde su lógica (una uto-

pía que ha movido a Ia historia) se enreda c011 la certeza

de que ello, en primer lugar, es completamente posible, 10

cual aplana la coinplejidad de Io que se qiiiere reconstruir;

y, en segundo lugar, de que se 10 alcanza colocándose en

la perspectiva de u ~ i sujeto y reconociendo a la subjetivi-

dad uil lugar, presentado c011 recursos que en inuchos ca-

sos pr-ovienen de lo que, desde mediados de1 siglo XIX, la

literatura experiiiientó corno priinera persona de1 relato y

discui-so iiidirecto libre: modos de subjetivrición de 10 na-

rrado. Toniadas estas iiiiiovacioiies en coiijuilio, la actuzil

teridericia acadkrriica y de1 niercado de bienes siiribólicos

que se propoIie rêcoristruir la textura de la vida y Ia ver-

dad ~i1bt.i-gadas eii la rerrieriioración de la experiencia, 1a

I-evaloracióii de la pr.iriie1.a persoiia coino puiito de vista,

1:i i-eiviiitficación cle iiiia dirilerisión subjetiva, q ~ i e lioy se

esp:mclt: sobre los estudios de1 pas:ido y 10s esiiidios C L I ~ ~ L L -

5 1'1 cxiirat i L i i dc: Jeali-Cla~idc ]'assei-vil a: ICicliai-cl llogg.ii L, Lo r.ciC

t u ~ e t l l c /J<LILOI ( : I'.II i.\, Miliiiil, io l . 1 , ~ SCIIS C O L ~ I I I ~ I I I I , 107U. (:o1110 se s~b,. ,

1.1 colccciGi1 ci .i tlii igitlit por I'ic-i-I-c I~oiit(lirii, lo ciial rio tIcj;i tle , ~ : i . i 1 1 1

d:~to i111po1 ~ ; ~ i i ~ c : .

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rales de1 presente, no resultan sorprendentes. Son pasos

de un programa que se Iiace expliciio, porque hay condi-

cioiics ideológicas que 10 sostienen. Conteinporiiiieo a 10

que se 1laniS en 10s anos setenra y ochenta e1 "giro lingúis-

rico", o acoinpaiiáiidolo muchas veces coiiio su sombra, se

ha iinpuesto e1 giro subjetivo.

Este reordenamiento ideológico y conceptual de la socie-

dad de1 pasado y sus personajes, que se concentra sobre

10s derechos y la verdad de la subjetividad, sostiene gran

Darte de la empresa reconstructiva de las décadas de1 se-

senta y setenra. Coincide con una renovación análoga en

la sociologia de la cultura y 10s estudios culturales, donde

la ideiitidad de 10s sujetos ha vuelto a tomar e1 lugar que,

en 10s anos sesenta, fue ocupado por las estructuras.Qe

ha restaurado la razón da1 rujeto, que fue, hace décadas, me-

ra "ideologia" o "falsa conciencia", es decir, discurso que

eiicubria ese depósito oscuro de impulsos o mandatos que e1

sujeto nrcesariamentr ignoraba. En consecuencia, la his-

toria oral y e1 testimoiiio han devuelto la coiifianza a era

priinera pei-sona que narra su vida (privada, pública, afec-

tiva, política), para conservar e1 recuerdo o para r e p a i x

una identidad lastimada.

Recordar y entender

Este libro se ocupa de1 pasado y Ia inemoria de las últimas

dkciidas. Reacciona no frente a 10s usos jurídicos y morales

de1 testimonio, sino frente a sus otros usos públicos. Anali-

za la transformación de1 testimonio en un icono de la Ver-

dad o en e1 recurso más importante para Ia reconstrucción

: de1 pasado; discute la primera persona como forma privile-

giada frente a discursos de 10s que Ia priinera persona está

ausente o desplazada. La confianza en Ia inmediatez de la

voz y de1 cuerpo favorece a1 testimonio. Lo que nie propon-

go es examinar las razones de esa confianza.

Durante la dictadura militar algunas cuestioiies no po-

i dían ser pensadas a fòndo, se Ias revisaba con cautela o se

: ias soslayaba a 121 espera de que cainbiaran las condicio-

nes políticas. E1 mundo se dividia claramciite en amigo y

i eiieniigo y, bajo uiia dictadura, es preciso maiitener 1a i e convicción de que I;i separacióii es tajaiite. La crítica de

I la lucha a r m a d ~ , por ejrinplo, paircia trigicamçnte para-

; dójica cuandojlos militantes eran asesiiiados. De todos I

modos, durant 10s anos de Ia diciadura, en la ,\rgeiitiiia e y en e1 exilio, sp rrílexion6 precis:inieiite sobre ese ieina,

I

pero la discrisiqn abirl-til, siii chaiitiijes niorales, sólu rai- I

perii, y cosi 111~jch;is diRciiltades, i:ori 1:i iiiiiisiciGn deiiio-

critica. 1-ía~i pii?;i<lo veiiite i1fios y cs, por 10 t~iiiLo, ;ibsiii-do

iieg;ii.se a pciisiir sobre cualquier cosa, cori liir cciiisecucn-

<:i;is qric pucda t<:tirr su rx;iiiien. El rsp~icio de libii-iad

Page 11: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

intelectual se defieiide incluso frente a Ias inrjores i r i -

tenciones.

Li iiiemoria ha sido e1 deber de la Argeritina posterior a

la dictadura militar y 10 es en la mayoría de 10s países de

Arnérica Latina. E1 testimoriio hizo posible la condena de1

terrorismo de estado; 13 idea de1 "nunca niás" se sostiene

eii que sabemos a qué nos referimos cuando deseanios que

eso no se repita. Coino instruniento jurídico y como modo

de reconstrucciórl de1 pasado, allí donde otras fuentes file-

ron destruidas por 10s responsables, 10s actos de memoria

fueroii una pieza central de la transición democrática, sos-

tenidos a veces por e1 estado y de forma permanente por

organizaciones de la sociedad. Niiiguna condena hubiera

sido posible si esos actos de menioria, manifestados en 10s

relatos de testigos y víctimas, no hubieran existido.

Como es evidente, e1 canipo de la memoria es un canipo

de conflictos que tienen lugar entre quienes inantieiien e1

recuerdo de 10s crímenes de estado y quienes proponen pa-

sar a oti-a etapa, cerrando e1 caso 1115s moiistruoso de nues-

tra historia. Pero tarnbién es up canipo de conflictos entre

10s que sosteiieinos que e1 terrorismo de estado es un ca-

pitulo cluc dçbe qiiedar juridicaiiiente abierto, y que lo

sucetlido durante la dictadura iiiilitar debe sei- enseliado,

difiirictido, discutido, conienzaiido por Ia escuela. Es un

cariipo de coiiflictos tanibién para cluienes sostenemos que

e1 "iicinca riiás" iio t-s uri cierre que cleja atrris e1 p~isado si-

iro una tiecisiGii cle evitar las repeticioiies, recorcliridolo.

Desearia que esto quedara claro para que 10s argumentos

que sigueri pucílan ser leídos en lo que realmeiite tratan

de plan tear.

Viviinos una época de fuerte sul>jetivid:id y, en rse senti-

do, Ias prerrogativas de1 testirnonio se apoyan eii la visibili-

dad que "10 .personal" ha adquirido como lugar no simple-

merite de iritimidad sino de manifesiación pública. Esto

sucede no só10 entre quienes fueron víctinias, sino tanibiéii

y fundamentalmente eii ese territurio de hegeinoiiia siin-

bólica que soii 10s medios audiovisuales. Si hace ti-es o cua-

tro décadas e1 yo despertaba sospeclias, hoy se le reconoceii

privilegias-que seria iiiterrsante examinar. De eso se trata, y

no de cuestionar e1 testimoiiio en priniera persona como

instriirrierito jurídico, como modalidad de escritura o co-

mo fuenie de la historia, a la que en muclios casos resulta

indisperisal>le. aurique le plantee e1 problema de cóino ejer-

cer la critica qiie riormalmente ejerce sobre otias fiieiites.

Mi arguniento aborda la priiiicra persona de1 testinionio

y las fòrrnas de1 pasado que resultari cuaiido e1 testiiiioriio es

13 íinica h~eiite (porque no exis~eii oims o porque se lu con-

sider:> niis coiifiable que otras). No se trata siiii~~leirierite

de uiia ciiesiiijii de la tl)riii;i de1 disciiiso, siiio dc su piu-

diiccióii y de l i i ~ coiidici<iiies ciiltiii-ales y po1itic:is que 10

v~rclveii c:~cil)lt!. Se lia clicho iiiuctias veces: \riviiiius eii 1:i

ela <Ir 121 iiit.iiioi.ia y e1 rciiioi o ]:i aiiiciiaza cIe uiia .pii~tliíl;l

de r~iciiioi.in'' i.espoiitie, iiiás cliie :i1 bor.i.;iiiiit:iitc, eli.c.tivo de

:ilpo que (Icberi:~ sei- i-ecoi-<l:ido, ;L i111 "tciii;i c u l t i i ~ ~ ~ l " tliic,

Page 12: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

eri países donde liubo violeiicia, guerra o dictacluias miliia-

res, se entrelaza con la política. .

Lu cuesti61i de1 pasado puede ser pensada de muclias

niaiieras y la siiiiple contraposición de menloria conipleo y

olvido rio es la única posible. Me parece necesario avanzar

críticameiite más allá de ella, desoyendo la anienaza de que,

si se exaniiiian 10s actuales procesos de menioria, se estaría

forwleciendo Ia posibilidad de un olvido indeseable. Esto

no es cierto.

Susan Sontag escribió: "Quizá se le asigna demasiado

valor a la memoria y un valor insuficiente a1 pensamíento".

La frase pide precaución frente a una historia en la que e1

exceso de nienioria (cita a 10s serbios, a 10s irlandeses) pue-

de conducir, iiuevaiiiente, a la guerra. Este libro no explora

e11 la dirección de esas niemorias nacioriales guerreras, si-

rio en otra, la de la iiita~igibilidad de ciertos discursos sobre

e1 pasado. Está iiiovido por Ia convicción de Sontag: es más

1 i r ~ i p o ~ n t ç eiitcnder que recordar,.aui~que para entriidri-

sea preciso, tiariibiCri, recordar.

! 2. Crítica del testimonio: i sujeto y experiencia

A 10s coiiibates por la historia tambi6n se 10s llama ahora

conibates poi- la identidacl. En esta perniutación de1 voca-

, biilario se refleja la primacía de 10 subjetivo y e1 rol que se j

le atribuye en ia esfèra pública. Sujeto y experiencia han

vuelto y, por coiisiguiente, deben exaniinarse siis atributos

y sus pretensiones una vez inás. En Ia inscripción de la ex-

periencia se reconoce una verdacl (ioriginada eii e1 suje-

to?) y uiia ficlelidad a 10 sucedido (<sostenida por un nuevo

reaIisi~io?). AI respecto, algunas preguntas.

&iié relato de la experiericia está e11 condicioiies de eva-

dir la coii~i-adiccion eritre lafijau de la puesta en discurso y

la mouilidnd de 10 vivido? @uai-da Ia riai-i-acii>n cle Ia expe-

rieiicia algo de Ia inteiisidad de lo vivido, de Ia Kl-lebnis? ;O

siiiiple~rieiiie liis innuinei-ables veces qiie lia sido puesla eli

disciii.so 1ii1 gas~dtlo toda posibilitlad de sigiiific:~cióii? 2l.a

exlxric~iic.ia sc disuelvc u se cori>;ei.va eli e1 lato? tlls posi-

ble ivcoi-(lar uiia cxper-ieiiciii o 10 (1ucL sc i-cc~iercla cs sOlo r1

reciiei<lo ~~i-v\/iaiiicii~e piiesto eii clisciii-so, y asi s6lo li i iy i i i i i i

s~ic:cióii dc i~el~itos q L i i iio ~iei~t ' l l I;L posi11ilitl;id (le I ~ C : L I ~ C -

ix t . ~ i i i t l : ~ clc 10 qiie prcrendcii coiiio ol~jcto? -E1 i.eliilo, eii

Page 13: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

lugar de re-vivir la erperieiicia, rs una 1Urnia de aniquilaria

forzaiidola a responder a una convencióii? (Tiene iilgún

sentido i-e-vivir la experiencia o e1 único sentido está en

~olnpi*eiiderlil, lejos de una re-vivencia, incluso contra ella?

(CuBnto garantiza Ia primera persoiia para captar un senti-

do de Ia experiencia? (Debe prevalecer la historia sobre e1

discurso y renunciane a aquello que de individual tuvo Ia

experirncia? Entre uii horizonte utópico de narración de

la experiencia y uii horizonte utópico de memoria: iqué lu-

gar queda pard un saber de1 pasado?

La actualidad de estas preguntas viene de 10 político. En

1973 en Chile y en Urug~iay, y en 1976 en la Argentina se

producen golpes de estado de iiuevo tipo. Los regimenes

que se establecen realizan actos (asesinatos, torturas, cam-

pos de concçntracióii, desaparición, seciiestro) que I consi-

derainos inéditos, novedosos, en Ia historia política de estos

países. Desde antes de Ias transiciones drmocriiticas, pero

aceiituadanieiite a.partir de ellas, la recoiistrucción de esos

actos de violeilcia estatal por víctimas-testiços es una dinien-

sióii jurídica iiidispriisable a la democnicia. Pero, adrinás

dc que fue 1;i base piobatoi-ia de joicios y coiideiias a1 terro-

ris1110 de estado eri Ia Argeiitina (y 10 est5ii hacierido posi- blt. Chile), el testin~oiiio se lia convei-tjdo en uli i-elato tlc giLui iiilp,icto f~ier;i de I& esceria jtidicial. Allí donde ope-

ia cultural e ideológicaiiit-rite, se iiioverLín Ias tentativas de

Narración de la experiencia

La narraci6n de Ia experiencia está unida a1 currpo y a Ia

voz, a un;i presencia real de1 sujeto en 1;r escena de1 pasa-

do. No hay testinionio sin experiencia, pero tarnpoco hay

experiencia sin narración: e1 lenguaje libera lo mudo de

Ia experiencia, Ia redime de su ininediatez o de su olvido

y Ia convierte en 10 comunicable, es decir, 10 común. La na-

rración inscribe la experiencia eii una teinporalidad que

no es Ia de SLI acontecer (amenazado desde su mismo co-

niieiizo por e1 paso de1 tierilpo y lo irrepetible), sino la de

su reciierdo. La narración tambi2n funda una ieinporali-

dad, que en cada repetición y en cada variante volveria a

actualizarsc.

E1 auge de1 testirnonio es, en sí iiiisino, una refiitación de .

lo que, rn Ias priiiieras décadas de1 siçlo XX, alg~iiios consi-

deraroii s ~ i cierre definitivo. M'alter Ueiijriniiil, frente a Ias

coiisec~iericias de Ia pririiei'a. guerra niundial, expuso e1 age-

tariiie~ito de1 re1;iro a causa de1 agotainiçiito de lu rxperien-

cia que le daha origen. De las trinclie~as y 10s fi,eiites de bata-

lla de Ia giterr;i, atiririó, 10s hoiribres volviei.011 enniudecidos.

Coiiio es iiiiiegable, Uerijarriin se cqilivo~iba cii li) relativci

a Ia cs<::isc:z (1c tcstiiiionios, yr(:cis:iriieiite poiquc "1:i guei-I-a

clct 10 14-19 18 iiiarca e1 coiriieiizo de1 testiiiioiiio cle iiias;is".l

Page 14: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado
Page 15: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

su liistoria. E1 Quijote es, desde e1 roniaiiticis~iio hasta 10s

fortiialistas rusos, uii texto-iiisignia, por-que la riovela mo-

derna nrice bajo e1 signo irónico de1 desencatito. Aunque

no es mencio~iaclo, LukLcs da la clave iriterpretativa de la

novela en téi-niinos de desgarraniiento de un niuiido don-

de Ia desiiiteligencia entre 10 vivido y la coniprensión de 10

vivido escinde e1 acto de su narración. Debilitadas las razo-

nes trascerideiites que estaban detrás de la experiencia y e1 relato, toda experiencia se vrielve problemática (es decir,

no rncueiitra EU significado) y todo relato está perseguido

por un mornento autorreferencial, metanarrativo, es decir,

no inrnediato. L3 experiencia se ha desconcertado y varri-

bién su puesta en discurso: "Ah, ja quién pedir ayuda? NO

a1 árigel, rii a 10s Iionibres, y 10s astutos aiiimales ya se han

dado cuenta de qiie no confi:~nios ni nos seritiinos en casa

eri el inundo dq 10s significados".J Berijaiiiiri se refiere a uii

"eliiiludeci~liie~ito", a partir de que e1 relato de una expe-

rielicia significativa se eclipsó, nilicho antes de1 s/io<lr de Ia

guerra y de1 siiock tkcnico de la moderiiidad, con e1 siirçi-

riliento de la riovela, que toino e1 lugar de las "foririas arte-

saiiales" de transinisióii, es decir, aquellas arraigadas en la

iniiiediatcz de la voz, eii uri ~iiuiido donde e1 pttligro i-odeu-

:i .;\c.ll, ,,lc.ii v<. , . ir l15~~~i / wii. drriri LII ~ I . ; ~ I I C I I C I I ? Icngck iiictil, blc115-

L ) i c i l i 1 i c ,/ Lilld <\ie filldigci~ 'I'iri-C i~iei.kc.i~ e5 ~ C ~ I O I ~ , / wii - i l i ( ' ~ 1 ~

b c \ , , . ~ c i ~ ~ ~ ~ ~ 5 ~ i ~ ~ l ~ ~ 1 1 ) ] a ~ ~ s si1icl / i11 clcr g e d e ~ i t c ~ e i i \\'(:JL" (l<:iii~t*i. b1:kii:i

l < i l k t , "l)ic. ci.sie k:lcgie"; :c<til.iii~c, s.il\.o iiidicacióii eii coiiti-:\rio, [ O -

tia5 1;is i i ~ < l ~ i c c i o i i r ~ soii I I I ~ L I ~ ) .

ba a la experiencia (la hacia posible), en lugar de habitar

en su ceritro. En e1 rnornento en que e1 r-iesgo de Ia expe-

riencia se iriterioriza en la subjetividad moderna, e1 relato

de la experiencia se vuelve tan problemático como la posi-

bilidad niisma de construir su sentido. Y eso, siglos antes de

Flaubert y Lu educación sentiinental.

Cuando la narración se separa de1 cuerpo, la experieri-

cia se separa de su seiitido. Hay una huella utópica retros-

pectiva en estas ideas benjaniinianas, porque dependen de

Ia creencia eri una época de plenitud de sentido, cuando e1

narrados sabe exactamente 10 que dice, y quienes lo escu-

chan 10 entieriden c011 asombro pero sin distancia, fascina-

dos pero nunca desconfiados o iróriicos. En ese niomento I

utópico lo que se vive es lo que se relata, y 10 que se relata

es lo que se vive. Naturalmerite, no corresponde a ese riio- I

merito legendario la nostalgia, si110 Ia melancolía que reco- I noce su absoluta imposihilidad. I

Si se sigue a Benjamin, resulta contradictoi-io en térmi- I

nos teóricos y equivocado en tkiininos criticas afirmar Ia

posibilidad clel relato de la experiericia eil la rriodernidad y,

especialiiierite, en Ias épocas pos~eriores a1 siioclc de lu gran

g-iierr-;i. ?Si t'sta desgarr6 Ia trama de experiericia )I discurso,

cliié <lesgari-;tiiiie11tos no prod~ijo fil fiolocalisro ): despiit.~,

10s criiiieiies iiiasivos de1 siglo XX, e1 Gulag, las guerras tle

linipieza r;ici;tl, e1 rei-I-oi-isrno de estado?

ylr. .i 1 >.q;uic1o , . i i i k bieii a1 costado de Ias liipótc-sis sobre

expcrieiiciii y i.cl;iio, 13eiijaiiiiii abri6 otr-ii liriea tic. i-eflexi6ii.

Page 16: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

Su filosofia de la liistoria es una reivindicación de la iiiemo-

ria coiiio iiisraricia recoiistructiva de1 pasudo. Los llainados

"hechos" de la historia soii un "mito epistemológico", que

reitica y anula su posible verdad, encadeiiándolos en un rrla-

to dirigido por alguna teleologia. En la estela de Nieusche,

Benjamin denuncia e1 causalismo; en la estela de Bergson,

reivindica Ia cualidad psíquica y temporal de 10s hechos de

meiiioria. E1 historiador, seguida esta afirmacion en todas

sus consecuencias, no reconstruye 10s hechos de1 pasado

(esto equivaldría a someterse a una filosofia de la historia

reificalite y positivista) . sina, que 10s "recuerda", dándoles

asi su carácter de pasado presente, respecto de1 cual hay

siempre uria deuda inipaga.

Benjaiiiin, entonces, hace dos iiiovimientos qtie se entre-

1 ~ ~ i i eii uria contradicción desgarrada. l'or un lado, seiiala

la disolucióii de la experieiicia y de1 relato que h:i perdicio

la vei-diid preseiicial antes anclada en e1 cuerpo y la voz. Por

ou-o lado, critica e1 positivismo histórico que reiíicaría aclue-

110 que eii e1 pasado S~ie experieiicia y, a1 convertirlo en "lie-

cho", arlulal-ía su relacióii con Ia subjetividad. Sin embargo,

si se iiccplil la disolucióri de la experieiicia ante e1 s l ~ o d ~ , ese

"liccho" reificado no pedi-ia sei- sino 10 que es: un resto ohe- liuo de rciiipor.alidad y siil>jetiviclad inertes. 13erijaniiii se re-

I>cl:i Çi-elite a c s~o , a tr;ivt.s de1 iiioviiiiieiito ro~iiáii~ico-iiiesiá-

nico de 1;i i.edeiicióri de1 p;isado por ia niet-rior-ia, que

de\lu\vei.i:i AI p:isado I;\ subjetividad: 1:i liistoria coirio iiieii~o-

ria dc 1:i hi>~~)i-i;i, es decir, c01110 dii~~tfnsiíji~ temporal s i i k ~ e -

~iva. Coilio sea, si la niemoria de la historia posibilitaria iiiia

restaui-acióii moral de la experiencia pasada, subsiste e1 pro-

blema de coiistruir experiencia eii uria época, la moderni-

dad, que ha erosionado si1 posibilidad y que, a1 hacerlo, tain-

bikn ha vuelto ii-ágiles las fuerzas de1 relato. I

i Esta aporía no se resuelve, porque las condiciones de re- I dención de la experieiicia pasada están en ruinas. E1 peiisa- i I miento de Benjamin se mueve entre un extreiiio y su opues-

I to, i-ecoiiociendo, por un lado, las imposibilidades y, poi- e1

I otro, e1 mandato de un acto mesiríiiico de redeiición. Po- ; i dría decirse que Ias aporías de la relacióii entre historia y I I memoria se esbozan ya casi completaii~enre eii estos textos. I

Hasta aquí Ueiijainiii.

i I "l,o que hacia fiimiliar a1 iiiundo lia desaparecido. E1 pasa- I

do y Ia er;pci.ieilcia de los viejos ya iio sirven como sei&-

reiicia para orieii~arse exi e1 inundo irioderno e iluniin:~~.

e1 f u t ~ ~ r o de las jõveries geiiei-acioiies, Sc 113 roLo 1;i conti-

iiuiclaci de Ia experiericia.""eariri-l'iei-re Le Col'f'localiza

est;t r ~ i l i t ~ ~ ; ~ eii 10s a l l ~ ~ s sesenta de1 siglo X>; )/ 1;i explica

coii a i - g u ~ i i ~ i i ~ ~ s de iiiiioKiciC,ii ~eciiolGy;ic;i, ciiliiii.al y iiio-

Page 17: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

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Page 19: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

La crítica de l'aul de Man a la autobiografia es posible-

niente e1 piinto 1113s alto de1 decoiisti-uccionismo literario,

qiie todavía hoy es una líiiea liegenióiiica. No puede pasai--

se por alto, e11 Ia medida en que la reivindicaciori de1 testi-

moiiio y de la verdad de la voz se hace sin toniar en cuenta

que, si se quiere avaiizar en ese caiiiino, es necesaria una

respuesra a esta CI-ítica radical. Es inás, casi podria decirse 1 que muchas veces, en 10s misrnos espacios en que se difiin-

I

den las tesis de De Man, se afirrriari las verdades de la subje-

tividad y de sus testimonios autobiogi áficos. I

Poco después, en 1984, Derrida presentó algunas refle-

xiones sobre aiitobiogratia que tieiieri fuertes afinidades

con e1 texto de Paul de Maii.7 En su critica, las bases tilo-

sóficas de un testimoiiio autobiográfico son imposibles.

Derrida niega que se pueda construir un saber sobre la

experieiicia, poiqiie no sabemos qué es la expedrricia. No

hay relato que pueda darle uiiidacl a1 yo y valor de verdad

a lo einpirico (que queda sieiiipre f'uei-a). No sabemos

taiiipoco por dóhde pasa la Iínea móvil que separa lo eseii-

ciãl de 10s hechos enipíricos entre sí, y iin heclio eiiipirico

de algo que rio 10 es. Lo que eii Ia autobiografia se maiii-

fiesta ~011~10 ideiitidad de iiii sujeto coii sus eiiunciados sõ-

10 esti scistenido por 1;i firina. "Un autor, que es una fii-iiia

7 O ~ o l ~ i i ~ : ' t r l , l t i c ~ > ; l.;+tr~t*lgttrmvttI tlr Nirtzsi.lre 1.1 lrr / ~ o f ~ l i ( l u e dir ~zottr propii,,

I',ir i\, (.;:ililCc, 1'38.1. Apiii-ecitlu a1 ;iiio sig~iic~ite, coii ;igi-egatlos, ri1 ii1gli.s

coiiiu 'f'tie 1,:irt oJ 11ir O l h o ; N~ieva Yoi-k, Scl-iockeii Uooks.

que se tleclara coiiio iiari-arior-sujeto de su propia narra-

ción", escribe Nora Catelli.8

l'or 10 tanto, e1 interks tle la autobiografia (Derrida está

leyendo Ecce honlo de Nietzsche) reside en 10s elementos que

preseiita conio ciiriiento de una priinera persoila cuyo úni-

co furidainento es, en realidad, e1 mismo texto. Nietzsche

escribe: "Vivo de ini propio crédito. Y quizá sea un siniple

prejuicio, que yo viva". E1 yo só10 existe porque hay un coii-

trato secreto, iina cueiita de crédito que se pagará con la

muerte. En Ia frase de Nietzsclne, Derrida eiicueiitra una

clave: lejos de1 acuerdo por e1 que 10s lectoi-es arijudica-

i-íaii uii crédito cle verdad a1 texto, éste só10 puede aspirar

a Ia existencia si e1 crédito de su propio autor 10 sostiene.

No liay furidanlento exterior a1 círculo firma-texto y iiacla

eii esa dupla está eri condiciones de aseverar cliie se dice

Liiia verdad.

Coriio tle Mari, Derrida liace la crítica de Ia subjetividad

y 13 ci-ític;~ de la represeiit'ación, y sefiaia e1 riiotio en que

cuiilquittr i-elato autobiográfico se despliega buscando per-

suadir. Ecce homo lo cleja vei- desde sus pririieras liiieas: la in-

tervericióii alitobiográfica es pro domo szsa, y por eso la nece-

sidad cle sii exaiiien retórico. No es iiecesai-io susci-ibir uila

episteiiio1ogi;c iiiliilista par;\ ti.iiei- s s ~ ~ s posicioiies a ~ i i i 2 1 dis-

ciisióii coii Ias coiicttpcioiies siiiiples de 1:i vei-ct:t(l eri e1 tes-

8 1:ii 12 <,~/,nt.iu nutoliiogtrijir.~ (Baiceluiiii, 1.~1iiieii. 19<Jl), (:~irt.lli uli-rce

iria cli:iliiii:i csl,osic.i<iii de los csci-itos tle P:i~il dt: h , ía i~ ~ ~ b i - c c1 Iriria.

Page 20: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

tiinoiiio a u t ~ b i o g r ~ c o o con Ias ideas de que uri relato de

posiiiernoria (corno se \lerá más adelarite) es vicario. Para

de Maii y Derrida ser vicario 110 significa nada, ya que antes

de ese vicario no hubo un sujeto que estuviera eri condicio-

nes de pretender ser sujeto verdadero de su verdadero rela-

to. E1 sujeto qiie liabla es una rnáscara o una firma.

"Quise darle a1 lector

la materia prima de la indignación"

La frase es de Primo Levi. Seiíala, como es habitual en Levi,

e1 núcleo de1 problema sin necesidad de grandes gestos teó-

ricos. Su testimonio sobre Auschwitz es una materia a partir

de la cual puede emerger un sentirniento de índole moral.

Las coridiciones que hacen posible su testimonio soii extre-

inas, y por eso n~isrno las reglas que lo regulan deben limi-

tar todas las posibilidadcs de la exageración. Nunca, clice

Levi, un testimonio verdadero debe abrir li-I posibilidad de

clue un testiirionio exagei-ado toiiie su lugar. La rnateria pri-

iiia de Ia iiicligiiacióii debe ser restririgida. Si esto es un hom-

61-e es ~111 tt~sti~li»nii> pai-co y, en v i s ~ s a Ia prolifei-aci6ri dc

Iiorrores que Loiria por objeto, breve.

A I x v i iio piiecleii pliiiite5rselc 10s iriisiiios psoblenias ( 1 ~

Ia pri11i~i.a per-soiia ele1 modo eri qiie &ta cl~ieda sorrietida a

sospecliii cli:iricto se critica la ceiitra1id;ltl dt.1 sujclo. 1'01. e1

çoiiti-~iiio, 1,evi 1i;il)la por elos iazones. l ~ i psiiiiera, exti-a~ox-

tual, psicológica, Ctica y compartida con casi todos 10s que sa-

len de1 Lugm: siniplemente es imposible no hablar. LA segun-

da tieiie que ver con e1 objeto de1 testimonio: la verdad de1

campo de coiicentración es la inuerte masiva, sis~emática, y

de ella sólo hablari 10s que pudieron escapar a ese destino; e1

sujeto que habla no se elige a sí misrno, sino que lia sido ele-

gido por condiciones tarnbién extratextuales. Los que no fue-

ron asesinados no pueden hablar pleiiamente de1 cainpo de

coiicentración; liablan entonces porque ouos hail rniierto y

eri su lugar. No conocieron la funcióii última de1 cairipo y

por lo tanto sobre ellos no operó su lógica por coinpleto. No

hay pureza en la víctima que está en condiciones de decir

"fui víctima". No liay plenitud de ese sujeto.

"Era típico de1 Luger volverse culpable en alguiia niedi-

da, yo, por ejemplo, acepté trabiijar en un laboratorio de

1G-Farben." La "i-egla era ceder" porque (excepto en las su-

blevaciones, cuyii cualidad inevitable era suicida) e1 Lager

no es un espacio de resistencia. Todos, prisioriei-os y nazis,

perdíaii par.ir: de sti 1iuiri;iriid;icl y el sujeto de1 testiiiionio

de1 c;ii.iipo iio está conveiicido de ser silje~o pleno tle lo cluc

v:i a eii~incilii.. l'oi. e1 coiiti.ario, es uii sujeto lier-ido, no poi-

q ~ l e I>~-e~(:~l~l; i O C U ~ Z L S vicai.ia~lieil~e c1 ltig;\r de 10s IIIIIC'I- OS,

siiio porc~uc sdbc de anteiriario qiie ese lugiir li(:, le coi-ses-

k > o i ~ l e . Jl;tl,l:ii-;i cn~oiiccs trasiriilit:iitlo iiiiii "iii:iteii;i 1ii.i-

iiiii", ~ > O ~ C J U < : e1 (1~1e debería lial~ei. siclo c1 s~ijcto ci-i pi.iiiici-~i

pe1.a"";~ t(:s[illlollio C.SL;~ a~ i se l i t~ , cs LIII I I ~ L I L ' L L O dt-I C ~ L I C

110 l i L i y i-(.lH.C";ell~;~cih vic;isitl. 1.0s " c o I I c ~ ~ . ~ ~ ; I < ~ ( ~ s " )%I 110 pIIC'-

Page 21: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

deli hiiblar y ese silencio iiiipilesto por e1 asesinalo vuelve

irico~iipleto e1 testiinonio de 10s "salvados". Agaiiiben lee

ac5 la probleiilitica de un siljeto aiisente, una primera per-

sona que, cuando surge eii e1 testiiiionio, siernpre está en

reemplazo de otra, pero no porque pueda ser su vicaria, si1

representante, sino porque rio ha miierto en lugar de1 que

lia muerto. De modo radical, no puede representar a 10s

ausentes eii esta irnposibilidad se alimenta Ia paradoja de1

testigo: e1 que sobrevive a un campo de concentración so-

brevive para testificar y toma la priinera persoria de los que

serían 10s verciaderos testigos, 10s muertos.9 Un caso líinite,

terrible, de prosopopeya.

E1 testimoiiio de 10s salvados es la "materia prima" de sus

lectores o escuchas que deben hacer algo coii eso que se les

comunica y que es, precisamente porque logró ser comuni-

cado, só10 una krsión incompleta. Los que se salvaron "no

pueden sino recordar" (escribe Aganiben) y, sin embargo,

no puedeii recordar 10 decisivo, rio pueden testificar sobre

e1 cainpo en Ia medida en clue no han sido víctimas totales,

coiiio lo file e1 "niusuli~ián" que se eiiti-egó y dej6 de luchar;

y se sepa1.6 de aquellos reslos desagregaclos de sociedad qiie

qiiedab:in en e1 cariipo. Levi 10s llaina "iio vivos", es tlccir:

iio sujetosqiie liari perdido 1a nocióii de ciialqiiiei- liriiiie

kiico y, p u a coi11eiiz:ii; lia11 per.ditlo 1:i p:il, '1 1 113 . eii vida.

I

Como Levi 10 comprohó en quienes lo escucliabail y 10

leían, en especial durante 10s alio5 iriiriediatamente poste-

riores a 1945, todo en e1 campo resulta increíble. No só10 la

i organi~ación sistemá~ica de la niuerte; también la disolu-

cióii de las relaciones y de la idea social de1 tieiiipo. Por

' eso, de1 cainpo de concentración tampoco se puede repre- I I sentar e1 aburrimiento de la vida que transcurre. La memo-

ria tiende a i-escatar 10s "episodios singulares, clamorosos o

' terribles", pero estos episodios sucedían en un tejido total-

mente desliecho, que 'iiabía perdido casi por coinpleto sus

t cualidades sociales. Y, en e1 otro extremo, tainbién es irre-

/ presentable la intensidad de la experiencia en e1 campo,

i qiie en muchos aspectos fue una averitura, "e1 período más

' interesante de mi vida", dice Levi.10 Una amiga suya, que

fue a Kave~ibr uck a 10s diecisiete anos, afirmaba despues

1 que ésa 1i.lbia rido su universidad. Levi escribió: "Creci en

Auschwit~". Esta iiltensidacl de la experieiicia vivida, increí-

ble para cluie~i no haya vivido esa experiencia, es taiiibikri

10 que e1 testiinoiiio no es capar de representar.

En suri-ia: ilo piiede representa1 todo 10 que Ia experieii-

cia iue pala e1 siyeto, porque se trdta de un'i "iii'lteria pri-

iiia" doii<ie e1 siljeto testigo es ilieno\ iiiipor tanw que 10s

eicctci\ ~rior'iles tlc au disc~irso. ho t.5 c 1 \~tj<'tc) e1 que \c ics-

Page 22: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

taura a si iiiismo en e1 testimoilio de1 campo, sino una di-

iiieiisióri colectiva que, por oposicióri y por imperativo ino-

ral, se despreiide de 10 que e1 testirnoilio transmite. j Esta perspectiva sobre e1 testiinonio es dobitativa y final-

inente esckptica en cuanto a su poder de restauración de1

sujeto testigo, y podría explicar e1 destino suicida de algu- 1 nos "escapados", como Primo Levi, Jean Améry, Bruno 1

j 13ettelheim. Aunque Levi sea citado por quienes creen en la '

I

potencia sanadora de la memoria, su propio testimonio es

cautelosanieiite acompaiiado por un escepticismo que im- ,'

pide toda teodicea de la memoria como principio de cica-

trización de las heridas. Para Levi, su testimonio no repre-

senta una epifanía de1 coilocimiento ni tiene un poder de

sanaciori de la identidad. Es, simplemente, inevitable por

razones psicológicas y morales. La preocupacióri de Levi, !

por lo menos durante 10s priineros aiios de la posgiierra, es

la de sei escuchado y creído. Mieiltras estaban eri 10s cani- ,

pos, iiiuchos prisioneros ya desconfiaban de Ia forma eii

que su relato (si ese relato se volvía posible) seria tomado.

Esta dificultad es bien evidente ciiando se piensa eri tér-

iiiiiios de Qerdad. lticeur, a1 referirse a 10s testimoiiios ori-

giiiscios e11 Ia Slioali, dice que establecen uri caso líniite,

poi'ílt~e es cliilcil i n c o r ~ ~ ~ r ; i r l o ~ a1 a1-chii10 y suscitall 1111;~

vertl,idei-a "crisi5 dcl coricepto de testiiiioilio".l~ Son una

excepciún sobre Ia cual es complicado (quizás ilnpropio)

ejercer e1 inétodo liistoriogr5fic0, porque se traca de expe-

riencias extraordinarias, que no pueden rriensui-arse con

otras experiencias. Pero si Rica-ur está en 10 cierto, su ad-

vertencia sobre 10s testirnonios de1 Holocausto como caso

líinite permitiría también pensar hacia adentro de 10s línli-

tes. E1 testiiiionio de1 Holocausto se lia convertido en mo-

delo testimonial. De niodo que uii caso limite transfiere

sus rasgos a casos 110 límite, incluso a condiciones de testi-

inonio cornpletaniente banales.12 No só10 en e1 caso de1

Holocausto e1 tcstiinonio reclama que sus lectorts o escu-

chas contemporáiieos acepten su veracidad referencial, po-

niendo en primer plano argumentos morales sostenidos

en e1 respeto a1 sujeto que ha soportado 10s heclios sobre

10s cuales Iiabla. Todo testiiiionio quiere ser creído y, sili

embargo, no lleva en si misino las pruebas por las cuales

puede cornprobarse su veracidad, sino que ellas deben ve-

nir desde alùera.

En condiciones judiciales, por ejernplo en e1 juicio a las

tres juntas de coniaridantes de la dictadura argeritina, 10s

fiscales se vieron obligados a elegir; entre cie~iros, a 10s tes-

tigos cuya palabi-a Iàcilitaba e1 ejci-cicio cle las reglas de la

1- Coii esto siic.c.<lc. 10 que rariibiéii s~icctlr coli lii p.il,ibLi geiiocitlio,

cuyo l ia<> csiciidi<lc> :i lu?. iiiáb clivcrsos esceiiui ios )'a Iia sitio ciiac:citido bi r -

lic-ie~itciiieiitc pai. 1111go V ~ L L C ~ I ~ C I I l'u~a110 y , b ~ - e ~ e ~ ~ l e , U L I C I I ~ S r l i i t f i , Si-

g lo XXI l<tlitoi.c:s, 2002; y lu serie de sus :ir~íciilos cri I ' u ~ i t o de L'i~la, clc.s<lc

los aiicis iiovc.iiru.

Page 23: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

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Page 24: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

yó ~tiuerto e11 los,allos seseiita y setenta) caracteriza e1 pre-

serite. Lo iiiisrno sucede en e1 discurso cirieinatográfico y

plistico que e11 e1 literario y en e1 mediático. Todos 10s gé-

iieios restiriloniales parecen capaces de hacer sentido de la

experiencia. U11 moviiniento de devolución de la palabra,

de conquista de la palabra y de derecho a la palabra se ex-

pande reduplicado por una ideología de la "sanación" iden-

titaria a través de la niemoria social o persoiial.14 E1 tono

subjetivo iiiarcó la posrnodernidad, como la desconfianza o

la pérdida de la experiencia marcó'los Últimos capítulos de

la rilodernidad cultural. Los derechos de la priinera perso-

na se presentan, por una parte, como derechos repriniidos

que deben liberarse; y como instriimentos de verdad, por

Ia otra. Si fiieran 10 seg~indo, es claro por qué, desde 10s lu-

gares de aiiíoridad, se desconfiaría de ellos.

Segíin Benjamin, aquello que fue posible hasta un mo-

irierito deter-minado de la historia se volvió iiriposible, a

causa de1 carácter irreversible de la intervencióii capitalista

moderna sobre Ia subjetividad; pero hoy, iilcluso citando a

Beiijarnin, la restauracion de un relato significativo de Ia

exper-iericia se considera posible, pasai-ido por alto precisa-

iiierite acliiello cliie, para 13erijamiri, volvía trigica la silua-

1 i (;c.olli-çy Har-imaiiii, ci-ítica litei:iiio y r-espolisable ac;idí-iiiico dt.1 ;ti=

~i i iv0 clci 1liiloc;iiisro de Ia Uiiivcrsiclacl <Lc l'-ilc seii:il;i casta tliriirtiaibri: "F.1 tlc.l)ri tlc ( . x . L L c ~ ~ ; ~ I . y de i.esu~l,lccei- iiii cli.ilogo coii pt.r.suriss clitc. I i i c - I -o i i

iii.iic,i(l;is pai. su cspriiciicia de ti11 riiotlo (liic. 1;i iiiicgiacióii ro~i l c.11 1;i vida

cciiitli:iii:i iio rs aiiiu ;ilxii.eiiit"' (eii: M'ievioi h, < : i ~ . , p. 1 . 1 1 ) .

ción coriternpoi-liriea. En efecto, Ia confianza en uii htuclling

identitai-io producido por la palabra se sustrae de Ia dirnen-

si611 problemática eii que la subjetividad fue fòcàlizada des-

de finales de1 siglo XIX y abandona, por decirlo rãpidamen-

te, no só10 la perspectiva desde la que se descubre la herida

cultural capitalista, sino todas las epistemologias de la sos-

peclia, de Nieusche a Freud. E1 sujeto no só10 tiene expe-

riencias sino que puede comunicarias, construir su sentido

y, a1 hace1.10, afirmarse como sujeto. La rnenioria y 10s rela-

tos de mernoria serían una "cura" de la alienaci6n y la cosi-

ficación. Si ya no es posible sostener una Verdad, florecen

eii cambio unas verdades subjetivas que aseguran saber

acluello que, hasta hace tres décadas, se consideraba oculto

por Ia ideologia o sumergido en procesos poco accesibles a

la inti-ospección siniple. No hay Verdad, pero 10s sujetos,

paradójica~riente, se han vuelto coçiioscibles.

A veces resulta sorprenderite encontrar en este canipo de

ideas Ia convivencia de i111 d e c o n ~ t ~ - i ~ c c i o n i ~ m filosbfico

"b1ando"junto con un optinlisnio identit:irio que, si bien rio

resrarira la prin~;icia de Acluel Siijeto ariterior a1 siglo XX,

coiislriiye Siijctos Multiples, liábiles conio Ulises en liis c-sca-

i;iinuz:is pxii iri~iiitenei- 10 que soii y cainl)iai-10; recuperar e,I

piisaclo y ~lt3cii:ii-lo a1 prcserite; nceptni- ]o ttxtl-aiqe1.o c-o~iio

il i i i i riirisc~ir.:~ a 1ii qiie, cri e1 iiioirieiito iiiistiio dct acept:ii-ILL,

se 121 tlc>lc>r.riia, LI-;iiisfoi-iiiii o piii.otli~:i; sosieiiei- liis coi-itradic-

cioiic!s litx*i.;iiiciost., :i1 iiiisiiio tieiiil)o, clel birii~l.isriio si~iiplc,

cic,. Sigiiieiitlo 21 ~iiiís bi.ill;iti~e de ctstos ~trói.icos, I-loiiii

Page 25: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

Bh;ibli,i,l5 >e reler rio só10 escritos inc~inpatibles coii estos I

piiiicipios (conio sucede coii 10s usos poscoloiiiales de

Graiiisci), sino que se 10s presenta eninarcados eri iin apara- I

to filosófico de efecto decoristructivo que, de ser colierente,

iio adiuitiría ninguiia positivikid en e1 discurso identiwrio. I

Como sea, las contradicciones teóricas que admiten a1 I

tttz571iu tierr~pu 1s indeciùilidad de una Verdad y la verdad

iden~itaria de 10s discursos de experiencia plaritean proble-

riias iio só10 a 1a filosofia sirio a la historia. Y eso es 10 que

me iiiteresa ahora: iqué garaiitiza la rnenioria y la primera -. - -

persona como captación de un sentido de lii experiencia? ,

Después de Iiabrr sido sometida a crítica radical, la restau-

racióri de Ia expeiiencia corno mernoria es una cuestión

que deberia examinarse. La intensa subjetividad de1 "tem-

peramento" posmoderno marca tambiéii este canipp de es-

tudios. Cuaiido iiadie está dispuesto a aceptar la verdad de

una Iiistoria (10 que Benjamin denoriiinó 10s "hechos" reifi-

cadoa), todos parecemos más dispuestos a la creencia en las ,

verdades de unas historias en plural (e1 plural: esa inflexión

de1 pai-adignin que ha gaiiado Ia mas alta categoria, 10 cual

es afor-luniido, per-o tainbiéri se propone conio solucion ver-

biilist'i a ccialcluier c~iestióii conflictiva).

1. . 1 luiiii IJliabJi~i, Tltu Location ojCultrtri, Londi-es, Kourletlge [LI licgílr.

I L [ ~ ~ ) ( l , f i l l e ~ ~ ~ ~ Ai,-e>, M a n ; ~ ~ i ~ j a l , 20021; y "l)issciiiiN:itiori: tiiiic, lia-

i-i.iiiiye, anel [ I i c ili;ii-giiis oí. tllr iiioder-11 nntioii", eri IIonii 131i:i1>1i:i (ed.),

Níilio,~ lortl N(trríitto,i, L.oridres, Ito~itledge, 1'391.

Lu imaginación sale de visita

A p o ~ i d a sobre la liipotética coiitiiiiiidad entre experieiicia

y relato, se r-eiviiidica esta pioxiniidad como sustento de

uiiii rcpresentacióii verdadera. Siii eriibargo, una liiiea de-

cisiva de la estética de1 siglo XX soscuvo la iiecesidad de uria

ruptura reflexiva coii Ia irimediatez de las percepciones y

de la experieiicia para que éstas piiedan ser representadas.

Bertolc Breclit y 10s forriialistas rusos pensaron que e1 ai-te

está eri condiciones de iluminar lo que nos rodea de modo

iiiás irirnediato a condición de que produzca uii corte por

extraltaiiiieiito, que desvíe a la pei-cepci0n de su hábito y la

desarraigue de1 sue10 tradicional de1 sentido cornún. La

puesta en cuestióri de 10 acostiimbrado es la condición de

un coiiociiiiieiito de 10s objetos niits próxiinos, a 10s que ig- '

noranios precisaiilente porque perniaiieceii ocul~os por la

f-imiliaridad cjue 10s vela. Esto rige taiiibiéii para e1 pasaclo.

"Pensar coii uiia mente abierta", escribe llannah Areiidt,

'c signific:t . eriti-eriai a la iiiiaginación parli qiie salga de visita".

La irii;igeii :ilude a uii:i exterriidad de Ia iiii;iginacióii I-es-

peclu de s ~ i I-claro. Qiiien cueilta una hisioriii se enfi-eiit;i,

iinte iodo, coii uria ilialei-ia que, iiicliiso eii c1 caso cle 12 es-

~xric-rici;i pupiii, se ha viielto, por- sii Ià~iiili:ii.iclacl, iiicoiii-

lxe~isil~lt . o 1~iiii;il. Oclilio Alves Aguiiii, ix;iiiii~i:tiido esta

tliiiieiisióii tlel peiisaii~ieiito ai.erid~i:iiic.), afii.iii:i cicie, cri ;\ti-

sciicia (Ic 1;i iiiiagiii:icióri, "la expei,ieiici~i piei-tlc- sii dc.c.il)ili-

d;i<l y se ,>ici.de cii e1 torl~elliilo tle 1;is \,iveiici:is )I t i r 10s 115-

Page 26: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

bitos i-epçtidos".l"s posible dar sentido a este torbelliiio.

prro só10 a coiidición de que la imaginación cumpla su tra-

baJo de erteriializaciiin y de distaiicia. Se trata no só10 de

una cualidaci de1 historiador sino tainbién de quieii lo escu-

cha: la iiiiagi~iación "sale de visita" cuando rompe con aqiie-

110 que la coiistiwye eii proxiniidad y se aleJa para capturar

reflesivairielite la diferencia. La condición dialógica es esta-

blecida por una imaginación que, abandonando e1 propio

territoi-io, explora posiciones desconocidas donde es posi-

ble clur surJa un sentido de experiencias desordenadas,

contradictorias y, en especial, resistentes a rendirse ante la

idea deinasiado siniple de que se las conoce porque se lar

lia soportado.

Coii l i bmqueza severa que su condición de víctima vol-

vió auclible, Prinio Levi sostuvo qiie e1 campo de concentra-

ción no eiinoblece a sus víctimas; podría agregarse que tain-

? poco e1 horror padecida lrs permite conocerlo mejor Para i

coiiocrr, 1;i iiriaginación iiecesici esç recorrido que 1;i lleva

tner;i de si niisina, y l i viielve reflexiva; çn su viaje, aprende

que 1.1 liistoria nuiica podrá coiitarse de1 todo y nunca teir-

1 : d r i uir ciei-rr, porque todas Ias posicioiies iio piieden ser- re-

c~i-~-id;>s y i;iiiipoco su acuiiiul;icii>ii resu1i;i eii uii:i toiili<i;id.

El 1" iilcipio iin cli:ili>go sobre 1;i liistoria <les<:;ins;i <:li

I " Odili(> :\lves i\gLii.<i., ' ' l ' r ~~sa~~ ic t~ ro c: N:~ri.;i<;50 riii 1~ ; i i i i i : i~ i A i - ~ i i t l l " ,

belo I lu i . i~o i i [c , l<(]ilui.i;rl d c li\ Uiiivei-sid;icl di Miiiíta Ger~iis, 200 1 (ti-;i-

cl~ici(lo por A<I:i Sul;ii.i, eii f 2 i i t i t o tle L'isíir, 78, abi-i1 de 200-1).

C I < ~ ~ ' I G I 1)El. 1.k:STIMONIO: SUJETO Y EXPEIUENCW 55

reconocimiento de su carácter iricompleto (que, por supues-

to, rio es una falta en Ia representacióri de 10s detalles r i i de

10s "casos", sino una admisióii de la cualidad rnúltiple de 10s

procesos). De este modo, la narracióii así pensada no po-

dría sostener una identidad ni una tradición, tampoco dotar

de legitiinidacl a una práctica. No cumple funciones de for-

talecirniento identitario ni de iùndacion de leyendas nacio-

nales. Permite ver, precisamerite, 10 excluido de las narra-

ciones identitarias reiviiidicadas por un grupo, una miiioría,

un sector dominante o una nación. La óptica de esta histo-

ria no es lejaria sino desplazada de lo familiar: como lo su-

giere Benjamin, es la óptica de quien soporta e1 desplaza-

iiiiento de1 viajero, que abandona e1 país de origen.

A las narraciones de niemoria, 10s testiinonios y 10s escri-

tos de fuei-te inflexión autobiográfica 10s acecha e1 peligro

de una irnaginacion que se establezca demasiado firmemen-

te "en casa", y lo reivindique como una de Ias coiiquis~as de

Ia eiiipresa de iiienioria: reciiper-ar aquello perclido por Ia

violeiicia de1 poder, deseo c ~ i y ~ ~ entera legitiiiiidad moral y

psicolbgica no es suficiente para fùiidar una legi~imitlad in-

~e1ectu;il igualinente iiidiscutible. Entonces, si 10 que Ia Itle-

iiioria 1)iisca es recuperar 1111 lugar perdido o i i i i ~ieriipo pa-

sacio, seii;i ajeiia a si1 iiioviiiiierito la cleriva cl~ic 1;i alc.j:iria

de esc. cciiiro iitõpico.

Ilsto es lo qiie vuelve a 121 iiit.iiioi.ili, de ~ilgíiii i~iotlo, ii-i-e-

f\it;il>le: e1 valor de vcrdad dcl tes~iiiioiiio pi.cteiide soste-

rierse so1,i.e 1:i iniiieclia~ez de Ia experiência; y su ciipacidatl

Page 27: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

'de contribilii- 3 13 l.eparacióii de1 dafio sufi-ido (una repara- I

jildicial i l ldispe~~si~le en e1 caso de Ias dictaduras) Ia I

localiza eii iiq~iella diniensióii redentora de1 pasado que

Benjaniiri reclaiiiaha como dehei- niesiánico de iina liistoria ! qiitipositivista.

/ De1 lado de 1:i historia (si es que pese a todas lar heridas,

Q por ellas justameiite, queremos tener iina historia, y escri-'

bo la palabra ;li singular para evitar que e1 tributo a un fe-

ticliisiiio gramatical de 10s plurales cierre el prohleina de , 19 iiiultiplicidad de perspectivas), e1 derecho de veto recla-

mado por la iiieiiipr-ia pla!itea.un desafio. En las íiltimas O ., , % d ,

dScadas Ia historia se acercó a ia i~iemoria y apreiidió a in-

terrogarla; la expaiisión de las "historias orales" y de las mi-

crohistorias es suficiente para probar que ese tipo de testi- I

monios lia obtenido una escucha tanto acad6mica conio

niediáticu. E1 "debcr de rnernoria" que iiilpone e1 Holocctus-

to a la histoi-ia europea fue acoiripanado por la ateiición

prestada a las riieriiorias de los sobrevivientes y las h~iellas

drj~idas por las víctiiiias.

Sin eiiibai-go, lia): que probleniatizai- la exteiisi6ri de estri

kiegenioriía riioi.al, sosteiiida por uii deber de real-ciriiieii-

to, sobrr lodo lieclio de ~liriiioi-ia: ''IA legítima lucha por

iio o1vid:ir el geiiocidio de 10s judios erigió i i i i s;iii~uario dc

Ia ~~ieiii~)i.i:t f'~~iicI0 ~ i n a 'iiuev;l religi01i cívica', segíin 111 t!x-

pr~siCíii cle (.;eorges l3eiisouss;iii. 1':sieiidido por e1 liso ;i

oti.cts ol)jctos lii~~ói.ic.os, e1 'del.)ei. cle iiiciiioi.i;i' iiidiice una

i-e1;icióii :~f'ectiva, iiioral, con t a l l,:tsaclo, peco conlpatible

<; l l l l ' l< :~ DEL '~ l . :S l ' lMONl ( I : SlJJE'l'O Y I<?~I>EIUI~NC~b\ 57

con ia p~iesta eii distancia y la búsqueda de inreligibilidad

que sori e1 oficio de1 I-iistoriador: Esta actitiid de cleki-encia,

de i-espeto congelado frerite a algunos episotlios dolorosos

de1 pasado piiede liacer iiienos cornpi-ensible, eri la esfera

pública, a Ia iiivrstigación que se nutre de nuevas pregun-

tas e hipótesis. De1 lado de la nleinoria, 11ie parece descu-

brir la ausenci~i de la posibilidad de discusióii v de corifron-

iación critica, rasgos qiie definiriali la tendencia a imponer

una visi611 de1 pasado".l7 En inedio siglo, e1 que va entre e1

tin de lu segunda guerra y e1 presente, la memoria ha gana-

do u11 estatuto irrefutable.

Es cirrto que la meiiioria puede ser rin impulso nioral

de Ia historia y tanibién Lina de sus fueiites, pero estos dos

rasgos no soportaii e1 reclamo de una verdad rnás indiscuti-

blr que Iiis verdades que rs posible coiisiruii- con y desde

otros disciirsos. Sobre la iiiernoria rio liay que fundar urin

episteinologia irigeiiua cuyas pretensioiies seriari rechaza-

das en cu:ilq~iiei- oti-o caso.18 No I-iiiy equii~alcricia entre e1

derecho 11 rrcoi-diir y Ia afii.iil:icióii de iiii;i verclad de1 re-

cuerdo; taiiipoco e1 cleber de ineirior-iii obligit a iiceptiii rs:l

equi~ileiiciit. hliis bieri, gi.aiitles liiieas dcl peiisaiiiieirto clel

siglo XX se liiiii pr'i-initiclo clesco~iliai íkcrlte ii un disciirso

Page 28: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

de 1ii iiieiiioiia ejercido corno constriicción de veidad de1

sujeto. Y e1 ~irte, cuando iio busca mimetizarse coii 10s dis-

cursos sobre inenioria que se elaborali en la academia, co-

iria sucede con algiiiias de las estéticas de la monumentali-

zación y contramoiiuinentalización de1 Holocausto,iY ha

demostrado que la exploración no está encerrada sólo den-

tro d e 10s limites de la iiiemoria, sino que otras operacio-

nes, de distaiiciamiento o de recuperación estética de la di-

meiisión b i ~ ç r ~ c a , son posibles.

"J Yiriiso eii el discui-so iiiinit.iico entre critica de ;irte y irionliineiitos

y çoiiii-;iiiioiiuiiiei1tos. Vzase, poi- ejciiiplo: J,iiiies Yo~iiig, rlt Mer1rory's IGlge; Ajler-lt~l(i~ges i11 Cot11et11por(iry AI-t U I L ~ ti~thilect~irt: N u e u Yoi-k y 1.011-

tliçs, Kilr Uiiiversiiy 1'1-css, 2000. I'oi. e1 coiiti-ai-io, e1 aiiálihis de Aiitli.c.;is

l i i i y s ~ c i i clt. I:i obra de Aiisciiii 1üirli.i. pt3i.iiiite peiis;ii. ~ i i i : i iiirc.ivc.iici6ii

rstCiic.;i cliic iiciie a1 j>as~(Lo coiiiu objrio descle iiiia pei.s~~eciiva qiie rio

i . c .~~ .u~luc .c cl ciiacii i-so dcl ai-ti>i;i suhi.e 511 oI>i.;i (FIL Irust:: rlrl/irltr~o /w~di- (10; ~1:111~r(i I I L ~ , I I L U ~ ~ [ ~ cti lit!i~tpo~ de g[ob(~fi~(i(-iu~i, I ~ L I ~ I I O S Aii-cs, I:<:E, 2001 ).

A Ia salida de las dicraduras de1 sur de América Latina, re-

cordar fùe una actividad de restauración de lazos sociales y

comunitarios perdidos en e1 exilio o destruidos por Ia vio-

I lencia de estado. Tomaron la palabra Ias vícti~nas y sus re-

j ! presentailtes (es decir, sus narradores: desde e1 coinienzo,

en 10s '2iÍios sesenta, 10s antropólogos o ideólogos que re-

/ i prescntaron liirtorias como las de Rigoberta hlencfiú o de

1 Domitila; inás tarde 10s periodistas). I Desde rriedi~idos de Ia década de 1980, en Ia esceiia euro-

I ]"a, rsj>eci;iliiiente Ia aleniaiia, se coiiienró 3 cscribii- iin

riuevo capi~iilo, decisivo, sobre c1 Holocausto. Por una p:ir-

f te, e1 debate de 10s liistoriadores rileinrines sobre Ia solu- I

cióri fiii:il y r1 papel activo de1 estado aleirikii eir Ias politi-

; tas de rçp;iy:<ción y la nionumeiili~lización de1 Holoc~iusto;

por Ia oti:i, Ia gran difusioii de 10s escritos luiiiiiiosos de 1

f a iriiiación I>i-iirio L,evi, donde sería diGcil liallar ninguiia 1'

S;tIjeI. s l l j e t~ e11 e1 Lu>?.r; iirris tarde, 1:is 1t.c~ur:is de 1 i ' (:iorgio Aganibcn, tlori(le taiiipocci rs pusililí. viicoiiii-ai-

I ~ i l i i i ljosilivicji~d optiixiist;~; e1 li1111 S/LO<L}L ( 1 ~ < ; l ; i \ ~ ~ i ~ 1,iiii~- i 1 ,

i,i;iii,i, qu<* popuso L L ~ I tsatiii~~ieiiio iiiievu <I<-I icrtiiiioiiio I I t y ~ - ~ i i i i r ~ c - i < i , ;tl iiiisiiii:, ticiiipu, a Ia iiii:igcii (Ic 10s c;iiiipos

Page 29: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

de conceiitración, privííiidose, por un lado, de icoriogr;ifía

y foi-zailclo, por e1 otro, e1 discurso de 10s sobrevivientes.

La iiieiicióii cle acoiiteciinieritos podría segiiir.1 Toclos

acoiiipaiiai-oii procesos no siempre sorprendentes desde

e1 plinto tle vista iiitelectual pero de graii reperciisión eii

13 esfera pública; e1 tema se coloco en ui1 lugar niuy visi-

ble y, eri Ia pi-líctica, prod~tjo una iilirva esfera de debate.

Eii una de esas casualidades que poteilcian sucesos signiíi-

cativos y rio pueden ser pasadas por alto, Ias transiciones

dernocrãticas dcl sur cle h i é r i c a coiiicidieron con un nue-

vo iriipulso de Ia prodiiccióii intelectual y la discusión

ideológica europea.2 Aiiibos debates se iiitersectaron de

1 "h,leiicioiii. 121 crecienre iiiiportaiicia de1 Holoca~isto coii~o aconteci-

mieiiio fùnt1;iciorial de Ia nieirioria no sólo eLiropea. Es.1 percepcióri no

podí;i d;ii.sc. ~,oi. descontada. Di~raiite varias dtc;idas, ri-ente ;i 1:i gig;iri.trs-

ca corifroiitiicií~ii iiiilitai- de Ia Seg~ii-id:i C-iiei.ra, cl asesiiiato riiasivo cle

losjiidíos teiidió :i ser tratado conio algo rii5s periféi-ico, ~ i r i @iuco~zteci-

itiiutrlu, p a u cíecii-lo de :iIgíiii iiiodo. Iioy 10 iiiiraiiios desde otra perspec-

tiva. E1 Molcic~i~i~to pas6 a ocupar e1 centro de Ia coiiflagi..icióii, y se 1i:i

coiiverti<lo eii e1 iicoiiteciinieiito ii~ic1e:ir iieglitivo de1 siglo XX. fiiic-

inos rnzoiies p a n diidar de que esta pei.spectiv;i se corresporitliera con

Ias pei-ccpcioncs liibtóricas clç sus contciripoi.5ric.os". (Diiii Diiici; "Kesti-

tiilioi~ aiitl $leiiiol.y - l'lie 1-ioloca~ist i i i Eiiropcan Po1itic;il C~iltiii.es",

~ V C Z L I (J'O.II~(LIL (.'12liyl~l: niiiriero 90, otoiio de 20011, 11. 43.)

2 Eii 10s íiliiitiob aios, por ejeiiiplo, Ia clisciisic3ii bebi-c iiiLisro y iiioiiii-

iiieiiLo i i l ~ i i6 0ti.o cnpitiilo. \'i.iiw p:ira el caso :ii.gcittiiio: Gi.aciela Silvcs-

11-1, "hlçiiioi-1'1 y iiiuii~iiiic~iilo. El ai-ie eii 10s iiiiiiics (Ic. Ia i-c.pirsrri~:icióii"

piil)lic;itlo cii I ' ~ L I I L O (Ir Lri5f<1, 68 , ciicieiiibre tlc 2000, y i.epiod~icido eii

1.. .\riiicli (~o i i ip . ) , Itlr~rfirl(~ilt~s, .\cl/l,los, ~ c t D j c . l ~ ~ ~ i t l a d ( ~ ~ , cit. Tiiiil>ií.ii 10s c.+

tii<lius <Ir .'iiiclir..ia biiiysscii p;ii.ii 10s <:<ibos c ~ t ; i ~ l c i ~ i ~ i i ~ l c ~ ~ ~ c y ;iIciii;ír~.

modo inevitable, en es~ecial porque e1 Holocausto se ofre-

ce como iriodelo de otros crímenes y eso es aceptado por

quienes estári más preocupados por denunciar Ia enornii-

dad de1 terrorismo de estado que por definir sus rasgos

nacionales específicos.

Los crim,enes de las dictaduras fuerori exhibidos e11 uri

floreciniierito de discursos testimoniales, en primer lugar

porque 10s juicios a 10s responsables (como en e1 caso argen-

tino) deniaridarori que muchas víctirnas dierari si1 testimo-

nio conio pr-ueba de 10 que habían padecido y de lo que sa-

hían que otros padecieron hasta moiic En sede judicial y en

10s rnedios de coinunicación, la indispensable narración

de los hechos no fue recibida con sospechas sobre las posibi-

lidades de recoristruir e1 pasado, salvo por 10s ci-iriiinales y

sus representantes, que atacaron e1 valor probatorio de lab

narraciories ~estirrioniales, cuando no las acusaron de ser fal-

sas y encubrir 10s crírnenes de la gciernlla. Si se escluye a 10s

culpables, nadie (fuera de la sede judicial) pensó en someter

a escrutiiiio inetodológico e1 testinioiiio cri priniera persoiia

de las victiiii;is. Sin duda, hubiera tenido algo de riioilstl-uoso

aplicar a esos discur-sos 10s priiicipios de duda iiittodológica

qiie se expusieron niás ai-riba: las víctiinas hablabail por pi-i-

riiei;i vez y 10 qiie decían rio sólo les coiiceriiia ;i ellas siiio

cliie se (.oiivctr~tí;i en "iilateria pi.iiiia" c l r 1;) indign;icióri y t;tiii-

t,ii.n e11 itiil,iilso de las tnillsicior~es dt~niocr-ríticas, cli.ie eii la

A1.g.c-ritiiiii se Iiizo b;tjo e1 sigilo de1 A'?LYLL.(L YIL(~J.

1 3 sliocli de Ia violeileia de es~aclo riunca par.eció ~ i i i 01)s-

Page 30: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

62 LlEKl'KIí! SAKlAO

táculo para coiistriiir y escucliar la iiarraciórl de la expe-

rieiicia padecida. La novedad de esa experiencia, taii Suerte

corno la iiovedad de 10s sucrsos de la priinera guerra a Ia

que se referia Benjaniin, no impidió la proliferación de dis-

cursos. Las dictaduras representarori, en e1 sentido más

fuerte, un quiebre epocal (como Ia gran guerra); sin em-

bargo, las transiciones democráticas no eiirnudecieron por

la enormidad de esa ruptura.-Por e1 contrario, en ciianto

despuiitaron las condiciones de la transición, 10s discursos

comenzaron a circular y de~nostraron ser indisperisables pa-

ra la restaiiración de una esfera pública de derechos.

La menioria es un bieri común, un deber (como se dijo

en e1 caso europeo) y uria necesidad jiirídica, moral y polí-

tica. Sobre Ia aceptacióri de estos rasgos es bien dificil esta-

blecer una perspectiva que se proponga examinar crítica-

mente la riarración de las víctiriias. Si e1 núcleo de su verdacl

tiene que qiiedar fuera cle duda, tainbién su discui-so debe-

ría pi-otegerse de1 escepticismo y de la crítica. La confi;inza

en 10s testiiiionios de las víctirli:is es necesaria para la insta-

lacióii de i-egímenes deiriocrríticos y e1 arraigo de un p~-iiici-

pio de reparacióri y jiisticia. Aliora bien, esos tliscursos tcsti-

niorii~iles, coirio sea, sori discursos y no debei-íari queclar

ericei-raclos cii uria ci.istaliz;icióii iri:ibortlable. Sobrc ioclo

p)~ ' ( lue, c'" paralelo y cc)iistr.~iyericlo sciitidos coii 10s iesti-

iiionios sci1)i-c. 10s ci-íriieric:s de las dictaciur;is, ciiiei-L )-c : 11 ot~.os

Iiilos t i c , ii>ii-i;iciories cliie iio estãii pi.otegiclris poi. 1;i iiiisiii;i

iiitarigil~iliíl~id r i i por e1 r1c.i-echo de 10s (lrie haii patleciclo.

Diclio de otro rriodo: durante un tiempo (no sabemos

lioy cuánto) e1 discurso sobre los crimenes, porque deiiiin-

cia e1 liorror, tiene prerrogativas precisamente por e1 vínculo

entre liorroi- y humanidad que comporta. Oti-as narracio-

nes, incluso pronunciadas por las víctimas o sus represen-

tantes, que se inscriben en uri tiernpo anterior a1 de 10s crí-

menes (10s tardíos anos sesenta y 10s primeros setenta de1

siglo XX para e1 caso argentino), que suelen aparecer en-

trelazadas, ya porque proveiigan de1 niisrno riarrador, ya

porque se sucedan unas a otras, rio tienen Ias misinas pre-

rrogativas y, en Ia tarea de reconstruir la época clausurada

por las diciadtiras, pueden ser soinetidas a crítica.

Adeiiliis, si Ias narraciones testinioniales son Ia fuente

priricipal de saber sobre 10s crínienes de las dictaduras, 10s

testi~nonios de 10s ,militantes, iiitelectuales, políticos, reli-

giosos o sindicales de las decadas anteriores no son la Unica

fuente de coiiociiiiieiito; sólo una ièticliizacitii de la ver-

datl testiirioriial podría otorgarles uii peso superior a1 de

otros docuriientos, incluidos 10s testiiiionios conteiiiporá-

iieos a 10s lleclios de 10s anos sesenta y setenta. SGlo uii;i

coiifi;iiiza irigeiiua eii Iii priiiiera pei-soiia y en e1 recuei-do

t i c lo vivido pi-eteii(leria estal)lecer uii ordeii presidido por

10 ~~s t i i i i u~~ i ; i l . Y só10 ima c;:i;tcttii-izacih iiigeiiiiri de 121 e ~ -

lK:l.ic.iic.ia i-c.cl;iri)ai-ía p;ll.;i ~ 1 I ; i U i l ~ l \/C?i.tl;itl i t i ; ~ iill~i. NO CS

iiic.iios Ix)"iiivis~:~ (e11 e1 seii~i<lo eii cllie iisó 13~1ij;iiiiiii estii

lJ;~l;lljr;i l j I i l . ;~ c ~ I ; ~ c t ~ i z a i . ;i 10s "lirclicis") !:I iiitaiigil)ili<la(l

expei-icilcia vivicia 1:i iiai.i.aci6ii tes~iiiioil~a~ (lLle [;i

Page 31: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

cie 1111 i-rlato lieclio a partir de otras fuentes. Y si rio somete-

1110s todas 121s narracioiies sobre 10s crímenes de las dictadu-

r;is a1 escrutiriio ideológico, no hay razón n i o ~ i l para pasar

por alto este exainen cuando se trata de las narraciones so-

bre los aiios que las precedieron o sobre hechos ajenos a

10s de la represión, que les fueron coiiternpor' aneos.

Una utopía: no olvidar nada

Paul Kicueur se pregunta, en e1 estudio que dedica a Ias di-

ferencias ya clásicas entre historia y discurso, en qué pre-

sente se narra, en qué presente se recuerda, y cuál es e1 pa-

srido que se recupera. E1 presente de la enuriciacibn es e1

"tieriipo cie base de1 discurso", porque es presente e1 mo- I

ineiito de 'ponei-se a iiari-ar y ese rnoniento queda inscripto

eii Ia iiari-ación. Eso implica a1 narrador en su historia y la

iiiscribe en una retórica de la pei-suasión (e1 cliscurso perte-

iiece a1 iriodo p~rsuasivo, dice Kicocur). Los relatos testinio-

iiiales soii "discurso" en este sentido porque tieiien coiiio

coiidición un liai-rador iniplicado en 10s hechos, que iio

persiigue uiia verdad exterior a1 nioiiieiito en que ella se

eiiiiiicia. Es inevitable Ia iiiarca de1 presente sobre e1 acto

cle riai-rai e1 pasado, precisamente porque, eri el discurso,

e1 preseriLe tierie uiia liegernoriía reconocicia coriio irievita-

l>lc y 10s ~iciilpos verbales de1 pasado rio qiiedan libres de

iiii:t "exl~erieiicia fè~ioiiieriológica" clel tiempo presente

I \

de Ia eriuilciacióii.4 "E1 presente dirige e1 pasado como un I

I director de orquesta a sus inúsicos", escribió Italo Svevo. Y,

1 coiiio observaba Halbwachs, e1 pusado se distorsiona para

1 iiitroducii-le coherencia.4 i i Exte~icliendo las nociones de Riceur, puede decirse que

A la liegernoriía de1 presente sobre e1 pasado en e1 discurso es

: de1 01-den de la experieiicia y está soslenida, en e1 caso de1

testiinonio, por la memoria y la subjetividad. La ieniemoia

ción clel pasado (que Berijamin proponía como ld única

I perspectiva de uiia historia que no reificara su objeto) no

es una elección sino una condición para e1 discurso, que i10

escapa de la rneinoria ni puede libi-arse de las premisas que I I 1a actualidad pone a la enunciación. 1') más que una libeia-

3 7>1np~ e1 Ibcil, París, Seuil, 1983. Se cira tle Ia edicióii de bolsillo, Pa-,

I rís, l'uiiits, 1'391. [7Ye11rpo y nmnrción, Mkxico, Siglo XXI, 1983.1 Se sabe

1 que Kicor~ir rctoiiia y perfècciona Ias nuciories d e l-iistoria y discurso, i i propuebtas poi. E. Ueiiveiiiste y H. Weinrich, preoc~ipríiiclose especial-

iiiriite por consider-ai- Ia capacidad d r l relato eil desdoblai-se en dos terli-

poi-iilid~icies, 1;i dcl iiioiriento cle coritai. y Ia de1 tiriiipo de lo r-rarrado, ca-

p:icidad que coiisrituye si1 dirrieiisióii rc1lexiv:i 01-iginal, clue lo 1i;ibilita I

para expoiit:r tina esperiericili fictiva de1 tiriiipo, por uiia par-te; y, por Ia I

»ti-;i, c,~ic<lai- rrScrido ;i1 tiernpo eii que se esci-ite esa erperiericia. I

I .i hlaiii-ice I-lalbwactis, 011 Collucliuc Murriory (cdit~ido y LI adiicitlo pui

1 I.ewis C:osci-), (:liic;igo y 1.oridi-cs, Tkie Uiiivei.siiy ol'C1iic;igo l'i-ess, 1992,

p. 183. r\rliicttr: M'icviorh afii.iiia qLie el trstiiiionio se <iesarrolla disdc :in-

~ ~ 1 1 0 s "<liie Ijri tcilecrii a Ia época rii que se i-ea1il.1, a ~,;ii-tir (te uri irirci.i-c*

<r;iilic v tic ~ i i i ~ i expc.ct;itiva qiie ciiiibií-ii lç suii coiiieiripoi-Ailc:&is, ;isi~iiáii<ici- 0 .

Ic liiics O L I C ~ i c l ~ ~ ~ i i ~ I ~ ~ i i de apue>t.is poliiicns o iclcol6gic;is. cl~rc coiiri-ibuyrii

;L C I - C ; ~ ~ . 1111;1 O v;ii.ias riii.i~ioi-ias cu1ccti~;is ci-i-áti(.;is cii sii coiiieriit~o, c11 sii

forin;i, <.ii s ~ i t'tiircióii y en SLI fiiinlidacl" (l2í;w (lu ~ L I I L U ~ I L , cit., p. 13) . 1

Page 32: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

cióii de 10s "liechos" cosificados, coiiio deseaba l3eiijamii1,

es una a t ~ i d u ~ a , probableiriente inevitable, de1 pasado a Ia

subjetivid~id que renieniora eri e1 presente.

L>as iiarraciones de la meinor-ia taiiibién iiisiiiúari otros

problemas. l l iceur seÍiala que es errado confiar en que Ia

narracióil pueda colmar la laguria de la explicación/coiii-

prensióri: "Se ha creado una alternativa falsa que hace de 1a

narratividad tanto un obstáculo coiiio un sustituto de la ex-

plicacióii"." Hay dos tipos de iriteligibilidad: la narrativa y la

explicaliv;i (causal). La priniera está sostenida por un efec-

to de '.coliesión", que proviene de Ia cohesióii atribuida a

una vida y a1 sujeto que ia enuncia conio suya. Vezzetti ha

seiialado que Ia memoria recurre prepoiiderailteriieilte o

sienipre a Iòriiias narrativas, cuyas representaciones "qiie-

dali necesarianiente estilizadas y simplificadas".Watural-

mente, Ia estilización unifica y traza una línea arguirieiitltl

iiierte, pero taiiibién instala e1 relato eii un horizonte doii-

de radica la ilusión de evitar la dispersión de1 sentitio.

Desde Ia perspectiva de la disciplina histórica, eii caiii-

bio, ya no se pi-etende reconducir 10s acoiiteciiiiiciitos a un

origen; :i1 reiiiiilciar a una teleologia simple, ln iiistoria re-

iiiiiicia, al riiisino tienipo, a un í ~ ~ ? i c o principio de iiitcligi-

bilidiicl Suei-te y, sobre todo, apropiado pari1 1lt iiitervciiciõri

eri 111 esl'ei-;i píiljlica, cloiide 10s viejos discui.sos tlc. uiia liislo-

/ . i r »i,;ttiui~t; l'/ri,tiiitt: I'octLIi, t it., pp. 307-30s.

1' lJ<i~riclo y pt-~r t r tc . , cit., p. 192.

ria con ai-guniento nítido prevalecen sobre Ias perspectivas

monográficas de ln historia acadkriiica. Precisaniente el dis-

curso cle la inernoria y Ias riarraciones en prirnera persona

se niueven por e1 impiilso de cerrar 10s sentidos que se e$.

capari; no sólo se articiilan contra e1 olvido, también liichan

por uii significado que unifique la interpretación.

En e1 líiriite está la utopía de uii relato "conipleto", de1

cual rio quecle nada afuera. La iiicliiiacióri por e1 detalle y

la acuniiilación de precisiories crea la ilusión de que lo con-

creto de 1:i experieiicia pasada quedó capturado en e1 dis-

curso. Mucho iiiás que la historia, e1 discurso es concreto y

poi-i~ieriorizado, a caiisa de su aiiclaje en la experiencia re-

cuperada clesde lo singular. E1 testirnonio es inseparable de

la autodesiçnacióii de1 sujeto que testinionia porqlie estuvo

allí doncle 10s liechos (le) sucedieroii. Es indivisible de su

presencia eri el l~igar de1 hecho y tieiie la opacidad.de una

historia persoiial "liundida e11 otras his~orias".7 Por eso es

adniisible Ia sospcclia; pero a1 n-~isiiio tieiiipo e1 testiiiioi~io

es liria iiistitiici6ri de la sociedad, qiie tieiie qiie ver con lo

jurídico y coii uii 1;izo social de coiifi~iriza, coiiio 10 seiialó

Areridt. Ese IIYLO, ciiaiido e1 tes~iiiioiiio iiari-a Ia 11-i~ierte o Ia

v<jacióii esti-eiiia, establect. tarnbikii iiiia escen;l para e1

(Iticlo, fiii1cl;iiitio ~isi còmuiiiclad ;illi doiide tue descriiitl~i."

Page 33: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

E1 discurso de la melnoria, convertido en testimoriio, tie-

rie la arnbicióri de la autodefensa; quiere persuadir a1 irlter-

locutor presente y asegurarse una posicióii eii e1 futuro;

precisaineiite por eso también se le atribuye un efecto repa-

r;iclor de la subjetividad. Este aspecto es e1 que subrayan las

apologias de1 testimonio como "sanación" de identidades

en peligi-o. En efecto, tanto la adjudicación de un sentido

único a 1;1 historia, como la acuniulación de detalles, pro-

ducen uii inodo realista-romántico, en e1 cual e1 s~ijeto que

narra atribuye sentidos a todo detalle por e1 hecho mismo

de que é1 10 lia incluido en su relato; y, en cambio, no se

cree obligado a atribuir sentidos ni a explicar las ausencias,

corno sucede en e1 caso de la historia. E1 primado de1 deta-

lle es uil modo realista-románticò de fòrtalecimiento de Ia

ci-edibilidad de1 narrador y de la veracidad de su narración.

Por e1 coiltrario, la disciplina histórica se ubica lejos de ia

utopía de que su narración puede incliiirlo todo. Opera con

elipsis, por I-azones metodológicas y expositivas. Sobre esta

c~iestióii, Kicccur estableci6 una diferencia entre "individical"

"i.ccoriciciii clcstle uri pi.iiicipio que e1 testiiiloiiio 'es tai1it)iéri un;i forrii2i

de pioccs,ir ~ 1 1 1 (liirlo 131-gaiiieiite postcr-g;ido', ~ i i i 'iiiaiiuiiii.iito terapi-LI-

rico' iscricial 1):~; i [;I i-eco~i~~ilia<:ii>II, e11 Ia riiedid;i e11 que tocl;i tr-;ir~si<.ióri

biibc,i i-ecuiicilini. rio solaiiieiite a Ia sociedad civil consigo iriisiiia, sino

i.iiiibii.ii s Ia 1cigic;i po1itic:i coii Ia lógica de1 diielo". ("1.a cur i s t r~ i~c ióii

dc I;\ I ' L I C I I L ~ y 10b J~~i i id ; i~ i~e i l~os (Ir 1;i ~~c~oricili;icií)n eii e1 L>eríi: arilil i~i tlcl

I , ~ I I I - , I ~ P Ji~tril t l i 1.i (:oriiisií>ri (Ir 121 \'ertl;ici s I<ecviicili;iciún", iiiiiiiro, 1)cp.

oiSpaiiibh iiiitl Ijoi-t~igiiese, New York Uiii\~ei.sity, 2005.)

y "especifico" (que recuerda la definición lukíicsiaria de tz$o):

"Paul Veyne desarrolla la aparente paradoja de que Ia histo-

ria no tiene como objeto e1 individuo sino 10 específico. La

i noción de intriga nos aleja de toda defensa de Ia historia co-

I mo una ciencia de 10 concreto. Incluir un elemento en una i I intriga implica enunciar algo inteligible y, en consecuencia, i

específico: 'Todo 10 que puede enunciarse de un individuo I

1 posee una suerte de generalidadW'.g Lo específico histórico !

es 10 que puede componer la intriga, no corno sirnple drtalle

i 1

verosírnil sino como rasgo significativo; no es una expansión

i descriptiva de la intriga sino un elernento constitutivo some-

tido a su lógica. E1 principio de la elipsis, enfrentado con la 1 I I idea ingenua de que todo 10 narrable es importante, rige 10 I específico porque, como sucede en la literatura, la elipsis es !

uria de las lógicas de sentido de un relato. i I 8

i E1 modo realista-romántico

i Cité a Susan Sontag eri e1 cornienzo. Su advertencia de que

fiente a 10s restos de la liistoria hay que confiar menos en Ia I

rrienioria y más en Ias operaciones iii~elec~iiales, conipreii-

der tanto o iiirís que recordar, se correspon(1e cor1 Ia de

V~al liiccriii-, ' / ~ . I I I / I J e1 ~ i c i t , cir., \tal. 1: L'i~l tr ig~ce e1 le iJ(.il iri\lo~-irlue,

p. 304. ['l'iun~po y ? i a i ~ ~ i ~ i ó ~ ~ : í,'o~ljigliruciÓti dei &ie/~ipo e11 el ~-c.i<~ío /ri>ló~.ito, kl&- I

xico, Sigla XXl , 1983.1

Page 34: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

Aiinette Wieviorka, cuando afirina que viviinos " ... una 6p0-

ca en la que, de inanera global, e1 relato individual y Ia opi-

nión personal ocupan niuchas veces e1 lugar de1 análisisW.l0

Si éste es e1 tono de la época, importa subrayar la poten-

cialidad explicatíva de la intriga que, para dar alguna inteli-

gibilidad no importa cuán problemática a 10s hechos re-

construidos, debe mantener un control sobre e1 detalle. Es

cierto que la verdad está en e1 detalle. Sin embargo, si no se

10 soniete a crítica, e1 detalle afecta la intriga por su abun-

dancia realista, es decir, verosimilizante pero no necesaria-

mente verdadera. La proliferación de1 detalle individual

cierra ilusoriamente Ias grietas de la intriga, y la presenta

como si ésta pudiera o debiera representar un todo, algo

coriipleto y consistente porque e1 detalle lo certifica, sin te-

ner que niosti-ar su necesiaad. E1 detalle, adeiiiás, fortalece

e1 tono de verdad íntima de1 relato: e1 nari-ador que reciier-

da de ese inodo exhaustivo no podría pasar por alto lo ini-

portante ni foi-zarlo, ya que eso que narra ha forniado un

pliegue personal de su vida, y son hechos que lia visto con

JUJ pru/jios ojos. En un testinioiiio 10s detalles no deben nun-

ca parecer falsos, porque e1 efecto de verdad depende de

ellos, iiicluso de su ainoiitoiianiieiito y repetici6ii.11

10 bTie\'ic~rk:i, c i ~ . , p. 1%.

1 1 Abi Itiiicioiiaii 105 cte~;illç~ eii ~ i i i i.elaLo [:i11 clisico y verosiiiiilif.:iiite

coiiio 1;i ,ru/t jirflu~r o iio\'el;i dociiiiiriital de Mig~iel Boiiasso: I</ ~rr.sirlt .~~lc:

yiie t~u]iie, U U C I ~ O S Aii-es, P~; I I I~I ; I , 1997. D~ii-;iiiie iiifts de sriscicii~:is pigi-

i i ~ s se r e l ~ i ~ c i i Ias observ;icioiies iiií11i1113s: e1 11iotio PII q ~ l r HI'CLOI. (31n-

L A KI<TOIUC>I T l l S 7 IXIONML. 71

Muclios relatos testimoniales son éxcesivamente detalla-

dos, iiicluso prolitri-antes y ajenos a todo principio compo- I

I sitivo; esio es bieri evidente en e1 caso de 10s desaparecidos

ai-geiitinos, chilenos, uruguayos, y de sus familiares. Sin em-

bargo, hay algunos textos en 10s que e1 detalle está contro- I

l lado por la idea de iina representación restringida de la si- I

tuación carcelar-ia y, en consecuencia, bastante niás atenida

a sus condiciones. Pienso en Tlle Little School de lá argentina

Alicia l'artnoy. No casualmente, The Little School empieza

I con e1 relato de la captura de Partnoy contado en tercera

persona, de modo que la identificación esté mediada por

un principio de distancia. Y casi en la mirad de1 libio, otro

I texto eri tercera persona vale coino una especie de corte en

I e1 rnovimierito de identificacibii autobiográfica; la tercera

I persoriii es un coinproniiso con 10 específico de 1:i situación

/ y riu siinpleiiierite c011 10 que e1l:i tieiie de individual. La

/ priiiierii liase es "Aquel iiiediodia ella teiiia puestas lar

/ ckiaiiclçtas de s ~ i iii:irido". Ese rnuiido fainiliar concreto se

I quiebsa coii 10s golpes eri Ia pueria; Ilegan 10s secuestrado-

I rcs. E11 e1 priiiler capítulo, la pr-esa-desap~ir-ecida r eciSn trrts-

1 poi.:i ~ii~btic;t L ~ I I bise, S L ~ S 11iirad:is a Ias i~i i~jcrçs , s ~ i i-op:~ :ttilti:id~. ILI ver- I

dati tte lo (~ i ic (:kiii1~01':1 dicc o 1i:ice eii lu <rsfi.r;t politic.:~ est; apu);:d;i ç i i

Ia çi.c.ciiciki ~ L I C C O ~ ~ ~ I I - L I ~ C I I t.sus tIe~;iIIes q ~ i e iiiieg: .i11 1111 "ili . \ t>~si~i\~u (Ir

I J L I I ~ I ) ; ~ " . \'&.15e: U . S., "~ll;llldO Ia politic;~ eKi jc)veii", 1'ic/~10 ( l t , 11510, nii-

iiicro 58, ,igc.~stc~ tle 1997. Eii esc ai-iíc~ilu r.iii i l)it . i i se iiiciicioii.~ I.rc uul~c~i-

l(u/ tlc bl:~i.~íil (::11):1rrOs y EtI~i;ii-clo A~ig~iitii (15iie11us , 4 1 1 cs, Noi.iii;~, 1997

y 1998). i

Page 35: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

ladada a "la escuelita", por debajo de las vendas que le i~ii-

pideii ver, recoIioce una mancha azul y gotas de sangre: son

10s paiitalones de su marido. Nada más, excepto la resolu-

ción de registrar10 todo (mirando de través, liacia e1 piso,

por la ranura de1 trapo que le tapa 10s ojos) . lVor la repeti-

ción de 10 insignificante, 10s detalles en The Little School se

niegan a crear un pleno de representación. Partnoy 10s or-

dena sabiendo que son demasiado pocos y demasiado po-

bres, porque pertenecen a una experiencia mutilada por la

inn~ovilidad permanente y la oclusión de 10 visible. E1 deta-

lle insignificante y repetido se adecua mejor que la prolife-

ración a 10 que ella relata.

Cualquier suma de detalles no puede evitar e1 encierro de

una historia en 10s interrogantes que le dieron origen. Los

hijos de desaparecidos 10 dicen de diversas maneras: sienten

que e1 relato queda sieriipre incompleto y que deben seguir

consuuyéndolo. Esto tiene una dimensióii dramática y jurí-

dica que habla de la minuciosa desuucción de 10s rastros rea-

lizada por 10s responsables de las desapaiiciones.

Eri otros .casos, cuando la historia que se quiere recons-

truii- no es só10 la de un padre o madre asesinados, cuando

10 que se busca comprender no es tanto e1 lugar o las cir-

12 Alicia I'ai.iiioy, ' f l i t . Lillle Scliuol; iilles off)isnl))eat~a,~ce uizd Slo-vival,

S;iii k'i.aricisco, Midriiglit k:Jiiions, 1986. I.lego a este libro gfiicias a Fraii-

cine b1,isicilo. So1)i.r I'arr~ioy, v6ase: Di:iiia 'kiyloi; L)i~c~fipecrrit~g ~ICIJ; .Spec-

L ( L ~ ~ c s UJ (;ctltle,- i ~ t i ( 1 Nutionulist~r i t i Argf-<.nli>~o's '1)irly M'ur', 1)~ii-1r;iiii y 1.011-

dsrs, Diike Uiiivvrsii~, l'l-ess, 1997, pp. I62 y ss.

cunstancias de la muerte y e1 destino de1 cuerpo, cuaiido las

pretensiones de la riarración excederi la búsqueda de una

respuesta a una pregunta sobre las condiciones en que se

ejerció la violencia de estado para incluir e1 paisaje cultural y

político previo a las intervenciones militares, quedan tien en

evidencia las debilidades de Lina memoria que recuerda de-

masiados detalles no significativos, un;i memoria que, como

no podría ser de otro modo, a veces entiende y a veces no

entiende aquello rnis~rio que reconstruye. Es en este momen-

to cuando la ilusión de una representación completa produ-

ce disquisiciones narrativas y desci-iptivas, digresiones y des-

vios cuyo motivo só10 es que eso aconteci6 a1 narrador o a1

sujeto que éste evoca. Y, entonces, la proliferación multiplica

10s hilos de uii relato testimonial sin encontrar la razón argu-

mentativa o estética que sostenga su trama. Este es e1 caso

de1 libro de Cr.istiria Zuker que tiene como objeto ia vida de

si1 herrnano llicardo, militante montoriero, desaparecido en

Ia fracasada coi~traofensiva iniciada eri 1979. E1 subtítulo Ur~u

suyafumilzur es especialniei~te apropiado a la empresa i-econs-

tructiva que coiriienza con 10s abuelos nat ternos y paternos

de airil>os lieriiianos, su infàricia, la relación con SLIS padi-es,

Ia relación eritr-e sus padres, 10s conílictos psicológicos de

una tàriiilia, Ias prefi.r.encias cotidiaiias, todo ello coiiio uri

preáiiibulo que se jiizga necesa~.io (coirio si srs t i .:im-a de i i r i ; ~

novela realista) a1itt.s de entrar en 10s alios seteiita; e iiicluso

c11 esos iiiios, 10s tie1;illes de Ia vicla 1àrriili;ii; los iiiiios, e1 cles-

tino de 10s hijos de clesiiparecitlos o c'orilbritieiltes, ocupiin

Page 36: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

porciones iniportaiites de1 relato que, así, se sostiene sobre

uiiri diiiieiisióii afectiva de reinenioración. Ceriicla a la idea

realista de novela, Zuker escribe uii capítulo final donde, co-

ino eii Dickeiis, se sigiie e1 destino de los personajes, en algu-

lios casos hasta su rnuerte, que es preseiitada como einbltt-

rnática de 10 que sufrieron eii vida, sin que esas aclaraciones

finales t e n p n una razóri compositiva que 10s vincule a la his-

toria central que, de todos modos, ha ido bifurcándose en

un testimoriio de la autora sobre la relacióri coii su hermano

y ~nuchas otras cosas.13

Entre detalltt individual y relato teleológico hay una rela-

ción obvia aunque no sieiiipre visible. Si la historia tiene un

sentido establecido de antemano, 10s decalles se acomodaii

a esa direccióri iiicluso cuando 10s propios protagoriistas se

deinoren eii percibirla. Los rasgos, peculiaridades, defectos

menores y inariías de 10s personajes de1 testimonio termi-

iian orgnnizrindose en algún tipo d e necesidad iiiscripta

inás a115 de ellos. E1 liiodo que denoniiné realista-roniáilti-

co se adapta bieri a estas características de la iiarracióri tes-

tiiiioiiiiil que, justamente por estar r6spaldadas por- una siib-

jetiviclad que narra su exper-ieiicia, dari la iriipresióii de

colocaria iiiás allá clel esaiiien.

1 , ~ cii~tlicliicl ioiriríiitica tieiie que ver- coii dos i-asgos. El

p~'iiiiei.o, ~.)oi- s~ltxiesto, es e1 ceri~raiiiieiito eii la priiiiei.:~

persona, o eii uria tercera persona pi.esentada a traves de1

discurso indirecto libre que entrega a1 narrador la perspec-

tiva ele una prirriera persoria. E1 narrador confia en la re-

presentacibn de una subjetividad y, con frecuencia, eri su

expresióri ef'usiva y sentiriiental, que remite a un horizonte

narrativo identificable con la "notri de color" de1 periodis-

mo, algunas fornias de1 no?zfiction o las malas novelas (soy

' consciente de que e1 adjetivo "malas" despierta un resque-

mor relativista, pero quisiera que se admita que esisteri rio-

velas a Ias que puede aplicarse ese adjetivo).

Ademk, 10s textos de inspiracion n~emorialistica produci-

dos sobre las décadas de 1960 y 1970 se refieren a la juventud

de sus protagoriistas y narradores. No se trata de iin siinple

! dato demogriíico (la mitad de 10s inuertos y desaparecidos

argeritinos teilian rrieiios .de veinticinco afios), sino más bieii

de la creencia en que ciertíi etíipa de uiia gigantesca moviliza-

cióri revolucioiiíiria se desarrolló bcqo e1 sigilo inaugural e in-

niiiieiite ele la juventird. Las orgailizacioiles de derechos liu-

inaiios desde 10s alios de la dictadura argentina hablai-oii,

especi:iliiieritc Ias Madres y iiiás urde las Abuelas, de "iiues-

ti-os liijos", fij;iiido cn una coiisigila i111 argumeiito poderoso:

stci.ilic:iclos t:ri plciia juveiiliicl precisaiiieii~e ljorqlte iespon-

diiiii a uii2i iiiiagcii dc la juventud q11e coincicle coii e1 senti-

do c~iiiíiii: cIcsiiile~.i.s, íliipetii, idealisiiio. I .LI cu:ilid;d jii\~ciiil

se c.ill':ili~;i cti~~rido 10s liijos de esos iiiilit~iiites iiiut.i.~os o de-

sap-eciilos (Iiiljlic.;iii e1 efe(:~o de jiiveiitiid, ( ics~i~~ii i t lo r ] ~ < :

ellos sori, cli Iii ;,c-t~ialid~id, iiiiiyoi-cs clue sus piit1i.e~ eii e1 i i i t r

Page 37: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

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Page 38: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

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, - 2 1 i - " - - - 2 - - i -, * , , s , . - . - L 5 2 2 .- . > -r = 2 ' - -

5 2 \$ , - .- s h - .

Page 39: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

cional, sobre la que se ejerce la presión de uii saber coris- !

trtiido en e1 pr-eseiitr. Los aldeanos o Ias victiiiias taiiibiéii !

Iiablaii eii e1 presente e, iiievitablemente, saben iiias de 10 ! I

q ~ t e szibiaii eii e1 iiioiiieiiro de 10s Iiechos, a ~ i i ~ ~ i e tanibiéii I

haykiii olvidado o buscado e1 olvido.

Esta discordancia de 10s tiempos es inevitable en las na-

rracioiies testiinoriiales. Tainbién la discipliiia histórica está:

persegiiida por e1 aiiacronisrno y uno de sus probleinas es

precisaineiite i-ecoiiocerlo y trazar sus limites. Todo discurrir

sobre e1 pasado tieile una diniensióri aiiacróriica; cuando I

Berijaiiiiii se iiicliiia por una liistoria que libere e1 pasado de

su reiticacioii, ,redirniéndolo eii un acto presente de memo-

ria, en e1 impulso iiiesiáiiico por e1 que e1 presente se haría

cargo de una deuda de sufrirnieiito con e1 pasado, es decir, I

eii e1 iiioinento en que la historia se plaiitea coiisti-uir un pai-

saje de1 pasiido diferente de1 que recorre, con espanto, e1 511- I

gel de Klee, esti indicando que e1 presente no só10 opera so-

bi-e la coiistriicción de1 pasado sino que es su deber hacerlo.

E1 aiiaci-oriisiiio benjii~iiiniano tierie, por tina par-te, uiia

I rlir~ierisióii ética y, por Ia oti-a, pai-ticipa de la polí-niica coii-

tra el fèticliisriio dociirnental de la liistoria científica de co-

iriieiizos de1 siglo XX. Siii eiiibai-go, la crítica (lc 1;i cualidad

! ol>jrti\ci :lli.ibiiitlii ; i la I-ecoiistruccihii tle 10s l~ec.lios, rio ago-

La c1 1~1.obleiii:i tle la clol~le iiisci-ipcióii teiiipoi-a1 de Ia liisto-

i - i ~ i . 1.;i iiiclic;icióii (I r 13t.rijaiiiiii podr.ía taiiibiL;ii sei- leida co-

iiio uiia lcccióii a Iiisroi-iado1.e~: iiiii-ai- t.1 p:is:i(lo ctiri los ojos

tle cl~iieiit~s 10 ~iviei.oii, par3 j~odei- captili' alli e1 s~ili-iiiiierito

IA REI C)111(1*\ I LSl'lblONIIU. 79

y las ruirias. La exhorlación seria, en este caso, nietc>dolóçi-

ca y, eii lugar de fòrtalecer e1 anaci-oiiisnio, sería uri instru-

mento para disolverlo.

Estas cuestiones de per-spectiva se plantean para encarar

uii pr-obleina que, de todos modos, persistirá. La hisioria no

puede simplenieiite cultivar e1 anacronismo por elección,

porque se trata de una contingencia que la golpea sili inte-

I-rupciones y estrí sostenida por un proceso cfe eilunciación

que, como se vio, es sieinpre presente. Pero sucede que la

disciplina histórica sabe que no debe instalarse cómodaiiien-

te eil esta doble temporalidad de su escritura y de su objeto. e I

Esto Ia distingue de las iiarraciones testiinoniales, donde e1

presente de la eriunciación es la conclición niisma de la re-

rnenioracióii: es su iiia~eria teiiiporal, tanto como e1 pasado

es acluella rnater-ia teiiiporal que quiere recapturai-se. Las ria- !.

I

I , ri-acioiies testinioniales estan cón1od:is en e1 presente por-

que es la actualitlad (política, social, c:iilrui-al, biográíica) la

que hace posible su tlifusión ci~aiido rio su einergeiicia. E1

ilílcleo de1 testiriionio es Ia riienioi-ia; no podria decii-se 10 i misirio de Ia liistoi-iit (aíirinar que es pi-mim hacer 1iistoii;i li

I j co.11~0 si se recorti:ira sólo abre una liipótesis).

E1 testiiiioiiio piiecle pei-riiitii-se Ia aiiiici.oiiia, y a qiie se

coiiipc)iie coii 10 clue 1111 si!je~o se pei iiiile o p~iede rec.01-da-,

10 que olvida, 10 clii? c.:illa iiitencioii;iliiie~i~t~ 10 clue iiioclili-

ca, 10 <lue i i ivr i i t ; i , 10 que ~i.;iiisGei-c dr ~ i i i toiio o géiier.0 a I I

o ~ o , Ic, rli ic. s~is irisii.~iiiieiitos c:~il~~ii.ales 2c 1x1-rliireil <.;itjt.ii. I '

de] pasaclo, 10 qutA ~usic1e;isact~iales I? iiit1ir:iri qiie dc.be st.1. I

Page 40: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

je coii ella p;iii iilcanzai- una riconsti-iicción inteligible, çs

dçcir: q i ç srpa con qné fibras esc5 coiistrilidii y, coino si se

tratara d r Ia LI-aii~a de Ln tejido, las dispoliga para mostrar

de1 iiiejor modo e1 disello buscado.

Sin duda. iio es uii ideal de coiiociiniento renuiiciar a Ia

densidad de teiiipon1id:ides diferentes. Iiidicaría solamente

un deseo de siiiiplicidad que no alcaiiza para recuperar e1

pasado en iin iinposible "estado puro". Coino alguna vez di-

jo Aitliussei; no existe e1 cráneo de Voltaiir nino. Pero pala

pensar e1 pssado, tambihi es iiisuficienre Ia tendencia a colo-

car alli las formas presentes de una subjeriwdad que, sin plan-

tearsc una diferencia, cree enconuar el "ciáneo de Voltaire

nino" cuaiido, en realidad, está dando una forma entera-

~iieiite nuew i1 10s objetos reconstruidos. I'aru dccirlo c011 uri

ejemplo: la idea de derechos huniaiios no existia en Ias déca-

das cle 1960 y 1970 clenkro de 10s nioviiiiieiltos revoliicioiia-

rios. Y si es iiiiposible (e iiideseablr) rrtii-pii~la de1 presente,

taiirpoco es posible pr-oyectarla iritacta hacia e1 pasado.

La rnrriiuii:i, oll como se lia veriido aiguiiienriiiido, so-

porta 12 criisióri y l ; ~ rrntaciones de1 anacionisino. Esto suce-

de eii 10s tçsiirnoiiios sobir 10s anos seseiita y seterita, taiiro

10s que pi.ovieiieii de 10s protíigoiiistas y estiíii escritos rn pii-

iiiei;~ P C ~ S O I I : ~ , c1)1110 10s pi-odilcidos por tkcnicas cinogrdfi-

c~is que ~1tii i i : i i i iiiia icrcei-:i peison;i iiiiiy próxiina a 1;i p1.i-

iiiera (10 qucL en lityi-;itiira se d e r ~ ~ n i i n ; ~ disci~rso iii(1irecio

l i l~ri) , 1;reiitc ;i çsci teiideiici~i disciirsiua Ii;il~ii;i que teiier rii

CUciiU, en p1iiiic.i higai., q u w l pasatlo recordado es derii;i-

siado C ~ I - C ~ I I O y, por (10, iodavia jucga funcionei po1ític;is

fuçries en e1 presente (véaiiu, si no, lar poléniicar sobre 10s

proycctos dr uii iiliiseo de la memoria). Adeniás, cpiieiies re- j currdan 110 çs&ii retirados de la liicha política contempor- I

i i nea; por e1 contrario, tienen fuertes y legiiirnas razones para

i participar ri1 ella y para invertir en e1 presente sus opiniones I

i sobi-e 10 sucedido hace no tanto tiçmpo. No es nccesario re-

I currir a la idea de maiiipulación para afirrnar que las memo-

: rias se colocan deliberadamente en e1 escen:irio de 10s con- 1

I

tlictos acirialrs y pretendrn jugai- eii 61. Por íiltiino, sobre lar

! décadas drl 60 y 70 existe una inasa de material escrito, con- I I

temporánro a 10s sucesos -folletos, repor~-]e$ documentos I

de ~~euiiioriçs y congresos, manifiestos y prograirias, cartas, I : diarios pariidarios y iio pariidarios-, que seguían o aiiticipa- ' bun e1 transcurso de 10s lieclios. Soii fuentes ricas, que seria

iIlseiis;ito dej~ii- de Iado porque, a iiienudo, dicen iniiciio iiih

qiic 10s i.eciiçi-dos de 10s protagoiiisras o, e11 todo caso, 10s

voelveii coinpreiisil>les ya que les iigregan e1 iiiirco de un es-

pii-itri de kpoca. Saber cóiiio pçiir.iban 10s iiiilitíiiites en 1970,

y 110 liinitai-se ;i1 i-rciierdo que çllos iiliora iienc:ii de cóiuo

ei.aii y a<:ii,sl>:iri, no rs una prrteiisióii rcific;inte de 1;i siil,Jç-

iivic1:al i i i i i i i p1:iii para expulsarl~i de l i liiswria. Sigiiiiica, so-

I:iiiic.iite, qile l;, "vei-dad" iio reii.ili:i dcl soiiictiiiiieiito a 1111.~

pri-s1>cc~ii~;i iiic:iiioi~i:ilisiic:;i que tic:iie liiiiites iii, iiiiiclio nic-

lios, a $113 o l ,~ :~~ ;~ iones tictic;is.

I j o l siipiics[,), cios liilii~cs ;ilccisii, COi i iO 110 pO<ll.i;l Scir

de ii)i-lii;i, 10s trsiiiiioiiios (Ic q~iiciics ~~csiili;ii~ii vicii-

Page 41: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado
Page 42: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

Se creí'l qiie Iiis viejas lealtades políticas tradicioiiales po-

driiiii o disolvcrse o rnoditicarse, y que las ti-adiciones polí-

ticas debiaii ser reivindicacias porque su transformación

ideológica Ias integr;iría en nuevos marcos progr-amáticos.

Estas operacioiies no podíaii realizarse sin un fuerte com-

ponente letrado eii 10s cuadros de dirección y en 10s secto-

res intei-iiiedios, e incluso en la base de las organizacioiies.

E1 iinngiriario de ln revolución era libresco y esto se mani-

Sestaba eii Ia iiisisteiicia sobre la formación teórica de 10s

iililitantes; las disciisiones entre organizacio~ies se alirnenta-

baii de citas (por supuesto, recortadas y repetidas) de alçu-

iios textos fundadores, a 10s que había que conocer. La po-

lítica de esos aiios, con diferencias de periodizaciórl según

Ias nacioiies de1 sur de Arnérica, giraba tanto alrededor de

algúri texto sagrado conio de Ia voluntad revolucionaria. 0,

iiiás bieri, Ia voliiiitad revolucioriaria tenía algíin libro en su

origen, conio teiiia tairibiéii a algún país socialista (Cuba,

Vietiiaiii, Lhiiiii). La irnportaricia de la "teoría" (una ver-

sión siiiiplificada para usos p~~icticos), sobre todo en e1 cam-

po i~lasxista, les dio uii caiácter sing~ilasnieiite doctr-inario

a riiuclias iiiierveiiciories políticas y seria uii error pensa-

cliie esto sucedí;~ solo en e1 espacio iiiiiversitario o que era

protagoiiizacio exc.l~isivaiiieiite por !a pequeiia burguesía.

liicl~iso los pcq)lilisiiios revoliicionarios sosteiiiiiii su accióri

c A i i uii iiiiagiiiiii-io ciiyas f'tienres ei;irl escritas.

15asc:i It.<:i. lus cieiiios cle págiii:is de 10s iiioviiiiieritos ci-is-

ti;iiios i.~idiciilizatlos, donde Ias iiiterpreracioiies rle liis encí-

clicas y de 10s Evaiigelios fueroii verd.ideros ejerciciob de se-

culari~acióii de la teologí'i, que tuvieron irifluencia 110 só10

sobre Ias orgariizacioiies políticas siiio tainbiéil sobre mu-

chos obispos dc hiriérica I~tiria.17 Cr~izitndose, inezcláiidose

y contaniiiiáiidose con las versiones iiiarxistas, depeiidentis-

I tas, nacionalis~s y eii coiiflueiicia con e1 peronismo i-adicali-

! zado, uii relato de origen ci-istiano, e1 mileiiarisrno, produjo I

una niasa de textos que, en uri extremo, integraba Ia "teolo-

gía de la libei-aci6n" y, en e1 otro, la teoria de la luclia arina-

da, ya que Ia niieva sociedad estaría precedida por uria etapa i

de destrucci6il reparadora. E1 milenarisino file profktico y a

1 través de sus profetas, conienzando por Ia palabi-a de Cristo, 1

siis legiones se reconocen y organizan. La profecia llega a1

presente desde e1 pasado, autorizando e1 cambio que ha sido i

I anunciado eii 10s textos sagrados. En Aniérica Latina, e1 cri+ 1

tianismo revolucionario de 10s aíios sesenta y setenta marccí

e1 nioinenro de inayos coiiipacidad y perietracióii de esre dis-

: curso. Se leyó la Biblia en clave ~erce~.rriuiidista y se divulga- i 1 ron versioiies secul~ii~izadas de1 inerisxje evaiigélico. Los do-

I

1 17 Uiiu 311~01ugi;l cic L ~ X I O S : L I I ~ ~ ; ~ I ~ ( J I - ~ I I I ; I Iiisi6iic0 p~icdcn C I I C U I I L I ~ L I I -

se eii I~C';IIT~L S.LI.~CJ, 1.(1 / , (~ i (~ l lc~ dr 111.5 itlecls, D L L C I I O ~ i\lrc>, Ai-iel, 2001, dc~iitle . C:,ii 10s Xli,iiiiii-;iiio c.sci-ibií~ c1 capit~ilo subi-e I;i> pobicioiies iiaci~ii:il-popii-

I l,ii.cs. (:la~itli.i (:iliii;cri Iiii es~iidi;i<lo 10s t1rb;itcs iiiit.lt.c~~ialc~ dt. cjtc 1x1-i* do C:II L I ~ I I I I J I U e x c ~ ~ l c i ~ i c ~ : ~ . ~ L ~ ~ L L I / L ~ L ,y O J / J ( I ~ ( L , ~ \ L I L I I O > A~I.L's, S I ~ I O XXI,

2009. 1';ii;i iiii;i 1)~.1.51)~.~.1i\.~i ~ ~ 1 1 l ~ ~ ; i l ~ ~ ~ i ~ i cc>ii c1 c : i~u íi..iiici's, \.i..ibi. cl y.t (i-

1x10 Ii1>1.c1 (1,. Jc,:i~i-l'iri.rc. 1.c Gol'l', q ~ e i-c.iili/;~, :i ~ ~ I ~ L J ~ ~ I L C J ~ I c hI;i),o clcl 68

y 10s iiiios si,gl~ici~[cs, L I I I L ' S L L I C ~ ~ O cuyu cje cs 1'1 l i is~uii,~ de I;ib it1e.i~.

Page 43: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

cuineiitos de1 hloviiniento de Sacerdotes para e1 Tercer Mun-

do, la revista C?zstianis~no y RçvoLución, la teologia de la libera-

ción de1 cura peruano Giistavo Gutiérrez, prepararon e1 sue-

10 ideológico donde e1 milenarismo cristiano se encontro

con Ia radicalización revolucionaria.18

L35 ideas eran defendidas como núcleo constitutivo de la

identidad política, sobre todo en las fracciones marxistas de1

movimiento radicalizado. La afirmación de la primacía inte-

lectual no debería toni,arse como descnpción de 10 que efec-

tivamente sucedía con 10s sujetos, sino corno indicación de

qué de& suceder. Pero esta indicación en si misma era un

eleinento activo de la realidad e incidía en la configuración

de las identidades políticas: la utopía de una teoría revolu-

cionaria que informara y guiara la experiencia presionaba

sobre Ia práctica cotidiana de 10s movimientos. Esto no con-

virtió a todos 10s militantes en eruditos, pero seiialó uf-i ideal.

En las fracciones populistiis, como 10 fue e1 peronismo re-

volucionario en la Argentina, por un lado, se reivindicaba

una ideritidad histórica fundada en la identificación con un

líder carismático, y se planteaba la oposición entre elites le-

tradas y pueblo como una línea divisoria de la historia nacio-

nal, ran fuertç como la que oponía Ia nacióri a1 imperialis-

ino; por e1 oti-o, se difundia esa misma historia en versión

esci-i ta, ensajisrica, que era Lida y aprendida por miles de jú-

~ q ' é ~ ~ ~ ~ c, I-studio ' preliiiiinar", cap. 11, "Cristianos eii e1 siglo", en: Beatriz Sai-10, Lu b(i/all(~ cle ias ideus, cit.

veiies qiir rnconwiban en algunos autores "nacionales" y en

la teoría de la dependencia de Cardoso y Faletto Ias claves

para ejercer, a1 mismo tiempo, un aritiiiitelectualisnio histori-

cista junto con una brmación libresca en esa tradición de lu-

clias nacionales que 10s viejos sectores populares no habian

aprendido en 10s libros pero que 10s recién llegados a1 movi-

miento debían aprender en ellos. E1 debate sobre la natura-

leza de1 peronismo fue claramente ideológico y esturo mal--

cado por intervenciones intelectuales y acadkmicas.19

Los caniinos de la revolución (las "vias"), las fuerzas so-

ciales que se aliaban o se oponian rn su recorrido (10s fren-

tes, la dirección. las etapas, las tarcas, según e1 vocabulario

de la época), y e1 tipo de organización (partido, movimien-

to, ejército revolucionario, y sus respectivas células, forma-

ciones, jerarquias, coinunicación y compartimentación)

eran ianibién capítulos doctrinarios fundamentales y obje-

to de debate no só10 en la prensa partidai-ia.'0

19 I;, ,,,r alta, segurainente, fue Ia de1 trab:<o de Juan Clirlos Portan-

tirro y bligi~el hluri~iis, C t i i d i o sobre 10s orise t~s dlr pro.nn11~6, Buinos &rer, Sigla XXl, 2001 (1971). Verse para una Iiistoi-ia de lar idear sobre

peiuil i~ll~o: C'irlos Xlidliiirano, Bujv d de 1u.s ? i i ~ ~ u i , L(UCIIOS Ares,

Ariel Histeria, 2001. N L-i inll>oit;iIicici de una revista conii> P u u d ~ y Iiti.,i<i.,fllf, )' de 13 seiie

de olli-;is de Ias Iliás diversas líile;\s de la ti adiciõri riiarxisla ;iparçcidas eri los "Ciiu~e~-lios de lJnsudo y Prest.nte", dii-igidub porlusk íUicÓ, iio i i i i

dato solilsi-iu excqicional de1 período. l '~~sa<fi, y I'ir.xtrLe i ~ e p l ~ ~ ~ i i t ~ . l '1

nivel illtt.leçtual iliis sofisticado, pero L~ri11abl-i parte de i i r i caiiipo de

put>lic.lcioiics, dciltio de1 cual 10s Irsciculos drl Cciltru Ediioi (Ir AiiiL'ri-

Page 44: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

I>a eiiiergeiicia de la çuerrilla motivó, en e1 caso argenti-

iio, cli~e revistas y ?ieniaiiarios de1 niei-cado pusierair esta dis-

ciisión, de larga tradicióii eri e1 moviiiiiento comunista y so-

ci:ilista, a disposición de sus lectores. Ese desborde de teinas

de la teoria revolucionaria liacia la prensa de información

general, que se coniprueba cada vez que se examinan perió-

dicos de Ia época, marca tairibién un proceso de difusión ha-

cia capas medias que iio riecesariamente se incluían en las

orgdnizaciones. Las vanguardias políticas de ese período for-

iiiaron parte de iin inovimiento más amplio de r-enovación

cultural que acoiiipaiió 10s procesos de niodernización so-

cioecoiiómica de la década de1 sesenta. Los carnbios cultura-

les y en Ias costuinbres fueron irnpulsados por una geiiera-

ci6n que dejó su marca también exi e1 periodismo, en nuevas

formas de vida y en Ias vanguardias estéticas.

Todo esto es sabido. Ahora bien, si el período fue esce-

irario de uii iinpor~aiite giro en las ideas qiie no se vivió so-

lar~iei~te en "estado pi-áctico" sino bajo fornias discursivas,

textiiales, libi-escns; si e1 iiiiagiiiario político, lejos de corifi-

I gurarse coi1ti.a 10 letrado, recurría a iiiia cultiira ilus~rada

i C;\ 1.aiili;i ( ( J L I C se \ .(:i~(li . i i~ c11 Ii iubc~s t ~ u r de~eii;is cle iiiiles) ol>tciií;iii Ia

1113)'Ol- dil'iisióii iii;i>i\,;i. 1.;i> C O ~ T C C ~ O I I L ' S de1 Ckritro Etlitijr coirio Siglo-

t ~ t ~ t l d o ((1irigid:i pui.,]oi.ge l.iil'l'~rg~ie), Ia lljhlorju de1 ~ ~ ~ ~ ~ l ~ ~ ~ u l i s t ~ ~ u (dirigida

por :iIb~.i LU lil:Í), c ii~cIii>u f 'o/ i~uk(i , L I I I A 11istol-i:i a~geiitii i i~ dii.igicla pai.

i-i:iy(lcc Ooiusiigiii ile ' 1 i i i rcs, coii iii:iyoi- iiicit1eiici;i tlc lus l i is~ori~icl i~re~

1~i~~lC.>ioii.ilc,, fi>i.iii:iti;tii tili;\ l>il)liuiec;~ políiic~i p o l ~ ~ i l ; i i , ( ~ u e poclí;i eri-

c o i i t i - : i i ~ eii 1ocl:i 1:i :li-gciiiiiia.

para articu1;ir impulsos, necesidades y ci-eencias; si e1 mito

revolucionario se sostuvo en una liis~oria escrita y en un de-

bate que ya Iiabía atravesado buena parte de1 siglo XX, la

preguilta es cuanto de1 peso y la i-everberación de Ias ideas

lia quedado en Ias narraciones testiinoiiiales o, niás bien,

qu6 saci-ificio de Ia cara intelectual e ideológica de1 rnovi-

rniento político-social se impone en la riarracióri en pri-

niera persoiia de una subjetividad de Ia Gpoca. <Cuánto

subsiste de este tenor ideológico de 1a vida política en las

narraciones de la subjetividad?~l 0, si se quiere, tc~iál es e1

género histórico más afiir a la reconstrucción de uiia época

como aquella?

No se trata de discutir 10s derechos de la expresión de la I I

subjetividad. Lo que quiero decir es inás seiicillo: la subjeti-

vidad es histórica y si se cree posible volver a captarla en 1 I

una riarración, es su dikrencialidad la que vale. Una iitopía I

revolucionaria cargada de ideas recibe un Lrato injusto si se I 1

Ia presciita só10 o ftindaxiieii~alrile~~ce como drama posirio- I

derrio tle 10s afèctos.

Page 45: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

Contra un mito de la memoria

Paolo Rossi escribe que, después de Rousseau, "e1 pasado se-

rá concebido coino siempre 'reconstruido' y organizado so-

bre la base de una coherencia imaginaria. E1 pasado imagi-

nado se vuelve un problema no só10 para la psicologia, sino

wmbién (y se debería decir, sobre todo) para la historiogia-

fia.. . La meinoria, como se ha dicho, 'coloniza' e1 pasado y

10 organiza sobre la base de las concepciones y las emociones

de1 presente".z La cita va a1 centro de mi argumento. Por un

lado, Ia narración hace sentido de1 pasado, pero só10 si, co-

mo seiialó Arendt, la imaginación viaja, se despega de su in-

inediatei identitaria; todos 10s problemas de la experiencia

(si se admire que hay experiencia) se abren en una actuali-

dad que oscila entre afirmar la cnsis de la subjetividad en un

mundo inediatirado y la persistencia de la subjetividad co-

mo una especie de artesanado de resistencia.

De todos modos, si no se practica un escepticismo radical

y se adiiiite la posibilidad de una reconstrucción de1 pasado,

se abren las vias de Ia subjetividad remenlorante y de una his-

toria sensibilizada a ella pero que se distingue conceptnnl y

nietodo1ógic:inienie de sus narraciones. Esa historia, como

lo seiialii Rossi, vire bajo la presión de una ineinoria (rrali-

zarido, de niotlo extreiiio, lo que Benjariiin solicitara coino

'V:iolo Kossi, b.7 pu~ctdo, [(i »ie j~~or i l r , el otr,i~lo, But.iius rlii-es, Nuev;, Vi-

sión, 2003, pp. 87-88,

refutacií~n de1 positivismo reifican~e) que reclama las prerro- 1

I

gativas de proriniidad y perspectiva, prerrogativas :i Ias que I

la meinoria quizá tieiie derechos morales, pero no oti-os. Los i

i

discursos de la mernoria tan impregnados de ideologías co-

mo los de la historia, no se someten como los de la disciplina i histórica a un control que tenga lugx eii uria esferit pública

, I

separada de la subjetividad. 4

I

La memoria tiene interés en e1 presente tanto como la

historia o e1 arte, pero de manera distinta. Incluso en estos

anos, cuando ya se ha ejercido hasta sus últimas consecuen- i i

cias Ia critica de la idea de verdad, las narraciones de me- 1

moria parecen ofrecer una auteliticidad de la que estanios

acostumbrados a desconfiar radicalmente. En e1 caso de las I memorias de la represióii, la suspeiisión de esa desconfian-

I

za tuvo causas moi-ales, jurídicas y políticas. Lo importante i

no era comprender e1 mundo de las vicrimas, sino lograr la I

I

conderia de 10s culpables.

I'ero es dificil que quieiies están comprometidus en una

luclia por e1 rsclnrecimiento de Ias desapariciones, asesina-

tos y torturas, se liriiiten después de dos di-cadas de transi-

cióii cfeiiiocriitica a establecer e1 sentido jurídico de s11 prác-

tica. IAS oi.g;iiiixiiciones de derechos liiiniaiios poli~izai-oii

s ~ i disciirso porque Hie iiieviml)lt. que busc:uai~ uii seritido

sus~a~~c.ial cri Ias ;ic.ciones de 10s ~riilit~iiiit~s q ~ i c siifi-iei.012 r1

terroi.isillo de E1 Nl~ncrc 7,lcii p;li.ecc eiitolicrs insufi-

ciente y I>ide no sólojusticiii si110 t:iiirl,i&ii uii ieconoci-

niieirto positivo íle las ~cciuiies de las viciiin;is.

Page 46: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

Se eiitiriide e1 sentido iiioral de esta reiviildicaciõii. Pero

co111o se convierte en una interpretación de la historia (y de-

j:i de sei- sJlo i i r i Iiecho de niemoria) cuesta coiiceder-le que

se n3aiiteiig-a ajena a1 principio crítico que se ejerce sobre Ia

liistoria. Ciiaiicio una narración ineinorialística compite con

Ia liistoria y sostiene su reclamo en 10s privilegias de iina sub-

jetividad que sería su garante (como si pudiéramos volver a

creer en alguien que simplemente dice: "digo la verdad de lo

que sucedió conmiço o de lo que vi que sucedía, de lo que

me enteré que sucedió a mi amigo, a nii hermano"), se colo-

ca, por e1 ejescicio de una imaginaria autenticidad testimo-

nial, en una especie de linibo interpretativo.

4. Experiencia y qrgumentación

Existeri otras inaneras de trabajar la experieilcia. Algunos

textos comparte11 con la literatura y las ciencias sociales las

precauciones fi-ente a una enipiria que no haya sido cons-

truida coiiio problema; y desconfian de la sinceridaci y la ver-

dad de Ia pririiera persona como producto directo de un re-

lato. Recurrei~ a una modalidad argu~nentativa porque no

creen de1 todo en que lo vivido se h;iga simplemente visible,

coino si pudiera fluir de una narraciói~ que acuriiula detalles 1 en e1 iiioílo realista-i-omáiitico. Soii textos raros y me referiré

a dos: "La bemba" de Eriiilio de Ípc,la y Potler-y rlt-;a&~un'&Ór~;

105 tarrSo~ de t u ~ ~ r e , ~ t r r ~ b ó r ~ HL il~gej~linc~, cle Pilar Calveiro.

l'resuporieii lectoi-es que buscaii explicaciories que no

estéri só10 sosteriidas en la petición de vei-dad de1 tcsti~iio-

nio, ni cri e1 iiilpacto iiioral de Ias condiciones que coloca-

roi1 a alguien en la situiici6ii de sei testigo o víctiriia, iii en , i I

Ia idei~tific~icióii. Pie~~iporieil autor es cliie i ~ o pieiis~in que "! !

la expei ieiicici e~iti rga clii ect'lirieiite iiri'i iiiteleccií,ii de 10s I

eleri~eiitos que 1'1 c oiiipoiieii, co~iio si se li'itai a dc uria es- I

pecie tlc ciolui os,i cor~i~eiisacióii clel si111 iiiiiciilo Contra IA 1 I

idea rliie cxpuso AI eiidt, cle que wl)re ciei 10s Iir~lios e\tr e-

irios Ú I I I L ~ L I ~ I C ' I ~ L C es posible i~ii ' i iecoiibti uccioii i i ' i i iGitiva, I I I

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Page 47: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado
Page 48: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

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Page 49: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

cer 10s textos futuros, rii tener Lina idea de cuál iba a ser e1

tono y la retórica con que la literatura testimonial presenta-

ría su "~nateria priiiia". Sin embargo, la "Introducción" deja

suponer que e1 texto cornenzó a escribirse en la cárcel

"cuinpliendo e1 papel propio de 10s 'intelectuales' en pri-

sióii ... esto es, e1 de constituirse en analistas y comentado-

res, más que en productores de bembas". En esta división

entre productor y analista se sostiene todo e1 trabajo, y tam-

bién mi lectura.

En la "Introducción", de Ípola revisa no só10 las nocio-

nes de verosinlilitud de1 rumor (bemba) con Ias que e1 ar-

tículo trabaja explicitamente sino que, juzgando insuficien-

te la perspectiva teórica inicial, desarrolla "algo que ... es

apenas insinuado: e1 proceso de producción-circulación de

las bembas tiene una clara analogía con 10 que e1 psicoanã- I

lisis Ilama una 'elaboración secundaria'. De1 mismo inodo

en que e1 paciente, en la narración de un sueiío, tiende a

borrar su aparente absurdidad, llenarido sus lagunas y cons-

truyendo un relato continuo y coherente, también e1 traba-

jo de las bernbas consiste en eliminar progresivainente 10s

absurdos aparentes ('idos mil libertades!') de una pre-ver-

sión inicial, para ir dando fornia por esa vía a una versión

aceptable: verosíiriil". La "lritroducción" subraya, en reali-

dad, que e1 artículo no file 10 suficientemente teórico, o

que, dentro clel espacio teórico, no acentuó una dimensión

que, en e1 nioriiento de publicar10 en libro, a de Ípola le

iriipor.ta par ti~ul~lrmeiite: Ia psicoanalítica. En suma: Ia in-

trotiucción de 1983 vuelve a "La beml>am excusándola corno

escrito demasiado atenido a un nioniento descriptivo de la

experiçnçj~. De Ípola Ir exige más. L.os lecrores, de aquel

entonces y'ge hoy, tienen la impresióii contraria: se Lrata de

iin texto Çíierteiiiente inspirado en teorías, donde la expe- /

rieiicia de Ia cárcel es construida coino objeto (teórico, se

liubiera dicho en 10s aiíos ochenta) que permite e1 estudio

de1 rumor y de las condiciones carcrlar.ias que hacen posi-

ble su clifusióri y sustentan su verosin-iilitud. Lo que de Ipo-

Ia, en 1983, juzga demasiado cercano a1 testiinonio es, corn-

parado con cualquier testimonio realmente existente, un

sofisticado anslisis donde e1 yo de1 testigo nunca aparece ni

siquiera como lugar importante de enunciación.

E1 rumor es un tema característico de la semiología y 1a

teoria de la cornunicación, disciplinas de punta en 10s aiíos ,

sesenta y seterita, a las que de 1pol;i llegaba desde una for-

maci6n filosófica y social. "La ben-iba", aunqtie incorpora

otras influencias, se sostiene rri dos textos característicos de

la Epoca: lnlerr~atlos de Cioffrnan sobre e1 sanatorio psiqulitri-

co como iiistitució~l total (y, en consec~ieiicia, conio espejo

de la chrcel) y Vig~lm y (1~1.stigurde Fou(:ault (aiinque e1 ruriioi

seria una fisura de1 coiitiol absoluto). Pei-o, citados c:n la bi-

bliogi-dia, 10s trabajos sobre seiiliología e ideología son tmi-

l>ién 1111 liiarco delitro de1 cual las iioc-iories proveilierices de1

cariipo de Ia coiiiuiiicaciGr1 se cruziiii coii las de1 iri~tixisiiio

c:str~ictiiralista. Este ci-a iiiio de 10s ~iiicleos de uiia riueva se-

miologia, con oti-a vertiriice que llcgaba tfe la aiiuopo1ogi:i

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z - - .2 3 . z 2 3 - "i" - G \f o s 4

Page 51: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

\ decir dei 'trabajo' de Ias beiiibas algo niuy semejante a 10 I

1 que Marx (E1 Cl~pitui, vol. 11, p. 135) afirma acerca de1 trans- I porte de inercaricías, esto es que diclio trubajo se nianifies- I

ta como 'Ia coiitiiiuación d e un proceso de producción dm- j tro de1 proceso de circulación y para éste"'. Podría leerse eii

esta cita de Marx una perspectiva irónica, si ella no estuvie-

ra completamente en sintonia con 10s esfùerzos realizados

entonces por semiólogos y por marxistas que subrayaban Ia

subordinacióii de todo proceso social bajo e1 capitalismo a

las condiciones definidas por e1 trabajo asalariado en la pro-

ducción de mercancías.

Por su excepcioiialidad, Ia bemba no responde a1 mode-

lo, lo cual, en una coyuntura teórica de niodelos fuertes ini-

plica una forzadura a tener en cuerita. De ípola analiza coii

esos rriodelos fuertes y, en consecuencia, Ia beinbil le pre-

senta problemas a resolver. E1 rumor carce1:irio es una iiis-

tancia de prueba de Ias posibilidades de Ia teoría porque, a1

tieiripo que es distinto d e todos los deniás rnensajes, se in-

tenta describirlo en 10 que responde y en lo que se desvia

de sus regias. Ello precisamente permite descubr-ir eri qué

consiste su excepcionalidad, es decir, Ia persistencia de Ia

coinunicación eii un áiiil>ito de proliibicioiies casi coiiiple-

tas. l'ara considerar esa excepcioiia!idad, de Ipola rio torit;i

e1 c:tniirir> de1 estudio etnogi-álico de Ia ii~ventiva de 10s pi-c-

sos; iiada está iiiás lejos de su perspectiva que una recoiis-

ti-ucci0ii que po1ig.a en e1 centro a 10s sujetos. Mas bieii, c11

e1 ceiitro colocii una estructura de relaciories expiiesta coii-

ceptualiriente. No estudia a 1,:: presos escuchando o difun-

diendo i-umores, sino las condiciones en que éstos logran

significar algo. Y le interesan particularmente 10s presu-

puestos de Ia verosimilitud de1 rumor. Con su análisis no

quiere probar que siempre, en todas las condiciones, una

pequeria sociedad logra un pequeno pero significativo ob-

jetivo, sino que la bemba altera las secuencias normales de

la circulación de mensajes de un modo que la teoría se ve-

rá obligada a considerar. Se trata de1 estudio de una excep

cióri comunicacional, no simplemente d e una experiencia

comunicativa.

De ípola caracteriza la cárcel como un espacio donde

"en cualquier momento puede ocurrir cualquier cosa". Es-

ta indetermiriaci6n de 10 esperado en términos comunica-

tivos es un rasgo impuesto por e1 poder carcelario para que

10s sujetos vivan en un régimen semiológico de escasez. En

cualquier momento puedr ocurrir cualquier cosa por dos

motivos: Ia fragriieritaciói~ de la infoririación que llega des-

d e afuei-a, distorsionada por redes de difusión endebles o

ainenazadas, y la escasez de mensajes que pueden producir-

se adeiitro, agravada por un rbgimen de prohibiciones fuer-

tes pei-o oscilaiites, que sori toclopoder~xsas y, a lu vez, ines-

iables. E1 rurnor es la respuesta a Ia escasez y Ia indl-finición

de Ias coridiciones coriiuriicativas.

<:oiiio rcspuesta a uiia prohibicióii y a una escasvz, Ia

t)eiiiba se caracteriza por su "iioiriadisrno". E1 ~nensaje no

se estabiliza en iiiiiguna parte iii puede almaceriarse en riiii-

Page 52: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

g6ii i-egist1.o de inenioria. Si no circula, iiiuere. A dikrencia

de 10s nieiisajes "rioi~iiiales", Ia beiiiba sieriipre superpone

Iii prociuccióii y la difusióii, porque no Iiay beinbas guarda-

das por los sujetos, coiiio éstos piiedeii guardar 10s rnensa-

jes sustr-aídos de1 circuito c~niunicativo. Fuera de &te, Ia

Iwniba no existe. Y asi c6mo n h u e d e ser guardada como

coiitenido de iiieiiloria, esta inisma imposibilidad garantiza

qiie 10s teinas de Ia beniba (pero no 10s riieiisajes) puedaii

repetirse siii que se agote su iiiterés, a diferencia de lo que

sucede eii condicioiies "norrriales", donde Ia repeticióri

afecta e1 iilteres por desgaste de Ia riovedaci iiiforriiativa.

Naturaliiieiite, e1 graii tema de Ia beiiiba son Ias liberta-

des, los iiidultos y 10s traslados. El ámbito carcelario de su

producción deline criidaiiiente e1 elenco de argciiiieiitos; y

e1 cai-actes de esos arguirientos obliga a que, conio Ias beni-

Las niiiica se rexlizan, todos 10s iiieiisajes dehaii ser olvida-

dos para dejar sii lugar a iiuevos ineilsajes con 10s inisiiios

tcniiis, que serán una vez niás olvidados. Siri ese círculo doii-

de 10 riuevo borra lo anterior, desde e1 inicio e1 suiiior esva-

ria riiar-cado por <:I desci-étlito. La bemka es, básicaiiieiite,

uiia proiiiesa de tùtiiro qiie eiivejece y riiuere eii e1 clía, pii-

ra (lyjar sti lugrii- a oti;i proiiiesa idéntica, pero li-ascadii coii

~ir.i:iciories ai-giiiiieiit;i.lt~.s 01,ligatoi-ias.

De Ipola se iiitrrrc~ga sobre Ias coiidicioiies de vcr-osirriili-

iu<l y 1;is tjases (li la ci-ceiicia y, a1 liacei-10, procesa eii iiiotlo

:iiialiti<:o e iii~ei.l>i.eiii~ivo 1;i cii-ciilacióii de rurnorcs cliic C1

hii expei.iiiieiita(Io coiiio preso. Eii su estii<lio, lo vivido de

uiia experieiicia se hace presente só10 en una configuración I

, descriptiva que responde a normas disciplinares. Por ejem-

plo, cuando eri agosto de 1976 se difuiidió una bemba de li-

beración d e d o s mil prisioneros, de Ípola indaga e1 niodo

en que Ia exageración, e1 carácter "inmoderado" de ese ru-

mor, irnpidió que h e r a creido. En la "Introducciónn, vuelve

sobre esta regla de Ia moderación que le parece una clave

para explicar la verosimilitud de1 rumor. Sin embargo, e1 re-

chazo de una beniba que advierte sobre u ~ i traslado masivo

exige una explicación diferente: asi como se desconfia de I Ias bembas demasiado optimistas, no se cree en aquellas de

iiegatividad exagerada, que excluyrn alguna esperanza.

En este rechazo, de Ípola observa algo más importante:

un traslado rnrisivo destruiría Ias condiciones niismas de

circulación dc cualqliier bemba, porque su difusión es po-

sible sGlo entre gente iriiiy coiiocida. Por 10 tanto, Ia resis-

teiicia a aceptar un siiriior de traslado provieiie de que

itiiienaza e1 circuito y Ias coiidiciones de producción coinu-

nicativa. Ida observacióri hace pensar que e1 circuito comuni-

ciitivo se preserva inis ;i115 de1 deseo de 10s sujetos que iriter-

vieiieii cri é1. La beiiil~i es e1 "grado cero" íle Ia resisteiicia

;i1 1 ~ . o w x ~ ílc d<:sinSoi-iii;iciú~i carcelario. En ese ;rado cr.

1.0, "ews pi)bi.cs iiiig~ijiis de iiilòrniación" debc:ri qiietiar iiis-

cril>~;issiciripi.e e11 13 lúgica de su proceso de prolliicci0n y

circiil;tr.ii>ii, porque alli alcaiizari t;iiiibiCri u11 gi.;rdo de ve-

i~osiiiiiliiiicl qiie evita que :e convicrtaii eri iiieii:;?jcs I'killi-

dos, coriipIet;iiiieiite desecliables eii 1;i iiieclida eii que coii-

Page 53: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

uadiceii tanto Ias expectativas de la recepcióri corno las con-

diciones eri que deben ser producidas y difiindidas.

I>ilesio en sociólogo de Ia prisión, de lpola alirma que la 1 i recepcióil de Ia beiiiba depende de las categorias de presos

que Ia escuchaii y difunderi. ~a'qreencia eri e1 rurnor está li- t ,

1 . gada a Ias cualidades y destrezas intelectiiales de sus recep

torei, que de ípola detiiie eri Ia estructura de Ia sociedad . 1; , carcelaria, reciirriendo a una tipologia sociológica organiza-

da cor1 iricisos que se identifican de (a) liiista (h): mieriibros

i orginicos de partidos de izquierda o revolucionarios; sindi- I

calistas de alto iiivel, delegados siridicales medios; profesio-

nales e intelectuales de izquierda sin militancia; mienibros

de1 gobierno peronista derrocado; simpatizantes lejanos; y

t garrones a 10s que describe corno reveladores de la verdad de1 sufriiniento carcelario, en Ia iiiedida en que elloa iio pue-

den, por 10 nienos a1 principio, dar razón ni explicarse eii

f términos políticos lo que lks lia tocado padecer; e1 garrón

es, para de lpola, una condensación de Ia cárcel, y a sus cli-

ferelites categorías y procedencias les dedica una exteiisii

noia (digaiiios que LI garrón evoca, sili 1;i inisma tingicicla(l,

la 1igiir:i clcl "niusiiliiiiii" en 10s testiinoiiios de Prinio 1,evi).

1.a tipolugia de Ia socirdrtd carcclai-i:i riu shlo exliibe sii ~ U S -

crido et<.Ct<:, de cientiticidad, siiio que corrot)ora, coriio otros

r.c(:ursos (lc*I trxto, I:i dis~inciii que de ipol;i quirre iii;irite-

iivr coii rl iccilerclo de sii cxpeririici;~. MAS que ~.evivii-l;~,

I I>iibc;i iiiipiiiiiir solji-r rlls Ias ciitegor-i:is y 121 rçti>iica expcisi-

I I ~iva de iiii:i ~1;sciplin;i que ptri-ii~i~i peiisaila r n tésiiiiiios ge-

I

nerales, extraykndola de la esfera de Ia inmediatez y la sensi-

bilidad para ponerla en h esfera intelectual.

La caracterización de las relaciones entre sectores de la

! población carcelaria y sus custodios explica de algún modo I por quk de Ípola puede hacer este trabajo sobre la expe-

riencia sin someterse a ella. Los carceleros reconocen que e1

preso politico tiene un saber, generalmente político, que

no pueclen extraerle (a diferencia de II inforrnación que pue-

de extraerse en la tortura), un saber aprendido en 10s li-

bros, que no se pierde y sobre e1 cual de Ípola funda su

identidad a1 salir de la prisión. Libre, no se considera un ex

preso de la dictadura, sino un intelectual que estuvo preso.

"La bemba" presenta 10s fundamentos de este saber en las

fuentes teóricas y sociológicas, citadas con una abundancia

que remite no só10 a su necesidad conceptual sino también

a esa definición identitaria: recuerdan lar armas de1 preso

político frente a sus carceleros.

La teoria ilumina la experiencia. E1 ensayo de De l p o h

se muevç con esta convicción especialmente en sintonía

con e1 lugar que la teoria tiene en e1 marxismo esuuctura-

liaia, eii IA aiitiopología estructural, en Ia seriiiología, don-

Ias crçri>cias no sun uii u e l o fainiliar sobre < 1 que apo-

yarse porque nunca cri611 librçs de Ia falbe iad de la

iclrolugiu, cuya contaiiiiriucii>ii só10 puede disip: rla una iii-

ter-verici6ii sostenida en cl sabe;. Por eso Ia expri ienciLi per-

soiial no forma parte de1 i-urrpo de1 trxto siiio quc C S L ~

<ioiide lç corresponde, cii 1;is notas e l e da po ripa, ~ o i i i o

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Page 55: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

una iiiatriz concentracionaria en Ia sociedad argentina,

idea que, a1 tipificar una reiteración histórica, una espe-

cie de constante inás a115 de Ias diferencias, es discutible

porque la origiiialidad de1 régimen de1 campo, precisa-

mente demostrada por Calveiro, rechaza Ia hipótesis de

una reiteración con variantes. Si Calveiro tiene razón, e1

campo es un invento tan novedoso conio Ia figura de1 de-

saparecido que deriva de su existen{ia. Entre represión y

desaparición, entre régimen carceladq, y régimen concen-

tracionario hay distinciones que impid& pensar Ia persis-

tencia de una matriz. La descripción analítica de Calveiro

sirve para probar esto.

Frente a Ias fuerzas armadas, las formaciones guerrille-

ras son "casi la condición sine qua non de 10s movimientos

radicales de Ia época". Keconocida por muchos no como

una opción equivocada sino como "la máxima expresión de

Ia política primero, y Ia política misma más tarde", Ia gue-

rrilla comenzó a "i-eproducir en su interior, por lo menos

eii parte, e1 poder autoritario que intentaba cuestionar".

CaIveiro evalúa diferenciadamerite a 10s Montoneros y e1

EW cuando senala que Koberto Santucho, lider de1 lSRI',

eii julio de 1976 poco antes de su niuerte, afirmó que Ia

pr-iiicipal equivocacióii de esa forni:icióii armada file "no

liciberse rcplega<lo" y pasar por alto su aisllirniento de1 "ino-

viiiiieiiro de iriasas"; Ia estr-atcgia nioritonera, en c;iiii:)io, 111-

z o prevalecer "uii:t 1ój;ica revolucicnaria contra to<lo seriti-

do de realidad partierido, como preriiisa incuestioria~~lc, de

Ia certeza absoluta de1 triunfo". Por un lado, Ia guerrilla era

Ia forma principal de la política revolucionaria en e1 co-

mienzo de la década de1 setenta y, por eso, no podría ser

evaluada simplemente como un disparo de locura colecti-

va; por e1 otro, Ias dos principales direcciones guerrilleras

mantuvieron con su práctica una relación que a Calveiro

(ex niilitante montonera) le parece necesario diferenciar

por razones que se verán enseguida.

Respecto de Ia guerrilla y sus organizaciones de super-

ficie, Calveiro se separa de1 sentido común elaborado du-

rante 10s primeros aíios de Ia dictadura, persistente hasta

hoy, de que a 10s desaparecidos ler tocó ese destino de ma-

nera azarosa. Calveiro sostiene, en cambio, que la mayoría

eran militantes o periferia; la represión, desaparición o

tortura de parientes, vecinos y testigos, no forma parte de ,

la ley general de1 sistema desaparecedor. Sin embargo, su

inclusión fortalecía Ia idea de que "cualquiera podía caer",

y asi consolidaba e1 régimen de terror A1 establecer esta

diferencia con e1 discurso más difundido, Calveiro se in-

depeiidiza de ese sentido común cuya función, durante

10s anos de Ia dictadura, todavía hoy necesita ser evaluada,

eri Ia iriditla en que, a1 afirm~rse e1 azar como Iev gene-

ral, ias ~orisecuencias podían ser ran desniovilizad~ )ras CO-

1110 la acusacióri de ai.bitrarietlatt total que caía sc Lie 10s

r<.presores. E1 aiiálisis de Calveiro es inás complq ): e11 Ia

i~\edida t:n que 10s ceiiiros de iortui-a y nigirtr p o ~ ii:in 5c.r

ebenlualirierite vistos, como e\ e1 caso d i i de la ae 011ii:ii-

Page 56: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

ca que luiicionaba en uii hospital, o las osteiisibles

das y salidas de una coniisaría, esta comprobacioii de < I , , c

1;is "liistorias" sol~re Ia reprksión eilcontrabaii prurbar IJ. ,~.

ciales en 10s aspectos visibles de Ia niáquina reprwi.;i ic.

forzaba e1 terror- social.

Estas tesis ci-íticas no son, sin embargo, lo que 111 i !3 I I I I I ) I C -

sioiia de1 libro de Calveiro. Implican, por siipuerro, tiii ~ I I I ~ I ~

sobre Ias organizaciones guerrilleras, por una p*irte, y iiiid

idea de1 caríícter, a Ia vez novedoso pero uinbibii stisieiii.itl,,

en una hirtoria, de la represión niikar-. Lo que ru 1il)iu i 1 . 1 ~

como intei-pretación central no resihte en 10 siiiteiir,itlo 11.1,i.i

aqui, sino en su ariálisis de1 canipo de concenti.licibii.

Allí, su experiencia como prisioriera habilira e1 iii . r i i t . l t>

de otros testitiionios, entre 10s cualcs su expci-ic1ici.i c.st.t 31.

lenciosamerite presente (e1 lector sabe) y a1 iiiisiiio ~ I C I I I I , ~ ,

elidida. Acallarido lu priniera persoiia para ti.;iI);LJ;ii s01,t

testiiiionios iijenos, desde lina cliscaiicia desci-ipiiv;i c i i i i t . ~ .

pretativa, Calveii-o se ubica en uri Iiigar exccpcioii,il ( . I I I I < .

quienes suliieron l i represión y se pi-op~isici-oii r-rpit.\t.~i.

tarla. La verdad de1 texto se iiidepciicliza tlc Iii c.xpc.i i t * i i ~ 1.1

directa de qiiien lo escribe, (jue avei-igiia cii 1;i cuxpt.i I ( 1 1

cia ajciia aqucllo que poclria ci-cei. que sii pi.opi.i ( . . \ IN. .

rie~icia Ic lia criseriado. l'or cso, rio cjcrc:e uii ; i 1);ii iii~I.11

pi.esióri iiioi.al sol)]-e c] lecioi-, qiie siibc qtic ( ; ; i l \ c a i i o

Uii i i p ~ ~ i o i i e ~ i ~ i e ~ ~ ~ ~ ~ i i ~ e c i c 1 ~ 1 , pei-o ;i qiiicri iio sc. Ice ( . l i g ~ . i 1 l i . i

creriici;~ basiicia eii su pi.opiii tiisloi,i:i, sirio cii I i i r i ( , i

de otros, qire ella remiria coiiio i'tieii~e y poi- lo 1;iiiio ~ O I ~ I ~ .

i, up"aciones interpretativi: Cnlvçiro está refiriéndosr a

Ilcclios exccpcionales; no reclania, r n cambio, que sean

irei<lus $610 por Ia carga de suliimiento humano que (le)

pl-uilujeroii, si110 por e1 dispositivo intelectual que 10s in-

c(irp<,r;i a su texto. La Iectura es libre porque Calveiro no se

proci>t:i como prueba de lo dicho, aunque se sepa que su

\i<lr es parte de esa prueba. La diferencia es esencial: alguien

IIiFrrtig;i io que sucedió con ouos (aunque eso misnio le ha-

>.I siirçcli<lo). Por otra parte, las hipótesis de Cilveiro, por-

tlllc no "<:<i1 ~osteiiidas únicaniente en su experiencia de

it,i.iiiciito, puedeii ser discutidas.

(:ali c1 bori-amiento de la primera persona, la obra de

(:.ilkeiiu iio biisca lrgitiniidad ni persuasión en razones bio-

gi .iIicas, sino intelectuales. Claro está que probablemente

t.1 1il)i.o iio liul~iera sido escrito si no hubieran existido razo-

iirs I)iogi-iticas, pero esta comprobación simple vak para

~iiii,l\i,s lihrus de triiias niuy diferentes. La biografia esta

t S i i t.1 oiigci~, peiu no e1 modo expositivo, en Ia retói-ica ni

c . 1 . I ~ I ; I I . ; L I ~ J cle ciiptacicín iiioi-a1 cicl lector.

\ r i , 10 aiiigiil:iiineiite oiigiiiiil de1 libro de Calveiro es

1.1 i I t .<iri i) i i ele 1~i-esciiiclir de L I I ~ : ~ narración d e Ia expcrien-

L i., pcl~oti;~I c<11110 ~ I - ~ I C ( > ; L dc su a1-gu.iiento. Se trata de

ui i . i iit.g;iiiva cxl)licita. l>esl>ués de anos de pi~blicacióii cIe

i<-iiiiiioiiios, (::ilveiro, qiie posee 10s rnisiiios rtiaici.iales vi-

\ i f I o b 10s iiiitores tlc 1i;ii.i-acioi1c.s en piiinera pcrso:ia,

~ ) I J ~ . L I ' O I ~c l>~i~iwc dcl icl;iio dç ,u erl>erie~icia, cai) e1 ob-

I ' . ~ ~ v o ( l c ' coiivertir ln cxpei-iericia coii~er~tracioiiiiria ar-

Page 57: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

gentina en objeto de hipótesis interpretativas. En esta elec-

ción expositiva, Ias ideas no simulan surgir de1 sue10 mis-

mo de 10 vivido. Calveiro se propuso ser una cientista so-

cial que tambiérh f'ue una desaparecida; por eso se convirtió

en 10 que no era antes de sufrir Ia represión y devino cien-

tista social porque fue desaparecida. E1 libro no prolonga

en e1 preserite su identidad de víctima. En lugar de repa-

rar e1 tejido de su experiencia, se esfuerza por entenderla

en términos que no dependan exclusivaniente de 10 vivi-

do por ella. Por eso Ia argumentación es más fuerte y ex-

tensa que Ia. narración sobre Ia que se apoya y de Ia que

parte. Desde e1 punto de vista moral y político, ,habla co-

mo ciudadana, no como ix militante deteniddy tortura-

da. Su derecho viene de un universal y no de unkcircuns-

taricia terrible.

AIgunos trjernplos son muy evidentes. Calveiro afirma

que 10s desaparecedores se imaginan dioses, con poder a b

soluto de vida y niuerte. Esta conciencia omnipotente de

quienes tuvieron e1 poder de decisión en e1 campo explica

la cólera que sentían ante e1 suicidio o e1 intento de suici-

dio de un prisionero que, por esa vía definitiva, trataba de

escapar a Ia lógica total en Ia qiie se 10 había iricluido. N

preseritar estas hipótesis, Calveii-o no iiiericiona su pl-opio

intento de liiga que fùe ir.terpr-evado co~iio suicidi~ y que

despertó iiria secuela feroz de represalias. Esto es lo que le

dice a Juan Gelrnan en un repoitaje, cuantlo ella inisrria se

coloca en e1 lugar de quien da uri testiiiionio, lugar que iio

ocupa en su propio libro: Sal to por Ia venrana de un pri-

mer piso alto de la Mansión Seré porque tengo claro que, a

inedida que pase e1 tiempo, voy a estar cada vez en peores

condiciones fisicas, que voy a perder Ia iniciativa. Entonces

riie digo que debo reaccionar ya. Había visto que Ia ventana

de1 bafio no estaba asegurada. Pido que me Ileven y como

estaba ainainantando a mi liga menor, de 40 dias, me da-

ban iiiás tiempo para que pudiera sacarme la leche. Entro

a1 bafio, abro Ia ventana y salto. De pie. Me tiraba a dos co-

sas: la primera y fundamental, tratar de fugarme y perder-

me en Kivadavia ... La segunda: si había guardias afuera me

podian matar y así acabnba Ia historia ... Ellos escuchan e1

golpe de nii caída, me alzan y me llevan arriba literalmente

a patadasm.5 E1 liùro hace silencio sobre este hecho, sus cir-

cunstaiicias y rui consecuencias; tanibién hace silencio so-

bre esa hija de cuareiita dias; los lectores nos enteramos

despuks, en reportajes aparecidos acompaiiando Ia edición

argentina de la tesis mexicana.

Calveiro, cuundo acribe y anuliza, se refiere a1 acto suicida

cortio Ia decisióii que enlùrecía a 10s desaparecedores y que

teiiia las consecuencias iriás crueles, porque significaba un

ejci-cicio I>roliiùido de Ia voluntiid, pero no menciona su

expciiciicía, aurique çlla pueclr persistir en una callada I-e-

iii<iiioi-lició~i. Coirio da10 personal, ha sido bdrracia de u i i

' ~ ~ i i a i i (;cliiiiiii, "Eii el <:artipo de <leteiicii>ii estás cri ot1.a diiirrisión",

lJ(jg~~ru/12, lY de iiovirrnbre tic 1998.

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Page 59: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

convirtikndola eii algo que debe ser visto antes que aiializa-

d ~ , E1 texto en primera persona ofrece un conocimiento

que, de algiin modo, tiene un carácter indiscutible, tanto

por la inmediatez de Ia experiencia como por los principios

morales que fueron violados.

Calveiro renuncia a esta protección de una autorrefe-

rencia ernpírica. Por supuesto, no podría ocultar (sería no

só10 imposible sino absurdo) que ella fue una detenidade-

saparecida, torturada, sobre la que se ejercieron todas Ias

violencias de1 terrorismo de estado. Pero, en lugar de1 yo,

están 10s testimonios de terceros. Calveiro no toma e1 lugar

que le pertenece pára escribir su libro porque busca una

interpretación que es niái posible si son otras sus fuentes.

Analiza Ia experiencia y ias condiciones que Ia provocaron;

pero no pone en e1 centro su experiencia.

Consuuye una distancia analitica respecto de 10s hechos.

La diniensión autobiográfica casi ausente cede su lugar a Ia

dimensión agumentativa: donde debia hablarse en priine-

ra persona, se habla en tercera. E1 tiempo pasado no es e1

del testimonio y su diniensión autobiográfica, sino e1 de1

análisis de 10 que otros narraron y Ia elaboracióri de clasifi-

caciones y categorías: e1 tipo de tortura, 10s pasos de Ia re-

sistencia y ios de la delación, la lógica de1 campo que icpro-

duce ia de1 pensamiento t~talitario, la vida cotidiana de ios

desaparecedores, donde un partido de ti-uco tierie como

sonido de fondo 10s discursos de Hitler; Ia coexisteiici~ de

lo legal y IQ ilrgal; de 10 coinplrtamente secreto y de1 quir-

bre de1 secreto para inducir a un terror generalizado; la ca- : tegoría de subversivo que produce en simetria la de dvapa-

recido. Una sociedad concentracionaria se diseiia con sus

leyes y sus ercepciones, con 10s espacios librados a1 impulso

de 10s desaparecedores y 10s espacios reglamentados 'hasta

en 10s detalles más insignificantes.

Calveiro no escribe una "fuente". Por eso es posible

coincidir o disentír con 10 que afirma, sobre todo en sus

hipótesis más generales. La libertad de Ia lectura (una li-

bertad que es intelectual y moral) vive más segura en este

terreno que en e1 de Ia primera persona, justamente por-

que Ia primera prrsona tiene un derecho y una capacidad

impositiva, de presencia, de 10s que carece Ia tercera. A di-

ferencia de1 yo de un testimonio, cuya relación con 10s he-

chos es difícil de poner en duda (debería demostrarse,

por ejeiiiplo, que se tr.ta de las memorias de un estafa- . dor) y donde se necesita mucha desconfianza o mala fe

para discu~jr á sus aseveraciones, Calveiro no se presenta co-

ino testimoniante sino como analista de1 testimonio qe j I

otros. En esta posición purde moverse con la legitimidad

de quien tia expulsado su propio testimonio para incluir

si1 jiiicio, no su experiencia, en 10s términos de una diaci-

l>liiia social y de una condena iiioral y política que prcs-

cilide de1 propio sufrin:ielito para ser justa. Su libro rio

provieiiç de la cárcel y la tortura, sino de1 exilio en Mkxi-

co, doiide iiivestigó e incorporó 10s instrumento$ iritelec-

tiialei pari, escribirlo, ubirindose, en priiner lugar, en e1

Page 60: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

iiiás acirdCiiiico de los esplicios y e1 iiiás pesadarliente esco-

Irir de los gí.iicros: ];i tesis de cloctoratlo, que ordena la ex-

clusión de1 yo siri excepciories.

Lo que Calveiro 1i;ice cor1 su experiencia es origirial res-

pecto de1 espacio testiiiionial. Afirina que la víctinia piensa,

iiicluso cuaiido está a1 borde de Ia locura. Afirma que la víc-

tiina deja de ser víctirria porque piensa. Renuncia a la dirnen-

sibn autobiográfica porque quiere escribir y entender en tér-

minos i~iás aiiiplios que 10s de Ia experiericia padecida.

Priiiio Levi escribió extensaiiientc sobre córrio Ias con-

diciones dei Lngt7 afectaban a 10s "rriusulmaiies", a aque-

110s prisioneros que ya no pertenecíaii a1 iriundo &e le? NI-

vos porque habían abandonado toda pulsión de existencia

incluso en siis niveles fisicos más eleriieiitales. Serialó q u e

Ia verdad de1 Luger estaba en esos lioriibres no i;ivos, iiiás

que en Ias categoi-ías de prisioneros en Ias que é1 iiiisiiio

se inscribía. Serialó taiiibikn que, sobre la verdad linal de1

Lcgcr, s6lo 10s rnuertos, es decii- aquellos cuyo testiiiioiiio

iio podrã escucharse nunca, tciidríaii tina palabra. Siis es-

critos ociipaii ese vacío que deja Ia exper-iencia iiitrarisii~i-

sible, iri-ecuperahle, de Ia victiiiia típica. Tairibiéri ;iqui Iiiiy

una reticeiicia: 1,evi se ve ol~lig;ido a 1i:tblar cii 1 ~ 1 g i ~ de

cluieries rio Iial~lan. Calvt-irv), ro<!c;itla tle qiiieiics sol>i-cvi-

vit!i.oii pai.;^ li;11>1a1- y i.espoiider asi iiiclii-eciaiiiciitc. a Ia

idea de I.evi, ~oiiiii 011-0 caiiiirro igiialiiieiite coiiil,lejo: i i o .

Iiat~lar cri iioiiil~se pi.opio K r i est;i ccrsióii clt: I;i pi.iiiivi.:i

perst)ria, C:;ilveii-o saci-ilica rio siiiiplciiieii~e, coiiio pocli-í;i

pelisarse, la riqueza dctnl1i:ls y concreta de la experien-

cia, sino su aiitoridad imperativa, su car.ácter, finalmente,

intr.atable.

Page 61: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

5. Posmemoria, reconstrucciones

James Young, en e1 comienzo de At Memmy's Edge,l se pre-

gunta cómo "recordar" aquellos hechos que no se han ex-

perimentado directamente, cómo "recordar" lo que no se

lia vivido. Las comillas, que encierran Ia palabra recordar,

ilidican un uso figurado: 10 que se "recuerda" es 10 vivido,

antes, por otros. "Recordar" se diferencia de remdar por 10

que Young denomina e1 carácter vicario de1 "recuerdo".

La doble valencia de "recordar" habilita e1 deslizarniento

entre recordar 19 vivido y "recordar" narraciones o imáge-

nes ajenas y niãs remotas en e1 tiempo. Es imposible (salvo

en un proceso de identificación subjetiva desacostumbrado

y que nadie juzgaría normal) recordar en términos de expe-

riem-ia hechos que no fueron experimentados por e1 sujeto.

Esos liechos só10 se "recuerdan" porque forman parte de

un canori de memoria escolar, institucional, política e iri-

cluso familiar (e1 recuerdo en abismo: "reciierdo que rni

padre recordaba", "recuerdo que en Ia escuela ense?.abanV,

"iecucrdo que aquel nionuinen to recordalia").

1 , ) . ~ i i i c . b Yuuiig, Al Menrory 's b,.dgt; i\jrul-finugfs o j flrt ! lo ioc( ju~l i t r (Àm-

lour~orccl-y Ar1 urrd Aislrilucturt, cit.

Page 62: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

Aleriado iii~rriiiiteritenieiite por e1 iiiarco que eiiiriarca

10 recordado, h u n g seiialri e1 caiicter "vicario" de esta me-

inoria. Mariar~ie tIirscii Ilania "posiiieiiioria" a esc tipo de

"reciterdo", diiiitlo por inaugurada una caiegoría cuya ne-

cesidnd debe probarse.? A Elirsch le ititeresa subrayar la es-

pecificidad de Ia "posiiieiiioria" no para referisse a Ia riie-

iiioria pública, esa forma de Ia liistoria traiisformada en

relato o en nioiiuiiirnto, que no desigiiarnos siinpleiiicnte

coii Ia palabra liistoria porque qiieremos subrayar su di-

ineiisión ufectiva y moral, en suma: ideiiritaria. Le da a1 ver-

bo "recordar" usos diferentes de 10s qiie recibiría eri e1 caso

de la nzemoria pública; no se trata d e recordar como Ia ac-

tividad que prolonga a Ia Nación o a una cultura especi1ic;i

de1 pasacio eii e1 presente a través de sus textos, sus iiiitos,

sus tiéroes fiiiiíl;idores y sus inoiiu~iientos; lanipoco es e1 re-

cilerdo corinieriior-ativo y cívico tle 10s "lligares de nieriio-

ria". Se ti-ata de Linri dimerisióii niás especifica en tériniiios

de iieiiipo; más íiiiiiiia y siil~jetiva eii tbririinos de text~ii-a.

Coi~io posiiieiiiori;i se designaria Ia inemoi.i;i de Ia geiier:i-

cióri sigtiicnte a Ia qiie padeci6 o pror;igoriizó 10s aconteci-

i~iieiiios (es dccii.: Ia posriie~iioria seria Ia "iiiciiioi-ia" de 10s

liijossot)rt: I;r ~trr»~o, ln de SLIS p;ld~.cs). 1.~1 itlcii lia I-<:cai-ritlo

b:isi;iiilr c;iiiliiio c11 10s esl~ldios s01)i.v e1 p:i~ii<Io siglo X>(.

Acá iiic pi.opoiigo cx:iiiiiriat-Ia.

I-iirscli y Youiig sefialan que e1 rasgo diferencial de la pos-

meiiioria es e1 car-ácter ineludiblemente mediado de 10s "re-

cuerdos". Siri embargo, 10s liechos de1 pasado, que Ias ope-

racioiies de una ineiiioria directa de Ia experiencia pueden

reconstruir, soii muy pocos y está11 unidos a las vidas de 10s

sujetos y de su entorno inmçdiato. De1 resto de 10s Iirchos

coiitemporáneos a 10s sujetos, &tos se enteran por e1 dixur-

so de terceros; ese discurso, a su vez, puede estar sostenido

en Ia expcriencia o resultar de una construcción tan basada

eii fuenies, aiiiique sean fuentes niás próximas en e1 tiem-

po, coino e1 clásico d e Fustel d e Coulanges sobre 10s ro-

manos o de1 de Burkcliardt sobre e1 Renacimiento. En las

sociedades modernas estas fuentes son crecienteinente me-

diiÍiic;is, dcsligadx de Ia escucha directa de una historia con-

tada utr vivo por su protagonista o por alguien que ha rscu-

cliado a su proiigonisci. Li oi-alidad inmediata (lashistori:~

tlel n;irrador que Brn-jamin piensa que h m dejado de exie

til-) es prácticaiiiente i~iliallable excepto sobre 10s hechos de

1;i ,riás estricta cotidiaiiidad. E1 resto son historias recursivns:

Iiistorias (1e Iiistorias I-ecogidiis en 10s medios o distribiiidas

por lar iiistitiiciones. I'or eso la iiiediaci6n de fowgrali:is, eii

I lirscli, o e1 registro de todo tipo de discui.sos a pariir de 10s

q i ~ c se c~~ii: ;~ruye Ia iiiriiioi-ia, eii Young, no u i í i l ~ r i iii, ixr

go <:spcxiiici) que nliwstw li! iiei~si<la<l de 11íla i~ocióii c01110

posiicnioi.ia, Iiasta iilioi-;I i11t:xistciite.

Si i o (~ i lc (Illia-e dccir rs qiic 10s pi-otag<>~iist;is, I A W ~ C -

tinias <le lvs iicclios o siirip!eiiieiite 511s coiiteiiil .oráiiros es-

'(I ---

Page 63: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

trictos tienen de ellos uiia experiencia directa (todo lo di-

recto que pueda ser una experiencia), bastaría con deno-

minar menioria a Ia captura en relato o en argumento de

esos hechos de1 pasado que no exceden Ia duración de una

vida. Éste es e1 sentido restringido de memoria. Por exten-

sión, esa memoria puede convertirse en un discurso produ-

cido en segundo grado, con fuentes secundarias que no

provienen de la experiencia de quien ejerce esa menioria,

pero sí de la escucha de Ia voz (o la visión de las irnágenes)

de quienes estãn implicados en ella. Esa es memoria de s e p n -

da generabón, recuerdo público o familiar de hechos auspi-

ciosos o trágicos. E1 prefijo "post" indicaría 10 habitual: es

10 que viene después de Ia memoria de quieries vivieron 10s

hechos y, al establecer con ella esa relación de posteriori-

! dad, tarnbién tiene conflictos y contradicciones característi-

cos de1 exanien'intelectual de un discurso sobre e1 pasado y

de sus efectos sobre Ia sensibilidad.

Se dice como novedad algo que pertenece a1 orden de

lo evidente: si el pasado no fue vivido, su relato no puede si-

no provenir de lo conocido a través de mediaciones; e, in-

cluso, si fue vivido, Ias mediaciones forman parte de ese

relato. Obviaiiiente, cuanto más peso tengan en Ia coristruc-

ci6n de 10 público los niedios de cornunicaci6n, rriás influi-

rári sobre estas construcciories de1 pasado: los "hechos rrie-

tliáticos" no son Ia últiiria novedad, coiiio pareceri creer

algunos especialistas eri cornunicación, siiio Ia forina con

que se conociei-011, para mencionar ejeniplos que tierieri

casi uii siglo, Ia revolución rusa y la primera guerra mun-

dial. Diarios, televisión, video, fotografia son medios de un

pasado t;in fuerte y persuasivo como e1 recuerdo de Ia ex-

perienciii vivida, y muclias veces se confunderi con ella.

Young se extiende en 10s problemas que plantearía e1

carácter vicario de1 recuerdo de un pasado que n o se ha vi-

vido, coriio si fuera un rasgo inédito que por primera vez

caracterizara 10s llechos de una historia reciente. Sin em-

bargo, es obvio que toda reconstrucción de1 pasado es vica-

ria e liipermediada, excepto la experiencia que ha tocado

e1 cuerpo y Ia sensibilidad de un sujeto.

L.a palabra "posinemoria", empleada por Hirsch y Young,

en el caso de las víctimas do1 Holocausto (o de Ia dicvadura

ai-gentina, ya qiie se la ha extendido a eslos heclios), descri-

!)e eI caso de los Iiijos que recor;struyeri Ias experiencias d e

sus p;idres, sostenidos pci- Ia memoria de éstos pero no s6-

lo por ell:i. Ida posinenioria, qiie tieric a Ia meriiori;~ en su

centro, seria Ia recoiistr~iccióil iiiemoi-ialística de la ineiiio-

ria de Iieclios rccieiites que iio fuerori vividos por e1 sujeto

qite Ios i-cc<iiistruye y, por eso, Yuuiig Ia califica corno "vica-

ria". I'ero, iricluso si se recoiioce Ia iiecesiclad tle Ia rioción

de ~ > L > s I ~ I ~ H < ) I . ~ ~ I para <lesei-il>ir I;i foriiia en qiie iin paudo

i i o vivi<lo pci.o iirt iy próxiiiio llega a1 presente, Iiiiy clue ad-

ii i i l i i- t;iiiil>ii.ii que lodu e.s/~&.)l(.iu de1 /)rtsado e3 t.I<.at:,a, por-

C I I W i.~i;>lic;i siijr.~i>s que t>iisc:iri eii~eridcr algo coloc:iiclr)sr,

por 1 ; ~ iin;lgin;icióii o e1 cui~ocii~~ieiito, eri e1 lugiir tle cl~iit-

ii(:s lo espcriiiieritiiron i-t:aIiiic iite. 'l'ocla iiari~acióri tlq:l piis2.-

Page 64: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

do es iiiia re-preseiitacióii, algo dicho e11 lug(ir de un lieç-io.

IJo vicario no es específico de Ia posiiieiiioria.

Taiiipoco Ia inediación (o "hiperiiiediación", coiiio es-

cribe Youiig para fortalecer por Iiipérbole su arguineiito)

es uiia cu~lidad especifica. Eii una cultura caractei-izadli por

Ia coniunicacióii iiiasiva a distancia, los discursos de 10s iiie-

dios operan sieiiipre y soii iiieli~iiinables. Só10 Ia exti-erna

deprivación, e1 aislainiento completo o Ia locura se sustrae

a ellos. l'or otra parte, Ia coiistrucción de un pasado a tra-

vés de relatos y represeiitacioiies que le fùeroii coiiteiiipo-

ráneos es uii;i inodiilidad de Ia Iiistoria, no iiiia esti-atcgia

origiiial de Ia nienioria. E1 historiiidor recorre 10s diarios,

tanto coiiio e1 li40 de uii secuestrado por Ia dictadiii-a niira

fòtografias. L0 que 10s distingue no es e1 cai-rícter "post" cle

Ia activitlad qiie realizari, sino Ia iiriplic;icióii siilljetiv;~ cii

10s Iieclios represeiit;idos.

Es Ia iiitensidad de Ia diiiieiisión siil~jetiva 1;i qiic (lite-

reticia Ia búscjueda dc los i-estos de uii padre o iiiia ~ii;rtli-e

cicsaparecidos por sus Iiijos, de Ia prácti<:;i de i i i i t:cluipo tlc

arqueólogos íi>reiises e11 dircccióii a1 esc1aret:iiriieiiio y 1;i

justicia eii tbi-iiiiiios g-eiieralcs. Si a Ia liistoria cliie coiisti-11-

ye ese liijo sobre Ia desapai-ici6ii (1c.l patlre qiii(:rc t1ái.sc.l~.

c1 iioiiibrc de posiiieiiioi-ia, Cstc stli-i;: iiccptnble sol'iiiic:ii~i.

por tlob i-asg-os: Ia iiiil>lic:ici<iii (1c.l siijcto eii sii cliiiiciisitiii

psic:ológic:i rnãs per.soii:il y cl ciii.áctci. rio "pi-olir.\ioii;il" t l ~ .

su ;ictiviclad. <()ué, cIue iio p~.ov.:~g;i tlel oi-deii tlc 1;1 cr;l)c.-

rieiicia siil?jetiva y tlc 1;i 10riiiacióii cliscil>liiiai., 10 tlilCi.c.ii-

cia de1 liistoriador o de1 fiscal? Sólo Ia niemoria de1 padre;

si c1 discurso que provoca e n el hijo quiere ser Ilamado

posmmrioria, 10 será por la trama biográfica y moral d e la

trasniisióri, por la dimensión subjetiva y moral. No es e n

principio necesariaineiite ni iiiás ni nienos fragmentaria,

iii más ni menos vicaria, iii más ni menos mediada que Ia

recoiistrucción realizada por un tercero; pero se diferen-

cia cle ella porque está atravesada por e1 interés subjetivo

vivido eii térinirios personales.

tQué Iiace Art Spiegelman sino poner en Ia escena d e

uii córnic 10s avatares específicos de Ia coiistrucción d e una

"liistoria oral" en Ia que su subjetividad está implicada, ya

que se Lr;:ta de su propia fàniilia, pero tionde aparecen ade-

1115s iiiiiclios de 10s problenias de1 historiador?QY Ia chica

ai-clueóloga, qiie Ilega desde Francia a descubrir Ias condi-

ciories de Ia riiiierte de su padre, cuando describe 10s pasos

tie si1 iiivestig-acióii no está de algiciia iiiaiiera i-eduplicando

10s iiiétotlos de la tesis que lia veiiicto a realizar sobre Ia I l a

:i Ai-i Sl)icgcliiian, hlitu~.\, vols. 1 y 'L, Niieva York, Paiiilieoii Rooks,

I'JH(!. ( i i l ( ~ ~ i . , ~ , Utici~os Ai[-es, Eiiicci., 199!).] A prop6siio <I: hl(cu~s, Aii-

t l i c i i Iltiysbei; 5cii;tla qiic sii iiiezcl.~ de 1:i cst6tiça (1c.l cóiiiiç çoii c.leiiieii-

ios (1"'. ~ ~ i o v i c i i c i i de Ia tr.iclic.i<ii~ iiio<lci~iiista. c i i iiiia p ; ~ l ; i >1.;i, );I "COIII-

l ) l < ~ j i < l . i < l ( l i Ii;ii-i-;icií)ir i i o c> sc io tiri 111-i>cr(iiiiiit~iito cbr '.tico . . b i i i o

clii'. l ~ i o \ ' i c i ~ t ~ (lcl tlcseo (fc Ia scgii.i<i;i gciici-iicióii dtr coitot <:i. ei 1).1b;t<!:>

(I<' S i i S l ) ; ~ I i . < ' b , <I l iC 1;>i 11~;iii y.1 I>;ll'lC, I < > < 1 1 1 ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ O 110: C' L ' I I II!.')>~'<:I(J

; I a . ;i((.[( . i i i i i c . i i i < ~ iiiiiiii.tico :i1 ii;iiiiiiii liisi~')iic.t> y l>u i so i~ . i l i 1 i ( . ;iiiii<(ii va-

110s I I I V C I < . S (Ic i i ~ ~ i i l ~ ~ " . (1'1~t~01t I1,,,t>; U11,,1ri / ' C I ~ ~ I , I / I W S ~ ~ ( ~ I I ( I 1I1te lJ~li1ics

~ \ I I , I I ~ C J I ~ , S~:ii i l i)~.d, Si;i11101~i U i i i v t . ~ b i t y PI-css, 2W3, p. 127.)

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3 r: 2 3 e d .4 e - 3 C

U i e V . - 3 i U z S '3 d . . e - L ) . cn 3 C - '3 L, i< 3 A L, A 'r: C e - .d

'd A

U .d e - s - r: 1

- V

.5: s = f 'J L, 'h'. .= - , z 2 .A . . Y z

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Page 68: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

aiai. a esc sistciii;i i i i i "vacío", tieiie derecho a liacerlo eri Ia

iriedidii en qiic defina otro espacio (entre e1 heclio y su nie-

iiioria) doiicle teiiga lugar Ia piiesta eri discurso y operen

Ias coiidicioiies de posibilidad. Es un vacío Ileno de retórica

y de evt\luacióri.

La fragiiieiitariedad de1 discurso de ineinoria, niás que

iiria cualidad a sostetner coiiio destino de toda obra de re-

tiieriiorticibri, es ~ i i i reconociniieiito preciso d e que Ia reme-

rnoracióii opera sobre algo que no está presente, para pro-

diicirlo como presencia discursiva coii iiistrunientos que no

son específicos a1 trabajo de menioria sino a niuclios traba-

jos de recoristruccióii de1 pasado: en especial, Ia Iiistoria oral

y Ia que se apoya en registros fotográficos y cinematogrãfi-

cos. La fragriientrii.iedad no es una cualidad especial de ese

discurso que se vincularia con su "vacío" constitutivo, sino

iin i-asgc) de1 rc.liiio, por uiiri parte, y de1 carácter- iiievitable-

iiieiite lacuiiar de siis fiieiites, por Ia otra. Silo en Ia teoría

tle 10 irreprcseritable de1 Holocausto podría sostenerse Ia

pl-evileiicia dcl vacío sobre la piilabra. I'ero, eii ese caso, no

se trat;ii.ia de i.elatos 1acun;ires sino iniposi bles. Eri otros ca-

sos tlc cliscui-scjs sobie rriuertc y represi611, esa teor-ía no po-

tliíii estcritlci. sc:cicillaiiieiite su (lor:iiiiio y debcríri dciiios-

irar quSA cs;i ex~erisií~ii es desci.il>tiviiii~ciite adecuatla.

Siii ciiib;tr{:o, coiiio 10 pruel>;i uii aiiiílisis 1,rillaiite tli

(;c.oi.gc.s 1)icli-1 l~il)ci~iii;iii, lo iir~cpi.eseri~al>le clcl 1-lolocrii~s-

io está cii Ia :iiisc.iic.ia de ;iqiiellos tloc~ciiiciii(is (Iue hei-oii

~ i ~ ~ c : i i i i i i c i i i i i ~ ~ ~ i ~ ~ ~ disti-iiiclos. N o h;iy iiiiãgeiies <Ic uii cre-

POSMEMOKIA, KECONSI'KUCCIONES

matorio en funcionamiento, excepto esas cuatro fotogra-

fias toniadas por un prisionero que analiza Didi-Huberman: (

"Gostara 10 que costara era necesario dar una forma a aque-

110 iniiiiaginable".7 Lo que sabemos de1 Lugm es fragmenta-

rio eri primes lugar porque hubo una decisión política y un

espacio concentracionario que se propusieron liquidar to-

da posibilidad de comunicación hacia e1 exterior y, como

consec~encia, de representación Los muertos,

como lo indica Pririio Levi, aquellos sobre 10s que se cum-

plió por completo e1 destino concentracionario, son irre-

presentables porque la experiencia en la que culmina e1 La-

ger, la cãinara de gas, es la experiencia d e la que no es

posible reconstruir nada. Sólo 10s salvados, dice Levi, están

en condiciones de dar testirnonio, pero ese testimonio, a Ia

vez que obligado y coercitivo (ejerce su fuerza potencial so-

bre los salvados), es incompleto, porque no tia tocado e1

iiíicleo asesino de Ia verdad coiiceiitracionaria. Sin einbar-

go, Didi-I-luberman dedica su aiiálisis a esas cuatro iiiiáge-

nes de1 ci-eiiiatorio para iiiostrar, por una parte, que al-

guieri, iin piisioiiero que arriesgal>a todo, las Iiizo posibles;

y, por Ia otr;i, que esas inr;ígeiies, barrosas, iinpci-Sectíis, soit

uii;i base [>ara iiriiigiiirir e1 I.(iger, no uii ícono 1bric:he quc

cerraria stis sentidos ~ I - ; L L ; I I ~ ~ O de reprcseni;irl:,s.

Fiie1.a clcl Lag t~ ; frerite a pi-oducciosies di .clirsivas o ei

7 (;corKcs Di<ji-l~iul)ci.iiiliii, Irriligvr ~ r r c i l ~ v i tout, 1'~r.i' Etlilioirs <Ic M : r i i i i t , 200:4, 1). 21. [ I I I ~ N ~ ~ I ~ ~ p , !~e (r lodo, ilarceloria, P;iitltí ., 2004.1

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Tambi61i Hirsch insiste en e1 carácter inacabado y frag-

mentario que defiiiiría, por si1 misma naturaleza, a las sub-

jetividades que recuerdan y a la memoria que producen.

Agujereados, más evidentes por sus vacios que por sus ple-

nos, 10s discursos de la posmemoria renuncian a la totaliza-

ción no solo porque ya ninguiia totalización es posible sino

porque ellos están destinados esencialmente a1 fragmento.

Es dificil coincidir con una defiriición tan totalizante como

taxativa, ya que a todo discurso no autoritario se le atribuyen

estas rasgos después de la crisis y ia crítica de Ias filosoEas de

la historia y, en consecuencia, 10 que se atribuye corno par-

ticular de la posmemoria pertenece a un generalizado uni-

verso. Si hay diferencias, deben estar en otra parte.

I

I Conviene evitar un discurso único sobre Ia inemoria y la

"posinemoria". Caracterizado por lo lacuiiar, 10 mediado,

lo resistente a la totalizacióii y su niisiria iiiiposibilidad, e1

discurso único de ia "posineinoria" encuentra sieiripre lo

que busca y, en consecuencia, resulta monótono en su des-

cuido prograrriático de Ias diferencias entre relatos.

Si se Lrata de1 modo en que 10s hijos procesan Ia historia

de sus padres alli doride liubo fi-acturas iiiiportarites, rio sii-

ve icleiitificar só10 uria hi-riia invar-iable. I.as diferericias que

se pasin por alto pi-ovie~iel> de oi-ige~ies sociales, contextos

. e iinaginarios, incluso de modas teóricas difundidas como

tendencias culturales.

Una rápida observación de1 caso argentino posterior a

1955 indica que, lejos de apartarse de la totalización, lejos

de adoptar una perspectiva exploratoria e hipotética, le-

jos de resistirse a cerrar algunos sentidos de1 pasado, 10s jó-

venes radicalizados de la generación posterior a la caída de1

primer gobierno de Perón, buscaron una historia que ler

garantizara sentidos y siguiera una trayectona definida por

una teleología que conducía de la caída a la redención re-

volucionaria, con un protagonista sólido al cual se le atribu-

yeron cualidades completamente estables. Armaron un dis-

curso que respondia a principios de época tanto en 10

polltico como en ias corrientes ideológicas que prevalecían

en e1 nacionalismo revolu~ionario y ia izquierda.

No fue su condición de Iiijos, sino su condición de jbve-

nes intelectuales o militantes ia que definió su i-elacióii con

e1 pasado eii e1 que sus padres habian vivido. En lugar de

una melnoria de sus padres, buscaron una memoria históri-

ca que atnbuyeron a1 Pueblo o a1 Proletariado. E1 17 de oc-

tubre de 1945, la jornada en que, según la tradición, se de-

liiiió e1 liderazgo de Perón y e1 protagonisnio de las masas

popiilarçs, fue e1 hecho clave: traumático para quirnes no

lograi-ali entender sii sentido. La desaparbióil de1 cadáver

de l<va Peróii configui-ó simbólicamente una rr iviiidicacióri

de1 cuei-po que subyugo un vasto iinigiiiario político. E1

ciieryo rol>ido se corivii.tió en consigna para jbvents que

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Page 72: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

mo de estado, toiilari, frente a1 pasado de sia padres, posi-

ciones bien diferentes. A1 liacerlo tambiéii se atieiien a nor-

I mas epocales. que valoran e1 despliegue de la suhjetividad, les recoiiocen plena Iegitiniidad a las iiiflexiones persona-

lei y ubicm Ia nieinoria en relacióii con una identidad no

meramente pública.

Y Cobernado por este espíritu de época. un filni de Alber-

tina Carri. Los mlios,~l reúne todos 10s temas atribuidos a la

posmemona de una Iiija sobre sus padres asesiiiados. A r > r ~

i I pósito de este filni, Martin Kohm escribió: "Los coinpaiie-

ror de 10s padres [de la directora, Albercina Carril entre-

I

un signo de estos tiempos, podría Ilevar a suponer que Los

I .

1 i

N ~ ~ O S -a esta altura, vale insistir: Ia película que una hija de

dos militantes políticos desaparecidos liacr a partir de lo

gan una visión demasiado política de Ias cosas ('arman todo

politicamente'); e1 t e ~ t i n i ~ n i o donde se adniite que en

aqueI iiempo 10 político invailir todo si tiene cabida, pero

se 10 adniite como quien adrnite la confesión de una culpa.

La sensación de una demasia política, que es claramente

que ha pasado con sus padres- prefirre postergar k dinirii-

I sión más especificamente política de la historia, para recu-

perír y privilegiar una diinensión m b ligada con 10 huma-

no. con lo cotidiano, con 10 más personal de h histona de

Kobrrto Carri y Ana Maria Caruso ... Y aunasí, no obstante,

es notorio que, en Los rubios, 10s momentos en 10s que 10s

teainionios de 10s compziiíeros de militancia rozan o uansi-

tan e1 registro de la 'wniblanza humana', no resultan mu-

cho menos derconsiderados que e1 resto de 10 que dicenn.lZ

Cirrtamente, e1 filtn de Carri muestra poco intrrés por

10 que dicen de sus padres quienes 10s conocieron. Porque

esos contemporineos de 10s padres todavia quieren gober-

ii:ir lar cosas desde su perspectiva política; porque no pue- .

drn sino habiar desde ese pdsado; o porque ponen siempre

eri cornunicación Ia dimensión familiar privada con ia mili-

taiicia, para la directora-hqa de desaparecidos, Ias cosas

oierdeii por completo interks. Disrante de las ideas politi- L

cas iiuc Ilevaron a sus padres a la muerte, ella busca, en pri- - 1

mri- lugar, reconstruirse a si mima en ausencia de1 padre

(conio lo aclara la película despuks de tirar una frase de

Kkeine Kobiii) :La indifrrencia, incluso ia Iiostilidad, f"n- -. < J

te a1 iiiundo de sus padres agudira Ia disrancia que e1 Tilm -.

,,,an~ieiie coii lo que se dice de ellos y con 10s sobrrvivien- ---...

~ e s :iiiiigos que dan su teiiiinonio. Carri no buwa líís "rue

ires" <le sus padres, ni iiiuclio menos la traduccion de esas

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A > v - r: 4 9 3 C 3 - 3 4 r j i 5 2 - . d

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Y 3 O. í.

Page 76: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

cimieiito de que, si 10 entienden, podrán captar algo de 10

que sus padres fueron. Ambos, 10s HIJOS y Albertina Carri

11 fueron víctinias de acontecimientos históricos sernejanter

ii Ia dictadura inaugurada en 1976 secuestró y asesinó a sus I' padres. Ambos estarían en e1 lugar desde donde se constru-

ye una "posmern~riat7, pero en la relación conella, sus ope-'

raciones son diferentes.

Muchos de estos hijos están solos en situación de recons-

truir e1 pasado: 'Ellos (Ia h i l i a ) ni se enteraron de que me

reencuentro con ese chico cuyos padres habían desapareci-

do junto con 10s mios. Ellos no se hacen cargo de Ia historia,

no sé cuáies serán 10s motivosw.16 Otra historia: María Laura

fue enganada por su abuela, que la cri6 diciéndole que su

padre la había abandonado, que vivía en Brasil y ya no se

acordaba de ella. Después de varios anos, María Laura y su

hermana menor Silvina se fueron a Francia, a vivir con su

madre, respecto de quien habían sentido una distancia sos-

tenida en visitas a Ia cárcel, malentendidos, una especie de

repudio. Graduada universitaria en paleontología, aiios des-

pués María Laura regresó a Ia Argentina y buscó 10s restos

de su padre desaparecido, 10s encontró, 10s enterró en su I

pueblo y reconsuuyó, tanto como le fue posible, fragmentos de una historia de militante. Puso ante su abuela las prue-

bas de1 ociiltarniento en e1 que transcurrió su infancia.

Maria Laura y Silvina no supieron de su padre, r i i vivie-

'"arío, ibid., p. 94.

POSMEMOKIA, KECONSTKUCCIONES

1 ron en un medio A n d e 1.i política y Ia rnililancia fvrran I

consideradas un compromiso personal que merecia e1 res-

peto de una çleccio~ política y moral. Su colocación frente

a1 pasado es reconstructiva en un sentido fuerte: recup9-

rar aquello que e1 padre fue como persona, no simplemente

aquello que fuc FqRa ~aclre y en relqcij>n ,çon sus hijas.? , , Entender quiere decir, en este caso como en ouos, ponerse

en e1 lugar de1 ausente. E1 descubrirniento de 10s restos de1

padre desaparecido podria convertirsc, en e1 proyecto de1

hijo, en la restauración de ese hombre a su lugar polítics.

E1 hijo llevaría a1 padre a1 lugar a1 que éste perteneció: "No

sé cómo voy a reaccionar si 10 encuentro. Lo velaré en e1

sindicato. Tenía pasión por e1 sindicaton.1s Por supuesto, 10

que se recupera es la muerte y 10 que precedió a la muerte; , ,

no se recibe 10 perdido, pero pareçe poqiblq Ilegar 9 enten- ~

der la perdida.

<Por dónde pasa e1 mainstream de 10s hijos de desapareci-

dos: por Carri o por 10s chicos más modestgs de la película

de Guarini y la recopilación de Gelman y La Madrid, que

rio tienen inconvenientes en identificarse con un grupo ver-

daderaniente existente, establecer lazos nacionales e inter-

iiacionales, y comportarse, para deci.10 así, como personas

cuyo siifrimiento les ha permitido creer que l:an logrado

17 Ni cljlctco p d ó n ..., cit., pp 19-32. Tarnbién en e1 filir. Ifijos, de &r-

irieii Cuarini.

18 Fernando, ibíd., p. 123.

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entender a sus padres y Ias idcas que niovieron su iriilitan-

cia? El origen social de los desaparecidos piiede ser parte

de una clave de estas diferencias.

Por un lado, están 10s Iiijos de obreros (un treinta por

ciento de 10s desaparecidos lo fiierori): "?Qué pasó coii esos

cliicos que e1 padre era delegado de fãbrica y que su mujer

no era Ia coriipafi~ra sino Ia esposa? Es otra realidad social ... Esos chicos a 10 niejor tienen o r a visióri que Ia nuestra so-

bre la desaparición. La iiuestra es tal vez más inteIectuaI".l~

Eii e1 otro extremo social y cultural están 10s hijos que cre-

cieron eii faiiiilias que no repudiaban Ia niililancia y coriocie-

ron aniigos y compaÍieros que podíaii hablar de ellos cor1

un afecto consolidado en Ia experieiicia política coniíin.

Carri es parte de una comunidad que reconoció a sus pa-

dres, por eso escá en condiciones de tratar a sus i-epresen-

(antes, Alcira Arguiiiedo y Lila I'astoriza, con el desgaire u!i

poco distraído cor1 e1 que se escuclia a dos tías cuyos cueri-

tos ya se haii oído niuchas veces. Esa desatención no es so-

cialiiiente verosíriiil, ni existe, en los cliicos a quienes, dii-

raiite toda Ia infancia, les fue iiegida Ia liistoria de siis

padres, a 10s que 10s abuelos reseiitidos con Ias elecciories

de sus liijos o yernos les robarori hasta Ias íòtogi-alias.

L,as fiistorias detalladas de los clesaparecidos cii-cular.oii

por coiriuiii(1ades de airiigos y hii-iiliai-es, con liecileiicia eii

e1 exilio, eri gi.iipos iiitelectuales o cripas iriedias, que i10

existieron cuando Ias v . timas fueron miernbros de 10s sec-

tores populares, cuyas familias, en muchos casos, se dedica-

ron a olvidar a 10s desaparecidos. Los hijos de estos militan-

tes estiin desesperados por Ia historia de sus padres, porque

alli Ia fractura no fue só10 Ia de Ia dictadura, sino Ia forma

en que esa fractura se agravó por e1 silencio. Basta recorrer

los testirnonios publicados por Gelman y La Madrid para

que estas diferencias salten a 10s ojos.

No hay entonces una "posmemoria", sino formas de Ia

inemoria que no pueden ser atribuidas directamente a una

división sencilla entre memoria de quienes vivieron 10s he-

chos y memoria de quienes son sus hijos. Por suiuesto que

haber vivido un acontecimiento y reconstruirlo a traves de

iriformaciones no es 10 misrno. Pero todo pasado seria abor-

dable solarnente por un ejercicio de posmemoria, salvo que

se reserve ese término exclusivaniente para el relato '(sea -

como sea) de Ia primera generación después de 10s hechos.

En e1 caso de los desaparecidos, Ia posmemoria es tanto

un efecto de discurso como uiia relación particular con los

iiiateriales de la reconstrucción; con 10s niismos materiales

stt haceri relatos deceptivos y horadados o recoiistriiccio-

iies pi.ecarias que, sin enibargo, sostienen algunas certezas

;iunqiie, de modo irievitatlle, permanezcan 10s vacíos de

acliiello que no se sal~e. Pero eso, 10 que se desconoce, iio

cs i111 electo de Ia ineiuoria cle segiiiida gzriei-ación si110

uiia ~oiisecueiici~i de1 iiiodo eii que Ia cliccadurii aclrniriis. I

tró c1 asesinato.

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I 6. Más allá de la ex, eriencia

Los "hechos históricos" serían inobservables (invisibles) si

no estuvieran articulados en algún sistema previo que fija

su sentido no en e1 pasado sino en e1 presente. Só10 la cu-

riosidad de1 anticuario o la investigación académica más

obtusa y separada de Ia sociedad podrían, en hipótesis, sus-

pender la articulación valorativa con e1 presente. La curio-

sidad tiene una extensión limitada a1 grupo de coleccionis-

tas. Sobre la investigación, Raymond Aron, que difícilmente

podría ser confundido con un relativista, afirmaba que la

Iiistoria tiene valor universal, pero que esta universalidad es

hipotética y "depende de una elección de valores y de una

relación c011 10s valores que no se imponen a todos 10s horn-

bi-es y que cambian de una época a otra".' La historia argu-

inenta sieinpre.

Coino se dijo a1 comicnzo, e1 pasado es inevitable y asal-

ta iiiás allá de Ia voluntad y de Ia i-azón. Su fuerza no piiede

sulx-iiiiirse sino por la violeiicia. Ia igi-orancia o Ia destruc-

cióii siiiibólica y iriateriíil. Por eso niisino, esa heiza inirr~ta-

Llc desafia e1 acuerdo iiistitiicional o acadéinico, ;iun cuan-

1 Ii;iyiiioiid Ai-on, "Iiitrc>diicci6ii" (195'3) a Max Webei; (:'Ipolític(i y ef 1. i~t t1qi1.0, Miidrid, Alianza, 1967, p. 49.

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do ese acuerdo a veces haya iinagi~ado iina separacióq me-

todológica respecio de1 sistema de valores que deíiiien e1

Liorirorltt; desde donde se reconstruye e1 pasado. Los rela-

tos de circulacióri extraaca46mica $e escriben dandq por

siipues~o el principio valorativo. Su lugar es Ia eslèra píibli-

ca en $1 sqiit,ido itiás prpplio, y allí ç~mpiten.

Los testimonios, Ias naqríiçiones c;n primera persona,

las i-econstrucciones etnográficas de la vida cotidiana o la

política tatr1biCn respoiideri q las necesidades e inc l ina~io~

iies de la esfera pública. Su función es ética, polítiça, cul-

tural p ideológica. Cuando no se trata de autobiografias

de eocritore?, eii c1 ~estirnonio y la narración en primera

yersoiia toman Ia palabra sujetos hasta ese momento si-

lenciosos. Tanibién, en una coincidencia epocal significa-

tiva, estos qujetos cuentan, siis histsrias en 10s i t iedi~s de

coinuiiicacióii.

Hace iii3s de treiiita anos, una liistoria militante organi-

zaba sus protagonistas alrededor dç un conjunto de oposi-

ciories siinples: iiación-imperio, pueblo-oligarquía, para

iiiencioriar dos ejeniplos clisicos. Forniaban e1 pueblo 10s

explotados, 10s traicionados, 10s pobres, Ia gente sencilla,

10s que no gobiernan, 10s que no son letrados. Hoy e1 elen-

co de protagonistas es nuevo o recibe otros riornbres: 10s in-

visibles de1 pasado, Ias mujeres, 10s marginales, 10s siimergi-

dos, 10s subalternos; también 10s jóvenes, una fraccióri que

alcanzb su existencia más tea~ral, estética y política, en e1

Mayo francês, pero que antes les Iiabía dado estilo a 10s pri-

l I a casi todos 10s movimientos guerrilleros o terroristas de 10s

i anos sesenra y setenm. Los jóvenes como potencia sanadora I

de Ia riación o de Ia clase, Ia juventud comq etapa de healing, I

tema que e1 arielismo de comienzos de1 siglo XX y p habia

presentado exj toda América Latina, Y, bajo Ias dicwduras,,

de promesa de renovacióp los jóvçnes pasqron íj FeT Yíqti-'

mas (Ia initad de 10s desaparecidos argentinos pertenece a este grupo).

La enuineración coincide curiosamente con nuevos cam-

pos de investigación, Contemporáneo a 10 que se Ilamó en

10s setelita y ochenta e1 "giro lingúístico' de la historia, o

aconipafiándolo muchas veces como su sornbri, se produjo

e1 giro ruqetiuu: "Se trata, de algún modo, de una democra-

tirución dc lws acrores (le la historia, que da Ia palabq a 109

excluidos, a 10s sin título, a 10s sin voz. En e1 contexto de ios

aiios posteriores a 1968, se trató también de un acto politi-

co: Mayo de1 68 fue una gigantesca toma de Ia palabra; 10 que vino drspués debia inscribir este fenómeno en las çien-

cias humanas, ciertamente, pero también en 10s medios -ra-

dio o televisicjn- que comienian a solicitar 7113s y más a1

hombre de Ia calleW.2

Lo que analizó este libro puede explicarse en este giro

teórico e ideológico, aunque Ia explicación no agote e1 po-

tencial cultural de 10s relatos de memoria. E1 os se estrtble.

2 A. Wieviorka, L'ke du témoin, cit., p. 128.

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ceii en un "teatro de Ia nieinoria" que ha sido disefiado an-

tes y donde encuentran un espacio que no depende só10 de

reivindicaciones ideológicas, políticas o identitarias, sino de

una cultura de época que influye tanto sobre las historias

académicas como sobre Ias que circulan en el mercado.

. , Trate de marcar algunos de 10s problemas que Ia prime-

ra persona planteaba a la reconstrucción de1 pasado más

reciente. La primera persona es indispensable para restituir

aquello que fue borrado por Ia violencia de1 terrorismo de

estudo; y a1 misiiio tiempo, no pueden pasarse por alto 10s

interrogantes que se abren cuando ofrece su testimonio de

10 que nunca se sabría de otro modo y también de muchas

otras cosas donde ella, Ia primera persona, no puede recla-

mar Ia misma autoridad. De todas las materias con Ias que

puede componerse una historia, 10s relatos en primera per-

sona son 10s que piden, a Ia vez, mayor confianza y se pres

tan menos abiertarnente a Ia comparación con otras fuen-

tes. La protección de creencia reclamada por quien puede

decir: "hablo porque he padecido 10 que cuento eii carne

propia", se proyecta sobre otro (o e1 mis-iino) sujeto que afir-

ma: "digo esio porque me enteré directamente". Lo prinie-

ro detieiie e1 analisis, por 10 nienos hasta que niuclio tiein-

po haya transciirrido; pero 10 segundo no tendría motivos

para detenerlo. Como se ve, es una cuestión de Iíinites:

<dóride está e1 iiiiibrril entre Ia experiencia de1 sufriiniento

y otras expei-iericias de ese misiiio sujeto?

IntentG explorar esos Iíinites, sabiendo que no había iiiia

1 sabiendo también que debía manejarme con ideas que iban 1

i en direcciones diferentes: e1 potencial de la primera perso- i I

na para reconstruir Ia experiencia y las dudas que e1 recur- 4 so a Ia primera persona abre en cuanto se coloca allí donde

parece moverse con mas naturalidad: e1 de Ia verdad de esa

( experiencia. Ya no es posible prescindir de su registro, pero

I tampoco se puede dejar de problematizarlo. La idea misma I

de verdad es un problema.

Si tuviera que hablar por mí, diría que encontré en Ia lite-

ratura (tan hostil a que se establezcan sobre ella límites de

verdad) Ias imágenes más precisas de1 horror de1 pasado re-

ciente y de su textura de ideas y experiencias. En Glosa, Juan

José Saer coloca la política como e1 motivo aparentemente

secundario, pero móvil subterráneo, de una ficción que

transmite 10 más exacto que haya leido sobre Ia soledad so- ,

cial de1 militante, e1 vacío donde se desplaza con e1 automa-

tisnio de un desenlace previsto, y su muerte. La pastilla de

veneno que llevaban algunos combatientes guerrilleros, so-

bre la que se habla muy poco en los testimonios, es una es-

pecie de secreto centro, de seguro camino h;lcia e1 domi-

nio sobre Ia propia muerte en Ia riovela dp Satbr. La pastilla

es un talismán que representa e1 todo o nada tle una lucha I

I y le da a Ia acción violenta una especie de fu lgx metafisico

negativo: una Nada segui-a. Cuaiido e1 guerrillero ya no es-

I tá en condiciones de elegir uri cainino, elige Ia mutrte. Es

I

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e1 filial de qitien no teiidrá Ia experiencia de Ia cárcel ni la

tortura, porque ya ha pasado e1 momento donde un retor-

no es posible.

Eii Dos veces junio, Martín Kohan explorú Ia perspectiva

de1 oficial represor y e1 soldado raso, para organizar una "fi-

guración de1 horror artísticamente controlada".3 Un rigor

formal extremo hace posible que la novela coiriience con

una pregunta ilegible: "2A partir de qué edad se puede em-

pesar (sic) a torturar a un nino?". Sin el control artístico,

esa pregunta inicial iinpediría construir cualquier historia,

porque Ia escalada de1 horror Ia volvería intrarisitable, obs-

cena. Congelada y a1 mismo tiempo conservada por la na-

rrdción "artísticanie~ite controlada", la ficción puede repre-

seiirar aquello sobre lo que no existe ningúi~ testimonio en

primera persona: e1 militar apropiador de cliicos, hundido

en 10 qiie Arendt Ilamó la baiialidad de1 inal; y el soldado

que 10 asiste coii disciplina iriconmovible, ese sujeto de1 que

tarnpoco hay rastro testimonial: e1 que supo 10 que sucedía

en 10s ctiupaderos y lo consideró una normiilidad no some-

tida a examcn (e1 puiito extreriio de qu;eries perisaroii que

ir~t.jur no no melme). Lo que no ha sido diclio.

Eii e1 coniierizo de Los planeias, Sergio Chejfec escribió:

"Aquclla noticia Iiablaba de restos huniaiios espiircidos por

uiia extensa supcrficie. Hay una palabra que 10 desci-ibe

"igiiel D~l~ii;ir.oiii, "1;i iriontl de Ia liiatoria: riovcl;ts argentiiiiis 50-

bre Ia dictadura", Il i~~ui~zri iccc, ano XXX11, iiúiiici-o !)ti, 2003, p. 38.

muy bien: regados. Miembros regados, repartidos, ordena-

dos en círculos imaginarios de1 centro inequívoco, Ia explo-

sión. Hacia cualquier lado que uno fuese, todavía a cientos

de metros podía toparse con rastros, que por otra parte ya

no eraii iilas que sefiales mudas, aptas tan só10 para e1 epí-

logo: 10s cuerpos deshcchos después de haber sufrido, se-

parados en trozos y dispersos". La noticia abre un escenario

de muerte que nunca fue descripto de ese modo. La novela

queda marcada de allí en más por ese paisaje de restos hu-

iiianos dispersos, que se corresponde con Ia desaparición

de1 amigo. La potencia de Ia descripción sostiene algo que

no pudo pasar por la experiencia sino por la imaginación

que trabajó sobre indicios mínimos, suposiciones, 10s resul-

tados de1 "sueiio de Ia razón" represora. Esas Iíneas breves

rodear1 el críter, Ia desaparición de1 airiigo, alrededor de Ia

cual, pero no sobre ella, se extenderá Ia novela. Es innecesa-

rio saber si Chejfec se reinite a una dimensión autobiogriX-

c;i, porque la fuerza de Ia escena no depende de eso.

Visité Terezin, Ia ciudad-fortaleza barroca-campo de con-

centr-iición, a causa de Sebald. De Ia utopía de1 no saber, de

1-10 volver a encontrar jainás ni recuerdos ni rastros que obli-

giien a Ia iiiemoria de su pasado de niIio que eszapó de 10s

nazis )I IlegO solo a Inglaterra, e1 personaje de Austeríilz p a s i , coii Ia iiiisiria unilateialidad y el rriisrrio cark:ter absolu-

to, a Ia iitopía de Ia iiirís obsesiva ieconstriiccióri de1 ?asa-

tlo. Sel~ald iiiiiestra entre clu< extieinos se IriuevL cuajquier

empresa I-ecoiistructiva: desde la pérdida radical de la iden-

Page 82: Beatriz Sarlo-tiempo Pasado

tidad a su enajenación en e1 recuerdo enipujado por e1 de-

seo, sienipre iiiiposible, de una memoria omnisciente.

La literatura, por supuesto, no disuelve todos 10s proble-

mas plaiiteados, ni puede explicarlos, pero en ella un na-

rrador siempre piensa desde ufuera de la experiencia, como

si 10s humanos pudieran apoderarse de la pesadilla y no só-

10 padecerla.

I

En 2003 fui miembro de1 Wissenschaftskolleg de Berlín,

adonde llegué para escribir una biografía intelectual de 10s

anos sesenta y setenta. Con tiempo para revisar miles de pá-

! ginas, abandoné ese proyecto. Leí demasiadas autobiogra- I fias y testimonios durante varios meses, y me convenci de

1 que quería examinar críticamente sus condiciones teóricas,

i discursivas e históricas. E1 Wissenschaftskolleg acepta, co-

mo una especie de tradición liberal que lo enorgullece, es-

tos cambios de programa. A esa comunidad intelectual ber-

linesa va mi agradecimiento.