Basomba - El ultimo Bach y el dodecafonismo como ideal musical

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TESIS DOCTORAL EL ÚLTIMO BACH Y EL DODECAFONISMO COMO IDEAL MUSICAL: UNA LECTURA ESTÉTICA Y SOCIOLÓGICA Autor: Daniel Basomba García Directora: Blanca Muñoz López DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICA Y SOCIOLOGÍA Getafe, Octubre 2013

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Basomba - El ultimo Bach y el dodecafonismo como ideal musical

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  • TESIS DOCTORAL

    EL LTIMO BACH Y EL DODECAFONISMO COMO IDEAL MUSICAL:

    UNA LECTURA ESTTICA Y SOCIOLGICA

    Autor: Daniel Basomba Garca Directora: Blanca Muoz Lpez

    DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLTICA Y SOCIOLOGA

    Getafe, Octubre 2013

  • TESIS DOCTORAL

    EL LTIMO BACH Y EL DODECAFONISMO COMO IDEAL MUSICAL:

    UNA LECTURA ESTTICA Y SOCIOLGICA

    Autor: Daniel Basomba Garca Directora: Blanca Muoz Lpez

    Firma del Tribunal Calificador:

    Firma

    Presidente:

    Vocal:

    Secretario:

    Calificacin:

    Getafe, de de

  • JUSTIFICACIN PERSONAL Y AGRADECIMIENTOS.

    La inquietud por las cuestiones que aqu trato se inici al principio de los estudios universitarios en la Facultad de Ciencias Polticas de la Universidad Complutense, hace ya ms de dos dcadas. Mi vocacin musical y una impenitente inclinacin por la especulacin esttica me empujaban a buscar cualquier resquicio en la programacin de una carrera orientada, fundamentalmente, hacia el derecho y los estudios de politologa. La flexibilidad y comprensin de algunos profesores me permitieron realizar pequeas incursiones, seguramente ingenuas, en el mbito de la filosofa de la cultura o de una esttica sociolgica. En este sentido, recuerdo con afecto algunos ensayos de aquellos das. Para el profesor Luis Arranz: Msica, alemanidad y paradigmas estticos, para la profesora Carmen Iglesias Por qu el epicuresmo? y para el profesor Ramn Garca Cotarelo Miserias y grandeza de la hermenutica. Agradezco, desde estas lneas, la amplitud de miras y paciencia de aquellos profesores. Por ltimo, quisiera recordar, por esos mismos motivos, al profesor de Estructura Social Contempornea, Rafael Daz-Salazar. Dos de los ejes fundamentales de esta tesis, la relacin entre msica y sociedad y el dilogo entre tica y esttica tienen su origen en lecturas obligadas de aquellos aos, en concreto, el Libro Cuarto de La Repblica de Platn y El poltico y el cientfico de Max Weber.

    Fue posteriormente, durante los estudios en el Conservatorio, cuando comenc a intuir la posibilidad de una relacin entre determinados mtodos de composicin y formas de pensamiento social. Gracias al profesor y compositor Jos Luis Castillo, en la asignatura de Armona y Anlisis, tom el primer contacto con un modelo de composicin musical, altamente especulativo e intelectual, que conforma una suerte de tendencia histrica de nuestra msica culta. Me refiero a aquella tradicin de la escritura cannica y contrapuntstica, especialmente compleja, que asoma en momentos puntuales de la historia; desde los contrapuntistas flamencos y el Bach de El arte de la fuga, hasta la paradjica reaparicin de los recursos contrapuntsticos en el mtodo dodecafnico de composicin. Desde el primer momento sent la necesidad de esclarecer las posibles implicaciones cosmovisivas y sociolgicas de ese modo tan abstracto y elevado de concebir la msica.

  • Concluida la licenciatura de Ciencias Polticas y Sociologa, realic los cursos de doctorado en el rea de Esttica de la Facultad de Filosofa en la Universidad de Valencia. En el trabajo de investigacin, dirigido por J. Vicente Selma: Forma y Nmero: el lenguaje del ltimo Bach y el Dodecafonismo, me ocup de la vertiente especficamente formal y esttica de alguno de los temas desarrollados en esta tesis. Para la Revista de Cincies i Filosofa publicamos, junto al profesor Francisco Bueno Camejo, un breve ensayo entorno a la relacin entre la escritura especulativa bachiana y la monadologa de Leibniz. Quisiera rememorar, de aquellos das, el primer contacto con el pensamiento de T.W. Adorno, el de la Esttica y los escritos musicales, que tuvo su origen en un pequeo ensayo para el catedrtico Romn de la Calle, sobre el texto Defensa de Bach contra sus entusiastas.

    Finalizados los cursos de doctorado inici un primer intento de tesis sobre el tema Bach en el cine, pero la falta de continuidad y razones privadas y profesionales hicieron que se abortara el proyecto. El origen del estudio fue un dossier que publicamos para la revista de msica Scherzo, con motivo del doscientos cincuenta aniversario de la muerte del compositor. Deseo agradecer a Enrique Martnez Miura, redactor de Scherzo y experto en la figura y obra de Bach, su apoyo en aquella iniciativa y su inapreciable ayuda en la bsqueda bibliogrfica para nuestras investigaciones bachianas.

    La complejidad y heterogeneidad de enfoques a los que debe, necesariamente, someterse el tema que nos ocupa no invitan, de inicio, al asalto de una tesis doctoral. Creemos, sin embargo, que dos hechos han contribuido decisivamente a que nos empeemos en la empresa. Por un lado, cierta carga personal de los asuntos aqu tratados que venimos arrastrando demasiado tiempo y que de algn modo, deba ser liberada; por otro, la intervencin de nuestra directora de tesis, la profesora Blanca Muoz, que con sus ideas, consejos y nimos ha logrado lo que, con toda certeza, no hubiera conseguido solo. A lo largo de estos ltimos aos me ha orientado con extraordinaria generosidad y comprensin, descubrindome obras y autores que desconoca. Es gracias a ella que hemos orientado esta tesis por los lindes de la sociologa del conocimiento. Me siento muy afortunado por todo lo que me ha enseado y descubierto.

    Por ltimo, no puedo olvidar a mis amigos y las enriquecedoras conversaciones, a lo largo de muchos aos, sobre estas cuestiones musicales y sociolgicas. Muchas

  • ideas y matices han surgido en agradables paseos y charlas de caf. Sin olvidar a nadie, mi agradecimiento a J. Lus Peir, Jos Casares, Paco Tamarit, Enrique Martnez Miura, Fernando Puente, Diego Rasskin, J. Jos Gmez Cadenas, Nicols Marco y Ximo Escrig. Tambin un agradecimiento especial al profesor Arturo Rodrguez Morat, pionero en Espaa en el campo de la sociologa de la msica, y al profesor de contrapunto y composicin Francisco Tamarit, por sus consejos y ayuda desinteresada. Por ltimo, recordar a mi padre que tanto me ha animado y escuchado.

    Quisiera dedicar esta tesis a Silvia, mi mujer, y a Teresa, mi hija, por su permanente ayuda e infinita comprensin. Espero, a partir de ahora, compensarles por el tiempo que les he negado a lo largo de estos interminables aos.

    Daniel Basomba.

  • NDICE:

    INTRODUCCIN: PLANTEAMIENTO Y ESTRUCTURACIN DE LA TESIS. 1. MARCO TERICO Y FUNDAMENTOS EPISTEMOLGICOS PARA UNA SOCIOLOGA DE LA MSICA. 1.1. Un espacio para la sociologa de la msica y la sociologa del conocimiento: la msica como imagen del mundo. 1.2. El nexo entre msica y sociedad: analoga y estilo de pensamiento. 1.3. Especificidad del objeto msica y modelos para la inferencia sociolgica. 1.4. Superacin de un modelo causal determinista: constelacin de causas, asociaciones a posteriori y condicionamiento social indirecto. 1.5. La aprehensin de la realidad social y cultural: comprensin y seleccin. 2. EL LTIMO BACH Y EL DODECAFONISMO: UNA APROXIMACIN HISTRICA, FORMAL Y ESTTICA. 2.1. El ltimo Bach y el dodecafonismo como paradigma de una concepcin intelectual de la msica. 2.2. El arte de la fuga y el dodecafonismo: una aproximacin sociohistrica. 2.2.1. El arte de la fuga: anacronismo y profeca. 2.2.2. El dodecafonismo: entre la ruptura y la tradicin. 2.3. La invocacin del dodecafonismo al ltimo Bach y a la antigua tradicin del contrapunto cannico: una revisin esttica. 2.4. Anlisis de la forma y la techn compositiva: 2.4.1. Fe en un orden visual y umbral de audibilidad: el origen de los recursos contrapuntsticos. 2.4.2. Unidad y predeterminacin en la forma musical: la impronta de un estilo de pensamiento. 2.5. El ltimo Bach y el dodecafonismo como polo puro de una dialctica entre expresin y construccin: la restitucin de un antiguo orden.

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    3. LA COMPOSICIN MUSICAL COMO ESFERA DE REALIZACIN TICA Y PROYECCIN DE VALORES IDENTITARIOS DE CREDO, CLASE Y GRUPO. 3.1. La composicin musical como acto moral: posicin del sujeto y valor de las reglas en la escritura cannica y el dodecafonismo. 3.2. La proyeccin de un habitus y credo religioso en la composicin musical. 3.2.1. Protestantismo: valor de la interioridad. 3.2.2. Judasmo: valor de la ley. 3.3. La proyeccin de una identidad y moral profesional en la composicin musical: hermetismo y apoliticismo.

    3.4. Puritanismo burgus, racionalidad y antiutilitarismo en un ideal de la msica absoluta.

    4. LA IMPRONTA CULTURAL ALEMANA EN UN IDEAL DE LA MSICA OCCIDENTAL. 4.1. Msica e imagen de una cultura-nacin. 4.2. Msica y alemanidad: 4.2.1. Atraccin por los extremos e ideologizacin de lo esttico. 4.2.2. Evolucin de una afirmacin identitaria y resistencia a lo forneo. 4.3. La alemanidad del Bach especulativo y el dodecafonismo: el Doktor Faustus y la restauracin de un pathos medieval y burgus. 5. LA MSICA COMO DEBER SER: SNTOMA COSMOVISIVO O IDEOLOGA? 5.1. La msica como metfora y reflejo cosmovisivo: imagen del hombre y dialctica entre naturaleza y cultura. 5.2. Revisin del concepto de racionalizacin musical. 5.3. Gnesis de un ideal musical: el caso Adorno. 5.4. Sospecha del dodecafonismo. 6. SNTESIS Y CONCLUSIONES.

    7. GLOSARIO DE TRMINOS Y CONCEPTOS MUSICALES.

    8. BIBLIOGRAFA.

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    INTRODUCCIN: PLANTEAMIENTO Y ESTRUCTURACIN DE LA TESIS.

    El objetivo general de esta tesis es el de tratar de esclarecer el modo en que la msica refleja una determinada visin del mundo o Weltanschauung.1 Del mismo modo que existe una sociologa de la literatura o del arte que explora, en las propias obras literarias o en las representaciones pictricas, los esquemas mentales de una poca o los valores de un determinado grupo social, tambin la msica debera dar cuenta del mundo al que pertenece. Sin embargo, pronto percibimos las dificultades de la empresa. Al contrario que el arte o la literatura, la msica, al menos aqulla no vinculada a un texto o articulada en un programa, no pretende representar nada. Cmo podemos inducir un contenido social en la pura sucesin de sonidos en el tiempo?, es posible una sociologa centrada en la obra musical o en un lenguaje compositivo determinado? Resulta sintomtico el modo en que la sociologa de la msica tiende a eludir el anlisis de la propia msica para dirigir su mirada a otros mbitos del hecho musical. Hay, sobre todo, una sociologa del consumo y la recepcin que trata de establecer una relacin entre los grupos sociales y las preferencias musicales; tambin una sociologa de los compositores e intrpretes, su status y consideracin social, el modo en que se relacionan con las instituciones de mecenazgo, etc. Sin embargo, a pesar de la amplia contribucin de T.W. Adorno y de aquella lnea fundacional abierta por Max Weber en sus Fundamentos racionales y sociolgicos de la msica no hay, en la sociologa de la msica, una tradicin de anlisis del objeto equiparable a la sociologa del arte o la literatura. Esta tesis pretende ser una excepcin. La orientacin de nuestro estudio se dirige, fundamentalmente, a la inferencia de un contenido de significacin social a partir del anlisis de la forma musical 2 y de determinados recursos compositivos. 1 A partir de este momento, utilizaremos indistintamente el trmino alemn Weltanschauung o cualquiera de sus aproximaciones al castellano como visin o interpretacin del mundo y cosmovisin. En todo caso, siempre que utilicemos sustitutos del trmino alemn, debemos pensar, estrictamente, en su sentido original y sus referencias al historicismo, a una sociologa del verstehen y a la tradicin de la primera sociologa del conocimiento. 2 Para una definicin de forma musical, ver glosario de trminos y conceptos musicales.

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    Nuestro planteamiento es, en gran medida, un intento de trasladar a la sociologa de la msica, instrumentos de interpretacin propios de la historia del arte. El propsito de reconstruir una cosmovisin, a partir de un determinado lenguaje compositivo, supone contemplar la msica como forma simblica en la definicin de E. Panofsky 3 tan influenciada por el pensamiento de E. Cassirer.4 Nuestro enfoque es equiparable a aquellos trabajos de Panofsky sobre las relaciones entre el gtico y la escolstica o su interpretacin de la perspectiva en el Renacimiento como smbolo de una cosmovisin antropocntrica. Curiosamente, otros conceptos fundamentales para nuestra investigacin, como el de estilo de pensamiento propio de la sociologa del conocimiento de K. Mannheim, o el concepto bourdieussiano de habitus, tienen su origen, tambin, en la iconologa y los planteamientos tericos de Panofsky. 5 Hemos definido, hasta aqu, el enfoque de una sociologa de la msica orientada hacia el objeto musical. Tratamos de leer, en la propia msica, la huella de lo social, la proyeccin de una concepcin del mundo. Podemos hablar, en este sentido, de un enfoque o punto de vista ontolgico, pues situamos el contenido social en el propio ser de la msica, como si se tratara de su propia esencia inmanente. Sin embargo, esclarecer la significacin social de la msica pasa, fundamentalmente, por analizar el modo en que es pensada y percibida. El anlisis del objeto musical, en tanto reflejo codificado de un determinado estilo de pensamiento, debe completarse con un anlisis de la proyeccin de valores en el proceso creativo y de recepcin. Debemos interrogar al compositor, esclarecer la intencionalidad de sus actos y los valores que guan su concepcin musical; por otro lado, es preciso estudiar el modo en que la sociedad interioriza la msica a 3 M. Helena Gmez ha sealado esa relacin entre el arte, en tanto forma simblica, y la esfera de lo cosmovisivo en el modelo terico de Panofsky: Le correspondi a Panosfsky formular sus objetivos en trminos tericos, convencido de que toda forma expresa valores simblicos particulares y que la interpretacin iconolgica es el medio para alcanzar el significado intrnseco o contenido del tema de la obra, que revela la actitud de fondo de un pueblo, de un periodo o de una clase (La iconologa. Un mtodo para reconocer la simbologa oculta en las obras de arquitectura Argos, 38 (2003), p. 5). 4 En El lenguaje del arte, O. Calabrese seala la deuda de Panofsky y la esttica simblica con el concepto de formas simblicas de E. Cassirer: las formas expresivas son consideradas formas simblicas, es decir, que son capaces de manifestar contenidos que no estn motivados directamente por el aspecto natural de las formas mismas. Pero con el trmino formas simblicas hemos entrado en la consideracin de los fundamentos filosficos y tericos del inventor del trmino, Ernst Cassirer, que precisamente en el mismo periodo (alrededor de los aos veinte) elabor una Philosophie der Symbolischen Formen (1923-1929), que es considerada como punto de referencia tanto para los estudios de lingstica como para los de otras ciencias humansticas (Calabrese, 1995: 27). 5 Esa influencia de Panofsky sobre la obra de Mannheim ha sido ampliamente sealada por Jos M. Gonzlez en Reflexiones sobre El pensamiento conservador de Mannheim (Reis: 62 ,1993) y Sociologa e iconologa (Reis: 84,1998).

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    travs de sus expectativas, valores y prejuicios. As pues, el anlisis sociolgico de la msica presenta una permanente e inevitable ambivalencia entre un enfoque objetivo-ontolgico y otro subjetivo. La msica obedece siempre a un contexto social, cultural e histrico que define, a partir de un sistema de valores, unas pautas de comportamiento, un modelo de comprensin y escucha. As, la representacin de una pera bufa en el Npoles del s. XVIII est sujeta a unas normas de conducta muy distintas de aquellas que regan la audicin de una obra camerstica en el saln de la aristocracia vienesa o en la sala de la casa burguesa. La msica refleja o dialoga con esas expectativas, incluso y quizs de un modo ms intenso, en el caso en que se pretenda libre y autnoma de cualquier condicionamiento social. En este sentido, el anlisis sociolgico no puede prescindir del conocimiento del conjunto de interrelaciones simblicas socializadas que definen una determinada orientacin del hecho musical. Para un grupo social determinado, la msica no es sino puro pasatiempo o evasin, para otro representa la mxima expresin del valor de la cultura. La msica responde, simblicamente, a un habitus y un ethos social. Pensemos, por ejemplo, en el canto gregoriano como expresin de la quietud contemplativa del monje, o el minueto cortesano como reflejo del estilo de vida aristocrtico marcado por el refinamiento y la ritualizacin de las formas. Uno de los requerimientos fundamentales de nuestra tesis es el de esclarecer las adecuaciones de sentido entre los valores sociales y la msica, es decir, cmo elementos concretos de un estilo musical son interiorizados y asumidos en arreglo a determinados valores y cmo estos orientan el acto creativo o un determinado modelo de conducta respecto a la msica. Pero cmo se definen o cuantifican esas concordancias? Es fundamental rastrear las declaraciones de los propios compositores y el modo en que vivencian el proceso de creacin. Por otro lado, debemos recoger los testimonios y las reflexiones de filsofos, escritores y tericos de la msica para reconstruir los valores que definen y articulan la concepcin musical propia de un contexto sociocultural y de una poca. Para nuestro estudio sobre la concepcin musical implcita

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    en el dodecafonismo 6 y su relacin con aquellas obras especulativas del ltimo Bach, debemos analizar el momento cultural de la vanguardia musical de los aos veinte, pero tambin la concepcin general de la msica en una tradicin especficamente alemana, los valores de la burguesa culta, la impronta del idealismo, etc. As pues, el esclarecimiento del significado social de un lenguaje compositivo o de una obra concreta debe realizarse como sntesis del anlisis formal y esttico de la msica, y una hermenutica de las proyecciones del creador y los receptores. Dichas proyecciones, articuladas a travs de valores, deben relacionarse simblicamente con los recursos formales y compositivos de modo que aqullas no queden en pura arbitrariedad subjetiva. As, el anlisis formal y esttico se orienta como momento ontolgico en el que se interroga al propio objeto musical, mientras que el anlisis de las proyecciones supone un interrogar al sujeto como hermenutica de las representaciones. ********** Ms all de la adscripcin de nuestro estudio en el mbito de una sociologa de la msica de carcter especulativo o de una sociologa del conocimiento de temtica musical, es evidente que nos situamos lejos de un sociologa emprica y positivista. Desde el momento en que hablamos de proyecciones, valores, ideas, subjetividad, vivencia resulta claro la orientacin de nuestro enfoque hacia una sociologa del verstehen. Nos interesa, sobre todo, el anlisis de las motivaciones de la accin, el modo en que determinados valores orientan y se mimetizan en actos y decisiones aparentemente libres e incondicionadas. Este enfoque, tpicamente weberiano, es especialmente vlido en el anlisis del proceso de creacin musical. Veremos cmo, efectivamente, la composicin musical se muestra como esfera de realizacin tica, como vivencia y proyeccin de valores morales. Ciertamente, nuestro afn por sociologizar el hecho musical en su conjunto puede llevar a una imagen distorsionada. ste es el precio de explorar un determinado punto de vista, la de aumentar artificialmente la trascendencia del enfoque con el fin de hacerlo visible. Pero, slo si somos conscientes del lugar relativo y necesariamente incompleto 6 A lo largo de la tesis nos ocupamos, exclusivamente, del dodecafonismo schnbergiano o dodecafonismo serial y no de otras variantes del dodecafonismo como el de Hauer. Para una aproximacin al dodecafonismo o tcnica de composicin de doce sonidos ver glosario de trminos y conceptos musicales.

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    que ocupa nuestra lectura, seremos capaces de ponderar y matizar adecuadamente su valor. El anlisis de la impronta social en la msica no pretende, en modo alguno, sustituir o negar el valor de un anlisis formal del objeto musical. Al contrario, partimos del anlisis de los principios formales para inferir una relacin con un determinado estilo de pensamiento representativo de un contexto social y cultural. Por otro lado, debemos ser conscientes de los lmites y riesgos de un anlisis musical sociolgico.7 Nuestro anlisis del condicionamiento social de la msica no niega la esencial libertad individual de todo proceso creativo.

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    El ttulo de esta tesis plantea un ideal musical comn en el ltimo Bach y el dodecafonismo pero, qu vnculo puede haber entre un compositor como Bach, considerado como sntesis y culminacin del Barroco, y el mtodo de composicin de los doce sonidos, paradigma de la vanguardia musical de los aos veinte? Lo primero que debemos aclarar es que, con esa categora del ltimo Bach nos referimos, especficamente, a una serie de obras como La ofrenda musical, Las variaciones cannicas y, muy fundamentalmente, El arte de la fuga, realizadas en los aos finales de la vida del compositor. 8 En estas obras se sistematiza e intensifica el uso de una escritura contrapuntstica,9 particularmente compleja, cuya tradicin se remonta, al menos, al s. XV con la Escuela de contrapuntistas flamencos. 10 7 Tal y como seala Javier Noya en Musyca. Msica, sociedad y creatividad artstica: no se puede sociologizar ms all de lo razonable, no podemos esclarecer el porqu de unas notas concretas y no de otras (Noya, 2010: 20). 8 En concreto el ltimo lustro de su vida, 1745-1750. Esa categora del ltimo Bach fue utilizada ya por Adorno en su Introduccin a la Sociologa de la msica para referirse a esa serie de obras de carcter altamente especulativo. K. Geiringer o Ch. Wolff, en sus estudios sobre la figura y obra de Bach, se refieren a una ltima dcada creativa entre 1740 y 1750, marcada por un creciente inters por la msica instrumental y un lenguaje compositivo cada vez ms complejo. 9 Para una definicin de contrapunto, ver el glosario de trminos y conceptos musicales. 10 La Escuela de contrapuntistas flamencos, identificada por C. Gallico como los Maestros ultramontanos, se inicia en el s. XV con Dufay y Binchois y se prolonga, en una sucesin de seis generaciones, hasta Sweelinck, ya en el s. XVII. Es fundamental reconocer el nexo entre este ltimo y Bach a travs de una tradicin de organistas del centro y norte de Alemania. Por otro lado, es bien conocido el inters de Anton Webern por Heinrich Isaak (tercera generacin) y sus implicaciones en el desarrollo de su propia escritura compositiva.

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    Muchos de los recursos compositivos empleados por Bach en sus ltimas obras, as como determinados elementos de su planteamiento formal general coinciden, efectivamente, con aquellos del mtodo dodecafnico de composicin. Dichos recursos y principios formales reflejan una concepcin musical altamente intelectual, en el sentido de que no apelan tanto a una fruicin auditiva sino al anlisis de la lgica interna de la partitura. Su finalidad prioritaria no es tanto la mocin de los sentidos o la expresin emotiva sino, ms bien, la consecucin de un orden racional interno que permanece esencialmente oculto y hermtico a la escucha. En un plano esttico y formal, ese eje conformado desde las referencias al ltimo Bach y el dodecafonismo, representa una suerte de paradigma o modelo de comprensin del hecho compositivo. Fueron los propios miembros de la Segunda Escuela de Viena quienes defendieron, una y otra vez, su filiacin con el Bach de El arte de la fuga, convirtindose casi en un lugar comn de la posterior recepcin del dodecafonismo. Al mismo tiempo, Adorno, alumno de Alban Berg, construa, desde el plpito de la filosofa y la crtica musical, un discurso que proclamaba la necesidad de una comprensin radical y exclusivamente intelectual del hecho musical. En esa concepcin de un deber ser para la msica fundado, presuntamente, en los ms altos valores de una racionalidad tica, slo caban los logros de la trinidad vienesa y, retrospectivamente, una seleccin muy purgada del canon musical de occidente. Es aqu donde una imagen de Bach, como paradigma de lo intelectual y hermtico, adquiere la mxima relevancia. 11 En gran medida, todo lo que asociamos con el hermetismo y la dificultad extrema de comprensin de la msica de vanguardia aparece, ya implcito y legitimado, en la proclamacin de ese vnculo entre el ltimo Bach y el dodecafonismo. Lo paradjico del giro dodecafnico es que se plantea, al mismo tiempo, desde la ruptura y la tradicin. Por un lado, se presenta como la ms radical de las vanguardias al racionalizar, con el mtodo dodecafnico, la ruptura con la tonalidad 12 ya conquistada en la fase anterior del atonalismo libre; 13 por otro, apela a la ms alta tradicin a travs de la reinstauracin 11 Es fundamental advertir que esa asociacin entre el dodecafonismo y el ltimo Bach se realiza desde un cierto sesgo del formalismo musical. Hay, ciertamente, muchos otros Bach, ms all de El arte de la fuga y su particular recepcin. 12 Ver tonalidad, en el glosario de trminos y conceptos musicales. 13 Ver atonalidad y atonalismo libre en el glosario de trminos y conceptos musicales.

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    de los recursos de la escritura cannica. 14 Lo fundamental es advertir que las implicaciones de esa restitucin sistemtica de los antiguos recursos compositivos empleados por Bach y los contrapuntistas flamencos, van mucho ms all de lo estrictamente musical. A nuestro juicio, el retorno a Bach y a la alta tradicin de la escritura cannica por parte del dodecafonismo, debe interpretarse como enftica evocacin a toda una Weltanschauung. 15 Ms all del valor estratgico que sospechamos en esa apelacin a Bach por parte de los miembros de la Segunda Escuela de Viena, lo cierto es que la definicin de un ideal musical a partir de un paradigma conformado por el ltimo Bach y el dodecafonismo presenta un extraordinario atractivo y una innegable coherencia explicativa. Esa asociacin nos remite a una tendencia, propia de la historia de la msica culta occidental, a privilegiar la forma y la estructura como elemento racionalizador de primer orden. Es esa polarizacin hacia una comprensin cada vez ms intelectual y abstracta de la composicin musical lo que pone en comunicacin al dodecafonismo con el ltimo Bach. Podra afirmarse que Adorno y los dodecafnicos llevaron al extremo, quizs al exceso, una determinada lnea y tendencia histrica del pensamiento musical. Esa apelacin al intelecto, a la racionalidad y al valor moral de la msica, nos remite a elementos marcados a fuego en la historia de la msica occidental, desde Pitgoras a Boecio, desde Platn a San Agustn, desde Leibniz a Rameau. El modelo cognitivo planteado en aquellas obras especulativas de Bach y en el mtodo dodecafnico de composicin revela, de un modo especialmente significativo, una escala de valores y un modo de entender la relacin del hombre con la msica, reflejo, a su vez, de una concepcin del mundo. La msica es la esfera donde se concreta una relacin entre lo racional y lo pasional, lo objetivo y lo subjetivo, la forma y el contenido, un lenguaje del intelecto y un lenguaje de la emotividad. El nfasis en uno de los polos de esa tensin dialctica puede ser interpretado como sntoma cosmovisivo. 14 Relativa a la composicin de cnones. Ver canon en el glosario de trminos y conceptos musicales. 15 En La seduccin de la cultura en la historia alemana, W. Lepenies muestra el extraordinario valor que tena en Alemania ese tipo de asociaciones ideales con una tradicin cultural de prestigio. En este sentido, analiza el modo en que T. Mann trat de legitimar la Repblica de Weimar a travs de la evocacin a Goethe y la corte de Weimar de finales del XVIII y principios del XIX. Es curioso cmo a travs de la denominacin Segunda Escuela de Viena, se apela a aquella primera escuela vienesa de los Haydn, Mozart y Beethoven. De algn modo, se trata de evitar la imagen de una ruptura absoluta con la tradicin. Tampoco es casual la sempiterna coletilla de Bach a Schnberg con la que Adorno se empea, una y otra vez, en definir el alfa y el omega de la musical culta occidental.

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    Una concepcin musical en que lo tico y racional debe prevalecer sobre lo esttico 16 entendido como lo expresivo-comunicativo implica, ciertamente, una imagen y un deber ser del hombre. Quizs en ninguna otro lugar se expresa, tan a las claras, un ideal de la alta cultura como coercin civilizadora; 17 esa funcin de la msica como ideal de contencin, de sujecin de los instintos y la emotividad. Pero, hasta qu punto no se refleja aqu, tambin, una mentalidad de clase o valores asociados a un credo religioso? y en qu medida, una parte esencial de la msica culta no se corresponde con una tradicin especficamente alemana? A lo largo de la tesis, tratamos de profundizar en una serie de constantes que articulan ese vnculo entre el Bach especulativo y el dodecafonismo. Nos referiremos a la proyeccin de una concepcin tica de la composicin musical articulada en una moral profesional propia del compositor y, eventualmente, en valores de origen religioso. Por otro lado, contemplamos el modelo de escritura cannica del ltimo Bach y el mtodo dodecafnico de composicin, como proyeccin de valores asociados al racionalismo y ascetismo burgus. Por ltimo, tratamos de esclarecer el modo en que se proyecta, en esa concepcin radicalmente intelectual de la composicin musical, valores propios de una tradicin especficamente alemana o, al menos, de una imagen de lo alemn. Vemos, efectivamente, cmo ese vnculo entre el ltimo Bach y el dodecafonismo trasciende el mbito de lo especficamente musical y supera, con mucho, una interpretacin circunscrita al momento histrico de la vanguardia musical vienesa y sus circunstancias. La lectura de Adorno y su apelacin a un determinado ideal musical implican, consciente o inconscientemente, un vastsimo campo de referencias que ataen a la historia cultural de Occidente y, particularmente, a esa historia espiritual de Alemania. La interpretacin adorniana del dodecafonismo y su concepcin de la msica como un estricto deber ser, es lo que sirvi de base a Thomas Mann para la escritura de su Doktor Faustus. En esta novela se realiza un extraordinario mosaico de implicaciones sociales, culturales e histricas, en que la msica se relaciona, estrechamente, con la esfera de lo cosmovisivo. En cierto sentido, su enfoque es el de una sociologa del 16 Veremos el matiz significativamente peyorativo que toma el concepto de lo esttico, en las reflexiones musicales de Schnberg, Webern, Adorno o T. Mann. 17 A lo largo de la tesis trataremos de mostrar cmo la msica es un campo de batalla ideal de la dialctica entre naturaleza y cultura, en el sentido establecido por S. Freud en El malestar en la cultura y desarrollado, posteriormente, por H. Marcuse, N. Elias u Ortega y Gasset.

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    conocimiento de temtica musical. En pocos lugares se ha profundizado tanto en las relaciones simblicas entre msica y valores socioculturales. En muchos aspectos, esta tesis no es sino una larga glosa al Doktor Faustus de T. Mann. 18 Por ltimo, debemos sealar la orientacin crtica de nuestra lectura respecto del dodecafonismo y el ideal musical adorniano que aparece como subtema, en paralelo al ncleo central de nuestra tesis. Creemos advertir una distorsin interesada en el modo en que, sobre todo Schnberg y Webern, apelan a una afinidad de su modelo de escritura con aquel del ltimo Bach. Por otro lado, proponemos una reflexin detenida sobre los planteamientos musicales de Adorno. La arbitrariedad y desconsideracin de que hace gala respecto a todo aquello que no se ajuste a sus criterios resulta, a menudo, proverbial. Se pone aqu de manifiesto, de un modo arquetpico, una suerte de intolerancia musical que exige un anlisis sociolgico profundo y desprejuiciado. En otras palabras, se impone una sociologa de la sociologa de la msica de Adorno, que trate de esclarecer las complejas relaciones entre sus valores estticos y el medio social y cultural en que germinaron.

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    Hemos estructurado el contenido de la tesis en cinco captulos, siguiendo un orden lgico interno desarrollado en tres partes. La primera parte se corresponde con el primer captulo destinado a establecer un marco terico capaz de asumir y dar cuenta de las inferencias y articulaciones entre msica y valores sociales. El conjunto de instrumentos heursticos y categoras comprensivas desarrollados en este captulo, tales como el concepto de analoga, estilo de pensamiento, condicionamiento social indirecto, constelacin de causas tendrn una implicacin directa en nuestra lectura sociolgica sobre el dodecafonismo y el lenguaje compositivo del ltimo Bach. La segunda parte coincide con el segundo captulo y se centra en la exposicin de nuestro objeto material de estudio: el paralelismo entre el dodecafonismo y las obras 18 Es fundamental recordar el papel de Adorno en la gnesis de la novela, certificado posteriormente por el propio T. Mann en Los orgenes del Doktor Faustus. La novela de una novela. El posterior conflicto triangular entre T. Mann, Adorno y Schnberg ha producido una considerable literatura. La versin y ponderacin de los hechos por parte de D. Claussen en Theodor W. Adorno. Uno de los ltimos genios parece plausible y ecunime.

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    especulativas del ltimo periodo creativo de Bach desde una amplia perspectiva formal, esttica e histrica. Estudiaremos aqu la legitimidad, en trminos musicales, de dicho paralelismo a travs de mltiples testimonios y referencias. Por otro lado, trataremos de esbozar el panorama histrico, social e ideolgico del momento de aparicin de una obra como El arte de la fuga a mediados del s. XVIII y el surgimiento del dodecafonismo en la segunda dcada del s. XX, tras la fase inicial del atonalismo libre. Por ltimo, proponemos una lectura unificada de esos dos momentos de la historia de la msica, desde un plano esttico general y abstracto, como polo puro de una concepcin intelectual de la msica. En este sentido, el ideal musical objeto de nuestro estudio se contempla, no slo desde su materializacin concreta en el ltimo Bach y en el dodecafonismo sino, muy fundamentalmente, como tipo ideal esttico. La tercera parte es la ms extensa e incluye los captulos tres, cuatro y cinco. En este espacio desarrollamos el conjunto de proyecciones de valores sociales y cosmovisivos que convergen en esa concepcin de lo musical implcita en la asociacin entre el ltimo Bach y el dodecafonismo. Proponemos un estudio comparativo entre ambos momentos de la historia de la msica a partir de una serie de constantes que actan como puentes entre la msica y la esfera de lo social. Veremos cmo, efectivamente, a pesar de la enorme distancia histrica entre el Bach especulativo y el dodecafonismo, su argumentacin sociolgica discurre, en determinados aspectos, por un cauce comn. En el captulo tres, nos ocupamos de la relacin entre una concepcin tica del hecho musical y su articulacin en valores propios de un credo religioso o un habitus identitario de clase o grupo. Es decir, tratamos de esclarecer el modo, consciente o inconsciente, en que se proyectan sobre la msica, determinadas formas de pensamiento, valores o intereses que definen la identidad de un grupo humano. Observaremos que esa orientacin tica del hecho musical, tanto en el mbito del proceso de creacin como en la propia recepcin y escucha, es especialmente intenso en la concepcin musical expresada en las obras ms especulativas del ltimo Bach y en la naturaleza del mtodo dodecafnico de composicin. Veremos, tambin, la relacin entre los intereses del gremio de compositores y un lenguaje musical deliberadamente complejo y hermtico. Por ltimo, planteamos una serie de adecuaciones de sentido e inferencias de carcter indirecto, entre el habitus propio del ascetismo y racionalismo burgus y aquellos elementos que definen la forma especialmente rigurosa de la

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    escritura bachiana y el mtodo dodecafnico de composicin. En el captulo cuarto, abordamos la relacin entre msica y la imagen de una determinada tradicin cultural-nacional, en este caso, la alemana. Es fundamental observar cmo, a partir de una compleja identificacin entre msica y la historia cultural alemana, se desarrollan y mantienen ciertos criterios valorativos que condicionan, enormemente, el devenir de la historia de la msica culta, no slo alemana sino europea. Nos referiremos al concepto de msica absoluta, al culto a una concepcin artesanal de la composicin musical, as como a un estricto criterio de autoridad en la regulacin del oficio compositivo. Presentamos, por otro lado, una amplia reflexin sobre el Doktor Faustus de T. Mann como fuente de muchas de las reflexiones de esta tesis. En el captulo cinco, ltimo en el desarrollo de la tesis, reflexionamos sobre las relaciones entre msica y cosmovisin en su sentido ms general, es decir, aqulla que define una imagen del hombre y una relacin de ste con la cultura. A partir de aquella tensin dialctica entre naturaleza y cultura-civilizacin, descrita por el psicoanlisis, tratamos de penetrar en el sentido social-antropolgico de la concepcin musical implcita en el paralelismo entre el ltimo Bach y el dodecafonismo. Veremos cmo esta concepcin particularmente restrictiva del hecho musical, ejemplificada en el ideal adorniano, se acompaa de un sintomtico menosprecio por aquellas formas de expresin que no se ajustan, estrictamente, a sus requerimientos. En este sentido, proponemos una reflexin sociolgica en torno a la intransigencia, en el terreno musical esttico, como sntoma de una intolerancia por todo aquello que no forma parte del propio habitus y de una manera de contemplar el mundo. Proponemos, a continuacin, un esquema visual del desarrollo y lgica interna de la tesis. La divisin en tres partes seala la orientacin de cada uno de los enfoques pero no debe asumirse de un modo absoluto, al contrario, cada parte esta ntimamente imbricada con las otras y con el sentido general de la tesis.

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    Primera parte

    Marco terico y fundamentos epistemolgicos para una sociologa de la msica.

    Captulo 1

    Segunda parte

    Anlisis histrico, esttico y formal del objeto: La escritura del ltimo Bach y el dodecafonismo.

    Captulo 2

    Tercera parte

    Interpretacin sociolgica: Anlisis y hermenutica de las proyecciones sobre un ideal musical.

    Captulos 3, 4 y 5

    Dedicamos el sexto captulo a una sntesis y recapitulacin de las conclusiones. Tras ste, incluimos un glosario que recoge la definicin de aquellos trminos y conceptos musicales especialmente complejos o que puedan resultar ambiguos por presentar varias acepciones. Para la bibliografa hemos optado por una presentacin no parcelada en reas de conocimiento, teniendo en cuenta que muchas de las obras no presentan un carcter de especializacin sino una perspectiva claramente multidisciplinar, como es el caso de las obras de esttica, filosofa o sociologa de la msica.

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    1. MARCO TERICO Y FUNDAMENTOS EPISTEMOLGICOS PARA UNA SOCIOLOGA DE LA MSICA.

    Toda obra que no es consciente de su metodologa no admite doble lectura, mientras que aquella herida por la reflexin y la articulacin metodolgica, alcance o no grado de validez en funcin de los materiales utilizados, se constituir en germen de dilogo fructfero que ensea con sus silencios y sus fallos lo que otras no alcanzan con sus aciertos. Juan de Dios Izquierdo: Max Weber. Precedentes y claves metodolgicas.

    El hecho de comenzar con una fundamentacin epistemolgica en el momento de abordar un estudio de las relaciones entre msica y valores o formas de interpretar el mundo es, probablemente, sntoma de cierta inseguridad y temor frente a lo que se intuye como terreno especialmente resbaladizo y lleno de dificultades. Por otro lado, se manifiesta aqu una clara desventaja frente a aquellos estudios perfectamente delimitados y fundamentados, bien en datos estadsticos o en hechos altamente contrastables y falsables. No es ste el caso de nuestro estudio. Comenzamos pues con ese escrpulo, muy caracterstico de nuestra poca, frente a todo aquello difcilmente cuantificable. En el momento de abordar una primera aproximacin al mtodo de estudio para una sociologa de la msica, Adorno comenzaba por reivindicar la necesidad de un modelo capaz de amoldarse a la esencial complejidad del objeto de estudio, esto es, las relaciones entre msica y sociedad: Su concepcin tendra que diferenciarse de una sistemtica que pretendiese desarrollar o presentar con estricta continuidad aquello que en si mismo es discontinuo y no unitario. E igualmente poco habra de imponerse a los fenmenos un mtodo ansioso de una dudosa integridad, como esquema de un orden externo (Adorno, 2009: 419). Tal y como seala M. Jay, Adorno conceda mucha importancia a una adecuacin entre el contenido de las ideas y la forma en que eran presentadas (Jay, 1988: 2). En este sentido, qu mejor que el ensayo, tan elogiado por

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    Adorno, como expresin del carcter abierto, fracturado y ambivalente de su objeto de estudio? y, qu decir de la serie de aforismos con todo su potencial de sugestin? Pero, resulta evidente que no estamos en posicin de escribir aforismos y no estamos seguros de que, en nuestro caso, una frmula puramente ensaystica y abierta fuera un modo evasivo de eludir los problemas. As pues, no evitaremos un intento de sistematizacin o clasificacin all donde nos sintamos capaces de hacerlo. Trataremos, en la medida de nuestras posibilidades, de verbalizarlo todo sin ocultar las fallas y los puntos irresueltos. De este modo, las contradicciones emergern con toda su crudeza y no envueltas en estratgica elipsis o en densa nebulosa. Sin duda, una de las mayores dificultades en el momento de abordar las relaciones entre msica y sociedad es el de esclarecer la naturaleza del vnculo. Hablamos de una relacin de causalidad entre la esfera social y la msica o nos referimos a la proyeccin a posteriori de un contenido social en la msica?, es esa relacin verificable y tangible o forma parte del modo en que comprendemos y nos representamos la msica? Deberemos precisar aqu, qu entendemos por relacin y de qu modo se realiza. Por otro lado, es en la propia verbalizacin de ese contenido social en la msica, donde reside la mayor fuente de problemas. Cualquier afirmacin se presenta como una amputacin y distorsin de la realidad porque las palabras ni agotan el sentido de las cosas ni se corresponden unvocamente con estas. No olvidemos, por ltimo, la irresoluble dialctica entre sujeto y objeto, entre el ser y la imagen del ser que planteamos como distintos momentos u orientaciones del pensamiento. As, ms que resolver las aporas de lenguaje y del conocimiento, las padecemos. 1.1. Un espacio para la sociologa de la msica y la sociologa del conocimiento: la msica como imagen del mundo. Uno de los principales propsitos de la sociologa del conocimiento es el de tratar de esclarecer el origen social de las cosmovisiones proyectadas en los diversos mbitos de la actividad humana. Esta orientacin de la sociologa del conocimiento procede directamente de Mannheim y su nfasis en el condicionamiento social de la ideologa total como perspectiva o weltanschauung. En este mismo sentido, Werner Stark define la sociologa del conocimiento como aquella que se ocupa de todos los modos de

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    pensamiento y, sobre todo, de aquellos que constituyen el marco intelectual de nuestra visin del mundo (citado en J. M. Gonzlez, 1979: 105). Se plantea, sin embargo, un primer problema en la definicin de aquello que entendemos por conocimiento. En El estatuto terico de la sociologa del conocimiento, E. Lamo de Espinosa seala la necesidad de distinguir entre aquel conocimiento entendido segn los parmetros del positivismo cientfico y aquel otro concebido como imagen-versin del mundo. Efectivamente, el concepto de conocimiento parece asociado, desde el Renacimiento, al de aquella verdad autnoma, objetiva y demostrable propia de las ciencias naturales. En palabras de Galileo, citadas por Lamo de Espinosa: Las conclusiones de la ciencia natural son ciertas y necesarias y el juicio del hombre no tiene nada que ver con ellas (Lamo de Espinosa 1987: 9). Por otro lado, en su tratado de sociologa, Salvador Giner toma, en su definicin de los objetivos y presupuestos de una sociologa del conocimiento, la acepcin de conocimiento en un sentido amplio, como imagen del mundo, cosmovisin o universo simblico y no aquella asociada, exclusivamente, a una verdad presuntamente objetivable, autnoma e independiente del sujeto, propia de las ciencias naturales. La sociologa del conocimiento aparece as, como el estudio del condicionamiento social de la globalidad del pensamiento y sus materializaciones. En este sentido afirma:

    El estudio de los procesos sociales que generan conocimiento, por otra parte, no se restringe a la actividad lgica o cientfica de las colectividades humanas, sino que, como se ha dicho, se extiende a cualquier modo de conocer, elaborar y construir mentalmente nuestro universo. Es por ello por lo que la sociologa de la religin, la de la moral, la del arte y la literatura, entre otras, son tambin ramas de la sociologa del conocimiento. (Giner, 2010: 214).

    Ciertamente, en ese, entre otras, debe incluirse la sociologa de la msica que, junto a la sociologa del arte o de la literatura, formaran parte de la sociologa del conocimiento. La msica, en tanto objetivacin del pensamiento representa un modo de conocer y es por tanto, objeto de estudio de la sociologa del conocimiento: ...los seres humanos han conseguido acceder a modos ms altos de comprensin de la realidad y a modos ms humanos de creatividad. La msica polifnica, la fsica nuclear, la filosofa moral () han sido posibles gracias a la actividad crtica de nuestros propios logros que permite la existencia del mundo de nuestros procesos del pensamiento plasmados

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    en redes de smbolos objetivados (Giner, 2010: 119). Kurt Wolff, en su Contribucin a una sociologa del conocimiento, incluye explcitamente la msica dentro de la esfera de los eventos mentales comunicados. La sociologa del conocimiento debe indagar la relacin entre todo evento mental y la situacin social, de este modo, la msica aparece incorporada, con pleno derecho, al mbito de sus intereses. Veremos, tambin, cmo W. Stark se ha ocupado, de un modo muy significativo, del condicionamiento social de la msica. No hay, sin embargo, un acuerdo unnime respecto a la conveniencia de incluir en la sociologa del conocimiento aquello que Lamo de Espinosa ha denominado sociologa de la sensibilidad.19 El debate gira, tal y como se expone en el Diccionario de Sociologa, entorno a la amplitud asignada al concepto de conocimiento.

    Aun cuando el sustantivo conocimiento pretende delimitar el campo de inters de la sociologa del conocimiento, lo cierto es que el alcance de esta palabra es discutido; mientras para algunos la sociologa del conocimiento debe abarcar todo tipo de saber (cientfico o no, incluyendo el de sentido comn y el saber religioso al igual que ideas, creencias o mentalidades y concepciones del mundo) e incluso elementos valorativos (como arte, literatura o msica), otros, siguiendo a Parsons, prefieren centrarla en la dimensin cognitiva e incluso reducirla a sociologa del conocimiento cientfico, sin duda la tendencia hoy predominante en sociologa (Giner, Lamo de Espinosa y Torres, 1998: 729-730).

    No es momento de entrar en una debate entre aquella orientacin de la sociologa

    del conocimiento que no renuncia al estudio de las creaciones y manifestaciones estticas y aquella otra fundada sobre un definicin restringida del conocimiento. Nos limitaremos a sealar nuestro alineamiento con aquella tradicin de los Mannheim, Stark o Wolff y la definicin propuesta por Giner para la sociologa del conocimiento. Nuestro anclaje con la sociologa del conocimiento se realiza, fundamentalmente, a 19 Es muy significativo el hecho de que Lamo de Espinosa acabe reconociendo, a pesar de sus reticencias y con los debidos matices, la legitimidad de un estudio, precisamente sobre el dodecafonismo, dentro del mbito disciplinar de la sociologa del conocimiento: Sin duda, y puesto que hecho y valor no son claramente separables, cabe poner en relacin la sociologa de los juicios morales o de la sensibilidad con la sociologa de los juicios de hecho o del conocimiento. Pero slo despus de haberlos analizado separadamente. Slo despus de estudiar, por ejemplo, la msica dodecafnica, por un lado, y la crtica del lenguaje de Mauthner o Wittgenstein, por otro, puede pensarse en ponerlas en relacin (Lamo de Espinosa 1987: 16).

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    travs del concepto de Weltanschauung, presente desde los inicios de la formulacin terica de la disciplina por parte de Mannheim. Por otro lado, el inters de la sociologa de la msica por esclarecer el vnculo entre sta y las diversas cosmovisones se encuentra ya entre las preocupaciones del propio Weber, tal y como seala A. Rodrguez Morat. 20 El concepto de Wetanschauung sirve, al mismo tiempo, para evidenciar la deuda de la sociologa del conocimiento respecto al historicismo y la sociologa del verstehen:

    El trmino [weltanschauung] fue elaborado por el historicismo alemn del XIX (Dilthey) para poner de manifiesto la diversidad de orientaciones de valor y cognitivas de los diversos pueblos o Volk y como defensa de la diversidad cultural y humana frente a la idea ilustrada de una naturaleza humana idntica en todo tiempo y lugar. Y desde all ha pasado a formar parte esencial de la sociologa (con Jaspers y Weber) y de la sociologa del conocimiento (con Mannheim). (Giner, Lamo de Espinosa y Torres, 1998: 830).

    Toda cosmovisin se conforma a partir de una escala de valores que define la posicin del hombre y el valor de su existencia. En este sentido general antropolgico podemos distinguir, por ejemplo, entre una cosmovisin teocntrica y una visin antropocntrica del mundo. As mismo, identificamos una cosmovisin con el espritu de una poca y sus esquemas mentales. Hablamos as de una cosmovisin medieval o renacentista, de una visin del mundo occidental. Por otro lado, se identifica una cosmovisin en referencia a la concepcin vital y los valores de una religin o un sistema filosfico. Nos referimos, por ejemplo, a una mentalidad protestante o catlica, a una visin materialista o idealista del mundo. Por ltimo, una cosmovisin aparece asociada a una perspectiva e intereses de clase, estamento, grupo o institucin social. Aparecen as distintos enfoques vitales y modos de interpretar la realidad: una visin aristocrtica o pequeo burguesa, la perspectiva del clrigo, del intelectual acadmico o del gremio de compositores. As pues, definimos cosmovisin como un modo de interpretar el mundo, 20 En La trascendencia terica de la sociologa de la msica. El caso de Max Weber (Papers 29 (1988) pp 9-61), A. Rodrguez ha sealado la referencia de Paul Honigsheim a ese inters por parte de Weber: lo que el texto establece claramente es el inters de este ltimo [Weber] por relacionar la esfera tcnica musical con las Weltanschauungen de ndole religiosa, algo que no se lleg a plasmar en ninguno de sus escritos (A. Rodrguez, 1988: 72).

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    social e histricamente condicionado. ********* En la propia msica hallamos, eventualmente, una clave para la comprensin de un determinado contexto sociocultural. El musiclogo Luca Chiantore citaba, en una conferencia, las siguientes palabras de Confucio: Queremos saber si un reino est bien gobernado, si las costumbres de sus habitantes son buenas o malas. Examinemos la msica vigente. En este sentido, el mbito presuntamente libre e incondicionado de la creacin musical es, en realidad, el lugar para las confesiones ms profundas del hombre. La msica explica la sociedad igual que los restos arqueolgicos y los pecios nos entregan las llaves para la comprensin de una poca o de una civilizacin enterrada. Una sociologa de la msica se comporta como una sociologa del conocimiento cuyo objeto, la msica, es contemplada como emanacin de la historia social. Podemos encontrar un ejemplo muy ilustrativo en Sociologa del conocimiento. El pensamiento sociolgico en la historia del las ideas de Stark. El estudio comienza con una reflexin entorno a significacin histrica y sociolgica de la desaparicin del minueto como tercer movimiento de la sinfona y su sustitucin por una forma scherzo:

    Esta desaparicin del minueto, que tuvo lugar alrededor del ao 1800 -uno est tentado a decir alrededor del ao 1789-, apunta ms all de los confines de la creacin y del pensamiento musical, a la esfera ms amplia de la vida y la lucha social. El minueto fue, como todo el mundo sabe, una expresin de la sociedad y la sociabilidad del ancien regime; no poda sobrevivir al orden social del que era parte y producto, tuvo que desvanecerse tan pronto como sus bases histricas se disolvieron y desaparecieron. De esta forma es como una revolucin social y poltica arrastra tras de s ciertos desarrollos semejantes en el reino de la cultura y hasta en un terreno tan aparentemente remoto e independiente como el de la msica... (Stark , 1963: 17-18).

    Resulta muy claro que el enfoque de Stark, en el marco de un tratado sobre sociologa del conocimiento, entra de lleno en la temtica propia de una sociologa de la msica. Nuestra hiptesis de trabajo es aquella sealada por Adorno en su Introduccin a la sociologa de la msica, es decir, la posibilidad de inferir una relacin entre msica y

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    sociedad a partir, por ejemplo, del modo en que se proyecta sobre las obras musicales un determinado estado de desarrollo de la tcnica y los medios de produccin y organizacin sociales. Ciertamente, parece posible observar en la composicin musical, la concrecin de una lgica organizativa que implica, a su vez, un determinado modelo histrico de aprehender la realidad. Del mismo modo en que se establecen analogas entre los esquemas mentales de una poca determinada y un modelo de representacin en las artes plsticas, se contemplan una serie de nexos analgicos entre msica y cosmovisin. La msica no es distinta, en ese sentido, a la arquitectura, la pintura o la literatura, forma parte, igualmente, de una manera de representar el mundo. 21 En Msica, educacin y sociedad, Ch. Small propone la siguiente interpretacin del sentido consmovisivo de la perspectiva en la pintura: La perspectiva, la disposicin de todos los elementos del cuadro en

    relacin lgica unos con otros y con un punto de fuga, supone que miramos ms bien a travs de los ojos del hombre que de los de Dios, del individuo y no ya de la comunidad, y al mismo tiempo, la instantaneidad de la visin del pintor nos habla de un concepto del tiempo muy diferente del medieval. El hombre individual, que vive en el tiempo ha desplazado del centro del universo a Dios, que vive en la eternidad. (Small, 2006: 22).

    As mismo, la sociologa del conocimiento ha encontrado un terreno fecundo y un valioso material en el mbito de la literatura. Podramos citar, en este sentido, El destino de la lrica alemana del Barroco entre la tradicin cortesana y la tradicin burguesa de N. Elias. Se establece aqu una relacin entre la forma literaria y valores identitarios de clase. La preocupacin por la perfeccin estilstica se asocia con el espritu cortesano, mientras que el nfasis en la autenticidad, en el contenido ms que en la forma, en el qu antes que el cmo, se identifica con la burguesa no cortesana. Es ms, la esttica propiamente burguesa en el mbito cultural alemn, se define, esencialmente, como expresin de valores anticortesanos. 22 21 Nathalie Heinich ha sealado en su Sociologa del arte, aquellas investigaciones de Georg Simmel que ponen en relacin un modelo de representacin espacial con una visin del mundo o una determinada forma de Estado: se refera especialmente a la afinidad entre el gusto por la simetra y las formas de gobierno autoritarias o las sociedades socialistas, en tanto que las formas liberales del Estado y el individualismo se asociaran mayormente a la asimetra (Heinich 2004: 12). 22 Volveremos ampliamente sobre esta cuestin en los captulos tres y cuatro.

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    Los ejemplos citados relacionan un determinado esquema de pensamiento propio de una poca o un contexto social y el modo en que ste se expresa en el arte, la msica y la literatura. Lo interesante de estos ejemplos es que no nos remiten a la esfera de lo temtico, aquello que designamos como contenido, sino a un modelo formal de representacin y organizacin del material. Hemos citado, en este sentido, la desaparicin del minueto, la perspectiva en la pintura y la tendencia a una distensin del rigor formal en la literatura. Veremos, ms adelante, cmo es precisamente la ausencia radical de tema o asunto en la msica absoluta, lo que convierte a sta en una esfera especialmente compleja en el momento de detectar la huella de lo social. Este tipo de inferencias entre cosmovisin y la forma interna de la produccin artstica ya fue sealado por W. Dilthey en Los tipos de concepcin del mundo:

    ... el curso histrico de la relacin del arte con las ideas del mundo lo constituye el que, segn esa profundizacin religiosa del arte, la concepcin de la vida de los artistas alcanza en ella una expresin libre. Esto no habr de buscarse introduciendo una concepcin de la vida en la obra de arte, sino en la forma interna de la produccin artstica. Se ha hecho un notable ensayo de comprobar esto en la pintura y mostrar el influjo de las concepciones tpicas de la vida, de las que nacen la visin naturalista del mundo, la heroica y la panentesta, sobre la forma de las obras pictricas. Podra mostrarse tambin una relacin parecida en la creacin musical. Y si algunos artistas geniales, como Miguel ngel, Beethoven, Ricardo Wagner, progresan espontneamente hacia la formacin de una visin del mundo, sta robustecer la expresin de su concepcin de la vida en la forma artstica. (Dilthey, 1974: 55).

    ********** Lo esencial del modelo terico y el mbito de intereses establecido por Weber en Los fundamentos racionales y sociolgicos de la msica es que toma como punto de partida la msica, fundamentalmente, desde la concrecin fsico armnica de los distintos sistemas de afinacin,23 y desde ah trata de sentar las bases para una interpretacin 23 Weber habla tambin de contrapunto, polifona o notacin musical, as como de elementos relativos al desarrollo de los instrumentos y su influencia en el desarrollo del lenguaje y el estilo musical. En este sentido afirma: el rgano es el instrumento que ms que cualquier otro ostenta el carcter de una mquina, porque es el que ms liga al que lo sirve a las posibilidades tcnicas objetivamente dadas de su conformacin del sonido y el que menos libertad le deja de hablar su propio lenguaje personal (Weber, 2002: 1179).

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    sociolgica. De igual modo, Adorno construye su entramado especulativo y axiomtico desde la concrecin de las composiciones musicales en la partitura. Lo mismo cabe afirmar de los trabajos de J. Combarieu, K. Blaukopf o Ivo Supicic, entre otros. Todos ellos parten de un profundo conocimiento y respeto por la entidad especfica de la msica en tanto lenguaje de los sonidos. Un estudio sobre la vida y obra de Bach deber reflexionar, necesariamente, sobre la condicin social del msico en la Alemania luterana del s. XVIII, 24 sobre sus condiciones de vida y de trabajo, sobre las limitaciones que impone un sistema de organizacin social, todava feudal. Por ejemplo, la prohibicin de ausentarse y viajar que poda exigirse a un msico al servicio de una corte y que, en el caso de Bach, lleg a costarle una pena de prisin. Tambin a Mozart le afectara esa interdiccin impuesta por el obispo de Salzburgo. 25 Sabemos, sin embargo, que Beethoven ya no se sometera a este tipo de imposiciones, no en vano es el prototipo de aquella rebelin que inicia una histrica lucha por la emancipacin econmica del compositor, tratando de superar la secular dependencia y servidumbre hacia la Iglesia, un concejo municipal o una corte real. 26 Parece muy clara la entidad sociolgica de estos temas que entran, de lleno, en conceptos clave de la sociologa como clase social o institucin pero, podemos hablar en estos casos de una sociologa de la msica? Una cosa es hablar de Bach, Mozart o Beethoven, como individuos que forman parte de una determinada sociedad y otra es hablar de su msica, de sus obras. Es evidente que trabajamos en el mbito de la sociologa cuando profundizamos en el sentido, radicalmente burgus, de la toma de conciencia del valor individual por parte de Beethoven pero, al menos en aquella tradicin iniciada por Weber, una sociologa de la msica deber ocuparse de cmo afecta el conflicto social a la msica y, si hablamos de Beethoven, qu huella deja lo social 24 Walter Salmen ha coordinado la edicin de un serie de investigaciones entorno a la condicin social del msico en The Social Status of the Profesional Musician from the Middle Ages to the 19 th Century, donde se trata, especficamente, del status social del organista en la Alemania luterana desde el s. XIV al XIX. 25 Sobre las repercusiones del conflicto social en la vida y obra de Mozart, es fundamental el estudio de N. Elias: Mozart, sociologa de un genio. 26 Tia de Nora ha tratado en Beethoven and the construction of genius. Musical Politics in Vienna, 1792-1803, el contexto social en el que se desarrolla la revolucin beethoveniana. Es particularmente significativo el apoyo de los crculos aristocrticos al Beethoven ms experimental que rompe, en cierto sentido, la imagen peyorativa del mecenazgo aristocrtico presentado en el estudio de Elias. Tambin W. Salmen ofrece una lectura sociolgica del proceso de emancipacin del compositor, centrndose en la figura de Beethoven.

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    en sus composiciones. Precisamente, una de las exigencias que plantea Adorno en su Sociologa de la Msica es la de centrarse, principalmente, en la msica en tanto objeto-obra, es decir, en la produccin musical y no tanto en su difusin y recepcin social, a pesar de que el propio Adorno esboz modelos de aproximacin a una sociologa de la escucha: 27

    ...la conciencia musical de la sociedad se decide en definitiva desde la produccin musical, desde el trabajo cuajado en las composiciones, sin que la infinitud de las mediaciones sea del todo trasparente. En la tendencia de la sociologa cultural emprica a partir de las reacciones, y no de aquello a lo cual se reacciona, el ordo rerum est ideolgicamente encorvado sobre el ordo idearum: en el arte, el Ser precede a la conciencia por el hecho de que las creaciones en las que se ha objetivado la fuerza social estn ms cerca del Ser que los reflejos de stas, es decir, que los comportamientos sociales inmediatos de los receptores. (Adorno, 2009: 400).

    Ese mismo enfoque de Adorno podemos hallarlo en Fundamentos de la historia de la msica de Carl Dahlhaus aplicado, no a la sociologa, sino a la historia de la msica: El concepto de obra y no el de acontecimiento constituye la categora central de la historia de la msica, cuyo objeto -para expresarlo en trminos aristotlicos- es la poiesis, la creacin de obras, y no la praxis, la accin social (Dahlhaus, 2003: 13). Un paralelismo con la sociologa del arte puede resultar ilustrativo. Arnold Hauser, Pierre Francastel o Michael Bauxandall no se plantearon nunca renunciar a un exhaustivo conocimiento del arte en tanto objeto-forma. Del mismo modo, una sociologa de la msica debera partir de un profundo conocimiento de lo especficamente musical. Existe, sin embargo, otra sociologa de la msica, igualmente legtima, cuyo foco de inters es el de la msica en tanto fenmeno social. El objeto de estudio bascula desde la obra musical al sujeto receptor, al individuo y a la sociedad que escucha. Para Alphons Silbermann sta es la condicin necesaria para una sociologa de la msica. 28 27 Por ejemplo, en el polmico Tipos de comportamiento musical, que aparece en la Introduccin a la sociologa de la msica. 28 El elemento clave para Silbermann es la experiencia musical, en este sentido afirma: Only the musical experience can have a cultural effect, can be active and social. And it alone, as a social fact, can form the point of departure and the central theme of the sociology of music (Silbermann, 2010: 70).

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    Al socilogo de la msica no le interesan ni la teora de sta, ni la armona, y nosotros nos guardamos mucho de acercarnos a todo lo propio del oficio de la msica. Slo cuando la obra de arte se encuentra entre nosotros, slo cuando suena y entra en contacto con los hombres, por medio de sus esferas de accin, nicamente entonces puede y debe aparecer la Sociologa de la Msica, pues hasta entonces no vive la msica. (citado en Hormigos, 2008: 53).

    Antonio Serravezza confirma el enfoque de una sociologa de la funcin musical centrada en aquellos elementos de carcter extramusical: Ciertamente, la sociologa del objeto musical no agota el campo de la sociologa de la msica. Junto a ella hay otra que podramos definir como una sociologa de las funciones musicales, la cual se ocupa de las vicisitudes externas en que est implicada (Serravezza, 1988: 70). Quizs sea ste, el de la funcin social de la msica, el terreno ms slido y propicio para las inferencias entre msica y sociedad. El enfoque de nuestra investigacin se centra tanto en el objeto musical, entendido como lenguaje autnomo materializado en obras, como en el anlisis del proceso creativo y de la recepcin. Sin embargo, no concebimos el proceso de creacin y recepcin musical como algo autnomo sino en su especfica relacin con la msica. En este sentido, nos interesa la relacin entre un modelo de escucha y un lenguaje compositivo determinado, entre una actitud ante el hecho compositivo y el modo en que sta se refleja en la partitura. ********** Para finalizar, proponemos una mnima revisin del debate entre una sociologa de la msica de orientacin emprica y otra de carcter terico y especulativo, identificada con una sociologa de la comprensin. De nuevo se nos presenta un conflicto que debera resolverse a travs de un acercamiento de posturas, la conciencia del valor de ambos enfoques y de la necesidad de sus aportaciones mutuas. Una determinada orientacin de la sociologa emprica rehye, drsticamente, todo tipo de planteamiento que no transite por el ancho camino de la cuantificacin y todo aquello que se aleje de un esquema de causa-efecto perfectamente falsable. En ocasiones, sin embargo, la fiabilidad de los instrumentos de anlisis tiene por contrapartida la escasa entidad de los resultados y su intrascendente valor explicativo.

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    Al respecto manifiesta Ramn Barce:

    Los socilogos empricos (a menudo anglosajones y con mentalidad capitalista prxima a la de la tcnica empresarial) manejan cifras, baremos, porcentajes, grficos y tablas de conversin; gracias a todo ello consiguen establecer con un margen de aproximacin notable cunto ganaba Mozart o a cunto ascendi la recaudacin del concierto en que se estren en Viena la Novena Sinfona de Beethoven... podramos pensar que tal disciplina no tiene que ver mucho con la msica en s (es decir, con la obra musical) y que, propiamente hablando, tampoco nos dice gran cosa de la sociedad...No sabemos cmo es la msica ni cmo es la sociedad, y mucho menos, por consiguiente, en qu relacin intrnseca estn msica y sociedad, que es lo que parece aludir el nombre de la disciplina (Barce, 1987: IV, prlogo a Sociologa de la msica de K. Blaukopf).

    Se impone, sin embargo, una revisin y superacin de esa dicotoma entre lo emprico y lo especulativo. Esta tesis se plantea desde el estudio de la tcnica musical y una amplia base de datos objetivos sobre la historia de la msica y de la cultura, pero se muestra especulativa all donde no es posible la cuantificacin. Si tratamos de esclarecer la huella de lo social y cosmovisivo en la obra musical, no es posible otro enfoque que una interpretacin de carcter especulativo y hermenutico. Si afirmamos que en la escritura contrapuntstica ms rigurosa cristaliza un determinado sentido tico y una cosmovisin regida por valores de carcter trascendente, qu posibilidad tenemos de cuantificacin o demostracin emprica? El anlisis de la forma musical y los recursos tcnicos de un determinado modelo compositivo son el sustrato para una interpretacin de carcter sociolgico. Tratamos de reconstruir, a partir del objeto musical, un determinado esquema mental. En ese salto, de la partitura al discurso sociolgico, slo es posible la intervencin de instrumentos de prospeccin propios de la sociologa del conocimiento y, fundamentalmente, una interpretacin hermenutica entendida como reconstruccin de la intencionalidad del sujeto, en el ms puro sentido weberiano. El enfoque especulativo presenta debilidades all donde la investigacin emprica se muestra ms fiable y, viceversa, lo emprico se muestra impotente para esclarecer determinados problemas de difcil o imposible cuantificacin. Pero, ningn estudio es completamente emprico o completamente terico. La renuncia a cualquiera de los dos polos es siempre perjudicial. En este sentido, se justifica tanto la crtica al estudio emprico que

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    no aporta ninguna explicacin significativa sobre una cuestin, como la crtica al enfoque terico que prescinde altivamente de cualquier tipo de contrastacin con la realidad. En resumen, vemos que no hay un acuerdo y que bajo el epgrafe de sociologa de la msica se han desarrollado distintas concepciones y orientaciones.29 Sin embargo, parece claro que en aquella sociologa de la msica vinculada al conocimiento especfico de la produccin musical no hay, necesariamente, una renuncia al tratamiento de los otros mbitos igualmente legtimos, es decir: el anlisis de la interpretacin y la difusin musical y aquel de la escucha y la recepcin. Como ya hemos sealado, el propio Adorno, a pesar de que tiende a menospreciar una sociologa de la funcin social y la recepcin musical, no elude un anlisis sociolgico de la escucha. ste es el modelo que seguiremos en este estudio: una sociologa que parte de la msica en tanto lenguaje especfico, para tratar de esclarecer sus posibles implicaciones con la esfera de lo social y un modo de interpretar el mundo.

    1.2. El nexo entre msica y sociedad: analoga y estilo de pensamiento. El requerimiento esencial de aquella sociologa de la msica centrada en la produccin musical es el de esclarecer los lazos e imbricacin entre la realidad sociocultural y la msica, es decir, tratar de determinar la huella de lo social en el mbito de las estructuras sonoras. En palabras de R. Barce ...slo una Sociologa de la msica que encare valientemente el nexo creacin musica-sociedad puede ostentar el pomposo nombre con que ha sido bautizada (Barce, 1987: IV, Prlogo a Sociologa de la msica de K. Blaukopf). Pero, es posible establecer un vnculo de causa y efecto entre la msica y 29 Para una sntesis general de las distintas tradiciones y orientaciones de la sociologa de la msica, puede consultarse el artculo de Helena Queipo de Llano y Javier Noya: Cien aos de sociologa de la msica (Scherzo, 268: 2011, pp. 90-96.), que encabeza el dosier Msica y sociologa, dirigido por el propio J. Noya. En las notas del artculo se recomienda el balance de la disciplina por parte de Tia de Nora en Musical practice and social structure: a toolkit, como parte de Empirical Musicology. Aims, Methods, Prospects (New York: Oxford University Press, 2004). Tanbin resultan muy tiles el libro de Jaime Hormigos, ya citado, Msica y sociedad. Anlisis sociolgico de la cultura musical de la posmodernidad (Madrid: Autor, 2008) y el texto de J. Noya: Enfoques y paradigmas en la sociologa de la msica, en www.grupomusyca.es. Ms lejos en el tiempo queda el monogrfico sobre sociologa de la msica coordinado por A. Rodrguez en Papers 29 (1988), o el libro de Ivo Supicic, Music and Society. A guide to the Sociology of Music (New York: Pendragon Press, 1987).

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    hechos o procesos histricos concretos?, hay alguna relacin, por ejemplo, entre el primer Romanticismo musical y la Revolucin Francesa, o entre las posteriores revoluciones burguesas de la primera mitad del XIX y la obra de los compositores, ya plenamente romnticos, como Schumann, Berlioz, Chopin o Liszt? Blaukopf, en su obra ya citada, seala al respecto, la posicin contraria de uno de los primeros crticos musicales, R.G Kiessewetter: La exigencia de una vinculacin entre los fenmenos musicales y los fenmenos sociales (en su sentido ms amplio) fue rechazada en el siglo XIX por Kiessewetter Soy de la opinin que el arte, en su destino, forma sus propios periodos histricos, que en general no coinciden con los de la historia universal en su conjunto ni con los de las historias especficas de cada pas, ya que no tienen con ellos nada en comn (citado en Blaukopf, 1988: 6). Hay una percepcin generalizada de las dificultades que entraa la inferencia de un contenido social en la obra musical. Recientemente en El ruido eterno, Alex Ross ha sealado la complejidad de esclarecer esas relaciones entre msica y mundo: articular la conexin entre msica y el mundo exterior sigue siendo endiabladamente difcil. El significado musical es vago, mutable y, en ltima instancia, profundamente personal. No obstante, aun cuando la historia no pueda nunca decirnos exactamente qu significa la msica, sta s que puede decirnos algo sobre la historia (Ross: 2010,13). Esta ltima matizacin parece muy pertinente. En ese flujo de dos sentidos entre mundo-sociedad y msica, parece posible concebir la msica como sntoma de lo social. Por otro lado, E. Fubini denuncia un prejuicio cultural respecto a la posibilidad de un anlisis sociolgico de la msica culta, algo que s parece asumido con respecto a la msica popular o el jazz.

    lo que es producto social y, en consecuencia, posible objeto de un anlisis sociolgico, no es arte; lo que es arte, en el sentido ms elevado del trmino, est por encima de la sociedad, es predicable del individuo en cuanto tal y, por ello, no admite anlisis sociolgico alguno. As, pues, es posible y lcito hablar de sociologa con respecto al jazz o a la cancin ligera -productos ambos notoriamente no artsticos-, pero se considerara absurdo pretender abordar un anlisis sociolgico del (opus) 111 de Beethoven o de la (sinfona) Jpiter de Mozart y, por lo que atae a Cage y a Stockhausen, seamos prudentes y esperemos tiempos mejores. (Fubini, 2004: 166).

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    La defensa de una autonoma de la historia de la msica fundada sobre el desarrollo lgico de sus principios estructurales inmanentes, es decir, la evolucin potencial del lenguaje musical como sistema cerrado, sin prestar atencin a elementos extramusicales de la historia social es, quizs, la posicin predominante del anlisis musical en el siglo XX, heredero de aquel enfoque formalista iniciado por Eduard Hanslick. Obviamente, para Blaukopf esta cuestin no admite dudas, de lo contrario pondra en tela de juicio el axioma mismo sobre el que se asienta su disciplina de estudio y en este sentido afirma: La sociologa de la msica intenta comprender la produccin y reproduccin de la msica en relacin con el proceso del desarrollo histrico de la sociedad humana (Blaukopf, 1988: 5). Esa misma fe en la posibilidad de esclarecer el nexo entre msica y mundo aparece, de un modo difano, en la sociologa del conocimiento de W. Stark, incluso en aquellos casos de un lenguaje particularmente abstracto: Ningn msico puede ser ms abstracto que Johann Sebastin Bach, mas, a pesar de ello, es fcil mostrar la conexin, incluso su obra con los hechos y fuerzas subestructurales (Stark, 1963: 182). El esclarecimiento de la impronta social en la msica y de la relacin dialctica entre msica y sociedad es uno de los ejes centrales en los escritos de Sociologa de la msica de Adorno. La msica es el campo donde se dirime toda la complejidad del conflicto social. Nadie ha llegado tan lejos como Adorno, en la asuncin de esas imbricaciones de la dialctica msica-sociedad. En palabras de Adorno: La sociologa de la msica no podra darse por satisfecha con la constatacin de una coincidencia estructural, sino que tendra que mostrar cmo en las distintas msicas se expresan de manera concreta las relaciones sociales, cmo stas determinan las distintas msicas (Adorno, 2009: 423). Veremos, efectivamente , cmo se han trazado numerosos puentes entre forma y expresin musical, por un lado, y los valores sociales que conforman una determinada cosmovisin. La cuestin, sin embargo, ofrece graves dificultades. Adorno nos advierte de un hecho incontrovertible: Cuanto ms evidentes son las proyecciones sociolgicas sobre la msica, ms se alejan de sta y ms extraas se vuelven para la propia msica. Ahora bien, cuanto ms profundamente se inmergen en los nexos especficamente musicales, ms amenazan con volverse pobres y abstractos desde el punto de vista sociolgico (citado en Fubini, 2004: 166). La apreciacin es de una dramtica exactitud y debe servirnos de advertencia. **********

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    Toda reflexin musical que trasciende el sustrato puramente tcnico y formal, es decir, todo lo que no sea hablar de tonalidades, modulaciones, progresiones armnicas etc., supone la proyeccin de analogas. El vnculo entre la msica y la esfera de lo social se define a travs de la proyeccin de todo tipo de semejanzas e isomorfismos entre hechos o valores sociales y la msica. En el mbito de una sociologa de la msica que trata de descubrir la huella de lo social en la obra y en el lenguaje musical, la analoga toma una relevancia especial. No cabe duda de que se puede hacer y se hace, a menudo, un mal uso de las analogas. En los casos en que la analoga se proyecta sobre mbitos que el investigador no conoce bien, y la msica es un caso tpico, se produce, con frecuencia, la irritante constatacin de una terminologa incorrecta y el hecho de que se destacan aspectos irrelevantes y lugares comunes sobre los que la analoga produce nicamente pedantera y confusin. Por otro lado, las analogas pueden ir demasiado lejos y poner en relacin hechos extraordinariamente distantes o establecer articulaciones sobre vnculos muy dbiles. Veamos algunos ejemplos de analogas que ponen en relacin determinados elementos del lenguaje musical con la realidad social. En Introduccin a la Sociologa de la Msica, Adorno propone las siguientes relaciones entre msica, conflicto social o identidad de clase:

    Quien en Beethoven [en su msica] no perciba la emancipacin burguesa y el esfuerzo de sntesis del Estado individuado; en Mendelssohn la reprivatizacin renunciante del sujeto burgus comn y anteriormente vencedor; en Wagner la violencia del imperialismo y el sentimiento catastrfico de una clase social que no ve nada ms ante s que la fatalidad final de la expansin: quien no se percata de todo esto ignora no solamente como especialista empedernido la realidad de la que est entretejida la

    msica y a la cual sta reacciona, sino tambin su propia implicacin. (Adorno, 2009:130- 131).

    Este tipo de asociaciones aparecen tambin en Essays on the Philosophy of Music de Ernst Bloch:

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    The dominance of the melody-carrying upper part and the mobility of

    the other parts correspond to the rise of the entrepreneur just as the central cantus firmus and terraced polyphony corresponded to the hierarchical society. Haydn and Mozart, Handel and Bach, Beethoven and Brahms all had a social mission which was very specific... Handel's oratorios reflect, in their proud solemnity, the rise of Imperialist England and her claim to be the chosen people. (Bloch, 1985: 200).

    Es evidente que en una sociologa de la msica de corte positivista no tienen cabida semejantes afirmaciones y, en parte, es razonable que as sea. El problema de este tipo de analogas es, entre otros, la precisin ventajista del correlato social. Hablar de la reprivatizacin renunciante del sujeto burgus comn y anteriormente vencedor o the rise of Imperialist England and her claim to be the chosen people es una observacin a posteriori demasiado concreta asociada a un sistema no verbal como la msica. El problema es, adems, que en casi todos los ejemplos, no se especifica el orden de articulacin entre msica y sociedad en un nivel de concrecin musical. A qu se refiere Broch, en trminos musicales, cuando habla de orgullosa solemnidad?, se refiere a un tempo pausado, al timbre solemne de los metales, al valor asertivo de las cadencias? 30 Dicha solemnidad puede aludir a una infinidad de realidades o casusticas y slo la relacin entre el texto musical y la funcin para la cual ha sido encomendada la msica, legitima a hablar de algo tan especfico como el imperialismo ingls o el pueblo escogido. De entre las analogas citadas, la nica que especifica la naturaleza de la articulacin entre msica y sociedad es aquella descrita por E. Broch entre, por un lado, el auge social del emprendedor (burgus, se entiende) y aquella textura en la que predomina la meloda en la voz superior y, por otro, la relacin entre la sociedad jerarquizada medieval y el cantus firmus en la parte central del entramado polifnico. Esta analoga relaciona el orden social y textura musical en un paralelismo muy concreto que ofrece una nueva dimensin a la comprensin. La evolucin desde la textura polifnica a la individuacin de una meloda en la parte superior, se contemplan como una huella simblica de la evolucin en la estratificacin social. Podra criticarse que esa presunta huella no es ms que una proyeccin a posteriori sobre algo no verbalizable como la textura musical. Tambin podra argumentarse que la textura musical depende 30 Ver cadencia en el glosario de trminos y conceptos musicales.

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    del estado de los conocimientos tericos y prcticos en un periodo histrico concreto y, en este sentido, est limitado por un marco de posibilidad. Hasta qu punto los objetos producidos por la creatividad humana presentan un valor simblico capaz de trascender el marco de posibilidades tecnolgicas en un momento histrico concreto?, en otras palabras, responde el organum a la mentalidad propia de una sociedad medieval jerarquizada o debe interpretarse, simplemente, como un momento del desarrollo de la historia de la msica? Cuando un nio dibuja a su familia y engrandece a una escala gigantesca las figuras del padre y de la madre, o bien uno de los dos aparece claramente disminuido, o el propio nio se representa a s mismo sin concrecin alguna y en una posicin absolutamente marginal, esto simboliza algo. En la sociologa del arte, es un lugar comn la interpretacin de los modelos de representacin pictrica medieval como concrecin simblica de la fuerte jerarquizacin y hieratismo social: la representacin frontal de los personajes con sus tnicas de pliegues geomtricos, la clara parcelacin en estratos para cada grupo de personajes en razn de su pertenencia a uno u otro estamento, el carcter simblico del arriba y abajo de lo pequeo y lo grande en razn de su dignidad social. Los siervos de la gleba siempre aparecen como enanos en un lateral mientras que los poderes de la Iglesia y la Monarqua aparecen en el centro como gigantes. Un esquema similar es el que propone la analoga de Bloch. Recordemos cmo, en la polifona medieval, el cantus firmus procede de una meloda litrgica gregoriana anterior. Las nuevas voces se superponen por adicin, no a travs de un plan armnico previo, a la voz original tomada de la tradicin. Lo nuevo (las voces aadidas) se construyen sobre lo dado (el cantus firmus) pues todo debe sustentarse en la autoridad de la tradicin. Como ya indicbamos en el primer apartado de este captulo, el tipo de vnculo entre un lenguaje tan tecnificado como la msica y las fuerzas sociales no debe buscarse tanto en el contenido o presunto significado de lo musical sino en su estructura interna, tal y como parece apuntar Dilthey cuando habla de la forma interna de la produccin artstica. Este es el sentido exacto de la analoga establecida por C. Levi-Strauss en Mito y Significado, entorno a un isomorfismo entre la Fuga 31 como forma musical, y el mito. El mbito de su significacin es ms antropolgico que sociolgico, sin embargo, es perfectamente adecuado como ejemplo de una sociologa de la forma musical. Es difcil, sin 31 Para una aproximacin a la fuga, como forma musical, ver glosario de trminos y conceptos musicales.

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    embargo, evitar un cierto escepticismo en el alcance de esta analoga: Es exactamente como si al inventar las formas especficamente musicales la

    msica slo redescubriese estructuras que ya existen a nivel mitolgico. Por ejemplo, es asombroso que la fuga, tal como fue formulada en la poca

    de Bach, sea la representacin vvida del desarrollo de determinados mitos que tienen dos tipos de personajes o dos grupos de personajes, digamos uno bueno y otro malo, aunque esto constituya una sper simplificacin. La historia inventada por el mito es la de un grupo de personajes que intenta escapar o huir de otro. Se trata entonces de una persecucin de un grupo por el otro en la que algunas veces el grupo A llega a alcanzar al grupo B - todo como en la fuga-. Es lo que en francs se llama le sujet et la rponse. La anttesis o la antfona continua por fuera de la historia, hasta que ambos grupos se mezclan y confunden -un equivalente de la stretta de la fuga-; finalmente, la solucin o clmax de este conflicto surge de la conjugacin de los dos principios que se haban opuesto durante todo el mito. () As mismo, es posible demostrar que hay mitos, o grupos de mitos, que han sido construidos como una sonata, una sinfona, un rond o una tocata, o cualquier otra forma que, en realidad, no ha sido inventada por la msica, sino que inconscientemente se ha recogido de la estructura del mito. (Levy Strauss, 1987: 73).

    *********** En el momento en que somos capaces de realizar dos analogas con un mismo sentido, entre un determinado orden social y dos mbitos de la creatividad humana como la pintura y la msica se produce una suerte de hallazgo que posibilita una induccin analgica y que permite una construccin hipottica de relaciones entre las relaciones. Expresado en palabras de Durkheim: No carece de inters investigar si una ley, establecida por un orden de hechos, no se encuentra en otra parte, mutatis mutandis, sta comparacin puede incluso servir para confirmarla y comprender mejor su alcance. En suma, la analoga es una forma legtima de comparacin y sta es el nico medio prctico que disponemos para conseguir que las cosas se vuelvan inteligibles (citado en Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 2005: 76). Hay en esta confianza en la prospeccin analgica la implcita asuncin de uno de los

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    objetivos fundamentales de la sociologa del conocimiento que trata, precisamente, de reconstruir la unidad cosmovisiva de una sociedad histrica. Tratar de reconstruir significa admitir la posibilidad y, en ningn caso, inventarse o imponer coherencias y sistemas prefabricados. Las realizaciones y creaciones del hombre, an aquellas que tienden a observarse como sistemas libres y autnomos, difcilmente pueden evadirse de su pertenencia a un marco social y