autismo

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 ISSN 1688-7247 (1993) Revista uruguaya de psicoanálisis (En línea) (78)  Ilusión, creencia y verdad 1   Myrta Casas de Pereda  2  Resumen  Retomando reflexiones de trabajos anteriores sobre hechos de estructuración  psíquica, se su braya la importancia d e la simbolizaci ón como trabajo sobre l a ausencia. En el tiempo demorado de la simbolización de la infancia, se pone en evidencia los efectos de la indefensión (hilflosigkeit) y la importancia radical del otro : “el semejante” de la Acción Específica freudiana, la madre en su función simbólica. Surge lo enigmático, verdadera función de enigma como efecto de la división de las instancias (división del sujeto como un elemento consustancial, entonces, a los hechos de estructuración. Es el contexto que da lugar a un espacio-tiempo de ilusión y creencias. Es también el espacio tiempo de la “Metáfora Viva”, ámbito de la desmentid a descrita en trabajos anteriores. Tránsitos (en ida y vuelta) de la darstellung (figuración) a la vorstellung (representación), como vicisitudes del deseo y la defensa. En el cotejo con los aportes de D. Winnicott sobre la ilusión en el área de la experiencia, se propone que la ilusión debe pensarse en  par dialéctico con la desilusión, siendo ambas expresión de expectativas y deseos inconcientes. El deseo de saber (funciones yoicas) sostiene ilusiones y creencias (en las que ubico también las teorías sexuales infantiles) que aparecen como respuestas a las preguntas 1  Conferencia para el panel sobre Winnicott -Primer E ncuentro winnicottiano de Latinoamérica- 13 y 14 de noviembre de 1992 -Asociación Psico analítica Argentina. Buenos Aires. 2  Av. Gral. Rivera 2516. Montevideo. Uruguay. REVISTA URUGUAYA DE PSICOANÁLISIS

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  • ISSN 1688-7247 (1993) Revista uruguaya de psicoanlisis (En lnea) (78)

    Ilusin, creencia y verdad1

    Myrta Casas de Pereda2

    Resumen

    Retomando reflexiones de trabajos anteriores sobre hechos de estructuracin

    psquica, se subraya la importancia de la simbolizacin como trabajo sobre la ausencia.

    En el tiempo demorado de la simbolizacin de la infancia, se pone en evidencia los

    efectos de la indefensin (hilflosigkeit) y la importancia radical del otro: el semejante

    de la Accin Especfica freudiana, la madre en su funcin simblica.

    Surge lo enigmtico, verdadera funcin de enigma como efecto de la divisin de las

    instancias (divisin del sujeto como un elemento consustancial, entonces, a los hechos

    de estructuracin. Es el contexto que da lugar a un espacio-tiempo de ilusin y

    creencias. Es tambin el espacio tiempo de la Metfora Viva, mbito de la desmentida

    descrita en trabajos anteriores.

    Trnsitos (en ida y vuelta) de la darstellung (figuracin) a la vorstellung

    (representacin), como vicisitudes del deseo y la defensa.

    En el cotejo con los aportes de D. Winnicott sobre la ilusin en el rea de la

    experiencia, se propone que la ilusin debe pensarse en par dialctico con la desilusin,

    siendo ambas expresin de expectativas y deseos inconcientes.

    El deseo de saber (funciones yoicas) sostiene ilusiones y creencias (en las que ubico

    tambin las teoras sexuales infantiles) que aparecen como respuestas a las preguntas

    1 Conferencia para el panel sobre Winnicott -Primer Encuentro winnicottiano de Latinoamrica- 13 y 14 de noviembre de 1992 -Asociacin Psicoanaltica Argentina. Buenos Aires. 2 Av. Gral. Rivera 2516. Montevideo. Uruguay.

    REVISTA URUGUAYA DE

    PSICOANLISIS

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    (enigma), al no saber propio de toda estructuracin subjetiva que incluye las defensas:

    represin, desmentida, etc.

    La ilusin, las creencias como el sueo, figuran realizaciones de deseo (no

    satisfaccin sino realizacin).

    Se rastrea la etimologa del trmino ilusin para apoyar la fuerza de la imagen y

    acercamos as al contexto narcisista propio de estos tiempos en que nace la ilusin. El

    concepto de ilusin de unidad de M. Milner ilustra bien la raz narcisista constitutiva

    de la ilusin, que abre vas a los ideales por un lado, pero que tambin representa un

    riesgo de entronizacin dual, de obturacin del enigma, de control de la ausencia

    (magia) en vez de su elaboracin: es decir, trabajo de simbolizacin.

    A las propuestas winnicottianas se acota la idea de que es rea de creacin en tanto

    se le abre camino al deseo a travs de la respuesta del otro.

    A travs de estas ideas surge que en estos conceptos de ilusin y Creencias se juega

    algo verdadero en el sentido de constitutivo de la Subjetividad.

    Summary

    Work: Illusion, Belief and Truth

    Continuing with thoughts regarding psychic structuring elaborated in previous

    papers, we underline the importance of Symbolization as the working through of

    absence.

    The effects of helplessness (hilflosigkeit) and the radical importance of the other: the

    fellow creature of the Freudian Specific Action, the mother in her symbolic function,

    are evidenced during the protracted time of infantile symbolization.

    The enigmatic, the true function of the enigma, appears as a consequence of the

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    division in agencies the division of the subject) Contingent to Structuring events. It is

    context which gives way to the space-time of illusion and beliefs. It is likewise the

    space-time of the Live Metaphor, the milieu/environment of denial, described in

    previous papers.

    Comings and goings from Darstellung (figuration) to Vorstellung (representation)

    are considered as part of the vicissitudes of desire and defense.

    When correlating with contributions made by Winnicott on illusion, in the area of

    experience, we propose that it be considered as part of a dialectic pair together with

    disillusion -both expressing unconscious expectations and desires (inconscions).

    The desire to know (ego functions) supports illusions and beliefs (included among

    infantile sexual theories) appearing in response to questions (enigmas): the not-knowing

    proper to all subjective structuring which includes defenses, such as repression, denial,

    etc.

    Like the dream, illusion and beliefs figure realizations of desire (not satisfaction but

    realization).

    We trace back the etymology to support the strength of image and thus come closer

    to the narcissistic context pertaining to the times during which illusion is born. The

    concept of illusion of unity coined by M. Milner serves to illustrate the constitutive

    narcissistic root of illusion which on the one hand opens the path for ideals, but which

    also represents a risk of dual enthronement, the obturation of the enigma, control of

    absence (magic), in lieu of elaboration (work of symbolization).

    To Winnicotts proposal, we therefore add the idea that it is a creative area insofar as

    the response given by the other opens a path for desire.

    We therefore think that something true, in the sense of constitutive of subjectivity, is

    at stake in the concepts of illusion and beliefs.

    Descriptores: ILUSION / CREATIVIDAD PRIMARIA / DESEO /

    FENOMENO TRANSICIONAL

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    Autores-tema: Winnicott, Donald

    En un trabajo anterior (2) me planteaba como propuesta a desarrollar, que el nio en

    su indefensin constitutiva necesita del otro para que el signo se haga smbolo, que de

    lo universal circundante, de lo real a ser aprehendido, pueda pasarse en ese instante de

    aprehensin-simbolizacin, a la marca, smbolo que constituye de ah en ms su

    singularidad; del mundo a lo personal, del signo al smbolo.

    La simbolizacin, en tanto trabajo sobre la ausencia, es tambin articulacin

    inconciente, presencia del sujeto del inconciente. Y en el acontecer-experiencia de

    innumerables puestas en escena, se anudan momentos de simbolizacin en efectos a

    posteriori. Tambin planteaba que la satisfaccin de una necesidad del beb tiene que

    conducir a un plus nunca colmado que habilite la articulacin simblica de un pedido

    (demanda) que se produce a travs del discurso infantil (cuerpo y voz).

    El nio busca, entonces, lo que la madre puede dar como razn de su amor y esto es

    encontrado, significado a travs de signos icnicos o indiciales, seales que hablan de

    su amor pero que slo lo presentan o representan. Un objeto natural nunca va a colmar o

    rellenar ese espacio simblico y esto es esencial en todo proceso de simbolizacin,

    donde lo que est en juego es, precisamente, una transformacin del objeto natural en

    objeto simblico (prdida y adquisicin presentes en toda metfora).

    Y este procesamiento implica un tiempo demorado en el que la ausencia se

    desmiente en la presencia de un objeto transicional, por ejemplo. Y es aqu donde la

    funcin materna deber habilitar la prdida del goce transitorio de una desmentida y

    permitir la prdida reiterada del objeto.

    Pienso entonces que la simbolizacin es un procesamiento escandido en la infancia,

    donde el objeto transicional se nos ofrece como testimonio de un momento de la

    simbolizacin; un corte de tiempo lgico suspendido que implica un significante

    encamado, o, como lo he denominado, una metfora viva3 en vas de realizacin.

    3 Ver: Myrta Casas de Pereda: El Juego y la simbolizacin (2). Myrta Casas de Pereda: Estructuracin Psquica (3).

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    El nio se demora en la simbolizacin de la prdida, que abarca desde la ausencia de

    la madre a la ausencia del pene de la madre, segn la fase flica de la libido freudiana.

    Entre ambos, todo el abanico de prdidas sealizadas por su apuntalamiento en lo oral,

    lo anal, lo flico, a lo que se ha agregado lo escpico y la voz.

    Hay, pues, una prevalencia de tiempos semiticos sobre los tiempos simblicos en

    este proceso. Es un tiempo de la vigencia del significante analgico (11), del

    significante gestual, o dicho de otro modo, es el valor significante del gesto y la accin.

    Es el mbito privilegiado de la imagen, y en ella, como seala J. Fl (5), las

    cualidades visuales no estn mencionadas sino experimentadas.

    Aparece entonces la palabra experiencia, y con ella la ilusin, lo ilusorio, y estamos

    ya en Winnicott, rea de la experiencia, rea de la creacin de la ilusin, el espacio

    transicional, el espacio y los objetos transicionales, creacin princeps del autor.

    Para pensar la experiencia y no quedamos en el mbito de la psicologa, sino poder

    ubicarla como acontecimiento estructural en la perspectiva psicoanaltica, vamos a

    pensarla como un acontecer donde la presencia y la ausencia Juegan un rol

    preponderante. El nio necesita del objeto (la madre) y de los objetos (juguetes)

    mediadores, que aluden a acontecimientos fcticos encamados en estas primordiales

    tareas de simbolizacin.

    Esto organiza un imaginario fuerte, donde la imagen como acontecer adquiere valor

    significante, accin con valor significante (gesto, juego que remiten a la accin

    especifica). Se hace as presente el fantasma y se inaugura en ese mismo interjuego la

    ilusin. Dialctica presencia-ausencia que se juega entre ilusin de unidad y separacin

    o prdida, constituyendo el par esencial ilusin-desilusin.

    En este avatar constitutivo, la aparicin de un mal vnculo, de una mala unin

    podemos pensarla como efecto de una alteracin, distorsin, en este interjuego de

    unin-separacin, donde precisamente la mala unin es consecuencia de un dficit en la

    separacin. Unin no es fusin sino relacin y, por ende, est aludida all la

    discriminacin.

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    Winnicott, en su teorizacin, nos indica que esta perturbacin conduce a un

    prematuro desarrollo del yo. En una comunicacin a Marion Milner (10), le dice: se

    podra pensar en la separacin como causa de (a primera idea de unin. Antes no hay

    idea de unin, hay solo unin.

    En esta propuesta winnicottiana estamos muy prximos de la idea hegeliana de la

    accin de lo negativo que conduce a la separacin; a diferencia que en Hegel, cuando

    transita en su dialctica desde los opuestos antagnicos a la relacin dialctica, no slo

    hace intervenir a la accin de lo negativo como aprehensin-separacin, sino que hace

    aparecer un elemento tercero, que es el deseo. Esta es la dimensin que Lacan retorna

    de Hegel para pensar en el sujeto del inconciente.

    Esta disgresin es para subrayar que en este mbito de la ilusin winnicottiana es

    necesaria la presencia de un tercer elemento. El deseo, pienso, es lo que se aduea de la

    ilusin, corre en la metonimia, aparece en el significante gestual que convoca, llama,

    obliga casi al deseo de la madre a hacerse presente. Y ste se hace presente tambin en

    su mayora en significantes analgicos. La analoga, como la metonimia, hacen evidente

    esa circulacin del deseo. Produccin psquica, entonces, el gesto, el juego, la experien-

    cia.

    Surge el fantasma y la ilusin. Fantasear es desear, ilusionarse en creer, y en este

    mbito resulta imprescindible que la madre haga espacio a la creencia, que le d

    consistencia, que el nio confe en la potencia parental para hacerlo vivir,

    omnipotencia que es siempre del otro. Los Reyes Magos son los padres, pero se

    necesita creer que los padres sean reyes y magos para habilitar la creencia-creacin del

    fantasma y del pensamiento, y para tolerar la prdida (de la ilusin, de la creencia). Salir

    de la desmentida, hacer eficaz la represin que no es sino sostener la castracin.

    Crear un objeto que ya est ah es un instante de unin, fusin con el otro (el

    semejante, el pecho), una experiencia no yo muy placentera que implica la vida misma.

    Esa afirmacin es el Si, pero es al mismo tiempo ilusin de unidad, de no separacin, de

    no discriminacin, de no prdida, de no smbolo. Es una seal de experiencia.

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    Y para que haya primera posesin no yo debe haber un No consistente4, una

    separacin que hace surgir la posesin. Es el tener para ser, que est implcito en la

    propuesta freudiana de su texto La negacin, donde propone en la experiencia de

    afirmacin-expulsin, el juicio de atribucin precediendo al juicio de existencia.

    La ilusin, entonces, hace presente el deseo y hay todo un trnsito donde esto recala

    en la figuracin; de la Darstelung (figuracin) a Vorstelung (representacin) en

    movimientos de ida y vuelta.5

    S. Freud, en 1927, en el hermoso texto El porvenir de una ilusin (6), reflexiona en

    tomo a las representaciones religiosas, derivadas directas del desvalimiento

    (hilflosigkeit): la Providencia Divina bondadosa que calma la angustia frente a los

    peligros de la vida. Y rene, articulando con lo anterior, la institucin de un orden

    tico (demanda de justicia) y la prolongacin de la vida ms all de la muerte.

    En este contexto, relativo a la gnesis de las representaciones religiosas se plantea

    que stas son ilusiones; a... cumplimientos de los deseos ms antiguos, ms intensos,

    ms urgentes de la humanidad; y subraya: el secreto de su fuerza (de la ilusin) es la

    fuerza de los deseos.

    Por otra parte, Freud propone algo muy significativo: ... a partir de las premisas de

    este sistema se desarrollan respuestas a ciertos enigmas que inquietan el apetito

    humano de saber. Y dichos enigmas son fundamentalmente para Freud la gnesis del

    mundo y el vnculo entre lo corporal y lo anmico.

    Estn aqu en juego el saber y el no saber, par fundamental en el mbito de la

    estructuracin psquica, puesto que hace a lo esencial de la desmentida; defensa que he

    jerarquizado en un trabajo anterior6 y que Freud ubica desde los comienzos de la vida

    psquica, o por lo menos muy tempranamente, en la medida que ella subyace como

    contracara dialctica a la dificultad para tolerar la ausencia. 4. Myrta Casas de Pereda: Estructuracin Psquica. (3) 5 J. Flo seala que la Ilusin se torna imagen slo cuando es posible distinguirla de la realidad. Va ms all de las concepciones filosficas; desde Kant la ilusin aparece como ese juego que permanece Incluso cuando se sabe que el presunto objeto no es real. La ilusin a diferencia del error -seala N. Abbagnano- no aminora al ser reconocida como tal. 6 Myrta Casas de Pereda: Estructuracin Psquica (3)

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    Saber y no saber entonces, que tambin estn presentes en el aforisma de O.

    Mannoni, el ya lo s pero an as. Lo menciono porque entiendo que est all

    presente el meollo estructural del juego en la infancia, mbito de la desmentida y de las

    creencias, como lo propio del discurso infantil: el nio sabe que est jugando pero cree

    firmemente en lo que est realizando.

    Creo que a travs de la obra freudiana se reitera la singular proximidad entre la

    pulsin de saber, el enigma de la Esfinge (Tres ensayos de teora sexual) y las teoras

    sexuales infantiles (enigmas y sus respuestas). Aqu, nuevamente, en El porvenir de

    una ilusin, la respuesta al enigma como pasin de saber (y all se hace presente la

    necesidad de saber del deseo del otro) queda vinculada a la ilusin como respuesta en el

    sentido de una ilusin mayor, como es la construccin religiosa que va ms all de la

    muerte.

    Vaivenes entre la ilusin y la creencia de un padre universal que ama a sus hijos,

    vaivenes del desvalimiento a la proteccin del amor. Freud subraya que lo

    caracterstico de la ilusin es que siempre deriva de deseos humanos y en este aspecto

    se aproxima a la idea delirante de la psiquiatra. Destaca que, a diferencia de la idea

    delirante, la ilusin no necesariamente es falsa, irrealizable o contradictoria con la

    realidad. Concluye en estas pginas en llamar ilusin a una creencia cuando en su

    motivacin esfuerza sobre todo el cumplimiento de deseos; y en esto prescindirnos de

    su nexo con la realidad efectiva, tal como la ilusin misma renuncia a sus testimonios.

    Entre el cumplimiento de deseos y la insatisfaccin de deseos se desarrolla el borde

    creativo de lo humano, y el fantasma, la fantasa, es el primer paso de la insatisfaccin

    de deseos, al tiempo que es tambin la realizacin del mismo (como veremos ms

    adelante).

    Estoy aludiendo al mbito de la accin especfica freudiana, donde la presencia del

    semejante pone de relieve la posibilidad del pensamiento (juicio). Y all, la alucinacin

    mentada que describe Freud, no sera sino el surgimiento del fantasma. Esbozo de una

    fantasa de completud de unin con la madre en la alucinacin gratificatoria de la accin

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    especfica que aparece como un momento lgico de la divisin del sujeto y un

    verdadero germen de esta ilusin de unidad que se instala de aqu en ms en todas las

    vicisitudes del narcisismo.

    El juego, verdadero acto que acontece tambin como accin psquica, implica esta

    doble produccin: abarcar la realidad y el nacimiento del fantasma. Fantasma que

    entroniza en su repeticin una cierta capacitacin simblica en la medida que lo que est

    en juego es la estructura edpica. El juego, en su carcter de presentador-figurador

    realiza, hace marca o releva en el sentido de la aufhebung y habilita el pensamiento.

    G. Rosolato (12), plantea que todo el juego del nio consiste en vivir, experimentar

    la potencia de los signos. Y es en esta experiencia que compartimos desde varios

    esquemas referenciales que Winnicott ubica el espacio potencial y la experiencia

    cultural. Pero, creo que esta experiencia de juego, mbito donde se juega tambin la

    simbolizacin slo puede ser efectiva en tanto lo simblico preexiste a la experiencia.

    En la medida, entonces, que lo que est en juego es el deseo, no podemos

    plantearnos la importancia del concepto de ilusin sino articulado con su opuesto, la

    desilusin, pues es entre ambos que acontece un verdadero trabajo psquico que, por

    otra parte, algunos autores equiparan al trabajo del duelo.

    Se vuelve entonces necesario retomar algo que dejamos planteado ms arriba en

    torno a las peripecias del deseo. Tomando el juego del nio como efecto y efector de

    organizacin psquica, me planteo que en l acontece una realizacin del sujeto de

    deseos (sujeto psquico, sujeto del inconciente).

    Cuando en el sueo hablamos de realizacin de deseos, sabemos que se trata de una

    realizacin siempre vicariante; realizacin que en realidad es imaginarizacin y no

    verdaderamente satisfaccin del deseo.

    Deberamos hablar, pues, en el sueo de la realizacin psquica de la imagen o de la

    realizacin de lo imaginario. Realizacin verdaderamente acontecida como vivencia que

    puede llegar a hacer despertar al sujeto que suea, de miedo, de angustia o de placer.

    El nio jugando, donde se realiza la imagen ofrecida al otro de su Juego, donde se

    imaginariza como realizacin la fantasa, transcurre entonces entre realizaciones de

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    deseos, organizadas en fantasas preconcientes y actualizaciones (de acto y actual)

    concientes que no hacen sino significar un deseo inconciente. Y en ellas la ilusin se

    hace carne.

    Es en estas peripecias encamadas donde el desear y el saber se anudan desde lo

    estructural que implica la relacin con el otro. Y, como sealaba Freud, el enigma o lo

    enigmtico es constitutivo de la experiencia misma de lo vital, no slo por la

    indefensin en que nace el ser humano, sino por la radical divisin que acontece desde

    que nace a la relacin con el otro.

    El enigma, deca, de lo que e] otro quiere para nosotros (o no quiere) se ordena tanto

    como creencia o como desconocimiento. Hay preguntas, interrogantes, que pueden

    llenarse de respuestas y que dan origen as a las creencias.

    Lo enigmtico que proviene de la estructura, como recin veamos, insiste y no es

    fcilmente obturable, aunque las creencias como respuesta al interrogante tienen mucha

    fuerza y pueden volverse convicciones. Sin embargo, tambin conducen a producciones

    que el nito recoge como polivalente registro de los interrogantes universales.

    La Esfinge tebana que encarna las preguntas no hace sino representar precisamente

    el enigma de la vida y de la muerte. Y Edipo, el que sabe responder, en realidad

    coagula su destino volvindose rey y esposo de su madre.

    As el yo, creyendo que sabe, en su funcin de desconocimiento, es en realidad triple

    vasallo, como sealaba Freud. El enigma entonces, que tambin nos acerca a un lado

    imposible de ser representado, se emparenta con el ombligo del sueo o lo real.

    Esta funcin de enigma, estrechamente emparentada entonces con el deseo

    inconciente, mueve, moviliza, hace cadena, encadena. Pienso que las creencias -y en

    ellas ubico tambin a las teoras sexuales infantiles- tienen que ver con las respuestas.

    Las preguntas, entonces, provienen de la estructura y de la fuerza del deseo... de saber.

    Y con ellas, la ilusin, la aspiracin, como efectos del deseo, como imaginarizacin

    intensa que tambin conlleva la idealizacin, los ideales. Las creencias que propona

    ms del lado de las respuestas, imprescindibles en la infancia, se van desvaneciendo,

    desarticulando, se pierden naturalmente, como lo hace el objeto transicional.

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    La ilusin, entonces, como contrapartida natural, est presente en toda organizacin

    ldica, mental o fctica, del deseo en la prosecusin de la satisfaccin.

    Etimolgicamente (4), la palabra ilusin en estrecha relacin con la imagen, remite

    al cuerpo, al juego, a lo brillante, a lo iluminado del saber y la ilustracin. Pues ilusin

    deriva de muslo (engao), que viene de iludere (engaar, ilustrar, iluminar) que a su vez

    proviene de ludere (jugar, juguetear, pasando por retozar amorosamente, yacer

    carnalmente: luyir o luir). Juegos maternales, impronta de la seduccin, marcas iniciales

    de la sexualidad, que se realizan a travs de la relacin madre-beb.

    Brillo y saber que se enlazan en el jugar, crear-inventar, con el yacer, con la

    seduccin y el engao y el no saber de la ilusin. Las creencias, la ilusin, con su lado

    de engao o de error dicen la verdad.., del sujeto del inconciente y de la estructura

    edpica que lo constituye. Es la trama donde la castracin es lo trabajado entre

    desmentida y represin.

    El nio anna con argamaza de ilusin una unidad inexistente. Creo que ste es un

    aspecto nodal en el abarcado de la ilusin, donde precisamente esta frase -Ilusin de

    unidad- adquiere consistencia y se vuelve necesario incluirla como concepto

    fundamental en tomo a la estructuracin psquica. Tomo esta frase de Marion Milner

    (10), en ese hermoso trabajo: El papel de la ilusin en la formacin de smbolos.

    En este trabajo, la autora rene la ilusin de unidad con una organizacin narcisista

    primaria efectiva, que se efecta gradualmente en el momento apropiado. Tambin

    queda de manifiesto en el texto la importancia de sostener la ilusin como realidad-

    irrealidad, desde la funcin materna o paterna.

    Creo que es este mbito de ilusin-narcisismo en el que se basa toda la propuesta de

    Winnicott sobre la produccin del objeto (crear el objeto que le presenta la madre). Este

    mbito de ilusin es una forma de hacer presente la experiencia de afirmacin (re-unin,

    Eros) en relacin dialctica con la des-unin, la prdida, la desilusin (la negacin).

    La ilusin en D. Winnicott

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    D. Winnicott (13, 14) plantea que gracias a una adaptacin (...) la madre ofrece al

    beb la oportunidad de crearse la ilusin de que su pecho es parte de l. Para el autor

    el beb crea el pecho una y otra vez, generando un rea de ilusin, donde los fenmenos

    transicionales sern las primeras etapas del uso de la ilusin.

    Winnicott vincula la ilusin con creer en una realidad exterior que corresponde a su

    propia capacidad de crear. La ubica como una zona de experiencia que no ser

    atacada, donde no debe ser planteada la pregunta de si es creado o si viene de afuera.

    Tambin subraya la importancia esencial de la continuidad, de la permanencia de

    ciertos elementos de] ambiente emocional y de los objetos transicionales.

    Adems, seala que los objetos y fenmenos transicionales pertenecen al reino de

    la Ilusin que constituyen la base de Iniciacin de Inexperiencia. En esta peripecia

    donde se necesita la aceptacin de la paradoja, Winnicott describe un trnsito desde la

    fusin con la madre a la separacin.

    Este aporte winnicottiano del rea de la ilusin y de la transicionalidad es, sin duda,

    un enriquecimiento esencial para el psicoanlisis. El autor la ubica corno la zona

    intermedia entre la creatividad primaria en torno a la percepcin objetiva basada en la

    prueba de la realidad. Los fenmenos transicionales representan las primeras etapas

    del uso de la ilusin. (14, pag. 29).

    Aporte mayor del psicoanlisis, puesto que permite pensar momentos lgicos de

    discriminacin yo-no yo, madre-beb, salidas de la relacin dual con la ubicacin de un

    espacio tercero entre ambos.

    Pero tal vez esta rea de ilusin no sea el principal objetivo del encuentro, sino que

    ya sera un resultado de la experiencia, como la nombra Winnicott. Porque pienso

    que esa oportunidad de crearse la ilusin de que el pecho es parte de l implica un

    deseo del objeto (necesidad, demanda, deseo), que lo asista, que lo cuide, que lo

    alimente. Demandas que, en ltima instancia, son siempre demandas de amor.

    Si necesita crear el objeto es porque ya no lo tiene (el encuentro del objeto es

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    siempre un re-encuentro, como dice Freud), lo crea o en todo caso lo recrea, como

    expresin de este deseo, que es demanda y que implica pregunta en el sentido de que lo

    enigmtico es siempre la respuesta del otro.

    Si hay ilusin como producto de experiencia y como acto psquico, all est

    implicado un deseo, una fantasa, con todo el carcter de ilusorio en su realizacin. Tal

    vez podamos pensar esa rea esencial como la introduce Winnicott en la medida que

    ubiquemos all movimientos de ilusin-desilusin en un imprescindible juego

    dialctico. En ese sentido, suscribimos la idea de zona de experiencia, puesto que all

    es esencial el deseo del otro para habilitar la ilusin.

    Es precisamente un trabajo sobre la ausencia de lo que se trata; presencia-ausencia

    del pecho7, del otro, o mejor: del otro y sus cuidados, que en ltima instancia hacen

    presente el deseo del otro.

    Si pensamos esta rea, como lo hace el autor ahora en torno al objeto transicional,

    nos parece sugerente toda la importancia que le otorga al manipuleo del objeto o a la

    necesidad del mismo, as como las diversas experiencias afectivas que propone como

    cualidades especiales de la relacin. Nos propone aqu que lo que importa no es

    tanto su valor simblico como su realidad.

    Retomo estas ideas para continuarlas un trecho ms, en el sentido de que estos

    elementos nos afirman precisamente en la importancia de tal objeto, no como un objeto

    natural, sino corno un modo de mostrar o de objetivar un momento de la simbolizacin

    donde el otro paso que es una abstraccin mayor an no se ha cumplido; se hace

    necesaria una apoyatura. Se trata, en realidad, de un significante materno encarnado,

    verdadera metonimia de los cuidados matemos, con todo el valor que encierran estos

    momentos icnicos de la simbolizacin en tomo a la imagen. Aqu, lo visual, lo tctil y

    lo olfatorio se renen en tomo a este objeto metonmico y en parte metafrico que hacen

    al concepto de metfora viva mencionado anteriormente. Cuando el objeto transicional

    desaparece, podemos hablar de una simbolizacin lograda, de un trabajo sobre la

    ausencia cumplido.

    7 Resulta singular y apropiado el concepto de pecho como lo trabaja Winnicott en la llamada a pie de pgina de la pg. 29 de este texto, donde define la palabra pecho tanto para denominar la tcnica de la crianza como la carne real. (13)

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    Este paso semitico de la simbolizacin es lo que denomino espacio-tiempo de la

    metfora viva, espacio de la simbolizacin aconteciendo. Se trata siempre de aparicin

    y desaparicin, donde se necesita la magia para controlar la angustia, y donde la

    madre debe ser capaz de permitir el juego de la ilusin. Organizar ese espacio tercero

    transicional: en mi propuesta, permitir que ese espacio de metfora viva posibilite el

    camino metonmico y encarnado del deseo -del objeto (el otro), en los objetos

    (juguetes)- y habilite en algn momento, siempre puntual, el salto metafrico.

    Entiendo que no es necesario empujar o compelir al nio en la creencia, violentarlo

    con ella, pues es suficiente con su indefensin fsica y psquica para instalarse en ella.

    Es el placer de la representacin (como lo he sealado en otro trabajo) lo que surge

    como compensacin de las ilusiones que se pierden, de las creencias que se abandonan,

    de los fantasmas que se transforman. Creo que en esto importa subrayar que el goce no

    quede en la desmentida, pues entiendo que ste es el riesgo de la ilusin. El jugar es

    procesamiento de simbolizacin de la ausencia y es trabajo psquico. All estn entonces

    implcitos los mecanismos defensivos (desmentida, represin, negacin, etc.),

    testimonios del conflicto psquico. SI en esa rea tercera winnicottiana aparece el juego,

    la creacin psquica, no es o deja de ser (en realidad nunca lo fue) rea libre de

    conflicto, sino que su radical incompletud es lo que lo lleva hacia adelante. Pero es la

    muerte como ausencia que es intolerable y no representable, y por eso hay que jugar con

    ella para que surja el smbolo, que es en ltima instancia el testimonio de la ausencia.

    Por ello, creo que importa no slo el objeto sino el acto psquico que implica una

    experiencia con la ausencia que deriva en una representacin.

    El objeto transicional se vuelve el testimonio puntual de una demanda y de una

    respuesta a la demanda (cuidados matemos, abrigo y comida, frazadita o chupete). Y ese

    acontecimiento que lleva implcita la indefensin, ese acontecimiento de demanda y

    respuesta, implica la posibilidad del pensamiento.

    Es rea de creacin siempre que el deseo dual y fusional no se entronice. Es rea de

    creacin en tanto se le abre camino al deseo, a travs de la respuesta del otro. La

    experiencia no entroniza la ilusin, sino que por el contrario la transforma. De ilusin a

    desilusin, cada vez, no para crear displacer sino para permitir el relanzamiento del

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    deseo.

    Cristina Lpez de Cayaffa (8) seala que la erogeneizacin de la madre sobre su

    hijo es un desequilibrio libidinal, y habla entonces de un equilibrio que es siempre

    buscado, y es encontrado para ser perdido.

    La ilusin por ser primero de unidad le cabe el riesgo de entronizar un dual

    coagulado, la no diferencia. Las creencias ya estn sostenidas por la diferencia (de

    gnero, no de sexo) y me refiero ms especficamente a las teoras sexuales infantiles.

    Pero en la ilusin tambin est presente la idea de expectativa esperanzada de

    anhelos, de realizaciones de deseos. Y esta perspectiva de la ilusin nos lleva de la

    mano a los ideales y su interjuego con la idealizacin.

    Desde una mirada conceptual, toda la unidad del concepto de ilusin que trabaja

    en cotejo con la percepcin de la imagen, reside en un juicio de valor implcito

    (destacados mos), (9) segn Marsal (citado por Lalande).

    La fuerza del concepto reside en la importancia del mbito narcisista en que se

    desarrollan la ilusin y la creencia, y pienso que este mbito es lo que aporta el juicio de

    valor implcito. En el ttulo del trabajo inclua la Verdad, junto a la Creencia y la

    ilusin. Creo que ellas son testimonios fieles de instantes de estructuracin, donde deseo

    y defensas organizan las instancias. De all que hablan de algo tan verdadero como lo

    son los avatares del deseo.

    Los ideales conllevan la peripecia identificatoria entre yo ideal e ideal de yo, que

    decantan la experiencia de la relacin con el otro (ambos padres).

    Los ideales tambin interjuegan con la idealizacin. En ella se mantiene la ilusin de

    unidad originaria y puede insistir y persistir como creencia o como trastocamiento de

    ilusin a idealizacin. Y esto siempre conlleva el riesgo de la desviacin a la mstica, la

    sugestin, la religin o el dogma. De todas maneras algo de este destino tambin

    persiste en los mitos.

    La ilusin por ser, como veamos, de unidad, puede conducir a la no discriminacin

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    y determinar fantasas idealizadoras o mgicas (omnipotencia de pensamiento).

    La magia se apoya en la imagen, en lo que se da a ver y, como seala D. Bougnoux

    (1), es por esta presencia real que la imagen obtiene su misteriosa eficacia, su

    magia; as, el autor juega con la homofona de imagen y magia.

    Podemos hablar de la eficacia de la imagen, de la fuerza de lo imaginario,

    presentificadora de afectos y efectos, en iconos, ndices o smbolos, siempre que est

    sostenida en un procesamiento simblico.

    La magia cabe en la imagen en la medida que el significante verbal no la ha

    capturado totalmente: captura que no hace ms que remitir un significante a otro para

    hacer emerger sentidos. La imagen, tal vez, se defiende de la castracin porque

    presentifica, presenta una realizacin de deseo. La magia siempre encierra la ilusin de

    poder con la vida y con la muerte, siempre hace presente en algn instante el poder de la

    desaparicin. La magia implica, entonces, el control de la ausencia, no su elaboracin.

    Necesitamos del borde entre la ilusin y la desilusin para que acontezca el placer de

    la representacin, que es creacin y sta, como sealaba antes, abarca el pensamiento, el

    fantasma, el sueo, el juego o el sntoma.

    El campo de la ilusin, para Winnicott, se define como fuera (previo) a la pulsin y

    de algn modo, por ello, el rea transicional es nombrada como fuera de conflicto, rea

    neutra que no debe ser contestada...

    Siempre he pensado que las paradojas winnicottianas no hacen sino poner de

    manifiesto la divisin del sujeto: es decir, la presencia del inconciente y el yo en su

    funcin de desconocimiento. Porque un posible deslizamiento desde el pensamiento de

    Winnicott es el que lleva a pensar que al ser un rea libre de conflicto no de debe ser

    contestada y la pregunta no debe ser formulada, surgiendo entonces la ilusin como

    obturadora del enigma. Sin embargo, sabemos bien que la ilusin no impide el deseo de

    saber (siempre transgresor), sino que lo sostiene. Pensemos en los interminables por

    qus del nio que aparecen muy tempranamente y que estn profundamente enlazados

    a que lo enigmtico es siempre el otro, el cuerpo de la madre, el deseo de la madre y sus

    lmites.

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    Desde el comienzo de estas notas me planteaba lo enigmtico, lo desconocido, como

    efecto de la divisin del sujeto y, por ende, como elemento consustancial a la

    estructuracin psquica.

    La ilusin, por su parte, aparece desde el comienzo como un resto que atestigua de la

    no satisfaccin del deseo y que expresa, en una especie de salida hacia adelante, la

    persistencia del mismo.

    Y creo que con ello no aminoro en nada el valor de la Ilusin, porque siempre

    estamos enfrentados a temas que transitan por nuestros lmites, el no-sentido que nos

    acosa desde lo que ignoramos de nosotros o desde nuestros sntomas. Por ello,

    imaginarizar, ilusionar-se, nos resulta un viejo bienestar

    Entre cuerpo y palabra tambin est lo imposible de decir, aunque para que ello

    hable se necesita la palabra y el cuerpo del otro.

    Si la frase del poeta que torna M. Milner en su texto nos llega tan profundamente es

    porque, precisamente, esa articulacin mencionada siempre produce efectos. Retomo,

    pues, de M. Milner la cita de Yeats: pisa con suavidad porque ests pisando sobre mis

    sueos.

    Bibliografa

    1. BOUGNOUX, Daniel: L efflcacit iconique. Nouvelle Revue de Psychanalyse,

    Desins de 1 image, p. 277. No. 44, 1991.

    2. CASAS DE PEREDA, Myrta: Juego y simbolizacin. Correo de FEPAL, El

    smbolo, lo simblico y la simbolizacin. Montevideo, Uruguay, 1992.

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    3. CASAS DE PEREDA, Myrta: Estructuracin Psquica. Revista Uruguaya de

    Psicoanlisis No. 76, Malestares. Montevideo, Uruguay, 1992.

    4. COROMINAS, Joan: Breve diccionario etimolgico de La lengua castellana. Ed.

    Gredos, 1973.

    5. FLO, Juan: Imagen, Icono e Ilusin. Universidad de la Repblica, Facultad de

    Humanidades y Ciencias. Montevideo, Uruguay, 1989.

    6. FREUD, Sigmund: El porvenir de una Ilusin (1927). Obras Completas, Tomo XXI,

    Amorrortu Editores.

    7. LALANDE, Andr: Vocabulario tcnico y crtico de La Filosofa, p. 200. Ed. El

    Ateneo, 1966.

    8. LOPEZ DE CAYAFFA, Cristina: Los albores del conocer. En: publicacin del XXI

    Congreso Latinoamericano de Psicoanlisis, FEPAL, 1992.

    9. MARSAL, M. Citado por Lalande, Andr: Vocabulario tcnico y critico de la

    Filosofa, p. 482. Ed. El Ateneo, 1966.

    10. MILNER, Marion: El papel de la ilusin en la formacin de smbolos. Nuevas

    Direcciones en Psicoanlisis, Ed. Paids, 1965.

    11. ROSOLATO, Guy: Elements de linterprtation. Ed. Gallimard, 1985.

    12. ROSOLATO, Guy: La Relacin de Desconocido. Ed. Petrel, 1981.

    13. WINNICOTT, D. W: Realidad y juego. Granica Editor, 1972.

    14. WINNICOTT, D. W.: Escritos de Pediatra y Psicoanalisis. Ed. Laia, 1958.