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Jorge Guitelman

Los artesanos del tratoComunidades, hospitalidad y turismo

Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723

Jorge Guitelman

Los artesanos del trato

Comunidades, hospitalidad y turismo

Indice

Introduccin 1. Conceptos y propuestasLa cultura de la hospitalidad - 8.000 chicos invitando a los turistas - Qu es la conciencia turstica Cmo construir una cultura de la hospitalidad - Una comunidad organizada y solidaria para adentro.... - Una comunidad hospitalaria: el hacia afuera - La ecologa, por aadidura - Turismo artesanal y turismo industrial - Modelos vivos de concientizacin Algunas pautas para crear modelos vivos de concientizacin

2. ExperienciasMadariaga ofreci su solidaridad - Testimonios Solidaridad y creatividad: las fiestas en San Clemente Escuela de anfitriones en Las Toninas - El nacimiento y los primeros pasos - Una idea clave: ya estamos capacitados - En la cancha se ven los pingos - Apndice La experiencia de Claromec

3. Anexo documental

al pueblo de General Madariaga, porque han sido los primeros que aceptaron el desafo de mostrar que la cultura de la hospitalidad es la base humana de cualquier desarrollo turstico.

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IntroduccinLa ideologa de la anti-proyectacin es un lujo intelectual de la sociedad de consumo, una prerrogativa de los pueblos acaudalados, una fastuosidad retrica de los pueblos saturados de bienes y servicios. Los pueblos sumergidos en la necesidad y en la indigencia no pueden permitirse tal actitud. Para ellos, proyectar es principalmente proveerse de las estructuras ms elementales para afrontar la hostilidad represiva de la indigencia. En otros trminos, concebir estructuras que les permitan, por una parte, maximizar los escasos recursos disponibles y, por otra, minimizar los factores que puedan favorecer el derroche de esos mismos recursos. Toms Maldonado La historia nos demuestra que podemos transformarnos en seres humanos sorprendentes sin necesidad alguna de tecnologa. Tambin nos demuestra que podemos ser personas poco interesantes con tecnologa. Steve Jobs (inventor de Apple Macintosh)9

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Cuando, por diversas razones, una sociedad experimenta profundos cambios, como sucede con la Argentina durante la ltima dcada del siglo XX, pueden suceder dos cosas: por una parte, que los cambios beneficien a algunos y perjudiquen a otros (y entonces los cambios se viven como crisis y la sociedad se ve a s misma como heterognea y dividida); por otra parte, que los perjudicados por la crisis sientan y crean que carecen de herramientas y caminos para superarla, pues las herramientas y caminos de los que disponen se muestran definitivamente obsoletos o anacrnicos. En efecto, vastos sectores sociales de nuestro pas, en especial la llamada clase media, experimentan que las transformaciones, antes que incluirlos en el flujo de un progreso que adquiere formas nuevas, los dejan al borde del camino. La situacin se traduce en una demanda: hay que generar, se dice, alternativas. Alternativas de produccin, de trabajo, de generacin de empleo genuino. Y este ltimo parece el discurso ms preocupadamente repetido: es necesario crear puestos de trabajo, que adems11

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sean duraderos y presenten proyeccin de futuro, y no meras soluciones coyunturales. Es tambin una razonable idea aceptada la de que el concepto clave de este tiempo de transformaciones que demandan alternativas es la innovacin. Hay que innovar, se dice, en tecnologas, en formas de organizacin empresarial y comercial, etc.. Preferir aqu los trminos creacin y creatividad, para referirme a una forma de innovacin turstica que, lejos de copiar o imitar modelos ajenos que se nos muestran como indefectiblemente destinados al xito (los que algunos llaman del primer mundo), se site en nuestro propio contexto, parta de nuestras condiciones reales de posibilidad. Tales condiciones, contra lo que puede suponerse desde cierta mirada prejuiciosa que se pretende realista (cuando es, en rigor, derrotista a priori), no son pobres ni escasas. En todo caso, ese realismo es la contracara local, necesariamente derrotista, de un mundo que ya no necesita proyectacin, como seala Toms Maldonado, porque lo tiene todo resuelto y dispone de todos los xitos ya conseguidos; el problema es que ese mundo no es el nuestro. Si en lugar de buscar nuestras propias formas de desarrollo a partir de nuestra realidad, caemos en el servilismo intelectual de querer ser como ellos -para lo cual no hay otra forma que la imposible de empezar sindolo- estaremos en un callejn sin salida. Es ingenuo, en ese sentido, no escuchar la experiencia crtica de los propios tecncratas del primer mundo, como el inven12

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tor de las computadoras Apple, que saben ya que la tecnologa no garantiza por s ningn crecimiento humano profundo, y que para tal crecimiento se necesita otro tipo de condiciones. Este libro se propone, entonces, compartir y exponer las ideas y elementos necesarios para generar la oferta de un servicio turstico que, aunque muchos no puedan verlo de primera impresin, tiene demanda. Un servicio que pueden producir y ofrecer esos sectores medios de la sociedad a que me refera, y del que se pueden obtener beneficios no slo econmicos ni nicamente particulares o individuales. En el llamado nuevo orden mundial, efecto de la globalizacin, se entiende que todos estn obligados a reposicionarse: empresas, corporaciones, gobiernos, partidos polticos, organizaciones internacionales. Casi nadie propone, en cambio, cmo han de reposicionarse el hombre comn y su comunidad. Parece darse por supuesto que lo que ha de ganar una nueva fisonoma para el xito es la estructura, mientras el sujeto se da por aadidura -en el mejor de los casos, o queda excluido -en el peor-. Quienes no pierden de vista la situacin del hombre de a pie, del sujeto individual, familiar o comunitario, tienden a verlo en una posicin de desventaja y a pensar en cmo ha de defenderse de la crisis y de las transformaciones. En este sentido, se pierde de vista que los momentos13

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de cambios profundos requieren del fortalecimiento de lo que se denomina el tejido social, una trama sin la cual es casi imposible pensar alternativas creativas que permitan la inclusin del hombre comn en los caminos del desarrollo. Son momentos en los que resulta imprescindible una comunidad organizada y solidaria, que funcione verdaderamente como comunidad de esfuerzo unificado, ayuda mutua y objetivos comunes. Sobre bases que en trminos generales deben plantearse segn estas coordenadas, la alternativa que se ofrece en estas pginas toma como puntos de partida las comunidades de dimensiones pequeas o medianas, donde la fortaleza de los lazos sociales es ms rpidamente recuperable y donde la solidaridad y su necesidad pueden verse con menos esfuerzo. Se trata de una forma alternativa de producir servicios tursticos y recuperar, as, el desarrollo socieconmico comunitario, pero tambin -al mismo tiempo- del proceso inverso: utilizar los componentes profundamente humanos y relacionales del turismo para recomponer y reactivar los lazos del tejido social hoy rotos o debilitados por los efectos de la crisis. Este libro es, adems, un homenaje a los municipios que en una actitud claramente renovadora, con valenta y amplituid de criterio, han aceptado el desafo de construir ellos mismos sus propias alternativas, y trabajan en la bsqueda de modelos nuevos que, en torno o a partir

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del turismo, posibiliten su reposicionamiento.*

* Este libro es tambin la continuacin y, en algunos puntos, la correccin amplificada de algunas de las ideas que expuse en otro texto con el que se complementa, especialmente en lo que respecta a ejemplos y casos concretos: Turismo. Hospitalidad y encuentro con el otro, La Plata, Comisin de Investigaciones Cientficas, Serie Difusin, 1994. Los distingue tambin el hecho de que, si en el primer libro busqu una prosa que estuviera entre el ensayo sociolgico de divulgacin y el informe tcnico, aqu trat de apegarme a los tonos de las charlas que sobre estos temas compart con residentes de ms de 60 municipios bonaerenses.

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Conceptos y propuestas

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La cultura de la hospitalidad

La Argentina, como casi todo Occidente, vive en una creciente homogeneizacin cultural, donde la pluralidad de ofertas no compensa la pobreza de ideales colectivos, y cuyo rasgo bsico es, al mismo tiempo, el extremo individualismo... Beatriz Sarlo, Escenas de la vida posmoderna

8.000 chicos invitando a los turistas Los pioneros que crearon y emprendieron esa forma de vida comunitaria que se conoce como kibbutz intenta19

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ron una forma extrema de anti-individualismo educativo que persegua un cambio cultural profundo: criar juntos a los nios de diferentes parejas de padres, desde bebs. Si la idea de borrar las fronteras de las relaciones familiares con el propsito de fortalecer una autntica comunidad solidaria es a todas luces exagerada, lo cierto es que la organizacin de nuestra sociedad y, digamos, el sentido comn acerca de las relaciones entre personas no ligadas por lazos de sangre es ms bien pobre cuando no mezquina. En el mejor de los casos, se restringe a un valor importantsimo pero limitado, el de la amistad (que es casi una prolongacin individualista -se tienen pocos amigos, reza el lugar comn- de las relaciones familiares). La idea de una comunidad solidaria capaz de organizarse para generar la oferta de un turismo hospitalario, exige disolver esas reticencias, abolir el individualismo y abrir la clase de afectos que funcionan en el mbito de lo familiar ms all de los lazos de sangre y de amistad. Podemos aclarar las cosas, antes que con ms conceptualizaciones, con un ejemplo, una experiencia concreta que puede tomarse como modelo estimulante de la creatividad. La temporada 1994/1995 fue muy mala para el Partido de la Costa, en la Provincia de Buenos Aires. Llegadas las vacaciones de invierno del 95, ni la actividad privada ni la municipalidad podan invertir recursos en20

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RESIDENTES QUE

PIERDEN EL TIEMPO

Sandra tiene una amiga, Mercedes, que todos los veranos se va a pasar unos das en una casita que sus tos tiene en San Luis. San Luis es uno de los tantos pequeos pueblos balnearios que se suceden en la llamada Costa de Oro del Uruguay, en el Departamento de Canelones, a unos cincuenta kilmetros de Montevideo. Para este verano, Mercedes ha invitado a su amiga Sandra para que la acompae durante un fin de semana en San Luis. Sandra se embarca una maana el en ferry que la deja en el puerto de la capital uruguaya, y all toma un mnibus que en cuestin de hora y cuarto la deposita en la ruta Interbalnearia, supuestamente en la entrada de San Luis, a pocas cuadras de la casa donde la esperan Mercedes y sus tos. Pero las seas e indicaciones que Sandra crea acertadas y suficientes no lo son, y a los pocos minutos se convence de que est perdida y desorientada en medio de la ruta. Escruta ilusamente al horizonte en todas direcciones en busca de un ser viviente que la oriente, intenta infructuosamente parar a algunos autos que pasan, hasta que una chatita destartalada que -se nota a la legua- sigue en pie a fuerza de las maas y la improvisacin mecnica de su dueo, se detiene ante los ademanes de Sandra. La conduce un hombre humilde de unos cincuenta aos, acompaado de su esposa. Invitan a Sandra a subir, y a costa de adivinar, dar vueltas y preguntar cuando se cruzan con algn caminante, no slo la llevan hasta San Luis: indagan hasta dejarla en la puerta misma de la casa en que la espera su amiga. El matrimonio en cuestin ha perdido ms de media hora de su tiempo. Seguramente tienen poco o nada que ver con el negocio turstico, y si se les preguntara qu cosa es la conciencia turstica es poco probable, francamente, que pudieran improvisar una aproximacin aceptable.

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publicidad y promocin turstica. Si no existiesen en las comunidades otros actores sociales, las playas del Partido de la Costa no hubieran tenido promocin para esas vacaciones. Sin embargo, la comunidad educativa tom la iniciativa y, ms con el corazn y la voluntad que con estudios de mercado, hizo a su manera algo de lo que todos hablan hoy: el marketing directo. La Escuela n 4 de Santa Teresita viene trabajando desde el ao 1986 con los chicos de sexto y sptimo grado en talleres de turismo, pero hasta el 95, lo haban hecho puertas adentro. Esta escuela, y el Consejo Escolar, fueron los ejes articuladores de una iniciativa que muestra hasta qu punto puede ser significativa la insercin social del trabajo de la comunidad educativa ms all de los lmites de la escuela. Consejo Escolar y escuelas primarias llegaron a la conclusin de que estaban en condiciones de hacer una publicidad con un valor agregado muy importante. No slo publicitaran las tarifas, servicios y actividades programadas por la municipalidad. A eso se le sumara la calidez del mensaje de persona a persona, y ms, lo afectuoso de una invitacin realizada por los chicos. Cada uno de los 8.000 chicos que componen la matrcula de sexto y sptimo grado del Partido de la Costa, realiz con sus maestras un folleto artesanal y escribi tambin una carta personal dirigida a una familia de Buenos Aires y Gran Buenos Aires. La comunidad educativa solicit a la actividad pri23

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vada las tarifas y servicios y a la municipalidad los programas de actividades para el invierno. Cada chico ensobr el material, junto a la carta y el folleto y lo envi a un desconocido -el listado lo confeccionaron las maestras a travs de las guas telefnicas-. As, 32.000 personas recibieron un mensaje conmovedor con un alto contenido afectivo, detrs del cual no slo estaba un chico sino toda una comunidad trabajando por un objetivo, una comunidad solidaria. Y como esta comunicacin personal tena que tener un correlato en la recepcin al turista, en las vacaciones de invierno las puertas de las escuelas estuvieron abiertas para recibir a los turistas, para que encontraran un espacio intermedio entre el momento de su llegada y su ubicacin en la Costa. Cuando los maestros contaban esta experiencia, sealaban que al principio hubo algunas resistencias. Algunos padres decan: Cmo vamos a hacer esto, si los beneficiarios en definitiva son los comerciantes y los empresarios. Pero prevalecieron los que vieron que los beneficiarios directos podan ser efectivamente tales sectores, mientras en forma indirecta lo era toda la comunidad, porque eran los comerciantes y empresarios del turismo quienes generaban desde siempre en la Costa, buena parte de las principales fuentes de trabajo. Lo ms sorprendente de esto es que los empresarios vieron que funciona, y consideraron la posibilidad de pagar o aportar a las cooperadoras escolares por este24

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servicio. De esta manera, adems, las cooperadoras estaran generando fondos genuinos que reemplazaran a la cultura de la rifa y del bono contribucin, apoyada en una concepcin que el sentido comn bien seala cuando la denomina cultura del mangazo. El ejemplo muestra cmo un sector de la comunidad en apariencia desconectado de las actividades directamente productivas y lucrativas puede, a travs de un trabajo netamente artesanal, apuntalar y sostener al sector empresario y, como consecuencia, aportar al desarrollo socieconmico en general. Como se ve en el ejemplo, el sector que detenta el poder econmico no siempre lo puede todo, y a veces no slo necesita del aporte creativo de la comunidad sino que puede combinarse armnicamente con ste. Eso significa solidaridad: comunidad de intereses y de acciones para el mutuo beneficio. Por otra parte, la resolucin del problema que se planteaba en esa temporada por va de las cartas de los chicos agreg a la actividad turstica una dimensin que la oferta nunca debera descuidar, pues forma parte de la esencia misma del turismo, y que los empresarios del turismo no pueden brindar si no estn acompaados de la comunidad: la dimensin afectiva, relacional y humana del turismo, esto es, lo que aqu llamaremos cultura de la hospitalidad. En este caso el resultado fue producto del trabajo25

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solidario entre el Consejo Escolar y la comunidad educativa -los maestros, alumnos y padres-, y los empresarios y comerciantes del Partido de la Costa. Es un pequeo ejemplo de comunidad organizada y solidaria, pero de arriba hacia abajo. Y aunque creemos que no es utpico forjar comunidades solidarias de abajo hacia arriba, las

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Qu es la conciencia turstica

estructuras estatales y comunitarias existentes deben aprovecharse, y desde all empezar a cambiar las pautas y cdigos culturales.

La solidaridad es aquello que frena el desarrollo de la crueldad en nuestras sociedades. Se crea mediante un trabajo de la imaginacin... Toms Abraham Qu otra cosa puede ser, si no la solidaridad humana, nuestro reconocimiento de una huma-

En el mbito del turismonos es comn? nidad que y de las carreras de turismo el tema de la Conciencia Turstica es recurrente y todos estn de acuerdo en su importancia. Pero si analizamos el significado que se le da a este concepto, vemos que cuando se habla de conciencia turstica se est reducien27

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do su significado slo a reglas de urbanidad: se habla de ser amable con el turista, de atenderlo con una sonrisa, de hacerlo sentir como en su casa, todas expresiones que , a mi juicio, estn desvinculadas de un compromiso ms profundo que el de una comunidad que se convierte en real anfitriona. De aqu que, en la prctica, el tipo de campaas de concientizacin predominantes slo apuntan a que los residentes asimilen que el turista es un cliente, de lo que resulta que se establece con l un trato que podra definirse como comercial. Por eso, es comn escuchar la frase el turismo es fuente de riqueza. Algo que, si bien es cierto, simplifica demasiado los efectos del encuentro del turista y la comunidad residente. Porque, as enunciado, difundido y aplicado a investigaciones, el residente, y especialmente el prestador de servicios tradicional, entiende que tiene que atender bien y con una sonrisa. As, el turista, en tanto cliente, gasta en su negocio. El mensaje para el resto de la comunidad es que sonra y sea amable, para que el turista vuelva y siga gastando. Desde este punto de vista el turista es el que viene a gastar, no un ser humano que viaja para disfrutar de su tiempo libre. Tal vez por este motivo la queja ms escuchada al final de las temporadas dice mucha gente, pero gastaron poco, sin profundizar en todos los factores que intervienen en ese fenmeno y que analizaremos ms adelante. Lo que no se tiene en cuenta es, por un lado, qu ofrecen los residentes como comunidad adems de la28

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invitacin al consumo que hacen algunos sectores y, por otro, qu espera el turista, usuario del sistema. Paralelamente, la mayora de las encuestas y trabajos estadsticos toman al turista como un objeto de estudio para saber cunto viajan, cmo se compone el grupo, dnde se alojan, cunto gastan, en qu viajan, qu hacen. Se pretende definir el perfil del turista y su comportamiento, como si la comunidad que lo recibe no existiera. Como si el que viaja slo se relacionara con cosas y lugares y no con personas y grupos sociales. De este modo, las estadsticas no dan cuenta de otro fenmeno que es el que quiero rescatar en estas pginas: Cmo se siente tratado el turista por la comunidad residente, y cmo influye el trato tanto en la eleccin del lugar como en el desarrollo turstico de una ciudad. O, en apretada sntesis: la importancia del trato como atractivo turstico. Aqu conviene explicitar algunos conceptos. Hablamos de la comunidad residente y aclaramos que en ella se incluye a los prestadores de servicios para que pueda asociarse a la idea de residente por toda la comunidad, y no slo a los prestadores de servicios vinculados directamente con la actividad (hoteleros, transportistas, gastronmicos, etc.) . Fuerza a hacer esta salvedad, el hecho de encontrarnos con que la gente en general tiene la idea de que slo son esos prestadores los que tienen relacin con el turismo. Adems, como sectores que estn organizados en cmaras y asociaciones, son percibidos por el resto de la comunidad como los referentes y nicos29

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protagonistas de una actividad que, como veremos en el desarrollo de este libro, involucra a todos. Esta aclaracin sirve tambin para mostrar por qu otros sectores, como el de las entidades de bien pblico, las escuelas, los trabajadores del arte y de la cultura, no se fueron integrando para acompaar con su participacin activa el crecimiento de los centros tursticos. Histricamente , por la concepcin economicista de la actividad, no fue percibido el rol fundamental que deba jugar el resto de la comunidad como soporte de la misma y no como mera escenografa. Por lo tanto, resulta casi lgico que las ciudades hayan crecido en metros cuadrados como lugares tursticos pero no se hayan desarrollado en ellas comunidades tursticas, lo que significa la integracin solidaria de todos los sectores sociales en la conformacin de una oferta basada en el protagonismo de los residentes. Porque si bien es cierto que un lugar requiere de servicios e infraestructura, es el trato que el turista recibe por parte de la gente que vive en ese lugar lo que determinar sus ganas de quedarse y de volver. Cuando uno va a un lugar a pasar unos das de descanso lo que menos quiere son problemas, y lo que ms disfruta es de aquellas cosas que lo hacen sentir bien y que siempre se vinculan a las relaciones interpersonales. Por eso, adems de viajar, comer y dormir durante su estada, el turista, como cualquier persona, necesitar relacionarse permanentemente con gente, ya sea para reparar su auto, o para que le den determinada informa30

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cin, o simplemente para hacerse algn amigo que le cuente cmo es ese lugar. En definitiva, el que llega y se queda en un lugar necesitar y valorar las actitudes del otro, del residente que mejor conoce su propio lugar. Y para ello esa comunidad que vive en una localidad con atractivos tursticos debiera estar preparada para atender al turista a cualquier hora, en cualquier circunstancia, de la mejor forma y no slo por un inters econmico, sino porque as interpreta lo que se espera de ella: una comunidad que se pone al servicio del turista y se organiza para ello. De lo contrario, seguir existiendo la misma disociacin entre lo que se cree que pasa y lo que pasa realmente. Los residentes de muchos lugares tursticos, includas sus autoridades municipales y cmaras comerciales, creen que para potenciar su desarrollo necesitan ms infraestructura, ms inversin, ms promocin, ms folletera, estar en Internet, etc. En cambio, el primer desafo es trabajar para adentro, afirmando la idea de que lo ms importante es el trato. Porque con comunidades desorganizadas, indiferentes y hasta agresivas con el turista no es posible llevar adelante ningn proyecto. Por eso, entiendo que la conciencia turstica es el eje sobre el que hay que trabajar. En primer lugar, porque la conciencia turstica es un saber. Un saber acerca de lo que hay que saber y de lo que hay que hacer. En el caso del Turismo, lo que una comunidad debe saber es que todos son potencialmente anfitriones. Eso significa que todos debieran asumir el compromiso que supone el trato31

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LA PUERTA ABIERTA

DE LUCA

Mariela y Sara son dos amigas que hace unos aos hicieron juntas su soado viaje a Israel, que incluy luego unos das en Europa. En Israel vivieron una semana en un kibbutz, donde entablaron amistad con Roy, un suizo que les repiti obstinadamente que cuando fueran a Zurich se alojaran en casa de su hermano Philippe (en realidad, su propia casa hasta que decidiera emigrar a Israel e instalarse en el kibutz). Mariela y Sara llegaron a Zurich un sbado a la maana, y se dirigieron inmediatamente a casa de Philippe, enfundadas en sus mejores ropas invernales y cargadas de mochilas y bolsos. La direccin era correcta y las indicaciones precisas, pero nadie responda al llamado del timbre. Mariela y Sara se hallaban tocando a la puerta de un desconocido, apenas un nombre y una referencia familiar, en medio de un barrio de Zurich semioculto por la nieve. Como los minutos pasaban y era ya obvio que el hermano de Roy no poda estar bandose ni parapetando sus odos tras un par de auriculares o algo as, llamaron en la casa de al lado, para averiguar. Las atendi un joven que luego de las tres primeras frases intercambiadas comenz a farfullar una especie de italiano chapucero, algo as como un cocoliche suizo, las hizo pasar, les inform que Phillipe se haba ido a por unos das a esquiar, y las invit, como la cosa ms natural del mundo, a instalarse en su casa y pasar all el fin de semana que las chicas tenan programado para Zurich. Luca, que as se llamaba el espontneo y desprejuiciado anfitrin, puso su casa y sus llaves a disposicin desinteresada de Mariela y de Sara, les habl de su inters por Latinoamrica, les mostr sus libros, les cont su vida y sus proyectos, les present a sus amigas y amigos, y en ningn momento dej

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Atraslucir el ms mnimo gesto que pudiera indicar que esperaba algo a cambio. Hoy, despus de diez aos, Mariela y Sara, mantienen el recuerdo de Luca Zanier entre los ms ntidos y entraables de su viaje por Europa.

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cotidiano con el turista. Y saber, adems, que el trato es lo que ms valora cualquier ser humano. Pero no cualquier tipo de trato, sino el trato afectuoso, familiar, que dista del eficiente y fro trato comercial que en el mejor de los casos recibe el turista. Por lo tanto, los residentes, tanto individual como colectivamente, debieran tener como objetivo ser los mejores artesanos del trato. Por otra parte, tener conciencia de lo que hay que hacer es saber que ese trato debe darse en el espacio pblico y de forma creativa, y cuyas prcticas concretas requieren de la organizacin comunitaria para poder invitar, recibir, atender y despedir al turista. En definitiva, se trata de hacerse cargo de la gente que permanentemente se dice que se est esperando. De esta forma el slogan el turista es un amigo que viene a visitarnos pasara a tranformarse en prcticas concretas y marca de identidad de las comunidades que quieran desarrollar la actividad turstica desde otra perspectiva. Esta perspectiva que propongo entiende que tener conciencia turstica es forjar una determinada cultura: la cultura de la hospitalidad. Esa cultura no es otra cosa que el conjunto de manifestaciones, hbitos y prcticas de una comunidad que sabe que su identidad turstica pasa por el compromiso asumido en la relacin que establece con el visitante. Adems, tener conciencia turstica desde esta perspectiva sirve, en primer lugar, para que las comunidades residentes puedan repensar la actividad turstica desde un aspecto humano, personal, artesanal, en el que34

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todos estn includos. En segundo lugar, sirve para generar una oferta distinta que posibilitar la incorporacin de nuevos actores a la escena turstica y, como consecuencia, la generacin de empleo genuino sobre la base de lo que denomino la artesana del trato humano. Hablo del trato y no de servicio justamente para diferenciarlo de este ltimo. No es lo mismo el trato comercial que implica la prestacin de un buen servicio y el trato familiar de quien entiende que el intercambio con el visitante va ms all del buen servicio, pues lleva implcita la calidez humana como un valor fundamental. Un ejemplo estara en la diferencia entre un gran restaurant que presta el mejor servicio gastronmico con un personal muy atento a los requerimientos del cliente, con un equipamiento adecuado, etc. y otro lugar atendido por una familia cuyo dueo es el propio cocinero que mientras atiende va narrando a los comensales algunas recetas que mezcla con historias del lugar, y luego invita con entusiasmo a sus visitantes a conocer su propia huerta, o presenta a su seora que est amasando en la cocina las pastas frescas que luego servir. Evidentemente las dos alternativas tendrn distintos sabores. En ambos casos el servicio que se presta es de tipo gastronmico. Nadie puede dudar de que el primero no cumpla con todos los requisitos de la buena atencin y del buen servicio, aunque, por sus caractersticas la relacin entre las partes no exceder los lmites del hecho mismo de ir a comer bien a un buen lugar. En el otro35

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caso, ms all de la comida, hay un valor agregado. En este caso, ser bien atendido es ms que prestar un buen servicio. Es trasponer ese marco para establecer otro tipo de relacin. Es privilegiar la relacin por sobre el hecho que la gener. Porque buen servicio es que el mozo atienda atenta y eficientemente, que la comida y el vino sean del gusto del cliente, que haya climatizacin adecuada, que el mobiliario sea cmodo, etc. En definitiva, todas cosas que tienen que estar en su lugar y que tienen que funcionar coordinadamente para obtener un determinado resultado. El mejor trato es en cambio un valor que tiene su propio peso y que opaca cualquier enumeracin de elementos. Porque a un lugar donde somos maltratados, tenga la categora que tenga, no volvemos, y en cambio, nos sentimos muy a gusto donde somos reconocidos, atendidos personalmente, en forma franca y afectuosa. Adems, hablo de trato porque en una comunidad que se asume como anfitriona todos deben convertirse en artesanos del trato aunque no todos presten algn servicio. Cualquier persona de una comunidad turstica, entonces, debiera caracterizarse por su manera de conectarse con los visitantes, por su actitud que, como en el ejemplo anterior puede ser la de una persona atenta o puede demostrar inters en establecer una relacin con quien hasta el momento es un desconocido, para que pase a ser algo ms que un conocido. Est claro que las dos alternativas estn vinculadas36

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con la escala en la que se dan las situaciones. No es lo mismo un hotel cinco estrellas que una posada, ni un hipermercado que un almacn de barrio. Por eso es que el trato artesanal se puede dar en determinados mbitos y como complemento de la oferta ya existente de un turismo a escala industrial, conceptos que desarrollo ms adelante. Lo importante es que se advierta que dentro de este planteo, trato y servicio no son lo mismo. De esto tambin es necesario tomar conciencia. Porque el servicio incluye el trato como algo ms; en cambio cuando hablamos de trato estamos poniendo en valor aquello que hace que la actividad recupere su aspecto humano. Hablar de servicio es hablar de cantidad de plazas hoteleras, tarifas, categora, tenedores, con o sin cochera, con o sin desayuno, con tarjeta o sin tarjeta, horario de llegada o de partida, peluquera, sauna, base habitacin doble, reservas, promociones, etc. Hablar de trato es hablar del tipo de relacin que se establece entre los turistas y los residentes, partiendo de esta pregunta, cmo son tratados los turistas en los lugares tursticos por los propios residentes? Encuestas realizadas por la Subsecretara de Turismo de la provincia de Buenos Aires, muestran que la gente, cuando va a veranear , valora ms que cualquier otra cosa, el trato recibido por la comunidad receptora, a tal punto que deja de ir a aquellos lugares donde no se siente bien tratada. Y ser bien tratado implica no ser atendido a desgano, o distradamente, resolver su pro37

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blema, y no incrementarlo, no percibir que el residente se siente molestado por su presencia, sentirse respetado como persona tanto en el servicio que se le ofrece como en lo que se le cobra por l, saber que hay gente que est a su servicio y no que cree que le hace un favor, etc. Pero, sobre todo, sentirse bien tratado es percibir que el residente muestra un inters por el turista que incluye una conexin afectiva, interpersonal, cultural en el sentido ms humanista del trmino. En sntesis, una comunidad que quiera ser reconocida como turstica deber tomar conciencia de cules son las expectativas de los turistas en tanto personas y estar dispuesta a organizarse para darles respuesta, forjando as una nueva cultura, la Cultura de la Hospitalidad. Que los beneficios de una cultura como esa, son los de un desarrollo integral que incluye lo socioeconmico pero lo supera, es lo que intento mostrar en las pginas que siguen.

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Cmo construir la cultura de la hospitalidad

Richard Rorty

En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrn ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y despus huyen, buscan otras miradas, no se detienen. Italo Calvino intruso es aceptado, por ms que este no haya encontrado todava su lugar. Un espacio pblico es un espacio Isaac Joseph en el que el

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Retomemos, antes de responder a la pregunta del ttulo, nuestra caracterizacin de la cultura de la hospitalidad. Primero, se genera en una comunidad que se asume como anfitriona: todos y no solo el prestador de servicios tienen asimilado como principal rasgo de su propia identidad, el hbito de encontrarse con el otro, con los turistas en tanto personas y no meros clientes. En tanto familias y no meros contingentes. Esto significa que el residente est dispuesto a organizarse para invitar, recibir, atender y despedir al viajero. Compartir sobre todo su propia identidad, su cultura, su historia, y su biografa, sus saberes cotidianos y su afecto generoso. Hay una demanda creciente de un turismo que quiere conocer lo profundo de las comunidades que visita. Y ste es un producto que cualquier comunidad puede ofrecer, porque todas lo tienen. Slo que hay que potenciarlo. Siempre rescato el ejemplo de Cuba, porque es muy representativo de esta idea: en Cuba hay un turismo 5 estrellas que busca la playa, la diversin, de gran escala. Pero tambin, una demanda creciente de un turismo que quiere conocer otro aspecto, el aspecto humano, la vida cotidiana de la gente. Porque adems del paraso que les dio la naturale-

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LO QUE SE GANA

CON LA HOSTILIDAD

Martn y Florencia llegaron a ese pintoresco pueblo turstico de la cordillera patagnica, colocado en una posicin privilegiada del circuito de los Siete Lagos, y de cuyo nombre prefieren no acordarse, cargados de fatigas mochileras y de peso en sus espaldas. Haban decidido que era la oportunidad de hacer una noche de hotel modesto, para reponer fuerzas tras los diez das anteriores, transcurridos en una carpa a orillas del lago Paimn, antes de seguir viaje hacia Villa La Angostura. Decidieron que Florencia se instalara en una esquina cntrica con los brtulos, a esperar, mientras Martn recorra las inmediaciones en busca de una pieza de hotel. As lo hicieron, y la escena que sigue se repiti tres veces, con variantes: Martn llegaba a un hotel, entablaba con el conserje o encargado la charla de rigor (si haba lugar, a qu precio, con qu comodidades), y confirmaba la reserva despidindose hasta dentro de unos escasos minutos, los necesarios para recorrer las pocas cuadras que lo separaban de Florencia y del equipaje. Cuando los dos llegaban, mochilas a la espalda, al hotel o posada, el encargado cambiaba de opinin. En un caso se les dijo que estaban pintando la pieza prometida, y que haban omitido decrselo a Martn cuando pactaron la reserva. En otro, que quien tena la llave de la habitacin era una mucama que ya se haba retirado, cumplido su horario, y se haba llevado la llave por error, dejando la pieza cerrada. Y otros inverosmiles pretextos por el estilo. Florencia y Martn decidieron hacer un alto, olvidar por un rato los incidentes y meterse en un restaurante a comer una parrillada, para olvidar el mal rato. Acomodaron las mochilas a un costado de la mesa elegida, y esperaron al mozo. Espera intil: pasaron ms de veinte minutos sin que el personal se dignara siquiera prometerles que ya los

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atenderan; otros comensales, que llegaron despus que ellos, fueron atendidos y servidos ante las miradas atnitas y ya resignadas de Florencia y Martn. Se levantaron, compraron pan y fiambre en una rotisera, y se instalaron a dormir en la estacin terminal de mnibus mientras esperaban la salida del primer micro que pudiera conducirlos a rumbos ms hospitalarios, junto a decenas de mochileros que haban corrido parecida suerte que ellos con los residentes o comerciantes de ese lugar (que, paradjicamente, lleva el nombre del padre de la Patria). De esto hace aos. Martn y Florencia son ahora un matrimonio de profesionales, con un hijo. Ya no salen de mochileros, sino en auto, y aunque no abandonaron el gusto por la carpa y la vida al aire libre, suelen alojarse en hoteles. Me dicen que desde aquella vez militan contra aquel pueblo de los lagos del Sur, que han prometido no volver a pisar jams: cada vez que en un grupo de amigos se habla de vacaciones, meten el bocadillo, por no decir que se ensaan en desprestigiar a los hostiles y prejuiciosos residentes de aquella ciudad turstica de los Andes, de nefasta memoria para ellos.

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Una comunidad organizada y solidaria "para adentro"

...sera conveniente dejar de responder a la pregunta Qu es lo que nos hace diferentes de los otros animales? diciendo Que nosotros somos capaces de conocer, mientras que ellos slo pueden sentir. Deberamos contestar, en cambio Nosotros somos capaces de sentir los unos hacia los otros en mayor medida que los animales. Richard Rorty, Derechos humanos, racionalidad y sentimentalismo.

za, tambin ha sido prdiga con el espritu que le dio al hombre cubano, que lo hace un cultor permanente de esto que denomino cultura de la hospitalidad. Y este rasgo promueve -ms all de otros factores sociales, histricosla demanda de un turismo diferente.

Es fundamental contar con una comunidad residente organizada y solidaria. Una comunidad que es organi43

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zada y solidaria para adentro tiene todo para ser hospitalaria para afuera. Y decimos esto porque ambas actitudes, ser solidario , y ser hospitalario tienen en comn que quienes las practican se brindan al otro, salen al encuentro, toman la iniciativa, no esperan que los necesiten sino que se ofrecen, se anticipan. Siempre digo que cuando la gente va a salir de viaje dice que va a conocer cosas (museos, montaas, playas, etc.) pero cuando vuelve, de lo que habla es de la gente que conoci, porque es lo que grab en su memoria. Digo, entonces, que el principal atractivo es el hombre y las cosas son una escenografa donde tiene lugar el encuentro con la gente. Y una vez ms recurro al ejemplo de la fiesta: la celebracin ms fastuosa, con el mejor lunch y los mejores vinos, puede transformarse en un compromiso tedioso si no encontramos con quien compartir ese momento, si en la fiesta nadie nos cae bien o nadie nos brinda su amistad. Si en cambio la fiesta es pobre, el vino escaso y mediocre y la msica regular, pero all descubrimos nuevos amigos, ser para nosotros una fiesta inolvidable por lo gratificante. En turismo pasa lo mismo: aunque no lo manifieste, lo que el hombre busca es enriquecerse humanamente, ganar nuevos afectos, irse con recuerdos gratos y ganas de volver. Los ejemplos sobran: quienes conocen los pueblos del interior bonaerense no dejan de sealar esa hospitalidad "gauchesca"; todos los que han veraneado en Uruguay podrn disentir en la apreciacin de tal playa44

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o paisaje pero siempre coinciden a la hora de elogiar el temperamento, el afecto que emana de los uruguayos. Entonces, si tomamos conciencia de que cuando el hombre viaja lo que lo enriquece es conocer al otro, que el veradero atractivo es el otro, debemos buscar una forma de canalizar esa expectativa y hacer de cada viaje un descubrimiento del lugar a travs de su gente. Con una sencilla comparacin se ver tal vez ms claramente por qu la organizacin solidaria es una cualidad sustancial y definitoria de una comunidad turstica. Imaginemos tres ciudades de distinto tipo: una engendrada alrededor de la industria, una ciudad administrativa, otra turstica. Y partamos del supuesto de que estas tres urbes tienen comunidades organizadas, solidarias y hospitalarias. Imaginemos qu pasara en cada una de esas ciudades si se produce un colapso de la actividad central. En el primer caso, supongamos que hace crisis la siderurgia, alrededor de la cual se organiza la vida social. Su organizacin solidaria podr servir a sus habitantes para administrar mejor la crisis, para unirse en un reclamo sostenido y firme ante los poderes pblicos, para elaborar propuestas de superacin del colapso a ser presentadas ante empresarios o funcionarios de la poltica industrial del gobierno; pero nunca para reemplazar en corto plazo la produccin y los puestos de trabajo perdidos por el cierre de las fbricas. Supongamos que en la ciudad administrativa la reforma del Estado pulveriza el grueso45

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de los empleos pblicos; la organizacin solidaria de la gente servir para mucho, menos para generar rpidamente los puestos de trabajo perdidos. Por ltimo, imaginemos que en la ciudad turstica las tarifas de la gastronoma y la hotelera bajan de manera alarmante, ya que deben adaptarse al decreciente nivel adquisitivo de los turistas; imaginemos que esa situacin se agrava hasta desaconsejar, desde el punto de vista de la rentabilidad, la apertura de los hoteles y los restaurantes. Si en esa ciudad hay una comunidad organizada, solidaria y hospitalaria, ningn turista dejar de ser atendido, ya que los residentes reemplazarn el servicio industrial perdido por otro de tipo artesanal para el cual estn preparados y predispuestos. En este sentido, se comete un gran error -proveniente de un prejuicio- cuando se da por supuesto que la actividad privada est integrada, en turismo, slo por empresarios y comerciantes. Cuando en turismo hablamos de actividad privada, deberamos incluir en el concepto a todos los residentes. En este sentido, es necesario revertir la pasividad con que se enfoca la relacin entre residente comn y turismo: en los municipios tursticos suele admitirse que todos dependemos del turismo, en lugar de incorporar al lenguaje cotidiano que el turismo es responsabilidad, mrito y marca identificatoria de todos. Desde mi punto de vista y en relacin con este nivel hacia adentro, adems, la falta de organizacin solidaria46

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de las comunidades es una de las principales causas, si no la decisiva, del tan mentado desarraigo. En efecto, es una queja recurrente en muchos pueblos y ciudades bonaerenses la de que generaciones de jvenes y, en general, incontables residentes, emigran ms o menos sistemticamente, y que tal xodo atenta contra las posibilidades de desarrollo y crecimiento de la zona. Que esto pase en general, es preocupante. Que pase en comunidades ligadas estrechamente al turismo -es decir, en comunidades cuya artesana del trato debera ser capaz de retener hasta a los ms alejados extraos- es ms grave an. En primer lugar, se entiende que una comunidad organizada ser capaz de generar alternativas de desarrollo que disuadan de emigrar a quienes consideren esa posibilidad, incluso en monmentos de aguda crisis econmica. El segundo lugar -y lo que es ms importante- el habitante de una comunidad organizada y solidaria tendr un motivo fortsimo para no emigrar: el nosotros ser parte de su identidad individual; su calidad de vida estar definida por una slida trama de relaciones comunitarias cargadas de afectos, de historias y de logros que cimentarn el arraigo. Cada rincn del espacio urbano tendr el valor agregado de las vivencias comunes que hayan tenido lugar all, y alojar la promesa de un reencuentro ms o menos cotidiano. Los dos motivos de arraigo van unidos: una comunidad capaz de organizarse para generar alternativas 47 ente la crisis, evitar que aun aqul que se siente parte

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Una comunidad hospitalaria: el hacia afuera

...Lo que le importa a mi Marco Polo es descubrir las razones secretas que han llevado a los hombres a vivir en las ciudades, razones que pueden valer ms all de todas las crisis. Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: son lugares de trueque, como explican todos los llibros de historia de la economa, pero estos trueques no lo son slo de mercancas, son tambin trueques de palabras, de deseos, de recuerdos... Italo Calvino, Las ciudades invisibles Qu se ha hecho de este aumento de lo privado que se describe como el sntoma de las sociedades fragmentarias, como el sntoma de esos territorios del hombre de la ciudad que se hizo sordo a los llamamientos del civismo y del espacio pblico?...Las descripciones y los anlisis del modo de vida ciudadano insisten en la incapacidad del habitante de la ciudad para mostrar disposicin a ser abordado Isaac Joseph, El transente y el espacio urbano

indisoluble de su lugar se vea obligado a emigrar y desgarrase en el extraamiento y la nostalgia por motivos econmicos.

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"SE ALGO MS,

QUE TE ENGANCHA"

Sebastin y dos de sus amigos de la adolescencia van a bailar, desde hace aos, al pueblo bonaerense de Magdalena. - Desde cundo mantienen esa costumbre vos y tus amigos? - Fcil desde hace ms de diez aos. Algn ao hemos ido apenas una vez, para Carnaval, pero casi siempre dos o tres veces por ao, algn ao ms. - Por qu van a bailar a un lugar como Magdalena? Hay ms chicas, o son ms fciles? - Qu van a ser ms fciles! Todo lo contrario! Son distintas, eso s. No sabra decirte en qu, pero son diferentes. Pero no se trata de las chicas. Todos, la gente en general. Tienen otra onda, no s de qu modo explicarlo. - S, otra onda puede ser cualquier cosa, parece demasiado general eso. - Bueno, lo primero que a uno le sale es la imagen de la gente de campo. Pero no porque sean menos avivados o astutos que la gente de ciudad, eso ya no existe, si es que alguna vez tuvo algn fundamento, porque adems desde hace dcadas la gente de Magdalena trabaja o estudia en La Plata, van y vienen. Pero vos percibs otro modo de relacionarse, otros tiempos. La gente ah tiene ms tiempo para el otro, para la gente. Menos ansiedad y ms tiempo. Y ms inters en conversar con vos, menos preocupacin por la utilidad del uso de su tiempo. Eso nosotros lo notamos en las chicas, que son menos histricas, ms al pan, pan (lo que no implica que se regalen, nada que ver). No s... Pero me parece que es algo general, es la onda de la gente en general, jvenes y viejos, mujeres y varones. Adems todo es como ms directo, ms franco, menos vueltero; siendo que a primera vista podra parecer lo contrario,

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porque los bailes a los que nosotros vamos son predominantemente juveniles, pero sobre todo en Carnaval se convierten en bailes familiares, donde circulan tambin pibitos, y viejos, medio a la antigua, no? Y mir que nosotros somos unos caravaneros..., ningunos puebleros pachorras, nada que ver. Y ah no nos divertimos con menos intensidad, digamos, nos divertimos de otro modo, a la manera de ellos, de esa gente. Que no es que sean raros o exticos ni nada por el estilo, pero tienen ese algo ms, que te engancha (salvo que seas un tecnomanaco lobotomizado, o un tipo muy pero muy cerrado a una experiencia diferente).

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La hospitalidad no es posible sin una ruptura de lo que llamaremos la barrera humana: es necesario salir al encuentro del otro. No se es hospitalario quedndose en casa dispuestos a que si nos tocan el timbre, seremos hospitalarios. Hay que ir al encuentro del otro, ofrecerle nuestra compaa, tomar la iniciativa y mostrarle nuestro inters, nuestra disposicin para el encuentro franco. Como decamos, en eso los cubanos son maestros de la hospitalidad: La Habana es una ciudad en la que nunca existi el sndrome de los solitarios, ese flagelo de las grandes metrpolis, porque es imposible estar solo si se vive entre cubanos. Y no hay posibilidad de que el extranjero que llega, no reciba a cada paso que da, la oferta de amistad de quienes se cruzan en su camino. En este sentido, lo que el hombre cubano hace, es adelantarse , toma la iniciativa del encuentro, rompe inmediatamente las barreras que lo separan del desconocido, a travs del dilogo. Esto, por supuesto, es producto de una conciencia de la propia identidad, de conocerse a s mismo, de tener una relacin ms profunda con la historia y con el medio natural que los rodea. En una comunidad hospitalaria, por ejemplo, debera ser un rito el que la comunidad llene las rutas de acceso dando la bienvenida. Comprobamos a travs de la experiencia concreta de los recibimientos personalizados en los peajes de Conesa, Maip y Balcarce, y en los accesos a Monte Hermoso y Tres Arroyos, que esto es algo que la gente valora y no olvida. Es una actividad que51

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demanda muy poco, y sin embargo tiene resultados enormes y multiplicadores. Pero adems de la barrera humana, hay otro muro que es necesario derribar: la barrera urbana. Se trata de desplegar estrategias para que el espacio urbano se vuelva poroso. Pues una cultura de la hospitalidad debera caracterizarse por la porosidad del lmite que separa el espacio pblico del espacio privado. En toda ciudad, el espacio pblico -plazas, calles, riberas, etc.- est separado por una barrera casi infranqueable del espacio privado que, por otra parte, es el espacio ms ntimo y ms querido porque es el de nuestros hogares. En una comunidad hospitalaria, esa barrera debera ser ms fina, ms porosa, o directamente tendra que desaparecer. Ese pasaje de lo pblico a lo privado debera ofrecerse franca y sistemticamente. Porque hay ciertos valores culturales que se materializan en el espacio domstico, y ser anfitriones significa estar dispuestos tambin a compartirlos. Las entidades comunitarias, los clubes, son un espacio intermedio entre espacio pblico y privado, y es fundamental potenciar su rol. Son el espacio ideal para la ruptura de la barrera urbana. Cuando hablamos de romper barreras humanas y urbanas, no estamos hablando de dar de comer y dormir a un viajero. A un amigo no lo invitamos todos los das a dormir a nuestra casa, hay muchas otras formas de encuentro: la charla, el mate, el compartir una pelcula o un52

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asado, una salida, etc. Del mismo modo, la intensidad y la forma de la relacin entre un viajero y un residente la determinar cada circunstancia. Otra alternativa para hacer porosa esa barrera o derribarla est en el sistema de posadas: vivir, por ejemplo, un fin de semana en el hogar de un lugareo. El valor agregado es el afecto. Es un servicio de otra ndole, pertenece a otra categorizacin que los hoteles, y no es un servicio que el hotel pueda dar, sea la que fuere su categora. Una comunidad hospitalaria empeada en disolver la barrera urbana debera crear en los accesos a la localidad una vivienda que sea metfora, smbolo, y a la vez servicio: la casa del residente, bifamiliar, con las puertas abiertas al turista. Esa casa sera atendida, cada da, por una familia del lugar. Ese da, para esa familia, sera como una fiesta, un cumpleaos ms, donde se cocina lo mejor y se engalana el hogar. El viajero que llega, puede ser recibido ah si lo quiere -en temporada media y baja-: si llega al medioda, puede almorzar, o ducharse si quiere, o descansar si no va a un hotel, etc. Esta casa dara una imagen que deslumbrara al turista, mientras que para cada familia residente, debera ser un honor representar a los anfitriones, a toda su comunidad, atendiendo la casa del residente por lo menos un da por ao. Podramos sintetizar el concepto acerca de los espacios de que debe disponer una comunidad de anfitriones53

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segn lo que proponen Serge Chermayeff y Christofer Alexander: Esta anatoma urbana debe estar provista de dominios especiales para todos los grados de privacidad y para todos los grados de vida comunitaria, desde los ms ntimamente privados hasta los ms intensamente comunitarios (p. 34). Espacios diseados desde un deseo comunitario de encuentro `cara a cara y `mano a mano, donde estar juntos no se reduzca a esas mediaciones incorpreas y descomprometedoras -telefonear, televisar, mailear- con que la tecnologa, mientras nos resuelve detalles prcticos, nos separa hasta recluirnos en espacios que son como las trincheras de la desconfianza. Cada vez ms raramente el hombre ve a su semejante en su propia escala -continan Chermayeff y Alexander. Lo ve en la ciudad, en las carreteras y en la pantalla bidimensional. Lo escucha por telfono a travs de parlantes. Pero slo cuando se `arranca, por as decir, de todas esas invenciones, se convierte en un verdadero ser viviente. De eso se trata: de que las ciudades tursticas y el uso que de su espacio hagamos estimulen ese reencuentro con la vida en escala humana. En este sentido, hay que tener en cuenta que la misma cultura occidental que engendr las megpolis contemporneas dispone entre sus tradiciones de otro modelo. Me refiero a la polis griega. No se trata de sumarse a la idealizacin de una sociedad que se sostena en buena medida en el esclavismo. Pero s de rescatar de entre las ficciones con que Occidente quiso imaginar la54

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polis griega, una serie de valores humano-urbansticos, unos modos de combinar el intercambio entre personas con el intercambio con el espacio y sus disposiciones. La palabra griega polis no equivale a nuestro actual concepto de ciudad. Ms bien designa toda la vida comunitaria, poltica, cultural, moral e incluso econmica. Un concepto de congregacin humana de tipo comunitarista donde los juegos, la religin, el arte, la discusin de los grandes temas eran necesidades satisfechas gracias a la polis. All, desempear un papel en los asuntos comunitarios no era slo un honor o una responsabilidad, sino un deseo y un hbito. All, adems, esta idea del contacto cara a cara era bsica: Platn propone en La Repblica que cada ciudadano debera conocer de vista a todos los dems. Los griegos vivan fragmentados en tantas pequeas comunidades porque les gustaba pasar sus ratos de ocio conversando en la ciudad o la plaza de la aldea, y se sabe que eso es posible en urbes cuyas dimensiones permitan ver al conjunto de los otros como personas y no como multitud annima. La polis estaba, por decirlo as, toda entera ante los ojos de quienes la habitaban, entera al alcance de sus manos y del paso de sus pies. Algo bien diferente de lo que leemos en este diagnstico : ...los fines de semana, la mitad de la poblacin de Buenos Airessale a pasear, y la otra mitad permanece en sus casas; entre estas ltimas, las dos terceras partes se dedican a ver teleisin o video, tendencia que se acenta en los sectores de menos recursos (...) La prdida de los privilegios otorgados a las ceremonias del encuentro y a los espacios preparados para celebrarlos; se suman a la nueva realidad urbana. Hctor Schmucler y Patricia Terrero, "Tcnica y cultura urbana". 55

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La ecologa, por aadidura

Es evidente que un hogar ambiental carente de sentimiento humano, hace al individuo desconfiado y atrincherado (...) Rodolfo Castagna, Ciudad: residencia total

Un espacio pblico urbano as pensado tiene que dar lugar, necesariamente y como su causa, a esa relacin armnica con el medio natural que defienden y difunden los ecologistas. En una comunidad como la que estamos definiendo aqu, digamos, esa relacin ha de darse por aadidura. Uno de los principios generales que sostienen la propuesta de estas pginas es el siguiente: mientras imperan el individualismo, la desintegracin comunitaria y la falta de solidaridad, slo se ven y se atacan las consecuencias o efectos de los problemas; en cambio, cuando predominan la solidaridad y la atencin hacia los otros como parte del nosotros, pueden verse y atacarse las causas. Cuando, por ejemplo, repetimos que no debemos atacar el ecosistema, generalmente no percibimos que obramos contra la naturaleza, como si sta fuera tierra de56

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nadie, a raz de que no nos interesa crear lazos solidarios con nuestros semejantes. Pensemos en un ejemplo tomado de la vida cotidiana: un padre juega con sus hijos en un parque de su ciudad; cuando se van, dejan papeles, latas de aluminio, bolsitas de polietileno esparcidas por el lugar. Una mujer que observa la escena le llama la atencin por el olvido y le recomienda educar a sus hijos: El parque es de todos, le dice. La respuesta no se hace esperar: Seora, mtase en sus cosas. La opinin corriente y ms o menos ligera sobre estos asuntos dira que el problema est en la agresin al parque. Sin embargo, ese no es ms que un efecto, una consecuencia del problema de fondo, es decir de la causa. Y la causa en seor de marras es un sujeto insolidario a quien no le interesa que haya otros que han de disfrutar del parque. El descuido agresivo contra el medioambiente es consecuencia de esa insolidaridad. La gente de Lobera nos preguntaba en una oportunidad qu poda hacer el gobierno de la Provincia de Buenos Aires para solucionar el problema de la contaminacin del ro Quequn, que ellos intentan explotar tursticamente. La perspectiva que guiaba la pregunta era la de que la solucin del problema estaba en una accin del gobierno central. Pero resultaba evidente, por lo menos desde la perspectiva propuesta en este libro, que el problema empezaba en otro lado: el estado de ese ro es la consecuencia del desinters mutuo de una serie de sujetos sociales relacionados con ese paisaje, no57

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de la ausencia de gendarmes medioambientales. Una comunidad desintegrada que slo sabe ver las consecuencias de los problemas, reclamar la asistencia paternal de un gobierno o de alguna instancia superior que invente la solucin y la aplique. Una comunidad organizada y solidaria, en cambio, es necesaria o naturalmente previsora: ataca la causa antes de que se produzcan los efectos; no necesita mandar al enfermo al hospital, porque lo vacun a su debido tiempo. Una comunidad organizada y solidaria no reclama al gobierno que haga algo; en cambio, sabe lo que hay que hacer, y si en esas acciones cree que a las autoridades pblicas les toca una tarea, sabe de cul tarea se trata: le reclama que haga tal o cual cosa, como parte de una labor comunitaria en la que el funcionario o la reparticin pblica no tiene por qu ser, ni de lejos, el protagonista ms destacado. El caso diametralmente contrario es el de un deterioro imparable: el ro de la comunidad ms desintegrada a insolidaria ser indefectiblemente una cloaca, y no bastara toda la polica del mundo para evitar su contaminacin. Un vecino de Balcarce nos transmita una vez su preocupacin por la impunidad con que los cazadores furtivos se manejaban en la zona; y para evitarlo tambin requera la intervencin provincial, sin ver que la base imprescindible de cualquier forma eficaz de control y represin de ese delito deba estar en la comunidad misma, en su capacidad para generar un clima y unos hbitos de cumplimiento de las reglas. Porque, por58

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ejemplo, es obvio que esos cazadores compran sus provisiones a los residentes de la zona, cargan combustible all, van y vienen a la vista de no pocos habitantes de la regin. El grado de impunidad de los cazadores furtivos muestra su indiferencia, pero tambin la de los residentes de la zona en que cazan, hacia la calidad de vida de los habitantes del lugar; porque el que caza ilegalmente y el que le hace la vista gorda no slo atentan, por accin u omisin, contra el equilibrio ecolgico sino que privan a sus semejantes del patrimonio natural con el que cuentan. No basta que piensen en la vida silvestre que depredan; si estuvieran pensando en los otros humanos como parte de un nosotros, abandonaran esa prctica depredadora. Y en todo caso, si la comunidad residente fuera slidamente solidaria y organizada, a esos cazadores se les hara prcticamente imposible desarrollar all su ilcita actividad deportiva. De modo que, adems, la necesidad de vigilancia y represin policial -que es atacar las consecuencias- se vera reducida a una proporcin nfima. Es obvio que los atractivos naturales -playas, sierras, ros, lagunas, delta, etc.- se cuentan entre los principales estmulos del turismo. Por eso es comn la asociacin entre turismo y ecologa, y la idea ltimamente tan repetida de un turismo sustentable, es decir, aquel que incluya slo actividades que no comprometan el equilibrio natural, que no degraden el recurso que da59

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origen a la actividad turstica. Desde la perspectiva que aqu propongo, el desarrollo de un turismo sustentable ser posible siempre y cuando la comunidad residente asuma el compromiso de organizarse solidariamente en calidad de anfitriones. Porque el anfitrin se preocupa del estado de su casa, para que los visitantes puedan disfrutarla. Una comunidad sin conciencia turstica -que es decir sin cultura hospitalaria- no advierte que el deterioro o el desorden de su ciudad tiene mucho que ver con la falta de solidaridad: es un modo de ignorar al otro -al turista en este caso- que tarde o temprano se revierte contra el nosotros. Si, como para la familia la casa es el espacio comn, la ciudad -las calles, las plazas, los ros y costaneras- lo son para la comunidad, para conservar lo que es de todos es necesario un compromiso que a todos involucre. Pues el espacio urbano es afectado por el impacto negativo del uso cuando quien lo usa no puede o no sabe pensar en los dems como en s mismo, no se reconoce como parte de un todo integrado por sus semejantes. El sujeto insolidario e individualista no puede pensarse a s mismo en relacin con una continuidad comunitaria que lo prolonga en los otros, tanto en vida -cuando l ya se ha retirado del espacio que acaba de depredar- como despus de su propia desaparicin fsica. Las comunidades organizadas y solidarias, en cambio, necesitan preservar los espacios pblicos porque reconocen en ellos el paisaje60

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del encuentro con el otro, o sencillamente el lugar que ha de ser preservado para que lo use el siguiente paseante o la siguiente generacin, a la que cada uno -sea joven o est en el final de sus das- se siente ligado. Pues la solidaridad ha de ser el fundamento principal de esa conciencia ecolgica que es imprescindible para un turismo sustentable, en la medida en que solidaridad implica comunidad de intereses en un eje de contemporaneidad tanto como en un eje temporal. Y este es un concepto de colectividad humana que, en rigor, poco tiene de novedoso: cuando hablamos del sentimiento de la nacionalidad, sabemos aunque ms no sea por intuicin o costumbre que al considerarnos miembros de una nacin nos suponemos unidos no slo a nuestros contemporneos sino tambin a los contemporneos de San Martn y a los que nos sucedan en el curso de los prximos siglos. Si la ecologa es el estudio de las relaciones entre los organismos y el medio en que viven, una comunidad organizada y solidaria garantizara que esas relaciones no se alteren, o que lo hagan en la medida ms reducida posible. El mximo respeto al medio ambiente slo se lograr cuando el hombre, despus de revisar y modificar sus relaciones con los dems hombres, comience a construir un tejido social fuertemente solidario. Cuando lo logre, seguramente comenzarn a dejar de ser necesarias las campaas ecologistas. La ecologa seguir siendo una disciplina cientfica, pero desaparecer como militancia 61 pblica o como prdica social.

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Turismo artesanal y turismo industrial

Y no es casual que entre los rasgos que diferenciaban a la polis ateniense de la espartana estaba la hospitalidad hacia el extrao o extranjero. [(Kitto, H. D. F. Los griegos, Buenos Aires, EUDEBA, 1977)].

El turismo que conocemos es de carcter industrial, ya que est indisolublemente ligado al consumo masivo, se desarrolla a gran escala y es una actividad empresarial y/o de mercado. Esto hace que en tanto tal, la industria del turismo, por su propia naturaleza, no genere por s misma una cultura de la hospitalidad. Pero esto no significa que no la necesite como base. Muchos son los ejemplos de empresarios y profesionales del turismo que estn viendo desde hace aos que el trato personalizado, la familiaridad y el aspecto humano de su actividad, son claves para su desarrollo. Pero no son los empresarios quienes tienen las condiciones ni la funcin de generar tal cultura, sino las comunidades tursticas en donde tales empresarios establecen sus negocios hoteleros, gastronmicos, teatrales, etc. Como se ve, entonces, el turismo industrial debera ser complementado con lo que llamamos TURISMO62

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ARTESANAL. El turismo tambin puede generarse a partir de una artesana, o convivir con ella. Porque uno y otro se desenvuelven a escalas diferentes. El turismo industrial es estacional, intensivo y masivo: invierno en la montaa, verano en el mar, poca de pique en zonas pesqueras, etc. El turismo artesanal sera en cambio, personalizado, y debera ser anual, permanente. Cuando, con la retirada del sol y del calor -o del fro y la nievecierran los hoteles, queda un atractivo permanente: la hospitalidad, la cultura del residente, la recepcin y el trato abiertos al afecto y a la interrelacin humana. La posibilidad de compartir domsticamente, en familia, las entraas de una comunidad. En este sentido, para crear un turismo de tipo artesanal, las inversiones ya estn hechas: son nuestros saberes y cultura, nuestras casas y edificios pblicos, la infraestructura de servicios de nuestra ciudad o pueblo, ya que de lo que se trata es de invitar al visitante a compartir la vida de una comunidad. Nosotros decimos que a cada industria le corresponde una artesana. Es decir, con la misma materia prima, por ejemplo el cuero, se puede hacer tanto un producto artesanal como uno industrial. Sin embargo, la artesana tiene un aspecto irremplazable por el producto industrial: el artesano pone en cada cosa que hace algo profundamente humano, personal. Pone afecto. Un artesano del turismo pondr ese afecto no ya en un objeto sino63

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en un sujeto, en el otro. Es lo que llamamos artesana del trato. El trato humano es irremplazable y justamente el turismo posibilita ese intercambio. Y el trato no se puede hacer a mquina: si es cierto que a cada materia prima le corresponden tanto una iniciativa industrial como una artesanal, hay una excepcin a esa regla. Pues la artesana del trato trabaja con la palabra, la mirada, los gestos mutuos en funcin de una circunstancia de encuentro, el apretn de manos, el abrazo: materiales que no alimentan a ninguna industria, y que siendo fundamentales para un turismo genuino no demandan inversiones ni financiacin extra, pues disponemos de ellos en nuestra propia naturaleza humana. Por eso es importante que las comunidades tomen conciencia de que el turismo se ocupa de la recepcin de seres humanos y que para ello deberan desarrollar una actividad de tipo artesanal, con un alto protagonismo del

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MOTIVOS PARA VOLVERVernica sali para Mar del Plata, para pasar all el fin de semana largo del 9 de julio, y lo hizo sin su cmara de fotos, que haba prestado a un amigo que la necesitaba por cuestiones de trabajo. Una de las primera cosas que hizo, mientras daba su primer paseo por la peatonal, fue meterse en el primer comercio de fotografa que encontr, para comprar una cmara descartable. No, no tenemos, le respondi el empleado que la atendi, y agreg una sugerencia respecto de otro comercio del ramo. As, Vernica recorri cuatro locales similares, con idntico resultado. Hasta que entr al quinto. Cuando la primera persona que la atendi terminaba de repetir la repuesta que Vernica ya haba escuchado antes en cuatro versiones similares, otro hombre detrs del mostrador (el dueo? el gerente de la firma?) se meti en la conversacin y le pregunt: - Te olvidaste la cmara? - Y, s -simplific Vernica-. - Bueno, no te hagas problema. Nadie puede irse de Mar del Plata sin sus fotos. Qu clase de cmara es la tuya? - Tal y cual -explic Vernica-. - Bueno, tom, yo te presto sta, que es igual, hasta el domingo a la tardecita. Me dejs un documento, o un carnet... y listo. Quedaba sobreentendido que el domingo Vernica dejara, junto con la cmara, el rollo para ser revelado en una hora, y as fue que el comerciante hospitalario prest una cmara y gan una clienta a quien trat como a una persona de confianza (tngase en cuenta que no le alquil la cmara: se la prest), mientras que Vernica no se quedaba sin sus fotos. Sin embargo, la parte de la ancdota que me interesa ms es la

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de los primeros cuatro locales de fotografa, es decir, el hecho de que la disposicin hospitalaria del quinto para solucionar el problema de Vernica sea una excepcin y, por lo mismo, llame la atencin como un episodio de Argentina ao verde. Lo que debemos preguntarnos, creo, es por qu a Vernica no le pas en el primer negocio al que entr, lo que le pasara recin en el quinto. Por qu el resto de los comerciantes marplatenses no ejercieron esa artesana del trato que debera extenderse hasta convertirse en marca identificatoria de la oferta turstica de la ciudad; el seor que la atendi en Foto Coure sabe, claro, que si Vernica vuelve a Mar del Plata revelar las fotos o repondr su rollo de pelcula en su negocio. Pero Vernica no volver a Mar del Plata por ese motivo. En cambio, si todos los comerciantes, prestadores de servicios y residentes practicaran la cultura de la hospitalidad de la que Vernica tuvo una muestra aislada y casi casual en su viaje, no slo ella sino muchsimos turistas ms pondran definitivamente a Mar del Plata entre los destinos privilegiados de sus futuras vacaciones.

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Modelos vivos de concientizacin

residente y que complemente la oferta del turismo industrial.

Una pregunta que surge siempre, la mayor duda, cuando planteo esta altenativa del turismo artesanal, es cmo lograr la cultura de la hospitalidad? Cmo se genera tal cambio cultural? No lleva demasiado tiempo? Mi idea es que en estos tiempos de vorgine de las comunicaciones y de aceleracin vertiginosa del cambio tecnolgico, los cambios no llevan tanto tiempo. Lo que pasa generalmente con las campaas que tienen que ver con bien pblico, o por ejemplo las tradicionales campaas de concientizacin turstica, es que resultan anacrnicas en relacin al contexto, carecen de creatividad y generalmente son ms discursivas que inductoras de actitudes y acciones concretas. Uno tiene la sensacin de que se hacen porque hay que hacerlas, porque est bien visto, para cumplir. En el partido de Laprida, existe una planta de67

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reciclaje de residuos slidos. Y la comunidad residente se caracteriza por mantener la ciudad limpia. A Laprida se la conoce por esa caracterstica. Y sin quererlo, estn educando al turista. Al residente no se le ocurre decir que el turista es depredador; sucede, en cambio, que de hecho el turista no lo es, porque encuentra reglas del juego claras. Las reglas las pone la comunidad con su propio comportamiento cotidiano. Este es solo un ejemplo que ilustra la siguiente idea: para desarrollar una cultura de la hospitalidad es necesario que la comunidad se organice y defina acciones que puedan concretarse en el corto y mediano plazo con los recursos materiales y humanos disponibles. Dichas acciones son las que denominamos MODELOS VIVOS DE CONCIENTIZACION, es decir, ejemplos concretos que demuestren en la prctica, cmo se materializa la hospitalidad. Como primer paso, es importante que la municipalidad realice una amplia convocatoria a todos los sectores que conforman la comunidad (docentes, representantes de entidades de bien pblico y cmaras empresarias, concejales, autoridades, vecinos en general) y definan juntos cmo se organizan para INVITAR, RECIBIR, ATENDER y DESPEDIR al viajero. Cabe aclarar que de acuerdo al grado de organizacin y compromiso que asuma la comunidad puede encararse una propuesta integral que incluya las cuatro etapas mencionadas, o bien trabajar sobre alguna de ellas -por ejemplo, la atencin al viajero-. En cualquiera de los68

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casos debe prevalecer el protagonismo de los residentes de modo de mostrar que se trata de una comunidad hospitalaria y no de individuos que lo son en forma aislada y personal. En los relatos de las experiencias de General Madariaga (y el Partido de la Costa con la promocin artesanal que mencionamos el comienzo de este libro), se puede apreciar mejor en qu consisten y cmo funcionan estos modelos vivos de concientizacin. A continuacin reproducimos algunas pautas orientadoras que, cuando se realiz la Primera y Segunda Campaa Provincial de Concientizacin Turstica, conformaron una cartilla que era distribuida en los municipios, como uno de los materiales grficos que acompaa-

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Algunas pautas para crear Modelos vivos de concientizacin

Cmo realizaran la INVITACION?Forma/s elegida/s - Aviso publicitario - Cartas personales - Tarjetas postales artesanales - Llamadas telefnicas - Fotos de la gente que los espera - Afiches - Conferencia de prensa - Espectculos en la va pblica - Distribucin de folletera o publicacin especial - Otras Contenido del/los mensaje/s .......................................................... Cmo se realizara (descripcin) .......................................................... Destino (lugar/es donde se enviara) - Municipios vecinos (cules) - Capital Federal70

- Gran Buenos Aires - La Plata - Otras provincias (cules) - Otros Destinatarios (A quines se dirigira) - Pblico en general - Chicos - Jvenes - Adultos - Jubilados - Otros Quines participaran - Toda la comunidad - Comisin especial - Instituciones intermedias (cules) - Artistas locales (quines) - Escuelas - Municipalidad - Otros

LOS ARTESANOS DEL TRATO - Comidas - Otras

Cmo participaran (describir) ......................................................... Por cunto tiempo invitaran - Todo el ao - Algunos meses (cules) - Fin de semana - Para la Fiesta de... - Por nica vez (prueba piloto) Qu medio de transporte utilizaran para trasladar a los visitantes - Automvil del propio visitante - Automvil del residente (los ir a buscar) - Omnibus de lnea - Omnibus charteado - Trafic o similar - Tren de lnea - Vagn charteado - Otro Quin/es acompaaran durante el viaje ........................................................... Actividades programadas para el viaje - Juegos - Charlas - Msica - Talleres71

Dnde y cmo realizaran la RECEPCION?Lugar/es - En la casa de cada visitante - En la casa de cada residente - Salida del transporte (ej. estacin de tren o micro) - Llegada del transporte - Sobre la ruta de acceso - En el acceso a la ciudad - Municipalidad - Plaza principal - Calle principal - Todas las calles - Parque - Confitera/restaurante - Club - Escuela - Otros Formas/s - Palabras de bienvenida - Presentaciones mutuas - Aplauso colectivo - Banda de msica - Espectculo/s - Suelta de globos/palomas - Desayuno/almuerzo compartido - Caravana de autos

JORGE GUITELMAN - Desfile de instituciones - Entrega de material - Recorrido por la ciudad - Otras - Automviles - Otros Ornamentacin - Carteles de bienvenida - Carteles artesanales en ventanas - Flores - Globos - Banderas - Afiches - Calcomanas - Murales - Msica - Fuegos artificiales - Otros Qu tipo de alojamiento se ofrecera. Cantidad de plazas. - Hotel - Bungalows / cabaas - Casas de familia - Camping - Otros

Quines participaran - Autoridades municipales - Comisin especial - Toda la comunidad - Instituciones intermedias (cules) - Artistas o artesanos locales - Escuelas - Otros Se identificar al visitante o su automvil con algn distintivo? Cul? ........................................................ Cmo participarn (describir) ................................................................

Cmo se preparara la ciudad Lugares - Acceso - Casas - Comercios - Plazas - Calles - Veredas - Edificios pblicos72

Es importante que las actividades sean de integracin entre el visi-

LOS ARTESANOS DEL TRATO pacin de los visitantes - Gran diario mural - Invitacin a los visitantes a que preparen alguna actividad en la que todos puedan participar - Gran presentacin de residentes y visitantes. Charlas pblicas para conocerse. - Otras - En el lugar de alojamiento - Salida del transporte

Qu actividades propondran para la ESTADIA?tante y el residente, para lograr el mutuo conocimiento. El residente debe convertirse en el principal atractivo, no la ciudad. - Caminatas - Paseos en bicicleta - Mateadas - Guitarreadas - Espectculos en la va pblica - Preparacin de comidas tpicas junto a los visitantes - Feria artesanal - Talleres - Visita a los artesanos locales para conocer cmo trabajan - Visita a museos/monumentos/ teatro/iglesia/municipalidad/ etc/ - Visita a la casa de reconocidos o no- vecinos - Encuentros en la plaza - Fiesta especial de bienvenida - Visita a escuelas, instituciones, fbricas.. - Bailes - Juegos/deportes - Desayuno/almuerzo y/o cena compartidas - Fogones - Picnics - Exposiciones de trabajos con motivo de estas visitas - Pintura de mural con la partici73

Dnde y cmo se realizara la DESPEDIDA?- Acceso a la ciudad - Ruta - Municipalidad - Plaza principal - Calle principal - Todas las calles - Parque - Confitera/restaurante - Club - Escuela., otros... Forma/s - Palabras de despedida - Comida compartida - Entrega de cartas personales - Entrega de material - Fiesta de despedida - Espectculos en la va pblica

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SOAR DESPIERTOSHace unos siete u ocho aos, Alberto y Laura salan de La Plata, a dedo y con mochila, rumbo a la zona de Bariloche. Empalmando de camin en camin y de ruta en ruta, una tarde, ya muy cerca del crepsculo, quedaron varados en la ruta, a una decenas de kilmetros de Neuqun. Cuando ya caa la noche, el Peugeot 404 de Eduardo respondi al dedo de la pareja y los levant. La intencin de Laura y Alberto era que Eduardo los acercara hasta alguna estacin de servicio aledaa a la entrada de la ciudad. Despus de los primeros momentos de charla, Eduardo les coment que, a su parecer, no era ya la mejor hora para quedarse en la ruta, y los invit a su casa, con una insistencia que era descortesa rechazar. Pocos minutos despus estaban en una humilde casa de clase media de un barrio neuquino, junto a los hijos y la esposa de Eduardo, que improvis con el mejor de los nimos una cena en forma. Eduardo pregunt a sus invitados si, con el vino, tomaban soda. Alberto interpret que la pregunta supona la existencia de un sifn en la heladera, y respondi que cmo no. Entonces ya vengo, dijo Eduardo, y se corri hasta el almacn del barrio para satisfacer el gusto de sus huspedes, porque no hubo forma de convencerlo de que as estaba bien, de que tambin se poda tomar el vino puro sin ningn problema. Una vez que los chicos se fueron a dormir, Eduardo sirvi caf, y logr convencer a Laura y Alberto de que no era conveniente volver a la ruta a esa hora: se quedaran a dormir all esa noche, con solo correr los muebles del comedor y acomodar las bolsas de dormir sobre la alfombra. A la maana siguiente, Eduardo se levant ms temprano que de costumbre: prepar el desayuno para sus huspedes, y una vez listos para iniciar la jornada de viaje los deposit en un lugar de la ruta estratgico para mochileros, antes de dirigirse

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a su trabajo. Eran las siete y media de la maana, y Laura y Alberto no lograban encontrar ese alfiler de gancho que guardaban en algn bolsillo de la mochila, para pincharse mutuamente y comprobar as que no se trataba de un sueo. Al ao siguiente, pocos das antes del 31 de diciembre, Alberto atenda una llamada telefnica. Era Eduardo, desde Neuqun, que lo saludaba y le deseaba felices fiestas.

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Experiencias

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Madariaga ofreci su hospitalidad

Entre los das 24 y 26 de noviembre de 1995, se realiz en General Madariaga una experiencia piloto que se encuadr dentro de la Primera Campaa Provincial de Concientizacin Turstica. Dicha experiencia tuvo como objetivo demostrar cmo es posible trabajar a una escala artesanal de turismo, con la participacin de la comunidad residente, la organizacin de la Municipalidad de General Madariaga y el apoyo de la Subsecretara de Turismo de la Provincia de Buenos Aires. Asimismo, ver cmo un fin de semana corto poda transformarse en un fin de semana largo, y esto se logr a travs del uso creativo del ferrocarril. De este modo, adems, estamos generando un nuevo producto para temporada media y baja en el corredor del Atlntico bonaerense.79

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En este caso, doce familias recibieron en sus propias casas a los integrantes de un contingente de 30 personas que llegaron al lugar utilizando el tren. Se puso en prctica una vez ms -tal como se resea en Turismo. Hospitalidad y encuentro con el otro, respecto de la experiencia con el carnaval de Lincoln-, la idea de que "la fiesta" comienza en el tren. Sostengo que el tren, usado con creatividad, es el medio de transporte hecho a la medida del turismo. En el tren, tanto el espacio como el tiempo estn ah, puede tomarse como tiempo muerto, o se le puede agregar un valor. Si en un fin de semana normal disponemos de 30 horas para recreacin y queremos viajar, por ejemplo, a la Costa Atlntica, sabemos que una tercera parte de ese tiempo se pierde en el viaje. Esto es imperdonable, sobre todo cuando podemos encontrar una alternativa slo con usar un poco la imaginacin. As, todos los fines de semana son potenciales fines de semana largos, esos que los prestadores de las localidades tursticas de alta estacionalidad esperan tan ansiosamente. El tren, a diferencia del omnibus, se disea "de adentro hacia afuera", porque est mas all de los condicionamientos urbanos que imponen un ancho determinado y otros aspectos que reducen al hombre a una estrecha butaca. Durante el viaje un grupo especializado promovi actividades recreativas, decorando el vagn con msca80

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ras y guirnaldas de papel, dibujos, globos, etc. y realizando una funcin de tteres y cuentos. Lo interesante fue que el resto de los pasajeros de ese vagn se integr a las actividades propuestas, coincidiendo todos en que de esa forma, no solo el viaje resultaba ms corto sino ms placentero, porque favoreci la comunicacin entre la gente. Incluso se realiz un intercambio de mensajes escritos entre los pasajeros, que revel hasta qu punto, con un mnimo de motivacin, la gente muestra sus ganas de comunicarse y establecer relaciones afectivas. El tren lleg a Gral. Guido, en cuya estacin estaba el intendente junto a los vecinos para dar la bienvenida al contingente que all hara el empalme hacia General Madariaga. En el trayecto Guido-Madariaga, realizaron tarjetas y recuerdos para entregar a la gente al llegar; adems acompa este tramo un cantor de Madariaga que hizo conocer su repertorio. Para sorpresa de los chicos y grandes que realizaron el viaje, tanto en Santo Domingo como en Segurola y Monsalvo, tres de las estaciones intermedias que pertenecen al partido de Maip, la gente esperaba en los andenes el paso de los viajeros para agasajarlos transformando as el viaje en sucesivas alegras. Los lugareos entregaron flores y recuerdos y todos bailaron una ranchera al ritmo de un coro realizado por los chicos de las escuelas. Pero el gran recibimiento lo hizo la gente de General Madariaga, "la ciudad gaucha" que no se queda en el slogan, y que llen la estacin de pauelos y aplausos de bienvenida a los81

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visitantes. All estaban juntos, los funcionarios, las escuelas, los vecinos, las familias anfitrionas. Hubo baile, mateada y tortas fritas. Yo mismo disfrut esta experiencia paso a paso, porque acompa al contingente en su recorido y pude ver emocionado que estas ideas que pueden resultar utpicas, cuando se concretan aunque sea a pequea escala, superan an mis expectativas. Y confirman que lo que ms interesa al hombre es el afecto, la relacin con el otro. Luego del recibimiento personalizado, se presentaron los visitantes con las familias que los alojaran por dos das y a partir de ese momento se fue desarrollando el programa previsto: conocer la ciudad, visitar a un soguero, una estancia, un tambo y quesera, un da en la playa de Pinamar. En cada salida siempre se sumaba alguna de las familias. Las comidas se ofrecieron en instituciones y todas fueron animadas con juegos y espectculos. Como despedida, los anfitriones se acercaron a la estacin para compartir con los visitantes los ltimos momentos y los ltimos mates de la tarde. Tanto los residentes como las visitas quedaron con el recuerdo del afecto mutuo compartido en esos das. Los testimonios que reproducimos ms abajo muestran hasta qu punto se confirma que lo que rescat la gente no fueron los recorridos tursticos sino el trato brindado por la gente del lugar. Cada casa se transform en un espacio de encuentro para la charla, las historias personales, el conocimiento. Un indicador de sto fue, adems, lo que82

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les cost a todos, el domingo por la maana, salir de la casa para realizar el paseo programado, ya que a esa altura preferan quedarse a compartir el tiempo con la familia anfitriona. "Sin la hospitalidad que recibimos, este hubiese sido un paseo ms, pero lo que nos dio la gente es lo mejor que nos podemos llevar" expres una profesora integrante del contingente. Y esta expresin sintetiza nuestra idea de que el atractivo es el hombre y que por ello las comunidades residentes deben organizarse dentro de un sistema de tipo artesanal que permita canalizar las expectativas de la gente que llega a ese lugar, ofrecindoles su hospitalidad. Esta experiencia fue presentada por sus protagonistas en el X Congreso Provincial de Turismo realizado en 1995 en San Clemente del Tuy bajo el lema "La conciencia turstica como base para el desarrollo sustentable y la integracin regional".

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Testimonios

En el tren, gente que viajaba en el vagn donde subi el contingente "Yo estaba sentado ah enfrente y me acerqu al fogn a conversar, a compartir..." "...Desde que llegu a la estacin sent alegra y un clima muy lindo. Nunca me imagin que poda participar directamente" "La integracin entre los seres humanos debera ser contnua y constante. Esta es una forma de ponerlo en prctica" "...En un mundo donde la gente vive totalmente estresada y nadie se preocupa por el prjimo, es hermoso ver que hay gente dispuesta a comunicarse y a dar alegra" "Yo que siempre duermo, hoy no he dormido" "Me pareci una idea fabulosa, as pasa el tiempo y hace que los pasajeros nos comuniquemos un poco y no seamos tan reacios84

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y nos encerremos cada uno en s mismo" "Es muy lindo lo que estn haciendo. Espero que este sea el comienzo de muchos viajes por ferrocarril, as, con esta alegra... que esta prueba piloto sea el comienzo de algo nuevo" Ricardo Wardo, Gerente Comercial de FFCC. Mensajes de despedida escritos en el Centro de Jubilados de General Madariaga: Esperamos que jams se olviden de nosotros porque ustedes permanecern por siempre en nuestros corazones. Les queremos dar las gracias por todo lo que nos brindaron estos das. Fue lo ms hermoso que nos pudo pasar. Roque Sota, presidente del Centro de Jubilados de Gral. Madariaga: "...veo que jams nos vamos a entrelazar las manos, por eso dije: NO PUEDE SER, y ofrec cuatro camas. Y me tocaron 3 chicas...(risas). La gente a veces tiene temor. Pero fue una experiencia fantstica para todas las familias. Esto es bueno para todos y para Madariaga. A m me gusta la gente, me gusta compartir, me gusta la familia. Me qued muy contento". Huesped de la familia Garmendia

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"Me trataron estupendamente bien. Pas unos das mejor que si estuviera en mi casa, porque ac estuve atendida, mimada, con gente dispuesta a que nos sintisemos rebien". Seora Garmendia "Cuando uno est dispuesto a ofrecer algo es porque se cree capaz de poder hacerlo bien. Y creo que es un sentir de todo Madariaga. Se dice "una ciudad gaucha", y somos gauchos...De ahora en ms va a haber muchas ms casas abiertas para el turismo, porque esto se va comentando..." Fla Chaparro "Para algunos puede ser prioritario el beneficio econmico que esto trae. En nuestro caso es la satisfaccin de conocer a alguien y que nos conozcan. Realmente es muy linda la experiencia y les dira a todas las personas que quieran recibir a alguien, que lo haga