Aristoteles - Fragmentos - (BCG 338)

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  • BIBLIOTECA CLSICA GREDOS, 338

  • ARISTTELES

    FRAGMENTOS

    INTRODUCCIN; TRADUCCIN Y NOTAS DE

    Alvaro vallejo campos

    0

    & EDITORIAL CREDOS

  • Asesor para la seccin griega: C a r l o s G a r c a Gu a l .

    Segn las normas de la B. C. G., la traduccin de este volumen ha sido revisada por F r a n c is c o L is i.

    EDITORIAL GREDOS, S. A.

    Snchez Pacheco, 85, Madrid, 2005 www.editorialgredos.com

    Depsito Legal: M. 22448-2005.ISBN 84-249-2771-0.Impreso en Espaa. Printed in Spain.Grficas Cndor, S. A.Esteban Terradas, 12. Polgono Industrial. Legans (Madrid), 2005. Encuademacin Ramos.

  • INTRODUCCIN

    Las tres ediciones de los fragmentos de Aristteles ms utilizadas en la actualidad son las de V. Rose, W. D. Ross y O. Gigon1, aunque, a nuestro juicio, la de Ross sigue siendo todava con diferencia la ms frecuentemente citada. La ms antigua es la de V. Rose, cuya ltima versin apareci en 1886, con cambios muy significativos, respecto a su edicin anterior, que afectan a la numeracin de los fragmentos e, incluso en algunos casos, a la atribucin de los textos a las obras correspondientes. El caso de Rose es especialmente significativo del peculiar destino que han tenido las obras perdidas de ^Aristteles y t de las llamativas singularidades que han determinado su interpretacin filosfica. Pues Rose, a pesar de su enorme contribucin al conocimiento y la recuperacin de estos fragmentos, crea que pertenecan a

    1 V. R ose, Aristotelis qui ferebantur Librorum Fragmenta, Stuttgart, 19663 (= 1886) en adelante identificaremos los fragmentos pertenecientes a esta edicin con las siglas Rose3 ; W. D. Ross, Aristotelis Fragmenta Selecta, Oxford, 1979 (= 1955); O. G ig o n , Aristotelis Opera, vol. III, Librorum Deperditorum Fragmenta, Berln, 1987.

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    obras espurias2. A su juicio, los bibligrafos alejandrinos, en su afn de reunir toda clase de libros, fueron los responsables de este error al no distinguir entre las obras verdaderas de Aristteles y otras pertenecientes a discpulos posteriores. Rose no poda creer que estas obras con los claros rasgos de platonismo que, segn su opinin, conservaban hubieran podido ser escritas por Aristteles. Las crticas no se hicieron esperar y hubo otros especialistas como E. Ze- 11er, J. Bemays y E. Heitz, que protestaron contra el rechazo demasiado sumario de estas obras y defendieron la autenticidad de los fragmentos, considerando inaceptable que todos esos escritos, cuya relacin figuraba en testimonios muy diversos, hubieran podido ser falsamente atribuidos a Aristteles3. No es ste el lugar para entrar en detalles sobre las diversas vicisitudes acontecidas en la historiografa de los estudios aristotlicos en la segunda mitad del siglo x ix4, pero, a la vista del carcter controvertido de la cuestin, se comprender que todas las ediciones de fragmentos hayan

    2 sta es la tesis de su obra Aristoteles pseudepigraphus, Leipzig, 1863. Su edicin de fragmentos apareci primeramente en el volumen V de las Aristotelis Opera, publicado en Berln, en 1867.

    3 Nos referimos a las obras de E. Z eller , Die Philosophie der Griechen in ihrer geschichtlichen Entwicklung dargestellt, Zweiter Teil, Zweite Abteilung, Aristoteles und die alten Peripatetiker, Zweite Auflage, Hildesheim, 1963 (= 1923, aparecida en 1862, la cita es de la pg. 56, n. 4 de la pg. anterior); J. B er n a y s , Die Dialoge des Aristoteles in ihrem Verhltnis zu seinen brigen Werken, Darmstadt, 1968 (= Berlin, 1863) y E. H e it z , Die verlorenen Schriften des Aristoteles, Leipzig, 1865.

    4 El lector puede encontrar un resumen de todo ello en la primera edicin de la obra de E. B e r t i, La Filosofia del Primo Aristotele, Padua, 1962, pgs.9-33, cuya Introduzione (pgs. 9-122) lamentablemente ha desaparecido en la segunda edicin (Miln, 1997). En cambio, en esta ltima se ha aadido una nueva Introduccin, que resulta tilsima por la informacin suministrada sobre las investigaciones aristotlicas desarrolladas en este campo hasta el momento de la aparicin de la obra.

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    dedicado un apartado a los Testimonios, donde el lector pueda evaluar por s mismo la evidencia de la que disponemos, a la hora de juzgar la procedencia de los fragmentos y su pertenencia a las obras correspondientes.

    Para los estudios aristotlicos en general y muy especialmente en relacin con los fragmentos, la aparicin del libro de W. Jaeger sobre Aristteles fue un momento decisivo5. La hermenutica evolucionista que Jaeger propuso re- valoriz el estudio de los fragmentos, porque, a su juicio, como veremos ms detalladamente cuando tratemos de cada obra en particular, hubo un primer periodo platnico en la evolucin de Aristteles, en el que ste sostuvo la teora de las formas, la concepcin del saber como reminiscencia y la inmortalidad del alma. Se buscaba, por consiguiente, un Aristteles perdido, que habra sostenido, en los primeros aos de su estancia en la Academia, una filosofa muy diversa de la que ha llegado hasta nosotros a travs de los tratados que forman parte del corpus.

    La obra de Jaeger hizo que la edicin de Rose se quedara muy desfasada, porque estimul el descubrimiento de nuevos fragmentos o trajo como consecuencia una ampliacin muy significativa de los ya existentes. En este punto habra que recordar las aportaciones de los estudios desarrollados por E. Bignone, que estaba convencido de la verosimilitud de la tesis defendida por Jaeger. Bignone propuso la

    5 Aristteles, Grundlegung einer Geschichte seiner Entwicklung, Berln, 1923 (versin espaola de J. G aos, con correcciones y aadidos del propio Ja e g e r , Aristteles, Bases para la Historia de su Desarrollo Intelectual, Mxico, 1983 = 1946). En un principio, la obra tuvo una gran acogida y, con matizaciones, muchas de sus propuestas fueron aceptadas por una gran cantidad de aristotelistas, aunque tambin hubo voces discrepantes desde el principio.

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    incorporacin de nuevos fragmentos y crey encontrar rastros de las obras perdidas de Aristteles en Epicuro y otros autores helensticos6 que conocieron estas obras y polemizaron con ellas. Hay que tener presente que antes de la edicin de Andronico de Rodas, que tuvo lugar en el ltimo tercio del s. i a. C., las obras de Aristteles ms conocidas en la Antigedad eran precisamente las que se perdieron posteriormente, como el Eudemo, el Protrptico y el Sobre la Filosofa, ya que con esta edicin, que dio a conocer o, al menos, fue responsable de la difusin de los tratados, aqullas quedaron postergadas y se fueron perdiendo definitivamente. De esta manera, mientras Jaeger, Bignone y otros investigadores incorporaron nuevos fragmentos pertenecientes a los dilogos, los estudios de P. Wilpert7 revisaron las aportaciones procedentes de Alejandro de Afrodisias, Sexto Emprico y otros autores antiguos, que sirvieron para confirmar la veracidad de los fragmentos atribuidos a Aristteles y, sobre todo, para ampliar considerablemente la extensin de los que Rose haba admitido en su edicin. De acuerdo con ello, los fragmentos pertenecientes a otros escritos aristotlicos, como Sobre el Bien y Sobre las Ideas, tuvieron igual

    6 La obra monumental de E. B ig n o n e , en relacin con esta ltima cuestin, es precisamente L Aristotele Perduto e la Formazione Filosfica di Epicuro, Florencia, 1936 (2 vols.), pero antes y despus de la aparicin de esta monografa, public numerosos estudios dedicados a la reconquista del Aristteles perdido, en los que aduca textos que confirmaban y aadan nuevos testimonios en esa misma direccin.

    7 P. W e lp e r t , Reste verlorener Aristotelesschriften bei Alexander von Aphrodisias, Hermes 75 (1940), 369-94; Neue Fragmente aus Peri Tagatho, Hermes 76 (1941), 225-250. En estos estudios Wilpert propuso la ampliacin de los fragmentos fSreviamente aceptados por Rose correspondientes a la obras aristotlicas Sobre los Pitagricos y Sobre la Filosofa, y especialmente se vieron notablemente incrementados los pertenecientes a Sobre el Bien y Sobre las Ideas.

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    mente que ser reconsiderados. Todo ello hizo necesaria una nueva edicin de los fragmentos.

    La edicin de Ross acept la mayora de los textos que haban sido propuestos por los especialistas8 y stos han sido objeto de debates y controversias en los estudios sobre el Aristteles perdido desde entonces a nuestros das. Ahora bien, Ross limit su edicin a cuatro de las diez secciones recogidas en la obra de Rose9, por lo que sta se sigui utilizando para el resto de los textos. Adems, dado el carcter conjetural que adquiere en numerosas ocasiones la reconstruccin de estos escritos, es muy difcil alcanzar la unanimidad. No hay que sorprenderse, en consecuencia, de que algunos de los nuevos fragmentos aceptados por Ross hayan sido admitidos por unos autores y rechazados por otros. Nosotros, que hemos seguido su edicin, nos hemos limitado a dejar constancia en las notas de las diversas aportaciones bibliogrficas en uno y otro sentido. Hemos seguido en esto, por tanto, un criterio inclusivo, porque, aun siendo conscientes de los dbiles fundamentos en los que se basaba la atribucin de algn texto en particular a una obra determinada, no hemos querido sustraer al lector la posibilidad de juzgar por s mismo10 y, por otra parte, se trataba de frag

    8 Su edicin, precedida por la de R. W a l z e r (Aristotelis Dialogorum Fragmenta, Florencia, 1962 = 1934), cuya numeracin sigui en la mayora de los casos, apareci primero en la traduccin oxoniense de las obras de Aristteles (The Works o f Aristotle, vol. XII, Select Fragments, Oxford, 1952) y posteriormente, con ligeras variaciones, se edit en la coleccin de textos clsicos (Aristotelis Fragmenta Selecta, Oxford, 1955).

    9 En la versin inglesa aparecieron, efectivamente, adems de los Testimonios, los Dilogos, las Obras Lgicas y las Obras Filosficas. Posteriormente, en la edicin de los textos originales, se aadi una cuarta seccin correspondiente a los Poemas.

    10 En cierta manera estamos de acuerdo con W il p e r t cuando afirma (The Fragments o f Aristotles Lost Writings, en I. D r in g and G. E. L.

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    mentos que, en la mayora de los casos, han suscitado el inters de los estudiosos y que, con toda probabilidad, seguirn siendo objeto de atencin en el futuro.

    La obra de O. Gigon integra, en general, salvo pocas excepciones, los textos contenidos en las dos ediciones anteriores, aunque ha seguido criterios que no han logrado recabar la aprobacin general11. Adems, su edicin se distingue de las anteriores en la extensin mucho mayor que concede al contexto, imprimiendo, por ejemplo, a veces, captulos enteros de los comentaristas griegos. De manera que si hubisemos seguido su edicin, habramos necesitado varios volmenes de esta coleccin, lo cual era totalmente desaconsejable. Como contbamos con limitaciones de espacio, nuestra intencin era poner a disposicin del lector los textos fundamentales que han generado el inters general. Podamos haber seguido el mismo criterio anteriormente adoptado por Ross y limitamos, en este caso, slo a las secciones (dilogos, obras filosficas, etc.) donde Gigon ha incluido los textos ms importantes. Pero aqu hubisemos tropezado con otra dificultad, derivada de la nueva ordenacin que ha dado a los fragmentos. Por ejemplo, en el caso de los dilogos, Gigon ha seguido criterios muy restrictivos excluyendo la mayor parte de los fragmentos en los que no se cita expresamente la obra a la que pertenecen. Pero no los ha eliminado, sino que en lugar de ubicarlos en la seccin corres

    Owen, Aristotle and Plato in the Mid-Fourth Century, Goteborg, 1960, 257-264, pg. 263) que el deber del editor de una coleccin, o, en este caso, del traductor de sta, es poner el material a disposicin de los investigadores sin anticipar ninguna discusin, aunque esto es muy difcil de lograr en todos los casos.

    11 Vase la resea de esta edicin en T. D o r a n d i , E. B e r t i , C. Ros- sm o , La Nuova Edizione dei Frammenti di Aristotele, Elenchos 10 (1989), 193-215.

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    pondiente al dilogo donde figuraban anteriormente, los ha incluido en una parte ordenada alfabticamente por los nombres de los autores de los que proceden los textos, constituyendo una tercera seccin con casi doscientos fragmentos12.

    Esto hace que su edicin sea prcticamente inutilizable con vistas a una traduccin que tena que limitarse slo a unas secciones determinadas, porque nuestra intencin era incluir todos los textos atribuidos a las obras seleccionadas. En el caso del Protrptico, por ejemplo, nos encontramos con siete fragmentos frente a los veinte de Ross y, en el dilogo Sobre la Filosofa, los veintiocho de ste se reducen a diez, a pesar de que las mejores ediciones de estas obras haban coincidido con los resultados a los que haban llegado Walzer y Ross en sus ediciones generales de los fragmentos13. Por tanto, a nuestro juicio, la mejor opcin para poner a disposicin del lector los textos que se han discutido en relacin con las obras perdidas ms importantes de Aris-

    12 Esta tercera seccin de su obra (cf. Librorum Deperditorum Fragmenta, pgs. 780-834, frags. 789-982) comprende desde Eliano hasta Te- mistio.

    13 Nos referimos, en el caso del Protrptico a la gran edicin de I. D- RiNG, Aristotles Protrepticus, An Attempi at Reconstruction, Goteborg, 1961, y en relacin con el dilogo Sobre la Filosofia, a la edicin de M. U n t e r s t e in e r , Aristotele, Della Filosofia, Introduzione, Testo, Traduzione e Commento Esegetico, Roma, 1963. El primer caso es especialmente significativo, porque Gigon ha incluido los fragmentos eliminados en una seccin que denomina Tpoi Protreptiko extrados de otros dilogos. Parece haber seguido en esto el escepticismo de Rabinowitz, que cuestion, como veremos, la reconstruccin del Protrptico, pero no ganamos con ello una ventaja significativa, porque, desde el punto de vista de la ordenacin de este material, como ha indicado B e r t i (La Nuova Edizione del Frammenti di Aristotele, pg. 202), no sabemos de qu otro dilogo podran derivar con ms probabilidad tales fragmentos que del propio Protrptico.

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    tteles era seguir la edicin de Ross y en esto no hemos sido originales, porque ha sido el criterio adoptado por la mayora de los especialistas14.

    Finalmente, en la actualidad ha cambiado la actitud ma- yoritaria de los investigadores por lo que se refiere a estas obras. La hiptesis de Jaeger alent durante varias dcadas la bsqueda en las obras perdidas de un Aristteles diverso del que se conoca por los tratados y, por esta razn, se pensaba en ellas como productos de la primera poca juvenil de su pensamiento. Dring reaccion hace ya mucho tiempo contra ambas tesis de lo que consideraba una fable conve- nue, porque, a su juicio, ni todas estas obras eran necesariamente tempranas ni Aristteles profes una filosofa diversa de la que conocemos por sus escritos conservados15. Hoy no es necesario aceptar que Aristteles defendiera alguna vez la teora de las ideas, para comprender la enorme influencia platnica que experiment en los aos de su formacin filosfica, porque, como ha demostrado la gran obra deE. Berti, no hay por qu identificar platonismo y teora de las ideas16. Siempre habr en esto un margen para la dis

    14 Entre las ediciones de fragmentos hay que destacar en este sentido la de R. L a u r e n t i, I Frammenti dei Dialoghi, 2 vols., Npoles, 1987, que no ha alterado prcticamente la numeracin de Ross. Adems la mayora de las monografas dedicadas a Aristteles y las que utilizan los fragmentos como fuente para la reconstruccin de las doctrinas no escritas de Platn siguen utilizando mayoritariamente dicha numeracin. Por tanto, salvo en el caso de los Testimonios, nosotros hemos procurado no modificarla, de tal manera que, si hemos aadido algn texto ausente en la edicin de Ross, hemos intentado que esto no haya influido en la numeracin del resto de los fragmentos.

    15 Cf. I. D r in g , Aristteles, Mxico, 1990 (1.a ed. en alemn, 1966), pg. 860.

    16 Cf. B e r t i, La Filosofa del Primo Aristotele, pg. 169 et passim. Hoy da son una minora los autores que aceptaran la posibilidad de que Aristteles haya defendido alguna vez la teora platnica de las formas,

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    crepancia, pero creemos que O. Gigon representa el sentir mayoritario cuando afirma que, aun en el caso indemostrable e inverosmil de que los dilogos fueran obras juveniles, queda en pie el hecho de que Aristteles, en la ltima etapa de su vida, segua reconocindose en estas obras y considerndolas una expresin adecuada de su pensamiento filosfico17. Por tanto, hoy se tiende a contemplarlas, dentro de un esquema unitario, en el que hay espacio para las divergencias, como un complemento que nos ayude a entender mejor sus obras conservadas, ms que como la prueba de un Aristteles completamente diverso del que conocemos gracias a los tratadosl8.

    En el catlogo de fuentes que figura al final de este volumen, el lector puede encontrar baj o el nombre de cada autor el ttulo completo de las obras citadas, con indicacin de

    aunque, a nuestro jjiicio, no es una hiptesis que pueda descartarse totalmente. C f., en este sentido, W. K. C. G u t h r ie , Historia de la Filosofa Griega, vol. VI, Introduccin a Aristteles, Madrid, 1993, pg. 81 y sigs. y, entre nosotros, T. C a l v o M a r t n e z , Aristteles y el Aristotelismo, Madrid, 1996, pg. 8. En realidad, poseemos escasos elementos de juicio que permitan establecer una conclusin segura, pues, aunque pudiramos afirmar que estamos ante expresiones del propio Aristteles, como ha dicho un editor de los fragmentos (cf. J. Ba r n s [ed.], The Cambridge Companion to Aristotle, Cambridge, 1995, pg. 18), stos son susceptibles de dos o tres interpretaciones incompatibles e igualmente plausibles.

    17 O. G ig o n , Librorum Deperditorum Fragmenta, pg. 230.18 Respecto a otras versiones de los fragmentos en castellano, la nica

    traduccin de fragmentos que conocemos es la antologa recientemente aparecida, de F. B e z , L o s Fragmentos de Aristteles, Mrida, Venezuela, 2002. En los apartados correspondientes haremos referencia a otros autores que se han ocupado de alguna obra en concreto, como el til estudio de M. I. S a n t a C r u z , M. I. C re s p o y S. d i C a m e llo , Las Crticas de Aristteles a Platn en el Tratado Sobre las Ideas, Buenos Aires, 2000, que contiene una traduccin de parte de esta ltima obra.

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    los pasajes que aparecen en esta edicin y la localizacin de los fragmentos correspondientes. Por ltimo, en el encabezamiento de cada fragmento se cita la numeracin que le ha sido asignada en las tres ediciones citadas. Agradecemos al Profesor de la Universidad de Oviedo, S. Gonzlez Escudero su atenta lectura del manuscrito y sus juiciosas observaciones, as como el cuidadoso trabajo del revisor, F. Lisi Bereterbide sin cuyo escrupuloso anlisis nos habran pasado inadvertidas no pocas imprecisiones o errores. No hay ni que decir que si subsisten algunos, son responsabilidad nicamente del autor de este trabajo.

    NOTA TEXTUAL

    Indicamos a continuacin aquellos pocos pasajes en los que nos hemos apartado de la edicin de Ross. Damos en primer lugar el texto de Ross y, seguidamente, la lectura que hemos preferido.

    Eudemo

    Frag. 6 (Plutarco, Mor. [Consolacin a A polonio] 115c3): f)yojie- 0a (omit. R oss)... / f|yoji0a (B a b b it t ).

    Protrptico

    Frag. 11 (B 18, Jm b lico , P rotrptico 51, 6-8): Kai to u to ctti tcv vtcov o\5 xp iv f\ (pcnc; fp aq yvvriae Kai 0e

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    Frag. 15 (B 93, Jm blico , Protrptico, 59, 23): rrpg t craou- 8aov fuj.LV t (paCXov elvai... (Ross)... / rcpc; t arcouSaoi); rpg t cpa^oug evai (D u r in g ).

    Frag. B 23 (Jm blico , Protrptico, 34, 13): evai (D u r in g ) / cm (P istelli).

    Sobre la educacin

    Frag. 1 ( P l u t a r c o , Mor. [Charlas de sobremesa] 734D): Tapa- XQ (Ross) / pxc, (C. H u b e r t) .

    Frag. 2 Ross (D . Laercio , IX 53): ruiKpiTOv (Ross) / AruiOKpTOU (H. S. L o n g , H. D iels).

    Alejandro

    Frag. 2 ( P l u t a r c o , Sobre la fortuna o virtud de Alejandro 329b): 7t0ji0TC0i)v (Ross) / tco^icov noXXv (Kai) cpuycv ( N a c h s t d t ) .

    Sobre la filosofia

    Testimonio 2 (Prisciano L idio): de Caeli generatione et co- rruptione... (Ross) / de Celo (et de) Generatione et corrup- tione (H eitz , U ntersteiner).

    Frag. 13c (Fil n , Sobre los premios y castigos VII 41, 4): pETciaav... (Ross, Co h n ) / aTcoaav (C o l s o n , U n t e r steiner).

    Frag. 19b (F il n , Sobre la eternidad del mundo, VI 30, 2): paiog (Ross, U ntersteiner) / (toig (C o h n ).

    Frag. 25 ( P l u t a r c o , Mor. [Sobre la msica] 1139f): K Te Tffe pTag Kai rcepiacrc;... (Ross) / ek te Trig neipou Kai rcepai- voaru; (M. T em p a n a ro C a r d in i, Z ie g le r ) .

    Sobre el Bien

    Frag. 2 (A l e ja n d r o de A fr o d isia s , Comentario de la Metafsica de Aristteles 56, 3) npq aT (Ross) / rcpc; aio (H a y d u c k ).

  • 18 FRAGMENTOS

    Sobre las Ideas

    Frag. 3 ( A le j a n d r o d e A fr o d is ia s , Comentario de la Metafsica de Aristteles 82, 4-5) Kai urjKTi vtcov a0|ev* O vxaajia... vtcov. (H a y d u c k ) / Kai utikti vtcov- v- Taajia... vtcov acoConev ( H a r l f in g e r ) .

    ( 8 3 , 1 6 ) Kai skjv (H a y d u c k ) / [Kai eiKcbv] ( H a r l f in g e r ) .Frag. 4 (A leja n d r o d e A fr o d isia s , Com. de la Metafsica de

    Aristteles 85, 4 ) (om it. Ha y d u c k ) / touto 8 crunpavei a- toic (H a r lfin g er ).

    (85,11) Terprcp (QAC, H a y d u c k ) / rcpCTCp (R ose, H a r l fin g e r , etc.).

    Sobre Demcrito

    Frag. 1 (S im plicio , Com. del tratado Acerca del cielo de Arist. 295,5:8... (Ross) / 8v (H eiberg).

    Poemas

    Frag. 4 (D igenes L aercio , V 7, 7): KpTOq (Ross) / Kaprcv... (Plezia).

    ok Aiq... (Ross) / o Al?... (Plezia ).

  • BIBLIOGRAFA SELECTA

    Ediciones de fragmentos

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  • TESTIMONIOS

    0

    *

    9

  • INTRODUCCIN

    Presentamos una seleccin de testimonios sobre las obras perdidas de Aristteles, ms amplia que la de Ross, sin llegar a la extensin que tienen en la edicin de Gigon, que incluye captulos enteros de los comentaristas griegos1. En los testimonios que proceden del propio Aristteles, hemos recogidos los ocho pasajes en los que l mismo se refiere a los exdterikoi lgoi. Probablemente Ross no los incluy porque pensaba que Aristteles aluda en ellos a discusiones ms que a obras determinadas, pero, a pesar de ello, reconoca que todos los temas relacionados con ellos haban sido tratados probablemente en los dilogos de Aristteles2. Esta expresin no tiene necesariamente que tener el mismo significado en todos los pasajes, en contra de lo dicho por H. Diels3, pero hemos preferido mantener la misma traduccin de discursos exotricos en ellos, porque en castellano la palabra discurso significa un razonamiento o exposicin sobre algn tema que se lee o pronuncia en pblico y, por tanto, igual que el trmino l-

    1 Nos referimos a las obras ya mencionadas en la Introduccin general: Ross, Aristotelis Fragmenta Selecta, pgs. 1-7; G ig o n , Aristotelis Opera, vol. III, Librorum Deperditorum Fragmenta, pgs. 3-254.

    2 W. D. Ross, Aristotles Metaphysics, Oxford, 1981 (1.a ed. 1924), vol. II, pg. 409. C f tambin Aristotle's Physics, Oxford, 1936, pg. 595.

    3 H. D iels , ber die exoterischen Reden des Aristteles, Sitzunsbe- richte der Berliner Akademie der Wissenschaften (1883), 477-494, esp. pg. 478.

  • 28 ARISTTELES

    gos en griego, puede referirse indistintamente a obras escritas o exposiciones orales4. J. Bemays en 1863 haba defendido la tesis de que los exoterikoi lgoi eran las obras literarias de Aristteles5, pero haba admitido que en alguno de estos pasajes (Fs. IV 10, 217b30) no poda tratarse de libros. Por otra parte, Diels, partiendo de la idea, muy extendida en su poca, de que la tica Eudemia no era de Aristteles, consideraba que la cita de esta obra (II 1, 1218b33-34), en la que se mencionan tales lgoi y se emplea la primera persona del plural, no poda referirse a escritos aristotlicos. Se trataba, a su juicio, de discusiones desarrolladas fuera de la escuela peripattica6. Sin embargo, en otro texto de la Poltica (III6, 1278b 30-32), donde vuelve a aparecer esta expresin, Aristteles emplea una vez ms la primera persona del plural y resulta una explicacin muy poco convincente, como han recordado otros especialistas 7, decir que el Estagirita adopta este modo de expresarse simplemente para reflejar el punto de vista de la concepcin popular. Una vez aceptada la autenticidad de la tica Eudemia, desapareca el argumento esgrimido por Diels para negar que tales pasajes pudieran remitimos a sus obras publicadas. Tal fue la tesis defendida por W. Jaeger8, que analiz los paralelismos existentes entre esta obra y el Protrptico de Aristteles, y concluy, retomando las ideas defendidas por Bemays, que en estos pasajes el Estagirita haca referencia a sus obras literarias. En sus lecciones Aristteles remite a sus alumnos a las obras publicadas y stas, di

    4 Algunos traductores, basndose en su interpretacin de lo que significa lgos en unos u otros pasajes, vierten el trmino como discurso o tratado (cf., por ej., G . G ia n n a n t o n i, Aristotele, Opere, vol. XI, Costituzione degli Ateniesi, Frammenti, Roma-Bari, 1993 [= 1973], que traduce discorsi, scritti, opere o trattati segn los casos).

    5 J. B e r n a y s , Die Dialoge des Aristoteles in ihrem Verhltnis zu seinen brigen Werken, Berlin, 1863, pgs. 91-92.

    6 D ie ls , opus cit., pg. 481.7 A. P. Boss, Teologia Cosmica e Metacosmica, Miln, 1991 (1989),

    pg. 216-217.8 J a e g e r , Aristteles, cf. especialmente La tica Eudemia y el pro

    blema de las discusiones exotricas, pgs. 283-297.

  • TESTIMONIOS 29

    ce Jaeger9, eran suficientemente conocidas en estos crculos como para tener que citarlas por su ttulo. La tesis de Bemays y Jaeger ha sido aceptada por la mayora de los autores10.

    De acuerdo con lo que dice Aristteles en el texto de la tica Eudemia (I 8 ,1217b22-23), en el que parece establecer un contraste entre discusiones exotricas (exdterikoi lgoi) y filosficas (kat philosophan), Jaeger supuso que las primeras no eran necesariamente obras populares o divulgadoras, sino sencillamente escritos publicados que haban llegado al pblico, como el dilogo Sobre la Filosofa, mientras que las discusiones filosficas eran sus lecciones regulares, como las que daba sobre metafsica. I. Dring nos ha puesto en guardia con razn acerca del significado que pueda tener el trmino publicar a mediados del s. iv, porque el pblico al que se dirigan los filsofos en este tiempo poda estar constituido por un crculo muy limitado de discpulos. Pero, en trminos generales, a pesar de su cuidadoso escrutinio de la evidencia con la que contamos, no tiene ms remedio que aceptar que los exdterikoi lgoi eran obras escritas cuya forma literaria demuestra que haban sido pensadas para el pblico. Debe tratarse, pues, de obras accesibles fuera de la escuela, a diferencia de los escritos cientfico y los tratados, que se utilizaban para el comentario y la enseanza dentro del Perpatos11. Dada la amplitud semntica del trmino lgos, que puede significar simplemente debates, conversaciones o puntos de vista generalmente conoci

    9 Opus cit., pg. 295.10 Cf., a ttulo de ejemplo, B ig n o n e , L Aristotele Perduto, vol. I, pg.

    33 y sigs.; P. M o r a u x , Les Listes Anciennes des Ouvrages d Aristote, Louvain, 1951, pg. 167-172; D. J. A l l a n , The Philosophy o f Aristotle, Oxford, 1978 (1970), pg. 6; R. A. G a u t h ie r , J. Y. Jolef, Aristote. L thique Nicomaque, Pars, 1970, vol. II, pg. 93; G u t h r ie , Historia de la Filosofa Griega, vol. VI, pgs. 67-68. '

    11 I. D u r in g , Aristotle in the Ancient Biographical Tradition, Lon- dres-N. York, 1987 (= 1957), pg. 442. En Aristteles, pg. 861, habla prudentemente de escritos o argumentos que se hallan fuera (x) del ejercicio escolar propiamente dicho y fuera de la philosopha, es decir, de la ciencia.

  • 30 ARISTTELES

    dos12, no podemos descartar que en algunos de estos pasajes Aristteles est pensando en estas discusiones y no especficamente en obras escritas. Sin embargo, algunos de los testimonios (t. Eud., II 1, 1218a 33-38, y VII 12, 1244b26-32) que hemos recogido aqu muestran que, a pesar de estas reservas crticas, los lgoi a los que se refiere Aristteles, por lo menos en algunas ocasiones, son obras escritas, porque emplea la expresin como ha quedado escrito en el discurso y nos remite a ello para un tratamiento ms pormenorizado de la cuestin. El Estagirita, en algunas ocasiones, expresa su confianza en lo ya dicho (t. Nic., V I4, 1140a2), otras veces insiste en que hay que tener presente y servirse de las distinciones ya explicadas en los discursos exotricos (t. Nic., 113, 1102a26-28; Pol. VII 1, 1323a21-23), en otros casos se dispensa de un tratamiento ms detallado del tema precisamente porque ste ya ha sido abordado en ellos (t. Eud., I 8, 1217M9-23; Metaf. XIII 1, 1076a26-29) y, finalmente, hay veces en que se limita a expresar la continuidad doctrinal que hay en su enseanza con lo dicho en tales obras (t. Eud. II 1, 1218b32-34; Pol. III 6, 1278b30-32). Este cmulo de testimonios nos hace pensar, verdaderamente, en algo ms estable y consistente que meras explicaciones orales dadas a un pblico cambiante que no tema por qu haber asistido a todos los cursos impartidos anteriormente13.

    Hasta ahora hemos hecho referencia a interpretaciones que han tomado el carcter externo de los exterikoi lgoi como una caracterstica relativa al destinatario de estos discursos o a la sede en la que tenan lugar: se tratara de obras destinadas a lectores no necesariamente vinculados a la escuela de Aristteles o de debates celebrados fuera de ella. Pero hay quienes han referido tambin este carcter externo al objeto del que trataban dichos discursos o a

    12 Cf. G u t h r ie , Historia de la Filosofa Griega, pg. 67, n . 13. El texto, ya citado, de la Fsica (IV 10,217b 30) es el que ms dudas ha suscitado. Vase nuestra nota a este pasaje en los Testimonios.

    13 Cf., en ese sentido, L a u r e n t i , I Frammenti dei Dialoghi, voi. I, pgs. 77-78.

  • TESTIMONIOS 31

    la disciplina encargada de estudiarlo14. Considerando la contraposicin, ya mencionada, entre discursos exotricos y discursos kat philosophan, que Aristteles establece en la tica Eudemia, algunos autores, efectivamente, han insistido en el significado especfico que tiene esta ltima expresin en los Tpicos (especialmente 101 a34, 163b9). Aqu el trmino philosopha es equivalente a epistem, por lo que los discursos filosficos (kat philosophan) seran aquellos en los que se estudia el objeto en cuestin segn los principios propios (ek ton oikein archn) de la ciencia implicada. Por el contrario, los discursos exotricos seran los que abordan el tema desde consideraciones comunes a cualquier gnero y que, por tanto, son externas a estos principios, lo cual nos situara en una perspectiva dialctica.

    Ya Simplicio haba definido los discursos exotricos como aquellos en los que se hacen consideraciones comunes y en los que se argumenta por medio de premisas plausiblesI5. Como es sabido, la dialctica aristotlica razona a partir de ndoxa o proposiciones plausibles y ayuda a discernir lo verdadero de lo falso en una funcin cognoscitiva que se basa precisamente en la confrontacin de opiniones opuestas16. Pero, segn los testimonios que poseemos, esto era justamente lo que aconteca en los dilogos aristotlicos, en los que se contrastaban opiniones y se examinaban puntos de vistas diferentes de los que sostena el mismo Aristteles. A pesar de la verosimilitud de este planteamiento, la continuidad entre unas y otras obras que muestran los testimonios del propio Aristteles nos inclinan a pensar que lo que l tena en mente cuando se refiere a los exoterikoi lgoi eran simplemente las obras

    14 Cf. B e r t i, La Filosofia del Primo Aristotele, pg. 17, en la que el autor remite a su libro, Aristotele dalla dialettica alla filosofia prima, Padua, 1977, pgs. 65-72. Vase tambin en ese mismo sentido, L a u r e n t i, / Frammenti, vol. I, pgs. 79-80.

    15 S im p lic io , In Ph. IX 695, 34: exterik d esti t koin kai d i en- dxn peiranmena. Vase especialmente In Ph. IX 83, 27.

    16 Cf. Tpicos 1 2 , 101a35 y sigs.; L a u r e n t i, I Frammenti, vol. I, pg. 80; para esta funcin cognoscitiva de la dialctica, vase, por ej., E. B e r t i, La Ragioni di Aristotele, Roma-Bari, 1989, pgs. 34-41.

  • 32 ARISTTELES

    publicadas. Sabemos que en ellas se exponan y se examinaban los ndoxa u opiniones acreditadas relativas al objeto en cuestin, que es el mbito en el se mueve precisamente la dialctica aristotlica, por lo que, despus de todo, es muy verosmil que los exoterikoi lgoi tuvieran ese carcter dialctico que le han atribuido los comentaristas antiguos y modernos desde Simplicio hasta Bemays, Thurot o Berti.

    Desde la perspectiva de quienes interpretan los exoterikoi lgoi como un tipo de discurso con un contenido especfico, A. P. Boss17 ha querido ver en ellos unos lgoi sobre objetos que estn ms all de la esfera celeste externa, a diferencia de los enkyklioi lgoi18 cuyo objeto sera el mbito de la naturaleza y de la experiencia humana. Sin embargo, hara falta demostrar que todas o la mayora de las referencias aristotlicas a este tipo de discursos estn en relacin clara con tal tipo de objetos, lo cual nos parece muy difcil. Por otra parte, aunque el conocimiento de la realidad intra y extra csmicas sean atribuidas a disciplinas diferentes, en los tratados conservados Aristteles las aborda pasando de la una a la otra sin solucin de continuidad. A nuestro juicio, los discursos exotricos se oponen a los discursos kat philosophan, porque stos ltimos estn pensados para un pblico ya introducido en los tecnicismos de las cuestiones cientficas y filosficas, mientras los exoterikoi lgoi eran las obras publicadas, con un estilo literario ms elaborado, como indican los testimonios de Cicern, y en las que junto a cuestiones propiamente filosficas, que deban ser tenidas en cuentas por quienes asistan a sus cursos, el Estagirita expona dialcticamente su visin del mundo confrontndola

    17 Boss, opus cit., cap. XI Exoterikoi logoi ed enkyklioi logoi nel Corpus Aristotelicum e 1origine dellidea di enkyklios paideia, pgs. 210-265, esp. pg. 255.

    18 Sin embargo, la mayora de los autores que interpretan los exteri- koi lgoi como escritos aristotlicos, desde Simplicio (vase T. 42) y Ber- nays (Die Dialoge..., pgs. 124-5) Hasta la actualidad, los identifican con los enkyklia philosophmata (vanse T. 4, 5 y 42), que son para ellos, como dice Bemays (opus cit., pg. 125), una forma perifrstica de denominar los dilogos.

  • TESTIMONIOS 33

    con las opiniones ms acreditadas en el mbito de la cultura griega.

    Tanto para Cicern, que ha conocido obras de ambas clases, como para los escritores neoplatnicos, las obras exotricas slo se distinguen de las acroamticas por su destinatario y, en consecuencia, por su estilo literario ms depurado y adaptado al pblico al que van dirigidas. Aulo Gelio, cuyo testimonio depende del libro de Andrnico de Rodas sobre las obras de Aristteles, viene a reproducir en lo esencial ese punto de vista. El inters del testimonio de Estrabn sobre los libros exotricos est en que asisti a clases de Tirannio, que era un fillogo y un entusiasta de Aristteles (XIII 1, 54, 33) y la primera persona que se ocup de las obras aristotlicas cuando stas llegaron a Roma. Tirannio fue bibliotecario de Cicern y sin duda alguna fue la fuente a travs de la cual conoci ste las otras obras de Aristteles (Cartas a tico IV 8, 2).

    Los comentaristas neoplatnicos, que estaban deseosos de hacer conciliable el pensamiento filosfico de Platn y Aristteles, tampoco hablan de discrepancias doctrinales entre los tratados y los dilogos y, en ese sentido, impugnan el testimonio de Alejandro de Afrodisias. Para ellos las obras exotricas son sin ms los dilogos19, lo cual es una simplificacin, porque haba obras, como las exposiciones del pensamiento platnico, que eran exotricas y no tenan, en cambio, este carcter dialogal20. Los comentaristas neoplatnicos distinguen entre obras hiponemticas (co

    19 A excepcin de Simplicio, que divide las obras sistemticas en dilogos y obras escritas en primera persona, sin identificarlas con las exotricas y las acroamticas respectivamente. Cf. M o r a u x , Les Listes Ancien- nes..., pg. 171. Simplicio (In Ph. IX 8, 16-17) incluye, efectivamente, entre las obras exotricas las que tienen un carcter histrico (t histori- k) y los dilogos.

    20 Cf. M o r a u x , Les Listes Anciennes..., pgs. 170-171. Para el autor de la lista de obras de Aristteles incluida en D i g en es L a e r c io (V, 22- 27), la categora de lo exotrico no coincide simplemente con la forma dialogal y parece moverse ms bien en la oposicin de lo exotrico y lo acroamtico, que es, por otra parte, la que est mejor documentada en los testimonios ms antiguos que poseemos.

  • 34 ARISTTELES

    mentarlos, anotaciones) y sintagmticas, y dividen stas ltimas en dilogos y obras escritas en primera persona (autoprsdpa), pero identifican sin ms los dilogos con las exotricas y las escritas en primera persona con las acroamticas. Para los escritores de los siglos v y vi, como nos recuerda Moraux21, el syntagma es la obra terminada y dotada de un cierto orden desde un punto de vista literario, mientras que el hypmnma representa un material en bruto del que forman parte resmenes y anotaciones de reflexiones personales as como otros elementos sin el orden ni el estilo adecuado para la publicacin. Sin embargo, los comentaristas consideran obras sintagmticas no slo los dilogos sino tambin los tratados aristotlicos o akroseis, que ms bien deberan figurar en un lugar intermedio entre las obras literarias y el mero cuaderno de notas, y, por otro lado, escritos de claro carcter hypomnemtico no son considerados como tales, por lo que se trata evidentemente de una clasificacin artificial22.

    21 Moraux, Les Listes Anciennes..., pg. 154.22 Moraux, opus cit., pg. 155.

  • TESTIMONIOS

    1 (Ross, T. 1; L a u r e n t i , T. 1; G ig o n , 987) A r ist t e l e s ,Fsica I I 2 , 194a 35-36Ya que tambin nosotros en cierta forma constituimos

    un fin: pues el para que puede entenderse en dos sentidos, como se ha dicho en los libros Sobre la filosofa23.

    2 (Ross, T. 2; L a u r e n t i , T. 2; G i g o n , 9 7 , 1) A r ist t e l e s ,Acerca del alma 12 ,404M8-21 De manera semejante, ya se defini en los libros titula

    dos Sobre la fildfsofla24 que el Animal en s est constituido por la Idea misma de lo uno y por la longitud, anchura y profundidad primeras, y los dems objetos estn constituidos de modo semejante.

    3 (Ross, T. 3; L a u r e n t i , T. 3; G ig o n , T. 22, 14) A r is t t e l e s , Potica 1 5 ,1454b 15-18Tiene que prestar atencin a estos preceptos, y, adems,

    a los relativos a las impresiones que acompaan necesaria-

    23 Vase Sobre la Filosofia, fr. 28. Aunque los testimonios carecen de numeracin en Ross, indicamos la posicin en que figuran en su edicin para su ms fcil identificacin.

    24 Vase Sobre la Filosofia, fi*. 11.

  • 36 ARISTTELES

    mente al arte potica, pues tambin es posible errar muchas veces en ellas, pero sobre esas cosas ya hemos hablado suficientemente en las obras publicadas25.

    4 (L a u r e n t i , T. 38; G i g o n , T. 22, 1) A r is t t e l e s , tica Nicomquea I 5 , 1095b31-1096a3 Tambin sta (la virtud) se muestra ms imperfecta26,

    pues parece que es posible estar en posesin de la virtud tambin cuando se duerme o sin actuar a lo largo de la vida y, adems de esto, sufrir y tener que soportar las mayores desgracias. Pero a quien viviera de esta forma nadie lo considerara feliz, a no ser que estuviera defendiendo una tesis. Sobre estas cuestiones no hay que aadir ms, pues ya se ha hablado suficientemente sobre ello en (las obras) ordinarias 27.

    25 Corresponden estas lneas al final del captulo 15 de la Potica en el que A r ist teles ha expuesto las normas que debe respetar el poeta en lo relativo a los caracteres o personajes de la tragedia. Impresiones (ais- thseis) debe referirse aqu a las circunstancias implicadas en la representacin teatral (stage-effects, L.S.J. sub v.; cf. D. W. Lu c a s , Aristotle Poetics, Oxford, 1983, pg. 166). El sentido del pasaje es oscuro, como comenta J. H a r d y (Aristote, Potique, Pars, 1969, pg. 52, n. 1), pero casi ningn traductor entiende para ts...aisthseis en el sentido de opuesto a las impresiones (cf., no obstante, A . R o s t a g n i, Aristotele, Potica, Turin, 1945). Por otra parte, la expresin en tois ekdedomnois lgois, que no aparece en ningn otro lugar del corpus, se entiende habitualmente desde Bemays (Die Dialoge..., pg. 10-13) como obras publicadas y especialmente como una referencia al Sobre los poetas.

    26 Aristteles est comparando las tres clases de vida, basadas respectivamente en el placer, la virtud y la contemplacin.

    27 El texto no menciona explcitamente el sustantivo al que se refiere enkyklios (ordinarios), por lo que algunos traductores hablan de discusiones (current discussions, W. D. Ross) o debates (J. L. C a l v o M a r t n e z ) y otros de libros (R. A. G a u t h ie r , J. Y. Jo l if ) o literatura corriente (J. A. K. T h o m p s o n ). Como Aristteles remite a ello, para un tratamiento ms preciso de la cuestin, nos parece ms probable que se

  • TESTIMONIOS 37

    5 (L a u r e n t i , T. 39; G i g o n , T. 22, 11) A r is t t e l e s , Acerca del cielo I, 9 ,279a30-33Efectivamente, igual que ocurre en nuestras obras filo

    sficas ordinarias que tratan de las entidades divinas, en las discusiones sobre estos temas se pone de manifiesto a menudo que la divinidad primera y ms elevada es, por necesidad, completamente inmutable28.

    6 (L a u r e n t i , T. 31; G i g o n , T. 22, 2) A r is t t e l e s , ticaNicomqueal 1 3 ,1102a26-28Sobre ella (el alma) se dicen tambin en los discursos

    exotricos algunas cosas, que son suficientes, y hay que ser

    trate de textos escritos, como en el siguiente testimonio procedente del De Celo, donde encontramos la expresin en tois enkykliois philosophemasi. El trmino enkyklios hace referencia en Aristteles a un cuerpo circulan)o a un movimiento en crculo (Acerca del cielo 286a ll, 293a 11), pero tambin significa lo que es recurrente y, en consecuencia, ordinario o corriente (Pol. I 7, 12S5b25). Sobre las diversas posibilidades de interpretar esta expresin, vase Boss, Teologa Csmica..., pg. 238 y sigs.

    28 Sobre esto, vase el comentario de Simplicio, recogido aqu como Testimonio 42, en el que identifica estos tratados filosficos ordinarios (nkyklia philosophmata) con las obras exotricas, lo cual ha venido siendo aceptado por la mayora de los especialistas (cf., p. ej., W. K. C. G u t h r i e , Aristotle, On the Heavens, Londres-Cambridge, 1953 [1939], pg. 93 n.). Boss, aun considerando legtimo suponer que se trata de escritos compuestos por el propio Aristteles (cf opus cit., pg. 239) y no simplemente de discusiones o puntos de vista generalmente conocidos, como han pensado otros autores (cf. D r i n g , Aristteles, pg. 861, n. 17), cree que el trmino enkyklios, puede hacer referencia no ya al tipo de discurso (en circulacin frente a los que no son pblicos) sino a los objetos abordados por ste, que versara en este caso sobre todas las ciencias que conciernen a la realidad naturab> (pg. 263), por contraposicin a un segundo tipo de discurso, ms abstracto y lgico que el de la fsica, el de los exdterikoi lgoi, en el que se abordaran las realidades trascendentes (t x). Vase la Introduccin a los Testimonios.

  • 38 ARISTTELES

    virse de ellas, por ejemplo, que hay una parte irracional delalma y otra que posee razn29.

    /

    7 ( L a u r e n t i , T. 35; G ig o n , T. 22, 3) A r i s t t e l e s , ticaNicomquea V I4, 1140a 1-3Lo que puede ser de otra manera es objeto de la produc

    cin y de la accin; pero una cosa es la produccin y otra diferente la accin (damos por bueno sobre ello (lo que hemos dicho) en los discursos exotricos30).

    8 ( L a u r e n t i , T. 34; G ig o n , T. 22, 4) A r i s t t e l e s , ticaEudemia I 8, 1217b 19-23Ahora bien, si tenemos que hablar en pocas palabras so

    bre estas cosas, diremos, en primer lugar, que afirmar la

    29 Este texto y el siguiente muestran una vez ms que Aristteles ve la suficiente continuidad entre los tratados conservados y las obras exotricas dirigidas al pblico, hasta el punto de hacer referencia a ellas en algunos casos para una discusin ms detallada de la cuestin. Ello es especialmente notable en este caso, porque la biparticin del alma fue rechazada en Acerca del alma (III 9, 432a24 y sigs.), aunque la cuestin se examina en esta ltima obra desde un punto de vista estrictamente cientfico, que parece diverso del que adopta en esta ocasin, donde priman las consideraciones ticas. Sobre la obra a la que hace referencia este texto, los especialistas se han pronunciado de modo diverso, pues algunos (por ej., O. G ig o n , Prolegomena to an edition o f the Eudemus, en Aristotle and Plato in the Mid-Fourth Century, 19-33, pg. 29) han propuesto el Eude- mo, otros (por ej., P. M o r a u x , From the Protrepticus to on Justice, bid, 124-145, pg. 116 y sigs.) se han inclinado por el Protrptico, y otros por el dilogo Sobre la justicia (L a u r e n t i, I Frammenti..., vol. I, pg. 176).

    30 Aristteles se ocup de la accin y la produccin en el Protrptico (vase la nota 7 al frag. 4) y no puede descartarse que tratara de estas cuestiones tambin en su dilogo Sobre la filosofa, al examinar sus relaciones

    %

    con el conocimiento cientfico o filosfico.

  • TESTIMONIOS 39

    existencia de la idea no slo del Bien sino de cualquier otra cosa es hablar de manera conceptual y vaca (pero esta cuestin ha sido examinada de mltiples modos tanto mediante discursos exotricos como filosficos31).

    9 (L a u r e n t i , T. 33; G i g o n , T. 22, 5 ) A r is t t e l e s , ticaEudem iall l,1218b32-34Todos los bienes, efectivamente, o son externos o radi

    can en el alma y, de ellos, son preferibles los del alma, de acuerdo con la distincin que hacemos tambin en los discursos exotricos32.

    10 (L a u r e n t i , T. 36; G i g o n , T. 22, 13) A r is t t e l e s , Metafsica XIII 1, 1076a26-29A continuacin, despus de estas cosas, (debemos re

    flexionar) independientemente sobre las ideas en s mismas, de un modo general y en cuanto sea preciso, pues la mayora

    31 Como indica B e r t i (La Filosofa del Primo Aristotele, pg. 17), los discursos exotricos hacen referencia muy posiblemente en este pasaje a la obra de Aristteles Sobre las Ideas. La mayora de los especialistas ha interpretado la expresin discursos exotricos y filosficos como una contraposicin entre las obras que no tienen un carcter cientfico, sino divulgador y pblico, y aquellas otras de carcter ms estrictamente cientfico o filosfico, destinadas al uso interno para la actividad didctica e investigadora desarrollada en el Liceo (c f , p. ej., D r in g , Aristteles, pg. 861; G u t h r ie , Historia de la filosofa griega, vol. VI, pgs. 66-67). Como ya hemos dicho en la Introduccin, se han dado otras interpretaciones, como las de Boss, que ve en los exterikoi lgoi discursos que abordan realidades que se hallan fuera del cosmos visible (opus cit., pg. 248), y de B e r t i (loe. cit.), que los entiende como discursos dialcticos.

    32 En el Protrptico, donde A r is t t e l e s defiende que la filosofa es el bien supremo y el saber una condicin imprescindible para el aprovechamiento de los dems bienes, el Estagirita abord explcitamente esta distincin. Vase frag. 11.

  • 40 ARISTTELES

    de estas cuestiones ha sido abordada en repetidas ocasiones incluso en los discursos exotricos33.

    11 (L a u r e n t i , T< 29; Gig o n , T. 22, 8) A r is t t e l e s , Poltica III 6, 1278b30-32Mas, en verdad, es fcil distinguir las diversas formas de

    gobierno mencionadas; en efecto, tambin en los discursos exotricos establecemos muchas veces las distinciones pertinentes sobre el particular.

    12 (L a u r e n t i , T. 30; Gig o n , T. 22, 9) A r is t t e l e s , Poltica VII 1, 1323a21 -23As pues, como pensamos que en los discursos exotri

    cos tambin se han dicho de modo apropiado muchas cosas sobre la mejor forma de vida, tambin ahora tenemos que servimos de ellos34.

    13 (L a u r e n t i , T. 37; Gig o n , T. 22, 10) A r is t t e l e s , Fsica IV 10, 217b29-32A continuacin de lo que hemos dicho hay que tratar so

    bre el tiempo; primeramente estara bien plantear la dificultad, considerando tambin los discursos exotricos35, y ver

    33 Aristteles se ocup, efectivamente, por extenso de la teora platnica de las formas en sus obras perdidas Sobre las Ideas y Sobre el Bien, y trat tambin de ellas ocasionalmente en alguna otra como en Sobre la f i losofa.

    34 Es posible que el Estagirita tratara de los gneros de vida en varias obras exotricas, pero especialmente debi de abordar este tema en el Pro- trptico, ya que sta tena como objeto principal defender el ideal teortico de vida frente a las crticas de que haba sido objeto la Academia. Vase, por ej., frag. 5 (B 40) y las notas 23 y 24 al frag. 6.

    35 A juicio de Ross, Aristotle 's Physics, pg. 595, el uso de la preposicin di (di ton exterikn lgn) indica que se trata de discusiones y no de libros. Vase tambin J. L. Ca l v o M a r t n e z , Aristteles, Fsica, Ma

  • TESTIMONIOS 41

    si se trata de una de las cosas que son o de las que no son y, a continuacin, cul es su naturaleza.

    14 (G i g o n , T. 22, 4) A r is t t e l e s , tica Eudemia II 1, 1218a33-38As pues, dificultades de esta naturaleza implican que no

    existe el Bien en s y que adems no es til a la ciencia poltica, mas hay un bien que es propio (de sta), igual que ocurre en las dems (ciencias), por ejemplo el buen estado fsico en el caso de la gimnstica. Adems, tambin (hay que considerar) lo que est escrito en el discurso36: en efecto, la forma del Bien en s o no es til para ninguna ciencia o lo es para todas de manera semejante; adems, no es realizable.

    15 (G i g o n , T. 22, 6B) A r is t t e l e s , tica Eudemia VII 12, 1244b26-32Percibirse y conocerse uno mismo es lo ms deseable

    para cada cual y, por esta razn, el deseo de vivir es innato

    drid (1996), pg. 120, n. 81. Sin embargo, D r i n g , Aristotle in the An- cient Biographical Tradition, pg. 325, ha catalogado diversos usos de esta preposicin en tal sentido, aunque en una poca algo posterior. Este texto es aducido por A. Janone como un argumento en favor de su interpretacin de los discursos exotricos como discusiones preliminares, que no remitan a escritos sino a determinados pasajes que figuran en la obra misma y que tendran un carcter de introduccin al tema examinado en ella (cf. L'Aristote Perdu, Roma, 1995, pgs. 32-33).

    36 Tanto en este texto como en t. Eud. VII 12, 1244b26-32 se hace referencia a lo escrito en el discurso. Como indica J a e g e r (Aristteles, pg. 295), Aristteles tiene que referirse a una obra lo suficientemente conocida entre sus discpulos como para no tener que citarla por su nombre. En este caso Jaeger se inclina por el Sobre la filosofa, pero se han hecho otras propuestas como sus obras Sobre las Ideas o Sobre el Bien (M. W o o d s , Aristotle: Eudemian Ethics, Books I, II and VIII, Oxford, 1992, pg. 77) e incluso se ha visto en estas palabras una referencia a pasajes concretos de sus obras conservadas como Tpicos 109b 13 (F. D ir lm ed er ).

  • 42 ARISTTELES

    en todos, pues hay que considerar el vivir como un cierto conocimiento. As pues, si uno pudiera separar y hacer posible el conocimiento en s, por s mismo, y el que no lo e s37 (pero esto resulta confuso, como ha quedado escrito en nuestra exposicin38, aunque est claro en la realidad), en nada diferira (tal conocimiento) de que otro conociera en lugar de uno: esto sera semejante a que otro viviera en lugar de uno mismo.

    16 (L a u r e n t i , T. 32; G i g o n , T. 22, 12) A r is t t e l e s ,Acerca del alma 14, 407b27-30En tomo al alma se ha transmitido tambin otra doctrina,

    para muchos no menos convincente que cualquiera de las mencionadas, que ya ha sido examinada tambin, como si

    37 Nos apartamos aqu de F. Su s e m ih l (Aristotelis Ethica Eudemia, Leipzig, 1884), que crey ver en este punto (kath 'hauto kai me ?) la existencia de una laguna, cuyo criterio han seguido otros traductores, como J. So l o m o n , Eudemian Ethics, The Complete Works o f Aristotle, ed. J. B a r - n e s , Oxford, 1985 o H. R a c k h a m , Londres, 1981, ad loe.). A nuestro juicio, Aristteles pretende imaginar la posibilidad de separar el conocimiento de algo y el conocimiento de s mismo que acompaa al acto de conocer tal y como ste se da en un sujeto cualquiera. Cf., unas lneas ms abajo, t. Eud. 1245a7. S i eliminramos la conciencia que el sujeto tiene de s mismo en el momento de conocer, sera lo mismo que si otra persona conociera en lugar de l.

    38 A juicio de Ja e g e r (Aristteles, pg. 296), Aristteles se refiere con estas palabras al tratamiento que dio a esta cuestin en el Protrptico, porque en esta obra sostuvo que el conocimiento y el intelecto son el verdadero yo del hombre. Sin embargo, la oscuridad del texto es tal que ningn traductor ofrece la misma versin (vanse en castellano las versiones de C. M e g in o R o d r g u e z , tica Eudemia, Madrid, 2002 y, en esta misma coleccin, J. P a l l B o n e t , tica Nicomquea, tica Eudemia, B.C.G. 89, Madrid, 1985) e incluso se ha visto aqu, como hemos recordado en la nota anterior, la existencia de una laguna, por lo que Aristteles podra estar refirindose a este mismo pasaje y no a una obra exotrica.

  • TESTIMONIOS 43

    hubiese rendido cuentas, en los discursos pronunciados en pblico39. Pues afirman que el alma es una cierta armona.

    17 (Ross, T. 4; L a u r e n t i , T. 4; G i g o n , 123) C ic e r n , Lainvencin retrica II 2, 6A los antiguos escritores de tratados retricos, comen

    zando por Tisias, que fue el primero de ellos y el inventor, los reuni Aristteles en una sola obra40, en la que recogi con precisin, citndolos con los nombres de sus autores, los preceptos de cada uno de ellos, que haban sido establecidos con gran cuidado, y los expuso explicndolos diligentemente. Y en la elegancia y concisin de su expresin aventaj de tal manera a los mismos inventores que nadie conoce los preceptos de aquellos por los libros de sus mismos autores, sino que todo aquel que desea comprender las normas que ellos han prescrito recurren a l por considerarle un intrprete mucho ms apropiado.

    39 Tos en koini legomnois lgois. Sobre las variantes transmitidas por los manuscritos, a propsito de esta expresin, vanse las notas 63 y 64 al frag. 7 del Eudemo.

    40 Cicern se refiere aqu con toda probabilidad a la Technn syna- gg, una obra en la que Aristteles hizo una compilacin de los manuales de retrica anteriores a l. C ic e r n parece referirse a ella una vez ms en Sobre el orador II 38, 160: ...del cual (Aristteles) he ledo aquel libro en el que expuso los tratados de retrica de todos los autores anteriores y aquellos otros en los que l mismo hizo algunas indicaciones acerca de este mismo arte. Otra cuestin es si Cicern conoci directamente la Retrica de A r is t t e l e s , lo cual ha sido negado por muchos especialistas. Sobre este ltimo punto, vase D r i n g , Aristteles, pg. 223 y sigs. y J. B a r n e s , Romn Aristotle, Philosophia Togata, Plato and Aristotle at Rome, ed. by J. B a r n e s -M . G r i f f i n , Oxford, 1999, pgs. 1-70, esp. 52-54.

  • 44 ARISTTELES

    18 (Ross, T. 5; L a u r e n t i , T. 5 ) C ic e r n , Sobre el orador I 1 1 , 4 9

    Por este motivo, si Demcrito, el filsofo de la naturaleza, se expres con elegancia, como suele afirmarse y me parece a m, aunque la materia de la que trat pertenezca a la filosofa natural, la belleza de su expresin debe considerarse propia de un orador. Si Platn se ha expresado divinamente, como yo mismo admito, sobre asuntos muy alejados de las controversias polticas y si, de igual manera, Aristteles, Teofrasto y Camades fueron elocuentes en las cuestiones que abordaron, y hablaron con belleza y elegancia, aunque los asuntos tratados pertenezcan a otro mbito del saber, el discurso en s mismo es propio de esta nica disciplina sobre la que estamos hablando e indagando.

    19 (Ross, T. 6; L a u r e n t i , T. 6; G i g o n , 9 9 2 ) C ic e r n , Sobre el orador III 21, 80Pero si en algn momento hubiese alguien que, al modo

    aristotlico, pudiera pronunciarse acerca de todo asunto en uno y otro sentido y desarrollar dos argumentos contrarios en toda cuestin teniendo en cuenta los preceptos aristotlicos41 o si, al modo de Arcesilao y de Camades, pudiera

    41 En Del supr. bien y del supr. mal V 4, 10-11, C ic e r n hace referencia igualmente a los preceptos de la dialctica y la retrica establecidos por Aristteles y menciona explcitamente que fue el primero en instituir la prctica de hablar acerca de cada cosa en uno y otro sentido, aunque no para oponerse a todas como Arcesilao, sino para mostrar lo que puede decirse de todas las cosas tanto en un sentido como en otro. En Retrica 1 1, 1355a33-35, afirma A r is t t e l e s , efectivamente, que la retrica y la dialctica son las nicas artes que pueden establecer conclusiones contrarias (tananta syllogzetai) y en Tp. VIII 14, 163a36-163bl, dice que respecto a toda tesis hay que indagar el argumento que prueba que es as y que no es as, para, una vez hallado, investigar al punto su disolucin. Es una cuestin disputada, sin embargo, si Cicern conoci estas caractersticas

  • TESTIMONIOS 45

    discutir cualquier tesis que se hubiese propuesto, y aadiera i\ tal disciplina una prctica y un ejercicio como ste en el arte de hablar, sera el verdadero, perfecto y nico orador.

    20 (Ross, T. 7; L a u r e n t i , T. 7) C ic e r n , Bruto XXXI 120-121Por ello comparto ms an tu criterio, Bruto, que has se

    guido la escuela de estos filsofos, en cuya doctrina y preceptos el mtodo de discusin se conjuga con la elegancia y la profusin del decir. Sin embargo, esta costumbre en la manera de hablar que adoptan peripatticos y acadmicos es tal que, si bien no puede formar por s misma al orador, sin ella ste tampoco puede ser perfecto. En efecto, de la misma manera que el discurso de los estoicos es demasiado constreido y algo ms conciso de lo que requieren los odos del pueblo, el de aqullos es ms libre y amplio de lo que permite la costumbre de los discursos judiciales y polticos. Quin puede superar a Platn en variedad de recursos expresivos? As habla Jpiter, dicen los filsofos, si es que habla en griego. Quin es ms vigoroso que Aristteles o ms agradable que Teofrasto 42?

    ile la retrica y la dialctica aristotlicas por estas obras del corpus o por otras obras, hoy perdidas, que no han llegado hasta nosotros. Vase la n. 44.

    42 En Cicern encontramos manifestaciones divergentes sobre el estilo de Aristteles, pues en algunos testimonios, como los que se citan a continuacin, se subraya su elocuencia, pero en otros se pone de manifiesto que puede ser tambin un autor extremadamente difcil. En un fragmento afirma (Hort. 43, K lo tz , pg. 289) que, si lees a Aristteles, hay que emplear un gran esfuerzo intelectual para explicarlo. Sin embargo, no estamos seguros de que en este caso Cicern haya establecido un contraste, como dice D r in g (Aristotie in the Ancient Biographical Tradition, pg. 363), entre Platn, Teofrasto y Aristteles.

  • 46 ARISTTELES

    21 (Ross, T. 8; L a u r e n t i , T. 8; G i g o n , 829) C ic e r n ,Acadmicos Primeros (Luculo) II 38, 119Cuando tu sabio estoico te haya dicho estas cosas pala

    bra por palabra, vendr Aristteles explayndose con el flujo ureo de su discurso43, para decir que aqul ha perdido el juicio: afirmar que el mundo no ha tenido nacimiento jams, ya que una obra tan preclara no pudo tener comienzo por decisin repentina, y que est tan bien constituido en todas sus partes que ninguna fuerza podra desencadenar movimientos y cambios de tal magnitud ni hay envejecimiento alguno en el curso de los tiempos como para que este mundo extraordinario pudiera destruirse y perecer44.

    2 2 (Ross, T. 9; L a u r e n t i , T. 9) C ic e r n , Tpicos I, 3.Pero la oscuridad te45 ha apartado de estos libros46: mas

    aquel gran orador, creo yo, te habr respondido que ignora

    43 Esta expresin utilizada por Cicern, as como la relativa a su estilo que se recoge en el siguiente testimonio, debe referirse a las obras exotricas y muy especialmente a los dilogos. Cf., en ese sentido, D r in g , Aris- totle in the Ancient Biographical Tradition, pg. 363; G u th ree , Historia de la filosofa griega, vol. VI, pg. 70; B a r n e s , Romn Aristotle, pg. 56, n. 240.

    44 Vase frag. 20 del Sobre la filosofa.45 Cicern dirige estas palabras a Gayo Trebacio Testa, brillante juris

    consulto, amigo de Cicern, partidario de Csar en la Guerra Civil, cuya vida se prolongar hasta los tiempos de Augusto. Cicern recuerda, al principio de sus Tpicos, que estando ambos en su biblioteca de Tsculo, Trebacio vino a dar con los Tpicos de A r is t t e l e s y l le recomend que los leyera por s mismo o con la ayuda de un experto maestro de retrica (Tp. 1, 1-2, 10). Pero ninguno de estos dos consejos dio resultado.

    46 Se refiere Cicern a los Tpicos de A r is t t e l e s que actualmente poseemos? Tal vez pudo haberlos conocido por medio de Tirannio. Vase nuestra Introduccin a los Testimonios. Cf. Sobre el orador II 36, 152. Sobre las discrepancias entre los Tpicos a los que se refiere Cicern y la obra de A r is t t e l e s del mismo ttulo, vase p. ej. Ja n o n e , opus cit., pg.16 y sig. Por un lado, la obscuritas, que ha hecho estos libros incom-

  • TESTIMONIOS 47

    estas obras de Aristteles. Ciertamente me ha sorprendido muy poco que este filsofo fuese desconocido por un orador cuando los mismos filsofos lo ignoran a excepcin de unos pocos. Debe perdonrsele menos a ellos ya que debieron sentirse atrados no slo por sus hallazgos y las cosas que ha dicho sino tambin por la riqueza increble de su discurso as como por la elegancia del mismo.

    23 (Ross, T. 10; L a u r e n t i , T. 10; G i g o n , T. 23, 1) C ic e r n , Del supremo bien y del supremo mal V 5, 12 Mas acerca del sumo bien, como hay dos clases de li

    bios, unos escritos en un estilo popular, que denominaban exotricos, y otros en un estilo ms elaborado, que dejaron en forma de comentarios, no siempre parecen decir lo misino. Sin embargo, en general, no hay divergencia alguna entre stos, al menos entre los que he citado, ni desacuerdo en ellos mismos47.

    prcnsibles para Trebacio Testa, no casara mal con muchos pasajes de la obra, pero, por otro lado, se comprende desde luego el escepticismo de liarnes (cf. Romn Aristotle, pg. 56), cuando uno recuerda los Tpicos que han llegado hasta nosotros y tiene presente los elogios que Cicern hace del estilo aristotlico (incredibilis copia tum etiam suavitas). Cuando emplea estas ltimas palabras, lo ms probable, como ha visto D r in g (Aristotle in the Ancient Biographical Tradition, pg. 363) es que se refiera a los dilogos.

    47 A juicio de D r i n g , Aristotle in the Ancient Biographical Tradition, pgs. 427-428, la fuente es aqu Antoco de Ascaln y, efectivamente, de Pisn, que resume las doctrinas peripatticas en esta obra de Cicern, dividindolas en fsica, dialctica y tica, se dice (V 5, 8) que ha estudiado varios meses con Antoco en Atenas. La distincin entre ambas clases de obras se corresponde, segn Dring, con la que se establece en la misma t. Eud. I 8, 1217b22. Por otro lado, no est totalmente claro, por la construccin utilizada, cundo distingue Cicern entre los dos estilos de obras y cundo entre los dos filsofos citados (Aristteles y Teofrasto), aunque lo ms natural es pensar, como dice G u t h r ie (Historia de la Filo-

  • 48 ARISTTELES

    24 (Ross, T. 12; L a u r e n t i , T. 11; G i g o n , 1001) C ic e r n ,Cartas a los familiares I 9, 23As pues, escrib al modo aristotlico48, o por lo menos

    esa era mi intencin, los tres libros de Sobre el orador en forma de disertacin dialogal.

    25 (Ross, T. 13; L a u r e n t i , T. 12; G i g o n , T. 23, 2) C ic e -t

    r n , Cartas a Atico IV 16, 2Varrn, del cual me escribes, ser incluido en otro lugar,

    si hay ocasin para ello. Pero ya conoces la naturaleza de mis dilogos, por ejemplo, en el Orador, que t pones por los cielos, no pudieron ser mencionados por los interlocuto

    sofia Griega, vol. VI, pg. 71) que son las obras populares y especializadas las que no son siempre idnticas y que Aristteles y Teofrasto son quienes no estn en desacuerdo sobre el tema del summun bonum (cf. tambin G . V e r b e r e , Plutarch and the Development o f Aristotle, en Aristotle and Plato in the Mid-Fourth Century, pg. 246). La cuestin est en saber si entre las dos clases de obras hay una diferencia meramente formal, de factura, como ha sostenido M o r a u x , Les Listes Anciennes..., pg. 168 (cf. D r i n g , Aristteles, pg. 861; L a u r e n t i , I Frammenti, vol.I, pg. 25, n. 20), o hay divergencias de mayor calado filosfico, dado que no siempre se dice lo mismo (en favor de esto ltimo, cf. G u t h r ie , opus cit., pg. 72).

    48 Con esta expresin Cicern parece referirse a diferentes caractersticas de las obras exotricas de Aristteles y, muy especialmente, de los dilogos, que, como veremos en la nota siguiente, no coinciden a la vez en todos los casos. En esta ocasin, como indica D r in g (Aristteles, pg. 860, n. 11), su significado preciso es incierto, porque en Sobre el Orador Cicern no interviene en el dilogo, como haca Aristteles, asumiendo el papel principal, que es el sentido que tiene en Cartas a tico XIII 19, 3-4 (= T. 26) la expresin Aristotelius mos. Tal vez se refiera a la existencia del proemio, que Cicern antepuso al desarrollo del dilogo, igual que los haba, segn dice l mismo (Cartas a tico IV 16, 2 = T. 25), en las obras exotricas de Aristteles. Por ltimo tampoco deberamos descartar la tercera acepcin, segn la cual Aristteles expona en sus obras argumentos contrarios (Sobre el orador III 21, 80 = T. 19). Cf., en este sentido, L a u - r e n t i , I Frammenti, vol. I, pg. 69-70.

  • TESTIMONIOS 49

    res ms que aquellos personajes a los que haban conocido y escuchado. Esta discusin Sobre la Repblica, que he comenzado, la he confiado a los personajes del Africano, Filio, Lelio y Manilio y le he aadido algunos jvenes, como Quinto Tubern y Publio Rutilio, y los yernos de Lulio, Es- evola y Fanio. As pues, dado que en cada uno de sus libros utilizo proemios, como hace Aristteles en los que l llama exotricos, pensaba hacer algo as para tener una razn que me permitiera nombrar a ste (Varrn), lo cual s que te complacer. Ojal pueda llevar a cabo mi empresa!

    26 (Ross, T. 14; L a u r e n t i , 13; G i g o n , 1000) C i c e r n ,Cartas a tico XIII 19, 3-4Respecto a Varrn, no influy en m el temor de parecer

    alguien que va en busca de fama, pues yo ya haba adoptado la determinacin de no incluir en mis dilogos a ningn personaje vivo, pero puesto que l lo desea y lo apreciara mucho, (segn me habas dicho en tu carta), ya he escrito y he concluido, no s con qu acierto, pero con el mayor cuidado posible, toda la cuestin acadmica en cuatro libros. En stos todo lo referente a la crtica de la inaprehensibilidad, recogida excelentemente por Antoco, lo confi a Varrn. A ella respondo yo mismo y t eres el tercero en nuestro dilogo. Si hubiese hecho figurar a Cota y Varrn disputando entre s, como me aconsejas en tu ltima carta, yo me habra convertido en un personaje mudo. Esto, cuando se trata de personajes antiguos, resulta agradable, como ha hecho He- raclides en muchas obras y nosotros mismos en los seis libros Sobre la Repblica. Ah estn mis tres libros Sobre el orador, que me complacen en gran medida: en ellos aparecen tambin personajes que me obligaron a permanecer callado. (Pues aqu toman la palabra Craso, Antonio, Catulo el Viejo, Gayo Julio, el hermano de Catulo, Cota y Sulpicio.)

  • 50 ARISTTELES

    El dilogo tiene lugar cuando yo era un nio, de manera que no poda haber ninguna intervencin ma. Sin embargo, lo que he escrito ltimamente sigue el modo aristotlico en el sentido de que el dilogo de los dems personajes tiene lugar de tal manera que la parte principal est en manos del autor mismo49. As he escrito los cinco libros de mi obra Del supremo bien y del supremo mal (confiando las tesis epicreas a Lucio Torcuato, las estoicas a Marco Catn y las peripatticas a Marco Pisn).

    27 (Ross, T. 15; L a u r e n t i , T. 14; G i g o n , 34, 1) C ic e r n , Cartas a su hermano Quinto III 5, 150 Mientras me eran ledos estos libros (Sobre la repblica)

    en Tsculo, como Salustio tambin oa, me aconsej que poda tratar de estas cuestiones con mucha ms autoridad, si era yo en persona quien hablaba de la repblica, sobre todo porque yo no era Heraclides Pntico sino alguien que haba sido cnsul y que haba tenido experiencia en asuntos de la mxima importancia en relacin con la repblica. (Sostena)

    49 A veces se ha visto una contradiccin entre este testimonio de Cicern y el pasaje anteriormente citado (Cartas a los fam., I 9, 23 = T. 24), en el que afirma haber compuesto los tres libros de Sobre el Orador, siguiendo el modo aristotlico, porque en esta ltima obra Cicern, como hemos visto, no tiene ese papel principal al que se refiere en esta ocasin. Ja e g e r (Aristteles, pg. 41, n. 7) sostuvo que no hay contradiccin en ello, porque el modo aristotlico (Aristotelius mos) puede tener diversas acepciones para Cicern que no tienen necesariamente que aplicarse a la vez en todos los dilogos aristotlicos: tener el papel principal en la intervencin del dilogo (Cartas a tico XIII 19, 3-4 = T. 26), desarrollar una serie de discursos largos, poner introducciones a cada libro de un dilogo (Cartas a Atico IV 16, 2), etc. o bien, exponer una cuestin desde puntos de vista opuestos, como l mismo dice en Sobre el orador III 21, 80 (= T. 19; cf., en este mismo sentido, L a u r e n t i , locus cit.; y J. J. Iso, Cicern, Sobre el Orador, B.C.G. 300, Madrid, 2002, pg. 9).

    50 = frag. 1 Poltico (R o se 3 78; G ig o n , 34).

  • TESTIMONIOS 51

    que todo lo que atribuyera a unos hombres tan antiguos parecera fingido... y, en fin, que es Aristteles en persona el que habla cuando escribe sobre la repblica y sobre la persona que ha de dirigirla51.

    28 (G i g o n , T. 13); E s t r a b n , XIII 1, 54A los antiguos peripatticos52 posteriores a Teofrasto les

    sucedi que, al carecer en general de libros, a excepcin de unos pocos, mayormente de carcter exotrico, no podan realizar de hecho investigaciones filosficas, mas declamaban lugares comunes, mientras que los posteriores a ellos, a partir del momento en que salieron a la luz estos libros, pudieron filosofar e investigar al modo aristotlico53 mejor que

    51 Vase la nota a este texto en Poltico, frag. 1.52 Segn narra Estrabn en las lneas precedentes, la biblioteca que

    contena las obras de Aristteles y Teofrasto fue llevada a Escepsis por Neleo, hijo de Coriseo, que fue compaero y amigo de Aristteles, y permaneci all hasta que la compr Apelicn a los herederos de Neleo. Como consecuencia de ello, los tratados aristotlicos habran quedaron fuera de la circulacin ms de doscientos aos. Para Estrabn (XIII 1, 54, 19), Apelicn era ms biblifilo que filsofo y ello explica, a su juicio, los numerosos errores que contenan estas primeras copias de las obras de Aristteles que salieron de sus manos antes de la edicin de Andrnico. El presente texto refleja, en opinin de Dring (Aristotle in the Ancient Bio- graphical Tradition, pgs. 393-394), lo que Estrabn habra podido or del propio Andrnico, cuyas enseanzas sobre Aristteles pudo haber recibido en Roma. Vase tambin el testimonio de Plutarco (Sila 26) sobre el destino de la biblioteca de Apelicn, que fue llevada a Roma por Sila hasta llegar primero a Tirannio y finalmente a Andrnico de Rodas. Aparte de la informacin proporcionada por Dring (locus cit.; cf. tambin Guthrie, Historia de la Filosofa Griega, vol. VI, pg. 72 y sigs.), puede encontrarse un examen reciente de la cuestin en Barnes, Romn Aristotle, pg.4 y sigs., que, a pesar de su escepticismo, no ve razn para rechazar la historia de la biblioteca de Aristteles contada por Estrabn.

    53 Aristotelzein (investigar al modo aristotlico) significa (cf D- r c n g , Aristotle in the Ancient Biographical Tradition, pg. 365), investigar y escribir tratados cientficos.

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    ellos, aunque se vieron obligados en muchos casos a emplear un discurso meramente verosmil por el nmero tan abundante de errores (que aqullos contenan).

    29 (Ross, T. 16; L a u r e n t i , T. 15 ) Q u i n t i l i a n o , Inst. orat.X I , 83

    Qu diramos de Aristteles? Dudo si debo considerarlo ms brillante por su conocimiento de las cosas, la abundancia de sus escritos, el vigor y la elegancia de su estilo, la agudeza de su inventiva o por la variedad de sus obras54.

    30 (Ross, T. 17; L a u r e n t i , T. 16; G i g o n , 1002) D i n d eP r u s a , Disc. L U I 1Tambin el mismo Aristteles, con quien comenz, se

    gn dicen, la crtica y la gramtica, trata del poeta en muchos dilogos, en general con admiracin y reverencia.

    31 (Ross, T. 18; L a u r e n t i , T. 17; G i g o n , 1004) P l u t a r c o , Mor. (Sobre la virtud moral) 447F-448ASi no fuera as, por qu no se experimenta pesar en las

    investigaciones filosficas cuando muchas veces alguien se ve inducido por influencia de otros y cambia de parecer, sino que el mismo Aristteles, Demcrito y Crisipo abandonaron algunas de sus anteriores opiniones tranquila y serenamente e incluso con agrado? Porque ninguna pasin se opuso a la parte teortica y cientfica del alma, pues lo irracional no se inmuta y no se inmiscuye en estos casos. Por ello, el razonamiento se inclin a la verdad, cuando sta se manifest, y se apart de la falsedad de buen grado55.

    54 D r i n g (opus cit., pg. 364) cree que Quintiliano pudo estar meramente transcribiendo aqu la informacin recogida de Cicern.

    55 J a e g e r (Aristteles, pg. 49) adujo este pasaje como prueba de que Plutarco vio en los dilogos de Aristteles un punto de vista platnico y cita en apoyo de ello el hecho de que en otro pasaje (Contra Colotes

  • TESTIMONIOS 53

    3 2 (Ross, T. 19; L a u r e n t i , T. 18; G i g o n , T. 23, 3 y 907) P l u t a r c o , Mor. (Contra Colotes), 1115b-c En lo que se refiere a las ideas, respecto a las cuales cri

    tica a Platn, Aristteles, al cuestionarlas en todas partes y suscitar todo tipo de objeciones contra ellas en sus tratados ticos, (metafsicos)56 y fsicos y en sus dilogos exotricos, pareci a algunos que se dejaba llevar ms por el afn de polmica que por motivos filosficos, como si su intencin fuera despreciar la filosofa de Platn57. Hasta tal punto estaba lejos de seguirla.

    1118C10) P l u t a r c o se refiere a los d i logos ca lificndo los de obras platnicas. R especto a la u tilizac i n de este tex to para fundam en tar una in terpretacin evo luc ion ista de A rist te les, a lgunos au to res se han p ro n u n ciado en con tra , com o D r in g (Aristotle in the Ancient Biographical Tra- ition, pg. 354), y o tros a favor, com o V e r b e k e , P lu tarch an d the D eve- lopm ent o f A risto tle , pg. 237. E n algunos pasa jes , A r ist teles parece defender la trip artic i n del a lm a (Tp. 133a30-2) m ien tras que en otros sostiene una m era b ipartic in , com o en t. Nic. I 13, 1102a26 sig., donde nos recuerda adem s que sta h a sido la do c trin a expuesta en las obras exotricas (v e r T. 6). P o r ello , a ju ic io de V erbeke (opus cit., pgs. 238- 239), P lu tarco d iv id e la v id a de A rist te les en dos periodos: uno en el que adm ite la doc trina p la tn ica de la tripartic in del a lm a y o tro p o ste rio r en el que s lo acep ta dos partes, la rac ional y la irracional. Pero V erbeke no descarta que P lu ta rco h ay a a tribu ido a A rist te les u n a evo luc in en otros tem as com o la teo ra p la t n ica de las ideas (cf. opus cit., pg. 244).

    56 Vase frag. 10b de Sobre la Filosofa.57 A juicio de Ja e g e r , opus cit., pg. 48, tanto este texto de Plutarco

    como el precedente de Proclo dependen de un solo pasaje de los dilogos aristotlicos, con toda probabilidad, el Sobre la filosofa, por lo que, en su opinin, era ilegtimo generalizar este testimonio y aplicarlo a todos los dilogos. Pero ni Plutarco ni Proclo hablan de un solo dilogo, de ah que muchos otros autores se hayan opuesto a la intencin de Jaeger de limitar el alcance de esta afirmacin. Cf., por ej., B e r t i , La Filosofa del Primo Aristotele, pgs. 271 y sigs.

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    33 ( L a u r e n t i , T. 40; G ig o n , T. 23, 4); A u l o G e l io , Noches ticas XX 5De las disertaciones y disciplinas que enseaba a sus

    discpulos el filsofo Aristteles, maestro del rey Alejandro, existan, segn se dice, dos clases. Haba unas que denominaba exotricas y otras que llamaba acroamticas. Reciban la denominacin de exotricas aquellas que contribuan a la formacin retrica, a la capacidad de inventiva y al conocimiento de la poltica, pero se llamaban acroamticas aquellas en las que se cultivaba una filosofa ms recndita y sutil y en las que se abordaban estudios relativos a la observacin de la naturaleza y discusiones dialcticas. Aristteles dedicaba las maanas a impartir en el Liceo esta enseanza que he llamado acroamtica y no admita en estas sesiones a cualquiera al azar sino a aquellos cuya inteligencia hubiese examinado previamente as como su formacin elemental, su afn de aprender y su trabajo. Pero las lecciones exotricas y las prcticas de elocuencia las daba en el mismo lugar por la tarde y admita a ellas a todos los jvenes sin distincin alguna58. A estas lecciones las llamaba paseo o curso vespertino (deilinn perpaton) y a las

    58 Esta consideracin de los cursos vespertinos como lecciones exotricas y de los cursos matutinos como acroamticos, segn D r in g (Aris- totle in the Ancient Biographical Tradition, pg. 432), se remonta a An- dronico de Rodas, porque no hay noticias antes de l que apunten en esa direccin. Aunque la distincin entre escritos exotricos y acroamticos es anterior a l, como muestran las noticias de Cicern, la diferencia entre ambos, establecida por Andronico en trminos similares, es, a juicio de Dring, la fuente de la que dependen autores como Estrabn, Plutarco, Temistio, Amonio, Olimpiodoro, Simplicio y Elias. El libro de Andronico sobre Aristteles es la fuente de la que extrajo Aulo Gelio, segn confiesa ms abajo, las dos cartas de Aristteles y Alejandro Magno, ya que An- drnico debi de considerarlas genuinas. Sobre la obra de Andronico, vase ltimamente B a r n e s , Romn Aristotle, pgs. 25 y sigs.

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    anteriormente mencionadas paseo o curso matutino (hed- thinn), pues en uno y otro caso las imparta paseando. Tambin clasific separadamente sus libros y tratados de todas estas materias, de modo que unos se denominaban exotricos y otros acroamticos.

    Cuando el rey Alejandro se enter de que Aristteles haba publicado sus libros de carcter acroamtico, en aquella poca en la que tena casi toda Asia convulsionada con sus ejrcitos y acosaba al mismo rey Daro con sus batallas y victorias, a pesar de estar inmerso en tareas de tal envergadura, envi una carta a Aristteles para decirle que no haba obrado rectamente al publicar los libros y divulgar las enseanzas acroamticas con las que l mismo haba sido instruido: Pues en qu otra cosa podremos superar a los dems, dijo l, si se hacen accesibles a todo el mundo las enseanzas que recibimos de ti? Prefiero, desde luego, sobresalir en el saber antes que en riqueza y poder.

    Aristteles le contest con esta respuesta: te lamentas de que se publiquen los libros acroamticos en vez de mantenerlos ocultos como si se tratara de un misterio, pero has tic saber que ni estn publicados ni dejan de estarlo, porque solo sern inteligibles para aquellos que nos han odo

    He aadido (a continuacin) copias de una y otra carta procedentes del libro del filsofo Andronico59.

    59 Las cartas recogidas aqu por A. Gelio, aparecen tambin en Plu-i arco, Alejandro VII 7, 5 (cf. Rose , 662) y Simplicio, Comentarios de la Fsica 8, 20 sigs. Dring, sin embargo, las considera ficticias, porque, a su juicio, obedecen al propsito de Andronico de justificar su explicacin de los trminos exotrico y acroamtico, para que la historia sea ms atractiva y quede revestida con el halo