Argentina Visperas de Conquista

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    Argentina IndgenaVsperas de la conquista

    Autores: Alberto Rex GonzlezJos A. Prez

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    Prlogo a la nueva edicin

    El relanzamiento de la coleccin de Historia Argentina, decidido por la Editorial Paidos luego de un cuarto de siglo de su publicacin en 1.972,ofrece sin duda motivo para una reflexin sobre la acogida que ella sigue encontrando. Las razones para esta acogida han de buscarse no solo enla obra que vuelve ahora a presentarse, sino tambin -y quiz sobre todo- en las vicisitudes atravesadas por la disciplina histrica a lo largo de eseconvulso cuarto de siglo. Estas hacen ms fcil entender que un esfuerzo de exploracin del pasado -que, cuando proclamaba su ambicin decolocarse a la altura de los tiempos, no poda sino referirse a unos que han dejado ya sobradamente de ser los actuales, en un pas y un mundo que

    tienen tan poco en comn con los de 1.972 -conserve intacta su atraccin sobre un sector no insignificante del pblico lector.Ello es aun ms notable por cuanto esa invocacin remite a un pasado incluso ms distante de lo que a la fecha de publicacin de la obra invitaraa concluir. En efecto, el proyecto que iba a fructificar en esta Historia Argentina surgi aos antes de esa fecha, a partir de una iniciativa de BorisSpivacow, quien -atrado por la idea de lanzar una nueva historia nacional presentada en fascculos, a semejanza de otros proyectos que venan yaensanchando incesantemente el caudal de lectores de EUDEBA- deseaba encomendar esa tarea a historiadores jvenes, cuya seleccin puso a micargo. Los resultados -si se me permite decirlo- todava me enorgullecen; recuerdo que Richard Morse, de paso entonces por Buenos Aires,describi a algunos de ellos para el Times Literary Supplement como tough minded young men que seguiran dando que hablar en el futuro, y no

    puede decirse que ese vaticinio estuviese del todo errado. A la vez, esos historiadores haban adquirido ya los escrpulos profesionales que hacendifcil producir copia al ritmo que un proyecto como el de EUDEBA requera, y el inesperado respeto que Boris -habitualmente tan impacientefrente a los obstculos que amenazaban retardar sus planes editoriales- despleg ante esos escrpulos contribuy a que, cuando la intervencinlanzada sobre las universidades nacionales por el gobierno de la llamada Revolucin Argentina puso fin a la experiencia editorial que l animabadesde Buenos Aires, las distintas secciones de la obra proyectada estuviesen an en cantera. De ella fueron rescatadas por una iniciativa deEnrique Butelman, quien hizo posible que ella finalmente saliera a la luz bajo el sello de Editorial Paids -tras continuar su preparacin con unritmo ya menos urgido por perentorios plazos de publicacin-.Esa complicada prehistoria explica que, en una obra colectiva publicada en 1.972, sobreviviese tanto del temple de una etapa ya entonces cerradade nuestra vida intelectual, la cual haba estado marcada por el avance impetuoso de las ciencias sociales tanto en el campo acadmico comofuera de el. Si un rasgo comn puede reconocerse en una obra en la que colaboraron estudiosos cuyas posteriores orientaciones, a vecesdivergentes, estaban ya anticipadas en alguna medida en ella, es esa confianza en la eficacia del contacto con las ciencias sociales como estmulo

    para una renovacin de la disciplina histrica que todos juzgbamos urgente.Es esa compartida conviccin la que permite entender que esta historia escrita por muchas manos -y a cuyos autores las dispersiones que sehicieron frecuentes a partir de la Revolucin Argentina haca difcil mantener los contactos hasta entonces habituales, ocasiones en que discutanacerca de las perspectivas que guiaban su trabajo de historiadores- pudiese organizarse, por as decirlo, espontneamente en una sola narrativa,sustentada en un entramado urdido por el recproco espejamiento de economa, sociedad y poltica. Era sta una perspectiva hasta tal puntocompartida que no cre necesario sugerir a los colaboradores de la empresa ese criterio de organizacin sino en los trminos ms elpticos, quefueron sin embargo suficientes para que lo aceptaran sin reservas quienes en l reconocan sin esfuerzo el que ya les era propio.Es apenas necesario sealar que hoy una propuesta de esa laya encontrara un eco muy distinto (o ms probablemente no suscitara ninguno). Noes slo que en los aos transcurridos la alianza privilegiada entre historia y ciencias sociales ha dejado paso a otras que la vinculan msestrechamente con ciertas vertientes de la antropologa, del anlisis literario o de la lingstica. Ms decisivo an es el rechazo de la nocinmisma de gran relato, que concibe a la historia como la narracin de un unificado proceso de cambio. Una de las ventajas de la vejez es que

    permite recordar un pasado en que ciertas cosas que ahora son nuevas estaban dejando de serlo: en efecto, cuando los responsables de estaHistoria Argentina nos iniciamos en nuestra disciplina haca ya tiempo que por la desconfianza por todo gran relato haba sido plenamentecompartida por Lucien Febvre (siempre dispuesto a retomar su cruzada contra las grandes machines historiques) con nuestro Emilio Ravignani,aunque ni uno ni otro se hubiera sin duda sentido atrado por los refinados debates epistemolgicos en los que hoy suele articularse ese recelo.

    En este recelo resonaba quizs un eco ya muy tenue del que, en respuesta a la gran tormenta de 1.848, haba socavadado la fe en ese primer granrelato que haba buscado develar un sentido unificado para la historia moderna, el que, bajo la Restauracin, Francois Guizot haba organizadoen torno a los avances paralelos de las instituciones libres y de la conciencia moral de la humanidad. El nuevo gran relato que nunca logroreemplazarlo del todo -que Jacques Rancire presenta en ese delicioso librito que es Les mots de lhistoire como el propio de la era democrtica ysocial, y que ve aflorar intermitentemente a lo largo del entero tramo que va de Michelet a Braudel- se mostr desde su origen menos seguro de smismo que el Guizot haba construido en desafo a la cerrazn de horizontes que aspiraba a imponer la Restauracin. Solo durante las tresdcadas que abrieron la segunda posguerra, en las que esa civilizacin democrtica y social alcanz un apogeo que -como iba a revelarse apenasclausurada esa etapa- era a la vez el anuncio de su ocaso, ese nuevo gran relato os desplegar a la luz del da todas sus ambiciones.Testimonio de ese momento embriagador e irrepetible en la historia del siglo XX es, a su modo, esta obra, que por haber brotado de l es acaso laltima que os todava ofrecer una narrativa globalizadora de la trayectoria de nuestra nacin. Si hoy los historiadores argentinos estn dibujandoante nuestros ojos un paisaje histrico demasiado rico y abigarrado para que pueda hacerle plena justicia cualquier gran relato, no es tan slo

    porque la que, cuando esta obra fue planeada, era todava empresa de unos pocos, hoy parece estar en el umbral en un fenmeno de masas (lo queno cesa de sorprender a quien puede contrastar en la memoria el mnimo pblico presente en 1.966 en la primera reunin de la AsociacinArgentina de Historia Econmica y Social, con las muchedumbres que hoy acuden, ponencia en mano, a las citas que la asociacin convoca enlos ms variados rincones del pas).Ms importante an es que el eclipse de las grandes narrativas haga posible volver hacia el pasado una mirada que ya no recoge de l tan slo loque cabe en cada una de esas narrativas. Gracias a ello todos hemos descubierto cosas que no slo sabamos que existan es nuestra Argentina,

    sino que no imaginbamos siquiera posibles en ella, y todo sugiere que an sugiere que an quedan muchos descubrimientos como sos porhacer. Llegar alguna vez de nuevo el momento para aquello que en los manuales de Introduccin a la Historia era designado como la sntesis?

    No, sin duda, si se lo entiende cmo el que se abre cuando todo el material al que se dirige la curiosidad de los historiadores ha sido debidamenteinventariado, puesto que ese material es literalmente inagotable. Es de esperar en cambio que s, si se lo entiende cmo aquel en que loshistoriadores, y no slo ellos, han de recobrar la confianza en su capacidad de entender la historia que estn viviendo; es en efecto esa confianzala que incita a estructurar el paisaje histrico en torno a un gran relato.El que ha de surgir en este momento deber encontrar su lugar en todo lo que el esfuerzo reciente de nuestros historiadores ha incorporado ya yseguir incorporando a nuestro paisaje histrico. Me gusta pensar que lo encuentre tambin para la temtica que domin de un modo que hoy

    puede parecer demasiado excluyente a esta Historia Argentina. Y me gusta ver tambin en el eco que esta obra sigue encontrando, luego delderrumbe de todas las seguridades que subtendan esas preferencias temticas, un augurio de que as ha de ocurrir.

    Tulio Halperin Donghi

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    Berkeley, 2000

    Prlogo a la primera edicin

    Publicar una nueva Historia Argentina encarada como obra colectiva es una empresa que parece requerir cierta justificacin. Cuandocomenzamos a planear la presente, la escasez de tentativas comparables realizadas durante el lapso transcurrido desde que apareci la patrocinada

    por la Academia Nacional de la Historia, dirigida por Ricardo Levene, pareca sugerir que, si no imposible, el proyecto resultaba cuanto menosextremadamente difcil. La relativa abundancia de obras similares de obras similares que desde entonces se publicaron, no aseguranecesariamente que dicha dificultad fuese ilusoria, pero hace mucho ms problemtica la fundamentacin de todo intento que venga a sumarse alos ya concretados.El que sometemos al juicio del lector no pretende tener otro signo distintivo que la aspiracin -comn a sus colaboradores- de narrar la historia,segn la frmula de Huizinga, de la mejor manera que les es posible. Pero esa frmula es (a la vez que falsamente modesta) falsamente simple:no slo supone que esa mejor manera es tolerablemente buena; implica adems que ella no deja de otorgar un carcter comn (que no podraser tan slo la ubicacin, real o imaginada, en cierto nivel de calidad) a los escritos inspirados por esa comn aspiracin. En la Argentina de losaos setenta, ese signo distintivo acaso podra encontrarse sobre todo en un inters ms vivo por ciertas dimensiones del pasado que -segnescuchamos decir a menudo- nuestros historiadores no solan sentir. Pero no podra ser ste, sin ms, el carcter distintivo de la presente HistoriaArgentina. En primer lugar, porque la preocupacin por los aspectos no propiamente polticos del proceso histrico -y el intento de desentraarlos nexos entre stos y los acontecimientos que llenan la historia que solemos llamar tradicional -impregna esa historia tradicional ms de loque suele admitirse. Ese intento no estaba libre de propsitos apologticos; no estaba tampoco exento de los riesgos (de inexactitud, deimpresin) quizs inevitables cuando se afrontan vastos problemas de historia econmica y social, asignandoles a la vez un lugar que, a pesar detodo, no deja de ser marginal en el propio esfuerzo de reconstruccin del pasado. Pero tampoco estn libres de esas limitaciones los ensayos quecon igual ambicin (y desde perspectivas ideolgico-polticas a menudo opuestas a las de los precursores del siglo XIX) se suceden hoy con ritmodesenfrenado. stos son como demasiada frecuencia pasibles de otra censura: ignoran serenamente casi todo cuanto ha aportado de nuevo lahistoriografa desde los tiempos de Mitre y Lpez, para quienes Michelet haba sido an un contemporneo.Los trabajos aqu reunidos no quisieran merecer ese reproche: sus autores se consideran estudiosos profesionales de la historia y las cienciassociales, y como tales quieren ser juzgados: su primer deber es, por lo tanto, practicar un estilo de indagacin histrica que est a la altura de lostiempos, no slo en cuanto haga suya la perspectiva que este problemtico presente impone al pasado nacional (y que no podra ser desde luego lamisma cuya justeza pareca evidente hace un siglo), sino tambin en cuanto busque utilizar una cultura histrica menos arcaica de lo que todaviasuele ser habitual entre nuestros historiadores y por ltimo, en cuanto no se niegue a extraer las conclusiones necesarias del hecho de que lahistoria es -en una de sus dimensiones- ciencia social: la colaboracin entre historiadores y cultores de otras ciencias humanas constituye en estaobra el reflejo ms visible, pero no el nico, de este enfoque.

    Tulio Halperin DonghiBuenos Aires, 1972

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    ndice

    Prlogo a la nuevaedicin.........................................................................................................................................................................................................2

    Prlogo a la primera

    edicin.........................................................................................................................................................................................................3

    ndice de figuras ymapas...........................................................................................................................................................................................................5

    Advertencia..................................................................................................................................................................................................8

    Introduccin.................................................................................................................................................................................................9

    I. Antigedad del hombre en laArgentina...................................................................................................................................................................................................10

    1.Patagonia y Tierra delFuego.........................................................................................................................................................................................................10

    a. PatagoniaAustral.......................................................................................................................................................................................................10b. Tierra del

    Fuego.........................................................................................................................................................................................................10

    2.Noroeste.........................................................................................................................................................................................................................................................................11

    3. SierrasCentrales..........................................................................................................................................................................................................................

    .................................................11

    4. LaPuna..................................................................................................................................................................................................................................................................................12

    II. reasCulturales.........................................................................................................................................................................................................................................................................13

    1. reas Culturales yecologa............................................................................................................................................................................................................................

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    ................................................13

    2. reas Culturales y densidad depoblacin..........................................................................................................................................................................................................................................................................13

    III. ElNoroeste...........................................................................................................................................................................................................................

    .................................................141.Subdivisiones................................................................................................................................................................................................................................................................14

    2. Perodoscronolgicos.....................................................................................................................................................................................................................................................................14a. Perodo

    Temprano..........................................................................................................................................................................................................................................................................15

    b. PerodoMedio...............................................................................................................................................................................................................................................................................19

    c. PerodoTardo............................................................................................................................................................................................................................................................21

    3. El dominioincaico........................................................................................................................................................................................................................................................28

    4. Influencias orientales tardas en elNoroeste............................................................................................................................................................................................................... .29

    IV. Sierrascentrales.........................................................................................................................................................................................................................................................30

    V. ElChaco......................................................................................................................................................................................................................................................................31

    VI. El Litoral yMesopotamia...........................................................................................................................................................................................................................................32

    VII. Patagonia y laPampa................................................................................................................................................................................................................................................37

    Notas................................................................................................................................................................................................................................................................................38

    Bibliografa.......................................................................................................................................................................................................................................................................39

    ndices Analticosndices de nombres ylugares.....................................................................................................................................................................................................................................

    ndice detemas...........................................................................................................................................................................................................................................................

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    Advertencia

    El presente resumen se basa en recientes investigaciones arqueolgicas y en la exgesis de crnicas histricas que se refieren a los pueblosindgenas. El progreso de las primeras en los ltimos aos es lo suficientemente grande cmo para que cualquier sntesis sea vieja en el mismomomento de aparecer. Por otro lado,en un proceso tan complejo de investigacin la cantidad de datos acumulados es de muy diverso carcter. Losavances en los aspectos metodolgicos y tcnicos, sobre todo en los mtodos de fechado, han introducido cambios revolucionarios en este tipo deestudio.Hay datos que a veces son contradictorios o no son del todo claros, por lo que es necesario una elaboracin y reelaboracin constante. En estetrabajo hemos tratado de utilizar no slo aquellos que aparecen ser los ms concretos y congruentes, sino tambin los que no ofrezcan dudas. Se

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    han dejado de lado los que se basan en especulaciones tericas, para dar paso a los que se asientan en hechos muy concretos y en un gran nmerode evidencias.Cada rea definida geogrficamente ser estudiada desde la cultura ms antigua hasta el momento de la conquista. Todo dentro de la ms apretadasntesis posible, tal como un trabajo de este tipo lo requiere; y ya sabemos las dificultades que existen en una elaboracin de esta ndole. Dadoque ste es un trabajo destinado al pblico, tratamos de llevarle de la manera ms sencilla posible el conocimiento de estas materias; y en segundotrmino, la informacin realmente concreta y segura. Por esta razn algunas personas se extraarn de no encontrar aqu trabajos muy citados enla literatura especializada, pero que a nuestro juicio corresponden ms a especulaciones sin confirmar. Para aqullos interesados en profundizarsus conocimientos, al final se da una bibliografa bsica donde pueden encontrarse referencias ampliadas de los temas tratados.

    Introduccin

    En los ltimos aos se nota un creciente inters por los pueblos aborgenes de Amrica. Esta circunstancia se debe a la toma de conciencia deAmrica latina de su vieja estirpe indgena y de su enraizamiento en la tierra; en su inters por la cultura de los que fueron antepasados de unagran parte de los actuales habitantes de estos pases. La investigacin cientfica, cada vez ms avanzada, nos muestra facetas inesperadas yocultas de estos pueblos que tenan una antigedad que no hubiramos sospechado antes, y de cuyos logros y alcances en los distintos aspectos de

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    la cultura tampoco tenamos noticia. En el plano poltico se destaca el acceso de la poblacin mestiza a las esferas dirigentes y a la vidainstitucional, de las cuales el caso de Mxico quiz sea el ms tpico.Por otro lado, Europa se interesa cada vez ms por los pueblos jvenes de todo el mundo y en particular por Amrica, tal vez tratando de revivirlo que la cultura occidental destruy. Aquello que hasta hace poco estuvo localizado en manos de investigadores, sabios, eruditos e intelectuales,hoy pasa a la categora de lo popular. Esto se refleja en el afn por conocer todas las manifestaciones de los que fueron los ms viejos pobladoresde Amrica: las recientes exposiciones de arte americano precolombino realizadas en Europa despertaron un inters que antes no exista. Es comosi los miembros de las naciones altamente desarrolladas quisieran escapar del mundo de la tecnificacin, para hallar la paz en la ingenuidad ymagia de las artesanas indgenas y mestizas.

    Para nosotros este estudio tiene una serie de intereses bsicos. Creemos que no es posible entender muchos aspectos del dominio espaol en losAndes sin conocer previamente la extensin de la conquista incaica. En efecto, fueron los incas -conquistadores, curacas y dominadores denuestro noroeste- quienes guiaron los primeros pasos de las expediciones descubridoras: es bien conocido el caso del inca Paullo que acompa aAlmagro. Pero muchos siglos antes que los incas otros pueblos recorrieron estos largos caminos de las montaas y de los desiertos andinos, yconocieron el terreno y las culturas que lo habitaban. Poseemos evidencias de que hacia los siglos VII y VIII de la era cristiana, el Noroeste tenacontacto directo cn zonas tan alejadas como los oasis de la Puna de Atacama (Chile). Esto se realiz en pocas de la expansin tiahuanacota; y es

    por esta razn que no podemos pasar por alto la continuidad histrica que se remonta a pocas muy antiguas. En tumbas del ao 300 de la eracristiana, pertenecientes a la cultura que luego veremos con el nombre de Cinaga, encontramos abundantes vestigios del comercio con el litoralmartimo, tanto del ocano Atlntico como del Pacfico.Cuando las naves de Gaboto surcan el Prana y entran en contacto con los pueblos del Litoral, encuentran entre ellos relucientes planchas decobre que no podan tener sino origen en el Noroeste. Estas evidencias pueden multiplicarse hasta el infinito. Pero lo que importa es destacar queese mundo indgena, que a veces nos ha sido representado como un mundo fragmentado de tribus aisladas e ignorantes entre s, pequeo yreducido geogrficamente, era en realidad un mundo dinmico y amplio, con un conocimiento de su propia tierra mucho ms extenso de lo quehemos credos.Es bsico para la comprensin histrica de la etapa de la conquista y de la primera poca colonial, tener en cuenta la organizacin sociopoltica delos indgenas. No en vano los valles del oeste catamarqueo permanecieron ms de cien aos rebeldes a toda conquista. Tales valles fueron de unaimportancia trascendental en lo que se refiere al emplazamiento y localizacin de las primeras agrupaciones urbanas espaolas. Valles enteros se

    agruparon tras sus jefes naturales y luego formaron ligas entre los distintos valles o regiones. En la Quebrada de Humahaca el bravo Viltipocopudo reunir tras s un cuantioso nmero de guerreros: al sur el imbatible Juan Calchaqu, y ms al sur todava, la legendaria figura de Chelemn,el ltimo de los grandes jefes indgenas del llamado Gran Alzamiento.Queremos dejar en el nimo del lector, bosquejado en sntesis, lo que fueron estas culturas indgenas, no slo por la transcendencia que tuvieron

    para la historia nacional, en sus races, sino tambin por lo que fueron en s mismas. Es por esto que nos parece fundamental un enfoqueantropolgico moderno: su relacin con el medio. Sirvan como puntos de referencia, por un lado, las inmensas planicies patagnicas ineptas parala agricultura, solo habitadas por pueblos nmades cazadores, y, por oposicin, los valles frtiles del Noroeste que albergaron pueblos con unaalta densidad de poblacin, de una economa hortcola con irrigacin y, por consiguiente, de un elevado nivel cultural. Dentro del mismo

    Noroeste, la oposicin entre los valles bajos y la zona de la Puna donde las posibilidades de desarrollo se ven seriamente frenadas por la elevadaaltitud y las severas condiciones climticas. Es as como el aspecto ecolgico determin una mayor concentracin humana en ciertas zonas de loque es el actual territorio de nuestro pas.La densidad de poblacin en pocas prehistricas influye todava sobre la constitucin tnica de nuestro pueblo. La mayor cantidad de habitantescon sangre aborigen, a veces en un porcentaje que nosotros mismos no sospechamos, est concentrada en aquellos lugares donde habitaban lasculturas de mas alto desarrollo y mayor densidad: el rea colindante con el Paraguay y el rincn limitrofe con Chile y Bolivia: el Noroeste.Posteriormente, al producirse el proceso de tecnificacin y de concrentracin en el cinturn urbano de las ciudades industriales, proceso que hatenido lugar en los ltimos decenios, esta diferencia de composicin y gravitacin indgena se ha puesto claramente de manifiesto.Los espaoles al fundar las primeras ciudades coloniales buscaron aquellos sitios en que la poblacin indgena estaba concentrada. Crdoba,Santiago del Estero, Londres de Catamarca y dems estaban prximas a lugares donde abundaba la mano de obra indgena, la cual deba sertenida en cuenta. Pero estos aspectos tambin tuvieron sus ambivalencias. En los valles Hualfn y Calchaqu los indgenas, con un hondo sentidode su libertad y patrimonio, supieron unir los distintos valles en federaciones para oponer frrea resistencia al conquistador.En aquellas zonas en que las culturas tuvieron su ms alto desarrollo y donde la poblacin fue mayor, el aporte inmigratorio extranjero se hizo enmenor grado. En cambio, en lugares como la pampa bonaerense, donde la poblacin autctona tuvo una baja densidad, el vaco humano se llenen los primeros momentos con esclavos negros y posteriormente con la inmigracin europea.En ltimo trmino, creemos que es necesario intensificar en todos los niveles el conocimiento y la comprensin de la Amrica nativa. Losargentinos -por tradicin y formacin histrica- hemos vivido alejados del mundo de la Amrica latina al que pertenecemos, pero al que pocohemos tratado de comprender. Un acercamiento a las races ms profundas, realizado ya en otros pases latinoamericanos, cuya toma deconciencia es un hecho, nos ayudara a la comprensin del destino comn a que estamos definitivamente unidos.

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    Antigedad del hombre en la Argentina

    La antigedad del hombre en la Repblica Argentina depende en gran parte del conocimiento que tengamos respecto de la poblacin ms antiguaque lleg a la Amrica del Sur, y sta, a su vez, de la que vino desde Amrica del Norte. Actualmente los investigadores ms calificados en estetema y de acuerdo con fechados muy concretos efectuados con mtodos exactos como el carbono radioactivo, creen que la llegada del hombre a

    Amrica se remonta a unos treinta mil aos.Las evidencias que se refieren a esta etapa ms antigua corresponden a unos pobres restos industriales: fogones con algunos instrumentos depiedra sumamente rsticos, muy poco diferenciado. Una caracterstica fundamental es el trabajo grosero de la piedra y, sobre todo, la falta depuntas de proyectiles. Debe tratarse de culturas de tipo depredador, simples recolectores muy indiferenciados en sus mtodos y tcnicas;cazadores slo en segundo trmino.En la porcin austral de Amrica del Sur el fechado ms antiguo obtenido por medio del radiocarbn tiene una edad de 11.000 aosaproximadamente. Fue obtenido por el arquelogo Bird en la Patagonia chilena en la caverna Fell. Otros datos para las Sierras Centrales hacenremontar la antigedad a 8.000 aos. Esto no significa que sean los ms antiguos; es muy probable que puedan hallarse restos de mayor edad,

    pero de cualquier manera, son todos los fechados que poseemos hasta hoy.Los vestigios de las culturas ms antiguas constituyen uno de los temas apasionantes de la arqueologa, pero debemos distinguir en ella la ficciny la realidad. El problema haba sido ya planeado en el siglo pasado por Florentino Ameghino, y durante mucho tiempo, basndose en algunas desus ideas, se proclam una remotsima antigedad para la llegada del hombre a esta parte del continente, afirmndose incluso su desarrolloautctono: teora que actualmente pocos o ninguno estn dispuestos a aceptar. Esto en nada disminuye el alto mrito cientfico de la obra deAmeghino, particularmente en lo que se refiere a la paleontologa, ni su papel de pionero en esta ciencia en nuestro medio, en una poca en queestaba comenzando en los lugares de mayor desarrollo cientfico del mundo.Se mencionaban en aquella etapa, entre una serie de hallazgos, los efectuados en las barrancas de la costa atlantica desde Miramar y Necocheahasta proximidades de Baha Blanca. Se trataba de restos de fogones que habran dejado escorias y tierras cocidas en capas geolgicas que hoy se

    fecharan con una edad prxima al milln de aos. Otro hallazgo interesante fue el de un par de molares asignados al hombre y que parecanproceder indiscutiblemente de profundas capas geolgicas del perodo cuaternario. Tambin se mencionaba un fmur de toxodonte -un animalcuya apariencia externa era la de un gran hipoptamo-, que llevaba incrustada una punta de proyectil. Las investigaciones posteriores hanrevelado que los restos de los molares no corresponden a un ser humano y que la punta de proyectil clavada en el hueso del toxodonte

    posiblemente se trate de un fraude, en el que nada tuvieron que ver los hermanos Ameghino.En resumidas cuentas, aquellas evidencias, que hoy tendran que ser evaluadas en muchos centenares de miles de aos, deben ser reemplazadas

    por fechas ms modestas, no superiores a los once mil aos de antigedad. Estas corresponden a hallazgos efectuados en excavaciones realizadascon tcnicas rigurosas y mtodos de datacin muy precisos.

    1. Patagonia y Tierra del Fuego

    a. Patagonia austral

    Entre los hallazgos ms interesantes e impecables por la cantidad de evidencias y la tcnica con la que fueron extrados, podemos citar para laPatagonia austral los estudios realizados por el norteamericano Junius Bird. Este investigador recorri en dos oportunidades los canalesmagallnicos hasta el Estrecho de Beagle y la zona sur de la Patagonia, efectuando excavaciones en aleros y abrigos. Estas investigaciones dieron

    por resultado el establecimiento de una secuencia -de una historia cultural- de extraordinario inters. Con posterioridad, esta secuencia de Bird hasido totalmente confirmada por los investigadores franceses, el matrimonio Laming-Emperaire.Las investigaciones ms importantes que realiz Bird fueron en la Cueva Fell y en el abrigo de Palli Aike, en el extremo sur patagnico. En lascapas ms profundas (capa I) de estos abrigos encontr restos correspondientes a un grupo humano que convivi con los ltimos ejemplares de lafauna fsil, tambin llamada megafauna cuaternaria. Se trata de huesos de caballo americano salvaje, guanaco y perezoso gigantesco (milodonte),que, sin duda, sirvieron de alimento pues estn quemados y partidos. Junto con los huesos se hallaron los utensilios con que fueron cazados,

    particularmente puntas de proyectiles delicadamente trabajadas en piedra y algunos instrumentos de hueso. Las puntas, que son el elemento mscaracterstico, tienen una forma ligeramente acorazonada con un pednculo o base en forma de cola de pescado. Es curiosa la presencia delcaballo americano salvaje que, siendo muy similar al caballo actual, se extingui totalmente hace unos diez mil aos. Las causas de esta extincinan no resultan claras. Reintroducidos por los conquistadores espaoles encontraron un medio extraordinariamenten propicio para su desarrollo.La economa de estos grupos era, como dijimos, esencialmente cazadora, y su tecnologa, por lo tanto, adaptada a este tipo de vida. Debieronllevar un rgimen de vida nomdico, desplazndose en grupos familiares de no ms de 50 a 100 individuos: son las bandas de cazadores como lade los tehuelches que solamente se reunieron en grupos grandes despus de obtener el caballo. Hicieron sus vestidos con la piel de los animalesque cazaban, preparadas merced a los raspadores de piedra. En cuanto al aspecto fsico, estos grupos debieron parecerse ms a los puebloscanoeros que habitan an hoy los archipilagos del sur que a los corpulentos cazadores tehuelches.El fechado radiocarbnico realizado con materiales provenientes de la capa I arroj una edad de aproximadamente nueve mil aos A.C. Pareceser que hacia la poca final de la ocupacin de este primer nivel cultural ocurri una erupcin volcnica. En la cueva Fell se produjeronderrumbes del techo que al caer sellaron la primera capa separndola de las que le siguieran con posteridad en el tiempo. En Palli Aike un gruesomanto de cenizas volcnicas cubre la parte superior de la capa I.Inmediatamente por encima de los niveles que contienen los restos de la cultura ms antigua aparece otra (capa II) cuyos vestigios son an ms

    pobres. Aqu slo se hallaron raspadores de piedra que evidencian un activo trabajo del cuero, pero faltan las puntas lticas de proyectil quefueron reemplazadas por otras similares de hueso. Ignoramos si este pueblo tuvo otros utensilios de material perecedero. Hacia esta pocadesaparecieron definitivamente los grandes animales que abundaban en la capa anterior, siendo reemplazados por el ciervo y otros animales ms

    pequeos, como el zorro y el guanaco, que ya existian anteriormente.Transcurrido algn tiempo, hizo su aparicin otra cultura cazadora (capa III), similar a la ms antigua. El elemento caracterstico son las puntas

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    lticas de proyectil, de forma triangular y base redondeada o recta. Son comunes los raspadores y las piedras de boleadora. Es interesante destacarque estos utensilios son casi idnticos a los encontrados 2000 kilmetros ms al norte en la caverna de Intihuasi (provincia de San Luis) y de losque nos ocuparemos oportunamente.Cuando la cultura anterior hubo desaparecido, entr en escena otra ms nueva. Se caracteriza por la forma de las puntas y no signific unavariante fundamental en la economa. Esta cultura es la que perdura hasta la poca de la conquista y comprende parte de los tehuelches histricos.

    b. Tierra del Fuego

    El poblamiento de Tierra del Fuego debi ser posterior al de la Patagonia, en razn de que aqulla estuvo cubierta por los hielos hasta una etapams reciente que el sur patagnico. Prueba de ello es que no se encuentran en Tierra del Fuego vestigios de animales extinguidos, como el

    perezoso o el caballo americano salvaje; los animales que aparecen alli por primera vez son los de la fauna existente: el ciervo y el guanaco.La expedicin arqueolgica francesa del Museo de Hombre identific dos culturas en el norte de Tierra del Fuego. Una de ellas corresponde a ungrupo de cazadores similar a la que hall Bird en su capa III, con puntas en forma de hoja de laurel semejante a las de tipo Ayampitn de lasSierras Centrales y del Noroeste. La segunda revela la existencia de toscos tiles de piedra trabajados en ambas caras; se los denomina bifaces ydebieron servir fundamentalmente para cortar madera. La cultura ms antigua no debe tener una edad mayor de 6.000 aos.En los canales fueguinos, en las proximidades del Canal de Beagle, las investigaciones de Bird pusieron en claro la existencia de dos culturas. Lams antigua es la denominada cultura del cuchillo de concha, porque un simple artefacto hecho con la laja de una concha afilada en uno de los

    bordes sirve como instrumento principal. Se trata de un pueblo similar a los nmades canoeros que los europeos encontraron varios miles de aosdespus: son las tribus conocidas como Alacalufes. Estos nmadas del mar parecen haber venido de la zona septentrional de los archipilagoschilenos al sur de la Isla de Chilo.La segunda oleada de recolectores y depredadores marinos se denomina cultura de la casa pozo, por ser su elemento distintivo una viviendacircular semienterrada,cuyo piso se encuentra por debajo del nivel normal del terreno. La economa de este pueblo se basaba, en primer trmino,en la recoleccin de moluscos y, excepcionalmente, en la caza de mamferos marinos. Las conchas de los moluscos consumidos se acumulaban

    formando montculos alrededor de las viviendas. Estos concheros an pueden verse en las proximidades de Ushuaia y a lo largo del Canal deBeagle. Sus descendientes son conocidos con el nombre de Yaganes.Ambas culturas usaban el arpn monodentado, el bote recubierto de corteza y las presas para la pesca. La cultura de la casa pozo incorpor puntaslticas de proyectiles y otras formas de multipunta.La ecologa de los canales fueguinos es totalmente distinta de la de la Patagonia continental. La primera zona es boscosa y con alto ndice de

    precipitaciones anuales. El desplazamiento slo puede hacerse por mar y existen buenas y bien protegidas caletas y bahas. En esta abundan losmoluscos, mariscos y mamferos marinos. En la segunda, la costa es desolada y poco hospitalaria, el interior tiene escasa vegetacin y baja

    precipitacin pluvial. No hay madera para la construccin de embarcaciones. Por esto la primera fue habitada por canoeros con economarecolectora marina y la segunda por cazadores.Adems de los trabajos antes mencionados estn los realizados en los ltimos aos por el doctor O. Menghin, quien se ha dedicado

    particularmente a la Patagonia continental. Sus investigaciones coinciden en parte con las secuencias de Bird, pero introducen nuevas culturas eindustrias; entre ellas, una de aspecto muy tosco con tiles trabajados por percusin rudimentaria y donde no aparecen puntas de proyectiles. Elsitio tipo de esta cultura sera Rio Gallegos. Otras industrias de su secuencia son las de Caleta Olivia y Baha Solano. La nombrada en primertrmino es la ms importante por su antigedad -el descubridor le atribuye 15 milenios- y por su influencia en las culturas posteriores. An no sehan publicado las evidencias que prueban la mayor antigedad de aquella cultura y la edad atribuida se basa en informaciones geolgicas que hansido seriamente cuestionadas por las investigaciones recientes.

    2. Noroeste

    Si dejamos el extremo austral y nos trasladamos al rincn noroeste de la Repblica Argentina, los vestigios ms antiguos encontrados hasta ahoracorresponderan a una primitiva y tosca industria. A sta se la ha denominado Ampajango, por el sitio homnimo en la provincia de Catamarca,donde fue identificada por primera vez. Los instrumentos de esta industria se obtuvieron por percusin directa sobre grandes bloques de basalto:son las denominadas lascas, una de las formas ms primitivas de instrumental ltico. Otros instrumentos muy distintivos de Ampajango son las

    bifaces: hachas de regular tamao talladas a grandes golpes en ambas caras y que seguramente estuvieron destinadas al trabajo de la madera. Elutilaje refleja una economa recolectora de tipo inferior indiferenciada, fundamentalmente de races y plantas silvestres. Suponemos que no sededicaban a la caza, pues no se han hallado puntas de piedra, pero tal vez las hayan tenido de madera u otro material perecedero que no ha

    perdurado.A causa de que todos los hallazgos han sido hechos en la superficie del terreno y nunca en cavernas o lugares estratificados, la falta de elementosasociados -como huesos de fauna extinguida- y la carencia de fechados por mtodos geolgicos o de radiocarbn, hacen que estas evidencias seanslo posibilidades, dadas sus similitudes con industrias existentes en el resto delmcontinente americano. As, muy recientemente, en el Per selogr un fechado de cerca de 21.000 aos de antigedad para una industria de un nivel cultural similar a la de Ampajango.

    3. Sierras Centrales

    La existencia de otra antigua cultura fue puesta de manifiesto por los descubrimientos hechos en el sitio al aire libre denominado Ayampitn,situado en la Pampa de Olaen no lejos de la localidad de La Falda (sierras de Crdoba). Estos hallazgos, efectuados alrededor del ao 1.940,fueron considerablemente ampliados con las excavaciones efectuadas en la caverna de Intihuasi, provincia de San Luis.La cueva de Intihuasi era ya conocida desde el siglo pasado porque Germn Burmeister y Florentino Ameghino destacaron su inters.Posteriormente otros autores la visitaron, impresionados por esta amplia cavidad natural en la roca volcnica. Las excavaciones las efectu elMuseo de La Plata en el ao 1.951 y revelaron la existencia en las capas ms profundas de la misma industria que haba sido encontrada enAyampitn. Es decir que se trataba de las caractersticas puntas lticas de proyectil de forma de hoja de sauce trabajadas en cuarzo. Su tamaooscila entre 5 y 10 cm de largo y 1 a 2 cm de espesor. Asociadas a estas puntas se encontraron otros instrumentos de piedra y hueso.La cultura Ayampitn muestra un pueblo con economa especializada en la caza de guanacos y ciervos y que, subsidiariamente, recolectaron

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    semillas que trituraban en molinos planos de piedra (las llamadas conanas). El hallazgo de ganchos de piedra nos habla de que el arma utilizadapor esta cultura fue el llamado lanzadardos o propulsor. La introduccin del arco y la flecha corresponde a una fecha mucho ms reciente.El flechado radiocarbnico efectuado sobre los restos seos encontrados en los fogones de Intihuasi, dio una antigedad que se remonta al ao6.000 antes de Cristo.Por encima de las capas que contienen la industria de Ayampitn existe otra diferente. Se trata tambin de un pueblo de cazadores especializados

    pero que utilizaban puntas de proyectiles totalmente distintas de las anteriores. Seguramente debieron llegar desde el norte y se mezclaron con laantigua cultura de Ayampitn, pues en las primeras pocas an persistan las puntas lanceoladas. El elemento ms caracterstico de esta segundaoleada de cazadores especializados es, como ya hemos dicho, las puntas de proyectil de piedra; son de forma triangular, lados convexos y base

    escotada o recta. Siguen en uso los molinos planos o conanas, por lo que suponemos que tambin complementaron la caza con la recoleccin desemillas. La presencia de pozos de almacenamiento demuestra que existi cierta previsin, pues acumularon el excedente de semillas para laspocas de escasez.Desde el punto de vista social formaron grupos de 30 a 50 individuos. El nomadismo debi de ser estacional, habitando la gruta slo despus delos perodos de cacera.Esta cultura debi sobrevivir hasta el ao 500 - 1.000 d. c, aunque al respecto no tenemos absoluta certeza. Para esta fecha, o para una posterior,los pueblos de cazadores fueron reemplazados o aculturados por otros venidos desde el norte. Aparecen ahora puntas de proyectil de no ms de25 a 30 mm de largo, muy finas y delicadamente trabajadas. stas revelan la introduccin del arco y la flecha, pues, adems, han desaparecido losganchos de propulsor. Tales puntas tienen forma triangular, bordes convexos y base escotada. Los molinos o conanas son ms abundantes, lo queest mostrando un mayor nfasis en la recoleccin o el comienzo de la agricultura. Nuevas tcnicas se manifiestan en el trabajo de la piedra:aparece una que otra hacha pulida.

    . El lanzadardos o propulsor es una arma que consiste en un brazo de palanca sobre el cual se colocan los proyectiles, los que son disparados por un movimiento de impulso del brazo hacia adelante.

    Hbitos de vida ms ordenados se desprenden de la existencia de basureros fijos. La densidad de poblacin debi de ir en aumento. Son comuneslos panes de pintura amarilla o de hematita, los que se debieron usar en pinturas corporales o en pictografas en las paredes de cuevas y aleros. Sedeformaban el crneo segn la norma tabular erecta, provocada por el uso de una cuna especial. Este estilo de deformacin ceflica parece habersido precedido por otro logrado mediante el uso de bandas de cuero o tela, que, ajustadas al crneo de los nios, le daban forma alargada como dehuevo.Hacia el final de esta poca hace su aparicin la alfarera lisa, sin decoracin. ste es el substratum sobre el que se asientan los pueblos que

    posteriormente encontrar la conquista espaola a mediados del siglo XVI.La cultura de Ayampitn es parte integrante de un amplio horizonte que se extiende por todo el noroeste argentino y por Amrica a lo largo de lacordillera de los Andes. Sus races pueden rastrearse hasta la zona septentrional de Amrica del Sur y meridional de Mesoamrica, hacia fines del

    pleistoceno. Los hallazgos en Lauricocha (Per) indican la existencia de esta tradicin de cazadores especializados, que se mantuvo en unaparticular ecologa y sobre la base econmica de dos especies de animales: el guanaco y el ciervo. En determinados lugares adquiri hbitos derecoleccin y aprendi a fabricar alimentos farinceos.

    4. La Puna

    Con posterioridad a la cultura de Ayampitn -hacia el IV milenio a.c- arrib a la meseta andina un buen nmero de culturas diferenciadas, perosiempre de economa cazadora, cuyos vestigios se encuentran a lo largo del territorio nacional, muy particularmente en el Noroeste. Una de ellases la de Saladillo, cuya caractersticas distintiva est dada por la tcnica con que trabaj la piedra. Son instrumentos tallados en una sola cara y

    por lo tanto se los denomina monofaciales. Han sido halladas industrias similares en la Puna chilena.Estas culturas debieron encontrar en el altiplano andino condiciones climticas muy especiales. En aquella poca, lo que hoy son salares debieronde ser grandes lagos, algunos de agua dulce. En general, podemos decir que la zona era ms hmeda que en la realidad.Si nos referimos fundamentalmente al Noroeste se debe al hecho de que es el lugar donde se ha realizado el mayor nmero de investigaciones yde donde preceden las mejores evidencias. Es probable que el poblamiento temprano a comienzos del Postglacial, hace 8 o 10 mil aos, pueda seridentificado en otras reas, en Misiones por ejemplo, pero an faltan estudios y fechados adecuados.

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    II. REAS CULTURALES

    1. reas culturales y ecologa

    Para entender las culturas indgenas es necesario conocer su distribucin geogrfica y su relacin con el medio. Este aspecto de adaptacin,dependencia e influencia del medio fsico sobre la cultura se manifest con ms fuerza en las de menor desarrollo; por lo tanto, es fundamentaldesentraar esta relacin dinmica.En la Repblica Argentina podemos hacer una distribucin geogrfica de las culturas indgenas en cinco reas principales: Noroeste, SierrasCentrales, Pampa-Patagonia, Chaco y Litoral-Mesopotamia.El Noroeste, como su nombre lo indica, abarca el ngulo limtrofe de nuestro pas con Chile y Bolivia. Comprende las provincias de Salta, Jujuyy Tucumn hasta las sierras subandinas, donde el bosque asciende a la vertiente oriental de los Andes; Catamarca, La Rioja y parte de Santiagodel Estero, llegando hasta el norte de San Juan, aunque algunos autores prolongan el lmite hasta cerca de la ciudad de Mendoza. Esta rea puedeser subdividida en varias zonas distintas de acuerdo con sus caracteres botnicos, climticos y fisiogrficos. Fue aqu donde los conquistadoresencontraron las culturas de ms alto desarrollo debido a las influencias irradiadas desde el gran centro de civilizacin situado en el actualterritorio del Per y que los investigadores nombran como Centro Nuclear Andino. Nuestro Noroeste junto con el sur de Bolivia y el norte deChile forma una subdivisin que se denomina rea Andina Meridional. sta, si bien posee muchos elementos culturales comunes con el resto delos Andes, tiene otros rasgos propios bien definidos. Los lmites del Noroeste no son precisos sino ms bien fluidos y difciles de establecer.Hacia el este tienden a confundirse con la regin de las culturas marginales y de las florestas tropicales que ocupaban los bosques chaqueos deSalta y Jujuy. Por el oeste, la Puna establece un nexo de continuidad con las culturas del norte de Chile. Con el sur de Bolivia, el fenmeno de

    continuidad cultural es similar a los ya mencionados.El rea de las Sierras Centrales comprende las sierras de San Luis y Crdoba y las llanuras aledaas. En el momento de la conquista estuvohabitada por pueblos horticultores que poseian alfarera, pero de menor desarrollo cultural que los del Noroeste. Esta rea constituye un escalnde transicin entre las altas culturas del Noroeste y las de economa cazadora de la Pampa.Pampa-Patagonia es quizs el rea ms extensa, y refleja, en lneas generales, condiciones fisiolgicas muy particulares. En el momento de laconquista estuvo habilitada en su mayor parte por pueblos cazadores nmadas. Comprende el territorio desde el pie de la cordillera de los Andeshasta el litora del Ro de la Plata y del ocano Atlntico y desde el Estrecho de Magallanes hasta el sur de San Luis y Crdoba. Debemos destacarla ya mencionada ecologa propia de los canales magallnicos. En pocas coloniales esta rea recibi el aporte de los grupos araucanos venidosdesde el occidente de la cordillera de los Andes; eran nmadas ecuestres que cambiaron casi por completo la fisionoma cultural y econmica delos pueblos autctonos. Solo fueron denominados con la Conquista del Desierto en la segunda mitad del siglo pasado.El rea del Chaco comprende las actuales provincias de Formosa y Chaco y parte de Santiago del Estero, Salta y Santa Fe. Estuvo habitada portribus marginales, es decir, de muy escaso desarrollo cultural. Algunos ncleos horticultores y grupos de guerreros intrusos le dieroncaractersticas muy especiales. En pocas hispnicas un medio hostil hizo que importantes asentamientos europeos, constantemente atacados porlos indgenas, desaparecieran por completo, como es el caso de Concepcin del Bermejo y Esteco. La conquista se llev a cabo en pocas a caboen pocas recientes. An hoy existen importantes ncleos indgenas que van desapareciendo sin que se hayan tomado medidas basadas enestudios modernos de antropologa social, que permitan la incorporacin de esos grupos a la vida de la Repblica. Esto es ms lamentable porcuando pudo aprovecharse la risa experiencia la rica aprovecharse la rica experiencia recogica en este sentido en los pases donde el problema

    despert una verdadera inquietud social y un autntico inters cientfico.La zona a lo largo de los grandes ros como el Paran, el Uruguay y la Mesopotamia configura un rea bien definida. Los ros sirvieron como vasde circulacin para las tribus canoeras. Ncleos de horticultores con plantas de las florestas tropicales, como es el caso de los guaranes, tuvieronuna personalidad cultural y de adaptacin ecolgica muy particular. En el interior del territorio, grupos cazadores nmades persistieron en hbitosms primitivos. Tambin se encuentran culturas de vida intermedios de cazadores-recolectores y sembradores temporales. Esta rea refleja trestipos de ecologa cultural: una de adaptacin a las florestas tropicales y los grandes ros; otra de nmades cazadores-recolectores ocupantes delinterior y, por ltimo, algunas formas intermedias entre ambas.

    2. reas culturales y densidad de poblacin

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    De acuerdo con lo expresado al comienzo damos una particular importancia a la concentracin humana de los diferentes ncleos indgenas por elpapel que stos tienen posteriormente en el desarrollo histrico.Es muy difcil poder establecer una estimacin aproximada de las variantes de la densidad de poblacin que a travs del tiempo sufrieron lasculturas autctonas. Para ello se requieren estudios arqueolgicos muy intensivos y muy cuidadosos que an faltan en nuestro medio. Poseemoss, sobre todo para algunas regiones, referencias etnohistricas; pero stas an esperan un anlisis crtico exhaustivo.A mediados del siglo XVI la poblacin indgena total era, segn distintos autores, entre 300.000 y 340.000 individuos; distribuida en la siguiente

    proporcin:

    Chaco.....................................50.000Pampa....................................30.000Noroeste.................................215.000Mesopotamia..........................20.000Cuyo.......................................18.000Patagonia................................10.000

    (Difrieri, 1.958)

    Faltan buenos mapas de distribucin y densidad de la poblacin; uno de los pocos realizados hasta el momento es de Steward (1.948), y creemosque no es del todo exacto. Este autor da una poblacin total de 41.000 almas para los Diaguitas, es decir, una densidad de 13,1 persona por 100km2, . , , 55.000 .cifra que nosotros creemos demasiado baja Serrano por otra parte estima en individuos la poblacin de los Diaguitas

    36.125 , , 2,5 100El autor primeramente citado da para la Pampa-Patagonia un total de pobladores o sea una densidad de por cada 2 . 52.550, , 15 100 2 ; , 9000, 3km Los Comechingonesn y Huarpes habran totalizado o sea por km los Charras y Caracar es decir

    100 2 . 24.000 , 30 100 2 ;individuos por cada km El delta del Parana habra albergado una poblacin de almas lo que equivale a por km 1.000.000, , 273 100 2 ,los Araucanos del sur de Chile eran estimados en o sea por km lo que tiene decisiva importancia en su

    .conquista posterior de la Pampa y el sojuzgamiento de otros grupos indgenas De las cifras anteriores puede deducirse que la, .mayor densidad se dio en la regin Mesopotamia-delta del Paran en las Sierras Centrales y en el Noroeste En la primera regin el

    , ,cmputo se eleva por la presencia de los grupos de agricultores amaznicos que particularmente los Guaranes por contraposicin.con la baja densidad que posean los cazadores-recolectores habitantes del interior de esa regin

    , ,Otro detalle de importancia es la concentracin de la poblacin en aldeas o pueblos tal como ocurri en el Noroeste donde aquellas2.000 , . ,llegaron a albergar a individuos o ms segn las evidencias arqueolgicas que poseemos al presente En cambio la simple

    50 100 .banda patagonica debi oscilar entre y individuos

    .III EL NOROESTE

    .El Noroeste es el rea cultural ms importante del actual territorio argentino Recibi influencias directas e indirectas de las altas,culturas andinas y tuvo un desarrollo basado en una economa agrcola intensiva con gran variedad de vegetales en la ganadera y

    . , ,en una metalurgia avanzada del bronce Casi todo el Noroeste fue conquistado por los incas lo que le dio a esta rea que en lo , .lingstico presentaba un mosaico de lenguas y dialectos una cierta unidad mayor que la que tena desde sus orgenes

    : , , ,Tradicionalmente se daban cinco regiones la Puna la Quebrada de Humahuaca la Valliserrana los Bosques Occidentales o Sierras. .Subandinas y Santiago del Estero Preferimos unir la segunda y la tercera en una sola que denominamos Valles y Quebradas

    1. Subdivisiones

    La regin de la Puna comprende todo el oeste de Jujuy y Salta y el occidente catamarqueo hasta el departamento de Beln. Es lo que pertenecial antiguo Territorio Nacional de los Andes. Sus caractersticas fisiogrficas y climticas la definen ntidamente. Se trata de una altiplanicie que seencuentra por encima de los 3500 metros sobre el nivel del mar. Distintas serranas interrumpen lacontinuidad de la planicie, formando cuencascerradas; los ros de la Puna no desaguan en el mar. Su vegetacin es pobre, generalmente de pastos duros y pequeos arbustos. Salpicando elmonocromtico paisaje puneo estn las blancas extensiones de los salares. Su clima es extremo, pudiendo ser la amplitud de oscilacin diaria dehasta 20 grados. Las lluvias son escasas, menos de 100 mm anuales, y la mayora de ellas se producen en los meses de verano. La humedadrelativa es slo del 48%. Es una zona que esta libre de heladas unos das de verano.Las condiciones externas son sumamente rgidas e impusieron un sello definido a las culturas que habitaron la Puna, actuando como un freno parasu desarrollo. Estas condiciones de limitacin en la produccin de vegetales estimul, por otro, una economa basada en el pastoreo de animalesadaptados al medio particular, como son la llama y la alpaca. Las culturas de pastores puneos tuvieron, en razn de su estructura econmica,amplio intercambio con las reas aledaas desde pocas tempranas. Para aclarar ms el concepto debemos representar el paisaje andino de alturacomo dividido en franjas ecolgicas; as. los pobladores de un determinado nivel ecolgico se trasladaban a otras franjas en busca de los

    productos que su medio no les brindaba intercambindolos por lo que ellos producan. Un grupo de pastores de llamas, por ejemplo, se trasladabaa los valles bajos para intercambiar la lana y carne de sus rebaos por maz y otros vegetales de las zonas bajas. Esto es lo que ha sido definido

    como la verticalidad del paisaje andino.

    Segn el concepto ecolgico aplicado a Amrica Central, la Puna sera una tpica zona de simbiosis.El cultivo est limitado a los lugares donde existe agua. Se puede decir que por encima de los 4.000 metros la nica tarea econmica posible es elpastoreo. En los sitios con agua ms o menos abundante, verdaderos oasis, los cultivos fundamentales son los tubrculos microtrmicos (el ullucoy la oca), la papa, las quenopodceas (quinoa) y excepcionalmente especies de maz adaptadas a condiciones climticas extremas. Pero aun as,slo se pudo cultivar en escassimos lugares de la Puna. Por otra parte en algunos sitios puneos, donde actualmente casi no hay cultivos, comoen Pozuelos (Jujuy), las evidencias de tareas agrcolas estn ampliamente puestas de manifiesto por la gran cantidad de tiles usados para este fin,como son las palas de piedra, por lo que cierto grado de variacin microclimtica pudo desempear un importante papel en el pasado.En la regin de valles y quebradas incluimos lo que antes se denominaba regin Diaguita o Valliserrana y la Quebrada de Humahuaca.Comprende desde la porcin norte de San Juan, el centro y norte de La Rioja, toda Catamarca, el oeste de Tucumn, Santiago del Estero a lo largodel Dulce y del Salado, el sudoeste de Salta -que hacia el norte se contina por una estrecha faja en el oeste salteo sobre el borde de la Puna-,subiendo por la Quebrada de Humahuaca en direccin norte y corriendo entre el macizo puneo y la vertiente boscosa de las sierras subandinashasta el lmite con Bolivia.

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    Esta regin se compone de valles anchos y quebradas de una altitud entre los 1.500 y 3.000 metros sobre el nivel del mar. El promedio deprecipitaciones es de 250 mm anuales, aunque con variaciones de una zona a otra. La vegetacin corresponde a las provincias Prepunea y delMonte: es decir a la estepa arbustiva y de cactceas. El chaar y el algarrobo tuvieron un alto valor econmico para las culturas indgenas.Tambin ha sido denominado paisaje del cardonal pues el Trichocereus est siempre presente en quebradas y valles, desapareciendo hacia la Punay bosques occidentales. El clima es seco y clido con una temperatura media de 20 grados. Los inviernos no son extremadamente fros puesto quela insolacin diurna produce una elevacin de la temperatura.Una de las caractersticas de esta regin es el cultivo del suelo con riego intensivo, particularmente en los conos de deyeccin o en el fondo de losvalles. En estos lugares se concentraron las poblaciones, fenmeno que persiste en la actualidad. La adaptacin de la llama fue fcil y an hoy en

    Catamarca se encuentran pequeos rebaos.La circulacin a travs de estos valles y quebradas fue intensa como lo demuestran los restos arqueolgicos. Sin embargo tuvieron idiosincrasiasculturales definidas, segn se manifiesta en los estilos cermicos diferentes de valles contiguos, a pesar de los vnculos existentes entre indgenasde comarcas cercanas.El acceso a esta regin de valles y quebradas pudo hacerse desde el norte por los caminos de la Puna; desde el este, por los grandes ros de dondevinieron los elementos bsicos de las florestas tropicales; o desde el oeste, por los pasos de la cordillera de los Andes. Esta cultura concaractersticas definidas, aun participando del conjunto del rea Andina Meridional, se form por la amalgama, el equilibrio y el juego culturalde diversos elementos venidos a travs de las mencionadas vas de acceso, con intensidad variable, y en distintos momentos. Un detallefundamental para entender el proceso, es no asignar preponderancia definitiva a una sola de las reas, ya que se trata de un juego dinmico muy

    particular.La regin de los bosques occidentales o sierras subandinas corresponde a las ltimas estribaciones de los Andes. Geograficamente abarca lasserranas del este de Jujuy y hacia la cuenca del ro San Francisco, los departamentos del este de Salta y la vertiente oriental del Aconquija en elnorte centro de Tucumn. El clima es clido y hmedo, con precipitaciones que llegan a los 1.000 mm anuales. La temperatura media es de 21grados. Debe destacarse que existen variaciones segn las zonas en los factores antes enumerados. El tipo de vegetacin predominante es la selvamontana, bosque y praderas. En determinados lugares la vegetacin es xerfila.La regin de Santiago del Estero, con sus llanuras y sierras bajas, presenta una ecologa muy particular. Fitogeograficamente pertenece a la

    provincia chaquea. La temperatura media es de 20,6 grados y las precipitaciones anuales llegan a 537,9 mm. A lo largo de los grandes ros como

    el Salado y el Dulce se aprovecharon las avenidas peridicas para sembrar en los terrenos as fertilizados. Es probable que utilizaran una especie,no sabemos si silvestre o domstica, de mandioca. La economa de estas culturas dio tambin importancia a la pesca. Los pueblos ubicados aloeste, sobre las serranas limtrofes con Catamarca, tuvieron una configuracin cultural distinta de las anteriores. Santiago del Estero impresionacomo una regin de transicin cultural entre el conjunto del Noroeste y las culturas amaznicas del Litoral-Mesopotamia y los cazadores-recolectores nmadas del Chaco.

    . En las divisiones tradicionales utilizadas por los arquelogos argentinos se consideraba a la Quebrada de Humahuaca como unidad independiente. La base de esta divisin era lingstica, puesse la consideraba independiente de la llamada regin Diaguita (de habla cacn) que abarcaba lo que posteriormente se denomin regin Valliserrana. Nosotros utilizamos un criterio ecolgico ycultural, por lo que la incorporamos a la anterior.

    . Este problema ha sido estudiado y definido por J. Murra en su trabajo: Rebao y pastores en la economa del Tahuantinsuyo (Revista Peruana de Cultura, Comisin Nacional de Cultura, n2,Lima, Julio de 1.964)

    . Palerm, A. y Wolf, E.R, Potencial ecolgico y desarrollo cultural en Mesoamrica (Estudios sobre Ecologa Humana, Estudios monogrficos III, Unin Panamericana, Washington, D.C,1.960).

    2. Perodos cronolgicos

    De acuerdo con el que bosquejamos en la Introduccin, vamos a desarrollar la historia cultural segn la han revelado los estudios arqueolgicosrealizados hasta ahora.En el captulo 1 pasamos revista a las ms viejas culturas que poblaron la Argentina. No sabemos si estas antiguas culturas de cazadores yrecolectores inferiores evolucionaron hacia una economa hortcola o si influjos venidos desde el norte trajeron los rudimentos de la agricultura,con el consiguiente cambio cultural y econmico. ste es un problema an oscuro en el resto de Amrica, pero por lo que conocemos de estaevolucin en el Per y Mesoamrica se desprende que el cambio fue gradual y progresivo. En la Argentina las ms antiguas culturas agroalfareras-vale decir, tcnicamente poseedoras de alfarera y econmicamente basadas en el cultivo de plantas- aparecen plenamente formadas. Esto quizslo sea el reflejo de deficiencias en la investigacin. En Per y Amrica Central, entre las culturas agroalfareras plenamente desarrolladas y lasde cazadores-recolectores existe un perodo intermedio llamado de agricultura incipiente. Es el momento en que el hombre deja la economa

    parasitaria de recoleccin o caza y lentamente domstica algunas antes de poseer alfarera. En general, se trata de un perodo en el que, se realizanexperimentos con plantas locales, como, por ejemplo, los porotos y el mate o lagenaria. En nuestro pas no se ha identificado el perodo deagricultura incipiente. Por lo que hasta ahora sabemos no es posible afirmar que dentro de nuestro territorio se efectuara la

    .domesticacin de ninguna especie vegetal importante Probablemente stas llegaron desde alguno de los centros de domesticacin, , , ,del continente americano uno de los cuales con respecto al maz segn las ltimas investigaciones arqueolgicas pareciera haber

    ( ) , 6000 5000 . .estado en Mesoamrica en el rea de Tehuacn Mxico entre los aos y A c Para esa fecha eran cultivadas otras, ; .plantas como el aj o chile la legenaria y algunas variedades de porotos dos mil aos despus aparecen el maz y otras plantas

    , ,Otro centro de domesticacin en Amrica del Sur probablemente de tubrculos tropicales como la mandioca y la batata debi de. , ,estar en Colombia y Venezuela En el altiplano boliviano en torno al lago Titicaca debieron domesticarse tubrculos como la papa el ; ,ulluco y la oca as como tambin se domesticaron la llama y la cavia o chanchito de las Indias nicos animales domsticos de la

    , .Amrica aborigen junto con el perro y el pavo: .En resumen el perodo de agricultura incipiente es uno de los problemas de nuestra arqueologa Es casi seguro que los restos

    .existen pero por el momento no han sido identificados Debe entenderse como perodo de agricultura incipiente una etapa cultural, ,donde comienzan al llegar las plantas cultivadas pero donde el nivel de la cultura general es an muy bajo ya carece de alfarera

    . , ,metales y textiles elaborados Por lo contrario las culturas conocidas como hemos dicho antes aparecen plenamente formadas con , .ganadera alfarera y plantas cultivadas

    , 1.700 ,Para una comprensin ms clara de las culturas agroalfareras que abarcan un perodo de algo ms de aos las hemos: , .agrupado en tres etapas principales Perodo Temprano Medio y Tardo El Temprano corresponde desde la aparicin de las

    650 . . 650 . . 850 . . 850 . .primeras culturas hasta el ao D c El Perodo Medio desde el ao D c hasta el D c y el Tardo desde el ao D c1.480 . . , , .hasta el D c aproximadamente en que comenzara el perodo que hemos denominado Incaico ste va desde la llegada de

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    .los incas hasta la primera entrada de los conquistadores espaoles Perodo Hispano-Indgena denominamos al lapso posterior al. ,descubrimiento pero en el cual los aborgenes an no han sido conquistados y conservan sus culturas propias Perodo Colonial

    .desde que las culturas indgenas fueron asimiladas a la vida y el sistema institucional espaol,Este sistema de periodificacin tiene por objeto no solamente una comprensin ms clara del proceso histrico en el Noroeste sino

    .tambin poder relacionarlo con el fenmeno similar del resto del rea andina

    .a Perodo Temprano

    Las evidencias correspondientes a las culturas agroalfareras tempranas provienen principalmente de la porcin central del rea que;hemos definido como de Valles y Quebradas muy probablemente en las reas de la Puna y Bosques Occidentales encontraremos. : , , ,culturas de igual o de an mayor antigedad Las ms representativas para este perodo son Condorhuasi Cinaga La Candelaria

    .Alamito y Taf,Hasta ahora la cultura agroalfarera de mayor antigedad es la denominada Taf descubierta en el valle homnimo en el oeste de la

    . ,provincia de Tucumn Esta localidad era conocida como lugar arqueolgico desde el siglo pasado en razn de sus monolitos de. 1.960ms de dos metros de alto y los grandes recintos circulares de piedra Estudios realizados en el ao permitieron a una

    .expedicin de la Universidad Nacional de Crdoba obtener fechados radiocarbnicos y definir a grandes rasgos esta cultura, .La cultura Taf tena sus viviendas de paredes de piedra que hasta en la actualidad se pueden ver en superficie Cada unidad de

    10 20 , 3 6habitacin se compone de un crculo de a metros de dimetro en torno al cual de disponen otros ms pequeos de a , 1 7.metros y cuyo nmero vara de a Cada una de estas unidades as definidas esta separada de la ms prxima por una distancia

    100 300 .de a metros Las excavaciones realizadas dentro de estas ruinas revelaron que el gran crculo central era el patio donde se, , ,realizaban las tareas domsticas como la molienda de los granos y la preparacin de las comidas y adems donde se sepultaban

    . .los muertos de la familia Los crculos menores que rodeaban el patio eran habitaciones con techo de ramas y paja Para estas.viviendas se usaron grandes bloques de piedra

    , , ; .La forma disposicin y tamao de estos poblados supone un tipo especial de vnculo social tal vez la familia extensa sta se: .constituye como resultado de la residencia comn de varias familias emparentadas la pareja paterna que vive con sus hijos A

    .medida que stos se casan se van agregando nuevas viviendas al ncleo de habitacin.La economa de la cultura de Taf parece haber sido eminentemente agrcola La mayor cantidad de sitios de habitacin se

    . ,encuentra en las proximidades de los conoides donde los cultivos se ven favorecidos El nmero de terrazas y de andenes simples, . ( )cuadros delimitados por piedras bajas son muy abundantes La presencia de molinos conanas sugiere la hiptesis de que

    .cultivaban plantas de muy variado tipo y que eran molidas para ser utilizadas como alimento farinceo La gran cantidad de huesos.de llama en los sitios de vivienda hablan de la utilizacin de este animal como elemento de transporte y fuente de alimento y lana

    ,Los miembros de la cultura Taf usaron muy pocas puntas de proyectil de piedra por lo que suponemos que stas fueron de madera. .u otro material perecedero Con frecuencia se hallan piedras de honda y su uso como arma debi ser popular Un elemento comn

    .son las hachas de cuello que fueron utilizadas enmangadas para cortar madera o en las tareas agrcolas El uso de la boleadora.parece estar atestiguado por algunos ejemplares en forma de pera

    .Los individuos de esta cultura acostumbraban fumar alguna especie de nicotiana en pipas de piedra y cermica Ejemplares muy.bellos tienen esculpidas figuras de animales o de seres humanos

    .La alfarera usada por este pueblo es uno de los elementos que sirve para identificar sus restos Por lo general se trata de una, . ,cermica de tipo tosco sin decoracin alguna y paredes alisadas Tambin existe un tipo pintado de rojo pero en muy escasa

    . .cantidad y sin otra decoracin En alfarera fabricaron los torteros o pesos para los husos con que hilaban la lana para sus telas, .A pesar de su posicin cronolgica temprana esta cultura tuvo conocimientos de metalurgia Se han hallado algunos anillos de

    .cobre, .Si bien fueron pobres ceramistas se destacaron como escultores en piedra Se conocen mscaras y menhires -tpicos de esta

    , .cultura- muchos de los cuales llevan extraas figuras esculpidas No sabemos a qu momento de la evolucin de la cultura Taf, .corresponden pero con seguridad estuvieron en relacin con la religin de este pueblo Los menhires se encuentran en el centro de

    .los recintos circulares o rectangulares ms o menos amplios Uno de ellos tiene esculpida la extraa figura de una vbora con cabeza. .humana y que adems estuvo pintado de rojo Otro lleva grabado un motivo felnico de carcter naturalista La mayora de estos

    .monolitos poseen en la parte superior un canal o surco que suponemos serva para atar una cuerda que sujetaba adornos de pluma La presencia de menhires con motivos claramente felnicos sugiere un culto o religin donde este animal desempea un papel

    .importante,El trabajo para construir transportar y luego ubicar en los centros ceremoniales estos monolitos supone la existencia de un vnculo

    . ,social que planifique los esfuerzos del grupo La tarea colectiva tambin se manifiesta en las obras dedicadas al cultivo tales como. .terrazas y andenes Suponemos que la unidad familiar dispersa debi conocer un vnculo sociopoltico ms amplio

    . ,Del aspecto fsico de este pueblo poco sabemos La cantidad de restos encontrados es muy pobre por lo que no se han hecho. , ,estudios somticos En algunos de los crneos hallados se observa la deformacin tabular-erecta es decir aquella que se provoca

    .atando fuertemente la cabeza del recin nacido a una cuna hecha de tablas.Las costumbres funerarias consisten en el entierro de adultos en posicin flexionada dentro de pequeas cmaras de piedra A

    , .diferencia de los pueblos posteriores las ofrendas funerarias de la cultura Taf son pobres Los prvulos fueron enterrados en urnas.y siempre -al igual que los adultos- en el interior del gran patio de la unidad de habitacin

    .Las costumbres funerarias consisten en el entierro de adultos en posicin flexionada dentro de pequeas cmaras de piedra A, .diferencia de los pueblos posteriores las ofrendas funerarias de la cultura Taf son pobres Los prvulos fueron enterrados en urnas

    .y siempre -al igual que los adultos- en el interior del gran patio de la unidad de habitacin.La cultura Taf debi perdurar por mucho tiempo Entre los diversos sitios excavados en el mismo valle existen evidencias de

    , ,relaciones distintas con otros pueblos lo que nos habla de un diacronismo entre ellos que fue confirmado posteriormente por el.carbono catorce Los fechados de radiocarbn ubican esta cultura hacia comienzos de la era cristiana y no hay duda de que su

    . , ,llegada a esta zona pudo ocurrir algunos siglos antes Este pueblo debi venir desde el altiplano de Bolivia ya que aqu en ese sitio , . .de Wancaran una cultura con cierto parecido se remonta a los comienzos del primer milenio A c

    .La cultura de La Candelaria toma el nombre del departamento salteo donde fuera descubierta Geograficamente se distribuye por.el este y sur de Salta y norte de Tucumn Los yacimientos de esta cultura fueron excavados por Alfred Metraux y posteriormente

    . , ,por el arquelogo sueco Stig Ryden Cermicas correspondientes a los estilos de La Candelaria o con cierto aire de familia se ( ) ( ) .encuentran en Taf del Valle Tucumn y en el Valle del Hualfn Catamarca Es difcil determidar si se trata de piezas recibidas por

    ,comercio por procesos de aculturacin o si la cultura de La Candelaria tuvo un temprano desplazamiento en forma ms o menos, . ,pura a estas regiones hecho muy poco probable debido a las condiciones ambientales muy distintas Si se trata del mismo pueblo

    . , ,ste debi sufrir importantes cambios para adaptarse a la nueva zona Lo ms posible es pues que se trate de un simple .transplante de sus hbitos alfareros

    ,No sabemos cmo fueron los sitios de vivienda de esta cultura ya que una de sus caractersticas es la de no poseer arquitectura de. 30 40 ,paredes de piedra Los restos arqueolgicos corresponden a sitios pequeos de a metros de dimetro dentro de los cuales se

    . ,encuentran dispersos los fragmentos de alfarera y restos de fogones stos no son muy profundos lo que hablara de una.ocupacin relativamente fugaz del lugar

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    : , .El elemento ms caracterstico y mejor conocido de esta cultura son los tipos cermicos urnas alfareras de color rojo y negro Las, , . ,urnas que son recipientes de gran tamao sirvieron para la inhumacin de nios y de adultos No llevan decoracin pintada sino

    .guardas geomtricas formando ngulos o zigzags alrededor del cuello y que fueron hechas cuando la pasta estaba an fresca .Tambin es comn que tengan aplicaciones de pequeas figuras modeladas El color de la superficie externa de estas urnas es gris

    . , .rojizo o negruzco Las paredes son delgadas aun en las piezas de gran volumen lo que habla de una tcnica alfarero depurada La . .forma es globular o alargada con fondo redondeado Un puco o escudilla hace las veces de tapa

    , .Los vasos de cermica pulida y brillante estn decorados con punteados grabados o modelados Son comunes los dibujos.geomtricos incisos que delimitan rostros de extraas formas acentuando caracteres anatmicos o pinturas y tatuajes faciales

    ,En los estilos cermicos de La Candelaria existe un predominio del carcter plstico de las formas an en aquellas piezas de uso. , ,cotidiano Van provistas de curiosas salientes bulbosas a veces representando senos femeninos dispuestas simtricamente

    , .alrededor del vaso en la base y en el cuello ste termina en labios salientes como los de, .una trompeta que equilibra el juego de volmenes creado por las prominencias Otra particularidad de la cultura de La Candelaria es

    , , .la creacin de seres fantsticos mezcla de atributos humanos y animales con cuerpos rechonchos El juego de masa engendra , . ,criaturas de pesadilla extraos mamferos o insectos de una fauna existente slo en la fantasa de su creador En general la

    . ,cermica de este con la Condorhuasi Pero se diferencia de stas por la escasa utilizacin de la pintura en las decoraciones que es.reemplazada por los modelados o las incisiones rtmicas

    Lo que nosotros denominamos La Candelaria debe ser en realidad un grupo grande de tipos cermicos que tienen por comn, .denominador el uso de alfarera negra o gris la abundancia de vasos efigies y el predominio de urnas Estaramos en presencia de

    .una vieja tradicin alfarera transmitida durante siglos por la permanencia de determinados cnones artsticos y tcnicos Sin duda se,produjeron cambios perceptibles a travs del tiempo pero la falta de estudios arqueolgicos sistemticos no ha permitido

    . diferenciarlosHacia el oriente jujeo en la cuenca del ro San Francisco y zonas salteas de la Sierra de Santa Brbara se han identificado desde

    . 1.901 ;principios de siglo grandes montculos y sitios arqueolgicos En el ao trabaj la expedicin sueca del barn Nordenskild . .recientemente realiz investigaciones el profesor A Serrano Los yacimientos se caracterizan por la presencia de cermica gris-

    , , . .negra con decoracin incisa y en menor cantidad alfarera pintada Las formas ms comunes son troncocnicas y globulares Las.asas estn modeladas con motivos zoomorfos Existen urnas funerarias para prvulos de fondo cnico y decoradas con figuras

    . .antropomorfas en relieve En la cermica pintada la decoracin se realiz con dibujos negros sobre el fondo rojo oscuro. .Con piedra fabricaron hachas pulidas y puntas de flecha de obsidiana o vidrio volcnico Los adornos de concha son abundantes

    , ;En las costumbres funerarias se destacan los entierros de nios en urnas de alfarera como ya lo hemos sealado los adultos.fueron inhumanos directamente en el suelo

    Esta cermica de la cuenca del ro San Francisco se vincula con las culturas Cinaga y Condorhuasi de los valles catamarqueos, . ,por los motivos decorativos las tcnicas y las formas de la alfarera Posee rasgos tpicos del Perodo Temprano tales como el uso

    .de pipas acodadas para fumar,Desde el punto de vista ecolgico es una regin importante ya que se trata de la puerta de entrada desde el monte chaqueo hacia

    . .los valles de altitud media del corazn del noroeste Los intercambios debieron ser mltiples y en pocas tempranas, .La cultura Cinaga toma su nombre del sitio homnimo a orillas del ro Hualfn en el departamento Beln provincia de Catamarca

    ,Los yacimientos arqueolgicos de esta localidad se encuentran sobre grandes depsitos de sedimentos que bordean los ros y, , . , , ,actualmente por efectos de la sequa estn transformados en barreales En razn de esto Cinaga juntamente con Aguada

    . , ,integraba lo que se dio en llamar cultura de los barreales La dispersin geogrfica de la cultura Cinaga abarca de norte a sur , .parte del Valle Calchaqu todas las provincias de Catamarca y La Rioja y la porcin norte de San Juan En la regin punea se la

    ( ) . , ,encuentra en Laguna Blanca Catamarca Por comercio o canje su alfarera y quizs otros elementos llegaron a lugares tan lejanos.como San Pedro de Atacama en Chile

    ,No existen fechados directos para los yacimientos a orillas del ro Hualfn pero los hay para sitios como El Alamito donde el material. ( )Cinaga es abundante Tambin existen para el valle de Abaucn Catamarca de un material que tal vez sea una facie Cinaga con

    . .variantes regionales El promedio de las ocho muestras -cuatro de El Alamito y cuatro del Valle de Abaucn- ubica a esta cultura c 300 350 .- de la era cristiana Poseemos evidencia como para pensar que la misma debi perdurar por lo menos hasta los comienzos

    , 650 .de la cultura Aguada aproximadamente en el de nuestra era, .La economa fue esencialmente agrcola con obras de irrigacin sobre todo en los conos de deyeccin La planta ms cultivada fue

    , . ; ,el maz de la cual conocemos varias especies Recolectaron frutos de chaar y algarrobo desde zonas alejadas trajeron uruc fruto. .que tie de rojo y que debieron usar en pinturas corporales Un factor importante en la economa debi ser el pastoreo de llamas Es,probable que en lugares llanos construyeran represas las que son visibles en la actualidad por los altos montculos producto de la

    , .extraccin de la tierra conocidas con el nombre de alpataucas. , ,El patrn de poblamiento de esta cultura no es bien conocido En determinadas zonas como el valle del Hualfn las viviendas fueron

    ; , , .de material perecedero en otras como en el valle de Santa Mara eran de paredes de piedra En Laguna Blanca se han encontradohabitaciones semienterradas de planta oval de cuatro a cinco metros de dimetro y que estn incluidas dentro de los campos de

    . , , .cultivo o recintos de siembra Este patrn de poblamiento responde en lneas generales al de todo el Perodo Temprano.El elemento diagnstico ms importante y tpico es el que surge de la clasificacin y estudio de los tipos cermicos La cultura

    ,Cinaga presenta una amplia variedad en su alfarera pero en trminos generales predomina la cermica de color gris negruzco y. .decorada por medio de incisiones Aparte de esta cermica gris incisa existen otras pintadas Una de ellas es la que presenta un

    , .englobe o bao-crema blanquecino sobre el que se dibujan en negro figuras geomtricas o zoomorfas Otro tipo lo constituyen.vasos de superficie natural color beige sobre la que se han pintado dibujos geomtricos simples de color rojo Aparecen tambin

    , ,vasos modelados que representan tigrillos los que probablemente fueron copiados de los similares de la cultura Condorhuasi y que. :excepcionalmente sirvieron como urnas para la inhumacin de prvulos Las formas ms comunes en casi todos los tipos son urnas

    40 ,de no ms de centmetros de alto para el entierro de prvulos provistas de asas horizontales jarros altos y medianos y pucos o. ,escudillas de paredes rectas o de forma cnica Por supuesto que en sta como en las otras culturas las diferencias de forma

    .traducen aspectos funcionales.En cermica tambin fueron confeccionadas grandes pipas para fumar hojas de algunas plantas del gnero nicotiana Estas pipas

    .estn decoradas por lo general con motivos similares a los de la alfarera incisa Existen otras de hornillo cnico y tubo muy corto; .vertical que se denomina incensarios estn decoradas con caras antropomorfas de aspecto fantstico Figuras de simios fumando, .en algunos petroglifos hacen pensar que este habito se relaciona con fines rituales como lo hacen en la actualidad los araucanos

    , , ,Del basalto obtuvieron grandes lminas retocadas en el borde debieron servir para las tareas agrcolas ya que algunas semejan . ,picos Como ofrendas funerarias aparecen curiosas bolas de piedra de numerosas puntas similares a un arma que usaron los

    .pueblos de la llanura pampeana y patagnica En el caso de Cinaga estn confeccionadas de una roca deleznable por lo que su. , ,funcin debi ser otra Tambin aparecen en las tumbas hachas de piedra pulida de seccin cuadrangular y en algunos casos con

    , .agujero cuspidal las que debieron servir para cortar la madera o para el laboreo de los campos de cultivo,En rocas blancas como la piedra sapo confeccionaron vasos de forma cnica subcnica y de reloj de arena magnficamente

    . ,pulidos y de superficie muy tersa A veces estn decorados sobre los bordes con figuras de guerreros sobre todo en los ltimos. ,perodos ya prximos a Aguada Posiblemente estuvieron en relacin con alguno de los ritos pues no son frecuentes y aparecen en

    .pocas tumbas y sitios de viviendaLa cultura Cinaga cont con hbiles metalrgicos que fundieron hachas en forma de I de hoja muy delgada y otras que slo

    . ,sirvieron como insignias En algn momento de esta cultura debi introducirse el bronce lo que sin duda signific un notable

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    . ,adelanto tecnicultural Se han encontrado adornos en oro martillado como pendientes narigueras y figuras ornitomorfas semejantes. .a una palomita con las alas extendidas Muy frecuentes son pinzas destinadas a la depilacin facial

    , :En hueso se conocen pocos instrumentos por lo general relacionados con las artes textiles tiles destinados a ajustar la trama del.tejido y torteros rectangulares con los clsicos motivos decorativos de la cultura En las costumbres funerarias se destacan los

    , 200 .cementerios de prvulos enterrados en urnas de alfarera pudiendo tener uno solo de ellos hasta enterratorios No sabemos si, .se trata de nios muertos naturalm