Aproximaciones a una antropologia reflexiva

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  Tabula Rasa Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca [email protected] ISSN (Versión impresa): 1794-2489 COLOMBIA  2003  Alhena Caicedo  APROXIMACIONES A UN A ANTROPOLOGÍA REFLEXIVA Tabula Rasa, enero-diciembre, número 001 Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca Bogotá, Colombia pp. 165-181

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Alhena Caicedo

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  • Tabula RasaUniversidad Colegio Mayor de [email protected] (Versin impresa): 1794-2489COLOMBIA

    2003 Alhena Caicedo

    APROXIMACIONES A UNA ANTROPOLOGA REFLEXIVA Tabula Rasa, enero-diciembre, nmero 001

    Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca Bogot, Colombia

    pp. 165-181

  • Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.1: 165-181, enero-diciembre de 2003 ISSN 1794-2489

    APROXIMACIONES A UNA ANTROPOLOGAREFLEXIVA

    ALHENA CAICEDODEA cole des Hautes tudes en Sciences [email protected]

    Artculo de Reflexin Recibido: junio 15 de 2003 Aceptado: agosto 18 de 2003

    ResumenLa investigacin social se inscribe en una paradoja. A partir de los aportes de la teorasistmica y del pensamiento complejo de segundo orden, la autora propone una reflexinsobre el lugar que ocupa el investigador social que se enfrenta a un sujeto del cual l mismohace parte. Desde ngulos tan diversos como la narrativa, la expresin corporal y las artesplsticas se propone una mirada trasgresora de las lgicas en las que se inscribe una investi-gacin social. Se trata de hacer de la antropologa un ejercicio de agenciamiento que permitalecturas creativas de la realidad social, sus dinmicas de cambio y sus posibilidades de trans-formacin.

    Palabras clave: Reflexividad, subjetividad, narrativa, metodologa en antropologa.

    AbstractSocial research is caught up in a paradox. Building on the contributions of systemic theoryand the complex thought of second order, the author proposes a reflection on the role ofthe social researcher who is faced with a subject of which he/she forms part. From suchdiverse angles as narrative, corporal expression, and plastic arts, a transgressor gaze is offeredof the logics that inscribe social research. The aim is to make anthropology an exercise ofagency-construction that allows creative readings of social reality, their dynamics of changeand their possibilities of transformation.

    Key words: Reflectivity, subjectivity, narrative, anthropological methodology.

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    En una sociedad como la nuestra y en un momento histrico como el presente, elejercicio de tratar de pensar de otro modo est lejos de ser un mero deporte intelectual,antes al contrario, es la condicin de posibilidad misma para la creacin de libertad.

    (Miguel Morey, Introduccin a Tecnologas de Yo)

    La coyuntura propiciada por la polmica terica que suscita el surgimiento deuna llamada posmodernidad sugiere, ms que el detenerse en los aciertos odesaciertos que han tenido los tericos que se dedican a pensar o a predecir lasuperacin de la modernidad, un vislumbramiento de nuevas posibilidades deacercamiento epistemolgico que, sin pretenderse nicas, abren nuevos camposde anlisis. Campos que, por inexplorados, tienen a su favor el beneficio de laduda sobre los resultados reales que pudieran lograr la aplicacin de nuevasmetodologas de investigacin. Es precisamente sobre este punto que me pareceimportante retomar un tema ante el que la academia colombiana ha sido tanrenuente como es el de la legitimidad de conceptos nuevos como la subjetividad,que han tomado vida propia y que se alistan para ser confrontados en trminosprcticos al interior de mtodos y tcnicas de anlisis de la realidad colombiana.

    En este sentido, quisiera guiar este ensayo conservando un orden muy cercano ami propia experiencia reflexiva sobre el tema y, adems, hacer la aclaracin deque todo lo que aqu se diga parte, en primera instancia, del ejercicio intuitivo dequienes venimos trabajando bajo esta perspectiva.

    El sujeto de la antropologa

    El contorno de definicin del objeto de la antropologa resulta, hoy ms quenunca, difcil de trazar. No slo por la tendencia evidente en la cotidianidadde una prctica que se solapa con la de disciplinas cercanas como la sociologa, lahistoria o la psicologa, sino porque es precisamente esa tendencia la que demuestraque el delineamiento epistemolgico de esos bordes se va quedando obsoletoante la complejidad de los sujetos de los cuales se pretende hablar. No es entoncesningn descubrimiento el que el nuevo sujeto de la disciplina se haya transformado,y hago esta afirmacin trayendo a colacin la idea que Marc Aug planteaba apropsito del tema durante una conferencia para la Fundacin Social hace algunosaos. A pesar de las intersecciones que se dan en la prctica de las ciencias sociales,la trayectoria histrica de cada una de las disciplinas ha mantenido unos ejes bsicosque delinean sus diferentes aproximaciones. La sociologa funda su enfoque en elconjunto de la sociedad como sistema per se; a su vez, la psicologa ha enfocado alindividuo como unidad en relacin consigo mismo y con sus congneres; mientrasque la funcin de la antropologa ha sido y es la de develar la interaccin de ese

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    individuo con el todo social en el tiempo y el espacio, es decir, en la relacinque lo convierte en un sujeto social-cultural.

    El eje reflexivo

    Por cuestiones del azar y por una poca experiencia que haba tenido en el tema,llegu al terreno de las investigaciones sobre jvenes. Tal vez mi crtica comienzapor este lado, pues durante los aos que estuve en la universidad existi siempreuna reticencia tcita a pensar en sujetos de estudio alteridades diferentes alos ya establecidos. En este sentido y ante la posibilidad de vincularme a la segundaparte de la investigacin Concepciones de vida y muerte en jvenes urbanos,desarrollada por el DIUC1 , el primer paso consisti en aprender a delinear loscontornos de eso que llamamos jvenes. Fue precisamente ese proceso dondemi experiencia fue atravesada por una serie de afectaciones que terminaron en elejercicio reflexivo de reconocerme yo tambin como joven, sujeto y, a la vez,objeto de la investigacin.

    La incertidumbre ante la pregunta dnde me paro? no es gratuita. Se intentamantener una distancia para legitimar aquello que llamanobjetividad, pero qu sucede cuando uno, comoinvestigador, hace parte de lo investigado? A estoagregara otra pregunta ms compleja, cmo mirar el

    objeto cuando l tambin me est mirando? Las paradojas de la investigacinsocial no terminan all. De hecho, no han sido pocos los debates que se han dadoen este campo y que se seguirn dando por cuenta de la multiplicidad deaproximaciones y opiniones que hay en torno a la llamada objetividad. Entreellas, me interesa abordar aquella que propone el llamado pensamiento complejo2 .Si bien no se trata de casarse con una teora, creo que el abordaje de una perspectiva

    trasgresora de los rdenes lgicos que abre nuevasposibilidades epistemolgicas a las ciencias humanas,adquiere mayor validez cuando se piensa como unaposibilidad de mirar la unidad del hombre y no me

    refiero a universales en tanto sistemas a partir de los cuales se desarrollan noslo procesos constantes sino tambin diferencias y diversidades. Esta afirmacinpuede resultar confusa y, de hecho, profundizar en esta cuestin resulta sumamentecomplicado, ya que es el paradigma reflexivo quien integra, disgrega, superponey ubicua los diferentes puntos de entrada. En otras palabras, todo lo que aquintento decir est conectado, todo hace parte de lo mismo; debo reconocer entoncesla dificultad que existe para exponer linealmente esos puntos de entrada y quellam nuevos conceptos.

    1 Departamento deInvestigaciones de laUniversidad Central.

    2 Se llama pensamientocomplejo en tanto piensael pensamiento de lossistemas observadores.

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    La perspectiva de la reflexividad

    El concepto de reflexividad tiene su origen en las ciencias duras. Muchos autoresque se han dedicado al anlisis de esta nocin han sido formados en camposcomo la fsica y la biologa y han llegado al terreno de las ciencias blandas donde,a partir de la transposicin de los esquemas de la lgica matemtica y biolgica yla teora de sistemas, han procurado reformular la manera de acercamientoepistemolgico de las ciencias sociales y humanas. La reflexividad es una perspectivaque involucra y afecta planos de diferente naturaleza pero que son interdependientes.Se trata, entonces, de la trasgresin de las lgicas de lectura de distintas dimensionesde la realidad con el fin de ampliar sus posibilidades de aprehensin. As, paracomprender qu es y cmo funciona la reflexividad es necesario aproximarse adichos planos y mirar su afectacin en relacin con los dems.

    La reflexividad encuentra su sustento en la paradoja, es decir, en la contradiccinlgica entre planos de referencia y aquello que los compone. Ejemplos clarospodran ser, entonces, la paradoja de la ciudad indestructible que es bombardeadacon un misil indestructible o aquella del cretense que afirma que todos los cretensesmienten; ambos casos sin duda confunden en la medida en que son autorreferentes.A pesar de que la contradiccin haba sido desde la antigedad un terreno proscritoy anulado de las formulaciones de los lgicos (se les llamaron crculos del diablo),el abrir la posibilidad de salirse del esquema de explicacin bipolar de lo verdaderoy lo falso y encontrar dimensiones gnoseolgicas que en vez de fragmentar unifican,dando nuevas perspectivas de lectura, ha sido un recurso propio de la epistemologaun ejemplo lo constituye la invencin de los nmeros imaginarios en lamatemtica.

    TEKENENTomado de Estampas y dibujos, M.C. Escher, Taschen 1991

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    Otro ejemplo es la obra plstica de M. C. Escher, donde la contradiccin entreplanos exige saltar a una dimensin diferente para leer desde otra ptica dichosplanos y entender la intencin del autor. Lo mismo sucede con el uroboro, laimagen mtica de la serpiente que se come su propia cola. En un solo plano, lalectura es contradictoria. Si seguimos la trayectoria que propone mientras se come,una vez que termina podemos indicar una diferencia, y as cuantas veces lo hagamos,pero estamos siempre ante la misma serpiente. Varios planos-lecturas sesuperponen; el uroboro est en movimiento. Como quiera que sea, ese salirse osaltar de plano no quiere decir que el nuevo plano sea radicalmente diferente alinicial: un ejercicio reflexivo nos permite realizar una observacin sin separarnosde lo observado.

    As, aunque la primera reaccin que tenemos ante una contradiccin lgica esabortarla, tambin podemos desdoblar los planos, salirnos, pararnos en otrolado para acceder desde all a otro tipo de mirada. De esta forma, podemosafirmar que el hecho paradjico es creativo en la medida en que ampla lasposibilidades de aproximacin; dejamos de resolver la cuestin slo comoverdadera o slo como falsa, para entenderla como un todo, verdadero y falso ala vez, imaginario, sin sentido... En otras palabras, las paradojas son crculoscreativos que permiten la invencin de nuevas pticas y, desde all, decosmovisiones alternativas y de nuevos mundos posibles.

    DRACKTomado de Estampas y dibujos, M.C. Escher, Taschen 1991

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    La lgica de los seres vivos

    En el marco de la teora de sistemas, la nocin de reflexividad es la que permiteentender el funcionamiento de los seres vivos. Tanto las bacterias como lassociedades humanas tienen la capacidad de especificarse, esto es, de definir lo queles es propio. Todos los seres vivos tienen esa peculiaridad: una clula se distinguede otras clulas porque define las fronteras que la separan de aquello que no es, esdecir, de su mundo exterior y de sus similares. Es precisamente esta facultad deauto-organizacin a la que se denomina autonoma. Ahora bien, la autonomarecrea la idea de que ese sistema-clula debe intentar construirse y reconstruirsepermanentemente; no obstante, ese trabajo depende del mundo externo. En estesentido, autonoma interna y dependencia externa conforman una paradojanecesaria a la hora de entender el funcionamiento de cualquier ser vivo. En palabrasde Edgar Morin, los llamaramos sistemas auto-eco-organizados. La forma enque est elaborada la nocin de auto-eco-organizacin es muy til al momentode aproximarse a problemas diferentes tal vez complementarios al de laorganizacin de los seres vivos. La posibilidad de incluir una paradoja (o varias sise quiere) dentro de un esquema explicativo del tipo autonoma y dependenciaimplica abordar un principio de simultaneidad y de necesidad de los contrarios.De lo que se trata es de entender, por lo menos en la auto-eco-organizacin, larelacin de interdependencia de lo interno con lo externo, de la autonoma con ladependencia. Cualquier cosa que suceda con lo auto incidir en lo eco y al revs. Laorganizacin se encuentra, entonces, en transformacin constante debido al carcterrelacional de lo auto con lo eco que genera permanentemente fuerzas y tensionesque en ltimas son las que la conforman (Serrano et al, 2001: 6).

    As, volviendo al lugar de la antropologa, autores como Jess Ibez (1994)advierten que las ciencias sociales se diferencian de otras como la fsica o la qumicaen que quien es observado sistema objeto tiene la misma capacidad de distinciny objetivacin que tiene quien lo observa sistema sujeto. Dicho de otro modo,los investigadores sociales no podemos tener la certeza de la objetividad frente aobjetos de estudio que son iguales a nosotros. As las cosas, cualquier sujetodebe aceptar que su objeto tambin puede ser otro sujeto que lo puede considerarcomo un objeto. Tan compleja es la cuestin que el otro puede frustrar, mediantesu actividad en forma de accin consciente, la objetivizacin de esa actividad.Desde una perspectiva reflexiva, habra que asumir que la investigacin social esparadjica y que todos somos sujetos y objetos de investigacin: los lmites sedesdibujan; sujetos y objetos se afectan mutuamente.

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    El camino de las subjetividades

    Los avatares de la contemporaneidad estn reclamando el volver los ojos hacialos sujetos. Pero no slo en tanto estos representen individualidades, sino porquela dicotoma ficcional entre lo pblico y lo privado ha desarticulado las preguntaspor la accin pblica de las preguntas por los sujetos que las realizan y viceversa.Dicho de otro modo, la individualidad e intimidad de los seres humanos haquerido ser vista en una dimensin privada, exenta de cuestionamientos y, porsupuesto, de negociaciones, en contraposicin al mbito de lo pblico, de losocial-colectivo, de lo poltico. Aquello que define lo privado ha querido representarverdades; es ste el lugar adjudicado a la moral, al ta deonta deber ser y, engeneral, a toda la tradicin de los postulados axiolgicos histrico-culturales. Elintento por poner en evidencia las estrategias del poder hace necesario volversobre el sujeto para deslegitimar esta dicotoma, pero tambin implica un conceptode lo social que parta del dinamismo particular que son los sujetos y que dcuenta de las modalidades de lo colectivo como espacios de constitucin de lasfuerzas capaces de determinadas acciones y prcticas sociales. No slo se trata deevidenciar los presupuestos que nos lega la cultura, sino de reconocer lapotencialidad de creacin que existe a la hora de imaginar un futuro. En esta va,no se trata de hurgar en los sujetos porque s, sino de entender cul es el dilogoque se establece entre stos y la realidad, en el mbito individual, pero sobre todo,en el campo de lo colectivo. Es precisamente de ese dilogo del que damoscuenta cuando nos referimos a las subjetividades.

    La subjetividad no es exactamente aquella nocin que se opone a la de objetividad,sino ms bien la que nos habla de un sujeto-escenario donde se cruzan una seriede fuerzas y tensiones que lo constituyen como tal. La cualidad de esas tensionesy fuerzas es lo que llamamos subjetividad. Ella resume todo aquello que somos,lo que pensamos, lo que otros piensan, lo que queremos ser. Dicho de otromodo, ella es el resultado de pensar la realidad y de cmo esa realidad en la queestamos inmersos tambin nos delinea. Su funcin est en darle sentido a lasprcticas sociales, sentido que se construye en la articulacin de las temporalidadesque definen a los sujetos: la memoria, la manera como entendemos el pasado ydonde se entrecruza la historicidad sociocultural con el decantado de las vivenciasindividuales; la experiencia, el lugar de la accin; y la utopa, la forma de percibirun futuro an no constituido (Zemelman y Len, 1997). No obstante, la articulacinentre estos ejes temporales no es ni nica ni esttica, por el contrario, adquieremiles de texturas, rdenes y formas y se encuentra en constante movimiento.Desde el ahora, la memoria y la utopa adquieren sentido pues desde all sereconfiguran permanentemente las visiones del pasado y del futuro. Pero el presentetambin es llenado de sentido desde los otros ejes. Al entender ese presente como

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    el lugar de concrecin de las prcticas sociales, vemos cmo la subjetividad seconstruye en relacin con ellas y viceversa: a la vez que se le da sentido-direccina lo que se hace, ese hacer puede cambiar el sentido de lo que se piensa.

    Se hace parte de una poca, de una sociedad, de una cultura que ha creado supropia historicidad, pero, a la vez, se construye el presente desde la incidencia quetienen las prcticas sociales en el entorno y se prefigura un horizonte hacia delante,es decir, se crea una idea de futuro. As, parafraseando a Ortega y Gasset con suyo soy yo y mis circunstancias, se advierte una vez ms el carcter auto-exo-organizado. La subjetividad es paradjica en la medida en que es autorreferenciada.No podemos dar cuenta de un producto que est en permanente proceso detransformacin, ya que al determinar su estado actual indeterminamos elmovimiento de su transformacin y viceversa. Como la paradoja de Zenn deElea, esto es un juego espacio-temporal; el movimiento existe ms all de ser unasecuencia de puntos inmviles.

    Los procesos de subjetivacin

    El punto a tener en cuenta es cmo se construyen las subjetividades, cules son ycmo se dan los procesos de subjetivacin. En primera instancia, hablamos deun proceso a partir del cual el mundo exterior es llenado de sentido y de valor.En esta medida, el cuerpo cobra una dimensin fundamental. Es por mediosuyo que las experiencias vitales se hacen posibles y es l el territorio donde segeneran y recrean las emociones. El mundo entra a nuestro cuerpo por medio delos sentidos como a travs de un embudo y all cada percepcin sensorial se llenade significado. As, remitindonos a Zandra Pedraza (1999), las sensaciones simplesmanifiestas en olores, sabores, brillos, texturas, sombras, opacidades, soninterpretadas desde nuestra sensibilidad y convertidas en emociones, equilibrios,atmsferas, disonancias, armonas, proporciones, desatinos. En una palabra, enestesias a partir de las cuales la sensibilidad se actualiza y se crean las estticas.

    Ahora bien, entendiendo que el medio es el cuerpo, cmo se lleva a cabo elproceso? Para entender la subjetivacin hay que retomar una vez ms la nocinde reflexividad. Cuando hablamos de sistemas auto-exo-organizados, nosreferimos a sistemas con la capacidad de reconstituirse permanentemente enrelacin con la informacin que les llega del exterior. Las inyecciones deinformacin funcionan como agenciamientos que permiten la actualizacin delos sistemas; as mismo, los procesos de subjetivacin introducen en el sujetodatos del exterior que adquieren forma al ser cargados de sentido y luego valoradosdesde la subjetividad, al tiempo que la actualizan.

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    Narraciones: expresiones de la subjetividad

    Dentro de las tcnicas etnogrficas, las historias de vida se han convertido endocumentos importantes a la hora de desentramar dinmicas histricas. Es atravs de ellas que el investigador puede reelaborar el campo de tensiones quesedan en el tiempo entre diferentes sujetos y entre stos y un entorno. Sin embar-go, la narracin en s constituye una dimensin que pocas veces ha sido contem-plada desde la mirada antropolgica. Para esto, quisiera resaltar dos aproxima-ciones que se complementan: 1) la estructura narrativa desde el punto de vistalingstico y 2) la narratividad como proceso de aprehensin del mundo.

    La narracin es una forma de comunicacin que incorpora diferentes estadios decomprensin. Si bien suele asociarse con el lenguaje verbal, no excluye otroscomo el visual, el corporal, etc. En una primera instancia, la narracin puede serentendida como el procedimiento que se sigue para contar un suceso, por lo queen su definicin debemos sealar dos principios fundamentales: a) ella est ligadaa una nocin de tiempo que transcurre y avanza, y b) requiere de un actor oactores que produzcan o sufran cambios. En este orden de ideas, la estructuranarrativa, como encadenamiento de secuencias, cuenta con varios elementos en-tre los que resaltan: la unidad temtica los actores, un proceso transformacionalantes, accin, despus y una evaluacin. De esta forma, la narrativa se convier-te en una concrecin discursiva del movimiento subjetivo de quien experimentauna accin.

    En una dimensin mucho ms amplia, la lingstica pragmtica ha resaltado elvalor del lenguaje como productor de realidad. As, para autores como Bruner(Contursi et al, 2000) o como Harold Goolishian y Herlene Anderson (1995), lacreacin de narrativas trasciende la mera intencin de describir un evento y, msall, se convierte en el proceso mediante el cual le damos al mundo sentido y,simultneamente, nos dotamos de sentido nosotros mismos. En este marco, elnarrarse a s mismo no es slo hacer un recuento de lo que uno piensa que es; elacto narrativo trasciende, se convierte en un escenario en el que se entrecruzan lamemoria, la experiencia y la utopa, y donde las distintas formas de articulacinentre estas temporalidades se traduce en la formacin de una coordenada dereferencia desde la cual se habla. Pasado y futuro, memoria y utopa, se reelaboranpermanentemente desde el ahora, por lo que la respuesta a quin soy yo estsiempre en proceso de creacin desde la experiencia del presente. De acuerdo conesto, la narratividad el proceso subjetivo de construccin de una coordenada y lanarracin el producto de esa ubicacin espacio/temporal de la subjetividad cons-tituyen formas de situarse en el presente para observar la realidad. En este sentido,podemos decir que la narrativa es tambin paradjica en la medida en que, alnarrarse, se da cuenta de lo que se es y a la vez se est conformando ese ser.

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    En efecto, el hablar de s mismo cuestin, de hecho, bien complicada para lamayora deja la sensacin de ya no ser-estar igual, aunque frecuentemente no seauna impresin consciente. Algo parecido sucede cuando se hace un diario decampo. Si bien el diario es una tcnica dentro del trabajo etnogrfico, la mayorade las veces termina siendo una especie de bitcora de narrativas donde quedaregistrado, por un motivo u otro, una pequea biografa de quien lo redacta. Sinembargo, su presencia ha sido siempre proscrita por aquellos investigadores quehan querido ver all un peligro para la objetividad de la mirada antropolgica.Incluso, estos atisbos de la subjetividad, como en el caso del diario oscuro deMalinowski, suelen ser despreciados, desaprobados, como si se tratara de unvirus infeccioso que vicia toda la produccin intelectual de quien los deja salir a laluz.

    No obstante, existen formas menos ortodoxas y ms acordes con la humanidaddel investigador a la hora de sistematizar la informacin que se recoge en campo.En esta va quisiera resaltar la propuesta de Ira Progoff del diario intensivo comouna posibilidad diferente de ver el trabajo etnogrfico. El diario intensivo es uninstrumento metodolgico diseado para la reflexin autobiogrfica y que porese carcter permite, adems del registro sistemtico de informacin, explorarlas percepciones ms profundas acerca del proceso intersubjetivo que se estableceentre quien investiga y quienes son investigados. No es gratuito, entonces, que elprimer ejercicio para iniciar el diario sea responderse la pregunta quin soy yo eneste momento? Volvemos una vez ms a las narrativas como productos de lasubjetividad desde donde se leen las transformaciones de los sujetos.

    Experiencias lmites

    Ahora bien, los efectos de la experiencia al interior de la subjetividad puedenadquirir diferentes valores. No es lo mismo una narrativa que habla de hoy meencontr con tal persona... a una que hable de me enter de que voy a tener unhijo.... Si bien ambas condiciones denotan un cambio de la circunstancia de quienprotagoniza la accin, es evidente que la ltima emocionalmente exigir de suparte la reflexin sobre el evento y podra inducir una revaloracin de losparmetros que ha establecido para pensarse. Parafraseando a Cortzar, unopuede decir de muy pocas experiencias en la vida que hubo un antes y que hay undespus. Estas experiencias que invitan a la reflexividad, es decir, alreacomodamiento del sistema en funcin de una nueva informacin, las llamarexperiencias lmites, ya que se refieren a bordes, momentos no sospechados conanterioridad y que requieren la formulacin de nuevos sentidos y direccionespara pensar el ahora y, de all, reelaborar la memoria y, por supuesto, la visin delfuturo. Un punto discontinuo, una paradoja que hace necesario hacer un saltocualitativo para ampliar las posibilidades de pensarse y de actuar.

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    Esos desencuentros que a veces tenemos con el amor, la cercana con la muerte,el miedo, son experiencias que transforman la propia percepcin sobre s mismoy que permiten entender los procesos de cambio de la subjetividad cuando sereflexiona que uno, despus de no es el mismo que era antes de. La intencin deresaltar eventos trgicos no es gratuita y corresponde directamente a poner enevidencia que dimensiones de la existencia humana como el dolor, dentro delesquema lgico occidental, se saltan los lmites calculados y enfrentan a las personascon circunstancias insospechadas y cruciales. No obstante, las experiencias lmitesvan mucho ms all y no son susceptibles de categorizarse. En buena medida,dependen de las tensiones que relacionan la particularidad de los sujetos con elentorno social, cultural e histrico en el que se encuentran.

    La experiencia corporal

    Cuando hablamos de experiencias reflexivas que instauran una nueva forma depensarse a s mismo y al entorno, no slo podemos hacer referencia a procesosque responden a un orden fundado, es decir, a un nivel puramente racional. Lacorporeidad el tener un cuerpo adquiere una dimensin muy significativa eneste sentido, al ser por medio suyo que se hacen posibles los procesos desubjetivacin. Si bien la experiencia corprea es un lugar comn a todo ser humano,las fuerzas y tensiones que atraviesan la subjetividad social contempornea tiendena enajenar la experiencia corporal, impidiendo ver en el propio cuerpo un territoriodiferenciado de realizacin del s-mismo. La experiencia corporal reflexiva es unreencuentro, no slo con las posibilidades de movimiento del cuerpo, sino tambincon la percepcin y, ms all, con las elaboraciones sensibles. Cuando se hacenevidentes las tensiones entre lo aprehendido y las posibilidades por aprehender,se dan reformulaciones tanto ticas como estticas sobre los parmetros habitualesde comportamiento. A pesar de que esto puede pasar por un diagnsticoteraputico, aquellas personas que por uno u otro motivo o por una u otratcnica han hecho un ejercicio reflexivo con su corporalidad, reconocen cmoel evidenciar los procesos de subjetivacin a este nivel desestructura los rdenesemocionales cultural y socialmente aprendidos. El dolor, por ejemplo, adquiereotro sentido, no se rechaza de plano, se le otorga otro lugar de acuerdo a lacircunstancia.

    La creacin de mundos posibles: la experiencia esttica

    Sin embargo, los dominios de la afectacin no slo circulan este tipo de mbitosntimos y cotidianos. En este sentido, un lugar donde se hacen ms evidentes lasposibilidades de afectacin de las subjetividades es el mbito del arte.

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    Guyau deca con respecto al arte que ste tiene una importancia funda-mental en la medida en que multiplica la facultad de sentir y la fuerza dela sociabilidad, elementos fundamentales para el vnculo emocional de losocial. Este mundo de las sensibilidades escapa a las lgicas con que fun-ciona la racionalidad por lo comn lineales y programticas y permitela aparicin de aquellas vivencias que se agotan en s mismas; emociones,sensaciones, afectos, pasiones, son los elementos que circulan por dichomundo y conforman un paisaje rico en contradicciones y posibilidadescreativas. Emociones que dan cuenta de sensibilidades, sensibilidades queponen en escena estticas, estticas que crean realidades (Serrano et al,2001: 9).

    El arte como intencin pretende tener un efecto sobre el espectador, un efectono necesariamente canalizado, pero que ms all del atractivo esttico incentiveuna reaccin visceral. La experiencia artstica, entonces, se convierte en un acto ens mismo, por fuera del esquema productivo lineal. Sencillamente, incita la per-cepcin y pone en alerta lo ya establecido; en otras palabras, crea nuevas posibili-dades de entender la realidad. La paradoja funciona como vrtice. Aqu las pola-ridades no existen, no se sigue una lgica binaria ni la intencin es lograr compro-baciones del tipo verdadero o falso. El arte habla del terreno de las subjetividadesy, en este sentido, el paradigma de la objetividad se desvanece. Tal vez suenearriesgado pero considero que la finalidad del arte es precisamente la de sumergirseen la paradoja, abrir nuevos mundos, nuevas posibilidades de los sentidos, nuevasperspectivas, nuevas realidades alternas-alternativas, otras coordenadas dereferencialidad. Como bien lo afirma E. H. Gombrich (1999) cuando habla de latransicin hacia el arte moderno, aqu no se trata de reforzar experticias, de mon-tar sistemas de refinamiento de los saberes, se trata ms bien de inventar nuevasformas del saber, de poner en escena la creatividad.

    Ahora bien, varios autores han sealado cmo, en la literatura por ejemplo, laevocacin de mundos posibles y realidades imaginadas crea espacios propiciospara la confrontacin entre los protagonistas o entre stos y el lector respecto asus experiencias vitales y puede, por qu no, dar lugar a un acto reflexivo que haganecesaria una revaloracin de los parmetros emocionales, ticos, estticos y, engeneral, un cuestionamiento de la propia concepcin de la vida. Muchos de estoslineamientos son caractersticos del romanticismo de finales del siglo XIX y qui-siera resaltar una nocin kantiana que resulta muy pertinente cuando hablamos dereflexividad: lo sublime.

    Lo sublime, como concepto, nos remonta a la idea platnica de la perfeccin y lobello como el pivote de lo esttico. Mal hara en retomar esta nocin por fueradel contexto caracterstico de la modernidad donde los delineamientos de las ela-

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    boraciones estticas se pretendan universales. No obstante, lo sublime adquiereun valor en s mismo cuando se entiende como un efecto-afectacin, es decir,como el instante vivencial desbordado que se ubica en el umbral entre la vida y lamuerte como producto de la experiencia esttica; en el caso concreto del romntico,el goce ante la belleza. Ahora bien, la singularizacin y atomizacin de losparmetros estticos en la actualidad abre nuevas posibilidades al acontecimientosublime, quien separado de un ideal homogenizante se reencuentra con las estticasindividuales. Es precisamente en este punto que la idea de experiencias lmitesadquiere una importancia especial. Lo sublime, entonces, evoca el instante lmitede la sensibilidad exacerbada, all donde los parmetros establecidos del ordensubjetivo se ven transgredidos y ste debe reestructurarse en funcin de la irrupcinde percepciones nuevas que crean nuevos procesos de subjetivacin y, al mismotiempo, generan nuevos sentidos y nuevos valores: crea una nueva coordenada.En otras palabras, se trata de la experiencia frente a un evento que inyecta en elsistema-sujeto informacin nueva y que incita a su reformulacin interna, poniendoen evidencia la construccin permanente de la subjetividad.

    Los umbrales propiciados por esas pequeas muertes provocan reencuentroscon esa subjetividad de cuya afectacin pueden resultar saltos cualitativos endiferentes niveles. Los grados de afectacin, o ms bien, la cualidad de los procesosde subjetivacin de la experiencia que me interesa tocar aqu, son aquellos quepueden agenciar una mutacin de la propia forma de concebirse a s mismo y alentorno y que se concretan en la realidad a travs de la transformacin de lasprcticas sociales. Aquellos que abren nuevas posibilidades al sujeto para pensarse,para reconocer su ubicacin histrica, para elegir libremente su nocin de utopay la va para alcanzarla; en una palabra, aquellos que sirven para autorreferenciarsey para convertirse en sujetos libres y autnomos que reconocen su capacidad deincidencia en la realidad.

    Hacia una antropologa reflexiva

    En el campo de las ciencias sociales estamos asistiendo a la aparicin de un nuevoparadigma asociado al movimiento constante de la realidad, a su condicininacabada y a su permanente proceso de actualizacin. Volviendo a la paradojadel punto en movimiento, podemos decir que, desde all, la mirada sobre aquelloque es cientficamente comprobable a lo que se dedic la ciencia positiva seve matizada en relacin con lo posible y adquiere una nueva dimensin de lectura.No podemos desconocer la paradoja en la que est inmersa la investigacin social,por lo que hay que crear alternativas de acercamiento a la realidad que sobrepasenla controversia irresoluble de la objetividad, porque como investigadores siempreestaremos mirando el cuadro en el que estamos inmersos. El principio explicativo

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    de conocer al otro para entenderse a s mismo slo es vlido si se complementacon aquel de que hay que conocerse a s mismo para entender lo otro. Si slorecorriendo es posible conocer, hay que aprender a recorrer desde la subjetividad.En momentos como el actual, donde las tensiones entre las diferencias se mani-fiestan cotidianamente, la nica manera en la cual es posible que el reconocimientopoltico-pblico tenga un asidero real es a partir de la creacin de nuevos caminospara la convivencia.

    La antropologa est abocada a la bsqueda de otras formas de crear conocimientoque, aunque pueden ser menos exactas vistas desde el racionalismo, sern msenriquecedoras en la medida en que integren una dimensin sensible. Si estamosen un mundo de las sensibilidades, ello debe reflejarse en la forma misma deconocer. La antropologa no puede quedarse en un ejercicio diagnstico de larealidad, menos an, en una experticia cuyo dominio hay que reforzar. Por elcontrario, la disciplina est llamada a reformular su pertinencia desde la prctica.Han existido y existen an muchos intentos por hacer de la prctica de laantropologa un elemento motivador; desde la antropologa visual hasta lapropuesta de la investigacin-accin-participativa se ha abogado por lareformulacin del investigador como dueo y seor del conocimiento. Este escritointenta proponer otro paso ms en esta va. Ms all del simple diagnstico, laprctica antropolgica debe tener un componente metodolgico que le permitaconvertirse en una forma de agenciamiento social por medio del cual seprovoquen, susciten, inciten, propicien nuevas posibilidades de pensarnos, de pensarel entorno, la sociedad, el pas.

    No podemos desconocer que la academia est produciendo nuevas vas decomprensin de lo social desde lgicas hipertextuales, tal como lo demuestranlos avances en el rea de los estudios culturales. Tanto el concepto de subjetividad

    PRENTENTENTOONSTELLINGTomado de Estampas y dibujos, M.C. Escher, Taschen 1991

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    como el de reflexividad han sido ampliamente debati-dos en el campo de las ciencias sociales desde hace yavarias dcadas3 . En ese sentido, creemos convenientedejar claro que la propuesta que se abre desde esta pers-pectiva terica es de orden metodolgico. Ms all, se

    trata de una propuesta de intervencin social creativa que cobije tanto unadimensin analtica como una pragmtica. En la actualidad son pocos los trabajosque siguen esta orientacin. En Colombia, dos de los ms representativos tal vezson la investigacin Concepciones de vida y muerte en jvenes urbanos. Primeraparte del DIUC y el trabajo de grado Norte invisible. Aproximacin reflexivaa las subjetividades de jvenes del nororiente de Bogot de la UniversidadNacional4 .

    Tal vez, hacer de las experiencias vitales actos reflexivos que propicien saltoscualitativos sea una va para lograr transformacionesconcretas de la realidad. Transformaciones que son re-queridas hoy ms que nunca cuando la situacin mun-dial globalizada se refracta en el campo de local y em-piezan a cobrar un especial valor las voces de quienes

    han quedado al margen del poder, llmense tercermundistas, grupos tnicos,comunidades rurales, mujeres, jvenes, gays, etc. La ampliacin de las opcionesno es otra cosa que la apertura de mundos posibles ante los cuales podamosescoger libremente una alternativa particular de sentido. Slo as se garantizan laautonoma y la libertad y slo as se puede ser consciente del efecto de las accionesen la realidad y en la construccin del futuro.

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    3 Varios trabajos pionerosen esta direccin seremontan a principios delsiglo XX como los de laEscuela de Chicago(Bejarano, 2002).

    4 Para quien quiera profun-dizar ms en el esquemametodolgico me remito di-rectamente a los textos encuestin.

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