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“Apropiación Fuerte” De Greiff y Maldonado 1 “Apropiación fuerte” del conocimiento: una propuesta para construir políticas inclusivas de ciencia, tecnología e innovación Por Alexis De Greiff A. * Departamento de Sociología/Centro de Estudios Sociales, Universidad Nacional de Colombia. [email protected] Oscar Javier Maldonado C. Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación – COLCIENCIAS ** [email protected] NO CITAR o CIRCULAR SIN AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES. Comentarios bienvenidos Resumen: Exponemos el problema de la variedad de interpretaciones que tiene el término “apropiación social del conocimiento” y la tensión que existe entre estas significaciones y su implementación en las políticas públicas de ciencia, tecnología e innovación (CTI). Examinamos el caso de la política científica y tecnológica en Colombia y sus instrumentos de recompensa en relación con la concepción de apropiación, en un ejercicio de traducción que muestra los problemas de la ambigüedad del término. Finalmente proponemos un modelo de apropiación, que calificamos de “fuerte”, en el que incluímos una serie de principios que pueden servir de guía para establecer el grado de inclusión social de las políticas de investigación e innovación. Abstract: In this paper we show the multiple interpretations of the term “social appropriation of knowledge” and the tension that exists between these meanings and the development of science, technology and innovation policies. We examine the science and technology policy in Colombia and its reward tools in relation with concept of “appropriation”. Finally, we propose a model of social appropriation; we call it “strong”, and included some principles that could work as a guide for establishing the social inclusion within research and innovation policies. El problema de la comunicación científica y tecnológica es el centro de preocupación tanto de científicos como de administradores, políticos y analistas de la ciencia y la tecnología en países de todos los grados de desarrollo industrial. 1 Ello porque se entiende que si la ciencia y la tecnología no circulan no existen o, para ponerlo en términos más de moda, no hay innovación. Sin embargo, aunque todos coinciden en la importancia de que la ciencia trascienda el ámbito de los expertos y en la utilización de distintos medios – prensa, televisión, Internet, museos, ferias, educación formal y no formal – no hay consenso en el tipo de aproximación que debería haber en cuanto a lo que se debe comunicar. Más aun, en los dos extremos del espectro se encuentran * Hasta octubre de 2010 fue Sub-director del Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación, Colciencias. ** Las opiniones no comprometen a COLCIENCIAS y reflejan sólo las de los autores. 1 La literatura sobre los procesos de comunicación, popularización y apropiación social de la ciencia es amplia. Por ejemplo: López-Cerezo y Gómez Gonzáles (2008); Lewenstein (2003); Martínez y Flores (1997). Incluso existen revistas especializadas en el tema, donde se presentan tanto discusiones teóricas como casos de estudio e intervención: Public Understanding of Science es publicada en la Gran Bretaña, mientras que el China Research Institute for Science Popularization publica Studies on Science Popularization en mandarín.

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“Apropiación Fuerte” De Greiff y Maldonado

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“Apropiación fuerte” del conocimiento: una propuesta para construir políticas inclusivas de ciencia, tecnología e innovación

Por Alexis De Greiff A.*

Departamento de Sociología/Centro de Estudios Sociales, Universidad Nacional de Colombia. [email protected]

Oscar Javier Maldonado C.

Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación – COLCIENCIAS**

[email protected]

NO CITAR o CIRCULAR SIN AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES. Comentarios bienvenidos

Resumen: Exponemos el problema de la variedad de interpretaciones que tiene el término “apropiación social del conocimiento” y la tensión que existe entre estas significaciones y su implementación en las políticas públicas de ciencia, tecnología e innovación (CTI). Examinamos el caso de la política científica y tecnológica en Colombia y sus instrumentos de recompensa en relación con la concepción de apropiación, en un ejercicio de traducción que muestra los problemas de la ambigüedad del término. Finalmente proponemos un modelo de apropiación, que calificamos de “fuerte”, en el que incluímos una serie de principios que pueden servir de guía para establecer el grado de inclusión social de las políticas de investigación e innovación.

Abstract: In this paper we show the multiple interpretations of the term “social appropriation of knowledge” and the tension that exists between these meanings and the development of science, technology and innovation policies. We examine the science and technology policy in Colombia and its reward tools in relation with concept of “appropriation”. Finally, we propose a model of social appropriation; we call it “strong”, and included some principles that could work as a guide for establishing the social inclusion within research and innovation policies.

El problema de la comunicación científica y tecnológica es el centro de preocupación tanto de científicos como de administradores, políticos y analistas de la ciencia y la tecnología en países de todos los grados de desarrollo industrial.1 Ello porque se entiende que si la ciencia y la tecnología no circulan no existen o, para ponerlo en términos más de moda, no hay innovación. Sin embargo, aunque todos coinciden en la importancia de que la ciencia trascienda el ámbito de los expertos y en la utilización de distintos medios – prensa, televisión, Internet, museos, ferias, educación formal y no formal – no hay consenso en el tipo de aproximación que debería haber en cuanto a lo que se debe comunicar. Más aun, en los dos extremos del espectro se encuentran

* Hasta octubre de 2010 fue Sub-director del Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e

Innovación, Colciencias. **

Las opiniones no comprometen a COLCIENCIAS y reflejan sólo las de los autores. 1 La literatura sobre los procesos de comunicación, popularización y apropiación social de la ciencia es

amplia. Por ejemplo: López-Cerezo y Gómez Gonzáles (2008); Lewenstein (2003); Martínez y Flores

(1997). Incluso existen revistas especializadas en el tema, donde se presentan tanto discusiones teóricas

como casos de estudio e intervención: Public Understanding of Science es publicada en la Gran Bretaña,

mientras que el China Research Institute for Science Popularization publica Studies on Science

Popularization en mandarín.

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quienes consideran que debe aumentarse el conocimiento científico de la ciudadanía – es decir alfabetizar al público – por un lado, y quienes consideran que la ciencia debe involucrar a los legos en el proceso mismo de producción de conocimiento. No sólo eso, todos argumentan explícitamente que debe ser un diálogo, es decir un acto de comunicación bi-direccional, pero en la práctica son modelos deficitarios de la comunicación en acción, en los que el público recibe el conocimiento que producen los científicos e ingenieros.

En este artículo exponemos el divorcio entre el discurso y la práctica de la política científica y tecnológica en lo concerniente a la “apropiación social de la ciencia y la tecnología” y proponemos algunos elementos que deberían tenerse en cuenta para cerrar esa brecha y evitar así la ambigüedad que el término comporta. Para ello hemos seleccionado el caso colombiano, en donde la ambigüedad del concepto se expresa en las declaraciones explícitas enunciadas en documentos oficiales relacionados con la política de apropiación y su implementación implícita en las actividades de promoción y fomento de actividades de ciencia y tecnología. Sostenemos que las interpretaciones que se hacen sobre “apropiación” son una manifestación y una causa de los dilemas y contradicciones de la actividad. Tomamos el caso de Colombia porque a través de distintas instituciones ha liderado la discusión y algunas iniciativas en América Latina.2

Surgen entonces preguntas como las siguientes: ¿Qué es “apropiación social” según los distintos actores de la práctica científica y tecnológica? ¿Se hace apropiación o debe ser parte inherente de la producción de conocimiento? ¿Se trata de una acción instrumental para la ciencia y los científicos o para el ciudadano? ¿Qué son la ciencia y la tecnología como actividades sociales, cognitivas y políticas?

Más allá del uso explícito de la palabra apropiación, la cual claramente se alinea con políticas verticales y de corte deficitario, el problema está en las contradicciones y tensiones que emergen de la preocupación por la utilidad social de la ciencia (Kreimer y Thomas, 2001) y su función retórica como elemento de legitimación de unas prácticas que demandan políticas y, detrás de éstas, recursos de distinta naturaleza.

Para evitar la ambigüedad conceptual y el dilema político, proponemos un modelo que explica por qué la apropiación es no sólo una extensión de la democracia, sino un instrumento para incluir actores en el sistema y permitir la “innovación.” Hacemos una propuesta de cómo enfocar esa cuestión a partir de una redefinición de lo público, del carácter social de la ciencia, la tecnología y la innovación, y la discusión sobre la posibilidad de la ciencia como bien público. Para ello proponemos una serie de principios que guiarían una política de “apropiación fuerte del conocimiento”, que involucre una visión más cercana a la práctica científica y tecnológica.

Se abordan los problemas de la noción de apropiación y sus objetivos, el dilema que esta noción establece entre alfabetizar, educar y participar, así como las implicaciones para la política pública de apropiación social de la ciencia y la tecnología de comprender el conocimiento en términos de construcción social. En la misma línea descrita por Bloor (1976) presentamos un programa fuerte para la apropiación social del conocimiento. Este programa acoge los principios presentados por Bloor para comprender el conocimiento científico y técnico: causalidad, imparcialidad, simetría y reflexividad; sin embargo, amplía su alcance al presentarlos como una estrategia para el desarrollo de políticas que medien ciertas formas de relación entre las comunidades de expertos,

2 Entre las instituciones debemos mencionar la Corporación Maloka, la Asociación Colombiana para el

Avance de la Ciencia y el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación –

COLCIENCIAS.

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innovadores, empresarios, gestores de políticas públicas, grupos de interés y ciudadanía en general.

Este modelo amplía la comprensión de las dinámicas de producción de conocimiento más allá de las sinergias entre sectores académicos, productivos y estatales, incluyendo a las comunidades y grupos de interés de la sociedad civil. Esta extensión integra apropiación e innovación en un mismo plano, bajo el principio de construcción social del conocimiento.

1. La ambigua noción de “Apropiación social de la CTI”

Buena parte de la crítica que se le puede hacer a la implementación de las políticas de “Apropiación Social del Conocimiento” se debe a “nuevas”3 formas de pensar las prácticas y las representaciones científicas, centradas en la complejidad, en la diversidad y en el carácter socialmente construido de los hechos.

Es clásica dentro de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, la imagen presentada por Latour (1987) del dios romano Jano para caracterizar a la ciencia en acción y por ello queremos apelar a él para exponer cómo este doble carácter de la ciencia se expresa en los procesos de “apropiación social”. Jano encarna el espíritu de la ambigüedad (comienzo y final; adentro y afuera), sus dos caras hablan lenguas distintas y cuentan historias diferentes.

En una cara la ciencia se muestra como un producto terminado: “lo que sabemos” y “debemos aprender” para ser modernos (o “civilizados”). Para este rostro la apropiación se limitaría a alfabetizar, a transmitir un conocimiento establecido. Este modelo de ciencia es una caja negra, un hecho cerrado, sólido, debido a que no sabemos los mecanismos socioepistemológicos que estabilizaron los objetos que estudiamos. Para esta cara importa el producto final, porque el proceso – en el desarrollo de su estabilización – ha sido ya borrado. Aquí la apropiación y la educación por competencias son indistinguibles: la ciencia es una sola y la misma para científicos y para legos, la única distancia entre unos y otros es el grado de experticia. Esta transición de uno a otro estado se da mediante la interacción de distintos agentes, grupos de interés e intereses en la construcción del conocimiento; procesos que son hechos invisibles una vez este conocimiento se estandariza, es profundamente incorporado, se naturaliza y parece ajeno a sus condiciones de producción (Latour, 1987: 35).

No obstante, el otro rostro cuenta la historia de una ciencia que es ante todo preguntas abiertas. La ciencia como investigación nos dice que estamos situados en un espacio de “lo que no sabemos” y en donde “queremos hacer” algo nuevo. Esta faceta nos invita a debatir el proceso de generación, construcción y uso de nuevos objetos (conocimiento o artefactos). A este nivel, la ciencia se caracteriza por una actividad con resultados inciertos, que busca objetos aun sin estatus ontológico por ser definidos y sancionados socialmente. Para esta representación de la ciencia importa su estatus de práctica socio-intelectual, en tanto entramado complejo de intereses sociales, ideas y actantes del mundo natural (Latour, 1987: 36). Este es el ámbito de la política científica y tecnológica y, en consecuencia, la apropiación tiene que ser un proceso activo de participación en el debate de construcción de objetos (“hechos” y “artefactos”). La apropiación se convierte entonces en un elemento esencial de la práctica democrática abriendo el campo de la ciencia más allá de los laboratorios y de los expertos. Pero también en el campo de la educación encontramos formas de enraizar este tipo de práctica: el aprendizaje por

3 Nuevas para la política pública pero que llevan más de 40 años en el debate académico.

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indagación es la principal herramienta de empoderamiento para futuros ciudadanos. No tanto en el aprendizaje de contenidos sino en el desarrollo de habilidades sociales para la participación y para la comprensión de las relaciones entre conocimiento y vida social, aunque en general no reconocen la aproximación constructivista de la ciencia.4

El drama de la ciencia y sus públicos

El proceso de cierre de debates y naturalización marca la separación entre la ciencia, la tecnología y sus públicos. Esta ruptura se inscribe dentro de la “gran división” constitutiva de la modernidad, que separa naturaleza y sociedad; el mundo de los hechos y el de los intereses (Latour, 2007). La construcción de una brecha cultural entre formas de conocimiento y posiciones de poder se da a partir de lo que Shapin (1994) denomina discontinuidad de competencias5. La separación de formas de conocimiento ligadas a la capacidad de manipulación de artefactos y teorías constituye nuevas formas de dominación y de clasificación social entre expertos y legos.

Lo dramático es que esta distinción y separación, como en todo acto de performancia, posibilita su encuentro. Los científicos necesitan públicos para escenificar su autoridad y construir su legitimidad. La simbiosis ciencia-público es la clave para su misma construcción como categorías distintas y separadas. La ciencia comparte la ambigüedad de la constitución moderna de la modernidad (Latour, 2007), mientras en el plano del discurso se enfatiza la separación, también se lucha por su acercamiento porque sin sociedad no hay conocimiento posible. Shapin (1994) presenta un ejemplo clásico: la génesis de los protocolos de experimentación en el s. XVII. En este contexto el experimento conjuga una justificación epistemológica a través de una práctica social. Un gran experimentador como Boyle critica a Pascal y a los alquimistas porque sus experimentos se hacían en espacios oscuros y ocultos. La ciencia en sus tiempos heroicos se vale de los públicos para adquirir apoyo, las primeras demostraciones se acercan más a funciones teatrales y de ilusionismo que a los rígidos protocolos desarrollados actualmente6. Al respecto Shapin (1984), retomando su investigación sobre Boyle, reconstruye las relaciones entre el artículo científico y el desarrollo de protocolos para testigos virtuales. “La popularización de la ciencia es usualmente comprendida como la extensión de la experiencia de unos pocos hacia muchos. Sin embargo, una de las mayores fuentes para generar y validar conocimientos dentro de la comunidad científica es la misma extensión de la experiencia de pocos a muchos: la creación de público científico” (Shapin, 1994: 482).

4 El aprendizaje por indagación es un acercamiento pedagógico que pretende formar a partir de la

simulación de la ciencia en acción en el contexto del aula. Existen muchas iniciativas, tales como “La

Main á La Páte” en Francia y sus varias versiones alrededor del mundo (Charpak, 2005). Una innovadora

versión ha sido el Programa ONDAS en Colombia (ONDAS, 2007) 5 Shapin presenta esta discusión en el contexto del desarrollo de la bomba de vacío de Boyle y de la

construcción del género de escritura científica como tecnología literaria. Si bien se precisa que el

entendimiento de las cosas de la naturaleza es un don del entendimiento humano presente en todos los

hombres, algunos tienen una forma particular y privilegiada de entendimiento que los acerca de una

forma más clara a la verdad y el conocimiento. A propósito de la distribución de competencias filosóficas

especiales: “Ciertos hombres están mejor dispuestos que otros para servir como sacerdotes del templo

divino. Aquellos que han trabajado en adquirir mayor capacidad de conocimiento de la naturaleza, o

competencia superior para mostrar los objetos naturales, están mejor preparados para cumplir

religiosamente las funciones filosóficas” (Shapin, 1994). 6 La Teología Natural (s. XVIII y XIX), el uso de la ciencia como recurso de explicación teológica, es

otro ejemplo. En Christ’s College, Cambridge, Darwin vivió en las habitaciones del Rev. William Paley,

cuyos textos eran de lectura obligatoria en las universidades inglesas en el siglo XIX. Para Paley la

creación divina era semejante a un mecanismo de reloj. Tal como es presentado en su obra Natural

Theology; or, Evidences of the Existence and Attributes of the Deity (1802).

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Alessandro Volta (1745-1827) presenta su "Pila Voltaica" a Napoleón Bonaparte Cuadro de Giuseppe Bertini (1825-1898)

En 1801 Volta hace demostración de su Batería a Napoleón. “El triunfo de la ciencia”. Fresco Palacio de Genova, Familia Orizini, 1870 (Citado por Pancaldi, 1998).

La simbiosis entre la ciencia y su público no se limita a aquella época heroica, a los tiempos de los científicos viajeros y las demostraciones en las plazas; la tecnociencia contemporánea invoca diferentes públicos de distintas maneras. Diferentes demostraciones retóricas vinculadas a esquemas y políticas de desarrollo, han presentado al científico como evangelizador del “pensamiento ilustrado” aprovechando las representaciones sociales de objetividad e imparcialidad asociadas a esta forma de conocimiento. ¿Qué motiva la búsqueda de públicos que emprende la ciencia? La legitimación local a través de aliados externos, búsqueda de financiación, priorización de política pública, legislaciones favorables. Ejemplos hay muchos. Por ejemplo, durante la distribución de pequeños reactores nucleares, como parte de la política de

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Átomos para la Paz, se hicieron exhibiciones públicas de los reactores, en carpas alrededor de las cuáles se aglutinaron miles de ciudadanos para ver el aparato (León, 2004). Pero habría que mencionar también a Carl Salgan, y su premiada serie para televisión Cosmos; más recientemente Al Gore y la causa del calentamiento global culminaron en su premio Nobel; a nivel lationamericano, Manuel Elkin Patarroyo, un “científico público” por excelencia, (ver figura) es el único hombre de ciencia que reconoce el ciudadano colombiano, según las encuestas de percepción (Aguirre, 2005).

Estos ejemplos permiten señalar que producir conocimiento y circularlo entre distintos públicos, con distintos lenguajes, es parte de la misma empresa, como lo señaló Fleck (1979 [1935]).

Manuel Elkin Patarroyo, una de las figuras científicas más reconocidas dedica tanta atención a la investigación como a la presentación y divulgación de su trabajo ante la opinión pública. (Archivo

fotográfico COLCIENCIAS).

En síntesis, apropiar significa distintas cosas, según el caso. La separación Ciencia-Público es fruto de contextos específicos. Apropiar puede ser invitar a construir o entrar y observar pasivamente un espacio terminado. Frente a la ciencia y la tecnología esto se traduce en adoptar pasivamente un sistema como aspiraba a hacerlo la Revolución Verde (Shiva, 1991; Fitzgerald-Moore, 1995), o en empoderar a los gestores locales como, para citar un caso reciente, en el caso de la Minería Responsable7. Los públicos tienen un papel en el proceso de la construcción de “hechos”, así como en la legitimación social de los científicos mediante la brecha cultural estructurada a partir de los procesos de división social del trabajo.

7 En Colombia la red RESPOMIN, reúne distintos grupos de expertos: geólogos, ingenieros ambientales,

antropólogos, sociólogos, economistas con mineros tradicionales y joyeros, para a través de la extensión

e intercambio del conocimiento generar cadenas sociales de valor sostenibles ambientalmente y dirigidas

a mejorar la calidad de vida de los mineros (Respomin, 2008).

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Finalmente, vale recalcar que la relación entre la ciencia y su público es contingente y variable: los científicos acercan o alejan al público según sus intereses y circunstancias. En los momentos de debate, la búsqueda de aliados genera despliegues mediáticos y la circulación de contenidos tecnocientíficos por las agendas públicas. Una vez cerrados estos procesos, lo contingente vuelve a ser representado como necesario y evidente. Las políticas de apropiación social son un reflejo de este uso político de los espacios mediáticos que, en nuestra opinión, y como parte de la política pública, deberían ser catalizadoras de procesos de participación y de preservación de la memoria genealógica de la construcción de hechos8.

Los objetivos (contradictorios) de la apropiación

Las distintas estrategias de apropiación se enmarcan en el uso de los medios de comunicación y otros instrumentos de interacción con el fin de intervencir en las estructuras de poder. La apropiación, la mayoría de las veces, se convierte en una forma de propaganda para aumentar la financiación. Cuando los recursos destinados para el desarrollo de las actividades tecnocientíficas son reducidos, estas estrategias de apropiación señalan la falta de recursos como la principal objeción contra la promoción de una actitud crítica de la ciencia. La crítica de la ciencia es vista como anticiencia, como oscurantismo intelectual y, concomitantemente, como una amenaza para el establecimiento de una “cultura científica”9.

No obstante, se debe aceptar que la selección de problemas y posibles soluciones tecnocientíficas son producto de decisiones administrativas en contextos administrativos que no son tomadas por científicos, sino por políticos y directivos corporativos. Por otra parte, estas decisiones también afectan grupos de ciudadanos movilizados alrededor de intereses específicos. Luego, la participación en la toma de decisiones de ciencia y tecnología constituye el corolario de la democracia (Goldman, 1992).

Por eso la alfabetización por sí sola científica no es necesariamente políticamente funcional. Los ciudadanos requieren saber no sólo, o no tanto, el contenido científico, sino en qué esferas de influencia se mueven los distintos actores del sistema Ciencia-Tecnología-Sociedad-Naturaleza y cómo se esgrimen los argumentos a favor en contra de un determinado desarrollo científico o tecnológico. El público debe saber cómo opera la ciencia como práctica social en contextos políticos específicos. Los ciudadanos deben ser formados en saber preguntar: ¿Qué implicaciones tiene para mi comunidad este desarrollo tecnocientífico (costos, beneficios, riesgos)? Agendas publicas con un alto componente técnico como la política de biocombustibles, o de fumigación de cultivos ilícitos, para citar dos casos relevantes en el contexto latinoamericano, tienen consecuencias directas en la calidad de vida de diferentes grupos sociales que deben tener las herramientas para comprender y debatir, y en este sentido, apropiar la ciencia y la tecnología a la que se enfrentan. La tecnología, como dice Winner, “no son meras herramientas de ‘usar y tirar’, sino que éstas pueden contemplarse como ‘formas de vida’ en las que los seres humanos y los objetos inanimados están unidos por varias clases de relaciones”

8 Genealogía entendida aquí en clave de Foucault (1992) donde esta es una forma de historia que da

cuenta de la constitución de los saberes, de los discursos, de los dominios de objeto, etc., sin tener que

referirse a un sujeto que sea trascendente. 9 Esto ocurre no solo en los países del sur. Ver, por ejemplo, Holton (1996). En junio de 2010, Brian

Wynne renunció al Public Dialogue Steering Group del Food Standards Agency de Gran Bretaña, por la

presión ejercida sobre el Grupo para que no se diera una discusión crítica y se favorecieran las políticas

de introducción de alimentos genéticamente modificados.

(http://www.lancs.ac.uk/fass/sociology/stories/1021/, en octubre de 2010)

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(Winner, 1992: 291). Son esas relaciones las que hay que describir y sacar a flote de forma explícita.

2. Un caso ilustrativo: la apropiación social en el contexto de la política en CTI colombiana

Para ilustrar la ambigüedad de la noción de “apropiación social de la CTI”, en esta sección presentamos el caso de la política científica y tecnológica colombiana, liderada por el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación – COLCIENCIAS --, la entidad gubernamental responsable de fomentar y dirigir la investigación y la innovación en el país. Hacemos una revisión de los principales documentos de política pública colombiana sobre el tema y lo relacionamos con los sistemas de evaluación y clasificación que en la práctica implementan los instrumentos de promoción de la actividad – financiación de proyectos y clasificación de grupos de investigación e innovación. Insistimos en que tomar el caso colombiano tiene el valor de que es este país quien ha liderado el tema de la “apropiación social” en la región, por lo que sería de esperarse que ese discurso fuera puesto marcha en las acciones de política pública. Como veremos, ese no es el caso.

En los últimos quince años dentro de diferentes escenarios de política pública en Colombia ha aumentado la preocupación por la integración de la ciencia y la tecnología con la sociedad en general, tanto a nivel institucional como a nivel de valores y percepción pública. Detrás de esta preocupación es evidente el ascenso y la amplia circulación del discurso sobre la sociedad del conocimiento, sobre la importancia, especialmente para el mercado, de la inserción social y el efectivo uso del conocimiento científico y técnico (DNP, 2006; COLCIENCIAS, 2005, Presidencia de la República-COLCIENCIAS, 1995).

No obstante, en este marco las relaciones entre innovación y apropiación son contradictorias y verticales. En la política pública esta tendencia se traduce en la falta de coherencia entre principios y objetivos, y el diseño de estrategias y programas concretos de apropiación social de la CTI. En términos generales las distintas políticas reconocen la importancia de la efectiva apropiación social de la CTI como condición para su desarrollo, no obstante la ambigüedad del concepto redunda en el desarrollo de estrategias netamente divulgativas: así, siguiendo la noción estándar de innovación, se reconoce la sinergia de agentes específicos (sector productivo, gobierno y academia) que producen conocimiento que, a su vez, debe ser apropiado por una sociedad externa a esta producción, al final del proceso, que en el mejor de los casos actúa como un ambiente para el sistema CTI.

En la Política Nacional de Apropiación Social de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación – PNA – (2005), el documento que más explícitamente trata de regular el tema, se parte del marco general de la sociedad del conocimiento; este punto de partida impone desarrollar estrategias de uso e inserción del conocimiento, señalando como antecedentes la función misional de COLCIENCIAS planteada en la Ley 29 de 1990, de divulgación de la ciencia y la tecnología, Así como en el decreto 585 de febrero de 1991, donde se le encomienda a la institución “diseñar, impulsar y ejecutar estrategias de incorporación de la ciencia y la tecnología en la Cultura colombiana”; misión que es reafirmada por medio de la Ley 1286 de 2009 y el Documento Conpes 3582 de 2009.

En la Política Nacional de Apropiación – PNA – (Colciencias, 2005) se entiende por apropiación el desarrollo de estrategias que permitan ilustrar a la ciudadanía sobre “la importancia de la ciencia” y se han definido principalmente como poblaciones objetivo niños y jóvenes. Los programas de divulgación o “apropiación” de mayor recordación, Cuclí-Cuclí y Pa`Ciencia, están

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claramente dirigidos a públicos infantiles. La política también da cuenta de la exploración de formatos noticiosos para informar e introducir al público en general a las culturas tecnocientíficas. Esta política plantea como el mayor reto para la apropiación, la adecuada elección de códigos y medios de divulgación científica (Colciencias, 2005).

El diagnóstico que hace la PNA identifica como principales problemas para el diseño y la ejecución de estrategias de apropiación es la escasez de recursos, la falta de interés de los expertos, el analfabetismo científico, es decir, falta de dominio del público en general de los códigos y lenguajes de las culturas tecnocientíficas, la visión generalizada de la ciencia como caja negra (input/output), la falta de dinamismo y la precariedad del sistema educativo nacional, la imagen descontextualizada de la ciencia brindada por los medios de comunicación masiva, y finalmente, la falta de mecanismos y espacios de apropiación. Como respuesta, las estrategias de apropiación presentadas se concentran en dos frentes: por una parte en los usos sociales y comerciales de la ciencia y la tecnología en términos de innovación; y por otra, en la promoción de valores favorables a la CTI, concentrados principalmente en estrategias de ilustración en la cultura científica.

Con todo, lo más llamativo es que esta política integra elementos de participación ciudadana, indicando explícitamente la necesidad de generar espacios de discusión de las políticas por parte de diferentes grupos sociales relacionados con su diseño, implementación o que pueden ser potenciales “beneficiarios”. En un documento oficial de Colciencias, se lee:

la democratización de la ciencia y la tecnología pasa por la capacidad de una nación para garantizar que sus integrantes puedan participar en la toma de decisiones sobre ciencia y tecnología que los vayan a afectar directa o indirectamente. Para ello, se ve la necesidad de proveer espacios de diálogo, discusión e intercambio entre expertos y no expertos que permita la participación ciudadana y la formación de una opinión pública informada sobre las implicaciones y alcances de las investigaciones científicas y los desarrollos tecnológicos que se vayan a implementar (Colciencias, 2005:11).

Esta coexistencia de elementos que por una parte abogan por relaciones entre ciencia y sociedad más horizontales y que por otra parten de una concepción de apropiación como divulgación y alfabetización es parte de la ambigüedad y expresión de la políticas “implícitas” y “explícitas” (Herrera, 1971).

El principal objetivo de este tipo de apropiación es que la sociedad se interese en la CTI, para que la desarrolle y la aplique. En un contexto de democratización y participación, la apropiación se reconoce como el sustrato de las capacidades que efectivamente generan desarrollo social y económico. La noción de apropiación propuesta se mueve en tres niveles: i. interesarse/comprender, ii. validar y iii. utilizar. La PNA plantea unos ámbitos en relación a la manera como comprende la sociedad marco: i. Ciencia, tecnología y sociedad: según la política en este ámbito es importante evidenciar el debate y generar valores favorables a la ciencia. ii. Ciencia Tecnología e industria: innovación y sinergias entre sectores. iii. Ciencia Tecnología y medio ambiente: educación ambiental. iv. Ciencia Tecnología y educación: enseñanza de la ciencia y la tecnología en espacios formales y no formales. v. Ciencia Tecnología y toma de decisiones: política y democracia. vi. Ciencia Tecnología y Entretenimiento: la ciencia como espectáculo y la exploración de nuevas formas de socialización.

Por otra parte, la PNA identifica los siguientes actores: la ciudadanía, las comunidades científicas, las industrias culturales, los sectores públicos y privados de apoyo a la cultura, los educadores, los legisladores y los políticos, el sector productivo, el sector financiero, el sector

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público y las agencias de cooperación internacional. Frente a estos actores las líneas de acción se concentran en la búsqueda de los “lenguajes apropiados”. En este punto es claro el desnivel entre ámbitos, actores y estrategias presentadas en la política, pues ésta presenta un marcado énfasis en actividades de carácter divulgativo y noticioso, centrando implícitamente el problema al ámbito de la comunicación unidireccional, que va del experto a los legos, aunque deja abiertas tímidamente espacios para la participación ciudadana

Finalmente la noción de apropiación en la PNA –al centrarse en el fomento de la cultura de la ciencia, la tecnología y la innovación –aún cuando sea a partir de los intereses y necesidades de la sociedad, la ciencia se representa como medio de solución a los problemas de un contexto social y ambiental. Esta perspectiva no da cuenta de la función de la apropiación para la generación de procesos de innovación, ni del aporte de otros marcos interpretativos, de otras tradiciones y culturas en el desarrollo científico y tecnológico.

Si bien esta política es el marco que define en sentido estricto las estrategias de apropiación social de la ciencia, la tecnología y la innovación; en los dos últimos años han circulado documentos de política científica y tecnológica que hacen expresa la preocupación por las relaciones entre sociedad y producción de conocimiento científico y tecnológico.

Por ejemplo, en el documento Visión Colombia II Centenario 2019 (DNP, 2006) preparado en conjunto por COLCIENCIAS, Presidencia de la República y el Departamento Nacional de Planeación (DNP) se señala como visión estratégica cuatro campos de relación entre la sociedad general y el sistema CTI: 1. CTI y desarrollo económico. 2. Formación de capacidades humanas. 3. Participación de grupos sociales relevantes. 4. Desarrollo regional.

Visión 2019 plantea la apropiación social como la efectiva comunicación y participación de los distintos grupos que conforman la sociedad colombiana en la producción y circulación del conocimiento:

La apropiación se orienta a generar una base cultural sólida de percepción y valoración de las actividades científicas, tecnológicas e innovadoras por parte de la sociedad. Se requieren canales de comunicación eficientes, así como el estímulo a la participación de los actores sociales en los procesos de generación, comprensión, validación y uso del conocimiento a favor de la sociedad colombiana. Esto a su vez permite al país afrontar de manera positiva los retos y problemas planteados por el contexto nacional e internacional (DNP, 2006: 49).

El documento identifica una serie de áreas de CTI que constituyen una oportunidad para el desarrollo de programas de apropiación que permitan el “diálogo” entre los distintos grupos sociales que “intervienen y son afectados en la producción de conocimiento”. Estas áreas son: Investigación fundamental, Materia y energía, procesos biológicos, agroalimentarios y biodiversidad, ser humano y su entorno; Educación, cultura e instituciones; gestión de conocimiento, Aplicaciones sociales y Convergencia tecnológica. Esta reorganización en áreas transversales y no disciplinarias es vista como un paso hacia la implementación del “modo 2” de investigación, un referente que se hizo muy común durante estos años en COLCIENCIAS (Hoyos y Plata, 2006). En este marco la apropiación del conocimiento adquiere la forma de un proyecto de transformación cultural, como lo ilustra la retórica de Colciencias: “Uno de los pilares de la misión de COLCIENCIAS es la apropiación social del conocimiento. Buena parte de la actividad realizada se orienta a hacer de la ciencia, la tecnología y la innovación parte de la cultura de los colombianos y colombianas” (Hoyos y Plata, 2006: 18).

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En la serie de documentos de este período, aparece la Política nacional de fomento a la investigación y la innovación, Colombia construye y siembra futuro (Colciencias, 2008), que pretendió ser el marco general para marcar los objetivos, estrategias e instrumentos para la promoción de la actividad. En la misma línea de los documentos anteriormente descritos, esta política parte del reconocimiento de la importancia del conocimiento científico y tecnológico en el desarrollo e integración de las sociedades. “La generación de conocimiento y sus múltiples aplicaciones son elementos centrales para el desarrollo económico y social de las sociedades contemporáneas y son básicos para responder a los requerimientos y necesidades de la sociedad.” El documento parece avanzar hacia una versión menos lineal del problema, pues hace énfasis en la articulación ciencia, tecnología y sociedad a partir puntualizando que:

Las actividades científicas, tecnológicas y de innovación son prácticas sociales, lo que implica que son un asunto que le concierne y en las que participa, activa o pasivamente, la sociedad en su conjunto. Un sistema democrático requiere ciudadanos conscientes de las decisiones que afectan sus vidas. Una sociedad en la que el conocimiento acerca de cómo opera la ciencia y la tecnología está ampliamente distribuido entre la población, abre espacios de participación activa de modo que se utilice efectiva y concertadamente. Por tanto, los espacios de aprendizaje y debate acerca de la producción, la validación y el uso del conocimiento deben hacer parte de la agenda pública, donde, en un proceso democrático, la sociedad tenga la opción de participar en la discusión de los problemas y las soluciones del país… En este sentido, es necesario construir, fomentar y fortalecer canales de comunicación que actúen en los dos sentidos, a saber, desde los expertos hacia los legos y viceversa (Colciencias, 2008).

Sin embargo, este enunciado no se refleja en el resto del documento, donde ese proceso bidireccional e involucramiento de la sociedad en la construcción de conocimiento y políticas públicas, se deja implícito y restringido al acápite correspondiente a “apropiación” y no como un principio de acción al resto de acciones. En resumen, encontramos en todos los documentos consultados algunos enunciados que tímidamente expresan la preocupación general de abrir espacios, pero en las políticas más generales desaparece esa intención. Veamos ahora de forma concreta cómo los instrumentos de fomento y medición refuerzan esta separación entre políticas “implícitas” y “explícitas”, para volver a la noción de Herrera (1971).

Políticas e instrumentos de fomento, la medición como dispositivo de construcción de objetos

La efectividad de las políticas depende de su capacidad de traducción en instrumentos de fomento, medición y evaluación. Estas herramientas se convierten en tecnologías que construyen determinados objetos, ensamblando fenómenos a partir de los criterios con los que estos son definidos.

Para el caso de la política de ciencia y tecnología desarrollada por Colciencias dos instrumentos de alto impacto han sido (1) la medición de grupos de investigación y (2) el desarrollo de convocatorias para financiar proyectos. El primero institucionalizó una forma de organización social para el desarrollo de la investigación centrada en la idea de “comunidad científica” más que en el trabajo y la producción estrictamente individual (Villaveces y otros, 2005). El segundo, a través de un sistema de estímulos, ha estandarizado la forma de concebir un proyecto, promoviendo el desarrollo de una suerte de “género literario” tecnocientífico: el proyecto y el anteproyecto.

Estos instrumentos a la hora de enfrentarse con la medición y evaluación de resultados deben optar por la definición de criterios de selección relacionados con lo que producen. ¿Qué vale la

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pena medir, evaluar y destacar de la “producción” de un grupo, una institución, una persona? y ¿qué cosas quedan por fuera y por tanto deben ser ignoradas? Como sabemos, la definición de estos criterios los objetos no solo son construidos sino también jerarquizados (Foucault, 1992).

Tanto en la definición de la producción de una persona o de un grupos en términos de conocimiento, como en la evaluación de los resultados de un proyecto, entidades como Colciencias agrupa la producción académica relevante en tres grandes tipos: (i) Generación de nuevo conocimiento; (ii) formación y fortalecimiento de comunidades científicas; y (iii) apropiación y divulgación del conocimiento Uno los principales dispositivos técnicos es el Sistema de Información y Gestión de Proyectos (SIGP)10, que encapsula las clasificaciones y el sistema de recompensas de la actividad. Allí se puede observar que si bien no se da una definición explícita de “apropiación social del conocimiento”, sí se asocian unos productos específicos que evidencian, por una parte, la ambigüedad de la noción en los instrumentos de fomento y, por otra, la dificultad de establecer criterios de demarcación con otros tipos de producción relevante.

La principal ambigüedad radica en el intento de separar la generación del conocimiento y su apropiación. Aún cuando la apropiación sea entendida como divulgación o difusión, es muy difícil pensarla como separada de aquello que se presenta como producción y generación de conocimiento. Todas las formas y materialidades que expresan la producción de conocimiento adquieren existencia social y legitimidad a través de su difusión y reconocimiento. Es por esta razón que muchos de los productos entre cada uno de estos tipos de producción se solapan y por lo que es difícil establecer un criterio claro de demarcación, que implícitamente los instrumentos trazan.

Generación de nuevo conocimiento

Fortalecimiento de las

comunidad científicas

Apropiación social del conocimiento

Capacidades de innovación tecnológica

Cooperaciones

Cursos

Divulgación general

Fortalecimiento de la comunidad científica

Mejoramiento de la calidad

Mejoramiento del servicio al cliente

Pregrado

Especialización

Maestría

Doctorado

Postgrado

Jóvenes investigadores

Otros

Libro

Articulo en revista

Capitulo en libro

Evento

Memorias

Folleto

Cartilla

Otros

Cocitaciones

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Plataforma informática que permite el registro en línea de los proyectos de investigación presentados a

Colciencias. A través del SIGP es estandariza la presentación de propuestas definiendo los campos

relevantes y la extensión de la información asociada a cada campo. También define la tipología de

resultados que puede presentar un proyecto.

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Nuevos mercados

Nuevos productos

Otros

Pasantías

Patente

Ponencias

Premios

Productividad y calidad

Prototipo

Seminario

Simposios

Software

Sustitución de importaciones

Talleres

Ventas

Video

Publicación virtual

Sometimiento

Cuadro 1: Clasificación de productos esperados de Proyectos de Investigación (Fuente: Colciencias, SIGP, 2010)

Sin embargo, este criterio comienza a tomar forma a través de la discontinuidad de competencias entre expertos y legos. La apropiación queda circunscrita a la producción-divulgación de conocimiento dirigido a públicos legos, mienta la producción en estricto sentido haría referencia a aquel dirigido a una comunidad de expertos específica. Esta característica es mucho más clara cuando se examina la plataforma Scienti11 y el Modelo de medición de Grupos de Investigación, Tecnológica o de Innovación (Colciencias, 2008).

El SIGP tiene el poder de agrupar y clasificar los productos de medición en tres grandes categorías: productos de nuevo conocimiento, productos de formación y productos de divulgación circulación y uso (cuadro 1). Cada clase particular de producto se clasifica a su vez en subtipos, según su importancia relativa. En este caso, bajo la categoría “Productos de

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SCIENTI es una plataforma informática que recoge información básica sobre investigadores, grupos e

instituciones inscritas a Colciencias, así como su productividad. La información consignada en esta

plataforma es la base para la evaluación de grupos.

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divulgación y extensión” se agrupan aquellos productos asociados a actividades dirigidas a grupos sociales por fuera de la comunidad científica, es decir lo que se etiqueta como “apropiación”. En contraste, dentro de la categoría “Productos de nuevo conocimiento” se encuentran medios de divulgación científica especializada y resultados dirigidos al mejoramiento de la competitividad de los sectores empresariales y productivos. Así, el documento conceptual del modelo de medición de grupos de Colciencias, al respecto señala explícitamente que se trata de: “…productos relacionados con las actividades divulgacion y extension de investigación del grupo tendientes a la apropiacion social del conocimiento. Algunos de los productos reconocidos en esta categoria son: 1. Servicio tecnicos. 2. Consultorias. 3. Cursos de extensión. 4. Productos de divulgacion: cartillas, ponencias en eventos, posters. 5. Literatura de circulacion restringida: reportes internos. 6. textos” (Colciencias, 2008: 20).

La asimetría y el grado de jerarquización con el que se segregan los productos de conocimiento se evidencia más claramente en la forma como se ponderan los mismos para su evaluación en el índice ScientiCol, otro actante que produce una inscripción central: la valoración numérica que produce la clasificación de cada grupo en un sistema jerarquizado de A1 a D. Este índice pondera las diferentes clases de producción de la siguiente forma:

ScientiCol = 5,0NC+3,5NCA+1,0F+0,5D,12

Donde NC es productos de “Nuevo conocimiento”, NCA productos “clase A de nuevo conocimiento”, F es Formación y D “Divulgación”. Esta distribución de los estímulos jerarquiza la investigación sobre la educación (docencia) y, su vez, ésta sobre el desarrollo de actividades de “extensión y divulgación” (apropiación, según el uso del término) dirigidas a grupos sociales externos a las comunidades de expertos o su fortalecimiento. En otras palabras: la traducción de “apropiación social” ha convertido en “divulgación” durante el proceso de inscripción.

En conclusión, la política pública de los últimos años y sus instrumentos de fomento nos muestra una asimetría entre los fines y las estrategias de apropiación social. Esta asimetría consiste en destacar la importancia de la relación ciencia, tecnología y sociedad como fundamental en la estructuración de cada una, pero plantear estrategias que reproducen una visión de la CTI como externa e independiente de los contextos sociales y culturales de producción. Esta asimetría y parcialidad puede configurarse a partir de dos supuestos: el primero, una concepción vertical de la construcción del conocimiento; el segundo, la ambigüedad de la noción de apropiación.

3. Consecuencias políticas de la ambigüedad de la apropiación

La brecha entre entre apropiación y divulgación no es inocente de la inefectividad de las políticas de innovación ni de la exclusión de actores sociales en acciones esencialmente públicas. En las sociedades modernas se empieza a estructurar un proceso de confluencia entre control político y económico y la capacidad para generar sistemáticamente conocimiento. Este proceso alcanza un punto de particular desarrollo en lo que se ha denominado “Sociedad del Conocimiento”, estructura caracterizada por una economía que se sustenta en la producción de conocimiento, en el contexto de una sociedad donde lo económico tiene una posición hegemónica. Esto en teoría implica dentro de las economías más “desarrolladas” el giro de los distintos órdenes institucionales hacia este valor. El conocimiento es producido por una variedad de organizaciones: universidades, think tanks, empresas, laboratorios gubernamentales y privados (Casas, 2004). Pero, ¿dónde queda la ciudadanía oficialmente no-experta?

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NC (Nuevo conocimiento), NCA (Productos clase A de nuevo conocimiento). F (Formación) y D

(Divulgación).

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Sinergias y ciudadanía

Si bien los sectores académicos, políticos y empresariales han sido los protagonistas en las diferentes teorizaciones y políticas sobre generación y uso del conocimiento, últimamente se ha despertado el interés en comprender el papel del público en estos procesos. Diferentes estudios – especialmente enfocado a los casos de EE.UU y Europa – se han concentrado en la medición del impacto social y económico del sector voluntario (Salomon, 1999; Kelly, 2002; Norton, 2001). Incluso dentro del modelo de Triple Hélice, Etzkowitz (2008) presenta como espacio de desarrollo de la sociedad civil la intersección entre gobierno, universidad e industria. Sin embargo, esta sociedad civil para este último caso se limita al conjunto de asociaciones voluntarias13.

Los estudios sobre sociedad civil son un área de importante desarrollo contemporáneo y los debates sobre los límites y alcances de la misma en el campo político son muy amplios (Bellah y otros, 1996; Keane, 2002; Putnam, 1994; Seligman, 1995). Nuestro interés en particular es presentar las relaciones de la sociedad civil con la generación y uso del conocimiento. Para tal fin comprendemos por sociedad civil aquella arena de acción colectiva alrededor de intereses y valores compartidos. Si bien se distingue de espacios e instituciones como el Estado, el mercado, la familia y la escuela, sus límites son complejos, borrosos y en constante negociación.

Por tal razón es necesario apelar a la noción de sociedad civil para agrupar a aquellas organizaciones cuya función primaria no se inscribe dentro de los vértices descritos por Sábato y Botana (1968), Clark (1987) y Etzkowitz (2008) de mercado, academia y Estado, sino que representan grupos de interés movilizados bajo formas institucionales de ONG, fundaciones filantrópicas, movimientos sociales, sindicatos, organizaciones religiosas, entre otras.

En los estudios sociales de la ciencia, el problema de la sociedad civil en la producción y el uso del conocimiento nos remite al debate sobre el involucramiento de legos y amateurs en procesos de investigación científica como informantes con diversos grados de reflexividad sobre su papel y el de los expertos en dicha interacción (Citizen Science); y el ejercicio y la participación ciudadana frente a procesos tecnocientíficos con alto impacto sobre comunidades (Public Engagement in Science). La apropiación en este contexto implica la capacidad para ejercer derechos y deberes frente a prácticas y conocimientos con alto impacto en las formas de vida social (Jasanoff, 1996; Hamlett, 2003; Sclove, 1995). Este es un problema para la política pública que abordaremos posteriormente.

Innovación excluyente versus innovación incluyente

La noción de innovación prevaleciente en la política pública define este proceso como la apropiación que hace del conocimiento el mercado. Como señalan Mullin y otros (2000),

Definimos innovación como la introducción al mercado (económico o social) de productos, servicios o bienes nuevos o mejorados. Esta simple definición llama la atención sobre la importancia de los mercados y subraya cómo programas exitosos de investigación o

13 Es clave el papel de las fundaciones filantrópicas en el fortalecimiento y desarrollo de sectores económicos y comunidades científicas. En América Latina, en particular, ha sido muy estudiada la labor de la Fundación Rockefeller en el desarrollo de la Salud pública y el estudio epidemiológico especialmente durante la primera mitad del s. XX (Cueto, 1994; Quevedo y Miranda, 1993; Quevedo y otros, 2004); así como el de la Fundación Ford en áreas como las ciencias sociales (Miceli, 1992; Restrepo, 1993). Si bien estas instituciones fueron en ocasiones portadores de agendas políticas estatales, su forma y estructura organizacional es independiente del estado y de los inmensos poderes económicos que las soportaron.

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desarrollo tecnológico deben tener plena conciencia de los constreñimientos impuestos por el mercado dentro del cual la innovación es introducida (Mullin y otros, 2000: 4).

Si bien este tipo de definición amplía y hace más compleja la comprensión de los procesos de producción de conocimiento a través de la inserción de demanda, oferta, intereses sociales, y externalidades, reproduce una concepción vertical de la producción de conocimiento y de su apropiación, donde los ciudadanos son definidos principalmente como consumidores, pero sin mayor agencia en los procesos de construcción (ver, Pinch y Oudshoorn, 2003). Se trata de un modelo excluyente de innovación, o innovación cerrada.

La tan mentada “sociedad del conocimiento”, como fenómeno, es paralela al desarrollo de las llamadas economías del conocimiento, donde sus estructuras y sus dinámicas son más complejas que la noción de una posible comercialización de la investigación. El modelo propuesto por Nowotny, Scott y Gibbons (2003) de la sociedad del conocimiento se caracteriza por una relación más explícita, compleja, necesaria y radical entre los distintos sectores de la sociedad y la producción de conocimiento. Esta relación puede comprenderse a partir de las siguientes características: 1. El conocimiento es gestión, hecho que implica su constante traducción entre ámbitos y actores diversos. 2. Centralidad de problemas transdisciplinares que involucran para su desarrollo actores de diversas disciplinas y de diversos sectores de la sociedad. 3. Diversidad, ampliación de los espacios de producción e instantaneidad de las interacciones. 4. El conocimiento es ampliamente reflexivo. 5. La calidad y la evaluación del conocimiento va más allá de los pares académicos e implica a la sociedad en general. En términos de una política de apropiación es importante detenerse en las dos últimas características.

La reflexividad del conocimiento implica que empieza a haber conciencia de la complejidad de los procesos entre los distintos actores y los contextos sociales y culturales de producción de conocimiento. Por otra parte, los procesos de investigación no pueden ser vistos más como una descripción “objetiva” del mundo natural o social sino que comienzan a ser un proceso dialógico y una conversación entre actores, sujetos de investigación y –necesariamente- objetos de la investigación. La quinta característica hace referencia al surgimiento de nuevas formas de control y nociones más amplias de calidad (Nowotny y otros, 2003). El concepto de par se hace difuso, primero por la variedad de disciplinas y por la diferente naturaleza de los actores involucrados en la producción del conocimiento. Así mismo la noción de calidad es relativa a los marcos de comprensión de los distintos actores y grupos sociales pertenecientes al sistema, a su grado de inclusión en los intereses que estructuran sus marcos de referencia (Bijker, 1997) y por la forma como interactúan con el conocimiento incorporado como ciencia o como tecnología. Siendo así, no es aconsejable excluir a los no-expertos del proceso de producción de conocimiento, a pesar de que la brecha de experticias se mantenga.

Estas características de la producción de conocimiento se desarrollan en unos contextos específicos: fortalecimiento de una sociedad de mercado, ampliación de las coberturas de matricula universitaria, integración de las ciencias sociales en la producción de conocimiento, globalización y nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. Finalmente, el mundo contemporáneo está poblado de instituciones de expertos, las cuales no son solamente esenciales para el avance social y técnico de las carreras profesionales, sino también configuran las identidades personales y grupales y reglamentan tanto la constitución como los usos del conocimiento. Las distintas formas de representación política y social son mediadas por saberes expertos tecnocientíficos, pero recaen sobre formas de vida colectivas.

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Este punto es fundamental para comprender la radicalidad del concepto de apropiación social del conocimiento científico y técnico. Cada vez hay un mayor interés académico y político en la forma como los saberes expertos se relacionan con la producción de riesgo e incertidumbre. El efectivo ejercicio de la ciudadanía cada vez está en mayor relación con la construcción y percepción del riesgo y la reflexividad de los públicos legos (Beck, 1994). De ahí que, como lo señala Nowotny y otros, las nuevas formas de pensar las culturas tecnocientíficas presenten una mayor preocupación en asuntos como la contextualización, las zonas de intercambio (Galison, 1997), y el carácter socialmente robusto del conocimiento (Nowotny y otros, 2003).

El carácter público de la ciencia y la tecnología es una elección

La definición de la innovación en términos estrictamente económicos ha transformado el carácter público de la ciencia. Es clásica la definición de la ciencia como bien público. Por ejemplo, desde la literatura gubernamental en el documento prospectivo Colombia 2019 se parte de una noción de la ciencia como bien público, acudiendo a la su definición clásica: “Un bien público es un bien o un servicio que beneficia a toda la sociedad, pero que los empresarios no tienen los suficientes incentivos para producir por cuenta propia (ejemplos el alumbrado público y la defensa nacional). Los bienes públicos se caracterizan por la no rivalidad y la no exclusión” (DNP, 2006: 13).

Esta definición, combinada con la teoría de la fallas del mercado, ha constituido la justificación para la intervención directa del Estado en la promoción de la investigación científica. La idea es que los progresos técnicos derivados de la investigación científica constituyen externalidades positivas que son aprovechadas por free-riders, grupos sociales, instituciones y agentes particulares que sin invertir directamente en estos desarrollos los usufructúan (Samuelson, 1954). No obstante, la definición clásica de la ciencia como bien público señala que a través de los impuestos, se internaliza la externalidad, no habría free-riders, pues la sociedad en su conjunto contribuiría al desarrollo científico (Stiglitz, 1999).

No obstante, las mismas dinámicas de la innovación en el contexto de una economía del conocimiento parecerían contradecir este principio. Se generan cada vez más dispositivos técnicos y jurídicos que aseguran la propiedad del conocimiento y restringen sus posibilidades de circulación, como las tecnologías jurídicas en torno a la propiedad intelectual. La producción de conocimiento desarrolla una serie de restricciones que difícilmente permiten en la práctica tener una percepción de la ciencia como bien público. Inclusive, independientemente del asunto de la propiedad y de las restricciones en la circulación del conocimiento, la percepción de la ciencia y la tecnología como asunto público va más allá de los orígenes de su financiación (Feenberg, 2002).

En primer lugar se necesitan modelos para abordar la complejidad de la definición de lo público, desarrollando instrumentos que permitan pasar de la esfera pública como ambiente amorfo a la identificación de grupos de interés. La identificación de estos grupos permite la elección de lenguajes apropiados a partir de una interpretación densa de su cultura y de los dispositivos de reflexividad que desarrollan frente a las culturas tecnocientíficas. Como señala Callon:

Las reglas, las prácticas, las formas culturales y las relaciones con las cosas varían de un colectivo a otro. La diversidad y lo local están en el corazón de la ciencia. La búsqueda de la diversidad dentro de una actividad –la ciencia – que es generalmente acusada de crear uniformidad y destruir la riqueza de las culturas tradicionales, es un gran aporte. La ciencia es un bien público, el cual debe ser preservado a todo costo porque es la fuente de la variedad. Ésta causa nuevos estados en el mundo a proliferar. Esta diversidad depende de la diversidad de intereses y de proyectos que están incluidos al interior de aquellas

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colectividades que reconfiguran la naturaleza y la sociedad. Sin esta, sin la fuente de diversidad, el mercado –cuya tendencia natural es transformar la ciencia en mercancía – podría condenarla a la convergencia y la irreversibilidad (Callon, 1994:424).

En otros términos, la diversidad como punto de partida en la definición de lo público debe estructurar la ciencia como decisión política (De Greiff, 1994). Las distintas estrategias de comunicación y apropiación de la ciencia y la tecnología deben ser instrumentos de comprensión esa diversidad. De esta forma se amplia la comprensión de la producción del conocimiento, y se invita a los distintos grupos que constituyen la ciudadanía y generan conocimiento silencioso, no solo son receptores aislados de los procesos y las “sinergias”. Esa ciudadanía ya contribuye desde lo local al establecimiento de las redes que hacen robustas las prácticas científicas y tecnológicas, el rol de la apropiación social del conocimiento debe ser empoderarlas y crear formas de comunicación horizontales con los expertos.

4. “Apropiación fuerte” del Conocimiento Tecnocientífico

La reconfiguración de un nuevo marco comunicativo nos lleva a proponer la construcción de una apropiación fuerte del conocimiento como un modelo de comprensión e intervención de las relaciones entre tecnociencia y sociedad, construido a partir de la participación activa de los diversos grupos sociales que generan conocimiento. Este modelo amplía la comprensión de las dinámicas de producción de conocimiento más allá de las sinergias entre sectores académicos, productivos y estatales, incluyendo a las comunidades y grupos de interés de la sociedad civil y poniendo a la sociedad en el foco o centro. Esta ampliación integra apropiación e innovación en un mismo plano, bajo el principio de construcción social del conocimiento.

Este modelo presenta los “hechos” como resultado de negociaciones entre actores sociales y actores no humanos o “actantes” (ver 1). El esquema es construido a partir de la noción del Latour (1987) y Law (1994) de asociaciones heterogeneas, donde la realidad natural-social está constituida por redes sociotécnicas que articulan dichos actantes. Si bien el esquema es similar a las “negociaciones” latourianas incluye una premisa explícita: la ciudadanía. Además pone en el centro de la agencia a los actores humanos, lo que rompe la simetría laturiana, dandole primacía a las negociaciones entre grupos sociales; de allí la identificación con el Programa Fuerte. Ello no borra las otras negociaciones, que se dan entre todos los actores a través de sus representantes.

El gran desafío es organizar a la sociedad civil sin que esta pierda autonomía, estimulando su capacidad de autogestión para que no sea cooptada por otros que tratan de organizarla (iglesias, Estados, sindicatos exógenos). Los “hechos” y “artefactos” no son los mismos para todos; para cada grupo social tiene un significado y valor distinto que es resultado de su negociación con la “naturaleza” y con los otros actores humanos y en este sentido se trata de la construcción de una realidad fragmentada y no-coherente, pero convergente en las zonas de intercambio14. Cada actor construye su mundo en coordinación con los otros. Aunque su mundo no es único, sus significados son parcialmente conmensurables gracias a tales zonas de intercambio que se han constuído durante las negociaciones. Gracias a esa conmensurabilidad y efectiva traducción de

14

Una de las características más importantes de las zonas de intercambio es su operatividad, es decir, los

diversos grupos sociales que se encuentran en ella logran generar acciones que involucran la interacción

con el otro, independientemente de sus diferencias en términos de intereses y representaciones. Para tal

fin se generan una serie de prácticas y lenguajes mestizos (créole), que posibilitan un mínimo de

supuestos comunes para la acción (Galison, 1997).

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intereses y –por consiguiente – de significados y valores, se da la innovación, como un nuevo objeto o un nuevo uso de un objeto existente (Edgerton, 2006), pero socialmente validado.

Figura 1: Modelo Apropiación fuerte de la ciencia, la tecnología y la innovación

En el momento en el que se incluye a la sociedad civil en la comprensión de estos procesos también se generan intersecciones que constituyen o deberían constituir zonas de intercambio. Es responsabilidad de los diferentes vértices pero especialmente de las entidades de fomento identificar y generar mecanismos que hagan más sólidos este tipo de intercambios. Existen algunas áreas con una tradición importante que pueden ser aprovechadas para la generación de este tipo de sinergias (Lafuente, 2008a).

El modelo de triple hélice, en consonancia con teorías como el de modo 2 (Gibbons y otros 2003), señala que la paulatina integración entre los diversos sectores vinculados en la generación y uso del conocimiento conlleva al surgimiento de zonas de intersección y de sectores específicos de carácter mixto, donde se superponen las funciones primarias y secundarias de cada vértice (Etzkowitz, 2008). Así aparecen laboratorios industriales, áreas de I+D, empresas vinculadas a las universidades, (spin off, start up), inversiones en conocimiento para el apoyo de la gestión estatal, transferencias del sector defensa al sector civil (offsets), y diversos mecanismos de fomento y financiación que pasan del sector público a sectores financieros y de capital privado (venture capital, joint venture), por mencionar tan solo algunas figuras. Todas estas zonas se han visto en la necesidad de generar lenguajes y prácticas que posibiliten el intercambio y la interacción entre sectores con lógicas y culturas tan diferentes.

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Esas construcciones de nuevos lenguajes se dan en las intersecciones en las que se encuentran los distintos representantes de grupos de interés para, en interacción con la naturaleza, producen “hechos” y “artefactos”, quienes en sí mismos también son actores no humanos.

En primer lugar encontramos la extensión universitaria, una de las misiones del proyecto de Humboldt de universidad moderna. La extensión aparece como la función que le permite al conocimiento, en particular a la ciencia y la tecnología, generar un impacto directo sobre la sociedad. Si bien existe cierta polémica sobre la naturaleza de estos aportes, en particular sobre su relación con el mercado, la extensión universitaria es un espacio institucionalizado para la apropiación social del conocimiento que tiene el potencial de trazar puentes entre las comunidades de expertos y otros grupos y actores de la sociedad. Ello obliga, sin embargo, a replantear las formas de reconocimiento de la “apropiación”, superando la divulgación. Autores como Dagnino (2008) han caracterizado la extensión como punto de partida la generación de tecnologías sociales y de políticas de innovación más vinculadas a las necesidades de las comunidades menos favorecidas y de los grupos sociales con mayor grado de exclusión que a las lógicas de una economía de mercado y la privatización del conocimiento. Sin la intensión de discutir el planteamiento de Dagnino ni sus alcances, sí es importante destacar la necesidad de generar mecanismos que reconozcan e incentiven aquellas formas de extensión que no generan valor económico inmediato pero cuyo impacto en términos sociales y ambientales es muy alto. De esta forma la tecnociencia se reintroduce a las “formas de vida” democrática y a las prácticas, de las que nunca ha salido, pero ha sido ocultada.

Sin apropiación no hay innovación porque el conocimiento es una construcción compleja que involucra la interacción de distintos grupos sociales, la producción de conocimiento no es una construcción ajena a la sociedad, se desarrolla dentro de ella, a partir de sus intereses, códigos y sistemas. Por eso la apropiación fuerte del conocimiento es el fundamento de cualquier forma de innovación efectiva y democrática. La innovación entendida como la efectiva incorporación social del conocimiento en la solución de problemas, o en el establecimiento de nuevas relaciones no es más que la interacción entre grupos y culturas sociales de expertos y no expertos, lo que obliga no sólo a un nuevo pacto social, sino a reconfigurar los medios y fines de la comunicación científica. La apropiación no es una recepción pasiva, involucra siempre un ejercicio interpretativo y el desarrollo de unas prácticas reflexivas. En suma, si hemos de distinguir la invención de la innovación, entendiendo esta última como la inserción social de nuevos objetos, o apropiación, entonces debe hacerla incluyente, abriendola al debate y participación social: es decir a un programa fuerte de la apropiación social.

5. Principios para una apropiación fuerte del conocimiento

El diagnóstico sobre los “modelos deficitarios”, unidireccionales y verticales de la comunicación científica no es nueva (Lewenstein, 2003). En el ámbito latinoamericano, tampoco lo son las recomendaciones para romper con esta tradición (ver por ejemplo Arboleda, 2007; Nieto, 2002). Sin embargo, en nuestra opinión dichas fórmulas son demasiado generales, con difícil modo de implementación, además de mezclar estrategias, instrumentos y principios.

Quisiéramos terminar presentando, de forma esquemática y como una invitación al debate, una propuesta de principios que consideramos pueden guiar el diseño de políticas públicas y la implementación de estrategias que permitan un diálogo más reflexivo y simétrico en torno a las culturas tecnocientíficas y la sociedad. Aquí se requiere una advertencia: lo que hemos llamado “apropiación fuerte” no es un modelo para pensar en implementar una estrategia de la política “de apropiación”. Los principios que proponemos deben servir a la política científica y tecnológica

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en su conjunto, porque la apropiación fuerte parte de la idea de que debe ser transversal a toda la política de ciencia, tecnología e innovación, y no un componente complementario al resto. Consideramos que estos principios pueden ser útiles para las políticas editoriales interesadas en el problema de ciencia y sociedad y preocupadas para el empoderamiento de la ciudadanía, pero no se restringen a aquella.

En un programa de “apropiación fuerte”, el proceso de construcción de políticas debe verificarse lo siguiente:

1. Principio de complejidad. Poner en evidencia relatos, discursos y políticas ontológicas que prioricen explicaciones que den cuenta de la producción de conocimiento como una empresa social y colectiva, donde interactúan grupos sociales de expertos y no expertos con la naturaleza y otros actores no-humanos. Esto implica evitar las narraciones basadas en lo que Law llama las versiones euro-americanas de la realidad (Law, 2004: 23-27).15

2. Principio de límites. Explicitar no sólo las ventajas y potencialidades de los proyectos y programas de ciencia y la tecnología, sino también los riesgos y limitaciones. Esto implica romper con la idea de que ciencia y tecnología por sí mismas generarán desarrollo e introducen las políticas ontológicas y participativas en los ámbitos actualmente accesibles a los expertos. Este principio ayuda a no generar falsas expectativas entre los públicos e identificar mecanismos para que los afectados puedan participar en las investigaciones e innovaciones desde su concepción y no sólo al final del proceso.

3. Principio de transparencia. Promover la apertura de las cajas negras y el carácter polémico de todo conocimiento, incentivando los debates que dan cuenta de la ciencia como actividad compleja y en acción. Esta labor significa distinguir y explicar la diferencia entre ciencia terminada e investigación, como la concreción de las dos caras de Jano. También requiere explicitar el entrelazamiento entre conocimiento e interés (político, social y económico) o, en términos latourianos las asociaciones entre ciencia, tecnología y sociedad. La política de ciencia y tecnología debe mostrar que existen mecanismos para borrar los procesos de estabilización de conceptos y artefactos, es decir, los espacios sociales de cierre de polémicas. Ello para posibilitar la participación activa de representantes de los grupos de interés involucrados, e implícitamente invocados (y supuestamente representados) por los expertos.

4. Principio de intercambio democrático. Construir y visibilizar espacios de negociación abiertos a representantes de todos los actantes durante la planeación y ejecución de proyectos. Muchos de estos espacios se dan, pero de forma asimétrica (difusión o aplicación). La interacción y construcción de zonas de intercambio debe ser explícita en la formulación tanto los relatos como en las de políticas y en los procesos de producción y usos del conocimiento.

5. Principio de reconocimiento social. Establecer mecanismos de recompensa y vigilancia para que incentive la innovación e investigación incluyentes. Sin estos instrumentos de reconocimiento la dicotomía entre apropiación y divulgación se

15

Se refiere a la metafísica empirista, que considera los aspectos sociales como irrelevantes en el contexto

de justificación, mientras que privilegia la lógica y los resultados experimentales en la producción de

conocimiento. La expersión en claramente desafortunada e imprecisa, porque las versiones alternativas,

como el mismo constructivismo es también producto de la cultura Euro-americana.

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mantendrá y la investigación estará fuera de esfera pública. En cierto sentido se trata de un mecanismo de promoción y no de coerción hacia la comunidad científica y tecnológica para que permitan entrar a los ciudadanos afectados a sus laboratorios, no sólo como testigos (Shapin, 1988: 404), sino como parte del proceso.

Estos principios se pueden volver guías operativas si los procesos de construcción de políticas públicas o estrategias de comunicación se someten a una evaluación ex-ante y ex-post basada en ellos. Por supuesto que se requiere desarrollarlo en forma de indicadores e índices de estructura más fina. Ello permitiría establecer el grado de “fortaleza” o “debilidad” de estas acciones. Si ninguno de ellos se cumple, probablemente lo que se está haciendo es promoviendo un programa de divulgación, alfabetización y aplicación unidireccional. Si se cumplen todos, se está abriendo el campo para la inclusión social, desplegando un programa fuerte de la apropiación del conocimiento.

5. Conclusiones

En este artículo hemos querido mostrar los problemas de interpretación e implementación de las políticas de ciencia y tecnología en relación con la así llamada “apropiación de la ciencia”. Nos hemos concentrado en el contexto latinoamericano y particularmente colombiano, desde donde la discusión se ha liderado. Lo que observamos es que más allá de la retórica de participación activa, los mecanismos de evaluación y reconocimiento social promueven agendas difusionistas y no de traslaciones. Es decir, utilizan los mecanismos de alfabetización de ciencia elaborada para excluir a la ciudadanía no experta de la construcción de la ciencia en construcción, es decir, la investigación.

Esta no es una conclusión demasiado nueva, pero sí lo es el análisis empírico que hemos hecho del caso colombiano, en el que mostramos cómo la apropiación se traduce en divulgación en los instrumentos de medición y de evaluación de política científica y tecnológica. Se trata de una traducción en el sentido de que alinea los intereses de dos grupos distintos. Los administradores de política, quienes en los sistemas democráticos deben explicitar un interés por el involucramiento de la sociedad pero consideran que la producción de conocimiento termina en los productos que salen de los laboratorios y el público sólo debe recibirlos, en un modelo de tecnociencia modular. Del otro, están los de los expertos o científicos, que perciben la introducción de otros grupos sociales como una amenaza a la autonomía e incluso a la objetividad de la ciencia.

El modelo que proponemos de “apropiación fuerte” pone en el centro de la política la sociedad y sus representantes. Insistimos en que los cuatro subgrupos no son homogéneos, ni tienen la misma fuerza al momento de negociar con sus pares o con la naturaleza. En cada caso, es necesario identificar la textura de esos grupos y determinar sus capitales simbólicos. Hemos señalado también el desafío de la representación de los legos o ciudadanos interesados o tecnocidanos (Lafuente, 2008b). Por supuesto, los representantes no pueden ser “nombrados” por el Estado. Las políticas de ciencia y tecnología deben buscar crear las condiciones para que los grupos de interés se auto-organicen y verificar que sus representantes tengan un asiento en los programas de formulación, seguimiento y evaluación de políticas. Esta participación tiene que ser acompañada con la participación de los afectados, usuarios, legos etc. en las prácticas de investigación e innovación, lo que seguramente será el mayor desafío no sólo en los países menos industrializados sino en cualquier parte. Al ser un problema con características específicas locales pero con una raíz epistemológica y metafísica común (el modelo empírico clásico), tiene un alcance global.

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La nuestra es una propuesta que propugna por una política ontológica, es decir de construcción colectiva de objetos. Pero, aunque compartimos la aproximación constructivista del “programa fuerte” no queremos caer en el determinismo social. Los hechos y los artefactos son producto de negociaciones con actores no humanos, así la agencia de los actantes tiene un énfasis en los humanos.

Finalmente, los principios que enunciamos son una propuesta que, partiendo de un modelo de análisis, deriva en una forma de intervención política. Queremos hacer una salvedad: no estamos abogando por la eliminación de los programas de divulgación. Significa más bien mostrar, que si bien las modalidades positivas son ontológicamente necesarias (Latour, 1987: 22-23), políticamente son negativas en la medida en que ocultan un mecanismo intrínseco de la práctica científica: el borrado es tal vez inevitable, pero se debe al decir y mostrar que es parte del juego tecnocientífico. Esa historia social en acción requiere localizar a los actores, dentro (nivel micro-analítico) y fuera del laboratorio (nivel macro analítico del tejido social), que actuaron en esa eliminación de la memoria y propugnar por políticas de “objetividad fuerte”, más que de relativismo epistemológico (Harding, 1991: 138-163).

En los textos de divulgación se borra la memoria impunemente por tratarse de ciencia elaborada y, en gracia de discusión, lo podemos soportar para aprender lo que es aceptado como verdad. En la investigación, la caricaturización de las polémicas a través del ocultamiento de los intereses y poderes sociales, es antidemocrático e incluso anti-funcional: sin apropiación fuerte no es posible la innovación efectiva. En suma, la divulgación es parte de los mecanismos (opresores o libertarios es otra discusión) de la educación. La apropiación fuerte es un requisito de las políticas democráticas de CTI.

Nuestros modelo y principios, se ponga en práctica o no, al menos tienen la virtud de ayudar a romper con la ambigüedad del término “apropiación” que tanto oscurece la práctica de la ciencia, la tecnología y la innovación en su dimensión esencialmente política de la que nunca ha salido.

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