ANTIGUO TESTAMENTO

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HISTORIA Y MENSAJE DE LA BIBLIA LOS PATRIARCAS Abraham es el primer patriarca de Israel. Dios le promete una tierra propia y una descendencia numerosa. l confi plenamente en Dios y vivi una relacin de amistad con l. MOISS El pueblo de Israel estaba esclavo en Egipto, ademÆs era un pueblo que haba crecido mucho y haban prosperado. El faran temi que se hicieran mÆs fuertes y decidi acabar con ellos y les encarg los trabajos mÆs peligrosos y pesados. MoisØs fue el mediador entre Dios y su pueblo, es decir, se sirvi de MoisØs para liberar al pueblo. El pueblo de Israel guiado por MoisØs, sali de Egipto y empez el camino de liberacin hacia la tierra prometida, ese camino se le conoce con el nombre de XODO. LOS PATRIARCAS EN LA HISTORIA A travØs de la historia, que ya hemos visto, en la Øpoca en que vivi Abraham, las familias se agrupaban en tribus o clanes. Cada tribu tena un Patriarca, que era la persona de la que se esperaba la capacidad para solucionar los conflictos y para dar consejos sabios. Cuando el Patriarca mora, su hijo mayor heredaba sus bienes y pasaba a ser el Patriarca de la tribu. LOS PATRIARCAS EN LA BIBLIA Los patriarcas que aparecen en la Biblia no son slo importantes desde el punto de vista de la vida y la organizacin de la tribu, sino que son lderes espirituales. Por su especial relacin con Dios, son intermediarios entre el pueblo y Dios. Abraham, Isaac y Jacob son los patriarcas principales de los que habla la Biblia. De su descendencia naci el Pueblo de Israel, y a travØs de ellos, los israelitas conocieron a Dios. Hartos de los israelitas, los egipcios les impusieron trabajos penosos y les amargaron la vida con dura esclavitud, imponiØndoles los duros trabajos del barro, de los ladrillos y toda clase de trabajos del campo (Ex 1, 13-14) Los israelitas se quejaban de la esclavitud y clamaron. Los gritos de auxilio de los esclavos llegaron a Dios. Dios escuch sus quejas y se acord del pacto hecho con Abraham, Isaac y Jacob; y viendo a los israelitas, Dios se interes por ellos (Ex 2, 23-25)

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HISTORIA Y MENSAJE DE LA BIBLIA

LOS PATRIARCAS

Abraham es el primer patriarca de Israel. Dios le promete una tierra propia

y una descendencia numerosa. Él confió plenamente en Dios y vivió una

relación de amistad con Él.

MOISÉS

El pueblo de Israel estaba esclavo en Egipto, además era un pueblo que

había crecido mucho y habían prosperado. El faraón temió que se hicieran

más fuertes y decidió acabar con ellos y les encargó los trabajos más

peligrosos y pesados.

Moisés fue el mediador entre Dios y su pueblo, es decir, se sirvió de Moisés

para liberar al pueblo.

El pueblo de Israel guiado por Moisés, salió de Egipto y empezó el camino

de liberación hacia la tierra prometida, ese camino se le conoce con el

nombre de ÉXODO.

LOS PATRIARCAS EN LA HISTORIA

A través de la historia, que ya hemos

visto, en la época en que vivió Abraham,

las familias se agrupaban en tribus o clanes.

Cada tribu tenía un Patriarca, que era

la persona de la que se esperaba la capacidad para solucionar los conflictos y para dar consejos sabios.

Cuando el Patriarca moría, su hijo

mayor heredaba sus bienes y pasaba a ser el Patriarca de la tribu.

LOS PATRIARCAS EN LA BIBLIA

Los patriarcas que aparecen en la

Biblia no son sólo importantes desde el

punto de vista de la vida y la organización

de la tribu, sino que son líderes

espirituales. Por su especial relación con

Dios, son intermediarios entre el pueblo y Dios.

Abraham, Isaac y Jacob son los

patriarcas principales de los que habla la Biblia. De su descendencia nació el

Pueblo de Israel, y a través de ellos, los israelitas conocieron a Dios.

�Hartos de los israelitas, los egipcios les impusieron trabajos penosos y les

amargaron la vida con dura esclavitud, imponiéndoles los duros trabajos del barro, de

los ladrillos y toda clase de trabajos del campo� (Ex 1, 13-14) �Los israelitas se quejaban de la esclavitud y clamaron. Los gritos de auxilio de los esclavos llegaron a Dios. Dios escuchó sus quejas y se acordó del pacto hecho con

Abraham, Isaac y Jacob; y viendo a los israelitas, Dios se interesó por ellos� (Ex 2, 23-25)

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DAVID

Una vez instalado el Pueblo de Israel en la tierra prometida, se decide

instaurar la monarquía por necesidad política.

Su rey más importante es David, que comete un gran pecado, se

arrepiente y es perdonado por Dios.

El Pueblo de Israel es un pueblo como los otros: tiene una tierra,

un rey que la gobierna y un ejército. Dios sigue a su lado, fiel a la

Alianza hecha con el pueblo por medio de Moisés, dejándoles la

libertad de elegir su camino y es la fe en este Dios lo que le hace

ser también un pueblo diferente.

LOS PROFETAS

El pueblo de Israel acaba dividiéndose a causa de su infidelidad a Dios y

del mal gobierno de los reyes.

Finalmente, los israelitas son desterrados a Babilonia y allí se dan cuenta

de los errores cometidos.

David, el rey que sucedió a Saúl, reinó hacia el año 1000 a.C. y es considerado

modelo de los reyes de Israel, sobre todo por su amistad con Dios. Dios lo eligió siendo muy joven para ser rey de Israel y le prometió estar siempre a

su lado. David intentaba ser fiel a Dios en todo lo que hacía y también trataba de que

el pueblo que gobernaba se mantuviera fiel a la Alianza.

ERRORES DEL REY SALOMÓN

Al final de su reinado, el rey Salomón cometió graves errores:

- Comenzó a adorar a los dioses de los pueblos vecinos, cometiendo el pecado de

la idolatría. - Puso grandes impuestos a sus súbditos, y éstos no estaban contentos.

A la muerte de Salomón, el reino estaba muy debilitado y se dividió en dos:

El reino del Norte: Israel. El reino del Sur: Judá.

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El pueblo terminó en el exilio: No tenían tierras No tenían rey. YA NO SON UN PUEBLO No tienen templo con su sacerdote.

Dios elige a unas personas para transmitir su mensaje a los israelitas.

Estas personas son los profetas, que recuerdan, denuncian y ayudan.

EL RESTO DE ISRAEL

Los israelitas saben que Dios es fiel, y esperan la llegada del Mesías

anunciado por los profetas.

Un grupo de israelitas, los pobres de Yahvé, ha seguido fiel a Dios.

EL RESTO DE ISRAEL

Para designar a los hombres y mujeres del pueblo de Israel que tenían, pese a las

dificultades, una fe autentica, se utiliza la expresión: EL RESTO DE ISRAEL, los pobres

del Señor. Son los que creen en Dios de corazón y cumplen sus preceptos.

Son gente humilde y sencilla, profundamente creyente, que espera con ansiedad la

venida del Mesías, que les traerá la auténtica salvación.

�Así dice el Señor, Dios de Israel, a todos los deportados que yo llevé de

Jerusalem a Babilonia: Cuando se cumplan setenta años en Babilonia, me

ocuparé de vosotros, os cumpliré mis promesas trayéndos de nuevo a este lugar.

Yo conozco mis designios sobre vosotros: designios de prosperidad, no de

desgracia, de daros un porvenir y una esperanza�

(Jeremías 29, 10 � 11)

EL MESÍAS Y LA NUEVA ALIANZA

A través del Mesías, Dios va ha sellar una Alianza nueva y definitiva con su pueblo. No

va ha ser como la que selló con sus antepasados y que éstos rompieron. La Nueva Alianza

va ha ser:

- Personal: Pues Yahvé va ha pactar con cada uno de sus hijos de Israel. - Colectiva: Porque va ha pactar con todo el pueblo.

La Nueva Alianza va a ser interior. Lo más importante no va a ser los pactos exteriores, sino la sinceridad y la fidelidad de cada israelita hacia Dios y hacia el prójimo.

El reino del Norte: Israel. Judá.

�Dejaré en ti un pueblo pobre y humilde, un resto de Israel que se acogerá al Señor, que no cometerá crímenes ni dirá mentiras ni tendrá en la boca una lengua embustera�

(Sofonías 3, 12 � 13)

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Hagamos el elogio de los hombres de bien,

de la serie de nuestros antepasados:

grande gloria les repartió el Altísimo, los engrandeció desde

tiempos antiguos.

Alabemos: a los soberanos, por su gobierno del país;

a los hombres famosos, por sus hazañas;

a los consejeros, por su prudencia;

a los videntes, por su don profético;

a los príncipes de las naciones, por su sagacidad;

a los jefes, por su agudeza;

a los sabios pensadores, por sus escritos;

a los poetas; por sus vigilias.

Compositores según el arte,

que pusieron por escrito sus canciones.

Hombres ricos y poderosos,

que vivían en paz en sus moradas.

Recibieron honor durante su vida,

y fueron la gloria de su tiempo.

Algunos legaron su nombre,

para ser respetados por sus herederos.

Otros no dejaron recuerdo y acabaron al acabar su vida,

fueron como si no hubieran sido, y lo mismo

sus hijos tras ellos.

No así los hombres de bien:

su esperanza no se acabó,

sus bienes perduraron en su descendencia,

su heredad pasa de hijos a nietos.

Sus hijos siguen fieles a la Alianza,

y también sus nietos, gracias a ellos.

Su recuerdo dura por siempre,

su caridad no se olvidará.

Sepultados sus cuerpos en paz,

vive su fama por generaciones;

el pueblo cuenta su sabiduría,

la asamblea pregona su alabanza.

Eclesiastés 44, 1 � 15