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ANATOMÍA MICROSCÓPICA MEDIANTE MEB (MICROSCOPÍA ELECTRÓNICA DE BARRIDO) DE PALLARES (Phaseolus lunatus) DE LA ÉPOCA CHIMÚ Víctor F. Vásquez Sánchez 1 Director del Centro de Investigaciones Arqueobiológicas y Paleoecológicas Andinas- ARQUEOBIOS, Apartado Postal 595, Trujillo-Peru, E-mail: [email protected] José Arceo Arceo 2 Ingeniero Agrónomo, Universidad Autónoma de Chapingo, Texcoco-MÉXICO E-mail: [email protected] Los pallares prehispánicos han sido identificados como semillas de Phaseolus lunatus “pallar” o “frijol lima” que proceden de una leguminosa cultivada como anual, bienal o perenne. Posee variedades con semillas grandes o pequeñas en diversidad de colores creciendo en áreas sub- tropicales de la costa y valles serranos peruanos. Las evidencias prehispánicas muestran hallazgos continuos desde épocas tempranas a tardías ubicadas entre los 6000 años a.C, a los 1400 años d.C. Estas semillas no sólo han jugado una parte importante en la base alimenticia del poblador prehispánico, sino también han ocupado un status importante en el arte y simbolismo, representados en los ceramios y textiles de las culturas Paracas, Chimú, Tiahuanaco y Lambayeque. Las muestras que aparecen en la siguientes fotografías, corresponden a semillas, arriñonadas, comprimidas lateralmente, de color marrón oscuro, amarillo, marrón rojizo y negro, que fueron halladas en las excavaciones realizadas en el Complejo Arqueológico “El Brujo”, del valle de Chicama, Perú dentro del marco del proyecto “Semillas Antiguas para una Nueva Vida” (1993- 1994). Figura 1. Semillas de Phaseolus lunatus “pallar” que fueron recuperadas de un área doméstica de filiación Chimú tardía, y que exhiben formas arriñonadas, actualmente extintas (Foto: Víctor F. Vásquez Sánchez) 133

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ANATOMÍA MICROSCÓPICA MEDIANTE MEB (MICROSCOPÍA

ELECTRÓNICA DE BARRIDO) DE PALLARES (Phaseolus lunatus) DE LA ÉPOCA CHIMÚ

Víctor F. Vásquez Sánchez1

Director del Centro de Investigaciones Arqueobiológicas y Paleoecológicas Andinas-ARQUEOBIOS, Apartado Postal 595, Trujillo-Peru, E-mail: [email protected]

José Arceo Arceo2

Ingeniero Agrónomo, Universidad Autónoma de Chapingo, Texcoco-MÉXICO E-mail: [email protected]

Los pallares prehispánicos han sido identificados como semillas de

Phaseolus lunatus “pallar” o “frijol lima” que proceden de una leguminosa cultivada como anual, bienal o perenne. Posee variedades con semillas grandes o pequeñas en diversidad de colores creciendo en áreas sub-tropicales de la costa y valles serranos peruanos. Las evidencias prehispánicas muestran hallazgos continuos desde épocas tempranas a tardías ubicadas entre los 6000 años a.C, a los 1400 años d.C. Estas semillas no sólo han jugado una parte importante en la base alimenticia del poblador prehispánico, sino también han ocupado un status importante en el arte y simbolismo, representados en los ceramios y textiles de las culturas Paracas, Chimú, Tiahuanaco y Lambayeque. Las muestras que aparecen en la siguientes fotografías, corresponden a semillas, arriñonadas, comprimidas lateralmente, de color marrón oscuro, amarillo, marrón rojizo y negro, que fueron halladas en las excavaciones realizadas en el Complejo Arqueológico “El Brujo”, del valle de Chicama, Perú dentro del marco del proyecto “Semillas Antiguas para una Nueva Vida” (1993-1994).

Figura 1. Semillas de Phaseolus lunatus “pallar” que fueron recuperadas de un área

doméstica de filiación Chimú tardía, y que exhiben formas arriñonadas, actualmente extintas (Foto: Víctor F. Vásquez Sánchez)

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La descripción del contexto arqueológico de la muestra corresponde a un sitio de características domésticas asociado a abundante material arqueobotánico y fragmentería de ollas, tinajas, jarras, de filiación Chimú Tardío. Todas las muestras arqueobotánicas fueron recolectadas para un estudio especializado tomando datos de los parámetros abióticos que permitieron el buen estado de conservación de éstas muestras. Con respecto a su cronología absoluta, se tienen fechados radiocarbónicos asociados a las semillas, las cuales indican un fechado de 1480 años d.C. Estas muestras fueron estudiadas mediante Microscopía Electrónica de Barrido (MEB) en la Universidad Autónoma de México, con el objetivo de mostrar la morfología interna del endospermo y la conservación de los granos de almidón. En las siguientes fotografías podemos observar algunas características del pericarpio y su endospermo, además de la contaminación con hifas de hongos.

Figura 2. Se observan dos planos de la anatomía interna de la semilla de Phaseolus lunatus

“pallar”. En el primer plano es horizontal (el mas superficial), se observa el pericarpio de la semilla, liso, sin fisuras significativas. El otro plano horizontal (por debajo del pericaprpio, se observa el inicio del tejido de reserva o endospermo, el cual esta invadido por hifas de hongos (flecha rojo). Por estar debajo del pericarpio, suponemos que se tratan de antiguos hongos, y no de modernos hongos contaminantes. En el segundo plano, el vertical, podemos observar los granos de almidón que están bien formados y apilados unos sobre otros, formando el endospermo. Aumentos: 150X, tratamiento de la muestra con baño de oro al vacío.

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Figura 3. Ápice del embrión de Phaseolus lunatus “pallar”, donde se observan en mayor detalle las hifas de hongos. Estos hongos han empezado a dañar el tejido meristemático del embrión. Es difícil precisar si estos hongos son antiguos o de una contaminación posterior a la excavación, es posible que se trata de hongos que se infiltraron entre el momento de su entierro y toda su historia tafonómica. Aumentos: 350X, tratamiento de la muestra con baño de oro al vacío.

Figura 4. Granos de almidón de Phaseolus lunatus “pallar” que se encuentran conformando el endospermo de los cotiledones de esta leguminosa de la época Chimú. La extracción de ADN antiguo de este tejido, permitió observar que los ácidos nucleicos estaban mezclados con una alta concentración de proteínas, la cual inicialmente dificultaba la electroforesis del ADN antiguo. Aumentos: 350X, tratamiento de la muestra con baño de oro al vacío.

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Oscar J. Polaco (1952-2009)

El profesor Óscar J. Polaco fue un destacado investigador del Instituto Nacional de Antropología

e Historia y Profesor de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN, donde había realizado los estudios de Biología. Entre sus principales distinciones académicas, destaca la obtención del Premio Fryxel de Investigación Interdisciplinaria 2006 de la Society for American Archaeology, así como su nombramiento de Research Associate por el Museum of Texas Tech University. Por más de 30 años, formó parte de la plantilla de personal académico del actual Laboratorio de Arqueozoología en la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico. Por varios años fue el Coordinador del Laboratorio y en el período 2001-2006 ocupó el cargo de Subdirector de la unidad de Laboratorios.

Por muchos años el promovió que los estudios arqueozoológicos en México y Latinoamérica se

convirtieran en un campo científico reconocido. Fue uno de los primeros investigadores en acudir a los encuentros científicos de Arqueozoología y, posteriormente se incorporó a sus órganos directivos, como el Comité Internacional del International Council for Archaeozoology (ICAZ). Además fue co-organizador tanto del 12th meeting of the Fish Remains Working Group (ICAZ) y del 10º Congreso Internacional de ICAZ, realizado este último en la Ciudad de México en Agosto del 2006. Estos fueron los primeros eventos de tipo internacional en Latinoamérica en el campo de la Arqueozoología. Su trayectoria académica fue fructífera, dictó más de 130 conferencias, presentó más de 165 ponencias nacionales e internacionales y publicó más de 200 trabajos en revistas nacionales e internacionales, incluyendo varias indexadas. Su labor editorial, que le fascinaba, lo llevó a participar en siete comités editoriales. Fue miembro de 10 sociedades científicas, entre ellas fue socio fundador de la Sociedad Mexicana de Paleontología.

Dentro del Laboratorio de Arqueozoología, elaboró más de 120 informes técnicos y fue curador

de las colecciones malacológica y de vertebrados de comparación, las cuales llevó a un crecimiento espectacular, mismas que en la actualidad son las más completas en todo el país. En su labor dentro de la sistemática biológica describió un total de 11 taxa nuevos para la ciencia, 10 de invertebrados y un cacomixtle fósil. Como formador de biólogos, impartió por más de 30 años los cursos de Zoología de Cordados y Evolución, además de participar de manera informal como tutor de muchos estudiantes; asimismo, llegó a dar clases en la Escuela Normal Superior a los futuros profesores de biología e impartió cursos de taxonomía al personal de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. Como divulgador de la ciencia, elaboró más de 10 guiones temáticos de salas y museos, siendo dos de los más conocidos el innovador guión museográfico de la Sala 6 (fauna) del Templo Mayor y el que da forma al Museo de Paleontología de Guadalajara “Federico A. Solórzano Barreto” y, últimamente el Museo de Historia Natural “Alfredo Dugés” en Guanajuato, Gto.

Su labor en el campo fue incesante, recorrió gran parte de la República Mexicana y siempre tenía

anécdotas acerca de dichos viajes. Como un elemento adicional, su conocimiento de los más variados lugares para comer era referencia importante, no sólo en el país sino fuera del mismo. Finalmente, quienes hayan establecido contacto con él en algún momento, saben que no es exagerado decir que su buen humor era una marca personal. Es por ello que se extrañará al amigo, al colega y al científico. Joaquin Arroyo Cabrales Eduardo Corona Martínez

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