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BOLETÍN ECONÓMICO DE ICE N° 2803 DEL 26 DE ABRIL AL 2 DE MAYO DE 2004 19 COLABORACIONES 1. El Consenso de Washington El agotamiento del modelo vigente durante el periodo 1933-1980, conocido como «industrialización mediante la susti- tución de importaciones» (ISI), promulgó las bases para emprender las reformas estructurales necesarias que permitiesen cambiar el rumbo económico de América Latina. Al tiempo que se delineaba este giro económico, algo histórico sucedió en la región entre 1982 y 1990, una quincena de países logró realizar la transición políti- ca desde la dictadura a la democracia, adoptando todos el sistema de «economía de mercado» (1) como modelo económico. Latinoamérica, ante las nuevas realida- des, tras la caída del muro de Berlín y próxima a iniciarse la década de los años noventa, observó la necesidad de fortale- cer las recien instauradas economías de mercado, herederas de una situación de desestabilización, de excesiva protección y regulación. Esta búsqueda de un mode- lo más estable, abierto, liberalizado, parti- cularmente orientado a los países de América Latina, nace en 1989 en el lla- mado «Consenso de Washington», donde se trató de formular un listado de medi- das de política económica para orientar a los gobiernos de países en desarrollo y a los organismos internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo (FMI, BM y BID)) a la hora de valorar los avances en materia económica de los pri- meros al pedir ayuda a los segundos. El Consenso, se elaboró para encon- trar soluciones útiles sobre la forma de afrontar en la región la crisis de la deuda externa, y establecer un ambiente de transparencia y estabilidad económica. Seguidamente expondremos, en primer lugar, el contenido y los objetivos de dicho América Latina y el Consenso de Washington Ramón Casilda Béjar* El Consenso de Washington surgió en 1989 a fin de procurar un mode- lo más estable, abierto y liberalizado para los países de América Latina. Se trata, sobre todo, de encontrar soluciones al problema de la deuda externa que atenaza el desarrollo económico de la zona latinoamericana y, al mismo tiempo, establecer un ambiente de transparencia y estabilidad económica. Este artículo analiza la trayectoria del Consenso, sus logros, sus fallos y los futuros retos a los que se enfrenta. Palabras clave: desarrollo económico y social, deuda externa, financia- ción de la deuda, política económica. Clasificación JEL: F34, O19. * Economista. Consultor del Banco Interamericano de Desarrollo. (1) Véase para un análisis descriptivo CINDBLOM, Charles E.: The Market System. Yale University, 2000.

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COLABORACIONES

1. El Consenso de Washington

El agotamiento del modelo vigentedurante el periodo 1933-1980, conocidocomo «industrialización mediante la susti-tución de importaciones» (ISI), promulgólas bases para emprender las reformasestructurales necesarias que permitiesencambiar el rumbo económico de AméricaLatina. Al tiempo que se delineaba estegiro económico, algo histórico sucedió enla región entre 1982 y 1990, una quincenade países logró realizar la transición políti-ca desde la dictadura a la democracia,adoptando todos el sistema de «economíade mercado» (1) como modelo económico.

Latinoamérica, ante las nuevas realida-des, tras la caída del muro de Berlín ypróxima a iniciarse la década de los añosnoventa, observó la necesidad de fortale-

cer las recien instauradas economías demercado, herederas de una situación dedesestabilización, de excesiva proteccióny regulación. Esta búsqueda de un mode-lo más estable, abierto, liberalizado, parti-cularmente orientado a los países deAmérica Latina, nace en 1989 en el lla-mado «Consenso de Washington», dondese trató de formular un listado de medi-das de política económica para orientar alos gobiernos de países en desarrollo y alos organismos internacionales (FondoMonetario Internacional, Banco Mundial yBanco Interamericano de Desarrollo(FMI, BM y BID)) a la hora de valorar losavances en materia económica de los pri-meros al pedir ayuda a los segundos.

El Consenso, se elaboró para encon-trar soluciones útiles sobre la forma deafrontar en la región la crisis de la deudaexterna, y establecer un ambiente detransparencia y estabilidad económica.

Seguidamente expondremos, en primerlugar, el contenido y los objetivos de dicho

América Latina y el Consenso de Washington

Ramón Casilda Béjar*

El Consenso de Washington surgió en 1989 a fin de procurar un mode-lo más estable, abierto y liberalizado para los países de América Latina.Se trata, sobre todo, de encontrar soluciones al problema de la deudaexterna que atenaza el desarrollo económico de la zona latinoamericana y,al mismo tiempo, establecer un ambiente de transparencia y estabilidadeconómica. Este artículo analiza la trayectoria del Consenso, sus logros,sus fallos y los futuros retos a los que se enfrenta.

Palabras clave: desarrollo económico y social, deuda externa, financia-ción de la deuda, política económica.

Clasificación JEL: F34, O19.

* Economista. Consultor del Banco Interamericano deDesarrollo.

(1) Véase para un análisis descriptivo CINDBLOM,Charles E.: The Market System. Yale University, 2000.

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Consenso; a continuación, veremos losefectos de su aplicación y después analiza-remos los principales problemas que sederivaron de la puesta en práctica de estasreformas, para, finalmente, estudiar en quémedida un «Nuevo Consenso, que reformey amplíe dichas reformas podría mejorar lasituación actual y posibilitar un crecimientoeconómico estable sostenido y equitativo».

2. Las formulaciones del Consensode Washington

El Consenso de Washington (2), cuyaprimera formulación se debe a JohnWilliamson (3) se fundamenta en los diezenunciados que se exponen a continua-ción.

2.1. Disciplina presupuestaria

La disciplina presupuestaria es un ele-mento esencial en los programas negocia-dos por el Fondo Monetario Internacional(FMI) con los miembros que desean obte-ner sus préstamos. También tuvo notableimportancia en Washington, lo cual con-dujo al establecimiento de presupuestosequilibrados mediante la aprobación de laLey Gramm-Rudman-Hollings en 1993.

Dicha Ley, está estrechamente relacio-nada con la disciplina fiscal dando lugar amúltiples opiniones sobre el tema. Unosopinan que un déficit es aceptable siem-pre y cuando no desemboque en unincremento del ratio Deuda-PIB, otros

defienden que un presupuesto equilibra-do (o, por lo menos, un ratio Deuda-PIBque no aumente) debería ser la normamínima a medio plazo, pero que los défi-cit y excedentes a corto plazo alrededorde esa norma, deberían ser bien acogi-dos, ya que contribuyen a la estabiliza-ción macroeconómica.

Sin embargo, a pesar de las diferen-cias significativas en la interpretación dela disciplina presupuestaria en Washing-ton, la mayoría de los miembros coincidiócon que los grandes y persistentes défi-cits fiscales constituían una fuente básicade trastornos macroeconómicos en formade inflación, desequilibrios en la balanzade pagos y evasión de capitales. No eranel resultado de ningún cálculo racional debeneficios económicos esperados, sinode una falta de valor u honestidad políticapara igualar el gasto público y los recur-sos disponibles para financiarlo.

2.2. Cambios en las prioridadesdel gasto público

Para reducir el déficit presupuestario,Washington optó por reducir los gastosmás que por aumentar la recaudación tri-butaria. Se contemplaban tres categoríasprincipales de gastos, esto es, las sub-venciones, la educación y la sanidad. Elobjetivo de la reforma política respecto algasto público, fué tratar de desviar elgasto improductivo de los subsidios haciaáreas como la sanidad, la educación olas infraestructuras, para poder combatirmás eficazmente la pobreza en beneficiode los menos favorecidos.

2.3. La reforma fiscal

De acuerdo con lo dicho en el puntoanterior, y a pesar de la existencia de un

(2) Washington se refiere tanto al Congreso de Was-hington y a los altos cargos de la Administración, como alWashington tecnocrático de las instituciones financierasinternacionales, las Agencias Económicas del gobiernonorteamericano, el Consejo de la Reserva Federal y losgrupos de expertos.

(3) WILLIAMSON, John: economista inglés del Institu-to de Economía Internacional y miembro del Banco Mun-dial cuando redactó las formulaciones del Consenso deWashington.

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importante contraste de actitudes porparte de los miembros del Consenso, lamayor recaudación fue considerada porWashington como una alternativa inferiorpara remediar el déficit presupuestario encomparación con la reducción del gastopúblico. Sin embargo, la gran mayoríacoincidió en que el método más adecua-do para incrementar dicha recaudacióntributaria hasta un nivel mínimo conside-rado como necesario, consistía en tratarde instaurar una base imponible íntegra yamplia, a la vez que se mantenían unostipos impositivos marginales moderados(este principio fue la base de la reformadel impuesto sobre la renta en EEUU en1986).

2.4. Los tipos de interés

Según esta propuesta, los tipos deinterés debían seguir dos principios fun-damentales. En primer lugar, tenían queser determinados por el mercado demodo a evitar una asignación inadecuadade los recursos. En segundo lugar, debí-an ser positivos en términos reales paradesincentivar las evasiones de capitales eincrementar el ahorro. El problema deesta medida residía en la posible contra-dicción de estos dos principios en épocade crisis, como por ejemplo la que afectóal conjunto de América Latina a lo largode gran parte de los años ochenta. Larazón de esta contradicción, es que enépoca de recesión los tipos de interésdeterminados por el mercado tienden aser excesivamente altos.

2.5. El tipo de cambio

En Washington se propuso que lostipos de cambio fueran determinados porlas fuerzas del mercado, sin embargo la

opinión dominante era que, más quedebatir sobre la forma de determinar eltipo de cambio, resultaba más importantetratar de que éste sea competitivo. Porconsiguiente, la idea de liberalización delos flujos de capitales internacionales,como objetivo prioritario para un paísimportador de capital, que tendría queretener el propio ahorro para la inversiónnacional, fue poco aceptada.

Por otra parte, las propuestas estabanclaramente orientadas hacia el exterior yhacia la expansión de las exportacionescon el fin de fomentar la recuperación deAmérica Latina. Por consiguiente, sepensó que sería preferible lograr alcanzarun tipo de cambio real competitivo enlugar de aspirar a los llamados «tipos decambio de equilibrio fundamental».

2.6. Liberalización comercial

Para Washington, otro elemento impor-tante para una política económica orien-tada hacia el sector exterior era la liberali-zación de las importaciones. El acceso alas importaciones de factores de produc-ción intermedios a precios competitivosse consideraba importante para la promo-ción de las exportaciones, mientras queuna política de protección de las indus-trias nacionales frente a la competenciaextranjera se interpretaba como creadorade distorsiones costosas que acababanpenalizando las exportaciones y empo-breciendo la economía nacional. Se pen-saba que lo ideal era una situación en laque el coste en recursos nacionales paragenerar o ahorrar una unidad de divisafuera igual entre industrias de exporta-ción e importación en competencia.

Con carácter general, este ideal delibertad comercial está sujeto a dos requi-sitos. Primero, la protección sustancial delas industrias nacientes, aunque ésta

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deba ser estrictamente temporal, y acom-pañada de un arancel general moderadocomo mecanismo para ofrecer una ten-dencia hacia la diversificación de la baseindustrial sin amenazas de importantescostes. Segundo, el establecimiento delcalendario a seguir, pues no es aconseja-ble que una economía muy protegida sedeshaga de toda su protección sin unperiodo de transición. Sin embargo, estepunto quedó sin una formulación claradebido a la diferencia de opiniones entrelos miembros del Consenso, mientrasque unos pensaban que la liberalizaciónde las importaciones debía seguir estric-tamente un calendario predeterminado,otros opinaban que dicha liberalizacióntenía que realizarse a un ritmo acordecon el estado de la balanza de pagos delpaís en cuestión.

2.7. Política de apertura respectoa la inversión extranjera directa

Como acabamos de exponer, la libera-lización de los flujos financieros extranje-ros no fue una prioridad importante en elConsenso de Washington, aunque unaactitud restrictiva, limitadora de la entradade la inversión extranjera directa (IED),fuera considerada como una insensatez.Se pensaba que dicha inversión podíaaportar capital, tecnología y experienciamediante la producción de bienes nece-sarios en el mercado nacional o contribu-yendo a nuevas exportaciones. El que seviera reducida en algunos casos, fuedebido a la existencia de un nacionalismoeconómico, totalmente desaprobado porWashington, salvo en excepcionales oca-siones.

Por otra parte, se pensaba que la IEDpodía igualmente promoverse mediantecanjes de obligaciones por acciones, locual podía permitir además reducir la

deuda. Esto generó diversas disyuntivasen torno a si había que subsidiar la IED osi la inversión subvencionada tenía queser adicional. Sin embargo, el punto con-siderado más preocupante por sectorescomo el FMI, fueron las consecuenciasque hubiera podido implicar un incremen-to de la expansión monetaria nacional.

2.8. Política de privatizaciones

La privatización puede ayudar a lareducción de la presión en el presupuestodel gobierno, tanto a corto plazo, graciasa los ingresos derivados de la venta de laempresa, como a largo plazo, puesto queel gobierno ya no tiene que financiar lainversión necesaria. Por otra parte, el fun-damento de la idea de privatización sebasa en que la industria privada está ges-tionada más eficientemente que lasempresas estatales. Esto es debido a quelos directivos tienen un interés personaldirecto en los beneficios de la empresa,lo cual les incentiva a alcanzar la mayoreficiencia posible para maximizar susbeneficios propios. A pesar de que estacreencia fuera durante mucho tiempo unapolítica de fe en Washington, la privatiza-ción solamente se enfatizó a partir de1985, tras la proclamación del PlanBaker, es decir, cuando recibió el impulsooficial norteamericano con el apoyo delFMI y el BM para fomentar la privatiza-ción en el mundo y particularmente enAmérica Latina.

2.9. Política desreguladora

La desregulación también se considerócomo un modo de fomentar la competen-cia, y particularmente en América Latina,donde se hallaban las economías demercado más reguladas del mundo, que

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estaban principalmente gestionadas poradministradores mal pagados y fácilmen-te corruptibles. Los principales mecanis-mos de regulación, fueron controlar losestablecimientos de las nuevas compañí-as y de las inversiones, restringir la entra-da de inversiones extranjeras y los flujosde transferencia de beneficios, controlarlos precios, implantar barreras a la impor-tación, asignar créditos de modo discrimi-natorio, instaurar elevados niveles deimpuestos sobre la renta de las empre-sas, etcétera.

Es interesante anotar que la actividadproductiva estaba regulada de diferentesmodos, mediante la legislación vigente,por medio de decretos del gobierno, o lavía de toma de decisiones sobre casospuntuales. Esta práctica era la más difun-dida en Latinoamérica, la cual fomentóoportunidades de corrupción a la vez quediscriminaba a las pequeñas y medianasempresas, importantes generadoras deempleo y de estabilidad social.

2.10. Derechos de propiedad

A finales de la década de los 80, enAmérica Latina, los derechos de propie-dad eran muy inseguros, lo cual contras-taba con el que estuvieran tan firmemen-te implantados en Estados Unidos; porello, Washington optó por implantar unosderechos firmemente establecidos ygarantizados.

Desde otra perspectiva, otros autoresoptaron por sintezar estas medidas, sien-do el caso de Stanley Fisher (4), queresumió las propuestas en los siguientescuatro puntos fundamentales:

1. En primer lugar, observó quedichas propuestas se centraban en queno sólo se debía enfatizar sobre la políti-ca fiscal, sino que los tipos de cambiotambién tenían que ser consideradoscomo un elemento competitivo crucial, enotras palabras notó que uno de los princi-pales fines del Consenso era alcanzar unmarco económico equilibrado y estable.

2. Seguidamente, advirtió, que laslíneas generales argumentadas porWilliamson indicaban que se propugnabaun sector público eficiente y un gobiernode menor tamaño, esto es, una reformafiscal acompañada de revisiones delgasto público

3. El tercer tema en el que resumió laspropuestas, es el establecimiento de unsector privado eficiente y en expansión.Esto implica una creciente competenciadentro del país, es decir, una orientaciónhacia el exterior tanto en materia deimportaciones como de exportaciones.

4. Finalmente, el cuarto punto, consis-te en la puesta en práctica de políticas delucha contra la pobreza. Éstas ya estabanadquiriendo una creciente importanciagracias a varios programas médicos yeducativos, así como a los subsidios ali-menticios dirigidos a grupos específicos,y que ayudaron a la reducción del núme-ro de pobres en los países beneficiariosde dichas acciones.

En definitiva, consideramos el Consen-so de Washington como el resultado deuna profunda evolución de las ideas, quereflejó la vigencia progresivamente gene-ralizada de una filosofía basada en losprincipios fundamentales de democraciay libertad: «dando predominio a los dere-chos individuales frente a los colectivos».Adviértase que las políticas de reformapropuestas fueron aplicadas en todaAmérica Latina en ocasiones minuciosa-mente, en otras parcialmente, y volunta-riamente en otros países en desarrollo;

(4) FISHER, Stanley ha sido Primer SubdirectorGerente del FMI durante los últimos 7 años hasta el mesde agosto de 2001. Ha sido también Vicepresidente deEconomía del Desarrollo y Economista Principal delBanco Mundial.

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sin embargo se constata, iniciado el sigloXXI: «que los resultados generalmenteobtenidos han sido más bien desalenta-dores».

3. Aplicación de las reformaseconómicas del Consensode Washington

3.1. Consecuencias positivas

Durante los años noventa, la dirigen-cia tecnócrata y política de América Lati-na aplicó con decisión el paquete dereformas económicas del Consenso deWashington. Los cambios de política enla región recibieron un vigoroso respaldode las instituciones financieras interna-cionales, y se reforzaron con créditos«vinculados a las reformas» y condicio-nados a su aplicación, lo cual alimentóla esperanza de los líderes, de hacerretomar el capital y la inversión extranje-ra a la región después de los desastro-sos años ochenta.

Los logros más inmediatos, se obtuvie-ron aplicando la prudencia monetaria,que redujo la inflación a un solo dígitoprácticamente en todos los países. Ladisciplina fiscal disminuyó el promedio deldéficit presupuestario del 5 por 100 delPIB al 2 por 100 aproximadamente, yredujo la deuda externa pública del 50por 100 del PIB a menos del 20 por 100.La apertura comercial hizo descender elpromedio de aranceles desde más de 40por 100 a casi 10 por 100.

La liberalización financiera se produjode un modo igualmente agresivo; se des-cartó el control directo de créditos, sedesregularon las tasas de interés, se ini-ciaron regímenes de inversión extranjeradirecta y se suprimieron los controles decambios y de cuentas de capital. Bancos,empresas eléctricas, de petróleo, de tele-comunicaciones, las redes viales así

como los servicios de agua y gas se ven-dieron al sector privado. En la región, fue-ron más de 1000 empresas estatales lasprivatizadas entre 1988 y 2000.

Como se ha indicado, la aplicación detales medidas varió de un país a otro,pero en términos generales, la índole y laintensidad de las reformas en AméricaLatina en lo años noventa superaron todolo conocido hasta entonces. De ello resul-tó un incremento del flujo de capitaleshacia el continente, 14 mil millones dedólares en 1990, frente a 86 mil millonesde dólares durante 1997, para caer hasta47 mil millones de dólares en 1999, comosecuela de la crisis financiera asiática.Otra de sus consecuencias positivas fuela expansión de los volúmenes de lasexportaciones en casi todos los países.

3.2. Consecuencias negativas

Sin embargo, la cara adversa fueronlos resultados desalentadores en térmi-nos de crecimiento económico, reducciónde la pobreza, redistribución del ingreso ycondiciones sociales. En los años noven-ta, el aumento real del PIB en la regiónfue escaso; 1 por 100 anual durante todala década, esto es, un porcentaje ligera-mente superior a las alarmantes cifrasregistradas en los años ochenta, peromuy por debajo de las tasas del 5 por100, o más, que se alcanzaron en losaños 1960 y 1970. Concretamente, eldesempleo aumentó, y la pobreza siguiósiendo amplia y generalizada.

América Latina ingresó en el tercermilenio con más de 450 millones de per-sonas, y más de un tercio de su pobla-ción viviendo en la pobreza (con ingresosinferiores a los 2 dólares diarios) y casi80 millones de personas padeciendopobreza extrema, con ingresos inferioresa 1 dólar diario.

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Los indicadores del desarrollo socialfueron apenas más favorables. Las tasasde mortalidad infantil, de alfabetización yde escolaridad primaria mejoraron duran-te los años noventa. Pero la disponibilidadde agua potable continuó siendo escasaen sectores rurales, y pobre la calidad dela educación pública. Al mismo tiempo, unimportante aumento de la criminalidad yla violencia afectó la calidad de vida entoda la región.

En un país tras otro la población sedesanimó, padeciendo muchas veces ladenominada «fatiga reformista». Lasencuestas de opinión pública (5) a fines delos años noventa, demostraron que los lati-noamericanos sentían que sus economíasno marchaban bien, que su calidad de vidaera más baja que la de generaciones ante-riores, y que la pobreza alcanzaba índicessin precedentes. La gente mostraba granangustia acerca del empleo y los ingresos.La percepción del presente no era favora-ble y la del futuro aún más incierta.

Esto no es de sorprender, en razón dela «histórica inestabilidad» económica dela región, y las conmociones sociales delos años noventa. Al finalizar la década,América Latina seguía mostrando mayordesigualdad que cualquier otra región delmundo en cuanto a la distribución delingreso y de los activos (incluida la tierra).En las mismas encuestas, la poblaciónmanifestaba una persistente impresión deque las sociedades de la región eranbásicamente injustas como un probablereflejo de la subyacente desigualdad deoportunidades en materia de educaciónbásica y superior, empleo y participaciónpolítica .

Se suele culpar a las reformas econó-micas por el lento crecimiento y el decep-cionante progreso social de los años

noventa. Pero esto es difícilmente justifi-cable. Varios análisis minuciosos de-muestran que sin las reformas, la situa-ción hubiera sido aún peor. Ciertamente,el ingreso per cápita y la producciónhubiesen sido inferiores, mayor la inesta-bilidad, y agravadas la pobreza y la desi-gualdad de ingresos. De manera quedebería perdurar un importante núcleo dela sabiduría económica contenida y con-trastada en el Consenso de Washington.

El problema, es que este tipo de razo-namiento por contraposición —de que sinla reforma las cosas hubiesen sido peo-res— resulta poco «reconfortante» paralos pobres, para los crónicamente deso-cupados y para los numerosos ciudada-nos consternados y agobiados en laregión, pues además ofrecen escasasperspectivas de lograr amplios apoyospolíticos para más reformas de la mismaíndole. Sin olvidar, que es tan importantecomo urgente: rescatar estas gentes alcircuito formal de lo económico. Ellosnecesitan renta para acceder a los bienesy servicios, y las empresas necesitanconsumidores para sus productos y servi-cios.

4. Los fallos del Consensode Washington

Así pues, los años noventa en AméricaLatina pusieron en evidencia las impor-tantes deficiencias del Consenso de Was-hington. El mismo Williamson, tras losresultados desalentadores de la aplica-ción de las medidas expuestas en suartículo (6), enumeró una amplia lista detemas excluidos, la mayoría especialmen-te referidos al tema de la equidad. «Excluídeliberadamente de la lista aquello que

(5) Consúltese las encuestas realizadas a la pobla-ción latinoamericana por Latinobarómetro.

(6) Artículo publicado en «La Cultura de la Estabilidady el Consenso de Washington». Servicio de Estudios dela Caixa. Barcelona, 1998.

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pudiera ser, ante todo redistributivo [...]porque sentí que en el Washington de losochenta había un desprecio por preocu-paciones sobre equidad».

La primera de las carencias concierneclaramente el tema de la equidad comoobjetivo, buscado a través de la distribu-ción de la renta. Esto no fue parte delConsenso de Washington en contraposi-ción con la lucha contra la pobreza que sílo fue, gracias al establecimiento de prio-ridades del gasto público, dirigidas engran parte a sectores como la educación,la sanidad y a otros de gran interés paralas capas más bajas de la sociedad.

Otra de las omisiones más relevantesdel Consenso, ha sido la falta de unareferencia directa a la estabilidad de losprecios (elemento sin embargo de máxi-ma importancia en el Tratado de Maas-tricht). Sería limitar mucho su alcance siviéramos este Consenso solamentecomo la vía de escape a la realidad eco-nómica desarrollada a partir de los añossesenta. Vocacionalmente, persigue unaaspiración mucho más profunda; consti-tuirse como un elemento de estabilidaden un mundo cada vez más azotado porlas crisis sistémicas.

Se excluyeron igualmente otros temascomo el crecimiento o el medioambiente, a la vez que el carácter de laspropuestas era más bien liberalizador oanti-estatalista, además de hacer esca-sas referencias a la necesaria tareagubernamental de luchar para mantenercondiciones auténticas de competenciaen los mercados.

Por otra parte, existe una gran varie-dad de opiniones acerca de cuáles hansido los verdaderos fallos de las medidasadoptadas. Hay quienes sostienen queéstas se han debido a que los diez ins-trumentos del Consenso no han sidoaplicados sistemáticamente, y que verda-deramente se necesitaba y necesita más

de lo mismo. Otros hacen hincapié en lacombinación y el cronograma de imple-mentación de las propuestas, llegando aposiciones irreconciliables acerca decómo proceder. Algunos insisten, en quelos problemas fundamentales vienenprincipalmente desde fuera, y que hanminado el progreso de la región a travésde lo que hoy se denomina «globaliza-ción».

Incluso se ha llegado a postular que laalta desigualdad del ingreso en AméricaLatina es debida, de modo especial, a lariqueza en recursos naturales, esto es, auna especie de «fatalismo ambiental»,donde la inequidad se corresponderíacon la latitud, de modo que bajo unamayor riqueza ecológica, el deterioro delas opciones de desarrollo sería másimportante.

Sin embargo, se abre paso la idea aso-ciada al nacimiento de un nuevo y primor-dial objetivo: «mirar más allá del Consen-so», hacia un nuevo paradigma queabarque explícitamente objetivos como laequidad y la reducción de la pobreza; nocomo fines en sí mismos, sino comomecanismos eficaces para promover elprogreso y el crecimiento sostenido. Así,las reformas de la década de los noventano fueron la causa de las desilusionesexperimentadas en América Latina, sibien, lo que sí hicieron, fue apuntar haciauna insuficiencia fundamental en el Con-senso de Washington o, según la expre-sión de Ricardo Ffrench Davis (7), haciauna imperativa necesidad de «Reformarlas Reformas» de primera generaciónmediante una segunda generación dereformas (8).

(7) FFRENCH-DAVIS, Ricardo: Consultor Principal deCEPAL. Profesor de Economía en la Universidad de Chiley Ex-Director de Estudios del Banco Central de Chile.

(8) Véase para más detalle el libro de FFRENCH-DAVIS, Ricardo: «Macroeconomía, Comercio y Finanzaspara Reformar la Reformas en América Latina». McGraw-Hill Interamericana de Chile, Santiago de Chile, 1999.

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Éstas deben permitir hacer frente alcontinuo bombardeo de las economíaslatinoamericanas por las nuevas exigen-cias de productividad y de competencia,así como a las imperfecciones del siste-ma internacional, apoyándose básica-mente en la capacitación y en las inver-siones en el área tecnológica. Comoseñala Enrique V. Iglesias (9), la «NuevaEconomía» que se está diseñando mues-tra importantes desigualdades en la distri-bución del ingreso, por el hecho de quesólamente aquellos dotados de mayoreducación pueden acceder a las nuevasoportunidades, generadas en mayormedida por las innovaciones tecnológi-cas, de modo que el primer gran pasoque ha de darse, tal y como lo demues-tran las actuaciones del BID, consiste enfomentar programas en educación ymejora social.

4.1. Ampliar las reformas

Se habla de ampliar las reformas, perono se trata de un simple juego de pala-bras, sino de un imperativo primordialpara el desarrollo latinoamericano quehay que basarlo en la credibilidad, la com-petitivdad y la estabilidad. Así pues, seafianza un estimulante debate acerca delos «objetivos» económicos y sociales aalcanzar en América Latina. Institucionesregionales y multilaterales como CEPAL,BID, BM y FMI, así como en Universida-des y algunos organismos, tanto públicoscomo privados de América Latina, seestán realizando esfuerzos de reflexiónrespecto a la revisión o ampliación de lasreformas del Consenso de Washington.Pero también es muy estimulante compro-

bar que existe una corriente de pensa-miento, principalmente desde EstadosUnidos, muy concordantes con nuestrasmismas inquietudes. Autores como Sti-glitz, Rodrik, Iglesias, Wiplisz, Krugman,Sachs, y el propio Williamson, han hechosustantivas contribuciones a la discusión,más allá de las corrientes en boga decorte neoliberal. Aunque éstas corrienteshan sido entendidas parcialmente dentrodel Consenso de Washington. Parcialmen-te porque en los hechos las reformas hantenido un sello «ideologizado», contravi-niendo varios de los mismos principiosque Williamson había interpretado en sufamoso artículo de 1990 (10).

La interpretación neoliberal, adoptadaen las propuestas del Consenso, hademostrado su incapacidad para resolverlos problemas económicos y sociales delcontinente, de modo que es necesarioseguir una nueva senda, basada en redu-cir la gran inestabilidad social que impidela confianza de los mercados financieros,desconfianza que a su vez limita las posi-bilidades de mejora.

Ya en las reuniones cumbre celebra-das en 1994 y 1998 (11), los Jefes deEstado, en sus declaraciones formales,decidieron incorporar como metas funda-mentales la disminución de la pobreza, laeducación y el buen gobierno. Ello supo-ne una significativa extensión que vamás allá del ajuste y el crecimiento plas-mados en el Consenso de Washington ydemuestra que la reducción de la pobre-za y la equidad han pasado al «primerplano» en la agenda del desarrollo, des-plazando así al crecimiento, aunque sindesecharlo del todo.

(9) IGLESIAS, Enrique V.: Ex-secretario Ejecutivo deCEPAL. Ex-Ministro de Relaciones Exteriores de laRepública Oriental del Uruguay. Actualmente es Presi-dente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

(10) Es el mismo Williamson quen lo destaca en suartículo «Revisión del Consenso de Washington».

(11) Se trata de las reuniones Cumbre de AméricaLatina de Jefes de Estado y Presidentes de Gobiernocelebradas durante junio de 1994 y octubre de 1998 enCartagena de Indias y Oporto respectivamente.

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Ffrench-Davis señala que el espíritudel Consenso de Washington buscabaobtener precios correctos y que fueran,además, amigables con el mercado. Sinembargo, el resultado de aplicar dichasmedidas no coincidió con el esperado.Algunos aspectos mejoraron: es el casodel importante crecimiento en el volumende exportaciones, la aparición de superá-vit fiscales o déficit moderados durantevarios años en muchos países, el fin delos procesos de hiperinflación caracterís-ticos de las décadas previas y la mejorade las instituciones en términos demenos trabas administrativas e interven-ciones microeconómicas.

Pero, en su opinión, las reformas ado-lecieron igualmente de graves y reitera-das deficiencias. Las economías del con-tinente se hicieron mucho másvulnerables debido al fuerte crecimientode los déficits externos. La insuficienteinversión en capital humano hacen nece-sario un importante refuerzo de los siste-mas educativos, además de no haberreducido la pobreza, sino, bien al contra-rio, haberla acentuado.

Uno de los aspectos en el cual lasreformas —según Ffrench-Davis— hanexhibido su desempeño más mediocre,ha sido en el de la insuficiente inversióny consecuentemente el pobre crecimien-to. Añade, que todos estos aspectos sonesencialmente el fruto de un error come-tido por el conjunto de los países deAmérica Latina, consistente en aplicar«ingenuamente» y sin tener en suficien-te consideración las diferencias entreellos, medidas que privilegiaron el cortoplazo, pensando que el mercado resol-vería automáticamente todas las situa-ciones.

De modo que sugiere introducir cam-bios en las reformas, focalizados enáreas como la educación y el poder judi-cial, que tiendan a preservar los aspectos

positivos a la vez que corrijan los errores,en búsqueda de un mayor bienestar parala población, proponiendo mejoras en losdos puntos siguientes:

1. Las políticas económicas deben tra-tar de evitar precios macroeconómicosincorrectos y promover las políticas detipo de cambio que eliminen los valoresde cotización extremos, esto es, que seajusten de acuerdo con la tendencia demediano plazo y no según los vaivenesdel día a día o las fluctuaciones cíclicasde precios.

2. La necesidad de regular o controlarlos movimientos de capital, persiguiendola reducción de los múltiples shocksfinancieros característicos de la región.La historia de América Latina, muestraperíodos de gran abundancia de fondosexternos seguidos de épocas de impor-tante escasez donde se generan crisis dedifícil recuperación. Los gobiernos debentratar de evitar los efectos artificiales pro-vocados por los volúmenes excesivos decapital, y así reducir las dimensiones delas crisis posteriores. En una palabra, elobjetivo son políticas prudentes, como lasque evitaron a Chile sufrir devastadoresefectos como los del tequilazo mexicanoa mediados de los noventa.

Por último, el autor propone un desa-rrollo sostenido acompañado de inversio-nes sociales, esto es la creación de unanueva capacidad productiva, y calidad decapital y de trabajo. Es aquí donde seaprecia el carácter crucial de la educa-ción y de la capacitación laboral, asícomo de la creciente preocupación pornivelar su calidad entre los distintos estra-tos sociales para evitar la reproducciónde la pobreza y ofrecer una legitimaigualdad de oportunidades. Generarmejores condiciones sociales para lapoblación es un imperativo «ético», perotambién económico, que evitaría el surgi-miento de tensiones y una mayor desinte-

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gración social en los distintos países lati-noamericanos.

En definitiva, French Davis apuntahacia políticas macroeconómicas quegeneren «equilibrios sostenibles en laeconomía real», y políticas de desarrolloproductivo consistentes en una mejor dis-tribución de oportunidades y productivida-des a través de la sociedad de modo aalcanzar un «desarrollo económico conequidad».

En este contexto, José Antonio Ocam-po (12), tras haber estudiado los retosmacroeconómicos referentes al manejode la vulnerabilidad externa y el procesode inversión, ahorro y financiamiento,señala la importancia de actuar igualmen-te en el campo de la acción pública. Con-cretamente, estima necesario cubrir dostareas fundamentales; en primer lugar,garantizar que las pequeñas empresas ylas familias pobres tengan un mayoracceso al crédito; y, en segundo lugar,fomentar la disponibilidad de fondos alargo plazo para el financiamiento de lainversión. En su opinión, «las líneas decrédito a través de fondos de segundopiso, los subsidios a la demanda y/o a loscostes de transacción, y el diseño de fon-dos de garantía o mecanismos de asegu-ramiento, son los instrumentos básicospara asegurar una adecuada coberturade servicios financieros a las pequeñasempresas y a los hogares pobres, urba-nos y rurales».

Para ello, propone que el sector públi-co cree nuevas instituciones o instrumen-tos tales como fondos de pensiones, nue-vos instrumentos que faciliten elfinanciamiento de la vivienda y la infraes-tructura privada, fondos o seguros de

garantía, etcétera, además de diseñarmarcos regulatorios y sistemas de incen-tivos apropiados, así como ofertar servi-cios financieros por bancos de desarrolloo fondos de capital riesgo, públicos o mix-tos. José Antonio Ocampo opina que estapuede ser «la solución apropiada», siem-pre que se establezcan «reglas quegaranticen el profesionalismo de sus acti-vidades y se evite la interferencia políticay sobre todo la tentación de convertirtales instituciones en mecanismos decanalización de subsidios», lo cual sola-mente puede conducir al nacimiento denuevas crisis, como ya ocurrió en sumomento.

Observamos que estas consideracio-nes plantean tanto una amplia gama deacciones para mejorar los niveles de aho-rro e inversión y los canales de transmi-sión entre ambos, como algunas reco-mendaciones de cautela en varias áreascomo las que engloban los efectos previ-sibles de las reformas previsionales, elimpacto de reducciones en las tasas detributación o los aumentos de las tasasde interés sobre el ahorro, todos los cua-les no están exentos de complejidad ensu realización.

Por otra parte, en el estudio de laComisión de la Fundación Carnegie parala Paz Internacional, personalidades decontrastada experiencia económica comoDomingo Cavallo (13), Eduardo Ani-nat (14) y Alejandro Foxley (15), prioriza-ron la reducción de la pobreza y de ladesigualdad, proponiendo medidas comoincrementar los impuestos de los másricos, dar reales oportunidades a las

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(12) OCAMPO, José Antonio: Ex-Secretario Ejecutivode la CEPAL y Ex-Ministro de Hacienda en Colombia.Actual Subsecretario de Naciones Unidas. Responsablede Economía.

(13) CAVALLO, Domingo: Ex-Ministro de Economía deArgentina. Ex-Presidente del Banco Central de Argentina.

(14) ANINAT, Eduardo: Ex-Ministro de Hacienda deChile. Ex-Subdirector Gerente del Fondo Monetario Inter-nacional.

(15) FOXLEY, Alejandro: Ex-Ministro de Hacienda deChile. Actual Presidente de la Comisión del Ramo en elSenado de Chile.

COLABORACIONES

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PYMEs, proteger los derechos de los tra-bajadores, recomendar a los paísesindustrializados que reduzcan los protec-cionismos y otras medidas de igual gradode dificultad de aplicación.

Sin embargo, Enrique V. Iglesias,desde otra perspectiva, concede másrelevancia al hecho de que desde elencuentro de Washington, se haya dado«demasiada importancia» a los proble-mas de tipo macro, aunque admite quelas circunstancias lo requerían, puestoque la prioridad residía en sobrevivir alcaos generado por la crisis de los ochen-ta. En su opinión, hoy en día se deberíaprestar más atención a aspectos máspuntuales, capaces de desarrollar el cre-cimiento y la estabilidad.

El BID, como hemos adelantado, hacentrado sus actuaciones en cinco áreasque considera de vital importancia y con-sistentes para la mejora social; «todo lorelativo a la educación y al conocimiento,el desarrollo de la competitividad tanto anivel macro como micro, la mejora de laeficiencia del Estado y la transparenciade los mercados, en concreto, la moder-nización del Estado y la reforma de la jus-ticia, la solución del problema de la inte-gración y, por fin, el apoyo de las políticasmedioambientales».

Esto es un avance hacia el proceso decambio necesario en América Latina, aun-que debe estar acompañado por políticasexplícitas que permitan hacer frente a losproblemas sociales, lo cual sólamente esposible mediante un compromiso integralde la sociedad basado en gran parte en eltema de la educación como forma de rom-per el círculo vicioso de la pobreza.

Paulo Paiva (16), afirmó al respectoque la integración regional en América

Latina es el mejor medio «para podernegociar con más fuerza con otras zonasgeográficas» y pidió a los gobiernos lati-noamericanos mayores inversiones eneducación, ya que se trata de «la clavepara aumentar la competitividad de unpaís dentro de la economía global yredistribuir la riqueza».

Aldo Solari (17) uno de los principalesestudiosos de las relaciones entre educa-ción, ocupación y pobreza, señala las dosbases fundamentales de política paraabordar la desigualdad educativa. En pri-mer lugar, la universalización de la edu-cación primaria o básica: «una educacióncomún para todos los ciudadanos es unrequisito sine-qua-non para la creaciónde un punto de partida igualitario en unade las dimensiones más importantes dela vida social».

Este segundo supuesto está vinculadoal anterior: «para que la educación puedatener el efecto de producir una mayorigualdad o una menor desigualdad, si seprefiere, ella misma debe ser igualmentedistribuida lo más igualmente posible».

Todo esto demuestra que el contextoestructural de desigualdades señaladoanteriormente, limita claramente las posi-bilidades y potencialidades de las escue-las y de los centros educativos para crearpor sí mismos igualdad donde ésta noexiste. Siendo obvio que, como se hapuesto de manifiesto, la educación por sísola no basta para superar dichas iniqui-dades.

En efecto, la integración de políticaseducativas con otras económicas y socia-les, orientadas a atacar conjuntamentelas importantes desigualdades existentesen el continente, se deben convertir

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(16) PAIVA, Paolo: Ex-Ministro de Trabajo de Brasil.Actual Vicepresidente de Planificación y Administraciondel Banco Interamericano de Desarrollo.

(17) SOLARI, Aldo: Fue un activo partícipe de la vidaintelectual latinoamericana, Vicepresidente del CODICENy Director del Instituto de Ciencias Sociales de la Univer-sidad de Uruguay.

entonces en una estrategia y en unaacción indispensables. Esto supone undoble imperativo: disminuir o superar lascrecientes condiciones de pobreza paramayorías nacionales y tomar en cuentalas exigencias propias de los procesos deglobalización y de modernización enAmérica Latina.

Desde este contexto, Nancy Bird-sally (18) y Augusto de la Torre (19) hanformulado por su parte, un conjunto de10+1 instrumentos para permitir el desa-rrollo de la equidad social acompañadade crecimiento, tan necesaria para Améri-ca Latina y con el fin de ajustar el quedenominan «Disenso de Washington» yla realidad contemporánea (20).

Con estos instrumentos no pretendenformular una receta infalible y aplicable atodas las situaciones, excepto quizás enlo que se refiere a la disciplina fiscal y laeducación. Todas las opiniones conver-gen en que se trata de aspectos quedeben ser absolutamente mejorados entoda las sociedades latinoamericanas yello sólo puede hacerse realidad median-te ciertas reformas concretas.

Lo que sugieren es una línea de actua-ción sin prioridades, ni secuencias demedidas obligatorias, un conjunto de ins-trumentos que pueden ayudar a alcanzaruna mejor situación para América Latinasin que estos sean definitivos ni muchomenos suficientes.

Su enfoque son las políticas internas alcontinente, aunque estiman que la res-ponsabilidad también yace en los paísesindustrializados, desde donde emana

gran parte de la retórica sobre la reduc-ción de la pobreza en el mundo en desa-rrollo, de ahí la separación de 10+1, sien-do el último instrumento una clave depolítica económica mediante la cual lospaíses industrializados avanzados tam-bién pueden pasar de la retórica a laacción.

Birdsally y De la Torre, opinan que yaes hora de pasar del Consenso a instru-mentos concretos, a obtener respaldopolítico, crear instituciones, instaurar yluego redefinir, ajustar y afinar las políti-cas. Los instrumentos que proponen,además de tener un bajo coste, tienenmucho menos que ver con el dinero quecon las reglas del juego y el liderazgopolítico y se resumen en los puntossiguientes:

— Disciplina fiscal basada en reglas.— Atemperamiento de los efectos

cíclicos de expansión y colapso.— Redes de seguridad social que se

activen de forma automática.— Escuelas para pobres.— Gravar a los ricos y gastar más en

el resto.— Dar oportunidades a las pequeñas

empresas.— Fortalecer los derechos de los tra-

bajadores.— Luchar francamente contra la dis-

criminación.— Reparar los mercados de la tierra.— Servicios públicos orientados al

consumidor.— Diez más uno: reducir el proteccio-

nismo de los países ricos.De modo que las reformas económicas

contenidas en el Consenso de Washing-ton han llevado al conjunto de AméricaLatina a una situación poco satisfactoria,donde se impone la búsqueda de nuevasopciones que garanticen un mayor creci-miento sustentable y equitativo. Siendopreciso nuevamente destacar, que las

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(18) BIRDSALLY, Nancy: Es miembro asociado en laFundación Carnegie para la Paz Internacional y Ex-Vice-presidenta del Banco Interamericano de Desarrollo.

(19) DE LA TORRE, Augusto: Es asesor financieroregional en el Banco Mundial y miembro de la Red deReforma Económica Carnegie.

(20) Estas medidas están recopiladas en el Informede la Comisión Carnegie Para la Paz Internacional y elDiálogo Interamericano. Washington, septiembre 2000.

COLABORACIONES

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medidas incluidas en el Consenso, permi-tieron preservar el equilibrio macroeconó-mico, el control de la inflación, la mejoríadel balance presupuestario y el ahorrofiscal, el crecimiento de las exportacionesy la diversificación de los países de desti-no, así como las privatizaciones masivasde las corporaciones públicas.

Sin embargo, de forma general, estosequilibrios sólo pudieron alcanzarsemediante los desequilibrios en otras varia-bles macroeconómicas o en detrimento deaspectos esenciales para lograr la equidado la competitividad sistémica. Por todo locual considero tan importante como urgen-te, reformar y ampliar los puntos del Con-senso de Washington, perseverando elnúcleo de sabiduría económica con el finde implantar bases sólidas para la mejorade la situación económica en AméricaLatina. Nos encontramos ante un debatecrucial, en torno al modo de mejorar lasituación de las economías de mercadodel continente, superando las expectativasde la década pasada y adversidadesdesde el inicio del nuevo siglo veintiuno.Es obvio que se necesitan reformas, perono deben constituirse como un fin en símismas, sino como un medio para poderlograr un desarrollo basado en la competi-tividad y en la equidad.

Asimismo, deseo «añadir» para serintroducido en el debate, un punto queme parece «central» para los objetivos delas reformas o de las ampliaciones delConsenso de Washington y que este tam-poco introdujo, tal vez por que en esosaños no eran tan determinantes como loson actualmente. Me refiero, a la granimportancia que suponen para la socie-dad en términos generales y para la eco-nomía particularmente: «Las Nuevas Tec-nologías de la Comunicación y laInformación».

Nadie niega la vital importancia queejercen estas nuevas tecnologías para el

bienestar de los ciudadanos, la competiti-vidad empresarial y, por extensión, para eldesarrollo económico y social de los paí-ses en desarrollo (como para los desarro-llados). Así lo reconocen los líderes políti-cos, económicos y empresarios de laregión; que la prosperidad y la competitivi-dad durante este siglo, dependen en granmedida del aprovechamiento integral quese haga de estas nuevas tecnologías.Ellos entienden, que la participación en la«Sociedad de la Información y del Conoci-miento», permite a los países crear rique-za mediante la adición de «valor» a losrecursos locales, producir esta riqueza deuna manera más sustentable y distribuirlamás equitativamente.

Ahora bien, la «brecha digital» existenteentre América Latina y los países desarro-llados es amplia, pudiendo incrementarseaún más en el inmediato futuro, y en lamedida que lo haga, representa una seriaamenaza cada vez más difícil de superar,pues representa una creciente «pérdida»de competitividad para los países de laregión frente a las economías más avan-zadas y, también, respecto a otras nacio-nes en vías de desarrollo como las asiáti-cas. Por consiguiente, con el fin de acortardistancias, tanto de los países como«entre» los países latinoamericanos, esextraordinariamente importante llevar acabo acciones «efectivas», para conseguirincorporar en el más breve plazo de tiem-po posible, estas tecnologías al «nuevomodelo de desarrollo económico».

Es revelador, que la arquitectura de lanueva economía mundial esté conforma-da por las redes digitales, como lodemuestra la economía norteamericana,con su enorme ventaja competitiva enmateria de tecnología, información, ygestión del conocimiento (21).

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BOLETÍN ECONÓMICO DE ICE N° 280332 DEL 26 DE ABRIL AL 2 DE MAYO DE 2004

(21) La Galaxia Internet. Manuel Castell, EditorialAreté. Barcelona, 2001.

5. El Consenso de Washington.De lo proyectado a lo realizado

Como se ha constatado, América Lati-na y Asia oriental han seguido sendas dedesarrollo diferentes en los últimos dosdecenios. Resulta notable observar quetodos los principales países latinoameri-canos se encuentran en los grupos quecarecen de dinamismo en lo que se refie-re a industrialización, cambio estructuraly crecimiento de la productividad, mien-tras que la mayoría de las principaleseconomías del Asia oriental están en dis-tintas etapas del camino hacia la indus-trialización exitosa. Con pocas excepcio-nes, los países pertenecientes a laprimera región han sido incapaces de eli-minar los obstáculos estructurales a unaacumulación y un crecimiento rápido ysostenido.

Entender las diferentes trayectorias,requiere ciertamente conocer bien las cir-cunstancias y la historia de cada país.Pero también han jugado su papel lasdecisiones institucionales y económicas,sobre todo cuando, como en el caso deAmérica Latina, ha habido discontinuida-des pronunciadas al haberse pasadorápidamente de una estrategia de desa-rrollo hacia dentro a otra de desarrollohacia fuera (22).

La nueva estrategia seguida en Améri-ca Latina puede vanagloriarse de ciertoéxito. Como hemos indicado se ha logra-do controlar la inflación y establecer ungrado razonable de disciplina monetaria yfiscal. Sin embargo, el historial en térmi-nos de crecimiento, empleo y reducciónde la pobreza ha sido desalentador. Laexperiencia no confirma la lógica en quese apoya la nueva política, según la cual

la estrategia de crecimiento basada en lasustitución de importaciones se podíasustituir eficazmente por una estrategiade desarrollo hacia fuera impulsado porla acción del mercado solamente con eli-minar la inflación, reducir el tamaño delsector público y abrir los mercados alcomercio exterior y el capital extranjero.

Estos resultados desalentadores sehan achacado a las lagunas que habríaen el programa inicial de reformas, a erro-res en las políticas aplicadas y al hechode no haber dado el salto a las «reformasde la segunda generación», esto es: a loque no se hizo más que a lo que se hizo.Sin embargo, al pasar por alto variablesmacroeconómicas fundamentales mástradicionales, tales como la demandaagregada, los tipos de interés reales y lostipos de cambio reales, las políticas y lasreformas institucionales que se decicióaplicar con el fin de eliminar las distorsio-nes provocadas por la acción del Estadolo que han hecho, ha sido debilitar lasperspectivas de crecimiento a largo plazo.

Desafortunadamente, la estrategiaseguida no ha traído consigo un entornomacroeconómico apropiado que impulsa-ra a los inversores y las empresas afomentar y apoyar la creación, expansióny mejora de la capacidad productiva yque al mismo tiempo desatara las fuerzasde la competencia mundial. En otras pala-bras, siguiendo al Secretario General dela Unctad, Rubens Ricupero, las reformaseconómicas no han tenido éxito porque elelemento «creador» del proceso schum-peteriano de «destrucción creativa» tam-poco ha aportado una transformación realde la estructura productiva mediantecifras más elevadas de inversión y cam-bio tecnológico, si bien:

— Las políticas de estabilización basa-das en intervenciones en el tipo de cambiolograron reducir la inflación mediante elrecurso a las entradas de capital, las con-

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(22) RICUPERO, Rubens: Nueva lectura del Consen-so de Washington. La teoría y la práctica. Informe sobreel comercio y el desarrollo, 2003. UNCTAD, 2003.

COLABORACIONES

COLABORACIONES

siguientes apreciaciones de las monedasy las oscilaciones de los tipos de cambio,junto con los tipos de interés elevadosnecesarios para atraer al capital extranje-ro, hicieron que las condiciones moneta-rias en América Latina en la década de1990 fueran demasiado severas e inesta-bles para que ofrecieran una base sólida ala acumulación de capital. Un índice quecombina el tipo de cambio real y el tipo deinterés a corto plazo real pone de mani-fiesto que las condiciones monetarias enAmérica Latina fueron mucho más severasque en el Asia oriental en todo el deceniode 1990, mientras que ambas regionesdisfrutaron de condiciones similares en lasdécadas de 1960 y 1970.

— La liberalización del comercio y elsector financiero, junto con el inicial yrepentino aumento de la demanda y delcrecimiento originado por una rápidadesinflación, hizo que empeorara labalanza externa, en tanto que la deudaexterior volvió a aumentar, mucho másque la capacidad de pagar su servicio.Esto, añadido a las mayores entradas deIED, significó que los pagos o serviciosimputables a factores se convirtieron enuna partida cada vez más cuantiosa de labalanza por cuenta corriente, lo que a suvez exigió una gran deflación para lograrel ajuste externo. Mirándolo bien, lasentradas de IED han contribuido a lainestabilidad financiera, ya que hanhecho aumentar las obligaciones exter-nas sin generar la capacidad necesariapara atenderlas.

— Las balanzas fiscales también hanempeorado porque la partida por concep-to de intereses del gasto público haaumentado con la emisión de deudanueva a tipos de interés más altos. Estoha estrechado el margen de maniobrapara hacer ajustes fiscales sin deprimir laactividad económica interior ni reducir larecaudación de impuestos, pero a la vez

ha hecho aumentar la cuantía de los défi-cit que es preciso financiar.

— La liberalización de la cuenta decapital y las corrientes de capital han cau-sado serias perturbaciones en los meca-nismos utilizados para realizar el ajustefiscal y el de la balanza de pagos. Lasentradas excesivas de capital han vueltoinoperantes los mecanismos de ajuste, entanto que las salidas excesivas han provo-cado un desbordamiento deflacionario.

— Las contradiciones de las políticasaplicadas en las esferas de la macroeco-nomía, el comercio, la IED y el sectorfinanciero han contagiado al patrón de loscambios estructurales. Los intentos porponer en pie sectores tecnológicamentecomplejos similares a los existentes enlas economías avanzadas se han vistoperjudicados, al tiempo que la baja pro-ductividad en sectores más intensivos entrabajo ha hecho que aumentase la com-petencia proveniente de las economíascon salarios menores. La presión origina-da por esos factores ha llevado a ladesindustrialización en América Latina,en una situación marcada por la reduc-ción de plantillas y un crecimiento flojo.

En consecuencia, aunque es ciertoque las nuevas políticas han conseguidodesterrar:

— El modelo anterior, tampoco hanproporcionado una alternativa floreciente.Más preocupante aún, por lo que hace alas perspectivas futuras, ha sido la pérdi-da de autonomía de las políticas, tanto enel ámbito microeconómico como en elámbito macroecnomico, y el estrecha-miento del margen de maniobra paradecidir qué políticas aplicar. Replantearselas opciones exige hacer un examen sin-cero del historial económico de las dosdécadas pasadas y de la experiencia delos países que han tenido más éxito conla industrialización y el desarrollo. Tam-bién requiere abandonar las generaliza-

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BOLETÍN ECONÓMICO DE ICE N° 280334 DEL 26 DE ABRIL AL 2 DE MAYO DE 2004

ciones para tener en cuenta en cambio ladiversidad de condiciones y problemasque afronta el mundo en desarrollo.

— Como muchas cosas dependen deque los países alcancen su tasa potencialde crecimiento, se necesitará un abanicomás amplio de políticas más estratégicasque ayuden a obtener tasas de inversiónmás altas y a fomentar el progreso tecnoló-gico. Harán falta políticas activas, particu-larmente en aspectos tales como el apoyoa la industria, el progreso tecnológico y lasinfraestructuras públicas, políticas todasellas que deberán estar adaptadas a lascircunstancias especiales de cada país.

— En muchos casos, para aliviar laslimitaciones que impone la balanza depagos será preciso reducir la dependenciadel capital extranjero y fomentar unos vín-culos más estrechos entre la inversión y lasexportaciones. Esto significa adoptar unaagenda más activista en el campo delcomercio y el de la inversión, agenda quehabrá de tener en cuenta las realidades delsistema comercial actual. Las previsionesde lo que pueda conseguir la IED en elcontexto presente deben ser más realistas.Es preciso encontrar formas de mejorar lacontribución de la IED a la tecnología, laproductividad y las exportaciones. Estoobligará a reconsiderar los criterios de lapolítica relativa a la IED aprovechando laslecciones de experiencias más exitosas.

Y como tema especial, está el irreme-diable de la «pobreza» que adquiere unaprioridad absoluta y así lo interpretan loslíderes políticos y los organismos interna-cionales como el Banco Mundial que ensu informe anual sobre América Latina(2003) (23), centra su investigación entorno al problema de la pobreza y la per-sistente desigualdad, aduciendo: «que

esta situación mina el proceso de desa-rrollo en sí, proponiendo actuar en cuatroáreas centrales (24) para lograr másequidad en cuanto a la distribución de lariqueza, el ingreso y las oportunidades».Enfatizando, que resultan claves paraafrontar ambos temas; pobreza y desi-gualdad, emprender «amplias reformasinstitucionales». Igualmente le sucede alFondo Monetario Internacional, que siguecon alta preocupación el tema, y en laCumbre Extraordinaria de las Américas(Monterrey, enero 2004), quien por mediode su Director Gerente; Horst Köhler,durante su comparecencia destacó: «quecon la economía estadounidense al frentede la recuperación del continente ameri-cano y motor del crecimiento mundial, la“pobreza generalizada” se riñe claramen-te con el enorme potencial de crecimientode la región. Si bien, cada país debeencontrar su propio plan para el éxito,señalando a su vez para ello a tres ele-mentos cruciales.» (25).

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(23) Informe anual que representa la más importanteinvestigación sobre el continente, presentado en Ciudadde México (2003).

(24) El Banco Mundial, destaca que en torno a estasáreas se deben unir los gobiernos y la sociedad civil, conel fin de romper este destructivo patrón de pobreza ydesigualdad. Estas son las siguientes: 1. Construir insti-tuciones políticas y sociales más abiertas; 2. Asegurarque las instituciones y las políticas económicas procurenmayor equidad; 3. Aumentar el acceso de los pobres alos servicios públicos, especialmente educación, salud,agua y electricidad, así como el acceso a tierras cultiva-bles y servicios rurales; 4. Reformar los programas detransferencia de ingresos de modo que lleguen a lasfamilias más pobres.

Propone además: «la necesidad de que las nacionesemprendan profundas reformas de las instituciones econó-micas, políticas, sociales y mejoren el acceso de los pobresa servicios y bienes básicos, en especial la educación».

(25) Estos son: 1. Buenas instituciones; 2. Gestiónacertada a largo plazo de las finanzas públicas y 3.Expansión del comercio exterior.

También llamó la atención sobre el buen entorno decrecimiento para 2004, que repercutirá favorablementeen América Latina, especialmente por la recuperación dela economía norteamericana, para que las máximas auto-ridades aprovecharan la oportunidad para consolidar yampliar las reformas económicas. Asimismo, advirtió quelos altos y persistentes «niveles de deuda pública»siguen siendo un grave riesgo para el crecimiento econó-mico sostenido y la elevación del nivel de vida.

COLABORACIONES

COLABORACIONES

Para cortar este nudo gordiano de lapobreza, son evidentes las enormes posi-bilidades que brinda la formulación de ungiro estratégico del Consenso de Washing-ton (26), introduciéndole nuevos puntos nocontemplados en su redacción original yque consideramos junto a Emilio Fonte-la (27), que convendría incluir de maneraprioritaria, al menos los siguientes:

1) mejor distribución de la renta, comocomplemento indispensable de la luchacontra la pobreza, que confiere un papelcentral a la política económica, a lasreformas fiscales y a la protección social;el mensaje europeo de la «economíasocial de mercado» sigue teniendo vigen-cia en los países en vías de desarrollo;

2) conseguir una política financierainternacional, que permita la estabilidadmonetaria y frene los movimientos espe-culativos, que también está vinculada a lasreformas fiscales y a la creación de zonasmonetarias, por ejemplo en el Mercosur;

3) un amplio acuerdo sobre la luchacontra la corrupción y la difusión de prác-ticas éticas en el comportamiento de losagentes económicos, privados y públicos;

4) un sistema de estímulo del tercersector para potenciar las actividades sinánimo de lucro y la participación activa dela riqueza local en la solución de los pro-blemas de la pobreza, elemento clave delas nuevas estrategias de reforzamientodel funcionamiento de los sistemasdemocráticos;

5) una revolución de los procesos detransferencia de tecnología y de investi-gación que permita aprovechar y compe-tir lo antes posible en las potencialidadesde la Sociedad del Conocimiento.

Esta lista de prioridades, implica unacierta «transferencia» de la responsabili-dad del desarrollo de la economía, comopreconizaba el Consenso de Washington,a la política y a la sociedad. Los «nuevoscírculos viciosos» que frenan el progresoen América Latina y en el resto delmundo que perdió el tren de la Revolu-ción Industrial, integran procesos econó-micos, políticos y sociales que son inter-dependientes y requieren enfoquesglobales y pluridisciplinares (28). Latransformación de España durante losúltimos treinta años, como la de todaEuropa después de la segunda GuerraMundial, es un ejemplo visible de la nece-sidad de esta conjunción de reformasentre lo económico, lo político y lo social.

Una salida viable a este círculo viciosode inversión y crecimiento bajos e inesta-bles, tipos de interés altos y endeuda-miento creciente requerirá probablementemedidas directas para reducir la carga delservicio de la deuda.

Como mínimo, y cuando ha vencido elúltimo de los bonos Brady, urge aplicar cri-terios nuevos para solucionar el problemade la deuda pendiente, entre ellos la rene-gociación de los tipos de interés a nivelesmás cercanos a los rendimientos realesque pueden obtenerse de la inversión deldinero y la reducción de la deuda interior yexterior a cifras que no comprometan elobjetivo de un crecimiento rápido y soste-nible y el de la reducción de la pobreza aniveles acordados internacionalmente.

6. Conclusión

A modo de conclusión, podemos decirque las amplias reformas económicas deri-

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(26) CASILDA BÉJAR, R.: Latinoamérica y el nuevoconsenso de Madrid. Diario Expansión. Madrid, 22 deenero de 2004 y El giro estratégico del Consenso de Was-hington. Diario Expansión. Madrid, 16 de marzo, 2004.

(27) Un nuevo Consenso Internacional en Madrid.Diario Expansión. Madrid 11 de febrero de 2004.

(28) FONTELA MONTES, Emilio y GUZMÁN CUE-VAS, Joaquín: La teoría circular del desarrollo. Un enfo-que complejo. Revista de Estudios de Economía Aplica-da. Volumen 21-2. Madrid, agosto 2003

vadas del Consenso de Washington, apli-cadas en los países de América Latinadurante la década de los 90, advierten hoyuna «sensación generalizada de insatisfac-ción entre la población, y los actores socia-les» y se impone la búsqueda de opcionesque garanticen un mayor crecimiento, sus-tentable y con equidad. La principal razónde esta desilusión reside en que la distribu-ción de los ingresos y las oportunidadeshan empeorado y al hecho de que existeun significativo potencial de inestabilidad,como lo demuestran las crisis sucesivas.

El ambiente optimista de mediados delos noventa fue favorecido por el consensoexistente para preservar el equilibriomacroeconómico, el control de la inflación,la mejora del balance presupuestario y elahorro fiscal, el crecimiento de las exporta-ciones y la diversificación de los países dedestino, así como las privatizacionesnumerosas de las corporaciones públicas.

Sin embargo, en la mayoría de loscasos, los equilibrios alcanzados se pro-dujeron a costa de otros desequilibrios envariables macroeconómicas (particular-mente referidas al sector externo) o biendescuidando aspectos esenciales paralograr la equidad o la competitividad sis-témica (29) como la inversión en capitalhumano y nuevas tecnologías (30).

Éste y otros problemas determinan lanecesidad de mejorar el desempeño eco-nómico, especialmente porque los res-pectivos países de América Latina y elCaribe tienen que enfrentar el desafío ylos riesgos de la globalización con deter-minación, pero también con osadía. Paraello es necesario promover la inclusiónsocial, pero aumentando la competitivi-dad, siendo ésta la manera más eficiente

para propiciar el acceso de todos a loscaminos de la prosperidad.

Los caminos recorridos por los paísesde América Latina para diseñar sus refor-mas estructurales y políticas económicashan sido diversos, pero, tal y como haseñalado Ffrench-Davis, se han repetido«costosos errores», especialmente en elmanejo macroeconómico; en el diseño delas reformas financieras y comerciales, yen la insuficiencia de los esfuerzos paracompletar mercados. El fundamento deestos errores, está básicamente en la feextrema del neoliberalismo, en la eficien-cia del sector privado tradicional y en latotal desconfianza en el sector público(en general bien ganada), así como enlas formas no tradicionales de organiza-ción privada. Según el postulado neolibe-ral, los desequilibrios no existen, salvo enel caso de que sean generados por laintervención estatal.

Sin embargo, las reformas y ampliacio-nes necesarias, no deben convertirse enun fin en sí mismas, por el contrario, insis-timos en que deben constituirse como unmedio para el progreso, para alcanzar eldesarrollo con equidad para acortar dis-tancias con el mundo desarrollado, parano quedarse rezagada la región en la evo-lución de la Sociedad de la Información yel Conocimiento del siglo XXI (31).

Ciertamente, el impulso de la Socie-dad de la Información y del Conoci-miento disuelve códigos y empujabarreras, pero lo realmente importantees que lo generado alumbre un nuevo«hacer», y no se queda en una batallageneralizada, representada por un vai-

AMÉRICA LATINA Y EL CONSENSO DE WASHINGTON

BOLETÍN ECONÓMICO DE ICE N° 2803DEL 26 DE ABRIL AL 2 DE MAYO DE 2004 37

(29) CASILDA BÉJAR, R.: Nueva Economía. NuevaCompetitividad. Foro América Latina 2010.

(30) En la «Sociedad de la Información y del Conoci-miento», la inversión en capital humano es el equivalentea la competitividad en términos de país.

(31) Considerando que esta evolución viene determi-nada por el patrón tecnológico, de acuerdo con la nuevaescuela «schumpeteriana», pues resulta indispensableatribuir a Schumpeter la explicación de los fenómenos deevolución estructural a largo plazo de los sistemas eco-nómicos en función del cambio tecnológico y de sus con-secuencias en términos de innovación económica y portanto social.

COLABORACIONES

COLABORACIONES

vén, tan creador como destructivo entrelos partidarios de la globalización y susopuestos (32).

Desde nuestra modestia, recogemos yapoyamos estas consideraciones, las cualesentendemos que no son de ninguna manerani definitivas, ni cerradas, sino abiertas a ladiscusión y al diálogo, para impulsar y dina-mizar una economía de mercado superior ala derivada de la aplicación de las «reformasdel Consenso de Washington».

RAMÓN CASILDA BÉJAR

BOLETÍN ECONÓMICO DE ICE N° 280338 DEL 26 DE ABRIL AL 2 DE MAYO DE 2004

(32) CASILDA BEJAR, R.: Nueva Economía. NuevaCompetitividad en América Latina. FFRENCH-DAVIS, R.:Reflexión y diálogo para reformar las reformas económi-cas en América Latina. Foro América Latina 2010, «Unreto de futuro». Santiago de Chile, 2002.