Alvaro Linera - Las tensiones destructivas de la revolución

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    LAS TENSIONES CREATIVAS DE LA REVOLUCIN

    La quinta fase del Proceso de Cambio

    lvaro Garca Linera

    Vicepresidencia del Estado Plurinacional de BoliviaPresidencia de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    LAS TENSIONES CREATIVAS

    DE LA REVOLUCIN

    La quinta fase del Proceso de

    Cambio

    lvaro Garca Linera

    Vicepresidencia del Estado Plurinacional

    Presidencia de la Asamblea legislativa Plurinacional

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    Contenido

    HACIA UN NUEVO HORIZONTE DE POCA..........................................................................................3

    DEL REPUBLICANISMO PROPIETARIO AL REPUBLICANISMO COMUNITARIO .....................................3

    LAS FASES DEL PROCESO REVOLUCIONARIO ......................................................................................5

    PRIMERA FASE: DEVELAMIENTO DE LA CRISIS DE ESTADO ................................................................5

    SEGUNDA FASE: EL EMPATE CATASTRFlCO .....................................................................................6

    TERCERA FASE: CAPAClDAD DE MOVILlZACIN CONVERTIDA EN PRESENCIA ESTATAL

    GUBERNAMENTAL..............................................................................................................................6

    CUARTA FASE: EL PUNTO DE BIFURCACIN O MOMENTO JACOBINO DE LA REVOLUCIN ...............7

    QUINTA FASE DEL PROCESO REVOLUCIONARIO: LA EMERGENCIA DE LAS CONTRADICCIONES

    CREATIVAS..........................................................................................................................................8

    LAS TENSIONES CREATIVAS DE LA QUINTA FASE..............................................................................10

    PRIMERA TENSION: RELACION ENTRE ESTADO Y MOVlMIENTOS SOCIALES. ...................................10

    SEGUNDA TENSIN: FLEXlBILIDAD HEGEMNICA FRENTE A FIRMEZA EN EL NCLEO SOCIAL ........14

    TERCERA TENSION: INTERESES GENERALES FRENTE A INTERESES PARTICULARES Y PRIVADOS. .....15

    CUARTA TENSIN: EL SOCIALISMO COMUNITARIO DEL VIVIR BIEN.................................................22

    LAS TENSIONES SECUNDARIAS CREATlVAS COMO FUERZAS PRODUCTIVAS DEL PROCESO DE

    CAMBIO ............................................................................................................................................26

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    A un ao de la primera gestin deGobierno del Estado Plurinacional, parti-mos de una constatacin primordial: hoy,el pueblo boliviano ha consolidado su uni-dad histrica en tomo a un nico proyecto

    de Estado, economa y sociedad.

    HACIA UN NUEVO HORIZONTE DE

    POCA

    DEL REPUBLICANISMO PROPIETARIO AL

    REPUBLICANISMO COMUNITARIO

    Si uno se pone a pensar que hastahace pocos aos exista un apartheidinsti-tucionalizado que segregaba a las mayo-ras indgenas de los poderes del Estadorepublicano desde su fundacin o, en laturbulencia e inestabilidad poltica estructu-ral que vivi Bolivia durante el periodo2000 - 2005 (cinco Presidentes en cincoaos), o en las movilizaciones por la de-manda de autonoma que intentaron seraprovechadas por segmentos fraccionalis-tas de las viejas elites regionales, hoy, ca-da una de estas histricas divisiones so-

    ciales ha sido superada por la consolida-cin de una estructura estatal plurinacio-nal, autonmica y de un Gobierno Revolu-cionario que basa su solidez y su estabili-dad en la unidad del pueblo boliviano, desus organizaciones sociales indgenas-campesinas, obreras, vecinales y popula-res.

    Durante los ltimos 5 aos, se hancomenzado a demoler rpidamente los

    mecanismos racializados de las decisionesestatales que marginaban a las mayorasindgenas. Se ha derrotado al neolibera-lismo recuperando l control social y estatalde la riqueza pblica, anteriormente enaje-nada a manos privadas extranjeras.19ualmente se ha puesto fin a dcadas dedenigrante subordinacin de las decisiones

    gubernamentales a la Embajada norte-americana y a los organismos financierosinternacionales. Hoy, como nunca en lahistoria colectiva de la Patria, indgenas ymestizos compartimos las decisiones del

    Estado y tenemos las mismas oportunida-des en la toma de decisiones pblicas.

    En estos aos se ha comenzado aconstruir un tipo de Estado autonmico,resolviendo de manera democrtica unademanda que amenaz con fisurar la uni-dad del pas.

    En conjunto, fracturas y demandasque haban enfrentado a los bolivianosdurante siglos, y que haban subordinadoal pas a poderes externos durante dca-das, han' sido resueltas mediante mtodosdemocrticos y revolucionarios, tejiendo launidad soberana de la sociedad y la soli-dez del Estado, Tambin se derrotaron alas castas polticas, ineptas, y corruptasque administraron un sistema de republi-canismo-propietario que tanto dao Iecausaron al desarrollo de nuestro pas. Ypor ltimo, se triunf sobre numerosasconspiraciones econmicas, polticas eincluso intentos separatistas de la unidadterritorial de nuestra Patria.

    En este sentido, las divisiones socia-les de larga data y las ms recientes, queparalizaron las energas vitales de la so-ciedad boliviana, han venido siendo supe-radas por el Proceso de Cambio que conla plurinacionalidad, la autonoma y la eco-noma plural esta tambin levantado unnuevo republicanismo del comn1, comuni-1

    En su libro Commonwealth (2009), Negri y Hardt desa-rrollan el concepto del republicanismo moderno como"basado en la regia de la propiedad y la inviolabilidad delos derechos de propiedad privados, que excluye osubordina a aquellos sin propiedad". Como conceptodominante este se habra constituido en eI "fundamentode cada constitucin poltica moderna". En ese marco, lademocracia de la multitud de los pobres se presentancomo "una amenaza objetiva a [esa] republica de lapropiedad" porque poda desarrollar las potencialidades

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    tario, sustentado en la ampliacin de lariqueza colectiva de todos los bolivianos.

    Pero todos estos logros y estas vic-torias histricas no hubieran sido posiblessin el movimiento ascendente y envolvente

    de la unidad movilizada del pueblo. Hoy,despus de una dcada de intensas bata-llas, de suturas de los abismos estructura-les que separaban al pueblo boliviano, to-dos los trabajadores del campo y la ciudadhan optado por un nico proyecto de Esta-do, economa y sociedad.

    No se ve en el horizonte un modeloalternativo de generacin y distribucin deriqueza distinto al que el Gobierno llevaadelante: de economa plural con liderazgoestatal en los sectores estratgicos de lageneracin del excedente. No existe unapropuesta alternativa al de la plurinaciona-lidad des colonizadora que consolida unanica nacin estatal en la que convivenmltiples naciones culturales y pueblos. Nose tiene otra opcin de democratizacinsuperior del Estado que no sea la del re-conocimiento de mltiples formas pluralesde democracia (directa, representativa,comunitaria) y de desconcentracin territo-rial del poder a travs de las autonomas.Estn sentadas las races y posibilidadeshistricas de un proceso civilizatorio que ala larga tiende a diluir el Estado en la so-ciedad, en lo que se ha denominado laperspectiva socialista y comunitaria de unEstado integral.

    Por eso, de manera categrica, sos-tenemos que ahora el pueblo est msunido que hace aos y dcadas atrs en

    torno a un gran proyecto societal. Pero esaunidad del pueblo y estos logros de nues-

    del proyecto revolucionario republicano (igualdad. liber-tad) bloqueadas e invisibilizadas por ese concepto he-gemnico, es decir, construir una "poltica de libertad,igualdad y democracia de la multitud", un republicanis-mo ya no fundado en la propiedad sino en el libre acce-so de todos a los comunes.

    tra Revolucin Democrtica y Cultural noimplican que las tensiones, las diferenciasinternas, las contradicciones y las luchashayan desaparecido. AI contrario, siguenexistiendo, e incluso a momentos se inten-

    sifican, pero todas ellas se dan en el mar-co de representaciones, horizontes y ex-pectativas creadas por ese trpode socie-tal: Estado plurinacional, rgimen auton-mico, e industrializacin de los recursosnaturales en el contexto de una economaplural. Este trpode es un horizonte depoca, yes en su interior que ahora emer-gen las luchas, las diferencias, las tensio-nes y contradicciones. Algunas contradic-ciones anteriores se han desvanecido,otras han bajado de tono dando lugar aunas nuevas y al reforzamiento de anti-guas que no tenan tanto protagonismocomo el actual. Se trata de contradiccionesy tensiones que tienen dos caractersticasfundamentales. La primera, que a diferen-cia de lo que suceda aos atrs, no pro-pugnan un nuevo tipo de sociedad ni plan-tean un nuevo horizonte de Estado o eco-noma, sino la ralentizacin o la radicaliza-cin del proceso pero en el marco del hori-zonte de poca de la plurinacionalidad.

    La segunda, que como son contra-dicciones al interior de los tres principiosordenadores de la realidad y de las luchaspara transformarla (plurinacionalidad, au-tonoma y economa plural), son tambincontradicciones al interior del amplio blo-que popular que conduce y sostiene elProceso de Cambio. Incluso las fuerzasconservadoras que intentan utilizarlas pararevitalizar su presencia, lo tienen que ha-

    cer con el lenguaje y el norte que delimitael horizonte de poca dominante.

    En ese sentido, en trminos del ciclolargo de la poca revolucionaria iniciada elao 2000, el contenido Y movimiento deestas contradicciones son propias de unanueva fase del proceso revolucionario, laquinta -que analizaremos en detalle-, cla-

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    ramente diferenciada de las contradiccio-nes y luchas que caracterizan las fasesanteriores.

    LAS FASES DEL PROCESO REVOLU-CIONARIO

    PRIMERA FASE: DEVELAMIENTO DE LA

    CRISIS DE ESTADO

    La primera fase de esta poca revolucio-naria se inici con la "Guerra del agua". Sibien es cierto que aos antes hubieronnumerosos esfuerzos de acumulacin defuerzas de distintos sectores, la subleva-cin de abril del 2000 marc una rupturacon todo el consenso pasivo que el neoli-beralismo haba construido en 15 aos.

    Aunque imparable hasta entonces, se de-tuvo el proceso de privatizacin de los re-cursos pblicos, en este caso no estatales:el agua. Como nunca antes haba sucedi-do, regionalmente se articul en esta movi-lizacin un gran bloque social- popular ur-bano y rural en tomo al movimiento cam-pesino-indgena (regantes y productoresde hoja de coca), que se convertira en el

    precedente de la misma articulacin, ahoraa nivel nacional, de todos los sectores po-pulares en tomo a la candidatura el MSen los aos 2005, 2009. Pero quiz lo msimportante para la continuidad de estedespertar fue saber que el rgimen neoli-beral era dbil, que se lo poda derrotar, loque rpidamente dio lugar a un estado denimo popular desobediente a las ideasfuerzas emanadas desde el poder y a unapredisposicin material de la plebe a bus-

    car su unificacin y a movilizarse expansi-vamente.

    A esta primera fase del ciclo revolu-cionario la hemos denominado la del deve-lamiento de la crisis de Estado porque lospilares de la dominacin estatal (institucio-nalidad, ideas fuerza de legitimacin, y

    correlacin de fuerzas entre gobernantes ygobernados) comenzaron a resquebrajarseirreversiblemente. Es el momento del de-velamiento de las contradicciones de largaduracin acumuladas durante siglos (Esta-

    do monocultural contra sociedad plurina-cional, Estado centralista enfrentado a laapetencia descentralizadora de la socie-dad) y de las contradicciones de corta du-racin (nacionalizacin de las riquezasnaturales contra privatizacin, monopoliza-cin de la poltica contra democratizacinsocial).

    Las sublevaciones de septiembre-octubre del 2000, en las que se produjo elbloqueo nacionalde caminos ms largo de

    nuestra historia (23 das) y las crecientesunificaciones sociales de los sectores po-pulares en torno a un conjunto preciso denuevas ideas fuerza movilizadoras queemergan de la propia movilizacin social(asamblea constituyente, nacionalizacinde los hidrocarburos), polarizaron territorialmente el escenario de las clases socialesen el pas. El bloque dominante mantenael poder, pero al frente tenia lneas inter-nas y externas en las que las clases subal-

    ternas de la ciudad y el campo Ie comen-zaban a disputar el control territorial, ideo-lgico y simblico de la sociedad. Lasideas fuerzas del neoliberalismo que atra-

    jeron pasivamente a las clases populares,empezaban a deshilacharse acelerada-mente frente a otras que crecan en elimaginario colectivo. Cuando ello dio lugara la constitucin de un bloque social concapacidad de movilizacin territorial y convoluntad de poder, esto es, con voluntad

    material de disputar palmo a palmo el con-trol y direccin de la sociedad, entramosen la segunda fase de la oleada revolucio-naria, la del "empate catastrfico".

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    SEGUNDA FASE: EL EMPATE CATASTR-

    FlCO

    La cuestin no era simplemente que los dearriba no podan seguir gobernando comoantes ni que los de abajo no queran seguirsiendo gobernados como antes. Lo quesucedi fue que los de abajo queran go-bernarse, como nunca antes lo haban he-cho, y esa sola determinacin paraliz elorden estatal de dominacin: dos bloquesde poder con dos proyectos de poder, condos capacidades de presencia territorial ycon liderazgos antagnicos se disputabanel orden estatal paralizando hasta ciertopunto la reproduccin de la dominacin.

    Exista un empate entre ambos pro-yectos de sociedad y encima era catastr-fico por la irresolucin de la unicidad con-ducente del poder. Esta segunda fase durdel 2003 al 2008 y las contradicciones quese hicieron presentes enfrentaban antag-nicamente e irreversiblemente a dos pro-yectos de sociedad, de Estado y de eco-noma, portadores de dos voluntades depoder irreconciliables.

    TERCERA FASE: CAPAClDAD DE MOVILl-

    ZACIN CONVERTIDA EN PRESENCIA ES-

    TATAL GUBERNAMENTAL

    La tercera fase de la poca revolucionariase present solapada a la segunda y acon-teci con la sublevacin poltica democr-tica de las elecciones que llevaron a lapresidencia al primer presidente indgena ycampesino de nuestra historia.

    Era un atavismo colonial el que orde-naba las razones vivenciales del mundopara las clases pudientes y las clasessubalternas: los indios estaban destinadosa ser campesinos, cargadores, sirvientes,albailes y tal vez obreros, fuera de ello, eluniverso estaba vaco, no haba margenpara otro curso de realizacii1 social. De la

    misma manera, las elites mestizas y adine-radas haban sido educadas para mandar,dirigir y gobernar con una naturalidad co-mo la que predice que el sol saldr cada24 horas por el horizonte. Resulta que este

    orden simblico del universo de un da pa-ra el otro se hizo aicos, o peor a(m, seinvirti y los dominados, los hijos de mita-yos, en contra de todo orden y rigor de lascosas del mundo vividas desde hace 500aos, llevaron a uno de los suyos, a unindio, campesino, trabajador, aymara, a lapresidencia de la Republica. Para la mino-ra racializada del pas, fue como si el cielose hubiera cado, como si los aceradosdesprecios de inferiorizacin escalonadacon los que la sociedad colonial orden elmundo a partir de los colores de piel y ape-llidos, se convirtieran en polvo ante la inso-lencia de un campesino entrando al Pala-cio de Gobierno.

    Ese solo hecho ya es con mucho elacto ms radical e imperdonable ante losojos de los pudientes, que la plebe pudohacer en toda su historia. Sucedi. Lossubalternos dejaron de serlo, se hicieronen comn, presidentes, gobernantes, ante

    el horror de las miradas coloniales deaquellas estirpes que haban concebido elpoder como una prolongacin inorgnicade su sangre.

    Esta insurreccin del orden simblicode la sociedad que trajo la prdida del Go-bierno, ms no aun del poder por parte delas clases dominantes, constituy la terce-ra fase del proceso revolucionario que seinici el 22 de enero del 2006 y que saca-ra a luz, precisa mente, la contradiccin

    antagnica entre Gobierno controlado porlas clases populares y poder de Estadoaun en maos de las clases pudientes ysus aliados extranjeros. Fue un desplaza-miento del antagonismo de los dos proyec-tos de sociedad al interior del mismo Esta-do, y de las clases sociales en el Estado,

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    ah radica la novedad de la contradiccinantagnica.

    Nos referimos claramente a una co-yuntura poltica de Estado, dividido entregobierno controlado por los insurrectos, y

    poder de Estado (lgica y mando institu-cional) controlado por las clases econmi-camente dominantes. En cierta forma estambin una radicalizacin de la segundafase del empate catastrfico, pero la nove-dad del desplazamiento territorial y clasistade este "empate" que se inscribe en lapropia institucionalidad dinmica del Esta-do, hace necesario tratarla como una faseespecifica.

    CUARTA FASE: EL PUNTO DE BIFURCA-

    CIN O MOMENTO JACOBINO DE LA RE-

    VOLUCIN

    La cuarta fase de la poca revolucionariaes a la que llamamos en otros artculoscomo el punto de bifurcacin, y que en unsentido ms potico podra denominarsetambin el momento jacobino de la revolu-cin. Se trata del momento en que los

    bloques antagnicos, los proyectos irre-conciliables de sociedad que cubren terri-torialmente la sociedad y el Estado, debendirimir su existencia de manera abierta,desnuda, a travs de la medicin de fuer-zas, la confrontacin (el ltimo recurso queresuelve las luchas cuando no hay ya po-sibilidades de otra salida).

    Eso fue lo que sucedi entre agosto yoctubre del 2008.

    Tras el fracasado intento de revocaral presidente Evo2, la oposicin de la dere-

    2

    El l0 de agosto de 2008, se llev a cabo un ReferndumRevocatorio, en el que se decidi sobre la permanenciadel Presiente Evo Morales, del Vicepresidente lvaroGarca Linera y de ocho prefectos departamentales. ElPresidente fue ratificado en su cargo con el 67% devotacin a su favor. Tambin fueron ratificados los pre-

    cha neoliberal de la "media luna", que te-na presencia territorial no slo en SantaCruz, Beni, Pando, Tarija, sino tambin enLa Paz, Cochabamba y Sucre, opt por elgolpe de Estado. Desde inicios de sep-

    tiembre comenzara a asumir el controlreal de las ciudades de esos departamen-tos impidiendo la llegada de las autorida-des nacionales mediante el control de losaeropuertos, hostigando a los mandos po-liciales y a partir del 9 de septiembre lan-zndose a la ocupacin y destruccin vio-lenta de varias instituciones del Estadobajo mando nacional. En dos das, ms de72 instalaciones gubernamentales resulta-ron quemadas incluyendo el canal de tele-visin, la radio estatal, oficinas de la em-presa de telecomunicaciones, del Serviciode Impuestos Internos y del INRA. Gruposde choque armados se desplazaron paracontrolar, 0 destruir como en el caso deTarija con el gasoducto que va al Brasil,las redes de distribucin de carburantes.Para coronar el golpe y con el nimo deescarmentar cualquier intento de resisten-cia popular, asesinaran a una decena dedirigentes campesinos en la localidad dePorvenir, del departamento de Pando.

    EI Gobierno, que ya haba previstotiempo .atrs que un tipo de accin golpis-ta podra darse por parte de la derecha,espero a que los golpistas desplegaransus iniciativas que los deslegitimaron anteel pueblo y el mundo como fascistas, racis-tas y antidemocrticos. Sin embargo, antela primera muerte se respondi con con-tundencia, velocidad y fuerza masiva. Setom militarmente Pando, el eslabn ms

    dbil de la cadena del golpe, e inmediata-mente se puso en marcha un plan de mo-vilizacin nacional y general de todo elpueblo, con el apoyo de las Fuerzas Ar-madas, hacia los bastiones golpistas.

    fectos de Oruro, Potos, Tarija, Santa Cruz, Pando y Beni,mientras que los de La Paz y Cochabamba fueron revo-cados.

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    De todas partes del pas, desde lascomunidades, ayllus, minas, fbricas y ba-rrios, una estructura de movilizacin socialse puso en marcha para defender la de-mocracia y la revolucin.

    La violencia de los golpistas horrori-zo al pas entero. EI Presidente, al ordenarla expulsin del embajador norteameri-cano3, los dejo sin estratega y puente in-temaciona1. Los sectores que los apoya-ban, asustados, comenzaron abandonar asus lderes y al mismo tiempo la comuni-dad internacional al condenar el golpe losdejo aislados. Ante la inminente conver-gencia de multitudinarias fuerzas socialespopulares y Fuerzas Armadas, los dirigen-

    tes golpistas tuvieron que capitular.Se trat ciertamente de un hecho de

    fuerza, de guerra social puntual en la quelos "regimientos" de los bloques de poderen pugna se midieron cara a cara paraconcurrir al combate. En ese momento yano contaba el discurso sino el potencial dela fuerza, y a partir de esa evaluacin yantes de la conflagracin, los golpistasprefirieron retroceder y rendirse. Ese fue el

    punto de bifurcacin, el encuentro de fuer-

    zas que sobre el escenario del combatesocial dirimieron el control de poder delEstado.

    En esta cuarta fase las contradiccio-nes llegaron a su eptome real, a su origeny punto de llegada obligatorio como mate-ria estatal: al choque de fuerzas materia-les. La fuerza es el Estado en su condicinde organizacin desolada y arcaica, en"ultima instancia" si se quiere, y en esta

    fase, la contradiccin antagnica por elcontrol del poder estatal tendra que reali-zarse y dirimirse en base a la fuerza hasta

    3EI lo de septiembre de 2008, el Presidente Eva Morales

    declara pblicamente al embajador de Estados Unidosen el pas, Philip Gilbert. persona no grata e instruye alCanciller David Choquehuanca realizar los trmites di-plomticos para su salida inmediata del pas.

    aqu lograda, acumulada, convencida, perohecha fuerza desnuda y nada ms.

    Fruto de esa lucha desnuda de fuer-zas, o bien el poder era retomado por lasantiguas clases dominantes, o bien asumi-

    do por el nuevo bloque de poder emergen-te. No haban puntos intermedios ni posibi-lidad de mayor dualidad de poderes; era elmomento de la consagracin de la unici-dad del poder. Por eso, punto de bifurca-cin.

    La consensuada modificacin con-gresaI de la Constitucin en octubre del2008 continuar polticamente esta victoriamilitar y tras el desmantelamiento del in-tento contrarrevolucionario del separatismoarmado organizado por el grupo La Torre ysus mercenarios contratados en Europa, elbloque nacional-popular quedara consoli-dado en el poder con la victoria electoraldel Presidente Evo en las elecciones del20094

    QUINTA FASE DEL PROCESO REVOLUCIO-

    NARIO: LA EMERGENCIA DE LAS CON-

    TRADICCIONES CREATIVAS.

    Esta victoria cierra la cuarta fase oetapa de la poca revolucionaria y da inicioa la quinta que se caracterizara ya no porla presencia de contradicciones entre blo-ques de poder antagnicos, entre proyec-tos de sociedad irreconciliables como su-ceda hasta aqu, sino que estar marcadapor la presencia de contradicciones al inte-rior del bloque nacional-popular, es decir,por tensiones entre los propios sectores

    que protagonizan el Proceso de Cambio,que se darn en torno a cmo llevarlo ade-lante. Se trata por tanto de contradiccionesno simple mente secundarias sino creati-4

    En diciembre se ese ao, tras una nueva eleccin gene-ral, el Presidente Evo Morales obtendr el 64% de lavotacin, l0 %ms de lo que haba obtenido cuatro aosantes.

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    vas porque tienen la potencialidad de ayu-dar a motorizar el curso de la propia revo-lucin. Cuando sucede esto, estas tensio-nes devienen en fuerzas productivas obje-tivas y subjetivas de la revolucin.

    En toda revolucin existen tensionesy contradicciones de dos tipos, en primerlugar estn las fundamentales y antagni-cas, que escinden estructuralmente lassociedades, y en segundo lugar, las decarcter secundario (aquellas que el Pre-sidente chino Mao Tse Tung llamaba con-

    tradicciones en el seno del pueblo) queson superables mediante mtodos demo-crticos y revolucionarios.

    A lo largo de la vida de los pueblos ylos Estados, las contradicciones fueron,son y sern las fuerzas productivas de loscambios, las fuerzas productivas de la re-volucin, el motor de In historia de las so-ciedades. En las contradicciones y tensio-nes se develan los problemas que afligena una colectividad, se visibilizan las dife-

    rentes propuestas de solucin de los pro-blemas, y en las conflictividades mismas,develadas por esas contradicciones, esdonde la sociedad articula proyectos,alianzas y medios para solucionarlas, par-cial o plenamente. Tensiones y contradic-ciones son por tanto los mecanismos me-diante los cuales se logran los cambios y

    se impulsa elavance de unasociedad, y for-man parte indi-soluble del curso

    democrtico yrevolucionariode los pueblos.

    En Boliviahubieron, exis-ten y habrn dis-tintos tipos decontradicciones:fundamentales,

    principales, se-cundarias, antagnicas y no antagnicas.

    Un ejemplo de contradiccin fundamental yantagnica fue la que, entre los aos 2000y 2009, enfrent abiertamente al puebloboliviano con sus enemigos: el imperio enalianza con terratenientes y sectores de laburguesa intermediaria aferrados a unneoliberalismo y colonialismo depredador.Fue un tipo de contradiccin que tuvo queser resuelta a favor del pueblo mediantemtodos revolucionarios.

    En ese mismo periodo (2000-2009)se presentaron contradicciones secunda-rias que fueron resueltas y superadas me-diante los mtodos democrticos de lapersuasin, el dilogo, la articulacin y launificacin de criterios. Estas tensionesfueron las que enfrentaron el campo y laciudad, a los trabajadores con el empresa-riado patriota boliviano, a indgenas y noindgenas. Eran contradicciones secunda-rias al interior del pueblo que pudieron serresueltas mediante la construccin de

    alianzas y de acuerdos sociales en tome ala nacionalizacin de los hidrocarburos, laampliacin de los derechos colectivos y laigualdad de oportunidades, que garantiza-ron la unidad de nuestro pas para derrotara los adversarios fundamentales.

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    Hoy, el 2011, a un ao de la instau-racin de la construccin del Estado Pluri-nacional, tambin nos encontramos ante lapresencia de contradicciones fundamenta-les, principales, y secundarias. La contra-

    diccin fundamental antagnica siguesiendo la de la unidad del pueblo bolivianoenfrentado al imperialismo que se resiste areconocer nuestra soberana y capacidadde autodeterminacin en la construccinde nuestro destino.

    Las contradicciones principales semuestran en la lucha del pueblo bolivianofrente a los residuos fragmentados delneoliberalismo, del gamonalismo regional,de la derecha mediatizada y del colonia-

    lismo, que se oponen al Estado Plurinacio-nal, a la autonoma y a la industrializacin.

    Pero tambin surgen en esta nuevaetapa de la Revolucin Democrtica y cul-tural -y es necesario que lo hagan- tensio-nes secundarias y no antagnicas al inte-rior del bloque popular revolucionario, en elseno del pueblo. Una de estas tiene quever con el debate fructfero, democrtico ycreativo respecto a la velocidad y a la pro-fundidad del Proceso de Cambio. Porejemplo, hay algunos sectores socialesque piden una mayor profundizacin de larevolucin mediante la nacionalizacin deuna parte de la minera privada, en tantoque otros sectores obreros mineros, consi-deran que eso no es necesario.

    Esas tensiones y contradicciones se-cundarias, con las que tenemos que convi-vir, son parte de la dialctica del avance denuestro proceso revolucionario y lo alimen-

    tan porque son la fuente fundamental deldesarrollo, del debate al interior del puebloy de la transformacin social.

    Nos detendremos en el anlisis decuatro de ellas para ver cmo es que en suinterior est contenida la vitalidad y la for-taleza del Proceso de Cambio hacia el fu-turo porque son tensiones dialcticas y no

    contradictorias, que impulsan el debatecolectivo sobre el avance de la RevolucinDemocrtica Cultural.

    LAS TENSIONES CREATIVAS DE LAQUINTA FASE

    PRIMERA TENSION: RELACION ENTREESTADO Y MOVlMIENTOS SOCIALES.

    La primera de estas tensiones creativas,que est siendo resuelta mediante el deba-te democrtico, es la que se refiere a larelacin entre Estado movimiento social.EI Estado es por definicin concentracinde decisiones, monopolio sobre la coer-

    cin, la administracin de lo pblico-estatal, e ideas-fuerza que articulan a unasociedad. En cambio el movimiento socialy las organizaciones sociales son por defi-nicin democratizacin de decisiones, am-plia y continua socializacin de delibera-ciones y decisiones sobre asuntos comu-nes. Gobierno de movimientos sociales espor tanto una tensin creativa, dialctica,productiva y necesaria entre concentraciny descentralizacin de decisiones. Como

    Gobierno se nos exige concentracin rpi-da y oportuna de la toma de decisiones. Lagente espera acciones ejecutivas prontasque den respuestas concretas a sus nece-sidades materiales. Pero a la vez, comoorganizaciones sociales indgena-campesinas, obreras y populares en elGobierno, se tiene una dinmica orgnicaque exige debate, deliberacin, reconside-racin de temas y propuestas, ampliacinde participantes en tomo a esas decisio-nes. Y por tanto, el gobierno del Presiden-te Evo al ser un Gobierno de movimientossociales vive y tiene que vivir continua-mente esta tensin creativa entre concen-tracin versus descentralizacin de deci-siones, entre monopolizacin y socializa-cin de acciones ejecutivas, entre el tiem-

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    po corto para obtener resultados y el tiem-po largo de las deliberaciones sociales.

    Cmo resolver esta tensin creativade la revolucin que estamos viviendo yvenimos desplegando? EI ao pasado

    propusimos el concepto de Estado integralcomo el lugar donde el Estado (el centrode decisiones) comienza a disolverse enun proceso largo en la propia sociedad, ydonde esta ltima empieza a apropiarse,cada vez ms, de los procesos de decisindel Estado. A eso Ie denominamos Estadointegral y no cabe duda que constituye lasuperacin dialctica de esta tensin entreEstado (como mquina que concentra de-cisiones) y movimiento social (como m-

    quina que concentra y democratiza deci-siones). Se trata ciertamente de un proce-so que no puede ser resuelto a corto plazay que requiere un largo proceso histrico,de avances y retrocesos, de desequilibriosque parecieran inclinar la balanza a favorde uno u otro polo poniendo en riesgo orala eficacia de gobierno, ora la democrati-zacin de las decisiones. En realidad nadaesta previamente asegurado y lo que que-da hacia el futuro es vivir con esa contra-

    diccin y desplegarla en todas sus varian-tes y potencialidades. La lucha y solo lalucha podr mantener viva la contradiccindurante dcadas o siglos para que en unmomento dado esta disolucin del Estadoen la sociedad al fin pueda realizarse co-mo resolucin histrica de esta contradic-cin.

    Un segundo momento de esta ten-sin entre Estado y Movimiento Social, yde hecho ms importante que el anterior,

    es el que se da entre la expansin materialdel Estado social y la funcin estatal de lascomunidades y sindicatos agrarios.

    Esta tensin ha sido reiteradas vecesmencionada por el presidente Evo en susreuniones con los sindicatos. Cuenta el,como es que anteriormente el sindicato era

    la institucin social encargada no solo dedefender a los afiliados frente a las ame-nazas agresivas del Estado: represin,exaccin econmica, etc., sino que ade-ms el sindicato-ayllu era el encargado de

    proteger socialmente al afiliado, organi-zando el trabajo comn para construir es-cuelas, abrir caminos, socorrer a los afec-tados en caso de desgracias, incluso re-solver temas de propiedad de tierras oasuntos familiares.

    El viejo Estado colonial solo existifrente al movimiento campesino como unaexternalidad agresiva de la que no se reci-ba ni se esperaba nada, por el contrario,haba que estar al acecho para protegerse

    de sus agresiones polticas y econmicas.De hecho el colonialismo puede definirsecomo un estado de guerra perpetuo entreEstado y sindicato-ayllu, atravesado porprolongadas treguas 0 armisticios tempo-rales de no agresin. Esta guerra suspen-dida fue denominada errneamente "pac-to de reciprocidad" entre Estado y comuni-dad debido a la tolerancia entablada entreambos, a cambio del respeto del acceso aun poco de tierra por parte del ayllu, y a la

    dominacin, por parte del Estado.Seria reciprocidad si ambos sujetos

    sociales entregaran algo a "cambio" de larecepcin de otro bien aunque de distintanaturaleza. Pero aqu, de lo que se tratabaera de treguas entre uno, el Estado quearrebata lo que no posee: tierras, trabajo ygente, y el ayllu que slo contiene, cadavez en un espacio territorial menor, la de-predacin de sus territorios, su riqueza ysu gente.

    Tanto en tiempos coloniales comorepublicanos, el Estado no les dio nada nial sindicato ni al ayllu, y quien se constitu-y en la institucin encargada de protegersocial y polticamente a los miembros de lacomunidad fue el propio sindicato-ayllu, EIsindicato, como autentico poder territorial,

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    otorgaba proteccin social, regulacinpropietaria, justicia, sentido de pertenenciay de identidad. A esta funcin protectiva ysocializadora es a la que el presidente Evoha denominado el sindicato-Estado porque

    es el sindicato el que objetivamente seconstituye como poder social, poltico, te-rritorial y cultural.

    Sin embargo, la lucha del sindicatopor la descolonizacin del Estado que aho-ra encabezan las organizaciones sociales,desde el Gobierno, ha significado precisa-mente poner fin a este estado de guerraentre sindicato y Estado, apropindose,modificando la estructura social, funcionesy composicin interna del Estado. Se trata

    de una demanda de democratizacin radi-cal del Estado con el fin de hacer de luna maquinaria de proteccin social, deampliacin de derechos y de unificacinparticipativa de la sociedad como corres-ponde a un Estado democrtico-social.Nos referimos a la apropiacin del Estadopor parte del sindicato-ayllu en lo que serefiere a sus funciones organizativas y degestin, es decir, la socializacin y comuni-tarizacin creciente del poder como parte

    de una profunda revolucin poltica de lasociedad, aunque al hacerlo, al cambiar elcontenido social del Estado, construir lafuncin social-protectiva del mismo comoiniciativa y programa revolucionario de lossindicatos indgena-campesinos, paradji-camente se est a la vez perdiendo el po-der territorial del propio sindicato que aho-ra comienza a dejar de lado funciones pro-tectivas (salud, educacin, carreteras, co-municacin, apoyo ante los desastres,

    cohesin interna) que ahora pasan a serejecutadas por el Estado.

    Resulta as que las luchas de desco-lonizacin y apropiacin del Estado porparte del sindicato-ayllu estn llevando aun repliegue de su propio poder como mi-cro-Estado. De esta manera, ahora en ca-da lugar del pas, el sindicato ya no se

    organiza para construir una escuela, unaposta sanitaria, para abrir una carreteraque comunique a sus habitantes, para le-vantar un puente entre poblaciones o paradar ayuda a los desamparados. No. Ahora

    se pide la escuela, la posta sanitaria, elcamino, el puente y el amparo ante la des-gracia al municipio, a la gobernacin, algobierno nacional. Y no importa el lugardonde se viva, la apropiacin del Estadopor parte de las organizaciones socialesha creado la conciencia prctica de dere-chos y de proteccin social que hace re-caer en el Estado y sus instituciones elcumplimiento de sus derechos colectivos,en detrimento de la funcin estatal-Iocaldel sindicato-ayllu.

    Sucede as que la apropiacin delEstado por parte del sindicato es tambinuna apropiacin del sindicato por parte delEstado, que puede llevar a un debilita-miento del mismo sindicato-ayllu, de supoder de gestin y cohesin.

    De esta manera la construccin delEstado integral, entendido como expansindemocratizada de las funciones socialesdel Estado, reivindicada por la propia so-ciedad organizada que anteriormente es-taba excluida de esas funciones, lleva elriesgo de un debilitamiento de las propiasestructuras de los trabajadores creadasautnomamente para gestionar las necesi-dades y la proteccin social. Pero si lasorganizaciones sindicales no avanzan enesta ocupacin-expansin del Estado so-cial, este regresa a su situacin de apa-riencia, de parcialidad colonial que benefi-cia a pocos, y los sindicatos regresan tam-

    bin a su funcin de estructuras locales,corporativas fragmentadas y sin sentido deuniversalidad, de comunidad universal.

    De momento, y seguramente por mu-chos decenios hasta que la humanidadinvente otras estructuras y a los seres hu-manos capaces de crearlas y sostenerlas,

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    que administren lo universal, lo general, locomunitario-universal, ser a travs delEstado, de sus funciones de gestin socia-lizada, que los pueblos puedan expandirterritorialmente la comunitarizacin del uso

    de lo comn y la universalizacin de la sa-tisfaccin de las necesidades humanas.

    Los sindicatos y la sociedad necesi-tan expandirse, apropiarse, democratizarlas funciones de gestin y proteccin porparte del Estado, y la nueva concienciasocial que Ie exige eso al Estado es unaprueba de ese avance. Si se detienen ensu avance, la revolucin como obra colec-tiva se detiene y los sindicatos regresan asus funciones localistas, dejando en ma-

    os de la burocracia la administracin delo universal y a corto plazo dando inicio ala restauracin del viejo Estado colonial"aparente". De hecho, las crticas al Go-bierno de falta de "eficiencia", de "capaci-dad", con las que atacan los partidos dederecha e intelectuales conservadores,conforman el nuevo lenguaje racializadocon el que las viejas elites restauracionis-tas buscan descalificar a indgenas, traba-

    jadores y campesinos, que dificultosamen-

    te, y con altibajos, aprenden la gestin delo comn, de lo pblico.

    Pero entonces cmo avanzar en lademocratizacin expansiva del Estado-social a cargo de los sindicatos-ayllus sindebilitar las estructuras sindicales y comu-nitarias autnomas que tiene la sociedad.Se trata de una tensin necesaria y creati-va del proceso revolucionario. Detenersees retroceder en el cambio. Avanzar, escrear riesgos de debilitamiento de la auto-

    noma social. Y ante ello, no queda msque seguir adelante, revolucionarizar lascondiciones de la propia revolucin, asu-miendo los riesgos, reconocindolos a ca-da momento y trabajando para remontar-los.

    Por la experiencia hasta ahora desa-rrollada en estos aos por algunas organi-zaciones, es posible expandir la presenciadel Estado social como protector de dere-chos (salud, educacin, transporte, servi-

    cios bsicos, proteccin ante desastres,acceso a tecnologa, etc.) en tanto el sindi-cato-ayllu mantiene, refuerza y expande suaccin autnoma comunitaria al mbito dela produccin de riqueza, a la creacin deun nuevo modo de produccin material dela riqueza cada vez ms asociativo, mscomunitario, ms social. Es ah, en la pro-duccin, que la fortaleza comunitaria tieneya un capacidad heredada (control comu-nitario del agua, acceso a la tierra, pastoscomunales, rotacin de cultivos, formas decirculacin de la fuerza de trabajo) quepuede ser el punto de partida de una in-tensificacin interna en el propio procesode produccin local (familiar-comunal) y enla articulacin productiva con otras comu-nidades.

    Es en la creacin de un nuevo modode produccin material crecientementesocializado, expansivamente comunitari-zado que se juega el destino postcapitalis-

    ta de la sociedad y del mundo y es ahdonde podran comenzar a concentrarselas potencias, las energas autnomascomunitarias de los sindicatos y de los ay-llus. De esta manera tambin el poder pol-tico de los Movimientos Sociales podradevenir en poder econmico directo, sinmediacin estatal, sobre el cual podrandarse con el tiempo nuevos ascensos re-volucionarios que empujen la autodetermi-nacin de la sociedad a peldaos ms al-

    tos.Como se ve, es en esta tensin, en

    esta contradiccin creativa al seno mismode la accin colectiva de la sociedad orga-nizada que se pone en juego el avance dela revolucin y la inminencia de su retroce-so. Pero no hay otra manera ms de avan-zar que no sea afrontando las tensiones y

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    contradicciones como fuerzas productivasde la propia revolucin. El no querer dar elsalto con el nico objetivo de no asumirriesgos ni generar contradicciones es yaun retroceso. Las revoluciones slo existen

    si avanzan, si luchan, si arriesgan, si sal-tan a veces por encima del vaco sin laseguridad de que del otro lado exista tierrafirme. No hacerlo implica ya dejar de serrevolucin.

    SEGUNDA TENSIN: FLEXlBILIDAD HE-

    GEMNICA FRENTE A FIRMEZA EN EL

    NCLEO SOCIAL

    Una segunda tensin creativa es la que seda entre la amplitud social del proceso re-volucionario (la incorporacin creciente demuchos sectores) y la necesidad de garan-tizar la conduccin indgena, campesina,obrera y popular del mismo. Es una con-tradiccin que uno puede visualizar, porejemplo, entre trabajadores, obreros, asa-lariados y el sector empresarial.

    La forma de su resolucin es la am-pliacin, la apertura y la conversin del

    significado de pueblo a todas y todos losbolivianos -sin excepcin- que apuestanpor la descolonizacin, por el Estado Pluri-nacional, por la igualdad entre los pueblos,por la autonoma democrtica de las deci-siones, por el comunitario y la industriali-zacin rectora de la economa plural, enfin, que apuestan por el Vivir Bien.

    Pero as como se tiene que apostar auna gran amplitud social que incorpore avastos sectores incluso de carcter em-

    presarial, vinculados y de profunda convic-cin patritica-, es imprescindible reforzary garantizar el ncleo duro de la revolu-cin: los pobres, los humildes, los campe-sinos, los indgenas, los obreros, los veci-nos, que no cabe duda que son, en lasbuenas y en las malas, el ncleo, el ba-luarte y la garanta de la conduccin preci-

    sa y justa de nuestro proceso revoluciona-rio.

    La hegemona del bloque nacional-revolucionario exige no slo la cohesin delas clases trabajadoras indgenas, obreras

    y populares, sino la irradiacin de su lide-razgo histrico, material, pedaggico y mo-ral, sobre las otras clases sociales queabarquen a la inmensa mayora de la po-blacin boliviana. Siempre habr un seg-mento reacio a cualquier liderazgo indge-na y popular, y actuara como correa detransmisin de poderes externos. Pero lacontinua consolidacin del liderazgo ple-beyo requiere que las otras clases socia-les, al tiempo de ser reeducadas en los

    intereses colectivos como unidad supremadel pas, consideren que su propia situa-cin personal est mejor conducida bajo elmando nacional de las clases trabajado-ras.

    Esta amplitud de acuerdos, de articu-laciones sociales, coloca a los sectorespopulares dirigentes ante el desafo detener que incorporar parte de las necesi-dades de los bloques sociales diferentes, yesto emerge como contradiccin al princi-pio secundaria, pero con la potencialidadde devenir en contradiccin fundamental sino se sabe regular la tensin, debilitandola propia conduccin indgena popular delproceso revolucionario.

    Por lo tanto, la necesidad de amplitudsocial para consolidar la hegemona hist-rica conlleva a la vez el riesgo de debilitarla hegemona por ampliar demasiado laestructura de intereses colectivos condu-

    centes del proceso.No existe una receta ni modelo para

    salir de esta contradiccin propia de laconstruccin de las hegemonas. Slo eldebate, las tensiones, las rectificacionescontinuas entre firmeza de liderazgo delncleo social revolucionario y amplitud he-gemnica pueden desplegar esta contra-

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    diccin necesaria, y canalizarla como fuer-za impulsora de la dinmica revolucionaria.

    TERCERA TENSION: INTERESES GENERA-

    LES FRENTE A INTERESES PARTICULARESY PRIVADOS.

    Una tercera tensin creativa de nuestroProceso de Cambio, y la que con mayorintensidad se ha manifestado desde haceun ao, es la que se da entre eI intersgeneral de toda la sociedad y el intersparticular de un segmento individual deella, entre las demandas que buscan satis-facer las necesidades de todo el pueblocomo modo de resolucin de la demandade uno, y las movilizaciones que apuntansolamente a satisfacer las necesidades deun grupo particular, un sector o un indivi-duo. Contradiccin entre lo general y loparticular, entre la lucha comn, comunita-ria, comunista, y la bsqueda del intersindividual, sectorial, particular y privado.

    El largo ciclo de movilizaciones socia-les que se inici el ao 2000 con la Guerradel agua, comenz como una movilizacin

    regional pero que desde el principio conte-na no slo a toda la regin sino a todo elpas en torno al rechazo a la privatizacindel agua. EI privatizar a la empresa muni-cipal afectaba tanto a regantes campesi-nos como a usuarios de la ciudad de Co-chabamba, lo que brind la base materialpara la unificacin universal de las clasessociales populares y medias del departa-mento. Y en la medida en que se resistauna poltica de carcter nacional como

    eran las privatizaciones, inmediatamenteesa resistencia se convirti en el referentede movilizacin general del pueblo contrael rgimen poltico y el modelo econmicoprivatista.

    Posteriormente, la Guerra por el gas,la demanda por la asamblea constituyentey la construccin de una democracia pluri-

    nacional fueron reivindicaciones sectorial-mente generadas por indgenas, vecinos yobreros, pero que contenan cada una a lanacin entera, a un bloque social de opri-midos y dominados de las clases subalter-

    nas que reunan a la mayora real de lasociedad. Esto permiti construir un pro-grama de toma del poder a partir de unproyecto de reivindicaciones. universalescapaz de movilizar y unificar crecientemen-te a la mayora del pueblo boliviano. Lavictoria electoral del MS, el ao 2005, sedebi a su capacidad de levantar comovoluntad de poder viable este proyectouniversalista de poder popular y es lo queconsolid programticamente al Gobiernodel Presidente Evo como un Gobierno delos movimientos sociales.

    Tras la victoria lo que se hizo fue lle-var adelante ese programa construido enlas barricadas, en los bloqueos de carrete-ras, en las marchas e insurrecciones po-pulares de los aos previos. La AsambleaConstituyente fue la primera medida dealcance general que se impuls, defendi,consagr y permiti, por primera vez en lahistoria, que la Constitucin Poltica del

    Estado sea redactada por los representan-tes directos de todos los sectores socialesdel pas. La nacionalizacin de las empre-sas (YPFB, ENTEL, ENDE, Huanuni, Vin-to) materializaron otras de las demandasuniversales de los trabajadores bolivianosy la redistribucin de una parte del exce-dente econmico (Renta Dignidad, BonoJuancito Pinto, Bono Juana Azurduy) y suredireccionamiento hacia los sectores an-teriormente excluidos: crditos productivos

    con intereses reducidos en el mbito ur-bano y rural, transferencias directas a losms necesitados, triplicacin de los ingre-sos de alcaldas y gobernaciones, polticade integracin caminera, incrementos sala-riales, mayor atencin a los sectores desalud y educacin, etc. Todas esas medi-das convirtieron el uso del Presupuesto del

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    Estado, anteriormente monopolizado parabeneficio particular por unas diminutas eli-tes empresariales, en fuerza y poder eco-nmico general del pueblo.

    Si visualizramos el ciclo de la movi-lizacin social como una curva ascendenteque se estabiliza y vuelve luego a declinargradualmente, podemos sealar que la

    primera etapa 0 fase ascendente de esta"curva de movilizacin", se caracteriza porla creciente articulacin de sectores socia-les, la construccin de un programa gene-ral de movilizacin y el surgimiento de unavoluntad organizada y practica de poder delas clases subalternas. Es en esta faseascendente que se visibiliza la crisis deEstado, se amplia como "empate catastr-fico", esto es de antagonismo entre dosproyectos histricos de sociedad y Estado,

    dos voluntades de poder social y dos blo-ques de fuerzas de movilizacin territoriali-zadas. Incluso la victoria electoral quevence el atvico prejuicio colectivo de quelos indios no estn capacitados para go-bernar pertenece a este momento de rebe-lin ascendente de la sociedad. Esta es lafase heroica del proceso revolucionario.

    La estabilizacin de la movilizacin.la altiplanicie de la curva, es el momentode la implementacin de los primeros obje-tivos generales y universales de la movili-zacin colectiva, y tambin de las resisten-cias ms agresivas. conspirativas, golpis-tas y separatistas por parte del bloque depoder neoliberal descendente. A cada ins-

    tante, el proceso se juega la vida al imple-mentar el programa general del puebloante el rechazo violento de las clases do-minantes desplazadas del control del po-der estatal. Es el momento de la fase gue-rrera y estrictamente jacobina del procesoque al tiempo de llevar al movimiento so-cial, convertido en poder de Estado, a de-fenderse de sus enemigos de clase, recreanuevas movilizaciones de defensa y nue-vos horizontes de universalidad program-tica. como la implementacin de la des-concentracin territorial del poder (diversasformas de autonoma regional y cultural),la universalidad de los servicios, la redis-tribucin de tierras, la defensa de los dere-chos de la Madre Tierra, el inicio del deba-te en tomo a la industrializacin de las ma-terias primas.

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    La victoria militar, poltica y moral delbloque popular revolucionario sobre lasclases dominantes desplazadas (el "puntade bifurcacin" de agosto septiembre del2008), el desmantelamiento del intento

    separatista de la integridad territorial boli-viana (marzo del 2009), y la consolidacinelectoral de esta victoria en diciembre del2009, darn lugar al inicio del declive gra-dual y por oleadas del gran ciclo de movili-zaciones.

    Es el momento descendente de lagran oleada de movilizacin social iniciada9 aos atrs. Y como sucedi en las dosetapas previas, esta nueva estar marcadapor Ia tensin de dos lneas de accin. La

    primera etapa de ascenso de la curva demovilizacin estuvo tensionada por la po-sibilidad de articulacin de una voluntadcolectiva de poder y la fragmentacin re-gionalizada e impotente de la accin colec-tiva, la segunda por el despliegue universaldel programa de reivindicaciones popula-res construido previamente y el riesgo in-minente de una accin contrarrevoluciona-ria que haga retroceder a la sociedad d-cadas de conquistas sociales. Y esta ter-

    cera etapa, la descendente, estar a suvez signada por la tensin entre la consoli-dacin institucionalizada de las demandasuniversales y generales del bloque social-revolucionario, y la fragmentacin corpora-tivista, sectorialita del bloque popular, apartir de la cual a la larga podra rearticu-larse un nuevo bloque conservador de de-recha.

    Se trata de una contradiccin real alinterior, en el seno del pueblo, y la conti-

    nuidad del proceso revolucionario bolivianodepender de las formas democrticas yrevolucionarias que se adopten para cana-lizarla y regularla potenciando y tomandopartido por la tendencia universalista, ge-neral, comunitaria, revolucionaria, en de-trimento de la tendencia particular, privati-zante, conservadora.

    Esta tensin al interior del bloque so-cial popular, entre lo generalque beneficiaa todos y loparticularque slo beneficia aunos pocos, es lo que precisamente esta-mos viviendo desde el ao 20lo. Una victo-

    ria de la voluntad universalista del bloqueindgena-obrero-popular permitir la con-solidacin expansiva y hegemnica delproceso revolucionario. Por el contrario, sitriunfa el particularismo corporativista ygremialista en el accionar del pueblo, semarcara el inicio de un proceso degenera-tivo de la revolucin, y ser el punto departida para la restauracin conservadoradel bloque empresarial adversario del pue-blo.

    Esto es lo que no entienden algunosintelectuales arrepentidos que sustituyen larealidad por divagaciones conceptuales,que nunca se mancharon en el fragor delas batallas reales de la plebe y que ahora,ante las recientes e inevitables dificultadesde esta nueva fase, abandonan el barco alque se adhirieron por moda para regresaral seno de la clase media de la que nuncase desprendieron realmente.

    Esta tensin entre las demandas uni-versales y las demandas particulares alinterior del pueblo estuvo presente desdeun inicio, y de hecho la revolucin es pre-cisamente la constante revolucionarizacindel ser colectivo del pueblo como sujetofragmentado e individualizado y por ellodominado, para auto-constituirse en sercolectivo comunitarizado, en unificacincontinua y reiniciada, una y otra vez. Peroantes no adquira un carcter visible y de-cisivo como para caracterizar la poca.

    Ahora si sucede ello, y el punta de iniciode esta nueva etapa de la curva de movili-zacin se da a inicios del ao 2010.

    A fines del mes de junio, un grupo dedirigentes de la Confederacin de PueblosIndgenas del Oriente Boliviano (CIDOB),organizacin de los pueblos indgenas de

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    tierras bajas, iniciaron una marcha desdeel norte del pas para exigir se atiendansus demandas. La movilizacin fue forza-da, pues el Presidente previamente habacitado a los dirigentes a reunirse con l,

    cosa que no fue tomada en cuenta bsi-camente por el hecho de estar a pocassemanas del Congreso de la CIDOB don-de se deba renovar la directiva. Tomardecisiones radicales de fuerza antes de loscongresos, como tambin suceder luegocon la COB, suele ser un mecanismo dereposicionamiento poltico de los dirigentespara la reeleccin.

    Pero al margen de ello, la moviliza-cin ampliamente publicitada por los me-

    dios de comunicacin en propiedad de vie-jos militantes de partidos polticos neolibe-rales, se llev adelante durante varios dasreivindicando una propuesta que fraccio-naba el bloque social revolucionario. Losdirigentes exigan que las tierras fiscalesen tierras bajas, incrementadas de300.000 a ms de 7 millones de hectreaspor accin del Gobierno con la reversinde varias haciendas, pasen a propiedadexclusiva de los pueblos indgenas de tie-

    rras bajas y no se las dote a los pueblosindgenas de tierras altas y de los valles.

    La Constitucin Poltica del Estadoreconoce en igualdad de condiciones yderechos para acceder a esas tierras, atodos los pueblos indgenas y organizacio-nes campesinas, y de hecho las nacionesindgena-campesinas de los valles y tierrasaltas constituyen, segn el ltimo Censode poblacin y vivienda, ms del 0% de lapoblacin boliviana, en tanto que los pue-

    blos indgenas de tierras bajas agrupan acerca del 3% de los pueblos indgenas, ypese a su nmero, en los ltimos aos seles ha reconocido ms de 11 millones dehectreas a su favor.5

    5Segn datos del INRA, desde 199 se titularon 40 mi-

    llones de hectreas, de las cuales 16 corresponden a

    Pedir que las tierras fiscales se asig-nen exclusivamente slo al 3% de la po-blacin indgena-campesina del pas de-

    jando de lado al 97% restante, que es laque ms necesita, no solamente era un

    despropsito social sino adems un actolamentable de faccionalismo y egosmosectorial frente a las necesidades del restodel movimiento indgena campesino delpas.

    Claramente se trataba de una miradacorporativa, privatista de lo public quelogr la ms amplia adhesin de todas lasfuerzas conservadoras del pas para inten-tar demostrar que los propios indgenas seseparaban del Gobierno.

    EI Gobierno del Presidente Evo nopoda dar luz verde a semejante reivindi-cacin, arriesgndose a ir en contra de losprincipios igualitarios y de justicia. Aun as,los medios de comunicacin aprovechn-dose de este planteamiento discriminadorbuscaron mostrar que "las propias basesindgenas se enfrentaban" al Presidenteindgena.

    En realidad esto era falso, pues las

    bases de los pueblos indgenas de tierrasbajas mantuvieron su apoyo militante alPresidente, sus iniciativas generales erany son permanentemente articuladas a losproyectos de gestin gubernamentales ysus representantes participan en los distin-tos niveles de legislacin del sistema degobierno regional, departamental y nacio-nal del pas.

    De lo que se trataba entonces era deuna movilizacin de dirigentes que haban

    perdido el horizonte del inters general delproceso, que dejaban de lado la bsquedade reivindicaciones colectivas favorablespara todos, y que se haban agrupado en

    TCO's; 4, 5 millones a las de tierras altas (La Paz, Oruro,Potos, Cochabamba y Chuquisaca) y 11,5 millones a lasde tierras bajas.

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    torno a un sobredimensionamiento de logremial, lo corporativo, lo privado, que noslo dejaba de lado los intereses de la in-mensa mayora de los pueblos indgenasdel pas, sino que daaba su vnculo con

    todo el bloque popular. De ah que los quems aplaudieron la marcha fueron los de laderecha meditica.

    Lo que hizo el Gobierno fue manteneren alto los intereses colectivos generalesde todos los trabajadores, de todos losindgenas y explicarle al pueblo que unademanda as no se poda cumplir porquepodra agredir y fracturar la unidad de to-dos los pueblos indgenas tan difcilmenteconstruida en la ltima dcada, e hizo lla-

    mados a los dirigentes de la CIDOB aabandonar su actitud sectorialista.

    Utilizando mtodos democrticos dedebate, de mutuo aprendizaje y persuasinal interior del pueblo, el Gobierno explic elcarcter conservador del pedido y al finallos compaeros dirigentes rectificaron suequivocacin desechndolo. Sin embargo,el dao ya se haba causado al desportillarla relacin entre pueblos indgenas de tie-rras altas con pueblos indgenas de tierrasbajas, y de ambos con el resto de los sec-tores populares.

    Fue una contradiccin secundaria alinterior del movimiento popular que si bieninicialmente afect la alianza entre secto-res, con el tiempo sirvi de base para pro-fundizar el debate democrtico y pedag-gico entre los distintos sectores socialespopulares en torno al impulso de las de-mandas colectivas de carcter general,

    universal, que reactualicen, en condicionessuperiores, la unidad de las clases subal-ternas. Los frutos de ello se vern casi unao despus cuando las distintas organi-zaciones indgena-campesinas del pasque forman el bloque de poder estatal,elaboraran un proyecto de ley de Desarro-llo Econmico, privilegiando precisamente

    el inters comn de todos, y de todos elloscon el propio pueblo urbano y asalariado.

    Meses despus, el conflicto con lasinstituciones urbanas de la ciudad de Po-tos tendr caractersticas similares en el

    marco de esta tensin conflictiva entre in-tereses generales e intereses particulares.

    Iniciado por la disputa acerca del lu-gar donde debera instalarse una fbricade cementa en el departamento, la diri-gencia cvica potosina acicateara senti-mientos regionalistas en tomo a la "defen-sa" de los limites departamentales con otrodepartamento hermano (no con algn ad-versario extranjero sino con Oruro) , dandolugar a un paro de actividades vados dasen la ciudad.

    Pese al pedido expreso del Presiden-te de reunirse con los dirigentes das an-tes, la huelga se llev adelante en torno areivindicaciones que la dirigencia cvicahaba impedido resolver anteriormente (lapuesta en marcha de Karachipampa en-tregada por decisin cvica a un empresanorteamericana que no invirti nada duran-te aos), que no dependan del Gobierno

    (acuerdo entre cooperativistas y cvicospara preservar la estructura del Cerro Ri-co), o que ya estaban en ejecucin (aero-puerto en el departamento, carreteras,etc.).

    Aprovechando un sentimiento regio-nal, al final la movilizacin lleg al mismopunto de partida en cuanto a resultadosreales, pero claro nuevamente las fuerzaspolticas conservadoras de derecha inten-taron mostrar a una ciudad enfrentada al

    Gobierno, cuando en realidad la mayorparte de las exigencias ya estaban en eje-cucin antes del conflicto.

    Una vez ms la mirada exclusiva-mente local, sectorializada, fisur el blo-que social nacional, y el Gobierno aI tiem-po de ratificar eI cumplimiento de las de-

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    mandas regionales volvi a defender, enprimer lugar, los intereses comunes a to-dos los sectores populares del pas.

    EI ltimo conflicto del mes de abril del2011entre dos fracciones de la COB y el

    Gobierno, muestra con mayor c1aridadesta compleja contradiccin entre lo priva-do y lo comn, entre lo particular-gremial ylo general-nacional.

    Dos sectores sindicales promovieronla protesta. Inicialmente fueron los dirigen-tes de los asalariados de la Caja de Saludque salieron a oponerse a un derechoconstitucional, la implementacin del Se-guro Universal de Salud.

    En Bolivia, la mayor parte de los tra-bajadores del pas son campesinos, mi-croproductores, artesanos, comerciantes,asalariados precarios, que carecen de se-guro de salud. EI presidente Evo, desde elao 2006, promovi la universalizacin dela atencin de este servicio como un actode justicia social imprescindible para pro-teger a toda la poblacin del pas. La ini-ciativa lleg al Congreso y fue frenada porla oposicin que controlaba el Senado y la

    mayor parte de las prefecturas, hoy gober-naciones.

    Con las elecciones del 2009, el parti-do de gobierno obtiene la mayora en am-bas Cmaras legislativas y dirige la mayorparte de las gobernaciones, con lo que sehace posible llevar adelante esta granreivindicacin general que beneficia a lamayora del pueblo.

    Pues bien, los dirigentes de la CajaNacional de Salud se movilizaron paraoponerse a esta universalidad del derechoa la salud argumentando que el Gobiernoquera confiscar los recursos de las "Ca-

    jas" para implementarla. Se trataba cier-tamente de una reivindicacin ultra-conservadora, y encima errnea porque elGobierno explico, antes del conflicto, que

    este seguro contara con nuevos recursoseconmicos para su implementacin.

    Pero esos argumentos no importaron.EI temor corporativo de la dirigencia sindi-cal de ver afectados intereses materiales

    privados ante los cambios que pudierapromover esta universalidad del derecho ala salud, llevo a que el sector declarara unparo de actividades de 2 semanas, que nosolo bloqueo el debate respecto al ternasino que dejo sin atencin de salud a milesy miles de asalariados asegurados queacudieron a los centros pblicos para seratendidos.

    EIotro sector de la COB que se mo-vilizo con un paro de actividades, fue el delos maestros urbanos y rurales. Como lovienen haciendo regularmente desde haceaos, centraron su reclamo en torno al in-cremento salarial.

    EIGobierno del Presidente Evo, des-de el ao 2006, dada la importancia socialde los sectores de salud y educacin, in-cremento sistemtica y crecientemente lossalarios de los trabajadores de esos secto-res, y lo hizo de tal manera que siempre se

    garantiz un aumento salarial anual porencima de la inflacin, es decir un incre-mento permanente de sus salarios reales.Entre el ao 2006 al 2011, ambos sectorestuvieron un aumento del 55% mientras queotros de la administracin pblica (funcio-narios de ministerios y burocracia estatal)mantuvieron sus salarios congelados.Desde que asumimos el Gobierno, el Pre-sidente, el Vicepresidente, los ministros yviceministros trabajamos con salarios que

    fueron reducidos entre un 30 a 60% 0 ms(en el caso del Presidente).

    No dudamos que los funcionarios desalud y educacin requieran un mayor in-greso, pero tambin est claro que no sepuede hacer todo de manera inmediata, yese incremento en la remuneracin debevenir como resultado de un aumento en los

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    ingresos del pas en su conjunto. La polti-ca de austeridad administrativa que llevaadelante el Gobierno, tiene por objetivomejorar las condiciones de vida de los sec-tores ms necesitados y concentrar los

    recursos provenientes de la nacionaliza-cin y de los ingresos de las empresasestatales para impulsar una base mnimaindustriosa en el mbito de los hidrocarbu-ros, la minera, la agricultura y la electrici-dad para que generen riqueza de manerasostenible, de tal forma que esos recursossean utilizados para mejorar la calidad devida de los trabajadores, tanto de la ciudadcomo del campo.

    Las necesidades son tan grandes en

    una sociedad en la que ms de la mitad dela poblacin es pobre, que los pocos re-cursos no alcanzan para mejorar la vida detodos a la vez, y entonces con lo que setiene, deben apalancarse nuevos ingresos,a partir de una nueva base industriosa quemovilice las energas productivas de lamayor parte de la sociedad, que originaragradualmente mayores excedentes capa-ces de ser utilizados para satisfacer cre-cientemente las innumerables necesidades

    bsicas de los distintitos sectores sociales.Desde la mirada salarialista del ma-

    gisterio, los recursos ahorrados duranteestos arios de nacionalizacin deberanser directamente utilizados para mejorarlos ingresos de unos cuantos sectoresasalariados de servicios, dejando de lado aotros mayoritarios en el pas, asalariados yno asalariados, y anulando indefinidamen-te cualquier propuesta de construccin deuna base material industriosa que produz-

    ca un mayor excedente econmico.Se trata ciertamente de una disputa

    por el uso productivo e improductivo delexcedente econmico.

    La clase media estatal del sectoreducativo y de salud, o al menos una partede ella, impulsaba el uso corporativo y

    hasta privado de los recursos pblicos,llegando a plantear que las Reservas In-ternacionales se usaran para incrementarsalarios. Por el contrario, el Gobierno y losprincipales sectores obreros (de Huanuni,

    Corocoro, Vinto, YPFB) e indgena-campesinos del pas defendan un usoproductivo, industrial y agrario del ahorrocolectivo nacional porque solo de la crea-cin de un mayor excedente econmico -resultado de ese uso-, se tendran mayo-res ingresos para mejorar sustancialmentelos salarios de todas y todos los trabajado-res y para el acceso a mayores serviciospblicos para toda la poblacin. De ahque la huelga general indefinida de la COBse redujera a la parlisis de los serviciosde salud pblica y a la suspensin de acti-vidades de una tercera parte de los funcio-narios del magisterio. El resto de los obre-ros de la minera estatal, del sector petro-lero, los fabriles, los campesinos y artesa-nos, es decir el 95% de la clase trabajado-ra, mantendra sus actividades normal-mente y rechazaran esas iniciativas deprivatizacin sectorializadas de los recur-sos del Estado.

    Aprovechando esta tensin al interiordel bloque popular, la derecha conserva-dora no solo Ie brinda una abrumadorapresencia meditica a la movilizacin, sinoque durante semanas convertan a variosdirigentes de la COB, anteriormente des-preciados por su origen popular, de la no-che a la maana, en vedets televisivos delos espacios de noticias y de opinin de lacadena meditica opositora. Claro, lo quebuscaba era utilizarlos para enfrentar y

    criticar al Gobierno, en horas estelares. Ycon una ingenuidad complaciente, algunosdirigentes cayeron en esa manipulacinpoltica por lo que acabado eI conflicto re-tornaron a su anonimato. Informacionesposteriores confirmaran una red de vncu-los entre unos dirigentes de esos sectoresy el segmento ms cavernario de la dere-

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    cha poltica boliviana asesorada por su parnorteamericana.6

    Con todo, la huelga de maestros ysalubristas visibiliz nuevamente esta ten-sin entre tendencias corporativas y hasta

    cierto punto privatistas al interior del blo-que popular, frente a las tendencias comu-nitaristas y universales del bloque popular.

    Como Gobierno de movimientos so-ciales intentamos en todo momento some-ter a debate pblico estas tensiones y re-solverlas por vas democrticas impulsan-do a que la vanguardia: indgenas, campe-sinos, trabajadores, obreros, vecinos y es-tudiantes siempre lleve por delante la ban-dera del comn, eI inters del comn, de lacomunidad que es toda Bolivia, privile-gindola, sin olvidar -evidentemente- lasatisfaccin gradual de los intereses mslocales y particulares que tambin formanparte del diario vivir. En ese sentido, eIhorizonte comunitario no implica la anula-cin del individuo ni del inters privado, esms bien la existencia razonable de eseinters (privado, local) en medio de la sa-tisfaccin del inters comn, de la Patriacomn, de la Patria de todos.

    Aun as, hubo un momento que, antela agresividad de un segmento de los mo-vilizados, un sector de los indgenas (deOmasuyos, del valle cochabambino y lospadres de familia de la ciudad de EI Alto)consider la posibilidad de una moviliza-cin revolucionaria para contener la accinde esos dirigentes del sector salud y edu-cacin que estaban buscando hacer de lamovilizacin una accin poltica subordi-

    nada a la estrategia general de desgaste

    6El 14 de Mayo, el Ministro de Gobierno, Llorenti, da a

    conocer que en base a una investigacin sobre el regis-tro de llamadas telefnicas realizadas por el dirigente dela COD de Oruro, Jaime Solares se puede comprobar elvnculo entre este dirigente y la derecha (diputadasNorma Pirola, Senadora Malia Elena Mndez y AndrsOrtega).

    del Gobierno impulsada por la derechaneoliberal.

    AI final la movilizacin qued aislada;el Gobierno en consulta con los obrerosmineros y las confederaciones indgenas y

    campesinas mantuvo su posicin de de-fensa del inters de todas y todos los boli-vianos, hizo conocer en detalle el progra-ma en marcha de reactivacin e industria-lizacin del aparato productivo (de hechoapoyado unnimemente por la totalidad delos delegados sindicales de la COB pre-sentes durante las negociaciones) y nocedi ante la tentacin privatizante presen-te al interior de algunos dirigentes sindica-les. Esto mostr que pueden existir formas

    democrticas y formas revolucionarias pa-ra resolver las contradicciones al interiordel pueblo, y que es importante el trabajode ideologizacin del movimiento sindicalurbano a fin de reforzar los planteamientoscomunitarios, comunistas y socialistas de-bilitando las foeas de la ideologa privati-zante, corporatista y exclusivamente sala-rialista que an estn presentes, espe-cialmente por la accin de residuos de laderecha partidaria y del trotskismo.

    CUARTA TENSIN: EL SOCIALISMO CO-

    MUNITARIO DEL VIVIR BIEN

    Una ltima tensin que impulsa la dialcti-ca y el proceso de nuestra revolucin, esla contradiccin creativa entre la necesidady voluntad de industrializacin de las mate-rias primas, y la necesidad imprescindibledel Vivir Bien entendido como la prcticadialogante y mutuamente vivificante con lanaturaleza que nos rodea.

    Veamos primeramente el tema de laindustrializacin.

    La nacionalizacin de los recursosnaturales no puede completarse y expan-dirse si no se pasa a una segunda faseque es la industrializacin de esos recur-

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    sos. Se trata ciertamente de un tema demejora en los ingresos del Estado pues losproductos industrializados y semi-industrializados son portadores de un ma-yor valor agregado con el potencial de be-

    neficiar econmicamente al pas en mayormedida a la actual simple exportacin dematerias primas. Pero adems, la indus-trializacin crea una capacidad productivanacional, un manejo tecnolgico y un con-

    junto de saberes cientficos que dan alpas una base para impulsar crecientesvariedades de actividades industriosas,intensivas en tecnologa y mao de obra,que podrn transformar la rezagada infra-estructura laboral primario-exportadora.

    La industrializacin de las materiasprimas es una antigua demanda popularemergente de la dolorosa constatacin quea lo largo de 500 aos Bolivia aport almercado mundial ingentes cantidades dematerias primas, dando lugar a emporiosindustriales y al crecimiento acelerado delas economas receptoras, pero dejando al

    pas inerme y en la pobreza econmica.Por eso es que durante los aos 2006-2009, el Gobierno de los Movimientos So-

    ciales se lanz rpidamente a nacionalizarlas empresas estatales anteriormente pri-vatizadas del sector hidrocarbonifero(YPFB), Huanuni, Vinto, ENTEL, ENDE.Hoy, la mayora, empresas publicas conso-lidadas pese a las dificultades de contarcon personal tcnico capacitado, la mayorparte inclinado a la actividad privada por elnivel de los salarios. Ya partir del ao 20l0,se inici la segunda etapa del proceso na-cionalizador, consistente en la industriali-

    zacin misma.No es fcil avanzar, en primer lugar,

    porque no tenemos experiencia en ello, setrata de un proceso novedoso en eI quehay que ir aprendiendo al mismo tiempo enque se lo realiza. En segundo lugar, por-que es un proceso costoso y por tanto serequieren inversiones muy grandes, posi-

    blemente las mayores de toda la historiaeconmica delpas. Una petroqumica, porejemplo, cuesta cerca de 1.000 millonesde dlares, una termoelctrica grande, en-tre 1.000 a 3.000 millones de dlares, can-

    tidades nunca antes imaginadas por elpas. Y en tercer lugar, porque se trata deun proceso largo, pues mnimamente serequieren de al menos 3 aos para verfuncionar las industrias ms pequeas, 5las medianas y 10 aos o ms, las msgrandes.

    El Gobierno ya tom la decisin deindustrializar el gas, minerales como ellitio, el hierro, y algunas reservas de agua.Cada una de esas actividades productivas

    requiere mucho esfuerzo, tiempo y dinero,pero al final una vez puestas en marchason ellas las que permitirn multiplicar losingresos monetarios del pas por tres, porcinco o ms logrando una base duraderapara mejorar salarios, construir ms infra-estructura, mejorar los bonos a los nios, alos ancianos, a las mujeres, etc. Esta esuna de las mayores demandas histricasdel pueblo boliviano como tambin lo fue-ron la plurinacionalidad y la autonoma, y

    nuestro Gobierno la asume como un reto acumplir lo ms pronto posible.

    Algunos intelectuales polticamenteerrticos han intentado interpretar esteproceso de construccin de empresas p-blicas como un tipo de capitalismo de Es-tado, que no contribuira a consolidar unamirada comunitarista. Cometen un terribleerror conceptual que encubre un conser-vadurismo poltico sin excusa. Se trata deun falso debate porque el capitalismo es,

    por definicin, usufructo del trabajo ajenopara la acumulacin de riqueza privada.Durante el capitalismo de Estado de losaos 50, las empresas estatales se utiliza-ron para el beneficio de ciertos gropos par-ticulares, de una clase burocrtica queusufructu personalmente de esos ingre-

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    sos y los transfiri a otros sectores empre-sariales, intermediarios, hacendales, etc.

    Por el contrario, los procesos de in-dustrializacin que est impulsando el Es-tado Plurinacional lo que hacen es, en pri-

    mer lugar, generar un tipo de valor, en al-gunos casos bajo la forma de renta, queno se acumula privadamente ni se usufruc-ta dispendiosamente de manera privada.Esto marca una diferencia estructural conlas experiencias previas de capitalismo deEstado. Pero adems, el Estado Plurina-cional que redistribuye la riqueza acumu-lada entre todos los sectores sociales, si-multneamente prioriza el valor de uso7 yla necesidadpor encima del valor de cam-

    bio, es decir, la satisfaccin de necesida-des por encima del lucro y la ganancia. Esel caso de los servicios bsicos declaradoscomo un derecho humano y por tanto obje-to de acceso en funcin a su necesidad yno a su rentabilidad, lo que lleva a polticasde subvencin. El acceso al agua estsubvencionada, lo mismo el crdito a lospequeos productores, y el Estado tam-bin compra productos agrcolas para ga-rantizar soberana alimentaria y su venta a

    precio justo. En ese caso, los precios paraque los consumidores accedan a esosproductos no se regulan por su valor-mercantil capitalista sino por su valor deuso. Entonces el Estado, a travs del ex-cedente generado en la industrializacin,comienza a desprenderse gradual mentede la lgica capitalista de la apropiacinprivada como norma econmica e introdu-ce expansivamente la lgica del valor de

    7 Al referirse al valor de usa de las mercancas, Marxseala: "La mecnica es, en primer lugar, un objetoexterior, una cosa que merced a sus propiedades satis-face necesidades humanas del tipo que fueran(...)Lautilidad de una cosa hace de ella un valor de uso ... Losvalores de usa constituyen el contenido material de lariqueza, sea cual fuere la forma social de esta" (El Capi-tal, Torno I Vol.l, Siglo XXI Editores, 16a edicin. pp.43-44)

    uso, de la satisfaccin de necesidades, defundamento comunitario y comunista, co-mo principio rector de actividades econ-micas.

    Hablamos por tanto de otro rgimen

    social en construccin con avances y re-trocesos, eso es lo que estamos haciendo,potenciando al Estado como el mecanismode generacin de riqueza, no para la acu-mulacin de una clase sino para su redis-tribucin en la sociedad, especialmenteentre los ms humildes, los ms pobres ylos ms necesitados, que son el alma, elsentido profundo y el norte final de todasnuestras acciones como Gobierno.

    Pero a la vez, esta fuerza econmicade generacin de excedentes a ser redis-tribuidos entre la sociedad entera y utiliza-dos para potenciar el valor de uso no capi-talista genera un conjunto de efectos, deagresiones a la madre naturaleza, al me-dio ambiente, a la tierra, a los bosques, alos cerros, daos que a la larga afectanirremediablemente al propio ser humano.

    Toda actividad industriosa tiene uncosto natural, siempre ha sido as pero lo

    que hace el capitalismo es subordinar lasfuerzas de la naturaleza, retorcerlas y de-gradarlas al servicio del valor de cambio,de la ganancia privada, no importndole sicon ello se destruye el ncleo reproductivode la propia naturaleza. En el fondo el ca-pitalismo es suicida pues en su accin de-voradora y devastadora destruye la natura-leza y a la larga tambin al ser humano.Nosotros tenemos que eludir ese destinofatal, y ah la fuerza de la comunidad agra-

    ria se presenta como un horizonte, comoun principio ordenador de la relacin entrelas necesidades del ser humano y las de lanaturaleza como totalidad viva.

    Las fuerzas productivas comunitariasy la tica laboral agraria incorporan unamirada distinta a la 1gica capitalista res-pecto a cmo vinculamos con la naturale-

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    za. Nos proponen ver a las fuerzas natura-les como componentes de un organismovivo, total, del que el ser humano y la so-ciedad son tan slo una parte dependientey que por tanto el usufructo de sus poten-

    cias productivas naturales, entendidas co-mo tecnologas y saberes sobre la natura-leza, deben darse en el marco de una acti-tud "dialogante" y re-productora de esatotalidad natural.

    Las formas comunitarias han desple-gado una tendencia de una otra forma so-cial del desarrollo de las fuerzas producti-vas en las que la naturaleza es concebidacomo la prolongacin orgnica de la subje-tividad humana, que se debe velar para su

    continuidad creadora pues de esa manerase garantiza tambin la continuidad de lavida humana para las siguientes genera-ciones. "Humanizar la naturaleza y natura-lizar el ser humano'" propona Marx8 comoalterativa al suicidio social y a la destruc-cin de la naturaleza impuIsada ciegamen-te par la 1gica capitalista de la valoriza-cin del valor. A eso Ie llamaba Marx elcomunismo, la realizacin de la 1gicatotal del "valor de uso" de la naturaleza en

    el ser humano y del ser humano realizadoen la naturaleza. En eso consiste el VivirBien: en utilizar la ciencia, la tecnologa yla industria para generar riqueza, de otramanera con que se podran construir ca-rreteras, levantar pastas sanitarias, escue-las, producir alimentos, satisfacer las ne-cesidades bsicas y crecientes de la so-ciedad. Pero a la vez necesitamos preser-var la estructura fundamental de nuestroentorno natural para nosotros y las gene-

    raciones que vendrn, que tendrn en lanaturaleza la realizacin de sus infinitascapacidades para satisfacer sus necesida-des sociales.

    8Marx. En eI tercero de los Manuscritos Econmicos y

    Filosficos de 1844.

    Industrializar sin destruir el fondo es-tructural del entorno natural-social de lavida, preservar las capacidades naturalespara las futuras generaciones de todos losseres vivos pero a la vez producir riqueza

    para satisfacer las actuales necesidadesmateriales insatisfechas de la poblacin,esa es la tensin, la contradiccin viva quenos plantea el presente que no puede serrespondida por el capitalismo como tal,que slo se preocupa par la riqueza mate-rial a costa de la destruccin de la riquezanatural, y adems para el aumento de laganancia de unos pocos, la ganancia pri-vada de una clase social.

    Necesitamos industrializarnos pero

    tambin cuidar la naturaleza y preservarlapara los siguientes siglos. EI capitalismo ladepreda, la destruye, la utiliza con fines delucro y no para la satisfaccin de las nece-sidades.

    Esta tensin creativa es la que elPresidente Evo ha llamado el socialismocomunitario del vivir bien, la satisfaccinde las necesidades materiales humanasmediante el dialogo vivificante can la natu-raleza, preservndola para preservar tam-bin el destino y el bienestar comn de lasfuturas generaciones de todos los seresvivos.

    La inclinacin hacia el industrialismodesbocado lleva a la reproduccin de ladinmica depredadora y a la conversin delas fuerzas productivas en fuerzas destruc-tivas de la sociedad y de toda la naturale-za, y a su vez, la actitud contemplativa dela naturaleza lleva a la preservacin de las

    carencias materiales de la sociedad, y enambos casos, a la continuidad del procesode produccin y reproduccin capitalistade los seres humanos. En cambia, vivir latensin permanentemente, desplegandolas capacidades tcnicas del conocimientoque afectan el entorno natural pero quetambin son capaces de reproducir el fon-

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    do estructural de ese entorno natural es elgran desafo para eludir y superar las for-mas "grises" o "verdes" de la vorgine ca-pitalista.

    LAS TENSIONES SECUNDARIAS CREATl-VAS COMO FUERZAS PRODUCTIVAS DEL

    PROCESO DE CAMBIO

    Nos hemos referido a cuatro tensionescreativas al interior del bloque popular,contradicciones que han emergido por elpropio curso de las cosas, que a pesar delas complicaciones o diferencias que gene-ren entre los distintos sectores socialespopulares y al aprovechamiento que hagande ello los sectores reaccionarios de lavieja elite neoliberal, son tensiones, tem-ticas y divergencias que visibilizan debatesal seno del pueblo, que involucran a la so-ciedad laboriosa ya sea para observar,defender, acelerar o fortalecer su procesorevolucionario. Por eso son contradiccio-nes vivificantes y dialcticas de nuestroProceso de Cambio, fuerzas productivasde la revolucin cuya existencia y trata-miento democrtico y revolucionario nos

    permitirn avanzar.Se trata de tensiones propias de un

    proceso revolucionario que tiene queafrontar problemas, contradicciones y nue-vas luchas no previstas ni planificadas conanterioridad porque as! son las verdaderasrevoluciones. Quienes crean que las revo-luciones son una tasa de leche de unani-midad absoluta no saben de lo que hablan,y malinterpretan el trmino de revolucin

    que lo entienden slo a travs de libros.Las revoluciones son flujos caticos deiniciativas colectivas sociales, impulsosfragmentados que se cruzan, se enfrentan,se suman y articulan para volver a dividirsey cruzarse. Nada est definido de ante-mano. No se tiene un programa escrito o

    una propuesta que sea capaz de prever loque vendr.

    Cada revolucin es (mica por lasfuerzas que la promueven, por la historiade los adversarios que enfrenta, por los

    problemas, territorios y races singulares eirrepetibles de quienes se involucran. Lasrevoluciones son flujos de lava social quese despiertan por todas partes y hacia to-das partes y en las que cada nuevo pasoes un referndum mismo sobre el curso dela revolucin. Las revoluciones no tienenun curso predeterminado, si lo tuvieran noseran tales sino decisiones burocrticasde un poder que ha expropiado el alma alpueblo. Ellas avanzan, se detienen, retro-

    ceden, se caen y vuelven a avanzar nue-vamente, a veces sin , saber bien cul esel siguiente paso, inventando a cada ratasu itinerario.

    Las luchas y contradicciones no pue-den pues asustar a los revolucionariosporque son la sangre, el halito de vida, elimpulso fundante de las sociedades, de lasclases sociales, de la propia vida de losrevolucionarios, del cielo que nos cobija atodos.

    La vida es sinnimo de lucha sumadaa contradiccin, y en el caso de nuestrarevolucin, las clases populares, su van-guardia indgena-campesina- obrera y ve-cinal es la condensacin viviente de esascontradicciones, de esas luchas, cuyo pro-ducto ser su auto-emancipacin. Com-prenderlas y articularlas como un flujo devoluntad de poder comn, comunista, ca-paz de remontar a cada paso las iniciativas

    de las clases pudientes y conservadoras,es la tarea del Gobierno de los Movimien-tos Sociales, teniendo presente que ha-bran victorias temporales y derrotas hi-rientes que nos obligaran a conseguir nue-vas victorias y as hasta el infinito, hastaque el tiempo histrico conocido hasta hoyse detenga, se quiebre y surja uno nuevo,

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    universal, de los pueblos del mundo en elque el bienestar de la humanidad sea elproducto consciente y deseado del trabajode todas y todos.