Álvaro García Linera

44
Álvaro García Linera Álvaro García Linera Álvaro García Linera en 2006 38º Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia Actualmente en el cargo Desde el 22 de enero de 2006 (Gobierno Constitucional) President e Evo Morales Ayma Datos personales Nacimient o 19 de octubre de 1962 (53 años) Cochabamba , Bolivia Partido Movimiento al Socialismo (MAS- IPSP)(Movimiento al socialismo)

description

CONFERENCIAA PRESIDENTE DE BOLIVIA

Transcript of Álvaro García Linera

Álvaro García LineraÁlvaro García Linera

Álvaro García Linera en 2006

38º

Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia

Actualmente en el cargo

Desde el 22 de enero de 2006

(Gobierno Constitucional)

Presidente Evo Morales Ayma

Datos personales

Nacimiento 19 de octubre de 1962 (53 años)

 Cochabamba, Bolivia

Partido  Movimiento al Socialismo(MAS-IPSP)

(Movimiento al socialismo)

Cónyuge Claudia Fernández Valdivia

Profesión matemático y sociólogo

Ocupación Político

Alma máter Universidad Nacional Autónoma de México

Tratamiento Vicepresidente

Religión Católico

Residencia La Paz (Bolivia)

[editar datos en Wikidata]

Álvaro Marcelo García Linera (Cochabamba, Bolivia; 19 de octubre de 1962) es un matemático, sociólogo y político, trigésimo octavo vicepresidente de Boliviadesde el 22 de enero de 2006, durante el primer, segundo y tercer gobierno del presidente Evo Morales Ayma.

Índice  [ocultar] 

1 Educación 2 Participación en la guerrilla indigenista de los años 1990 3 Carrera en la academia 4 Movilizador y vicepresidente 5 Matrimonio 6 Referencias 7 Enlaces externos

Educación[editar]

García Linera recibió educación primaria en el colegio Don Bosco (en Cochabamba) y en el colegio Domingo Savio (en La Paz), y educación secundaria en elcolegio San Agustín (en Cochabamba).

Entre 1981 y 1985 se formó como matemático en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), en la Ciudad de México. Posteriormente estudió Sociología durante su permanencia en la Cárcel de San Pedro de la ciudad de La Paz.

Participación en la guerrilla indigenista de los años 1990[editar]

Luego de estudiar matemáticas y ya de regreso en Bolivia, intentó poner en práctica su ideología socialista y se afilió a los Ayllus Rosados, una serie de comunidades nativas de orientación marxista-katarista del noroeste boliviano. Esta actividad luego derivó en posiciones más radicales y en la participación de García Linera en la organización del EGTK (Ejército Guerrillero Túpac Katari), de orientación indigenista. Su trabajo fue principalmente como ideólogo.

García Linera fue arrestado y acusado de insurrección y terrorismo tras ser detenido durante un intento de destrucción del tendido eléctrico en una casa cercana a la ciudad de La Paz. Esta actividad fue realizada junto con su exesposa, la matemática mexicana Raquel Gutiérrez. Esta acusación nunca fue comprobada y por ello se le aplicó prisión preventiva durante 5 años, hasta julio de 1997. Finalmente el juicio no

progresó debido a multiples irregularidades en el proceso y el delito prescribió en 2006. Con relación a este caso la Corte Interamericana de Justicia admitió una demanda por la violación de un número plural de derechos humanos contra él y otros miembros del EGTK.

Carrera en la academia[editar]

Avión vicepresidencial de Bolivia.

Durante su permanencia en prisión, estudió Sociología. Tras ser liberado obtuvo un título de graduado en Relaciones Exteriores. Comenzó a trabajar como docente universitario en dicha carrera y como comentarista de noticias. Durante esta etapa continuó apoyando con su trabajo intelectual y su opinión académica a la causasindicalista y a los movimientos indígenas en Sudamérica.

Movilizador y vicepresidente[editar]

Fue invitado por el MAS (Movimiento al Socialismo) para acompañar como candidato a vicepresidente de Evo Morales.

Fue elegido vicepresidente cuando Evo Morales resultó elegido presidente en la elección presidencial de Bolivia de 2005. Ha sido uno de los miembros más activos del gobierno de Morales, en concordancia con su corriente ideológica, el llamado esencialismo dialéctico, y como principal teórico gubernamental, ha delineado gran parte de la estrategia política del gobierno boliviano.

Matrimonio[editar]

El 8 de septiembre de 2012 se casó con la periodista Claudia Fernandez Valdivia, en un rito aimara en el sitio arqueológico de Tiwanaku. Entre los invitados estaban los premios nobel Rigoberta Menchú (de Guatemala) y Adolfo Pérez Esquivel (de Argentina); ministros, embajadores y autoridades originarias aimaras.1 2

Al día siguiente, el 9 de septiembre de 2012, se casó ante una notaría civil y posteriormente en una iglesia católica.3

Predecesor:Carlos Mesa

38ºVicepresidente de Bolivia

22 de enero de 2006-presente

Sucesor:-

CONFERENCIA MAGISTRAL DE ÁLVARO GARCÍA LINERA

FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS

Muy buenos días a todos ustedes. Quiero agradecer, muy fraternalmente, la presencia y el tiempo que están brindando los investigadores y los estudiantes para participar de este diálogo en torno a los procesos de transformación en América Latina y Europa.

Agradezco la presencia del vicedecano de la facultad y la amabilidad que tuvo al recibirme; también la presencia de los investigadores por participar de este diálogo; la presencia de embajadores, de nuestra embajadora y, por supuesto, al Instituto Complutense que me ha hecho visitar sus instalaciones y me ha hecho llegar la invitación por la cual estoy aquí presente.

Me ha tocado, en este viaje, recorrer, a la rápida, tres países: la República Checa, estuve en Praga; Francia, estuve en París y hoy me toca Madrid y en los tres países se tiene el mismo debate con sus diferencias, pero persiste el debate en torno a cómo cambiar las cosas, la insatisfacción frente a lo que se está viviendo, limitaciones para poder llevar adelante estas transformaciones, perplejidad en ciertos sectores, actitud defensiva de los sectores progresistas y la búsqueda incesante para encontrar los caminos, para encontrar las rutas que permitan activar el espíritu colectivo, que permita, a la vez, abrir otros horizontes, otras posibilidades de existencia de vida, de organización de la economía y de la organización de la sociedad.

Con sus diferencias, yo creo que también se está dando (el debate), primero, en América Latina, se dio en Bolivia, son 30 años, 30 pesados y largos años de un régimen económico de expropiación, no solamente de expropiación de lo público y de lo común, sino son 30 años de expropiación de las propias esperanzas, de las propias voluntades colectivas. La gran diferencia del régimen neoliberal planetario con lo que fueron los antiguos sistemas de dominación, es que ha afectado al propio espíritu, la propia voluntad de la sociedad; es un régimen económico, es un régimen político, es un régimen cultural pero, fundamentalmente, es un régimen social que ha abatido el alma de las sociedades y, quizás por eso, también, esa desazón, esas angustias de los sectores subalternos que motivan a buscar, a remontar, buscar transformar o influir en el conjunto de las sociedades.

América Latina y Bolivia vivieron algo muy parecido, quizás de formas más radicalizadas que en los países alejados de los centros de decisión planetarios, las recetas, los idearios y los inventos que se hacen en los centros de decisión mundial, se ejecuta, al modo de un laboratorio, con brutalidad, con exceso y eso es lo que sucedió en Bolivia.

Después de Chile con la dictadura, en Bolivia, comenzando la época democrática, el neoliberalismo se impuso de una manera brutal, a rajatabla, sin negociación y sin medias tintas, y, de una buena vez, para todo y en todo. Y claro, en los 20 años que duró allí, el resultado fue desastroso, pero allí, como en otros lugares de América Latina se han dado procesos de rebelión, de auto organización social, de sublevación, de revoluciones y de insurrecciones que han modificado la fisonomía política y social del continente latinoamericano. Cosas que se debaten en Europa como políticas a futuro, en América Latina son vistas como recuerdos de un parque jurásico político, cosas que todavía se debaten en Europa como decisiones a tomar a futuro, en América Latina y en Bolivia se ha visto que, en verdad, fracasaron; son las discontinuidades de los procesos y las diferencias temporales.

Entonces, lo que yo quiero hoy es reflexionar en torno a cinco temas que emergen de nuestra experiencia, que modifican el debate intelectual, que modifican el debate teórico, pero que, también, tienen un conjunto de influencias en el ámbito de la lucha política y de la acción política.

El primer tema que quisiera comentar con ustedes es el de la relación Estado-sociedad, ya sea en su vertiente más weberiana o en su vertiente más tradicionalmente marxista; nos hemos acostumbrado a entender al Estado como una máquina de dominación. En nuestra mente están los textos de Lenin, El Estado y la revolución o del propio Marx, El manifiesto comunista o, recientemente, a los profesores de los años 60, la corriente estructuralista que nos marcaba el entendimiento del Estado como una máquina, uno se imagina como una industria, un conjunto de fierros, rodillos, tuercas, rondanas que funcionan de manera infernal y casi de forma automática, esa era la imagen del Estado, una maquinaria de dominación, usado por unos para dominar a otros.

Weber incorporó la lectura del monopolio, de la coerción legitima, se fijó en el tema de la legitimidad que es, quizás, la parte fructífera de la versión weberiana, pero, en esta manera marxista tradicional, era la de la máquina de dominación, olvidando lo que había dicho Marx mucho antes, cuando hacía referencia a que el Estado es un “yo colectivo”, casi recuperando a Kant, pero enajenado, es decir, un “yo colectivo enajenado”.

¿Qué nos ha enseñado la experiencia latinoamericana y boliviana? Que, ciertamente, el Estado es una máquina de dominación, sirve a los intereses frente a otros, potencia los intereses frente a otros y resguarda los intereses frente a otros. Cuando uno ve al Estado, por ejemplo, en tiempos neoliberales, entregando empresas públicas a empresas privadas, es evidente que el Estado está sirviendo a unos sectores frente a otros, cuando lo público, cuando el patrimonio de los fondos de pensiones o de los ahorros colectivos son utilizados para favorecer a un banco o a una empresa de inversión, está muy claro que el Estado funciona como un sector que defiende y protege los intereses de unos frente a los intereses de otros; pero el Estado es más que eso, el Estado es también una relación y, de hecho, es, fundamentalmente, una relación y, entonces, nuestro entendimiento de la máquina cambia, es una máquina de relación, tiene instituciones, tiene regularidades, tiene tornillos, tuercas, rondanas, por supuesto, pero esas tuercas, esas arandelas, esas palancas son relaciones, son flujos, más que acero, son flujos, parece una simple digresión del lenguaje, pero no; te permite otro tipo de entendimiento de la relación estatal.

La relación estatal es un vínculo entre personas, esa maquinalidad infernal es un vínculo entre personas, no es una externalidad de la sociedad, no es un aparato impersonal, ciego, sordo y mudo, como la canción de Shakira, sino que es un conjunto de vínculos estructurados regularizados perpetuados, pero son vínculos entre personas.

En segundo lugar, son vínculos entre personas que nos involucran a todos. El Estado no puede existir sin todos, aunque me aísle en mi comuna, en mi casa y cultive mi alimento en mi huerto y no vaya al supermercado y no quiera saber del tranvía y apague la televisión y haga mi propia ropa; el Estado me involucra, en mi silencio y en mi abandono y en mi retiro, el Estado me involucra porque me silencia frente a los demás, aún en ese caso extremo de ruptura total del vínculo mercantil, comercial, televisivo y educativo el Estado me involucra, porque el Estado protege y garantiza mi distancia de los demás, es decir que el Estado me inutiliza.

Peor aun, si soy trabajador, obrero o campesino no obtengo ningún premio del Estado, no me adjudico ninguna empresa pública; pero aun como obrero, como campesino, como estudiante desocupado o como estudiante precario voy por la calle y obedezco la luz roja y la luz verde, uso el dinero, un papel pintado de colores y lo utilizo para comprar comida, para pagar la colegiatura del niño; voy, prendo la radio y oigo el comentario en la radio, uso mi carnet de identidad, uso mi carnet de estudiante, tramito un descuento de un libro con mi carnet de

estudiante, camino por la calle que ha sido construida con los impuestos del trabajo de mis compañeros y míos y eso es el Estado. El Estado es toda esa trama de obediencias, de acatamientos, de simbologías, de la vida cotidiana que amarran, que garantizan el vínculo moral y permisivo de las clases dominantes respecto a las clases dominadas, de las clases dominadas respecto a las clases dominantes.

En el uso del dinero, al acudir a la escuela, en el acatamiento a las señales públicas, en el uso de la simbología pública, en el pago de mis impuestos, cuando voy a votar, cuando obtengo mi titulación, cuando uso mi título como estudiante, como profesor, como licenciado, como doctor o como trabajador capacitado para acceder a un puesto de trabajo, uso titulaciones y uso recomendaciones estatales.

Cuando escucho decir algo a un gobernante, digo: “bueno, así será, o, bueno, qué me importa, ellos son los que tienen que gobernar”, soy Estado. De alguna manera, el Estado atraviesa toda nuestra vida, el Estado nos involucra, en nuestra pasividad o en nuestra resistencia, el Estado nos atraviesa y, por supuesto, es una relación de dominación, nadie se vaya con la idea de que el Estado es el escenario de las igualdades de oportunidades en las decisiones comunes. No. Un estudiante de la Universidad Complutense tiene menos posibilidad de influencia que un diputado en el parlamento, el diputado del parlamento tiene menos posibilidades de influencia en los asuntos colectivos que administra el Estado que un ministro, el ministro tiene menos posibilidades de influenciar que las decisiones que toma un presidente, un presidente tiene las mismas o menos posibilidades de influencia que las que toma un conjunto, un bloque o una coalición de empresas que garantiza el empleo o que garantiza las cuentas bancarias; a su vez, ellos tendrán menos influencia que el conjunto de instituciones regionales o continentales que definen las tasas de interés, los flujos de capital o el control de la circulación de capitales.

Existe una jerarquía o una escalada de posibilidades de influenciar, eso es el Estado. Esa trama de influencias, esa trama de obediencias, esa trama de complacencias, esa trama de acatamientos cotidianos, diarios de gobernantes y de gobernados, y de los gobernados respecto a los gobernantes es la trama estatal; estamos enriqueciendo y la experiencia latinoamericana ayuda a enriquecer el debate sobre el Estado. No es que se abandona la lógica de que es una máquina de dominación, sino que se incorpora la lógica de que es una trama, es una relación de dominación que involucra al conjunto de sociedad.

Tengo en mente el texto tan hermoso de La Boétie “el discurso de la servidumbre voluntaria", él lo lleva hasta el extremo, nos lleva hasta el voluntarismo absoluto y dice: el poder de los poderosos es tu poder, que tú le has entregado, basta que tú tomes la conciencia y renuncies para que el otro deje de tener poder.

Él está exagerando porque reduce la trama del poder a un tema de voluntad, cuando la trama del poder es voluntad y no es voluntad, es tolerancia, es silencio, es hábito, es consciente, es preconsciente, es actividad reflexiva y es actividad prereflexiva, es actividad heredada incorporada en tu niñez, incorporada en tu adolescencia, incorporada por tu madre, por tu padre, por tus amigos, por la escuela y de la cual no te das cuenta, pero igual la activas; ¿acaso el dinero es un tema voluntario? No. No dices, este papel multicolor vale cien euros, no es un tema de consenso, lo usas, está el papel y lo has usado desde que estás en la barriga de tu madre. Has aprendido a usarlo, a interpretarlo al margen de tu conciencia, solamente te preocupas de cuánto representa: cien, cincuenta o diez euros; pero nunca te has preguntado ¿por qué ese papel pintado con un número es efectivo? ¿Por qué funciona, por qué se acata, por qué la otra persona lo recibe y me da a cambio comida, alimento, ropa, libro? El Estado es

también eso, prereflexividad. El Estado también es hábito, el Estado también es hábitus, decía el profesor Pierre, como una especie de herencia acumulada en el cuerpo, en la carne, al margen de la conciencia. Entonces, La Boétie tenía razón en parte, lo importante de él es que te permite ver al Estado como una relación viva entre personas, no como una máquina, no como un acero que se mueve de manera automática.

Entonces, el Estado, como nos enseñan los profesores de ciencia política, es un proceso, una relación política territorial que monopoliza exitosamente varias cosas. ¿Qué monopoliza? Monopoliza la coerción, el tributo, los bienes comunes, monopoliza, esto es lo fundamental, el sentido de lo universal y la voluntad general, es una trama de relaciones dirigida a monopolizar, a lo largo de la historia, cien, doscientos, quinientos o mil años; lo que hemos de entender por voluntad general, por interés colectivo, por lo universal, por lo común.

El Estado es monopolio, de los tributos, lo estudia Norberto Elías; de la coerción, lo estudia Max Weber; de los bienes comunes, lo estudia Marx; de los universales, lo estudia Pierre Bordeau, es una máquina, una relación de dominación que monopoliza bienes, especialmente, la voluntad general. Entonces, si uno ve así las cosas, comienza a sacar otro tipo de conclusiones, el Estado es un momento de la sociedad civil como voluntad general, es el momento en que la sociedad civil ya no solamente asume intereses corporativos, locales o personales, que eso lo hace a diario, sino cuando la sociedad civil, es decir, nosotros, en un momento determinado, asumimos o estamos en estado de voluntad general, en estado de interés general.

Cuando uno comienza a preocuparse por intereses comunes está en una situación específica como sociedad civil, pues el Estado es el que se apropia de ese estado de interés y de voluntad general de la sociedad, es el proceso histórico, largo y centenario de gradual expropiación del interés o de la sociedad en estado de interés general de voluntad colectiva.

Conclusiones políticas de esta manera académica de entender del Estado, nadie puede sustraerse a la relación estatal, nadie puede sustraerse, hagan lo que hagan, uno tiene un vínculo con la relación estatal.

¿Cuál es, digamos, la lección política? Si tú abdicas de la relación estatal, si tú dices: “políticamente asumo que este Estado es una desgracia, que solamente domina, que me expropia del interés colectivo y renuncio a involucrarme en el Estado”; en el fondo estás abdicando a la lucha social por la transformación de esas relaciones entre las personas que generan monopolios, porque hay algo en la lucha que va a dar lugar al monopolio, algo pasa en la lucha, algo pasa en el diálogo, en los vínculos entre personas que, en vez de mantenerse como vínculo vivo entre personas, deviene en un vínculo expropiado por el Estado.

Algo pasó, y si tú dices: “no me importa, qué giles estos tipos, cómo se hacen expropiar su voluntad general y yo me repliego a lo mío”, la actitud de algunas corrientes autonomistas, la virtud de las corrientes autonomistas es que denuncian la maquinalidad destructiva del Estado frente a la sociedad, esa es su virtud. ¿Cuál es su defecto? Que renuncian a la lucha para transformar esa relación maquinal y, al renunciar a esa lucha por transformar la relación maquinal que expropia la voluntad general de la sociedad, aceptan que los que están expropiando la voluntad general sigan haciéndolo, es una forma de complicidad, que es grave.

En el purismo de separarme de la relación estatal, de renunciar a mancharme en la relación estatal, es una actitud de purista, estoy dejando que la relación estatal siga funcionando como tal frente al trabajador, al obrero, al estudiante, a la ama de casa, al comprador, al vendedor, y

encima, estoy dejando que esa relación estatal siga consagrando el poder y el dominio de unos frente otros. Entonces, mi purismo, en el fondo, es una complicidad hipócrita.

Esto lo comento a raíz del debate que se da en América Latina respecto a cambiar el mundo sin tomar el poder, que lo ha difundido, fundamentalmente, el profesor, a quien respetamos, Jhon Holloway, será posible, tal vez, algún día. Hoy por hoy, si yo me aparto y me encierro en mi casa, al lado hay una familia que ve la televisión, que manda a su hijo a la universidad, que usa dinero, que paga sus impuestos, que vota por un elector de derecha y al lado, y al lado, y al lado, sigue habiendo la misma gente que vota, que cree, que aprende, que obedece, que sufre, que es humillada, que es explotada. Esta es la paradoja, es una máquina infernal, pero si yo me aparto de ese infierno, el infierno se consolida, el infierno se expande; su contrario tampoco es cierto ya que es un infierno, me sumaré al infierno para que no sea tan infierno -lo vamos a ver luego- ese contrario tampoco es cierto.

Si el Estado es una correlación de fuerzas, es un flujo social, es un vínculo que involucra, consciente e inconscientemente, apática o activamente a la sociedad; un programa un proyecto revolucionario, emancipativo, está obligado a plantearse la transformación de la correlación de fuerzas, de transformación de las ideas que sostienen al Estado, de las relaciones maquinales institucionales que le dan continuidad al Estado y de las correlaciones de fuerzas que permiten que unos decidan o tengan más influencia que otros frente a las cosas comunes que administra el Estado.

Hay que pelear, entonces, en la transformación del Estado como máquina, hay que pelear en la transformación de las relaciones sociales que han quedado solidificadas, cosificadas como relación estatal, pero también hay que pelear por una voluntad general no estatal, definitivamente, hay que transformar la voluntad general enajenada como Estado, pero, a la vez, hay que transformar o hay que construir una otra voluntad general no estatal.

La maldición hegeliana indica que todo lo que se objetiva, deviene en su contrario, eso decía Hegel, surge y se dan en las revoluciones, en los procesos emancipativos, surge una autoconstrucción de voluntad general desde la sociedad civil: hay que votar a una empresa extranjera, se debe recuperar el gas, gestionar esta fábrica que la quiere cerrar el empresario. Es una voluntad colectiva general, local o grande que emerge enteramente de la sociedad civil, fruto de la movilización, pero la gente, y no olviden esto nunca, la gente no puede vivir perpetuamente movilizada, que es la vieja lógica del trotskismo, que la gente pudiera vivir permanentemente movilizada. Ojalá lo pudiera hacer, pero la vida no había sido así, la gente se moviliza hoy, se moviliza mañana, se moviliza en un mes, marcha, hace huelga, asambleas, participa, confluye, debate, critica, resiste, se hace gasificar, vuelve a resistir, se hace gasificar otra vez, un mes, dos meses, tres meses, seis meses, un año, dos años, tres años, cuatro años, cinco años; pero luego se repliega, siempre va a replegarse. Los sociólogos de los movimientos sociales estudian esto como los ciclos de la acción colectiva, Marx lo definió como el ascenso por oleadas, en el texto de 1848 habla de los procesos sociales como procesos ascendentes por oleadas que tiene, en su momento de plató, de cúspide, y luego el descenso por oleadas, pueden durar de seis meses a cinco o siete años.

Entonces, si uno quiere pensar y planificar procesos duraderos construidos a partir de la sociedad, tiene que pensar y ¿qué pasa después del descenso de la acción colectiva o cómo se convierte la acción colectiva en lo que planteaba el compañero Iñigo, en algo que garantice la irreversibilidad de las conquistas? ¿No fue, acaso, el Estado de bienestar europeo el producto de las luchas sociales? ¿No fue la emergencia de los sindicatos comunistas socialistas de la

gente trabajadora, en un momento determinado, que se convirtió en ley, norma o constitución, en algunos casos, procedimiento y que cuando bajó el flujo de la acción colectiva se estabilizó como un sentido común de época? Eso fue en el Estado de bienestar. Pero, a la vez, ese reflujo va a dar a diez, veinte, cuarenta, cincuenta años de aquí a que vengan otros sectores a desmantelar, como ya no hay un flujo, la lava social que los sostiene, lo van a querer desmantelar y solamente va a tener que ser otra erupción social la que permita reconquistar, reponer, ampliar y expandir el Estado social que tendrá que, obligatoriamente, convertirse o en constitución, o en ley, o en norma, o en procedimiento, o en juicio, o en perjuicio para estabilizarse; porque la sociedad se mueve por flujos, no hay la movilización perpetua así como no hay el movimiento perpetuo que buscaban nuestros viejos físicos y alquimistas del siglo XII y XIV, no hay eso.

Pero, entonces, lo que sí podemos hacer, es entender la dinámica del Estado para transformarla porque es relación social e involucra a mis amigos, a mis compañeros, a los conciudadanos de mi región, de mi país y de mi continente. Pero también, no renunciar y complementar en una dualidad revolucionaria, en una dualidad de movilización mejor, la búsqueda de voluntad general no estatal, eso es lo que ha pasado en Bolivia: hay transformaciones que se hacen en el Estado y hay transformaciones que se hacen por fuera del Estado. Aún hoy eso sucede, alguna vez me preguntaron ¿cómo es el sistema político en Bolivia? Yo respondía: es dual. Está el sistema institucional constitucional muy avanzado, sistema de elecciones, justicia indígena originaria, autonomías departamentales, autonomías municipales, elección de diputados indígenas por asamblea. Es un sistema institucionalizado. Pero, también están los movimientos sociales como sistema político no institucionalizado, no estatal. Alguna vez, yo comentaba que antes, un ministro o un diputado para obtener la venia para seguir siendo diputado, tenía que ir a obtener la visa de la embajada norteamericana, quien no tenía visa norteamericana en Bolivia era un marginal, un terrorista, un Bin Laden y quien tenía visa estaba certificado en su pureza política para poder acceder a un cargo público.

Hoy, en cambio los diputados, los senadores, ahora que vienen las elecciones, hasta los comandantes de la policía hacen carrera juntando sellos de sindicatos obreros, de sindicatos campesinos y le mandan a uno todo su expediente que ya no es cuántos cursos pasó, sino cuántos sellos tiene de sindicatos campesinos para avalarlos, esta es la dualidad institucional.

Resumo mi lectura del aporte latinoamericano boliviano al debate entre Estado y sociedad civil: hay que luchar por transformar las relaciones de dominación dentro y en el Estado, y hay que luchar por transformar y construir voluntad general no estatal por fuera del Estado. Ambos se retroalimentan quizás a eso es lo que Gramsci, alguna vez, llamó, de una manera muy encriptada, el concepto de Estado integral o lo que Marx hablaba de la reapropiación por parte de la sociedad de las estructuras estatales, en los textos de la comuna de París, quizá por ahí quería adelantarnos a estas paradojas, a estas contradicciones y a estas dualidades de la acción política revolucionaria.

¿Cómo se vuelve irreversible un proceso? No hay manera de volverlo irreversible, uno puede garantizar durabilidad, alguna vez, comentando con los compañeros en Bolivia, yo imaginaba que los procesos revolucionarios son como esas oleadas que se estrellan contra una roca, un cerro gigante y te lanzan en una oleada hasta un lugar, y ahí tienes que agarrar tu clavo o tu cincel y clavarlo, y, luego, vendrá otra nueva oleada que te empujará más alto y tendrás que clavar tu piolet en el cerro, luego la oleada bajará a su ritmo normal, bajará, pasará el tiempo de tormenta, de explosión; pero tú ya clavaste en el cerro y tienes que detenerte ahí, contra viento y marea, y ese clavar en el cerro y resistir en el tiempo del descenso del oleaje, esas son

las instituciones, esos son los procedimientos, esas son las leyes, esas son las constituciones que consagran un derecho conquistado en el momento de máximo ascenso.

Lo ideal sería que siempre haya un nuevo ascenso que te lleve más arriba, pero la vida no había sido así, la sociedad luego se repliega a su cotidianidad, el entusiasmo de la asamblea, de la movilización, del enfrentamiento de un año de tres, de cinco, de siete años, se acaba y la gente lo que te pide y reclama y te va a demandar es la regularidad de su vida, certidumbre en su vida y en ese momento lo que has logrado consolidar en el cerro, en la montaña, al haber clavado con firmeza tu piolet eso es lo que te garantiza que preserves derechos, es una ley, es un decreto es una institución habilitada y, luego, a la espera, será en un año, diez, veinte, cuarenta o cincuenta y una nueva oleada te llevará más arriba con el riesgo de que te baje o te llevará hasta más arriba, la historia, un poco, avanza así.

Es un primer aporte de lo que estamos viviendo como relación Estado-sociedad, hay que tomar el poder en verdad, hay que construir poder, más que tomar poder hay que construir poder dentro del Estado, transformando el Estado, cambiando el Estado, cambiado la correlación de fuerzas de quienes mandan y quienes no mandan; cambiando las ideas fuerza que se convierten en sentido común de época emitidas desde el Estado, desde la academia, desde los medios de comunicación, desde los textos escolares. Hay que cambiar la correlación de fuerzas en los mecanismos institucionales burocráticos, no burocráticos, más centralizados, más descentralizados, más participativos, menos participativos de la regularidad del funcionamiento estatal, pero también hay que construir poder por fuera del Estado, al margen del Estado; no son dos temas contradictorios, no es uno o el otro, son los dos obligatoriamente, porque, evidentemente, la sociedad es más que el Estado, el Estado es un momento de su condensación y la sociedad es más que Estado, pero es una condensación cualificada, es una cualificación connotada que influye sobre la vida de la sociedad y uno no puede renunciar a modificar esa cualificación connotada llamada Estado, pero tampoco puede renunciar a que la sociedad es más que el Estado y que sus vínculos, sus relaciones, sus flujos de intercambio y de asociatividad son más que el Estado.

Entonces, construcción de autodeterminación dentro del Estado, construcción de autodeterminación por fuera del Estado y ambos se influyen mutuamente, les pongo un ejemplo, en el caso de Bolivia: el Estado, a partir de esta emergencia indígena campesino, ha permitido consagrar algo que no había desde 1570, cuando muere el último indígena gobernante, Manco Inca, que lo matan en Villcabamba que fue el último gobernante indígena, luego vino la dominación colonial española, luego la república, posteriormente las dictaduras y, en todos los casos, los indígenas jamás ocuparon cargos públicos; pero ha sido una insurrección, un levantamiento, una lucha cultural que permite que haya el primer presidente indígena y eso se ha vuelto constitución, se ha vuelto, digámoslo así, derecho, ya se ha vuelto Estado, una correlación de fuerzas y un nuevo discurso.

Y desde esa presencia, hoy es posible, desde el Estado, asignar recursos, asignar presupuestos para potenciar estructuras que no son Estado, que nunca van a poder ser Estado; como estructuras comunales de propiedad, de apropiación, de producción, de gestión del agua y de gestión de la tierra que no son Estado, es más, si hay algo que es no Estado es la comuna, la comunidad fragmentada y golpeada. No es que el Estado está creando comunidad, pero un Estado progresista, un Estado revolucionario y social, bajo ciertas circunstancias, puede ayudar a que se desplieguen, que se expandan, con mayor facilidad, las estructuras asociativas y productivas no estatales o, lo mismo, con el movimiento obrero.

En Bolivia está habiendo un conjunto de fábricas que se han ido cerrando porque no son competitivas frente a los productos chinos. El empresario dice: “aquí ya no puedo generar ganancias, la cierro, despido a los trabajadores y se acabó”. Muy bien, tiene el derecho legal de cerrar su fábrica. Pero los trabajadores tienen el derecho legal de asumir el control de la producción, el empresario ha cerrado la fábrica, los trabajadores le han dicho: “si tú cierras la fábrica, nosotros vamos a producir y vamos a generar ganancia”, y se han animado y han agarrado la fábrica, se han propuesto, se han auto asociado, se han propuesto un régimen de trabajo y de coordinación y han dicho: “para que esto funcione, el empresario nos va a enjuiciar, qué hacemos para que no nos enjuicie, lo indemnizaremos”. Se han ido al banco, les hemos apoyado con un crédito, han conseguido dinero del banco, han sacado la plata, lo han indemnizado al empresario con un costo mínimo, han obtenido capital de operación y se ha puesto en marcha la fábrica. Se trata de una pequeña fábrica social, son 200, 250 trabajadores, es una forma de autogestión obrera, una forma avanzada, en micro, de autogestión obrera. ¿Quién la ha hecho? No la ha hecho el Estado, lo han hecho los trabajadores, ellos han asumido la gestión, el riesgo.

¿Qué ha hecho un Estado revolucionario? Brindar condiciones más favorables para que eso pueda suceder. No es que el Estado se ha comprado la fábrica para entregar a los obreros, eso sería estatización paternal de la fábrica. El Estado, simplemente, lo que ha hecho es brindar condiciones administrativas y financieras para que esta iniciativa social autónoma, autogestionaria, obrera pueda desplegarse con mayor rapidez y con mayor eficacia y hoy ya tenemos dos o cuatro fábricas cerradas por la patronal, asumidas por los trabajadores y el Estado, coadyuvando y colaborando a algo que es decisión de ellos, riesgo de ellos y gestión de ellos, de los trabajadores, de los obreros.

Un segundo concepto que lo voy a resumir, es la relación revolución y democracia. Hemos aprendido que revolución y democracia serían conceptos antitéticos. Revolución es un proceso de ruptura con el orden viejo y la construcción rápida de un nuevo orden. Entonces, uno dice: eso, por supuesto, aquí es contradictorio a ir a votar, a elegir un representante, a formar un partido, a hacer campaña pública, a conquistar los votos, a tener representantes y a ser electores. Si reducimos la democracia como el momento meramente electoral de elecciones y de representantes, evidentemente, la revolución es contraria y es antitética, es la asíntota de la democracia, si reducimos a esa manera estrecha de entender la democracia; pero si re-significamos la democracia como la participación colectiva, creciente y ampliada en las decisiones sobre los asuntos comunes.

Si entendemos la democracia como proceso de construcción de lo común de una sociedad, de lo que unifica, de lo que es algo que le pertenece a toda una sociedad, si entendemos la sociedad como el mecanismo mediante el cual la gente se involucra en la gestión de lo común, puede ser la facultad, el ayuntamiento, la región o el país; si entendemos de esa otra manera la democracia, entonces, la contradicción entre democracia y revolución desaparece.

Si democracia es solo elecciones, eso no es revolución, si democracia es elecciones más participación, más gestión, más involucramiento, más ampliación de los asuntos comunes de una sociedad; entonces ese es un mecanismo revolucionario, quizás esa fuera la explicación encriptada que nos deja Engels, cuando en 1891, hace su introducción a la guerra, a la lucha de clases en Francia y comienza a escudriñar esta relación entre democracia, dictadura y revolución; en cierta medida es posible debatir sobre la democracia como una vía al socialismo.

Ayer estábamos con el profesor Étienne Balibar y con el profesor Tosel y dialogábamos sobre este tema, es más, yo me acuerdo que ante los peligros de re-significación de la democracia, ya hace más de 25 años, la trilateral, encabezada por Samuel Huntington y otros, en sus documentos del 74 habló respecto a que la democracia era un estorbo para la sociedad moderna, que la democracia era un peligro para la reproducción del capitalismo. El 74 lo escribieron, claro, porque si democracia va más allá de las elecciones y es elecciones, es participación, es ampliación, es involucramiento en lo común, ya no es la democracia el puente entre gestión y capitalismo, es el puente entre participación y socialismo, participación y comunismo.

Si en el fondo, el comunismo o lo que se entiende por comunismo, por comunitarismo, por lo universal, Marx hablaba de la comunidad universal llamaba Marx, me gusta esa frase de comunidad universal, si la comunidad universal como horizonte es producción en común, de lo común; gestión en común, de lo común; la democracia es la puerta de la participación en ese común, de involucramiento en ese común, de creciente participación de las personas en las cosas comunes de una sociedad, de las riquezas comunes comenzando por el lenguaje, por el conocimiento, por la ciencia, por la riqueza, por el tiempo de trabajo, por el tiempo de ocio, por los servicios básicos de una sociedad, por sus recursos naturales, por la biodiversidad de una sociedad; si democracia es la gestión de lo común ampliada, entonces la democracia es también un puente, una vía del socialismo, es también la fuente del comunismo, es también revolución.

Por eso, en Bolivia el Presidente Evo Morales tuvo el acierto, el año 2006, de hablar de revolución democrática, ¿cómo fue posible que los indígenas, que durante 500 años que habían sido, primero, que se había descartado que tenían alma, luego que se había descartado que eran humanos, eran semihumanos, luego que eran demasiado niños e ignorantes, luego que eran un estorbo para la modernidad y tenían que desaparecer y mestizarse, cómo era posible que esas personas, hoy, gobiernen Bolivia y lo hagan de la mejor forma? ¿Cómo, qué ha pasado? Sud África requirió una guerra civil para acabar con el apartheid, Bolivia requirió lo que el Presidente Evo llama una revolución democrática, es voto, fue electores, pero fue más que voto, fue voto acompañado con insurrecciones, fue electores acompañados con asambleas, con sindicatos, con movimientos sociales, fue voto y elecciones acompañadas de una victoria previa a nivel cultural, a nivel ideológico, a nivel de los símbolos de lo que debería ser el horizonte y el futuro de Bolivia. Revolución democrática. Luego eso se consagró y se legitimó vía elecciones, sí; pero hubo un trabajo previo de victorias revolucionarias, parlamentarias y extra parlamentarias que permitieron que la victoria electoral, simplemente, fuera la crema de la torta, la torta había estado preparada previamente; es un falso debate: democracia o revolución, es posible, no siempre, pero es posible bajo ciertas circunstancias tener revoluciones democráticas o democracias revolucionarias.

Como tercera anotación, yo hacía un balance lapidario de la situación de las izquierdas en Europa, decía: estamos derrotados, pero siempre hay derrotas y eso es lo que nos alimenta, y no hay revolucionario que se foguee en la derrota, en la batalla, en la cárcel, en la represión, en la tortura; no hay revolucionario que no se foguee así. La derrota es como la escuela de la formación y del temple de los revolucionarios, entonces, una derrota más es una más en un largo camino. Tampoco es novedad de que se hayan producido grandes cambios, que la globalización ha modificado la estructura del mundo, sí lo sabemos, lo sabemos desde 1492 que el mundo va cambiando cada diez, veinte, treinta años de una manera brutal, los cambios

estructurales no son novedad y pese a eso ha habido revoluciones. ¿Qué es lo novedoso de este momento? La pérdida del horizonte, la ausencia del horizonte alternativo.

Es muy difícil levantar la palabra de socialismo porque lo vamos a asociar a la URSS y, está claro, que eso es lo que no queremos. Podemos levantar la palabra comunismo, pero suena algo muy lejano. ¿Qué cosa será comunismo? Es más, se asocia comunismo con capitalismo de Estado, con ineficiencia económica, los revolucionarios, los jóvenes de hoy carecemos de un horizonte y esa, quizá, sea la tragedia mayor. Y entonces, lo que hay es el horizonte, el metarrelato actual es la ausencia de metarrelato, es decir la ausencia de voluntad y de esperanza, ese es el nuevo metarrelato.

Los posneoliberales dicen que es el tiempo del fin de los metarrelatos. No es cierto hay otro metarrelato, la ausencia del metarrelato es el metarrelato, pero es un metarrelato que desmoraliza porque te ha quitado la opción, la alternativa, el nombre de la esperanza y eso es muy grave, esa es una derrota de las peores. La derrota física perder una mano, perder un ojo, que te den un balazo son derrotas de las que te puedes recuperar o la siguiente generación recuperará la heroicidad de tu sangre y caminará hacia el objetivo, pero como no hay objetivo, no hay un devenir, no hay un hacia dónde voy, para qué lucho; la gente lucha no porque sufre, la gente lucha porque cree que luchando habrá un futuro, el que sufre habrá de luchar porque sabe que en su lucha puede conseguir algo distinto y la gran tarea, lo que hicimos en Bolivia, lo que se ha hecho en América Latina, lo que estamos haciendo en Europa es ¿cuál es ese futuro, cuál es ese horizonte frente al cual vale la pena movilizarse, marchar, gritar, hacerse gasificar, votar, escribir, no dormir, entregar tiempo, entregar recursos, para qué? Si voy a ir, ¿hacia dónde, cuál es el nombre de eso?, ese nombre es la esperanza, cuando encontremos el nombre, ahí hemos depositado la esperanza y el sentido de heroicidad de la vida y de la historia que reclamaba siempre Hegel, el sentido de la heroicidad. Es decir, usando metáforas religiosas jesuíticas, la misión, ¿cuál es la misión, cuál es tu causa, cuál es tu horizonte, cuál es tu objetivo? Esta es la gran tarea de las izquierdas, la reconstrucción, la reinvención del nuevo nombre, del nuevo horizonte frente al cual van a converger los sacrificios, las luchas, las esperanzas que quizás no las veamos en esta generación o quizás sí las veamos, pero tendrá que conseguirse porque eso nos los han arrebatado, eso se ha derrumbado, eso se cayó el 89, ¿cuál será ese nuevo horizonte?

Y este no es un tema de que debemos sentarnos en la clase de sociología política y decir, a ver, buscaremos el nombre, cuál nos inventamos o estará quizá en Carlos Marx el texto, no. Es un tema que está en el lenguaje de ustedes, que tiene que emerger del lenguaje de la gente, del joven, del profesional, del obrero, del campesino, del insatisfecho, del que con rabia resiste, del que con rabia se moviliza temporalmente, pero luego se queda quieto, ahí está mullendo el nuevo nombre, los nuevos horizontes, los nuevos componentes del porvenir.

En Bolivia, una coalición de izquierdas fracasó en Bolivia, llegó al gobierno un partido comunista con otros grupos de izquierda el año 82 y el 85 se derrumbó, lo asfixiaron, lo tumbaron y desde entonces, antes de que se cayera el muro de Berlín, hablar de socialismo, hablar de comunismo en Bolivia era una mala palabra, era un arcaísmo, era un sin sentido y la palabra de libre mercado de managament de gestión empresarial de globalización del lenguaje que usaban los jóvenes, los periodistas, los políticos, los dirigentes sindicales se había derrumbado un proyecto de gobierno de izquierdas y cuando encima se derrumba la URSS, pierden los sandinistas en Nicaragua, la guerrilla salvadoreña deja las armas y se impone la globalización en el mundo. ¡Ya!, era como que se acababa la historia, no hay más alternativa.

Y fue, poco a poco, de los intersticios de ese discurso único, de esa dictadura del discurso, de la gente, no de un partido, ni de la academia, sino de los que luchaban a diario, del que salía a la marcha, del que salía a la caminata, a la movilización, a la pequeña resistencia, ahí se fue gestando, en ese intelectual colectivo plebeyo y callejero, se fueron gestando los nuevos símbolos: la recuperación de los recursos naturales, la nacionalización, la asamblea constituyente, el gobierno indígena; emergieron los primeros síntomas de un programa de transición, de una transición, no es del comunismo, no es el gran horizonte, es un paso. Hasta entonces, nadie se había atrevido, fue una pequeña victoria, una empresa extranjera que se apropio del agua, se la enfrenta para que no suban las tarifas, no quiere irse, se resiste y la enfrentan. Luego piden que se vaya la empresa, se va la empresa y dicen: “¡ah! las empresas se pueden ir, no habían sido todopoderosas” y, entonces, por qué no se van todas las empresas, fue una victoria que empezó a engarzar una mirada total de las cosas. No es que vino un izquierdista a decir este es el programa, hay que votar a las empresas extranjeras. No surgió así el horizonte de transición, surge de la lucha, de las primeras victorias territoriales, locales y fragmentadas, ahí es donde se viene gestando los horizontes articuladores, esa es la experiencia de Bolivia.

Hoy, hablamos de un programa posneoliberal en Bolivia, sí, se ha construido un programa posneoliberal, cómo desmontar el neoliberalismo, pero no tiene un nombre, ya no hay empresas, se han nacionalizado las empresas privatizadas, la inversión extranjera se ha subordinado y se han modificado sus modos de presencia, se ha sustituido desregulación de la fuerza laboral, se ha potenciado los recursos comunes, se ha internalizado los excedente que anteriormente se externalizaba y demás.

Se trata de un programa posneoliberal y entorno a este se ha articulado un conjunto de fuerzas muy diversas, que el Presidente Evo Morales saque el 64 % del voto te habla de una articulación muy diversa y plural de fuerzas en torno a un programa mínimo de transición, que es el punto de partida del gran programa, de la gran metarrelato que irá surgiendo en distintas partes del mundo en los siguientes años, pero ya es, por lo menos, una esperanza intermedia, salir de lo que vivimos mediante estas cuatro o cinco cosas, ya es una esperanza, ya es un horizonte intermedio, un horizonte de corto plazo, pero horizonte y falta el horizonte de largo plazo; claro que falta y habrá que construirlo y esa será una tarea ya no solamente de los bolivianos, será de los venezolanos, ecuatorianos, brasileños, españoles, alemanes, húngaros, checos y será de más pueblos, pero hubo el horizonte a corto plazo y en torno a ese horizonte, la articulación y la sumatoria de múltiples fuerzas.

La cuarta enseñanza que sacamos de nuestra experiencia; la principal batalla es la batalla por la ideas, es la más difícil, es la más costosa y es, obligatoriamente, la batalla previa que hay que ganar para las victorias electorales, las victorias económicas y las victorias materiales. Nunca olviden que el Estado es mitad idea y mitad materia. Que la lucha política es la lucha por el sentido común de la sociedad, por los criterios comunes de la vida, de sentido común que tienen las personas y si no hemos modificado la estructura de razonamiento de las personas, no hay victoria posible, que los procesos revolucionarios se gestan previamente como reforma moral e intelectual, decía Gramsci, se gestan previamente y tienen que ganarse, no en su totalidad, en algunas batallas tienen que ganarse previamente.

En Bolivia, para derrotar al neoliberalismo previamente se ganaron las batallas, se consolidó, como sentido común, la idea de nacionalización y la idea de la asamblea constituyente; esas ideas se convirtieron en ideas fuerza, en sentido común, no solamente del activista, sino que se convirtieron en sentido común de la señora que vende en el mercado, del dirigente sindical,

del transportista, del que está tomando el minibús o el microbús o el metro. Esa victoria lograda, en el ámbito de las ideas, de las percepciones, fue la que habilitó las victorias electorales, las victorias políticas, las victorias económicas y las victorias militares, porque, tarde o temprano, hay un tipo de confrontación social, pero ya está el terreno conquistado.

Decía Íñigo: recuperar el concepto de hegemonía, evidentemente hegemonía es la capacidad de liderizar, pero eso dice Gramsci y Lenin tiene una mirada más confrontacional del liderazgo; yo los he sumado a los dos, la hegemonía es los dos, tienes que derrotar a tu adversario en las ideas, solamente derrotando a tu adversario en las ideas, luego puedes conseguir liderazgo e irradiación porque si no vas a estar en una actitud de sumar todo lo que puedes y te conviertes en una piñata donde le metes todo, no sé si aquí hay alguna sopa donde uno le mete todas las sobras de todo que se llama eso, ropa vieja, allí le llamamos chairo y le metemos todo. No, eso no es hegemonía, hegemonía no es pegarle con masquin todas las ideas y a los grupos sueltos, eso no es hegemonía, la hegemonía es la derrota del adversario y la incorporación del adversario como sector subordinado en el proyecto liderizado.

Tenían razón Lenin y Gramsci, la verdad es la unión de Lenin y de Gramsci. Las transformaciones en el continente van a depender mucho del papel de las ideas, de los debates, de los discursos y de la desnaturalización del orden existente. Hoy, el neoliberalismo se nos presenta como un orden natural, como el medio ambiente, un hecho de la naturaleza; esa desnaturalización, ese carácter contingente de lo que hay, ese carácter arbitrario de lo que hay, tiene que penetrar en los poros de la gente. No solamente en el debate académico de mi texto que he escrito para mi doctorado, sino en el debate de los medios, en el joven, en el oficinista o en el transportista.

Esta desnaturalización de lo existente y la posibilidad de algo diferente que pueda ser alternativo es la clave de otras victorias. Y luego vendrán otras más difíciles, vendrán los temas electorales y luego vendrán otras, todavía, más complicadas con los temas económicos y otras más complicadas con la justicia; vendrán otras más complicadas con los sistemas de coerción, pero la clave son las victorias en pequeña escala, en mediana escala en el ámbito ideológico cultural. No hay victoria revolucionaria sin previa victoria ideológica de las propuestas, de las iniciativas, de las ideas, de las opciones que emergen alternativamente en la sociedad.

Y, por último, la relación partido-movimientos sociales. Creo que la experiencia latinoamericana enriquece el debate mundial, enriquece el debate europeo de la relación partido-movimiento social. Venimos de la escuela que nos decía que el partido es el que se hace cargo de la política, el movimiento social es el que se hace cargo de las reivindicaciones, el sindicato está bien para el pliego reivindicativo, el partido está bien para la lucha política revolucionaria, clandestina o electoral; esta escisión es falsa o al menos en América Latina se ha complejizado.

Se necesita una estructura más centralizada, a veces es necesaria, no es imprescindible. Se necesita fuerza de masa movilizada, sí, eso es imprescindible. Pero, ¿qué ha pasado en el caso de Bolivia? Es la fuerza de masa organizada, la fuerza asociativa sindical, comunitaria, barrial la que ha devenido en estructura política. Es la confederación de campesinos que dice: “somos confederación de campesinos, luchamos por la tierra, luchamos por créditos; pero el día de mañana, vamos a ir a votar orgánicamente para tener a nuestros representantes en el parlamento porque nos abusan mucho”. Es la confederación, la federación de barrios y de gente que vive en los barrios que decide, permanentemente: tenemos que reclamar agua potable y luz eléctrica para nuestros barrios o alcantarillado; pero el día de mañana hemos

decidido ir a votar en las elecciones y colocar a nuestra gente en el parlamento, es la estructura reivindicativa, sindical y corporativa la que deviene en estructura política, en estructura política partidaria o política electoral. Entonces, esta separación, para unos la política, para otros la reivindicación, falso, están entremezcladas y quizá esa sea una de las virtudes trae también sus complicaciones.

Porque en esta democratización de lo político, los procesos de toma de decisiones sobre temas importantes comienzan, como son más amplios, como no es la estructura vertical, es más difícil tomar decisiones, hay que hacer consultas, es más complicado, para hacer una ley hay que consultar a uno, a dos, a tres, a cuatro, a cinco, a seis sectores. Haces la ley y luego aparece el octavo sector que te dice: “a mí no me has tomado en cuenta, yo también quiero participar”. Entonces vuelves a abrir el debate, estamos ahora debatiendo con la ley minera, estamos tres años y medio para hacer una ley, es complicado pero es la manera democrática; en ese sentido de participación de todos en la gestión de lo común para construir una ley, tres años y medio, es un articulado de ciento veinte artículos y ya vamos debatiendo tres años y medio y quizá nos vamos a pasar otros tres años más o medio año más en este debate, tal vez, por esta complicación de quienes son los sujetos participantes en la toma de decisiones públicas, en la gestión de lo público. Pero, es una forma hermosa de democratizar las decisiones, no es tan rápida, no es tan eficiente pero es más democrática. Y hace que esa ley, una vez que se apruebe, se lo haga con una legitimidad tal que se vuelve irreversible.

Preguntaban Iñigo, ¿cómo son los mecanismos de irreversibilidad? Es una pregunta que ahora me está taladrando el cerebro, no la había reflexionado. Pero, en una repuesta rápida, amplia participación social en la toma de decisiones, en las acciones tomadas que le dan legitimidad y continuidad a lo decidido, con esta amplia participación y mecanismos, por supuesto, institucionales que regularicen gradualmente esas decisiones, esas leyes y esos derechos; pero aún así, siempre habrá algún mecanismo, la derecha siempre podrá tener un mecanismo de reversibilidad de esa decisión, pero, en un principio, mecanismos institucionales y amplia participación decisional en la construcción de esas normas o esos derechos.

En síntesis, es posible cambiar el mundo, es difícil cambiar el mundo, pero es posible hacerlo y las circunstancias se están alineando, de tal manera, que estamos obligados a cambiar el mundo y en esa obligación de cambiar el mundo, solamente puedo recomendarles, personalmente, tengamos la mente abierta y el ánimo despierto para saber captar los símbolos, los signos, las tendencias, las posibilidades que están latentes en la sociedad. El papel de un revolucionario, de un activista, de un intelectual orgánico es básicamente eso, no es tanto exprimir el cerebro para encontrar la fórmula exacta, sino tener el cerebro abierto para aprender a sorprenderse con las cosas nuevas que surgen y saber encontrar en esas cosas nuevas que surgen las opciones de alternativa, evidentemente, el intelectual, el académico tendrá mayores posibilidades de armar el esquema de publicitar, de volver inteligible, de hacer pedagógico, podemos tener esa habilidad, pero no podemos inventarnos.

El mundo posible no ha de ser un invento, el mundo posible ha de ser una tendencia, unas luchas, unas ideas, unos frutos y unas acciones que están latentes y nosotros a lo más que podemos aspirar es a darle cuerpo, a articularlo, a visibilizarlo, a expandirlo y entregar lo que podamos la pasión, el tiempo y la vida, por eso que consideramos que es posible, necesario y real.

Miércoles, 28 de Octubre de 2015

Buscar …

NODAL Universidad

Nodal Cultura

logo_fila

SURAMÉRICA

CENTROAMÉRICA

CARIBE

SECCIONES

CONTACTO

índice

Álvaro García Linera realiza un balance de los últimos 15 años de transformaciones en América Latina

Perfil de Álvaro García Linera. Evo, el Estado y la Revolución

El copiloto de Evo Morales es, a su vez, uno de los teóricos políticos más originales de la región. Pablo Stefanoni traza el perfil de Álvaro García Linera, el vicepresidente más importante de la izquierda sudamericana: el marxista clásico que desafió a su biblioteca y hoy vive las tensiones de ser un intelectual que gobierna.

Fotos: Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia

La noche del 18 de diciembre de 2005, Álvaro García Linera regresó a su casa del barrio paceño de Sopocachi como quien retorna de su oficina tras un día normal de trabajo. Solo su falta de voz aparecía como una huella visible del hecho de la jornada: el histórico triunfo electoral que lo consagró como vicepresidente de Evo Morales. Además de llegar al Palacio Quemado junto al primer presidente indígena de la historia boliviana, e iniciar el “proceso de descolonización”,

García Linera comenzaba su propia transición personal: del intelectual político al político intelectual. En este caso, el orden de los factores sí altera el producto.

El nuevo elemento es el Estado. Ese Estado al que la izquierda quiere destruir, fortalecer o ignorar –a veces todo al mismo tiempo– de acuerdo a las corrientes y los contextos. Para García Linera,el Estado había sido, apenas una década atrás, la cárcel.Para Evo Morales,represión y erradicación de los cultivos de coca. Ahora los dos devenían Estado, junto a una masa de indígenas y campesinos que los aclamaba.

Después de varias idas y vueltas, Evo prefirió a Álvaro por sobre otras opciones -una candidata mujer, un empresario de Santa Cruz-que le llegaban de consejeros y opinadores. Se unían, entonces, el indígena combativo y el “hombre que sabe”.García Linera tardó en responder y finalmente aceptó. El resultado fue contundente: casi 54% de los votos en primera vuelta, el primer binomio en superar la barrera de 50% desde la recuperación de la democracia en 1982.

¿Qué estantes de la biblioteca mirar para este nuevo tiempo? Antes, en la acción política desde el llano,parecían bastar Marx, Negri, Wallerstein, Bourdieu o los teóricos de los movimientos sociales para encontrar líneas interpretativas.Ahora ya no alcanzan.

Garcia_Linera_1_derCualquier perfil político-intelectual de García Linera y cualquier análisis sobre el “peso de la responsabilidad” (Tony Judt) en su carrera política e intelectual deberá desanudar su vínculo con el Estado.Primero, como parte de la izquierda radical autonomista y antiestatal. Luego, como ideólogo de una nueva izquierda y “traductor” de los movimientos sociales a los ámbitos urbanos.Finalmente, como un vicepresidente sui géneris, por la duración de su mandato y por su protagonismo, que trasciende -con creces- la segunda magistratura del Estado y lo distingue de sus antecesores en el cargo. Al mismo tiempo, García Linera es, por momentos, un sociólogo haciendo una observación participante, que habla y escribe sobre esa magia estatal capaz de transformar ideas en materia.

Poca antes de ser electo vicepresidente, García Linera había estrenado departamento: una vivienda típica de la clase media paceña. Por entonces, tenía 43 años, el pelo casi blanco y solía vestir traje sin corbata. La casa nueva tenía heladera, la anterior no. Ubicada a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar,en La Paz hace frío. Incluso dentro de las casas. Más en la de García Linera: como es habitual en Bolivia, no había calefacción y las ventanas solían estar abiertas -¿un resabio de los cinco años de cárcel?-. Así, ya en su rol de intelectual público, García Linera solía dar entrevistas ataviado con sobretodo en su living. Muchos de sus visitantes se sorprendían al ver que barría o acomodaba la casa:entre las clases medias bolivianas lo habitual es, aunque la situación esté cambiando un poco, que lo hagan las empleadas domésticas. El frío, además, preservaba el yogurt, un producto infaltable en su dieta, que muchas veces compra él mismo en el supermercado. En ese departamento lleno de libros -se jactaba de tener 20 mil-, predominaba una estética monacal:sin adornos ni cuadros.

***

García Linera nació en Cochabamba, la zona valluna de Bolivia, en 1962. Su infancia y adolescencia estuvieron marcadaspor su madre Mary Linera.Su padre, militar, abandonó la escena familiar en los sesenta. Pero quien se animó a describir a Mary no fue Alvaro, sino uno de sus tres hermanos: Mauricio, médico neurólogo. “Ella es cochabambina neta, su padre era español, Linera de Calatrava. Es muy ‘pagada’ de sí misma, de su apellido”, le dijo al diario cruceño El Deber en 2013. También comentó que de chica “nunca llevó dinero consigo, cuando compraba algo solo firmaba, luego su abuela mandaba cancelar sus gastos porque una dama no debía manejar dinero”. Ese panorama cambió abruptamente con la separación:para cuando nació su hijo menor, el actual vicepresidente, Mary había dejado ese estilo de vida aristocrático y era una mujer que luchaba por sobrevivir y sostener a la familia.

En clave bourdiana, García Linera destacó en una entrevista el esfuerzo de su madre por “invertir en capital cultural para sus hijos”. Así pudo estudiar, becado, en el prestigioso colegio San Agustín. Sin embargo, pasada la mitad de su secundario se fue a La Paz, sin su madre. Allí, según dice, “templó su carácter” y se vinculó aún más con las pasiones políticas del momento. A los 18 años viajó a México a estudiar Matemática. En el Distrito Federal conocería a Raquel Gutiérrez Aguilar, una estudiante mexicana que colaboraba en grupos de solidaridad con El Salvador.Más tarde,se convertiría en su esposa y compañera de reflexión teórica y aventuras políticas en el Altiplano boliviano. Hoy recuerda la capital mexicana como un “paraíso libresco”. Allí se interesaría por las luchas guerrilleras en Guatemala, especialmente por su incorporación de la variable indígena (la visión étnica-nacional) que siempre fue esquiva para la izquierda boliviana y se convertiría en una de sus obsesiones. Lo desvelaba la pregunta por cómo articular marxismo e indianismo, mineros con indígenas.

***

Garcia_Linera_2_izqCon Raquel Gutiérrez fecundaron todo un proyecto de intervención política.Lo hicieron desde posiciones casi marginales, centrados en la polémica con las corrientes tradicionales del marxismo, con la actitud y el lenguaje de los jóvenes inconformistas que asumen una radicalidad despectiva y refundacional. “Regresamos con una idea: nosotros somos de izquierda, pero esta izquierda no sirve. Éramos muy pocos y prácticamente nadie nos hacía caso”, reconocería más tarde. Aun así, el trabajo era intenso y la vida estaba puesta en ello. Como adolescente, García Linera nunca tuvo afiches del Che en su habitación. Cuba no era, tampoco, su meca romántica. Su fetiche era Marx: no el de las fotos, sino el de los libros.

—Yo veo dos grandes flujos que han permitido formar nuestro pensamiento, nuestro compromiso político y la orientación de nuestras investigaciones –dijo en un diálogo con el periodista Sandro Velarde junto a Raquel, en 1999–. Uno es el marxismo, pero no el marxismo que manejaba gran parte de la izquierda boliviana;desde mis 18 años yo veía con un desprecio

memorable a toda esa fauna de siglas de la izquierda (PC, POR, PC-ML, ELN, PS-1, MIR) por la ignorancia, el esquematismo y el carácter rígido de ese pensamiento. La otra corriente que me influyó es el indianismo-katarismo que emergió en los años 70, que me permitió conocer la parte oculta, sustancial y verdadera del país, la que tiene más fuerza, y luego teorizar sobre sus potencialidades políticas.

Del ala radical de esta corriente provenía el dirigente campesino Felipe Quispe Huanca. Desde su regreso a Bolivia en 1984, la pareja García-Gutiérrez trabaría una alianza estratégica con él que derivaría en la Ofensiva Roja de los Ayllus Tupakataristas. En ese nombre buscaban articular comunitarismo (ayllus, que son las comunidades aymaras), marxismo (roja) e indianismo: Túpac Katari fue parte de la rebelión anticolonial de Túpac Amaru en el siglo XVIII.

Formaron, entonces, un pequeño grupo de discusión y propaganda que organizaba cursillos, participaba de ampliados sindicales y publicaba libros de intervención con fuertes críticas a las izquierdas de entonces–incluso a las radicalizadas- a las que acusaban de no superar el horizonte del nacionalismo de los años 50 y del estatismo burgués.

Eran años de crisis del movimiento obrero minero (la minería estatal fue casi cerrada y sus trabajadores despedidos) y de la izquierda tras el fracaso del gobierno de la Unidad Democrática y Popular en los 80, que acabó en hiperinflación. En ese marco, la reactualización del marxismo parecía una tarea más importante aún.Y como ideólogo de la Ofensiva Roja, Álvaro adoptó el nombre de guerra Qananchiri (el que clarifica las cosas).

Pero la Ofensiva Roja no se quedó ahí. Buscó transitar la vía armada mediante el Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK). García Linera y Gutiérrez Aguilar no se cansan de aclarar que querían alentar la rebelión social y que no buscaban imitar al foquismo latinoamericano, que en Bolivia tuvo como trágico resultado el asesinato de Ernesto Che Guevara en octubre de 1967 y, más tarde, la no menos desastrosa guerrilla de Teoponte.

—El EGTK bregaba por la preparación de un levantamiento general mediante una red de politización de las comunidades que tomara el territorio y desconociera el otro poder(estatal-colonial). Nuestro modelo era Túpac Katari, no el foquismo; la meta era cercar las ciudades y tomar el poder apoyados por el movimiento obrero.

El EGTK nohizo secuestros. Más tarde, sería acusado de haber volado algunas torres eléctricas y de haber asaltado un camión de caudales con los sueldos de los empleados de la universidad. Estrictamente, el grupo nunca combatió. El armado político-militar era precario y la época (fines de los 80, comienzos de los 90) impropia para aventuras de esa naturaleza.

Así, en uno de sus viajes a La Paz, en 1992, García Linera fue capturado por la policía, que ya venía acumulando datos de inteligencia. Tenía treinta años. Algunos ya habían caído.Los otros también caerían: Raquel, su hermano Raúl (también detendrían a Mauricio) y su cuñada, además de Quispe.De pronto, Mary Linera se encontró con sus hijos encarcelados por “terrorismo”. Según cuentan, jamás derramó una lágrima. Luego de una primera semana en la que denunció torturas, el traslado a la cárcel de Chonchocoro -a 4000 metros de altura, en pleno yermo altiplánico- le brindó a García Linera un espacio para leer y pensar.El vice contó que allí aprendió a “saber esperar” el momento, a “bailar con el tiempo”.

—Nos adelantamos diez años –fue su conclusión respecto al fracaso del EGTK.

Garcia_Linera_3_col***

Tras su salida de la cárcel en 1997, con libertad condicional, García Linera apostó al trabajo universitario. Como sociólogo, uno de sus campos de estudio fue la reconfiguración de la clase y las identidades obreras tras la crisis minera y la acción colectiva de los movimientos sociales.

Al mismo tiempo, empezó a ocupar un lugar en los medios. Primero, muy modesto, en el canal universitario.Luego, como panelista del programa El Pentágono, con amplia repercusión entre los generadores de opinión pública.

—Sabía que debía hablar en televisión, porque ahí se decide el sentido común–dijo en una entrevista con el líder de Podemos, Pablo Iglesias, en Madrid.

Al mismo tiempo, junto a Luis Tapia, Raúl Prada Alcoreza, Oscar Vega y Raquel Gutiérrez, García Linera constituyó el grupo Comuna, que comenzó a organizar debates abiertos y a publicar una serie de “libros urgentes”. La situación comenzaba a ser diferente: acontecimientos como la Guerra del agua en Cochabamba, en 2000, cambiaron el ciclo de derrotas iniciado en 1985 por nuevas victorias populares y pusieron en juego formas flexibles de organización y acción colectiva que convocaban a entender estos nuevos fenómenos en claves distintas a las de la izquierda tradicional, con una combinación de instrumentales académicos y político-ideológicos.

Para ese tiempo, la mezcla de profesor universitario y analista mediático sofisticado le había dado a García Linera un nuevo aire de respetabilidad que había borrado, en parte, el mote de “terrorista” bajo el que había sido encarcelado. Raquel Gutiérrez, en libertad condicional, huiría luego a México.

La meta de Comuna era clara: realizar un ejercicio teórico-político capaz de aprehender los cambios en la sociedad boliviana que habían hecho decaer la centralidad minera y la emergencia de formas de acción colectiva que desafiaban el análisis político y social, pero también las formas de hacer política desde la izquierda. Las vertientes para este ejercicio iban desde René Zavaleta (un sociólogo marxista boliviano que vivió en México) e Immanuel Wallerstein hasta la sociología y la filosofía crítica francesa (Michel Foucault, Pierre Bourdieu, Jacques Rancière) pasando por el marxismo crítico, los textos menos conocidos de Marx (como los Cuadernos Etnológicos), el autonomismo italiano de Antonio Negri y la moderna sociología estadounidense de la acción colectiva. Algunos de sus miembros se apoyaron también en Gilles Deleuze, Félix Guattari o Jacques Derrida.

Uno de los artículos que resume mejor su pensamiento de entonces es “Sindicato, multitud y comunidad. Movimientos sociales y formas de autonomía política en Bolivia”, publicado en Tiempos de Rebelión (2001). García Linera se proponía como una suerte de “intelectual-traductor” entre el mundo indígena-rural y el urbano, en un contexto en el que aún resultaba difícil entender las recomposiciones políticas en marcha, a menudo surgidas de reuniones y congresos sindicales en aisladas regiones ubicadas a centenares de kilómetros de las grandes ciudades. También los integrantes del grupo Comuna fungieron de intérpretes de la realidad boliviana hacia el exterior: sus textos fueron profusamente citados en los trabajos que, en mayor número, comenzaron a ocuparse de Bolivia –con más o menos romanticismo– en Europa y América Latina.

Más tarde, como figura ya bastante conocida,ampliaría su audiencia al sumarse al noticiero del canal PAT como analista de la coyuntura diaria. Por ese tiempo empezó a vincularse también de forma más estrecha con Evo Morales –por ese entonces diputado y líder del MAS–y comenzó a asesorarlo informalmente. Esto lo hizo, sin embargo, sin romper con Felipe Quispe: hasta entonces, García Linera había estado más cerca del mundo aymara que de los cocaleros del Chapare,en el trópico de Cochabamba. Es más, hasta último momento buscó la imposible unidad entre los caudillos indígenas. Mientras que Evo Morales lideraba un proyecto nacionalista de izquierda, asociado al movimiento cocalero –y de hecho no habla bien ni quechua ni aymara–, Quispe tenía su fuerza en el Altiplano y su discurso se centraba más en la identidad aymara con tonalidades por momentos secesionistas respecto a la “Bolivia colonial”.Y como en El Proceso de Kafka, la historia reservó la puerta para uno: el campesino cocalero. Cuando García Linera aceptó acompañarlo como su vice, Quispe lo consideró una traición política y personal. De eso se vengaría en varias entrevistas, donde no ahorró descalificaciones personales:

—García Linera no es aymara, viene de una familia de virreyes y condes, es un ignorante de nuestra cultura política; lo teníamos ahí como un papagayo que no sabía hablar nuestro idioma, movía los ojos, se reía como un zonzo–dijo en una de ellas.

Garcia_Linera_4_caja

***

—Algunos dicen que en vez de sangre tengo hielo en las venas –bromeó en una oportunidad García Linera, ya desde la Vicepresidencia.

Eso posiblemente ayude a explicar la poderosa y duradera dupla que armó con Evo Morales, ya que nunca es fácil el vínculo con líderes históricos de ese calibre. No sería sencillo encontrar una experiencia semejante entre los presidentes nacional-populares de los años 50 o actuales.En general, los vicepresidentes fueron cambiando: así pasó con Perón, Paz Estenssoro, Chávez o Kirchner.Contribuyó a ello, sin duda, que García Linera siempre mostrara a Evo como el líder indiscutible, e incluso teorizó sobre el evismo como “lo nacional-popular en acción”. En algunas ocasiones habló también del “Tata Evo”, que remite a una suerte de padre, frente a los campesinos. Siempre repitió que su lucha era para que un indígena llegara al gobierno, lo cual lo coloca, naturalmente, en ese segundo lugar.

García Linera está en casi todas las reuniones importantes, se ocupa de áreas del Estado y funciona como una verdadera dupla con el Jefazo, con el Número 1. Un copiloto. Su mandato vence en 2019, aunque un plebiscito ya convocado para febrero de 2016 decidirá si Morales-García Linera pueden volver a postularse.

El hielo de García Linera no le impide ser extremadamente seductor en las entrevistas o con sus invitados. Tampoco el uso del “exabrupto” como arma política calculada, como cuando en septiembre de 2006, en medio de la pelea con las élites autonomistas cruceñas, dijo desde Omasuyos que en esa combativa región aymara -cercana al lago Titicaca- “aprendimos a amar y a matar en defensa de la patria y de los recursos naturales”. O cuando le dijo a una periodista “Yo me veo como uno de los últimos jacobinos de la Revolución Francesa y veo a Evo como Robespierre”. Algunos opositores se imaginaron la guillotina en la plaza Murillo. En esa etapa robespieriana el “Estado revolucionario debía defenderse de sus enemigos”.

Pero más allá de estos comentarios, dichos en contextos específicos de la lucha política, García Linera recuperó a autores ajenos a su momento autonomista como Lenin o Gramsci, que sin duda remiten al Estado, a la construcción de hegemonía y, en el primero de ellos, a la gestión del poder. “Las obras completas de Lenin son mis libros de cabecera”, dijo en una conferencia de 2012 en la Universidad de las Madres.

En una entrevista que le hicimos con Maristella Svampa en 2007, García Linera dijo: “Este es el primer gobierno que, en siglos, se preocupa por la construcción de un Estado en el sentido

weberiano y hegeliano del término, como representación de la voluntad y los intereses generales de la sociedad”.

Y habló de la proyección estatal de los proyectos político-éticos del movimiento social en sus etapas de movilización, cuando se definen horizontes generales del país. Es en ese sentido que emerge la fórmula del “gobierno de los movimientos sociales” en Bolivia que, en verdad, opera en una doble vía: estos permean/democratizan al Estado y este los “estataliza” parcialmente. El Estado aparecerá, entonces, como la posibilidad de sedimentar los cambios favorables en las correlaciones de fuerzas, frente al previsible reflujo de los movimientos sociales. De allí la importancia de la nueva Constitución.

Del Marx societalista o comunalista al Hegel estatalista, del Negri autonomista al Weber de la burocracia virtuosa, se dibujaba, así, una elocuente parábola teórico-política a la que no parecen ajenas las astucias nacional-populares tan vigentes en Bolivia y en América Latina. Este “giro hegeliano” se vincula a las dificultades que los movimientos sociales encontraron para pasar de la productividad de la “forma comunidad” para rebelarse -como tecnología de la insurrección- a la posibilidad de que aparezcan formas comunitaristas de gestión y producción de la riqueza, que actúen como germen de un nuevo orden social.

—Ahí vino la pelea con varios de los compañeros acerca de qué cosa era posible hacer. Cuando entro al gobierno lo que hago es validar y comenzar a operar estatalmente en función de esa lectura del momento actual. (…) Apoyar lo más que se pueda el despliegue de las capacidades organizativas autónomas de la sociedad. Hasta ahí llega la posibilidad de lo que puede hacer un Estado de izquierda, un Estado revolucionario.

Garcia_Linera_5_izqDe este momento más “realista” surgió también el concepto de “capitalismo andino-amazónico” que, según García Linera,“no le hace concesiones a los radicalismos idealistas con los que se ha querido leer el proceso actual” y parte de la constatación de que “el socialismo no se construye por decreto ni por deseo, se construye por el movimiento real de la sociedad. Y lo que ahora está pasando en Bolivia es un desarrollo particular en el ámbito de un desarrollo general del capitalismo”.

—El posneoliberalismo es una forma de capitalismo, pero creemos que contiene un conjunto de fuerzas y de estructuras sociales que, con el tiempo, podrían devenir en poscapitalistas.

Sin lugar a dudas, García Linera puede apoyarse en el resonante fracaso de los llamados “socialismos reales” para sostener que el mercado no puede abolirse por decreto. Las oscilaciones, las tensiones, e incluso las ambigüedades, que pueden identificarse en su discurso tienen su correlato en la ausencia de cualquier experiencia histórica -o de cualquier formulación teórica-para las cuales un Estado debiera trabajar en el sentido de su propio debilitamiento. Adicionalmente, como ha mostrado el libro de Vincent Nicolas y Pablo

Quisbert –Pachakuti, el retorno de la Nación– el Estado plurinacional es, por lejos, la experiencia de construcción de “Estado nacional” más exitosa de la historia boliviana. Allí operan también las astucias de la modernización capitalista, que enervan a quienes buscaban paraísos más emocionantes.

***

En su biografía oficial, en la página de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, García Linera se define como un “marxista clásico”. En estos años, fue invitado por numerosas universidades a dar conferencias –que suelen ser multitudinarias–, recibir doctorados honoris causa y, en el marco del ciclo “Pensando el mundo desde Bolivia”, compartió estrados con numerosos intelectuales extranjeros (Negri, Žižek, Laclau, Harvey y un largo etcétera). Sigue escribiendo: la página web de la Vicepresidencia permite ver su producción de esta etapa gubernamental, además de algunas reediciones de libros anteriores. En cada viaje, suele escaparse a comprar libros, muchas veces de manera compulsiva, mirando en cada estante de las librerías, libro por libro, con la misma curiosidad del veinteañero que vivía en México. Sus asistentes de seguridad ya están acostumbrados.

Si las agendas de investigación de García Linera fueron dictadas, en una primera instancia, por las necesidades de la lucha política (como intelectual militante), más tarde, y sin perder esta perspectiva, su trabajo se inserta de manera más sostenida en el campo académico, con la autonomía y las reglas de juego que conlleva, para finalmente, recalar en la política institucional en una nueva y tensa articulación entre praxis política e intelectual.

Al mismo tiempo, el vice se fue transformando en un personaje público en otros aspectos, más mundanos. En 2006 la prensa habló sobre algunos encuentros en lugares públicos con la Miss Bolivia Desirée Durán. Años más tarde, en 2012, su casamiento con la joven periodista Claudia Fernández fue uno de los grandes eventos del año. La boda se realizó en el pueblo de Tiwanaku, sede de una cultura preincaica, que incluyó una ceremonia andina.El hecho mereció un suplemento especial en el periódico paceño La Razón. Ese mismo diario publicó, en enero de 2015, un artículo titulado “El marxista que halló su cable a tierra” en el quese dice que su departamento “luce rejuvenecido” y que ahora debe “gastar la mitad de su sueldo en pequeños detalles”. Esa nota también revela uno de sus hábitos, que a veces desconcierta a los camareros: tomar agua tibia.

— ¿Pero no prefiere un té o un café? –suelen insistirle.

Quizás para romper con la imagen del hombre con hielo en las venas, el 21 de septiembre sorprendió a su esposa con el envío, al noticiero donde ella trabaja, de un ramo de flores y un poema que fue leído en vivo. Ella respondió con lágrimas de emoción y le dijo, desde la pantalla, “Te amo Álvaro”.

***

En estos años, el gobierno de Evo Morales ha evidenciado una tensión entre, por un lado, los discursos sobre la Pachamama, el “vivir bien” y la armonía con la naturaleza y, por el otro, los imaginarios y políticas desarrollistas que forman parte del núcleo duro del proyecto, que incluso habla de “ambientalismo colonial”. García Linera la incluye entre las “tensiones creativas de la revolución”. El conflicto por la frustrada construcción de una carretera en el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) en 2011 fue para algunos una pequeña Kronstadt boliviana. Claro que, a diferencia de la masacre bolchevique contra los marineros disidentes, en este caso la represión no provocó muertos. Pero sí fue, en cierto sentido, la muerte simbólica del paraíso del alterdesarrollismo –para unos, una necesidad; para otros, una utopía sin actores que la impulsen–. Algunos intelectuales, como el ya mencionado Raúl Prada o el ex viceministro de Tierras Alejandro Almaraz, se alejaron y pasaron a la oposición, proclamando la necesidad de “reconducir el proceso de cambio”.

Garcia_Linera_6_der—El último jacobino se inviste de Robespierre, pero del Robespierre de la época del terror. Acusa de derechistas a quienes se oponen a sus proyectos delirantes de industrialización, a sus formas elitarias y cupulares de tomar decisiones, al procedimiento grupal de redactar leyes y decretos sin consulta popular, mandando a obedecer a parlamentarios que tienen la obligación de levantar las manos y aprobar –escribió Prada, quien ocupó los cargos de asambleísta constituyente y viceministro de Planificacción Estratégica.

Más recientemente, un grupo de intelectuales, entre quienes se encuentran la argentina Maristella Svampa y Raquel Gutiérrez –distanciada políticamente de su ex esposo casi desde el inicio de su mandato en 2006–, firmaron una carta pública en la cual expresaron su preocupación “por las acusaciones y amenazas de expulsión” lanzadas por el segundo mandatario del país contra cuatro organizaciones no gubernamentales (ONG) a las que acusó de mentir. “En virtud de ello –agregaba la carta–, en nombre del pensamiento crítico que usted mismo dice representar, quisiéramos hacer un llamado a la reflexión. Como bien sabe el vicepresidente, la disidencia o la crítica intelectual no se combate a fuerza de censura y efecto de amenazas y descalificaciones, sino con más debate, más apertura a la discusión política e intelectual; esto es, con más democracia”.

García Linera respondió con otra carta, en la que niega querer echar a esas ONG bolivianas,defiende el derecho de ellas “a mentir” y señala que “no existe autoritarismo en Bolivia y lamenta que los intelectuales hayan sido utilizados por cuatro ONG (y por la derecha) en su intento de simular una imagen autoritaria de uno de los países más democráticos del mundo”.

Las tensiones entre pensamiento crítico y necesidades de “la revolución” están siempre presentes. Así, en una oportunidad el actual vicepresidente invitó a los “librepensadores” –

especialmente a los que tienen responsabilidades parlamentarias– a abandonar el proceso de cambio. “Los compañeros que no quieren aceptar este centralismo democrático y esta construcción de consensos, pueden retirarse, no hay ningún problema, tienen el derecho a no aceptar, pero una vez que aceptan las reglas no es ni un grupo de amigos ni somos librepensadores, somos revolucionarios”. La semana pasada, desde Quito, habló de la “izquierda perfumada” y de los “pseudoizquiedistas de cafetín” refiriéndose, sobre todo, a sectores de las izquierdas ambientalistas críticas del extractivismo, a las que acusó de no entender las dinámicas populares.

En uno de sus últimos artículos–basado en una conferencia reciente que dictó en la Sorbona– el vicepresidente boliviano recupera al marxista heterodoxo greco-francés Nicos Poulantzas para repensar el camino al socialismo democrático como una combinación de democracia representativa y poder popular, y pensar el Estado como campo de lucha. Sin olvidar a Lenin y Gramsci. Un tema de la actualidad es cómo incorporar exopositores sin desvirtuar el proyecto original; el momento gramsciano del proceso de cambio. Pero también dos problemas históricos para las izquierdas son los de la eficiencia y la burocratización del Estado. Como muestra Moshé Lewin en su libro El último combate de Lenin, esos dos problemas estuvieron entre las últimas obsesiones del líder soviético antes de su temprana muerte. Fue un combate, en parte, contra su propia obra y sus derivas.

En suma, son los pares descolonización/modernización; Estado/autonomía social; centralización/dispersión del poder, realismo/utopía, ideología/pragmatismo, responsabilidad/librepensamiento, organicismo/pluralismo, los que marcan líneas de tensión.

El propio vicepresidente vive las suyas propias no solo como teórico, sino también como figura histórica –tensiones inevitables, más aún después de casi una década en el poder– entre el intelectual y el político, y entre el político y el intelectual. Las tensiones de quienes han “traicionado” el mandato ideal de Julien Benda sobre el rol de los clercs –grandes intelectuales- como conciencia moral, que los pretende alejados del barro de las pasiones y las luchas políticas inmediatas.

Aunque en su discurso se autorrepresente como un sujeto libre, era inevitable que aparezca preso de antinomias que la historia aún no ha logrado resolver. Pues las disputas entre la autoemancipación colectiva de la sociedad y el poder estatal revolucionario son parte de las “tensiones creativas” –y también de los dramas– de todos los procesos revolucionarios del siglo XX. En esos pliegues se va a definir también el devenir del actual y complejo proceso de cambio que transita Bolivia

García Linera: “Bolivia muestra que es posible otro camino, es posible nacionalizar”

Jueves, 18 diciembre, 2014, 9:30Destacada, Latinoamérica Comentar

El vicepresidente Álvaro García Linera afirmó el martes que no se necesita entregar la soberanía de los recursos fundamentales de un país para tener inversiones y tecnología para su desarrollo, en el marco de una entrevista concedida a CNN en México.

“No se necesita entregar la soberanía de los recursos fundamentales para tener inversión y tecnología”, dijo García Linera, quien fue invitado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para brindar una conferencia sobre el proceso boliviano en el marco de la crisis civilizatoria contemporánea.

García Linera, que cumple una nutrida agenda en ese país, dijo que Bolivia muestra otro camino para el desarrollo, con la nacionalización de sus recursos y la vinculación con empresas extranjeras para la prestación de sus servicios.

“Bolivia muestra que es posible otro camino, es posible nacionalizar, tener vínculos de servicios con empresas extranjeras”, sostuvo a tiempo de informar que la inversión extranjera superó los niveles registrados cuando el país era sometido a la privatización.

“La inversión extranjera en Bolivia el año 2013 y 2014 ya superó a barrera del año 2001 cuando se vendieron y se privatizaron (las empresas)”, aseguró.

El Vicepresidente boliviano dijo que Bolivia no regresó a la vieja economía autárquica y de sustitución de importaciones, sino actúa de forma inteligente sin someterse al mundo globalizado.

Resaltó que fruto de ese proceso, el país tiene una economía expansiva que alcanza a un promedio de 5,5% en los últimos ocho años, debido a la nacionalización de los recursos, que permite una redistribución de la riqueza que ha dinamizado la economía y generó una confianza en el mercado interno.

Por otra parte, resaltó la indianización del Estado como uno de los pilares básicos de la estructura social política y económica en la transformación de Bolivia, a partir del Gobierno del presidente Evo Morales.

“Uno recoge esta existencia de lo indio en la estructura del poder, el 49% de la burocracia del estado es indígena. Tiene usted presidente, ministros, gobernadores, alcaldes indígenas, tiene una estructura jurídica paralela a la justicia ordinaria”, explicó entre otros puntos.

ABI

Inicio » Destacada, Latinoamérica » García Linera: “Bolivia muestra que es posible otro camino, es posible nacionalizar”

García Linera: “Bolivia muestra que es posible otro camino, es posible nacionalizar”

Jueves, 18 diciembre, 2014, 9:30Destacada, Latinoamérica Comentar

El vicepresidente Álvaro García Linera afirmó el martes que no se necesita entregar la soberanía de los recursos fundamentales de un país para tener inversiones y tecnología para su desarrollo, en el marco de una entrevista concedida a CNN en México.

“No se necesita entregar la soberanía de los recursos fundamentales para tener inversión y tecnología”, dijo García Linera, quien fue invitado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para brindar una conferencia sobre el proceso boliviano en el marco de la crisis civilizatoria contemporánea.

García Linera, que cumple una nutrida agenda en ese país, dijo que Bolivia muestra otro camino para el desarrollo, con la nacionalización de sus recursos y la vinculación con empresas extranjeras para la prestación de sus servicios.

“Bolivia muestra que es posible otro camino, es posible nacionalizar, tener vínculos de servicios con empresas extranjeras”, sostuvo a tiempo de informar que la inversión extranjera superó los niveles registrados cuando el país era sometido a la privatización.

“La inversión extranjera en Bolivia el año 2013 y 2014 ya superó a barrera del año 2001 cuando se vendieron y se privatizaron (las empresas)”, aseguró.

El Vicepresidente boliviano dijo que Bolivia no regresó a la vieja economía autárquica y de sustitución de importaciones, sino actúa de forma inteligente sin someterse al mundo globalizado.

Resaltó que fruto de ese proceso, el país tiene una economía expansiva que alcanza a un promedio de 5,5% en los últimos ocho años, debido a la nacionalización de los recursos, que permite una redistribución de la riqueza que ha dinamizado la economía y generó una confianza en el mercado interno.

Por otra parte, resaltó la indianización del Estado como uno de los pilares básicos de la estructura social política y económica en la transformación de Bolivia, a partir del Gobierno del presidente Evo Morales.

“Uno recoge esta existencia de lo indio en la estructura del poder, el 49% de la burocracia del estado es indígena. Tiene usted presidente, ministros, gobernadores, alcaldes indígenas, tiene una estructura jurídica paralela a la justicia ordinaria”, explicó entre otros puntos.

ABI