Alonso L E Crisis de La Sociedad Del Trabajo y Ciudadania 1999

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 7 Crisis  de  la  sociedad  «E l  peligro s e  sitúa  en  el riesgo de  pudri- miento d e  la s  condiciones  de  la democracia, del  trabao  qu e  se  produce  a partir  d e la pulverizaci ón i Y  de  la condición salanal.  U n  numero crecien - ciudadan l a:  una  te  de  personas  se  ve n  obligadas  a  vivir  en una especie  de  cultura d e  lo  aleatorio» reflexión entre  Roben Castel lo  global  y  lo  local 1 Introducción E iile;stos  últimos años  venimos  asis - do  al  cuestionamiento  del  valor trabajo  como  eje  central  de las Luis  Enrique  Alonso  sociedades  contemporáneas.  Sin embargo,  este  ____ _____ _  cuestionamiento  del  trabajo  esconde  tras  de sí  un a  pregunta  inmediata:  ¿D e qu é est am os hablando cuando hab lamos  de  trabajo?,  po r - que,  evidentemente,  el  trabajo  no es un  hecho universal  que signifique  lo mismo en  cualquier sociedad,  en  cualquier  tiempo  y en  cualquier cultura.  El  trabajo  es  una construcción  social, está referido a un  contexto histérico,  a un a cu l - tura  concreta,  a unas  experiencias  y a un modo de  vida  de  los  sujetos,  así  como  a un  sistema de  relaciones  simbólicas  qu e s e  desarrollan en su  entorno.  Por  lo tanto,  habría que responder a la pregunta  sobre el  trabajo  del  qu e estamos hablando  — y ,  también,  cuando  hablamos  del fin al del  trabajo—,  refiriéndonos  a  un  trabajo históricamente  concreto,  al  trabajo ta l  como se construyó  en  la  época  fordistajkeynesiana, después  de  la  Segunda Guerra  Mundial,  cuan - do el  propio  concepto  de  ciudadanía  y el  co n - cepto del  trabajo  s e  hermanaban  en  una socie - da d  laboral  que hacían  del  derecho público  al trabajo  el  centro  de sus  propias  convicciones sociales. Sin  embargo,  este  modelo  de  vida  laboral caracterizado  por  la  estabilidad  y  por  la  n o r - malidad productiva, por la ciudadanía salarial, así  como  por el  esfuerzo colectivo  y  político dirigido alograr  el plen o emp leo, en estos  últi - mos años  se  ha  venido  transformando, como es  evidente,  de  mane ra not ab le. Tod a una serie de  acontecimientos que  tienden  a  romper  y  a fragmentar  la  rela ció n sal aria l ford ista,  nos hacen  presenciar  un a  valoración  del  trabajo totalmente  diferente  a la  de ese  período  histó - rico al  que nos  referimos,  hoy,  ya  como  la  era del  consenso  keynesiano.  Hasta tal  punto  que Luis Enrique Alonso.  Universidad Autónoma de  Madrid. Política  y  Suciedad,  31(1999),  Madrid  (PP.  7-35)

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Crisis de la sociedad «El peligro se sitúa en el riesgo de pudri-miento de la s condiciones de la democracia,

del trabao que se produce a partir de la pulverizacióniY de la condición salanal. Un numero crecien-ciudadan la : una te de personas se ven obligadas a vivir en

una especie de cultura de lo aleatorio»reflexión entre Roben Castel

lo global y lo local1

Introducción

E iile;stos últimos años venimos asis-do al cuestionamiento del valor

trabajo como eje central de las

Luis Enrique Alonso sociedades contemporáneas. Sin embargo, este ____________________________  cuestionamiento del trabajo esconde tras de sí 

una pregunta inmediata: ¿De qué estamoshablando cuando hablamos de trabajo?, por-

que, evidentemente, el trabajo no es un hechouniversal que signifique lo mismo en cualquiersociedad, en cualquier tiempo y en cualquiercultura. El trabajo es una construcción social,está referido aun contexto histérico, a una cul-tura concreta, a unas experiencias y a un modode vida de los sujetos, así  como a un sistema

de relaciones simbólicas que se desarrollan ensu entorno. Por lo tanto, habría que respondera la pregunta sobre el trabajo del que estamoshablando — y , también, cuando hablamos delfinal del trabajo—, refiriéndonos a un trabajohistóricamente concreto, al trabajo tal como seconstruyó en la época fordistajkeynesiana,después de la Segunda Guerra Mundial, cuan-do el propio concepto de ciudadanía y el con-

cepto del trabajo se hermanaban en una socie-dad laboral que hacían del derecho público al

trabajo el centro de sus propias conviccionessociales.Sin embargo, este modelo de vida laboral

caracterizado por la estabilidad y por la nor-malidad productiva, por la ciudadanía salarial,así  como por el esfuerzo colectivo y políticodirigido alograr el pleno empleo, en estos últi-mos años se ha venido transformando, comoes evidente, de manera notable. Toda una seriede acontecimientos que tienden a romper y afragmentar la relación salarial fordista, nos

hacen presenciar una valoración del trabajototalmente diferente a la de ese período histó-rico al que nos referimos, hoy, ya como la eradel consenso keynesiano. Hasta tal punto que

Luis Enrique Alonso. Universidad Autónoma de Madrid.Política  y Suciedad, 31(1999), Madrid (PP. 7-35)

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el trabajo del que hablamos en estos momen- Las diferencias de clase, de ideología, o, inclu-tos, el que vivimos en nuestro entorno, pasa so, de creencias religiosas no quedaban, nipor un frene proceso de fragmentación, de mucho menos, anuladas, pero sí  se limitabanindividualización y de desafiliación o de pér- porel propio concepto universalista, pluralista ydidade sus referencias y soportes instituciona- sustantivista de ciudadanía nacional. De estales; aspectos todos ellos que configuran tanto manera, la ciudadanía como valor de identidadel cuestionamiento de su centralidad social co- nacional, y como proceso en el que se refleja-mo su devaluación en cuanto objetivo político ban los individuos de una sociedad, tendía a ser-real, subordinado siempre al discurso de la vir de elemento de codificación ordenada de lascompetitividad y del mercado. En este sentido, diferencias. Laciudadanía, por consiguiente, enla ciudadanía «total» y «social» que surgió en su versión socialdemócrata — o demócrata radi-

la reconstrucción de la Segunda Guerra Mun- cal— era mezcla parcial de clases sociales, limi-dial, que tenía como centro y eje la idea de la tación de diferencias por compensación y redis-seguridad en el puesto de trabajo, los derechos tribución parcial, situación de integraciónde segunda generación (sociales y económi- mediante una combinación de libertades negati-cos), el máximo respaldo nacional de la nego- vas y positivas dentro de un Estado nacional

ciación colectiva —llegando incluso aconstitu- que lideraba el proceso de conversión —formal—cionalizarse o a convertirse en política de de las diferencias sustantivas en homogeneidadEstado— y la identidad entre trabajo y ciudada- normativa.nía, está, en estos momentos, radicalmente El orden productivo se articulaba, así, den-amenazada. tro de un modo de disciplina —como forma de

adaptación de los individuos a las formas ins-tituidas de rentabilidad del sistema económico,

1. Trabajo y ciudadanía: y de reproducción de las formas de podersocial— que entraba en un ciclo consensual yla vinculación keynesiana contractual ~. La ciudadanía social se construía

y mantenía — a la vez que reflexivamente cons-

U trula y ayudaba amantener— sobre un relativoa ciudadanía, tal como se desarrolló en consenso y sobre una relación moderadamenteeste período histórico, tendía a ser aconflictiva (o por lo menos dentro con unconsiderada un valor de inclusión conflicto fuertemente integrado y juridificado)

e integración social, una forma de construcción de las tradicionales clases sociales industria- jurídicay administrativa de la realidadcomuni- les, ya maduras, y de los nuevos grupos socio-tana que hacía que las diferencias se volviesen económicos (clases de servicio, grupos de téc-secundarias en la creación de un proyecto nicos y profesionales, grupos de identidadcomún nacional de soberanía, pero también de cultural) que o, bien, van haciendo su apari-bienestar. La ciudadanía, entonces, se convertía ción todavía de manera secundaria en la politi-no sólo en fuente de códigos de convivencia ca de clases, o bien, son integrados en el

política y en la más poderosa representación mismo consenso del bienestar y de la ciudada-social para fijar la identidad de los sujetos, tam- nia social normalizada. El trabajo se consti-bién se ampliaba hasta llegar a ser garantía de tuia, así, en el elemento central de esta ciuda-titularidades y de derechos económicos y so- danía social, y por lo tanto, como forma deciales a la recepción de un conjunto estandari- reconocimiento social servia de primer regula-zado de bienes y servicios públicos que norma- dor de los derechos y deberes de los individuoslizaba la ciudadanía nacional en sus aspectos dentro de la sociedad del bienestar.directamente materiales 2 Asimismo, el keynesianismo como filosofía

La ciudadanía, por tanto, en esta versión de social de la intervención del Estado en la eco-postguerra se planteaba, a la vez, como remedio nomía y de equilibrio parcial, pero programa-contra las desigualdades extremas, propias del do y efectivo, entre el ciclo económico y las

miserabilismo decimonónico, y como legitima- demandas de bienes públicos de la sociedad.ción definitiva de la desigualdad y de la funcio- Se tendía a ensanchar con ello los limites de lanalidad de las clases sociales industriales enla- ciudadanía, hasta conseguir que ésta se convir-zadas y pacificadas por un orden productivo. tiese en una comunidad social — y en cierta

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Crisis d e la s o cie d a d d e l trabajo y ciudadanía: una reflexión... 9

medida económica— asentada sobre los valores generaba una cultura del trabajo y un modo dede lo público y, a la vez, sobre la declaración, vida laboral que, por primera vez, aniculaba eldesde muy diferentes esferas políticas — que estatuto de nacionalidad ala recepción de bie-iban desde los gobiernos a los sindicatos y a las nes y de servicios públicos 6• La ciudadanía po-patronales— de los efectos positivos para la eco- lítica se completaba, ahora, añadiendo unanomía mercantil de una pactada y moderada dimensión esencial —ejercida mediante un am-redistribución positiva de la rentaentre los dife- plio conjunto de políticas sociales y de bienes-rentes grupos socioeconómicos que componían tar— y ésta es su dimensión material, dimensiónlas estructuras sociales de las naciones occiden- material que se asentaba sobre un equilibriotales. Aunque, luego, esta ciudadanía estaría inestable entre los grupos de interés económicolimitada y acotada casi siempre, de hecho, en y los de identidad laboral clásica. Además estasus efectos positivos reales, entre los diferentes ciudadanía material generaba efectos que ibanestratos internos de las clases medias

4. más allá de los valores de integración social yLa ciudadanía social se convertía, así, en el de legitimación del sistema productivo (y sus

elemento de identidad fundamental dentro de efectos normalizadores), posibilitaba, también,un juego de regulación que determinabanormas abrir un ampliocampo de actividad económica,y valores sociales paralelos y funcionales a los aprovechado, tanto para generar posibilidadesprocesos de acumulación económica. El modo de rentabilidad mercantil indirecta, como parade regulación fordista/keynesiano se componía, ampliar la ocupación de los recursos ociosos.entonces, de una faceta privada articulada en la La ciudadanía en el momento de la culmina-producción en masa y las normas de producción ción de la reforma social, tomada como mez-en cadena —así como en un conjunto de formas cía e integración de clases, hacía, por lo tanto,y estilos de consumo, también privados y estan- no que desapareciese «la cuestión social» o ladarizados, centrados en la composición de una diferencia de clases, sino que esta cuestión denueva norma de consumo de masas quetendía a clases se articulase dentro de esquemas regula-separar a la clase obrera del miserabilismo y el dos públicamente que servían como integradorpauperismo reinantes en su existencia durante fundamental de la lucha de los grupos de inte-

el siglo anterior— ; y de una faceta pública liga- rés. La ciudadanía social no suponía, de estada, fundamentalmente, a una regulación norma- manera, tanto la supresión de la lucha de da-

tiva de los procesos de uso de la fuerza de tra- ses como la forma que esta lucha tomaba den-bajo (basados en unacompleja red de elementos tro de un modo de regulación fordista/key-de desconflictualización de la producción nesiano. Los valores normalizantes de esteindustrial) y de la reproducción, públicamente modelo lograban, a su vez, que todas las dife-asistida, de la fuerza de trabajo mediante el rencias fuesen vistas como elementos secunda-suministro de bienes y servicios colectivos que nos de un problema central: el de la reproduc-servían tanto para la reproducción física de esa ción integrada y ordenada del trabajo y , porfuerza de trabajo, como para conformar un ello, tanto las subculturas del trabajo, comosubstrato material destinado a la creación de un aquellas derivadas de la formación de identi-

modo de vida laboral5 ordenado, estabilizado e dades, no estrictamente laborales, eran siem-integrado en los circuitos generales de la acu- pre unificadas por la gran cuestión de la ciuda-mulación económica. dania laboral y de la normalización pública,

En ese sentido, el trabajo, en la época del eran capaces de seguir extendiendo los dere-modo de regulación fordistalkeynesiano, tendía chos sociales y las políticas de bienestar a su-a ser el centro de una sociedad que articulaba jetos no directamente laborales, pero conside-en la ciudadanía un modo de integración cen- rados potencialmente laborales, o relacionadostrípeto y ordenado de la reproducción de la por diferentes vías con el mundo del trabajo,fuerza de trabajo, lo que hacía este proceso de con lo que al final eran incluidos en el pactoreproducción radicalmente diferente de los keynesíano.modos desordenados y paupérrimos de los Todas las conceptualizaciones que tratan de

anteriores períodos históricos de formación de describir esta época hacen hincapié, precisa-las clases obreras occidentales. Por lo tanto, la mente, en su tendencia a la normalización eciudadanía, en su faceta sustantiva, se conver- integración sociales; así, términos tales comotía en un normalizador socioeconómico que sociedad de nuevas clases medias, sociedad de

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lo Luis Enrique Alonso

consumo de masas, sociedad corporativa o so- lo que asentaba al trabajo como centro social yciedad organizacional, eran concepciones que reforzaba los elementos más progresistas de latrataban de señalar el carácter centrípeto que democracia liberal convirtiéndola, ahora, enadquirían las sociedades industriales tras el pe- democracia social.nodo de reconstrucción de los efectos devas- La reconstrucción social de la Segunda Que-

tadores de la Segunda Guerra Mundial. La con- rra Mundial, la superación de las clásicas cn-solidación de todos los procesos de integración sis de demanda y la situación geoestratégicamáxima de la relación salarial, en los esquemas mundial —división del globo en dos bloquesde reproducción y consumo mercantil, hacían antagónicos— asociadas indisolublemente a laque las culturas obreras tradicionales -culturas institucionalización de un modo de regulaciónde resistencia, ayuda mutua o de solidaridad fordista, habían transformado, de hecho, el Es-mecánica— quedasen prácticamente eliminadas tado liberal en un Estado social. Estado socialo, en gran parte, incluidas tanto en los códigos donde la socialdemocratización material de losde formación y desarrollo de la solidaridad modos de vida circunscribía también un pro-orgánica, expresados materialmente en el Esta- yecto de ciudadanía en el que los conflictos,do del bienestar y politicamente en el corpora- derivados del enfrentamiento de los actores

tismo societal, como en los códigos simbólicos sociales, siempre se resolvían acudiendo a po-de la cultura industrializada de masas. líticas de negociación colectiva y de redistni-

La construcción y asentamiento de una sóli- bución parcial, controlada y, en última instan-da ciudadanía social coincidía en los países cia, no disruptiva con la propia racionalidaddesarrollados — n o por casualidad como es evi- del sistema económico, tal como se había esta-dente—, con el primer desarrollo de una cultura blecido en sus procesos de regulación.del ocio y con un estilo de vida normalizado ycodificado por el consumo de masas. La limita-ción de las diferencias radicales y extremas queen el ámbito público trataban de hacerse tanto 2. Crisis del trabajo,por parte de los ingresos del Estado (impuestos crisis de la ciudadaníade alta progresividad sobre la renta y el patri-monio) como por el gasto público (políticas rsociales, sanitarias y educativas compensato- ~n este proceso de unificación, inte-rias y parcialmente redistributivas), integraban ~gración y articulación positiva de laslas realizaciones del Estado en el centro mismo diferencias de clase en una ciudada-de la sociedad. La nueva urbanización fordista nra conjunta nacional basada esencialmente enescribía, a su modo, sobre el territorio este mo- el pacto keynesiano, los valores legitimadores,do de regulación, desplegando toda una enor- como el bienestar y la seguridad en el modo deme red de infraestructuras y equipamientos vida, además de elementos fundamentales decolectivos que servían de base para la produc- integración ideológica, resultaron ser la salidación y el consumo privados. La ciudad  fordisw económica de la crisis mundial de los añoses así, también, mezcla: de público y de priva- treinta y cuarenta, y empujaron a los paisesdo, de producción en masa y de consumo occidentales hacia una senda de crecimientoestandarizado, de industria y de servicios, de sostenido con una cierta redistribución social yfabricación y de distribución comercial, de con una evidente limitación de las diferenciaswhite collars y de blue collars, es la ordenación materiales en un proceso de búsqueda grupal ydel territorio para acoger un sistema capitalista corporativa de equilibrios sociales visibles. Sinque ha superado la conurbación punitiva de la embargo, esta situación ha venido transformán-ciudad fabril decimonónica y el menesteroso dose radicalmente en la última década. Así, enmodo de vida de las masas de la época ‘~ De los últimos años la ciudadanía, como eje bási-este modo, el universo laboral basado en la cuí- co de articulación de la vida de los individuostura del trabajo estable, en la filosofía del pleno dentro de las naciones, ha venido deconstru-

empleo y en la centralidad de la relación sala- yéndose y fragmentándose; reduciéndose a unarial se expresaba políticamente en la realiza- fórmula cada vez más compleja en la que seción de una identidad básica y duradera entre quiebran presupuestos de tipo universal paraciudadanía nacional y trabajador normalizado, entrar en combinaciones particulares de dere-

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Crisis d e la s o cie d a d d e l trabajo y ciudadanía: u n a reflexión... 1 1

chos, cada vez más personalizados, diferencia- regulación y de reproducción social de los esti-dos y localizados. De hecho, puede apreciarse, los de vida laborales, esto es, una flexibilidadcon claridad, un movimiento neoconservador ofensiva, esencial y total.que pretende volver a colocar el concepto de Este orden reproductivo tiende, cada vezciudadanía en sus estrictos contenidos políticos más, a fragmentarse, individualizarse y auto-—centrándose en los esquemas tradicionales de nomizarse, desvinculando derechos políticosrepresentación política y de reconocimiento de de derechos sociales; fundamentando una ten-libertades— tendiendo, así, a perder, o por lo dencia de sobre-exposición de los individuos amenos a redimensionalizar y a seleccionar, los las dinámicas desocializadoras del mercado ~.

elementos que asociaban ciudadanía a derechos El trabajo queda, conello, en una situación desociales y a titularidades colectivas ~. desorden institucional y de desarticulación

En este sentido, el concepto de ciudadanía programada de sus modos de existencia; desocial está siendo desarticulado y esta desarti- manera que, vivimos una pérdida de ese «cen-culación está sirviendo para generar espacios tro laboral» de las sociedades occidentales. Sisocioeconómicos fragmentarios y diversos de el fordismo supuso una desocialización forza-reproducción de la fuerza de trabajo; perdién- da de los modos de vida comunitarios parare-dose, por ello, tanto los referentes universales socializar al trabajo en los esquemas normali-como las formas centralizadas de reproducción zados de producción y consumo en masa, elde la fuerza de trabajo -de las clases labora- proceso que estamos viviendo es un paso pa-les—, y, así, el modo de vida laboral fordista radójico de desocialización del trabajo estabi-(normalizado y normalizante) está siendo susti- lizado y normalizado y la reestructuración detuido por una multiplicidad de identidades su- éste en modos y estilos de vida yuxtapuestos,pralaborales, semilaborales y pseudolaborales. casi impermeabilizados, crecientemente dife-Identidades aisladas y yuxtapuestas, producto renciados —modos de vida que van desde de unde la autonomización de las lógicas sociales y nuevo pauperismo a una nueva opulencia— yde los modos de vida de cada uno de los seg- enlazados con dinámicas legitimadoras, cadamentos en los que se ha venido dividiendo el vez más desligadas de lo estrictamente pro-modo de vida laboral, ductivo, y de la relación salarial, y mucho más

Este hecho encuentra sus bases materiales cercanas a los aparatos simbólicos de controlen dinámicas ya muy conocidas: una fuerte social (estilos de vida, símbolos de status, dis-oleada de transformaciones técnicas y tecnoló- cursos massmediáticos).gicas lanzada como salida de la crisis de renta- En el modo de regulación postfordistalpost-

bilidad de los años setenta; un proceso de moderno, sucesivos elementos de desarticula-sobrecapitalización productiva llevado a cabo ción de la «normalidadlaboral» y del consumolimitando los procesos de redistribución so- homogeneizador de masas, con la creación decial; una relocalización de los elementos pro- modos de vida y estilos de consumo particula-ductivos de las plantas industriales a lo largo res -consumo personalizado, ampliación de lasde todo el planeta y, a la vez, de flexibilización gamas, segmentación de mercados, consumosde la propia estructura espacial y organizacio- distintivos y concretos adaptados a las nuevosnal de las empresas, utilizando disposiciones grupos sociales emergentes, etc.— generan lógi-en red o de máxima descentralización y sub- cas de actuación e imaginarios sociales cadacontratación productiva; etc. Además, estos vez más particulares y específicos para los dis-procesos de flexibilización tecnológica han ve- tintos grupos sociolaborales; lógicas de repro-nido acompañados, a su vez, de procesos de ducción y de mantenimiento progresivamenteflexibilización jurídica y social que, en un separadas, cuando no directamente impermea-principio, pudieran parecer como una simple bilizadas y enfrentadas entre unos segmentos yreducción de los derechos económicos y sala- otros.ilales conseguidos por los grupos laborales Dinámicas centrifugas de dualización, demás avanzados — lo que supondría una suerte crisis de las clases medias como unificadoresde flexibilidad defensiva y disciplinaria lanza- simbólicos y de nueva hegemonía ideológicada desde los círculos empresariales más con- de una clase derivada del poder de la economíaservadores— y que, sin embargo, apuntan auna financiera de los ochenta tienden a romper lareconstrucción más compleja de los modos de idea de una sociedad con centro — u n centro

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laboral establecido sobre una relación laboral defensiva del mantenimiento de un status en

estable—,y, así, fenómenos como la perdida de peligro, por la oleada de reconversiones tecno-cohesión social, la exclusión, la individuali- lógicas y por las estrategias de desregulación yzación de las trayectorias laborales y el debili- privatización; mientras que en sus niveles mástamiento de la negociación colectiva, la am- altos, esta clase media se encaminó hacia unpliación sistemática o el aprovechamiento cultivo obsesivo del esteticismo ostentoso, deprogramado de los segmentos laborales más la ambición, de la ausencia de compromiso, eldesprotegidos, el acoplamiento de grupos étni- individualismo extremo y el consumo,comocos inmigrados en los nichos más penosos y expresión sádica de la dominación.degradados del empleo..., etc. Un etcétera que Si las clases medias fueron capaces de gene-podría abarcar varias páginas, y que son mani- rar bajo el keynesianismo distributivo una cuí -festaciones que nos llevan siempre a una mis- tura de compromiso, como discurso de susma conclusión: a la multiplicación de sujetos propias movilizaciones en favor de sus deman-frágiles y de franjas débiles en la instituciona- das de consumo público, y de la expresión delización social del mercado de trabajo, y la ten- su voz, como traducción de su proceso de as-dencia de éste a tener un comportamiento no censión en las sociedades occidentales, por el

tanto integrativo como disipativo y disgrega- contrario, en los años ochenta, estas clasesdon La explosión de las identidades laborales medias, más maduras y coronando su ascen-es, pues, un hecho de indudables consecuen- sión, se instalaron en una cultura de la satis-cias para la concepción misma del trabajo co- facción, simplemente defensiva y regresiva,mo un hecho social. en el caso de sus segmentos medios y medio-

La dimensión social de todo este proceso ha bajos, y claramente ofensiva y agresiva, en sus

supuesto, en gran medida, una fuerte fragmen- niveles más altos. Así, la base ideológica detación de los sujetos sociales al romperse en los llamados nuevos movimientos sociales semil pedazos el universo de representación en ha ido disolviendo parcialmente, desde su fun-que estaban inscritos. Para el movimiento obre- damento, justo cuando las iniciativas socio-ro, la instauración ideológica de larentabilidad culturales dejaron de plantearse como expre-

financiera como criterio general —gubernamen- sión de grupos civiles extraídos de la clasetalmente amparado y socialmente aceptado por media que buscaban en el Estado del bienestar,activa o por pasiva— de racionalidad  total ha un principio universalizador de derechos desupuesto su desestructuración como sujeto ciudadanía, y se agrupaban en torno a incen-colectivo, capaz de ofrecer una proyecto ideo- tivos materiales y simbólicos de diferenciaciónlógico alternativo basado en el trabajo como y de distinción externa, en un contexto de rá-elemento regulador de la sociedad y como pido crecimiento de infraclases nacionales ogenerador de solidaridad social i O ~ inmigrantes.

De esta manera, como era de prever, los El impacto de la crisis sobre el mercado de

cambios en las pautas de estructuración de las trabajo, creando situaciones de precariedad ynuevas clases medias han afectado también a subempleo, está siempre presente como tene-

sus tendencias a la movilización y a la acción broso telón de fondo del proceso de recons-colectiva. Si en los años sesenta y setenta, la trucción de las bases de la nueva economíaradicalización sociopolítica de los elementos postfordista. La incertidumbre, la inseguridad,más activos de las nuevas clases medias se los contratos eventuales y la degradación deencuentra en el origen de los llamados nuevos las condiciones generales de contratación sonmovimientos sociales, sobrepasando en su hechos absolutamente generalizados y deter-acción los limites de la política comercial, mez- minantes del actual marco de relaciones labo-dando lo público y lo privado, la cultura, la rajes. Dándole, además, a esta situación de mr-política, la sociedad y la vida cotidiana “; sin bulencia institucionalizada de los mercados deembargo, en los años ochenta, se consuma la trabajo, la importancia de ser el elemento cen-desradicalización activa de grandes sectores de tral de su visión del mundo del trabajo actual.

una clase media que, en sus estratos más bajos, La crisis de los años setenta y la postcrisis dese encuentra cada vez más segmentada y los ochenta han roto el sistema de equilibriosenclaustrada, alejándose de lo colectivo y vol- inestables entre sociedad del bienestar, produc-cándose hacia el consumo privado como forma ción en masa y clase obrera desmiserabilizada,

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Crisis d e la s o cie d a d d e l trabajo y ciudadanía: una reflexión... 13

dejando fuera muchos de los presupuestos marca la dinámica de desarticulación y sepa-sobre los que se asentaban tanto el pacto key- ración radical entre los técnicos y las nuevasnesiano como el propio sistema de fabricación clases de servicio —ascendentes— y las clasesindustrial; de esta forma, el modelo productivo laborales industriales tradicionales -en decli-

de la postcrisis no mantiene al obrero-masa ve— asociada a los procesos de fabricación encomo sujeto social central, como en el modelo masa. Es notorio que en los años sesenta seKeynesiano-fordista. El «blue collar», unifica- defendía la idea de que ciertos activos de lasdo por la solidaridad mecánica de la gran nuevas clases emergentes del sector serviciosfábrica, o el «4-tite collar», oficinista proleta- o de la planificación y del diseño tecnológicorizado por el incremento de las necesidades de —profesionales, técnicos, gestores— iban a ser

servicios en él, han sido las dos figuras labora- los elementos fundamentales en la recons-les más atacadas y fragmentadas por el proce- trucción de una nueva cultura laboral, o, in-so de reconstrucción del orden productivo cluso, de la gestación de una nueva condiciónpostfordista. Asimismo, la ruptura del pacto obrera. Sin embargo, en estos últimos treintakeynesiano se da cuando el capital, como blo- años lo que hemos vivido es justamente lo

que social y debido a las condiciones de rees- contrario, los técnicos, gestores y profesiona-tructuración productiva, no está dispuesto a les -en crecimiento en número y en poderafrontar ninguna de las restricciones que le simbólico, en fuerza cuantitativa y cualitati-impone el Estado social a la acumulación. v a — han generado una cultura separada, tanto

de los valores habitualmente atribuidos a las

clases medias —estabilidad, honor estamental,3. Ruptura del pacto tradicionalismo— como de los valores obreros

keynesiano > , —colectivismo, solidaridad nacional e interna-cional, estatalísmo, etc .— , y han dado lugar a

fragmentación social una cultura individualista, hipermeritocrática,fuertemente promocionista y narcisista, liga-

da a los superdesarrollos y crecimientos de la

E~aWPortante señalar la tendencia a economía financiera de los años ochenta y

escomposición y a la división de noventa, y que en absoluto puede reducirse alas clases medias en estos últimos valores tradicionales de clase media, de la nor-

veinte años. Fracciones cada vez más dividi- malización laboral o de la ciudadanía públicadas y estamentalistas, con lógicas propias y total 12•

particulares, irrumpen y se hacen presentes en Esa idea de la proletarización del trabajoel mundo laboral. El corte básico, en esta intelectual que, en ciertos círculos avanzados ydesarticulación, lo protagoniza la constitución progresistas de los años sesenta, se dabacomode una dinámica centrífuga que desgarra el esperanza de renovación de las culturas obre-centro mismo de esas clases medias; así, nos ras, no sólo no se ha producido, sino que, en

podemos encontrar con movimientos ascen- gran medida, han sido estos elementos neopro-dentes que consagran socialmente a un buen fesionales y técnicos, de gestión financiera ynumero de clases promocionales muy indivi- de reproducción simbólica de las condicionesdualistas y, a la vez, con que se consolida la de circulación mercantil, los actores más acti-evolución descendente de las antiguas clases vos y agresivos contra el pacto keynesiano ymedias industriales, administrativas o comer- sus efectos más conocidos: la regulación y laciales, cada vez mas escasas en su antigua negociación colectiva, las políticas fiscalesforma estable y segura, porque tienden a caer progresivas y las políticas públicas de iguala-en situaciones de vulnerabilidad y de riesgo ción. La rebelión de la ¿lites y la ofensiva neo-generalizado, liberal del capitalismo postfordista han su-

La cristalización de un número creciente de puesto la ruptura del pacto keynesiano,

separaciones y de barreras rompen las dinámi- cambiando el sentido de la intervención esta-cas impulsadas por el modo de regulación for- tal, pasando el Estado a adoptar, en sus accio-dista/keynesiano de la convergencia funcional nes, criterios productivistas, emprendedores yde los sistemas industriales. Así, la primera empresailalizadores —siempre meritocráticos—,tendencia disgregativa areseñar es que la que antes que generadores de políticas donde el

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pleno empleo sea más el objetivo principal que laborales crecientemente individualizadasuna simple variable secundaria i3• La progresi- rompen cualquier tendencia a la unificaciónvidad fiscal empieza a perderse y a tornarse, política de los colectivos de carácter laboral i5~

cuando mucho, en mera proporcionalidad for- Por tanto, estos colectivos que se encarganmal; los presupuestos expansivos a controlarse de la intermediación simbólica, financiera oy recortarse —sobre todo por parte de los gastos técnica de la economía virtual globalizada,sociales—, y, en suma, todo aquello que había aunque en gran parte, en la defensa de sus pro-hecho de las haciendas públicas un factor más pias carreras individualizadas, sean tambiénde construcción de la ciudadanía y del progre- elementos tremendamente frágiles a nivel per-so social, pasa a sustituirse por un gendarme sonal —totalmente disponibles para la repro-de la ortodoxia mercantil y, por lo tanto, de ducción de la gran economía de mercado—, hanmanera explícita o implícita, de regresividad desarrollado, sin embargo, un tipo de culturasocial manifiesta. individualista y promocionista que los aleja, y

Además, estos agentes de la desmaterializa- los hace incompatibles de hecho, con las figu-ción de la economía no sólo no han reproduci- ras y las reivindicaciones sindicales típicas deldo una cultura de los derechos colectivos del sindicalismo de clase. Las nuevas clases detrabajo, sino que, en buena medida, han sido servicio rompen, así, la tendencia hacia opcio-los impulsores de su separación y blindaje, co- nes progresistas (socialdemócratas) que habí -mo grupo, de otros estamentos laborales mu- an planteado las clases medias en el pacto key-cho más desprotegidos y con menos capacidad nesiano de postguerra, y se convierten en unpara utilizar su capital humano, como forma bastión del neoconservadurismo economicistade defensa frente al riesgo institucionalizado y antisocial —refugiándose expresivamente ende los mercados laborales. De esta manera, los el individualismo y en el canto a la supremacíaanalistas simbólicos -estamentos ligados a las del ámbito intimo- planteando que, en su

empresas financieras y comunicacionales de estrategia de avance y promoción de grupo,los años ochenta ~ son uno de los elementos coincida, de forma permanente y obsesiva, conmás activos, en su propio intento de consoli- el disciplinamiento y la carga de costes socia-darse como el gran grupo hegemónico en la les sobre los colectivos que no pueden defen-postcrisis de los noventa, para el reconoci- derse y, fundamentalmente, sobre las clasesmiento y consagración política de los derechos industriales en progresiva desarticulación yindividuales sobre los derechos colectivos; del fragmentación. La lógica del reconvertir paracapital humano sobre el capital público/social; no ser reconvertido; del despedir para salvar lade los bienes privados sobre los bienes comu- rentabilidad; de la conversión de los beneficiosnitarios; de lo particular sobre lo universal; y, sociales en incentivos privados, se convierte,al fin y al cabo, de las carreras personales y de este modo, en el santo y seña de las reco-promocionales sobre los derechos de regula- mendaciones mayoritarias y convencionalesción colectiva. de la gestión de personal en la empresa post-

La desregulación provocada por, desde y fordista, que ha encontrado, en las políticas de

para estos colectivos tecnomeritocráticos hace disminución ciega eindiscriminada de los cos-que podamos hablar de una libre disponibili- tes laborales, el único argumento para la prác-dad del trabajo a las exigencias promovidas tica profesional de la economía.por las dinámicas de ajuste estrictamente mer- Pero, este modelo de desubstancializacióncantil. Alejándose, con ello, las nuevas clases real de la labor de la gestión se relaciona con laprofesionales de los esquemas de reproduc- tendencia del mercado de trabajo profesional ación de la tradicional profesión burguesa, y las demandar, cada vez más, un número mayor declases laborales de los tratos conseguidos en sujetos frágiles inestables y absolutamente fun-la edad de oro del pacto keynesiano. Esque- gibles capaces de integrarse en redes empresa-mas de alto riesgo, de fuerte disponibilidad, riales de carácter multinacional como servido-de autodisciplina, de fomento de las estrate- res de alta cualificación, pero esencialmente

gias de alta contingencia personal, son rasgos baratos i6• Frente al profesional con una carreragenéricos que operan en todas las nuevas cuí- burocrática por delante que representaba elper-turas asalariadas —desde las más altas a las fil básico del capitalismo del bienestar keyne-más bajas— y, donde, además, unas relaciones siano, el actual licenciado universitario tiende a

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adoptar la figura del microsiervo — para utilizar auge, desde de los años ochenta— hay que aña-el término del novelista Douglas Coupland—, dirle una dinámica descendente, pero no menossumiso al capitalismoglobalizado; disponible y desintegradora; aquella que protagoniza la apa-plegado a un modelo con cada vez mayor rición, generalización e institucionalización de

movilidad funcional, tecnológica y territorial, y las franjas laborales frágiles dentro del sectoren el que las burocracias, estabilizadas por el servicios, entrando en este sector, masivamente,Estado del bienestar, se sustituyen por un per- efectivos pertenecientes a los mercados mássonal deslocalizado, fragmentado y desidentifi- externos y periféricos de trabajo —precarizados,cado laboralmente. La Universidad, por ejem- descualificados o de proletarización invisible,pío, se ha adaptado, sin más problemas, a la de contractualización atipica o débil— precisa-globalización como ideología, al convertirse en mente para aprovechar en este espacio econó-generadora de élites internacionales de gestión mico, que es intensivo en mano de obra y ne-del capitalismo del alta velocidad, liquidadoras cesita todavía una gran dotación de trabajode puestos de trabajo y precarizadoras máxi- personal, los ahorros que supone el uso de co-

mas —los nuevos guerreros del mercado—, así lectivos históricamente débiles, sin fuerza con-

como de élites políticas locales que pujan y tractual y desindicados. Espacio del serviciocompiten por la localización de los recursos degradado que representa la cara opuesta, peromultinacionales en su respectivo territorio, lo simétrica, de la promoción laboral de los técni-que hace perder, también, la referencia del cos en un proceso dualizado y dualizador quepacto keynesiano en el ámbito territorial y la cierra y blinda más los mercados internos y que,competencia entre ciudades, universidades y sin embargo, expone, precariza y debilita enélites locales, con sus secuelas de falta de com- profundidad los mercados externos.promiso y de olvido de cualquier política de La situación es preocupante para la forma-igualad territorial. Pero, también aquí se refleja ción de una cultura laboral que rompa las dife-la dualidad básica de la sociedad actual, gene- rencías derivadas de situaciones personales yrándose, también, cada vez más universitarios particulares, y establezca el trabajo como uni-

que son profesionales desidentificados y deslo- ficador simbólico universal y como soportecalizados, plenamente disponibles a la flexibi- básico y cardinal del concepto práctico de ciu-lidad exigida en el proceso productivo y de dadania. Ni los profesionales del sector finan-gestión; subprofesionales, por tanto, que for- ciero y tecnológico, asentados en la alta tec-man un auténtico ejército de mano de obra nología, en el alto capital humano y con unabarata —aunque sea white collar, técnica, cuali- fuerte cualificación, han valorado lo colectivo,ficada o titulada— del capitalismo financiero sino que han sido elementos fundamentales dehipertecnologizado, de gestión y servicios ataque a lo público y a los derechos colectivos.característico del centro del sistema mundial a Ni el subempleo políticamente desarticulado,finales del siglo XX. El trabajo profesional se precarizado y parcializado, es capaz de opo-

está convirtiendo, por ello, en simple empleo nerse o romper la tendencia ala desorganiza-

funcional, flexible y dependiente de los ciclos ción sistemática de la contratación laboral pri-de acumulación mercantil. vada. Asistimos, por ello, a la consagraciónPodemos señalar que lo que se esperaba, en social (mercantil) de las trayectorias laborales

pleno optimismo keynesiano, que iba a ser una hiperpersonalizadas — e n los casos más altos—unificación bajo el paraguas de la sociedad del o directamente desintegradas -en los segmen-bienestar de los trabajadores intelectuales y tos más bajos—, con la desindicalización comomanuales, marcando la tendencia aque la cultu- resultado previsible de esto y muchas vecesra asalariada tomase un carácter cada vez más como regla implícita impuesta en los merca-colectivo — y por ello aconflictivo e integrador— dos de trabajo. En suma, asistimos a la caídaha resultado, sin embargo en los últimos años, de estos colectivos en el ámbito de los pode-un proceso profundísimo de desintegración y un res económicos mas consolidados, ya sea

estallido disolvente de las identidades laborales. como agentes cada vez más voluntarios delY, además, a esta dinámica ascendente de los cambio —las altas clases del servicio- ya seacolectivos en boga, en el sector servicios —téc- como víctimas cada vez más indefensas ynicos y nuevas clases de gestión de l excedente diseminadas, como es el caso de los sectores

i7financiero y de la intermediación simbólica en más debilitados

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Difícilmente, por lo tanto, estos colectivos de cantilista para asegurarse su recolocación encomportamientos fuertementeantipúblicos pue- los cenáculos del nuevo poder transideológico,den tender a generar una cultura de lo público calculando su promoción a base de hacersebasada en la unificación en la acción colectiva ciego y amnésico.

de sus acciones y en la estrategia de consagrarlas experiencias colectivas del trabajo en unmarco normativo laboral de carácter regulador 4. Rearticulación productivauniversal, tal como se había planteado en lospactos socialdemócratas que asociaban, bajo el y nuevos, a la vez queunificador simbólico del Estado, trabajo, demo- espacios paracracia y ciudadanía en un bucle positivo com- difíciles,patible, aunque de manera parcial y con sus ten- la ciudadaníasiones, con la dinámica del mercado.

Así, si la apuesta por las nuevas clases me-dias fue el elemento fundamental en la crea- e la misma forma, y con parecí -

ción y en la expansión de las economías públi- dos resultados, —la desarticula-cas, en estos momentos, cuando estamos ción de un centro laboral estableviviendo la crisis de las clases medias — ade l- donde asentar una ciudadanía social universa-

gazadas y fragmentadas por el modelo de lista—, tenemos que referirnos a la dinámicareconstrucción de un capitalismo monetarista constatada de descentralización y de recons-alejado de los valores del pleno empleo y de la trucción, en forma de red productiva, de losinternalización pública y consensuada de los modelos de fabricación y de distribución ac-costes sociales del crecimiento económico- tuales. Las tendencias postfordistas tanto a laestamos conociendo una situación de segmen- deslocalización y a la rearticulación intemacio-tación y de neoestamentalización social. Estos nales de la gran empresa, como a la reduccióngrupos estables y funcionarizados, que pueden y a la diseminación internas de la dimensión de

llegar aser profesionales de altísimo poder, de las plantas y de los esquemas administrativos,honor estamental y de reconocimiento social, han hecho también que las clases laborales tra-conviven con un volumen cada vez más fuerte dicionales pierdan su coherencia, su identidadde situaciones de pseudocontratacióno de sub- y hasta su anclaje geográfico. En este aspecto,contratación que sirve para mantener el volu- se produce una asociación directa entre estamen de negocio o de servicio. Un grado medio dinámica de «reticulación productiva» nacio-

y medio-alto managerial da paso hasta la élite nal e internacional y la diversificación de lasprofesional del país, pero, también, como sís- situaciones y de las condiciones laborales.tema de reproducción, bloquea cada vez más a Condiciones cada vez más separadas, particu-las jóvenes generaciones condenadas a vivir lares y concretas, que contradicen, hasta desde

situaciones de fragilidad social en forma de un modo material, la unificación y homogenei-contratación precaria, de falsas becas y de es- zación automáticas de la clases laborales indus-peras meritorias. triales, tal como se presuponía en el sindicalis-

El postmodernismo se convierte, de este mo- mo masculino y fordista de máxima presenciado, en la forma de pensamiento que expresa la en la postguerra, asociado a la edad de oro delampliación simultánea del sector de los servi- Estado del bienestar 19

cios cualificados y postindustriales y de los Estas situaciones de deslocalización espa-servicios subproletarizados e infraindustriales, cial, así como de desarticulación y de fragmen-pensamiento débil y ambiguo que traduce in- tación productivas han hecho que la lógicatelectualmente la propia ambigliedad y ambi- social y socializante —típica de la producciónvalencia de las trayectorias profesionales en los fordista/keynesiana— se convierta, de hecho,entornos postfordistas, y que se expresa como en una multiplicidad de micrológicas socialesuna apología de la levedad, de la falta de com- rearticuladas, institucionalmente, por lógicaspromiso —refugio del nihilismo y de la ironía iU mercantiles de contractualización y de subcon-de la inconsistencia de estatus de un cuerpo inte- tratación dinámicas e inestables. Estos modoslectual siempre en trance de pasarse, con armas de gestión, que tienden a desarticular las orga-y bagajes, alas filas del pensamiento único mer- nízaciones para acudir, casi por principio, al

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mercado como forma de reducción obligada de un punto en que los déficits de arraigo laborallos costes de transacción, hacen que nos en- se compensan, en los procesos de expresión decontremos con empresas flexibles de contor- identidad, acudiendo al uso de estrategias pre ynos muy desdibujados, que a su vez producen postíaborales.

grupos laborales más flexibilizados y depen- Si la mezcla y la integración controlada ydientes de una jerarquía de estrategias contrac- legitimada de las diferencias eran la esencia de

tualizadoras que anuda, en redes complejisi- la ciudadanía social keynesiana, en estos mo-mas, desde las altas clases de gestión hasta las mentos, vivimos una situación de culturasinfraclases marginales, superpuestas, desintegradas o parcialmente in-

En estas estrategias, es evidente que los de- tegradas, donde se superponen, sin apenasrechos de propiedad negociados anulan, o al combinarse, estas culturas étnicas, territoria-menos limitan severamente, los derechos les, de grupos adscriptivos, de reproduccióncolectivos, y dejan sin bases jurídicas y politi- mediática o de simple supervivencia; obser-cas la formación de situaciones de identidad vando que cada una de estas culturas dinámi-laboral universal. Identidad laboral que, recor- cas, en buena medida, se encuentran bastante

demos, tendía a estar casi siempre asociada y separadas las unas de las otras. La explosión dedefendida por una identidad nacional debida- identidades 20 se ha generalizado, y observa-mente enriquecida por los derechos sociales. mos, por lo tanto, la aparición de situacionesEn este sentido, esta desarticulación y externa- prácticamente imposibles de conocer sólo hacelización de las lógicas generales productivas ha veinte años. Así, son especialmente espectacu-ido generando paralelamente culturas laborales lares y sintomáticos de la época hechos comoen creciente impermeabilización y diferencia- las movilizaciones de prados, de gran actuali-ción. Pero, este fenómeno trae de la mano dad en Europa y especialmente en Francia -ensituaciones bastantes novedosas en lo que se las que los parados expresan ya una identidadrefiere a la construcción concreta de los mun- y una actuación lógica diferente, o, por lodos del trabajo, y, así, debilitadas las culturas menos, construida de una forma distinta, a lalaborales socializadas y generalistas, lo que se de los trabajadores asalariados con trabajo-, oconsagran son dinámicas en que las mismas, como la ya imparable cristalización y creci-cada vez más, se subsumen y descomponen en miento de culturas étnicas que sobreviven yotras culturas grupales. De este modo, las cuí- que se potencian, precisamente, para internali-turas tradicionales del trabajo — s i es que no son zar y para salvar de riesgos añadidos a las pro-simplemente aniquiladas por las lógicas abrasi- pias comunidades inmigradas de crecientevas de los medios de comunicación de masas, o integración en los procesos productivos post-por la trivialización social de la razón consu- fordistas, en sus segmentos mas expuestos ymista—, se repliegan, en la mayoría de los ca- desprotegidos.sos, sobre referentes de identidad particulares, Pero, con estas expresiones defensivas elreferentes que pueden ir desde los grupos ex- tema no hace más que empezar. En situacionespresivos de edad, hasta las culturas locales más ofensivas, experimentamos la tendenciaancestrales o étnicas. Perdida la capacidad uni- realmente compleja de reconstruir ciudada-ficadora e integradora de la ciudadanía nacio- mas locales tanto en el ámbito ciudadano, ennal socializada, puesto que ésta tiende a ser el sentido más estricto, como en el nivel decada vez más débil social y simbólicamente, lo región, en su acepción más amplia; precisa-que conocemos asociado precisamente a esta mente porque la globalización absoluta generamultitud de segmentos, en los que se está divi- una falta de identificación y una desproteccióndiendo y se ha dividido el espacio productivo social que hace que se refugien las demandas(y a la integración funcional en el mismo de ciudadanas, en los elementos políticos e insti-multiplicidad de conglomerados sociales cada tucionales más próximos, como pueden ser lasvez más heterogéneos entre sQ , es una lógica ciudades y las regiones. La nueva regionaliza-de la supervivencia en la diferencia. Lógica de ción de la condición ciudadana produce quela supervivencia en la que se solapan culturas los resultados concretos de cada situaciónterritoriales, étnicas, nacionales, de edad y de social dependan más de las ventajas económi-generación con las vivencias y con los valores cas y políticas conseguidas por los territorios y

derivados del propio proceso de trabajo, hasta ciudades en la competencia supranacional, que

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1 8 Luis Enrique Alonso

de los elementos de unificación nacional deri- dos— ; así, las posibilidades económicas, cultu-vados de los modelos de ciudadanía social rales y sociales de los territorios se fragmentanpública, y dualizan, y hasta las propias políticas cultu-

La globalización no sólo tiene, por tanto, rales, sociales o fiscales de los mismos seefectos económicos o competitivosen las puras hacen buscando la ventaja comparativa contraestrategias mercantiles de las empresas, tam- otros territorios. En este contexto, inauguradabién posee efectos reales sobre la estructura de la nueva razón de competencia entre los terri-clases y sobre su equilibrio político en los ten- torios subnacionales en un espacio supranacio-torios concretos 21• Asimismo, para el colectivo nal, los trasvases entre las regiones o la solida-de los técnicos y gestores, parece imposible ridad entre comunidades locales se hacen casirenovar el pacto keynesiano de manera nacio- imposibles; se rompe, además, el pacto keyne-

nal por estar estos estamentos cada vez más siano en lo referido al espacio, y la ciudadaníacerca, en sus lealtades, de las lógicas de repro- refleja, en su fragmentación, la propia hetero-ducción, de motivación y de incentivación de geneidad territorial del modo de regulaciónlas grandes empresas multinacionales. En este postfordista.sentido, estos colectivos con mayor frecuencia En este contexto de incremento de la desi-

son más cosmopolitas, están más determinados gualdad entre todas las áreas geográficas, seen sus movimientos por las lógicas de acumu- inscribe la tendencia a que se produzcan impa-lación y de negocio de las empresas en el ámbi- rabies migraciones, cada vez más clandestinasto internacional, y, cada vez, se encuentran me- y a la vez más presentes, que, rompiendo lasnos ligados a lo que podríamos llamar los ejes fronteras económicas, políticas y culturales, sebásicos territoriales de la ciudadanía nacional, articulan paradójicamente en los esquemas dePor lo tanto, las clases de gestión tienden a des- la producción difusa actual. Estos ya no son

fiscalizarse y a desembarazarse de las limita- flujos migratorios ordenados y legalizadosciones impuestas por el Estado nacional, líe- dispuestos para integrar a sus efectivos en lagando a la movilización en favor de una cada producción fordista de las zonas centrales devez más libre y descontrolada circulación de la economía-mundo, más bien son los efectos

capitales a nivel internacional, lo que implica contradictorios producidos por el desordenserios problemas para llevar adelante políticas neoliberal en la movilización de personas, quefiscales progresivas en el entorno nacional. cerrando el ámbito de la ciudadanía política aEstas lógicas cosmopolitas contenidas en los los colectivos históricos, aprovecha los con-esquemas de reproducción ideológicas, de la tingentes migratorios, precarizados y sin dere-gran empresa internacional, conllevan forzosa- chos, para integrarlos de manera extremada-mente un vaciamiento del Estado en cuando a mente rentable en los segmentos más bajos delsus posibilidades reales de actuación o en la mercado de trabajo o, directamente, para man-necesidad de éste de adoptar políticas impositi- tenerlos como un nuevo y muy eficaz ejércitovas regresivas —vuelta a los impuestos indirec- de reserva. Fenómeno éste, el de los nuevostos sobre consumos— , lo que supone, de nuevo, inmigrantes, que genera un impacto impor-

romper el pacto keynesiano en este punto. tante, no sólo cuantitativo, sino también cuali-Advenimos, por tanto, una situación de glo- tativo —asociándose a la nueva pobreza y al

balización económica que se esgrime como desarrollo de las subclases e infraclases post-razón para no intervenir — o intervenir mínima- fordistas— sobre la cultura del trabajo dentromente— en las bases sociales en las naciones, de los países occidentales, resquebrajándoladebido a que la competencia global obliga a hasta hacer estallar la vieja identidad entreestablecer criterios de máxima lucha espacial y nacionalidad, ciudadanía y condición opera-de máxima disponibilidad territorial hacia esta ria. Pero, hasta estas diferencias culturales sonnueva situación de integración mercantil mun- aprovechadas por este «capitalismo desorgani-dial total. Se observa, al mismo tiempo, una zado», en gran medida, para ser combinadas ytendencia al alejamiento, cada vez más podero- utilizadas en trabajos que tienden a expresar,

so, entre los estándares de vida y los modos de en su misma existencia, el modelo de privati-existencia de las zonas y territorios ricos de las zación del Estado del bienestar universal.pobres y olvidadas — sean naciones completas o Así, los costes sociales de los modelos ac-regiones dentro de las naciones más avanza- tuales de crecimiento económico, antes de ser

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pactados e internalizados por instituciones pú- hace que se disparen tanto, por una parte, lasblicas, son asumidos diferencialmente por los estrategias de supervivencia, de apoyo en lasdistintos grupos sociales, según sus posibilida- comunidades locales, o de refuerzo de la sub-des económicas reales, en formas semipriva- culturas étnicas, como, por otra, las estrategiasdas, o directamente privadas, de gestión del estrictamente individualistas e individualiza-riesgo. En estas formas de gestión que requie- das que acuden al mercado para proveerse deren actividades con gran cantidad de tiempo y servicios que, hasta ahora, habían sido inclui-

dedicación, aunque escaso capital humano, y dos en los protocolos de la ciudadanía social yde las que son muestras de fenómenos tales en el modo normativo de regulación normati-

como los servicios de proximidad, los cuidados yo de la postguerra, siendo por ello suminis-contratados para ancianos o inválidos, la asis- trados por el Estado del bienestar.tencia doméstica, en general, y todas las formasde trabajo sumergido en el sector del pequeñoservicio apersonas, es donde son perfectamen-te funcionales estos grupos étnicos que, en sus 5. Las nuevas y paradójicasestrategias de supervivencia, integran culturas,formas de vida, figuras de economía de subsis- formas de intervencióntencia y concepciones laborales prefordistas, del Estadocapaces, todas ellas, de adaptarse a los requeri-mientos de estos puestos de trabajo inseguros,muy exigentes en tiempo, mal pagados y ontemplamos una severa transfor-degradados para los cánones habituales de la W mación en las políticas de interven-cultura occidental. ción del Estado contemporáneo.

Distinguimos, por tanto, una fuerte desinte- Así, estamos pasando de la preponderancia degración de las formas de trabajo asociadas a políticas de intervención abiertamente desmer-los modelos fordistas y una nueva situación de cantilizadoras —generadoras de espacios públi-fragmentación y falta de identificación en los cos no regulados de manera directa por la ley

mundos del trabajo. Situación no estrictamen- del valor y la rentabilidad— a políticas estataleste inédita, pero sí  tremendamente reforzada y remercantilizadoras, generadoras de las basesgeneralizada en los países occidentales, estos y los medios de rentabilidad parael sector pu-últimos años, y que se podría definir como un vado. El Estado no es tanto un instrumento omulticulturalismo social que lleva asociado un un agente de un poder omnímodo e indefini-

multiculturalismo laboral y defensivo, ligado a ble, como el producto de los conflictos entrela vulnerabilidad, al riesgo y a la individuali- clases y grupos sociales, y al cambiar la reía-zación de los actuales procesos de trabajo 22• ción de fuerzas y las bases de actuación de

Multiculturalismo, en suma, que consagra las estos grupos también ha cambiado el sentidodiferencias, y mantiene — y hasta paraliza—, en de su actuación. De esta forma, las estrategiasel proceso de trabajo, desde las formas de de intervención social son cada vez menos uni-

supervivencia locales hasta las situaciones de versales, y los derechos sociales tienden a dife-privilegio expreso, sin integrarlas en una reía- renciarse más entre grupos particulares, delción salarial estable, normalizada y generaliza- mismo modo a como tienden a ser asumidosda donde los derechos sociales y laborales de de manera muy diferente según situacioneslos trabajadores industriales tradicionales territoriales diferentes.constituían un nicho de normalización y ho- En este sentido, el Estado de bienestar habíamogeneización de la condición obrera, hoy en intervenido casi siempre generando una cultu-regresión. Situación, por lo tanto, diferente, y ra universal de lo público, sancionando unaen cierto modo nueva, que es la que hace que serie de derechos en crecimiento — tan to en lola ciudadanía social —situación de mezcla, de que se refiera al número de individuos que selegitimación y de integración de diferencias—, encontraba bajo su cobertura, como en lo que

se disuelva de hecho en una ciudadanía «priva- se refiere a su profundidad y alas prestacionesda», de refuerzo de los derechos estrictamente recogidas bajo la titularidad genérica—; sinindividuales, de yuxtaposición de diferencias, y embargo, en estos momentos, se ha invertidode asunción personalizada de riesgos- Esto la tendencia y lo que se vislumbra es un tipo de

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20 Luis Enrique Alonso

intervención estatal selectiva. De tal forma que una disyuntiva paradójica, cuanto mayor es lala intervención estatal en el centro de la socie- globalización mediática y económica, más tien-dad se hace, en cuanto asus aspectos sociales, de a refugiarse en las propias comunidadescada vez más escasa; la remercantilización locales la condición de ciudadanía social, comogeneral de la era postkeynesiana (o mejor anti- un espacio de resistencia de mínimos, donde sekeynesiana) hace que los riesgos deban ser, en puede entablar un posible pacto social minúscu-estos espacios, asumidos y gestionados perso- lo — lo pequeño es hermoso-, pero tambiénnalimente, formando parte del paquete adquisi- donde se pueden extemalizar costes hacia otros

tivo de la propia sociedad de consumo y con territorios con menos capacidad para competir.arreglo a la propia capacidad adquisitiva priva- Con lo que, en buena medida, la política social,da, reforzando, así, estos elementos de gestión en su perfil genérico, ya no tiende tanto a ser

del riesgo la estructura mercantil y financiera una política de ciudadanía universal y nacional,del capitalismo desmaterializado de finales de cuanto que de focalización sobre grupos de ries-siglo. Sin embargo, para aquellos colectivos y go — y de mantenimiento de estos grupos en unagrupos especialmente vulnerables y débiles, situación de cierta integración social mínima yque no pueden asumir con cierta solvencia eco- funcional—, así como de territorialización aso-

nómica el riesgo, se están generando nuevos ciada a la actual competencia entre regiones y aestilos de políticas sociales, definidas como los efectos frontera derivados.políticas de mínimos, una política social de Es sintomático, en esta línea, que los planesintervención en los aledaños del sistema ligada, postliberales de empleo, y en general las politi-fundamentalmente, a lo que podríamos llamar cas que en este campo estamos conociendo enun intento de evitar el derrumbe social y la los últimos años, o bien son políticas de carác-desintegración en los colectivos, periféricos y ter fundamentalmente individualizador -conpremarginales, del sistema social, tendencia a darle al individuo situaciones de

Esto representa el declive de las políticas información personal, de formación, de merito-sociales de ciudadanía total y su cambio por po- cratización particular de cara a la «búsqueda»líticas asistenciales muy focalizadas, ligadas, de empleo, etc.— ; o bien son políticas de suje-casi siempre, a grupos no laborales o subía- ción de los individuos premarginales en losborales, y, por ello, aislables y estigmatizables mercados secundarios de trabajo, estabilizandoinmediatamente como grupos «no normales», al estos márgenes como un elemento más o menosconsiderar la normalidad una relación estable y estable del modelo de estructuración social. Porfluida como ente adquisitivo con el mercado, lo tanto, estamos asistiendo auna separación, de

Políticas paliativas de lo que podríamos deno- hecho, entre las políticas laborales y las socialesminar los excesivos costes sociales que puede con el subsiguiente declive de las «convencio-generar un modelo privatista y absolutamente nes y justificaciones» que enlazaban las políti-mercantilista de gestión social general. Políticas cas sociales y las laborales sobre la idea de unprecarias — para un tiempo socialmente preca- modo de vida salarial normalizado y universali-rio- cada vez más desinstitucionalizadas y con- zado, y derivaban los derechos del bienestarfusas, que buscan una nueva gobernabilidad en social de los derechos colectivos del trabajo.una gestión social del riesgo entre lamercantili- La puesta en práctica de la filosofía delzación de la asistencia y el endose de la respon- workfare por parte del «liberalismo social» delsabilidad a la solidaridad personal o a los moti- que el nuevo laborismo de Anthony Híair y suvos del corazón de los ciudadanos23 «tercera vía», por ejemplo, sirve de avanzadi-

En otro aspecto diferente, pero evidente- lía; o las nociones de «flexiseguridad» defendi-mente relacionado con esto, podemos apuntar das por el gobierno francés de Lionel Jospin y,que no sólo se produce un declive genérico de en general propiciadas, por las ideas dellas políticas sociales, sino que al mismo tiem- «nuevo pacto social» difundidas por la UniónPO se abre una dinámica, casi general en toda Europea, en múltiples foros desde la cumbre deEuropa, según la cual las políticas sociales o Luxemburgo celebrada afinales del año noven-

laborales, a la vez que más escasas, se hacen ta y siete, apuntan a una nueva ordenación demás territoriales y están ligadas a unidades políticas sociales mínimas, localizadas y desti-administrativas por debajo del Estado nacio- nadas a grupos marginales, y políticas laboralesnal. La condición de ciudadano se situa, así, en de corte productivista destinadas a la búsqueda

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Crisis d e la s o cie d a d d e l trabajo y ciudadanía: un a reflexión... 2 1

individualizada de empleo o de nichos, yaci- las políticas sociales va indisolublemente liga-mientos o formas autónomas de empleo. da ya a su focalización — esto es, a su «desuni-

La fórmula del «trabajo para el que puede, versalización»— y también a su gestión cada

seguridad para el que no puede» -defendida vez más territorializada y localizada 25•

por todo el frente postneoliberal que entra a El peligro de esta nueva intervención, si segobernar en Europa a finales de los noventa—, produce, es que será cada vez más estigmati-implica la filosofía del nuevo compromiso para zadora y degradante. El Estado cuando inter-

«preparar» a los hombres para el cambio tec- viene debe refrendar con su sello la incapaci-nológico, en su máxima adaptabilidad a las exi- dad de los individuos que acuden a él en lagencias del mercado de trabajo —ahora la forma carrera de la competitividad social. Es el Esta-eufemistica de moda es hablar de aumentar la do de los que «no pueden ir a lo privado y por«empleabilidad»—, a la vez que las políticas lo tanto van a lo público». Este estilo de inter-sociales se restringen a la asistencia controlada vención social para menesterosos, para incom-para las periferias sociales -como si fuera un petentes (de los que ya no pueden competir), le

cinturón de seguridad del sistema central—, da al Estado social vergonzante actual unas

estabilizando en ellas al circulo difuso que características muy parecidas, aunque situadasrodea a la nueva sociedad postindustrial: los sin en o tros contexto, de aquella situación delpapeles, los sin sueldo fijo, los sin ordenador, Estado de pobres, pietista y sin proyecto colec-los sin nacionalidad, los sin cualificación, «los tivo. De esta manera, este sector público estig-sin», en suma, de todo tipo24 Políticas labora- matizador, pasivamente asistencial, seña sim-les, pues, de corte competitivo personal — des- plemente un remedio contra las posiblestinadas al núcleo interno integrado de la socie- situaciones de desorden social o de conflictodad— que exigen a cambio de una intervención que generasen los marginados y los expulsa-del sector público socialmente «emprendedo- dos del sector mercantil, cada vez más nume-ra», que las acciones estatales estén gobernadas rosos. Coincidiendo esto con el proceso para-por el pragmatismo, por la rectitud financiera, lelo del aumento de la agresividad en lapor el control milimétrico de los menguantes retórica del mercado, una retórica que hace del

subsidios sociales, por la obligatoriedad para la mercado no sólo el idílico y confortable mun-búsqueda de empleo, por la incentivación del do de la sociedad de consumo pasada, integra-autoempleo o cualquier otra forma de «desafi- dora y despreocupada, sino el paso necesario,liación» de la relación salarial estable, etc.; y y muchas veces sombrío, para el futuro com-políticas sociales de mínimos para los ciudada- petitivo de las personas, ya sea en forma de

nos mínimos, aquellos que no pueden gestio- compra de educación, tecnología, o a través denar, ni mercantilizar individualmente su propia los medios y méritos para la adaptación indivi-

previsión de riesgos y acuden, dependiente y dual al mercado de trabajo.subordinadamente, a un sector público más Así, esta asistencialización se hace comple-asistencial que redistributivo. mentaria del subempleo y de la vulnerabilidad

Las políticas de la sobre-exposiciónal riesgo de amplios grupos laborales, cuya relaciónde esta sociedad dual integrada rompen con- salarial se encuentra cada vez menos socializa-ceptos tan evidentes, en otras épocas, como el da y, por ello, politicamente más desarticulada.de normalización laboral. Y así, la sociedad sa- Los peligros de creación de una sociedad duallarial se va disolviendo en miles de estrategias cristalizada y fortificada son evidentes, así co-cada vez más fragmentadas personal y parti- mo la tendencia acrear un espacio vergonzan-cularmente de inserción laboral; o, de apoyo en te para las políticas sociales, cuya sola existen-lagrupalidad defensiva, en la comunidad histó- cia supone la estigmatización automática ynca o en la condición étnica, como formas de generalizada de los usuarios de estas prestacio-supervivencia. De acuerdo con esto, los mode- nes sociales. Por este camino, la cultura labo-los de intervención social despliegan estrate- ral típica del fordismo ha ido fraccionándose ygias compensatorias que responden no tanto a segmentándose en trayectorias personales y

leyes o a los derechos sociales universales co- grupales divergentes. Asistimos, con esto, nomo a protocolos particulares, creados para gru- al fin del trabajo -como pretenden algunos depos localizados y particulares de integración los propagandistas liberales o neoliberales—,social y laboral débil. La asistencialización de sino ala conversión de la sociedad salarial en

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22 Luis Enrique Alonso

un conjunto de culturas laborales y sublabora- economía y de compensación estatal de un am-les tremendamente inestables, en procesos bio- plio volumen de costes sociales del crecimien-gráficos y trayectorias de incrustación en el to económico. Sindicalismo que coincide justomundo del trabajo cada vez más diferenciales, con los años de crecimiento sostenido keyne-

en situaciones de asalarización diversas y en siano, con la consolidación del fordismo y conalgunos casos directamente enfrentadas, en la expansión de las clases laborales estables.una contractualización cada vez más desorde- Pues bien, este modelo sindical se encuentranada, y, en suma, en la conformación de un literalmente atrapado en el proceso actual deuniverso turbulento de identidades laborales privatización y remercantilización social, másdifusas, solamente sujeto, en su periferia, por o menos manifiesto, que en todos los ámbitospolíticas de asistencialización particular dise- de nuestra vida cotidiana estamos experimen-fladas para evitar los excesivos desencajes tando. En ese sentido, el proceso de remercan-sociales del modelo de regulación débil que ha tilización y de ataque político al concepto de loimplantado el postfordismo financiero. Llama público y a la funcionalidad de la intervenciónla atención, por tanto, como el modo de regu- estatal para suministrar servicios sociales, estálación postfordista, frente a la codificación y generando dinámicas fuertemente contradicto-

convergencia de la socialdemocratización for- rias con el propio modelo de acción sindical,dista, es, por principio, radicalmente débil y incapaz de resolver las aporías que surgen desocialmente desorganizado; pero, por otra no poder actuar con mecanismos fraguados enparte, acusadamente eficaz para generar posi- la regulación keynesiana en el momento enbilidades de beneficios para los grandes gru- que la violencia de la moneda se convierte en

pos económicos y financieros internacionales, el eje central de las demandas que los gruposLa justicia social, perseguida como objetivo económicos ejercen sobre la propia negocia-principal por los Estados nacionales —típico ción colectiva, a todos los niveles. Es casipunto retórico, pero central, en los compromi- imposible la concertación cuando los resulta-sos de postguerra— ha salido de las formas dos que se exigen, tanto por los empresanosprincipales de regulación y de las convencio- como por los gobiernos, es la máxima indivi-nes políticas, para ser sólo introducida, en dualización y flexibilización de los mercadosforma parcial, como efecto de las autorregula- laborales.ciones mercantiles o de los acoples cibernéti- La escasa capacidad quetienen las agencias ycos de los flujos combinados de información y las normativas laborales para generar decisio-de gestión económica. En suma, la justicia nes y preceptos jurídicos que sean efectivamen-social como limite, o como consecuencia cog- te seguidos por la sociedad económica, estánitiva no buscada, antes que como objetivo de siendo, así, cada vez más clara; de tal maneraun sistema socieconómico mundializado 26• que en los paises occidentales se está experi-

mentando la prevalencia de usos de la fuerza de

trabajo directamente ligados a un realismo y a

6. Sindicalismo ~ un pragmatismo economicista descarnado, porencima de , incluso, las garantías jurídicas re-ciudadanía compleja conocidas; lo que parece anunciar tanto lade-

cadencia del derecho de trabajo, como arma— de defensa de sujetos colectivos, como de los

e esta manera, los procesos de acuerdos corporatistas en los que se pactaba sin-representación tradicionalmente dicalmente mínimos generalizados en las condi-ligados al mundo del trabajo, ciones económicas y legales de empleo de la

incluso las acciones colectivas expresivas de fuerza de trabajo. Todo esto hace que, a pesar deese mundo son, cada vez, más difíciles de en- que puedan existir normativas laboralesformal-contrar, y, en ese sentido, es moneda de curso mente progresistas, su incumplimiento sistemá-común hablar de crisis del sindicalismo. El tico y generalizado haya reproducido de mane-

sindicalismo que está en crisis es el que había ra, más o menos invisible, las situaciones másexperimentado un crecimiento notable y se- arcaicas de dominación, a la vez que se hayanguro al amparo de las políticas de demanda aumentado los segmentos y espacios vuinera-keynesianas, de mantenimiento público de la bles y precarizados, impulsando situaciones, en

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Crisis d e la s o cie d a d d e l trabajo y ciudadanía: una reflexión... 23

nuestro entorno, que suponen usos y costum- «la era de keynes» que hacía coincidir la mo-bres neofeudales que refuerzan el estamentalis- dernidad con la centralidad del mundo del tra-mo, el nomadismo y la dependencia laboral, y bajo, y e n la consecución del pleno empleoapuntar, con ello, hacia una especie de nueva como eje central del funcionamiento —social y

Edad Media en las relaciones de empleo 27• La económicamente eficiente— de un capitalismosociedad del trabajo keynesiana ha pasado a ser con diferencias estructurales de clases, perouna regulada por la violencia de la moneda y legitimadas y concertadas tales diferenciaspor los mercados financieros de la economía —coyunturalmente— en la razón común de unavirtual, y ellos han arrastrado a la sociedad, en ciudadanía pública. En buena medida, el pro-general, hacia el declinar de las regulaciones pío concepto de conciencia de clase, recogido(protecciones) jurídicas y sociales. por la tradición sindical en el contexto fordís-

El sindicalismo europeo de postguerra ta, se mantenía, de hecho, sobre la idea de un—aunque proveniente de tradiciones comunis- interés común respaldado estatalmente que setas o socialistas de movilización— se basaba, acabaría imponiendo a medio o largo plazo, yen su práctica real, fundamentalmente en el en el que las políticas de intervención pública

sostenimiento del pacto keynesiano que había eran prácticamente un anticipo de la coinci-generalizado, a cambio del mantenimiento de dencia irremediable entre Estado, interés gene-la razón económica principal del mercado, la ral y mundo del trabajo. El problema era yarazón social de la negociación colectiva, los sólo avanzar de manera evolucionista en esaderechos laborales universales y, sobre todo, tendencia, perseverar en una cultura que haciaun concepto de ciudadanía total. Sin embargo, coincidir la lucha laboral y su fuerza con elen estos momentos, cuando todos los elemen- interés común y con el crecimiento de las fun-tos institucionales que se habían articulado en ciones sociales del Estado.torno a esa ciudadanía están separados y desar- Sin embargo, cuando los mismos Estadosticulados, es muy difícil rearticular un sindica- han pasado a realizar políticas de remercantili-lismo sobre la idea única de la negociación del zación fuerte, cuando la fragmentación social

precio de la fuerza de trabajo, o sobre la segu- dificulta, hasta en la dimensión imaginaria, laridad de unos derechos de ciudadanía primor- idea de homogeneidad y de convergencia dedialmente otorgados por el Estado social. clase, los sindicatos quedan atrapados en la

En este sentido, los sindicatos se ven ataca- dificultad de generar, para grupos laborales ydos por la falta de correspondencia entre la ciu- sociales cada vez más particulares y heterogé-

dadania política (individual) y la ciudadanía neos, una razón laboral universal. Razones téc-social (colectiva); y el hecho central sindical de nicas, sociales y políticas hacen, pues, que cadala negociación colectiva se vuelve problemáti- vez se puedan mantener, con menor plausibili-co, tanto por la individualización creciente de dad, la percepción de una tendencia natural a lalos grupos laborales más integrados como por unificación de las fuerzas del trabajo, y a lael desenganche forzado de la negociación de constitución automática de una ciudadanía uni-

los grupos laborales más vulnerables28 ~

Así, versal basada en criterios de máxima unifica-son evidentes, por una parte, las acciones que ción, de todas las clases nacionales, en un pro-tratan de privatizar todos los modelos de con- yecto común directamente ligado al Estado deltractualización laboral — sean protagonizadas bienestar y a la desradicalización del conflictopor las propias empresas, o los por cuerpos téc- social. En estos momentos, las lógicas de per-nicos y profesionales que tratan de liberarse de manencia en la condición laboral son diversas,la contractualización colectiva— y, por otra, las y esta disparidad tiende a provocar una fuertedificultades que se encuentran para poder con- desestructuración de las identidades laboralesseguir una cultura laboral común en las bases básicas y de la capacidad ideológica de generarsindicales, al irrumpir defensivamente culturas un frente común objetivamente enraizado en eldel trabajo cada vez más particulares, segmen- mundo del trabajo que sea capaz de expresar ytadas, diversificadas, con valores muy diferen- de agregar posiciones y demandas complejas al

tes, integradas en la localidad, en la supervi- máximo.vencia, en la etnia o en el grupo primario. Por ello, existe una necesidad imperiosa de

Los sindicatos asentaban su funcionamiento replantear acciones y estrategias comunicativas,fluido en una de las convenciones generales de por parte de los sindicatos, tendiendo puentes

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24 Luis Enrique Alonso

de diálogo y de comunicación congrupos y cuí- beneficios, más o menos, corporativos o situa-turas cuya identidad ni es, ni ha sido, estricta- cionales de sus grupos salariales mejor defen-

mente derivada de la condición salarial, diálogo didos y consolidados localmente, pueden serque, en todo momento, deseche la tentación de un peligro inmediato y, por eso, la única posi-la manipular o mediatizar estas culturas de ori- bilidad de hacer pervivir el sindicalismo en elgen. La urgencia radica. por tanto, en generar un sentido de movimiento social activo, progresis-nuevo multiculturalismo laboral activo basado, ta y no excluyente, es ligar la reconstrucción desobre todo, en la construcción de valores que no su identidad al reconocimiento de identidadesson, simplemente, los derivados de la acepta- globales compuestas también sobre culturas noción pasiva de la sociedad salarial mercantil — lo convencionales, hasta ahora, como las culturasque haría del sindicalismo un simple apéndice reivindicativas que han generado los parados,racionalizador de las políticas económicas del las reivindicaciones de visibilidad por grupospensamiento único-, sino los que surgen del étnicos, las llamadas de atención de una juven-reencantamiento y de la repolitización cotidia- tud cada vez más aislada o de sujetos excluidosnas de una sociedad laboral lo suficientemente de los modo de vida mayoritarios 29• En esteamplia, solidaria y potente como para generar sentido, la necesidad de una cultura social glo-

un nuevo fondo colectivo y participativo contra bal, que provoque un nuevo pacto postkeyne-la sobrexposición al riesgo. siano para llevar elEstado del bienestar a bases

La principal línea de avance del sindicalismo y a términos cada vez más globalizados, a laactual, por lo tanto, no está sólo en la defensa vez que más plurales, es hoy en día un elemen-de sus bases consideradas ya como tradiciona- to mucho más poderoso de integración que el

les, sino también la de suscitar una nueva cuí- seguir defendiendo las situaciones salarialestura de acción colectiva laboral que sea capaz tradicionales y nacionales.de articular comunicativamente las diferencias Si la ciudadanía debe desligarse sin tardanzay las riquezas de los grupos que viven en con- del concepto de la nacionalidad formal paradiciones semilabores, sublaborales e incluso poder seguirsiendo un concepto progresista, laalaborales. En este sentido, el prerrequisito condición laboral debe desligarse de la estrictafundamental es la necesidad de converger dia- situación mercantil para seguir manteniendo sulógicamente contra los planteamientos de tipo potencial transformador y emancipador. Desdeneoconservador, dentro del respeto de los orí- este punto de vista, un nuevo pacto social y

genes y culturas diferentes de los grupos movi- global tiene que reconstruirse llamando a lalizados, convergencia que con los nuevos responsabilidad del trabajo no como un ele-movimientos sociales —portadores de valores mento simplemente salarial, sino como un ele-

que muchas veces no han sido tradicionalmen- mento cultural y comunicativo, con objetivoste bien asumidos por los movimientos obreros sociales de integración, de bienestar, de satis-institucionalizados— se hace no tanto un pro- facción de las necesidades y de equilibrio eco-blema de voluntad como una necesidad lógica lógico; pedir sólo y exclusivamente puestos deal encontrarnos con una dispersión y fragmen- trabajo mercantiles o aumentos salariales sin

tación más fuerte de las condiciones de vida de cuestionar el modo del vida mercantil, la frag-los actores sociales en occidente. mentación social, la exclusión o las agresiones

El anclaje imaginario en un sindicalismo ecológicas puede que se convierta, muchasmasculino y fabril es, en estos momentos, un veces, en una situación en la que es peor elobstáculo para la renovación de la acción sin- remedio que la enfermedad. Por esta razón, losdical, pues es incapaz de gestionar las diferen- procesos culturales de creación de un nuevocias, y bloquea las posibilidades de crear una sindicalismo, no estarán exentos de dificulta-cultura transversal de identidades activas liga- des, de problemas; pero reconocer esas diferen-das a un proyecto que, generalmente, estará en cias, articularlas, saberlas gestionar, saberla reconstrucción del Estado del bienestar, pero desarticular los procesos de microcorporativis-un Estado del bienestar mucho más participati- mo duro son los elementos que podrían salvar

yo y que sea capaz de asentarse en esferas e el mundo del trabajo de un cierre sobre susinstituciones cada vez más internacionales. Es valores más economicistas.evidente que los procesos de construcción de Refugiarse en la lógica del trabajo reducidauna ciudadanía, laboral ligados a la defensa de al trabajo asalariado o a la demanda de empleo

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Crisis d e la s o cie d a d d e l trabajo y ciudadanía: u n a reflexión... 25

por el empleo mismo — lo que supone aceptar la prueba que la figura social del sindicato em-providencia mercantil—, así como en la acepta- pieza a ser cuestionada por su escasa funcio-ción de una lógica de la negociación colectiva, nalidad y por su peligro permanente, potencialcada vez más estructurada sobre sus propios o real, a desestabilizar los precarios equilibrios

automatismos — a la vez que más estrecha y de poder que mantienen la gobernabilidad deacogiendo a menos población laboral— puede las sociedades occidentales.servir de muy poco para componer la cons- Así, un tema recurrente, en estos últimostrucción de un nuevo sindicalismo basado en tiempos, ha sido la relación de los sindicatosla complejidad de sujetos y actores; sindicalis- con la política general y con los intereses glo-mo que tendrá que movilizar estrategias dis- bales de los ciudadanos. En este sentido, lacursivas y simbólicas cada vez más universa- ofensiva antisindical desde el ámbito de losles, más permeables a la consideración de la círculos más oficialistas y neoliberales de laexistencia de otros grupos sociales y a la cola- política institucional, se declaraba de unaboración con otros movimientos sociales, al manera abierta y contundente; la línea de argu-fin y al cabo, estrategias que hagan de la mentación era básicamente una: el sindicato se

reconstrucción del Estado del bienestar en el esta convirtiendo, cada vez más, en el instru-ámbito internacional un proceso interesante y mento corporativo de una vieja y minoritariaventajoso para colectivos muy diferentes. El clase obrera que, lejos de facilitar una salidasindicalismo deberá, así, reivindicar desde la racional a la crisis, se empeña en bloquear una

 política de la sociodiversidad 30, el lugar social propuesta de modernización integral y de bie-

y colectivo del trabajo. El trabajo tomado nestar social global, realizada mediante lacomo un proceso de transformación social, reconstitución de la tasa de ganancia y la in-colectivamente construido, a la vez que políti- versión empresarial.camente determinado — lo que nos aparta de Últimamente, por tanto, el tema del corpora-confundir el trabajo conel simple empleo mer- tismo se viene utilizando como arma arrojadizaca ntil— , de tal manera que el mundo del traba- y, en su versión más conservadora, vemos til-

 jo sea capaz de general un movimiento social dar de corporatista a cualquier acción colectivaactivo por medio de una nueva ciudadanía glo- que se produzca en el seno del sistema socialbal y no sólo se refugie en estrategias micro de -eso sí, suelen ser las acciones de los movi-defensa de condiciones salariales aisladas. El mientos sindicales, sociales o de afectados, ypleno empleo, actualizado en función de los nunca las de los grupos de presión férrea ynuevos fenómenos de fragmentación social y seguramente instituidos, presentados, ahora,dotado de una dimensión cualitativa nueva, como benefactores de la patria o generadoressigue siendo un objetivo reivindicable y via- de empleo-. Se vuelve a hablar de las ventajasble. La utilización de los elementos simbólicos de la libre asignación de recursos económicos yglobales y la reivindicación de derechos de ter- sociales (fuerza de trabajo) por parte del mer-cera generación: reconocimiento de identida- cado, de l ataque a la democracia libre y mayo-des, alteridad, medioambiente, inserción, etc., ritaria porparte de grupos u organizaciones queson elementos fundamentales para poder reen- no han pasado por el sufragio universal, y, porcantar y rearticular el mundo del trabajo en el este camino, se acaba defendiendo la idea desiglo XXI ~‘. que la peculiar crisis o postcrisis económica y

Todo lo anterior nos remite al debate sobre social en la que estamos instalados —algunosel lugar institucional y la función social de los sectores muy cómodamente, por cierto- vienesindicatos en el tardocapitalismo de finales del dada por la ingobernabilidad de un sistema pre-siglo XX . A este respecto, se viene asistiendo sidido por la sobrecarga de demandas socialesacontinuas acusaciones de interferencia de los que se plantean al Estado y que anulan tanto el

sindicatos en la vida política considerada sistema de decisión política, por la vía de loscomo «oficial» —terreno acotado y autoprocla- partidos, como el sistema de decisión económi-mado para el uso exclusivo de los políticos y ca tradicional por la vía del mercado.de sus partidos—; estas acusaciones se han Con todo esto, lo que se pretendería, al fin yvenido produciendo desde las esferas guberna- al cabo, es anular al sindicato como sujeto po-mentales hasta los círculos políticos y de opi- lítico de representación global y como unifica-nión conservadores, más habituales, lo que ción simbólica de los intereses del mundo del

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26 Luis Enrique Alonso

trabajo, en contraposición a los del capital, para Sindicalmente, este tema es también temaconvertirlo en una simple instancia negociadora obligado para tratarse y reformularse, en ladel conflicto, contractualizando monetariamen- que, como ha señalado constantemente Andréte los niveles de utilización cuantitativa y cuali- Gorz (1997), puede ser la trampa de una lógica

tativa de la fuerza de trabajo y generando una económica de la representación, por la cual losnueva «cultura sindical» utilizando, fundamen- intereses «objetivos» bien representados pue-talmente, su aparato burocrático para la provi- den imponerse a la lógica social de otros colec-sión de servicios sociales, financieros y de ocio, tivos débiles incapaces de hacer valer cualquie-

formación profesional, intennediación técnica ra de sus reivindicaciones. Los sindicatos deen la consecución, formalización, y movilidad clase se encuentran claramente en una encruci-de puestos de trabajo, etc., lo que no sería otra jada; o bien se cierran definitivamente en unacosa que buscar, y utilizar intensivamente, prác- estrategia estrechamente corporatista que acep-ticamente sólo la dimensión más instrumental o te disciplinada y disciplinariamente el papel deambivalente del propio fenómeno sindical, su contractualizador seguro del precio, la gober-capacidad normalizadora y disciplinaria de las nabilidad y las prestaciones del «núcleo duro»

prácticas obreras, eliminando así  el peligro del de la fuerza de trabajo, subordinando todos losespontaneismo, el populismo, el ludismo, los demás intereses de colectivos excluidos a losdesórdenes o los sabotajes masivos32 , de la concertación principal; o bien, esta sub-

Pero este proceso no hace más que reflejar ordinación de intereses, se cambia por la arti-un proceso más profundo que va a marcar las culación de intereses — la construcción política—tendencias de evolución del conflicto laboral de los diferentes colectivos subordinados.en los próximos años; un proceso de amplia Pasando el sindicato de sustentar una represen-diferenciación y diversificación de la estructura tatividad y una legitimidad esencialista y estre-de clases en el curso de la salida de la crisis cha —brazo operativo de una inencontrable(procesos de segmentación, parcelación, des- «verdadera» clase obrera que de hecho ha esta-cualificación y sobrecualificación, desempleo lIado en diversos segmentos desigualmentey empleo negro o precario,etc.), asociada a una colocados en el proceso de trabajo-, a una re-

fuerte terciarización del proceso de trabajo, presentatividad amplia, articulada políticamen-hacen que las viejas identidades y solidaridades te de una manera muy próxima con las accio-homogéneas de clase económica también nes de otros movimientos sociales, juntos en la

pasen por momentos de máxima inestabilidad defensa de un estatuto universal de la ciudada-al perder gran parte de sus líneas de cohesión nía, del bienestar y de la seguridad, frente a ungrupal. Ahora bien, este fenómeno de máxima mercado disciplinador, generador de insegun-complejidad de lo social antes que provocar dad, riesgo y miedo.una, tan anunciada como indemostrable, muer- Ni el mundo de la marginación es, hoy, unte de la clase obrera obliga areplantear los pro- mundo ajeno al trabajo, ni el mundo del traba-cedimientos, tanto del análisis teórico como de jo está libre de caer en la exclusión y en la mar-ía práctica sindical, del conflicto laboral. La ginación. Esta frontera difusa es la que hace

gran segmentación y estratificación de las que entre el sindicalismo y el mundo de lasituaciones laborales provocadas, tanto tecno- exclusión deban de tenderse puentes que vayanlógica como institucionalmente, obligan a olvi- más alláde losgestos formales. El sindicalismodar cualquier esencialismo en la determinación para poder hacer frente a su propia crisis y rele-de los antagonismos sociales, reconociendo gitimarse, sobre planteamientos más amplios,que la clase obrera está constituida, cada vez puede converger en un proyecto de sindicato

más, por una pluralidad de posiciones de suje- de sociedad33 conmovimientos sociales e ini-to débilmente integradas, en algunos casos, y ciativas ciudadanas en el que, frente a la soli-directamente contradictorias, en otros; con lo daridad mecánica impuesta por la uniformidadque no queda más remedio que analizar esta productiva, trate de construir una nueva solida-pluralidad de posiciones diversas y, en muchos ridad, no por simple agregación mecánica de

casos contradictorias, de manera total o parcial, reivindicaciones instrumentales y económicas,abandonando la imagen de un agente unificado sino por el acercamiento del sindicato a lasautomáticamente y homogéneo tal como se demandas surgidas no sólo de los grupos asala-definía la ‘clase obrera’ del discurso clásico. nados, estables y de planta, sino de grupos

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Crisis d e la s o cie d a d d e l trabajo y ciudadanía: una reflexión... 2 7

periféricos, desmercantilizados e incluso clvi- identidad, de solidaridad y de ciudadanía polí -cos o generacionales, o marginados, del merca- tica pueden ser tremendamente efectivos endo de trabajo; pero esta convergencia, más que ese fin. De nuevo, aquí, hay que salir de lasuna alianza, es el resultado de una transforma- aporías del «pensamiento único» en avance.

ción tanto de las identidades tradicionales obre- Los nuevos movimientos sociales, apareci-ras como de las que sirvieron de origen a los dos en los años sesenta y setenta, supusieron la

nuevos movimientos sociales, llamadas, casi reivindicación de la identidad postadquisitivaobligadas en su propia defensa, a integrar un de ciertos colectivos fundamentalmente liga-frente de reconstrucción de eso que conocemos dos a las nuevas clases medias ascendentescomo sociedad civil — y que no es el mercado —estudiantes, mujeres, jóvenes, etc—; y si el sin-incivil— desarrollando espacios de cambio y de dicalismo adaptado al pacto keynesiano res-solidaridad que pueden ser encajados en su pondía a las identidades del obrero industrialseno y no exteriorizados y proyectados hacia fordista, hoy en día, es fundamental no sólolos dos únicos poíos habitualmente considera- reconocer, expresar y reforzar la identidades dedos de manera ideal e irreal: un mercado -el esos sujetos, sino también abrirse a las alterida-

mundo de los precios— o el Estado como el des generadas por la fragmentación social post-mundo de las normas externas, sin tener nunca fordista, dándole voz a los que no la tienen,en cuenta el mundo de las solidaridades, las porque se han convertido en excluidos, precari-acciones, los consensos y los valores que se zados, fragilizados o silenciados por el merca-crean en los actores sociales. do total. Si el discurso del consumidor es el

El sindicalismo tiene, así, un papel funda- más fácil de establecer porque es el discursomental en la reconstrucción de nuevas redes de del egoísmo, el deseo material y el horno oeco-bienestar. Redes que nos defiendan de la inse- nomicus — e l de la ciudadanía de pago-, laguridad, del miedo, de la especulación y de un nueva ciudadanía tiene que encontrar discursosmundo, fundamentalmente, cada vez más leja- alternativos, nuevos conceptos de ciudadaníano de lo social t La frontera inmaterial del basados, precisamente, en la diversidad, en la

capitalismo, en estos momentos, se está atra- alteridad, y en el pluralismo, abriendo la posi-vesando mediante la desintegración de lo bilidad de articular espacios y situaciones quesocial. La rearticulación de ese capitalismo no sólo respondan a la situación del privatismoinmaterial tendrá que ser social o, simplemen- mercantil. En este sentido, la ciudadanía máste, viviremos en una sociedad cuyos beneficia- que un estatus tiene que ser una práctica quenos sean cada vez más escasos y sus padece- recogiendo las diferencias multiculturales nodores cada vez más numerosos. Y ello exige las cristalice en una sistema de exclusionesuna nueva racionalización y una nueva flexibi- -como implícitamente propone el individualis-lización del Estado del bienestar: que sea más mo liberal al congelar la diferencias en un pro-austero y menos megalómano, pero a la vez ceso de naturalización de las posiciones socia-más atento a las demandas concretas, cercanas les—, sino que permita formas colectivas de

y reales; mucho más descentralizado y partici- comunicación y de diálogo intercultural quepativo, y con tendencia a atribuirle obligacio- vayan más allá de las fronteras (de clase, denes sociales a los que son titulares de derechos genero, de territorio, de etnia...) tomadas comode bienestar, lo que supondría una reconstruc- definitivamente cerradas 35; y el trabajo tieneción de la propia condición de ciudadanía. Las que formar parte de este diálogo como un ele-disfunciones burocráticas no son tan sólo un mento reflexivo de construcción de actoresproblema de las organizaciones estatales, sino sociales concretos que buscan y dan sentidode toda gran organización que se hace opaca, propio a lo social. pUn diálogo entre un sindi-desmotivadora y antiparticipativa. Su remedio calismo, cada vez más atento a los nuevosno es, por lo tanto, únicamente la privatiza- modelos de trabajador disperso y difuso, conción, sino la introducción de mecanismos de los nuevos movimientos sociales, sensibiliza-comunicación, de descentralización y de reía- dos a las identidades de los sujetos frágiles no

ción entre los funcionarios y los usuarios. Los laborales, es fundamental para encontrar nue-incentivos de interés pueden ser una vía en la vos espacios de comunicación y de moviliza-consecución de organizaciones más ágiles, ción. El trabajo, y la realidad salarial por sí pero también los incentivos comunitarios de misma, cada día parecen más limitados como

~PbESb

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elementos de generación de identidad homogé- superacelerada que subordina todos los espa-nea y autónoma, puesto que este elemento está cios a los mercados financieros y comercia-cada vez más desarticulado socialmente y pre- les 3ó ~ Estas situaciones de vulnerabilidad sesenta situaciones que hacen muy difícil la pro- convierten, así, en el eje principal para la re-

pia solidaridad mecánica que surge por homo- construcción de los nuevos movimientos socia-geneidad de horizontes vitales comunes; sin les —incluido el movimiento sindical—, ya queembargo, la defensa de lo público y de una ciu- éstos tendrán que dar respuesta tanto a los peli-dadanía social basada en los derechos de bie- gros de desmotivación y de desmovilizaciónnestar parece un elemento básico y sustancial del mundo del trabajo -cada vez más en peligroen el reforzamiento de la solidaridad institucio- de producir identidades corporativas comonal general, y el trabajo mercantil y extramer- resultado de la fragmentación y de la remer-cantil tienen un papel principal en la articula- cantilización ofensiva del modelo postfordista,ción de la defensa pública de la solidaridad y lo que rompe la posibilidad de encontrar en unadel bienestar. clase económica homogénea la frente única y

Por tanto, el modelo de acumulación econó- mecánica de identidad y solidaridad—, como a

mica en auge implica una fuerte transnaciona- la dificultad que tienen las infraclases, y espe-lización de todo tipo de flujos y de actividades cialmente las actuales, de dotarse de instru-productivas y reproductiva. Nos encontramos, mentos simbólicos y organizativos para gene-por lo tanto, con una fuerte extraversión hacia rar una identidad activa.las semiperiferias avanzadas de la fabricación Es lógico, por tanto, que los actuales movi-en serie de los productos industriales; a la vez mientos sociales se estén construyendo, y de-que un proceso postindustrialización y de rápi- berán construirse, como respuesta solidaria ada dispersión y reducción cuantitativa del teji- los antimovimientos regresivos y autoritarios,do industrial en los paises centrales del sistema como toma de iniciativa para hacer entrar en laeconómico global. Mientras, contemplamos el historia, y en la sociedad, a los sujetos débileshundimiento y la depresión en la más absoluta expulsados por la nueva articulación de l capi-miseria, olvido y ostracismo de grandisimas talismo postfordista 1 El reconocimiento, lazonas del planeta, históricamente subdesarro- denuncia, y la lucha contra la exclusión es ellladas o más recientemente deprimidas porque primer paso para un intento de solución activasus materias primas ya no tienen valor como de las necesidades, muchas veces extremas,factores de producción en la industria avanza- que el descompromiso social, la remercantili-da. Todo este complejo cúmulo de circunstan- zación, la empresarialización de la vida coti-cias ha provocado — a nivel mundial— nuevas diana y la privatización de parcelas de l Welfareemigraciones e inmigraciones, desocupación y State han dejado fuera; convirtiéndose, pordescualificación de grandes franjas de los mer- tanto esta lucha contra la exclusión en uno decados de trabajo internacionales, y, en suma, los motivos fundamentales para la agenda de lamano de obra excedente de unos paises que movilización colectiva de l inmediato porvenir.busca trabajos precarios, subempleo o cual- Estamos atravesando, por lo tanto, un pro-

quier ocupacion marginal en otros, ceso de amplia diferenciación y diversifica-Ello hace emerger gran cantidad de identida- ción de la estructura de clases en el curso de

des sociales tremendamente débiles en las que esta larga y dubitativa pre/postcrisis perma-se resumen todos los costes sociales del actual nente que hace que se multipliquen los proble-modelo de acumulación económica, y que mas así  como las necesidades concretas, líe-resultan difíciles de agregar a la cultura politi- vando asociada por lo tanto, la dinámicaca y a los intereses económicos de lo que fue la previsible de la multiplicación de los movi-clase obrera tradicional. Hechos como la mmi- mientos específicos. De la capacidad actualgración o la «nueva pobreza» se han converti- paracrear y recrear nuevos vínculos sociales ydo en estructurales debido al modelo postfor- de solidaridad que sean capaces de trascenderdista de movilidad y flexibilidad máximas en la políticas sectoriales o, incluso, situaciones lo-

utilización de recursos sociales y económicos cales, depende la capacidad social de interven-— y especialmente en el uso de la fuerza de tra- ción pública efectiva. Postulando o, incluso,bajo-, hechos que son la otra cara, la cara oscu- ayudando a gestionar directamente un nuevora de la economía virtual, desmaterializada y Estado benefactor más descentralizado surge

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la posibilidad de encontrar vínculos sociales cárceles, cuarteles o fábricas, procedimientos discipli-

cada vez más globales; pues, si bien el princi- narios mucho más diseminados, múltiples y universali-

pio universalista estuvo en la base del moder- zados fundados en instituciones difusas, donde cada vezaparece menos el factor de control humano y más lasno Estado social, al igual que la modernidad, relaciones de poder codificadas y objetivadas por un

el Estado del bienestar ha sido un proyecto esquema de actuación impersonal En este sentido, elinacabado, atacado tanto por las políticas neo- marco estatal institucionalizado de mediación y encau-

liberales de oferta, como bloqueado por las zamiento del conflicto de clases se ha manifestado his-

disfunciones generadas en su propia marcha: tóricamente como uno de los mecanismos más potentesy efectivos de ajuste «suave» de los individuos a la pro-

burocratización, paternalismo, pasividad, falta ducción social. Así, a una disciplina «panóptica» quede compromiso hacia él, etc. presidié los origenes de la organización social del traba-

De esta manera, frente a las interpretaciones jo industrial —siguiendo el modelo penitenciario de la

neoliberales que se refieren a los riesgos de la época, en el factory sistem las tareas se disponen de talmanera que la mirada patronal puede estar presenteciudadanía total —desmotivación hacia el sobre todas las parcelas del proceso industrial al mismo

esfuerzo personal, indisciplina por exceso de tiempo— se le viene a superponer, más tarde, una disci-

derechos y de democracia, sobrecarga de plina «técnica» en la que la vigilancia personal queda

demandas a las instituciones políticas,crisis de integrada en la paula objetiva que supone el seguimien-lo que estamos cono to obrero del funcionamiento de una máquina queactuagobernabilidad, etc.— , según reglas, ritmos y criterios establecidos, externa-

ciendo, ahora, es precisamente lo contrano, la mente, en el diseño industrial, primero, y en la organi-

estrechez y las limitaciones de ese concepto de zación «científica» del trabajo que lo complementa—.ciudadanía que cada vez deja más grupos vul- Por fin, como extensión social de la disciplina producti-

nerables fuera, a la vez que hace más pasivos y va se concreía una disciplina «contractual» por la cual,

acomodaticios a sus titulares reales (el sector tanto en la esfera de la producción como en la distribu-ción del excedente, se reconoce y consagra, vía estatal,medio alto de la sociedad). Los movimientos el papel regulador de las organizaciones obreras, institu-

sociales —nuevos y viejos, laborales y cívicos— cionalizando a todos los niveles posibles (empresa,tendrán que luchar para ampliar y para activar rama o sector, Estado/  nación, etc.) la idea de un nuevolos derechos de ciudadanía social —frente alos «contrato social» en el que cada agente social trata de

simples derechos de propiedad económica imponer su estrategia. Para las organizaciones situadasen la órbita del capital (partidos conservadores, patrona-impuestos por el mercado- a la vez que tendrán les, etc.), es la forma de utilizar el principio de la dele-que lograr la materialización de estos derechos gación obrera como relaciónjerárquica de control; paraciudadanos en todos aquellos colectivos y suje- los sindicatos y partidos con bases parcialmente obreras,tos especialmente débiles, sojuzgados y disper es la forma de conseguir avances políticos sustantivos,

mejoras importantes en el nivel de vida y, sobre todo, susos que están siendo y serán estructurales en la reconocimiento expreso como parte negociadora.ya larga marcha de un capitalismo que atravie- ~ Los derechos sociales o derechos de segunda gene-

sa el umbral de un nuevo siglo, ración —considerando los derechos políticos y de repre-sentación parlamentaria como los derechos de primerageneración— son el elemento central de una ciudadaníapública y activa producto de la reivindicación de los

NOTAS actores y de la resolución del conflicto social (Turner,1990); concepto que se distingue de la ciudadanía mdi-

Este artículo está redactado a partir de materiales vidual y nacional, típica de los primera revolución bur-que formarán parte del libro «Trabajo y ciudadanía: guesa, o de la ciudadanía otorgada desde arriba caracte-estudios sobre la crisis de la sociedad salarial», de pró- rística de los primeros momentos de la reforma socialxima publicación en la Editorial Trott~’Fundación 12 de (Man, 1997).Mayo, tómese pues como un anticipo. En la era keynesiana se cierra y se perfecciona el

2 Sobre la transformación del concepto de ciudadanía, proceso por el cual el empleo y el desempleo se codifi-después de la Segunda Guerra Mundial —fundamental- can como normas sociales, por una serie de políticasmente ligado al de integración social— , véase necesaria- públicas que traducen las trayectorias en el mercado dementeMarshall (1997); su crítica marxista en Bottomore trabajo en categorías cenadas y tipificadas — y por ello(1992) donde se expone el carácter fundamentalmente constatables y medibles—, categorías en buena medidaambiguo y formal conque lasteorías y políticas welfaris- simétricas y funcionales, incrustadas en una relacióntas han construido este concepto, al no atacar de manera salarial general y totalmente separadas, ya, de la identi-real la raíz económica ni clasista de los problemas de la dad entre pobreza y trabajo, típica del miserabilismo

desigualdad. decimonónico. Para esto temas véase Topalov (1987 yPodemos observar cómo en la formación y desa- 1994),asi como Santos Ortega y Rodríguez (1993).

rrollo de una «sociedad disciplinaria» se han ido alía- 6 La desmercantilización es el eje central de la ciu-diendo sucesivamente a los primeros mecanismos de dadanía keynesiana. Esta desmercantilización crea lacontrol basados en instituciones «cerradas», tales como posibilidad de recibir bienes y servicios no ligados a los

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circuitos de distribución marcados por el mercado intermediación tecnológica y financiera, en suma), y(Esping-Andersen, 1993), pero esta desmercantilización suelen ser hegemónicas en las nuevas estrategias dede la ciudadanía weífarista es paradójica porque, a la avance de las empresas norteamericanas y, por amplia-vez, permite el asentamiento del mercado ygenera mer- ción, en toda la empresa occidental. Sobre la progresivacados secundarios (Taylor-Gooby, 1991). y creciente separación entre poder económico y estatus

Sobre laciudad fordista 

sus presupuestos producti- social de los empleos en los servicios, hasta el punto devtstas y regulacionistas, sobre su evolución y su expio- que ya esta acuñada la división entre malos y buenosstón postmodema, véanse: Perulli (1995), Sambricio empleos en el sector de servicios, véase Meisenheimer(1996) y Hannigan (1995). (1998). El mismo Reich, en un artículo posterior decía-

Entresacarnos aquí  tres ejemplos, por su calidad y ra a estos analistas simbólicos como los responsables debuen pulso intelectual, de la gran cantidad de literatura una auténtica secesión  de los triunfadores, destructoresespecializada que expresa su preocupación ante el dete- de las clases medias y generadores de una ¿lite on-linenoro de los contenidos reales de la ciudadanía. Autores transnacional privatista y excluyente incapaz de renovartan diferentes y tan interesantes como Dahrendorf  cualquier consenso social y menos un nuevo consenso(1996), Habermas (1997) y Todorov (1998) hacen bue- keynesiano (Reich 1994: 19). El llorado AlvinGoudnernas contribuciones para hacemos ver el debilitamiento, ya profetizó en su día la marcha al poder de los «inte-en el tema de los derechos, que ha supuesto «el espíritu lectuales» y el ascenso de «la nueva clase», lo que sig-del tiempo» postmoderno. nificaba en definitiva el triunfo del capitalismo de unas

Es curioso que las metáforas meteorológicas sean burguesías culturalesmovilizadas frente alas viejasbur-

continuamente aplicadas al funcionamiento de la econo- guesias patrimoniales y, por supuesto, pulverizadoras demía mundializada, como si el empleo o los resultados de la clase obrera industrial (Gouldner 1980).los movimientos de inversiones o las maniobras especu- U Para el tema de la transformación de las culturas ylativas fuesen un universo fuera de la responsabilidad y de las identidades obreras y su impacto sobre el movi-de la posibilidad de intervenir de los sujetos, de los acto- miento sindical actual, véase: Verret (1995 y 1996),res yde los poderes, y, por lotanto,alos individuos, cada Crouch (1995), Rosanvallon (1988), Davis (1994) yvez más aislados y sobre-expuestos, sólo les queda la Alonso (1994 y 1997).posibilidad de refugiarse, cuando pueden y en el mejor 16 Sobre la diferente necesidad de cualificaciones quede los casos, en su egoísmo calculador. Véase: Brune impone el nuevo sistema de producción flexible postfor-(1997) y V i r i l i o ( 1 9 9 7 ) . d i s t a y sobre la desvalorización de los títulos universi-

iO No es extraño, por tanto, que la fragmentación tamos dado la necesidad de movilidad y disponibilidadhayasido uno de los rasgos quemás se han utilizado para que imponen las nuevas estructuras de costes de lasem-reflejar las características fundamentales de este tiempo presas, véase: Regini (1995), Hallyday (1996), Pollit

—Alonso (1992ay 1992b)—y que autores como Lebaube (1993), y con carácter más general Thurow (1996) y(1998) y Rea (1997) consideren las sociedades actuales Blaug (1996).como sociedadesdesmigajadas. 17 El empleo es una forma de institución del poder y de

Así, para el estudio de la evolución y trasformación la dominación social y, por tanto, nuevos poderes se cir-de los nuevos movimientos sociales, véase: Offe (1988), cunscriben al fragmentado mundo actual del empleo, loEder (1993), Danton y Kuechler (1992), Melucci (1991) que implica, asuvez, una estructuración del conflictoydey Alonso (1994). los poderes totalmente diferentea las etapas anteriores. El

‘~ Los cambios en la estructura de clase, dentro del mercado de trabajo compone, así, una red de circunstan-capitalismo tardío, pueden estudiarse en textos ya muy cias que se autoalimentan y se configuran alrededor delconocidos como los de Wright (1983, 1985). Los proble- empleo, y que van mucho más allá que su consideraciónmas de la estratificación en épocas postsocialdemócratas como una simple variable cuantitativa, dependiente delse encuentran tratados por Crompton (1994) y Wright ciclo económico. Este tema se aborda en Maruani y Rey-(1997) y, finalmente, sobre el valor político de latrasfor- naud (1993), Bagnasco (1988) y collins (1998).mación del peso —decreciente— de las clases medias en ~ Sobre la polémica política de la postmodemidad,los procesos de dominación y contradominación contem- véanse, con carácter de resumen, pero con análisis, opi-poráneos, véanse los muy penetrantes trabajos de Alfon- niones y contribuciones extraordinariamente interesan-so Ortí (1987, 1989, 1992 y 1995) tes: Lyon (1996), Jameson (1996), Lash (1997), Harvey

~> Para el tema de la ofensiva neoliberal, vista como (1989), Smart (1992) y los trabajos recogidos en Bergerestrategia consciente de ruptura del estado keynesiano (1998).porparte de las nuevas ¿litesfinancieras y como cambio 19 Para eí  proceso paralelo de reestructuración pro-de la estrategia de intervención estatal (loque no signifi- ductiva y descualificación social, pueden verse los traba-ca por tanto, ni mucho menos, que el Estado deje de jos recogidos en Cohendet (1998); y dos libros distintos,intervenenir, sino que defiende otros intereses), véase: pero muy interesantes, cada uno a su modo, el de (ilace-Montes <1996b), Alvarez Puga (1996), Lasch (1996) y lA n y Domínguez (1997) y el de Paugam(1997).Jessop (1994). ‘~ Sobre el tema de la reconstrucción de la política a

“~ El concepto de analista simbólico pertenece, como partir de conceptos como alteridad, identidad y recono-es sabido, a Robert Reich (1993: 187-198), con él quie- cimiento de las diferencias, véanse, con muy diferentes

re reflejar, que frente a la labor de los servicios rutina- planeamientos, Preston (1997) Honneth (1995) y cape-nos de producción o a los tradicionales servicios a per- lía (1993 y 1996).sona, se han desarrollado y han tomado preponderancia ~ Es evidente que el concepto de globalización quecapas profesionales que comercian con símbolos, pala- estamos usando aquí nada tiene que ver con el habitualbras, representaciones visuales y orales (estrategias de discurso triunfalista y homogeneizador con que se asocía

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el fenónomeno de la globalización, discurso que trata de sociales, neomarginalidad, estigmatización, guerrasconvencemos de la necesidad imparable y fundamental locales, etc.— pueden verse, con diferentes tonos: Maife-del proceso de universalización de los mercados. Por lo soli (1997), Eco (1986), Mmc (1994), Duhamel (1993),tanto, nos apartamos de los cantores del aumento de la Forrester (1996>.competitividad internacional en abstracto, de la declara- 28 Para este tema, véanse los dos últimos informes de

ción positiva sobre una mayor división del trabajo y de la la Oficina Internacional del Trabajo de Ginebra, dedica-suposición de un beneficio inmediato inducido por ese dos a la evolución — y crisis— del desarrollo de la regula-proceso para los soberanos consumidores mundiales ción de lasrelaciones laborales, en un entorno económi-—véase, por ejemplo, Mmc (1997)—,y así  frente a esa co mundializado, y al aparentemente y paradójicovisión neosmithiana, típica del pensamiento único o pen- proceso paralelo de modificación, minimización y estre-samiento «cero», nos situamos en la idea de un proceso chasniento de los marcos concretos en los que se realizade globalización concreto como creación de nuevos la negociación colectiva, véase OIT (1996 y 1997).poderes, desigualdades y fragmentaciones, aescala mun- 29 Los nuevos mundos de la vida del trabajo sondial, con perdedores y ganadores; los autores que se totalmente diferentes a lacondición salarial normaliza-decantan por esta segunda versión son: Beck  (1998), da, pero esto no implica la negación de la posibilidadTodd (1998) y Martin y Scumann (1998). de construir sujetos políticamente activos desde el

22 Sobre el tema del multiculturalismo, no tanto desde mundo del trabajo, sino su transformación y compleji-un problema ético o filosófico, sino como hecho social y zación en un entorno postmodemo; este argumento sepolítico, véase: Taylor (1993), Lucas (1994), Cohn-Ben- encuentra en Garza (1997). Producto de esta nueva

dith y Schmith (1995) Wierviorka (1992y 1996). complejidad para unificarpolíticamente las identidades23 La reconfiguración del sujeto de gobierno asigna, actuales del mundo del trabajo son las movilizacionesasí, nuevas obligaciones y deberes a los individuos que de parados; las más conocidas, las francesas, son estu-

ahora pasan a ser fundamentalmente los responsables y diadas como la construcción de una nueva radicalidadgestores de sus propios riesgos, de tal manera que un de los «no convencionales» por Béroud y Mouriauxnuevo conjunto de dispositivos de regulación hacen que (1997). La pérdida de cualquier privilegio ontológico osólo los que no sean capaces de intemalizar, financiar y de centralidades cenadas del trabajo, en la construc-planificar su propio riesgo queden inmediatamente defi- ción de las alternativas políticas, no supone, por tanto,nidos, clasificados y codificados como excluidos por la eliminación del trabajo como espacio de primeraunared de profesionalesy tecnólogos de lo social—Don- importancia en la construcción política de actores,zelot (1994), Rose (1997)—. No es extraño, por tanto, como han pretendido la retórica más o menos postmo-que las políticas sociales tiendan hacia el asistencialis- derna, o más o menos neoliberal; este último tema teó-mo, el minimalismo y la neobeneficencia como han re- rico de la centralidad complejizada y fragmentada delseñado múltiples autores, véase: Tenti Fanfani (1991), trabajo en la construcción de lo político está abordadoasí comolas diferentes aportaciones recogidas en Peñalva con solvencia en Accornero y Magna (1987), Laclau yy Roffman (1996). Mouffe (1987).

24 Para la conexión entre las políticas sociales postne- ~ Como dice Francisco Fernández Buey (1995: 108-oliberales, las demandas de «los sin» y los nuevos aline- 109) se puede ser respetuoso con la diversidad biológica,amientos de la política institucional y altemativa, véan- física, étnica y cultural y aspirar a la igualdad social entrese: Estefanía (1997), Dahrendorf  (1997), Giddens los miembros diferentes de eso que llamamos humani-(1997b) y Paugam (1998). dad. Esta sociodiversidad  es una de las claves de la

25 Sobre la regionalización, individualización, frag- reconstrucción de la izquierda en un entorno multicultu-mentación selectiva en función de grupos específicos de ral, izquierda a la busqueda de una política del reconoci-las políticas sociales y de empleo postkeynesianas, así  miento de las difemcias que nos lleva a una igualdadcomo su apoyo en los diferentes y divergentes procesos social compleja, así como a la superación de una con-de legitimación en Europa. véase: Serrano Pascual cepción de la ciudadanía individual e individualista en(1998), Hugenin y Martinat (1998), Amin y Tomaney una era de democracia postliberal: «El multiculturalismo

(1995). plantea el reto a la ideageneral de ciudadanía individual.26 Sobre el concepto de justicia social como resultado Desde una perspectiva multiculturalista uno no es (prin-

procedimental antes que como principio sustantivo, y cipalmente) un socio político individual, sino que unofundamentalmente tomado como un producto (subpro- pertenece a una cultura colectiva específica, definida yaducto) de los procesos económicos véase Dupuy (1997); sea por la etnicidad, por la sexualidad o por el estilo dela crítica implícita de estos planteamientos está en Latou- vida. Estas culturas colectivas reividican derechos colec-che (1993) y Cassen (1998), donde se defiende la más tivos específicos y su reconocimiento. La política multi-tradicional, pero tranquilizadora,idea de lajusticia social cultural viene a ser entonces la cuestión de acomodar loscomo un a priori y no como una consecuencia no queri- derechos y las formas de actuar particulares de lasda de la conducta. Por su parte, C. Dejours (1997) ha diferates culturas colectivas»(Therborn, 1996: 48). Dospuesto de manifiesto el proceso de banalización de la clásicos actuales en el tema del muticulturalismo y lainjusticia en los discursos cotidianos de los medios de política del reconocimiento son los libros — ya reseñadoscomunicación, traductores milimétricamente de las con- aquí— de Taylor (1993) y Honneth (1995).cepciones meritocráticas, azarosas onaturales de los orí- ~‘ Sobre las posibles confluencias del sindicalismogenes de la desigualdad social, con toda una nueva serie de movimientos reivindicati-

27 Sobre la conceptualización del fenómeno de frag- vos, así como con un sector asociativo no directamentementación social actual -con el creciente neoestamenta- laboral, véase: Suc (1997), Holcman (1997), Zuberolismo, nomadismo e impermeabilizacion entre estratos (1996), Riechman (1998) y Santos Ortega (1998).

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3 2 Luis Enrique Alonso

32 Planteamientos interesantes sobre el problema de ALONSO, L. E. (1992a): «Postfordismo, fragmentación

la transformación y la reconstrucción de los mecanismos social y crisisde los nuevos movimientos sociales» enefectivos de movilización de la identidad laboral — así  Sociología del Trabajo nY 16 .como de las dificultades de encontrar un equilibrio entre ALONSO, L. E. (1992b): «Postfordismo y Estado inter-lasfunciones expresivas y las instrumentales del sindica- vencionista», en AA.VV., La sociedad de la desigual-

lismo actual, al encontrarnos en un entorno de fuerte dad, San Sebastián, Gakoa.fragmentacióne individualización de las relaciones labo- ALONSO, L. E. (1994): «Crisis y transformación de losrales—, se encuentran en Gutiérrez Gana (1988 y 1999) movimientos sociales en un entorno postfordista», enThompson y MaHugh (1991). Bauman (1998), Hai-rison Del Castillo, E (Ed.), Comportamiento político y(1998), y en los trabajos compilados por Aronowitz y elecroral,Centro de Investigaciones Sociológicas.Cutíer (1998). Madrid.

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Sociology • the Social Sc¡ences

2 S I R . . . DS U N THI HAND

aIt ant bird in the hand is warth twa in the bush

Qur two saurces are invaluabieand right at yaur tlngert¡ps.

F o r c u rre n t th o u g h t a n d r e s e a r ch in s o c i o l o g y a n d thes o c ia l s c i e n c e s , c o n s u l t

sodo logical abstraen <a>a n d

S oc ia l P l an n ing /P o I icy & D e v e lo p m e n t A bstra cts (S O P a D A )

A bs t rac ts o f a rti c le s , b o o k s a n d co n fe re n ce papas fr o rn m o re th a n 2 ,5 0 0 jo u rn a ls pu b-i sh ed in 3 5 co u n tr ie s; c ita tio n s o f re l e v a n t d isse r ta t ions a n d b o c k a n d o th e r m e d ia r e v ie w s .

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