Alfred Jarry - Biografía

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MALDITOS, HETERODOXOS Y ALUCINADOS Alfred Jarry, indiano, absurdo, autodestructivo y patafísico JAVIER MEMBA No podía ser de otra manera. Recién llegado a París desde la ciudad (Laval), que le viera nacer el 8 de septiembre 1873, Alfred Jarry, el autor cuya obra habría de ser piedra angular del teatro del absurdo, se convirtió en un habitual de los cenáculos frecuentados por los poetas simbolistas. Escribe Giulia Veronesi que para Jarry, como para Rémy de Gourmont, el "simbolismo podía ser traducido literalmente con una sola palabra: libertad y, más violentamente, por la palabra anarquía". Tuvo que ser entonces cuando el futuro dramaturgo empezó a darse a las disipaciones que acabaron por llevarle a su trágico final. Con anterioridad, entre borrachera y borrachera, alumbró una suerte de teoría –"imaginaria" decía él– para acabar con la lógica en los escenarios. La leyenda que rodea su biografía cuenta que Alfred Henri Jarry cursaba aún sus estudios primarios en el liceo de Saint-Brieuc, en su ciudad natal. Apenas cumplidos los trece años, escribe sus primeros dramas en verso y en prosa: 'Les Brigands de la Calabre', 'Roupias Tête-de-Seiche', 'Un cours Bidasse' y alguna que otra de esas creaciones tempranas han llegado hasta nuestros días: en todas ellas ya despunta un autor singular. "El indiano" La primera versión de 'Ubu rey' data de 1888 y se titula 'Les Polonais'. A la sazón, el escritor prosigue sus estudios en el Liceo de Rennes. Su interés por la retórica le llevará a la Sorbona. Llega a París en octubre de 1891 e, inmediatamente, los simbolistas quedan fascinados con él. Entre los poetas, que ven en Jarry a un discípulo del Lautremont de 'Los cantos de Maldoror', sus exuberantes rasgos del precoz dramaturgo le procuran el sobrenombre de "El indiano". Junto a sus compañeros de estudios, "El indiano" pondrá en marcha las primeras representaciones del ciclo de Ubu. El imaginario soberano de Polonia grotesco, demagogo y cruel, que posteriormente protagonizará el gran díptico con el que Jarry parodiará las miserias de todos los regímenes políticos, en esta primera ocasión es una marioneta. Al otro lado del guiñol donde se desenvuelve se encuentra Marcel Schwob, quien publicará algunas de las escenas de aquel primer Ubu en la revista L’Echo de París. Alumno de Henri Bergson en la Soborna, el aún incipiente dramaturgo es ya un hombre extremadamente cultivado, cuyos versos y artículos son colaboraciones habituales en la 'Revue Blanche' y otras publicaciones. El mismo llegará a ser el fundador de 'L’imagier'. Consigue el aplauso del gran París en 1896 con Ubu rey, comedia satírica en la que se entremezclan referencias a 'Macbeth' con los excesos de un monarca tan tirano con nobles y plebeyos como cobarde en la guerra. En efecto, el personaje sobre el que Jarry ha venido trabajando desde su adolescencia ya está totalmente perfilado: es su vehículo para una encendida sátira sobre los convencionalismos. "Seréis libres de ver en el señor Ubu las múltiples alusiones que queráis, o un simple fantoche, la deformación por un alumno de uno de sus profesores, quien representa para él todo lo grotesco que hay en el mundo", invita el autor en las palabras preliminares al estreno, Página 1 de 16

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MALDITOS, HETERODOXOS Y ALUCINADOS

Alfred Jarry, indiano, absurdo, autodestructivo y patafísico

JAVIER MEMBA

No podía ser de otra manera. Recién llegado a París desde la ciudad (Laval), que le viera nacer el 8 de septiembre 1873, Alfred Jarry, el autor cuya obra habría de ser piedra angular del teatro del absurdo, se convirtió en un habitual de los cenáculos frecuentados por los poetas simbolistas.

Escribe Giulia Veronesi que para Jarry, como para Rémy de Gourmont, el "simbolismo podía ser traducido literalmente con una sola palabra: libertad y, más violentamente, por la palabra anarquía". Tuvo que ser entonces cuando el futuro dramaturgo empezó a darse a las disipaciones que acabaron por llevarle a su trágico final. Con anterioridad, entre borrachera y borrachera, alumbró una suerte de teoría –"imaginaria" decía él– para acabar con la lógica en los escenarios.

La leyenda que rodea su biografía cuenta que Alfred Henri Jarry cursaba aún sus estudios primarios en el liceo de Saint-Brieuc, en su ciudad natal. Apenas cumplidos los trece años, escribe sus primeros dramas en verso y en prosa: 'Les Brigands de la Calabre', 'Roupias Tête-de-Seiche', 'Un cours Bidasse' y alguna que otra de esas creaciones tempranas han llegado hasta nuestros días: en todas ellas ya despunta un autor singular.

"El indiano"

La primera versión de 'Ubu rey' data de 1888 y se titula 'Les Polonais'. A la sazón, el escritor prosigue sus estudios en el Liceo de Rennes. Su interés por la retórica le llevará a la Sorbona. Llega a París en octubre de 1891 e, inmediatamente, los simbolistas quedan fascinados con él. Entre los poetas, que ven en Jarry a un discípulo del Lautremont de 'Los cantos de Maldoror', sus exuberantes rasgos del precoz dramaturgo le procuran el sobrenombre de "El indiano".

Junto a sus compañeros de estudios, "El indiano" pondrá en marcha las primeras representaciones del ciclo de Ubu. El imaginario soberano de Polonia grotesco, demagogo y cruel, que posteriormente protagonizará el gran díptico con el que Jarry parodiará las miserias de todos los regímenes políticos, en esta primera ocasión es una marioneta. Al otro lado del guiñol donde se desenvuelve se encuentra Marcel Schwob, quien publicará algunas de las escenas de aquel primer Ubu en la revista L’Echo de París.

Alumno de Henri Bergson en la Soborna, el aún incipiente dramaturgo es ya un hombre extremadamente cultivado, cuyos versos y artículos son colaboraciones habituales en la 'Revue Blanche' y otras publicaciones. El mismo llegará a ser el fundador de 'L’imagier'. Consigue el aplauso del gran París en 1896 con Ubu rey, comedia satírica en la que se entremezclan referencias a 'Macbeth' con los excesos de un monarca tan tirano con nobles y plebeyos como cobarde en la guerra. En efecto, el personaje sobre el que Jarry ha venido trabajando desde su adolescencia ya está totalmente perfilado: es su vehículo para una encendida sátira sobre los convencionalismos. "Seréis libres de ver en el señor Ubu las múltiples alusiones que queráis, o un simple fantoche, la deformación por un alumno de uno de sus profesores, quien representa para él todo lo grotesco que hay en el mundo", invita el autor en las palabras preliminares al estreno, la noche del 10 de diciembre de 1896. Exito frustrado

Contra todo pronóstico, el éxito que conoce 'Ubu rey' en el París del final de la belle époque es tanto que Jarry escribe una segunda parte con el título de 'Ubu encadenado' (1900). La gloria literaria corre pareja a la autodestrucción a la el dramaturgo parece condenado irremediablemente. Alternando realidad y ficción en sus delirios de borracho, escribe 'El amor absoluto' (1899), 'Mesalina' (1901) y la curiosa novela El supermacho, definida en su edición española (Valdemar 1997) como "una muestra de

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los juegos a los que la teoría y la práctica del amor pueden entregarse teniendo por rival a las máquinas, a la velocidad, a todas las fantasías de los avances científicos de comienzos del siglo XX". Para la crítica, tan singular obra es curioso ejemplo de "futurismo grotesco".

En cualquier caso, Alfred Jarry muere alcoholizado en 1907. No llegará a ver la publicación de' Gestas y opiniones del doctor Faustroll, patafísico'. A raíz de su lectura, sus muchos admiradores querrán poner en marcha una ciencia llamada "patafísica", dedicada al estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones.

Alfred Jarry (Francia, 1873-1907)

Dramaturgo y poeta francés, nacido en Laval. Destaca en la literatura por sus hilarantes obras de teatro y su estilo de vida disoluto y excéntrico. Su primera obra, Ubu rey (1896), la escribió cuando tenía 15 años y se interpretó por primera vez en el teatro de marionetas de Pierre Bonnard (1898), siendo una de sus voces la de la actriz Jovita Nadal. La obra la llevó a escena Firmin Gémier en 1896 y desde la noche del estreno se convirtió en una referencia clave para el surrealismo francés. En ella Jarry arremete contra la visión tradicional de la autoridad a través de la llegada al poder de un grotesco y pomposo rey, Ubu, y su esposa, Madre Ubu, que simbolizan la codicia, la ignorancia y las actitudes burguesas. Esta farsa, cuya presentación provocó un auténtico escándalo, está considerada como la primera obra del teatro del absurdo; realizó después dos secuelas sobre el mismo tema. Jarry escribió también poesía simbolista y una novela surrealista, El supermacho (1902). La revista literaria y teatral Airón, de Buenos Aires, fundada en 1960, tradujo y difundió la obra de Jarry.  © eMe

JARRY ALFRED ( 1873 - 1907 )Dramaturgo y poeta francés.

POEMAS

Nació en Laval en el año 1873. Estudió en el liceo de Rennes, siendo un adolescente escribió sus primeros textos literarios que recopiló en Ontogénie, después de trasladarse a París en 1891 para preparar el ingreso en l’Ecole Normale Supérieure.

Su primera obra, Ubu rey (1896), la escribió cuando tenía 15 años y se interpretó por primera vez en el teatro de marionetas de Pierre Bonnard (1898), siendo una de sus voces la de la actriz Jovita Nadal. La obra la llevó a escena Firmin Gémier en 1896 y desde la noche del estreno se convirtió en una referencia clave para el surrealismo francés. En ella Jarry arremete contra la visión tradicional de la autoridad a través de la llegada al poder de un grotesco y pomposo rey, Ubu, y su esposa, Madre Ubu, que simbolizan la codicia, la ignorancia y las actitudes burguesas. Esta farsa, cuya presentación provocó un auténtico escándalo, está considerada como la primera obra del teatro del absurdo.A estas obras siguieron Les Jours et les Nuits (1898), L’Amour en visite (1898), L’Amour absolu (1899), Messaline (1901), les Almanach du Père Ubu (1899 y 1901), Le surmâle (1902), Le moutardier du pape (1907).

Jarry escribió también poesía simbolista y una novela surrealista, El supermacho (1902). La revista literaria y teatral Airón, de Buenos Aires, fundada en 1960, tradujo y difundió la obra de Jarry.

Entre los artistas que suscitaron su interés hasta el punto de convertirse en amigos se encontraban Henri Rousseau, llamado el Aduanero, nacido como él en Laval; Paul Gauguin, con quien residió una temporada en la pensión Le Gloanec de Pont-Aven, donde también conoció a Charles Filiger, simbolista que se sitúa en el origen de la abstracción y al que dedicó su más largo ensayo. También mantuvo amistad con los artistas nabis Edouard Vuillard y Pierre Bonnard, así como con Félix Vallotton, que ilustraron algunas de sus obras. Tras la desaparición de Jarry fue otro grupo artístico el que tomó el relevo en la persona de Jean Puy y Georges Rouault, que ilustraron varios libros de Ambroise Vollard sobre Ubu.

En 1907 murió en el hospital de la Charité a la edad de treinta y cuatro años.

COSTUMBRES DE LOS AHOGADOS

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Alfred Jarry

Hemos tenido ocasión de entablar relaciones bastantes íntimas con estos interesantes borrachos perdidos del acuatismo. Según nuestras observaciones, un ahogado no es un hombre fallecido por submersión, contra lo que tiende a acreditar la opinión común. Es un ser aparte, de hábitos especiales y que se adaptaría a las mil maravillas a su medio si se lo dejase residir un tiempo razonable. Es notable que se conserven mejor en el agua que expuestos al aire. Sus costumbres son extrañas y, aunque ellos gustan desempeñarse en el mismo elemento que los peces, son diametralmente opuestas a la de éstos, si se permite expresarnos así. En efecto, mientras los peces, como es sabido, navegan remontando la corriente, es decir en el sentido que exige más de sus energías, las víctimas de la funesta pasión del acuatismo se abandonan a la corriente del agua como si hubieran perdido toda energía, en una perezosa indolencia. Su actividad sólo se manifiesta por medio de movimientos de cabeza, reverencias, zalemas, medias vueltas y otros gestos corteses que dirigen con afecto a los hombres terrestres. En nuestra opinión, estas demostraciones no tienen ningún alcance sociológico: sólo hay que ver en ellas las convulsiones inconscientes de un borracho o el juego de un animal.

El ahogado señala su presencia, como la anguila, por la aparición de burbujas en la superficie del agua. Se los captura con arpones, lo mismo que a las anguilas; el uso de garlitos o líneas de fondo resulta a este efecto menos provechoso.

En cuanto a las burbujas, se puede caer en el error por la gesticulación desconsiderada de un simple ser humano que sólo se halla en el estado de ahogado provisorio. En este caso, el ser humano no es en extremo peligroso y en todo comparable como lo hemos dicho más arriba, a un borracho perdido. La filantropía y la prudencia exigen distinguir dos fases en su salvamento: 1) la exhortación a la calma; 2) el salvamento propiamente dicho. La primera operación, imprescindible, se efectúa muy bien por medio de un arma de fuego, pero hay que estar familiarizado con las leyes de la refracción; en la mayoría de los casos, basta con un golpe de remo. Sólo queda - segunda fase - capturar al objeto por el mismo método que a un ahogado ordinario.

Es raro que los ahogados se desplacen formando bancos, a la manera de los peces. De ello se puede inferir que sus ciencias sociales son aún embrionarias, a menos que se juzgue más simple suponer que su combatividad y valor guerrero es inferior al de los peces. Es por ello que éstos se comen a aquellos.

Estamos en condición de probar que hay un solo punto en común entre los ahogados y los demás animales acuáticos; desovan como los peces, aunque sus órganos reproductores, para el observador superficial, parezcan conformados como los de los humanos. Desovan, a pesar de esta grave objeción: ninguna ordenanza de la prefectura protege su reproducción por la veda momentánea de su pesca.

Corrientemente, un ahogado se vende a 25 francos en el mercado de la mayoría de los departamentos, constituyendo una fructífera y honesta fuente de recursos para la población ribereña. Sería pues de interés patriótico fomentar su reproducción; de lo contrario, a falta de esa medida, sería grave la tentación, para el ciudadano ribereño y pobre, de fabricar ahogados artificiales, igualmente merecedores de la prima, por medio del maquillaje por vía húmeda de otros ciudadanos vivos.

El ahogado macho, en la estación del desove, que dura casi todo el año, se pasea en su desovadora, descendiendo como de costumbre la corriente, la cabeza hacia adelante, la cintura levantada, las manos, los órganos de desove y los pies meneándose sobre el agua. Permanece de buen grado balanceándose entre las hierbas. Su hembra también desciende la corriente, con la cabeza y las piernas volcadas hacia atrás y el vientre al aire.

Así es la vida.

El Cerebro de un Agente de Policía

Por Alfred JarryVersión: Juan Esteban Fassio

Sin duda se recordará este reciente y lamentable asunto: al ser practicada la autopsia, se halló la caja craneana de un agente de policía vacía de todo rastro de cerebro y rellena, en cambio, de diarios viejos. La opinión pública se conmovió y asombró por lo que fue calificado de macabra mistificación. Estamos también dolorosamente conmovidos, pero de ninguna manera asombrados.No vemos por qué se esperaba descubrir otra cosa que la que se ha descubierto efectivamente en el cráneo del agente de policía. La difusión de las noticias impresas es una de las glorias de este siglo de progreso; en todo caso,

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no queda duda de que esta mercadería es menos rara que la sustancia cerebral. ¿A quién de nosotros no le ha ocurrido infinitamente más a menudo tener en las manos un diario, viejo o del día, antes que una parcela, aunque fuera pequeña, de cerebro de agente de policía? Con mayor razón, sería ocioso exigir de esas oscuras y mal remuneradas víctimas del deber que, ante el primer requerimiento, puedan presentar un cerebro entero. Y, por otra parte, el hecho está allí: eran diarios. El resultado de esta autopsia no dejará de provocar un saludable terror en el ánimo de los malhechores. De aquí en más, ¿cuál será el atracador o el bandido que vaya a arriesgarse a hacerse saltar la tapa de su propio cerebro por un adversario que, por su parte, se expone a un daño tan anodino como el que puede producir una aguja de ropavejero en un tacho de basuras? Quizás, a algunos demasiado escrupulosos pueda parecerles en cierta manera desleal recurrir a semejantes subterfugios para defender a la sociedad. Pero deberán reflexionar que tan noble función no conoce subterfugios. Sería un deplorable abuso acusar a la Prefectura de Policía. No negamos a esta administración el derecho de munir de papel a sus agentes. Sabemos que nuestros padres marcharon contra el enemigo calzados con borceguíes también de papel y no ha de ser eso lo que nos impida clamar indomable y eternamente, si es necesario, por la Revancha. Pretendemos solamente examinar cuáles eran los diarios de que estaba confeccionado el cerebro del agente de policía.Aquí se entristecen el moralista y hombre culto. ¡Ah!, eran La Gaudriole, el último número de Fin de Siécle y una cantidad de publicaciones algo más que frívolas algunas de ellas traídas dé Bélgica de contrabando.He ahí algo que aclara ciertos actos de la policía, hasta hoy inexplicables, especialmente los que causaron la muerte de héroe de este asunto. Nuestro hombre quiso, si recordamos bien, detener por exceso de velocidad al conductor de un coche que se hallaba estacionado, y el cochero, queriendo corregir su infracción, sólo atinó, lógicamente, a hacer retroceder su coche. De allí la peligrosa caída del agente, que se hallaba detrás. No obstante, recobró sus fuerzas, luego de unos días de reposo, pero, al ser intimado a recobrar al mismo tiempo su puesto de servicio, murió repentinamente.La responsabilidad de tales hechos atañe indudablemente a la incuria de la administración policial, que en adelante controle mejor la composición de los lóbulos cerebrales de sus agentes, que la verifique, si es menester, por trepanación, previa a todo nombramiento definitivo; que la pericia médico-legal sólo encuentre en sus cráneos... No digamos una colección de La Revue Blanche y de Le Cri de Paris, lo cual sería prematuro en una primera reforma; tampoco nuestras obras completas: a ello se opone nuestra natural modestia, tanto más que esos agentes, encargados de velar por el reposo de los ciudadanos, constituirían más bien un peligro público con la cabeza así rellenada. He aquí algunas de las obras recomendables en nuestra opinión para el uso; 1) El Código Penal, 2) Un plano de las calles de París, con la nomenclatura de los distritos, el cual coronaría el conjunto y representaría agradablemente, con su división geográfica, un simulacro de circunvoluciones cerebrales: se lo consultaría sin peligro para su portador por medio de una lupa, fijada luego de la trepanación; 3) un reducido número de tomos del gran diccionario de Policía, si nos arriesgamos a prejuzgar por su nombre: La Rousse *; 4) y sobre todo, una rigurosa selección de opúsculos de los miembros más notorios de la Liga contra el abuso de tabaco.

*.- "La poli" en lenguaje cotidiano.

Alfred Jarry

Laval, 8 de septiembre 1873 - París, 1 de noviembre 1907 fue un dramaturgo y poeta francés

Biografía

Alfred Henry Jarry nació en la ciudad francesa de Laval, hijo de Anselme y Carolina. Recibe una esmerada educación. En octubre de 1891 llega a París para estudiar en el Instituto Henri IV; tras el bachillerato estudió en La Sorbona y fue alumno de Henri Bergson. El éxito temprano de sus obras le llevó a una vida desordenada e irregular. Sumido en la pobreza murió el día 1 de noviembre de 1907 de meningitis tuberculosa, en el Hospital de la Caridad

Su obra más importante es Ubu rey, estrenada en París el 10 de diciembre de 1896, con un gran escándalo, se le considera antecesora directa del teatro del absurdo. Con ella Jarry consigue el aplauso del gran París. Es una comedia satírica en la que se mezclan las referencias a Macbeth con los excesos de un monarca tan tirano, como cobarde. Y cuya trama da lugar a situaciones llevadas hasta el absurdo. Es una crítica corrosiva contra la autoridad que el autor realiza a través de la llegada al poder del grotesco Padre Ubú, quien junto a su mujer encarnan la corrupción y el despotismo, casi un paradigma de los dictadores del Siglo XX.

Obras

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Les minutes de Sable Mémorial (1894) César-Antéchrist (1895) Ubu Rey (1896) Los días y la noches, novela de un desertor 1897) L´Amour en visites (1898) Almanaque del Padre Ubu

o L´Amor Absolou (1899) Ubu encadenado (1900) Almanaque ilustrado del Padre Ubu

o Mesalina,novela de la antigua Roma (1901) Nuevo almanaque del Padre Ubu

o El supermacho, novela moderna (1902) Par la Taille

o Ubu en la colina (1906) Albert Samain, recuerdos (1907) La Papisa Juana, novela medieval (1908) Pantagruel, opera bufa en cinco actos y seis cuadros

o Gestos y opiniones del doctor Faustroll, patafísico, novela neo-científica seguido de Especulaciones (1911) Gestos, seguido de Paralipómenos de Ubu (1921) Les Silenes

o Poémes (1926) La Dragonne, novela (1943) Ubu cornudo (1944) Obras poéticas completas (1945) Instrucciones para la construcción de la máquina del tiempo, por el doctor Faustroll (1950)

DE LA NOCIÓN DE 'PATAPHYSICA

Ubú Rey dejó dicho que la ‘Pataphysica era una Ciencia de la que se tenía necesidad. Faustroll la definió durante su navegación de París a París. Quien quiera reconocer a Alfred Jarry como inventor, descubridor, develador, está en su derecho. 

Más allá de la definición otorgada por Faustroll, la ‘Pataphysica no tiene ninguna necesidad de ser objeto de estudio, análisis ni, mucho menos, comprensión; al contrario, es ella la que estudia, analiza, comprende.Nada tenemos hoy que decir que no se haya dicho, si acaso nos ocuparemos de traducir.

“En efecto, en el Libro II, capítulo VIII de Gestas y Opiniones del Doctor Faustroll Pataphysico, donde se encuentra exhaustivamente analizada (en la medida en la que es analizable) la noción de ‘Pataphysica, es de la expresión épi (meta tà phusicà) de donde Jarry deriva la palabra, aunque él aprovecha para “definir” la ‘pataphysica como aquello que va más allá de la metafísica, igual que ésta va más allá de la física: ciencia de lo particular, del epifenómeno, de las excepciones, ciencia del universo que puede verse y debe verse en lugar del universo tradicional, ciencia de las soluciones imaginarias, todas estas órmulas que se han vuelto felizmente clásicas en el seno del Collège y que nosotros no vamos a desarrollar aquí (referimos a la inmortal obra) son pataphysicamente sugerentes, a condición naturalmente de que no se las tome en sentido restrictivo, como lo han hecho algunos aficionados al contrasentido, y que,

siguiendo la indicación de Jarry, sepamos ver, bien claro, que todo sin excepción es excepción (la ausencia de excepción resultando excepción a la regla que es aquí la excepción), que todo es epifenómeno, incluso y sobre todo el fenómeno (v.g. el monstruo), que todo es singular, incluso los generales, en resumen que todo pone de manifiesto soluciones imaginarias. Jarry desarrolla por otra parte (en el capítulo IX) un ejemplo destinado a disipar el menor equívoco; es el que dan tantos pataphysicos necios (el mismo M. Hébert, imaginamos), para “probar” la relatividad del punto de vista humano: el agua vista por un hombre que no tuviera más que unas micras de altura; no se dan cuenta de que incluso esta descripción también está hecha por un espíritu humano y desde su punto de vista. Así pues ese caso de pura física elegido por Jarry, se sitúa sin embargo dentro de la más pura

pataphysica, y la pataphysica no está limitada a lo que queda más allá del pensamiento llamado racional o raciocinante, sino que, como es evidente, engloba a éste en ese más allá”.

SainmontCahiers du Collège de ‘Pataphysique n° 1

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1 absolu XCVIII

Si sobre la ‘Pataphysica hay tan poco que decir, no sucede lo mismo sobre la condición del Pataphysico ni sobre el Collège de ‘Pataphysique:

“Hay, como enuncian nuestros Statuts, dos clases de Patafísicos: por un lado los que lo son sin quererlo ni saberlo, ni sobretodo querer saberlo: es, debe ser, será la inmensa masa de nuestros contemporáneos; por otro lado, los que se reconocen, se afirman, se reclaman Patafísicos y que rebosan ‘Patafísica. En ellos reside el verdadero Privilegio Patafísico, puesto que "la ‘Patafísica es la ciencia".

Sa Magnificence le Dr I.L. Sandomir, Vice-Curateur-Fondateur du Collège de Pataphysique Harangue Inaugurale prononcée le 1º Décervelage de l'an 76 E.P.

“Minoritarios por vocación, no tenemos la ambición de salvar almas, de “convertir”, de conquistar asentimientos. Pertenecemos a esa rara especie de hombres que no quieren salvar el Mundo, ni siquiera la ‘Pataphysica”.

J.Mauvoisin, Provéditeur Géneral du Collège de ‘PataphysiqueCahiers du Collège nº 11, 25 merdre 80 E.P.

“El Pataphysico, lo hemos dicho y repetido, no es “anti”, de las misma manera que el astrónomo no se rebela por la explosión de las supernovas ni el entomólogo tiene arrebatos de odio contra los escorpiones. Científico, observa e intenta comprender, lo que sería más bien una forma de simpatía. Jarry, descubriendo con objetividad la psicología y las costumbres del ómnibus, da una lección pataphysica de más alcance que aquella de los “anti” que se esfuerzan por “pensar” lo contrario de lo que piensa la mayoría. Pues su pretendido pensamiento, como el otro, del que tratan de desmarcarse, no es sino una opinión, lugar común que no merece ser realmente común. “El Pataphysico no piensa” ¡Sea! Cuando juega a pensar, no piensa en contra, sino en otra cosa; el TS Boris Vian no practicaba otro método: “pongo todo mi empeño en pensar en las cosas en las cuales pienso que los otros no pensarán”.Para el Pataphysico, ni cambio de sentido, ni sentido común, ni insensatez, ni sentido, sólo ciencia: la cinegética del ómnibus debe enseñar a ver ( algo que resulta mucho más difícil que pensar), a ver, no una mezquita en lugar de una fábrica, lo que no sería más que poesía (o melopea) sino algo bien diferente, una fábrica en lugar de una fábrica, a ver y a describir un universo suplementario a éste, lo que, por definición, es la ‘Pataphysica”.

Lección en la festividad de Saint Omnibus, SátiroOrganographes, nº 25-26, 7 de mayo de 1985 vulgar

“¿Creen ustedes que una empresa que no se toma en serio ni lo serio, ni la risa, ese serio vergonzoso, y que se niega a ser líricamente lírica, a servir nadie, a salvar al hombre o, lo que es todavía más curioso, al Mundo, puede tener alguna pretensión ecuménica? El Colegio no es una iglesia. No tiene que conquistar el mayor número posible de "almas".

Sa Magnificence le Dr I.L. Sandomir, Vice-Curateur-Fondateur du Collège de Pataphysique: Harangue Inaugurale prononcée le 1º Décervelage de l'an 76 E.P.

“¿A qué fin vendría desocultar el Collège para reducirlo a lo que siempre se ha negado a ser? Repitámoslo: el Collège no es un movimiento literario, artístico o ideológico, y todavía menos una cofradía de maniacos, de chiflados, de filósofos para bodas y banquetes, de teósofos pertrechados de griego y latín que se entre condecoran con títulos ridículos para protegerse mejor de la Majadería universal. Su Desocultación sólo puede significar una cosa: lo que reivindica públicamente, epifánicamente, su naturaleza de institución pataphysica:

PATAPHYSICAMENTE INSTITUCIONAL, INSTITUCIONALMENTE PATAPHYSICO.

“Igual que esos eremitas del siglo XV antes de la Era Pataphysica, de tal manera impregnados de su ascesis que eran capaces de vivir “en el desierto” en plena ciudad de Alejandría, el Pataphysico que sale de veinticinco años de Ocultación se enfrenta al mundo, consolidado por la prueba del tiempo, impregnado de Ciencia y blandiendo en alto su Candela Verde. A esta luz, considera el mundo en toda su viridiscencia, que es también su viride esencia. Y acomete la tarea de iluminar, según las palabras del Doctor Sandomir, “incluso y sobre todo a los que no son iluminables”.

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Senninger, Provéditeur-ProvecteurQuatrième Manifeste Désoccultation du Collège de ‘Pataphysique

LUKE nº 70 Enero 2006 - ISSN: 1578-8644

Literarura

Transversales

Alfred Jarry y el Collége de Pataphysique. La ciencia de las soluciones imaginarias.

adolfo vásquez rocca

Jarry Alfred Jarry en "Les Marges" y "Les Écrits Nouveaux".

La obra de Alfred Jarry (1873-1907) quizás a causa de su propia multiplicidad,

se mantuvo en un difuso estado de ocultamiento. Fue ignorada hasta dos años

después de su muerte, Apollinaire publicó en "Les Marges" (2) un artículo lleno

de simpatía hacia Jarry pero sin hacer casi referencia a sus obras. Hubieron de

pasar diez años hasta que André Bretón, por aquella época estudiante de

medicina, redactara para "Les Écrits Nouveaux" (3) el primer estudio de

conjunto sobre la obra de Jarry. A pesar de su brevedad, este artículo

testimonia, por parte de su autor, el conocimiento y la justa valoración de casi

toda la producción jarryana -lo cual no era poco decir en 1919. Durante las

décadas siguientes aparecieron algunas biografías del creador de Ubú

(firmadas por Rachilde, Paul Chauveau, Ferdinand Lot), pero casi siempre

compuestas bajo el signo de la excentricidad y lo fabuloso. Sin embargo, la

persona de Jarry se tornaba cada vez más inquietante. Finalmente Deleuze lo ha elevado a la calidad

de antecedente temprano y fundamental de la obra de Heidegger. Hasta este reconocimiento póstumo

y la aparición de sus Obras Completas o, más precisamente, hasta la fundación del Colegio de

Patafísica, Jarry se ofrecía al lector desaprensivo como un personaje difuso, autor en su adolescencia de

una farsa que habría de alcanzar notoriedad en los primeros años de este siglo XX: "Ubú Rey".

Jarry precursor del Dadaísmo.

Alfred Jarry precursor del Dadaísmo, del Surrealismo y del Absurdo, recién llegado a París desde Laval,

la ciudad que le viera nacer el 8 de septiembre 1873, se convirtió en un habitué de los cenáculos

frecuentados por los poetas simbolistas.

Alumno de Henri Bergson en la Sorbona, el aún incipiente dramaturgo era ya un hombre

extremadamente cultivado, cuyos versos y artículos eran ya colaboraciones habituales en la 'Revue

Blanche", llegando el mismo a ser el fundador de 'L'imagier'. Consigue el aplauso del gran París en

1896 con Ubu rey, comedia satírica en la que se entremezclan referencias a 'Macbeth' con los excesos

de un monarca tan tirano con nobles y plebeyos como cobarde en la guerra.

Contra todo pronóstico, el éxito que conoce 'Ubu rey' en el París del final de la belle époque es tal que

Jarry escribe una segunda parte con el título de 'Ubu encadenado' (1900). La gloria literaria corre a la

par de la autodestrucción a la que el dramaturgo parece condenado irremediablemente. Alternando

realidad y ficción en sus delirios de borracho, escribe 'El amor absoluto' (1899), 'Mesalina' (1901) y la

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curiosa novela "El supermacho", definida en su edición española como "una muestra de los juegos a los

que la teoría y la práctica del amor pueden entregarse teniendo por rival a las máquinas, a la velocidad,

a todas las fantasías de los avances científicos de comienzos del siglo XX". Para la crítica, tan singular

obra vino a ser un curioso ejemplo de "futurismo grotesco".

El teatro del siglo XX comienza a avizorar sus nuevas posibilidades -anticipando a Beckett- en la noche

del 10 de diciembre de 1896 con el estreno de Ubu rey, Jarry no sólo renovó la escritura dramática, sino

también los conceptos de la puesta en escena, pasando por el vestuario, el maquillaje, y -

fundamentalmente- la actitud del actor.

Alfred Jarry, de quien André Bretón diría años más tarde que "aniquilo como principio la diferencia entre

arte y vida", montaba en bicicleta y pescaba, era diestro en el uso de la espada y llevaba casi siempre

dos pistolas descargadas con las que disparaba simbólicamente contra todo pseudo-artista o impostor

intelectual que se cruzaba en su camino. Pese a todo, fue fulminado a quemarropa por sus propias

pulsiones autodestructivas. Jarry muere alcoholizado en 1907, no llegando a ver la publicación de

"Gestas y opiniones del doctor Faustroll, patafísico3. A raíz de su lectura, sus muchos admiradores

querrán poner en marcha una ciencia llamada "patafísica", dedicada al estudio de las soluciones

imaginarias y las leyes que regulan las excepciones.

Alfred Jarry

Alfred Jarry inventa así la Patafísica, "ciencia de las soluciones

imaginarias que otorga simbólicamente a las delineaciones de

los cuerpos las propiedades de los objetos descritas por su

virtualidad", en su obra Gestos y opiniones del Dr. Faustroll,

patafísico .

A partir de esta obra fundacional el colegio de Patafísica se

define como una "sociedad docta e inútil dedicada al estudio de

las soluciones imaginarias".

La Patafísica sobrevivió a Jarry, creándose el 11 de mayo de 1948 como

contrapunto irónico al prestigioso Collége de France, el Collége de

Pataphysique. Este Collége ha contado con ilustres socios, entre los que se

cuentan Raymond Queneau, Jacques Prevert, Max Ernst, Eugene Ionesco, Joan

Miró, Boris Vian, Marcel Duchamp, Jean Dubuffet, René Clair, entre otros. Aquí

Boris Vian, Jacques Prévert y su gata Labyronette acogieron las fiestas mayores

del Colegio y más precisamente todas las que celebraban al Barón Mollet.

El Colegio de Patafísica decretó un periodo de ocultación, pero según parece el 20 de Abril del 2000

celebraron la Desocultación. Anunciaban una exposición de "Agujeros, Nadas y Espejismos" pero al

parecer nadie la encontró.

La Patafísica como ciencia de las soluciones imaginarias.

La Patafísica es la ciencia que se añade a la Metafísica, bien sea en sí misma, bien sea fuera de sí

misma, y se extiende más allá de esta, tan lejos como ésta se encuentra de la física. Un epifenómeno

es lo que se añade a un fenómeno. Al ser con frecuencia el epifenómeno un accidente, la Patafísica

será sobre todo la ciencia de lo particular, por más que se afirme que sólo hay una ciencia de lo

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Page 9: Alfred Jarry - Biografía

general. La Patafísica es la ciencia de las soluciones imaginarias que atribuye simbólicamente a los

lineamientos las propiedades de los objetos descritos por su virtualidad.

La Patafísica estudia las leyes que rigen las excepciones y explica el

universo complementario o, menos ambiciosamente, describe el universo

que podemos ver y que tal vez debemos ver en lugar del tradicional. Las

leyes del universo tradicional que creímos descubrir, al ser también

correlaciones de excepción, aunque más frecuentes, en todo caso de

hechos accidentales, que se reducen a excepciones poco excepcionales, no

tienen siquiera el atractivo de la singularidad.

La idea central de la Patafísica es la consideración de las leyes generales de

la física como un conjunto de excepciones no excepcionales, y, en

consecuencia, sin ningún interés. En suma, la regla es una excepción a la

excepción. Este es el centro de la "dialéctica" patafísica. Y sólo la excepción

es lo que hace avanzar a la ciencia. Para ello baste con recordar los principios de Fleming, de Pasteur o

de cualquiera de esos ilustres científicos para constatar que todo verdadero descubrimiento acontece

por azar. En este punto es imposible no notar las similitudes con lo que 30 años más tarde Popper4

enunciaría como el Principio de falsación o de refutabilidad.

Deleuze: Jarry como antecedente de Heidegger

Ahora bien, es Deleuze quien ubica a Jarry como un antecedente temprano y fundamental, un precursor

desconocido, de Heidegger. La Patafísica (epi meta ta phusika), según señala Deleuze5 , tiene precisa y

explícitamente como objeto el gran giro, la superación de la metafísica, la vuelta atrás más allá o más

acá, "la ciencia de lo que se sobreañade a la metafísica, sea en sí misma, sea fuera de ella,

extendiéndose tanto más lejos de ésta como ésta de la física6". Hasta el punto de que cabe considerar

la obra de Heidegger como un desarrollo de la patafísica conforme a los principios de Sófrates el

armenio, y de su primer discípulo, Alfred Jarry. Las grandes similitudes, memoriales o historiales,

conciernen al ser del fenómeno, la técnica y el tratamiento de la lengua.

En primer lugar, la patafísica como superación de la metafísica es inseparable de una fenomenología,

es decir de un nuevo significado y de una nueva comprensión del fenómeno. Se trata de una similitud

alucinante entre ambos autores. El fenómeno ya no puede ser definido como una apariencia; pero

tampoco se definirá, como en la fenomenología de Husserl, como una aparición. La aparición remite a

una conciencia a la que se le aparece, y asimismo puede existir bajo una forma distinta de aquella que

hace aparecer. El fenómeno por el contrario es lo que se muestra a sí mismo en sí mismo7.

El "siendo" puede incluso parecer una degradación del ser, y la vida, del pensamiento, pero, más aún,

se dirá que "el siendo" corta el paso al ser, lo mata y lo destruye, o que la vida mata al pensamiento. La

metafísica cabe toda ella en el retraimiento del ser o el olvido, porque confunde el ser con el siendo. La

técnica como dominio efectivo del siendo es la heredera de la metafísica: la termina, la realiza. La

acción y la vida han matado el pensamiento.

Diríase, en ambos autores, que la técnica es la sede de un combate en el que ya se pierde el ser en el

olvido, en el retraimiento, o se produce lo contrario y se muestra y se devela. No basta en efecto con

oponer el ser y su olvido, el ser y su retraimiento, puesto que lo que define la pérdida del ser es más

bien el olvido del olvido, el retraimiento del retraimiento, mientras que el retraimiento y el olvido

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constituyen el modo en que se muestra o puede mostrarse. La esencia de la técnica no es técnica, y

"encierra la posibilidad de que lo que salva surja en nuestro horizonte8".

En Jarry, cabe precisar, esta apertura de lo posible también tiene necesidad

de la ciencia tecnicizada. Y si Heidegger define la técnica por la ascensión

de un "fondo" que borra el objeto en beneficio de una posibilidad de ser,

Jarry por su cuenta considera la ciencia y la técnica como la revelación de

unos trazados que corresponden a las potencialidades o virtualidades de un

objeto: la bicicleta, por ejemplo, constituye precisamente un excelente

modelo, en tanto que constituido por "vástagos rígidos articulados y

volantes impulsados por un rápido movimiento de rotación9" . En este

sentido la patafísica comporta ya una gran teoría de las máquinas, y supera

las virtualidades del siendo hacia la posibilidad de ser.

La ciencia en efecto trata el tiempo como variable independiente: por eso

las máquinas son esencialmente máquinas de explorar el tiempo, "tempo-móviles" más que

locomóviles. La ciencia bajo ese carácter técnico hace primero posible un vuelco patafísico del tiempo.

Jarry tal vez recuerde a su profesor Bergson cuando recupera el tema de la Duración, a la que define

primero por una inmovilidad en la sucesión temporal (conservación del pasado), luego como una

exploración del futuro o una apertura del porvenir: "La Duración es la transformación de una sucesión

en reversión, es decir: el devenir de una memoria." Se trata de una profunda reconciliación de la

Máquina y la Duración10.

En ese paso de la ciencia al arte, en esa reversión de la ciencia en arte, Heidegger recupera tal vez un

problema familiar de finales del siglo XIX, idea que ya encontramos en Jarry, particularmente en su

tesis sobre la anarquía: en el hacer-desaparecer, en la consideración estética del crimen, al modo como

es propuesto por De Quincey11 a quien Jarry admira profundamente.

NOTAS

1. Escrito con ocasión del Simposio sobre Pataphysica celebrado en la Facultad de Bellas Artes de

Madrid en octubre de 2004 (29 de haha de 8479). Simposio que recogió la participación de la

Sociedad de Neopataphysica de Madrid, eme=M, arte ácaro (Mad/Gi/Bs. aires), el Otro Ilustre

Colegio de Pataphysica (Uburriana y Valencia), Ecrevisse (Zaragoza), Pepitas de Calabaza (La Rioja)

y Oscar Dedos Agujereados (Palencia). El Simposio logró reunir a fracciones importantes que se

relacionan a la pataphysica, colectivos que aún sin aclamar la oficialidad de su dedicación ni su

exclusividad no dejan de tener relevancia imaginaria.

2. Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Postgrado Universidad

Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Estética y Pensamiento Contemporáneo.

Artista Plástico y Especialista en Filosofía Contemporánea. Profesor del Programa de Postgrado del

Instituto de Filosofía de la P. UCV., de Antropología Filosófica en la Escuela de Medicina y Filosofía

Política en Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Andrés Bello. Editor de la Revista

Observaciones Filosóficas [http://observaciones.sitesled.com/] y la Revista de Antropología Médica,

UNAB. E-mail: [email protected]

3. "Gestes et Opinions Du Docteur Faustroll, Pataphysique", acabado en 1898 y publicado 4 años

después de la muerte de Alfred Jarry, en 1911.

4. POPPER, Karl, La lógica de la Investigación Científica, Ed. Tecnos, Madrid, 1982. La tesis central de

Karl POPPER es el refutacionismo, una postura mediante la cual este pensador busca establecer una

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demarcación entre lo que es ciencia y lo que no lo es: son científicos aquellos enunciados que

pueden ser refutados. Contraponiendo al intento de confirmar las propias teorías el intento de

refutarlas, deduce su teoría que lo que define el carácter científico de una teoría es su

contrastabilidad, y lo que define a ésta es la refutabilidad, y que una teoría es científica y

significativa sólo si es en principio incompatible con algunos fenómenos observables. La falsabilidad

de una hipótesis implica más que un cambio terminológico frente a la verificabilidad inductivista:

implica que toda conjetura se mantiene siempre en conjetura, aunque esté corroborada, pues no

puede ser necesariamente falsada ni necesariamente corroborada. La fundamentación de la

refutabilidad como criterio lleva al desarrollo de una nueva concepción de ciencia y de teoría

científica.

5. DELEUZE, Gilles, Crítica y clínica, Traducido por Thomas Kauf, Editorial Anagrama, Barcelona, 1996,

pp. 128-139. Título original: «Critique et clinique», Les Éditions de Minuit, París, 1993.

6. JARRY, Alfred, Faustroll, II, 8, Pléiade II, pág. 668 (Hechos y dichos del Dr. Faustroll. Patafísico,

Mandrágora, 1975).

7. HEIDEGGER, Martin, Ser y Tiempo, FCE, 1993, párrafo 7 («La ontología sólo es posible como

fenomenología», pero Heidegger reivindica en mayor medida a los griegos que Husserl).

8. HEIDEGGER, Martin, Questions IV, «Tiempo y ser», Gallimard: "sin miramiento por la metafísica», ni

siquiera «intención de superarla".

9. "La Pasión considerada como una carrera en cuesta", La chandelle verte, (Pléiade II, págs. 420-422)

(La Candela Verde, Felmar, 1977).

10. La construction "pratique", que expone el conjunto de la teoría del tiempo de Jarry: se trata de un

texto oscuro y muy hermoso, que debe relacionarse tanto con Bergson como con Heidegger.

11. Thomas De Quincey (Manchester, Reino Unido, 1785-Edimburgo, 1859) Escritor, ensayista y crítico

británico. Poseedor de un humor cáustico, importante gracias sobre todo a su corrosiva obra Del

asesinato considerado como una de las bellas artes (1829).

Escrito con ocasión del simposio sobre Pataphysica celebrado en la Facultad de Bellas Artes de Madrid

en octubre de 2004 (29 de haha de 8479). Simposio que recogió la participación de la Sociedad de

Neopataphysica de Madrid, eme=M, arte ácaro (Mad/Gi/Bs. aires), el Otro Ilustre Colegio de Pataphysica

(Uburriana y Valencia), Ecrevisse (Zaragoza), Pepitas de Calabaza (La Rioja) y Oscar Dedos Agujereados

(Palencia). El Simposio logró reunir afracciones importantes que se relacionan a la pataphysica,

colectivos que aún sin aclamar la oficialidad de su dedicación ni su exclusividad no dejan de tener

relevancia imaginaria.

Teatro del absurdo

Denominación de una conjunto de obras escritas por ciertos dramaturgos estadounidenses y europeos en los años '40, '50 y '60 del siglo XX, y en general al estilo teatral que surgió a partir de la obra de aquéllos. El término lo acuñó el crítico Martin Esslin, quien lo convirtió en título de un libro de 1962 sobre la materia. Esslin consideró que estos dramaturgos daban expresión artística al concepto filosófico de Albert Camus de que la vida es inherentemente absurda.El teatro del absurdo se caracteriza por tramas que parecen carecer de significado, diálogos repetitivos y falta de secuencia dramática que a menudo crean una atmósfera onírica.Entre los principales dramaturgos del teatro del absurdo se cuentan Alfred Jarry, Eugène Ionesco, Samuel Beckett, Jean Genet, Tom Stoppard, Arthur Adamov, Harold Pinter y Slawomir Mrozek. Son obras representativas Esperando a Godot, de Beckett y El rinoceronte, de Ionesco.Algunas de las películas de Luis Buñuel podrían catalogarse de absurdistas, si bien la clasificación es discutible.

Bibliografía Martin Esslin, El teatro del absurdo, traducción de Manuel Herrero. Barcelona : Seix Barral, 1966. L. Howard Quackenbush (ed.), Teatro del absurdo hispanoamericano: antología anotada. México, D.F.:

Patria, 1987.

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Ariel Dorfman , El absurdo entre cuatro paredes: El teatro de Harold Pinter. Santiago de Chile: Edit. Universitaria, 1968.

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Teatro_del_absurdo"

EL TEATRO DEL ABSURDO

Jorge Z. Humaña, desde Toronto, Canadá.

¿Cuál es la idea detrás del Teatro del Absurdo?

Yo creo que la respuesta es tan absurda como el concepto mismo. Es aquello que aparentemente no tiene una explicación lógica en la filosofía cartesiana.

Cuando a mi, Sol y Sombra, revista de los egresados del Departamento de Español de la Universidad de Toronto, me invitó a escribir para ellos, les presenté la idea que publicaran "Conversaciones Bajo un Bosque Viejo" y ellos estuvieron felices de publicarlo, pues según ellos andaban buscando una obra contemporánea representante del Teatro del Absurdo y la

mía era un clásico en ese sentido. Yo quedé de una pieza.

¿Porqué existe algo que escrito en un idioma moderno, por un individuomoderno, con una buena sintaxis, excelente ortografía, podría

considerarse una obra absurda? ¿Acaso la vida misma no lo es?¿Alguien podría explicar el objeto de la vida?

Acaso las propias matemáticas no caen en el absurdo. Tome un auto que va a 10 kilómetros por hora y que camina durante 5 horas y mida la distancia. Jamás la distancia serán 50 kilómetros exactos,. Sin embargo, si usted en una

prueba de matemáticas responde que 5 por 10 son aproximadamente 50 se lo consideran absurdo, cuando eso es en verdad.

Tampoco es verdad que una manada mas otra manada sean dos manadas, pues si las pone juntas tiene una sola manada. Queremos a toda costa ser cartesianos y la naturaleza ni la vida lo son. El propio Tío Alberto nos aseguró

que todo es relativo y nosotros insistimos en tener respuestas racionales, lógicas, matemáticas.

Cuando vamos al teatro queremos ver algo que encaje en nuestro propio sentido y entendimiento de la vida. Queremos que todo tenga una explicación lógica y que se ajuste a lo que nosotros pensamos y al salir vemos a un

mendigo muriéndose de frío. ¿Dónde está allí la lógica? ¿Cómo es posible que un mendigo le de clases de vivir a un abogado famoso, exitoso, millonario y después de haber sido recibido por eminencias en todo el mundo?

¿Es eso posible? ¿Es posible que este mendigo le diga al abogado "tu no conoces el mundo", en circunstancias que el abogado ha recorrido el mundo entero y a pleno lujo? Y que sin embargo, él sí conozca el mundo sin haberse

movido de su parque?

El Teatro del Absurdo pretende recoger todas esas inquietudes y preguntas, pero no da respuestas, se las deja a usted, le deja la inquietud de la respuesta y de la interpretación; es usted quien tiene que entender que eso que vio es

tan absurdo como la vida misma y que con dar una moneda a un mendigo no soluciona su problema ni el suyo.

Hay quienes aseguran que el Teatro del Absurdo o el absurdismo tiene su base en el existencialismo del siglo 19, pero por otro lado no nos explicamos la traición de Bruto ni la crucifixión de Jesucristo. Es como si alguien se le

ocurriera que el absurdo fue inventado, en circunstancias que el absurdo es mucho más común que la racionalidad. Sino, vea como un joven de 16 años abandona su casa llena de lujos para ir a vivir a la calle; o como 40 mil personas

se reúnen para ver a 22 tipos pegándole a una pelota.Lo que sucede es que a alguien se le ocurrió pintar cabezas de caballos

con los ojos al mismo lado y caras de mujeres con la boca puestaentremedio de los ojos y eso empezó a ser considerado absurdo y le

pusimos un nombre rimbombante para no llamarle absurdo; por que noscuesta aceptar que lo lógico sea absurdo. Resulta que a toda costaqueremos considerar lógico que un individuo se pase toda la vida

trabajando para ganar dinero y acumular una fortuna que lo convierte enel muerto más rico del cementerio y por otro lado pasó toda su juventud

y su madurez ajeno a si mismo y se abandonó a si mismo y a su familia yperdió su contacto con la realidad y terminó solo, abandonado y

preguntándose para qué vivió. Para encontrarse al final de su vida con

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un mendigo amigo suyo que le dice que perdió toda su vida, que fueabsurdo vivir para no vivir, para perder lo más preciado que tuvo en su

vida: su mujer y sus hijos por hacer dinero, fortuna, fama y tenerpoder.

Son Joyce, Beckett, Beckson, Camus, Sartre o soy yo un loco o un absurdo? Lo son por haber tratado de pintar una realidad diferente y menos lógica que los demás? Pero en el fondo pintaron una realidad tan

pragmática o más aun que lo queremos ver, o queremos explicarnos de lo que vemos. Sin embargo, estamos todos los días encontrando lo ridículo que es tener un jefe que no sabe nada o un profesor que no entiende lo que enseña.

Lo que hizo Kafka e hicieron esos escritores fue llevar al papel una realidad diferente y la pintaron de acuerdo a lo que veían y a lo que interpretaban de lo que veían.

El mayor desarrollo de esta tendencia se logra en la literatura dramática de mediados del siglo pasado en París. Oh París. Siempre París, durante los 40 y 50, en las obras

de Samuel Beckett, Ionesco, Fernando Arrabal y Jean Tardieu. Sin embargo, sus raíces se encuentran en las obras "moralistas" de la Edad Media y de los autos

sacramentales del barroco español del siglo 18.

Pero en verdad el absurdismo no tiene época, es verdad que surepresentación es reciente, pero su existencia data del día en que a

Dios se le ocurrió echar a Adán y Eva del paraíso por comer una manzana.

O no, dice usted?

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