Alfred Marshall ...

29
ALFRED MARSHALL 2.BIOGRAFIA Marshall, Alfred (1842-1924), economista británico nacido en Wandsworth (Inglaterra). Su padre fue cajero del Banco e Inglaterra. Estudió en el Saint John's College de la Universidad de Cambridge matemáticas y economía. Su interés por la filosofía le llevó a tomar lecciones de ética. Tras obtener una beca especial para estudiar ciencias morales en 1868, se matriculó en Economía política, ciencia a la que posteriormente él mismo denominó Economía. En 1875, viajó a Estados Unidos para estudiar los efectos de los aranceles en una economía joven. Al volver a Inglaterra fue director del University College de Bristol, cargo del que dimitió en 1881. Después estuvo un año en Italia y volvió a Bristol en 1882 como catedrático; en 1883 se trasladó al Balliol College de la Universidad de Oxford. De 1885 a 1908 dio clases de Economía política en Cambridge. Fue hipercrítico con sus propios escritos, de hecho, muchas de sus ideas las había elaborado bastantes años antes de que aparecieran en la primera edición de sus Principios de Economía, en 1980. Fue el fundador de la moderna economía expuesta mediante representaciones gráficas. Aunque era un matemático experto se mostró escéptico en cuanto al valor de las matemáticas para el análisis económico. Fue capaz de realizar una gran síntesis tratando de combinar lo mejor de la economía clásica con el pensamiento marginalista. Marshall fue el economista británico más destacado de su época. También fue un profesor sobresaliente y ejerció una gran influencia sobre los economistas de aquella época. Su mayor contribución a la Economía fue su sistematización de las teorías económicas clásicas y el desarrollo del concepto de utilidad marginal. Subrayó la importancia del análisis minucioso y la necesidad de adecuar las teorías a los nuevos acontecimientos. Entre sus obras destacan: Principios de Economía (1890) e Industria y comercio (1919).

description

ALFRED MARSHALL

Transcript of Alfred Marshall ...

Page 1: Alfred Marshall ...

ALFRED MARSHALL

2.BIOGRAFIA

Marshall, Alfred (1842-1924), economista británico nacido en Wandsworth (Inglaterra). Su padre fue cajero del Banco e Inglaterra. Estudió en el Saint John's College de la Universidad de Cambridge matemáticas y economía. Su interés por la filosofía le llevó a tomar lecciones de ética. Tras obtener una beca especial para estudiar ciencias morales en 1868, se matriculó en Economía política, ciencia a la que posteriormente él mismo denominó Economía. En 1875, viajó a Estados Unidos para estudiar los efectos de los aranceles en una economía joven. Al volver a Inglaterra fue director del University College de Bristol, cargo del que dimitió en 1881. Después estuvo un año en Italia y volvió a Bristol en 1882 como catedrático; en 1883 se trasladó al Balliol College de la Universidad de Oxford. De 1885 a 1908 dio clases de Economía política en Cambridge.

Fue hipercrítico con sus propios escritos, de hecho, muchas de sus ideas las había elaborado bastantes años antes de que aparecieran en la primera edición de sus Principios de Economía, en 1980.

Fue el fundador de la moderna economía expuesta mediante representaciones gráficas. Aunque era un matemático experto se mostró escéptico en cuanto al valor de las matemáticas para el análisis económico. Fue capaz de realizar una gran síntesis tratando de combinar lo mejor de la economía clásica con el pensamiento marginalista.

Marshall fue el economista británico más destacado de su época. También fue un profesor sobresaliente y ejerció una gran influencia sobre los economistas de aquella época. Su mayor contribución a la Economía fue su sistematización de las teorías económicas clásicas y el desarrollo del concepto de utilidad marginal. Subrayó la importancia del análisis minucioso y la necesidad de adecuar las teorías a los nuevos acontecimientos. Entre sus obras destacan: Principios de Economía (1890) e Industria y comercio (1919).

Page 2: Alfred Marshall ...

3. CONCEPCIÓN GENERAL DEL VALOR Y LOS PRECIOS

Los elementos que gobiernan el valor se deben buscar, de una parte, en la utilidad aportada por los bienes consumidos, y, de otra, en los esfuerzos y sacrificios implicados en la producción. Estas satisfacciones y costes subjetivos son susceptibles de una evaluación por parte del mercado: el dinero da una medida de las mismas. De este modo, en el mercado, la utilidad gobierna la demanda y los costes gobiernan la oferta. Estas dos hojas de la tijera, como dice Marshall, determinan los precios. Nosotros las analizaremos en su orden.

3.1. LA TEORIA DE LA DEMANDA

La concepción marshalliana de la demanda difiere fundamentalmente de la concepción clásica. Para los clásicos, la demanda se refiere a cantidades necesarias para satisfacer necesidades particulares. Hay así "una demanda de subsistencia" para alimentar la población, una "demanda de trabajo productivo" correspondiente a la acumulación deseada de capital, una "demanda efectiva que permite la remuneración de los factores a sus tasas naturales y hace entonces venir los bienes sobre el mercado, una "demanda de bienes de lujo y de trabajo improductivo" eventualmente para garantizar desembolsos suficientes, etc. De esta concepción resultan dos consecuencias. La primera es que la demanda no es un concepto general. Existen demandas correspondientes a campos particulares y poniendo en juego comportamientos específicos que se deben articular, pero que son, de partida, distintos. La segunda es que las demandas están difícilmente relacionadas con los precios de mercado. La mayor parte del tiempo son rígidas, inelásticas. La población debe ser alimentada, lo que determina la demanda de trigo; se acumulará un cierto volumen de capital, lo que determina la demanda de trabajo productivo; el arbitraje entre la prodigalidad y la parsimonia determinará para los capitalistas y los propietarios de la tierra la demanda de bienes de lujo y de trabajo improductivo... En efecto, como hemos visto, la reflexión de los clásicos se dirige esencialmente hacia las fuerzas que gobiernan el precio natural, los cuales dependen esencialmente de la oferta.

El concepto de demanda extraño al análisis clásico juega el papel central en el análisis de Marshall. En primer lugar, porque la determinación de los precios de mercado (y no el precio natural) es uno de los principales problemas de estudio, de modo que la demanda toma un sitio natural al lado de la oferta. De otro lado, porque la demanda se convierte en un concepto general, pertinente para el conjunto de los mercados (productos, factores, bienes y servicios, activos reales y financieros,...)

La concepción marshalliana de los "bienes económicos" que son objeto de una demanda rompe radicalmente con la tradición clásica. Esquemáticamente, podríamos decir que una economía produce menos "bienes", "satisfacciones" o "utilidades", que los que los consumidores buscarán obtener en el mercado. Así, los servicios, igual que los bienes materiales, satisfacen ese criterio. Un "bien económico" es el que se compra en el mercado; su valor es el precio al que se compra. En esta óptica, la distinción bien servicio carece de contenido analítico: "a veces se dice que los comerciantes no producen: que, en tanto que el carpintero produce los muebles, el mercader se limita a vender lo que ya está producido. Pero esta distinción carece de base científica. Los dos producen

Page 3: Alfred Marshall ...

utilidades y ninguno de ellos puede hacer más". Una consecuencia anexa pero importante se deriva inmediatamente: la antigua distinción clásica entre trabajo productivo e improductivo desaparece. "Si se trata de tomar un nuevo punto de partida, es preferible considerar todo trabajo como productivo, con excepción de aquel trabajo que no consigue el objetivo al que se dirige y que, por ello, no produce utilidad alguna".

Evidentemente la naturaleza de la demanda va a cambiar. Ya no se trata de una simple cantidad requerida para la satisfacción de una necesidad particular, sino de una relación que expresa, antes de toda transacción de mercado, la evolución de las cantidades demandadas de acuerdo con los distintos precios posibles. Es entonces un concepto ex-ante y es también una función que puede expresarse en una curva.

Sin duda esta noción se impone ahora con la fuerza de lo evidente; pero no podemos olvidar que al final del período clásico fue una formulación innovadora. Por supuesto las curvas de demanda fueron trazadas antes de Marshall por Cournot pero es el primer autor el que logró el mérito de desarrollar una teoría en este campo.

La teoría de la demanda de Marshall es esquemática e incompleta y se concentra en la demanda de un bien, o un grupo de bienes, frente a un entorno vagamente definido. La función de utilidad del individuo se define como:

u(x) + w (y)

Donde x es el nivel de consumo del bien X, e y es el gasto en todos los demás bienes medido en dinero de poder adquisitivo constante. El cómo se define tal índice y si el precio de x está o no incluido en su cálculo es algo que no se aclara. Asumiendo la utilidad marginal decreciente del consumo del bien X y del bien Y, podemos deducir el gasto máximo e que el individuo está dispuesto a hacer para asegurarse el consumo de x unidades del bien X, cuando dispone de un ingreso total de m para gastar en todos los bienes. Esta función se define implícitamente como:

u(x) + w (m-e(x,m))-w(m)=0

Así, puede obtenerse la función inversa de demanda del bien x como:

f(x,m) = ex(x,m)=u´(x)/w´(m-e(x,m))

Puede comprobarse con facilidad que la demanda aumenta con el ingreso y disminuye con el precio del bien X. La demanda de mercado se obtiene simplemente agregando las demandas individuales.

Si los individuos pueden comprar x unidades del bien X al coste monetario total de c(x), entonces, el excedente del consumidor que éste obtiene con la compra es igual a:

s(x,m)=e(x,m)-c(x)

Evidentemente, este excedente se mide en dinero. La ganancia en términos de utilidad está dada por:

b(x,m)=u(x)+w(m-c(x))-w(m)

Page 4: Alfred Marshall ...

Si cada unidad puede adquirirse a un precio fijo, p, y si el consumidor maximiza su bienestar dado p, entonces:

c(x)=x.p = x.f(x,m)=x.ex(x,m)

En consecuencia:

s(x,m)=e(x,m)-xex(x,m)

Esta fórmula es exactamente la misma que obtendríamos al calcular la renta del suelo, en cuyo caso e(x,m) es el producto obtenido de la utilización de una cantidad x de factor variable, al que se le paga por su productividad marginal y m es el equivalente de la cantidad de tierra. Precisamente por esa analogía, Marshall utilizó hasta 1898 el término renta en lugar del, ahora más familiar, de excedente del consumidor.

Para Marshall, este caso general resulta de poca utilidad práctica ya que depende demasiado de elementos imposibles de observar en el comportamiento ordinario de los individuos. Por eso, formula a continuación un caso especial que puede ser útil como una aproximación, introduciendo el siguiente supuesto simplificador: admitamos que el bien X es poco importante en el consumo y que, por lo tanto, e(x,m) y c(x) son cantidades despreciables con respecto al gasto total m. En este caso, es válida la siguiente aproximación:

w(m-z)-w(m) = zw´(m)

Además, la función de demanda puede expresarse como:

f(x,m)=u´(x)/w´(m)

y, el excedente del consumidor como:

s(x,m)=b(x,m)/w´(m)

Así, la función de demanda es proporcional a la utilidad marginal y el excedente del consumidor al beneficio en términos de utilidad (a b); el factor de proporcionalidad en ambos casos es el recíproco de la utilidad marginal del ingreso (1/w'(m)). Este resultado supone entonces que la utilidad marginal del ingreso es constante y es fundamental para la teoría de la demanda de Marshall y para sus aplicaciones a la economía del bienestar.

Si la utilidad marginal del dinero es constante, el análisis de la demanda se simplifica notablemente. Por ejemplo, cuando un precio baja, el ingreso real aumenta. La restricción presupuestaria se desplaza y los gastos pueden aumentar. Entonces, la utilidad del último franco gastado disminuye. En la teoría microeconómica esto es denominado efecto renta y analiza la influencia de una variación del ingreso sobre el consumo de un bien y sabemos que en el caso de bienes inferiores este es negativo. En la derivación de su curva de demanda Marshall descarta este efecto renta. Los bienes que él estudia son "de poca importancia" de manera que las consecuencias sobre el ingreso real de una variación del precio son descartables. La utilidad marginal del dinero se puede considerar en estos casos constante. Así es posible derivar la curva de demanda de un bien en función de su precio. La idea subyacente es que pariendo de una situación de equilibrio U

Page 5: Alfred Marshall ...

´i/pi = U´m la disminución del precio significa que ahora U´i/pi > U´m como U´m es constante hace falta una disminución de U´i para restablecer el equilibrio. Esta baja se obtiene aumentando el consumo del bien i. Pero aparte de que este razonamiento supone una utilidad marginal del dinero constante. Todo el análisis se conduce con la hipótesis de independencia de los bienes, de lo que resulta, una función de utilidad aditiva. Así que la demanda del consumo de cada bien puede tratarse con independencia de la demanda de los demás bienes. Marshall subraya que ciertos bienes son complementarios (sólo pueden utilizarse en conjunto de acuerdo con una relación técnica fija), y otros son sustitutivos (procuran indiferentemente la misma satisfacción). Tener en cuenta todas estas interdependencias lleva necesariamente a otra función de utilidad y hace más compleja la determinación del óptimo del consumidor. Esa será la perspectiva de Edgeworth en su trabajo del Giornale degli economisti (febrero 1891). A pesar de que Marshall menciona los trabajos de Edgeworth en las reediciones de sus principios se mantiene en su concepción. Él pensaba que las funciones de utilidad generalizadas "podrían tener un gran poder de atracción para los matemáticos" pero añadía "parecen menos adaptadas (que las funciones aditivas) para la representación de la realidad económica diaria" (Apéndice XII). La teoría de la demanda planteada arriba parece demasiado restrictiva; aunque parece indispensable generalizarla a un número mayor de bienes Marshall no optó por ese camino, al menos en su obra publicada. Evidentemente, aunque cada bien puede tener una participación muy pequeña y despreciable en el gasto total, el consumo de todos esos bienes si puede afectar la demanda de los demás y la utilidad marginal del consumo. Los principios de Marshall nos ofrecen entonces una visión intuitiva del problema de optimización del consumidor, pero no de su traducción en las distintas funciones de demanda. Marshall, prefirió guiarse por objetivos más pragmáticos y esto no le impidió admitir, por ejemplo, la existencia de bienes sustitutivos o complementarios, e incluso la excepción de los bienes Giffen, todos ellos incompatibles con la teoría expuesta más arriba.

Page 6: Alfred Marshall ...

3.2. LA DEMANDA DE UN BIEN ESPECÍFICO

Si asumimos que el consumidor decide mantener el mismo consumo de determinado bien y ante un aumento de su capacidad adquisitiva, el consumidor estará dispuesto a pagar una mayor cantidad de dinero por ese bien. Por tanto, ante un aumento del ingreso real del consumidor, existen varias alternativas de reacción por parte de éste. Primero, sin variación del precio de un determinado bien el consumidor podrá consumir una mayor cantidad. Segundo, ante un aumento del precio del bien, el consumidor podrá seguir consumiendo la misma cantidad del bien.

Hasta ahora hemos visto que la expansión de la demanda de un bien se da cuando hay una variación del ingreso real de los consumidores, pero existen más factores que también afectarán la demanda del consumidor ocasionando expansiones o contracciones de ésta. Entre los más importantes veremos: los gustos y preferencias y los precios de los bienes relacionados, bienes sustitutos y complementarios.

Los gustos y preferencias influyen en las expectativas que tienen las personas para consumir determinados bienes. Se relacionan también con el patrón de consumo, el nivel cultural y la clase social. Pueden existir gustos y preferencias a nivel país, región, ciudad, grupos, familias y edades.

Este factor definirá en que medida el consumidor estará dispuesto a la adquisición de determinado bien dado un precio. Por ejemplo, las personas a medida que van madurando van cambiando sus gustos y preferencias, pues no solamente influye la edad, sino las actividades y el círculo cultural en el que se ha venido desarrollando en los últimos años. Es decir, en la demanda de los consumidores la forma de vida es un factor clave para que se formen las expectativas de cierto patrón de consumo. Inclusive dentro de las ciudades también se dan las diferencias en los patrones de consumo. Podríamos así extender nuestro análisis a las actividades de las personas.

La moda es un factor que también afecta la demanda de los bienes y servicios de manera temporal. Si cierto producto o actividad está de moda, lo más probable es que las personas aumenten el consumo o estén dispuestas a pagar un precio mayor para mantener constante el consumo del bien o actividad, es decir, la moda afecta el patrón de consumo de las personas. Como ejemplo tenemos la vestimenta de acuerdo a las diferentes estaciones. Por decir, en verano la demanda de la ropa de invierno tiene una gran contracción aunque no desaparece del todo, pues las personas no están dispuestas a pagar los mismos precios para los diferentes artículos dándose el caso que la mayoría de productos no son considerados por los vendedores como artículos de venta. Otro ejemplo es con la música y la publicidad. Cuando una canción está ocupando los primeros puestos en las encuestas por las preferencias en la audición, la demanda de los respectivos discos compactos aumenta de manera considerable.

También podemos considerar las tradiciones que tienen los países o los pueblos. Por ejemplo tenemos el caso de la semana santa, en que la demanda de pescado fresco aumenta en una gran proporción, es decir, las personas estarán dispuestas a pagar un precio mayor que el que normalmente paga decidiendo consumir más. Otros ejemplos los tenemos en el día de la madre con las flores, el mes de octubre con el dulce turrón de

Page 7: Alfred Marshall ...

doña pepa, en el mes de agosto con las cometas y así un sin fin de casos. En otras palabras, los gustos y preferencias, y las tradiciones, son factores muy importantes en la demanda de los bienes.

La variación de los precios de los bienes relacionados influye en la demanda de éstos. Si tomamos cualquier bien, como por ejemplo, los vinos peruanos, (se asume que los bienes son de cierto modo homogéneos) veremos que de alguna manera los vinos chilenos influyen en la demanda de los vinos nacionales. Asumamos un tipo de vino determinado en ambos países de calidad similar y una disminución de precios de los vinos chilenos importados. Esta disminución del precio del bien importado creará la expectativa de que los vinos peruanos se han hecho más caros, sin variación de los precios de éstos últimos. Es muy probable que el consumidor compre menos vinos peruanos. Es decir, si el precio de un bien determinado disminuye, la demanda del otro bien (bien relacionado) también disminuirá. Este es el caso de dos bienes que se sustituyen entre ellos. A dichos bienes se les llama "sustitutos".

El otro caso son los bienes que se complementan en su consumo. Por ejemplo tenemos las microcomputadoras y las impresoras. Ambos bienes se complementan en su uso. Si los precios de las micro computadoras disminuyen, aumentará la disposición por comprar impresoras de mejor calidad y más sofisticadas. En este caso la relación entre la variación del precio de un bien y la demanda del bien relacionado son inversas, es decir, disminuye el precio de uno de ellos y aumenta la demanda del otro.

Otro ejemplo se da en la vestimenta y en las prendas que se relacionan tales como los ternos y las corbatas, zapatos y las medias, pantalones y las correas. También tenemos el ejemplo de los artículos de tocador para las damas donde cada uno de éstos se complementa con otros de la misma línea. Si uno de los productos eleva su precio de manera significativa, digamos, por la escasez de los insumos que se necesitan para su producción, es muy probable que toda la línea tenga una disminución en sus ventas.

Luego podemos sostener que la variación de los precios de los bienes relacionados afecta la demanda de los bienes según sean sustitutos o complementarios.

Hemos visto los factores que más resaltan e influyen de manera importante en la demanda: el precio del bien en estudio, el ingreso real, gustos y preferencias, y los precios de los bienes relacionados, sean sustitutos o complementarios.

Page 8: Alfred Marshall ...

3.3 LA TEORIA DE LA OFERTA

La oferta de bienes nace de la combinación de servicios productivos por parte de las empresas. Podemos establecer una simetría entre la lógica marshalliana de la determinación de la demanda y la de la oferta de servicios productivos. Así como los consumidores se benefician de la utilidad de los bienes que adquieren los oferentes de servicios productivos soportan desutilidades ligadas a la oferta que proponen, Así como las utilidades crecen a ritmo decreciente las desutilidades crecen a ritmo creciente. En suma, la producción implica costos y sacrificios que en la mayor parte de los casos crecen por unidad producida medida que la producción aumenta.

A esta idea general de la oferta de servicios productivos debe añadírsele otra. Marshall supone que en principio existe todo un abanico de usos posibles para los factores productivos, El trabajador puede elegir su empleador, el capital el sector de su empleo. De ello resulta que los demandantes de servicios productivos compiten por su obtención. Estos servicios irán a quien más les pague y lo haga más rápido y con mayor seguridad. Frente a la utilización alternativa, un principio de sustitución los conducirá naturalmente hacia la rentabilidad más alta y más cierta.

La teoría Marshalliana de la empresa tiene dos aspectos principales. El primero se refiere al modo en que el empresario combina los factores de producción. El segundo a los ajustes que pueden efectuarse cuando se modifican las condiciones de mercado. El primero puede tratarse inmediatamente: los empresarios son racionales y tratan de maximizar sus beneficios bajos restricciones. En tanto prevalecen las condiciones de la competencia, crecen de poder sobre los precios de sus productos y sobre las remuneraciones de los factores. De modo que, para un nivel dado de producción, la racionalidad conducirá a elegir el método menos costoso de producción. El segundo punto, el de las posibles respuestas de una empresa a la modificación de su entorno, es más complejo. Es aquí donde Marshall introduce el tiempo distinguiendo tres, o cuatro, períodos.

El "período de mercado" es un período tan corto que la totalidad de las ofertas es fijas. La empresa no puede responder a un cambio de la demanda ajustando la oferta; será el precio el que se adapte. Este caso es evidentemente analíticamente el más simple: cuando la oferta fija la cantidad la demanda fija el precio. En el "corto período", el tamaño y el equipo de las empresas está dado (es decir su capacidad de producción). Sin embargo son posibles los ajustes de producción, ya que los obreros pueden hacer horas suplementarias o contratar algunos nuevos y comprar las materias primas necesarias. Estos ajustes factoriales permiten aumentar la producción con beneficios cuando crece el precio pero esto se hará sin duda con costes marginales crecientes. En el "período largo", es la capacidad de producción de la empresa la que es variable. En efecto, si el crecimiento de la demanda se mantiene, puede ser ventajoso para las empresas el bajar el conjunto de sus costes y aumentar la capacidad. A estos tres períodos, tradicionales en el análisis Marshallianos, podríamos añadir, apoyándonos en el propio Marshall, un período más largo de tiempo en el que las técnicas de producción se modifican.

A menudo se ha subrayado, y es importante, que estas distinciones temporales no son de "calendario" si no "funcionales". Aun en el caso general y para un sector determinado, el

Page 9: Alfred Marshall ...

horizonte de corto plazo es más próximo que el de largo plazo, las "duraciones" son fundamentalmente diferentes de una rama a la otra, de una empresa a la otra. Este el marco temporal en el que se desarrolla la teoría de la oferta de Marshall. A continuación nos concentramos en el análisis de la oferta de largo plazo.

3.4 LA TEORIA DELA OFERTA DE LARGO PLAZO

Para Marshall, la producción está organizada por las empresas, casi siempre negocios familiares, en una permanente pugna por minimizar sus costes de producción modificando sus métodos de producción de acuerdo con la llamada "principio de sustitución". Este principio en Marshall es muy similar a las leyes de selección natural y de supervivencia de los mejores. Las empresas de Marshall no cuentan con libre acceso a las tecnologías de producción disponibles para todos y más bien deben experimentar y probar permanentemente distintas alternativas. La curva de oferta de largo plazo se define, para Marshall, para un estado general dado de los conocimientos científicos y tecnológicos, pero cada empresa debe explorar el modo de utilizar tales conocimientos.

En general, aunque la distinción no es del todo clara en Marshall, pueden identificarse dos casos extremos de la teoría de la oferta a largo plazo. Por comodidad podríamos referirnos a ellos como el caso de la agricultura y el caso de la industria. El primero es mucho más fácil de analizar ya que se trata de un sector en el que los procesos productivos son relativamente simples, no hay o son mínimas las economías internas de escala, los bienes son homogéneos y fáciles de comercializar, etc. El tamaño óptimo de la empresa es pequeño, de modo que existe una elevada competencia y la gestión da poco margen a la innovación de modo que no hacen falta habilidades especiales. A medida que crece el mercado, aumenta el número de empresas idénticas o muy similares a las anteriores.

El precio de oferta de largo plazo de cada bien al que el sector puede abastecer el mercado es justamente el necesario para cubrir los costes de producción en la situación de mínimo coste, de modo que se consiga la adquisición de los insumos productivos necesarios, para inducir la preparación adecuada de los trabajadores que en el futuro remplazarán a los actuales, para sustituir la maquinaria y los demás bienes de capital. El precio de la tierra debe también ser suficiente para prevenir que esta se destine a usos alternativos, etc. En el largo plazo, a medida que crece la producción el precio tenderá probablemente a crecer por la necesidad de atraer al sector factores más escasos, como la tierra. Tal tendencia podría ser mitigada por la sustitución de factores y por la existencia de posibles economías externas debido al aumento de la eficiencia que se consigue, no dentro de cada empresa, sino por la expansión del sector. Sin economías o des economías externas la renta total generada por el sector será el área triangular sobre la curva de oferta y bajo la curva de precio. Un resultado que evidentemente no se aplica en presencia de economías externas.

Como en el caso de la demanda, la oferta de largo plazo depende del entorno general en el que se desenvuelve el sector; pero, al igual que en la teoría de la demanda, este entorno no es considerado en detalle por Marshall. Simplemente, se asume que los precios están expresados en dinero con poder adquisitivo constante, lo que no impide

Page 10: Alfred Marshall ...

considerar la existencia de interrelaciones entre los distintos sectores que Marshall no desarrolla con una teoría más completa.

El caso de la industria, es muy diferente. Los productos son ahora diferenciados, su comercialización es difícil y las empresas deben construir una reputación en el mercado que les permita mantener la conexión con el cliente. También hay, por lo anterior, importantes economías internas de escala en la producción y la gestión de las empresas requiere habilidades especiales y escasas. En su origen las empresas aparecen como negocios familiares, organizados por un fundador excepcional y, en su desarrollo posterior pasa por un ciclo vital de crecimiento, consolidación, auge y decaimiento, a medida que el negocio familiar pasa a manos de las distintas generaciones de propietarios de la misma familia. Aun en el caso de las sociedades anónimas, es muy probable que las empresas maduras caigan en el anquilosamiento y la burocratización. Por todo lo anterior, un sector está formado por una multiplicidad de firmas, de distinto tamaño, con bienes diferenciados y en distintas fases de su ciclo vital.

La curva de oferta de largo plazo no es una simple relación entre un precio único y las cantidades ofrecidas. El precio a considerar es ahora un índice de todos los precios de las distintas empresas del sector. Por supuesto, este precio debe reunir las características del precio agrícola, garantizando la renovación de todos los factores productivos. Pero, además de lo anterior, también debe permitir la renovación constante de unas empresas por otras y, en equilibrio, mantener la distribución por edades de las empresas. Ahora, en el caso industrial, ninguna de las empresas se encuentra en una situación de equilibrio estático.

Las nuevas empresas se establecerán siempre que los beneficios esperados durante todo el ciclo vital justifiquen el coste de oportunidad de la nueva inversión, considerando que en las primeras etapas, mientras la empresa establece su lugar en el mercado, los saldos de explotación serán negativos. Por todo esto, Marshall propone el concepto innovador de la empresa representativa: una parábola que evita el tener que considerar toda la distribución de empresas diferentes que conforman un sector. Por definición, la curva de oferta de largo plazo representará el coste medio de la empresa representativa. Marshall, estaba convencido de que un observador atento podría identificar con facilidad la empresa del mercado asimilable a la firma representativa.

El coste medio y el tamaño de la empresa representativa cambian a medida que crece la producción del sector por dos razones principales. En cuanto mayor sea el sector, es más probable que existan mayores economías externas, disminuyendo el coste de cada empresa particular. En segundo lugar, y más importante, en cuanto mayor sea la demanda, mejores serán las perspectivas para una nueva empresa que desee construir un mercado para su producto y mayor será entonces el tamaño que alcancen las empresas antes de empezar su fase de decaimiento. Por ambas razones, lo más probable es que la curva de oferta a largo plazo sea decreciente, a pesar del coste que supone atraer nuevos recursos y talentos escasos para el sector. Las curvas de demanda derivadas de todos los factores pueden servir para explicar las rentas que estos generan, pero su relación con el excedente total del productor es confusa ya que éste, ya no puede ser representado por un área triangular a partir de la curva de oferta de largo plazo.

Lejos de los esquemas simples de competencia atomística y perfecta, esta forma de concebir la oferta de largo plazo es muy próxima a ideas posteriores de competencia

Page 11: Alfred Marshall ...

monopolística, desarrolladas algunas décadas después por autores de la escuela de Cambridge e incorporadas sólo recientemente en las teorías endógenas del crecimiento económico. Los bienes son diferenciados y las empresas no son precio aceptantes, ya que cada una de ellas se enfrenta a una curva de demanda decreciente en su mercado particular. Aunque las empresas crezcan rápidamente y puedan aprovechar las crecientes economías de escala, no podrán vender su producto sin construir lentamente una clientela y una reputación en el mercado que permita, a su vez, construir una curva propia de demanda. Todo esto toma un tiempo considerable comparado con la vida de la empresa aunque, en casos excepcionales, el proceso se consolida rápidamente dando lugar a un monopolio o a un número limitado de empresas que interaccionan estratégicamente en un mercado.

3.5 DESARROLLO DE LA OFERTA DE UN BIEN

Asumiremos que el mercado es competitivo y que el margen de ganancia varía muy poco entre los productores, que existen una buena cantidad de éstos y no existe el poder para fijar el precio y que la empresa no modifica su capacidad instalada. (La fijación del precio se desarrolla en el capítulo Nº 3, equilibrio del mercado).

La función de oferta es una frontera de decisión que nos da la información de la relación entre el precio y la cantidad a ser producida, lo cual permitirá a la empresa tener mayores elementos de juicio para definir en términos generales el precio que ofrecería el producto dada una tasa de producción. Bajo otra óptica, la función de oferta nos permitirá tener la información de cuanto podemos producir y que rentabilidad obtendríamos dada una estructura de costos propio del proceso productivo. Sin embargo la fijación del precio requiere de un estudio más profundo donde se consideran variables económicas tanto del proceso productivo como del mercado. Es decir, en un mercado competitivo las fuerzas del mercado, la oferta y la demanda, son las que determinan el precio de los bienes y servicios.

Si cierta empresa tiene un gran porcentaje de las ventas en el mercado, tendría a su vez un poder relativo de fijación del precio, lo cual es conceptualmente distinto que lo que nos explica el mercado competitivo. Si hablamos de una sola empresa que produce un bien o que brinda un determinado servicio, estamos ante una estructura de mercado tipo "monopolio", y si estamos en el caso en que un grupo de productores se unen para determinar las cantidades a producir y fijar el precio, estamos ante una estructura de mercado tipo "oligopolio". Cabe destacar que este grupo de productores se comportaría como un "monopolio".

En cuanto al precio, es el valor monetario que el mercado fija como consecuencia de la influencia de las cantidades demandadas y ofertadas; en este caso estamos definiendo un precio absoluto o nominal. En este sentido, el precio es un valor unitario, de ahí la importancia de conocer el "costo medio o unitario" para diferentes tasas de producción para poder determinar la rentabilidad unitaria.

Page 12: Alfred Marshall ...

El precio podríamos también definirlo como el ingreso medio para una venta determinada de bienes, es decir, es el retorno económico para cada una de las unidades vendidas. Para simplificar, asumimos que todos los productores mantienen el mismo margen de ganancia sobre los costos medios y que también cuentan con las mismas tecnologías.

4. EQUILIBRIO DE MERCADOS Y PERIDOS DE ANALISIS

El intento de Marshall de reconciliar los resultados de la competencia perfecta con los rendimientos crecientes es complejo y problemático. Su concepto de economías de escala externas a la empresa es sin duda innovador pero su análisis está lejos de ser completo. Marshall estaba convencido que numerosas empresas podrían beneficiarse de las economías internas de escala. En ese contexto, la empresa está motivada a crecer con una oferta cada vez mayor a precios más bajos y aumentando al mismo tiempo su participación en el mercado. Por ello, al menos en principio, es esperable que el mercado termine dominado por un número limitado de empresas de gran tamaño. Además, la existencia de economías externas, relativas al sector, acentuará este proceso de concentración: las grandes empresas estarán en mejores condiciones para beneficiarse de ellos que las pequeñas.

Aceptado lo anterior, resulta que Marshall nos ofrece un conjunto de conceptos que terminan por poner en duda, sino por cuestionar claramente, la existencia de la competencia perfecta. A partir de la teoría de la oferta de largo plazo es legítimo preguntarse si debemos aceptar la imposibilidad de la competencia y resignarnos a la aparición necesaria de los monopolios. Además, si hay rendimientos crecientes, qué debemos entender por equilibrio, etc. Marshall rechaza las posibilidades anteriores y encuentra sus razones para ello en su concepto del ciclo vital de las empresas. Las empresas nacen, crecen, se consolidan, decaen y mueren y, en el curso de tal evolución, se encuentran en la imposibilidad de captar indefinidamente las economías externas. Esta es, para Marshall, una ley casi biológica aunque reconoce que las sociedades anónimas pueden ponerla en duda. La comparación que hace Marshall entre la vida de las empresas y el ciclo vital de los árboles en el bosque es esclarecedora al respecto (Principios de Economía Política, p.263): en un momento dado, las economías de escala (internas y externas) de las empresas en pleno crecimiento pueden estar compensadas por los rendimientos decrecientes de las empresas en declive.

Precisamente por ello, es crucial el concepto de empresa representativa: concebida como: "aquella que tiene la existencia normal y el éxito medio, dirigida con habilidad normal y con acceso normal a las economías internas y externas" (p.265) La hipótesis del ciclo vital y su corolario, la empresa representativa, permiten, para Marshall, reconciliar la existencia simultánea de economías internas y externas y del equilibrio competitivo en el largo plazo.

A modo de resumen de la representación de Marshall, puede decirse que la demanda (relacionada con la utilidad) y la oferta (que depende de los costes de producción) determinan los precios, cualquiera que sea el período de análisis: en el mercado corriente, el corto y el largo plazo. Podría añadirse que la existencia de economías de escala no impide en el largo plazo la existencia de un equilibrio competitivo. Utilizando la metáfora célebre de Marshall, puede decirse que "las dos hijas de la tijera" participan en la determinación de los precios y "resulta conveniente discutir si es la hoja inferior o la superior la que corta el trozo de papel, para saber si el valor está determinado por la

Page 13: Alfred Marshall ...

utilidad o por el coste de producción". Así, "en cuanto más corto sea el período de tiempo que consideremos, mayor atención debemos prestar a la influencia de la demanda sobre el valor y en cuanto más largo sea dicho período, mayor será la influencia del coste de producción sobre el precio.

5. LA EMPRESA REPRESENTATIVA

Marshall, lo mismo que los clásicos, pretendió estudiar un mundo económico de competencia perfecta. Para ello tuvo que hacer una abstracción de los mercados reales que, en su época, eran mucho menos competitivos que a principios de siglo. La existencia de grandes corporaciones en régimen de monopolio u oligopolio eran cada vez más frecuentes, entre otras causas, porque los rendimientos a escala decrecientesfavorecían la concentración de la producción. Sin embargo, a pesar de esta realidad económico palpable, Marshall insistió en el equilibrio competitivo introduciendo en el análisis el concepto abstracto de la empresa representativa, o prototipo de las diversas empresas reales de un sector, que iba transformándose y evolucionando en el tiempo como si se tratase de un proceso biológico de adaptación al medio (Blaug, 1978). Aunque Marshall (1920) se refiere a una especie de “empresa media”, no se trata realmente de una empresa promedio, sino de una empresa que representa a la industria y que se desenvuelve en las condiciones de economías internas y externas que afectan a su sector industrial.

6. EQUILIBRIO PARCIAL

El equilibrio parcial es un concepto del equilibrio económico, ampliamente empleado en microeconomía, que se centra en el estudio de una empresa; mercado particular o sector económico asumiendo que la situación en el resto del sistema, especialmente los precios de los bienes sustitutivos y complementarios, los niveles de ingreso de los consumidores, etc., es constante. En otras palabras, el análisis del equilibrio parcial propone que la venta de lo que un cierta empresa o tipo de empresas producen (todos los bienes de cierto tipo disponible en el mercado) es independiente de la situación para otros bienes o en otras empresas o mercados. El paradigma básico es que los precios se ajustan hasta que la oferta iguala a la demanda. La simplicidad del modelo básico inherentes en el modelo -introducido por Alfred Marshall- hacen la aproximación fácilmente comprensible y manipulable. Sin embargo, esa misma simplicidad tiene la consecuencia de producir resultados que, a pesar de parecer precisas, no necesariamente reflejan situaciones reales. A nivel teórico el modelo presenta una técnica simple pero poderosa para analizar relaciones que llevan a situaciones óptimas de acuerdo con Pareto, establecer bases para comparaciones estáticas, etc. El análisis tiene además la ventaja de concentrarse en el problema prácticos que confrontan ya sea una industria o sector empresarial en particular.

Page 14: Alfred Marshall ...

6. TEORIA DE LA ELASTICIDAD

La contribución más importante de Marshall a la teoría de la demanda fue la formulación del concepto de elasticidad. El grado de la relación entre el cambio en el precio y el cambio en la cantidad demandada se manifiesta el coeficiente de la elasticidad del precio, que es la relación de signo negativo entre el porcentaje de cambio de la cantidad demandada sobre el porcentaje de cambios en los precios. Sí el precio disminuye en un 1% y la cantidad demandada aumenta en un 1% el gasto o el ingreso total permanecerán sin cambio y el coeficiente será 1. Si el precio disminuye y el gasto o el ingreso aumenta el coeficiente será mayor a 1 y se dirá entonces que el precio es elástico, por el contrario si el precio disminuye y la cantidad demandada aumenta en un porcentaje menor entonces el coeficiente será menor a 1 y entonces el precio será inelástico.

Existen diversas técnicas para medir la elasticidad.

La elasticidad precio de la demanda: mide cómo la variación (marginal) del precio de un bien afecta a la cantidad demandada de ese bien, cuando todos los demás factores permanecen constantes. Se calcula dividiendo el cambio porcentual en la cantidad demandada por el cambio porcentual del precio.

La elasticidad cruzada del precio y de la demanda: mide cómo evoluciona y se modifica la demanda de un bien cuando cambia el precio de otro. La elasticidad cruzada se calcula dividiendo el cambio porcentual de la cantidad demandada del bien X ante una variación porcentual del precio del bien Y.

La elasticidad demanda-renta: mide cómo afectan las variaciones de la renta a la cantidad demandada de un bien. Se calcula dividiendo la variación porcentual de la demanda por la variación porcentual de la renta.

Page 15: Alfred Marshall ...

7. ¿POR QUÉ SE PREUCUPÓ ALFRED MARSHALL POR LOS ASUNTOS DE POLITICA MONETARIA?

David Laidler ha demostrado recientemente que las controversias de política monetaria en las que participó Marshall, y otros economistas neoclásicos, fueron el resultado, y no la causa como hasta ahora se sostenía, de las teorías monetarias desarrolladas por él: «Las principales contribuciones de Marshall al campo de la economía monetaria no se inspiraron, en general, en los problemas de política de su tiempo. Abordó los asuntos de política, pero para ello utilizó un aparato teórico creado como respuesta a los problemas analíticos que sus predecesores, y en particular J.S. Mill, habían dejado sin resolver... Marshall ayudó a asegurar que el desarrollo de la economía monetaria proseguiría con independencia de los accidentes de la historia monetaria de principios del siglo XX. Alfred Marshall hizo, así, una primera contribución crucial para la transformación de la economía monetaria en una rama madura de la Ciencia Económica.» Hasta esta contribución de Laidler, la opinión general era que la parcela monetaria o del dinero constituía un ejemplo claro de la relación e influencia que los acontecimientos históricos tenían sobre el desarrollo de las teorías (y en esta dirección). De hecho, así había ocurrido con el desarrollo de las teorías monetarias formuladas por escolásticos, mercantilistas o clásicos. Sin embargo, la dirección de la relación entre los hechos y las teorías parece invertirse a partir del tratamiento dado por Marshall (y otros economistas neoclásicos) al dinero. Ello no significa que las contribuciones políticas de Marshall no tuvieran importancia. Si en el plano teórico Marshall contribuyó a transformar la economía monetaria en una rama desarrollada y moderna de la ciencia económica, en el plano de política monetaria las contribuciones de Marshall (junto con las de otros autores contemporáneos y discípulos suyos), inspiradas en su visión teórica de los mecanismos monetarios, sirvieron para configurar un marco institucional del sistema monetario tal como lo concebimos hoy en día, al tiempo que destacaron la importancia del dinero en la economía. En orden inverso de importancia, tres factores impulsaron a Marshall a realizar propuestas específicas en materia de política monetaria: factores metodológicos, históricos y teóricos.

Page 16: Alfred Marshall ...

7.1 FACTORES METODOLÓGICOS

Marshall fue ante todo un economista práctico, en el sentido que gustaba de enunciar teorías económicas y análisis que pudiesen luego ser universalmente aplicados a diferentes casos reales. Tuvo, pues, una doble naturaleza de economista positivo, científico, formulador de teorías, y economista normativo, ético o moralista. «Esto le condujo a afanarse por conseguir en sus escritos una síntesis de teoría, hechos y juicios, cuya finalidad remota permanece ambigua»: «Si yo tuviera que vivir mi vida nuevamente, la dedicaría a la psicología. La economía tiene demasiado poco que ver con los ideales. Si hablé mucho acerca de éstos no debieran leerme los hombres de negocios».

Esta doble faceta le condujo a que se preocupase de los temas de política económica, pero en ocasiones le inhibió de proponer las medidas de tipo político que, como teórico, consideraba conveniente poner en práctica, dada su posible repercusión en las clases más bajas.

El método propio de Marshall, su peculiar forma de ser y de abordar el estudio de la economía le llevaron hacia los problemas de política, pero separando sus ideas teóricas de sus propuestas prácticas, y siempre estas últimas se encuentran inspiradas en aquellas.

7.2 FACTORES HISTÓRICOS

Aunque los hechos históricos y las medidas de política monetaria no condicionaron la elaboración y formulación de la teoría monetaria de Marshall sí la inspiraron y, desde luego, no podemos ignorar que Marshall participó en los debates sobre reforma del sistema monetario de su época. Después de todo, los hechos monetarios tampoco fueron tan insulsos como se ha pretendido, si bien es cierto que no fueron del todo novedosos.

Desde 1850, y hasta 1873, el descubrimiento y la afluencia de oro proveniente de las minas de California y Australia habían hecho florecer, en países con un comercio exterior desarrollado, una situación de prosperidad económica general,

al tiempo que se producía un alza general de precios. La prosperidad de estos años se esparció ampliamente tanto en Gran Bretaña como en el Continente, y durante la década de 1851-1860 se experimentó especialmente un desarrollo de la actividad económica en todas las ramas de la producción.

Una explicación de ambos fenómenos, basada en creencias mercantilistas, sostuvo que el aumento del oro fomentó, cuando no causó, la prosperidad. Pero los defensores de la teoría cuantitativa, como Marshall, mantuvieron que prosperidad económica y subida de precios no tenían que ver y su coincidencia en el tiempo era pura casualidad. El alza de

Page 17: Alfred Marshall ...

precios era consecuencia lógica del incremento del acervo monetario, en tanto que la expansión de la actividad y la prosperidad estaban producidas por la introducción del libre comercio en Inglaterra a partir de 1851.

Entre 1873 y 1896 tuvo lugar una depresión del comercio y la agricultura con fuertes caídas de precios, que preocupó a los gobiernos. Los precios descendieron sin interrupción durante quince años, entre 1873 y 1888, de modo que en términos reales se experimentó un crecimiento. Sin embargo, la demanda de oro creció en este período ya que, si hasta esa fecha el monometalismo de oro de Gran Bretaña constituía la excepción, más bien que la regla, tras la guerra franco-prusiana y la desmonetización de la plata en Estados Unidos (uno de los vestigios de la guerra civil en esta nación), muchos países (como el Imperio Germano, Estados Unidos, y otros países europeos) cambiaron sus sistemas al Patrón Oro. Además, la producción de oro de las minas de California y Australia comenzaba ya su descenso.

Todos estos factores combinados hicieron que cayese el valor relativo de la plata, provocando cierta perturbación en las relaciones económicas entre Europa y Asia (en particular entre Gran Bretaña y la India), a la vez que el valor del oro subía, tanto en relación a la plata como a las mercancías, lo que llevó a un atesoramiento creciente de oro. La tasa de descuento y la tasa de interés de los ahorros descendieron en los principales mercados.

Dos explicaciones diferentes se agrupan en torno a estos acontecimientos, dando origen a la controversia bimetálica: los Bimetalistas, quienes defendieron que los precios habían caído por la escasez de metales preciosos, originada tanto por el abandono de la plata como patrón de valor como por la limitación de la libertad de acuñación, restringida ahora únicamente al oro. Y los Monometalistas que a su vez se agruparon en dos generaciones:

«Los Monometalistas de primera generación creyeron en la teoría cuantitativa... y basaron su postura en que si la plata se continuaba acuñando libremente, el alza resultante de precios sería tan desastrosa como lo había sido ya la caída predicha por algunos pesimistas... Los de la segunda generación, no negaron que en teoría el nivel general de precios dependía de la cantidad de bienes ofrecidos a la venta y de la producción de metales preciosos...[y] se preguntaron si en realidad la caída mundial en los precios que siguió a la desmonetización de la plata [y a su depreciación] se debió a una producción insuficiente de oro. Era esta una cuestión de interpretación más que de principio».

En síntesis, la disputa estaba entre quienes sostenían que el descenso de precios provenía de la apreciación del oro y quienes lo atribuían a un incremento en la producción de bienes. Estos últimos, Monometalistas, creyeron además que la extensión en el uso de los instrumentos de crédito (letras, cheques y billetes) era suficientemente importante como para no dejar únicamente en manos de los metales preciosos la explicación de la crisis. En general, pues, los defensores del bimetalismo apoyaron sus razonamientos en la teoría cuantitativa.

Page 18: Alfred Marshall ...

Sin embargo, hubo teóricos cuantitativos, como Marshall, Walras, Fisher o Wicksell, que pese a haber considerado planes bimetálicos (alternativos al bimetalismo existente hasta entonces) no apoyaron su reinstauración, "no porque pensasen que el bimetalismo era impracticable, sino porque no creyeron que ofreciese una mejora suficiente respecto al monometalismo como para que mereciese la pena su adopción". Parecía claro que el bimetalismo, que podía proveer de un nivel de precios más estable de lo que lo haría un sistema monometálico, precisaba de acuerdos internacionales explícitos para llegar a ser efectivo. De modo que, dada la caída en los precios internos y la apreciación del oro que estaban experimentando los países bajo patrón oro respecto a los países bajo patrón plata, la elección del sistema monetario para cada país en la década de 1880 consistía en un dilema: lograr la estabilidad de precios internos o promover la estabilidad de tipos de cambio.

Marshall, sobre todo, optó por el reforzamiento institucional del banco central en el sistema monetario antes que por la defensa de la convertibilidad.

7.3 FACTORES TEÓRICOS

Marshall propuso reglas de política monetaria para el manejo del dinero porque creyó que el dinero importaba en la economía, ya que afectaba al sector real y a la determinación, a corto plazo, de los valores de equilibrio. La información contenida en dichos valores (especialmente en el caso de los precios) quedaba distorsionada si el dinero no cumplía de forma correcta sus funciones.

Existe un mecanismo directo por el que la cantidad de dinero altera el sistema de valoración (los precios): el efecto en la demanda de saldos reales de efectivo. En cuanto que unidad de cuenta y medio de cambio presente, el valor del dinero es la expresión de la capacidad de poder de compra que tiene sobre bienes y servicios (el dinero funciona como un numerario). Si se altera la demanda o la oferta del numerario, se alteran los valores del resto de bienes y servicios, ya que se está alterando el valor del "medidor". Esto es lo que expresamos como variaciones en el valor del dinero, en su poder de compra, o en los precios absolutos de todos los bienes.

En cuanto que medio de cambio futuro o depósito de valor, el dinero permite atesorar o acumular riqueza para poder demandar o comprar en el futuro, por lo que proporciona al que lo posee un "crédito" (una capacidad de pago futura). De

este modo, el dinero permite disociar los actos de compra de los de venta, el acto de producir del acto de demandar, y con ello introduce el factor tiempo.

Dado que descontamos a través de la tasa de interés real, el dinero, en cuanto que medio de cambio futuro y depósito de valor, afecta al tipo de interés real por dos vías: vía precios futuros, que implica pérdidas (inflación) o ganancias (deflación) del poder adquisitivo del dinero que guardo; y vía tipo de interés, en la medida que el dinero representa capacidad de compra futura, aumenta o disminuye la línea de crédito y los medios disponibles para realizar intercambios en el futuro.

Page 19: Alfred Marshall ...

Marshall expone el funcionamiento de estos mecanismo en su explicación de la crisis acaecida a partir de 1873. Para Marshall, el abandono de la plata como patrón de valor y la adopción creciente del patrón oro provocó una escasez de oro que afectó al crédito otorgado por los bancos. El descenso en la oferta de préstamos elevó la tasa de descuento de equilibrio del mercado (encareciendo las peticiones de préstamos y disminuyendo la demanda de préstamos, en un movimiento a lo largo de la curva). Esto desestimuló la inversión y la producción, desincentivó la demanda de materias primas y de mano de obra, y finalmente redujo los precios. Pero, a largo plazo, la reducción en los precios tuvo un efecto de saldos reales: el público, al ver aumentar sus saldos reales por la caída de los precios, se deshizo de sus saldos nominales excedentes lo que frenó el descenso de los precios, sobre todo en la medida que los saldos monetarios excedentes llegaban a las reservas de los bancos y éstos veían incrementada su capacidad de concesión de préstamos y aumentaban, así, la oferta de préstamos (haciendo disminuir, de nuevo, la tasa de interés). Por ello, decía Marshall, a largo plazo el tipo de interés no queda afectado por el mercado monetario (aceptando su influencia a corto plazo, y en los movimientos cíclicos de la economía, que eran, sobre todo, ciclos del crédito).

Marshall explica cómo las subidas en el tipo de interés pueden conducir a precios más bajos (a corto plazo). Pero en su época se estaban produciendo caídas en los precios y caídas en los tipos de interés ¿Cómo podía ser? ¿Por qué el descenso en la tasa de descuento no estimulaba la demanda de préstamos y la

producción (incrementaba la inversión y el consumo), invirtiendo la tendencia de los precios? La respuesta de Marshall se halla en la divergencia entre la tasa normal de descuento (o tipo de interés monetario a largo) y la tasa normal correspondiente al tipo de interés de los ahorros (o tipo de interés natural).

Según Marshall, para que una caída en la tasa de descuento afecte al movimiento de precios, debe descender por debajo de la tasa natural correspondiente a los ahorros, de modo que pueda así inducir beneficios suficientemente elevados a los empresarios como para que se inicie un movimiento ascendente en los precios.

Esto es precisamente lo que ocurría con una afluencia de oro.

Relacionados con estos dos mecanismos teóricos, dos problemas "clásicos" preocuparon a Marshall: la estabilidad de los precios (o estabilidad del valor del dinero) y la disminución (o desaparición) de las fluctuaciones cíclicas ocasionadas por el crédito.

Sus soluciones a estos problemas no resultan, sin embargo, "ortodoxas" o clásicas. Podemos resumirlas en tres: la búsqueda de un patrón de valor estable; la exigencia de alguna regla que fijase la expansión de la oferta monetaria a la base monetaria, tal vez mediante la convertibilidad, pero mejor mediante un control directo del banco central sobre las reservas; y, finalmente, la dotación de un marco legal e institucional para regular la moneda y su emisión, que equivalía a la defensa de un sistema bancario con banco central. Este último "remedio" serviría también para resolver los problemas originados por

Page 20: Alfred Marshall ...

el ciclo del crédito, mediante actuaciones de política monetaria anticíclica que la autoridad monetaria establecida debería marcar.

Conclusiones.

En política monetaria, igual que antes había hecho en teoría monetaria, y precisamente debido a sus ideas teóricas, Marshall contribuyó a cambiar la concepción del sistema monetario y financiero de su época. Inspirado en la visión que Bagehot expuso de la organización de dicho sistema y de la ampliación de las responsabilidades del Banco de Inglaterra, llevó, sin embargo, más lejos que sus maestros clásicos el papel de la autoridad monetaria (representada por el banco central y emisor) en la lucha anticíclica. A diferencia de Bagehot, Marshall no creyó que el sistema de banca central fuese un resultado "artificial" forzado por los hechos históricos, sino que lo propuso como la mejor solución - extraída del análisis teórico- para dotar a la moneda de estabilidad en su valor y de flexibilidad. Incluso por encima de cualquier plan basado en la convertibilidad.

Los economistas clásicos en general habían defendido hasta entonces sin dudas la convertibilidad por encima de otras reglas. Marshall, además de colocar el patrón oro a la misma altura que otros sistemas comparables de organización monetaria contribuyó, por medio del razonamiento teórico, a extender "la idea de que el funcionamiento del sistema monetario en lo que respecta a la estabilidad de precios secular y cíclica podía mejorarse mediante la manipulación consciente del mismo", admitiendo en sus propuestas que podía confiarse al gobierno dicha manipulación. Marshall contribuía así de manera singular a la formación de las ideas desarrolladas en Cambridge por sus discípulos, y allanaba el camino para que tales ideas, especialmente las de Keynes, penetrasen con facilidad en el tejido social.

«Desde luego, no estoy afirmando aquí que Marshall, Pigou, Fisher, o ningún otro fuese un keynesiano en cualquier mínimo detalle de sus recomendaciones políticas específicas, pero lo que sí sugiero, de manera más general, es que hay mucha menos diferencia de la que comúnmente se cree entre las actitudes de neoclásicos y keynesianos respecto a la intervención en materia de política, particularmente en el área monetaria.»

Page 21: Alfred Marshall ...