Alfonso Florez - Wittgenstein Estoico
Click here to load reader
-
Upload
julio-daniel-garcia-saune -
Category
Documents
-
view
41 -
download
12
Transcript of Alfonso Florez - Wittgenstein Estoico
Wittgenstein estoico
<Último borrador>
Alfonso Flórez Departamento de Filosofía
Pontificia Universidad Javeriana 6 de octubre del 2004
[email protected] A la memoria del P. Jaime Hoyos Vásquez, S. I.
En el presente ensayo quiero compartir con ustedes algunas reflexiones que me
ha suscitado una nueva consideración del Tractatus Logico-Philosophicus de
Ludwig Wittgenstein. No se trata, por tanto, de presentar alguna nueva
interpretación del contenido doctrinal del Tractatus, sino de mirarlo, por así
decirlo, desde fuera, desde una perspectiva amplia de la historia de la filosofía. Ya
este mero propósito es ajeno al modo como se suelen adelantar los estudios sobre
el pensamiento de Wittgenstein, que se centran en el contenido de sus obras y
cuando hacen alusiones histórico-filosóficas toman en cuenta las más inmediatas,
muchas veces documentadas por el autor. En relación con esto último es
conocido el elenco de pensadores que el propio austriaco aduce como antecesores
de su pensamiento: Así, han influido sobre mí Boltzmann, Hertz, Schopenhauer,
Frege, Russell, Kraus, Loos, Weininger, Spengler, Sraffa?. A ellos pueden
añadirse unos pocos nombres más, como se verá, pero descontando a sus propios
contemporáneos, como Frege, Russell y Moore, y salvo Schopenhauer y
Kierkegaard, ninguno de ellos pertenece a la gran tradición de la filosofía. Ello,
por supuesto, no nos sorprende en un pensador que hizo de la ignorancia de la
historia de la filosofía una virtud?, y que pudo hacer la anotación socarrona de
haber sido profesor de filosofía en Cambridge sin haber leído nunca ni una sola
palabra de Aristóteles?. Esta posición interpretativa de Wittgenstein de suyo es
interesante y ameritaría un tratamiento cuidadoso, pero mi propuesta actual va
en sentido contrario, a saber: con independencia de la propia concepción de su
Alfonso Flórez – Wittgenstein estoico 2
obra –y cabría agregar: de la mayoría de sus intérpretes–, ¿bajo qué esquemas
puede entenderse la obra de Wittgenstein, en particular el Tractatus, cuando se
la considera desde la perspectiva de la historia de la filosofía? Mi propia
respuesta a esta pregunta será, como ya se habrá adivinado, que el Tractatus
acusa, en no poca medida, rasgos propios del pensamiento estoico.
Ya otros lectores del Tractatus han podido ver en él una versión contemporánea
de la teología negativa, a la manera de Nicolás de Cusa, en la medida en que
refleja la insuficiencia del lenguaje humano en relación con los fenómenos
trascendentes y por ello propone la docta ignorantia como el nivel más alto de la
sabiduría humana?. Otros intérpretes han llamado la atención a ciertas notas
maniqueas presentes en el texto. Así, el filósofo de la religión y hebraísta Jacob
Taubes, haciendo referencia a algunos rasgos maniqueos del pensamiento
contemporáneo, pudo leer en un congreso internacional de hebraístas las
proposiciones 6.41 y 6.42 del Tractatus para preguntar después a la erudita
audiencia de dónde procedían dichos pasajes. Los asistentes estuvieron de
acuerdo en que sin duda se trataba de un texto maniqueo del siglo IV, y quedaron
muy sorprendidos y ofuscados cuando Taubes los puso al tanto de su error?. La
tesis de que hay elementos neoplatónicos y gnósticos en el Tractatus comienza,
pues, a abrirse camino con dificultad en el conjunto de interpretaciones de la
obra wittgensteiniana, dominada por enfoques analíticos. Esta tesis la quiero
completar hoy con algunas reflexiones que permitan vislumbrar la presencia de
ciertos elementos del pensamiento estoico en el Tractatus.
A pesar de la inconformidad de Wittgenstein en relacionar hechos de su vida
para la mejor comprensión del Tractatus?, parece claro que una obra compuesta
en medio de las trincheras de esa carnicería espantosa que fue la Primera Guerra
Mundial ha de llevar en ella el sello de las circunstancias de su redacción. El
mundo que tras la guerra Wittgenstein abandona para dedicarse a ser maestro
rural es diferente por completo de aquel mundo que había dejado poco más de
una década antes para estudiar en Berlín primero, y luego en Manchester. El
Alfonso Flórez – Wittgenstein estoico 3
Tractatus se encuentra en medio de ese cambio entre el cerrado y seguro mundo
aristocrático de la Viena de fin de siècle y el inquietante mundo que se abre en la
década de los veinte. Sin pretender hacer de ello un gran argumento, puede
constatarse allí una primera circunstancia, si se quiere extrínseca, afín a la del
surgimiento de las grandes escuelas de la época helenística. En efecto, una vez
que se perdió del todo el mundo local de carácter cívico donde había germinado
el pensamiento clásico, las grandes corrientes filosóficas que surgieron al
comienzo de la época helenística buscaron dar respuesta a las inquietudes
originadas por un mundo universal abierto que los hombres de la época ya no
dominaban. En este clima espiritual el estoicismo hizo su aparición, con su
enfoque intelectualista frente a los desafíos de aquel momento. El soldado
Wittgenstein, que al final de la guerra llegaría a ser teniente, y que recibió dos
distinciones al valor, llevaba en su morral de campaña las notas del futuro
Tractatus y un pequeño libro titulado Corta presentación del Evangelio,
elaborado por el conde León Tolstoi. El valeroso soldado llegó a aprender de
memoria aquella presentación del Evangelio, que en esencia era un compendio de
parábolas, pues no contenía los pasajes referidos a milagros, al nacimiento de
Jesús y a la resurrección. Para el conde tales textos no añadían nada a la doctrina
esencial del Evangelio, y si aparecían allí era solo para convencer por un recurso a
la autoridad a los contemporáneos incrédulos de los primeros cristianos. La corta
presentación concluía –en línea muy tolstoiana– con un amplio llamado al amor
activo hacia el prójimo y a la ascesis, como victoria del espíritu sobre la carne,
pues “el conocimiento de la vida es el ejercicio del bien”?. Estas enseñanzas
habrán de permanecer vivas en el corazón del prisionero de guerra recién
liberado, que renuncia a la considerable parte de la fortuna familiar que le
correspondía, como heredero de las industrias metalúrgicas Krupp, y que llevó en
lo sucesivo y hasta la muerte una vida solitaria, libre de toda posesión,
comodidad y honor. Entonces, si hubo un filósofo que llevara una vida filosófica,
en el sentido de estoica, ese fue Wittgenstein, y aunque llegó a cambiar partes
Alfonso Flórez – Wittgenstein estoico 4
importantes y fundamentales de su pensamiento filosófico, nunca renunció a
aquellos rasgos del modo de vivir que profundizó e hizo suyos en los años
turbulentos de la guerra, cuando a sus espaldas llevaba los borradores del
Tractatus y una versión naturalista y ascética del Evangelio.
Entrando ya en los detalles de la obra que nos ocupa, hay que destacar en un
primer momento que el propio título del Tractatus Logico-Philosophicus fue
adoptado por Wittgenstein a sugerencia de Moore. Wittgenstein, por cierto, era
consciente de las resonancias spinozianas de la expresión y parece haberlas
acogido con agrado. Él mismo, en efecto, llegó a verse como una especie de
Spinoza redivivo, como se sigue de una anotación de su diario de 1914: Estoy de
buen ánimo; he vuelto a trabajar. Del mejor modo que ahora puedo trabajar es
mientras pelo papas. Siempre me ofrezco como voluntario para este trabajo.
Para mí es lo mismo que para Spinoza era el pulir lentes?. Así, al austriaco no
pudo pasarle desapercibida la alusión implícita del título de su obra al Tractatus
Theologico-Politicus de Spinoza, con su discriminación de límites entre filosofía y
teología, solo que ahora en el nuevo Tractatus se trata de la distinción de límites
entre lo decible y lo indecible, aquello que tan solo se muestra?. La propia
intención de presentar sus ideas filosóficas bajo la forma de un tratado recuerda
otras obras de Spinoza, en particular su Ética, con sus secciones numeradas y sus
divisiones. El tratado es la expresión de un sistema de pensamiento, en este caso
lógico-filosófico, es decir, un sistema donde la lógica cumple una función
determinante respecto de la filosofía.
Para los estoicos la lógica también es una parte constitutiva de la filosofía. Claro
que como la lógica comprende todo lo concerniente al lógos, la lógica de los
estoicos comprenderá así mismo, siguiendo la polisemia del vocablo griego, todo
lo que tiene que ver con el pensamiento y el conocimiento, por un lado, y todo lo
que tiene que ver con el lenguaje y las palabras, por el otro lado. En este sentido,
la lógica de los estoicos abarcará doctrinas que hoy suelen encontrarse bajo la
teoría del conocimiento, la semántica, la teoría de la inferencia, la gramática y la
Alfonso Flórez – Wittgenstein estoico 5
retórica?. Centrándonos por lo pronto en la semántica, cabe aducir un texto
donde se presentan los principales elementos de la misma:
Hay tres cosas [para los estoicos] que van unidas entre sí: lo significado,
lo significante y lo existente. De ellas, lo significante es la voz, como ‘Dión’,
por ejemplo; lo significado es la cosa misma que es manifestada por la voz
y que nosotros concebimos presentándose al mismo tiempo en nuestro
pensamiento (los extranjeros no lo entienden aunque oigan la voz); y lo
existente es lo real externo, como Dión mismo. De estos, dos son cuerpos,
esto es la voz y lo existente, y uno es incorpóreo, que es la cosa significada y
decible, lo que resulta precisamente verdadero o falso. Y esto que resulta
verdadero o falso no es cualquier ‘decible’ en general, sino que este es
completo en sí mismo o incompleto. Y del ‘decible’ completo en sí mismo
resulta la llamada ‘proposición’, que también añaden diciendo que ‘una
proposición es lo que es verdadero o falso’?.
Este texto es bastante claro y en él se pueden distinguir los principios de la
semántica de los estoicos, a saber: el significante (semaînon), el significado
(semainómenon) o decible (lektón), y aquello a que se refiere el signo, su
referencia (tynkhánon). De ellos, el significante y la referencia son corpóreos; el
significado es incorpóreo. El decible completo puede ser interrogativo,
indagativo, imperativo, jurativo, imprecativo, hipotético, apelativo o
propositivo?. De ellos, solo el último, la proposición (axioma), puede ser
verdadero o falso. El decible incompleto es el sujeto o predicado, u otras partes
menores de la oración. En la base de la semántica se encuentra su teoría del
conocimiento, de la cual interesa destacar en este momento que a partir de las
impresiones y gracias a su principio rector (hegemonikón), que en el hombre
maduro es la racionalidad, forma el ser humano el proceso de pensamiento
articulado:
Alfonso Flórez – Wittgenstein estoico 6
La impresión abre el camino; luego el pensamiento, con su capacidad
para hablar, expresa por el discurso lo que experimenta como resultado de
la impresión?.
La capacidad articuladora del hombre es producto del lógos o razón, lo que le
permite formular afirmaciones acerca del mundo. Pero el lenguaje mismo es
parte de la naturaleza, que viene así mismo regida por el lógos. Dentro de esta
correlación entre los esquemas de pensamiento y la estructura de la realidad
deben inscribirse las especulaciones estoicas respecto de la etimología de las
palabras, que si bien tomaron con moderación, son un indicativo de su búsqueda
de unos nombres primarios, que representarían naturalmente, lo que ya no les
fue tan fácil de hacer respecto de los verbos u otras partes de la oración. Como ya
se mencionó, el decible por excelencia es la proposición. Esta está compuesta por
sujeto y predicado, y es la única oración susceptible de ser verdadera o falsa. El
propio nombre de la proposición (axioma) deriva de un verbo (axioo) que
significa ‘reclamar algo’, por lo que uno que dice ‘es de día’ parece reclamar el
hecho de que es de día?. Nótese que un decible simple, por ejemplo ‘Dión pasea’,
es verdadero si se da el hecho correspondiente, es decir, si aparte de indicar el
objeto en cuestión, Dión en este caso, se dice algo acerca de él, por ejemplo que
pasea. Cabe también señalar en este contexto que de los decibles unos son
simples y otros compuestos, siendo los compuestos el condicional (‘si es de día,
hay luz’), el ilativo (‘dado que es de día, hay luz’), el conjuntivo (‘es de día y hay
luz’), el disyuntivo (‘o es de día o es de noche’), el causal (‘porque es de día hay
luz’), y los de más y de menos (‘es más [o menos] de día que de noche’). Es mérito
de la lógica estoica haber proporcionado las condiciones de verdad de estos
esquemas de inferencia con base en su mera forma lógica.
A partir de estas someras alusiones a algunos elementos básicos de la lógica
estoica, el oyente atento habrá podido ir identificando elementos
Alfonso Flórez – Wittgenstein estoico 7
correspondientes de la propuesta tractariana. Llama la atención, en primer lugar,
el puesto central que la lógica ocupa en ambos modelos. En el Tractatus la lógica
refleja las condiciones de posibilidad de la representación empírica?, y aunque
ella misma no dice nada del mundo, pues las proposiciones lógicas no tienen
sentido, sí permite que la proposición lo tenga, esto es, que represente un estado
de cosas. En términos más generales, como lo propone el propio autor en las
notas que le dictó a Moore en 1914, un lenguaje que pueda expresar todo, refleja
ciertas propiedades del mundo a través de aquellas propiedades que él debe
poseer; y las llamadas proposiciones lógicas muestran de modo sistemático esas
propiedades?. El lenguaje, pues, puede describir el mundo porque ambos
comparten la misma forma lógica. Para comprender este aserto hay que partir de
la constatación de que una proposición del lenguaje se compone de expresiones
más simples que se concatenan de algún modo en su interior, por así decirlo;
ahora bien, como este método de identificar las expresiones constitutivas de una
proposición no puede proseguir indefinidamente, será necesario llegar como
término del análisis a unos nombres simples, esto es, que ya no se pueden
analizar más. Los nombres simples se concatenan, entonces, en proposiciones
simples, a partir de las cuales se forman las proposiciones del lenguaje ordinario.
La concatenación de los nombres simples viene determinada por su sintaxis
lógica, que muestra cuál es la forma de la proposición. A partir de esto se puede
determinar en qué consiste la verdad o falsedad de una proposición, a saber, en
que el hecho (Tatsache) que ella afirma exista o no exista; y algo parecido puede
decirse de las proposiciones elementales, solo que aquí lo que tiene que existir o
no existir no son los hechos sino situaciones más elementales que los hechos, que
se denominan estados de cosas (Sachverhalt). Valga precisar en este punto que
las propias proposiciones como modelos figurativos de la realidad también son
hechos. Puede decirse, entonces, que así como las proposiciones elementales
entran en la composición de las proposiciones, así también los estados de cosas
entran en la composición de los hechos. Y así como las proposiciones elementales
Alfonso Flórez – Wittgenstein estoico 8
son configuraciones de nombres según una sintaxis lógica, así también los
estados de cosas son configuraciones de objetos simples según unas posibilidades
lógicas de combinación. Así queda clara la estrategia de Wittgenstein: a los
nombres de las proposiciones simples corresponden objetos de los estados de
cosas, y unos y otros se configuran según la misma forma lógica. Por eso el
sentido de una proposición es el estado de cosas que la proposición representa,
que puede darse o no darse, según la proposición sea verdadera o falsa, pues es
claro que no solo las proposiciones verdaderas tienen sentido, sino también las
falsas. Ahora puede comprenderse un poco mejor el que las proposiciones de la
lógica no tengan sentido, pues no dan a conocer ningún estado de cosas ya que
cualquier estado de cosas es compatible con ellas, por lo que no puede
aprehenderse en ellas ningún sentido. Las proposiciones de la lógica no son, sin
embargo, absurdas, ya que no son casos de violación del sentido sino de los
límites del sentido, pues en ellas se muestran de todos modos las propiedades
lógicas del lenguaje –como totalidad de las proposiciones– y del mundo –como
totalidad de los hechos–.
De esta breve excursión por el Tractatus a la luz de las ideas estoicas
correspondientes quiero destacar (1) el carácter sistemático de ambas
propuestas; (2) la presencia de un elemento lógico fundamental (lógos/forma
lógica) común al lenguaje y al mundo; (3) la correspondiente constitución
articulada del pensamiento; (4) la identificación de constitutivos primarios en la
proposición, los nombres; (5) la distinción fundamental entre la semántica de los
nombres (entes corpóreos/objetos) y la de las proposiciones (lektá
incorpóreos/hechos o estados de cosas); (6) la correlativa distinción entre lo
corpóreo en el nivel del significante/signo y lo incorpóreo en el nivel del
significado/símbolo; (7) la naturaleza ‘bipolar’ de la proposición, esto es, que
puede ser verdadera o puede ser falsa; (8) el carácter ‘mundano’ de la proposición
(es corpórea/es un hecho); (9) la composición de proposiciones compuestas a
Alfonso Flórez – Wittgenstein estoico 9
partir de proposiciones simples; (10) el recurso a esquemas formales para
determinar la validez/el carácter tautológico de las inferencias o fórmulas lógicas.
Con la constatación de estas coincidencias particulares, en paisajes por lo
demás muy diferentes, todavía no se ha hecho alusión al motivo dinámico de
ambos sistemas. Antes de entrar en ello debo, sin embargo, hacer una acotación
fundamental sobre el conjunto del pensamiento estoico, por lo menos tal como se
presenta en los fundadores y en la Estoa media. Esta acotación se refiere a las tres
partes de que se compone la filosofía, a saber, lógica, física y ética. Así como el
concepto estoico de lógica es más amplio que el contemporáneo, así también la
física estoica comprende una mayor amplitud de temas, pues junto con los
fenómenos propios de la naturaleza (physis), abarca el conjunto de los seres
animados, incluidos los dioses, el hombre y los demás animales. La ética, por su
parte, es entendida no tanto como estudio de los principios de la acción correcta
sino que está anclada con firmeza en la consideración de asuntos concretos y
prácticos, como la muerte, el sufrimiento, la riqueza, la pobreza, el poder sobre
otros y la sumisión a otros, como ocurre en la esclavitud. Pero la distinción entre
estas tres disciplinas es solo metodológica, pues en realidad no estudian objetos
diferentes, sino desde diferentes puntos de vista el mismo objeto, a saber, el
universo racional, tanto a gran escala como a pequeña escala. Los estoicos tienen
una concepción orgánica de la filosofía, e ilustran la interrelación de sus partes
por el recurso a símiles así mismo orgánicos, sea un animal, un huevo, o un
huerto. En este último caso la filosofía se parece a un campo fértil, en el que la
física corresponde a los árboles que se elevan hacia el cielo, la ética a los frutos
que proporcionan alimento, y la lógica a los muros que le dan seguridad?. Hay,
pues, una compenetración de los tres enfoques que hacen inviable el
establecimiento de prelaciones entre tales disciplinas, y aunque puede
considerarse que el fin práctico de vivir bien subordina la física y la lógica a la
ética, en realidad solo el hombre bueno o sabio podrá llevar a una práctica
Alfonso Flórez – Wittgenstein estoico 10
adecuada esas materias, pero para llegar a ser un hombre tal se requiere
competencia en física y lógica?.
Para comprender esto con una precisión mayor, que baste para el propósito
actual, quizás sea suficiente recordar aquí que, con algunas salvedades, lo
corpóreo es lo único que existe. Este puede ser pasivo o activo, según se
componga de los elementos tierra y agua o fuego y aire; este último principio es el
pneuma, un aliento cálido que anima a los seres vivos y en general proporciona
una organización racional al conjunto del universo. El pneuma se constituye así
en ‘vehículo del lógos’?, un fuego artístico que da coherencia y mantiene unidos
los elementos pasivos. Su acción se extiende por toda la esfera cósmica, y como es
tan sutil que todo lo penetra, se encuentra también en todo cuerpo individual.
Así, el principio activo de las plantas, de los animales y también del hombre es
este mismo pneuma en distribuciones diferentes. En el hombre, en particular, el
pneuma es su alma, con sus ocho partes o facultades –los cinco sentidos, la
facultad reproductora, el lenguaje, y el principio rector (hegemonikón), que es la
parte dominante del alma, por ser allí puro el fuego que la compone–. Así, el
hombre es un microcosmos, cuya estructura refleja la estructura del universo, en
la medida en que su cuerpo se compone de tierra y agua, que se mantiene
cohesionado y animado por el pneuma, corpóreo también y compuesto de aire y
fuego. Gracias a al respiración el alma se alimenta del pneuma disperso en el aire.
Se comprende entonces que la ética estoica suponga la lógica y la física. En
efecto, el cosmos se da su propia ley por la que se desarrollan en él todos los
acontecimientos: no solo es inteligible, sino también inteligente. A partir de allí,
el ser humano que, como se ha visto, tiene una participación intrínseca en esta
ley debe buscar ser tan ordenado, autónomo y uniforme como el universo mismo,
del cual forma parte. El sabio estoico debe identificar su propia alma con el alma
del cosmos, gracias a que lleva una vida según la razón, que no es más que la
propia ley de la naturaleza?. Así, la exhortación a vivir conforme a la naturaleza
se identifica con la de vivir conforme a la razón, y esta con la de vivir conforme a
Alfonso Flórez – Wittgenstein estoico 11
uno mismo. Una vida conducida según este principio le permitirá al sabio
liberarse del asalto de las pasiones, es decir, ser él mismo el principio activo de
sus reacciones y de las respuestas ante los eventos que ocurren o que se prevé que
pueden ocurrir?.
Si bien en el Tractatus de Wittgenstein no se encuentran reflexiones
cosmológicas del tipo que se acaban de aducir a propósito de los estoicos, la obra
sí presenta una ontología del mundo de la que hay que referir sus aspectos
básicos. Como ya se dijo, el mundo es la totalidad de los hechos, no de los objetos,
pero los propios hechos se componen de estados de cosas más elementales y, por
último, los estados de cosas son combinaciones de objetos primarios. Es
importante precisar que estas determinaciones se dan en el espacio lógico, es
decir, en un espacio de posibilidades determinadas por la lógica, no por la física;
sin embargo, es claro que Wittgenstein está hablando aquí del mundo (totalidad
de estados de cosas existentes) y de la realidad (totalidad de estados de cosas,
tanto existentes como no existentes), incluso de la realidad empírica, no de una
mera realidad lógica. En este punto la ontología del Tractatus toma un giro hacia
lo singular y contingente, pues el autor insiste en que un estado de cosas es
independiente de cualquier otro, por lo que de la afirmación de uno no se puede
derivar la afirmación de ningún otro. Esto tiene una consecuencia importante
cuando se habla del sujeto, pues cualquier determinación del sujeto es también
un estado de cosas, independiente por lo tanto de lo que en efecto se dé en el
mundo. Con ello queda descartado que entre el sujeto y el mundo haya un vínculo
necesario, pues no puede haber ninguna necesidad empírica: toda necesidad es
lógica. Pero si esto es así, resulta que todos los estados de cosas del mundo son
equiparables y equivalentes en la medida en que todos ellos se dan en el espacio
lógico. Así, será inútil buscar en el mundo valor alguno, pues en él solo hay
hechos, mientras que el valor, al ser necesario, no puede ser un hecho. Con esto la
ética queda relegada al campo de lo trascendental: los hechos son inflexibles, y
aunque el sujeto puede adoptar un comportamiento ético y hacer valoraciones,
Alfonso Flórez – Wittgenstein estoico 12
eso no cambiará los hechos ni hará que sus juicios y acciones dejen de ser tan solo
eso: hechos. Lo que cambia con la actitud ética es, entonces, el mundo como un
todo, no sus determinaciones internas particulares. Por eso, de todos modos, el
mundo de quien obra con rectitud es diferente de quien no lo hace, pero esta
diferencia no se muestra en un hecho particular, ni por fuera de la acción misma.
Con esto último parece que nos hemos alejado de la agradable sincronía que se
había podido constatar –a grandes rasgos, claro– entre las dos propuestas
filosóficas. Antes de reflexionar en detalle sobre esta diferencia, quizás proceda
consignar, a propósito de la física y de la ontología, algunos puntos adicionales de
cercanía entre los dos sistemas, así: (1) puede avanzarse la tesis de que la
ontología cumple en el sistema tractariano una función análoga a la de la física en
el sistema estoico, a saber, presentar el mundo con su estructura lógica o
racional; (2) gracias a lo anterior se puede determinar tanto el espacio de acción
de la actividad filosófica –que será lógica o racional–, como el sujeto/agente de
dicha actividad; (3) el mundo puede constituirse solo por el recurso a
determinaciones lógicas (pneuma/forma lógica, esto es, forma de la realidad), es
decir, el mundo no es meramente lo que es de hecho, pues ya viene estructurado
racional/lógicamente (6.124); (4) más aun, así como el pneuma llena el mundo
de los estoicos, la lógica llena el mundo del Tractatus; (5) al tener el mundo y el
lenguaje la misma determinación lógica/racional, tienen los mismos límites; (6)
tanto en el sistema tractariano como en el pensamiento estoico la capacidad de
usar el lenguaje/la racionalidad es algo susceptible de cambio y de crecimiento,
por lo que, en este sentido preciso, los límites del lenguaje determinan los límites
del mundo; (7) lo anterior tiene en el Tractatus una consecuencia que se expresa
diciendo que de lo que sobrepasa esos límites no se puede hablar. La reflexión
correlativa, en el sistema estoico, sería que al estar el mundo rodeado por el
vacío, que por ello carece de pneuma, resultará presumiblemente opaco a toda
determinación racional; (8) el lenguaje es una parte del alma/del organismo
humano; (9) la determinación del mundo es la propia determinación de la vida.
Alfonso Flórez – Wittgenstein estoico 13
Desde una perspectiva estructural se observa que la íntima trabazón que el
pensamiento estoico acusa entre las tres partes de la filosofía –lógica, física y
ética– en el Tractatus se conserva como lógica, ontología y ética. Sin embargo, la
relación expedita que en los estoicos la ética manifiesta en relación con la lógica y
la física, en Wittgenstein ha sufrido una modificación considerable respecto de la
lógica y la ontología. En efecto, mientras que la ética es parte constitutiva del
sistema estoico, apenas si se puede decir que ocupe un lugar en el sistema
tractariano, relegada como ha quedado al espacio de lo trascendental, de lo que
se muestra, mas no puede decirse, y por tanto carece de sentido y de un lugar en
el mundo. En una primera reflexión puede pensarse que este es el precio que en
el Tractatus hay que pagar por la adopción de un punto de vista trascendental,
afín al kantiano, pero en clave lingüística. Así, una vez que se ha hablado de los
hechos y de las proposiciones, es decir, del mundo y del lenguaje, y de aquello
que los vincula, la lógica, se constata que en este espacio teórico no hay lugar para
determinaciones del deber ser. Como en Kant, la consecuencia que trae la
adopción de un punto de vista trascendental para el resolución crítica de
cuestiones teóricas es que el proceder respecto de las cuestiones prácticas solo
puede postularse como una exigencia absoluta. El carácter inmanente del
pensamiento estoico, con su afinidad entre naturaleza, razón y sujeto, si bien no
le permite adelantar una reflexión crítica, tampoco lo compromete con preceptos
absolutos, sino tan solo con el desarrollo de la naturaleza racional del hombre
hasta que concuerde con la ley del cosmos. Así expresada, la diferencia entre los
dos sistemas de pensamiento es mucho mayor de lo que las reflexiones anteriores
han querido mostrar; sin embargo, la presencia constitutiva de las tres
dimensiones fundamentales de lógica, física y ética, así esta última se entienda en
Wittgenstein de modo muy distinto, me parece lo bastante fuerte como para
pensar en que la calificación de estoico no es del todo ajena al pensamiento del
Tractatus.
Alfonso Flórez – Wittgenstein estoico 14
Son de sobra conocidas las declaraciones de Wittgenstein a su amigo Ludwig
von Ficker respecto de que la parte importante del libro es la que no se escribió
como para pensar en montar a partir de ellas un razonamiento adicional que
subraye la relevancia ética del Tractatus. Tampoco sería justo para este propósito
argumentar ad hominem, procediendo a destacar las muchas y muy variadas
facetas de las personalidad de Wittgenstein que permiten pensar en él como en
un estoico. Sin embargo, como último apuntalamiento de la tesis que, con todas
las reservas del caso, he querido presentar aquí de forma sumaria, quizás sí sirva
reflexionar sobre la pretensión de Wittgenstein con el ejercicio de la filosofía que
propone en el Tractatus. Como aclaración lógica del pensamiento, la filosofía es
una actividad y no una doctrina, y es una actividad que no es afín a las ciencias
naturales, pues no busca proponer proposiciones sino aclarar las ya existentes y
delimitarlas frente a las que son proposiciones solo en apariencia. Esta actividad
filosófica crítica parte de la convicción de que el planteamiento de los problemas
filosóficos descansa en la incomprensión de la lógica del lenguaje, razón por la
cual las muy numerosas expresiones de la metafísica, profundas en apariencia, en
realidad se mostrarán como lo que son, sinsentidos, una vez se las vea desde el
punto de vista lógico correcto. ¿Cómo entender esta propuesta programática
respecto de la tarea de la filosofía? Se trata de aclarar, dilucidar, expresiones
confusas, tanto de las ciencias, como de la lógica, la matemática y la metafísica,
por lo que no se está proponiendo –en su remplazo, al menos parcial– ningún
cuerpo doctrinal o teórico. La claridad que se busca es del orden práctico. Tras las
elucidaciones nada habrá cambiado en el mundo, pero el filósofo esclarecido
habrá ganado otro punto de vista, y podrá ver el mundo en forma correcta. Así,
pues, aunque sea desde la perspectiva de la crítica lógica del lenguaje, el filósofo
del Tractatus aspira a vivir de acuerdo a la razón, sin dejarse perturbar, en
cuanto filósofo, por los variados hechos del mundo. Crisipo, el gran impulsor del
estoicismo antiguo, habría estado feliz.