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AGOGLIA, Ofelia. La crisis ambiental como proceso un análisis reflexivo sobre su emergencia desarrollo y profundización desde la perspectiva de la teoría crítica. Editorial Académica Española. LAP LAMBERT. Academic Publishing Gmb H& Co. KG. Saarbrucken, Alemania, 2011. La conceptualización de la naturaleza como producto de la racionalidad dominante Retomando las ideas expresadas en el apartado anterior, se considera importante enmarcar el análisis de la crisis ambiental, a partir de las diferentes concepciones ideológicas que subyacen a la relación sociedad – naturaleza a lo largo del proceso social en el cual se produce su surgimiento y desarrollo. Con el fin de analizar dicho proceso, se toma como referencia la perspectiva de la sociología del conocimiento propuesta por Mannheim (1893-1947) desde la cual “hay formas de pensamiento que no pueden ser adecuadamente comprendidas mientras que sus orígenes sociales permanezcan ocultos” (Mannheim, 1966: 47). 1 En virtud de ello y, tomando como antecedentes los trabajos desarrollados por autores como Collingwood (1950), Grimberg y Svanström (1984), Brailovsky (1991, 1997, 2006), Sennett (1994), Bifani (1999), Caride y Meira (2001), Feiteiro (2004), Carneiro (2006)…, entre otros, se propone realizar un recorrido que ponga de manifiesto la relación entre racionalidad dominante y construcción de conocimiento y sus implicancias sobre la conceptualización de naturaleza, a partir del análisis de tres grandes procesos sociales identificados como: cosmológico, teocéntrico y antropocéntrico. Más allá de realizar un análisis exhaustivo de las características específicas de cada proceso, lo cual requeriría una profundización que excede los objetivos de este trabajo, el abordaje se centra en la identificación de categorías conceptuales en torno a las cuales se estructura la producción de conocimiento en cada una de las etapas consideradas, desde una concepción a partir de la cual se considera que no existe una ciencia que sea independiente a su contexto ideológico (Bifani, 99: 33 - 34). 1 La sociología del conocimiento intenta comprender el pensamiento en la posición concreta de una situación histórico-social determinada. Para ampliar ver: Mannheim, Ideología y Utopía ,1966.

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AGOGLIA, Ofelia. La crisis ambiental como proceso un análisis reflexivo sobre su emergencia

desarrollo y profundización desde la perspectiva de la teoría crítica. Editorial Académica

Española. LAP LAMBERT. Academic Publishing Gmb H& Co. KG. Saarbrucken, Alemania, 2011.

La conceptualización de la naturaleza como

producto de la racionalidad dominante

Retomando las ideas expresadas en el apartado anterior, se considera importante

enmarcar el análisis de la crisis ambiental, a partir de las diferentes concepciones

ideológicas que subyacen a la relación sociedad – naturaleza a lo largo del proceso

social en el cual se produce su surgimiento y desarrollo.

Con el fin de analizar dicho proceso, se toma como referencia la perspectiva de la

sociología del conocimiento propuesta por Mannheim (1893-1947) desde la cual “hay

formas de pensamiento que no pueden ser adecuadamente comprendidas mientras

que sus orígenes sociales permanezcan ocultos” (Mannheim, 1966: 47).1

En virtud de ello y, tomando como antecedentes los trabajos desarrollados por

autores como Collingwood (1950), Grimberg y Svanström (1984), Brailovsky (1991, 1997,

2006), Sennett (1994), Bifani (1999), Caride y Meira (2001), Feiteiro (2004), Carneiro

(2006)…, entre otros, se propone realizar un recorrido que ponga de manifiesto la

relación entre racionalidad dominante y construcción de conocimiento y sus

implicancias sobre la conceptualización de naturaleza, a partir del análisis de tres

grandes procesos sociales identificados como: cosmológico, teocéntrico y

antropocéntrico.

Más allá de realizar un análisis exhaustivo de las características específicas de cada

proceso, lo cual requeriría una profundización que excede los objetivos de este

trabajo, el abordaje se centra en la identificación de categorías conceptuales en

torno a las cuales se estructura la producción de conocimiento en cada una de las

etapas consideradas, desde una concepción a partir de la cual se considera que no

existe una ciencia que sea independiente a su contexto ideológico (Bifani, 99: 33 - 34).

1 La sociología del conocimiento intenta comprender el pensamiento en la posición concreta de una situación histórico-social determinada. Para ampliar ver: Mannheim, Ideología y Utopía ,1966.

2

En cada caso se han seleccionado algunos textos a través de los cuales se pone de

manifiesto la concepción ideológica dominante y su incidencia sobre la

conceptualización de naturaleza, así como el proceso de transición que implica el

ocaso de una determinada racionalidad y la cristalización de una nueva forma de

concebir el mundo.

Cabe aclarar que, el abordaje se circunscribe al análisis de la cultura occidental, a la

cual desde la concepción de este trabajo, se identifica como hegemónica, al mismo

tiempo que causa, producto y síntesis, de la crisis socioambiental.2

2 Circunscribir el análisis a la cultura occidental es fruto de una elección que resulta acorde a la concepción teórica desde la cual se plantea este trabajo, consciente de que si el abordaje propuesto fuera analizado desde la realidad de otras culturas como la islámica, la oriental o la de los pueblos originarios de la América prehispánica, arrojaría resultados muy diversos y por demás interesantes, que exceden los alcances de esta investigación.

3

1.2.1. La naturaleza en la etapa cosmológica

En este período prevalece una concepción cosmológica del mundo representado

como “un cosmos armónico y unitario, vivo e inteligente, concebido como un todo

orgánico y vital, el cual incluye seres humanos y no humanos, dotado de movimiento

perpetuo y regular en una dinámica cíclica de interdependencias biológicas, anímicas

y materiales” (Collingwood, 1950: 14). En virtud de esta concepción, los hombres no se

perciben escindidos del mundo natural, sino como parte de él.

Sin ánimo de realizar un abordaje sincrónico, ni de profundizar en el análisis de sus

concepciones filosóficas más representativas, en esta etapa se pueden señalar dos

grandes períodos:

Período pre socrático o cosmológico

El pensamiento filosófico pre-socrático se desarrolla en la Grecia antigua, su

preocupación se centra en torno a la naturaleza del mundo físico y al debate sobre

aquello que puede permanecer inmutable más allá del cambio. Desarrolla

importantes principios relacionados con la permanencia de la sustancia, la evolución

natural del mundo y la reducción de la calidad a la cantidad.

En este período, “se elaboran cosmologías racionales que permiten dos

generalizaciones epistemológicas: la construcción de significados más allá del

lenguaje cotidiano, semejantes a términos de tipo técnico, y la producción de

conocimientos significativos sobre la relación hombre-naturaleza” (Simmons, 2001, en:

Carneiro, 2006: 19).

Periodo pre -Socrático o cosmológico ( Siglo VI a.C) Comprende las

Escuelas: jónica, pitagórica, eleata y atomística

Se comprende a la physis como principio generador de la vida

Concepto de physis: todo lo que brota, crece, surge o viene a ser

Fuente: Agoglia, Ofelia (2009). Elaboración propia sobre la base de Feiteiro, 2004.

4

La construcción del conocimiento gira en torno a la comprensión de la physis, en

busca del arché, principio generador de la vida, inherente a cada cosa y al ser.3 La

tarea de los filósofos se remite a la búsqueda del elemento primitivo y el origen de la

vida, representados de manera cíclica.4

Observación de la cual se desprende el interés acerca de la existencia de un

elemento único de dónde nace todo, intentando explicar el origen del universo

partiendo de una idea de totalidad.

3 Physis se traduce como naturaleza, procede etimológicamente del verbo phyo que significa brotar, crecer, hacer salir. Para los griegos el término tiene un sentido dinámico y hace referencia a aquella fuerza o fuente de donde nacen los entes www.symploke.org. 4 Tales de Mileto (639 -547 a.C.) se interesa por los fenómenos físicos y astronómicos, considera que los fenómenos naturales son formas diferentes de una sustancia fundamental a la que identifica con el agua. Anaximandro (610-547 a.C.) sostiene que el principio de todas las cosas es una sustancia intangible, invisible, infinita e indivisible, a la que denomina apeiron (lo ilimitado). Anaxímenes (588-524 a.C.) afirma que la sustancia primera es algo conocido y material, a la que identifica con el aire. Piensa que los cambios que experimentan los objetos se pueden explicar en términos de rarefacción y condensación, lo que resulta fundamental para el desarrollo de la física. Heráclito (540-480 a.C.) sostiene que la sustancia primigenia es el fuego, único elemento capaz de producir cambios en la materia, anticipándose a la teoría moderna de la energía. Afirma que todas las cosas se encuentran en un estado de flujo continuo (panta rei), que la estabilidad es una ilusión y que sólo la ley del cambio (o logos) son reales. Su doctrina del logos, que identifica las leyes de la naturaleza con una mente divina, evoluciona hacia la teología del estoicismo. Tales, Anaxímenes, Anaximandro y Heráclito hablan de una ley natural omnipotente que lo abarca todo y castiga al individuo por separarse del conjunto. Por su parte, Parménides (540-450 a.C.) afirma que el universo se puede describir como una esfera indivisible e inmutable y que toda referencia al cambio es por sí misma contradictoria. Nada puede ser realmente afirmado excepto “lo que es” (el ente). El interés de la escuela eleata por el problema de la consistencia racional propicia el desarrollo de la lógica. Por su parte, Empédocles (490-435 a.C.) y Anaxágoras (500-428a.C.) suponen una pluralidad de sustancias. Desde su concepción, "cada muerte o desaparición es la segregación de lo que estuvo unido durante un tiempo”. Empédocles sostiene que todas las cosas están compuestas por cuatro elementos irreductibles: aire, agua, tierra y fuego, combinados o separados por dos fuerzas opuestas: el amor y el odio. Mediante este proceso, el mundo evoluciona del caos hasta la forma y vuelve otra vez al caos en un ciclo reiterado. Anaxágoras sugiere que todas las cosas están compuestas por partículas muy pequeñas, que existen en una variedad infinita, afirmando que el principio activo de este proceso es una mente universal que separa y combina las partículas, denominada nous. Su concepto contribuye al desarrollo de una teoría atómica de la materia. Demócrito (460 -370 a. C.) formula una concepción materialista de la naturaleza, explica los fenómenos naturales en términos de número, forma y tamaño de los átomos, reduciendo las cualidades sensoriales de las cosas a las diferencias cuantitativas de los átomos, presentando el primer planteamiento del materialismo determinista, que afirma que todos los aspectos de la existencia están determinados por leyes físicas (Grimberg y Svanström, 1984).

“… las plantas se alimentan de la tierra y del agua y, a su vez, sirven de alimento

a los hombres y animales. Pero éstos y aquellos vuelven otra vez a la tierra”…

(Grimberg y Svanström, 1984: 17).

5

Período socrático o antropológico

Durante el periodo antropológico, también denominado como la primera edad de

oro de las ciencias, el mundo se estructura en torno a la categoría de nomos.5

En esta etapa se identifican dos corrientes filosóficas, el pensamiento sofista y la

filosofía socrática, en la cual se incluye al propio Sócrates y a sus discípulos más

importantes, entre ellos, Platón y Aristóteles.

Al contrario de los representantes de la escuela jónica, que intentan desentrañar los

enigmas de la existencia, los sofistas se dedican al arte de la retórica. Su pensamiento

se sintetiza en dos ideas fundamentales: “ninguna verdad es irrefutable, por tanto la

verdad absoluta no existe, sólo hay opiniones y maneras de ver”, “los seres humanos

5 El nomos significa ley, convención. Mientras que las normas de la sociedad son convencionales, dependen de la voluntad de los hombres y son cambiantes, las leyes de la naturaleza son fijas y necesarias. A partir de los sofistas (que oponen la physis al nomos) y sobre todo de Aristóteles (que entiende la naturaleza como esencia de las cosas y como principio interno de movimiento), la physis adquiere sentido metafísico. Este período es una época de intensa vida intelectual, semejante a la corriente cultural que hizo del siglo XVIII el siglo de las luces (Ibídem, pág. 221).

Período Socrático o Antropológico (Siglo V al IV a. C.)

Se produce el pasaje de la Physis al nomos

Se prioriza la reflexión sobre temas que hacen al ser

humano, tales como: la ética, la política y el conocimiento.

Pensamiento sofista: sus intereses se enmarcan en la

retórica y la oratoria.

Sócrates (407-399 a.C.) Platón ( 427-348 a.C.)

Aristóteles (384-322 a. C. )

“A la physis pertenecen el cielo y la tierra, la piedra, la planta, el animal y el

hombre, el acontecer humano como obra del hombre y de los dioses, pero

sobre todo, a la physis pertenecen los propios dioses.”

(Gerd Bornheim,

Fuente: Agoglia, Ofelia (2009). Elaboración propia sobre la base de Feiteiro, 2004.

6

sólo pueden conocer su percepción de las cosas, no las cosas en sí” (Grimberg y

Svanström, 1984: 116-117).6

En una época en que la especialización de las ciencias aún no se ha extendido, los

sofistas se preocupan por el dominio de todas las ramas del saber, sin embargo este

supuesto dominio, se diluye en una apariencia de conocimientos más que en un saber

real, lo cual genera la aparición de una nueva corriente de pensamiento, identificada

como período socrático.

Como respuesta al pensamiento sofista, los filósofos que conforman este nuevo

movimiento, orientan sus reflexiones hacia temas específicamente humanos, tales

como la ética, la política, la virtud, el conocimiento y la búsqueda de la verdad.7

La indagación de los socráticos, “incluyendo la finalidad que el conocimiento tiene

para el hombre, difiere en cuanto a sus métodos y sistematización, pero confluye sobre

su sentido y finalidad, la cual se orienta en torno a la organización política y jurídica de la sociedad, en vista de la formación del ciudadano” (Bowen y Hobson, 74 en:

Carneiro, 2006).8

En este período se produce una ruptura entre el mundo de las ideas y el mundo

material, a partir de la cual, espíritu y materia dejan de ser considerados como

totalidad, representando el inicio del proceso de ruptura de la visión cosmológica y la

transición hacia el período teocéntrico.

6 Protágoras (485-411 a.C.) se vanagloria de poder “convertir el argumento más débil en el más sólido”, a partir del arte de la retórica. Su máxima: “el hombre como medida de todas las cosas”, se considera la base del empirismo relativista. Los sofistas consideran que los individuos tienen el derecho de juzgar por sí mismos todos los asuntos; niegan la existencia de un conocimiento objetivo y sostienen que las reglas éticas sólo tienen que asumirse cuando conviene al propio interés. Los sofistas fueron en su mayoría escépticos. Proclaman que todas las afirmaciones relativas a la realidad son falsas y, aunque fueran verdad, su veracidad no puede ser probada (Ibídem). 7 Sócrates piensa que la tarea más elevada del hombre es la búsqueda de la verdad, la justicia y la virtud, su preocupación principal se centra en enseñar a los hombres a obrar moralmente. Hace hincapié en la necesidad de un examen analítico de las creencias de cada uno, de definiciones claras de los conceptos básicos y de un planteamiento racional y crítico de los problemas éticos. Por su parte Platón, presta especial dedicación al tema de la ética. La capacidad de Aristóteles se centra en la exactitud de sus métodos y en su habilidad para ordenar los fenómenos y reducirlos a síntesis (Ibídem, pág. 228, 229 y 239). 8 Tanto, Sócrates, como Platón y Aristóteles se preguntan acerca del qué, el cómo y el por qué conoce la mente humana (Bowen y Hobson, 1974 en: Carneiro, 2006).

7

El hombre en su condición de “único ser racional”, posee la capacidad de

aprehender el mundo ideal, capacidad a partir de la cual se diferencia del resto de

los seres vivos.

El espíritu, también llamado conciencia, es el medio a través del cual el hombre

conoce el bien. El conocimiento del bien tiene una importancia especial, pero no

puede ser enseñando de igual modo que el resto de las ciencias.

Tal como lo expresa Platón, el mundo ideal está dotado de una realidad más elevada

que el mundo material.

Su teoría de las ideas divide la existencia en dos esferas o mundos, una esfera

inteligible de ideas o formas perfectas, eternas e indivisibles, el Topos Uranos y una

esfera sensible, de objetos concretos y conocidos.9

Por su parte, Aristóteles dotado de un poderoso pensamiento analítico, divide todo en

partes elementales, fragmentando la idea de unidad tal como era concebida por sus

9 Como todos los objetos percibidos por los sentidos experimentan cambios, una afirmación actual respecto a esos objetos no será válida en un momento posterior. Según Platón, los objetos no son del todo reales. Las creencias que se derivan de la experiencia de los objetos son imprecisas e inconstantes, mientras que los principios de las matemáticas y la filosofía, elaborados a partir de la meditación interior sobre las ideas, constituyen el único saber digno de ese nombre (Grimberg y Svanström, óp. cit.).

“Quien quiera adquirir este misterioso conocimiento, debe esperar a que la

divinidad le abra los ojos y le disipe la niebla que ofusca su visión, quien sabe lo

que es el bien obra también el bien.”

(Sócrates en: Grimberg y Svanström, 1984: 227).

“Las ideas, son algo más que simples conceptos de especie, las ideas proceden

del espíritu divino. Vivir en el mundo de las ideas es disfrutar de la mayor

felicidad y así, la contemplación de las ideas es el objetivo al que deben tender

los seres racionales. “La idea posee una realidad más elevada que la forma con

que se representa materialmente, los fenómenos terrestres no son más que un

pálido reflejo del mundo de las ideas…”

(Platón en: Grimberg y Svanström, 1984:

8

predecesores. Su producción se centra en la sistematización del pensamiento lógico y

en el establecimiento de las reglas de la experimentación científica, a partir de la

identificación de las leyes que rigen los fenómenos naturales y su interdependencia.

Define los conceptos y principios básicos de muchas de las ciencias teóricas, como la

lógica, la biología, la física y la psicología. Al establecer los rudimentos de la lógica,

desarrolla la teoría de la inferencia deductiva, representada por el silogismo

(proposición deductiva que utiliza dos premisas y una conclusión) y un conjunto de

reglas para fundamentar lo que habría de ser el método científico.10 Asimismo,

conceptualiza la naturaleza como un mundo de cosas que se mueven por sí mismas

en un proceso de cambio cíclico. Desde su perspectiva,

El fin de la ciencia teórica es definir las actitudes, propósitos y modos esenciales de

desarrollo de todas las especies y disponerlos en su orden natural de acuerdo con

sus complejidades según su forma, siendo los principales niveles el inanimado, el

vegetativo, el animal y el racional.

El alma, es la forma o realidad del cuerpo, y los humanos, cuyo espíritu racional

constituye una forma más elevada que la de las demás especies terrenales, la más

elevada dentro de las perecederas. Los cuerpos celestes, compuestos de una

sustancia imperecedera o éter, y movidos en un perfecto movimiento circular por Dios,

son todavía más altos en el orden de la naturaleza.11

10 En su teoría metafísica Aristóteles cuestiona la separación platónica de idea y materia, afirmando que las ideas están contenidas dentro de los objetos. Desde su perspectiva, cada cosa real es una mezcla de potencia y acto, una combinación de aquello que puede ser y de aquello que ya es, porque todas las cosas cambian y se convierten en otra cosa diferente de lo que son, excepto los intelectos humanos, que son formas puras. Rechaza la doctrina platónica por la cual el saber es innato, e insiste en que éste, sólo puede adquirirse mediante la generalización y la experiencia (Grimberg y Svanström, óp. cit.). 11 Esta clasificación jerárquica de la naturaleza fue adoptada por muchos teólogos cristianos, judíos y musulmanes, como una visión de la naturaleza en la edad media (Ibídem).

“...la naturaleza es un sistema orgánico de cosas cuyas manifestaciones

comunes hacen posible ordenarlas en clases de especies y géneros, cada

especie tiene una forma, propósito y modo de desarrollo en cuyos términos se

puede expresar.”

(Aristóteles en: Grimberg y Svanström, 1984: 245).

9

En su Metafísica, aboga por la existencia de un ser divino, al que se describe como

"primer motor", responsable de la unidad y significación de la naturaleza. El cual, por su

perfección, es el ideal al que aspiran todos los seres del mundo.12

Aristóteles atribuye origen divino a los fenómenos que rigen el universo, desde su visión,

justifica el sistema esclavista de la Grecia clásica.

12 Para Aristóteles existen además otros motores inteligentes, como los de los planetas y las estrellas. Dios se piensa a sí mismo, otras inteligencias piensan o contemplan a Dios. En esa medida participan de la naturaleza divina, pero su participación es imperfecta por ser parcial, cada inteligencia capta únicamente parte de la naturaleza, por tanto cada una posee un carácter y una vida mental peculiares, que es un modo peculiar del carácter y la vida de Dios (Collingwood, 1950).

“La naturaleza quiere sin duda establecer una diferencia entre los cuerpos libres

y los de los esclavos, haciendo los de éstos fuertes para los trabajos serviles y los

de aquéllos…útiles para la vida política…” “Es, pues, manifiesto que unos son

libres y otros esclavos por naturaleza y que para estos últimos la esclavitud es a

la vez conveniente y justa.”

(Aristóteles en: De la Vega, 1988: 134).

10

La primera ruptura

La transición de la categoría de physis a la categoría de nomos representa la primera

ruptura en una cosmovisión sustentada en el principio de totalidad que concibe la

relación sociedad-naturaleza, como una unidad.

Esta escisión se convierte en uno de los elementos constitutivos del proceso que

enmarca, la conceptualización de la relación sociedad–naturaleza a lo largo de la

historia, cuya trascendencia sobre el proceso de construcción del conocimiento

moderno es de tal envergadura, que su consideración resulta fundamental para el

abordaje de las causas profundas de la crisis socioambiental.

El mudo de las ideas se escinde de su base material, iniciando el camino de transición

hacia una nueva racionalidad dominada por la conceptualización de una “divinidad

superior”, a partir de la cual se produce una alteración en la dimensión

espaciotemporal en la cual se asienta esta relación.

Si bien el hombre se concibe como parte de la naturaleza, el conocimiento y la

reflexión se orientan hacia temas de interés que hacen a la “naturaleza social del

hombre”, entendida ésta como la esencia del ser humano, el cual por su capacidad

de reflexión tiene la posibilidad de acceder al mundo de las ideas, del cual los

fenómenos naturales no son más que un pálido reflejo. La ruptura de la noción de

totalidad, se refuerza a partir de la fragmentación del conocimiento y su escisión de las

visiones mítico-antropomórficas propias del período cosmológico (Collingwood, 1950).

La conceptualización de la categoría de ley natural, basada en el origen divino, así

como el desarrollo del pensamiento lógico y el método experimental, tendrán una

importancia sustancial en el proceso de construcción del conocimiento y el hacer

científico occidental. En igual sentido se destacan las contribuciones del atomismo, a

partir del cual se desarrollan explicaciones mecanicistas de los principios que rigen el

funcionamiento del universo.

En este sentido, tal como señala Carneiro, “el conocimiento griego clásico, se concibe

como el principio fundante de la racionalidad naturalista occidental” (Carneiro, 2006:

20).

11

1.2.2. La naturaleza desde la perspectiva teocéntrica

Con la consolidación del pensamiento aristotélico, se inicia el camino de transición

hacia una nueva racionalidad dominada por una visión teocéntrica del mundo, la

cual gira en torno a la concepción judeocristiana de Dios, como centro y creador de

todo lo que existe.13

En este período, las relaciones sociales están trazadas a partir de una fuerte

concepción jerárquica cuya máxima expresión se concentra en la noción de Dios,

como ser superior omnipresente. Esa relación se reproduce no sólo en el mundo de los

hombres, entre los cuales se establece una clara división jerárquica, sino también entre

los hombres y el mundo material.

La construcción epistemológica se centra, en conciliar el racionalismo aristotélico con

el dogma religioso y en establecer relaciones entre el poder divino y el poder

material.14

Prevalece una visión orgánico-jerárquica de la naturaleza, bajo la cual, la relación

sociedad - naturaleza adquiere nuevas connotaciones. Si bien el hombre se considera

como un componente más de la creación, en su condición de criatura creada a

imagen y semejanza de Dios, ha sido elegido para poblar la tierra y dominar al resto

de las especies que la habitan.

Tal como se puede apreciar en el siguiente pasaje del Génesis:

13 Desde el siglo IV a.C. hasta el desarrollo de la filosofía cristiana en el siglo IV, el epicureísmo, el estoicismo, el escepticismo y el neoplatonismo fueron las principales escuelas filosóficas del mundo occidental. Filón de Alejandría (13 a. C. – 54 d. C.) suma la filosofía griega a la religión judaica anticipando el neoplatonismo y el misticismo judío, cristiano y musulmán. Insiste en que la naturaleza trascendente de Dios supera el entendimiento y resulta indescriptible para los mortales; describe el mundo natural como una serie de etapas que van desde Dios, hasta la materia, abogando por un régimen teocrático. El neoplatonismo, se basa en los escritos de Platón, los pitagóricos y Filón. La principal razón de la filosofía es educar para la experiencia del éxtasis, en la que se hacen uno con Dios. Dios (o lo Uno) está más allá del entendimiento racional y es la fuente originaria de toda realidad. El universo emana de Dios por un proceso misterioso de comunicación de energía divina en planos sucesivos. Los niveles más altos forman lo Uno: el logos, que da lugar a las almas y a las fuerzas de la naturaleza. Las demás cosas que emanan de lo Uno, cuanto más imperfectas, más cerca están de la materia en su estado original. El neoplatonismo ejerce una fuerte influencia en el pensamiento medieval (Sennett, 1994). 14 Durante el declive de la civilización grecorromana, los filósofos occidentales abandonan la investigación científica de la naturaleza y la búsqueda de la felicidad en el mundo y se preocupan por el problema de la salvación en otro mundo mejor (Ibídem).

12

El desarrollo del pensamiento se enmarca en dos grandes tendencias, la filosofía

patrística y la filosofía escolástica, a través de las cuales se pone de manifiesto la

racionalidad dominante en la etapa teocéntrica.

La filosofía patrística

En este período el antagonismo entre las categorías espíritu – materia, sociedad –

naturaleza, alma –cuerpo adquiere gran dimensión. Esta ruptura reproduce y refuerza

las relaciones sociales de jerarquía, al considerar la subordinación de unas sobre otras.

Según observa Sennett:

1. Filosofía Patrística (Comprendida entre el Siglo I al IV)

Su principal representante es Agustín (354 - 430).

2. Filosofía Escolástica (Comprendida entre el Siglo VIII al XIV)

Su principal representante es Tomás de Aquino (1225-1274).

“El sufrimiento corporal adquiere un nuevo valor espiritual, por lo cual superar el

dolor tiene más relevancia que rechazar el placer, “…en la medida que el

hombre se aleja de su cuerpo más esperanzas tiene de acercarse a Dios.”

(Sennett, 1994: 134).

(...) En el principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos, y las

sombras cubrían el abismo… Entonces dijo Dios: “Haya luz” y hubo luz. Vio Dios

que la luz era buena y separó las sombras de la luz y a la luz llamó día y a las

sombras noche (...) Entonces dijo: hagamos al hombre a nuestra imagen y

semejanza, y tenga poder sobre todos los peces del mar, y sobre las aves del

cielo, y sobre los animales y sobre las fieras terrestres y sobre los reptiles que se

arrastran por la tierra...

La Biblia (Génesis, I).

Fuente: Agoglia, Ofelia (2009). Elaboración propia sobre la base de Feiteiro, 2004.

13

Esta oposición tiene una connotación directa en la fragmentación de la dimensión

espacio temporal. El desdoblamiento entre cuerpo y alma implica que la existencia

del hombre transcurre en una doble dimensión, aquella que hace al ritmo natural de la

vida material y aquella que hace a la vida eterna que alcanzará el alma después de

la muerte corporal.

Al distanciarse de su corporalidad, el hombre transita un viaje temporal hacia Dios,

cortando sus vínculos con la realidad espacial.15

El Dios judeocristiano, se distingue de los dioses paganos, por no poseer deseos

corporales, lo cual obedece a que su naturaleza es distinta e inescrutable a la de los

seres humanos (Orígenes en: Sennett, 1994).16

Agustín de Hipoma retoma y contextualiza el idealismo platónico según la concepción

teocéntrica. Su pensamiento gira en torno a la adaptación del logos de Heráclito a la

noción judeocristiana de Dios.17

A través del logos se explica el proceso de conversión, representado como un proceso

de iluminación, “el logos es luz, al igual que el creador de todo también es luz”

(Orígenes en: Sennett, 1994).18

Desde esta perspectiva, el logos representa el nexo a través del cual el hombre se

conecta con Dios.

15 “Los impulsos de la naturaleza y el espíritu luchan entre sí, escribe San Agustín en sus Confesiones, con relación a la dualidad que experimenta, cuando siente el olor de la comida y el efecto del alcohol en la sangre. Esto lo lleva a comprender el significado de la expresión “el cuerpo distinto de Cristo” (Agustín en: Sennett, 1994, 149). 16 Los dioses paganos, aparecen como seres humanos engrandecidos, dotados de poderes sobrenaturales y sensaciones humanas como, el placer, el miedo y los celos (Ibídem, 138). 17 Reconciliar la razón con las emociones religiosas se recoge en los escritos de Agustín, cuyo pensamiento se convierte en la doctrina del cristianismo de su época. Agustín afirma que la fe y el entendimiento filosófico son complementarios y que se debe “creer para comprender y comprender para creer”. Al igual que los neoplatónicos, considera al alma una forma más elevada que el cuerpo. El conocimiento consiste en la contemplación de las ideas que han sido depuradas tanto de sensaciones como de imágenes (Ibídem). 18 Orígenes (183-254) teólogo y exegeta convierte la escuela catequista de Alejandría en una escuela teológica. Su pensamiento influye significativamente en la obra de Agustín de Hipoma (Ibídem).

“Ninguna orientación espacial puede revelar donde está Dios, ya que Dios está

en todas partes y en ningún lugar.”

(Sennett, 1994: 134).

14

La filosofía escolástica

Durante este período, se intenta aplicar de manera sistemática el conocimiento

humano a los problemas de la sociedad. Tomás de Aquino, afirma que es posible “dar

al mundo la coherencia de un sistema lógico” (Southern en Sennett, 1994: 168).

El pensamiento tomista retoma el legado aristotélico y desarrolla una teología lógica

conformada por silogismos y teoremas desde los cuales busca demostrar, que el

mundo no puede ser eterno, sino que por el contrario, el universo es fruto de la

creación de Dios. El camino para llegar a Dios es una combinación entre la fe y el

razonamiento lógico. 19

Tomás se refiere a la naturaleza y a los principios que la rigen desde una mirada

aséptica, consideraciones tales como, si el mundo es hermoso o no, o si la naturaleza

despierta alguna clase de sentimientos, no caben dentro de su pensamiento

(Brailovsky, 2006).

Esta percepción pone de manifiesto la concepción dominante, desde la cual la

naturaleza representa una tentación permanente de los instintos. Los enemigos más

peligrosos del hombre, la carne, el mundo material y el demonio, asechan a quienes

se aproximan a la naturaleza. Ante este peligro, la mirada tomista resulta la más

conveniente.

En el imaginario medieval, la visión del infierno es aquella descripta por el Dante (1265-

1321), a partir de la noción de Virgilio (70 a. C.- 19 d. C.) complementada con algunos

detalles del Apocalipsis de Juan. 19 La mayor figura intelectual del Medioevo es Tomás de Aquino, quien une la ciencia aristotélica y la teología agustina en un sistema de pensamiento que se convierte en la filosofía de la Iglesia católica. Sus textos reflejan el interés por la razón, la naturaleza y la felicidad en este mundo, junto con su fe religiosa y su preocupación por la salvación del hombre. Desde su perspectiva, las verdades de la ciencia natural y de la filosofía son descubiertas al razonar a partir de datos de la experiencia, mientras que los principios de la religión están más allá de la comprensión racional. La metafísica, la teoría del conocimiento, la ética y la política de Tomás de Aquino provienen de la ética naturalista aristotélica y las virtudes agustinas de la fe, la esperanza, la caridad y el destino de la salvación eterna a través de la gracia (Sennett, óp. cit.).

“La luz divina, no muestra ninguna imagen y está en todas partes, invisible al igual

que Dios, pero nunca ausente.”

(Agustín en: Sennett, 1994:143).

15

En la imagen del infierno se conjugan, los temores del hombre medieval con una

“visión sobrenatural” de la naturaleza, la cual se representa idealizada o demonizada,

según los parámetros dicotómicos propios de la racionalidad teocéntrica.

“El infierno del Dante, se representa como un ecosistema de escasa diversidad

biológica, en el cual conviven centauros, serpientes y demonios con alas de

murciélago. Por el contrario el paraíso presenta una gran diversidad biológica,

en la cual se pone en evidencia la capacidad reproductiva de plantas y

animales, pero ningún tipo de diversidad humana, los bienaventurados

aparecen como sobrecogedoramente iguales y carentes de todo erotismo.”

16

La fragmentación de la concepción dominante

Como respuesta a la concepción ideológica dominante, en el seno del cristianismo

medieval, surge un movimiento que busca reconstruir la unidad entre el mundo

material y el mundo espiritual. Este movimiento cobra fuerza a partir de la prédica de

Francisco de Asís (1182-1226), el cual, al reafirmar el compromiso social del cristianismo

primitivo, se distancia y cuestiona las relaciones sociales jerárquicas sustentadas por el

poder eclesiástico (Sennett, 1994).

El pensamiento franciscano recupera la noción de naturaleza y de materialidad

corporal para el seno del cristianismo. Desde su posición Dios está presente en el

mundo y se concibe como una unidad de cuerpo y espíritu. Su prédica a los animales

y su hermandad con los astros, no debe ser entendida como un acto de ingenuidad

sino como una postura ideológica, a partir de la cual reconoce al hombre como un

integrante más de la creación natural.20

La filosofía franciscana, se distancia de la separación “cuerpo -alma” acuñada en la

baja Edad Media, proponiendo un reencuentro con la materialidad corporal.21 En su

concepción subyace una oposición a los privilegios sustentados por la ideología

teológica dominante.

20 Este es el sentido de sus cánticos de alabanza al Dios creador: “Loado seas por toda criatura, en especial por el hermano sol que alumbra y abre el día y lleva por los cielos noticias de su autor” (Francisco de Asís en: Brailovsky, 2006: 45). 21 La conexión entre el dolor humano y el dolor de Cristo, contribuye a la dignidad del hombre, pues quien realiza un esfuerzo físico, considera bajo una nueva luz la relación entre la materialidad corporal y la espiritualidad del alma (Sennett, óp. cit.:174).

“En nuestros cuerpos tenemos la medida ética para juzgar las reglas, derechos y

privilegios de la sociedad: cuanto más dolor causa, más saben nuestros cuerpos

que son injustos.” (Francisco de Asís en: Sennett 1994:

“Francisco de Asís da vuelta la concepción cristiana de naturaleza,

proclamando un retorno al Dios de los salmos de David y a la sensualidad del

encuentro con la creación. La cual, sólo puede ser percibida a través del cuerpo

que Dios ha dado a los hombres y al resto de sus criaturas.”

(Brailovsky, 2006: 46).

17

En oposición del ascetismo cristiano que promueve un alejamiento del mundo

material, se propugna una religiosidad comunitaria. Los nuevos monasterios se vinculan

de manera simbólica y práctica a la veneración de la naturaleza, a partir de la

creación de jardines en el interior del claustro.22

Del análisis realizado se desprende que para la visión teológica, la concepción de

naturaleza implica una contradicción, en el sentido que, si bien por un lado se concibe

como un espacio que impulsa la tentación de los sentidos, al mismo tiempo representa

el escenario de la creación.

El conocimiento medieval, íntegramente volcado a Dios, no permite visualizar al

mundo ni al hombre, salvo como expresión de la grandeza divina. Esta situación,

acentuada por la sensación de incertidumbre que provoca una divinidad superior a la

cual se percibe como inaccesible a la razón, marca una progresiva desviación del

centro de interés teórico.

El hombre sólo se tiene a sí mismo, ya no puede partir de la noción de Dios, por ello,

recurre a lo único inmediato con que cuenta, el mundo y su propio pensar (Rodríguez

Huescar, 1983).

El reencuentro del hombre, con sí mismo y con el mundo material, sumado a la

recuperación de la noción de corporalidad, constituyen el inicio de la declinación de

la concepción teológica medieval y de la transición hacia una nueva racionalidad

basada en el hombre como centro del universo.

Paralelamente, en el interior del sistema escolástico, cobra auge el proceso de

competencia intelectual conocido como disputatio,23 este método, consistente en la

elección de una proposición inicial, a la cual se van introduciendo cambios en el

transcurso del diálogo, pone en juego la permanencia de la palabra divina,

representando una amenaza para la jerarquía eclesiástica.

En virtud de esta conjunción de elementos, la última etapa del proceso teológico, va

a estar marcada por la presencia de nuevos movimientos filosóficos, que surgen como

22 El paraíso del claustro, pretende ser un paraíso recuperado en la tierra, por lo que trabajar en el jardín significa recuperar la propia dignidad (Ibídem: 198). 23 La disputatio, contrasta con la lectio, método de enseñanza de la baja edad media, basado en la lectura de las escrituras en voz alta (Sennett, óp. cit., 219).

18

respuesta al pensamiento escolástico, tales como el nominalismo y el voluntarismo24,

en los cuales se van a asentar los cimientos de la nueva ciencia de la Naturaleza, que

se desarrollará a partir del pensamiento cartesiano, entre cuyos principales forjadores

se encuentran Copérnico (1473-1543), Galileo (1564-1642), Kepler (1571-1638) y

Descartes (1596-1650) (Rodríguez Huescar, 1983).

24 Las mayores críticas a la filosofía tomista son formuladas por Duns Escoto (1266-1308) y Guillermo de Ockham (1290-1349). Escoto rechaza la reconciliación de la filosofía racional con la religión revelada. Sostiene que todas las creencias religiosas son asuntos de fe, excepto la creencia en la existencia de Dios, que considera demostrable desde supuestos lógicos. En contra de que Dios actúa de acuerdo con su naturaleza racional, afirma que la voluntad divina es anterior al intelecto divino y crea las leyes de la naturaleza y la moral (voluntarismo), lo que implica una noción del libre albedrío más amplia que la de Tomás de Aquino. Al abordar el problema de los universales plantea un compromiso entre realismo y nominalismo, al explicar la diferencia entre los objetos y las formas de los objetos (individuación) como una distinción lógica en vez de real. Por su parte, Ockham formula una crítica de carácter más radical y nominalista de la creencia escolástica en el campo de lo intangible, como las ideas, esencias y universales. Sostiene que estas entidades abstractas sólo son referencias terminológicas que designan a su vez otras palabras en lugar de referirse a cosas reales. Afirma que no se debe suponer la existencia de más cosas de las que son necesarias según imperativos lógicos. Tanto el nominalismo, como el voluntarismo son corrientes filosóficas de fines de la Edad Media. Mientras para el primero, los conceptos universales no tienen existencia real, sino que se conciben como meros nombres, fruto de una realidad lógica, no ontológica. El voluntarismo, sostiene a la voluntad como la primera potencia espiritual del hombre frente a la razón (De la Vega, óp. cit.).

19

1.2.3. La naturaleza bajo la racionalidad antropocéntrica

La ruptura de la visión teocéntrica, da paso a nueva concepción a partir de la cual, la

noción de Dios como centro del universo, es reemplazada por una visión

antropocéntrica del mundo. El hombre, liberado del temor a Dios se constituye en el

centro y amo del universo.

A través de su razón, posee las herramientas para conocer y dominar todos los

fenómenos naturales, inclusive los de naturaleza ética y política (Feiteiro, 2004). Esta

nueva forma de concebir y aprehender el mundo se sustenta en la posibilidad

concreta de intervenir sobre la naturaleza, a partir de los avances científico-

tecnológicos.

Bajo esta forma de conocimiento, acorde a la nueva racionalidad dominante, surge

una concepción mecánica de la naturaleza, la cual se percibe como un conjunto de

elementos manipulables al servicio del progreso del hombre.

Esta mirada refuerza la ruptura entre el hombre y el mundo natural y de los hombres

entre sí, desde un carácter jerárquico evolutivo basado en una nueva

conceptualización dicotómica entre “civilización” y “naturaleza”, en virtud de la cual,

dentro de la categoría civilización, se excluye a todas aquellas sociedades que no

responden al patrón cultural occidental.25

La construcción del pensamiento moderno constituye un largo proceso que puede

enmarcarse en diferentes fases en las cuales han ido alternando concepciones

racionalistas o empírico-analíticas, respondiendo a una mirada reduccionista, holista o

instrumental, según el contexto y la racionalidad hegemónica en que se desarrollan.

Teniendo en cuenta la complejidad que reviste este proceso, la intención de este

apartado no es realizar un análisis de cada una de las etapas que conforman el

período antropocéntrico, sino presentar las diferentes concepciones de naturaleza

que subyacen en su interior, acorde se desarrolla el proceso de construcción y ruptura

del proyecto moderno.

25 Esta concepción no incluye a todos los hombres por igual, sólo al hombre blanco occidental, el resto de los hombres son considerados seres inferiores, carentes de espíritu y razón.

20

El análisis propuesto se estructura acorde al siguiente esquema:

Concepción antropocéntrica

Concepción reduccionista (S. XV-XVII) (Renacimiento, racionalismo - empirismo, liberalismo económico)

Iluminismo Siglo XVIII

Concepción holista (S. XIX)

(Romanticismo, naturalismo evolucionista, materialismo

histórico)

Concepción instrumental (S. XX –XXI)

(Neoliberalismo, pragmatismo,

keynesianismo, consumismo)

Positivismo Siglo XIX

Fuente: Agoglia Ofelia (2009). Elaboración propia sobre la base de bibliografía consultada.

21

1.2.3.1. La concepción reduccionista de la naturaleza

El pasaje de una visión organicista a una visión mecánica de la naturaleza, tuvo una

larga gestación en la sociedad occidental. Si bien en el siglo IX ya circulan

traducciones árabes y latinas de la filosofía griega, es entre los siglos XIII al XV en los

cuales se intensifica la apropiación del legado cultural de la Grecia clásica.26

Este proceso va a dar como resultado el surgimiento del Renacimiento, movimiento

sociocultural cuyo nombre alude al renacer de la cultura grecolatina y al reencuentro

con su producción intelectual, a partir del cual prevalece una concepción

reduccionista de la naturaleza (Feiteiro, 2004, Carneiro 2006, Brailovsky, 2006).

La mirada renacentista

El renacimiento cambia la visión del hombre sobre sí mismo y de su entorno, el cual, al

recuperar sus sentidos adormecidos percibe el mundo de otra manera. Esta nueva

visión se refleja en todas las ramas del arte, cuyas obras hablan de la naturaleza

redescubierta.

26 Hasta el siglo XVI prevalece una visión organicista y religiosa de la naturaleza, asociada a la actividad productiva. El cultivo de la tierra engloba una liturgia basada en creencias populares desde las cuales “la relación con las fuerzas naturales incluye prácticas de magia astrología y hechicería” (Collingwood, óp. cit.).

Concepción reduccionista-mecanicista

Renacimiento (S. XV- XVI) (Copérnico, Galileo,

Kepler)

Racionalismo- Empirismo (S. XVII)

(Descartes, Bacon, Newton, Locke)

Perspectiva económica (S. XVII). Fisiócratas

(Quesnay, Mirabeau) Clásicos (Say, Smith,

Ricardo)

Fuente: Agoglia Ofelia (2009). Elaboración propia sobre la base de bibliografía consultada.

22

La construcción del conocimiento intenta responder a una “nueva necesidad social”,

el hombre nuevo, despojado del temor a Dios, quiere, debe y puede, obtener

respuestas acerca del funcionamiento de las cosas y de las leyes que rigen los

fenómenos naturales. Inquietud que se refuerza a partir de la amplitud del “universo”,

natural y simbólico, que traen aparejados los grandes descubrimientos geográficos.

Esta situación provoca una revolución en el seno del pensamiento occidental, tal

como se había desarrollado hasta el momento. En este sentido el siglo XVI se considera

como el inicio de la llamada “ciencia moderna”.27

La visión plana y finita, propia del Medioevo, es reemplazada por una concepción

asentada en la perspectiva cosmológica griega, bajo una posición matemático –

mecanicista sustentada en estructuras geométrico cuantitativas similares a las

desarrolladas por el atomismo.28

El pensamiento renacentista, en oposición a la teleología aristotélico-tomista, concibe

las “causas eficientes” como inmanentes a la naturaleza, a partir del presupuesto de

estructuras matemáticas.29

27 Los siglos XV y XVI marcan un periodo de gran desarrollo social, político e intelectual. La exploración del mundo, la Reforma, el auge de la sociedad urbana comercial y la aparición de nuevas ideas en todas las áreas de la cultura estimulan una nueva idea del Universo. La visión medieval del cosmos como un orden jerárquico de seres creados y gobernados por Dios es suplantada por la visión mecanicista del mundo como una máquina cuyas partes se mueven de acuerdo con leyes físicas, sin propósito ni voluntad. El objetivo de la vida no se acota a la preparación para la salvación en el otro mundo. Las instituciones políticas y los principios éticos dejan de considerarse como reflejo del mandato divino para ser vistos como resortes prácticos creados por los seres humanos. Desde esta visión, la experiencia y la razón son los únicos patrones efectivos para llegar a la verdad (De la Vega, óp. cit.). 28 El desarrollo de estas ciencias se fundamenta en los aportes de Euclides (S. III a.C.) y Arquímedes (287- 212 a.C.) en el campo de la matemática; de Eratóstenes (284-192 a.C.) y Ptolomeo (127-150) en la astronomía y de Diocles y Galeno (135-200) en la medicina (Honderich, 1995 y Grun, 1991 en: Carneiro, 2006). 29 Leibniz (1646-1716), combina los descubrimientos matemáticos y físicos de su tiempo con las concepciones orgánicas y religiosas de la naturaleza del pensamiento clásico y medieval. Considera el mundo como un número infinito de unidades de fuerza infinitamente pequeñas, llamadas mónadas, cada una de las cuales es un mundo cerrado que refleja a su vez a todas las demás en su propio sistema de percepciones. Todas las mónadas son entidades espirituales. Dios es concebido como la Mónada de las mónadas, la que crea todas las demás y predestina su desarrollo. Su idea de que todas las cosas son orgánicas y espirituales marca el inicio del idealismo (Grun, 1991 y Collingwood, 1950 en: Carneiro, óp. cit).

“Galileo percibe a la naturaleza como un “libro en lenguaje matemático.”

(Collingwood, 1950: 125).

23

La teoría heliocéntrica, reforzada por los descubrimientos de Kepler y Galileo, tiene una

fuerte incidencia sobra la nueva concepción de la naturaleza, “al presuponer la

unidad de la materia del universo y la gravitación de los cuerpos, se abre camino a

una visión que rompe con la noción organicista del mundo natural, desde una

perspectiva mecanicista, por analogía al funcionamiento de una máquina”

(Collingwood, 1950: 187).30

A partir de este momento se produce un especial desarrollo de las ciencias físico -

naturales, en detrimento de las concepciones filosóficas, a las cuales se considera

basadas en especulaciones ético religiosas, iniciando el proceso de fragmentación

de las ciencias y el apogeo del método adoptado por las ciencias físico – naturales,

como patrón del conocimiento científico occidental.31

La naturaleza bajo la dicotomía racionalismo-empirismo

La reflexión epistemológica del siglo XVII gira en torno a la oposición racionalismo–

empirismo, dos tendencias filosóficas que estarán representadas por el pensamiento

racionalista de Descartes y el empirismo de Locke (1632 -1704).32

En el marco de la primera tendencia, se destaca el racionalismo cartesiano de

Descartes, fundado en el poder de la razón y la dualidad, razón-espíritu y mundo-

materia, el cual retoma la visión agustina del espíritu, desde una perspectiva diferente.

Su innovación, reside en el proceso racional, el “método”, por el que llega a su

conceptualización de razón y a la reconstrucción material, sustentada en la

radicalización de la razón matemática.

30 Desarrollada por Copérnico en 1512 en Commentariolus, y en De revolutionibus orbium coelestium, sobre el sistema solar y la circunvalación de los cuerpos celestes. Igual de significativos son los aportes de Galileo, quien descubre que los cuerpos en caída libre adquieren una aceleración constante, y los de Kepler sobre la relación fija que existe entre la distancia de un planeta con respecto al sol y la velocidad de su revolución. Galileo resalta la importancia de aplicar la matemática a la formulación de leyes científicas apoyándose en la mecánica, que aplica principios de la geometría a los movimientos de los cuerpos. El éxito en la formulación de leyes de la naturaleza lo lleva a pensar que la naturaleza está creada de acuerdo con leyes mecánicas (Ibídem). 31 El primer representante de esta filosofía es Francis Bacon (1561-1626), quien considera la lógica aristotélica inútil para acuñar nuevas leyes físicas, por lo que busca un nuevo método científico (novum organum) basado en la generalización inductiva realizada desde la observación y la experimentación (Zeitlin, 1974). 32 Desde el siglo XVII hasta el XIX la cuestión en epistemología contrasta la razón con el sentido de percepción. Mientras para los racionalistas, la principal fuente del conocimiento es el razonamiento deductivo basado en principios evidentes o axiomas, para los empiristas la fuente principal y prueba última del conocimiento se encuentra en la percepción (Honderich, 1995 en: Carneiro, óp. cit.).

24

La duda metódica, propuesta por Descartes, sustentada en la evidencia físico-

matemática de las leyes de la naturaleza, se constituye en la base de las certezas del

conocimiento racionalista.33

El racionalismo, refuerza la ruptura entre sociedad y naturaleza, alcanzando su máxima

expresión en la distinción entre el hombre como sujeto que conoce y la naturaleza

como objeto conocido, en la cual expresa una concepción reduccionista que percibe

la complejidad de los procesos orgánicos como simples procesos mecánicos.

33 Descartes hace de las matemáticas el modelo para la ciencia, aplicando sus métodos deductivos y analíticos a todos los campos del saber. Reconstruye el conocimiento humano sobre una base certera, rechazando cualquier creencia, incluso su propia existencia, hasta tanto pudiera probarla como verdadera (escepticismo metodológico). Funda la prueba lógica de su propia existencia en el acto de dudar de ella, su famosa afirmación “Cogito, ergo sum” (Pienso, luego existo) le proporcionó el axioma a partir del cual pudo deducir la existencia de Dios y las leyes básicas de la naturaleza. A pesar de su perspectiva mecanicista, acepta la doctrina religiosa de la inmortalidad del alma y sostiene que la mente y el cuerpo son dos sustancias diferentes, dejando a la mente libre de las leyes mecánicas de la naturaleza y consagrando la libertad de la voluntad. Su fundamental separación de mente y cuerpo, conocida como dualismo, plantea el problema de explicar cómo dos sustancias tan diferentes pueden afectar la una a la otra, problema que fue imposible resolver y que ha sido desde entonces motivo prioritario de interés en la filosofía (Rodríguez Huescar, 1983).

“…conocí que yo era una sustancia cuya completa esencia o naturaleza

consiste sólo en pensar, y que para existir no tiene necesidad de ningún lugar ni

depende de ninguna cosa material; de modo que este yo, es decir, el alma por

la que soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo… y aunque él no

existiese, ella no dejaría de ser todo lo que es.”

(René Descartes 1637. Discurso del Método, IV parte: 72).

“Ellas (nociones generales relativas a la física)* me hicieron ver que es posible

llegar a conocimientos que son muy útiles para la vida, y que, en vez de esa

filosofía especulativa que se enseña en las escuelas, se puede encontrar otra

práctica, por la cual, conociendo la fuerza y las acciones del fuego, del agua,

del aire, de los astros, del cielo y de todos los otros cuerpos que nos rodean (...)

podríamos emplearla de la misma manera en todos los usos para los cuales

son propios, y así nos volveríamos señores y poseedores de la naturaleza.”

(René Descartes, 1637. Discurso del Método, VI parte: 98).

(*Paréntesis de Feiteiro 2004)

25

Mientras el racionalismo plantea que ninguna “cualidad sensorial” tiene existencia

fuera de la razón que la percibe, Locke, uno de los máximos representantes del

empirismo, sostiene:

Bajo esta concepción el papel de la razón es esencialmente pasivo, el conocimiento

sólo se amplia, al aumentar las experiencias de los sentidos.

Al promover concentrar la atención en las magnitudes medibles e ignorar el resto de

los aspectos que constituyen el objeto a investigar, el pensamiento de Locke se

constituye en una de las bases fundamentales del método experimental.34

En este sentido, propone una clasificación de las cualidades de la materia en primarias

y secundarias, según la posibilidad de experimentación directa, a través de los

sentidos, o indirecta, mediada por la razón.

Por su parte los avances realizados por Newton (1542-1727), en el campo de las

ciencias naturales refuerzan la perspectiva empirista, poniendo en evidencia la

importancia del método experimental.

34 John Locke, enriquece la tradición empirista iniciada por Bacon, dotando al empirismo de un marco sistemático. En su Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), ataca la creencia racionalista predominante del conocimiento independiente de la experiencia, aunque acepta la división cartesiana entre mente y cuerpo y la descripción mecanicista de la naturaleza. Reorienta la filosofía desde el conocimiento del mundo físico hacia el estudio de la mente, intentando reducir todas las ideas a simples elementos de la experiencia. Al distinguir entre sensación y reflexión como fuentes de la experiencia, determina que la sensación provee el material para el conocimiento del mundo externo y la reflexión aporta el material para el conocimiento de la mente. Sus escritos éticos y políticos tuvieron influencia en el utilitarismo (Honderich, 1995 en: Carneiro, óp. cit.).

“… las ideas no son innatas, al nacer la razón es como una tabula rasa, es decir

que se halla en blanco y vacía, sólo a través de la experiencia penetran en ella

las ideas, su función es reunir las impresiones y los materiales que suministran los

sentidos.”

(Locke, 1690).

“Es posible experimentar directa e inmediatamente la extensión, el número y el

movimiento; en cambio el color y el sonido no tienen existencia fuera de la mente

del observador.”

(Locke, 1690).

26

La compleja multiplicidad de los fenómenos naturales ha sido reducida a una única

ley universal, la ley de la gravitación, cuyo descubrimiento es el fruto de una rigurosa

aplicación del método científico.35

El mundo finito, se convierte en una máquina infinita, en eterno movimiento, gracias a

su energía y mecanismos propios. El espacio, el tiempo, la masa, el movimiento y la

fuerza son los elementos esenciales de este universo mecánico que puede captarse

en su totalidad aplicando las leyes de la ciencia empírica y de la matemática (Zeitlin,

1974).

La naturaleza bajo parámetros económicos

Bajo la influencia del empirismo británico, surge el liberalismo como teoría política y

económica, que va a dar sustento al pensamiento fisiocrático de Quesnay (1694-1774)

y el Marqués de Mirabeau (1715-1789).

Los fisiócratas conciben el progreso material a partir de la explotación de la

naturaleza, desde una mirada reduccionista, bajo la cual la tierra es reducida al factor

producción.

A partir de esta nueva teoría la naturaleza se concibe como la fuente básica de

riqueza, mediada por el trabajo y los avances científico-tecnológicos. Paralelamente,

las leyes de los fenómenos naturales establecidas por Newton, tienden a ser asimiladas

o impuestas a la dinámica social.

35 Newton completa lo que otros habían comenzado, conservando y dando forma concreta al método que antes habían empleado Kepler y Galileo, cuya característica principal era la interdependencia de los aspectos analíticos y sintéticos (Zeitlin, óp. cit., 16).

“El fundamento de la teoría de Newton se basa en la suposición de que en el

mundo material rigen el orden y la ley universal. Los hechos no son una mezcla

caótica y fortuita de elementos separados. El orden es inmanente al universo y

no se lo descubre mediante principios abstractos, sino mediante la observación y

la acumulación de datos.”

(Zeitlin, 1974: 159).

27

El pensamiento fisiócrata y bajo su influencia todo el pensamiento económico clásico,

va a estar fuertemente vinculado al concepto de riqueza, categorización que influye

de forma directa sobre la interpretación del concepto de crecimiento y su relación

con la concepción de naturaleza (Bifani, 1999).36

El orden natural es entronizado como elemento dinamizador del orden social,

producto de una naturalización de las condiciones sociales de existencia. Las

desigualdades sociales son vistas como condiciones naturales del sistema social,

situación que favorece el mantenimiento de un statu quo sustentado en relaciones

jerárquicas e inequitativas. Tal como se desprende del pensamiento de Adam Smith

(1723-1790):

Más adelante David Ricardo (1772-1823) propone la diferenciación entre riqueza y

valor, al respecto señala “el valor difiere de la riqueza porque no depende de la

abundancia sino de la dificultad o la facilidad de producción” (David Ricardo 1817 en:

Bifani, 1999: 38).

Se plantea la distinción entre valor de uso y valor de cambio, mientras la utilidad de un

objeto puede ser apreciada de manera diferente por cada persona, el segundo

expresa la facultad de adquirir otros bienes que confiere la posesión del objeto. En este

sentido David Ricardo señala:

36 En este sentido se pueden consultar: Smith, A. La riqueza de las naciones (1776), Tratado de economía política o simple exposición de la manera donde se forman, se distribuyen y se consumen las riquezas (1803), de Juan Bautista Say (1767-1832) y David, Ricardo. Principios de economía política y de tributación (1817).

“La producción nativa de cada país es la riqueza de ese país y es perpetua y

nunca se agota: los animales de la tierra, las aves del cielo y los peces del mar

aumentan naturalmente. Cada año hay una nueva primavera y un nuevo

otoño que producen una nueva provisión de plantas y frutos… Y si el acervo

natural es infinito, el artificial, que procede al natural, también debe serlo…”

(Nicolás de Borbón 1771 en: Bifani 1999: 37)

“Todo hombre es rico o pobre de acuerdo con el grado en que puede permitirse

gozar de las cosas necesarias, de las comodidades y de las distracciones de la

vida humana.”

(Adam Smith, 1776 ed 1965: 45)

28

De esta distinción se desprenden algunos elementos que ponen de manifiesto la

conceptualización de la naturaleza en el marco del pensamiento económico. Tal

como señala Bifani,

Posteriormente el debate se centra en los conceptos de propiedad y escasez.

Mientras para Say, ambos conceptos pueden ser considerados sinónimos, David

Ricardo plantea que la escasez relativa de un bien, puede ocasionar mayor riqueza

para su propietario, en la medida que posee un recurso escaso.

“…la utilidad no es,… la medida del valor de cambio, aunque es algo

absolutamente esencial al mismo… El valor de cambio de las cosas que poseen

utilidad tiene dos orígenes: su escasez y la cantidad de trabajo requerida para

obtenerlas.”

(David Ricardo, 1817 ed. 1959).

La tierra,…, no es el único agente natural que tiene fuerzas productivas, pero es

el único…, que un grupo de hombres toma para sí con exclusión de los demás y

del cual,…, se pueden apropiar los beneficios…felizmente, nadie ha podido decir

todavía: El viento y el sol son míos, y los servicios que ellos rinden deben

pagármelos.”

(Juan Bautista Say, 1803).

“… de estas necesidades, unas son satisfechas por el uso que hacemos de

ciertas cosas que la naturaleza nos ofrece gratuitamente, como el aire, el agua,

la luz del sol. Podemos denominar estas cosas como riquezas naturales, porque

sólo para la naturaleza tienen un gasto. Como ella las ofrece a todos, ninguna

persona está obligada a adquirirlas al precio de un sacrificio. No tienen, por

tanto, ningún valor de cambio.”

(Juan Bautista Say, 1803).

“si el valor de cambio se explica por la abundancia o la escasez relativa de los

bienes, el medio ambiente, al ser abundante e ilimitado, no tiene un valor de

cambio; es decir, no tiene un precio, aún cuando se le reconozca su utilidad en

la satisfacción de necesidades humanas”

(Bifani, 1999: 40).

29

Por el contrario afirma David Ricardo:

Desde el siglo XVII en adelante y como efecto de la revolución industrial, la economía

pasa a regir la racionalización de los mecanismos de producción-consumo, sustentada

en la teoría del libre mercado y la generación de capital a partir de la relación costo-

beneficio.

En este sentido, tal como observa Sennett, resulta interesante analizar en qué medida

la instauración de la economía como ciencia hegemónica, se sustenta en la

capacidad de realizar alteraciones en el tiempo (Sennett, 1994).

A partir de la posibilidad de revisar las cartas contractuales, las asociaciones se

convierten en estructuras que trascienden su función. En virtud de ello, las estructuras

corporativas, aprovechan las condiciones cambiantes del mercado, los nuevos

artículos y los accidentes de la fortuna. Una empresa puede cambiar y sin embargo ser

permanente, lo cual implica la capacidad y la autonomía de cambiar y de trascender

el tiempo (Sennett, 1994: 220).

Este principio de cambio que parece tan evidente, sumado a las nuevas condiciones

de trabajo, bajo las cuales se percibe un salario por horas de trabajo, implica una gran

revolución en la concepción del tiempo.

“Si el agua se hiciese escasa y fuese poseída por un solo individuo, éste

aumentaría su riqueza, porque tendría entonces valor; y…se aumentaría así

aquella riqueza. …puesto que todos tendrían que entregar una parte de lo que

poseen con el único objeto de obtener agua, la cual adquirían antes por nada,

ellos son más pobres y el propietario…se beneficia en lo mismo que estos

pierden. La sociedad…disfruta de la misma cantidad de agua y

mercancía…pero se distribuyen de otro modo… Si el agua se hiciese escasa,

entonces la riqueza disminuiría…No sólo habría una distribución diferente de la

riqueza, sino una pérdida real de una parte de la misma.”

(David Ricardo 1817 ed 1959: 221)

30

El tiempo del cambio y el tiempo del reloj se constituyen en los ejes de la economía,

marcando una fuerte ruptura con el tiempo narrativo medieval, en el cual la duración

no guarda relación con su valor.

El hombre “económico” trata el tiempo desde una dimensión espacial, la estructura

económica perdura porque puede cambiar. Así como el hombre medieval no

concibe descuidar el estado de su alma, para el individualismo liberal, el problema es

ver cómo mantener la unidad y resolver las tensiones entre espacio y tiempo (Sennett,

1994: 220).

Del recorrido realizado se desprende la influencia que los conceptos de riqueza,

escasez, valor de cambio y propiedad de los recursos productivos, sumado a la nueva

dimensión temporal del pensamiento económico, tienen sobre la conceptualización

de la naturaleza.

La concepción iluminista como transición

Sobre las bases del racionalismo cartesiano y los avances científicos desarrollados por

el empirismo, surge un nuevo movimiento intelectual conocido como iluminismo, de lo

cual se desprende que el siglo XVIII sea conocido como el “siglo de las luces”. Este

movimiento concibe a la razón como único criterio de sí mismo desde una

racionalidad antropológico-intelectualista.

Con mayor fuerza que en cualquier otro momento histórico, los teóricos del iluminismo

adhieren a la convicción de que el hombre, a través de la razón, puede aprehender el

universo y subordinarlo a sus necesidades. La fe religiosa es reemplaza por una nueva

fe sustentada en la razón y la ciencia. Combinación de la cual se origina una

concepción del universo basada en la aplicabilidad universal de las leyes naturales

(Zeitlin, 1974).

La razón y la ciencia permiten al hombre alcanzar grados cada vez mayores de

libertad y un creciente nivel de perfección. El progreso intelectual, categoría que

impregna todo el pensamiento de la época, debe servir para promover el progreso

general del hombre.

31

A diferencia de los pensadores del siglo XVII, para los cuales las explicaciones parten

de la deducción sistemática, el iluminismo construye su ideal de explicación según el

modelo de las ciencias naturales, inspirándose en el método de Newton, basado en la

experiencia y la observación.

Este movimiento, plantea la necesidad de encontrar un nuevo método que una lo

positivo y científico con lo racional. Una nueva lógica, que no es la lógica de la

escolástica, ni la del concepto puramente matemático, sino más bien la lógica de los

hechos. La síntesis entre lo racional y lo positivo aparece como un ideal alcanzable.

Los philosophes iluministas, emprenden la tarea de crear un mundo nuevo basado en

la razón y la verdad, a partir del método de las ciencias físicas. Este criterio de verdad,

no se sustenta en la revelación, la tradición o la autoridad, sino sobre la razón y el

conocimiento científico. Desde su concepción, el mundo social y el mundo natural

constituyen una unidad indisoluble, al estudiar el “medio natural” y “la naturaleza

humana” se puede conocer no solo lo que es, sino también lo que es posible (Zeitlin,

1974: 20).

La construcción del conocimiento se encuadra en la necesidad de establecer leyes

que rijan el funcionamiento de la sociedad.37

Montesquieu (1687-1775), busca las leyes del desarrollo social e histórico a partir del

análisis de los fenómenos sociales.

37 Para ampliar esta perspectiva se puede consultar: Montesquieu. El espíritu de las leyes, 1748 y Rousseau. El contrato Social, 1762.

Del mismo modo que “la ciencia había revelado la acción de las leyes naturales

en el mundo físico, quizás podían descubrirse leyes similares en el mundo social y

cultural.”

(Zeitlin, 1974: 13).

“Comencé a examinar a los hombres con la creencia de que la infinita variedad

de sus leyes y costumbres no era únicamente un producto de sus caprichos.

Formulé principios y luego vi que los casos particulares se ajustaban a ellos…”

(Montesquieu, 1748 en: Zeitlin, 74).

32

Desde esta concepción, existen causas culturales y físicas que determinan el

surgimiento, el mantenimiento y la caída de los sistemas de poder. En este sentido, en

su definición acerca de los diferentes tipos de gobierno, analiza la influencia de las

características físicas y las condiciones climáticas, poniendo especial atención a la

necesidad de que las instituciones se adapten al contexto histórico-cultural y natural

en el cual se insertan.

Así como para los racionalistas del siglo XVII, la razón es el medio para alcanzar el

dominio de las verdades eternas, para los pensadores del siglo XVIII la razón es la

fuerza intelectual que guía el descubrimiento y la determinación de la verdad, la cual

solamente es comprensible en su acción y sus efectos. La razón junto con la

observación, es el medio para el logro de la verdad, no sirve sólo para brindar

conocimiento e información sino para cambiar el modo tradicional de pensar.

Bajo esta mirada, subyace una fuerte crítica a las instituciones y los privilegios en que

se sustenta la estructura social del siglo XVIII. Las instituciones tradicionales son

consideradas como contrarias a la naturaleza del hombre, en el sentido que limitan su

desarrollo e inhiben sus potencialidades.

“El iluminismo exige el reemplazo de estas instituciones y de la concepción ideológica

que sustenta el orden anterior por un nuevo orden más razonable y natural y, por

ende, necesario” (Zeitlin, 1974:14).

La búsqueda de la unidad de las cosas como camino de perfección y la necesidad

de acercarse a la naturaleza en pos de ese objetivo, es uno de los pilares en los que se

sustenta el pensamiento de Rousseau (1712-1778), uno de los representantes más

significativo del enciclopedismo francés.

Rousseau busca hallar un orden social cuyas leyes estén en máxima armonía con las

leyes fundamentales de la naturaleza. Desde su concepción el orden social está en

conflicto con la naturaleza del hombre, la superación de este conflicto supone

conocer al hombre en su estado natural, el estado de naturaleza se concibe como un

equilibrio perfecto entre las necesidades del hombre y los recursos de que dispone.

33

Su planteo no debe concebirse como un anhelo por retornar a un estado “pre-social”,

sino más bien como una propuesta superadora. El sistema vigente debe ser

reemplazado por un nuevo orden social que resulte acorde a las leyes de la

naturaleza, para lo cual es necesario comprender las bases en que se asientan dichas

leyes.

La actitud crítica del iluminismo frente al orden existente, hace que se considere un

movimiento negativo, no obstante ello, la necesidad de trascender este orden puede

considerarse como una actitud positiva. Con el tiempo esta unidad de tendencias

negativas y positivas se quiebra dando lugar a dos movimientos antagónicos.

En el estado de naturaleza “el hombre, sólo desea y necesita lo que encuentra

en su medio físico inmediato. De este modo, logra la armonía entre su naturaleza

interna y la naturaleza externa mediante la satisfacción de todas sus

necesidades.”

(Rousseau, 1762. Ed. 2001).

34

35

1.2.3.2. La naturaleza bajo una mirada holista

Como reacción al objetivismo del patrón científico dominante, en cuyo interior se ha

gestado una concepción del universo basada en la aplicabilidad universal de las leyes

naturales, surge el romanticismo contraponiendo una visión holista de la naturaleza

asociada a la recuperación de una vida saludable, verdadera e íntegra.

La concepción romántica

Bajo la perspectiva romántica, en oposición al ensalzamiento de la razón, se

enaltecen la emoción y la imaginación. La construcción del conocimiento se orienta

hacia la investigación de los orígenes de las instituciones, más que a su transformación

desde una concepción histórica. Las instituciones, son consideradas, como el producto

de un largo desarrollo orgánico y no de una acción racional deliberada.

Se rechaza la concepción de un universo racional y mecánico, trasladando el centro

de interés hacia el carácter creador de la personalidad, liberando a la mente del

pensamiento puramente racionalista o empirista.

Este planteo, se basa en que no es posible conocer el mundo tal como es en sí mismo,

la ciencia describe el universo en términos propios de la razón tales como el espacio,

el tiempo y la causalidad. “Si Newton había considerado el universo como un

mecanismo, no se puede deducir que eso es realmente así, sino que fueron las

Fuente: Agoglia Ofelia (2009). Elaboración propia sobre la base de bibliografía consultada.

Concepción Holista

Romanticismo- (S. XIX). (Goethe, von Schiller,

Schelling, von Humboldt)

Naturalismo evolutivo (S. XIX).

(Darwin, Haeckel)

Materialismo histórico (S. XIX).

(Marx, Engels)

36

categorías lógicas de su mente lo que lo llevaron a considerarlo de esta forma” (Kant,

1781en: Zeitlin, 1974).38

Mientras que el iluminismo juzga el conocimiento derivado del ámbito moral o religioso

como inferior al que suministra la ciencia y señala que sólo ésta puede brindar una

concepción verdadera de la naturaleza y la sociedad tal como es realmente. Por el

contrario el romanticismo, busca restaurar la validez de la fe y la intuición como

esenciales para la comprensión de la naturaleza y la sociedad.

Si bien Rousseau se encuadra dentro del movimiento iluminista, en su obra se

encuentran presentes algunos de los postulados en los que se sustenta el

romanticismo, en particular en la necesidad de reencontrase con la naturaleza.

Tomando como base esta necesidad, surge un movimiento intelectual conocido

como la Nathurphilosophie.39

Bajo su concepción el mundo constituye una totalidad orgánica, por lo cual, para

aspirar a su comprensión integral, es necesario ensayar un conocimiento totalizador y

sintético del mundo, complementario y a la vez superador de las concepciones

analíticas y mecanicistas propias de la física newtoniana.

Desde la visión romántica se considera que existe una continuidad en todas las

realidades y que el hombre, con sus instituciones, creencias, hábitos y costumbres,

forma parte de la naturaleza, de modo que sus actos y las objetivaciones culturales, no

son enteramente separables de las condiciones naturales, más allá de que tampoco

se expliciten como derivaciones de tales condiciones (Caride y Meira, 2001).

Según se aprecia en la obra de Goethe:

38 Pueden consultarse: Hume (1711 -1776). Tratado sobra la naturaleza humana, 1739 y Kant (1724-1804). Crítica de la razón pura, 1781. 39 En el cual confluyen la obra de literatos, científicos y filósofos tales como Goethe (1749-1832), von Schiller (1759-1805), Schelling (1775-1854) y von Humboldt (1769-1859), representantes del espíritu romántico del siglo XIX.

37

Como señalan Caride y Meira (2001), se trata de una perspectiva filosófica en la que

se manifiesta un despertar tardío en el entendimiento con la naturaleza, ante una

concepción hegemónica desde la cual, los seres humanos pueblan la tierra con el fin

de dominar a todas las especies que la componen.

La concepción totalizadora de este movimiento, representa un antecedente clave

para la fundación de una nueva ciencia más comprensiva y sistemática de la

naturaleza.

La perspectiva evolucionista

Los estudios históricos de los enciclopedistas, incorporan las categorías de cambio y

evolución, los cuales tienen una fuerte repercusión en los estudios naturalistas del siglo

XIX.40

En este contexto, los aportes de Darwin (1809-1882) referidos a la evolución y mutación

de las especies en entornos diversos, y los de Haeckel (1834-1919) sobre las relaciones

entre las especies y sus ambientes, dan lugar a una enorme revolución dentro del

campo de las ciencias naturales, equiparable a la que implicó la concepción

copernicana del universo.

Así como Copérnico despoja a la Tierra del centro del cosmos, Darwin lo hace con la

especie humana. Desde su perspectiva, el hombre se concibe como una especie

más, sujeta a las mismas leyes naturales que el resto de los seres vivos.

40 Iniciados a mediados del siglo XVIII, tales como: Turgot (1727-1781). Discursos sobre la historia universal, 1756 y Voltaire (1694-1778). El ciclo de Luis XIV, 1751. De igual trascendencia se considera la Encyclopédie, cuya publicación completa aparece en 1772 (Collingwood, óp. cit.).

“…todo ser viviente no es un ser individual, sino una pluralidad”. La ciencia debe

atender “la complejidad de lo real”…“si bien la naturaleza sigue un

procedimiento analítico, de desarrollo de una totalidad viva y secreta”, después,

“parece actuar sintéticamente de nuevo, puesto que las relaciones que

parecen completamente extrañas son aproximadas entre sí y concatenadas en

una unidad.”

(Goethe, 1787 ed. 1997: 7).

38

La teoría evolutiva y la explicación darwiniana de los mecanismos de selección

natural, representa una fuerte ruptura no sólo en el ámbito de las ciencias naturales, tal

como se venían desarrollando hasta el momento, sino también con las diferentes

visiones que dan sustento al origen del hombre, desde la religión, la historia y la

antropología.

Sobre el alcance de esta ruptura, Mayr señala, la obra de Darwin no sólo rompe con

fuertes dogmas religiosos, sino con los postulados en los que se sustentan las

construcciones teóricas que dominan el campo científico de la época (Mayr, 1992 en:

Caride y Meira, 2001).

Así como por un lado, rompe con la creencia de que el mundo había sido creado y

desde su creación había permanecido invariable, al igual que las especies que lo

habitan. Por otro, fractura la visión antropocéntrica, desde la cual, el hombre es el

centro de la creación y no existen transiciones posibles entre la especie humana y

otras formas de vida.

Del mismo modo, se distancia de las concepciones románticas de tipo idealistas

trascendentales, según las cuales, existen principios esenciales o designios divinos, que

rigen el orden natural y subyacen a todo lo existente.41

Bajo esta concepción, el pensamiento evolucionista rompe con la perspectiva

mecanicista según la cual los procesos biológicos pueden ser explicados aplicando las

mismas secuencias causales utilizadas por la física.

41 Para Hegel (1771-1831) la razón es una fuerza inmanente que determina la estructura y el desarrollo del universo. Una gran fuerza cósmica a la que denomina: Idea, Espíritu o lo Absoluto. “No se trata de una esencia inmutable, sino que se halla en continuo desarrollo y devenir. Un proceso impersonal, lógico y cósmico que une el ámbito social y el de la naturaleza; todas las costumbres, los hábitos, las instituciones y las concepciones se unen en una totalidad dinámica y orgánica” (Hegel en: Zeitlin, óp. cit.).

La teoría de la evolución propone que…“en los resultados de una evolución

regida por la selección natural intervienen determinadas leyes, pero también el

azar y, hasta cierto punto, la casualidad que favorece que determinadas

variaciones genéticas encuentren las condiciones ambientales favorables para

competir con éxito y sobrevivir.”

(Caride y Meira, 2001: 144).

39

Más allá de que para formular su teoría se base en la observación sistemática, por su

forma de comprender el mundo y su proceder metodológico, su pensamiento no

puede encuadrarse bajo los parámetros de la visión mecánico-empirista dominante.

Darwin concibe la naturaleza como un ente unitario, complejo y dinámico, al cual

define como:

La construcción teórica naturalista se estructura en tono a las nociones de evolución,

competencia biológica y adaptación al medio natural. A partir de la teoría de Darwin,

Haeckel (1869) propone el término ecología para designar a la ciencia de las

relaciones de los organismos con el mundo exterior, en el que podemos reconocer de

una forma amplia los factores de la lucha por la existencia.

Los aportes de Darwin, al materializar científicamente concepciones previas,

anticipadas por algunos representantes del iluminismo y por los filósofos románticos,

sumados a los de Haeckel, que propone abordar científicamente las relaciones entre

sociedad y naturaleza, abren el camino hacia una mirada sistémica del ambiente.

En adelante evolución y medio ambiente se consideran nociones indisociables, en el

sentido que es imposible interpretar correctamente los fenómenos, sean naturales o

sociales, sin investigar las condiciones en que se producen y el conjunto de factores

que los determinan (Pelt, 1980 en: Caride y Meira, 2001).

La naturaleza bajo la concepción del materialismo histórico

En oposición, a la concepción de “inmutabilidad” sustentada por la economía

mecanicista y al idealismo absoluto propuesto por Hegel, el materialismo histórico,

concibe la relación sociedad naturaleza desde un enfoque holístico, una dimensión

dinámica de cambio constante y una visión optimista de trayectoria progresista (visión,

ésta última, que se condice con el carácter evolucionista del naturalismo del siglo XIX).

“…la acción combinada y los resultados complejos de un gran número de leyes

naturales, y por ley entiendo los hechos que hemos reconocido.”

(Darwin, 1859 ed. 1985: 47).

40

Según la concepción de Engels (1820-1895):

La relación sociedad – naturaleza se concibe como una interacción dialéctica, desde

una perspectiva metodológica, estrechamente vinculada a la ecología, en cuanto

percibe a la naturaleza en continuo movimiento, interconexiones y transformación.

Para Engels, lo que permite identificar la interrelación causal de los fenómenos, es su

acción recíproca. Esta causalidad no es entendida en términos mecánicos, sino en

términos dialécticos (Bifani, 1999).

Bajo la perspectiva marxista, el proceso de interacción sociedad - naturaleza, está

determinado por el desarrollo histórico de las fuerzas productivas, concebidas como,

los medios de producción, los métodos técnicos que permiten su utilización y la

adopción de los mismos por parte de la sociedad. En este sentido, las fuerzas

“La gran idea cardinal del mundo no puede concebirse como un conjunto de

objetos terminados, sino como un conjunto de procesos, en el que las cosas que

parecen estables, al igual que sus reflejos mentales en nuestras cabezas, los

conceptos, pasan por una serie ininterrumpida de cambios, por un proceso de

génesis y caducidad, a través de los cuales, pese a todo su aparente carácter

fortuito y a todos los retrocesos momentáneos, se acaba imponiendo siempre

una trayectoria progresiva.”

(Engels, 1888 ed. 1946: 44).

“Si nos paramos a pensar sobre la naturaleza, o sobre la historia humana o

sobre nuestra propia actividad espiritual, nos encontramos, de primera intención,

con la imagen de una trama infinita de concatenaciones y mutuas influencias

en la que nada permanece, lo que era ni como y donde era, sino que todo se

mueve y se cambia, nace y caduca.”

(Engels, 1878 ed. 1956: 3).

“…en la naturaleza todo sucede de modo dialéctico… no se mueve en la eterna

monotonía de un ciclo constantemente repetido, sino que recorre una verdadera

historia.”

(Engels, 1878 ed. 1956: 25).

41

productivas expresan la concepción y la actitud del hombre frente a la naturaleza y el

carácter activo de esta relación.42

La transformación de las formaciones sociales, resulta de la superación de las

contradicciones internas que llevan a la sociedad a adaptarse a una nueva situación,

es decir a un nuevo modo de producción y a una nueva superestructura.43 En el

marco de este proceso, se pone en evidencia la relación sociedad-naturaleza como

interacción dialéctica. El materialismo histórico no concibe la historia del hombre

separada de la historia de la naturaleza, sino como un proceso orgánico indisoluble

(Bifani, 1999).

Desde esta concepción, la conceptualización de la naturaleza, está siempre mediada

socialmente, es decir que depende de la relación que la sociedad establece con la

naturaleza en cada proceso histórico, por lo cual, esta relación, se concibe como un

fenómeno social.

42 “Las fuerzas productivas reales y productivas humanas se forman y modelan en estrecha interdependencia, los hombres crean los medios de producción y los métodos técnicos que les permiten utilizarlos, mientras que al mismo tiempo, las aptitudes humanas se modelan en el proceso de producción de las cosas y en la utilización de los medios de producción” (Lange, 1996 en: Bifani, óp. cit, 46). 43 Desde la concepción marxista, la superestructura está constituida por las relaciones sociales y por la conciencia social. El modo de producción se define como el conjunto de las relaciones de producción, asociadas a un determinado tipo de propiedad de los medios de producción (Ibídem).

“La historia puede ser considerada desde dos puntos de vista, dividiéndola en

historia de la naturaleza e historia de los hombres. Sin embargo, no hay que dividir

estos dos aspectos: mientras existan hombres, la historia de la naturaleza y la

historia de los hombres se condicionan recíprocamente.”

(Marx, 1846 ed. 1968: 567)

“…la naturaleza es una categoría social, esto es, siempre está socialmente

condicionado lo que en determinado estadio del desarrollo social vale como

naturaleza, así como la relación de esa naturaleza con el hombre y la forma en

la cual éste se enfrente con ella, o, en resolución, la significación de la

naturaleza en cuanto a su forma y su contenido, su alcance y su objetividad.”

(Lukács, 1923 ed. 1960: 245).

42

La producción se concibe siempre como “apropiación social de la naturaleza”. Tal

como señala Lukács (1885 -1971), “la misión histórico universal del proceso civilizatorio

ha sido la consecución del dominio humano sobre la naturaleza” (Lukács, 1923 ed.

1960: 244).

No obstante ello, esta dominación no se concibe en términos utilitaristas predatorios, ni

desde una posición jerárquico-antropocéntrica, sino como un manejo adecuado del

medio natural con vistas a la satisfacción de las necesidades humanas.

Respondiendo a la mirada hegemónica de corte reduccionista promulgada, tanto

desde el ámbito económico como del científico, se plantea la necesidad de concebir

los fenómenos naturales desde una mirada integral y dialéctica. El abordaje de la

naturaleza se estructura en base a las categorías de interacción y de cambio.

En este sentido, Engels plantea los progresos realizados en el conocimiento de la

naturaleza en los siguientes términos:

Por su parte Marx (1818-1883), pone de manifiesto la relación entre, racionalidad

hegemónica y producción del conocimiento científico, relación bajo la cual subyace

una concepción utilitarista y reduccionista de la naturaleza.

“…a cada paso que damos se nos recuerda que en modo alguno gobernamos

la naturaleza…, como alguien que se encuentra fuera de la naturaleza, sino que

nosotros,…, pertenecemos a la naturaleza y existimos en su seno, y todo nuestro

dominio de ella consiste en el hecho de que poseemos sobre las demás

criaturas, la ventaja de aprender sus leyes y aplicarlas en forma correcta.”

(Engels, 1888 ed. 1946: 145).

“…estos progresos nos han legado… el hábito de concebir las cosas y los

fenómenos de la naturaleza aisladamente, sustraídos a la gran concatenación

general; por lo tanto, no en su movimiento, sino en su inmovilidad; no como

sustancialmente variables, sino como consistencias fijas; no en su vida sino en su

muerte.”

(Engels, 1878 ed. 1956: 23).

43

“Una doctrina sigue siendo sólo una hipótesis mientras no se encuentra su base

natural… La ciencia de la naturaleza subsumirá…en el futuro a la ciencia del

hombre, así como la ciencia del hombre a la ciencia de la naturaleza: habrá solo

una ciencia.”

(Marx, 1844 ed. 1969: 49).

Desde su concepción, el conocimiento de las leyes naturales, es sólo una argucia para

someter a la naturaleza a las necesidades humanas, sea como objeto de consumo o

como medio de producción. Ante lo cual, se plantea la necesidad de que la ciencia

analice los fenómenos sociales en su interrelación con los fenómenos naturales, desde

una visión integradora (Bifani, 1999).

El positivismo como concepción hegemónica

El término positivo, tal como lo emplea Comte (1798-1857), pretende combatir el

legado crítico-negativo del iluminismo (retomado luego por el materialismo histórico) y

la concepción negativa del idealismo absoluto, para reemplazarlos por los principios

afirmativos y constructivos de su filosofía positiva (Zeitlin, 1974).

Así como la física newtoniana influye sobre la teoría social del siglo XVIII, las leyes de la

evolución natural propuestas por Darwin, influyen sobre la producción teórica del

positivismo social del siglo XIX.

El pensamiento positivista adopta las bases de la teoría de la evolución, para justificar

la estructura del sistema social impuesto por la revolución industrial. Bajo la premisa del

principio de supervivencia de los más aptos, el positivismo justifica las diferencias

sociales en términos evolutivo-adaptativos.

De acuerdo con ello, Comte plantea el desarrollo evolutivo de la sociedad a partir de

tres etapas: teológica, metafísica y positiva, cada etapa es considerada como

imprescindible en el proceso de desarrollo social, cuya máxima expresión es la etapa

positiva.

Según se desprende de su obra:

44

La etapa positiva se presenta como el resultado necesario de la serie gradual de

transformaciones previas que implica la ley fundamental del desarrollo humano,

extendiendo a los fenómenos sociales el espíritu que rige la evolución y el desarrollo de

los fenómenos naturales. El espíritu positivo tiende a consolidar el orden jerárquico

como resultado de leyes naturales. Según la concepción del darwinismo social de

Spencer (1820-1903)44

La aceptación de este orden, sólo puede provenir de una profunda comprensión de

la invariabilidad de las leyes que rigen los fenómenos naturales (Zeitlin, 1974).

Para asegurar esta comprensión, es fundamental el papel de la ciencia, a la cual

Comte sitúa en la cúspide de la escala jerárquica. Así como en la etapa teológica, el

consenso está dado por la religión, en la etapa positiva la cohesión social se logra a

partir de la ciencia.

El pensamiento positivista se constituye en base a las categorías de orden y progreso.

Mientras el primero se refiere a la armonía que prevalece entre las diversas

condiciones de la existencia, el progreso apunta al desarrollo ordenado de la

sociedad de acuerdo a las leyes naturales que rigen su evolución. A partir de su

entronización como el motor que impulsa la evolución social, el progreso se plantea

como inmanente al orden natural (Zeitlin, 1974).

44 Spencer, intenta justificar la política imperialista de la Inglaterra victoriana desde una concepción “naturalista evolutiva”, a partir de la cual, los principios de selección natural señalados por Darwin se utilizan para diferenciar jerárquicamente las sociedades bajo una clasificación arbitraria entre sociedades más o menos evolucionadas.

“No es posible ningún orden hasta tanto ambas etapas antagónicas, la teológica

y la metafísica, no sean superadas por la etapa positiva, que será más orgánica

que la teológica y más progresista que la metafísica”.

(Comte, 1864 en: Zeitlin, 1974).

“…el progreso depende de la capacidad diferencial que tienen los seres

humanos para dominar la naturaleza y al resto de los grupos humanos.”

(Spencer, 1850 en: Zeitlin, 1974).

45

1.2.3.3. La naturaleza desde una concepción instrumental

El contexto social del siglo XIX y las nuevas relaciones sociales que surgen como

consecuencia de la revolución industrial, conllevan a una nueva conceptualización

de naturaleza, de una visión mecanicista a una concepción instrumental, acorde a la

nueva racionalidad hegemónica.

La construcción teórica se estructura en torno a la categorías de razón y progreso tal

como se conciben desde el positivismo, supeditadas a los imperativos de una nueva

lógica productiva, desde la cual, la razón se transforma en instrumento legitimador del

poder hegemónico. El conocimiento es utilizado como instrumento del sistema, bajo

una pretendida objetividad científica, cuyo trasfondo es el aumento de la

producción, para lo cual resulta necesario dominar la naturaleza a través del control

de la tecnología.

Pragmatismo (S. XX)

(Sanders Peirce, James)

Intervencionismo estatal (S. XX)

(Keynes, Domar

Consumismo (S. XX –XXI)

Neoliberalismo (S. XIX-XX)

(Jevons, Walras, Menger, Marshall, Wicksell, Pareto)

Fuente: Agoglia Ofelia (2009). Elaboración propia sobre la base de bibliografía consultada.

Concepción instrumental

46

La perspectiva neoliberal

El pensamiento neoliberal, también denominado “neoclásico”, se caracteriza por el

esfuerzo de sistematización y profundización del instrumental analítico desde un punto

de vista ideológico, conceptual y metodológico, que tendrá profundas implicancias

en el desarrollo de la ciencia económica (Bifani, 1999).45

La teoría económica neoliberal avanza apoyándose en la tradición filosófica del

derecho natural, la fisiocracia francesa y el utilitarismo, perspectivas bajo las cuales:

La producción teórica, adopta conceptos del pensamiento evolucionista, para

otorgar legitimidad científica a los postulados económicos. En este sentido, el

determinismo genético y el positivismo, otorgan el sustento conceptual para la

conformación de una racionalidad basada en la libre competencia y la

supervivencia de los más aptos.

Si para el naturalismo de Darwin el hombre es una especie más dentro del universo y el

proceso de evolución, para la racionalidad neoliberal, el hombre se constituye en la

especie más apta para dominar la naturaleza y todos sus componentes. Dominio que

se ve reforzado por la capacidad de convertir a la naturaleza en instrumento de

satisfacción de sus necesidades a través de la ciencia.

Bajo esta concepción, la razón económica movida por la libre iniciativa, la lucha por

la supervivencia y el egoísmo individual, se convierten en los ejes de la perspectiva

neoliberal.

45 Tal como señala Schumpeter, en: Historia del análisis económico (1982) “los neoclásicos como Jevons (1835-1882), Walras (1834-1910), Menger, Marshall (1842-1924), o Wicksell, perciben el problema económico como lo percibe J. S. Mill o aún como A. Smith,…no agregaron nada respecto de qué sucede en el proceso económico, ni sobre cómo funciona dicho proceso…”

“La riqueza se valora como producto de una naturaleza infinita e ilimitada, lo que

supone que el proceso de apropiación de sus productos tampoco tiene límites.”

(Caride y Meira, 2001: 99).

47

Al asentarse sobre principios que proceden del ámbito científico, la teoría y la

actividad económica, se liberan del ámbito de los juicios morales, en virtud de lo cual,

el egoísmo deja de considerarse desde una perspectiva moral, para constituirse en el

“principio natural” y por tanto objetivo, que rige el funcionamiento de la actividad

económica, cuyo fin último es el beneficio colectivo (Caride y Meira, 2001).

Concluyendo el siglo XIX, la razón económica se transmuta en razón instrumental, la

economía deja de ser una ciencia social para convertirse en una ciencia positiva con

capacidad para establecer leyes objetivas, magnitudes mensurables y parámetros

matemáticos, a partir de los cuales, explicar el funcionamiento del mercado en el

mismo sentido que la física newtoniana y el mecanicismo dan cuenta del

comportamiento del universo.

La economía se formaliza desinteresándose por el carácter social de la actividad

económica concentrando su atención en la conducta individual, orientada a

maximizar sus utilidades bajo ciertos supuestos de racionalidad.46

Las leyes físicas que rigen el funcionamiento del sistema natural, se adaptan para

explicar el funcionamiento del sistema económico, concebido como un mecanismo

con capacidad propia para delimitar sus reglas y automatismo de funcionamiento.47

Bajo estas condiciones la economía se desmaterializa y escinde de su base natural a

punto tal que, sistema económico y sistema natural se conciben como realidades

separadas. El mercado se escinde de sus bases naturales y se presenta como un

principio regido por leyes inmutables, los fenómenos económicos dejan de concebirse

como fenómenos sociales, explicitándose como resultantes de las “leyes racionales

del mercado”.48

La ciencia económica se hace ahistórica, aislando la actividad económica en un

sistema cerrado, cuyo equilibrio depende de la sumatoria de las actitudes racionales

46 Esta posición es clara en Menger y Walras, que afirman que el método económico debe sustentarse en una base individualista, confirmada por el desarrollo del concepto de valor de cambio basado en la utilidad individual y la escasez relativa de los bienes que satisfacen ciertas necesidades (Bifani, óp. cit, 54). 47 El mecanicismo es una de las características principales del pensamiento neoclásico; Jevons cree que las leyes económicas deben tener un carácter general como el de las ciencias físicas. Desde su perspectiva la economía, se parece a la mecánica estática, a la que considera hermana de la economía (Ibídem, 55). 48 Los neoclásicos formulan una teoría del valor, independiente del sistema social, de sus valores y de sus situaciones históricas y naturales. En este sentido Marshall se refiere a la “alta y trascendental universalidad de los principios básicos de la economía”, que serían válidos también en otros mundos…” (Ibídem, 56).

48

individuales en búsqueda de su satisfacción personal, la cual llevaría al sistema a una

situación de equilibrio en términos paretianos.49

La búsqueda de leyes generales, asociada a la concepción mecánica de los hechos,

como eternos y repetibles, tiende a justificar el trasfondo ideológico de la ciencia

económica, la cual bajo una pretendida neutralidad tiende a la preservación del statu

quo desde una clara función política de carácter conservador.

Este intento de justificación de su trasfondo ideológico, sumado a un acentuado

esfuerzo de abstracción, genera un conjunto de supuestos, lo cuales, basados en los

logros de la física y la matemática, tienden a alejar la teoría económica de la

realidad.50

Surge la teoría subjetiva del valor basada en la utilidad individual y la escasez relativa,

con un marcado corte individualista y atomicista, concepción bajo la cual, la realidad

se percibe reducida a parámetros económicos.51

El valor de uso y el valor de cambio se diluyen en utilidades que crean riqueza

independientemente de su valor.

La economía como ciencia positiva refuerza la creencia en la categoría de progreso

desde una perspectiva evolutiva, desde la cual, el crecimiento indefinido del capital

se convierte en el eje de la actividad económica. Bajo esta concepción la noción de

un sistema natural finito que ponga límites a la expansión del capital, resulta

inconcebible.

49 “Pareto (1848-1923) define como óptima aquella posición en la que no se puede mejorar la situación de dos partes al mismo tiempo. Es decir que las relaciones de unidades marginales de los bienes objeto de intercambio deben ser iguales a la relación de sus precios” (Bifani, óp. cit., 59). 50 De estos supuestos, el del sistema cerrado es el que mejor se adapta a las posibilidades de la ciencia económica de utilizar el desarrollo de la física, poniendo de manifiesto la fuerte influencia del pensamiento de Newton en la ciencia de la época (Ibídem, 55). 51 Los problemas de orden social o natural que escapan a los mecanismos del mercado, y por tanto no tienen una expresión monetaria, son absorbidos por el concepto de externalidades (Ibídem, 61).

“Lo útil no lo es por su contribución a mejorar el bienestar humano, sino por su

capacidad para crear riqueza, sólo lo intercambiable y apropiable puede ser

objeto de cambio o convertido en valor de transacción.”

(Caride y Meira, 2001: 102).

49

El crecimiento sin límites se convierte en un fin en sí mismo, las nociones de progreso y

desarrollo se asocian al comportamiento del crecimiento económico, sustentado

desde un corpus teórico que no sólo justifica racionalmente ésta asociación, sino que

convierte una perspectiva de corte ideológico, en una verdad científicamente

demostrable.

La consolidación de la ciencia económica y de la noción de producción como

elemento dinamizador del sistema económico, refuerza la ruptura entre sujeto y objeto

y entre sociedad y naturaleza, conforme a los parámetros establecidos por el método

cartesiano. La capacidad de controlar y acelerar la producción a través del dominio

de la ciencia, reemplaza el rol que hasta ese momento se atribuye a las leyes de la

naturaleza.

La llegada del siglo XX, encuentra a las sociedades industrializadas ante una situación

de optimismo ilimitado, producto de la hegemonía de la economía neoliberal.

El pragmatismo como profundización del utilitarismo.

Paralelamente, en el marco del debate intelectual de principios del siglo XX, en el cual

se presta especial atención a la relación entre el acto de percibir algo, el objeto

percibido de una forma directa y la cosa que se puede decir que se conoce como

resultado de la propia percepción, surge un nuevo movimiento de corte positivista,

“El objetivo de… colaborar con la naturaleza en el engrandecimiento de sus

frutos,…fue dando paso después al afán de acrecentar lo más posible éstos

contando lo menos posible con aquélla, cuya acción ya no se trataba de

emular, sino de sustituir.”

(Naredo, 1981: 74).

“El hombre domina la naturaleza, la moldea y transforma según sus necesidades,

la somete a la lógica general del mercado y avanza hacia un horizonte optimista

de progreso.”

Caride y Meira (2001: 103).

50

que sustentado en la concepción utilitarista, profundiza el proceso de

instrumentalización del conocimiento.

El pragmatismo, concepción desde la cual la verdad de una proposición está dada

por su utilidad práctica, se constituye en la manera dominante de abordar el

conocimiento en Estados Unidos.

Desarrollado por teóricos como, Sanders Peirce52 (1839-1914) y James (1842- 1910), el

pragmatismo propone que el objeto del pensamiento es guiar la acción, por

consiguiente, el efecto de una idea es más importante que su origen.

Bajo esta perspectiva, ningún objeto o concepto posee una validez inherente, su

trascendencia se encuentra en los efectos prácticos resultantes de su uso o aplicación.

Ninguna idea tiene valor en sí misma, ninguna meta es por sí misma mejor que otra. La

verdad puede medirse científicamente acorde a su relación con el tiempo, lugar y

objeto de la investigación.

James generaliza el método pragmático a partir del análisis del fundamento lógico de

las ciencias, convirtiéndolo en la base desde la cual evaluar cualquier tipo de

experiencia. Sostiene que éste es el método empleado por los científicos para definir

sus términos y para comprobar sus hipótesis, las cuales pueden considerarse

verdaderas si las predicciones se cumplen.53

52 Entre las obras de Sanders Peirce figuran Investigaciones fotométricas (1878) y Estudios de lógica (1883). Sus ensayos aparecieron en 1923 en Azar, amor y lógica, obra publicada después de su muerte. 53 James, William (1842-1910), publicó Pragmatismo: un nombre nuevo para viejas formas de pensar (1907); en la que se resumen sus contribuciones iniciales al pragmatismo.

“El conocimiento es un instrumento de acción, todas las creencias tienen que

ser juzgadas por su utilidad como reglas para predecir las experiencias.”

(James, 1907 ed. 2000).

“…el significado de las ideas sólo se puede encontrar en los términos de sus

consecuencias. Si no hay efectos, es que esas ideas no tienen sentido.”

(James, 1907 ed. 2000).

51

Como el antiguo utilitarismo, el pragmatismo plantea una metodología para la

evolución de las ciencias naturales, continuando la tradición empírica de arraigar el

conocimiento en la experiencia y acentuar los procedimientos deductivos de la

ciencia experimental.54 El proceso de pensamiento es un medio para superar los

obstáculos entre lo que hay y lo que se proyecta.

Desde la perspectiva pragmática, se justifica la sustitución de la lógica de la verdad

por la de la de la probabilidad, posición que desde entonces se convierte en la

categoría que prevalece. La diferencia entre la confirmación de un juicio, dada por

los hechos que predice y por los pasos de la investigación que requiere, se hunde en el

concepto de verificación, la predicción se convierte en esencial, no sólo del cálculo

sino de todo pensar.

En este sentido, tal como señala Horkheimer (1895-1973), el pragmatismo refleja una

sociedad que no tiene tiempo de recordar ni de reflexionar, la dimensión del pasado

absorbida por el futuro, se ve expulsada de la lógica. La ciencia se convierte en una

perspectiva de posibilidades futuras que tiende al logro de lo mejor y a la prevención

de lo peor, a partir de lo cual, la probabilidad y la calculabilidad sustituyen a la verdad

(Horkheimer, 1969).

Tomando el experimentalismo de Bacon como base, el pragmatismo concibe que:

Dicha concepción, se empeña en pensar todo tal como se piensa en el laboratorio,

como un problema de experimentación (Peirce, 1934).

54 Se puede consultar Utilitarismo (1836) de John Stuart Mill (1806-1873), dónde se propone que el conocimiento descansa sobre la experiencia humana.

“Las ideas verdaderas nos conducen…directamente hacia términos útiles y

razonables,…a la consecuencia, la estabilidad y el tráfico fluido.”

(James 1907 ed. 2000).

“Así como…no puede conocerse o probarse bien la mentalidad de nadie sin

irritarlo…también la naturaleza artificialmente irritada y maltratada se exhibe

con mayor claridad que cuando puede brindarse libremente”.

(Bacon, 1620).

52

De lo que se desprende que, el pragmatismo refleja el espíritu de la cultura mercantil,

desde la cual se recomienda una actitud práctica, acorde con la posición propuesta

desde la perspectiva neoliberal.

El modelo Keynesiano

El optimismo neoliberal, pronto se ve trastocado por los acontecimientos sociales que

tienen lugar en la primera veintena del Siglo XX. La primera guerra mundial (1914-1919)

y la crisis del 29, en la cual el mundo capitalista se enfrenta a un desequilibrio entre

capacidad productiva y demanda efectiva, ponen de manifiesto la necesidad de

revisar las bases teóricas de la economía neoliberal.

El ideal del progreso ilimitado sufre su primera crisis provocando un alto impacto social.

Crisis, la cual según Bifani, no representa un fenómeno aislado, sino el mayor de una

serie de movimientos cíclicos que han caracterizado la expansión del sistema

capitalista mundial.55

Esta situación provoca un cambio a nivel político, a favor de la intervención del Estado

en la regulación del mercado y la distribución de la riqueza, conocido como

pensamiento keynesiano. La solución a ello se encuentra en una política de

crecimiento económico, categoría a partir de la cual se desarrolla uno de los

fenómenos más importantes del siglo XX.

La superación de la crisis del ’30, se plantea a partir de una política de inversión

creciente, el cual si bien por un lado crea capacidad productiva, por otro crea

demanda, con la diferencia de que cualquier nivel de inversión aumenta la

55 La recesión de la agricultura y el desarrollo de la capacidad productiva, fruto del proceso de mecanización, inunda el mercado de productos para los cuales no existe demanda suficiente, poniendo fin al optimismo neoliberal sentado en la transición lineal entre producción y consumo (Bifani, óp. cit.).

“Todas las cosas en la naturaleza llegan a identificarse con los fenómenos que

representan cuando se las somete a las prácticas de nuestros laboratorios….”

(Sanders Peirce, 1883 en: Ferrater Mora, 1958.

53

capacidad productiva, pero sólo el incremento de inversión aumenta la demanda. Es

decir que el proceso de expansión no solamente reside en la inversión, sino que está

supeditada a la inversión creciente (Bifani, 1999).

Keynes (1883-1946) propone volver a considerar a la economía desde una perspectiva

moral atendiendo a que su objeto, consiste en analizar cuestiones de índole

económico-social, y no un conjunto de recetas con validez universal. 56

Desde la teoría keynesiana, se concibe que para mantener tasas de crecimiento

continuas, es necesario estimular el consumo más allá de lo que sería suficiente para

cubrir las necesidades básicas de la población, teniendo en cuenta que un capital

que necesita reproducirse continuamente, requiere de un consumo creciente de

bienes y servicios.

De acuerdo con ello, lo que hasta los años treinta se concibe como un ajuste

mecánico del capital industrial a las pautas de consumo y la capacidad adquisitiva

de las elites sociales, en adelante supone ir mucho más allá. Ya no se trata de que el

crecimiento se adecue a los requerimientos de la sociedad, sino de generar nuevas

necesidades estimulando el consumo y convirtiendo el disfrute de bienes en una

práctica masiva.

Según las tesis del modelo keynesiano, cierta redistribución de la riqueza resulta

imprescindible para mantener el funcionamiento del sistema y garantizar el flujo de

capitales.

En este sentido, según expresa Bifani:

56 Desde esta concepción se considera que las leyes del mercado, por sí solas, no garantizan el buen funcionamiento del sistema económico, por lo que resulta necesario que el Estado intervenga en el control de sus excesos, en la redistribución de la riqueza generada y en la articulación de políticas monetarias que garanticen el funcionamiento de las magnitudes económicas (Ibídem).

“El mercado es capaz de producir mucho más de lo que se necesita para dar

satisfacción a las cuestiones básicas, para lo cual es necesario crear las

condiciones que permitan absorber este incremento.”

(Caride y Meira, 2001).

54

Más allá de la importancia que este giro va a tener a nivel social, las medidas

adoptadas por el modelo keynesiano no modifican las bases en que se asienta la

racionalidad instrumental y la relación sociedad-naturaleza que de ella se

desprende57. En este sentido, la teoría económica keynesiana se centra en adaptar el

cuerpo conceptual y metodológico de la economía clásica a los fenómenos de su

contexto.

El esquema keynesiano equipara el proceso económico a un fenómeno mecánico de

búsqueda de equilibrio en el corto plazo, residiendo su mayor contribución a nivel

teórico, en el análisis macroeconómico, basado en el manejo de los grandes

agregados económicos, sumado a una ampliación en la concepción de la actividad

económica y a la responsabilidad que le cabe al Estado en el manejo de la misma.

La consideración de los “agregados económicos58” tiene por finalidad proporcionar

información que permita prevenir, anticipar y evitar situaciones de crisis. Para lo cual se

necesita generar herramientas que identifiquen la relación entre crecimiento y

bienestar, teniendo en cuenta el aumento en la disponibilidad de bienes y servicios.

Dicha necesidad va a ser cubierta por el producto nacional bruto, el cual, desde la

implementación de este modelo se transforma en la vara para medir el nivel de

57 Situación que pone de manifiesto que este modelo se concentró más en los síntomas que en las causas, de la crisis, de lo que deriva las medidas implementadas y los límites con que se encuentra cuando los fines del sistema son cuestionados (Ibídem). 58 Estos agregados son promedios que hacen desaparecer las desigualdades y diferencias entre sectores productivos, regiones geográficas y grupos sociales, ocultando la existencia de conflictos sociales y desconociendo las alteraciones que el proceso de crecimiento produce en el proceso productivo y las categorías sociales (Ibídem, 71).

“La disponibilidad de recursos productivos, incluyendo los naturales se contempla

como un componente más de la lógica del mercado, respaldando un consumo

expansivo e ilimitado.”

(Bifani, 1999: 71).

“La disponibilidad de recursos productivos, incluyendo los naturales se contempla

como un componente más de la lógica del mercado, respaldando un consumo

expansivo e ilimitado.”

(Bifani, 1999: 71).

55

desarrollo alcanzado por los países, desde una perspectiva que vincula de forma

directa las categorías de crecimiento y desarrollo.

Mantener índices de crecimiento constantes, tal como plantea el modelo keynesiano,

implica un crecimiento constante de la demanda, lo cual genera un nuevo modelo

basado en el consumo como categoría dominante.

El deseo como motor del consumo

A partir de los años cincuenta, el deseo sustituye a la necesidad como motor del

consumo, el marketing y la publicidad se convierten en instrumentos capaces de crear

un mundo simbólico.

El establecimiento de la sociedad de consumo supone cambios relevantes en los

valores en que se sustenta el estilo de vida individual y colectivo. La posibilidad que

otorga el crédito de que los trabajadores sean los consumidores de lo que ellos mismos

producen, promueve un modelo de vida que no sólo afecta las condiciones

materiales del consumidor, sino también, los sistemas ideológicos y culturales que le

dan sentido (Pujol, 2003).

Los valores impulsados por el consumismo trastocan las categorías libertarias de la

primera modernidad, debido a ello, valores como la emancipación colectiva, la

igualdad y la fraternidad universal, se ven sustituidos por el individualismo y la

competitividad como motores de un etilo de vida utilitarista y hedonista (Pujol, 2003).

La deslegitimación de los valores en que se sustenta la cohesión social, hacen perder

de vista la posibilidad de constituir un estilo de vida colectivo, la pérdida de

justificación racional de los mismos, lleva a creer que la razón de determinadas

actuaciones no es explicable, priorizando la subjetividad del individualismo sobre la

moral de los valores universales (Pujol, 2003).

Incentivar la máxima posesión de objetos materiales conduce a una mitificación del

bienestar material como máximo ideal de realización personal, en el cual, la

apariencia y la imagen externa sustituyen la autenticidad y la utilidad, la novedad

constituye en sí misma un valor, que garantiza la satisfacción inmediata con el menor

56

esfuerzo, reforzando la competitividad y la agresividad e imponiendo la manipulación

en detrimento de la voluntad y la necesidad de los consumidores.

Este proceso de transformación valorativa se ve reforzados por un quehacer científico

que responde a los imperativos de innovación tecnológica impulsados desde el

sistema, con el fin de satisfacer una demanda creciente de productos. Según

argumenta Boff,

Bajo estas condiciones, “el consumidor, no decide en función de las ventajas

comparativas de los productos, sino de las emociones que suscita la publicidad

basada en la imagen” (Tedesco, 1995).

Tal como expresa Fromm (1980), “los individuos dejan de ser lo que son, para pasar a

ser lo que poseen”, en este proceso, poseer y utilizar determinados productos se

convierte en sinónimo de pertenecer a un determinado estatus.

Paradójicamente la lucha por poseer, se convierte en frustración, en el sentido que

una vez conseguido un determinado nivel de consumo, la dinámica del sistema

impulsa a alcanzar un nivel superior, el cual a pesar de los mecanismos que ofrece el

mercado no siempre es alcanzado, lo cual conlleva no sólo a la frustración, sino

también a la exclusión (Pujol, 2003).

“Las necesidades son creadas en el marco del proceso que las satisface,

dependiendo del producto y no del consumidor. El nivel superior de producción

posee un mayor nivel de creación de necesidades, lo cual requiere un mayor

nivel de satisfacción de las mismas.”

(Bifani, 1999).

“…el sentido primordial de las sociedades mundiales es el progreso, la

prosperidad, el crecimiento ilimitado de los bienes materiales y servicios. ¿Cómo

se alcanza este progreso? Mediante la utilización, explotación y potenciación

de todas la fuerzas y energías de la naturaleza y de las personas. El gran

instrumento para ello es la ciencia y la técnica que han producido el

industrialismo, la informatización y la robotización. Estos instrumentos no han

surgido por pura curiosidad sino de la voluntad de poder de conquista y de

lucro.”

(Leonardo Boff 1996: 21)

57

Contrariamente a lo que indica la lógica, cuanto mayor es la posibilidad de elección,

menores son las posibilidades diferenciales de los consumidores, ya que al promover

visiones estereotipadas, el sistema crea modelos de vida estándar, lo cual atenta de

forma directa contra la diversidad cultural y la heterogeneidad de los consumidores.

Coincidentemente con la expansión de la sociedad de consumo, durante las

décadas del treinta al cincuenta, se produce una transformación multiplicadora del

impacto del sistema social sobre el sistema natural, la cual se verá acentuada en

etapas posteriores.

Gran parte de los elementos que componen el sistema natural devienen en recursos

explotables, constituyéndose en materias primas básicas para la fabricación de una

amplia gama de productos, lo cual a su vez, requiere de grandes cantidades de

energía y materiales, que se utilizan no sólo en el proceso de producción, sino también

en el de transporte, comercialización y consumo. Por su parte, el efecto contaminante

de los residuos generados en el proceso de producción, se ve acentuado por los

generados en el proceso de consumo, como efecto de un modelo que instaura la

moda de utilizar y tirar (Goldsmitth, 1990). Consecuencia de ello:

La crisis como categoría dominante

Con el paso del tiempo se profundizan las ideas y categorías originadas como

producto de la racionalidad instrumental, consecuencia de ello, las décadas del

sesenta y setenta constituyen los primeros síntomas de un declive que el sistema no

supo predecir.

El acrecentamiento de la pobreza y la agonía del Planeta, sumado al estilo de vida

uniformador y hedonista propuesto por la sociedad de consumo, ponen en

“…el sistema natural se ve sometido a una fuerte presión, no sólo para

suministrar los recursos que necesita un consumo continuo e ilimitado sino para

recibir y absorber un flujo incesante de residuos resultantes de la utilización

parcial de los recursos, la obsolescencia prematura de los bienes y el consumo

superfluo.”

58

cuestionamiento las bases sobre las que se sustenta el modelo económico dominante,

dando lugar a una situación de crisis que marca el inicio del proceso de ruptura del

proyecto moderno.59

El crecimiento indefinido basado en la racionalidad del mercado y en las

capacidades de innovación tecnológica, se enfrenta a una situación paradojal que

refleja los alcances de una crisis cargada de evidencias sobre los efectos de la razón

instrumental sobre el sistema natural y de incertidumbre sobre las soluciones a

emprender.

La razón como base de la irracionalidad y la ambivalencia como fruto del progreso,

constituyen las contradicciones existenciales de las sociedades contemporáneas y

explicitan el estado de crisis en que se encuentran, ante las incertidumbres que

conlleva la ruptura del proyecto moderno.

Bajo esta perspectiva la crisis contemporánea puede ser identificada como “una crisis

de inteligibilidad”, lo cual pone en evidencia la distancia que existe entre lo que sería

esencial comprender y las herramientas intelectuales necesarias para tal comprensión

(Touraine, 1993).

En este sentido, según la posición de Leff,

Para intentar explicar este proceso, diversos analistas de la sociedad occidental

interpretan la crisis contemporánea y su problemática emergente, como un síntoma

59 Dicho proceso se enmarca en el periodo que Dussel denomina como último estadio de la historia de la globalización, al cual define como modernidad transnacional, argumentando que la historia de la globalización ha pasado por cuatro estadios, de los cuales el último es el que sitúa a Europa y a la cultura occidental como centro. Para profundizar la posición de los cuatro estadios de la globalización, se puede consultar: Dussel. Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión, 2000.

“La crisis ambiental es la crisis de nuestro tiempo (...) pero, también, crisis del

pensamiento occidental, de “determinación metafísica” que, (...) abrió el

camino para la racionalidad científica e instrumental que produjo la

modernidad como un orden cosificado y fragmentado, como formas de

dominio y control sobre el mundo. Por eso, la crisis ambiental es sobre todo un

problema de conocimiento.”

59

de la declinación de un sistema que no encuentra salidas para resolver sus

contradicciones en el marco del actual sistema normativo.

Ejemplo de ello se manifiesta en la obra de Sábato cuando señala:

Situación que pone en evidencia la necesidad, de analizar las contradicciones del

proyecto moderno, tal como expresa Mayor Zaragoza

Del análisis realizado se desprende que, más allá de las concepciones críticas que se

desarrollan en el interior del largo periodo conceptualizado como racionalidad

antropocéntrica, la ideología del proyecto moderno se sustenta en dos categorías

fundamentales: el poder de la razón, como instrumento para modelar el mundo de

acuerdo con las necesidades humanas y el progreso como motor de la acción.

Dichas categorías se constituyen en los ejes centrales de la racionalidad hegemónica

y la producción de conocimiento, lo cual incide en forma directa sobre la concepción

instrumental de naturaleza que de ella se desprende. Hegemonía que remonta su

origen a la conversión de la economía como ciencia positiva, a partir de la adopción

y adaptación de las herramientas teórico metodológicas de las ciencias físico

naturales al campo económico.

“…esta crisis no es la crisis del sistema capitalista como muchos imaginan, es la

crisis de toda una concepción del mundo y de la vida basada en la idolatría de

la técnica y en la explotación del hombre … donde tener poder significó

apropiarse y la explotación llegó a todas las regiones posibles del mundo.”

(Sábato, 2000: 83).

“interpretar esta situación constituye la primera exigencia para con las futuras

generaciones, ya que si queremos protegerlos hemos de reconocer esta

paradoja, el progreso y la civilización son una cara de la moneda, la posibilidad

de la destrucción irreversible es la otra”

(Mayor Zaragoza, 2000).

60

Bajo esta concepción, las leyes naturales que rigen el universo físico se equiparan a las

leyes naturales del mercado, las cuales movidas por la libre iniciativa y el egoísmo

individual, rigen el funcionamiento del universo económico.

En este último sentido, el darwinismo, aunque en forma indirecta, otorga basamentos

científicos a la economía, lo cual sumado a los fundamentos del pragmatismo,

posibilita liberar el pensamiento y la actividad económica de la esfera de los valores

morales.

Como consecuencia de ello, cualquier tipo de acción se torna válida sea moral o no,

al quedar justificada por su resultado. Concepción que genera graves consecuencias

sobre la naturaleza.

A partir de la instauración de las políticas keynesianas, el crecimiento económico se

institucionaliza como base del desarrollo, desde una perspectiva que reduce el

concepto de desarrollo a las magnitudes económicas. De este modo, el crecimiento

económico se convierte en la razón de ser de todos los desarrollos posibles, incluido el

personal y el social.

En este proceso, la razón se transmuta en razón instrumental, los fines utópicos de la

primera modernidad se convierten en interpretaciones sesgados de quienes

transforman la razón en un mecanismo legitimador del poder que la utiliza como

instrumento para mantener sus intereses, a partir de una pretendida objetividad

científica y del supuesto dominio que sobre lo real parece ofrecer la tecnología

(Caride y Meira, 2001).

La neutralización de la razón, al ser privada de toda relación con los contenidos

objetivos y de la fuerza de juzgarlos, la degrada a una capacidad ejecutiva que se

ocupa más del cómo que del qué, transformándola en un mero instrumento destinado

a registrar hechos y experiencias.

Según observa Reyes Mate (1998), el proyecto moderno conduce a la permuta de dos

expresiones: “que la razón es un mito” y “que el mito es razón”. A partir de lo cual se

plantea que la modernidad no pudo cumplir su desafío de convertir el mito en razón,

61

sino que por el contrario, al final del camino, la razón sucumbe al dominio de la

naturaleza y a la racionalidad técnica convirtiéndose nuevamente en mito.60

El proceso de instrumentalización de la razón va a ser objeto de análisis de diferentes

teóricos del pensamiento social de la época, tales como Heidegger (1889-1976) y los

representantes de la Escuela de Frankfurt61, que asumen la crisis de la modernidad

como resultado de su propio éxito.

Ya que tal como señalan Caride y Meira (2001), una situación de crisis puede estar

motivada por algún acontecimiento externo a la realidad del sistema, que afecta o

altera su funcionamiento, pero también puede deberse a los resultados de

perturbaciones que derivan paradójicamente del buen funcionamiento del mismo.

En este sentido, la ruptura del proyecto moderno, simboliza el éxito de la razón

ilustrada de liberar al hombre y a la acción económica de los determinantes morales y

naturales.

En este contexto, la concepción expresada por Marcuse (1898-1979), que “vivimos y

morimos racional y productivamente”, sintetiza las contradicciones en las cuales se

encuentra inmersa la sociedad contemporánea (Marcuse, 1985: 72).62

Contradicción que al decir de Capriles, encuentra su origen “en un error o desilusión

que nos hace sentirnos intrínsecamente separados del resto del universo y de los

demás seres vivos, impulsándonos a contraponernos a ellos, a intentar someterlos, a

60 Adorno (1903-1969) y Horkheimer (1895-1973) sostienen que la razón moderna se vuelve mítica, reforzando el mito de Prometeo. La ciencia y el progreso tornan innecesaria cualquier presencia ontológica, pues la humana criatura habrá de alcanzar con sus propios medios, aquellas potencias o facultades anteriormente reservadas a la divinidad. Emancipado de ello, el hombre asume sus funciones adultas que habrán de agigantarse con el tiempo hasta tocar el cielo con sus propias manos, lo mismo que el titán Prometeo. 61 Heidegger, en su obra “Ser y Tiempo” (1927), advierte que en contraste con la concepción del ser de la Grecia clásica, la sociedad tecnológica moderna ha favorecido una actitud elemental y manipuladora que ha privado de sentido al ser y a la vida humana. Por su parte los teóricos de Frankfurt, señalan que la función de la ‘teoría crítica’ es analizar detalladamente los orígenes de las teorías en los procesos sociales, sin aceptarlas de inmediato como hacen los empiristas y positivistas, ya que ello sería aceptar implícitamente procesos y condiciones de los que el hombre ha de emanciparse. Afirman que las ciencias no están libres de valores, sino que conllevan supuestos implícitos cuya condición de valor está oculta por su evidente obviedad. Estos juicios de valor, como la conveniencia de dominar la naturaleza mediante la tecnología, deben ‘desenmascararse’ y exponerse a la crítica. 62 Marcuse dedica gran parte de su obra a reflexionar sobre la crisis moderna y sobre sus efectos sobre la problemática ambiental. En ella se encuentran elementos de sumo interés para analizar las raíces profundas de la crisis ambiental a la cual sitúa en un contexto más amplio de destrucción de la sociedad.

62

destruir aspectos de la naturaleza que nos molestan y a apropiarnos de aquellos que

nos deparan confort. A partir de estas causas intrínsecas es que surgen las causas

secundarias: el proyecto tecnológico de dominio sobre la naturaleza, las divisiones

sociales y las formas en que se han concretado las propuestas de desarrollo”

(Capriles, 1994).

Bajo esta perspectiva, la crisis ambiental puede concebirse como resultado del éxito

productivo y reproductivo de la especie humana, que ha sido capaz de incrementar

exponencialmente tanto el número de individuos que la componen, como de recursos

que consumen y la cantidad de residuos que producen, ignorando y descuidando sus

repercusiones sobre el ambiente físico, biológico y social (Caride y Meira, 2001).

En este sentido, las causas profundas de la crisis no se encuentran en la interacción del

hombre y la naturaleza, allí sólo se encuentran sus consecuencias y sus efectos

inmediatos, sino en la interacción de los hombres entre sí (Commoner, 1973).

63

1.3. La crisis ambiental como transición

Analizado el surgimiento de la crisis ambiental a partir de tres grandes procesos

sociales identificados como: cosmológico, teocéntrico y antropocéntrico y, teniendo

en cuenta la relación que en cada una de las etapas abordadas se establece entre

racionalidad dominante, construcción de conocimiento y conceptualización de

naturaleza, se observa, que el paso de una visión a otra provoca una ruptura entre las

concepciones básicas que dan sustento al sistema hegemónico y las categorías que

surgen como respuesta crítica a este modelo, que luego se constituyen en la base de

la nueva racionalidad.

Situación que se percibe como una relación de tensión entre fuerzas sociales

contradictorias, la cual por las características que reviste y la incertidumbre que

genera se puede definir como crisis estructural o civilizatoria.

Partiendo de esta base, se observa que el paso de una concepción cosmológica a

una visión antropocéntrica, se evidencia como un largo proceso, en cuyo marco se

producen una serie de rupturas que dan cuenta del proceso descrito.

La declinación de la concepción cosmológica se inicia a partir de un desplazamiento

del interés del conocimiento desde el ámbito de la naturaleza hacia el de la razón,

que se manifiesta en la transición del pensamiento pre-socrático centrado en el

conocimiento de la physis, a la filosofía socrática centrada en el abordaje de la ética y

la lógica (nomos).

El pensamiento socrático se refiere a la razón en el cuerpo desde una relación de

dominio. Perspectiva que pone de manifiesto la ruptura de la concepción de mundo

propia del pensar holístico griego.63

63 Aristóteles considera que el alma debe ser definida como la entelequia de un cuerpo orgánico, en tanto la razón, si bien constituye una parte del alma no posee ningún órgano corporal, de modo que nada es fuera de su actividad de pensar y es separable del cuerpo. Por su parte los pre-socráticos consideran que la razón pertenece esencialmente al cuerpo y vive con él en la más estrecha relación, por lo que se encuentran desconcertados cuando les hacen pensar que esta unión es parcial o precaria (Collingwood, óp. cit., p. 17).

64

La consolidación de esta perspectiva a través del pensamiento aristotélico inicia el

camino de transición hacia una nueva racionalidad dominada por una visión

teocéntrica del mundo, la cual gira en torno a la concepción de Dios como centro y

creador de todo lo que existe.

Bajo esta concepción prevalece una visión orgánico jerárquica de la naturaleza,

desde la cual, si bien el hombre se considera como un componente más de la

naturaleza, por haber sido creado a imagen y semejanza de Dios, tiene el poder para

dominar al resto de las especies que la habitan.

El conocimiento íntegramente volcado a Dios, no permite visualizar al mundo ni al

hombre, salvo como expresión de la grandeza divina. Esta situación, acentuada por la

sensación de incertidumbre que provoca una divinidad superior a la cual se percibe

como inaccesible a la razón, marca una progresiva desviación del centro de interés

teórico iniciando el proceso de declinación de la concepción teocéntrica y la

transición hacia una nueva racionalidad basada en criterios antropocéntricos.

La transición hacia esta perspectiva cobra forma en el pensamiento renacentista,

cuyo punto central radica en la sustitución de la concepción organicista por una visión

mecánica de la naturaleza, que afirma que el universo se encuentra desprovisto tanto

de inteligencia como de vida (Collingwood, 1950: 16).

La visión plana y finita propia del Medioevo, es reemplazada por una concepción

mecanicista sustentada en estructuras geométrico-cuantitativas. Bajo esta mirada el

movimiento del universo responde a leyes naturales externas. El mundo es una

máquina, una disposición de partes diseñada, montada y puesta en marcha con un

fin determinado. Perspectiva que se sostiene en la posibilidad concreta de

intervención sobre la naturaleza a partir de los avances científico-tecnológicos.

En el siglo XVII, la reflexión epistemológica gira en torno a la oposición racionalismo-

empirismo, el cuestionamiento se centra en la conexión que une a la razón y la

naturaleza, concebida ésta última como algo esencialmente mecánico, cuya

respuesta se estructura desde una visión reduccionista de la naturaleza, concebida

como un producto subalterno de la razón. Concepción que se refuerza desde el

pensamiento iluminista, para el cual a través de la razón, el hombre puede

aprehender el universo y subordinarlo a sus necesidades.

65

Posteriormente y como reacción al “objetivismo” del patrón científico dominante, se

plantea la necesidad de concebir los fenómenos naturales desde una visión holista y

dialéctica, bajo la cual el mundo constituye una totalidad orgánica. El abordaje de la

naturaleza se estructura en torno a las categorías de cambio y evolución, las cuales se

constituyen en los ejes centrales del pensamiento evolucionista del siglo XIX.64

La perspectiva evolucionista, rompe con la creencia de que el mundo ha sido creado

de manera invariable, al igual que las especies que lo habitan, fracturando la visión

antropocéntrica, de que no existen transiciones posibles entre la especie humana y

otras formas de vida.

No obstante ello, el contexto social del siglo XIX y las nuevas relaciones sociales que

surgen como consecuencia de la revolución industrial, refuerzan la visión reduccionista

de la naturaleza. La construcción teórica se sustenta en las categorías de razón y

progreso tal como se conciben desde el positivismo, supeditadas a los imperativos de

una nueva lógica productiva, a partir de la cual la razón se transforma en instrumento

legitimador del poder hegemónico.

El conocimiento es utilizado, para mantener el statu quo bajo una pretendida

objetividad científica y para producir a mayor escala, para lo cual resulta necesario

dominar la naturaleza a través del control de la tecnología.

Concluyendo el siglo XIX, la razón económica se transmuta en razón instrumental, las

leyes físicas que rigen el funcionamiento del sistema natural se adaptan para explicar

el funcionamiento del sistema económico, concebido como un mecanismo con

capacidad propia para delimitar sus reglas y automatismo de funcionamiento.

El crecimiento sin límites se convierte en un fin en sí mismo, las nociones de progreso y

desarrollo se asocian al comportamiento del sistema económico, reforzando la ruptura

entre sociedad y medio natural.

La disponibilidad de recursos productivos, incluyendo los naturales, se contempla

como un componente más de la lógica del mercado respaldando un consumo

64 Posición que surge a partir de la perspectiva historicista que coloca la idea de progreso y de cambio como las categorías fundamentales en que se asienta esta perspectiva y que luego es retomada por el pensamiento evolucionista bajo la idea de evolución (Ibídem, p. 21).

66

expansivo e ilimitado, lo cual incide en forma directa sobre la concepción instrumental

de naturaleza que se desprende de este modelo.

En el proceso de transición de una racionalidad a otra, se observa que la situación de

tensión que implica dicha transición puede resolverse en dos sentidos: que las

categorías que dan sustento al proyecto hegemónico sean tan poderosas que no

permitan el surgimiento de una nueva concepción, sino que por el contrario, de la

contienda de intereses opuestos, se refuercen aún más las bases que legitiman la

racionalidad dominante, o que la nueva concepción se imponga sobre las estructuras

del viejo modelo. En éste último caso, la transformación o reconfiguración de la

racionalidad hegemónica se evidencia como un proceso lento.

En el marco de este proceso de transición, mientras se afianza y se estructura la nueva

racionalidad, las categorías en que se asienta el sistema vigente oponen resistencia

intentando mantener su hegemonía. Esta relación de tensión es definida por

Mannheim como el proceso a través del cual los motivos colectivo-inconscientes se

hacen conscientes, lo cual no puede tener lugar en cualquier época, sino sólo en una

situación determinada que lleva a las personas a reflexionar sobre el hecho de que un

mismo mundo pueda parecer distinto a los diferentes observadores (Mannheim, 1966).

Bajo esta concepción, este tipo de relación se percibe en aquellas épocas en las

cuales la discordia es más visible que la concordia, cuando la definición directa y

continua de los conceptos se derrumba frente a la multiplicidad de definiciones

divergentes. En virtud de ello, la multiplicidad de formas de conocimiento sólo se

convierte en problema cuando la estabilidad social no garantiza la unidad interna de

una concepción de mundo, produciéndose un cambio tan intenso como para

movilizar la creencia en la validez general y eterna de las propias formas de

pensamiento.

Desde el punto de vista de la sociología del conocimiento, los cambios decisivos

tienen lugar cuando se ha alcanzado aquella fase de desarrollo histórico en que

diferentes grupos o sectores sociales previamente aislados, comienzan a comunicarse

unos con otros, siendo la fase más significativa de esta comunicación, cuando las

formas independientes de pensamiento y experiencia confluyen bajo una misma

conciencia que los impulsa a descubrir lo irreconciliable de las concepciones de

mundo que entran en conflicto (Mannheim, 1966).

67

Bajo esta perspectiva la crisis socioambiental se percibe como un proceso de

transición, en el marco del cual, la concepción instrumental hegemónica se resiste a

dar paso a la conformación de una racionalidad alternativa.

Tal como afirma Guimarães (2002), la necesidad de tránsito hacia un estilo de

desarrollo alternativo implica un cambio en el modelo de civilización dominante,

particularmente en lo que se refiere al patrón eco-cultural de articulación sociedad-

naturaleza.

En este contexto, la comprensión de las causas profundas de la crisis socioambiental,

supone el reconocimiento de que ésta se refiere al agotamiento de un estilo de

desarrollo ecológicamente depredador, socialmente injusto y culturalmente alienado,

en el cual, lo que está en juego es la superación de la racionalidad moderna por una

nueva concepción, que según la concepción de Guimarães, puede señalarse como

“la modernidad de la sustentabilidad, en donde el ser humano vuelva a ser parte

(antes que estar aparte) de la naturaleza” (Guimarães, 2002: 62).

Dicha situación de transición se evidencia como un proceso dialéctico que surge de

una combinación de elementos, políticos, económicos, socioculturales, históricos y

ambientales, cuyo resultado se presenta como la yuxtaposición de dos realidades

contrapuestas, representadas por un lado, por aquellas posiciones para las cuales el

estilo actual se encuentra agotado, no sólo desde el punto de vista económico y

ambiental, sino principalmente en lo que refiere a justicia social, por otro, por aquellas

visiones desde las cuales el cambio debe ajustarse a las estructuras vigentes, señalado

como la tendencia inercial del sistema social para resistir al cambio (Guimarães, 2002).

Tal como se desprende del “mito de la caverna”65, vivimos con lo que creemos

verdad, alguien descubre otra realidad pero los demás se resisten al cambio. Siempre

hay causas que explican lo que se nos muestra como realidad, el objetivo es

desentrañar esas causas y cuestionar los elementos condicionantes en que se apoya

el sistema. Ya que tal como señala Bourdieu, al conocer las leyes de la reproducción

tenemos oportunidad de minimizar la acción reproductora (Bourdieu, 2003).

65 En La República, Platón muestra la humanidad prisionera en una caverna que confunde las sombras proyectadas en una roca con la realidad; considera al filósofo como a quien penetra en el universo fuera de la caverna de la ignorancia y alcanza una visión de la verdadera realidad, el mundo de las ideas.

68

Teniendo en cuenta que todo sistema hegemónico se sustenta en poderosos

mecanismos de reproducción a través de los cuales consolida su vigencia y se

mantiene estable y, que la visibilidad de las contradicciones sobre las que este se

asienta abre la posibilidad de producción de una conciencia alternativa, resulta

necesario que las perspectivas teóricas que intentan dar respuesta a la crisis estructural

de una concepción de mundo que se percibe agotada, sean consientes de la

existencia de estos mecanismos y de las relaciones de poder que subyacen a su

mantenimiento, y sean capaces de suministrar los medios necesarios para distinguir las

interpretaciones que están ideológicamente distorsionadas de las que no lo están,

proporcionando alguna orientación de cómo superar los entendimientos

distorsionados.

Consideraciones finales sobre el proceso analítico desarrollado

A fin de dar cuenta de esta situación, a continuación se presenta una síntesis del

proceso desarrollado que recoge y sistematiza las categorías analíticas consideradas

en el presente capítulo, poniendo especial énfasis en los procesos de ruptura que

ponen de manifiesto el paso de una racionalidad a otra, haciendo hincapié en

aquellos elementos que se identifican como constitutivos de la crisis ambiental o por el

contrario se vislumbran como construcciones sociales tendientes a la conformación de

una racionalidad alternativa sustentada en una relación de equilibrio entre naturaleza

y sociedad.

A partir de esta síntesis se busca dar cuenta de la crisis ambiental considerada como

parte de un proceso social amplio, lo cual da lugar a la profundización del análisis de

la instrumentalización de la razón y su incidencia sobre la ruptura del proyecto

moderno y la emergencia de la crisis ambiental desarrollada en el siguiente capítulo.

121

Racionalidad cosmológica

Disciplina hegemónica y orientación del conocimiento

Principales representantes

Concepción de naturaleza

Categorías dominantes

Elementos constitutivos de la crisis Construcciones sociales tendientes al equilibrio entre naturaleza y sociedad

Concepción Cosmológica Siglo VI a C.

Filosofía: conocimiento de la naturaleza.

Búsqueda del elemento primitivo.

Debate cambio-inmutabilidad.

Origen de la vida

Tales Anaximandro Anaxímenes

Heráclito Parménides Anaxágoras Empédocles Demócrito

Naturaleza como totalidad.

Cosmos armónico y

unitario, dotado de movilidad

perpetua.

Physis – arché Principio

generador de la vida

inherente al ser y a la

naturaleza.

Hombre y dioses parte de la naturaleza.

La naturaleza incluye elementos biológicos, anímicos y materiales.

Pensamiento sofista. Paso de la physis al nomos. Proceso de ruptura División del mundo material del mundo de las ideas. Ruptura espíritu – materia

Disciplina hegemónica y orientación del

conocimiento

Principales representantes

Concepción de naturaleza

Categorías dominantes

Elementos constitutivos de la crisis Construcciones sociales tendientes al equilibrio entre naturaleza y sociedad

Concepción

socrática.

Siglo V al IV a

C.

Política, Ética, Lógica. Búsqueda de la virtud

y la verdad. Problemáticas esencialmente

humanas. Dominio de todas las ramas del saber. Finalidad del

conocimiento, interés por el método y su

sistematización.

Sócrates Platón

Aristóteles

Mundo de cosas que se mueven por sí mismas en un proceso de cambio cíclico.

Naturaleza como esencia de las cosas.

Nomos, la construcción de las leyes

sociales dependen de la voluntad de los hombres.

Dominio de la razón sobre el

cuerpo.

Fragmentación del conocimiento. Concepción de Ley natural. Ruptura noción de totalidad.

Mundo de las ideas dotado de una realidad más elevada que el mundo

material. Esfera inteligible por sobre la esfera

sensible.

Proceso de transición hacia Inicios del pensamiento lógico y el método experimental. una nueva racionalidad. Existencia de un ser divino concebido como primer motor.

122

Racionalidad teocéntrica

Disciplina hegemónica y orientación del conocimiento

Principales representantes

Concepción de naturaleza

Categorías dominantes

Elementos constitutivos de la crisis Construcciones sociales tendientes al equilibrio entre naturaleza y sociedad

Filosofía

patrística

Siglo I al IV

Teología.

Combinación del

racionalismo

aristotélico con el

dogma religioso.

Análisis de la relación

entre poder divino y

poder real.

Adaptación del

idealismo platónico.

Agustín de

Hipoma

Visión: Orgánico

jerárquica.

Universo fruto de

la creación de

Dios.

Dios como ser

superior

omnipresente.

Logos ( nexo

entre el

hombre y Dios)

División espíritu-materia.

Sociedad-naturaleza. Alma-cuerpo.

Hombre como ser superior de la

creación, elegido para dominar al

resto de las especies. Dios sin

deseos corporales por su naturaleza

diferente a las de los humanos.

Ruptura espacio temporal

(Vida terrena y vida eterna).

Filosofía

Escolástica

Siglo VIII al

XIV

Teología lógica

basada en silogismos

y teoremas.

Coherencia lógica

del sistema mundo.

Tomás de

Aquino

Universo fruto de

la creación de

Dios.

Mirada Aséptica

de la Naturaleza

(tentación para

los sentidos).

Fe y

razonamiento

lógico como

caminos para

llegar a Dios

Proceso de ruptura Recuperación de la Naturaleza y de la materialidad corporal (Unidad cuerpo-espíritu). Filosofía franciscana Dios presente en el mundo. Hombre igual que el resto de las especies.

Proceso de transición Incertidumbre por una divinidad superior inaccesible a la razón (el hombre sólo se tiene a sí mismo y a su razón). hacia una nueva racionalidad Disputatio (Revolución al interior de la iglesia) – Nuevos movimientos filosóficos: nominalismo y voluntarismo.

123

Racionalidad antropocéntrica

Disciplina hegemónica y orientación del conocimiento

Principales representantes

Concepción de naturaleza

Categorías dominantes

Elementos constitutivos de la crisis Construcciones sociales tendientes al equilibrio entre naturaleza y sociedad

Concepción Reduccionista Siglo XV al XVII

Renacimiento

Debate Racionalismo-

Empirismo

Liberalismo económico

Inicio de la Ciencia Moderna: Dominio

de Matemática y la Física.

Adopción del

Método científico. Necesidad social:

conocer el funcionamiento de las cosas y las leyes

que rigen los fenómenos naturales Evidencias físicas de

las leyes de la naturaleza.

Economía: libre

mercado.

Copérnico, Galileo, Kepler,

Descartes, Locke,

Newton, Bacon

Fisiócratas, Say, Smith,

David Ricardo

Concepción mecanicista de

Naturaleza como conjunto de elementos

manipulables al servicio del progreso.

Ampliación del universo (desc. geográficos)

Mundo material regido por leyes

universales.

Naturaleza fuente inagotable de

riqueza.

Progreso. Leyes

Naturales.

Poder de la razón.

Dualidad Duda

metódica.

Distinción Riqueza,

valor de uso y valor de cambio, escasez.

Razón como herramienta para conocer los fenómenos naturales. Capacidad de Intervenir sobre la naturaleza a partir de los avances

científicos. Acrecentamiento de la ruptura entre civilización y naturaleza.

Diferenciación entre hombre como sujeto que conoce y naturaleza

como objeto conocido. Tierra reducida al factor producción

Desigualdades sociales como condiciones naturales.

Naturaleza sin valor de cambio, se la reconoce por su utilidad pero no

tiene precio. Naturaleza como sinónimo de

riqueza de un país.

Iluminismo como proceso Razón, ciencia y verdad. Lógica de los hechos. Síntesis entre lo racional y lo experimental. de transición (siglo XVIII). Establecimiento de leyes que rigen el funcionamiento de la sociedad. Montesquieu, Rousseau Unidad indisoluble entre naturaleza material y naturaleza humana, entre mundo social y natural.

Estado de naturaleza. Adaptabilidad institucional al cambio histórico, cultural y natural. Necesidad de establecer un sistema social en armonía con la naturaleza.

124

Disciplina hegemónica y orientación del conocimiento

Principales representantes

Concepción de naturaleza

Categorías dominantes

Elementos constitutivos de la crisis Construcciones sociales tendientes al equilibrio entre naturaleza y sociedad

Concepción

holista

(siglo XIX)

Romanticismo

Naturalismo

evolutivo

Materialismo

histórico

Literatura y Arte. Conocimiento

totalizador y sintético complementario y

superador del conocimiento

analítico. Origen de las instituciones.

Biología. Teoría de la evolución. Ecología.

Ruptura visión hegemónica del

origen del hombre. Mirada sistémica del

ambiente.

Economía política, filosofía, historia.

Dialéctica e historicismo.

Goethe, von Schiller,

Schelling, von Humboldt

Darwin Haeckel

Marx, Engels

Universo como totalidad orgánica.

Hombre parte de la naturaleza.

Ente unitario complejo y dinámico.

Hombre como una especie más de la naturaleza

sujeta a las mismas leyes.

Mundo conjunto

de procesos. Naturaleza mediada

socialmente. Interacción

dialéctica N/S. Naturaleza en permanente movimiento, interacción y

transformación.

Emoción, imaginación. Validez de la

fe y la intuición.

Selección natural,

casualidad, azar,

evolución, competencia

biológica, adaptación.

Cambio constante.

Historicidad. Interacción.

Instituciones como producto de un largo desarrollo orgánico.

Objetivaciones culturales no son separables de las condiciones

materiales. Hombre como pluralidad. Complejidad de lo real y continuidad de las cosas. Ruptura con la idea del hombre como centro de la creación.

Transición posible entre especie, humana y demás formas de vida.

Relación de los fenómenos naturales y sociales con el contexto donde se

producen y los factores que los determinan. Interacción dialéctica sociedad-naturaleza. Historia del

hombre indisociable de la historia de la naturaleza (desarrollo histórico de las fuerzas de producción). Sociedad

y naturaleza condicionadas recíprocamente. Conceptualización

de naturaleza dependiente de las relaciones que establece con la

sociedad. Fenómeno social. Manejo adecuado del medio natural para satisfacción de las necesidades

humanas. Unidad de las ciencias naturales y sociales.

Positivismo como Respuesta al negativismo iluminista. Adopción de las leyes del naturalismo evolutivo para justificar la estructura social. proceso de ruptura Diferencias sociales en términos evolutivo – adaptativas. Orden jerárquico como resultado de leyes naturales. (siglo XIX) Etapa positiva como resultado de una serie gradual de transformaciones. Ciencia como elemento de cohesión social. Progreso: capacidad diferencial de las sociedades de dominar a la naturaleza. Inmanente al orden natural.

125

Disciplina hegemónica y orientación del conocimiento

Principales representantes

Concepción de naturaleza

Categorías dominantes

Elementos constitutivos de la crisis Construcciones sociales tendientes al equilibrio entre naturaleza y sociedad

Concepción

instrumental

Siglo XX –XXI

Neoliberalismo

Pragmatismo

Keynesianismo

Consumismo

Economía como ciencia positiva (sin condicionamientos

éticos.) Conocimiento como

instrumento al servicio de la

economía. Dominio tecnológico.

Economía como sistema cerrado.

Utilidad práctica de la verdad. Lógica de

la probabilidad.

Innovación tecnológica como imperativo. Deseo como motor del

consumo. Creación de necesidades.

Jevons, Walras, Pareto,

Marshall, Menger, Wicksell

Sanders Pierce, James

Keynes, Domar

Naturaleza infinita e ilimitada.

Instrumento de satisfacción de necesidades

humanas a través de la ciencia.

Sistema económico y

sistema natural como realidades

separadas.

Doble presión sobre la

naturaleza como productora de

materias primas y destino de residuos y desechos.

Razón y progreso (derecho natural,

utilitarismo, determinismo

genético, positivismo).

Libre mercado supervivencia del más apto.

Egoísmo individual. Utilidades.

Probabilidad.

Calculabilidad. Crecimiento económico. Innovación.

Instantaneidad Consumismo.

Razón como instrumento para legitimar el poder hegemónico. El

pensamiento evolutivo otorga validez científica a la economía.

Economía ciencia con capacidad para establecer leyes objetivas, equiparables a las de la física.

Mercado como principio regido por leyes inmutables, los

fenómenos económicos se conciben como fruto de las leyes

del mercado y no como fenómenos sociales. Realidad

reducida a parámetros económicos. Crecimiento

indefinido de capital como eje de la actividad económica.

Alteración de ritmos naturales y artificialización de la naturaleza pata generar más ganancias.

Modelo hedonista y uniformador. Ruptura de los ideales modernos.

Crisis ambiental como Situación de tensión entre fuerzas sociales contradictorias. Sensación de incertidumbre. Crisis civilizatoria. proceso de transición. Resistencia al cambio de las categorías hegemónicas. Conciencia colectiva de motivaciones inconscientes. Diferentes interpretaciones de un mismo mundo, definiciones divergentes. Ruptura de la unidad interna de una concepción de mundo. Racionalidad instrumental hegemónica en tensión con la conformación de una racionalidad alternativa. Agotamiento de un sistema ecológicamente depredador, socialmente injusto y culturalmente alienado. Proceso dialéctico de reconstrucción de la relación sociedad- naturaleza.

Fuente: Agoglia, Ofelia (2010).Elaboración propia, sobre la base del análisis desarrollado.

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