Agatha Christie - La Puerta Del Destino

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Christie, Agatha - La puerta del destino

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LA PUERTA DEL DESTINO

Agatha Christie

Traduccin: Ramn Margalef Llambrich

GUA DEL LECTOR

En un orden alfabtico convencional se detallan a continuacin los principales personajes de esta novela:

ALBERT: Criado, cocinero y hombre de confianza, todo en una pieza, de los Beresford.

BERESFORD, Thomas: Antiguo miembro del Servicio de Seguridad ingls, hoy retirado... o casi.

BERESFORD, Tuppence: Esposa de Thomas, avispada, inteligente y perfecta colaboradora de su esposo.

HANNIBAL: No; no debemos olvidarnos del perro.

ISAAC: Un viejo jardinero, que muere por saber demasiado.

MULLINS, Seorita: Jardinera de profesin, y algo ms que no se ve.

PIKEAWAY, Coronel: Situado en los ms altos destinos de la Seguridad inglesa.

ROBINSON, Seor: El hombre misterioso que todo lo sabe.PARA HANNIBAL Y SU AMO

Cuatro grandes puertas tiene la ciudad de Damasco... La Puerta del Destino, la Puerta del Desierto, la Caverna del Desastre, el Fuerte del Temor...No puedes pasar por ella, oh, Caravana!, o pasa sin cantar. Has odo ese silencio donde los pjaros estn muertos, aunque algo haya imitado el gorjeo de un pjaro?

De Puertas de Damasco de James Elroy Flecker.

LIBRO I

CAPTULO UNO

REFERENTE PRINCIPALMENTE A LIBROS

Libros! exclam Tuppence.

La palabra, en sus labios, tuvo el efecto de una malhumorada expresin.Qu has dicho? pregunt Tommy.

Tuppence volvi la cabeza hacia l, que se encontraba en el extremo opuesto de la habitacin.Dije: Libros!.Ah! Ya comprendo contest Thomas Beresford.

Tuppence tena delante tres cajas grandes. De cada una de stas haban sido extrados varios libros. Todava quedaban muchos dentro de aqullas.Es increble coment Tuppence.

Te refieres al espacio que ocupan?Si.Te propones colocarlos todos en los estantes?No s qu es lo que me propongo dijo Tuppence. Eso es lo peor. Una no sabe nunca lo que quiere. Uf! suspir.Yo dira manifest el esposo que se no es precisamente un rasgo peculiar de tu carcter. Lo malo de ti es que siempre has sabido demasiado bien lo que queras hacer.A lo que yo me refiero ahora dijo Tuppence es a esto de ahora... Aqu estamos, hacindonos ms viejos, sintindonos (enfrentmonos con ello) ms castigados por el reuma que se nota de modo especial cuando hay que estirarse, como ocurre con este trabajo de acomodar libros en los estantes o el de bajar cosas de los mismos... Y tambin, cuando te arrodillas buscando algo que no encuentras, cuesta trabajo incorporarse de nuevo...Ya, ya. Ests haciendo una relacin de nuestros achaques habituales. Habas empezado por ah?No. No era eso a lo que iba. Estaba pensando en la suerte que hemos tenido al encontrar una nueva casa... S. Hemos dado con la vivienda soada, donde siempre hemos querido vivir... Naturalmente, en la realidad hemos tropezado con ciertas alteraciones con respecto a nuestros propsitos.Con tirar uno o dos tabiques, todo quedar arreglado manifest Tommy. Luego, aades una terraza al cuerpo de esta construccin y tendrs definitivamente la casa por la cual suspiras desde hace aos.Va a quedar muy bonita consider Tuppence.No s... Tengo que verlo todo terminado para juzgar.Bah! Yo estoy segura de que cuando hayamos llegado al fin te sentirs encantado. Entonces, confesars que tienes una esposa inteligente y con sentido artstico.Muy bien dijo Tommy. Ya s en qu trminos he de expresarme para demostrar mi admiracin. Procurar recordarlos.No es preciso que te esfuerces. Tus comentarios sern espontneos.Y qu tiene que ver todo eso con los libros? inquiri Tommy.Bueno... Resulta que nosotros nos hemos trado dos o tres cajas llenas de libros. Nos desprendimos de aquellos que no nos interesaban mucho, conservando los que estimbamos ms. Luego, esta gente de aqu, la que nos vendi la casa, de cuyo apellido no me acuerdo, no quisieron llevarse muchas de sus cosas, rogndonos que les pasramos una oferta por las que pensaban dejar... Entre esas cosas haba libros, por supuesto. Bueno, vinimos, las examinamos...Y formulamos la oferta correspondiente dijo Tommy.S. Ellos esperaran que les ofreciramos ms dinero, supongo. Muchos de sus muebles y objetos ornamentales se me antojaron demasiado horribles... Bueno, afortunadamente, no nos vimos obligados a quedarnos con ellos. Pero luego vi los libros... Haba entre ellos algunos de los que tengo por favoritos. Los hay todava, quiero decir. Y entonces se me ocurri que vala la pena conservarlos... Conoces t la historia de Andrcles y el len? Recuerdo haberla ledo cuando contaba ocho aos de edad.Dime, Tuppence: tan inteligente has sido siempre que ya eras capaz de leer a los ocho aos?S repuso Tuppence. Yo empec a leer a los cinco. En aqul tiempo, a todo el mundo le pasaba lo mismo. Ni siquiera tuvieron que molestarse los mayores en ensearme. Vers... Alguien lea en voz alta y una prestaba atencin porque la historia leda era interesante. Despus, yo me acordaba del sitio en la estantera que ocupaba la obra leda. Coga el volumen y repasaba sus pginas, con lo cual me encontraba con que estaba leyendo, sin haberme tenido que molestar deletreando, etctera. Ms adelante, en cambio, encontr dificultades. Si me hubieran enseado a deletrear bien a los cuatro aos no me habra pasado eso. Mi padre me ense a sumar y a restar. Y tambin a multiplicar, por supuesto, ya que sostena que la tabla de la multiplicacin constitua uno de los conocimientos ms interesantes del ser humano. Tambin aprend a dividir por muchas cifras.Qu persona tan inteligente debi ser tu padre!No, no creo que fuese especialmente inteligente dijo Tuppence, pero s era un hombre muy, muy agradable.No nos estamos apartando del tema de nuestra conversacin?En efecto corrobor Tuppence. Bueno, como estaba diciendo, pensaba en leer la historia de Andrcles y el len de nuevo... Vena en un volumen de relatos sobre animales, escritos, creo, por Andrew Lang. Oh! Me gustan... Tambin haba una historia acerca de Un da de mi vida en Eton, por un escolar de Eton. No s por qu deseaba leerla, pero es lo que hice. Tratbase de uno de mis libros predilectos. Vi varias obras de los clsicos tambin. Y luego las obras de la seora Molesworth, El reloj de cuclillo, La granja de los cuatro vientos...Ya est bien, mujer contest Tommy. No es preciso que hagas una relacin completa de tus goces como lectora durante tu primera juventud.Lo que yo quiero hacerte ver es que actualmente no es fcil hacerse con esos libros. A veces consigues algn que otro ejemplar de una edicin moderna, pero encuentras alteraciones en los textos y los dibujos y es que no suelen ser los mismos. El otro da, por ejemplo, no pude reconocer Alicia en el Pas de las Maravillas... Pues s. Hay aqu libros que interesan, muchos...Tienes la impresin de haber hecho una buena adquisicin, no?

Creo que no me he equivocado. He comprado esos volmenes a buen precio. Ahora tengo una preocupacin: me parece que no disponemos de suficientes estantes para acomodarlos en unin de los nuestros. Bueno, qu me dices de tu cuartorefugio? Hay en l sitio para acomodar libros?Creo que no lo va a haber ni para los mos dijo Tommy.Oh! Tendremos que hacer otra habitacin, no?No. No podemos permitirnos ciertos gastos ahora. Anteayer estbamos de acuerdo en lo tocante a tal punto, no te acuerdas?Eso fue anteayer manifest Tuppence. Pasan los das y una cambia de opinin... Lo que voy a hacer es colocar los libros de que puedo desprenderme en ese estante. Despus, miraremos los otros y... Perfectamente. Siempre habr un hospital infantil por ah donde enviarlos. Hay otros sitios en los que reciben con mucho agrado los libros regalados.Podramos venderlos propuso Tommy.No creo que interesen mucho a la gente los que nosotros podemos ofrecer. Y seguramente aqu no hay libros raros, de valor, obras apreciadas por los biblifilos.Nunca se sabe arguy Tommy. Sera una suerte que diramos con un ejemplar de una edicin agotada. Los libreros pagan a veces buenas sumas por tales volmenes.Entretanto dijo Tuppence, tenemos que poner estos libros en sus estantes. Habr que ojearlos, para decidir cules son los que vamos a ceder. Tengo la intencin de clasificarlos. Bueno, mi clasificacin no va a ser muy rigurosa. Pondr a un lado las novelas de aventuras, a continuacin los libros infantiles, y luego esas otras obras en las que los chicos protagonistas son invariablemente hijos de padres riqusimos. Hablo de L. T. Meade, eh? Quiero guardar los libros que le leamos a Deborah cuando era pequea. Winnie the Pooh acab gustndonos a todos, lo mismo que La gallina gris...Creo que te ests fatigando, querida opin Tommy. Por qu no te desentiendes por un rato de esta tarea?Antes he de terminar con esta parte de la habitacin. Me contento con dejar arreglados estos libros...Te ayudar, entonces dijo Tommy.ste volc una de las cajas, cogi un puado de libros tal como cayeron y se acerc a uno de los estantes, empezando a alinearlos en l.Los estoy poniendo de acuerdo con sus tamaos. Esto da impresin de orden notific Tommy.Oh! Yo no haba pensado en esa clasificacin contest Tuppence.As quedan bien, de momento. Luego, podemos hacer un repaso, introduciendo las variaciones que convengan. Dedicaremos a esta tarea un da de lluvia, por ejemplo, cuando uno no puede ir a ninguna parte y ha de quedarse forzosamente en casa.Lo malo es que despus nos saldrn otros quehaceres.Bueno, ya slo nos queda este extremo del estante ms alto. Acrcame esa silla, quieres? Es suficientemente fuerte para que pueda subirme a ella? Tengo que llegar con los libros ah arriba.Tommy se subi a la silla adoptando infinitas precauciones. Tuppence le alarg un puado de libros, que l empez a colocar lentamente en el estante. Pero los ltimos tres, en un instante de vacilacin, se le fueron de las manos, yendo a parar al suelo. Tuppence no recibi aquel impacto en la cabeza por unos milmetros.Qu susto me has dado!No he podido evitarlo, querida. Me diste demasiados volmenes de una vez.Tuppence dio dos pasos atrs, contemplando la estantera.Magnfico! exclam. Queda muy bien. Si aprovechamos ese hueco que queda ah dejaremos vaca ya esta caja. Estupendo. Estos libros que quedan aqu no son los nuestros ya, sino los que compramos. Quin sabe si llegaremos a dar con algn tesoro!Siempre cabe tal posibilidad admiti Tommy.Yo creo que encontraremos algunos tesoros. Estoy convencida de que hallaremos algo, algo que valga mucho dinero, quiz.Qu haremos entonces? Venderlo?Tendremos que venderlo, claro dijo Tuppence. Desde luego, podramos quedarnos con ello para enserselo a la gente. No se trata de alardear de nada. Diramos a nuestros amigos: Pues s, dimos con dos o tres cosas interesantes. Estoy convencida de que daremos con algn interesante hallazgo, Tommy.De qu tipo? Piensas en algn libro de la infancia, del cual ahora no te acuerdas concretamente?No es eso exactamente. Pienso en algo sorprendente, en algo que incluso altere de momento nuestra vida.Oh, Tuppence! exclam Tommy. T siempre tan imaginativa. Lo ms probable es que demos con cualquier cosa que signifique un autntico desastre.Tonteras! Hay que vivir siempre esperanzados. La esperanza es lo ms grande de nuestra existencia. Es que no me conoces? Yo he vivido siempre llena de esperanzas.Lo s, lo s muy bien confirm Tommy, suspirando. Y muy a menudo he tenido que lamentarlo.

CAPTULO DOS

LA FLECHA NEGRA

La esposa de Thomas Beresford cogi El reloj de cuclillo, de la autora Molesworth, en el estante, escogiendo un espacio que haba en el tercer tablero, a contar desde abajo. Se hallaban all todos los libros de aquella escritora. Tuppence sac La habitacin de los tapices, examinando pensativamente el libro... Poda leer tambin La granja de los cuatro vientos, cuyo argumento no recordaba igual de bien que los de El reloj de cuclillo y La habitacin de los tapices. Sus dedos vagaron de un sitio para otro... Tommy no tardara en regresar.Iba avanzando en la tarea que se haba impuesto. S. Todo marchaba bien si no haca un alto en su trabajo y se entregaba a la lectura de sus libros predilectos. Era un entretenimiento muy agradable ste, pero se llevaba tiempo. Tommy se presentara en la casa, preguntndole cmo marchaba aquello. Y ella contestara: Oh! Muy bien, ahora. Tendra que valerse de sus maas para impedir que se trasladara a la planta superior para echar un vistazo a los estantes. Todo requiere su tiempo... Por ejemplo: acomodarse en una casa nueva. sta se lleva ms del que se figurara en un principio. La gente resultaba irritante. Ah estaban los electricistas, por sealar a alguien. Aparecan casi milagrosamente para, en seguida mostrarse disconformes con lo que haban hecho la vez anterior, procediendo a abrir nuevas troneras en los muros y el pavimento, unas troneras muy peligrosas para el ama de casa, quien, invariablemente, acababa por introducir un pie en cualquiera de ellas, con grave peligro de su integridad fsica.A veces pienso que no debamos haber salido nunca de Bartons Acre, Tommy dijo Tuppence.Es que no te acuerdas ya del techo del comedor? contest su esposo. Acurdate de los ticos, de lo que pas con el garaje. Nuestro coche estuvo a punto de ser aplastado.Supongo que hubiramos podido hacer una reparacin a fondo arguy Tuppence.Nada de eso. No tenamos ms remedio que tirar la casa abajo o trasladarnos a otra. Esta de que disponemos ahora va a quedar magnficamente algn da. Estoy seguro de ello. Adems, aqu tendremos sitio sobrado para todas nuestras cosas.En aquel momento, Tuppence consider atentamente qu iban a hacer con aquella casa luego, cuando estuvieran instalados. Todo haba sido muy sencillo al principio, tornndose despus complejo. En parte, por culpa de aquellos libros.De haber sido de pequea como las chiquillas de ahora declar Tuppence, no habra aprendido a leer con tanta facilidad. Actualmente, los chicos de cuatro, cinco o seis aos no leen. Los hay en las mismas condiciones que ya han cumplido los diez y los once aos. No acierto a descubrir por qu nos resultaba a nosotros tan fcil... Todos sabamos leer. Lo mismo yo que mi vecino Martin, que Jennifer, quien viva en la misma calle, que Cyril y Winifred... Quiz nuestra pronunciacin no fuese perfecta, pero el caso era que leamos. No s cmo aprendamos. Debamos de hacer muchas preguntas, seguramente, al mismo tiempo que nos fijbamos en todos los anuncios y carteles de las vallas y paredes. Era, adems, un aprendizaje emocionante. Oh, querido! He de pensar en lo que llevo entre manos.Tuppence movi unos cuantos libros ms. Pas tres cuartos de hora enfrascada en la lectura de Alicia en el Pas de las Maravillas, primeramente. Despus, le lleg el turno a una obra de Charlotte Yonge. Sus manos acariciaron posteriormente el grueso lomo de El collar de margaritas.Tengo que leer de nuevo este libro dijo Tuppence. Han transcurrido muchos aos desde la primera vez que cay en mis manos. Me acuerdo de uno de los personajes llamado Norman... Y de Ethel. En qu lugar se desarrollaba la accin? Ah, s! En Coxwell. Recuerdo tambin a Flora, una chica muy mundana. Me pregunto por qu entonces todos esos personajes eran considerados mundanos. De qu podra tachrsenos a nosotros ahora, por ejemplo? T crees que somos mundanos?Cmo dice usted, seora?Tuppence volvi la cabeza, viendo en la puerta a Albert, su devoto servidor.Oh, nada, nada!Cre que usted me llamaba, seora. Hizo sonar el timbre, no?Debo de haberme apoyado en l al subirme a una silla para alcanzar un libro.Puedo ayudarla?Quisiera que me echara una mano, s respondi Tuppence. Voy a acabar por caerme de una de estas sillas. Algunas tienen las patas en mal estado, otras resbalan...Le interesa algn libro en particular?Ver... No he adelantado mucho con el tercer estante, ese de ah arriba. Empiece a contar desde el ms alto. No s qu libros hay por ah.Albert se subi a una silla y fue sacando libro tras libro, sacudindolo levemente para hacer saltar el polvo y despus alargrselo a Tuppence. sta los iba acogiendo con gestos de entusiasmo.Oh! Hay que ver los ttulos que haba llegado a olvidar! Aqu est El Amuleto... entre otros. stos se van a quedar aqu, Albert. Tengo que leerlos de nuevo. Bueno, uno o dos, al menos. Bien. Cul es ste? Veamos La escarapela roja. Ya. Uno de los de la serie histrica. Muy emocionante. Y aqu tenemos otro: Bajo la bata roja. No estaba mal tampoco... Hay muchas obras de Stanley Weyman. Muchas, muchas. Las le cuando contaba diez y once aos. No me extraara que diera ahora con El prisionero de Zenda. Tuppence suspir, recrendose en aquel recuerdo. El prisionero de Zenda. Fue la introduccin, realmente, a la novela romntica. Es la historia del idilio de la princesa Flavia. Recuerdo al rey de Ruritania... Rudolph Rassendyll...Albert alarg el brazo y unos segundos despus Catriona se estrell en la cabeza de Tuppence.Lo siento mucho, seora. De veras que lo siento.Bah! No tiene importancia. Catriona... S. Hay algn libro ms de Stevenson por ah?Albert puso ms cuidado en la entrega de los volmenes. Tuppence dio de pronto un gritito de alegra.La Flecha Negra! Es estupendo. La Flecha Negra! ste fue uno de los primeros libros que yo le. Lo conoce usted, Albert? Piense que yo estaba leyendo cuando usted no haba nacido todava. A ver... Djeme pensar. La Flecha Negra. S, desde luego... Haba una pintura en la pared, con unos ojos a travs de los cuales miraban otros autnticos. Un argumento esplndido, interesante. Impona, eh? Daba miedo. Oh, s! La Flecha Negra. Giraba en torno... al gato, al perro? Bueno, esto era as: El gato, la rata y Lovell, el perro, rigen Inglaterra bajo el cerdo. El cerdo era Ricardo III, por supuesto. Aunque ahora se escriben libros en que los autores afirman que fue un rey verdaderamente maravilloso. No era un villano, en absoluto, dicen. Pero yo no les creo. Shakespeare no era de tal parecer. Recuerdo que al principio de una de sus obras teatrales hizo decir a Ricardo: Estoy decidido a demostrar que soy un villano. Oh, s! La Flecha Negra.Desea algn otro libro, seora?No, gracias, Albert. Me siento demasiado fatigada para continuar ya.Perfectamente. Debo comunicarle, seora, que el seor telefone para decir que se retrasara media hora.Bueno, no importa contest Tuppence.Esta se sent en un silln, abriendo La Flecha Negra y enfrascndose en la lectura del libro.Esto es maravilloso coment en voz alta. Como lo he olvidado en su casi totalidad, disfrutar lo mo leyndolo de nuevo. Hace aos me proporcion muchas emociones.Se hizo el silencio a su alrededor. Albert regres a la cocina. Tuppence fue recostndose en el silln. El tiempo fue pasando. Acurrucada en aquel silln, un tanto desvencijado, la esposa de Thomas Beresford buscaba gozos del pasado, aplicndose a la lectura de La Flecha Negra, de Robert Louis Stevenson.Albert sigui todo aquel tiempo ocupado en la cocina. Oy un coche que se aproximaba a la casa y sali por una puerta lateral.Quiere que deje el automvil en el garaje, seor?No repuso Tommy. Yo me encargar de eso. Supongo que estar usted ocupado con la cena. Me he retrasado mucho?Llega usted a la hora que dijo, aproximadamente. Un poco antes, quiz. Tras haber dejado el coche en el garaje, Tommy entr en la cocina frotndose las manos.Hace fro fuera. Dnde para Tuppence?La seora se encuentra arriba entre libros.Todava anda inspeccionando esos dichosos libros?S. Ha ordenado algunos ms hoy y se ha pasado la mayor parte del tiempo leyendo.Vlgame Dios! exclam Tommy. Bueno, Albert, qu tenemos hoy para cenar?Filetes de lenguado, seor. No tardarn en estar listos.Bien. Dispn de un cuarto de hora todava, Albert. Quiero asearme un poco antes.Arriba, Tuppence continuaba sentada en el silln medio desvencijado, leyendo La Flecha Negra. Haban aparecido unos pliegues en su frente. Acababa de dar con algo sumamente curioso: en una de aquellas pginas haban sido subrayadas algunas palabras. Tuppence se haba pasado los ltimos quince minutos estudiando aquel curioso fenmeno. No acertaba a ver la razn de aquel subrayado. No formaban los vocablos una secuencia completa; no se trataba de ninguna cita. Alguien haba querido aislar aquellas palabras de las dems subrayndolas con tinta roja. Ley una vez ms, en voz baja: Matcham no pudo reprimir un grito y mir a Jack, quien hizo un movimiento de sorpresa, escapndosele la ventana de las manos. Todos avanzaban a pie, con las espadas y dagas a punto. Ellis levant una mano. Le brillaban los ojos... Tuppence movi la cabeza, dudosa. Aquello careca de sentido.Se acerc a la mesa, donde haba unas cuantas hojas de papel, enviadas por la imprenta para que los Beresford escogieran el modelo que ms les gustara, a fin de confeccionar las cartas con membrete que llevaran su nueva direccin: Los Laureles.Qu nombre tan tonto! exclam Tuppence. Ahora, si andamos cambiando nombres a cada paso lo nico que podemos conseguir es que se extraven las cartas que nos dirijan.Se aplic a la tarea de copiar algunas letras. Fue entonces cuando se dio cuenta de una cosa que no haba advertido antes.Esto ya cambia consider Tuppence.

De repente, oy la voz de Tommy.Todava con eso? inquiri aqul La cena est lista, prcticamente. Cmo marchas con tus libros?Este lote me est dando trabajo contest Tuppence, mucho trabajo.Por qu?Aqu tienes La Flecha Negra, de Stevenson. Tuve el capricho de emprender su lectura de nuevo... Todo iba bien, hasta que de pronto me he encontrado con un montn de palabras subrayadas con tinta roja.Y qu tiene eso de particular? Muchas veces, mientras uno lee un libro, subraya palabras y frases que le han llamado la atencin. Son cosas que uno quiere recordar. En ocasiones, es una cita, un pensamiento atinado... Bueno, t me entiendes.Te entiendo, pero esto de que te hablo no tiene nada que ver con lo que t dices. Adems, se trata de letras, solamente.De letras? pregunt Tommy.Acrcate. Mira...Tommy se dej caer sobre uno de los brazos del silln, procediendo a leer el texto que tanto haba llamado la atencin a Tuppence.Esto no tiene sentido opin Tommy.Es lo que yo misma me dije al principio, pero la verdad es que s que lo tiene.Son el timbre en la planta baja.La cena est lista.No importa repuso Tuppence. Quiero explicarte esto antes de que nos sentemos a la mesa. Hablaremos de ello ms tarde, pero... Resulta algo extraordinario, realmente. Quiero que lo veas ahora mismo, Tommy.Est bien. Qu pasa, Tuppence? Has dado con alguna adivinanza?No, no es una de mis adivinanzas. Vers que en este papel he ido anotando unas letras... Fjate. La M de Matcham est subrayada, as como la a. A continuacin vienen otras letras. El autor de esto ha ido aislndolas sucesivamente. Despus tienes la r de reprimir, la y que une dos frases, la j de Jack la o de hizo, la primera r de sorpresa, la d de de, la primera a de avanzaban, la n y la o de levant, la m de mano...Ya est bien, Tuppence, por el amor de Dios!Espera, espera... Tengo que llegar hasta el final. Ahora hay que ir colocando esas letras sobre el papel, una tras otra, lo que he hecho con las primeras. Ah tienes: MARY. Estas cuatro letras estaban subrayadas.Qu has compuesto entonces?Un nombre: Mary.Muy bien. Aqu debi vivir alguien que se llamaba as. Una chiquilla dotada de bastante imaginacin. Supongo que se propondra hacer saber a todo el mundo que este libro era de su propiedad. La gente es muy aficionada a escribir sus nombres en las pginas de los libros y otras cosas.De acuerdo. Ya tenemos el nombre: Mary dijo Tuppence. Despus, si colocamos las letras que vienen a continuacin una tras otra tendremos una nueva palabra: Jordan.No ves? Mary Jordan. Muy natural. Ya conoces el nombre completo de la chica. Se llamaba Mary Jordan.Bueno, ocurre que este libro no era de su propiedad. Al principio, escrito con una letra infantil, se lee un nombre masculino: Alexander. Alexander Parkinson, creo.Tiene eso realmente alguna importancia?Desde luego que la tiene manifest con nfasis Tuppence.Vmonos, querida. Tengo hambre.Aguntala por unos instantes. Voy a leerte lo que viene despus. Las letras estn cogidas en varias pginas, conforme las necesitaba el autor de todo esto. Las letras es lo que interesa, no las palabras que las proporcionan. Veamos... Ya tenemos Mary Jordan... Juntemos las que vienen luego: no muri de muerte natural, es decir, Mary Jordan no muri de muerte natural. Qu te parece? Vamos con otras palabras, puesto que las hay hubo una pausa, aadiendo finalmente Tuppence: Ya estamos en lo ltimo: Fue uno de nosotros. Yo creo saber quin. Eso es todo. Ya no he podido localizar nada ms. Pero resulta muy intrigante, eh?Bueno, Tuppence dijo Tommy, espero que no vayas a inventarte ahora una historia fantstica acerca de esto.No te entiendo. Qu quieres decirme con esas palabras?Que no vayas a pensar que se trata de un misterio...Es un misterio realmente para m, claro afirm Tuppence. Mary Jordan no muri de muerte natural. Fue uno de nosotros. Yo creo saber quin. Oh, Tom! Tienes que reconocer que estamos ante un enigma de lo ms intrigante.

CAPITULO TRES

VISITA AL CEMENTERIO

Tuppence! llam Tommy al entrar en la casa.No recibi ninguna respuesta. Algo enojado, subi a la otra planta, recorriendo el pasillo. De pronto, introdujo un pie en un orificio que haba en el pavimento, lanzando una exclamacin de impaciencia.Otro descuido de nuestros electricistas!Varios das antes se haba enfrentado con el mismo problema. Los electricistas, muy optimistas a su llegada, haban iniciado sus trabajos desplegando una gran eficacia. Esto marcha bien ahora, dijeron. Pocas cosas quedan por hacer ya. Volveremos esta tarde. Pero por la tarde no haban regresado. Tommy no se sorprendi mucho. Se haba acostumbrado, poco a poco, a las normas de trabajo de los obreros de la construccin, de los del gremio de la electricidad, de los del gas y otros. Se presentaban haciendo gala de un gran inters, formulando unas cuantas observaciones saturadas de optimismo y se iban con el pretexto de que tenan que coger algo. Ya no volvan. Uno llamaba por telfono y salan los nmeros equivocados. Cuando no pasaba esto, sala la voz de un hombre que dedicaba sus actividades a otro menester distinto del que interesaba. Todo lo que se poda hacer era andar con sumo cuidado para no dislocarse un tobillo o fracturarse una pierna. Tommy senta ms miedo por Tuppence que por l. l tena ms experiencia que su esposa en todo. Pensaba que Tuppence estaba ms expuesta a una catstrofe, a producirse quemaduras trabajando en la cocina, a herirse con un cuchillo. Tuppence... Pero, dnde se encontraba en aquellos momentos? La llam de nuevo.Tuppence! Tuppence!Andaba preocupado con Tuppence. Tuppence era una de esas personas que suscitan inevitablemente preocupaciones. Siempre que sala de casa, Tommy le daba ciertas indicaciones y ella prometa obrar de acuerdo con ellas con la mxima exactitud. Bueno, ahora se habra ausentado para comprar mantequilla, por ejemplo. Nadie puede considerar eso peligroso para un ama de casa...Con que salgas de casa para comprar medio kilo de mantequilla ya te expones a ciertos peligros sealaba Tommy con delicadeza.Oh! exclamaba Tuppence. No seas estpido, Tommy, querido.No soy ningn estpido responda Tommy. Lo que pasa es que como esposo prudente, previsor, me gusta cuidar de aquello que entre lo mo considero lo mejor. No s por qu he de obrar as...Porque soy una mujer encantadora, bien parecida, porque soy una buena compaera y te cuido bien...Es posible. Ahora, yo podra darte una lista muy distinta, de muy diferente tipo.No creo que me agradara mucho eso. Me parece que has silenciado algunas quejas. Pero no te preocupes: todo se enmendar. Cada vez que vuelvas a casa no tendrs ms que llamarme. Ya vers cmo me encuentro siempre en ella.Y ahora, dnde se haba metido Tuppence?Debe de haber salido, decididamente dijo Tommy.Entr en la habitacin de la planta superior, donde la encontrara en ms de una ocasin antes. Estar repasando otro de sus libros de la infancia, pens. Andar haciendo cabalas sobre cualquier texto subrayado en rojo por un nio ocioso. Querr seguir el rastro misterioso de Mary Jordan... Mary Jordan: aquella criatura que no muriera de muerte natural. Tommy se qued pensativo. Los anteriores propietarios de la casa, los que se la haban vendido a ellos, se apellidaban Jones. Haban estado all poco tiempo, relativamente, tres o cuatro aos. No... El nio del libro de Robert Louis Stevenson, quedaba ms atrs en el tiempo. Bueno, el caso era que Tuppence no estaba en la habitacin. Ninguno de los libros que tena Tommy ahora a la vista daba la impresin de haber sido abierto, repasado, acaparando la atencin de Tuppence por unos momentos.Dnde diablos se habr metido esta mujer? dijo Tommy.Trasladse a la planta baja, llamando a su mujer una o dos veces. Nadie contest. Ech un vistazo a la percha del vestbulo. All no estaba el impermeable de Tuppence. Tena que pensar, pues, que haba salido. A dnde habra ido? Y dnde estaba Hannibal? Tommy llam ahora a Hannibal, introduciendo un cambio en la entonacin del nombre.Hannibal, Hannibal, Hannibal... Hanny! Aqu, Hannibal.Nada. Ni el menor rastro del perro.Hay que pensar por tanto, que se ha llevado a Hannibal, se dijo Tommy.No saba si era mejor o peor que Tuppence se hubiese hecho acompaar por Hannibal. Desde luego, Hannibal no permitira que le causaran el menor dao. Haba otra cuestin: era capaz Hannibal de hacer dao a otras personas? Mostrbase afectuoso cuando ellos se hacan acompaar por l en las visitas a sus amigos. Ahora bien, el perro recelaba, en cambio, de quienes iban a verlo, de quienes entraban all donde l se encontraba. Se le vea entonces dispuesto a todo, a ladrar, amenazador, y hasta a morder, si era necesario. Bueno, dnde pararan los dos, el perro y su duea?Tommy dio unos paseos por la calle, pero no pudo ver a lo lejos ningn perro negro de pequeo tamao acompaando a una seora de mediana talla, enfundada en un brillante impermeable rojo. Finalmente, bastante enfadado, entr de nuevo en la casa.Percibi entonces un agradable olor, que excit su apetito. Entr a buen paso en la cocina. Tuppence volvi la cabeza desde el hornillo, dedicndole una clida sonrisa.Te has retrasado mucho, querido dijo aqulla. Qu te parece lo que estoy haciendo? Huele bien, verdad? He introducido algunas sabrosas variaciones en esta casserole. Encontr unas hierbas en el jardn...A ver si lo que has metido ah es una planta de belladona o digital... Ya veremos, Tuppence. Dnde demonios te habas metido?Quise que Hannibal se expansionara un poco y dimos un paseo por ah.Hannibal hizo acto de presencia en la cocina en aquel preciso instante. Se abalanz sobre las piernas de Tommy, entusiasmado, estando a punto de arrojarlo al suelo. Hannibal era un perro pequeo, de negro pelaje, muy brillante, con graciosos mechones grisceos en el lomo y en la cabeza, a ambos lados de la misma. Era un terrier de Manchester, un pura sangre. Sola considerarse, efectivamente, muy por encima de los animales de su raza que iba encontrando en sus correras.Te he estado buscando por todas partes. Dnde estuviste? La verdad es que no hace muy buen tiempo.Cierto. Haba alguna niebla. Y... querrs creer que estoy cansada?A dnde fuiste? A alguna tienda de la vecindad, no?No. Hoy han cerrado los establecimientos. No... Estuve en el cementerio.Qu raro! Y qu buscabas t en el cementerio?Estuve estudiando algunas tumbas...Una lgubre ocupacin, ciertamente. Lo pas bien Hannibal?Bueno, me vi obligada a ponerle la correa. Alguien se asom en determinado momento por la puerta de la iglesia y me pareci, puesto que a Hannibal no le agrad evidentemente aquella persona, que lo mejor era impedir que manifestase su descontento... Acabamos de llegar aqu y no debemos indisponernos con la gente.Qu buscabas en el cementerio?Quise ver, sencillamente, qu clase de personas haban sido enterradas all. El cementerio en cuestin est lleno hasta los topes, Tommy. Tiene ya muchos aos. Fue inaugurado por el ao mil ochocientos y pico. Con el paso del tiempo, las fechas aparecen un tanto borrosas en las lpidas.Todava no acierto a comprender el porqu de tu visita al cementerio.Llevaba a cabo una investigacin.Una investigacin?S. Quise ver si haba all enterrada alguna persona apellidada Jordan.Santo Dios! exclam Tommy. Todava piensas en eso?Veamos. Mary Jordan muri, no? Nosotros sabemos que muri. Lo sabemos porque tenemos un libro en el que se afirma que falleci y no de muerte natural. Ahora bien, tiene que estar enterrada en alguna parte, no?Indudablemente replic Tommy. Pudo haber sido enterrada en este jardn tambin.No lo creo probable dijo Tuppence. Yo pienso que la nica persona que estaba al tanto de las circunstancias de la muerte de Mary Jordan era ese chico o chica que subray las letras del libro... Bueno, tena que tratarse de un chico, ya que su nombre era Alexander... l se tendra por muy inteligente. Los dems no saban nada, seguramente. La persona llamada Mary Jordan muri, fue enterrada y nadie...Nadie dijo que hubiera habido algo extrao en su muerte apunt Tommy.Nadie, en efecto, afirm que haba sido envenenada, golpeada en la cabeza, arrojada por un precipicio o atropellada por un coche... Oh! Puedo pensar en otros muchos medios susceptibles de ser utilizados para acabar con una persona.Claro que puedes corrobor Tommy. Lo bueno que tienes t, Tuppence, es que te hallas en posesin de un corazn muy sensible. Nunca recurrirs a uno de ellos slo para pasar el rato.El caso es que no localic a ninguna Mary Jordan en el cementerio. No figuraba en ninguna tumba tal apellido.Me imagino que sufriras una gran desilusin contest Tommy. Eso que tienes en el fuego, est listo ya? Es que estoy hambriento. Oye, huele muy bien.Se encuentra totalmente a point, querido manifest Tuppence. En cuanto termines de asearte, a la mesa!

CAPTULO CUATRO

MUCHOS PARKINSON

He visto muchos Parkinson dijo Tuppence mientras coman. De hace muchos aos, pero en gran cantidad: viejos, jvenes, solteros y casados. Ese cementerio est rebosante de Parkinson... Hay tambin otros apellidos: Cape, Griffin, Underwood, Overwood... No te parece curioso?Yo tena un amigo que se llamaba George Underwood notific Tommy a su esposa.S. Yo he conocido a muchos Underwood tambin. En cambio, desconoca el apellido Overwood.Hablas de un hombre o de una mujer? inquiri Tommy, ligeramente excitada su curiosidad.Creo que se trataba de una joven. Se llamaba Rose Overwood.Rose Overwood repiti Tommy, como si quisiera escuchar el sonido de las dos palabras. Aqu no hay nada que encaje coment. Despus de comer tengo que telefonear a esos electricistas. Ten cuidado, Tuppence... Andando por la casa te expones a cada paso a caerte en alguna trampa dejada por ellos.Siendo as, acabar mis das de muerte natural... Aqu sera natural, nicamente, la consecuencia.Una muerte por curiosidad sentenci Tommy. La curiosidad mat al gato.No eres t curioso, en absoluto? pregunt Tuppence a su marido.No veo aqu ningn motivo de curiosidad. Qu hay de postre?Este budn.Sabes, Tuppence, que la comida me ha parecido deliciosa?Me alegro de que te haya gustado.Oye, qu contiene ese paquete que he visto en la puerta trasera? Se trata del vino que pedimos?No. Son bulbos.Ah! Bulbos...Bulbos de tulipanes explic Tuppence. He de ir a hablar de ellos con el viejo Isaac.Dnde piensas plantarlos?En el centro del jardn, seguramente.Pobre viejo! Da la impresin de que de un momento a otro se va a derrumbar, muerto, cuando menos te lo esperes.No hay nada de eso opin Tuppence. El viejo Isaac es muy duro. Sabes? He descubierto que los jardineros suelen ser todos as. Los que son muy buenos parecen estar en la flor de su vida cuando cumplen los ochenta aos, pero si te haces de un hombre de treinta y cinco, fuerte, rudo, que dice: Siempre dese trabajar en el oficio, ten por seguro que no sabe mucho acerca de ste. Slo sirve para quitar unas hojas de aqu de all, de tarde en tarde, y cuando les hablas de realizar algn trabajo te contestan invariablemente que no es la poca adecuada del ao, y como una ignora cundo es el instante apropiado, siempre salen ganando. Ahora, Isaac es maravilloso. Lo sabe casi todo Tuppence aadi: Seguramente, dispondr de semillas. No s si estarn en el paquete tambin. Ya lo ver... Hoy tiene que venir por casa y me explicar lo que haya.De acuerdo contest Tommy. Luego, me reunir con vosotros.Tuppence e Isaac sostuvieron una grata conversacin. Los bulbos fueron examinados. Discutieron sobre las medidas ms convenientes a adoptar. Primeramente, se ocuparon de los tulipanes primerizos, que se mostraran en todo su esplendor hacia fines de febrero; los otros constituiran el adorno principal del jardn en el mes de mayo y durante los primeros das de junio. Tuppence eligi el sitio del jardn atendiendo a su color. Algunos de ellos quedaran junto a la puerta para suscitar la envidia de los visitantes y vecinos. Tenan que recrearse en su contemplacin hasta los abastecedores de la casa, los hombres que entregaban peridicamente la carne, la leche, el pan...A las cuatro, Tuppence prepar un t excelente en la cocina, llen un menudo recipiente de terrones de azcar, colocando a su lado una jarrita de leche. Luego, llam al viejo Isaac, para obsequiarlo antes de que se fuera. Seguidamente, Tuppence march en busca de Tommy.Se habr quedado dormido en alguna parte, pens mientras iba de una habitacin a otra. De pronto, descubri una cabeza en las inmediaciones del orificio abierto en el descansillo. Oh! Aquella siniestra abertura...No hay novedad ya, seora dijo el electricista. Esto no constituir ya una preocupacin para ustedes. Todo va a quedar en orden.Aadi el hombre que a la maana siguiente empezara a trabajar en otra parte de la casa.Espero que no deje de venir maana contest Tuppence, aadiendo. Ha visto usted al seor Beresford por alguna parte?Su esposo? Est arriba, seora. Deben de habrsele escapado de las manos algunas cosas pesadas, a juzgar por los ruidos que he odo. Me imagino que sern libros...Libros! exclam Tuppence. Quin poda imaginrselo?El electricista se perdi por el pasillo y Tuppence subi al tico, convertido ahora en biblioteca complementaria, que albergaba los libros infantiles.Tommy tena a su alrededor unos cuantos volmenes y en la estantera veanse algunos huecos.De manera que ests aqu, despus de haber fingido que esto no te inspiraba el menor inters... Veo que has estado examinando un montn de libros, desordenando los que yo haba clasificado con tanto trabajo.Lo siento, querida contest Tommy. Pens que no estaba de ms que yo les echase tambin un vistazo.Encontraste algn otro volumen que tuviera el texto subrayado en rojo?No.Qu fastidio!Me figuro que eso debi de ser obra de Alexander, de Alexander Parkinson...Cierto. Se tratara de uno de los Parkinson, de los muchos Parkinson.Sera un chico ocioso, aunque hacer ese subrayado se llevaba su tiempo. No he conseguido localizar ms informacin referente a Jordan anunci Tommy.Hice algunas preguntas al viejo Isaac. Conoce a mucha gente de por aqu. Me ha dicho que no se acuerda de ninguna persona apellidada Jordan.Qu piensas hacer con la lmpara de bronce que est delante de la puerta de la entrada? inquiri Tommy.Pienso destinarla a la Venta del Elefante Blanco.Por qu?No s... Siempre me ha disgustado esa lmpara. La compramos en el extranjero, no?En efecto. Debamos de estar locos. Nunca te agrad. Me has dicho ms de una vez, ahora que recuerdo, que la odiabas. Bueno, de acuerdo. La lmpara en cuestin es tremendamente pesada, eh?La seorita Sanderson se sinti muy complacida cuando le dije que podan disponer de ella. Se ofreci para venir a recogerla, pero le comuniqu que se la llevaramos en el coche.Yo me encargo de eso, si quieres.No. Ya lo har yo.Conforme, pero ser mejor que te ayude.Es igual. Ya encontrar a alguien que me eche una mano para bajarla del coche.T sola, desde luego, no podrs. Procura no hacer esfuerzos innecesarios, Tuppence.Seguir tu consejo, no te preocupes.Tendrs alguna razn para querer ir por all, eh?Pues s repuso Tuppence. Me figuro que tendr ocasin de hablar con algunos de nuestros actuales vecinos.Nunca consigo descubrir qu es lo que pretendes, en determinadas situaciones. Me consta ahora, sin embargo, que llevas algo entre manos.T llvate a Hannibal, para que d un paseo por ah propuso Tuppence. Yo no puedo llevrmelo a la Venta del Elefante. Podra reir con algn otro perro...Est bien. Te apetece dar un paseo, Hannibal?Hannibal, como era habitual en l, hizo un gesto afirmativo. Sus gestos afirmativos y negativos resultaban siempre inconfundibles. Movi el cuerpo, agit el rabo, levant una pata y frot su cabeza fuertemente contra la pierna de Tommy.Perfectamente, pareci querer decir. T ests aqu para eso, mi querido esclavo. Daremos un agradable paseo por la calle. Disfrutar de muchos olores, supongo.Vmonos dijo Tommy. Me llevar la correa, por si acaso. Y que no se te ocurra cruzar la calzada como hiciste la ltima vez. Uno de esos largos vehculos de nuestros das estuvo a punto de poner fin a tu vida.Hannibal mir atentamente a su amo, como intentando decirle: Yo he sido siempre un perro muy bueno, que hace en todo momento lo que le indican los suyos. En tal declaracin haba mucho de falso, pero la verdad era que Hannibal consegua engaar frecuentemente a quienes convivan ms con l.Tommy acomod en el coche la lmpara, comentando de nuevo su exagerado peso. Tuppence se coloc tras el volante, abandonando el jardn. Cuando el automvil hubo doblado la esquina, Tommy enganch la correa al collar del perro y los dos empezaron a bajar por la calle. Despus, aqul decidi seguir por el lado de la iglesia y como el trfico era escaso por aquella parte solt la correa, gesto que Hannibal agradeci con un gruido, dedicndose seguidamente a olfatear unas matas situadas al pie de un muro. De haber posedo la facultad de hablar, habra dicho: Delicioso. Muy agradable. Por aqu ha pasado un gran perro. Debe de ser ese bestial alsaciano. Un gruido ms bajo. No me gustan los alsacianos. Si vuelvo a ver al que me mordi, hoy lo dejar sealado. Ah! Delicioso, delicioso, verdaderamente! Esta perrita es otra cosa... S, s. Me gustara conocerla. Vivir muy lejos de aqu? A ver si sale de esa casa. Vivira ah?Aprtate de esa puerta, Hannibal orden Tommy. No debes intentar entrar en una casa que no es la tuya, estamos?

Hannibal fingi, con mucha astucia, no haber odo a su amo.Hannibal!El perro redobl su velocidad, girando al llegar a una esquina hacia la entrada de la cocina.Hannibal! Es que no me oyes?Que si te oigo, amo?, deba de estar preguntando Hannibal. Me ests llamando? Oh, s! Desde luego que s.Dentro de la cocina ladr un perro. Hannibal sali escapado de all, yendo en busca de Tommy. Luego, empez a avanzar tras l.Eres un buen chico coment Tommy.Soy un buen chico, verdad? Cuando me necesites para defenderte, aqu me tienes, a tu alcance en todo momento.Haban llegado a la altura del cementerio de la iglesia, pasando ante la puerta del mismo. Hannibal posea la facultad de reducir su tamao a voluntad, encogindose, afilndose. Por tal motivo, pudo colarse entre dos tablas fcilmente.Ven aqu, Hannibal! grit Tommy. Ah no debes entrar.La contestacin de Hannibal a estas palabras, de haber podido formular alguna, hubiera sido Estoy ya dentro del cementerio, amo. El animal empez a trotar por entre las tumbas con el aire de un perro que anduviera suelto por un jardn singularmente agradable.Eres un perro odioso, a veces! exclam Tommy.ste abri la puerta del recinto, yendo en busca de Hannibal con la correa en la mano. Hannibal se haba situado ahora en el extremo opuesto a aquel lugar. Abrigaba la intencin ya de adentrarse en la iglesia, cuya puerta se hallaba entreabierta. Tommy lleg junto a l a tiempo y entonces sujet la correa a su collar. Hannibal levant la vista, dando a entender que esperaba aquella reaccin de su amo. Otra vez con la correa puesta, eh? S, claro... Ya s que esto es un detalle de prestigio. As es como demuestra mi amo que soy un perro de valor. Movi el rabo alegremente. Como all no haba nadie que se opusiera a que Hannibal paseara por el pequeo cementerio llevado por su dueo, Tommy se dedic a vagar de un rincn a otro, comprobando inconscientemente, quiz, las pesquisas llevadas a cabo por Tuppence con anterioridad.Estudi un momento una piedra que quedaba en las inmediaciones de una puerta lateral que tambin permita el acceso a la iglesia. Calcul que era uno de los ms viejos entre todos los que all haba. Las fechas de la mayora de ellos correspondan al siglo XIX. Finalmente, Tommy se fij detenidamente en el que acaparara su atencin al principio.Es raro murmur. Sorprendentemente extrao.Hannibal volvi a levantar la cabeza. No comprenda el significado de aquellas palabras en boca de su amo. Nada vio en la lpida que tenan delante capaz de despertar el inters de un perro. Acomodndose sobre sus cuartos traseros, mir a su dueo inquisitivamente.

CAPTULO CINCO

LA VENTA DEL ELEFANTE BLANCO

Tuppence se sinti agradablemente sorprendida al ver que la lmpara que ella y Tommy miraban ahora con tanta repulsin era cogida con gran entusiasmo.Ha sido usted muy amable, seora Beresford, al traernos una pieza tan buena como sta. Es muy original y bonita. Supongo que debieron adquirirla en el extranjero, en el curso de uno de sus viajes.Es verdad. La compramos en Egipto contest Tuppence.Haban pasado ocho o diez aos desde entonces, por cuyo motivo Tuppence no estaba muy segura en lo tocante al lugar en que hicieron aquella adquisicin. Pens que poda haber sido en Damasco y que tambin caba la posibilidad de que procediera de Bagdad o de Tehern. Pero como ahora se hablaba en los peridicos todos los das de Egipto, decir que haba sido trada de all le daba ms inters a la lmpara. Por aadidura, recordaba algo de la artesana egipcia. Si proceda de otro pas, realmente, caba encajarla en un perodo dentro del cual los artistas locales trabajaban inspirndose en los egipcios.Lo cierto es que nos ha parecido demasiado grande para nuestra casa, de manera que cre conveniente...Por supuesto, la lmpara entrar en nuestra rifa y estoy convencida de que va a animarla mucho manifest la seorita Little.La seorita Little era la encargada de todo aquello, aunque no hubiese mediado un nombramiento oficial, expreso. Su apodo local era La bomba de la parroquia, por el hecho de hallarse siempre perfectamente informada de todo lo que suceda por los alrededores. Este apodo, sin embargo, induca a errores interpretativos. Era una mujer grande, de amplias proporciones. Su nombre de pila era Dorothy, pero todo el mundo la llamaba Dotty.Me imagino que asistir usted a la venta, seora Beresford.

Tuppence le dio todo gnero de seguridades en aquel aspecto.Es ms remach aguardo con impaciencia a que empiece la venta, para ver qu tal sale todo...Con personas tan generosas como usted no tiene ms remedio que salirnos bien la operacin.Medi en la conversacin la seorita Price-Ridley, una mujer de facciones angulares, que daba la impresin de tener algunos dientes ms aparte de los normales.Nuestro prroco se va a sentir muy complacido.Tuppence cogi un recipiente, mostrndoselo a sus nuevas amigas.Esto es de cartnpiedra, no? inquin.Pues s. Cree usted que habr algn comprador para tal objeto?Yo misma pienso comprarlo cuando aparezca por aqu maana anunci Tuppence.Es que en la actualidad estas cosas suelen hacerlas en plstico y quedan mejor.A m no me gusta el plstico declar Tuppence. sta es una pieza clsica, como se han hecho siempre estos tiles. No hay miedo de que se rompan los objetos de porcelana que sean acomodados en ella. Oh! Aqu tenemos tambin un abrelatas de modelo antiguo: la tpica cabeza de toro que no se encuentra por ninguna parte en nuestros das.Bueno, hay que trabajar mucho en esto. No cree usted que resultan mejor los aparatos elctricos que se venden ahora en los comercios?Durante unos minutos ms, la conversacin de las tres mujeres discurri por aquellos cauces. Luego, Tuppence pregunt a sus amigas si poda ocuparse en algo para ayudarlas.Yo creo, seora Beresford, que podra arreglar el estante de las antigedades. Estoy segura de que tiene usted cierto sentido artstico.Creo que se equivoca usted contest Tuppence, pero s que me agradara encargarme de ese trabajo. Si no le gusta lo que est haciendo, dgamelo con toda franqueza.Le agradecemos muy de veras su colaboracin. Nos alegramos mucho de haberla conocido. Supongo que ya estar instalada en su casa...Debiramos estar instalados explic Tuppence, pero todava tendr que pasar algn tiempo, por lo que veo, para que eso sea un hecho. Es muy difcil entenderse con electricistas, carpinteros y dems gente. Se pasan el tiempo yendo y viniendo... Bueno, hacer que vuelvan es el problema ms grave.Surgi una pequea disputa, siempre dentro de las normas ms corteses.Yo creo que con quien se entiende una peor es con los obreros del servicio de gas declar la seorita Little, con firmeza. Ver usted... stos tienen que venir desde Lower Stamford. En cambio, los electricistas los tiene usted cerca, en Wellbank.Lleg en aquel momento el prroco, pronunciando unas amables palabras de nimo para las presentes. Tambin expres su complacencia por contar con la ayuda de la nueva feligresa, la seora Beresford.Sabemos todo cuanto hay que saber acerca de usted dijo el hombre. S, en efecto. Tenemos tambin referencias de su esposo. Estuve presente en la conversacin de la que ustedes dos eran el tema principal. Su vida est saturada de cosas interesantes. Pienso en los acontecimientos de la ltima guerra. Llevaron ustedes a cabo cosas maravillosas.Oh! Cuntenos algo, seor prroco dijo una de las damas, apartndose del estante en que haba estado alineando en los ltimos minutos una serie de latas de conserva.Se me exigi reserva y he de hacer honor a mis promesas contest el prroco. Me parece que ayer la vi paseando por el cementerio, seora Beresford.S, estuve por all manifest Tuppence. Ech un vistazo al templo. Ya he visto que tiene usted unas vidrieras preciosas.Es verdad. Sabe usted que datan del siglo XIV? Bien. Me refiero a laque da al pasillo del norte. Las restantes, en su mayor parte, son de la poca victoriana.Pues s, di unas vueltas por el cementerio y comprob que hay muchos Parkinson enterrados all puntualiz Tuppence.S, desde luego. Siempre hubo numerosos Parkinson en este lugar, aunque yo no me acuerdo ahora de que llegara a conocer a ninguna persona de tal apellido. Usted, seora, no estar en el mismo caso que yo...

La seora Lupton, una mujer ya muy entrada en aos, que se apoyaba en dos bastones, hizo un gesto de complacencia.Yo me acuerdo de cuando viva la seora Parkinson... Saben ustedes a quin me refiero? A la seora Parkinson que viva en la casa solariega. Aquella anciana era una mujer maravillosa y una verdadera dama.Vi otros apellidos en aquellas tumbas sigui diciendo Tuppence: los Somers, los Chatterton...Oh! Ya veo que se ha familiarizado rpidamente con nuestra geografa humana del pasado.Me parece haber odo hablar tambin de los Jordan, de una tal Annieo Mary Jordan...

Tuppence mir a su alrededor, inquisitiva. El apellido Jordan no suscit el menor inters en sus oyentes, por lo que pudo apreciar.Creo recordar que en una de estas casas, en la casa de la seora Blackwell, me parece, hubo una cocinera apellidada Jordan. Susan Jordan, se llamaba, si la memoria no me es infiel. No dur ms de seis meses en aquel hogar. Era una muchacha que dejaba bastante que desear en muchos aspectos.Hace mucho tiempo de eso?No, qu va! Ocho o diez aos, tal vez. No, no har ms.Hay algn Parkinson actualmente aqu?No. Todos se fueron. Uno de ellos contrajo matrimonio con una prima, yndose a vivir a Kenya, me parece.Tuppence se esforz por trabar conversacin con la seora Lupton, de quien saba que estaba relacionada con el cuadro directivo del hospital infantil de la localidad.Les interesan a ustedes unas colecciones de libros para nios? le pregunt. Dispongo de bastantes, todos ellos de ediciones antiguas. Me entraron en un lote especial, cuando nos quedamos con algunos de los muebles de nuestra casa que fueron subastados.Es usted muy amable, seora Beresford. Por supuesto, nosotras disponemos de algunos ya, muy buenos, que nos cedi uno de nuestros favorecedores. Son ediciones especiales, recientes. Siempre me ha dado pena obligar a los chicos a leer esos volmenes anticuados, de formatos incmodos.Usted cree? contest Tuppence. A m siempre me han gustado los libros que tuve de pequea. Algunos procedan de mi abuela, de cuando era nia. Me parece que a sos les tena todava ms cario. Siempre me acordar de mis lecturas de La isla del tesoro, de La granja de los cuatro vientos, de la seora Molesworth, y de algunas obras de Stanley Weyman.

Tuppence ech un vistazo en torno a ella... Despus, dndose por vencida, consult su reloj de pulsera, lanz una exclamacin para hacer ver lo tarde que se le haba hecho y se despidi de la seorita Little y sus colaboradoras.Tuppence encerr el coche en el garaje, dirigindose a la entrada principal de la casa. Albert sali por una puerta procedente de atrs, saludndola con una leve reverencia.Quiere que le sirva el t, seora? Supongo que se sentir fatigada.Pues no, Albert respondi Tuppence. He tomado ya el t. Me sirvieron el mismo en el Instituto. Acompaado de un buen pastel, por cierto. Sin embargo, los bollos dejaban bastante que desear.Cuesta trabajo sacarlos bien opin Albert. Son casi tan difciles como los pastelillos que haca Amy.Me acuerdo muy bien de ellos. Eran inimitables.Albert haba perdido a su esposa, Amy, unos aos atrs. Secretamente, Tuppence pensaba que lo que Amy haba hecho siempre a la perfeccin eran las tartas.Tena un punto muy particular, desde luego. Yo creo que se nace con ciertos dones para hacer ciertas cosas, seora.Dnde para el seor Beresford? Ha salido?No. Se encuentra arriba, en la habitacin que usted sabe. Me refiero a esa especie de pequea biblioteca...Qu est haciendo all? pregunt Tuppence, ligeramente sorprendida.Viendo libros, creo. Debe de estar ordenndolos, me figuro, dndoles los ltimos toques a las estanteras.Me extraa confes Tuppence. Ha mirado con bastante desdn esos volmenes, desde el principio.Bueno, hay muchos caballeros que piensan como l que gustan de los libros trascendentes de ms enjundia, de tipo cientfico, por ejemplo.Subir por ah un momento. Dnde est Hannibal?Creo que con el seor.En aquel instante, sin embargo, se present el perro. Primeramente, ladr con furia, como corresponde a un perro guardin que se precie de su papel. A continuacin, al ver que la persona recin llegada no se haba presentado en la casa para robar las cucharas de plata u otra cosa de valor, al advertir que se trataba de su querida duea, cambi radicalmente de actitud. Baj los ltimos peldaos de la escalera serpenteando, con la lengua fuera y moviendo el rabo constantemente.Ah! Te alegras de ver a mam, eh? dijo Tuppence.

Hannibal contest que se senta muy complacido. Salt sobre sus piernas con tal mpetu que estuvo a punto de derribarla.Quieto, querido, quieto. Supongo que no querrs matarme, verdad?

Hannibal quiso hacerle ver que lo nico que deseaba era comrsela, debido a que la quera mucho.Dnde est pap? Se encuentra arriba?Hannibal comprendi. Subi corriendo un par de peldaos, volviendo la cabeza para ver si ella lo segua.Tuppence se encontr a su esposo ante una estantera sacando y poniendo libros alternativamente en ella.Qu haces, Tommy? Yo me figur que habas salido a dar un paseo con Hannibal...Fuimos a dar un paseo, efectivamente. Estuvimos en el cementerio.Y cmo se te ocurri llevar a Hannibal a ese lugar? Seguro que a nadie le agrada ver perros por all.Lo llevaba de la correa explic Tommy. Por otra parte, fue l quien me condujo all. Al parecer, le gustaba el sitio.Ya sabes como es Hannibal dijo Tuppence. Es un perro muy aferrado a la rutina. Si adquiere la costumbre de visitar el cementerio nos va a costar trabajo apartarlo de l.Querrs decir obstinado.Hannibal volvi la cabeza, restregando la misma con la pierna de su duea.Te est diciendo que es muy inteligente. Ms inteligente de lo que nosotros creemos.Qu quieres darme a entender con eso?Lo has pasado bien? pregunt Tommy, cambiando de tema.Bueno, tanto como pasarlo bien... He estado hablando con unas personas que se mostraron muy amables conmigo y creo que pronto ser una feligresa ms de la parroquia. Al principio, en estos intentos de acercamiento a los dems, debes desplegar cierto tacto. No sabes quin es quin... Ahora todo el mundo viste igual y las diferencias entre las personas no pueden ser determinadas de buenas a primeras. De momento, slo se ven caras bonitas y caras feas. Lo otro viene despus.He querido decirte que Hannibal y yo somos dos seres muy inteligentes afirm Tommy.Antes te has referido nicamente al perro.Tommy alarg una mano, sacando un libro del estante ms prximo.Secuestrado seal. Oh, s! Otro libro de Robert Louis Stevenson. Aqu debi de haber alguien que senta una extraordinaria aficin por las obras de Robert Louis Stevenson. La Flecha Negra, Secuestrado, Catriona... Todava hay otros dos libros. Lo ms seguro es que Alexander Parkinson tuviera una abuela o una ta generosa que se los regalara.Bueno, y qu? inquiri Tuppence.Que he dado con su tumba repuso Tommy.Que has dado... con qu?En realidad, fue Hannibal. Est en un rincn del cementerio, cerca de una de las puertas laterales del templo. Me imagino que es la que corresponde a la sacrista. La lpida est con las letras un poco borrosas, pero se puede leer el nombre. Contaba catorce aos cuando muri. Alexander Richard Parkinson. Hannibal andaba husmeando por all. Logr descifrar la inscripcin...Catorce aos consider Tuppence. Pobre chico!S, es muy triste. Adems...T ests pensando en algo. A ver, Tommy... Qu es?Estuve reflexionando. Supongo, Tuppence, que me has contagiado tu curiosidad. Es lo que sucede siempre. Cuando llevas algo entre manos no te lo reservas, sino que acabas por conseguir que quienes estn a t alrededor concentren su atencin en lo mismo.No acabo de entender, Tommy, querido.Me pregunt si no nos hallbamos ante la clsica causa y su efecto.Explcate, hombre!Vers... Alexander Parkinson, laboriosamente, compuso una especie de cdigo y un mensaje. Me imagino que se entretendra lo suyo con ello. Mary Jordan no muri de muerte natural. Supongamos que eso era cierto. Imaginemos que, efectivamente, Mary Jordan, quienquiera que fuese, no falleci de muerte natural... Bueno, no lo ves? Lo que tena que venir luego era la muerte de Alexander Parkinson...Quieres decir que... T piensas que...Hay que reflexionar... Me empez a extraar una cosa. Un chico de catorce aos. No se alude all a la causa de la muerte. Supongo que, comnmente, esto no figura en las lpidas sepulcrales. Haba solamente una frase: Slo ante Tu presencia se experimenta el pleno gozo. Algo por el estilo, al menos. Pero es que todo pudo ser debido a que saba algo que entraaba un peligro para otra persona. Y, claro, muri...Quieres decir que fue asesinado? Me parece que ests dejando volar tu imaginacin opin Tuppence.Bueno, t fuiste quien lo empez todo, haciendo cabalas, fantaseando... Es lo mismo.Supongo que continuaremos por ese camino, pero que no llegaremos a nada concreto, ya que todo ocurri hace aos y aos. Tuppence y Tommy se miraron.Eso fue alrededor de la poca en que andbamos ocupados con las investigaciones del caso Jane Finn declar l.Los dos volvieron a mirarse. Ambos pensaban en el pasado...

CAPTULO SEIS

PROBLEMAS

Cuando se piensa en una mudanza, lo normal es que, por anticipado, se prevea una operacin agradable, hasta cierto punto. Esto, despus, no se acomoda a la realidad, generalmente.Hay que iniciar una serie de relaciones enojosas con electricistas, albailes, carpinteros, pintores, empapeladores, suministradores de frigorficos, cocinas de gas, tapiceros; hay que entenderse con los instaladores de las cortinas, con los abastecedores de linleo, si procede, con los vendedores de alfombras... Todos los das hay una tarea que realizar; es preciso atender de cuatro a doce llamadas a la puerta: son visitas largo tiempo esperadas y tambin imprevisibles.Pero haba momentos de optimismo, en los que Tuppence anunciaba el fin de sus actividades en determinado sector.Creo que ahora nuestra cocina est lista. Ocurre, sin embargo, que no he podido dar todava con el recipiente ms adecuado para guardar la harina declar Tuppence.Tiene ese detalle mucha importancia? pregunt Tommy.Pues s que la tiene. T compras harina y te la despachan en bolsas de papel. No me parece una envoltura adecuada para su almacenaje. De vez en cuando, Tuppence formulaba otras sugerencias.Los Laureles. Qu nombre ms tonto para una casa, no te parece? No s por qu fue bautizada esta casa con l. Los Laureles. No he visto laureles por ninguna parte aqu. Podan haberla llamado Los Pltanos Silvestres. Los pltanos silvestres son muy bellos puntualiz la esposa de Tommy.Antes de llamarse Los Laureles tuvo el nombre de Long Scofield, segn me han dicho declar Tommy.Ese nombre tampoco me dice nada indic Tuppence.Quines vivan aqu entonces?Creo que eran los Waddington.Se siente una confusa... Primero, los Waddington y luego los Jones, la familia que nos la vendi... Antes, fueron los Blackmore, no? Y en alguna ocasin, supongo, los Parkinson. Muchos Parkinson... Siempre voy a parar a ellos.Por qu?Me imagino que es porque ando siempre haciendo preguntas a diestro y siniestro contest Tuppence. Y es que pienso que si lograra averiguar algo sobre los Parkinson, podramos tambin dar un paso adelante en... en nuestro problema.El problema de Mary Jordan, no?No, exactamente. Tenemos el problema de los Parkinson y el problema de Mary Jordan. Tiene que haber un puado de problemas ms. Mary Jordan no muri de muerte natural... Y el siguiente mensaje era: Fue uno de nosotros. A quin se refera? A un miembro de la familia Parkinson? A una persona, cualquiera, que viva por aquellos das en la casa? Supongamos que hubiera habido de dos a tres Parkinson, y algn otro Parkinson mayor, gente con nombres distintos, pero que estuviera enlazada por el parentesco con los dueos de la vivienda: una ta, una sobrina, un sobrino... Con la familia convivira tambin, quizs, una doncella y una cocinera, y tal vez una ama de llaves... Y por qu no pensar en una chica au pair? Uno de nosotros se refiere a los integrantes de un hogar. Antes haba en las casas ms gente que ahora. Bien. Mary Jordan pudo ser una doncella, una sirvienta, la cocinera, incluso. Y por qu haba de haber alguien deseoso de que muriera? Por qu haban de atentar contra su vida?... Ah! Pasado maana voy a participar en otro caf colectivo, Tommy.ltimamente, Tuppence, sientes mucha inclinacin por ese tipo de reuniones.Es una manera como otra cualquiera de trabar relacin con los vecinos y otras personas que tambin viven por aqu. Despus de todo, no es tan grande la poblacin. Y todos estn hablando siempre de sus tos y tas mayores, de la gente que conocen. Probar suerte, para empezar, con la seora Griffin, evidentemente un gran personaje de la vecindad. Yo dira que est habituada a llevarlo todo con mano de hierro. Manda en el prroco, en el mdico, en su enfermera. No se le escapa nadie.La enfermera te ser til, seguramente.No creo. Muri... Bueno, me refiero a la que trabajaba aqu en la poca de los Parkinson. sta de ahora lleva poco tiempo en el poblado. Vive completamente desentendida de l. A m me parece que no ha conocido a un solo Parkinson, ni de odas.Tommy replic, fatigado:No sabes lo que dara porque nos olvidramos por completo de los Parkinson, querida.A causa de que as no tendramos ningn problema, verdad?Tuppence! Ya estamos otra vez con los problemas dichosos.Pensaba en Beatriz explic Tuppence.Qu pasa con Beatriz?Beatriz fue la introductora de los problemas... Bueno, fue ms bien Elizabeth. Te hablo de la asistenta que tuvimos antes de que se presentara Beatriz. Me buscaba con frecuencia para decirme: Seora: podra hablar con usted unos minutos? Ver... Es que tengo un problema. Luego, comenz a venir Beatriz los jueves y debi de coger el mismo hbito. Ella tambin tiene sus problemas. Es una forma de expresarse. Todo queda agrupado bajo el nombre comn de problema.Ya, ya. Admitmoslo as. T tienes un problema... Yo tengo un problema... Los dos tenemos problemas.

Tommy suspir, saliendo de la estancia. Tuppence descendi por la escalera lentamente, moviendo la cabeza.Hannibal fue a su encuentro, subiendo unos peldaos, gozoso, meneando el rabo. Aguardaba algn favor especial.No, Hannibal dijo Tuppence. Ya diste un buen paseo.

Hannibal insisti, queriendo hacerle ver que estaba en un error, que no haba habido tal paseo.Entre todos los perros que he conocido no vi jams uno tan embustero como t declar Tuppence. Has dado ya tu paseo de todas las maanas con pap.

Hannibal realiz un segundo intento, que consista en adoptar diversas posturas caninas para poner de relieve que cualquier perro poda disfrutar lo suyo con un segundo paseo siempre que sus amos estuviesen dispuestos a entender la cosa as. Desilusionado ante la inutilidad de sus esfuerzos, baj corriendo la escalera, fingiendo ir a morder a una chica de enmaraados cabellos que andaba ocupada con una aspiradora. Le disgustaba sta y se opuso a que Tuppence sostuviese una conversacin demasiado larga con Beatriz.Oh! No permita usted que me muerda, seora dijo la muchacha.No la morder contest Tuppence. Esto que hace no es ms que una comedia.Pues yo creo que el da menos pensado va a hincarme los dientes en una de mis piernas. A propsito, seora... Podra hablar con usted un momento?Ah! Es que...?Ver usted, seora... Tengo un problema.Me lo figur manifest Tuppence. De qu tipo de problema se trata? Oh! Ahora que me acuerdo... Usted ha conocido aqu alguna familia con el apellido Jordan?Jordan? En realidad, no s... Desde luego, estaban los Johnson. Tambin hubo un polica apellidado as. Y un cartero George Johnson. Era amigo mo.

Beatriz dej or una risita.Nunca oy usted hablar de una tal Mary Jordan?

Beatriz, desconcertada, movi la cabeza, denegando. En seguida, volvi al asalto.Le hablo del problema, seora?Oh, s! Hbleme de su problema.Espero no causarle ninguna molestia al hacerle esta consulta, seora, pero es que he quedado en una difcil situacin y no me gusta...Por qu no prueba a decrmelo rpidamente? inquiri Tuppence. Tengo que asistir a una reunin.S, s. A la de la seora Barber, no?Cierto. Bueno, cul es su problema?Quera hablarle de un abrigo, de un abrigo precioso, la verdad. Estaba expuesto en Simmonds. Entr en el establecimiento y me lo prob. Me caa muy bien. Presentaba un pequeo defecto en la parte inferior, sabe?, junto al dobladillo, pero esto no me preocupaba. De todos modos... Bueno... Eso... Ejem!Eso... qu?Eso me hizo ver por qu era tan barato. En consecuencia, me lo compr. Todo se desarroll bien. Pero cuando llegu a casa me di cuenta de que el marbete, en lugar de leerse en l 3,7 libras, estaba marcado con 6 libras. Bueno, seora... No me gust lo que vi. Pero no saba qu hacer. Volv a la tienda, llevando conmigo el abrigo en cuestin. Pens que lo mejor era visitar de nuevo el establecimiento, explicando que no quera quedarme con la prenda en aquellas condiciones. La chica que me haba atendido, Gladys, una joven muy amable, por cierto, se mostr muy afectada. Me apresur a decirle: No pasa nada. Estoy dispuesta a pagar la diferencia. Y ella, entonces, me contest: No. No puedes proceder as, ya que la operacin est registrada Usted me comprende, seora?S, creo que s contest Tuppence.La dependienta insisti: No puedes proceder como t deseas. Me ocasionaras una grave complicacin.Y por qu haba de ocasionarle usted una grave complicacin?Eso me preguntaba yo. Todo estaba claramente planteado: el abrigo me lo haba vendido por menos de lo que vala, yo haba vuelto con l y aquello no tena por qu acarrearle un disgusto. La chica aseguraba que aun as tendra un gran disgusto.No me lo explico contest Tuppence. Opino que usted obr correctamente. Qu otra cosa poda hacer?Ya ve usted... El caso es que la muchacha incluso se ech a llorar. Total: que volv a llevarme el abrigo y ahora tengo la sensacin de haber estafado a la tienda... Bueno, es que no s qu camino tomar.Me creo con demasiados aos ya para acomodarme a las maneras de estos tiempos. En las tiendas pasan ahora cosas muy extraas. Todo el mundo desconfa de los precios, resulta difcil acertar. Sin embargo, yo, en su lugar, quiz pondra el dinero en manos de... cmo se llama la dependienta?... en manos de Gladys. Luego, ella podra depositar aqul en el cajn o cualquier otra parte.No me gusta la solucin. Gladys podra quedarse con el dinero. Entonces, sera ella quien lo habra robado. En ese aspecto, Gladys no me inspira ninguna confianza.Hija dijo Tuppence: la vida es difcil, verdad? Lo siento mucho, Beatriz, pero creo que tienes que tomar alguna decisin sobre el particular, de un tipo u otro. Si no puedes confiar en tu amiga.Oh! No es exactamente una amiga. Voy por esa tienda de vez en cuando, a comprar cosas sin importancia, normalmente. Me gusta charlar con Gladys, eso es todo. Pero, desde luego, no es una amiga. Me parece que ya tuvo dificultades en el comercio en que trabaj antes. Sabe? Se deca que sola quedarse con el dinero del negocio, cuando venda algunos artculos...Bueno, pues en ese caso declar Tuppence, ya desesperada, yo no hara nada.Habl con tanta energa que Hannibal levant la vista, como escrutando curioso su rostro. Profiri despus unos ladridos dirigidos a Beatriz, saltando alrededor de la aspiradora, un aparato que figuraba entre sus principales enemigos. Esta aspiradora me produce recelo, quiso decir Hannibal. Me gustara pegarle un mordisco.Quieto Hannibal! No ladres ms! Y no pienses en hincar tus colmillos en nada ni en nadie seal Tuppence. Oh! Se me va a hacer muy tarde!Tuppence abandon a toda prisa la casa.Problemas... murmur Tuppence mientras descenda por la ladera, a lo largo de Orchard Road.Mirando a su alrededor, se pregunt si habra habido en alguna poca un huerto anexo a alguna de las casas que vea. Le pareci sumamente improbable.La seora Barber le dispens una afectuosa acogida. En seguida le ofreci unos pastelillos que a juzgar por su aspecto deban de ser deliciosos. Tuppence hizo un clido elogio de ellos. Dnde los compra usted? En Betterby? Betterby era el nombre de la pastelera del lugar. No, no. Los ha hecho mi ta. Es una mujer maravillosa, que lo hace bien todo.

Esta clase de pastelitos son muy difciles de elaborar opin Tuppence. Nunca he podido salir airosa de tales menesteres. Bueno, es que hay que valerse de una harina especial. Creo que el secreto del xito radica en eso.Las damas bebieron caf y charlaron acerca de las dificultades que se presentaban en la elaboracin de ciertos platos.La seorita Bolland estuvo hablndonos de usted el otro da, seora Beresford.De veras? La seorita Bolland, ha dicho?Vive cerca del templo. Su familia habita en este lugar desde hace mucho tiempo. Nos estaba contando cosas de su niez. Se refiri a las hermosas fresas que entonces se criaban en su jardn. Haba en l ciruelos tambin. He aqu algo que no se ve ya hoy: las ciruelas. Estoy pensando en las sabrosas ciruelas claudias. No todas tienen el mismo gusto.La conversacin se centr ahora en la fruta. Por supuesto, la fruta que recordaba de su niez era de sabores distintos, ms apetitosos que la que compraban ahora todos los das en las tiendas de por all. Uno de mis tos tena ciruelos manifest Tuppence. Se refiere usted al que fue cannigo en Anchester? Aqu vivi un cannigo tambin, apellidado Henderson. Viva con una hermana suya. Pas algo lamentable... Estaba saboreando un pastel de semillas cierto da cuando una de stas se le fue por lo vedado. S... Algo as le ocurri. A la pobre mujer le fall la respiracin y se ahog. Vaya! Le cost la vida, como lo oye.

Es muy triste, verdad? inquiri la seora Barber. Uno de mis primos muri asfixiado tambin. Un trozo de carne de cordero tuvo la culpa. Esas cosas ocurren con facilidad, creo... Algunas personas tengo entendido que han muerto a consecuencia de un fuerte hipo. Claro. Al no poder parar... No conoceran, seguramente, la antigua cancin infantil:

Hip-po, hip-po,Hip, hasta la prxima ciudad,Tres hips y un pocuran el hipo.

Es preciso contener la respiracin mientras se recita eso.

CAPTULO SIETE

MS PROBLEMAS

Podra hablar con usted unos instantes, seora?Ay, Beatriz! exclam Tuppence. Nuevos problemas?Bajaba por la escalera, procedente de la biblioteca y revisaba su vestido, el mejor que tena, en el que haban cado algunas motitas de polvo. Tuppence pensaba rematar su atuendo con un sombrero de plumas. Tena que asistir a un t, invitada por una nueva amiga, una mujer que haba conocido en la Venta del Elefante Blanco. No era el momento ms oportuno, decidi, para entretenerse oyendo las dificultades con que se enfrentaba Beatriz.No, no se trata exactamente de ningn problema. Se trata de algo que, a mi juicio, puede interesarle saber.Tuppence pens entonces que el problema se le planteara debidamente disfrazado. Procedi con cierta cautela:Llevo prisa, sabes? Tengo que asistir a un t.Quera hablarle de una persona sobre la cual pregunt usted. Se llamaba Mary Jordan, no? Ellos pensaron, quiz, en Mary Johnson. Hubo aqu una tal Belinda Johnson que trabaj en correos. Pero, bueno, de esto hace ya mucho tiempo.S. Y no s quin me dijo que hubo en el lugar un polica apellidado Johnson tambin.Esta amiga ma... Se llamaba Gwenda... Sabe usted qu tienda es? La oficina de correos queda a un lado; en el otro hay un establecimiento en el que venden tarjetas postales, objetos de porcelana... Antes de Navidad...S dnde es, Beatriz. La duea de esa tienda es la seora Garrison, me parece.No, ahora ya no lo llevan los Garrison. Es otro apellido... El caso es que esta amiga ma, Gwenda, pens que poda interesarle saber que ella ha odo hablar de una Mary Jordan que vivi aqu hace mucho tiempo. Mucho tiempo, eh? Vivi aqu, en esta casa, quiero decir.En Los Laureles?Entonces la casa no se llamaba as. Oy contar cosas de ella, me dijo. Por eso se imagin que a usted poda interesarle. Circul una historia ms bien triste... Tuvo un accidente, le pas algo. El caso es que muri.Quieres decir que habitaba en esta casa cuando muri? Formaba parte de la familia que ocupaba la vivienda?No. Aqu vivan los Parker... Un apellido por el estilo... Haba muchosParker en aquella poca. Parker o Parkinson, algo as... Creo que pasaba una temporada con ellos. La seora Griffin debe de estar enterada. Usted conoce a la seora Griffin?Oh! Muy superficialmente contest Tuppence. A su casa me dirijo esta tarde, precisamente para tomar el t. Estuve hablando con ella el otro da, durante la venta. La vi por vez primera entonces.Es una mujer muy mayor ya. Tiene ms aos de los que aparenta, pero disfruta de una buena memoria. Creo que era madrina de uno de los chicos de los Parkinson.

Cul era el nombre de pila del muchacho?

Alec, seguramente. Un nombre as. Alec o Alex.

Qu fue de l? Se hizo mayor y se fue de aqu? Adopt la profesin militar? Ingres en la marina?No, no. Nada de eso. Muri. Creo que est enterrado en este lugar. Es una de esas cosas de la localidad de las que la gente no est bien enterada. Tuvo una de esas enfermedades que llevan un apellido... Ser la enfermedad de Hodgkin? Algo por el estilo, s... Es una alteracin que causa un cambio de color en la sangre. Ahora, a los pacientes, creo que se la sacan toda, cambindosela por otra buena. Pero generalmente, segn dicen, eh?, el enfermo muere. La seora Billings... Ya sabe usted de quin hablo: de la duea de la pastelera... Tuvo una hija que muri de eso. La pobre no contaba ms de siete aos. Dicen que la enfermedad se presenta a menudo en las criaturas de poca edad.No ser que me ests hablando de la leucemia? sugiri Tuppence.Ah! Usted lo sabe, eh? S, estoy segura: as se llama la enfermedad. Todos afirman que algn da podr curarse, que podr evitarse con inyecciones, con un buen tratamiento... Igual que ahora los mdicos curan, por ejemplo, el tifus, que antes ocasionaba tantas muertes...Es muy interesante lo que me cuentas, Beatriz dijo Tuppence, interrumpiendo a la muchacha. Pobre chico!Tena muy pocos aos. Iba a no s qu colegio. Tendra unos trece o catorce aos, seora, cuando muri.Una historia muy triste, Beatriz consider Tuppence ahora. Hizo una pausa antes de aadir: Bueno, chica. Se me ha hecho tarde. Tengo que darme prisa.Yo creo que la seora Griffin podr darle detalles sobre lo que acabo de contarle. No es que las recuerde por haberlos conocido directamente... Es que ella lleg aqu cuando todava era una nia y oira referir muchas cosas. Se pasa la vida hablando de las familias que han desfilado por este lugar hace muchos aos. Conoce tambin algunas historias verdaderamente escandalosas, seora, de la poca eduardina, o victoriana, no s... Yo creo que fue en la victoriana, porque todava viva la anciana reina, as que victoriana realmente... Hay quien se ha referido al crculo de Marlborough House. Una especie de alta sociedad, no?S, s. Alta sociedad confirm Tuppence.Cuyos miembros adoptan una especial conducta seal Beatriz.Muy especial, en efecto.Ya. Jovencitas que hacan lo que no deban dijo Beatriz, resistindose a separarse de su seora ahora que parecan llegar a algo interesante.No. Yo creo que las chicas se comportaban bien, que llevaban una vida pura, austera, casndose jvenes, aunque siempre con la gua de la nobleza a la vista.Oh! Qu bonito! exclam Beatriz. Disfrutaran de buena ropa, supongo; asistiran a las carreras de caballos, a los bailes de gala...S, a muchos bailes.Yo conoc en cierta ocasin a una muchacha cuya abuela haba servido en uno de esos hogares elegantes, visitado por el Prncipe de Gales, el que fue despus Eduardo VII... Me contaba que siempre se mostraba muy atento, muy fino y amable, incluso con los sirvientes. Cuando la mujer se fue de la casa se llev consigo la pastilla de jabn que el Prncipe de Gales utilizara para lavarse las manos. Nos la ense una vez...Te resultara muy emocionante, eh? dijo Tuppence. Ah! Qu tiempos! Quiz visitara en alguna ocasin Los Laureles...No. Habra odo contar algo acerca de eso. Aqu no haba ms que Parkinson, a secas. Nada de condesas, marquesas y dems ttulos. Creo que los Parkinson se dedicaban al comercio. Eran muy ricos, s, pero qu emocin puede proporcionar el negocio, comprar y vender?Segn, segn contest Tuppence. Rpidamente, agreg: Me parece que debiera...S, seora, ser mejor que se marche ya.Desde luego. Bueno, gracias, Beatriz. Me conviene ponerme un sombrero. Llevo los cabellos muy desordenados.Es que seguramente acerc usted la cabeza a aquel rincn de telaraas. Voy a limpiar all, por si acaso.Tuppence baj corriendo la escalera.Alexander pis todos estos peldaos dijo. Me imagino que muchas veces. Y saba que fue uno de ellos. Qu raro! Mi extraeza es mayor que nunca.

CAPTULO OCHO

LA SEORA GRIFFIN

No sabe lo que me alegro de que usted y su esposo se hayan decidido a venir aqu, seora Beresford dijo la seora Griffin mientras serva el t. Azcar? Leche?Acerc a su visitante una pequea fuente con bocadillos y Tuppence cogi uno.La vida, en estos sitios, es muy diferente a la que se lleva en las ciudades. Aqu una conoce a sus vecinos, traba amistad con ellos. Siempre encuentra que hay algo en comn que une. Haba estado usted por aqu anteriormente?No, no contest Tuppence. Nos salieron varios ofrecimientos de casas. Los detalles de las mismas nos fueron facilitados por unos agentes de la propiedad. Por supuesto, la mayor parte de ellas no valan nada. Recuerdo una que se llamaba Llena del Encanto del Viejo Mundo.Ya. Ese encanto del viejo mundo significa habitualmente que es preciso poner un tejado nuevo y que hay humedad por todas partes. Hay otra expresin igual de sospechosa: completamente modernizada. Esto quiere decir que la casa est llena de todo tipo de chismes elctricos, en su mayora intiles. Los agentes se valen de seuelos para que los probables compradores se olviden de que la casa en venta, por ejemplo, carece de vistas bonitas. Ahora, Los Laureles es una bonita finca. Supongo, sin embargo, que tendrn bastante quehacer antes de acomodarse en ella a gusto. Es lo que les ha pasado a todos los que la habitaron.Supongo que ha vivido mucha gente all apunt Tuppence.Oh, s! Actualmente, las personas no suelen echar races en ninguna parte. Por esa casa pasaron los Cuthbertson, los Redland, y antes que ellos los Seymour. Posteriormente, llegaron los Jones.He estado preguntndome por qu bautizaron la finca con el nombre de Los Laureles dijo Tuppence.Ese nombre responda al gusto del tiempo. Desde luego, si se remonta una suficientemente en el mismo, yo creo que por la poca de los Parkinson, quizs, all haba mucho laurel. Tal vez existiera un camino interior bordeado por esos rboles. Conoce usted la especie de hojas moteadas? Oh! Nunca ha sido muy de mi agrado.Estoy de acuerdo con usted. A m tampoco me gusta ese laurel seguidamente, Tuppence aadi: Por aqu han desfilado muchos Parkinson, por lo que he podido apreciar.S. Ninguna otra familia ha tenido tantos representantes como ellos en este lugar.Son muy pocas personas hoy, al parecer, que estn en condiciones de hablar de ellos con algn conocimiento de causa.Bueno, querida, es que ha pasado ya mucho tiempo. Y despus del... del problema que usted conoce, dado el sentir general, no es de extraar que optaran por vender la casa.No se hablaba bien de ella, verdad? pregunt Tuppence, deseosa de aprovechar aquella oportunidad. Cree usted que la casa no reuna las condiciones sanitarias indispensables o algo as?No, no es la casa... Bueno, se present aquello y... Una desgracia, en cierto modo. Fue durante la primera guerra. Nadie poda creerlo. Mi abuela sola hablar de ello, diciendo que haba tenido que ver con unos secretos navales... acerca de la construccin de un nuevo submarino. Viva con los Parkinson una joven de la que se dijo que anduvo mezclada en aquel hecho.Se llamaba Mary Jordan? pregunt Tuppence.S. En efecto. Despus se sospech que se no era su nombre real. Creo que hubo alguien que desconfiaba de ella desde haca tiempo. Un chico... Alexander. Un chiquillo magnfico, muy inteligente.

LIBRO IICAPTULO UNO

MUCHO TIEMPO ATRS

Tuppence estaba seleccionando unas tarjetas postales. Era una tarde muy hmeda aqulla y la oficina de correos se encontraba casi vaca. La gente dejaba caer las cartas en el buzn exterior y apretaba el paso. De vez en cuando, entraba alguien a comprar unos sellos. Seguidamente, estas personas emprendan el regreso a sus hogares, a toda prisa. El pblico escaseaba a aquella hora. Tuppence pens que haba escogido muy bien el da.Gwenda, a quien haba identificado gracias a la descripcin que de ella hiciera Beatriz, se ofreci a Tuppence para lo que quisiera. Gwenda representaba la faceta comercial de la oficina de correos. Una mujer ya entrada en aos, con los cabellos grises, presida el espacio destinado a los asuntos del correo de Su Majestad. Gwenda, una chica locuaz, que se interesaba por todas las caras nuevas que aparecan por la localidad, se senta feliz entre las tarjetas de Navidad, las de felicitacin para los nacimientos, las cmicas, las cuartillas, diversos tipos de chocolate y algunos artculos de porcelana de uso domstico. A los pocos minutos de haber empezado a charlar, Tuppence y Gwenda daban la impresin de conocerse de toda la vida.Me alegro de que esa casa haya sido abierta de nuevo. Me refiero a Princesa Lodge.Yo cre que siempre se haba llamado Los Laureles.Y yo me inclino a pensar que no fue nunca llamada as, antes de ahora. Es corriente aqu el cambio de nombre de las casas. A la gente le gusta eso.Es verdad manifest Tuppence, pensativamente. Mi marido y yo habamos ideado ya uno o dos nombres. Ah! Beatriz me dijo que usted conoci a una joven llamada Mary Jordan que vivi aqu en otro tiempo.No la conoc. Pero s o hablar de ella. Fue en la guerra... La ltima, no. La otra, de hace muchos aos, en la que se utilizaron los zepelines.Recuerdo haber odo contar cosas de ellos declar Tuppence. Fue en 1915 1916... Los zepelines aparecieron sobre Londres. Un da fui con una ta ya anciana a los almacenes de la Armada y el Ejrcito y hubo una alarma...Solan aparecer por la noche, a veces, no? Resultara imponente aquello. Oh! Qu miedo!Bueno, no creo que causaran tanta impresin seal Tuppence: La gente estaba habituada ya a las emociones fuertes. Peor eran las bombas volantes de la ltima guerra. Una tena la impresin de que la bomba seguira a las personas, fuesen a donde fuesen.Se pasaban ustedes las noches en el metro, no? Yo tena una amiga que viva en Londres... Haca eso. Creo que era en Warren. Cada uno haca uso de la estacin de metro de su distrito como una prolongacin de su casa.Yo no estuve en Londres durante la ltima guerra puntualiz Tuppence. Creo que me hubiera hecho muy poca gracia pasarme la noche bajo tierra.Esta amiga ma (se llamaba Jenny) no pensaba igual que usted. A ella le gustaba el metro en aquellas circunstancias. Deca que resultaba muy divertido. Cada uno tena su escalera de acceso favorita. El sitio escogido para dormir lo respetaban todos. Se coma, se beba, se hablaba de todo durante las largas horas de espera... A veces no se pegaba un ojo en toda la noche. Algo fuera de lo corriente, segn me contaba Jenny. Los trenes funcionaban continuamente. Mi amiga me dijo que cuando termin la guerra todo volvi a ser lo de siempre, muy aburrido. Y para colmo de males tuvo que regresar a su casa.De todos modos dijo Tuppence, los ciudadanos de 1914 tuvieron la suerte de no conocer las bombas volantes. Slo vieron zepelines.Pero, evidentemente, Gwenda haba perdido todo inters por los zepelines.Estuve hablando de una tal Mary Jordan con Beatriz record Tuppence a la chica. Su amiga me indic que usted saba cosas sobre ella.No muchas... O mencionar su nombre en una o dos ocasiones, pero de eso hace ya algn tiempo. Mi abuela deca que tena unos hermosos cabellos rubios. Era alemana... Una de esas frulein, como se oye decir por aqu. Cuidaba de los nios: una especie de institutriz. Haba estado con una familia de no s dnde, cuyos varones eran marinos. Esto fue en Escocia, creo. Despus, apareci en este lugar, con una familia, los Park... O los Perkin, no s. Tena un da libre a la semana y entonces se trasladaba a Londres. All se llevaba las cosas...Qu clase de cosas?Lo ignoro. Nadie concretaba en este sentido. Supongo que se trataba de las cosas que robaba.La descubrieron robando?No, no creo. Estaban empezando a sospechar de ella, pero entonces se puso enferma y muri antes de que la cogieran in fraganti.De qu muri? Falleci aqu? Me imagino que ira a un hospital...No, no creo que hubiese hospitales a donde ir entonces. No exista la Segundad Social por aquellos das. Alguien me explic que todo fue por culpa de una estpida equivocacin. En la casa entraron hojas de digital en lugar de espinacas... o de hojas de lechuga, quiz. No... Alguien me dijo que fue una planta de belladona, pero esto no lo cre ni por un momento, porque todo el mundo la conoce y da bayas. Bien. Me inclino a pensar que fueron hojas de digital, sacadas del jardn por error. Me he acordado del digital porque alude a los dedos... Hay algo mortal en la planta... Lleg el mdico y el hombre hizo lo que pudo, pero ya era tarde.Haba muchas personas en la casa cuando sucedi eso?Muchas, me figuro... S, porque en aquella casa siempre tenan invitados. Es lo que he odo decir... Haba nios, gente que pasaba en la misma el fin de semana, una institutriz, un ama de llaves. Se celebraban reuniones frecuentemente, adems. Bueno, todo eso lo s por lo que me contaba mi abuela. De otro lado, el seor Bodlicott suele hablar de ello de vez en cuando. Sabe a quin me refiero? Al viejo jardinero. De jardinero trabajaba all y le echaron al principio la culpa, diciendo que haba sido l quien introdujera las mortales hojas en la casa. Pero esto no era cierto. Fue una persona ajena a la familia, que deseosa de prestar un servicio cogi las verduras en la pequea huerta, llevndolas a la cocina. Ya se lo puede imaginar: espinacas, lechugas y otras cosas semejantes. Creo que en la encuesta judicial se dijo que cualquiera poda cometer un error como aqul, ya que las espinacas o las acederas se criaban cerca de la planta llamada digi... digital. Supongo que cogeran un puado de hojas juntas. Fue un hecho muy triste, ya que, segn mi abuela, se trataba de una chica de muy buen ver, con unos preciosos cabellos rubios...Y dice usted que tena la costumbre de ir a Londres todas las semanas? Naturalmente, tendra un da libre cada siete. Esto es lo normal.S. Deca que tena algunos amigos all. Mi abuela me cont que haban circulado rumores... Alguien afirm que en realidad se trataba de una espa alemana.Lo era? Se confirmaron tales rumores?Yo pienso que no. Caa muy bien entre los hombres, al parecer. Sabe? Entre los oficiales del Campamento Militar de Shelton...Era o no una espa?Ya le he dicho que yo creo que no. Mi abuela se refera a lo que la gente dijo. Esto no fue en la ltima guerra. Ocurri mucho antes.Es curioso coment Tuppence. Hay que ver la facilidad con que la gente confunde las guerras. Conozco yo un viejo que tena un amigo que tom parte en la batalla de Waterloo.Oh! Eso fue mucho antes de 1914. Por entonces, las familias contrataban los servicios de las institutrices extranjeras, a las que daban el nombre de mamoselles, as como frauleins... Mi abuela deca que era sumamente atenta con los nios... Caa siempre muy bien a todo el mundo...Todo pas cuando ella viva aqu, en Los Laureles, no?La finca no se llamaba as entonces... Al menos, creo que no era se su nombre. Ella viva con los Parkinson, o los Perkin, u otro apellido parecido. Era lo que nosotros entendemos ahora por una chica au pair. Proceda de esa poblacin famosa por ciertos pasteles, los pasteles que suelen verse en las reuniones de categora. Es una poblacin mitad alemana, mitad francesa, segn me han dicho.Estrasburgo? sugiri Tuppence.S, se era su nombre. Ella pintaba. A una ta-abuela ma le hizo un retrato. Ta Fanny siempre dijo que la haba sacado ms vieja de lo que era en realidad.