Agatha Christie - 10 Matrimonio de Sabuesos

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 ,Matri mo ni o de Sa bu esos  Agatha Christie p. 1 El Hada Madrina  Cáp. 2 El Debut p. 3 0El Caso De La Perla Rosa  p. 4 0El Caso De La Perla Rosa (Continuación)  p. 5 JLa Aventura Del Siniestro Desconocido  p. 6 8La Aventura Del Siniestro... ( C ontinuación) Cáp. 7 Mutis Al Rey  p. 8 HEl Caballero Disfrazado De Periódico (Continuación)  p. 9 @El Caso De La Mujer Desaparecida p. 10 4Jugando a La Gallina Ciega  Cáp. 11 ,El Hombre De La Niebla  p. 12 ,El Hombre De La Niebla (Continuación)  p. 13 El Crujidor  p. 14 El Crujidor (Continuación)  p. 15 4El Misterio De Sunningdale  p. 16 4El Misterio De Sunningdale (Continuación)  p. 17 &La Muerte Al Acecho  p. 18 &La Muerte Al Acecho (Continuación)  C á p . 19 (C oa rt ad a Ir reb at ib le  p. 20 &La Hija Del Clérigo  p. 21 6El Misterio De La Casa Roja  p. 22 .Las Botas Del Embajador  p. 23 8El Número 16, Desenmascarado  Índice  p. 1 El Hada Madrina  F Mistress Beresford cambió de postura en el diván y miró melancólica a través de la ventana de su departamento. El panorama no era en realidad extenso. Se limitaba a un bloque de pisitos como el suyo, situado al otro lado de la ca lz ad a. M is tr es s Be re sfo rd l an u n su sp ir o. De s p u é s bo s te .  -RMe gustaría que sucediese algo imprevisto -\dijo. Su marido la miró con Page 1  ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html ,Matrimonio de Sabuesos Agatha Christie Cp. 1 El Hada Madrina Cp. 2 El Debut

Cp. 3 0El Caso De La Perla Rosa Cp. 4 0El Caso De La Perla Rosa (Continuacin)

Cp. 5 JLa Aventura Del Siniestro Desconocido Cp. 6 8La Aventura Del Siniestro... ( C ontinuacin)

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Mutis Al Rey

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HEl Caballero Disfrazado De Peridico @El Caso De La Mujer Desaparecida

(Continuacin)

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Cp. 10 4Jugando a La Gallina Ciega Cp. 11 Cp. 12 Cp. 13 Cp. 14 Cp. 15 Cp. 16 Cp. 17 Cp. 18 Cp. 19 Cp. 20 Cp. 21 Cp. 22 Cp. 23 ndice Cp. 1 El Hada Madrina ,El Hombre De La Niebla ,El Hombre De La Niebla El Crujidor El Crujidor (Continuacin) (Continuacin)

4El Misterio De Sunningdale 4El Misterio De Sunningdale &La Muerte Al Acecho &La Muerte Al Acecho (Coartada Irrebatible &La Hija Del Clrigo 6El Misterio De La Casa Roja .Las Botas Del Embajador 8El Nmero 16, Desenmascarado (Continuacin) (Continuacin)

F Mistress Beresford cambi de postura en el divn y mir melanclica a travs de la ventana de su depar-tamento. El panorama no era en realidad extenso. Se limitaba a un bloque de pisitos como el suyo, situado al otro lado de la calzada. Mistress Beresford lanz un suspiro. Despus bos-tez. -RMe gustara que sucediese algo imprevisto -\dijo. Su marido la mir con

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html aire de reproche. -Cuidado, Tuppence, este inmoderado afn que de pronto te ha entrado por el sensacionalismo vulgar acabar por alar-marme. Tuppence volvi a suspirar y cerr los ojos en actitud me-ditativa. - De modo que Tommy y Tuppence se casaron para vivir felices el resto de sus vidas - declam -,^ y por lo que veo llevan camino de conseguirlo. .Pero es extraordinario -\prosigui, despus de detenerse unos instantes -z lo diferente que son las cosas de tal como una se las forj. - Un pensamiento profundo, Tuppence, pero carente de ori-ginalidad. Poetas eminentes y aun grandes predicadores lo han dicho ya repetidamente y, si me apuras, con bastante ms in-genio del que t has empleado para su evocacin. - Hace seis aos -"continu Tuppence -x hubiese jurado que con suficiente dinero para comprar cuatro chucheras y un ma-rido como t, la vida hubiese sido un eterno canto, como dice un poeta que a ti tanto parece entusiasmarte. -Es la falta de dinero, o es tu marido lo que te produce ese desaliento? -2pregunt framente Tommy. -X Desaliento no es exactamente la palabra que pueda des-cribir mi estado de nimo. Es simplemente que estoy acostum-brada a otro modo de vivir. Del mismo modo que nadie se da cuenta de la bendicin que supone respirar por la nariz hasta que no ha cogido un fuerte resfriado que le prive de hacerlo. -tNo crees que sera conveniente que te descuidara un poco? - sugiri Tommy -. Que me fuera a los clubes noctur-nos en compaa de otras mujeres? - Para qu? -@respondi, indiferente, Tuppence -. Para que me encontraras all en compaa de otros hombres? Y con una diferencia a mi favor: yo estara segura de que a ti no te gustaran las otras mujeres, mientras que t no podras decir lo propio con respecto a m. -Bueno, quieres decirme de una vez qu es lo que te pasa? A qu vienen ahora esas vehemencias y ese descontento? - No lo s. Quiero que sucedan cosas. Algo espeluznante. No te gustara, Tommy, que volvisemos a salir a la caza de espas alemanes? Te acuerdas qu das ms emocionantes aqullos? Claro que me contestars que, directa o indirecta-mente, sigues relacionado con el servicio secreto; pero no ya como agente activo, sino como chupatintas. - Quieres decirme que te gustara que me mandasen otra vez a Rusia disfrazado de contrabandista bolchevique, o algo por el estilo? -Qu prudentes son los hombres! -Jexclam Tuppence, lanzando un suspiro -.4 Y qu poco imaginativos! -Quieres decirme qu clase de novela folletinesca has es-tado leyendo? - pregunt Tommy. -\Has pensado en la emocin que experimentaras -jpro-sigui Tuppence, haciendo caso omiso de la stira -$ si alguien llamase de pronto a la puerta y al abrir te encontrases con un cadver que entrase tambalendose y se desplomase de pronto a tus pies? ->Los cadveres no se tambalean. -:T sabes lo que quiero decir. -zBueno, bueno. Te aconsejo un curso de Schopenhauer o de Kant. - Eso para ti - replic Tuppence -, que empiezas ya a en-gordar y a buscar

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html las delicias de un ancho y confortable silln. - Eso no es verdad -*grit indignado Tommy -.^ Eres t la que hace ejercicios para adelgazar. -@Eso lo hacemos todas las mujeres -4replic ella impert-rrita -.t Pero al decir que engordabas no me refera precisamente a la materialidad de la panza, sino a ti en general. Que estabas acostumbrndote con exceso a la prosperidad y a la remolonera. -DNo s qu mosca te ha picado hoy. -bEs el espritu de aventura que bulle dentro de m -"mur-mur Tuppence -,~ siempre mejor que el de ansias amorosas, no te parece? Por ms que a veces... a qu negrtelo!, siempre he sentido el deseo de encontrarme con un hombre verdadera-mente apuesto y gallardo. -lNo me has encontrado ya a m? O es que no te basto? -Un hombre tostado por el sol, fuerte, que monte a caballo y sepa manejar el lazo... -bS, y lleve zahones de piel y sombrero de vaquero -Binter-cal sarcsticamente Tommy. -...B y que haya vivido en los bosques -$continu Tup-pence -.. Me gustara que se enamorase perdidamente de m. Claro que yo, fiel a mis votos, y aunque el corazn se me fuera tras l, le rechazara virtuosamente. - Tambin yo - dijo Tommy - he sentido a veces el deseo de que una mujer de extraordinaria belleza y temperamento de fuego se enamorase desesperadamente de m. Slo que a dife-rencia de ti, no estoy muy seguro de que... vamos, ya me entien-des. -*Tommy, eres un sucio. -Pero quieres decirme de una vez lo que te pasa? Nunca me has hablado as. - Lo s, pero es algo que desde hace tiempo est bullendo en mi cerebro. Como sabes, es muy peligroso eso de acostum-brarse a tener cuanto uno quiere, incluyendo el suficiente dinero para satisfacer cualquier capricho. Menos sombreros, como es natural. -Sombreros? Pero si tienes ms de cuarenta. Y todos igua-les, por aadidura. -Eso es lo que a ti te parece. Pero son distintos. Precisa-mente he visto uno precioso esta maana en casa de Violette. -Bien; si no tienes nada mejor que hacer que ir por ah com-prando sombreros... - T lo has dicho -Oiga, quin demonios es usted? -6pregunt Rennie con rudeza. -FAgencia Internacional de Detectives -Drespondi lacni-camente Tuppence. Al ver el efecto que sus palabras haban causado en su in-terlocutor prosigui: -* Tenga la bondad de sentarse, mister Rennie. Empezar di-ciendo que todos estamos enterados de la visita que miss Kings-ton Bruce le hizo esta maana. El tiro, disparado al azar, haba dado en el blanco. Dndose cuenta de la consternacin de su vctima, prosigui sin pausa: -~ Es la recuperacin de la perla lo que en estos momentos les interesa a todos, mister Rennie, no la publicidad. Creo que podramos llegar a un arreglo. El joven se la qued mirando fijamente. -^No s exactamente dnde quiere usted ir a parar -&dijo pensativamente -.4 Djeme pensar un momento. Hundi la cabeza entre las manos; despus hizo una pregunta tan curiosa como inesperada. -vEs cierto que el joven Saint Vincent va a casarse pronto? -4Lo es. Conozco a la novia. vA partir de aquel momento Rennie se hizo ms comunica-tivo. - He sufrido mucho - confes -.| Han estado invitndole aqu maana, tarde y noche, y metindo -le a Beatrice por las na-rices. Y todo porque no ha de tardar en heredar un ttulo. Si las cosas cambian, como espero... -:Bien, no hablemos de poltica -Bse apresur a interponer Tuppence -.^ Tendr usted algn inconveniente en decirme, mister Rennie, por qu cree usted que fue miss Kingston Bruce quien rob la perla? -2Yo no lo he credo nunca. -$No intente negarlo -4replic Tuppence con calma -.: Es-pera usted escondido a que se marche el detective y cuando us-ted cree que el campo est libre, viene y pide permiso para ver a la muchacha. Todo est claro como el agua. De haber sido us-ted el autor del robo, no estara ni la mitad de preocupado de lo que est en estos momentos. -La comida est preparada, miss Robinsn . Espero que nos honrar usted aceptando un asiento en nuestra mesa. El... Se detuvo, mirando fijamente al indeseado visitante. - Por lo que veo dijo mister Rennie -, no se decide usted a extenderme esa misma invitacin. Est bien, me voy. - Vuelva ms tarde -`susurr Tuppence en su odo al pasar junto a s. Tuppence sigui al coronel Kingston Bruce, que an conti-nuaba mascullando imprecaciones contra la desfachatez de cier-tas gentes, a un espacioso comedor, donde se hallaba ya congre-gada la familia. Slo una de las personas presentes le era desconocida a Tuppence. -4sta, lady Laura, es miss Robinsn, que est tambin pres-tando su ayuda en el esclarecimiento del dichoso caso de la perla. Lady Laura hizo una ligera inclinacin de cabeza y se qued mirando fijamente a Tuppence a travs de las gafas. Era una mu-jer alta, delgada, de sonrisa triste, de voz suave y ojos duros y astutos. Tuppence le devolvi la mirada sin pestaear. Al terminar la comida, lady Laura entr en la conversacin con aire de simple curiosidad. Qu tal segua la investigacin? Tuppence puso un gran nfasis en sus sospechas por la camarera, ya que la persona de lady Laura no entraba en sus clculos. Lady Laura podra esconder cucharillas y otras chucheras por el estilo entre sus ropas, pero no una perla como sta. f Poco despus, Tuppence prosigui con el registro de la casa. El tiempo iba pasando sin que Tommy, y lo que an era peor, Rennie, dieran seales de vida. De pronto, al salir de una de las alcobas, se dio de bruces con Beatrice Kingston, que, comple-tamente ataviada, se encaminaba en direccin a la escalera. - Me temo - le dijo Tuppence -x que no va usted a poder salir a la calle en estos momentos. -2Eso no es asunto de usted -Drespondi la joven con alta-nera. -Quiz no, pero s lo es el telefonear a la polica en el caso de que se decida a contravenir mis rdenes. XLa muchacha se qued plida como un muerto. -No, no, a la polica no... Har lo que usted diga, pero no llame a la polica. TExtendi los brazos en ademn de splica. -Tiene usted la llave consigo? VTommy asinti con un movimiento de cabeza. -F Qu le parece si fusemos primero a tomar un bocadillo? Es temprano y conozco un lugar desde donde, al mismo tiempo, podemos vigilar cmodamente la casa. Lo hicieron tal como haba sugerido el inspector, quien para Tommy result un compaero expansivo y agradable, por de-ms. La mayor parte de su trabajo oficial pareca haber sido rea-lizada entre espas y cont relatos que dejaron maravillado a su sencillo oyente. Permanecieron en el restaurante hasta las ocho, hora en que Dymchurch aconsej ponerse en movimiento y seguir su plan. -2Es ya de noche, y cerrada - explic -;z as que podemos entrar sin que nadie note nuestra presencia. Atravesaron la calle, echaron una rpida mirada a los alre-dedores y penetraron resueltamente en el portal. Subieron las escaleras y Tommy sac la llave y la insert en la cerradura de la pequea salita exterior. Al hacerlo oy un silbido a su espalda que l crey proceda de Dymchurch. - Por qu silba? -.pregunt con aspereza. - Quin, yo? -Rcontest el inspector mostrando sor-presa -.T Cre que era usted el que haba silbado.

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html -,Bueno, pues alguien... - empez a decir Tommy. No termin la frase. Unos brazos fornidos le sujetaron por detrs y antes de que pudiera emitir el ms ligero grito sinti que una almohadilla empapada de un lquido dulce y sofocante era aplicada fuertemente contra su nariz y boca. v Luch violentamente, pero fue en vano. El cloroformo em-pez a dejar sentir sus efectos. Pareca que todo giraba vertigi-nosamente a su alrededor y que la tierra le faltaba bajo los pies. Luego, una ligera sensacin de ahogo... Despus... la inconscien-cia. Volvi dolorosamente en s y en plena posesin de todas sus facultades. La dosis de anestsico haba sido, por lo visto, insig-nificante. La precisa para poder ponerle una mordaza y evitar as una posible alarma. | Cuando recuper el conocimiento se encontr en el suelo, medio recostado contra una de las paredes de su propio despa-cho. Dos hombres estaban febrilmente ocupados en revolver el contenido de los cajones de la mesa y los estantes de los arma-rios. Mientras lo hacan no dejaban de lanzar toda suerte de im-precaciones. -XQue me maten si aqu est lo que busca, jefe -ddijo el ms alto de los dos, con voz aguardentosa. - Pues ha de estar -Nrespondi el otro volvindose de pronto -.( Encima no la lleva. La sorpresa de Tommy no tuvo lmites al reconocer en el me-rodeador al propio Dymchurch, quien al ver su estupor se sonri burlonamente. -bParece que mi buen amigo ha vuelto a despertarse - dijo -,f y por lo visto, bastante estupefacto; s, s, he dicho bien, estupefacto. Y sin embargo, la cosa es simple por dems. Sos-pechamos que algo ocurra en la Agencia Internacional de De-tectives. Me presto voluntariamente a investigar. Si mister Blunt, me digo, es, como supongo, un espa, sospechar, y, por lo tanto, no estara de ms el enviar por delante a mi antiguo y querido amigo Cari Bauer. Cari es instruido para comportarse en forma de poder inspirarles confianza contando una historia a todas lu-ces inverosmil. As lo hace, y entonces aparezco yo en escena haciendo uso del nombre del inspector Marriot para ganar as su confianza. Lo dems no creo que necesite ya de explicacin. Tommy rabiaba por poder decir cuatro cosas, pero la mor-daza que llevaba sobre la boca se lo impeda. Tambin rabiaba por hacer otras cuantas ms, especialmente con manos y pies, pero, oh desdicha!, tambin ese detalle haba sido tenido en cuenta por los salteadores, y una fuerte cuerda haca imposible el ms insignificante intento de hacer uso de sus extremidades. El hecho que ms llam su atencin fue el sorprendente cam-bio producido en el hombre que ahora se encontraba ante l. Como inspector Dymchurch, cualquiera le hubiera tomado por un sajn de pura cepa. Ahora, a las claras se vea que no era sino un extranjero de esmerada educacin que hablaba el ingls co-rrectamente y sin dejo especial alguno. - Coggins -orden el falso detective dirigindose a su ru-fianesco acompaante -.( Saque su salvavidas y monte guardia al lado del prisionero. Voy a quitarle la mordaza. Comprender, mi querido mister Blunt, que sera una criminal locura por su parte exhalar el menor aullido. Es usted bastante inteligente para su edad y espero que no olvidar mi consejo. Con gran habilidad extrajo el pauelo que taponaba su boca y dio un paso atrs. " Tommy movi de un lado a otro la mandbula inferior, re-corri con la lengua la cavidad bucal y trag saliva dos o tres veces, pero no dijo nada. -4Le felicito por su cordura -$se expres el otro -. Veo que se hace usted perfecto cargo de la situacin. Y ahora recuerde bien y piense si tiene algo que decirnos. -Lo que yo haya de decir me lo reservo. No creo que la espera pueda perjudicarme en lo ms mnimo. -Pero a m, s. En resumidas cuentas, mister Blunt, dnde est esa carta? - Para contestar a esa pregunta sera preciso primero que yo lo supiera. Yo no la tengo, como usted habr tenido ocasin de comprobar. Siga buscando. Me gusta verle a usted y al amigo Coggins jugando juntos al escondite. La cara

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html del otro se ensombreci. -Parece, mister Blunt, que encuentra usted un placer en de-cir impertinencias - replic el otro -.f Ve usted aquella caja cuadrada que hay sobre la mesa? En ella hay una infinidad de objetos muy interesantes para los que, como usted, se resisten a hablar. Vitriolo..., s, vitriolo..., hierros que pueden ser calenta-dos al fuego y aplicados luego a partes sensibles... Tommy movi tristemente la cabeza. - U.n error en la diagnosis - murmur -.B Tuppence y yo ha-bamos catalogado mal esta aventura. No es una historia de Pa-tizambo, sino una de Bull Dog Drummond, y usted es el inimi-table Cari Peterson. -HQu tonteras est usted diciendo? - Ah! - prosigui Tommy -. Veo que est usted poco fa-miliarizado con los clsicos. Qu lstima! -X Oiga, imbcil, quiere usted decir de una vez lo que le pido o prefiere que diga a Coggins que saque sus herramientas y le haga una pequea demostracin de sus habilidades? -*No sea tan impaciente - exclam Tommy -. Claro que har lo que me pidan, siempre y cuando se dignen decirme pri-mero lo que es. No creer usted que me complace la idea de verme hecho filetes como un lenguado o asado a la parrilla como un lechn. PDymchurch le ech una mirada desdeosa. - Good!.F Qu cobardes son estos ingleses! -Cuestin de sentido comn, querido amigo. Deje quieto el vitriolo y vamos a lo que importa. -$Quiero esa carta. ->Ya le he dicho que no la tengo. -Pero sabe, como tambin lo sabemos nosotros, quin es la nica persona que podra tenerla: la secretaria. -0Posiblemente tenga razn - asinti Tommy -. Quiz se la metiera en el bolso cuando su compinche Cari nos asust con su sbita aparicin. - Menos mal que no lo niega. Entonces me har el favor de escribir a Tuppence, como usted la llama, diciendo que venga con ella inmediatamente. -$No puedo hacer eso -,empez a decir Tommy. - Ah, no? -binterpuso Dymchurch sin dejarle terminar la frase -.2 Vamos a verlo. Coggins! -| Oiga, no sea impaciente y djeme terminar. Deca que no puedo hacerlo a menos que me dejen libres los brazos. No soy ningn fenmeno de esos que pueden escribir con la nariz o con los codos. -ZEntonces est usted dispuesto a escribirle? -j Claro! Si es lo que vengo dicindole desde el principio. Mi afn es complacerles en todo cuanto pueda. Espero que ten-gan con Tuppence toda clase de consideraciones. Es tan buena! -TNosotros lo nico que queremos es la carta -Ldijo Dym-church con sonrisa maliciosa. A una seal suya, Coggins se arrodill para desatar los ya casi entumecidos brazos de Tommy. - Estoy ya mejor - dijo alegremente -.8 Quiere ahora el amable Coggins hacer el favor de alcanzarme mi pluma estilo-grfica. Creo que est sobre la mesa, junto con otros objetos de mi propiedad. Con gesto torvo, el rufin trajo lo que Tommy le peda, aa-diendo asimismo un pedazo de papel. -@Mucho cuidado con lo que escribe -$advirti Dymchurch ominosamente -.Eso lo dejamos a su eleccin, pero no olvide que el fracaso significa muerte, y muerte lenta por aadidura. - En ese caso - respondi Tommy -, procurar esmerarme. Reflexion unos momentos y luego se puso a escribir con asombrosa rapidez. -(Qu le parece esto? -jpregunt entregando la terminada epstola. Deca as: "Querida Tuppence: pPuedes venir en seguida y traer contigo la carta azul? |Queremos descifrarla sin perder un instante. Espera con ansia, FRANCIS

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html - Francis? -dinquiri el fingido inspector enarcando las ce-jas -.8 Es as como ella le llama? - Como usted no estuvo presente en mi bautizo, no sabr nunca si ste es o no mi verdadero nombre. Pero creo que en la pitillera que me sacaron del bolsillo encontrar una prueba con-vincente de que digo la verdad. El otro se dirigi a la mesa, tom la pitillera y ley la dedi-catoria que en ella haba grabada. A Francis, de Tuppence. Sonri. -lMe alegro de que se haya decidido a obrar cuerdamente - dijo -. Coggins, dle esta nota a Vassiley. Est montando guardia en la puerta. Dgale que la lleve en seguida. Los veinte minutos siguientes pasaron con lentitud abru-madora. Luego otros que casi podran calificarse de desesperan-tes. Dymchurch se paseaba a lo largo de la habitacin con una cara que se le iba oscureciendo por momentos. XUna vez se volvi amenazadoramente a Tommy. -8Como nos haya traicionado... - gru. -2Si tuvisemos unas cartas -Ttartaje Tommy tratando de echarlo a broma -,D podramos echar una partidita de picquet. A las mujeres siempre les gusta hacerse esperar. Le pido que no se muestre severo con Tuppence cuando llegue. - Oh, no! -$contest Dymchurch -.t Procuraremos que va-yan ustedes al mismo sitio... juntos. -0Conque s, eh, canalla? -murmur Tommy entre dien-tes. De pronto se oy un pequeo ruido en la salita exterior y un hombre a quien Tommy no haba visto an asom la cabeza y dijo unas cuantas palabras en ruso. - Bien -&respondi Dymchurch -.: Dice que ya viene... y sola. Por un momento la ansiedad hizo latir violentamente el co-razn de Tommy. Un minuto despus oy la voz de Tuppence que saludaba con la mayor naturalidad. -Hola, inspector Dymchurch. Aqu tengo la carta. Dnde est Francis? De pronto, Vassiley salt sobre ella, la sujet y le tap la boca con una de sus descomunales manazas. Dymchurch le arranc con violencia el bolso que llevaba entre las manos y va-ci nerviosamente todo su contenido sobre la mesa. @ De pronto lanz una exclamacin de jbilo y agit en el aire un sobre azul con un sello de Rusia sobre l. Coggins dej es-capar tambin una especie de aullido. Pero en aquel mismo instante de triunfo, la puerta que co-municaba con el despacho de Tuppence se abri silenciosamente y el inspector Marriot con dos agentes, todos con sus correspon-dientes pistolas, irrumpieron en la habitacin al grito unnime de: -$Arriba las manos! D No hubo lucha. El tro fue sorprendido en deplorable des-ventaja. La automtica de Dymchurch reposaba tranquilamente sobre la mesa. Los otros dos no iban armados. -"Una bonita redada -dijo el inspector Marriot acabando de poner el ltimo par de esposas -n que espero ir engrosando a medida que pase el tiempo. -zConque ha sido usted, viborilla, la autora de todo esto, eh? - No tanto, inspector, no tanto. Claro que algo me ol cuando mencion usted esta tarde el nmero diecisis. Pero fue la nota de Tommy la que acab de abrirme los ojos. As, pues, decid telefonear al inspector Marriot, mand a Albert para que le entregara un duplicado de la llave de mi despacho; y yo me vine aqu trayendo el famoso sobre vaco, como es natural. La carta, siguiendo las instrucciones, haba sido remitida a su des-tino tan pronto como me separ de ustedes esta tarde. Una sola palabra haba llamado la atencin del fingido de-tective. - Tommy? - pregunt. ste, que acababa de ser desprovisto de sus ligaduras, se acerc al grupo. -:Buen trabajo, hermano Francis -dijo tomando entre las suyas las manos de su esposa. Despus se dirigi a Dym-church -: Ya le dije a usted, querido amigo, que debera leer con ms frecuencia a los clsicos.

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html Captulo Captulo 6 VLa Aventura Del Siniestro... (Continuacin) 7 Mutis Al Rey

Era un da gris para la Agencia Internacional de Detec-tives. Tuppence dej caer indolentemente un nmero del Daily Leader8 que tena entre las manos. -RSabes lo que he estado pensando, Tommy? -No lo s. Acostumbras a pensar en muchas cosas, y con frecuencia en todas a la vez. -zCreo que ya es hora de que pienses en llevarme a algn baile. Tommy recogi apresuradamente el peridico que haba en el suelo. -Nuestro anuncio se dira que est dando el golpe, no te parece? -nobserv tratando de cambiar el tema de la conver-sacin -. Los brillantes detectives de Blunt! Se te ha ocurrido pensar alguna vez, Tuppence, que t y slo t resumes en tu per-sona a todos los brillantes detectives de Blunt? Toda la gloria es para ti, como dira Humpty Dumpty. -6Yo estaba hablando de baile -&insisti Tuppence. -xY hay un punto curioso que he observado en estos peri-dicos -Laadi Tommy sin dar su brazo a torcer -. No s si te habrs dado cuenta de ello. Toma, por ejemplo, estos tres n-meros del Daily Leader. Puedes decirme qu diferencia existe entre uno y otro? Tuppence los cogi con curiosidad. - Es muy fcil -frespondi despus de inspeccionarlos unos instantes -.f Uno es de hoy, otro de ayer y el otro de anteayer. - Una contestacin verdaderamente conmovedora, querida Watson. Pero no me refera a eso preci-samente. Fjate bien en el encabezamiento, "The Daily Leader. Compara los de los tres y dime si ves en ellos alguna diferencia. -LNo la veo. Es ms, no veo que exista. -Me lo figuraba. Y sin embargo, lees los peridicos igual que yo, ms si me apuras. Slo que yo observo y t, por lo visto, no. Si te fijas en el nmero de hoy, veras que en el centro del trozo vertical de la D de DAILY hay un pequeo circulito blanco y otro en la L de la misma palabra. Pero en la edicin de ayer los dos circulitos blancos aparecen en la letra L de LEA-DER, y en la de anteayer los dos en la D de DAILY. En realidad el crculo, o crculos, aparecen siempre en lugares diferentes. - Y por qu? -&pregunt Tuppence. -JAh! Eso es un secreto periodstico. -Lo cual quiere decir que no lo sabes ni puedes imaginr-telo siquiera. -Yo digo meramente que eso es una prctica corriente en toda la prensa diaria. -.Qu listo eres, Tommy! -.dijo Tuppence con sorna -. So-bre todo en el arte de querer cambiar el curso de una conver-sacin. Volvamos ahora sobre lo que hablbamos antes. -(De qu hablbamos? -8Del baile en Las Tres Copas. - No, no, Tuppence; al baile de Las Tres Copas, no. No soy lo bastante joven para ir a un sitio como se. Te aseguro que he pasado ya de la edad. ->Cuando yo era una nia inocente - dijo Tuppence - me ensearon a creer que los hombres, en especial los maridos, eran unos entes disolutos, amigos del baile y de la bebida y de per-manecer en los clubes y lugares de recreo hasta altas horas de la noche. De que hacan falta esposas de excepcionales dotes y be-lleza para mantenerlos recluidos en sus casas. Otra ilusin ma que se ha desvanecido! Todas las esposas que yo conozco estn suspirando por salir y bailar y tienen la desgracia de tener ma-ridos que todava usan gorros de dormir y se acuestan siempre antes de las diez de la noche. Y t, Tommy, que bailas tan bien...! - Coba no, eh? - A decir verdad -$prosigui Tuppence -, no es slo placer lo que yo busco en ese baile. Estoy interesada por este anuncio. (Recogi de nuevo el Daily Leader` y ley en voz alta lo que acababa de mencionar:

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html -LAceptara subasta con tres corazones. 12r bazas. As de es-padas. Imprescindible achicarse al Rey. -XUn modo un poco raro de aprender a jugar al bridge -nfue todo el comentario que se le ocurri hacer a Tommy. -Lo que hace el vino! Ah, aqu se acerca una disfrazada de Reina de Copas! Bonito disfraz, verdad? @ La muchacha en cuestin se dirigi al reservado contiguo ocupado por nuestro matrimonio, seguida de cerca por el ca-ballero vestido con papel de peridico de HAlicia en el Pas de las Maravillas. Ambos llevaban el rostro cubierto por un antifaz y, por la seguridad con que se movan, deban ser asiduos clientes del As de Espadas. -Estoy segura de que estamos en un verdadero antro de ini-quidad, Tommy. Escndalos por todas partes. Y qu gritero! Un chillido como de protesta parti del reservado adjunto, chillido que fue rpidamente sofocado por una estruendosa car-cajada que lanz el caballero. La cosa no pareci tener impor-tancia alguna. Todos rean y vociferaban all. ->Qu te parece aquella Pastora? - pregunt Tommy -. La que va con el que parece un francs de opereta. Quiz sean los que buscas. -Quin sabe! Pero lo gracioso es que, por la razn que fuere, esto parece divertirme mucho ms de lo que nos figur-bamos. -Con otro traje me divertira ms. Pero no tienes idea de lo que estoy sudando con ese que me has dado. -jNo digas eso, Tommy. Te advierto que ests monsimo. -Ah, s? Pues siento no poder decir lo mismo de ti. T pa-reces una rata sabia o un pajarito acabado de frer. - Habla con un poco ms de respeto a tu jefe. Caramba! El caballero empapelado parece que abandona a su dama. Dnde crees que va? -~Seguramente donde yo terminar por ir. A encargar unas bebidas. -RParece que tarda un poco ms de lo debido -dijo Tuppence, despus que hubieron pasado unos cuatro o cinco mi-nutos -.n Tommy, quiz me tomes por una tonta pero... Se detuvo. jDe pronto se puso en pie como movida por un resorte. -Bien, llmame entrometida si quieres, pero yo me voy a ver qu es lo que pasa all al lado. -dijo su marido con satisfaccin -.2 En-tonces esta noche... -.En cuanto oscurezca... - Veremos... -,Lo que haya que verse. Le toc el turno a Tommy de vigilar mientras Tuppence se diriga al pueblo a tomar un pequeo refrigerio. Cuando volvi, prosiguieron juntos la guardia. Al dar las nueve, decidieron que era ya lo suficiente de noche para co-menzar las operaciones. Lograron dar una vuelta completa a la casa sin la menor dificultad. JEl timbre que haba sobre la mesa de mister Blunt (Agencia Internacional de Detectives, gerente, Theodore Blunt) dej or su sonido que daba la seal de alarma. Al instante, Tuppence y Tommy corrieron a sus respec-tivos agujeros de observacin desde donde poda verse lo que ocurra en la oficina exterior. Albert, fiel a su consigna, se de-dicaba a su tarea de entretener a los posibles clientes con arts-ticas y elaboradas historietas. -(Voy a ver, caballero deca -;$ pero me temo que mister Blunt estar muy ocupado en este instante. Tiene una conver-sacin telefnica urgente con Scotland Yard. -4Bien, en ese caso esperar -*contest el visitante -. No tengo en este momento ninguna tarjeta ma. Dgale usted que me llamo Gabriel Stavansson. , El cliente era un magnfico ejemplar de masculinidad con una altura de poco ms de metro ochenta, cara bronceada, en la que se vean claramente las huellas inconfundibles de los elementos, y unos ojos azules que hacan un marcado contraste con el color moreno subido de la piel. Tommy tom rpidamente una determinacin. Se puso el sombrero, cogi los guantes y abri la puerta detenindose en el umbral. -8Este caballero desea verle, mister Blunt - dijo Albert. Tommy frunci ligeramente las cejas y consult su reloj de pulsera. -^Debo estar con el duque a las once menos cuarto - re-plic. Despus se Vqued mirando fijamente al recin llegado. -lEl resultado de mi viaje fue como una bomba para m. M iz s-ter Blunt, ninguna de las personas a quienes visit saba nada de Hermy. Me volv a Londres a toda prisa y me dirig de nuevo a casa de lady Susan. En honor a la verdad le dir que sta pareci sobresaltarse. Admiti que no tena idea de dnde podra estar Hermy en realidad. De todos modos se opuso tenazmente a

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html todo intento de notificarlo a la polica. Adujo como razn que Hermy no era ya una nia, sino una mujer independiente, amiga de hacer su santa voluntad. Estara, sin duda, llevando a cabo alguno de sus innumerables planes. Era perfectamente admisible que Hermy no tuviese que dar cuenta a lady Susan de sus pasos, pero no pude por menos de sentirme preocupado. Tena ese vago presentimiento que se apodera de nosotros, cuando algo malo ocurre a nuestro alre-dedor. Me dispona a partir cuando lleg un telegrama dirigido a lady Susan. Despus de leerlo con expresin de alivio me lo entreg. Deca as: He cambiado de planes. Salgo para Monte-carlo, donde permanecer una semana. Hermy. .Tommy tendi una mano. -FTiene usted el telegrama consigo? -f No; pero fue puesto en Maldon, Surrey. Me fij en este detalle y, la verdad, me choc. Qu estara haciendo Hermy en Maldon? Jams o hablar de que tuviese amigos en ese rincn. ->Y no pens en ir a Montecarlo? -S, pero desist de emprender ese viaje. Como usted com-prender, mister Blunt, yo no estaba tan satisfecho del telegrama como lady Susan pareca estarlo. Me extra esa insistencia de Hermy en telegrafiar. Poda haber puesto siquiera un par de l-neas de su puo y letra y de ese modo habra yo sabido a qu atenerme. Pero, un telegrama...? Un telegrama nada dice, puesto que, al fin y al cabo, puede ser firmado por cualquiera. Al fin decid marcharme a Maldon. Eso fue ayer noche. Es un pueblo bastante grande, con un buen campo de golf y dos ho-teles. Indagu por todas partes, pero nadie supo darme razn de una mujer que respondiese a las seas de Hermy. Volviendo en el tren le su anuncio y pens que lo mejor sera encomendar el asunto en sus manos. Si Hermy se ha marchado en realidad a Montecarlo, no quiero poner a la polica sobre su pista y pro-vocar un escndalo. Pero tampoco quiero continuar corriendo como un loco de un lado para otro. Permanecer en Londres a la espera de que se produzcan los acontecimientos. -VQu es lo que usted sospecha en realidad? -xNo lo s, pero me temo que algo malo ha debido de ocurrirle. Con un movimiento rpido Stavansson sac su cartera y mos-tr a Tommy una fotografa que guardaba en su interior. - sa es Hermione - dijo -.< Lo dems corre de su cuenta, mister Blunt. El retrato representaba a una mujer gruesa pero de cara agraciada, sonrisa franca y mirada atrayente. - Ahora, mistert Stavansson, est usted seguro de no haber omitido nada? - Seguro. -Ningn detalle, por pequeo e insignificante que pudiera parecer l e? - Creo que no. @Tommy lanz un profundo suspiro. -TEso har el trabajo dificultoso en extremo - aadi -.2 Ha-br usted observado, mister Stavansson, que un pequeo detalle es a menudo la clave para el esclarecimiento de un misterio po-licaco. Este caso, desgraciadamente, no presenta ninguna ca-racterstica de relieve que pudiera servirnos de punto de partida. Creo que, prcticamente, tengo el caso resuelto, pero..., no es-tar de ms el esperar a que el tiempo confirme mis sospechas.

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html Tom un violn que haba sobre la mesa e hizo correr una o dos veces el arco sobre las cuerdas. Tuppence cerr con fuerza los prpados y aun el propio explorador dio un pequeo res-pingo. El ejecutante volvi a dejar el instrumento en el sitio que antes ocupaba. -Es un asunto sumamente delicado -dijo el primero ba-jando confidencialmente la voz y mirando desconfiadamente en direccin a Tuppence. -Permtame que primero le presente a mi secretaria confi-dencial, miss Ganges -Dse adelant a responder Tommy como@ adivinando los temores de aqul -. La recog siendo an nia, abandonada en las riberas de un caudaloso ro en la India. Es una triste historia. Podra decir que los de miss Ganges son, en realidad, los nicos ojos que yo poseo. Me acompaa siempre dondequiera que yo vaya. El extrao acogi la presentacin con una ligera inclinacin de cabeza. -N En ese caso hablar con entera libertad. Mister Blunt, mi hija, una muchacha de diecisis aos, ha sido raptada en cir-cunstancias un tanto especiales que me impidieron ponerlo en conocimiento de la polica. Lo descubr har slo una media hora y prefer llamarle a usted. Alguien me dijo que haba salido a comer y que no volvera hasta las dos y media; as es que decid venir en compaa de mi amigo el capitn Harker... , El aludido salud con una violenta contorsin de cabeza y murmur entre dientes palabras que no llegaron siquiera al odo de ninguno de los presentes. -2 He tenido la gran fortuna de que acudieran ustedes al mismo restaurante que yo acostumbro a venir. No perdamos tiempo. Volvamos a mi casa inmediatamente. xPero Tommy, cautelosamente, trat de demorar la invita-cin. - Podr estar con usted dentro de media hora. Debo, pri-mero, volver a la oficina.

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html @ El capitn Harker, volvindose para mirar a Tuppence, de-bi sorprenderse de ver la media sonrisa que de pronto pareci dibujarse en los labios de la muchacha. -V No, no, de ningn modo. Usted ahora debe venir conmigo. El caballero de pelo gris sac una tarjeta de su bolsillo y la puso en manos de Tommy, que la palp unos instantes. -Mis dedos no estn suficientemente sensibilizados para po-der leer una cosa as -\dijo pasando sonriente la tarjeta a Tup-pence. -.El duque de Blairgowrie -D ley sta en voz baja y mirando luego con gran inters al nuevo cliente. El duque de Blairgowrie era conocido como uno de los ms altaneros e inaccesibles ttulos de la nobleza, que se haba casado con la hija de uno de los gran-des carniceros de Chicago, mucho ms joven que l y dotada de un carcter vivaz y frvolo que nada bueno vaticinaba para la armona conyugal. Circulaban ya rumores de una posible rup-tura. n-Vendr usted en seguida, no es verdad, mister Blunt? -insisti el duque poniendo un leve tono de acritud en sus pa-labras. PTommy hubo de ceder ante lo inevitable. -BMiss Ganges y yo iremos con usted -(replic serena-mente -. Espero que perdonar si me detengo el tiempo preciso para tomarme una buena taza de caf. Lo traern inmediata-mente. Padezco de fuertes dolores de cabeza, consecuencia, sin duda, de mi mal, y el caf consigue aplacar mis nervios. Llam a un camarero y dio la orden correspondiente. Des-pus habl, dirigindose a Tuppence. -Miss Ganges, almuerzo aqu maana con el prefecto de la polica de Pars. Srvase tomar nota del men y dselo al matre con instrucciones de reservarme mi mesa habitual. Estoy ayu-dando a mi camarada en una importante investigacin. Los ho-norarios... -Zhizo una pausa despus de recalcar la palabra - son de cuidado. -&Puede usted empezar -Pdijo Tuppence sacando su estilo-grfica. -@Empezaremos con una ensalada de camarones - nuevo re-calque -,| que es un plato especial de la casa. A esto seguir, eso es, seguirX una tortilla a la Blitz y quizs un par de .tournedos 1'tranger. Oh, s! (Souffl en surprise. Creo que es todo. Es un hombre muy interesado, este prefecto francs. Quiz lo conozca alguno de ustedes. No es as? Los otros respondieron negativamente mientras Tuppence se levantaba y sala al encuentro del matre.X Volvi al mismo tiempo que llegaba el caf. Tommy palade el contenido y se lo bebi a pequeos sor-bos. Despus se levant. -Mi bastn, miss Ganges. Gracias. Instrucciones, por favor. Fue un momento difcil, de angustiosa agona para Tup-pence. -Uno a la derecha y dieciocho hacia delante. Al quinto paso encontrar un camarero sirviendo una mesa de la izquierda. Tommy lanz un agudo silbido y se sec el fro sudor que de pronto haba perlado su frente. " Luego se movi cauteloso tomando toda suerte de precau-ciones, lleg a la pared e hizo girar el interruptor que haba visto manipular al duque. B Despus cruz la habitacin, abri la puerta y mir caute-losamente en todas direcciones. No haba nadie. Baj las esca-leras y sali sin perder un solo segundo. N Ya a salvo en la calle, mir a la casa sin poder reprimir un estremecimiento de horror y anot su nmero. A continuacin se dirigi a la cabina telefnica ms prxima. Hubo un momento de angustiosa espera, pasado el cual res-pondi la voz que con tanta ansia esperaba escuchar. -\Bendito sea Dios, Tuppence! Conque eres t? -$S, hombre, soy yo - contest la voz -.F Entend lo que me quisiste decir: Honorarios, Camarn, venga al Blitz y sigo a los dos extraos. Albert lleg a tiempo y al ver que nos separ-bamos opt por seguirme a m, vio dnde me conducan y te-lefone inmediatamente a la jefatura. -VNo cabe duda que Albert es un buen muchacho - dijo Tommy -; y

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html caballeresco al haberse decidido por ti. Pero estaba preocupado. Voy en seguida, pues tengo muchas cosas que con-tarte. Y lo primero que har cuando llegue es extender un bonito cheque para el pobre Saint Dunstan. No sabes, Tuppence, lo ho-rrible que debe ser verse privado de un don tan preciado como es el de la vista. -PLo primero, quitarme esta maldita visera - contest Tommy. -4 Nada de eso. Sin ello podra usted ver tan bien como yo, y eso no conviene para el pequeo plan que tengo preparado. Porque tengo un plan, no lo sabe? Usted es muy amigo de las emociones, mster Blunt, y este juego que usted y su esposa es-taban llevando a cabo hoy lo prueba. Pues bien, yo he dispuesto asimismo otro pequeo entretenimiento, algo que, en cuanto se lo explique, ver que no carece de ingenio. Sepa usted que el suelo sobre el que se halla en estos mo-mentos es de metal y que desparramados en su superficie existen una serie de contactos. Slo hay que dar a una palanca, as. Se oy el inconfundible clic de un conmutador. - Ya est dada la corriente. Pisar ahora en uno de esos pe-queos botoncitos que sobresalen en el suelo significa... el adis a la vida! Me comprende bien? Si usted pudiese ver... la cosa sera sencilla por dems. Pero as... En fin, ya conoce usted el juego, la gallina ciega... Con la muerte. Si consigue llegar a salvo a la puerta, significa su libertad. As, pues, en marcha. Se acerc a Tommy y le desat las manos. Despus le entreg el bastn hacindole una cmica reverencia. -l Veamos si el ciego problemtico puede resolver este pro-blema. Yo me quedo aqu con la pistola en la mano. Como le-vante una mano intentando quitarse la visera, disparo. Est claro? - Clarsimo -zrespondi Tommy palideciendo, pero con gesto de determinacin -. A propsito, me permite que fume un cigarrillo? El corazn me da unos saltos que parece querer salrseme del pecho. -.Si no es ms que eso... -Ndijo el duque encogindose de hombros -; pero cuidado con intentar treta alguna. No olvide que tengo el dedo en el gatillo. Tommy extrajo un cigarrillo de la pitillera. Despus se palp los bolsillos tratando de buscar su caja de fsforos. -JNo crea que intento sacar un revlver - dijo -. Sabe bien que no voy armado. De todos modos quiero decirle que ha ol-vidado usted un punto muy importante. -Ah, s? Y cul es, si puede saberse? Tommy sac un palito de la caja y lo acerc al raspador. -B Yo estoy ciego y en cambio usted ve. Admito que la ven-taja est de su parte. Pero qu hara si los dos estuvisemos a oscuras? Cul sera su ventaja entonces? Aplic el fsforo al raspador y lo encendi. El duque se ech a rer despectivamente. -Piensa usted acaso disparar contra el interruptor de la luz y dejarnos a oscuras? Prubelo si quiere. - No - replic Tommy -.d Ya s que es imposible. Pero y si diera ms luz? \ Al decir estas palabras acerc la llama a algo que tena entre los dedos y que dej caer rpidamente al suelo. Un brillo cegador ilumin de pronto la habitacin. Durante unos segundos, cegado por la intensidad del res-plandor, el duque cerr los ojos, cubrindoselos con la mano que empuaba el arma. Al volverlos a abrir sinti que algo agudo se clavaba dolorosamente en su pecho. -$Suelte esa pistola - orden Tommy -.* Pronto! Saba que un palo hueco no habra de servirme de gran utilidad en un caso como ste. As que decid cambiarlo por un bastn estoque. Qu le parece la idea? Tan til, quiz, como lo fue hace un momento un pequeo alambre de magnesio. He dicho que suelte esa pistola! ~ Obediente ante la amenazadora punta de aquella espada, el falso noble dej caer el arma que tena entre sus manos. A con-tinuacin dio un salto hacia atrs soltando una triunfante car-cajada. -PAn sigo siendo el ms fuerte de los dos - dijo -,P porque yo an veo y en cambio usted no.

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html -se es precisamente el detalle al que antes hice referencia y que por lo visto no entr en sus clculos, pero que ahora puedo revelrselo sin temor alguno. Veo perfectamente. Esta visera no es opaca como, para fines de mi comedia, pretenda hacer creer a Tuppence. Podra haber llegado fcilmente a la pared sin tro-pezar con ninguno de esos contactos que tan hbilmente ha di-seminado usted por el suelo. Pero no cre nunca en su buena fe y saba que mi intento hubiera resultado intil. No habra salido con vida de esta habitacin... Cuidado! B Esta exclamacin le sali de los labios al ver que el duque, ciego de furia y sin mirar dnde pona los pies, se haba lanzado imprudentemente en su direccin. Son un chasquido acompaado de una brillante llamarada azul. Se tambale unos instantes y al fin dio pesadamente con su cuerpo en tierra. Un fuerte olor a ozono mezclado con otro te-nue de carne quemada se esparci por toda la habitacin. Moviendo el bastn con viveza, Tommy se puso en marcha. Tuppence se situ Junto a l con objeto de poderle guiar. Todo fue bien hasta el momento de atravesar la puerta principal de salida. Un hombre entr precipitadamente y antes de que Tup-pence pudiese advertir al ciego mister Blunt del peligro que co-rra, ste haba chocado ya con violencia contra el recin llegado. Siguieron explicaciones y frases de disculpas. En la puerta del Blitz esperaba un elegante coche berlina. El *propio duque ayud a misterR Blunt a penetrar en el lujoso ve-hculo. -LHa trado usted su automvil, Harker? -Rpregunt mi-rando por encima del hombro. -HS; est a la vuelta de la esquina. - Pues tenga la bondad de llevar en l a miss Ganges. Sin dar tiempo a cruzar palabra adicional alguna, salt ligero dentro del vehculo y se sent junto a Tommy. El coche se puso suavemente en movimiento. -Se trata de un asunto delicadsimo. Pronto podr darle toda clase de detalles. Tommy se llev una mano a la cabeza. -`Creo ya innecesario el seguir usando esta visera -$observ complacido -. Era slo el resplandor de las luces artificiales lo que me obligaba a su uso. 8 Pero una mano le oblig a bajar el brazo sin miramiento al-guno. Al mismo tiempo sinti que algo duro y redondo se apo-yaba con fuerza contra sus costillas. - No, querido mister Blunt -dijo la voz del duque, voz, sin embargo, completamente diferente a la que antes oyera -. No se quite usted esa visera. Qudese como estaba, sin hacer, a ser posible, el ms mnimo movimiento. Entendido? No quisiera tener la necesidad de hacer uso de la pistola que llevo en la mano. Como usted podr comprender, no soy en realidad el du-que de Blairgowrie. Escog este nombre por considerarlo muy a propsito para la ocasin, sabiendo que no se negara usted a acompaar a tan distinguido cliente. Yo soy algo ms prosaico, un comerciante de jamones que ha perdido a su esposa. Sinti el ligero estremecimiento que corri por el cuerpo del otro. -8Parece que esto le dice algo - aadi riendo -. Querido joven, ha cometido usted una gravsima equivocacin, y me temo que no podr en lo sucesivo seguir dedicndose a sus actividades. Poco despus el coche aminor la marcha hasta detenerse. - Un momento - dijo el falso duque. Retorci un pauelo y se lo introdujo diestramente en la boca, que cubri despus con otro de seda que llevaba al cuello. -xEs para evitar que cometa usted la torpeza de pedir auxilio -0le explic con suavidad. La puerta del automvil se abri y apareci el chofer en ac-titud expectante. Entre l y su amo cogieron a Tommy y se lo llevaron casi en volandas por las escaleras de una casa cuya puerta se cerr tras ellos. Haba en el ambiente un rico olor a perfume oriental. En el suelo una mullida alfombra en la que los pies de Tommy se hun-dieron. Del mismo modo que antes, fue obligado a subir ms de prisa un tramo de peldaos y a entrar en un

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html cuarto que, a su juicio, estaba en la parte posterior de la casa. Aqu los dos hom-bres le amarraron las manos a la espalda. Sali el chofer y el otro le quit la mordaza. -RPuede usted hablar ya con entera libertad -*le anunci complacido -.l Supongo, joven, que tendr muchas cosas que de-cirme. -PEspero que no me hayan perdido el bastn -Vdijo Tommy despus de aclararse la garganta -.j Me cost mucho dinero el conseguir que lo ahuecasen. - No s si creer que es usted un pobre loco o un caradura de lo ms grande que he visto en mi vida. No comprende que est usted completamente en mi poder? Qu es muy posible que ninguno de sus conocidos vuelva a verle de nuevo... con vida? -Oh, por Dios! Dejemos la parte melodramtica. O es que espera que yo exclame: Villano, te har apalear por esto? -Ah! Lo toma usted a broma? Y la muchacha?, no se le ha ocurrido pensar en ella? -HPensando durante mi forzado silencio - dijo Tommy -f lle-gu a la conclusin de que ese a quien usted llam Harker es su compinche y que mi infortunada secretaria, por lo tanto, no tar-dar en incorporarse a esta agradable reunin. -Su conclusin ha sido acertada en lo que respecta a master Harker. En cuanto a mistress Beresford, ya ve que estoy bien enterado de su personalidad, no ser trada aqu como usted dice. Es una pequea precaucin que juzgu oportuno tomar. Se me ocurri que quizs alguno de sus amigos de los altos cargos estara vigilndole y lo he organizado de modo que le sea im-posible seguir la pista de ambos a la vez. A usted me lo he re-servado para m; conque ya puede empezar! Se detuvo al abrirse la puerta. Entr el chofer y dijo: -dNadie nos ha seguido, seor. El campo est libre. -xBien. Puede marcharse, Gregory. Volvi a cerrarse la puerta. -nHasta este instante, todo parece salir a pedir de boca -"aadi el duque -. Y ahora, mi querido mster Beresford Blunt, qu es lo que cree que voy a hacer con usted? Captulo 10 4Jugando a La Gallina Ciega -- Bien -dijo Tommy colgando de nuevo el telfono. Des-pus se volvi a Tuppence. - Era el jefe. Me ha comunicado algo de sumo in-ters para nosotros. Parece ser que los sujetos tras los cuales va-mos se han enterado de que no soy, en realidad, el verdadero Theodore Blunt, y es posible que ocurra algo serio de un mo-mento a otro. El jefe te pide, como favor especial, que te vayas a casa y te quedes all tranquila sin mezclarte ms en este asunto. Aparentemente el avispero que hemos puesto en conmocin es ms grande de lo que en principio nos imaginamos. -Dile a tu jefe que no estoy dispuesta a concederle el favor que me pide - Exactamente. El ciego problemtico. Y t eres la recogida, la secretaria de negros cabellos y mejillas color de manzana. Y Albert, Honorarios, alias El Camarn .R Apoyado en la pared, junto a la puerta, >est el fino y hueco bastn quev sujeto entre mis sensitivos dedos, tanto habr de decirme. No hizo ms que levantarse cuando se dio de bruces contra una silla. - Demonio! - exclam -.b Me haba olvidado de que esa si-lla estaba all. -BDebe de ser horrible el ser ciego -4coment Tuppence con pena. -2 Bastante. Y ms lo siento por los pobres que perdieron su vista en la guerra que por otro cualquiera. Pero dicen que vi-viendo en las tinieblas es cuando se desarrollan los sentidos es-peciales, que es precisamente lo que yo deseo probar. Sera in-teresante poder ser de utilidad desde las sombras. Ahora, Tuppence, procura ser un buen Sydney Thames. Cuntos pasos hay desde aqu hasta donde est el bastn? LTuppence hizo un clculo precipitado. -* Tres de frente y cinco a la izquierda. Tommy avanz incierto y Tuppence le hizo detener con un grito. Un paso ms y se dara de cara contra la pared. - Es difcil - explic Tuppence -` calcular exactamente los pasos que deben darse. - Pero interesante - arguy Tommy -. Dile a Albert que venga. Voy a tocaros las manos y ver si puedo decir quin es quin. - Est bien -$respondi Tuppence -,j pero Albert tendr que lavrselas primero. Con toda seguri-ldad las llevar pringadas de tanto caramelo como come. Albert, introducido en el juego, mostr un vivsimo inters. Tommy, despus de un leve palpa -4miento, sonri complacido. Captulo 11 ,El Hombre De La Niebla Tommy no estaba satisfecho de la vida. Los brillantes de-tectives de Blunt haban experimentado un revs que les afect tanto al bolsillo como a su orgullo personal. Lla-mados profesionalmente a dilucidar el misterio del robo de un collar de perlas en Adl ington Hall, Adl ington, los brillantes de-tectives de Blunt fracasaron en la empresa. Mientras Tommy, disfrazado de pastor protestante, segua la pista de una condesa muy aficionada por cierto a la ruleta y al bacar y Tuppence a un sobrino de la casa, el inspector local, sin grandes esfuerzos, haba arrestado a uno de sus lacayos, pjaro bien conocido en jefatura y que al instante admiti su culpabilidad. 8 Tommy y Tuppence, por lo tanto, hubieron de retirarse mo-hnos y apenados y se hallaban ahora tomando sendos combi-nados en el saln de bebidas del Hotel Ad lbington. Tommy lle-vaba an su disfraz de clrigo. -TVeo que esto de representar al padre Brown -8dijo ste con lgubre acento -: tiene tambin sus problemas. - Naturalmente -$respondi Tuppence -.X Lo que hace falta es saber crearse una atmsfera apropiada desde el principio. Obrar con naturalidad. Los acontecimientos vienen despus por s solos. Comprendes la idea? -> S. Bien, creo que es hora ya de que volvamos a la ciudad. Quin sabe si todava el destino nos deparar alguna sorpresa antes de que lleguemos a la estacin! El contenido del vaso que haba acercado a sus labios se de-rram sbitamente bajo el impulso de una fuerte palmada que alguien, inopinadamente, le haba dado por la espalda, mientras una voz, que haca perfecto juego con la accin, le saludaba rui-dosamente. -Pero si es Tommy! Tuppence! Dnde demonios os me-tis que, segn mis clculos, hace varios aos que no os veo?

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html - Bulger! -Pexclam Tommy con alegra, dejando en la: mesa lo que haba quedado de su combinado y volvindose para mirar al intruso, hombre de unos treinta aos, corpulento y ves-tido con ropa de jugar al golf. - Oye, oye -dijo Bulger (cuyo nombre, diremos de paso, no era Bulger, sino Mervin Estcourt) -; no sabia que te hubieses ordenado. La verdad, me sorprende verte con esa ropa. Tuppence solt una carcajada que acab por desconcertar a Tommy. De pronto, ambos se dieron cuenta de la presencia de una cuarta persona. Era una joven alta, esbelta, de cabello rubio y ojos grandes y azules, llamativamente hermosa, vestida con elegante con-traste de raso negro y pieles de armio, y largos pendientes cua-jados de valiosas perlas. Sonrea con esa complacencia que da la seguridad de ser quiz la mujer ms admirada de Inglaterra. Tal vez del mundo entero. Y no es que fuese vana, no. Simplemente, lo saba. Eso era todo. Tommy y Tuppence la reconocieron al instante. La haban visto tres veces en ,El secreto del coraznB y otras tantas en su gran xito $Columnas de fuego. No haba actriz en Inglaterra que tu-viese la habilidad de cautivar al auditorio como Gilda Glen. Es-taba considerada como la mujer ms hermosa de Inglaterra. Tambin se rumoreaba que su belleza corra parejas con su es-tupidez. ->Antiguos amigos mos, miss Glen -dijo Estcourt con un matiz de disculpa en su voz por haberse, siquiera por un solo instante, olvidado de tan radiante criatura -; Tommy y mistress Tommy, permtanme que les presente a miss Gilda Glen. B El timbre de orgullo que haba en su voz era inconfundible. El mero hecho de ser visto en compaa de la famosa artista de-ba parecerle un honor, el ms grande. -FEs usted verdaderamente sacerdote? -&pregunt la jo-ven. -`Pocos, en realidad, somos lo que aparentamos ser -6con-test Tommy cortsmente -. Mi profesin no difiere grande-mente de la sacerdotal. No puedo dar absoluciones, pero s es-cuchar una confesin. Yo... - No le haga caso -(interrumpi Estcourt -.8 Se est bur-lando de usted. -No comprendo entonces por qu razn viste de ese modo. A menos que... - No -8se apresur a declarar Tommy -. No soy ningn fu-gitivo de la justicia, sino todo lo contrario. - Oh! -exclam ella frunciendo el ceo y mirndole con ojos de sorpresa. No s si me habr entendido, se dijo Tommy para s. Y aadi en voz alta, cambiando de conversacin: - Sabes a qu hora pasa el prximo tren para Londres, Bul-ger? Tenemos que salir sin prdida de tiempo. Cunto hay de aqu a la estacin? -( Diez minutos a pie. Pero no tengas prisa. Son las seis me-nos veinte y el prximo no pasar hasta las seis treinta y cinco. Acabamos de perder uno. ->Por dnde se va a la estacin? -Primero tomas a la izquierda y despus... espera, s, lo me-jor es que vayas por la avenida Morgan... -&La avenida Morgan? -interrumpi miss Glen con vio-lencia y mirndole con ojos espantados. -,Ya s en lo que piensa -*dijo Estcourt, riendo -. En el fantasma. La avenida Morgan linda por uno de sus lados con el cementerio y existe la leyenda de que un polica que falleci de muerte violenta sale de su tumba y monta su guardia como de costumbre a lo largo de la avenida Morgan. Ser una ridi-culez, pero lo cierto es que hay muchas personas que juran ha-berlo visto. - Un polica? -Dpregunt miss Glen estremecindose -. vPero, es que hay todava quien crea en semejante tontera? A continuacin se levant y se despidi dando un vago y ge-neral adis.

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html Durante toda la conversacin haba hecho caso omiso de Tuppence, y al marcharse ni siquiera se dign echar una mirada en su direccin. Al llegar a la puerta se tropez con un hombre alto, de ca-bellos grises y cara arrebolada, que lanz una exclamacin de sorpresa al verla. Pos una mano sobre el brazo de la actriz y ambos salieron, charlando animadamente. -@Hermosa criatura, no te parece? - dijo Estcourt -. Pero con menos sesos que un mosquito. Corre la noticia que va a ca-sarse con lord Leconbury. Ese con quien precisamente acaba de encontrarse. -\No es ningn tipo como para enloquecer a nadie -dob-serv Tuppence. Estcourt se encogi de hombros. -`No, pero tiene un ttulo y es rico por aadidura - co-ment -.b Qu ms puede pedir una mujer as? Nadie conoce su pasado ni a qu clase social pertenece. Hay quien supone que viene del arroyo. Su presencia en este lugar es un tanto miste-riosa. No se hospeda en el hotel y al preguntarle yo dnde lo haca, me contest con modales propios de una verdulera, por lo visto los nicos que ella ha aprendido. Que me maten si la entiendo! Estcourt se encogi de hombros. Consult su reloj y lanz una exclamacin. - Tengo que marcharme. Vaya, me alegro de haberos visto y espero que volvamos a encontrarnos una noche en la ciudad. Hasta pronto! No hizo ms que despedirse, cuando se present un botones con una bandeja y un sobre en ella. No llevaba direccin alguna. -(Es para usted, seor - dijo a Tommy -. De parte de miss Gilda Glen. Tommy lo rasg y ley con curiosidad su contenido. Deca No estoy segura de ello, pero creo que podra ayudarme. Ya que va usted camino de la estacin, sera tan amable de pasar por la Casa Blanca de la avenida Margan a las seis y diez? Su afectsima, GILDA GLEN Tommy hizo una seal afirmativa al botones, que parti. Despus pas la nota a Tuppence. - Extraordinario - coment ella -.V Quiz siga creyendo que eres un sacerdote. - No -2dijo Tommy pensativamente -. Yo creo que es pre-cisamente porque ha adivinado que no lo soy. Hombre! Quin es ste? ste era un joven de cabellos rojizos, mentn firme y con-trado, aspecto belicoso y vestimenta deplorablemente descui-dada y sucia. Haba entrado en el saln y se paseaba de arriba abajo, murmurando entre dientes palabras ininteligibles. De pronto se dej caer sobre una silla que haba junto a la joven pareja y la contempl fijamente durante unos instantes. -Al cuerno con todas las mujeres! -exclam mirando fe-rozmente a Tuppence -. S, seora, lo digo yo! Tiene usted algo que objetar? Por qu no llama a un camarero y dice que , 0me echen del hotel? No s eria la prime r a vez que lo han hecho. Acaso no ha de poder uno decir nunca lo que piensa? Por qu hemos de ser unos meros autmatas y hablar siempre como ha-blan los dems? Por qu tratar de parecer corts y afable cuando mi mayor satisfaccin ahora sera la de agarrar a alguien por el cogote y oprimrselo hasta que exhalara su ltimo suspiro? Se detuvo. -tSe refiere usted a cualquiera o a alguien en particular? ->le pregunt sonriente Tuppence. -.A alguien en particular -Hrespondi el Joven con mirada torva. ->Eso me suena a algo interesante -"insisti Tuppence -; Zpor qu no nos dice algo ms de lo que pasa? - Me llamo Reilly -Dprosigui el malhumorado mucha-cho -,4 James Reilly. Quizs hayan odo ustedes hablar de m. Escrib un pequeo volumen de poemas pacifistas, no del todo malos, aunque me est mal el decirlo. -*Poemas pacifistas? -(interrog Tuppence. - S, por qu no? -0interrog agresivamente mister Reilly. -2Oh, no, no, por nada...! -Dse apresur a contestar Tup-pence. -HHe sido siempre partidario de la paz - aadi mister& Reilly con fiereza -.@ Al demonio con todas las guerras! Y con las mujeres tambin!

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html Mujeres! Vio usted una muchacha que no hace mucho sali por esta puerta? Dice llamarse Gilda Glen. Gilda Glen! No sabe usted cmo he querido a esa mujer! Y ella a m, se lo aseguro. Si le queda un solo vestigio de corazn, ha de ser mo por fuerza, y como intente vendrselo a ese ma-marracho de Leconbury le juro que la mato, como me llamo Reilly. Al acabar de decir estas palabras volvi a levantarse y aban-don el saln de la misma forma como haba entrado. Tommy enarc las cejas. -BVaya un caballero ms excitable! - murmur -.: Bueno, Tuppence, nos vamos? x Al salir del hotel, una densa bruma iba extendindose len-tamente por todos los alrededores. Siguiendo las instrucciones de Estcourt, se dirigieron a la izquierda, y a los pocos minutos llegaron a un cruce con un poste indicador que deca: Avenida Morgan. Al lado izquierdo de la avenida se alzaban los altos muros del cementerio. A su derecha, una hilera de pequeas casas se-guidas por un crecido seto que se perda en la niebla. Tommy - dijo Tuppence -, empiezo a estar nerviosa. Esa neblina y este silencio...! Me hace el efecto de que estamos en un desierto. - No te preocupes -"le contest Tommy -.\ Es consecuencia de no poder ver con claridad. jTuppence asinti con un ligero movimiento de cabeza. - Qu es eso? -(pregunt de pronto. -El qu? -\Me pareci or unos pasos detrs de nosotros. -l Como no contengas esos nervios, no tardars en ver el alma del polica ese que nos contaba Bulger. Clmate, mujer. Temes acaso que se presente y te agarre de pronto por la es-palda? DTuppence emiti un agudo chillido. -Por lo que ms quieras, Tommy, no vuelvas a mencionar a ese fantasma! Volvi la cabeza tratando de penetrar el espeso sudario que en blandos jirones pareca amenazar envolverles. -(Otra vez los pasos! -psusurr como temerosa de or el so-nido de su propia voz -. No, ahora los oigo por delante. Oh, Tommy, no me digas que t no los oyes! - S, s que los oigo; pero no delante, sino detrs. Quizs al-guien que, como nosotros, vaya camino de la estacin. Me gus-tara... Se par de pronto, escuchando atentamente, mientras Tup-pence sofocaba el grito que estuvo a punto de salrsele de la gar-ganta. t La cortina de bruma que haba frente a ellos se abri de pronto como por arte de encantamiento y a seis metros apareci la gigantesca figura de un polica. Despus, y a medida que iba acentundose el desgarro producido en el blanco velo, pudieron ver a la derecha los vagos contornos de una casa pintada de blanco. - Vamos, Tuppence - dijo Tommy -.B Como ves, no hay nada que temer. Pero al ir a ponerse en movimiento, un nuevo rumor de pasos les oblig a prolongar su quietud unos instantes. Un hombre pas de largo no lejos del lugar en que ellos se encontraban, abri la verja de hierro de la casa blanca, subi los pocos esca-lones que conducan hasta la puerta y la golpe ruidosamente con la aldaba que colgaba de ella. Le fue permitida la entrada en el momento que el matrimonio llegaba junto al polica que, al parecer, haba tambin observado con curiosidad la escena. -ZEl caballero, por lo visto, tiene mucha prisa -8coment el agente de la ley. Hablaba con voz reposada, como si encontrase dificultad en coordinar sus pensamientos. -~S, es de esos que parecen llegar siempre tarde a todas par-tes - observ Tommy. La mirada del polica, lenta y suspicazmente, fue a posarse en la cara de Tommy. -8Amigo suyo, por casualidad? -0pregunt con intencin.

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html - No - respondi aqul -. No es amigo mo, pero da la cir-cunstancia de que le conozco. Se llama Reilly. - Ah! -$exclam el polica - .@ Bien, voy a continuar mi ronda. -jPuede usted decirme primero cul es la Casa Blanca? - Esa misma -ndijo acompaando las palabras con un gesto de la cabeza -.R La casa habitada por mistress Honeycott. Se detuvo y aadi, evidentemente con la idea de dar una valiossima informacin: -* Es una neurastnica. Siempre soando con ladrones y pi-dindome que vigile la casa. Cuando las mujeres llegan a cierta edad se vuelven insoportables. -Dice usted que de cierta edad? Y no sabe usted si hay alguna joven con ella? - Una joven? -dcontest el polica, reflexionando unos ins-tantes -.\ No..., no recuerdo a ninguna en este momento. -2Quiz no vive aqu, Tommy -$interpuso Tuppence -. De todos modos, es posible que no haya llegado todava. Sali del bar casi al mismo tiempo que nosotros. - Ah! -2dijo de pronto el polica -.N Ahora que me acuerdo... S, una joven entr hace poco por esa puerta. La vi en el preciso momento en que tom esta direccin. Har de esto unos tres o cuatro minutos. -bRecuerda usted si llevaba unas pieles de armio? -@pre-gunt Tuppence con ansiedad. -S, llevaba algo as como una piel de conejo blanco alre-dedor del cuello. Tuppence se ech a rer. El polica se alej por donde haba venido y la pareja se dispuso a franquear la verja de hierro de la Casa Blanca. 4 De pronto se oy un apagado grito que parta del interior de la casa y casi inmediatamente despus se abri la puerta y apa-reci Reilly, que baj apresuradamente los escalones que daban acceso a la misma. Tema las facciones desencajadas y un extrao fulgor brillaba en sus pupilas. Pas tambalendose junto a Tommy y Tuppence, al parecer sin verles, y mascullando asustado para s: -@Dios mo! Dios mo! Dios mo! Se apoy unos instantes en la verja y despus, como impul-sado por un sbito terror, ech a correr en la direccin que to-mara antes el polica. - Pero, Tommy - exclam Tuppence -,4 y el grito que ella dio? -f El grito lo dio James Reilly. No te fijaste en lo chillona que ste tiene la voz? En momentos de gran emocin son mu-chos los hombres que gritan exactamente igual que una mujer. -fPero, y el asesino? Tendramos que haberlo visto. - Y le vimos. Y hasta hablamos con l. Recuerdas la forma sbita en que apareci el polica? Eso fue porque acababa de salir de la verja y en el preciso momento en que se haca un claro en la niebla. Te acordars de que nos dio el gran susto. Al fin y al cabo, y aunque nunca pensemos en ellos como tales, son hom-bres como nosotros. Aman y odian como los dems. Se casan y... v Yo creo que Gilda Glen encontr a su marido en la misma puerta del jardn. Le hizo entrar para resolver de una vez el asunto que entre ambos haba pendiente. Debieron reir. Acurdate de que no es hombre de palabras violentas como Reilly. Debi ofuscarse. La porra que llevaba en la mano debi entrar en juego y... Capitulo 12 JEl Hombre De La Niebla (Continuacin) VTommy y Tuppence se miraron, sorprendidos. -8Algo ha sucedido en esa casa - dijo Tommy - npara haberse asustado de ese modo nuestro amigo Reilly. Tuppence pas distradamente un dedo por los barrotes de la verja. -Ha debido mancharse la mano con pintura encarnada en alguna parte - observ. -

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html Hum! - gru Tommy -. Creo que lo mejor ser que en-tremos inmediatamente. No me gusta nada ese asunto. En la puerta de la casa una sirvienta con blanca cofia per-maneca muda de indignacin. -THa visto usted una cosa semejante, padre? -estall con furia en el momento que Tommy ascenda los escalones -. Ese hombre viene aqu, pregunta por la seorita y, sin esperar a que le dieran permiso, se lanza escaleras arriba. De pronto, omos un grito, qu otra cosa poda haber hecho la pobre nia al ver a un luntico as?; y vemos que baja de nuevo, esta vez plido como un difunto. Que Dios me castigue si entiendo lo que sig-nifica todo esto. -&Aqu est la seora - anunci inmediatamente Ellen. Se hizo a un lado y Tommy se encontr frente a frente con una mujer de mediana edad, cabellos grises, ojos azules e inex-presivos y cuerpo enjuto vestido de negro, salpicado de abalorios del mismo color. -$Mistress Honeycott - dijo Tommy -,: he venido a ver a miss Glen. > Mistress Honeycott mir primero a Tommy y despus a Tup-pence, a sta con ms detenimiento y como tomando buena nota de los detalles de su apariencia personal. - Ah, s? - respondi -. Entonces tengan la bondad de pa-sar. Les condujo a lo largo del vestbulo hasta una habitacin si tuada en la parte posterior de la casa. Daba al jardn y, aunque de tamao mediano, pareca ms pequea debido al nmero de mesas y sillas esparcidas en ella. Un gran fuego arda en la chi-menea. El papel que cubra las paredes era de color gris con un festn de rosas que circundaba su parte posterior. Una gran can-tidad de grabados y cuadros colgaban de las paredes. Era una salita imposible de asociar con la lujosa personalidad de miss Gilda Glen. - Sintense -2indic mistress Honeycott -. Comenzar di-ciendo que no me sorprende la presencia de un sacerdote en mi casa, sobre todo en estos momentos. Gilda, falta quiz de slidos principios, ha escogido un mal camino. Dios ilumine su cerebro. -xTengo entendi, mistress Honeycott, que miss Glen est aqu. - As es. Tenga presente que yo no apruebo su conducta. Un casamiento es un casamiento y el marido es siempre el marido. Y quien siembra vientos, acabar tarde o temprano por recoger tempestades. -@No comprendo bien lo que me dice ->replic Tommy un tanto confuso. - Me lo figuro. Por eso les hice pasar a esa habitacin. Podr usted ir a ver a Gilda despus de que les haya puesto en ante-cedentes. Vino a m, figrese, despus de tantos aos!, y me pi-di que la ayudara. Quera que yo fuese a ver a ese hombre y le convenciera sobre la necesidad de aceptar un divorcio. Le dije, sin embargo, que nada tena yo que ver con esa cuestin. El di-vorcio es un pecado. Sin embargo, era mi hermana y no pude por menos que recibirla en mi casa. - Su hermana? - exclam Tommy. - S. Gilda es mi hermana! No se lo ha dicho acaso? Tommy se qued con la boca abierta. La cosa pareca fan-tsticamente imposible. Despus record que aquella belleza anglica de Gilda Glen haba estado en boga durante un buen nmero de aos. l mismo haba sido llevado a verla cuando an era un nio. S, era posible. Pero qu contraste! De modo que era de esta sencilla, pero respetable, familia de donde Gilda pro-ceda? Qu bien haba sabido guardar el secreto! -`An no entiendo claramente lo que acaba de decir - dijo Tommy -.P Dice usted que su hermana est casada? -Se escap para casarse cuando an no haba cumplido los diecisiete -Nexplic sucintamente mistress Honeycott -. Un mu-chacho vulgar muy por debajo de su condicin. Y teniendo por J padre, como tena, un pastor! Una verdadera desgracia! Des-pus abandon el domicilio conyugal para dedicarse a las tablas. Una cmica! Qu vergenza! No recuerdo haber pisado un teatro en mi vida. Y ahora, despus de transcurridos tantos aos, quiere divorciarse del hombre a quien volunta - riamente escogi como compaero para casarse, segn

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html dice, con uno de esos ve-jancones de la nobleza. Pero el marido sigue firme en sus trece. No se aviene a componendas de esa clase y no ser yo quien trate de disuadirle de su determinacin. Al contrario; se lo apruebo. -BCmo se llama el marido, seora? -0pregunt de pronto Tommy - Pues... no me acuerdo. Hace ya cerca de veinte aos que no he vuelto a or su nombre. Mi padre prohibi que fuese pro-nunciado en esta casa. -2No sera, acaso, Reilly? -xPudiera ser, pero no lo afirmo. Se me ha ido de la memoria. -RMe refiero al hombre que acaba de salir. -Quin? Ese desquiciado? No, por Dios. Yo haba estado en la cocina dando rdenes a Ellen. Acababa de entrar en esta habitacin cuando se me ocurri pensar en Gilda. Habr vuelto ya?, me pregunt. No necesitaba llamar, puesto que lle-vaba consigo su llave. De pronto, o sus pasos. Debi detenerse uno o dos minutos en el vestbulo y despus prosigui escaleras arriba. Unos tres minutos despus hubo una especie de con-mocin. Alguien aporreaba violentamente la puerta. Sal al ves-tbulo a tiempo de ver a un hombre subir apresuradamente las escaleras. Luego son un grito y segundos ms tarde vi bajar al intruso, plido como un difunto, y salir disparado como alma que lleva el diablo. Tommy se levant. -Mistress Honeycott, creo que debiramos enterarnos de lo que sucede. Hay algo pintado recientemente de rojo en la casa? - No, nada. - Me lo tema... -.dijo Tommy con gravedad -. Por favor, no perdamos tiempo y llvenos a las habitaciones de su hermana. A continuacin se alej, dispuesto a comunicar su mensaje a la jefatura. 2 El da siguiente del crimen, Tommy y Tuppence continuaban en el Gran Hotel, si bien Tommy haba juzgado conveniente des-prenderse de su disfraz clerical. p James Reilly haba sido arrestado y se hallaba bajo la cus-todia de la polica. Su abogado, mister Marvell, acababa de terminar una larga conversacin con Tommy acerca de lo ocu-rrido. -dNunca hubiese credo una cosa as de James Reilly - dijo -. Siempre ha sido violento en el modo de hablar, lo ad-mito; pero no un asesino. Tommy asinti. -f Es verdad. Quien se va mucho de la lengua no acostumbra a tener energas para la accin. Lo que s veo es que me obligar a testificar en su contra. Aquella conversacin que tuvo conmigo poco antes de que ocurriera el crimen le perjudica considerable-mente. Y a pesar de todo no puedo negar que me es simptico, y que si logrsemos encontrar otro sospechoso, no vacilara en declararle inocente. Cul ha sido su versin de los hechos? - Declara que, al llegar l, la mujer estaba ya muerta. Pero eso es imposible, como es natural. Ha echado mano de la pri-mera mentira que le ha venido a la cabeza. De otro modo, habra que suponer que fue mistress Honeycott la responsable de esa muerte, lo cual me parece fantstico en extremo. No, no cabe duda, l es el culpable. Recuerde, adems, que la doncella oy gritar a miss Glen. -.La criada...? Ah, s! Tommy qued silencioso unos instantes. Despus dijo, pen-sativamente: -Qu crdulos somos, en realidad! Aceptamos las pruebas como si stas fueran el evangelio. 2 Y qu son, a fin de cuentas? Slo una impresin llevada al cerebro a travs de los sentidos. Y si sta fuese errnea? El abogado se encogi de hombros. - S, todos sabemos que hay testigos poco dignos de crdito, testigos que van recordando nuevos, detalles a medida que pasa el tiempo y que, sin embargo, no tienen intencin alguna de fal-sear la situacin. - No me refera slo a sos. Me refera a todos nosotros en general, que decimos cosas que difieren de la realidad sin darnos siquiera cuenta de ello. Por ejemplo, usted y yo, sin duda, ha-bremos odo un doble golpe de aldaba y el crujido que produce un papel al pasar por la abertura del buzn. De diez veces, nueve tendramos razn: sera el cartero; pero posiblemente la dcima

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html sera slo un golfillo que haba querido gastarnos una broma. Comprende lo que quiero decir? - S, s -`contest mister Marvell arrastrando las palabras -. tPero, adonde quiere usted ir a parar con su razonamiento? - Creo que ni yo mismo lo s. No obstante, parece que em-piezo a ver las cosas con mayor claridad. Es como lo del bastn, Tuppence. Recuerdas? Un extremo seala en una direccin, el otro en la contraria. Todo consiste en que lo agarres por el lado que ms convenga. Las puertas se abren, pero tambin se cie-rran. La gente acostumbra a subir las escaleras, pero tambin suele bajarlas. -JY qu quieres decirme con todo ello? -&inquiri Tup-pence. - Es muy fcil - respondi Tommy -; y, sin embargo, hace slo un instante que se me ha ocurrido. Cmo sabes que una persona ha entrado en tu casa? Porque oyes abrir y cerrar una puerta, y si adems la esperas, estars convencida de que es ella. Pero, quiere esto decir que, en realidad, alguien ha entrado? No poda haber sido todo lo contrario? Que alguien hubiese salido? -0Pero miss Glen no sali. -vNo, ya lo s. Pero pudo muy bien haberlo hecho el asesino. -*Y cundo entr ella? - Cuando mistress Honeycott hablaba con Ellen en la co-cina. No la oyeron entrar. Mistress Honeycott volvi a la sala y, en el momento en que se dispona a poner en hora el reloj, le pareci or ruido en la puerta y crey que era su hermana que acababa de llegar. Y despus, as lo crey tambin, la oy subir las escaleras. -T mismo lo acabas de decir. Oy que alguien suba las escaleras. - S, pero no fue Gilda, sino Ellen, la que subi a correr las cortinas de las otras habitaciones. Recordars que mistress Ho-neycott dijo que su hermana se haba detenido unos instantes antes de empezar a subir. Esa pausa fue precisamente el tiempo que Ellen necesit para venir desde la cocina hasta el vestbulo. De un pelo estuvo que sta no viera salir al asesino. 8 Silenciada momentneamente, mistress Honeycott hizo lo que le pedan. Subi las escaleras seguida de Tommy y de Tuppence y abri la primera puerta que daba al rellano. De pronto emiti un agudo chillido y retrocedi, espantada. Una figura inmvil, vestida de negro, yaca tendida grotes-camente en el sof. Su cara estaba intacta, cerrados los ojos como si durmiese un apacible sueo. La herida, con fractura del crneo, apareca a un lado de la cabeza y haba sido producida, sin duda, por un objeto liso y romo. Un charco de sangre man-chaba el suelo y una parte de la alfombra que haba extendida bajo el sof. XTommy examin conmovido la postrada figura. - Despus de todo - murmur -,D no la ha estrangulado como deca. -fQu quiere usted dar a entender? Quin dijo eso? -Jpregunt extraada mistress Honeycott -.( Est muerta acaso? - S, mistress Honeycott, est muerta. Asesinada. Y la pre-gunta es: Por quin? No es que existan grandes dudas, pero nunca me figur que un hombre tan exaltado y vocinglero Fuese capaz de cometer un acto as. Se detuvo unos instantes. Despus se volvi a Tuppence con decisin. -Vete a buscar a un polica o telefonea al prefecto desde cualquier parte. Tuppence asinti. Estaba intensamente plida. Tommy con-dujo de nuevo a mistress Honeycott al piso inferior. -No quiero que exista la ms mnima equivocacin acerca de lo que voy a preguntarle - dijo -.~ Recuerda usted con exac-titud la hora en que vino su hermana? - Si, la recuerdo perfectamente, porque fue en el momento en que, como todos los das, acostumbro a poner en hora el reloj del comedor. Siempre adelanta unos cinco minutos. El mo, que es un verdadero cronmetro, marcaba las seis y ocho minutos. Tommy hizo un gesto afirmativo. Concordaba perfectamente con lo dicho por el polica. ste haba visto a la mujer de las pieles blancas atravesar la puerta de la verja unos tres minutos antes de que l y su esposa llegasen a su lado.

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html Tambin recor-daba haber consultado su propio reloj y haber anotado que pa-saba un minuto de la hora de la cita. Haba tambin la remota posibilidad de que alguien hubiese estado esperando en el cuarto de Gilda. Pero, de ser as, era for-zoso que siguiera oculto en algn rincn del mismo. Con excep-cin de Reilly, no se haba visto salir de l a nadie. Volvi a subir las escaleras e hizo un detenido examen de la habitacin. No haba nadie. Z Ms tarde comunic la noticia a Ellen, quien despus de ha-cer infinidad de aspavientos e invocar a todos los santos del ca-lendario, se avino a contestar algunas preguntas. b Si aquella tarde haba venido alguien preguntando por miss Glen? No, nadie. Si haba estado ella en las habitaciones su-periores? Como siempre, a descorrer las cortinas. Seran las seis, o minutos despus de esta hora. De todos modos, siempre antes de que aquel loco viniese a turbar la paz de la casa con sus aldabonazos. Fue ella quien contest a la llamada. Qu le pareca el escandaloso visitante? Un asesino de pies a cabeza. Tommy renunci a seguir el interrogatorio. Senta una cu-riosa piedad por Reilly, una repugnancia al admitir su culpabi-lidad. Sin embargo, nadie sino l poda haber asesinado a Gilda Glen, con excepcin, muy improbable por cierto, de Ellen y de mistress Honeycott. Oy un rumor de voces en el vestbulo y, al salir, se encontr con Tuppence acompaada del polica que encontraron ron-dando por los alrededores. ste sac su libro de notas y un des-puntado lpiz que se llev a los labios. Subi a la habitacin y examin a la vctima. No hizo ms observacin que la de no que-rer tocar el cadver, por temor, deca, a una seria repulsa de su jefe. Escuch las confusas e histricas explicaciones de miss Ho-neycott, haciendo de vez en cuando una breve anotacin. Tommy logr que saliera al rellano y habl con l unos mi-nutos. -Escuche - dijo Tommy -; usted ha afirmado que vio a la vctima entrar por la puerta de la verja, no es as? -S. -Y que quiere usted que hagamos? -r Lo siguiente. Tengo entendido que son ustedes muy ami-gos de Mr. y Mrs. Saint Vincent. stos, a su vez, estn en buenas relaciones, o al menos lo estaban no hace mucho, con la pareja Laidlaw. No les ser difcil, a travs de ellos, entrar en buenas relaciones con ese grupo; en cambio a ninguno de nosotros nos se ria posible intentarlo sin despertar las correspondientes sos-pechas. No creo que con ustedes ocurra lo mismo. -tY qu es exactamente lo que nosotros hemos de averi-guar? -De dnde consiguen ese dinero, si es que en realidad son ellos los que lo hacen circular. - Entendido - dijo Tommy -.H Mister Laidlaw sale con una maleta vaca( . Al regresar, sta viene llena hasta los topes de bi-lletes de la Tesorera. Cmo se verifica el milagro? Eso es lo que precisa averiguar. No es as ? - Ms o menos. Pero no descuiden a la mujer, ni al padre de sta, mister Heroulade. Recuerden que los billetes circulan a ambos lados del Canal. -6Mi querido mister Marriot! -*exclam Tommy en tono de reproche -. Los brillantes detectives de Blum desconocen el sig-nificado de la palabra descuidarse. El inspector se levant. -Buena suerte -Crujidor? Qu palabra es sa? - Una nueva palabra que he inventado yo. que describe a la persona que pone en circulacin billetes falsos. No cruje el bi-llete cuando se le manosea? Pues eso, el que lo hace crujir, es un crujidor. -No est mal, pero a mi me hubiera gustado ms el de Bus-cavidas. Es ms grfico y si quieres hasta mucho ms siniestro. - No - dijo Tommy -.h Yo dije primero El Crujidor y se es el que vale. -Como quieras. Ay, cmo me voy a divertir, Tommy! Fi-grate! Clubes nocturnos a montones! Y bebidas! Tendr que comprarme rimel& para las pestaas. -\Pero si las tienes ya suficientemente negras! - objet Tommy. -&No importa, as lo estarn ms. Ah y una barra de labios color cereza! La clase ms brillante, la mejor! - Tuppence! - dijo su marido -. Eres una descocada. Me-nos mal que has tenido la suerte de casarte con un hombre sobrio y de experiencia como yo. -Ya veremos lo que te dura la sobriedad cuando hayas es-tado unas cuantas veces en el Club Python. Tommy sac de un aparador botellas, copas y un mezclador de combinados.

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html -4Pues empecemos ahora mismo - dijo -.6 Vamos tras de ti, Crujidor aadi -;( conque, preprate! Captulo 14 El Crujidor ( C ontinuacin)

Trabar conocimiento con los Laidlaw fue lo ms sencillo del mundo. Tommy y Tuppence, jvenes, bien trajea-dos, ansiosos de vivir y aparentemente con dinero que gastar, pronto se hicieron amigos de todas las camarillas fre-cuentadas por los Laidlaw. El comandante Laidlaw era un hombre alto y rubio, de apa-riencia tpicamente inglesa y modales desenvueltos. Sin em-bargo, la dureza y las lneas que bordeaban sus ojos y una mirada inquieta y aviesa, no acababan de combinar con su supuesta per-sonalidad. < Tena fama de ser un habilsimo jugador de cartas, y Tommy observ que rara vez, en especial si las apuestas eran elevadas, se levantaba perdiendo de la mesa. Marguerite Laidlaw era algo totalmente diferente. Una cria-tura encantadora, grcil como las ninfas de los bosques y una cara digna de un Greuze. Su exquisito chapurreo del ingls aa-da un nuevo encanto a los muchos que ya posea. No era, pues, de extraar que la mayor parte de sus admiradores se convirtie-sen gustosos en sus esclavos. Pareca haber sentido, desde el principio, una viva simpata por Tommy, quien, fiel a su con-signa, no vacil en adherirse al numeroso grupo de ardientes se-guidores. - Mi querido Tommy - sola decir -. Positivamente no puedo estar sin mi querido Tommy. Su pelo es del color de una puesta de sol, no les parece? 8 Su padre, en cambio, era una figura que tena algo de sinies-tra. Muy correcto, muy estirado, con su barba negra y recortada y ojos cerrados y observadores. Tuppence fue la primera en registrar una victoria. Se acerc a Tommy con diez billetes de una libra en la mano. -chale un vistazo a esto. Son falsos, no es verdad? Despus de examinarlos, Tommy confirm el diagnstico de Tuppence. -2De dnde los has sacado? - Del joven Jimmy Fauikener. Marguerite Laidlaw se los dio para que apostara por ella en una de las carreras de caballos. Le dije que yo necesitaba billetes pequeos y se los cambi por uno de diez. -2Todos nuevos y crujientes -4dijo Tommy pensativa-mente -. Se ve que no han pasado por muchas manos. Supongo que el joven Fauikener est a salvo de toda sospecha. -Quin, Jimmy? Es un encanto de muchacho y somos ya los ms grandes amigos. -$S, ya lo he visto -2respondi framente Tommy -.Z Crees t que se necesita tanta aproximacin ? -:Oh, esto no es oficial, Tommy -:replic alegremente Tup-pence -.0 Esto es mero entretenimiento. Es muy bueno y estoy contentsima de librarle de las garras de esa mujer. No tienes idea del dinero que le est costando. -Me da la impresin de que se est convirtiendo en un pe-gote, Tuppence. -, Hay veces que hasta a m se me ocurre lo mismo, pero, qu quieres? Es siempre agradable el saber que una es todava joven y atractiva, no te parece? -Tuppence, tu sentido moral es deplorablemente bajo. Mi-ras estas cosas desde un punto de vista equivocado. -THace tantos aos que no me divierto, Tommy ->aadi ella con tono de descaro -; y de todos modos, qu has de decir de ti? Me paso los das enteros vindote pegado, como lo ests, a las faldas de Marguerite Laidlaw. - Es mi trabajo -2replic secamente Tommy. -JPero no me negars que es atractiva. - No es mi tipo. - Embustero! -(dijo Tuppence riendo -. De todos modos creo que me casara antes con un embustero que con un loco. - Supongo - contest Tommy - que no es imprescindible que un marido haya de

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html ser ninguna de las dos cosas. Entre el squito de admiradores de mistress Laidlaw haba un sencillo pero opulento caballero. Se llamaba Hank Ryder. Mister Ryder vena de Alabama, y desde el primer momento se mostr dispuesto a hacer de Tommy su gran amigo y confi-dente. -BEs una mujer estupenda, caballero -ldijo Ryder siguiendo a Marguerite con ojos embelesados -." No se puede con la gaie France. Cuando estoy cerca de ella me parece que el resto del mundo no existe ya para m. Al compartir Tommy cortsmente con l sus sentimientos, Ryder se crey obligado a ampliar su informacin. -Es una vergenza que una criatura as haya de tener in-quietudes de carcter monetario. -@Acaso cree usted que las tiene? -2 Que si lo creo? Estoy seguro. Tiene miedo a su marido. Ella misma me lo ha dicho. Ni siquiera se atreve a ponerle al corriente de sus pequeas cuentas. -LEst usted seguro de que son pequeas ? - Cuando yo se lo digo! Despus de todo, a una mujer le gusta lucir vestidos, y no es justo que ande por ah con modelos de la temporada anterior. La suerte tampoco parece acompa-arle en el juego. Anoche perdi conmigo cincuenta libras es-terlinas. -xPero haba ganado doscientas de Fauikener la noche an-terior - aadi Tommy. -( Ah, s? Entonces eso sirve para tranquilizar un tanto mi conciencia. Y a propsito, parece que hay un gran nmero de billetes falsos circulando por su pas en estos momentos. Ingres un fajo de ellos en el banco esta maana y el cajero me inform que veinticinco eran falsos. -Una cantidad bastante elevada, no le parece? Sabe us-ted si eran nuevos? -h Recin salidos de la imprenta. Y si no me equivoco eran del montn que recib anoche de mistress Laidlaw. Posiblemente vendran de alguna de las ventanillas de pago del hipdromo. -,S? Muy probablemente - contest Tommy. - Sepa usted, mister Beresford, que esto es algo completa-mente nuevo para m. Puede decirse que hace slo unos das que conozco a todas estas personas. Vine a Europa con el nico ob-jeto de disfrutar de esta clase de vida tan llena de atractivos. Mientras tanto, y por segunda vez, Tommy tuvo la prueba de que los billetes circulaban en sus propias narices y de que Marguerite Laidlaw era, sin duda, una de las encargadas de su dis-tribucin. d La noche siguiente hubo una selecta reunin en el lugar men-cionado por Marriot. Aunque el pretexto era el baile, la verda-dera atraccin la constituan dos grandes salas de juegos veladas al pblico por regios cortinajes y en las que grandes sumas cam-biaban diariamente de manos con prodigiosa celeridad. Marguerite Laidlaw, levantndose para salir de ellas, pas a Tommy un montn de billetes de pequea cuanta. - Por favor, Tommy - dijo -, tenga la bondad de cambir-melos por uno grande. Fjese. No caben en mi pequeo bolso. h Tommy le entreg el billete de cien libras que le peda. Des-pus, en un solitario rincn, examin detenidamente el lote. Como esperaba, ms del veinticinco por ciento eran falsos. De dnde sacara aquella mujer esta morralla?, se pregunt sin lograr encontrar respuesta satisfactoria. Del comandante Laidlaw? Imposible. Albert vigilaba sus ms insignificantes mo-vimientos y nada encontr en l que pudiera dar lugar a tal sos-pecha. ZTommy pens a continuacin en el melanclico mister Hev roulade. ste haca frecuentes viajes al continente. Qu trabajo le costara traerse cada vez un buen cargamento de billetes con los bales y maletas? Cmo? Un discreto doble fondo y... \ Sali del club absorto en estos pensamientos, cuando algo inesperado

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ABC Amber Sony Converter, http://www.processtext.com/abcsonylrf.html distrajo su atencin. En la calle, y en un estado que ciertamente no poda calificarse de sobrio, estaba mister Hank P. Ryder tratando de colgar su sombrero en el radiador de un coche. -XEsta condenada percha, esta condenada percha -.deca en tono lastimero -,b no es como las que tenemos en los Estados Unidos. All puede uno colgar su sombrero todas las noches, s, seor, todas l