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LIBROS Y NOMBRES DE CASTILLA-LA MANCHA SEXAGÉSIMOTERCERA ENTREGA 63. Año III/ 12 de abril de 2012 DÍAZ RUIZ, Susana B., La identidad urbana de Guadalajara: Historia local de una ciudad en clave de memoria colectiva, Centros de Estudios de Castilla-La Mancha-UCLM (colección Almud, n.º 11), 2011, 322 pags. Son pocos los libros que se escriben sobre Guadalajara cuyo recurso de investigación sean las fuentes orales; este que ahora comentamos es uno de ellos y, al tiempo, ha servido a su autora como tesis de doctorado sobre Sociología Urbana. Lo que, quizás, pueda llamar la atención al lector sea eso de “la memoria colectiva”, Para clarificar conceptos diremos que “es un grupo visto desde dentro”, es decir, lo que los miembros que lo constituyen ven de sí mismos y de los demás miembros y que, por lo tanto, se contrapone al concepto de “memoria histórica”, que sería la visión que tendría un observador externo al grupo. Por eso es interesante constatar lo que alguien perteneciente a ese grupo o incardinado en él, piensa y dice, siempre - evidentemente- desde un punto de vista subjetivo, en primera persona, de los demás componentes del grupo o del grupo en su totalidad, de manera que el estudio de esa memoria colectiva gira en torno a su carácter patrimonial y a su conformación social, producto de la convivencia cotidiana. Es decir a todo eso que constituye lo que podríamos denominar como la mini-cosmovisión que el grupo ha de desarrollar a través de sus significados y valores, normas y costumbres, en los que también existen gradaciones y marcos distintos como pueden ser la familia, la religión o la clase social. Además, junto a esta memoria colectiva es necesario utilizar otras herramientas que permitan seguir el recorrido histórico de la ciudad, es decir, los sucesivos cambios que ésta ha ido sufriendo con el paso del tiempo y, también, los cambios de sus habitantes. Este libro, pues, trata de aclararnos esos cambios sufridos en los modos de vida, en el significado de los espacios urbanos y en los hechos propios de cada contexto: fiestas, costumbres, lugares emblemáticos y usos sociales. Para llevar a cabo este estudio en el tiempo, Susana B. Díaz analiza tres momentos seguidos, suficientemente amplios en la vida generacional: la Guadalajara de los años cincuenta: “una ciudad subequipada en industria, especializada en construcción y servicios y equilibrada en electricidad, gas y agua, comercio y transportes”, una ciudad de interior que va sobreviviendo sin cambios notables, a casi cincuenta kilómetros de Madrid y con una población estancada, lo que entonces, exteriormente, se conocía como una “agrociudad”, es decir, aquella ciudad cuyo carácter urbano se veía difuminado por la presencia de elementos propios del campo: tierras de labor, huertas, vaquerías, animales o carros tirados por mulas, que podían verse a diario en sus calles; elementos éstos a los que había que añadir otros propios de su capitalidad de provincia: edificios públicos y organismos oficiales. Pues bien, este periodo lo analiza a través de la morfología simbólica del espacio urbano, especialmente del centro (la calle

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DÍAZ RUIZ, Susana B., La identidad urbana de Guadalajara: Historia local de una ciudad en clave de memoria colectiva, Centros de Estudios de Castilla-La Mancha-UCLM (colección Almud, n.º 11), 2011, 322 pags. SEXAGÉSIMOTERCERA ENTREGA 63. Año III/ 12 de abril de 2012 José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS Bubok; edición electrónica

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LIBROS Y NOMBRES

DE CASTILLA-LA MANCHA

SEXAGÉSIMOTERCERA ENTREGA

63. Año III/ 12 de abril de 2012

DÍAZ RUIZ, Susana B., La identidad

urbana de Guadalajara: Historia local

de una ciudad en clave de memoria

colectiva, Centros de Estudios de

Castilla-La Mancha-UCLM (colección

Almud, n.º 11), 2011, 322 pags.

Son pocos los libros que se escriben sobre

Guadalajara cuyo recurso de investigación

sean las fuentes orales; este que ahora

comentamos es uno de ellos y, al tiempo, ha

servido a su autora como tesis de doctorado

sobre Sociología Urbana.

Lo que, quizás, pueda llamar la atención al

lector sea eso de “la memoria colectiva”,

Para clarificar conceptos diremos que “es

un grupo visto desde dentro”, es decir, lo

que los miembros que lo constituyen ven de

sí mismos y de los demás miembros y que,

por lo tanto, se contrapone al concepto de

“memoria histórica”, que sería la visión que

tendría un observador externo al grupo.

Por eso es interesante constatar lo que

alguien perteneciente a ese grupo o

incardinado en él, piensa y dice, siempre -

evidentemente- desde un punto de vista

subjetivo, en primera persona, de los demás

componentes del grupo o del grupo en su

totalidad, de manera que el estudio de esa

memoria colectiva gira en torno a su

carácter patrimonial y a su conformación

social, producto de la convivencia

cotidiana. Es decir a todo eso que

constituye lo que podríamos denominar

como la mini-cosmovisión que el grupo ha

de desarrollar a través de sus significados y

valores, normas y costumbres, en los que

también existen gradaciones y marcos

distintos como pueden ser la familia, la

religión o la clase social.

Además, junto a esta memoria colectiva es

necesario utilizar otras herramientas que

permitan seguir el recorrido histórico de la

ciudad, es decir, los sucesivos cambios que

ésta ha ido sufriendo con el paso del tiempo

y, también, los cambios de sus habitantes.

Este libro, pues, trata de aclararnos esos

cambios sufridos en los modos de vida, en

el significado de los espacios urbanos y en

los hechos propios de cada contexto:

fiestas, costumbres, lugares emblemáticos y

usos sociales.

Para llevar a cabo este estudio en el tiempo,

Susana B. Díaz analiza tres momentos

seguidos, suficientemente amplios en la

vida generacional: la Guadalajara de los

años cincuenta: “una ciudad subequipada en

industria, especializada en construcción y

servicios y equilibrada en electricidad, gas

y agua, comercio y transportes”, una ciudad

de interior que va sobreviviendo sin

cambios notables, a casi cincuenta

kilómetros de Madrid y con una población

estancada, lo que entonces, exteriormente,

se conocía como una “agrociudad”, es

decir, aquella ciudad cuyo carácter urbano

se veía difuminado por la presencia de

elementos propios del campo: tierras de

labor, huertas, vaquerías, animales o carros

tirados por mulas, que podían verse a diario

en sus calles; elementos éstos a los que

había que añadir otros propios de su

capitalidad de provincia: edificios públicos

y organismos oficiales.

Pues bien, este periodo lo analiza a través

de la morfología simbólica del espacio

urbano, especialmente del centro (la calle

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Mayor) y de los barrios (San Roque, el

Alamín, Budierca, la agrupación de casas

de Manolito Taberné, Cacharrerías -Parque

Móvil-, Cerro del Pimiento y la Estación,

principalmente), de lo que entonces era

considerado como “lo tradicional” y “lo

moderno”, además de los recuerdos y

vivencias de la “juventud de los mayores”.

No hay que olvidar que Guadalajara había

salido de una guerra que se dejó notar con

mayor profundidad que en otras provincias.

Resultado de ello era una Guadalajara en la

que la vida era dura y todos se conocían y

cuya diversión principal consistía en el

paseo (“calle Mayor arriba, calle Mayor

abajo”) y el alterne, puesto que la “vida

social” se limitaba a unas cuantas familias

acomodadas. Vida social que queda

también a la vista a través del comercio, el

cine y el teatro y en la que no había más

remedio que cumplir unas normas sociales

que contribuyesen a lograr y mantener una

buena reputación, cosa fundamental a la

hora del noviazgo.

Una Guadalajara donde las clases sociales

estaban perfectamente definidas y “los ricos

eran ricos y los pobres eran pobres”.

El estudio se amplía a los años sesenta y

setenta, cuando empiezan a notarse los

primeros cambios con la llegada de la

industria como resultado del

reconocimiento de Guadalajara como

polígono de descongestión de Madrid. Aquí

se dan tres puntos de vista distintos: la

ciudad vista desde el campo (testimonios de

inmigrantes), la ciudad evocada (el

recuerdo de la infancia y adolescencia de

los entonces adultos) y la ciudad vista por

sus habitantes, además de tenerse en cuenta

otros aspectos como las nuevas condiciones

de vida, las salidas al centro (desde el

barrio), las estrategias de búsqueda de

privacidad (guateques y buhardillas),

además de nuevos locales de alterne como

pubes y discotecas y, algo muy interesante,

las diferencias de clase, generalmente

heredadas y que pueden resumirse en

aquello de “De Guadalajara de toda la

vida”.

Datos que se amplían más aún con otros

acerca de la Guadalajara de los ochenta:

con el nacimiento de un nuevo contexto de

ciudad, con cómo veían los jóvenes la

ciudad en su infancia a través de sus propias

vivencias, la percepción de las diferencias

sociales y sus etapas vitales, que terminan

en la actualidad y con datos de la valoración

estadística de los cambios que introdujo la

industrialización, las críticas (entre ellas la

más extendida de la “tradicional”

dependencia de Madrid)... el

desplazamiento del centro urbano, el

crecimiento demográfico, los cambios

convivenciales y las diferencias sociales

(“ahora todo se ha igualado mas”).

Pero frente a todo lo anterior ha surgido una

problemática urbana, que según sus

habitantes, tiene dos aspectos

contrapuestos: uno positivo, consistente en

la tranquilidad y la calidad de vida, en que

la ciudad constituye un mundo propio y en

la cercanía a Madrid, y otro negativo, que

es aquello que se perdió frente a lo que

permanece, la gente que se conocía, el

urbanismo, la pérdida de la identidad

colectiva, y también lo que significa la

existencia de la Casa de Guadalajara en

Madrid (“Guadalajara, puerta de Madrid”) y

lo que Guadalajara representa en el

contexto castellano-manchego. Finaliza el

libro con una serie de conclusiones que

podríamos resumir en el siguiente párrafo:

“En el caso de los habitantes de

Guadalajara, la significación particular

que adquiere ésta como ciudad en la que se

vive, se concreta a partir de las vivencias

que en ella han tenido lugar. En este

sentido, para todas las generaciones

Guadalajara es la ciudad en la que se

arraigan sus lazos y relaciones, su familia y

amigos, sus buenos y malos recuerdos y el

escenario, físico y humano, en el que ha

transcurrido la vida. Los siguientes

testimonios de cada una de las

generaciones diferenciadas en esta

investigación permiten ver el significado

que adquiere para ellos la ciudad como

mundo propio”.

Un capítulo final se dedica a Guadalajara

entre la planificación y la realidad, en el

que se recogen algunas muestras del

pensamiento de los políticos y de los

periodistas, que junto a sus habitantes

“obvian la Guadalajara real y concreta en la

que viven y han vivido y en la que residen

los sentimientos de arraigo e identidad que

tienen respecto a ella. En cambio en sus

discursos, alimentan la visión de una ciudad

en la que nunca pasa nada y no hay mucho

que ver. Por eso la solución de los

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problemas identitarios de la ciudad compete

a todos los actores que viven en ella aunque

sus implicaciones y responsabilidades sean

distintas”.

Una amplia bibliografía, con buena

representación de la prensa local, cierra el

libro. En fin, una buena aportación al

conocimiento de la historia local de la

Guadalajara más reciente, recogida

directamente de las tres generaciones que

hoy conviven, a través de sus recuerdos y

vivencias, sobre su pasado y su presente y

que de este modo pasan a constituirse en

“memoria colectiva” que compartir -unos

como antepasados y otros como herederos-

y en la que la ciudad se ha convertido ya en

patrimonio y seña de identidad de sus

propios habitantes, tanto para lo bueno

como para lo malo (querencias y críticas),

como mundo propio que es

José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS

Museo del Prado: Tiempo,

Arquitectura y ciudad

Diego Peris Sánchez y Rafael

Elvira Gutiérrez

Bubok; edición electrónica

El Museo del Prado nace como proyecto

ilustrado vinculado al desarrollo de la

ciencia en ese momento. Un proyecto para

el que Villanueva plantea una invención que

sea singular. El proyecto para Gabinete de

Historia Natural, Escuela de Botánica y

Química debe acoger los avances

científicos del momento. La estrategia

proyectual trata de responder a la escena

urbana configurando el Paseo del Prado,

gran apuesta de los Borbones para Madrid,

y respondiendo a una topografía singular

que define un doble nivel para la gran pieza

longitudinal que diseña Villanueva. Un

edificio complejo con una gran fachada al

Paseo del Prado y dos grandes frentes en

sus fachadas Norte y Sur que organizan una

estructura de funcionamiento doble del

edificio. Un edificio con dos plantas

autónomas superpuestas que el arquitecto

no llega a ver completamente terminado en

vida.

Villanueva es el gran arquitecto ilustrado

español. Para Chueca es el arquitecto que

mejor asume los principios ilustrados:

“Juan de Villanueva no solamente resume

todo el neoclasicismo español sino que casi

lo agota en su persona”. Villanueva nos

dejó una Descripción de fecha 21 de julio

de 1796, de acuerdo con la tradición de

muchos arquitectos de describir sus obras:

“quisiera…imitando tan acertado uso,

describir la única obra de alguna

consecuencia, que la suerte y el acaso puso

bajo mi dirección”. Una valoración, algo

amarga, de ser su única obra importante, a

su juicio, pero a la vez consciente de la

importancia del proyecto. Villanueva

comienza su descripción aceptando el sitio

y sus condicionantes: “debían ceñirse al

sitio y posición ya elegido y comprado en

que ninguna acción había tenido y en cuya

adquisición no dudo ocurriesen razones

que no es correspondiente a mi alcance el

medirlas ni considerarlas”. El solar era

“una paralelogramo extendido de (725)

pies de largo por (210) de ancho, con el

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descenso por su mayor/línea acia mediodía,

y de (28) pies de elevación por su lado

corto de Oriente a Poniente, con un

monasterio y un huerto en su espalda y el

paseo público del Prado a su frente”. Y en

ese espacio acomete un proyecto de gran

envergadura que quiere “hacer visible y

patente a mi Patria parte de aquellas

bellezas y grandiosidades que tenía vistas y

observadas en las ruinas de la antigüedad y

en los edificios de la Roma moderna”.

Villanueva no llegará a ver terminada su

obra en vida. Y cuando se concluya pocos

años después de su muerte, el edificio se

destinará a otra actividad diferente de

aquella para la que fue proyectado. Los

cambios de función modifican los edificios

de forma sustancial, aunque la realidad

física no se modifique. A principios del

siglo XIX surge la iniciativa de establecer

en Madrid un museo de pintura. En 1800, el

secretario de estado, Mariano Luis de

Urquijo propone crear un museo de pintura

como el que existe en otras cortes. El 23 de

marzo de 1803 el general Murat, cuñado de

Napoleón entra en Madrid al mando de

veinte mil soldados franceses. El edificio de

Villanueva, que estaba ultimado, excepto el

salón absidial, es ocupado por las tropas

napoleónicas que lo utilizan como cuartel

de caballería y arrancan los emplomados de

cubierta. Ya estaban concluidas las tres

fachadas principales del Museo excepto el

Salón de Juntas que no se llegó a terminar

en vida de Villanueva. El 2 de mayo se

producirá el levantamiento contra las tropas

francesas.

En años sucesivos el edificio va

reparándose de forma austera sin saber muy

bien el destino del mismo. Cuando el

Museo se abre al público, sin la menor

solemnidad, el 19 de noviembre de 1819,

hay almacenados en él 1.531 cuadros, de

los que se exponen tan solo una quinta parte

en las tres primeras salas habilitadas, los

dos salones que flanquean la rotonda del

cuerpo norte y la antesala de acceso a la

gran galería. La Gaceta del 18 de

noviembre de 1819 anuncia que “al cabo de

año y medio que se ha trabajado en su

ejecución, está ya concluida una gran parte

de la obra”. El Museo se inauguraba con

una exposición de pinturas procedente de

las Colecciones Reales y apenas ocupaba

una pequeña parte de la superficie total

construida. Las Colecciones Reales se

exponen como elemento de prestigio y

propaganda centrada en la Escuela

Española. El Museo nace vinculado así a las

colecciones que los reyes han cedido para el

edificio y con una importante presencia de

la escuela española que ya está siendo

reconocida por diversos estudios.

Las reformas importantes del edificio van a

llegar al Museo de la mano de Narciso

Pascual y Colomer que inicia el proyecto

del cuerpo absidial cuyas obras de

desarrollarán entre 1847 y 1849. En esta

primera mitad del siglo XIX se ha

producido una apropiación del Museo de

Villanueva para museo de pintura y

escultura. Para ello se han producido

reformas interiores y exteriores realizadas

con austeridad que tienen una estricta

utilidad funcional. Se reparan cubiertas y se

recuperan de forma casi escenográfica, con

acabados de gran sencillez y coste austero,

los interiores del edificio. Junto a ello, las

colecciones crecen de forma muy

importante y ocupan el edificio con

mentalidad de colmatación. La nueva

funcionalidad ha cambiado el sentido del

edificio que ahora se ha convertido en un

espacio interior de continuidad en el que la

presencia de las obras de arte define el

sentido de los espacios y los recorridos de

su uso en una continuidad lineal del

conjunto que va uno a otro extremo del

mismo.

En la segunda mitad del XIX serán el

albaceteño Francisco Jareño y Fernando

Arbós los arquitectos que trabajarán en el

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Museo del Prado. En este tiempo el edificio

de Villanueva ha continuado sirviendo de

espacio para el Museo de pintura y

escultura con unos fondos que deben

replantear su ordenación y forma

expositiva. Los cambios en el entorno

urbano especialmente en su fachada Norte

introducen cambios significativos en el

funcionamiento interior que tienen su

reflejo en la escalera proyectada por Jareño

para el acceso Norte.

A principios del siglo XX Fernando Arbós

presenta su proyecto de ampliación del

Museo. Plantea “la construcción de dos

pabellones destinados a viviendas de

subalternos, compuesto cada uno de dos

pisos” y situados en los chaflanes norte y

sur de la parte posterior, que se liberan de la

verja existente y, lo más importante, “la

construcción de dos galerías nuevas,

proyectadas cada una entre la sala llamada

de Velázquez y los actuales pabellones

norte y sur, construyendo a la vez, a

derecha e izquierda de la referida sala, otras

dos salitas adosadas a la misma, que

comunicarán con la nueva galería y con la

actual situada en el eje longitudinal del

edificio”. Estas galerías de exposición, así

como las salitas, constarán de dos pisos. El

plazo de ejecución de todas estas obras se

fija en siete años y medio. La ampliación

viene requerida por las nuevas colecciones

que se incorporan y por la revisión de los

criterios expositivos. En 1920 concluyen las

ampliaciones proyectadas por Arbos.

La Guerra civil supone una paralización de

la actividad del Museo y una dispersión de

las obras para garantizar su protección.

Parte importante del patrimonio es

trasladado a Ginebra o a diversos lugares de

España. Pedro Muguruza asumió durante

años las tareas de conservación y

mantenimiento y diversas actuaciones en el

Museo en este período. En 1952 Fernando

Chueca y Manuel Lorente plantean una

nueva ampliación para lo cual adosan dos

cuerpos a los proyectados por Arbós. El

Museo del Prado ha acabado

configurándose en base a edificios paralelos

al de Villanueva que se han ido adosando y

uniendo al original en diferentes épocas. A

lo largo del siglo XX primero con la

ampliación de Arbós y ahora con la de

Chueca-Lorente el edificio ha aumentado

sus superficies con salas pensadas

específicamente para la exposición de

pinturas. La comunicación entre el edificio

de Villanueva y la ampliación de Arbós se

realiza por los espacios situados a los lados

de la sala absidial en un recorrido que debe

volver sobre sí mismo. La nueva

ampliación de Chueca-Lorente lo hace a

través de la de Arbós generando así

recorridos y circulaciones complejas en una

malla que se relaciona lateralmente con los

cuerpos norte y sur del edificio primitivo de

Villanueva. Las circulaciones se van

estructurando en una compleja red que

ordena internamente el conjunto.

José María Muguruza se hace cargo de la

conservación del Museo desde 1952. En

1964 la necesidad de ampliar los espacios

expositivos lleva a cerrar los patios

existentes entre la ampliación de Arbós y la

fachada oriental de Villanueva. En 1969 es

nombrado conservador del Museo Jaime

Lafuente Niño. José María García de

Paredes realizó en 1983 una nueva

adaptación de la sala absidial que se

convierte en salón de actos. A partir de

1986 será Francisco Rodríguez Partearroyo

el que propondrá una serie de proyecto para

el Prado. Y en esos años finales del siglo

XX Dionisio Hernández Gil y Rafael

Olaquiaga realizan el proyecto de

reparaciones de las cubiertas del conjunto.

A finales del siglo XX se convoca el

Concurso Internacional para la ampliación

del Museo que después de un largo proceso

acaba desarrollando Rafael Moneo. La

incorporación de la zona de los Jerónimos

y la unión del edificio existente

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anteriormente con las nuevas ampliaciones

introduce un nuevo esquema de

funcionamiento en el conjunto. El Museo

amplía de forma significativa sus

dimensiones con las dotaciones requeridas

por un museo moderno. El edificio de

Villanueva ha quedado integrado en un

complejo conjunto construido a lo largo de

dos siglos y que finalmente configura una

malla extensa y compleja de circulaciones.

Las espléndidas colecciones del Museo, los

requerimientos de una institución con

servicios nuevos ha generado una nueva

realidad que conforma el actual Museo del

Prado.

En el presente trabajo contamos esta

historia de forma detallada. Desde el tiempo

en que se inicia la construcción con una

nueva mentalidad política y artística hasta

la actualidad vamos recorriendo las

ampliaciones y modificaciones del conjunto

construido. El tiempo va cambiando con

nuevas mentalidades, nuevas formas de

entender la realidad de un Museo y las

arquitecturas que les sirven de soporte. Y

junto a ello hemos analizado la evolución

de la ciudad en la que se instala este Museo.

Desde el espacio que se comienza a definir

con el propio Museo hasta la realidad actual

con la situación urbanística de este siglo

XXI.

La documentación gráfica de planos,

grabados y fotografías nos ayuda a

comprender la evolución de este edificio

iniciado por Villanueva y completado en su

parte posterior a lo largo de más de dos

siglos.

El libro se ha publicado en Bubok para

poder adquirirse en papel o en soporte

digital (en este caso al precio de 4 euros).

http://www.bubok.es/libros/211859/MU

SEO-DEL-PRADO-TIEMPO-

ARQUITECTURA-Y-CIUDAD

Alcázar 1931-39

Felipe Molina Carrión

Ed Oretania; Puertollano;

El 15 de abril se publicará el libro

“Alcázar de san Juan, Alcázar de

Cervantes (1931-1939)”. Se trata de uno

de los Premios Oretania de la edición de

2011. El libro es una visión muy

completa del periodo de la II República

en esta ciudad, centro neurálgico de una

zona fundamental en Castilla-La

Mancha, la comarca de La Mancha y el

antiguo Priorato de san Juan. El autor

no trata de hacer una obra definitiva;

aunque sí pretende hacer una síntesis

cercana al lector; su intención es

analizar la esperanza republicana, su

trayectoria a lo largo del periodo, en los

aspectos políticos, sociales, económicos

y culturales. La II República fue muy

importante para la educación, el cine, el

teatro o la pedagogía. Y un buen

ejemplo es el dinamismo cultural de

Alcázar. El golpe de estado de julio de

1936, convertido en sublevación militar

y en Guerra Civil, vino a frenar este

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proceso transformador. Ahora, Alcázar

de Cervantes, como así pasó a

denominarse, se convirtió, para el autor,

en punto fundamental en la retaguardia

y en la defensa de Madrid, tanto por su

posición estratégica como por ser nudo

de comunicaciones de primer orden. De

ahí que sufriera la dureza de los

bombardeos de la aviación nacionalista

en mayor medida que otras localidades.

Le interesa el papel de la prensa, como

motor de lucha, de propaganda política

y de cambio social. Periódicos como

“El Socialista Manchego” o “Letra

Confederal” (de la CNT) se convirtieron

en referentes de la expresión de una

ideología, más que en medios de

comunicación e información; incluso

son capaces de reflejar las diferentes

formas de entender la guerra y la

revolución en la retaguardia republicana

y la desunión que fue un factor decisivo

para entender la derrota de la República.

Este volumen termina el 1 de abril de

1939, con el fin de la Guerra. La

reconciliación no era posible, y

comenzaba una dictadura personalista

que duraría hasta noviembre de 1975.

Era el momento del ajuste de cuentas,

de la represión y de la estigmatización

de los derrotados. Pero también, de la

vuelta a la vida cotidiana, siempre

teniendo presente que las heridas de la

guerra no se habían cerrado, y que aún,

en el año 2011, no han acabado de

cicatrizar del todo. La investigación no

pretende ser un estudio meramente

local, sino que en su desarrollo abarca

toda una comarca y una región como la

nuestra, tocando plenamente la

provincia de Ciudad Real, y parte de las

de Toledo, Cuenca y Albacete. Ilustran

el texto numerosas gráficas, cuadros

comparativos y algunas fotografías que

al autor le han parecido significativas.

El presente libro es fruto de una

recopilación de más de cinco años de

trabajo que comenzó en 2006 y

concluyó en esta obra del 2011. La

fecha de presentación no es baladí.

Recordemos que el 12 de abril de 1931

tuvieron lugar las elecciones

municipales que dieron paso a la llegada

de la República. El 14 se proclamó

definitivamente y el 15 se celebró en

muchas localidades de CLM.

Albacete, corregimiento

borbónico

Ramón Cózar Gutiérrez

También disponible en libro electrónico

(PDF con DRM) . 608 pags; 28 €

Editorial Silex Colección: Sílex

Universidad

Este libro pretende adentrarse en el

gobierno municipal y las oligarquías de

la villa de Albacete durante el siglo

XVIII, momento trascendental para su

devenir histórico. Esta localidad se fue

configurando, lenta pero

inexorablemente, en una de las

principales poblaciones del extremo

oriental de la llanura manchega, hasta

conseguir, en 1833, la capitalidad de la

recién creada provincia de su mismo

nombre. En todo este proceso fue

fundamental el objeto principal de la

investigación recogida en este libro: la

institución municipal, máximo órgano

aglutinador de poder local, centro vivo

y controlador de las principales

preocupaciones políticas, económicas y

sociales de la comunidad, que convierte

a sus componentes en “hombres

poderosos”. Tomando como referencia

el concejo, se explora también el

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elemento humano integrado por el

gobierno de esta institución, en primer

lugar, a través del análisis sociológico

de los principales actores protagonistas

de la política municipal, sus redes,

conexiones, mecanismos de poder y

control social, para una perfecta

definición de la oligarquía albaceteña.

En segundo lugar, mediante el estudio

del movimiento que generan en la

administración municipal y territorial

las luchas por el poder y contra el

poder, así como las relaciones amistosas

o conflictivas entre los diversos

poderes, que condicionarán la

autonomía de la villa de Albacete hasta

su reducción a corregimiento, en pleno

reformismo borbónico. Pag web de Ed.

Silex

Un clásico reeditado digitalmente:

La “Historia de Guadalaxara” de

Hernando Pecha

Ediciones Aache de Guadalajara ha

reeditado en su colección “Libros digitales”

la Historia de Guadalaxara del jesuíta

Hernando Pecha (Guadalajara, 1571-

Madrid, 1659). Representa un nuevo

esfuerzo de Aache Ediciones en acercar

obras sobre la provincia a historiadores y

público en general, en unos tiempos de

depresión económica que hacen inviables a

muchas ediciones impresas.

El manuscrito de 1632 (BN/Ms.1756) ya

había sido editado por la Diputación de

Guadalajara en 1977, con transcripción,

preparación y ordenación del texto, así

como una breve biografía del autor, escritas

por Antonio Herrera Casado, Cronista

Provincial de Guadalajara. Es una obra que

solo se encuentra en bibliotecas y, a veces,

en librerías de viejo, y que carecía de un

índice onomástico y toponímico, que hacía

difícil hallar los datos de un solo personaje

histórico, dado que el padre Pecha podía

hablar de una misma persona en el apartado

dedicado a seglares, junto a su familia,

como en el dedicado a eclesiásticos.

El título completo es Historia de

Guadalaxara y como la religión de San

Gerónimo fue fundada y restaurada por

sus ciudadanos. Es la más antigua de las

historias existentes sobre la ciudad de

Guadalajara que se conservan, y ha sido

copiada inmisericordiamente, y sin citar,

por los autores de las historias posteriores

del mismo siglo, como Francisco de Torres

(1647) y Alonso Núñez de Castro (ésta sí

fue impresa en 1653), aunque en éstos la

ciudad de Guadalajara tenga algo más de

relevancia frente a los Mendoza. Asimismo,

Pecha aprovecha los Anales de la Ciudad

de Guadalaxara (obra manuscrita y hasta

ahora perdida) que fue escrita en el siglo

anterior por Francisco de Medina y

Mendoza (1516-1577) y otras obras

perdidas de este gran historiador, al que

también emplearon como fuente Torres y,

especialmente, Núñez de Castro. El

principal problema de la obra del padre

Pecha es que el autor es un servidor fiel de

Ana de Mendoza (1544-1633), sexta

duquesa propietaria del Infantado, mujer

muy religiosa y que no entró como monja

para garantizar, con su descendencia, la

continuidad del ducado del Infantado.

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Pecha no sólo intentó ocultar o disculpar

(sin mentir pero procurando no mencionar)

los datos negativos en la biografía de la

familia de la persona que apoyaba

económicamente a su orden y le daba de

comer, los Mendoza, sino que se las vio y

se las deseó para enaltecer a algunos

duques, como el primer duque frente a su

hermano el Gran Cardenal Mendoza, ambos

antepasados de la duquesa. Por otro lado,

un antepasado familiar de fray Hernando

fue Pedro Fernández Pecha, que a finales

del siglo XIV fundara en Guadalajara la

Orden Jerónima, única orden española y

que fue muy protegida por los Mendoza y

por los reyes de la Casa de Austria, por lo

que dedica una sección de su obra a esta

Orden. Pecha es fuente indiscutible de la

historia de la ciudad de Guadalajara, y los

Mendoza, por los hechos que conoció de

primera mano o encontró en los archivos de

la Casa Ducal del Infantado- Su “Historia”

es una fuente fidedigna por un lado y

parcial por otro, no altera la historia

conocida en la época pero no lo cuenta

todo, especialmente los encontronazos de

los duques con el concejo de Guadalajara, u

olvida o pasa de largo sobre amoríos de los

duques (por ejemplo, el tercero) y algunos

bastardos de los Mendoza.

La primera ventaja de la edición digital es

que tiene buenos índices al final, y que

puede emplearse en ella el buscador de

textos del lector de pdf que empleemos.

Con ello compensamos la división arbitraria

del manuscrito, al parecer acabado en una

primera versión, estructurado en seis libros

de los que quedan cuatro, “Orden de San

Jerónimo”, “Eclesiásticos de

Guadalajara” (la mayoría de las diferentes

ramas de los Mendoza), “Brazo seglar”

(ayuntamiento de la villa, regidores de la

ciudad y biografías de sus personajes más

importantes, hidalgos, corregidores y reyes)

y “Genealogía e Historia de la familia

Mendoza”, que ocupa casi el doble que los

otros tres juntos. Complementa la historia

cronológica de los duques del Infando, y

sus parientes, describiendo su aspecto físico

más una serie de anécdotas y curiosidades

de los personajes históricos que los acercan

al lector pero con la intención de que “a

cada uno de los duques se les distingue por

una serie de cualidades prefijadas para

engrandecer la memoria de los Infantado”.

Cada uno, según deseo de esta familia, era

un arquetipo, destacando Pedro González

de Mendoza (el héroe de Aljubarrota), el

primer marqués de Santillana (noble

destacado en artes y armas) o el Gran

Cardenal Mendoza (político fiel a la corona

y a los Reyes Católicos). Bien puede

complementarse esta historia con la

iconografía de los frescos de Rómulo

Cincinato del palacio del Infantado y de su

desaparecido Salón de Linajes. La segunda

ventaja es que la obra tiene un extenso

estudio y notas, amén de una biografía

actualizada del padre Pecha, escritas por

Aurelio García López (Hontoba, 1967). La

biografía de Pecha es, en gran parte, la

misma que este autor tiene en la edición

reciente de una obra menor, e inédita hasta

que López García la recuperara, del padre

Pecha, “Doña Ana de Mendoza,sexta

duquesa del Infantado” (Aache, 2011), con

alguna adicción y corrección. Es otra obra

que, aunque su interés histórico es evidente,

debe considerarse como una “loa” de la

duquesa por el padre Pecha, escrita para que

su heredero, el endeudado duque Rodrigo

del que había sido preceptor, le siguiera

apoyando económicamente.

García López, además de su labor como

autor de libros de temática local (que

empezara con la “Historia de Hontoba”, su

localidad natal, a finales de los 80, y

continuara sobre poblaciones tan

importantes como Pastrana, y otras), ha

publicado una serie erudita de monografías

dedicadas a los moriscos en las tierras de

Uceda, Guadalajara y Pastrana, diversos

artículos sobre la princesa de Eboli

resultados de sus trabajos en el Archivo

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municipal de Pastrana, Histórico Nacional,

Real Academia de la Historia o el de

Protocolos Notariales), la reedición

comentada de la Historia que escribiera

Francisco de Torres (Bornova, 2011) y

tiene en proyecto una serie de publicaciones

resultado de su búsqueda y transcripción de

documentos de la época. Las primeras

fueron la mencionada Vida de la sexta

duquesa del Infantado y esta reedición de la

Historia del padre Pecha, a las que seguirán

otras obras inéditas del mencionado padre

Pecha que ya tiene transcritas.

Se han perdido el capítulo primero, el sexto

y una parte del segundo de la obra original.

En este “segundo” capítulo, Pecha intenta

demostrar que la romana Complutum se

correspondía con la localidad de

Guadalajara pues, a veces, da valor

histórico a algunos antiguos (y falsos)

cronicones, a pesar de ser una persona culta

y erudita. García López dedica un largo

espacio a esta teoría, a quienes la apoyaron

y a quienes la refutaron, y a la posición al

respecto de Pecha en el primer capítulo

existente de su obra manuscrita.

El erudito estudio de García López, a veces

difícil de seguir, indica que la transcripción

de 1977 de la obra de Pecha “carece de

aparato crítico y presenta algunas lagunas

en la transcripción del texto, puesto que no

se editó su contenido en su totalidad”.

Asimismo, García López opina sobre la

Historia de Pecha que “son fragmentos y

algunos capítulos sueltos que podían servir

de ensayo o preparación para la

elaboración de su obra final, que

posteriormente, en 1653, fue publicada en

su casi totalidad por Alonso Núñez de

Castro, quien también utilizó algunos

capítulos y párrafos de la obra manuscrita

de don Francisco de Torres”. Los plagios

no son nada nuevo en Guadalajara, por

desgracia, aunque, en este caso, Núñez de

Castro recibiera los manuscritos de Pecha y

Torres con el encargo de que, basándose en

ellos, elaborara una historia de la ciudad.

García López prueba que Pecha escribió,

dejó de escribir y retomó su manuscrito en,

al menos, tres periodos entre 1632 y 1651.

Acaba García López su estudio con un

encuadre historiográfico de la obra de

Hernando Pecha. Para García López, Pecha

fue “pionero en los estudios de la familia

Mendoza” amén de un buen historiador de

Guadalajara. José Luis García de Paz,

1-4-2012

http://www.librosdeguadalajara.blogspot.com

Bucólicas

Publio Virgilio Marón

Traducción de fray Luis de León

Editor: Antonio Ramajo Caño

Editorial Castalia; 320 pags. 12 €

Las Bucólicas (o Églogas) no constituyen

únicamente una colección de poemas, sino

un poema total en sí mismo,

cuidadosamente estructurado en un

esquema simétrico. En boca de sus pastores,

personajes cultos y refinados que

desentonan con lo rústico del fondo, el

poeta aborda temas tan variados como la

poesía, la música, la belleza, la naturaleza,

la vida y la muerte, la mitología, el

asesinato, o la confiscación de las tierras el

suicidio, con una perfección formal

extraordinaria y sin perder de vista nunca a

la sociedad romana y las circunstancias

históricas en que le tocó vivir. Asimismo, la

versión que presentamos, de la mano de

fray Luis, constituye una obra de arte. No

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existen fronteras insalvables entre

originalidad y traducción. El agustino

compite con Virgilio y demuestra, una vez

más, que el escribir es “negocio de

particular juicio”. Ahora, gracias a la

cuidada edición de Antonio Ramajo,

podemos adentrarnos en una de las grandes

obras de la literatura de todos los tiempos

en sus dos grandes versiones, y

asombrarnos, tantos siglos después de su

sorprendente lirismo e inocencia.

El Alcázar de fortaleza a museo

Jose Luis Isabel

Editorial Ledoria, 2012; 104 pags.; 9 €

Cuando alguien llega a Toledo lo

primero que le suele llamar la atención

es la visión del majestuoso Alcázar, no

sólo por su robusta e imponente silueta

del edificio, sino por estar situado en la

colina más elevada de la ciudad.

Aportando datos sobre la localización

geográfica de la fortaleza, comienza el

libro de José Luis Isabel a desarrollar un

exhaustivo repaso a la historia de una

construcción que, al igual que la ciudad

en la que se encuentra, lo ha sido todo;

desde morada regia, acuartelamiento

militar o casa de caridad, hasta museo y

biblioteca en nuestros días.

El autor, apoyándose en buen número

de fotografías-de las cuales muchas eran

hasta ahora casi inéditas-, nos da cuenta

de un sinfín de datos y curiosidades del

que un día fue testigo de innumerables

intrigas palaciegas, luchas de poder,

comportamientos heroicos y sobre todo,

-y esto permanece inalterable- símbolo

de la ciudad, eso sí, con el permiso de la

Catedral. Amén de repasar hechos que

son más o menos conocidos por la

mayoría, como lo es el terrible asedio

que sufrió a inicios de la Guerra Civil y

que supuso su reducción a ruinas, Isabel

aporta informaciones cuando menos

curiosas y que invitan a echar a volar la

imaginación para recrearse cómo sería

aquél Toledo en el que, por ejemplo, el

Alcázar se encontraba unido al

complejo palatino de Galiana, o en el

que era presidio, o quizá en el que los

franceses, dueños de la ciudad,

instalaron un parque de artillería.

Hablar del Alcázar es también hacerlo

de formación militar, pues cuerpos

como la Infantería, la Caballería y la

Intendencia encontraron su escuela

entre los imponentes muros. Asimismo,

el papel del edificio no se comprendería

en determinadas épocas sin tener en

cuenta a sus edificios circundantes-

como el Museo de Santa Cruz- , algunos

de los cuales hoy ya no existen pero de

los que el autor no ha querido olvidarse

en el libro. A modo de conclusión,

considero que no es posible hacer una

foto fija del Alcázar a menos que uno

quiera encontrar como nota dominante

de su existencia la reflexión que Isabel

nos deja en las páginas finales. Y es que

sea como fuere, el Alcázar ha resurgido

una y otra vez de sus cenizas y es, de

manera eminente, resistente al desánimo

.Como señalaba al inicio, el Alcázar es

lo que a primera vista más destaca de

esa ciudad que permanece inalterable al

paso del tiempo; no en vano, es también

protagonista del primer libro de la

colección “Toledo en tu mano” que con

muy buenas expectativas vio la luz el

pasado 23 de marzo.

Rafael González Casero en ABC Artes y

Letras de CLM, 31-3-2012

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La inteligencia ejecutiva

José Antonio Marina

Ed. Ariel, Barcelona

Abril 2012; 16 €

La inteligencia ejecutiva decide, crea,

proyecta, mantiene el esfuerzo... Es

nuestro futuro".

“Sin duda, muchos de vosotros estaréis

padeciendo algún tipo de angustia

educativa, y por eso esperamos que

estos libros funcionen como manuales

de autoayuda, que os permitan sentiros

mejor al ampliar vuestra capacidad para

afrontar las dificultades. Y también al

poneros en relación con otras personas

interesadas en la educación.” Éste no es

un libro más sino un paso innovador y

decisivo que está llamado a

revolucionar la idea que tenemos de la

educación.

La inteligencia ejecutiva se encarga de

dirigir todas las capacidades humanas.

En ella reside nuestra grandeza y

nuestra esperanza. La función principal

de la inteligencia humana es dirigir bien

el comportamiento. No basta con

almacenar conocimientos, no basta con

desarrollar la inteligencia emocional.

Haberlo olvidado es la causa de graves

problemas personales, educativos y

sociales.

La inteligencia ejecutiva se encarga de

hacer proyectos, tomar decisiones,

utilizar los conocimientos, gestionar las

emociones, mantener el esfuerzo,

aplazar la recompensa, realizar metas a

largo plazo. En ella tiene su origen la

libertad humana. Esa inteligencia no

es innata, el niño tiene que aprenderla.

Será su gran talento. Ayudarle a que lo

consiga debe ser el gran objetivo

educativo inmediato. Estamos en el

inicio de una nueva era.

José Antonio Marina (Toledo, 1939)

es probablemente el más conocido de

los pensadores españoles de la

actualidad. En su larga trayectoria ha

compaginado la investigación filosófica

con el trabajo como profesor de

Filosofía en un instituto de enseñanza

secundaria madrileño. En su obra,

Marina acerca al gran público los

grandes temas filosóficos, centrándose

sobre todo en la teoría de la inteligencia,

la fenomenología y la lingüística. Entre

sus publicaciones cabe destacar Teoría

de la inteligencia creadora (1995),

Ética para náufragos (1996), El

laberinto sentimental (1998),

Diccionario de los sentimientos (1999),

El vuelo de la inteligencia (2000), El

rompecabezas de la sexualidad (2002) y

Dictamen sobre Dios (2002). Muestra

de su exitosa carrera son los Premio

Anagrama y el Premio Nacional de

Ensayo.

Página web de Editorial Ariel