2013 Maingon y Otros Politicas Sociales en Iberoamérica

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    Polticas sociales en IberoamricaEntre la precariedad social y el cambio poltic

    Jorge Arzate Salgado

    Thais Maingon

    Neritza Alvarado Chacn

    [Coordinadores]

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    Presentacin

    Jorge Arzate Salgado, Neritza Alvarado Chacn, Thais MaingonPolticas sociales en Iberoamrica hoy entre la precariedad so-cial y el cambio poltico

    PRIMERA PARTE

    Polticas sociales, desigualdad y cambio social

    Antonio AlaminosLos factores de la desigualdad en Iberoamrica. Un anlisis es-tructural emprico

    Maria Jos de RezendeLos Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODMs) de la ONU: Lasdicultades de implementacin y el desprecio de los sectores preponderantes en relacin con poblacin pobre del mundo

    Ivo Domingues, Carlos Veloso da VeigaConstruccin dramatrgica de las polticas sociales

    Ren Bello Snchez, Jos Carlos Luque BraznEntre lo que se dijo y se hizo. Democracia y participacin ciu -dadana en las polticas sociales de Mxico 1988-2004

    Jorge Arzate Salgado, Jos Antonio Trejo SnchezPolticas de Estado, desigualdades y cambio social en el campo

    mexicano. Estudio de caso en el sur del valle de Toluca

    SEGUNDA PARTEPolticas sociales, lucha contra la pobreza y las desigualdades

    Neritza Alvarado ChacnTeora y praxis de la poltica social venezolana, 2003-2009

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    DR Jorge Arzate Salgado Thais Maingon Neritzia Alvarado

    DR Red Iberoamericana para el Estudio de Polticas Sociales

    Universidad Autnoma del Estado de Mxico Facultad de Ciencias Polticas y Sociales

    Universidad de Colima Facultad de Ciencias Polticas y Sociales

    Primera edicin: junio de 2013

    Este libro fue dictaminado por sistema de pares ciegos.

    Todos los derechos reservados conforme a la ley. Esta publicacin no puede ser reproducida,ni toda ni en partes por cualquier medio ya sea mecnico, electrnico o fotocopiado, sinpermiso previo, por escrito, de sus autores.

    Versalita Producciones, S.A. de C.V.www.versalita.com.mx

    ISBN: 9786079085056

    Impreso en Mxico Printed in Mexico

    FACULTAD DECIENCIAS POLTICAS

    Y SOCIALES

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    Thais MaingonPoltica social en Venezuela: un acercamiento al resultado de sudesempeo 1999-2008

    Pedro Silva BarrosLas polticas sociales de Lula y Chvez

    Jess Castillo Rendn, Jos Luis Martnez MarcaLa poltica de gasto en desarrollo social en Mxico en el con-texto del modelo neoliberal 1995-2007

    Gerardo Ordez BarbaLa poltica social en los gobiernos de la alternancia en Mxico, 2000-2008: continuidades, cambios y retrocesos

    Alejandro Gracida Rodrguez, Nelson Arteaga BotelloEl hombre carente de satisfactores en Mxico (1970-2006): delrezagado al pobre extremo

    Socorro Arzaluz SolanoEvaluaciones cualitativas a programas de combate a la pobrezaen Mxico

    Mauricio Olavarra GambiDesigualdad y pobreza en Chile 1987-2006

    TERCERA PARTEPolticas contra la discriminacin

    Jos Antonio Moreno MolinaLa discapacidad de las personas en las polticas sociales de laUnin Europea

    Carlos Veloso da Veiga, Ivo DominguesPoltica portuguesa de rehabilitacin profesional de las personascon deciencias y minusvalas. Programas y resultados

    Mara Ins Baquero TorresLa inclusin y el acceso de las personas con discapacidad en eldebate actual internacional

    Manuel Salvador Gonzlez VillaApuntes de la poltica social en materia de salud y el caso del Seguro Popular en Mxico

    Norma Gonzlez Gonzlez, Beatriz Erndira Flores MezaPolticas pblicas y salud en Amrica Latina. Hacia la construc-cin y consolidacin de una ideologa de la individualizacin, la culpa y la focalizacin en el campo de la salud

    CUARTE PARTEPolticas compensatorias: escuela, gnero y jvenes

    Nora GluzEntre la universalizacin y la particularizacin: debates en

    torno a los nuevos modos de atencin a la pobreza en la edu -cacin argentina

    Luis Rodrguez CastilloInasistencia escolar, gobierno local y poltica social: un anlisisde marcos

    Valeria LlobetLas polticas sociales para la infancia y la adolescencia en Ar-gentina y el paradigma internacional de derechos humano

    Susana Carmen Battista, Susana Campari, Silvana MondinoLa igualdad de gneros en la poltica social argentina. El casodel Plan de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y varonesen la ciudad de Buenos Aires

    Acerca de los autores

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    Presentacin

    La Red Iberoamericana para el Estudio de Polticas Sociales(RIEPS) es un grupo de investigadores que tras su primera re-unin de fundacin en la ciudad de San Jos de Costa Rica,en agosto de 2008, acord trabajar para el estudio, desde unaperspectiva comparada y crtica, de las iniciativas en materia

    de poltica social impulsadas y desarrolladas por los distintosgobiernos de Iberoamrica, con el objetivo de evaluar sus efec-tos en trminos de bienestar, democratizacin y crecimientoeconmico.

    Como primer esfuerzo de la Red se presenta Polticas socialesen Iberoamrica. Entre la precariedad social y el cambio poltico , libroproducto de la participacin de acadmicos de institucionesde educacin superior y de organizaciones de la sociedad civilde Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Espaa, Mxico, Por-tugal y Venezuela. Se trata de una aportacin signicativa enun momento en que es necesario construir un discurso a favordel bienestar despus de los efectos de la crisis del capitalismo anivel global.

    No queda ms que agradecer a todos los participantes de laRed que han hecho posible este libro, por su paciencia y dedi-cacin al proyecto, en particular a Thais Maingon y NeritzaAlvarado Chacn; as como a la Facultad de Ciencias Polticas ySociales de la Universidad Autnoma del Estado de Mxico, y ala Facultad de Ciencias Polticas y Sociales de la Universidad deColima por el apoyo a la presente edicin

    Jorge Arzate SalgadoNora Gluz

    Coordinadores de la Red Iberoamericana para el Estudio de Polticas Sociales

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    Captulo Siguie

    Captulo anteri

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    PRIMERA PARTE

    Polticas sociales, desigualdad y cambio social

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    Durante los primeros aos del siglo XX, Amrica Latina tuvo unperiodo de crecimiento econmico y de cambios en la compo-sicin poltica de los gobiernos. Se trat de procesos histricosy sociales que permitieron desarrollar polticas sociales de muydiverso signo. En este contexto, que coincide con la consolida-cin de los modelos econmicos neoliberales pero tambin conel surgimiento de regmenes de izquierda con un proyecto y dis-curso propio, casi todos los gobiernos de la regin implemen -taron polticas compensatorias dirigidas a los grupos socialesms pobres y vulnerables, que se prolongan hasta la actualidaden la mayora de los pases. Ante ello, y una vez terminado en2009 el periodo de crecimiento sostenido a consecuencia de lacrisis nanciera del capitalismo avanzado, es necesario pensarel contenido y resultados de la poltica social implementada entrminos de procesos de cambio social para el bienestar. Encontraste, en los pases de la Pennsula Ibrica las democracias

    se consolidaron, hubo una integracin de Espaa y Portugal enla Unin Europea, lo cual fue el contexto propicio para el creci-miento econmico sostenido y para la consolidacin del Estadode bienestar.

    En estos aos Latinoamrica ha experimentado procesoshistricos paradjicos que van desde la oportunidad de inser-tarse como importantes exportadores de materias primas hastala perpetuacin de las desigualdades sociales. De alguna u otra

    Polticas sociales en Iberoamrica hoy:entre la precariedad social y el cambiopoltico

    Jorge Arzate SalgadoNeritza Alvarado ChacnTais Maingon

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    manera ha existido cambio en casi todos los pases, se trat de unproceso de cambio histrico de naturaleza social, poltica y eco-nmica. Quiz las principales realidades de esto sean las transi-ciones polticas hacia regmenes democrticos en casi todos lospases, as como una insercin de las economas en la economaglobal como exportadores de bienes primarios, materias primas,productos industrializados y mano de obra; es decir, se ha con-solidado una nueva articulacin de las economas locales conlas diversas regiones comerciales del planeta. Por su parte, laseconomas de Espaa y Portugal, sobre todo la primera, se hanconstituido en los primeros inversores en los pases latinoameri-canos. En su conjunto, asistimos a un nuevo posicionamiento deIberoamrica en el proceso histrico de globalizacin.

    Para el caso de Amrica Latina, si bien los resultados delcambio adquieren particulares signicados, hay tendencias ge-nerales tales como, a nivel de lo social, un cambio en la com-

    posicin de las estructuras sociales en donde han emergidonuevos sectores de clases medias o clases no manuales, algunasveces ligadas con el Estado, otras a los procesos de liberalizacineconmica como clases no manuales independientes e inclusoinformales; en tanto las clases manuales o clase obrera se hanhundido en la marginacin y la pobreza, as como se ha perdi-do capacidad de accin poltica (Franco et al., 2007). Mientras,algunas otras clases sociales han permanecido prcticamentesin mejora social, como los grupos campesinos o los grupos sintierra. Junto a la denicin de clase y desde un punto de vistatnico, los grupos indgenas han permanecido, como tenden-cia general, excluidos del desarrollo en la mayora de los pases,pero sobre todo en Mxico y Centroamrica.

    Un sector social que tuvo una emergencia signicativa hasido la clase media, su importancia radica en que ha impulsa-do la democracia en la regin. La clase media ha estado rela -cionada con la urbanizacin de los pases, resultado de muchasdcadas de migracin campo-ciudad, proceso sembrado en lafase de sustitucin de importaciones pero que en el nuevo mo -

    delo econmico neoliberal-mono exportador ha resultado enun predominio econmico y poltico de las ciudades frente alcampo (Portes y Hoffman, 2007). Incluso en algunos casos elmismo modelo ha trabajado para la extincin de la clase cam -pesina (como en el caso mexicano) o para el mantenimiento delas situaciones de monopolio de la tierra (como en general en elCono Sur). El crecimiento de las ciudades ha implicado la ter-cializacin de las economas, lo cual ha dado lugar a la entrada

    Unsector socialque tuvouna emergencia significativaha sido la clase media, suimportancia radica en queha impulsado la democraciaen la regin.

    de capitales monoplicos trasnacionales en el mercado de bienesy servicios, destacando la hegemona de los bancos norteame-ricanos y espaoles, pero tambin de las empresas generadorasde energa elctrica, de gestin de agua y gas. La tercializacinde las economas ha signicado el engrosamiento de la econo -ma informal que, junto con las tendencias de exibilizacin deltrabajo, ha producido enormes oleadas de precarizacin social.

    El crecimiento y emergencia de la clase media tienen pa-radojas, mientras que el mercado interno se ha expandido de-bido a la concentracin del ingreso por parte de dicha clase.Por otro lado, se ha construido una estructura social en dondelas posibilidades de movilidad social vertical son escasas y endonde a lo mucho se han dado exiguos casos de movilidad so-cial horizontal. Es decir, en donde la estructura social continareproduciendo un esquema de enormes distancias entre ricos ypobres, que hace ms marcado la brecha rural-urbana (Corts

    y Escobar, 2007; Do Valle, 2007; Torche y Wormald, 2007). Esbien sabido que esta situacin de polarizacin entre grupos yclases sociales distingue a la regin a nivel mundial como el sub-continente de mayor desigualdad social.

    Como se puede apreciar, la consolidacin de un nuevoproyecto poltico y econmico despus del colapso del modelode sustitucin de importaciones ha implicado cambios radica-les en la estructura social de Amrica Latina. Ahora tenemossociedades urbanas y suburbanas predominantes frente a las so-ciedades agrarias que languidecen o tienden a desaparecer enun lento pero ecaz proceso de extincin social. En el espaciosocial, entonces, las situaciones de pobreza, exclusin social, dis-criminacin y explotacin adquieren profundidad, presentandonuevos rostros.

    Uno de los determinantes de la escasa movilidad socialdentro de la nueva estructura social es el infra acceso a la edu-cacin media superior y superior, pues si bien en buena partede los pases ha mejorado sustancialmente la cobertura de laeducacin bsica, no ha sucedido lo mismo en el caso de la edu-

    cacin media y superior, encontrando casos en donde la priva-tizacin de este nivel educativo (como en el caso paradigmticode Chile y Mxico) se ha convertido en una barrera para lamovilidad social de las clases o grupos con menores recursos(Portes y Hoffman, 2007). Las insucientes oportunidades paralos jvenes son la norma en las grandes urbes latinoamericanas.

    Otro elemento estructural que ha sido tocado por el mo-delo poltico y econmico es el Estado de bienestar. Durante el

    Otro elemento estural que ha sido tpor el modelo polticonmico es el Estado destar.

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    periodo de sustitucin de importaciones, algunos pases comoBrasil, Argentina y Mxico trataron de construir sistemas bsi-cos para el bienestar, siguiendo la tendencia hacia la universa-lizacin con algunos tintes solidarios; hoy en da, en prctica-mente todos los pases el sistema de bienestar se encuentra enmal estado. La tendencia es hacia la residualizacin, lo que haimplicado su deterioro en trminos de calidad, y segmentacinen relacin con la capacidad para constituir modelos institucio-nales, organizados en forma coherente.

    En este proceso, en algunos pases de la regin surgen go -biernos de izquierda radical y moderada. La realidad de los sis-temas de bienestar, sin embargo, tanto en regmenes polticos yeconmicos neoliberales como de izquierda es que se encuen -tran en un acelerado proceso de deterioro. En el caso particularde los de signo conservador se asiste a una dualizacin de lossistemas de bienestar, en donde funcionan dos subsistemas, uno

    pblico y otro privado, lo cual agrega tendencias a la exclusinsocial. En este caso se encuentran muchos sistemas de salud yeducativos de la regin.

    Si bien las economas se han insertado en la economa glo-bal, diversicando sus mercados, como el caso argentino y bra-sileo con la exportacin de productos como la soja y la carne,de Chile y de Venezuela en el caso del cobre y el petrleo, o deMxico con la exportacin de bienes manufacturados, petrleoy mano de obra, la mayora de las economas contina mostran-do un patrn monoexportador, lo cual representa una situacinde fragilidad en momentos de crisis. De esta forma, cuando elprecio de los commoditiesse desploma pone en riesgo a toda sueconoma (esto, adems, ha dejado al descubierto el rostro dela dependencia alimentaria), lo mismo cuando el capitalismoavanzado entra en crisis nanciera (lo que ha dejado al desnudola enorme dependencia de la regin de los capitales extranje-ros). Las altas tasas de crecimiento econmico registradas en laregin durante la primera mitad del siglo XXI, sustentadas eneconomas de exportacin monoproductoras, si bien permitie-

    ron un relativo decrecimiento de la pobreza (CEPAL, 2008), handemostrado que en momentos de crisis del capitalismo avanza-do dicho crecimiento se puede esfumar y volver a aumentar lastasas de poblacin en situacin de hambre y pobreza extrema.

    La escasa movilidad social vertical se desdobla en la vidacotidiana en otras dimensiones de la desigualdad, sobre todoencarna en diversas declinaciones de la exclusin, la discrimina-cin y la explotacin. Junto a estas desigualdades nas, es decir,

    que se desarrollan como accin social y dentro de la divisin so-cial del trabajo, as como en la circulacin de bienes y servicios,aparecen otras tantas formas de la violencia, desde la dirigidaal gnero hasta la delincuencial. En su conjunto, las situacionesde desigualdad-violencia no pueden ser comprendidas por losdatos estadsticos de la pobreza, marginalidad o, incluso, por elndice de Desarrollo Humano, ya que sus construcciones meto-dolgicas slo expresan recortes de la realidad desde un ordenestadstico que suele bordear conceptualmente este tipo de des-igualdades, cuando no invisibilizarlas (Arzate, 2009).

    Ante un contexto de vulnerabilidad social de alta comple-jidad, los distintos gobiernos, conservadores y de izquierda, hanimplementado polticas sociales compensatorias. A veces dichaspolticas y sus programas respectivos adquieren dimensiones ti-tnicas por su carcter masivo, como es el caso de Mxico (Pro-grama Oportunidades), Venezuela (las diversas Misiones), Brasil

    (Bolsa de Familia y Hambre Cero). En general, el resultado deestas polticas todava es polmico e impreciso, pues requierenevaluaciones integrales desde puntos de vista ciudadanos. Noobstante, estas polticas focalizadas quiz representan el espaciode anlisis social ms importante, sobre todo porque este tipo deprogramas han creado enormes estructuras burocrticas parale-las al servicio de un proyecto poltico e ideolgico especco, a lavez que consumen cantidades considerables de recursos scales,de ingresos derivados de las exportaciones de materias primas(sobre todo derivados de la exportacin de petrleo), e inclu-so consumen recursos derivados de prstamos internacionales.Queda mucho por evaluar sobre su desempeo, mientras tan-to dichos programas aumentan en importancia social y polticadesplazando de la agenda a los sistemas universales de bienestar,los cuales ms bien languidecen.

    Si bien han sido importantes los esfuerzos de los diversosgobiernos por desarrollar polticas sociales compensatorias denaturaleza asistencialista, sobre todo de lucha contra la pobre-za extrema, los resultados sociales pueden ser decepcionantes si

    nos preguntamos en qu medida han podido generar cambiosen la situacin de desigualdades y violencias que viven sus socie-dades. Como se ha visto, la lucha contra la pobreza en generales el eje de las polticas, en algunos casos con matices hacia elcombate a los procesos de exclusin social por parte de gobier-nos de izquierda, pero casi siempre los resultados son poco alen-tadores (Gudynas et al., 2008). En buena medida, estas polticaspor su efecto meditico e ideolgico terminan invisibilizando la

    Ante un contextovulnerabilidad sde alta complejidaddistintos gobiernos, cvadores y de izquierdimplementado polticaciales compensatorias.

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    realidad de las desigualdades sociales y econmicas, as como lasformas de violencia existentes en la sociedad.

    Ante este panorama, el libro Polticas sociales en Iberoam-rica. Entre la precariedad social y el cambio poltico constituyeuna mirada multidisciplinaria y multidimensional a la realidadactual de las polticas sociales en Iberoamrica. Lo hace a partirde captulos de naturaleza analtica sobre la poltica social ge-neral contra la pobreza-exclusin de algunos pases, as comodesde las polticas sociales sectoriales, presentando casos de pro-gramas especcos. El libro se encuentra dividido en cuatro sec-ciones: Polticas sociales, desigualdad y cambio social, Polticassociales, lucha contra la pobreza y las desigualdades, Polticascontra la discriminacin y Polticas compensatorias: escuela, g-nero y jvenes. En su conjunto, representa un rico documentoque pone a discusin un amplio espectro de temticas.

    Las miradas mltiples de la serie de trabajos incluyen laperspectiva desde Espaa y Portugal, lo cual representa un des-centramiento de la manera de percibir a los pases latinoameri-canos. La experiencia de los primeros ayuda a pensar compara-tivamente, aportando masa crtica para el diseo de polticas. Laseccin inicial presenta el trabajo de Antonio Alaminos (Espa -a), en donde se exploran factores estructurales que explicaranel fenmeno de la desigualdad en Iberoamrica y permitiranentender por qu, pese a los cambios econmicos, sociales y po-lticos, la desigualdad global en la regin ha permanecido prc-ticamente igual durante varias dcadas. Segn el autor, existenfactores de tipo cultural-endgeno, que actan como determi-nantes de la desigualdad, fracturando el espacio social, y el es-pacio de los derechos civiles, polticos y sociales. En una muestrade siete pases, a partir de estudios comparativos internacionalesde opinin pblica, analiza las siguientes variables: edad, etnia,estatus socioeconmico, gnero, divisin urbano-rural, educa-cin y movilizacin cognitiva poltica. Sostiene que estas socie -dades practican una axiologa donde la desigualdad, la autori-dad y el respeto a la fuerza son elementos de sus modos de vida

    cotidiana, por lo tanto son desiguales de forma culturalmentenatural. Maria Jos de Rezende (Brasil) realiza un anlisis agudoy valiente de los documentos del PNUDen torno a Objetivos delDesarrollo del Milenio (ODMs), en donde encuentra un desdn,indiferencia y negligencia social, tica y poltica por parte delos gobiernos y sectores poderosos en torno a la problemticade la pobreza, as como frente a los mismos ODMs. Concluyeque persiste en el discurso la disociacin entre la problemtica

    de la pobreza y el de la desigualdad, con lo cual se genera undiscurso polticamente correcto que busca no cuestionar de ma-nera radical el modelo social y econmico imperante, pero queesta actitud es un obstculo para el desarrollo. Ivo Dominguesy Carlos Veloso da Veiga (Portugal) trata de responder a la pre-gunta quin, cmo y cundo se transforman las polticas socia-les en prcticas institucionales de apoyo a la pobreza y exclusinsocial? Para ello utiliza la metfora dramatrgica de Goffmanpara la comprensin de las actividades sociales como represen-taciones de papeles sociales; esto ofrece un modo de pensar yuna forma de ver las prcticas de apoyo pblico a los ciudadanosms desfavorecidos como modelos escenicados de una actua-cin. Se trata de un trabajo con un nivel terico importante quepermite comprender de qu manera los e fectos dramatrgicospermiten perpetuar papeles y personajes asociados a la pobrezay a la exclusin, reproducir la dependencia y el poco provecho,

    la autonoma, perpetuar la perspectiva determinista y asisten-cialista y atrasar la perspectiva autonomista y generativa; o sea,limitan la ecacia y la eciencia de las polticas sociales.

    Ren Bello Snchez y Jos Carlos Luque Brazn (Mxico)hacen una revisin de las polticas sociales durante 1988 y 2004,articulndolas con la democracia y la participacin ciudadana.Parten de la premisa general de que las polticas sociales formu-ladas e implementadas durante este periodo siguieron una lgicacorporativista y clientelista articuladas a discursos neoliberales,conectados de forma supercial con los valores democrticosy de participacin ciudadana. Esto gener una contradiccinentre la implementacin de las polticas sociales y los principiospolticos que las sustentan.

    Jorge Arzate Salgado y Jos Antonio Trejo Snchez (Mxi-co) presentan un trabajo en donde se muestra la manera en quelas polticas pblicas generan procesos de cambio social de largoalcance, a la vez que producem desigualdades sociales y econ-micas sobre el territorio, todo ello ejemplicado en el caso delvalle de Toluca en Mxico. El texto recoge la experiencia de las

    obras hudrulicas en esta regin y sus consecuencias profundasen la estructura social.La segunda seccin del libro inicia con el trabajo de Ne -

    ritza Alvarado Chacn (Venezuela), el cual analiza la polticavenezolana de lucha contra la pobreza-exclusin social en losltimos seis aos del gobierno de Hugo Chvez Fras (2003-2009), en el contexto del modelo de desarrollo endgeno y desocialismo del siglo XXI, planteado como alternativo al neoli-

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    beralismo. El trabajo revisa, en primer lugar, la orientacin ycomportamiento del modelo de desarrollo y de la poltica sociala la luz de las estrategias sociales claves para abatir la pobreza-exclusin; luego presenta los principales mecanismos de articu-lacin al contexto venezolano de las formulaciones tericas so-bre el modelo de desarrollo y las estrategias sociales, formuladasen el discurso poltico y en los instrumentos jurdico-normativosque guan la accin de gobierno. Finalmente discute si la pol-tica social reciente y actual, con los cambios incorporados enlos aos 2003 y 2006, ha sido y es diferencial de la intervencinneoliberal de gobiernos precedentes. Contina con el texto deThais Maingon (Venezuela), cuyo principal objetivo es analizary caracterizar algunas de las estrategias o polticas sociales lle-vadas a cabo por el actual gobierno venezolano, principalmentea travs de los programas sociales conocidos como las misionessociales. La autora expone las misiones sociales ms importan-tes desde el punto de vista de los resultados de su desempeosocial, para concluir que estos programas se han desviado de susobjetivos sociales adquiriendo otros de tipo poltico-ideolgicos.El texto de Pedro Silva Barros (Brasil) compara las actuales po-lticas sociales de Brasil y de Venezuela. Explica cmo el fracasode las polticas sociales neoliberales de los aos noventa abriespacio a gobiernos de cambio como los de Lula y Chvez,pese a que, en principio, no tenan un programa de accin muyclaro en materia social. Algunos programas sociales brasilerosson comparados con algunas de las misiones sociales venezola-nas, enfatizando su relacin con la institucionalidad y sus for-mas de nanciamiento. Muestra cmo ambos gobiernos erigenlas nuevas polticas sociales fuera de las estructuras antes esta-blecidas, con presupuestos propios y muy ligados al Ejecutivo oa la gura del Presidente, no como polticas de Estado, y sealacmo la incorporacin de sectores tradicionalmente excluidosen las polticas pblicas, junto a otros elementos, caracterizan aesos gobiernos como neopopulistas y hablan de dos izquierdasdiferentes en Amrica del Sur. Jess Castillo Rendn y Jos Luis

    Martnez Marca (Mxico) analizan la poltica pblica de gastosocial en Mxico, mediante un anlisis comparativo del tipo ymonto del gasto en desarrollo social que se llev a cabo al naldel modelo de sustitucin de importaciones y el modelo neoli -beral. Gerardo Ordez Barba (Mxico) examina la posicin delos gobiernos de Fox y Caldern, surgidos de la alternancia pol-tica mexicana, respecto de las reformas sociales de las tres admi-nistraciones precedentes. Enfoca su trabajo hacia la pregunta en

    qu se habra traducido la oferta de cambio que prometa la cul-minacin de la transicin democrtica, destacando elementosque permiten identicar continuidades, modicaciones o retro-cesos en el manejo de la poltica social, respecto de las polticasy programas heredados. Se concluye que el Estado mexicanoan se encuentra muy lejos de cumplir con los compromisos quedenen a un sistema de bienestar avanzado en el marco de lasdemocracias capitalistas modernas, y se prev que, a falta de unproyecto poltico que renueve el contrato nacional y propongaalternativas viables de inclusin a los servicios y prestacionesbsicas, se seguiran reproduciendo las inercias de una polticasocial inacabada, restringida e insolidaria. Alejandro GracidaRodrguez y Nelson Arteaga Botello (Mxico) intentan rastrearla conformacin de la idea que sobre la pobreza ha tenido elEstado mexicano en torno a la pregunta: Qu encierran las

    diferentes formas de medir la pobreza? A lo cual responden questas tienen que ver con los diversos mtodos de medicin de lapobreza, que son el resultado de un proceso de discusin cons-tante; lo cual lleva a modicar los puntos de vista con que hasido abordado este tema a lo largo del tiempo. Socorro ArzaluzSolano (Mxico) caracteriza la naturaleza y pertinencia de lametodologa cualitativa de evaluacin, a propsito de la pro-mulgacin en 2004 en Mxico de la Ley General de DesarrolloSocial, que marca una nueva etapa en la poltica social de estepas, toda vez que uno de los aspectos ms importantes de dichadisposicin es la obligatoriedad de las instituciones de establecermecanismos de seguimiento y evaluacin de los programas yacciones de la poltica nacional de desarrollo social. Se ejem-plica la exposicin terica con dos evaluaciones cualitativasrealizadas a programas sociales de combate a la pobreza (Opor-tunidades y Hbitat). Finalmente se reexiona sobre las nuevastareas de los cientcos sociales en este escenario, as como lasdisposiciones recientes en materia de evaluacin. Mauricio Ola-varra Gambi (Chile) es el autor del ltimo trabajo que se pre -

    senta en esta segunda seccin. Olavarra se propone demostrar,por un lado, en qu medida es cierto o no que Chile sea uno delos pases con ms desigualdades de la regin, y por otro, cmoha sido el comportamiento de la desigualdad durante el perio-do que examina. Para ello se apoyar en las encuestas CASEN,en diferentes indicadores, adems del coeciente de Gino y porltimo examinar dimensiones de carcter no monetarias rela-cionadas con la equidad en el acceso al bienestar.

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    La tercera seccin del libro inicia con el captulo de JosAntonio Moreno Molina (Espaa), el cual revisa la evolucin ysituacin actual de la poltica de proteccin de los discapacita -dos en la Unin Europea. Discute el marco conceptual donde seinscribe, sosteniendo que el enfoque de esta organizacin sobrela discapacidad no suscribe la idea de asistencia pasiva, sino losconceptos de integracin y participacin activa en la vida econ-mica y social. De este modo la accin comunitaria se orienta ha-cia el reconocimiento y fomento de los derechos de las personasen esta situacin, aboliendo toda discriminacin por esta razny favoreciendo la igualdad de trato en lo ocupacional. Destaca elrefuerzo de cooperacin de La Unin con organizaciones comolas Naciones Unidas, el Consejo de Europa, la Fundacin Eu -ropea para la mejora de las condiciones de vida, entre otras, an de potenciar las acciones en pro de los discapacitados. CarlosVeloso da Veiga e Ivo Domingues (Portugal) muestran una vi-

    sin interesante y poco conocida en Latinoamrica de este tipode polticas sociales, desde la perspectiva de la evolucin hist-rico-social de las primeras leyes establecidas en Portugal paraenfrentar el problema de la cobertura y rehabilitacin profesio-nal de las personas con minusvalas. A partir de la presentacinde algunos indicadores seleccionados, analizan el impacto quehan tenido estas polticas en las personas con minusvalas, de-jando muy claro que, a pesar de todo, stas continan siendodiscriminadas. Mara Ins Baquero Torres (Colombia) realizauna aproximacin terico-analtica al tema de la discapacidaddesde las polticas sociales para inclusin y participacin en lavida poltica, econmica, social y cultural, a partir del acceso eigualdad de oportunidades de los discapacitados para el disfrutede la libertad como un imperativo tico y de corresponsabilidadentre el Estado, la familia y la sociedad. Segn la autora, laspolticas pblicas sobre esta materia precisan tomar en cuentados factores determinantes como retos an por conquistar: elreconocimiento ciudadano y la justicia social hacia las personascon discapacidad, sus familias y cuidadores. El trabajo analizaambos factores en los diferentes paradigmas que han inspirado

    las polticas pblicas dirigidas a esta poblacin a nivel interna-cional, presentes tambin en el debate latinoamericano. ManuelSalvador Gonzlez Villa (Mxico) estudia la imposibilidad deque en todos los estados de Mxico pueda existir la capacidadfsica y la infraestructura necesaria, tanto humana como mdi-ca, para dar respuestas satisfactorias y oportunas a la demandade atencin y de servicios mdicos por parte de los ciudadanos,que desde el ao 2006 han solicitado sumarse al programa del

    Seguro Popular. Para terminar este apartado se expone el tra-bajo de Norma Gonzlez Gonzlez y Beatriz Erndira FloresMeza (Mxico), en el que proporcionan un conjunto de elemen-tos conceptuales, histricos y sociales dirigidos a comprenderla transformacin de las polticas sociales de salud en AmricaLatina y en particular en Mxico, durante la dcada de 1980,cuando se introdujo el modelo de acumulacin de capital quetrajo consecuencias en la formulacin e impactos de la polticasocial en la regin.

    Finalmente, la cuarta seccin inicia con el trabajo de NoraGluz (Argentina), en donde se analiza comparativamente el pro-ceso de consolidacin de la descentralizacin del sistema educa-tivo de principios de los noventa y su repercusin en el diseo depolticas focalizadas compensatorias como estrategia de conten-cin de la pobreza en Argentina, cuando se evidencian nuevoslineamientos de poltica de carcter progresista, pero que no

    han logrado re-universalizar la poltica ni establecer el espaciopblico de la educacin. Luis Rodrguez Castillo (Mxico) exa-mina la construccin de los marcos de accin pblica genera-dos por la iniciativa Todos los nios y las nias a la escuelaen Chiapas. El autor muestra cmo, con la accin concertadade actores de los diferentes mbitos del gobierno local, la coo-peracin internacional y la sociedad civil, fue posible construiruna poltica social local dirigida hacia el derecho a la educacinbsica a travs de la implementacin de este programa social.Valeria Llobet (Argentina) analiza las polticas sociales para lainfancia y la adolescencia desarrolladas en Argentina desde me-diados de los noventa, como consecuencia de la suscripcin dela Convencin Internacional de Derechos del Nio. Desde elparadigma de los derechos humanos y considerando a las polti-cas sociales como discursos con impactos en la construccin desujetos, necesidades y problemas, discute crticamente algunosde los problemas tericos, polticos y limitaciones prcticas quesurgen de la articulacin entre las modalidades de integracinsocial promovidas por las polticas sociales y los procesos de am-

    pliacin de ciudadana en la poblacin infantil y adolescenteen situacin de vulnerabilidad social. Ilustra con el caso de losprogramas implementados en la Ciudad Autnoma de BuenosAires, revisando cmo stos conciben la inclusin social, qudenen como la problemtica que la impide y cmo interpre -tan la ciudadana de dicha poblacin. Termina el libro con eltexto de Susana Carmen Battista, Susana Campari y SilvanaMondino (Argentina), en donde se expone el tema de la equidad

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    de gnero en la poltica social argentina, a partir del Plan deIgualdad de Oportunidades en la ciudad de Buenos Aires. Se re-visa la evolucin del tema a nivel de la formulacin de polticasy programas, apoyndose en tres tipos de estrategias analticasorientadas a sistematizar esfuerzos para la creacin de nuevosespacios inclusivos (estrategias reparadoras, estrategias amedida y estrategias transversales), hasta llegar al conjuntode acciones previstas en el referido plan, que buscan revertir ladiscriminacin de las mujeres a nivel ocupacional en los mbi-tos gubernamentales y promover sus derechos de ciudadana, apartir de la diferenciacin de acciones para el gnero femenino,las cuales permitan rescatar el potencial que ofrecen las mujeresa la sociedad.

    De los anlisis realizados en este conjunto de trabajos seconcluye que desde ahora el futuro de las polticas sociales, tantodel Estado de bienestar como del subsistema de poltica com-

    pensatoria, est signado por la incertidumbre. En buena medidasu destino depende de los proyectos poltico-econmicos que sedesarrollen en la regin, por eso la poltica social se continuarmoviendo entre las acciones para atacar ciertos aspectos coyun-turales de la enorme precariedad social, de la mano de las ini-ciativas populistas, neopopulistas y neoliberales (las cuales usanla poltica social como tcnica de marketing poltico). La ciuda-danizacin de la poltica social presenta un panorama heterog-neo. Mientras que en Brasil y Venezuela existe una participacinimportante de la sociedad en las polticas, en otros pases comoMxico la ciudadanizacin se confunde con el neocorporativis-mo. Todo parece indicar que las polticas sociales continuarnmuy cercanas a los aparatos ideolgico-polticos de derechas eizquierdas, por lo cual su destino y signo estn de la mano delcambio poltico ms que como producto de una profundizacinde los derechos sociales ciudadanos.

    Bibliografa

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    Los factores de la desigualdad enIberoamrica. Un anlisis estructuralemprico

    Antonio Alaminos

    Segun el informe del Banco Mundial (World Bank, 2003), Am-rica Latina es la regin con los mayores niveles de desigual-dad del mundo desde que existen estadsticas al respecto. Ladesigualdad ha sido, y contina siendo, uno de los focos de es -tudio principales en la regin. Sin embargo, tras tantos aos deatencin, las conclusiones a las que puede llegarse son clara-mente desalentadoras. Baste como ejemplo, las observacionescontenidas en el informe anteriormente citado. As, se armacmo:

    es interesante advertir que la posicin de la mayora de lospases latinoamericanos en el ranking de la desigualdad globalha sido aproximadamente la misma durante varias dcadas, apesar de los cambios econmicos, sociales y polticos. Las l -timas cinco dcadas han presenciado boom econmicos yfuertes recesiones, estrategias de crecimiento de todo tipo, yasea ampliando la intervencin del sector pblico, o efectuandoreformas liberalizadoras a favor del mercado. Ha experimenta-do dictaduras y democracias. Sin embargo, en ninguno de estospases los cambios de escenario han producido modicacionesen la distribucin de la riqueza tal y como ha sucedido en otraspartes del mundo (World Bank, 2003: 2-30).

    La exposicin de estas circunstancias lleva a los escritores delinforme a sugerir un aspecto especialmente relevante: Am -

    ndice

    Captulo Siguie

    Captulo anteri

    I

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    rica Latina parece ser ms desigual que el resto del mundo porrazones que estn ms all del ciclo econmico o de polticaseconmicas particulares. Estos factores han jugado sin duda unpapel importante en la distribucin de riqueza, un papel quedeber ser estudiado y comprendido con mayor profundidad.Sin embargo, parece que existen factores subyacentes que sonfuertes determinantes de la desigualdad en la regin (WorldBank, 2003: 2-30).

    Ciertamente, destacan factores tan evidentes y permanentescomo son los desequilibrios en los niveles formativos, la discri-minacin experimentada por razones de etnia, el cleavageentrelo rural y lo urbano, las diferencias en e l ejercicio de los derechosde los ciudadanos segn riqueza, etctera. Vamos a consideraraqu el efecto de varios de estos factores que actan como bisa-gras, fracturando tanto el espacio social, como el espacio de losderechos (civiles, polticos y sociales).

    En cualquier sociedad, un individuo nace en alguna de lasposiciones sociales. Quienes ms ricos, quienes ms pobres. Unade las cuestiones centrales es el grado en que esta persona veadeterminada su trayectoria vital por las circunstancias que ro-dean dicho punto de inicio. En otras palabras, en qu grado loscondicionamientos de origen pueden contener y limitar, comouna semilla, todos los potenciales de crecimiento a los que ten-dr oportunidad en el futuro. Hablamos de determinismossociales agregados. Es decir, de la tendencia media apreciableempricamente en la sociedad. Para dicho anlisis, tendremosen cuenta factores de carcter estructural. Consideraremos laedad (como indicador posible de cambio), la etnia, el estatussocioeconmico, el gnero y la divisin urbano-rural. La edu -cacin (educacin formal) y la movilizacin cognitiva poltica(participacin de los referentes polticos, como indicador de in-tegracin sociopoltica) sern tratadas como variables endge-nas, consecuencia de las anteriores.

    La educacin es una variable que acta en efecto recpro -co con el estatus socioeconmico. Sin embargo, en los pases

    considerados, la educacin (en sintona con lo descrito en el in-forme sobre desigualdad del Banco Mundial) revela una fuertedependencia del ingreso; con medias de aos cursados muy su-periores en los cuartiles con ms recursos econmicos. Ello sinplantear las diferencias cualitativas en la calidad de la enseanza(medios y recursos docentes) que se recibe segn la posicin so-cioeconmica. En conjunto, efectuaremos una aproximacinemprica a varias sociedades, indagando sobre la existencia y

    ecacia discriminadora de los factores anteriores. En ese sen-tido, la muestra de pases est limitada a siete. Sin embargo,consideramos que es especialmente signicativa al contener lavariabilidad de cuatro de los subsistemas principales propuestospor Lizcano (2007), como sntesis de la heterogeneidad culturalen Iberoamrica.

    Para efectuar una evaluacin de la importancia que jueganlos factores mencionados en trminos del mantenimiento de ladesigualdad estructural, hemos empleado estudios de opininpblica. stos son explotados en condicin de datos secunda-rios, lo cual evidentemente impone restricciones sobre algunasde las hiptesis contrastables. Una ventaja notable procede delhecho de que todas estas encuestas corresponden a un estudiocomparativo internacional. Con ello, los problemas de armo-nizacin han sido contemplados en el diseo y la informacincodicada de forma homognea. Los datos obtenidos mediante

    encuesta de opinin pblica en los pases en desarrollo sufrende varias dicultades, muchas de las cuales son bien conocidas(Alaminos, 1989). En ese sentido, es comprensible que la mues-tra presente infra estimacin de la poblacin rural, en algunospases.

    Antes de iniciar el anlisis de los factores que hemos conside-rado previamente, es importante debatir un argumento que en-cuentra cierta resonancia dentro de los estudios comparados deculturas. Es la posibilidad de que las sociedades de Iberoamricasean desiguales por factores culturales endgenos; es decir, quepractiquen una axiologa donde la desigualdad, la autoridad yel respeto a la fuerza son elementos naturales de sus formas devida cotidiana. En esa argumentacin, que ya fue utilizada poralgunos politlogos para justicar los golpes de Estado de la d-cada de 1970 y los regmenes autoritarios entonces mayoritariosen la regin, vendra a legitimar el estado de cosas en la medidaque estas sociedades son desiguales de forma culturalmentenatural.

    La tolerancia social de la desigualdadEn primer lugar, es necesario enfocar el concepto de desigual-dad. sta presenta un carcter multidimensional donde concu-rren aspectos econmicos, polticos, opciones vitales u oportuni-dades (Sen, 1992), y todos ellos juegan un papel esencial en lassociedades latinoamericanas. Para algunos autores, la desigual-dad existente en una sociedad es consecuencia de un equilibrio

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    entre la maximizacin de la desigualdad, en su benecio, porparte de una minora y la aceptacin cultural de la sociedad.No es el momento aqu de considerar los elementos de difusiny adoctrinamiento (medios de comunicacin, textos educativos,discursos ociales, intelectuales, etctera) de una ideologa legiti-madora de la desigualdad sobre la base de una hipottica liber-tad de mercado. En trminos de las consecuencias, la mayor omenor tolerancia a la existencia de desigualdad sera un rasgocultural propio de todas las sociedades. Posiblemente la teorams elaborada al respecto procede de Hofstede (2003) y los de-sarrollos que efecta sobre el concepto de distancia del poder.El concepto distancia del poder es tomado por Hofstede delpsiclogo social dans Mulder (1977), quien dene distancia delpoder como el grado de desigualdad entre el poder de los in-dividuos con menor poder y aquellos que son ms poderosos; ydonde tanto los que ostentan el poder como los que no, pertene-

    cen al mismo sistema social.Hofstede propone que la brecha en la distancia del poder es

    aceptada tanto por quien domina como por el que es dominado,y que la tolerancia a la desigualdad est determinada en granmodo por la cultura nacional. En denitiva, la aceptacin de ladesigualdad sera un rasgo cultural ms, y donde la magnitudque adquiera la brecha estara regulada por la tolerancia social.Segn esta teora, la tremenda desigualdad en Iberoamrica ex-presa realmente un equilibrio cultural, quedando legitimada. Esdecir, la cultura ja los niveles de desigualdad que son tolera -bles. Esto implica, asimismo, el grado de conicto permisible.Para ilustrar dicho componente cultural de la sumisin al poder,Hofstede emplea un ejemplo para Venezuela, bastante trasno -chado, tomado de Whyte: En una sociedad altamente estrati-cada donde todo el poder se concentra en las manos de lossuperiores, los subordinados aprenden que puede ser peligrosocuestionar la decisin de los que tienen el poder. En este tipode situacin, los individuos aprenden a comportarse de formasumisa, al menos en presencia del jefe. Incluso cuando no existe

    una razn para temer, consideran que no se sienten libres parahablar (Whyte, 1969: 37).Hofstede construye un ndice PDI(Power Distance Index)

    que intenta medir la tolerancia a la desigualdad existente en unasociedad, organizacin, etc. En l, los valores elevados indicanuna gran tolerancia social de la desigualdad, y los valores bajos,una resistencia cultural a la desigualdad. As, propone que ladesigualdad en las sociedades con bajo PDIse considera como

    Tabla 1ndice de distancia de poder (PDI)

    Fuente: Hofstede (2001).

    PAISES PDI PAISES PDI

    urqua 68 Panam 92

    Blgica 66 Guatemala 95

    Portugal 65 Mxico 81

    Grecia 63 Venezuela 81

    Espaa 60 Ecuador 78

    Italia 57 Brasil 69

    Holanda 50 Colombia 67

    Gran Bretaa 38 El Salvador 66

    Alemania oeste 35 Per 64

    Suiza 34 Chile 63

    Finlandia 33 Uruguay 61

    Noruega 31 Argentina 49Suecia 31 USA 40

    Irlanda 28 Costa Rica 35

    Dinamarca 18

    Austria 11

    un mal necesario, que debe ser minimizado. Por el contrario, enlas sociedades con un elevado PDI, la desigualdad es vista comola base de orden social. La tabla siguiente muestra los valores es-timados por Hofstede para varios pases europeos y americanos.

    Entre los pases europeos, los coecientes ms elevados co-rresponden segn el ndice elaborado por Hofstede conFrancia, Blgica, Portugal, Grecia, Espaa e Italia. Los pasesdel sur de Europa formaran una regin especialmente tolerantecon la desigualdad. En cierto sentido, el sur de Europa tambinha experimentado las interpretaciones post hoc de su historia,sobre la base de las democracias tardas de Grecia, Portugal o

    Espaa. La realidad democrtica italiana sufri un duro revscon Tangentpolis y, al igual que el centralismo presidencialistafrancs, han formado parte del repertorio crtico sobre las socie-dades del sur europeo. En el caso de Iberoamrica, los valoresmximos en tolerancia a la desigualdad segn el ndice PDIaparecen en Panam, Guatemala, Mxico, Venezuela, Ecuador,Brasil o Colombia. Como ya comentbamos, Iberoamrica hasido considerada como una de las regiones con mayor desigual-

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    dad en diferentes mbitos. En ese sentido, parecera apoyar lastesis de Hofstede sobre la posibilidad de que culturalmente estassociedades posean una tolerancia especial a la desigualdad. Dehecho, en el ndice de aceptacin de la desigualdad de Hofstede,algunas de las mayores tolerancias se atribuyen a sociedadesiberoamericanas. Este ndice, sin embargo, posee fuertes debili-dades tanto en los procedimientos de escalamiento como en laarbitrariedad evidente en los pesos que se introducen. Vamos aconsiderar la percepcin de la desigualdad en la opinin pblicadesde una aproximacin directa y en un contexto comparativoms amplio.

    A partir de la informacin obtenida, los datos contradi-cen la supuesta aceptacin de la desigualdad. Las sociedadesiberoamericanas consideradas se encuentran muy prximas alas sociedades europeas, tanto de tradicin capitalista comoposcomunista, as como a los Estados Unidos de Amrica. El

    rechazo a la desigualdad y la preferencia incluso por una inter-vencin estatal a favor de la reduccin de diferencias y en apoyode los necesitados es abrumador en ambos casos. Tanto quetraspasa cleavages convencionales, no apareciendo diferenciaspor edad (cohorte o cambio generacional), gnero, educacin,posicionamiento ideolgico, preferencia poltica, etctera.Precisamente lo masivo del rechazo social de la desigualdadno permite grandes matices analticos. Es una aversin social-mente extensa y temporalmente profunda, en la medida queno es posible determinar un posible reemplazo generacional.La opinin sobre la desigualdad es independiente de la edad ocohorte de pertenencia en todos los pases considerados.

    Para observar a la desigualdad social como algo negativocontra lo que hay que luchar no es preciso un cambio cultural.Ni siquiera en sociedades que proceden de la imposicin doctri-naria de una supuesta igualdad y que podran haber generadoun poso de resistencia. Poco despus del colapso del sistema co-munista, Dahrendorf (1990) pronosticaba los ritmos de cambio.Prevea unos seis meses para desarrollar las reformas constitu-cionales en los pases del Centro y Este de Europa. Seis aos

    para que la sociedad experimentara los efectos de las reformaseconmicas; al menos sesenta aos para la constitucin de unasociedad civil que respaldara el nuevo sistema poltico que le-gitime una idea particular de igualdad. Independientementede la estimacin temporal de los periodos elegidos,1 cierto es

    1 Algunos autores detectan una irona apocalptica en la eleccin del 6.Lo sustantivo es la nocin general de duracin.

    Europ a (2008) Europ a pos comuni sta ( 2008) Iberoamri ca (1997- 2007) GIN

    Pases Mucha +Bastante

    Pases Mucha +Bastante

    Pases Muy justa+ justa

    48,2 (200

    Portugal 96,6 Lituania 93,6 Venezuela 55 59,2 (20

    Grecia 94,4 Hungra 93,4 Bolivia 30 48 (20

    Italia 91,9 Eslovenia 92,8 Costa Rica 29 43,1 (20

    Chipre 91,2 Letonia 92,3 Nicaragua 28 52,4 (20

    Irlanda 91,1 Estonia 90,7 El Salvador 26 49,9 (20

    Espaa 90,3 Eslovaquia 90,3 Rep. Dominicana 25 47,9 (20

    Malta 90 Polonia 83,1 Mxico 24 55,1 (20

    Luxemburgo 89,6 Bulgaria 79,7 Guatemala 23 46 (20

    Blgica 89 Rumania 77,3 Ecuador 22 53,8 (20

    Francia 88,9 Repblica Checa 73,7 Honduras 20 45,2 (20

    Alemania 87,3 Uruguay 19 56,1 (20Austria 87,3 Panam 18 53,8 (20

    Gran Bretaa 86,9 Colombia 17 56,7 (20

    Suecia 84,7 Brasil 13 49 (20

    Holanda 81,6 Argentina 10 54,9 (20

    Finlandia 80,7 Chile 10 49,8 (20

    Dinamarca 80,5 Per 8 56,8 (20

    Paraguay 6

    Tabla 2

    Importancia de reducir la desigualdad econmica2y percepcin de la desigualdad como justa

    Fuente: Elaboracin propia sobre datos de la encuesta Flash Eurobarmetro 227 (2008), Informe Latinobarmetro (20CIA Te world Factbook (2008).

    que analticamente los hitos de referencia son claramente sig-nicativos en lo que se reere a su dicultad. All donde se hanproducido las transformaciones del rgimen poltico, desde elcomunismo hasta la democracia han sido (con la excepcinde Rumania y Bulgaria) relativamente rpidas. Sin embargo,la constitucin del libre mercado y su aceptacin est encon -trando una implantacin lenta y una aceptacin muy desigual.Por ltimo, la constitucin de una sociedad civil que respaldeel sistema de democracia liberal necesitara, para Dahrendorf,un reemplazamiento por cambio generacional completo de las

    2 Flash Eurobarmetro 2008. Q3h. Tere should be policies ensuringthat the gap between the rich and the poor is reduced significantly amongpeople living in the European Union.

    3 Latinobarmetro 2007. Considera la distribucin de ingresos muyjusta, justa, injusta o muy injusta.

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    sociedades. Dos generaciones como referencia. Es decir, unatransformacin consolidada por las modicaciones que intro-ducirn los jvenes y el paulatino cambio de mentalidad.

    Sin embargo, en la mayora de las sociedades no es precisauna transformacin cultural previa para luchar estructural-mente contra la desigualdad, como podra suceder en socie-dades de castas como la India. El apoyo a la idea de igualdad eselevado nuevamente para la mayora de los pases y sin efectogeneracional signicativo. En el caso de los pases poscomuni-stas no parece que el rechazo al antiguo sistema signique unrechazo a todos sus valores, como por ejemplo la igualdad (Ala-minos, 2007).

    Los porcentajes de rechazo a la desigualdad son abrumadoresen todos los casos. Tanto en el rea europea, como poscomu-nista o iberoamericana. El Informe Latinobarmetro de 2007,destacando la persistencia de las opiniones sobre la desigualdad

    en Iberoamrica, seala cmo la opinin de injusta muestra

    una lnea completamente plana a lo largo de la dcada respectode que la distribucin de la riqueza es injusta. Uno de cada doslatinoamericanos piensa as. Es ms, se puede decir que si se com-para con el ao 1997 hace exactamente una dcada, en un aoespecialmente emblemtico porque Amrica Latina creci 2% enese ao, justo antes de la crisis asitica, vemos que las opinionessobre la distribucin de la riqueza tiene una diferencia de slo 3puntos con entonces (78% y 75%, respectivamente al sumar muyinjusta e injusta). La disminucin de la pobreza, la mayor edu -cacin, ni el crecimiento han hecho cambiar esa opinin (InformeLatinobarmetro, 2007: 36).

    Tambin de forma estable aparece la excepcin de Venezue -la, como la sociedad donde la percepcin de la desigualdad esmenor. As, en el Informe del Latinobarmetro (2007) se armacmo es sorprendente que Venezuela sea el nico pas de laregin donde ms de la mitad de sus ciudadanos piensen que esjusta. En todos los otros pases es menos de 3 de cada diez y en

    Paraguay es slo el 6%. En promedio, el 21% de los latinoamer-icanos solamente piensa que es justa (Latinobarmetro, 2007:36).

    Para el caso europeo entre 73% y 96% opinaba que sermuy o bastante importante, como meta poltica, el reducir lasdesigualdades econmicas. Esta previsin, dada su generali-zacin en las diferentes sociedades, no muestra variaciones sig-nicativas en funcin a la edad, religin, sistema econmico de

    Europa 2005 Europaposcomunista

    2005 Iberoamrica y Estados Unidos

    2002-2007

    Muy +Bastante

    Muy +Bastante

    Muy +Bastante

    Grecia 89 Hungra 84 Brasil 90 (2007)

    Portugal 86 Eslovenia 81 Chile 90 (2007)

    Francia 83 Polonia 76 Honduras 89 (2002)

    Espaa 77 Repblica Checa 54 Argentina 89 (2007)

    Irlanda 70 Per 86 (2007)

    Finlandia 67 Venezuela 86 (2007)

    Austria 65 Guatemala 84 (2002)

    Suiza 65 Mxico 81 (2007)

    Blgica 64 Bolivia 78 (2007)Noruega 64 Estados Unidos 70 (2002)

    Suecia 63

    Luxemburgo 59

    Gran Bretaa 59

    Holanda 53

    Alemania 52

    Tabla 3Intervencin del Estado para reducir diferencias en ingresos y Estado responsable

    de cuidar necesitados4

    Fuente: Elaboracin propia sobre datos de las encuestas European Social Survey (2005) y PewSurvey (2002, 2007).

    procedencia, etctera. El peso e importancia de esta aspiracines tal que traspasa categoras como edad o cualquier otra quepueda ser medida correctamente mediante una encuesta deopinin pblica. Es la sociedad en su conjunto la que expresa yreeja dicha aspiracin. En ese sentido, la intolerancia hacia ladesigualdad es equivalente en las diferentes reas consideradasy no parece una exclusividad cultural.

    La importancia de la igualdad social como foco de atencinpblica se observa tambin en la informacin cualitativa para el

    conjunto de los pases europeos (Comisin Europea, 2006). Enel estudio cualitativo sobre el futuro de Europa, efectuado en los25 pases miembros de la Unin Europea, se destaca especial -mente la reexin ciudadana sobre la divisin social existente.

    4 Pew Survey (2002, 2007). It is the responsibility of the state/govern-ment to take care of very po or people who cant take care of themselves.

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    De esta forma, la idea ms generalizada entre los europeos esque la brecha social se est ampliando. Al igual como lo perci-ben los ciudadanos de Iberoamrica, si bien la atribucin de lascausas es muy diferente. En las sociedades europeas la ampli-acin de la brecha social se produce entre aquellos que se estnbeneciando de las transformaciones de la economa y la may-ora de los ciudadanos que estn sufriendo las consecuencias deellas. Entre ambos, las clases medias se encuentran abocadasa un proceso de descenso y contraccin. En general, prevalecela idea de desintegracin de las redes de proteccin social. Todoesto

    les viene a la mente a la mayora de los ciudadanos en casi todoslos Estados miembros de la Unin Europea. En varios de ellosaparecen alusiones explcitas a nociones como fractura social,incremento de la brecha entre pobres y ricos, una sociedad

    sin solidaridad y la desaparicin (o no aparicin en el caso de lospases poscomunistas) de las clases medias. Esto aparece rme-mente en la mente de los ciudadanos, por ejemplo en Francia,Alemania, Blgica, Luxemburgo, Italia, Suecia, Chipre, Letonia,Lituania, etc. (European Commission, 2006: 137).

    En ese sentido, es importante considerar de forma comparativalas opiniones pblicas expresadas en todos estos pases. Si bienpor procedimientos histricos diferenciados, las sociedades eu-ropeas e iberoamericanas han convergido en una percepcin deprofundizacin de la dualidad social. Tambin parecen habercoincidido en la reaccin, expresando un rechazo colectivo a ladesigualdad que perciben en sus propias sociedades.

    Al igual que sobre la desigualdad, la opinin pblica sobre elpapel del Estado y su responsabilidad para atenuar la brecha so-cial es abrumadora. Se apoya la intervencin del Estado; en Eu-ropa para reducir la desigualdad econmica, y en Iberoamricapara ayudar a todos aquellos que se encuentren en situacin denecesidad. Es decir, por un lado frenar la cada de las clases me-dias y por otro terminar con el desfondamiento del sistema so-

    cial en Iberoamrica. La exigencia de igualdad, especialmenteen lo referente a la reduccin de las desigualdades econmicas,es una realidad muy extendida. La relevancia del papel del Es-tado para lograrlo tambin. La siguiente tabla recoge la opininsobre la intervencin del Estado para reducir las desigualdades.

    Nuevamente, Grecia, Portugal, Francia y Espaa se hallanentre las sociedades europeas cuya opinin pblica favorecems la intervencin del Estado para reducir la desigualdad.

    Democracia Lder fuerte

    2002%

    2007%

    2002%

    2007%

    PDI Hofstede2001

    Honduras 45 - 52 - -

    Brasil 43 49 50 47 69

    Argentina 53 66 40 28 49

    Per 55 53 39 41 64

    Bolivia 56 64 39 29 -

    Guatemala 55 - 39 - 95

    Estados Unidos 62 - 33 - 40

    Mxico 72 66 23 29 81

    Venezuela 78 84 20 16 81

    Chile - 71 - 22 63

    Tabla 4Preferencia por la democracia o un lder fuerte para resolver los problemas

    del pas5

    Fuente: Pew (2002, 2007).

    Paradjicamente, Hofstede les conceda las puntuaciones mselevadas de tolerancia a la desigualdad. Un caso parecido en-contramos en los pases de Iberoamrica considerados. Inclusola opinin de los Estados Unidos de Amrica muestra 70% deapoyo a la intervencin del Estado en ayuda a los necesitados.

    Podemos apreciar cmo la percepcin de la desigualdad, ascomo el rechazo social que provoca, no se limita a una opinin.Por el contrario, asocia el apoyo a polticas y actuaciones ori-entadas a su reduccin. En el caso de los pases europeos detradicin capitalista, se reclama la actuacin del Estado, trasla dejacin de sus funciones de redistribucin y equilibrio, alasumir como inevitable los procesos de globalizacin liberali-zadora iniciados a nales del siglo XX. En los pases sin clasesmedias amplias, como es el caso de la mayora de las sociedadesiberoamericanas y europeas en transicin poscomunista, la exi-gencia es de un Estado que cierre primero la espiral de pobrezay exclusin, y consolide posteriormente una clase media. Porello la realidad de la dualizacin repercute en una mayor im-portancia y exigencia de Estado. Es interesante, junto a esatendencia de apoyo a una mayor presencia poltica en la reali-dad socioeconmica, los elementos de democracia y liderazgo.

    5 Some feel that we should rely on a democratic form of governmentto solve our countrys problems. Others feel that we should rely on a leaderwith a strong hand to solve our countrys problems. Which comes closer toyour opinion?

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    Aun en un contexto de referente poltico, tampoco existe unarelacin emprica entre favorecer un liderazgo fuerte y el coe -cientePDI. La encuesta internacional comparada de la Fun-dacin Pew (2002 y 2007) plantea la posibilidad de resolver losproblemas mediante un lder fuerte en lugar de la democracia.Es decir, un lder carismtico que funcione como alternativa alrgimen democrtico (igualdad poltica). Podra argumentarseque la propuesta de una mayor tolerancia cultural a la desigual-dad estara relacionada con tolerancia a la desigualdad poltica.

    Dos de los pases considerados por Hofstede con un PDIele-vado, Venezuela y Mxico (ambos con 81) y por lo tanto conuna supuesta tolerancia a la desigualdad, muestran porcentajesde apoyo a la democracia superiores a los Estados Unidos deAmrica. En el caso de Venezuela, la opcin democrtica al -canza 78% y en Mxico, 72%; mientras que supone 62% paralos estadounidenses en el ao 2002. De hecho, existe mayor res-

    paldo social a un lder fuerte en los Estados Unidos de Amrica(33%) que los pases mencionados en el ao 2002. Sin embargo,para Hofstede, el PDIde USAes de 40, prcticamente la mitad delos correspondientes a Venezuela y Mxico. Tal y como podem-os apreciar en la tabla siguiente, no existe una relacin empricaentre los coecientes de PDIde Hofstede (tolerancia cultural ala desigualdad) y el posible apoyo social a la democracia, comoelemento igualitario fuerte.

    Sobre la base de la informacin emprica anterior, podemosponer en cuestin la argumentacin de un determinismo cul -tural que tolerara y, por lo tanto, aportara legitimidad y ex-plicacin a las fuertes y permanentes desigualdades observadasen Iberoamrica. Un peso explicativo bastante ms importanteparece encontrarse en los factores objetivos que suponen barre-ras a la movilidad social y a un reparto y acceso ms equilibradoa la riqueza. Vamos a tratar la relevancia de estos factores en elapartado siguiente.

    Los factores de la desigualdad

    Por ltimo, vamos a considerar algunas de las fracturas mejorconocidas que generan y conguran la desigualdad estructuralen la mayora de las sociedades latinoamericanas. La perviven-cia en el tiempo de las desigualdades, de una forma relativa-mente independiente de ciclos polticos o econmicos, apuntasin lugar a dudas a rasgos estructurales de la sociedad. As, eneste anlisis vamos a tomar como referente cinco de los factores

    estructurales que mayor consenso reciben entre los investiga-dores, en el sentido de que pueden generar y condicionar lasdesigualdades. Para ello consideraremos la edad, el gnero, elestatus socioeconmico, la divisin rural y urbano, y, en aquellassociedades donde es pertinente, la etnia.

    En el diagnstico previo a su inclusin en los modelos es-tructurales, las variables con rasgos polismicos, como la edad,han sido evaluadas en su dimensin de maduracin psicolgica,ciclo vital o envejecimiento, as como de cohorte con la nali -dad de explorar un posible cambio generacional. Otra variablepolismica aqu considerada es la educacin, que en ocasionesacta como indicadora de socializacin, de posicin social o decualicacin laboral (en trminos de capital humano). Segn elsignicado terico que se le atribuya, dentro de un sistema socialdeterminado, ocupar una posicin u otra dentro de una argu-mentacin explicativa. En el caso de los pases considerados,

    aparece an con un signicado hbrido entre estatus y capitalhumano, por lo que claramente posee un carcter de endgeno,fuertemente condicionado por la clase social.

    En los pases desarrollados, la educacin en sus niveles bsi-cos y medios muestra una debilidad asociativa con los factoresde estatus. En ese sentido, la educacin funciona como ante -cedente en la mayora de las explicaciones de las sociedades de-sarrolladas, y como consecuente en los pases iberoamericanosestudiados. Es decir, la educacin es un elemento dinamizadorde movilidad intrageneracional, integrado en el ciclo vital delas clases medias en los pases desarrollados. Por el contrario,en Iberoamrica, donde la educacin es estrechamente depen-diente del estatus de los padres, aparece en una funcin re -productora del status quo socioeconmico, que acta de frenoa la posibilidad de una potencial movilidad intergeneracional.Como hemos podido apreciar, la amplitud social del rechazo ala desigualdad hace imposible el anlisis de tolerancia cultural,de acuerdo con las hiptesis de Hofstede. Desde la informacindisponible se concluye trasladar la relevancia explicativa desde

    lo cultural hacia variables como el estatus, la etnia, la divisinrural-urbano, el gnero o la edad.Tal y como seala el Banco Mundial (2003), tomando en

    cuenta en conjunto el rea latinoamericana, an cuando elporcentaje de poblacin indgena ha sido histricamente mselevado, en la actualidad solamente un 10% de la poblacinde Latinoamrica se identica a s mismo como indgena. Di -chos porcentajes varan fuertemente entre pases: la mayora de

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    los bolivianos (71%) y guatemaltecos (66%) se identican comoindgenas. Per (47%) y Ecuador (38%) presentan tambin por-centajes signicativos de indgenas (World Bank, 2003: 82). Enpases con poblaciones indgenas o descendientes de africanoslas diferencias con la poblacin no indgena continan siendoconsiderables. Adems de la etnia, en determinados pases esfundamental la raza. Se estima que entre 17% y 30% de la po-blacin latinoamericana se identica como descendiente de a-fricanos. Brasil presenta la poblacin ms elevada, donde sobreel 44,7% se identica como negros o mulatos (preto o pardo), locual equivale a casi 80 millones de personas. En Colombia, 25%se considera como afroamericanos, en Nicaragua, 13% y enVenezuela, 10%. En el caso de los pases del Caribe, la mayorade la poblacin se identica como afro-criollos. Ms de 80% enHait, Barbados, Granada, Guadalupe, Jamaica, etctera. De-safortunadamente es una variable no incluida en e l cuestionario

    administrado en Brasil.As, segn el Banco Mundial (2003), los ingresos de estos

    grupos equivalen a la mitad de sus contrapartes blancos enBolivia, Brasil y Guatemala. Las desigualdades se reejan, asu vez, en las diferencias educativas y en otros activos de losgrupos tnicos y raciales desfavorecidos. En el otro extremo dela escala, las lites han perpetuado su posicin a travs de unavariedad de mecanismos, incluido el mbito de las relacionessociales. Un ejemplo de ello es la elevada propensin de las per-sonas a escoger a sus cnyuges entre aquellos con el mismo ni-vel de instruccin. Este hecho indica, dada la estrecha relacinentre el nivel educativo y el estatus socioeconmico, un frenoa la movilidad social mediante el matrimonio. Ciertamente, lapresencia de grupos tnicos, o pases con experiencia histricasignicativa de esclavitud, se asocia a la existencia de profundasdesigualdades (en todos los mbitos). No obstante, en ausenciade dicho fenmeno social, la dinmica seguida por otros pasescomo Argentina o Chile (concentracin econmica y de poderpoltico en las lites) gener profundas desigualdades, si bien

    posiblemente menores que en Brasil, Per o Mxico.La segregacin racial o tnica representa una estructura deexclusin muy importante. Pero, sin duda, no ha sido un factornico en la profunda desigualdad que se aprecia en Iberoamri-ca. Es cierto, no obstante, que acta como un factor multiplica-dor de la diversidad; incluyendo aspectos como los lingsticosque se suman a las demandas en otras reas, como los derechossobre la tierra, las prcticas judiciales o la salud. En resumen,

    la reivindicacin de la diversidad tnica implica la exigencia deun mayor reconocimiento de los derechos polticos, econmi-cos, sociales y cvicos. Esta enajenacin de la vida ciudadanaes la que se puede apreciar en la variable indicadora de la par-ticipacin poltica cognitiva. En el pasado reciente, las deman-das fueron expresadas por los movimientos indgenas, especial-mente en los Andes, Mxico y Centroamrica. En ese sentido,las reivindicaciones de los indgenas y los grupos descendientesde africanos (especialmente Brasil) pueden considerarse de natu-raleza complementaria. Su incorporacin al discurso igualitarioque proponen otros grupos sociales representa un desafo parala denicin de procesos polticos y sociales bsicos. Es difcilsobreestimar la relevancia de la variable tnica o racial. Comoindica el Banco Mundial (2003), las diferencias de ingresos estnms condicionadas por las diferencias tnicas y raciales que degnero, destacando dicha situacin para Guatemala y Bolivia

    (tnicas) y Brasil (raciales).Para determinar la ecacia, en trminos de generar discrimi-

    nacin, de los factores mencionados hemos optado por enfocarel anlisis hacia la desigualdad en mbitos no econmicos. Lasdimensiones que afectan a la desigualdad econmica trabajan deforma similar en otros aspectos como son la desigualdad poltica.Es decir, la participacin e identicacin de los individuos conlos referentes ideolgicos que legitiman la actuacin democrti-ca del Estado. Desde esta perspectiva de anlisis, la desigualdadeconmica acta como elemento explicativo de la desigualdadcvica, en paralelo con las otras variables estructurales. En esesentido, la nocin de ciudadana de baja densidad expresarauna de las dimensiones del concepto desigualdad en la partici-pacin poltica cognitiva. Vamos a tomar una variable proxypara analizar la participacin poltica cognitiva: la identicacinsimblica con dos posibles objetos polticos (ideologa en trmi-nos de izquierda o derecha o identicacin con las ideologasde los partidos polticos existentes). Esta participacin polticacognitiva expresara la enajenacin del sistema ya introducida

    anteriormente. An cuando existe la posibilidad operativa deconstruir el indicador mediante la combinacin de educacine identicacin con el sistema de referencias ideolgicas, he-mos estimado ms apropiado para la realidad de las sociedadesconsideradas el mantener ambas desagregadas. Fundamental-mente, para destacar y determinar el peso de la educacin den-tro del engranaje de la desigualdad. Como ya se indic antes,la educacin es an una variable sustantiva de discriminacin.

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    Por ello, aparece en el modelo propuesto como una variable in-terviniente, que media entre determinadas condiciones socioe-conmicas y su expresin en el plano de la desigualdad poltica.

    La identicacin de los ciudadanos con las coordenadas sim-blicas del sistema poltico pertenece al debate sobre la opera-cionalizacin del concepto movilizacin poltica cognitiva.En general, han sido varios los enfoques para construir un in-dicador de movilizacin poltica cognitiva. Inglehart lo deno-min originalmente Cognicin Poltica, antes de renombrarloMo-vilizacin Cognitiva. Conceptos muy similares son el de SosticacinPoltica, referido al conocimiento y competencia (MacDonaldet al., 1995) o Atencin Poltica, denida por Zaller (1992), comoel grado en que los individuos prestan atencin a la poltica ycomprenden lo que sucede. En este conglomerado de deni-ciones tericas, es importante diferenciar entre el concepto en smismo, las condiciones de cambio social que le contextualizan,

    y las hiptesis a las que dan lugar. La mezcla entre los diferentesniveles de anlisis le ha facilitado una polisemia como conceptoterico, que ha sido la desencadenante, en mltiples ocasiones,de una inadecuada concrecin emprica. Consideramos que esnecesario diferenciar entre los factores que conducen al fenme-no denominado movilizacin poltica cognitiva, la movilizacincognitiva en s misma y las posibles consecuencias que pudiesentener en las formas de relacionarse los ciudadanos con la polti-ca. Es precisamente la confusin entre causas y efectos lo quegenera un debate estril al mezclar deniciones y operacionesmuy diferentes sobre la realidad.

    El concepto de movilizacin cognitiva fue propuesto ini-cialmente por Inglehart (1970), al sugerir un incremento en lasosticacin de los ciudadanos (mayor competencia mediante laeducacin y compartir referentes polticos) del que era previs-ible una mayor participacin.6Ya en este momento aparecenlas ideas claves del concepto, como movilizacin (es decir, par-ticipacin) efectuada sobre la base de una mayor cualicacincognitiva de los ciudadanos.

    Por ello los dos elementos centrales para Ing lehart y Klinge-mann (1976) en las primeras operacionalizaciones de la movi-lizacin cognitiva eran el nivel educativoy laparticipacin en discu-siones polticas. Ms tarde, Inglehart en The Silent Revolution (1977)excluye la educacin como parte de la operativizacin de la

    6 Precisamente sobre la base de estas propuestas se elaborara el ndicede movilizacin cognitiva, empleado en las encuestas del Eurobarmetro.

    movilizacin cognitiva, debido a su interdependencia con laclase social, donde una mayor educacin facilita un mayor es-tatus. Finalmente, el planteamiento es debatido en Culture Shift,donde se indica que si bien la educacin formal no es en modoalguno igual que la movilizacin cognitiva, probablemente seaste el mejor indicador de que disponemos. Al mismo tiempo,considera la introduccin del posicionamiento en la escala ideo-

    POSICIN

    SOCIOECONMICA

    EDAD

    LA ESTRUCTURA DE LA DESIGUALDAD POLTICA COGNITIVA

    EDUCACIN

    GENERODESIGUALDADPOLTICA

    ARGENTINA

    0.18

    - 0.10

    - 0.08

    0.11

    0.20

    EDADEDUCACIN

    GENERO

    POSICIN

    SOCIOECONMICA DESIGUALDADPOLTICA

    BRASIL

    0.08

    0.13

    0.15

    0.06

    0.13 0.11

    0.09

    EDAD

    ETNIA

    GENERO

    EDUCACIN

    POSICIN

    SOCIOECONMICA

    RURALURBANO DESIGUALDADPOLTICA

    PER

    0.31

    0.15

    0.20

    0.07

    0.24

    0.07

    0.10

    0.13

    0.06

    RURALURBANO

    ETNIA

    EDADEDUCACIN

    GENERO

    POSICIN

    SOCIOECONMICA DESIGUALDADP OLTICA

    MEXICO

    -0.25-

    -

    -0.27

    -0.05

    0.09

    0.28

    -0.10

    0.07

    0.09

    0.09

    EDAD

    GENEROEDUCACIN

    POSICIN

    SOCIOECONMICA

    ETNIA

    RURALURBANO DESIGUALDAD POLTICA

    -0.23

    0.16

    0.080.31

    -0.19

    -0.42

    -0.30

    0.28

    -

    -

    -

    GUATEMALA

    EDAD

    ETNIA

    EDUCACIN

    POSICIN

    SOCIOECONMICA

    GENERO DESIGUALDAD POLTICA

    BOLIVIA

    -0.23

    -0.09

    -0.130.28

    0.12

    0.11

    0.41

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    lgica de izquierda y derecha como elemento indicador de laparticipacin en el conjunto de smbolos propios de la polti-ca. Es decir, identicarse o no en dichas coordenadas podratomarse como sntoma de participar cognitivamente y compar-tir simblicamente un sistema como referente poltico.

    Despus, en Modernization and Postmodernization, volvera aretomar la educacin como parte de la denicin operativade movilizacin cognitiva (Inglehart, 1997). El concepto movi-lizacin cognitiva supone una vinculacin psicolgica con lapoltica. Adems de Ing lehart, otros autores ofrecen varias pro-puestas para la elaboracin de un buen indicador de movili-zacin cognitiva: Dalton (1984) o Peterson (1978).

    Dalton propone un indicador sobre la base de combinar laeducacin (para determinar el grado de competencia) y el in-ters por la poltica (para medir el grado de implicacin y par-ticipacin). Estas oscilaciones operativas se producen respetan-

    do una aparente estabilidad de la denicin terica. En los casosde emplear educacin como indicador directo de movilizacincognitiva, una objecin muy importante se reere a considerarcomo si fuesen intercambiables los conceptos de capacidad ycompetencia, con el de inters. En parte, esta presuncin se sus-tenta sobre investigaciones anteriores, donde la variable edu-cacin muestra una asociacin fuerte con la movilizacin cogni-tiva. Converse (1972) mostraba que existe una asociacin fuerteentre educacin, conocimiento poltico, inters en poltica ysosticacin poltica. Asimismo, Popkin (1991) sugiere cmo eldesarrollo de la educacin superior ampla el inters de los ciu-dadanos por la poltica. Sin embargo, es discutible que el indi-cador de educacin puede expresar participacin cognitiva conla suciente correlacin epistmica.

    En el anlisis hemos estimado educacin e identicacin conel sistema poltico (participacin cognitiva poltica) como varia-bles separadas, de forma que pueda determinarse la capacidadexplicativa sin contaminacin entre ambas. Tomaremos las dosvariables: educacin e identicacin en el espacio simblico de

    lo poltico (ideologa y partidos polticos), y analizaremos su de-pendencia de los factores de fragmentacin mencionados.Ciertamente, los factores exgenos que consideramos expli-

    cativos de la desigualdad (educacional y participacin polticacognitiva) muestran interdependencia entre ellos. Este aspectose incorpora a las condiciones de ajuste y especicacin de losmodelos estructurales de covarianzas. Por ejemplo, en los pasesdonde hay diversidad tnica o racial signicativa, lo frecuente es

    que los blancos (no indgenas) tengan un mayor nivel educativoque los indgenas. Esto no implica necesariamente la existenciade segregacin educativa para algunos de los niveles formativos.Asimismo, por gnero, es habitual que los hombres presentenmayor nivel educativo, especialmente para las generaciones deedad ms avanzada. Existe, en ese sentido, un entramado entrelos factores aqu expuestos que muestra una realidad con ml-tiples cicatrices, no necesariamente independientes entre ellas.

    Hemos empleado los datos que facilita la Fundacin Pew(2002) con las siguientes caractersticas para cada pas. As, Bo-livia, con un tamao muestral de 783 (error +/- 3,5%) entrevis-tas personales cara a cara, considerando los grupos tnicos deblancos, mestizos, indgenas y negros. La muestra presenta unsesgo sobredimensionando la poblacin urbana, por lo cual hasido ponderada. La muestra para Brasil es de 1000 entrevistas(error de +/- 3,1%) personales cara a cara con desproporcin

    urbana, por lo que ha sido ponderada. En Brasil no se preguntpor raza. Guatemala con una muestra de 500 (+/- 4%) entrevis-tas personales cara a cara, desproporcionada urbana y por lotanto ponderada. Como categoras tnicas se han consideradola de nacional, extranjero, indgena y ladino. En Mxico se haefectuado una muestra de 996 entrevistas (+/- 3,1%) personalescara a cara con las categoras de mestizo, indgena, blanco,asitico, negro, otras. No precisa ponderacin. Per, con unamuestra de 711 entrevistas (+/- 3,7%) personales cara a caray etnias mestiza, blanca, indgena, negra y asitica. En Argen-tina se realizaron 814 entrevistas (+/- 3,4%) cara a cara.

    Estos datos, procedentes de la encuesta internacional llevadaa cabo por la Fundacin Pew, han sido empleados para testarun modelo estructural de covarianzas. Partiendo de un mo-delo de referencia, ha sido modicado para dos pases: Boliviay Guatemala. En stos, la estrecha interdependencia entre elestatus socioeconmico y la etnia introduce una modicacinde especicacin del modelo donde el estatus es empricamentedependiente, o explicado, por la etnia del entrevistado. En otros

    pases no ha sido posible testar el elemento tnico o de raza alcarecer de la informacin (como en Brasil). La posicin socio-econmica ha sido estimada en forma aditiva partiendo de dosdimensiones: el equipamiento domstico (como recomienda elBanco Mundial) y la dicultad econmica para afrontar variostipos de gastos (sanitarios, de vivienda, etctera) Los modelosresultantes son signicativos en sus relaciones entre variables(coecientes t) y en conjunto con valores RMSAinferiores al 0,00

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    y psuperiores al 0,7. Los diagramas muestran los coecientesestandarizados (beta), y por lo tanto comparables entre s enel modelo correspondiente a cada pas. As, por ejemplo, en elcaso de Per, la educacin muestra una desigualdad asociadaa la edad (-0,31). El signo negativo indica el mayor nivel edu-cativo de los ms jvenes (o viceversa, el menor nivel educativode los mayores). Todo ello, manteniendo estadsticamente con-troladas las dems variables. Es decir, para iguales circunstan-cias de etnia, gnero, posicin socioeconmica o divisin rural-urbano. El programa informtico empleado ha sido el LISRELversin 8.

    En la exposicin de los resultados del anlisis emprico sobrela ecacia de las diferentes dimensiones para generar desigual-dad, vamos a tomar en cuenta dos aproximaciones complemen-tarias.

    En primer lugar analizaremos la heterogeneidad interna

    mediante indicadores de densidad del grafo. Posteriormente,describiremos la estructura particular de cada pas, donde elpeso interno de las diferentes fuentes de desigualdad es variable;considerando tanto la inuencia directa sobre la educacin yla identicacin con el espacio simblico poltico como la in-directa. En ocasiones, la inuencia sobre la participacin en elespacio poltico institucionalizado se efecta indirectamente atravs de la educacin. La relacin sustantiva entre educacin yparticipacin viene controlada por las variables estructurales yadescritas con anterioridad. De este modo, los efectos sobre lasdos variables permiten controlar la posibilidad de una relacinespuria, inducida por la accin de las no consideradas.

    Para el estudio de la heterogeneidad emplearemos el coe-ciente de densidad para grafos orientados, con una correccinpara considerar la naturaleza exgena y endgena de las vari-ables en el modelo. Determinaremos el coeciente de fragmen-tacin c (densidad orientada), c = E/((n*n-1)+(n*m)). Siendom el nmero de variables exgenas y n el de variables endge-nas, el total de relaciones posibles viene determinado por (n/n-

    1)+(n*m), y E el nmero de efectos estadsticamente signica -tivos. Este coeciente tiene su mximo en el valor 1. Es decir, elcoeciente 1 expresara un sistema relacionalmente saturado,incluyendo relaciones recprocas signicativas entre las endge-nas.

    En lo referido a las variables exgenas consideradas, Argen-tina, Brasil y Venezuela no contienen la dimensin tnica, ques es contemplada en Bolivia, Guatemala, Mxico y Per. La

    Pas Efecto total

    Guatemala 0,31

    Mxico 0,28

    Bolivia 0,26

    Per 0,20

    Argentina 0,18

    Brasil 0,15

    Venezuela 0,12

    Tabla 5Efecto total del estatus socioeconmico sobre el nivel educativo

    Fuente: Elaboracin propia

    mayor densidad de factores desencadenantes de desigualdadse aprecia en Brasil, con un coeciente de 0,87, seguido porMxico y Per (0,75) y Argentina (0,62), todos ellos bastanteelevados. En el caso de Bolivia y Guatemala, que incorporan ladimensin socioeconmica como endgena, expresan un mod-elo diferente y, por lo tanto, no comparable. Esto es, en Brasilson muchas ms las dimensiones que vertebran la desigualdad,mientras que en Argentina la trama explicativa parece simplic-arse en un nmero menor de elementos. Al menos con los datos

    EDAD GNERO ETNIA ESTATUS RURAL-URBANO

    EDUCACIN

    ESTATUSGuatemala Bolivia

    Guatemnala

    EDUCACIN

    MxicoArgentinaBrasilPerBoliviaGuate-mala

    MxicoBrasilPerBoliviaGuatemala

    MxicoPerBolivia

    MxicoBrasilArgentinaVenezuelaPerBoliviaGuatemala

    MxicoPerGuatemala

    DESIGUALDADPOLTICA

    MxicoBrasilArgen-tina

    MxicoBrasilArgentinaVenezuelaPerBolivia

    MxicoBrasilPer

    Per MxicoBrasilArgentinaVenezuelaPerBoliviaGuatemala

    Cuadro resumen comparativo de efectos directos

    Fuente: Elaboracin propia.

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    empleados y en esa ocasin coyuntural (ao 2002). Es necesariosealar que una simplicacin de los factores que generan ladesigualdad no implica menos intensidad o menor desigualdad.Incluso en el caso de un solo factor, la posicin socioeconmicapuede producir una profunda desigualdad. El aspecto que esta-mos considerando es la heterogeneidad de los factores causantesde desigualdad (Alaminos, 2004). En ese sentido, el nivel de frag-mentacin en las fuentes de la desigualdad estimadas es bastanteelevado en Brasil, Mxico y Per. Al complementar la visinque ofrece el cuadro anterior, y que se aproxima bastante a laclasicacin propuesta por Lizcano, destaca el peso de la di-mensin etnia en pases como Guatemala o Bolivia que fuerzana especicar el modelo de referencia. Como indicamos, los coe-cientes de los diferentes efectos se van a considerar estandari-zados en la medida que se describir el funcionamiento internode los factores de desigualdad en cada pas. En ese sentido, los

    coecientes ms elevados implican un mayor efecto explicativoo relacin entre las desigualdades.

    En Mxico, la edad (-.10), el gnero (0,07) y la posicin socioe-conmica (0.09) muestran un efecto directo signicativo sobrela desigualdad en la participacin poltica cognitiva. La