2010 - Siete Lecciones Eudeba Enviado 3 de Junio 2010

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    De Smith a Keynes: siete lecciones de historia

    del pensamiento econmico.Un anlisis de los textos originales.

    Axel Kicillof

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    INDICE

    Prefacio ....................................................................................................................... 4Introduccin y plan del libro. El actual desprestigio de la historia del pensamiento

    econmico..................................................................................................................... 5Algunas observaciones sobre el enfoque adoptado. ............................................... 9Estructura del libro................................................................................................ 12

    Leccin 1. Adam Smith y el nacimiento de la economa poltica clsica................. 15Introduccin.......................................................................................................... 15Las circunstancias histricas en las que escribi Smith........................................ 18

    Naturaleza de las leyes econmicas: qu es la mano invisible?.......................... 19Controversias sobre el origen de la riqueza: la ruptura de Smith con las corrientes

    de pensamiento econmico anteriores........................................................................ 25Los rasgos novedosos del capitalismo y la divisin del trabajo ........................... 32Discusin sobre el origen del intercambio............................................................ 38

    La gnesis del capitalismo y la extensin del mercado. ....................................... 45Leccin 2. Adam Smith y la formacin del sistema clsico..................................... 49Prolegmenos del anlisis de la mercanca: la gnesis del dinero .................... 49La centralidad de la ley del valor.......................................................................... 54Dificultades para convertir al trabajo en la fuente nica y exclusiva del valor .... 56Abandono de la teora del valor fundada en el trabajo ......................................... 65Precio natural, precio de mercado y leyes de la distribucin................................ 72

    Salario ............................................................................................................... 75Ganancia ........................................................................................................... 79Renta de la tierra............................................................................................... 82

    Leccin 3. David Ricardo y la culminacin de la economa poltica clsica ........... 86

    Introduccin.......................................................................................................... 86La poca de Ricardo.............................................................................................. 88Algunas notas sobre el mtodo de exposicin de Ricardo.................................... 89Prembulo de los Principios de Economa Poltica y Tributacin........................ 94Valor de uso y valor de cambio ............................................................................ 95La comprobacin de la determinacin del valor por el tiempo trabajo............. 98La renta diferencial de la tierra ........................................................................... 103Dificultades que Ricardo no consigue resolver .................................................. 107El dinero en el sistema clsico............................................................................ 110Los lmites de la acumulacin de capital en el sistema clsico .......................... 116

    Leccin 4. La revolucin marginalista.................................................................... 120

    Breve nota histrica: Europa entre 1815 y 1875................................................. 120Las dificultades de Ricardo, nuevamente ........................................................... 123La declinacin de la escuela ricardiana .............................................................. 127El marginalismo revolucionario.......................................................................... 131La fundacin del marginalismo .......................................................................... 133El intercambio puro............................................................................................. 138Del valor de los bienes de consumo al valor de los medios de produccin........ 153

    Leccin 5. El marginalismo de Marshall ................................................................ 158El triunfo del marginalismo de la mano de Marshall: revolucin traicionada? 158Los momentos de la determinacin marshalliana del precio .......................... 162La teora de la distribucin de Marshall ............................................................. 172De la renta de la tierra a la cuasirenta del capital ............................................. 177El dinero y la ley de Say en el sistema marshalliano.......................................... 180

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    La Gran Depresin y la marginalista de la ocupacin........................................ 189Leccin 6. La contribucin de Keynes ................................................................... 195

    La poca de Keynes ............................................................................................ 195La trayectoria intelectual de Keynes y su vinculacin con la historia................ 197La teora clsica segn Keynes ....................................................................... 201

    Naturaleza profunda de las crticas de Keynes a la teora clsica....................... 203Crtica al mercado de trabajo y nueva teora de la ocupacin ............................ 211La propensin a consumir y el incentivo para invertir ....................................... 218El sistema completo de Keynes .......................................................................... 225Poltica monetaria y fiscal................................................................................... 228Teoras no marginalistas del capital, del dinero y del valor ............................... 231

    Leccin 7. Karl Marx y la crtica de la economa poltica...................................... 236Introduccin: de la filosofa del derecho a la crtica de la economa poltica..... 236El mtodo de Marx y su vnculo con la economa poltica clsica..................... 239El anlisis de la mercanca.................................................................................. 248El doble carcter del trabajo y el carcter histrico de la mercanca.................. 262

    De la mercanca al dinero ................................................................................... 269El fetichismo de la mercanca y su secreto ......................................................... 274El origen de la ganancia...................................................................................... 277

    Bibliografa citada................................................................................................... 284

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    Prefacio

    Las ideas contenidas en este libro son el resultado de ms de una dcada de

    experiencia como profesor de Historia del Pensamiento Econmico en cursos de grado yposgrado de diversas universidades, entre ellas, las de Buenos Aires, Quilmes y GeneralSarmiento y tambin en IDES y FLACSO. A pesar de su ttulo, el verdadero objeto deestudio de este libro no es lo que habitualmente se entiende por historia de la teoraeconmica ya que, con el transcurso del tiempo, arrib a la conclusin de que no existeuna historiade la teora separada de la teora misma. Se trata, por consiguiente, de unlibro de teora econmica que contradice los hbitos de la enseanza propios de laactual ortodoxia en tres puntos esenciales: en primer lugar, se analizarn las teoras delas diversas escuelas de pensamiento, sin restringir la mirada a una sola; en segundolugar, como material de estudio se emplearn principalmente los textos originales y nolos libros de texto o manuales; y, por ltimo, la exposicin respetar el orden

    cronolgico de aparicin de las teoras, en vez de presentar al cuerpo terico de laeconoma como algo acabado y congelado en su estado actual.Una breve referencia al origen del libro acaso sea la forma ms sinttica de exponer

    sus propsitos, alcances y tambin sus limitaciones. La primera versin de estaslecciones preparada por una iniciativa de Eduardo Basualdo se utiliz para el dictadode un curso en la modalidad virtual, es decir, por entregas semanales que se difundan

    peridicamente entre los estudiantes. Al tratarse de un curso relativamente breve, debabandonar, desde un principio, la pretensin de elaborar un tratado exhaustivo destinadoa abarcar todas las pocas, todas las escuelas, todos los autores y todos los temas(empresa que, por otra parte, estimo superior a mis fuerzas). Por lo mismo, el estilo deestas lecciones se ubica en un raro punto intermedio entre lo oral y lo escrito, lo que

    explica, adems, el discreto empleo de referencias bibliogrficas y notas al pie, quedeberan poblar el trabajo si fuera un clsico tratado acadmico.

    Quiero expresar mi gratitud, en primer lugar, a Pablo Levn, quien, siendo yo anestudiante, me inici en la pasin por la teora econmica y su historia. A MiguelTeubal, porque en sus ctedras me ofreci siempre, con una generosidad poco frecuente,un espacio de libertad para desarrollar mis ideas. Augusto Costa hizo una rigurosarevisin general del manuscrito antes de ser entregado para la edicin. Agradezcotambin a Cristian Girard, Guido Starosta, Emmanuel Alvarez Agis, Damin Kennedy,

    Nicols Bonofiglio y Federico Bekerman, quienes leyeron y comentaron diversosfragmentos y versiones de este trabajo.

    Agradezco a Luis Quevedo, de Eudeba, que me convenci de la conveniencia de

    transformar el curso original en un libro, y a Pablo Castillo que nuevamente volc suprofesionalismo en la edicin.

    Por ltimo, a Soledad. Como siempre, me dio su amor y su apoyo incondicional.

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    Introduccin y plan del libro. El actual desprestigio de lahistoria del pensamiento econmico

    La historia del pensamiento econmico, en tanto campo de estudio e investigacindentro de la teora econmica, est atravesando por una prolongada etapa de duros

    cuestionamientos y hasta de generalizado desprestigio. Mark Blaug, uno de los msreconocidos especialistas en la materia y un competente observador del estado de laenseanza de la economa en los pases centrales, describa hace algunos aos elsombro panorama:

    No es ningn secreto que el estudio de la historia del pensamiento econmico es

    tenidoen baja estima por los economistas del mainstream [corriente principal] y es muchasveces desacreditado abiertamente como si fuera un trabajo de anticuario. Nada nuevohay en esto. Prcticamente cada comentarista acerca del papel de la historia del

    pensamiento econmico en la economa moderna en los ltimos 30 aos se halamentado por la declinacin constante del inters en el rea desde el final de la segunda

    guerra mundial y por su virtual desaparicin de los planes de estudios de lasuniversidades, no slo en los de postgrado sino tambin a nivel del grado. La tendenciaes ms pronunciada en los Estados Unidos que en Europa pero es manifiesta en todas

    partes (Blaug 2001: 145; trad. AK).

    A quien provenga de otras disciplinas y, por tanto, no se encuentre familiarizadocon las peculiares actitudes y concepciones que caracterizan a la escuela de pensamientoeconmico actualmente dominante conocida como escuela marginalista o neoclsica,este estado de cosas puede parecerle curioso, en particular cuando se lo compara con lasmodalidades de enseanza de las restantes ciencias sociales, como la sociologa o lasciencias polticas, en las cuales el origen histrico de las teoras contemporneas ocupa

    siempre un lugar prominente. De ms est decir que tal desprecio empuj a ms de unespecialista en historia de la teora econmica adems de a lamentarse a concebirsagaces argumentos destinados a persuadir al resto de los economistas de la importanciade su rama de estudio. Sin ir ms lejos, hasta el clebre Joseph A. Schumpeter, autor dela monumental Historia del anlisis econmico ([1954] 1982: 38 y ss.), se sintiobligado a invocar tres razones que, a su entender, justificaran el estudio de las teoraseconmicas del pasado. stas son: las ventajas pedaggicas derivadas del conocimientode la gnesis de la economa actual; su papel como fuente de inspiracin para nuevasideas; y, por ltimo, una vaga y genrica referencia al afn por comprender el esprituhumano.1Sin embargo, ms all de estas consideraciones, el hecho cierto es que, talcomo indica Blaug, la historia del pensamiento econmico ha pasado a ocupar un

    espacio cada vez ms reducido y marginal en la enseanza oficial de economa, hasta elextremo de desaparecer por completo de algunos planes de estudio de grado y posgrado.

    Por nuestra parte, en cambio, no creemos conveniente dedicar la presenteintroduccin a convencer al lector de la relevancia que reviste la historia del

    1. Ms recientemente, el debate se reaviv y dio lugar a numerosos artculos, entre los que puedenmencionarse algunos de elocuente ttulo: A qu precio la historia del pensamiento econmico? (Winch1962); Tiene la economa un pasado til? (Stigler 1969); Despus de Samuelson, quin necesita aAdam Smith? (Boulding 1971); Deben los economistas abandonar la Historia del PensamientoEconmico? (Corry 1975); Tiene un futuro til la beca en Historia del Pensamiento Econmico?(Barber 1990); Porqu ensear la Historia de la Economa?(Vaughn 1993); A dnde va la historia

    del pensamiento econmico? Hacia ningn lado y lentamente? (Kurtz 2006). La sola proliferacin depreguntas como las que dan ttulo a los citados trabajos es prueba suficiente de la densidad que tiene elmanto de sospecha que se cierne en el presente sobre la disciplina.

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    pensamiento econmico. En lugar de ensayar una nueva apologa, nos proponemos, poras decir, invertir la carga de la prueba, proporcionando algunos elementos que acasoayuden a comprender cules son las fuentes que alimentan el menosprecio que loseconomistas de la corriente principal experimentan por la historia de la economa, porun lado y, en estrecha relacin con ello, tambin por las restantes ciencias sociales.

    La defensa de la historia del pensamiento econmico, por otra parte, tropieza conuna dificultad adicional: los argumentos de quienes la desprecian rara vez sonexplicitados. Cuando se trata de eliminar la asignatura de los programas de estudio, enlugar de ofrecer razones, a menudo se invocan cuestiones de orden prctico, como lanecesidad de reducir la extensin de los programas para conservar slo su ncleomnimo esencial en donde se da por descontado que la historia del pensamiento nofigura dotando as de mayor eficiencia al proceso de formacin.2No es difcil verque detrs de este ingenuo pretexto se esconden motivaciones de mucha mayor

    profundidad y envergadura, que no son invocadas frontalmente.La omisin de toda referencia a su origen histrico forma en realidad parte de la

    imagen que el mainstreamha construido de s mismo. Podra decirse que a travs de la

    negacin de su propia historia, la economa oficial se concibe como una disciplina sinpasado, aunque paradjicamente siempre actual; o bien como una disciplina cuyopasado no reviste ms que una importancia anecdtica, acaso aun museogrfica. Es lamisma imagen que reproduce la despreocupada conviccin de que la economa es unadisciplina en todo aislada y capaz de prescindir de las restantes ramas del conocimientosobre la sociedad, es decir, sin hermanas entre las dems ciencias sociales. Pareciera,

    pues, que los economistas estuvieran convencidos de que su materia se asemeja a unaciencia exacta o natural, en donde el progreso del conocimiento justifica el olvidode las teoras anteriores, por anticuadas y equivocadas. Pero no se trata exclusivamentede parecerse a las ciencias duras. De esta concepcin sobre la naturaleza del progresode la teora econmica se deriva tambin el convencimiento acerca de cul es la nicavertiente terica que debe ser enseada en las universidades.

    Cuando se examinan las causas del menosprecio por la historia, no debe tomarsecomo un dato menor la posicin dominante que alcanz la escuela marginalista hacems de un siglo. Acaso sea cierto que cualquier corriente terica que consiguieraconquistar un lugar hegemnico tan contundente como el que el marginalismo ocupa enla actualidad sera proclive a cargarse de prepotencia y, por tanto, a considerar que tal

    predomino se debe al hecho de que se ha alcanzado ya la cima del conocimiento. Ycuando las teoras anteriores se observan desde las alturas de esta presunta cspide delsaber, por fuerza se empequeecen hasta perder toda relevancia en el presente.

    Pero, es cierto que la hegemona de una determinada corriente es expresin del

    triunfo terico?. En primer lugar, no puede perderse de vista que la larga historia de laeconoma cuenta ms de un episodio en el que la ortodoxia de turno crey haberalcanzado la verdad definitiva. Por caso, en sus influyentes Principios de economa

    polticade 1848, John Stuart Mill, afirmaba que afortunadamente no queda nada queaclarar en las leyes del valor, ni para los escritores actuales ni para los del porvenir: lateora est completa [] (Mill [1848] 1985: 386). De ms est decir que esas leyes seoponen diametralmente a las que predica hoy la ortodoxia.

    En segundo lugar, desde aquella posicin dominante se dispone de un criteriosimple para dictaminar cul es el valor de los aportes de cada predecesor, destacando

    2. A mediados de la dcada de 1990 particip como estudiante de los debates en torno de la reforma del

    plan de estudios de la licenciatura en economa de la Universidad de Buenos Aires. Reconozco que lospueriles argumentos esgrimidos para quitar algunas de las asignaturas del currculo, entre ellas historia delpensamiento econmico, me provocaron una impresin honda y duradera.

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    sus aciertos y sealando sus errores. El procedimiento consiste en examinar hasta qupunto estas ideas primitivas coinciden con las actuales, para distribuir as lasconsagraciones u olvidos del presente. Muchos de los manuales marginalistas dehistoria del pensamiento econmico se entregan con desparpajo a este ejercicio. Msaun, en un perodo de slido e indiscutido predominio, como el actual, esta mirada

    autosuficiente suele hacerse todava ms severa, al punto de convertir el estudio de losprecursores en una empresa casi nicamente autoconsagratoria y, a la vez, similar a unasuerte de visita turstica al museo del pasado; un museo compuesto mayormente por

    piezas muertas. Es por eso que la historia de la teora se convierte en un pasatiempo quepuede interesar exclusivamente a los economistas extravagantes o presumidos, o bien,tomando nuevamente la expresin de Blaug, como una empresa de anticuarios, cuyo

    provecho cientfico agregamos nosotros es escaso o nulo.Como se dijo, slo es posible arribar a estas conclusiones recurriendo a una

    concepcin llamativamente ingenua acerca del modo en el que las ciencias progresan.Cmo avanza la economa? Segn esta nocin de progreso, las teoras se van

    perfeccionando con el paso del tiempo mediante una permanente y democrtica

    confrontacin en el terreno de las ideas, cuyo resultado es que las teoras equivocadas odefectuosas sean reemplazadas por otras mejores, de mayor poder explicativo. Aligual que las especies animales, segn demuestra la evolucin darwiniana, las teorasestaran sometidas a un proceso de rigurosa seleccin que desemboca en lasupervivencia del ms apto. Desde esta perspectiva, es suficiente con que una teora seala ltima sobreviviente o bien la ms ampliamente aceptada para dictaminar que, poreso mismo, sus enunciados encierran un grado mayor de verdad que todas las teorasanteriores, ya sea porque resisti airosa los ataques contra ella o porque tambin triunfen su enfrentamiento con las teoras rivales.3Por ms simple y atractiva que sea estaanaloga con la evolucin natural, las diferencias con el desarrollo real de la economason inocultables.

    En primer trmino, la produccin de nuevas teoras econmicas, lejos de estarexclusivamente impulsada por el afn de acceder al conocimiento verdadero o decorregir los errores empricos, formales o conceptuales de las teoras aceptadas, tiene unorigen mucho ms complejo y, por as decir, oscuro, pues el nacimiento de las ideaseconmicas se encuentra ntimamente vinculado con las necesidades de cada pocahistrica. De manera que la romntica representacin de la historia de la economacomo una desinteresada bsqueda de la verdad est por completo desprovista derealismo.

    Otro tanto puede decirse acerca de las causas que conducen a que una determinadateora econmica triunfe sobre las dems. No hace falta adoptar una actitud

    exageradamente conspirativa para abordar este punto. Hasta el ms llano sentido comnes capaz de reconocer que, en cada poca y lugar, ciertas teoras econmicas cuentancon mayores oportunidades de imponerse que otras, en arreglo a una serie de

    3. Aunque aqu se ha presentado de manera muy esquemtica, esta concepcin acerca del avance de laciencia se asocia generalmente con la escuela falsacionista de Karl Popper. Es cierto que la posicin dePopper es mucho ms sofisticada, pero citas como la que siguen justifican hasta cierto punto lahomologacin: cuando hablo de desarrollo del conocimiento cientfico, lo que tengo in menteno es laacumulacin de observaciones, sino el repetido derrocamiento de teoras cientficas y su reemplazo porotras mejores o ms satisfactorias (Popper 1967: 250). Tampoco es injustificada la aplicacin de estecriterio a la teora econmica, pues el propio Popper consideraba al marginalismo (particularmente en su

    versin austriaca) como un verdadero modelo y pretenda generalizar el mtodo de la teora econmica[teora de la utilidad marginal] hasta volverlo aplicable a otras ciencias sociales tericas (citado enHands 1993).

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    circunstancias que no se asocian exclusivamente con la consistencia lgica, el poderexplicativo o la capacidad de prediccin.

    Keynes, por tomar un ejemplo, sealaba motivos completamente ajenos a laproximidad con la verdad cuando intentaba descubrir las fuerzas que convirtieron aciertas teoras para l completamente equivocadas y defectuosas en el mainstream

    durante ms de un siglo:

    Lo cabal de la victoria de los ricardianos tiene algo de curiosidad y misterio; probablementese debi a un complejo de conformaciones de la doctrina al medio ambiente en que fue

    proyectada. Creo que el hecho de haber llegado a conclusiones completamente distintas delas que una persona comn sin instruccin del tipo medio podra esperar, contribuy a su

    prestigio intelectual. Le dio virtud el hecho de que sus enseanzas transportadas a laprctica, eran austeras y a veces inspidas; le dio belleza el poderse adaptar a unasuperestructura lgica consistente; le dio autoridad el hecho de que poda explicar muchasinjusticias sociales y aparente crueldad como un incidente inevitable en la marcha del

    progreso, y que el intento de cambiar estas cosas tena, en trminos generales, msprobabilidades de causar dao que beneficio; y, por fin, el proporcionar cierta justificacin

    a la libertad de accin de los capitalistas individuales le atrajo el apoyo de la fuerza socialdominante que se hallaba tras la autoridad (Keynes [1936] 2005: 45).

    Por consiguiente, el hecho de que una determinada escuela en nuestro caso elmarginalismo haya alcanzado una posicin dominante en el presente est lejos deasegurar por s mismo que sus teoras sean mejores o que posean un mayor contenidode verdad que sean representaciones correctas de los procesos reales. Y, sin embargo,esta parecera ser una de las bases sobre las que se asienta el desprecio que la ortodoxiamanifiesta por la historia de la economa.4

    En este libro, en cambio, se deja completamente de lado la mtica idea de que lateora econmica se desarroll a travs del incansable avance por un sendero nico que,en un proceso esencialmente acumulativo, desemboc en la conformacin del cuerpoterico de la actual ortodoxia marginalista. Cuando, para variar, en lugar de recurrir aesta falsa idea sobre el progreso de la economa se observa la forma que en realidadadopt este desarrollo, resulta difcil ocultar que, a cada paso y ante cada problema, seenfrentaron explicaciones rivales, dando lugar, muchas veces, a feroces controversias.Estos debates, en lugar de saldarse mediante la capitulacin o el acuerdo, se resolvieron,en numerosas oportunidades, a travs de la aparicin de bifurcaciones en el desarrollode la teora. De esta manera se fueron conformando diversas escuelas o sistemastericos en permanente confrontacin. El desarrollo de la economa, por consiguiente,no sigui un solo camino, sino varios.

    Siempre, indudablemente, uno entre los diversos sistemas logra conquistar unamayor aceptacin durante un perodo determinado; pero es tambin cierto que ningunode ellos logr nunca destruir por completo a los dems, ganndose la opininunnime de todos los economistas. Es por eso que resulta improbable que el estudio de

    4. Aunque esta imagen debe tomarse como una esquemtica reconstruccin algo exagerada, tampoco sealeja tanto de la situacin actual. Por caso, un libro de texto de historia del pensamiento econmico muydifundido en la actualidad aclara desde sus primeras pginas que se abocar exclusivamente a la historiade la corriente terica principal. Lo justifica arguyendo dos razones: En primer lugar, la corrienteprincipal de la economa representa el consenso sobre lo que es la economa en todas partes. En segundolugar, una perspectiva histrica sobre la corriente principal de la economa puede ser de gran valor para elestudiante contemporneo de esta disciplina. En nuestra aproximacin pedaggica, por tanto, la

    heterodoxia se introduce en el estudio histrico o como un desafo directo a la ortodoxia reciente o comouna variacin sobre el tema de la corriente principal de la economa (Ekelund y Hbert 1992: 4). Elplanteo, al menos, no carece de honestidad.

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    la historia del pensamiento econmico pueda abordarse fructferamente sin aceptar quela teora econmica no fue nunca ni es en la actualidad una sola el mainstream sinoque comprende diversas escuelas de pensamiento y que cada una de ellas proporcionaexplicaciones distintas y hasta contrapuestas para los mismos fenmenos econmicos.Puede decirse entonces que el desprecio de la historia por parte de la ortodoxia es, en

    realidad, un subproducto de la negacin de la relevancia de las dems vertientes,negacin que se pone de manifiesto cuando sostiene que hay una nica teoraeconmica la suya y que las restantes teoras fueron ya superadas. sta es

    precisamente la conexin que buscbamos: si el desarrollo del pensamiento econmicopudiera representarse como el trnsito ascendente por un camino lineal y progresivo quedesemboc en las verdades de la ortodoxia actual habra que aceptar que la historia de lateora carece prcticamente de inters.

    Un curso de historia del pensamiento econmico que, como ste, se encuentraexento de los prejuicios del mainstream, no puede tampoco ocuparse con exclusividadde las teoras del pasado, a las que considera superadas o abandonadas. Su objeto deestudio es otro muy distinto: el libro se aboca al anlisis del proceso de gestacin y

    formacin de los diversos sistemas tericos alternativos entre ellos, el de la actualortodoxia marginalista. Desde esta perspectiva, podra decirse que estas lecciones nose ocupan, en realidad, de la historia de la teora (en el sentido ortodoxo) sino queforman parte de un curso de teora econmica que, a diferencia de la enseanza oficial,

    parte de reconocer que existen diversos sistemas tericos y se interesa por lascircunstancias y por los debates que dieron lugar a la gnesis y al desarrollo de cada unode ellos, as como a las conexiones que los unen y a los puntos que los separan.

    Es por eso que, segn creemos, incluso quienes estn principalmente interesadospor la teora ortodoxa, sacarn provecho tambin al adoptar este enfoque ya que, engeneral, el mainstream est acostumbrado a difundir sus ideas a travs de libros detexto, manuales o tratados, en lugar de recurrir a los autores originales, en especial a lospadres fundadores de la teora. Y estos mismos libros de texto contribuyen a crear unafalsa imagen segn la cual el estado en el que se encuentra la teora en cada momentocoincide con su forma definitiva y que, por tanto, el campo de la economa estdesprovisto de controversias y debates en curso. As, la enseanza a travs de manualesse convierte en uno de los principales instrumentos para negar la historia de la teora y,con ella, la existencia de teoras alternativas.

    Tampoco esta tendencia es un patrimonio exclusivo de la actual ortodoxia. Cadavez que una escuela alcanz la posicin dominante, se preocup por ocultar lasdiscusiones que dieron lugar a su nacimiento, desautorizando as a los interlocutores delas otras vertientes. Sin embargo, como se ver ms adelante en estas lecciones, el

    estudio de los textos de la poca heroica de la ortodoxia la etapa en la que ellamisma ocupaba un lugar secundario y debi, por tanto, adoptar prcticas confrontativaspara imponerse permite comprender con claridad cul es su ncleo terico distintivo.La efectividad pedaggica de los libros de texto es indiscutible y, sin embargo, alsuprimir la historia del pensamiento econmico para borrar las huellas de su propiagnesis, consiguen muchas veces anestesiar el sentido crtico de los estudiantes y, deeste modo, la teora misma pierde su inters para convertirse, paradjicamente, en

    pensamiento autista, en pensamiento muerto.

    Algunas observaciones sobre el enfoque adoptado.

    Apenas se abandona la idea de que en el campo de la economa existe una solacorriente terica que fue perfeccionando su capacidad explicativa con el transcurso del

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    tiempo y se acepta, por el contrario, que existen diversas escuelas alternativas depensamiento, se advierte en seguida que la forma ms fructfera para abordar el estudiode la teora econmica consiste en adoptar una perspectiva histrica.5Para hacerlo, es

    preciso sustituir la enseanza a travs de libros de texto por el trabajo directo, deprimera mano, con las obras originales de los principales representantes de cada una de

    las vertientes. Una vez que se hace esto, el ordenamiento cronolgico de las lecturas seimpone naturalmente, ya que estos autores sostuvieron polmicas con los miembros desu propia escuela y con los de otras vertientes, lo que obliga a avanzar en unadeterminada direccin y adems porque detrs de los autores que son cabeza de unaescuela se alinearon otros economistas en calidad de discpulos que recurren

    permanentemente a sus textos. Si sus obras no se estudian siguiendo la secuencia de suaparicin, las frecuentes referencias cruzadas entre los diversos textos se vuelvenindescifrables. Los libros de texto recurren al material original slo ocasionalmente ycon el propsito de obtener algn respaldo de la autoridad. No obstante, la economaterica se desarroll a travs de un dilogo una discusin permanente entre sus

    protagonistas y, por lo tanto, la recreacin de esas controversias es uno de los recursos

    pedaggicos ms provechosos para su estudio.En este libro se emplear, pues, como material de lectura principal a algunos de los

    ms importantes textos originales de teora econmica. Aunque el trabajo con los textosoriginales no es en modo alguno una misin imposible, hay que aceptar que su estudio

    presenta ciertas dificultades que, no obstante, pueden sortearse si se adoptan algunosrecaudos. Entre estos escollos, hay uno que se destaca especialmente: las obras tericasnovedosas estn generalmente dirigidas a un pblico especializado y, en consecuencia,su complejidad es mucho mayor que la de un libro de enseanza o divulgacin. Dehecho, este elevado grado de complejidad se convirti muchas veces en una excusamasivamente utilizada para excluirlos lisa y llanamente de la bibliografa de los cursosde enseanza de economa de nivel introductorio pero tambin avanzado. En su lugarse recurre a los mencionados manuales o a textos de divulgacin vulgatas, a los quese considera a la vez accesibles y modernos. A nadie se le escapa, no obstante, que encada una de estas maniobras de presunta inocente simplificacin suele inmiscuirse la

    particular interpretacin del autor que las realiza. As, generalmente, lo que se presentacomo un resumen es, en realidad, una falsificacin de las ideas originales que pretendesintetizar.

    Es por eso que en estas lecciones evitamos recurrir a los innumerables divulgadorese intrpretes de los autores originales. No se ignora la dificultad de la tarea, todo locontrario, pero no se considera a esa dificultad una razn vlida para privar a losestudiantes adoptando una actitud paternalista del contacto con las obras cardinales

    de la economa. En lugar de abandonar el trabajo por su complejidad, lo abordaremosrecurriendo a una estrategia expositiva concebida a tal efecto. Cmo evitar que estelibro se convierta en otra interpretacin ms, entre tantas, de los originales? Larespuesta es simple: trabajando con ellos. El dispositivo consiste, sintticamente, entranscribir algunos de los pasajes ms relevantes de las obras seleccionadas para luegoanalizarlos y discutirlos en el cuerpo del texto. Como estos comentarios no estnexentos de su propia carga interpretativa, se espera que el lector recurra por su cuenta

    5. El ya mencionado Mark Blaug confiesa que al elaborar su famosa Teora econmica en retrospeccinhe tratado de escribir una historia del anlisis econmico que lo presente surgiendo del anlisis anterior,impulsado por el deseo de refinacin, mejoramiento, perfeccionamiento, un deseo que los economistas

    comparten con los dems cientficos (Blaug [1962] 1985: 12), luego de aclarar que Este libro contieneun estudio de la coherencia lgica y el valor explicativo de lo que ha llegado a conocerse como la teoraeconmica ortodoxa (Blaug [1962] 1985: 9).

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    directamente a los libros analizados para formarse as una opinin propia. Este recursofunciona nicamente si el lector se esfuerza en polemizar con la interpretacin que seofrece, en lugar de aceptarla o rechazarla acrticamente. Porque este curso no puede nise propone sustituir el esfuerzo de la lectura completa de los originales, sino que buscadebatir con ellos y ponerlos en relacin.

    Como corolario, creemos que el estudio de los textos originales proporciona, por smismo, una slida demostracin de que la enseanza de teora econmica es, enrealidad, inseparable del estudio de la historia del pensamiento econmico; son, enrigor, dos caras de una misma moneda, pues es imposible comprender sin tergiversarla ala una sin el auxilio de la otra.

    De la misma manera, tambin la historia no nos referimos ahora a la historia de lasteoras sino a la historia econmica, social, poltica formar forzosamente parte de lasincumbencias de estas lecciones. Esto se debe a que el desarrollo del capitalismoimpuso, a su paso, violentas transformaciones en los procesos econmicos; talescambios se vieron inexorablemente reflejados en los problemas abordados por loseconomistas y, por tanto, tambin en la teora misma. Estos novedosos fenmenos

    econmicos con los que los autores fueron tropezando dieron lugar incluso a nuevascategoras y a renovados esfuerzos explicativos. A modo de ilustracin, basta conrecordar las abrumadoras consecuencias en el campo de las teoras sobre el desempleoque tuvo la Gran Depresin o los duraderos efectos que produjo la cada del patrn oroen la esfera de la teora monetaria. Ms todava: a simple vista resalta una estrechacorrelacin entre las profundas crisis econmicas que experiment el sistema capitalistay las llamadas revoluciones en el plano del anlisis (p.e. 1870, 1890, 1930, 1970). Portanto, la conexin entre la teora y la historia es demasiado estrecha como paraignorarla. Sin embargo, principalmente por razones de extensin, aqu nos veremosobligados a profundizar en este vnculo menos de lo que desearamos, realizando slo

    breves alusiones a los hechos que enmarcaron y dieron lugar al surgimiento de lasdiversas teoras.

    Por ltimo, es conveniente realizar algunas precisiones de orden terminolgico.Hasta aqu hemos utilizado con liviandad trminos como teora, sistema terico yescuela de pensamiento. No obstante, antes de adentrarnos en la materia, debe dejarseen claro que nuestro objeto de estudio no est principalmente formado por las ideas delos autores individuales y que tampoco nos abocaremos en detalle a analizar losdesarrollos que sobre la base de aquellas ideas originales elaboraron sus respectivasescuelas, es decir, sus discpulos y continuadores. La primera opcin la descartamos

    porque por deslumbrante que sea el genio de un economista, la produccin delconocimiento es, por su naturaleza, un proceso necesariamente social, es decir, el

    resultado de la creacin colectiva. Parecera entonces que lo adecuado sera inclinarsepor la segunda opcin mencionada y dedicarse a reconstruir en detalle la formacin decada una de las distintas escuelas, cotejando las ideas de los diversos autores que

    participan de la misma vertiente. No obstante, esta tarea exigira la inclusin de unnmero mucho mayor de obras que el que la extensin y los propsitos de este libroadmiten. Como respuesta a esta dificultad (un autor por escuela es insuficiente, todosellos son demasiados), nos proponemos escoger como unidad de anlisis no a un autoraislado ni a su escuela completa, sino a lo que denominaremos sistema terico.Definimos a un sistema terico como un conjunto de teoras que son consistentesentre s, que se necesitan e implican mutuamente y que abarca a las principalescategoras econmicas.

    Siguiendo la terminologa de buena parte de los economistas que estudiaremos,utilizamos en adelante la palabra teora para referirnos a la explicacin

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    proporcionada para undeterminadofenmenoo categoraeconmica. Nos referiremos,por ejemplo, a la teora del salario, la teora de la ganancia o la teora de losprecios. Sin embargo, la palabra explicacin resulta demasiado amplia, puesdistinguiremos, adems, entre dos tipos distintos de explicaciones. Por un lado, seencuentra aquella explicacin que remite exclusivamente a las relaciones causales y

    cuantitativas que pueden establecerse entre las distintas variables. Por ejemplo: unincremento del salario tiene como consecuencia un incremento en el precio. Estacausalidad puede expresarse matemticamente a travs de una relacin funcional (el

    precio dependedel salario). Hoy se denomina modeloa la reunin de varias de estasrelaciones funcionales.6 Pero la palabra explicacin, cuando se aplica a unadeterminada categora, remite tambin a discusin en torno de lo que en otro ladohemos denominado fundamentos tericos, es decir, de la indagacin acerca de lanaturaleza misma de esas formas econmicas, que permiten responder preguntas comolas siguientes: qu es el precio?, por qu las cosas tienen precio?7

    En sntesis, dedicaremos estas lecciones al estudio de la formacin de losprincipales sistemas tericos de la economa moderna, estudio que abordaremos

    principalmente mediante el anlisis de los textos de los autores que colocaron laspiedras fundacionales de cada uno de ellos. Queda, pues, fuera de nuestro alcance unvoluminoso material, ya que nos abocaremos exclusivamente a cuatro de estos sistemastericos: el sistema clsico, el sistema marginalista, el sistema keynesiano y el sistemamarxista. El recorte que realizaremos es aun ms amplio, pues en lugar de estudiar lossistemas completos nos limitaremos slo a la porcin que se denomina habitualmenteteora del valor y de la distribucin, en la que se examinan las determinaciones de los

    precios, el salario, la ganancia y la renta.Con la excepcin de Keynes, todos los autores que se estudiarn ubicaron la

    discusin acerca de los determinantes del valor y de la distribucin al comienzo de susrespectivas obras, lo que facilita considerablemente el trabajo con los originales. Como

    puede verse, hemos omitido a las corrientes que preceden a la aparicin del sistemaclsico, es decir, a las escuelas que generalmente se denominan antigua, mercantilista yfisicrata. Esta ausencia responde a dos motivos. En primer lugar, si bien en algunoscasos podra identificarse a una escuela ms o menos compacta en particular con losfisicratas, resulta en cambio sumamente difcil en estos casos identificar un verdadero

    sistema terico, vale decir, un conjunto consistente y nico de teoras, excepto que seapele al uso de recursos interpretativos tan violentos como arbitrarios. En segundolugar, existe una razn de ndole histrica, pues la teora econmica moderna naci alcalor de la consolidacin del rgimen capitalista, de manera que si nos limitamos a lossistemas estrictamente modernos no sera aconsejable extender la investigacin ms all

    del ltimo tercio del siglo XVIII, es decir, de la llamada revolucin industrial.

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    Hechas estas aclaraciones, presentamos a continuacin la estructura del libro.

    Estructura del libro.

    Comenzaremos exponiendo el sistema clsico. LaInvestigacin sobre la naturalezay causa de la riqueza de las Naciones de Adam Smith(1776) abarca las dos primeraslecciones. El extenso tratamiento se justifica por la importancia, difcil de exagerar, que

    6. La definicin usual es representacin simplificada de la realidad.

    7. Para una discusin ms detallada sobre esta distincin, ver Fundamentos de la Teora General. Lasconsecuencias tericas de Lord Keynes (2007: 31).8. La economa poltica naci con su objeto, la sociedad capitalista (Levn 1995: 357).

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    tiene esta obra fundacional. La leccin tercera cierra la caracterizacin del sistemaclsico valindose para ello del anlisis de los Principios de economa poltica ytributacinde David Ricardo (1817). Tambin aqu nos referiremos, sucintamente, a losms renombrados seguidores de Ricardo, detenindonos en particular en la contribucinde John Stuart Mill quien, con sus Principios de economa poltica(1848), se convirti

    en el principal exponente de la teora clsica durante casi toda la segunda mitad delsiglo XIX, pese a que su sistema terico se apartaba significativamente de las ideasoriginalmente propuestas por Smith y desarrolladas luego por Ricardo.

    A fines del siglo XIX comienza el ocaso del sistema clsico. Nacen entonces dosnuevos sistemas que se le oponen con dureza, aunque por motivos distintos, y siguierondirectrices muy diversas: el sistema marginalista y el sistema de Marx. Se produceentonces una bifurcacin en la trayectoria de la teora econmica, lo que nos obliga aescoger entre alguno de los dos caminos para continuar el recorrido. La leccin cuartase ocupar de los tres libros que de forma casi simultnea e independiente dieron inicioa la llamada revolucin marginalista: La teora de la economa polticade WilliamStanley Jevons (1871), los Principios de economa de Karl Menger (1871) y los

    Elementos de economa poltica pura o la teora de la riqueza socialde Marie EspiritLen Walras (1874). Como es bien sabido, la revolucin marginalista no cosechdemasiadas adhesiones en la dcada de 1870, ni en la siguiente, y recin alcanz el xitocasi veinte aos despus de iniciada, es decir, cuando Alfred Marshall public susinfluyentesPrincipios de economa(1890). Nuestra leccin quinta se dedica a estudiaresta ltima obra, estableciendo los puntos de identidad as como las diferencias queseparan al sistema marginalista segn la versin ofrecida por los tres autores fundadores(marginalismo versin 1) del sistema marginalista que propone Marshall (marginalismoversin 2). Se enfatizarn especialmente las diversas actitudes que estos autores adoptancon el sistema clsico; actitudes que ms que distintas, como se ver, son contrapuestas.

    En la ltima dcada del siglo XIX el sistema marginalista logra conquistar laposicin hegemnica que conserva hasta el da de hoy. Para conocer su derrotero, en laleccin sexta nos adentramos en la tercera dcada del siglo XX, cuando una nuevarealidad econmica asociada con la honda crisis de la dcada de 1930 hace surgir deentre las filas del marginalismo una fuerte reaccin contraria a las ideas de la ortodoxia,dando a luz al sistema propuesto por John Maynard Keynes. La Teora General de laocupacin, el inters y el dinero (1936) contiene atenindose a las palabras de suautor una apasionada crtica al marginalismo dominante.

    Por ltimo, en la sptima y ltima leccin, retomaremos la otra rama terica surgidaen el ltimo tercio del siglo XIX que habamos abandonado en la leccin cuarta. Casiexactamente en los mismos das en los que Jevons, Menger y Walras realizaban el

    trabajo de parto para dar a luz al sistema marginalista, Karl Marx publicaba El capital.Crtica de la economa poltica(1867), una obra por medio de la cual, al igual que losmarginalistas, se propona superar al sistema clsico.9

    9. A modo de apndice se renen algunos datos biogrficos de los autores cuyas obras analizaremos.

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    Cuadro N 1. Estructura del libro.

    SISTEMA CLSICO

    Leccin 1

    Leccin 2

    AdamSmith

    Investigacin sobrela naturaleza ycausa de la riquezade las naciones(1776)

    Leccin 3DavidRicardo

    Principios deeconoma poltica ytributacin (1817)

    1770

    1810

    1870

    1930

    SISTEMA DE MARX

    Leccin 7KarlMarx

    El capital. Crtica dela economa poltica(1867)

    SISTEMA MARGINALISTA (VERSIN IY II)

    WilliamStanleyJevons

    La teora de laeconoma poltica(1871)

    Len Walras

    Elementos deeconoma polticapura o la teora dela riqueza social(1874)

    Leccin 4

    Karl Menger Principios deeconoma (1871)

    Leccin 5AlfredMarshall

    Principios deeconoma (1890)

    SISTEMA DE KEYNES

    Leccin 6JohnMaynardKeynes

    Teora general dela ocupacin, elinters y el dinero(1936)

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    Leccin 1. Adam Smith y el nacimiento de la economapoltica clsica

    Introduccin

    Existe una difundida imagen, entre mtica e ingenua, que presenta a Adam Smithcomo el padre de la economa moderna y destaca a la parbola de la mano invisiblecomo su principal y ms perdurable aporte; se lo considera, en pocas palabras, untemprano promotor del liberalismo econmico y un antecesor de la ortodoxia actual. Noobstante, si una leccin puede extraerse de la lectura directa de su obra es que tal retratodista mucho de ser fiel, en ms de un sentido. La primera de estas diferencias se asocia

    con su presunta paternidad de la teora econmica.Smith no fue, estrictamente hablando y en numerosos campos, un autor original, unverdadero innovador. Aceptando esto, muchos sostienen que su aporte principal noradica en el hecho de haber inventado o descubierto la mayora de las conclusiones quese exponen en su obra ms importante, laInvestigacin sobre la naturaleza y causa dela riqueza de las naciones (en adelante, La riqueza). Dnde radica entonces laimportancia cardinal de su aporte?, debe sealarse a otro autor o grupo de autorescomo el o los iniciadores de la ciencia?

    El hecho es que, en paralelo a las innumerables alabanzas que recibi su obra obtenidas incluso, llamativamente, durante la vida del autor cobr impulso la

    bsqueda, por parte de los especialistas, de aquellos elementos, teoras, metforas, datos

    y comparaciones que Smith tom prestados de otros autores y fuentes mencionndolasalgunas veces, sin hacerlo en otras oportunidades.1 Y los hallazgos de este tipo sonmuchos.

    En rigor, existen elementos suficientes para aceptar que la originalidad de Smith noreposa tanto en la novedad de cada una de las piezas que componen la obra tomadas porseparado, sino ms bien en el hecho de haber conformado con esos retazos sueltos,escogidos de orgenes y contextos diversos, un conjunto inteligible. Es por eso que,desde la perspectiva de este curso,La riquezacuenta con mritos suficientes como paraser considerada un sistema terico el primero de ellos, aun cuando, como veremos,adolece de ciertas deficiencias, muchas de ellas acaso derivadas necesariamente de sutemprana ubicacin en la historia de la economa. De modo que, adems de haber

    contribuido con algunas teoras propias, Smith fue, principalmente, un virtuososeleccionador y compilador de numerosas explicaciones hasta entonces dispersas.

    Las teoras contenidas en La riquezadeben ser tratadas, en verdad, ms como unproyectodesistema tericoque como unsistema tericoacabado. Si bien las distintas

    1. J. A. Schumpeter, calificado conocedor de la literatura previa a la publicacin de La riqueza, sostiene,probablemente cometiendo una exageracin, que el Wealth of Nations no contiene una sola idea, un soloprincipio o un solo mtodo analticos que fuera completamente nuevo en 1776 (1982: 226). M. Blaug,por su parte, tambin realiza una distribucin de ttulos en la que Smith sale desfavorecido: No podemospretender que Adam Smith sostiene haya sido el fundador de la economa poltica. Cantillon, oQuesnay, o Turgot, tienen mejores ttulos para ese honor (1985: 93). K. Marx, por ejemplo, sin

    desconocer los mritos de Smith y por motivos vinculados menos con la originalidad que con la precisinconceptual, considera que el verdadero padre de la economa poltica fue Sir William Petty (1623-1687)(Marx [1867] 1986: 214).

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    categoras y leyes que lo conforman, en primer lugar, se encuentran conectadas entre s;en segundo trmino, guardan entre ellas un determinado orden de prelacin; y, porltimo, forman en este caso, apuntan en la direccin de conformar un todoconsistente, libre de contradiccin, es indudablemente este ltimo punto donde laformulacin de Smith presenta sus principales debilidades, de manera que, estrictamente

    hablando, podramos decir que su aporte fundamental consiste en haberse propuesto latarea (ciclpea para su poca) de ordenar de orgnicamente todo el voluminoso materialdisponible, lo que, ms all de sus aciertos y yerros, es de por s un esfuerzo admirable.2

    No obstante, la presencia de numerosos y a veces cruciales nudos de inconsistencia e,incluso, de abiertas contradicciones que para el lector desatento frecuentemente se

    presentan como meras ambigedades del lenguaje, en el caso de Smith, y en buenamedida debido a su ubicacin inaugural dentro de la historia del pensamientoeconmico, se convirti en una de sus fortalezas, al menos en lo que respecta a la granaceptacin e importancia que se le atribuy originalmente y a la que se le reconoce anhoy a su obra principal.

    Pocos autores de teora econmica gozan de tanto renombre como Smith. Ms aun,

    lo cierto es que prcticamente el espectro completo de las escuelas de pensamientoeconmico del liberalismo al marxismo reconocen en Smith a uno de los fundadores(cuando no el fundador) de la economa moderna. Ahora bien, esta cualidad, enapariencia puramente halagadora, encierra tambin un misterio: resulta hasta cierto

    punto sospechoso que escuelas que no comparten ni uno solo de sus principios insistanen sealar al mismo autor como punto de referencia. La clave para comprender estaunnime valoracin positiva debe buscarse, precisamente, segn creemos, en lasnumerosas contradicciones que, como se mostrar, pueblan las pginas de La riqueza.Estas contradicciones que, por as decir, manchan la obra cuentan, no obstante, con una

    peculiaridad que les proporciona una gran relevancia terica.El hecho es que las inconsistencias en las que cae frecuentemente Smith no son

    simples desvaros o descuidos de una autor desprolijo o carente de genio, sino que, endeterminados momentos cruciales de la exposicin, es como si prefiriera inclinarse porla exhaustividad antes que por la precisin. La sensacin que trasmite es que sus dudassobre algunos problemas especialmente complejos y controvertidos lo impulsaron aexplorar todas las soluciones alternativas posibles y, en su perplejidad ante ladiversidad de las explicaciones plausibles, fue incapaz de decidir entre ellas y opt, encambio, por plasmarlas a todas en el texto, a veces con admirable maestra. En rigor, nose trata de reflejar todaslas posiciones, porque as como Smith se muestra indecisoante algunas teoras alternativas, no es menos cierto que con admirable poder persuasivorechaza de cuajo muchas de las explicaciones ms difundidas en su poca, exhibiendo

    as una fabulosa capacidad crtica. Tal vez el modo ms provechoso de interpretar elorigen de sus contradicciones sea el siguiente: Smith tena perfectamente en claro quteoras econmicas muchas de ellas dominantes en su poca deban ser descartadas

    por la ciencia pero, no obstante, a veces, no lograba optar de manera tajante por una solade esas explicaciones alternativas. Se inclinaba entonces por ofrecer varias.

    Ms an, puede argumentarse que el modo ms efectivo que encontr Smith pararebatir ciertas teoras dominantes es el de recurrir a una batera de argumentos, a vecescontradictorios entre s, pero fundamentalmente opuestos a aquellas ideas que pretendarefutar. Es por eso que la aparicin de estas posiciones mltiples ocurre, en muchasoportunidades, justamente en los nudos neurlgicos de la exposicin. Y, por lomismo, los autores de las ms diversas extracciones reivindican sus mritos. Pero es

    2. La preparacin de laRiqueza de las Naciones, segn sostienen sus bigrafos, le demand a Smith msde diez aos de intenso trabajo para lo cual se recluy en su pueblo natal, Kirkcaldy (Escocia).

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    tambin este rasgo de la exposicin el que obliga al lector actual a abordar el texto conextremada cautela, dedicndole especial cuidado a su estudio y desconfiando a cada

    paso de las interpretaciones ligeras o prejuiciosas.La riquezase transforma entonces enun verdadero yacimiento de teoras econmicas, convirtindose a la vez en el punto de

    partida de muchas de las polmicas posteriores. Alcanza as un indudable valor histrico

    y, fundamentalmente, una incuestionable relevancia terica.Dejando de lado sus defectos, la formidable tarea realizada por Smith sirvi paraestablecer con firmeza los cimientos de lo que luego, en particular a travs de lacontribucin de David Ricardo, se convertira en elsistema terico clsico(la economa

    poltica clsica), cuya influencia llega hasta nuestros das.As y todo, la presencia de mltiples lneas tericas entrecruzadas convierte a la

    lectura de La riquezaen una tarea cuya complejidad es difcil de exagerar. La mejorgua para encarar su estudio es, segn creemos, emplear como referencia permanentealgunas de polmicas que el libro suscit: el paso del tiempo estableci, en dilogodirecto con Smith, distinciones y antagonismos que en 1776 existan slo como una

    premonicin. De este modo, el desarrollo histrico de la teora econmica contribuye a

    echar luz sobre el pasado de la disciplina. Lo que obliga al lector a no dejar nunca laguardia baja pues la avezada pluma de Smith suele crear la ilusin de una pacficaconvivencia de numerosas teoras que luego tomaran una fisonoma mucho ms cruda ydefinida para entablar entre ellas encarnizados combates. Aqu se detiene la crtica

    porque, despus de todo, no sera apropiado pedirle una mayor precisin conceptual auna verdadera obra fundacional, en el mejor sentido del trmino.

    Sigamos con las objeciones a la imagen cannica de Smith. As como el ttulo depaternidad sobre la economa que se le otorga habitualmente, como se ha visto, encierraalgunas sorpresas, tampoco parece adecuada la descripcin que pinta a Smith como undefensor fantico e incondicional de la eficiencia de los mecanismos de mercado vis vis la necesidad de intervencin del Estado (como lo seran luego los partidarios delliberalismo desatado del siglo XX llamado neoliberalismo). Del mismo modo puedecuestionarse la que sera la contracara de esta misma fbula sobre Smith que, de manerano menos caricaturesca, lo convierte en un ciego defensor de los intereses de la

    burguesa industrial naciente. Sin restar por completo relevancia a las inclinaciones y ala extraccin de clase de Smith acomodado profesor y tutor de un prominente hijo dela nobleza, propondremos una lnea interpretativa distinta que, haciendo eje en elcontenido de la obra en lugar de las circunstancias personales, nos permitir mostrarque, ms all de las simpatas que Smith senta, ni uno ni otro retrato resultan

    provechosos cuando se desea comprender la naturaleza de su aporte terico.3Porque, delo contrario, La riqueza debera tomarse como un simple panfleto, vaco de todo

    contenido cientfico, lo cual es una aproximacin ciertamente poco feliz a un libro deesta envergadura.

    3. A modo de respuesta, M. Blaug reuni una coleccin de crticas, advertencias y reproches de Smith a laburguesa industrial y comerciante (Blaug [1962] 1985: 80). Marx, por su parte, tambin aprecia elcarcter cientfico de la contribucin de Smith, empaado muchas veces por su afn descriptivo: []Smith se mueve con gran simplismo en una continua contradiccin []. De una parte, trataba de penetraren la fisiologa interna de la sociedad burguesa y, de otra parte, pretenda, en parte, describir por vez

    primera las formas de vida en que se manifiesta exteriormente, exponer su concatenacin externa y, enparte, encontrar la nomenclatura y los conceptos intelectivos adecuados a estas manifestaciones, tratandode reproducirlas, por vez primera, en el lenguaje y en el proceso discursivo (Marx [1859] 1987b: 146).

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    Las circunstancias histricas en las que escribi Smith

    La tesis segn la cual el nacimiento de la economa poltica es contemporneo a lagnesis de su objeto de estudio, la sociedad capitalista, resulta sumamente productivacuando se busca comprender la relacin entre la teora econmica y su tiempo. 4 No

    obstante, esta vinculacin encierra tambin algunas sutilezas dignas de un examen msprofundo. Una vez que se acepta que el objeto de estudio de la economa es el sistemacapitalista debe admitirse, por fuerza, que la economa moderna no podra haber visto laluz antesdel advenimiento de la era capitalista. Pero al mismo tiempo, esta idea ponenecesariamente en centro del debate la nutrida polmica acerca de la fecha precisa enque sobrevino el surgimiento del sistema capitalista.5Existe una trabada controversiaque, desde una perspectiva histrica, indaga acerca de las causas, la oportunidad y lasformas en que se produjo el nacimiento del rgimen capitalista. Sin embargo, esevidente que para alcanzar un acuerdo sobre el momento preciso en que tal cosa ocurries necesario disponer previamente de una imagen compartida y clara acerca de lanaturaleza misma del rgimen capitalista, es decir, indagar, desde una perspectivaterica (econmica), cules son aquellos elementos esenciales que distinguen al sistemacapitalista de los regmenes sociales que existieron antes que l. Sin esa referencia, tantoel debate meramente cronolgico como el que hace hincapi en las causas de estacrucial transformacin histrica parecen imposibles de saldar. Y como veremos msadelante, es justamente esta pregunta la que intentan responder a veces de manerafrontal, a veces lateralmente casi todos los autores que de aqu en adelanteestudiaremos. En efecto, la pregunta qu es el capitalismo? es central para la teoraeconmica que adopta un abordaje cientficamente riguroso de su objeto de estudio, enlugar de estudiarlo de forma meramente descriptiva o comparativa. Nosconcentraremos, pues, en esta cuestin y no en la discusin sobre la fecha precisa en

    que el capitalismo se transform en el rgimen econmico dominante. Podemos, portanto, tal como hace Hobsbawm, dejar de lado las innumerables polmicas paraacogernos a un impreciso acuerdo general: nadie ha sostenido con un mnimo deseriedad que el feudalismo se prolongara ms all del siglo XVIII o que el capitalismose consolidara antes del siglo XVI. (Hobsbawm 1976). Posponiendo, pues, para msadelante la cuestin conceptual que acabamos de mencionar (cul es la naturaleza delcapitalismo) puede decirse que el sistema capitalista sustituye al rgimen feudal en el

    perodo que va desde el siglo XVI al siglo XVIII.Teniendo en cuenta que La riqueza fue publicada en el ltimo cuarto del siglo

    XVIII, la contribucin de Smith se ubica en la etapa final de esa transicin, sobre la queexiste cierto acuerdo y que se extiende por tres siglos. Ms concretamente, suele

    identificarse al tramo final del siglo XVIII, en especial cuando se est hablando deInglaterra (y, por extensin, de Escocia), con el comienzo de la llamada revolucinindustrial. De manera que puede sealarse otro de los principales mritos de Smith quese deriva de esta circunstancia: en realidad, podra decirse que el libro de Smith indagalas leyes que gobiernan al sistema capitalista cuando este rgimen an no se habaconsolidado sino que, por el contrario, la produccin en Europa se caracterizaba por lacoexistencia de rasgos novedosos pero tambin fuertes elementos de continuidad con lapoca feudal.

    4. Cfr. Levn ([1995] 2008: 401).

    5. Esta controversia clsica, sostenida entre diversos historiadores y tericos, llev el nombre detransicin del feudalismo al capitalismo y cont con la participacin de autores de la talla de P. Sweezy,M. Dobb, G. Lefebvre, K. Polanyi, E. Hobsbawm e I. Wallerstein.

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    Si bien no se realizar aqu una detallada discusin acerca de la situacin histricaimperante en la poca la literatura histrica es sumamente nutrida, siguiendo a I. I.Rubin, conviene destacar algunos puntos que resultan esclarecedores y contribuyen aconocer la ubicacin histrica de la obra y del autor cuando la concibi.

    Rubin se refiere a Smith como el economista de la etapa manufacturera. Lo

    interesante de esta caracterizacin es que hace eje en las formas productivas de aquelmomento, aportando algunos rasgos relevantes del grado de avance de la llamadarevolucin industrial. En el plano de los procesos productivos seala Rubin,convivan durante el siglo XVIII tres modalidades distintas: la produccin artesanalindependiente, la industria domstica y las manufacturas propiamente dichas. Las

    primeras dos estaban an ligadas esencialmente a la tradicin medieval; fue, porconsiguiente, la produccin manufacturera la que dio impulso a la consolidacin de dosde las clases sociales caractersticas de la sociedad moderna: los capitalistasindustriales, por un lado, y elproletariado industrial, por el otro. Tanto los capitalistas

    productivos como los obreros de la manufactura dependan cada vez de manera msdefinida de determinadas fuentes de ingreso que diferan de las tradicionales en el

    mundo feudal: las ganancias industriales y el salario.As y todo, a pesar de sus rasgos plenamente modernos, la produccin

    manufacturerase distingue de la produccin fabril (la gran industria) en un elementoclave: mientras en la manufactura la presencia de nuevas modalidades productivas estvinculada a la organizacin del proceso de trabajo (la profundizacin de lafragmentacin de las operaciones, etc.) y no al uso de herramientas novedosas, elatributo dominante del sistema fabril se vincula a la aparicin de nueva maquinaria, loque, a su vez, impone novedosas modalidades de trabajo.6

    La poca de Smith corresponde, por tanto, a la etapa de difusin de la produccinmanufacturera. El capitalista industrial rene a sus obreros asalariados en grandesestablecimientos, profundizando tanto la cooperacin entre ellos como suespecializacin. Sin embargo, no se haba producido an una transformacin sustancialde las herramientas e instrumentos de trabajo. Esta particularidad de la poca dej,como se ver, huellas visibles en la obra de Smith: si bien, por un lado, la construccinde su sistema terico tiene como condicin obvia la aparicin de algunas de lascaractersticas distintivas del sistema capitalista, por el otro lado, el rgimen capitalistadel que Smith fue testigo estaba lejos de haber alcanzado su madurez. La denominadarevolucin industrial haba entonces comenzado recientemente pero se encontrabaan inconclusa.

    Naturaleza de las leyes econmicas: qu es la mano invis ible?

    En lugar de juzgar las posiciones polticas o tericas de Smith desde la perspectivade los debates de nuestro tiempo, a travs de una mirada viciada por el anacronismo,conviene comprender cules fueron las principales fuerzas y corrientes tericas contralas que Smith debi enfrentarse a fines del siglo XVIII. Ubicndonos por un momentoen aquella poca puede leerse en La riqueza, en primera instancia, una categricaruptura con los grilletes de la extensa tradicin medieval. Desde este punto de vista, si

    bien la obra contiene una defensa del capitalismo, esta apologa del sistema nacienteno est construida en el vaco, sino que debe considerarse, ms que nada, como una

    6. Marx denomina subsuncin real del obrero en el capital a la transformacin del proletariado que seimpone con la aplicacin de la ciencia y la maquinaria a la produccin inmediata (Marx [1863-1864]1997: 77).

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    reaccin y una crtica a la sociedad tradicional, escrita precisamente en la poca detransicin entre un sistema y el otro. Esta hiptesis sugiere que el surgimiento de laeconoma poltica tiene como precondicin el quiebre definitivo con la tradicinescolstica y su modo de comprender los procesos sociales desde una pticafundamentalmente permeada por la teologa. Es decir que, ms all de la pertenencia de

    clase de Smith, la apologa de la sociedad moderna puede interpretarse como unresultado de su rechazo hacia las tradiciones medievales.sta es una de las fuerzas que motorizan toda su construccin terica. La tradicin

    escolstica y teolgica se convierte aunque no siempre de manera explcita en uno delos adversarios tericos de Smith en el plano de las concepciones generales sobre elmundo, la naturaleza, el hombre y la sociedad.7

    Ahora bien, al situar la mirada ms especficamente en el terreno de las doctrinaseconmicas, Smith dedica buena parte de su libro a refutar algunas de las principales

    proposiciones de las dos corrientes econmicas que datan de los siglosinmediatamente anteriores y que tambin pertenecen a la modernidad: el mercantilismoy la escuela fisicrata. A ellas nos referiremos sucintamente ms adelante. El aporte de

    Smith acaso pueda apreciarse ms adecuadamente si se lo considera en primer lugarcomo una respuesta al pensamiento medieval acerca de la sociedad en general y, en elcampo de las teoras econmicas, a las ideas mercantilistas y fisicratas. A continuacinnos referiremos al primero de los dos aspectos y luego al segundo, teniendo en cuentaque se trata de un retrato esquemtico, ya que las escuelas econmicas previas aSmith la llamada escolstica as como la mercantilista y fisicrata caen fuera denuestro campo de anlisis.

    La contribucin de Smith puede inscribirse dentro de la gran corriente depensamiento denominada ilustracin europea,8 que, en la formulacin clsica de M.Horkheimer y T. Adorno, ha perseguido desde siempre el objetivo de liberar a loshombres del miedo y constituirlos en seores. [] El programa de la Ilustracin era eldesencantamiento del mundo. Pretenda disolver los mitos y derrocar la imaginacinmediante la ciencia (Horkheimer y Adorno [1966] 1998: 59). Si se emplea esta lente

    para enmarcar el aporte de Smith, podra afirmarse que su, por as decir, principaladversario fue entonces el oscurantismo medieval y, ms precisamente, las reaccionesque dentro del campo de la teologa suscit el surgimiento del rgimen capitalista. Enefecto, la acelerada expansin de las relaciones capitalistas a lo largo del siglo XVIII

    puso en movimiento a las fuerzas conservadoras que se oponan a las vertiginosastransformaciones en todos los campos de la vida social. Buena parte del pensamientomedieval se resista a estos abismales cambios, ya que las antiguas doctrinas sostenidas

    por la teologa chocaban frontalmente con las formas econmicas modernas en

    expansin, como el comercio, la industria y el crdito.De hecho, los doctores escolsticos, sobre la base de sus interpretaciones de lassagradas escrituras y de los textos filosficos del perodo clsico, haban fundamentado

    7. La relacin que existe entre las teoras propuestas por Smith y las leyes divinas retratadas por lateologa requiere, indudablemente, un tratamiento mucho ms profundo y pormenorizado que el que aquse le conceder. Pero, con todo, la idea general de que existe una oposicin entre el campo de accin delas leyes divinas y el de las leyes econmicas servir, segn creemos, para comprender algunos aspectoscentrales deLa riqueza. La referencia a las leyes naturales no fue tampoco, claro est, una invencin deAdam Smith: este recurso se encuentra ya en Santo Toms y Aristteles, abarca a todo eliusnaturalismo del siglo XVI y, ms prximo temticamente, a las ideas de F. Quesnay y los fisicratas.P. Levn desarroll en profundidad la contraposicin entre razn y fe y su vnculo con la economa

    poltica naciente.8. En particular, de la ilustracin escocesa, cuyos representantes ms destacados que tuvieron unapoderosa influencia sobre el pensamiento de Smith son David Hume y Francis Hutchenson.

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    su cerrada oposicin, al menos en el campo doctrinario, al uso del crdito (laprohibicin de la usura), sus fuertes reparos al comercio (el amor al lucro eraconsiderado un pecado) y mediante sus especulaciones acerca del precio justo a lalibre contratacin y la libre competencia.9Cuando el avance del capitalismo comienza asocavar las bases de la sociedad tradicional, arrasando a su paso con las comunidades

    medievales, con las costumbres afianzadas por siglos y con los estrechos vnculosfundados en el control religioso, algunos representantes de la Iglesia no podan vercomo resultado de esta transformacin otra cosa que el advenimiento de la catstrofe yel caos generalizado: la absoluta disolucin de los vnculos entre los hombres. Lacuestin terica en disputa puede plantearse de este modo: una vez quebrantadas lasformas tradicionales de organizacin de la produccin, la distribucin y el consumo,cmo puede asegurarse que la sociedad dispondr de los medios necesarios para susustento? Dicho de otra forma: el reemplazo de la tradicin por las reglas del mercadoes el camino hacia la disolucin social?

    En esas circunstancias, y en contra de la posicin conservadora de buena parte de losdoctores escolsticos, en La riqueza se ensaya una peculiar defensa del sistema

    capitalista. Probablemente sea este esfuerzo el responsable de los pasajes msapologticos del rgimen capitalista que aparecen en la obra que, en muchos casos,entran en contradiccin con otros fragmentos donde Smith se permite observar la nuevarealidad desde una perspectiva ms amplia y objetiva, matizando as sus observacionesfavorables. Pero, en trminos generales, podra decirse que el proyecto de Smithconsiste en construir argumentos en defensa del nuevo rgimen social desde una

    perspectiva cientfica. En concreto, Smith se propone demostrar que las formaseconmicas del sistema capitalista no conducen hacia una desorganizacin general sinoque, por el contrario, el capitalismo est regido por un conjunto de leyes que aseguran lareproduccin material de la sociedad y, ms aun, su progreso. Sin embargo, esas leyestienen una particular naturaleza. Lo que intenta probar es que el nuevo orden econmicoal no estar gobernado por los principios y normativas tradicionales, por las regulacionesy restricciones feudales, no se convierte en un sistema anrquico sino que, por elcontrario, existen determinadas leyes que aseguran la coordinacin entre todas sus

    partes componentes e incluso que la libre operacin de estos mecanismos no hace otracosa que promover el bienestar del conjunto.

    Este proyecto terico, por tanto, obliga a Smith a investigar el modo especial en elque operan las leyes econmicas. A la distancia, tal vez no se aprecie en toda sudimensin la enorme complejidad del problema y la distintiva originalidad de esteenfoque. Porque, al tratarse de una obra fundacional, adems de abocarse a descubrir ydescribir el modo particular en el que esas leyes operan, el autor debe enfrentarse a

    algunos interrogantes tan profundos como fundamentales y nuevos: qu sonexactamente esas leyes econmicas?; cul es su origen y cul su alcance?Ensayaremos a continuacin un abordaje preliminar de la cuestin, en trminos muy

    generales y abstractos, que no obstante ayudar a comprender algunos de los dilemas alos que debi enfrentarse Smith cuando abord desde esta perspectiva su estudio de lasociedad moderna. Conviene aclarar desde un comienzo que la siguiente reflexin no

    9. La prohibicin de la usura fue legislada por la iglesia catlica: en el siglo IV el concilio de Niceaconden el prstamo con intereses entre los clrigos de la iglesia catlica romana; luego Carlomagnoextendi la prohibicin a todos los cristianos. En el Concilio de Viena, en 1311, el Papa Clemente Vestableci que toda legislacin que la tolerara sera considerada hertica. Max Weber, en La tica

    protestante y el espritu del capitalismo, sostiene que la Reforma y sus resultantes, en particular elcalvinismo, a diferencia de la iglesia catlica romana, consiguieron una cierta compatibilidad entre susprescripciones y el afn de lucro que caracteriza a la sociedad moderna.

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    intenta reproducir con toda fidelidad las ideas de Smith, sino que se propone ofreceralgunos elementos para comprender las duraderas consecuencias de sus aportes.

    Puede decirse que en la poca en la que se escribiLa riqueza, las leyes econmicascomo tales configuraban un objeto de estudio por completo novedoso; sin embargo, sucampo de accin pareca estar expandindose aceleradamente hasta abarcar todas las

    esferas de la produccin, el comercio y la vida social en su conjunto. Qu son, pues, lasleyes econmicas?En primer lugar, Smith descarta de plano toda vinculacin inmediata entre las leyes

    econmicas y las leyes divinas. En eso consiste, precisamente, su radical ruptura con laescolstica: no existe ya un nivel justo o adecuado para la tasa de inters, el salario,las ganancias, las rentas o los precios de las mercancas, es decir, un nivel que se adecuaa un mandato divino o moral. No obstante, no por eso dejan de ser leyes, ya queindudablemente, rigen los fenmenos econmicos con frrea necesidad. Leyes como lade la oferta y la demanda, la igualacin de la ganancia y la competencia entran enaccin en tanto no se les imponga alguna traba externa.10

    Si se acepta desde un inicio que las leyes econmicas no estn originadas o regidas

    por los designios de Dios, quin las ha promulgado y cmo se asegura sucumplimiento? Siguiendo con este razonamiento abstracto, podra sostenerse que setrata de leyes de la naturaleza, como las que rigen los movimientos de los cuerposcelestes, las mareas o la sucesin de las estaciones. Pero no es as: en este caso lo que seest investigando son fenmenos humanos (sociales). Por ms que estas leyes secumplan con una fuerza inexorable, no pueden ser consideradas, sin ms, leyes de lanaturaleza, equiparables a las de la fsica, por ejemplo. Son leyes del hombre, leyes dela sociedad. ste es el punto de partida de la investigacin del Smith y es lo queestampa en su obra la impronta iluminista.

    Las leyes econmicas refieren entonces a fenmenos puramente humanos, es decir,no se fundan en el mandato divino ni en determinaciones naturales. Sin embargo, unavez establecido esto, las dificultades se agigantan. A pesar de regir la conducta de loshombres y gobernar el sentido o el resultado de sus acciones, el cumplimiento de estas

    particulares leyes parece imponerse con independencia del conocimiento o la voluntadde esos mismos individuos, ya sea que se los tome individualmente o en su conjunto. Enesto difieren las leyes econmicas, por ejemplo, de las leyes promulgadas por algunaautoridad como el Estado pero tambin de aquellas consagradas por la tradicin y lascostumbres. Las leyes econmicas no fueron proclamadas por ningn monarca. Cules, pues, el origen de este extrao tipo de leyes? Intentemos agotar todas las

    posibilidades.

    10. Como se dijo, la vinculacin entre la naciente economa poltica moderna y el incipiente yfragmentario anlisis econmico que se derivaba de las obras escolsticas no es tan fcil de esclarecer.No podemos aqu discurrir largamente acerca del concepto de ley natural, tan problemtico comocaracterstico de la poca. Basta decir que la mismsima teologa escolstica, fuera de las frecuentesintromisiones normativas, consideraba tambin que la comprensin de los hechos sociales podanalcanzarse mediante el uso de la razn humana. Dicho de otro modo: la divisin efectuada de santoToms adjudica al orden social posee una consistencia lgica propia, lgica que puede estudiarse conindependencia de la opinin acerca de si fue o no la voluntad divina la que originalmente puso en marchael sistema (Schumpeter [1954] 1982: 153-154). Smith, por su parte, no necesitaba negar la existencia deDios (de hecho no lo hace, todo lo contrario) para establecer la independencia de su objeto de estudio. En

    los doctores escolsticos, como vimos, ambos registros solan superponerse. Para penetrar en lacomplejidad de esta discusin pueden examinarse, entre otros, Viner (1927), Taylor (1929), Chalk (1951),Waterman (2002), Bitterman (1940) y el ya citado Schumpeter ([1954] 1982: 146 y ss.).

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    Primeramente, podra sostenerse que brotaron de un contrato social, es decir, deun convenio explcito entre los individuos, celebrado en tiempos remotos.11 Sinembargo, tal respuesta contradice la naturaleza misma de estas leyes, cuya operacin norequiere del concurso de ninguna autoridad, sino que su raz se encuentra en la accinlibre e incondicionada de cada hombre, es decir, en el individuo mismo. De este

    modo, si es el individuo por su propia cuenta quien las motoriza no parece necesariodisponer de un rgano poltico que asegure su cumplimiento o limite su alcance. Lasleyes econmicas no se fundan, por tanto, en un pacto colectivo originario resaltamosaqu el carcter colectivo de este acuerdo. Por tanto, el contrato social podraemplearse para explicar el origen de un rgano poltico que est ausente en el terreno delas relaciones econmicas, donde los hombres actan, al menos en apariencia, segn sulos dictados de su libre albedro.

    Se abren entonces dos caminos. El primero de ellos consiste en atribuir el origen deestas leyes a la razn individual, es decir, a la voluntad conciente, a la inteligencia decada hombre. El argumento sera el siguiente. Si un determinado modo de actuar resultams provechoso o satisfactorio cuando se lo considera desde una perspectiva

    estrictamente individual y esto mismo ocurre con cada uno de los individuos quecomponen la sociedad, entonces, por obra de esa conveniencia individual, tal conducta ysus resultados se impondrn luego como leyes econmicas generales. Por ejemplo, si

    para cada individuo resultara razonable y conveniente cambiar sus productos por otros,entonces los productos se transformarn en mercancas para ser llevadas al mercado ytendran un precio regulado por la oferta y la demanda. Este razonamiento equivale asostener que las formas y las leyes econmicas modernas son esencialmenteracionales, ya que su existencia misma est fundada en la voluntad individual, en unclculo de conveniencia. El camino alternativo consiste en atribuirles un origen an ms

    profundo, asociado con la naturaleza humana misma, es decir, con ciertasinclinaciones o propensiones innatas del ser humano, con su, por as decir, instintonatural.

    Ambas opciones (que ubican el origen de las leyes econmicas ya sea en la razn oen el instinto, en el cuerpo o en el alma) tropiezan con un mismo problemametodolgico: existe un mtodo adecuado para estudiar el contenido de laconciencia y los instintos de un individuo aislado, con el propsito de identificar sunaturaleza pura?; cules son estas cualidades e impulsos del hombre natural? Las

    principales soluciones para este inconveniente fueron tres, todas ellas igualmenteproblemticas. En primer lugar, est el mtodo empleado por Hobbes, entre otros, queconsiste en tomar la va de la introspeccin; el terico debe escudriar su propio interiordespojndose de todas las impurezas culturales, histricas, psicolgicas y sociales para

    descubrir all, anidados en su propio ser, los caracteres naturales de la especie. Otrocamino posible es el estudio emprico, bastante habitual en la poca, que consiste envisitar y analizar alguna sociedad primitiva an activa para buscar aquello quecaracteriza al hombre en aquel estado, tratando de determinar si dicho rasgo subsisteluego en la sociedad capitalista. Ese algo comn que se conserva a travs de losdistintos estadios histricos sera la naturaleza humana. Un ltimo recurso paraconocer las caractersticas del hombre natural propone un experimento analtico queconsiste en imaginar cul sera el comportamiento del hombre actual en el hipotticocaso de encontrarse aislado y desprovisto de las relaciones propias de la sociedad

    11. Autores como John Locke y Jean Jacques Rousseau haban intentado descubrir el origen del Estado

    moderno recurriendo a la figura del contrato social. Luego de postular que existen ciertos atributosnaturales del hombre, intentaron mostrar que las leyes y las instituciones modernas se fundan en unacuerdo racional entre ellos.

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    capitalista. El ms famoso de estos ejercicios de la imaginacin proviene de la literatura:es el Robinson Crusoe de Daniel Defoe.

    Como puede verse, ninguno de estos recursos es demasiado convincente. No es fcildescubrir las caractersticas de la naturaleza humana. Los tres mtodos mencionados

    parecen aportar a la investigacin de la personalidad del autor (introspeccin), de una

    sociedad precapitalista particular (etnografa) o del comportamiento del hombrecapitalista cuando se lo inserta en un mundo no capitalista (Robinson), pero no parecenen cambio aptos para brindar elementos ciertos acerca de las cualidades del hombrenatural o del estado de naturaleza.

    Por otra parte, el intento mismo de derivar las leyes econmicas de la naturalezahumana lleva adems, casi por necesidad, a naturalizar al rgimen capitalista, porquelo que se pretende es demostrar que las leyes rigen su movimiento brotan directa einexorablemente de ciertos atributos propios de la especie humana.

    En el transcurso del recorrido que realizaremos por La riquezaveremos que cadavez que Smith se propone develar el origen y la esencia de las formas y leyeseconmicas que estudia opta por alguna de estas dos soluciones: o bien sostiene que

    nacen de la razn individual o bien que provienen de la naturaleza humana, de susinstintos naturales. Es ste un dilema que sobrevuela todas las explicacionesfundamentales de Smith, pero es tambin una tensin caracterstica de la poca y querecorre toda la obra.

    Para ilustrar este problema puede citarse el famoso pasaje (el nico) en dondeaparece la metfora de la mano invisible que, segn Smith, gua los negocios de lasociedad hacia las actividades ms provechosas, asegurando el bienestar general. Si biense trata de un resultado de la aplicacin de las leyes econmicas, queda aqu en clarocmo stas actan ms all de la voluntad y de los objetivos concientes de quienesintervienen en el proceso:

    Ahora bien, como cualquier individuo pone todo su empeo en emplear su capital ensostener la industria domstica, y dirigirla a la consecucin del producto que rinde msvalor, resulta que cada uno de ellos colabora de una manera necesaria en la obtencin delingreso anual mximo para la sociedad. Ninguno se propone, por lo general, promover elinters pblico, ni sabe hasta qu punto lo promueve. Cuando prefiere la actividadeconmica de su pas a la extranjera, nicamente considera su seguridad, y cuando dirige la

    primera de tal forma que su producto represente el mayor valor posible, slo piensa en suganancia propia; pero en ste como en otros muchos casos, es conducido por una manoinvisible a promover un fin que no entraba en sus intenciones. Mas no implica mal alguno

    para la sociedad que tal fin no entre a formar parte de sus propsitos, pues al perseguir supropio inters, promueve el de la sociedad de una manera ms efectiva que si esto entraraen sus designios (Smith [1776] 1997: 402).

    En otras palabras, la sociedad est gobernada por ciertas leyes cuya forma de operary sus efectos son desconocidos para los individuos que la componen. Ambos caminos el de la razn y el del instinto- pueden ser igualmente cuestionados: cmo es posibleque la sociedad capitalista, tratndose de unapoca histrica determinada, est presidida porleyes que no hacen ms que reflejar la abstractarazn humana o las caractersticas innatas de laespecie? Smith, como veremos, carece derespuestas para este interrogante. En la prximaleccin veremos de qu modo Smith lidia con

    cada problema particular, adoptando alguna deestas posibles soluciones.

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    Ms all de las especulaciones de Smith, el problema subsiste: las leyes econmicasson, en efecto, leyes objetivas. Operan a espaldas de los individuos, ms all de suconciencia o incluso en contra de su voluntad como guiadas por una mano invisible-.En otras palabras, la sociedad est gobernada por leyes cuya operacin y efectos sondesconocidos para los individuos.

    Por ltimo, podra decirse que, pese a la sealada ruptura con el pensamientoreligioso, de un modo indirecto este tipo de explicacin guarda tambin ciertasemejanza con los procedimientos de la teologa, dado que las leyes econmicas, si bienestaran originadas por las inclinaciones naturales o por las decisiones racionales delos individuos, no son, finalmente, menos eternas e inmutables que las leyes divinas.Ambas vas (la razn y el instinto) abren el camino para cuestionar las solucionesofrecidas por Smith: cmo es posible que la sociedad capitalista, tratndose de unapoca histrica determinada, est presidida por leyes que no hacen ms que reflejar larazn abstracta o las caractersticas innatas de la especie?

    Controversias sobre el origen de la riqueza: la ruptura de Smithcon las corrientes de pensamiento econmico anteriores.

    Como ya hemos sealado, Smith no slo se enfrenta en un plano general con lospostulados que se derivan del pensamiento teolgico acerca del origen de las leyeseconmicas, sino que polemiza tambin con las expresiones tempranas de la teoraeconmica moderna. Rivaliza principalmente con las dos corrientes ms influyentes enaquel momento, ambas surgidas al calor del incipiente comienzo del desarrollocapitalista. En el libro IV de La riqueza(que no llegaremos a estudiar en este libro) seidentifican dos principales sistemas de la economa poltica a los que Smith opone suscrticas: el sistema mercantil y el sistema agrcola. Se trata de las corrientesactualmente conocidas como escuela mercantilistay escuelafisicrata. A continuacinnos referiremos a estas dos doctrinas de manera muy sinttica sobre la base de lacaracterizacin que de ellas ofrece el propio Smith.12

    Bajo el ttulo de corriente mercantilista, en rigor, suele reunirse a un gruposumamente heterogneo de autores y p