1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

1130

Transcript of 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Page 1: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf
Page 2: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Annotation

Una novela diferente, escritacon un estilo muy fluido y personal,huyendo de artificios lingüísticos,en la que se mezcla acertadamentela historia y la aventura y nostraslada a unos momentos quefueron decisivos para elarchipiélago. Se desarrolla en laisla de Tenerife, durante elenfrentamiento con Inglaterra, quepropició el ataque de Nelson, al

Page 3: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mando de la flota británica. Suspersonajes, reales e imaginarios,trasladan al lector el valor y ladeterminación inquebrantable quedemostraron los canarios aldefender su tierra, a pesar delmiedo y la angustia que sentían.Cientos de jóvenes como uno de losprotagonistas, Juan Salazar(Juanillo 'Rastrojo'), sin apenassaber leer ni escribir, se vieronobligados a abandonar sus casas,sus familias y los campos en losque trabajaban de sol a sol para

Page 4: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

convertirse en improvisadossoldados y enfrentarse a la mayor ymejor preparada maquinaria deguerra de la época, comandada porel que probablemente haya sido elgenio naval más importante detodos los tiempos.

Page 5: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

LUIS MEDINAENCISO

1797. Piratas del Atlántico

Page 6: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Centro cultura popular Canaria

Page 7: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Sinopsis

Una noveladiferente, escrita con unestilo muy fluido ypersonal, huyendo deartificios lingüísticos, enla que se mezclaacertadamente la historiay la aventura y nostraslada a unos momentosque fueron decisivos

Page 8: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

para el archipiélago. Sedesarrolla en la isla deTenerife, durante elenfrentamiento conInglaterra, que propicióel ataque de Nelson, almando de la flotabritánica. Suspersonajes, reales eimaginarios, trasladan allector el valor y ladeterminacióninquebrantable quedemostraron los canarios

Page 9: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

al defender su tierra, apesar del miedo y laangustia que sentían.Cientos de jóvenes comouno de los protagonistas,Juan Salazar (Juanillo'Rastrojo'), sin apenassaber leer ni escribir, sevieron obligados aabandonar sus casas, susfamilias y los campos enlos que trabajaban de sola sol para convertirse enimprovisados soldados y

Page 10: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

enfrentarse a la mayor ymejor preparadamaquinaria de guerra dela época, comandada porel que probablementehaya sido el genio navalmás importante de todoslos tiempos.

©2012, Medina Enciso, Luis©2012, Centro cultura popular

Canaria

Page 11: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ISBN: 9788479266271Generado con: QualityEbook

v0.60

Page 12: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

1797 PIRATAS DELATLÁNTICO

Luis Medina Enciso

A Esther

Page 13: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

PRÓLOGO

A finales del siglo XVIII Españaera un país convulso, problemáticoy en clara decadencia, que seencontraba penosamente dirigidopor infames regentes y aristócratasde escasas entendederas, que demanera lenta pero seguradinamitaban su posición en el mapainternacional; máxime en una épocaen la que la pugna entre las tresgrandes potencias coloniales delplaneta: Inglaterra, Francia y la

Page 14: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

propia España, estaba en su puntoálgido tras la revolución francesade 1789, lo que haría cambiardefinitivamente el mundo tal comose conocía hasta la fecha.

En las plazas de París sepasaba por la guillotina a todos losque olían a antiguo régimen,aristocracia y a cualquiera que seconsiderase que hubiera ostentadodemasiados privilegios, en favor, oeso decían, de un pueblosoberano... En fin, la tan llevada ytan traída Liberté, Egalité y

Page 15: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Fraternité, que en realidad pocotenía que ver con lo que se estabacociendo ya que, desde luego, deEgalité más bien poca cosa y deFraternité menos todavía, a juzgarpor la cantidad de cabezas querodaban alejadas de los cuerposque antes las sostenían.

En Inglaterra se observabancon evidente recelo losacontecimientos que se sucedían enel país vecino, y mientras sededicaban a la sana y muyprovechosa labor de la piratería y

Page 16: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

los corsarios atacaban y saqueabancuantos barcos se encontraban a lolargo y ancho de los siete mares, elpaís se preparaba para intentar quela semilla de la revolución francesano prendiese en los corazones desus ciudadanos, e incluso, para unaeventual confrontación armada quecomo es lógico no tardó en llegar.

En España, mientras tanto,bajo el reinado (por llamarlo dealguna manera) de Carlos IV, ysobre todo bajo el mandato deGodoy, la economía se iba a pique,

Page 17: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

la que antaño fue la flota naval másimportante del mundo adolecía deuna desastrosa falta demantenimiento por escasez derecursos, la marinería no cobrabasus pagas ni las viudas de losmuertos en batalla sus pensiones. Apesar de todo ello, Españaconservaba reminiscencias de sualtivo y poderoso pasado en formade una gran armada que, a pesar delos pesares y de Godoy, contabaentre muchos otros con el mayorbuque de guerra del mundo, el

Page 18: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Santísima Trinidad, el único barcode guerra de cuatro puentes y queartillaba 136 cañones. Incluso losenemigos más acérrimos de lapatria reconocían la importancia ysuperioridad del navío másimponente que hasta la fechahubiera surcado los mares.

A todas estas, el feliz Godoy,que no se entiende muy bien por quésingular motivo había recibido elsobrenombre de «Príncipe de laPaz», hacía de las suyas paraagravar más si cabía la situación ya

Page 19: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de por sí complicada de la madrepatria, haciéndoles la guerra a losfranceses (algo con lo que losingleses estaban, por supuesto,encantados), hasta que los francesesdijeron «Oh, la, la» y se cansaronde recibir, y una vez resueltos adarle la vuelta a la tortilla(francesa, claro está), empezaron adarnos hasta en el cielo de la bocade tal manera que llegaron incluso ainvadirnos entrando por Cataluña,Vascongadas y Navarra, yavanzando hasta la mismísima

Page 20: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Miranda de Ebro como si por supropia casa anduvieran. Y a fin deevitar que Napoleón nos sacara deEspaña por Cádiz a rebencazos, elcitado Príncipe de la Paz decidióparlamentar con los franceses yfirmar lo que se dio en llamar laPaz de Basilea; tratado por el cual,España abandonaba la primeracoalición que la unía a Inglaterrafrente a la Francia revolucionaria,regalándole a Francia, eso sí, en elmismo acto, la parte española de laisla de Santo Domingo, amén de

Page 21: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

otras fruslerías, a cambio de quenos devolvieran los territoriosinvadidos y de que no nos dieranmás estopa.

Cuentan que a Godoy, elsimple hecho de que se nombrara aNapoleón en su presencia lecausaba una indisposición conpresencia de un cuadro deincontinencia intestinal que le hacíairse por la pata abajo, lo que en unaépoca en la que el agua corrientebrillaba por su ausencia hacíabastante desagradable la situación y

Page 22: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

quedaba feísimo si uno era el jefe ydepositario principal del honor detan afamada nación... Así que unaño más tarde, en 1796, a fin detener a Napoleón encantado de lavida, firmó el tratado de SanIldefonso (aunque en el siglo XVIIIparece que todo lo que se firmabase denominaba Tratado de SanIldefonso; tal era la originalidad dela época. En este caso, este fue eldenominado «Segundo Tratado deSan Ildefonso», aunque anteshubiera cuatro tratados de igual

Page 23: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

nombre y que nada tenían que verentre sí. En fin...), en virtud delcual, España entraba en coalicióncon Francia para ir a la guerra, estavez contra Inglaterra (de todasmaneras, cuando Inglaterra eranuestro aliado, también nos sacudíaen el Caribe; así que de perdidos alrío, debió pensar Godoy...),obligándose ambos países, arequerimiento del otro, a socorrerseen el plazo máximo de tres mesescon una flota de 15 navíos de línea,6 fragatas y 4 corbetas, así como

Page 24: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

18.000 soldados de infantería,6.000 de caballería y artillería enproporción, y acordando igualmenteque en caso de guerra de comúnacuerdo, ambos países unirían susfuerzas militares bajo una políticaconjunta. O sea: Napoleón dicecómo, cuándo y dónde nos tienenque romper los cuernos y Españadice que sí, que vale, que deacuerdo. Básicamente.

Total, que harto Godoy dedecir «Yes, sir» y tragar con lo quedijeran los hijos de la pérfida

Page 25: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Albión, se decidió por decir «Oui,Monsieur» y tragar con lo quedijera Napoleón, de manera que loúnico que cambiaba era el idiomaen el que nos endiñaban loscañonazos y, si acaso, laprofesionalidad y eficacia con quelo hacían que, sin duda, en el casode los ingleses era muy superior, almenos en lo que al arma naval serefiere. Así pues, Godoy, paraganarse el susodicho sobrenombrede Príncipe de la Paz, comenzómetiéndonos en una guerra contra

Page 26: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

los franceses con unos aliados quenos sacudían en el Caribe a lamenor oportunidad, sacándonosdespués de ella para irnos con losfranceses, a ver si así dejaban desacudirnos, volviendo a la guerra,esta vez contra los ingleses, queahora sin duda nos iban a sacudir atodas horas menos a la del té; esosí.

En medio de esta vorágine detratados, aliados que se convertíanen enemigos, enemigos que seconvertían en aliados, piratas y

Page 27: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

corsarios que atacaban a los unos ya los otros y demás sucesos propiosde la época, las islas Canariasconstituían un punto estratégico,apetecible y apetecido por casitodos los países que tuvieran algunarelación con el mar.

Dada su situación geográfica,desde que comenzó la conquista delas islas, en 1402, y sobre todocuando se finalizó con la conquistade Tenerife en 1496, cuatro añosdespués del descubrimiento deAmérica, Canarias se convirtió en

Page 28: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

un punto fundamental de escala paralos barcos que iban o venían delnuevo continente con cargamentosde materias primas, oro, ocualquiera de los artículosprocedentes de las colonias del otrolado del Atlántico. InclusoCristóbal Colón hizo escala en lasCanarias antes de embarcarse en laaventura por la que pasaría a lahistoria y que propició el posteriortrasiego de mercancías entre lasAméricas y España a través de lasislas. Este trasiego de mercancías,

Page 29: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

como no podía ser de otra manera,atrajo a todo tipo de piratas ycorsarios, llegando a convertirse enalgo habitual en las aguas Canariasdurante casi tres siglos. Ahora, conel estallido de la guerra entre lacoalición francoespañola eInglaterra en 1796, el interés quedespertaban las islas en nuestrosenemigos se incrementóexponencialmente; primero comomedio de apropiarse de loscargamentos que del nuevocontinente venían, y segundo, por

Page 30: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

motivos estratégicos, como mediode controlar el Atlántico desde lamejor base disponible, que sin dudaera Canarias; lo que desencadenólos hechos en los que se basa estanovela.

Honremos, pues, lavictoria

de los héroes de lasCanarias.

Pero honremos,porque es justo,

la memoria

Page 31: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

inmaculada de losbizarros marinos

que invadieronnuestras playas.

Honremos, sí, lasvirtudes de los héroes dela patria,

y hagamos tambiénjusticia al valor y ladesgracia

de los soldados deNelson, que con bélicaarrogancia

hallaron gloriosa

Page 32: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

tumba en las costas deNivaria.

Nicolás Estévanez: Romance a

Nelson (Fragmento)

Page 33: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO I

Castillo de SanCristóbal, Santa Cruz deTenerife. Agosto de 1796 UN calor tropical sacude SantaCruz de Tenerife, y tan solo losalisios y la proximidad del marhacen algo más respirable elambiente. Frente al Castillo de SanCristóbal, principal fortificación

Page 34: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

defensiva de la ciudad, el marbrilla con un azul intenso mientrassus olas salpican de espuma losrompientes y las playas que larodean.

El General Gutiérrez locontempla todo desde lo alto delcastillo, más bien ajeno a subelleza, sabedor de que a través deese inmenso azul, más temprano quetarde, acabarán por llegar losproblemas. Tras haber capituladolas fuerzas españolas ante elempuje de las tropas francesas y

Page 35: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

haber abandonado la coalición queles unía a Inglaterra y les enfrentabaa los revolucionarios franceses, elgeneral sabe que es solo cuestiónde tiempo que se acabe entrando enguerra contra nuestros antiguosaliados; los ingleses. Y eso, sinduda, concluye el general, es unproblema importante.

Aun así, Santa Cruz bulle deactividad, y su gente vive ajena aconsideraciones políticas que enrealidad ni se plantean ni lespreocupan mucho. El pueblo, que

Page 36: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hasta hace muy poco no eraconsiderado más que el puerto de laciudad de La Laguna, se acerca almuelle, que poco a poco haexperimentado un gran crecimiento,sobre todo a raíz de la erupción delTeide que destruyó el puerto deGarachico en 1706, a ver losgrandes barcos que llegan cargadosde las colonias españolas del otrolado del Atlántico.

La vista de esos grandesmonstruos de madera excita laimaginación de las gentes, que

Page 37: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sueñan con nuevos mundos, grandesaventuras y, claro está, con lasriquezas que parecen inacabablesen esas tierras lejanas, a juzgar porla cantidad de barcos cargados deoro que arriban al puerto de SantaCruz.

Desde lo alto de lafortificación la vista es magnífica.Frente a ella: el inmenso mar azul yel pequeño muelle en el que sepueden ver varias fragatas, asícomo barcos de la Compañía deFilipinas descargando sus

Page 38: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mercancías para regocijo decuriosos y soñadores. A su espalda,la Plaza de la Pila; plaza principalde la ciudad fortificada, donde lagente se reúne y donde se puedenver algunas calesas aparcadasfrente a la casa del alcalde.

Pero la vista del general estafija, tan solo, en uno de esosbarcos. Un pequeño bergantínfondeado junto al muelle: ElQuirós, que así se llama elbergantín, es el encargado de hacerllegar el correo a Canarias, y con

Page 39: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

él, las noticias del reino a tanlejanas tierras. El general llevasemanas esperando su correo.

La toma de decisiones enterritorios tan alejados representasiempre una dificultad añadida, alno contar con informacióncontrastada y actualizada de lo queocurre en el resto del territorioespañol excepto por los rumoresque pudieran llegar de boca dealgún oficial o viajero que llegara aTenerife a bordo de algún navíoprocedente de Cádiz. Así que aquel

Page 40: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que ostenta el mando en lugar tandistante debe esperar las misivas desus superiores para saber a quéatenerse y evitar liarse a cañonazolimpio con los amigos, o bien dejarpasar hasta la cocina a losenemigos, dado lo cambiante de lasituación política, dependiendo decuanta leña nos dé el enemigo deturno. Y la persona que ostenta elmando en Canarias es, sin dudaalguna, D. Antonio Gutiérrez;burgalés de nacimiento, TenienteGeneral de los Reales ejércitos,

Page 41: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Gobernador y Comandante de lasIslas Canarias, Inspector de la tropareglada y milicias, Presidente de laReal Audiencia y de las JuntasGenerales de Fortificación ySanidad, Intendente, Subdelegadode Rentas Generales, Tabaco,Correo y Ministro JuezSubdelegado de la Real Junta deComercio, Moneda y Minas & C...Con un par... O sea, el que másmea, le pese a quien le pese. Y asífirma los bandos y misivas para quea quien los reciba le quede, más

Page 42: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que claro, cristalino, que aquí enCanarias él es el creador del cieloy de la tierra o casi, y que a unaorden suya no hay culo que no semueva so pena de llevarse unpaquete de padre y muy señornuestro (o sea, de él).

Absorto en sus pensamientoscamina arriba y abajo por entre lasbaterías que, como si vigilaran porsí mismas, apuntan al mar en buscade presas. Enormes cañonesforjados en bronce, de distintasprocedencias y hechuras pero con

Page 43: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

una misma intención: pasar abalazos a aquel que ose acercarsesin ser invitado.

El aspecto de la fortificaciónes imponente. De hecho, toda lacosta desde donde alcanza la vistapor el noreste hasta donde la mismase pierde por el sur es una granlínea de fortificaciones,acuartelamientos y baterías, unidospor una pequeña muralla que hacenque hasta la fecha ningún enemigode la patria o amigo de lo ajenohaya conseguido poner pie en la

Page 44: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ciudad. Las demás ciudades ypueblos costeros de Canarias nohan corrido la misma suerte ya que,al no estar fortificadas como SantaCruz, son cada día presa de piratasy corsarios que las saquean sindescanso. Pero Santa Cruz no. EnSanta Cruz no se pone un pie tan ala ligera y se va uno de rositas. Las91 bocas negras que noche y díaapuntan a la bahía parecen estarsusurrando su advertencia a loscuatro vientos.

Page 45: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—oOo—

—A la orden de Usía, mi general.Acaba de llegar correo a bordo delQuirós. Tarde como es costumbre,pero aquí está.

El Teniente Calzadilla es elayudante y hombre de confianza delgeneral. Acaba de subir a buscarle,sabedor de que allí estaría el jefe,en lo más alto de la fortaleza;vigilante, como si del alcázar delmayor buque de guerra del mundo

Page 46: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

se tratara, aguardando las noticiasprocedentes del reino. Una de lascartas es sin duda «la carta». Llevasobre la lacra la estampa del selloReal, evidenciando que en ella seencuentran las noticias procedentesde lo más alto del Gobiernoespañol. El teniente la aparta de lasdemás y se la acerca al general,intentando disimular su propiaimpaciencia por saber qué es lo queen ella se dice. El general le da lasgracias mientras estira la manorecibiendo la misiva, intentando

Page 47: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mostrar, si no indiferencia, almenos sí compostura y temple;nobleza obliga. En fin, sin querertirarse de cabeza a por la puñeteracarta que hace tiempo que espera,como si estuviera (que lo está)desesperado por enterarse, de unabuena vez, de qué carajo pasa eneste mundo que tan alejado pareceestar ahora de donde él seencuentra.

Poco a poco, el general retirael lacrado y extiende el papel quelee con atención, al tiempo que su

Page 48: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cara muestra una mezcla de aliviopor conocer al fin la situación delreino, y resignación por laconfirmación de lo que hace tiempoespera. El teniente le observa conlos ojos abiertos de un koalamirando una hoja de eucalipto,esperando ser partícipe de tanesperadas noticias, cuando al fin,tras unos minutos de tensa espera yde reflexión, el general se girahacia el mar oteando el horizonteazul y dándole la espalda al tenientecomparte con él la noticia.

Page 49: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Estamos en guerra... conInglaterra.

Hace una pausa mientras siguemirando al mar que se abre ante susojos, como si esperase veraparecer, de un momento a otro, unmontón de velas y banderasinglesas amenazando con desbaratarla ciudad al son martilleante de lostambores. El teniente lo observa aél, esperando algún otrocomentario, tal vez instrucciones.

—¿Mi general?... —dice al finel teniente.

Page 50: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Disponga lo necesario parala asamblea. Quiero a todo elmundo aquí el viernes a las 16.00horas. La junta de fortificación y losoficiales responsables de cadabatería y acuartelamiento de laciudad. Y envíe misivas a losdemás acuartelamientos de la islainstándoles a que nos envíen listadode sus fuerzas, así como de sushombres más robustos ycualificados para su trasladoinmediato a esta plaza.

—Enseguida mi general.

Page 51: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

¿Debo enviar notificación a losalcaldes de la isla para laincorporación a milicias de loshombres en edad de combatir?

—Aún no. Primeroreunámonos y veamos cuáles sonlas fuerzas reales con las quecontamos. No quiero alertar aún ala población. Tiempo habrá demovilizar al paisanaje.

El general quiere actuar concautela, y no está dispuesto apreparar aún a la gente para unabatalla que quizá tarde mucho en

Page 52: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

producirse, si es que de hecho losingleses tuvieran la intención deatacar la ciudad, por más que élesté convencido de que así será, sinconocer exactamente con quéfuerzas cuenta. Además, piensa,como le dé mucho tiempo a la gentepara pensárselo igual se presentantres.

—Lo que usted ordene, migeneral.

El teniente, dando un taconazo,se gira enfilando la salida, cuandoel general, casi susurrando, vuelve

Page 53: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

a dirigirse a él.—¿Qué le parece?—¿Perdón mi general? —

pregunta el teniente, temiendometerse en camisa de once varas.

—La noticia... La guerra conlos ingleses. Nuestros, hasta hacepoco, aliados. ¿Qué le parece? —lepregunta mientras se gira hacia él yle mira directamente a los ojos.

—Bueno, Señor... No sé... Noes mi labor enjuiciar las decisionesde... En fin...

El teniente duda y sigue

Page 54: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

intentando evitar la pregunta, peroel general no es de los que aceptanevasivas.

—Sí, sí. Ya lo sé. Que no essu labor, ni la mía... Pero quierosaber lo que opina.

—Mi opinión es que estoyaquí para cumplir lo que se meordena, sin preguntarme por qué nipor qué no, Señor. Pero si quiereque le diga la verdad, creo que enel cambio salimos perdiendo. Si mepermite que se lo diga, mi general,no sé si es más peligroso tener a los

Page 55: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ingleses como enemigos o a losfranceses como amigos.

El general vuelve a girarsedándole la espalda al teniente, ypasa unos segundos mirando el marque bate a escasos metros de dondeél se encuentra. Respiraprofundamente el olor a salitre quela brisa del mar trae hasta él,suavizando la crisis asmática que letrae por el camino de la amargura yque le ha hecho cambiar suresidencia habitual en San Miguelde Geneto por una con un clima más

Page 56: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

adecuado a su dolencia, en LaOrotava, en el norte de la isla.Piensa en la respuesta de suayudante y considera que sucomentario es, cuando menos,bastante acertado. No es que sientagran estima por los ingleses, a losque ha tenido la oportunidad deenfrentarse en más de una ocasión,pero respeta el valor que muestranen combate y admira su capacidad ysu profesionalidad. En cambio, losfranceses le parecen unosamanerados muy poco fiables, y el

Page 57: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hecho de que de la noche a lamañana nos convirtamos en susaliados, con el único motivo de quenos hayan sacudido una soberanapaliza adentrándose en nuestroterritorio, nos convierte, a sus ojos,en un aliado igualmente poco fiable.Y eso, sin duda, a un hombre dehonor como el general no le hace nipajolera gracia.

—Siempre ha demostradousted buen juicio. Y le agradezco susinceridad —le dice con tono casipaternal—. Desde luego los

Page 58: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ingleses, como enemigos, no tienenprecio. Sobre nuestros nuevosaliados el tiempo dirá, pero metemo que los que ponen en duda serdignos de confianza son aquellosque abandonan a sus aliados para ircon el enemigo en cuanto vienenmal dadas. Y esos, teniente, somosahora nosotros —casi sin dejar alteniente digerir sus palabras, elgeneral retoma el tono patriótico,no fuera a ser que en sussubordinados calara el vicio de laopinión, que queda muy poco

Page 59: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

castrense y lía las cosas unabarbaridad—. Ahora espero deusted que cumpla con su deber, yque esta conversación quede entrenosotros dos y no sea repetida enningún otro foro. De ahora enadelante, los franceses son losmejores aliados que tenemos y losingleses nuestros peores enemigos.Y créame que no han de tardarmucho tiempo en demostrarnos estepunto. Puede retirarse.

—A la orden.—Por cierto... —el general

Page 60: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

vuelve a la carga, cuando porsegunda vez el teniente ya casi salíapor la puerta—. Dé orden de que selocalice y arreste a todos losciudadanos británicos que seencuentren en este momento en laisla.

—A la orden (otra vez...).El general se gira de nuevo y

observa el muelle desde la altura.Ve la algarabía de la gente, lostrabajadores del puertodesestibando los buques que vienende América cargados hasta la

Page 61: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

toldilla con todo tipo de tesoros, ypiensa que pronto, esa misma genteque ahora sueña con aventuras,viajes, tesoros y riquezas, ajenos alo que sucede en el resto delmundo, tendrá que luchar por suspropias vidas, sus casas, su tierra ysus familias, en las mismas playas yen las mismas calles por las queahora pasean. Y que esos mismosbarcos que hoy descargan sobre elmuelle de Santa Cruz, serán uno delos motivos de que eso suceda y deque se vean obligados a matar o

Page 62: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

morir.

—oOo—

Alrededores delCastillo de San Cristóbal Mientras el general se devana lossesos intentando adivinar cuándo,cómo y por dónde les van a venirlos de la pérfida Albión a romper

Page 63: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

los cuernos, y la mejor manera defrustrar las intenciones de esosbebedores de té, un poco másabajo, paseando junto a la pequeñamuralla que separa el Camino deRonda de las playas cercanas almuelle, se encuentra el joven DiegoCorrea. Cuenta solo 24 primaveraspero ya siente que la vida se leescapa de las manos. Tiene lasensación de no estar donde debe,de no hacer algo verdaderamenteútil y excitante. Diego tiene uncorazón aventurero que le impulsa a

Page 64: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

beberse la vida a grandes tragos.Casado desde los 19 años conPilar, una preciosa joven, hija de uncomerciante genovés, ha hecho detodo en su corta vida; desdetrabajar en el campo, hasta sersoldado. Ahora mismo es caboprimero del regimiento de Güímar,pero eso ni por asomo colma susansias de aventura, de hacer algoimportante, de ver mundo, algo quesiempre ha querido hacer, y que laslargas conversaciones con el padrede su mujer, que como comerciante

Page 65: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que es ha tenido la oportunidad deconocer medio mundo, han animadoaún más al joven Diego a pensar engrandes viajes, descubrimientosincreíbles, e incluso grandesbatallas navales en las que él, almenos en sus sueños, sería elcomandante de un enorme navío delínea desde el que combatiría sindescanso para gloria de su patria yde sí mismo. Eso le empuja hasta elmuelle de Santa Cruz cada vez quesus quehaceres diarios le dan unrespiro, de hecho su mujer esta

Page 66: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hasta la mismísima coronilla deescuchar sus fantasías y de no verleel pelo ni en pintura, porque cuandono está ocupado con sus cosas correa Santa Cruz y se pasa horasextasiado mirando los grandesbarcos de la Compañía deFilipinas, las fragatas de guerra, labella estampa de los grandes navíoscon sus velas desplegadas al viento,pidiéndole a los marineros que lecuenten cómo son las Américas, eimaginándose que un día subirá auno de esos barcos e irá a empezar

Page 67: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

una nueva vida; una vida muchomás emocionante en esas tierraslejanas de las que, todos los quehan tenido la oportunidad de ir,cuentan maravillas.

Lo cierto es que Diego no eshombre de mar, de hecho ha nacidoen La Laguna y su vida, tal que lade casi todos los laguneros, haestado mucho más ligada al campoque a la mar, pero a fuerza de pasarhoras y horas delante de esosbarcos, de escuchar las historiasque le contaban sobre las grandes

Page 68: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

batallas navales y los heroicoshombres que en ellas luchaban,mataban y morían, conoce cadarincón de esos buques como si deverdad alguna vez hubiera estado enellos; como si a un tiempo hubierasido el comandante apostado en elalcázar del Santísima Trinidad, elartillero en uno de sus cuatropuentes de artillería, el fusilero enla cofa del palo mayor, y así todosy cada uno de los puestos de losmás de 700 hombres que podíanvivir y servir a bordo de uno de

Page 69: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

esos grandes navíos de línea.Dentro de su corazón, algo le diceque un día tendrá la oportunidad deencontrarse con la gran aventura desu vida, de conocer nuevos mundosy de ser alguien importante.

—Sin novedad en cubierta, micontramaestre —le dice Juanilloacercándosele por detrás con tonoburlón.

Juan Salazar, Juanillo«Rastrojo», como le conocen susamigos, porque siempre le toca a élquemar los rastrojos de las fincas

Page 70: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

en las que trabaja de jornalero,dejando así otros trabajos para losque se requiriera mayor fuerzafísica a aquellos que la tengan, queno es su caso, conoce a Diegodesde siempre y siempre le haadmirado. Aunque cree que tiene lacabeza llena de pájaros con todasesas historias de batallas navales,aventuras y tierras exóticas. Él esmucho más simple. Su vida enTenerife es dura pero tranquila, yno entiende a santo de qué tiene unoque ir a buscar problemas a ninguna

Page 71: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

tierra extraña viendo la facilidadcon la que aparecen solos en lapropia. Pero a pesar de todo leadmira. Desde pequeños hanpasado mucho tiempo juntos,aunque Diego es tres años mayorque él. Es casi su hermano mayor.Juan es un chico más biendesgarbado, un tirillas que nolevanta del suelo más de 1.65, encambio su amigo Diego es un chicorobusto, que cuando todavía notenía más de doce años ya era delos más grandes del pueblo. Su 1.80

Page 72: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de estatura y sus fuertes espaldas,ganadas a fuerza de trabajo duro,habían servido más de una vez paraescarmentar a los que se burlabandel pequeño Juanillo. Ahora se venmenos, ambos están casados y eltrabajo duro no deja mucho tiempopara reunirse y tomar un vaso devino.

—Mi capitán, Rastrojo... Lasnovedades se le dan al capitán, noal contramaestre.

—Qué sé yo, era por seguirteel juego. Yo del mar no tengo ni

Page 73: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

puñetera idea, excepto que moja,que está salado y que cuando seencabrita como te pille por mediono lo cuentas. Además, no sabía queya te hubieran ascendido... —dicecon tono de coña, por tocarle unpoco las narices—. ¡Valientecapitán estás tú hecho! Yo soy másde tierra. Sabes dónde está, no semueve, ni te juega malas pasadas.

En realidad Rastrojo sabepoco de casi todo. O de casi nada,que lo mismo da. No ha tenido laoportunidad de estudiar, no sabe ni

Page 74: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

leer ni escribir y solo le preocupapoder llevar algo que comer a sucasa y que su mujer le quiera, almenos, la mitad de lo que él laquiere a ella.

—También la tablazón de unbarco es firme como la propiatierra —le discute Diego— y puedellevarte a conocer el mundo,Juanillo. La emoción de la aventuray el descubrimiento. No querrásestar toda la vida quemandorastrojos en la finca de un señor alque no has visto en tu vida, ¿no?

Page 75: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Sí, claro, firme, firme...Hasta que se te arrima un botecillode esos llenos de velas, contropecientos cañones y te endiñauna andanada por lo bajini que televanta los pies del suelo. Pa’partirse de la risa, vamos... Quita,quita... —dice Juanillo con gesto de«a mí que me dejen tranquilito»—.Yo no tengo nada que descubrir, nimotivo para andar semanas o mesesen medio del mar sin saber a dóndevoy ni si llegaré algún día. Y sitengo que quemar rastrojos pues se

Page 76: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

queman, que alguien tendrá quehacerlo si a todos les da la mismafiebre que a ti. Total, pa’ quemarrastrojos en Manila los quemo aquíy tan contento. Y no siendo mía latierra, me la trae al pairo de quiénpueda ser...

Pues créeme Juanillo. Yo novoy a estar toda la vida aquí. Dicenque cuando uno se muere se lepasan por los ojos todos susrecuerdos, y yo quiero tener muchospara tardar más en morirme y quepor los ojos no me pasen solo los

Page 77: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sueños que nunca cumplí. Algún díasaldré e iré donde el viento meempuje y haré algo que valga lapena. Y mi nombre se recordará.

Los ojos negros de Diegobrillan como dos luceros mientrasle cuenta a Juan las aventuras de lasque será protagonista, y cómocambiará su destino para recorrerel mundo. Juan lo mira extasiado, apesar de que no comparte suentusiasmo, en absoluto, porperderse durante vaya usted a sabercuánto tiempo en un barco de

Page 78: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

madera a expensas de los vientosreinantes, o de su ausencia, nimuchísimo menos por participar enépicas batallas en las que, estáseguro, el primero en palmar seríaél.

—Ya, pues si recuerdan tunombre igual de bien que lorecuerda quien debe pagarte lasoldada, lo tienes claro. ¿Cuántohace que en el regimiento no hay nisospecha de cobro? Al fin, cabo delregimiento de Güímar y todo lo quetú quieras, pero debes trabajar en el

Page 79: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

campo o donde sea tanto como yopara que Pilar no te corte lo que note gustaría por no llevar a casa másque hambre.

—Cabo primero —le rectificaDiego.

—Pues más a mi favor. Más tedeben entonces...

En efecto, como casi todos losque en estos días sirven a la patria,sea cual sea su destino, cobrantarde, mal o nunca, y para subsistirdeben redoblar esfuerzostrabajando al mismo tiempo en lo

Page 80: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que salga.—En el regimiento no se está

solo por dinero. Se está porquealguien debe defender a la patria. Ya esta tierra donde naciste. ¿Quéharías si vinieran aquí nuestrosenemigos? Si vinieran a invadirnosy a quitarnos lo que es nuestro, ¿tecruzarías de brazos? Un hombredebe defender su tierra. ¿O te vas asentar a esperar a que sean otros losque defiendan tu casa y a tu familia?

—¿Qué enemigo ni qué ochocuartos? Yo no tengo enemigos. Y

Page 81: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

no sé tú, pero si un día, uno de esosenemigos que dices se decide aentrar por esta misma playa, no seréyo quien pretenda poner el pechopara detener sus balas. Me subo alos montes y si quiere pelear queme busque, que se va a «jartar».

—¡Valiente idea! Dios noquiera que eso pase, ni que nuestrosenemigos, sean los que sean, sevengan con todo a pisar esta que esmi tierra. Porque ese día, te lo juro,como te vea correr a los montes, elque te va a cortar lo que no te

Page 82: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

gustaría voy a ser yo.Juan sabe que Diego jamás le

haría daño, más bien al contrario,está seguro de que, en caso denecesidad, antes pondría en riesgosu vida para salvar su enjutopellejo. Pero nunca se iban a ponerde acuerdo. La visión del mundoque tiene Juanillo es tan limitadacomo sus posibilidades de moverselibremente por él. De hecho, aexcepción de La Laguna, Santa Cruzy una vez que fue con su tío alPuerto de la Cruz, ni siquiera había

Page 83: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

tenido oportunidad de conocer laisla. Cualquier traslado resultalargo y penoso, sobre todo parapersonas sin grandes recursos,como es el caso de Juanillo, y contantas horas de trabajo duro no estála cosa para paseos. Juan nocomparte la visión heroica de lavida que desprende Diego; ni es unvaliente, ni lo quiere ser. Además,piensa Juan, aquí no llegan lasgrandes disputas del reino con unosy con otros, y a excepción de algúnpirata que de vez en cuando ataca

Page 84: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

uno de los muchos barcos que salende Santa Cruz, en la isla se vive contranquilidad; pobre pero tranquilo,suele decirse a sí mismo. Razón demás para no moverse de aquí, nipisar el mar más allá de dondecubra los tobillos.

Por desgracia para él, esatranquilidad que tanto le gustapronto se verá alterada,amenazando todo lo que conoce yama, y dándole la razón, muy a supesar, cuando le dice a su amigoDiego que, a veces, no hace falta

Page 85: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

recorrer el mundo para buscarproblemas que a buen seguro, tardeo temprano, aparecerán solitos.

Page 86: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO II

La Laguna.Noviembre de 1796 LA Laguna es una de las ciudadesmás importantes de las islas, si nola más importante. Hasta tal punto,que pareciera que uno no es nadiesi no es conocido en la NobleCiudad; título que ostenta desde el8 de septiembre de 1534. La ciudadde las fachadas brillantes, de los

Page 87: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mentideros donde se crean lascorrientes de opinión de la isla ydonde la vida cultural encuentra sumáximo apogeo. Poetas, artistas,los mecenas que los financian,comerciantes y gentes de todaíndole y condición (cada uno en sulugar, eso sí), conforman una urbede más de 9000 personas. Blancascasas de bellas fachadas, edificiosreligiosos salpicados por todas suscalles y grandes plazas dibujan laque durante el siglo XVIII ha sidouna de las ciudades más pujantes

Page 88: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

del archipiélago, y que sirve demodelo urbanístico para muchasciudades de América, a pesar deque ha ido perdiendo peso en favorde Santa Cruz, que prosperarápidamente en torno a su puerto.

Pero La Laguna sigue siendoLa Laguna desde que AlonsoFernández de Lugo, quien conquistóla isla para la corona de Castilla en1496, decidiera fundarla comocapital de la misma; en el interior, asalvo de los saqueos de los piratasy junto a abundantes fuentes de agua

Page 89: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

potable y fértiles terrenoscultivables.

San Cristóbal de La Laguna, laciudad que hace ahora tres siglosvio morir al valeroso MenceyBencomo, al frente de los guerrerosaborígenes en su enfrentamiento conlos conquistadores castellanos, fueconcebida al estilo de las ciudadeseuropeas de la época por elAdelantado Fernández de Lugo,basándose en unos planos deLeonardo da Vinci para la ciudadde Ímola (como para que no le

Page 90: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

quedara bonita...). Fue la primeraciudad no fortificada; la primeraciudad de «paz». Pero en estosdías, en esta ciudad de «paz», elúnico tema de conversación es laguerra.

En efecto, la noticia del estadode guerra contra los británicos, queacaba de ser publicada, aunqueesperada, ha causado granconmoción entre la población.Aunque, al decir verdad, a unos porunos motivos y a otros por otros,pero conmoción al fin y al cabo.

Page 91: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Junto a los lugares másreconocibles de la ciudad la gentese arremolina intentando conocermás datos para saber a quéatenerse. Muchos se reúnen junto alJuzgado de Indias, que controla elcomercio con América; sobre todolos más adinerados, conscientes deque una guerra contra Inglaterra,una potencia naval en toda reglaque pugna por ser el mayor imperiocolonial del planeta, compromete ymucho los intereses económicosespañoles en el nuevo continente y

Page 92: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

la situación de nuestras colonias,poniendo en claro riesgo elcomercio con esas tierras y por lotanto los pingües beneficios quemuchos de ellos están obteniendo;que más que la guerra, porque ya sesabe que los señoritos no sonprecisamente los primeros en cavartrincheras, es lo que de verdad lesparece una catástrofe en ciernes.Otros, los más, se reúnen en lascalles, tabernas y plazas, ajenos alas implicaciones económicas delasunto, que les importan un

Page 93: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pimiento, y comentan la jugadita deGodoy, preguntándose si acaso losingleses tendrán de verdad algunaintención de acercarse hasta estepequeño y recóndito culo delmundo con malsanas intenciones,mientras sienten las canillastemblorosas ante la posibilidad deque así sea, y la certeza de que, antetal eventualidad, serán sus propioshuesos los primeros en acudir a lacita, a que se los quiebren, sinningún género de duda, ya que losfranceses, comentan, harán como

Page 94: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mucho unas tortillas cojonudas,pero para hacer fiambres losingleses son unos chefs del carajopara arriba.

Un sol más bien testimonialdibuja sombras caprichosas en laPlaza del Adelantado, por dondebaja un viento que hace que se tecongelen hasta las ideas.

—¡La madre que parió a LaLaguna, al viento, a la lluvia y a suputa madre! —dice Juan, mientrastiembla como un pollo recién salidodel cascarón, definiendo

Page 95: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

perfectamente su cariño por elclima lagunero.

Diego lo ve temblar y se partede la risa. En La Laguna, como eshabitual, hace un frío del carajo,con una humedad que hace que se tequeden los huesos para el arrastre.Y eso, con las pocas carnes quetiene Juanillo «Rastrojo», resulta deuna incomodidad supina.

—Sí que parece que refresca,sí. Ya sabes cómo es esto. Aquí lomismo te estás cocinando al sol undía y al siguiente te da un tabardillo

Page 96: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

del pelete que hace... En fin, LaLaguna de tus amores, dondequieres pasar el resto de tu vida.Así que relájate y disfruta.

—Que disfrute dice... Si hacetres días que no me encuentro loscascabeles del frío que hace.

—Pues cuando oigas lo que tetengo que decir, me da a mí que vasa tardar unos cuantos más envolvértelos a encontrar, Juanillo.

Entre que Juanillo no sabe leery que prácticamente vive aisladodel mundanal ruido, excepto cuando

Page 97: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Diego lo saca de su casa con grancabreo por parte de su mujer, dondese mete en cuanto termina la jomadade trabajo, aún no se ha enterado dela noticia: la guerra. Esa de la queél no quiere ni oír hablar.

Sus ojos se van abriendo cadavez más al tiempo que Diego lepone en antecedentes.

—¿Con los ingleses?, ¿guerracontra los ingleses? —preguntaJuan con gesto de incredulidad—.¿Pero los cabrones no eran losfranceses?

Page 98: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Sí, Juanillo. Los cabroneseran los franceses, y por lo que a mírespecta siguen siendo unoscabrones. Pero hace más de un añoque se firmó la paz con ellos —ledice mientras le da toquecitos conlos nudillos en la frente (toc, toc,¿hay alguien ahí?)—. ¡Qué no teenteras de nada, Rastrojo!

—Los que parece que no seenteran de nada son los que nostienen todo el día de aquí para allá—replica Juan— ¡No me jodas!Ahora me peleo con este... ahora

Page 99: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

con este otro... ahora el enemigo deantes es un tipo cojonudo y losamigos de antes unos cabrones...Así no hay quien coño se aclare,¡joder! Que se decidan de una vez ynos digan: a ver señores, estos deaquí son los cabrones y hay quecorrerlos a escobazos, y estos deaquí nuestros amiguitos y nosvamos pa’ la taberna con ellos aagarrarnos una de las que hacenépoca, y ya está. ¡Coño ya!

—Ya. Pues así están las cosas.Y tiene pinta de que pa’ peor va a

Page 100: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ser la mejoría.—Pues si están así las cosas, a

mí esas cosas me la traen bastantefloja. Ya te lo dije, conmigo no vanesos pleitos. Además, tú sabes quea mí me cuesta cogerle manía aalguien, Diego. ¡Anda que no mecostó ya con los franceses! Pero afuerza de que nos metieran por losojos que eran más malos que laquina y de oírte a ti despotricar deellos a todas horas, pues la verdades que se me atravesaron. Y ademáscon esa facha de maricones que

Page 101: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

tienen... pues eso, que al final lescogí manía. Además, los inglesesme caían bien. Cuando venían aquíandaban siempre de buen humor,cantando y bailando, qué sé yo...

—Sí, claro. Porque andabande vino hasta la punta del palomayor. Así canta y baila también elGeneral Gutiérrez. Pero ya verás lapróxima vez que vengan, másserenitos y sin tanto baile, no te vana parecer tan simpáticos.

—Simpáticos o no yo nopienso ni tropezármelos. Además,

Page 102: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

¡qué manía con que van a venir!Siempre mentando a la bicha... ¿Aqué iban a venir esos tipos aquí?También estuvimos dándonos leñacon los francesitos y por aquí niasomaron el sombrero. Nosotrosestamos donde Cristo dio las tresvoces, Diego. Aquí no van a venir allevarse cuatro plátanos. Y sivienen, a mí me da lo mismo. Comosi quieren desmontar el Castillo dePaso Alto y llevárselo a cuestas adonde quiera que vivan. Yo mequedo en mi Laguna de mi vida

Page 103: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

aunque se me congelen las alforjas.Y que les den mucho por la popa.

Pero Diego, que muy a supesar parece la voz de suconciencia, no está nadaconvencido de que los argumentosde Juan puedan valer de algollegado el caso.

—Pues parece que el jefe nodebe estar muy seguro de que novengan. Están llamando a todos apresentarse en Santa Cruz paraprepararnos para la defensa. Aquítengo la carta. Ha llegado hace un

Page 104: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

rato. Me destinan a la batería de LaConcepción. Debo presentarme allímañana por la mañana a las órdenesdel Capitán Don Clemente Falcón, ydicen que pronto empezarán aalistar a los paisanos porque no hayfuerzas suficientes, así que notardarán en mandarte aviso.

—Pues yo no sé leer. Ya túves...

Juan sigue en sus trece, pero sucara denota cada vez menosconvencimiento, viendo que, parasu desgracia, de una manera o de

Page 105: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

otra, como se líe la trifulca le van aechar el guante.

—Ándate con ojo, Juan. Si temandan llamar, no saber leer nohará que te escabullas. Además, sino te presentas, el general enpersona te hará buscar por traidor yte van a meter a la sombra unatemporada. Eso, si no te fusilan; quepuede ser.

—¡El caso es joderme! Asíque si no me presento para que memanden a la batalla a que losingleses me desbaraten, pues me

Page 106: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

buscan los míos y me desbaratanigual. Pues lo tenemos claro. ¡Nome jodas Diego!, ¿pero tú me hasvisto? ¿A dónde voy yo con estecuerpito? Si no va a hacer falta nique me maten..., si solo con elestampido que meten los cañonesme voy a cagar vivo. Que yo no hedisparado un mosquete de esos enmi vida...

—A nadie le gusta la guerra,Juan. Pero todos tenemos que hacerlo que nos toca. Así son las cosas.Esta es la tierra donde tú naciste.

Page 107: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Donde nació tu madre, tu mujer, ydonde un día nacerán tus hijos. Estu casa, y un hombre tiene quedefender su casa. No se puedeesconder la cabeza y esperar queotros se arriesguen para defender lotuyo.

A Juan todos estos argumentosle resbalan. Sabe que Diego tienerazón, pero espera desde lo másprofundo de su corazón que seequivoque y que los ingleses notengan la mala idea de presentarseaquí, hablando tan raro como

Page 108: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hablan, que no hay quien lesentienda, porque si así fuera, estáseguro que en la escabechina elprimer fiambre será él, y queentonces le va a dar igual lo que lepase a su casa, a su madre le va adar igual que fuera un valiente o uncagón, y esos hijos que Diego ledice que un día nacerán y por losque debe defender su tierra, nollegarán a nacer nunca.

—oOo—

Page 109: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Mientras tanto, en Santa Cruz, paradesgracia de Juanillo, tras haberrecorrido las fortificacionescosteras que han de suponer elprimer obstáculo a quien quierainvadirnos, se encuentra la flor ynata de los mandos de la isladisponiendo todo para la defensa,haciendo recuento de sus fuerzas,sopesando sus ventajas y susdebilidades ante un eventual ataque,y como no podía ser de otramanera, conspirando contra los

Page 110: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

intereses del pobre Juanillo, ya queuna vez evaluadas las fuerzas deque disponen queda muy claro queestas son del todo insuficientes yque no queda más remedio queincorporar a paisanos a las miliciaspara tener así alguna garantía deéxito. Si es que poner detrás de unmosquetón a alguien que en supuñetera ha visto uno ni ha tenidomás relación con las armas que laque haya tenido con una azadasupone alguna garantía de nada.Pero esto es lo que hay.

Page 111: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

El teniente Calzadilla hadispuesto todo lo necesario para lareunión, y en torno a una mesaespléndidamente servida se sientanlos que habrán de llevar a cabo laheroica labor de mandar a susescasas y mal preparadas tropascontra un enemigo que, a buenseguro, caso de presentarse, no lohará con campesinos armados conazadas, ni mucho menos, sino contropas perfectamente entrenadas ycurtidas en batalla como habrápocas en el mundo. Lo que no es

Page 112: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

precisamente un panorama muyalentador.

El general Gutiérrez es elprimero en sentarse a la mesa,seguido del teniente coronel D. JuanGuinther, del Batallón de Infanteríade Canarias, único cuerpoverdaderamente profesional decuantos se encuentran en la isla, D.Tomás Lino de Navagrimon yPorlier, V Marqués de Villanuevadel Prado, del Regimiento deMilicias de La Laguna, D.Francisco Salazar de Frías y

Page 113: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Franchy, IV Conde del Valle deSalazar, del Regimiento de Miliciasde La Orotava, D. Antonio de Mesay Ponte del Regimiento de Miliciasde Güímar, D. José Domingo deMolina y Briones, V Marqués deVillafuerte, del Regimiento deGarachico, el Capitán deGranaderos D. Esteban Benítez deLugo, también del Regimiento deGarachico, el Capitán de la Bateríade La Concepción, D. ClementeFalcón, que nada más llegar toma alabordaje una botella de vino y se

Page 114: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

escancia un buen vaso, no vaya aser que se acabe, y el alcalde deSanta Cruz, D. Domingo VicenteMarredo, que no es precisamente eltipo que mejor le cae al general (niel general a él), pero como es elalcalde, pues eso; a tragar con él(mientras no se salga mucho deltiesto, eso sí). Nunca se vio en unasola mesa tal acopio de apellidosrimbombantes y títulos sumadosentre tan pocos comensales.

El teniente Calzadillasupervisa el servicio mientras en su

Page 115: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mano izquierda sostiene losdocumentos que serán analizados acontinuación. En los postres, claroestá, puesto que todos loscomensales han comenzado elprimer ataque frontal a los manjaresque les ofrece su anfitrión,olvidando sus sonoros apellidos eintimidantes títulos para comer ados carrillos como si se llamaranPérez o Bermúdez.

Pasados los primerosmomentos de desesperacióndepredadora, el teniente le acerca

Page 116: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

los documentos al general, quienlos observa con atención. Aunqueya los ha visto y han comentadoparte de su contenido mientrassupervisaban el estado de lasmurallas y fortificaciones, los datosque en ellos encuentra siguenhaciéndole torcer el gesto.

—¿Qué hay de todos aquellosa los que se ha mandado aviso depresentarse en susacuartelamientos? —pregunta elgeneral.

Todos se miran unos a otros,

Page 117: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

intentando evitar ser los primerosen abrir fuego. Saben que lo quetienen que decir no seráprecisamente del agrado delgeneral. Al final, D. FranciscoSalazar de Frías y Franchy (IVConde y tal y tal...), decide que a élno lo amilana ningún general, contodos los apellidos y títulospreciosos que tiene, y se dispone aser el primero en presentarnovedades.

—Tal como le dije en mi carta(a ver si se entera usted, mi

Page 118: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

general...), muchos de los hombresque me solicita estándesaparecidos. No se hanpresentado. Algunos incluso pareceque, ante la posibilidad de serllamados a filas, han dejado suscasas y si aparecen por el pueblo acualquier cosa lo hacendisfrazados, por lo que no es fácildar con ellos.

El general pone cara de «anday que te ondulen», y empieza aojear uno por uno los documentos,entre los que se pueden ver los

Page 119: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

diferentes listados de fuerzas decada acuartelamiento, y la carta a laque se refiere D. Francisco Salazary sus tropecientos apellidos, entreotras tantas de tantos otros que enlos mismos términos le dan milexplicaciones de por qué no sepresentan la mayoría de loshombres requeridos... Colitisgeneralizada o similar al parecer,mi general. Cagaditos vivos.

—Tal como le dije en la mía(que vale más porque la mandé yoprimero y porque el que más mea

Page 120: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

soy yo...), quiero a esos hombres ensus puestos o entre rejas. Y loquiero para ayer. Así que hagan loque sea necesario para apresarlos,o para fusilarlos o para lo que lesdé la gana, pero los quiero en susitio, tal como están los que sí sehan presentado. ¿Está claro? —lesespeta el general, mirando a todos ycada uno de los comensales, ya quea todos se les escurren más de tresy cuatro personajes de cuyoparadero no tienen ni zorra idea.

D. Antonio Gutiérrez y sus

Page 121: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

vete a saber cuántos cargos ademásdel de general, está hasta la puntadel sombrero de que cada unocampe por sus respetos, y le tocamucho la moral (por decirlo condelicadeza; que es un general...) quecualquiera se crea con derecho adesertar como si tal cosa cuandoestán a punto de liarse a batacazoscon los ingleses que, como hapodido comprobar anteriormente ensus propias carnes, tienen una malaleche importante cuando se trata deguerrear, aunque él, como ha

Page 122: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

demostrado en sus enfrentamientoscon los británicos, tampoco esprecisamente un alma cándida. Dehecho, D. Antonio se habíaenfrentado en dos ocasiones a losautoproclamados invenciblesingleses. La primera de ellas,siendo aún teniente coronel, lesmetió a los señoritos ingleses unrepaso de los de toma pan y mojacuando a estos se les ocurrióinvadir las Malvinas, más chulosque un ocho, sacándolos deaquellas islas con el rabo entre las

Page 123: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

piernas y pidiendo agua por señas,recuperándolas así para España, yunos años más tarde, en 1782,siendo general de brigada a lasórdenes del Duque de Crillón,recuperó de igual manera la isla deMenorca endosándoles a losingleses el mismo correctivo osimilar. Así que el general, quepresenta una hoja de serviciosimpoluta con dos victorias a cerocontra los ingleses no está, nimucho menos, dispuesto a que levayan a jorobar el currículo con una

Page 124: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

derrota a última hora porque a lagente no le dé la gana de cumplircon su deber. Y como no ha dehaber dos sin tres, piensa elgeneral, o se presentan en suspuestos a la voz de ya o los mandaa buscar y los corre a tiros por laisla hasta que aprendan de qué va lahistoria. Y punto.

Una vez que el general puedecomprobar en las caras de lospresentes que su mensaje haquedado meridianamente claro, sedirige al teniente Calzadilla para

Page 125: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que continúe con la exposición conla seguridad de que los presentes,ahora sí, cumplirán lo que se lesrequiera con la mayor diligencia.Durante un rato, el teniente les dauna idea global de cómo está lacosa, que queda claro que no espara tirar voladores. El únicocuerpo al que se puede considerarprofesional de cuantos estándisponibles es el Batallón deCanarias, que debería contar conmás de seiscientos hombres peroque en realidad no cuenta ni con

Page 126: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

trescientos. El resto son milicianos,con poca o ninguna experiencia, ycuya instrucción deja mucho quedesear.

Tras el repaso al estado de latropa, incluidos los ausentes de suspuestos, que una vez enumeradosresultan ser ciento y la madre, yaque quien más y quien menos tieneun padrino que lo acoge osimplemente considera que losbalazos le sientan fatal de la muerte(nunca mejor dicho) y handesaparecido por obra y gracia del

Page 127: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

espíritu santo, o de algún disfraz, elteniente continúa con el estado delas fortificaciones que han de ser elprimer obstáculo ante un posibledesembarco. Las líneas defensivasson, posiblemente, lo que másgarantías les brindan de no salirescaldados de la contienda. Así, denorte a sur, unidos por una muralla,se encuentran las fortificaciones ybaterías de San Andrés, Castillo dePaso Alto, el segundo enimportancia de la línea defensiva,que fue restaurado en 1782 a pesar

Page 128: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de que a punto estuvieron dedemolerlo, fuerte de San Miguel,junto a la desembocadura delbarranco de Tahodio, baterías deSanta Teresa, en el otro lado delbarranco, Candelaria, Santiago, SanRafael, Pilar, San Antonio, SantaIsabel, fuerte de San Pedro, bateríasde La Rosa, del muelle y de SantoDomingo, junto al Castillo de SanCristóbal, baterías de LaConcepción, de San Telmo, junto albarranco de Santos, y de SanFrancisco en la Caleta de Negros, y

Page 129: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

el Castillo de San Juan y lasbaterías de Las Cruces y BarrancoHondo. O sea: un porrón y mediode santos a los que llegado el casose encomendará Santa Cruz,fervientemente, para salir delatolladero. Bueno, al porrón ymedio de santos y a los 91 cañonesque, entre todas las baterías yfortificaciones, suman para regocijode los presentes y desgracia de losque se habrán de presentar.

—La pega —continúa elteniente— está en la muralla. Tiene

Page 130: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

más de 140 años, y entre que fueconstruida de mala manera, con unsimple parapeto de tierra revestidocon piedra y barro siguiendo elterreno, y que está viejita (lapobre), pues va a requerir de muchotrabajo si queremos que cumpla sufunción. Además, la parte de lamuralla que transcurre paralela alCamino de Ronda no pasa de unmetro de altura, por lo que si elenemigo aposta sus barcos frente ala costa, cosa que evidentementehará, tendrá una vista perfecta de

Page 131: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

todos los movimientos de tropasque por allí se realicen —concluye.

—El arte de la guerra,teniente, consiste precisamente enconvertir las debilidades enventajas. Y esa que usted calificade desventaja, tal vez en su díacumpla su función en nuestro favor—replica el general.

—Será, si usted lo dice, migeneral.

Los presentes no rechistan.Primero, porque después del tirónde orejas de hace un rato no están

Page 132: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

para más sobresaltos y, segundo,porque en el fondo saben que elgeneral conoce perfectamente suoficio, y de hecho son conscientesde que, si alguna vez los inglesesdeciden presentarse, el hecho deque el general esté al frente deldespiporre es posiblemente lo quemás garantías de salir bien paradosles ofrece. Así que en boca cerradano entran moscas; que donde mandacapitán (o general)... ya se sabe.Chitón.

—Ahora señores, les ruego se

Page 133: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sirvan cumplir mis órdenes a lamayor brevedad y con el mayorempeño, ya que en ello nos va granparte de nuestras opciones de salircon bien del trance. Espero susmisivas informándome del paraderode cuantos están faltando a suobligación para que seanincorporados a filas o a prisión a laespera de juicio de guerra —insisteel general, por si no les hubieraquedado clarito del todo—.Mientras tanto, hagan que loshombres de los regimientos de

Page 134: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

milicias que ustedes comandan sepresenten inmediatamente pararealizar su instrucción desdemañana mismo bajo el mando delteniente coronel Guinther con elbatallón de Canarias (a ver si se lespega algo y nos duran un poco máscuando se desate la zapatiesta), ypongan a los hombres queconsideren necesarios a las laboresde restauración de lasfortificaciones. Confío en ustedes(o lo que es lo mismo: como lacaguen me los calzo a todos, uno

Page 135: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

detrás de otro).

Page 136: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO III

18 de abril de 1797.Batería de La Concepción.Santa Cruz de Tenerife —¡MOVED el culo inútiles demierda! ¡Vamos, vamos, vamos!¡Corred, partida de maricones!Primer grupo a la línea... ¡He dichoque a la línea cojones, a la línea deuna puta vez! Apunteeeen...

Page 137: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

¡Fuego!... Segundo grupo, a la línea,¡vamos coño! Apunteeeen... ¡Fuego!¡Fuego!

Todos corren cual posesos,sudando, maldiciendo y mentandopor lo bajini a la madre delsargento, que los infla a patadas porel culo cada vez que la cagan o sequedan rezagados, mientras cargan,apuntan y disparan, una y otra vez,una y otra vez. Los ojos enrojecidosde la pólvora que con tanto disparono les deja ver nada. Unos tosen, atodos les lloran los ojos (a todos

Page 138: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

menos al sargento. Ese tiene pintade no llorar ni aunque se le muerala madre, el bestia de él), perocargan, apuntan y disparan, una yotra vez, sin parar. No saben ni a loque disparan, pero disparan. Elsonido de todos los mosquetonesdisparando a un tiempo, BAN,BAN, BAAAN, sin descanso, lostiene sordos a todos. Solo escuchanla voz del sargento jurando enhebreo, acordándose de las madresrespectivas que los parieron atodos, y todos cagándose en la

Page 139: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

madre que parió al sargento, enmala hora, pero bajito, no sea queles escuche y les arranque la cabezade un culatazo. ¡Fuego! ¡Fuego!¡Fuego!

¡Que sí, cojones, que sí, quefuego y que lo que tú quieras,mamonazo! Piensan todos a una,pero disparan, y cargan y apuntan yvuelven a disparar.

—¡Alto el fuego!... A suposición, señoritas. Valiente pandade inútiles que estáis hechos. Novaléis ni pa’ pisar uvas. El día que

Page 140: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

vengan los ingleses de verdad osvan a dar por el culo hasta que osacabe gustando.

Así un día y otro día y otrodía. Carguen, apunten, disparen.Luego carguen, apunten y disparenotra vez, pero con las baterías, quepesan como la madre que las parióy que pegan unos zambombazos queles tienen más locos que cabras«jartas» de papeles. Y ahora acorrer, y ahora a reparar muralla...Un día tras otro, sin descanso. Ycuando acaba el despelote todos

Page 141: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

miran al mar y casi rezan para verllegar las velas inglesas y que losrevienten a cañonazos a todos (peroprimero al sargento, sobre todo alsargento) antes de seguir un día másen este plan; que no es plan,coinciden.

—Lo que yo te diga..., pal’monte me tenía que haber ido,cagüenmimadre —dice Juanillo,visiblemente hasta los mismísimoscataplines—. En mala hora me dejéconvencer por ti.

Page 142: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—oOo—

Como no podía ser de otra manera,al final la carta llegó. Y aunqueJuanillo seguía sin saber leer, se laleyeron: que si preséntese usted ental sitio, a las órdenes de fulano detal. Que si la patria le necesita yque si viva el Rey y viva España.Al principio, como ya habíaadelantado, estuvo a punto de hacerel petate y mandarse a mudar conviento fresco lo más lejos posible

Page 143: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

del muelle de Santa Cruz, que esdonde se supone que se va a liar lajuerga, pero entre los avisos deDiego y, sobre todo, a la vista de lamala leche que mostró una partidaque vino en busca y captura de unoque antes que él decidió nopresentarse a su hora y en su sitio,pensó que igual era mejorconservar las costillas en su lugar,ir a cumplir con el deber y rezar,eso sí, con mucho fervor, a todoslos santos, vírgenes y demásestamentos celestiales para que

Page 144: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

esos hijos de puta de los ingleses,que por fin también se le estabanatravesando, no tuvieran el plan devenir hasta Tenerife a joderle lavida a él, que no les había hechonada en su perra y azarosa vida.

Al menos, piensa Juan, sumujer, aunque hecha un manojo denervios ante la posibilidad de que,efectivamente, los inglesesaparezcan y le devuelvan a sumaridito en filetitos, se encuentrabien atendida, lo que era su mayorpreocupación. Siempre se había

Page 145: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

preguntado qué sería de ella si éltuviera que pasarse el día dondeahora está: haciendo el cenutrio conun arma en las manos todo el santodía y, como es lógico, viéndolasvenir, porque por aquí lo del sueldono lo tienen muy claro. Ahora yaestá más tranquilo, ya que, cuandose vio que no quedaba más remedioque enrolarse en el desaguisado quese iba a formar sí o sí, Diegodecidió hablar con su suegro, elpadre de Pilar, para que intentara,moviendo algunos hilos, que a Juan

Page 146: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

lo destinaran a la misma batería enla que él estaba; así lo tendríavigilado y le podría echar una manosi la cosa se ponía fea. Y como alos jefes les daba lo mismo que aJuanillo se lo pasaran por la piedraen un sitio que en otro, pues ahíestán, juntitos. Después, Pilar nopudo por menos que hacer lo mismoy se llevó a la mujer de Juan a casade su padre, dándole trabajo en elservicio para acogerla. Ahoraambas pasan el día juntasesperando la vuelta de los dos

Page 147: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

héroes. Y eso tranquiliza a Juan, sies que a Juan se le puedetranquilizar de alguna manera.

—Siempre estás con lomismo..., mírate. Si hasta parecesun hombre y todo. ¡Mira, mira,mira...! ¿Pero qué es eso que teasoma por el brazo? ¡Pero si pareceun músculo...!

Diego le vacila para quitarlehierro al asunto, pero la verdad esque incluso a Juan se le empiezan anotar los casi cuatro meses deinstrucción continua que llevan

Page 148: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

metidos entre pecho y espalda(aunque a Juan no le quepademasiado de nada entre pecho yespalda). Bajo el mando delcomandante Guinther y recibiendopalos hasta detrás de las orejas delos sargentos del Batallón deInfantería de Canarias, lo que estáclaro es que o se aprende, o teinflan. O las dos cosas la mayoríade las veces. Pero desde luego, loshombres que llegaron sin saber nilo que era un cartucho de pólvoraya no son los mismos. No es que se

Page 149: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hayan convertido de repente enmáquinas rabiosas de matar, pero almenos no se les ve correr comopollos sin cabeza, sin puñetera ideade cómo carajo cargar un arma ocómo servir uno de los enormescañones junto a los que pasan lamayor parte del día y de la noche,ni salir corriendo cada vez queoyen el estampido de uno de ellos,que a fuerza de quedarse mássordos que una tapia de tantodispararlos se han acostumbrado, loque sin duda ayudará si llegan los

Page 150: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ingleses, ya que otra cosa no, perocañonazos seguro que les van aendiñar unos cuantos; así, todosseguiditos, para que se los repartancomo consideren oportuno.

A estas alturas, incluso Juan hatenido tiempo de pillarle eltranquillo al despelote en el que seencuentran metidos y darse cuentade qué sargento es más hijoputa;teniendo en cuenta que no hayninguno que sea como para invitarloa comer, cuántas garrafas de vino lecaben en el cuerpo al Capitán

Page 151: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Falcón; que son unas cuantas, perosobre todo a convencerse de que loque dicen de Guinther es más quecierto. Cuentan que tiene máshuevos que todo un batallón deinfantes juntos; que entre todossuman una pila de huevos, y quecuando se forma el despiporre debalazos y cañonazos, el tenientecoronel es el primero enpresentarse donde se reparten losrebencazos en lugar de mandar a latropa a que les den matarile,quedándose él al soco, donde no

Page 152: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

llueve. El teniente coronel es untipo recio. Serio y callado. Perocuando habla se ve el respeto quetodos sus oficiales le tienen. No eserespeto que se le tiene a cualquieraque lleve más chatarra que tú en loshombros y en el pecho para que note cruja cada vez que le da la gana,sino un respeto reverencial; de eseque solo se le tiene a aquel a quiense admira. Y si esas malas bestiasque son los soldados y lossargentos del Batallón de Canariaslo miran así, piensa Juan, este tipo

Page 153: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

debe ser la pera limonera, y el lugarmás seguro en cualquier batalladebe ser su espalda (en la que, porotra parte, el Rastrojo cabe dos otres veces sin mucha complicación).

Todos los milicianos estánsudando la gota gorda, y desde queacaba la instrucción aparecenmedio descamisados, tirándoseagua por encima y lamiéndose lasheridas como gatos escaldados. Elcuadro se repite a lo largo de todala costa. Cada batería y cadaacuartelamiento es un sinfín de

Page 154: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cañonazos, de gritos, de carreras,de juramentos en hebreo o encualquier lengua en la que uno sepueda acordar de los muertos delsargento de turno, que los tiene atodos hechos fosfatina. La nube depólvora provocada por los cientosde zambombazos que de la mañanaa la noche se sacuden desde todoslos puntos de la línea de costa casienvuelve el pueblo entero.

—Parece que hay calima... —dice un desorientado, másdespistado que un pulpo en un

Page 155: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

garaje.A base de leña, los mandos

están consiguiendo su propósito:los hombres son cada vez máshombres. Cada vez disparan másrápido, cada vez gritan más fuerte,cada vez insultan con másconvicción, cada minuto que pasaparecen más soldados de verdad,aunque no lo sean, la mayoría, peroahí están, como si lo fueran;zurriagazo va, zurriagazo viene,respirando pólvora como si fueraperfume, dejándose los dedos

Page 156: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

desollados sin rechistar.Aprendiendo a matar con rabia omorir con honra.

—oOo—

El sol poco a poco va bajando,estirando las sombras de losmástiles de los barcos que hayenfrente y haciéndolas llegar hastala misma costa. Un atardecer casirojo provoca increíbles reflejos enlas velas y en las ondulaciones de

Page 157: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

un mar en calma que batesuavemente contra las quillas de losbarcos fondeados en la bahía.

Sentados a horcajadas sobredos grandes cañones de bronce demás de dos mil kilos cada uno,Diego y Juan intentan recuperar elaliento tras otro día de desenfrenomilitar. Diego casi parece disfrutarcon todo eso. Juan, a fuerza deacostumbrarse, ya lo tolera, perosolo eso.

—Compadre, si los inglesitosde las narices no se presentan

Page 158: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

rapidito, los que nos van a matarson los cafres de los sargentos, te lodigo yo —protesta Juan.

—Bueno. No te viene mal todoesto. Hasta pareces un hombre deverdad —le contesta Diego dándoleun toque con el codo.

—¿Ah sí? ¿Y antes qué era, uncarnero o qué?

—No. Pero parecías... no sé...más francesito —le dice Diego,partiéndose de la risa en su cara.

—Esos sí que son unosfrancesitos del copón —le dice

Page 159: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Juan mientras señala dos fragatasque están fondeadas en el puerto—.Ahí las tienes, desde enero, sin darni gongo. Valientes campeones lostipos. Más de tres mesesfondeaditos mientras a nosotros nosrompen el alma; que fuera están losmalos y no es plan de que lesendiñen. Y cada noche todos endesbandada a tierra, a ver si haysuerte y disparan el cañoncito deproa... Ojalá se agarren una sífiliscomo Dios manda y se lesencasquille el cañoncito pa’

Page 160: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

siempre.—Sí Juanillo. La Princesa y la

San Fernando. Mucha realeza ypocos huevos. Dos fragatascojonudas y ahí están, al soco de laplaza y cargadas hasta la toldilla deriquezas. Cuentan que La Princesatiene más de un millón de pesosencima, y la San Fernando algomenos, pero igualmente pa’ vivir unpar de vidas. Pero la verdad es quedespués de lo de San Vicente lacosa no está pa’ salir, Juanillo.

—Va a ser que no —sentencia

Page 161: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Juan, que de todas maneras no erapartidario de salir, ni de coña, niantes ni después de San Vicente ode cuando fuera.

En efecto, la cosa no estácomo para salir.

Hasta Tenerife han llegado,con pelos y señales, los ecos delprimer enfrentamiento importanteentre la flota española y la armadainglesa. Y las noticias no sonprecisamente halagüeñas. El 14 defebrero, un mes antes (aunque comolas noticias van como van, pues

Page 162: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

eso...), las dos flotas se encontraronjunto al Cabo de San Vicente. Laflota española estaba formada por27 barcos de línea, 11 fragatas y unbergantín, que era una tropa delcopón, con 2638 cañonesdispuestos para dejar a cualquierahecho un colador, mientras que losbritánicos contaban con 15 navíosde línea, 4 balandros y un cúter, olo que es lo mismo: 1430 cañones,que eran casi la mitad que los delos españoles. Pero parece que losingleses compensaron la

Page 163: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

inferioridad de casi dos a uno encañones, con una superioridad depor lo menos cuatro a dos enhuevos. Cuentan que cuando seencontraron ambas escuadras alsalir de la niebla, frente al Cabo deSan Vicente, el capitán Caldercomenzó a contar velas españolas amedida que estas aparecían entre laniebla, y cuando iba contando 27,un tufillo sospechoso salía de sucalzón mientras le decía alalmirante Jervis que las velasespañolas eran como el doble que

Page 164: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

las suyas (léase: mi súper almirantede la mar salada, larguémonos deaquí a la voz de ya, que nosdespelotan...), y al parecer este lecontestó que no contara más velas yque como si eran 50 iban a ir a porellos y a darles una paliza. Y claro,con esos huevos, se la dieron.Jervis mandó ir a por la mitad de lalínea española, dejando así a losnavíos que iban en cabeza de líneade la escuadra española a sotavento(o sea: la zona del combate en laque si quieres viento tienes que

Page 165: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

soplar tú), sin posibilidad de acudira donde se repartía la leña (ni adarla, claro está), quedando ensuperioridad frente a los barcosespañoles para darles cera contranquilidad. Una vez conseguido supropósito, Jervis ordenó que laflota virara con dirección nortepara emparejar ambas líneas yliarse a cañonazos, cosa quehicieron a base de bien, pero existíael riesgo de que entonces la flotaespañola forzara velas para unirsecon el grupo que había quedado

Page 166: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

fuera del combate y juntos huyeranhacia Cádiz, que es lo que, visto eldesaguisado en el que estabanenvueltos, parece claro quehubieran hecho (por lo de ladiferencia de huevos, básicamente).Pero el hasta ese momentocomodoro Nelson, se dio cuenta dela jugada y ordenó que su barco, elCaptain, un navío de línea de 74cañones, saliera de la formaciónpara interceptar él solito (con unpar... o dos; por insistir...) al barcode vanguardia, que para más Inri

Page 167: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

era el Santísima Trinidad; el barcode guerra más grande del mundo,con el doble de cañones que él, queademás estaba apoyado por otrosseis navíos de línea españoles más.Jervis al verlo, y es de suponer queconsiderando que a Nelson se lehabía ido la pinza, envió variosbarcos en su ayuda. Así se formóuna pelea de perros en la que losbarcos españoles estaban siendodestrozados por las certeras yeficaces andanadas británicas en unsinfín de cañonazos y abordajes con

Page 168: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

los que, aunque los inglesestambién alcanzaron lo suyo, seterminó con una victoria aplastantepara estos, y cuatro barcosespañoles, el Salvador del Mundo(optimista cuando menos, elnombre), el San José, el SanNicolás y el San Isidro (más santosque no obraron los milagros que deellos se esperaban) resultaroncapturados. Y pudieron ser más, yaque tanto el Soberano como elSantísima Trinidad, con toda suenormidad y su incontable arsenal

Page 169: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

flotante, también se rindieron a losingleses, pero posteriormente,aprovechando un despiste de estos,que también los tienen, dijerondonde dije digo, digo Diego y seliaron nuevamente a cañonazoshasta que consiguieron huir rumbo aCádiz, que aunque no queda muyhonroso después de rendirte paraque no te sacudan más, al menos leshizo salvar el viaje y los barcos.

A raíz de este combate, alcomodoro Nelson lo ascendieron acontralmirante, y se empezó a

Page 170: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hablar en todos los mares del«Nelson touch», o toque Nelson,dicho en cristiano, apareciendo antelos ojos de amigos y enemigoscomo un marino invencible,mientras que a la flota española sele bajó la moral y sobre todo laconfianza de manera considerable.Así que no, la cosa no estáprecisamente para salir con dosfragatas al mar a ponerse chulo conlos de la pérfida Albión. Por si lasmoscas. Y por eso, las dos fragatasde la Compañía de Filipinas, tras

Page 171: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

encontrarse con la fragatanorteamericana Washington cuandovolvían de Mauricio en el caso deLa Princesa y Manila en el caso dela San Fernando, e informarles estade que se había declarado la guerracontra Inglaterra, se habíanencaminado hacia Santa Cruz arefugiarse bajo los cañones de laisla. Y de aquí no se piensanmover. Y menos ahora que se sabeque después de lo sucedido en elCabo de San Vicente, lo que quedade la flota española está bloqueada

Page 172: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

en Cádiz por la armada inglesa, sinposibilidad (y sin ningunas ganas)de acudir en ayuda ni de lasfragatas ni de las islas Canarias,por lo que es posible que mediaflota británica esté de paseo por lasislas, o por donde les de la realgana, sin que nadie pueda hacernada. Lo que, además de a loscapitanes de las susodichasfragatas, tiene con los pelos depunta a toda la isla.

—Menos mal que el SantísimaTrinidad era la leche y no sé qué

Page 173: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

más, ¿eh? Que si no los ingleses lodejan como una chalana.

Juanillo no desaprovecha laoportunidad de devolverle a Diegotodo el coñazo que le dio con elSantísima Trinidad, con un puyazoen todo lo alto.

—Ya. Y aún lo sigue siendo—replica Diego, inasequible aldesaliento.

—Sí claro... porque salió porpatas. Que si no... Ya verás québien como esos cabrones sedecidan de una vez a venir por aquí

Page 174: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

con esos barquitos tan monos llenosde cañones. Si toda la flotaespañola con más de 2500 cañonessalió escaldada, a nosotros con 90nos van a meter un meneo que no tequiero contar.

—Pues si vienen, que vengan.Pero que vengan ya, porque estoyhasta los mismísimos de estarpegando tiros al aire y de recibircogotazos. A ver si cuando venganhunden este barco —dice señalandoal Teide—, que lo llevan clarinete.

Pero a Juan no le preocupa que

Page 175: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hundan ese barco en el que seencuentran enrolados, ya quecoincide con Diego que muchobalazo tendría que alcanzarTenerife en la línea de flotaciónpara que le hicieran mella. Él, másbien, está pensando en losmarineros de a bordo, entre loscuales, muy a su pesar, se encuentraél.

Page 176: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO IV

Bahía de Santa Cruz.A bordo de la fragata SanFernando. 18 de abril.02.00 h SANTA Cruz duerme tranquila. Niun ruido perturba el descanso de lagente que día tras día se lo estáganando a pulso. Solo algunoshombres hacen guardia para

Page 177: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

permitir que los demás recuperenfuerzas. En cada batería, cadaacuartelamiento y cada barcofondeado en la bahía, alguien siguedespierto y alerta (o casi...).Mientras tanto, los que duermenconfían a ellos sus vidas.

Caminando por la toldilla dela fragata San Fernando, PedroAcosta realiza su guardia, y sepregunta para qué narices está allí;vigilando. ¿Pero vigilando qué?, sepregunta, ¡si no se ve un carajo! Lanoche es más negra que la

Page 178: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

esperanza de un pobre (o lo que eslo mismo, que la esperanza de másde media España) y desde la fragatano se ve ni el agua que la rodea. Aexcepción de un par de antorchasque puede ver a lo lejos, donde seadivinan las baterías del muelle,parece como si estuviera en mitadde ningún sitio. Pedro tiene uncabreo más grande que el palomayor de su propio barco. Solo él yotros dieciséis hombres se hanquedado a bordo. El resto de latripulación bajó a tierra hace horas,

Page 179: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

a «relajarse», aunque pocanecesidad de relajarse tendrándespués de tres meses fondeados enaquel pequeño puerto, sin nada quehacer más que esconderse de lo quepor esos mares pueda haber enforma de flota inglesa, rascarse losentresijos bajo la protección de loscañones de Santa Cruz y esperar aver si cambia el viento (el de laguerra) y vienen bien dadas, poruna vez, que ya está bien, se dice,para poder moverse de allí y volvera su casa, de la que ya hace

Page 180: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

demasiados meses que salió.Demasiados, incluso para unmarino.

Otros dos infelices compartenla guardia sobre la cubierta. CarlosMartel, que se aburre tansoberanamente como el propioPedro, hace esfuerzossobrehumanos por no quedarsedormido entre bostezo y bostezo,aunque la brisa marina, que a estashoras refresca bastante, le ayuda amantenerse despierto. Eso, y laseguridad de que si el Segundo

Page 181: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Capitán Zabala se lo encuentradormido en una guardia le arrancala cabeza de un sablazo o lo azotahasta que aprenda inglés, y con lomal que se le dan a él los idiomasla cuerada puede ser de aúpa,piensa mientras pasea por la bordade estribor en dirección al alcázar.Así que vuelve a bostezar y sigue suronda mientras tararea algoparecido a una canción; porque eltipo, la verdad, tiene una orejapegada a la otra. Mientras tanto,Miguel Marrero, un ferrolano con

Page 182: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cara de no haber roto un plato en suvida, está igual de hasta lostimbales de hacer guardias (y deescuchar los desafinados cánticosde Carlos) cuando los demás, sedice, se lo deben estar pasando engrande con alguna de la que nisaben el nombre ni les importa uncarajo en pepitoria, ni lorecordarían por más que se lodijeran quince veces, y deben andar(los que aún puedan) con un pedode morirse, si no se han muerto ya.

—Vaya nochecita. Nosotros al

Page 183: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

fresco y los demás en tierracalentitos —le dice Carlos a Pedrocuando se encuentran junto a laescalera del alcázar.

—Y dilo. Pa’ cagarse en todo.Cabrones. Pero esto es lo que hay...a vigilar por si viene una bandadade peces voladores y se nos llevanlos calzones mientras dormimos. Yatú ves...

—¿Alguna novedad?—Las mismas que hace tres

minutos y medio, cuando noscruzamos por última vez. Paliza,

Page 184: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que eres un paliza.Cada noche de guardia en los

últimos tres meses ha sido igual detediosa. Igual de intrascendente.Igual de coñazo, tal como le dicePedro a Carlos, que le da la brasacon lo de las novedades, por sacarconversación más que nada(además de para tocarle loscataplines), porque como no seaque una bandada de fulas intente unasalto al cuartel general de lossargos breados que pululen por losfondos del puerto, allí no hay más

Page 185: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que contar.—Esa jodida fragata

americana... —protesta Pedro—.Ya podría haber andado más ligeray haberse cruzado con nosotrospara decirnos lo de la guerra nadamás salir de Manila y no ya casiavistando esta España nuestra. Asíen lugar de haber venido aquí,donde pa’ encontrar una fulana a laque echarle un tiento se te puedesaltar un ojo, nos hubiéramos dadomedia vuelta y pa’ Manila otra vez.Que allí la cosa es distinta.

Page 186: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Y tanto. Si nos hubiéramosquedado allí, por mí como sitenemos que estar fondeados tresaños escondiéndonos de los putosingleses. A mi plin. Cada día unadistinta y si te he visto no meacuerdo, que yo tengo muy malamemoria.

—Eso sí que es vidacompadre. Todavía recuerdo cuan...—Pedro se para en seco, justocuando estaba a punto de detallarlos recuerdos más escabrosos desus correrías por las callejuelas de

Page 187: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Manila con alguna lugareña de pielmorena y caderas prominentes decuyo nombre no se acuerda—.¿Oíste eso?

—¿Que si oí qué?—No lo sé compadre. Me

pareció oír algo...Pedro guarda silencio

intentado prestar atención, mientraslos sonidos del propio barco lehacen la puñeta. Cada vaivén de lafragata, por suave que sea, esirremediablemente acompañado porlos crujidos acompasados de la

Page 188: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

propia tablazón, que se queja comosi fuera a partirse. Crrrssss,ñuuuiiiiiic, ñiiiuuuuuuc.

—¡Déjate de inventos, anda!—le dice Carlos—. Con los ruidosque hace este cascarón no sé quécoño vas a oír. Ya deben ser casilas tres de la mañana. Yo no sé tú,pero yo voy a terminar la guardia,despertar al capullo al que le toquela siguiente (que es lo másdivertido de la noche), y me voy adormir como un lirón. Y por mí,este viejo bote puede seguir

Page 189: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

crujiendo hasta que se le salten lascuadernas.

—Pues vale.Carlos se da la vuelta

bostezando y baja por las escalerashasta el foso del combés mientraslos escalones, como todo el restode la fragata, crujen bajo su peso.Caminando hacia la proa del barcomira por la borda de babor y vecómo la otra fragata, La Princesa,que fue igualmente avisada por laamericana Washington del estadode guerra, se bambolea suavemente

Page 190: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sobre las olas que rebotan contra sucasco, y se imagina a los que enella estén de guardia, igual de hastael nabo que ellos, maldiciendo susuerte como ellos, y cayéndose desueño como ellos. Como cadanoche desde hace meses. Siemprepringamos los mismos, se dice.

Sobre la toldilla, Pedro sienteque la brisa marina hace que se leerice la piel. Un pollo parezco, dicesusurrando. Un jodido pollo. Por unmomento siente la tentación dehacer una hoguera allí mismo y

Page 191: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sentarse al cobijo del fuego, quedesde luego, a juzgar por cómosigue crujiendo el barco de proa apopa, por madera no será. Peroigual, imagina, cuando el capitán,D. Juan Ignacio de Odria, regrese albarco por la mañana con un resacóncomo un piano de cola de grande(por mucho que al irse dijera queestaba enfermo...), no se emocionamucho al ver un poquito del palo demesana por aquí, pequeñasporciones del pasamanos por allá, yquizá algunas maromas quemándose

Page 192: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

poco a poco para que él se caliente,y como los tiros de mosquete hacenun ruido del carajo y un daño queno veas, te den donde te den, decideseguir caminando para entrar encalor. Y cuanto más camina sobrelas viejas maderas de aquel barcoque ahora es el hogar de tantoshombres, más lejos se siente delsuyo.

Pedro solo tiene 18 años, yaunque ya lleva casi dos añosembarcado, coincide con Carlos enque en este barco, como en todos,

Page 193: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

siempre pringan los mismos. Y él,como buen novato, lleva conpesadumbre el honorífico título depringado mayor del reino. Pero eslo que hay y no se queja. Sabe queen unos años otros serán lospringados y espera con calma quele llegue el momento. Como a tantosotros antes que a él. Pero jode.Porque cada noche de aburrida ysolitaria guardia es un motivo máspara añorar a su familia, a susamigos, y también a Sonia, sobretodo a Sonia; la hija del ventero de

Page 194: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

su pueblo, con la que había probadoel calor de los primeros besos, yque en estas noches oscuras ysolitarias sería, con mucho, lamejor compañía del mundo. Almenos, muchísimo mejor que la delpesado de Carlos y su intragablesoniquete.

Un nuevo crujido le hacegirarse hacia la popa del barcodonde pueden verse los tres cabosque lo mantienen fijo en suposición. Sigue sin ver ni mediopalmo más allá de sus narices

Page 195: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mientras se asoma para mirar afueraen busca de ese ruido que no lesuena familiar. Lo último que ve esel resplandor de la hoja afilada quede un solo tajo le abre la gargantade lado a lado, haciendo que caigade rodillas, sin poder siquieraemitir un solo sonido, sin una queja,viendo que toda su sangre se escapaentre sus manos y resbala sobre latablazón de la toldilla.

Sin detenerse un segundo, lasombra de su asesino trepa de unsalto por el cabo al que estaba

Page 196: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

asido, asegurando su posición en latoldilla mientras varias sombrasmás le siguen silenciosas, como siflotaran sobre las quejumbrosasmaderas de la fragata. Desde allíescuchan la horrorosa voz deCarlos canturreando (¿no es paramatarlo?, deben de pensar),mientras pasa junto al combés.Súbitamente, su voz deja de sonarcuando un espadín le atraviesa elcorazón y dos fuertes manos cierransu boca, obligándolo a morir ensilencio entre las sombras furtivas

Page 197: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que ahora se dispersan por toda lacubierta.

—Ya era hora de que tecansaras de canturrear. ¡Joder! —dice Miguel girándose hacia dondeCarlos ha dejado de destrozarcanciones.

Al verlo girar sobre sí mismo,una nueva sombra salta sobre éldesde uno de los dos cabos queaseguran la proa junto al bauprés yle asesta un sablazo que le separa lacabeza del tronco. Cuando sucabeza cae al suelo con un ruido

Page 198: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

seco todavía tiene los ojoscompletamente abiertos, como si sepreguntara que habría hecho él paramorir así.

A estas alturas son ya más decuarenta las sombras que pululanpor la cubierta de la fragata, y otrastantas esperan en los seis botes queflotan junto a ella. Dentro del barcola gente duerme, ajena a los intrusosque bajan por la escalera hacia elsollado, donde descansa el resto dehombres que se encuentra a bordo.El crujido de la madera bajo el

Page 199: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

peso de uno de ellos despierta alprimero de los durmientes, que tanpronto abre los ojos recibe unculatazo en la cara que le hace caerde espaldas soltando un quejido quedespierta a los demás. Cuando estosmiran a su alrededor están rodeadosde hombres armados que les gritan:hands up, hands up!, mientras lesapuntan con sus mosquetes ypistolas de pedernal.

—¿Qué cojones dicen estostipos?

—Ni puta idea, pero tú levanta

Page 200: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

las manos que si no nos jodenvivos.

Los gritos y quejidosdespiertan al segundo capitánZabala, que se dispone a salir de sucabina a la carrera, sable en mano acomprobar qué pasa, cuando, nibien abre la puerta, un sable con lahoja más afilada y más fría que elmismo infierno se posa en sugarganta al tiempo que una vozronca y profunda le susurra al oído:don’t move, captain !, y aunque élentiende el mismo inglés que sus

Page 201: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

marineros, o sea ni flores, no semueve ni de coña, que a buenentendedor pocas palabras bastan.

Sin un solo ruido y a punta demosquete, los asaltantes reúnen atodos los que quedan en el barco ylos confinan en el foso del combés.Seis hombres armados y con carade mala digestión se quedancustodiándoles sin decir unapalabra (total, tampoco les iban aentender). Los hombres de lafragata San Fernando, todavíaquitándose las legañas, se preguntan

Page 202: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de dónde han salido estos fantasmasde ojos azules. Cómo han podidohacerse con el barco sin que nadiese entere. Algunos han visto loscuerpos de sus compañeros,degollados. Uno de los marinerosincluso pudo ver el cuerpo sincabeza de Miguel, lo que le hizosoltar hasta la primera papilla entregrandes arcadas que hicieron queuno de los atacantes le partiera lacara de un culatazo, dejando clarassus intenciones de hacer que aquelque emitiera un solo ruido lo pasase

Page 203: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

peor que en una tormenta en mitaddel Atlántico. El resto de loshombres mira al segundo capitánZabala con cara de preguntarse quécarajo van a hacer ahora; unos consorpresa, todos con miedo, y esteles devuelve la mirada con cara dea mí que me registren y el mismomiedo que ellos, por más quemantenga la compostura, que paraeso es el jefe. Lo cierto es que pocoo nada pueden hacer ya. Loshombres que les han sorprendidodurante la noche, matando a sus

Page 204: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

compañeros sin pegar un tiro,atrapándoles a todos ellos yhaciéndose con el control de lafragata en cuestión de minutos, estáclaro que saben perfectamente loque hacen. A excepción de los seisque se han quedado custodiándoles,el resto han salido disparadosescaleras arriba. Varios de elloscortan a hachazo limpio los cabosque aseguran el barco a sufondeadero, mientras otros lanzanotros cabos a los seis botes que haydebajo aguardando. Estos los

Page 205: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

recogen, los atan a susembarcaciones, dispuestos en doslíneas de tres, y comienzan a bogaral unísono sin una orden audibleque les delate, tirando de la fragatahacia alta mar, lejos del enemigo.Arriba, varios trepan a los palos ycomienzan a desplegar el velacho yla gavia como si hubieran caminadotoda su vida sobre las maderas deese barco. Al fin y al cabo, todaslas fragatas son iguales, y estos, abuen seguro, caminan más rápidosobre la cofa del trinquete que

Page 206: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sobre el muelle de cualquier puerto.En cuestión de segundos todoempieza a funcionar. Las dos velasdesplegadas empiezan a hincharsecon la suave brisa, los cabos atadosa los botes se tensan con cadabrazada de sus remeros, ylentamente el enorme armazón demadera comienza a moversealejándose del puerto sin que sehaya escuchado una sola orden. Unhombre, una misión, y todos la hancumplido con precisión matemática.Coser y cantar. O casi...

Page 207: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—¡Alarma, piratas! —se oyede repente desde la borda de lafragata Princesa.

Acto seguido se desata elinfierno sobre la tierra; o sobre elmar. Los tres vigilantes de lafragata vecina, al ver cómo sedesplegaban las dos velas de la SanFernando y que esta se movíarumbo a vete tú a saber dónde, danla alarma y comienzan a dispararsobre los botes que apenas puedenver en la oscuridad de la bahía,tirando de su presa como posesos.

Page 208: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Ban, ban, ban, suenan los fogonazosde sus armas. Las balas pasanrozando a los remeros y van a pararal agua. Todo el mundo a bordo deLa Princesa despierta de golpe y sinsaber muy bien qué pasa corren asus puestos de combate jaleadospor los oficiales.

—¡A las baterías, rápido,moved el culo! ¡Todo el mundo asus puestos!

Todos los hombres correncomo posesos y retiran los segurosque mantienen firmes las baterías

Page 209: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

para que no se muevan con losvaivenes del barco. Otros corren ala Santa Bárbara a por pólvora ymunición (tardando todo lo quepueden en volver, eso sí; que noestá el horno para bollos, ni parabalazos...). Más fusileros correnpor la borda del barco tomandoposiciones y desde todos ladosdescargan un fuego vivísimo defusilería, ban, tac, tac, ban, ban.Toda la borda de estribor es unreguero de fogonazos que enciendenla noche. Los piratas oyen las balas

Page 210: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

silbándoles en los oídos, pero ni seinmutan. Siguen bogando, ya sinpreocuparse ni del ruido ni de lamadre que lo parió, intentando tansolo salir de allí tan rápido comopuedan, antes de que les dejen elculo como una cernidera.

El fuego de La Princesa alertaa los hombres de tierra, que al igualque los artilleros de la fragata, queya disparan algunos de los cañonesque los pocos hombres quequedaban a bordo son capaces deservir, tumba, tumba, tumba, corren

Page 211: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

a sus piezas mientras dan la voz dealarma. El propio general Gutiérrezes de los primeros en aparecer en elmuelle tras oír la que se estáarmando. Las velas desplegadas delSan Fernando delatan al objetivo.Conscientes de que esta vez es enserio y no otro simulacro como losque llevan realizando desde que seacuerdan, los hombres de todas lasbaterías de costa corren comolocos, preparando munición,cargando la pólvora,encomendándose a todos los santos

Page 212: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que conocen y a los que se inventansobre la marcha; los sargentosgritando y como siempre jurando enlatín y lenguas muertas: ¡Moveospartida de cabrones! ¡Vamos adarles a esos perros un poco deplomo para que se lo lleven a suscasas! En pocos minutos toda lalínea de costa parece estar listapara la batalla y casi al unísono laisla entera se ilumina al grito de¡fuego!, ¡fuego! Se oye por todaspartes, decenas de voces a lo largode toda la línea de fortificaciones,

Page 213: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

¡fuego!, ¡fuego!, ¡fuego! Tumba,tumba, tumtum-tumtumba, tumba,tumba. Toda la costa es un reguerode luces con los fogonazos de lasbaterías del muelle, de LaConcepción (donde a estas alturasJuan ya tiembla como un colibrí,diciendo muy bajito: virgencita,virgencita, que me quede comoestoy...), del Castillo de SanCristóbal, San Telmo, San Juan,San Francisco, San Antonio y PasoAlto. Tacatacatacatumba, tumba,tumba. Cada uno de los cientos de

Page 214: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

estampidos resuenan en las tripasde todos los hombres, querefrescan, cargan y disparan sinsaber muy bien ni a dónde ni a qué.Los silbidos de las balas de cañónque vuelan sobre la bahía acojonantanto a los que las disparan como alos que las reciben, y decenas decolumnas de agua saltan por losaires alrededor de los enemigos,que ahora sí, tienen los huevos decorbata pensando que aunque no lesvean bien, por fuerza les tendránque acertar con toda la mierda que

Page 215: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

les están lanzando desde tierra. Yen tierra los hombres, que no sabensi combaten contra un barco ocontra cien, no cejan en su empeñode disparar cuantas más veces ymás rápido mejor, por si acaso soncien. ¡Fuego! ¡Fuego! ¡Fuego! Nique hiciera falta que se lo dijeranmás veces.

—Llegan más velas, migeneral —se oye decir a alguien.

El general ni sabe quien habla,ni le importa un cipote en estemomento.

Page 216: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Las velas de dos fragatas sevan haciendo visibles conforme seacercan en ayuda de sus marineros,que extenuados siguen bogandopara intentar sacar la fragataapresada, pero sobre todo suspropios pellejos, fuera del alcancede los cañones de la isla. LaTerpsícore y La Dido, dos fragatasde guerra británicas con 40 y 38cañones, al mando del capitánBowen (el niño bonito delcontralmirante Nelson) tienen listosa sus hombres junto a los cañones

Page 217: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cargados que se ocultan tras susportas abiertas, dispuestos adevolver cada cañonazo en cuantotengan oportunidad. Ahora, el fuegode las baterías de tierra se centrasobre ellas, mientras lentamente losbotes y las velas ya completamentedesplegadas de la San Femando lasacan de la zona de batalla. Elgeneral ordena que se forme alBatallón de Canarias y las banderasde Habana y Cuba en la Plaza de laPila para que estén dispuestos porsi hubiera que repeler un

Page 218: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

desembarco enemigo. Los hombresforman a medio vestir, a mediodespertar, y sin pajolera idea de loque pasa, a pesar de que el ruido delos cañonazos deja poco lugar a laduda. Las baterías a lo largo detoda la costa siguen disparando, yrefrescando, y cargando yvolviendo a disparar, sin parardurante más de una hora ya, tumbatumtumtumtumtumba, tumba, tumba.Los hombres están hasta las cejasde pólvora y la adrenalina les salepor las orejas. Se sienten como si

Page 219: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

estuvieran borrachos, ya no soncapaces de escuchar la voz denadie, ni una puñetera orden. Estánmás que sordos de tantozambombazo, pero se alegran depelear contra barcos, ya que estosmientras huyen no dirigen suscostados hacia ellos y por lo tantono pueden disparar. ¡Por el culo sepuede recibir, pero no dar!, diceuno de los sargentos a grito pelado.Pero de repente, las dos fragatasque se aproximan amenazantescomienzan a orzar al unísono

Page 220: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mostrando sus bordas de estribor, yla bahía que antes se veía a oscurasse enciende cuando más de 40bocas escupen su fuego rabiosocontra la costa, tapum tapum,tapumba, pumba pumba. La primeraandanada inglesa, que ahora por finha puesto sus fragatas en posiciónde disparo, se estrella contra lasmurallas; trac, tac, crash, pun, pun,pun, mientras todos se agachan traslos muros rezando para queaguanten —que aguantan, pero elacojone no se lo quita nadie—,

Page 221: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

levantando trozos de piedra y barropero sin causar heridos. Solo unabala pasa al otro lado y lasesquirlas que levanta al estrellarsecontra la Plaza de la Pila hieren aun cabo de infantería que empieza asangrar como un cerdo y a gritar dedolor hasta que se lo llevan alhospital entre las miradasencorajinadas de sus compañeros.

Tras la primera andanadainglesa, que a quien más y a quienmenos le hace tirarse de cabeza traslos muros que defienden, viendo

Page 222: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que ahora ellos también reciben desu propia medicina (hasta que lossargentos se dedican a levantarles arebencazo limpio para que vuelvanal combate), las baterías vuelven alintenso fuego. Esta vez, aunque casien el límite del alcance de lasbaterías, el objetivo que marcan lasgrandes velas de las dos fragatas esclaro, y sobre él se centranlevantando de nuevo grandescolumnas de agua, tumba, tumba,tumba, chof, chof, chof. Las balasinglesas y españolas se cruzan

Page 223: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

silbando sobre la bahía, que es unrosario de estampidos, fogonazos,gritos, insultos y gente desesperadaante la posibilidad de estarviviendo sus últimos minutos. Unade las balas alcanza su objetivo.Alta, pero lo suficientementeacertada como para hacer volar elpasamanos de una de las fragatasinglesas haciendo saltar mil astillaspor los aires, matando en el acto auno de los gavieros de un astillazoque le atraviesa la garganta de ladoa lado, e hiriendo a otros tres

Page 224: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

marineros, que yacen tirados sobrela cubierta, viendo su sangrederramarse sobre la arena que,antes de comenzar la batalla,esparcieron sobre las diferentescubiertas para que empapara la que,sin duda, esperaban que iba acorrer por ellas, y no seconvirtieran en una pista depatinaje.

Tras una hora de cañoneocontinuo, cesa el fuego. Las dosfragatas inglesas se retiran con supresa y los 600 000 pesos que

Page 225: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

lleva. Los hombres de cada bateríaestán sin aliento. Tiznados de pies acabeza. Sudando por cada poro desus sucias pieles y dando gracias aDios por haber escapado vivos dela trifulca, que para muchos es laprimera de sus vidas, y rezan a todolo que se les ocurre para que sea laúltima.

El General Gutiérrez sigueimpertérrito en lo más alto de lafortaleza de San Cristóbal.Observando el mar y las velas,propias y ajenas, si bien a estas

Page 226: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

alturas, piensa, ninguna es yapropia, alejándose sin remedio porel negro horizonte, difuminado aúnpor el efecto de la nube creada porla pólvora de cientos de cañonazosque todavía persiste en el aire.

Ya ha empezado..., se dice a símismo el general Gutiérrez,convencido de que esto no ha sido,ni mucho menos, un episodioaislado, un ataque pirata sin más.Aquellos barcos ingleses, con sustripulaciones listas para todo, quehabían reducido aquel barco como

Page 227: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

quien va al mercado, mostrando unaaudacia y un valorinconmensurables, adentrándose enla misma boca del lobo como si talcosa y enfrentándose a ellos y a suscañones sin mostrar el más mínimotemor, no podían ser más quesoldados perfectamente adiestradosy, sin duda alguna, bien dirigidos.

El teniente coronel Guintherestá de pie a su lado, viendo cómolos hombres, a los que casi noreconoce con sus carascompletamente tiznadas por los

Page 228: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

fogonazos y los brazos brillantesdel sudor que habían desprendidodurante las dos horas que duró laescaramuza, se tienden en cualquierrincón, extenuados; ya sin el efectode la adrenalina que había manadoa chorros por cada uno de susporos.

—Esos malditos capitanes consu prepotencia y falta deprofesionalidad han dado un motivomás a nuestros enemigos paraatacarnos —dice el general, en vozbaja—. La confirmación de que

Page 229: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pueden hacerlo.—Creen que conocen el arte

de la guerra por estar al mando deuna fragata que comercia con oro otelas de colores, pero no son másque mercaderes. Deberían haberlehecho caso a usted, mi general. Yahora no estarían en alta mar enmanos de esos perros —comentamalhumorado Guinther.

Eso es exactamente lo que estápensando el general.

Cuando las dos fragatas de laCompañía de Filipinas arribaron a

Page 230: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Tenerife, el general les instó a quefondearan lo más cerca posible delmuelle y a que descargaran sumercancía para guardarla en lugarseguro. Del mismo modo lesofreció subir a bordo soldados deinfantería que se encargaran de laseguridad de los barcos, peroambos capitanes hicieron oídossordos, fondearon donde les dio lagana, no quisieron desembarcar sustesoros y se negaron a que soldadosque no pertenecieran a sus propiasdotaciones subieran a bordo. Así

Page 231: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

consiguieron, básicamente, quedarmás bonitos que un San Luis en lafoto de sus egos y, a la postre,acabar sin barco, sin tesoro, convarios hombres muertos y otrostantos apresados. Un éxito.

—Encárguese de que loshombres se mantengan en suspuestos. Seguimos en alertamáxima. Aún queda un barco en labahía que puede ser presaapetecible para nuestros últimosvisitantes.

—Ahora la gente sabe que esto

Page 232: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

va en serio. No creo que nadie sequede dormido después de la que seha liado. Ordenaré que reponganfuerzas por turnos y que siemprequede al menos la dotación de cadabatería dispuesta por si aparecen denuevo esos tipos —dice Guinther,girándose hacia sus oficiales paradar las órdenes pertinentes sin lamenor dilación.

Pero el general, consciente deltiempo que los hombres llevan yasin moverse de sus destinos, sin vera sus familias, considera que, a la

Page 233: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

vista de la que se acaba de liar yque dentro de lo que cabe hansalido medianamente bien paradosdel desaguisado, no les vendrá malvolver a sus casas, al menos por undía.

—Estos ya tienen su presa.Tardarán en volver. Sin descuidarla dotación de las baterías, dejemosque los hombres vayan a sus casas yvean a sus familias. Quién sabe...,si los ingleses vuelven por más,quizá sea la última vez que lasvean.

Page 234: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Los hombres están agotados,pero ninguno podría dormir niaunque les dejaran. Todos y cadauno cuenta la batalla según la vivió,pero están encantados de que almenos aún pueden hacer eso:contarla.

—Chiquito despelote,compadre. Casi me jiño por la pataabajo. No me habían temblado laspatas así en mi puñetera vida.

A Juanillo aún le cuestacoordinar sus piernas para dar unsimple paso después de tanto

Page 235: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

temblar y correr de un lado paraotro, aunque está asombrado, comoDiego, de que durante el tiempo queduró el intercambio de cañonazoscorrió como el que más, se cagó entodo como el que más, sudó y tosiócomo todos, e hizo todo lo queDiego le ordenó con moderadarapidez y eficacia. Diego, durantela pelea, dirigió el fuego de subatería, como cabo primero que es,al tiempo que Juanillo le miraba dereojo para intentar hacer lo que sele mandara, ya que no era capaz de

Page 236: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

escuchar la voz de Diego entre eldesbarajuste de gritos yzambombazos. Pero lo hizo. Peleócomo jamás hubiera pensado quepelearía, aunque el estampido decada cañón resonaba en susentrañas como si todos se losdispararan a él, seguro de que, aligual que todos los demás, luchabapor salvar su propio culo, y así,pensó Juanillo durante la trifulca,pelea hasta mi abuela; quéremedio...

—Lo has hecho bien, Juan (ya

Page 237: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

no lo llama Juanillo, que se lo haganado). Lo has hecho muy bien —le dice Diego con orgullo, poniendouna mano sobre su hombro tiznado—. Ahora intenta descansar unpoco, quizá esos quieran volver pormás y te necesito despierto.

Juan se recuesta junto a labatería que minutos atrás había sidosu particular caballo de batalla, ybajo el muro que había servido deescudo entre su machacado cuerpoy los cañonazos que les habíandisparado los ingleses con toda su

Page 238: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mala idea.Antes de quedarse dormido

sintió su cuerpo tan cansado comosi él solo se hubiera enfrentado atoda la flota inglesa, y unsentimiento de orgullo que noconocía. Por primera vez Diego lohabía tratado como si de verdad sesintiera orgulloso de él; como a unhombre. Él mismo sentía que habíacambiado para siempre. Que ya novolvería a ser el mismo. Pero sobretodo, increíblemente, se sentía bien.Se sentía parte de algo importante.

Page 239: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

La sensación de estar hombro conhombro con tantos otros hombresque en cualquier otra situaciónhubiera mirado alucinado del valorque eran capaces de demostrar antesemejante batalla, sintiéndose unomás, casi había conseguido dibujaruna sonrisa en su cara a pesar de loque acababa de vivir. Y con laseguridad de que aquellos mismoshombres estarían vigilando, cerrólos ojos y soñó con su mujer.

Page 240: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO V

La Laguna. 20 de abrilde 1797 DOS días después de la primerabatalla de sus vidas, a Diego y aJuan les llegó por fin el turno de ira sus casas. Juan siente su corazónpalpitar conforme sale por la puertadel cuartel del Regimiento deMilicias de La Laguna, donde lesacaban de dejar, después del

Page 241: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

coñazo supino que supone salvarlos apenas 10 kilómetros queseparan Santa Cruz de La Laguna y,por supuesto, no sin antesrecordarles que el que no sepresentase en su puesto al díasiguiente iba a pasar las de Caín, opeor...

A Juan jamás se le había hechotan largo. En muchos momentos,durante el tiempo que duró labatalla con los ingleses, estuvoseguro de que no volvería a ver a sumujer. Que estaba viviendo sus

Page 242: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

últimos instantes, empleándolos enuna batalla que no iba con él y quesolo servía para alejarlo de lascosas que tanto quería. Pero nohabía sido así. Había superado laprueba como un valiente, aunque ensu interior no se considerase comotal. Más bien le parece un milagrohaber escapado vivo de aquellacontienda, en la que había pasadomás miedo que en toda su vidajunta. Pero aquí está, de vuelta ensu ciudad. En la ciudad donde sumujer le espera, posiblemente sin

Page 243: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

saber si en realidad está vivo omuerto. Casi se deleita imaginandola cara de ella cuando le vea entrarpor la puerta, de una pieza o casi,volviendo triunfador de la batalla,como el héroe que nunca soñó ser.

—Estoy más nervioso que elprimer día que me acerqué a ella,compadre. Es como si fuese a verlapor primera vez —le dice a Diegomientras caminan por las calles deLa Laguna, aún desiertas a estashoras de la mañana.

—Tranquilo. A ella le pasará

Page 244: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

lo mismo, seguro. Y, en ciertomodo, puede que sea la primera vezque vea al nuevo Juan. Al héroe dela batalla con los piratas ingleses...—contesta entre risas—. Esta nocheserás el rey de la casa. Así queaprovéchala. Mañana tempranodebemos volver.

—Ya lo creo que la voy aaprovechar. Quién sabe cuándovolveré a pasar la noche con ella.Ni si volveré a hacerlo. Ya nisiquiera recuerdo cuando fue laúltima vez.

Page 245: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Pues esperemos que eso sealo único que no recuerdes, héroe. Aver si ahora va a resultar que va aser en «esa» batalla, en la quesalgas perdiendo.

—Se hará lo que se pueda.Diego no lo dice, pero tiene

las mismas ganas que Juan de ver asu mujer. Aunque esa, piensa, escapaz de mandarme a bañar antesde darme un abrazo.

En efecto, Pilar, que provienede una familia mucho másacomodada que la de Diego, es de

Page 246: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

costumbres mucho más pulcras quelas que él es capaz de ni tansiquiera fingir. Pero aún así lequiere, y Diego, aunque no sea muyde andar mojando la pestaña niaireando sus sentimientos, tambiénla quiere a ella.

Aún recuerda la primera vezque la vio, paseando por las calleslaguneras, junto a su padre. Parecíauna princesa. Una joven de aspectofrágil pero decidido que habíatenido la oportunidad de ver cosasque hasta ese momento, él, ni

Page 247: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

siquiera podía soñar. Una mujereducada y que provenía de otropaís, con otras costumbres, tandiferente a todas las mujeres que sepodían ver en Tenerife, era algo alo que Diego, ávido siempre deconocer tierras distantes y gentesdistintas, no se había podidoresistir. Y por más que todos losque sabían de su creciente interéspor la joven se habían cansado dedecirle que ella estaba fuera de sualcance, él nunca desistió. Más bienal contrario. El hecho de que todos

Page 248: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

le dijeran que debía poner sus ojosen una chica de su clase y quealguien como Pilar jamás se fijaríaen él fue lo que le decidió, aún más,a dar el paso, convencido de quecada hombre puede y debe escribirsu propio destino sin tener encuenta los problemas a los que debaenfrentarse para conseguirlo. Sololos cobardes se conforman concualquier excusa para no luchar porlo que de verdad quieren, se diceDiego constantemente desde quetiene uso de razón. Y como el que

Page 249: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

la sigue la consigue, Diego loconsiguió, y con tan solo 19 años secasó con ella, aunque al padre,naturalmente, esto no le hizoespecialmente feliz, por lo que trasconquistar a la princesa le llegó lamás ardua de las batallas: la deconquistar al rey. Esto último, sincomparación posible, fue lo máscomplicado, pero al final, viendoque nada podía hacer contra lossentimientos de su hija, el padre sevio obligado a consentir e incluso,después de un tiempo, aquel joven

Page 250: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

decidido y de aspecto más brutal delo que hubiera deseado para su hijallegó a caerle moderadamente bien.Ahora, salvando las distancias porsupuesto, tienen una buena relación,y como en realidad les pasa a todoslos casados en muchas ocasiones,Diego casi prefiere discutir con élque con Pilar, ya que estas batallas,como aprendió con el tiempo, lasiba a perder toda la vida. Pero asíson las cosas y se conforma. Y enestos momentos, a pocos metros dela casa donde se encuentran las dos

Page 251: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mujeres, los latidos del corazón deambos casi anuncian su llegadaantes de que sean capaces de tocara la puerta.

—Toca tú, que a mí no mellega la sangre al brazo —le diceJuan a Diego, más atacado de losnervios que cuando los cañonazossilbaban a su alrededor.

—Venga macho, que no te vana comer, no me jodas.

—Pues yo espero que sí, laverdad...

Cuando Diego golpea la puerta

Page 252: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de la casa del padre de Pilar conlos nudillos, los golpes retumban enel interior de Juan tan fuerte comoel estampido de mil cañones, y notasu corazón acelerase más y más altiempo que escucha unos pasos quese acercan por el pasillo de la casa.El corazón está a punto de salírseledel pecho, tratando de imaginar siserá su mujer la que abra la puerta,cómo reaccionará... La puerta demadera empieza a abrirse con unruido estridente, ñuuuiiiiiccc,lentamente. A Juan le parece que se

Page 253: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

abre tan lentamente que casi sientela tentación de darle una patadapara acabar de una vez con laincertidumbre que le provoca unaagonía insoportable. Pero secontiene. Y por fin, la puerta seabre del todo y Juan respiratranquilo al ver que no es su mujerla que abre. Una de las chicas alservicio de la casa es la primeracara conocida que ven. Conocida almenos para Diego, porque Juan estámás perdido que el barco del arroz.

—¡Don Diego! —exclama

Page 254: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sorprendida al verle—. Enseguidaaviso a la señora Pilar.

—Shhssss —susurra Diegoponiéndose el dedo índice sobre loslabios—. No avise a nadie. Solomuéstreme dónde está.

La chica sonríe al entender lasintenciones de Diego de darle unasorpresa a Pilar y se giraencaminándose al interior de lacasa en busca de la señora. Diego yJuan la siguen unos pasos pordetrás, intentando que no les veanantes de tiempo chafándoles la

Page 255: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

entrada triunfal.—¿Don Diego? Pues mira que

bien... Yo debo ser invisible —farfulla Juan.

—Usted debe de ser Juan,¿no? —dice ella girándose hacia éldespués de escucharle protestar—.La señorita Ana habla mucho deusted. Se va a llevar una gransorpresa.

—Señora... Señora Ana...Como la de este... —dice Juanseñalando con el dedo a Diego.

A medida que se van

Page 256: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

adentrando en la casa sus corazonesse disparan, y los ojos de Juan seabren cada vez más, contemplandolos altos techos y las innumerableshabitaciones con las que cuenta lacasa. Atraviesan un patio interiorcon una pequeña fuente en el centrorodeada de enormes tajinastes,helechos y todo tipo de plantas queimpregnan el aire de olores. Al otrolado de la puerta del patio seencuentra el salón principal, con ungran piano de cola en el centro,hermosos sillones, cuadros y

Page 257: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

esculturas por todas partes.—Esto parece la casa de un

obispo, compadre —dice Juanvisiblemente impresionado.

—Sí. Pero a los de esta casales da igual la religión. Aquí eldinero es el dios verdadero.

—Pues eso, como la casa deun obispo; lo que yo te diga...

El padre de Pilar, que estásentado en uno de los sillones delsalón, se levanta al escuchar elcomentario de Juan, sorprendidopor esta voz que no conoce.

Page 258: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—¡Diego! Así que el guerreroestá de vuelta... ¿Cómo os ha ido?¿Le habéis dado lo suyo a losingleses?

El Señor Bottino se acerca y leda un abrazo a Diego, contento deque aún siga con todo en su sitio(por el bien de su hija), mientrasJuan vuelve a poner cara decordero degollado. Invisible, lo queyo te diga. Soy invisible... se repite.

—Bueno... nosotros les dimos,ellos nos dieron... Hubo de parte yparte. Pero ellos se fueron con lo

Page 259: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que vinieron a buscar y nosotros noles detuvimos —dice Diegoclaramente decepcionado.

—Sí. Ya me he enterado. Yvendrán más, por lo que tengoentendido. Con Cádiz bloqueadoesto se va a poner muy caliente.Pero en fin... Para eso estáisvosotros, ¿no? Así que si vuelvenno se irán de rositas. Pero supongoque ahora querrás ver a tu mujer —en este momento repara en el enjutoacompañante—. Tú debes serJuanillo ¿verdad?

Page 260: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Juan. Juan Salazar. Paraservirle. Y también me gustaría vera mi mujer... si no es molestia.

—Muy bien. Entonces me irépara dejaros tranquilos. Supongoque tendréis mucho de qué hablar.Pilar está en su habitación, arriba,ya sabes. Y la tuya...

—Ana.—Sí, Ana... Creo que debe

estar en la cocina. Por ese pasillo ala derecha.

Casi sin darle tiempo al SeñorBottino a despedirse, Juan se

Page 261: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

encamina por el pasillo de la casaque transcurre paralelo al patio porel que acaban de entrar. A través desus grandes ventanales puede ver lafuente y se pregunta cómo esposible que en una casa de estetamaño solo vivan dos personas ysu servicio. Cuando piensa en lasuya y la compara con esta casi leda la risa. Piensa acertadamenteque su casa cabría enterita, sinapretar mucho, en el salón del queacaba de salir, aunque no acaba decomprender para qué querría

Page 262: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

alguien tener una casa con diezhabitaciones, varios salones,pasillos, escaleras, un patio y vete asaber cuántas estancias más. Seimagina a su mujer atendiendo elmantenimiento de una casa así ycasi le da ripio pensarlo.

Mientras camina, su corazón,que poco a poco se había calmadomientras hablaban con el padre dePilar en el salón, vuelve a latir confuerza. Pasa la primera puerta a laderecha con decepción, tras ver quese trata de una habitación. Segunda

Page 263: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

puerta, segunda habitación, segundadecepción. Se acerca a la terceraconvencido de que esta ya debe serla cocina, pero su gozo en un pozo,ya que al abrir la puerta seencuentra un cuarto de baño deblancas paredes, como el resto dela casa, y con una bañera tallada enbronce en el centro. Ya casi alborde de la desesperación abre lacuarta puerta. Una cocina inmensase abre ante sus ojos. Una mujer deunos cincuenta años se afana enpreparar un desayuno en el que no

Page 264: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

falta de nada. Jamás había visto undesayuno así en su vida y estáseguro de que jamás lo verá. Peroni rastro de Ana. Una puertaentreabierta al fondo de la cocina ledevuelve las esperanzas y se dirigea la señora que lo mira casi conaire maternal, viendo laimpaciencia en sus ojos, yadivinando que este debe ser elfamoso Juan del que tanto le hahablado Ana.

—¿Ana? —pregunta Juan, casiimplorando.

Page 265: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

La señora solamente sonríe, ycon un movimiento de cuellomientras estira los labios endirección a la puerta entreabiertaconfirma a Juan el fin de subúsqueda. Juan se acerca, muydespacio, y por fin ve a Ana, deespaldas a la puerta, que aún no seha percatado de su presencia. Juanla observa sin decir nada. Ellaordena la despensa de la casa en laque se pueden encontrar artículosque Juan ni siquiera sabía queexistían, aunque no puede mirar

Page 266: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hacia ninguno de ellos. Solo la miraa ella, y se siente el hombre másafortunado del mundo. Piensa que side verdad existen los ángeles, Anadebe de ser lo más parecido quehaya sobre la tierra.

Ana se gira para salir de ladespensa y entonces le ve, apoyadoen el marco de la puerta, mirándola,y se queda petrificada, sin sabercómo reaccionar, mientras unalágrima se escapa de sus ojosnegros y corre por su mejilla.

—¿Juan? ¿Juanito? —dice al

Page 267: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

fin, dejando que las lágrimas brotenlibremente al ver a su marido, vivoy entero, de vuelta.

Juan ni siquiera contesta, seacerca a ella mirándola con cariñoy con su mano seca sus lágrimas.Los dos se funden en un abrazoeterno, y de pronto una simpledespensa se convierte en el lugarmás hermoso en el que han estadoen su vida.

—¿Estás bien? ¿Te hanherido? —le pregunta ella mientrasle coge la cara con las manos—.

Page 268: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Nos dijeron que los inglesesvinieron con muchos barcos ymuchos cañones, y que fue unabatalla enorme...

—Bueno... venir, vinieron.Aunque solo con dos barcos, que síque traían cañones de sobra, ajuzgar por los zambombazos quenos tiraron. Pero al parecer suintención era más la de robar que lade conquistar. Así que no mehirieron. En realidad no sé sillegaron a herir a alguien, aunquetodos llevamos leñazos hasta detrás

Page 269: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de las orejas, pero no de losingleses; unos de la leña quealcanzaron de los sargentos cuandose quisieron escabullir al oír loscañonazos, y otros, como yo, máshechos al campo que a la guerra,machacados de darnos contra labatería o contra todo lo que por allíandaba tirado, mientras corríamosde aquí para allá haciendo lo que senos encomendaba —le diceseñalándose una brecha en lapantorrilla, que se hizo, no sabemuy bien cómo, durante el

Page 270: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

despiporre.Ana le mira la herida de la

pierna y le vuelve a abrazar, y lepide que le prometa que no va avolver a Santa Cruz, ni a ningúnsitio con mar por el que puedanvenir barcos a robar, a conquistar oa tocar el tambor, mientras le cogede la mano diciéndole que vuelvana su casa para poder cuidar de él ycurar sus heridas, que para ella, sinduda, son las heridas de guerra máshorrorosas que está dispuesta a veren las escuetas carnes de su

Page 271: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pequeño gran héroe.—Vamos a casa —le dice ella

con voz dulce.—Pa’ luego es tarde —

contesta Juan.

—oOo—

Arriba, en la habitación de Pilar, elcuadro se ha repetido, salvopequeñas excepciones, poco más omenos de la misma manera. Diego,que aceptó los arrumacos cariñosos

Page 272: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de Pilar sin demostrar, al menosdemasiado explícitamente, susganas de pasar a platos másplacenteros y menos belicosos queaquellos en los que se había vistoenvuelto tan solo dos días antes,empieza a mirarla con gesto muchomenos casto, mientras poco a pocole desata el pañuelo que lleva sobrela cabeza, cubriendo su pelo sedosoy ondulado de un negro azabache,mientras ella, no con demasiadaconvicción, hace ver que se lo ponedifícil (que es lo que toca, sobre

Page 273: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

todo en casa de su padre). Diego,viendo que la oposición queencuentra es más bien testimonial,retira suavemente el pelo de Pilarque ahora cae sobre sus hombros, yacerca lentamente los labios a sucuello dejando que sienta el calorde su respiración antes besarla.Toda la piel de Pilar se eriza,mientras las fuertes manos de Diegorecorren su cuerpo y comienzan adesatar la abultada falda (desnudara una mujer en estos días es comoquitar, capa por capa, todas las de

Page 274: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

una cebolla... casi dan las mismasganas de llorar...), que, tras unosminutos de trabajo, caepesadamente al suelo. Pilar besasuavemente los labios de Diego ysiente crecer la excitación de estecuando pega su cuerpo al suyo,sintiéndole incluso a través de todala ropa que aún lleva puesta. Cadavez con menos suavidad, Diego casiarranca la enagua que le separa dela piel de su mujer, mientras ellahace lo propio con su camisa,mordiendo su musculoso pecho con

Page 275: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pasión. La respiración de ambosresuena como un vendaval de airecaliente, mientras se besan, sehuelen, se saborean, se muerden ysienten el calor de sus cuerposentrelazados como si fuera laprimera vez. Diego se agachapasando su brazo derecho pordetrás de las piernas de su amante,levantándola en peso mientras lemuerde los labios, acercándose a lagran cama coronada por cuatromástiles de madera tallada, ytendiéndola boca arriba sin dejar de

Page 276: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mirar sus ojos, y su boca, queabierta por la excitación dejaentrever sus blanquísimos dientes.La mano de Diego desata concuidado la camisa de seda, cerradaa la espalda de ella, dejando quesus pechos pequeños y firmes seliberen. Pilar, cuya respiración escada vez más acelerada, lo miracon los ojos entreabiertos mientrascon sus manos lo atrae hacia sí, y loatrapa con sus moldeadas piernasmostrándole el camino. Un gemidoentrecortado, que Diego acalla con

Page 277: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sus besos cariñosamente, escapa desus labios cuando por fin siente quesu amante se adentra en ella, cálidoy suave, fundiéndosedefinitivamente como si fueran unosolo.

Hambrientos el uno del otrocomo están, tan solo son capaces decontener su excitación durantebreves minutos. Minutos en los quese sienten como si estuvieran solosen el mundo, y que no hay nada másimportante que conquistar que lapiel del otro. El resto del día lo

Page 278: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

dedicarán a ofrecerse todo lo quesus jóvenes cuerpos y susapasionados corazones tienenguardado, tras tanto tiempo deinvoluntaria separación.

—oOo—

El atardecer va llegando, y en LaLaguna, como casi siempre que nohace calor (que entonces te cocinasvivo, a fuego lento), hace un fríocurioso. La finísima lluvia que a

Page 279: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

esta hora tiene a bien regalar con supresencia a los pocos valientes queaún pasean por las calles de laciudad, cae para todos los ladosposibles menos para el que se lesupone (o sea, hacia abajo, comoDios manda) dependiendo de haciadónde sople el caprichoso vientolagunero, haciendo que lo mismo tecale desde un costado como desdeel otro, o de abajo para arriba, apoco que se ponga juguetón. Coneste panorama, los únicos felicesson los cientos de verodes que

Page 280: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

adornan todos los techos,abriéndose paso entre las rojizastejas, que se sienten en su casa enmedio de este viento y estahumedad. Pero en casa de Juan seestá razonablemente bien. Lasanchas paredes de piedra encaladason un magnífico aislante que hacenque la temperatura en el interior semantenga constante, tanto en losdías más cálidos del verano comoen los más fríos del invierno. Yahora, después de todo lo que hatenido que pasar durante el tiempo

Page 281: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que estuvo en Santa Cruz, lejos desu casa y de los cuidados de sumujer, Juan siente que está en elmismísimo paraíso.

El olor del potaje de berrosque Ana cocina a fuego lento lereconforta sin llegar siquiera aprobarlo, y la visión de su mujeramasando el gofio mezclado conmiel de palma que servirá deacompañamiento es sin duda uncuadro mucho más evocador que elque representan los sargentos delbatallón, sable en mano, cagándose

Page 282: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

en todo a poco que se levanten conel pie izquierdo.

Tras pasar el día haciendo usodel sacramento del matrimonio,Juan acaba de abrir un ojo alllegarle el olor de lo que Ana estápreparando. Definitivamente,piensa, esto es el paraíso.

—Hola dormilón. ¿Cómo estámi héroe? —le pregunta Anamientras se recuesta sobre él y lebesa juguetona.

Juan, aprovecha la ocasiónpara volver al ataque, pero Ana,

Page 283: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que lo ve venir, le amaga como side un toro de lidia se tratara.

—Tranquilo, torito. ¿No hastenido bastante?

—¿De ti? Nunca.—Pues ahora toca comer de

verdad. Tienes que recuperar esecuerpo, no sea que después todo sete quede en la intención... —diceAna entre risas.

La luz del día es ya solamenteun leve recuerdo en la pequeñaventana de la casa, y la luz de lasvelas ayuda a crear un ambiente

Page 284: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

más íntimo. Tras un rato durante elcual Juan dio buena cuenta de todolo que sobre la mesa le puso sujoven esposa, mientras ella, casi sinprobar bocado, se dedicó a mirarle,Ana vuelve al fuego, y el olor de loque prepara llama la atención deJuan.

—¿También tenemos postre?—Bueno... no es un postre,

pero te sentará aún mejor.Juan se acerca a husmear y el

fuerte olor de la mantequilla decabra hirviendo sobre el fuego casi

Page 285: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

le tira de espaldas.—¿Mantequilla de cabra?

¡Pero si acabamos de cenar!—Esto no es para cenar, es

para untártelo en el cuerpo.Aunque a Juan, lo de que sea

para untárselo en el cuerpo leparece un plan bastante sugerente,el olor de la mantequilla le siguepareciendo demasiado intensocomo para dejarse pringar con eso,por muy divertido que pueda sonaren boca de su mujer.

—Yo casi prefiero que lo

Page 286: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hagamos sin untarnos pegotes en elcuerpo. A mí me gustas tú hasta sinmantequilla —le dice mordiéndoleel cuello a Ana.

—¡Mira que eres bruto! ¿No teenseñaron nada tus padres? Esto espara tus magulladuras. Te aliviará.Se lleva utilizando durantegeneraciones. El que no aprende lascostumbres de los viejos, jamásaprenderá nada. Así que tiéndete ydéjate de besitos.

Tras un rato dejándose untar laolorosa mantequilla de cabra por

Page 287: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

todas sus magulladuras, y sin dejarde quejarse como si fuera una ovejaa la que estuvieran esquilando, Juanse quedó dormido sobre la cama,cubierto con las pieles de oveja queAna dispuso para que su pequeñoguerrero descansara. La llegada dela noche acercó a Ana a la realidadde que, por la mañana, antes inclusode que el sol asomase por el Este,Juan se volvería a ir. No pegó ojoen toda la noche. Solo le miró,viendo sus rasgos desdibujarse bajola luz inconstante de una pequeña

Page 288: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

vela.Por más que intentó que Juan

le prometiera que esta vez noacudiría a su puesto en Santa Cruz,no lo consiguió. Él le habló de loshombres junto a los que luchó,hombro con hombro, de Diego, detoda la gente que, como él, se habíavisto envuelta en aquella batalla, yde cómo todos ellos tenían tanpocas ganas como él de estar allí,el mismo miedo y los mismosdeseos de volver con sus familias.Y de cómo, a pesar del miedo que

Page 289: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sentía de volver allí, esta vez nopodía echarse atrás. Aunque eraperfectamente consciente de que supresencia junto a aquellos valientesno tendría la menor influencia en elresultado final de la batalla, si esque esta llegaba a producirse,sentía que no podía fallarles.

Aún sin que hubiera llegado elamanecer, los golpes de Diego en lapuerta de la casa resonaron en elinterior de Ana como una tormenta.

Cuando Juan salió por lapuerta, ella casi no pudo ni

Page 290: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

despedirse de él, pero contuvo susganas de llorar. Le mirópreguntándose qué podría hacer supequeño marido para cambiar nadaen esta guerra. No encontrórespuesta.

—No te preocupes. Prontoestaré de vuelta. Quizá ni siquieravuelvan por aquí. En unos díasestaré en casa, contigo... pero estavez sin mantequilla...

—Pues procura venir sin unrasguño, o te unto hasta las cejas...

Page 291: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO VI

Castillo de SanCristóbal. Santa Cruz deTenerife. 27 de mayo de1797 SANTA Cruz tiene sus ojosclavados en el mar desde hace unmes. Solo hay azul. Cierran los ojosy ven azul por todas partes.Cualquier barco que pasee por el

Page 292: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

horizonte les hace saltar con elcorazón en un puño. Nadie duermetranquilo en la ciudad, y cadahombre, mujer o niño, pasa lashoras muertas mirando al mar,esperando encontrar por fin lasvelas inglesas acercándose a travésdel inmenso mar azul, interrumpidotan solo por las blancas crestas delas olas que rompen la monotoníade un color que cada día se lesantoja menos evocador.

El gran catalejo apoyado sobreel ojo derecho del general parece

Page 293: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ya una prolongación de su propiacara. Desde lo alto del castillo,vigila. Sabe que el día se acerca.Desde que las dos fragatas inglesasapresaron a la San Fernando, lapresencia de barcos enemigosfrente a la costa de Tenerife esconstante. Como tiburones cercandoa su presa, se les puede verpasando a un lado y a otro,incansables e impunes. El 26 deabril, una fragata se pudo ver desdetodos los puntos de la líneafortificada mientras cruzaba

Page 294: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

estudiando las defensas de la isla,siempre fuera del alcance de lasbaterías tinerfeñas. Tres días mástarde, otras dos fragatas lasiguieron, con igual impunidad, conlas mismas intenciones e igualmentefuera de alcance. Con la flotaespañola bloqueada en Cádiz tras lavergonzante derrota del 14, como seconoce ya a la batalla de SanVicente, las aguas canarias se hanconvertido en un corredor diáfanopara la flota británica, que se paseasin oposición alguna, mostrándose

Page 295: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sin pudor y maltratando los nerviosde los defensores. Hoy todos estánen sus puestos. Cada batería de laciudad tiene a todos sus hombreslistos y dispuestos a servir suspiezas. Las mechas humean. Loshombres sudan. Algunos rezan. Perotodos y cada uno de ellos tienen ensu recuerdo el últimoenfrentamiento con el enemigo. Nose oye una sola voz.

Al amanecer, un grupo develas apareció justo delante de laciudad. No cruzaba frente a la isla,

Page 296: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

como las anteriores, sino que másbien parecía dirigirse hacia lamisma. A medida que avanzaba lamañana, las velas se fueronhaciendo más y más grandes, hastadejar ver perfectamente los tresmástiles de cada una de las dosfragatas, que ahora reducen trapo,aminorando la velocidad,nuevamente al límite del alcance delas defensas costeras. Los hombresse miran unos a otros con lamismísima cara del cochino quellevan al matadero. Algunos, en

Page 297: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cambio, como Diego Correa, tienenlos ojos clavados en aquellosbarcos, los músculos en tensión,casi deseando que de una vez seacerquen y luchen, harto de verlospasar una y otra vez frente a lacosta sin hacer nada más que mirar,teniéndolos confinados en suspuestos, un día y otro día, durantemeses. A su lado, Juan, que adivinaen su mirada los deseos de empezarla batalla, reza entre dientes paraque sigan pasando todo lo que lesdé la gana frente a la costa, aunque

Page 298: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

eso les obligue a quedarse día trasdía sentados allí, a verlas venir,aunque se le despelleje el culo, contal de no verse en medio de otrodespelote de cañonazos, pólvora ygritos; que solo de recordarlo se leponen de corbata.

En el catalejo del generalGutiérrez se ven las dos fragatasallí mismo. Tiene la sensación depoder tocarlas si estira la mano. Elgeneral puede ver a los hombresque sobre cubierta se afanan en lamaniobra, orzando ambas fragatas

Page 299: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

al unísono; los marineros subidos alos palos, arriando velas, losoficiales en el alcázar dando lasórdenes, con sus uniformesimpolutos y sus sombreros de dospicos calados hasta las cejas. Másbonitos que un San Luis.

—Don Esteban, reúna ungrupo de hombres armados ydiríjase al muelle.

Don Esteban Benítez de Lugo,Capitán de Granaderos, seencuentra al lado del general en elCastillo de San Cristóbal. Asiste

Page 300: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

como todos los demás alespectáculo, con la misma cara depocos amigos que el resto pero conmenos canguelo que la mayoría delos hombres. Al fin y al cabo,piensa, para eso están allí, para esoes militar y para eso lleva toda suvida en el ejército. Así que por loque a él respecta, si los inglesitosquieren leña, madera no va a faltar.

—A la orden, mi general.¿Qué pretenderán estospresentándose con dos fragatas y aplena luz del día? —se pregunta el

Page 301: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

capitán, casi de forma retórica.—No creo que se vayan a

poner a pescar, capitán. Ni creo queestén en condiciones de plantearbatalla con tan escasas fuerzas y ala vista de nuestros cañones. Asíque lleve a su traductor. Yo diríaque hoy tendremos visita.

Como si le hubieranescuchado, sobre la borda de lafragata situada más al sur, loshombres descienden un pequeñobote con cinco hombres a bordo,hasta que queda flotando,

Page 302: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

zarandeado por las olas junto a laborda de estribor de la fragataMinerve. Las portas de sus 44cañones se encuentran abiertas ypor ellas se adivinan, más que seven, las cabezas de sus artillerosobservando las defensas desde susoscuros y húmedos puestos decombate. La leve brisa y el batir delas olas contra la costa son losúnicos sonidos audibles cuando loscuatro remeros del bote arriado porla Minerve comienzan a bogarpesadamente hacia su destino. El

Page 303: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

oficial que encabeza la comitivaporta una bandera blanca en sumano derecha, que ondea lo másalto que puede, por si acaso,mientras se acercandesesperantemente lentos hacia las91 bocas negras de los cañones queesperan, flanqueados por cientos dehombres, a los que, aunque aún nopueden ver, imaginan,acertadamente, con unas ganasirrefrenables de pasarse la banderablanca por los bajos y borrarlospara siempre de las cartas náuticas

Page 304: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

a cañonazos.—¡Por el culo! ¡Por el

mismísimo ojete les metía yo labanderita blanca! —dice unsoldado mientras se acercan almuelle.

El capitán Benítez de Lugo leescucha y se gira hacia él sin dejarde caminar hacia donde se suponeque llegarán los ingleses,informándole muy educadamente deque, si le vuelve a oír una solapalabra, al que le va a meter labayoneta por el culo va a ser a él.

Page 305: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

El soldado cierra la boca y continuasu marcha, como todos los demás;derecha, izquierda, derecha,izquierda, y toda esa parafernalia,no sea que los ingleses se crean queaquí no sabemos desfilar, con lasbayonetas caladas y toda la malaleche del mundo corriendo por susvenas, viendo que después dehaberse llevado un barco por lacara, haberse cargado a varios desus compañeros y haberlescañoneado a todos con inglesa malaidea, se presentan aquí como si tal

Page 306: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cosa y no se les puede devolver lacortesía a balazos porque llevan untrapo blanco atado a un palitroque.Pero así está montado esto de laguerra, y si hay pañito blanco, novale romperles los cuernos a losque lo llevan, aunque todos sepreguntan por qué los ingleses nopreguntaron la última vez si ellosquerían que les cañonearan y encambio ellos sí tienen que hacercaso a que ahora sean los mismosingleses los que no quieran. Pero secallan y siguen desfilando hasta

Page 307: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

llegar a la escalera del muelle,donde esperan formados a que elbote salve la distancia que aún lesepara de ellos mientras lo vensubir y bajar sobre las olas, y lepiden a Dios, fervorosamente, queuna de esas olas lo estampe contralas rocas; para que se jodan, ellos ysu puñetera banderita de loscojones. Pero los ingleses siguenacercándose y esa ola no llega. Yacasi pueden ver sus caras desde elmuelle. Todos notan la tensión ensus músculos y sienten acelerarse

Page 308: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

los latidos de sus corazones.Desde el resto de posiciones

de la línea, los hombres observancon inquietud cómo el pequeño botellega al muelle, mientras los dosbuques de guerra siguen fondeadosfrente a ellos. Al llegar, losremeros elevan los remos envertical para facilitar el atraque,mientras los que los miran apenaspueden escuchar al oficial queviene con ellos dando las órdenesque de todas maneras noentenderían.

Page 309: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—¡Ojalá los fusilen nada másbajar, por hijoputas! —diceJuanillo desde la batería de LaConcepción, mientras ve a lossoldados canarios rodeando laescalera por la que empiezan asubir los ingleses.

Al escucharlo, uno de lossargentos se acerca por detrás y leda una patada en el culo haciéndolecaer de bruces.

—¡Al próximo que abra laboca le pego un tiro! ¡Así queatentos y a callar!

Page 310: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Juan se queda tendido en elsuelo doliéndose del golpe,mientras Diego le tiende la manopara ayudarle a incorporarse. Diegose reprime para no agarrar por elcuello al sargento y tirarlo al mar,pero siente la adrenalina corriendopor sus venas como un torrente,preguntándose si ese cabrón tendríalos huevos de hacerle eso a él.

—Controle a sus hombres,Correa.

—A sus órdenes, mi sargento—contesta Diego entre dientes y

Page 311: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

con los músculos brillando de larabia, mientras le mira directamentea los ojos.

Mientras tanto, en el muelle,diez de los hombres bajo el mandodel capitán Benítez de Lugo hacenun corro junto a las escalerasapuntando con sus mosquetes hacialos cinco hombres que subenparsimoniosamente. El oficialinglés da la bandera blanca a unode sus hombres, que ahora, de día yasí de cerca, piensa José Pérez, delregimiento de milicias de La

Page 312: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Laguna, no parecen tan temibles.Los ve más bien blancuchos, paracomo suele ser un marino que andatodo el santo día en el mar, y no leparecen más bestias que la mayoríade los hombres que les rodean. Almenos en su imaginación, cuando sedesató el pifostio de hace un mes,estos tipos debían de medir almenos tres metros de alto. Ahorarespira aliviado al ver que son tanhumanos como ellos mismos.Aunque a juzgar por la cara delprimero de ellos, mucho más

Page 313: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

chulos.—Quita esa cara o te la

cambio yo de una hostia, paliducho—dice uno de los hombres al ver lacara desafiante del primer inglés,que parece estarse riendo de ellosen la cara.

—What? —contesta el inglés,desafiante.

—¡Que me cago en tu británicamadre!

—¡Soldado! —le llama laatención el capitán.

—... susórdenes.

Page 314: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Los cuatro marineros inglesesflanquean a su oficial, mientraseste, rodeado por los mosquetesespañoles, saluda al capitánBenítez.

—Hi —dice el inglés.—Hola —traduce el

intérprete, haciendo que el capitánBenítez se gire para mirarlo, comopreguntándole si se cree que esgilipollas.

El inglés muestra una carta quelleva en su mano, mientras solicitaal capitán que le lleve con el oficial

Page 315: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

al mando de la plaza paraparlamentar. El traductor, traduce,que para eso está, y el capitánconsiente, con cara de estar un pocohasta las narices de la traducciónsimultánea. Mientras hablan ytraducen, intentando, no sindificultad, entenderse los unos a losotros, los ingleses no dejan demirar a su alrededor, prácticamentesin prestar atención a quienes lesrodean, más interesados, sin duda,en observar hasta el más mínimodetalle de las fortificaciones

Page 316: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cercanas. El capitán, que se dacuenta, ordena a los hombresformar en torno a los ingleses yconducirles hasta las cercanías dela entrada del cuartel de SanCristóbal. Mientras caminan muellearriba, todos los artilleros de cadafortificación tienen sus ojosclavados en ellos. El capitánBenítez delante, abriendo camino,los ingleses detrás con su oficial alfrente, rodeados por 20 milicianosque a bayoneta calada apremian alos extranjeros para que muevan el

Page 317: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

culo y miren adelante. Los ingleses,cada vez más descaradamente,observan las baterías del muelle, lalínea de fortificación, los muros delcastillo, y hasta parece que cuentanlas baterías y los hombres de laplaza. Al llegar a la entrada delcastillo, el capitán Benítez ordenaque se detengan y con un gesto haceentender al oficial inglés que leacompañe dentro, mientras le diceal traductor que si se le ocurretraducir el gesto lo tira al agua deuna patada en los huevos. Los otros

Page 318: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cuatro se quedan a las puertas,rodeados por los hombres delcapitán, mientras este se adentra enel castillo seguido del oficialinglés, que no pierde detalle detodo lo que hay a su alrededor, y deseis soldados tinerfeños. Los cuatromarineros ingleses hacen casoomiso de las indicaciones de susguardianes y se girandescaradamente mirando en todasdirecciones. Solo les falta sacar unpapelito y ponerse a hacer uncroquis. José Pérez, viendo el

Page 319: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

panorama, y que el capitán ya se haadentrado definitivamente en elcastillo, pincha con la bayoneta enlos riñones a uno de los ingleses.

—Mira pa’lante o te reviento—le dice entre dientes.

El marinero inglés se girahacia él, y con cara de guasa leondea la banderita blanca en lasnarices mientras le sonríemostrándole sus dientes amarillos.José le mira a los ojos, le devuelvela sonrisa, y le endiña un culatazoen la cara haciéndole caer de

Page 320: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

espaldas escupiendo sangre ydientes mientras los demás ingleseslevantan las manos, ahora muchomenos contentos.

—¡Tu banderita me la paso yopor el forro de los cojones!

Los otros ingleses le ayudan alevantarse mientras los canarios, apunta de bayoneta, los llevan contrala pared del castillo. Esta vez losingleses no rechistan.

Dentro, el capitán llega hastala puerta de la estancia donde seencuentra el general. El teniente

Page 321: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Calzadilla les abre la puerta y leshace pasar. El general se encuentrasentado tras una gran mesa demadera, con su ondulada pelucablanca y su aire señorial, frente auna pequeña ventana desde la quepuede ver el muelle y las dosfragatas inglesas. Parece no hacercaso alguno a sus visitantes y dejaque sea el teniente quien lleve laconversación.

—A la orden, mi teniente —dice el traductor—. El oficialinglés me ha entregado esta carta de

Page 322: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

su comandante, el capitánHallowell.

El teniente recoge la carta y laabre con intención de leerla, hastaque cae en la cuenta de que la cartaestá en inglés y que él no tiene niidea de hablar dicha lengua, por loque le devuelve la carta altraductor, que no deja escapar niuna leve sonrisa para que no se laquiten de un guantazo, aunque pordentro se está partiendo la caja delpecho de la risa.

—El capitán Hallowell

Page 323: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

solicita que le sean entregados losprisioneros británicos que podamostener retenidos, señor.

—¿A cambio de? —preguntael teniente.

El traductor se gira y le repitela pregunta al oficial inglés, queestá mirando hacia el general comosi su sola presencia leimpresionara. Al escuchar lapregunta, el oficial solo se encojede hombros. El teniente se girahacia el general, que le devuelve ungesto con la mano diciéndole que

Page 324: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

siga él mismo con la negociación, sies que a esta desfachatez inglesa sele puede llamar negociar, parecepensar el general, a juzgar por sugesto severo y contrariado.

—Dígale al inglés que aquísolo tenemos a diez ciudadanosbritánicos, y que losintercambiaremos por losprisioneros españoles que ellostengan a bordo.

El traductor le expone aloficial los términos de lanegociación y se sorprende al

Page 325: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

escuchar de boca del inglés queellos no tienen ningún prisioneropara intercambiar. Cuando se lodice al teniente, este se acerca aloficial con cara de pocos amigos,pero antes de decirle las cuatrocosas que está pensando decirle, enespañol, pero estas sí, entendibleshasta por el inglés, el general segira e interviene.

—Está bien, teniente —dicecon gesto tranquilo— Estos yatienen lo que han venido a buscar.

—Sí, pero, mi general...

Page 326: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

El general le detiene con ungesto de la mano, mientras se dirigeal traductor.

—Dígale a este señor, que poraquí las negociaciones van en dosdirecciones. Y que si nada tiene queofrecer, nada se llevará. Y que lesruego que entiendan que la próximavez que se presenten aquí,obviamente sin la menor intenciónde entablar una negociación decaballeros en la que tengan algo queofrecer, pensaremos que susintenciones son distintas a las

Page 327: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pretendidas, y que en ese caso,haremos caso omiso a la banderablanca.

El traductor traslada laspalabras del general al oficialinglés, sin cambiar ni una coma, yeste las recibe con gesto sonrientemientras hace una media reverenciaal general y mira hacia el CapitánBenítez de Lugo, haciéndole verque aquí han terminado lo quevenían a hacer. El capitán,nuevamente, reprime las ganas deborrar la sonrisita del inglés a

Page 328: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

rebencazos y abandona la estanciadel general seguido de sus hombres.

Al llegar a la puerta exteriordel castillo, puede ver a los demássoldados rodeando a los marinerosbritánicos, apuntándoles con susmosquetes, y casi todos dándolesrecuerdos para sus respectivasmadres británicas que tuvieron laperegrina idea de parirlos así dehijos de puta. Aunque los inglesesno entienden un carajo, el tono y lascaras de los canarios son losuficientemente explícitos como

Page 329: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

para que dejen de hacerse lossimpáticos, y como prefieren volvera su barco con todos los dientes, secallan, que para lo que tienen quedecir, bastante han hablado.

En ese momento el capitánrepara en el charco rojo que hay enel suelo, frente al marinero que aúnescupe lapos de sangre con una carade mala leche importante.

—¿Qué le ha pasado a estegilipollas? —pregunta el capitánseñalando al desdentado.

—Parece que con la mierda

Page 330: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que comen en esos barcos tienenalgún problemilla de encías, micapitán. A este se le cayeron losdientes solos. Nos tiene muypreocupados, la verdad... —dicecon guasa José.

El capitán mantiene lacompostura para no despiporrarsede la risa. Al fin y al cabo, él tienelas mismas ganas de reventarle laboca al capullo del oficial y no estádispuesto a calzarse a uno de sushombres por un quítame allá esosdientes.

Page 331: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Deberían comer más fruta...(los pobres...) Ahora llevemos aestos espabilados a su bote. Y sialguno de ellos se gira, dice lo quesea, o vuelve a poner carita decachondo, me voy a encargarpersonalmente de que también se lecaigan los dientes solitos —concluye el capitán ante las risas desus subordinados.

Los milicianos, nuevamente apunta de bayoneta, conducen a losingleses, esta vez mucho más seriosy calladitos que antes, mientras los

Page 332: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hombres que se van encontrandopor el camino les dicen de todo y sedescojonan abiertamente al ver laboca del desgraciado inglés, que sedejó los dientes y la chulería frentea la puerta del castillo. Una vez enel bote, el oficial inglés dedica unamirada desafiante al CapitánBenítez de Lugo, que estecorresponde con la más sarcásticade sus sonrisas, mientras losmilicianos siguen apuntando a losdel bote que se aleja tan lentamentecomo vino.

Page 333: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—oOo—

En el Castillo de San Cristóbal, elgeneral sigue observando las dosfragatas que, una vez recuperado elbote y a sus marineros, se alejanhacia alta mar. Ya no le cabe dudade que el ataque se producirá, trasla visita de la que acaban de sertestigos directos, viendo que elúnico interés de sus visitantes era elde recabar información acerca delas defensas de la plaza.

Page 334: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Dé orden de que a partir dehoy mismo se doblen las guardias—le dice al Teniente Calzadilla—.Y dé orden igualmente de que seproceda a desestibar la fragataPrincesa y que, les guste o no, sedestinen 60 hombres cada noche abordo de la misma para suprotección.

—A sus órdenes.—Ya tenemos bastantes

problemas por aquí, y ahora contanto barco cargado en la bahía nopueden sino que empeorar.

Page 335: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

En efecto, además de LaPrincesa, que por supuesto sigue sinmoverse de la bahía tras elapresamiento de la fragata SanFernando, son muchos los barcosque han ido llegando al soco de laplaza de Santa Cruz. Bergantines detodas partes buscan refugio bajo loscañones isleños, e incluso unacorbeta francesa, La Mutine, que sededica, tal como los ingleses, a lasrentables labores corsarias, seencuentra fondeada junto a la radade Santa Cruz. Se rumorea que,

Page 336: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

además de atacar barcos como elque ya la trajo aquí en el mes deagosto cuando tras apresar elbergantín portugués, Ntra. Sra. DelRosario, lo arrastró hasta Tenerifepara subastarlo, esta vez, La Mutinetiene encomendada una misión sicabe más importante y muchomenos agradable para los enemigosingleses, que no es otra que la dedirigirse a la India con la intenciónde sobornar a sus gobernadores,instándoles a la rebelión contra loshijos de la pérfida Albión. Todos

Page 337: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

estos pensamientos rondan sin pararla cabeza del general, que viendocómo, cada día con más frecuencia,las fragatas enemigas son vistascampando a sus anchas por losmares canarios, piensa que losenemigos tienen motivos más quesobrados para presentarsenuevamente por allí. Y esta vez sinbandera blanca.

Page 338: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO VII

4 de junio de 1797.Santa Cruz de Tenerife LA mitad de la gente estaacongojadita perdida de tanto verfragatas inglesas pasearse pordelante de sus narices persiguiendoa todo barco que se acerque,intentando apresarlos con susbotines antes de que lleguen bajo elrefugio de los cañones isleños. La

Page 339: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

otra mitad está hasta losmismísimos timbales deexactamente lo mismo, peroprefieren que se presenten de unavez, con tambores, cañones,gorritos de dos picos o de tres o delos que les dé la gana, velitas y lamadre que los parió, y que se bajende los barcos y se líen a mandoblelimpio, si tienen lo que hay quetener, cara a cara, para partírsela, sise puede, y acabar con tanto paseo,tanto ataque a la zorrina, connocturnidad, alevosía y mala idea;

Page 340: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

llevándose barcos de delantemismo de sus narices, sin que ellospuedan (o sepan) hacer nada porevitarlo. Aunque Juanillo no esprecisamente partidario de estaúltima posibilidad, ya que viendolos cascabeles que se gastan losingleses una y otra vezpresentándose en mitad del puerto,robando barcos, matando a gente yliándose a cañonazos, para al díasiguiente volver en un botecillofiándolo todo al famoso trapilloblanco, no está por la labor, ni

Page 341: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mucho menos, de ver si pueden o nopueden partirles la cara, así, decerquita, sin tanta coña marinera,porque no pueden, piensa, tanconvencido de eso como de que leencantaría poder. Por mamones.Sobre todo después de la últimaafrenta inglesa, que ni cortos niperezosos, solo dos días después deaparecer con la banderita blanca, sevolvieron a presentar en la bahíacon dos fragatas a las tantas de lamadrugada (los cabrones, ni elsueño respetan..., se decía esa

Page 342: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

noche Juanillo), bajaronnuevamente sus botes forrando losremos para no hacer ruido y, con unpar, se acercaron más de 100hombres y abordaron el corsariofrancés La Mutine que habíallegado hacía dos días. Y esta vezno había cuatro gatos en el barquitoen cuestión como cuando sellevaron la San Fernando, sinociento y la madre (lo de la madre nose ha confirmado), pero losseñoritos, siempre mostrando máshuevos que botas, lo abordaron

Page 343: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

igual. Y se lió la de Dios es Cristo.Los franceses comenzaron adispararles y los ingleses, para noser menos, pues lo mismo, y así sedesató un fandango de fusilería quedespertó a todo el mundo en SantaCruz, incluido el Rastrojo, queacudió como siempre con unaslegañas como albóndigas y con lascanillas temblonas del sustomientras a bordo del barcopalmaban los unos y los otros comosi les sobraran; ahora un inglés conuna bala en la cabeza, ahora un

Page 344: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

francés con un hachazo en elbrazo..., y así hasta varias decenaspor ambos bandos hasta que losfranceses, un poco más alérgicos alparecer a las balas y los sablazos,dijeron que «Oui» y que para ti labarquita, y los ingleses se hicieroncon el control del corsario quenuevamente intentaron sacar a altamar a fuerza de vela y remos desdelos botes antes de que los volarandel mapa.

En Santa Cruz nadie se podíacreer que los ingleses les hubieran

Page 345: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

repetido la misma jugadita yandaban medio dormidos, medioasustados, medio encabronados,medio de todo menos a lo que hayque estar. En el Castillo de SanCristóbal, el general tenía unvisitante inesperado: D. LuisEstanislao Xavier Pommies,Capitán del barco que les estabanbirlando en los morros, francéspara más señas, que se habíaquedado en tierra con otros 43 desus hombres (que es más divertido)y con una mala idea importante, lo

Page 346: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que quedó claro cuando al llegarjunto al general y ante la sorpresade todos, el gabacho cabroncetedijo que si no es «pa’ mí» no es«pa’ nadie», y dio orden dedisparar a su propio barco yhundirlo con más de cien de sushombres a bordo.

«Que se hubieran espabilado»,pensaría el fulano, más ancho quelargo... «¡Hijo la gran puta!»,pensarían sus hombres a bordo delbarco al recibir los cebollazos...«Son franceses, por mí como si se

Page 347: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

los folla un pez», decía José Pérezviendo el carnaval en primera línea.

Aunque esta vez el barco quese trataba de hundir era aliado, loshombres cumplieron las órdenes ytodas las baterías se pusieron a losuyo, pumba, pumba, pumba; vengaa cargar, disparar, refrescar yvuelta a empezar, y las balassilbaban por el aire, y la línea decosta se iluminaba, y las columnasde agua se levantaban en torno albarco francés, mientras Diego, alque tampoco le parecía muy mala

Page 348: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

idea sacudirles zurriagazos a losfranceses, que le caían tan mal opeor que los ingleses, no paraba degritar ¡Fuego! ¡Fuego! ¡Fuego!, yJuan, tiznado de pies a cabeza (queen su caso, tampoco es muchotiznar), corría como el que más ymedio asfixiado por el humo y elesfuerzo le preguntaba a Diego:¿pero no quedamos en que losfranceses eran de los nuestros? Mela sopla, contestaba Diego, quevolvía a gritar ¡Fuego! ¡Fuego!

Los meses de instrucción y la

Page 349: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

experiencia del combate anteriorcontra los ingleses parecían habersurtido efecto y, tras unos primerosdisparos poco certeros, lascolumnas de agua que se levantabanjunto al francés señalabanclaramente el error, y los hombresrectificaban sus tiros volviendo aafanarse con las baterías, pumba,pumba, pumba, pumba,pumpumpumba. Y esta vez sí, lasbalas alcanzaban su destino;craaaac, raaaaca, craaaac, tresbalazos en la misma lumbre del

Page 350: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

agua hacían estremecerse el barcode proa a popa. ¡Tomaaaa! ¡Ajoderseeeeee!, gritaban losartilleros ciegos de júbilo, mientrasel Capitán Pommies empezaba amosquearse de que se sintieran tanufanos de alcanzar su barco, aunquefuera a consecuencia de su orden, yel general, a su lado, le miraba y seencogía de hombros con cara dedecir: «haberte espabilado».

Pumba, pumba, pumba, seguíanrugiendo las baterías, cada vez másrápidas, alentadas por los aciertos

Page 351: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

anteriores, y otros dos balazosretumbaban en La Mutine, que aesas alturas ya hacía agua a base debien. Pumba, pumba, raaaca,raaaca, dos lambriazos más quereventaron el casco, mientras elcapitán, casi con grima («a buenashoras», se decían todos lospresentes) se imaginaba losastillazos volando dentro de subarco, desmembrando y reventandoa su propia gente.

Y así, hasta ocho cañonazosrecibió el barco gabacho antes de

Page 352: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que sus captores pudieran sacarlodel alcance de las baterías, hechoun colador y a punto de irse alfondo. Pero lo sacaron, aunquefuera a cuestas y tuvieran quefondearlo en Los Cristianos paracoserlo a parches y poderarrastrarlo hasta Portugal.

Hoy, seis días más tarde, todoel mundo sigue en su puesto, ya sinla algarabía que había supuesto elacertarle al barco al quedisparaban, aunque no fuera inglés,que al menos ya le habían dado a

Page 353: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

algo, que ya era hora, se decían,sino más bien preocupados por elhecho de que a día de hoy losingleses siempre se habían ido derositas cuando habían decididosacudirles estopa o birlarles unbarco, y eso, coincidían todos,como mínimo, no era muy buenaseñal en caso de que se presentaranbuscando mayor botín. Y como estamañana todos se han levantado conla visión de dos fragatas inglesasdetenidas frente a la plaza, eltembleque es general.

Page 354: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Ya están aquí otra vez estoscabrones —murmura Juanillo,cagadito perdido, junto a Diego.

Sus ojos, como los de todoslos demás, están fijos en elhorizonte, clavados en las velas deesos barcos que cada vez lesparecen más grandes, con máscañones, más peligrosos. Sepreguntan unos a otros intentandoadivinar cuáles son las intencionesde los ingleses hoy, cuandoforzando la vista, a duras penas,Juanillo cree ver a los hombres de

Page 355: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

una de las fragatas arriando un botehaciendo que la escena le resultefamiliar.

Cuando los marineros del botellevan tan solo unos minutosremando, molestados por las olasque parece que hoy han amanecidojuguetonas, desde la costa se puedever que el hombre que va sentadoen la proa del bote alza una banderablanca, haciendo que a Juan se leabran los ojos hasta que casi se lesalen de la cabeza.

—Pero... ¡estos

Page 356: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hijoslagranputa nos estánvacilando!

Diego le mira y se sonríe,aunque piensa lo mismo que él:estos mamones vienen un día y nosrevientan, y al siguiente banderitablanca y listo. Les dejamos irse yvuelven a los pocos días y nosvuelven a reventar, y a la semana,otra vez banderita mágica y a tomarpor saco. Juan resopla, entreencabronado y atacado de losnervios, mientras se caga en losingleses por lo bajini recordando la

Page 357: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

patada en el culo que le propinó elsargento hace unos días por hablarmás de la cuenta.

—Necesito una banderita deesas, necesito una banderita deesas... —se dice a sí mismo comoun poseso—. Así, cuando venganestos mister de los huevos, con laderecha los corro a mosquetazos ysi se me reviran, con la izquierdales enseño la banderita blanca y ajoder a otro —recita el pobrediablo su particular plan paramantenerse vivo.

Page 358: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

El bote sigue acercándose y laescena se repite: el Capitán Benítezde Lugo mandando a sus hombres,esperando a pie de muelle a que losingleses desembarquen, y el generalen su cámara, mirando por elcatalejo y mandando a buscar altraductor, temiéndose que esta vezlos ingleses sí traigan algo con loque negociar. Y José Pérez, comoel resto de los hombres que yaforman junto a la escalera, casi rezaporque los ingleses vuelvan aponerse igual de chulitos que la

Page 359: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

última vez, a ver si le dan la excusapara saltarle los piños a otro; queaunque sea poco a poco, piensa,también les vamos jodiendo.

Esta vez, los soldados deambos bandos no son los únicosque acuden a la cita. Medio pueblose acerca por las inmediaciones delmuelle. Desde todos lados, ojoscuriosos intentan ver de cerca aaquellos que les quitan el sueño y lavida. La visión de las fragatas deguerra al fondo les pone la piel degallina, pero el pequeño bote, que a

Page 360: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

estas alturas acaba de tocar contrael muelle con más fuerza de la quehubieran deseado empujados poruna ola, no les parece losuficientemente peligroso comopara perderse el espectáculo, queuna vez terminado será el únicotema de conversación en la ciudad,y quien más y quien menos quierepoder meter baza en los mentideroscontando su versión en primerapersona. Yo estuve allí..., dirán losmás fanfarrones a sus amigos,siempre y cuando estos cinco

Page 361: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ingleses vengan solo a hablar,porque como empiece el jolgoriode cañonazos, lo que no dirán nuncaa sus amigos será: yo salí por patas.Pero lo harán.

Un niño de siete años salecorriendo hacia el pequeño muro depoco más de un metro que pasajunto al Camino de Ronda paraasomarse a ver lo que pasa. Tumba,tumba, tumba, hace con la bocamientras apunta con sus pequeñosdeditos hacia los ingleses como siles disparara, repitiendo lo que ya

Page 362: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ha tenido la oportunidad deescuchar varias veces. Su madre,horrorizada, corre hacia él y loagarra por una oreja mientras con lamano derecha le pone el culo comouna estera, llevándoselo hacia elinterior de la ciudad lo más rápidoque puede, lejos del muelle. Lo máslejos que puede de los ingleses.

Como la última vez, nada máspisar tierra, los cuatro marinerosingleses y su oficial son rodeadospor los hombres del CapitánBenítez y encaminados a punta de

Page 363: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mosquete hacia el castillo. Esta vez,parece que aleccionados por el queunos días antes se condenó a símismo a no probar más que sopadurante una buena temporada, losingleses ni tugen ni mugen. Solocaminan, más derechos que unavela, hacia donde les dirigen loscanarios, a los que se les nota en lacara, de lejos, las ganas que tienende que los guiris se ponganfarrucos. Pero no hay suerte y sequedan con las ganas.

Cuando llegan a la entrada, el

Page 364: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

capitán nuevamente le hace unaseña al oficial inglés para que lesiga dentro (el traductor no dice ni«mu»), dejando a los otros fuera.Los soldados que se quedancustodiándolos casi tienen quehacer más esfuerzos por contener ala multitud de curiosos que a losingleses, algunos de los cuales,viéndose en medio de tanta gentepoco amistosa, empiezan a ponerseamarillos.

Al llegar a la estancia delgeneral el teniente les abre la

Page 365: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

puerta, pero hoy el general, harto yade tanto cachondeo, decide tomarlas riendas de la conversación. Estavez quiere que las cosas quedenclaritas de una vez por todas, y sino es así, va pensando mientras seacerca al traductor, estos se llevanla bandera blanca por mortaja. Perode aquí no se llevan un barco más.

La escena es un calco de laanterior: el guiri entrega la carta, eltraductor la traduce y en ella pideque se les entregue a los diezciudadanos británicos que están

Page 366: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

retenidos en Santa Cruz. Esta vezsin intermediarios, el general sedirige hacia el inglés, se pone casinariz con nariz frente a él y le dicemirándole a los ojos que espera queesta vez sí tengan algo que ofrecer amodo de intercambio, por su bien.El inglés, sin amilanarse por lacercana presencia del general,escucha la traducción, aunque conuna sonrisa demuestra que no lehace falta y contesta que yes, queyes, mi general. Y que tengo unapila de francesitos bastante

Page 367: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

acojonaditos. Los del barco que lesmangamos hace seis días deenfrente de las narices de Usía. Quecomo nos dijo usted que no nosdaba a los ingleses si no lesdábamos algo, pues que, siendonosotros unos caballeros y noqueriéndoles decepcionar,volvimos para mangarles otro barcoy así venir con algo que ofrecer.

El capitán Benítez, al escucharla traducción y ver de nuevo la carade guasa del inglés mientras sedirige al general, siente que le

Page 368: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hierve la sangre y decide que yaestá bien. Se acerca por detrás aloficial y de una colleja que casi lovira de patas, le salta el sombreritode dos picos y la sonrisita.

—Por gilipollas —dice casicon solemnidad.

El oficial lo mira con cara dequerérselo comer y los seishombres que acompañan al capitánle apuntan con sus mosquetes casimetiéndoselos por la boca.

El general pasa unos segundossopesando la posibilidad de dejar

Page 369: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que los hombres se lo pasen bien unrato y le metan seis balazos en lacabeza al inglés, que ya le tienehasta sus importantes testículos,pero Gutiérrez es un hombre dehonor. Un caballero, incluso con elenemigo, aunque el enemigo sea tantocapelotas como este oficialilloespabilado, e interviene dandoorden a sus hombres de que seretiren. Ya sin dirigirse al oficial, aquien a estas alturas de la películaprefiere ni mirar por si se le escapauna mano, le explica al oficial las

Page 370: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

condiciones del intercambio,accediendo así a la propuesta delos ingleses. En realidad, retener alos ciudadanos británicos no lesirve de nada, en cambio, más decien hombres, aunque seanfranceses, llegado el caso puedenser de utilidad para engrosar lasfilas de los defensores. Además, nocree que sea muy buena idea dejarque Napoleón se entere de queabandonó a cien franceses a susuerte en manos del enemigo. Queun aliado es un aliado, aunque sea

Page 371: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

gabacho, y aunque no hayaaparecido por estos lares a echaruna mano, o a lo que se tercie, en supuñetera vida.

—El intercambio se llevará acabo mañana día 5 a primera horade la mañana —le dice el general alteniente Calzadilla para que lodisponga todo.

—Como ordene, mi general.El general se acerca hasta la

ventana dando por concluida laconversación e intentando recibirun poco de aire fresco que le alivie

Page 372: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

el asma que ya casi no le dejahablar, gracias el calentón que leprovocó el inglés y al propio calorque hace en Santa Cruz. El capitánBenítez, ya sin demasiada cortesía,empuja al oficial inglés hacia lapuerta para llevárselo y meterlo ensu bote a empujones, junto con losotros hombres que le esperan fuera.Pero el general, una vez recuperadoel aliento, hace un gesto para que sedetengan acercándose de nuevohacia ellos.

—La próxima vez que usted o

Page 373: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cualquier inglés se presente en estaisla con una bandera blanca en lamano... procure que sea pararendirse.

El general se ha cansadodefinitivamente de las banderitasblancas inglesas y no está dispuestoa que sigan jugando con ellos. Lacara con que le espetó su últimafrase al del gorrito de dos picos nodejaba lugar a dudas; por lo que aél respecta, desde este momento, sino es para rendirse, las banderitasblancas se las pueden meter por sus

Page 374: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

británicos ojetes.

Page 375: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO VIII

19 de julio de 1797.Batería de La Concepción LAs nubes se encuentranextrañamente quietas. No hayviento, ni ruido. El azul del mar esimpresionante. Un azul marinooscuro pero brillante, tan intensoque deslumbra. No hay olas, nisiquiera la más mínima ondulaciónsobre la superficie, y sin embargo

Page 376: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

la costa se muestra blanca deespuma. De una espuma quieta,irreal, blanquísima. Juan siente frío.Mira hacia arriba y contempla unsol radiante sobre un cielo limpio yclaro como no ha visto en su vida,pero aún así siente frío.

La vista que tiene enfrente leharía perder el sentido de puromiedo en cualquier otro momentode su vida, pero se sorprende de nosentir ni el más mínimo temor.Cientos de velas blancas empujanhacia él las enormes barrigas de los

Page 377: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

inmensos buques de guerra ingleses,comandados por impertérritosoficiales con sus sombreros de dospicos, sus casacas plagadas decharreteras y sus ojos azules y fríos.Los hombres más grandes que havisto en su vida se afanan en lasmaniobras, trepan a los palos másaltos cual perenquenes gigantes, sinesfuerzo y con una rapidezinusitada. Los infantes de marinacon sus casacas rojas y susmosquetes listos asomados por lasbordas o subidos a las cofas,

Page 378: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

aguardan el momento de descargarsu andanada. Amenazantes, peroinsultantemente elegantes.

Cada vez más velas. Cada vezmás barcos que dejan tras de sírectas estelas de espuma blanca amedida que se acercan surcando elazul inmenso.

Los hombres a su alrededor nose mueven. Todo el mundo mira alfrente, hacia los barcos que seacercan y que no acaban de llegarnunca. Tantos que casi bloquean lavista del horizonte. Pero nadie se

Page 379: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mueve. Juan mira a un lado y a otroy nadie hace un solo movimiento.Solo Diego, a su lado, le mira ysonríe. Nadie sirve las piezas,nadie trae pólvora, ni balas, nimetralla. Solo miran al frente, a lasvelas. Como si de un cuadro setratara.

Los barcos ahora parecen mássiniestros, más oscuros, máscercanos, cuando las portas abiertasen las amuras centellean todas auna, con los fogonazos de milcañones disparando balas redondas

Page 380: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

y negras en una coreografíaperfecta. Juan las ve venir, pero noescucha los disparos. Miles depuntos negros que se van haciendomás y más grandes a medida que seacercan. Balas enormes quellegarán destrozándolo todo y atodos. Pero nadie se mueve. Todoslos hombres alrededor de Juanparecen estatuas de sal. Todosmenos Diego, que vuelve a mirarley a sonreír, mientras las balas seacercan a su destino. Pero Juansigue sin sentir miedo. Solo frío,

Page 381: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mientras se pregunta por qué nadiese mueve, por qué nadie dispara,huye, grita o reza.

De repente se encuentramirándose a sí mismo desde lo alto;como si estuviera fuera de supropio cuerpo. Caminandolentamente entre los hombres y loscañones. Inmóviles los unos y losotros. Como soldaditos de plomo enuna maqueta, mientras las balas seacercan tanto y tan despacio quecasi puede tocarlas con la mano. Apunto de mandar al infierno a todos

Page 382: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

los hombres junto a los que llevamás tiempo del que recuerda,aguantando días y noches deincertidumbre, de miedo y de frío.

Y las balas llegan. Y todoempieza a volar por los airesmientras él sigue caminando,lentamente, entre los hombres quele rodean. Los trozos de piedra ybarro saltan por todas partes alrecibir los impactos. Casi pareceque se sostuvieran en el aire;ingrávidos. Nubes de fuego yastillas vuelan alrededor. Las

Page 383: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

piezas saltan de sus lugares entreexplosiones rojas, naranjas yamarillas. Juan no escucha nada. Nosiente miedo. Solo curiosidad,preguntándose por qué nadie semueve. Y frío.

Una mujer vestida de blancoimpoluto camina también entre lasexplosiones, las maderas, la piedray el fuego. Su vestido se mueve conla brisa del mar, que Juan no escapaz de sentir, como si fuera degasa blanca, casi transparente,permitiendo adivinar las formas

Page 384: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

desnudas y femeninas de la joven altrasluz. Una figura que le resultaextrañamente familiar. Las balassiguen llegando y les pasanrozando, como un enjambre deavispas silbando a su alrededor,mientras Juan la sigue, intentandover la cara que se esconde trasaquel cabello negro. Pero noconsigue alcanzarla. Por más que lointenta es incapaz de ver su cara. Lamujer sigue caminando, y las balassiguen llegando, y todo siguevolando y reventando a su

Page 385: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

alrededor, pero nadie muere. Nohay sangre, ni gritos, ni llantos dedolor. Solo puede escuchar una vozque poco a poco se acerca,cantando una canción que no haescuchado en su vida, mientras lamujer, cada vez más cercana, seabraza a Diego y le besaapasionadamente en mitad delinfierno que les rodea. Juan se sigueacercando, mientras la voz quecanta se hace más y más audible,hasta que llega hasta ellos. Diego yla joven dejan de besarse y se giran

Page 386: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hacia él mientras sonríen. Cuandove la cara de la mujer siente comosi le hubieran atravesado el pechocon un sable de hielo. Ana, sumujer, le sonríe abrazada a Diego yvuelve a besarle, destrozándole pordentro mientras la voz siguecantando desafinada y Juan,desesperado, despierta.

—No estaría dormido durantela guardia ¿verdad soldado? —ledice el capitán Falcón, mientrasintenta mantener el equilibrio yhacer que la borrachera no le trabe

Page 387: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

demasiado la lengua mientras sedirige a Juan.

—Por supuesto que no, micapitán. Sin novedad en la guardia.

—Muy bien. Así me gusta.Pues vigile, vigile, que yo me voyun rato a la cama —dice el capitánmientras apura el último buche dela botella de vino que lleva en sumano izquierda, mientras con laderecha se apoya en la batería parano caer rodando—. Vaya mierda detropa... Cada vez más maricones —dice de forma casi ininteligible por

Page 388: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

la borrachera, a modo dedespedida.

—A sus órdenes, mi capitán.

—oOo—

Está a punto de amanecer y la brisamarina es fría y desagradable. Juanestá tiritando, tanto del frío quehace como del mal cuerpo que ledejó el sueño que acaba de tener. Aveces, la realidad no puede llegar aser tan espantosa como lo que tu

Page 389: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

propia imaginación pueda crear, sedice con los nervios destrozados.Todos sus miedos se agolpan en sumente como una tormenta,desesperándole incluso mientrasduerme. Meses de guardias, deinstrucción, de escaramuzas, dedisparos, y sobre todo de añoranza,de un sentimiento de abandono quele consume, desesperado por volvera aquellos tiempos en que si un malsueño le despertaba encontraba aAna a su lado, calmándole con susola presencia mientras la veía

Page 390: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

dormir. Lejos de esta guerra que notermina de llegar pero que amenazacon quitarle para siempre lo quemás quiere. Con alejarle de Ana.Sintiéndose perdido entre tantoshombres a los que se siente inferior,cada vez que los ve disparar conlos ojos inyectados en sangre, sinmiedo a nada ni a nadie. Al lado deDiego, al que ve desenvolverseentre cañonazos y gritos como sihubiera nacido para eso.Preguntándose por qué Ana se habíafijado en él. Por qué en alguien tan

Page 391: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

insignificante como se siente élcuando Diego está presente. Cuandocualquier otro está presente.

Juan siente que su corazón,sobresaltado por el desagradablesueño, late cual caballo desbocadomientras el capitán Falcón se alejacanturreando de nuevo esa canciónhorrorosa que espera no tener queescuchar nunca más. ¡Borracho demierda!, se dice. Cada día que pasaodia más todo lo que le rodea. Laincertidumbre de si vendrán o novendrán. Aguantar los cambios de

Page 392: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

humor de gente a la que no conoce,pero a la que debe respetar por elsimple hecho de tener más galonesque él, conseguidos, en la mayoríade los casos, gracias al dudosomérito de haber nacido en mejorcuna, y maldiciendo su suerte,consciente de que gran parte de susesperanzas de salir con vida deaquel lugar dependen de lasdecisiones que pueda tomar unborracho cobarde como el capitánClemente Falcón. Un borrachocobarde, repite entre dientes,

Page 393: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

recordando cómo se escaqueaba ala primera ocasión, en cuanto losingleses aparecían por allí y lesdisparaban unos cuantoscebollazos.

Me tengo que largar de aquí,se dice sin hablar.

—oOo—

En el ambiente se palpa unasensación extraña. Durante muchosmeses la presencia de los barcos

Page 394: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

enemigos frente a la costa ha sidoconstante, sobre todo en el últimomes. Amenazadora, pero tanfrecuente que casi se había vueltonecesaria. Como si a todos lesviniera bien que les recordasen porqué estaban confinados sindescanso en sus puestos; lejos desus hogares y de sus propias vidas.

Tras el apresamiento de LaMutine y el consiguiente episodiode la segunda bandera blanca, quede tan mala baba había puesto atodos en la plaza, las fragatas

Page 395: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

inglesas no se habían movido deallí. Cada día se las veía pasar deun lado a otro de la bahía;recorriendo la isla, desde la puntade Anaga hasta Candelaria y vueltaa empezar, pero ya sin adentrarsebajo el radio de acción de lasdefensas costeras ni atacar másbarcos fondeados frente a susnarices, posiblemente (o esoquieren creer los canarios)conscientes de que un nuevo ataquea algún barco fondeado, con todo elmundo alerta tras las dos

Page 396: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

incursiones anteriores, sería casi unsuicidio.

De algún modo, la vista deesas fragatas, pasandoconstantemente, vigilando yacechando día y noche pero sinacercarse, casi les daba una extrañasensación de seguridad. Como sientendiesen que los ingleses, quedesde sus barcos veían que sereforzaban todas las posiciones,que las guardias eran másnumerosas y que incluso a bordo delos barcos fondeados se podía ver

Page 397: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

gran número de soldados armados yalerta, hubiesen desistido derealizar más ataques, una vezperdido definitivamente el factorsorpresa, que hasta el momentohabía sido, sin duda, su mejoraliado.

No es que de repente losingleses se hubieran dedicado ahacer punto de cruz con cara deaburridos sobre las cubiertas de susbarcos. Ni mucho menos. De hecho,constantemente llegaban rumores deque estaban atacando y saqueando

Page 398: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sin cesar las costas de GranCanaria, que no contaban con lasfortificaciones y defensas de SantaCruz. A Tenerife seguían llegandomás y más barcos buscando refugioa consecuencia del bloqueo al queestaba sometido Cádiz, y tan solodiez días antes uno de ellos se vioenvuelto en una persecución de laque todos fueron testigos. Elpequeño barco, al ver que lasfragatas inglesas Minerve y Livelyse lanzaban tras él, intentó forzar lamarcha largando toda la vela que

Page 399: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

tenía para intentar escapar hacia laprotección de los cañones delCastillo de San Andrés. Durantemás de una hora, los hombres de losCastillos de San Cristóbal, PasoAlto y el resto de baterías costerasde la plaza asistieron absortos lapersecución. Los gritos de todosellos, jaleando al pequeño barco,casi se podían escuchar desde lasfragatas inglesas que seguían lacaza obstinadas y a toda fuerza devela. ¡Lo va a conseguir, lo va aconseguir!, decían los más

Page 400: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

optimistas a voz en grito mientrasotros simplemente insultaban a losbritánicos lo más alto que podían,dejándose las gargantas en elintento.

Pero pronto cesaron los gritosy los ánimos al pobre barco. Trasalcanzar su objetivo y con las dosfragatas casi encima, se escuchó unintercambio de cañonazos entreestas y el fuerte que brindaba suauxilio al desafortunado aliado, ypoco más tarde, una de las fragatasbritánicas lo arrastraba tras de sí,

Page 401: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pasando delante de todos con sucaptura haciendo que el desánimose apoderara de la tropa.

Sin embargo, no hubo ningúnataque más a Santa Cruz. Ningúnintento de alcanzar los barcos queallí se encontraban fondeados, apesar de que cada vez eran más y,en algún caso, de mucho más valorque los anteriormente apresados. ElPríncipe de Asturias, procedentedel Virreinato de México, era sumayor exponente. De nuevo laCompañía de Filipinas enviaba uno

Page 402: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de sus mejores barcos, cargadohasta los topes de motivos para quelos ingleses se dieran un garbeo porla rada de Santa Cruz poniendo suspellejos en peligro. De hecho, alverlo llegar, muchos sintieron unescalofrío, como si fuera elpresagio de un nuevo ataque; unanueva invitación al saqueo de loscorsarios. Pero el ataque no llegabay los hombres empezaban a sentirseseguros. Al menos, moderadamenteseguros. La situación se habíamantenido sin cambios durante

Page 403: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

bastante tiempo, y en época deguerra los cambios suelen significarproblemas y la ausencia de ellos,buenas noticias.

Pero llegaron los cambios, yde repente los barcosdesaparecieron como por arte demagia y no se les volvió a ver elpelo, ni las velas.

El día 15 el mar apareciólimpio de enemigos, como si un malviento los hubiera llevado a piquepara descanso de los tinerfeños.Pero esto, paradójicamente, tiene a

Page 404: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

toda la tropa inquieta. Algunosempiezan a soltar bravataspronosticando que los ingleses yano volverán, que no se atreven conellos y que irán a buscar otrastierras que saquear que presentenmenor oposición que estosvalerosos canarios. ¡Olé miscojones! Y expresiones de similarsignificado y magnitud.

Como no podía ser de otramanera, no todos están tan segurosde que los cambios signifiquenbuenas noticias. Muchos, de hecho,

Page 405: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

se sienten mucho más inseguros quecuando las fragatas inglesaspaseaban por delante de susnarices. «El tiburón que ves no teatacará, el peligroso es siempre elque no ves», decía agorero unpescador de la zona, que al igualque tantos otros se había convertidopor obra y arte del espíritu santo, yde los cabrones de los ingleses,contaba él mismo, en improvisadoartillero.

Todos han tenido laoportunidad de vérselas con los

Page 406: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ingleses, de sufrir su tenacidad yvalor, y dudan muchísimo de que,así de repente, se hayan dado porvencidos, retirándose para novolver.

—Los ingleses son unoscabrones —dice José Pérez—, perome da a mí que cobardes no mucho.

Y la mayoría coinciden con él.No le ven sentido a que los ingleseshayan estado hostigándoles durantetanto tiempo si al final tenían tanpoco interés por la isla como parade buenas a primeras desaparecer.

Page 407: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Y por eso están seguros de quevolverán, si cabe, con más fuerzaque antes.

Sin duda, el que másconvencido está de esto es elpropio general Gutiérrez. Primero,porque si alguien conoce a losingleses, es él, perofundamentalmente porque en losúltimos días ha llegado la noticiade la entrada de Portugal en laguerra y, con ella, el rumor de quelos ingleses por fin estánpreparando el desembarco en la

Page 408: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

isla. Así que el jefe, lejos derelajarse por la desaparición de losbritánicos de sus aguas, se preparapara lo peor, extremando lospreparativos para la más queposible confrontación, y solicitandoel listado definitivo de fuerzas enuna pequeña reunión sin testigos, asolas con su ayudante.

El teniente le informa delnúmero definitivo de combatientes(si es que a la mayoría se les puededenominar así) con los que cuentan.Tras mucho tiempo de trabajo para

Page 409: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

localizar a los prófugos, muchos delos cuales ni sabían que estabancometiendo un delito cuando no sepresentaban en sus destinos, máspreocupados de recoger suscosechas, la mayoría de la tropa,aunque sea a regañadientes, estápor fin donde le corresponde:delante de sus cañones, frente a lasplayas, con sus caras de susto y elgesto torcido ante la imposibilidadde escaquearse del follón que de unmomento a otro se puede organizar.Algunos, pillados en una actitud

Page 410: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

bastante más huidiza que los demás,están convenientemente recluidosen el cuartel de San Carlos a laespera de que el general decida sipasárselos por la piedrapersonalmente, dejarlos allíencarcelados hasta que las ranascríen pelo, o si mandarlosdirectamente a reforzar la murallacon sus propios huesos para que losingleses se los revienten con losprimeros zambombazos.

El teniente le entrega, porescrito, el listado definitivo de

Page 411: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

fuerzas, que el general comienza aleer detenidamente mientras lorecita en voz baja, como si quisieraaprendérselo de memoria.

—Batallón de Infantería deCanarias, 247 hombres. Cazadoresprovinciales, 110. Milicias de LaLaguna y La Orotava, 330.Rozadores de La Laguna, 245.Bandera de Cuba, 60. Artillerosveteranos y de milicias, 387.Pilotos auxiliares paisanos, 180.Voluntarios franceses de La Mutine,110. En total...

Page 412: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—1669, mi general —contestael teniente sin dejarle terminar—,pero como puede observar, la únicatropa con experiencia son los delbatallón. Esos 247 hombres son lopoco que tenemos en lo que sepueda confiar.

—1669, teniente. Tenemos1669 hombres. Unos valdrán parauna cosa y otros para otra, pero nosubestime el poder del instinto desupervivencia. Cualquiera de estoshombres, cuando llegue elmomento, luchará como el que más,

Page 413: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

porque será su pellejo el que estaráen juego.

—Si no desertan al escucharlos primeros disparos... —dice elteniente, que obviamente no lastiene todas consigo.

—Eso ya será responsabilidadde los oficiales. Mientras tanto,confiemos en que se desempeñencon el valor esperado.

—Aún así, mi general, 1669hombres... ¿Cree usted que seránsuficientes para repeler un ataqueen toda regla?

Page 414: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Tendrán que serlo. Porquees lo que tenemos.

Esta última conclusión noconvence, precisamente, al tenienteCalzadilla, pero lógicamente calla yconsiente, que jefe no hay más queuno. Aun así continúa buscandoalgún motivo para el optimismo quele haga respirar un poco mástranquilo.

—Tal vez ni siquiera tengamosque ver si de verdad ese valor seencuentra en sus corazones. Tal vezlos ingleses no vuelvan —dice el

Page 415: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

teniente, casi pensando en voz alta.—¿Lo haría usted? ¿Se

retiraría sin luchar? —preguntaescéptico el general.

El teniente tienemeridianamente clara la respuesta,aunque obviamente no se la dice algeneral.

—No sé, mi general..., endefinitiva, también pueden atacarbarcos en cualquier otro lugar en elque no les esperen con tantocañón...

—¿Eso es lo que cree que

Page 416: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hacen? ¿Robar simplemente?Debería ver un poco más allá,Calzadilla. Canarias no es solo unlugar donde atacar barcos. Es unpunto fortificado, un ejemplo de laresistencia de España; de suenemigo. Doblegarlo sería unaexhibición de fuerza que daríamoral a su tropa. Pero sobre todo esun punto estratégico; el punto másoccidental de Europa desde el quelanzar su comercio o sus campañasmilitares. Los ingleses ya cuentancon bases en Zanzíbar y en Nigeria.

Page 417: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Hace tres años expulsaron a losholandeses de Ciudad del Cabo, yen América del Sur cuentan con lasbases de las Islas Ascensión, SantaElena y Las Malvinas...

El teniente escucha, sin abrirla boca, la exposición de los hechosque el general, con el tono másconvencido que ha podido escucharde sus labios, sigue haciendo.

—Por tanto, este es el últimopunto fundamental que les quedapor obtener. El mejor lugar a estelado del Atlántico desde donde

Page 418: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

realizar sus rutas hacia América delSur y hacia el Cabo de BuenaEsperanza. Y puede usted estarseguro de que intentarán obtenerlo.Los ingleses nos van a atacar —dice el general volviéndose hacia laventana para mirar el mar—. Tanseguro como que hay Dios.

—En ese caso Señor, más valeque Dios esté con nosotros.

—Dios estará con quien estépreparado, teniente. Así quepreparémonos. Esta retirada de losingleses, puede creerme, no es más

Page 419: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que la calma que precede a latormenta.

—oOo—

A Juan se le sigue revirando elbuche cuando recuerda el sueño quetuvo durante su guardia y que casile cuesta un paquete de los deórdago cuando el capitán a puntoestuvo de pillarle en los brazos deMorfeo. Durante todo el día haestado como siempre: entre tiros,

Page 420: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

gritos, insultos, collejas de lossargentos, rancho y vuelva a lainstrucción. Pero por primera vez niun lamento, ni una sola queja hasalido de sus labios. Su cuerpo,machacado, ha estado allí todo eldía, pero su mente seguía dándolevueltas y más vueltas al episodioonírico, revolviéndole el estómago,sin dejarle apenas tiempo ni ganasde quejarse por nada, ni a nadie.Como si no estuviera allí. Y Diego,que lo conoce como si lo hubieraparido, sabe que algo ronda por la

Page 421: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cabeza de su amigo.—¿Estás bien, Juan?Al oír las palabras de Diego,

Juan siente cómo las ganas devomitar aumentan, obligándole aconcentrarse con todas sus fuerzaspara no largar el rancho delante deDiego. Sabe que él no tiene culpade nada, pero no puede ni quiere oírsu voz ni verle la cara. Se sientecomo si, de verdad, Diego hubieseestado besándose con su mujer ensus mismísimas narices.

—No. No estoy bien. Estoy

Page 422: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hasta los cojones. No puedo más.Me quiero largar de aquí ya.

Esta vez Diego no intentaconvencerle de que no puedeabandonar su puesto. Solo se sientaa su lado, sin hablar, y ambos sequedan con la mirada perdida haciaun mar que se va oscureciendo pocoa poco con la caída del sol. Y asípasan un buen rato. En silencio.Uno al lado del otro. Hasta queDiego, casi susurrando, vuelve adirigirse a Juan.

—¿Ves cómo se va

Page 423: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

oscureciendo la tarde?Juan suelta un resoplido,

preguntándose qué narices tendráque ver eso con lo que a él le estárevolviendo las tripas.

—Dentro de poco todo estaráoscuro. El sol se esconderá tras elhorizonte y las sombras lo cubrirántodo. Oscuridad absoluta... —continúa Diego.

—De verdad Diego, no tengoganas de hablar. Quiero estar solo.

—Está bien. Solo queríadecirte que aunque esta noche sea la

Page 424: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

más oscura de todas las noches quehayamos vivido... —Diego hace unapausa, y se gira hacia Juan,mirándole a los ojos mientras apoyala mano en su hombro—. Mañanavolverá a salir el sol. El solsiempre vuelve a salir.

Diego se aleja despacio y Juanse queda sentado, mirando al mar yal cielo, viendo cómo el sol poco apoco va desapareciendo por elhorizonte, tiñendo el agua conreflejos rojizos. Piensa en su mujer,en cada uno de los días que ha

Page 425: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pasado con ella. Cada nochedurmiendo a su lado. Cada una desus sonrisas y el sonido de su voz.

Cuando el sol aún no se haescondido del todo, mira haciaarriba y ve aparecer a la luna. Porunos momentos, los dos astroscomparten el mismo cielo. Y Juansonríe y susurra una copla en formade folía que hace ya mucho tiempocantó para ella.

El mar, por la tierra loco,la luna, del sol prendada.

Page 426: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Y yo me siento tan solo,sin encontrar tu mirada.

Page 427: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO IX

En alta mar. 20 dejulio de 1797 EL olor a mar le alegra el corazón.No le cabe duda de que no existe unmejor lugar en el que pasar su vida.La brisa en la cara, la sal en la piel,cada día en un lugar diferente, en unpuerto distinto. Cada día unaaventura que aquellos que sequedan en tierra no podrían ni

Page 428: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

imaginar.Las cosas en tierra siempre

son más complicadas. O eso leparece a él. En cambio, en el mar sesiente como si de verdad formaraparte de él; encuentra su sitio. Aquílas cosas son sencillas: hacer tutrabajo y obedecer las órdenes. Sinmás complicación. Y a cambio, lavista más hermosa que Dios hayapuesto sobre la tierra. Un azul quees diferente en cada mar y cadaocéano de los que ha visitado. Elazul oscuro, casi negro, del

Page 429: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Atlántico Norte, siempreencrespado y hostil, el azulgrisáceo del Cantábrico y lasenormes olas que te obligan a estarpermanentemente alerta, ojo avizor,si no quieres acabar en el agua,barrido de la cubierta por una ola ocon tu barco encallado en susamenazantes costas. La calidez delMar Caribe y la belleza de susplayas, y el brillante azul de estaparte del Atlántico en la que seencuentra ahora, a medio caminoentre Madeira y el archipiélago

Page 430: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

canario.Cada día se pregunta cómo

puede el mar ser tan distintodependiendo del lugar del mundo enel que te encuentres, cómo puededibujar paisajes tanextraordinariamente diferentes ybellos bajo la caprichosa influenciade los vientos reinantes, y cómo esposible que existan millones depersonas en el mundo que jamáshayan tenido la oportunidad deverlo.

Se queda extasiado siguiendo

Page 431: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

el vuelo de una gaviota que jugueteaentre las olas, volando entre suscrestas arriba y abajo, como si deuna carrera de obstáculos se tratara,llegando a rozar el agua en cadagiro con las puntas de sus alas,dibujando pequeñas estelas trasella.

La propia presencia de esagaviota delata la cercanía de latierra; de esos siete pequeñospedazos de tierra perdidos en mitaddel océano cuya posición indicanlas nubes que puede ver en el

Page 432: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

horizonte, retenidas por los picosmás altos del archipiélago.

La fragata corta el mar a todavelocidad, empujada por un vientosuave pero lo suficientemente firmecomo para hacer volar al pequeñobarco escorándolo ligeramentehacia sotavento, con todo suvelamen desplegado, y susmarineros, ágiles y experimentadoscomo pocos en el mundo, trepandoa los mástiles unos, corriendo porcubierta otros, atendiendo todos lasórdenes precisas de su comandante,

Page 433: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que de pie en el alcázar ya puedever el resto de la flota poniendo lasvelas en facha para detenerse en elpunto en el que ahora se encuentran,confiando que las fragatas, que hacerato se han adelantado parainspeccionar los alrededores yasegurarse de que están alejados deojos curiosos que puedandescubrirlos antes de tiempo, hayancumplido su cometido.

El joven guardiamarina estáansioso por llegar a su destino.Cuando ve los barcos de su flota

Page 434: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

siente el pecho enardecido deorgullo patrio y arde en deseos deentablar combate con el enemigo.Está seguro de que no hay enemigoen este ni en ningún otro mar capazde hacer sombra a sus compatriotas.Casi se apiada de aquellos quepronto tendrán que sufrir la periciade sus comandantes y la dureza delos infantes de marina.

La vista de esos tres grandesnavíos de línea le pareceimponente. En comparación, lafragata en la que él se encuentra le

Page 435: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

parece un barquito de pesca.El Zealous, El Culloden y El

Theseus; tres enormes navíos delínea de dos puentes, 74 cañonescada uno y cientos de hombres porbarco, listos para entrar en combateen cuanto se les ordene. A él leparecen una fuerza navalindestructible, a la que además sesuman tres fragatas: La Seahorse de38 cañones, La Emerald de 36 y LaTerpsícore de 32; navíos máspequeños pero igualmente mortales,que aprovechan su agilidad y

Page 436: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

velocidad para realizar labores deavanzadilla y reconocimiento, elpequeño cúter Fox de 14 cañones, yla bombarda Rayo, apresada demanos de sus enemigos poco tiempoatrás, cuyo mortero les servirá pararealizar tiros por elevación paraataque a posiciones amuralladas,contra las que los tiros tensos de laartillería naval que portan losdemás navíos no sería tan eficaz.

A medida que se acercan a laflota, los hombres de La Terpsícorerecogen trapo y el capitán Richard

Page 437: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Bowen ordena orzar para situarsejunto al resto de la escuadra. Ni unfallo en la maniobra, que es llevadaa cabo con perfección absoluta porlos marineros de La Terpsícore, enuna sucesión de movimientos milveces repetidos, tras años de vivira bordo de barcos de guerra yentablar combates atroces en losque la sangre corría por lascubiertas tan abundante como lapropia agua del mar.

El joven guardiamarina sigueextasiado mirando la escuadra

Page 438: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

reunida en alta mar, recordando lashistorias que le han contado sobrebatallas navales, mientras desdetodos los barcos se empiezan aarriar botes. Él los mira a todos y leparecen islas fortificadasdispuestas a hundir a cualquierenemigo que se arriesgue aacercarse. Pero sus ojos están fijossobre todo en uno: el que llevaenarbolada la insignia almirante dela escuadra; El Theseus, el barco deNelson, en el que puede ver alcapitán Miller sobre el alcázar e

Page 439: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

imaginarse al contralmirante en sucabina, urdiendo los planes másaudaces para someter a losenemigos de Inglaterra allá dondese encuentren.

Sobre La Terpsícore, losmarineros también han empezado apreparar el bote, y el capitánBowen con otros cuatro marinerosse dispone a subir a bordo.Mientras tanto, el jovenguardiamarina acodado en la aletade proa ve los demás botes que yaestán en el agua encaminándose

Page 440: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hacia el Theseus. En el primero deellos puede ver al capitánToutbridge, del Culloden, casi apunto de llegar a bordo del buqueinsignia. Un poco más atrasados lesiguen los botes del capitán Hood,del Zealous, y Fremantle de lafragata Seahorse. La fragataEmerald, que también acaba dellegar hasta la flota trasinspeccionar los alrededores,comienza, al igual que ellos, ahacer descender el bote, con sucapitán Thomas Waller a bordo.

Page 441: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Ninguno de los marineros dela escuadra sabe aún cuál es eldestino que les aguarda. No sabenhacia donde se dirigen ni cuál serála misión que se les encomiende,pero quien más y quien menos sehace una idea de la que se va a liar,tanto por el tamaño de la escuadrareunida, como por el ímpetu con elque se han desempeñado losoficiales en los últimos días, en losque les han tenido continuamentehaciendo instrucción sobre lashúmedas cubiertas de sus barcos.

Page 442: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Varios días en los que loscañonazos resonaban haciendocrujir los navíos y los hombresgritaban, corrían y hacíansimulacros de batallas con armascortas. Y eso, incluso para los másnovatos, solo puede significar unacosa: aquí va a haber leña comopara una barbacoa, o dos.

El joven guardiamarina siguemirando a los demás botes, eincluso él, viendo que todos loscapitanes se dirigen hacia elTheseus, sabe que el día se acerca.

Page 443: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

El jefe les llama para ultimar losdetalles de lo que quiera que seaque les toque atacar ahora.

El jefe: Nelson..., piensa eljoven de ojos azules, que brillanahora más que nunca cuandoimagina todas las aventuras que deaquí a nada tendrá la oportunidadde vivir. Pero sobre todo, porqueesas aventuras en las que se veráenvuelto serán dirigidas nada más ynada menos que por elContralmirante Nelson en persona;el héroe de Inglaterra. El mejor

Page 444: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

marino que haya surcado los mares.Y eso solo puede significar doscosas: que la batalla seráimportante, y que acabará convictoria.

Como todos los marineros deInglaterra, el guardiamarina hatenido la oportunidad de escucharlas historias sobre las batallas enlas que Nelson ha participado; supericia a la hora de enfrentarse acualquier enemigo, incluso cuandolas fuerzas propias eran muyinferiores a las que atacaban. Pero

Page 445: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

por encima de todas, aquella en laque con un barco de 74 cañones sedirigió hacia el mayor buque quehubiera surcado los mares jamás, elSantísima Trinidad, con el doble dehombres y de cañones que él, ycomo sin mostrar el más mínimotemor enfrentó su buque contra eldescomunal enemigo y acabo porrendirlo. Todos y cada uno de loshombres de la armada inglesaadmiran a Nelson de tal manera queel simple hecho de saber que élparticipa en la batalla hace que se

Page 446: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

enfrenten a la muerte sin temor, yque luchen con mayor fiereza sicabe, seguros de la épica victoria ala que les conducirá su líder.

Mientras piensa en todo esto,Timothy Galloway intenta imaginarcómo será el héroe en persona.Jamás ha tenido la oportunidad deverle de cerca. Tal honor estáreservado casi exclusivamente a losoficiales de mayor graduación o alos marineros que sirven en subarco, pero el resto de los mortalesse tiene que conformar con escuchar

Page 447: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

las historias que sobre él lescuentan.

El capitán Bowen ha tenido laoportunidad de conocer de supropia boca la admiración que elguardiamarina Tim Galloway sientepor Nelson, y cree que no le vendrámal conocerle en persona, aunquesea de pasada, antes de que semonte el desbarajuste; por aquellode darle ánimo a la tropilla, sobretodo cuando es tan joven, antes deque descubra por sí mismo que lasaventuras con las que tanto ha

Page 448: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

soñado y que está a punto de vivirno son tan idílicas ni tanrománticas; que una guerra es unaguerra, y que ver a la gente morirdesparramada a su lado, sin duda esmuy diferente a lo que el joven hayaimaginado.

Cuando le hace una seña a Timpara que suba al bote, los ojos delguardiamarina se abren como doslunas llenas, aunque lo intentadisimular por aquello de laprofesionalidad.

Mientras el pequeño bote se

Page 449: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

acerca al Theseus, el corazón deTim bombea sangre y adrenalina apartes iguales.

Cuando por fin llegan a bordodel buque principal de la escuadra,el pequeño Tim puede ver a todoslos capitanes de la flotillaconversando en cubierta, mientrasel resto de la tropa se afana en suslabores con más ahínco que decostumbre, por si las moscas,conscientes de que con tanto jefedelante no es plan de que lo pillen auno rascándose los timbales. Tim

Page 450: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sigue junto al capitán Bowen,dispuesto para lo que su jefe gustemandar, cuando la enjuta figura desu héroe aparece por fin pararecibir a los capitanes. Impecable,con su casaca perfecta, llena decondecoraciones, sus hombreras deflecos dorados y el inevitablesombrero de dos picos bajo subrazo derecho. Con la cara curtidade los marinos de verdad. Una caraque deja ver bien a las claras todauna vida en el mar.

En efecto, Nelson, hijo de un

Page 451: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pastor de una parroquia de Norfolk,lleva subido a un barco desde queera un adolescente. Con tan solodoce años ya se enroló en unpequeño buque de vigilancia sobrelas aguas del Támesis, elRaisonable, mandado por su tíomaterno, Maurice Suckling. Y deahí en adelante todo fue mar paraél. Recorrió medio mundo a bordode innumerables navíos, obteniendola graduación de Teniente a losdiecinueve años. A raíz de la guerrade la independencia americana,

Page 452: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

donde sirvió a bordo del Lowestoft,su ascenso fue imparable, y prontoobtuvo su primer mando, el de lafragata Hinchingbroke cuandoapenas contaba veintiún años. Enella luchó contra los españoles,aliados de los insurgentesamericanos, en los mares deNicaragua. Siempre con la mismaaudacia, con el mismo valor eincluso con la temeridad porbandera. Nelson nunca se arredrabaante nada ni ante nadie y solo lasfiebres consiguieron separarle del

Page 453: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mar en varias ocasiones, perosiempre volvía; con las mismasganas, con las mismas fuerzas, conel mismo genio. Ya en 1793 le fueotorgado el mando del Agamennón,un navío de 64 cañones con el quefue enviado al Mediterráneo, ydesde ese momento ya siempre seencontró en acción. Siempre encombate. En julio de 1794 perdió lavisión de un ojo en Calvi, Córcega,siempre feroz frente al enemigo,siempre en el alcázar durante labatalla; sin esconderse. Los tres

Page 454: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

años siguientes los pasó en elMediterráneo, batiéndose contratodo y contra todos, hasta que llególa hora de alcanzar la gloria, siendoya comodoro, enfrentándose a laarmada española en la Batalla deSan Vicente, hace solo unos meses.Si bien es cierto que no todo fueronvictorias esplendorosas como la del14, ya que tras salir victorioso detan desigual combate, solo unosdías más tarde, D. José deMazarredo, al mando de unapequeña flotilla española de

Page 455: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

lanchas bombarderas, le mojó laoreja de manera singular haciéndoleretroceder, pero como es costumbreen la pérfida Albión, si no se ganano se cuenta, así que la mayoría desus hombres ni conocen estahistoria, ni falta que les hace, yNelson sigue apareciendo ante susojos como el invicto eindestructible justiciero de losmares, para gloria de Inglaterra ytranquilidad de aquellos que ahoraencomiendan sus pellejos a tanilustre marino.

Page 456: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Solo un segundo pudo elguardiamarina Galloway ver decerca al gran jefe. Suficiente paraver que su líder es algo másdelgado de lo que había imaginado,pero que aún así transmite unaenergía casi mágica. Su gesto serioy calmado genera confianza, y apesar de ser la pera limonera de losmarinos del mundo y, sin dudaalguna, el jefe más jefe de todos losque allí se encuentran presentes,Tim no advierte que los hombres leteman. Le admiran, pero no le

Page 457: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

temen. Se nota que cada uno deellos le seguiría hasta el mismísimoinfierno, que por lo que dicen esprecisamente donde les lleva cadavez que hay un enfrentamientoporque, por lo visto, el viejosiempre busca la maniobra másarriesgada, convencido de que esaes siempre la mejor manera departirle los cuernos al enemigo.

Poco más de un segundo pasóel contralmirante en la cubierta, lojusto para dejar que le vieran, consu casaca llena de condecoraciones,

Page 458: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

y saludar a los capitaneshaciéndoles bajar con él hasta sucámara. Tim se quedó sobrecubierta, tal cual le indicó elcapitán Bowen, imaginando a todoslos jefes en la cabina de Nelson,hilando los planes de ataque a quienfuera que fuesen a atacar.

Tras más de dos horasreunidos, los capitanes comenzarona salir. Los dos últimos fueronToutbridge, que acababa de sernombrado por Nelson Comandanteen Jefe de las tropas de

Page 459: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

desembarco, y el Capitán Bowen.El capitán Toutbridge, como

todos los demás, subió de nuevo asu bote y se dirigió hacia su barco.Tim pudo observar que en su manoderecha llevaba una pequeña cartay maldijo para sus adentros por nopoder conocer lo que en ella sedecía.

El capitán Bowen, sabedor dela impaciencia del jovenguardiamarina, decidió confiarle elcontenido de la carta que el capitánToutbridge tenía la misión de

Page 460: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

entregar al comandante en jefeenemigo en cuanto desembarcaranen su destino, Santa Cruz deTenerife.

«Theseus, 20 dejulio.

Tengo el honor deinformarle de que hevenido a exigir lainmediata entrega delnavío príncipe deAsturias, procedente de

Page 461: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Manila y con destino aCádiz, perteneciente ala compañía deFilipinas, junto a suentero y completocargamento, y así mismotodos los cargamentos ypropiedades que hayanpodido serdesembarcadas en laisla de Tenerife y que nosean para el consumo desus habitantes. Y, siendomi ardiente deseo que ni

Page 462: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

uno solo de loshabitantes de la isla deTenerife sufra comoconsecuencia de mipetición, ofrezco lostérminos más honrosos yliberales, que si sonrechazados, los horroresde la guerra querecaerán sobre loshabitantes de Tenerifedeberán ser imputadospor el mundo a vos, y avos únicamente; pues

Page 463: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

destruiré Santa Cruz ylas demás poblacionesde la isla por medio deun bombardeo exigiendouna muy pesadacontribución a la isla.

• Artículo 1.—Deberán entregarme losfuertes poniendo almomento a las fuerzasbritánicas en posesiónde las puertas.

• Artículo 2.— La

Page 464: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

guarnición depondrá lasarmas, permitiéndosesin embargo a losoficiales que conservensus espadas y aquella,sin condición de serprisionera de guerra,será transportada aEspaña o quedará en laisla, siempre que suconducta agrade aloficial comandante.

• Artículo 3.— Contal que se cumpla con el

Page 465: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

primer artículo de queme entreguen loscargamentos ya citados,no se exigirá a loshabitantes la másmínima contribución; alcontrario, gozarán bajomi protección de todaseguridad en suspersonas y propiedades.

H. Nelson.»

Page 466: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO X

21 de julio de 1797.Cuartel de Paso Alto EL comandante Guinther no es unhombre muy hablador. Es, comotodos saben bien, más un hombre deacción que de palabras. Cuando sushombres le ven aparecer jamás sesientan esperando que les dé unacharla o les cuente batallitas en lasque haya estado batiéndose el cobre

Page 467: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

contra quien haya sido el enemigodel reino en ese momento. Cuandoel teniente coronel está presente, sehabla poco y se hace mucho.

Si no está supervisando lainstrucción, que entonces ya sepueden dar por jodidos, porque consu sola presencia los sargentos yoficiales se ponen a darexhibiciones de mandoconsiguiendo que cada día deinstrucción parezca una verdaderaguerra con tal de agradar al jefe, omejor dicho, tratando de que no se

Page 468: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mosquee, por si las moscas, estárevisando cada una de lasposiciones fortificadas de la plaza,en cuyo caso más vale que todo estécomo tiene que estar, y cadahombre en su sitio, con el uniformereglamentario sin que le falte unbotón, y las armas, sobre todo lasarmas, en perfectísimo estado derevista y listas para ser usadas sinfallo posible o a alguien se le cae elpelo.

Pero a pesar de todo lo quepueda parecer, de su aspecto rudo y

Page 469: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

serio, como si no tuviera capacidado interés de comunicarse con elmundo que le rodea si no es paradar una orden concisa, elcomandante Guinther es un hombreculto, que incluso habla variosidiomas, y al que el destino y lavocación llevaron hace ya muchotiempo al oficio de las armas.

A lo largo de toda su carreramilitar se ha tenido que enfrentar amil vicisitudes de las que siempresalió con honor y valentía. Unhombre justo y recio que no se

Page 470: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

arredra ante nada ni ante nadie. Losúltimos años los ha pasado juntocon su batallón, peleando en lacampaña del Rosellón, enfrentado aunos franceses que más de una vezles pusieron en serios apuros, y quelos mantuvieron, junto con sushombres, fuera de circulación,encarcelado en condición deprisionero de guerra hasta que sefirmó la paz.

Mientras camina sobre laplaza de armas del Castillo de PasoAlto, supervisándolo todo,

Page 471: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

consciente de que este castillo será,en caso de ataque, uno de losbaluartes fundamentales de ladefensa isleña, mira hacia el mar,inquieto, mientras el gobernador delcastillo, don Pedro Higueras, lemuestra cada rincón del mismo;desde la capilla hasta la última delas baterías. Prácticamente ni sehablan. El comandante soloobserva, como ha estado haciendoen los últimos días en cada una delas fortificaciones, y el gobernadorse limita a hacer de anfitrión,

Page 472: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

prácticamente sin mediar palabra sino es preguntado. Poco tiene quemostrarle don Pedro al tenientecoronel, ya que el propio Guintherfue tiempo atrás gobernadorinterino del castillo y conoce hastael último recoveco del mismo comosi fuera su propia casa. D. JuanGuinther no es uno de esos hombresa los que se les habla así sin más,es más bien uno de esos a los quese les responde, y punto. Y donPedro, por muy gobernador de PasoAlto que sea, se rinde como todos

Page 473: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ante la figura de Guinther,convencido de que su experiencia ysaber hacer puede resultar una bazaimportante para salir con bien de loque se les puede venir encima.

Pero el hombre no preguntanada. Solo observa, absorto en suspensamientos, casi ajeno a lapresencia de su acompañante.

Tras una larga carrera dearmas y multitud de batallas, donJuan está convencido de que hadesarrollado un sexto sentido que leayuda a presentir cuando el

Page 474: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

enemigo se acerca. Es como si cadacentímetro de su piel se pusiera entensión ante la inmediatez de labatalla, como él mismo suelecontar.

Como tantos otros en SantaCruz. Guinther no está, nimuchísimo menos, convencido deque sea buena idea tener a losfranceses como aliados. De hechole cabrea hasta el punto deexasperarle. Después de estardándose cera con los gabachos pormedia Europa, decirle a él que de

Page 475: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

repente son unos tipos fantásticos esalgo que no se hace, por mucho quelos ingleses sean, que lo son, piensaél, unos cabronazos de padre y muyseñor mío. Pero lo cierto es que élsiempre ha jugado las partidas queel destino le ha puesto delante conlas cartas que le sirven; sin unlamento, sin dar un paso atrás, y siahora toca reventar a los inglesesno va a ser él quien se niegue. Perohoy, más que nunca, siente su pieldando la señal de alarma. Como sile gritara poniéndole alerta. Casi

Page 476: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

puede oler a los ingleses, y eso letiene de aquí para allá, de uncuartel a otro, de un regimiento aotro, de norte a sur de la ciudad,supervisándolo todo, ajustándolotodo, preparando a todos para loque se avecina y casi cruzando losdedos para que todos hayan sacadoprovecho de los meses deinstrucción bajo su mando y el desus oficiales, y que eso obre elmilagro de que sepan hacer lo quese les encomiende con prontitud,decisión y valor, porque de no ser

Page 477: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

así, piensa, los hombres que ahoratiene delante no son más quemuertos vivientes. Fiambresesperando la bala que les mandedefinitivamente al otro barrio.

A fuerza de verle pasear deaquí para allá, a los hombres se lesestá contagiando la inquietud delteniente coronel; como el perritoque observa a su amo sin poderdecir nada, con las orejas tiesas.Algunos de los que han servido enotras batallas bajo su mando semiran sin decir nada, pero

Page 478: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

conscientes de que ya han visto esamirada en los ojos del comandante,siempre antes de que se liara latrifulca. Y a muchos de ellos no lescabe la menor duda de que hallegado el momento de prepararsepara la batalla.

—oOo—

De vuelta al Castillo de SanCristóbal, Guinther se reúne con elgeneral Gutiérrez en su cámara y le

Page 479: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

expone su pálpito de que losingleses, lejos de haberse retirado,están a punto de caer sobre ellos. Elgeneral, que está convencido deello desde el mismo día quedesaparecieron, obviamente está deacuerdo con él, y lo único que letiene pensativo es el cómo y elcuándo van a aparecer. Porquevenir, vienen, se dice. Más claro:agua. —¿Cómo ve a la tropa, donJuan?

—La veo. Que ya es muchodecir.

Page 480: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—¿Están preparados?—Bueno... eso depende de

para qué tengan que estarpreparados. Como usted sabe, mishombres son los únicos conexperiencia en combate, y no sonmuchos. El resto... pues hay detodo, como en botica. Algunos hansabido sacar provecho de lainstrucción. A otros muchos, bienpodríamos grabarles a fuego en elpecho el «Requiescant in pace»para ir ganando tiempo.

—Estoy seguro que usted

Page 481: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sabrá sacar provecho de ellos.Porque es nuestro deber y porqueno nos queda otra.

—Puede estar seguro de quellegado el momento los hombreslucharán. El que quiera tomar estaplaza deberá venir dispuesto adejarse gran parte de sus hombresen el intento. Pero como le digo,todo dependerá de con qué vengan.Si realizan un ataque en toda regla...

—Su reputación le precede,coronel. No me cabe duda de quecumplirá con su deber. Si realizan

Page 482: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

un ataque en toda regla,dispondremos una defensa en todaregla.

—Hasta el último hombre, migeneral. Es esta incertidumbre laque me tiene en vilo. Tantopreparar a los hombres y tantoesperar... Me preocupa que lleguena dar por sentado que no vendrán yse relajen.

El comandante ha tenido laoportunidad de comprobar el estadode la tropa en los últimos días, yaunque muchos siguen con la mosca

Page 483: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

detrás de la oreja y parece que nole dan la espalda al mar ni parahacer sus necesidades, otrosmuchos se muestran mucho másrelajados, incluso se diría quesonrientes, desde que los barcosingleses desaparecieron delhorizonte. Y el comandante noquiere ver una sola sonrisa entresus hombres. Los quiere cabreados,tensos, acojonados, encorajinados oincluso temblorosos, pero nosonrientes. Eso le saca de suscasillas porque sabe que nadie que

Page 484: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

se apreste a combatir dibuja ni tansiquiera media sonrisa en la cara, yeso solo puede significar quealgunos están convencidos de quelos ingleses no van a volver y quepor lo tanto están a salvo. Y esa essin duda, a juicio del tenientecoronel, la mayor de las metedurasde pata que puede permitirse latropa en estos momentos. Si estandoalerta y dispuestos, los soldadostienen pocas posibilidades de salirairosos de un enfrentamiento contraunas tropas como las inglesas, don

Page 485: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Juan sabe que si les pillan a calzóncaído la escabechina puede ser dechiste.

—Pues asegúrese de que latropa esté atenta —dice expeditivoel general—, porque sin duda losingleses se van a presentar aquí máspronto que tarde con todo lo quetengan.

—Créame que estoyconvencido de ello. Puedo oler a uninglés que esté a menos de 100millas, y ahora mismo le aseguroque los huelo como si yo mismo

Page 486: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

estuviera en el mismísimo centro dela taberna más apestosa de Londres.

El general se gira hacia el maren un gesto que repiteconstantemente de manera casiobsesiva. Observa cómo el sol seva ocultando, dejando paso a lassombras que poco a poco ocultaránlas siluetas de los barcos que seencuentran fondeados junto a larada. Ve un grupo de hombres quesuben a un bote, dispuestos acomenzar la primera guardia por lasaguas de la bahía. Cuatro hombres

Page 487: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que pasarán las primeras horas dela noche flotando entre los barcos,remando de un lado a otro, atentos acualquier movimiento extraño, acualquier sonido que les alerte dela presencia de enemigos quepretendan pillarlos por sorpresaamparados por la oscuridad de lanoche.

—Siga con su olfato despierto,Guinther. Esta noche la bahía estarátan oscura como la esperanza deaquellos que no estén preparados.

Los dos hombres aún pasarán

Page 488: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

un largo rato mirando al mar.Viendo la oscuridad cernirse sobrela plaza. No se dicen nada. Tienenla sensación de que ya se han dichotodo lo que se podían decir. Soloqueda esperar acontecimientos yrezar para que todo el trabajo delos últimos meses dé los frutosesperados.

—oOo—

En la batería de La Concepción

Page 489: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

todo se encuentra en calma. Lagente duerme, el Capitán Falcónapura su botella de vino, algunoshacen guardia..., poco más o menoslo de todos los santos días desdeque recuerdan.

A Juan le parece que llevatoda la vida allí. De hecho le cuestarecordar cualquier situaciónanterior, cualquier otro momento desu propia vida alejado de su puestode combate. No puede sacar de sucabeza la que se armó cuando losingleses apresaron la San Fernando,

Page 490: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

o La Mutine, o cuando sepresentaron con sus banderitasblancas, o las caras de los hombrescon los ojos inyectados en sangredisparando sin piedad sobre elbarco francés. Es como si ahoratodo girara en torno a aquellasparedes de piedra que casi son suhogar. Como si la única familia quehubiera tenido nunca fueranaquellos hombres con los que cadajornada comparte todas las horasdel día y de la noche, todos losmiedos, toda la rabia y la

Page 491: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

frustración de quien no sabe lo quele espera. Ya ni siquiera es capazde sentir temor, simplemente selimita a cumplir con lo que le tocasin rechistar. Si hay instrucción,dispara. Si toca rancho, come. Sihay mandos cerca, obedece. Y si,como ahora mismo, toca guardia,vigila.

Al menos hoy la guardia no leresulta tan solitaria. Diego, que nopodía dormir después de ver pasearal teniente coronel por cada una delas fortificaciones, contagiándole a

Page 492: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

él y a tantos otros la sensación deque la hora se acerca, ha subido ahacerle una visita, y ambos estánsentados sobre el pequeño muro dela batería, mirando al mar, comocada día y cada noche.

—Tiene gracia —dice Juan—,toda la vida en el campo y ahora,cada vez que cierro los ojos, no veomás que azul. Ya casi no recuerdocómo era mi vida allí; el olor de loseucaliptos, o el sabor de la trebina.Parece que llevase aquí desdesiempre.

Page 493: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Todos hemos cambiado. Deeso no hay duda. Aunque tengo queconfesarte que yo ya estoy harto deestar aquí.

—¡No me lo puedo creer! ¿Elgran Diego se rinde?

—No es eso, Juan. Es solo queempiezo a preguntarme cuántotiempo más tendremos que estaraquí. Sin hacer nada. No meimporta luchar, ni enfrentarme conlos ingleses, pero estar aquí un díadetrás de otro me desespera. Quiénsabe si al final los ingleses

Page 494: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

intentaran venir por las malas...—Bueno..., por la cara del jefe

yo diría que sí.—Sí. Eso parece. Pero

¿cuándo?—¿De verdad estás tan

desesperado porque nos revienten atodos? —dice Juan con cara depocos amigos.

—Claro que no, Juanillo. Y ati menos. Eres mi único amigo. Noquiero que te pase nada. No quieroque le pase nada a nadie. Pero estaguerra no la he decidido yo, y me

Page 495: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

temo que mientras no se decidan acombatir seguiremos estandoconfinados entre estas cuatroparedes, haciendo lo mismo cadadía. Indefinidamente. Y eso metiene desesperado.

—Yo también estoy hasta lasnarices. Ya lo sabes. Y quizá estosseñoritos de la casaca roja no sepresenten por aquí. Pero la verdades que yo no estoy tan desesperadoporque aparezcan. Hasta ahora,siempre que han venido se hansalido con la suya, y no tengo yo

Page 496: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

muchas ganas de que nos corran abalazos por las mismísimas callesdel pueblo. ¿De verdad crees quetendríamos alguna posibilidad sidesembarcan sus tropas en tierra?

—El general sabe lo que hacey Guinther es duro de pelar. Nocreo que se vayan a ir tan contentossi deciden venir.

—Claro. Seguro que no. Pero¿cuántos de nosotros lo veremos?¿Cuántos saldremos vivos delenvite, Diego?

Diego no le contesta. Sabe

Page 497: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que, si los ingleses desembarcan enla isla, muchos no podrán ver salirel sol al día siguiente. Juan tampocoespera respuesta. Ambos siguen conla mirada perdida en el mar, aunqueno pueden ver más allá de treintametros. Solo escuchan el rumor delas olas golpeando con fuerzacontra las rocas, empujadas por losalisios que en esta época del añoempiezan a arreciar.

PUUMBAAA.Al oír el estampido Juan y

Diego saltan del muro sobre el que

Page 498: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

estaban sentados con el corazón enun puño. Ambos se pegan un sustodescomunal que hace que suscorazones se disparen, mientrasbuscan con la mirada de dóndeproviene el cebollazo. Al mirarhacia su izquierda ven, a lo lejos, elresplandor del fogonazo de uno delos cañones de Paso Alto, alnoreste de la ciudad. Y luegosilencio.

Durante más de un minuto nose vuelve a escuchar nada. Todovuelve a estar oscuro y en aparente

Page 499: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

calma.—¿Qué coño ha sido eso? —

pregunta Juan con cara de susto.—Un cañonazo... Desde Paso

Alto.—¡Hasta ahí llego, macho!

Pero ¿por qué?, ¿a qué?—No lo sé. Pero algo habrán

visto. Ve abajo y despierta a lagente.

—A lo mejor ha sido una falsaalarma. Como baje a despertar atodos y no sea más que....

PUUUMBAAAA.

Page 500: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

El segundo cañonazo deja aJuan con la palabra en la boca, yesta vez les pilla mirando haciaPaso Alto. El fogonazo ilumina labahía delante de la fortalezamostrándoles un cuadro que haceque a Juan se le hielen las entrañas.Por un momento ninguno de los doses capaz de articular palabra, ni dehacer el más mínimo movimiento.Sus ojos están clavados en el mar.Atónitos.

—¡Ve abajo, cojones! ¡Da laalarma! —le dice Diego mientras se

Page 501: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

dirige hacia una de las piezas.Juan sale corriendo escaleras

abajo, trastabillándose porque casino siente las piernas del temblequeque lleva. Siente la garganta másseca de lo que haya podido tenerlanunca antes en su vida y teme que nisiquiera le salga la voz paraadvertir a sus compañeros. Loslatidos de su corazón resuenan ensus oídos; bum, bum, bum, bum,mientras escucha de nuevo uncañonazo que vuelve a hacer que sele congele la sangre en las venas.

Page 502: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

PUMMMBAAA. Y siguecorriendo. La adrenalina lemantiene de pie a pesar de que elmiedo le tiene atenazado. Lo únicoque consigue ver es la imagen quetiene en su cabeza y que se abrióante sus ojos bajo el fuego de loscañones. La pesadilla por fin se hahecho realidad. Durante tan solo unsegundo, el tiempo que el fogonazoiluminó la bahía, dos grupos delanchas y botes de desembarcoaparecieron de la nada ante susojos. Un grupo de más de veinte

Page 503: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

lanchas atestadas de hombresarmados se dirigía hacia el norestede la plaza, seguramente más alládel fuerte de Paso Alto, intentandodesembarcar fuera del alcance desus cañones. Otras dieciséistomaban rumbo hacia el centro de laciudad. Con esa imagen clavada afuego en su memoria, Juan siguecorriendo hacia donde descansa elresto de los hombres. ¡Joder! ¡Mecago en la puta!; se dice a sí mismomientras abre la puerta. Dioséchanos una mano; implora entre

Page 504: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

dientes justo antes de gritar a plenopulmón, ¡ALARMAAA! ¡NOSATACAAAN!

Arriba, Diego corre como unposeso intentando reunir todos losutensilios para procurar servir lapieza él solo hasta que lleguen losdemás, aunque ninguno de los botesde desembarco se encuentra a tirode su batería, mientras un nuevocañonazo se oye desde Paso Alto,al que siguen otros dos,demostrando que los hombresempiezan a encontrarse ya junto a

Page 505: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sus baterías, dispuestos a presentarbatalla.

Poco a poco los hombres vanllegando a sus puestos, con máscara de susto que de sueño, y lamayoría sin saber muy bien quépasa. Incluso el Capitán Falcónaparece de repente a medio vestir,jaleando a la tropa para que seponga manos a la obra, aunque éltampoco tiene ni idea de qué es loque pasa.

Cuando Juan vuelve aencontrarse en su puesto, otros dos

Page 506: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cañonazos encienden de nuevo laoscura noche y, para alivio de todoslos presentes, los botes aparecenahora desorganizados, intentandovirar poniendo proa de nuevo haciasus barcos que casi no son visiblesen la oscuridad de la noche.Algunos de ellos han zozobrado acausa del fuerte oleaje y se puedever a sus hombres intentando subira ellos, o al primero que les pasacerca, bajo una nueva andanada delas baterías costeras.

Los vítores por ver que, una

Page 507: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

vez perdido el factor sorpresa, losingleses se retiran, duran poco.Todos saben que esto no es unavictoria. Solo han ganado un pocode tiempo. Solo un retraso para loque ahora, a todas luces, pareceinevitable.

Los ingleses ya están aquí. Yesta vez no vienen solo a por unbarco con el que llenar susdespensas.

Todo el mundo estácompletamente en silencio. Unsilencio y una oscuridad tales que

Page 508: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

casi se puede escuchar el latido demiles de corazones a lo largo yancho de la línea de costa. Todosmirando al mar aunque no veannada desde que el fuego de loscañones cesó.

De repente, Juan, que aúntiembla tanto que casi no puededecir una palabra, aunque no es unhombre temeroso de Diosprecisamente, ya que viendo cómoviven los curas no acaba de creerseeso de que están para ayudar sinomás bien para ponerse morados

Page 509: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

(todos los curas que Juan ha vistoestán gordos como lechones),comienza a susurrar entre dientes,por si acaso...

—Padre nuestro que estás enlos cielos...

Otras muchas voces se unen aél en una plegaria por sus propiasvidas.

Page 510: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XI

Santa Cruz deTenerife. 22 de julio de1797 NI uno solo de los hombres se hamovido de su sitio desde que a lascuatro y media de la madrugada losbotes ingleses que pretendíancogerlos a todos durmiendo sedieron la vuelta al ser ellos los

Page 511: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sorprendidos. Cada minuto de estaoscura noche ha sido el más largode sus vidas. Cientos de hombressin moverse de su posición, sindecir una palabra, la mayoría concara de susto, pero listos, por lacuenta que les trae. Las únicasvoces que se han oído durante lanoche han sido las de los sargentos,jaleando a todos para que sepreparasen, disponiéndolo todopara una batalla que, esta vez sí,promete ser en serio, aunquemuchos de los hombres opinan que

Page 512: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

las anteriores ya lo habían sido y sepreguntan qué será de ellos si estollega a ser aún peor. La mayoría delos improvisados soldados no hadejado de rezar en toda la noche,esperando casi con desesperaciónla llegada del amanecer.

Juan es uno de esos muchoshombres, y como todos los demásno se ha movido de su puesto desdeque los botes se retiraron. Siguesiendo igual de poco religioso quesiempre pero no ha parado de rezardesde que apareció el enemigo,

Page 513: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

convencido de que, al menos, dañono le va a hacer, y de que nuncaestá de más buscar la ayuda divina,por si acaso existe, si eso le daalguna posibilidad más de salir convida.

La llegada del amanecer notranquiliza ni a Juan ni a nadie. Lasprimeras luces del día dejan verpor fin al enemigo con toda sufuerza naval cabeceando sobre lasolas frente a la costa, pero sobretodo las amenazantes einnumerables portas abiertas en los

Page 514: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

costados de aquellos inmensosbuques de guerra por las que apenasasoman las bocas de cientos decañones dispuestos a hacerlespicadillo. Los ojos de la mayoríade los hombres están tan abiertoscomo los de un búho acechando aun ratón (aunque en esta ocasiónson ellos los que se sienten comoindefensos ratones frente a unamanada de búhos hambrientos), antela imagen de la flota enemiga. Tresenormes navíos de línea, tresfragatas, un cúter y una

Page 515: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

bombardera... (Bueno, eso para losque tienen alguna idea del temanaval, para todos los demás, queson casi todos, un montonazo gordode barcos). Casi nadie ha vistojamás una flota de ese tamañoreunida en un solo punto, y Juanempieza a recordar cada una de lashistorias que le ha contado Diegosobre los grandes navíos de línea,los cientos de hombres que cadauno de ellos puede llevar a bordo,hombres valientes y feroces, elinterminable número de cañones

Page 516: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que cargan en su interior y lasépicas batallas en las que sedesempeñan con temeridadmarinera, y siente el impulso delanzar todos los bártulos al mar ysalir corriendo como alma quelleva el diablo para no volver aasomar la nariz por allí en la vida.

—De aquí no escapamos vivos—dice Juan convencido de que susuerte, como la de todos los demás,está echada.

—Tranquilo. Saldremos deaquí. Tú no te muevas de mi lado.

Page 517: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Te quiero pegado a mi culo comouna lapa.

—A la orden —dice con tonomuy poco convencido—. Peropegado a tu culo o no, aquí se acabóla historia. Si dos fragatas nostuvieron a punto de caramelo, contodos esos barcos no sé qué va aser de nosotros. A saber cuántoshombres y cuántos cañones traen.Estamos jodidos —sentencia.

Diego sigue mirando losbarcos que están apostados frente aSanta Cruz y calcula mentalmente

Page 518: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

las fuerzas enemigas; más de 300cañones y 3000 hombres, se dice así mismo, pero no le dice nada aJuan, consciente de que ya está losuficientemente seguro de que selos van a pasar por la piedra deaquí a nada, como para darle másrazones que le convenzan de que asíserá.

A su alrededor, las caras detodos los hombres demuestran que,quien más y quien menos, anda conlas mismas cuentas en la cabeza, losque saben contar, y los demás

Page 519: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

simplemente rezan con los ojoscomo platos. Pero todos en suspuestos. Las baterías dispuestas contodo lo necesario para servirlas.Delante de cada una de ellas sepuede ver una auténtica pirámidehecha con balas de más de 7 kiloscada una, para que cuando se desateel infierno las tengan a mano, asícomo las mechas, los saquitos demetralla y los hombres queintentarán mandar al infierno atantos ingleses como les seaposible. Morir matando. No hay

Page 520: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

más.—¡Atención! —dice uno de

los sargentos—. Tened las balaslistas. Cuando se acerquen losbarcos os quiero a todos corriendocomo diablos y disparando todasesas balas hasta que los mandéis alfondo del mar. Si esos perros seacercan en los botes os olvidáis delas balas y les disparáis la metralla;que son estos saquitos de aquí, conbalas en el interior, para hacer conellos carne molida y que se jodan.¿Está claro?

Page 521: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—¡Sí, mi sargento! —contestan todos a una.

—Si se acaban los saquitos demetralla, metéis por la boca delcañón todo lo que pilléis; piedras,carretes de hilo, medallas, pipas demelocotón o de aguacate o de loque os de la realísima gana, y se loendiñáis en el culo a esos chulos deplaya. Que no quedará tan bonito,pero mata igual.

—¡Sí, mi sargento!—Y al primero que se raje

cuando se monte el despelote lo

Page 522: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

abro de arriba abajo como a unacaballa con este sable —dicemientras lo alza desenfundado,dejando que su hoja brille bajo losprimero rayos de sol de la mañana—. Esos perros ingleses llevan tressiglos intentando poner el pie enesta isla y aún no lo hanconseguido, y esta, os lo juro pormi madre, no va a ser la primera.Así que atentos y al lío.

Similares arengas sonrepetidas por similares sargentos encada una de las posiciones de costa,

Page 523: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

y son recibidas con similarescepticismo y similar acojone,mala leche, tembleque, rabia y carade susto por todos y cada uno de lossoldados de la plaza. Pero al menosles convence de que más valeluchar porque, de todas maneras, sino lo hacen, los que se los van apasar por la piedra son lossargentos, así que al menos,mientras les llega la bala o elsablazo que llevan sus nombres,intentan devolverle el favor a tantosingleses como puedan, mandándoles

Page 524: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

a tomar por saco tan salvajementecomo sea menester.

—oOo—

En el Castillo de San Cristóbal, elgeneral Gutiérrez lleva con elcatalejo clavado en el ojo derechodesde que comenzó a amanecer,observando cada uno de losmovimientos de la flotilla enemiga,y calcula a ojo de buen cubero elnúmero de hombres y cañones que

Page 525: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

trae el enemigo, de manera algomás acertada que Diego, ya queestima que el número de cañonesronda los 400 y el de hombres los3700, y la forma de utilizar susexiguas fuerzas de la mejor maneraposible para intentar ganar labatalla que se avecina, o al menos,intentar que los ingleses tarden lomás posible en romperles loscuernos, para que, como mal menor,se pueda decir que hicieron todo loque estaba en sus manos, salvandoasí el honor y evitando un más que

Page 526: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

posible consejo de guerra,consciente de que últimamente,cada vez que en España se pierdeuna batalla, cosa que empieza a serhabitual, los comandantes que lasdirigen acaban enjuiciados con unafacilidad pasmosa como no sehayan dejado al menos tres cuartaspartes de los hombres destripadosen el campo de batalla, sea en tierrao en el mar, e incluso, si es posible,que mueran ellos también, comoDios manda, antes de arriar labandera.

Page 527: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Pero lo cierto es que en la caradel general se puede adivinar quelo único que en este momento se latrae al pairo es la posibilidad defuturos consejos de guerra. Elgeneral está donde tiene que estar,pero sobre todo está donde quiereestar: frente al enemigo. Y en sugesto ni siquiera se observa la másmínima sombra de duda o temor,más bien al contrario, casi se diríaque está disfrutando del que, ajuzgar por su maltrecha salud,podría ser el último combate de su

Page 528: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

vida, lo maten o no los ingleses, yaque está convencido de que ya nova a estar por este mundo muchasnavidades más, así que se dispone aentablar batalla contra unas fuerzasque, aunque superiores en número yexperiencia de combate, estáconvencido de que no van a salir deallí tan contentas como vienen.

A través de su catalejo, elgeneral observa que desde losbarcos se arrían botes que llevan asus comandantes hacia uno de losnavíos de línea, y aunque no puede

Page 529: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ver de qué barco se trata, no le cabeduda de que es el barco delalmirante de la flotilla, viendo suinsignia enarbolada en uno de lospalos, de quien recibirán lasúltimas órdenes antes de procederal ataque. Su única duda es quiénserá su comandante, aunque losúltimos rumores que llegaron a laisla antes de que los ingleseshicieran acto de presencia,hablaban de que sería el mismísimoNelson en persona quien seencargaría del ataque. Y el general

Page 530: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Gutiérrez, paradójicamente, casireza para que así sea.

Al fin y al cabo, piensa, unaguerra es una guerra, y en cualquierbatalla te pueden destripar, aunquete enfrentes con el más inútil de losoficiales enemigos, a poco que lacosa se tuerza. Pero una batalla deverdad es una enorme partida deajedrez en la que los que loscontendientes confrontan, no solosus piezas, sino fundamentalmentesu intelecto. El uno contra el otro. Ytodo buen comandante ansia

Page 531: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

medirse con el mejor de losenemigos posibles, y si es posible,derrotarle.

Derrotar a Nelson...Ese marino implacable,

invencible y temerario del que todoel mundo habla con admiración opavor, dependiendo de en qué ladodel desbarajuste se encuentre, es sinduda el enemigo con el que todogran comandante desearía medir susfuerzas. Tras haber pasado toda unavida combatiendo a cuantoscontrincantes se le pusieron delante,

Page 532: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

con razonable éxito, incluyendo lasdos derrotas que les infligió a lospropios ingleses, tener laoportunidad de enfrentarse alcomandante más prestigioso delmomento es sin duda unaoportunidad única de retirarse contodos los honores y, en definitiva, sital victoria no llegara a producirse,al menos la derrota vendría demanos de aquel a quien casi seconsidera invencible, por lo quenadie podría pedirle más que unadefensa valerosa y un buen puñado

Page 533: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de muertos en ambos bandos que lajustifiquen.

—Teniente, disponga a losenlaces en la puerta del castillo. Noquiero que los ingleses nos tomen ladelantera porque las órdenes nolleguen a tiempo.

—Ya están en sus puestos, migeneral, con los caballos másrápidos, y el batallón de Canariasjunto con las banderas de Habana yCuba formados a la espera deórdenes en la Plaza de la Pila.

—Muy bien. Entonces solo

Page 534: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

queda esperar a que los ingleseshagan su primer movimiento. Quetodos estén atentos. Deberemosmovernos rápido. Los hombresformados en la plaza quedarán enretaguardia hasta que veamos dóndeson necesarios.

—Pero... mi general, son losmejores hombres que tenemos.

—Precisamente por eso,teniente. En toda partida de ajedrezlos peones se mandan delante.Luego serán los mejorescombatientes los que se envíen

Page 535: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

donde las cosas se pongan feas.Sería inútil sacrificar nuestrosmejores hombres ahora. Que siganformados en la plaza.

Mientras el teniente Calzadillase dispone a transmitir las órdenes,el general sigue observando alenemigo. Atento a cadamovimiento. Observa la flotillaenemiga y los hombres sobre suscubiertas que aparecen comolaboriosas hormigas a través de sucatalejo. Solo les quita la vista deencima para observar el campo de

Page 536: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

batalla. Los ingleses tienen a sufavor la experiencia en combate desus tropas y el número de lasmismas, pero el terreno de juegopertenece a los canarios. Conocencada peña, cada barranco y cadameseta, y esto, se dice el general,jugará a su favor.

El general sabe que la historiaestá llena de ejemplos dondeejércitos enormes cayeronestrepitosamente derrotados porfuerzas muy inferiores que encambio supieron utilizar el terreno

Page 537: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

a su favor, minimizando laimportancia de la superioridadnumérica del enemigo. Elconocimiento del terreno, bienutilizado, es un factor estratégicofundamental en el desenlace decualquier enfrentamiento; facilita ladefensa y dificulta enormemente elapoyo logístico del enemigo a sustropas. Cualquier factor, pormínimo que parezca, puede resultardeterminante. Por eso, el generalobserva el viento que a esta hora dela mañana empieza a arreciar,

Page 538: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

haciendo que el mar se encrespecomo si quisiera participar en labatalla, como un inesperado aliado,y una pequeña sonrisa se dibuja ensus labios. Los alisios, los vientosde Canarias, parecen estar en pie deguerra, revolviendo y sacudiendolos mares isleños, y quizá seconviertan en la primera línea dedefensa a la que se tengan queenfrentar los ingleses. El generalsabe que es posible que eso leayude a emular al gran GeorgeWashington, el padre de la joven

Page 539: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

nación americana, cuando al frentede los insurgentes se tuvo que batircon una flota de más de 400 buquesbritánicos, contra los que salióvictorioso, y aunque tiene muy claroque sea cual sea el desenlace de labatalla, a él no le van a hacerpresidente de España, no le cabeduda de que al menos sí le servirápara pasar a la historia.

—Parece que se mueven, migeneral.

—Ya lo veo. Con rumboNoreste.

Page 540: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Las fragatas inglesas seseparan de los navíos de línea ycomienzan a dirigirse con rumboNoreste, en dirección a Paso Alto;pesadamente al principio, peropronto el viento que, conformeavanza la mañana empieza a cobrarfuerza, hincha las velas enemigasimpulsando los buques sobre lasolas. El general sigue sin quitarlesel ojo de encima, intentandoadivinar las intenciones delenemigo. Le resulta obvio que noharán un ataque directo al Castillo

Page 541: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de Paso Alto, enfrentándose a suscañones a plena luz del día, tan solocon las fragatas, por lo que la idea,se dice, debe ser dirigirse algo másallá, evitando el fuego del castillo.Además, el hecho de que solo lasfragatas sean las que se dirijan adonde quiera que sea que sedirigen, dejando a los navíos delínea detrás, parece demostrar susintenciones de acercarse todo loque puedan a la costa, dado elmenor calado de estas, con laintención de desembarcar sus

Page 542: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

fuerzas en tierra. Con esta idea enla cabeza estudia los planos quetiene delante y se convence de queintentarán desembarcar a sushombres tras del castillo, y el puntomás claro para tal desembarcoparece Valleseco.

—Si consiguen desembarcarsuficientes hombres en la playa deValleseco podrán atacar el castillodesde atrás —dice el generalmientras sigue observando losplanos de la zona.

—Si se hacen con Paso Alto,

Page 543: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mi general, la cosa se va acomplicar mucho.

—Sí. Por eso no dejaremosque lo hagan. Advierta al tenientecoronel Chirino de que elija adoscientos hombres y se dirija a laaltura de Paso Alto. Desde esepunto elevado les contendremos sillegan a tierra.

—A la orden.

—oOo—

Page 544: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

En el Castillo de Paso Alto, D.Pedro de Higueras, que al igual queel general no ha perdido de vista ala flota inglesa, también se percatade las intenciones de los británicosy envía un pequeño grupo dehombres a la misma altura con laidea de vigilar los movimientos delenemigo.

De repente, el Camino deRonda se convierte en un ir y venirde tropas que intentan adelantarse acada movimiento enemigo. Desde

Page 545: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

todas las baterías los hombresobservan a sus compañerosdirigiéndose hacia donde se les haordenado, y los corazones de todosempiezan a latir aun con más fuerza,conscientes de que ya no hay vueltaatrás.

—oOo—

En la batería de La Concepción,Juanillo casi no sabe ni a dóndemirar. Hasta hace un momento era

Page 546: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

incapaz de retirar la vista deaquellos enormes barcos queaparecieron frente a ellos con lasprimeras luces del alba. Ahora, losbuques más grandes siguen enfrente,las fragatas se dirigen hacia vayausted a saber dónde, y cientos dehombres corren, a caballo algunos,a pie los que más, hacia dondeparecen dirigirse las fragatasenemigas. No puede ni parpadearde la tensión, aunque en ciertomodo le alivia el hecho de quevayan donde vayan las fragatas y

Page 547: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

los hombres que van a su encuentro,parece ser lejos de su puesto decombate.

—¡La que se va a liar! —ledice a Diego con un nudo en lagarganta.

—Tú atento y tranquilo. Porahora, si se lía, no va a ser ennuestras narices.

—Ya. Tiempo al tiempo... —contesta Juan, tan optimista comosiempre.

La mayoría de los hombres dela ciudad están como Juan: mirando

Page 548: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

para todos lados, rezando a todoslos santos, encomendándose a laexperiencia de sus oficiales a losque piden a Dios que les dé toda lasabiduría, o la potra (que tambiénvale) que sea posible, para queobren el milagro de que al final deldía sus tripas estén donde ahora;dentro de sus temblorosos cuerpos,y no desparramadas fuera de losmismos. Al menos la mayoría,porque en la Plaza de la Pila, loshombres del batallón de Canarias,que desde esa posición no se

Page 549: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

enteran de nada porque no puedenver ni los movimientos del enemigoni los de una bailarina cubana quese les pusiera delante, estándesesperados porque llegue laorden de combatir para salircorriendo hacia donde se les diga yser ellos los que desparramen lastripas de los invasores, con toda lamala idea del mundo. Pero callan,disciplinados, esperando sumomento.

A medida que las fragatas sealejan del lugar en el que se

Page 550: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

encuentra Juan, en dirección a PasoAlto, este empieza a sentir que pocoa poco el aire le vuelve a entrar enel pecho, aunque el sonido de lostambores de guerra, que ya hace unrato que redoblan como si de unréquiem por los que van a palmarse tratara, le tiene de los nervios.Mientras tanto, los que las venacercarse a su posición comienzana encomendar sus vidas alsantísimo, pidiéndole que estecaluroso día de verano no sea elúltimo de sus vidas.

Page 551: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XII

22 de julio de 1797.Valleseco —ESTO va a oler fatal... perofatal que te cagas— susurra JoséPérez agachado detrás de unapiedra, sobre la altura de PasoAlto.

—¿Qué dices, sonado? ¿El quéva a oler fatal?

—Nosotros, compadre...

Page 552: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Nosotros vamos a oler fatal de aquía nada. Con este calorazo criminaly los balazos que nos van a meteresos cabrones, verás qué pestazo...Se nos va a pudrir hasta el tuétano.

Entre el pateo que se hantenido que meter para llegar hastala altura de Paso Alto, el calorinsoportable que hace y lo que seve venir por el mar desde laposición que ahora ocupan los 200hombres que, bañados en sudor ycon la lengua fuera, acaban dellegar a donde se les había

Page 553: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ordenado, José empieza a verlotodo más oscuro que el sobaco deun escarabajo mientras intentarecuperar el resuello.

La altura de Paso Alto es pocomás o menos eso: una altura. Ypunto. Porque allí no hay más quepiedras y piteras. Ni los lagartosasoman hoy la nariz. Ni un solorincón donde guarecerse del sol queamenaza con matarlos a todos antesde que el número cada vez mayorde ingleses que estándesembarcando en la playa les

Page 554: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

peguen un solo tiro.Sobre la altura aparecen todos

agachados, intentando que losingleses no les vean antes de podersorprenderles aunque, viendo lacantidad de casacas rojas que vanbajando de las lanchas, la mayoríaempieza a no tener nada claro quevayan a sorprender a nadie. A máscasacas rojas, menos claro elpanorama. Al único que pareceimportarle un pimiento el númerode ingleses que está desembarcandoes al teniente coronel Chirino. Lo

Page 555: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que le joroba un poquito es quemientras las fragatas se estabanacercando, el intercambio decañonazos que se sacudieron con elCastillo de Paso Alto no hubieradado, al menos, con una de ellas enel fondo del mar; para que sejodieran y por equilibrar el tema unpoquito. Pero nada. Sin un rasguñosalieron los pérfidos británicos, queahora, ya fuera definitivamente delalcance de las baterías, estánmetiéndoles en la playa casi milhombres armados con mosquetes,

Page 556: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

chuzos, sables y hasta cañones decampaña.

—Una fiesta preciosa se va aorganizar aquí... —José vuelve a lacarga, intentando liberar tensiónmientras comparte el canguelo consus compañeros.

—Y dilo. Esos son más de miltipos y nosotros doscientosborregos. Como no nos manden másgente me da que sí que vamos a olermal... —le contesta el soldado quetiene a su lado y al que José nohabía visto en su puñetera vida.

Page 557: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Pero el teniente coronel siguea lo suyo y está moderadamentetranquilo porque sabe que la alturales da una ventaja importante sobrelos hombres que ahora comienzan atomar posiciones playa arriba, apunto de adentrarse en el barranco.

Aunque piensa que un poquitode ayuda tampoco les vendría mal,si esto es lo que hay, con esto lesrecibiremos, se dice, y en cuantoestén a tiro se ordena que empieceel baile y el que no se ha escondidotiempo ha tenido.

Page 558: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—oOo—

El resto de la ciudad está a verlasvenir. Todos se imaginan que losingleses han desembarcado ya, perodespués del intercambio decañonazos no se ha vuelto aescuchar un solo tiro y todo elmundo está a ciegas. No saben si lacosa va bien, regular, o si loscompañeros que vieron salir alencuentro de los ingleses están yapresentando sus respetos a sus

Page 559: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

antepasados. Juan, como todos, notiene ni idea de si la ausencia dejaleo es buena o mala señal pero,mientras a él no le disparen,prefiere pensar que la cosa marcha.Aún así, entre el ruido de lostambores, los enormes navíos deguerra apostados enfrente, laincertidumbre, el acojone y elcalor, siente como si le fuera a darun tabardillo cada cinco minutos.

—No se oye nada, ¿iremosganando? —pregunta intentando quealguien le dé, de una buena vez, una

Page 560: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

noticia agradable.—Vete a saber. Pero si los

cañones de Paso Alto de repenteempiezan a disparar contranosotros, tendremos una pistabastante clara. Mientras tanto, todova bien —le contesta Diego, quetiene, obviamente, la mismainformación que Juanillo.

—oOo—

El general Gutiérrez está igualmente

Page 561: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

falto de novedades, pero él sí hapodido ver el número de hombresque desembarcaban de las lanchas,y aunque tampoco se puso acontarlos uno a uno, no le cabeduda de que son un montón más quelos que él envió a su encuentro, loque, a pesar de que aún no se hayaoído un solo disparo, no resultamuy tranquilizador. La falta deinformación te puede hacer perderuna batalla, se dice para sí. Que elresto de los hombres no tenga nipajolera idea de lo que está

Page 562: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sucediendo entra dentro de lológico, e incluso puede resultarbeneficioso llegado el caso, sobretodo si los ingleses empiezan adarles una paliza; por aquello deque ojos que no ven, tropa que nosale corriendo... Pero él no sepuede permitir no saber qué sucedey, sobre todo, lo que no se puedepermitir es perder el primerenfrentamiento con los ingleses,más aún cuando el castillo está enriesgo de ser capturado, porque sieso sucediera, de ahí en adelante

Page 563: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

las cosas estarían muy en contra delos intereses isleños.

Aun así, el general sabe que,una vez la tropa se ha hecho fuerteen la altura de paso alto, losingleses van a tener muycomplicado sobrepasar esaposición para dirigirse a la ciudad,pero en cambio podrían dirigirsehacia el interior de la isla, lo quepodría suponer un problemabastante gordo.

Dispuesto a poner solución, elgeneral se gira hacia los oficiales

Page 564: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que se encuentran junto a élesperando órdenes.

—¡Coronel Creagh!—A la orden de usía, mi

general.—Escoja treinta hombres y

diríjase hacia La Laguna. Intentereclutar hombres allí. Tenemos quecerrar el paso hacia el interior de laisla. Y usted, teniente —dice ahoradirigiéndose al teniente NicolásGarcía que le mira con cara dedecir: ¿Yo? ¡No fastidie Usía!—,vaya con su destacamento a la Cruz

Page 565: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de Afur. No quiero que los inglesesse muevan de esa playa. O sevuelven a sus barcos o mueren allí.

—oOo—

Las casacas rojas siguen poblandola playa, pero muchos de losbritánicos están extenuados, antesaún de empezar la batalla. El fuerteoleaje ha lanzado varias de laslanchas contra las rocas y los queno están a punto de ahogarse se han

Page 566: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

roto la crisma para alegría de loscanarios que siguen agazapados,confiados en la ventaja que les dasu posición, esperando el momentode atacar a los ingleses.

El teniente coronel observa alas tropas invasoras, así como lasladeras de los picos circundantes, ypiensa que los ingleses han metidola pata. Aunque son muy superioresen número, está convencido de queles será imposible alcanzar lasalturas bajo el fuego de susmosquetes. Además ve a los

Page 567: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

británicos intentando mover, afuerza de brazo, los pequeñoscañones de campaña, a falta deanimales para tal empresa, y casiprefiere seguir sin atacar parapoder disfrutar un rato más viendocómo los ingleses las pasan canutastirando de sus armas, saliendo delagua a trompicones y con cara dedespistados mientras miran a sualrededor, seguramente mentando ala madre de su almirante porhaberlos metido en aquel barrancodel que les va costar Dios y ayuda

Page 568: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

salir, viendo lo escarpado delterreno, a poco que les empiecen asacudir estopa desde lo alto.

La marea roja que formantodos los británicos con sus casacascomienza a tomar posiciones,observando cada pico que lesrodea, esperando ver al enemigoaparecer en cualquier momento.Mientras los que van cargando laspiezas de campaña se van quedandorezagados, el resto de los británicosse encamina hacia las laderas,saltando de piedra en piedra,

Page 569: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

buscando refugio entre las cortadaspara no presentar un blanco fácil.

Arriba, el coronel Chirinomanda a todos los hombres a cargarsus armas, mientras con un gesto dela mano les hace agacharse ymantenerse en silencio. Un pocomás, se dice. Solo un poco másarriba. Seguid subiendo que os vaisa enterar...

—oOo—

Page 570: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—¿Por qué no les sacudimos ya,joder? ¿Vamos a esperar hasta quese suban aquí con nosotros o qué?—comenta asustado como uncervatillo el soldado que seencuentra junto a José Pérez, que aestas alturas está viendomuchísimos más soldadosbritánicos de los que había visto ensu vida ni en cuadros. Y muchísimomás cerca de lo que le gustaría.

—Cierra la boca membrillo.¿A quién le vamos a disparar? ¡Si

Page 571: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

están a tomar por saco! Desde aquíno les damos ni de casualidad y loúnico que haríamos seríaadvertirles de nuestra presencia —dice José susurrando.

—Pues por eso mismo. No seaque no se enteren de que estamosaquí y sigan subiendo, que se puedeformar un Belén del carajo.

—oOo—

Ajenos a las conversaciones de los

Page 572: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

soldados encaramados en la altura,los británicos se despliegan cadavez más rápido intentando ganar lasalturas y salir de la playa, dondeson conscientes de que no tienenninguna oportunidad. Una vezsalvados los primeroscontratiempos con las olas y laspiezas de campaña, que más de unono hay duda de que preferiríatirarlas al mar a juzgar por las carasque traen, los ingleses empiezan ahacer honor a lo que de ellos seespera. Prácticamente sin una

Page 573: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

orden, se desplazan en pequeñosgrupos lo más rápido que puedenasegurando metro a metro delcamino; a pequeños saltos. Primeroun grupo asegura una posición yluego el siguiente los sobrepasahasta la siguiente, repitiendo laescena una y otra vez mientras sevan adentrando. Cientos de hombresapuntan sus armas hacia cadapiedra, árbol o sombra que ven enla altura, cubriendo el avance delos que les preceden.

Los canarios empiezan a estar

Page 574: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

desesperados por descargar susarmas sobre el enemigo al que, apesar de que se le nota que está másperdido que un delfín en unapecera, se le ve desenvolverse conmucha más soltura de la que a loscanarios les gustaría. Pero elteniente coronel sigue firme. Denuevo repite el gesto con la manoordenando a sus hombres que esténtranquilos hasta que él dé la orden.

—Cargad los mosquetes —susurra Chirino—, apuntad bien yno disparéis hasta que yo dé la

Page 575: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

orden —repite.Los hombres sienten la tensión

en cada uno de los músculos de sucuerpo. Miran alrededor y ven acientos de compañeros agazapados,cuerpo a tierra, la mayoríaintentando pasar desapercibidos,otros arrodillados detrás depequeñas piedras que les sirven deparapeto o incluso disimulados trasalguna pitera, apuntando a través deella con tal de no sacar la cabezamás de lo imprescindible. JoséPérez es uno de los hombres que se

Page 576: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sitúa más abajo, casi donde laladera empieza a inclinarse hacia laplaya, parapetado en un pequeñosaliente situado entre dos grandeslajas de piedra que le permitenestar echado sobre el terreno sincasi presentar blanco al enemigo,pero en cambio teniendo una vistaperfecta para poder a su vezdisparar sobre él. Está callado;todo el mundo lo está. Pero él eneste momento tiene la sensación deestar solo, totalmente concentradoen uno de los británicos, que a estas

Page 577: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

alturas José ha decidido que será elprimer desgraciado al que intentarádejar listo para que se lo coman loslagartos. Un sombrero de dos picos.Un jefe cabrón, se dice. Si me tengoque quedar en esta colinaasquerosa, ese se viene conmigo.Ese y alguno más...

BANNNNNNUno de los hombres no aguanta

la tensión y, no se sabe si conintención o presa del tembleque,dispara su mosquete alertando a losingleses y pegándoles un susto de

Page 578: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

narices a todos los hombres que lerodean, que ahora se miranbuscando al zurullo que la acaba decagar.

Los ingleses empiezan a correrbuscando ponerse a cubierto,mientras los que se encuentran enlos flancos del avance enemigocubriendo a sus compañeroscomienzan a disparar sus mosqueteshacia donde se escuchó el primermosquetazo, BANN, BAAN, BAN,TAC, TAC, BAAAN, y los quecargaban las piezas de campaña las

Page 579: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

dejan atrás para correr junto a suscompañeros antes de que les vuelenla cabeza.

Los canarios, ya sin esperarorden alguna por parte de Chirino,devuelven el fuego, aunque sinesperanza de alcanzar a enemigoalguno, que como bien sabe elteniente coronel está fuera delalcance de tan limitadas armas.

Chirino, una vez entiende queno va a saber quién ha sido elimbécil que disparó alertando alenemigo, y que se va a quedar con

Page 580: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

las ganas de calzárselo comocorresponde, por subnormal, viendoque detrás de él ha comenzado adisparar hasta el hijo de la ventera,centra ahora sus esfuerzos enadivinar el siguiente movimientodel enemigo, que una vez halocalizado la altura desde la que ledisparan se repliega rápidamentehacia el lugar opuesto: hacia lameseta del Ramonal, al otro ladodel barranco.

El intercambio de balazosresulta inútil, dada la distancia,

Page 581: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pero tanto los unos como los otrossiguen disparando por si suena laflauta, aunque ven como sus tiros sepierden sin dar a nadie mientras losingleses siguen corriendo laderaarriba, tropezando la mayoría,rodando cinco metros abajo porcada uno que suben, haciéndosemás daño contra las piedras y laspiteras, que a estas alturas muchosse han clavado hasta en el últimocentímetro de sus blanquecinaspieles, que por causa de los balazosque les disparan los canarios, más

Page 582: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

preocupados en la mayoría de loscasos de mantener la nariz lo máspegada a la tierra que les seaposible que de sacarla para apuntarcomo Dios manda.

El calor es insoportable.Todos los hombres, sean de dondesean, sudan como auténticos cerdosmientras siguen escuchando a sualrededor el sonido de cientos demosquetazos. José carga y disparasin parar, ya sin obsesionarse conel del sombrero de dos picos, quecon gran cabreo por su parte hace

Page 583: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ya rato que se le escapó laderaarriba dejándole con las ganas desaltarle el gorrito. Ya pillaré a unode esos con gorrito, se diceresignado, mientras intenta darle alprimero que pille, con gorro, singorro o como si va vestido delagarterana, con tal de que seainglés.

Tras poco más de quinceminutos desde que empezaron losfogonazos no queda ni un inglés enla playa, donde solo se ven laslanchas de desembarco zarandeadas

Page 584: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

por las olas y las piezas decampaña abandonadas cuandocomenzó la refriega. La mitad delos enemigos está llegando ya a laparte alta de la meseta del Ramonalmientras, agazapados más abajo, elresto cubre su ascensión sin dejarde disparar hacia las tropascanarias.

—¡Alto el fuego! —dice a vozen grito el teniente coronel Chirino,mientras aún se escuchan algunosfogonazos esporádicos—. Dejad dedisparar. Ahorrad munición hasta

Page 585: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que podamos alcanzarles.De repente todo queda en

silencio. La mitad de las tropasinglesas se encuentra ya en lamisma posición que los canarios:agazapados tras piedras, salientes,piteras o lo que pillan, al otro ladodel barranco, apuntando hacia loscanarios, pero igualmente sindisparar, ahorrando munición,conscientes de que la distancia queles separa no permite acertarle anadie. El resto de casacas rojassube lentamente, tal como hicieron

Page 586: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

al comienzo de su repliegue,saltando pocos metros cada vez, enpequeños grupos. Mientras tanto,los de arriba y los que vanalcanzando las nuevas posicionesapuntan hacia la altura de Paso Altopara disuadir a los canarios de queles frían a balazos a medida quesuben.

Empate técnico, se dice elteniente coronel.

Ahora ambas tropas seencuentran separadas por elbarranco de Valleseco. Cada una

Page 587: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

domina una altura; los canarios másal sur, los británicos más al norte.

El teniente coronel observaahora el campo de batalla, la playarepleta de lanchas y piezas decampaña, las alturas circundantes,sus fuerzas (que siguen sin despegarla nariz del suelo) y las británicas,que igualmente se mantienen cuerpoa tierra, a excepción de susoficiales que, sintiéndoseprotegidos por la distancia,caminan despreocupadamentedando órdenes a sus hombres y

Page 588: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

estudiando el terreno.Ahora solo queda esperar.Chirino respira aliviado. Al

menos el primer envite se saldó sinbajas y consiguiendo el primerobjetivo: los ingleses ya no puedenhacerse con el castillo ni avanzarhacia Santa Cruz, y eso sin duda esuna gran noticia. De hecho, cuandovio por primera vez el enormenúmero de atacantes, durante losprimeros momentos deldesembarco, pensó que muy bien seles tendría que dar la cosa para que

Page 589: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

aquellos ingleses no se salieran conla suya y les pasaran por encima,así que ahora, tanto él como el restode los hombres empiezan aencontrar algo de luz al final deltúnel. Muchos de ellos incluso sepermiten pensar que tal vez, solo talvez, la divina providencia intercedapor ellos, pecadores,permitiéndoles salir vivos deaquella meseta inmunda donde lestocaría mucho las narices morir ydonde en su puñetera vida hubieransubido, a sudar como los morros de

Page 590: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

un perro moribundo, si no fuera porlos inglesitos y la madre que losparió.

Ahora el problema es otro,calcula Chirino. Si bien los inglesesno pueden acceder a su posición nisobrepasarla para atacar SantaCruz, los canarios tampoco puedenatacar a los ingleses, que tambiénse han hecho fuertes en la alturaopuesta. Así que a los británicossolo les quedan dos opciones:intentar volver a la playa, hacia suslanchas para retirarse de nuevo

Page 591: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hacia sus barcos, arriesgándose apasar otra vez bajo el fuego de losmosquetes canarios (aunque eso,por lo visto, tampoco es muchoarriesgar), o intentar adentrarse enla isla para de esta manerareagruparse en el interior y dirigirun ataque a la ciudad desde allí,pillándoles por la espalda. Esteúltimo, piensa el teniente coronel,sería un problema de gran magnitud.Sobre todo porque con las tropasque tiene está convencido de que nopodría hacer nada por evitarlo. Si

Page 592: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

deciden dirigirse hacia el interior,el coronel no podría abandonar suposición dominante con doscientoshombres para cortar el paso a casimil hombres que igualmente tienenuna posición de ventaja en lameseta del Ramonal. Así que soloqueda esperar y rezar. Y sudar,porque el sol, que a esta hora yaestá en lo más alto, está empezandoa cocinar a los soldados de ambosbandos como si fueranchicharrones.

—¿Y ahora qué? —se

Page 593: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pregunta José—. Como nosquedemos aquí mucho rato se nosvan a freír los huevos.

—Ya. Pero al menos esostipos ni nos disparan ni nos corren asablazos. Y si nosotros nos freímos,ellos también.

—Pues espero que se fríanrapidito porque tengo el gaznatemás seco que un esparto.

El lugar en el que seencuentran no es precisamente ellugar más agradable para pasar elverano. No hay una sola sombra, ni

Page 594: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

un simple árbol bajo el que buscarcobijo y evitar un sol que norecuerdan que haya pegado desemejante manera en la vida.Algunos empiezan a quejarse demareos y a mostrar síntomas deinsolación.

—Los hombres no aguantaránmucho así, mi coronel —advierteuno de los sargentos—. Sin agua ysin lugar donde esconderse del sol,pronto empezarán a caer comomoscas.

—Lo sé. Y esa es

Page 595: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

precisamente nuestra ventaja,sargento. Mande a uno de sushombres a pedirle al generalGutiérrez que envíen agua y unastelas con las que hacer refugiospara guarecer a la tropa del sol. Sihay que quedarse aquí, al menos loharemos fresquitos. Veremos cuántoaguantan los ingleses bajo este sol ysin agua. Si querían sitiar la ciudad,ahora son ellos los sitiados. Dentrode poco los veremos rodar laderaabajo.

—A la orden.

Page 596: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Pero la gran preocupación delteniente coronel Chirino siguesiendo la misma. Y por eso no lesquita el ojo (o el catalejo) deencima a los oficiales británicosque ve de un lado a otro de lameseta del Ramonal, observándolea su vez a él y estudiando lasalturas colindantes. Sabe que losbritánicos no podrán aguantarmuchas horas más bajo este solabrasador y sin reservas de agua, ypor lo tanto espera que prontotomen la decisión de retirarse bajo

Page 597: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

el fuego de los mosquetes canarioso dirigirse hacia el interior. Y éltiene muy claro lo que haría si fueseoficial británico: dirigirse alinterior. Y eso supondrá, no le cabeduda, la muerte de la mayoría desus hombres, porque aunque sabeque no tendrán la más mínimaoportunidad de detenerles, esa esprecisamente su obligación; ir a suencuentro y cortarles el paso,aunque les superen en proporciónde cinco a uno y eso signifique quelos maten a todos. Ganar o morir,

Page 598: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

no hay más tu tía. Así que se dirigehacia uno de los tenientes delbatallón y le dice que escoja veintehombres y se dirija con ellos máshacia el interior, en previsión delpróximo movimiento de losbritánicos, y con la seguridad deque, si este se da, esos veintehombres serán los primeros enmorir.

Tras recibir la orden, la caradel teniente es la mismísima cara decordero al que van a degollar. Sabeperfectamente que esa orden puede

Page 599: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

significar, más que probablemente,que tanto él como los hombres queahora tiene que elegir sean losprimeros en probar el acero y elplomo británicos, y se debate entreescoger a los que más garantías leofrecen, teniendo en cuenta que niel más experimentado de lossoldados ofrecería garantía algunadada la diferencia de fuerzas, o alos que peor le caigan, convencidode que elija a quien elija le estaráhaciendo la faena de su vida.Posiblemente, la última faena de su

Page 600: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

vida.—Usted y usted... —dice el

teniente dirigiéndose a José y alcompañero que tiene al lado—.Cojan sus cosas y síganme.

—... sórdenes mi teniente —dicen ambos incorporándose de unsalto.

Ninguno de los dos tiene nipajolera idea de a dónde se suponeque deben seguirle pero, viendo sucara y la de los otros hombres queya le siguen, se pueden imaginarque no debe ser a ningún sitio

Page 601: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

agradable precisamente, y empiezana darse por fiambres.

—¿Has visto la cara delteniente? Parece como si se lehubiera muerto la madre, macho.

—Me da a mí que la madre delteniente, si aún está viva, va a ser laúnica que escape... —dice Joséentre dientes—. Sea donde sea quenos lleva este tío con esa cara defuneral, lo vamos a tener jodido.

Una vez reunidos los veintehombres, el teniente les explica sucometido, diciéndoles que van en

Page 602: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

misión de avanzadilla a vigilar quelos ingleses no se metan al interiorde la isla, y que si llegado el casolo hicieran sería su obligaciónplantar cara a los invasores hastaque llegaran refuerzos, si llegaban,y que frente al enemigo decisión ysin dudas, y que si hay que morir semuere, pero matando. Con un par. Ytodo esto lo dice con una cara quenada tiene que ver con la seguridadque parece tener su voz alexplicarles cómo deben ir a ponerel pecho para que se lo desbaraten

Page 603: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

a machetazos, como si se fueran deexcursión al campo, veinte fulanosdesnortados contra una tropa deaquí te espero. Los ojos de losveinte se abren mientras las bocasde sus estómagos se cierran, conmás miedo que siete viejas perocalladitos, en fila y dispuestos acumplir con su cometido. A lafuerza ahorcan...

—Adiós amigo..., hasta aquíllegamos. Como los ingleses semetan al interior, la únicadiferencia va a ser que detrás de

Page 604: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ellos quedarán nuestros cuerposabiertos en canal.

—Puede. Pero al teniente no lebaja la saliva por el gañote. Esetiene más canguelo que nosotros —dice José, al que, a pesar delmiedo, el hecho de ver a un oficialdirigiéndose a que lo trasquilentanto como a él, le hace hasta gracia—. Aquí hoy palmamos todos igual—concluye

Poco a poco, los veinteinfortunados se dirigen en fila de ados hacia un promontorio que se

Page 605: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

encuentra algo más arriba, desdedonde podrán observar con másfacilidad los movimientos delenemigo. Mientras caminan, muchosde ellos echan una última miradapor encima de su hombro izquierdo,en dirección a Santa Cruz, como siquisieran despedirse del pequeñopueblo que para algunos fue su casay para muchos otros simplemente laexcusa que les está mandando a lamuerte. José, resignado, aprieta consu mano derecha el crucifijo quesacó de su chaleco en cuanto el

Page 606: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

teniente les explicó el plan, ycomienza a pedir por sus seresqueridos y para sí mismo la fuerzapara morir sin miedo, cuando algole llama la atención sobre los picosque les rodean.

—¿Qué es aquello, compadre?—a José le parece estar sufriendovisiones por culpa del descomunalcalor cuando a lo lejos cree ver lasrespuesta a sus plegarias—. ¿Seránde los nuestros?

—¿Que si son de los nuestros?¡Ya lo creo que lo son! De los

Page 607: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

nuestros de toda la vida de Dios...¡Y además son la tira y unoscuantos más!

Los hombres empiezan a gritary a vitorear a los más de quinientoshombres que poco a poco seacercan por las montañascolindantes, tomando posiciones ycercando a las tropas británicas,obligándoles a permanecer en elhorno en el que se está convirtiendola meseta del Ramonal, cerrándolesel paso hacia el interior de la isla.

Tras una rapidísima marcha, el

Page 608: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

teniente coronel Creagh al mandode sus treinta hombres y otroscincuenta milicianos que se lesunieron en La Laguna, seencaminaron hacia la Cruz de Afur,donde ya estaba el teniente NicolásGarcía al mando de sudestacamento. Desde allí dirigieronsus pasos hacia el Roque de lafortaleza, donde esperaban cortar elpaso a los ingleses en caso de queestos quisieran dirigirse hacia elinterior de la isla. Ahora, tanto elteniente coronel Creagh como las

Page 609: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

tropas que se encuentran en la alturade Paso Alto, ven cómo quinientoshombres entre milicianos y civiles,dirigidos por el propio alcalde deTaganana, tras haber salvado a piela enorme distancia a través de losmontes de Anaga, se acercanigualmente hacia el Roque de lafortaleza, dando al trastedefinitivamente con las intencionesbritánicas y obligándoles aquedarse donde ahora se encuentrany bajo un sol que raja las piedras,ante la algarabía de las tropas

Page 610: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

canarias que, ahora sí, ven que lasfuerzas se han igualado. Muchos,aún con gesto de incredulidad,miran a las tropas amigas que seacercan como si todos los santosdel cielo juntos se les hubieranpresentado de golpe para salvarlesel pellejo.

En ese momento, el primero delos ingleses cae rodando laderaabajo, reventándose los huesoscontra las rocas, como si fuera unmuñeco de trapo, hasta que llega alfondo del barranco; muerto.

Page 611: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XIII

Barranco de Valleseco.Tarde del 22 de julio de1797 CALMA tensa. Calor. Todo elcalor del mundo. Insoportable, sedicen todos. La mayoría de loshombres llevan atados sus pañuelosen la cabeza para intentar retrasarla insolación. Los que se habían

Page 612: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

quitado la camisa se la han vuelto aponer para no freírse a fuego lento.La sed les está torturando a todosde tal manera que casi prefierenentrar en combate para matar a losinvasores a los que culpan, conrazón, de tenerles sobre un mojónpelado, o para que les maten a ellosde un tiro, pero rapidito. Pero solocasi...

—¡Hijos de la gran putaaaaa!—les grita José a los ingleses queve al otro lado del barranco—.Tenían que venir a tocar las narices

Page 613: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

aquí ¿no? ¿No se podían quedar encasa de la madre que los parió,pedazo de cabrones?

—No te van a entender...—Me da igual...

¡Hediooooondooooos! —vuelve agritar José intentando al menosdesahogarse.

A José no le cabe en la cabezapara qué se tienen que venir todosestos ingleses, del otro lado delmundo, a unas pobres islas. ¿Abuscar qué?, se pregunta. Porquepor esta mierda de montañita

Page 614: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pelada no será, repite una y otravez, maldiciendo su suerte por estaren esta peña del demonio, muriendode sed y de calor sin todavía haberpodido cargarse ni a uno solo delos culpables de su infortunio, quees lo que de más mala leche letiene.

—Aquí nos vamos a derretircompadre... No sé qué coñopretenden hacer esos tipos. Porquecomo se queden ahí mucho ratomás, ellos también las van a pasarmás putas que Colón.

Page 615: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Algo estarán tramando. Peroahora lo tienen más crudo. De ahíno se pueden mover si no es paravolverse a sus barcos, que esperoque se hundan con ellos dentro —contesta José a su compañero con elque, a fuerza de pasar el día enterojuntos, empieza a llevarse bien.

El teniente coronel Chirino,que no por ser teniente coronel loestá pasando mejor bajo el sol, sepregunta más o menos lo mismo, ytampoco le cabe duda de que segúnestán las cosas lo único que pueden

Page 616: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hacer los ingleses es retirarse. Yante tal convencimiento sopesa suspropios movimientos, asistido porel teniente, que una vez vio como sumisión suicida quedaba al menostemporalmente cancelada ha vueltojunto a él.

—¿Cree usted que se retirarán,mi coronel?

—No creo que les quede otraopción, teniente. Si intentan atacarnuestra posición para avanzar haciaSanta Cruz les pillaremos en unfuego cruzado que no creo que les

Page 617: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

haga mucha gracia. No creo quesean tan tontos.

—Entonces quizá deberíamosenviar fuerzas para emboscarloscuando intenten ganar la playa —comenta el teniente, máspreguntándose a sí mismo, queaseverando tal posibilidad.

—O quizá no, teniente...El teniente coronel Chirino

lleva ya rato sopesando esaposibilidad, pero no acaba de verlonada claro. Los ingleses siguensiendo más que ellos, y sin duda sus

Page 618: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

tropas son mucho másexperimentadas que las canarias.Además, a la vista de cómo estánlas cosas, con varios de loshombres en retaguardia con mareosy claros síntomas de insolación, nocree que la tropa esté parademasiadas exhibiciones.

—Por ahora conviene esperar.Ellos se han metido solos en laboca del lobo, así que dejemos quesean ellos los que muevan pieza.Hay veces que es mejor dejarle unasalida al enemigo, de lo contrario le

Page 619: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

fuerzas a luchar hasta el últimohombre, y si hiciéramos esopodríamos ser nosotros los quesaliéramos escaldados.

El teniente no lo dice, pero laidea de dejarles un pasillo diáfanoa los ingleses para que se puedanretirar le parece como para darle unpremio al teniente coronel. Si haypasillo no hay trifulca y si no haytrifulca no hay muertos, y él tiene laoportunidad de salir de allí sinplomo en el cuerpo. Así queencantado y a la orden. Aunque aún

Page 620: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

le queda una pequeña inquietud:cuándo coño se van a retirar losingleses si es que de verdad tienenalguna intención de hacerlo, porquelos hombres, incluido él, ya nopueden con las alpargatas.

A pesar de todo, sus hombres,tal vez más animados al ver queahora los ingleses tienen menosoportunidades de romperles loscuernos, aparecen más distendidos,y a pesar del calor y de la sed, laausencia de balazos les da unrespiro que aprovechan para

Page 621: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

comentar cualquier cosa con loscompañeros, por hacer algo que lesayude a olvidar dónde seencuentran.

—¿Cómo te llamas? —lepregunta José Pérez al compañerojunto al que lleva todo el día cuerpoa tierra, excepto cuando casi se losllevan a guerrear, a ellos y otrosdieciocho mendas contra todos losingleses.

—José.—Sí, José soy yo. Pregunto

que cómo te llamas tú.

Page 622: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—José... José Benito.La casualidad hace a ambos

sonreírse, haciéndoles ganar aúnmás complicidad que la que puedegenerar el hecho de enfrentarsejuntos a una más que probablemuerte, que por lo general esmucha.

—¡Pues anda que no habránombres! —dice José Pérezmientras se sonríe por la casualidad—. Bueno, así si nos desarmanjuntos de un bombazo no se tendránque volver locos pensando a quién

Page 623: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pertenece este brazo o esta pierna.Con nosotros lo tienen claro:pertenece a José y punto. Y aciertanseguro... —dice mientras se partede la risa.

—Ya ves... Pero a mí me daque aquí palmamos hoy de sed másque de ningún bombazo. Aquellosestán como nosotros y no creo queanden con muchas ganas debombazos ni de nada —le contestaJosé (Benito), mientras se seca elsudor de la frente con su pañuelo.

—Bueno. De todas maneras de

Page 624: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

algo hay que morir, y más en estosdías.

A José Benito tal explicaciónno le hace precisamente saltar dealegría. Él no tiene ningunaintención de morir allí, pero nicontesta. Bastante tiene con intentartragar saliva para humedecer sugarganta mientras sus labios secuartean haciéndole sangrar.

—¿No te espera nadie encasa? —pregunta después de unrato.

—No. Ni mujer ni hijos. Libre

Page 625: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

como el viento. ¿Y a ti?—Sí señor... doña Francisca

Pestana, nada más y nada menos.¡Que ríete tú de los sargentos delbatallón! Y seis churumbeles comoseis flores.

—¿¡Seis!? Pero... ¿tú notrabajas o qué? —contesta José,alucinado.

—Cualquiera le dice a ellaque no... y no creas, que mi trabajome costaron los seis.

—¡Madre mía qué afición!A José le cuesta creer que

Page 626: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

alguien en su sano juicio quieratraer seis monstruitos gritones aeste mundo en el que hoy en día esmás común matar gente que hacerque nazca. A sus 25 años, ni tienehijos ni se le pasa por la cabezatenerlos. Además, las mujeres, quecomo es lógico a su edad le gustantodas, no son precisamente algo quele atraiga demasiado para nada queno sea lo que él llama «lofundamental». A partir de ahí, ledice a José Benito, son como tenera un cura todo el día pegado a la

Page 627: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

chepa; que si esto no se hace..., quesi me tienes contenta..., que dedónde vienes a estas horas..., quequién era esa..., que si hueles avino..., que si ve abañarte quehueles a rancio... ¡Una tortura!, diceresoplando.

—¡Mujeres! —grita de repenteJosé Benito.

—Sí, son todas iguales.—¡No, muchacho! ¡Digo que

vienen mujeres!—¡No fastidies! ¿Dónde?—Mira. Allí... Por aquella

Page 628: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ladera—le dice señalando haciaSanta Cruz.

Cuando José Pérez se gira nopuede creer lo que ven sus ojos.Más de veinte mujeres con enormescestos sobre sus cabezas enincreíble equilibrio se vanacercando hacia su posición. Veinteángeles se dice. Ángeles del cielo.¡Dios bendiga a todas las mujeresdel mundo!, grita mientras el restode los hombres se da la vueltaquedando igualmente atónitos antesemejante aparición, que casi

Page 629: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

consideran un bendito milagrollovido del cielo.

En un momento se forma undesmadre de los que hacen épocacon todos los hombres gritandodesde que viva España hasta queviva la madre que las parió a todas,por guapas y por venir a alegrarlesla tarde e impedir que se mueran desed. Ya nadie se fija en la tropainglesa que sigue apostada al otrolado del barranco sin entender nadade lo que pasa del lado español, enel que ven a todo el mundo saltando

Page 630: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

y gritando sin aparente motivo,hasta que el teniente coronel, que enrealidad tiene tantas ganas como elque más de saltar y vitorear a lasque ahora se le antojan heroínas,hace de tripas corazón y pone enorden el desbarajuste en el que seha convertido su posición, mientraslas mujeres salvan los últimosmetros.

La visión impresiona al máspintado. Todas ellas, con esostrajes de abultadas faldas debajo delos cuales se las imaginan

Page 631: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

chorreando de sudor, pero sin unmal gesto y con unos pañuelosenrollados sobre la cabeza a modode base donde apoyan los enormescestos de mimbre que llevan sobrela misma, sin más ayuda que lapropia fuerza de sus cuellos.

—Si salgo de esta me caso...Te lo juro por mi madre —diceJosé alucinado con el valor de estasmujeres, que se atreven apresentarse en mitad del campo debatalla como si tal cosa.

—¿No decías que eras libre

Page 632: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

como el viento y que todas soniguales?

—Te juro que desde hoy novuelvo a decir semejante estupidez.Estas tienen más huevos que lamayoría de los que nos rodean...,sobre todo muchos más que elgabacho ese que tienes a tu lado,que todavía no ha levantado la narizdel suelo.

José le tiene echado el ojo auno de los franceses que están conellos en la altura de Paso Alto.Muchos piensan que, al menos, los

Page 633: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

franceses están ahí echándoles unamano, pero José no se fía ni un pelode ellos; de ninguno (aunque enrealidad José no se fía, de entrada,de nadie que no haya nacido enTegueste), y está convencido que anada que la cosa se ponga feasaldrán corriendo y gritando «OhMon Dieu» y mariconadas similarescon esa boquita de pitiminí queponen todos cuando hablan. ¡Unospájaros!, dice.

El teniente coronel les dice alas mujeres que dispongan los

Page 634: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cestos en una línea en la retaguardiapara que los hombres puedan ir asaciar su sed por turnos. Despuésselecciona un grupo de hombres alos que ordena montar parapetoscon las lonas y las velas que hantraído las mujeres para que loshombres, igualmente por turnos ysin descuidar a las tropas inglesas,se puedan guarecer del sol.

El ambiente ahora esradicalmente distinto. Todo elmundo ha podido beber agua eincluso pasar un rato bajo las

Page 635: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sombras de las velas que handispuesto sus compañeros, lo quesin duda les ha hecho recuperar lasfuerzas y el ánimo. José Pérezvuelve a su posición con dos piezasde fruta, manchado hasta la barbillamientras las muerde con ansiadejando que chorreen.

—¿Queeeeee? Hace calorcito,¿noooooo? —les grita a las tropasinglesas mientras con la mano enalto les enseña las frutaschorreantes—. ¡Pues ajoderseeeeeee! —dice partiéndose

Page 636: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de la risa.—Mira aquellos dos... ¿Dónde

irán? —le advierte José Benitofrenando los impulsos burlones deJosé para con los acaloradosbritánicos, que en su idioma, quepor supuesto José (cualquiera delos dos) no entiende, le dicen a suvez de todo.

José Benito llama la atenciónde José sobre dos de los inglesesque comienzan a bajar por la laderade la meseta del Ramonal. Nisiquiera llevan sus mosquetes con

Page 637: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ellos.—Van en busca de agua al

barranco —dice el teniente coronelChirino—. Pero de eso nada... Siquieren meseta, meseta tendrán.Pero ahí se van a quedar. ¡Todo elmundo a sus puestos! No quiero queesos dos lleguen vivos al barranco.Doble ración de agua y de frutapara el primero que los tumbe.

—... SÓRDENES, MICORONEEELLL —grita mediatropa al mismo tiempo, mientras laotra media se pone a disparar sin

Page 638: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

decir ni esta boca es mía.En un segundo se desata una

tormenta de mosquetazos que haceque los dos infelices inglesescorran por sus vidas de nuevoladera arriba, con una cara de sustode las de no te menees mientras suscompañeros abren fuego a su vezcontra los canarios, BAANNN,BAN, BAAN, TACA, TACA,BANNNN, tratando de darlescobertura. Todo el mundo se vuelveloco, disparando como posesos atodo lo que se mueve y a lo que no.

Page 639: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Los ingleses y los canarios. Sinparar.

Cuando termina el fuego y elruido de los mosquetes todosvuelven a estar en su posición. Losingleses a punto de palmar en lameseta del Ramonal, bajo un sol dejusticia, que para alegría de loscanarios hoy se ha aliado con ellos,y los canarios, mucho más contentosahora, frescos como una lechugatras haber comido y bebido ydispuestos a esperar lo que hagafalta hasta que a los ingleses se les

Page 640: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

derrita el cerebro o se vuelvan pordonde vinieron.

El teniente coronel no puedeevitar una sonrisa mientras seimagina a los ingleses sufriendo enla estéril meseta sobre la quepiensa obligarles a quedarse. Nohay más, se dice. Ahí os quedáis.

Y, efectivamente, ahí se hanquedado. Sin mover un músculo.Intentando únicamente sobrevivir aldía más caluroso que a buen seguroles ha tocado vivir en sus vidas.Viéndose rodeados y sin poder

Page 641: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

abandonar su posición mientras elsol y la falta de agua se conviertenen su peor enemigo, y los canariosse mantienen al otro lado, muchomás frescos que ellos y conprovisiones suficientes como parasentarse a esperar viéndoles morirsin tener siquiera que dispararles.Que es exactamente lo que estánhaciendo, sobre todo después dever caer a un segundo inglésvíctima del sol que llevansoportando sobre sus cabezas desdeprimera hora de la mañana.

Page 642: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Pero el día está llegando a sufinal. El sol apenas asoma ya por elhorizonte, y aunque sigue haciendoun calor de mil demonios, la tardeha refrescado lo suficiente comopara al menos darles un respiro alos invasores, lo que como eslógico tiene al teniente coronelChirino bastante pensativo.

Aunque sabe que los ingleseslo han pasado mucho peor queellos, la llegada de la noche vuelvea equilibrar un poco las cosas. Nohace tanto calor, así que ya no se

Page 643: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

puede esperar que se siganmuriendo solos, y la oscuridadpuede ser una gran aliada paracualquiera que quiera hacer algomás que sentarse a esperar. Y elteniente coronel no está ni muchomenos dispuesto a dejar que losingleses, que le guste o no, siguensiendo más que ellos, lessorprendan durante la noche, asíque, cuando aún queda un poco deluz, se pone a hacer aspavientosmientras grita ordenando a lastropas que se preparen, disponiendo

Page 644: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

las guardias más numerosas quepuede, sobre cada peñasco, salienteo pitera que dé hacia donde estánlos ingleses. Sin esconderse, bien ala vista del enemigo antes de quelas sombras se ciernandefinitivamente sobre ellos, paraque les quede clarito que si se lesocurre darse un paseo por aquí lesestarán esperando.

—¿Pero vamos a pasar toda lanoche aquí? —pregunta José Benitoal ver que se están repartiendo lasguardias nocturnas, acongojado de

Page 645: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

imaginarse a sí mismo pasando lanoche a oscuras a solo unos metrosde mil soldados enemigos.

—¡Noooo! —dice un sargentoque en ese momento pasa justo a sulado—. Esto es solo para disimular.Ahora en cuanto anochezca lesdejamos una nota que diga: Señoresingleses, nos vamos a casa a dormirque estamos más calentitos.Volveremos a eso de las siete de lamañana, si no nos quedamosdormidos, para ver si ustedessiguen por aquí. Que pasen buena

Page 646: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

noche —sigue diciendo mientras lemira a los ojos con cara dequerérselo comer—. ¿Tú eres tontoo te lo haces? ¡Pues claro quevamos a pasar la noche aquí! Asíque abre los ojos y cierra la boca ote la cierro yo, ¿está claro?

—Sí, mi sargento —dice JoséBenito con la voz temblorosa.

—¡Vaya pedazo de subnormal!—concluye el sargento con toda laamabilidad que caracteriza alrango.

Cuando la noche cae

Page 647: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

definitivamente sobre ellos, quienmás y quien menos se siente igualde subnormal que José Benito, y leparece igual de mala idea pasarsela noche frente a mil soldadosenemigos que se los quieren pasarpor la piedra, sin ver más allá desus narices. A la mayoría, la másinofensiva sombra empieza aparecerle la de uno de esos inglesesque bayoneta en mano se abalanzasobre ellos para sacarles las tripas.Nadie puede dormir.

Esta noche, les toque o no,

Page 648: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

todos y cada uno de ellos estaráhaciendo guardia hasta queamanezca.

Page 649: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XIV

Batería de LaConcepción. Amanecer del23 de julio de 1797 LA noche más larga de su vidallega a su fin. Las sombrascomienzan a retirarse bajo la leveclaridad de las primeras luces delalba, y Juanillo mira al mar. Comocada día desde hace ya tanto tiempo

Page 650: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que casi no es capaz de recordaruna visión carente de ese color azulsalpicado de crestas blancas, ni ungusto en su boca diferente al delsalitre, y por enésima vez sepregunta por qué está allí. Por quéél. Por qué todos ellos.

Esta vez ni tan siquiera haquerido malgastar un segundopensando en lo que estaríasucediendo al noreste de suposición. Allí donde tantos otrosacudieron a su encuentro con losenemigos. Con los mismos miedos,

Page 651: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

con tan pocas ganas de morir comoél mismo. Con tantas preguntas sinrespuesta en sus cabezas.

Solamente ha pasado la nocheentera mirando al mar, intentandono pensar en nada de lo que pudieraestar ocurriendo en Valleseco, odonde quiera que por fin sehubieran encontrado con losingleses, si es que de hecho talencuentro se hubiese producido;porque ni él, ni ninguno de loshombres que le rodean tienen ni lamás remota idea de nada de lo que

Page 652: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

está ocurriendo. Por eso no quierepensar, porque a estas alturas escompletamente consciente de queno solo no sirve de nada, sino quelo único que conseguiría sería dejarvolar su imaginación, como ya lesucediera cuando en sueños vivióuna de las pesadillas másdesagradables de su corta vida,creando en su mente las escenasmás dantescas, los cuadros mássangrientos, pintados con la sangrede sus compañeros y la suya propia,sin más sentido que torturarse

Page 653: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

estúpidamente. Adelantarse a loque, está convencido, sucederátarde o temprano, de un modo uotro, le guste o no.

Pero como le dijo Diego, trasla noche más oscura, el sol vuelve asalir. El sol siempre vuelve a salir,y ahora más que nunca esa verdadinnegable se abre ante sus ojosmostrándole un cuadro inesperado,un motivo para recobrar laesperanza de volver junto a Ana.

La luz de la mañana descubreante sus ojos un mar en calma del

Page 654: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que han desaparecido las blancasvelas y los enormes cascos demadera que las sostenían. Perosobre todo han desaparecido lascientos de portas negras yamenazantes abiertas en suscostados que apuntaban sindescanso hacia ellos, sumiéndolesen un pesimismo sin límites, comosi de las mensajeras de sus propiasmuertes se tratara.

Los barcos enemigos handesaparecido tan de improvisocomo habían aparecido.

Page 655: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—¿Se habrán ido? —preguntaJuan, casi temiendo que algúnagorero de tres al cuarto le destrocelas esperanzas con su negativa.

—Bueno... irse, se han ido —contesta Diego.

—Ya... eso lo veo. Preguntoque si se habrán ido de verdad.

—Vete a saber. Tal vez...—Entonces... ¿Habremos

ganado? Quiero decir... Los quefueron a su encuentro, ¿les habránderrotado?

—No lo sé. Pero lo que es

Page 656: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

seguro es que al menos los inglesesno les derrotaron a ellos, o a estasalturas estaríamos todos chupandoel plomo de nuestros propioscañones. Nos estarían sacudiendoestopa desde Paso Alto a base debien para después saltar sobrenosotros. Así que por ahora la cosaparece ir bien.

—¿Por ahora? ¡No me jodas,Diego!

—¿Qué quieres que te diga?¿Estamos vivos, no? —inquiereencogiéndose de hombros con gesto

Page 657: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

despreocupado.—¡Joder! Pues vaya un

consuelo. Yo lo que quiero saber essi vamos a seguir vivos. Porque sinos van a dejar otra vez querecuperemos el resuello, para quenos quedemos otros cuantos meseshaciendo el imbécil en este sitio demierda, para después venir ymatarnos de todas maneras, me voya acordar de todos sus muertos.

En realidad, ese es poco más omenos el sentimiento que tiene todala tropa. A estas alturas y con lo

Page 658: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que han tenido que tragar durantetodo este tiempo, ya nadie se creeque los ingleses se hayan retirado.Saben que más tarde o mástemprano volverán, si es que se hanido.

—¡Mirad! ¡Vuelven loshombres! —grita uno de lossoldados desde lo más alto delCastillo de San Cristóbal, al tiempoque con el brazo estirado señalahacia el noreste.

Pasando a la altura de PasoAlto ya se ve a cientos de hombres

Page 659: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

dirigiéndose de vuelta a la plaza.Esta visión despierta el alboroto detodas las tropas, que se ponen agritar como auténticos locos paradar la bienvenida a los héroes. Verllegar a todos sus compañeros,aunque sea con la evidente cara desueño y cansancio que traen,teniendo en cuenta que hasta el másoptimista les dio por muertoscuando los vieron dirigirse alencuentro de los ingleses, hace queen todos resurja la esperanza devolver a sus casas con vida. Los

Page 660: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ingleses no son invencibles, sedicen abrazándose los unos a losotros. ¡Viva España! Grita uno alque no abraza nadie, convencidosde que si no fuera por España notendrían que estar defendiendo estasplayas a mosquetazo limpio, aunquesin ella igual tendrían quedefenderla de vete tú a saber quién.Pero sin duda prefieren los gritosde: ¡Viva la madre que los parió atodos!, ¡Olé sus cojones!... ocualquier otro que vaya dirigido alos que verdaderamente son hoy sus

Page 661: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

héroes, a aquellos que fueron enpersona a romperle los cuernos alenemigo, o a que se los rompieran aellos, y no a esa España de Godoyo Carlos como se llame, que ni hanasomado la nariz por aquí nipegarán un mosquetazo en la vida.

—¡Míralos! —dice Juan,henchido de orgullo patrio—. ¡Loconsiguieron!, ¡echaron a losingleses!, ¡qué bestias!

—Sí que lo hicieron... y loharemos tantas veces como quieranvenir —contesta Diego dejándose

Page 662: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

llevar por el optimismo, al ver quesus compañeros han ganado laprimera batalla.

—¡Ya estamos! ¡Deja dementar a la bicha, coño! Hoy,celebremos la victoria. Si mañanavuelven, tiempo habrá de rezar yllorar. Pero hoy los que lloran sonellos. ¡Que se jodan!

Incluso Juanillo da por sentadala más que probable vuelta de losbritánicos, de sus barcos, susmosquetes, sus sables y susblanquecinas caras de mala leche.

Page 663: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Pero ahora mismo le importa uncarajo. Hoy han ganado y aquí paz ydespués gloria. Gloria eternaposiblemente, pero gloria.

A medida que se acercanempiezan a divisar las caras de suscompañeros. Unas caras en las que,aunque el cansancio es evidente, laalegría de verse de nuevo en casa,aunque solo hubieran estado amenos de un kilómetro de ella,resplandece en sus sucias caras. Asu vez, devuelven los gestos a suscompañeros saludando con sus

Page 664: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

manos en alto a los que les vitoreancomo si formasen parte de lamismísima realeza. Incluso seescuchan tiros al aire; salvas dehonor improvisadas por losvalientes.

Esta es con mucho la mejormañana que han vivido desde queestán metidos en este lío, coincidentodos.

Los héroes pasan ya pordelante del Castillo de SanCristóbal mientras se encaminanhacia la Plaza de la Pila, donde el

Page 665: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

coronel Chirino dará la esperadaorden de romper filas para quepuedan descansar un poco tras undía y una noche que exigió lomáximo de cada uno de ellos. Latensión soportada fue, sin duda, muysuperior al despliegue físico quetuvieron que hacer, excepto por elcalor infernal que hubo queaguantar. Pero el cansancio que taltensión genera, como bien sabentodos ellos, puede ser mayor que elde recoger toda una cosecha sinayuda de nadie. Aunque el

Page 666: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cansancio con victoria resultamucho más llevadero.

A pesar de todo, Juan siguepensando lo mismo de esta guerra.De cualquier guerra que puedahaber en el mundo. Sigue pensandoque no tiene sentido matarse losunos a los otros por unas tierras quejamás les han pertenecido y quejamás les pertenecerán.

—Mírales. Son todos unoschiquillos. Todos lo somos —diceJuan—. ¡Qué mal repartido está elmundo! Si hubieran matado a todos

Page 667: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

esos chicos, ¿qué hubiera sido desus mujeres y de sus hijos? ¿Quiénrecogería la cosecha o atendería alganado?

—Así es la guerra, Juan —contesta lacónico Diego mientrasobserva a sus tropas cargando condos improvisadas camillas.

—Sí. Así es la guerra. Perosiempre vamos los mismos a laguerra.

—¿Qué quieres decir? Todosvamos a la guerra.

—¿Ah sí? ¡No me digas! —

Page 668: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

contesta airado Juan mientrasseñala a los compañeros que yaestán llegando a las puertas delCastillo de San Cristóbal—. ¿Vesalgún cura ahí? ¿Ves a alguiencomo tu suegro volviendo lleno demagulladuras y cara de hechopolvo? ¿Algún rico o hijo de ricopor ahí que yo no vea?

—Las cosas son así, Juan...—Claro... las cosas son así. Y

como son así, pues se envía a losmás jóvenes a batallar, a que lesabran en canal. A que nos abran...

Page 669: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—rectifica Juan—. ¿No se suponeque los jóvenes son el futuro? ¿Quéfuturo va a haber si nos matan atodos? A la guerra deberían ir losque las deciden. Si los viejos quedeciden que hay que ir a la guerratuvieran la obligación de ser losprimeros en entrar en combate nohabría guerras jamás. Pero no...ellos se quedan cómodamente ensus enormes casas y palacios,sentaditos, lejos de los cañones ylos barcos, de los sablazos y lostiros, y mandan a todos los jóvenes

Page 670: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

del país a que les maten o a matar.Así también organizo yo una guerra—concluye.

—Ya. Pero más vale queguardes esos comentarios para ti,Juan. No sea que alguno de estosdecida que te estás insubordinando.O peor: que te acusen de traición oalgo así y sean ellos los que tepartan la cabeza.

—Sí. Eso sí. Para eso sí queestán... Además, ¿por qué no envíana los viejos a combatir? Que envíena la gente de cincuenta o sesenta

Page 671: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

años a pegar tiros. Ellos ya hanvivido toda su vida. Nosotrospodríamos cuidar de nuestros hijos,trabajar las tierras... Siemprequedaría gente para seguir echandopa’lante.

—¡Qué dices, Juan! ¿Cómovan a hacer la guerra hombres decincuenta o sesenta años? ¿Creesque alguno de ellos tendría laoportunidad de vencerme a mí porejemplo? ¿O a cualquiera denuestros compañeros?

—Claro que no. Pero es que

Page 672: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

no tendrían que vencerte a ti. Ni aninguno de nosotros. Tendrían quevencer a otros iguales que ellos. Yasí, si mueren ellos, pues al menosla juventud sigue adelante con elpaís, con las vidas que estánempezando a vivir. ¿Te imaginasque un día hubiera una guerramundial? ¿Que todos los países delmundo enviaran a todos sus jóvenesa la guerra? ¿Qué sería del mundo?Miles, quien sabe si millones dejóvenes de veinte años muertos.¡Qué estupidez! —sentencia.

Page 673: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Bueno, Juan... no creo quetal batalla llegue a presentarsenunca. Todos los países del mundoenviando a los jóvenes a morir síque suena como una verdaderaestupidez. Pero siempre ha habidodisputas y siempre las habrá —diceDiego intentando tranquilizar a Juan—. Y tú más vale que cuides esalengua, que por aquí hay muchooficial y ya sabes cómo se lasgastan.

Juan respira hondo intentandorelajarse tras haber sacado la

Page 674: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

tensión acumulada durante tantotiempo, y repara en las camillas quelos hombres que acaban de llegarjunto al castillo depositan en elsuelo. Sobre ellas, dos soldados,con casacas rojas y sin signos deheridas ni sangre. Pero igualmentesin signo alguno de vida.

A Juan, como es normal, lealivia el hecho de que aquellos doscadáveres no sean de los suyos,aunque la visión de los dos jóvenessin vida ni muchísimo menos leresulta plato de buen gusto. Sigue

Page 675: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pensando que enviar a morir a losmejores jóvenes de cada país es unabsurdo. Y aquellos dos, por muchoque sean ingleses, son el mejorejemplo. Les imagina fuera de estaguerra, en sus casas, con susfamilias, atendiendo sus tierras olas de cualquier otro (ya que Juanestá convencido de que si talestierras fueran de su propiedad, esosdos no hubieran muerto aquí, al otrolado del mundo, ni de coña). Ahoramás que nunca, viéndolesdespojados de sus armas y de sus

Page 676: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

propias vidas, sin que puedanrepresentar una amenaza paraninguno de ellos, empieza a verlosmucho más parecidos a sí mismo;con sus ilusiones, sus amores, sushistorias. Todo cortado de raíz porla decisión de alguien que no havenido. Dos muertos. Dos inútilesmuertos, se dice. Y se preguntacuántos más harán falta para quetodo esto acabe.

—oOo—

Page 677: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

El teniente coronel Chirino disponea la tropa formada frente a laspuertas del castillo y se dirige a suinterior atravesando las enormespuertas de madera para presentarnovedades, que es más de lo quepensó que podría hacer cuando 24horas antes tuvo que dirigir suspasos hacia Valleseco. Peroconsiguió salir con bien, e inclusopresentarse con dos enemigosmuertos, que como golpe de efectotampoco está mal a la hora de

Page 678: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

plantarse delante del general.Cuando el teniente Calzadilla

le abre la puerta, el teniente coronelpuede ver al general sentado tras suescritorio. No se sorprende, porqueya viene viendo empeorar la saluddel general, pero le ve respirandocon muchísima dificultad,intentando recibir aire fresco por laventana de su estancia, con supañuelo de seda blanco en la mano.

—A la orden de usía, migeneral.

—Siéntese, Chirino. Con este

Page 679: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

calor no estoy para muchos paseos.Cuénteme cómo fue todo.

—Poco más o menos comousted predijo, señor. Los ingleses,como ya sabe usía, desembarcaronen la playa más de mil hombres. Loque no alcanzo a comprender es porqué no realizaron un fuego naval decobertura para facilitar las cosas alas tropas de desembarco.

—Las corrientes, coronel...,las fuertes corrientes y el viento lesdificultaron las cosas. Lo más quepudieron hacer fue disparar

Page 680: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mientras pasaban delante de PasoAlto y poco más. Presentarse aconquistar cualquier territorio sinconocer el terreno puede deparardesagradables sorpresas.

—Eso parece a juzgar por lostrompazos que alcanzaron cuandodesembarcaron y lo desperdigadosque quedaron. De hecho, dudomucho que hubieran desembarcadodonde lo hicieron si hubieranconocido el terreno. Pronto sedieron cuenta de su error al verserodeados desde todas las alturas.

Page 681: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Incluso sin que el alcalde deTaganana hubiera aparecido contodos esos hombres les hubiera sidomuy difícil sobrepasar nuestraposición. Aun siendo muysuperiores en número.

—Ese alcalde de Taganana...—comenta el general esbozandouna sonrisa—, todo coraje yresolución. No deja desorprenderme la valentía y ladecisión de esos hombres. La gentede Taganana sin duda es gente dura.Debe ser ese queso que hacen, que

Page 682: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

les da fuerzas. Y no me extraña,porque pocos habrá en el mundocomo el que allí producen.

—Como quiera que sea,cuando llegaron, los ingleses vierondefinitivamente que allí no teníanninguna posibilidad y, aparte de unpar de escaramuzas en las quenuestros hombres se enfrentaron aellos con un fuego vivísimo defusilería, poco más que contar huboallí. Aunque el calor nos machacó atodos por igual.

—Pero ustedes recibieron

Page 683: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

víveres y agua y ellos no —dice elgeneral.

—Y eso fue lo que nos dio laventaja. Ellos tuvieron que pasar uninfierno en esa loma pelada sinsombra bajo la que esconderse y sinagua que les aliviara. Ese Nelsonno parece ser el genio del que tantopresumen los ingleses.

—No subestime a nuestroenemigo, coronel. Nelson es sinduda un marino soberbio, pero entierra las cosas son diferentes. Si yotuviera que enfrentarme a él en su

Page 684: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

terreno, posiblemente correría lamisma suerte. Pero dudo mucho quecometa el mismo error dos veces —el general hace una pausaintentando recuperar el resuello. Sucrisis asmática se va volviendo másy más aguda, dificultándole inclusohablar con normalidad—. Nelsonnos subestimó en su primer ataque.No le devolvamos el favor.

—No lo haremos, señor.—Continúe —le dice mientras

no consigue dejar de toser.—Como le digo, poco más que

Page 685: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

contar hubo allí. Tras impedirlescon nuestro fuego que bajasen albarranco a por agua y comprobarellos que les sería imposiblealcanzarla, todo quedó bastantetranquilo. Cuando comenzó a llegarla noche dispuse las guardias a lavista de sus oficiales para quesupieran que si pretendíansorprendernos estaríamospreparados. La noche por tanto fueigualmente tranquila y al amanecerla playa apareció desierta sin laslanchas de desembarco. Envié

Page 686: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

entonces un destacamento a la alturaque ellos ocupaban para confirmarsu retirada y solo encontramos loscuerpos de dos ingleses, muertospor el calor y la deshidratación.

—Muy bien. Asegúrese de quese celebren los oficios religiososcorrespondientes por esos doshombres, y deje que sus hombresvayan a descansar. Los demásseguirán en sus posiciones.

—A la orden —el tenientecoronel se da media vueltadirigiéndose hacia la puerta.

Page 687: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Chirino... —el general hacedetenerse a su interlocutor paradecirle una última cosa.

—¿Sí, mi general?—Buen trabajo.

—oOo—

El general está satisfecho de cómoestán saliendo las cosas. Al menosel primer ataque ha sido frustrado ylos ingleses ya saben que esto no vaa ser un camino de rosas. Los

Page 688: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hombres se están comportando, y élmismo se está ganando losgarbanzos sin quedarse en pañosmenores frente al enemigo. Haberinfligido una derrota a los inglesesen su primer enfrentamiento haceque la honrilla quede prácticamentesalvada. De aquí en adelante,piensa el general, ya se verá.

Una vez que el tenientecoronel abandona la sala, elgeneral, como siempre, se girahacia la ventana y mira al mar. Ensu cabeza no hay otra idea que la de

Page 689: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que los ingleses van a volver, eintenta anticiparse a susmovimientos. Está convencido deque el hecho de que su enemigo seaalguien tan famoso juega más afavor de los canarios que de lospropios británicos. Conocer a tuenemigo te facilita adelantarte a él.Como le dijo a Chirino minutosatrás: Nelson no cometerá dosveces el mismo error. Cuandovuelva será aun más decidido yagresivo, se dice. Pero el generalestará preparado.

Page 690: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Cuando los religiososaparecen para hacerse cargo de losdos ingleses muertos, se hace elsilencio en toda la plaza. Loshombres parecen ser conscientespor primera vez de la muerte deaquellos dos hombres, pero sobretodo de la posibilidad cierta de quepronto pueden ser ellos mismos losque se encuentren en disposición derecibir los últimos sacramentos.Todos se echan a un lado,abriéndole camino al cura que yaviene soltando latinajos con cara de

Page 691: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

concentración, como si de verdadestuviera hablando con alguien ahíarriba, encomendándole las almasde los dos infelices. Algunos de lossoldados se hacen la señal de lacruz al escuchar las palabras delcura, y muchos otros hacen algoparecido al ver a sus compañerospersignarse, demostrando no tenerni idea de qué va el rollo, peropresentando sus respetos, a sumanera, para no parecer los tontosdel pueblo.

Juan ni lo intenta. Solo mira

Page 692: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

los cuerpos inmóviles desde ladistancia, y al cura, mientras tuercela boca y ladea la cabeza de formacasi imperceptible con gesto dedesaprobación.

—Poco les importará ya aesos lo que quiera que estédiciendo el curita.

—Es una cuestión de respeto,Juan.

—Ya. Primero te mato ydespués te respeto... ¡Vayagilipollez! Eso sí, los curitas nodesaprovechan una oportunidad de

Page 693: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

apuntarse un par de almas en sucuenta, aunque sean inglesas. Queigual, si de verdad existe el dearriba, eso les hace sumar méritos.

—Todos somos hombres,Juan. Ahora no importa que seaningleses o canarios o de cualquierotro sitio. Nuestro deber es darlesun trato cristiano.

—Claro. Qué pena que nopensáramos lo mismo antes. Así alo mejor ahora no habría queenterrar a nadie. Todos cristianos;ni ingleses, ni españoles, ni

Page 694: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

canarios, ni filipinos. Así no nostendríamos que ir matando los unosa los otros. ¡Venga ya! Un mosquetele daba yo a ese cura. A ver por quéyo tengo que estar aquí esperandoque me revienten y esos no. Con elrollo ese de que hablan con Dios.No sé yo qué Dios permitiría quesus hijos se mataran como si nada.

—Ellos tienen su obligación ynosotros la nuestra. Y como nodejes de protestar por todo te vas ameter en un lío.

—A estas alturas me da lo

Page 695: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mismo. ¿Te parece poco lío en elque ya estamos todos metidos? Peorque recibir un tiro no será... Me darabia que esos curas no hayantrabajado en su vida lo que hetrabajado yo, ni vivan donde vivoyo, ni coman lo que yo como... ytodo porque se supone que hay unDios ahí arriba que al parecer hatenido el detalle de hablar con ellosy no con nosotros. Y ahora tampocotienen que ponerse delante de lasbalas inglesas... Pues si Dios estácon ellos, no sé qué tienen que

Page 696: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

temer... Seguro que si les disparanparará las balas por ellos. ¿Cómopueden estar tan convencidos dealgo que no han visto nunca?

—Eso se llama fe, Juan.—Fe... Esa palabra se inventó

para obligar a la gente a creer en loque no te pueden demostrarmientras ellos viven a cuerpo derey. ¡Un cuento chino es eso de lafe! La religión no es más que unaforma de buscarle explicación a loque desconocemos, Diego. Seríamucho más fácil decir «no sé», que

Page 697: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

andar inventando historias. ¡Andaque si yo tuviera que explicar todolo que no sé de la misma manera,estaría viendo a Dios todos losdías!

—Pues nada..., cuando tematen, en lugar de enterrarte tetiramos al mar y todos contentos.

—¡Ni de coña! ¡El mar nimentarlo que estoy de él hasta losmismísimos!

—¡Pues deja de dar el coñazocon tanta queja y vete a dar unavuelta!

Page 698: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Es igual. No quiero ir aningún lado. Me quedo aquí por sivienen los ingleses, no sea que noencuentren a nadie a quiendespachar.

—¡Soldado! —le grita Diego—. ¡Le está hablando un superior yle ordeno que salga de la bateríaahora mismo! ¡Y sin rechistar!

Juan pega un respingo ante lainesperada reacción de su amigoDiego y, mirándolo con cara deextrañeza, le dice que a la orden yse da media vuelta. Mientras se

Page 699: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

aleja de Diego encaminándosehacia la puerta de la batería tiene lasensación de que algo extraño pasa.Diego jamás le ha hablado así, yesta vez, piensa, tampoco ha hechonada para que eso cambie y, al fin yal cabo, Diego tampoco es queadore tanto a los curas como paraque se ponga así con él.

Conforme va llegando a laentrada de la batería decide que noentiende nada, pero que le da lomismo, que ya bastante tiene con loque tiene y que si su mejor amigo

Page 700: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de repente decide hablarle como sino le conociera de nada, pues asíserá por mucho que le toque lasnarices, que es muchísimo.

Pero en un momento todoaparece meridianamente claro antesus ojos. Lo entiende todo. Lajugada de Diego. ¡Qué cabrón!, sedice. Junto a la puerta de la batería,como la más bella estatua quehubiera visto en su vida, aún sinhaberle visto llegar se encuentra sumujer esperándole.

Page 701: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—oOo—

Tan inesperado regalo alegra a Juantanto como si le hubieran dicho quela guerra había terminado. Trasunas cuantas lágrimas y un abrazoeterno, los dos enamoradoscaminaron por el Camino de Ronda,cogidos de la mano, hablando decualquier cosa. Incluso sin hablarde nada durante mucho rato. Soloacariciándose las manos,sintiéndose cerca, paseando juntos.

Page 702: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Casi no recuerdan la última vez quetuvieron la oportunidad de pasearjuntos, sin rumbo y sin prisa, aningún lugar en concreto, pero sinsepararse.

—Me gusta el mar —diceAna.

—Pues yo no puedo ni verlo.—¿Por qué? Es precioso.

Siempre distinto. Con ese azulbrillante y esa fuerza. No deja desorprenderme.

—Precisamente... No deja desorprendernos. Por ese mar es por

Page 703: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

donde nos vienen todas lassorpresas últimamente. Y no sonsorpresas agradables, eso te logarantizo. Además, yo prefiero lascosas que sé como son. Me gusta latierra, el campo. Si hoy hay unárbol o una piedra, o una montañadelante de ti, mañana estaránexactamente ahí, donde mismo lasves hoy. Uno sabe a qué atenerse entierra, en cambio el mar cambiasiempre. Hoy está tranquilo y azul ycuando menos te lo esperas sevuelve gris y salvaje. No me fío de

Page 704: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

él. Ni de lo que viene por él.Ana hace una pausa. No quiere

contradecir a Juan y entiende queeste tiene motivos más quesobrados para odiar el mar. Sabeque él nunca le ha pedido a la vidamás que lo necesario para subsistirhumildemente, estar junto a ella ypoco más. En cambio ahora, através de ese mar le llegan todas lasdesgracias en forma de barcosingleses que le alejan de todo loque quiere.

—¿Crees que volverán? —

Page 705: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pregunta Ana casi con miedo.—A estas alturas, creer lo

contrario sería casi de ilusos. Estosingleses parecen ser muycabezones. Yo me jugaría el jornala que vuelven.

—Prométeme que no tearriesgarás. Quiero que vuelvas ami lado. Que tengamos un hijo; unhijo que se parezca a ti para poderver tu cara en la suya cuando estésen el campo. Prométemelo.

—Te lo prometo —dice Juancogiendo a Ana de los hombros y

Page 706: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

girándola hacia él para mirarle losojos—. ¡Ya lo creo que te loprometo! Tendré cuidado. Pero noquiero tener un hijo contigo.

—¿Qué? ¿No quieres tener unhijo conmigo?

—No. Claro que no —diceJuan sonriendo—, quiero tener tres.Y los tendremos en cuanto vuelva.Pero ahora más vale que regreses acasa porque me están dando ganasde empezar con eso de tener hijos ytengo que volver.

Aún siguieron caminando un

Page 707: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

rato más. Soñando con el día en queJuan volverá a casa. Sin máspreocupación que subsistir y criar aesos hijos.

—oOo—

Cuando Juan llega a la batería sucara ha cambiado radicalmente.Parece un hombre distinto. Ya nopiensa ni en los ingleses, ni en laguerra, ni en los curas, ni en si loshombres son jóvenes o viejos para

Page 708: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

combatir y morir. Hasta el mar leparece mucho más bonito que hacetan solo un par de horas. Inclusomás azul.

Nada más llegar de vuelta a supuesto, Diego le está esperando.Juan le mira y sonríe, y Diego solole da una palmada en el hombromientras le guiña un ojo.

—¿Todo bien?—Todo mejor que bien.—Pues ahora baja de la nube y

atento. Dicen que los ingleses hansido vistos en el sur de la isla, así

Page 709: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que no creo que tarden en volver —le informa Diego

—Pues mejor. Que vuelvanpronto. Vamos a darles rapidito porla popa que yo tengo que volver ami casa... que tengo cosas quehacer.

Page 710: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XV

Anochecer del 23 dejulio. Alta mar AUNQUE en esta época del año eltiempo es bastante caluroso, losalisios soplan con fuerza en altamar haciendo que a Tim, que hasubido a cubierta a ver atardecer afalta de mejor cosa que hacer, se leerice la piel. El sol es ya solo unvago recuerdo desapareciendo

Page 711: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

tímidamente por entre las nubessobre el horizonte, a punto deocultarse.

A bordo de la flota, que a estahora aparece zarandeada por lasolas y con las velas recogidas, losánimos están caldeados. Tim hapodido ver las caras de losoficiales, especialmente la de sucapitán, y sabe, como el resto de latropa, que el horno no está parabollos. Los hombres que estánsobre cubierta se afanan en suslabores con más ahínco que de

Page 712: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

costumbre, temiendo que algúnoficial vaya a pagar el pato conellos, sabedores de que cuando lascosas se ponen feas al primero quese pase un pelo lo atan al timón y lesacuden de latigazos hasta que lodescueren vivo. Así que todoscalladitos y al lío.

Todos, incluido Tim, sepreguntan qué ha podido salir mal.Por qué motivo no están ahora entierra, celebrando la victoria,bebiéndose el vino y comiéndose ados carrillos la comida de los

Page 713: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

isleños después de hacerse con eloro y todas las demás riquezascargadas en los barcos que estánfondeados en su bahía. Tim estabaconvencido de que a estas alturas labandera inglesa estaría ondeando alviento sobre lo más alto del másalto de los castillos canarios, peroen vez de eso vio cómo sus tropasregresaban a bordo de los barcos,derrotados, con cara de haberllegado del mismísimo infierno. Ypor lo que cuentan los cien hombresque de su barco partieron como

Page 714: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

parte de las tropas de desembarco,es allí precisamente dondeestuvieron. Uno de los hombres lereconoció, mientras nada más llegarse bebía toda el agua que le cabíaen el cuerpo, que jamás habíanpasado tanto calor. Le contó lo desus dos compañeros muertos, y leaseguró que de no habersereembarcado hubieran muerto todosallí.

Tim, aunque visiblementedecepcionado, se contenta pensandoque al menos no han sido

Page 715: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

derrotados por el enemigo y que tansolo las inclemencias del tiempoles hicieron hincar la rodilla. Al finy al cabo, piensa el jovenguardiamarina, cualquier serhumano puede caer víctima de loselementos, pero un inglés no serinde nunca ante ningún enemigo. Ypor lo que a él respecta, en estaocasión, tampoco lo han hecho.

Como era de esperar desdeque vio que toda la flota se reunía,una vez que la consabidaavanzadilla de reconocimiento

Page 716: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

formada por las fragatas, incluidaLa Terpsícore, en la que él estádestinado, volvió a la formación, laactividad de los hombres a bordode cada barco, que ahora estánarriando los botes, demuestra quelos capitanes han sido llamados denuevo por el gran jefe. Todo sucedeexactamente igual que la nocheantes del primer ataque, con lasalvedad de que esta noche unnuevo navío se les ha unido: elLeander, con sus 50 cañones y suscientos de hombres procedentes de

Page 717: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Portugal, deseosos de sumarse a lacomitiva liderada por Nelson paraser partícipes de la gloria queacompaña al contralmirante en cadauna de las batallas en las que tomaparte.

El capitán Bowen aparece encubierta dando órdenes a losmarineros, asegurándose de quetodo esté dispuesto y en ordendurante su ausencia, y cede elmando de la nave a su primeroficial.

Mientras se dirige hacia el

Page 718: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

bote que ha de llevarlo a bordo delTheseus, uno de los marineros sehace un lío con uno de los caboscayendo de bruces sobre laresbaladiza cubierta, haciendo quevarios de los compañeros que tienemás cerca se rían de él acarcajadas. El guardiamarinaGalloway, con solo dieciséis años,demuestra sus dotes de mando, ydejando claro a su capitán que undía llegará a ser un buen oficialpone orden inmediatamenteexhortando a los hombres a

Page 719: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

desempeñarse con brío yprofesionalidad en presencia delcapitán, sin dejar a este casi nireaccionar. El capitán Bowen lesecha una mirada a los graciosos y altorpe que hace que las sonrisas seles borren de la cara como si unagalerna se las hubiera llevado,apoyando sin hablar la orden deljoven guardiamarina, para norestarle autoridad delante de losmarineros a los que acaba dereprender.

Bowen siempre ha visto a Tim

Page 720: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Galloway como a un hijo. Se sienteorgulloso de él y está convencidode que llegará a ser un buen marinosi consigue sobrevivir a la vida ylas batallas en el mar hasta que lellegue su oportunidad. Mientrastanto ve que el chaval sedesenvuelve cada vez con mássoltura entre hombres que le doblanla edad y a los que debe dirigirsiendo tan solo un niño. Pero en elmar se aprende rápido o se quedauno por el camino, así que nodemuestra su predilección por él

Page 721: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

para evitar que los hombres acabenpor cogerle ojeriza. El jovenguardiamarina sabe que tendrá queganarse el respeto de sus hombrespor sí mismo; de unos hombresferoces, hechos a la vida en el mary que podrían comérselo vivo almás mínimo signo de debilidad.

Cuando el capitán sube abordo del bote, Tim espera y deseaque repita el gesto que tuvo hacedos días y le ordene que leacompañe. Sabe que el futuro deesta contienda se va a decidir a

Page 722: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

bordo del Theseus, en la cámara delcontralmirante, y aunque tiene muyclaro que no podrá estar dentro deella cuando se discutan los planesde ataque, quiere al menos estar lomás cerca posible, pero trata dedisimular su impaciencia ordenandoa los marineros que tiene al ladoque aseguren escotas y jarcias,como si con él no fuera la cosa. Elcapitán, que le conoce bien, repiteel gesto y le ordena que deje lo queesté haciendo y le acompañe denuevo al barco almirante.

Page 723: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Una vez a bordo, el capitánBowen le ordena al guardiamarinaque baje con él hasta la cámara delcontralmirante y que permanezca enla puerta para asegurarse de queningún hombre les moleste, nipueda acercarse a escuchar lo queallí se hable. Al joven Tim lecuesta disimular la sonrisa. Elcapitán, disfrazándolo de orden, leacaba de dar la oportunidad deestar a escasos centímetros dedonde se va a decidir la suerte deesta batalla, separado de Nelson y

Page 724: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sus capitanes por tan solo el grosorde la puerta de su cabina. Le danganas de darle un abrazo a sucapitán, pero como es lógico secontiene, y el capitán fuerza ungesto severo en su cara, comohaciéndole entender que la misiónque acaba de encomendarle es de lamayor importancia, para noreconocer el premio que le otorgapor su desempeño comoguardiamarina de la todopoderosaRoyal Navy.

Cuando todos los capitanes

Page 725: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

están dentro de la cámara deNelson, Richard Bowen cierra lapuerta tras él. Tim queda de pie deespaldas a la puerta, interponiendosu pequeño cuerpo entre la cabina ycualquier hombre que puedaintentar acercarse a curiosear.Piensa cumplir su misión, tal comoel capitán le ha encomendado,impidiendo que nadie puedaconocer los planes de ataque hastaque los capitanes trasmitan lasórdenes en el momento y la formaprecisas. Nadie menos él; porque

Page 726: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Tim, sabiéndose a escasos metrosde la reunión más importante que leha pasado cerca en todos los díasde su vida, está desesperado porescuchar lo que dentro se dice. Sino fuera por el miedo a serdescubierto iría corriendo a lacocina del barco a por un vaso,para colocarlo sobre la puerta queahora custodia a modo deamplificador que le permitieseescuchar con claridad las líneasmaestras del ataque que en estosmomentos imagina que el propio

Page 727: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Nelson debe de estar compartiendocon los capitanes de cada uno delos barcos de la flota. Pero contieneel impulso de curiosear aunque lecueste Dios y ayuda, y una vezdesechada la idea se lamenta de notener la misma capacidad que losperros para poder darle la vuelta asus propias orejas a fin de enterarsede algo. No hay forma. Las vocesdentro del camarote del almirantesuenan como susurros ininteligiblespara desesperación delguardiamarina. Casi desea que

Page 728: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

alguno de los capitanes le lleve lacontraria al jefe, básicamente porver si el ambiente se caldea ante tanimprobable ofensa al todopoderosoNelson, para que las vocesadquieran un volumen superior. Sinembargo, le cuesta creer que talcosa vaya a suceder. En este barcoy en esta flota, Nelson habla y losdemás escuchan y asienten. Y pocomás. Muy bien puestos los tendríaque tener, piensa Tim, el que osasellevar la contraria al almirante, otan siquiera plantear algún reparo a

Page 729: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cualquier plan diseñado por él.Tras casi 45 minutos de

reunión, durante los cuales no se hamovido ni una vez de su posición, aTim comienzan a dolerle laspiernas y ya ha perdidodefinitivamente la esperanza de serpartícipe de los planes del granhombre antes de que hasta el últimotuercebotas de la flota llegue aconocerlos.

La penumbra que le rodea nohace más que ayudar a suimaginación a volar. Solo una leve

Page 730: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

luz baja por las escaleraspermitiéndole ver algo mas allá desus narices, mientras su mente lelleva a desembarcar en las playasde Tenerife, gritando órdenes, sableen mano y liderando a un grupo desoldados que se baten ferozmentecontra las tropas isleñas. Esta vez,sea como sea el plan ideado por sualmirante, no tiene intención algunade verlo desde los barcos en altamar. Quiere estar donde esté laacción, donde se ganan y se pierdenlas batallas; alcanzar la gloria de la

Page 731: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

victoria bajo el mando delmismísimo Nelson. Se imagina asus padres cuando, después deconseguir derrotar a las tropascanarias, le vean llegar a Inglaterrasiendo un héroe, habiendo unido sunombre para siempre al del marinomás audaz de todos los tiempos.

Absorto en sus pensamientos ysus sueños de gloria, se sobresaltaal escuchar tras de sí el crujido dela puerta del camarote de Nelson.Inmediatamente se gira y ve alcapitán Bowen, que le ordena ir a

Page 732: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

por agua y vino instándole a volverlo antes posible. Tim, casi sincontestar, sale disparado a cumplirla orden y al regresar se para unsegundo delante de la puertadejando la bandeja en el suelo paracolocarse la casaca y estar algomás presentable. Sabe que va aentrar en el camarote del almirantey no es cuestión de presentarsehecho unos zorros. Cuandoconsidera que esta moderadamenteacicalado, recoge las cosas delsuelo y toca con los nudillos en la

Page 733: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

puerta.Los pocos segundos que tarda

el capitán Bowen en abrirle se lehacen eternos. Siente la tentación devolver a tocar, pero controla suimpaciencia. Cuando por fin elcapitán le hace pasar, el joven apunto está de tirar todo lo que llevaen la bandeja de puro nerviosismo.Mientras se dirige a la mesa a laque se sientan todos los capitanes,puede ver a Nelson de pie, ojeandolos mapas que hay sobre la misma,mientras los demás atienden sus

Page 734: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

indicaciones. No quiere prestardemasiada atención para no parecerindiscreto, pero escucha al capitánTroubridge mostrar sudesaprobación sobre algo que debede haber planteado elcontralmirante, pero Nelson pareceno atender a las palabras delcapitán y como si oyera lloverlevanta la mirada y observa aljoven guardiamarina mientras seacerca y deposita la bandeja a sulado. Tim siente las venas de sucuello bombear sangre y teme que

Page 735: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

todos los presentes empiecen a reíral advertir su nerviosismo. Jamásha estado tan cerca de aquel hombrey ahora puede sentir su mirada fijaen su cara. Casi no se atreve amirarle a los ojos mientras Nelson,sin dejar de observarle, coge una delas jarras y se sirve un vaso deagua.

Tim hace una leve inclinaciónde cabeza y da media vueltadirigiéndose hacia la puerta cuando,inesperadamente, Nelson se dirige aél llamándole por su nombre y le da

Page 736: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

las gracias.¡Conoce mi nombre!, se dice.

¡Nelson conoce mi nombre! ¡SeñorGalloway! Completamenteimpresionado repite la inclinaciónde cabeza ante el almirante y seencamina hacia la puerta. Mientrasla cierra solo alcanza a escuchar aNelson, que tras beber un poco deagua se dirige al capitán Troubridgediciéndole que el plan se llevará acabo tal como él ha dicho y que,peligroso o no, él mismo irá alfrente de las tropas de desembarco.

Page 737: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Tim acaba de vivir elmomento más intenso de su cortavida en la armada real. Con solodieciséis años ha estado junto alcontralmirante Nelson y todos suscapitanes en el momento en el quedecidían el plan de ataque, y aunquepor el cortísimo tiempo que estuvodentro no pudo saber qué temerarioplan sería el que en esta ocasión lesllevase a la victoria, sí pudoescuchar lo que en estos momentosle parece lo más importante de eseplan; lo único verdaderamente

Page 738: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

importante: Nelson en persona seráquien desembarque al frente de lastropas liderándolas, en combatefrente al fuego enemigo.Definitivamente, Tim decide que enesta ocasión él tambiéndesembarcará en las playas deTenerife.

Cuando la reunión termina ypese a la opinión en contra delcapitán Troubridge, que consideraun riesgo innecesario que elcontralmirante se exponga al fuegode los cañones canarios, Lord

Page 739: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Nelson escribe en su informe alalmirante Jervis:

«Tomaré el mandode todas las tropasdestinadas adesembarcar bajo fuegode las baterías de laciudad y mañanaprobablemente serácoronada mi cabeza conlaureles o con cipreses.»

Page 740: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

SONETO

25 DE JULIO

Llegó el invasor tocando adegüello.

Miran silentes aquellos queaguardan.

Ruge el alisio y se muestradispuesto,

Page 741: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

presto su brazo para labatalla.

Violan las aguas de maresajenos

quebrando el alma a la tropaapostada.

Muestran altivos sus velas alviento

y gritan con fuerza su fieraandanada.

Suena del Tigre el rugidocertero,

derrama su aliento de rabia yfuego

Page 742: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sobre el enemigo clamandovenganza.

Y lloran las madres laausencia del muerto,

rogando al cielo por los queno han vuelto

y suenan tambores dedesesperanza.

Page 743: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XVI

Santa Cruz deTenerife. 24 de julio de1797 —¡NO sé a qué esperan esostipos!

—Tranquilo, Juan...—¡Ni tranquilo ni leches! Ya

estoy hasta las narices de esosfantasmas. Que vengan de una vez y

Page 744: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

terminemos con esto.—No se acercarán hasta que

caiga la noche. No son tanestúpidos.

—Estúpidos no, ¡lo que son esunos hijos de puta!

Ya hace más de seis horas quetoda la flota británica volvió aaparecer frente a la plaza de SantaCruz. Seis horas sin hacer un solomovimiento, teniendo como decostumbre a todos los hombres deSanta Cruz con el nudo en lagarganta y sin poder moverse de sus

Page 745: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

posiciones ni para ir al retrete.Miles de ojos abiertos comoventanas hacia la imponenteestampa de los amenazantes navíosenemigos. Ya ni los sargentos gritanórdenes. Por ahora hay poco quedecir. A estas alturas todos conocencuál es su cometido y no hace faltaque los oficiales siganrecordándoles su deber a gritopelado. Al menos por ahora; cuandose líe la verbena la cosa serádistinta.

—Todavía me duelen hasta las

Page 746: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pestañas de empujar ese jodidocañón y de abrir ese boquete en elpuñetero muro. ¡Valiente estupidez!No sé qué va a cambiar porque ese«tigre» ruja desde allí o desdedonde estaba. ¡Vaya un tigre!¿Cuándo se ha visto un tigre condelfines en el lomo?, si es que...

Juan es uno de los muchos quepiensan que cuando no hay nada quehacer, los oficiales se inventancualquier cosa para poder seguirgritando órdenes y haciéndoles lapuñeta. Y eso es exactamente lo que

Page 747: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

piensa que le obligaron a hacer lanoche anterior, cuando un tenientecon cara de mala uva se lo encontródescansando, recostado contra unode los muros de la batería, sin hacernada más constructivo quecontemplar el cielo y rascarse losentresijos, y con muy malas pulgasle obligó a unirse a una cuadrillaque ni siquiera era de su bateríapara mover un cañón de los deagárrate y no te menees porque,según no se sabe qué desocupadooficial, la Playa de la Alameda no

Page 748: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

estaba lo suficientemente batida porel fuego de los cañones y consideróoportuno abrir una tronera en elmurito junto al Castillo de SanCristóbal a leñazo limpio y bajarese bicharraco de bronce a base deempujones, gritos y juramentos enhebreo, como es costumbre. Más detres horas les tuvieron sudandocomo caballos para mover elcañoncito en cuestión con grancabreo por parte de Juan, que comosiempre no paraba de quejarse.

En efecto, el «Tigre», que tal

Page 749: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

era el nombre que le habían puestolos artilleros que lo servían, es unmuerto fundido en bronce de más dedos mil kilos. Este bicharraco,como lo llama Juan, es un viejocañón que tiene ya más de treintaaños en las espaldas que, comobien dice el Rastrojo, estándecoradas con dos delfines a modode asas que hacen que, a su juicio,el apodo de «Tigre» le venga unpoco a desmano, si no fuera porquecada uno de sus rugidos dejaría acualquiera de estos enormes felinos

Page 750: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

a la altura de un simple gatito. Unenorme bicho de bronce fundido enSevilla en 1768 y que Juan estáconvencido que ha venido a parar aTenerife con el único propósito dehacerle a él la faena de cargarlopara ponerlo donde ahora, por fin,se encuentra vigilando y dispuesto abarrer a todos los incautos quedecidan desembarcar precisamentepor esa playa.

Lo cierto es que la mayoría delos cañones que se encuentran en laplaza han sido «bautizados» por

Page 751: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

aquellos que los sirven connombres variopintos, pero todosindicando lo que sus artilleroscreen o quieren creer de esoscañones que a su modo de ver sonlo único que les separa del día deljuicio final: el Tigre, los Violentosy tantos otros nombres similares, yaque ninguno de los artilleros seencontraría muy cómododisparando un cañón que llevarapor nombre «Teresita» o «Amor demis amores»; que si de borrar alenemigo del mapa se trata, piensan,

Page 752: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

lo suyo es ponerles nombres queacojonen al personal, aunque losguiris no se vayan a enterar en lavida de los fieros nombres quereciben los cañones que llegado elmomento les intentarán sacar lastripas de sus pálidas barrigas.

—Tienes que tener un poco deconfianza en nuestros oficiales,Juan —le reprende Diego—. Ellossaben lo que hacen, y estarquejándote continuamente no va aayudar a que salgamos bien paradosde aquí.

Page 753: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Para mi desgracia, dudomucho que nada nos ayude a salirbien parados de esta fiesta, Diego.Estos no van a meter la pata dosveces de la misma manera. Yaverás que esta vez no se conformancon desembarcar tropecientoshombres pa’ subirlos a una lomapelada a pasar el verano. Estos senos van a plantar en las narices deaquí a nada. Y por si eran pocos,ahora se trajeron otro barco más.

—Precisamente por eso.Relájate y concéntrate. Tenemos

Page 754: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que estar preparados porque, comobien dices, estos no se van a andarcon más rodeos por más que tepongas a protestar. Así que tú pontea bien con Dios y cuando se líe eldespelote no te muevas de mi lado.

—Cuando se líe el despelote,me da a mí que poco importará allado de quién esté, porque muy biense nos tendrá que dar la cosa paraque alguno de nosotros salga vivode aquí. Tengo un malpresentimiento, Diego... Tengomiedo —reconoce al fin.

Page 755: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Todos lo tenemos, Juan. Losvalientes no son los que no tienenmiedo, sino los que se enfrentan aél. Los hombres están preparados,nos han entrenado bien. Tú haz loque se te ordene y dentro de unosdías estarás en casa, con tu mujer,haciendo todas esas cosas «quetienes que hacer» —Diego lerecuerda su última frase de anoche—. ¿No querías que vinieranrapidito porque tenías cosas quehacer? Pues aquí están. Deseoconcedido.

Page 756: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Pa’ una vez que se meconcede un deseo...

A día de hoy, en toda la plazade Santa Cruz no hay nadie quedude de que por fin ha llegado eldía. El momento de matar o morir.Ya no habrá más escaramuzas, nidesembarcos donde Cristo dio lastres voces. Hoy los ingleses no sevan a andar con chiquitas y se lesvan a venir encima con todo lo quetienen que, a juzgar por la pinta dela flota, es mucho. Y eso, excepto alos de siempre, tiene a todos

Page 757: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

calladitos, casi tan pálidos comolos propios ingleses, y rezando,hasta los que no saben, para queDios les vaya haciendo hueco, alládonde se encuentre, dondedescansar sus quebrados huesos.

Los ingleses estánconsiguiendo su propósito:desquiciar al personal con su solapresencia antes del ataque. Locierto es que lo único peor que lapropia muerte es la certeza de quela misma está cerca, y el hecho deque los barcos ingleses lleven

Page 758: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

recordándoles tan inevitable finresulta insoportable para todos.

Esposas, novias, hijos, casas,sueños y vidas enteras, pasadas oanheladas, pasan por las mentes detodos los que esperan, en un últimointento de revivir los mejoresmomentos de sus vidas y de olvidarel que a todas luces se les antoja elpeor que jamás les va a tocar vivir.Quizá para muchos el último.

—Prométeme que si algo mesucediera te encargarás de Ana.

—No te va a suceder nada. Tú

Page 759: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

solo hazme caso y tendrás una largay aburrida vida junto a tu mujer —contesta Diego intentando quitar esaidea de la cabeza de Juan.

—Ya. Pues no lo veo yo tanclaro. Esos son un montón. Y traenun montón y medio de cañones. Silos curitas esos de verdad hablancon alguien de ahí arriba, este es elmomento de que le pidan susfavores a quienquiera que estésentado a la derecha de quien sea.Porque sin ayuda, aquí hoy se acabala función.

Page 760: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Ambos se quedan con lamirada perdida, como si intentaransopesar las posibilidades realesque tienen de salir airosos delcombate en el que a buen seguroestán a punto de verse envueltos. Unrato que parece ser eterno, comocada minuto desde que aparecieronde nuevo todos esos enormesnavíos de guerra frente a ellos. Elsilencio resultaría insoportable sino fuera por el machacante sonidode los tambores, que no han paradode poner banda sonora a los miedos

Page 761: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de cada uno de los soldados deSanta Cruz. Diego, al fin, cansadode tanto silencio y consciente de laangustia de su amigo, se giradejando su mosquete en el suelo yse dispone a contarle una historiaque años antes le fue contada a élmismo por su padre. Y a su abueloantes que a él. Y así sucesivamente,trasladándose de boca en bocadurante generaciones a lo largo decasi un siglo.

—¿Conoces la historia deAmaro Rodríguez Felipe, no?

Page 762: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Amaro Pargo, sí —confirmaJuan—. Un pirata...

—Un pirata, no; «nuestro»pirata. Que es distinto —le rectificaDiego.

—Pues no se qué diferenciapuede haber, un pirata es un pirata.

—Bueno. Si escuchas,entenderás —le dice mientras conun gesto de las manos le pidepaciencia—. Amaro Pargo,efectivamente, era un pirata. Peroun pirata diferente de los demás.Amaro nació en Tenerife, lo que,

Page 763: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

por lo que a nosotros respecta, yaes bastante diferente, porque paraempezar era de los nuestros y nocomo esos que ahora nos amenazan.Pero además, de todos es sabidoque, aunque como todo pirata sededicaba a saquear e incluso aasesinar a cuantos se cruzaban conél por esos mares de Dios, Amarotenía por costumbre donar parte desus ensangrentados botines a obrasde caridad. No digo que no sequedara para sí la mayoría de lasriquezas que sus correrías le

Page 764: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

reportaban pero, sin duda, parte deese dinero ayudó a la iglesia arealizar muchas de sus obras aquíen Tenerife.

—Mira tú, qué buen tipo... —dice Juan con tono claramenteirónico.

—Tal vez no, pero ya hacíamás que los demás piratas. El casoes que una religiosa que habíanacido en El Sauzal en 1648, MaríaBello y Delgado, que durante todasu vida había dejado atónitos atodos, incluyendo a los hombres

Page 765: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

más poderosos, por su abnegadaentrega a la causa religiosa, causótambién gran impacto en el propioAmaro Pargo. Tanto fue así que,tres años después de su muerte, elpirata tinerfeño obtuvo permiso delas monjas para trasladar a lareligiosa a una nueva tumba, ycuando se abrió el ataúd todosquedaron impresionados al ver elcuerpo incorrupto, intacto, como siacabase de morir...

—¡Venga anda, no fastidies!Además, esa era Sor María de

Page 766: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Jesús; que yo no seré muy creyente,pero a esa monjita la conoce todo elmundo.

—Sí. Ese fue el nombre querecibió María Bello cuando a losveinte años ingresó en la Orden deSanta Catalina.

—Ya —le interrumpe denuevo Juan—. Y todo eso ¿quétiene que ver con nosotros?

—Escucha: un día, en uno delos muchos viajes que realizóAmaro Pargo en pos de nuevastierras y barcos que saquear, su

Page 767: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

barco se encontraba en mitad delocéano, cerca del Caribe —Diegose detiene un segundo paracomprobar que tiene la atención desu amigo antes de continuar—. Abordo, los hombres estabanmalhumorados y aburridos trasvarias semanas sin pisar tierra niencontrar un solo barco que atacar.Sobre la cubierta no hacían más quebeber tanto ron como les cabía en elcuerpo y de pelearse unos conotros, obligando a Amaro aintervenir más de una vez para que

Page 768: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

no corriera la sangre. La situaciónse le antojó tan desesperada quemirando al cielo pidió un milagroque serenara a sus hombres,permitiéndoles saquear un barco,asesinar a sus tripulantes y quiénsabe si incluso violar algunasmujeres.

—¡Bonito milagro sería ese!—contesta Juan, al que obviamenteno le parece que pedirle al cieloque les permita violar mujeres seaalgo digno de ser concedido.

—En cualquier caso —

Page 769: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

continúa Diego—, enseguidadivisaron tierra. Se trataba de LaEspañola, y Amaro dio orden dedirigirse a la mayor población de lazona francesa de la isla: Port-Au-Prince. Aunque Amaro sabía queprovocar a los franceses en supropia cueva no era algo muyrecomendable, casi temía más unmotín a bordo, consciente de quesus propios hombres podían sermás peligrosos que todas las tropasgabachas juntas, así que dio lasgracias al cielo y gritó: «¡Tierra a

Page 770: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

la vista!», soltando una grancarcajada —Diego gesticula yescenifica el episodio como si fuerael mismísimo pirata Amaro Pargo,haciendo que Juan sonría, muchomás atento ahora a la historia de suamigo—. Los hombres corrieron asus puestos, alentados por lacercana batalla que les alegraba elcorazón, mientras un grumete corríaa enarbolar la bandera pirata en elpalo mayor. Rápidamente, sinningún temor, los hombres saltarona los botes y remaron con fuerza

Page 771: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hacia tierra. Tan prontodesembarcaron, desde unaconstrucción cercana a la playacomenzaron a aparecer muchossoldados, en número muy superioral de los recién llegados. Entoncesempezó una lucha feroz queconvirtió la playa en una autenticacarnicería —Diego describe laescena como si sostuviera un gransable en la mano, dando saltos deun lado a otro, ensartando en él alos soldados gabachos—. Aunquelos hombres de Amaro eran los más

Page 772: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

fieros y diestros con la espada quenadie hubiera podido ver, prontoquedó claro que no tenían ningunaoportunidad de salir con vida deaquella playa, así que Amaro dioorden de retirada mientras atraía alos soldados franceses hacia símismo con insultos yprovocaciones, para daroportunidad a sus hombres dedirigirse de vuelta a sus barcos ysalvar la vida.

—¡Hermosos huevos el tipo!—Ya te dije que era de

Page 773: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Tenerife —contesta Diego,orgulloso.

—¿Y entonces? —preguntaJuan, visiblemente interesado en eldesenlace de la historia.

—Amaro se batió con fiereza,dando mandobles a diestro ysiniestro, acabando con cuantosenemigos se cruzaban por delante,mientras sus hombres se ponían asalvo —Diego sigue escenificandoel combate con tal fiereza que Juancasi puede ver la sangre de losfranceses chorreando entre los

Page 774: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cañones de la batería de LaConcepción—. Poco a poco, losfranceses fueron rodeando al pirata,que era consciente de que su horahabía llegado. Su sable en el suelo,sus hombres a salvo, doblegado porlos innumerables enemigos y viendocomo uno de ellos alzaba su espadafrente a él con la intención deatravesarle el pecho, Amaro sepersignó y susurró un «amén» amodo de despedida, cuando derepente se presentó ante él lo que lepareció una alucinación —Diego

Page 775: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

vuelve a hacer una pausa dramáticapara conseguir el efecto deseadoante el desenlace de su historia—.La espada que se dirigía hacia supecho fue detenida por una figuraborrosa que parecía una monja; ¡erala siervita! ¡Sor María de Jesús!

—¡Venga ya! ¡Ya estamos conlos milagros! ¡No fastidies!

—Bueno..., así fue como elpropio Amargo Pargo lo relató a unescribano de Santiago de Cuba. Poreso ha llegado hasta nuestros días.El caso es que el pirata tinerfeño

Page 776: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

aprovechó los segundos de asuetoque tal aparición le concedió, parade un salto llegar hasta elembarcadero y caer sobre una desus lanchas, con la que finalmentelogró huir hacia la seguridad de subarco. Y por más que losenfurecidos franceses hicieronfuego sobre él, salieron sin unrasguño, aunque dejándose detrás amás de la mitad de la tripulacióndesparramada sobre laensangrentada arena de la playa.Pero Amaro consiguió regresar a

Page 777: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Tenerife, y se asentó en La Laguna.Cuentan que cuando ya era viejo,aún se le veía de cuando en cuandooteando el horizonte con su catalejoen busca de algún bergantín que sele antojara repleto de oro.

—Preciosa historia —reconoce Juan—, pero sigo sinentender qué tiene que ver connosotros.

—Mucho, Juan: Amaro pargoera tinerfeño, igual que nosotros. Labatalla sucedió en julio, como labatalla en la que nosotros estamos a

Page 778: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

punto de participar. Y Sor María deJesús, o al menos su cuerpoincorrupto, aún hoy sigue entrenosotros, en Tenerife, velando pornuestras vidas... Lo que quierodecir es que nunca se sabe quépuede ser lo que nos ayude a llegara casa sanos y salvos. Así quetengamos fe.

Mientras Diego termina deexplicar la moraleja de su historia,Juan ve por el rabillo del ojo quealgunos de los barcos de la flotabritánica han largado trapo y

Page 779: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

comienzan a moverse empujadospor el viento mientras el atardecerse cierne sobre la ciudad.

—Pues esperemos que lasiervita esté atenta y con ganas departicipar —dice Juan al ver laactividad de la flota invasora—,porque aquellos no parecen temerni a Sor María, ni a Amaro Pargo,ni a nosotros. Ya vienen...

Page 780: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XVII

Castillo de SanCristóbal. Anochecer del24 de julio de 1797 LA partida ha comenzado.

El general Gutiérrez disponesus piezas sobre el enorme tablerode ajedrez en el que se haconvertido la ciudad de Santa Cruz,y observa con atención los

Page 781: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

movimientos que a su vez realiza sucontrincante. El teniente Calzadilla,como siempre, se encuentra amenos de un metro del generalobservando igualmente losmovimientos de los ingleses yesperando órdenes que transmitir alresto de las tropas, mientras unafragata y la bombardera inglesas sedirigen hacia el noreste de la plaza.

—Vuelven a dirigirse haciaPaso Alto, señor. Van a atacarnosde nuevo por el noreste paradespués intentar aproximarse desde

Page 782: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

allí. Debemos enviar nuestrasfuerzas a repelerlos lo antes posible—comenta el teniente visiblementenervioso y temiéndose que esta vezlos ingleses realicen un ataque aúnmás decidido al Castillo de PasoAlto.

—No lo creo, teniente.Tranquilícese —contesta el generalcon voz firme pero absolutamentecalmada.

—Pero señor, sus barcos sedirigen hacia allí. Si toman elcastillo utilizarán sus cañones

Page 783: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

contra nosotros...—Teniente... —el general se

gira hacia Calzadilla con aireparsimonioso y con la voz mástranquila que puede, dadas lascircunstancias. Casi se diría que loque está ocurriendo a su alrededorno fuera con él—. ¿Conoce usted aNelson?

—Claro señor, todo el mundoconoce a Nelson —afirma elteniente, sorprendido por latranquilidad que muestra el general.

—¿Ha leído o escuchado lo

Page 784: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que cuentan de él? ¿Su valentía, suarrojo, o incluso su temeridad encombate? Cuentan que eso esprecisamente lo que le ha hechoganarse esa reputación de líderinvencible: ir siempre al meollo delasunto. Sin rodeos. Atacando de lamanera más arriesgada y temerariaposible.

—Sí, señor —asiente elteniente, ya sin muchas ganas derebatir al general, por si acaso.

—Me alegra escuchar eso,teniente. Porque créame que la

Page 785: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

importancia de conocer a tuenemigo es enorme. Pocas vecestendrá un comandante la posibilidadde enfrentarse a enemigo másfamoso, y por lo tanto másconocido, que Nelson —el generalvuelve a mirar hacia los barcos quese trasladan hacia el noreste através de su catalejo, mientras siguedirigiéndose al teniente—. Suprimer ataque se desarrolló pornuestro flanco, algo por otro ladoimpropio de Nelson. Desconozcopor qué tomó tal decisión, sobre

Page 786: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

todo a la vista de los resultados,pero me inclino a pensar que lohizo aconsejado por sus oficiales.Y aunque por el rumbo que tomansus barcos pueda parecer que suintención es la de repetir laestrategia de desembarcar sustropas más allá de Paso Alto, yo lodudo mucho —tras hacer una pausay sopesar los pros y los contras desu intuición, el general se gira haciael teniente que le mira con cara deperplejidad—, Nelson solo quiereconfundirnos con esta maniobra.

Page 787: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Ordene que en Paso Alto queden lasfuerzas justas para servir lasbaterías y envíe treinta hombres deapoyo. El resto de las tropasquedarán formadas junto al Castillode San Cristóbal. Nelson atacarápor el frente, teniente. No le quepaduda. Directo al meollo. Comosiempre.

—oOo—

Castillo de Paso Alto

Page 788: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Los artilleros asisten perplejos

al espectáculo, preguntándose cómoes posible que el general tan sololes haya enviado un pequeñodestacamento de treinta hombrespara repeler el ataque. Lossargentos, siempre con cara depocos amigos, corren de un ladopara otro arengando a los hombrespara que luchen con arrojo y valor ypara que les lancen a los ingleseshasta la última bala con la quepuedan servir sus cañones hasta que

Page 789: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

no quede de los barcos que seaproximan más que maderasdespedazadas flotando sobre elmar.

El gobernador del castillo, donPedro de Higueras, no las tienetodas consigo. Aún tiene muypresente en la memoria la imagende los más de mil hombres quedesembarcaron por su flanco y noentiende que el general piense quevan a poder repeler un ataquesimilar con tan escasas fuerzas. Enprevisión del desparrame que

Page 790: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

espera que se forme, el gobernadorha dado orden de que todo elpersonal no militar del castillo sedirija al interior del mismo; ordenque por supuesto todos hanobedecido a toda velocidad, sinnecesidad de que se la repitan dosveces. Muchos se han escondidoapresuradamente tras los muros queles parecen más sólidos, mientrasque muchos otros han salidodisparados directamente hacia lacapilla del castillo, situada en unnivel inferior, a rezar y a pedir por

Page 791: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sus almas y las de los que hanquedado afuera, convencidos deque así, de alguna manera, ponen supequeño granito de arena para queel desenlace de la que considerandesigual batalla sea feliz. O almenos, lo menos triste que seaposible, seguros como están de que,a poco que se tuerzan las cosas,esta vez no va a quedar en elcastillo ni un alma conposibilidades de contar cómo acabóla batalla.

María es una de esas personas.

Page 792: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Desde que ha entrado en la capillano ha dejado de rezar frente a ungran crucifijo, ni tiene intenciónalguna de hacerlo hasta que ganen ohasta que uno de los cañonazosingleses se lleve la imagen delCristo y a ella misma de paseo porel otro barrio.

Desde donde ahora seencuentra no puede ver nada de loque está sucediendo, ni falta que lehace, porque la imagen de esosbarcos la tiene en vilo desde laprimera vez que los vio acercarse a

Page 793: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

la isla, pero puede escuchar losgritos de todo el mundo y sobretodo los zambombazos queempiezan a soltar los cañones delcastillo, lo que no le deja duda deque los barcos ingleses ya están ahímismo. Cada leñazo de las bateríashace que la imagen del Cristo setambalee, que los cuadros bailen, yque hasta sus propias tripas seretuerzan. Los gritos de lossargentos gritando fuego quedaneclipsados por cada uno de loscebollazos que cada vez suenan con

Page 794: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

más frecuencia. El sonido de lostambores, que desde la capilla noson más que un leve rumor que sesuma al insoportable ruido de labatalla, no la ayuda a tranquilizarse.María sigue rezando.

A veces, la incertidumbrepuede ser el peor de los tormentos.Las preguntas sin respuesta que seagolpan en tu cabeza. Laimposibilidad de saber qué va apasar en el momento siguiente, oincluso si ese momento será elúltimo que tengas oportunidad de

Page 795: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

vivir. Eso y mucho miedo es lo quesienten tanto María como cada unade las personas que, de rodillas enla capilla, siguen pidiendo alcreador, encarecidamente, que nolos reclame tan pronto a su lado.

De repente, un sonidodiferente la sorprende. Después deun rato escuchando los disparos delos cañones propios, este sonido lapone sobre aviso de que losingleses también han comenzado adisparar sobre ellos. El ruido esmucho más leve y no hace temblar

Page 796: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

todo lo que hay a su alrededor, peroMaría, sin dejar de rezar, se cubrela cabeza con las manos esperandola llegada del proyectil, oyendo susilbido crecer en intensidad, comosi se estuviera anunciando conrecochineo. Cuando el primerrecadito de la bombardera británicallega, el sonido de la explosión lasobresalta de tal manera que temeque el corazón se le salga por laboca. Pero sigue rezando, yescuchando el rumor de variasvoces que igualmente ruegan a Dios

Page 797: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

por sus vidas a escasos metros dedonde ella se encuentra.

Mientras los diferentescañonazos siguen resonando en susoídos y las explosiones de losproyectiles británicos, cada vezmenos espaciadas, siguen haciendoque todo salte por los aires, puedever a un perrillo que ha corrido abuscar refugio bajo una pequeñamesita de madera. Lo ve temblandoy soltando gemidos con una cara desusto como la que imagina que ellamisma debe tener, mientras siguen

Page 798: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

llegando más y más proyectilesbritánicos; de uno en uno, cadapocos segundos, haciendo que todoreviente mientras las voces afueragritan cada vez más fuerte y loscañones del castillo siguenhaciendo fuego sin piedad sobre losbritánicos, aunque ella sigue sintener ni idea de si lo hacen conéxito o no. De lo que no le cabeduda es que los proyectiles inglesessí que llegan con éxito hasta elcastillo, a juzgar por las esquirlasque incluso dentro de la capilla

Page 799: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

comienzan a saltar tras cadaexplosión.

María, descompuesta por loslambriazos que siguen llegando ypor la cara del pobre perrillo que lamira como si fuera su propia madre,se levanta de donde está y va haciaél, aún con las manos en la cabeza,como si su instinto maternal nodistinguiera entre especies ynecesitara consolar al pobreanimal. El perrillo, con el raboentre las patas, acepta sinpensárselo el refugio que María le

Page 800: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ofrece entre sus brazos mientrashace ademán de agradecérselo abase de lengüetazos, cuando unanueva explosión abre un boquete enla capilla haciendo saltar en milpedazos la imagen del Cristo a laque hace solo un momento Maríarezaba con devoción. A ella casi ledan las mismas ganas de darlelengüetazos al perrillo que ahorasostiene sobre su regazo, conscientede que, posiblemente, su afán debuena samaritana para con supeludo protegido acaba de salvarle

Page 801: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

la vida.Devota como es, María

empieza a pensar en laintermediación divina como únicaexplicación posible para que tantoella como el perrillo, que yadefinitivamente la considera sumadre, sigan respirando. Pero porsi acaso se retira hacia la pared quetiene enfrente, que le parece la mássólida de la capilla (que aunqueDios sea todopoderoso nunca estáde más echarle una manita), bajo ungran cuadro cuya imagen del Cristo

Page 802: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de Paso Alto, del pintor Juan deMiranda, le parece el lugar másseguro bajo el que refugiarse.

El silbido de otro proyectilacercándose le hace acurrucarse denuevo, todavía con el perrillorecostado sobre su regazo, mirandofijamente a la imagen del Cristo dePaso Alto, al que sigue rezando sindescanso mientras el ruido de labatalla sigue resonando en lasparedes de la capilla. Explosiones,gritos, órdenes, el rugido de loscañones del castillo y los tambores

Page 803: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de guerra mantienen a todos entensión, tanto a los que pelean porsus vidas sobre ellos, como a losque se encuentran refugiados bajola exigua protección de la capilla.Pero María tiene una extrañasensación de seguridad a pesar detodo el desbarajuste que la rodea;como si los brazos extendidos delCristo les estuvieran brindando laprotección por la que todosimploran para ayudarles asobrevivir a este ataque que ya duramás una hora, o al menos a morir

Page 804: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sin miedo, con la seguridad de queserán acogidos entre esos mismosbrazos en cuanto lleguen al cielo alque los ingleses parecen haberseempeñado en enviarlos a bombazolimpio.

Fuera, la noche es tan oscuraque nadie podría ver más allá desus propias narices si no fuera porel interminable número defogonazos que tanto desde elcastillo como desde los barcosapostados enfrente iluminan a loshombres de ambos bandos. Pero

Page 805: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

dentro de la capilla, una pequeñavela dentro de una lámpara es loúnico que les separa de lapenumbra más absoluta. Aun así,María es capaz de distinguir losfogonazos y la luz de lasexplosiones de afuera por elboquete que una de ellas abrió en lacapilla, haciendo que la batalla leparezca mucho más cercana. Todoel mundo a su alrededor siguerezando cuando un nuevo silbidoles hace agacharse. Pero estesilbido, poco a poco comienza a

Page 806: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hacerse más y más fuerte,mostrándoles, muy a su pesar, eldestino de este nuevo proyectil. Tansolo un segundo más tarde, elproyectil de la bombardera Rayoentra por el gran agujero, crujiendocomo si toda la madera del mundoreventara al mismo tiempo a sualrededor. Los corazones de todoslos que se encuentran dentro de lacapilla están a punto de pararsecuando por fin lo ven entrar comouna exhalación estrellándose contrael suelo, justo delante del cuadro

Page 807: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

del Cristo de Paso Alto. Cuandotodos se dan por muertos, elproyectil se parte en seis pedazossin hacer explosión y el fuego delos cañones cesa.

De los 41 proyectiles de 9pulgadas lanzados por labombardera Rayo contra el Castillode Paso Alto, solo este que ahora seencuentra delante del perrillo, quelo olfatea curioso, deja de hacerexplosión. Todos los presentesmiran al cuadro del Cristo de PasoAlto con los ojos bañados en

Page 808: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

lágrimas, dándole gracias por elmilagro que acaba de obrar delantede sus narices.

Page 809: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XVIII

25 de julio de 1797. Abordo de la fragataPrincesa. 01:30 a.m. ANDRÉS es solo uno de losmuchísimos hombres que esta nocheestán con los ojos abiertos de paren par. Desde su puesto a bordo dela fragata Princesa, como tantosotros, asistió al despliegue de las

Page 810: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

fuerzas navales británicas frente ala plaza y al ataque que realizaronsobre el Castillo de Paso Alto,sacudiéndoles sin descanso durantehoras un bombazo detrás de otrodesde que las primeras sombras dela noche cayeron sobre Santa Cruz.Durante todo el tiempo que duró elataque no podía quitar sus ojos delgrueso de la flota que iba y venía denorte a sur y vuelta a empezar;ahora dirigiéndose hacia el noreste,ahora volviendo hasta ponerse justofrente al Castillo de San Cristóbal y

Page 811: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

a la posición que ocupaba su propiobarco. Y era en ese momentocuando más miedo sentía,convencido de que al menos los queestaban en tierra siempre tendríanla posibilidad de salir por piernassi las cosas se ponían demasiadofeas, pero tanto él como suscompañeros a bordo de la fragatano tendrían por dónde correr si losbritánicos decidían hacer unaescabechina entre los barcosanclados en la bahía antes dedirigirse a tierra para acabar el

Page 812: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

trabajo.Como muchos otros en tierra,

al ver que el ataque se desarrollabalejos de su posición, Andrésrespiró aliviado por no tener queenfrentarse en el mar a semejanteflota, seguro de que su fragata norepresentaría más que un tentempiépara las curtidas y enormementesuperiores fuerzas británicas,aunque en algunos momentos, al vercómo el castillo devolvía bala porbala cada uno de los cañonazosingleses con coraje y un

Page 813: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

empecinamiento casi obsesivo,llegó a sentir unas ganasirrefrenables de que por fin toda laescuadra británica entraradefinitivamente en fuego para poderparticipar de la mayor batalla que asu corta edad había tenido laoportunidad de ver. Aunque comoes lógico ese sentimiento durópoco; casualmente hasta que haceapenas hora y media cesó el fuegodel castillo y el de los propiosingleses, haciendo que la oscuridady el silencio cubrieran lo que

Page 814: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

durante varias horas fue un reguerode fogonazos que al menosmostraban claramente la posiciónde los barcos enemigos.

Ahora, a bordo de la Princesano se oye un alma. Pero lo peor esque no se ve ni tres montados en unburro.

Como era previsible, Nelsonescogió una noche sin luna pararealizar su ataque a la ciudad. Lanoche más oscura que Andrés hapodido ver en todos los días de suvida. Desde la borda de la fragata

Page 815: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

no es capaz siquiera de distinguir elmuelle de Santa Cruz, a pesar deque se encuentra a escasostrescientos metros de él, pero loque de verdad le preocupa es nover a la flota de ingleses armadoshasta los dientes que en estemomento podrían estar a punto desaltar sobre ellos desde vaya usteda saber donde, o de arrimárselesfurtivamente por la popa con uno deesos enormes navíos de línea de 74cañones, para desde allí soltar unaandanada mortal por la parte más

Page 816: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

vulnerable de su buque, haciéndolesuna carnicería de aquí te espero.

Todos hacen esfuerzossobrehumanos tratando de agudizarel oído para intentar localizar a losingleses, que amparados en laoscuridad de la noche parecen estarjugando al escondite con ellos. Poreso cuando el capitán, una vezdesaparecida la escuadra británica,mandó guardar silencio a todo elmundo, a Andrés casi le da la risaante la inutilidad de la orden, yaque allí, además de la del capitán,

Page 817: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

no se oía una sola voz.Decir que Andrés está de

guardia es casi tan inútil como laorden del capitán porque, claroestá, en este momento, tanto a bordode la fragata como en cada una delas posiciones en tierra, está deguardia hasta el cocinero. En lafragata, a excepción de losartilleros que se encuentran al piedel cañón (nunca mejor dicho)esperando con las mechas a manopara hacer fuego sobre lo primeroque se mueva, hasta el último de los

Page 818: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hombres, sea cual sea su oficio olabor en el barco, se encuentrasobre cubierta intentando descubrirdónde carajo se han metido losingleses para que no les pillen acalzón caído y les desbaraten.

Pero nadie oye nada.A Andrés siempre le ha

encantado el sonido del mar. Unsonido que le resulta hipnotizante.El rumor continuo de las olasalzándose y descargando toda suenorme fuerza sobre las rocas de lacosta. En cambio hoy, a falta de

Page 819: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

poder utilizar la vista, ese mismosonido que siempre le ha seducidole parece un ruido ensordecedorque solo sirve para privarles delúnico sentido que puede ayudarles adescubrir al enemigo antes de queeste les descubra a ellos.

Motivado tanto por laincertidumbre como por el miedoque siente hasta en la última fibrade su cuerpo, Andrés comienza atrepar a la cofa del palo de mesanatratando de encontrar un mejorpunto desde el que descubrir a

Page 820: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cualquier bicho viviente que seacerque al ataúd flotante que ahoramismo le parece su barco. Laadrenalina le ayuda a subir inclusomás rápido que de costumbre y contan solo unos pocos movimientos desus brazos se encarama a la cofa,enganchándose con las piernas a laresbaladiza madera mientras sesienta a horcajadas a casi tresmetros de altura sobre la cubierta.Una vez arriba, pone las manossobre sus orejas intentandoamplificar el sonido, pero el mar

Page 821: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sigue rugiendo con fuerza y la levebrisa tampoco ayuda mucho,haciendo que su inquietud aumentey que su corazón lata con másfuerza que nunca. Andrés siguefirme sobre la cofa, atento acualquier cambio, a cualquier pistaque delate a los ingleses, cuando derepente le parece escuchar algo.Hace esfuerzos incluso poramortiguar los latidos de sucorazón, que en este momento leparece un tambor de guerra que lehubieran metido dentro del pecho,

Page 822: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

para intentar encontrar de dóndeproviene ese leve siseo que lepareció escuchar durante solo unsegundo. Los nervios se lo estáncomiendo vivo.

¡GUAAACAA, GUAAACAA!Casi le da un infarto. A punto

está de caer a plomo deslomándosecontra la tablazón de la cubierta,pero en el último momento consigueasirse a uno de los cabos quedandocolgado con sus brazos mientrascon las puntas de sus pies intentarecuperar su posición sobre la

Page 823: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

inestable madera.—¡Putas pardelas! ¡Pajarracos

de mierda!Intenta recuperar el aliento

mientras se sienta de nuevo sobre lacofa acordándose de todos loshuevos de los que hayan salidotodas las pardelas del mundo; esospajarracos nocturnos, parecidos alas gaviotas, que tienen la simpáticamanía de acercarse volando ensilencio para después pegarte ungraznido con pajarraca mala ideacuando están pasando cerca de tu

Page 824: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

oído. Andrés daría en este momentotodas las pagas que le deben acambio de agarrar a ese bichoinmundo para arrancarle todas lasplumas de su cuerpo, una por una, ygritarle en las orejas que no tienehasta que le reventase el cerebro.

Cuando su respiración aún noha recobrado el ritmo normal,escucha un nuevo graznido de lapardela que sigue haciendo de lassuyas a unas pocas decenas demetros de su barco. Se pregunta aquién estará pegándole ahora el

Page 825: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

susto de su vida, cuando de repentecae en la cuenta. Con todos sussentidos alerta se pone de pie sobrela cofa mientras se abraza al palode mesana intentando divisar algoen la dirección en la que escuchó elúltimo graznido de la pardela,cuando con los ojos entrecerrados,intentando fijar la vistaconcentrándola en el oscuro lugardel que provenía, consigue atisbaruna sombra alargada que se muevesigilosa bajo la protección de lanoche. No se lo puede creer. Sigue

Page 826: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

preguntándose si sus sentidos leestarán jugando una mala pasada,producto de los nervios y el miedo,cuando tras la primera sombraaparece una segunda, igual dealargada, igual de silenciosa. Conel mismo rumbo. Y luego otra. Yotra.

—¡ALARMAAAAA!¡ALARMAAAA!

Grita con todas sus fuerzas conlas cuerdas vocales a punto dereventar, cuando por fin confirma lanaturaleza de esas sombras que a

Page 827: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

punto han estado de sorprenderles atodos. Decenas de barcazas dedesembarco, atestadas de hombresarmados y listos para la batalla, sedirigen hacia tierra sin hacer unsolo ruido. Pronto una sombra aúnmayor despliega sus velas blancas,igualmente cargada de hombresdispuestos a asesinar a todos suscompatriotas que esperan en tierra.

El cúter Fox, el más pequeñode los barcos de la flota británica,al mando del capitán Gibson, sedirige a tierra encabezando el

Page 828: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

desembarco cuando los artillerosde la Princesa hacen fuego porprimera vez sobre el enemigo,alertando así a las baterías decosta.

Juanillo «Rastrojo» aún estáintentando recuperarse del sustocuando el estampido de los cañonesde la batería de San Pedro levuelve a poner los pelos de punta.

Los sargentos comienzan suinevitable rosario de gritos yórdenes transmitidas a rebencazosmientras los hombres corren

Page 829: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

disparados hacia sus piezas. Hastael capitán Falcón está en su lugar,aunque todos pueden ver que llevaun pedo como un piano de cola.Aún así, con la lengua estropajosa ytodo, no deja de gritar órdenesmientras como todos los demásmira hacia el mar, a ver si se enterade a qué narices le estándisparando.

—¡Venga, cojones! ¡Siempretenemos que ser los últimos endisparar, partida de inútiles! —grita mirando hacia los hombres

Page 830: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que hace rato que no paran decorrer, cargando balas, preparandolas piezas, mucho más dispuestospara la batalla que él mismo.

El cúter empieza a hacersevisible desde todas las baterías decosta, con sus velas desplegadas,surcando las olas a toda velocidadmientras cruza frente a la plazadirigiéndose a algún punto cercanopara desembarcar a los hombresque lleva a bordo.

A Juan no le llega la camisa alcuerpo cuando por fin ve al

Page 831: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pequeño barco seguido de unagoleta y el enorme grupo debarcazas de desembarco.

—Ahora sí que sí —diceJuanillo temblando dirigiéndose aDiego—. Estos ya no dan másrodeos. Se nos van a colar pordelante de nuestras mismísimasnarices.

—Eso será si llegan.¡Muévete! Tenemos a todas lasbaterías dándoles leña y nosotrosaquí haciendo el ganso. ¡Vamos,coño! —grita Diego alentando a los

Page 832: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hombres mientras ve las llamaradasde decenas de disparos que lasbaterías de Paso Alto, San Pedro ySan Telmo descargan sobre laavanzadilla británica liderada porel cúter.

Mientras obedece y se disponea servir la pieza que tiene asignada,Juan mira por el rabillo del ojocómo alrededor del Fox empiezan aformarse innumerables chorros deagua que salen volando hacia eloscuro cielo, mostrando la cercaníade los cañonazos que las baterías

Page 833: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que han andado más rápidasempiezan a sacudirle y que casicercan al pequeño navío en el quese imagina a los británicos rezandoen su idioma, igual que todos loscanarios, esperando que de una vezles acierten y les manden al carajo.

—Mucha suerte tendrán quetener los míster esos para llegar adonde quiera que vayan —le dice aDiego al ver que el fuego de lasbaterías cada vez cae más cerca delbarco que empieza a distanciarsedel resto de las tropas de

Page 834: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

desembarco.—¡Pues por eso! ¡Venga! A

ver si vamos a ser los únicos queno le acertemos hoy a nadie.¡Fuego! ¡Coño! ¡Fuego! —grita porfin, al ver que todos los hombresestán listos.

El cúter Fox se distanciadefinitivamente de la goleta que lesigue, que no puede seguir su ritmo,como si a bordo hubieran decididoinvadir la isla ellos solos emulandoal mismísimo Aquiles al frente delos Mirmidones atacando las playas

Page 835: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de Troya. El resto de la fuerza dedesembarco empieza a disgregarsezarandeada por el fuerte oleaje,dirigiéndose hacia los puntos dedesembarco que tienen asignados, oal menos lo más cerca que puedande ellos, ya que las corrientes y elinfierno que parece estar cayendosobre sus cabezas les dificultaenormemente mantener un rumboconcreto, o ni tan siquierareconocer hacia dónde van enrealidad, aunque siguen bogandodesesperadamente hacia tierra,

Page 836: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

convencidos de que en estemomento cualquier punto seríamejor que en este en el que ahora seencuentran y donde les estálloviendo plomo como si todas lastormentas del mundo se hubierandesatado en el mismo rincón delplaneta.

De repente, incluso por encimadel ruido ensordecedor que locubre todo en Santa Cruz, seescuchan grandes gritos de júbiloque provienen de la batería de SanPedro, cuando por fin uno de los

Page 837: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cañonazos alcanza al cúter quecabecea estremecido por ellambriazo. Pronto el júbilo setransforma en obstinación casisádica y todas las baterías dirigensu fuego despiadado hacia el heridobarco, que aún sigue navegando conrazonable velocidad en pos de lasplayas. La orden de solapar elfuego de los cañones dada hace yatiempo, de manera que se cubrieratodo el frente sin dejar huecos, dasus frutos cuando de nuevo lasbaterías alcanzan al Fox; una vez, y

Page 838: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

otra, y otra más.El fuego no cesa;

¡PUMBAAAA, PUMBAAA,PUMBAAAAA! Y los leñazossiguen destrozando el casco delinfortunado barco que a estasalturas casi ni se mueve, facilitandoaún más el tiro a los artilleroscanarios que viendo a la presaherida de muerte se ensañan conella desesperados por darle lapuntilla y mandarla a pique.

El inevitable fin se hacerealidad frente a los atónitos

Page 839: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

isleños, que ven cómo en cuestiónde minutos el barco enemigo,pasado a balazos, desaparece parasiempre bajo las negras aguas de labahía arrastrando con él a más decien enemigos que ya no tendrán laoportunidad de disparar sobreellos.

Pero a pesar de que todosestaban locos por lograr la primeravictoria y quieren gritar comoposesos después de haber mandadoa su enemigo al infierno, pronto sedan cuenta de que son ellos los que

Page 840: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

se encuentran en el mismísimoaverno, rodeados de centenares defogonazos, de estampidos queresuenan por todas partes, sudandocomo auténticos cerdos yenfrentándose a un número que cadavez les parece más enorme deenemigos.

Tras la efímera victoria, y sindejar de disparar sobre lasbarcazas enemigas, observan que apesar de sus esfuerzos porendiñarle a los ingleses toda lametralla y las balas del mundo para

Page 841: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

volarlos del mapa, las primerastropas enemigas comienzan aalcanzar las playas de Santa Cruz.

Page 842: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XIX

Castillo de SanCristóbal. 02:30 horas EL general Gutiérrez, siempre conel catalejo en la mano, observa eldesarrollo de la batalla. A su lado,el capitán Benítez de Lugo y elteniente Calzadilla asistenigualmente al espectáculo de fuegoy gritos mientras ven cada vez másbarcazas enemigas casi arribando a

Page 843: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

las playas a todo lo largo del frentede batalla.

—Por el mismísimo centro, migeneral —dice el capitán Benítez—. Tal como usted predijo.

El general le echa una miradade reojo al teniente Calzadilla,como queriendo decirle: «te lodije», mientras el teniente ledevuelve la mirada con gesto deque la próxima vez se mete lalengua donde le quepa.

—Al menos todos esos ya nollegarán —dice el capitán al ver

Page 844: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que las aguas de la bahía se llenande cuerpos desmembrados, muertoso moribundos que hasta hace unosminutos se las prometían muyfelices a bordo del desaparecidocúter.

—Esos no, capitán; pero todosesos, sí —dice el general señalandodos grupos de barcazas que están apunto de llegar a tierra a amboslados del Castillo de San Cristóbal—. Que sigan disparando, capitán.Y que el batallón de Canarias estélisto para entrar en combate en

Page 845: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cuanto se le ordene.—Tenemos pocos hombres en

el muelle, mi general —diceBenítez de Lugo viendo cómo encuestión de minutos algunas de lasbarcazas estarán desembarcandodecenas de hombres por ese punto.

—Si combaten como deben,serán suficientes. Me preocupanmás los dos grupos que van a llegara las playas circundantes. Esosintentarán tomar el castillo, capitán.Que todas las baterías dispongan lametralla para acabar con ellos en

Page 846: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cuanto pisen tierra. Por ahoraseguiremos a la espera. Usted aquícon sus hombres. Que Guinter estéatento a las órdenes. Prontotendremos que enviarles a nuestraderecha si aquel grupo consiguellegar a tierra.

—A la orden, señor.El general sigue observando

las barcazas de desembarco ycalculando las fuerzas enemigas queempezarán a desembarcar de unmomento a otro por varios puntos,para intentar distribuir sus fuerzas

Page 847: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de la manera más eficaz y repeler lainvasión.

—Que los movimientos detropas se hagan en pequeños gruposy a la vista del enemigo. Que no seescondan al pasar por el Camino deRonda. Dejemos que nos vean —dice el general.

—Pero... mi general. Asídifícilmente les sorprenderemos.¡Nos estarán esperando!

—Teniente, ¿cree usted quesomos los únicos a los que todoesto les parece un desbarajuste?

Page 848: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Ellos están igual o peor quenosotros; desorientados, a ciegas yrecibiendo plomo desde todas lasdirecciones. Que ahora vean anuestras tropas no cambiará nadaexcepto que, en el fragor de labatalla, ver a nuestros soldadosmoviéndose de un lado para otrosin parar les hará creer que nuestrasfuerzas son mucho más numerosasde lo que en realidad son, y eso leshará ser más cautelosos.

—¿Y eso es bueno paranosotros? —pregunta sorprendido y

Page 849: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

escéptico el teniente, que se estáempezando a ganar una reprimendadel general, aunque este siguedescribiendo sus ideas casi con aireacadémico.

—La cautela solo les hará máslentos. Así tendremos más tiempode replegarnos y flanquearlos. Sinduda, cuanto menos decidido sea suataque, más fácil nos seráadelantarnos a ellos.

Desde lo alto del castillo, elgeneral y sus dos acompañantessiguen sin perder ripio de lo que

Page 850: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ocurre a su alrededor. Todas lasbaterías siguen escupiendo fuegodesesperadamente haciendo que losgrupos de barcazas enemigasaparezcan disgregados. Varias deellas zozobran bajo los disparoscanarios y muchos de los enemigosacaban en el agua a escasos metrosde su destino.

A estas alturas ya se puedenobservar claramente los puntos porlos que van a desembarcar y elgeneral se prepara para dar lasórdenes pertinentes. Casi llegando

Page 851: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

al muelle, solo una barcaza pareceya en condiciones de tocar tierramientras que las que laacompañaban se ven rodeadas degrandes columnas de agua causadaspor las balas de las bateríascercanas. Algunos de sus hombrescaen al mar, otros directamente setiran de cabeza al ver que una delas barcazas del grupo es alcanzadapor un cañonazo haciéndola saltarpor los aires con todos susocupantes.

Otros dos grupos se dirigen

Page 852: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

claramente hacia las dos playas querodean el castillo: a la izquierda, laplaya de La Alameda, a la que sedirige el más numeroso de los dosgrupos, y a la derecha, la Caleta dela Aduana, un grupo algo menorpero que igualmente les va aintentar meter tantos hombres comopueda junto a los muros del castillocon intención de asaltarlo.

El contingente de fuerzas másnumeroso de todos parece dirigirsemás hacia el suroeste; posiblementemás allá de la batería de La

Page 853: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Concepción y del Barranco deSantos; un enorme grupo de más deveinte lanchas que preocupan, ymucho, al general, ya que, siconsiguen tomar tierra con los másde setecientos hombres que calculaque llevan a bordo, podríandecantar la balanza del lado inglés.

—Que las banderas de Habanay Cuba cubran el sector delBarranquillo del Aceite —dice elgeneral a su subalterno para quetraslade la orden—, y que Guintherlleve al batallón de Canarias hacia

Page 854: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

el Barranco de Santos.—A la orden, mi general —

contesta el teniente, que yadefinitivamente no piensa volver apreguntar ni lo más mínimo o acuestionar ni una sola de lasdecisiones del general.

—Usted, capitán, manténgasecon sus sesenta hombres en elcastillo. Esos dos grupos intentaránflanquearnos. Si superan nuestroscañones, veremos dónde esnecesario actuar.

—A la orden, señor. De todas

Page 855: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

formas, con la estopa que estánrecibiendo, igual no quedan muchoscontra los que combatir. En cuantolleguen a tiro de metralla nuestroscañones los van a barrer del mapa.

—Esperemos que así sea. Peroestemos listos para repelerlos. Estecastillo no puede caer.

Santa Cruz jamás ha sidotestigo de una refriega tanensordecedora como la que ahorase desarrolla a todo lo largo de lalínea de costa. Los disparos sonincesantes y hacen que incluso

Page 856: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

transmitir la más mínima ordenresulte misión imposible. A pesarde todo, los hombres se baten conla fiereza del que defiende supropia casa; sudando, maldiciendo,disparando sin cesar, rezando entredientes para que Dios les ayude adesparramar a los ingleses antes deque sean capaces de tocar tierra yla batalla se convierta en un cuerpoa cuerpo a bayoneta calada, asablazos, haciendo saltar las tripasde tu enemigo con tus propiasmanos, o viendo cómo él saca las

Page 857: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de tus compañeros y las tuyaspropias. Descerrajándose tiros a unpalmo de distancia para convertirlas playas, las plazas y las calles dela ciudad en un montón de casqueríay cadáveres pestilentesdesparramados por todas partes, sinque a nadie le importe si soningleses, franceses o españoles; sinque nadie les reconozca ni sedespida de ellos mientras sepreocupan únicamente de salvar suspropios pellejos.

Mientras, en lo alto del

Page 858: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

castillo, el general sigue observadola batalla e intenta tomarle ladelantera a los ingleses, unosmetros más abajo, sobre el muellede Santa Cruz y en medio de unruido ensordecedor provocado porlos estampidos de todos loscañones de la ciudad y por el fuegode mosquetería que, ante lacercanía de los ingleses, haempezado a descargar hasta elúltimo de los soldados de ambosbandos, el teniente de artillería donJoaquín Ruiz y sus artilleros tienen

Page 859: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

una cara de susto que no pueden conella, cuando por fin ven a una de lasbarcazas enemigas tocar contra elmuelle y el primero de los inglesespone pie en tierra disparando sobreellos.

—¡Fuego! ¡Maldita sea!¡Fuego! —grita el teniente presa delpánico al ver que los ingleses se lesvienen encima.

Los soldados obedecen laorden y sueltan una primeraandanada sobre los ingleses, perosolo consiguen herir a uno de ellos,

Page 860: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que cae a plomo tras recibir elbalazo, mientras el resto, sin prestaratención al herido, comienza atomar posiciones disparando sobrelos canarios, que ya sin siquieraintentar recargar sus mosquetesprocuran ponerse a cubierto detrásde lo primero que encuentran. Elteniente sigue gritando órdenes dedisparar, pero sin sacar el flequillode detrás del muro que le separa delas balas inglesas, cuando ve a unode sus soldados salir corriendo endirección opuesta a la que en estos

Page 861: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

momentos se encuentran losingleses, clavando sus cañones parasacudirles lo que no está en losescritos en cuanto tenganoportunidad.

—¡Ese es más listo que yo! —se dice a sí mismo muy bajito,viendo cómo el primer desertoralcanza terreno más seguro—.¡Fuego! —repite sin convicción, aver si cuela.

Pero no cuela, y el teniente veque sus hombres, uno detrás deotro, tras disparar su primera bala y

Page 862: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

no hacer ni intención de recargar(que se tarda un huevo...),comienzan a salir en desbandada enla misma dirección que el primero,o en cualquier otra que les aleje dela pelea con unos ingleses que aestas alturas se han dado cuenta dela retirada y empiezan a correrespigón arriba con una cara de malaleche y una decisión que al tenienteRuiz no le deja duda de que el quese quede allí, lo hará para morir.

—A tomar por saco... —sedice entre dientes mientras con las

Page 863: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

manos temblorosas termina decargar su mosquete y ve cómo hastael último de sus hombres le hadejado más solo que la una—. ¡ATOMAR POR SACOOOO! —lesgrita a los ingleses con las venasdel cuello a punto de estallarmientras, sin detenerse mucho aapuntar, dispara sobre ellos máspor cumplir que con intención dealcanzar a nadie, y les lanza elmosquete descargado para ponerpies en polvorosa sin que nada leestorbe, dejando el muelle en

Page 864: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

manos del enemigo.La cara del teniente Calzadilla

es un verdadero poema cuando veal mismísimo general Gutiérrez,encorajinado tras ver huir a lastropas dejando el muelledesguarnecido, abandonar su puestoen lo alto del castillo para ponerseal frente de un grupo de cazadoresprovinciales e ir a enfrentarsepersonalmente con los ingleses, queya tienen cinco de sus siete cañonesclavados en el muelle.

Los propios soldados miran a

Page 865: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

su general con cara de alucinadosmientras se disponen a cumplir loque el señor guste mandar, porquehasta el último de ellos estápensando que si el general tienearrestos para bajar en persona adonde se reparte la leña, poco le vaa temblar el pulso para pasarse porla piedra al primero que pilledesertando.

—¡A la línea! —Grita elgeneral, mientras con su sabledesenfundado y sin agacharse ni unmilímetro, muestra dónde quiere

Page 866: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

exactamente que se coloque la tropapara comenzar a disparar sobre losingleses.

Los hombres se disponen endos líneas; la primera rodilla entierra y la segunda de pie tras laprimera. Todos intentando cargar loantes posible sus armas, con lasmanos temblorosas, mientras losingleses siguen acercándose ydisparando.

—¡Apunteeen! —ordena a sushombres mientras las balas inglesascomienzan a llegar ante la cara de

Page 867: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

acongoje del personal y el gesto de«a mí me la trae floja» del general.

—¡Fuego!Con la primera andanada de

los cazadores provinciales, esta vezsí, bien dirigidos por el general,comienzan a caer ingleses comomoscas, retorciéndose de dolor lamayoría al recibir el plomo, sinmover un músculo los que tienen lafortuna de morir sobre la marcha.

—¡Carguen! —repite elgeneral sin detenerse un segundo acelebrar la primera escabechina

Page 868: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que acaban de hacer entre susenemigos y decidido a acabar hastacon el último de los ingleses, queahora son los que aparecendesorganizados y buscando dóndeponer sus calados huesos acubierto.

—¡Fuego!La nueva andanada tumba a

otros tantos mientras los soldadoscanarios ya no pueden reprimir susganas de gritar de alegría al ver quecada vez quedan menos casacasrojas en pie, y que los que quedan

Page 869: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

no están para muchos disparos,conscientes de que, contra todopronóstico, le están dando alenemigo para el pelo.

Pero el general ni se inmuta. Ysigue gritando: ¡carguen!, ¡apunten!,¡fuego!, como el que se toma un té,hasta que el último de los inglesesque desembarcó en el muelleaparece despanzurrado sobre elhúmedo suelo del muellesantacrucero dejando que la sangrede sus heridas resbale hasta el mar.Entonces se gira hacia el teniente

Page 870: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Grandi, que bajó con él desde elcastillo y no se ha movido de sulado durante todo el tiempo que hanestado zurrándole a los ingleses, yle mira con cara de deber cumplido,como si tal cosa, ante la atónitamirada de todos los soldados.

—Ahora queda usted al mandode la defensa del muelle, teniente—le dice mirándole a los ojos—. Ysi alguno de sus hombres deserta...mátelo.

Mientras le dice esto alteniente, el general vuelve sobre sus

Page 871: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pasos y se dirige de nuevo hacia elcastillo acompañado sin cesar porel insoportable sonido de loscañones y los tambores de guerra,al tiempo que observa cómo los dosgrupos de lanchas que amenazabancon desembarcar a ambos lados delcastillo acaban de tocar tierra.

Page 872: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XX

Playa de La Alameda CUANDO tan solo unos minutosatrás decidió hacer oídos sordos ala orden de su capitán, ni por unsegundo se pudo imaginar que elespectáculo que ahora está viviendopudiera llegar a ser algo tandesesperantemente dantesco. Cadadía de los que había pasadosirviendo a bordo de su fragata

Page 873: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

había soñado con gloriosasbatallas, con el honor de luchar enépicos combates en los que, junto asus temibles compañeros,destrozarían a sus enemigos conhabilidad, decisión y fiereza.

Tan solo diez minutos antessolicitó a su capitán subir a bordode una de las barcazas dedesembarco para poder participaren la que a él se le antojaba lamadre de todas las batallas; unacontecimiento histórico del quepor nada del mundo quería quedar

Page 874: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

fuera, como si de una mujercitaasustadiza se tratara, viendo labatalla desde la lejanía. Pero sucapitán denegó su petición y leordenó que se quedara en la fragatacon la excusa de que si las cosas seponían feas necesitaría gentepreparada en el barco por si debíanacercarse y participar de forma másactiva en la batalla, dado que losmejores hombres estarían luchandoen las playas.

Tim jamás había desobedecidouna orden del capitán Bowen. En

Page 875: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

realidad, jamás había desobedecidola orden de nadie que tuviera másgalones que él. En la Real ArmadaBritánica unos mandan y otrosobedecen, y punto; como Diosmanda. Pero las ansias por serpartícipe del acontecimiento que aél le parecía la hazaña másextraordinaria y emocionante decuantas hubiera tenido laoportunidad de presenciar en sucorta existencia, le empujaron, casisin darse cuenta, a hacer casoomiso a una orden directa de su

Page 876: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

superior. Como si sus piernastuvieran vida propia, se sorprendióa sí mismo saltando sobre una delas barcazas de desembarco queflotaban junto a la Terpsícore encuanto el capitán le perdió de vista.Cuando Bowen, con un pie sobre laproa de una de las lanchas, se diocuenta, ya era demasiado tarde.

Ahora, cada una de laspalabras que el capitán Bowen lededicó, intentando calmar las ansiascombativas de su joven discípulo,resuenan en la cabeza de Tim.

Page 877: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Muchas fueron las veces que leexplicó cuán diferente puede llegara ser la guerra de lo que sucalenturienta mente juvenil lehubiera hecho imaginar.

Cuanto más se acercan a suobjetivo, más se da cuenta de loequivocado que estaba. Aunquesigue forzando una mirada defiereza delante de sus compañeros,sus tripas se retuercen con el sonidode cada uno de los cañonazos quelas fortalezas isleñas disparansobre ellos.

Page 878: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

A escasos metros de la playa,en medio de la oscuridad de lanoche y sobre un mar revuelto queamenaza con tragárselos a todos,observa los fuertes que defiendenlas playas a las que pretendenllegar y le parecen inexpugnables;enormes y altivos muros de piedracoronados por negras bocas debronce escupiendo fuego y plomo.En comparación, cada una de lasbarcas sobre las que tantos hombresarriesgan sus vidas empiezan aparecerle una ridiculez. Pero nadie

Page 879: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

a su alrededor se queja. Solo bogany bogan, cada vez más fuerteintentando salir de donde ahora seencuentran lo más rápido quepueden.

Tiene la sensación de que todoestá mal, de que esta no puede serla estrategia que su idolatradoNelson ha diseñado para doblegaral enemigo. Ir a fuerza de remocontra un sinfín de cañones a pechodescubierto. Aunque lo intentadisimular, empieza a sentir unmiedo que le atenaza las piernas y

Page 880: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

le acelera la respiración. La vistaque tiene enfrente le resultaaterradora: un incesante reguero defogonazos que escupen balasenormes contra ellos creando unacortina de columnas de agua que lemuestran lo cerca que están dealcanzarles. Mira a su alrededor yve todas las demás lanchasatestadas de hombres, en silencio,esperando llegar a tierra para poderdevolver el fuego. Indefensos enmedio del mar.

Cada vez más cerca de la

Page 881: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

playa, las barcas se acercan unas aotras para preparar el desembarco.Los castillos y baterías parecencada vez más enormes, másamenazantes. El sonido de loscañones, más impresionante. Solohay oscuridad y el ruidoensordecedor de la batalla. Unfuego empecinado de cañones queintentan mandarles al infierno.

Esta no es la batalla que élsoñó. En su imaginación, las tropasbritánicas desembarcaban y seenfrentaban a las fuerzas enemigas

Page 882: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

espada en mano, cuerpo a cuerpo,cara a cara. Pero ahora se encuentraen el mar, a oscuras, sin poderdevolver el golpe y recibiendocañonazos desde todas partes.Varias barcas han sido alcanzadashaciendo saltar por los aires a loshombres que llevaban dentro.Algunos intentan subir a las demás,otros flotan inmóviles. Ve a loshombres caer a su alrededor, volarpor los aires soltando un grito secoantes de caer al agua mientras suscompañeros, sin mirar atrás y

Page 883: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

espoleados por sus oficiales, siguenbogando cada vez con más brío apunto de alcanzar la playa.

Nuevamente las bateríasisleñas aciertan a una de laslanchas, justo junto a la borda deestribor de la que Tim ocupa. Peroesta no salta en pedazos. Encambio, sus hombres quedandestrozados; algunos han perdidolas extremidades o incluso lacabeza, casi todos bañados ensangre, desparramados sobre labarcaza de la que ya nunca

Page 884: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

desembarcarán. Se da cuenta de queya no hay columnas de agua a sualrededor y que tras los fogonazoslo único que les rodea sonsalpicaduras, dejando claro que losartilleros canarios han dejado dedispararles balas y les estánsacudiendo metralla para hacer deellos carne picada.

El miedo casi no le dejarespirar, pero ya ve la playa ahímismo. A su alrededor, las barcasque aún resisten se apelotonan apunto de desembarcar a los

Page 885: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hombres. A pocos metros a suderecha ve al capitán Bowen,gritando a sus hombres para que nocejen en su empeño. En otrabarcaza, Fremantle hace lo propiomientras sus hombres sedespellejan las manos con losremos, locos por llegar a tierra parapoder devolver todo lo que lesestán lanzando.

Cuando mira adelante vuelve arecobrar la esperanza. Nelson enpersona, con su rodilla derechaflexionada sobre la proa de la

Page 886: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

primera de las barcazas, junto alcapitán Thompson, lidera el ataque.

El ruido es ensordecedorcuando consiguen tocar tierra. Todosalta a su alrededor: la metralla conla que les cañonean, las piedras dela playa, que vuelan cuando loscañonazos las levantan del suelo,convirtiéndolas a su vez en másmetralla. Otra de las barcazas esalcanzada mientras los hombressaltan sobre tierra, matando a lamitad de los marineros mientras losdemás corren a ponerse a cubierto y

Page 887: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

comienzan a disparar con susmosquetes sobre los canarios a losque apenas ven asomar tras losmuros de sus baterías. El fuego delos cañones casi les ciega con cadallamarada. Les disparan abocajarro. Frente a ellos, un cañónsituado en una abertura de uno delos muros más bajos, junto a laplaya, abre fuego. PUMBAAA. Timse tira al suelo nada más bajar de suembarcación y allí se le hiela lasangre cuando ve que el tirodespedaza al capitán Richard

Page 888: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Bowen, que cae sin vida sobre laplaya y queda zarandeado por lasolas en la misma orilla junto convarios de sus hombres.

Pero no hay tregua por losmuertos.

Desde todos los muros que lesrodean les disparan fuego demosquete, que se une a loszambombazos de los cañones, quedesde tan cerca les estándestrozando. La mayoría de loshombres apenas tiene oportunidadde devolver el fuego. Tim está

Page 889: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

paralizado por el miedo. Unalágrima escapa de sus ojos mientrasve el cadáver de Bowen, de sumentor. Casi sin pensárselo correbajo el muro del Castillo de SanCristóbal, donde el fuego de loscañones no puede alcanzarle,mientras las balas de los mosquetesvan levantando pequeñas columnasde humo a su alrededor, y desde allípuede ver cómo cuatro barcazasdesembarcan a sus compañeros. Elpropio Nelson está a punto dedescender de la suya cuando un

Page 890: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

nuevo rugido del cañón que azota laplaya resuena entre tantos y tantosotros que no dejan de dispararsobre los suyos. Cuando vuelve aabrir los ojos ve a Nelson caído deespaldas, agarrado por el hijastrode este, Joshia Nisbet, quesacándose su propio pañuelo delcuello intenta hacerle un torniquetepara salvarle la vida. Tim no dacrédito a lo que ven sus ojos.Nelson ha caído. El invencibleguerrero ha sido alcanzado.

Cuando los hombres que le

Page 891: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

rodean se dan cuenta, vuelven asubirle a una de las barcazas conintención de llevarlo de nuevo a losbarcos. Tim mira a su alrededor ysolo ve fogonazos, hombres caídosy sangre. Un ruido atronador decañones, fusiles y gritosdesesperados. Y vuelve a pensarque nada se parece a lo que él habíasoñado tantas veces. La guerra derepente se muestra ante sus ojos.Sin piedad. Nada le parece poético,ni romántico, ni extraordinario. Nosuenan los cánticos de taberna

Page 892: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

londinense que en su imaginaciónhabían constituido la perfectasinfonía que acompañaría a lavictoria. Solo ruido y muerte. Gentedesesperada que lucha por supropia vida, sin recordar la tierraque los envía a la guerra, niconocer aquella en la que estánmuriendo.

Un nuevo cañonazo del Tigrele despierta de su ensimismamientoy sale corriendo hacia la barcaza enla que se llevan a su almirante, a laque sube de un salto mientras la

Page 893: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

metralla sigue haciendo estragos asu alrededor. El resto de loshombres queda en las playasbatiéndose hasta el final. Ganar operder. Matar o morir. Pero sinrendirse.

Tras unos minutos que sehicieron eternos, mientras bogabantan rápido como podían paraalejarse del fuego de los cañonesde Santa Cruz, la barcaza quellevaba a Nelson y a Tim hacia laseguridad de sus barcos no era másque una pequeñísima isla perdida

Page 894: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

en mitad de un mar oscuro y frío.Un mar que Tim no recordaba habersentido tan hostil en toda su vida.

Ahora el ruido de los cañonesresuena tras ellos, mucho más levepor la distancia. Tim sigue sin deciruna palabra, repasando lasimágenes que quedarán grabadas ensu mente para el resto de su vida.La batalla tantas veces soñada seconvirtió en un fugaz intento deconquistar una tierra desconocidade la que fue expulsado acañonazos. Tres minutos sin gloria.

Page 895: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Solo tres minutos consiguió violarterritorio enemigo. Tres minutosque no olvidará nunca y durante loscuales toda su vida pasó delante desus ojos cambiando su percepciónde todo aquello en lo que creía.

Sus recuerdos de lo que acabade vivir son tan nítidos y tan atrocesque no es capaz de escuchar lo queocurre en la barcaza en la que ya sealeja de la batalla. Las caras detodos aquellos hombres muertos asu alrededor, pero sobre todo la desu capitán; aquel al que consideraba

Page 896: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

casi como su padre en el mar. Unhombre valiente que habíaconstituido siempre el espejoperfecto en el que mirarse y queahora yacía sin vida sobre unaplaya que a estas alturas a Tim nole parece más importante queninguna otra playa perdida en elmás recóndito confín del mundo,haciendo que la muerte de sumentor le parezca aún más absurda,más inútil.

Absorto en sus pensamientos,tan solo ha podido escuchar las

Page 897: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

débiles palabras de su heridoalmirante negándose a subir al máscercano de los barcos, para evitartener que hacer señales queindicaran su situación ydesmoralizar a la tropa. Inclusoherido, su almirante sigue pensandoen la batalla. Cuando dio orden deseguir remando hasta alcanzar elTheseus, Tim lo miró por primeravez desde que estaba en la barca ysintió un escalofrió que le recorriótoda la espalda. El almirante,tendido sobre su hijastro, tenía el

Page 898: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

brazo derecho destrozado, casicolgando, y de él manaba sangreabundantemente a pesar deltorniquete que le practicó Nisbet.Sin embargo, el contralmirantemantenía la misma mirada deobstinación y coraje de siempre, yse esforzaba al borde de lohumanamente posible por nomostrarse derrotado; por seguirentero y al frente de sus tropas hastaque acabara la batalla. Tim nohabía visto jamás tal determinaciónen ningún hombre.

Page 899: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Cuando al fin llegan junto alTheseus, los hombres queacompañan a Nelson intentanayudarle a subir a bordo,conscientes de la gravedad de susheridas. Tim se queda mirándolefijamente, como si quisieraempaparse de su coraje, cuando elAlmirante ordena retirarse a los quele ayudan con gesto severo, y tanfirme como siempre les dice queaún le quedan las dos piernas y unbrazo útiles y que le dejen subir porsus propios medios. Todos

Page 900: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

obedecen sin rechistar,impresionados por el valor quemuestra su comandante en jefe.

Tim aún está a bordo de labarcaza cuando, ya sobre lacubierta del Theseus, escucha aNelson decir que manden alcirujano a disponerlo todo. Quesabe que ha de perder su brazo yque cuanto antes mejor.

Page 901: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Capítulo XXI

Castillo de San Cristóbal

—¡FUEGO! ¡Fuego! ¡Fuego!

Es todo lo que se escucha enSanta Cruz; órdenes de fuego yretumbar de disparos que hacentemblar los muros de piedra. Elgeneral sigue observando. Los

Page 902: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

soldados siguen disparando. Losdevotos siguen rezando mientrasdisparan, en su particular versiónde «a Dios rogando y con el mazodando».

Ni uno solo de los hombres dela ciudad se muestra ocioso. Todosluchan por sus vidas. Todosdisparan sobre el enemigo en cadauna de las batallas que se suceden alo largo de toda la costa. Batallasque a todos los hombres les parecenla única, ajenos a lo que sucede enla playa de al lado, en la batería de

Page 903: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

al lado. Tan solo concentrados en labatalla en la que ellos se encuentranenvueltos, convencidos de que es laúnica que importa y la única de laque pueden salir vivos o muertos.

Todos menos el general. Él esel único hombre que lucha en cadauna de las playas, de las baterías,que dispara cada uno de loscañones y empuja a cada uno de loshombres a dar lo mejor de símismo.

La batalla se empieza a tornarconfusa vista desde la posición que

Page 904: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ocupa el general sobre su fortaleza.La oscuridad oculta los detalles deun enfrentamiento que se haconvertido en un sinfín derelámpagos. Cientos de fogonazosque iluminan a propios y extrañosdurante breves instantes, dejandoque de nuevo las sombras caigansobre ellos dificultando que elgeneral pueda hacer una evaluaciónreal de cómo van las cosas.

—¿Qué hay de esos enlaces,teniente? A este paso nos vamos aenterar de cómo va la batalla

Page 905: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cuando veamos a Nelson entrar porla puerta pidiendo un té. ¡Quiero unenlace en cada playa ahora mismo!—ordena el general.

—Ya han partido, mi general.Pero la cosa por ahora parece irbien. Los que desembarcaron en elmuelle murieron allí.

—¡A mí me lo va a contar...!—replica sarcástico el general.

—Los de las playas de LaAduana y La Caleta están siendobarridos. Quedan pocos encondiciones de combatir y muchos

Page 906: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

están siendo hechos prisioneros.—Eso ya lo veo yo, teniente.

Lo que quiero es que se me informede todo lo que no veo. ¡Y quieroque se haga ya!

El general puede ver por símismo que las playas que rodean alcastillo están controladas. Entre elfuego de los cañones y losmosquetazos de sus tropas hanacabado con casi todos los que porallí han intentado desembarcar, y elnúmero de bajas propias es mínimo.No obstante, el grueso de la flota de

Page 907: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

desembarco, que se dirigía muchomás al sur, debe de haber tocadotierra hace nada, y aunque tanto lasfuerzas del batallón de Canarias almando del teniente coronel Guinthercomo las banderas de Habana yCuba hace rato que salieron a suencuentro, desde el castillo, elgeneral no puede ver si la cosa vabien, regular o de pena, y eso letiene de mala baba.

—¿Qué ocurre con la bateríade La Concepción? ¿Por qué nodispara? —pregunta el general

Page 908: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—No lo sé, señor. Ya heenviado un segundo enlace. Perodesde aquí parece que muchos yano están en sus puestos, mi general.

En efecto, como en muchospuntos de la defensa, al ver elgrueso de las tropas de desembarcoacercarse a su posición, la mayoríade los hombres han salido a lacarrera hacia cualquier parte dondeno se reparta tanto plomo, en vistadel desbarajuste que se va a montarde aquí a un momento, y desde elcastillo resulta evidente que la

Page 909: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

batería de La Concepción hace ratoque no bate a las lanchas enemigascomo correspondería. Solo algunoscañonazos esporádicos intentandificultar el desembarco enemigoque acaba de comenzar.

—oOo—

Batería de laConcepción

Page 910: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Juanillo asistió absorto a ladeserción en masa de suscompañeros en cuanto vieron que, apesar de los cañonazos que hicieronsaltar por los aires muchas de lasbarcazas inglesas, un gran númerode combatientes enemigosconseguía poner pie en tierra firmey comenzaban a disparar sobreellos. Juan no dejaba de correr,cargar, disparar, rezar, mirar aDiego, jurar en hebreo, sudar comoun cerdo, volver a mirar a Diego,

Page 911: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

temblar como un colibrí, ir a pormunición, volver para ver que cadavez quedaban menos de los suyos ymás de los que no eran los suyos,que el capitán Falcón fue el primeroen salir a toda castaña en cuanto losbritánicos tocaron tierra mientrasgritaba a los soldados quedispararan al tiempo que élreculaba, y volver a mirar a Diego,como si esperara un gesto queindicara que ellos también podíansalir corriendo, que allí ya estabatodo el pescado vendido, y que más

Page 912: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

valía «aquí corrió que aquímurió...». Pero, que si quieres arrozCatalina... Como era de esperar, aDiego no lo mueve ni la Virgen deCandelaria de enfrente de losinvasores hasta que se los cargue atodos o le revienten a él en elintento, y Juan, al que ya le empiezaa dar lo mismo ocho que ochenta,porque hace rato que se dio porfiambre, sigue a su lado haciendo loque él le ordena, ya que de losmandos de la batería no quedan nilos galones.

Page 913: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—¡Cargad esa batería! —gritaDiego mientras carga su mosquete,señalando el cañón que seencuentra más al sur—. Hay queapoyar a esos hombres o losingleses se los van a comer conpapas.

—¿Y a nosotros quien nosapoya? ¡Que nos hemos quedadocuatro gatos, Diego! —replica elRastrojo, aunque no deja de partirseel alma obedeciendo cada orden.

—¡Eso lo sabía yo! ¡Borrachocagón! —dice Diego refiriéndose al

Page 914: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

capitán y a toda su cuadrilla, quesalieron por piernas—. ¡Pues comosi me quedo solo! Esos hombresnecesitan ayuda. Traed metralla yvamos a darles la bienvenida a esoscabrones.

Juan siente que la batalla quese desata en su interior es aúnmayor que la que presencia en lasplayas. La batalla entre su instintode supervivencia, que le pide salirde allí para no volver a pisar nadaque esté a menos de dos kilómetrosdel mar, y su sentido de la lealtad,

Page 915: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que le impide moverse deldesaguisado en el que está metido.De lealtad a su amigo Diego;porque si por él fuera, a todos losdemás les podrían ir dando muchopor la popa. Sin embargo, no puedeabandonar a quien nunca le haabandonado, a quien siempre hadado la cara por él y le hadefendido donde fuera y de quienfuera. Pero aunque ya se quejamenos, más por falta de fuerzas queporque de repente se hayaconvertido en el guerrero más

Page 916: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

valeroso del mundo, siente unmiedo que va creciendo a medidaque se incrementa el número delanchas abarrotadas de enemigosque están arribando a las playas.Desde su posición les puede vercorriendo por ellas, disparandosobre sus compañeros, que a su vezabren fuego sobre los ingleses. Velos fogonazos de los mosquetes deun lado y de otro y se le revuelvenlas tripas imaginándose a tantos ytantos hombres, con casaca o sinella, despidiéndose definitivamente

Page 917: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de este mundo, a oscuras en unaplaya vacía e inmunda. Pero sigueafanándose en su tarea, sintiéndosecasi ridículo al ver el ritmo dedisparo de todas las demásposiciones costeras, mientras elloscasi se sorprenden de disparar unavez cada seis o siete minutos elúnico cañón que aún pueden servirlos pocos hombres que quedan.

Más y más casacas rojastoman la playa, apenas molestadospor su fuego, pero se contentaviendo que los británicos también

Page 918: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

están pasando las de Caín frente alas descargas del batallón deCanarias, que les está metiendo unaleña de agárrate y no te menees. Ypor segunda vez en su vida hacealgo parecido a rezar. Y pide por sualma, y por la de su mujer. Y seencomienda a la ayuda divina en laque nunca creyó, mientras, ya sinsentir sus doloridas extremidades,sigue luchando por su propia vida ypor la de los que le rodean,recordando la historia de AmaroPargo, y la de Sor María de Jesús.

Page 919: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Sobre todo la de Sor María deJesús, ruega por nosotrospecadores. Y que dios nos pilleconfesados. Ahora y en la hora denuestra muerte, que bien puede serya mismo.

—oOo—

Barranquillo delAceite

Page 920: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

El teniente don Pedro de Castilla,que comanda las banderas deHabana y Cuba, ya tiene a sushombres dispuestos sobre elterreno, agachados tras cualquierpiedra frente a la playa, junto alBarranquillo del Aceite. Loscuarenta hombres que lideradisparan sin parar, sin que haganfalta más órdenes de fuego porparte de nadie, viendo que más ymás enemigos saltan de las lanchasde desembarco y comienzan a tomar

Page 921: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

posiciones en la playa. Los inglesesse están llevando la peor parte,desguarnecidos bajo el fuego de lossoldados españoles que mantienensu posición, mientras con los ojoscomo platos ven cada vez máslanchas acercarse y miran de reojoa la batería de La Concepción, quesigue sin casi hacer fuego. Lamayoría empiezan a jurar en latín ylenguas muertas, culpando a dichabatería, que podría despedazar alos enemigos si disparase comodebe, de que de aquí a nada se vean

Page 922: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

superados por el creciente númerode ingleses que, a pesar de lasbajas que están sufriendo,comienzan a organizarse en gruposcada vez más numerosos y adisparar sobre ellos, haciendo quelos soldados del teniente a duraspenas puedan asomar la cabezapara seguir disparando sobre elenemigo.

Por fin, un nuevo cañonazodesde la batería de La Concepciónles da un respiro (¡qué detalle!,grita uno); lo justo para que el

Page 923: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

teniente asome la cabeza de detrásde donde se está poniendo acubierto y se dé cuenta de que allíqueda poco más que hacer. La playaempieza a parecer una concurridaplaza británica, ya que haymuchísimos más ingleses quecanarios. A pesar de eso, sushombres no dejan de cargar ydisparar sobre el enemigo. La orillade la playa es un cementerio decasacas rojas. No paran de caermás y más bajo el fuego de lossoldados de las banderas de

Page 924: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Habana y Cuba. Pero don Pedrosabe que no podrán aguantar muchomás. Los ingleses han empezado aganar terreno y ya están formandogrupos que se desplazan a todavelocidad playa arriba, mientrasotros forman líneas que abren fuegosin descanso. Varios soldadoscanarios son alcanzados por lasbalas inglesas. El teniente comienzaa escuchar los gritos de sushombres heridos. Desde su posiciónpuede ver cómo, un poco más alsur, el batallón de Canarias está

Page 925: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

batiéndose como un león contra unamanada de hienas con las fuerzasbritánicas, que les superan enproporción de al menos tres a uno.Y toma una decisión.

—¡Formad dos líneas! —gritaa veinte de los hombres que estánmás cerca de él—. ¡El resto quelleve a los heridos a retaguardia!

—¡Cargueeen! —grita una vezformada la línea, mientras ve ungran número de casacas rojas queestán a punto de echárseles encima.

—¡Apunteeen! —vuelve a

Page 926: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

gritar intentando parecer calmado,aunque los ingleses ya están a tirode piedra y acaban de tumbar alhombre que estaba más cerca de él,que ahora se retuerce dando gritosen el suelo tras recibir el balazo.

—¡Fuego!Los veinte mosquetes rugen a

una y el reguero de balas alcanza alprimer grupo de ingleses, matando avarios e hiriendo a otros tantos. Laandanada frena por un momento alos ingleses, lo necesario para queel teniente pueda dar orden de

Page 927: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

replegarse algo más hacia el surpara unir sus fuerzas al batallón deCanarias, a ver si así corren mejorsuerte, ya que de quedarse solosaquí, opina, en diez minutos van aestar todos en remojo y como uncolador. Y si de pirarse se trata,pues al menos, concluye, se hacecon estilo: aprovechando el últimodesparrame que su andanada hacausado entre las fuerzas dedesembarco.

—Precioso nos ha quedado...—se dice satisfecho—. Así que:

Page 928: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

nos vemos. Y si no nos vemos,bastante nos hemos visto.

Page 929: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XXII

Barranco de Santos A estas alturas, quien más y quienmenos le ha pillado el truquillo aesto de la guerra. Se trata dereventar a los ingleses sin que elloste revienten a ti primero,básicamente. Y por eso, José Pérez,además de un acojone supino, tieneun cabreo como el campanario de laiglesia de La Concepción, porque

Page 930: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

está convencido de que esto de lasestrategias de combate lo debehaber organizado un capullo que noha pisado, ni de lejos, un pifostiocomo el que en estos momentos seestá desarrollando delante de sustemblorosas narices. Porque de locontrario no se entiende que aalguien se le ocurra ponerse de pie,en hileras de hombres, hombro conhombro frente al enemigo, sincubrirse detrás de ningún parapetoo de lo que coño sea, esperando lasbalas del enemigo para pararlas a

Page 931: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cabezazos. ¡Hay que ser gilipollas!,se dice enrabietado. Ahoradisparamos nosotros, pumba,pumba, pumba, y ahora a esperar,que les toca a ellos. Y que pase lasegunda línea, que yo de estaescapé de milagro, porque los dosque tenía al lado están ya criandomalvas con un agujero entre ceja yceja y los sesos desparramados.Por subnormales.

Pero donde manda tenientecoronel, a los soldados les dan pordonde se cargan los carros; o sea,

Page 932: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

por detrás. Así que a poner elpecho tocan, que aquí viene otraandanada inglesa... Y así llevan unbuen rato todos los hombres delbatallón, arreándose plomo consaña contra unos ingleses que cadavez son más y con más mala leche.Pero cualquiera dice ni pío. Porqueaquí no hay Dios que entre disparoy disparo no mire de reojo alteniente coronel Guinther, que nodeja de gritar órdenes como undescosido pero sin agachar lacabeza ni un milímetro, a pesar de

Page 933: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que hace ya rato que las balas lesilban alrededor, es de suponer queporque los guiris, viéndole darvoces como un becerro en celo, sehan dado cuenta de que el quemanda aquí es él y que tumbarlovale doble.

—¡Hermosos huevos, el tipo!La madre que lo parió —grita JoséPérez a su compañero José Benito,que desde que se conocieron en laaltura de Paso Alto ha decidido quesi ha de palmar dejándose atrás alos seis churumbeles y a doña

Page 934: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Francisca Pestaña (esto últimotampoco es que le tenga muycompungido...), pues que mejor conalguien conocido. Aunque solo seapara que alguien se acerque por lacasa a decir que fue un valiente. Yque no vea señora que marido teníausted, y que con ese par decataplines que calzaba no meextraña que le hiciera a usted seis.Un suponer.

—Y dilo... vaya un animal.Poco más o menos eso es lo

que piensa hasta el último de los

Page 935: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

soldados del batallón que aúnqueda en pie, que son la mayoríaporque, por ahora, lo de palmar seles está dando mejor a los ingleses,que apenas pisan la playa sonagasajados por el comité debienvenida isleño a base de balazospara todos los gustos. Ora decañón, ora de mosquete.

La que se está liando junto alBarranco de Santos hace que todaslas demás batallas parezcan unapelea de patio de colegio. Elteniente coronel ha dividido al

Page 936: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

batallón en grupos para batir alenemigo a todo lo largo de la playa,y como siempre con la ventaja de laaltura sobre los que a duras penasconsiguen desembarcar sin acabardándose un baño (porque el marestá como para acordarse de todossus muertos, si los tuviera). Perolos ingleses no se arredran. Luchancomo auténticos posesos. Saltansobre los cadáveres de suscompañeros como si no loshubieran visto en la vida (que a lomejor no), y siguen playa arriba,

Page 937: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

bajo los fogonazos canarios,disparando a su vez sin saber muybien a quién, para no ser menos;que eso sí que les toca las narices,por lo visto.

—¡Segundo grupo a la línea!—grita el sargento, que se quedó almando del grupo de Pérez y Benito.

—Esos somos nosotros... Lamadre que me parió —rezonga JoséBenito, dispuesto a probar suertenuevamente frente a los balazosingleses.

—Tú tranquilo. Disparas

Page 938: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

rapidito y paso atrás. Como con elrancho.

Pero tranquilo no está aquí niSan Periquitín del Bosque, porqueya son más de quinientos losingleses que han desembarcado yque se están enfrentandorabiosamente a los poco más dedoscientos del batallón y loscuarenta de las banderas de Habanay Cuba que se les acaban de unir. Ylo peor está por venir, porque apesar de que no se ve un carajo, ala playa no dejan de llegar más y

Page 939: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

más lanchas. Y las que se suponeque vendrán detrás. Y hasta el máspintado empieza a ver la cosatirando a bastante oscura, porque siya andan en desventaja de dos otres a uno, como sigan llegandobarcas los hijos de la pérfidaAlbión se los van a merendar atodos de aquí a nada (aunque aún nohaya amanecido, que estos guiriscomen a horas rarísimas). Con té osin té.

Contra todo pronóstico, JoséBenito dispara su balita a toda

Page 940: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

velocidad, es de suponer que sindarle a nadie, y vuelve a dar unpaso atrás con todo en su sitio. Sinplomo en el cuerpo, vamos. Ymientras busca el saquito de lapólvora para recargar el mosquete,que en cualquier otro momentohabría maldecido por la eternidadque se tarda en cargarlo, pero queen este momento le encantaría quese tardara aún más para no tenerque volver al frente de la línea aque le vuelen los huevos, ve queotras dos lanchas empiezan a

Page 941: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

descargar ingleses; muy monosellos con sus casaquitas del trinquey sus gorritos, pero con una malaidea que ni mandada a encargar, ymira de reojo hacia el grupo que sebate más al sur, el que comanda elpropio Guinther, preguntándosecuánto tardará el jefe en mandar arecular antes de que ese montanazode ingleses les pasen por encima atodos cómo una manada de caballosdesbocados haciéndoles gofio.

José Pérez ya ni siquierapuede mirar hacia el teniente

Page 942: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

coronel. Está completamenteextasiado mirando la playasembrada de cadáveres ingleses.Todo le parece absurdo. No alcanzaa comprender qué puede haber ensu isla para que merezca la penamandar a la muerte a tantoshombres y empieza a entender quesu santa madre decidiera parirloentre las montañas de Tegueste,donde el mar no es más que unreflejo azulado perdido en elhorizonte, y desde donde te da lomismo que a las puñeteras playas

Page 943: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

lleguen barcos de guerra o chalanasdesvencijadas. Una santa, insiste,mientras se dice a sí mismo que niharto de nísperos se presenta él enuna playa inglesa a que ledescerrajen tiros desde vaya usted asaber donde para conquistar vayausted a saber qué, allá donde Cristodio las tres voces, en el culo delmundo. Ya te digo yo que nones.

Casi ni se entera cuando otrode sus compañeros cae muerto apocos centímetros de él con un tiroen pleno centro de la cara que le

Page 944: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

abrió un boquete como el cuenco deun bernegal. Solo los gritos de losheridos le hacen volver a larealidad, y vuelve a ponerse en pie,decidido a acertar su próximo tiropor si acaso sea el último.

El teniente coronel no le quitaojo a uno de los grupos de inglesesque empieza a ganar terreno por suflanco derecho, mientras todos sushombres se baten el cobre a base debien. De los suyos no recula ni uno,por la cuenta que les trae y porvergüenza torera, viendo a su jefe

Page 945: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

al frente y sin esconder sucondecorado pecho.

Guinther hace un repasogeneral de la situación y concluyepara sus adentros que dentro de loque cabe la cosa va bien. Mira loscuerpos desparramados sobre laplaya, como si fueran peleles detrapo, y se da cuenta de laescabechina que les han hecho a losingleses. Y a cambio, entre susfuerzas solo unos pocos muertos yunas decenas de heridos dan fe dela crudeza del enfrentamiento. Lo

Page 946: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

justo, se dice, para que quedeconstancia de que a huevos no nosgana ni un toro de arrastre.

Sabe que aquí no hay más quehacer y que lo suyo es replegar ydirigirse de nuevo al centro, areagruparse y recibir órdenes, peroconsciente de que el gran jefe, elgeneral que jamás ha perdido unabatalla contra los ingleses, debeestar ojo avizor, observándolo tododesde el Castillo de San Cristóbal ytomando buena nota de la testiculinaque cada quien le echa al asunto,

Page 947: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

decide dar tiempo a que sushombres lancen unas cuantas tracasmás, aunque en el ínterin se lelleven por delante a otro par dedesgraciados, por si queda algunaduda de que a él le pusieron loshuevos de madera cuando nació, yque a sus hombres no los amilananingún inglés estirado. A ver si así,además, si sale de esta con vida, leascienden a teniente coronel. Perode verdad y no en funciones. Que yaes hora, se dice, con todas las horasde imaginaria que lleva pelándose

Page 948: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

el culo por esos mundos de Dios algrito de viva España, aunque élnaciera en Francia. Que mandahuevos, concluye.

Las andanadas de uno y otrobando se suceden, casi por turnos:mueve usted señor inglés, con todosmis respetos..., mientras siguencayendo hombres con más agujerosde los que trajeron. Pero don Juanya casi ni se percata del ruido delos disparos que le rodea, ni de losgritos de dolor o de rabia que en unidioma y en otro resuenan por todo

Page 949: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

el barranco. Solo le preocupa quelos ingleses consigan superar suposición y les flanqueen, cosa queno parece que esté muy lejos desuceder, y se debate entre seguirsacudiéndoles un rato más oreplegarse ahora que el resultadoles es favorable, antes de que losingleses cojan recorte y lesdevuelvan la moneda y las balas.

José Pérez, de nuevo frente alplomo de los invasores que vuelapor todas partes amenazando conreventarle la cabeza, se dispone a

Page 950: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

disparar la que espera que sea laúltima bala antes de que el jefeordene el repliegue; porque si no,piensa, la próxima se la lleva élcasi seguro. Cuando el sargento dala orden de disparar, José tieneenfilado por fin a uno de los quedesde que estuvo en la altura dePaso Alto tiene entre ceja y ceja; uncabrón con gorrito que sable enmano jalea a sus subordinados.Contiene el tembleque que leprovoca la posibilidad de que lesalten la tapa de los sesos para

Page 951: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

apuntar como Dios manda y,excitado ante la caza de su presa,dispara. El oficial inglés caedesmadejado sin sable y sin gorrohaciendo que José estalle de júbiloy empiece a dar gritos mentándole ala madre y a todos sus muertos, conlos que le acaba de mandar areunirse, mientras les grita a losdemás que vengan por él si tienenlo que hay que tener y le da con elcodo a José Benito para hacerlepartícipe del trofeo obtenido.

—Un cabrón con gorrito.

Page 952: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

¿Viste? ¡Que se joda! —le dicemientras suelta una carcajadaentrecortada por la excitación.

Solo los gritos de lossargentos repitiendo la orden derepliegue dada por el tenientecoronel le sacan de su éxtasis, ymás contento que unas pascuasempieza a recular sin quitar ojo alcadáver del inglés que acaba detumbar. José Benito ni rechista,encantado con la orden de largarsede allí, viendo que un número demás de trescientos enemigos que

Page 953: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

han conseguido superar sus líneasencaminándose hacia la ciudadamenazan con pillarles por detrás ydesbaratarles. Así que a correr, queigual de esta escapamos, se dice.

La playa queda en silencio, aexcepción de algunos mosquetazosesporádicos que cubren la retirada,repleta de hombres muertos amerced de las olas. Más desetecientos enemigosdesembarcaron. Muchos ya nuncavolverán a embarcar. Mientrastanto, los que aún están vivitos y

Page 954: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

coleando se internan en la ciudadamenazando con llevar la guerra acada calle y cada plaza. Junto a lascasas de la gente que cierra puertasy ventanas, horrorizada ante lallegada de los invasores.

Page 955: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XXIII

Batería de LaConcepción EL enfrentamiento parece haberentrado en una fase de calma tensa,al menos para los pocos que aúnquedan en la batería de LaConcepción. Hace unos minutos quelos enfrentamientos han disminuido,sobre todo desde que el batallón deCanarias se replegó hacia el centro

Page 956: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de la plaza. Todos han podido ver alos cientos de ingleses que se hanadentrado en la ciudad, reuniéndoseen la plaza de la iglesia de LaConcepción, pero por lo que al«Rastrojo» respecta, se pueden darun garbeo por donde les de larealísima gana con tal de que novuelvan acercarse por su posición.

Apoyado sobre el cañón juntoal que lleva pegado desde tiemposinmemoriales, se revisa de arribaabajo por primera vez desde quecomenzaron los combates para ver

Page 957: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

si todavía lo tiene todo en su sitio.No se puede creer que a estasalturas del desbarajuste todavíaesté vivo. Lo que sus ojos han vistoen estos días no lo hubieraimaginado su mente ni aunqueestuviera con cuarenta de fiebre:miles de hombres con las carasdesencajadas, muertos por todaspartes, un ruido que casi le volvióloco; o sin casi, se dice, porque hayque estar majareta perdido para nosalir corriendo en lugar de seguirdisparando contra todo lo que se

Page 958: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mueve, mientras todo lo que semueve y lo que no dispara a su vezcontra ti. Pero lo hizo. Y ni siquieracuando la mayoría de suscompañeros salieron corriendo antela llegada de los británicos dejó depelear.

—¡Si me llega a ver mi madre!—dice en voz alta.

—Hubiera estado orgullosa deti —le contesta Diego, al que casino se le distinguen las facciones dela cara bajo el tizne de la pólvora.

—Ya. O igual me pega un tiro

Page 959: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ella por no haber salido corriendo.¡Estamos todos locos! ¡Pero locoscomo para internar!

—Nosotros no lo hemoselegido. Ellos son los que vinierona nuestra casa sin que nadie lesinvitara.

—Sí. Pero dos no pelean siuno no quiere.

—Claro. ¿Entonces queteníamos que hacer? ¿Darles unplano de la ciudad y las llaves delayuntamiento?

—Hombre, tampoco es eso.

Page 960: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Pues eso. Si quierenllevarse algo de aquí, que lo paguencon sangre. Y si no que se vuelvana su casa. Y ahora estate atento, queesto no se ha acabado.

Y en efecto, no se ha acabado.Ni mucho menos. Mientras los dosamigos departen sobre la inutilidadde la batalla en la que se encuentraninmersos, uno de los hombres da elaviso haciendo que a Juan se levuelva a erizar la piel como a unpollo. Una barca ha zozobrado justoenfrente de su batería, y los ingleses

Page 961: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que llevaba a bordo intentan salirdel agua como pueden, dándosegolpes contra las rocas cada vezque una ola les pilla por detrás.Calados hasta los huesos tiran desus armas mientras se agrupan concara de no tener ni zorra idea dedónde están ni adónde se suponeque deben ir. Corderos degollados,se dice Diego al verles. Y si no loestán, pronto lo estarán.

Casi sin hablar, Diego daorden a todos de que se agachentras los muros de la batería y que

Page 962: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

permanezcan en silencio absolutopara intentar sorprender a losingleses; un grupo de más de veintehombres que ahora intentan sacar unpequeño cañón de campaña,chorreando agua por la boca delánima.

Todos obedecen la orden sinhacer un solo ruido. Juan aprieta sumosquete hasta casi hacerse sangreen las manos.

—Hijos de puta —dice entredientes—. No podían haber llegadoa otra playa... La madre que los

Page 963: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

parió.Diego le hace un gesto

poniéndose el dedo índice sobre loslabios para que cierre la bocamientras ordena a todos quecarguen sus mosquetes y calen lasbayonetas, y asoma la cabeza lomínimo que puede para ver quéhacen los ingleses y pensarigualmente qué narices va a hacer élahora.

Juan le mira con los ojosabiertos de par en par temiéndoselo peor. Casi se sentía mejor

Page 964: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cuando la batalla era un sinfín decañonazos, gritos y tambores,porque el enemigo estaba más lejosy porque ni siquiera tenía tiempo depensar, lo cual tenía la extrañafacultad de hacerle sentir mástranquilo. Pero ahora, por primeravez desde que comenzó estapesadilla, puede ver las caras desus enemigos. Sus blanquecinaspieles anglosajonas y sus ojosazules. Y les oye susurrar en suidioma vaya usted a saber qué,mientras teme que estando tan cerca

Page 965: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sean capaces de escuchar el ruidode sus dientes al castañetear delmiedo que tiene. Aunque lo que másmiedo le da es la cara de Diego.Esa cara no puede significar nadabueno.

Arrastrándose como unaculebrilla, se acerca hasta dondeestá Diego intentando no hacer ni elmás mínimo ruido. El resto de loshombres mira igualmente a Diego,que improvisadamente se haconvertido en el líder de los pocosque no han salido huyendo. Unos

Page 966: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

con incredulidad, ya que hasta elúltimo mono ha adivinado lasintenciones de Diego, otros conpánico, ante lo que saben que ahoratoca, y algunos, los menos,deseando que Diego comparta conellos el plan para mandar a esoscapullos al infierno a la voz de ya.

—¿Qué piensas hacer, Diego?¡No fastidies! Vamos a dejarlospasar. Igual siguen de largo y van areunirse con los otros.

—Ya. O igual no... o igual sí,y llegan a donde sea que vayan y

Page 967: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pillan a los nuestros en Babia y losdesbaratan.

—¿Y si nos desbaratan anosotros? Porque intenciones deeso tienen, fijo.

—Tú te quedas aquí. Ahoracarguemos las armas. Cuando yo déla orden disparamos todos al mismotiempo sobre ellos y con las mismassaltamos el muro y cargamos contralos que queden vivos y losdespanzurramos con las bayonetas.¿Está claro?

Todos le miran con cara de

Page 968: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

susto y sin decir ni esta boca es míaasienten con la cabeza; más porquees lo que toca que porconvencimiento. Pero asienten al finy al cabo. Todos menos Juan. ElRastrojo, como siempre, no tieneclaro ni el pelo, y la idea dequedarse solo en la batería leconvence tan poco como la desaltar sobre los ingleses al grito deviva España a liarse a bayonetazoscon unos tíos que si tienen loshuevos que tienen para plantarsefrente a tanto cañón lanzándoles de

Page 969: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

todo y destripándolos vivos sinhacer ni un guiño, no cree que unossonados que salten sobre ellos, pormucha bayoneta que lleven caladaen esos cochambrosos mosquetes,les vaya hacer recular ni mediopalmo.

—¿Que me quede aquí? Perocoño, Diego, ¿por qué no nosquedamos todos? ¡Joder! Deja quesigan de largo. Yo no me voy aquedar aquí solo como si fuera elama de llaves —susurra Juan.

—¿Quieres volver a ver a tu

Page 970: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mujer? —le dice haciendo unapausa para darle tiempo a Juan deque se piense bien la respuesta—.Pues te quedas aquí y siguesdisparando sobre ellos. ¡Peroapunta bien, eh!, que ya te he vistodisparar y no quiero que me des amí. Le prometí a tu mujer que tellevaría de vuelta a casa y piensocumplir mi promesa.

Sin esperar respuesta, Diego,con los ojos abiertos a más nopoder, mira hacia sus compañerosmoviendo la cabeza arriba y abajo

Page 971: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

con las cejas arqueadas haciaarriba con gesto de decir que ahorasí que sí, y de un salto se incorporasobre el muro de la bateríaapuntando sobre los ingleses ygritando, ¡FUEGOOOOO! Todos auna disparan sobre los ingleses, quesorprendidos por los canarios notienen tiempo de reaccionar. Lasbalas cumplen su función y variosde los enemigos caen redondos alsuelo mientras los demás, con unacara de susto como si de repente sehubieran encontrado frente a un

Page 972: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

grupo de leones hambrientos, venque Diego, seguido del resto deisleños, salta de la batería yemprenden la carrera ladera abajocon los mosquetes y sus bayonetasen las manos y gritando comocondenados.

Juan no puede creer lo que vensus ojos y su respiración es tanagitada que casi pierde elconocimiento mientras se debateentre seguir la orden de Diego yquedar como un cobarde a salvo enla batería, o saltar tras ellos y que

Page 973: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sea lo que Dios quiera.Los pocos ingleses que

empiezan a reaccionar intentancargar sus mosquetes a la carreraviendo a Diego y a sus hombresacercándose cada vez más,corriendo y gritando. Cuandointentan disparar y algunos de loscanarios se dan por muertos, elsonido de los mosquetes sorprendea todos; clac, clac, clac, sinfogonazo, ni ruido ni balas. Uno delos canarios grita mientras seacerca dando saltos: ¡No disparan,

Page 974: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

no disparan!, y a los ingleses se lespone aún más cara de acojone alverse a los milicianos casi encima.La pólvora, como todo lo demás, ycomo ellos mismos, estácompletamente empapada tras suaccidentada llegada por el agua,por lo que en este momento son losingleses los que se dandefinitivamente por fiambres. Juan,arriba, por fin decide que deperdidos al río y que si todos van,él también; que al carajo todo, yque a tomar por saco. Que él no se

Page 975: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

queda solo arriba porque no le salede los huevos y que maricón elúltimo, y de un salto comienza acorrer tras sus compañeros gritandotodo lo que se le ocurre y más,mientras ve cómo algunos inglesescomienzan a recular viéndose lasbayonetas de los isleños ya casi ensus mismas narices.

Cuando Diego llega al primerode los ingleses, salta sobre unapiedra descargando toda su rabia ensus fuertes brazos para clavarle labayoneta hasta el fondo de sus

Page 976: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

entrañas, haciendo que suelte unquejido seco y caiga al suelochorreando sangre y tripas. El restode los hombres llega solo unsegundo después e igualmente selían a bayonetazos y culatazoscontra los ingleses, que aún noconsiguen reaccionar, viéndosesuperados por los soldados de labatería de La Concepción. CuandoDiego se gira a por el siguiente, unoficial alza su pistola de pedernal yel ruido sorprende a todos cuandoconsigue disparar. Esta vez sí hay

Page 977: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

fogonazo y ruido, lo que porinesperado, tras ver cómo todas lasdemás armas fallaban, sorprende almás pintado haciendo que se llevenun susto como si no hubiesenescuchado un tiro en su vida. Labala le hace un corte en el hombroderecho, haciéndole sangrar, ysigue su curso estrellándose contrael pecho de uno de los hombres quellegaba a la carrera, haciéndolecaer de espaldas sin emitir unquejido. Sin detenerse un segundo amirar a quién han alcanzado, Diego

Page 978: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

se gira hacia el oficial inglés queacaba de disparar y le clava labayoneta en el pecho, matándolo enel acto, mientras el resto deingleses tiran las armas al suelo yse rinden.

Al ver a los enemigosrendidos, los hombres comienzan agritar de júbilo mientras lesempujan a punta de bayonetahaciendo un círculo alrededor deellos.

Pero la alegría dura pocossegundos. Cuando Diego se gira

Page 979: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

para comprobar el estado de sushombres, tan solo diez metros másarriba puede ver a Juanillo, tendidode espaldas en el suelo, con lasmanos en el pecho, del que manatoda la sangre de su pequeñocuerpo con cada latido de sumaltrecho corazón. Diego correhacia él e intenta incorporarleviendo la dificultad con la querespira, y la rabia que siente está apunto de hacerle volver sobre losingleses y acabar a sangre fría hastacon el último de ellos, pero en este

Page 980: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

momento lo único que de verdad leimporta es la vida de su amigo.

—¿Por qué no te quedastearriba? ¡Te dije que te quedarasarriba, maldita sea!

—Lo siento, Diego —susurraJuan con un hilillo de voz casiimperceptible, mientras el resto delos hombres ven por primera vezuna lágrima que escapa de los ojosde Diego.

—Tranquilo, te llevaremos alhospital. Te pondrás bien. Nocierres los ojos —le dice viendo la

Page 981: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mirada pérdida de Juan.—Esta vez no, Diego... —le

dice Juan con gesto extrañamentetranquilo—. Esta vez no podrássalvarme... Prométeme que cuidarásde Ana.

—No. Tú lo harás. No terindas.

—Diego... —le dice, ya sinconseguir ver nada—. Esta vez no...La siervita se olvidó de mí.

El último aliento de Juanresonó en lo más profundo de Diegocomo una tormenta que amenazara

Page 982: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

con arrancarle el alma. Su amigohabía muerto entre sus brazos porculpa de una bala que iba dirigida aél. Durante toda su vida defendió aquien fue siempre como un hermanopara él y hubiera dado su vida milveces si él lo hubiera necesitado.Hoy maldice para sus adentros porno haber interpuesto su cuerpo entrela bala inglesa y el pecho de suamigo, al que nunca más podrádefender. Con el que nunca máspodrá hablar ni compartir susansias de aventura, mientras lo

Page 983: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

recoge del suelo cargándolo en susbrazos y se dirige hacia el Castillode San Cristóbal a entregar a losprisioneros y el cuerpo sin vida deJuan Salazar.

Page 984: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XXIV

Castillo de SanCristóbal. 03:30 de lamadrugada POR primera vez desde quecomenzaron los combates, elcapitán Benítez de Lugo tienetiempo de pensar, ahora que la cosaparece estar algo más calmada. Yse da cuenta de que esto de la calma

Page 985: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

en la que se encuentra la plaza,lejos de tranquilizarle, le pone deuna mala leche superlativa.Primero, porque en este momentolos ingleses pueden estar encualquier parte de la ciudad,saqueando, violando o matando acualquier pobre desgraciado que seencuentren por el camino. Ysegundo y fundamental, porque anada que se pone a pensar seacuerda de los hombres quemurieron en la San Fernando, de losque palmaron en La Mutine (aunque

Page 986: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

estos le preocupan menos porqueeran franceses), de la cara de chulodel imbécil del oficial inglés de labanderita blanca, al que se quedócon las ganas de saltarle los dientesde un guantazo como hizo su tropacon otro de los marinerosbritánicos, y de tantos y tantoshombres que han estado luchando ymuriendo delante de sus naricesmientras él estaba arriba, en elcastillo, junto al general, sinparticipar en ningún combate. Yeso, básicamente, le toca mucho los

Page 987: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

galones. Lleva toda la nocheesperando su oportunidad dealcanzar la gloria cumpliendo consu deber. O lo que es lo mismo: debajar a donde se reparte la leña, adarla, a ser posible, por aquello dequedar en los libros de historia yquién sabe si para hacer méritos;que un ascenso por darle caña alenemigo queda de perlas en elcurrículo de cualquiera. Por eso, elhecho de que desde hace unosminutos haya cesado el fuego letiene desesperado, porque no se

Page 988: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

quiere ni imaginar la cara de tontoque se le puede quedar, después dehaber estado metido en el mayorberenjenal que sus ojos han visto yque posiblemente vayan a ver, sinhaber pegado un tiro, o mandado apegarlo, que lo mismo da cuandoeres capitán, como esto se acabe tande repente como empezó sin habertenido la oportunidad de meterbaza. Mira sin parar hacia laciudad, esperando que la divinaprovidencia le obsequie con ungrupo de ingleses que vengan contra

Page 989: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

el castillo al grito de «todos parauno y uno para todos», cualmosqueteros desnortados, parapoder decirle al general que ustedperdone, o perdone usía, perobueno está lo que está bueno, y aestos los despacho yo, que ya meestoy hartando de estar en elbanquillo. O cosa similar. Peronada. Solo ve a los hombres deGuinther a lo lejos, amunicionandoy esperando órdenes después dehaberse sacudido candela de labuena con los pérfidos invasores, y

Page 990: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ya se imagina a todo el mundohablando de los cascabeles que leechó el bueno de Guinther mientrasél se rascaba los mismos al socodel castillo.

—¡Calzadilla!—A la orden de Usía, mi

general.—Envíe al sargento mayor

Bataller a dar orden a Guinther deque divida el batallón en grupos decuarenta hombres y que recorran lascalles de la ciudad en busca de losingleses.

Page 991: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—A la orden.—Mi general —replica

Benítez—, yo mismo puedo ir alfrente de mis hombres. Así elbatallón puede quedar a la esperapara acudir donde haga falta.

—No, capitán. Una vezmetidos en las calles, el número desoldados no es tan importante. Entrelas calles no pueden peleardoscientos hombres al mismotiempo. Deje que ellos recorran laciudad en grupos. Usted siga aquí alfrente de sus hombres. No podemos

Page 992: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

dejar el castillo desguarnecido.Aún quedan muchos hombres en susbarcos y no podemos permitir quenos cojan entre dos frentes.

—Las baterías tienen a susartilleros dispuestos por si envíanrefuerzos, señor...

—¡Capitán! Sé que quierecumplir con su deber.

—Así es, señor.—En ese caso, cúmplalo. Su

deber está ahora en este puesto.Y aquí se acabó el carbón. De

esta me voy de rositas y sin haber

Page 993: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

olido a un inglés, se dice el capitán,que definitivamente se resigna aquedar fuera de la acción.

El general no tiene tiempo deatender los egos de sussubordinados, y sigue a lo suyocatalejo en mano, mirando un rato alos barcos, otro rato a la ciudad.Aún no tiene muy claro si vanganando o perdiendo la batalla. Loúnico que tiene claro es que al finallos ingleses se le han colado en elpueblo y que eso de bueno no tienenada. Tras unos minutos de

Page 994: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

observar hasta el último rincón quese puede observar desde el castillo,ve a los hombres de Guintherponerse en marcha tal como él haordenado. Los grupos comienzan aavanzar por todas las calles deSanta Cruz para barrer la ciudad enbusca de los ingleses. Pronto ambasfuerzas se encontrarán, y entonces,opina el general, veremos deverdad si vamos ganando operdiendo.

—¡Mi general! ¡Los ingleses!El capitán Benítez de Lugo,

Page 995: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cuando por fin se había dado porvencido desechando la idea dealcanzar la gloria, o al menos noquedar como un tonto cuando lepreguntaran por la batalla, teniendoque decir que muy bonita y tal, peroque yo ni la olí, ve recompensadossus ruegos al altísimo cuando derepente avista a uno de los gruposde ingleses que se habían adentradoen la ciudad, acercándose desde laPlaza de La Concepción endirección a la Plaza de la Pila, másperdidos que el barco del arroz.

Page 996: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Ahí tiene su oportunidad,capitán —dice el general trasdivisar el grupo de enemigos.

—A la orden —contestaBenítez con decisión—. ¡Soldados!—grita a sus hombres que ya estánformados tras él esperando la ordenque llevan horas deseando escuchar—. Parece que tenemos unosturistas algo despistados quenecesitan que les orienten. Así queal lío.

El capitán y sus sesentagranaderos se encaminan castillo

Page 997: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

abajo para darles la bienvenida alos ingleses. La mayoríacontagiados del entusiasmo de sucapitán, al que hacía tiempo que noveían con esa cara de decisión;como si en lugar de ir a ponerseenfrente del enemigo a ver quien secarga a quien, fuese a recoger lapaga o a la novia que viene delpueblo. Algunos otros, con muchomenos entusiasmo, se encomiendanal de allá arriba para que dentro deun rato puedan volver igual deentusiasmados o cagaditos

Page 998: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

perdidos, pero por su propio pie.Incluso el propio Benítez vapensando que espera no tener quearrepentirse de haber pedido contanto fervor que aparecieran todosestos casaquitas rojas, no vaya a serque para una vez que se le concedeun deseo se lo vayan a pasar elprimero por la piedra, por capullo.

Al llegar al rastrillo delcastillo, el capitán manda a formaren filas. Ya se sabe, lo típico: unos,rodilla en tierra, los otros de piedetrás, y a aguantar el tirón a ver

Page 999: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

quién palma primero. Con un par.

—oOo—

—¡FUEGOOO!

El grito liberador del capitánBenítez de Lugo se escucha hasta enel último cuchitril de la ciudadcuando da la orden que tanto habíadeseado gritar a los cuatro vientos.Sesenta mosquetes empiezan aresonar sin cesar haciendo que atodos los que observan desde el

Page 1000: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

castillo se les hinche el pecho comopavos reales cortejando alhorroroso bicharraco que tienen abien cortejar, mientras los pechosde los ingleses, a los que acaban decoger mirando para Cuenca, sedeshinchan al recibir los balazos.

El capitán ve cómo muchos delos ingleses caen abatidos por elfuego de sus hombres y saca supistola para disparar también sobreel enemigo que ahora intentaponerse a cubierto, al tiempo quesigue dando orden de disparar.

Page 1001: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

BAN, BAN, BAAAN, BAAN.Sigue la traca incesante demosquetazos durante un buen rato yahora sí, todos los hombres quebajaron con el capitán, incluso losque menos claro tenían el panoramaal llegar a las puertas del castillo,siguen disparando con una sonrisaen la cara al ver que todavía estánvivos y que los pocos ingleses queno han caído alcanzados por suplomo corren despavoridos por lascalles del Sol y de Las Norias haciala parte alta de la plaza.

Page 1002: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—El capitán ya tiene suvictoria. Veremos si nosotrosalcanzamos la nuestra —dice elgeneral, que aún no las tiene todasconsigo.

—Acaba de llegar un grupo dehombres al castillo, mi general. Loshombres de la batería de LaConcepción.

—¡Hombre! Con esosprecisamente quería yo hablar.

—Bueno, señor... Estos, alparecer, son los que se quedaron.De hecho atacaron a un grupo de

Page 1003: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ingleses que desembarcó frente aellos y traen diecisiete prisioneros,señor.

El general pone cara desorprendido y se dice para sí que sitodos los soldados de la plaza lehubieran echado tantos bemoles alasunto como estos tipos, hace ratoque los ingleses se estaríancosiendo los pantalones a bordo desus barcos y volviéndose para suscasas, los que aún pudieran andar.

—¿Quién es el oficial almando? —pregunta el general.

Page 1004: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—No hay ningún oficial,señor. Al parecer todos losoficiales salieron huyendo. Los quese quedaron fueron mandados porun cabo primero... CorreaCorbalán, creo que se llama. Trae auno de sus compañeros muerto enlos brazos, señor —comenta elteniente con cara de grima.

—Hágale pasar. Que losprisioneros sean arrestados. Y quelleven el cadáver del soldado conlos otros.

—A la orden, señor.

Page 1005: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Cuando Diego entra en laestancia del general todavía tiene lacamisa empapada en la sangre deJuanillo, y en su mano derecha llevaun colgante que minutos antes quitódel cuello de su amigo; el colganteque Ana le regaló el día que seprometieron. El último mensaje queJuan podrá enviarle ya a su jovenesposa, y que Diego, muy a supesar, tendrá la obligación deentregar.

—A la orden de usía, migeneral —dice Diego al entrar, con

Page 1006: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

una voz que por primera vez denotacansancio.

—Buen trabajo, hijo. Ojalátodos nuestros hombres hubierandemostrado su valor.

—Solo he cumplido con mideber, mi general. Como los demás.Y como mi compañero... Él no tuvotanta suerte, señor.

—Muchos están muriendo,hijo. Tiempo habrá de llorar portodos los valientes que están dandosu vida para que otros puedancontinuar con las suyas.

Page 1007: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Sí, señor.—Voy a proponerle para un

ascenso. Sin duda se lo ha ganado.Ahora descanse un poco. Se ve ensus ojos que la batalla ha sido dura.Su compañero se habrá sentidoorgulloso de luchar bajo su mando.

—Gracias, señor —contestaDiego retomando la firmeza en suvoz—. Pero prefiero volver a mipuesto. Junto a los demás.

El general puede sentir latristeza de Diego, y sudeterminación para volver con los

Page 1008: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

suyos. Con los que aún quedan.—Vaya pues con los suyos. Le

agradezco su empeño. Y esta tierralo hará también.

—A la orden, señor.Diego da media vuelta

enfilando la puerta de la estanciadel general. Mientras caminaescaleras abajo aprieta con fuerzael colgante de su amigo y unalágrima escapa de sus ojos. Alllegar a la puerta se cruza con loshombres del capitán Benítez, quevuelven al castillo exultantes tras su

Page 1009: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pequeña victoria y se seca la carapara que no le vean llorar, mientrasse dirige de nuevo a su puesto,decidido a no descansar hasta queel último inglés que hadesembarcado en Tenerife sevuelva a su barco o pague consangre la muerte de su amigo.

Page 1010: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XXV

Entre las calles deSanta Cruz LAs blancas fachadas del pueblo ysus angostas callejuelas supondrían,en cualquier otro momento, unpaisaje bucólico. Pero hoy, denoche cerrada y con cientos deingleses perdidos por la ciudad, aJosé Pérez le parecen una auténticaratonera. Cada esquina es un motivo

Page 1011: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

para que el corazón le pegue unacelerón que amenaza con hacerlecaer redondo. Cada una de esasesquinas que les adentra en unanueva calle puede ser la última si alotro lado se encuentran las fuerzasbritánicas emboscadas, esperandopara pasar a balazos al primero queasome la nariz. Por eso, tanto JoséPérez como José Benito, que porsupuesto siguen juntitos como dossiameses, cada vez que llegan a unanueva intersección reculan un metrointentando que no se note mucho

Page 1012: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

para no ser los primeros en doblarla esquina, y solo cuando ven que elprimer valiente no cae hecho uncolador, pasan los segundosmirando a todos lados cual suricatobuscando un halcón. Todos y cadauno de los hombres caminan medioagachados, lo cual es una solemnetontería, le comenta Pérez a Benito,porque si mides uno ochenta, lo másque consigues caminando así esmedir uno setenta y si te quieren darte van a dar igual, y si no te dan, eldolor de espalda no te lo quita

Page 1013: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

nadie. Pero, cosas de la mente, laposición tiene la extraña facultad dehacerles sentir más seguros, y en unmomento como este, en el que hastael primero de los valientes los tienede corbata, pues bienvenido sea eldolor de espalda. Por si acaso.

Cada pocos minutos desdehace casi media hora se puedenescuchar disparos; una andanada dedecenas de fogonazos y su respuestapor parte del otro bando y luegosilencio, dejando bien a las clarasque alguno de los otros grupos ya se

Page 1014: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ha encontrado con ingleses vayausted a saber dónde, porque el ecode las calles hace rebotar el sonidohaciendo imposible saber conprecisión dónde han empezado asacudirse estopa. Aun así, elsargento que va delante de ellos,que camina justo un metro pordetrás del teniente coronel, cadavez que se oye una nueva refriegahace el mismo gesto: frena en secoy levanta la mano derecha haciendoentender a los demás que paren(aunque con cada estampido los

Page 1015: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hombres se paran solos sinnecesidad ni de señas ni de cartaslacradas) y finge que presta muchaatención intentando adivinar dedónde proviene el sonido para, arenglón seguido, salir corriendohacia allí y acabar él solo con laguerra de una vez por todas, aunqueJosé, cada vez que le ve repetir laactuación, está convencido de quese para por lo mismo que todos, novaya a ser que el encuentro seajusto en la esquina que están a puntode doblar y sea a él al primero que

Page 1016: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

le levanten la tapa de los sesos.—Estos nos van a pillar en

cualquier esquina y nos van a joder—susurra José Benito.

—La verdad es que ya songanas de venir a buscarles calle porcalle. Como si tuvieran donde ir...Mejor haríamos en esperarlesdonde les tuviéramos controlados,porque entre estas callejuelas, encuanto nos crucemos, se va a liaruna que no veas. Que cuando lo dePaso Alto había un barranco de pormedio, pero aquí... —contesta José

Page 1017: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Pérez, que obviamente tiene lascosas tan poco claras comocualquiera de los hombres que leacompañan.

Una nueva andanada demosquetazos les hace dar unrespingo. Esta vez suena mucho máscerca. Muchísimo más cerca. Y yani el sargento hace el paripé de lamanita alzada y su cara de «mecomo a los ingleses yo solito encuanto les pille por banda». Enlugar de eso, todos pegan susespaldas a la pared que les pilla

Page 1018: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

más cerca esperando a ver quién esel valiente que asoma la nariz elprimero. Como no podía ser de otramanera, el primero en acercarse ala esquina es Guinther, con elsargento pegado a su chepa paraque no se diga. El resto de loshombres les miran con grimaesperando acontecimientos mientrasse les encoge todo lo que se lespuede encoger. Pero los disparos sesiguen escuchando en las cercanías,junto con voces desgañitadasgritando fuego, aunque no lo

Page 1019: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

suficientemente cercanas como paraque el teniente coronel sea elprimero en palmar con un agujeronuevo en el cuerpo tras haberasomado la nariz a observar si larefriega era ahí mismo. Así que elteniente coronel retoma su posiciónerguida (es el único que no caminaagachado como un mandril) y hacegesto a la tropa de seguiravanzando.

—Este tío los tiene cuadrados,compadre —vuelve a susurrar JoséBenito con los ojos abiertos de par

Page 1020: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

en par de ver al teniente coronel enpersona liderando la expedición.

—Sí que los tiene, sí. Aunqueen realidad no vale la pena ni estarreculando. De todas maneras esteno va a parar hasta que losencontremos y nos liemos a tiroscon ellos. Así que si nos tenemosque liar sí o sí, pues más vale quesea ya.

José tiene más claro que elagua que de aquí no se van sinponerse de nuevo frente a losingleses, a sacudirse mosquetazos

Page 1021: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hasta que uno de los dos bandos sequede sin pólvora o sin hombres,así que prefiere que sea ya queseguir retrasando lo inevitable. Loque a estas alturas tiene clarísimoes que, esta vez, de ponerse en filade pie frente al enemigo, nada denada. Si ya le parecía una estupidezsupina cuando estaban en campoabierto y con una posición elevadafrente al enemigo, ahora, en mitadde estrechas calles donde esimposible que no te acierten, ni selo plantea. Además está convencido

Page 1022: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de que al capullo que se le ocurradar esa orden y ponerse el primeroen la fila, será el primero al que levuelen la cabeza, por imbécil, porlo que la posibilidad de quedespués se lo vaya a crujir oincluso a fusilar por no obedeceruna orden directa es mínima.

Y por fin, mientras José siguedándole vueltas a la mejor manerade disparar sin que le disparen,sucede lo inevitable. Justo pordelante de ellos, casi llegando a lacalle de Las Norias, un grupo de

Page 1023: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

unos veinte ingleses aparecen de lanada sin siquiera percatarse de lapresencia de los canarios a escasosmetros de ellos. Hasta que se desatael infierno. Entonces se dan cuenta;al ver al grupo de cuarenta canariosdescargando sus mosquetes sobreellos, sin filas ni leches. Cada unopor su cuenta. Unos agachados,otros corriendo, otros tras cualquiersaliente, intentando minimizar elblanco que ofrecen al enemigo. Enpocos segundos nadie ve nada. Lapólvora lo envuelve todo. Los

Page 1024: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

fogonazos y los gritos al recibir losplomazos les vuelven locos a todosy todos se encomiendan al poderdivino para que les saque delatolladero, mientras con los ojosrojos y llorosos siguen disparando,ya sin ver a quien.

Cuando la nube de pólvora sedispersa y los corazones amenazancon salir por la boca de suspropietarios, del grupo de inglesessolo quedan cuatro muertos en elsuelo y dos heridos que se quejanen su idioma mientras sangran como

Page 1025: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cerdos. El resto reculó por lamisma esquina por la que habíanaparecido con cara de despistadosantes de que las balas canarias lesmandaran al otro barrio.

Sin detenerse un segundo, donJuan da orden de continuar,mientras los hombres intentanrecargar sus armas para que no lespase lo mismo que a los ingleses alos que acaban de despachar si seencuentran con otro grupo en laesquina siguiente.

José Pérez, que aún sigue con

Page 1026: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

la espalda pegada a la paredencalada junto a la que buscórefugio en cuanto empezó el tiroteo,ve que la ventana de la casa seentreabre, apenas unos pocoscentímetros, y entre la penumbra delinterior consigue distinguir unosojos que le miran. Durante unossegundos ambas miradas se cruzan,como si estuvieran hablando. Nadiedice nada, pero José alcanza acomprender en aquellos ojos elagradecimiento de todos loshombres, mujeres y niños del

Page 1027: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pueblo que, encerrados a cal ycanto dentro de sus casas, mientrasla batalla se desarrolla a escasoscentímetros de donde ellos seencuentran, sin que consigan sabercuál será el desenlace de tan aciagajornada, rezan por aquellosvalientes que están dando sus vidaspor ellos. José devuelve el gestocon una leve inclinación de cabezay sigue su camino, siguiendo lospasos del resto de los hombres quesiguen dirigiéndose a su encuentrocon el enemigo, mientras los

Page 1028: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sonidos de la batalla se intensificana su alrededor en un sinfín deestampidos y gritos de hombres queluchan por sus vidas.

Los encuentros entre ambosbandos se suceden cada vez conmayor frecuencia, con mayorímpetu, a quemarropa entre lascalles de un pueblo que hasta hacepoco no podía ni imaginar que sustranquilas calles fueran a llenarsede muertos, convirtiendo cadarincón en un caótico campo debatalla donde nadie es capaz de

Page 1029: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

saber si ganan o pierden; sisobrevivirán un día más para versalir el sol y contemplar el azul delmar junto a su puerto.Preguntándose tras cada fogonazo sihabrá sido ese el que haya acabadocon la vida de su hijo, de su maridoo de su padre.

Cuando José aún siente esamirada clavada en el alma, elsonido de la batalla se torna aúnmás escalofriante cuando todas lasbaterías de la ciudad vuelven arugir, evidenciando que los ingleses

Page 1030: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

envían refuerzos y que el puerto sevuelve a llenar de lanchas dedesembarco. De lanchas cargadasde hombres armados hasta losdientes que pronto engrosarán lasfilas enemigas. José ya ni siquierase queja. La suerte está echada. Yse dispone a seguir luchando hastael final.

Al girar tras la siguienteesquina, todos los hombres tienenlos ojos desorbitados y losmúsculos en tensión. Desde suposición ven que la calle de Las

Page 1031: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Norias, justo enfrente de ellos, estácompletamente cubierta de un humoblanco y espeso, producido por losdisparos de cientos de hombres deuno y otro bando. Los sargentoscomienzan sus arengas y loshombres se disponen a morirmientras se van adentrando en labatalla.

Cuando por fin llegan a lacalle de Las Norias, José no puedecreer lo que ven sus ojos: fuego ymás fuego de mosquetes. De un ladoy de otro. Los estampidos de los

Page 1032: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

cañones de campaña. El olor apólvora en el aire y muertos portodas partes.

¡FUEGO! ¡FUEGO! Gritan lossargentos mientras, como siempre,Guinther se pone al frentemandando a formar las líneas. YJosé va a la línea. Sin rechistar. Ydispara sin inmutarse cuando lasbalas inglesas llegan tumbando asus compañeros. Y siguedisparando. Él y todo hijo devecino, mientras de fondo se siguenoyendo los zambombazos de las

Page 1033: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

baterías de costa, que no paran deintentar frenar el avance de losrefuerzos británicos.

¡FUEGO! ¡FUEGOOO! Sesiguen oyendo las voces de mandosin descanso mientras los hombressiguen cayendo, y las líneascomienzan a deshacerse a causa delos muertos y los que reculan paracargar mientras los mandos dan laorden más temida. La que nadiehubiera querido escuchar nunca.¡CARGUEEEEN! Y un grupo decanarios salen a la carrera contra

Page 1034: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

los ingleses, con sus bayonetascaladas, y el sonido metálico de lasarmas cortas sustituye a losestampidos de los mosquetes. Y loshombres comienzan a morir abayonetazos, enzarzados en uncuerpo a cuerpo despiadado. Frentea frente. Cara a cara con tu víctimao tu verdugo.

José sigue disparando contrala melé de hombres de ambosbandos, tendido sobre unos sacos,cuando de repente observa que enel combate más atroz que sus ojos

Page 1035: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hayan visto se encuentra metidoJosé Benito, enfrentado como unanimal herido contra dos ingleses aculatazos de mosquete, mientras losdemás casacas rojas se baten enretirada. No puede entender quénarices hace él allí. Aquel con elque lleva desde que se enfrentarona los ingleses por primera vez en laaltura de Paso Alto y que no haparado de quejarse por todo, derepente se ha vuelto loco de atar yse lía a pecho descubierto contralos enemigos. Lo más parecido a un

Page 1036: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

amigo que ha tenido en estos días,que en realidad le parecen ahoralos únicos días de su vida. Suamigo. Y sin pensárselo dos vecesse incorpora sobre los sacos traslos que se refugiaba y salecorriendo en dirección a los dosbritánicos que se baten contra él,gritando como un poseso de rabia yde miedo. Uno de los inglesesconsigue acertar con su bayoneta enla pierna de José Benito haciéndolecaer de rodillas. Mientras se acercaa ellos, José Pérez dispara su

Page 1037: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mosquete, hiriendo de muerte alinglés, y sigue corriendo aenfrentarse con el otro, que viendoa José Benito caído, le clava labayoneta en el pecho, acabando consu vida. Cuando aún no ha tenidotiempo de quitar sus ojos de encimade su víctima, José se le echaencima como una exhalacióndescargando toda su rabia en unculatazo que le abre la cabeza alenemigo, que cae redondo al suelochorreando sangre mientras José loensarta loco de rabia con su

Page 1038: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

bayoneta. De repente, un disparo demosquete le saca de suensimismamiento cuando el balazole alcanza de lleno en el muslo,haciéndole caer de espaldas alsuelo junto al cuerpo sin vida deJosé Benito y al de un montón deingleses igualmente muertos.Entonces ve al enemigo que ledisparó desde la esquina de lacalle, acercándose con otros aterminar el trabajo, y José comienzaa despedirse. Piensa en Tegueste,en el color verde de sus montañas.

Page 1039: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

En tantas cosas que le hubieragustado hacer si hubiera tenido laoportunidad de llegar a viejo,mientras espera la puntilla de losingleses mirando al cielo. Entonces,casi como en un sueño provocadopor la pérdida de sangre, ve cientosde cabezas asomadas a cada una delas ventanas y azoteas de la calle.Gente disparando o lanzando lo quetienen más a mano contra losenemigos que se abalanzaban sobreél, mientras sus compañeroscomienzan a disparar, acabando con

Page 1040: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

los ingleses que se le acercaban.El pueblo entero en pie de

guerra contra los británicos. Desdetodas las azoteas, hombres, mujeresy niños participan de la pelea,lanzándole de todo al enemigo,acorralándolo y apoyando a lossoldados canarios, que poco a pocoles van haciendo retroceder. Lascalles son testigo de combates yescaramuzas que van empujando alos ingleses hacia la Plaza de SantoDomingo cuando el sonido de loscañones de Santa Cruz disminuye,

Page 1041: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

al ver que las lanchas queamenazaban con reforzar a losenemigos se retiran ante lasdescargas rabiosas de los artilleroscanarios, dejando tras de sí unreguero de maderas despedazadas einvasores moribundos.

Page 1042: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XXVI

Iglesia de SantoDomingo. 4:30 de lamadrugada LA visión de cientos de cabezasasomadas a todas las ventanas de laciudadela, participando de labatalla con mucha más rabia quemedios, sorprende a todos. Perosobre todo a los ingleses, que poco

Page 1043: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

a poco se han visto desbordadospor el creciente número decombatientes que se les han idoacercando por todas las calles,apoyados por los paisanos que,hartos de ver a sus compatriotasmorir junto a ellos, han decididomandar a los ingleses al infierno acomo dé lugar. Los británicos sehan batido contra todo y contratodos como gatos panza arriba,esperando los refuerzos que yanunca llegarán, hasta que, trasdejarse a muchos de sus

Page 1044: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

compañeros por el camino bajo elfuego de los mosquetes canarios yrendidos ante la evidencia de quequedándose al descubierto los ibana abrir en canal, han buscadorefugio en la iglesia de SantoDomingo, reventando las puertascomo pudieron para internarse en lacasa de Dios, a ver si les echabauna mano y conseguía que no lesfrieran a tiros.

Tras un rato durante el cual losalrededor de trescientos soldadosinvasores al mando del capitán

Page 1045: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Troubridge han seguido batiéndose,a través de puertas y ventanasdesde, el interior de la iglesiamientras más y más tropas canariasles cercaban, el fuego ha cesado.Los canarios miran hacia la iglesiaesperando órdenes mientrasGuinther sopesa la situación y seconvence de que, sin refuerzos, losingleses han escrito su última fraseen esta batalla.

Y entonces la puerta principalde la iglesia se entreabre ante losojos atónitos de los canarios, y una

Page 1046: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

bandera blanca aparece por fin deentre las sombras. Al ver labandera blanca los hombrescomienzan a disparar sobre ella,recordando la tomadura de pelo a laque les sometieron los ingleses conlas banderitas blancas en lasocasiones precedentes, dispuestos aque no se repita, hasta que Guinther,a base de desgañitarse, consiguedar la orden de alto el fuego.

Dos ingleses asoman poco apoco la cabeza, comprobando sipueden salir sin que se los bailen

Page 1047: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de un balazo, y el teniente coronelenvía a un soldado a parlamentarcon ellos mientras el resto decanarios sigue apuntándoles, locospor dejarlos como un colador anada que se les ocurra hacercualquier imbecilidad.

—A la orden mi tenientecoronel. El oficial solicita que se lelleve frente al comandante de laplaza para parlamentar.

—Muy bien. Llévese a diezhombres y conduzcan a estossoldados hasta el Castillo de San

Page 1048: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Cristóbal —contesta Guinther, queaunque lo intenta disimular, nopuede ocultar su satisfacción ante lainminente capitulación del enemigo.

Mientras el grupo que custodiaa los británicos les conduce calleabajo, pasando delante de lastropas en dirección al castillo, nose oye un alma. Cientos de ojosfuriosos se clavan en los enemigosque les han tenido en jaque durantemeses, saqueando y matando a suscompañeros, e inesperadamente lasventanas de las casas comienzan a

Page 1049: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

abrirse al paso de los enemigos, yuna multitud se asoma, ya sinmiedo, para observar casi conmorbo a aquellos que han tenido laosadía de invadir sus playas, suscalles y sus vidas.

Al llegar al castillo, el capitánBenítez de Lugo les está esperandoa pie de calle y les conduce hasta laestancia del general. Como todoslos demás, lleva el pecho hinchadoante la inminencia de la victoria dela que, por fin, tras el episodiodesde el rastrillo del castillo, él

Page 1050: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

también ha podido formar parte.Al entrar en la estancia, el

general está sentado tras suescritorio. Todos pueden observarque respira con dificultad, pero aunasí se incorpora ante la llegada delos ingleses y se dirige a ellos através del traductor.

—¿Y bien? —pregunta elgeneral con aire displicente.

—El oficial trae un mensaje desu comandante, el capitánTroubridge, señor.

—Muy bien, y ¿cuál es ese

Page 1051: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

mensaje? —pregunta mientrasobserva a los dos ingleses, quetienen pinta de no poder ya ni conlas botas, relamiéndose ante lo queserá su tercera victoria sobre losingleses de tres intentos posibles.

—El capitán Troubridgesolicita que depongamos las armasy nos rindamos inmediatamenteponiendo las puertas del castillobajo el control de las tropasbritánicas, señor. O de lo contrarioquemarán y destruirán el pueblo,señor.

Page 1052: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Los ojos de todos lospresentes se abren de par en par, yhasta el último tuercebotas tieneque hacer esfuerzos sobrehumanospor no arrancarle la cabeza alinglés que trae semejante ultimátum.

El general ni pestañea.—Así que o nos rendimos o

seguirán luchando hasta que quemenel pueblo y nos destruyan... —elgeneral hace una pausa comopreguntándose de qué están hechosestos tipos para presentarse ante él,mientras están rodeados por cientos

Page 1053: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de canarios, para darles unultimátum—. Muy bien —dice al finel general—, dígale a estoshombres que le digan a sucomandante que aún me quedanhombres, pólvora y balas, y que siquieren seguir luchando, así sea.

En cuanto los dos inglesesentran de nuevo en la iglesia,Guinther le pregunta al soldado queacaba de llegar sobre el resultadode la negociación. Cuando escuchala respuesta vuelve a mirar hacia laiglesia con una cara que hace que se

Page 1054: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

les hiele la sangre incluso a suspropios soldados, y ordena quecontinúe el ataque.

De nuevo se desata el infiernojunto a la casa de Dios, y cientos demosquetazos hacen saltar astillas delas ventanas de la iglesia tras lasque se esconden los británicos,disparando a su vez contra loscanarios, muy de vez en cuando,ante la imposibilidad de asomar lascabezas para que no se las vuelen.Los isleños, viendo al enemigoacorralado, se baten con mucha más

Page 1055: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

confianza, convencidos de que lopeor ha pasado y de que solo escuestión de tiempo que el enemigo,por muy chulo que sea, que lo es, seacabe rindiendo. Y como era deesperar, tras unos minutos deintenso fuego, las puertas de laiglesia se vuelven a abrir y unanueva bandera blanca apareceseguida de dos soldados. Esta veznadie dispara.

La escena se repite y losingleses, que nuevamente hansolicitado parlamentar con el

Page 1056: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

general, son conducidos calleabajo, otra vez bajo las miradas desoldados y curiosos, que empiezana estar hasta la coronilla de tantasidas y venidas.

Mientras esperan a quevuelvan los parlamentarios, lasfuerzas canarias observan cadamovimiento del enemigo, por siacaso, aunque la mayoría está yamás pendiente de dar gracias a lavirgen por haber salido con vida deuna guerra en la que nunca pensaronverse envueltos. Guinther, por el

Page 1057: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

contrario, sigue atento a cualquiercambio, a cualquier movimiento,preparándose para acabar con elenemigo si no sale por la puerta dela iglesia, calladito, en fila y con elrabo entre las piernas, no vaya a serque les pillen confiados y se líe denuevo el despiporre delante de susnarices mientras todos se danpalmaditas en la espalda antes detiempo. Que la experiencia es ungrado, ya se sabe.

Tras un rato durante el cual elteniente coronel ha estado

Page 1058: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

reubicando a sus tropas, intentandoque su posición sea lo más segura yfuerte posible, por si acaso losingleses siguen en sus trece y hayque sacarlos de la iglesia por lasbravas (como si hasta ahorahubieran estado charlandoamistosamente...), los dos emisariosregresan. Cuando los dos enemigospasan por delante de sus hombres ysiguen su camino hacia la iglesiamás derechos que una vela areunirse con sus compatriotas,Guinther se gira para hablar con los

Page 1059: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que les han conducido hasta elcastillo. Apenas ve la cara dealucinado del primero de lossoldados que acompañaba a losbritánicos, el teniente coroneladivina en su gesto que los ingleses,con más cara que espalda, lejos derendirse, han repetido ladesfachatez instando a sucomandante en jefe a la rendiciónde la plaza, so pena de destruirla.Con toda la jeta del mundo. YGuinther se pone en pie, con unacara de mala leche de las que hacen

Page 1060: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

época y hasta las mismas narices detodo el paripé de los ingleses, que aestas alturas no le cabe duda que loúnico que intentan es ganar tiempoesperando a que lleguen refuerzospara poder empezar de nuevo asacudirles candela, y se gira haciasus soldados, que le miran como sidel mismísimo Moisés se tratara yestuviera a punto de sacar las tablasde la ley y ponerse a recitarlas.

—¡Antorchas! —grita Guintheral sargento, que no se despega de élni con una pata de cabra.

Page 1061: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—¿Señor?—Antorchas, ¿sabe lo que

son? Unos palos alargados con unpaño empapado en brea en la puntadel que salen llamas...

—Sí, claro, señor, pero...—Pues eso. Traigan antorchas,

que esta fiesta va a acabar con unabarbacoa —le dice al fin el tenientecoronel, que ya no está dispuesto aque esta tomadura de pelo sealargue por más tiempo y estádecidido a quemar la iglesia coningleses y todo dentro.

Page 1062: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Pero señor... es unaiglesia... La casa de Dios —dice elsargento, al que le parece unabarbaridad quemar la iglesia deSanto Domingo, por muchosingleses que pueda haber en suinterior.

—¡Un edificio, sargento! Esono es más que un edificio. Ynuestros enemigos están dentro ypor lo visto no tienen intención desalir.

—Pero... tiene que haber otraforma, señor.

Page 1063: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Mi peros, ni peras. Esodígaselo a todos sus soldadosmuertos. O a sus familias. A verqué opinan. ¡Fuego con ellos!

El fuego de las antorchasdibuja sombras rojizas y titubeantessobre las blancas paredes de lascasas a medida que se acercan a laiglesia desde todas las direcciones.Todos los soldados asisten alespectáculo de luz, conscientes delpronto desenlace de la batalla en laque se encuentran inmersos. Undesenlace que acabará con más de

Page 1064: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

trescientos soldados enemigosconsumidos por las llamas ante lamirada de unos canarios a los que aestas alturas les parece una formatan buena como cualquier otra dematar a los que han intentado, y enmuchos casos conseguido, matarlesa ellos.

Ante la mirada decidida deGuinther, el sargento ya no rechista.No hay más que hablar. Aquí se vaa terminar esta historia de una vezpor todas.

—¡La puerta se abre! —grita

Page 1065: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

uno de los soldados, mientras losde las antorchas están ya a pie deiglesia, dispuestos a arrimarle elfuego purificador para que susenemigos se vayan acostumbrando alas llamas del infierno, a donde lespiensan mandar a la voz de ya.

—¡Alto! —grita Guinther a losde las antorchas, que miran haciaatrás con cara de «a ver si nosdecidimos».

Durante unos segundos nadiedice nada y el silencio se haceeterno, hasta que uno de los

Page 1066: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

ingleses, ya sin bandera ni gaitas,conscientes de que después de tantacoña marinera la bandera blancagenera en los canarios la reaccióncontraria a la que se supone quedebe generar, grita: ¡Don’t shoot,don’t shoot!, al tiempo que salemuy despacio con las manos enalto.

—¡Que no se mueva de ahí! —ordena el teniente coronel, que yano está dispuesto a permitir máspaseos hasta el castillo ni máspérdidas de tiempo—. ¡Que diga lo

Page 1067: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que tenga que decir ahí mismo oque se vuelva para adentro a freírsecon sus compañeros!

El traductor repite la orden enel idioma de Shakespeare para quetodo quede meridianamente claro, yel inglés, un oficial con pinta deseminarista, contesta al fin,haciendo que el traductor respirealiviado.

—¿Y bien? —preguntaGuinther, aún con la mano en altocomo frenando, por ahora, a los delas antorchas—. ¿Qué quieren esta

Page 1068: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

vez?—Negociar el alto el fuego, mi

teniente coronel —contesta eltraductor con una sonrisa en loslabios.

—oOo—

A punto de clarear el día, en laestancia del general se despiden losunos y los otros. En las caras dealgunos de ellos se puede ver unclaro gesto de disconformidad.

Page 1069: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Sobre todo en la del capitán Benítezde Lugo.

Los ingleses, a pesar de versesuperados en número y estaracorralados como ovejas dentro deuna iglesia que ni habían visto en suvida ni tienen intención de visitarde nuevo, le expusieron al generallas condiciones de su capitulaciónhaciendo que a todos los presentesse les quedara cara de tontos.Dejaron bien claro que por lo que aellos respectaba, un inglés no serinde nunca, y que por lo tanto en el

Page 1070: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

documento que habría que firmar nodebía aparecer bajo ningúnconcepto el término rendición. Dehecho, las tropas inglesas saldríande Tenerife con sus armas alhombro y desfilando como si talcosa, para que quedara claro que seiban porque les daba la gana,básicamente, a cambio deabandonar las islas para siempre ycomprometerse a no volver aatacarlas en el futuro. De locontrario, dijeron, continuaríanluchando hasta destruir el pueblo y

Page 1071: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hacerse con la isla.Cuando el capitán Hood

pronunció esas palabras, el generalquedó pensativo, el tenienteCalzadilla alucinado, y al capitánBenítez de Lugo tuvieron queagarrarlo entre tres para que no lesacara la cabeza al británico de unrebencazo (menos mal que Guintherseguía en las calles, que si no...).Después de todo el tiempo quellevaban arrimándose leña con sañay de que por fin hubieranconseguido poner a los prepotentes

Page 1072: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

extranjeros en su sitio, por lo que alcapitán respectaba, los hijos de lapérfida Albión iban a salir deTenerife con el rabo entre laspiernas y alcanzando cogotazoshasta detrás de las orejas; si salían.Pero el general no estaba tanconvencido. Había sido testigoprivilegiado de toda la batalla, dela valentía y el coraje de unosingleses que incluso en los peoresmomentos se mostraron decididos aluchar hasta el final. De igual modohabía tenido que soportar el

Page 1073: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

bochorno de ver a mucha de sugente huir bajo el fuego delenemigo, a pesar de que al final loshombres hubieran cumplido concreces (los que se quedaron) y lehubiesen dado la vuelta a la tortilla,acorralando al enemigo hastaforzarlo a capitular, lo que por otrolado era mucho más de lo que elpropio general esperaba cuandoempezó la batalla. Así las cosas, elgeneral decidió que unacapitulación era una capitulación,lo llamaran como lo quisieran

Page 1074: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

llamar los ingleses, y que más valíasalir victoriosos de la contienda,pusiera lo que pusiera en el dichosodocumento, no fuera que porponerse exquisitos hubiera quedejarse más hombres en el intento yquién sabe si incluso acabarperdiendo la batalla si los inglesesconseguían reforzar a las tropasdesembarcadas.

Así pues, el general consintió,y poniendo como condición que lospropios ingleses llevaran noticia dela victoria a tierras peninsulares,

Page 1075: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

firmó el documento queposteriormente habría de serrefrendado por el capitánToubridge, y en última instancia porel propio Nelson (firmándolo consu mano izquierda, eso sí).

«Santa Cruz deTenerife, 25 de Julio de1797.

Las tropas & c.pertenecientes a S.M.Británica seránembarcadas con todas

Page 1076: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

sus armas de todaespecie, y llevarán susbotes si se han salvado;y se les franquearán losque necesiten, enconsideración de lo cualse obligan por su partea que no molestarán alpueblo en modo algunolos navíos de laescuadra británica queestán delante de él, ni aninguna de las islas enLas Canarias, y los

Page 1077: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

prisioneros sedevolverán de ambaspartes.

Dado bajo mi firmay sobre mi palabra dehonor.

Samuel Hood.»

Page 1078: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

CAPÍTULO XXVII

Plaza de la Pila.Mañana del 25 de julio de1797 LA noche más larga terminó comoterminan todas las noches: con lasalida del sol. De un sol radianteque hacía brillar el mar, más azulque nunca, y alegraba los corazonesde cuantos participaron de la

Page 1079: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

batalla; de tantos y tantos hombres ymujeres que durante muchosmomentos llegaron a pensar que novivirían otro día más.

Los pocos que consiguierondormir, despertaron sorprendidosde que la mañana hubiera devueltoa Santa Cruz su característicatranquilidad, y que el sonidoatronador de la guerra hubieradesaparecido por fin de sus vidas.Todos los demás recibieron lasalida del sol recordando cada unode los desesperados momentos que

Page 1080: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

les tocó vivir, enfrentados a unenemigo al que considerabansuperior, temiendo por sus vidas ypor las de sus seres queridos, sinmás destino que la propia lucha quehabría de mantenerles con vida.Muchos no lo consiguieron.

Las calles de la ciudad sellenan de curiosos que se acercandesde todas partes a ver la retiradadel enemigo. Miles de personasrodean la Plaza de la Pilaintentando ver de cerca las caras deaquellos que amenazaban con

Page 1081: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

apartarles de sus sueños y de susfamilias, y que ahora abandonan laisla, vencidos por un enemigoinferior, que ha defendido su casa ya su gente hasta la extenuación.

Para muchos de los que noparticiparon en la batalla, la imagende las tropas inglesas formadas enla Plaza de la Pila, con susbanderas y estandartes ondeando alviento, rodeados de miles desoldados canarios que custodian losúltimos momentos del vencidoinvasor en la isla, resultan una

Page 1082: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

imagen casi idílica, con susenormes barcos fondeados frente ala plaza reflejando en sus velasblancas cada rayo de un sol queahora se encuentra en todo lo alto.Para los que sí lo hicieron, esamisma visión les deja una sensaciónde desazón, de tarea inacabada.

Aunque felices por la victoria,muchos siguen preguntándose porqué se deja al enemigo retirarsecomo si nada hubiera pasado,haciendo alarde de su poder,todavía intacto, con sus armas al

Page 1083: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hombro, sus tambores redoblando ysus enormes barcos de guerra alfondo como testigos de excepciónde la injusticia y la sinrazón; ajenosa los motivos que llevaron algeneral a tomar tal decisión, peroagradecidos, al fin y al cabo, de quetodo haya acabado mejor de lo quenadie podía esperar cuando porprimera vez vieron aparecer a laflota enemiga frente a las costas deTenerife.

Para cualquiera que ignoraselo que allí había pasado, la Plaza

Page 1084: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de la Pila podía parecer una suertede fiesta nacional. Banderas,estandartes, tambores y algarabía.Miles de personas lanzando vítoresal aire, felices de seguir vivos.Celebrando la victoria.

Pero no todos sonríen.Aquellos que vieron a sus

compañeros muriendo en sus brazosno pueden sentir la alegría de suscompañeros. Todos cuantos lloranla pérdida de sus seres queridosobservan a las tropas invasoras conrabia y rencor.

Page 1085: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Poco le importa a cada uno deaquellos que perdieron a alguien enesta guerra, que la lista de bajascanarias en comparación con losmuertos ingleses sea irrisoria. Paracada uno de ellos la lista de bajases desoladora.

Diego es uno de esos hombres;una de esas personas para las que labatalla no se acabará nunca, porqueestará obligado a revivirla cada vezque recuerde a su joven amigo JuanSalazar. Cada vez que sueñe conesa última noche que pasaron

Page 1086: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

juntos, cada vez que se atormentecon la idea de que su mejor amigomurió porque él no supo impedirlo;por no haber sido él quien recibieraaquella bala que llevaba su nombre.

Tampoco los inglesesrecordarán este día con alegría.Cientos de muertos quedarán parasiempre como testigos mudos de suosadía; como el precio que tuvieronque pagar por subestimar a unenemigo al que pensaron derrotarsin bajarse de sus barcos, y que serevolvió con la fiereza de quien

Page 1087: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

tiene la razón de su parte.Diego se separa del gentío que

se agolpa junto a la plaza y buscaun rincón apartado, junto al mar,como siempre había hecho junto asu amigo cuando pasabaninterminables horas hablando deemocionantes aventuras y viajes atierras distantes a bordo de barcoscomo los que ahora puede verfrente a la ciudad. Y observa unsinfín de barcas que van y vienen deesos barcos, llevándose a losheridos que han estado siendo

Page 1088: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

atendidos en el hospital junto conlos propios soldados canarioscontra los que habían estadocombatiendo a brazo partido, pororden expresa del general, que unavez terminada la batalla se aseguróde que los vencidos recibieran elmejor trato posible. Que fueranatendidos sin distinción; fueraningleses, españoles o franceses, yque se les ofreciera pan, agua yvino para que todos los valientes deambos bandos recobraran sus yaexiguas fuerzas. Tras la guerra, a un

Page 1089: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

hombre lo definen sus actos. Uncaballero debe serlo siempre, ycomo tal debe comportarse inclusocon el enemigo, dijo el general aldar la orden que muchos nocompartían.

Una de las barcas que Diegove ahora acercarse trae una cartaque el propio Nelson escribió de supuño y letra, y que va dirigida alGeneral Gutiérrez enagradecimiento por su trato paracon sus enemigos una vez finalizadala contienda:

Page 1090: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

«Theseus. En lasafueras de Tenerife. 26de julio de 1797.*

No puedosepararme de esta islasin dar a V.E. las mássinceras gracias por sufina atención paraconmigo, y por lahumanidad que hamanifestado con losheridos nuestros queestuvieron en su poder,

Page 1091: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

o bajo su cuidado, y porla generosidad que tuvocon todos los quedesembarcaron, lo queno dejaré de hacerpresente a mi soberano,y espero con el tiempopoder asegurar a V.E.personalmente cuantosoy de V.E. obedientehumilde servidor.

Horacio Nelson.»

El general Gutiérrez enviaría

Page 1092: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

su respuesta a su ilustrecontendiente, igualmente cortés;casi como de si de verdad sehubieran enfrentado en una enormepartida de ajedrez, y no en unabatalla a muerte.

«Muy señor mío, demi maior atención:

Con mucho gustohe recivido la muyapreciable de V.S. efectode su generosidad ybuen modo de pensar,

Page 1093: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

pues de mi parteconsidero que ningúnlauro merece el hombreque solo cumple con loque la humanidad ledicta, y a esto se reducelo que yo he hecho paracon los heridos y paracon los quedesembarcaron, aquienes devo considerarcomo hermanos desde elinstante en que concluióel combate. Si en el

Page 1094: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

estado a que haconducido a V.S. lasiempre incierta suertede la guerra, pudiese yo,o qualquiera de losefectos que esta yslaproduce, serle de algunautilidad o alivio, estasería para mí unaverdaderacomplacencia, y esperoadmitirá V.S. un par delimetones de vino, quecreo no sea de lo peor

Page 1095: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

que produce. Sérame demucha satisfaccióntratar personalmentequando lascircunstancias lopermitan, a sugeto detan dignas yrecomendables prendascomo V.S. manifiesta; yentre tanto ruego a Diosguarde su vida porlargos y felices años.

Santa cruz de Tenerife.27 de julio de 1797.

Page 1096: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

B.L.M. de V.E. su másseguro atento servidor.

Dn. Antonio Gutierrez.»

Diego, como todos los demás,

ajeno a las corteses misivas entrelos dos comandantes, siguió fiel asu costumbre de sentarse frente almar, y la certeza de lo efímero de lavida humana, que tan claro semostró ante sus ojos durante eltiempo que duró la guerra y duranteel cual tuvo que ver morir a tantagente, le convenció, más que nunca,

Page 1097: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de que un hombre debe llevar acabo sus sueños mientras le quedeun soplo de vida para luchar porellos. Y con la mirada perdida en elhorizonte azul se prometió a símismo cumplir todos aquellossueños que, sentados frente al mar,como ahora mismo, habíacompartido con su amigo Juan.

Lista de bajas

Page 1098: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Bando canario Los canarios sufrieron 24 muertos yentre 30 y 40 heridos. Los muertosfueron los siguientes:

Juan Bautista de Castro yAyala, Teniente Coronel delRegimiento de Milicias de LaLaguna. Nacido en La Laguna en1732 e ingresado en el citadoregimiento como alférez. En 1759fue alcaide del Castillo de SanJuan. En 1786 fue nombrado Cónsul

Page 1099: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

del Real Consulado de Canarias. En1795 había sido nombrado Coroneldel Regimiento. Fue así mismomiembro de la Real SociedadEconómica de La Laguna y RegidorPerpetuo de Tenerife.

Rafael Fernández Bignoni,subteniente del Batallón deInfantería de Canarias. Nacido enGarachico en 1774. Una calle deGarachico lleva su nombre desde1982.

Vicente Talavera , artilleromiliciano y carpintero de oficio,

Page 1100: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

muerto en el fuerte de San Andréspor la explosión de un cañón. Nacióen Gran Canaria, donde fueenterrado. Dejó viuda (Ángela) ycuatro hijos.

Dionisio Ferrera de León, delReal Cuerpo de Artillería. Naturalde Lanzarote y vecino de SantaCruz desde, al menos, 1785.Casado con Rafaela Josefa Castroen 1793.

Antonio Miguel GonzálezJiménez, soldado del Batallón deInfantería de Canarias. Soltero,

Page 1101: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

nacido en Teror en 1774. Enterradoen la Iglesia de La Concepción deSanta Cruz.

Luis Núñez Chávez, soldadodel Batallón de Infantería deCanarias. Soltero, nacido en LaOrotava en 1775.

Antonio Delgado Sosa,soldado del Regimiento de Miliciasde Abona, agregado al Batallón deInfantería de Canarias. Nació enLomo de Arico en 1759. Casadocon Catalina María del CercadoBello, con dos hijos. Enterrado en

Page 1102: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

la Iglesia de La Concepción deSanta Cruz.

Dionisio González Fuentes,soldado de la Compañía deCazadores del Regimiento deMilicias de Abona. Nacido enVilaflor en 1775. Enterrado en laIglesia de La Concepción de SantaCruz.

Domingo de León Padilla,soldado del Regimiento de Miliciasde Garachico, agregado al Batallónde Infantería de Canarias. Nacidoen Icod de los Vinos en 1757.

Page 1103: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Casado con Antonia Guillama.Enterrado en la Iglesia de LaConcepción de Santa Cruz.

José Benito, soldado delRegimiento de Milicias de LaOrotava. Nació en La Orotava en1767. Dejó viuda (FranciscaPestaña) y seis hijos. Enterrado enla Iglesia de La Concepción deSanta Cruz.

Felipe Guerra, soldado delRegimiento de Milicias de LaOrotava. Nacido en La Orotava.Enterrado en la Iglesia de La

Page 1104: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Concepción de Santa Cruz.Juan Pacheco Escobar,

soldado de la Compañía deCazadores del Regimiento deMilicias de La Orotava. Nació enLa Orotava en 1773. Enterrado enla Iglesia de La Concepción deSanta Cruz.

José Pérez, soldado delRegimiento de Milicias de LaLaguna. Nació en Tegueste el Viejoen 1772. Soltero. Falleció el 4 deagosto a consecuencia de lasheridas recibidas en un muslo.

Page 1105: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Enterrado en la Iglesia de LaConcepción de Santa Cruz.

Manuel Fernández, soldadodel Batallón de Infantería deCanarias. Nació en Asturias en1773. Enterrado en la Iglesia de LaConcepción de Santa Cruz.

Salvador RodríguezMallorquín, soldado de laCompañía de Cazadores delRegimiento de Milicias de LaOrotava. Dejó viuda (Rosa Herreradel Moral) y seis hijos. Falleció el17 de agosto a causa de las heridas

Page 1106: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

recibidas. Enterrado en la Iglesiade San Juan Bautista de La Orotava.

Pedro Agustín, soldado delBatallón de Infantería de Canarias,filiado como «extranjero», pueshabía nacido en Francia en 1765.Enterrado en la Iglesia de LaConcepción de Santa Cruz.

Antonio de la TorreEspinosa, alias Antonio Matutino.Procurador de Causas, estabaadscrito al Plan de Rondas. Nacidoen La Laguna en 1745.

José Mariano Calero y

Page 1107: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Luján, contramaestre, unido a laspartidas que tenían a su cargo loscañones «violentos». Nacido en LaPalma en 1763. Dejó viuda (JacintaMontesdeoca Hurtado) y una hija.Enterrado en la Iglesia de LaConcepción de Santa Cruz.

Domingo Antonio PérezPerdomo, contramaestre de lasembarcaciones de América. Nacidoen La Palma en 1738. Dejó viuda(María Manuela Francisca Siberio)y tres hijos. Enterrado en la Iglesiade La Concepción de Santa Cruz.

Page 1108: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Juan de Regla GonzálezRodríguez, alias Juan Amarilis,asesinado a sangre fría en La Caletade la Aduana mientras dormíadetrás de unas lanchas. Nacido enSanta Cruz en 1747, dejó viuda(Josefa García) y una hija.Enterrado en la Iglesia de LaConcepción de Santa Cruz.

Agustín Quevedo de laGuardia, tendero en cuya casaentraron los británicos. Nacido enTacoronte en 1738. Enterrado en laIglesia de La Concepción de Santa

Page 1109: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Cruz.Charles Rooney O’Real,

paisano nacido en Dromgoland,Irlanda, en 1743. Apoderado de laCasa Diego Barry en Santa Cruz.

Jean Chibeaud, marinerofrancés de la corbeta LA MUTINE.Nació en Francia en 1774. Fallecióel 31 de julio a consecuencia de lasheridas recibidas. Enterrado en laIglesia de La Concepción de SantaCruz.

Paul Duare, marinero francésde la corbeta LA MUTINE. Nació

Page 1110: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

en Bayona en 1772. Enterrado en laIglesia de La Concepción de SantaCruz.

Bando inglés BUQUES MUERTOS HERIDOSAHOGADOS DESAPARECIDOSTotal 44 123 177 5Theseus 12 25 34 —Culloden 3 18 36 —Zealous 5 21 — —Leander 6 5 — 1Seahorse 2 31 — —

Page 1111: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Terpsichore 8 11 — 4Fox (hundida) — — 97 —Emerald 8 12 10 —

Oficiales muertos: —Richard Bowen. Comandante dela Terpsichore.

—George Thorpe. Oficial dela Terpsichore.

—John Weterhead. Oficial delTheseus.

—William Earnshaw. Oficialdel Leander.

Page 1112: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Robinson. Oficial delLeander.

—Baisham. Oficial de laEmerald.

—Gibson. Oficial Comandantedel Fox.

Oficiales heridos: —Horacio Nelson.Contraalmirante. Comandante enJefe.

—Thompson. Comandante delLeander.

Page 1113: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

—Freemantle. Comandante dela Seahorse.

—George Douglas. Oficial dela Seahorse.

—Guardiamarina Watts, delZealous.

Page 1114: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

EPÍLOGO

Santa Cruz deSantiago de Tenerife A raíz de este enfrentamiento, laisla de Tenerife no volvió a seratacada por las fuerzas británicas nipor cualquier otra nación. Y enreconocimiento por la victoria, aSanta Cruz de Tenerife le fueconcedido el título de Villa y elprivilegio de Villazgo y en su

Page 1115: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

escudo aparecen tres cabezascortadas de león, el símboloheráldico de Inglaterra, en honor alas tres victorias de la ciudad frentea los ingleses: Blake en 1657,Jennings en 1706, y la última y másimportante, frente al contralmiranteNelson en 1797.

Por último, convencidos deque la intermediación de los santospatronos hizo posible una victoriaque a priori parecía improbable, secompletó el nombre de la ciudad,quedando como Santa Cruz de

Page 1116: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Santiago de Tenerife.

General D. Antonio Gutiérrez

Don Antonio Gutiérrez demostróser un líder y un comandanteextraordinario, haciendo frente yvenciendo a uno de los estrategasmás importantes de la historia conunas fuerzas muy inferiores ennúmero y preparación,adelantándose en todo momento alas intenciones británicas para

Page 1117: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

conseguir la que sería su terceravictoria de tres posibles frente a losingleses, así como la terceradefensa exitosa de la ciudad frentea los invasores de Albión.

En reconocimiento por susméritos en combate fue ascendido yse le concedió la Encomienda delEsparragal en la Orden deAlcántara.

Su salud, ya maltrecha durantelos hechos relatados en esta novela,siguió empeorando hasta que pocoantes de las cuatro de la madrugada

Page 1118: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

del día 22 de abril de 1799 fuediagnosticado de perlesía (parálisisdel brazo y de la pierna) por sumédico de cabecera. Murió el 14 demayo de ese mismo año, seis díasdespués de cumplir los 70 años deedad.

Fue sepultado en la Capilladel Apóstol Santiago de laParroquia de La Concepción deSanta Cruz de Santiago de Tenerife.

Contralmirante Horacio Nelson

Page 1119: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Tras su derrota frente a las inermestropas isleñas, Nelson cumplió supalabra de caballero de llevar lanoticia a tierras peninsulares y deno volver a atacar las islasCanarias.

Este genio del mar siguióacrecentando su fama y su áurea deguerrero invencible en multitud debatallas en las que, como siempreen el alcázar de su navío, sedesempeñó con valentía y congenio, consiguiendo, en la mayoría

Page 1120: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

de los casos, las victorias másrenombradas de la historia naval.

Así, Nelson comandó batallasque pasaron a la historia, como lade Abukir, cerca de ladesembocadura del Nilo (Egipto)donde destrozó sin miramientos a laflota francesa del almiranteD’Brueys, el 1 de agosto de 1798, ytras la que exclamó: «¡Victoria noes un nombre lo suficientementeexpresivo para semejante escena!».

Nelson odiaba a Francia y enparticular a Napoleón, y estaba

Page 1121: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

convencido de que su misión en latierra era la de librar a Inglaterra yal mundo del tirano Bonaparte.

De la mano de su amante, LadyHamilton, a la que conoció durantesu estancia en la que fue su base deoperaciones en el Mediterráneo,Nápoles, y gracias a la queconsiguió gran influencia política,Nelson obtuvo el título de Vizcondeen 1801 y el mando de la guerracontra Napoleón en elMediterráneo.

Pero su batalla más importante

Page 1122: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

fue, paradójicamente, la que acabócon su vida: Trafalgar.

Al mando del Victory, un 74cañones y liderando a la flotabritánica, el 21 de octubre de 1805atacó y venció a la escuadracombinada francoespañolacomandada por el almiranteVilleneuve, frente al cabo deTrafalgar, al sur de Cádiz, en lo queha pasado a la historia como elcombate naval más importante ydecisivo, que acabó definitivamentecon el poderío naval español y

Page 1123: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

concedió la supremacía en losmares a Inglaterra durante más deun siglo.

Precisamente en este combate,fiel a su costumbre de permaneceren el alcázar durante el combate,por salvaje que este fuera, a la vistadel enemigo, uno de los fusilerosfranceses desde las cofas delBucentaure, barco del AlmiranteVilleneuve, al que estabaenfrentado paño a paño, acabó consu vida de un balazo de mosqueteque le entró por el hombro

Page 1124: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

perforándole un pulmón ydestrozándole la columna vertebral.

Nelson, aclamado como elmayor héroe de Inglaterra y uno delos más grandes genios de lahistoria naval, descansa en lacatedral de San Pablo de Londres ydesde 1844 su estatua preside laPlaza de Trafalgar.

Su buque, El Victory, fuerestaurado y aún hoy se puedevisitar en Portsmouth, Inglaterra.

Diego Correa Corbalán

Page 1125: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

Diego fue uno de los héroes de lavalerosa defensa isleña frente a lastropas del contralmirante Nelson.

De todas las solicitudes deascenso que propuso el generalGutiérrez, la del cabo CorreaCorbalán fue la única que de hechotuvo efecto, concediéndosele elascenso a subteniente por susméritos en combate durante lamadrugada del 25 de julio de 1797.

Así, tras recibir su ascenso asubteniente en 1803 y ejercer como

Page 1126: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

guarda mayor de montes durante unaño, inició su periplo embarcandocomo capitán a Cádiz en 1808. Apartir de ahí son muchos losregistros que lo sitúan, tal como seprometió a sí mismo, en los lugaresmás distantes y variopintos delplaneta. En 1810 aparece enEstados Unidos, más tarde en LaHabana, en Gibraltar, en Madrid....

En 1836 fue nombradoIntendente en Filipinas, lugar en elque murió en 1843, a los 71 años deedad, tras una vida llena de grandes

Page 1127: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

viajes y emocionantes aventuras.A buen seguro, en el momento

de su muerte, por sus ojos pasaronmil y una imágenes de sueñosrealizados, que definitivamentehabrían hecho que su nombre serecordase.

Page 1128: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

NOTA DEL AUTOR

Juan Salazar; Juanillo«Rastrojo» COMO se puede comprobar en lalista de bajas isleñas, el joven JuanSalazar, Juanillo «Rastrojo», nuncaparticipó ni murió durante loscombates que se relatan en estanovela, porque jamás existió.

Pero Juanillo podríarepresentar y de hecho representa a

Page 1129: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

tantos y tantos otros hombres,ajenos al oficio de las armas, quedurante aquellos días tuvieron queluchar y en muchos casos morir enuna guerra que no entendían.Hombres normales; con sus vidas,con sus temores, con sus familias.

Un hombre humilde y sin másambición que la de poder seguirvivo para cuidar de sus seresqueridos a fuerza de trabajo duro,que le ha permitido al autorplantear la historia desde el puntode vista de uno cualquiera de esos

Page 1130: 1797 Piratas Del Atlantico Luis Medina Enciso.pdf

muchos hombres que en realidad síparticiparon de aquellosacontecimientos que bien puedenser, junto con la propia conquistade las islas, uno de los hechos másrelevantes de la Historia deCanarias.