14a-Guénon-El Reino de la Cantidad

download 14a-Guénon-El Reino de la Cantidad

of 177

description

El Reino de la cantidad y los signos de los tiempos

Transcript of 14a-Guénon-El Reino de la Cantidad

  • EL REINO DE LACANTIDAD Y LOS SIGNOS

    DE LOS TIEMPOS

    REN GUNON

  • 2

  • 3

  • 4

  • ndice

    PrefacioCaptulo I: Cualidad y cantidad " II: Materia signata quantitate " III: Medida y manifestacin " IV: Cantidad espacial y espacio cualificado " V: Las determinaciones cualitativas del tiempo " VI: El principio de individuacin " VII: Uniformidad frente a unidad " VIII: Oficios antiguos e industria moderna " IX: El doble sentido del anonimato " X: La ilusin de las estadsticas " XI: Unidad y simplicidad " XII: El odio por el secreto " XIII: Los postulados del racionalismo " XIV: Mecanicismo y materialismo " XV: La ilusin de la vida ordinaria " XVI: La degeneracin de la moneda " XVII: Solidificacin del mundo " XVIII: Mitologa cientfica y vulgarizacin " XIX: Los lmites de la historia y de la geografa " XX: De la esfera al cubo " XXI: Can y Abel " XXII: Significado de la metalurgia " XXIII: El tiempo convertido en espacio " XXIV: Hacia la disolucin " XXV: Las fisuras de la Gran Muralla " XXVI: Chamanismo y brujera " XXVII: Residuos psquicos " XXVIII: Las etapas de la accin antitradicional " XXIX: Desviacin y subversin " XXX: La inversin de los smbolos " XXXI: Tradicin y tradicionalismo " XXXII: El neo-espiritualismo " XXXIII: El intuicionismo contemporneo " XXXIV: Los desmanes del psicoanlisis " XXXV: La confusin de lo psquico con lo espiritual " XXXVI: La pseudo-iniciacin " XXXVII: El engao de las profecas " XXXVIII: De la antitradicin a la contra tradicin " XXXIX: La gran parodia o la espiritualidad al revs " XL: El fin de un mundo

    LE RGNE DE LA QUANTIT ET LES SIGNES DES TEMPS, Gallimard, Pars, 1945,1946, 1950, 1970, 1972, 1986, 1989, 1995. Colecciones Tradition (384 pgs.) e Ides(276 pgs.). Formado por 40 captulos (nmero peniitencial).

    Traducciones al espaol: El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, Paids,Barcelona, 1997 (trad. de Ramn Garca y revisin de Agustn Lpez). Anteriorestraducciones: Ayuso, Madrid, 1976 (trad. de Ramn Garca). CS, Buenos Aires, 1995 (415pp., traduccin muy deficiente esta ltima).

    Traduccin al italiano: II Regno della Quantit e i Segni dei Tempi, Adelphi, Miln, 1982,1989, 2009 (trad. de Tullio Masera y Pietro Nutrizio, 270 pginas). Studi Tradizionali, Turn,1969.

    5

  • Traducciones al ingls: The Reign of Quantity and the Signs of the Times, Luzac, Londres,1953, 1964. Penguin Books, Baltimore, 1972, 1983, 1985 (traduccin de LordNorthbourne). Sophia Perennis, Ghent (Nueva York), 2001 (rstica), 2004 (tela) (trad. deLord Northbourne). Suhail Academie (Pakistn).

    Traducciones al portugus: O Reino da Quantidade e os Sinais dos Tempos. IRGET, SaoPaulo (14 x 21 cm. 280 pgs.). O Reino da Quantidade e os Sinais do Tempo, DomQuixote, col. Tradiao, Lisboa, 1989.

    Traduccin al turco: Niceligin Egemenligi ve agin Alametleri, Iz Yayincilik, Estambul, 1990(352 pgs., 13.5 x 19.5 cm).

    Traduccin al rumano: Domnia cantitatii si semnele vremurilor, Editura Humanitas,Bucarest, 1995, 2008 (trad. de Florin Mihaescu y Dan Stanca).

    Traducciones al hngaro: A mennyisg uralma s az idok jelei, Szigeti, Budapest, 1992(traduccin de Buji Ferenc).

    Traduccin al ruso: .

    Traduccin al persa: Universidad de Tehern, 1982.

    Traduccin al tibetano: Marco Pallis public una traduccin-adaptacin de La Crise duMonde moderne y de Le Rgne de la Quantit con el ttulo El Kali-Yuga y sus peligros.

    Traduccin al griego: .

    LA PRESENTE TRADUCCIN LO ES DE LA EDICIN FRANCESA DE 1986TRADUCCIN DE J. ALEXANDER.

    Este texto digital es de DOMINIO PBLICO en Argentina por cumplirse ms de 30 aosde la muerte de su autor (Ley 11.723 de Propiedad Intelectual). Sin embargo, no todas lasleyes de Propiedad Intelectual son iguales en los diferentes pases del mundo.Infrmesede la situacin de su pas antes de la distribucin pblica de este texto.

    6

  • PREFACIO

    Desde que escribimos La Crise du Monde moderne*, los acontecimientos hanconfirmado completamente, y sobre todo muy rpidamente, todas las precisiones queexponamos por entonces sobre este tema, aunque, por lo dems, lo hayamos tratadofuera de toda preocupacin de actualidad inmediata, as como de toda intencin decrtica vana y estril. Ni que decir tiene, en efecto, que las consideraciones de este ordenno valen para nosotros sino en tanto que representan una aplicacin de los principios aalgunas circunstancias particulares; y, destaqumoslo de pasada, si aquellos que hanjuzgado ms justamente los errores y las insuficiencias propias a la mentalidad de nuestrapoca se han quedado generalmente en una actitud completamente negativa o no hansalido de sta ms que para proponer remedios casi insignificantes y muy incapaces defrenar el desorden creciente en todos los dominios, es porque el conocimiento de losverdaderos principios les faltaba tanto como a los que se obstinaban al contrario enadmirar el pretendido progreso y en ilusionarse sobre su conclusin fatal.

    Por lo dems, incluso desde un punto de vista puramente desinteresado y terico, nobasta denunciar errores y hacerlos aparecer tales cuales son realmente en s mismos; portil que eso pueda ser, es todava ms interesante y ms instructivo explicarlos, es decir,buscar cmo y por qu se han producido, ya que todo lo que existe de la manera que sea,incluso el error, tiene necesariamente su razn de ser, y el desorden mismo debefinalmente encontrar su lugar entre los elementos del orden universal. As, si el mundomoderno, considerado en s mismo, constituye una anomala e incluso una suerte demonstruosidad, no por ello es menos cierto que, situado en el conjunto del ciclo histricodel que forma parte, corresponde exactamente a las condiciones de una fase determinadade este ciclo, la que la tradicin hind designa como el periodo extremo del Kali-Yuga; sonestas condiciones, que resultan de la marcha misma de la manifestacin cclica, las quehan determinado sus caracteres propios, y se puede decir, a este respecto, que la pocaactual no poda ser otra que la que es efectivamente. Solamente, entindase bien que,para ver el desorden como un elemento del orden, o para reducir el error a la visinparcial y deformada de alguna verdad, es menester elevarse por encima del nivel de lascontingencias a cuyo dominio pertenecen ese desorden y ese error como tales; y, delmismo modo, para aprehender la verdadera significacin del mundo moderno conforme alas leyes cclicas que rigen el desarrollo de la presente humanidad terrestre, es menesterestar enteramente liberado de la mentalidad que le caracteriza especialmente y no estarafectado por ella en ningn grado; eso es incluso tanto ms evidente cuanto que estamentalidad implica forzosamente, y en cierto modo por definicin, una total ignorancia delas leyes de que se trata, as como de todas las dems verdades que, al derivar ms omenos directamente de los principios transcendentes, forman parte esencialmente de eseconocimiento tradicional del que todas las concepciones propiamente modernas no son,consciente o inconscientemente, ms que la negacin pura y simple.

    Nos habamos propuesto desde hace mucho tiempo dar a La Crise du Mondemoderne una continuacin de una naturaleza ms estrictamente doctrinal, a fin demostrar precisamente algunos aspectos de esa explicacin de la poca actual segn elpunto de vista tradicional al cual pretendemos atenernos siempre exclusivamente, y que,por otro lado, por las razones mismas que acabamos de indicar, es aqu, no slo el nicovlido, sino incluso, podramos decir, el nico posible, puesto que, fuera de l, talexplicacin no podra considerarse siquiera. Circunstancias diversas nos han obligado aaplazar hasta ahora la realizacin de este proyecto, pero eso importa poco para quienest seguro de que todo lo que debe llegar llega necesariamente a su tiempo, y eso, muyfrecuentemente, por medios imprevistos y completamente independientes de nuestravoluntad; la prisa febril que nuestros contemporneos aportan a todo lo que hacen nadapuede contra ello, y no podra producir ms que agitacin y desorden, es decir, efectoscompletamente negativos; pero, seran todava modernos si fueran capaces decomprender la ventaja que hay en seguir las indicaciones dadas por las circunstancias,

    * Nota del traductor: La Crisis del Mundo moderno. Publicado por vez primera en 1927 (La Crisis del Mundomoderno, Paids, Barcelona, 2001).

    7

  • que, muy lejos de ser fortuitas como imagina su ignorancia, no son en el fondo ms queexpresiones ms o menos particularizadas del orden general, humano y csmico a la vez,en el que debemos integrarnos voluntaria o involuntariamente?

    Entre los rasgos caractersticos de la mentalidad moderna, tomaremos aqu primero,como punto central de nuestro estudio, la tendencia a reducirlo todo nicamente al puntode vista cuantitativo, tendencia muy marcada en las concepciones cientficas de estosltimos siglos, y que, por lo dems, se destaca tambin claramente en otros dominios,concretamente en el de la organizacin social, de suerte que, salvo una restriccin cuyanaturaleza y cuya necesidad aparecern despus, nuestra poca casi se podra definircomo siendo esencialmente y ante todo el reino de la cantidad. Por lo dems, siescogemos as este carcter preferentemente a cualquier otro, no es nicamente, nitampoco principalmente, porque es uno de los ms visibles y de los menos contestables;es sobre todo porque se presenta a nosotros como verdaderamente fundamental, por elhecho de que esta reduccin a lo cuantitativo traduce rigurosamente las condiciones de lafase cclica a la que la humanidad ha llegado en los tiempos modernos, y porque latendencia de que se trata no es otra, en definitiva, que la que conduce lgicamente altrmino mismo del descenso que se efecta, con una velocidad siempre acelerada,desde el comienzo al fin de un Manvantara, es decir, durante toda la duracin demanifestacin de una humanidad tal como la nuestra. Como ya hemos tenidofrecuentemente ocasin de decirlo, este descenso no es en suma ms que elalejamiento gradual del principio, necesariamente inherente a todo proceso demanifestacin; en nuestro mundo, y en razn de las condiciones especiales de existenciaa las que est sometido, el punto ms bajo reviste el aspecto de la cantidad pura,desprovista de toda distincin cualitativa; por otro lado, ni que decir tiene que eso no espropiamente ms que un lmite, y, por tanto, de hecho, no podemos hablar ms que detendencia, ya que, en el recorrido mismo del ciclo, el lmite no puede alcanzarse nunca,y, en cierto modo, est fuera y por debajo de toda existencia realizada e incluso realizable.

    Ahora, lo que importa notar muy particularmente y desde el comienzo, tanto para evitartodo equvoco como para darse cuenta de lo que puede dar lugar a algunas ilusiones, esque, en virtud de la ley de la analoga, el punto ms bajo es como un reflejo oscuro o unaimagen invertida del punto ms alto, de donde resulta esta consecuencia, paradjica enapariencia solamente, de que la ausencia ms completa de todo principio implica unasuerte de caricatura del principio mismo, lo que algunos han expresado, bajo una formateolgica, diciendo que Satn es el mono de Dios. Esta precisin puede ayudarenormemente a comprender algunos de los enigmas ms sombros del mundo moderno,enigmas que, por lo dems, l mismo niega porque no sabe percibirlos, aunque los llevaen s, y porque esta negacin es una condicin indispensable para el mantenimiento de lamentalidad especial por la cual existe: si nuestros contemporneos, en su conjunto,pudieran ver lo que les dirige y hacia lo que tienden realmente, el mundo moderno cesarade existir inmediatamente como tal, ya que el enderezamiento al que hemos hechoalusin frecuentemente no podra dejar de operarse por eso mismo; pero, como esteenderezamiento supone por otra parte la llegada al punto de detencin donde eldescenso se cumple enteramente y donde la rueda cesa de girar, al menos por elinstante que marca el paso de un ciclo a otro, es menester concluir de ello que, hasta queese punto de detencin se alcance efectivamente, estas cosas no podrn sercomprendidas por la generalidad, sino slo por el pequeo nmero de los que estarndestinados a preparar, en una u otra medida, los grmenes del ciclo futuro. Apenas haynecesidad de decir que, en todo lo que exponemos, es a stos ltimos a quienes siemprehemos pretendido dirigirnos exclusivamente, sin preocuparnos de la inevitableincomprehensin de los dems; es verdad que esos otros son y deben ser, por un ciertotiempo todava, la inmensa mayora, pero, precisamente, es slo en el reino de lacantidad donde la opinin de la mayora puede pretender ser tomada en consideracin.

    Sea como fuere, queremos sobre todo, por el momento y en primer lugar, aplicar laanterior precisin en un dominio ms restringido que el que acabamos de mencionar: aeste respecto, ella debe servir para impedir toda confusin entre el punto de vista de laciencia tradicional y el de la ciencia profana, aunque algunas similitudes exteriorespodran parecer prestarse a ello; estas similitudes, en efecto, no provienenfrecuentemente ms que de correspondencias invertidas, donde, mientras que la cienciatradicional considera esencialmente el trmino superior y no concede un valor relativo al

    8

  • trmino inferior ms que en razn de su correspondencia misma con ese trmino superior,la ciencia profana, al contrario, no tiene en mente ms que el trmino inferior e, incapazde rebasar el dominio al cual se refiere, pretende reducir a ste toda realidad. As, paratomar un ejemplo que se refiere directamente a nuestro tema, los nmeros pitagricos,considerados como los principios de las cosas, no son de ninguna manera los nmeros talcomo los entienden los modernos, matemticos o fsicos, como tampoco la inmutabilidadprincipial** es la inmovilidad de una piedra, o como la verdadera unidad no es launiformidad de los seres desprovistos de todas las cualidades propias; y sin embargo,porque se trata de nmeros en los dos casos, los partidarios de una cienciaexclusivamente cuantitativa no se han privado de querer contar a los Pitagricos entresus predecesores! Aadiremos solamente, para no anticipar demasiado sobre losdesarrollos que van a seguir, que eso muestra tambin que, como ya lo hemos dicho enotra parte, las ciencias profanas de las que el mundo moderno est tan orgulloso no sonrealmente ms que residuos degenerados de las antiguas ciencias tradicionales, como,por lo dems, la cantidad misma, a la que se esfuerzan en reducirlo todo, no es, por asdecir, desde el punto de vista en que esas ciencias la consideran, ms que el residuo deuna existencia vaciada de todo lo que constitua su esencia; y es as como esaspretendidas ciencias, al dejar escapar o incluso eliminar deliberadamente todo lo que esverdaderamente esencial, se revelan en definitiva incapaces de proporcionar laexplicacin real de nada.

    Del mismo modo que la ciencia tradicional de los nmeros es algo muy diferente de laaritmtica profana de los modernos, incluso agregando a sta todas las extensionesalgebraicas u otras de las que es susceptible, del mismo modo tambin hay unageometra sagrada, no menos profundamente diferente de la ciencia escolar que sedesigna hoy da por este mismo nombre de geometra. No tenemos necesidad de insistirlargamente sobre esto, ya que todos los que han ledo nuestras precedentes obras sabenque hemos expuesto en ellas, y concretamente en Le Symbolisme de la Croix, muchasconsideraciones que dependen de esta geometra simblica de que se trata, y han podidodarse cuenta hasta qu punto se presta a la representacin de las realidades de ordensuperior, al menos en toda la medida en que stas son susceptibles de ser representadasen modo sensible; y, por lo dems, en el fondo, no son las formas geomtricasnecesariamente la base misma de todo simbolismo figurado o grfico, desde el de loscaracteres alfabticos y numricos de todas las lenguas hasta el de los yantras iniciticosms complejos y ms extraos en apariencia? Es fcil comprender que este simbolismopueda dar lugar a una multiplicidad indefinida de aplicaciones; pero, al mismo tiempo, sedebe ver muy fcilmente tambin que tal geometra, muy lejos de no referirse ms que ala pura cantidad, es al contrario esencialmente cualitativa; y diremos otro tanto de laverdadera ciencia de los nmeros, ya que los nmeros principiales, aunque debanllamarse as por analoga, estn por as decir, con relacin a nuestro mundo, en el poloopuesto de aqul donde se sitan los nmeros de la aritmtica vulgar, los nicos queconocen los modernos y sobre los cuales llevan exclusivamente su atencin, tomando asla sombra por la realidad misma, como los prisioneros de la caverna de Platn.

    En el presente estudio, nos esforzaremos en mostrar ms completamente todava, yde una manera ms general, cul es la verdadera naturaleza de esas cienciastradicionales, y tambin, por eso mismo, qu abismo las separa de las ciencias profanasque son como una caricatura o una parodia de ellas, lo que permitir medir la decadenciasufrida por la mentalidad humana con el paso de las unas a las otras pero tambin ver,por la situacin respectiva de sus objetos, cmo esta decadencia sigue estrictamente lamarcha descendente del ciclo mismo recorrido por nuestra humanidad. Bien entendido,estas cuestiones son todava de aquellas que no se puede pretender nunca tratarcompletamente, ya que, por su naturaleza, son verdaderamente inagotables; pero almenos trataremos de decir lo suficiente de ellas como para que cada uno pueda sacar asu respecto las conclusiones que se imponen en lo que concierne a la determinacin delmomento csmico al que corresponde la poca actual. Si hay en esto consideracionesque algunos encontrarn quizs obscuras a pesar de todo, es nicamente porque estndemasiado alejadas de sus hbitos mentales, porque son demasiado extraas a todo lo

    ** Nota del traductor: Se ha traducido como principial el termino francs principielle, aludiendo a losprincipios universales, a diferencia de principal (principal, tambin en francs).

    9

  • que les ha sido inculcado por la educacin que han recibido y por el medio en el queviven; en eso no podemos nada, ya que hay cosas para las cuales un modo de expresinpropiamente simblico es el nico posible, y que, por consiguiente, jams serncomprendidas por aquellos para quienes el simbolismo es letra muerta. Por lo dems,recordaremos que este modo de expresin es el vehculo indispensable de todaenseanza de orden inicitico; pero, sin hablar siquiera del mundo profano cuyaincomprehensin es evidente y en cierto modo natural, basta con echar un vistazo sobrelos vestigios de iniciacin que subsisten todava en Occidente para ver lo que algunos, afalta de cualificacin intelectual, hacen de los smbolos que se proponen a sumeditacin, y para estar bien seguros de que aquellos, sean cuales sean los ttulos de queestn revestidos y sean cuales sean los grados iniciticos que hayan recibidovirtualmente, no llegarn nunca a penetrar el verdadero sentido del menor fragmento dela geometra misteriosa de los Grandes Arquitectos de Oriente y de Occidente!

    Puesto que acabamos de hacer alusin a Occidente, se impone todava una precisin:cualquiera que sea la extensin que haya tomado, sobre todo en stos ltimos aos, elestado de espritu que llamamos especficamente moderno, y cualquiera que sea eldominio que ejerce cada vez ms, exteriormente al menos, sobre el mundo entero, esteestado de espritu no por ello permanece menos puramente occidental por su origen:efectivamente, es en Occidente donde ha tenido nacimiento y donde ha tenido muchotiempo su dominio exclusivo, y, en Oriente, su influencia no ser nunca otra cosa que unaoccidentalizacin. Por lejos que pueda ir esta influencia en la sucesin de losacontecimientos que se desarrollarn todava, nunca se podr pretender pues oponerla alo que hemos dicho de la diferencia del espritu oriental y del espritu occidental, que, paranosotros, es en suma la misma cosa que la del espritu tradicional y del espritu moderno,ya que es muy evidente que, en la medida en que un hombre se occidentaliza,cualesquiera que sean su raza y su pas, cesa por eso mismo de ser un oriental espirituale intelectualmente, es decir, desde el nico punto de vista que nos importa en realidad. Eneso no se trata de una simple cuestin de geografa, a menos que se la entienda demodo muy diferente a los modernos, ya que hay tambin una geografa simblica; y, aeste propsito, la actual preponderancia de Occidente presenta adems unacorrespondencia muy significativa con el fin de un ciclo, puesto que el Occidente esprecisamente el punto donde se pone el sol, es decir, donde llega a la extremidad de sucurso diurno, y donde, segn el simbolismo chino, el fruto maduro cae al pie del rbol.En cuanto a los medios por los que el Occidente ha llegado a establecer esta dominacinde la que la modernizacin de una parte ms o menos considerable de los orientales noes ms que la ltima y la ms penosa consecuencia, bastar dirigirse a lo que de ellohemos dicho en otras obras para convencerse de que no se basan en definitiva ms quesobre la fuerza material, lo que equivale a decir, en otros trminos, que la dominacinoccidental misma no es todava ms que una expresin del reino de la cantidad.

    As, desde cualquier lado que se consideren las cosas, uno se ve siempre llevado alas mismas consideraciones y las ve verificarse constantemente en todas las aplicacionesque es posible hacer de ellas; por lo dems, nada hay ah que deba sorprender, ya que laverdad es necesariamente coherente, lo que, bien entendido, no quiere decir de ningunamanera que sea sistemtica, contrariamente a lo que podran suponer de muy buenagana los filsofos y los sabios profanos, encerrados como estn en concepcionesestrechamente limitadas, que son aquellas a las cuales el nombre de sistemas convienepropiamente, y que, en el fondo, no traducen ms que la insuficiencia de las mentalidadesindividuales libradas a s mismas, aunque esas mentalidades sean las que se haconvenido en llamar hombres de genio, de quienes todas las especulaciones msalabadas no valen ciertamente el conocimiento de la menor verdad tradicional. Sobre estotambin, nos hemos explicado suficientemente cuando hemos tenido que denunciar losdesmanes del individualismo, que es tambin una de las caractersticas del espritumoderno; pero agregaremos aqu que la falsa unidad del individuo a quien se concibecomo formando por s mismo un todo completo corresponde, en el orden humano, a loque es la del pretendido tomo en el orden csmico: el uno y el otro no son ms queelementos que se consideran como simples desde un punto de vista completamentecuantitativo, y que, como tales, se les supone susceptibles de una suerte de repeticinindefinida que no es propiamente ms que una imposibilidad, puesto que esesencialmente incompatible con la naturaleza misma de las cosas; de hecho, esta

    10

  • repeticin indefinida no es otra cosa que la multiplicidad pura, hacia la cual tiende elmundo actual con todas sus fuerzas, sin que, no obstante, pueda llegar nunca a perderseenteramente en ella, puesto que esta multiplicidad est a un nivel inferior a toda existenciamanifestada, y puesto que representa el extremo opuesto de la unidad principial. As pues,es menester ver el movimiento de descenso cclico como efectundose entre estos dospolos, partiendo de la unidad, o ms bien del punto que est ms prximo de la unidad enel dominio de la manifestacin, relativamente al estado de existencia que se considere, ytendiendo cada vez ms hacia la multiplicidad, queremos decir la multiplicidadconsiderada analticamente y sin ser referida a ningn principio, ya que no hace falta decirque, en el orden principial, toda multiplicidad est comprendida sintticamente en launidad misma. En cierto sentido, puede parecer que haya multiplicidad en los dos puntosextremos, del mismo modo que, segn lo que acabamos de decir, hay tambincorrelativamente, la unidad de un lado y las unidades del otro; pero la nocin de laanaloga inversa se aplica tambin estrictamente aqu, y, mientras que la multiplicidadprincipial est contenida en la verdadera unidad metafsica, las unidades aritmticas ocuantitativas estn contenidas al contrario en la otra multiplicidad, la de abajo; y, lodestacamos incidentalmente, el solo hecho de poder hablar de unidades en plural, nomuestra suficientemente cun lejos est de la verdadera unidad lo que se considera as?Por definicin, la multiplicidad de abajo es puramente cuantitativa, y se podra decir queella es la cantidad misma, separada de toda cualidad; por el contrario, la multiplicidad dearriba, o lo que llamamos as analgicamente, es en realidad una multiplicidad cualitativa,es decir, el conjunto de las cualidades o de los atributos, que constituyen la esencia de losseres y de las cosas. As pues, se puede decir tambin que el descenso del que hemoshablado se efecta desde la cualidad pura hasta la cantidad pura, donde, por lo dems, launa y la otra son lmites exteriores a la manifestacin, una ms all y la otra ms ac,porque son, con relacin a las condiciones especiales de nuestro mundo o de nuestroestado de existencia, una expresin de los dos principios universales que hemosdesignado en otra parte respectivamente como esencia y substancia, y que son los dospolos entre los que se produce toda manifestacin; y ste es el punto que vamos a tenerque explicar ms completamente en primer lugar, ya que es as sobre todo como sepodrn comprender mejor las otras consideraciones que tendremos que desarrollar en lacontinuacin de este estudio.

    11

  • 12

  • Captulo I: CUALIDAD Y CANTIDAD

    La cualidad y la cantidad se consideran bastante generalmente como dos trminoscomplementarios, aunque sin duda se est frecuentemente lejos de comprender la raznprofunda de esta relacin; esta razn reside en la correspondencia que hemos indicadoen ltimo lugar en lo que precede. As pues, es menester partir aqu de la primera detodas las dualidades csmicas, de la que est al principio mismo de la existencia o de lamanifestacin universal, y sin la cual ninguna manifestacin sera posible, bajo cualquiermodo que sea; esta dualidad es la de Purusha y Prakriti segn la doctrina hind, o, paraemplear otra terminologa, la de la esencia y la substancia. stas deben considerarsecomo principios universales, puesto que son los dos polos de toda manifestacin; pero, aotro nivel, o ms bien a otros niveles mltiples, como los dominios ms o menosparticularizados que se pueden considerar en el interior de la existencia universal, sepueden emplear tambin analgicamente stos mismos trminos en un sentido relativo,para designar lo que corresponde a stos principios o lo que los representa msdirectamente con relacin a un determinado modo ms o menos restringido de lamanifestacin. Es as como se podr hablar de esencia y de substancia, ya sea para unmundo, es decir, para un estado de existencia determinado por algunas condicionesespeciales, ya sea para un ser considerado en particular, o incluso para cada uno de losestados de este ser, es decir, para su manifestacin en cada uno de los grados de laexistencia; en este ltimo caso, la esencia y la substancia son naturalmente lacorrespondencia microcsmica de lo que ellas son, desde el punto de vistamacrocsmico, para el mundo en el que se sita esta manifestacin, o, en otros trminos,no son ms que particularizaciones de los mismos principios relativos, que, ellos mismos,son las determinaciones de la esencia y de la substancia universales con relacin a lascondiciones del mundo de que se trata.

    Entendidas en este sentido relativo, y sobre todo con relacin a los seres particulares,la esencia y la substancia son en suma la misma cosa que lo que los filsofosescolsticos han llamado forma y materia; pero preferimos evitar el empleo de stosltimos trminos, que, a consecuencia sin duda de una imperfeccin de la lengua latina aeste respecto, no traducen sino muy inexactamente las ideas que deben expresar1, y quehan devenido todava mucho ms equvocas en razn del sentido completamentediferente que las mismas palabras han recibido comnmente en el lenguaje moderno. Seacomo sea, decir que todo ser manifestado es un compuesto de forma y de materiaequivale a decir que su existencia procede necesariamente a la vez de la esencia y de lasubstancia, y, por consiguiente, que hay en l algo que corresponde a cada uno de stosdos principios, de tal suerte que l es como una resultante de su unin, o, para hablar msprecisamente, de la accin ejercida por el principio activo o la esencia sobre el principiopasivo o la substancia; y, en la aplicacin que se hace de ellos ms especialmente en elcaso de los seres individuales, esta forma y esta materia que los constituyen sonrespectivamente idnticas a lo que la tradicin hind designa como nma y rpa. Ya queestamos sealando estas concordancias entre diferentes terminologas, que pueden tenerla ventaja de permitir a algunos transponer nuestras explicaciones a un lenguaje al queestn ms habituados, y por consiguiente comprenderlas ms fcilmente, agregaremostambin que lo que se llama acto y potencia, en el sentido aristotlico, correspondeigualmente a la esencia y a la substancia; por lo dems, stos dos trminos sonsusceptibles de una aplicacin ms extensa que los de forma y de materia; pero, en elfondo, decir que hay en todo ser una mezcla de acto y de potencia equivale tambin a lomismo, ya que el acto es en l aquello por lo que participa en la esencia, y la potenciaaquello por lo que participa en la substancia; el acto puro y la potencia pura no podranencontrarse en parte ninguna en la manifestacin, puesto que, en definitiva, son losequivalentes de la esencia y de la substancia universales.

    1 Estas palabras traducen de una manera bastante poco afortunada los trminos griegos e, empleados en el mismo sentido por Aristteles, y sobre los cuales tendremos que volverdespus.

    13

  • Bien comprendido eso, podemos hablar de la esencia y de la substancia de nuestromundo, es decir del que es el dominio del ser individual humano, y diremos que, conformea las condiciones que definen propiamente este mundo, estos dos principios aparecen enl respectivamente bajo los aspectos de la cualidad y de la cantidad. Eso puede yaparecer evidente en lo que concierne a la cualidad, puesto que la esencia es en suma lasntesis principial de todos los atributos que pertenecen a un ser y que hacen que este sersea lo que es, y puesto que atributos o cualidades son en el fondo sinnimos; y se puededestacar que la cualidad, considerada as como el contenido de la esencia, si espermisible expresarse as, no est restringida exclusivamente a nuestro mundo, sino quees susceptible de una transposicin que universaliza su significacin, lo que, por otraparte, no tiene nada de sorprendente desde que ella representa aqu el principio superior;pero, en tal universalizacin, la cualidad cesa de ser el correlativo de la cantidad, ya questa, por el contrario, est estrictamente ligada a las condiciones especiales de nuestromundo; por lo dems, desde el punto de vista teolgico, no se refiere de algn modo lacualidad a Dios mismo al hablar de sus atributos, mientras que sera manifiestamenteinconcebible pretender transportar del mismo modo a l unas determinacionescuantitativas cualesquiera?2 Quizs se podra objetar a eso que Aristteles coloca lacualidad, as como la cantidad, entre las categoras, que no son ms que modosespeciales del ser y que no le son coextensivas; pero es que entonces no efecta latransposicin de que acabamos de hablar, y es que, por otra parte, no tiene que hacerlo,puesto que la enumeracin de las categoras no se refiere ms que a nuestro mundo y asus condiciones, de suerte que la cualidad no puede y no debe tomarse realmente en lms que en el sentido, ms inmediato para nosotros en nuestro estado individual, en elque ella se presenta, as como lo hemos dicho desde el comienzo, como un correlativo dela cantidad.

    Por otra parte, es interesante destacar que la forma de los escolsticos es lo queAristteles llama , y que esta ltima palabra se emplea igualmente para designar laespecie, la cual es propiamente una naturaleza o una esencia comn a una multitudindefinida de individuos; ahora bien, esta naturaleza es de orden puramente cualitativo, yaque es verdaderamente innumerable, en el sentido estricto de esta palabra, es decir,independiente de la cantidad, puesto que es indivisible y est toda entera en cada uno delos individuos que pertenecen a esa especie, de tal suerte que no es afectada omodificada de ninguna manera por el nmero de stos, y que tampoco es susceptible dems o de menos. Adems, es etimolgicamente la idea, no en el sentidopsicolgico de los modernos, sino en un sentido ontolgico ms prximo al de Platn de loque se piensa ordinariamente, ya que, cualesquiera que sean las diferencias que existenrealmente a este respecto entre la concepcin de Platn y la de Aristteles, estasdiferencias, como ocurre frecuentemente, han sido enormemente exageradas por susdiscpulos y sus comentadores. Las ideas platnicas son tambin esencias; Platnmuestra sobre todo su aspecto trascendente y Aristteles su aspecto inmanente, lo que nose excluye forzosamente, digan lo que digan de ello los espritus sistemticos, sino quese refiere slo a niveles diferentes; en todo caso, en eso se trata siempre de losarquetipos o de los principios esenciales de las cosas, que representan lo que se podrallamar el lado cualitativo de la manifestacin. Adems, stas mismas ideas platnicas son,bajo otro nombre, y por una filiacin directa, la misma cosa que los nmeros pitagricos; yello muestra bien que esos mismos nmeros pitagricos, as como ya lo hemos indicadoprecedentemente, aunque se les llama nmeros analgicamente, no son en modo algunolos nmeros en el sentido cuantitativo y ordinario de esta palabra, sino que, antes alcontrario, son puramente cualitativos, y corresponden inversamente, del lado de laesencia, a lo que son los nmeros cuantitativos del lado de la substancia.3

    Por el contrario, cuando Santo Toms de Aquino dice que numerus stat ex partemateri, es efectivamente del nmero cuantitativo de lo que se trata, y con eso afirma

    2 Se puede hablar de Brahma saguna o cualificado, pero no se podra hablar de ninguna manerade Brahm cuantificado.

    3 Se puede destacar tambin que el nombre de un ser, en tanto que expresin de su esencia, espropiamente un nmero, entendido en este mismo sentido cualitativo; y esto establece un lazoestrecho entre la concepcin de los nmeros pitagricos, y por consiguiente la de las ideasplatnicas, y el empleo del trmino snscrito nma para designar el lado esencial de un ser.

    14

  • precisamente que la cantidad tiende inmediatamente al lado substancial de lamanifestacin; decimos substancial, ya que materia, en el sentido escolstico, no es lamateria tal como la entienden los fsicos modernos, sino la substancia, ya sea en suacepcin relativa cuando es puesta en correlacin con forma y referida a los seresparticulares, ya sea tambin, cuando se trata de materia prima, como el principio pasivode la manifestacin universal, es decir, la potencialidad pura, que es el equivalente dePrakriti en la doctrina hind. No obstante, desde que se trata de materia, en cualquiersentido que se quiera entender, todo deviene particularmente oscuro y confuso, y sin dudano sin razn4; as, mientras que hemos podido mostrar suficientemente la relacin de lacualidad con la esencia sin entrar en largos desarrollos, deberemos extendernos mssobre lo que concierne a la relacin de la cantidad con la substancia, ya que nos esmenester primero llegar a elucidar los diferentes aspectos bajo los cuales se presenta loque los occidentales han llamado materia, incluso antes de la desviacin moderna dondeesta palabra estaba destinada a desempear un papel tan grande; y, por lo dems, eso estanto ms necesario cuanto que esta cuestin se encuentra en cierto modo en la razmisma del tema principal de nuestro estudio.

    4

    A propsito de la esencia y de la substancia, sealamos tambin que los escolsticos traducenfrecuentemente por substantia el trmino griego , que, al contrario, es propia y literalmenteesencia, lo que contribuye no poco a aumentar la confusin del lenguaje; de ah expresionescomo la de forma substancial por ejemplo, que se aplica muy mal a lo que constituye en realidadel lado esencial de un ser, y no su lado substancial.

    15

  • 16

  • Captulo II: MATERIA SIGNATA QUANTITATE

    De una manera general, los escolsticos llaman materia a lo que Aristteles haballamado ; esta materia, como ya lo hemos dicho, no debe ser identificada de ningunamanera a la materia de los modernos, cuya nocin compleja, y contradictoria incluso enalgunos aspectos, parece haber sido tan extraa a los antiguos de Occidente como lo es alos orientales; incluso si se admitiera que pueda devenir esta materia en algunos casosparticulares, o ms bien, para hablar ms exactamente, que se pueda hacer entrar en ellaa destiempo esta concepcin ms reciente, ella es tambin muchas otras cosas al mismotiempo, y son esas cosas diversas las que nos es menester tener buen cuidado dedistinguir primero; pero, para designarlas a todas juntas por una denominacin comncomo las de y de materia, no tenemos a nuestra disposicin, en las lenguasoccidentales actuales, un trmino mejor que el de substancia. Ante todo, la , en tantoque principio universal, es la potencia pura, donde no hay nada de distinguido ni deactualizado, y que constituye el soporte pasivo de toda manifestacin; as pues, eneste sentido, es Prakriti o la substancia universal, y todo lo que hemos dicho en otra partesobre sta se aplica igualmente a la entendida as5. En cuanto a la substancia tomadaen un sentido relativo, como lo que representa analgicamente el principio substancial ydesempea su papel con relacin a un determinado orden de existencia ms o menosestrechamente delimitado, es ella tambin la que es llamada secundariamente ,concretamente en la correlacin de este trmino con para designar las dos carasesencial y substancial de las existencias particulares.

    Los escolsticos, segn Aristteles, distinguen stos dos sentidos al hablar de materiaprima y de materia secunda; as pues, podemos decir que su materia prima es lasubstancia universal, y que su materia secunda es la substancia en el sentido relativo;pero como, desde que se entra en lo relativo, los trminos devienen susceptibles deaplicaciones mltiples en grados diferentes, ocurre que lo que es materia en un niveldeterminado puede devenir forma en otro nivel, e inversamente, segn la jerarqua de losgrados ms o menos particularizados que se consideren en la existencia manifestada. Entodos los casos, una materia secunda, aunque constituye el lado potencial de un mundo ode un ser, no es nunca potencia pura; no hay otra potencia pura que la substanciauniversal, que no se sita slo debajo de nuestro mundo (substantia, de sub stare, esliteralmente lo que est debajo, lo que traducen tambin las ideas de soporte y desubstratum), sino debajo del conjunto de todos los mundos o de todos los estados queestn comprendidos en la manifestacin universal. Agregamos que, por eso mismo que noes ms que potencialidad absolutamente indistinguida e indiferenciada, la substanciauniversal es el nico principio que puede llamarse propiamente ininteligible, no porqueseamos incapaces de conocerla, sino porque no hay efectivamente nada que conocer enella; en cuanto a las substancias relativas, en tanto que participan de la potencialidad dela substancia universal, participan tambin de su ininteligibilidad en una medidacorrespondiente. As pues, no es del lado substancial donde es menester buscar laexplicacin de las cosas, sino, al contrario, del lado esencial, lo que se podra traducir entrminos de simbolismo espacial diciendo que toda explicacin debe proceder de arribahacia abajo y no de abajo hacia arriba; y esta precisin es particularmente importante paranosotros, ya que da inmediatamente la razn por la que la ciencia moderna est enrealidad desprovista de todo valor explicativo.

    Antes de ir ms lejos, debemos notar en seguida que la materia de los fsicos nopuede ser en todo caso ms que una materia secunda, puesto que la suponen dotada dealgunas propiedades, sobre las que, por otro lado, no concuerdan enteramente, de suerteque no hay en ella ms que potencialidad e indistincin; por lo dems, como sus

    5 Hacemos observar que el sentido primero de la palabra se refiere al principio vegetativo; eneso hay una alusin a la raz (en snscrito mla, trmino aplicado a Prakriti) a partir de la cual sedesarrolla la manifestacin; y tambin se puede ver ah cierta relacin con lo que la tradicin hindllama la naturaleza asrica del vegetal, que se sumerge efectivamente por sus races en lo queconstituye el soporte oscuro de nuestro mundo; la substancia es en cierto modo el polo tenebrosode la existencia, as como se ver mejor todava en lo que sigue.

    17

  • concepciones no se refieren ms que al mundo sensible slo, y no van ms all de l, nosabran qu hacer con la consideracin de la materia prima. No obstante, por una extraaconfusin, hablan a cada instante de materia inerte, sin darse cuenta que, si fueraverdaderamente inerte, estara desprovista de toda propiedad y no se manifestara deninguna manera, de suerte que no sera absolutamente nada de lo que sus sentidospueden percibir, mientras que al contrario ellos declaran materia a todo lo que cae bajosus sentidos; en realidad, la inercia solamente puede convenir a la materia prima, porqueella es sinnimo de pasividad o de potencialidad pura. Hablar de propiedades de lamateria y afirmar al mismo tiempo que la materia es inerte, es una contradiccininsoluble; y, curiosa irona de las cosas, el cientificismo moderno, que tiene la pretensinde eliminar todo misterio, apela, en sus vanas tentativas de explicacin, a lo que hay dems misterioso en el sentido vulgar de esta palabra, es decir, de ms oscuro y de menosinteligible!

    Uno puede preguntarse ahora si, dejando a un lado la pretendida inercia de lamateria, que no es en el fondo ms que una absurdidad, esta misma materia, dotada decualidades ms o menos bien definidas que la haran susceptible de manifestarse anuestros sentidos, es la misma cosa que la materia secunda de nuestro mundo tal comola entienden los escolsticos. Ya se puede sospechar que tal asimilacin sera inexacta sise precisa slo que, para desempear con relacin a nuestro mundo un papel anlogo alde la materia prima o de la substancia universal con relacin a toda manifestacin, lamateria secunda de que se trata no debe estar manifestada de ninguna manera en estemundo mismo, sino que slo debe servir de soporte o de raz a lo que se manifiesta enl, y que, por consiguiente, las cualidades sensibles no pueden serle inherentes, sino queproceden al contrario de formas recibidas en ella, lo que equivale a decir tambin quetodo lo que es cualidad debe ser referido en definitiva a la esencia. As pues, se veaparecer aqu una nueva confusin: los fsicos modernos, en su esfuerzo por reducir lacualidad a la cantidad, han llegado, por una suerte de lgica del error, a confundir la unay la otra, y por consiguiente a atribuir la cualidad misma a su materia como tal, en la queacaban por colocar as toda la realidad, o al menos todo lo que ellos son capaces dereconocer como realidad, lo que constituye el materialismo propiamente dicho.

    La materia secunda de nuestro mundo no debe estar carente, no obstante, de todadeterminacin, ya que, si lo estuviera, se confundira con la materia prima misma en sucompleta indistincin y, por otra parte, no puede ser una materia secunda cualquiera,sino que debe estar determinada de acuerdo con las condiciones especiales de estemundo, y de tal manera que sea efectivamente con relacin a ste, y no con relacin aningn otro, apta para desempear el papel de substancia. As pues, hay que precisar lanaturaleza de esta determinacin, y es lo que hace Santo Toms de Aquino al definir estamateria secunda como materia signata quantitate; lo que le es inherente y le hace ser loque ella es, no es pues la cualidad, considerada incluso nicamente en el orden sensible,sino que es, al contrario, la cantidad, que es as ex parte materi. La cantidad es una delas condiciones mismas de la existencia en el mundo sensible o corporal; ella es incluso,entre estas condiciones, una de las que son ms exclusivamente propias a ste, y as,como poda esperarse, la definicin de la materia secunda en cuestin no puede concernira otra cosa que a este mundo, pero le concierne toda entera, ya que todo lo que existe enl est necesariamente sometido a la cantidad; est definicin es pues plenamentesuficiente, sin que haya lugar a atribuir a esta materia secunda, como se ha hecho para lamateria moderna, unas propiedades que no pueden pertenecerle de ninguna manera enrealidad. Se puede decir que la cantidad, al constituir propiamente el lado substancial denuestro mundo, es por as decir su condicin bsica o fundamental; pero es menesterguardarse bien de darle por eso una importancia de otro orden que la que tiene realmente,y sobre todo querer sacar de ella la explicacin de este mundo, del mismo modo que esmenester guardarse de confundir el fundamento de un edificio con su cima: mientras nohay ms que el fundamento, no hay todava edificio, aunque este fundamento le seaindispensable, e igualmente, mientras no hay ms que la cantidad, no hay todavamanifestacin sensible, aunque sta tenga en ella su raz misma. La cantidad, reducida as misma, no es ms que una presuposicin necesaria, pero que no explica nada; esefectivamente una base, pero no es nada ms, y no debe olvidarse que la base, pordefinicin misma, es lo que est situado en el nivel ms inferior; as, la reduccin de lacualidad a la cantidad no es otra cosa en el fondo que esa reduccin de lo superior a lo

    18

  • inferior por lo que algunos han querido caracterizar muy justamente el materialismo:Pretender hacer salir lo ms de lo menos, he ah, en efecto, una de las ms tpicas detodas las aberraciones modernas!

    Otra cuestin se plantea todava: la cantidad se presenta a nosotros bajo modosdiversos, y, concretamente, hay la cantidad discontinua, que es propiamente el nmero6, yla cantidad continua, que es representada principalmente por las magnitudes espacial ytemporal; cul es, entre estos modos, el que constituye ms precisamente lo que sepuede llamar la cantidad pura? Esta cuestin tiene tambin su importancia, tanto mscuanto que Descartes, que se encuentra en el punto de partida de una buena parte de lasconcepciones filosficas y cientficas especficamente modernas, ha querido definir lamateria por la extensin, y hacer de esta definicin misma el principio de una fsicacuantitativa que, si no era todava materialismo, era al menos mecanicismo; se podraestar tentado de concluir de ello que es la extensin la que, al ser directamente inherentea la materia, representa el modo fundamental de la cantidad. Por el contrario, SantoToms de Aquino, al decir que numerus stat ex parte materi, parece sugerir ms bienque es el nmero el que constituye la base substancial de este mundo, y que es l, porconsiguiente, el que debe considerarse verdaderamente como la cantidad pura; estecarcter bsico del nmero concuerda perfectamente con el hecho de que, en la doctrinapitagrica, es el nmero el que, por analoga inversa, se toma como smbolo de losprincipios esenciales de las cosas. Por lo dems, es menester destacar que la materia deDescartes ya no es la materia secunda de los escolsticos, sino que es ya un ejemplo, yquizs el primero en fecha, de una materia de fsico moderno, aunque Descartes nohaya puesto todava en esta nocin todo lo que sus sucesores deban introducir en ellapoco a poco para llegar a sus teoras ms recientes sobre la constitucin de la materia.Hay pues lugar a sospechar que, en la definicin cartesiana de la materia, puede haberalgn error o alguna confusin, y que ya ha debido deslizarse en ella, quizs sin saberlosu autor, un elemento que no es de orden puramente cuantitativo; y en efecto, como loveremos despus, la extensin, aunque tiene evidentemente un carcter cuantitativo,como todo lo que pertenece al mundo sensible, no obstante no podra ser mirada comopura cantidad. Adems, se puede destacar tambin que las teoras que van ms lejos enel sentido de la reduccin a lo cuantitativo son generalmente atomistas, de una u otraforma, es decir, que introducen en su nocin de materia una discontinuidad que laaproxima mucho ms a la naturaleza del nmero que a la de la extensin; e incluso elhecho de que la materia corporal no pueda ser concebida a pesar de todo de otro modoque como extensin no es para todo atomista ms que una fuente de contradicciones.Otra causa de confusin en todo eso, y sobre la cual tendremos que volver, es el hbitoque se ha tomado de considerar cuerpo y materia casi como sinnimos; en realidad,los cuerpos no son de ninguna manera la materia secunda, que no se encuentra enninguna parte en las existencias manifestadas en este mundo, sino que proceden de ellaslo como de su principio substancial. En definitiva, es efectivamente el nmero, quetampoco nunca es percibido directamente y en el estado puro en el mundo corporal, elque debe ser considerado en primer lugar en el dominio de la cantidad, comoconstituyendo su modo fundamental; los dems modos no son ms que derivados, esdecir, que no son en cierto modo cantidad ms que por participacin en el nmero, lo quese reconoce por lo dems implcitamente, cuando se considera, como es siempre dehecho, que todo lo que es cuantitativo debe poder expresarse numricamente. En estosotros modos, la cantidad, incluso si es el elemento predominante, aparece siempre comoms o menos mezclada de cualidad, y es as como las concepciones del espacio y deltiempo, a pesar de todos los esfuerzos de los matemticos modernos, no podrn sernunca exclusivamente cuantitativas, a menos que se consienta reducirlas a nocionesenteramente vacas, sin ningn contacto con una realidad cualquiera; pero, a decirverdad, no est hecha la ciencia actual en gran parte de estas nociones vacas, que no

    6 La nocin pura del nmero es esencialmente la del nmero entero, y es evidente que la sucesinde los nmeros enteros constituye una serie discontinua; todas las extensiones que esta nocin harecibido, y que han dado lugar a la consideracin de los nmeros fraccionarios y de los nmerosinconmensurables, son verdaderas alteraciones de ella, y no representan en realidad ms que losesfuerzos que se han hecho para reducir tanto como es posible los intervalos del discontinuonumrico, a fin de hacer menos imperfecta su aplicacin a la medida de las magnitudes continuas.

    19

  • tienen ms carcter que el de convenciones sin el menor alcance efectivo? Nosexplicaremos ms completamente sobre esta ltima cuestin, sobre todo en lo queconcierne a la naturaleza del espacio, ya que este punto tiene una relacin estrecha conlos principios del simbolismo geomtrico, y, al mismo tiempo, proporciona un excelenteejemplo de la degeneracin que conduce de las concepciones tradicionales a lasconcepciones profanas; y llegaremos a ello examinando primero cmo la idea de lamedida, sobre la cual se basa la geometra misma, es, tradicionalmente, susceptible deuna transposicin que le da una significacin completamente diferente de la que tienepara los sabios modernos, que no ven en ella en suma ms que el medio de acercarse loms posible a su ideal al revs, es decir, de operar poco a poco la reduccin de todaslas cosas a la cantidad.

    20

  • Captulo III: MEDIDA Y MANIFESTACIN

    Si estimamos preferible evitar el empleo de la palabra materia mientras no tengamosque examinar especialmente las concepciones modernas, debe entenderse bien que larazn de ello est en las confusiones que hace nacer inevitablemente, ya que esimposible que no evoque ante todo, y eso incluso en aquellos que conocen el sentidodiferente que tena para los escolsticos, la idea de lo que los fsicos modernos designanas, puesto que esta acepcin reciente es la nica que se asocia a esta palabra en ellenguaje corriente. Ahora bien, esta idea, como ya lo hemos dicho, no se encuentra enninguna doctrina tradicional, ya sea oriental u occidental; eso muestra al menos que,incluso en la medida en que fuera posible admitirla legtimamente desprendindola dealgunos elementos heterclitos o incluso claramente contradictorios, tal idea no tiene nadade verdaderamente esencial y no se refiere en realidad ms que a una manera muyparticular de considerar las cosas. Al mismo tiempo, puesto que en eso no se trata sino deuna idea muy reciente, ni que decir tiene que esa idea no est implcita en la palabramisma, que le es muy anterior, y cuya significacin original debe por consiguiente serleenteramente independiente; pero, por lo dems, es menester reconocer que esta palabraes de aquellas cuya verdadera derivacin etimolgica es muy difcil de determinarexactamente, como si una oscuridad ms o menos impenetrable debiera decididamenteenvolver todo lo que se refiere a la materia, y apenas es posible, a este respecto, hacerotra cosa que discernir algunas ideas que estn asociadas a su raz, lo que, por lo dems,no deja de presentar cierto inters, incluso si no puede precisarse cul es, entre esasideas, la que est ms cerca del sentido primitivo.

    La asociacin que parece haberse observado ms frecuentemente es la que vinculamateria a mater, y eso conviene bien en efecto a la substancia, en tanto que sta es unprincipio pasivo, o simblicamente femenino: se puede decir que Prakriti desempea elpapel maternal con relacin a la manifestacin, del mismo modo que Purushadesempea el papel paternal; y ello es igualmente as en todos los grados en los que sepuede considerar analgicamente una correlacin de esencia y de substancia7. Por otraparte, es posible tambin vincular la misma palabra materia al verbo latino metiri, medir(y vamos a ver que existe en snscrito una forma que est ms prxima a ella todava);pero quien dice medida dice por eso mismo determinacin, y esto ya no se aplica a laabsoluta indeterminacin de la substancia universal o de la materia prima, sino que debereferirse ms bien a alguna otra significacin ms restringida; se es precisamente elpunto que nos proponemos examinar ahora de una manera particular.

    Como dice sobre este tema Ananda K. Coomaraswamy, para todo lo que puede serconcebido o percibido (en el mundo manifestado), el snscrito tiene slo la expresinnma-rpa, cuyos dos trminos corresponden a lo inteligible y a lo sensible(considerados como dos aspectos complementarios que se refieren respectivamente a laesencia y a la substancia de las cosas)8. Es verdad que la palabra mtr, que significaliteralmente medida, es el equivalente etimolgico de materia; pero lo que es asmedido, no es la materia, sino las posibilidades de manifestacin que son inherentes

    7 Esto concuerda tambin con el sentido original del trmino , que hemos indicado antes: elvegetal es por as decir la madre del fruto que sale de l y que alimenta con su substancia, peroque no se desarrolla y madura ms que bajo la influencia vivificante del sol, el cual es as en ciertomodo el padre; y, por consiguiente, el fruto mismo se asimila simblicamente al sol porcoesencialidad, si es permisible expresarse as, como se puede ver en lo que hemos dicho enotra parte sobre el tema del simbolismo de los dityas y de otras diversas nociones tradicionalessimilares.

    8 stos dos trminos de inteligible y de sensible, empleados as correlativamente, pertenecenpropiamente al lenguaje platnico; se sabe que el mundo inteligible es, para Platn, el dominio delas ideas o de los arquetipos, que, como ya lo hemos visto, son efectivamente las esencias en elsentido propio de esta palabra; y, con relacin a este mundo inteligible, el mundo sensible, que esel dominio de los elementos corporales y de lo que procede de sus combinaciones, est del ladosubstancial de la manifestacin.

    21

  • al espritu (tm)9. Esta idea de medida, puesta as en relacin directa con lamanifestacin misma, es muy importante, y por lo dems est muy lejos de serexclusivamente propia nicamente a la tradicin hind, que el Sr. Coomaraswamy hatenido aqu ms especialmente en vista; de hecho, se podra decir que se encuentra bajouna forma u otra, en todas las doctrinas tradicionales, y, aunque naturalmente nopodamos tener la pretensin de indicar ahora todas las concordancias que se podrandestacar a este respecto, trataremos, no obstante, de decir las suficientes como parajustificar esta asercin, aclarando igualmente, tanto como nos sea posible hacerlo, estesimbolismo de la medida que tiene concretamente un lugar enorme en algunas formasiniciticas.

    Entendida en su sentido literal, la medida se refiere principalmente al dominio de lacantidad continua, es decir, de la manera ms directa, a las cosas que poseen un carcterespacial (ya que el tiempo mismo, aunque igualmente continuo, no puede ser medido msque indirectamente, relacionndole en cierto modo al espacio por la intermediacin delmovimiento que establece una relacin entre el uno y el otro); eso equivale a decir que lamedida se refiere en suma, ya sea a la extensin misma, o ya sea a lo que se haconvenido en llamar la materia corporal, en razn del carcter extenso que sta poseenecesariamente, lo que, por lo dems, no quiere decir que su naturaleza, como lo hapretendido Descartes, se reduzca pura y simplemente a la extensin. En el primer caso, lamedida es ms propiamente geomtrica; en el segundo, se la podra llamar ms bienfsica, en el sentido ordinario de esta palabra, pero, en realidad, este segundo caso sereduce al primero, puesto que es en tanto que se sitan en la extensin y en tanto queocupan una determinada porcin definida de ella como los cuerpos son inmediatamentemensurables, mientras que sus dems propiedades no son susceptibles de medida sinoen tanto que pueden ser referidas de una cierta manera a la extensin. Como lo habamosprevisto, aqu estamos muy lejos de la materia prima, que, en efecto, en su indistincinabsoluta, no puede ser medida de ninguna manera ni servir para medir nada; perodebemos preguntarnos si esta nocin de la medida no se liga ms o menosestrechamente a lo que constituye la materia secunda de nuestro mundo, y,efectivamente, este lazo existe por el hecho de que sta es signata quantitate. En efecto,si la medida concierne directamente a la extensin y a lo que est contenido en ella, espor el aspecto cuantitativo de esta extensin como la medida se hace posible; pero lacantidad continua no es, como lo hemos explicado, ms que un modo derivado de lacantidad, es decir, que no es propiamente cantidad ms que por su participacin en lacantidad pura, que, ella s es inherente a la materia secunda del mundo corporal; y,agregaremos, es porque lo continuo no es la cantidad pura por lo que la medida presentasiempre cierta imperfeccin en su expresin numrica, ya que la discontinuidad delnmero hace imposible su aplicacin adecuada a la determinacin de las magnitudescontinuas. En efecto, el nmero es verdaderamente la base de toda medida, pero, entanto que no se considera ms que el nmero, no se puede hablar de medida, puesto questa es la aplicacin del nmero a alguna otra cosa, aplicacin que es siempre posible, enciertos lmites, es decir, teniendo en cuenta la inadecuacin que acabamos de indicar,para todo lo que est sometido a la condicin cuantitativa, o, en otros trminos, para todolo que pertenece al dominio de la manifestacin corporal. Solamente, y aqu volvemos a laidea expresada por A. Coomaraswamy, es menester atender a que, en realidad, y a pesarde algunos abusos del lenguaje ordinario, la cantidad no es lo que se mide, sino, antes alcontrario, aquello por lo que las cosas son medidas; y, adems, se puede decir que lamedida es, con relacin al nmero, en sentido inversamente analgico, lo que es lamanifestacin con relacin a su principio esencial.

    Ahora, entindase bien que, para extender la idea de la medida ms all del mundocorporal, es necesario transponerla analgicamente: puesto que el espacio es el lugar dela manifestacin de las posibilidades de orden corporal, uno podr servirse de l pararepresentar todo el dominio de la manifestacin universal, que de otro modo no serarepresentable; y as, la idea de medida, aplicada a ste, pertenece esencialmente a estesimbolismo espacial del que tenemos que sealar ejemplos tan frecuentemente. En elfondo, la medida es entonces una asignacin o una determinacin, implicadanecesariamente por toda manifestacin, en cualquier orden y bajo cualquier modo que

    9 Notes on the Katha-Upanishad, 2 parte.

    22

  • sea; esta determinacin es naturalmente conforme a las condiciones de cada estado deexistencia, e incluso, en un determinado sentido, se identifica a esas condiciones mismas;ella no es verdaderamente cuantitativa ms que en nuestro mundo, puesto que lacantidad no es en definitiva, as como el espacio y el tiempo, ms que una de lascondiciones especiales de la existencia corporal. Pero, en todos los mundos, hay unadeterminacin que puede ser simbolizada para nosotros por esta determinacincuantitativa que es la medida, puesto que ella es lo que se le corresponde en ellosteniendo en cuenta la diferencia de las condiciones; y se puede decir que es por estadeterminacin como esos mundos, con todo lo que contienen, son realizados oactualizados como tales, puesto que ella no forma ms que uno con el proceso mismode la manifestacin. El Sr. Coomaraswamy destaca que el concepto platnico yneoplatnico de medida () concuerda con el concepto indio: lo no-medido es loque todava no ha sido definido; lo medido es el contenido definido o finito del cosmos,es decir, del universo ordenado; lo no mensurable es el Infinito, que es a la vez lafuente de lo indefinido y de lo finito, y que permanece inafectado por la definicin de loque es definible, es decir, por la realizacin de las posibilidades de manifestacin quelleva en l.

    Se ve aqu que la idea de medida est en conexin ntima con la de orden (ensnscrito rita), que se refiere a la produccin del universo manifestado, siendo sta, segnel sentido etimolgico de la palabra griega , una produccin del orden a partir delcaos; ste ltimo es lo indefinido, en el sentido platnico, y el cosmos es lo definido10.Esta produccin es asimilada tambin por todas las tradiciones a una iluminacin (ElFiat Lux del Gnesis), puesto que el caos es identificado simblicamente a lastinieblas: el caos es la potencialidad a partir de la cual se actualizar la manifestacin,es decir, en suma el lado substancial del mundo, que se describe as como el polotenebroso de la existencia, mientras que la esencia es su polo luminoso, puesto que es suinfluencia la que efectivamente ilumina ese caos para sacar de l el cosmos; y, por otraparte, esto concuerda con la aproximacin de los diferentes significados implicados ensnscrito en la palabra srishti, que designa la produccin de la manifestacin, y quecontiene a la vez las ideas de expresin, de concepcin y de irradiacin luminosa11.Los rayos solares hacen aparecer las cosas que iluminan, hacindolas visibles, y, porconsiguiente, puede decirse simblicamente que las manifiestan; si se considera unpunto central en el espacio y los rayos emanados de ese centro, se podr decir tambinque esos rayos realizan el espacio, hacindole pasar de la virtualidad a la actualidad, yque su extensin efectiva es, en cada instante, la medida del espacio realizado. Estosrayos corresponden a las direcciones del espacio propiamente dicho (direcciones que serepresentan frecuentemente por el simbolismo de los cabellos, el cual se refiere almismo tiempo a los rayos solares); el espacio es definido y medido por la cruz de tresdimensiones, y, en el simbolismo tradicional de los siete rayos solares, seis de estosrayos, opuestos dos a dos, forman esta cruz, mientras que el sptimo rayo, el que pasaa travs de la puerta solar, no puede ser representado grficamente ms que por elcentro mismo. Todo eso es pues perfectamente coherente y se encadena de la manerams rigurosa; y agregaremos tambin que, en la tradicin hind, los tres pasos deVishn, cuyo carcter solar es bien conocido, miden los tres mundos, lo que equivale adecir que efectan la totalidad de la manifestacin universal. Se sabe, por otra parte, quelos tres elementos que constituyen el monoslabo sagrado Om son designados por eltrmino mtr, lo que indica que representan tambin la medida respectiva de los tresmundos; y, por la meditacin de estos mtrs, el ser realiza en s mismo los estados ogrados correspondientes de la existencia universal y deviene as l mismo la medida detodas las cosas12.10 La palabra snscrita rita est emparentada por su raz misma al latn ordo, y apenas haynecesidad de hacer destacar que lo est ms estrechamente todava a la palabra rito: el rito es,etimolgicamente, lo que se cumple conforme al orden, y que, por consiguiente, imita o reproducea su nivel el proceso mismo de la manifestacin; y por eso, en una civilizacin estrictamentetradicional todo acto, cualquiera que sea, reviste un carcter esencialmente ritual.

    11 Cf. A. K. Coomaraswamy, ibid.

    12 Cf. LHomme et son devenir selon le Vdnta, cap. XVII. (N. del T.: El Hombre y su Devenir segn elVedanta, Librera Pards, Barcelona, 2013).

    23

  • La palabra snscrita mtr tiene por equivalente exacto en hebreo la palabra middah;ahora bien, en la Kbala, los middoth se asimilan a los atributos divinos, y se dice que espor ellos como Dios ha creado los mundos, lo que, adems, se pone en relacinprecisamente con el simbolismo del punto central y de las direcciones del espacio13. Aeste propsito, se podra recordar tambin la palabra bblica segn la cual Dios hadispuesto todas las cosas en medida, nmero y peso14; esta enumeracin, que se refieremanifiestamente a modos diversos de la cantidad, no es aplicable literalmente, como tal,ms que al mundo corporal solamente, pero, por una transposicin apropiada, se puedever en ella tambin una expresin del orden universal. Por lo dems, ocurre lo mismocon los nmeros pitagricos; pero, entre todos los modos de la cantidad, es aquel al quecorresponde propiamente la medida, es decir, la extensin, el que se pone msfrecuentemente y ms directamente en relacin con el proceso mismo de lamanifestacin, en virtud de cierto predominio natural del simbolismo espacial a esterespecto, que resulta del hecho de que es el espacio el que constituye el campo (en elsentido del snscrito kshtra) en el que se desarrolla la manifestacin corporal, tomadaella misma forzosamente como smbolo de toda la manifestacin universal.

    La idea de la medida entraa inmediatamente la de la geometra, ya que no slo todamedida es esencialmente geomtrica como ya lo hemos visto, sino que se podra decirque la geometra no es otra cosa que la ciencia misma de la medida; pero no hace faltadecir que aqu se trata de una geometra entendida ante todo en el sentido simblico einicitico, una geometra de la que la geometra profana no es ms que un simple vestigiodegenerado, privado de la significacin profunda que tena en el origen y que estenteramente perdida para los matemticos modernos. Es en esto en lo que se basanesencialmente todas las concepciones que asimilan la actividad divina, en tanto queproductora y ordenadora de los mundos, a la geometra, y tambin, por consiguiente, ala arquitectura, que es inseparable de sta15; y se sabe que estas concepciones se hanconservado y transmitido, de una manera ininterrumpida, desde el Pitagorismo (que, porlo dems, no fue ms que una adaptacin y no un verdadero origen) hasta lo quesubsiste todava de las organizaciones iniciticas occidentales, por poco conscientes quesean actualmente de ello en estas ltimas. Es a esto a lo que se refiere concretamente lapalabra de Platn: Dios geometriza siempre ( ): estamos obligados,para traducir exactamente, a recurrir a un neologismo, en ausencia de un verbo usual enfrancs para designar la operacin del gemetra), palabra a la cual responda lainscripcin que haba hecho colocar, se dice, sobre la puerta de su escuela: Que nadieentre aqu si no es gemetra, lo que implicaba que su enseanza, en su aspectoesotrico al menos, no poda ser comprendida verdadera y efectivamente ms que poruna imitacin de la actividad divina misma. Se encuentra como un ltimo eco de esto, enla filosofa moderna (en cuanto a la fecha al menos, pero, a decir verdad, en reaccincontra las ideas especficamente modernas), en Leibnitz, cuando dice que, mientras Dioscalcula y ejerce su cogitacin (es decir, establece planes), el mundo se hace (dum Deuscalculat et cogitationem exercet, fit mundus); pero, para los antiguos, haba en eso unsentido mucho ms preciso, ya que, en la tradicin griega, el Dios gemetra erapropiamente el Apolo hiperbreo, lo que nos conduce tambin al simbolismo solar, y almismo tiempo a una derivacin bastante directa de la tradicin primordial; pero sa es otracuestin, que no podramos desarrollar aqu sin salir enteramente de nuestro tema, ydebemos contentarnos con dar, a medida que se presente la ocasin de ello, algunasconsideraciones sobre estos conocimientos tradicionales tan completamente olvidadospor nuestros contemporneos160.

    13 Cf. Le Symbolisme de la Croix, cap. IV. (El Simbolismo de la Cruz, Olaeta, Palma de Mallorca, 2003).

    14 Omnia in mensura, numero et pondere disposuisti (Sabidura, XI, 20).

    15 En rabe, la palabra hindesah, cuyo sentido primero es el de medida, sirve para designar a lavez la geometra y la arquitectura, puesto que la segunda es en suma una aplicacin de la primera.

    16 A. K. Coomaraswamy nos ha sealado un curioso dibujo simblico de William Blake, querepresenta al Anciano de los Das que aparece en el orbe solar, desde donde extiende hacia elexterior un comps que tiene en la mano, lo que es como una ilustracin de esta palabra del Rig-Vda (VIII, 25, 18): Con su rayo, l ha medido (o determinado) los lmites del Cielo y de la Tierra

    24

  • (y entre los smbolos de algunos grados masnicos se encuentra un comps cuya cabeza estformada por un sol radiante). Aqu, se trata evidentemente de una figuracin de ese aspecto delPrincipio que las iniciaciones occidentales llaman el Gran Arquitecto del Universo, que devienetambin, en algunos casos, el Gran Gemetra del Universo, y que es idntico al Vishwakarma dela tradicin hind, el Espritu de la Construccin universal; sus representantes terrestres, es decir,los que encarnan en cierto modo este Espritu al respecto de las diferentes formas tradicionales,son los que hemos designado antes, por esta razn misma, como los Grandes Arquitectos deOriente y Occidente.

    25

  • 26

  • Captulo IV: CANTIDAD ESPACIAL Y ESPACIO CUALIFICADO

    Ya hemos visto, en lo que precede, que la extensin no es pura y simplemente unmodo de la cantidad, o, en otros trminos, que, si se puede hablar ciertamente decantidad extensa o espacial, la extensin misma no se reduce por eso exclusivamente a lacantidad; pero debemos insistir todava sobre este punto, tanto ms cuanto que esparticularmente importante para mostrar la insuficiencia del mecanicismo cartesiano y delas dems teoras fsicas que, en la sucesin de los tiempos modernos, han salido ms omenos directamente de l. Primero, a este respecto se puede destacar que, para que elespacio sea puramente cuantitativo, sera menester que fuera enteramente homogneo, yque sus partes no puedan distinguirse entre s por ningn otro carcter que susmagnitudes respectivas; eso equivaldra a suponer que no es ms que un continente sincontenido, es decir, algo que, de hecho, no puede existir aisladamente en lamanifestacin, donde la relacin del continente y del contenido supone necesariamente,por su naturaleza misma de correlacin, la presencia simultnea de sus dos trminos. Noobstante, con alguna apariencia de razn al menos, se puede plantear la cuestin desaber si el espacio geomtrico se concibe como presentando tal homogeneidad, pero, entodo caso, sta no podra convenir al espacio fsico, es decir, al que contiene los cuerpos,cuya sola presencia basta evidentemente para determinar una diferencia cualitativa entrelas porciones de ese espacio que ellos ocupan respectivamente; ahora bien, es delespacio fsico del que Descartes pretende hablar, o de otro modo su teora misma nosignificara nada, puesto que no sera realmente aplicable al mundo cuya explicacinpretende proporcionar17. No servira de nada objetar que lo que est en el punto de partidade esta teora es un espacio vaco, ya que, en primer lugar, eso nos conducira a laconcepcin de un continente sin contenido, y por lo dems el vaco no podra tener ningnlugar en el mundo manifestado, ya que, l mismo, no es una posibilidad demanifestacin18; y, en segundo lugar, puesto que Descartes reduce la naturaleza de loscuerpos toda entera a la extensin, desde entonces debe suponer que su presencia noagrega nada efectivamente a lo que la extensin es ya por s misma, y, en efecto, laspropiedades diversas de los cuerpos no son para l ms que simples modificaciones de laextensin; pero, de dnde pueden venir entonces esas propiedades si no son inherentesde alguna manera a la extensin misma, y cmo podran serlo si la naturaleza de staestuviera desprovista de elementos cualitativos? En eso habra algo contradictorio, y, adecir verdad, no nos atreveramos a afirmar que esa contradiccin, como muchas otraspor lo dems, no se encuentre implcitamente en Descartes; ste, como los materialistasms recientes que, ciertamente, tendran ms de un ttulo para ufanarse de l, parecequerer sacar en definitiva lo ms de lo menos. En el fondo, decir que un cuerpo no esms que extensin, si se entiende cuantitativamente, es decir que su superficie y suvolumen, que miden la porcin de extensin que ocupa, son el cuerpo mismo con todassus propiedades, lo que es manifiestamente absurdo; y, si se quiere entenderlo de otromodo, es menester admitir que la extensin misma es algo cualitativo, y entonces ya nopuede servir ms de base a una teora exclusivamente mecanicista.

    Ahora bien, si estas consideraciones muestran que la fsica cartesiana no podra servlida, no obstante, no bastan todava para establecer claramente el carcter cualitativode la extensin; en efecto, se podra decir que, si no es verdad que la naturaleza de loscuerpos se reduzca a la extensin, es porque precisamente no tienen de sta ms quesus elementos cuantitativos. Pero aqu se presenta inmediatamente esta observacin:entre las determinaciones corporales que son incontestablemente de orden puramente17 Es verdad que Descartes, en el punto de partida de su fsica, slo pretende construir un mundohipottico por medio de algunos datos, que se reducen a la extensin y al movimiento; pero, comose esfuerza despus en mostrar que los fenmenos que se produciran en un mundo tal sonprecisamente esos mismos que se comprueban en el nuestro, est claro que, a pesar de estaprecaucin completamente verbal, quiere concluir de eso que este ltimo est efectivamenteconstituido como el que l haba supuesto primero.

    18 Esto vale igualmente contra el atomismo, ya que ste, al no admitir por definicin ninguna otraexistencia positiva que la de los tomos y la de sus combinaciones, es conducido necesariamentepor eso mismo a suponer entre ellos un vaco en el cual puedan moverse.

    27

  • espacial, y que, por consiguiente, pueden considerarse verdaderamente comomodificaciones de la extensin, no hay solamente la magnitud de los cuerpos, sinotambin su situacin; ahora bien, es sta tambin algo puramente cuantitativo? Lospartidarios de la reduccin a la cantidad dirn sin duda que la situacin de los diversoscuerpos est definida por sus distancias, y que la distancia es en efecto una cantidad: esla cantidad de extensin que los separa, del mismo modo que su magnitud es la cantidadde extensin que ocupan; pero, basta esta distancia para definir verdaderamente lasituacin de los cuerpos en el espacio? Hay otra cosa que es menester tener en cuentaesencialmente, y es la direccin segn la cual debe contarse esta distancia; pero, desdeel punto de vista cuantitativo, la direccin debe ser indiferente, puesto que, en esteaspecto, el espacio no puede considerarse sino como homogneo, lo que implica que lasdiferentes direcciones no se distinguen en l en nada las unas de las otras; as pues, si ladireccin interviene efectivamente en la situacin, y si, as como la distancia, esevidentemente un elemento puramente espacial, es porque en la naturaleza misma delespacio hay algo cualitativo.

    Para estar todava ms seguros de ello, dejaremos de lado la consideracin delespacio fsico y la de los cuerpos para no considerar ms que el espacio propiamentegeomtrico, que, ciertamente, es, si puede decirse, el espacio reducido a s mismo; esque para estudiar este espacio, la geometra no apela realmente a nada ms que anociones estrictamente cuantitativas? Entindase bien, se trata esta vez simplemente dela geometra profana de los modernos, y, digmoslo de inmediato, si hasta en sta hayalgo de irreducible a la cantidad, no resultar de ello inmediatamente que, en el dominiode las ciencias fsicas, es an ms imposible y ms ilegtimo pretender reducirlo todo asta? Aqu no hablaremos siquiera de lo que concierne a la situacin, porque sta nojuega un papel suficientemente marcado ms que en algunas ramas especficas de lageometra, que, en todo rigor, uno podra quizs negarse a considerar como formandoparte integrante de la geometra pura19; pero, en la geometra ms elemental, no hay queconsiderar solamente la magnitud de las figuras, hay que considerar tambin su forma;ahora bien, se atrevera el gemetra ms empapado por las concepciones modernas asostener que, por ejemplo, un tringulo y un cuadrado cuyas superficies son iguales noson ms que una sola y misma cosa? Dir solamente que estas dos figuras sonequivalentes, sobreentendiendo con ello, evidentemente, en el aspecto de magnitud;pero estar obligado a reconocer que, en otro aspecto, que es el de la forma, hay algoque las diferencia, y, si la equivalencia de la magnitud no entraa la similitud de la forma,es porque sta ltima no se deja reducir a la cantidad. Iremos an ms lejos: hay toda unaparte de la geometra elemental a la que las consideraciones cuantitativas le son extraas,y es la teora de las figuras semejantes; en efecto, la similitud se define exclusivamentepor la forma y es enteramente independiente de la magnitud de las figuras, lo queequivale a decir que es de orden puramente cualitativo20. Si ahora nos preguntamos ques esencialmente esta forma espacial, destacaremos que puede ser definida por unconjunto de tendencias en direccin: en cada punto de una lnea, la tendencia de que setrata est marcada por su tangente, y el conjunto de las tangentes define la forma de esalnea; en la geometra de tres dimensiones, es lo mismo para las superficies,reemplazando la consideracin de las rectas tangentes por las de los planos tangentes; y,por lo dems, es evidente que esto es tan vlido para los cuerpos mismos como para lassimples figuras geomtricas, ya que la forma de un cuerpo no es otra cosa que la de lasuperficie misma por la que su volumen est delimitado. As pues, llegamos a estaconclusin, que ya nos permita prever lo que hemos dicho sobre la situacin de loscuerpos: es la nocin de la direccin la que representa en definitiva el verdadero elementocualitativo inherente a la naturaleza misma del espacio, como la nocin de la magnitudrepresenta su elemento cuantitativo; y as, el espacio, no homogneo, sino determinado ydiferenciado por sus direcciones, es lo que podemos llamar el espacio cualificado.

    19 Tal es, por ejemplo, la geometra descriptiva, y tambin lo que algunos gemetras han designadopor la denominacin de analisis situs.

    20 Es lo que Leibnitz ha expresado por esta frmula: qualia sunt ejusdem quantitatis; similia suntejusdem qualitatis.

    28

  • Ahora bien, como acabamos de verlo, no solamente desde el punto de vista fsico,sino incluso desde el punto de vista geomtrico, es este espacio cualificado el que es elverdadero espacio; en efecto, hablando propiamente, el espacio homogneo no tieneexistencia, ya que no es nada ms que una simple virtualidad. Para poder ser medido, esdecir, segn lo que antes hemos explicado, para poder ser realizado efectivamente, elespacio debe ser referido necesariamente a un conjunto de direcciones definidas; por lodems, estas direcciones aparecen como radios emanados desde un centro, a partir delcual forman la cruz de tres dimensiones, y no tenemos necesidad de recordar una vezms el papel considerable que juegan en el simbolismo de todas las doctrinastradicionales21. Quizs se podra sugerir incluso que es restituyendo a la consideracin delas direcciones del espacio su importancia real como sera posible devolver a lageometra, en gran parte al menos, el sentido profundo que ha perdido; pero es menesterno disimular que eso mismo requerira un trabajo que podra llegar muy lejos, como unopuede convencerse de ello fcilmente si se piensa en la influencia efectiva que estaconsideracin ejerce, bajo tantos aspectos, sobre todo lo que se refiere a la constitucinmisma de las sociedades tradicionales22.

    El espacio, as como el tiempo, es una de las condiciones que definen la existenciacorporal, pero estas condiciones son diferentes de la materia o ms bien de la cantidad,aunque se combinan naturalmente con sta; son menos substanciales, y porconsiguiente, estn ms prximas de la esencia, y es, en efecto, lo que implica laexistencia en ellas de un aspecto cualitativo; acabamos de verlo para el espacio, y loveremos tambin para el tiempo. Antes de llegar a ello, indicaremos tambin que lainexistencia de un espacio vaco basta para mostrar la absurdidad de una de lasfamossimas antinomias cosmolgicas de Kant: preguntarse si el mundo es infinito o siest limitado en el espacio, es una cuestin que no tiene absolutamente ningn sentido;es imposible que el espacio se extienda ms all del mundo para contenerle, ya queentonces se tratara de un espacio vaco, y el vaco no puede contener nada; al contrario,es el espacio el que est en el mundo, es decir, en la manifestacin, y, si uno se restringea la consideracin del dominio de la manifestacin corporal solamente, se podr decir queel espacio es coextensivo a este mundo, puesto que es una de sus condiciones; pero estemundo no es ms infinito que el espacio mismo, ya que, como ste, no contiene toda laposibilidad, sino que no representa ms que un determinado orden de posibilidadesparticulares, y est limitado por las determinaciones que constituyen su naturaleza misma.Diremos tambin, para no tener que volver a ello, que es igualmente absurdo preguntarsesi el mundo es eterno o si ha comenzado en el tiempo; por razones completamentesemejantes, es en realidad el tiempo el que ha comenzado en el mundo, si se trata de lamanifestacin universal, o con el mundo, si no se trata ms que de la manifestacincorporal; pero el mundo no es de ninguna manera eterno por eso, ya que hay tambincomienzos intemporales; el mundo no es eterno porque es contingente, o, en otrostrminos, tiene un comienzo, as como un fin, porque no es para s mismo su propioprincipio, o porque no contiene a ste en l mismo, sino que este principio le esnecesariamente trascendente. No hay en todo eso ninguna dificultad, y es as como unabuena parte de las especulaciones de los filsofos modernos no est hecha ms que depreguntas mal formuladas, y, por consiguiente, insolubles, y susceptibles de dar lugar adiscusiones indefinidas, pero que se desvanecen enteramente desde que, al examinarlas

    21 Para todo esto, uno deber remitirse a las consideraciones que hemos expuesto, con todos losdesarrollos que conllevan, en Le Symbolisme de la Croix.

    22 Sera menester considerar aqu, concretamente, todas las cuestiones de orden ritual que serefieren ms o menos directamente a la orientacin; evidentemente no podemos insistir en ello, yslo mencionaremos que por eso, tradicionalmente, no slo se determinan las condiciones de laconstruccin de los edificios, ya se trate de templos o de casas, sino tambin las de la fundacin delas ciudades. La orientacin de las iglesias es el ltimo vestigio de eso que ha subsistido enOccidente hasta el comienzo de los tiempos modernos, el ltimo al menos desde el punto de vistaexterior, ya que, en lo que concierne a las formas iniciticas, las consideraciones de este orden,aunque generalmente incomprendidas hoy, han guardado siempre su lugar en su simbolismo,incluso cuando, en el estado presente de degeneracin de todas las cosas, se ha credo poderdispensarse de observar la realizacin efectiva de las condiciones que implican y contentarse aeste respecto con una representacin simplemente especulativa.

    29

  • fuera de todo prejuicio, se las reduce a lo que son en realidad, es decir, a simplesproductos de la confusin que caracteriza a la mentalidad actual. Lo que es ms curioso,es que esta confusin parece incluso tener tambin su lgica, puesto que, durante variossiglos, y a travs de todas las formas diversas que ha revestido, siempre ha tendidoconstantemente en un mismo sentido; pero esta lgica, no es en el fondo ms que laconformidad con la marcha misma del ciclo humano, ordenada a su vez por lascondiciones csmicas mismas; y esto nos lleva directamente a las consideraciones queconciernen a la naturaleza del tiempo y a lo que, por oposicin a la concepcin puramentecuantitativa que se hacen de l los mecanicistas, podemos llamar sus determinacionescualitativas.

    30

  • Captulo V: LAS DETERMINACIONES CUALITATIVAS DEL TIEMPO

    El tiempo aparece como ms alejado todava que el espacio de la cantidad pura: sepuede hablar de magnitudes temporales como de magnitudes espaciales, y tanto las unascomo las otras dependen de la cantidad continua (ya que no hay lugar a detenerse en laconcepcin extravagante de Descartes, segn la cual el tiempo estara constituido por unaserie de instantes discontinuos, lo que necesita la suposicin de una creacinconstantemente renovada, sin la cual el mundo se desvanecera a cada instante en losintervalos de ese discontinuo); pero, no obstante, hay que hacer una gran distincin entrelos dos casos, por el hecho de que, como ya lo hemos indicado, mientras el espacio sepuede medir directamente, el tiempo, al contrario, no se puede medir ms quereducindolo por as decir al espacio. Lo que se mide realmente no es nunca unaduracin, sino el espacio recorrido durante esa duracin en un determinado movimientocuya ley se conoce; al presentarse as esta ley como una relacin entre el tiempo y elespacio, se puede, cuando se conoce la magnitud del espacio recorrido, deducir de ello ladel tiempo empl