14811571 Horacio Satiras y Epistolas[1]

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SATIRAS Y EPISTOLAS HORACIO Ediciones elaleph.com

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LIBRO PRIMERO

SÁTIRA 1

A MECENAS

¿De qué nace, Mecenas,que (a la elección la deba o la fortuna)su suerte cada cual halla importuna,y con envidia mira las ajenas? “¡Oh mercader felice!”allí el soldado dice, de años y de trabajos abrumado.“¡Venturoso el soldado!”allá el mercader grita,cuando su nave el huracán agita:“va a la guerra, es verdad, pero al instante muere con gloria, o tórnase triunfante”.La suerte envidia del que el campo habitael abogado, si al cantar del galloel litigante viene a despertallo.

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Si porque dio fianzas un villano,le sacan de su casa, cuando a la ciudad pasa,sólo cree feliz al ciudadano.Pero ¿a qué ejemplos más de esta manía?El charlatán de Fabiosin cansarse contarlos no podría.No estés pendiente, empero, de mi labio, y oye dó a parar voy: si un dios viniera y “vamos, les dijera,lo que ansiáis, otorgaros he dispuesto.Militar, desde hoy más, mercader eres;labrador tú, letrado, pues lo quieres.Al punto cada cual parta a su puesto:¿no os marcháis?” Rehusáronlo medrosos,cuando estaba en su mano ser dichosos.¿Mostrar no deberíasu justa indignación Júpiter luego,y anunciar que ya nunca prestaríablando el oído a semejante ruego? Hay más, y no se entiendaque me burlo, aunque nadadecir impida la verdad burlando;cual, por que la lección mejor aprenda,confites da tal vez al rapaz blandoel maestro indulgente.Las chanzas, a pesar de esto, dejando,hablemos, oh Mecenas, seriamente.El posadero pérfido, el soldado,

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el que la tierra rompe con su arado,y el marino que audaz surca los mares,dicen que si trabajan y se agitanes para retirarse a sus hogares,cuando un recurso tengan ya segurocon que pasar una vejez dichosa;cual la hormiga afanosa(pues éste es el ejemplo que nos citan),mirando a lo futuro,acarrea a su trojecuanto su boca aquí y allí recoge.Sí; mas cuando en enerocontrista al suelo el nebuloso Acuario,la hormiga se está quieta en su agujero,comiendo en fin lo que hacinó prudente:mientras que escarcha fría, sol ardiente,fuego, mar, cruda guerraen ti no apagan la pasión del oro,en cuanto otro más rico haya en la tierra.Y ¿a qué anhelar tesoroque de zozobra llenohas de enterrar en su profundo seno?Si le tocas, le juzgas destruido;si no le tocas, ¿qué te habrá servido?No más cabrá en tu vientre que en el mío,por grande que el montón de tu mies sea,ni al esclavo que panes acarreatoca más parte que al que va vacío.

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¿Qué más da que poseamil o cien aranzadas el que vive,según naturaleza le prescribe?-Mas siempre es un encantotomar de donde hay mucho. -Y mientras puedode un pequeño montón tomar yo tanto,¿valdrán más que mi cesto tus paneras?Lo mismo es así hablar que si dijeras,agua para beber necesitando,“Quiero, mejor que de esta humilde fuente, irla a coger al rápido torrente”.Y ¿qué? a la orilla con siniestro aviso,ansia le arrastra ingrata,y orilla y bebedor la onda arrebata;mientras quien se limita a lo preciso no agua bebe de cieno enrojecida,ni el agua pone término a su vida. Mas, deslumbradas por codicia necia,muchas gentes diránte:“Nunca, nunca se tiene lo bastante:a ninguno se apreciasino en razón de aquello que posee.Y ¿qué hacer con el hombre que esto creeSupuesto que tal dice,en su suerte dejémosle infelice.Cierto ateniense, rico y cicatero,se burlaba entre sí del pueblo entero:“Sí, me silban, decía,

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y yo en casa retozo de alegríacuando paso revista a mis doblones”.De sed, al lado de abundosa fuente,Tántalo se consume. ¡Qué! ¿Te ríes?Ése eres tú con nombre diferente;Pues sobre los montonesyaces temblando de oro mal ganado,y tocarlos no puedes, cual si fuera un objeto sagrado,y cual de un cuadro gozas del dinero.

-Y ¿qué haces tú con él? -dirásme, empero.-Comprar el pan, el vino, la legumbre,aquello de que yo sin pesadumbreo sin dolor jamás carecer puedo.¡Qué! no dormir de miedo,estar siempre temblandode incendios, de ladrones,de que se huyan, llevandotus esclavos consigo cuanto tienes,¿parécete de un hombre éste el empleo?Pues yo de tales bienespobre toda mi vida ser deseo.-Pero si me constipo, o en la camaotros males retiénenme prolijos,tendré quien me acompañe y quien me aliente; quien al médico traiga prontamente,y a mis parientes tórneme y mis hijos.-No, no, a ninguno tu salud desvela;

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a tus hijos, vecinos, parentela,a tus criados, y a tu misma esposa,es tu existencia odiosa.Y ¿cómo ser podría de otro modo,cuando tú al oro lo pospones todo?¿De aquellos que contigo unió naturaconservar pretendieras la ternura,cuando ningún retorno esperar debende tu alma empedernida?Tan vano es este intento,cual si el tardo jumentodócil hacer quisieses a la brida Que cese, pues, el anhelar liviano,y nadando en riqueza,de temer deja la fatal pobreza.Pues lo que ansiabas tienes ya en tu mano,no afanes más, y gózalo contento.No imites a un Umidio (es corto el cuento)tan rico, que medir el oro hacía;mas tan ruin, que vestíacual si el esclavo más infame fuera,Hasta su hora postreratemió morir del hambre a la crudeza:pero un día una esclava,más que de Agamenon la esposa, brava,te partió con un hacha la cabeza.-Más ¿qué quieres de mí? ¿será por suerteque viva como Mevio o Nomentano?

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-De un extremo a otro pasas, hombre insano;no cuando yo te vedo ser mezquino,disipador te quiero o libertino.Entre Tanais y el suegro de Visediomedia un largo intervalo;hay en las cosas siempre un justo medio;malo es pasar, y no llegar es malo. Y volviendo a mi tema, yo pregunto,¿por qué al avaro cada cual semeja,y codiciando de otros el destinose consume al mirar que del vecinodé más leche la oveja?En vez de compararsecon los más pobres que él ¿por qué se afanaen pasar hoy a aquél, a éste mañana,en anhelo incesante,cuando siempre ha de haber otro delante?Tal, lanzados los carros en el circo,sus rápidos bridones uno agita,y en pos se precipitadel que delante de él corre y se aleja,sin pensar en los otros que atrás deja.De aquí nace que apenas se nos citaquien pueda al fin decir: “feliz he sido”;y contento del tiempo que ha vividosu último aliento exhale,cual de un festín el convidado sale.Mas ya basta; no quiero que receles

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que a Crispín le he robado sus papeles.

JAVIER DE BURGOS

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1.

A MECENAS

¿Qué será que ninguno aquel estadojuzgó bueno, Mecenas, do la suerteo la propia elección lo ha colocado? ¿Y si acaso la vista a otro convierteno ve más que un descanso apetecidoen que felicidades sólo advierte? “¡Dichoso el mercader!”, clama afligidoel mísero soldado, que se miradel trabajo y vejez desfallecido; mas cuando de Aquilón siente la ira,próximo a perecer, el mercadante“¡Oh soldado feliz!” triste suspira; “se traba la batalla, y al instanteo es de una pronta muerte arrebatado,o, lleno de placer, se ve triunfante”. Cuando al alba interrumpe al abogado

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el sueño la imprudencia del cliente,bendice al labrador por descansado; y el labrador, que a Roma casualmenteva para el vadimonio, considerafeliz al ciudadano solamente. De cosas a este género pudieratantas contar, que aun Fabio se cansarasi a referirlas todas se pusiera. Vamos, pues, al asunto. Si escucharaalgún dios vuestros votos, y al instante,“Voy a cumplirlo”, os asegurara; “tú, que has sido soldado, mercadantete has de hacer desde luego, y tú, letrado,labrador has de ser en adelante”. Hecho está el cambio. ¡Vaya! ¿En qué paradoninguno está? ¿por qué ya se mantieneen el antiguo aborrecido estado? La licencia de ser feliz ya tiene.No quiere. Pues ¿no han puesto ya en su manolo que tanto anheló? ¿qué lo detiene? ¡Oh! ¿Queréis que por vuestro porte insano,en justísima cólera encendidoel padre de los dioses soberano diga que ya, en castigo merecido,no experimentaréis más sus pï edades,ni a vuestros ruegos nunca dará oídos? Mas, por que nadie piense que verdadesde tanta gravedad estoy tratando

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cual pudiera tratar frivolidades (aunque ¿quién ha quitado que burlandose diga la verdad? como prudentealgún dulce el maestro al niño dando, lo lleva así a estudiar más fácilmente)no obstante, el juego aparte ahora dejado,hablemos de lo serio seriamente. El que con el molesto y duro aradola tierra labra, el pérfido ventero,el cansado y solícito soldado, el audaz y afanado marinero,todos convienen en que solamentetrabajan por mirar lo venidero. Y cuando la vejez llegue inclemente,puedan de lo adquirido, sin fatigapasar la vida sosegadamente, como suele juntar la cauta hormiga,en tiempo de verano, a su granerocuantos granos robar puede a la espiga; mas luego que el Acuario en el eneroel cielo turba, gasta lo allegado,y no vuelve a salir de su agujero. Pero a ti, ni frío invierno, ni abrasadoagosto, mar, ni hierro te intimida,por que otro no haya más acaudalado; y ¿qué sirve que tengas escondidaen la tierra cavada ocultamentede oro y de plata cantidad crecida?

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-¡Oh amigo! si lo gasto prontamente,sin blanca me hallaré. -Y en el dinero,si no es así ¿qué gusto, di, se siente? Tu asombrosa cosecha tanta quierosuponer, que al fin logres del estíocien mil fanegas ver en tu granero. ¿Cabrá más a tu estómago que al mío?Si entre otros siervos tú el costal llevares,que más porción no comerás te fío. Al que vive sin sustos ni pesaresy con tener lo natural reposa,¿qué sirve arar yugadas a millares? -¡Ah! tomar de un montón es dulce cosa.-Pues si tanto me da mi saco escaso,¿qué importa tu granero que rebosa? Si sediento estuvieses por acaso,¿no fueras un gran fatuo si dijeras:“Yo en un río beber quiero, no en vaso?” ¡Qué! ¿Enajenado en ver tu copia esperasque te arrebate el Áufido violentocuando tras sí se lleve las riberas? Mas quien con lo preciso está contento,ni bebe el agua turbia y enlodada,ni se expone a morir sin miramiento. Pero de sus codicias engañadala mayor parte, nunca se convienea que basta la plata ya allegada. “Tanto vale uno, dice, cuanto tiene”.

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Con tal necio ¿qué hacer? En las cadenasque él mismo se labró, mísero pene. Como un sórdido rico, que en Atenas,“Me silba, decía, el pueblo, y ¿qué cuidado?yo me aplaudo al mirar mis arcas llenas”. Tántalo, de los mares rodeado,cuando beber, ansioso, solicita,húyele el agua y déjalo burlado. ¡Qué! ¿te ríes? si el nombre se le quita,habla el cuento contigo cabalmentea quien sed de oro sin cesar agita. De él tus sacos rellenas finalmente,duermes entre ellos, y tu respetuosaavaricia tocarlos no consiente. ¿Cómo? Si los veneras como cosasanta, que gozas sólo, cual pudierasde una pintura disfrutar hermosa. Mas ¿qué uso en la moneda consideras?Compra legumbres, vino, pan y cuantopara pasarlo sin fatiga quieras. ¿Te es más sabroso siempre con quebrantoestar noches y días receloso,sin que te atrevas a dormir de espanto? ¿O ya al incendio o ya al ladrón mañoso,o ya temiendo al disfrazado amigo,o al siervo que, al huir, robe alevoso? ¿Son éstas tus riquezas? Pues te digocon verdad toda que en riquezas tales

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siempre quisiera ser el más mendigo. Mas si algún dolor grave, o de los malesotro alguno, en el lecho te pusiere,que suelen afligir a los mortales, ya tendrás quien te asista, quien se esmereen darte los fomentos, quien le pidaal médico pensar cuanto pudiere; pues de tu adversidad compadecidala turba de tus hijos, tus doloresgime con tus parientes afligida. Mas ni ama tu mujer que te mejores,ni el hijo, ni el vecino, ni el pariente,ni muchachos, ni iguales, ni mayores; que todos te aborrecen justamente;pues si tú has, más que todo, al oro amado,que nadie a ti te ame es consiguiente. Que si de los parientes que te ha dadosin gasto alguno la naturaleza,sin gasto quieres tú ser estimado, querrás que un asno corra con destreza,enseñado a llevar un freno puesto.Ea, deja de buscar vana riqueza, y con la que posees, ya el molestotrabajo deja, y más de la indigenciarecelando no estés revés funesto. Ni hagas lo que un Umidio (con pacienciaoye, que es corto el cuento), el cual teníacaudal tan asombroso y opulencia,

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que el oro no contaba, mas medía;pero tan miserable, que el más bajoesclavo mejor que él se vestiría. Morir temía de hambre; mas de un tajosu liberta, Tindárade gloriosa,partiólo, y lo libró de tal trabajo. -¿Qué quieres, pues, de mí? ¿qué en ostentosavida, cual Menio, gaste mis caudales,o, como Nomentano, lujuriosa? -No extremos te aconsejo irracionales:ni avaro verte quiero, ni un deshechogastador entregado a excesos tales. Del suegro de Vitelio, todo hechode la horrorosa hernia enorme masa,a Tanais espadón hay grande trecho.Hay en las cosas cierto modo y tasa,ciertos límites hay a que no atentoyerta siempre el que falta o el que pasa. Vuelvo a lo que empecé. ¡Que el avariento,a favor del ajeno persuadido,nunca en su estado ha de vivir contento! Y si acaso a ver llega que ha excedidoen leche la ubre de la cabra ajena,ha de morir de envidia consumido. Ni al ver a otros más pobres se serena(Y es número mayor), sino que ansiosovencer, ya a éste, ya a aquél, toda es su pena. Así nunca el avaro halla reposo;

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pues se pone delante y lo desvelasiempre alguno más rico y poderoso. Tal, luego que del puesto suelta vuelaveloz cuadriga, agítala incesanteel auriga, que siempre más se anhela; y despreciando al que pasó triunfante,afanado vencer al otro aspiracuyo carro feliz corre delante. Llamarse a nadie, así, feliz se mira,que muera confesándose dichoso,cual convidado que harto se retira. Basta; y por que no pienses que enfadosocopiar quiero a Crispino, el legañoso,seguro está que ya mis labios abra,ni que añada siquiera una palabra.

MANUEL MARIA DE ARJONA

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SÁTIRA 2

De parásitos, músicos, danzantesdroguistas, y otras clases de tunantes,anda mustia y mohína la bandadaporque Tigelio ha muerto; y espléndido el cantor era por cierto.De ser llamado pródigo otro huye,y no habrá caso en que a un amigo ofrezca con que del hambre o frío se guarezca.Si a otro pregunto yo por qué destruyesu pingüe herencia en bromas y banquetes,y para renovarlos el dinerotoma a gruesa usura,dice: “tacaño parecer no quiero”;y uno lo alaba, y otro lo murmura.Rico es Fufidio en tierras y billetes,todo, todo le sobra;mas de disipador teme la fama:cinco por ciento al mes de interés lleva,

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que adelantados cobra:en el más arruinado más se ceba;y anda siempre tras jóvenes noviciosa quienes para vicios su caudal padres duros no prodi-

gan.Al oír esto mil habrá que digan:-¡Santo Dios! mas siquieragastará en proporción de lo que gana.-¡Qué! no puedes creer cuánto se afana:el viejo de Terencio, apesaradodel hijo por la huida,no se dio peor vidaque se da este usurero desdichado. Si alguien pregunta ¿a qué viene ese cuento?responderé al momento;cuando un exceso evita hombre sin seso,se precipita en el contrario exceso.Pasease Maltino, con mesurala túnica arrastrando, y hay algunoque la lleva cogida a la cintura;huele Rufilo a almizcle, otro a chotuno;en el medio jamás se está ninguno.A uno agrada tan sólo la matronacuyo vestido franja orla de grana;a otro del lupanar la cortesana,y el viejo dicho de Catón pregona,que a cierto caballero viendo un díaque de un burdel salía,

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“Eso es, le dijo, sí, cuando reparesque el incendio de amor arde en tus venas,es muy mejor bajar a esos lugares,que las mujeres corromper ajenas”.“Pues yo, Cupienio dice,que la alta estirpe estima sobre todo,no quiero que me alaben de ese modo”. A los que no deseanal adúltero una hora de bonanzalos riesgos diré yo que le rodeany cómo con perpetua malandanzacompra el placer que rara vez alcanza.Éste tuvo que echarse del tejado,aquél hasta morir fue apaleado,uno al huir dio en manos de ladrones,otro se rescató con sus doblones,de los unos criados abusaron,esotros mutilados escaparon;y del castigo se reían todos,excepto Galba, que le hallaba duro. Con las otras el lance es más seguro,con las de menos clase decir quiero:el buen Salustio, empero,tal por ellas se inflamacual es otro por una ilustre dama.Si él obrara con sesoy fuera generoso sin exceso,su opinión no arruinara y su fortuna;

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pero en decir complácese: “a ningunamatrona jamás toco”.También Marseo el loco,todo cuanto teníagastando con su cómica, decía:nada, señores, nada;no se me hable de mujer casadaMuy bien; mas por actrices y ramerasel mísero enloquece,y más la fama que el caudal padece.¿Piensas que es la persona la dañosa?Pues no, no es la persona, que es la cosa.Siempre malo se entiendala honra perder o malgastar la hacienda,malo en todo lugar y a toda hora,y sea con criada o con señora. Del esplendor del nombre seducido,por amar Vilio a Fausta, hija de Sila,llevó su merecido;y mientras muy tranquilaella se estaba allá con Longareno,de la casa expelidose fue él, de golpes y de heridas lleno.Cómo, si cierta parte hablar pudiera,a aquél en tal apuro le dijera;¿Por ventura reclamola hija de un cónsul yo cuando me inflamo?”¿Qué es lo que entonces respondiera el hombre?

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“¡Era del padre tan ilustre el nombre!” ¡Cuán de otro modo en caso tal se explicanaturaleza con sus bienes rica!No confundas, si oír su voz blasonas,lo que amar o huir debes, ni atribuyasa las cosas las culpas que son tuyas.De seguir deja, pues, a las matronas,si de ello arrepentirte al fin no quieres,que más disgustos causan que placeres.Si muestran de costosa pedreríael cuello y el dedo llenos,entre ésta de que gustas pompa vana,su interior muchas veces vale menos,oh Cerinto, que el de una cortesana:ésta, su mercancíasin disfraces ostenta donde quiera;lo que de venta está, de mostrar trata,lo que tiene de bueno no pondera,lo que tiene de malo no recata.Y no de otra manerahace un rico señor; para comprallos,descubre bien, registra los caballos;y aunque se haya prendado del cuello levantado,el anca airosa y la cabeza chica,a examinar los pies también se aplica.Y tú las perfecciones de tu amadamás perspicaz descubres que Linceo,y luego de lo feo,

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muy más que Hipsea ciego, no ves nada.“¡Qué brazos, cielos, qué garganta!” -dices;y hundida es de caderas, corto el talle,largos los pies, y largas las narices.En las matronas todo se te escapa,y nada puedes ver sino la cara;y a no ser una Cacia, que es muy raralo demás el vestido se lo tapa.Pues supongamos ya que a más anhelas,¡qué embarazos, qué penas tan amargas!Amigas, centinelas, modistas importunas,literas, sayas largas,mil cosas que te dejan en ayunas. Con las otras la cosa es diferente;a favor del diáfano vestidoves si la pierna es buena, el pie pulido,y calculas el talle fácilmente.¿Querrás que la tapada se te ría,y pagarla sin ver la mercancía?–“De la liebre medrosaveloz el cazador sigue la huella;en el plato después la halla sabrosa,y si otro la mató, no llega a ella:así es mi amor, lo fácil lo desdeña,y en pos de lo difícil se despeña”.-Tal dice la canción; mas ¿con cancionespretendes tú calmar tu inquietud dura?Un límite natura

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señaló a tus deseos y aficiones.Estudiando, prudente,lo que hacer veda y lo que hacer consiente, podrás con buen avisolo inútil discernir de lo preciso.Cuando sed te consume violenta,¿se te ocurre pedir vaso dorado?¿Pavo real, rodaballo delicadosi el hambre te atormenta?¿Y cuando amor aguíjate tirano,que te devore sufrirás su llama,porque una gran señora no haya a mano?Yo de esos no soy, no, yo quiero damadispuesta y fácil en cualquier extremo;y como dice el sabio Filodemo,aquella que se venga con “más tarde”,“cuando salga mi esposo”;“pues bien, dame algo más”, ésa se guardepara hombre a quien amor nunca moleste.La que poco me cueste,la que llamada se presente al punto,limpia, blanca, bien hecha, buen conjunto,la que tal se me muestre como sea,ésa es la que me halaga y me recrea.Ilia, Egeria la llamo,y mil nombres le doy cuando me inflamosin temor de que venga su marido;la puerta a golpes hunda;

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ladre el perro; entre el ruido y barahúnda,del lecho sin sentidola señora se arroje macilenta,y exclame: “¡ay infeliz!” la confidenta;aquella tiemble de perder su dote,acuesta su cogote,y yo que huir las faldastenga, por que no paguen mis espaldas,o mi hacienda o mi honor no sufra agravio,descalzo y desceñido.Es tristísima cosa ser cogido,tristísima; pregúntenselo a Fabio.

JAVIER DE BURGOS

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SÁTIRA 3

Es de todo cantor vieja manía,si le ruegan cantar, no abrir la boca,ni cerrarla si nadie le provoca.Esto al sardo Tigelio sucedía;y César mismo nada alcanzaría,aunque por la amistad se lo rogara,con que su padre y él siempre le honrara.Mas si ganas le entraban al bellaco,y a entonar empezaba el Salve Baco,seguía hasta acabado ya, el banquete,ora por bajo, y ora por falsete.Desigual siempre, o daba una carreracual si de un enemigo armado huyera,o iba con paso lento,cual si de Juno en fiestallevase en procesión la sacra cesta.Con diez esclavos ora, ora con ciento,de reyes ora o príncipes hablando;

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o ya el tono bajando,“Humilde mesa es el anhelo mío,decía, y una concha por salero,y un vestido groserocon que me pueda guarecer del frío”.Mas si a éste, que con poco se fingíasatisfecho y aun harto,le dieses un millón, al otro díano te quedara en la gaveta un cuarto.Hasta el amanecer no se acostaba,y los días durmiendo los pasaba.Nunca en fin hubo, entre rareza y canto.Quien de sí mismo difiriese tanto.Al oír esto, acaso dirá alguno,“Y ¡qué! ¿no tienes tú vicio ninguno?”–“Sí, pero de otra especie diferente”.Hablaba Menio mal de Novio ausente,y uno le dijo, “Y tú ¿no te conoces?o ¿piensas deslumbrarnos con tus voces,cual si ya no supiéramos tu tono?”–“Pero yo mi locura,dijo Menio, a mí mismo me perdono”.¡Fatua indulgencia, digna de censura!¡Qué! ¿para ver tus faltas serás ciego,y las de tus amigos verás luego,con los ojos cual de un águila o serpiente?Y bien, ¿la demás genteno imitará tu traza,

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y tus defectos sacará a la plaza?.Aquél, dices, no gusta de burlones,de cólera tal vez tiene arrebatos;suelta la toga, es una risa vello,mal cortado el cabello,caérsele de grandes los zapatos”.Sí; pero es honradísimo, es tu amigo,y aunque muy poco a acicalarse atento,es hombre de saber y de talento:y tú, si lo repasas bien contigo,en ti hallarás o vicios naturaleso vicios de costumbre;que campos erialesdan sólo helechos, buenos para lumbre.A imitarle el amante nos convida,que las faltas no ve de su querida,si no es que en ellas se deleita fino,cual de su Agna el tumor place a Balbino.A un error de esta clase,si de este modo la amistad errase,un nombre honroso la virtud daría;o hacer con sus amigos deberíacada cual como el padre con sus hijos.El padre dice de uno que es bisojo,“ladea un poco el ojo”;de otro que es como Sísifo de enano,dice que es un pollito;al patituerto llama estevadito,

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y entre dientes, del que anda a rempujones,dice, “carnosos tiene los talones”.De un tacaño cubriendo así el oprobio,dí que es frugal y sobrio;al vano fanfarrón llama festivo,al iracundo, vivo,y al duro, y libre más que convenía,veraz, sencillo y franco en demasía.Esto, si bien se observa,es lo que la amistad traba y conserva. Mas nuestro juicio escasoconvierte en vicio la virtud más pura,y mancha y desfiguracon un feo barniz el limpio vaso.Al hombre más honrado y más modesto,mazacote llamámosle y molesto:al otro que sospechaque el crimen y la envidia vil le acecha,y prudente, por ellocuida que nadie pueda sorprendello,en vez de precavido o de juicioso,le llamamos falaz o artificioso.Si al que lee o medita llega alguno,sencillo o importuno,a interrumpir con una fruslería,cual yo lo hago contigo cada día,oh Mecenas querido,decimos que es un hombre sin sentido;

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sin reparar que cuando así fallamos,terrible ley contra nosotros damospues sin vicios ninguno al mundo viene,y aquél es el mejor que menos tiene.Pese el leal amigo, como es justo, mis faltas y mis prendas a su gusto,y cuando a aquéllas éstas sobrepujeninclínese a mi lado,si es que de mí pretende ser amado y que con igual vara yo le mida;que el que indulgencia pidacon sus tachas, Mecenas,debe indulgente ser con las ajenas,y el favor que alcanzar de uno se piensees justo que a él también se le dispense. Mas pues de los humanos corazoneslos arraigados vicios y pasioneses imposible descuajar del todo,cierto término y mododebe el hombre emplear de razón buenay a cada crimen señalar su pena.Si su esclavo a la muerte uno destinaporque al llevar un plato a la cocinadel pescado o la salsa prueba un pocoreputarále un cuerdo por más locoque el mismo Labeón. Pues ahora digomás crimen es que si faltó un amigoen una cosa leve

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(pues tal su falta reputarla debequien de cruel no quiera se le arguya)se le aborrezca y huya,cual huye de Rusón el deudor triste,que si asomando la calenda aciagael capital o el interés no paga,debe sufrir, como menguado siervo,del usurero el denostar acerbo.Si a otro, porque la cama en que comía,manchó en medio de un báquico arrebato,o derribó algún platoen que el cincel de Evandro relucía,o se comió una polla regaladapara mí destinada,¿estimaréle en menos? Pues ¿qué hicierayo más si él me robara,si una palabra dada no cumpliera,o si un secreto mío revelara? Entrando en discusión, veránse estrechoslos que todo delito igual reputan;pues su opinión refutanel buen sentido, el hábito del mundo,y hasta la utilidad, que es las más vecesde la justicia el manantial fecundo.Cuando del suelo por la vez primerala raza pululó de los humanos,sustento y madrigueramudos cual muda fiera,

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disputaron con uñas y con manos.Con palos pelearon enseguida,y armas más tarde usó su enojo ciego,que la necesidad fabricó luego:en un lenguaje al fin convino el hombre,y a cada objeto señaló su nombre.Cesó entonces la guerra encarnizada;los pueblos mal segurosse rodearon de elevados muros,y la ley acatadaa adúltero y ladrón señaló pena:pues mucho antes que naciese Helena,de guerra atroz y durafue causa amor, y fuelo la hermosura;si bien a aquel que como bruto andabay en pos la vaga Venus se lanzaba,rival de más valor daba la muerte,cual mata al toro débil toro fuerte. Que para reprimir toda violenciase inventaron las leyes,de los siglos pasados la experiencialo prueba, y de los fastos la lectura;pues si basta naturalo útil a discernir de lo dañoso,no de lo justo así lo criminoso.Ni la razón persuadirá por cierto,que sea acreedor a igual reprocheel que las berzas destrozó de un huerto

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que aquél que un templo saqueó en la noche.Debe, pues, una regla existir fijaque el crimen siempre en proporción corrija,si no, despedazaraspor levísimas faltas a cualquiera;pues que menor castigo tú ordenarasa alguno que mayor le mereciera,no es de esperar de quien, cual tú, aseguraque es lo mismo un gran robo que una usura.Y que, a ser rey, trataras igualmenteal grande y al pequeño delincuente.En fin, si el sabio es siempre poderoso,sobresaliente artista, único hermoso,y rey, y todo en fin, según tú crees,¿a qué pides aquello que posees?Mas dirásme quizá: “Bien lo examina,no es ésa de Crisipo la doctrina.Que el sabio hace zapatos no se entienda,mas con ser sabio es zapatero, y bueno; y a la manera que el sutil Alfeno es zapatero, aunque cerró su tienda,y aunque no sin cesar esté cantando,Hermógenes es siempre cantor blando;el sabio en todas partes es maestro,y rey también en el dictamen nuestro”. -Muy bien, mas con corona y con reinado,a ti, rey de los reyes elevado,atrevidos mozuelos

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de la barba descuájante los pelos,y si el garrote a huir no los obliga,cada cual te fatiga,con burlas y matracas,provocando tus gritos y alharacas.En fin, mientras que rey, envilecidopor un ochavo vayas a bañarte,del imbécil Crispín sólo seguido;mientras de mis amigos por su partelas faltas disimule la indulgencia,y yo las suyas sufra con prudencia,de más feliz mi oscuridad blasonaque tú con tu quimera corona.

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SÁTIRA 4

Éupolis, Aristófanes, Cratino,y otros antiguos cómicos de nombre,al tropezar con hombrebarragán, o ratero, o asesino,o célebre por cosa semejante,al teatro sacábanle al instante.Bien que empleando metro diferente,siguió Lucilio a aquella antigua gente,siempre agudo y chistoso,pero desaliñado en demasía,y éste era el gran defecto que tenía.En una hora, sin tomar reposo,versos dictaba hasta contar doscientos,y con esto creía hacer portentos.Arrastraba tal vez algo de buenoentre un raudal de cieno;pero, verboso asaz, era, escribiendo,de la tarea de escribir avaro;

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de escribir bien, entiendo,pues lo mucho, no es cosa en que reparo. Mira a Crispín, que allí con ufaníaa componer también me desafía:“Tomemos papel, dice, señalemoshora, sitio y testigos, y veremosquién a quién aventaja en este alarde.Yo, a quien el cielo dio tímida vena,y que hablo poco, y aun de tarde en tarde,le digo: “al fuelle imita enhorabuena,que sopla sin sosiego,hasta que al duro hierro ablanda el fuego”.Feliz Fannio se cree,viendo al templo de Apolo trasladadassus obras y su busto;las mías nadie lee,y yo a muy pocos recitarlas gusto,porque a pocos agrada su lectura,pues cada cual ve en ellas su censura.De entre mil saca un hombre a cualquier hora,y ambición o avaricia le devora.A las matronas uno ama furioso,a otro cautiva el rapazuelo hermoso;a éste del oro la afición aqueja;a aquél deslumbra una alhajuela vieja.De peligro en peligro revolando,cual el polvo en el raudo remolino,trafica el otro en afanar contino,

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por que en aumento su fortuna vayade donde se hunde el sol a donde raya.Todos éstos la sátira aborrecen,y al que la escribe temen y escarnecen.“Que embiste, dicen; huye a ese enemigo;sólo piensa en reír, y para ellojamás perdona a su mejor amigo;y cuando lo que ha escritono tiene a quien leello,lo hace a una vieja o joven inocenteque retornan del horno o de la fuente”. Contra eso una palabra oiga el que quiera.Primeramente niego me competael título glorioso de poeta;niego que esto se adquieracon ajustar un verso a la medida,o escribir una cosa parecida,como lo son mis versos, a la prosa.Sólo merece nota tan honrosaaquel mortal que ingenio peregrinoy estro más que divinoune con expresión noble y grandiosa.Por esta causa la cuestión se agitade si es una comedia o no poema,puesto que en el estilo ni en el temaelevación ni vehemencia admita,y sólo por la métrica cadenciadel lenguaje común se diferencia.

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Cierto es que apesaradoun padre a su hijo alguna vez denuesta,al ver que una rameraprefiere a una mujer rica y honesta,y se infama, beodocorriendo el pueblo todocon mil hachones antes que el sol muera.Mas si su padre a respirar volviera,¿hablaría a Pomponio de otro modo?No es suficiente, pues, el hacer versosmuy castizos y tersos,si, a prosa reducidos, no más quedaque lo que un padre airado decir pueda.Si el número a mis sátiras tú quitas,o a las que el buen Lucilio dejó escritas,si las postreras voces antepones,y las primeras al remate pones,fragmentos de poeta hallar no esperes;los encontrarás, sí, cuando leyeres:“Después que de la guerraquebrantó la Discordia fulminantelas puertas de diamante..”.Mas dejando indagar para otro díasi en suma la comedia es poesía,hoy veamos si injusto al fin confiesasel odio que a la sátira profesas.Apenas con sus tablas Sulcio asoma,o Caprio, de gritar enronquecido,

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no hay ladrón que no tiemble en toda Roma;pero aquél que jamás tocó lo ajeno,de ambos a dos se burla muy sereno.Así, no siendo yo Sulcio ni Caprio,¿por qué, dí, me temieras,aun cuando más ladrón que Birro fueras,o más que el mismo Celio?En venta nada está de cuanto he escrito,ni Hermógenes Tigelioni otro ninguno la ha manoseado;y si algo recito,no es a un cualquiera, ni en cualquiera parte,sino a amigos, y aun eso, coartado.En la plaza importunoéste sus obras lee, otro en el baño,porque mejor allí la voz resuena,sin reparar ningunosi el sitio es propio o la ocasión es buena.Dices que en murmurar yo me recreoy que versos apañosólo por contentar este deseo.Mas ¿de dónde lo sabes? ¿lo has oídode alguna con quien haya yo vivido?Quien de un amigo ausente, infiel murmura,el que no le defiendecuando alguno le ofende,el que a su costa hacer reír procura,y así ganar de agudo fama intenta,

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el que lo que no vio finge o inventa;quien violó el respetodel ajeno secreto,a ése la nota dé malvado alcance,de ése se debe huir a todo trance. Tal vez en una cenade convidados ves una docena.Uno de ellos tal vez el tiempo pasaen mordiscar a todos,exceptüando al dueño de la casa;y aun a éste, cuando el vinolos secretos del pecho al labio asoma,también pellizca en medio de la broma.Tú, la murmuración aborreciendo,a aquél llamas urbano, franco, fino;y a mí, que en broma dije que iba oliendoRutilo a almizcle, Górgono a chotuno,me llamas envidioso e importuno.Si estafas de Petilio alguno cuenta,por defenderle tu amistad revienta.“¡Ah! Petilio es mi amigo,educóse conmigo,nunca en mi obsequio perdonó fatiga,y celebro que nadie le persiga:mas que no basto a comprender confiesocómo pudo salir de aquel proceso”.Esto sí que es en sumaa manos llenas derramar venenos;

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esto lo que jamás se vio en mi pluma,y en mi corazón limpio mucho menos,y lo que, sí a jurar yo me aventuroque nunca se verá prometo y juro.Si, pues, libre o festivo hablo de un hecho,debes dejarme usar de este derecho. Así, con los ejemplos que citaba,mi padre a huir los vicios me exhortaba.Para inducirme a ser frugal y sobrio, y con su escaso haber vivir contento,“escarmienta, decía, en el oprobiodel hijo de Albio tú, y en Baro hambriento.¡Precioso documentopara que no se extienda,el que lo observe, a disipar su hacienda!”Si preservarme del amor insanopretendía tal vez de vil ramera,me citaba el ejemplo de Sectano.Por que tras las matronas no corriera,cuando lícito amor gozar podía,“De Trebonio, decía,mira el honor perdido,porque fue en adulterio sorprendido.Explíquete algún sabiopor qué es buena una acción, o por qué es mala;en cuanto a mí, me basta si mi labiolas antiguas costumbres te señala,y si puedo constante,

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mientras tu tierna edad guardián reclama,por tu vida mirar y por tu fama.Pues cuando ya otra edad más adelanterobustezca tus miembros y tu mente,tú podrás gobernarte fácilmente”.Blando así mi niñez él dirigía;y me excitaba, al prescribirme algo,de algún gran juez con el ejemplo hidalgo.Si me lo prohibía, “¿cómo aquestopuedes dudar que te será funesto,decíame, si haberlo ejecutado a éste,a esotro o a aquél ha deshonrado?Cual de un enfermo comedor la muertea otro, glotón también, de espanto llena,que temiendo igual suerte su apetito refrena;el triste ejemplo de la mengua ajenalos infantiles pechos retrae así de criminales hechos”. Así, de todo vergonzoso excesolimpia mantuvo siempre mi conciencia,y si tengo otras faltas, que confieso,dignas son de indulgencia.Acaso, cual lo espero,desaparezcan con la edad madura,de un amigo sincerocon las exhortaciones fraternales,o con la reflexión y la cordura;pues cuando me paseo en los portales,o en la cama tal vez me estoy despierto,

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siempre con este asunto me divierto.“Esto es mejor, me digo:obrando así, yo viviré felice,o me estimará más cualquier amigo.Poco cuerdo Fulano anduvo un día:pues ¿cómo yo a imitarle me expondría?”De ello a mis solas trato;y si de ocio tal vez me queda un rato,en hacer mis versitos me entretengo,que ésta una falta es de las que tengo.Si tú no la respetas,vendrá en mi auxilio hueste de poetas,y a alistarte en sus filas sin tardanzate obligarán, a la judía usanza.

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SÁTIRA 5

Dejé de la gran Roma la moradacon el griego doctísimo, Heliodoro,y en Aricia encontré pobre posada.Desde allí proseguimos de Apio al foro,sólo de marinerospoblado y de ladinos posaderos.El viajante listo y no reacioanda las dos jornadas en un día;en dos nosotros, que al que va despaciose hace menos pesada la Apia Vía.El agua, que es fatal en la tal tierra,me hizo a mi vientre declarar la guerra,y hube de resignarme, no sin pena,a presenciar de los demás la cena.Ya empezaba la nochede sombras tristes a cubrir el suelo,y de astros mil a tachonar el cielo,cuando entre marineros y criados

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empiezan furibundos altercados.-Éntrate aquí. - Trescientos ahí embutes:¿no tienes suficiente por ahora?Y en cobrar y enganchar se va una hora.Dormir impiden ranas y mosquitos;pero sus amoríos el marinocanta, atufado del vapor del vino,y el viajero alterna en este empeño,hasta que en fin a todos rinde el sueño.Flojo el patrón, al prado echa su mula,la ata con cuerda, que a un peñón da vuelta,y se tiende a dormir a pierna suelta.Ya el día despuntaba,cuando, advirtiendo que el bajel no andaba,listo un mala cabeza a tierra salta, y con su vara, que feroz blandea,al patrón y a la mula me apalea.A las diez desembarca en fin la gente,alma Feronia, y lávase en tu fuente.Se almuerza, y por tres millas de subida,a Ánxur luego trepamos, erigidasobre blancos peñones.Allí, encargados de altas comisiones,y ya antes instruidos,en conciliar amigos desunidos,se aguardaba a Mecenas y a Cocceyo;y ambos llegaron, con el gran Fonteyoque era de Antonio el más leal amigo,

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mientras que yo mis pitarrosos ojosde untar cuidaba con colirios rojos.De Fondi luego fuímonos, riendode un Aufidio, pretor que fue escribano,que el laticlavio y la pretexta ufanoy el pebetero ardiendollevar suele doquiera que concurra.Dormimos en la patria de Mamurra,alojónos Murena,y dionos Capitón sabrosa cena.Brillaron de otro día los albores,y a Marón, Plocio y Vario hallé en Sinuesa,mis amigos mejores,y almas de lo mejor que el mundo cría.¡Qué abrazos! ¡qué alegría!Nada, si el juicio conservar consigo,antepondré en mi vida a un fiel amigo.Dormimos en un pobre caserío, muy inmediato de Campania al río,y la sal y la lumbrenos dio el proveedor según costumbre.A Capua es de allí corta la jornada,y llegamos temprano a la posada.Mecenas a jugar, y a dormir fuimosVirgilio y yo, que no era la faenapara enfermizos ni cegatos buena.A la gran quinta que Cocceyo habita,sobre las fondas Caudíanas sita,

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a otro día pasamos,y de todo surtida la encontramos. Aquí tu auxilio, Musa, necesito,para ver si repitode Sarmento y Cicerro los truhanesla lucha divertida:dime la alcurnia de estos perillanes.Oscos, a vuestra tierra esclarecidael Ser Cicerro debey de Sarmento el ama aún vive y bebe.Tal de entrambos a dos era el linaje:Sarmento empezó así: “¿Sabes qué pienso?Que te pareces a un rocín salvaje”.Dímonos a reír, y con prestezaCicerro meneando la cabeza,“El reto admito”, dijo.Replicóle Sarmento: “Bien colijo,al verte, descornado, tan valiente,cuál tu valor sería,cuando el cuerno llevabas en la frente”,con lo cual aludíaa que una cicatriz enorme y raradesfiguraba su cerduda cara.De ella y de sus verrugas el tunanteburlándose le incitaa hacer el paso del pastor gigante,pues que no necesitapara ello de disfraz ni de coturno.

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De Cicerro después llegado el turno,“De tu cadena, preguntó, ¿qué has hecho?La ofreciste a los lares muy temprano,pues por más que te veas escribano,vigente de tu ama está el derecho”.Y añadióle: “¿Por qué te has escapado?¿No había, dí, de pan, con una librapara un enteco como tú, sobrado?”En fin, aquella escenaalargó alegremente nuestra cena,y dejando al Cicerro y al Sarmento,partimos de un tirón a Benevento.Por poco allí nuestro patrón se abrasacuando unos tordos héticos nos asa,pues rodándose un leño prende el fuegoy en la vieja cocina se propaga,y hasta los techos consumir amaga.Del apetito estimulados vierasamos y esclavos con iguales veras,ir de las llamas a librar el platoy el incendio apagar a breve rato. Un poco más allá de Beneventodescúbrense en cercanos horizontesde Apulia, mi país, los altos montes,que el Atábulo abrasa violento;pero jamás montáramos al picoa no encontrar la granja de Trivico,do leña verde y humo de tizones

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nos arrancaron grandes lagrimones.Allí hasta media noche aguardé en vanoa una embustera, necio y consentido:pensando en ella me quedé dormido,y me consoló al fin sueño liviano.Ocho leguas después corriendo en coche,a otro día en un pueblo hicimos noche,que si en verso no cabe tan aína,por señas fácilmente se adivina.El agua allí se vende sin ser buena,pero en cambio es el pan tan excelente,que todo viajero que es prudentede él sus alforjas llena,pues es como una piedra el de Canosa(que Diomedes un día edificara)y las fuentes tampoco son gran cosa.Vario allí de nosotros se separa,con gran pesar de todos;la gente llegó a Rubos fatigada,que es larga la jornada,y estaba el piso malo con los Iodos.Algo mejor mostróse el otro día,pero el camino malo en demasíahasta Bari en pescados abundante.Larga ocasión nos dio de broma luegoGnacia, bien a despecho construidade las náyades puras, pues sin fuegopretende que el incienso arde o se inflama

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de su templo en los altos soportales.Crea Apela el judío este milagro, de que yo me río,pues sé que en dulce paz los inmortalesviven allá en sus fúlgidos asientos, y que al obrar natura sus portentos, no es un numen solícito y cuidoso quien por ellos altera su reposo.Brindis, fin del viaje y la tarea,de aquesta relación también lo sea.

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SÁTIRA 6

No porque de los lidios, pobladoresdel etrusco confín, caro Mecenas,la mejor sangre corre por tus venas;ni porque tus mayoresdirigieron ejércitos potentes,con desprecio o desdén tratas, por cierto,cual lo hacen otros, las humildes gentescomo yo, que mi ser debí a un liberto.Cuando del padre dices que el estadoimporta poco, siendo el hijo honrado,recordar muestras que antes que se alzaseal trono Tulio de progenie oscura,a muchos hombres de menguada claseelevó su virtud a grande altura;mientras que por Levino,rama de la familia de Valerio,que del trono de Roma echó a Tarquino,nadie un cuarto daría en el imperio;

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y así hasta el pueblo idiota lo encarece,el pueblo, que al que menos lo merecea los primeros puestos encaramay que, estúpido esclavo de la fama,enmudece y se abateante los pergaminos de un magnate. Y ¿qué haremos nosotros entretanto,que de ese pueblo diferimos tanto?Que él a Decio postergue, hombre de ahora,y a Levino por noble en fin prefiera;que del Senado arrójeme en buen horael censor Apio, con razón sobrada,si es que salir presumo de mi esfera,mas a su carro de fulgente platala Gloria al noble y al plebeyo ata.Del laticlavio fuiste despojado;le recobraste, Tilio; y ¿qué has ganado?¿qué en ser tribuno? Más contra ti lidia,mientras te elevas más, la torpe envidia.Desque uno ansiando honores y fortunacon el negro coturno ufano se anda,y al pecho muestra la encarnada banda,todos quién es preguntan, cuál su cuna.Cual si imitando a Barro, alguno aspiraa pasar por un lindo galancete,a las muchachas el deseo inspirade saber de él, y charlan sin recelode sus piernas, sus pies, dientes y pelo.

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Del mismo modo el que a su cargo tomael cuidado de Roma,del imperio y del culto que le liga,a todo el mundo a averiguar obligaen qué clase su padre se encontrabao si tuvo aquel hijo en una esclava.Hijo de Dama, de Dionisio o Siro,¿a un ciudadano con audacia locaosas lanzar de la Tarpeya rocay al verdugo entregar? -Más baja mirode Novio mi colega yo la esfera,pues sólo es él lo que mi padre era.-¡Ah! la razón no es mala;¿serás por eso un Pauto o un Mesala?Novio además es hombre de otra traza;y aunque haya tres entierros en la plazay doscientas carretas,sobre los añafiles y trompetasresonará su voz estrepitosa;y esto ya ves que vale alguna cosa. A mí, hijo de un liberto,contraerme otra vez juzgo oportuno.Por aquí hurgóme siempre envidia insana,en otro tiempo porque fui tribunode una legión romana,y ahora porque contigo como y bebo;y es diferente en realidad el caso,que el mando con razón se envidió acaso,

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pero no la amistad que a ti te debo;sobre todo, no honrando tú con ellasino a aquellos que juzgas merecella,sin que jamás la intriga en esto influya;y a la suerte no es justo se atribuyagozar yo tu amistad, si bien se advierte,pues tu amistad no es obra de la suerte.Primero, el buen Virgilio, Vario luegode mí te informan: cuando a hablarte llego,de vergüenza infantil sobrecogido,puedo pocas palabras, oh Mecenas,y ésas cortadas pronunciar apenas.No alabo mi linaje esclarecido,no ricas heredades asegurocorrer en un caballo de Saturo:dígote lo que soy; según tu uso,contestas poco, y márchome confuso.Llámasme al fin, después de nueve meses, y sé que en tu amistad parte me cabe;cosa con que de júbilo me lleno,pues discernir lo malo de lo buenotu perspicacia sabe,y tan grata fortunala debí a mi honradez, y no a mi cuna. Pero si es mi carácter generoso;si mis defectos pocos y ligerosson pequeño lunar en cuerpo hermoso;si nadie me acusara con justicia

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de crímenes, torpezas, ni avaricia;si una vida inocente y pura llevo(aunque esto ceda en alabanza mía),si mis amigos me aman a porfíatodo a mi amante padre se lo debo.Él, sin otro caudal que una hacenduela,no me puso de Flavio, no, en la escuela,do los hijos de ilustres centuriones,llevando bajo el brazo sus cartones,ajustaban por días y por mesescuentas de capitales e intereses.Niño me llevó a Roma, a que estudiaselo que los niños de elevada clase;y en verme por las calles bien vestido,y de esclavos seguido,todos hallaban mudo testimoniode que gozaba un pingüe patrimonio.Guardián incorruptible, a mis leccionesme seguía mi padre; él mi inocencia,fianza de virtud, puso en seguro,y no tan sólo preservóme purode las malas acciones,mas también de sospechas y baldones.Sin temor de que nadie le tacharasi de su oficio de alguacil, precario,me dejase atenido al ruin salario;cosa de que en verdad no me quejara,antes por ello su alabanza crece,

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y más y más mi gratitud merece.Mientras conserve yo juicio bastante,honraréme con padre semejante:y aunque clamen los más que a culpa suyainjusto es se atribuyano descender de altísimo linaje,no es ésa mi opinión ni mi lenguaje.Si la naturaleza consintieraa la edad otra vez volver pasada,y que escogerse cada cual pudieraparentela a su gusto acomodada,satisfecho y feliz con mis mayores,no iría a buscar otros ciertamenteentre cónsules yo ni senadores.Juzgárame quizá el vulgo demente,más tú me hallarás cuerdo, huyendo de estaque nunca soporté, carga molesta;pues yo tendría que poner las mientesen ver el modo de juntar dineroy en saludar a yentes y vinientes;ir fuera no podría, aun por instantes,sin llevar dos o tres acompañantes;tener debiera en fin muchos criados,buenos coches, caballos estimados:mientras ir puedo ahora hasta Tarento,en mi mulo rabón, si se me aúpa,con una maletilla a la gurupa;y a mí ninguno avaros despilfarros

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cual a ti, pretor alto, Tilio, imputa,cuando ostentas de Tívoli en la rutacinco mozos cargados de cacharros. Así, aunque pobre, senador altivo,mejor que muchos y que tú yo vivo.Solo me voy donde me da el barrunto,de trigo y berzas el valor pregunto;tal vez al circo lleno de tunanteso al foro por la tarde haga un paseo,y la buenaventura decir veo.Vuelvo a mi casa luego;tres criados me sirven cuando llegopuerros, garbanzos y algo de polenta:de piedra un blanco aparador sustentacon un vaso pequeño dos tazones,copa y aguamanil de libaciones,y una gran palangana,de Capua todo en pobre porcelana.Me acuesto en fin, y no en pensar me afanosi me he de levantar tarde o temprano,o ver a Marsias, siempre incomodadode que Novio el menor ande a su lado.Salgo a las nueve a dar un paseítoo bien cuando he leído, o cuando he escritoalgo que allá a mis solas me divierta,me unto de aceite, y no M que arrebataa los faroles el inmundo Nata.Cuando ya pica el sol y me molesta,

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me encamino hacia el baño, y descansado,al fresco paso la abrasada siesta.Tomo luego un bocado,conque el vacío estómago sostengo,y en casa en cualquier cosa me entretengo.Ésta la vida es del que no agitade ambición torpe sugestión precita.Con esto me consuelo,y vivo más feliz y complacido,que si cuestor mi abuelo,o mi tío o mi padre hubiese sido.

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SÁTIRA 7

No existe pitarroso ni barberoque ignore de qué modoPersio el mestizo rechazó severoel dardo emponzoñadodel proscrito Rutilio, el Rey llamado.Persio, de Clazomene comerciante,que al Rey seguía un pleito muy reñido,grosero aún más que el Rey su contrincanteera, y muy vanidoso y presumido,y en burlas tan amargo en demasía,que a Barros y a Sisenas excedía.De componerse Persio y Rey trataron;pero no lo lograron,que a los guapos semejan los pleitistas:mientras más fuertes son, más camorristas.Así entre el grande Aquiles y Héctor fuertesólo se acabó el odio con la muerte,

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porque era igual en enconadas lidesla pujanza de entrambos adalides.Mas si es entre cobardes la pelea,o hay alguno que menos fuerte sea,como entre Glauco sucedió y Diomedes,uno huye el desafío,y regalos presenta al de más brío. Mandando, pues, en Asia el pretor Bruto,nuestros pleiteadores,cual los dos gladiadoresBito y Baquio, en el circo apareados,preséntanse en estrados,mas con tal vehemencia y tales modos,que fijan luego la atención de todos.Persio los hechos cuenta,de risa en tanto el tribunal revienta;Persio a Bruto del Asia sol proclama;astros benignos a sus gentes llama;con el nombre de Can al Rey denuesta,constelación al labrador funesta;y hablando, a un gran torrente se asemejaque un árbol sólo a la segur no deja.Al ímpetu burlón de Persio oponeel Rey ultrajes viles y groseros,cual de un viñador rudo que se ponea insultar a tranquilos viajerosque por ver si su lengua se refrenale tratan de cornudo a boca llena.

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Cuando rociado así se miró el griegode vinagre de Italia, exclamó ciego:“Tú que al mundo de reyes libertabas,¿por qué con este Rey, Bruto, no acabas?Créeme: sólo falta esta proezapara poner el colmo a tu grandeza”.

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SÁTIRA 8

Inútil tronco fui de higuera un día,cuando dudando un pobre carpinterosi un Príapo o un banco de mí haríase inclinó a lo primero;y cátame hecho un dios, y en ocasionesde pájaros terror y de ladrones.A éstos ahuyento con mi alzado brazoy de mi numen con el signo obsceno;los pájaros también de espanto llenocon el ramaje en mi cabeza erguidoy asolar estos huertos les impido.En cajas alquiladasaquí a enterrar traía el gremio esclavoun día a sus difuntos camaradas.Éste del pueblo el cementerio era,y del truhán Pantolabo,y Nomentán que su caudal perdiera.De ancho trescientos pies, y mil tenía

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de largo el monumento,y sobre un mojón alto se leíaque era su donación irrevocable.En sana y agradableya la zahúrda se trocó Esquilina,y es un placer correr por la colina,donde hasta aquí tan sólo huesos blancosse veían en quiebras y barrancos. Pero ni los ladrones ni las fieras,que siempre en estos sitios se anidaron,tanto me molestaroncomo esas hechicerasque pretenden con drogas infernalesel seso trastornar de los mortales;sin que perderlas ni impedirles puedarecoger huesos y dañinas plantasal asomar la luna su faz leda.Yo, con su negra capa arremangada,descalza, y los cabellos esparcidos,vi a Canidia, la oí dando alaridoscon Sagana, y horrendas a porfíaa ambas a dos la palidez hacía.Escarban con las uñas el terreno,y de una oveja negra, que inclementeshacen luego pedazos con los dientes,el hoyo dejan con la sangre lleno,de donde aguardan que almas salgan juntasa dar satisfacción a sus preguntas.

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Figurar en aquella farsa insanavi dos muñecas; la mayor de lana,la otra menor de cera,aquélla amenazando,ésta misericordia demandando,como una esclava que la muerte espera;a Hécate la una invoca,la otra a la atroz Tisífone provoca.Perros allí y serpientesvieras salir de la infernal guarida;y la una encendida,para no presenciar tanta torpeza,esconder entre tumbas su cabeza.Si en lo que digo miento,en mi frente se ensucien ciervos ciento,y sus necesidades en mis barbashaga el ladrón Vorano muy despacio,Julio y el corrompido Pediacio.Pero ¿a qué fatigar más tus oídos?¿A qué hablar de los lúgubres chillidosque alternaban las sombras con Sagana?¿A qué contar que cautelosamentebarbas de lobo, y de culebra un diente,enterraron, y luegoen la imagen de cera prendió el fuego?Indignado de tanta malandanza,de aquellas furias tomo en fin venganza,y mi nalga de palo tanto suena

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cual reventando una vejiga llena.Al ruido, fue una risaver escapar las brujas en camisa,de Sagana caer rizos prestados,de Canidia volar dientes postizosrodar los brazaletes encantados,y las yerbas rodar de los hechizos.

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SÁTIRA 9

Yendo por la Vía Sacra acaso un día(como tengo costumbre), embebecidoM todo en cierta burla o niñería, encontré con un hombre conocidosolamente de nombre, que, llegadoa mí, se para, y de mi mano asido, me pregunta, poniéndose a mi lado:“¿cómo va, señor mío?” Yo le digo:“bien por cierto, señor”, y a su mandado no me dejó por eso, antes conmigose vuelve, y viendo yo que me seguía,dije primero: “¿Queréis algo, amigo?” Entonces respondió: “Lo que querríaes, que me conozcáis, señor, os pido,porque soy hombre docto en la poesía”. -“Por eso seréis vos en más tenidode mí”, le dije; y procurando vermede él con alguna traza desasido,

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comienzo a andar a priesa y detenermea hablar al oído a mi criado;mas no pudo algo de esto socorrerme. Vínome al punto un trasudor heladopor todo el cuerpo, y dije: “¡Oh, cuán dichosoes, Bollano, tu humor y desenfado!” Entre tanto un momento el enfadosola boca no cerró jamás, loandolas casas de aquel barrio suntuoso. Como me vio que a todo iba callando,dijo: “Ya, ya, señor, bien os entiendo;que apartaros de mí vais procurando.” “ no os aprovecha, pues; que yo pretendono dejaros a vos tan sola una hora,y donde vais os tengo de ir siguiendo”. -“Pasado el Tíber voy, le dije, ahora;y he de ir sin vos a ver un forastero,que junto del jardín de César mora”. -“No importa que esté lejos; bien ligerome siento, dice, y bien desocupado.No porfiéis; que acompañaros quiero.” Yo entonces, cual rocín flojo y cansado,que echándole la carga se derrienga,estuve por caerme de mi estado. Él hablar siempre y darle, ahora vengaa cuento lo que dice, o al contrario,al fin comienza así una larga arenga: “Bien entiendo que tanto a vuestro Vario

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no estimarais, ni a vuestro señor, cuantoa mí, si yo os tratase de ordinario. Porque, pregúntoos yo, ¿quién sabe tantode versos y de hacerlos con presteza?y ¿quién sabe cantar como yo canto? “Y ¿quién danza con tanta ligereza?¿Quién, sino yo, a Hermógenes prudentehizo tener envidia a su destreza?” Parecióme aquí tiempo convenientepara atajar su arenga preguntando:“¿Tenéis padre, señor, o algún pariente?” Respondió entonces con semblante blando:“No; que a todos los tengo sepultados;ninguno ha ya quedado de mi bando”. -¡Dichosos, dije, y bien afortunados.”–“Yo sólo quedo ahora; hoy es el díaque me está amenazado por los hados”; “porque, siendo yo niño, un ama mía,grande adivina, me sacó la suertede un cántaro, y cantó esta profecía: -A este niño le dará la muerte,no dolor de costado o calentura,no veneno, no tos, no espada fuerte; un parlero ha de ser su sepultura.Huya, pues, de parleros con cuidado,y más cuando llegare a edad madura”.Era tarde, y habíamos llegadoal santo templo de la diosa Vesta,

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y díceme: “Señor, yo estoy citado”.“Esme forzoso parecer en estaaudiencia. No os me vais, que luego salgo;no tardaré un momento a dar respuesta.” “-Dios me destruya, amigo, si yo valgopara pleitos, le dije, y si tenermepuedo en los pies; mirad si mandáis algo; que yo voy donde os dije, y detenermeno sería razón”. Díceme luego:“Dudoso estoy, no acierto a resolverme”.“Si el pleito dejo, pierdo mi sosiego;si os dejo a vos, también; no sé qué haga.”–“Dejadme, dije, a mí, por Dios, os ruego”. “ -No hayáis miedo que en esto os satisfaga”dijo; y comienza a ndar; yo tras él sigo;que el porfiar me es dura y mortal plaga.Entonces, “¿Cómo os va con vuestro amigoMecenas? -dice- ¡Oh, cuán avisado,y de gente vulgar cuán enemigo!” “Nadie con él tan bien se ha gobernadocomo vos; pero tengo confianza,si hacéis que me reciba por criado,”que yo seré segundo en la privanza,y acudirá a vuestras pretensionestan bien, tan sin descuido y sin tardanza, “que a todos los privados y mandonesdesprivaríades vos muy fácilmente,sin admitir Mecenas sus razones.”

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“-Sabed, le dije, que es muy diferentede lo que vos pensáis lo que se usaen esta casa grande y excelente.” “Allí todo es virtud, ninguno acusaal otro, todos viven con contento”;no hay cosa fuera de orden ni confusa. “Ni el rico al pobre da desabrimiento,ni el que es más sabio a mí me dañanada; cada cual tiene allí su propio asiento”. “-Gran cosa me contáis y poco usada,me dice, y para mí casi increíble”.dije: “Pues es verdad averiguada.”-“Ponéisme, dijo, un ansia no creíblede servir a tal hombre.”- Pues yo creo,dije, según sois cuerdo y apacible, “que con una palabra o un meneocon Mecenas haréis, según es blando,que huelgue de cumplir vuestro deseo; “ y aunque veréis, cuando lo vais tratando,que al principio es difícil y severo,lo venceréis al fin, perseverando”. -“Dejadme, dijo, hacer, porque el dineroes gran persona, y con algún presenteun paje granjearé o algún portero, “que me metan en tiempo convenientea hablar a Mecenas; y si hubierehoy en hacerlo algún inconveniente, “volveréme mañana, y si supiere

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que está fuera de casa, iré corriendoa acompañarle el tiempo que volviere. “Yo buscaré mil trazas, porque entiendoque no hay bien sin trabajo, y que convieneal negociante nunca estar durmiendo”. Estando en esto, veis aquí do vieneFusco Aristio, mi amigo, que entendidoel humor de aquel hombre muy bien tiene. En juntándonos, “Sed muy buen venido”,el uno dice al otro. Yo, pensandoser de él en aquel trance socorrido, tírole de la falda, y apretandosus manos con las mías, le hacíamil señas con toser de cuando en cuando. Él con un falso sonreír fingíano entenderme; yo empiezo acongojarmecon cólera y furor que me encendía. Díjele al fin: “¿Qué fue lo que hablarmequisisteis hoy? ¿Queréis que lo tratemos?Que ahora bien podré desocuparme”. -“Bien, dice, que mañana nos veremos;hoy es fiesta solemne entre la gentehebrea, y no es razón los enojemos.” “-A mí, dije, ningún inconvenientees no guardarla, porque nunca he sidoa tales religiones obediente.” “-Yo sí, porque no soy tan atrevido,dijo; y por tanto, perdonadme ahora;

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mañana os hablaré, si no me olvido” “- Oh, desdichada, dije, y triste hora,en la cual salí hoy a pasearme,de tantas pesadumbres causadora.” Al fin él hubo de irse y de dejarmecon mi importuno, mas al mismo instanteme vino Dios a ver y a libertarme;que acaso su contrario el pleiteante,que para entonces lo tenía citado,lo vio venir, y con feroz semblante, “¿Dónde vais vos, tramposo y desalmado?”le dijo; y vuelto a mí, me dice: “Amigo,¿queréis serme testigo?” –“De buen grado, le dije; yo os seré muy buen testigo”.Entonces do el juicio y juez habita,forcejando, lo lleva al fin consigo, y de una y otra parte anda la grita.Llévanme ante el juez, yo quedo solo,acude al vocear gente infinita,y así me libró de él el dios Apolo.

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SÁTIRA 10

Sí, dije que corríacon pie desaliñado,la musa de Lucilio. Y ¿quién seríade Lucilio tan necio apasionadoque esto negase? Y ¿luego no he alabadoque a Roma de basuralimpiase con la sal de la censura?Pero esto concediendo,no otras mil cosas conceder entiendo;que aunque en las farsas de Laberio ría,no las llamo selecta poesía.Algo tiene en verdad de meritoriohacer reír sin fin a un auditorio:mas debe ser conciso el que deseeque el pensamiento con vigor campee,sin fárrago de voces ni ruido que fatigueel oído; con el serio alternar debe,y el grave, el estilo festivo y el suave;

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mostrarse ya orador, ora poeta,o con destreza comedido y blando,sus fuerzas reprimiendo o atenuando;que más a veces al vicioso embargasarcasmo agudo que invectiva amarga.Imitemos en esto a los autoresde la comedia antigua, que esto hacían;pero en su vida, ni aun por disimulo,los vio ese lindo Hermógenes, ni el monoque en remedar el tonosólo piensa de Calvo y de Catulo.-Ganó Lucilio palmas singulares,mezclando voces griegas y latinas.-¡Menguados escolares!¿Pensaréis que un gran mérito teníalo que Pitoleón el rodio hacía?-No obstante, esta mixturada al verso gallardía y hermosura,cual vino de Falerno y Quío junto.-Y ahora, yo te pregunto:¿osarás hacer tú tal baturrillodefendiendo la causa de Petillo?Mientras Pedio, Publícola y Corvinopor hablar sudan en latín limado¿tú de tu patria y padres olvidado,a mezclar te atrevierascon las latinas, voces extranjeras,y en dos lenguas hablar cual canosano?

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A mí a las mientes una vez me vinoversos griegos hacer, aunque italiano.Empero aparecióseme Quirinodespués de media noche, cuando el sueñola verdad nos advierte,y me habló de esta suerte:“Llevar al bosque un leñono es empresa más loca ni más neciaque querer tú añadir Yates a Grecia”.Así, mientras de Alpino nos presentadegollado a Memnón la musa hinchada,o del Rin la cabeza enlodazada,yo en hacer estos versos me divierto,que no aspiran por ciertoa ir al templo de Apolo y tener parteen los premios que allí Tarpa reparte,ni menos necesitanque en la escena mil veces se repitan.Entre los vivos sólo tú, Fundano,presentar puedes en estilo urbanoramera astuta o pérfido alcahueteaspirando a engañar a un ruin vejete.En senarios Polión los reyes canta;Vario a la alta epopeya se levanta,cual nadie vigoroso, y a Virgiliola musa de los campos dictó un díala más dulce y graciosa poesía.Sátiras que Varrón y otros en Vano

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a componer se dedicaran, eraen tal estado mi única carrera;mas siempre al inventor parias rindiendo,pues quitar no pretendode su sien la corona,de que ornado la fama le pregona.Torrente le llamé de fango lleno,que lleva más de malo que de bueno.Mas díme tú, a quien docto considero:¿no hallas defectos en el grande Homero?¿Nada el mismo Lucilio conceptúaque enmendarse en las piezas de Accio debe?¿Del gran Ennio a burlarse no se atrevey sus versos de flojos no gradúa?¿No ves si a hablar de su persona viene,que a sí en más que a los otros no se tiene?¿Por qué, pues, no pudiéramos nosotros,las obras de Lucilio repasando,entrar examinandosi dependió de falta de talentoo de la sequedad del argumento,que hiciese versos flojos y sin arte,cual de quien sin más ley que la medidadoscientos antes de comer ensartey otros tantos después de la comida?Esto a Casio el toscano sucedía;su ingenio era un torrente despeñado;finó, y al otro día

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con sus propios escritos fue quemado.Y aunque fuese Lucilio comedido,y más correcto que el autor primeroque desbastó este género grosero,entre los griegos nunca conocido,y más que los autores de otra era:sus sátiras sin duda retocarasi el destino su vida prolongara,lo superfluo y vicioso suprimiera,al componer rascárase la frentey las uñas mordiérase impaciente.Si han de ser releídos tus escritos,fuerza es que los corrijas y castigues;bástete que te elogien eruditos,no en dar gusto a la turba te fatigues,si no es que acaso deslumbrado anhelastus versos oír dictar en las escuelas.Yo así no pienso; de la gente ilustresólo la aprobación me halaga y mueve;como un día, silbada de la plebe,dijo de orgullo llenala comedianta Arbúscula en la escena.¿Del chinche de Pantilio haré yo caso?¿Me incomodará acasoque en mi ausencia Demetrio ruin me ofenda,o zaherirme Fannio impertinente,parásito de Hermógenes, pretenda?De Virgilio, Mecenas, Plocio, Vario,

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Octavio, Valgio, Fusco y ambos Viscosyo con la aprobación contento quedo.Contaros sin lisonja entre ellos puedo,Polión, y a ti, Mesala, y a tu hermanoBíbulo, Servio, a ti, Furnio sincero,y otros varios amigos que hoy no nombro.A éstos agradar quiero,y asaz me afligiríafrustrada ver esta esperanza mía.Demetrio, y tú, Tigelio, a las mozuelasid a entonar sentidas cantilenas.Y tú, escribiente, a trabajar te apresta;tras la pieza anterior cópiame ésta.

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LIBRO SEGUNDO

SÁTIRA 1

HORACIO Punzante en demasíami sátira reputa cierta gentey más amarga que la ley consiente.Algunos sin vigor mis versos hallan,y mil como ellos fallanque podrían hacerse cada día.¿Qué me aconsejas tú, Trebacio amigo?

TREBACIO¿Qué? mantenerte quedo.

HORACIO¿Que a los versos renuncie, dices?

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TREBACIODigo.

HORACIOQue era el mejor partido te concedo;pero ¿qué haré cuando dormir no puedo?

TREBACIO Quien quiera dormir bien, de aceite untadopor tres veces el Tíber pase a nado,y a la noche humedézcase con vino.Mas si el prurito de escribir te mueve,glorias de César a cantar te atreve;de ello gran premio reportaras creo.

HORACIO Bien, venerable amigo, lo deseo;mas fáltanme las fuerzas, que no a todoscantar es dado férreos escuadrones,partos cayendo heridos del caballo,galos atravesados con arpones.

TREBACIO

Al menos su justicia y su fortunacantar tu voz podría,como la de Escipión Lucilio un día.

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HORACIO

También yo en ocasión lo haré oportuna.No siendo así, Trebacio,de César en negocios embebido,los acentos de Horacio nunca fatigarán, nunca, el oído,que cauto él y prudentede extemporáneas loas se resiente.

TREBACIOY ¿cuánto más, querido, eso valiera,que morder al truhán de Pantolabo,y a Nomentán que su caudal perdiera,y objeto ser de miedo y de odio tristeaun a aquél a quien nunca zaheriste?

HORACIO

Y ¿qué valen, doctor, esas razones?¿No tiene cada cual sus aficiones?Baila Milonio, cuando le calientael vino que a su testa se encarama,y en cada luz mil lucecitas cuenta.Bridones Cástor ama;su hermano Pólux luchas;yo cual Lucilio, que ventajas muchasa ti y a m. llevaba, de unir gusto

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voces que al metro con afán ajusto.Como a amigos discretosél fiaba a sus libros sus secretos,sin variar jamás de confidenteen casos favorables ni en adversos;y así se ve en sus versosdel buen viejo la vida retratada,cual en la tabla a un numen dedicada.A éste sigo, dudando si he nacidoen Pulla o en Lucania, pues que habitaal confín de ambas la venusia gente:y si la antigua tradición no miente,allí, arrojado el aduar samnita,enviaron colonias los romanos,por que, hallando pulleses o lucanossin presidios la tierra,no renovasen enconada guerra.Mas no temas que sea yo el primeroa provocar a nadie con mi pluma;me servirá como envainado acero;y ¿con qué objeto lo desenvainara,cuando ningún contrario me amagara?¡Ah! ¡plega a Jove que el orín consumamis armas, y que a mí, de paz ansioso,nadie turbe el reposo!Pero el que lo turbase, sepa cierto(y a cada cual lo advierto)que por la ciudad toda arrepentido

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verá correr su nombre escarnecido.Con urna amaga y leyesCervio a sus enemigos, de ira lleno;Canidia, hija de Albucio, con veneno;Turio sustos previeneal que en su tribunal un pleito tiene;y tú, cual yo, dirás que es justo empleecada mortal las armas que poseecontra aquél de quien teme daño o pena,y que sabia natura así lo ordena.Con los cuernos el toro embiste y hierelos dientes en su presa el lobo ceba:y ¿quién sino el instinto esto sugiere?En manos pon del disipado Escevasu madre, cuya larga vida él siente:no le pasará el pecho ciertamente;que no acoses los lobos acosadospelean, ni los toros a bocados,pero a la triste vieja sin remedioun jicarazo quitará de en medio.En fin, ya una vejez me aguarde fuerte,o su ala agite en torno a mí la muerte,rico, pobre, ya en Roma, ya a un extremodesterrado, si el hado lo decreta,en cualquier situación seré poeta.

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TREBACIO ¡Cual, hijo mío, por tu vida temo,o que de sí te alejealgún alto señor que hoy te protege!

HORACIO Mas cuando abrió Lucilio esta carrera,y arrebató la máscara ligera,con la cual mucha gentela fealdad de su interior cubría,¿acaso de sus chanzas se ofendíaLelio, ni el grande hombreque de Africano conquistó el renombre?¿Gritaron, si de injurias cubrió a Lupo,o si a Metelo en ellas parte cupo?A los grandes zurró y al pueblo entero,sin respetar en todos sus escritosmás que de la virtud los favoritos;y el valiente Escipi6n, Lelio el sincero,cuando en dulce retiro, de la escenadel mundo se alejaban,se reían con él y retozaban,mientras se aderezaba frugal cena.De mí también, aunque inferior me cuentoa Lucilio en riquezas y en talento,que con grandes traté sábese y vese,y lo dirá la envidia aunque le pese;que bien que contra mí sus dientes arme,

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quebrantarálos sin poder dañarme.¿Digo bien?

TREBACIO No replico; pero entiende,pues no quiero exponerte a sinsabores,porque lo que la ley previene ignores:Si uno con malos versos a otro ofende,ha lugar a proceso y a condena.

HORACIO Si son malos, amigo, enhorabuena.Mas ¿si uno buenos componerlos sabeen términos que Augusto los alabe,y siendo irreprensible, uno escarneceal que un baldón y mil tal vez merece?

TREBACIO A broma entonces el proceso pasa,y vas libre y sin costas a tu casa.

JAVIER DEBURGOS

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SÁTIRA 2

Amigos, os reveloque es la frugalidad virtud muy pura.No soy yo quien lo digo, sino Ofelo,sagaz labriego, sabio sin cultura.Oíd, no en ricas mesas, ni en salones,en que deslumbran locas profusiones,y a lo falso el espíritu se inclina,y a la verdad en desechar se obstina.Ayunos discutamos este asunto.Y ¿por qué ayunos? Lo sabréis al punto.Juez que el soborno viciamal examinar puede la justicia. Corre tras liebres tú, corceles doma,o si, a costumbres griegas avezado,los ejercicios cánsante de Roma,con el disco pesadoo la pelota rápida entreténte,diversiones en que del ajetreo

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indemniza el recreo:y cuando la fatiga el tedio ahuyente,y hambre o sed te atormente,marcha a pedir manjares peregrinoso miel para endulzar ásperos vinos;que si no hay mayordomo, o si alteradono permitiere el mar sacar pescado,ya quedará contentocon pan untado en sal tu vientre hambriento.Y ¿de qué piensas tú que esto dimana?De que el placer por más que se te digano en el manjar está, sino en la gana,y la salsa mejor es la fatiga:mientras quien de una en otra francachelaabotagado vuelaencuentra desabrido y aun amargoel lebrato de mar, la ostra y el sargo.No de ti empero recabar podría,si un pavón en tu mesa se servía,que a una gallina no le prefirieras.¿Qué te seduce en él? que es raro y caro,y forma con su cola matizadauna decoración muy variada.Mas ¿qué hace a la sustancia la pintura?¿Comes quizá esa pluma que te encanta?¿O después de cocido ella le dura? Pero aunque del pavón y la gallinano es distinto el sabor, y el aparato

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del plumaje tan sólo te alucina,tal preferencia demos de barato;mas de un lobo marino ¿cómo sientessi en el mar o en el Tíber fue cogido,si en las bocas del río o entre puentes?Loco te vuelve un barbo de tres libras;y si a comerlo vienes,por fuerza en trozos que partirlo tienes.Si te agrada el tamaño,¿por qué juzgas un dañoque aquel lobo marino enorme sea.Porque natura diolea uno pequeña y a otro grande mole.¡Ah! rara vez estómagos hambrientosdesdeñan los más malos alimentos.“Lo que a mí me recrea,dice uno más glotón que cien harpías,es ver tendido un peje monstruosoen un plato espacioso”.Ven, austro, y los manjares inficionade esa turba glotona.Mas ¿a qué? la abundancia sin pensallo,hastío al infeliz ahíto inspira,y cual podrido mirael fresco jabalí y el rodaballo,y mientras ya de nada probar quiere,la alcaparra y el rábano prefiere. Pero no, en los banquetes de señores

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aún no despareció completamentela antigua sobriedad de sus mayores;y todavía en ellos se consienteel vil huevo y la fruta del olivo;y ha poco fue de escándalo motivoel ver que sollo un díade Galonio en la mesa se servía.¿No hubo antes rodaballos por ventura?Éstos seguros en el mar, segurala cigüeña contábase en su nido,hasta que un pretoriano corrompidoaquel pez puso en moda y la cigüeña:y si hoy alguno en ponderar se empeñaque es buen manjar el somormujo asado,verás la juventud ciega y livianasomormujos comer de linda gana.Según Ofelo el bueno,se debe sobrio ser sin ser tacaño;pues es inútil evitar un dañopara caer en otro. Ese Avidieno,a quien el pueblo todode can designa con el justo apodo,guinda silvestre y aceituna ranciacome sólo, torcido vino escancia.Si a natal, boda, u otra Fiesta, ornadode blanca toga, huéspedes convida,por su mano a las coles en redondoecha su chorreón de aceite hediondo,

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de un cuerno de dos libras da cabida,mientras despilfarradono escasea el vinagre evaporado.Y ¿qué hará el que es prudente,cuando, como se dice vulgarmente,de un lado el perro, de otro el lobo acosa?No causar asco por tacaño trato,no esclavizarse por tener boato;no ser impertinente ni molestocon sus criados, con el viejo Albucio,cuando alguno tal vez no está en su puesto,ni dar en un banquete un baño sucio,como el simplón de Nevio hacer pudiera,pues ésta es una falta bien grosera. ¿Quieres saber los bienesque en una vida sobria considero?La salud el primero;y ciertamente en la memoria tienes,porque en el mal reparesque hace la variedad de los manjares,lo bien que te sentistesiempre que de un manjar sólo comiste.Mas si mezclas cocido con asado,y caza con pescado,todo lo dulce en bilis se convierte,y lo demás en flema pegajosa,que destroza el estómago más fuerte.¿No ves cuál de una cena suntuosa

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pálido todo el mundo se levanta?Postrado el cuerpo del continuo exceso,carga en el alma parte de su peso,y ata al suelo mezquinoesa porción de espíritu divino:mientras noche serenapasa aquel que tomó ligera cena,fuerte a otro día salta de la camay listo va do su deber le llama.Variación cabe en esto,si fiestas llegan, si se está indispuesto,o cansada vejez pide regalo.Mas ¿qué harás cuando viejo o cuando malo,si te das sano y mozo, tan buen trato?Jabalí rancio se estimaba un día;no porque en él gozárase el olfato,sino porque una lonja más valía,si a deshora llegaba un forastero,que el que su dueño lo comiese entero.Y ¡ojalá que entre aquella frugal gente,me hubiera hecho vivir hado clemente! Y si es algo la fama, que así suenaal oído, cual blanda cantilena,¿no amenguan la opinión de las personas,cual la salud, las largas comilonas?A más, vecinos y parientes gritancontra el glotón, que lleno ya de tedioen vano anhelará la muerte darse,

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pues ni un maravedí tendrá ni mediocon que un cordel comprar con que ahorcarse.-Anda a Trasio, dirás, con esas cuentas;yo por mi parte tengo grandes rentas,y riquezas enormes, con que puedocon tres monarcas competir sin miedo.-Mas ¿no habrá ¡por tu vida!en qué gastar mejor lo que te sobre?¿Cómo sufres que un sabio viva pobre,cuando tantos caudales tú manejas?¿Cómo los templos arruinarse dejas?Y en fin ¿cómo no cedes de tus bienesparte al Estado, pues que tantos tienes?¿A ti sólo imaginas por venturaque siempre saldrá todo felizmente?¡Ay! que has de ser la risa de la gente.¿Quién más recursos contra suerte durahallará en sí? ¿el que, siempre antojadizo,de alma y cuerpo caprichos satisfizo,o el parco aquel, que al porvenir repara,y en la paz a la guerra se prepara?Añadir quiero, por que creas esto,que en mi niñez vi a Ofelo tan modestocuando estaba nadando en la riquezacomo ahora en la pobreza.Colono fiel de pegujal menguado,contento entre su prole y su ganado,“Nunca”, decía, “usé, siendo opulento,

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en día de trabajo otro alimentoque yerbas y algún pie de puerco ahumado.Mas si un huésped tal vez se aparecía,a quien yo con frecuencia no veíao un temporal, que trabajar vedaba,algún vecino a casa me llevaba,los obsequiaba bien, y no con pecesde la ciudad traídos fresquecitos,más con un buen capón o un buen cabrito.Postres, uva de cuelga, higos y nueces,y el vino circulaba en los tazones,sin más ley que evitar las desazones;y a Ceres dirigiendo himnos fervientespor que mieses nos diera en abastanza;el vino y la esperanzadesarrugaban las cuitosas frentes.Ahora, por más que contra mí su ceñocontinúe mostrando la fortuna,¿podrá quitarme ya cosa ninguna?¿Desde que mi heredad mudó de dueño,hemos vivido menos abundantesque vivíamos antes?¿A ése, a mí, a otro alguno por venturala propiedad le concedió natura?Él me lanzó, y le lanzarán sus vicios,o un pleito en que le meta algún escriba,o bien el que le herede y sobreviva.Hoy de Umbreno parece

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ser la heredad que fue de Ofelo un día,mas como propia a nadie pertenece;lo que es de todos es el usufrutode que mañana tú y hoy yo disfruto.Constancia, pues, y pecho oponed fuertea todos los rigores de la suerte.

JAVIER DE, BURGOS

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SÁTIRA 3

DAMASIPO ¿No quieres que halle extrañoverte escribir tan poco, que en un añocuatro veces papel apenas pides?Tus obras pules, pero bien te pesaque entregado al placer de sueño y mesano con escritos nuevos te señales.Pues frugal a pasar las saturnalesviniste aquí, con algo nos recrea,que de ti y tus promesas digno sea.

HORACIO Nada hay, te lo aseguro:a la pluma culpar en vano anhelo,y sufrir hago al inocente muroque a poético furor condenó el cielo.

DAMASIPO

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Sin embargo, indicabas en la pintaque trabajar pensabas mucho y buenocuando libre te hallases en el senode tu abrigada quinta.Si no ¿para qué aquellas precaucionesde cargar con Arquíloco y Menandro,Éupolis y Platón, grandes amigos?¿Piensas, abandonando tu faena,la envidia desarmar de tanto necio?¡Ay! a la envidia seguirá el desprecio.Es la ociosidad, hijo, una sirena:húyela, o a perder hoy te acomodael buen concepto de tu vida toda.

HORACIO Mándente por consejo tan sincerolos dioses, Damasipo, un buen barbero.Pero ¿cómo tan bien me has conocido?

DAMASIPO Cuando en la Bolsa me quedé perdido,y mis propios negocios vi ir a menos,me dediqué a cuidar de los ajenos.Algún tiempo corrí tras el caldero,baño de pies de Sísifo embustero,y aunque de mal vaciado y cincel tosco,por él cien mil sestercios di muy hosco.Palacios, parques, finca en fin, o alhaja,

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jamás otro compró con más ventaja;y a esto he debido ser llamado a un gritopor doquier de Mercurio el favorito.

HORACIO Ya lo sabía yo, y aun he extrañadode tal enfermedad verte curado.

DAMASIPO Sí, mas en su lugar otra me empieza,como en dolor de estómago por suertese trueca el de costado o de cabeza,o en frenesí el letargo se convierte;y atleta a cuyo ardor nadie resiste,se alza el enfermo, y al doctor embiste.

HORACIO Con tal que aquí no arme igual jarana,dispónlo tú como te dé la gana.

DAMASIPO

No te burles, querido,que tú también estás loco perdido,y lo están casi todos igualmente,si Estertinio no miente,Sus máximas oí, dócil novicio,una vez en el puente de Fabricio:

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dejar crecer mandómemi barba filosófica hasta el pecho,y me envió tranquilo y satisfecho.Él me contuvo cuando, entristecidopor mi perdida hacienda, decididoa echarme al río estaba, y así me dijo:

ESTERTINIO Guartede hacer cosa que pueda avergonzarte,ni el escrúpulo vano te atormentede que entre locos loco se te cuente.¿Qué es ser loco? Fijemos este punto;y si encuentro que sólo tú lo eres,no añadiré palabra en el asuntoy te podrás ahogar cuando quisieres.Al que pasión o error ciego infatúa,loco la escuela estoica le gradúa:reyes y pueblos esta ley comprende,que solamente al sabio no se extiende; y oye cómo de ser locos no dejanesos que a ti de loco te motejan.¿Ves cuando en una selva enmarañadala gente se extravía;éste a derecha, aquél a izquierda guía,y toda la bandadade su término aléjase igualmente,

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aunque siguiendo ruta diferente?Pues a esto tu locura se parece;y aquél que a ti por loco te escarnece,y en su cordura se complace sola,a la espalda también lleva su cola.El uno teme do temer no debe;y a pasar por un llano no se atreve,ver creyendo en sus necios desvaríos,precipicios allí, llamas y ríos.Al otro otra locura le acomete,y por llamas y ríos arremete;ni oye si el padre grítale o la esposa:“Huye de ese peñón, mira esa fosa”.Como no oía Fusio, a quien beodo,representando a Ilíone dormida,mil Catienos en corro,gritaban a una voz: “Madre, socorro”. Ahora intento probar que el mundo enterosi ésta no tiene, tiene otra manía.Tú en estatuas malgastas tu dinero;mas ¿lo gasta mejor quien te lo fía?Si uno te dice, que a este fin te aguarda,toma esa suma, y para ti la guarda,¿fuera yerro aceptar esta ventura?Al contrario, sería una locuraque nadie rehusaralo que un numen propicio le enviara.Pues supón que firmar te haga un logrero:

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“Diez mil sestercios recibí de Nero”.Supón que, del recibo no contento,manda a Cicuta hacer una escritura,y que el ladino amarra y aseguradeudor y deuda con cadenas ciento.Proteo, limaráslas de mil modos,te reirás si a juicio eres citado,y en cuadrúpedo o ave transformado,en piedra o árbol, burlarás a todos.Si hacer, pues, bien sus cosases de gentes juiciosas,y hacerlas mal, de locos, no vaciloen que eres menos loco que Perilo,pues esos pagarés hace que escribasque reembolsar no puedes mientras vivas. Ahora vosotros, cuyas almas viciatorpe ambición, lujuria o avaricia,superstición, u otra pasión cualquiera,todos a mí acercaos en hilera,y oídine cómo a confesar provocoque uno no viene aquí que no esté loco. Desde luego de eléboro al avarola dosis más cumplida le preparo,y yo no sé si la razón no inspiradarle cuanto se cría en Anticira.En su tumba grabar mandó Estaberiolas sumas que legaba;donde no, a su heredero condenaba

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a dar a los romanos bullidoresuna lid de doscientos gladiadores,un gran banquete a discreción de Ario,y cuanto trigo en África se cría”.Y esté bien o mal hecho esto, añadía,mi voluntad respeta, y nadie a censurarla se entrometa”.Yo creo que Estaberio preveía..

DAMASIPO ¿Qué preveía, pues, cuando mandaba que sobre su sepulcro se inscribieseel caudal que dejaba?

ESTERTINIO Firme siempre en el juiciode que era la pobreza el mayor vicio,nada Estaberio huyó con tal cuidado;y no se contaría entre los buenossi dejase al morir un cuarto menos.Virtud, reputación, honor, decoro,las cosas de la tierra y las del cielo,todo, en su juicio, se somete al oro;y el que oro mucho tenga reunido,ése es justo; valiente y bien nacido.

DAMASIPO¿Y sabio?

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ESTERTINIO Y rey también, y cuanto quiera:y así pensaba que al saberse un díacuánto fue su caudal, se creeríaque aquel de su virtud el fruto eray en prez de su virtud redundaría.

DAMASIPO ¿Qué hay de común entre éste y Aristipo,que andar viendo en la Libia poco a pocosus siervos, que del oro el peso embarga,los hace al punto abandonar su carga?¿A cuál de aquellos dos juzgas más loco?

ESTERTINIO Nada un ejemplo importa,que una dificultad con otra corta.Si sin tener de música elementosuno de liras y otros instrumentosformase gabinetes;si sin ser zapaterofuera acopiando formas y tranchetes;si sin ser comerciante o marinerovelas y jarcias a juntar mirara,¿quién a todos por locos no contara?Y ¿en qué difiere de éstos el estadodel de quien nunca sus riquezas usa,las esconde, y tocar de ellas rehúsa

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cómo objeto mirándolas sagrado?Si de un garrote armadoquien de trigo su troj llenó avariento,de ella hace en torno eterna centinela,y sin tocar un grano, aunque esté hambriento.con legumbres su estómago consuela;si uno que de Falerno o dulce Quíomil botas o cien mil tiene en su cueva,nunca otro vino sino acedo prueba;si acostarse prefiere en ruin camillaun ochentón con lacras y dolores,en tanto que sus ricos cobertoresson manjar y sustento de polilla;no todos hallarán causas bastantespara calificar a éstos de insanos,porque aquejan dolencias semejantesa los más de los míseros humanos.Más ¿de todo te privas de ese modopor el temor de que te falte todo,viejo presito, para que malgasterico heredero el bien que atesoraste?¿Tan grande cada día el gasto fuera,si echaras buen aceite en la ensalada,o con buena pomadaungieras tu asquerosa cabellera?Si hay bastante con pocopara pasarlo bien, como aseguras,¿para qué estafas? ¿para qué perjuras?

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Y ¿nos dirás después que no estás loco?Por loco te tendrían si a pedradasembistieras a todo pasajero,incluso aquél que te costó el dinero.Y ¿fueras cuerdo y bueno,a tu mujer ahogando con un lazo,o a tu madre matando con veneno?No estás, no, en Argos, ni diré que asestescon puñal a su vida, como Orestes.Mas cuando aquél con hierro parricidavengó en su madre el mancillado lecho,las Furias desgarraban ya su pechoy ya tenía su razón perdida.No hizo después más bárbaras hazañas, ni herir con golpes amagó funestosde Pílades y Electra las entrañas.Sólo exhaló su bilis en denuestos,contra el amigo vomitando injurias,y contándola a ella entre las Furias. A Opimio, pobre entre arcas de doblones,que en días de trabajo no bebíasino vino torcido,y en grandes ocasionesvino de Veyes en porrón inmundo,un gran letargo sobrevino un día.Ya el heredero listo y jubilosoandaba tras las llaves y gavetas,cuando un médico fiel, ducho en recetas,

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queriendo hacerle revivir apriesa,junto al lecho poner manda una mesa: sacos de plata allí vaciar dispone,y muchas gentes a contarlos pone.Los ojos abre en esto el infelice,y el médico le dice:

MÉDICO Si de guardar no tratas tu dinero,mira que va a atraparlo tu heredero.

OPIMIO¿Estando vivo yo? ¿Cómo, mi amigo?

MÉDICOVela si has de vivir, y haz lo que digo.

OPIMIODí.

MÉDICO Tú vas a morir de extenuadosi al instante a tu estómago arruinadono se pone un puntal que le sustente.Vamos: esa tisana toma en tanto.

OPIMIO¿Cuánto cuesta?

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MÉDICOMuy poco.

OPIMIOPero ¿cuánto?

MÉDICOCuatro cuartos.

OPIMIO¡Bribones!

Y ¿qué más da morir de calenturaque a manos de ladrones?

DAMASIPONinguno es cuerdo, pues, si bien reparo.

ESTERTINIOQuien no es vicioso.

DAMASIPOBien; pero al avaro

¿cómo le llamarás?

ESTERTINIOLoco sin cura.

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Y si avaro no es él, ¿no será loco?

ESTERTINIONo se infiere.

DAMASIPOPues ¿cómo?

ESTERTINIOÓyeme un poco.

“Bien (supón que es Cratero el que así falla)de este enfermo el estómago se halla”.Si a esto replica un necio, cual sucede,“¿Conque está bueno, y levantarse puede?”“No, Cratero dirá con mil razones,que le duele el costado o los riñones”.Aquél no es ruin, no jura, no se aíra:un puerco inmole, si logró tal gracia;mas mucha ambición tiene y mucha audacia:pues vaya por eléboro a Anticira.¿No es lo mismo, locura por locura,tu dinero tirar por la ventana,que dejar de usar de él si tienes gana?Opidio, el rico aquel de quien se cuentaser grande su caudal, pingüe su renta,dos fincas que en Canosa poseíadividió entre dos hijos que tenía.Al morir los llamó a su cabecera

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el viejo, y les habló de esta manera:

OPIDIO Desde que te vi, Aulo, en tus niñecesno cuidar de la taba ni las nueces,y aturdido dejarlas a otros chicos,mientras que adusto y serioal alzarlas contábalas Tiberio,recelé que algún díapródiga os trabajase o ruin manía,siendo uno y otro hermano,este Cicuta, el otro Nomentano.A entrambos ruego, pues, por mis penates,Aulo, a ti que tu hacienda no disipes,y a ti, Tiberio, que aumentar no trateslo que un padre a tu bien gastar coligey del mortal la condición exige.A ambos a más al juramento obligode no ceder a la ambición ninguno,y si a pretor o edil aspira alguno,desde aquí para entonces le maldigo.¿En habas y garbanzos y altramucesel caudal gastarás que has heredado,para que allá en el circo te hagan lado,o en tu estatua de bronce te estés viendo,de tierras y dineros careciendo?¿Pensarás que a aplaudirte el pueblo corra,cual con Agripa hiciera?

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Tanto valdría que la astuta zorraal león noble remedar quisiera.

ESTERTINIO ¿Por qué vedas, oh Atrida,a Áyax dar sepultura?

AGAMENÓNSoy un monarca.

ESTERTINIOPunto,

y yo un villano, y nada más pregunto.

AGAMENÓN Es justo lo que ordeno;pero si alguno no lo juzga bueno,replicar le permito, si le agrada.

ESTERTINIO Señor, al cielo plegue,que a la patria tu armada,después que Troya caiga, salva llegue.¿Conque, en fin, preguntar se me consiente,y tú responderás?

AGAMENÓNSeguramente.

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ESTERTINIO ¿Por qué de Áyax guerrero,héroe después de Aquiles el primero,que tantos griegos arrancó a la muerte,el cadáver se pudre de esa suerte?¿Es por que gocen Príamo y los suyosal ver que sin sepulcro Grecia lloraal que de él a los frigios privó un hora?

AGAMENÓN En un acceso de locura horrendomil ovejas mató, matar creyendoa Ulises, y conmigo a Menelao.

ESTERTINIO Pero cuando en lugar de una terneraen Áulide entregaste tu hija caray a inmolar la llevastes ante el ara,y con harina y sal la cabellerade la víctima tú esparciste pura,¿creías estar cuerdo por ventura?

AGAMENÓN¿Por qué no?

ESTERTINIO ¿Qué hizo en fin Áyax insano?De ovejas degollar una manada,

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y gritar contra ti y contra tu hermano.Más ¿a su hijo o su esposa hirió cruento?Y ¿aun a Ulises y a Teucro dañó en nada?

AGAMENÓN Prudente, viendo que contrario el vientomis naves en la playa retenía,al cielo con la sangre satisfice.

ESTERTINIOCon la tuya, furioso.

AGAMENÓNCon la mía

en verdad fue mas sin furor lo hice.

ESTERTINIO Al infeliz a quien pasión obceca,y que del mal y el bien los frenos trueca,o ya por necedad peque o por ira,con razón como a loco se le mira;de tal a Áyax se trataporque carneros inocentes mata,y ¿sana creeré yo tu cabeza,cuando por conservar vana grandeza,haces a sangre fría un atentado?¿Es puro el corazón, de orgullo hinchado?

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Si uno en rica literaperfumada llevase una cordera,cual hija la mimara,criados y vestidos regalara,buscárala marido,y asignárala dote muy crecido,el pretor, declarándole demente,le pondría en tutela de un pariente.¿Y quieres que más cuerdo te colija,si, en vez de una cordera, tú a tu hijaentregas al cuchillo?Seguramente no osarás decillo.Donde hay, pues, necedad, y a más, malicia,allí está la locura en alto grado;loco es todo malvado,y a uno a quien falsa gloria tienta o viciasin duda el seso trastornó Belona,que entre la sangre y el furor blasona. Ahora del disipado Nomentanotratamos y sus necias profusiones;y verás cuál te pruebo con razonesque todo el que disipa es un insano.Heredó él mil talentos,y ya para la próxima mañanacitó para su casa pescadores,droguistas, salchicheros, cazadores,fruteros, y de calle de Toscana,del mercado y Velabro los truhanes.

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Acuden luego allí los perillanes,y un rufián habla así: “Cuanto valemos,éstos y yo, señor, os ofrecemos;hoy o mañana disponed de todo”.Y el joven les responde de este modo:Tara que un jabalí coma yo tierno,tú duermes en la tierra medio helado;y tú del mar pescadome sacas, a pesar del crudo invierno;mientras que yo en el ocio me reputoindigno de los bienes que disfruto.Coge un millón tú, chico, tú otro tanto,tres tantos tú, y a tu mujer repitevenga de noche cuando yo la cite”.Una perla de famaarrancó de la oreja de su damade Esopo el hijo ciego,y en buen vinagre disolvióla luego,queriendo que de un sorbo la mezquinaun millón de sestercios se bebiera,cual si tanta locura esto no fueracomo arrojarla al mar o a la letrina.De Ario los hijos, par de los mejores,mellizos en maldades,en mala inclinación y en necedades,comen muy a menudo ruiseñores,porque mucho por ellos se les pide.¿Son locos o son cuerdos? Tú decide.

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Si a alzar casitas de cartón se apaña,si en correr a caballo en una caña,jugar pares y nones,o en uncir a un carrito dos ratones,un hombre ya con barbas se recrea,se le dirá sin duda que chochea:mas si tú te persuadesque de esta especie a mil puerilidadesel amor nos sentencia,y que no hay diferenciaentre los juegos de la edad primera,y llorar por amor de una ramera,¿imitarás de Polemón los bríos,y arrojarás tus tristes atavíos,cual sus guirnaldas él,cuando hubo oídomoral lección de un sabio comedido?Da a un muchacho enfadado una manzana.No quiere. -Pichón, toma - Más negado.No se la ofrezcas; luego le da gana.¿Qué más hace el amante desdeñado,cuando vacila si entrará en la casa,donde, a no ser llamado, volaría,y cuyo umbral maldice, y de él no pasa?“¿Entraré, pues me busca? -el triste clama-¿o acabaré una vez con mi agonía?Antes me echó, hoy me llama:¿volveré? nunca; en vano me lo ruega”.

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Más cuerdo que su amo el siervo llegay le dice discreto:“Desear es en vano que se midacon regla y con medidalo que a regla, señor, no está sujeto.Entre los varios malesde la pasión de amor cruda y tirana,es uno haber hoy guerra y paz mañana.Pretender que se fijen cosas tales,movibles como raudo torbellino,y al capricho entregarlas del destino,es querer a una ley fija y seguralos locos sujetar y la locura”.Muéstrate satisfechosi apuntando con pipas de manzanallegas con una al techo.¿Tienes entonces tu cabeza sana?Si a pesar de tu edad, cual niño, a vecescon media lengua a hablar de amor te pones,¿piensas que menos loco nos parecesque si hicieras casitas de cartones?Mas con la espada el fuego ahora escarbemos,y de las necedadesa los furores del amor pasemos.¿De estar furioso Mario te persuadescuando a Hélade cruel la vida quitay de un salto después se precipita?¿O bien, porque por loco no se cuente,

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su acción motejarás de criminosa,dando, según tu uso, a cada cosanombre, aunque parecido, diferente?Lavado, y en ayunas cada díaun liberto las calles recorría,gritando de esta suerte:“A mí sólo libradme de la muerte,dioses, sólo a mí haced la gracia aquesta;y ¿tanto a un hombre sólo guardar cuesta?Buenos tenía él vista y oído,pero de su mollerano creo que su amo respondiera,a no estar en litigios muy curtido.A éstos también Crisipo en su revista,pone de los Menenios en la lista.“¡Jove! una madre exclama,que cinco meses tiene un hijo en cama:Jove, tú que los males das y quitas,si a mi hijo no repite la cuartana,un día que se ayune en tu respeto,en el Tíber bañarle te prometo”.Cuando el médico o bien la suerte suyala salud al enfermo restituya,su loca madre llevarále al río,y allí verále tiritar de frío,y volverle, al salir, la calentura.¡Ah! la superstición fue su locura.

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DAMASIPO Aquestas armas de su amor en pruebaEstertinio, el octavo sabio, diome,para que nadie contra mí se atreva.Quien loco me dijere,del mismo modo ser tratado espere,y si tal vez de mí se ríe o huelga,le enseñaré lo que a su espalda cuelga.

HORACIO Puesto que tanta clase hay de locuras,estoico, dime a mí cuál es la mía.Así, a tener alguna mercancía,la vendas más allá de tu deseo;no obstante de que yo cuerdo me creo.

DAMASIPO ¡Qué mucho! Y cuerda Agave se juzgabacuando de su furor en el accesode su hijo la cabeza paseaba.

HORACIO Fuerza es rendirse a la verdad: confiesoque fatuo soy, y aun loco; mas procuradecirme en qué consiste mi locura.

DAMASIPO Primero, obrijos haces en tu casa,

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es decir, que imitar a grandes quieres,y de dos pies tu corpanchón no pasa.Reíste de Turbón, cuando se engallaal verse armado, y tomaun aire que contrasta con su talla.¿No tienes tú la falta que condenas?Y ¿remedar no quieres a Mecenas,o con él competir de cualquier modo,cuando él a ti te sobrepuja en todo? De la rana en ausencia el buey un díadespachurró un millar de renacuajos:de ellos uno, escapando con trabajos,a la madre contó la fechoríade aquella bestia fiera.“¿Qué tal de grande era?”dice, y después inflándose, le añade:“¿Sería, piensas tú, de esta manera?”-Más del doble. -Ya, así- Nada, tampoco”.Y la rana se estira poco a poco.El hijo dice al fin: “¡Vano aparato!¡Madre, aunque reventaras,al enorme animal nunca llegaras”.Algo se te parece este retrato.Que eres poeta añadiréte luego,que es lo mismo que echar aceite al fuego;y en cuanto a seso, dudo que prometasmás que tuvieron los demás poetas.No diré que tal vez de ira revientas..

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HORACIOBasta.

DAMASIPONi que tus gastos a tus rentas

exceden..

HORACIO De las cosas de tu casacuídate tu.

DAMASIPONi que el amor te abrasa

de doncella o doncel...

HORACIO ¡Estamos buenosNo ofendas tú más loco, al que lo es menos!.

JAVIER DE BURGOS

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SÁTIRA 4

HORACIO¿Adónde Cacio, y de dónde?

CACIO No tengo lugar de hablaros,que a poner voy por escritoreglas que de oír acabo,y en Sócrates ni en Platón,ni aun en Pitágoras hallo.

HORACIO Siento en tan mala ocasiónhaberos interpelado,y os ruego que me excuséis.Pero si ahora olvidáis algo,ya lo recordaréis luego,pues sois de memoria un pasmo,

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ya don de naturalezasea, o fruto del trabajo.

CACIO En el modo cabalmentepensaba de no olvidarlo,pues son preceptos sutilesen lenguaje delicado.

HORACIO Y ¿cómo el autor se llama?¿Es extranjero o romano?

CACIO Sus máximas las diré;en cuanto al autor, me callo. Prefiere por más sabrosoal huevo redondo el largo,pues su duro cascarónencierra el germen del macho. Mejores que las de riegoson las coles de secano,que son siempre desabridosfrutos de aguanosos campos. Si a deshora un huésped llamaa tu puerta por acaso,y deseas que el capónque hayas de darle, esté blando,

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vivo zambúllele en vino,y éste es un consejo sabio. Malo es el hongo de bosques,buena la seta de prados. Quien moras, cogidas antesque el sol extienda sus rayos,por postre al almuerzo tome,pasará buenos veranos. Miel con falerno muy fuertemezclaba Aufidio. ¡Qué fatuo!En ayunas lo suavesiempre hace bien, nunca daño,y miel en vino ligeradiluida es lo más sano. Si te hallas algo obstruido,límpiete un electuariode acederas, caracoles,almejas y vino blanco. Llénanse en luna crecientelos mariscos, que es un pasmo,pero no todos los mareslos producen regalados.Son los del lago Lucrinomejores que los bayanos;erizos Miseno cría, ostras el Circeyo cabo,y con sus ricas pechinasse muestra Tarento ufano. De disponer una cena

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nadie se arrogue el encargosi de los manjares todosno estudió los gustos varios. No basta barrer la plazade peces buenos y caros,si se ignora cuándo debenponerse en salsa o asados,para estimular de nuevoel apetito embotado. Quien guste de carne dura,haga que el plato muy anchoabrume jabalí umbreno,con bellotas engordado,pues, cual cebados con juncos,los de Laurento son malos. No es siempre el macho montésde viñas un buen bocado.Los gastrónomos prefierenlas espaldas del lebrato. Nadie por el gusto sóloalcanzó, como yo alcanzo,a fijar de aves y pecesedad, especie y estado. Con inventar una pastacree aquél que hizo un milagro.Pero no en sólo una cosase ha de mostrar celo y tacto;que no basta en un banquete

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presentar vinos medianos,sin pensar en el aceiteque necesita el pescado. Si vino másico dejasal sereno en tiempo claro,lo craso huirá, y olorque a los nervios hace daño,mas si por mangas le cuelasperderá su aroma grato. Quien sorrento sobre madresponga de falerno rancio,bien con huevos de palomacuide de clarificarlo,pues las yemas precipitanal fondo todo lo extraño. Da al bebedor nuevos bríosel caracol africano.Sobrenada la lechugaen los estómagos agrios;excítanlos la salchichay el jamón, por el contrario,o de un sucio bodegónhirviendo morcilla o callos. La salsa doble o compuestaconocer es necesario.Buen aceite, vino espesoy salmuera de Bizancioes lo principal: con yerbas

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picadas cuece esto un rato,y a buen azafrán se añadeluego aceite de Venafro. Aunque más bellas, no sabencual las del piceno campolas manzanas de Tiburto. Consérvanse largo espacioal humo las uvas de Alba,las venúculas en tarros. De éstas, con manzanas, heces,sal negra, pimiento blancoy anchoas, fui yo el primeroque hice a cada convidadoen esmerado banquetepresentar un lindo plato. Gran falta es gastar tres milsestercios en el mercado,y luego en estrecha fuenteapilar enormes barbos. A náusea mueve en verdadver a un goloso lacayo,de una salsa que probódejar la mancha en un vaso.La arena o el aserrín,las escobas y los traposcuestan tan poco, que esvergüenza economizarlos.¿Mugrienta escoba de palma

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barrerá lindos mosaicos,o sobre puercos colchonespondrás tapices siríacos?Cuando las cosas exigenmenos atención y gastos,es más notable su falta,que cuando escasea algode lo que sólo se encuentraen opulentos palacios.

HORACIO Por tu amor y el de los dioseste suplico, docto Cacio,que a oír me lleves a ese hombre;pues aunque es fiel tu relato,yo con la relación solaa fe no me satisfago.Después, ver su aire y su caradicha es de que tú has gozado,y que por eso no aprecias;mientras por llegar me afanoyo a esos remotos veneros,a esos manantiales altos,y beber allí las reglasde un vivir afortunado.

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SÁTIRA 5

ULISES

Sobre lo que de ti, Tiresias, he oído,que añadieses quisieracómo o de qué manera recobrar puedo mi caudal perdido¿Te ríes, adivino?

TIRESIAS¿No te basta ladino,

después de haber cruzado tantos mares,a Itaca volver y patrios lares?

ULISES Desnudo, pobre y tristevuelvo a casa, cual tú me lo anunciaste,tú que en vano jamás profetizaste.De Penélope los amantes viste

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como no han en mi ausencia respetadobodegas y ganado:y virtud y nobleza¿qué valen cuando falta la riqueza.?

TIRESIAS Pues que tan sin rodeode no ser pobre muestras el deseo,el medio te diré de hacerte rico.Si un tordo te regalan, u otra cosadelicada y sabrosa,que la envíes volando te aconsejoa algún palacio de opulento viejo.La mejor fruta que tu huerta lleveaun antes que tus lares él la pruebe;y aunque manche sus manossangre de sus hermanos,aunque descienda de linaje oscuro,sea siervo escapado, sea perjuro,cuando tal vez que le acompañes quiera,no te excuses, y déjale la acera.

ULISES ¿Quién? ¿yo al bribón de Dama?¡Ay! allá en Troya era mejor mi estado.Con lo mejor fui siempre acompañado.

TIRESIAS

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Pues bien, pobre serás.

ULISESEnhorabuena;

yo sabré soportar aquesta pena,que otras mayores soporté algún día.Pero dime: ¿no habríamedio mejor para juntar dinero?

TIRESIAS Antes lo dije; y lo repito ahora:viejos acecha y mima a toda hora,para que te instituyan heredero.Si, mordido el anzuelo, uno se escapa,no desmayes, y ve si a otro se atrapa.Cuando un pleito se agite, indaga antescuál de los litiganteses rico, a cuál la prole no rodea;y aunque un malvado sea,y ni vislumbre de razón le asista,a tomar su defensa tú te alista;y el otro, aunque alegaraconcepto superior, justicia clara,como a un mal avechucho considera,si hijos tiene o esposa paridera.“Publio, di al rico Quinto(estos dictados a ninguno pesan)en tu favor tus prendas me interesan;

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de los pleitos conozco el laberinto;cualquiera causa pronto y bien despacho;y antes me dejaré sacar los ojosque nadie te escarnezca ni dé enojos,o que el valor te robe de un hilacho.De hoy corre por mi cuentaque ninguno te insulte ni despoje”.Dí que hará bien si a casa se recoge,y añade: “Cuida del descanso tuyo;yo tu procurador me constituyo”.Sufre, pues: todo con sufrir se alcanza;y hienda la Canícula abrasadala estatua nuevamente fabricada,o escupa Furio, el de la enorme panza,cana nieve en los Alpes invernizos.Con eso cada cual al que esté cercadirá de ti: ¡qué bueno! ¡qué sencillo!Y con eso a porrillose te entrarán atunes en la alberca.Y por que nadie tu intención colija,viéndote siempre en inquietud prolijaal solterón buscando poderoso,si a uno ves con un hijo algo achacoso,trata de conquistar la amistad suya,para que en ti la herencia sustituya,si el hijo muere luego:muy rara vez se pierde en este juego.Si uno a leer te da su testamento,

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échala de hombre atento,y retira el papel, mas de maneraque puedas de la página primerael segundo renglón ver de reojo,saber los herederos,y si eres solo o tienes compañeros;pues tal vez un taimado de escribano,en las marañas del oficio alerta,dejará al cuervo con la boca abierta,y de Nasica reirá Corano.

ULISES ¿Es que el furor profético te mueve?¿O te estás a mi costa divirtiendo,hablándome de cosas que no entiendo?

TIRESIAS No; lo que no pasar y pasar debe,de mi boca escuchar puedes seguro:me dio Apolo entender de lo futuro.

ULISES Pues si te es permitido, tú me explicalo que aquella historieta significa.

TIRESIAS Cuando un joven, de Eneas descendiente,

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y terror de los partos en la guerra,del mar tenga el imperio y de la tierra,por no pagar Nasica cierta suma,que deberá al intrépido Corano,de su hija fiel le otorgará la mano.Dará el yerno a leer su testamentoa Nasica, que atentoverlo rehusará; de nuevo instado,repasarále el viejo confiado,y verá que tan sólo llanto y quejaes lo que a él y a los suyos se les deja.Otra cosa te advierto,y es que tus relaciones bien estrechescon la mujer astuta o el libertoque gobiernen al viejo a quien aceches,y que a una y a otro alabes con frecuencia,para que ellos te alaben en tu ausencia.Esto importa en verdad, mas sobre todoal vejete ganar de cualquier modo.Si hace versos mezquinos,dile que son divinos:si quiere mozas, antes que él te pope,preséntale tu cara Penelope

ULISES ¿Cómo? ¿paso tan bajodar podrá una mujer pura y honrada,a quien jamás de su deber retrajo

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la caterva de amantes obstinada?

TIRESIAS Así fue, mas confiesaque eran algo tacaños los señores,y que más en la mesales gustaba gastar que en sus amores.He aquí por qué tan buena fue tu esposa;mas si con viejo hubiérase metido,y contigo sus dádivas partido,entonces tal dejara ella la grescacual deja el perro una zalea fresca.Te diré lo que vi siendo yo anciano.En Tebas una vieja relamidamandó en su testamento al herederosu cadáver llevar al quemadero,sobre la espalda con aceite ungida:de tal hombre se advierteque jamás escurrirse en vida pudoy por un medio agudoquiso a lo menos escurrirse en muerte.Que obres con precaución es, pues, preciso:no seas importuno ni remiso;no hables continuamente,que eso fatiga a un viejo impertinente.Tampoco callar siempre el mal remedia:como el Davo has de ser de la comedia,del que teme o espera

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tomando la actitud y la manera.Ningún obsequio omite: si hace viento,ve cómo la cabeza se tapuja:si en bullas entra, por sacarle empuja,y si gusta de hablar, óyele atento.Si agradan alabanzas al buen viejo,llénale de alabanzas el pellejo,hasta que al cielo alzando en fin los ojos,“Hijo, ya basta”, satisfecho diga:y cuando a tu fatigafin con su muerte dé y a tus enojos,y oigas, despierto estando,“La cuarta parte de mis bienes mandoa Ulises”, triste exclama,“¡Con qué no veré más al caro Dama!¿Dónde encontrar tan bueno y fiel amigo?”Y si es que puedes, lagrimones vierte,tu gozo recatando de esta suerte.Si de su entierro te encargó el difunto,cuida del lucimiento, y haz de modoque su pompa celebre el barrio todo.Si otro heredero viejo y lastimadoalgo quiere comprar de tu legado,sea la finca rústica o urbana,que pague, di, lo que le dé la gana,y a tu favor así su ánimo inclina.Hasta otra vez, que llama Proserpina.

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SÁTIRA 6

Ésta era toda mi ambición: ser dueñode un campo así pequeño:que un bosquete mi casa dominasey manantial perenne la arrullaseembalsamada por jardín risueño.Los cielos más de lo que yo pedíame concedieron. Bien está; ni sueñocon más, si de estos bienestú, Mercurio, en el goce me mantienes,y pues al fraude la fortuna míano debo, y desperdiciosno ha de haber por mi culpa o por mis vicios,ni exclamo en son de queja:“tuviese yo esa punta de terrenoque mi heredad acabalar no deja;cántaro hallase de monedas lleno”,como el gañán aquel, a quien la reja

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tesoro descubrió que le guardarabenigno Alcides en el campo ajenoque al punto compra y como suyo ara;y pues contento estoy y agradecido,

hijo de Maya, con mi haber, te pidoque engordes mi ganadoy cuanto, en suma, en mis dominios veas,sólo el entendimiento exceptuado;y cual lo has sido, mi custodio seas.

Ora que a Roma hurtándome, tranquilo,me amurallo en mi monte deleitoso,¿qué hacer en mi reposomejor que versos de pedestre estilo,ya que en mis reinos la ambición no crece,ni el soplo asolador de mediodíame amenaza, ni otoño que la impíadiosa de las exequias enriquece?¡Dios matutino, o, si prefieres, Jano!Tú a quien invoca, al empezar su oficiocual lo ordenan los dioses, el humano;aquí ya en fin despertador me seaspara hacer versos, tú que me aldabeasen la ciudad para que abone a alguno,¡sus! gritando importuno,no otro más listo se anticipe, ¡aviva!Y aunque en las calles silbe aquilón duro,

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y haga invierno que un círculo describamás breve el día, arráncasme de juro,a que corra y pronuncie con voz claralo que acaso después caro me cueste.Acabo, y es precisosalir por entre todos, y si pisoal que estorba o se para,desata la maldita:“Yendo a Mecenas éste,todo lo empuja y lo atropella: ¡insano!”Confiésalo de plano,esto me sabe a miel. -Pero al momentoque a las Esquilias ominosas toco,cosa es aquella de volverse loco,acá un negocio, allá otro, y veinte y cientojuntos me asaltan y me caen encima.-Roscio te ruega que a las ocho al forovayas. -Los oficiales del tesorodesean tu asistenciapara un asunto de alta trascendenciaQuinto mío, haz, te ruego,que suscriba Mecenas este pliego-.Si digo, “allá veré”, “cosa es sencillasi lo quiere?, añade, y acribilla-.Ocho años hará prestoque a Mecenas engracio;mas toda su amistad consiste en esto:sácame en coche cuando al campo sale,

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y conmigo platicatocante a lo que nada significa.-¿Qué hora es?¿Del sirio gladiador y el traciocuál juzgas sobresale?Ya de los pocos precavidos dejala mañana sentirse por lo fríaY cosas de esas que sin riesgo fíael labio fácil a indiscreta oreja.Desde entonces la envidia roedoracrece de día en día y de hora en hora.“Al Circo, al Campo con nosotros iba,y hoy con los grandes priva”;todos dicen: “hijo es de la fortuna”.Si en los rostros algunamala noticia nace y se derrama,todo aquel que me alcance a ver me llama:-Pues con los dioses andas mano a mano.¿qué sabes de los dacios, dí? -Ni jota.-¡Tú siempre todo echándolo a chacota!-Confúndanme los dioses si te miento.-Bien está; ¿y de las tierras que Octavianoprometió a los soldados, en Siciliase hará o acá en Italia, el partimento?juro en vano que nada sé: zorrunocréenme, y sigiloso cual ninguno.

Tales mis días sucederse miroy con pasión suspiro:

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¡oh campo! ¿cuándo a ti volveré? ¿cuándode obras del tiempo antiguo en la lecturay en dulce sueño y deliciosa holguramudas las horas se me irán volando?¿Tornaré a ver sobre mi mesa el habaque prima de Pitágoras se alaba,y legumbres guisadas con tocino?¡Oh noches que celestes me imagino,cuando reúno, ante el fogón comiendo,a mis vecinos, y de ratoen rato viandas de mi platoa mis esclavos decidores tiendo!La sed cada uno cual la siente sacia,de deberes tiránicos exento:gran copa alza éste y sin parar la vaciapequeña estotro y se humedece lento.Plática alegre trábase enseguida,no sobre casa ajena, ajena vida,ni de si Lepos baila o no con gracia;mas de aquello que a cada cual atañey estudiar debe; cuál de bienandanzalos gérmenes entrañe,si opulencia o virtud; si confianzao interés amistades afianza;cuál la naturalezasea del bien y su mayor alteza.Con fábulas de antaño mi vecinoCervio, verboso, la cuestión salpica;

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y si en mucho, a distancia, alguien valorala riqueza de Arelio inquietadora,de este modo se explica:

Cuentan que a visitar al campesinoratón en su agujeroel de la corte vino.Viejos amigos eran, y el primeroparco en gastar de provisión guardada:mas en llegando el díajovial era y rumboso. Al camaradasus garbanzos y avena ora franquea,y pasas acarrea,y llévale en la bocatrozo no intacto de pernil. En vanocon lo vario deseadel manjar avivarle el apetito;que el ciudadano los manjares tocacon desdeñoso diente,mientras, a fin de que él lo mejor tome,en paja fresca echándose el benditoamo de casa, sosos granos come.

¿Y seguirás paciente”,prorrumpe al fin, “viviendo en la espesurade agrio monte? A esta vida escasa y durade la corte prefiere el movimiento.Sé dócil; ven conmigo,

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y vivirás contento mientras dado te fuere,que todo pasa en este mundo, amigo,¡y así el pequeño como el grande muere!”

Saltó veloz del castillejo oscuroel ratón campesino,y entrambos compañerosemprendieron caminocolar pensando por debajo el muroen la ciudad, nocturnos forasteros.El curso de las horas promediandocallado el cielo volteaba, cuandoen soberbio palacio se introducen.Purpúreas telas lucensobre altos lechos de marfil, y en cestosde opípara comida andan los restos.Sobre tapete blandoal huésped colocando,discurre el cortesano por la salabien como arremangado mesonero,y con ricas viandas le regala,y a fuer de adulador ceremoniosonada le brinda sin probar primero.

En suave reposoel rústico engullía, de mudanzatan próspera encantado. De repente

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se abre de par en par una gran puerta:corren los dos precipitadamente,ni por dónde escapar se les alcanza,y quedan sin sentidocuando de roncos canes al ladridosienten que tiembla el edificio entero.“¡Adiós! si ésta es la dicha no la quiero,balbuce el campesino: “¡más me agradaronzar lentejas sin temor de nadaen mi repuesto bosque y mi agujero!”

MIGUEL ANTONIO CARO

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SÁTIRA 7

Aquello de los dos cautos ratones,que en Horacio con gusto habrás leído,oye, aunque el repetirlo me perdones. Rústico vivió el uno, y conocidodel otro, al cual, si bien fue cortesano,le convidó en su campo al pobre nido. Y siendo escaso o próvido el villano,a conservar su provisión atento,a honor de huésped alargó la mano. Derramó sus legumbres, bastimentode que guardaba su despensa llena,y los trozos de lardo macilento. De pasas, de garbanzos y de avena,ufano, entresacó lo más reciente,y con los labios los sirvió en la cena. Mas hecho el cortesano a diferentegusto, de sus manjares fingió agrado,y probó algunos con soberbio diente.

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En paja muelle entonces recostado(próspero lecho) el gran ratón yacía,dueño de aquel vivar afortunado; que royendo unos troncos, se absteníade lo bueno y repuesto, por que el hijose acreditase con la demasía; al cual, riendo, el cortesano dijo:“¿No me dirás, amigo, por qué pasasla vida en este mísero escondrijo? “¿antepones las selvas a las casas,y al sabor de los más nobles manjaresunas legumbres débiles y escasas? “Ruegote que este yermo desampares;vente conmigo a mejorar tu suerte,donde venzas los últimos pesares; “que todos somos presas de la muertey cuanto ella más lazos apercibe,con más cautela el sabio los divierte. “Este, pues, breve espacio que se vive,¿quién tan sin arte sirve a su destino,que de alimento sustancial se prive?” Persuadido con esto el campesino,sale tras él por el boscaje oscuro,y hacia la corte siguen el camino. Llegados entran por el roto muro,y en casa de uno de los más felicesmagnates se pusieron en seguro, en cuyos aposentos los tapices

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por la paciencia bélgica tejidos,mostraban sus figuras de matices; sobre los lechos de marfil bruñidos,los carmesíes adornos de la China,a la púrpura tiria preferidos. Aquí el ratón campestre se reclina,y sin que el caro amigo se lo evite,la cuadra y sus adornos contamina y en los platos, reliquias de un conviteque una fiel mesa le ofreció, procuraque el vientre de su ayuno se desquite. Muy hallado tras esto, la figurahace de alegre huésped, discurriendopor la pieza con libre travesura. Pero cesó el placer por el estruendoConque cierran las puertas principales,por no esperado, entonces más horrendo. Los canes luego (horror de los umbrales),como acostumbran, con ladridos altosde su fidelidad dieron señales. Aquí, de tino los ratones faltos,huyen hasta subir por las paredes,y ambos cayendo chillan y dan saltos. Mas luego el campesino, “tú, que puedes,le dice al cortesano, llevar esto,podrá bien ser que en tu vivienda quedes; “ que yo a tentar la fuga estoy dispuesto,y con celeridad tan proseguida

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que a mi quietud me restituya presto, “donde no hay asechanza que la impida;por incapaz del trato o por indigno,volveré a la escaseza de mi vida. “Todo cuanto me ofreces te resigno;con tu abundancia a tu placer te dejopor un hoyo sin luz, pero benigno”.Éste el suceso fue y éste el consejo.

BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA

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SÁTIRA 8

DAVO

Largo tiempo ha que os escucho,y quisiera responderoscuatro palabras; mas soyun esclavo, y no me atrevo.

HORACIO¿Eres Davo?

DAVO El mismo; esclavode siempre apegado a su dueño,y buen chico, aunque no tantoque tema morirme de eso.

HORACIOHabla, y de la libertad

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usa que permite el tiempo, puesto que así lo dejaron mandado nuestros abuelos.

DAVO Hay hombres que aman los viciosy persisten siempre en ellos.Otros inciertos fluctúanentre lo malo y lo bueno.Veíase a Prisco orasin un anillo en sus dedos,y ora con tres; de vestidomudaba a cada momento;ya su palacio dejabay trasladaba sus huesosdonde apenas osaríair un honrado liberto.Ya en Roma vivir queríaen fiestas y galanteos,ya en Atenas con las Musas;en fin, a su nacimientolos dioses de las mudanzasparece que presidieron.Afligido de la gota,bien merecida por cierto,mantiene un hombre en su casael truhán de Volanerio,para que dados y fichas

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le alce al acabarse el juego;y aún es menos desgraciadoéste, en sus vicios más terco,que el que ya en la cuerda floja,ya en la tirante hace esfuerzos.

HORACIODí, bribón: ¿y dónde vaa parar todo ese cuento?

DAVOA vos, señor.

HORACIO¿A mí, infame?

DAVO Siempre encarecer os veovida y costumbres de antaño;mas no aceptarais el truecosi quisiera trasladarosalgún dios a aquellos tiempos.O no estáis bien convencidode ser lo que decís cierto,o la debida firmezafaltaos para sostenerlo,y no podéis, mal que os pese,salir del atolladero.

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Deseáis en Roma el campo;e inconsecuente y ligerocuando en el campo os halláisponéis a Roma en el cielo.Cuando a cenar no os convidan,loáis los tranquilos puerros;y cual si fueseis atadocuando vais a algún festejo,miráis el que no os convidencomo parabién extremo.Mas si entre dos luces mandaMecenas un mensajero,porque a cenar vais con él,gritáis como loco: “¡Luegoaguas de olor! ¿Oís, mozos?”Y os vais, y detrás diciendose van Milvio y los bufonescosas que contar no quiero.Dígaseme enhorabuenaque yo soy un glotonzuelo,que al olor de un plato ricotambién la nariz elevo;que soy holgazán, y acasoque las tabernas frecuento.Mas con brillantes palabrasvuestras faltas encubriendo,¿vos, señor, a mí reñirme,como si fuérades bueno,

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siendo así que sois tan malocomo yo, y más? ¿Y si os prueboque sois más loco que yo,que quinientas dracmas cuesto?Y no con esas miradaspretendáis meterme miedo.Reprimid cólera y manos,reprimid, mientras yo os cuentolo que de vos cierto díade Crispín dijo el portero.Vos a mujeres ajenas,yo a las públicas me atengo.¿Cuál de los dos es más dignode ir al palo? Cuando sientolos impulsos del amor,en un lupanar me cuelo;de una lámpara a la luzcon una moza me encierro;cuando despacho, desfilo,sin temor que mi conceptotal aventura mancille,ni que otro, más opulentoO más galán, a la mozaluego haga iguales obsequios.Mas vos, cuando abandonandoanillo de caballero,y toga de ciudadano,y de juez traje y respeto,

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envolvéis vuestra cabezaen un capuchón de siervo,¿no venís, cual parecéis,a ser un siervo en efecto?Al cuarto entráis de la dama,pero temblándoos los huesos,pues dentro de vos combatenjuntos temor y deseo.¿Qué más da que os sujetéisal torpe e infame empeñode que os azoten las varaso que os martirice el hierro;que el que embutido en un arca,donde os zambulla de miedola confidenta, juntéislas rodillas con el cuello?Sobre vos tiene el maridoigual y aun mayor derechoque en su mujer, pues que soisvos su corruptor perverso;y ella al fin ni se disfraza,ni sale de su aposento,y si a un exceso se presta,más bien es temor que obsequio.Así pues, arrastraréiscomo esclavo la horca al cuello,o a discreción del maridotendréis honra, hacienda y cuerpo.

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-Pero si escapáis ¿seréisen adelante más cuerdo?-Nada, en la ocasión primerairéis a temblar de nuevo,y os expondréis a que os maten.¡Qué recaer tan eterno!¿Qué fiera volvió a la jaula,si una vez rompió los hierros?No adúltero soy, decís:ni yo ladrón soy por cierto,cuando la rica vajillaen el aparador dejo;mas si se quita el peligroromperá natura el frenoy desbocaráse pronto.Y ¡qué! ¿vos seréis mi dueño,Cuando así de hombres y cosas ossometéis al imperio;y a libraros no bataráde nuestros serviles miedosla varilla del pretormovida en derredor vuestro?Una reflexión ahoraHaré que no valdrá menos.Cuando un ciervo a otro obedece,le llamáis su subalternovos, y otro camarada.Y ¿qué soy yo con respecto

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a vos? Vos en mí mandáis,pero en vos mandan doscientos,que os mueven cual sus figuramueven los titiriteros.

HORACIOConque ¿quién es libre?

DAVOEl sabio:

Aquel que sus movimientosenseñorea, y no temepobreza, muerte ni hierros:quien desprecia los honores,quien resiste a sus deseosdesordenados, quien sabeestarse tan en su puesto,que hacerle mella no puedanjamás externos objetos,y en quien de la suerte, en fin,se embote el favor o el ceño.¿De estas prendas por venturaalguna en vos conocemos?Os exige una queriday os saca cinco talentos,y después rabiar os hace,os cierra la puerta al veros,echa agua por las ventanas,

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y luego os llama de nuevo.La infame conyunda entoncessacuda el robusto cuello:“Libre soy, decid, soy libre”.Mas no haréis tal, porque fierovuestra alma un tirano oprime,y al veros flojo e incierto,con el punzante acicateaguijará el paso vuestro.¿ Seréis vos más excusable,cuando arrobado o suspensomiráis un cuadro de Pausias,que yo cuando me diviertoen ver con carbón y almagratan bien pintados los duelosde Fulvio, Placideyanoy Rútuba, que ver creoen sus golpes y sus quitescombatientes verdaderos?Pero Davo es un bribón,un holgazán, y su dueñode cosa de antigüedadesentiende que es un portento.Si de un pastel calentitocon el olor me consuelo,yo soy un glotón, y vossois de virtud un ejemplo,cuando con harta frecuencia

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vais a banquetes soberbios.En mí las espaldas pagansi devoro un plato bueno;mas tampoco impunementevos los manjares selectoscoméis de las ricas mesas:de los continuos excesoscastigo es la indigestión,y los pies endebles luegorehúsan llevar la cargadel malhumorado cuerpo.Delinque quien da por frutasalgún chismecillo viejoque robó; pero el que vendesus haciendas a ruin precio,por satisfacer su gula,¿delinquirá mucho menos?Añadiré que los ociosaprovechar no sabiendo,ni una hora con vos a solaspodéis nunca manteneros;y sin cesar, de vos mismocomo un desertor huyendo,sólo tratáis de anegarla zozobra en vino o sueño;en vano, pues siempre os siguetan terrible compañero.

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HORACIO¿No habrá quien me dé una piedra?

DAVOY ¿para qué queréis eso?

HORACIO¿O una flecha?

DAVOVaya, el hombre

o está loco o hace versos.

HORACIO Si no te vas, a la granjairás a ser el noveno.

JAVIER DE BURGOS

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SÁTIRA 9

HORACIO ¿Cómo te fue en el banquete,dí, de Nasidieno el rico?Pues yendo ayer a buscartea que cenaras conmigo,supe que desde las doceestabas, Fundanio mío,en la mesa.

FUNDANIOPues me fue

como en mi vida me ha ido.

HORACIO Y ¿cuál fue el plato primeroque a aplacar el hambre vino?

FUNDANIO

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Un jabalí de Lucania,con prisa de sur cogido,según el dueño de casaoportunamente dijo.Rábanos, apio y lechuga,que excitan el apetito,veíanse en torno, y anchoasen madres de griego vino.Levantados estos platos,limpia un pajecillo listocon un pedazo de granala mesa de arce bruñido,mientras del suelo otro cogemigajas y desperdicios,para que nada causasea los huéspedes hastío.Cual, llevando ática virgende Ceres los sacros signos,marcha el atezado Hidaspesllevando el cécubo vino,puro y sin agua de marpresenta Alcón el de Quío.A Mecenas el patrónentonces le dice fino:“Si el falerno o el albanoos agradan más, decidlo,que no falta en mi bodegade ese ordinario surtido”.

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HORACIO

Querría saber ahoraquiénes gozaron contigodel placer de ese banquete.

FUNDANIO Cerca de Visco Turinoestaba yo en cabecera,y Vario, si no me olvido,por debajo de él. Mecenasse encontraba entre Vibidioy Balatrón, dos personasque había llevado consigo.Cabe el dueño, Nomentano;Porcio después, que nos hizoreír, de cada bocadotragándose un pastelillo.En aquella función erade Nomentano el oficioseñalarnos lo que habíaallí más sabroso y rico,pues engullíamos todosaves, peces y mariscos,sin notar cuánto excedíana los que siempre comimos:como lo eché de ver luego,cuando hígados exquisitos

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de platija y rodaballoprobar una vez me hizo.De las manzanas cogidasen menguante, después dijoque encarnadas se ponían,y nos explicó el motivo.La plática interrumpiendodijo a Balatrón Vibidio:“Bebamos hasta arruinarle;o sin vengarnos morimos”.Pide, pues, vasos mayores,y el patrón tiembla al oírlo,porque a nada teme tantocomo a un hombre bien bebido;ya porque en tal situaciónse murmura sin sentirlo,ya porque los paladaresembota el picor del vino.Vacían ambos campeonescubas en vasos de Alifo,y, excepto en el lecho bajo,todos hacemos lo mismo.Tendida en una gran fuenteluego una lamprea vino,rodeada de cangrejosnadando, y el amo dijo:“Esta se cogió preñada;pues si ya hubiera parido,

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nada valdría: la salsaes de aceite superfinode Ven afro, con entrañasde anchoas o de bonito.Vino rancio del paísse añadió al hervir, y, hervido,vino que suplir no es dablecon otro, y es el de Quío,pimienta blanca, y vinagrehecho de uva de Metimno.Yo el primero fui que puseen salmuera de marsicoínolas y jaramagos,y luego inventó Curtiloechar en igual salmuerasin lavarlos los erizos”. Mientras así hablaba el hombre,un gran dosel, suspendidodel techo, se nos desplomaen la mesa de improviso,armando tal polvaredacomo un recio torbellino.No viendo riesgo, muy luegodel susto nos repusimos.Cabizbajo Nasidienolloraba como si un hijoperdido hubiese, y Dios sabecuál fuera el fin del conflicto

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si así no le consolaraNomentano, sabio amigo:“¿Cuál dios más cruel que tú,Fortuna.? A ti en tus caprichosagrádate trastornarde los hombres los designios”.Para contener la risase tapa Vario el hocico,en tanto que Balatrónclama, burlón y ladino:“¡Triste condición humana!Nunca corresponde el brilloal afán; se hacen esfuerzospor que estemos bien servidos,por que haya exquisitas salsas,por que esté el pan bien cocidoy se muestren los criadosmuy puntuales y muy limpios,y malogra un accidentedespués tantos sacrificios.Ya se desploma un dosel,como ahora aquí ha sucedidoya tropieza un siervo zafioy quiebra el plato más lindo.Pero a aquel que da banquetesdebe suceder lo mismoque a un general en la guerra,pues siendo adverso el destino

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lucir su habilidad suelemás que si fuera propicio”.Nasidieno así responde:“Pues convidado tan finote muestras, cuanto les pidasdente los dioses benigno?. Sus chinelas toma y vase,y al instante un rumorcillose oye, cada cual hablandoen secreto a su vecino.

HORACIO Nunca espectáculo algunotal me habría divertido.Mas ¿no hubo alguna otra escenade risa?

FUNDANIOMientras Vibidio

preguntaba a los criadossi en el desmán perecidohabían todos los vasos,pues nadie le daba vino,sin embargo de que a todoslo estaba pidiendo a gritos;y mientras para reírnos inventaba Serviliomil especiosos pretextos,

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he aquí que vuelve tranquiloNasidieno, como un hombrea reparar prevenidocontratiempos casualescon esfuerzos peregrinos.Tras él en enorme fuentellegar al momento vimosrociados de sal y harinade grulla muchos trocitos;hígado de ganso blancorelleno de grandes higos;limpias de lomos, espaldasde liebre, plato muy fino;mirlos algo requemados,y a la postre palominossin rabadillo, manjaresa la verdad exquisitos,si no ponderara el dueñosu índole, especie y motivos.Pero nos vengamos de él,pues sin probarlos nos fuimoscual si los inficionasede Canidia el corrompidoaliento, más peligrosoque los áspides de Egipto.

JAVIER DE BURGOS

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EPISTOLAS

LIBRO I

EPISTOLA 1

Tú, a quien ya fueron mis primeros cantostú a quien irán los últimos, Mecenas,¿por qué al circo volverme, donde luengotiempo me he dado a conocer, intentas?Dí: ¿no he comprado mi retiro? ¿acasoes esta edad como la edad aquella?Mira a Veyanio: de Hércules al aracolgó sus armas, y a vivir se alejaal campo en dulce oscuridad, no al puebloa pedir gracia tras las lizas vuelva.Suéname de continuo en los oídosya ociosos esta voz: “¡Sé cuerdo! huelgada al corcel que envejece; no a desdichallegue al fin a caer de la carrera

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y se ría de ti la muchedumbre”. A los versos y esotras bagatelasadiós he dicho, y a estudiar me he dadode la verdad, de la virtud la ciencia,y de bienes procuro apertrecharmede que servirme con el tiempo pueda.Si a cuál maestro adhiero o qué doctrinahaya adoptado averiguar deseas,a ninguno he jurado vasallaje:yo soy la ola que a doquier me lleva.Ora la vida activa abrazo, y buscoel social trato, de virtud austerarígido partidario; de Aristipoora resbalo a la moral, la cuerdasoltando sin sentir, y a mí las cosasantes amoldo que amoldarme a ellas. Como la noche a aquél parece largaque vanamente aguarda a infiel mozuela,como el día al cansado jornalero,como el año al pupilo a quien sujeta rigurosa tutela, así enfadosoy lento el tiempo me parece, mientrasno puedo a los estudios consagrarmeque al hombre, o rico o pobre, le interesan,y que jamás menospreciar le es dadosin que, joven o viejo, mal le avenga.Con tan sanos principios consolarmey conducirme a su tenor me resta.

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Aunque (así hablo conmigo) de Linceoel mirar penetrante nunca adquieras¿dejarás de cuidar tu débil vista? Si de Glicón las invencibles fuerzasnunca será que ostentes, no por esofranca a la gota dejes tú la puerta.Más vale algo que nada. ¿El alma envidiao malos apetitos te laceran?Palabras hay, consejos que te sanenaliviando por grados la dolencia.¿Hinchado estás de vanagloria? Puedeshallar páginas de oro, que al leerlascon tu atención te sentirás cambiado.En suma, envidia, cólera, pereza,beodez, sensualidad, no hay vicio alguno,no hay pasión incurable, si se prestapaciente oído a la doctrina sana.Quien huye el vicio, a la virtud se allega.Mengua de insensatez raya en cordura.¿Ves cuánto de dolores de cabeza,cuánto cuesta de afán el miedo vanoa oprobiosa exclusión, a escasa renta,cosas que el vulgo ciego de los hombrescomo males enormes considera? Ávido mercadante la derrotatomas tú de la India, la pobrezahuyendo, y hiendes los tendidos maresy a escollos haces rostro y a tormentas.

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¡Oh! ¡si escuchar, si aprovechar quisiesesla voz de quien te advierte que la penano vale ese señuelo que persigues!¿Cuál rehusara, vagabundo atleta,en los juegos olímpicos la palmarecibir que sin ¡id se le ofreciera?Pues si oro más que plata, más que entramboses la virtud que tan barata cuesta.“¡Medrar, medrar, amigos! procuremoslas virtudes después de las monedas”.En la playa de Jano a la continasuena eso: ancianos, jóvenes lo rezan,bajo el brazo el registro y bolsa en mano.Valor, honradez tienes, afluencia, talentos; si faltándote con todoseis, siete mil sestercios, no completaslos cuatrocientos mil, del pueblo eres.Con más aviso cierto, cuando juegan,“rey ha de ser el que mejor se porte”repiten los muchachos. Se atrincherabien y rebién aquel que mantuvierelimpia la frente y pura la conciencia.Yo esto creo: tú cuál prefieres, dime:¿la Ley Roscia, o aquella cantinelahonrada por los Curios y Camilos,que la corona al mérito dispensa?Allá, se te aconseja que por medioslícitos, o si no, como te sea

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más fácil, adelantes tu fortuna,y todo por que puedas más de cercade Pupio ver los lagrimosos dramas;acá, que la cerviz tan firme yergasque a aplomarte no basten infortunios:dí: ¿cuál prefieres de los dos sistemas? Se me dirá: ¿por qué, si en Roma vives,no cual los otros ciudadanos piensas?¿Por qué no amas lo que aman, ni aborreceslo que aborrecen ellos, si paseasen sus calles y pórticos? Respondolo que al león enfermo la vulpeja:“esas huellas me asustan, que son todas“no como de quien sale, de quien entra”.Además, ¿cuál maestro, cuál doctrinaseguir? Tú el monstruo de las cien cabezaseres, pueblo romano. De tus hijos,éstos se afanan por tomar las rentasdel Estado en arriendo; aquéllos tratande ganarse viudas avarientascon frutas de regalo y gullorías,o ancianos sin malicia, a quienes llevana corral luego, cogen en sus redes:mil con usuras clandestinas medran.Que cada cual sus gustos tenga, pase;mas ¿quién siquiera un hora los conserva?Con mucho es Bayas lo mejor del mundo:esto pronuncia el opulento y tiembla

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el golfo su frenético entusiasmo;mas cata ahí que si le da la vena,mañana, alboreando, hacia Teano,los obreros se irán con la herramienta.¿Eres casado? el celibato envidias:¿célibe? ¡quién casado, dices, fuera!Pues ¿cómo encadenar este Proteo?¿Y el pobre? ¡Es de reír! de baño y mesaa cada paso y de barbero muda,y como al opulento la galeraque goza en propiedad, así le aburreel barquete alquilado en que pasea. Si acaso a visitarte con remiendosmal guardados debajo de una nuevatúnica llego, o trasquilado a cruces,o si la toga desigual me cuelga,a sabor reirás. Mas si consigomi alma en sus opiniones no concuerda,si del flujo y reflujo de los maresel cuadro melancólico presenta,si ora ama y odia luego, alza y derriba,y hacer redondo lo cuadrado anhela,la locura de todos los mortalesdices que tengo, y a reír no aciertasni que he menester médico barruntas o curador de pobres. Y eso piensas,tú que eres mi sostén; tú que no sufresque mal, ni en parte mínima, padezca

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quien para ti, no más, y por ti vive. En suma, excepto Júpiter, campeasobre todos el sabio. Libre, hermosoy de honores colmado y de riqueza,rey es de reyes, y en salud boyante,como la gota a importunar no venga.

MIGUEL ANTONIO CARO

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EPISTOLA 2

Mientras tú en Roma en declamar te ensayas,Lolio, en Preneste yo a leer he vueltoal narrador de la troyana guerra,que más que Crántor y Crisipo es diestroen mostrar bien y mal, provecho y honra:oye el porqué, si no te quito el tiempo.El poema que cuenta la terriblelarga lid que entre bárbaros y griegostrabóse, gracias al amor de Paris,las pasiones, los locos devaneosde príncipes enseña y de naciones.Que la manzana de discordia luegose quite, opina Antenor: Paris niegaque a reinar puedan y a vivir con huelgoforzarle. Néstor conciliar en tantoquiere al hijo de Tetis y al de Atreo,tomado éste de amor, ambos de enojo:

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reyes las hacen y las paga el pueblo.Revueltas, iras, ambición; en sumareina el mal muro afuera y muro adentro. En el otro poema nos presentael escritor, para enseñar qué de elloel valor puede y la prudencia alcanza,delante de los ojos el ejemplodel héroe aquel que, vencedor de Troya,ciudades y usos estudió diversos,y por la mar, el suyo procurandoy de sus compañeros el regreso,tanto sufrió, sin que bastase a hundirlenunca la ola del destino adverso.La voz de las sirenas, el brebajede Circe sabes: que si Ulises, ciego,insensato además, como los otrosa apurarle arrojárase, en eternopor la maga falaz esclavizado¡can fuera inmundo o enfangado cerdo!Para hacer bulto y regalar el vientrelos más servimos sólo: verdaderosamantes de Penélope, venimos,y de Alcínoo a ser los palaciegos,del cuerpo esclavos, a dormir usadoshasta que toca la mitad del cieloel sol, y a conciliar con el sonidosuave de las cítaras el sueño.Quizá a matar a un hombre, se levanta

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en alta noche el robador: tú empero¿nunca en tu bien a despertar aciertas?Si excusas sano el ejercicio, luegote obligará a correr la hidropesía:Si nunca un libro y una luz, primeroque ría el alba, pides; si al estudionunca te das y a pensamientos serios,habrá, cuando recuerdes, insidiadoamor o envidia tu infelice pecho.En el ojo una paja te molesta,y a sacártela vas en el momento.Mas como un vicio el alma te saltee,para luego difieres el remedio.Sabio arréstate a ser; mano a la obra:es el paso difícil el primero;¡dalo! Quien sana corrección dilatano es más que un necio viajador, atento,para pasar, a que delante un ríopase, que corre y seguirá corriendo. ¿Busca un hombre caudal, mujer, y en ellaalegre sucesión? Con duro hierroinculta selva enhorabuena allane.Mas lo preciso habiendo, a sus deseosponer límite debe. ¿Por venturafértiles avanzadas, ni soberbiospalacios, ni oro acumulado y platala fiebre curan o el pesar del dueño?Quiere salud de la riqueza el goce.

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Al que teme o desea está el dinerocomo un cuadro al miope, al que un oídoduele, sonora música, o fomentosal gotoso. No siendo puro el vaso,se agria el licor. Placeres huye cuerdo:caros saldrán si con dolor se compran.En la indigencia vive el avariento:guárdate tú de serlo. El envidiosoen ascuas vive con el bien ajeno:¡la envidia! ¡no idearon los tiranossículos nunca tan cruel tormento!El fácil de irritar que a la venganzase arroja habrá de arrepentirse presto.Es la cólera un rato de locura:tirano es siempre el corazón o siervo;en esa alternativa, dominarledebes; ponle en cadena, tasque el freno.A andar con gracia y a volver de gradomuestra el jinete sin trabajo al nuevocorcel, blando de boca por la cuenta.Tierno can que ha ladrado a piel de ciervoluego al monte va a caza. Tú, lo mismo,debes desde ahora a la virtud, mancebo, tu conducta amoldar y sus leccionesen la mente esculpir. El vaso, luengotiempo al licor primero que contuvohuele. Por mí, que aprisa andes, que lento,ni aguardar curo a quien atrás se queda,

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ni atener con quien vaya delantero.

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EPISTOLA 3

Qué regiones del orbe con sus armasClaudio, de Augusto el entenado, ocupa,de ti espero saber, amigo Floro.¿Os detiene la Tracia por ventura,y con grillos de hielo el Hebro atado?¿Cerca de la corriente vas que ondulaentre célebres torres, o del Asiamontes holláis y fértiles llanuras?La docta comitiva en qué trabaje,también curiosa mi amistad pregunta.¿Quién de Augusto escribir la historia emprende?¿quién legar a remota edad futuraanales de la paz y de la guerra?y ¿qué hace Ticio, aquel que con fortunaandará en breve en boca de las gentes,porque a beber de Píndaro en la ocultafuente acudió sin inmutarse, y francoslagos y ríos desdeñoso excusa?

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¿Goza salud? ¿Recuerda a los amigos?¿Los pindáricos números ajustaa la romana cítara, fiadoen los auspicios de benigna Musa,o en el género trágico se ensayacon tono apasionado y voz rotunda?¿Y Celso? Aconsejéle, y muchas vecesvuélvole a aconsejar que se reduzcaa su propia cosecha y no se afanepor tratar cuantos libros acumulael palatino Apolo, no sucedaque a reclamar los pájaros sus plumaslleguen, y la corneja mueva a risa,de los colores que robó, desnuda. ¿Y tú en qué te ejercitas? ¿Qué tomillosrondas en vago revolar? Ni inculta,ni escasa, ni vulgar inteligenciademuestras, ora aguces tu facundiaen forenses discursos, o de leyesintérprete, respondas a consultas;y si escribes amables poesías,hiedra triunfal las sienes te circunda,y a ti desciende la primer corona.¿Qué te falta? Si intrépido renunciasa fríos paliativos de interioresdolencias, prontamente a las alturasa donde celestial sabiduríate guíe, llegarás. En esa lucha

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todos, grandes o chicos, porfiemos,si aspiramos a hacer nuestra conductagrata a la patria y a nosotros mismos. Dime también si por Munacio duratu amistad, o si mal tan dulces lazosempalman, y otra vez se desanudan.Ya el ardor de la sangre, o la ignoranciadel mundo, con cerviz rebelde y duraa mal traer indómitos os lleve,doquiera estéis vosotros dos, que nuncafraterna intimidad romper deberíais,sabed que, en voto a las deidades, unaternera a vuestra vuelta consagradapaciendo está del campo la verdura.

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EPISTOLA 4

¿Qué harás ahora en la región pedanaAlbio, de mis poéticos discursoscándido juez? ¿Opúsculos escribesque a Casio venzan, el de Parma oriundo?¿O en bosques salutíferos deslizaslas errantes pisadas taciturno,y sólo te preocupas, meditandolo que a varón convenga sabio y justo?No eres cuerpo de espíritu vacío:hermosura te ha dado el cielo, y juntocon la riqueza el arte de gozarla.¿Qué más nodriza amante al tierno alumnopudiera desear, sino que entienda,y expresar logre lo que siente, y muchofavor, fama y salud le toque en suerte,aseado manjar, caudal seguro?Haz cuenta entre esperanzas y recelos,y en medio de las cóleras y sustos,

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que es cada día el último que vives;no esperado placer vendrá más puro.Y ven a ver tú mismo con tus ojosqué bien cuidado estoy, cuán gordo y lucio,cuando quieras reírte contemplandoun cerdo de la piara de Epicuro.

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EPISTOLA 5

Torcuato, si en triclinios mal labradosdescansar no rehúsas, y no temescenar varia legumbre en plato humilde,con la puesta del sol a casa vente.Jugo, que entre Petrino de Sinuesay la húmeda Minturnas, en tonelesdepositóse cuando vez segundaTauro fue cónsul, mi amistad te ofrece.Si algo tienes mejor, traerlo cuida;si no, la ley admitirás del huésped.Ya están a recibirte apercibidosel limpio hogar y aderezados muebles.Al proceso de Mosco da de mano,y ambicioncillas, pleitos de interesesno te preocupen. Sin contar las horasla estiva noche en plática indulgentealargaremos, pues natal de César,mañana es día en que dormir se puede.

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¿Concedido caudal de qué me sirvesi al par el uso no se me concede?El que, por bien de su heredero, ahorray estrecho vive, acércase a demente.Yo a esparcir flores y a beber me pongo;¡beber! y de aturdido me motejan.¿Qué de milagros la ebriedad no logra?Descubre lo recóndito; conviertelos sueños de ventura en realidades;empuja a los combates al inerte;del peso de cuidados que le oprimenalivia al corazón; trazas sugiere;¿y a quién de vino rebosantes copaselocuente no hicieron? ¿Cuántas vecesde la dura pobreza entre los grillosal infeliz la libertad no vuelven?Yo que mi obligación entiendo y cumplogustoso cuidaré que los tapetesaseados estén, que no te hagantorcer el gesto sórdidos manteles;que puedas, si los miras, a ti propioen los jarros mirarte y en las fuentes;que entre fieles amigos no haya algunoque fuera del umbral lo que hablen lleve,y trabados estén los comensales,cada cual con aquel que le conviene.Aquí a Septicio te hallarás, y a Butra,y si anterior invitación, o redes

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más gratas no le impiden, a Sabinotraeré también al fraternal banquete.Hay puestos destinados para sombrabastantes (pero acuérdate que empeceolor caprino si el concurso es denso),envíame a decir con cuántos vienes;negocios deja, y sal por el postigo,si en el atrio importuno aguarda el cliente.

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EPISTOLA 6

No asombrarse de nada es, oh Numicio,lo único casi que dichoso puedehacer y conservar siempre al humano;y es notorio que existen muchas gentesque de las estaciones sin asombroel orden ven, la sucesión perenne,y del sol el girar y las estrellas. De los dones del suelo, tú ¿qué crees?¿O como los del mar remoto juzgasque al indiano y al árabe enriquecen?¿Qué de los espectáculos de Romay aplausos y favores de la plebe?¿De qué modo, con cuáles sentimientosde estas cosas pensar y hablar conviene?Casi de igual manera las admiraquien las desea o quien perderlas teme.A ambos el miedo y el terror embargasi un suceso imprevisto sobreviene.

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¿Qué importa que uno llore y otro ría,que aqueste tema, ni que aquél desee,si el bien o el mal que inesperado llegasu vista turba y su razón suspende?Por ignorante el sabio pasaría,y por malvado el justo y el prudente,si ya, aun de la virtud misma tratando,sacarla de sus límites quisiese. Ahora bien, corre en pos de las riquezas;bronces, estatuas, mármoles, relievesbusca y púrpura y rica pedrería.Gózate al ver que de tu boca pendenlos que si hablas en público te escuchan:marcha temprano al foro y tarde vuelve.Y todo ¿para qué? Para que Mutono te aventaje en recoger más miesesde su esposa en las tierras; porque siendoél de más baja alcurnia, indigno creesen ti admirar y respetar a Muto,en vez de que él te admire y te respete.Mas ¡oh vanos pretextos! Lo escondidoel tiempo saca a luz algunas veces,y lo brillante en las tinieblas hunde;Y en fin, por más que con tu pompa llenesla Apia Vía y el pórtico de Agripa,bajar con Anco Marcio y Numa debes.Cuando un dolor violento te fatiga,buscas al punto quien tu mal remedie.

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Así, si vivir quieres venturoso(y ¿quién es el mortal que esto no quiere?)pues sólo la virtud dicha asegura,la virtud sigue, huyendo los placeres. Si empero la virtud un nombre juzgasy en un bosque sagrado tal vez creesver leños y no más, zarpa, cuidandoel primero ser tú que al puerto llegues,y que nadie el provecho te disputeque Cíbira y Bitinia te prometen.Mil talentos compón, otros mil junta,y mil y mil que cuatro mil completen.De cualquier modo, el oro es un monarcaque da amigos, belleza, alta progenie,crédito, esposa rica, y Venus mismaagasaja y Mercurio al que oro tiene.No al rey de Capadocia te parezcas,que, rico en siervos, de metal carece.A Luculo de púrpura cien mantoslos cómicos rogaron que les diesepara cierta función. “Y ¿dónde hay tantos?dijo él: en fin, irán los que se encuentren”.Y a poco halló que cinco mil habíay avisó que de todos dispusiesen.Pobre es la casa donde no hay mil cosasque el dueño ignore y al ladrón contenten.Así pues, si el caudal es lo que sólohacerte y conservarte feliz puede,

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juntarlo sea tu primer cuidado;sea también el último que emplees.Si es el fausto y favor, compra un esclavoque los nombres de todos te revele;y codeándote, indique a quién en mediode la turba alargar la mano debes:“Éste, diga, en la tribu Fabia influye,aquél en la Velina; éste, si quiere,hace y deshace cónsules y ediles”;y según las edades diferentes,al uno llama padre, al otro hermano,y aun adopta al que pueda protegerte.Si está en la buena mesa la ventura,a cazar, desde el punto que amanece,o a pescar vamos por saciar la gula;a Gargilio imitemos, que con redesy venablos hacía a sus esclavosla plaza atravesar llena de gente,por la mañana, para que a la tardesobre una de sus mulas todos viesentendido un jabalí comprado afuera.Sin pensar si conviene o no conviene,repletos luego entremos en el baño,ceritos, dignos M baldón de Cere,o remeros de Ulises, que a su patriaprefirieron ¡lícitos deleites.Si nada hay bueno sin amor y broma,según el buen Mimnerno lo pretende,

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vive entre amor y broma norabuena. Si máximas mejores que éstas tienes,expónlas con franqueza; de otro modo,de las mías cual yo servirte puedes.

JAVIER DE BURGOS

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EPISTOLA 6

No admirar ni extrañar nadala única cosa es, Numicio,que hacer el ánimo humanopuede y conservar tranquilo.Este sol, estas estrellasy estaciones que con fijosy reglados movimientosvan y vuelven en sus giros,muchos hay que sin espantoni admiración las han vistoy las ven. ¿Pues qué diremosde los frutos exquisitosde la tierra y del mar, queenriquece árabes e indios?¿Qué los juegos y teatros?¿Qué los aplausos del circo?¿O los magníficos donescon que un ciudadano rico

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tal vez galardona el pueblo?¿Con qué ánimo, con qué juicioy sentimiento han de verse?El que del pueblo los silbosteme, o que busca su aplauso,se inquieta de un modo mismo.La admiración y el espantole es a uno y otro motivo,e igualmente los aturdecualquier objeto improviso.Por gozo o por dolor sea,o por temor o apetito,¿qué importa? si cuanto ve,mejor que lo había creído,o peor de lo que esperaba,lo admira, con ojos fijossorprendido en alma y cuerpo.De justo pasará a inicuo,y de cuerdo a loco el quecon más ardor que el precisosigue aun la misma virtud. Anda ahora y mira aturdidola plata, el oro y los bronces,o los mármoles antiguos,o las artes o las piedras,o los colores de Tiro.Gózate de que mil ojoste contemplen de hito

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en hito cuando en público discurres.Levántate muy solícitode andar al Foro temprano,y después de anochecidovuelve a casa cuidadoso,no coja Mucio más trigoque tú en tus dotales campos.¿Pues no es bueno, siendo él hijode padres muy inferiores,que objeto de envidia dignoél te sea, y no tú a él?Todo cuanto está escondidobajo de la tierra el tiempodará a luz en algún siglo,y consumirá lo queparece hoy con mayor brillo.Después que por la Vía Apiamuy bien te la hayas lucido,o en el pórtico de Agripa,ir te resta donde ha siglosque pasaron Numa y Anco.Si el costado adoloridosientes, o el riñón, ¿no buscasa tu mal algún alivio?¿Quieres vivir bien? ¿Quién no?Pues si no has de conseguirlosin la virtud, date a ella,con fortaleza y con brío

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sojuzgando las pasiones.¿Lo de virtud has creídoque son palabras al airey sólo nombres distintos,como los leños son bosque?Pues mira no halles cogidopor otro mercante el puerto,y quede perdido el tirocuanto en Cíbira empleasteo en el negocio bitinio.Ajústense mil talentos,luego otros mil, luego el triplo,luego cuádrese el montón.Esposa con fondo rico,nobleza, fidelidad,belleza, fortuna, amigos,reina la riqueza da;la persuasiva a los ricos,y las Gracias acompañan.De esclavos están provistoslos reyes de Macedonia,no de dinero efectivo.No has de ser así; Luculorogado a dar cien vestidostalares para una farsa,“ ¿Cómo he de dar tantos?” dijo.“En fin, veré los que tengo,y os daré luego el aviso”.

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De allí a poco envió a decircómo de aquellos vestidoscinco mil tenía en su casa;que según fuese precisotodos o parte enviaría.Así te quiero. No es ricoa quien mucho no le sobra,y tanto que el dueño mismolo ignore, y no le haga faltalo que se va en desperdiciosy en provecho de ladrones.Si hacer dichoso y tranquiloal hombre puede el dinero,éste el único principiosea y fin de sus acciones.Mas si el esplendor, el brilloy la estima de los hombreses lo que al corazón míohace bienaventurado,venga un paje a mi servicioque conozca las libreas,sepa nombres, apellidosy grados de cuantos pasan;que de todo me dé avisohurgándome al lado izquierdo,y que tal vez, si es preciso,a través de una carretao de un cargado borrico

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me obligue a extender el brazo.No dejes de hacer cumplidosa éste, que en la tribu Fabiatiene mucho poderío,como en la Velina estotro.Éste reparte a su arbitriolas haces a quien él quiere,y haciéndosele enemigo,el asiento de marfille puede dar por perdido.Según su edad a cada unoadóptalo con cariñodile padre, dile hermano,trátale de nieto o hijo.Si quien bien cena bien vive,luego que haya amanecidovamos donde de la gulanos lleva el infame vicio,a la pesca o a la caza,como el bueno de Gargilio,que por la mañana hacíaatravesar con gran ruidola plaza del pueblo llena,las gentes de su serviciocon perros, redes, venablos,para a vista del gentíovolver después con un mulocargado, el resto vacíos,

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de un jabalí que comprara.Vámonos al baño ahítos,con el estómago crudo,y pongamos en olvidolo que es decente o no lo es,de eterna ignominia dignos;como los malos remerosde Ulises, que por su vicioprefirieron a la patriaun deleite prohibido.Si, como Mimnermo piensa,todo es desabrido y fríosin pasatiempos y amores,pasa la vida en cariñosy en juegos. Adiós en fin,y si algo has mejor sabido,dame parte; si no, observaconmigo lo que te he dicho.

FRANCISCO JAVIER ALEGRE

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EPISTOLA 7

Cinco días te dije que estaríaen el campo, no más; se pasa agosto,y téngote aguardando el mes entero:que de informal me riñes, ya te oigo.¿Mas no me quieres bueno siempre y sano?Pues libertad que al enfermar me tomoes justo que también me la concedassi de enfermar tal vez peligro corro.Y no ves al calor, que higos sazona, multiplicar los lechos mortuoriosde su negra cohorte rodeados?Padres y madres, con la muerte al ojo,tiemblan por los hijuelos: de la cortela barahúnda y tráfago del forofiebres causa y descubre testamentos.Luego que invierno vista en níveos coposlos campos de Alba, iráse tu poetalas riberas a ver U mar sonoro

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y allí abrigado pasará leyendo;mas, de irte a ver, feliz cumplirá el voto,con tu licencia, dulce amigo, apenaslas golondrinas vuelvan y el Favonio. Tú has querido de dádivas colmarme,noble Mecenas; pero no del modoque al huésped brinda el calabrés sus frutos.-¡ Cómelas! -dice con fervor-. No pocotomé. Recoge lo que más te plazca.-Gracias, repito. Pero no perdonoque alguna friolera a tus chicuelosno lleves. -El obsequio reconozcocual si cargado fuese. -Como gustes;mas ten, que a cerdos lo que reste arrojo.-Así el ruin es pródigo; así ofrecelo que no ha menester: por eso a rodocoséchase cada año mies de ingratos.Mas el hombre de veras generosohace merced a aquel que la merece;ni el que farsantes sacan juzga oro.Por honor tuyo en merecer me empeñocaro Mecenas, el favor que logro:mas si quieres también viva a tu lado,volverme debes la salud de mozo,negros rizos que mi ancha frente achiquen,dulce sonrisa y atractivo tono,y poder a tu mesa con donairede una bella quejarme y sus enojos.

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En un cesto de granos se entró ayunobreve ratón por agujero angosto;cebóse allí, y en vano pretendíasalir luego, esforzando el cuerpo romo.Viole una comadreja desde lejosy hablóle a este tenor: -Querido, sóloescaparás volviendo a tu tamaño;por do uno flaco entró, no sale gordo.Si la especie me aplican, verme puedena todo renunciar: pues no, cual otros,después de un gran banquete, las tranquilasnoches del pobre, inconsecuente loo;¡y a fe que trueque por la Arabia enterami dulce libertad y mi reposo!Mi sobriedad has alabado mucho,y yo mi dueño y padre rostro a rostrote he dicho, y por detrás: falta que ensayessi el don que acepto alegre, alegre torno.Esta el hijo de Ulises al de Atreobella respuesta dio: -No hallan los potrosbuenos pastos en Itaca, ni tienencampos allí para espaciarse idóneos:usa en mi nombre un don que usar no puedo-Mecenas, al pequeño basta poco.Yo por mi parte en la opulenta Romaa esparcirme no acierto, y más me gozoen la callada soledad del Tíbur,de Tarento en el seno deleitoso.

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Las dos serían de la tarde cuandoFilipo, aquel jurista noble y doctoy valiente orador, como volviesea su casa quejoso porque el Foropara él, anciano ya, quedaba lejos,echó de ver que bien rapado y mondoen un a barbería arrinconadolas uñas se igualaba un caricioso.-¡Demetrio! (era un esclavo que a Filipoel pensamiento adivinaba) prontove, y pregunta quién es, qué oficio tiene,a quién sirve, y en dónde vive y cómo.Demetrio vuela, y trae razón: -Se llamaVulteyo Mena el tal; su haber es corto,y él pregonero público; le tienengeneralmente por honrado y probo:sabe buscar, y lo que gana, a tiempogasta: vive en hogar humilde y propio;con algunos amigos anda, y suelea espectáculos ir por desahogo.-Saberlo quiero de su misma boca:di que a cenar le aguardo. -Mena absortoqueda, lo piensa, en suma da las gracias.-¡Y qué! ¿rehúsa? -0 apocado u hoscola invitación el malandrín no acepta. Al otro día al pregonero en corroFilipo halló vendiendo baratijas;párase y le saluda. -Mis negocios,

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señor, el tiempo y la atención me roban-Mena responde, con afán y asombro-;perdonad si no fui por la mañana,y hora no os saludé primero. -Otorgoel perdón como asistas esta tarde.-Sí haré. -A las tres; ¡y no lo diga a sordo!Sigue ahora con tu venta, y buen provecho. Concurrió nuestro Mena, y a su antojodespepitó cuanto al magín le vino,y a dormir le enviaron ya beodo.Viendo que el pez el cebo frecuentaba,pues de saludadores en el corotemprano estaba, y a la mesa luego,en las fiestas latinas el patronoinvitóle a una granja que teníacerca de la ciudad. Vulteyo orondoandaba caballero sobre un jaco,haciendo a diestra y a siniestra encomiosdel cielo y de los campos de Sabina.Le ve Filipo y se le ríe, y comosolaz en todo y distracción buscaba,dónale siete mil sestercios, y otrossiete mil le promete dar prestadospara que compre un pegujar. Comprólo.y (abreviaré por no cansar) trocósede ciudadano guapo en gañán tosco:sólo hablaba de surcos y de viñas,sólo pensaba en ordenar sus olmos,

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y le nacieron prematuras canasde puro cavilar en los ahorros.Empezó a ver que cabras y ovejuelasmermaban, ya con pestes, ya por robos,que ora la sementera se perdía,y ora expiraba de fatiga un toro;y no pudiendo más, a media nochese levanta, un trotón embrida, y torvovase derecho a casa de Filipo,el cual al verle desgreñado y roto, -Vulteyo -dice- a mal traer te traelo muy afanador. -¡Más bien de locotratad a este infeliz! A que a mi estadoantiguo me tornéis, a vos acorro;¡patrón, por vuestros ¡ares os lo ruego,y por vos mismo, y por los dioses todos!-

El que eche menos lo que a cambio ha dado,procure, destrocando, su recobro.Si a nuestro pie calzamos, y vestimosa nuestro talle, afortunados somos.

MIGUEL ANTONIO CARO

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EPISTOLA 8

A Celso Albinovano vuela, oh Musa,de Nerón secretario y compañero,y ofrécele mis votos más cordialespor su dicha y salud. Si te interrogaen qué me ocupo, le dirás que muchasy magníficas cosas proyectandono vivo empero bien, ni estoy contento;no que mis vides el granizo azote,ni mis olivos el calor consuma;ni que en campos remotos desfallezcanmis ganados enfermos. Es el casoque de alma menos sano que de cuerpo,nada quiero saber ni oír que aliviemi dolencia. Los médicos me irritan,con mis fieles amigos me incomodo,porque arrancarme sin demora quierenal funesto letargo que me abruma.Persigo lo que me es nocivo, y huyo

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de lo que puede aprovecharme. En Romapor Tívoli suspiro, y veleidososi ya en Tívoli estoy, por Roma anhelo.Pregúntale después si bien lo pasa,cómo a sí propio se conduce, y cómosus negocios maneja, y en qué gradosabe del joven príncipe y su cortegranjearse el favor. Si te replica:“A maravilla todo”, lo primeroel parabién darásle, y enseguidasusúrrale al oído esta sentencia:“Corno tu suerte tú llevar supieres,Celso, así los demás te trataremos”.

MIGUEL ANTONIO CARO

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EPISTOLA 91

Claudio, no hay quién entienda cual Septimiolo mucho en que me tienes. Me ha rogado,y a esto en suma con súplicas me obligaque yo a ti le presente y recomiendecomo merecedor de que le atienday le dé entrada un príncipe que sólolo más granado a su persona allega.Él, de amigo más próximo las vecesjuzga que puedo ejercitar; y en ellomuestra que, más que yo, ve claro y sientecual es cerca de ti mi valimiento.Muchas razones allegué, por dóndehurtase el cuerpo. Más por otra parteno quiero se imagine que me finjopobrecillo, y que oculto en mi provecho,consumado egoísta, mis recursos.

1 A Claudio Tiberio Nerón, el futuro emperador.

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Huyo, pues, de esta nota, por más fea,y áulica palma a disputar me allano.Si apruebas como obsequio y sacrificioque ofrezco a la amistad, mi desenfadopor tuyo alista al buen Septimio, y comoa hombre fiel y legal dígnate honrarle.

MIGUEL ANTONIO CARO

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EPISTOLA 10

A ti amador de la ciudad, saludoyo amador de los campos, y no lo dudoque solo en esto yo te disiento;mío es por lo demás tu pensamientopues nunca quiero lo que tu no quieresy amigo soy de lo que amigo eres.Cual hermanos gemelos, caro fusco,antes cual los palomosde la fábula somosque tu guardas el nidomientras yo vuelo y el torrente busco;el torrente me place y su ruido,y los riscos de musgo coronados,bosques frondosos y mullidos prados.Siento, en fin, que revivorey de mi propio, al verme de las trabaslibre de la ciudad, cuyo atractivo,voluntario cautivo,

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tú así cual muchos de encomiar no acabas.Como los sacerdotes el criado,de miel y ofrendas del altar ahíto,se escapa al fin, de pan necesitado,tal dejo la ciudad; ¡pan necesito! El que una casa edificar procuratraza sitio primero:sitio debe trazar el que a naturaprocure a temperarse.¿ Cuál emperomejor habrá que el campo venturoso?¿dónde el invierno es menos riguroso?El soplo de las auras regalado¿dónde mejor la llamadel Cancro, o los furoresdel León templa, cuando el sol le inflama?¿Dó el roedor cuidadoturba menos los sueños? ¿Por venturacederá al pavimento de colorescampo oloroso que matizan flores?¿O surte en tubos de metal más purael agua, que si libre se abre calleencaneciendo al desgajarse el valle?Mas es lo singular, Aristio mío,que umbroso bosque entre columnas plantael rico ciudadano,y palacios levantaque dominen el campo comarcano:la natura expulsamos, y al descuido

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ella se vuelve, y triunfa sin ruidoy su antiguo dominio recupera. Mal anda el mercadanteque nunca distinguió la verdaderapúrpura de la falsa: semejanteriesgo corre el que no halla diferentedel genuino bien el aparente.Si nos sedujo la fortuna amiga,nos abate a su turno la enemiga,y somos infelicescuando el bien que a volver se nos obligatorció en el pecho incauto hondas raíces.Evitemos por tanto la grandeza;más que quien trono ocupa y lleva el nombrerey puede ser en pobre choza el hombre. En campo abierto do con él pacíael ciervo al potro importunaba un día:inferior en la pugna y la carrerabuscó éste al hombre, que le embrida, y llenode ardor lanzóse y alcanzó victoria,sin que de entonces arrojar pudieradel lomo al hombre, de la boca el freno.Ahí tienes la historiadel que pierde por miedo a la pobrezala libertad, que es la mejor riqueza,y vil cadena arrastra de continoporque a usar lo preciso no se avino. Quien no acierta a fijar la medianía

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camina con calzadoque o le lastima estrecho en demasía,o andar le impide por lo muy holgado;sabio llamo al que supoal destino amoldarse que le cupo.Ten presente esta regla, Aristio amigo,ni me dejes, te ruego, sin castigosi vieres que infringiéndola me afanotras lo superfluo y vano,y a más aspiro mientras más adquiero.No hay medio: o rey o esclavo es el dinero:¿no vale más que seael mezquino, y no yo, quien cabestrea?Punto pongo a esta epístola, dictadatras el ruinoso templo de Vacuna,por tu amigo, contento en su fortunay a quien, excepto tú, no falta nada.

MIGUEL ANTONIO CARO

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EPISTOLA 11

¿Qué tal te pareció la ínclita Samos?Sardes, corte de un rey, Lesbos y Quío,y Esmirna, y Colofón, ¿qué tales? ¡Vamos! ¿Son cual dicen, o más, Bulacio mío?¿o menos? ¿O no valen, juntas, nada,a par del tiberino campo y río? ¿De Átalo una ciudad tal vez te agrada?¿o ya de viajes y del mar cansado,a Lébedo prefieres por morada? ¡Lébedo! Miserable despobladomás que Gabio o Fidena; y yo mi nidoen él, con todo, hiciera de buen grado, olvidando a los hombres, y a su olvidocondenándome, y lejos, desde el puerto,contemplando a Neptuno enfurecido. Más di: aunque de agua y lodo esté cubierto,¿quién se arraiga en posada, si viajabade Capua a Roma? Aunque de frío yerto,

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¿quién estufas y baños así alabacual si ellas deparasen al deseovida dichosa y la fortuna esclava? Así el que padeció tormenta, creoque su nave no es justo que enajene,saltando en tierra allende el Mar Egeo. Ni Rodas ni la hermosa Mitileneson buenas para un hombre salvo y sano,cual túnica ligera no conviene en invierno, ni abrigos en verano;ni en brumal estación el Tíber frío,ni hornos en el calor de agosto insano. Mírete la fortuna sin desvío,y encomia desde, Roma, en lontananza,a Samos la gentil, Rodas o Quío. Cosecha, grata al cielo y sin tardanza,momentos de placer y de alegría,y no un año dilates la esperanza. Vivirás bien viviendo con el día:si matar el afán que nos devora,cual puede la prudencia, no podría ciudad naval, de abierto mar señora,muda de clima, y no de sentimientoquien lejas tierras navegando explora. Inquieta ociosidad nos da tormentohaciéndonos rodar en coche o nave:aquí mismo, aun en úlubre, el contentoque buscas, halla quien vencerse sabe.

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MIGUEL ANTONIO CARO

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EPISTOLA 12

Si de los frutos que en Sicilia cogesen las tierras de Agripa, sabes, Iccio,con cordura gozar, lamentos deja,pues darte más no puede el mismo Jove;y no es pobre quien tiene lo preciso.Aquel que come bien y viste y calza,¿qué más haría con tesoros regios? Mas si entre la abundancia te contentascon peces y legumbres, ríos de orono alterarán tu método de vida;ya porque a hacer mudar de inclinacionesno basta la opu4encia, o porque juzguesque todo a la virtud posponer debes.Y ¿extrañaremos que al ganado ajenoDemócrito su hacienda abandonase,en tanto que del cuerpo su alma libresobre el suelo mezquino se elevaba,

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cuando entre tanta corrupción, y en mediodel ansia de ganar que tanto cunde,tú a las cosas terrenas no te abatesy de objetos más altos sólo curas?Tú las causas indagas que retienenel mar dentro sus límites, y al giropresiden de las varias estaciones:si por sí mismas o por fuerza extrañaen la ancha esfera vagan las estrellas;qué mano nos oculta y nos descubresin fin la faz de la argentada luna;cómo de los principios de las cosasla discorde concordia el orbe anima;y entre Empédocles sabio y Estertinioquién mejor sondeó tan hondo arcano. Mas ya devores peces o cebollas,recibe bien a mi Pompeyo Grosfo,y dale cuanto pida, bien segurode que todo será justo y prudente.Cuando hay gentes de bien menesterosas,cuesta muy poco granjear amigos. Algunas nuevas anunciarte quieroantes de concluir. Agripa acabade someter los cántabros; Tiberiola Armenia ha subyugado, y de rodillasFraates su corona ha recibidode las manos de César. La abundanciasu cuerno opimo por la Italia vierte.

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EPISTOLA 13

Despacio y muchas veces, Vinio mío,te lo dije al partir: darás a Augustolos libros que enrollados te confío, si bueno está y alegre, y tiene gustoen pedirlos él propio. Yo no quieroque mis pobres poemas a odio injustocondenes, procediendo de ligero,como quien nada ve y a nada aguardapor echarla de activo mensajero.Si el fardo de mis versos te acobarda,déjalo, antes que allá, do el paso guías,vayas a dar de hocicos en la albarda;que tu asnal apellido2 así podríasrecordar, y al festivo cortesanodar materia de risa muchos días. Ea, pues, pasa monte, y río, y llano,

2 El nobre del mandadero del poeta era Vinio Asela, de aseltus“asnillo”.

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brioso, y cuando al término prescritohayas llegado al fin triunfante y sanocomo te dije acarrearás mi escrito,no bajo el brazo el rollo acomodadocual rústico que carga algún cabrito, o cual lleva ebria Pirria el copo hurtado,o, cenando en plebeya compañía,sus pantuflas y el gorro el convidado. No dirás que sudaste en la porfíade conducir a César un pulidovolumen de discreta poesíaque a par su vista halagará y su oído.Adiós; sabes mis órdenes. ¡Cuidadocon ir cabeceando de aturdidoo faltar en un tilde a lo mandado!

MIGUEL ANTONIO CARO

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EPISTOLA 143

Guardián del bosque y campo que risueñoa mí a mi libertad me restituye,para mí grande, a tu ambición pequeño; pues, aunque en sí familias cinco incluye,y cinco hombres de cuenta a Varia envíano tu injusto desdén se disminuye: ¿quieres, di, que escardemos a porfíayo el alma, el suelo tú, y veamos claroquién va mejor, si el amo o la alquería? En Roma me detiene el desamparode mi Lamia, que llora sin consuelola ausencia eterna del hermano caro. Mas a ese monte, objeto de mi anhelo,mi espíritu impaciente, que franqueainterpuestos espacios, va de vuelo. Feliz yo llamo al que se está en la aldea,tú al ciudadano. Cada cual su suerte

3 Al mayordomo de su campo de labor.

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maldice, y esa misma otro desea.Todos culpan su estado, y nadie advierteque los males no deja en el caminoquien de sí propio a huir también no acierte. Mudo esclavo aspirante a campesino,con Roma, y baños, y teatros sueñasdespués que a lo que ansiabas te destino. ¿En mí de veleidad descubres señas?¿Cuándo partir me viste sin enojossi algún negocio me arrancó a estas breñas? Vemos las cosas con distintos ojos;y es tu opinión tan otra de la mía,que donde tú desolación y abrojos amenidad hallara y alegríaquien sintiendo cual yo reputa feolo que vistoso a ti se antojaría. Espuelas pone a tu inquietud -lo veo-del grasiento figón la perspectivay apetito de torpe regodeo, y el que antes logre ahí como nativacriar goma y pimienta forastera,que coger uvas quien la vid cultiva; mientras franca taberna aquí te espera,do beber puedes y bailar pesadoal son que toque impúdica gaitera. ¡Ah! en vez de eso un terruño no tocadode azadones Horacio te comete,do ya buey suelto absorbe tu cuidado,

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ya en fatiga mejor te comprometeenseñar a crecido riachueloa que el alzado malecón respete. Disentimos los dos. ¿Por qué? Dirélo.Sabes que antaño tu señor solíatoga fina gastar y ungirse el pelo; que Cínara de grado le admitía,para otros codiciosa, y él colmadacopa empinaba desde el mediodía. Una cena frugal ora me agrada,y conciliar sobre la grama el sueñoal murmurar de fuente despeñada. No el gozado placer miro con ceño;pero dejar conviene la partida con tiempo,y yo en dejarla mi hora empeño. Allá en agreste soledad no anidael odio insomne, ni la envidia medraque ponzoñosa muerde ajena vida. Y aquella risa, en cambio, no me arredra,franca, conque me mira algún vecinosudando remover terrón o piedra. Tú en Roma con el siervo, campesino,quisieras compartir el ruin bocadoque tasado a roer se da al mezquino; Y él, más cuerdo, te llama afortunado,y en el uso te envidia y el manejo

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de la leña, del huerto y del ganado.*

Se afana por arar el caballejo,por la silla el pesado buey se afana:el arte que entendiere (es mi consejo)practique cada cual de buena gana.

MIGUEL ANTONIO CARO

* Hasta aquí llega la versión de Caro en la edición oficial de sus obrascompletas, Bogotá, 1918 (tomo 1, pág. 306).

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EPISTOLA 15

Musa4 las aguas de Bayaspara mí inútiles juzga,y no obstante el pueblo todoa mí me achaca la culpade que voy en el inviernoa bañarme en agua cruda.Él siente que sus bosquetesdeje y sus aguas sulfureas,que es fama que el mal de nerviosy el humor gotoso curan;y murmura del enfermoque los climas fríos buscay su cabeza a los chorrosexpone de Gabio o Clusia.Irme, pues, debo a otra partey hacer que esta vez no acudami caballo a la posada

4 Antonio Musa módico del emperador Augusto.

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que ya frecuentó otras muchas.“El viaje que ahora hacemosno es a Bayas ni es a Cumas”,tirándole, le diré,la rienda, con mano dura,que el oído del caballoestá en la boca, sin duda. Dime, pues, qué tal de Veliael invierno conceptúas,qué tal de Salerno el clima,qué tal la gente y la ruta;dónde mejor pan se come,dónde es el agua más pura,y si es de aljibes o pozosla que por allí se usa;pues en cuanto a vinos, maloslos del país se reputan.A cualquier vino en mi quintami paladar se acostumbra,pero en la costa el suavey generoso me gusta,que las cuitas lance, cuandopor mis venas se difunda,que de elocuencia me dote,que de esperanzas me nutra, y por quien con las muchachasdel país cual joven luzca.Dime también, pues de todo

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solicito que me instruyas,y creeré cuanto túrespondas a estas preguntas,cuál territorio más liebresy jabalíes produzca,y de marisco y pescadoscuál playa es la más fecunda,pues gordo como un feacioquiero volver de esta tuna. Cuando hubo gastado Meniosu patrimonio en locuras,por parásito y bufóntrató de probar fortuna.Sin pesebre fijo andando,cuando aún estaba en ayunas,entre amigos y enemigosno hacía distinción nunca,y a ningún hombre del mundoperdonaban sus calumnias.Abismo era del mercadoy ruina la panza suya,y todo cuanto encontrabalo hundía en aquella tumba.Cuando tal vez no podíanllenarle bien las anchuraslos malos que le adulabanpor temor de sus injurias,se engullía unos platazos

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de callos y oveja murria,que de tres osos hambrientospudieran saciar la furia.Entonces, como otro Bestio,clamaba contra la gula,fuego recetando al vientredel que de bien comer gusta.Mas si una buena comidadeparaba la ventura,exclamaba, ya apuradashasta las escurriduras:“No sé, por Dios, quién extrañaque un hombre de bien consumasu patrimonio en la mesa,pues ¿qué cosa sobrepujaa un rico vientre de puerca?¿Quién un buen tordo no acucia?”Éste es, mi retrato, Vala;cuando la estrechez me apura,mi alma, dispuesta a sufrirla,la frugalidad encumbra:pero cuando estoy sentadoen mesa en que todo abunda,digo que no hay más felicesque los que como tú, en suma,disfrutan de buenas tierrasuna renta bien segura.

JAVIER DE BURGOS

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EPISTOLA 16

Para que en adelante, Quincio amigo,no más sobre mis campos me preguntessi con olivas o arbustivas parrasme enriquecen, o frutas me producen,bien es que de su sitio y de su formasatisfactoria relación escuches. En la imaginación una cadenafigúrate de montes que interrumpevalle profundo: la derecha siempreel sol le dora con temprana lumbrey la izquierda le baña en rayos tibioscuando su carro en occidente se hunde.El clima es de encantar. -Y pues, en gruposárboles imagina que se cubrende cerezas retintas y ciruelas:robles, carrascas que a distancia luceny a su dueño con sombra dilataday con sustento al ganadillo acuden.

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Creyeras que los bosques de Tarentoyo me hubiese robado. Alegre bullefuente que respetable al riachuelohace con cuyas aguas se confunde.El claro río que la Tracia riegano será que en frescura sobrepujeni en trasparencia su caudal modesto.Además, acredítase salubrecontra males de vientre y de cabeza.A este retiro atribuir no dudesla salud que conservo en el otoño:retiro ameno y para mí tan dulce. Por lo que mira a ti, feliz te creosi eres ni más ni menos cual presumen:feliz ha tiempo te proclaman todos.Mas temo que U alma el bien gradúespor lo que dicen, no por lo que sientes,o que dicha posible te figuressin que prudencia y probidad la formen.Temo que, como el pueblo conceptúeque de salud rebosas, sus hablillaste halaguen y la fiebre disimuleshasta que en medio del festín, beodo,tiemblen tus manos y tu mal denuncien:¡ay! ¡cuántas veces el pudor las llagashace incurables que insensato encubre! Si a adular tus orejas ociosasllega alguno, y victorias te atribuye

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terrestres y navales, y te dice:“Jove supremo que te guarda y unecon su vida la gloria de tus pueblospermita que por siempre se disputesi más tú los amaste o más te amaron”;*

¿será que en tales frases se te ocultede Augusto la alabanza? Y si te aclamanprobo y veraz, que responder te cumpleen tu nombre ¿por qué a juzgar te atreves?Pláceme, te confieso, que me encumbrepor honrado la fama; mas no olvidoque el público quitarme cuando gustepuede lo que hoy me brinda, cual los fascesquita al que indigno de llevarlos juzgue.Da lo prestado, me dirá. Darélo,triste si usarlo como tal no supe.Lo mismo, aunque ladrón, incestuosome apellide ese público, o me acusede que a mi padre ahogué con impío lazo,no es razón que me enroje ni me angustie.¡Allá el vicioso vano y aparentetema dicterios y lisonjas busque! ¿Quién, pues, es hombre honrado? ¿El que respetadel Senado la voz, y las costumbresy la sagrada ley? ¿qué porfiadasdificultades zanja, y restituye

* Versos del Panegírico de Augusto, compuesto por el poeta Vario,amigo de Virgilio y de Horacio.

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siempre la paz con desplegar los labios?Mas su casa y vecinos sus virtudesmejor conocen, y quizás le tenganpor alma vil que de alba piel se cubre. -No hurté ni me fugué, dice mi esclavo.Respondo: -Pues no temas que te zurre.-Nunca di muerte. -No serás de aquellosque cuervos ceban sobre tristes cruces.-Luego virtuoso y bueno soy. -¡Despacio!Lobos, milanos, gavilanes huyende sus presuntas víctimas, apenasque andan trampas ocultas conjeturen.Porque ama la virtud no peca el bueno;tú, sólo por temor. Fueses inmune,lo profano y lo santo allanarías,pongo que de entre mil sólo me hurtesde habas un modio: no te justificael ser leve la pérdida que tuve. Así aquel a quien dije que los juecesy el pueblo miran cual varón ilustre,cuando un buey sacrifica, o ya un verraco,invoca a Apolo y hace que retumbesu voz; mas por lo bajo, temerosade que alguien oiga, “ ruegote”, balbuce,bella Laverna, que me ampares siempre:consérvame de justo y santo el lustre,mis crímenes sepulta en negra noche,y mis fraudes envuelve en densa nube”.

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En qué es mejor, más libre que un esclavoquien se inclina ruin como columbrealgún as en el suelo, y al cogerlove que clavado está, saber no pude;pues quien codicia teme, y el que vivetemblando anda sujeto a servidumbre.Ni a un prisionero has de matar, si puedesvenderlo como esclavo, y él ser útil:¡que trabaje! rebaños apaciente,campos are; o trafique, y mares cruceen medio del invierno; o provisionesacarree, y trajine siempre y sude.Hombre de bien yo llamo y varón sabioa quien, llegando la ocasión, no excusehablar así: -Penteo, rey de Tebas¿conque afligir mi espíritu presumes?-Te quitaré tus bienes. -Si ganados,tierras, muebles, dinero constituyennuestros bienes, despójame en buen hora.-Te entregaré a un verdugo que te abrumecon cadenas.- Al punto en que yo quieramaldice, y esa misma otro desea.vendrá potente a libertarme un numen.Esto es, “sabré morir”. La muerte es rayafinal: todo allá va, y allá concluye.

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EPISTOLA 17

Bien a ti propio, Esceva, te aconsejas,y sabes con los grandes bandearte;mas algo todavíaen tan difícil arteaprender puedes si enseñar te dejaspor este humilde amigo. ¡Cómo! ¡Un ciegosirviéndonos de guía!-óyeme en paz, te ruego,y ve si en lo que digo alguna ideapescas tal vez que aprovechable sea.¿Amas blando reposoy dormir con el fresco matutino?¿El polvo y el continoestrépito de ruedas te molesta?¿La taberna te apesta?Pues marchar te receto a Ferentino.A bien que la venturamonopolio no fue del poderoso,

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y mortal hubo que pasó dichosocon oscuro vivir y muerte oscura.Mas si útil a los tuyos ser te agraday aun mejor trato dar a tu persona,enjuto acude al que en riquezas nada. -Si aprendiese a comer, cual yo, verdura,Aristipo a los reyes no siguiera.-Y si a los reyes manejar supieracomo yo los manejo,su insípida hortalizadesechara el que a mí me satiriza.¿Cuál de estos pareceres,cuál de uno y otro proceder prefieres?Calla, y yo he de decir (que soy más viejo)por qué la preferenciamerece de Aristipo la sentencia.Así cuentan que él mismode Diógenes burló el mordaz cinismo:“Yo soy mi adulador, tú de la plebe;más justa es mi conducta y más honrosa,si yo homenajes a rendir me obligo,que caballo me llevey me sustente rey así consigo.¡Y tú, que te envaneces“de que no has menester ninguna cosa,por debajo te quedas, vil mendigo,del mismo que te da groseras heces!”A todo aspecto, y condición, y forma

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fácilmente amoldábase Aristipo;aspiraba tal vez a excelso tipo,sin repudiar de la ocasión la norma.No así el que abraza sufrimiento tristey envuelto vive en su doblada capa:si cesan de la suerte los favores,mal sabrá acomodarse a sus rigores.Prudente aquél no atrapapurpúrea vestimenta,antes según las circunstancias viste,a concurridos pórticos asistey uno y otro papel bien representa.Mas éste de opulentaclámide de Mileto,cual de víbora el perro, huye con susto:-Si no me dais el sayo burdo mío,me he de morir de frío-.Dénselo, y que el ruin viva a su gusto. Tener mando supremo, y gentes fierasmostrar en pos del carro de victoria,vale alzarse a las célicas esferasy compartir de Júpiter la gloria.Empresa, y meritoriaes ganar de los grandes la alta estima;no a Corinto feliz cualquiera arrima.Quien teme mal sucesorezagado se sienta en el camino.Sea en buenhora. ¿Y se dirá por eso

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que valor no empleó sino fortunael que a la meta deseada vino?o es ésta la cuestión, o no hay ninguna.Llega un hombre y no pruebala carga a levantar que abrumaríasu raquítico aliento y cuerpo enano;viene otro, álzala en hombros, se la lleva.O es sólo la virtud un nombre vano,o el que intrépido esfuerzo no perdonamerece el premio y la triunfal corona. Más logra el que en presenciadel rey, de su pobreza nunca chista,que el que a ruegos y quejas le incomoda.De tomar con violencia,recibir con decoro leguas dista;y el secreto aquí está y el arte toda.“Tengo a mi madre ancianaen la miseria, y sin dotar mi hermana;mi predio ni se vendeni da de qué vivir”. Ha dicho claro,quien habló de esta suerte, “Dadme amparo”.Y otro le ha oído y chilla:“Subdivídale el don que éste pretende,y alcánceme también mi partecilla”.M cuervo, si callaraatento a la rapiña,tanto más de la presa le tocaracuanto menos de envidias y de riña.

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A Brindis convidado marcha algunotal vez, o a la amenísima Sorrento,y a maldecir empieza descontentoel llover importuno,el frío, los tropiezos del viaje,roto el cofre, robado el equipaje.Así, sandio recuerdala sabida artimañade mujerzuela vil que hurtados lloraora el collar, los brazaletes ora.A punto que después, cuando algo pierda,y el llanto se convierte verdaderosu lagrimosa charlanadie quiera escucharla.Ni el que una vez cayó en el lazo curasacar de atolladeroal perillán de pie descoyuntado,que en vano mucha lágrima derramay por Osiris sacrosanto jura“Creedme, no me burlo”, en vano clama;“¡Hombres crueles! ¡Levantad a un cojo!”–“Al que no te conozca ¡marrullero!”grúñenle acá y allá voces de enojo.

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EPISTOLA 18

Si te conozco bien, Lolio sincero,no temo, no, que adulador parezcascon tus amigos; que hay entre el amigoy el lisonjero tanta diferenciacomo entre cortesanas y matronas.Hay una falta, empero, muy diversade la lisonja, y aun mayor acaso;tal es la ruda y bárbara aspereza,que en dientes negros y crecida barbacon aire a veces de virtud se muestra:mas en un medio la virtud consiste,que de uno y otro extremo igual se aleja.Zumba el uno, obsequioso en demasía,a los que ve el extremo de la mesa;recoge así del rico las palabras,y las repite, y su mirada observa,que ora a un segundo actor, ora a un muchacho

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que su lección recita, se asemeja.Armado de mil frívolas razones,otro por nada mueve una pendencia:“ Mi opinión, dice, preferirse debe,y sabré a todo trance sostenerla,aunque por adherirme a la contrariatreinta años más de vida me ofrecieran”.Pero, y ¿de qué se trata? De si a Cástoren habilidad Dócilis supera;o si es la Vía Apia o la Minuciala que más prontamente a Brindis lleva. Un grande o aborrece o tiraniza(aunque él vicios mayores quizá tenga)al que arruina amor torpe o veloz dado;al que a gastos mayores que sus fuerzasuna insensata vanidad induce;al que del oro el hambre o sed aqueja;al que de la pobreza honrada huye,y la pobreza honrada tiene a mengua.Un grande entonces es como las madres,que quieren que sus hijas las excedanen prudencia y virtud, y a su cliente no sin razón le dice: “No pretendastú disputarme, que de hacer locurasme dan algún derecho mis riquezas;corto es tu haber, y a un cortesano cuerdono sienta bien sino una toga estrecha.Así, renuncia a competir conmigo”.

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Magníficos vestidos a cualquieraque quería perder daba Eutrapelo,explicándose así: “Cuando él se veacon tan brillantes ropas, engreídoformará planes y esperanzas nuevas;dormirá hasta muy tarde, a honesto oficiopreferirá el amor de vil ramera;pagará usura al capital ajeno,y, o se hará gladiador por fin de fiesta,o arreará el rocín de un hortelano,y ganará un jornal llevando berzas”. Nunca del grande indagues los secretos;y si él alguna vez te los franquea,recátalos airado, y, aun bebido,no sus inclinaciones le reprendas,ni las tuyas ensalces; ni si a cazaquiere marchar, le vayas con poemas.De los mellizos Arifión y Zetopor eso se rompió la amistad tierna,hasta que hizo Anfión callar su lira,cediendo de su hermano a la aspereza.Del mismo modo, del potente amigoa los dulces mandatos obtempera;y cuando a caza salga, acompañadode sus redes, sus perros y sus yeguas,marcha, y el mal humor de incivil musalisto sacude, y a correr te apresta,por que después cual tu patrono encuentres

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grato el manjar que con fatiga adquieras.Noble ejercicio fue de los romanossiempre la caza, que opinión da y fuerzas:y más te dará a ti, que vigorosoaventajas al galgo en la carrera,y en brío al jabalí; que armas pesadascon más gracia que nadie ágil manejas;y ya vimos mil veces cuál te aplaudedel Campo Marcio el pueblo en las refriegas.La penosa milicia, en fin, conoces,pues aún niño, a los cántabros la guerrahiciste bajo el mando del caudillo,que hoy de los templos partos las enseñasde Roma arranca, y al potente imperiolo que a su gloria le faltaba agrega.En vano con pretextos te excusaras;pues aunque en tu conducta te sujetassiempre a regla y compás, todos sabemoscuál divertirte sueles en tu hacienda.Allí con dos bandadas de muchachosde Accio la gran batalla representas;dos escuadras se forman; la de Egiptomanda tu hermano, y tú mandas la nuestra.El estanque es el mar, y hasta que ciñenel lauro unos a otros, se pelea.Sin duda aprobará tus diversionesquien viere que las suyas no repruebas.Añadiré, mis máximas siguiendo,

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por si es que acaso necesitas de ellas,que cuando hablares, pienses lo que dices,y a quién lo dices, y de qué manera.Huye de preguntones porque charlan,y no puede guardar abierta orejael secreto que oyó, ni se recogepalabra que una vez del labio vuela.No a pajes te aficiones o criadasdentro el palacio a cuyo dueño debasrespeto tributar, pues venturosoque te hace creerá con su fineza,si te cede el objeto de tus votos,y te incomodará si te lo niega.Mírate bien cuando a uno patrocines,no caigan sobre ti culpas ajenas;y si a pesar de todo te equivocas,y algún sujeto indigno recomiendas,al punto que tu engaño reconozcascuida de no empeñarte en su defensa.Mas si a alguno que sepas ser honradoinfama la calumnia o atropella,préstale tu favor con confianza,pues es muy de temer que cuando hoy cebaen él la envidia el diente encarnizadootro día lo cebe en tu inocencia.Cuando se arde la casa del vecino,de tu interés se traza, porque fuerzatoma el fuego que pronto no se ataja.

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La amistad de los grandes lisonjeraparece y dulce a aquel que no los trata,y peligrosa al que los ve de cerca.Cuida, mientras tu nave el golfo surca,que si el viento se muda, atrás no vuelva. Al tétrico aborrece el que es festivo,al que es festivo el tétrico detesta,el vivo al lento, y el pausado al ágil;y el que a beber a mediodía empiezaal que al vaso rehúsa, aunque le jureque el vino por la noche mal le sienta.Nunca tu frente el sobrecejo arrugue;que de desabrimiento la modestiatal vez se califica, y el silenciotal vez como censura se interpreta.Lee por fin, consulta con los sabios,de qué modo una vida alegre y buenapodrás pasar mejor, sin que te agitendeseos que con nada se contentan,triste pavor, o fútil esperanza.Si la virtud es fruto de la ciencia,indaga, o bien un don de la natura;qué es lo que nuestras almas aligera;qué es lo que pone al hombre bien consigo;si en el honor consiste o las riquezasla paz del alma, o si a ella acaso guíade dulce oscuridad la oculta senda. En cuanto a mí, ¿qué piensas que deseo

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cuando me hallo a la margen del Digencia,que el frío valle de Mandela baña?Tener lo que ahora tengo y aunque seaalgo menos también; para mí mismovivir los pocos días que me quedan,si me quedan algunos; tener libros,y para un año provisiones hechas,para no verme a veces fluctuandode lo futuro en la esperanza incierta.Basta que a Jove pida yo las cosasque dar puede y quitar según lo quiera.Déme él salud y bienes suficientes;paz del alma corre por mi cuenta.

JAVIER DE BURGOS

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EPISTOLA 19

Si al antiguo Gratinocrédito hemos de dar, docto Mecenas,no gustarán ni se abrirán caminode abstinente escritor las cantilenas;después que reclutó poetas Baco,que hiciesen, porque el seso tienen flaco,a sátiros y faunos compañía,ya las dulces Camenasa vino olieron en rayando el día.Pues canta el vino, bebedor fue Homero,y aun Ennio venerable no escribíaheroicos versos sin beber primero.“Hombre sobrio y aguado,que al Foro vaya y de Libón al pozo;no cante quien se niegue al alborozo”.No bien la hube sacado,los poetas que oyeron tal sentenciacopas a competencia

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dedícanse a empinar la tarde toda,y amanecen también con voz beoda.¿Y qué? ¿Porque ceñudo,con toga estrecha y burda y pie desnudoéste a Catón remeda,hecho un Catón en las virtudes queda?Cierto Jarbita reventó de rabiaporque intentó la labiaemular de Timágenes urbanocon torpe lengua y con esfuerzo insano.Modelo que defectos ver permiteperderá a quien le imite;yo sé que algunos a tomar se dierandesangrados cominos, si mi carapálida alguna vez ponerse vieran.¡Remedadores! ¡ah, servil piara!¡Cuántas veces mi bilis ha movido, y mi risa también, vuestra algazara!Por no usado senderoyo llevé mis pisadas delantero;no en huella ajena se estampó la mía.Quien fe tuvo en sí propio, enjambres guía.Yo en el Lacio introduje el patrio yambo;do el ritmo, el movimientode Arquíloco imité, no el argumento,no las palabras con que hirió a Licambo.Si seguí de sus versos la mensura,no pienses que eso achica

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el lauro que a mi frente se adjudica.También su musa la viril Lesbianaa los metros de Arquíloco atempera;y a emplearlos se allanaAlceo, pero no sin que difieraen asunto y manera:ni le verás con negrobaldón manchar al suegro,ni en sátira famosaechar dogal al cuello de la esposa.Su estrofa peregrina,que antes nadie imitó, yo osé el primerotrasladar a la cítara latina;y ya me regocijoporque tales creaciones presentandode gente culta las miradas fijoy codiciado entre sus manos ando. Si ahora saber se quierepor qué hay algún lector ingrato, injusto,que a sus solas mis obras ve con gustoy mis obras en público zahiere,responderé, Mecenas,que de la plebe los livianos votosno compro dando cenas,regalando vestidos medio rotos;y bien que oyente y defensor me cuentode todo buen escrito,cátedras no frecuento

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y corros de gramáticos evito.De aquí que alcen el grito;y si he dicho tal vez: “Yo no me atrevoante denso auditorioa quien respeto deboa recitar mis versos, ni me agradanegocio grave hacer de una nonada”.“Te burlas”, salta el otro, “los destinasorejas a halagar semidivinas;que poéticas mieles atesorastú solo, ya imaginas;de ti sólo te pagas y enamoras”.Yo sin hacer un gesto,que a cortante arañazo fuera expuesto,“ cómodo aquí no estoy”, sólo farfullo,y pidiendo licencia, me escabullo;que una broma en disputa se convierte,y disputa encrespada ardor respira,y nacen de la irafieras enemistades, guerra a muerte.

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EPISTOLA 20

Paréceme que a Jano y a Vertumno,libro mío, conviertes ya el semblante,y que alisado por la pómez quieresde los Socios lucir en los estantes.No a ti, los que al modesto,gustan sellos ni llaves;quejoso estás si te manejan pocos,y reuniones públicas aplaudes.No tal yo te crié. Vete si quieres;nunca podrás retroceder si partes.“¿Qué hice, menguado? ¿Qué esperé, mezquino?”te dirás cuando alguno te maltrateo sientas que en brevísimo volumenfatigado el lector vuelve a enrollarte.Si enojo de tu culpaa error no induce al vate,profetízote yo que, en Roma ¡oh libro!grato serás mientras la edad te pase:

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callando cebarás sorda polillacuando vil manoseo ya te gaste,o a Utica o a llerdaatado harán que marches.El que fue desoído consejeroentonces a tu costa reiráse,como aquel que a su asnillo inobedienteayudó, airado al fin, a despeñarse.Al que en rodar se empeña¿quién se empeña en salvarle?Y te anuncio también que tartamudaancianidad te llevará a distanteescuela, a que los niñosen ti a leer se ensayen.Si el sol con rayo tibio en torno tuyonumerosos oyentes ver te atrae,cuéntales que yo tuveun liberto por padre,y que saliendo U estrecho nidocrecidas alas extendí en los aires.Cuanto a mi alcurnia quites,a mi virtud añade;diles que en paz y en guerra bien me estimanlos varones de Roma principales;me pintarás en suma,de talla exigua, y antesde tiempo encanecido; a soles hecho;pronto al enojo, y de calmarme fácil.

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Y si alguno preguntami edad, “siendo, dirásle,cónsules Lolio y Lépido, diciembrescuarenta y cuatro ya cumplió cabales.”

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LIBRO II

EPISTOLA 1

Cuando tantos negocios y tan graves,César, tú sólo sobre ti sustentas,tú que los fueros de la Patria sabes con armas defender, y al par cimientasen justas leyes el poder latinoy con costumbres su esplendor aumentas, si escribiéndote usara de continotiempo robar que tanto bien produce,rayara en criminal mi desatino. Rómulo y Baco, Cástor y Poluce,a quien ya en la región de las edadesla fama de sus hechos introduce, cuando honraban agrestes soledadesy a reprimir selváticos furores,a partir campos y a fundar ciudades dedicaban desvelos bienhechores,

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tuvieron que sentir que mal supieracorresponder el mundo a sus favores. Aquel dominador de la hidra fieraa quien labró privilegiada suertede inmortales trabajos la carrera, con su propia experiencia nos advierteque ninguno a la envidia acechadorapodrá, sino muriendo, darle muerte. Al vulgo vil la irradiación devorade aquel que sobre todos se levanta,y a este mismo, en muriendo, se le llora. Mas a ti en vida bienhechor te cantacon sazonada admiración la puragratitud de tu pueblo, y ara santate erige, y por tu nombre en ella jura.Y admitimos que igual varón la historiano vio, ni le verá la edad futura. Mas un pueblo que sabe a la memoriade varones de aquí como de Greciajusto y prudente anteponer tu gloria, del propio modo lo demás no aprecia.Y escritos que las lindes no salvarondel espacio y del tiempo menosprecia. Las tablas en que leyes compilaronlos graves decenviros; pergaminosen que romanos príncipes pactaron con los gabios y rígidos sabinos;y pontificios libros y confusas

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producciones de antiguos adivinos, cosas son que, por rancias, hay ilusasgentes que piensan que en el Monte Albanodictadas fueron por las sacras musas. Si, porque es lo mejor lo más lejanoen Grecia, infieren que de igual manerase ha de trazar el mérito romano, no hay más cuestión; tanto decir valieralo del refrán, que “ni por dentro duraes la aceituna, ni la nuez por fuera”. O que, pues llega Roma a inmensa altura,también atrás a los aquivos dejaen pugilato, en música y pintura. Si, como el vino, la poesía añejaes mejor ¿cuántos años nada menoshacen a una obra a un tiempo buena y vieja? ¿Versos que un siglo cumplan ya son buenos?¿O han de tenerse aún como de hogañoy, por lo mismo, de importancia ajenos? Fíjese (y pleitos no haya) el aledaño.-Bueno es y antiguo autor el que completaun siglo-. Y si le falta un mes o un año para tocar la codiciada meta,¿llevará en nuestra edad y en la siguientenombre de ilustre, o de infeliz poeta? -Ese tal a quien falte solamenteun mes o un año, anticipado el frutorecoja, y entre antiguos se le cuente.

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-La rebaja ampliaré, no la disputo,y como aquel que sin tirón violentocerda a cerda arrancó la cola a un bruto, otro año y otros quitaré de ciento,y, cual fofo montón se desmorona,así verá deshecho su argumento quien fechas cita y mérito pregonaúnico el que a los años es debidoy a cuanto honró la parca himnos entona. Ennio, el sabio varón, el aguerrido,a quien, conformes, de segundo Homerolos críticos conceden apellido, parece no cuidar del paraderode sueños ajustados al sistemaque acreditó Pitágoras primero. ¿Quién lee a Nevio? Mas caer no tema:¡fresco en boca del vulgo vive y crece,que así hace la vejez santo a un poema! ¿Controviértese cuál de dos merecemás loa? De más docto alcanza famaPacuvio, más sublime Accio aparece. Compite Afranio en el togado dramacon Menandro; en la acción Plauto es vehementey émulo de Epicarmo se le aclama. Terencio artista osténtase eminente,grave Cecilio. En reducida escenava a éstos densa a aplaudir Roma potente. A éstos estudia, y de ufanía llena,

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de Livio acá, cual genios superioresa éstos aplaude, a los demás condena. Atinar suele el pueblo, y en errorescae también. No es justo ni discretosi, honrando a los antiguos escritores, piensa que nadie nunca igual respetoha de alcanzar. Mas si el estilo duro,este término flojo, otro obsoleto, censura en ellos como yo censuro,aplaudiré su fallo justiciero,y que Jove lo aprueba esté seguro. Ni a Livio he de increpar, ni que ardan quieroversos que me dictó, cuando era niño,Orbillo, el pedagogo aquel severo; mas lo ciego me aturde del cariñocon que de excelsa perfección rayanojuzgan muchos su tosco desaliño. ¿Qué vale acá y allá verso galano?¿Rara expresión feliz qué significaperdida en un conjunto chabacano? Confieso yo que a indignación me picaver que no por descuidos y borrones,mas por nuevo, un escrito se critica,y que en favor de añejas produccionesno la indulgencia piden que se debe,sino cumplido aplauso y galardones. Si digo que no sé si bien se muevede Atta el enredo entre arrayán y flores,

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“¿Quién sin pudor a reprender se atreve, al punto gritarán los senadores,lo que ya Roscio docto, Esopo grave,al público ofrecieron como actores?” Y de este proceder está la claveo en ser común, que sin ponerlo en telade juicio, lo que gusta eso se alabe, o en que uno caminar en pos le duelade gente moza, y confesar que ancianodebe olvidar lo que aprendió en la escuela. Cuando en himnos de Numa alguien ufanome asegura que él sólo desentrañalo que yo en vislumbrar me esfuerzo en vano, ni ése a los muertos honra, ni me engaña;contra escritores que vivimos, ésemaléfico alimenta envidia y saña. Si este horror a lo nuevo en Grecia hubieseprivado como aquí, ¿qué libro habríaque antiguo ahora y traqueado fuese? Cuando Atenas tras bélica porfíapudo terciar a do el placer nos llama,robándole el reposo la energía, al jinete veloz entonces ama,premia los lances del atleta fuerte,ora aplaude la música, ora el drama; al que en vivas imágenes convierteel marfil, bronce o mármol, galardona,o rostro y alma fija en cuadro inerte,

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a manera de niña juguetonaque a la nutriz versátil importunay gozado un capricho lo abandona,no enfada o place siempre cosa alguna:en Grecia introdujeron modas talesmás holgado vivir, mejor fortuna. Mudanzas Roma nos presenta iguales:solían madrugar nuestros pasadosa despachar en casa muy formales, resolviendo tal vez como letradoslas consultas de actor en civil juicioo dineros prestando asegurados. De ancianos aprendió garzón novicioy a mozos enseñó varón de sesoa acrecer el caudal, a huir del vicio. Esta generación no piensa en eso;otro género adquiere de aficionesy son las Musas su único embeleso. Con mozuelos al par graves varones,de parnáseo laurel la sien ceñida,cenan, y versos dictan a montones. Yo propio, que ni un verso haré en mi vidajuro, y cual la del Parto, incontinenteresulta mi promesa fementida; pues no ha salido el sol por el orientecuando a impulso de métrica maníarecado de escribir pido impaciente. En labrar artefactos no porfía

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quien de oficios no entiende, el mar respetaquien regir una barca no sabría, sólo el médico antídotos receta,mas se hacen versos hoy por arte infuso,y el zafio, como el docto, es ya poeta. Pues este mismo extravagante abusosi por justas razones se condena,como inocente inclinación lo excuso. El poeta del mundo se enajena,en sus versos absorto; a servidumbreno la dura codicia le condena. ¿Desplómase incendiada la techumbre?¿huyen sus siervos? ¿arruinado queda?Nada espanto le causa o pesadumbre. No en fraude infame al compañero enreda,no al pupilo: legumbres, pan grosero,come, y la cuita su festín no aceda. No a la salud común, por mal guerrero,inútil fue: lo humilde a lo eminentesirve, la blanda ¡ira al fuerte acero. El labio de los niños balbucienteeduca el vate, y su atención alejadel halago de plática indecente. Con suaves preceptos aconsejay al joven corazón desembarazade airado arranque, de envidiosa queja. Nobles acciones como ejemplo traza,con que al oscuro porvenir nos guía;

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al enfermo y al mísero solaza. ¿Dónde sus himnos a aprender iríacándido niño, virgen inocente,si maestro no diese la poesía? Por él propicia a la deidad presienteel blando coro; que su lluvia envíeal cielo ruega en plática elocuente, y hace que la epidemia se desvíey huya la nube de temibles males:la paz florece, la abundancia ríe. Aplácanse en favor de los mortalespor el canto, los dioses superiores,por el canto los manes infernales. Frugales y fornidos labradores,en el descanso la esperanza puesta,trabajaban en paz nuestros mayores. En los días holgábanse de fiesta(habiendo en trojes recogido el grano)con prole, y mozos, y la esposa honesta. Con un puerco a la tierra, al buen Silvanocon leche propiciaban, y con floresal Genio, anunciador de fin temprano. De fesceninos versos voladoresempezó a usar el rústico labriego,y hubo en métrica lid competidores. Tornó cada año el inocente juego,pero, trocado en áspera diatriba,la paz de las familias turbó luego.

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Quejóse del furor de la invectivaaquel a quien mordió, y al par con ésetemióla a quien tal vez no fue nociva; y defendiendo el público interesevedó una ley la licenciosa venay conminó al que sátiras hiciese. Calló el atrevimiento por la penay sacó a plaza el vate campesinofestivo cuento y alabanza amena. Venció al agreste vencedor latinoGrecia, ya inerme, con sus artes bellasque ahuyentaron el verso libertino. Gusto más puro se formó por ellas,pero del siglo de Saturno rudoquedaron, y aun se advierten hoy, las huellas. Sólo cuando cesó el furor ceñudode las contiendas púnicas, tranquilodevolver libros el romano pudo. Tarde entonces gozó del griego estilo,y trasegó el recóndito tesorode Sófocles, de Tespis y de Esquilo. Sacar de minas áticas el oroquiso, y digno el ensayo halló de estima,que nervio tuvo y a la par decoro. El trágico romano audaz sublimael vuelo; pero impídele funestapreocupación ejercitar la lima. Dicen que hacer comedias nada cuesta,

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porque de asuntos el autor disponefáciles que el común vivir le presta; antes mayor trabajo aquello imponedonde menos U público se aguardeque las faltas benévolo perdone. ¿Consigue Plauto que sus partes guardeviejo avaro, rufián de insidias lleno,liviano joven que en amores arde? ¡Qué mal el zueco se calzó Doseno!¡Cómo saca en la escena a cada pasocien parásitos a engullir sin freno! Que en pie su obra persista, o con fracasosucumba ¿qué le importa? Él sólo anhelaque no resulte el beneficio escaso. Al que en el carro de la gloria vuela,y a los triunfos escénicos conviertela punzante ambición que le desvela, cansado espectador le da la muerte,atento espectador le da la vida,y un capricho decide de su suerte. No al teatro iré yo, si a la salidaflaco he de estar, negados los honores,o rollizo, la palma concedida. Gentes que son en número mayoresy valen menos por virtud y ciencia,acobardan también a los autores. ¡Qué estólida ignorancia y qué insolencia!Prontos, si noble espectador disiente,

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con golpes a probar su prepotencia, interrumpen el acto de repentepara que salga un púgil, u oso fiero,a divertir a la menuda gente. Cesa el gusto de oír del caballeroy empieza el de mirar revueltas cosas,a los inciertos ojos lisonjero. Por cuatro horas y más salen vistosastropas a pie, a caballo, el arma al cinto,algún cautivo rey que lleva esposas; de carros y literas laberinto;bajeles apresados, y a porfíabronces, marfil, despojos de Corinto. Si viviese Demócrito hoy en día,viendo un camello allá, mitad pantera,o un albino elefante, reiría. Mas con menos razón la híbrida fieraque el que en ella alelado mientes para,peregrino espectáculo le diera. Cuanto al mísero autor, se imaginaraque dirige su fábula a un jumentosordo, en medio de horrísona algazara. ¿Qué voz a dominar el movimientode un pueblo alborozado, semejantea selva hojosa o mar que agita el viento, cuando palmas batiendo, al comediantesaluda que en las tablas gallardeacon extranjeras galas deslumbrante?

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-¿Ha hablado? -No. -¿Por qué se palmotea?-Porque el manto de lana que trae puestocon tintes de Tarento se hermosea. Si comedias no escribo, no por estoal que las hace superiores pagotributo a medias con maligno gesto; antes reputo que se acerca a magoy que sabrá en el aire, si lo pruebas,sobre un hilo danzar, quien tanto halago dio a una ficción, y sensaciones nuevasle infunde de terror o simpatía,ya a Atenas trasladándome, ora a Tebas. Si quieres la apolínea libreríade obras dotar, y de alas al que tratedel florido Helicón la áspera vía, también tu protección dispensa al vateque se confía a juzgador secreto,no a espectador que injusto le maltrate. Solemos los poetas al respetofaltar acaso y cometer sandeces(ya ves que por mi campo el hacha meto): o estés de afán o a descansar empieceselegimos ingrata coyunturapara enviarte un volumen; otras veces, si algún amigo un verso nos censura,saltamos, y nos duele que las gentesel primor y exquisita contextura no estimen de los trozos más valientes:

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a recitar entonces lo leídovolvemos, aunque rabien los oyentes; y esperamos, en fin, que si el ruidode los versos que hacemos vuela, y pasael rumor encomiástico a tu oído,nos llamarás al punto, y nuestra escasahacienda acrecerás con larga manoy escritores seremos de tu casa. Debes ya con acierto soberanoelegir tus cantores y cronistascomo custodios de inviolable fano. Canten ellos tus bélicas conquistasy virtudes pacíficas, no el coromaldito de famélicos versistas. Con gruesas sumas de filipos de orode Quérilo los métricos borronespremió el Magno Alejandro, y fue desdoro. A ensuciarte con tinta no te expones¿y a un astroso juglar dejar podríasque manche, no tus dedos, tus blasones? Aquel mismo que atroces poesíascaras compró, de artífices novelespor edicto enfrenó las valentías: sólo, en bronce, a Lisipo, en tabla a Apelespermitido les fue sacar del bustodel grande emperador traslados fieles. Tratando de artes, refinado el gustofue del guerrero macedón; probólo

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aquel edicto, si severo, justo, mas era su opinión, cuando de Apolojuzgaba a los alumnos mal concilio,de rudo beociano digna sólo. Tú, amigo trato y dadivoso auxilio,que al par tu juicio y corazón revela,has dispensado a un Vario y a un Virgilio. Y aciertas, que si fija bronce o telael aspecto exterior de los varones,la Musa ahonda y lo interior modela. Bien quisiera dejarme de razonesque andan rastreras, y esforzando el vuelocelebrar tus magnánimas acciones: las torres levantadas hasta el cielosobre los montes; sojuzgado y llanocon tus auspicios el indócil suelo; en honor de la paz cautivo Jano;el Parto, siendo tú nuestro caudillo,escarmentado del poder romano. Pero no admite soberano brillocanto humilde: me mido, y te respeto,y en mi cerco prudente me encastillo. Suele oficioso servidor inquietodañar, y más cuando a la Musa invocapor ser a su patrono más aceto; que cualquier rasgo que a reír provoca,más que otro que de encomio digno seagusta, y se aplaude, y va de boca en boca.

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¿Qué gano con que el público me veaen mal busto de cera figurado,o en versos necios mi alabanza lea? No quiero, de infeliz cantor al lado,en andas ir allá donde venalesse envuelven en papel desestimadodrogas, incienso, especias, cosas tales.

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EPISTOLA 2

Supón, oh Floro, amigo y confidentede Nerón el benévolo y valiente,que un corredor a tu presencia vengacon un mozo de Tívoli o de Gabio,y te dirija la siguiente arenga:“Este esclavo que os muestropor ocho mil sestercios será vuestro.Contemplad su blancura y su belleza,miradle de los pies a la cabeza.Observa listo, y obedece prestoa la menor mirada, al menor gesto.En la lengua de Grecia no es novicio;idóneo es para cualquier oficio;es una blanda cera,de que se puede hacer cuanto se quiera:canta, en fin, y si bien reglas no tiene,divertirá a su dueño mientras cena.Conozco que del hombre se recela,

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que alaba demasiadolas mercancías que vender anhela,mas no estoy apurado,pues aunque pobre, a nadie un cuarto debo;ninguno tan barato os le daría,ni yo así sino a vos le vendería.Una vez hizo una cosilla fea,y se escondió por miedo a la correa.Que no se escape, no aseguro empero:si por esto pasáis, venga el dinero.”Embolsará sin riesgo sus monedasel mercader, pues prevenido quedas. Ahora bien, un esclavo en mí adquiristesabiendo de qué pie cojea el triste;y sin embargo de eso¿amagas envolverme en un proceso?Cuando ibas a partir, díjete, ansiosode que no me riñeses,aunque de mí jamás cartas tuvieses,que yo era un perezoso,incapaz de tomar ciertos empeños;y haberte hablado así ¿qué me ha valido,cuando a pesar de tan solemne tratome dices que los versos te dilato,que esperabas, y nunca te he ofrecido? Con mil trabajos recogidos habíade Luculo un soldado algún dinero:una noche, entretanto que dormía,

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hasta el ardite róbanle postrero.Contra sí y los demás tal fechoríale irrita, y hecho un lobo carnicero,a un castillo riquísimo arremete,echa la guarnición, y en él se mete.Honores esta acción vale al guerrero,y veinte mil sestercios en dinero.A poco tiempo el general, queriendotomar no sé qué fuerte,llama al hombre, y exhórtale de suerteque al más cobarde le infundiera brío.“Corre, le dice, ve, querido mío,do te llama el valor, y si el destinotu arrojo favorece,tendrás el premio que tu acción merece.¿No vas?” Él, que ladinoera aunque zafio, le responde al punto:“General, a esa acción marchará aprisaaquel que haya perdido la camisa”.De aquel soldado en mí ves el trasunto.Yo en Roma me crié, y aprendí luegocuán funesta fue al griegola cólera de Aquiles. En Atenasconocí algo después el intervaloque lo bueno separa de lo malo,y busqué la verdad en las amenassoledades del bosque de Academo.Pero de mi pacífica morada

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de la guerra civil recia oleadame arrancó imbele, y a la lid un díalanzóme en que triunfar César debía.Cuando, mi ala en Filipos abatida,me vi sin patrimonio y sin influjo,a hacer versos me indujola pobreza, que siempre es atrevida.Hoy que lo necesario ya poseo,¿de la tierra el más loco yo no fuera,si los versos al sueño prefiriera?Despójannos los años voladores;de juegos ya priváronme y de amores,de bromas, y el placer de alegre cena,y ahora a privarme aspiran de mi vena.Y ¿qué hacer? ¿tienen todos los mortaleslas mismas aficiones?Tú gustas de las líricas canciones;de Bión otro las punzantes salesama, y otro los yambos variados.Así, tres convidadosparecéisme con gustos diferentes.Y ¿qué dar a estas gentes,si uno rehúsa lo que el otro quiere,y lo que éste repugna aquél prefiere? A más, ¿concibes que escribir de Romase puede entre el estrépito y la broma?Uno me avisa que a fiarle vaya;otro que todo lo abandone, y presto

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vuele a oír una obra que ha compuesto.Aquél vive allá arriba en el Quirino;éste en la extremidad del Aventino,y es fuerza hacer a entrambos su visita:ya ves que la distancia es muy bonita.-Pero las calles son bien anchurosas,y se puede ir pensando en cien mil cosas.-Ya, mas por allí corre un asentista,entre un tropel de mulas y de obreros:de otro lado una máquina anda lista,levantando ya piedras, ya maderos:un entierro tras otro allá se avistaentre carros metido y carreteros:un can rabioso asoma por un lado,por otro embiste un cerdo enlodazado.Entre estos apretones,vaya quien quiera a meditar canciones.Los poetas no gustan de ciudades,y sectarios de Baco, que el reposoama y el sueño blando y delicioso,se placen en amenas soledades.¿Que trabaje querrás con la algazara,que ni de día ni de noche para,y que de seguir trateel estrecho carril de antiguo vate?Va uno a estudiar a la tranquila Atenas:siete años en la casaentre los libros y abstracciones pasa:

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sale, y marchando sin abrir la boca,las carcajadas públicas provoca.Y ¿por el mar de Roma procelosoiría yo palabras enlazando,para cantar al son de laúd blando? En Roma dos hermanos habitaban,éste orador, aquél jurisperito,que a porfía de elogios se colmaban;el uno al orador llamaba Graco;y Mucio respondiale el bellaco:he aquí de los poetas las manías.Yo odas hago, y el otro hace elegías;obras maravillosas, soberanas,del cincel dignas de las nueve hermanas.Para juzgarnos bien, contempla un ratocon cuánta gravedad, cuánto boatose pavonea el escritor latinoen las salas del templo palatino;y si tienes lugar, sigue, y observacomo allí cada cual bulle e intriga,y uno al otro coronas le prodiga.Todos tiramos tajos y reveses,cual gladiador samnitaque hasta el anochecer golpes da y quita.Por el voto de aquél soy yo un Alceo;él por mí ser Calímaco merece,y aun Mimnermo, si tal es su deseo,y con este alto nombre se envanece.

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Si en favor de un escritotal vez votos del pueblo solicito,me presto a todo, por dejar gustosade los Yates la turba quisquillosa.Mas si una vez concluyo mi faena,y recobro el sentido,resueltamente cerraré el oídoal que a oír sus lecturas me condena. Da a todos que reír un mal poeta,y él se aplaude, se admira y se respeta,y aunque nadie le alabe, muy felicese imagina con todo cuanto dice.Mas quien hacer un buen poema quiera,debe armarse de crítica severa;y aunque lo escrito guarde en sus estantes,tachar debe, de bueno o de mal grado,cuanto grave no sea o delicado.Las palabras brillantesresucite que usaron algún díaun Cetego, un Catón, y envueltas oraen polvo y vetustez el pueblo ignora.Auméntelas con otras que autoriceel uso, creador de todo idioma,y semejante en claridad y bríoa un cristalino y vagaroso ríollegue la lengua a enriquecer de Roma.Lo áspero pula, pode lo lozano,lo débil quite, y dándose tormento,

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cual bailarín que el rudo movimientode cíclopes o sátiros imita,muestre que se divierte y no se agita.Yo por mí prefiriera,cuando mis malos versos me agradaran,o sus faltas tal vez no descubriera,por un loco pasar o un boquiblando,que hacerlo bien, y siempre estar rabiando.Un caballero en Argos habitaba,que alegre en el teatro se encerraba,donde tragedias que escuchar creíaa solas admiraba y aplaudía:social en lo demás, muy buen esposo,con sus huéspedes fino y obsequioso,excelente vecino;hombre que no reñía a su criado,aunque le destapase el mejor vino,y hombre en suma bastante arrazonadopara huir de un pozo o de un derrumbadero.A éste, a fuerza de gastos y de esmero,curan sus gentes, que por él se afligen,y el eléboro purolanza la bilis, de su mal origen.Ya vuelto en sí, les habla de esta suerte:“Desvaneciendo a fuerza de atencionesmis gratas ilusiones,en lugar de salud me disteis muerte”.Importa que abandone desde luego

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los pasatiempos frívolos el sabio,deje a la mocedad el chiste y juego.Y en vez de andar palabras combinandoque se canten al son de laúd blando,prefiera de arreglada y feliz vidael orden aprender y la medida.Sobre ello a solas me hago este argumento:si tal sed te fatiga,que un largo manantial no la mitiga,al médico lo anuncias al momento:y ¿confesar recelasque mientras más posees, más anhelas?Planta o raíz te buscan con afanes,para que pronto de una herida sanes;mas si ves que la cura no adelanta,la raíz abandonas o la planta.Ahora bien, ante dicho que los dioses,al dar riquezas, quitan la locura:no eres más cuerdo, porque más posees;y ¿aun a los mismos preceptores crees?Si siguiera al dinero la cordura,si él ahuyentara el ansia y el recelo,¿no te avergonzarías de que hubiesemás avaro que tú nadie en el suelo? Si son por bienes propios reputadoslo que con su dinero un hombre adquiere:si a veces, según dicen los letrados,la posesión la propiedad confiere,

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tuya la hacienda es que te alimenta;y de Orbio el labrador que el campo ara,y trigo te prepara,por su dueño te cuenta.Tú dinero le das, y de él recibesuva, gallinas, huevos, vino y todo,y compras de este modolentamente heredad de gran cabida,que en miles de sestercios fue vendida;pues ¿qué más da, pagándola con creces,pagarla en una vez o en muchas veces?Así, el que en Veyes o en Aricia amenauna granja tal vez compró lucrosa,paga las hortalizas de su cena,aunque él piense otra cosa,y la leña que gasta al fin del añoen calentar el agua de su baño.Suyas, no obstante, juzga las haciendas,hasta el mojón del álamo, que evitapleitos con los vecinos y contiendas;cual si mirar pudiera de esta suertelo que muda de dueño en un instante,por fuerza o voluntad, por venta o muerte.Si, pues, de nada a nadie se afianzaperpetua posesión; si a un heredero,cual onda a onda, otro heredero lanza;si inexorable y fieroPlutón ciega al potente y al mezquino,

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¿a qué tanta heredad, tanto granero,y el agregar continode prados de Calabria a los lucanos?Hombres hay sin marfil, vasos toscanos,diamantes, cuadros, púrpuras, vajillas,y otros que no se cuidan de adquirillas.¿Por qué, entre dos hermanos,a las pingües palmeras de un Herodesuno el reposo y el placer prefiere,y otro desque el sol nace hasta que muere,aunque muy rico, abona en afán ciegola selva inculta con metal o fuego?Sólo este arcano sabeel genio que es el dios de la natura;de cada criaturamodifica la estrella;con ella está al nacer, fina con ella,y cambia de color y de figura. Por lo que toca a mí, yo usar esperode mi corto caudal, cuanto él permita,sin temer que murmure mi herederode no hallar aumentada mi hacendita;y a fijar la distancia me preparoentre un disipador y un generoso,entre un hombre que guarda y un avaro;pues dista mucho un pródigo furioso,del que sin ansiar nada ufano gastalo que a su estado basta;

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y que cuando al trabajo roba instantes,sabio para el placer se los reserva,como los estudianteslo suelen en las fiestas de Minerva.Con tal que nunca la miseria inmundame aterre o me confunda,yo a navegar me empeñoalegre en barco grande o en pequeño.Si del mío en verdad no hincha la velael Aquilón benigno,tampoco el Austro azótale maligno:y si en virtud, ingenio, gallardía,riqueza, robustez y jerarquía,soy entre los más altos el postrero,soy de los menos altos el primero.“No soy avaro”, dices. En buen hora,mas ¿las demás pasiones depusiste?¿ira ya o ambición no te devora?¿de morir no te acosa el miedo triste?¿lo necio y lo ridículo conocesde ensueños, duendes y encantadas voces,prodigios y tesalas brujerías?¿ves sin pesar de tu natal los días?¿eres con tus amigos indulgente?¿suaviza la edad tu genio ardiente?¿qué importa, pues, el que te saques una,si tanta y tanta espina te importuna?Si no sabes vivir cual debes, presto

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a los que sepan abandona el puesto.Bien banquetes y fiestas disfrutaste;de irte es ya tiempo, y lo gozado baste;porque después la juventud violenta,a quien mejor que a ti ser loca asienta,

no te escarnezca un día o mal te paresi vencido M vino te encontrare.

JAVIER DE BURGOS

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EPÍSTOLAA LOS PISONES

SOBRE EL ARTE POETICA5

Si a humana faz cerviz de potro unieseun pintor, y adornando con diversasplumas miembros discordes, en horriblepez terminase lo que dama hermosacomenzó a ser, ¿la risa contuvierais,llamados a juzgar? Tal es, Pisones,obra que aúne ideas cual ensueñosde enfermo absurdas, ni uniforme lleveprincipio y fin. ¡Mas atreverse a todode pintores es fuero y de poetas!Lo sé: fuero que a un tiempo otorgo y pido,como horror y belleza no hermanemos,la sierpe al ave ni el cordero al lobo. Tras largo exordio que promete muchopúrpura alguno que a retazos luzca

5 Traducción hecha en el mismo número de versos del original.

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zurce, ya el bosque y templo de Diana,ya el iris pluvioso, el Rin describa,o un arroyo entre flores serpenteante:mas no era allí el lugar. ¿Ni, a qué cipresespintas, si verse náufrago, perdido,quiere el que paga el cuadro? ¿a qué del tornosale un jarro, si un ánfora empezaste?Toda obra, en fin, sencilla y una sea. ¡Oh padre y dignos hijos! Burlar suelendel bien las apariencias al poeta:por ser breve, es oscuro; o de elegante,frío y sin nervio: elévase y se hincha;o euros teme, y seguro asaz, ratea.¿Variar un tema a maravilla quiere?Peces pinta en el bosque, en el mar ciervos:sin arte, huir de un vicio es dar en otro.Por la escuela de Emilio hallar es fácilquien labre uñas en bronce y sueltos rizos,sin que, artista feliz, un todo ordene.No más poeta de esa catadurame halaga ser, que con nariz deformemostrar cabello negro y negros ojos. Sus fuerzas mida el escritor: de espaciopruebe qué alcanzan a llevar sus hombrosy qué no. Quien asunto escoger supo,facundia ostentará, lucidez y orden.Del orden, a mi ver, la fuerza y graciaconsiste en aducir lo que es del caso,

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para luego aplazando lo accesorio. Si versos haces que se esperan, cuerdoen la elección de voces, cuál apaña,cuál deja: bien escribe el que remozagastadas voces con enlace astuto.¿Nueva idea te exige un nombre nuevo?Lo que no oyeron los cetegos rancioste es lícito forjar, mientras no abuses;y la flamante voz tomará vuelosi de origen es griego y bien la amoldas.¿Por qué lo que Cecilio o Plauto pudo,Vario o Virgilio no? Si al patrio idiomaque algo acarree yo ¿será mal visto?Lícito ha sido, y lo será, con sellonuevo acuñados emitir vocablos;que cual las hojas de que el año al bosquedesnuda o viste, los vetustos caen,medran los juveniles y enverdecen.¡Pasa el hombre y sus obras! Ya cautivo,obra de un rey, abrigue el mar las flotas;ya inútil lago que azotaban remossienta el arado y la comarca abaste;ya el río aciago a Ceres, cauce y sendase abra mejor, cuanto es del hombre, muere:¿y las gracias del habla durarían?Renacerán muchos vocablos; otrosque hoy privan, morirán, si place al uso,legislador y norma del lenguaje.

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Cuál verso a hazañas de héroes y de reyes,y a tristes guerras cuadre, mostró Homero.Gastó el Dolor y ufano Amor más tardelos desiguales versos pareados:quién el metro elegíaco introdujo,causa es pendiente y controversia docta.A Arquíloco la ira armó del yambo,que adoptaron después zueco y coturno,pues propio para el diálogo, el bulliciopopular vence y a la acción ayuda.La Oda con lira dioses canta y héroes,atletas y corceles coronados,tragos libres y locos amoríos.Mas si estas tintas discernir no puedo,¿cómo hago el vate? ¿Inmolaré el estudio,por funesta vergüenza, a mi ignorancia? Trágicos giros la comedia excluye,y la humildad del zueco, insoportablefuera, al narrar la cena de Tieste.Tenga y guarde su puesto cada cosa.Mas tal vez la Comedia el tono alzando,Cremes truena elocuente en roncas voces,y en llano estilo la Tragedia llora.Pobres, sin patria, Télefo y Peleono al auditorio enternecer confíensi altisonantes fueren sus gemidos. Ni sólo culto, el drama en sentimientospalpite a un tiempo y palpitar nos haga.

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De otros al llanto o risa el rostro humanoresponde: llore, pues, quien llanto exigePuedo el caso de Télefo o Peleoasí sentir; mas si el papel hicierenmal, o duermo o me río. Al triste quejasconvienen, amenazas al furioso,donaires al jovial, veras al serio.Blando pecho y fiel voz nos da Natura;ira inspire o placer, o nos arrastrey abrume de dolor, cosas son éstasque el pecho siente y que la voz retrata. Diga un actor lo que sentir no debe;nobleza y plebe soltarán la risa.Cuida, pues, si habla un siervo o bien un héroe;si es viejo astuto, o mozo ardiente; damanoble, o tierna nutriz; labrador ricoo vago mercader; si asirio o colco,o si ya en Tebas se educó o en Argos. Fiel sé a la historia; en la ficción concorde.Si haces salga otra vez al campo Aquiles,colérico, implacable, impetuoso,leyes no sufra ni la espada envaine.Férrea Medea, atroz; Ino llorosa,sombrío sea Oreste, errante Ío,fementido Ixión. Si en nuevo asuntoosas crear empero un personaje,dale un carácter que hasta el fin sostenga.Vagas ideas encarnar no es fácil:

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a originales temas, para el dramaprefiere, pues, los que te brinda Homero.Propio harás lo de público dominiosi no en trillado cerco te eternizas,ni, órgano fiel, palabra por palabratraduces, ni imitando allí te metesdo el pie las reglas o el pudor te embarguen. Ni con cierto autor crítico así empiezas:“Canto a Ilion, sus reyes y sus guerra?”¿Qué habrá de dar prometedor tan hueco?Gimió el monte, y ¿qué nace? un ratoncillo.Imita a aquel que nunca hablaba en vano:“Dí, Musa, del varón que, hundida Troya,pueblo, costumbres, exploró distintas”.No humo de la luz, mas luz del humosaca, al narrar los prodigiosos casosde Antífates y Escila y Polifemo.No a los huevos de Leda, la troyanaguerra; no al muerto tío, de Diomedesla vuelta sube: al desenlace marcha;cual ya instruidos, nos traslada al campo;lo que no espera abrillantar, desecha;y verdad y ficción hábil fundiendo,principio y medio, y medio y fin concuerda. Qué exijo con el público, ora atiende,si quieres que encantados aguardemosal “aplaudid” del coro, las costumbresnota de cada edad, y al genio el vario

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semblante da que adquiere con los años.Niño que ya en andar y hablar se adiestracon sus iguales juega, y caprichosode iras breves y breves gustos vive.Ama, libre del ayo, el mozo imberbe,potros, canes, abiertos horizontes:de cera al mal cuanto al consejo indócil,nada prevé, tira el dinero, y fáciles a amar y a olvidar, vano y altivo.Cambia en la edad viril: riquezas busca,amistades cultiva, aspira a honores,y huye de hacer lo que pesarle pueda.Cercan al viejo achaques y disgustosya oro junte y guardado no le toque,ya fría, enjuta mano alargue apenas:teme a la muerte, y esperanza y plazosdilata, y flojo y quejumbroso encomiasus tiempos siempre y riñe a los mozuelos.Así ricos de dádivas los añosvienen, y vanse de despojos ricos:no de la vida los papeles trueques;qué a cada edad caracteriza, estudia. La acción pasa en la escena, o se relata.No al corazón por el oído entrandolas cosas mueve cual si de ellas cuentale dan los ojos. Mas a luz no saquesno, lo que adentro suponerse debe,que bien después se explicará y a tiempo.

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No ante el pueblo Medea hijos destrice,no entrañas de hombre cueza el impío Atreo,ni ave se vuelva Progne o sierpe Cadmo:absurdos son que al auditorio ofenden. Cinco actos tenga el drama que en la escenaquiera vivir con repetido aplauso.Ni acuda, a menos que lo exija el nudo,un dios, ni charle un cuarto personaje.El coro apersonándose, las veceshaga de actor, y nada entre los actosinconducente o mal tramado cante.Al honrado aconseje y patrocine,temple al airado, amanse al orgulloso;la sobriedad y las sagradas leyesy la paz franca y la justicia loe:guarde el secreto, y a los dioses pidaque al pobre encumbren y al soberbio abatan. Leve y dulce, no rica de metalesni émula en tiempo del clarín, con pocosrespiraderos, ayudaba solala flauta al coro, con su voz llenandolocal pobre de asientos que ocupabapueblo no denso cuan sencillo y sobrio.Este sus campos dilató y sus murostriunfante luego, y, los festivos díasdándose enteros al placer y a Baco,canto y metro admitieron la licenciaque, indocto y rudo entre la gente culta,

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ocioso demandaba el lugareño.Lujo al arte añadió y acción, y ricomanto en las tablas arrastró el flautista.Tomó la grave lira nuevos tonos;remontó la elocuencia atropelladael suyo, y los oráculos de Delfosremedó audaz con insolente pompa. El que por premio disputó un vil chivosacó a las tablas sátiros desnudos,sales mezclando al trágico decoro:a las beodas turbas que de fiestastornaban, lazo y novedad vistosa.Mas los sátiros leves, decidores,así hemos de educar, así en las burlaslas veras ingerir, que el dios o el héroeque oro y grana arrastró, con bajo estiloen tiznadas tabernas no se escurra,ni huyendo la abyección trepe a las nubes.Ajena a charla en verso, honesta alternecon los sátiros libres la Tragedia,cual dama en fiestas a bailar forzada.No en tales dramas yo usaría sólohabla vulgar, Pisones, ni del girotrágico me apartara hasta olvidarmesi hablaba el siervo Davo o la audaz Pitiaque sus monedas a Simón sonsaca,o Sileno, ayo y familiar de un Numen.Lo trivial a tal punto amable hiciera,

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que cualquiera, igualarme presumiendo,sudase luego en vano: el arte, el ordentanto puede y así las cosas muda.¿Sacas del bosque un fauno? Por mi voto,ni cual nato galán, a foro oliendo,en versos se derrita almibarados,ni en broncas frases y baldones hierva.Patricios, caballeros y notablesno pasarán por esto, aunque enajeneal comprador de nueces y tostones. Sílaba breve antes de larga, formael yambo, pie tan rápido, que hacellamar trímetro al yámbico aunque encierreseis pies iguales y de igual cadencia.Éste adquirió más lentitud no ha mucho,grato acogiendo en el solar nativoal sentado espondeo, aunque le vedasegundo y cuarto puesto. Tal es rarode Accio y Ennio en los trímetros famosos.Cuando en las tablas recargado un versotropieza, o prisa en el autor o incuriao de las reglas ignorancia arguye. Porque no todos de cadencias juzgan,abusar se ha dejado a nuestros vates.¿Y habrá por esto de escribir a tientas?¿No vale más censuras y no indulto,cauto esperar? Ni carecer de faltasya es cobrar gloria: los autores griegos

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día y noche ojead. ¡Mas nuestros padreslos ritmos y las sales ponderabande Plauto! En ambas cosas indulgentes,no diré necios, si del chiste urbanodistinguimos el bajo y no el oídopara medir nos falta, ni los dedos. Pasa por inventor de la TragediaTespis, que en mosto ungidos sus farsantesy al par cantores paseaba en carro.Tablado humilde alzándoles Esquilo,máscara dioles, decoroso trajey noble tono, y les calzó el coturno.Vino en pos con gran séquito la antiguacomedia; mas de libre, descarada,demandó freno, habló la ley, y el corono pudiendo zaherir calló con mengua. ¿Qué nuestros vates por tentar dejaron?El molde griego abandonar supieronal fin, y asuntos eligiendo en casa,toga y pretexta realzar con gloria.Cuán grande en armas y en valor, en letrasfuéralo Roma, si la lenta limaa sus poetas fastidiara menos.¡Nietos de Numa! desdeñad las obrasque no vuelva a bruñir su autor cien veces,hasta que tersas queden y sin mancha.Porque humilla Demócrito al talentoel vil arte, y del Pindo el juicio arroja,

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muchos crecer se dejan barba y uñas,y aman la soledad y huyen los baños.Del barbero Licino sus cabezas(que aun Antíciras tres no les sanaron)guardan, y ¡helos poetas! Y yo ¡necio!púrgome en primavera de la bilis:¿quién, si no, me igualara? Mas no valela pena: antes cual da la aguzaderafilos no suyos al templado acero,sin practicarle enseñaré el oficio:dó hallar caudal que al vate forme y nutra;qué asiente o no; dó va el error, dó el arte. Sana razón del escribir con tinofuente es y norma: a Sócrates repasa,que, habiendo ideas, las palabras brotan.Quien sabe y mide qué la patria exige,qué la amistad; qué a padre, hermano, huéspedse debe; a juez, al senador qué cumple,qué al general a combatir enviado,fielmente a cada cual dará lo suyo.Imitador del hombre, al hombre estudia:a hacerle hablar, aprende en sus costumbressentencias propias, buenos caracteres;más al pueblo entretienen que podríanhuecos versos, canoras bagatelas. Apolo dio a los griegos, sólo avarosde gloria, ingenio, altísonos acentos:no así de nuestros niños, que con largas

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cuentas el as en céntimos dividen.-Cinco onzas menos una, hijo de Albino,¿qué valen? ¡Pronto! -Un tercio. -¡Hola! ya puedestu caudal manejar. -¿Cinco más una?-Medio as.- Torpe interés los corazonesmohece así; ¿y aguardaremos versosque en cajas vivan de ciprés bruñido? De instruir trata o de agradar: a un tiempoambas cosas propónese el poeta.Si algo enseñas, sé breve, porque dócilla mente lo reciba y fiel lo guarde;ni de inepcias la llene que rebosen.Ficción que gustar quiera, verosímilsea; ni esperes crédito si arrancasvivo a una bruja el devorado infante.Versos sin fruto odia el anciano; el joven,versos sin flores. General aplausolleva el que utilidad mezcla y dulzuray al lector divirtiendo le alecciona.Su obra enriquece a los libreros Socios!pasará el mar y eterno hará su nombre. Faltas hay que gustosos perdonamos:tal vez al tacto infiel y a la esperanza,da son la cuerda agudo en vez de grave.ni siempre a do se apunta el dardo hiere.No entre bellezas mi tal cual descuidome ofende, tal cual mancha, inevitableen nuestra flaca condición. ¡Mas cuenta!

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Copista que advertido al yerro torneno halle perdón; del tañedor riñamosque siempre haga chillar la misma cuerda.Yo a Quérilo, de autores malos tipo,acá y allá burlón admiro; al pasoque si Homero dormita, en ira monto;y en obra larga ¿a quién no asaltó el sueño? Pintor es el poeta: de sus cuadroséste gusta de cerca, aquél de lejos;cuál busca media luz, cuál desafíala luz abierta y del perito el fallo;pierde éste, esotro con el tiempo gana. ¡Pisón, hijo mayor! Aunque tu padrey tus propios talentos te adoctrinan,óyeme: hay profesiones que toleranmediocridad: jurista y abogadonotable puede haber sin la facundiade Mesala o la ciencia de Caselio.No así vate mediano; que ni diosesni hombres le sufren ni las piedras mismas. Miel sarda, ungüentos rancios, disonantemúsica empecen en cualquier convite,que sin ellos también cenar podemos.6

Solaz de lujo así la poesía,se hunde, del cielo al desviarse un punto.No a las armas, al troco, a la pelotajuega, o al disco, el que jugar no sabe,

6 Verso retocado.

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temiendo eche a reír la muchedumbre:¡y hoy cualquiera hace versos!.. Pero vamos:es hidalgo y sin mancha, y ante todo,el timbre ecuestre pagará de sobra. Nada harás tú a despecho de Minerva,que es sano tu talento. Sufra emperoel examen de Mecio y de tu padrelo que escribas, y el mío, y hasta un añode reclusión: matar podrás, si gustas,la voz cautiva; la que huyó no vuelve. Porque intérprete Orfeo de los diosessacó del bosque al hombre fratricida,dizque fieros leones amansaba.Dizque las piedras del tebano muroalzó Anfión con su laúd cantando.Lo santo y lo profano, el bien de todosy el privado fijó sabiduría;enfrenó el vicio, al tálamo dio fueros;grabó en tablas la ley, fundó ciudades.De ahí al divo poeta y a sus cantosgloria inmortal. Después irguióse Homero;Tirteo prendió en ánimo robustobélico ardor: de oráculos, doctores,fue lengua el verso, propició a los reyes,y arduas empresas coronó con goces:¿y de las Musas tú desdeñaríasla dulce lira y el cantar de Apolo? Qué valga más, naturaleza o arte,

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se disputa. Yo afirmo que ni estudiosin numen sirve ni el talento agreste:mutuo requieren y amigable apoyo.El que a la palma en la carrera aspira,sufrió y bregó de niño, al sol, al frío:de amor se abstuvo y vino; harto al maestrotembló el que toca la apolínea flauta.Mas decir basta “¡Soy un gran poeta!“¡Mengua el de atrás! Ni pararé, ni aquelloque no aprendí confesaré que ignoro”.Cual a pregón el vendedor postores,al son del oro lisonjero llamavate hacendado y rico. Y si su mesafranquea, y fía al apurado, y salvaal que en la oscura red se hundió del foro,seguro está que al verdadero amigopor suerte suya del mendaz distinga.Ni al que algo das o prometiste llamesen su alborozo a que tus versos oiga.“¡Oh! ¡Bravo!” saltará: pálido el rostro,lágrimas verterá, y enajenado,hundirá con los pies el pavimento.Cual gana en apariencias al dolienteplañidera alquilada, el que te burlamás ruido hará que quien veraz te aprueba,Dizque a los reyes penetrar queriendo,si alguno les merece confianzacopas le llenan y a licor le hastían.

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Tú, si haces versos, guárdate de zorros. Consultado Quintilio, -Esto, decía,muda y esto, si gustas. -Imposible:ya lo intenté diez veces. -Pues borrarlo;y verso mal forjado, al yunque torne.Si en vez de dócil ser, terco alegases,tiempo ahorrando y trabajo, ir te dejabaprendado sin rival de tus engendros.El recto y noble consejero impruebael verso flojo, el duro; lo prosaicotilda con negra raya, adornos poda;manda aclarar lo equívoco, lo oscuro;señala, en fin, cuanto ha menester lima,nuevo Aristarco. Ni, “¿Por qué al amigo,dice, en nonadas lastimar?” ¡Nonadasque en serias burlas pararán más tarde!Pues como de lunático o leproso,fanático o ictérico, los cuerdoshuyen del mal poeta, y a hostigarlecorren muchachos que el peligro ignoran.Si eximios versos borbotando errante,cual descuidado cazador de mirlas,da en pozo o zanja, aunque doliente grite:“¡Socorro, ciudadanos!”, nadie acuda.Que si alguien le va a echar piadosa cuerda,“Si fue adrede” diré, “si huelga dello”.Y traeré a cuento al vate de Sicilia:-“Pasar por dios Empédocles queriendo,

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fresco al fondo zampóse de Etna ardiente:mátense, pues, los vates a su gusto:quien salva a otro por fuerza es asesino.Ni es vez primera: si se libra ni hombrese avendrá a ser, ni a fallecer sin gloria.Por qué hace versos dúdase, o violasedel rayo la señal o la paternatumba: ello, loco está. Las rejas, osoferoz rompió, y a doctos y a ignorantesahuyenta aullando versos. Al que agarrase ha de secar leyéndole, cual chupahasta hartarse tenaz la sanguijuela” .

MIGUEL ANTONIO CARO

Si un pintor por capricho a humano rostro7

la cerviz añadiese de caballo,y con miembros de extraños animales,de mil diversas plumas revestidos,en pez horrendo terminase el monstruoa quien dicta la faz de hermosa joven;decidme, amigos, ¿al mirar tal cuadro,os fuera dable contener la risa?Pues en todo, oh Pisones, le semejael libro que de imágenes absurdas,

7 Damos otra versión del Arte poética, como hemos hecho con otrasepístolas y sátiras.

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cual delirio de enfermo, se compone,sin que unidad ni conveniencia guardenel principio y el fin. ¿Mas no fue siempre(se dirá acaso) a vates y pintoresla más amplia licencia concedida?Lo sé muy bien, y yo a mi vez la otorgo,y también a mi turno la demando;mas no tan extremada que consientahermanar con lo fiero lo apacible,aves y sierpes, tigres y corderos. El que emprende y anuncia obras sublimessuele zurcir de púrpura retazos,que aquí y allá reluzcan: ya describael Rin, el bosque y templo de Diana,o el iris desplegado tras la lluvia,o el fugitivo arroyo en verde prado.Mas no era allí su sitio. ¿Ni qué valeque imites un ciprés, si el que te pagaexige que [a él] le pintes sin aliento,rota la quilla, náufrago nadando?¿Cómo sale del torno un jarro humilde,si un ánfora empezaste? En suma:sea uno y sencillo el plan de cualquier obra.

Muchas veces ¡oh padre y dignos hijos!del bien tras la apariencia nos perdemosgran número de vates: soy oscuro,si breve intento ser; lánguido y débil

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el que ambiciona parecer pulido;hinchado aquél por afectar grandeza;temiendo a las tormentas si alza el vuelo,esotro pusilánime se arrastra;y el que anhela ostentar variedad suma,en el bosque delfines y en las olaspintará jabalíes; que sin arte,el huir de un defecto a otro conduce.

Aquel mal escultor, que cerca habitade la escuela de Emilio, en duro broncelas uñas y cabellos delicadossabrá acaso imitar; mas nunca estimatendrán sus obras; porque ignora el artede unir y concertar un cuerpo entero:yo de mí sé decir que más sintieraparecerle en mis obras, que preciarmede negros ojos y cabello negro,y deforme espantar con nariz fea.

Elegid, oh escritores, un asuntoigual a vuestras fuerzas; y prudentesensayad largo tiempo cuánta cargasostengan vuestros hombros, cuál rehúsen;que el que su empresa con su alcance mideabunda en orden lúcido y facundia.Mas del orden el mérito y encantoalcanzará, en mi juicio, hábil poeta

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que diga desde luego lo oportuno,para otro tiempo y ocasión más propiareservando sagaz lo conveniente;que elegir sepa y desechar con tino. Coordinar con acierto las palabrasarte pide y esmero; y al estilolustre y gracia darás, si las enlazascon tan astuta unión que como nuevasresplandezcan las voces más comunes.Y si expresar acaso te es forzosocosas antes tal vez no conocidas,con prudente mesura inventa vocesdel rudo, antiguo Lacio no escuchadas;que si sacarlas logras cristalinascon leve alteración de fuente griega,crédito adquirirán luego que nazcan.¿Pues qué? ¿a Virgilio negará y a Variolo que a Cecilio y Plauto otorgó Roma?¿O mirará con ceño que yo propiocon mi humilde caudal, si alguno junto,aumente el común fondo? ¿Y no lo hicieronEnnio y Catón, con peregrinas vocesla patria lengua enriqueciendo un día?Siempre lícito fue, lo será siempre,con el sello corriente acuñar voces.

Como al girar el círculo del año,sacude el bosque sus antiguas hojas

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y con nueva verdura se engalana,así por su vejez mueren las voces,y nacen otras, viven y campeancon vigor juvenil. Todo perece:el hombre, sus empresas, cuanto es suyo.Ya con regio poder abra en la tierraentrada al mar, y de los duros vientoslas armadas defienda; ya secandola infecunda laguna, en vez de remossienta por vez primera el grave arado,y los vecinos pueblos alimente;ya tuerza con violencia al hondo ríoel curso con que asuela los sembrados,y a su pesar le enseñe mejor senda;cuanto es obra del hombre todo muere:¡y la gloria y la gracia del lenguajelas únicas serán que eternas vivan!A nacer tornarán muchas palabrassepultadas ha tiempo; y las que hoy reinana su vez morirán, si place al uso,árbitro, juez y norma del lenguaje.

En qué metro se canten duras guerrasy hazañas de caudillos y monarcasenseñó el padre Homero: la elegíadesde luego expresó sus tristes quejas,y después del amor los dulces ecos,en alternados versos desiguales,

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mas aún pende en litigio y sin sentenciaquién el breve elegíaco inventara.El furor armó a Arquíloco del yambo;y el zueco y el coturno lo eligierondespués para la escena, cual nacidopara seguir veloz la acción del drama,propio para el diálogo, y sonoroapto a acallar el popular bullicio.Euterpe dio a la tira que cantaselos dioses y los héroes, al atletacoronado en el circo, y al caballoque el premio mereció de la carrera,al blando amor y al néctar de Lico.

Mas si no acierto a dar a cada cuadrola propia forma, el propio colorido,¿cómo el nombre me arrogo de poeta?¿O qué mala vergüenza me retieneque mi ignorancia a mi instrucción prefiero?

Ni admite asunto cómico el estilodigno de la tragedia, ni ésta sufreque en habla familiar del zueco humildese refiera la cena de Tiestes:conserve cada cosa el tono propio.Mas a veces también su voz levantala comedia, y airado el viejo Cremesreprende en alto estilo; y la tragedia

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quejarse suele en abatido tono.Si Télefo y Peleo, peregrinos,en destierro y pobreza, anhelan tiernosla compasión mover del auditorio,no expresen sus lamentos y querellascon hueca pompa y retumbantes voces.

Ni basta al drama una belleza fría;tenga tan dulce hechizo que doquieradel auditorio el ánimo arrebate.Al ajeno dolor y ajena risael rostro humano fácil se acomoda.¿Quieres que llore? Llora tú primero,y yo a par tuyo sentiré tus males.Mas si el papel, oh Télefo, oh Peleo,representareis mal, en vez de pena,me infundís sueño o burladora risa.Palabras de dolor al afligido,de amenaza al airado, al serio graves,y al festivo los chistes bien asientan;que a todos los afectos y pasiones,según los varios trances de fortuna,formó natura nuestro blando pecho:ya al furor nos provoca, ya nos rindecon dolor angustioso; y fiel la lenguasirve siempre de intérprete del alma.

Mas si desdicen de su estado y clase

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las voces del que habla, en toda Romase oirá la risa de nobleza y plebe.Tanto importa observar si habla en la escenaun dios o un héroe, si maduro ancianoo en la flor de la edad fogoso joven,solícita nodriza o dama ilustre,labrador rico o vago mercadante,el natural de Colcos o el de Asiria,el que en Tebas vivió, quien vivió en Argos.

Sigue siempre, escritor, la común fama;o haz que entre sí concuerden tus ficciones:si a mostrar tornas al famoso Aquiles,pronto, iracundo, inexorable, fiero,leyes no sufra; su razón, su lanza.Implacable y atroz pinta a Medea;fementido a Ixion, errante a Ío,a Ino llorosa, atormentado a Orestes;mas si a sacar te atreves a la escenaun nuevo personaje, fiel conserveaquel carácter que mostró primero,sin desmentirlo nunca. Es harto arrojodel tesoro común de los sucesostomar un nuevo asunto, no intentadode otro alguno jamás; con más prudenciade la Ilíada escoge un argumentoy acomódale al drama; que harás propiolo que otro hizo ya público, si evitas

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encerrarte en un círculo mezquinocon torpe esclavitud, interpretandoservilmente palabra por palabra:no por seguir a ciegas tu modelodes en tan duro estrecho, que no puedaslibrar el pie sin confesar tu infamiao sin violar las leyes de tu obra.

Ni empieces, cual hiciera un mal versista:“De Troya canto la famosa guerray la suerte de Príamo”. ¿Y qué hallamosdespués de tan magníficos anuncios?Un vil ratón por parto de los montes.¡Cuánto más bella la modesta entradadel oportuno Homero! “Díme, oh Musa,de aquel varón que peregrino errando,cumplida ya la destrucción de Troya,vio tantas gentes, pueblos y costumbres”.Humo no saca de la luz, cual otros;antes el humo en resplandor convierte,para mostrar del arte los prodigiosen Antífates luego y Polifemo,en Caribdis y Escila. No comienzapor el trance fatal de Meleagroa referir la vuelta de Diomedes,ni a narrar el asedio y fin de Troyapor el huevo de Leda: al desenlacesiempre veloz camina; conocido

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el principio supone, y hasta el medioen su curso arrebata a los lectores;sagaz omite lo que cuerdo entiendeque ilustrar no le es dado con el canto;y con tal arte inventa y mezcla astutola verdad y ficción, que no desdiceel medio del principio, el fin del medio.

Mas hora, autor dramático, oye dócillo que el público y yo de ti exigimos,si del concurso anhelas los aplausos,y que gustoso aguarde en los asientoshasta que al fin del drama un cantor diga,cual es uso: “Aplaudid”. La índole y gustosde cada edad observa, y da a los añosy a su vario carácter lo que es propio.El niño que articula ya palabras,y con planta segura el suelo huella,juega con sus iguales; sin motivose enfada y desenoja; y cada instantemuda de parecer. De ayo al fin libre,el mozo imberbe huélgase en los campos;con caballos y perros se recrea:blando cual cera al mal, rechaza durola represión más leve; de lo útilfalto de previsión, pródigo, altivo,muéstrase tan ardiente en sus deseoscomo pronto a dejar lo que amó ansioso.

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Carácter y aficiones muy distintasmuestra la edad viril: riquezas busca,traba amistades, ambiciona honores,y evita hacer lo que después le pese.Acosan al anciano mil molestias:junta caudal con ansia, lo atesora,aprovecharlo teme, y lo precisoda con helada y encogida mano;irresoluto, lento, codiciosodel porvenir, en esperar tardío,regañón, intratable, impertinente,alabador del tiempo en que fue niño,censor y juez severo de los mozos.Así los años al crecer dan bienes,y al reflujo los roban; y el que temaque carácter de anciano muestre el joveny de grave varón el tierno niño,dé a cada edad lo propio y conveniente.

O en la escena la acción se representa,o cual ya sucedida se relata:mas no tan viva al ánimo conmuevela impresión que trasmite el mero oídocual la que labra un hecho que, presenteante los fieles ojos del concurso,cada cual por sí propio lo percibe.No empero saques a la misma escenalo que fingirse adentro mereciere;

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y lo que cuerdo ocultes a la vistaen hábil narración presenta luego.Ni ante el pueblo sus hijos despedacela bárbara Medea, ni al banquetelas humanas entrañas aprestandose muestre el fiero Atreo, ni en las tablasProgne se mude en ave, Cadmo en sierpe:que si tales absurdos me presentas,lejos de darles fe, mi enojo excitan.

Para que pida el público y concurraa un drama repetido, guarde exactala común división de cinco actos,ni más ni menos; ni intervenga un numen,a no ser que reclame el nudo mismotan alto desenlace; ni se esfuercepor hablar mucho un cuarto personaje.

El papel de un actor haga en el dramael coro; y lo que cante entre los actos,enlazado a la acción, sirva a su intento.Aconseje y ampare al virtuoso,temple al airado, muéstrese propicioal que temiere errar; de frugal mesacelebre la templanza; dé looresa la sana justicia y a las leyesy a la blanda quietud a puerta abiertacustodien los secretos que le fíen;

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y al cielo implore, demandando humildeque ensalce al infeliz y hunda al soberbio.

Mas no, cual hora, de metal ceñida,rival de la trompeta, sino tenue,por agujeros pocos respirando,bastó algún tiempo la sencilla flautaa acompañar al coro con sus ecos,y a llenar con su voz breve recinto,pobre de asientos y de gente escaso;que aún era entonces poco numeroso,modesto y simple el primitivo pueblo.Mas después que logró con la victoriasus campos ensanchar y patrios muros,y a los placeres consagró y al vino,libre de freno, los festivos días,a los versos y al canto juntamentemayor licencia dio: ¿ni qué esperarsede una turba ignorante, apenas libredel rústico trabajo, aunque se unieseal ciudadano culto, confundiendola gente comedida y desenvuelta?Así el flautista al arte primitivolujo añadió y acción, y por las tablasvagó arrastrando ricas vestiduras;sus cuerdas aumentó la grave lira;y a su vez el actor osó encumbrarsea desusado estilo, y afectando

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saber profundo y ciencia de adivinoimitó a los oráculos del Delfos.

Entre aquellos que en trágico certamendisputaron por premio un vil cabrío,algunos presentaron en la escenalos Sátiros agrestes, y con burlasamargas, no groseras, divirtieron:que con nuevo solaz era oportunoentretener a un pueblo que tornabade las fiestas de Baco, ya sin frenoy henchido de licor. Mas con tal pulsodébese procurar grata acogidaa las burlas de Sátiros chistosos,y con tal arte del estilo serioal festivo pasar, que no aparezcacharlando en habla vil de ínfimo vulgoel dios o el héroe, que ostentó en las tablasel momento anterior púrpura y oro;ni, huyendo de arrastrarse, hasta las nubestras vanas necedades se remonte.La severa tragedia mal se allanaa divertir locuaz con versos leves;y con pudor y tímido recatose ha de unir con los sátiros malignos,cual matrona forzada en sacras fiestasa bailar con la turba.

Si yo fuese,

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oh Pisones, autor de tales dramas,no me ciñera en ellos a usar sólode inculto estilo y familiares voces;ni con tan ciego afán me desviarade la trágica pauta, que lo mismose expresase Sileno, ayo de un numen,que el siervo Davo o la insolente Pitiasque al avaro Simón sacó un talento.De conocidas voces tejeríaun drama tan sencillo, que cualquieracreyese hacer lo mismo; y si lo osara,tiempo, afán y sudor perdiese en vano:tanto puede la unión, tanto el enlace;de tal gloria es capaz mediano asunto.Nunca, en mi juicio, han de olvidar los Faunosque salieron M bosque: ni requiebrencon sobrada terneza, cual nacidosen nuestras plazas y aun quizá en el Foro,ni menos manchen el grosero labiocon torpe obscenidad, de que se ofendancaballeros, patricios, gente culta;mas que lo aplauda el comprador villanode tostados garbanzos y de nueces.

Una sílaba breve ante otra largaforma el pie yambo, rápido a tal puntoque obligó a dar de trímetros el nombrea los yámbicos versos, aunque encierren

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seis pies, en tiempo y en compás iguales.Mas queriendo, no ha mucho, con más pausay majestad sonora hacerse grato,cedió una parte del nativo fueroy al pesado espondeo acogió afable;pero no tan cortés que le cedieseni el cuarto puesto ni el segundo. Apenasadmitieron los trímetros famososde Accio y Ennio ese pie; mas si en las tablaslento se arrastra un verso y recargado,descuido anuncia en el autor o prisao grosera ignorancia de su arte.

No es dado a todos percibir del versola falta de cadencia y armonía,de que suele absolverse a nuestros vatescon sobrada bondad; ¿mas es motivopara escribir sin reglas y a mi antojo?¿No valdrá más temer que mis defectostodos han de notar, y precavermecual si esperar indulto no debiera?Así al menos evito el vituperio,ya que no obtenga aplauso.

Mas vosotroslos modelos de Grecia noche y díano dejéis de la mano; que aunque es ciertoque de Plauto los versos y las salesaplaudieron tal vez nuestros mayores,

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fue sobrada indulgencia, por no darlenombre de necedad, si es que sabemosel chiste agudo discernir del bajo,y juzgar con los dedos y el oídola mensura del verso y su cadencia.

De la tragedia a Tespis, según fama,debióse la invención y el tosco ensayo;y en carros conducidos los farsantes,con hez de vino embermejado el rostro,con el canto y la acción representaban.Alzándoles mezquinos tabladillos,la máscara y decente vestidurales dio después Esquilo, y enseñólesa andar con el conturno y a expresarsecon digna majestad. Sucedió luego,no sin aplauso, la comedia antigua,pero pasando a licenciosa audaciasu extrema libertad, exigió freno;la ley lo impuso; y con oprobio y mengua,ya que zaherir no pudo, calló el coro. Ninguna senda por tentar dejarontampoco nuestros vates; y obtuvieronno corto galardón cuando, las huellasde Grecia abandonando, en el teatroosaron presentar los patrios hechoscon toga llana o con pretexta ilustre.Ni renombre menor ganara al Lacio

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su lengua que sus armas victoriosasy su heroico valor, si sus poetasno esquivaran el lento y delicadotrabajo de la lima. Mas vosotros,nietos de Numa, reprobad los versosque con prolijo afán una vez y otrano retocó su autor por largos días,hasta dejarlos tersos y bruñidos.

Porque estimó Demócrito que erade más valer el natural ingenioque no el arte mezquino, y del Parnasoexcluyó a los poetas que estén libresde délfico furor, muchos no aseanuñas ni barba, de los baños huyen;los sitios solitarios apetecen;y de poetas el renombre y famaalcanzarán, si nunca confiaronal barbero Licino la cabeza,que a sanar con su eléboro famosotres Antíciras juntas no bastaran.¡Necio de mí, que siempre en primaverame purgo de la bilis! Así pierdoser el mejor poeta; mas no valecomprarlo a tanta costa: antes las vecesharé de aguzadera que da filos,sin cortar ella, al cortador acero;no escribiré, pero daré la norma;

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enseñaré del arte los tesoros,cuál se formen y nutran los poetas,lo que convenga o no, dónde conduzcael error, dó el acierto.

Un sano juicioes del buen escribir principio y fuente:de Sócrates las obras podrán darosde doctrina el caudal; y si éste abunda,se brindarán gustosas las palabras.El que aprendió primero los deberesque a la patria le ligan y al amigo;cuán diferente amor merece el padre,el hermano y el huésped; lo que exigeel grave cargo de adalid en guerra,de juez o senador, a cada unole sabrá dar después lo conveniente.El buen imitador estudie atentolas costumbres y el cuadro de la vida,y fielmente traslade sus colores;que un drama de doctrina enriquecidoy propios caracteres, aunque escasode sagaz artificio, nervio y gracia,al pueblo agrada más, más le entretieneque huecos versos, faltos de sentido,y chistes armoniosos, pero vanos.

El noble amor de gloria ahogó en los griegostodo afecto y pasión: así las Musas

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de ingenio los dotaron; así dieroncanto divino a sus sonoros labios.Mas los niños romanos sólo aprendena dividir el as con largas cuentasen cien partes y cien. Y, si no: -Díme,hijo de Albino: si rebajas unade cinco onzas, ¿qué resta? Mucho tardas.-Queda un tercio del as. -¡Bravo! ya puedesmanejar tu caudal. Y si otra añadesa las cinco, ¿qué suman? -Media libra.¡Y esperamos que ingenios apocados,y del nativo lustre enmohecidoscon las mezquinas cuentas del peculio,versos produzcan dignos de guardarseen ciprés liso y con barniz de cedro!

O instruir o agradar, o juntamentepropónese el poeta entrambos fines:mas si dieres preceptos, breves sean;que el alma fácilmente los perciba,los retenga tenaz: si el licor sobra,en colmándose el vaso se derrama.Si anhelas agradar con tus ficciones,la realidad imiten; y no exijauna fábula necia que se creancuantos absurdos quiera, cual sacarsea una lamia voraz vivo del vientreel niño que tragó. La edad madura

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no admite obras sin fruto; y al contrarío,la juventud no sufre las austeras:sólo complace a todos el que uniendoel provecho al deleite, a un tiempo mismoinstruye y embelesa a los lectores.Así sus obras salvarán los mares,darán ganancia a los libreros Sociosy al célebre escritor eterna fama.

Empero hay faltas, de indulgencia dignas;que la cuerda no siempre da el sonidoque se intenta al pulsarla, y muchas vecesvuelve el agudo y se buscaba el grave;no siempre hiere el blanco la saeta.Si esmaltan un escrito mil primores,las levísimas manchas no me ofendenque al descuido cayeron, o que nuncaevitar puede la flaqueza humana.¿Mas qué regla seguir? Que cual se niegaperdón al mal copista, que advertidosiempre en el mismo punto se equivoca;o cual se expone un músico a la burlasi en una misma cuerda siempre yerra;así un autor plagado de descuidoses para mí otro Quérilo, que a vecesen dos o tres aciertos de sus obrasyo propio me sonrío al admirarle;y el mismo soy, el mismo que me indigno

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si noto que dormita el gran Homero:aunque en obra muy larga es disculpableque asalte el sueño y sin sentir sorprenda,

Los cuadros de pintura y poesíano poco se asemejan: gustan unosvistos de cerca, y otros a distancia;éste busca la sombra, aquél deseamostrarse a la luz clara, y desafíade juez severo el riguroso examen;sólo a primera vista aquél agrada,esotro place más si más se mira. ¡Oh tú, el mayor de tan ilustres hijos!aunque por recta senda te conduzcanla voz paterna y tu cordura propia,oye y graba en la mente este consejo:en varias profesiones se toleramediana perfección; puede un letrado,un orador del foro, aunque no tengael profundo saber de Aulo Caselioni la grata facundia de Mesala,la estimación del público captarse,mas a un vate mediano no le sufrenlos dioses ni los hombres ni aun las piedras. Rancias esencias, música discorde,dulce de adormideras con miel sardaacibaran el gusto de un convite;porque pudo cenarse con regalo

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sin vana ostentación: no de otra suertecual lujo del ingenio y destinadadel ánimo al solaz, la poesía,si un punto baja de la excelsa cumbre,húndese hasta el profundo.

Al Campo Marciono va a lidiar en pública palestraquien el manejo ignora de las armas;y quieto permanece el que no sabejugar al disco, al troco o a la pelota,temiendo provocar con su torpezala licenciosa risa del concurso;pero el más ignorante hace ya versos.¡Ni quién lo ha de vedar a un hombre libre,de limpia cuna, de opinión sin mancha,y sobre todo de caudal bastantepara elevar su nombre al censo ecuestre!

Mas yo de tu cordura me prometoque nunca emprenderás la obra más levede Minerva a despecho; y si algo escribes,somételo de Mecio a la censura,a tu padre y a mí muéstralo dócil,y oscura reclusión de nueve añossufran tus borradores; que es muy fácilantes de publicarlos corregirlos;mas la voz que se suelta nunca vuelve.

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Intérprete del cielo el sacro Orfeo,de la vida salvaje y mutuo estragoalejó con horror a los mortales;y por eso se dijo que su liralogró amansar los tigres y leones:cual a Anfión la fama le atribuye,porque de Tebas levantó los muros,que al eco de su cítara movíalas piedras de su asiento, y que doquieracon seductor encanto la llevabaEl saber de los tiempos primitivostuvo objetos augustos: poner lindesal público derecho y al privado,a las cosas sagradas y profanas;vedar la vaga unión de entrambos sexos;dar al lecho nupcial fueros y norma;edificar ciudades; grabar leyesen duraderas tablas. Así un díasacros honores y divina gloriaalcanzaron los vates y sus versos.Después Homero en su inspirado canto;luego encendió Tirteo con su lirabélico ardor en varoniles pechos;en verso los oráculos hablaron;en verso se enseñó la recta sendade la sana moral; con su dulzurase cautivó la gracia de los reyes;con su grato solaz respiró el hombre

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y dio a largas empresas feliz cima:¡y pudieras jamás tener a menguapulsar la lira de las sacras Musasy el dulce canto acompañar de Apolo!

Dispútase si forma a los poetasla natura o el arte: mas ni alcanzoque sin vena feliz baste el estudio,ni el natural ingenio sin cultivo;que tanto han menester entrambas prendasde unión amiga y fraternal amparo.El que en carrera rápida ambicionatocar primero la anhelada metase endureció al trabajo desde niño,al frío y al calor; se abstuvo cautode los dones de Baco y Citerea:el que en los Juegos Píticos ahoratoca la dulce flauta, largos añosaprendió dócil y temió al maestro.Mas ya sin estudiar exclaman todos:“Mis versos son un pasmo; ¡mala plagaal que postrero quede! No en mis díassufrir tal mengua, o confesar que ignorolo que nunca aprendí”.

Cual suele a gritoA la turba incitar de compradores

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el que vende a pregón, así a un poeta,de haciendas rico y de caudal a logro,convoca interesados lisonjeros:y si con mesa opípara regala,si al que gastó sus bienes fácil fía,o libra a un infeliz del duro lazode la forense red, será un prodigioque acierte a distinguir por buena dichaal verdadero amigo entre los falsos.No a consultar tus versos llames nuncaal que colmado hubieres de alegríacon don reciente o próxima esperanza;le oirás clamar “¡Bien! !bravo! ¡lindamente!”a cada frase, absorto, enajenado,mudará de color, y aun tal vez viertalágrimas de ternura; del asientosaltará de placer, y con la plantael suelo batirá. Que como sueleplañidera alquilada en funeralesfingir más pena en ademán y vocesque la que muestra el que de veras gime,así el adulador con más ahíncosuele ensalzar que el que veraz elogia. Cuéntase de los reyes que si anhelanel pecho sondear de un cortesanoaprémiante con copas repetidas,y en la embriaguez le arrancan si mereceobtener su amistad. Guárdate cauto,

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si hicieres versos, de ánimos dolososque el fraude encubren cual sagaz vulpeja.

No así Quintilio: si con él tus obrasconsultabas: “Enmienda, si te place,este pasaje, esotro”, te decía,si osabas alegar serte imposibleexpresarlo mejor, y que tú propiouna vez y otra lo intentaste en vano,“Pues bórrese, severo sentenciaba,y el verso mal forjado vuelva al yunque”.Mas si, en lugar de corregir tus yerros,defenderlos indócil preferías,ni palabras ni esfuerzos malgastaba,y te dejaba, solo y sin rivales,de ti mismo prendado y de tus obras.El sabio y recto juez los versos flojoscondenará; corregirá los duros;vuelta la pluma con tremenda rayaborrará los que muestren desaliño;cortará en el ornato el lujo ocioso;prescribirá mudanzas convenientes,fijar lo ambiguo y aclarar lo oscuro;será un crítico, en fin, cual Aristarco.

Ni dirá, como algunos: “¿De un amigoa qué amargar el gusto en cosa leve?”Mas no es tan leve el mal que le amenaza,

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si a la risa se expone y al escarnio.Del burlado, ridículo poetahuyen los cuerdos y tocarle temen,cual la ictericia o lepra contagiado,o atormentado de fatal manía,o demente por ira de Diana;sólo la incauta turba de muchachosle persiguen, le hostiga, le atormenta.Y si algún día, mientras vaga errantesublimes versos murmurando a solas,cual cazador de mirlos distraídoen una zanja o pozo se sepulta,en vano clamará con voz doliente:“¡Socorredme, amparadme, ciudadanos!”Ni un necio habrá que a su favor acuda.Y si alguno yo viere que intentabaarrojarle una cuerda y darle amparo,le gritara tal vez: “Y tú ¿qué sabessi con plena intención se arrojó él mismo,cansado de vivir? ¿Acaso ignorasdel vate de Sicilia el fin extraño?Empédocles, queriendo ser tenidopor un dios inmortal, a sangre fríaal fondo se arrojó del Etna ardiente.Pues gocen a su antojo los poetasel derecho y licencia de matarse;que al par del homicida obra quien salvaal que anhela su fin. No una vez sola

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ése ya lo intentó; ni si hoy le libras,recobrará su juicio, y de la mentearrancará el frenético deseode una muerte famosa. No se sabequé crimen le condena a abortar versos,si el paterno sepulcro manchó inmundo,o si del sacro sitio que hirió el rayola tremenda señal arrancó impío;mas de cierto está loco, y cual espantaoso feroz a la aterrada gente,si de su jaula quebrantó las rejas;así él ahuyenta a sabios e ignorantes,sin piedad recitando eternos versos;y si algún infeliz echa la garra,sujétalo, asesínalo leyendo;cual sanguja tenaz, que asida al cutis,hasta hartarse de sangre no le suelta”.

FRANCISCO MARTÍNEZ DE LA ROSA

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IMITACIONES8

El no maravillarse hombre de nadame parece, Boscán, ser una cosaque basta a darnos vida descansada. Esta orden del cielo presurosa,el tiempo que nos huye por momentos,las estrellas y el sol que no reposa, tales hay que lo miran muy exentos,y el miedo no les da falsas visionesni piensan en contrarios movimientos. ¿Qué juzgas de la tierra y sus rincones,del espacioso mar, que así enriquecelos apartados indios con sus dones? ¿Qué dices del que por subir padecela ira del soberbio cortesanoy el desdén del privado cuando crece? ¿Qué del gallardo mozo, que liviano,

8 La elección de estas imitaciones, así como de las traducciones se debea la señorita María Rosa Lida.

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piensa saberlo todo, y entenderlo que tú dejarías por temprano? ¿Cómo se han de tomar, cómo entenderlas cosas altas? Y a las que son menos¿qué gesto les debíamos hacer? Esta tierra nos trata como ajenos,y aunque la otra esconde sus secretospienso que para ella somos buenos. El que teme y espera están sujetosa una misma mudanza, un sentimiento;de entrambos son los actos imperfetos. Entrambos sienten un remordimiento,maravíllanse entrambos de quequiera,a entrambos turba un miedo el pensamiento. Si le duele, si duda o ya si espera,si teme, todo es uno, pues estána esperar mal o bien de una manera. En cualquier novedad que se verán,sea menos o más que su esperanza,con ánimo elevados estarán. El cuerpo y ojos sin hacer mudanza,con las manos delante por tomaro excusar lo que huye o no se alcanza. El sabio se podrá loco llamar,y el justo injusto, el día que forzasea pasar la virtud de su lugar. Díme: ¿quién sería el hombre que alcanzasea ver su incomparable fortaleza,

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que más de lo que basta la buscase? Admírate, Boscán, de la riquezadel rubio bronce, de la blanca piedra,entallados con fuerza y sutileza. Maravíllate de esa verde hiedraque tu frente con tanta razón ciñecon cuanta de la mía hora se arriedra; del rosado color que ansina tiñela blanca seda y lana delicada,del contrario de aquel que la destiñe; la verde joya, que es de amor vedada,porque en el fin su grado rompe luegola transparente piedra bien tallada, y la que en color vence al rojo fuego,el muy duro diamante, que al sol claroturba la luz y al hombre torna ciego. Aquella hermosura que tan carote cuesta, y que holgabas tanto en vella,contra cuya herida no hay reparo, admiróte otro tiempo ver cuán bella,cuán sabia es, cuán gentil y cuán cortés,y aun quizás ahora más te admiras della. Tu lengua, que debajo de los piestrae el sujeto, y nos lo va mostrandocomo tú quieres, y no como ello es. Admírente mil hombres que escuchandotu canto están, y el pueblo que te mira,siempre mayores cosas esperando.

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Con la primera noche te retira,y con la luz dudosa te levantaa escribir lo que todo el mundo admira. ¿Cuál es aquel cautivo que se espantaque el año fértil hincha los graneros,al que fortuna, y no razón, levanta? ¿Por qué quieren que hagan los dinerosque yo me admire de él, y él no de mí,pues yo ni él le hubimos de herederos? Lo que la tierra esconde dentro en sí,la edad y el tiempo lo han de descubrir,y encubrir lo que vuela por ahí. En fin, señor Boscán, pues hemos de irlos unos y los otros un camino,trabaje el que pudiere de vivir. Si en la cabeza algún dolor te vinoagudo, o en el cuerpo, que te ofenda,procura huir del y ten buen tino. Si te puede sacar de esa contiendala virtud, como viene simple y pura,al resto del deleite ten la rienda. Por los desiertos montes va segura,no teme las saetas venenosas,no el fuego, que no para en armadura; no entrar en las batallas peligrosas,no la cruda importuna y larga guerra,no el loco mar con ondas furiosas; no la ira del cielo, que a la tierra

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hace tremer con terrible sonido,cuando el rayo, rompiéndola, se entierra. El hombre justo y bueno no es movidopor ninguna destreza de ejercicios,por oro ni metal bien esculpido. No por las pesadumbres de edificios,adonde la grandeza vence el artey es natura sacada de sus quicios. No por el que procura vana parte,y con el ojo gobernar el mundo,forzando a la fortuna, aunque le aparte. No por la pena eterna del profundo,no por la vida larga o presta muerte,no por ser uno solo, sin segundo. Siempre vive contento con su suerte,buena o mediana, como se la hace,y nunca estarás más ni menos fuerte. Cualquier tiempo que llegue, aquél le place,si no puede huir la triste vez,y búrlase de aquél a quien desplace. Todo se mide, a sí mismo es juez,reposado en su vida está y seguro,uno en la juventud y en la vejez. Es por de dentro y por de fuera puro,piensa en sí lo que dice y lo que ha hecho,duro en temer, y en esperar más duro. En cualquier medio vive satisfecho,procura de ordenar, en cuanto puede,

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que en todo la razón venza el provecho. Esto no sigue tanto, que él no quededulce en humano trato y conversable,ni dé a entender al mundo que le hiede. Pónese en un estado razonable,nunca teme ni espera, ni se curade lo que le parece que es mudable. Jamás de todo en todo se asegura,ni se da tanto a la riguridadque por seguirla olvide la blandura. Deja a veces vencer la voluntad,mezclando de lo dulce con lo amargoy el deleite con la severidad. De lo menos que puede se hace cargo,daña a ninguno, a todos aprovecha,no hace por que deba dar descargo. Éste va por la vía más derecha,de todo lo que viene hace bueno,de nada se ensandece o se despecha. Si la mano metiese hombre en su seno,y hubiese de llorar lo que no viene,ni parara en lo suyo ni en lo ajeno. El gran rey de Marruecos, dicen, tienegran número de esclavos y ganados,pero nunca el dinero que conviene. Algunos en la guerra son guardadoscon las riquezas, y otros con varones,y algunos con los montes encumbrados

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otros con elegancias de razones,mas el que lo tuviere todo juntoserá dichoso y libre de pasiones. ¡Oh, quién pudiera verse en este punto,cuanto al ánimo y no cuanto al poder,y tuviéseme el mundo por difunto! Conmigo se acabase mi valer,y tan poca memoria de mí hubiesecomo si nunca hubiera de nacer. La noche del olvido me cubrieseen esta medianía comedida,y el vano vulgo no me conociese. Entonces haría yo sabrosa vida,libre de las mareas del gobiernoy de loca esperanza de cabida. Ardería mi fuego en el inviernocontino y claro, y el manjar seríarústico, pero muy más dulce y tierno. El vino antiguo nunca faltaría,que los pies y la lengua me trabase,mezclado con el agua clara y fría. Y cuando el año se desinvernase,vendría de pacer manso el ganadoa que la gruesa leche le ordeñase. Levarlo-ía al espacioso pradovolverlo-ía después a la majadadonde fuese seguro y sosegado. Otras veces a mano rodeada

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esparciría tras los tardos bueyesel rubio trigo o el áspera cebada. A la noche estaría dando leyes,al fuego, a los cansados labradores,que venciesen las de los grandes reyes. Oiría sus cuestiones, sus amores,gustarla sus nuevas elocuencias,y sus desabrimientos y favores, sus cantos, sus donaires, sus sentencias,sus enojos, sus fieros, su motín,sus celos, sus cuidados, diferencias... Remede quien quisiere las pisadasde los grandes que el mundo gobernaron,cuyas obras quizá están olvidadas. Desvélese en lo que ellos no alcanzaron,duerma descolorido sobre el oro,que no le quedará más que llevaron, yo, Boscán, no procuro otro tesorosino poder vivir medianamente,ni escondo la riqueza ni la adoro. Si aquí hallas algún inconveniente;como discreto, y no como yo soy,me desengaña luego incontinente,y si no, ven conmigo a donde voy.

DIEGO HURTADO DE MENDOZA

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Epístola9

CARTA AL DUQUE DE OSUNA

Narváez de Godoy, señor, entiendeen cuánto me estimáis más que otro alguno,pues pide que os le alabe y encomiende. Y cierto, por no seros importuno,nadie hay más digno de la casa vuestraen cuantos yo conozco, uno por uno. Y en quererse valer de mí, bien muestraque más que yo conoce lo que puedecon vuestro afable amor la humildad nuestra. Yo dije, al fin, por que excusada quedeen esto de enojaros mi osadía,tanto, que a un buen comedimiento excede. Pero temí que ya pareceríaavaro de la gracia que en vos tengo,queriéndola gozar sólo por mía,

9 Esta versión está en la Biblioteca de Autores Españoles. Hay otra enel tomo de Obras poéticas de D. Diego Hurtado de Mendoza, Madrid,1877, y en Las obras de Juan Boscán, Madrid, 1875.

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y por huir la nota de un más luengoinfame, me ofrecí a la de atrevido,y como tal a vuestras manos vengo. Si no os parece, pues, descomedido,señor, quien pisa un miedo vergonzosopor acudir a un ruego ya debido, tenedle en mi lugar, y esté envidiosocualquiera de los dos, como él lo ha estadode mí, que tal compaña admitir oso,por ser mi amigo y ser vuestro criado.

LUIS BARAHONA DE SOTO

……………………205…�…�…�….. Los poetas que fueren diligentesobservando la lengua en su purezaformarán voces nuevas de otras gentes. No a todos se concede esta grandezade formar voces, sino a aquel que tieneexcelente juicio y agudeza. Aquel que en los estudios se entretieney alcanza a discernir con su trabajolo que a la lengua es propio y le conviene. Cuál vocablo es común, y cuál es bajo,cuál voz dulce, cuál áspera, cuál dura,cuál camino es seguido, y cuál atajo: Éste tiene licencia en paz segura

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de componer vocablos, y éste puedeenriquecer la lengua culta y pura. Finalmente, al que sabe, se concedepoder en esto osar, poner la mano,y el que lo hace sin saber, excede. Por este modo fue el sermón romanoenriquecido con las voces griegasy peregrinas, cual lo vemos llano. Y si tú que lo ignoras no te allegasa seguir esto, y porque a ti te admiralo menosprecias, y su efecto niegas, lo propio dice el sabio de Estagiraa quien Horacio imita doctamenteen dulce, numerosa y alta lira. Si formaren dicción, es convenienteque sea tal de la oración el restoque autoridad le dé a la voz reciente. No se descuide en la advertencia de esto,y en cuáles son las letras con que suenanbien, y con cuáles mal lo que es compuesto. Vocablos propios muchos los condenanpor simples, mas las voces trasladadasy ajenas, por dulcísimas resuenan. Voces antiguas hacen sublimadascon majestad y ser las oraciones,si las palabras son bien inventadas. La oración hacen grave las diccionesinusitadas, y serás loado

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si cuerdamente ordenas y dispones. Una cosa encomienda más cuidado:que en cualquiera sujeto que trataressiga siempre el estilo comenzado. Si fuere triste aquello que cantares,que las palabras muestren la tristezay los afectos digan los pesares. Si de amor celebrares la aspereza,la impaciencia y furor de un ciego amante,de la mujer la ira y la crudeza: este decoro has de llevar delantesin mezclar en sus rabias congojosascosa que no sea de esto semejante. Sí de cosas tratares deleitosas,las razones es justo que lo sean;si de fieras, sean fieras y espantosas. Acomoda el estilo: que en él veanlas cosas que tratares tan al vivoque tu designio por verdad lo crean. Pinta al saturnio Júpiter esquivocontra el terrestre bando de Briareoy al soberbio jayán, en vano altivo. Celosa a Juno, congojoso a Orfeo,hermosa a Hebe, lastimada a Ino,a Clito bello, y sin fe a Tereo. No estará la virtud en su divinotrono entre el Ocio vil y Gula vanapor ser lugar a su deidad indino.

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Ni la corona sacra de Arianaesmaltada de formas celestialesestará bien ciñendo frente humana: estas partes son todas principalesen el Arte, y si en ellas no se advierteerrarán en las cosas esenciales. Y vendrá a sucederles de la suerteque en la lira una cuerda destempladaen disonancia las demás convierte.……………………205…�…�…�….

JUAN DE LA CUEVAEjemplar poético, I, vv. 121-198

Ninguno está en su lugarcontento, que ni tesoros,oficios, ni dignidadesle hacen rico ni dichoso. El casado envidia al libre,y éste juzga dulce adornode la vida la mujer,los hijos feos o hermosos. El soldado, al labradorcuando da a la tierra a logroel trigo que ha de volverlecon réditos al agosto. El labrador malcontentoenvidia al que perezosohace de la noche día,

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come en plata y bebe en oro.

LOPE DE VEGAAuto de las aventuras del hombre

Ya, Opicio, a los acuerdos consularesdesta grave república presides;y si con tu equidad su imperio mides,ni al griego ni al romano le compares; mas tú, en tantas virtudes no vulgaresémulo de Catón y de Arístides,no salgas de ti mismo ni te olvides,ingrato, del que fuiste en pobres lares. Entiende que, aunque frises con la luna,los que celan tu honor, rectos varones,te quieren ver de la modestia amigo; y en esta fe atalayan tus acciones,porque a medida igual se habrán contigocomo te hubieres tú con la fortuna.

BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA

………………205…�………….. Si la naturaleza siempre es una,¿por qué ha de haber, con méritos iguales,en los sujetos diferencia alguna.? Envejecido error de los mortales,

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que estima la opinión más que la esencia,a pesar de las leyes naturales. Por esto en mí no forme competenciacon el manjar plebeyo el exquisito,si el precio, y no el sabor, los diferencia; que si a ladrar comienza mi apetito,así los raros como los vulgarespor la ayuna garganta precipito. ¡Oh tú, de alguno de los Doce Paresdescendiente milésimo, que asientasnobleza en lo que cuestan los manjares! Si con lo firme de ellos te alimentas,y no con la opinión, dí: ¿por qué cosasmás graves se hacen tiro nuestras cuentas? ¿Es mejor tu pavón por las vistosasplumas que mi perdiz, o por ser gratoa la altiva princesa de las diosas? ¿Y tendrá el mismo honor puesto en el plato?¿Será tan tierna entonces mi gallina,aunque sin plumas de pomposo ornato?.. ¿Sana el cristal más presto la jaquecaque el vidrio, o respetándolo el catarrosus desabridos manantiales seca? Y si es de plata y nielado el jarro,con el rostro de un sátiro en el pico,¿aplacarte ha la sed más que el de barro? Pues la seguridad con que lo aplicoa la sedienta boca, de agua lleno,

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¿darámela en palacio un vaso rico? En el oro mezclaban el venenolos tiranos de Grecia y de Sicilia;siempre el barro corrió inocente y bueno.. Mas yo busco un linaje de sosiegolibre de alteración, no respetosoal vulgo superior, que es el más lego. Quiero oponerme al tráfago injurioso,causador de improvisas turbaciones,para que no me asalten el reposo... Y mientras la ambición y la cautelaapresuran las vidas en palacio,que a la corriente edad bate la espuela,viviré yo en mí mismo a libre espacio,con Jerónimo, Ambrosio y Augustino,y alguna vez con Píndaro y Horacio.

BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLASátira, “Con tu licencia, Fabio, hoy me retiro...”

El escritor abunde en la materia,para que se le vengan a la plumacuantas palabras vuelan en Iberia. Mas el furor nativo no presumareducirlas a número y conciertosin sumo estudio y sin industria suma. Homero, en estas sondas tan experto,

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que sobre trozos de animosas navesresponde como oráculo en el puerto, para ser más acepto a las suavesMusas, surcó primero luengos díasprofundos golfos de otras ciencias graves. Si tú para las dos filosofías,ya, por Platón, de Sócrates conoceslas siempre misteriosas ironías, y prender te dejaste de las vocesconque suele el sutil Estagiritadar caza a los espíritus veloces, por esa docta antigüedad escritadeja correr tu ingenio, y sin recelo,conforme a su elección, roba o imita. Suelta después al voluntario vuelopomposa vela en golfo tan remoto,que no descubra sino mar y cielo, no navegante ya, sino pilotointrépido a las olas insolentes,tanto como a los ímpetus del noto.…………………205…�…�……

BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLATercetos a Fernando de Soria Galvarro

………………�…………205…… Haz al fin que el lugar, el tiempo, el modo

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guarden su propiedad, porque una parteque tuerza de esta ley destruye al todo. Este precepto asaz desobligartede otros muchos podrá, conque prudente(y aun pesada tal vez) nos cansa el arte. Pero ningún poema tuyo intente,luego como se copie o se concluya,a la pública luz salir reciente. ¿No le diste tú el ser? ¿No es obra tuya?Pues espere a que en ti aquel amor tiernode la propia invención se disminuya. Severa ley, mas hízola el gobiernosagaz, para entibiar al apetitodel anciano Parnaso y del moderno. Es la lima el más noble requisito:y así, no peligrando la sustanciadel verso deliciosamente escrito, refórmele su pródiga elegancia,como el gran Venusino lo dispuso(por más que a sus secuaces la ignorancia, cuando ciñes lo ocioso y lo difusopara dejarlo adelgazado y breve,diga que formas de una lanza un huso); que aun limado con arte es bien que pruebea pasar por las dudas y opinionesque el cuidado segundo al honor mueve. Bórralo con crueldad, no te perdones;pues con gozo has de ver cuánto más vale

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lo que durmió en los próvidos borrones. Saldrá de ellos tan puro, que se igualecon el rayo solar, que-el aire dora,cuando más limpio de las nubes sale. Y porque un sabio todo lo mejoraa lo que otro Aristarco aconsejasete quisiera yo ver atento agora; y que, dejada la suprema claseque ocupas, te fingieras menos diestro,para que con imperio te exhortase.. Nota que, aunque la regla nos agrade,siempre queda en los ánimos más firmelo que la viva voz nos persuade. Yo, no por incapaz, llego a eximirmede estos juicios, sino por expertoen el daño a que pueden reducirme. Es libre el proprio amor, y estoy tan ciertode que la corrección tiene por dura,que no sin mi provecho la divierto; que aquella su humildad, si bien se apura,cuando los propios versos comunica,más pretende alabanza que censura. Mas presuma de sí la vena rica,y la humana piedad no se entremeta(si no quiere cobrar nombre de inica) en no le permitir muerte indiscreta:sea el echarse un lazo a la garganta,por esta causa, lícito al poeta.

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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLASátira, “Don Juan, ya se me ha puesto en el cerbelo. ..”

Mira de quién y con quiénhablas; que el preguntadorinquiere como habladory hace habladores también. Mis avisos te previenenque poco en fiarte aciertasde orejas que, siempre abiertas,reciben, mas no retienen. La palabra que a formarfueres, corrígela atento;que no has de hallar instrumentocon que se pueda borrar.

ANTONIO DE SOLIS Y RIVADENEYRA

Aunque la elocuencia insista,exagere y persuada,cualquiera acción escuchadaconmueve menos que vista. O los ojos han nacidomás cerca del corazón,o rodea la razóncuando va por el oído.

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ANTONIO DE SOLIS Y RIVADENEYRA

……………………205…�…� Habrá (de cuento va) dos o tres díasque un humor semejante me dio cazasin haberme tendido red ni espías. Yo caminaba entonces por la plaza,ajeno de mí mismo, cuando llegaun hombre al parecer de buena traza.. Llegóse, y diome la salud cumplida,y yo paguéle en novedad discretano le negando allí voz comedida. Luego mi mano con la suya aprietay me dice: “Señor, yo soy Fulano;vuesa merced me tenga por poeta, gran trovador de verso castellanoy que a Boscán estimo en una pajaporque entiendo un poquito de toscano” Luego, como raudal que se desgaja,dirige a mis orejas su corrientey con lengua y espíritu trabaja. ¿Tú pensarás que fui poco valientedos horas que lidié con su ignorancia?Pues ninguno más bravo ni asistente, aunque a Gradaso cuentes sobre Franciao al descalzo neblí del vellocinosobre la impresa tanto de importancia.

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¿Has visto tarabilla de molinoseguir las consonancias del rodete?Pues tal era su lengua de contino. Ya por todas las fábulas se metecomo por ancha viña vendimiada,sin miedo que el talón se desjarrete. Aquí deja la cepa desgajada,allí el tierno raigón sin piedad tronza;que es bestia el no saber estimulada. No dejó hueso en mí que no desgonza,y con ser animal tan aplomado,corriendo va más listo que una onza. Diera por ser yo entonces despejado,rollizo como tú, cuantos haberestiene un indiano próspero y guardado. Dijérale sin duda: ¿Qué me quieres,poeta moledor? Deja mis huesos,no me los polvifiques y aciberes”. Mas como sé que para más excesosmi modestia se alquila, dile cuerda,donde bien enhiló cuatro procesos. Iba yo entonces como mula lerdaechando cada cuarto por su parte(no se me olvidará, bien se me acuerda), y él, que en esto de hablar era otro Marte,cobró mayores fuerzas y osadíapara desvergonzarse contra el arte. Y dijo: “Gran barbaria haber solía,

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por cierto, en aquel siglo de Terencio,según lo da a entender su poesía. Yo del pasado no le diferencio,cuando la Propaladia de Naharrode nuestra España desterró el silencio. Careció al fin de espíritu bizarro,y en su estilo tan llano, que pareceque arrastra por la tierra como carro. El nuestro ya vulgar sí que merecela palma generosa, no el romanoque tan sin ocasión se desvanece. Más vale ver a Ursón heho silvano,que llame a la mujer animal bello,que cuanto fiscaliza Quintiliano. Poeta soy también, y estimo el sellomás que un oidor reciente su garnacha,pero por Plauto no daré un cabello. Miro que su oración toda se agacha,no cual la tuya, Lope, que alza crestahasta tocar del sol la ardiente hacha. ¿Pues qué si tu Rosaura en la florestajuega el venablo, y bate los ijaresdel valiente bridón que la molesta? Allí sí que es gran vicio que reparesy más si su perífrasis ensartarubís y margaritas a millares. A mí mátame aquel aparta, aparta,y no la sumisión de Davo a Cremes,

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por bien que con enredos se descarta. Juventud castellana, ya ¿qué temes?Yo te prometo honor: suda y escribe,que Apolos hay acá con quien te extremes. Deja el latinizar, que ya no vivesino sólo en la pluma del germanopor ser su idioma bárbaro y caribe”. Esto estaba diciendo el inhumano,cuando aflojó la palma, que hasta entoncesjamás de mí fiar quiso mi mano. ¡Oh, siquiera los áspides desgonces,molesto charlatán, véte a la Libiacon ese hablar más duro que los bronces! Quizá despojarás su arena tibiade toda sabandija emponzoñada,que donde faltas tú todo se alivia. Pues aún no era esta plática acabada,cuando da sobre Horacio mi poeta,por destemplar su cítara dorada. Llegamos a este tiempo a la estafeta,y yo por desasirme entréme dentro,mas él siempre me sigue cual saeta. El correo también (apenas entro)para darme a entender que ya era idoel ordinario, sáleme al encuentro. Yo perdonara el celo comedidoque tuvisteis de mí, señor correo,pero ¿quién puede estar siempre advertido?

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Volví como al principio a mi jadeo,carga que por las calles me traíacomo asnillo de lánguido paseo. Las veces que invoqué la Virgen pía,y a ti, gran Protomártir, Dios lo sabe;mas nada aprovechaba ni valía; que el paso era remiso, el peso grave,débil el hombro, terco el enemigo,que hacía mi dolor no muy suave. Estando en éstas, hete aquí mi amigodon Jerónmo Ortiz, que, descuidadola calle abajo, va a topar conmigo. Mas él que así me mira congojado,sospechando lo que era, escabullóse,y, yo quedé del todo rematado. Aquí fue cuando el ánimo cansóse,bien que el empacho no, de ser cobarde,por más que rosicleres mil rebose. ¡Pues decir que paraba aquél su alarde!Soga y más soga daba a la porfíacomo si nunca hubiera de ser tarde. Pero cansado ya de verme el día,al mar se despeñó por el estrechoy comenzó a reinar la noche fría. Ya mis sentidos no eran de provecho,que la del hombre arenga perdurableme los reconcentró dentro del pecho. ¡Pues decir que en la acción era tratable!

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Golpe de pechos y envión me daba,como si fuera yo columna o cable. Con boca, manos, pies y ojos hablaba,de manera que a siete y más personasdiera bien que advertir cuando empezaba. Él al fin, viendo ya que las fregonassacaban a vaciar sus servidoresy los niños cantaban sus chaconas, sintiendo en las narices los oloresy en las orejas anchas el sonido,despidióse. Espantéme, y no te azores,que juro a Dios que aún pienso que no es ido.

ESTEBAN MANUEL DE VILLEGASEróticas, Parte II, Elegía 8

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PRECEPTOS GENERALES

……………………205…�…�.. Si en ti no sientes de la llama purael generoso ardor, al arte en vanotu mente estéril recurrir procura. Podrá sin duda señalar la manodel sabio Estagirita aquel caminoque evite yertos al talento humano. Mas sus áridas reglas el divinoestro jamás vivificar supieronque preside al poético destino... Aprenda a escribir bien, puesto que escribe;y solícito indague los primoresque el gusto, unido a la razón, prescribe. Mas no basta el estilo: de colores,se viste el iris y también la rosa,él en las nubes, y ella entre las flores; y apenas llega en ilusión graciosalos ojos a halagar, cuando perdida

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se ve entre sombras su apariencia hermosa. Tal, de nervio y saber destituida,a pesar de su halago, va cayendotoda liviana fábula, y se olvida. Antes que escribas, piensa; y disponiendodesnudo el argumento allá en tu mente,la pluma irá adornándole y vistiendo. Que en el germen se encierra estrechamenteel árbol antes que crecer se veay ornar de frutos su pomposa frente. Una acción sola presentada seaen un solo sitio rijo y señalado,en solo un giro de la luz febea. En ningún episodio extraviadoescena suelta o de interés vacíasu curso ha de pasarse acelerado. Que atenta a complacer el ansia míala dramática acción, siempre animarsequiere y crecer, y por su fin porfía. Con igual rapidez suele mirarsede una piedra al caer el movimiento,y siempre más y más acrecentarse.. ¡Oh vosotros, sensibles escritoresque por la gloria ardéis! si veneradosser queréis de los siglos posteriores, si en cualquiera región idolatrados,tened en el gran libro de naturael estudio y afán siempre ocupados;

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que eterna duración no se aseguraquien de bellezas sólo y de pasionesy gustos de un país su fondo apura. El tiempo, que anonada las nacionesen el mismo sepulcro, al fin derribasus efímeros usos y opiniones;mas no la ley que permanente y vivamanda y anima el corazón humanoy en el orden del mundo eterna estriba.

MANUEL JOSÉ QUINTANALas reglas del drama, Parte 1

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TRAGEDIA

Bien fue sin duda venturoso y dinode renombre inmortal el hombre osadoque, al ver la fiesta celebrar del vino, del carro a la vendimia consagradosupo alzar a Melpómene sangrientasu terrible y magnífico tablado. ¡Évoe! clamaba ronca y turbulentala viñadora gente: ¡Évoe! sonabael eco en torno que el aplauso aumenta. Mofaba ora mordaz y ora cantaba,y la faz insolente y atrevidacon heces y con pámpanos velaba. Ora de alguna acción esclarecidala gloria discantaba en noble acento,siempre con gusto y suspensión oída. Y en medio del bullicio y del contentoque el agreste espectáculo esparcíapor todo el campo, a su impresión atento,

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dando vuelo a su inmensa fantasía,y aspirando a más gloria, Esquilo dice:“Ceda esa estéril rústica alegría a impresión más augusta: el infelicegemido de dolor el alma hiera,y el destino cruel la aterrorice. “Tome vida y acción lo que antes erasimple contar; el diálogo lo anime,y que actor con actor hable y confiera. “Sea su lenguaje espléndido, sublime,cual lo es su dignidad y sus pasiones.cual lo es la acción que en su ademán exprime. “Y den fuerza y valor a sus razonesgrande local, majestuoso arreo,máscara que ennoblezca sus facciones”… El trágico escritor que dar anhelafuerza y verdad a su pincel lozanola historia estudie en incesante vela. Otro color requiere el africanoen sus costumbres bárbaras dobladas,que el pulido francés y el fuerte hispano. Y pide diferentes pinceladasla ligereza de la edad presenteque la fuerza y candor de las pasadas. Presentó en nuestra escena un imprudenteal héroe de Suecia enamorado,de la historia a pesar, que le desmiente: burlóse el mundo de él. Tú, escarmentado,

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siempre darás al héroe conocidoel genio que la fama le haya dado. Hipólito, en el campo endurecido,aborrezca, deteste a las mujeres,por razón, por capricho, o por olvido. Si al vencedor del Asia me expusieres,magnánimo, colérico, ambicioso,juguete de la gloria y los placeres. Catón firme, sublime, virtuoso,cual fuerte escollo a turbulentos mares,resista a los tiranos valerosos. Si nuevos personajes inventares,que dignos todos del coturno sean;y aunque excedan los límites vulgares, nunca es bien que fantásticos se vean,ni que en sus gigantescas expresionesabsurdamente deslumbrarme crean.…………………205…�…�…… Tienen, sí, su lenguaje las pasiones:siempre van arrojándose con ruido,del furor inflamadas, las razones; pero el triste dolor es abatido;y Edipo, cuando rey soberbio y fiero,derrocado gimió, lloró caído. Muéstreme sentimiento verdaderoquien mover quiera el sentimiento mío:para hacerme llorar, llore primero; porque o bien me adormezco o bien me río,

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reina infeliz de Troya, al contemplarteante tu desolado poderío en vez de suspirar y lamentarte,los pueblos describir pomposamenteque enemigos vinieron a arruinarte. Cuide, por fin, el escritor que intentellegar del arte a la encumbrada cimay su aplauso extender de gente en gente que el trágico puñal con que lastimael pecho del oyente estremecidoverdades grandes y útiles imprima. Pues es seguramente afán perdidoafán que sólo en deleitar se empleay el fruto del saber pone en olvido. Tú, a más noble ambición alza la idea,y de pueblos y príncipes a unalección insigne la tragedia sea. Ella les muestre sin reserva algunael miserable término a que lleganlos hijos del poder y la fortuna, cuando su mente a la prudencia niegan,y al horrendo huracán de las pasioneso ilusos o frenéticos se entregan. Deliran ellos, sufren las naciones,se ofende el cielo, y su terrible ira en crímenes estalla, en aflicciones,que el pueblo espectador temblando admira.

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MANUEL JOSÉ QUINTANALas reglas del drama, Parte II

...............................………… Al ostentoso ornato y fácil brilloanteponed prudentesde un plan vario y sencillola agradable unidad: el alma gozaal ver las varias partes convenientesligadas en un puntoy que abarcar consigue sin esfuerzode una sola mirada su conjunto. Mas si discordes partes mal trabadasa un fin único y simple no conspiranen vano Con esmero trabajadasmuestran ingenio y arte prodigioso;no aplacen sus bellezas dislocadasen el total deforme y monstruoso.Si unierais por venturadel Hércules de Roma al tronco bellola augusta faz de Jove soberano,de Cipria el blando cuello,y de Aquiles veloz el pie liviano,aunque del mismo Fidias obra fuera,¿quién del necio capricho no riera? No lo olvidéis jamás; y vuestras obrascual ley primera observen

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que del principio al fin sus varias partesconcierto, enlace y unidad conserven. Cuidad, después, de darles con aciertodebida proporción: ella a las artesles presta sus encantos; al buen gustohalaga y lisonjea;y a la austera razón al par recrea.A una breve columna mal asientala basa y capitel de gran altura;y a colosal figuray cuerpo giganteola cabeza y la planta de pigmeo. Mas un vate indiscretopor ostentar fecunda fantasía,de su fin se extravía;piérdese, olvida el principal objeto;y si su infausta estrellale ofrece en breve cantouna larga pintura, tal vez bella,dispensen los lectoresque no atienda a sus gritos hasta tantoque apure uno por uno sus primores.Si canta de Alejandro la victoria,¿qué vale que en cien versos armoniosospinte el soberbio carro de Darío?Cansados los lectores, sin aliento,sólo piden ansiososde la horrenda batalla el fin sangriento.

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FRANCISCO MARTNEZ DE LA ROSAPoética, I

. . . . .. . . . . . . .. . . . . . . . . . . .. .

Me abrió mi criado, y no tardé en reconocer su estado.-¡Aparta, imbécil! -exclamé, empujando suavemente aquelcuerpo sin alma que en uno de sus columpios se venía sobremí- ¡Oiga! Está ebrio. ¡Pobre muchacho! ¡Da lástima!

Me entré de rondón a mi estancia; pero el cuerpo me si-guió con un rumor sordo e interrumpido; una vez dentro losdos, su aliento desigual y sus movimientos violentos apaga-ron la luz; una bocanada de aire, colada por la puerta alabrirme, cerró la de mi habitación, y quedamos dentro casi aoscuras yo y mi criado, es decir, la verdad y Fígaro…

Una voz salió de mi criado, y entre ella y la mía se esta-bleció el siguiente diálogo:

-Lástima -dijo la voz, repitiendo mi piadosa ex-clamación- ¿Y por qué me has de tener lástima, escritor? Yo ati, ya lo entiendo.

-¿Tú a mí? -pregunté sobrecogido ya por un terror su-persticioso: y es que la voz empezaba a decir verdad.

-Escucha: tú vienes triste como de costumbre: yo estoymás alegre que suelo. ¿Por qué ese color pálido, ese rostrodeshecho, esas hondas y verdes ojeras que ilumino con miluz al abrirte todas las noches? ¿Por qué esa distracciónconstante y esas palabras vagas e interrumpidas de que sor-prendo todos los días fragmentos errantes sobre tus labios?

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¿Por qué te vuelves y te revuelves en tu mullido lecho comoun criminal, acostado con su remordimiento, en tanto que yoronco sobre mi tosca tarima? ¿Quién debe tener lástima aquién? No pareces criminal; la justicia no te prende, al menos;verdad es que la justicia no prende sino a los pequeños cri-minales, a los que roban con ganzúas o a los que matan conpuñal; pero a los que arrebatan el sosiego de una familia se-duciendo a la mujer casada o a la hija honesta, a los que obancon los naipes en la mano, a los que matan una existenciacon una palabra dicha al oído, con una carta cerrada, a esosni los llama la sociedad criminales, ni la justicia los prende,porque la víctima no arroja sangre, ni manifiesta herida, sinoagoniza lentamente, consumida por el veneno de la pasión,que su verdugo le ha propinado. ¡Qué de tísicos han muertoasesinados por una infiel, por un ingrato, por un calumnia-dor! Los entierran; dicen que la cura no ha alcanzado y quelos médicos no la entendieron. Pero la puñalada hipócritaalcanzó e hirió el corazón. Tú acaso eres de esos criminales yhay un acusador dentro de ti, y ese frac elegante, y esa mediade seda, y ese chaleco de tisú de oro que yo te he visto, sontus armas maldecidas.

-Silencio, hombre borracho.-No, has de oír al vino una vez que habla. Acaso ese oro

que a fuer de elegante has ganado en tu sarao y que vuelcascon indiferencia sobre tu tocador es el precio del honor deuna familia. Acaso ese billete que desdoblas es un anónimoembustero que va a separar de ti para siempre la mujer queadorabas; acaso es una prueba de la ingratitud de ella o de su

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perfidia. Más de uno te he visto morder y despedazar con tusuñas y tus dientes en los momentos en que el buen tono cedepaso a la pasión y a la sociedad.

Tú buscas la felicidad en el corazón humano, y para esole destrozas, hozando en él, como quien remueve la tierra enbusca de un tesoro. Yo nada busco, y el desengaño no meespera la vuelta de la esperanza. Tú eres literato y escritor: y¡qué tormentos no te hace pasar tu amor propio, ajado dia-riamente por la indiferencia de unos, por la envida de otros,por el rencor de muchos! Preciado de gracioso, harías reír acosta de un amigo, si amigos hubiera, y no quieres tener re-mordimiento. Hombre de partido, haces la guerra a otro par-tido; o cada vencimiento es una humillación, 0 compras lavictoria demasiado cara para gozar de ella. Ofendes y noquieres tener enemigos. ¿A mí quién me calumnia? ¿Quiénme conoce? Tú me pagas un salario bastante a cubrir mis ne-cesidades; a ti te paga el mundo como paga a los demás quele sirven. Te llamas liberal y despreocupado, y el día que teapoderes del látigo azotarás como te han azotado. Los hom-bres de mundo os llamáis hombres de honor y de carácter, ya cada suceso nuevo cambiáis de opinión, apostatáis devuestros principios. Despedazado siempre por la sed de glo-ria, inconsecuencia rara, despreciarás acaso a aquellos paraquienes escribes, y reclamas con el incensario en la mano suadulación: adulas a tus lectores para ser de ellos adulado, yeres también despedazado por el temor, y no sabes si mañanairás a recoger tus laureles a las Baleares o a un calabozo.

-¡Basta, basta!

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-Concluyo; yo, en fin, no tengo necesidades: tú, a pesarde tus riquezas, acaso tendrás que someterte mañana a unusurero para un capricho innecesario, porque vosotros tra-gáis oro, o para un banquete de vanidad en que cada bocadoes un tósigo. Tú lees día y noche buscando la verdad en loslibros hoja por hoja, y sufres de no encontrarla ni escrita.Ente ridículo, bailas sin alegría; tu movimiento turbulento esel movimiento de la llama, que, sin gozar ella, quema. Cuan-do yo necesito de mujeres, echo mano de mi salario, y las en-cuentro fieles por más de un cuarto de hora; tú echas manode tu corazón, y vas y lo arrojas a los pies de la primera quepasa, y no quieres que lo pise y lo lastime, y le entregas esedepósito sin conocerla. Confías tu tesoro a cualquiera por sulinda cara, y crees porque quieres; y si mañana tu tesoro desa-parece, llamas ladrón al depositario, debiendo llamarte im-prudente y necio a ti mismo.

-Por piedad, déjame, voz del infierno.-Concluyo: inventas palabras y haces de ellas sen-

timientos, ciencias, artes, objetos de existencia. ¡Política, glo-ria, saber, poder, riqueza, amistad, amor! Y cuando descubresque son palabras blasfemas y maldices. En tanto, el pobreasturiano come, bebe y duerme, y nadie le engaña, y, si no esfeliz, no es desgraciado; no es, al menos, hombre de mundo,ni ambicioso, ni elegante, ni literato, ni enamorado. Ten lás-tima ahora al pobre asturiano. Tú me mandas, pero no temandas a ti mismo. Tenme lástima, literato. Yo estoy ebrio devino, es verdad; pero tú lo estás de deseos y de impotencia..

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MARIANO JOSÉ DE LARRALa Nochebuena de 1836

Yo y mí criado

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ODA 9 DEL LIBRO I

¿Ves levantarse a la cerúlea esferacual si de nieve fuerael cándido Soracte, y que agobiadosesos bosques sombríosno soportan la carga, y que los ríosse paran, por el hielo aprisionados? Atizando el fogón con seca leña,oll Taliarco, domeñael crudo frío, y saca de contino,del ánfora sabina,de dobles asas, al hogar vecina,el de cuatro años confortante vino. Y al buen Dios lo demás deja prudenteque humilló juntamentelos vientos de la mar en la llanuradonde movían guerra;ya no en vaivén inclínanse a la tierrael quejigo y ciprés de cima oscura.

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Huye inquirir con arrogancia vanalo que venga mañana,y aquellos días que te da velocesla suerte, cuenta experto,joven amigo, como lucro cierto;no el baile esquives, ni de amor los goces, mientras distante, cana y temerosa,la vejez fastidiosaesté de tu verdor; busca de Marteel campo y las contiendas;

y frecuenta la plaza, y no pretendasde las nocturnas pláticas privarte.

JOAQUÍN ARCADIO PAGAZA

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HORACIO

A los treynta et cinco annos en que se cumplieron sietecientos etquaraenta et quatro de la puebla de Roma, e “que nadava la era entreynta et dos, fallamos en las estorias que murió Oratío, omne muyletrado et muy sesudo a grand maravilla et que fizo muchos buenos li-bros de castigos et de sesos.

ALFONSO EL SABIOPrimera crónica general. 147.

De lo que conteció alos treynta et cinco annos.

El mundo se encariñó con Horacio quizá más todavía que conVirgilio. Sus Odas se convirtieron en un verdadero salterio de la vidasecular; para todo el mundo europeo sus Sátiras y Epístolas fueron elgran manual de buen sentido, buen humor y sabiduría práctica.. Dio ala humanidad el tipo del hombre de mundo y del caballero; mostró cómose puede llegar a él sin abolengo ni riqueza, sin desasosiego ni ambición,sin altos dones intelectuales ni vida de santidad inaccesible. Se mantieneaparte de los grandes idealismos y de las pasiones hondas. Nunca toca lo

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que llamamos “problemas”, sociales ni individuales. Su pensar y susentir son ordinarios, en el sentido literal de la palabra, pero se halla enel centro exacto de ambos. Y por eso, lo que nos da es de tal índole que elalma humana responde instintiva e inmediatamente. Conmueve e infla-ma almas refractarias al llamado de otros poetas quizá más grandes. Suatractivo es limitado, pero central y universal; y muchas de sus frasessueltas, penetrantes y magistrales, han sido para muchos millares dehombres, y a través de muchas edades, las claves de la vida toda.

J. W. MACKAILLiterature (en The 1egacy of Rome,

Oxford, 1923)

En lo de excitar gustos y disgustos, los tres o cuatro diferentes gru-pos en que pueden repartirse los escritos de Horacio tienen historia di-versa desde el príncipio. En general puede decirse que -sí excluimos a losfieles- su estilo lírico agrada a unos, su estilo familiar a otros. “Horacio,dice Gruppe, es Horacio sólo en sus Odas”. “El verdadero Horacio,dice Lehrs, no se encuentra nunca en sus Odas” El voto de los que po-dríamos llamar románticos es contrario a las Odas; toda época o genera-ción que las estima o entiende merece el nombre de clásica. En el año1280. Hugo de Trinberg decía que las Sátiras y Epístolas eran la por-ción importante de la obra de Horacio; las Odas son de menos valorpráctico. Eso refleja bien 1a Edad Media. Petrarca, que anuncia elRenacimiento, y por lo tanto el retorno al clasicismo, restaura el equili-brio. En el siglo XVI, la admiración de los italianos los llevó hasta laimitación de las Odas, es significativo que la acompañara la imitación

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de Píndaro, revelando interés en la forma de la oda10. El Arte poética,que por su asunto va unida en su fortuna con las Odas más que con sushermanas las demás Epístolas, la explotó Jerónimo Vida y la parafra-seó Robortelli, pilotos tempranos de su futura ascensión en el sigloXVII. En Inglaterra, la era isabelina se dirigió natural mente hacíalas Odas, como hacia otras fuentes clásicas, en busca de estímulos parasu propia originalidad; Campion atrapó dos o tres veces algo del verda-dero Horacio.. Pero las primeras poesías modernas que pueden llamarsepropiamente horacianas -porque en ellas no hay sólo imitación de rasgosfundamentales o superficiales, sino que la semejanza deforma es tambiénla expresión de una fuerza poética vital semejante, la urgencia del tono esresultado de una concepción semejante de la vocación poética, y la perso-nalidad que las penetra y pervade refleja un egoísmo ingénito, menossimpático pero más sublime- creo que son los sonetos de Milton11. Sontal vez las poesías más Horacianas que existen en inglés, y seguramentelas mejores poesías horacianas del idioma; y si les falta la audacia en lastransiciones abruptas del latino o su variedad de ingredientes, ello se debea su circunscripción en el espacio y en parte a que ningún poeta modernose ha atrevido a seguir a Horacio en aquellos dos aspectos.

... El clasicismo inglés rápidamente degeneró, bajo a influenciafrancesa, en la mera reproducción de pormenores accidentales o a lo sumode cualidades superficiales y aceptación de lo que se creía eran las reglasde los antiguos.

10 En España, donde la Boga de Horacio comienza en el siglo XVI, seda en Fray Luis de León la conbinación de versiones de Horacio eimitaciones de Horacio y de Píndaro.- P. H. U11 Anteriores a los versos de Milton, son horacianos genuinos los deFray Luis de León, Francisco de Medrano y Lupercio y BartoloméLeonardo de Argensola. - P. H. U.

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… El siglo XVII representa el punto máximo del culto de Hora-cio, Y de sus Odas en particular; pero ni en poesía ni en crítica ofrecenada semejante a él en espíritu, es decir, con originalidad semejante, in-dependencia de criterio, o condensación de expresión.. Aquélla no erapropiamente una edad clásica. ¿Qué es un pórtico de estuco, que no llevaa ninguna parte, con una decente proporción de columnas decapitadas enmedio de una verdeante alameda de propiedad particular? ¿Clásico?No; porque en vez de ser funcional y original -los dos Principios funda-mentales del arte Clásico- es imitativo y ocioso...

La época llamada romántica fue en cierto sentido clásica, Word-worth Y Keats tomaron la literatura inglesa en el punto en que la habíadejado Milton... Restauraron la Forma en la lírica inglesa... No habíaen ellos influencia directa de las Odas de Horacio, aunque Wordsworthlo admiraba...

II

La terminología de Horario está hecha enteramente de asociacionesimaginativas sea que trate de religión de moral o de política. Los diosesde diversos orígenes, griegos o romanos, bárbaros o civilizados, olímpicoso populares, que aparecen en sus Odas, definen el sentido de la composi-ción según lo que representan o sugieren. Jove es el Zeus de la ciu-dad-estado de los griegos: rey de los olímpicos, representa el orden civil, yel orden civil cuyo centro es un gobernante, si benigno, absoluto. Es tam-bién el Zeus de los estoicos, personificación de la 1ey moral Pero es, ade-más, lo que había sido en la historia, más o menos por accidente; el grandios de la República Romana; y así como Augusto tuvo el cuidado de

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hacer resaltar la continuidad entre las constituciones republicana e impe-rial y explicar que la segunda no violaba la primera sino que era sudesarrollo, así Horacio cuida de mostrar que los dioses a quienes repre-senta de acuerdo con las predilecciones religiosas del Emperador -Apolo,por ejemplo- son los ejecutantes de la voluntad de Júpiter (v. especial-mente la Oda 12 del libro I)..

La victoria del Occidente sobre el Oriente en Salamina aparecíaidealizada en el arte griego del siglo V como victoria de la civilizacióncontra la barbarie y simbolizada mediante la escultura en hombres quedominan monstruos. Augusto hizo todo lo que pudo para que Accioapareciera como otro triunfo de los ideales occidentales contra los orien-tales. Horacio, para este fin, echa mano de las imágenes griegas. Así,llama Persas en vez de Partos a los grandes enemigos que aún queda-ban...

El simbolismo teológico aparece principalmente en las Odas 2 y 12del libro I, 4 del libro II y 6 del libro IV y en el Carmen Saeculare...

Bajo el principado, como podría llamársele, del dios nacional ro-mano, engrandecido ahora por sus atributos helénicos como la vida ro-mana con la cultura griega, está la jerarquía de los dioses olímpicos y delos héroes, deliberadamente escogidos por su valor como ideales políticos.De ellos, Apolo es el primero en importancia; esta posición en el panteónhoraciano la debe a que Augusto hizo del culto apolíneo elemento espe-cial de su reconstrucción religiosa; Horacio hace que el culto signifiquealgo. El dios solar significa luz en el sentido espiritual que te daMatthew Arnold. claridad de alma, poesía, armonía, sofrosine, sencillezde vida: éste es el mensaje que el dios de Delfos trae, con la cultura grie-ga, al mundo romano (v. la Oda 31 del libro I). Con Apolo va natu-ralmente su hermana: la castidad, no para todas las mujeres (habrá

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lugar para Venus), sino para las de estirpe libre, será uno de los idealesde la nueva era. Apolo es el patrono de Augusto. Con otras deidades seasocia el Emperador como igual: Quirino, es decir, Rómulo, el primerode los gobernantes santificados de Roma; Hércules, el destructor demonstruos (recuérdese el arte de la era de Pericles), el civilizador delmundo, Cástor y Pólux, benefactores de la raza, influencias amables; yBaco: ¿por qué?,Él es también una influencia purificadora, domador demonstruos indóciles; es, como Apolo, amigo de las Musas, fuente de ins-piración y patrono de poetas. “¿Quién con el vino piensa en la guerra?”(Oda 18 del libro I.) Baco representa la Gracia que ha de venir con lanueva vida y ha de borrar las memorias de las guerras civiles. Venus,como Apolo, debe su situación ante todo a la mitología, porque es madrede Eneas y por eso antecesora de la gens Iulia; pero ella también, en suaspecto simbólico, representa en parte el motivo de la gracia, el encanto, elocio (Y. la Oda 30 del libro I, donde aparece en compañía de las Gra-cias y de Mercurio). A Mercurio es, sin embargo, a quien se pinta másclara y vívidamente como emblema divino del nuevo ideal; de él hay unagradable esbozo en la Oda 10 del libro I, y hasta qué punto debe rela-cionársele con el régimen augusteo se ve en la Oda (2 del libro I) en queel poeta llega a sugerir la identificación del Emperador con un avatar deldios. Y además, las Musas, cuya significación política es semejante, perocuyo dominio particular es la literatura: la literatura, en que es esencialel elemento de consejo. La composición que más definitivamente estableceeste valor político y reconstructivo de los dioses olímpicos para Horacio esla Oda 4 del libro III. allí encontramos la batalla entre los dioses y losgigantes con toda su profunda significación como en las esculturas de laedad de Pericles..

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Con Apolo y Diana departe de la civilización y de Júpiter, está “lamatrona Juno”, patrona de la santidad del matrimonio..

El Carmen Saeculare está escrito principalmente en honor del cultoapolíneo imperial; pero ahora sabemos que se te interpretó, no solamenteen el Palatino ante el templo de Apolo, sino también en el Capitolio,consagrado a Júpiter y a Juno...

El contenido positivo del mensaje de Horacio, antídoto contra las“extravagancias pérsicas”, se expresa literal y sucintamente, y se ilustracon lecciones objetivas, repetidas veces. La vida sencilla (Odas 31 dellibro I, 15 y 18 del libro II, 15 del III); la subordinación del dinero(Odas típicamente anticapitalistas: 2 del libro II y 16 del III), y de losintereses materiales en general, a la salud espiritual y a la felicidad delindividuo: tales son los medios con que espera regenerar a Roma y evitarotra guerra universal La vida sencilla significa, por una parte, ciertaausteridad; el joven romano debe ser físicamente apto, endurecido en losejercicios militares o en el servicio de frontera (Oda 2 del libro III); sepredica un ideal severamente viril(Odas 5, 6 y 24 del libro III). Perohay otro aspecto. “Debe haber un elemento de gracia en nuestra vida”-tal es la contribución de una parte de las Odas al plan práctico de re-construcción. En contraste con el tono y el lenguaje de las cuatro Odasmencionadas del libro III, que cualquier romano de la antigua escuela,desde Catón hasta Cincinato, o antes, habría aprobado de todo corazón,esta doctrina era una herejía relativamente nueva, cuya introducciónprecede apenas a Escipión el joven. La fusión, que en Horacio en-contramos, de estos dos ideales diversos pero no inconciliables había sidorara en la historia romana, y la nación había padecido por ello... Elmensaje de la gracia, según lo entiende Horario, comprende el ocio quedebe dedicarse a las letras, a la cultura griega, al amor y al vino...

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II

El libro de los Epodos es una mezcolanza.. Tiene unidad sólo enla forma del verso. No tiene unidad deforma poética...

Las invectivas las considera Horacio como parte de una función so-cial (v. el Epodo VI). No ataca a los inofensivos; es el enemigo sólo delos que son enemigos de la sociedad ellos mismos, es decir de los lobos y delas fieras. En otras palabras, sus pasquines no son vejatorios y malig-nos; su propósito final es la protección de la comunidad Eso distingue losEpodos de Horacio de los de Arquíloco, su modelo en la forma. Ar-quíloco en sus ataques había sido puramente personal. En su asociaciónoriginaria con el rito de Deméter y Dionisos, el yambo puede haber ejer-cido, para la superstición al menos, una función social apotropaíca, peroArquíloco no tiene conciencia de ello. Horacio reclama para los yambosel mismo derecho que para la sátira. En la sátira 4 del libro I dice quesólo los ladrones deben temer al satírico, y dice que este género presta a lacomunidad romana el servicio que en Atenas prestaba la Comedia An-tigua, el servicio de señalar a los malhechores...

El núcleo real de la colección consiste en aquellos epodos en que elperro de pastor les ladra a sus bétes noires (Epodos IV, VI y X, ade-más, los escandalosos VII y XII)... En esas cinco piezas, el ataque esfrontal.. Hay avance en el arte cuando la sátira es indirecta... Los Epo-dos V y XVII tienen tempo, color, vitalidad. En parte, porque Ho-racio se siente inspirado por su tema: la hechicería da inagotables opor-tunidades para efectos imaginativos y singularidades de pormenor, ex-plota aquí el campo que atrajo a tantos de nuestros románticos. Peroademás se siente estimulado por la forma poética semidramática... Se lesha comparado a los mimos griegos. El propósito es atacar a la hechicera

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Canidia, pero ni aquí ni en la gemela Sátira 1 del libro I es serio eltono: obsérvese el Epodo V, en particular, con su grotesca combinaciónde humorismo y horror, y con el cuento del espantapájaros. El interéspor la magia, y los “cuadros de género” de la vida vulgar, son alejandri-nas. cosa de notar en Horacio, el menos accesible a influencias alejandri-nas entre todos los poetas latinos clásicos... El Epodo XVII es, deprincipio a fin, parodia de la poesía heroica.

Los demás Epodos son menos yámbicos en tono... El II (Beatusille ... ) está en vena idílica. Los versos finales quieren convertirlo ensátira, pero sólo humorísticamente.. como en la Ocia I del libro II.. Es elprimer ejemplo de uno de los recursos favoritos del poeta, el final en vol-te-face. El elogio de la vida sencilla en contraste con la vida capitalista esuno de sus temas preferidos... La descripción de los placeres del campoestá hecha con simpatía. Alfio, el usurero, decide al fin atenerse a suprofesión; pero así es la naturaleza humana según Horacio: compáresecon la Sátira 1 del libro I.. La profusión de pormenores descriptivos asícomo el anhelo de una Edad de Oro rústica lo relacionan con el XVI..

Tres pueden llamarse eróticos. En el XI se burla de sí mismo... Elobjeto de su burla, en el XV, no aparece hasta el final. es su sucesor enlos favores de Neera... Los primeros versos son uno de los pocos pasajesde poesía verdadera en el libro... La pieza es una especie de anticipaciónde una de las Odas (la 5 del libro I)...

El último grupo lo componen las cuatro composiciones restantes. Elaspecto de la política del mundo es grave otra vez; amenaza la convul-sión final en el tránsito de la república al imperio, en todas partes, loshombres tienen que decidir de qué lado pelearán. A Horacio, antiguorepublicano, ahora bajo patronato cesáreo, esta crisis debe haberle exigi-do romper sus últimos lazos con su partido originario; y por mucho que

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el sentir de los romanos se escandalizara con el orientalismo de MarcoAntonio, el proceso debe haberle producido trastorno suficiente paraobligarlo a definir sus convicciones morales y su personal devoción alpartido que eligió. Los Epodos I, VII y XIII parecerían reflejar esteperíodo, a juzgar por la seriedad del tono, extraña al resto de la colec-ción..

El metro que Arquíloco había empleado para expresar animosi-dades personales lo emplea Horacio, en el Epodo I, para rendir tributo ala amistad. Es la primera en fecha de sus composiciones dedicadas aMecenas. La ocasión es la inminencia de una gran batalla naval, que alfin se peleó en Accio...

El último, en fecha, de los Epodos es el IX, pieza “de ocasión” enel pleno sentido... Tiene fondo dramático.. Se da como escrita (y muyprobablemente lo fue) a bordo de la galera de Mecenas, el 2 de septiembrede 31 A. C., en que había de pelearse -aunque esto no podía predecirsecon seguridad- la batalla naval que resultaría victoria final. El poetahabla por sí mismo. El tono es ligero porque la victoria, si no cierta, esya muy probable. El último de los Epodos hace recordar que prontocomenzaría Horacio a escribir sus Odas, una de las cuales (la 27 dellibro I) trata de la muerte de Cleopatra...

IV

El propósito principal de Horacio en sus Odas fue, como él mismolo dijo, imitar en latín las formas de los poetas líricos griegos, y especial-mente de Alceo (v. la Oda 1 del libro I y la 30 del libro III; la Epístola19 del libro I y la 2 del libro II).

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Hasta qué punto están modeladas las Odas sobre la lírica griega,no es posible decirlo, dada la escasez y la irregular distribución de lo quede ella sobrevive. Podemos señalar lugares en que el poeta latino tradujoo parafraseó pasajes (casualmente conservados) de Alceo, Píndaro, Ana-creonte, Arquíloco, Símónides, Baquílides. Tales ecos son sólo pequeñaparte de la deuda de Horacio a los inventores de la lírica clásica; hayfundamento para creer que los préstamos disminuyeron con el tiempo.Más provechoso, si posible, hubiera sido investigar hasta qué punto y dequé modo procedían de los griegos los elementos constitutivos de su poesíalírica, tales como el estilo, el tono, la estructura. Descubrimos una in-fluencia general de Alceo y también de Píndaro; de Anacreonte también,aunque no fue, como ellos, creador deformas. Con relación al estilo y altono podemos llegar más lejos: podemos suponer que en tal lugar descu-brimos algo de la ternura de Simónides, en tal otro algo de la gravedadde Estesícoro. Pero respecto de la estructura tropezamos con dificultades.aparte de Píndaro y Baquílides, y de la oda de Safo a Afrodita, no po-seemos ninguna composición lírica griega que podamos considerar segu-ramente completa.

V

La historia de la lírica griega.. es una serie de síntesis hechas poruna serie de artistas creadores. Horacio es en la lírica sucesor directo delos griegos, e hizo la síntesis final.. Esto no le quita su alta originalidad.Al contrario: realizar una síntesis, una que tenga individualidad artís-tica, exige originalidad creadora. Aparte de la habilidad con que hace al

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idioma latino moverse libremente con ritmos que no había conocido an-tes, hay la sonoridad espléndida..

Horacio rara vez parece parafrasear una oda griega en bloc... Todaoda normal ha de tener una ocasión... Y debe dirigirse a algún dios, o a

algún mortal, o -raras veces- a algún objeto inanimado. Otro elementocasi inevitable es el moral. Luego, el elemento mítico... El elemento na-cional. no sólo el color romano, sino el tono romano. Y el elemento per-sonal.

ARCHIBALD Y CAMBELLHorace: a new interpretation. Londres, 1924

Hay un espíritu de rutina en la Epístola a los Pisones. Aristóteles(a quien Horacio sigue sin declararlo, y nada servilmente, pero sí engeneral)12 había sido muy afirmativo, y no pocas veces un tanto arbitra-rio, pero había prescindido cuidadosamente de reglas rutinarias. Hora-cio, al prescribir cinco actos en el teatro o al proscribir el cuarto actor,obedece a la rutina de una manera que implica una de dos cosas, malacualquiera de ellas: o la implícita fe en reglas puramente arbitrarias, o laindiferencia al daño que tales reglas pueden causar. En otras cosas,aunque su buen sentido a veces interviene para bien, es servilmente con-vencional, aunque menos meticulosamente. Hay que usar los metrosconsagrados, y no otros, para los diferentes temas, hay que atenerse a loslineamientos aceptados en la pintura de caracteres de personajes bienconocidos, y hay que modelar los personajes nuevos estrictamente sobre

12 El modelo de Horacio es un tratado –perdido- del escritoralejandrino Neoptólemo de Pario, vulgarizador de las doctrinasaristotélicas sobre la poesía.

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tipos. La decencia, la propiedad, las normas: todo esto debe respetarsesiempre. Sí eres realmente gran poeta, se te podrán tolerar una falta odos, como a una mujer bella se le tolera una verruga, pero de todos mo-dos será una falta. Y esta especie de reglamentación censoria de menu-dencias llena toda la obra. Estamos tan en la antítesis o en los antípodasdel que a veces se siente uno inclinado a darle al Ars poética un tercertítulo y llamarla MEPIN YOUS,13 o De mediocritate: de tal maneratiende a producir la calidad que ataca en uno de sus pasajes más felices..

Pero los méritos compensatorios son importantes... En primer lu-gar, nos da crítica literaria pura o casi pura... Luego, en él la generacióndel crítico no ha esperado a la corrupción del poeta, y posee el don pecu-liar de la concisa frase feliz y memorable...

Da idea clara y definida de uno de los aspectos, y el principal, de laconcepción crítica de la literatura en la época romana ciertamente, y entoda época aproximadamente. Así como Longino representa la excep-ción entre los críticos de la antigüedad, así Horacio representa la regla...

Innecesario es decir con qué agudeza y nitidez, difícilmente iguala-das, superadas nunca, expresó, reforzó, adornó Horacio sus ideas... Ex-cepto en unos pocos casos extremos, de reglamentación excesiva, nunca esabsurdo... Bien interpretados, sus preceptos conservan validez...

GEORGE SAINTSBURYA history of criticism and literarytaste in Europe, Londres, 1900

13 El famoso tratado atribuido a Longino y conocido en los idiomasmodernos bajo el título De lo sublime: en realidad, Del estilo elevado.Saintsbury considera este tratado como la obra maestra de la críticaliteraria en la antigüedad y dice que contiene “el fiat lux y la Declara-ción de Independencia de la crítica” en el pasaje que culmina con la

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En la poesía griega y latina, el poder de colocar las palabras en elorden que mejor responde al propósito del autor se ejerce libremente y conhermoso efecto14. Horacio es uno de esos poetas, pocos en número, aquienes han leído y releído los hombres cultos de lenguas y civilizacionesextrañas durante dos mil años, y eso no porque tenga nada muy im-portante que decir, sino sencillamente por la belleza de su forma. Labelleza de la forma lo ha hecho inmortal, y la mitad de esta belleza estri-ba en el orden que da a las palabras. El hecho puede apreciarse plena-mente sólo después de familiarizarse con su obra, pero se puede darejemplos de ello. Horacio escribe (Oda 9 del libro I):

Nunc et latentis proditor intimoGratus puellae risus ab angulo.

Literalmente. “La deliciosa risa delatora, desde secreto rincón, deuna muchacha allí escondida” Sí Horacio hubiera dicho: “Ab intimoangulo risus proditor puellae latentis”; la expresión sería apagada. Perohallamos juntos “latentis proditor” –“delatora de la escondida”; proditorintimo” –“delatora desde lo secreto”,- “gratus puellae” -“deliciosa, deuna muchacha”; “puellae risus”-“risa de una muchacha”; “risus abangulo” –“risa desde un rincón” Y no sé si no hay además sugestión en“íntimo gratus” – “delicioso en lo secreto”.

El efecto total es mágico.GILBERT MURRAY

The classical tradition in poetry, afirmación de que “las palabras bellas son en realidad y en hecho la luzmisma del espíritu”.14 Consúltese la edición de las Odas de Horacio hecha por el profesorNaylor, de Adelaida (Cambridge, 1922).

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Harvard University, 1927

-..Me pregunto muy en serio si Baudelaire no fue el primero quehalló en los tiempos modernos cierta admirable intensidad imposible deconcebir para quien no haya estudiado su latín hasta los tuétanos, comotú y como yo. Piensa. No cualquier página de Virgilio o de Horacio,sino sus grandes aciertos:

Vides ut alta stet níve candidumSoracte, nec jam sustineant onusSilvae laborantes...

y lo que sigue (Oda 9 del libro I). 0 bien el espléndido, el dionisíaco:

Solvitur acris hiems grata vice veris et FavoniTrahuntque siccas machinae carinas…

(Oda 4 del libro I)

Mira, no puedes imaginar en qué estado me pone esta oda. Es algocomo aquello de La arlesiana (y Jallez tarareó las primeras notas delcoro de la Pastoral: do, fa sol la si do, do, do, do, do, do,do, do, o, re sido re). El estado que Nietzsche no cesó de buscar en toda su vida y quele hizo amar a Bizet, precisamente. Porque ni siquiera Los maestroscantores, con su enorme intención de buen humor, dan la menor idea...Pero eso es otro asunto. Lo que me ha hecho pensar en Bizet es el movi-miento dionisíaco. Claro que no la densidad.

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JULES ROMAINS Les hommes de bonne volonté. II

Les amours enfantines. II. Jeunesse.Travail. Poésie.

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ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE JOSE

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TRADUCTORES E IMITADORES

DIEGO HURTADO DE MENDOZA, (1503-1575): Epís-tola

“El no maravillarse ..” (pág. 301).LUIS BARAHONA DE SOTO, (1548-1595): Carta al Du-que de

Osuna (pág. 308).JUAN DE LA CUEVA, (c. 1550 - c. 1610): Pasaje del Ejem-plar

poético (pág. 309).LOPE DE VEGA, (1562-1635): “Ninguno está en su lu-gar...”

(pág. 312).BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA,(1562-1631):

Sátiras I, 9; II, 7; Soneto “Ya, Opicio...” (pág. 313); frag-mentos:

“Si la naturaleza...” (pág. 313); “El escritor abunde...”(pág. 315); “Haz al fin que el lugar...” (pág. 316).

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ANTONIO DE SOLIS Y RIVADENEYRA, (1610-1686):“Mira

de quién y con quién..” (pág. 318); “Aunque la elocue n-cia

insista...” (pág. 319).ESTEBAN MANUEL DE VILLEGAS, (1589-1669): frag-mento

de Epístola, “Habrá (de cuento va)...” (pág. 319).FRANCISCO JAVIER ALEGRE, mexicano (1729-1788):

Epístolas I, 6.MANUEL MARIA DE ARJONA, (1771-1820): Sátiras I, 1.MANUEL JOSÉ QUINTANA, (1772-1857): fragmentos de

Las reglas del drama: “Si en ti no sientes...” (pág. 325);“Bien fue

sin duda...” (pág. 327).FRANCISCO MARTINEZ DE LA ROSA, (1787-1862):Epístola a

los Pisones; fragmento de la Poética: “Al ostentoso or-nato...”

(pág. 330).MARIANO JOSÉ DE LARRA, (1809-1837): fragmento deLa Noche-

buena de 1836: Yo y mi criado (pág. 336).JAVIER DE BURGOS, (1842-1902): Sátiras I, 1, 2, 3, 4, 5, 6,7, 8, 10;

II, 1, 2, 3, 4, 5, 7, 8; Epístolas I, 6, 12, 15, 18; II, 2.JOAQUIN ARCADIO PAGAZA, mejicano (1839-1918):Oda 9 del

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libro I (pág. 337).MIGUEL ANTONIO CARO, colombiano (1843-1909): Sá-tiras II, 6;

Epístolas I, 1, 2, 3, 4, 5, 7, 8, 9, 10, 11, 13, 14, 16, 17, 19,20; II,

1; Epístola a los Pisones.