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Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO II: EL NUEVO TESTAMENTO POR Roberto Jamieson A. R. Fausset David Brown

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Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES

COMENTARIO

EXEGETICO Y EXPLICATIVO

DE LA BIBLIA

TOMO II: EL NUEVO TESTAMENTO

POR Roberto

Jamieson A. R.

Fausset

David Brown

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Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES [PAG. 667]

LA EPISTOLA GENERAL DE SANTIAGO

INTRODUCCION

Esta carta es llamada por Eusebio (Historia Eclesiástica, 2:23, cerca del año 330 de nuestra era) la primera de las

Epístolas Católicas; es decir, las escritas para circulación general, en distinción de las epístolas de San Pablo, que se dirigían a iglesias y personas en lo particular. En los manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento, aun en existencia, aquéllas se hallan antes de las epístolas de San Pablo. De las mismas, sólo dos son mencionadas por Eusebio como universalmente reconocidas (“homologóumena”), a saber, la Primera de San Pedro y la Primera de San Juan. Todas, sin embargo, aparecen en todo manuscrito existente del Nuevo Testamento completo.

No es motivo de extrañeza el que las epístolas no dirigidas a iglesias particulares (y en especial una como la de

Santiago, dirigida a creyentes israelitas esparcidos) fueran por mucho tiempo poco conocidas. La primera mención de ésta por su nombre, ocurre a principios del siglo tercero, en Orígenes (Comentario sobre San Juan 1:19; 4. 306), quien nació cerca del año 185 y murió en el 254 de nuestra era. Clemente Romano la cita en su Primera Carta a los Corintios cap. 10 con Santiago 2:21, 23, y cap. 11 con Santiago 2:25; Hebreos 11:31). El pastor de Hermas también cita Santiago 4:7. Se cree que Ireneo (Haereses, 4. 16. 2) se refiere a Santiago 2:23. Clemente de Alejandría comenta esta carta, según Casiodoro. Efrem Siro (m. año 379; Opp. Graec. 3. 51) cita Santiago 5:1. Una prueba especialmente fuerte de su autenticidad se halla en el hecho de que formaba parte de la antigua versión siríaca, la que no contiene ninguno de los libros cuestionables (“Antilegómena”, Eusebio, 3. 25), excepto la Epístola a los Hebreos. Ninguno de los padres latinos la cita antes del siglo cuarto; pero un poco después del Concilio de Nicea, fué admitida como canónica tanto por las iglesias orientales como por las occidentales, y así declarada por los Concilios de Hipona y Cartago (año 397). Esto es precisamente lo que había de esperarse; un escrito conocido sólo en parte al principio, con la posterior ampliación de su circulación y un conocimiento mejor de las pruebas de su reconocimiento entre las iglesias apostólicas—las que tenían hombres dotados del discernimiento de espíritus y capaces, por tanto, de distinguir entre escritos inspirados y espúreos, llegó a ser aceptado universalmente. Tenidos un tiempo por dudosos, los libros disputados (Santiago, 2 Pedro, 3 Juan, Judas y Apocalipsis) al fin fueron universal e indubitablemente aceptados; de modo que ningún argumento a favor de los Apócrifos del Antiguo Testamento puede deducirse del caso de aquéllos; en cuanto a éstos, la Iglesia Judaica no tenía duda alguna; los tenía siempre por no inspirados.

La objeción de Lutero a esta carta (“Epístola de paja, y desnuda de todo carácter evangélico”) se debió a su idea

errónea de que el capítulo dos se opone a la doctrina de la justificación por la fe, y no por obras, enseñada por San Pablo. Pero los dos apóstoles, contemplando la justificación desde dos puntos de vista distintos, armonizan perfectamente, y complementan mutuamente las definiciones el uno del otro. La fe precede al amor y a las obras del amor; pero sin éstas, la fe es muerta. San Pablo trata la fe en la justificación del pecador delante de Dios; Santiago la trata en la justificación del creyente evidentemente delante de los hombres. El error que ésta refuta era la noción judaica de que la posesión y conocimiento de la ley de Dios los justificara, aun cuando la desobedecieran (ver 1:22 con Romanos 2:17–25). Los textos 1:3 y 4:1, 12, claramente aluden a Romanos 5:3; 6:13; 7:23; 14:4. También el tenor del capítulo dos, sobre la “justificación”, parece aludir a la enseñanza de San Pablo, con el propósito de corregir falsas ideas judaicas de una categoría diferente de las que Pablo corregía, sin ser ignoradas las mismas por él tampoco (Romanos 2:17, etc.).

San Pablo (Gálatas 2:9) arregla los nombres “Jacobo, Cefas, Juan,” en el orden en que están las respectivas

Epístolas. El Jacobo (Santiago) que escribió esta Epístola (según los escritores más antiguos) es llamado (Gálatas 1:19) “el her mano del Señor”. Era hijo de Alfeo, o sea Cleopas (Lucas 24:13–18) y María, hermana de la madre de Jesús. Cotéjese Marcos 15:40 con Juan 19:25, que parece identificar a la madre de Jacobo el Menor, con la esposa de Cleopas, no con la virgen María, hermana de la esposa de Cleopas. Cleopas es el hebreo; Alfeo es el modo griego de escribir el mismo nombre. Muchos, sin embargo, como Hegésipo (Eusebio, Histo. Ecle.), distingue “al hermano del Señor” del hijo de Alfeo. Pero el Evangelio según los Hebreos, citado por Jerónimo, representa a Jacobo, el hermano del Señor, como presente en la Eucaristía, y por lo tanto idéntico con el [PAG. 668] apóstol Jacobo. Así el evangelio apócrifo de Jacobo. En los Hechos, el Jacobo que fué puesto al frente en Jerusalén después de la muerte de Jacobo, hijo de Zebedeo, no se distingue de Jacobo, hijo de Alfeo. No se le menciona como uno de los hermanos del Señor en Hechos 1:14; sino que aparece como uno de los “apóstoles” (Gálatas 1:19). Se le llama “el Menor” (lit., el pequeño, Marcos 15:40), para distinguirlo de Jacobo, hijo de Zebedeo. Alford considera a Jacobo, el hermano del Señor, autor de la epístola, como el mayor de los hijos de José y María, después de Jesús (ver Mateo 13:55), y piensa que Jacobo hijo de Alfeo se distingue

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de él por el sobrenombre de “el menor.” Sus argumentos contra la identificación del hermano del Señor, obispo de Jerusalén, con el apóstol, Jacobo el Menor, son: (1) Los hermanos del Señor no creían en él en un tiempo posterior al

llamamiento de los apóstoles, y por tanto, ninguno de ellos podía ser de los apóstoles (pero no se deduce de Juan 7:3,

5, que ni uno de ellos creyera); (2) La comisión apostólica fué de predicar el evangelio por todas partes, y no de ser

obispos en localidades particulares (pero es improbable que fuera obispo de Jerusalén uno que no fuese apóstol, al

cual aun los apóstoles rindiesen deferencia, Hechos 15:13–19; Gálatas 1:19; 2:9, 12. La última orden del Salvador de

predicar el evangelio por todas partes, no es inconsecuente con que cada uno tuviese una esfera particular de acción,

en donde fuese obispo misionero, como se dice que Pedro lo fué en Antioquía). (Nota del Trad: Es más probable que

este Jacobo sea el hermano uterino de Jesús. La “hermana de su madre” no era (otra) María, esposa de Cleopas, sino

Salomé, esposa de Zebedeo y madre de Juan. Eran cuatro las mujeres que estuvieron al pie de la cruz (Juan 19:25, con

Marcos 15:40, etc.) Es Pablo quien lo denomina “el hermano del Señor”, el cual hubiera usado otro término para

expresar “primo hermano.” Pablo distingue “a los hermanos del Señor” de los “demás apóstoles”, entre los cuales los

reconoce por destacados dirigentes (1 Corintios 9:5), y a uno de ellos por “columna” a la par de Pedro y Juan (Gálatas

2:9). Igualmente los distingue Lucas (Hechos 1:13, 14) y los evangelios. A este “incrédulo” hermano el Señor dispuso

una gracia especial, apareciéndole (1 Corintios 15:7), como tuvo igual misericordia de Saulo de Tarso, y los preparó a

ambos para un “apostolado” especial).

Llevó el sobrenombre de “el Justo.” Había necesidad de sabiduría especial para predicar el evangelio de tal suerte

que no desestimara la ley. Como obispo de la iglesia de Jerusalén, escribe a las doce tribus, exponiéndoles el evangelio en su aspecto de relación con la ley, reverenciada como era en sumo grado por los judíos. Como las Epístolas de Pablo son un comentario sobre las doctrinas que manan de la muerte y resurrección de Cristo, así la Epístola de Santiago tiene una íntima relación con las enseñanzas del Señor, en especial con el Sermón del Monte. En ambos, la ley se representa cumplida en el amor; el lenguaje mismo es palpablemente similar (Compárese el 1:2 con Mateo 5:12; el 1:4 con Mateo 5:48; el 1:5 y 5:15 con Mateo 7:7–11; el 6:13 con Mateo 5:7 y 6:14, 15; el 2:10 con Mateo 5:19; el 4:4 con Mateo 6:24; el 4:11 con Mateo 7:1, 2; el 5:2 con Mateo 6:19). Toda la epístola respira la misma justicia evangélica que el Sermón del Monte inculca como la suprema realización de la ley. El carácter mismo de Santiago de “el Justo”, o sea, legalmente recto, lo predispone a esta coincidencia (ver el 1:20; 2:10; 3:18 con Mateo 5:20). También le quedaba bien para la presidencia de una iglesia aun celosa de la ley (Hechos 21:18–24; Gálatas 2:12). Si había quien ganase a los judíos para el evangelio, el más apto era éste, quien representaba el molde de la justicia del Antiguo Testamento, combinada con la fe evangélica (ver también el 2:8 con Mateo 5:44, 48). La práctica, no la profesión, es la prueba de la obediencia (ver 2:17; 4:17 con Mateo 7:21–23). Los pecados de la lengua, por leves que los mire el mundo, son ofensas contra la ley del amor (ver el 1:26; 3:2–18 con Mateo 5:22; también “todo juramento”, 5:12 con Mateo 5:33–37).

La ausencia de la bendición apostólica se debe probablemente al hecho de ser dirigida no meramente a los

creyentes, sino también indirectamente a judíos incrédulos. A aquéllos les encomienda la humildad, la paciencia y la oración; a éstos les dirige amonestaciones horrendas (5:7–11; 4:9; 5:1–6).

Jacobo murió como mártir en la pascua. Esta epístola fué escrita probablemente muy poco antes. La destrucción

de Jerusalén (predicha en el 5:1, etc.) sucedió un año después de su martirio, año 69. Hegésipo (citado por Eusebio,

2:23) narra que fué puesto sobre un pináculo del templo por los escribas y fariseos, que le rogaron que restringiera al

pueblo que en grandes números estaba abrazando el cristianismo. “Dinos—le dijeron en presencia de la multitud

reunida para la fiesta—, ¿cuál es la puerta de Jesús? Y Jacobo replicó: “¿Por qué me preguntáis tocante al Hijo del

hombre? Está sentado a la diestra del poder, y vendrá de nuevo sobre las nubes del cielo”. Muchos entonces

exclamaron: “¡Hosana al Hijo de David!” Pero Jacobo fué arrojado de cabeza por los fariseos; y [PAG. 669] orando:

“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, fué apedreado y golpeado a muerte con un mazo de batanero.

Los judíos, como sabemos, se exasperaron por la liberación de Pablo de sus manos, y resolvieron por tanto vengarse

en la persona de Jacobo. La publicación de su epístola a los israelitas dispersos, llevada a ellos probablemente por los

que vinieron a las fiestas, hizo que lo aborrecieran, especialmente los de las clases altas, porque la carta predecía los

ayes que pronto les caerían encima así como a la patria de ellos. Su pregunta injuriosa: “¿Cuál es la puerta de Jesús?”

(eso es, ¿por cuál puerta entrará cuando vuelva?), probablemente alude a su profecía: a saber, “la venida del Señor se

acerca < he aquí el Juez está delante de la puerta” (5:8, 9). Hebreos 13:7 probablemente se refiere al martirio de

Jacobo, tanto tiempo obispo de los cristianos judíos de Jerusalén: “Acordaos de los que tienen (o tenían) el gobierno

(espiritual) sobre vosotros, que os hablaron la palabra de Dios, la fe de los cuales imitad, considerando cuál haya sido

el éxito de su conducta.”

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Su inspiración como apóstol está expresamente señalada en Hechos 15:19, 25: “Yo juzgo <; ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros <” Su autoridad episcopal se distingue por la deferencia hacia él de parte de San Pedro y

San Pablo (Hechos 12:17; 21:18; Gálatas 1:19; 2:9). El Señor se le había aparecido a él en particular después de la

resurrección (1 Corintios 15:7). San Pedro en su primera epístola (universalmente reconocida desde el principio como

canónica), tácitamente confirma la inspiración de la Epístola de Santiago, por la incorporación en sus propios escritos

inspirados cuando menos de diez pasajes de Santiago. El “apóstol de la circuncisión” (San Pedro) y el primer obispo

de Jerusalén, naturalmente, tendrían mucho en común. Véanse el 1:1 con 1 Pedro 1:1; el 1:2 con 1 Pedro 1:6; 4:12, 13; el

1:11 con 1 Pedro 1:24; el 1:18 con 1 Pedro 1:3; el 2:7 con 1 Pedro 4:14; el 3:13 con 1 Pedro 2:12; el 4:1 con 1 Pedro 2:11; el

4:6 con 1 Pedro 5:5, 6; el 4:7 con 1 Pedro 5:6, 9; el 4:10 con 1 Pedro 5:6; el 5:20 con 1 Pedro 4:6. El hecho de estar dictada

en el griego más puro enseña que no se destinaba tan sólo a los judíos de Jerusalén, sino también a los helenistas, o

sean los judíos de habla griega.

El estilo es corto, conciso y sentencioso. Un carácter hebraico atraviesa toda la Epístola, como aparece en los

paralelos poéticos ocasionales (3:1–12). Véase el 2:2: “asamblea,” marginal, sinagoga. Las imágenes son argumentos analógicos, que combinan la lógica y la poesía. La elocuencia y el elemento de persuasión son características prominentes.

La similitud a Mateo, el más hebraico de los evangelios, no es sino lo que había de esperarse de parte del obispo

que en Jerusalén escribiese a israelitas. En dicho evangelio se ve el superior espíritu del cristianismo colocando la ley

judaica en su debido lugar. La ley se impone en su eterno espíritu, no en la letra, de la cual eran tan celosos los judios.

Las doctrinas de la gracia, rasgos distintivos de la enseñanza paulina para los helenistas y gentiles, son menos

prominentes, habiendo sido bien enseñadas ya por el apóstol. Santiago complementa a San Pablo, y enseña a los

cristianos judíos, que seguían guardando los ritos legales hasta la caída de Jerusalén, el principio espiritual de la ley, o

sea, el amor manifestado en la obediencia. Trazar el “hombre perfecto”, quien continúa en la ley evangélica del amor, es

el tema de la epístola.

Nota: El traductor ha preferido emplear el nombre Jacobo y prescindir del título “San” en el cuerpo de la discusión,

pero retiene “Santiago” para denotar la Epístola, puesto que así aparece en todas las Biblias.

CAPITULO 1

ENCABEZAMIENTO: EXHORTACION SOBRE EL OIR, EL HABLAR Y LA IRA. Este último tema se discute

también en 3:13–4:17. 1. Jacobo—un apóstol de la circuncisión, con Pedro y Juan; Jacobo en Jerusalén, Palestina y Siria; Pedro en Babilonia y Oriente: Juan en Efeso y Asia Menor. Pedro escribe a los judíos esparcidos de Ponto. Galacia y Capadocia; Jacobo, a los israelitas de las doce tribus esparcidas. siervo de Dios—no que no fuese apostol; pues Pablo, un apóstol, también así se llama; pero escribiendo a los israelitas en general inclusive, si bien indirectamente, a los incrédulos, humildemente omite el título de “apóstol”; lo hace Pablo también cuando escribe a los hebreos; asimismo Judas, apóstol, en su Epístola General. y del Señor Jesucristo—término no mencionado más, salvo en el 2:1: ni tampoco en sus discursos (Hechos 15:14, 15; 21:20, 21), por temor de que su mención frecuente del nombre de Jesús pareciese motivada por la vanidad, por ser “el hermano del Señor” [Bengel]. Siendo práctica su enseñanza, más bien que doctrinaria, requería la mención menos frecuente de Cristo. esparcidas—lit., “que están en la dispersión”. La dispersión de los israelitas y su comunicación con Jerusalén como centro de la religión, fueron los medios divinamente ordenados para la propagación del cristianismo. Los peregrinos de la ley se tornaron en caravanas del evangelio [PAG. 670] (Wordsforth). salud—palabra no hallada en otra carta cristiana sino aquí y en la epístola del sínodo de Jerusalén dirigida a las iglesias gentiles; coincidencia casual que indica la genuinidad. En el griego original (chairein) por “salutaciones”, hay una relación con el “gozo”, al cual se les exhorta en medio de las miserias existentes motivadas por la pobreza y la consiguiente opresión. 2. Hermanos míos—frase muy repetida por Jacobo, que denota la comunidad nacional y la de la fe. sumo gozo—“todo gozo”, causa del mayor gozo [Grocio] Nada sino gozo

[Piscator]. Considerad que todas “las diversas tentaciones” son cada una asunto de gozo [Bengel]. cayereis—de

improviso, de modo de ser rodeados de ellas (así el griego original). tentaciones—no en el sentido limitado de

instigación al pecado, sino de pruebas y aflicciones de cualquier especie que prueban y purifican el carácter cristiano.

Ver “tentar”, eso es, atentar, Génesis 22:1. Algunos de aquellos a quienes escribe Jacobo estaban “enfermos,” o de otra

forma “afligidos” (5:13). Toda prueba posible al hijo de Dios es una obra maestra en la estrategia del Capitán de

nuestra salvación para el bien de él. 3. la prueba—el examen o comprobación de vuestra fe, es decir, por “diversas

tentaciones.” Ver Romanos 5:3: “La tribulación” obra paciencia, la paciencia obra experiencia (en el original: dokime,

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afín de dokimión: “comprobación” aquí; allí es “experiencia”; aquí comprobación, que produce experiencia). paciencia—El original expresa más: fortaleza perseverante o continuación (Lucas 8:15). 4. Que esta perseverancia tenga

una obra perfecta (v. 3), eso es, que tenga su pleno efecto, demostrando el grado más perfecto de fortaleza, a saber “el

gozo de llevar la cruz” [Menoquio], y resistiendo hasta el fin (Mateo 10:22) [Calvino]. seáis perfectos—bien

desarrollados en todos los atributos del carácter cristiano. Para esto se requiere el “gozo” [Bengel], como parte de la

“obra perfecta” de la probación. La obra de Dios en un hombre es el hombre. Si las enseñanzas de Dios por la

paciencia han tenido una perfecta obra en ti, tú eres perfecto [Alford]. cabales—lo que tiene completas todas sus partes,

sin carecer de parte integral; 1 Tesalonicenses 5:23: “vuestro entero espíritu y alma y cuerpo”; pues “perfecto”

significa “sin mancha en sus partes. 5. Y si—El griego tiene “pero”, que es importante. “Pero (por cuanto esta perfecta

entereza sin carecer de nada es difícil de adquirir) si alguno <” tiene falta—como el vocablo está repetido (según el

uso de Jacob) del v. 4, “sin carecer de nada”, tradúzcase: “Si alguno de vosotros necesita sabiduría”, es decir, sabiduría

por la cual podáis “tenerlo todo por gozo cuando caigáis en diversas tentaciones”, y permitáis que “la paciencia tenga

su obra perfecta”. Esta “sabiduría” se demuestra detalladamente en sus efectos (3:17). La suprema sabiduría, que

gobierna la paciencia así en la pobreza como en la riqueza, se describe en los vv. 9, 10. demándela—(ver el 4:2.)

abundantemente—Con generosidad. Traducido “con simplicidad” en Romanos 12:8. Dios da sin agregar cosa alguna

que quite de la liberalidad de la dádiva [Alford]. Dios requiere la misma simplicidad de parte de sus hijos (Mateo 6:22:

“tu ojo < simple”). y no zahiere—una ilustración de cómo Dios da con simplicidad. Da al humilde suplicante, sin

reprocharle sus pecados pasados e ingratitud, ni su futuro abuso de la bondad de Dios. Los judíos rezan: “Que no

tenga yo necesidad de dádivas de los hombres, cuyos dones son pocos, mas sus censuras muchas; pero dame de tu

mano, amplia y llena”. Véase la petición de Salomón de “sabiduría,” y el don de Dios por encima de lo que pidió,

aunque Dios preveía que su futuro abuso de la bondad divina iba a merecer cosa muy dura. Jacobo tiene por delante

el sermón del monte (Véase mi Introducción). Dios oye la oración sincera, y concede, o la cosa pedida, o bien algo

mejor; de la manera que el buen médico tiene en cuenta el bien del enfermo mejor con negarle la cosa nociva que pide,

que con concederle algo momentáneamente agradable pero perjudicial. 6. pida en fe—eso es, en la persuación de que

Dios puede dar y dará. Jacobo empieza y termina con “fe”. Por la mitad de la epístola, quita los impedimentos de la

fe, y enseña el verdadero carácter de ella [Bengel]. no dudando—titubeando entre la confianza y la incredulidad.

Compárese el caso de los israelitas, que parecían creer en parte en el poder de Dios, pero que se inclinaban más hacia

la incredulidad con “limitarlo”. Por otra parte, comp. Hechos 10:20; Romanos 4:20 (“Tampoco < dudó con

desconfianza”); 1 Timoteo 2:8. semejante a la onda de la mar—Isaías 57:20; Efesios 4:14. “Llevados por doquiera de

todo viento de doctrina”. movida del viento—o “llevada” por fuerza exterior. echada—por fuerza interior, por su

propia inestabilidad [Bengel]. Ya echado sobre la ribera de la fe y la esperanza; ya arrollado al abismo de la

incredulidad; una vez, elevado a la cima del orgullo mundano, otra, arrojado a la arena de la desesperación y aflicción

[Wiesinger]. 7. pues—paralelo con “porque” del 1:6. tal hombre—el inestable, que se engaña a sí mismo. no piense—

La fe real es más que mera opinión o conjetura. ninguna cosa—es decir, de las que pide; muchas cosas recibe de Dios:

el alimento, el techo, etc., pero éstos son dones generales de la providencia; de las cosas impartidas especialmente en

respuesta a la oración, de ellas el inconstante no recibirá cosa alguna, y menos la sabiduría. 8. de doblado ánimo—lit.,

de doble alma, la una dirigida hacia Dios, la otra hacia otra cosa. El griego favorece la traducción de Alford: “El (el que

duda, v. 6) es un hombre de doble ánimo, inconstante <” o mejor, la de Beza. Las palabras del v. 8 están en aposición

con “el tal hombre” del v. 7; así que el verbo “es”, que no está en el original, no hace falta suplirlo: “Tal hombre <

hombre de doble ánimo, inconstante en todos sus caminos”. No es hipócrita lo que se quiere decir, sino hombre

inconstante, como demuestra el contexto. Es lo opuesto de “el ojo simple” de Mateo 6:22. 9, 10. Tradúzcase: “Pero

gloríese el hermano <” es decir, el mejor remedio contra el mal del doble ánimo es aquella simplicidad cristiana de

espíritu que permite que el “hermano” de humilde condición exterior “se regocije” (v. 2) “en su alteza,” de ser tenido

por hijo y heredero de Dios, siendo sus aflicciones mismas las arras de su gloria y corona venideras (v. 12); y que el

rico pueda “regocijarse en su humillación”, siendo despojado de sus bienes por amor de Cristo [Menoquio]; o en ser

humillado en espíritu mediante las pruebas providenciales, lo que es motivo verdadero de regocijo [Gomaro]. El

intento de la [PAG. 671] Epístola es reducir todas las cosas a una base uniforme (cap. 2:1; 5:13). Al “bajo” con

preferencia al “rico” se le llama “el hermano” (Bengel). En cuanto uno sea “rico” meramente en bienes mundanos, “él

se pasará”; en cuanto su carácter predominante es el de un “hermano,” él “permanece para siempre” (1 Juan 2:17).

Esta interpretación responde a todas las objeciones de Alford a que se tome “el rico” aquí como “hermano” en

cualquier sentido. Para evitar hacerle hermano al rico, él traduce: “Pero el rico se gloria en su bajeza”, es decir, en lo

que resulta ser su “humillación” (su riqueza, Filipenses 3:19), así como se dice al pobre que se regocije en lo que es en

realidad su exaltación (su condición humilde). 11. Tomado de Isaías 40:6–8. con ardor—más bien, “con el viento

caluroso” desde el este o del sur, el que quema la vegetación (Lucas 12:55). “El ardor” del sol no está en su salida, sino

más bien al mediodía; mientras que el ardoroso viento kadím sopla a menudo al amanecer (Jonás 4:8). [Middleton, El

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Artículo Griego] Mateo 20:12 emplea el sustantivo por calor. Isaías 40:7: “La hierba se seca < porque el viento < sopló” parece corresponder al viento ardiente aquí. en todos sus caminos—indica el grado embarazoso de los planes del rico

[Bengel]. Compárese “sus caminos”, es decir, su curso de vida, su conducta (v. 8). 12. Bienaventurado—Comp. el

Sermón del Monte, Mateo 5:4, 10, 11. sufre la tentación—No el “caer en diversas tentaciones” (v. 2) es el motivo de la

bienaventuranza, sino el soportar la prueba “hasta el fin”. Véase Job 5:17. cuando fuere probado—lit., “una vez

aprobado”, cuando haya pasado por la prueba (v. 3), habiendo su “fe” ganado finalmente la victoria. la corona—no

aludiendo a la corona o guirnalda dada a los ganadores en los juegos; porque ésta, una alusión natural para Pablo al

escribir a los gentiles, entre los cuales tales juegos existían, sería impropia para Jacobo, quien se dirige a cristianos

judíos, que miraban las costumbres gentílicas con repugnancia. de vida—“de la vida”; la “vida” constituye la corona,

la sola vida verdadera, la suprema, la vida eterna. La corona sugiere un reino (Salmo 21:3). Dios—omitido de los

mejores manuscritos y versiones; otros interpolan “el Señor”. El corazón del creyente suple la omisión, sin necesidad

de que se mencione el nombre. El “fiel que ha prometido” (Hebreos 10:23). a los que le aman—En 2 Timoteo 4:8, “la

corona de justicia a los que aman su aparición”. El amor produce la paciente resistencia; nadie evidencia mejor su

amor que los que sufren por él. 13. Cuando … tentado—probado por la solicitación al mal. Hasta aquí se trataba de la

“tentación” en el sentido de prueba, la probación por medio de las aflicciones. Que nadie piense que Dios le imponga

una necesidad inevitable de pecar. Dios no os envía pruebas a fin de haceros peores, sino mejores (vv. 16, 17). Por

tanto, no os dejéis hundir bajo la presión del mal (1 Corintios 10:13). de Dios—por intermedios que de él procedan. El

griego no dice “tentado por Dios”, sino “tentado de Dios”, lo que denota agencia indirecta. no puede ser tentado de los

malos—o bien. “de males,” o lo malo: ni tientan a Dios ningunos de nuestros pecados a seducirnos a cosas peores, ni

él mismo tienta a nadie de su voluntad” (lit., de sí mismo: comp. la antítesis del 1:18: “De su (propia) voluntad nos ha

engendrado” a santidad, cuán lejos está de tentarnos por su propia voluntad) [Bengel]. En Génesis 22:1 se dice que

Dios “tentó a Abrahán”, pero allí la tentación significa probación, y no seducción. Alford traduce según el sentido

ordinario del griego: “Dios no está versado en el mal”. Pero así se nos da un sentido menos probable, y el de nuestra

versión, probablemente, es el verdadero; pues el griego eclesiástico a menudo usa palabras con sentido nuevo, según

las nuevas verdades que debe enseñar. 14. Todo hombre, cuando es tentado, lo es por la atracción (aquí, como en el v.

13, la preposición apo expresa procedencia más bien que la agencia de la tentación) de sus propias concupiscencias. La

causa del pecado está en nosotros mismos. Ni aun las sugestiones de Satanás nos ponen en peligro, sino cuando las

hacemos nuestras. Cada uno tiene sus propias concupiscencias peculiares (así el griego), que surgen de su propio

temperamento y hábitos. Se origina la concupiscencia en el pecado innato en el hombre, heredado de Adán. atraído—

el primer paso en la tentación: desviado de la verdad y de la virtud. sebado—lit., enganchado por el cebo, como el

pescado. El segundo paso: el hombre se permite (como expresa la voz media del griego) ser inducido al mal [Bengel].

La “concupiscencia” está aquí personificada, como la ramera que seduce al hombre. 15. La unión culpable se efectúa

cuando la voluntad abraza a la tentadora. “La concupiscencia”, la ramera, entonces “pare el pecado” a saber, aquel

pecado al cual la tentación inclina. Luego el pecado especificado (así denota el griego), “siendo cumplido, engendra

muerte”, de la cual estaba todo el tiempo preñado [Alford]. Esta “muerte” está en marcado contraste con la “corona

de la vida” (v. 12), el blanco de la “paciencia” y perseverancia, cuando tenga su obra perfecta. El que pretende pelear

contra Satanás con las armas de Satanás, no debe maravillarse si se ve sobrepujado. Destrúyase el pecado en la

simiente de la concupiscencia. 16. no erréis—atribuyendo a Dios la tentación al mal; antes, al contrario (sigue

demostrando que) “todo bien”, todo lo bueno proviene de Dios. 17. dádiva … don—Vocablos distintos: (1) el acto de

dar, o el don en la iniciación: (2) la cosa dada, el don hecho perfecto, cumplido. Como la dádiva está parangonada con

el “pecado” en su iniciación, así el “don perfecto” se contrasta con “el pecado < cumplido”, que engendra muerte (2

Pedro 1:3). de lo alto—(ver el 3:15). Padre de las luces—El Creador de las luces del cielo (ver Job 38:28 [Alford]; Génesis

4:20, 21; Hebreos 12:9). Esto concuerda con la referencia a los cambios en la luz de los cuerpos celestiales, referidos al

final del versículo. También, el Padre de las luces espirituales en el reino de gracia y de gloria. Estas se tipificaban por

las luces sobrenaturales en la coraza del sumo sacerdote, el Urim. Por cuanto “Dios es luz, y en él no hay tinieblas

algunas” (1 Juan 1:5), él no puede en manera alguna, ser el autor del pecado (v. 13), el cual es tinieblas (Juan 3:19).

mudanza ni sombra de variación—Malaquías 3:6). Ningunas de las variaciones que sufren las “luces” físicas, ni de las

que pueden sufrir las espirituales, se aplican a Dios. “Sombra de variación”, como la sombra arrojada por un astro

sobre otro, al salir de su revolución, por ejemplo, cuando la luna es [PAG. 672] eclipsada por la sombra de la tierra, y

el sol por el cuerpo de la luna. Bengel llega aquí a un punto culminante: “no hay variación ni sombra (sugestión) de

alteración”: denotando lo primero un cambio de comprensión; lo segundo, de la voluntad. 18. (Juan 1:13). La

regeneración del creyente es el ejemplo supremo que prueba que nada sino el bien procede de Dios. de su voluntad—

Porque le plugo (lo que demuestra que la naturaleza esencial de Dios es hacer el bien, no el mal), no inducido por

causa exterior alguna. nos engendró—espiritualmente; un hecho una vez por todas consumado (1 Pedro 1:3, 23). En

contraste con la concepción de la concupiscencia y el nacimiento del pecado, causante de la muerte (v. 15). La vida

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sigue naturalmente en contacto con la luz (v. 17). la palabra de verdad—el evangelio. El medio objetivo, como la fe es el medio apropiador de la regeneración, por el Espíritu Santo como el agente eficiente. primicias—Ciertas, o alguna

clase de primicias. Respecto a la resurrección, Cristo es las primicias (1 Corintios 15:20, 23); los creyentes, con respecto

a la regeneración, son, como pudiéramos decir las primicias (figura de la consagración del primogénito de hombre,

ganado, y frutos a Dios, familiar a los lectores judíos) eso es, ellos son las primeras de las criaturas regeneradas de

Dios, y las arras de la regeneración final de la creación. Véase Romanos 8:19, 23, donde también el Espíritu, el agente

divino de la regeneración del creyente, es llamado “primicias”, eso es, las arras de que la regeneración comenzada en

el alma, se extenderá también, finalmente, al cuerpo y a las partes inferiores de la creación. De todas las criaturas

visibles de Dios los creyentes forman la parte más noble, y como las primicias legales, santifican a las demás; ésta es la

razón por que son duramente probados ahora. 19. Por esto—por cuanto vuestros males son de vosotros mismos, pero

vuestro bien, de Dios. Sin embargo, los manuscritos y versiones más antiguos leen así (histe por hoste): “Lo sabéis (así

dice en Efesios 5:5; Hebreos 12:17), mis amados hermanos; pero (por consiguiente) sea todo hombre pronto para oír”,

eso es, dócil en la recepción de “la palabra de la verdad” (vv. 18, 21). El método correcto para oír se trata en los vv. 21–

27 y el cap. dos. tardío para hablar—(Proverbios 10:19; 17:27, 28; Eclesiastés 5:2.) Una buena manera de escaparnos de

la clase de tentación que surge de nosotros mismos (v. 13). Tardío en hablar con autoridad como maestro o tutor de

otros (3:1); una falta judaica muy común; tardío también en hablar cosas tan ligeras acerca de Dios, como en el v. 13.

Nos han sido dadas dos orejas. observan los rabinos, pero una sola lengua; aquéllas están abiertas y expuestas,

mientras que la lengua está entre paredes y tras los dientes. tardío en airarse—(3:13, 14; 4:5.) Tardío para acalorarse en

el debate: otra falta de los judíos (Romanos 2:8), propensión a hablar mucho. Tittmann cree que no quiere decir tanto

la “ira”, como un sentimiento de indignación y de mal humor bajo las calamidades que tocan a toda la vida humana:

esto concuerda con las “diversas tentaciones” del v. 2. La ligereza para enojarse impide oír la palabra de Dios; así

ocurrió con Naamán, 2 Reyes 5:11; Lucas 4:8. 20. El celo airado del hombre en el debate, como si estuviese excitado

por el honor de la justicia de Dios, está lejos de obrar lo que es en verdad la justicia ante los ojos de Dios. La verdadera

“justicia se siembra en paz” no en la ira (3:18). Según la mejor y más antigua lección, el verbo significa “practicar”; el

texto recibido tiene el que significa “producir”. 21. dejando—“poniendo aparte”, una vez para siempre (dice el griego),

como ropa sucia. Comp. la ropa sucia de Josué, Zacarías 3:3, 5; Apocalipsis 7:14. “La inmundicia” se limpia con oír la

palabra de Dios (Juan 15:3). superfluidad de malicia—el exceso (es decir, el espíritu inmoderado indicado por “la ira”

vv. 19, 20), que surge de la malicia (nuestra natural disposición mala de los unos hacia los otros). 1 Pedro 2:1 tiene las

mismísimas palabras en el griego. Así se traduce “malicia” en Efesios 4:31; Colosenses 3:8. El “exceso indigno”

[Bengel] no es bastante fuerte. El exceso superfluo en el habla es también reprobado como “venido del mal” (vocablo

en el griego afín de perversidad aquí) en el Sermón del Monte (Mateo 5:37), con el que la Epístola de Santiago tiene tanto

en común. con mansedumbre—el uno para con el otro [Alford], lo contrario de “la ira”, (v. 20), y que corresponde a

los “recién nacidos” de 1 Pedro 2:2. La mansedumbre, pienso, incluye también un espíritu como de niño, dócil,

humilde, tanto como no contencioso (Salmo 25:9; 45:4; Isaías 66:2; Mateo 5:5; 11:28–30; 18:3, 4: en contraste, Romanos

2:8). Sobre “recibid” aplicado a la tierra que recibe semilla, véase Marcos 4:20. En contraste, Hechos 17:11; 1

Tesalonicenses 1:6 con 2 Tesalonicenses 2:10. palabra ingerida—La palabra evangélica, cuyo atributo propio es el de

ser injertada por el Espíritu Santo, de modo que sea vivamente incorporada en el creyente, como el brote fructífero es

injertado en el acebuche natural. La ley vino al hombre solamente desde afuera, y le advirtió su deber. El Evangelio es

ingerido interiormente, y así cumple el propósito ulterior de la ley (Deuteronomio 6:6; 11:18; Salmo 119:11). Alford

traduce: “La palabra implantada”, refiriéndose a la parábola del sembrador (Mateo 13). Yo prefiero nuestra versión.

puede hacer salvas—un incentivo fuerte para corregir nuestra pesadez en oír la palabra: aquella palabra que oímos

tan descuidadamente puede (instrumentalmente) salvarnos. [Calvino]. almas—Vuestro verdadero “yo”, la

personalidad, pues el “cuerpo” está sujeto a la enfermedad y a la muerte; pero salvada el alma ya, el cuerpo como el

alma lo será al fin (5:15, 20). 22. La calificación del precepto: “sed prontos para oír:” “sed hacedores < no solamente

oidores”: no meramente “haced” la palabra, sino “sed hacedores” sistemática y continuamente, como si tal cosa fuera

vuestro negocio ordinario. Jacobo aquí se refiere al Sermón del Monte (Mateo 7:21–29). engañándoos—por la falacia

lógica (el griego lo expresa) de que el mero oír sea todo lo necesario. 23. Porque—el autoengaño lógico (v. 22) ilustrado.

oye … no hace—El griego: “oidor de la palabra, y no hacedor”, como en el v. 22. El verdadero discípulo—dicen los

rabinos—aprende a fin de hacer, y no meramente a fin de saber o de enseñar. su rostro natural—“el rostro de su

nacimiento:” la cara con que nació. Como el hombre puede contemplar su cara natural en el espejo, así el oidor puede

percibir su imagen moral en la palabra de Dios. El fiel retrato del alma del hombre en la Escritura es la prueba más

fuerte de la verdad de la [PAG. 673] misma. En ella, también, vemos reflejada la gloria de Dios, tan bien como vemos

nuestra vileza natural. 24. consideró—No bien hubo contemplado su imagen cuando se marchó por su camino (v 11).

“Consideró” corresponde a oír la palabra; “se fué”, a desatenderla después de oír; dejando vagar la mente hacia otra

parte y perdiendo interés en la cosa oída: luego sigue el olvido [Alford]. (Ezequiel 33:21). El “consideró” aquí y en el v.

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23 denota que, por pasajero que fuera, algún conocimiento de sí mismo, aun cuando fuera momentáneo, fué impartido al oír la palabra (1 Corintios 14:24). y … y—la repetición expresa la ligereza unida a la liviandad [Bengel]

luego se olvidó qué tal era—en el espejo. El olvido no es excusa (v. 25; 2 Pedro 1:9). 25. mirando atentamente—Verbo

compuesto: lit., se encorvó para mirar de cerca; más fuerte que el “consideró” del v. 24. Una curiosidad feliz, si bien es

eficaz en llevar fruto [Bengel]. perfecta ley … de la libertad—la regla evangélica de vida, perfecta y perfeccionadora

(como se ve en el Sermón del Monte, Mateo 5:48), que también nos hace caminar verdaderamente en la libertad

(Salmo 119:32, Versión del Libro de Oración Anglicano). Los cristianos han de poner por meta una norma de santidad

superior a la que se entendía generalmente bajo la ley. El principio del amor sustituye la letra de la ley, de modo que

por el Espíritu son libres del yugo del pecado, y libres para obedecer por el instinto espontáneo (2:8, 10, 12; Juan 8:31–

36; 15:14, 15; comp. 1 Corintios 7:22; Gálatas 5:1, 13; 1 Pedro 2:16). La ley así queda anulada, pero cumplida.

perseverado—en contraste con el “se fué” del v. 24: continúa tanto mirando en el espejo de la palabra de Dios, como

haciendo sus preceptos. bienaventurado en su hecho—en hacerlo En la misma ejecución de la obra hay

bienaventuranza (Salmo 19:11). 26, 27.—un ejemplo de hacer la obra. religioso … religión—el griego expresa el servicio

o ejercicio exterior de la religión, siendo “la piedad” su alma íntima. “Si alguno cree ser religioso; eso es, observador

de los oficios de la religión, que sepa que éstos consisten no tanto en las observancias externas como en actos de

misericordia y en la humilde piedad (Miqueas 6:7, 8), tales como la visitación de los huérfanos < y guardarse sin

mancha del mundo” (Mateo 23:23). Jacobo no quiere decir que estos oficios sean los grandes factores esenciales, o el

todo de la religión; sino que, mientras el culto legal era meramente ceremonial, los mismos servicios del evangelio

consisten en actos de misericordia y santidad, y que tienen la luz por su vestidura, siendo su manto mismo la justicia

[Trench]. El vocablo se halla sólo aquí y en Hechos 26:5: “Conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión he

vivido Fansio.” Colosenses 2:18, “el culto a los ángeles”. no refrena su lengua—La discreción en el hablar es mejor

que la elocuencia del hablar (Comp. 3:2, 3). Comp. Salmo 39:1. Dios solo puede capacitarnos para hacerlo. Jacobo,

tratando de la ley, naturalmente observa este pecado. Porque personas hay que están libres de los pecados más

groseros, y hasta demuestran evidencias externas de santidad, pero que a menudo se enaltecen a sí mismas,

infamando a otros so pretexto de celo, mientras que su motivo real es su inclinación a hablar mal. [Calvino].

corazón—éste y la lengua accionan y reaccionan el uno sobre la otra. 27. religión pura y sin mácula—“La pureza” es

aquel amor que no tenga en sí mistura ajena alguna, como la ilusión y la hipocresía. Guardarse sin contaminación es el

medio de conservar pura la religión [Tittman]. “Pura” expresa el lado positivo del culto religioso; el “sin mácula” el

lado negativo; lo mismo que visitar a los huérfanos y a las viudas es el activo, el guardarse sin mancha del mundo, es

el lado pasivo del deber religioso. Tal es la forma más noble que toman nuestros ejercicios religiosos, en lugar de los

oficios ceremoniales de la ley. delante de Dios y Padre—lit., “delante de aquel que es (nuestro) Dios y Padre”. Dios

está así denominado para indicar que si queremos ser como nuestro Padre, no es por medio de ayunos, etc., porque él

nada de esto hace, sino siendo “misericordiosos, como nuestro Padre es misericordioso” [Crisóstomo]. visitar—en

simpatía y con oficios benignos para aliviar sus aflicciones. los huérfanos—cuyo “Padre” es Dios (Salmo 68:5);

peculiarmente impotentes. y guardarse—La conjunción “y” no está en el griego: tan íntima es la relación entre las

obras activas de misericordia y la abstención personal de la mundanalidad en espíritu, palabra, y hecho, que no hace

falta la conjunción entre visitar y guardarse. “Guardarse”: con celosa vigilancia, orando al mismo tiempo, confiando en

Dios el solo poderoso para guardarnos (Juan 17:15; Judas 24).

CAPITULO 2

EL PECADO Y LA ACEPCION DE PERSONAS: LA FE MUERTA Y SIN OBRAS NO SALVA A NADIE. 1–13.

Jacobo ilustra “la perfecta ley de la libertad” (1:25) con un caso de pecado contra ella, y termina con otra referencia a dicha ley (1:12, 13). 1. Hermanos—La igualdad de todos los cristianos como “hermanos” forma la base de la amonestación. la fe de … Cristo—eso es, la fe cristiana. Jacobo fundamenta la práctica cristiana en la fe cristiana. el Señor … glorioso—“el Señor de la gloria:” así en 1 Corintios 2:8. Como todos los creyentes, así ricos como pobres, reciben su gloria de su unión con aquél, “el Señor de la gloria”, no de las ventajas externas de fortuna mundana, el pecado mencionado es marcadamente inconsecuente con la fe de él. Bengel, sin hacer elipsis de el Señor, explica “gloria” como en aposición con “Cristo,” quien es la gloria (Lucas 2:32); la verdadera gloria (Shekinah del templo) (Romanos 9:4). Nuestra versión es más sencilla. La gloria de Cristo, reposando sobre el humilde creyente, debería hacer que éste sea tenido en tan alta estima por los “hermanos”, como su hermano más rico; y más aún, si el creyente humilde tiene más del espíritu de Cristo que el hermano rico. en acepción de personas—en la práctica de la preferencia parcial de personas de varias maneras y en varias ocasiones. 2. congregación—lit., “sinagoga”; éste, el último caso del uso honroso y el único de uso cristiano del vocablo usado en el Nuevo Testamento, ocurre en la Epístola de Santiago, el apóstol que mantuvo hasta el último momento posibles los vínculos entre la sinagoga judaica

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y la iglesia cristiana. Pronto después, la continua resistencia a la verdad de parte de los judíos indujo a los cristianos a dejarles el uso exclusivo del término [PAG. 674] (Apocalipsis 3:9). La “sinagoga” denota meramente una asamblea o

congregación no necesariamente unida por vínculo común alguno. “Iglesia” es un pueblo ligado por vínculos y leyes

mutuos, aun cuando acaso los miembros no estén reunidos. [Trench y Vitringa]. En parte por las tendencias hebraicas

de Jacobo, y en parte porque las iglesias cristianas retenían las más de las formas judaicas, este término “sinagoga” se

emplea aquí en vez del vocablo cristiano “iglesia” (ekklesía, derivado del radical llamar fuera, o convocar, expresa la

unión de sus miembros en vínculos espirituales, independientes de localidad, y llamados fuera a una separación del

mundo); una coincidencia sin premeditación y un indicio de la verdad. La gente, en la sinagoga judaica, tomaba

asientos conforme a su rango, los del mismo oficio se sentaban juntos. La introducción de esta costumbre en los

lugares de culto cristiano es aquí reprobado por el apóstol. Las iglesias o templos cristianos eran edificados como las

sinagogas, con la mesa santa en el extremo oriental de aquéllas, como estaba el arca en éstas; el pupitre y el púlpito

eran los principales artículos mobiliarios en ambas. Esto enseña el error de comparar la iglesia con el templo, y el

ministerio con el sacerdocio; el templo es representado por todo el cuerpo de adoradores; el local de la iglesia era

construído según el modelo de la sinagoga, no del templo. Véase La Sinagoga, por Vitringa, 2, 3. Si … entra—“Si por

acaso entra <” [Alford]. ropa … vestidura—Como el griego tiene el mismo vocablo en ambos versículos, se podría

traducir cada vez de la misma manera, “vestidura espléndida.” tuviereis respeto—sin saber acaso quién es, si en

efecto fuese pagano. Era el oficio de los diáconos señalar asientos a los miembros de la congregación. [Clemente,

Constitución, 2:57, 58]. le dijereis—“Le” está omitido en los mejores manuscritos. Así el “tú” viene a ser más enfático.

aquí—cerca de quien habla. allí—alejado de donde están los asientos buenos. debajo de mi estrado—no literalmente

así, sino en el suelo cerca de mi estrado. El hombre pobre o tenía que permanecer de pie, o si se sentaba, sentarse en

una posición degradante. 4. ¿No juzgáis.. ?—Lit., ¿no habéis hecho distinciones, o diferencias (prefiriendo uno a otro)?

Así en Judas 22. en vosotros mismos—en vuestras mentes, eso es, según vuestra inclinación carnal [Grocio] venís a

ser jueces—Las palabras griegas por “jueces” y “juzgáis” (con parcialidad) son afines en sonido y sentido. Debiera

darse una traducción similar a ambas; es decir, por jueces dígase “distinguidores de (o sea, según vuestros)

pensamientos malos”; o bien, ¿no juzgáis con parcialidad entre hombres, haciéndoos así jueces malévolos (Marcos 7:21)?

Los “pensamientos malos” están en los jueces mismos como en Lucas 18:6: “juez de injusticia”, traducido, “juez

injusto”. Alford y Wahl traducen: “¿No dudasteis” (respecto a vuestra fe, que es inconsecuente con las distinciones que

hacéis entre ricos y pobres)? Porque el griego (diakrinein) siempre significa dudar en el Nuevo Testamento. Así en el 1:6

que algunos traducen vacilar, o fluctuar. Mateo 21:21; Hechos 10:20; Romanos 4:20, “tampoco < dudó.” El mismo juego

de palabras afines hay en el griego en Romanos 14:10, 23: juzgas … hace diferencia (o duda). La misma culpa de ser juez

de la ley, cuando uno debiera ser quien la obedezca, se halla en el 4:11. 5. oíd—El apóstol llama a juicio a los que se

constituyen “jueces” a sí mismos (2:4). pobres de este mundo—Los mejores manuscritos dicen: “los pobres con

respecto al mundo”. En contraste con “los ricos en este presente siglo” (1 Timoteo 6:17). No todos los pobres, por

supuesto; pero los pobres, como clase, proporcionaron mayor número de creyentes que los ricos, como clase. El rico, si

es creyente, renuncia a las riquezas, como su porción; el pobre, si es incrédulo, descuida aquello que es la ventaja

especial de la pobreza (Mateo 5:3; 1 Corintios 1:26, 27, 28). ricos en fe—Sus riquezas consisten en la fe. Lucas 12:21:

“ricos para con Dios”. 1 Timoteo 6:18: “Ricos en buenas obras” (Apocalipsis 2:9; 2 Corintios 8:9). La pobreza de Cristo

es la fuente de riquezas del creyente. reino … prometido—(Lucas 12:32; 1 Corintios 2:9; 2 Timoteo 4:8.) 6. El juicio de

los pobres por el mundo contrastado con su juicio por Dios. vosotros—Cristianos, de quienes se habrían de esperar

mejores actos: no sorprende el que los del mundo hagan tales cosas. afrentado—lit., “deshonrado”. Deshonrar a los

pobres es deshonrar a los que Dios honra, invirtiendo así el orden de Dios [Calvino]. los ricos—como clase. os

oprimen—lit., abusan de su poder en vuestra contra. arrastran—con violencia [Alford]. a los juzgados—instituyendo

persecuciones por la religión, tanto como procesos legales opresivos, contra vosotros. 7. “¿No son ellos los que

blasfeman..?” como en el 2:6 [Alford]. Debe ser que aquí se alude a los ricos paganos principalmente; porque otros no

blasfemarían abiertamente el nombre de Cristo. Sólo indirectamente se podría significar a cristianos ricos, quienes, por

su inconsecuencia, hiciesen blasfemar el nombre de él; así Ezequiel 36:21, 22; Romanos 2:24. Además, había muy

pocos judeocristianos ricos entonces en Jerusalén (Romanos 15:26). Los que deshonran el nombre de Dios por el

pecado voluntario y habitual, “toman el nombre del Señor en vano” (Proverbios 30:9, con Exodo 20:7). el buen

nombre—que es “bueno delante de los santos de Jehová” (Salmo 52:9; 54:6); que rogáis que “sea santificado” (Mateo

6:9), y que es “llamado”, invocado, sobre vosotros (Génesis 48:16; Isaías 4:1, marginal; Hechos 15:17), de modo que en

vuestro bautismo “en (adentro de: así el griego, Mateo 28:19) el nombre” de Cristo vinisteis a ser el pueblo de Cristo (1

Corintios 3:23). 8. El griego se puede traducir: “Sin embargo, sí cumplís <”, como Alford siguiendo a Estio explica:

“Con todo, no digo que aborrezcáis a los ricos (por su opresión), ni que los echéis de vuestras asambleas; si optáis por

observar la ley real.., bien hecho; pero hacer acepción de personas es quebrantar la ley”. Creo que la traducción es: “Si

en verdad (o, si pues, por una parte) cumplís la ley real < bien hacéis; pero si (por la otra) hacéis acepción de

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personas, practicáis pecado”. Los judeocristianos se jactaban de la ley, y confiaban en ella (Hechos 15:1; 21:18–24; Romanos 2:17; Gálatas 2:12). A esto alude el “en verdad.” “(Est{is reposados en la ley); si en verdad (pues) la cumplís,

bien hacéis; pero si <” real—la ley que es rey de todas las leyes, siendo el todo y la esencia de los diez mandamientos.

El gran Rey, Dios, es amor; su ley es la ley real del amor, y dicha ley, como él mismo, reina suprema. El “no hace

acepción de personas”; hacer [PAG. 675] acepción de personas, pues, significa contrariar a Dios y a su real ley, la que

es, a la vez” ley de amor y ley de libertad (2:12). La ley es el “todo”, la Escritura particular citada (Levítico 19:18) es

una parte del todo. Quebrantar una parte es quebrantarla toda (2:10). bien hacéis—siendo “bienaventurados” en

vuestro hacer (1:25), no oidores olvidadizos de la ley. 9. La acepción de personas viola el mandamiento de amar a

todos por igual, como “a uno mismo”. cometéis pecado—lit., “obráis pecado” (Mateo 7:23, el texto referido aquí

probablemente, como en el 1:22). Vuestras obras son pecado, sea cual fuere la jactancia de la ley que hagáis por

palabras (nota 2:8). como transgresores—no solamente de este o aquel mandamiento particular sino del todo en

absoluto. 10. ofendiere—tropezare, no tan fuerte como “caer”, Romanos 11:11; “en un punto”, como aquí la acepción

de personas; “culpable de todos”. La ley es como un vestido sin costura, que queda desgarrado si se la desgarra en

cualquier parte; o como una armonía que queda rota si hay una sola nota discordante [Tirino]; o una cadena de oro

cuya perfección se desmejora con la rotura de un solo eslabón [Gataker]. Así que vosotros quebrantáis la ley, aun

cuando no el todo de la ley, porque cometéis ofensa contra el amor, el cual es el cumplimiento de la ley. Si cualquier

parte del hombre es leprosa, todo el hombre es juzgado leproso. Dios requiere la perfecta obediencia, no la parcial. No

hemos de escoger las partes de la ley que queramos guardar, según nuestro capricho, para descuidar las otras. 11. Es

uno aquel que dió toda la ley; por tanto, los que violan la voluntad de aquél en un punto, la violan en todos [Bengel].

La ley y el Autor de la ley tienen completa unidad. matarás … adulterio—Los elige por cuanto son los casos más

evidentes de violación del deber para con el prójimo. 12. Recapitulando los raciocinios anteriores. hablad—volviendo

sobre lo dicho en el 1:19, 26; discusión más completa se da en el capítulo 3. juzgados por la ley de libertad—(1:25), eso

es, la ley evangélica del amor, que no es una ley de externo constreñimiento, sino de íntima y libre inclinación

instintiva. La ley de la libertad, por la misericordia de Dios, nos libra de la maldición de la ley, para que en adelante

seamos libres para amar y obedecer espontáneamente. Si no queremos, a la vez practicar la ley del amor hacia el

prójimo, dicha ley de gracia nos condena aun más gravemente que la antigua ley, que nada hablaba sino de la ira para

aquel que ofendía en el más mínimo particular (2:13). Comp. Mateo 18:32–35; Juan 12:6, 48; Apocalipsis 6:16: “ira del

(misericordioso) Cordero”. 13. Lo opuesto de “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán

misericordia” (Mateo 5:7). “El juicio (que vendrá sobre todos nosotros) será sin misericordia para aquel que nunca usó

de misericordia”. Será para cada uno lo que cada uno haya sido [Bengel]. “Misericordia” aquí corresponde a “amor”

en el 2:8. la misericordia se gloría contra el juicio—Lejos de temer al juicio, en el caso de los que la siguen, la

misericordia en efecto se gloría contra él, sabiendo que no los puede condenar. No que la misericordia de ellos sea la

base de su absolución, sino que la misericordia de Dios en Cristo para con ellos, que produce de parte de ellos la

misericordia para con sus semejantes, hace que ellos triunfen sobre el juicio, el que de otro modo todos ellos en sí

merecerían. 14. El apóstol aquí pasando del caso particular de la “misericordia” o “amor” violado por la “acepción de

personas”, no obstante la profesión de fe en el Señor Jesús (2:1), combate la tendencia de los judíos (transplantada en

el cristianismo de ellos) de sustituir un conocimiento inerte e inoperante de la letra de la ley, por un cambio de

corazón para la santidad práctica, como si se lograra con eso la justificación (Romanos 2:3, 13, 23). Parece improbable

que él hubiese visto las Epístolas de Pablo, por cuanto usa las mismas frases y ejemplos (comp. el 2:21, 23, 25, con

Romanos 4:3; Hebreos 11:17, 31; y el 2:14, 24, con Romanos 3:28; Gálatas 2:16). Fuese así resuelto individualmente por

Jacobo o no, el Espíritu Santo por medio de él combate, no a Pablo, sino a aquellos que abusaban de la doctrina de

Pablo. La enseñanza de ambos es inspirada, y por tanto ha de ser recibida sin lucha de palabras; es que cada uno tenía

una clase diferente de gente con quien tratar: Pablo con los “autojustificadores”; Jacobo, con los adeptos antinomianos

de una mera fe nocional. Pablo insiste tan fuertemente como Jacobo en la necesidad de obras como evidencia de la fe,

especialmente en sus epístolas posteriores, cuando muchos abusaban ya de la doctrina de la fe (Tito 2:14; 3:8). “Creer y

obrar son parientes consanguíneos” [Ruterford]. qué aprovechará?—lit., “¿qué es el provecho?” ¿Qué provecho hay?

si alguno dice—Jacobo no dice: “Si alguno tiene fe”; sino que, “si alguno dice que tiene fe”; queriendo decir la mera

profesión de fe, tal como se hacía comúnmente en el bautismo. Simón el Mago así “creyó, y fué bautizado” y con todo

no tuvo “ni parte ni suerte en este asunto”, porque su corazón—como sus palabras y sus obras demostraban—no era

recto delante de Dios. Alford erróneamente niega que “dice” sea enfático. La ilustración del v. 16 prueba que lo es: “Si

alguno de vosotros les dice (a los desnudos), calentaos … pero no les diereis las cosas necesarias”. La profesión de la

simpatía inoperante corresponde a la profesión inoperante de la fe. ¿Podrá la fe salvarle?—la fe de él: tal fe

pretendida: el vanó nombre de una fe ostentosa es contrastada con la verdadera fe fructífera. Así lo que los ilusos

llaman “sabiduría”, no es la verdadera sabiduría (3:15). El pronombre (en salvarle) en el griego es enfático; el hombre

determinado, que profesa la fe sin las obras que evidencian la vitalidad de la misma. 15. Y si—el griego: “Pero si <”;

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continuando el argumento contra quien dijera que tiene fe, etc., sin señal de frutos. el hermano—el griego: “un hermano”, algún hermano en la fe, de socorrer al cual tenemos la especial obligación, independientemente del deber

general de socorrer a todos nuestros semejantes. están desnudos—el griego infiere “hallados desnudos”, al averiguarse

el caso. 16. La costumbre de recibir pasivamente las impresiones sentimentales de las miserias ajenas, sin llevarlas a la

práctica habitual, sólo hace duro el corazón. alguno de vosotros—Jacobo aplica el caso a sus oyentes individualmente.

Id en paz—como si todas sus necesidades quedaran satisfechas tan sólo con dirigirles palabras. Las mismas palabras

en la boca de Cristo eran acompañadas de fehacientes obras de amor. calentaos—con abrigo, [PAG. 676] en vez de

seguir estando desnudos (v. 15; Job 31:20). Hartaos—sed alimentados, en vez de seguir hambrientos (Mateo 15:37).

¿qué aprovechará?—terminando con la misma pregunta con que empezó (v. 14). Justa retribución: las expresiones

cariñosas que no se acompañan con hechos correspondientes, como no son de provecho para los menesterosos,

tampoco son de provecho para el mismo profesor. Así la fe que consiste en meras profesiones es inaceptable a Dios, el

objeto de la fe, y sin provecho para quien la profesa. 17. la fe … en sí misma—Así traduce Alford: “muerta en sí”. Dice

Bengel: “Si las obras que la fe viviente produce, no tienen existencia, es prueba de que la fe misma (lit., con respecto a sí

misma) no tiene existencia; eso es, que aquello de que uno se jacta como de fe, es muerto”. La “fe—dice—es muerta en

sí misma”, porque cuando tiene obras, está viva, y se ve que está viva, no con respecto a sus obras, sino con respecto a

sí misma. 18. Continúase el argumento del 2:14, 16. Quizá alguno diga que tiene fe, aunque no tenga obras. Suponed

que alguno dijera al hermano desnudo: “caliéntate”, sin darle el abrigo necesario. “Pero alguno (que sostiene la

correcta opinión de que la fe debe tener obras que la acompañen) dirá (en oposición a lo que dice el profesor aludido)

<” muéstrame tu fe sin tus obras—si tú puedes; pero tú no puedes enseñar o evidenciar tu alegada fe, (v. 14) sin

obras. “Mostrar” aquí no significa “probar”, sino exhibir. La fe es invisible, salvo a Dios. Para enseñar la fe al hombre,

obras de alguna u otra forma se han menester; somos justificados judicialmente por Dios (Romanos 8:33);

meritoriamente, por Cristo (Isaías 53:11); mediadoramente, por la fe (Romanos 5:1); evidentemente, por las obras. La

cuestión aquí no es con respecto a la base de la justificación del creyente, sino acerca de la demostración de su fe: así

en el caso de Abrahán. En Génesis 22:1, se dice que Dios tentó a Abrahán; eso es, puso a la prueba de la demostración

la realidad de su fe, no para la satisfacción de Dios, que ya la conocía bien, sino para demostrarla delante de los

hombres. El ofrecimiento de Isaac citado aquí (v. 21), no formó parte alguna de la base de su justificación, puesto que

fué justificado con anterioridad cuando creyó sencillamente en la promesa de los herederos espirituales, o sea, de los

creyentes, numerosos como las estrellas. Fué justificado entonces: dicha justificación fué demostrada o manifestada

con el ofrecimiento de Isaac cuarenta años después. Dicha obra de fe demostró su justificación, pero no contribuyó a la

misma. El árbol demuestra su vida por sus frutos; pero vivía ya antes de aparecer sus frutos y aun sus hojas. 19. Tú—

enfático. Tú, iluso, aparentas tener fe sin obras. que Dios es uno—Su existencia se sobreentiende en esta unidad. Es

éste el artículo fundamental del credo de los judíos así como de los cristianos, y es el punto de la fe de que se jactaban

los primeros especialmente, puesto que los distinguía de los gentiles, punto presentado, por tanto, por Jacobo aquí.

bien haces—hasta aquí. Pero a menos que tu fe haga más que asentir a esta verdad, “los demonios (cuya cabeza es

Satanás) creen” hasta aquí en común contigo, “y (lejos de ser salvos por semejante fe) se estremecen” (así el griego;

Mateo 8:29; Lucas 4:34; 2 Pedro 2:4; Judas 6; Apocalipsis 20:10). La fe de ellos no hace sino aumentar su tormento con

el pensamiento de tener que encontrarse con aquel que los ha consignado a su justa condenación; de modo que la tuya

(Hebreos 10:26, 27) no es la fe del amor, sino la del temor, la que tiene tormento (1 Juan 4:18). 20. ¿quieres saber?—“El

hombre vano” no quiere saber la voluntad de Dios, puesto que no quiere hacerla. El apóstol suplica a tal hombre que

deje su perversa indisposición de saber lo que es palpable a todos los que desean saberlo. vano—que se engaña a sí

mismo con una esperanza delusoria, que descansa en una fe irreal. sin obras—El griego expresa “aparte de las obras”

[Alford]. que deberían manar de ella, si fuese real. es muerta—Algunos de los mejores manuscritos dicen: “Es fútil”,

ineficiente para lograr lo que tú esperas, o sea, para salvarte. 21. justificado por las obras Abraham—evidentemente, y

ante los hombres (véase mi nota, v. 18). En el v. 23, Jacobo, como Pablo, reconoce la verdad de la Escritura, de que fué la

fe de Abrahán lo que le fué contado por justicia en su justificación delante de Dios. cuando ofreció—lo trajo como

ofrenda al altar; no se dice que en efecto lo sacrificara. 22. No ves..?—Más bien, “Ves”. En las dos proposiciones que

siguen, póngase el énfasis en la fe en la primera, y en las obras en la segunda [Bengel]. la fe obró (“cooperó”) con las

obras—pues fué por la fe que ofreció a su hijo. Lit., “obraba (al mismo tiempo) con sus obras”. la fe fué perfecta por

las obras—no fué vivificada, sino perfeccionada, logró su desarrollo plenamente consumado, y se demostró ser real. Así

“mi fuerza es hecha perfecta en la debilidad”, eso es, se ejerce más perfectamente, demuestra cuán grande es [Cameron]:

así 1 Juan 4:17; Hebreos 2:10; 5:9. El germen, en efecto, tiene en sí el árbol plenamente crecido; pero su perfección no se

alcanza antes de la madurez completa. Así en el 1:4: “Tenga la paciencia perfecta su obra,” eso es; tenga su pleno

efecto, demostrando el grado más perfecto de perseverancia, “para que seáis perfectos”, completamente desarrollados

en la exhibición del carácter cristiano. Alford explica: “Recibió su realización, fué completamente ejemplificada y

cumplida”. Así Pablo en Filipenses 2:12: “Desarrollad vuestra propia salvación”: la salvación que ya era suya con su

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libre justificación por la fe. Hacía falta todavía desarrollarla hasta la plena perfección en la vida de ellos. 23. fué cumplida la Escritura—Génesis 15:6, citado por Pablo como realizada en la justificación de Abrahán por la fe; citado

por Jacobo como realizada subsecuentemente en la obra de Abrahán de ofrecer a Isaac, la cual obra—dice—le justificó.

Es claro, pues, que Jacobo quiere decir por obras lo mismo que Pablo quiere decir por fe, con la sola diferencia de que

aquél habla de la fe en su desarrollo manifestado, mientras que Pablo habla de la fe en el germen. La ofrenda de Isaac

hecha por Abrahán no fué un mero acto de obediencia, sino un acto de fe. Isaac era el sujeto de las promesas de Dios,

de que en él sería llamada la simiente de Abrahán. El mismo Dios ahora ordena a Abrahán que mate al sujeto de su

propia promesa, cuando aun no había simiente en la que se pudieran realizar dichas predicciones. De ahí que el dicho

de Jacobo acerca de que Abrahán fué justificado por tal obra, [PAG. 677] equivale a decir, con Pablo que fué

justificado por la fe misma; porque fué en efecto la fe expresada en acción, como en otros casos la fe salvadora se expresa

en palabras. Así Pablo declara que el medio de la salvación es la fe expresada. La “Escritura” no sería cumplida, como

dice Jacobo que fué, sino contradicha, por cualquier interpretación que hace que las obras de un hombre lo justifiquen

delante de Dios; porque esa escritura no hace mención de obras algunas, sino que dice que la creencia de Abrahán le

fué contada por justicia. Dios, en la primera instancia, “justifica al impío” por la fe; subsecuentemente el creyente es

justificado delante del mundo como justo por la fe manifestada en palabras y en obras (comp. Mateo 25:35–37, 40, “los

justos”). Las mejores autoridades dicen: “Pero Abrahán creyó <” fué llamado amigo de Dios—No fué así llamado en

vida, aunque lo era desde el tiempo de su justificación; pero fué así llamado cuando fué reconocido como tal por todos

sobre la base de sus obras de fe. “El fué el amigo (en un sentido activo), el amador de Dios, con referencia a sus obras; y

(en sentido pasivo) fue amado por Dios con referencia a su justificación por obras. Los dos sentidos se confunden en

Juan 15:14, 15” [Bengel]. 24. justificado … no solamente por la fe—eso es, “por fe sin (aparte de, separado de) obras”,

sus debidos frutos (nota v. 20). La fe para justifícar debe, desde el principio, incluir en germen la obediencia para ser

desarrollada subsecuentemente, aunque la fe sola es la base de la justificación. El brote debe ser injertado en el tronco

para que viva; debe producir fruto para probar que vive. 25. Es claro por la naturaleza del acto de Rahab que éste no

se cita para probar la justificación por obras como tales. Ella creyó ciertamente lo que sus demás conciudadanos

dudaban, y esto ante toda improbabilidad de que los pocos poco guerreros iban a derrotar a los numerosos bien

armados. En esta creencia escondió a los espías a riesgo de su vida. Por tanto, Hebreos 11:31 menciona esto como un

ejemplo de fe, más bien que de obediencia. “Por fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los incrédulos” Si se

hubiera deseado un ejemplo de la obediencia, ni Pablo ni Jacobo hubieran citado una mujer de reconocido carácter

malo, en preferencia a los muchos patriarcas morales y píos. Pero como ejemplo de la libre gracia en la justificación

del hombre por una fe operante, en contraste con una fe verbal, ningún otro podría ser más propio que el de una

“ramera” redimida. Como Abrahán es un ejemplo de un hombre ilustre y el padre de los judíos, así se cita a Rahab

como una mujer, y como una mujer abandonada, y como una gentil, lo que enseña que la fe justificadora ha sido

manifestada en personas de toda clase. La naturaleza de las obras alegadas es tal, como para probar que Jacobo las usa

sólo como evidencias de fe, en contraste con una mera profesión verbal: no obras de caridad ni de piedad, sino obras

cuyo valor consistía solamente en ser pruebas de la fe: eran la fe expresada en efecto, sinónimas de la fe misma.

mensajeros—los espías. los echó—precipitadamente y con temor [Alford] por otro camino—no por la puerta por

donde entraron, sino por la ventana que había sobre la muralla, y de allí huyeron a los montes. 26. La fe es cosa

espiritual; las obras son materiales. Se podría pensar, pues, que la fe corresponde al espíritu, y las obras al cuerpo.

Pero el apóstol pone esto en sentido contrario. El no quiere decir, pues, que la fe en todos los casos corresponda al

cuerpo; sino que la forma de la fe, que no tiene realidad operante, corresponde al cuerpo sin el espíritu animador. No se sigue

que la fe viviente reciba su vida de las obras, así como el cuerpo deriva su vida del espíritu animador.

CAPITULO 3

EL PELIGRO DE LA AMBICION DE ENSEÑAR, Y DE LA LENGUA IRREFRENADA: LA VERDADERA

SABIDURIA ENSEÑADA POR MEDIO DE LA BLANDA HUMILAD. 1. no os hagáis …—Lit., “no os convirtáis en muchos maestros”, aceptando el oficio demasiado pronto, o de vuestra propia responsabilidad. muchos.—El oficio es noble, pero pocos son aptos para él. Pocos gobiernan la lengua (v. 2), y sólo los que la saben gobernar son aptos para el oficio; por lo tanto, “maestros” no debe haber muchos. maestros—es decir, “enseñadores”. Los judíos eran muy propensos a esta presunción. La idea de que la fe (así llamada) era todo cuanto hacía falta, indujo a “muchos” a figurar como “Maestros”, como ha pasado en todas las edades de la Iglesia. Al principio se permitía a todos que enseñasen por turno. Aun sus dones inspirados no impedían la posibilidad, del abuso, como Jacobo aquí lo insinúa: cuánto más es así, cuando los enseñadores presuntuosos no tienen tal don milagroso. sabiendo—como todos podrían saber. recibiremos (nosotros) mayor condenación—El apóstol en humilde espíritu conciliador se incluye a sí mismo: si nosotros que enseñamos abusamos del oficio, recibiremos mayor condenación que los simples oyentes (Lucas 12:42–

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46). Calvino traduce “maestros,” como nuestra versión; eso es, los que se constituyen censores y reprobadores de los demás. Compárese el 4:12: “que juzgas a otro,” que concuerda con tal parecer. 2. todos—el griego significa “todos sin

excepción:” aun los apóstoles. no ofende—lit., no tropieza: es sin ofensa, sin desliz en palabra: en lo que uno se ve

duramente probado, si se encarga de ser “enseñador”. 3. He aquí—Los mejores manuscritos: “Pero si ponemos <”

Ahora pues, cuando a los caballos (posición enfática) les ponemos (de costumbre) el freno en la boca, para que nos

obedezcan, dirigimos también todo el cuerpo. Esto es para ilustrar cómo el hombre dirige todo el cuerpo con la

pequeña lengua. “Lo mismo se aplica a la pluma, que es sustituta de la lengua entre los ausentes” [Bengel]. 4. No sólo

los animales, sino también las naves. donde quisiere—lit., “por donde quiera el impulso del piloto”. A esto

corresponde el sentimiento que mueve a la lengua. 5. se gloría de grandes cosas—Hay grande importancia en lo que

los descuidados tienen por cosa “pequeña” [Bengel]. Comp. “un mundo”, “rueda de la creación (ciclo de la vida)”,

“infierno” (v. 6), que ilustran cómo las grandes palabras de la pequeña lengua producen grande desgracia. un

pequeño fuego—Los mejores manuscritos dicen: “¡Cuán pequeño fuego enciende cuán grande bosque!” Grocio

traduce, como la Versión Inglesa: “material de quema,” montón de leña, por “bosque”. 6. [PAG. 678] Tradúzcase: “La

lengua, ese mundo de iniquidad, es un fuego.” Como el pequeño mundo de un hombre es imagen del mundo mayor,

el universo, así la lengua es imagen de aquél [Bengel]. así la lengua—“Así” omitido en los mejores manuscritos. entre

nuestros miembros—La lengua es el miembro que contamina (como el fuego ensucia con el humo). rueda de la

creación—el orbe, o ciclo de la creación. inflama … inflamada—enciende, y es encendida, habitual y continuamente.

Mientras que uno inflama o enciende a otros, pasa más allá de su propio dominio y es consumido en la llama él

mismo. del infierno—eso es, del diablo, Gr., “gehena”, hallada sólo aquí y en Mateo 5:22 Jacobo tiene mucho en

común con el Sermón del Monte (Proverbios 16:27). 7. toda naturaleza de bestias—de disposición natural y poder

característico; cuadrúpedos de toda suerte, con distinción de las otras tres clases de la creación: “aves, serpientes (Gr.,

reptiles), y seres de la mar”. se doma y es domada—Siguen siendo domadas, y hace mucho que se viene haciendo. de

la naturaleza humana—el poder característico del hombre, quien doma a los animales inferiores. “El dativo griego tal

vez denote que la naturaleza de las bestias se ha sometido en mansa sujeción a la naturaleza del hombre.” Así será en

el mundo milenial; pero ahora mismo, por la benigna firmeza, el hombre puede domar al animal inferior, y hasta

elevar su naturaleza. 8. ningún hombre—Lit., ni uno de los hombres: un hombre no puede gobernar a sus prójimos, ni

aun a su propia lengua. De ahí aparece la verdad del v. 2. un mal—mal ingobernable. El griego expresa que es a la vez

inquieta e incapaz de refrenarse. No; aun cuando la naturaleza la ha rodeado de la doble barrera de los labios y los

dientes, irrumpe, y arruina a los hombres. [Estio]. mortal—mortífero. 9. Dios—Los manuscritos más antiguos tienen

“el Señor.” “Al que es Señor y Padre”. Lo raro de la aplicación de “Señor” al Padre sin duda motivó el cambio por

“Dios” en los textos modernos (1:27). Pero como se le llama “Padre” al Mesías en Isaías 9:6, así aquí se le llama al Dios

Padre por el título de su Hijo, “Señor” demostrando la unidad de la divinidad. “Padre” sugiere el amor paternal;

“Señor”, su dominio. [Nota del traductor: “Lo raro de la aplicación” a una persona de la Trinidad del título distintivo de

la otra, nos lleva a pensar que la lección del texto recibido es la correcta. Kurios (Señor) aplicado al Padre comúnmente

va sin el artículo en el griego (como. aquí y en el 4:10, etc.)] a la semejanza de Dios—Aunque en gran parte el hombre

ha perdido su semejanza con Díos, con todo bastante de ella queda aún para enseñar lo que era, y lo que ha de ser en el

hombre regenerado y restaurado. Debemos tratar con reverencia esto que queda en nosotros y en otros, como arras de

lo que el hombre ha de ser. “Absalón había caído del favor de su padre, pero el pueblo todavía lo reconocía como hijo

del rey” [Bengel] El hombre se asemeja en su naturaleza humana al Hijo del hombre, “la misma imagen de su

persona” (Hebreos 1:3): comp. Génesis 1:26; 1 Juan 4:20: “imagen” y “semejanza” son distintos: “imagen”, según los

alejandrinos, era algo en que los hombres fueron creados, común a todos, y que continúa en el hombre después de la

caída, mientras que “semejanza” era algo hacia lo cual el hombre fué creado, para que se esforzara por alcanzarlo:

aquel vocablo señala lo físico e intelectual del hombre; éste, su preeminencia moral. 10. La lengua, dice Esopo, es a la

vez la mejor y la peor de las cosas. Así en la fábula, el hombre sopla del mismo aliento caliente y frío. “La vida y la

muerte están en el poder de la lengua” (Salmo 62:4). hermanos—Una llamada a la conciencia de la hermandad en

Cristo. no conviene que—exhortación apacible, que deja que se entienda que tal conducta merece la más severa

reprobación. 11. fuente—como figura del corazón: como la “abertura” de la fuente es figura de la boca del hombre. El

simbolismo es muy propio para el escenario de la Epístola, la Palestina, donde hay manantiales salados y dulces.

Aunque las fuentes “dulces” a veces se hallan cerca, sin embargo, “agua dulce y amarga,” no, fluye de la misma

“abertura.” La gracia puede hacer que la boca que una vez vertió lo amargo, emita lo dulce en adelante: como la

madera (típica de la cruz de Cristo) cambió en dulce la amarga agua de Mara. 12. Transición de la boca al corazón.

¿puede la higuera?—Sugiriendo que es una imposibilidad: como en el v. 10 acaba de decir que “estas cosas no deben

hacerse así.” Jacobo no hace la pregunta, como en Mateo 7:16, 17: “¿Cógense higos de los espinos?” Su argumento es:

Ningún árbol puede producir fruto inconsecuente con su naturaleza: el olivo, por ejemplo, no puede llevar bayas; de

modo que si un hombre habla con amargura, y después habla palabras buenas, éstas solamente parecerán buenas, y

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en la hipocresía no pueden ser reales. Así ninguna fuente—Los manuscritos más antiguos dicen: “Ni puede un (manantial) salado dar agua dulce”. Así que la boca que emite maldiciones, no puede en realidad emitir también

bendiciones. 13. ¿Quién?—Comp. Salmo 34:12, 13). Todos desean aparecer “sabios;” pocos lo son. muestre—“por

obras,” y no meramente por la aseveración, aludiendo al 2:18. por buena conversación—por una “buena conducta”

general, manifestada en particular en “obras”. La “sabiduría” y el “conocimiento’” sin estar “demostrados”, son tan

muertos como lo sería la fe sin obras [Alford]. en mansedumbre de sabiduría—con la mansedumbre que es

inseparable de la verdadera sabiduría. 14. si tenéis—como tenéis (implícito en el indicativo griego). amarga—Efesios

4:31: “amargura.” envidia—más bien, “emulación”. lit., celo. La emulación benigna, generosa, no es de condenar; la

que es amarga, lo es [Bengel]. contención—más bien, la “rivalidad.” en vuestros corazones—de donde manan

vuestras palabras y obras, como de una fuente. no os gloriéis—gloriaros de vuestra sabiduría es virtualmente mentir

contra la verdad (del evangelio), mientras vuestras vidas dan el mentís a vuestra jactancia. 3:15; 1:18: “La palabra de

verdad”. Romanos 2:17, 23, que habla asimismo de los contenciosos judeocristianos. 15. esta sabiduría—en la cual “os

gloriáis” por “sabios” (3:13, 14). no desciende de lo alto—“del Padre de las luces” (la verdadera iluminación y

sabiduría, 1:17), por “el Espíritu de verdad” (Juan 15:26). terrena—lo opuesto a celestial, distinta de terrizo, de tierra.

Terreno es lo que está en la tierra; terrizo es de tierra, o semejante a tierra. animal—la sabiduría del hombre “natural”

(el mismo [PAG. 679] griego), no nacido de Dios, “que no tiene el Espíritu” (Judas 19). diabólica—en su origen (del

“infierno,” 3:6, no es Dios, el Dador de la verdadera sabiduría, 1:5), y también en su carácter, que concuerda con su

orígen. Terrena animal (sensual), y demoníaca, que corresponden a los tres enemigos espirituales del hombre: el

mundo, la carne, y el diablo. 16. envidia—el vocablo griego usualmente significa “celo”; “emulación”, en Romanos

13:13. “El envidioso está en su propia luz. Piensa que su vela no puede alumbrar en la presencia del sol de otro. El

apunta directamente al hombre, oblicuamente a Dios, quien hace que los hombres difieran”. contención—rivalidad

[Alford]. perturbación—confusión, lit., anarquía tumultuosa: tanto en la sociedad (“conmociones,” Lucas 21:9,

“tumultos,” 2 Corintios 6:5), como en la mente individual: en contraste con la “apacible” compostura de la verdadera

“sabiduría” (3:17). Jacobo no honra tales efectos de la sabiduría terrena con el nombre de “frutos”, como en el caso

siguiente del v. 18; comp. Gálatas 5:19–22: “Obras de la carne < frutos del Espíritu.” 17. primeramente es pura—lit.,

casta, santificada; pura y libre de todo lo “terreno, animal y diabólico” (v. 15). Se pone primeramente antes de “pacífica”,

porque hay una paz profana con el mundo que no distingue entre lo limpio y lo inmundo. Comp. “pura y sin mácula”,

1:27; 4:4, 8: “purificad los corazones”; 1 Pedro 1:22: “purificado vuestras almas” (el mismo vocablo griego). Los

ministros no deben predicar sin antes tener un cambio purificador del corazón, sobre la “Paz”, cuando no hay paz.

Siete (el número perfecto) características peculiares de la verdadera sabiduría son enumeradas. La pureza o santidad se

pone primero, porque atañen a Dios y a nosotros mismos; las seis que siguen atañen a nuestros semejantes. Nuestro

primer cuidado debe ser el tener en nosotros la santidad: después, el estar en paz con los hombres. modesta—

comprensible, indulgente para con el prójimo con respecto a sus deberes para con nosotros. benigna—fácilmente

persuadida, tratable, sin severidad hacia las faltas del prójimo. llena de misericordia—tocante a las miserias ajenas. y

de buenos frutos—en contraste, “toda obra perversa” (v. 16). no juzgadora—imparcial; vuelve a la amonestación

contra la parcial “acepción de personas” (2:1, 4, 9). Alford traduce aquí como en el 1:6: “titubear”; “sin titubear”, o

vacilar, “sin dudar”. Pero eso sería insertar un epíteto que se refiere a uno mismo entre otros epíteto que se refieran a

su propia conducta hacia otros. “Imparcial” es la traducción mejor. no fingida—sin hipocresía. No como Alford

explica el 1:22, 26: “sin engañaros a vosotros mismos”, con el nombre de religión pero sin la realidad de ella. Porque

debe referirse, como los otros seis epítetos, a nuestras relaciones con otros; nuestros actos pacíficos y de misericordia

hacia otros deben ser “sin disimulación”. 18. “El fruto apacible de justicia”. Dice “justicia”, porque ella es en sí la

verdadera sabiduría. Como en el caso de la sabiduría terrena, después de la descripción característica, se ponen sus

resultados; del mismo modo aquí, tocante al caso de la sabiduría celestial. Allí los resultados eran pretéritos; aquí,

futuros. fruto … siembra—Comp. Salmo 97:11; Isaías 61:3: “árboles de justicia”. Anticipadamente, eso es, la simiente,

cuyo “fruto” (a saber, “la justicia”) será por fin segado, ahora se siembra en paz. La “justicia” ahora en germen,

cuando se desarrolle plenamente como “fruto”, será en sí la eterna recompensa de los justos. Como “el sembrar en paz”

(Comp. “sembrado en deshonra”, 1 Corintios 15:43) produce el “fruto de justicia”, así del modo inverso “la obra” y

“efecto de la justicia” es “paz”. para aquellos que hacen paz—para su beneficio. Ellos, y ellos solos, son los

“bienaventurados.” “Los pacificadores”, no meramente los que reconcilian a otros, sino los que hacen paz. “Cultivan la

paz”. [Estio] Los verdaderamente sabios para con Dios, mientras que son pacíficos y tolerantes hacia sus prójimos, con

todo hacen su primera preocupación la de sembrar la justicia, no disimulando los pecados de los hombres, sino

reprendiéndolos con tal moderación apacible, que los hagan los médicos de los pecadores, antes que sus verdugos

[Calvino].

CAPITULO 4

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EN CONTRA DE LAS GUERRAS Y SUS ORIGENES: LAS CONCUPISCENCIAS DEL MUNDO; LOS JUICIOS MALEVOLOS; INTENCIONES PRESUNTUOSAS RESPECTO AL FUTURO. 1. ¿De dónde?—La causa de las

contiendas se busca a menudo en circunstancias externas, mientras que las concupiscencias íntimas son el origen

verdadero. guerras, etc.—en contraste con “la paz” de la sabiduría celestial. “Pleitos” aquí son “peleas” (el griego), el

activo desarrollo de “las guerras”. Las mejores autoridades insertan “ de dónde” antes de “pleitos,” o peleas. Los

tumultos señalaban la época anterior a la caída de Jerusalén, cuando Jacobo escribió. Alude a éstos indirectamente,

Los “miembros” son el primer sitio de la guerra; de allí pasa el conflicto entre hombre y hombre, entre nación y

nación. no son?—“¿no vienen..?” Una llamada a la conciencía de ellos. concupiscencias—lit., placeres, eso es, la.

pasión que incita el deseo (Nota 4:2) de los placeres; de ellas procuráis satisfacción a costa de vuestro prójimo, y por

consiguiente, las luchas. las cuales combaten—“como un ejército de soldados acampados dentro” [Alford] del alma;

guerra tumultuosa contra los intereses de vuestros semejantes, para adelantar los propios. Pero mientras ellas

guerrean así contra otros (sin saberlo él) guerrean contra el alma del hombre mismo, y contra el Espíritu; por lo tanto,

las concupiscencias deben ser “mortificadas” por los cristianos. 2. Codiciáis—deseáis; ponéis la mente y corazón sobre

algún objeto. no tenéís—La codicia no asegura la posesión misma. Por tanto, “matáis” para alcanzar la posesión. No

probable en el caso de cristianos profesos de aquel entonces, en un sentido literal, sino que “matar” y “envidiar” (el

Gr.: “desear tener”) deberían traducirse devastar y oprimir por la envidia [Drusio]. Comp. Zacarías 11:5. “Matábais”: por

la envidia, el celo y el deseo de alejarse de vuestro camino, y así sois “homicidas” ante los ojos de Dios. [Estio]. Si se

hubiera significado homicidio literalmente. [Alford], no creo que hubiera caído tan pronto en la serie; ni que hubiesen

llegado los cristianos entonces, ni aun ahora, a la abierta criminalidad. En la aplicación del texto por el Espíritu a todas

las edades, se incluye la matanza literal, que [PAG. 680] resulta del deseo de poseer; así David y Acab. Hay una

gradación: “deseáis”, la codicia individual de un objeto; “matáis y ardéis en envidia”, el sentimiento y la acción de

individuos contra individuos; “combatís” y “guerreáis”, la acción de los muchos contra los muchos. no tenéis …

porque no pedís—“Lo que dese{is”, no está en el original. Dios promete a los que oran, no a los que pelean. La

petición de los injuriosos, homicidas y contenciosos, no es reconocida por Dios como oración. Si orarais, no habría

“guerras y luchas”. He aquí pues la contestación a la pregunta (v. 1): “¿ De dónde las guerras y los pleitos?” 3.

Anticipa el apóstol que algunos objetarán, diciendo: “Pero pedimos” (v. 2), y él replica: No es bastante que pidáis

buenas cosas, sino que debéis pedir con buen espíritu y buenas intenciones. “Pedís mal para consumirlo (el objeto de

vuestro pedido) en deleites”; no para que tengáis lo que necesitéis para el servicio de Dios. Contrástese el 1:5 con

Mateo 6:31, 32. Si oraseis bien, serían suplidas todas vuestras necesidades propias; entonces cesarían vuestras codicias,

que motivan “guerras y luchas”. Aun las oraciones de los creyentes son mejor contestadas muchas veces, cuando sus

deseos resultan defraudados. 4. Los manuscritos más antiguos omiten “adúlteros y” y dicen sólo “adulteras”. Dios es

el marido legítimo; los hombres del mundo son tenidos colectivamente como una adúltera, e individualmente como

adúlteras. del mundo—en cuanto los hombres del mundo y sus motivos y hechos sean ajenos a Dios; por ejemplo, sus

deleites egoístas (v. 3), “sus guerras y pleitos” codiciosos y ambiciosos (v. 1). enemistad—no meramente

“enemistados”; un estado de enemistad misma. Comp. 1 Juan 2:15, el que quisiere ser—El griego es enfático: “el que

resuelve ser amigo del mundo”. Logre su propósito o no, si su deseo es de ser amigo del mundo, se constituye, llega a

ser (así el griego), ipso facto, “enemigo de Dios”. Contrástese: “Abrahán el amigo de Dios.” 5. sin causa—El Gr.,

“vanamente”; ninguna palabra de las Escrituras puede ser en vano. La cita aquí, como en Efesios 5:14, no parece ser

tanto un pasaje particular como un colegiado bajo la inspiración por Jacobo, del tenor general de tales textos del

Antiguo y del Nuevo Testamentos como Números 14:29; Proverbios 21:10; Gálatas 5:17. espíritu que mora en

nosotros—Otros manuscritos dicen: “Que Dios hizo morar en nosotros”, es decir, en Pentecostés. Si así se traduce,

“¿codicia para envidia del Espíritu (Santo) que Dios colocó en nosotros?” es decir, como vosotros en vuestras “guerras

y pleitos” mundanos. Por cierto que no; estáis caminando según la carne, no en el Espíritu, mientras codiciáis para

envidia unos contra otros. La amistad con el mundo tiende a engendrar la envidia; el Espíritu da frutos diferentes.

Alford atribuye el epíteto “para envidia” en el sentido injustificable de celos, al Espíritu Santo; “El Espíritu Santo desea

celosamente tenernos por suyos”. En nuestra versión el sentido es: “el espíritu (natural) que tiene su morada en

nosotros codicia para (a, o hacia) envidia”. Codiciáis, y por cuanto no tenéis lo que codiciáis (vv. 1, 2), envidiáis a

vuestro vecino que lo tiene, y así el espíritu de envidia os impele hacia la “pelea”. Jacobo aquí se refiere al 3:14, 16. 6.

Mas—pero, al contrario él—Dios. da mayor gracia—gracia siempre creciente; tanto más cuanto os apartéis de la

“envidia” [Bengel]. dice—El mismo Dios, que hace que su Espíritu more en los creyentes (v. 5), por el mismo Espíritu

también habla en las Escrituras. La cita aquí probablemente es Proverbios 3:34; pues es probable que la referencia

general del v. 5 sea Proverbios 21:10. En el hebreo es: “escarnece de los escarnecedores”, es decir, de los que piensan

que “la Escritura habla en vano”. resiste—lit., se pone en orden de batalla en su contra, así como ellos, lo mismo que

Faraón, que se levantaron contra Dios. Dios vuelve a pagar al pecador “en la misma moneda”. “La soberbia” es la

madre de “la envidia” (v. 5); es peculiarmente satánica, pues a causa de ella Satán cayó. los soberbios—El griego en

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derivación significa que uno aparenta ser superior a sus semejantes, y así se levanta en contra de Dios. los humildes— que no son envidiosos ni codiciosos ni ambiciosos en cuanto a lo mundano. Contrástese el v. 4. 7. Someteos a Dios—

para que seáis de “los humildes” (v. 6, con el v. 10, y 1 Pedro 5:6). resistid al diablo—Bajo su bandera, el orgullo y la

envidia están alistados; resistid las tentaciones que vienen por su intermedio. La fe, oraciones humildes y la sabiduría

celestial, son las armas de la resistencia. El lenguaje es guerrero. “Someteos”, como el buen soldado que se pone en

completa sujeción a su capitán. “Resistid”, estad firmes, sin temor. huirá—Porque es la promesa de Dios, no la certeza

que hombre dé a hombre [Alford]. Huirá derrotado, como huyó de Cristo. 8. Allegaos a Dios—Comp. Deuteronomio

30:20; por medio de la oración (vv. 2, 3), “resistiendo a Satanás”, quien quiere impedir nuestro acceso a Dios. se

allegará—propicio. limpiad las manos—los instrumentos externos de acción. Sólo los limpios de manos pueden

ascender al monte del Señor (justificados por medio de Cristo, el único que fué puro, y como tal “ascendió” allá).

purificad los corazones—de vuestro adulterio espiritual (v. 4, vuestra mundanalidad); vuestros corazones: la fuente

interior de toda impureza. vosotros de doblado ánimo—divididos entre Dios y el mundo; el de doble ánimo tiene el

mal en el corazón: el pecador lo tiene asimismo en las manos. 9. Afligíos—lit., soportad la miseria, eso es, llorad los

tristes resultados de vuestros pecados. Arrepentíos con profunda tristeza en lugar de vuestra risa actual. Un llanto

bendito. Contrástese Isaías 22:12, 13; Lucas 6:25. Jacobo no añade aquí, como en el 5:1: “aullad”, donde predice el

destino de los impenitentes con la próxima destrucción de Jerusalén. en tristeza—lit., en caída de rostro bajad la vista.

10. delante del Señor—como continuamente en la presencia del que solo es digno de ser enaltecido; reconociendo su

presencia en todos vuestros caminos, el verdadero impulso a la humildad. El árbol para poder crecer hacia arriba, debe

echar las raíces muy hacia abajo; así el hombre, para ser exaltado, debe tener la mente hondamente arraigada en la

humildad. En 1 Pedro 5:6: “Humillaos pues bajo la poderosa mano de Dios”, es decir, en sus tratos providenciales; un

pensamiento distinto del que tenemos aquí. os ensalzará—en parte, en este mundo; plenamente en el venidero. 11.

Habiendo mencionado los pecados de la lengua (cap. 3.) aquí enseña que el hablar mal procede del mismo espíritu de

soberbia en [PAG. 681] perjuicio del prójimo que causó los “pleitos” condenados en este capítulo (v. 1. Hermanos—

que demuestra la inconsecuencia en hermanos de hablar despectivamente los unos de los otros. murmura de la ley—

porque la ley, al mandar, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (2:8), virtualmente condena la murmuración y el

juicio [Estio]. Aquellos que arrogantemente condenan los actos y palabras de otros que no les gustan, tratando así de

alcanzar la buena fama de su propia santidad, ponen su propia morosidad en lugar de la ley, y se arrogan el derecho a

censurar superior a la ley de Dios, condenando lo que la ley permite [Calvino]. Tal hombre obra como si la ley no

pudiera realizar su propia función de juzgar, y pretende tomarla él mismo [Bengel]. Esta es la última mención de la ley

en el Nuevo Testamento. Alford correctamente opina que la “ley” es la antigua ley moral aplicada en su comprensiva

plenitud espiritual por Cristo: “la ley de la libertad”. si tú juzgas a la ley—Al hacer a un lado la hermandad cristiana,

llamados todos por igual a ser hacedores de la ley, en sumisión a ella, tal hombre se arroga el oficio de juez. 12. Uno es

el dador de la ley—Según los mejores textos: “Uno es legislador y juez”. Tradúzcase “Hay uno solo que es (a la vez)

Legislador y Juez, (es decir) el que puede salvar y destruir”. Vale decir que Dios solo es Legislador y Juez, porque él

solo puede ejecutar sus sentencias; nuestra incapacidad en este respecto demuestra nuestra presunción al tratar de

obrar como jueces, como si fuésemos dioses. quién eres tú?—El orden en el griego es enfático: “Tú, ¿quién eres. .?”

¡Qué arrogancia temeraria, la de juzgar a tus hermanos, arrancando a Dios el oficio que le pertenece a él así sobre ti

como sobre ellos! a otro—Los mejores manuscritos “a tu prójimo”. 13. Ea ahora—para llamar la atención vamos pues.

los que decís—en jactancia respecto al mañana. Hoy y mañana—El Gr., “hoy o mañana”, como si tuvieseis la libre

elección del día como una seguridad. a tal ciudad—la ciudad que está en la mente de quien habla: ésta ciudad.

estaremos allá un año—Lit., “haremos el año allí”. El lenguaje expresa que terminado el año, formularán los planes

para los años por venir [Bengel]. compraremos … ganaremos—Sus planes para el futuro son mundanos. 14. no

sabéis—lo del mañana: de qué naturaleza es vuestra vida: cuán instable es. Ciertamente es—Los manuscritos más

antiguos dicen: “Porque vosotros sois un vapor”. Bengel, con otros. traduce: “Porque él (el mañana) será un vapor”

(4:13–15). Lo anterior expresa: “Vosotros mismos sois transitorios”: de modo que todo lo vuestro, vuestra vida misma,

participa de la misma naturaleza efímera. Ninguna autoridad antigua apoya el texto recibido. y luego se desvanece—

“Después se desvanece así como vino”; lit., luego (como apareció) así se desvanece [Alford] 15. Lit., “En vez de decir

vosotros: Si el Señor quisiere <” (decís, v. 13) “hoy y mañana <” y si viviéremos—Los mejores manuscritos rezan:

“Si el Señor quisiere, viviremos, y también haremos <” Los jactanciosos hablaron como si la vida, la acción, y la suerte

particular de la acción estuviesen en su poder, mientras que las tres cosas dependen enteramente de la voluntad de

Dios. 16. Mas ahora—pues bien; como está la cosa. os jactáis—“os gloriáis con arrogante presunción”, es decir, en la

vana confianza de que el futuro para vosotros sea seguro (v. 13). 17. El principio ilustrado por el ejemplo particular

que se acaba de discutir aquí se postula: el saber sin el hacer se le imputa al hombre como grave pecado presuntuoso.

El apóstol vuelve sobre el principio asentado al principio, de que nada perjudica al alma más que las impresiones

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desperdiciadas. Los sentimientos se disipan y desvanecen, si no se encarnan en la práctica. Por cuanto no obraremos, a menos que sintamos emoción, si no llevamos a la realidad nuestros sentimientos, pronto dejaremos de sentirlos.

CAPITULO 5

VIENEN AYES SOBRE LOS RICOS MALOS: LOS CREYENTES DEBEN TENER PACIENCIA HASTA LA

VENIDA DEL SEÑOR: VARIAS EXHORTACIONES. 1. Ea ya ahora—Una frase que llama la solemne atención. oh ricos—que habéis descuidado el verdadero goce de las riquezas, el que consiste en hacer bien. Jacobo se dirige a los ricos judíos incrédulos no tanto en beneficio de ellos, como de los santos, para que éstos lleven con paciencia la violencia de aquéllos (v. 7), sabiendo que Dios los vengará presto de sus opresores [Bengel]. miserias que os vendrán—que os sobrevendrán, repentina y prestamente; es decir, a la venida del Señor (v. 7); primordialmente con la destrucción de Jerusalén; finalmente en su retorno visible para juzgar al mundo. 2. podridas—al punto de ser destruídas por la maldición de Dios sobre vuestra opresión, por medio de la cual acumulasteis vuestras riquezas (v. 4). Calvino piensa que el sentido es: “Vuestras riquezas perecen sin ser de provecho ni para otros ni para vosotras mismos, por ejemplo, vuestras ropas están comidas de la polilla en vuestros roperos. comidas—Comp. Mateo 6:19, 20. 3. corrompidos—“enmohecidos del todo” [Alford]. os será en testimonio—contra vosotros; en el día del juicio; es decir, vuestras riquezas no fueron de provecho para nadie, y quedando sin utilizar, se echaron a perder por el orín. comerá … vuestras carnes—el orín que una vez consumió vuestras riquezas, entonces os roerá la conciencia, juntamente con el castigo que atormentará vuestros cuerpos para siempre. como fuego—no con el lento proceso del orín, sino con la rapidez del fuego consumidor. para en los postreros días—os habéis allegado no tesoros, como os suponíais (comp. Lucas 12:19), sino la ira para los últimos días, es decir, para el juicio venidero del Señor. Alford traduce más literalmente: “En estos últimos días (antes del juicio que viene) habéis allegado tesoro” (mundano), sin provecho, en vez de arrepentiros y buscar la salvación (ver nota, v. 5). 4. He aquí—llama la atención sobre el juicio inminente, que no es amenaza vana. jornal … no … pagado—La Versión Inglesa dice correctamente: “salario < retenido de vosotros”. No como Alford: “clama de (parte de) vosotros”. La retención del sueldo era, de parte de los ricos, virtualmente un acto de “fraude”, porque los pobres jornaleros no eran pagados puntualmente. La frase no es pues, “retenido (no pagado) por vosotros”, sino “de vosotros”: expresando que el fraude era virtual más bien que obvio. Jacobo se refiere a Deuteronomio 24:14, 15: “En su día le darás su jornal, y no se pondrá el sol sin [PAG. 682] dárselo < porque no clame contra ti a Jehová, y sea a ti pecado”. Muchos pecados reclaman venganza al cielo, de los que los hombres tácitamente no toman en cuenta, como la impureza y la injusticia [Bengel]. Los pecados peculiarmente ofensivos a Dios se dice que claman a Dios. Los ricos deben de haber dado liberalmente a los pobres; el no haberlo hecho fué pecado. Mayor pecado aún era el no pagar sus deudas. Su pecado más grave era el de no pagárselas a los pobres, cuyo jornal era su todo. los clamores, etc.—un clamor doble; clamor del jornal en lo abstracto, y clamor de los jornaleros contratados. Señor de los ejércitos—“Señor de Sabaot”, sólo hallado aquí en el Nuevo Testamento. En Romanos 9:29 aparece como una cita. Viene bien con el tenor judaico de la Epístola. Advierte a los ricos, que piensan que los pobres no tienen protector, que el Señor de todos los ejércitos del cielo y de la tierra es guardián y vengador de ellos. Es idéntico con el “Señor que viene” Jesús (v. 7). 5. Tradúzcase: “Habéis vivido con lujuria < con desenfreno <” Lo primero expresa la afeminación lujuriosa lo segundo, la lascivia y la prodigalidad. Su lujo estaba a cuentas de los pobres defraudados (v. 4). sobre la tierra—la misma tierra que ha sido el escenario de vuestros deleites, será el escenario del juicio que os sobrevendrá: en vez de los deleites terrenales tendréis castigos. cebado vuestros corazones—eso es, saciádose el cuerpo cual bestias, hasta el colmo del deseo del corazón; vosotros vivís para comer; no coméis para vivir. como en el día de sacrificios—Las autoridades más antiguas omiten “como”. Sois como las bestias que devoran a más no poder en el mismo día de su inminente carneada, inconscientes de su proximidad. La frase corresponde a “los últimos “días” del v. 3, y favorece la traducción de Alford allí, con la preposición “en” y no “para”. 6. Habéis condenado … al justo—El aoristo griego expresa: “Estáis acostumbrados a condenar < al justo.” Su condenación de Cristo, “el Justo”, es predominante en la mente de Jacobo. Pero toda la sangre inocente derramada y por ser derramada se incluye, y el Espíritu Santo comprende a Jacobo mismo, llamado “el Justo”, muerto en un tumulto. Véase mi Introducción. Esto da una aplicación apropiada en especial a la expresión de este versículo, la misma que la de “el justo” del v. 16. La justicia o rectitud de Cristo y de los suyos es lo que ha provocado a los grandes hombres impíos del mundo. no os resiste—De la misma paciencia del Justo abusan los malvados, siendo un incentivo a la osadía en la violenta persecución, si pueden hacer lo que les plazca con impunidad. Dios sí “resiste a los soberbios” (4:6); pero Jesús como hombre, es “como la oveja (que) enmudece delante de sus trasquiladores < no abrió su boca”: asimismo los suyos son mansos bajo la persecución. El día vendrá cuando Dios resistirá a (lit., se pondrá en pie de guerra contra) los enemigos suyos y de ellos. Pues … tened paciencia—por cuanto el juicio está cerca (vv. 1, 3); bien podéis tener “paciencia”, siguiendo el ejemplo del Justo que no resiste (v. 6).

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hermanos—en contraste con los “ricos” opresores de vv. 1–6. hasta la venida del Señor—cuando la prueba de vuestra paciencia cesará. el labrador espera—es decir, sobrelleva con paciencia las fatigas y las demoras en la esperanza de la

siega final. Su “preciosura” (comp. Salmo 126:6, “preciosa simiente”) mas que recompensará por todo lo pasado. Véase

la misma imagen, Gálatas 6:3, 9. hasta que reciba—“hasta que ella (la siega) reciba <” [Alford]. Aun cuando se

retiene la Versión Inglesa (de “él reciba <”), no debe entenderse que la recepción de la lluvia temprana y tardía sea el

objeto de su esperanza, sino la siega, para la cual aquellas lluvias eran un preliminar necesario. La temprana caía al

tiempo de la siembra, noviembre a diciembre; la tardía, como en marzo o abril, para madurar el grano para la cosecha.

La lluvia tardía que debe preceder la venidera siega espiritual, será probablemente otra efusión pentecostal del

Espíritu Santio 8. la venida del Señor se acerca—El pretérito perfecto griego expresa tiempo presente y un estado fijo:

“se ha aproximado” (1 Pedro 4:7). Hemos de vivir en un estado de expectativa continua de la venida del Señor, como

de un evento siempre cercano. Nada puede mejor “confirmar el corazón” en medio de los disgustos actuales que la

verdadera expectativa de su pronta venida. 9. no os quejéis—“No murmuréis”; el griego lit., “no gimáis”; un

murmullo medio reprimido de impaciencia y de duro juicio, no hecho fuerte ni libremente. Habiéndolos exhortado a

la paciencia en soportar los males de parte de los malvados, ahora los exhorta a tener un espíritu longánime para con

las ofensas de los hermanos. Cristianos que llevan con paciencia a aquéllos, a veces son impacientes para con éstas,

que son mucho menos gravosas. porque no seáis condenados—Los mejores manuscritos dicen “juzgados”. Jacobo se

refiere a Mateo 7:1: “No juzguéis, para que no seáis juzgados”. Murmurar unos de otros equivale virtualmente a

“juzgar”, y así expone a uno a ser juzgado. jaez … delante de la puerta—con referencia a Mateo 24:33. El griego es

idéntico en ambos textos, y debe traducirse aquí como allí “puertas”, en el plural. La frase quiere decir “se ha

acercado” (Génesis 4:7, texto que en las interpretaciones más antiguas—el Tárgum de Jonatán y el de Jerusalén—, se

explica: “tu pecado está reservado para el juicio del mundo venidero”). Comp. “las puertas eternas” (Salmo 24:7, de donde

él saldrá). La venida del Señor para destruir a Jerusalén es la referencia primaria; y luogo, su segunda venida

visiblemente para juicio. 10. ejemplo de aflicción—eso es, maltrato. los profetas—porque eran en grado particular

perseguidos, y por tanto particularmente “bendecidos”, bienaventurados. 11. bienaventurados (Mateo 5:10) a los que

sufren—Mejor: “los que tienen paciencia”, como Job. Las autoridades más antiguas dicen: “los que soportaron”, lo

que viene mejor que nuestra versión: “Los que en días pasados, como Job y los profetas soportaron pruebas”. Son

“bienaventurados” los tales, no los que vivieron en deleites y fueron disolutos en la tierra (v. 5). paciencia—más bien,

“perseverancia”, que corresponde con el verbo “soportaron”: distinto del vocablo griego por “paciencia” en el v. 10. La

misma palabra debe traducirse “perseverancia” en el 1:3. Aquí vuelve el apóstol al tema con que comenzó la Epístola.

Job—este texto demuestra que la historia de él es real, que no se trata de una persona imaginaria; de otro modo su

caso de ninguna manera podría citarse como un ejemplo. Aunque él demostró mucha impaciencia, con todo siempre

volvió a esto: que [PAG. 683] se enconmendaba completamente a Dios, y al fin mostró un espíritu de sumisión

permanente. y habéis visto—(con los ojos de vuestra mente). Alford traduce de la antigua lección genuina: “También

véis el fin <” Dicha lección, sin embargo, puede ser traducida de conformidad con nuestra versión. el fin del Señor—

es decir, el fin que Dios dió. Si bien Job tuvo mucho que “soportar”, recordemos también la feliz “terminación” que

tuvo. Aprended, pues, por duras que sean vuestras pruebas, a “perseverar hasta el fin”. que el Señor—Alford y otros

traducen: “Por cuanto el Señor <” muy misericordioso y piadoso—en cuanto al sentimiento y a la acción,

respectivamente. Su piedad o conmiseración se ve en el hecho de que no impone al que soporta con paciencia más

pruebas que las que puede llevar; su misericordia, en que él (Cristo) da el feliz “fin” a las pruebas (Bengel). 12. Mas

sobre todo—por cuanto el jurar es absolutamente ajeno a la humilde “soportación” cristiana que se acababa de

recomendar. no juréis—por la impaciencia, a la que las pruebas pueden tentaros (vv. 10, 11). En contraste con esto

está el uso debido de la lengua (v. 13). Jacobo aquí se refiere a Mateo 5:34, etc. vuestro sí sea sí—no uséis de los

juramentos en la conversación diaria; sino dejad que la simple afirmación o negación sea suficiente para establecer

vuestra palabra. condenación—lit., juicio, es decir “del Juez” que “está delante de las puertas” (v. 9). 13. afligido—

refiriéndose a la “aflicción” de v. 10. que ore—en vez de “jurar” en temeraria impaciencia. alegre—gozoso de ánimo.

cante salmos—de alabanza. Pablo y Silas cantaron salmos aun en la aflicción. 14. llame a los ancianos—No a alguno

de los ancianos, como lo interpretan los católicos romanos, para justificar su costumbre de la extrema unción. Las

oraciones de los ancianos sobre el enfermo serían en mucho, lo mismo que si toda la iglesia, que ellos representan,

orase [Bengel]. ungiéndole con aceite—el uso que Cristo encomendó a sus apóstoles fué continuado después con la

imposición de las manos, como prenda de la suprema facultad de medicina de la iglesia, como asimismo hallamos en

1 Corintios 6:2, la suprema facultad judicial de la iglesia. [Nota del Traductor: El don de sanidades no se limitó a los

ancianos, sino que los dones espirituales los reparte el Espíritu a los miembros (1 Corintios 12:1–11). Su eficacia

dependía de la fe y de la oración, sin la condición de los actos simbólicos de la imposición de las manos y la unción

con aceite. El carisma de Timoteo—dice Pablo (1 Timoteo 4:14)—fué dado por medio de una profecía con (al tiempo de:

no por medio de) la imposición de las manos del presbiterio. En 2 Timoteo 1:6, el don “está en ti por (medio de) la

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imposición de mis manos,” donde debemos entender el sentido por simbólico: La imposición de las manos del presbiterio vale decir la oración de los ancianos.] Ahora que el don milagroso de la sanidad ha sido retirado en mayor

parte, usar el simbolismo donde falta la realidad sería una superstición sin sentido. Comp., otros usos apostólicos

debidamente descontinuados, 1 Corintios 11:4–15; 16:20. “Que usen el aceite aquellos que por sus oraciones puedan

obtener la recuperación para los enfermos; los que no lo pueden hacer, que se abstengan de usar la señal vacía”

[Whitaker]. La extrema unción romanista se administra a los desahuciados, para sanar al alma; mientras que la unción de

Jacobo era para sanar el cuerpo. El Cardenal Cayetano (Comentario) admite que el apóstol no puede referirse a la

extrema unción. El aceite en el Oriente, y en especial entre los judíos (Véanse los Talmudes Jerusalén y Babilónico), se

usaba mucho como agente curativo. Es también señal de la gracia divina. Por tanto es una señal propia en la

operación de curas milagrosas. en el nombre del Señor—por el cual solo el milagro fué hecho: los hombres no eran

sino meros instrumentos. 15. la oración—No dice que el aceite sea lo que salvará; el aceite no es sino el símbolo.

salvará—es claro que no “salvará” el alma, como dice Roma, sino que sanará “al enfermo”: como lo prueba la frase: “el

Señor lo levantará”. Comp. Mateo 9:21, 22. si estuviere en pecados—pues no lo están todos los enfermos a causa de

algún pecado específico. Aquí se supone el caso de uno que está castigado con la enfermedad por haber cometido

pecados; es decir, bajo las consecuencias de pecados cometidos. serán perdonados—más bien “le será perdonado”

(los manuscritos más antiguos) el haberlos cometido. La relación entre el pecado y la enfermedad está implícita en

Isaías 33:24; Mateo 9:2–5; Juan 5:14. La absolución de los enfermos, retenida por la Iglesia Anglicana, se refiere a los

pecados que el enfermo confiesa (v. 16), de los cuales se arrepiente, y a causa de los cuales se ha dado escándalo

objetivo a la iglesia y a la causa de la religión; no se refiere a los pecados en su relación a Dios, el único Juez. 16. Las

autoridades más antiguas dicen: “Confesaos, pues <” No sólo en el caso particular de enfermedades, sino

universalmente, confesaos. faltas—vuestras caídas y ofensas, en relación de unos a otros. La palabra no es la misma

que pecados. Mateo 5:23, 24; Lucas 17:4, ilustran este precepto. unos a otros—no al sacerdote, como insiste Roma. La

Iglesia Anglicana la recomienda en ciertos casos. Roma impone la confesión en todos los casos. La confesión es de desear

en el caso (1) de un mal hecho a un vecino; (2) cuando bajo una conciencia perturbada pedimos consejo a un piadoso

ministro o amigo de cómo podemos lograr el perdón de Dios y fuerzas para no pecar más, o cuando deseamos las

oraciones intercesoras a nuestro favor (“Orad los unos por los otros”): “La confesión puede hacerse a cualquiera que

sepa orar” [Bengel]. (3) la confesión abierta ante la iglesia y el mundo, en señal de arrepentimiento. No la confesión

auricular, para que seáis sanos—de los males físicos. También, para que, si vuestra enfermedad es castigo de pecado,

perdonado mediante la oración intercesora, podáis ser sanados de la misma. Además, para que “se{is sanos”

espiritualmente. eficazmente—oración intensa y ferviente, “sin fluctuar” (1:6) [Beza]. Vigorizada por el Espíritu, como

de aquellos que obraron milagros [Hammond]. Esto cuadra bien con la posición de las palabras griegas y con el

sentido. La oración del justo es siempre oída, generalmente; pero su petición particular por la salud de otro tenía

entonces la probabilidad de ser concedida, si era uno que tenía el carisma especial del Espíritu. Alford traduce: “Puede

mucho en su operación”. El “justo” mismo es uno que se esfuerza por evitar las “faltas” y demuestra su fe por sus obras

(2:24). 17. Elías [PAG. 684] … semejantes pasiones—Por tanto no se puede decir que fuese tan superior a nosotros

como para no poder figurar como ejemplo aplicable a meros mortales como nosotros. rogó con oración—Hebraísmo

que significa “oró intensamente”. Comp. Lucas 22:15: “Con deseo he deseado”, eso es, “he deseado ardientemente”.

Alford no tiene razón al decir que la oración de Elías de que no lloviese, “ni se sugiere en la historia del Antiguo

Testamento”. En 1 Reyes 17:1, se dice expresamente: “Vive Jehová Dios de Israel, delante del cual estoy, que no habrá

lluvia ni rocío en estos días sino por mi palabra”. Su profecía del hecho le fué dada según divina intimación, en

contestación a la oración. Celoso por la honra de Dios (1 Reyes 19:10), y estando de un parecer con Dios respecto a la

apostasía, oró para que la idolatría nacional fuese castigada con un juicio nacional, la seca; y con la profesión de

arrepentimiento de parte de Israel, rogó que fuese quitado el castigo, como se declara en 1 Reyes 18:39–42; comp. Lucas

4:25. tres años—Comp. 1 Reyes 18:1: “el año tercero”, es decir, desde la ida de Elías a Sarepta; la profecía fué hecha

probablemente cinco o seis meses previamente. 18. otra vez oró y …—en consecuencia. Nótese la relación entre la

oración y su realización. su fruto—su fruto habitual y propio, hasta ahora retenido a causa del pecado. Tres años y

medio es el tiempo también en que profetizan los dos testigos que “tienen poder de cerrar y abrir el cielo para que no

llueva”. 19. La bendición de restaurar a un pecador errabundo por consentimiento mutuo y oración intercesora, que se

acaba de recomendar. ha errado—más. lit., “ha sido desviado”. de la verdad—de la doctrina y preceptos evangélicos.

alguno—Cada uno debe procurar la salvación de cada uno. [Bengel]. 20. Sepa—(el convertido) para su consuelo, y

para animar a otros para que hagan otro tanto. salvará—Tiempo futuro. La salvación de uno así convertido se

manifestará más allá. cubrirá multitud de pecados—no los suyos propios, sino los del convertido. Tal es el sentido del

verbo griego en voz media. En Proverbios 10:12 hace referencia a la caridad que “cubre” las faltas de otros delante de los

hombres; aquí se hace referencia a uno que, efectuando la conversión de otro, hace que los pecados de éste sean

cubiertos ante Dios, es decir, por la expiación de Cristo. Efectúa esto haciendo que el convertido sea partícipe del pacto

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cristiano para la remisión de todos los pecados. Aunque este cubrimiento de pecados estaba incluído en el anterior “salvará un alma”, Jacobo lo expresa para señalar en detalle la grandeza de la bendición impartida al penitente

mediante la instrumentalidad del que le convierte, y para así incitar a otros a que hagan la misma buena obra.

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LA PRIMERA EPISTOLA GENERAL DE PEDRO

INTRODUCCION

Su genuinidad está atestiguada por 2 Pedro 3:1; sobre la autoridad de la Segunda Epístola véase mi Introducción.

También por Policarpo (en Eusebio, 4:14), quien, escribiendo a los Filipenses, cita muchos pasajes: en el cap. 2, cita 1

Pedro 1:13, 21 y 3:9; en el cap. 5, cita 1 Pedro 2:11. Eusebio dice de Papías, Historia Eclesiástica, 3:39, que él también cita

la Primera Epístola de Pedro. Ireneo (Haereses, 4. 9. 2) la menciona expresamente; en el 4. 16. 5, cita 1 Pedro 2:16.

Clemente de Alejandría (Sirómata, 1. 3., pág. 544) cita 1 Pedro 2:11, 12, 15, 16; (y pág. 562,) 1:21, 22; (y pág. 584,) 3:14–17;

(y pág 585,) 4:12–14. Orígenes (en Eusebio, Historia Eclesiástica, 6:25) menciona esta Epístola; en Homilía 7, sobre Josué,

vol. ii, pág. 63, menciona ambas epístolas, y en su Comentario, sobre el Salmo 3, y sobre Juan, menciona 1 Pedro 3:18–

21. Tertuliano (Scorp., cap. 12) cita expresamente 1 Pedro 2:20; (y en el cap. 14,) 2:13, 17. Eusebio dice que era la opinión

de los que le precedieron que ésta estaba entre las epístolas universalmente reconocidas. La versión siríaca Peschito la

tiene. El fragmento del canon llamado de Muratori la omite. Con esta excepción y la de los herejes paulicianos, que la

repudiaron, todo el testimonio antiguo está en su favor. La evidencia interna es igualmente fuerte. El autor se llama a

sí mismo Pedro (1:1), y “testigo de las aflicciones de Cristo,” y un “anciano” (5:1). La energía del estilo armoniza con el

calor de espíritu del carácter de Pedro; y, como dice Erasmo, esta Epístola está llena de dignidad y autoridad

apostólica, y es digna del caudillo entre los apóstoles.

HISTORIA PERSONAL DE PEDRO.—Simón, o Simeón, fue nativo de Betsaida situada sobre el mar de Galilea,

hijo de Jonás, o sea, Juan. Con su padre y su hermano Andrés desempeñaba el oficio de pescador en Cafarnaúm, su domicilio subsecuente. Era casado, y la tradición dice que el nombre de su esposa era Concordia o Perpetua. Clemente Alejandrino dice que ella sufrió el martirio, animándola su esposo a ser fiel hasta la muerte: “Acuérdate, amada, de nuestro [PAG. 685] Señor”. Su suegra fue restablecida de la fiebre, por Cristo. Fue llevado a Jesús por su hermano Andrés, el cual había sido discípulo de Juan el Bautista, y por él fué dirigido al Salvador como “el Cordero de Dios”. Jesús, no bien Io contempló, le dió el nombre por el que principalmente es conocido, indicativo de su carácter subsecuente y su obra en la Iglesia: “Pedro” (griego) o “Cefas” (arameo), piedra. No se unió al Señor sino en una fecha posterior. Los incidentes señalados de su vida apostólica son bien conocidos: camina sobre el mar turbulento al encuentro de Jesús, y por dudar empieza a hundirse; su presto y franco reconocimiento de la persona divina y oficio de Jesús, no obstante las dificultades contrarias a tal creencia, por lo cual se le denominó entonces la piedra, o roca; pero su reprensión por el Señor cuando les anunció lo que fue tan repugnante a los prejuicios carnales, su pasión y muerte; su ida de un extremo al otro opuesto, en referencia al ofrecimiento de Cristo de lavarle los pies; su declaración arrogante de que nunca abandonaría a su Señor, hiciesen lo que hicieran los demás, fue seguida por su vil negación triple de Cristo, con maldiciones; su profundo arrepentimiento: el pleno perdón de Cristo y la profecía de su fidelidad hasta la muerte, después que hubo recibido de él la profesión de su “amor”, repetida cuantas veces su previa negación. Estos incidentes ilustran su carácter, que es celoso, piadoso y ardientemente ligado al Señor, y presto a declarar sus convicciones con franqueza; era ligero en juicio, precipitado, demasiado confiado en la aseveración de su firmeza; el resultado fue que, aunque abundaba en coraje humano, su coraje moral se dejaba fácilmente vencer por el temor a la opinion de hombre. Un cambio maravilloso se operó en él por la restauración después de su caída, por la gracia de su Señor resucitado. Su celo y su ardor quedaron santificados, purificados por un espíritu de sincera humildad. Su amor al Señor, si posible fuera, fue aumentado, mientras que su modo de demostrarlo ya era con el obrar y sufrir por su nombre, más bien que por las fuertes demostraciones. Así que, preso y juzgado ante el sanhedrín por haber predicado a Cristo, valientemente declaró su resolución de seguir haciéndolo. Bien ha sido llamado “la boca de los apóstoles.” Su fidelidad motivó su encarcelamiento por Herodes Agripa, con miras de su ejecución, de la que fue librado, sin embargo, por el ángel del Señor.

Después de la ascensión tomó la iniciativa en la Iglesia; y con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, ejerció el

poder predeterminado de “las llaves” del reino de Cristo, abriendo la puerta de la Iglesia, en la predicación, para la admisión de miles de israelitas; y aun más así al abrir (en obediencia a revelación especial) un acceso para los gentiles “devotos” (eso es, prosélitos judaicos del paganismo), Cornelio y otros, caso precursor de la cosecha allegada luego de los gentiles idolátricos de Antioquía. Esto explica el sentido de las palabras que Jesús le aplicó al decir: “Sobre esta roca edificaré mi Iglesia”<, es decir, sobre Cristo, la verdadera “Roca,” era relación con quien solo se le dió la designación: título compartido en común en las mismas condiciones por los demás apóstoles, como los primeros fundadores de la Iglesia sobre Cristo, “la principal piedra del ángulo”. Se de un nombre a menudo en el hebreo, no que la persona sea idénticamente la cosa misma, sino que tiene alguna relación especial con ella: así como Elías

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significa Jehová Poderoso, Simón es llamado Pedro, “la roca”, no porque lo fuese, sino salvo por su relación con Jesús, la sola Roca verdadera (Isaías 28:16; 1 Corintios 3:11). Como subsecuentemente se identificó, en su conducta, con Satanás

y fue por consiguiente llamado “Satanás”, por su clara confesión de Cristo, la Roca, quedó identificado con Cristo, y

de consiguiente es llamado “Roca”. Es innegable que no hay caso escritural de que Pedro se haya arrogado ni

practicado la supremacía; al contrario, se le representa como enviado por los apóstoles de Jerusalén para confirmar a

los samaritanos que fueron bautizdos por Felipe el diácono; otra vez, en el concilio de Jerusalén, no él, sino Jacobo el

presidente, u obispo principal de aquella ciudad, fue quien pronunció la decisión autoritativa (Hechos 15:19): “Yo

juzgo <” Cierta clase de primado, sin duda, (pero no supremacía) le fue dada a Pedro, en atención a su edad, y a su

marcada sinceridad y valentía al tomar la inicitiva en muchas ocasiones importantes. De ahí que sea llamado

“primero” en la enumeración de los doce apóstoles. De ahí también las frases: “Pedro y los once”. “Pedro y los demás

apóstoles”; y Pablo, al llegar a Jerusalén después de su conversión, fue a ver a Pedro en particular.

Una sola vez más dejó ver el mismo espíritu de vacilación por temor al reproche de hombre, que había motivado

su negación del Señor. Aunque en el concilio de Jerusalén había abogado por la eximición de los convertidos gentiles de las observancias ceremoniales de la ley, sin embargo, después de juntarse en íntimas relaciones con los gentiles en Antioquía, se retiró de ellos, temiendo los prejuicios de sus hermanos judíos venidos de parte de Jacobo, y tímidamente disimiuló su convicción de la igualdad religiosa de judío y gentil; por eso Pablo se le opuso públicamente y le reprochó: una clara refutación de su supremacía e infalibilidad [PAG. 686] alegadas (salvo, por supuesto, la inspiración especial que gozó al escribir sus epístolas). En todos los demás casos se evidenció ser, como en efecto Pablo lo llama, “una columna”. Subsecuentemente lo hallamos en “Babilonia”, de donde escribió esta primera Epístola a los creyentes israelitas de la dispersión y a los cristianos gentiles unidos en Cristo, en Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia.

Jerónimo (De Scriptorum Ecclesiasticorum, 1) declara que “Pedro, después de ser obispo de Antioquía y de predicar

a los creyentes en Ponto (la clara referencia del 1:1) < en el segundo año de Claudio fue a Roma para refutar a Simón el Mago, y por veinte años tuvo allí la silla episcopal, hasta el último año de Nerón, o sea el 14o. por el cual (Nerón) fue crucificado cabeza abajo, declarándose ser indigno de ser crucificado como su Señor, y fue enterrado en el Vaticano, cerca de la vía triunfal”. Eusebio (Chron. Ann. 3) también asevera el episcopado de Pedro en Antioquía; su declaración de que Pedro fundara aquella iglesia contradice Hechos 11:19–22. Su supuesto viaje a Roma para refutar a Simón Mago se derivó del relato de Justino de la estatua hallada en Roma (en realidad la estatua del dios sabino, Semo Sanctus, o Hércules, confundido con Simón Mago, como si fuese adorado con aquel nombre: “Simoni Deo Sancto”; hallada en el río Tiber en 1574, o en una isla del Tíber en 1662), asociado con el relato de Hechos 8:9–24. El obispado de veinticinco años es cronológicamente imposible, puesto que eso pondría la entrevista de Pedro con Pablo en Antioquía dentro del supuesto obispado en Roma. Su crucificción está asegurada por la profecía de Cristo (Juan 21:18, 19). Dionisio de Corinto (en Eusebio, Hist. Ecles., 2:25) asevera en una epístola a los Romanos que Pablo y Pedro juntos fundaron la Iglesia Romana así como también la de Corinto, y sufrieron el martirio en Roma en la misma ocasión. Lo mismo Tertuliano (Contra Marción, 4:5, y Prescriptio Hereticorum, c. 36, 38). También Cayo, el presbítero de Roma, en Eusebio Historia Eclesiástica, 2:25) dice que algunos monumentos de su martirio pueden verse en Roma sobre el camino a Ostia. Asimismo Eusebio, Historia Eclesiástica, 2:25, y Demonstratio Evangelicae, 3:116. Igualmente Lactanio, De Mortibus Persecutorum, c. 2. Muchos de los detalles son palpablemente falsos; si el todo es falso o no, es dudoso, cuando se considera la tendencia de reconcentrar en Roma los eventos de interés. [Alford.]

Lo cierto es que Pedro no estuvo en Roma antes de la fecha de la carta a los Romanos (58 d. de J. C.); de lo

contrario habría mención de ello en la misma; ni durante el primer encarcelamiento de Pablo, de otro modo hubiera sido mencionado en alguna de las varias cartas de Pablo escritas desde Roma; ni durante el segundo encarcelamiento, al menos cuando Pablo escribía la Segunda Epístola a Timoteo, un poquito antes de su martirio. Puede haber ido a Roma después de la muerte de Pablo, y según la tradición común, encarcelado en el Calabozo Mamertino, y crucificado en el monte Janículo, sobre la eminencia de San Pietro en Montorio, y depositados sus restos bajo el gran altar de la famosa basílica de San Pedro. Ambrosio (Ep. 33, Ed. París pág. 1022) relata que Pedro, no mucho antes de su muerte, persuadido por las solicitaciones de sus hermanos cristianos a que se salvara, huía de Roma, cuando el Señor le sale al encuentro, y preguntándole: “Señor, ¿a dónde vas?” recibió la respuesta: “Voy a ser crucificado de nuevo”. Con esto, volvió Pedro y gozosamente fue al martirio. La Iglesia llamada “Domine quo vadis,” sobre la Vía Apia, conmemora la leyenda. No es improbable que la entera tradición esté fundada en la relación que existía entre Pablo y Pedro. Como Pablo, el “apóstol a los gentiles”, escribió epístolas a Galacia, Efeso, y Colosas y a Filemón en Colosas, dirigiéndose más prominentemente a los cristianos gentiles, y a los judeocristianos en segundo término; así

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vice versa, Pedro “el apóstol de la circuncisión”, se dirigió a las mismas iglesias, en primer plano a los judeocristianos y a los creyentes no judíos en segundo orden.

A QUIENES DIRIGIO ESTA EPISTOLA.—El encabezamiento (1:1), “A los extranjeros (peregrinos

espirituales) esparcidos” (griego: de la dispersión), indica claramente a los cristianos de la dispersión judía como los lectores aun cuando se incluyan los cristianos gentiles como injertados en el tronco judeocristiano por la adopción y la fe, siendo así parte del verdadero Israel, como lo prueban el 1:14; 2:9, 10; 3:6 y 4:13. Así él, el apóstol de la circuncisión, trató de unir en un Cristo a judío y a gentil, llevando a cabo así la misma obra y doctrina que Pablo. apóstol de la incircuncisión. Las provincias son nombradas por Pedro en orden geográfico desde el nordeste a sud y oeste. Ponto era el país del judío Aquila. Pablo visitó dos veces a Galacia, fundando y confirmando iglesias. Crescente, su compañero, fue allá como al tiempo del último encarcelamiento de Pablo, un poco antes de su martirio. Ancira fue posteriormente su metrópoli eclesiástica. Hombres de Capadocia, así como de “Ponto” y “Asia”, había entre los oyentes del poderoso sermón de Pedro en Pentecostés, cuando el Espíritu descendió sobre la Iglesia; éstos probablemente llevaron a sus respectivos países las primeras nuevas del evangelio. El “Asia” proconsular incluía a Misia, Caria, Frigia, Pisidia y [PAG. 687] Licaonia. En Licaonia estaban las iglesias de Iconio, fundadas por Pablo y Silas; de Listra, ciudad de Timoteo, donde Pablo fue apedreado a instigación de los judíos; y de Derbe de donde era oriundo Gayo, o Gayo. En Pisidia estaba Antioquía, donde Pablo fue el medio de la conversión de muchos, pero fue expulsado por los judíos. En Caria estaba Mileto, que tenía sin duda una iglesia cristiana. En Frigia Pablo predicó las dos veces que visitó a Galacia, país colindante, y en ella estaban las iglesias de Laodicea, Hierápolis y Colosas, de la última de las cuales eran miembros Filemón y Onésimo, y dirigentes Arquipo y Epafras. En Lidia estaba la de Filadelfia, mencionada favorablemente en Apocalipsis 3:7, etc., la de Sardis, capital, y la de Tiatira, y la de Efeso, fundada por Pablo y escenario de las labores de Aquila y Priscila, y subsecuentemente de las de Pablo por más de doce años, y con posterioridad censurada por haber caído de su primer amor (Apocalipsis 2:4). Esmirna en Jonia era de la misma provincia, y como una de las siete iglesias del Asia recibió perfecta alabanza. En Misia estaba Pérgamo. Troas, también, se conoce como escenario de la predicación de Pablo, cuando resucitó a Eutico, donde también pasó un tiempo posteriormente con Carpo. De “Bitinia” no se menciona expresamente iglesia en otra parte del Nuevo Testamento. Cuando anteriormente Pablo trató de ir a Bitinia, el Espíritu no se lo permitió. Pero después, inferimos de 1:1, el Espíritu sí impartió el evangelio a dicho país, posiblemente por el ministerio de Pedro. En forma de gobierno, estas varias iglesias—parece, según la epístola: 5:1, 2: “Apacentad la grey <”—estaban en la misma condición que cuando Pablo conversó con los “ancianos” de Efeso en Mileto (Hechos 20:17, 29, “apacentad”) en lenguaje muy similar; dirigían los ancianos, o presbítero obispos, mientras que los apóstoles ejercían la dirección general. Estaban expuestos a persecuciones, no sistemáticas al parecer, sino más bien vejaciones y escarnio por cuanto no se unían con sus vecinos paganos en la vida disoluta, no estando exentos, sin embargo, del peligro de caer en dicha falta. Los males existentes entre ellos, de los que son luego reprochados, eran la ambición y codicia del lucro de parte de los presbíteros (5:2, 3), los malos pensamientos y palabras entre los miembros en general, y la falta de simpatía y generosidad de los unos para con los otros.

SU PROPOSITO parece ser, en vista de la bendición celestial y por el ejemplo de Cristo, dar consuelo a los

perseguidos, y prepararlos para hacer frente a una prueba mayor que se acercaba, y exhortar a todos: a maridos, esposas, siervos, presbíteros y pueblo, a desempeñar debidamente sus respectivos deberes de modo de no dar ocasión al enemigo para que reproche el cristianismo, y así confirmarlos en “la verdadera gracia,< en la cual est{is” (5:12). Véase la nota correspondiente. Alford arguye con razón que “amonestando” y “testificando” en dicho texto significan las exhortaciones de Pedro al través de la epístola, fundadas en el testimonio que él da de la verdad evangélica, bien conocida ya por sus lectores mediante la enseñanza de Pablo en aquellas iglesias. Estaban ya introducidos (griego eis, 5:12) en esta gracia de Dios como su seguro fundamento. Comp. 1 Corintios 15:1: “Os declaro el evangelio < en el cual persever{is” (estáis, el mismo verbo en griego). Por lo tanto, no expone en esta epístola una completa explicación de la doctrina evangélica de la gracia, sino que depende del conocimiento ya existente de ella. Comp. 1:8, 18: “Sabéis”; 3:15, 2 Pedro 3:1. No que Pedro servilmente copie el estilo y modo de enseñar de Pablo: como testigo independiente, en su propio estilo atestigua las mismas verdades. Podemos dividir la epístola en (I) La introducción (1:1, 2). (II) La excitación del puro afecto en los creyentes ya nacidos de Dios: 1. Por motivo de la esperanza, a la que Dios nos ha regenerado (1:3–12); 2. La producción del fruto de la fe, dado el gran precio pagado por nuestra redención del pecado (1:14–21). 3. Purificados por el Espíritu para el amor de los hermanos, engendrados por la eterna palabra de Dios, sacerdotes y reyes espirituales, a los cuales Cristo solo es precioso (1:22–2:10). 4. Seguir el ejemplo de Cristo, sufriendo, observando una buena conducta en todas las relaciones (2:10–3:14). 5. Y una buena profesión de fe en contemplación del sacrificio único de Cristo y de su futura venida para juicio (3:15–4:11). 6. Y la exhibición de la

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paciencia en la adversidad, en la esperanza de la futura glorificación con Cristo: (a) en general, como cristianos (4:12–19); (b) cada uno en su propia esfera (5:1–11). El título “Amados” marca la separación entre la primera y la segunda parte

(2:11, y entre la segunda y la tercera (4:12: “carísimos,” el mismo término griego). [Bengel]. (III) La conclusión.

LA FECHA Y EL LUGAR.—Es claro que fue antes de la abierta y sistemática persecución de los últimos años de

Nerón. Que esta Epístola fue escrita después de las de Pablo, aun de aquellas que fueron escritas durante su segundo encarcelamiento en Roma, que terminó en el año 63, es evidente por el conocimiento de ellas que Pedro deja traslucir en la misma. Compárense: el 2:13 con 1 Timoteo 2:2–4; el 2:18 con Efesios 6:5; el 1:2 con Efesios 1:4–7; el 1:3 con Efesios

1:3; [PAG. 688] el 1:14 con Romanos 12:2; el 2:6–10 con Romanos 9:32, 33; el 2:13 con Romanos 13:1–4; el 2:16 con

Gálatas 5:13; el 2:18 con Efesios 6:5; el 3:1 con Efesios 5:22; el 3:9 con Romanos 12:17; el 49 con Filipenses 2:14,

Romanos 12:13 y Hebreos 13:2; el 4:10 con Romanos 12:6–8; el 5:5 con Efesios 5:21 y Filipenses 2:3, 5–8; el 5:8 con 1

Tesalonicenses 5:6 el 5:14 con 1 Corintios 16:20. Además en el 5:13, se menciona a Marcos con Pedro en Babilonia. Esto

debe haber sido después de Colosenses 4:10 (año 61–63), cuando Marcos estaba con Pablo en Roma, pensando seguir

para Asia Menor. Otra vez en 2 Timoteo 4:11 (año 67 o 68), Marcos estaba en Efeso o cerca de la misma, en Asia

Menor, y Timoteo tiene orden de llevarlo consigo a Roma. Así que es probable que fuese después, o sea, después del

martirio de Pablo, cuando Marcos se unió con Pedro y por consiguiente cuando fue escrita la Epístola. No es probable

que Pedro hubiera querido establecerse en los campos de labor de Pablo, en las iglesias del Asia Menor, mientras Pablo

vivía. La muerte del Apóstol de los gentiles, y la consiguiente necesidad de quién llevara a cabo sus enseñanzas,

probablemente dieron la ocasión para el testimonio de Pedro en las mismas iglesias, mediante una carta circular a

favor de la misma verdad. La relación que mantenían las iglesias paulinas con los apóstoles en Jerusalén favorece este

parecer. Hasta los cristianos gentiles esperarían de los padres espirituales de la Iglesia de Jerusalén, de donde se había

diseminado el evangelio, los consejos necesarios para poder hacer frente a las pretensiones de los judaizantes y de los

heréticos; y Pedro, siempre destacado entre los apóstoles de Jerusalén, aunque estuviera en otra parte, sentiría

profundo interés en ellos, especialmente cuando se veían privados de la dirección de Pablo debido a su muerte. Birks

(Horae Evangelicae) sugiere que los falsos maestros podían haber apelado de las doctrinas de Pablo a las de Jacobo y de

Pedro. En tal caso Pedro naturalmente escribiría para confirmar las doctrinas de la gracia y enseñar tácitamente que

no había diferencia entre las suyas y las enseñanzas de Pablo. Birks prefiere fijar la fecha de la Epístola en el año 58,

después de la segunda visita de Pablo a Galacía, cuando Silvano estaba con él, y así no podría haber estado con Pedro

(año 54: 5:12), y antes de su encarcelamiento en Roma, cuando Marcos estaba con él y así no podía estar con Pedro

(año 62); acaso mientras Pablo estaba encarcelado en Cesárea y así impedido de comunicarse personalmente con

aquellas iglesias. Yo prefiero la opinión antes dicha, la que hace a un lado la tradición de que Pablo y Pedro sufrieran

el martirio juntos en Roma. La declaración de Orígenes y de Eusebio, de que Pedro visitara a las iglesias de Asia en

persona, parece muy probable.

El lugar de la redacción sin duda fue Babilonia sobre el Eufrates (5:13). Es improbabilísimo que en medio de las

comunicaciones y salutaciones ordinarias de una carta azás sencilla, se hubiera usado el lenguaje simbólico de la profecía (es decir, “Bablionia” por Roma). Josefo (Antigüedades, 15; 2, 2; 3:2) declara que había una gran multitud de judíos en la Babilonia Caldea; es por tanto probable que “el apóstol de la circuncisión” alguna u otra vez los visitara. Algunos sostienen que Babilonia significa Egipto, porque Marcos predicó en Alejandría y sus cercanías después de la muerte de Pedro, y que por tanto haría lo mismo junto con el apóstol en vida. Pero no se hace mención alguna en otras escrituras de tal Babilonia egipcia, sino sólo de la Caldea. Y aunque hacia el fin del reinado de Calígula una persecución arrojó a los judíos de allí a Seleucia, y una plago, cinco años más tarde también los diezmó, esto con todo no excluye su retorno y su multiplicación durante los veinte años entre la plaga y la redacción de la Epístola. Además, el orden de la enumeración de los países, del nordeste al sur y oeste, es el que seguiría uno que escribiera desde la Babilonia Oriental, y no desde Egipto ni Roma. En verdad, Cosmas Indicopleutes, en el siglo seis, entendía que se trataba de la Babilonia que estaba fuera del Imperio Romano. Silvano, compañero de Pablo, lo fue posteriormente de Pedro, y fue el portador de la epístola.

EL ESTILO.—La verdad fervorosa y práctica, antes que el raciocinio lógico, son las características de esta epístola,

como también del enérgico y simpático escritor. Su conocimiento de las epístolas de Pablo revelado en la carta,

concuerda con lo que era de esperar por el hecho de que Pablo hubiera “comunicado el evangelio que predicaba a los

gentiles” (por revelación especial a él concedida) a Pedro entre otros de “figuración”. Individualmente ocurren, tales

como el bautismo, “la demanda de una buena conciencia hacia Dios” (3:21); “conciencia de Dios” (2:19, griego), como

motivo por qué soportar las aflicciones; “esperanza viva” (1:3); “herencia incorruptible y que no puede contaminarse

ni marchitarse” (1:4); “ósculo de caridad” (5:14). Se contempla a Cristo menos en relación con sus padecimientos

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pasados, y más como está exaltado al presente tiempo y por venir pronto manifestado en su majestad. La proximidad de la realización de la dicha futura le hace estimar a los creyentes como “extranjeros” y “peregrinos” en la tierra. El

fervor depurado, la humildad profunda y ardiente amor, aparecen [PAG. 689] en la epístola, como debiéramos

esperar de uno que había sido tan amorosamente restaurado de su seria caída. “Convertido”, en verdad “fortalece a

sus hermanos”. Su fervor se destaca en la frecuente repetición del mismo pensamiento en palabras similares.

En algunos pasajes demuestra su familiaridad con la Epístola de Santiago, cuya importancia tenía peso para el

partido judaico legalista, lo cual confirma la inspiración de la misma (comp. el 1:6, 7 con Santiago 1:2, 3; el 1:24 con Santiago 1:10; el 2:1 con Santiago 1:21; el 4:8 con Santiago 5:20, ambos citan Proverbios 10:12; el 5:5 con Santiago 4:6 y Proverbios 3:34). Las más citas hechas del Antiguo Testamento, son comunes a ambas epístolas. “La fuerte susceptibilidad a impresiones externas, la vivacidad de sentimientos, la facilidad en el desarrollo de temas, disponen las naturalezas como la de Pedro para que repitan de nuevo los pensamientos de otros.” *Steiger].

La dicción de esta Epístola y la de los discursos de Pedro en los Hechos son muy similares: una coincidencia

impensada, y así una evidencia de la genuinidad de la carta (comp. el 2:7 con Hechos 4:11; el 1:12 con Hechos 5:32; el

2:24 con Hechos 5:30 y 10:39; el 5:1 con Hechos 2:32 y 3:15; el 1:10 con Hechos 3:18 y 10:43; el 1:21 con Hechos 3:15;

10:40; el 4:5 con Hechos 10:42; el 2:24 con Hechos 3:19, 26).

Hay, también, una repetición del lenguaje del Señor de la última entrevista después de su resurrección, según

Juan 21. Comp. “el Pastor < de almas”, 2:25; “Apacentad la grey de Dios”, “el Príncipe de los pastores”, 5:2, 4, con Juan 21:15–17: “Apacienta mis ovejas < corderos al cual < amáis”también el 1:8; 2:7, con Juan 21:15–17: “¿Me amas?”y 2 Pedro 1:14 con Juan 21:18, 10. Wiesinger bien dice: “El que en amorosa impaciencia se arrojó a la mar para ir al encuentro del Señor, es también el hombre que con más ardor testifica de la esperanza de su retorno; el que fechó su propia fe desde los padecimientos de su Maestro, nunca se cansa de ensalzar la sufrida forma del Señor, para consolar y estimular a sus lectores; aquel para quien la muerte de mártir es una expectativa asegurada, es quien en la mayor variedad de aspectos expone el deber, tanto como la consolación, de padecer por Cristo; como una roca de la Iglesia, cimienta a sus lectores, para la tormenta de las presentes tribulaciones, sobre la verdadera Roca de la eternidad.”

CAPITULO 1

HOMILIA SOBRE LA DIVINIDAD: GRATITUD POR LA ESPERANZA VIVA PARA LA CUAL SOMOS

ENGENDRADOS, LO QUE PRODUCE GOZO EN MEDIO DE PADECIMIENTOS: ESTA SALVACION, OBJETO DEL MAS PROFUNDO INTERES DE PARTE DE PROFETAS Y ANGELES: SU COSTO TAN ALTO, MOTIVO PARA LA SANTIDAD Y EL AMOR, COMO HEMOS NACIDO DE NUEVO DE LA PALABRA DE DIOS QUE PERMANECE PARA SIEMPRE. 1. Pedro—forma griega de Cefas, hombre de piedra. apostol de Jesucristo—El que predica de otra manera que no sea como mensajero de Cristo, no debiera ser escuchado; si como tal predica, entonces es lo mismo que si oyeses a Cristo hablando en tu presencia. extranjeros esparcidos—lit., “peregrinos de la dispersión”; ocurre sólo en Juan 7:35 y aquí en el Nuevo Testamento y en el Salmo 147:2 (Versión de los Setenta). “los echados de Israel”; la designación peculiar dada a los judíos en su condición de dispersos por todo el mundo siempre desde el cautiverio babilónico. A éstos se dirige Pedro, como apóstol de la circuncisión, en primer orden; pero no en el limitado sentido temporal solamente; considera su condición temporal como una sombra de su vocación celestial para ser extranjeros y peregrinos sobre la tierra, que esperan a la Jerusalén celestial por hogar propio. Así los cristianos gentiles, como el Israel espiritual, son incluídos secundariamente, teniendo la misma vocación. Alude claramente a los cristianos gentiles (1:14; 2:10; 4:3; comp. el 1:17; 2:11). Los cristianos, si consideran debidamente su vocación, nunca deben establecerse aquí, sino sentirse como transeúntes. Como los judíos en su dispersión difundieron por las naciones el conocimiento del Dios único, preparatorio para el primer advenimiento de Cristo, así los cristianos dispersos entre los inconversos, difunden el conocimiento de Cristo en preparación para su segunda venida. “Los hijos de Dios esparcidos por doquier” constituyen un todo en Cristo, que “los junta con amor en uno”, ahora parcialmente y en el Espíritu, después, más perfecta y visiblemente. “Elegidos”, en el orden griego, precede a “extranjeros”, electos en relación con el cielo, extranjeros en referencia a la tierra. La elección aquí es la de individuos a la vida eterna por la soberana gracia de Dios, como lo siguiente lo demuestra. “Mientras que cada uno está seguro de su propia elección por el Espíritu, no recibe seguridad alguna tocante a otros, ni hemos de ser demasiado curiosos (Juan 21:21, 22); Pedro los enumera entre los elegidos, puesto que llevan la apariencia de haber sido “regenerados” [Calvino]. Llama a toda la Iglesia por el término que estrictamente pertenece sólo a la mejor porción de ellos [Calvino]. La elección a oír y la

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elección a vida eterna son distintas. Ser consciente de la elección es un fuerte motivo para la santidad. El ministro invita a todos, y con todo no disimula la verdad de que en ningunos, salvo los elegidos, efectuará la predicación la bendición

eterna. Como el principal fruto de la exhortación, y aun de las amonestaciones, redunda para “los elegidos”, por tal

razón, principía por dirigirse Pedro a los tales. Steiger traduce: A “los [PAG. 690] electos peregrinos que forman la

dispersión en Ponto <” El orden de las provincias es que serían miradas por uno que escribiese desde el oriente, desde

Babilonia (5:13); del nordeste hacia el sur a Galacia, del sudeste hacia Capadocia, luego hacia Asia y de vuelta hacia

Bitinia, al oeste de Ponto. Contrástese el orden en Hechos 2:9. Ahora está sirviendo a los mismos a quienes había

predicado en Pentecostés: “Partos, Medos, Elamitas, habitantes de Mesopotamia y de Judea”—es decir, judíos que

estaban ahora sujetos a los partos, cuya capital era Babilonia, donde Pedro trabajó en persona—de Capadocia, Ponto,

Asia, Frigia, Bitinia”, la dispersión asiática derivada de Babilonia, a los cuales ministra por carta. 2. presciencia—el

amor preordinante (1:20), inseparable de la presciencia de Dios, el origen de la elección y el molde al cual se conforma.

Hechos 2:23 y Romanos 11:2 prueban que “presciencia” es preordinación. La presciencia de Dios no es la percepción en

base alguna a acción ajena a él mismo; con todo en ella se comprende la libertad, y se excluye toda coartación

absoluta. [Anselmo en Steiger]. Porque el Hijo de Dios fue “antes conocido” (así el griego en el 1:20: “ordenado antes

<”) para ser el Cordero sacrificial, no contra su voluntad ni con ella, sino con su voluntad reposada en la voluntad del

Padre. Esto incluye la acción consciente; y más, hasta la aquiescencia gozosa. “Conocer” en el hebreo como en el griego

incluye como propios de uno la aprobación y el reconocimiento. El hebreo señala la unidad de amar y escoger con tener

una palabra para expresar los dos conceptos, bachar (heiretizo, V. de los Setenta). Pedro desciende de la eterna “elección”

de Dios por el nuevo nacimiento, a la “santificación” del creyente, para que de ésta pueda elevarlos de nuevo por la

consideración de su nuevo nacimiento, a la “viva esperanza” de la “herencia” celestial. [Heidegger]. Las tres Personas

divinas las introduce en sus respectivas funciones en la redención. en santificación—El elemento en que son elegidos.

La elección de Dios se realizó y se manifestó “en” la santificación de ellos. Los creyentes son “santificados por la

ofrenda de Cristo una vez por todas” (Hebreos 10:10). “Tú debes creer que eres santo; pero no por tu propia piedad,

sino por la sangre de Cristo” [Lutero]. Esta es la verdadera santificación del Espíritu, obedecer el evangelio, confiar en

Cristo. [Bullinger].—La separación por el Espíritu del creyente como consagrado a Dios. La ejecución de la elección de

Dios (Gálatas 1:4). Dios el Padre nos da la salvación por la elección gratuita; el Hijo la compra con el derramamiento

de su sangre; el Espíritu Santo aplica el merecimiento del Hijo al alma por la palabra evangélica [Calvino]. Comp.

Números 6:24–26, la triple bendición del Antiguo Testamento. para obedecer—El Gr., “para obediencia”, el resultado

y la finalidad de Dios con respecto a nosotros: la obediencia, que consiste en la fe y en lo que mana de la fe;

“obedeciendo a la verdad por el Espíritu” (1:22). Romanos 1:5, “obediencia a la fe”, y obediencia fruto de la fe. ser

rociados—el Gr. “para obediencia y rociamiento de sangre <” No en la justificación mediante la expiación hecha una

vez por todas, expresada en las frases anteriores, sino (como el orden indica) en ser diariamente rociados con la sangre

de Cristo, y así limpiados de todo pecado, lo que es el privilegio de todo justificado que “camina en la luz”. gracia—la

fuente de la “paz”. sea multiplicada—aun más que hasta ahora. Daniel 4:1. “Ya tenéis la paz y la gracia, mas no

todavía en la perfección; por tanto, debéis seguir creciendo, hasta que el viejo Adán esté muerto” [Lutero]. 3. Empieza,

como Pablo, al principiar sus epístolas, dando gracias a Dios por la grandeza de la salvación; en esto (1) anticipa el

futuro (1:3–9) y (2) vuelve sobre lo pasado. [Alford]. Bendito—vocablo griego (eulogetos, “bendito sea”) que se aplica a

Dios, distinto del que se usa (eulogemenos, bendecido), con respecto al hombre. Padre—Esta Epístola entera concuerda

con el “Padre nuestro”: “Padre”, 1:3, 14, 17, 23; 2:2; “nuestro”, 1:4; “en los cielos”, 1:4; Sea santificado tu nombre”, 1:15,

16; 3:15; “venga tu reino”, 2:9; “sea hecha tu voluntad”. 2:15; 3:17; 4:2, 19; “pan diario”, 5:7; “perdón de pecados”, 4:8,

1; “tentación” 4:12; “liberación”, 4:18 [Bengel]; comp. el 3:7 y 4:7, alusiones a la oración. Barak en el hebreo, “bendice”,

lit., arrodillarse. Dios, la fuente de bendiciones debe ser bendito por todas sus obras. grande misericordia—Que la

“misericordia” de Dios alcanzara hasta nosotros, culpables y enemigos, es prueba de que es grande y plena. nos ha

regenerado—del Espíritu por la palabra (1:23); aunque éramos por naturaleza hijos de la ira, y muertos en pecados.

en—Gr. eis, “para”; para esperanza, para que la tengamos. viva—o “viviente”. Tiene vida en sí, da vida, y espera vida

objetivamente [De Wette]. Viviente es una expresión favorita de Pedro (1:23; 2:4, 5). Se deleita en contemplar la vida

venciendo la muerte en el creyente. La fe y el amor siguen a la esperanza (1:8, 21, 22). “(Para) una esperanza viva” es

explicada aun más por “(para) una herencia incorruptible < que < no marchitase <” y “para (alcanzar la) salud

(salvación) < aparejada para ser revelada en el postrimero tiempo”. Yo prefiero, con Bengel y Steiger, unir como en el

griego: “para una esperanza viva (que posee vida y vitalidad) mediante la resurrección de Jesucristo”. La fe, el medio

subjetivo de la resurrección espiritual del alma, es obrada por el mismo poder por el cual Cristo fue resucitado de los

muertos. El bautismo es el medio objetivo (3:21). [Nota del Traductor: El bautismo, se puede decir que es el medio

simbólico, figurativo, de la resurrección a novedad de vida. El Espíritu obra independientemente de medios.] Su fruto

moral es una vida nueva. La relación de nuestra filiación con la resurrección aparece también en Lucas 20:36; Hechos

13:33. La resurrección de Cristo es la causa de la nuestra, (1) como causa eficiente (1 Corintios 15:22); (2) como causa

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ejemplar, estando todos los santos por resucitar a similitud de la resurrección de él. Nuestra “esperanza” es de que Cristo, resucitado de los muertos, ha ordenado el poder, y ha venido a ser el modelo de la resurrección del creyente.

El alma, renacida de su estado natural para la vida de la gracia, nace luego otra vez para la vida de gloria. Mateo

19:28: “Regeneración, cuando se sentará el Hijo del hombre en el trono de su gloria”; la resurrección de nuestros

cuerpos es una salida como si fuera de la matriz de la tierra y la entrada a la inmortalidad, una natividad para otra

vida. [PAG. 691] [El Obispo Pearson.] Las cuatro causas de nuestra salvación son: (1) la causa primaria, la

misericordia de Dios; (2) la causa inmediata, la muerte y resurrección de Cristo; (3) la causa formal, nuestra

regeneración; (4) la causa final, nuestra dicha eterna. Como Juan es el discípulo del amor, así Pablo es el de la fe, y

Pedro el de la esperanza. De ahí que Pedro, más que los demás apóstoles, subraya la resurrección de Cristo; una

coincidencia entre la historia y la Epístola, y una prueba de su genuinidad. La resurrección de Cristo fue la ocasión de

la restauración de Pedro mismo, por Cristo, después de su caída. 4. Para una herencia—el objeto de nuestra esperanza

(v. 3), que por tanto no es una esperanza muerta, sino viva. La herencia es del creyente ya, por título, estándole

acreditada en efecto; la entrada para poseerla es futura, y es esperada como cosa cierta. Siendo “engendrado” de

nuevo como “hijo”, es “heredero”, así como los padres terrenales engendran hijos que heredarán los bienes de ellos. La

herencia es la salvación (vv. 5, 9): “la gracia < presentada en la revelación (aparición) de Cristo” (v. 13); “una corona

de gloria que es inmarcesible.” incorruptible—que no tiene en sí los gérmenes de la muerte. Las negaciones de las

imperfecciones con que nos encontramos en esta vida son los principales medios de llevar a nuestras mentes un

concepto de las cosas celestiales que todavía “no han subido al corazón del hombre”, y que aun no tenemos las

facultades capaces de conocer plenamente. Pedro, temerario, impulsivo, y muy susceptible a las impresiones externas,

era tanto más apto para sentir con dolor la corrupción arraigada, que, acechando bajo el esplendor de las cosas más

hermosas de la tierra, las condena a pronta podredumbre y muerte. no puede contaminarse—“herencia <

incontaminable” (Gr. amianton); no manchada por el pecado como los bienes terrenos, ni en la adquisición, ni en el uso

de ellos; no susceptibles de mancha alguna. “El rico o es hombre fraudulento, o es heredero de fraudulento.”

[Jerónimo.] Aun la herencia de Israel estaba contaminada por el pecado del pueblo. La contaminación se insinúa de

intrusa hasta en nuestras cosas santas de ahora, mientras que el servicio de Dios debe de ser puro. ni marchitarse—

Comp. al v. 24 en contraste. Aun la parte más delicada de la herencia celestial sigue siendo inmarcesible. “En sustancia

incorruptible; en pureza incontaminable; en hermosura inmarcesible” [Alford]. reservada—guardada (Colosenses 1:5; 2

Timoteo 4:8); el pretérito perfecto, que expresa un estado fijo y permanente, “que ha sido y está guardada”. La

herencia está en seguridad, sin riesgo, fuera del alcance de Satanás, aunque nosotros, los herederos, estamos aún en

medio de peligros. Con todo, si somos creyentes, nosotros también, así como la herencia, somos “guardados” (el

mismo griego, Juan 17:12) en seguridad por Jesús (v. 5). en los cielos—donde no puede ser ni destruída ni robada. No

se sigue que, por cuanto está guardada en los cielos, no haya de estar después en la tierra también. 5. para nosotros—El

Gr., “para vosotros”, como en el v. 6. Está segura, no sólo en sí a salvo de toda desgracia, sino también de toda

enajenación, de modo que nadie la puede recibir en nuestro lugar. Había dicho “nosotros” en el v. 3; ahora se dirige a

los elegidos, a fin de animarlos y de exhortarlos. somos guardados—El Gr. “Para vosotros los < los guardados,” “los

que estáis siendo guardados.” Refuta la objeción: “¿De qué provecho es dicha salvación que nos está reservada en el

cielo, como en puerto tranquilo y seguro, cuando nosotros somos arrojados en el mundo sobre turbulento mar en

medio de mil naufragios?” [Calvino]. Como la herencia está guardada (v. 4) en seguro para los lejanos “herederos”,

así deben ellos ser guardados en sus personas para así estar seguros de alcanzarla. Ni carecerán ellos de ella, ni ella de

ellos, “Nosotros estamos guardados en el mundo, así como nuestra herencia está guardada en el cielo”. Esto define el

“vosotros” (“nosotros” en nuestra versión). La herencia, sabed, pertenece sólo a los que “perseveran hasta el fin”,

siendo “guardados por (o en) la virtud de Dios por fe”. Comp. Lucas 8:13 en contraste. Dios mismo es nuestro solo

poder guardador. “Es su poder el que nos guarda de nuestros enemigos. Es su longanimidad lo que nos salva de

nosotros mismos” [Bengel], Judas 1: “conservados en Jesucristo”; Filipenses 1:6; 4:7; “guardará”, el mismo verbo en el

griego como aquí. Este guardar se efectúa, de parte de Dios, por su “poder”, la causa eficiente; de parte del hombre, por

medio de la fe, el medio efectivo. en la virtud—El creyente vive espiritualmente en Dios, y en virtud de su poder, y

Dios vive en él. “En” denota que la causa es inherente en los medios, u obra orgánicamente por ellos, los cuales

existen también en la causa. El poder de Dios que guarda al creyente no es ninguna fuerza externa que obre sobre él

desde afuera con necesidad mecánica, sino el poder espiritual de Dios, en el cual vive, y de cuyo Espíritu está vestido.

Baja éste sobre él, y luego mora en él, así como está en él. [Steiger]. Que na die se jacte de que está guardado por el

poder de Dios para salvación, si no está caminando por la fe. Ni el conocimiento especulativo y la razón, ni las obras

de aparente caridad, tendrán valor, aparte de la fe Es por la fe que la salvación se recibe y también está guardada. para

(alcanzar la) salud salud—El Gr. “para salvación”. “La salvación” no es meramente operada para nosotros en título

por Cristo, escriturada a nuestro nombre cuando creemos, sino en efecto manifestada, y para ser finalmente

perfeccionada. aparejada, etc.—Cuando Cristo se manifieste, ella será manifestada. Los preparativos para ello están

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ahora haciéndose, y comenzaron cuando Cristo vino: “Todas las cosas están ya aparejadas”; la salvación está ya hecha, y sólo espera el tiempo del Señor para ser manifestada: él está preparado “para juzgar”. postrimero tiempo—el

último día, que termina el día de la gracia: el día de juicio, de redención, de la restitución de todas las cosas, y de la

perdición de los impíos. 6. En lo cual—en la cual esperanza de la salvación final. os alegráis—“con exultación”, “os

regocijáis con exhuberancia”. La salvación se realiza por la fe (v. 9), como cosa tan efectivamente presente como para

causar exultación a pesar de las tribulaciones existentes. si es necesario—“Si es la voluntad de Dios que así sea”,

[Alford], porque no todos los creyentes están atribulados. Uno no debe pedir ni imponerse una cruz, sino sólo “alzar”

la cruz que Dios le impone (“su cruz”). No se debe forzar demasiado [PAG. 692] el texto de 2 Timoteo 3:12. No todo

creyente, ni todo pecador, es probado con aflicciones [Theophylact]. Algunos piensan erróneamente que no obstante

nuestro perdón en Cristo, hace falta alguna suerte de propiciación o expiación por el pecado. afligidos—El Gr.

“entristecidos”. La “tristeza” ya se considera pasada, o al menos temporaria; el “gozo exultante”, presente y continuo.

Es porque el gozo realizado, de la salvación venidera, hace que la presente tristeza parezca cosa del pasado. Al primer

golpe de la aflicción os entristecisteis, pero ahora en anticipación os alegráis, pareciéndoos pasada la presente aflicción.

tentaciones—o sea, pruebas de vuestra fe. 7. La finalidad de la tentación, o prueba, es la comprobación. prueba—el

examen, aprobación. Para que vuestra fe así probada “sea hallada (el aoristo: una vez por todas, como resultado del

examen en el día del juicio) para (resultando en) alabanza <” es decir, la alabanza que imparte el Juez. el cual

perece—El oro perece, y con todo es probado con fuego. Si el oro perecedero es examinado con fuego para quitarle la

escoria y estimar su genuinidad, ¿cuánto más necesita vuestra fe, que nunca perece, pasar por la prueba ardiente para

quitarle todo lo defectuoso y probar su pleno valor? gloria—“Honra” no es tan fuerte como “gloria”. Como la

“alabanza” está en palabras, así la “honra” es de hechos: la recompensa honoraria. cuando … manifestado—El Griego.,

“en la revelación <” Así en el v. 13. A la revelación (Griego., apokalipsis) de Cristo, también tendrá lugar la revelación,

o manifestación, de los hijos de Dios (Romanos 8:19). Comp. 1 Juan 3:2, en el griego. 8. Al cual, no habiendo visto, le

amáis—aunque en otros casos es el conocimiento de la persona lo que produce el amor hacia ella. Son más

“bienaventurados los que no vieron y con todo creyeron”, que los que creyeron porque vieron. Sobre el amor de

Pedro mismo a Jesús, véase Juan 21:15–17. Aunque los apóstoles lo habían visto, dejaron ya de conocerlo meramente

según la carne. en el cual creyendo—lo que produce un regocijo exultante. al presente—la presente condición en

contraste con la futura, cuando los creyentes “verán su rostro”. inefable—Comp. 1 Corintios 2:9. glorificado—Un gozo

que está ya rodeado de gloria. La “gloria” es en parte una posesión presente por la presencia de Cristo, “el Señor de la

gloria”, en el alma; en parte, la anticipación asegurada. “El gozo del cristiano está ligado con el amor a Jesús; su base es

la fe: no es pues ni egoísta ni arrogante” [Steiger]. 9. obteniendo—en asegurada anticipación; “el fin de la fe

(vuestra”), o sea su consumación triunfante, la “salvación” finalmente cumplida (Pedro aquí confirma la enseñanza de

Pablo sobre la justificación por la fe): obteniendo también ahora el título de propiedad y las primicias de ella. En el

siguiente v. 10, la salvación se trata como ya presente, mientras que “los profetas” no la tenían aún presente. Debe pues

referirse en el v. 9 al presente: la liberación ahora de un estado de ira: los creyentes ahora mismo “obtienen la

salvación,” aun cuando su plena “revelación” es futura. de (vuestras) almas—El alma inmortal era lo que estaba

perdido, así que “la salvación” concierne en primer lugar al alma; el cuerpo participará de la redención más adelante;

el alma del creyente está salva ya: prueba adicional de que el “obtener la salvación” es cosa del tiempo presente. 10. La

magnitud de esta “salvación” está probada por el ardor con que “los profetas”, y aun “los ángeles”, la escudriñaron.

Aun desde el principio del mundo esta salvación ha sido testimoniada por el Espíritu Santo. los profetas—término

general que incluía a todos los autores inspirados del Antiguo Testamento. han inquirido—con perseverancia: así el

griego. Mucho más se nos revela a nosotros que lo que alcanzaron con diligente investigación los profetas. Con todo no

se dice que ellos la buscaran, sino que inquirieron y buscaron “acerca de” ella (así el griego) Ellos ya estaban seguros

acerca de la redención que estaba por venir. No vieron plenamente, como nosotros, pero desearon ver al uno y mismo

Cristo que nosotros vemos plenamente en espíritu. “Como Simeón estuvo ansiosamente deseando anteriormente y

quedó tranquilo en paz sólo cuando hubo visto a Cristo, así todos los santos del Antiguo Testamento vieron a Cristo

sólo veladamente y como si estuviese ausente—ausente no en el poder y la gracia, sino por cuanto no estaba aún

manifiesto en carne” [Calvino]. Los profetas, como individuos, tuvieron que reflexionar sobre el sentido figurado y de

largo alcance de sus profecías; porque sus palabras, como profetas, en su función pública, no eran propias de ellos tanto

como del Espíritu, que hablaba por ellos y en ellos: así opinó Caifás. Un testimonio notable de la inspiración verbal;

las palabras que los autores inspirados escribieron son palabras de Dios, que expresan la mente del Espíritu, las cuales

los escritores mismos escudriñan, para encontrar el hondo sentido precioso, lo mismo que hacen los lectores

creyentes. El verbo (inquirir) indica que tenían indicaciones de seguir en búsqueda. de la gracia que había de venir—a

saber, la gracia del Nuevo Testamento: arras de “la gracia” de la perfecta “salvación” “para ser traída con la (segunda)

revelación de Cristo”. Los creyentes del Antiguo Testamento también poseían la gracia de Dios: eran hijos de Dios,

pero eran como menores de edad, así como siervos; mientras que nosotros gozamos los plenos privilegios de hijos

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adultos. 11. escudriñando—“con referencia a qué tiempo o qué suerte de tiempo”. Así lo expresa el griego. Este qué expresa el tiempo en absoluto; qué cuál había de ser la era de la venida del Mesías; qué suerte de tiempo, qué eventos y

rasgos caracterizarían el tiempo de su venida. La conjunción o infiere que algunos de los profetas, si no podían como

individuos descubrir el tiempo preciso escudriñaron los rasgos y eventos característicos del tiempo. El griego por

“tiempo” aquí es la sazón, la época, el tiempo propio en los propósitos de Dios. el Espíritu de Cristo … en ellos—

(Hechos 16:7, Versión Moderna: “el espíritu de Jesús”; Apocalipsis 19:10.) Así Justino Mártir dice: “Jesús fue aquel que

apareció y se comunicó con Moisés, Arahán y los demás patriarcas”. Clemente de Alejandría lo llama “el Profeta de

profetas, y Señor de todo el espíritu profético.” significaba—“daba intimación.” prenunciaba—“testificaba de

antemano los padecimientos (ordenados) para el Cristo”, o en respecto a Cristo. “Cristo”, el ungido Mediador, cuyos

padecimientos fueron el precio de nuestra “salvación” (vv. 9, 10), el cual es el conducto de “la gracia que [PAG. 693]

había de venir a nosotros”. las glorias—de su resurrección, de su ascensión, de su juicio y reino venideros, las

consecuencias necesarias de los padecimientos. después de ellas—(3:18–25; 5:1). Puesto que “el Espíritu de Cristo” es

el espíritu de Dios, Cristo es Dios. Es sólo porque el Hijo de Dios había de ser nuestro Cristo que se reveló a sí mismo y

por sí al Padre en el Antiguo Testamento, y que por el Espíritu Santo, que procede eternamente del Padre y del Hijo,

habló a los profetas. 12. No sólo les fue revelado el futuro a ellos, sino también esto, que dichas revelaciones del futuro

les fueron dadas no para ellos mismos, sino para el bien de nosotros de los tiempos del evangelio. Esto, lejos de

desanímarlos, los alentó más para testificar abnegadamente en el Espíritu para el bien parcial de su propia generación

(sólo de creyentes), y para el pleno beneficio de la posteridad. Contrástese en tiempos evangélicos, Apocalipsis 22:10.

No que sus profecías fuesen desoídas con las instrucciones espirituales tocantes al Redentor, por su propia

generación, sino que la plena luz no había de ser dada antes de que el Mesías viniese; fué para el bien de ellos que

tuvieron esta “revelación”, para que no se desanimasen por no descubrir claramente a pesar de su investigación y

búsqueda todos los pormenores de la “salvación venidera.” A Daniel le fue revelado el tiempo (Daniel 9:25, 26).

Nuestros inmensos privilegios están así expuestos por el contraste con los de ellos, no obstante que tuvieron honor

grande de que el Espíritu hablara en ellos; y esto como incentivo a aun mayor consagración de nuestra parte que la

que ellos mismos hubieran manifestado (v. 13). para nosotros—los manuscritos más antiguos dicen “vosotros”, como

en el v. 10. Este versículo expresa que nosotros los cristianos podemos entender las profecías con la ayuda del

Espíritu, en la parte más importante, es decir, hasta donde han sido ya cumplidas. por el Espíritu Santo enviado—en

Pentecostés. Manuscritos posteriores dicen: “en el Espíritu <”; Los evangelistas hablando por el Espíritu Santo eran

testigos infalibles. “El Espíritu de Cristo” estaba en los profetas (v. 11), pero no manifiestamente, como en el caso de la

iglesia cristiana y sus primeros predicadores, “enviado del cielo”. ¡Cuán favorecidos somos nosotros, al ser servidos,

en cuanto a la “salvación”, por los profetas y asimismo por los apóstoles, anunciando éstos como en efecto cumplidas

las mismas cosas que aquéllos predijeron! en las cuales—cosas “que ahora os son anunciadas” por los predicadores

evangelistas, a saber, “los padecimientos de Cristo v las glorias que habían de seguir” (vv. 11, 12). ángeles—

superiores aun a los profetas. Los ángeles, como tampoco nosotros mismos, no poseen un conocimiento intuitivo de la

redención. “Mirar” es lit., aquí en el griego: “encorvarse para mirar profundamente hasta el fondo de una cosa”. Véase

nota sobre el mismo vocablo en Santiago 1:25. Como los querubines se encorvaban sobre el propiciatorio, emblema de

la redención, en el lugar santísimo, así los ángeles contemplan fijamente y anhelan profundizar “el gran misterio de la

piedad, Dios manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles”. Su “ministerio a favor de los

herederos de la salvación” naturalmente los predispone a compenetrarse de este misterio que refleja tal gloria sobre el

amor, justicia, sabiduría y poder del Dios y Señor suyo y nuestro. Lo pueden conocer sólo por su manifestación en la

iglesia, puesto que ellos no tienen la porción directa en él que tenemos nosotros. “Los ángeles tienen sólo el contraste

entre el bien y el mal, sin el poder de la conversión del pecado a la justicia: presenciando dicha conversación en la

Iglesia, anhelan informarse del conocimiento de los medios por los cuales se efectúa” [Hofman en Alford]. 13. Por lo

cual—Viendo que los profetas ministraron a vuestro favor en estos altos privilegios evangélicos, en que ellos mismos

no participaron plenamente, aunque los escudriñaron, y vieron que hasta los ángeles deseaban “mirarlo”, ¡cuán fieles

y vigilantes debierais vosotros ser respecto a ellos! los lomos … ceñidos—refiriéndose a las palabras de Cristo mismo

(Lucas 12:55), una figura sugerida por la manera en que los israelitas comían la pascua, atada la larga ropa exterior a

la cintura con un cinturón, como en preparación para viajar. Los obreros, los corredores, luchadores, y guerreros

(como figuras típicas de los cristianos) así se ceñían, tanto para acortar el ropaje de modo que no impidiera la acción,

como para ceñir y fortificar el cuerpo para la acción. El creyente debe tener la mente (sus poderes intelectuales)

preparada y presta siempre para la venida de Cristo. “Reunid la potencia de vuestro espíritu” [Hensler]. Con

templanza, eso es, sujeción propia espiritual, para que uno no sea derrotado por las seducciones del mundo y de la

carne, y con la “perfecta esperanza” de la revelación (aparición) de Cristo, es la verdadera manera de “ceñir los lomos

de la mente (entendimiento)”. perfectamente—para que no haya nada deficiente en vuestra esperanza, ninguna caída

de vuestra confianza. Si se tradujera “hasta el fin” (teleios), podría hacer alusión a “el fin” (telos) del v. 9, el fin de

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vuestra fe y esperanza, a saber, “la gracia que os es traída en (así dice el griego) la revelación de Cristo”. Como la gracia será entonces perfeccionada, así debéis esperar perfectamente. “Esperad” es repetición del v. 3; las dos apariciones

no son sino dos etapas de la gran revelación de Cristo que abarca el Nuevo Testamento del principio al fin. 14. De

sobriedad de espíritu y perseverancia de esperanza, pasa a obediencia, santidad y reverencial temor. Como hijos—indicando su

presente carácter real de “renacidos” (vv. 3, 22). obedientes—Griego, “hijos de obediencia”; hijos de los cuales la

obediencia es su característica natural y predominante, como el niño es de la misma naturaleza de la madre y del

padre. Comp. en contraste, Efesios 5:6, “los hijos de desobediencia”. Comp. el v. 17, “invoc{is por Padre”, de quien sois

“hijos”. Teniendo la obediencia de la “fe” (v. 22) así como la de la práctica (vv. 16, 18). “La fe es la obediencia suprema,

porque se desempeña a las órdenes supremas”. [Lutero.] no conformándoos—La moda (Griego, squema) externa es

pasajera y meramente superficial. La “forma”, o conformación en el Nuevo Testamento es algo más profundo, más

perfecto y esencial. los deseos que antes teníais—las características de vuestro estado de ignorancia de Dios: tanto de

judíos como de gentiles. La santificación se describe primero negativamente (v. 14, “no conformándoos <”

desvistiéndoos el viejo hombre, la [PAG. 694] forma exterior, así como la conformación interna); luego positivamente

(v. 15, vistiéndoos el nuevo. Comp. Efesios 4:22, 24). Los “deseos” o concupiscencias manan del original “nacimiento

en pecado” (herencia de nuestros primeros padres, los que por deseo voluntario trajeron el pecado al mundo), el que

siempre, desde que el hombre quedó distanciado de Dios, trata de llenar con cosas terrenales el vacío que siente en su

ser; las formas múltiples que asume la concupiscencia congénita se llaman en el plural concupiscencias. En el

regenerado, en cuanto concierne al nuevo hombre, que constituye su ego verídico, “el pecado” ya no existe; pero en la

carne, el viejo hombre existe. Por eso surgen los conflictos, continuados sin interrupción al través de la vida, en los

que el nuevo hombre generalmente prevalece y al fin vencerá completamente. Pero el hombre natural no conoce lucha

alguna sino la de sus concupiscencias una con otra, o bien con la ley, sin poder para vencerlas. 15. Lit., “Sino (antes)

según la norma de aquel que os llamó y que es (cuya característica es de ser) santo, sed (griego, llegad a ser) vosotros

también santos.” Dios es nuestro gran modelo. La llamada (vocación) de Dios es el motivo a que Pedro apela

frecuentemente en sus epístolas. Todo aquel que engendra, engendra un vástago que se le asemeja. [Epifanio]. “Que

los hechos del hijo demuestren similitud con los del Padre” [Agustín]. conversación—comportamiento, curso de vida;

la conducta de uno, como distinta de su naturaleza íntima, a la que exteriormente debe corresponder. Los cristianos

ya son santos a Dios por la consagración; deben serlo también en su conducta externa y en su comportamiento en todo

sentido. 16. La escritura es la verdadera fuente de toda autoridad en asuntos de doctrina y práctica. sed … por que yo

soy—Es conmigo que tenéis que haberos. Vosotros sois míos. Por tanto absteneos de la corruptela gentílica. Somos

demasiado propensos a tener respeto para los hombres [Calvino]. Yo soy la fuente de la santidad, siendo santo en mi

esencia, sed pues celosos para ser participantes de la santidad, para que seáis como yo también soy [Dídimo]. Dios es

esencialmente santo; la criatura es santa en cuanto sea santificado por Dios. Dios, quien da el mandamiento de ser

santo, está dispuesto a dar también el poder de obedecerle, es decir, por medio de la santificación del Espíritu (v. 2).

17. si—es decir, “puesto que invocáis por Padre <” pues todos los regenerados oran como hijos, diciendo: “Padre

nuestro, que estás en los cielos”. sin acepción de personas—(Hechos 10:34; Romanos 2:11; Santiago 2:1), que juzga sin

aceptar a judío sobre el gentil (2 Crónicas 19:7; Lucas 20:21; dicho propiamente de un juez que no tiene prejuicios con

respecto a personas). El Padre juzga por medio del Hijo, que ejerce su autoridad delegada (Juan 5:22). Esto señala la

unidad armoniosa y completa de la Trinidad. obra—la obra de cada hombre es una unidad completa, sea buena o

mala. Las obras particulares de cada uno son manifestaciones del carácter general de su obra completa de la vida, que

indica si fue de fe y amor, por los que solamente podemos agradar a Dios y evitar la condenación. conversad—

conducíos, partaos. peregrinación—El estado objetivo de los judíos en su dispersión es emblemático del estado

peregrino de todos los creyentes en este mundo, ausentes de nuestra verdadera patria. temor—el reverencial, no el

servil. El que es vuestro Padre es también vuestro Juez: pensamiento que bien puede inspirar el temor reverencial.

Observa Theophylact: Un doble temor se menciona en las escrituras: (1) el elementario, que produce en uno la

seriedad; (2) el perfectivo: siendo éste el motivo por el cual Pedro les urge a que sean obedientes. El temor no es

incompatible con la certidumbre, sino con la seguridad carnal: el temor produce la vigilante precaución para no ofender

a Dios y apostatar. “El temor y la esperanza manan de la misma fuente: el temor evita que abandonemos la

esperanza” [Bengel]. Aunque el amor no tiene en si temor, sin embargo, en nuestra actual condición de imperfecto

amor, éste necesita que el temor lo acompañe como principio subordinado. Este temor ahoga todos los demás

temores. El creyente teme a Dios, y así no tiene a otro alguno que temer. No temer a Dios es la mayor bajeza e

insensatez. De él manaba el coraje de los mártires, más bien que de humano valor. 18. Otro motivo del temor

reverencial y vigilante (v. 17) de desagradar a Dios, es la consideración del alto precio de nuestra redención del

pecado. Nótese que somos nosotros, no el cielo, los que somos comprados con la sangre de Cristo. No se díce en las

escrituras que la sangre de Cristo compre el cielo para nosotros; el cielo es la “herencia” (v. 4) que nos es dada a

nosotros como hijos de Dios. redimidos—Siendo el oro y la plata en sí mismos aptos para la corrupción (v. 7: “el oro

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que perece;” comp. las palabras de Pedro mismo en Hechos 3:6, una coincidencia), a nadie pueden librar de la muerte espiritual y corporal; son pues de demasiado poco valor. Comp. el v. 19 en contraste: “la sangre de Cristo <” Los

israelitas eran rescatados por medio siclo cada uno (Exodo 30:12–16: comp. Números 3:44–51), que se destinaba para la

compra del cordero para el sacrificio diario. Pero el Cordero que redime a los israelitas espirituales lo hace “sin dinero

y sin precio”. Entregada por el pecado a la justicia de Dios, la Iglesia de los primogénitos es redimida del pecado y de

la maldición por la preciosa sangre de Cristo (Mateo 20:28; 1 Timoteo 2:6; Tito 2:14; Apocalipsis 5:9). En todos estos

textos está la idea de la sustitución, la entrega de uno por otro por vía de rescate o de equivalente. El hombre “está

vendido bajo pecado” como esclavo: encerrado bajo la condenación de la maldición. El rescate fue, pues, pagado al

Juez, justamente airado, y fue aceptado por Dios como satisfacción vicaria por nuestro pecado, por cuanto fue su amor

tanto como su justicia lo que lo predeterminó. Un israelita vendido esclavo por deuda podía ser redimido por uno de

sus hermanos. Como. pues, no podíamos rescatarnos a nosotros mismos, Cristo asumió nuestra naturaleza a fin de

hacerse nuestro pariente más cercano y hermano, y ser así nuestro Goel o Redentor. La santidad es el fruto natural de

la redención de “nuestra vana conversación”; porque aquel por el cual somos redimidos es el mismo para el cual

somos redimidos. “Sin la justa abolición de la maldición, o no podría haber liberación, o—cosa imposible—la gracia

de Dios y su justicia deberían hallarse en conflicto” [Steiger]; mas ahora, [PAG. 695] Cristo habiendo llevado la

maldición de nuestro pecado, liberta de ella a los que son hechos hijos de Dios por su Espíritu. vana—

autoengañadora, irreal, y sin provecho: que promete el bien que no produce. Comp. la conducta de los gentiles,

Hechos 14:15; Romanos 1:21; Efesios 4:17; la de los filósofos humanos, 1 Corintios 3:20; la de los judíos desobedientes,

Jeremías 4:14. conversación—comportamiento. Para saber lo que el pecado es, debemos saber lo que costó. de

nuestros padres—las tradiciones judaicas. “La piedad humana es una vana blasfemia, y el mayor pecado que puede el

hombre cometer” [Lutero]. Hay un solo Padre a quien imitar (v. 17); comp. Mateo 23:9, la misma antítesis [Bengel]. 19.

preciosa—de inestimable valor. El orden griego es: “Con preciosa sangre, como de un cordero sin mancha (en sí) y sin

contaminación (contraída por el contacto con otros), (la misma sangre) de Cristo”. Aunque fue verdadero hombre,

quedó puro en sí mismo (“sin mancha”), y sin ser infectado por impresión alguna del pecado desde afuera (“sin

contaminación”), lo que le hubiera hecho inepto para ser nuestro Redentor propiciador: así el cordero pascual, y toda

víctima para el sacrificio, así también, la Iglesia, la Esposa, por su unión con él. Como la redención de Israel del poder

de Egipto requirió la sangre del cordero pascual, así nuestra redención del pecado y de la maldición requirió la sangre

de Cristo; “preordinado” él (v. 20) desde la eternidad, así como el cordero pascual era elegido anticipadamente en el

día diez del mes. 20. La preordinación eternal hecha por Dios, del sacrificio redentor de Cristo, y el completamiento

del mismo “en estos postrimeros tiempos por amor de nosotros”, constituyen otra obligación que se nos impone de

mantener una conducta santa, considerando cuán grandes cosas se han hecho así para nosotros. El lenguaje de Pedro

en la historia corresponde al de aquí (Hechos 2:23), una coincidencia impensada y marca de la genuinidad. La

redención no fue una consideración tardía, ni remedio de un mal imprevisto, ideado al momento de su aparición. La

preordinación del Redentor por Dios refuta la calumnia de que, sobre la teoría cristiana, hubo un período de 4.000

años de nada, salvo un Dios airado. Dios nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo. manifestado—en su

encarnación, en la plenitud del tiempo. Existió desde la eternidad antes que fuese manifestado. en los postrimeros

tiempos—1 Corintios 10:11: “los fines de los siglos”. Esta última dispensación, compuesta de “tiempos” marcados por

grandes cambios, pero reteniendo una unidad general, se extiende desde la ascensión de Cristo hasta su venida para

juzgar. 21. por él—Comp. “La fe que es por (medio de) él”. Hechos 3:16. Por Cristo, por medio de su Espíritu, que

tenemos en su resurrección y ascensión, que nos capacíta para creer. Este versículo excluye a todos los que no “por él

creen en (eis con el acusativo) Dios”, incluye a todos los que de toda edad y de todo clima creen en Dios. Lit., “son

creyentes en Dios”. Creer en Dios expresa una confianza íntima: “creyendo para amar a Dios, entrar en él, asiéndose de

él, incorporados en sus miembros. Por esta fe el impío es justificado, de modo que de aquí en adelante la fe misma

empieza a obrar en amor” [P. Lombardo]. Creer sobre (Gr. epí, o el locativo) Dios, expresa la confianza que se

fundamenta en Dios, que reposa sobre él. “La fe en (Griego, “en” con el locativo) su sangre” (Romanos 3:25), denota que

su sangre es el elemento en que la fe tiene su lugar propio y permanente. Comp. con esto, Hechos 20:21: “el

arrepentimiento para con (eis con el acusativo) Dios y la fe hacia (eis con el acusativo) Cristo”: donde hay un solo

artículo para determinar ambos sustantivos, arrepentimiento y fe, lo que los une inseparablemente formando una sola

verdad; donde hay arrepentimiento, allí hay fe; cuando uno conoce a Dios el Padre espiritualmente, entonces debe

conocer al Hijo, por el cual solo podemos llegar al Padre. En Cristo tenemos vida: si no tenemos la doctrina de Cristo,

no tenemos a Dios. El único camino vivo a Dios es por Cristo y su sacrificio. el cual lo resucitó—La resurrección de

Jesús por Dios es el fundamento especial de nuestro “creer:” (1) porque por ella Dios declaró abiertamente su

aceptación de su Hijo como nuestro sustituto; (2) porque por ella y su glorificación él ha recibido poder, es decir, el

Espíritu Santo, para impartir “fe” a sus elegidos: el mismo poder que nos faculta para creer en aquel que lo resucitó.

Nuestra fe no debe ser sólo en Cristo, sino también por Cristo y por medio de Cristo. “Puesto que en la resurrección de

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Cristo y en su consiguiente dominio está fundada nuestra seguridad, allí la fe y la esperanza encuentran su apoyo”. [Calvino]. para que vuestra fe y esperanza sea en Dios—el objeto y el efecto de la resurrección de Cristo por Dios.

Declara Pedro lo que fué en efecto el resultado y hecho, no es una exhortación, salvo sólo de manera indirecta. Vuestra

fe surge de la resurrección; vuestra esperanza, del hecho de que Dios “le ha dado gloria”. (Comp. el v. 11, “las glorias”).

Acordaos de que Dios levantó y glorificó a Jesús para el ancla de vuestra fe y esperanza en Dios, y conservad vivas así

estas gracias. Aparte de Cristo ni hubiéramos podido sino tener miedo y no creer ni esperar en Dios. Comp. vv. 3, 7–9,

13, sobre la esperanza en su relación con la fe; el amor se introduce en el v. 22. 22. purificado … verdad—Griego, “En la

(vuestra) obediencia de (vale decir a) la verdad” (evangélica de la salvación), vale decir, en el hecho de haber creído

vosotros. La fe purifica el corazón dándole el único motivo puro, el amor a Dios (Hechos 15:9. Romanos 1:5),

“obediencia a la fe”. por el Espíritu—frase omitida de los manuscritos más antiguos. El Espíritu Santo es el

Purificador al impartir la obediencia de la fe (v. 2; 1 Corintios 12:3). en amor—Griego, “para amor”, el resultado propio

de la purificación de vuestros corazones por la fe. “¿A qué fin debemos llevar una vida pura? ¿Para así ser salvados?

No: sino para esto: para poder servir a nuestro prójimo” [Lutero]. caridad (amor) hermanable—Griego, “filadelfia”,

amor fraterno. Es distinto del amor común. “El cristiano ama primero a los que están en Cristo: y luego a todos los

que pueden estarlo, es decir, a todos los hombres, así como Cristo, hombre, murió por todos, y así espera que todos

lleguen a ser sus hermanos cristianos.” [Steiger]. Bengel observa que aquí como en 2 Pedro 1:5–7, el “amor fraternal”

es precedido por las gracias purificaderas, o sea, “fe, conocimiento y piedad”, etc. El amor a los [PAG. 696] hermanos

es la evidencia de nuestra regeneración y justificación por la fe. sin fingimiento—comp. el 2:1, 2: “dejando <

fingimientos < sin engaño”. amaos unos a otros—Cuando la purificación por fe para el amor de los hermanos ha formado

el hábito, entonces siguen los actos, de modo que el amor es a la vez hábito y hecho entrañablemente—Griego,

“intensamente” con todos los poderes en tensión (4:8). “Constantemente”, Hechos 26:7. puro—omitido de los

manuscritos más antiguos, “amor de corazón”. 23. La fraternidad cristiana surge de nuestro nuevo nacimiento de una

simiente imperecedera, la palabra permanente de Dios. Esta es la consideración aquí puntualizada para llevarnos a

practicar el amor fraternal. Como la relación natural da origen al afecto natural, así la relación espiritual da origen al

amor espiritual y por tanto permanente, así como la semilla de que nace es permanente, y no transitoria como lo son

las cosas terrenales. de … de … por—“La palabra de Dios” no es el material del nuevo nacimiento espiritual, sino el

medio. Por medio de la palabra el hombre recibe la incorruptible simiente del Espíritu Santo, y así viene a ser “renacido”:

Juan 3:3–5, “nacido de agua y del Espíritu”; habiendo una sola preposición griega con los dos sustantivos, se enseña la

íntima conexión del signo y la gracia, o sea el nuevo nacimiento significado. La Palabra es el instrumento remoto y

anterior: el bautismo, el instrumento próximo y sacramental. La palabra es el instrumento en relación con el

individuo; el bautismo, en relación con la iglesia como sociedad (Santiago 1:18). Nacemos de nuevo del Espíritu, pero

no sin el uso de medios, sino por la palabra de Dios. La palabra no es el principio engendrador mismo, sino sólo

aquello por lo cual éste obra: el vehículo del misterioso poder germinante [Alford]. que vive y permanece para

siempre—Es porque el Espíritu de Dios la acompaña, que la palabra lleva en sí el germen de la vida. Los así renacidos

viven y permanecen para siempre, en contraste con los que siembran para la carne. “El evangelio lleva fruto

incorruptible, no obras muertas, porque es en sí incorruptible” [Bengel]. Porque aun cuando la voz y el habla se

desvanecen, el corazón queda aún, la verdad comprendida en la voz. Ella se arraiga en el corazón, y es viviente; sí, y

es Dios mismo. A Moisés dice (Exodo 4:12): “Yo seré en tu boca” [Lutero]. “El evangelio nunca dejará de ser, aunque

su ministerio cesará” [Calvino]. La permanente gloria de la resurrección siempre está relacionada con nuestra

resurrección por el Espíritu. La regeneración, que principia con la renovación del alma del hombre, en la resurrección

se efectúa en el cuerpo, y luego en toda la naturaleza. 24. La prueba textual de que la palabra de Dios vive para

siempre, en contraste con la debilidad del hombre. Si nacierais de nuevo de la carne, de simiente corruptible,

pereceríais también de nuevo “como la hierba”; pero dado que aquella de la cual habéis recibido la vida permanece

eternamente, así también ella os hará eternos. carne—el hombre en su naturaleza meramente terrena. como—omitido

de los manuscritos más antiguos: “todo hombre es hierba”. del hombre—los manuscritos más antiguos dicen: “gloria

de ella”, de la carne. Dicha “gloria” la comprenden la sabiduría, la potencia, las riquezas, el honor, la hermosura, arte,

virtud y justicia del hombre natural (sinónimo de “la carne”), todo transitorio (Juan 3:6), pero no absolutamente, pues

la gloria del hombre, en su verdadero ideal realizado en Cristo, es eterna. secóse—No bien existe, deja de existir. cayó—

la flor; el texto recibido: “su flor”, de la hierba. “La hierba” es la carne; “la flor,” la gloria de la carne. 25. (Salmo

119:39.) ésta es la palabra, etc.—Es eterno lo que nace de simiente incorruptible (v. 24): vosotros habéis recibido la

simiente incorruptible, la palabra (v. 25); por tanto habéis nacido para la eternidad, y estáis ya destinados para vivir

eternamente (vv. 22, 23). No tenéis que ir lejos para buscar la palabra; entre vosotros está, eso es, el bendito mensaje

del evangelio que os predicamos. No dudéis que el evangelio predicado por Pablo y abrazado por vosotros mismos es

la verdad eterna. Así la unidad del credo de Pablo y de Pedro aparece. Véase mi Introducción, la que demuestra que

Pedro escribe a algunas de las iglesias entre las que Pablo ministró y a las cuales escribió.

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CAPITULO 2

EXHORTACIONES: A alimentarse sinceramente de la palabra, conscientes de su privilegio de niños recién

nacidos, piedras vivas del templo espiritual fundado sobre Cristo, la principal piedra del ángulo, y sacerdotes reales, en contraste con su condición anterior: también a la abstención de los deseos carnales y a caminar dignamente en todas las relaciones de la vida, de modo que el mundo exterior que se les opone sea constreñido a glorificar a Dios, viendo las buenas obras de ellos. Cristo, el gran ejemplo al cual deben seguir con paciencia, bajo los padecimientos causados por el bienhacer. 1. Dejando—una vez por todas: así expresa el aoristo griego, como una ropa quitada. La exhortación se aplica sólo a los cristianos, porque en ningunos otros existe la nueva naturaleza, la cual, como “el hombre interior” (Efesios 3:16), se desviste el hombre viejo como cosa exterior ajena, de modo que el cristiano, por la continua renovación de su hombre interior, puede exhibirse también externamente como un nuevo hombre. Pero a los incrédulos, la demanda se dirige a que, intimamente, tocante a la nous (mente), deben ser cambiados, metanoeisthai (arrepentirse) [Steiger]. El “pues” resume la exhortación comenzada en el capítulo anterior. Puesto que habéis renacido de simiente incorruptible, no seáis enredados de nuevo en el mal, que “no tiene ser substancial, sino que es una operación contraria al ser formado en nosotros” [Theophylact]. La “malicia” etc., son del todo inconsecuentes con el “amor fraternal”, para el cual habéis “purificado vuestras almas” (1:22). Las vicios señalados son los que contradicen el amor arriba mencionado. Cada vicio surge del que precede, de modo que forman la genealogía de los pecados contrarios al amor. De la malicia nace el engaño; del engaño nacen los fingimientos (aparentar ser lo que no somos y disimular lo que en realidad somos; lo opuesto del “amor no fingido”, y “sin disimulación”); de los fingimientos nacen las envidias, de aquellos a los que creemos que debemos tratar con hipocresías; de las envidias, las detracciones maliciosas y envidiosas. El engaño es una disposición permanente; los fingimientos (hipocresías), [PAG.

697] los actos que de ella manan. El veraz no conoce envidia. Comp. el v. 2, “sin engaño”, eso es, sincero. “La malicia se

deleita en el daño ajeno; el engaño imparte la duplicidad al corazón; la hipocresía (lisonja) imparte la duplicidad a la

lengua; las detracciones hieren el carácter de otro” [Agustín]. 2. niños recién nacidos—completamente “sin engaño”

(1:1). Entre tanto estamos aquí, somos “niñitos”, en una relación especialmente tierna a Dios (Isaías 40:11). El espíritu

propio de un niño es indispensable, si queremos entrar en el cielo. La “leche” aquí no significa las verdades

elementarias en contraposición con las verdades cristianas más adelantadas, como en 1 Corintios 3:2 y Hebreos 5:12,

13, sino en contraste con “engaño, fingimientos <” del 2:1; la simplicidad de la doctrina cristiana general con el

espíritu infantil. La misma “palabra de la gracia” que es el instrumento de la regeneración, es el instrumento también

de la edificación o crecimiento. “La madre de la criatura es también la amamantadora natural de ella” [Steiger]. El

niño, lejos de analizar químicamente la leche, instintivamente la desea y se alimenta de ella; del mismo modo, no nos

toca a nosotros la racionalización arrogante ni las interrogaciones, sino la simple aceptación de la verdad en el amor

de la verdad (Mateo 11:25). desead—Griego, “desead ardientemente”, o “anhelad”, impulso natural de los

regenerados, “porque como no se necesita enseñar a los recién nacidos qué alimento tomar, sabiendo que una mesa le

está aparejada en el seno materno”, así el creyente de suyo tiene sed de la palabra de Dios (Salmo 119). Comp. el

lenguaje de Tacio tocante a Aquiles. leche espiritual—Griego, logikón: comp. “culto (o servicio) racional,” de Romanos

12:1. Según Alford, “leche espiritual”; la Versión Inglesa en Romanos 12:1, “razonable”. El término griego logos no

significa razón, ni mente, sino palabra; el contexto aquí requiere la traducción, como la Versión Inglesa aquí, “la leche de

la palabra”; el adjetivo logikós conserva el sentido del sustantivo logos, “palabra”. Santiago 1:21: “Dejando toda

inmundicia < recibid con mansedumbre la palabra ingerida”, es un paralelo preciso, y confirma la versión antedicha.

sin engaño—Griego., “leche sincera”, leche adolon, sin dolo. Comp. v. 1. “dejando < todo (dolo, o) engaño.” Ireneo dice

que los herejes mezclan tiza con la leche. El artículo gramatical indica que fuera de la bien conocida leche pura, el

evangelio, no hay otra doctrina pura, sin adulteración. Sólo ella puede hacernos sinceros, “sin engaño”. crezcáis en

salud—Griego, “crezcáis hacia la salvación” (eis soterían, omitido del Texto Recibido). Nacidos de nuevo a la salvación

hemos de crecer también a la salvación. El fin hacia el cual lleva el crecimiento es la salvación perfeccionada. “El

crecimiento es la medida de la plenitud no sólo de aquel rescate de la destrucción, sino de la bienaventuranza

positiva, comprendida en la palabra “salvación” [Alford]. por ella—Griego., “en ella”; alimentados de ella; en su

fuerza (Hechos 11:14). “La palabra ha de ser deseada con apetito como la causa de la vida, ser tragada en el oído,

masticada como la rumia, con el entendimiento, y digerida por la fe” [Tertuliano]. 3. Pedro alude al Salmo 34:8. Las

primeras gustaduras del amor de Dios son seguidas luego por experiencias más plenas y gozosas. Una prueba aguza

el apetito [Bengel]. benigno—Bueno; como Dios se nos revela en Cristo, “el Señor” (v. 2), nosotros, los renacidos,

debemos ser buenos y benignos con los hermanos (1:22). “A todo aquel que no ha gustado la palabra, ella no le es dulce;

no le ha llegado al corazón; pero para los que la han experimentado, los que de corazón creen que “Cristo fue enviado

por mi y se ha hecho mío; mis miserias son suyas, y su vida es mía”, “tiene un gusto dulce” [Lutero]. 4. allegándoos—

(el mismo verbo en Hebreos 10:22), por la fe, continuamente: el participio presente: no la venida de una vez en la

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conversión, sino el acudir de los salvos. piedra—Pedro (es decir, una piedra, así llamado por el Señor) desea que todos asimismo sean piedras vivas EDIFICADAS SOBRE CRISTO, LA VERDADERA PIEDRA FUNDAMENTAL; comp.

su discurso de Hechos 4:11: una coincidencia impensada que señala la autenticidad. El Espíritu Santo, previendo la

perversión romanista de Mateo 16:18 (comp. el v. 16: “el Hijo del Dios viviente”, que coincide con su lenguaje usado

aquí, “piedra viva”) prescientemente hace que Pedro mismo la refute. Confirma en esto la enseñanza de Pablo. Cristo

es la piedra viva, o viviente, teniendo en sí la vida desde el principio, y levantado de la muerte para vivir para siempre

(Apocalipsis 1:18), después de ser repudiado por los hombres, se constituyó en la fuente de la vida para nosotros.

Como ninguna roca terrenal, él vive, y da vida. Comp. 1 Corintios 10:4, y el tipo, Exodo 17:6; Números 20:11.

reprobada—rechazado, desestimado; referido por Cristo mismo; también por Pablo; comp. las profecías similares,

Isaías 8:14; Lucas 2:34. elegida de Dios—lit., “con (o en la presencia y criterio de) Dios electa”, o seleccionada (v. 6).

Mucha gente se aleja del evangelio, porque no tiene buena fama en todas partes, sino antes es rechazado por la

mayoría. Pedro responde que, aunque es reprobado por los hombres, Cristo es peculiarmente la piedra de la salvación

honrada por Dios, así señalado primero por Jacob en su profecía pronunciada en su lecho de muerte. 5. Vosotros

también, como piedras vivas—participando del nombre y de la vida que están en “LA PIEDRA VIVA” (v. 4; 1

Corintios 3:11). Muchos nombres aplicados a Cristo en el singular, se les asignan a los cristianos en el plural. El es “el

Hijo”, “Sumo Sacerdote”, “Rey”, “Cordero”: ellos son “hijos”, “sacerdotes”, “reyes”, “ovejas”, “corderitos”. Así fue

nombrada la sulamita por Salomón [Bengel]. sed edificados—No como lo dice Alford erróneamente; el griego es

ambiguo, pero no el contexto: Pedro funda su exhortación (vv. 2, 11) sobre el sentido consciente que tenían de sus

altos privilegios de piedras vivas en el curso de su edificación de una casa espiritual (eso es, “la habitación del

Espíritu”). “Sois (estáis siendo) edificados”, como consta en Efesios 2:22. sacerdocio—Los cristianos son a la vez el

templo espiritual y los sacerdotes del templo: hay dos vocablos griegos por “templo”, hieron (el lugar sagrado), todo el

edificio, inclusive los patios donde el sacrificio era muerto; y naos (la morada, eso es, de Dios), el santuario interior

donde Dios se manifestaba particularmente, y donde, en el lugar santísimo, la sangre de la víctima era presentada

delante de él. Todos los creyentes [PAG. 698] asimismo, y no solamente los ministros, son ahora la morada de Dios (y

llevan el nombre griego de naos, y no hieron) y sacerdotes para Dios (Apocalipsis 1:6). El ministro no es, como el

sacerdote judaico (griego hiereus), admitido más cerca de Dios que el pueblo, sino que sólo por motivo de orden dirige

los servicios espirituales del pueblo. En el libro de oración anglicano, “priest” (preste) es la abreviatura de presbítero, y

no corresponde al sacerdote aarónico (ihereus, que ofrecía el sacrificio literal). Cristo es el único hiereus (sacerdote)

literal en el Nuevo Testamento, por el cual sólo podemos siempre acercarnos a Dios. Comp. el v. 9, “sacerdocio real”,

eso es, un cuerpo de reyes sacerdotes, como lo fue Melquisedec. En el Nuevo Testamento, el Espíritu nunca da el

nombre hiereus, o sacerdote, a los ministros del evangelio. santo—consagrado a Dios. sacrificios espirituales—no

literales como en la misa, como enseñan los romanistas, que se llaman discípulos de Pedro. Comp. Isaías 56:7, 8, con

“agradables a Dios,” vv. 19, 21; Salmo 4:5; 50:14; 51:17, 19; Oseas 14:2; Filipenses 4:18. “Entre los sacrificios espirituales

tiene el primer lugar la oblación de nosotros mismos. Porque nunca podremos ofrecer nada a Dios mientras no nos

hayamos ofrecido a nosotros mismos en sacrificio a él. Después siguen las oraciones, el hacimiento de gracias, las

limosnas y todos los ejercicios de la piedad” [Calvino]. Las casas de culto cristiano nunca son llamadas templos,

porque templo fue el lugar para el sacrificio, el que no tiene cabida en la dispensación cristiana: el templo cristiano es la

congregación de adoradores espirituales. La sinagoga (donde la lectura de la Escritura y la oración constituían el

culto) era el modelo de la casa de culto cristiana (comp. Nota a Santiago 2:2, griego, “sinagoga”; Hechos 15:21). Nuestros

sacrificios son los de la oración, alabanza y servicios abnegados en la causa de Cristo (2:9–25). por (medio de)

Jesucristo—como nuestro Sumo Sacerdote Mediador ante Dios; complemento gramatical de “para ofrecer”. Cristo es

precioso él mismo, y también nos hace agradables o aceptos a Dios [Bengel]. Como el templo, así también el sacerdocio,

está edificado sober Cristo (vv. 4, 5) [Beza]. Por imperfectos que sean nuestros servicios, no debemos con la timidez

incrédula (que mucho se asemeja a la refinada justicia propia) dudar de su aceptación POR MEDIO DE CRISTO.

Después de ensalzar la dignidad de los cristianos, Pedro retorna a Cristo, la única fuente de dignidad. 6. Por lo cual—

Lo antes dicho es verídico, “porque lo contiene la Escritura”. He aquí—llamando la atención al glorioso anuncio de su

eterno consejo. escogida—“electa”, así elegidos también los cristianos (v. 9; Griego, “linaje”, o “generación electa”).

preciosa—En el hebreo, Isaías 28:16, “piedra angular de precio”. Véase mi Nota allí. Así el v. 7 dice que Cristo es a los

creyentes “honor”, en el griego, “precio”. confundido—El mismo griego como en Romanos 9:33, traducido

“avergonzado”. Pedro aquí como en otras partes confirma la enseñanza de Pablo. Véase Introducción, y Romanos

10:11. En Isaías 28:16, es “apresurarse”, o sea, huir en pánico repentino, avergonzado por las esperanzas confundidas.

7. Aplicación del texto anterior primero al creyente, y luego al incrédulo. Sobre los efectos opuestos del mismo

evangelio en las diversas clases, véase Juan 9:39; 2 Corintios 2:15, 16. honor—Griego, “lo precioso” (v. 6). A vosotros

los creyentes pertenece lo precioso de Cristo antes dicho. desobedientes—a la fe, y así desobedientes en la práctica.

piedra … cabeza del ángulo—(Salmo 118:22). Todos los que rechazaban la piedra, estaban ellos mismos

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contribuyendo todo el tiempo inconscientemente a que llegase a ser la cabeza del ángulo. El mismo imán tiene dos polos, el uno repulsivo, el otro atrayente; así el evangelio tiene efectos opuestos sobre los creyentes y los incrédulos

respectivamente. 8. piedra de tropiezo—Cita de Isaías 8:14. No es meramente que tropezaran en cuanto sus prejuicios

fuesen ofendidos, sino que su tropiezo denota castigo judicial de su actitud para con el Mesías: se hirieron a sí mismos,

cayendo, o tropezando (según el hebreo en Jeremías 13:16; Daniel 11:19), en la piedra angular. en la palabra—más bien

“desobedientes (o incrédulos) a la palabra” (así el 3:1; 4:17). para lo cual—para el tropiezo penal, para el castigo judicial

de su incredulidad. también—un pensamiento adicional: la ordenación de Dios; no que Dios los ordene o los destine

al pecado, sino que ellos están entregados “al fruto de sus propios caminos” de conformidad con el eterno consejo de

Dios. La ordenación moral del mundo es del todo de Dios. Dios dispone que los impíos sean entregados al pecado, a

una mente réproba y a sus necesarias penalidades. fueron … ordenados—Griego, “fueron puestos”; corresponde a

“pongo” del v. 6. Dios—se dice—ordena en voz activa a Cristo y a los creyentes (directamente). Y los incrédulos, en voz

pasiva, son ordenados (obrando Dios menos directamente en la ordenación del horrible curso del pecador). Dios

ordena a los malos al castigo, no al crimen [J. Cappel]. “Ordenados,” o “puestos” (no “preordinados” aquí), se refiere

no tan directamente al eterno consejo de Dios, como a la justicia penal de Dios. Por medio del mismo Cristo, a quien

ellos rechazan, serán ellos rechazados; diferentes de los creyentes, ellos son por Dios ordenados a la ira como aptos para

ella. Los perdidos echarán la culpa de su ruina sobre su propia perversidad pecaminosa, y no sobre el decreto de Dios;

los salvos atribuirán todo el merecimiento de su salvación al amor y gracia electivos de Dios. 9. Comp. el contraste en

los privilegios y destinos de los creyentes. Comp. también el contraste similar en el v. 8. linaje—Que expresa la unidad

del origen y parentesco espirituales de los creyentes, como clase distinta del mundo. escogido—“electo” en Dios,

como lo es también Cristo nuestro Señor. real sacerdocio—Los creyentes, como Cristo, el Melquisedec antitípico, son a

la vez reyes y sacerdotes. Israel, en un sentido espiritual, debía ser lo mismo entre las naciones del mundo. La plena

realización de esto, tanto para el Israel literal como para el espiritual, es todavía futura. gente santa—“nación santa”,

antitípica de Israel. pueblo adquirido—lit., “pueblo para adquisición”; es decir, que Dios lo escogió como suyo en

particular: Hechos 20:28, “ganó” lit., “adquirió”. El tesoro predilecto de Dios. para que anunciéis—no las propias

alabanzas, sino las de él. No tienen razón para engrandecerse sobre otros, porque antes habían estado en las mismas

tinieblas, y sólo por la gracia de Dios habían sido llevados a la luz que ahora en adelante deben [PAG. 699] anunciar a

otros. virtudes—“las excelencias”, su gloria, misericordia (v. 10), benignidad (v. 3; Números 14:17, 18; Isaías 63:7). Los

mismos términos se aplican a los creyentes (2 Pedro 1:5). de aquel—(2 Pedro 1:3) de las tinieblas—del paganismo y

aun de la ignorancia judaica, del error, pecado, miseria, y así también del dominio del príncipe de las tinieblas. su

luz—de Dios. Sólo la luz (espiritual) fue creada por Dios, no las tinieblas. En Isaías 45:7, son la oscuridad y el mal

físicos, no morales, los que Dios creó; el castigo del pecado, no el pecado mismo. Pedro con valentía característica

llama tinieblas a todo cuanto el mundo llama luz; la razón, sin el Espíritu Santo, a pesar de su arrogante poder, es

tinieblas espirituales. “No puede comprender lo que es de la fe: por tanto es completamente ciega; tantea como un

ciego, y tropezando va de una a otra cosa y no sabe lo que hace” [Lutero]. admirable—Pedro tiene en la mente aún el

Salmo 118:23. 10. Adaptado de Oseas 1:9, 10; 2:23. Pedro claramente confirma a Pablo, quien cita este pasaje como

indicación de la vocación de los gentiles de venir a ser en lo espiritual lo que Israel había sido literalmente, “el pueblo

de Dios”. En primer lugar, la profecía se refiere al Israel literal, que ha de ser más adelante plenamente lo que en sus

mejores días era sólo en parte, el pueblo de Dios. no habíais alcanzado, etc.—lit., “(Vosotros) los no compadecidos <”

Denota que era la pura misericordia de Dios, no sus propios méritos, lo que causó el bendito cambio en su estado; un

pensamiento que debe encender en ellos la gratitud viva, que se demuestre tanto en la vida como con los labios. 11.

Como acaba de exhortarlos a caminar dignamente de acuerdo con su vocación, a diferencia de su conducta anterior,

así ahora los exhorta a glorificar a Dios delante de los incrédulos. Amados—consigue la atención para la exhortación

con asegurarles su amor. extranjeros y peregrinos—(1:17.) Moradores, lit., “colonos”, personas que toman casa en una

ciudad sin ser ciudadanos: cuadro de la posición del cristiano en la tierra; y peregrinos, los que moran por un tiempo

en el exterior. Flacius analiza la exhortación así: (1) Purificad vuestras almas (a) como extranjeros en la tierra, que no

debéis permitir que os estorben las concupiscencias terrenales, y (b) porque éstas guerrean en contra de la salvación

del alma. (2) Andad piadosamente entre los incrédulos para que (a) dejen de calumniar a los cristianos y (b) se

conviertan ellos mismos a Cristo. deseos carnales—enumerados en Gálatas 5:19–21. No sólo los apetitos que tenemos

en común con los animales, sino también los pensamientos de la mente no regenerada. que—Griego, “los que”, es

decir, por cuanto batallan contra el alma. No sólo impiden: también atacan [Bengel] el alma—“Batallan contra el

alma” regenerada; así como contra las de los lectores. El alma regenerada es asediada por los deseos pecaminosos.

Como Samsón en el regazo de Dalila, el creyente, en el momento en que se entrega a las concupiscencias, tiene ya

cortados los rizos de su fuerza, y deja de mantener aquella separación del mundo y de la carne, de la que el voto

nazareo era emblema. 12. conversación—“comportamiento”, “conducta”. Hay dos cosas en las que los “extranjeros y

peregrinos” deben portarse bien: (1) la conversación, o conducta, como súbditos (v. 13), como siervos (v. 18), esposas

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(3:1), maridos (3:7), todos bajo toda circunstancia; (2) la confesión de la fe (3:15, 16). Estas dos surgen de la voluntad de Dios. Nuestra conducta debe conformarse a la condición del Salvador; ésta es celestial, así también debe ser aquélla.

honesta—honrosa, decorosa, propia (3:16). Comp. en contraste la “vana conversación” del 1:18. El buen porte no nos

hace piadosos; debemos primero ser piadosos y creyentes antes de pretender llevar un curso bueno. La fe recibe de

Dios, luego el amor da al prójimo [Lutero]. en lo que ellos murmuran de vosotros—Ahora (v. 15), para que ellos, sin

embargo, tarde o temprano, glorifiquen a Dios; “para que en aquello, por vuestras buenas obras (que verán con más

íntima inspección), glorifiquen a Dios”. Las mismas obras “que con más cuidadosa consideración, deben llevar a los

gentiles a alabar a Dios, son al principio objeto de odio y de escarnio”. [Steiger]. malhechores—Por cuanto los

cristianos no podían conformarse a las costumbres paganas, eran acusados de desobediencia a las autoridades legales;

a fin de rebatir esta acusación, se les dice que se sometan a toda ordenación humana (no pecaminosa en sí).

glorifiquen—que formen un alto concepto del Dios adorado por los cristianos, debido a la conducta ejemplar de los

cristianos mismos. Debemos hacer el bien, no para nuestra propia gloria, sino para la gloria de Dios. día de la

visitación—de la gracia de Dios, cuando Dios los visitará en misericordia. estimándoos—Griego., “ser{n testigos

oculares de <” contemplarán de cerca: en contraste con su “ignorancia” (v. 15) del verdadero carácter de los

cristianos y del cristianismo, habiendo juzgado solamente por los rumores. El mismo griego ocurre con sentido similar

(“considerando”) en el 3:2. “Otros miran estrechamente (así expresa el griego) vuestras acciones de justicia.” [Bengel].

Tertuliano contrasta a los primitivos cristianos y los paganos: Estos se deleitaban en los sangrientos espectáculos del

anfiteatro, mientras que un cristiano quedaba excomulgado si asistía siquiera una sola vez. Ningún cristiano se

hallaba encarcelado por crimen, sino sólo por la fe. Los paganos excluían a los esclavos de los ritos religiosos, mientras

que los cristianos tenían algunos presbíteros suyos de dicha clase social. La esclavitud silenciosa y gradualmente

desaparecía por la ley cristiana del amor, “Todo lo que quisierais que os hiciesen los hombres, así hacedlo a ellos”.

Cuando los paganos desamparaban a sus familiares en una plaga, los cristianos servían a los enfermos y moribundos.

Cuando los gentiles abandonaban a sus muertos después de la batalla, y arrojaban a sus heridos a la calle, los

discípulos se apresuraban a dar alivio a los que sufrían. 13. toda ordenación—(“Toda institución humana” [Alford].

lit., “toda creación humana”. Aunque son de determinación divina, sin embargo, en el modo de su nombramiento y

en el ejercicio de su autoridad, los gobernantes de la tierra no son sino instituciones humanas, siendo de los hombres, y

en relación a los hombres. El apóstol habla como uno elevado por encima de todo lo humano. Pero a fin de que los

creyentes no se crean tan ennoblecidos por la fe como para ensalzarse sobre la subordinación a las autoridades

humanas, les dice que se sujeten por amor de Cristo, quien desea que estéis [PAG. 700] sujetos, y quien una vez estuvo

sujeto también a gobernantes humanos, aun cuando tenía sujetas a sí mismo todas las cosas, y cuyo honor es vuestra

responsabilidad en la tierra. Comp. Romanos 13:5: “Sed sujetos a causa de la conciencia”. rey—el emperador romano

era “supremo” (superior), en las provincias a donde la Epístola era enviada. Los judíos fanáticos le negaban la

obediencia. La distinción entre “el supremo rey” y “gobernadores por él enviados”, sugiere que si el rey manda una

cosa y el magistrado subordinado otra, debemos obedecer más bien al superior”. [Agustín en Grocio]. Las Escrituras

no prescriben nada respecto a la forma de gobierno, sino simplemente sujeta al cristiano a la forma existente en

cualquier parte, sin discutir la cuestión de derecho de los gobernantes (pues los emperadores romanos se habían

tomado por la fuerza la suprema autoridad, y Roma, por medios injustificables, se había hecho la “señora” del Asia),

porque los gobernantes de facto no habían sido constituídos por la suerte, sino por la providencia de Dios. 14.

gobernadores—subordinados al emperador, “enviados”, o delegados por César para presidir sobre las provincias.

para venganza—o “castigo”. Jamás ha sido tiranía tan falta de principios como para no mantener alguna forma de

equidad en sí; por lo corrupto que fuere un gobierno, Dios nunca permite que lo sea tanto que no sea mejor que la

anarquía [Calvino]. Aunque los reyes malos a menudo oprimen a la gente buena, sia embargo, casi nunca lo hacen por

medio de la autoridad pública (y es lo que es hecho por la autoridad pública de lo que Pedro habla aquí), sino bajo la

máscara del derecho. La tiranía persigue a muchos, pero la anarquía trastorna todo el estado [Horneius]. La sola

excepción justificable son los casos en que la obediencia a los reyes envuelve claramente la desobediencia a los

mandamientos expresas del Rey de los reyes. loor de los que hacen bien—Todo gobierno reconoce la excelencia de

los súbditos verdaderamente cristianos. Así Plinio, en su carta al Emperador Trajano, reconoce: “No he hallado en

ellos nada salvo una perversa y extravagante superstición”. Tal reconocimiento, a la larga mitigó la persecución 3:13).

15. La razón por qué le recomienda la sumisión a las autoridades (v. 13). hagáis callar—Lit., “amordazar”, “taparles la

boca”. la ignorancia—espiritual; no teniendo “el conocimiento de Dios”, y por tanto ignorantes de los hijos de Dios, e

interpretando mal los actos de ellos; influídos por las meras apariencias, más bien que por los ojos y los oídos. La

ignorancia de ellos debe mover al cristiano a lástima, no encenderle la ira. Ellos juzgan cosas que son incapaces para

juzgar a causa de la incredulidad (v. 12). Mantened tal conducta ante ellos, que no os puedan denunciar ni acusar de

nada, sino tocante a vuestra fe; y de modo que sus mentes sean favorablemente dispuestas para con el cristianismo.

16. como libres—como “los libertos del Señor”, relacionado gramaticalmente con “haciendo bien” del v. 15. El “bien‐

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hacer” es el fruto natural del “ser les libres de Cristo, libertados por la verdad”, de la esclavitud del pecado. El deber nos impone guardarnos de la lascivia, pero la manera en que debe ser efectuado es por el amor y los santos instintos

de la libertad cristiana. Se nos dan los principios, no los detalles. como siervos de Dios—obligados, por tanto, a

sujetaros a toda ordenación humana (v. 13), dispuesta también por Dios. 17. Honrad a todos—según sea el debido

honor en cada caso. Entre iguales un respeto mutuo es debido. Cristo dignificó nuestra humanidad al asumirla; por

tanto no debemos deshonrarla, sino respetar y honrar nuestra común humanidad, aun en los más humildes. El primer

“honrad” está en el aoristo griego del imperativo, y significa: En cada caso pagad a todos puntualmente lo que debéis”

[Alford]. El segundo está en el presente, queriendo decir, “Honrad al rey habitual y continuamente”. Así que el

primer precepto es general; los tres siguientes son tres grandes divisiones. Amad—el presente: amad habitualmente con

la especial afección congenial que debéis sentir para con los hermanos, además del amor general a todos los hombres.

Temed a Dios … rey—El rey ha de ser honrado: pero Dios solo, en sentido supremo, temido. 18. Siervos—Griego,

“domésticos”: no se trata de “esclavos”. Probablemente incluye a los libertos (ex‐esclavos) que queden aún en casa de

sus amos. Amos no lo eran comúnmente los cristianos: menciona, pues, solamente a los sirvientes. Estos eran a

menudo perseguidos por los amos incrédulos. La finalidad de Pedro parece ser enseñarles la sumisión, sea cual fuere

el carácter de los amos. Pablo, no teniendo el mismo propósito prominente, incluye los amos en sus amonestaciones.

sed sujetos—Griego, “Estad (tácito) sujet{ndoos” continuamente: que expresa un ejemplo particular de la exhortación

general de buena conducta (vv. 11, 12), de la cual el primer precepto particular es, “Sujetaos a toda ordenación

humana por amor de Dios” (v. 13). La exhortación se resume en el v. 16, y así el gerundio del v. 18, “sujet{ndoos”, se

liga a los imperativos hortatorios antecedentes, o sea, “absteneos,” “sujetaos”, “honrad a todos.” con todo temor—

Griego, “en todo <”, en todo posible temor, bajo toda circunstancia: temor respetuoso de uno en sujeción: Dios, con

todo, es el objeto final del “temor:” “por respeto del Señor” (v. 13), no meramente el miedo servil. buenos—benignos.

humanos—indulgentes hacia las errores: considerados; complacientes; que no exigen todo cuanto la ley pudiera

demandar. rigurosos—perversos, severos. Los que tienen que obedecer no deben hacer del carácter y comportamiento

de su superior la medida del cumplimiento de sus obligaciones. 19. El motivo para sujetarse aun a los rigurosos.

agradable—Griego, “Esto es una gracia:” Comp. Lucas 6:33, “¿qué gracia tenéis.. ?” Un curso fuera de lo común, y en

especial agradable (digno de alabanza, versión inglesa) ante los ojos de Dios; no que se gane mérito, según la

interpretación romanista, haciendo así una obra de supererogación (comp. el v. 20). conciencia delante de Dios—Lit.,

“Por la conciencia de Dios”; por una consideración consciente de Dios, más bien que de los hombres. sufre—Griego,

soporta con paciencia como bajo “una carga superimpuesta”. [Alford]. molestias—Griego., “tristezas”, penas. 20. qué—

Griego, “qué suerte de.” gloria—qué mérito particular. abofeteados—el castigo de esclavos e infligido repentinamente

[Bengel]. esto … es—Alguno de los manuscritos más antiguos anteponen “porque”: “Afligidos < lo sufrís con

paciencia (es una gloria), porque esto es agradable”; o sea, “una gracia”, como en el [PAG. 701] v. 19. 21. El ejemplo de

Cristo es una prueba de que la paciente tolerancia de padecimientos inmerecidos es aceptable a Dios. para esto—para

soportar los padecimientos no merecidos (3:9). Cristo es el ejemplo para los siervos, puesto que él alguna vez estuvo

“en forma de siervo”. llamados—con vocación celestial, aunque sois esclavos. por nosotros—Su muerte por nosotros

es el supremo ejemplo del “hacer bien” (v. 20). Debéis sufrir con paciencia, siendo inocentes, como Cristo también

inocentemente sufrió (no por sí mismo, sino por nosotros). Los manuscritos más antiguos rezan: “< por vosotros,

dejándoos ejemplo”. Los padecimientos de Cristo, mientras sirven de ejemplo, fueron primordialmente “por nosotros”,

consideración que nos impone la eterna obligación de agradarle. dejándonos—tras de sí (así dice el griego), al irse al

Padre y a la gloria. ejemplo—Griego, “modelo”, una copia de escrito hecho por el maestro para los alumnos. Los

preceptos y sermones de Cristo eran unas transcripciones de su vida. Pedro expone gráficamente a los domésticos

aquellos rasgos especialmente adaptados al caso de ellos, sigáis—de cerca: dice el griego. sus pisadas—o sea, el camino

de su paciencia combinada con la inocencia. 22. Que ilustra el bienhacer de Cristo (v. 20). en medio de padecimientos.

no hizo—El aoristo griego. “Nunca, ni en un solo caso” [Alford]. Cita de Isaías 53:9, versión de los Setenta. ni—Ni

tampoco [Alford]. La pureza de boca es marca de perfección. El engaño es una falta común de los siervos. “Si hay quien

se jacte de su inocencia, Cristo por cierto no sufrió como malhechor” [Calvino], sin embargo lo llevó con paciencia (v.

20). Sobre la perfección moral de Cristo véase 2 Corintios 5:21; Hebreos 7:26. 23. Los siervos son propensos a ser

respondones (Tito 2:9). Las amenazas de juicio divino contra los opresores son usadas a menudo por los que no tienen

otra arma, por ejemplo, los esclavos. Cristo, el Señor, podría haber amenazado con la verdad, pero nunca lo hizo.

remitía la causa—como hombre en sus padecimientos. Comp. el tipo, Jeremías 11:20. Aquí Pedro parece tener en la

mente Isaías 53:8. Comp. Romanos 12:19, sobre nuestro deber correspondiente. Dejad vuestro caso en las manos de él,

no deseando hacerle ejecutor de vuestra venganza, antes orando por vuestros enemigos. El justo juicio de Dios da

tranquilidad y consuelo a los oprimidos. 24. El cual mismo—no habiendo otro alguno que lo pudiese hacer, sino él

mismo. Su voluntaria empresa de la obra de la redención aquí se quiere decir. El griego pone en yuxtaposición

“nuestros” y “él mismo”, para señalar la idea de su sustitución por nosotros. El bienhacer de sus padecimientos se

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expone aquí como ejemplo para los domésticos y para todos nosotros (v. 20). llevó—para sacrificar; término sacrificial, que significa “llevó y ofreció”. Isaías 53:11, 12: “El llevó los pecadas de muchos”: donde se destaca la idea

de llevar sobre sí; aquí la idea de la ofrenda en sacrificio se combina con aquélla. Tal es el sentido del mismo vocablo

en el v. 5. nuestros pecados—Al ofrecer o presentar en sacrificio (como denota el griego por “llevar”) su cuerpo, Cristo

ofreció en él la culpa de nuestros pecados sobre la cruz, como sobre el altar de Dios, para que fuese expiada en él

(Cristo) y así apartada de nosotros. Comp. Isaías 53:10: “< puesto su vida en expiación por el pecado”. Pedro así

expresa con “llevó” lo que el siríaco requiere dos vocablos para expresar: llevar y ofrecer: (1) Ha llevado nuestros

pecados, que le fueron impuestos (es decir: la culpa, maldición y castigo de ellos); (2) Los ha llevado de tal manera que

los ofreció junto consigo mismo sobre el altar. Se refiere a los animales, sobre los cuales los pecados eran puestos

primero, los cuales así cargados eran luego ofrecidos en sacrificio [Vitringa]. El pecado y la culpa se consideran entre

los semitas como carga que reposa pesadamente sobre el pecador. [Gesenius]. sobre el madero—la cruz, el lugar

propio para uno sobre el cual la maldición fue puesta: esta maldición permaneció en él hasta que fue legalmente (por la

muerte de quien llevaba la culpa) destruída en su cuerpo; así está cancelada por su muerte la obligación legal que nos

era contraria. muertos a los pecados—el efecto de la muerte de Cristo sobre “el pecado” en el conjunto, y todos “los

pecados” particulares; es decir, que estuviésemos tan libertados de ellos como el esclavo muerto está libre del servicio de

su amo. Tal es nuestro estado espiritual por la fe en virtud de la muerte de Cristo: nuestra mortificación efectiva de los

pecados particulares está en la proporción del grado de nuestra conformación eficiente a la muerte de él. “Para que

muriésemos a los pecados cuya culpa conjunta Cristo quitó con su muerte, y así viviésemos a la justicia (comp. Isaías

53:11, “Justificará mi siervo justo a muchos”, la relación bendita con Dios a la que Cristo nos introdujo”. [Steiger].

herida … sanados—Una paradoja, pero es la verdad. “Vosotros siervos (comp. abofeteados, el madero, vv. 20, 24) lleváis

a menudo la aflicción; pero no es más de lo que vuestro Señor mismo llevó; aprended de él la paciencia en los

padecimientos injustos”. 25. (Isaías 53:6.) Porque—señalando la necesidad natural de ser sanados (v. 24). ahora—ya

que la propiciación para todos está hecha, el fundamento está puesto para la conversión individual: así “habéis vuelto”,

u “os convertisteis <” al Pastor y Obispo—La designación de los pastores y ancianos de la Iglesia pertenece a su

sentido más pleno a la gran Cabeza de la Iglesia, “el buen Pastor”. Como el obispo “vigila” (lit., “sobrevé” en el griego),

así “los ojos del Señor están sobre los justos” (3:12). Nos da su Espíritu, y nos alimenta y nos guía por su palabra.

“Pastor” (hebreo, Parnas) se aplica a menudo a reyes, y se emplea en la formación de hombres, como Pharnabazus.

CAPITULO 3

DEBERES RELATIVOS DE MARIDOS Y ESPOSAS: EXHORTACIONES AL AMOR Y LONGANIMIDAD: LA

CONDUCTA DEBIDA BAJO LA PERSECUCION POR AMOR A LA JUSTICIA, SEGUN EL EJEMPLO DE CRISTO. CUYA MUERTE EFECTUO EN NOSOTROS UNA VIVIFICACION POR MOTIVO DE LA REVIVIFICACION DE EL. DE LA CUAL EL BAUTISMO ES EL SELLO SACRAMENTAL. 1. Asimismo—Griego, “del mismo modo”, así como toca a los siervos en la esfera de ellos; comp. la razón de la sujeción de la mujer, 1 Corintios 11:8–10; 1 Timoteo 2:11–14. vuestros—“a los propios”, subrayando la obligación: no es a los extraños a quienes debáis sujetaros. Cada vez [PAG. 702] que se intima a las mujeres a la obediencia a sus maridos, el griego idios, “lo particularmente propio”, se usa, mientras que las esposas de los hombres se expresa con heauton, “de ellos mismos”. Sintiendo la necesidad de apoyarse en uno más fuerte que ella, la esposa (especialmente la casada con inconverso) puede ser tentada, si bien en lo espiritual, a relacionarse con otro en una forma que debe ser sólo con su propio esposo (1 Corintios 14:34, 35: “preguntan en casa a sus propios maridos”); una amistad así podría formarse con la persona del enseñador que, sin ser en el sentido común el adulterio espiritual, podría con todo debilitar en su base la relación marital. [Steiger]. para que—Griego “Para que también si (o, aunque) algunos no creen <” Aunque tienes marido que no obedece a la palabra (o sea, que es incrédulo). sin (la) palabra—sin oír la predicación de la palabra, la manera común en que “viene la fe”. Pero Bengel: “sin palabra”, eso es, sin la directa conversación evangélica con las esposas. “sean (lit., serán, según los mejores manuscritos, lo que señala la casi seguridad del resultado) ganados” indirectamente “Hacer sin hablar es más poderoso que hablar sin hacer” [Oecumenius.] “Un alma convertida es ganada, para sí, para el pastor, para la esposa, o marido, que la buscaba, y para Jesucristo; agregaba al tesoro de aquel que no creyó demasiado cara su propia sangre preciosa para ponerla en cambio de esta ganancia”. [Leighton]. “La esposa discreta elegirá persuadir a su marido a compartir con ella las cosas que corducen a la dicha; pero si esto es imposible ella debe seguir procurando la virtud, obedeciéndole en todo, de modo que nada haga en ningún tiempo contrario a la voluntad de él, salvo en tales cosas que sean esenciales para la virtud y para la salvación” [Clemente de Alejandría]. 2. considerando—con cuidadoso escrutinio; lit., “habiendo observado de cerca”. casta—pura, sin mácula, libre de toda impureza. temor—reverencial, hacia vuestros maridos. Escrupulosamente puras en contraste con el carácter bullicioso, ambicioso de las mujeres mundanas. 3. de las cuales—es decir “vuestro adorno”. Lit., “Sea (como su adorno especial) no el exterior (usual en el

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sexo que primero por la caída, trajo la necesidad del vestido, Nota al 5:5) de < sino <” encrespamiento—artificial, para atraerse la admiración. atavío—lit., “lo peripuesto”, como la diadema para la cabeza, brazaletes para el brazo,

anillos para el dedo. ropas—ostentosas y costosas. “Ten el rubor de la modestia en tu rostro en vez de la pintura”

[Melissa]. 4. Sino—más bien. “El adorno exterior” de joyas, etc., está prohibido, en cuanto la mujer ame tales cosas, no

en cuanto las use por el sentido de la propiedad, y no abuse de ellas. La singularidad viene mayormente del orgullo, y

echa estorbos innecesarios en el camino de otros. Bajo un atavío costoso puede haber una mentalidad humilde.

“Grande es aquel que usa la loza como si fuera plata; no menos grande es el que usa su plata como si fuese loza”.

[Séneca en Alford]. en hombre … encubierto—así dice el griego: el hombre interior, que el cristiano esconde

instintivamente de los ojos del público. (hombre) del corazón—que consiste en el corazón regenerado y adornado por

el Espíritu. Este “hombre interior del corazón” es el sujeto del verbo “sea” del v. 3: “Vuestro adorno sea el hombre

interior <” en incorruptible—que consiste en lo (o tácitamente en el ornato) incorruptible; “lo que no es transitorio,

ni manchado de corrupción, como todos los adornos mundanos. agradable—Manso (Mateo 5:6; 11:29), que no crea

bulla: pacífico, que soporta con tianquilidad los disturbios hechos por otros. Manso en el afecto y sentimientos; pacífico

en palabras, de rostro, y en acciones [Bengel]. de grande estima—Los resultados de la redención debieran

corresponder a su tan alto precio (1:19). delante de Dios—quien ve lo interior, no las meras exterioridades. 5. así—“de

esta manera”, con el atavío de un espíritu manso y calmoso (comp. el retrato de la esposa piadosa, Proverbios 31:10–

31). esperaban—“Santas” se explica por el hecho de que “esperaban en (eis, para ser unidas a) Dios”. La esperanza en

Dios es la fuente de toda verdadera santidad [Bengel]. sujetas—su adorno consistía en su subordinación femenina. 6.

Sara—un ejemplo de fe. llamándole señor—(Génesis 18:12). espantadas de ningún pavor—Griego, “alarma

turbulenta”, “consternación”. Obrad bien, no os dejéis vencer por el pánico, como las mujeres débiles ante cualquier

oposición de afuera. Bengel traduce: “no teniendo ningún terror que venga de afuera” (vv. 13–16). La Versión de los

Setenta (Proverbios 3:25) usa la misma palabra griega, a la cual probablemente Pedro alude. La ira asalta a los hombres;

el miedo a las mujeres. No tenéis que temer a hombre alguno, al hacer lo que es justo: no consternadas por la

repentina explosión de enojo de parte de vuestros maridos incrédulos, mientras estéis haciendo bien. 7. habitad—

Griego, “habitando”, complemento del verbo del 2:17, “Honrad a todos”. ciencia—el conocimiento cristiano;

apreciando la debida relación de los sexos en el propósito de Dios, y obrando con ternura y paciencia conformemente:

prudentemente, con sabia consideración. dando honor a la mujer—tradúzcase y puntúese el griego más bien:

“habitando según la ciencia con el (“vaso”) femenino como con el vaso más débil” (véase nota a 1 Tesalonicenses 4:4).

Tanto el marido como la esposa son vasos en las manos de Dios, y hechura de Dios, para cumplir sus propósitos de

gracia. Ambos débiles, la mujer la más débil. El sentido de su propia debilidad y de que ella, como él mismo, es vaso y

hechura de Dios, debe llevarlo a obrar con tierna y sabia consideración para con la que es de hechura más debil,

dándole (lit., consignándole, señalándole) honor, por ser ellos (además de ser marido y esposa) también

“coherederos”. (La razón por qué debe el hombre dar honor a la mujer es, porque Dios da honor a ambos: comp. el

mismo argumento en el v. 9) Pedro no toma en cuenta el caso de la esposa incrédula, como quien pudiera llegar a

creer. la gracia de la vida—la vida es don gratuito de Dios (1:4, 13). oraciones no … impedidas—por disensiones que

impidan la oración unida, de la que depende la bendición. 8. Resumen general del deber relativo, después de haber

detallado los deberes particulares, desde el 2:10. de un mismo corazón—o mente, tocante a la fe. compasívos—Grieqo,

“compadeciéndoos” en los goces y penas los unos de los otros. amándoos fraternalmente—Griego, “amando a los

hermanos”. misericordiosos—para con los afligidos. amígables—la verdadera cortesía cristiana; no el falso [PAG.

703] brillo de la cortesía mundana: estampada con el amor no fingido, por una parte, y con la humildad de la otra. Los

manuscritos antiguos dicen “humildes”, o “de mente humilde”, en vez de amigables, que indica de parte de uno el

esfuerzo consciente de serlo en verdad. 9. mal por mal—en los hechos. maldición—“la injuria”; en palabras.

bendiciendo—a vuestros injuriadores. sabiendo que—Los manuscritos más antiguos, sólo: “porque”. sois

llamados—Griego, “fuisteis llamados”. bendición en herencia—Griego, “para heredar en bendiciones”, no sólo pasiva,

sino también activamente: recibiendo bendición espiritual de Dios por la fe, y de vuestra parte de amor bendiciendo a

otros. [Gerhard en Alford]. “No es con el fin de heredar la bendición que debamos glorificar sino porque ya es nuestra

posesión. Ninguna injuria os podrá dañar (v. 13). Imitad a Dios, quien os bendice. Las primicias de su bendición de la

eternidad las gozan los justos ahora mismo (v. 10). [Bengel]. 10. el que quiere amar—La vida (presente y eterna) y

quiere seguir amándola, sin envolverse en los males que hacen de esta vida una carga y que le hagan perder la vida

eterna. Pedro confirma su exhortación del v. 9 citando el Salmo 34:12–16. refrene—Lit., “haga cesar”; expresando que

nuestra inclinación natural es de hablar mal. “Los hombres comúnmente piensan que se expondrían al abuso de sus

enemigos, a menos que demandasen sus derechos. Pero el Espíritu promete una vida de bendiciones solamente a los

que son benignos y pacientes con los males” [Calvino]. mal … engaño—Primero Pedro amonesta contra los pecados

de la lengua, la injuria, el engaño, “bilingües”: luego contra los actos que dañan al prójimo. 11. En los manuscritos más

antiguos: “además (de sus palabras: en los hechos) apártese”. sígala—como persiguiendo una cosa difícil de alcanzar, y

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que se esquiva de uno en este mundo de tribulaciones. 12. La base de la prometida vida presente y eterna de bendiciones para los mansos (v. 10). Los ojos del Señor están siempre sobre ellos para bien. oidos atentos a sus

oraciones—(1 Juan 5:14, 15). rostro … sobre—Los ojos sugieren consideración favorable; el rostro del Señor sobre los

que hacen mal, denota que los mira de cerca, de modo de no permitir que dañen seriamente a su pueblo (v. 13). 13.

quién … podrá—Griego, “¿quién es aquel que os hará daño?” Esta confianza intrépida en la protección del daño por

Dios, Cristo, la Cabeza, en sus padecimientos la experimentó; asimismo sus miembros. si … seguís—Griego, “Si os

hicieseis imitadores (los manuscritos más antiguos: “celosos”, Tito 2:14) del bien”. “El bien”: el contraste en el griego es:

¿quién os hará mal, si sois celosos en hacer el bien? 14. Mas también si—“Pero aunque padezcáis <” “Las promesas

de esta vida alcanzan sólo allá donde nos convenga que se cumplan” [Calvino]. Así sigue declarando las excepciones

de la promesa (v. 10) y cómo los prudentes se portarán en tales casos excepcionales, “Si acaso sufrierais <”; palabra

más suave que “dañar”. por hacer bien—Griego, “a causa de justicia”; “no el padecimiento, sino la causa por la cual

uno padece, hace el mártir”. [Agustín]. (sois) bineaventurados—Ni puede el padecer quitar la buena ventura; más bien

la encarece. Por tanto—Griego, “Pero” no perdáis vuestra bendición (v. 9), temiendo el terror del hombre en los tiempos

de vuestra adversidad. Lit., “no os aterrorice el terror de ellos”, no temáis el terror que ellos quieren infundiros, terror

que ellos mismos experimentan cuando están en la adversidad. Este y el v. 15 son citas de Isaías 8:12, 13.Dios solo ha

de ser temido; el que teme a Dios, no tiene a quién más temer. ni seáis turbados—la amenaza de la ley, Levítico 26:36;

Deuteronomio 28:65, 66; en contraste con ella, el evangelio da al creyente un corazón que siente la seguridad del favor

de Dios, corazón por tanto tranquilo en toda adversidad. No temáis, ni aun estéis agitados. 15. santificad—haced

santo; honrad como santo, entronizándolo en vuestros corazones. Así en la oración dominical (Mateo 6:9). La santidad

de Dios es así glorificada en nuestros corazones como morada de su Espíritu. Señor Dios—Los manuscritos más

antiguos leen “a Cristo”: “Santificad a Cristo por Señor”. y estad—Griego, “pero”, o “además”. Además de esta

santificación interior de Dios en el corazón, estad siempre listos para dar razón < responder—respuesta apologética

en defensa de vuestra fe. a cada uno que os demande—Esto limita la extensión de la palabra “siempre”: al blasfemo

no hay que darle razón, sino al pagano que interroga con sinceridad. razón—Griego, “logón”, palabra, una relación

razonable. Esto rebate el dogma de Roma, “lo creo porque la Iglesia lo cree”. La credulidad es creer sin evidencia; la fe

es creer por la evidencia. No hay dónde descansar la razón misma sino en la fe. Este texto no impone la obligación de

presentar un ensayo erudito ni defensa lógica de la revelación. Pero como los creyentes se niegan a sí mismos,

crucifican al mundo, y afrontan la persecución, necesitan ser alentados con alguna fuerte “esperanza”; hombres del

mundo, que no tienen tal esperanza ellos mismos, son movidos por la curiosidad a preguntar el secreto de esta

esperanza; el creyente debe estar preparado para dar un relato experimental de “cómo nació en él la esperanza, qué es su

contenido, y sobre qué descansa como apoyo” [Steiger]. con mansedumbre—Los manuscritos más antiguos: “pero

con <” El orden del griego es: “Aparejados < razón < vosotros, pero con mansedumbre <;” no con arrogancia e

impertinencia (comp. v. 4). Es la manera más eficiente; no la impetuosidad y la suficiencia propias. reverencia—el

debido respeto hacia el hombre y temor hacia Dios, recordando que la causa de él no necesita el enojo ni la ira del

hombre para defenderse. 16. Teniendo buena conciencia—la fuente secreta de la prontitud para dar razón de nuestra

esperanza. Así la esperanza y la buena conciencia van unidas en Hechos 24:15, 16. La profesión sin la práctica no tiene

peso. Pero los que tienen buena conciencia pueden permitirse dar razón de su esperanza “con mansedumbre”. en lo

que murmuran—Un manuscrito antiguo dice: “en lo que sois calumniados”, y omite “como malhechores”.

blasfeman—el griego expresa la malicia demostrada en hechos tanto como en palabras. Se traduce “ultrajan” en Mateo

5:44; Lucas 6:28. conversación—vida, conducta, comportamiento. en Cristo—quien es el mismo elemento de vuestra

vida de cristianos. “En Cristo” de “buena.” Es vuestra buena conducta como cristianos, no como ciudadanos, lo que

evoca la malicia (4:4, 5, 14). 17. mejor—uno no puede objetar diciendo: Yo no [PAG. 704] lo llevaría tan mal, si lo

hubiese merecido: a lo que Pedro responde: Es mejor que no lo merecieras, a fin de que, haciendo bien y con todo

calumniado, puedas probar que eres un cristiano verdadero [Gerhardt]. si la voluntad de Dios así lo quiere—Mejor

como los manuscritos más antiguos tienen el modo optativo (theloi), “si la voluntad de Dios (lo) quisiere”. Los que

honran la voluntad de Dios como su suprema ley (2:15), tienen el consuelo de saber que el padecimiento es de la

ordenación de Dios (4:19). Así Cristo mismo; nuestra inclinación humana no lo desea. 18. En confirmación de lo

anterior (v. 17), por los gloriosos resultados del inocente padecimiento de Cristo en muerte y en vida; pues su muerte

trajo el resultado mejor para él mismo y para nosotros [Bengel]. 18. Cristo—El Santo Ungido de Dios; el Santo sufrió

por los pecados; el Justo por los injustos. también—Así como vosotros (v. 17). Comp. el 2:21; allí se exponen sus

padecimientos como ejemplo para nosotros; aquí, como prueba de la bienaventuranza de sufrir a causa del bienhacer.

una vez—por todas; para no sufrir más para siempre jamás. Nos es mejor también sufrir una vez con Cristo que sufrir

para siempre sin Cristo [Bengel]. Ahora estamos sufriendo la “una vez” nuestra; pronto esto será pretérito; un buen

consuelo para experimentar. por los pecados—como si él mismo los hubiera cometido. Se expuso a la muerte al dar su

“confesión”, así como se nos exhorta a “responder al que nos pide razón de nuestra esperanza”. Como él sufrió “el

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justo”, así debiéramos estar dispuestos a sufrir por amor a la justicia (v. 14; comp. vv. 12, 17). para llevarnos a Dios— juntos consigo en su ascensión a la diestra de Dios (v. 22). Nos lleva a nosotros “los injustos”, justificados, juntamente

al cielo. Así es el resultado de su muerte “traer a sí a todos”; espiritualmente ahora, por cuanto tenemos acceso al

santuario, abierto por la ascensión de Cristo, literalmente más adelante. “Llevarnos” además por los mismos pasos de

la humillación y exaltación por los que pasó él. a Dios—el caso dativo, complemento indirecto, que expresa que Dios

lo desea [Bengel] siendo—… muerto—fué muerto, como medio de llevarnos a Dios. en (la) carne—eso es, con

respecto a la vida de carne y sangre. vivificado en espíritu—“en espíritu”, antitético con “en carne”, sin artículo

ambos. “Muerto” cuanto al anterior modo de vida, y “vivificado” en el nuevo. No que su Espíritu muriera jamás y

fuese vivificado, ni hecho vivo de nuevo, sino que mientras que había vivido según la manera del hombre mortal en la

carne, él empezó a vivir una vida espiritual de “resurrección” (v. 21). por lo cual tiene poder para llevarnos a Dios. Se

nos ofrecen dos modos de explicar los vv. 18, 19: I. “Vivificado en espíritu”, eso es, inmediatamente después de ser

librado de la “carne”, la energía de su inmortal vida espiritual “fue hecha viva” por el Padre para nuevos modos de

acción, a saber; “en el espíritu descendió (como subsecuentemente ascendió al cielo, v. 22, el mismo verbo griego) y

proclamó no la salvación, según Alford en contra de las Escrituras, las que en todas partes representan como

irrevocable el estado del hombre, sea de salvado o de perdido, después de la muerte. Ni hay mención hecha de

conversión alguna de los espíritus encarcelados. Véase Nota, al v. 20. Ni dice la frase, predicó el evangelio, evangelizó,

sino proclamó (ekeruxe), o predicó; dando sencillamente el anuncio de su obra acabada; así el mismo griego en Marcos

1:45, anunció, confirmando el testimonio de Enoc y de Noé, y declarando así la virtual condenación de la incredulidad

de ellos, y la salvación de Noé y los creyentes; un ejemplo de los similarse efectos contrarios que la misma obra tiene

sobre todos los incrédulos y los creyentes, respectivamente; también un consuelo para los lectores de Pedro, en sus

sufrimientos a manos de los incrédulos, especialmente elegido (el ejemplo) a causa del bautismo, su antitipo (v. 21),

que, como sello, marca a los creyentes como separados del resto del mundo condenado, proclamó a los espíritus (su

espíritu hablando con los espíritus) en la cárcel (que en Hades, o sea Sheol, esperaban el juicio, 2 Pedro 2:4), los cuales

fueron en otro tiempo desobedientes <” II. El punto más fuerte a favor de I. es la posicion de “en otro tiempo”, es

decir, de antiguo, en conexión con los “desobedientes”; mientras que si la predicación o anuncio fuese cosa de mucho

tiempo atrás, esperaríamos que el adverbio de tiempo se relacionara con “fué y predicó”. Pero esta transposición

podría expresar que la desobediencia de ellos precedió a la predicación de él. La partícula griega expresa la razón de la

predicación, “por cuanto fueron una vez desobedientes” (4:6). También el “fué” parece significar una ida personal,

como en el v. 22, no meramente en espíritu. Pero véase la respuesta abajo. Las objeciones son: “vivificado” debe

referirse al cuerpo de Cristo (v. 21), por cuanto su Espíritu nunca dejó de existir, y no se puede decir que fuese

“vivificado”. Comp. Juan 5:21; Romanos 8:11, y otros textos, donde “vivificar” indica la resurrección corporal.

Tampoco fué al Hades su Espíritu, sino su alma. Su espíritu, a su muerte, fue encomendado por él al Padre, y estuvo

luego en el “Paraíso”. La primera teoría entonces ¡requiriría que su descenso a los espíritus encarcelados fuese

después de la resurreccion! Comp. Efesios 4:9, 10, que hace que el descenso preceda al ascenso. También la Escritura

calla en toda otra parte tal proclamación, aunque posiblemente la muerte de Cristo tuviera efectos inmediatos sobre el

estado, tanto de los piadosos como de los impíos en el Hades: las almas de los justos hasta entonces en comparativa

reclusión, siendo acaso trasladados entonces, como algunos padres creyeron, a la presencia inmediata y celestial de

Dios; pero esto no puede probarse por la Escritura. Comp. con todo, Juan 3:13; Colosenses 1:18. Cárcel siempre se usa

en las Escrituras en sentido malo. “Paraíso, y “el seno de Abrahán”, la morada de los espíritus buenos en el Antiguo

Testamento, están separados del infierno o hades “por una grande sima”, y no puede llamarse “cárcel”. Comp. 2

Corintios 12:2, 4, donde el “paraíso” y “el tercer cielo” se corresponden. Además, ¿por qué deberían ser elegidos en

particular los incrédulos antediluvianos como recipientes de su predicación en el Hades? Por tanto se explica que

“Vivificado en espíritu” en el que (a diferencia de en persona; las palabras “en el cual”, es decir, en espíritu, obviando

expresamente la objeción de que “fué” indique una ida personal) él fué (en la persona de Noé. “predicador de la

justicia,” 2 Pedro 2:5: la nota [PAG. 705] propia de Alford, Efesios 2:17, es la mejor replica a su argumento sobre “fué”,

de que se trate de una ida local al Hades en persona). Como “vino y predicó la paz”, por su espíritu en los apóstoles y

ministros después de su muerte y ascensión, así antes de su encarnación predicó en espíritu por Noé a los

antediluvianos (Juan 14:18, 28; Hechos 26:23, “Para anunciar luz al pueblo y a los gentiles”), y predicó a los espíritus

encarcelados, a saber, a los antediluvianos, cuyos cuerpos a la verdad parecían libres, pero sus espíritus estaban “en

cárcel”, encerrados en la tierra como en una celda grande condenada (un paralelo exacto con Isaías 24:22, 23. “Sobre la

tierra < serán amontonados como encarcelados en mazmorra, y en prisión quedarán encerrados,”—precisamente

como los ángeles caídos están tenidos judicialmente “en cadenas de oscuridad”, aunque están por un tiempo libres

ahora sobre la tierra, 1 Pedro 2:4—, donde (Isaías 24:18) tiene clara alusión al diluvio: “de lo alto se abrieron

ventanas:” comp. Génesis 7:11); de dicha cárcel el único camino de escape era aquel anunciado por Cristo en Noé.

Cristo, que en nuestros tiempos vino en carne, en los días de Noé predicó en espíritu, por Noé, a los espíritus entonces

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en cárcel (Isaías 61:1, “El Espíritu del Señor Dios me ha enviado a predicar < a los presos abertura de c{rcel”). Asimismo en el 1:11 se dice, “el Espíritu de Cristo” testificaba en los profetas. Como Cristo sufrió hasta la muerte a

manos de sus enemigos, y fue luego vivificado en virtud de su “Espíritu” (o naturaleza divina, Romanos 1:3, 4; 1

Corintios 15:45), que de allí en adelante obró en su plena energía, el primer resultado de la cual fue la resurrección de

su cuerpo (v. 21) de la cárcel de la tumba, y de su alma del Hades; así el mismo Espíritu de Cristo dió el poder a Noé

en medio del escarnio y tribulaciones de predicar a los desobedientes espíritus firmemente encadenados en la ira. El

mismo Espíritu en ti también puede darte a ti el poder para sufrir con paciencia ahora, esperando la liberación de la

resurrección. 20. una vez—Griego, “hapax”, “de una vez”, “una vez por todas”, omitido de los mejores manuscritos.

cuando—corresponde a “en otro tiempo”. esperaba la paciencia—Continuó esperando (por si acaso en los 120 años se

arrepintiesen) hasta que llegó el fin de su espera, con la muerte de ellos por el diluvio. Esto refuta la idea de Alford de

que se les diese un segundo día de gracia en el Hades. Se escogen los días de Noé, por cuanto el arca y el diluvio

destructivo corresponden respectivamente al “bautismo” y la venidera destrucción de los incrédulos por fuego.

cuando se aparejaba el arca—(Hebreos 11:7.) Un largo período de “paciencia” (Griego., “longanimidad”) y de

“espera”, por cuanto Noé tenía pocos que le ayudasen, lo que hace más inexcusable la incredulidad del mundo. en la

cual—eis con el acusativo, que denota que tuvieron que entrar para ser salvos. pocas—como hoy en día. ocho—Siete

(el número sagrado) y el impío Cam. personas—El griego, “almas”. Como este vocablo aquí indica personas vivientes,

¿por qué no debe hacerlo también “espíritus”? Noé les predicó al oído; mas Cristo, en espíritu, a los espíritus de ellos, o

sea, a sus naturalezas espirituales. salvadas por agua—La misma agua que ahogó a los incrédulos mantuvo a flote el

arca en que fueron salvos los ocho. No como traducen algunos: “fueron llevados en salvo al través del agua”. Sin

embargo, el sentido de la preposición puede ser como en 1 Corintios 3:15, “fueron conservados en salvo por (al través

de) el agua”, aunque tuvieron que estar en el agua. 21. A la figura de la cual—El griego, “la cual (en) figura”; lit., “la

cual (agua, en general), siendo el antitipo (del agua del diluvio) ahora nos está salvando (no estando la salvación aún

realizada por nosotros plenamente, comp. 1 Corintios 10:1, 2, 5; Judas 5: pone en estado de salvación) también a nosotros

(dos manuscritos antiguos dicen “vosotros”: a vosotros, así como a Noé y los suyos), a saber, el bautismo”. El agua

salvó a Noé, no por sí misma, sino por mantener el arca construída en la fe basada en la palabra de Dios: era para él un

sello y un medio de una suerte de regeneración de la tierra. El diluvio fue para Noé un bautismo, como el paso del mar

Rojo lo fue para los israelitas; por el bautismo en el diluvio él y su familia fueron trasladados del antiguo mundo al

nuevo; de la destrucción inmediata a una probación prolongada; del compañerismo de los malvados a la comunión

con Dios; de la disolución de los vínculos entre la criatura y el Creador al privilegio del pacto: así nosotros por el

bautismo espiritual. Como hubo un Cam que perdió los privilegios del pacto, así hay muchos hoy en día. El agua

antitípica, a saber, el bautismo, os salva también, no de sí, ni el agua material, sino la cosa espiritual a él unida, el

arrepentimiento y la fe de los que es un signo y sello, como Pedro sigue explicando. Comp. la unión del signo y lo

significado en Juan 3:5; Efesios 5:26; Tito 3:5; Hebreos 10:22; 1 Juan 5:6. no quitando—En “la carne” es donde cae el

énfasis. El bautismo “no es limpieza de la inmundicia de la carne (como se hace en la mera inmersión en agua, no

acompañada del bautismo del Espíritu; comp. Efesios 2:11), sino del alma. [Nota del Traductor: Nuestro comentador es

muy hábil en su explicación de todo este pasaje azás difícil, y parece a veces que le falta un solo paso para llegar a la

completa interpretación simbólica. La antítesis no es entre la inmundicia de la carne y la del alma. Dice Pedro que el

bautismo no es una limpieza de la inmundicia, sino la demanda de una buena conciencia. Sea cual fuere el sentido

preciso de la “demanda de una buena conciencia”, ésta es anterior al bautismo en la experiencia del creyente; y la

regeneración es anterior a la buena conciencia para con Dios; la salvación debe ser anterior, pues, e independiente del

bautismo. que no puede ser sino un símbolo, o “figura” de la experiencia de la muerte espiritual al pecado y la

resurrección a vida nueva. El bautismo verdadero o tiene eficacia salvadora, o no la tiene. “< el bautismo os salva

también, no de sí < sino la cosa espiritual a él unida, a saber, el arrepentimiento y la fe, de la cual (cosa, el bautismo) es

signo y sello.” ¿Puede el hombre ser salvo “por el arrepentimiento y la fe” sin el bautismo? ¿Puede tener la seguridad

de su salvación sin este “signo y sello”? La circuncisión podía ser “signo y sello” exterior, visible, en la carne, del

pacto mosaico; pero el nuevo pacto es nuevo no solamente porque es otro, más reciente, sino porque es diferente, de

una clase nueva: es espiritual, y no de la letra. Si la salvación en Cristo dependiese, en todo o [PAG. 706] en parte, de

un rito o ceremonia externa, entonces el nuevo pacto sería de la misma categoría del antiguo, carnal, de la letra, y no

espiritual. Si por otra parte el bautismo es una “figura”, símbolo, retrato, de nuestra salvación, la cual es “por la

resurrección de Cristo,” entonces se puede decir que el bautismo nos salva “a la figura”, figurativa o simbólicamente, lo

que concuerda con el lenguaje del Nuevo Testamento en general. Simboliza la experiencia de la salvación y es una

confesión pública de lo que el “catecúmeno” ya experimentó, antes de verificarlo en contestación a su “buena

conciencia para con Dios,” quien lo mandó.] Es el arca (Cristo y su Iglesia llena del Espíritu Santo), no es el agua, lo

que es el instrumento de la salvación: el agua solamente rodeaba el arca; así tampoco el mero bautismo en agua, sino

el agua cuando es acompañada por el Espíritu. demanda—El Griego, “interrogación”, que se refiere a las preguntas

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hechas a los candidatos para el bautismo, para sacar de ellos una confesión de fe “para con Dios”, y la renunciación de Satanás [Agustín, ad Cathechumenos, libro 4, cap. 1; Cipriano, Ep. 7., ad Rogatian], las que, si manan de “una buena

conciencia” aseguran a uno de que está “salvo”. Lit., “la interrogación de una buena conciencia (inclusive la

contestación satisfactoria) para con Dios”. Prefiero esta traducción a la de Wahl, Alford, etc., “la indagación de una

buena conciencia acerca de Dios”; ninguno de los paralelos alegados, ni aun el 2 Samuel 11:7, versión de los Setenta,

viene estrictamente al caso. El idiotismo reciente del griego bizantino (según el cual el término significa (1) la

pregunta; (2) la estipulación; (3) el compromiso), que fluye fácilmente del uso de la palabra en que Pedro la emplea,

confirma la traducción anterior. por la resurrección de Jesucristo—frase unida con “os salva”, en cuanto nos aplique

el poder de la resurrección de Cristo. Como la muerte de Cristo al pecado es el origen de la muerte del creyente al

pecado y de su liberación de la pena y del poder del pecado, así la vida de Cristo resucitado es la fuente de la nueva

vida espiritual del creyente. 22. (Salmo 110:1; Romanos 8:34, 38; 1 Corintios 15:24; Efesios 1:21, 3:10; Colosenses 1:16;

2:10–15.) El fruto de su paciencia en sus padecimientos voluntariamente llevados e inmerecidos; un ejemplo para

nosotros (vv. 3–7, 19). subido—(Lucas 24:51.) Una prueba en contra de los racionalistas de una real ascensión

material. Los manuscritos más antiguos, la Vulgata y los Padres Latinos llevan una añadidura que expresa los

beneficios resultantes para nosotros de estar Cristo sentado a la diestra de Dios: “El cual está a la diestra de Dios,

habiendo sufrido la muerte para que fuésemos hechos herederos de la vida eterna”; lo que envuelve para nosotros un

estado de vida, salvada, gloriosa y eterna. Los Manuscritos griegos, sin embargo, rechazan estas palabras. Comp. con

esto, los textos de discursos de Pedro, Hechos 2:32–35; 3:21, 26; 10:40, 42.

CAPITULO 4

COMO EL CRISTO RESUCITADO. LOS CRISTIANOS DESDE AHORA NO DEBEN TENER NADA QUE VER

CON EL PECADO. Como está cerca el fin, cultivad la moderación, la vigilancia en la oración, la caridad, la hospitalidad, el lenguaje biblico, la ministración mutua según vuestros sendos dones para la gloria de Dios, la paciencia gozosa en las tribulaciones. por nosotros—frase omitida por algunos de los manuscritos más antiguos. en la carne—en su cuerpo mortal de humillación. armados—Griego, “armaos” (Efesios 6:11, 13). mismo pensamiento—de sufrir con paciencia y pronta voluntad lo que Dios disponga que sufráis. el que ha padecido—por ejemplo, Cristo mismo primero, y en la persona de él el creyeste: una proposición general. cosó—lit., “se le ha hecho cesar”, es decir, ha obtenido por el mismo hecho de haber padecido él una vez por todas, una cesación del pecado, como el cristiano, que en la persona de Cristo ha muerto, ya no tiene más que hacer con el pecado judicialmente, ni debe tener nada que ver con él tampoco efectivamente. “La carne” es la esfera donde el pecado tiene cabida. 2. Para que, etc.—“Para que (el creyente, que una vez por todas obtuvo cesación de pecados, mediante el padecimiento, en la persona de Cristo, es decir, en virtud de su unión con el crucificado) ya no viva el resto de su tiempo en la carne a las concupiscencias de los hombres, sino a la voluntad de Dios”, como su regla de vida. “El resto de su tiempo en la carne” (el griego aquí lleva la preposición “en”; no en el v. 1 tocante a Cristo prueba que la referencia aquí no es a Cristo, sino al creyente, cuyo tiempo sobrante para glorificar a Dios es corto (v. 3). “Viva” en el sentido verdadero, pues hasta ahora estaba muerto. No como Alford: “Armaos < con el propósito de no vivir el resto de vuestro tiempo <” 3. nos—Omitido de los manuscritos más antiguos. debe bastar—Dice el griego: “suficiente” (sin verbo: es, fué, ha sido). Pedro toma la posición más baja: pues ni aun el tiempo pasado debía de ser malgastado en concupiscencias; pero puesto que no podéis revocarlo, tratad al menos de aprovechar mejor el futuro. hecho—Griego, “desarrollado”, “cumplido” geutiles—paganos: lo que erais muchos. cuando conversábamos—Griego, “caminando”, “caminando como habéis caminado (Alford) en lascivia”; el griego significa conducta petulante, inmodesta, ligera, suelta; no tanto la lujuria grosera. embriagueces—“embriagueces de vino” [Alford]. abominables—“idolatrías nefarias”, en violación de la ley más sagrada de Dios; no todos los lectores de Pedro (Nota al 1:1) caminaban en estas cosas, pero muchos sí, a saber, el elemento gentil. 4. En lo cual—en la conducta de los creyentes gentiles (v. 3). corráis—apresuradamente, en tropillas

[Bengel]. desenfrenamiento—“exceso”, lit., profusión: como agua estancada después de una inundación. ultrajándo

(os)—Griego, acusándoos de orgullos, de singularidad, de hipocresía y de crímenes secretos (v. 14; 2 Pedro 2:2). Sin

embargo, el pronombre “os” no aparece en el griego, sino sólo “blasfemando”. Me parece que se usa siempre en el

sentido directo o indirecto de la injuria impía para con Dios, o contra Cristo y el Espíritu Santo y la religión cristiana,

no meramente contra los hombres como tales; como “vituperar” en el v. 14. 5. Aquellos que os acusan falsamente

tendrán que dar cuenta de sí por esta misma injuria (Judas 15) y ser condenados con justicia. aparejados—con mucha

rapidez (v. 7; 2 Pedro 3:10). La venida de Cristo para el creyente siempre [PAG. 707] está cerca. 6. Porque—da la razón

por qué “juzgar” a los muertos (v. 5). también, etc.—“También a muertos se evangelizó”, tanto como a vivos, y a los

que se hallen vivos cuando venga el Juez. “Muertos” debe tomarse en el mismo sentido literal como en el v. 5, lo que

contradice la explicación de “muertos en pecados”. Además, la ausencia del artículo griego no limita necesariamente

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el sentido de “muertos” a muertos particulares, pues el artículo tampoco está en el v. 5, donde “los muertos” es universal en sentido. Este parece ser el sentido: Pedro representando la debida actitud de la Iglesia de todo tiempo,

que espera a Cristo en cualquiera y a todo momento, dice: El Juez está aparejado para juzgar a vivos y muertos—los

muertos, digo, porque ellos también, en su vida, fueron evangelizados, a fin de que pudiesen ser juzgados de la

misma manera que los ahora vivos (y los que estarán vivos cuando el Señor venga), es decir, “hombres en la carne”, y

para que puedan, habiendo evitado la condenación con haber abrazado el evangelio anunciado, vivir en Dios en

espíritu (aunque la muerte les haya tocado en la carne), Lucas 20:38, siendo hechos semejantes a Cristo en la muerte y

en la vida (Nota, al 3:18). Dice “vivos”, no los “vivificados”; porque se supone que ya han sido “vivificados juntamente

con Cristo” (Efesios 2:5). Este versículo es paralelo al 3:19; véase Nota allí. El evangelio, substancialmente fué

“predicado” a la Iglesia del Antiguo Testamento; aunque no tan plenamente como en el Nuevo. No es válida la

objeción de que el evangelio no haya sido predicado a todos los que se hallarán muertos a la venida de Cristo. Porque

claramente Pedro se refiere sólo a los que están al alcance del evangelio, o a los que hubieran conocido a Dios por

medio de sus ministros en los tiempos del Nuevo y del Antiguo Testamentos. Pedro, como Pablo, arguye que los

hallados vivos a la venida de Cristo no tendrán ventaja sobre los que habiendo muerto serán resucitados, por cuanto

éstos viven a Dios, aun ahora en los propósitos de él. Es errónea la explicación de Alford de: “para que sean juzgados

según los hombres con respecto a la carne”, eso es, que estén en estado de completa condenación por el pecado, lo que

es la muerte según la carne. Porque “juzgado” no puede tener aquí un sentido diferente del que lleva “juzgar” en el v.

5. “Vivir según Dios” significa, vivir una vida con Dios, tal como la que Dios vive, divina; en contraste con vivir

“según los hombres en la carne”, eso es, una vida tal cual viven los hombres en la carne. 7. Resumiendo la idea del v 5.

el fin de todas las cosas—y por tanto también de la lujuria (v. 3, 4) de los malos, y también de los padecimientos de

los justos [Bengel]. La proximidad no es meramente del tiempo, sino de la presencia del Señor; como explica para

evitar la mala comprensión, y defiende a Dios del cargo de la demora o tardanza: Vivimos en la última dispensación,

no como los judíos bajo el Antiguo Testamento. El Señor vendrá como ladrón de noche; está ya “aparejado” (v. 5) para

juzgar al mundo en cualquier momento; es sólo la longanimidad de Dios y su deseo de que se predique el evangelio

como testimonio a todas las naciones, lo que lo induce a extender el plazo, el que para él es aún como nada.

templados—“moderados”, “discretos”. Los deberes opuestos a los correspondientes pecados se inculcan: así

“templados”, en oposición de la “injuria” (v. 3). velad—Griego, “estad sobriamente vigilantes”, no embriagados con

las cuitas y placeres mundanos. La templanza promueve a la vigilancia, y ambas a la oración. La bebida adormece, y

la somnolencia impide la oración. oración—Griego, “oraciones”; la finalidad por la cual debemos ejercer la vigilancia.

8. sobre todo—no que la “caridad”, o el amor, se coloque sobre la “oración”, sino porque el amor es el espíritu

animador, sin el cual todos los demás deberes están muertos. Tradúzcase: “Teniendo vuestro mutuo (de unos a otros)

amor intenso”. Presume la existencia del amor entre ellos; les urge que lo hagan más ferviente. la caridad cubrirá

multitud de pecados—Cita de Proverbios 10:12; comp. 17:9. “Cubre” (así dicen los manuscritos más antiguos), de

modo que no condena severamente ni expone las faltas, sino antes con paciencia hace que lleven los unos las cargas

de los otros, perdonando y olvidando las ofensas pasadas. Tal vez se incluye otra idea más: Por la oración a favor de

los pecadores, el amor trata de hacerlos cubrir por Dios, y siendo así el instrumento de la conversión del pecador, de

su error, “cubre una multitud de pecados”; pero la idea anterior, la de los Proverbios, es la más prominente. “Como

Dios con amor cubre mis pecados, si yo creo, yo debo cubrir con mi amor los pecados de mi prójimo” [Lutero]. Comp.

la conducta de Sem y Jafet hacia Noé (Génesis 9:25), en contraste con la de Cam. Debemos cubrir los pecados de otros

sólo donde el amor mismo no exija lo contrario. 9. (Romanos 12:13; Hebreos 13:2.) No la espúrea hospitalidad

corriente en el mundo, sino el hospedaje de los que lo necesitan, especialmente los desterrados a causa de la fe, como

los representantes de Jesucristo, y toda hospitalidad extendida a quien fuere, de puro amor cristiano. sin

murmuraciones—“El que da, hágalo con simplicidad”, eso es, con franca sinceridad, con cordialidad. Sin hablar

secretamente contra la persona hospedada, ni echarle en cara el favor que se le hace. 10. Cada uno—“Según que cada

uno haya recibido”, en cualquier grado y de cualquier especie. Los dones del Espíritu (lit., “dones de gracia”, dones

impartidos gratuitamente) son propiedad común de la comunidad cristiana, siendo cada cristiano solamente ministro

para la edificación del todo, que no recibe el don solamente para su propio bien. adminístrelo—sin descontento ni

envidia, sin desdorar el don de otro. a los otros—Griego, “unos a otros”, como en el v. 8, lo que indica que todas

forman un solo cuerpo y los que procuran el bien de los otros promueven el bien de ellos mismos. dispensadores—

Referencia a Mateo 25:15, etc.; Lucas 19:13–26. 11. Si alguno habla—a saber, como profeta, o maestro divinamente

enseñado, en la asamblea de la iglesia. conforme, etc.—Griego, “hable oráculos (logia) de Dios”. En el griego no hay

artículo con “oráculo” ni con “Dios”, debido al principio gramatical de que cuando un sustantivo sin artículo es

complemento de otro sustantivo, éste omite el artículo también. En Hechos 7:38 también, falta el artículo griego; de

modo que la traducción, “conforme a las palabras de Dios”, es decir, el Antiguo Testamento, sería correcta, y sería el

precepto semejante [PAG. 708] a Romanos 12:6: “Profecía < conforme a la medida de la fe”. Pero el contexto cuadra

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bien con esto: “hable como (conviene a quien habla) palabras (oráculos) de Dios”. Sus palabras divinamente inspiradas no han de ser sujas, sino de Dios, y como administrador a quien están confiadas, así debe hablarlas. Jesús

fue el ejemplo en este respecto (Mateo 7:29; Juan 12:49; 14:10; comp. Pablo, 2 Corintios 2:17). Nota: El mismo término

(logia), que en otros textos del Nuevo Testamento (Hechos 7:38; Romanos 3:2; Hebreos 5:12) siempre se aplica a los

escrites del Antiguo Testamento, aquí comprende las palabras inspiradas (la substancia de las cuales fue puesta por

escrito después) de los profetas del Nuevo Testamento. ministra—en obras: la otra esfera de actividad espiritual,

además de hablar. conforme a la virtud—como del surtido de su “fuerza” (Griego, poder físico en relación con el

servicio exterior, más bien que con la “capacidad” moral e intelectual; como en Marcos 12:30). suministra—dicho

originalmente del “choragus”, que proporcionaba al coro todo lo necesario para ejecutar sus partes respectivas. Dios

glorificado—la finalidad de todos los actos del cristiano. por Jesucristio—El Mediador por el cual descienden a

nosotros todas las bendiciones, por quien también todas nuestras alabanzas ascienden a Dios. Sólo por medio de

Cristo puede ser glorificado Dios en nosotros, y en nuestros dichos y actos. sea—Griego, “es”. para siempre jamás—

Griego, “hasta los siglos de los siglos”. 12. no os maravilléis—Puede ser que preguntaran por qué debía Dios permitir

que sus hijos predilectos fuesen tan duramente probados. por fuego—como es por el fuego que se prueban los

metales y se les quita la escoria. Agrega el griego, “en vuestro caso”. para vuestra prueba—“Que os acontece para una

prueba”. Lejos de ser una casualidad, alguna rara desgracia, acontece con el propósito amoroso de probaros; Dios

tiene en ello un sabio fin: pensamiento este que consuela. 13. gozaos en que—Los manuscritos más antiguos dicen,

“según que”, “a la medida que”, sufriendo, sios participantes de los padecimientos de Cristo, a saber, entráis por la fe

en la realización de la participación en ellos; padeciendo voluntariamente por amor de él, como él padeció. gocéis en

triunfo—Griego, “con gozo exultante”, “Gozaos y alegraos”; ambos verbos constan en Mateo 5:12; ahora os gozáis en

medio de las aflicciones; entonces, libres de ellas, exultaréis (1:6, 8). Si no queréis llevar las aflicciones por Cristo ahora,

deberéis llevar las eternas después. 14. en el nombre de Cristo—es decir, como cristianos (v. 16; 3:14): “en mi nombre,

porque sois de Cristo”. El énfasis cae en esto: en contraste está el v. 15, sufrir “como homicida, ladrón”, etc. Que

vuestro padecimiento sea a causa de Cristo, no a causa del malhacer (2:20). vituperados—El vituperio afecta las

mentes nobles más que la pérdida de bienes, y aun más que el sufrimiento corporal. el Espíritu … sobre vosotros—el

mismo que reposó sobre Cristo (Lucas 4:18). “El Espíritu de la gloria”, es el Espíritu de él, porque él es el Señor de la

gloria (Santiago 2:1). Los creyentes bien pueden sobrellevar “el vituperio” (comp. Hebreos 11:26), viendo que “el

Espíritu de la gloria” reposa sobre ellos, como sobre él. No puede estorbar la felicidad de los justos. si son vituperados

por amor de Cristo, porque ellos retienen ante Dios su entera gloria, como teniendo al Espíritu, con el que la gloria

está inseparablemente unida [Calvino]. y < de Dios—Griego, “y (el Espíritu) de Dios”, lo que indica que el Espíritu de

la gloria (que es el Espíritu de Cristo) es al mismo tiempo el Espíritu de Dios. cierto … glorificado—omitidas de los

manuscritos griegos más antiguos, Vulgata, Sahídica, Cipriano. “Blasfemando”: no meramente calumniado, como en el

3:16, sino blasfemamente se mofan de Cristo y del cristianismo. 15. Así que—“Vituperado en el nombre de Cristo” (v.

14), digo, “que ninguno < padezca <” como—Un segundo “como” en el griego distingue la clase de los “metidos” de

la primera clase de delincuentes (homicida, ladrón, malhechor). Los cristianos, por el celo erróneo, bajo la excusa de la

fidelidad, fácilmente podrían desviarse de su vocación para convertirse en jueces de las acciones de los incrédulos.

“Allotriepískopos”, lit., “obispo (no de la suya sino) de la provincia de otro; alusión a los obispos o sobreveedores de

aquellas iglesias; uno que se constituye a sí obispo en los asuntos ajenos. 16. como Cristiano—el nombre dado con

desprecio primero en Antioquía (Hechos 11:26; 26:28); los únicos tres lugares donde ocurre el término. Al principio los

creyentes no tenían nombre distintivo, sino que entre sí se llamaban “hermanos” (Hechos 6:3), “discipulos” (Hechos

6:1), “los del camino” (Hechos 9:2), “los santos” (Romanos 1:7); “nazarenos” con escarnio por los judíos (que negaban

que Jesús fuera el Cristo, y así nunca hubieran originado ellos el nombre de cristianos). En Antioquía, donde se

convirtieron los primeros gentiles idólatras (Cornelio, Hechos 10, no era idólatra, sino prosélito), y se emprendió la

obra misionera más extensa, ya no podían ser tenidos por una secta judaica, y así los gentiles los denominaron

“cristianos”. El origen del nombre nuevo señala una época nueva en la vida de la Iglesia, una nueva estación en su

desarrollo, a saber, sus misiones a los gentiles. Los ociosos e ingeniosos de Antioquía, según los escritores paganos,

eran famosos como inventores de sobrenombres. La fecha de esta Epístola debió ser cuando éste ya había llegado a ser

el nombre generalmente conocido entre los gentiles (los cristianos nunca se lo aplicaban unos a otros, como en

tiempos posteriores: una prueba impensada de que el Nuevo Testamento fue compuesto en el tiempo en él indicado),

y cuando dicho nombre exponía a uno al escarnio y padecimiento, aunque no parece aún ser la persecución

sistemática. no se avergüence—aunque el mundo se avergüenza de la vergüenza; sufrir por las propias faltas no es

ningún honor (v. 15; 2:20), sufrir por Cristo, ninguna vergüenza (v. 14; 3:13). antes glorifique a Dios—no meramente

gloriarse en la persecución: Pedro hubiera podido decir como contraste, “pero que lo estime un honor para sí”; pero la

honra ha de darse a Dios, que lo tiene por digno de tal honor, que envuelve la exención de los juicios venideros que

vienen sobre los injustos. en esta parte—Los manuscritos más antiguos y la Vulgata: “en este nombre”, eso es, con

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respecto al sufrimiento por tal nombre (de cristiano). 17. Otra base de consuelo para los cristianos. Todos deben pasar ante el tribunal de Dios; la casa de Dios primero, su castigo hecho aquí, por el cual debieran glorificar [PAG. 709] a

Dios como prueba de su parte de la familia de él, y como arras de su liberación del fin de aquellos que serán hallados

desobedientes al evangelio, en el juicio final. es tiempo—Griego, “estación”, “tiempo propio”. juicio comience de la

casa de Dios—La Iglesia de los creyentes vivos. Pedro tiene en mente Ezequiel 9:6; comp. Amos 3:2; Jeremías 25:29. El

juicio ya empezó, como “espada de dos filos”, que tiene el doble efecto: de salvar a unos y de condenar a otros, y así

será consumado en el postrer juicio. “Cuando se da el poder al destructor, él no observa distinción entre los justos y

los injustos; no sólo así, empieza primero con los justos” [Weitstein de Rabbins]. Pero Dios limita el poder del

destructor sobre su pueblo. si primero … fin de aquellos—Si aun los justos sufren castigos aquí, con cuánta más

razón serán los ímpíos condenados en los juicios finales. evangelio de Dios—Las buenas nuevas del mismo Dios que

los ha de juzgar. 18. con dificultad—“A duras penas”. Comp. “Así como por fuego”, 1 Corintios 3:15; teniendo que

pasar por castigos penosos, como David pasó a causa de su pecado. “El justo” siempre tiene más o menos pruebas,

pero el resultado es seguro, y su entrada al reino al fin será abundante. El “a duras penas” señala la severidad del

suplicio y la improbabilidad (del mero punto de vista humano) de que lo resista el justo; pero la justicia de Dios y el

eterno pacto de Dios lo hacen del todo seguro. el infiel—el impío, que no respeta a Dios; descripción negativa.

pecador—amante del pecado: positivo; el mismo hombre a la vez olvidadizo de Dios y amante del pecado. dónde

aparecerá—en el juicio. 19. Conclusión general de los vv. 17, 18. Puesto que los justos saben que sus padecimientos

son por la voluntad de Dios, para castigarlos, a fin de que no perezcan con el mundo, tienen razón por qué confiar en

Dios con buen ánimo en medio de las aflicciones, perseverando en bienhacer. encomiéndenle—“ellos también”, o

“ellos aún”, tanto como los que no sufren. No sólo en las circunstancias ordinarias, sino también en tiempos de

aflicciones, encomiéndenle <” (comp. Nota al 3:14). voluntad de Dios—(Nota, 3:17.) La voluntad de Dios de que el

creyente sufra (v. 17), es para el bien del creyente. Un manuscrito antiguo y la Vulgata agregan “en hacer bienes”; en

contraste con el “malhechor” (v. 15). Hemos de encomendarnos a Dios no con indolente y pasiva quietud, sino activos

en hacer bienes. fiel—a las promesas de su pacto.. Creador—Creador, que es por tanto también Preservador

Todopoderoso. El, no nosotros, debe guardar nuestras almas. El pecado destruyó la relación espiritual original entre

criatura y Creador, quedando sólo la de gobierno. La fe la restablece; de modo que el creyente, viviendo según la

voluntad de Dios (v. 2), reposa confiadamente en la fidelidad del Creador.

CAPITULO 5

EXHORTACIONES A LOS ANCIANOS, A LOS MANCEBOS Y A TODOS EN GENERAL. ORACION FINAL,

CONCLUSION. 1. ancianos—Así en oficio como en edad. yo anciano … como ellos—El ponerse uno en el mismo nivel con los exhortados da más peso a su exhortacion (2 Juan 1). Pedro, en verdadera humildad por amor del evangelio, no invoca aquí su apostolado, por el que presidía a los ancianos. En el apostolado los apóstoles no tuvieron sucesores, porque “las señales del apóstol” no han sido transmitidas. Los presidentes de los presbíteros y diáconos, sea cual fuere el nombre de su designación, ángel, obispo, o moderador, etc., aunque son de la misma orden que los presbíteros, con todo han alcanzado virtualmente una dirección de la Iglesia análoga a la que ejercían los apóstoles (esta superintendencia y prioridad existió desde los primeros tiempos postapostólicos [Tertuliano]); así como la sinagoga judaica (el modelo seguido por la Iglesia) era regida por un concilio de presbíteros, presidido por uno de ellos mismos, el “arquisinagogo.” Comp. Vitringa, Sinagogue, Parte II, Caps. 3 y 7. testigo—testigo ocular de los padecimientos de Cristo, y así caracterizado para exhortaros a la paciencia confiada, sufriendo y haciendo bien, según el ejemplo de él (4:19; 2:20). Esto explica el “por tanto” insertado en los manuscritos más antiguos, “Por tanto ruego <” resumiendo la exhortación desde el 4:19. Su suprema dignidad de apóstol se presupone aquí con delicadeza, por cuanto el ser testigo ocular era una necesaria condición para el apostolado: comp. los discursos de Pedro mismo (en Hechos 1:21, 22; 2:32; 10:39). también—expresa la justa recompensa de conformidad con los padecimientos. participantes de la gloria—según la promesa de Cristo: arras de la cual fue la visión de la transfiguración. 2. Apacentad—mediante la disciplina y la enseñanza. Guiad, alimentad, cuidad; por la oración, exhortación, gobernación y ejemplo. La dignidad se señala con el término de “anciano”: los deberes del oficio, atender, o vigilar, con el término de “obispo”. Pedro recuerda el mandamiento que le dió Cristo: “Apacienta mis ovejas < mis corderitos” (Juan 21:16). Invita a los ancianos a compartir con él el mismo deber (Hechos 20:28). El rebaño es de Cristo. que está entre vosotros—Mientras que tenéis la preocupación por toda la Iglesia, vuestro deber especial es el de alimentar la porción de ella que está entre vosotros. teniendo cuidado—el deber de obispo o “sobreveedor”. no por fuerza—la necesidad les está impuesta, pero la buena voluntad evita que sea sentida como tal, tanto en emprender como en cumplir el deber [Bengel]. “Aquel es verdadero presbítero y ministro del consejo de Dios que hace y enseña las cosas del Señor, tenido por justo no meramente porque es presbítero, sino porque es justo, escogido para el presbiterio”.

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[Clemente de Alejandría]. voluntariamente—Un manuscrito antiguo, Vulgata, Siríaca y Cóptica agregan: “según Dios”, como Dios quisiera que se hiciese (Romanos 8:27). no por ganancia deshonesta—(Isaías 56:11; Tito 1:7). de ánimo

pronto—de corazón. sin motivo egoísta de ganancias, como los israelitas que daban sus servicios en el santuario, de

corazón espontáneo. 3. no como teniendo señorío—Griego, no enseñoreándoos”, que denota orgullo y opresión. “No

que tengamos dominio sobre vuestra fe”. las heredades—las porciones de la Iglesia señaladas a vuestro cargo

pastoral [Bengel]. Se explica por “el rebaño” de la frase que sigue. Sin embardo, en el v. 2, “el rebaño de Dios que está

entre vosotros”, que corresponde a “las heredades” (en plural que expresa las ovejas, que son la porción y heredad de

Dios, Deuteronomio 32:9), [PAG. 710] a vosotros confiadas, favorece nuestra versión. El rebaño, como un todo, es la

heredad de Dios, o sea, el rebaño en singular. Mirado con relación a las ovejas componentes, divididas entre los varios

pastores, es en plural, “heredades”. Comp. Hechos 1:17, 25, “tenía suerte en <” (el mismo griego). Bernardo de

Claraval escribió al Papa Eugenio: “Pero no podía dar lo que no tenía: lo que tenía dió: el cuidado de la Iglesia, no el

dominio”. siendo—Griego, “haciéndoos”, “llegando a ser”. dechados—la recomendación más efectiva de precepto (1

Timoteo 4:12). Tito 2:7: “ejemplo”, o molde. Así Jesús. “Es una monstruosidad ver el rango supremo unido con la

mente más ruin, el primer asiento con la vida más baja, la lengua grandilocuente con una vida más ociosa, mucho

hablar sin fruto”. [Bernardo]. 4. Y—Y así, como el resultado de “ser dechados”. Príncipe de los pastores—Título

especialmente apropiado de Cristo, no de Pedro ni del Papa. apareciere—Griego, “fuere revelado” (Colosenses 3:4). La

fe sirve al Señor mientras esté aún invisible. corona—Griego., “stéfanos”, guirnalda de victoria, el premio en los juegos

griegos, de hiedra, perejil, mirto, oliva o roble. Nuestra corona se distingue de las de ellos en que es “incorruptible” y

“no se marchita”, como las hojas de aquellas plantas: “la corona de la vida” No la corona de un rey (Término griego

distinto, “diadema”); la prerrogativa sólo del Señor Jesús (Apocalipsis 19:12). gloria—Griego., “de la gloria”, a saber, a

ser revelada entonces (v. 1; 4:12); 5. mancebos—Los diáconos eran al principio hombres más bien jóvenes; los

presbíteros, más viejos; pero posteriormente como presbítero expresaba el oficio de gobernante o enseñador de la

Iglesia, así el griego neoteros significaba no (lit.) jóvenes en edad, sino ministros subordinados o servidores de la Iglesia.

Así Cristo usa el término “joven”. Pues lo explica al decir “el que sirve”, lit., el que ministra de diácono; así como

explica “la grandeza” con “el que es primero entre vosotros”, es decir, “el que gobierna”, la misma palabra que se

aplica a los obispos o presbíteros. Así “los jóvenes”, o “mancebos”, son sin duda los diáconos dp la Iglesia de

Jerusalén, de los que, siendo todos judíos, los cristianos helenistas después se quejaron de haber sido descuidadas sus

viudas griegas, lo que motivó el nombramiento de los otros siete diáconos helenistas. Así aquí, Pedro habiendo

exhortado a los presbíteros, o ancianos, a no enseñorearse de los que estaban a su cuidado agrega: Igualmente

(asimismo) vosotros neoteroí o mancebos, o sea, ministros y diáconos subordinados, sed sujetos gozosamente a la

autoridad de los ancianos. [Mosheim]. No hay sanción escritural de que neoteroi signifique laicos en general (como

explica Alford): su empleo en este sentido es probablemente de fecha posterior. El “todos” que sigue se refiere a la

congregación en general; y es probable que Pedro, como Pablo, reconociera, antes que a la congregación general, a los

ministros subordinados como también a los presbíteros, escribiendo como escribió a las iglesias de la misma región

(Efeso), y para confirmar la enseñanza del apóstol a los gentiles. y todos—Griego, “pero todos”, para recapitular toda

mi exhortación. sed … sumisos—palabras omitidas de los manuscritos y versiones más antiguos, pero Tischendorf

cita la Vaticana en apoyo de ellas. Tradúzcase pues: “Ceñíos (1:13; 4:1) la humildad unos para con otros”. El verbo es

lit., “afirmar con nudo firme” [Wahl]. O “ceñíos como con el traje de esclavo” (“encomboma”), pues el Señor así se ciñó

con toalla para hacer el oficio servil de humildad y amor, lavándoles los pies a sus discípulos, escena en la que Pedro

jugó un papel importante, de modo que naturalmente la tendría presente en la mente. Comp. asimismo el v. 2 con Juan

21:15–17. La ropa era el distintivo original del pecado y vergüenza del hombre. El orgullo motivó la necesidad de la

ropa de parte del hombre; y el orgullo aun reina en el vestido; el cristiano por tanto se viste de la humildad (3:3, 4).

Dios le provee el manto de la justicia de Cristo, para recibir el cual el hombre debe ser desnudado de su orgullo. Dios

resiste a los soberbios—Cita, como Santiago 4:6 también, de Proverbios 3:34. Pedro tenía la Epístola de Jacobo en la

mente, y así le da la sanción de la inspiración. Comp. el v. 9 con Santiago 4:7; lit., “se arma en contra <” Otros pecados

huyen de Dios; sólo el orgullo se opone a Dios; por tanto, Dios también a la vez se opone a los orgullosos [Gehard, en

Alford]. La humildad es el vehículo de todas las gracias [Agustín]. 6. bajo la poderosa mano—que os aflige (3:15):

“aceptad” sus castigos, y volveos al que os hiere. El deprime a los soberbios y ensalza a los humildes. cuando fuere

tiempo—“a tiempo”: esperad humildemente y con paciencia el propio y debido tiempo de él. Un manuscrito antiguo

y la Vulgata dicen, “en la estación de la visitación”, es decir, su visitación en misericordia. 7. Echando—una vez por

todas: así expresa el aoristo griego. solicitud—“ansiedad”, “congoja”. La ventaja resultante de humillarnos bajo la

mano de Dios (v. 6) es la firme confianza en su bondad. La liberación de la congoja acompaña a la humilde sumisión a

Dios. tiene cuidado de vosotros—El cuidado es una carga que la fe quita al hombre y echa sobre su Dios. Comp. el

Salmo 22:10; 37:5; 55:22, a los que Pedro alude; Lucas 12:22, 37; Filipenses 4:6. 8. Pedro tiene en mente la amonestación

que le hizo el Señor de cuidarse de Satanás, olvidando lo cual cayó. Sed templados y velad—La “solicitud”, o sea, la

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congoja, embriaga al alma; por tanto sed sobrios, moderados. Sin embargo, esta libertad de la congoja no debe llevar a la seguridad falsa, pues agrega: “velad” contra “vuestro adversario”. Sea ésta vuestra preocupacion: Dios provee, por

tanto no os acongojéis. El diablo procura, por tanto velad, sed vigilantes [Bengel]. porque—Omitido de los

manuscritos más antiguos. Las sentencias cortas y sin ilación son más férvidas y fuertes. Lúcifer de Cagliari dice como

nuestra versión. adversario—lit., contrincante en la corte de justicia (Zacarías 3:1). “Satanás” significa contrario;

“diablo”, acusador o calumniador (Apocalipsis 12:10). “El enemigo” (Mateo 13:39). “Homicida desde el principio”

(Juan 8:44). El contrarresta el evangelio y sus agencias. “El tentador”. león rugiente—Expresivo de su violenta

insaciable sed de presa. como de un león hambriento. Por el pecado del hombre él logró la justicia de Dios por su

parte en contra de nosotros; pero Cristo, nuestro Abogado, con cumplir todas las exigencias de la justicia por nosotros,

ha hecho que nuestra redención sea del todo consecuente con la justicia. anda alrededor—(Job 1:7; 2:2). [PAG. 711] De

modo que los hijas del inicuo no pueden reposar. Se dice en 2 Pedro 2:4 y Judas 6, que los espíritus malos ya están en

las cadenas de oscuridad y en el infierno. Probablemente significa que tal es su condenación final; condena ya

comenzada en parte; aunque se les permite vagar por el mundo (del que Satanás es el príncipe), Especialmente en el

aire oscuro que rodea la tierra. De ahí acaso que el miasma del aire asciende a veces, como el mal moral y fisico

íntimamente unidos. devore—enredar en los “cuidados” mundanos (v. 7) y en otras trampas, para al fin destruir.

Comp. Apocalipsis 12:15, 16. 9. (Lucas 4:13; Efesios 6:11–17; Santiago 4:7). firmes—Comp. “confirmados en la verdad”

(2 Pedro 1:12). El poder de Satanás existe solamente respecto a los incrédulos; a los creyentes no los puede dañar (1

Juan 5:18). La fe da fuerza a la oración, el gran instrumento en contra del enemigo (Santiago 1:6, etc.). sabiendo—

“animación para que no os desmayéis en las aflicciones”: vuestros hermanos padecen lo mismo; nada de más allá de

la suerte común de todos los cristianos os sucede (1 Corintios 10:13). Es señal del favor de Dios más bien que de su

desagrado, que se le permita a Satanás que os ultraje, como hizo a Job. Vuestros hermanos en la fe tienen las mismas

luchas de fe y oración en contra de Satanás. han de ser cumplidas—Griego, “se están cumpliendo”, de conformidad

con la ordenación de Dios. en el mundo—que yace en el inicuo, y por lo tanto el escenario de necesidad de la

“tribulación” (Juan 16:33). 10. Seguridad consoladora de que Dios al fin “perfeccionará” su obra de “gracia” en ellos,

cuando hayan pasado las necesarias aflicciones previas. mas—Sólo velad vosotros y resistid al enemigo: Dios hará lo

demás [Bengel]. de toda gracia—(comp. el 4:10.) El Dios a quien, fuente de gracia, toda gracia ha de referirse, que en

gracia cumple lo que en gracia comenzó. Desde el principio “os” (así los manuscritos más antiguos, en vez de “nos”)

llamó para su eterna gloria. El no dejará fracasar su propósito antes de terminarlo. Si cumple su propósito en el

castigo, cuánto más en la gracia. Las tres cosas se coordinan bien: el llamamiento, la gloria a la que son llamadas, y el

camino (por el padecimiento); la cuarta es la base del llamamiento, a saber, la gracia de Dios en Cristo. por—“en”. Es

Cristo en virtud de quien, y en unión con quien los creyentes son llamados para la gloria. Lo opuesto es “en el mundo”

(v. 9; Juan 16:33). un poco de tiempo sufrido—“Os llamó a vosotros que sufristeis un poco..:” el padecimiento como

preliminar necesario para la gloria, era contemplado en la vocación de Dios. un poco—de tiempo corto e

inconsiderable en comparación con la gloria. perfeccione. etc.—Griego, “os perfeccionará <” Los dos manuscritos más

antiguos, las versiones Vulgata y Cóptica dicen, “perfeccionará (de modo que no quede nada defectuoso en vosotros),

confirmará, corroborará”, y omiten “establecerá” (lit., “cimentará”) Alford lo acepta a pesar de los manuscritos más

antiguos. Yo prefiero la autoridad de éstos: además el clímax parece requerir un verbo que exprese la terminación de

la obra de gracia más bien que éste, que significa la fundación de ella. El griego dice que “él mismo os perfeccionará”:

aunque os toca velar y resistir al enemigo, Dios mismo debe en verdad hacerlo todo en vosotros y por medio de

vosotros. El mismo Dios que comienza debe él mismo terminar la obra. El griego por “confirmar” (afín de ser “firmes”

en la fe, v. 9) se halla en Lucas 22:32, “Confirma a tus hermanos”, palabras que Pedro tiene ahora en la mente. Su

exhortación concuerda con su nombre de Podro, “Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia”. “Corroborar”,

de modo que no titubeen. 11. A él—Enfático. A él y a él sólo: no a nosotros mismos. Comp. “él mismo”, Nota a v. 10. la

gloria—omitidas de los manuscritos y versiones más antiguos. imperio—Griego, “el poder” manifestado en su

perfeccionamiento de vosotros. 12. Silvano—Silas, compañero de Pablo y Timoteo: mensajero propio por el cual

confirmar, como Pedro confirma, las doctrinas paulinas de “la verdadera gracia de Dios” en las mismas iglesias (comp.

2 Pedro 3:16). Nunca nos encontramos con Silvano como compañero de Pablo después del último viaje de éste a

Jerusalén. Su relación con Pedro fue claramente posterior a dicho viaje. según yo pienso—Léase, “fiel a vosotros

[Steiger] según yo creo”, Silvano podía haber estado en íntima relación con las iglesias de Asia después de la partida

de Pablo, e ido después a Pedro, quien lo despachara de nuevo con esta Epístola. El no conoció, por observación

positiva, la fidelidad de Silvano para con ellos; por lo tanto dice: “fiel a vosotros, según yo pienso”, por lo que oigo decir de

él, sin expresar duda alguna. Alford construye: “He escrito a vosotros”, lo que favorece el orden del griego. La

incertidumbre, así, no es en cuanto a la fidelidad de Silvano, que está puntualizada por el artículo griego, sino acerca

de quién llevará la carta, dirigida como estaba a cinco provincias, a todas las cuales acaso Silvano no hubiera podido

llegar. “Por Silvano, este fiel hermano, como pienso, os escribí a vosotros” [Birks]. brevemente—Griego, “en pocas

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(palabras”), en comparación con la importancia de lo tratado (Hebreos 13:22). amonestándoos—Griego, “exhort{ndoos”, no enseñando las doctrinas, lo que no podía hacer con tan “pocas palabras.” testificando—

presentando mi testimonio en confirmación (así expresa el verbo griego compuesto) de aquella verdad que ya habéis

oído de parte de Pablo y Silas (1 Juan 2:27). que ésta—de la que acabo de escribir y de la que Pablo os testificó (cuyo

testimonio, ya que él no está en esas regiones, acaso se ha puesto en duda por algunos de vesotros; 2 Pedro 3:15, 16). 2

Pedro 1:12, “la verdad presente”, a saber, la gracia antes prometida por los profetas, y ahora revelada a vosotros. “La

gracia” es la nota tónica de la doctrina de Pablo. la que Pedro ahora confirma (Efesios 2:5, 8). Sus padecimientos por el

evangelio los había llevado a la necesidad de alguna atestiguación y confirmación de la verdad, para que no la

abandonasen cayendo. en la cual estáis—Los manuscritos más antiguos dicen imperativamente, “en la cual estad

firmes”: Lit., “En (eis con el acusativo) la cual (estando ya admitidos, 1:8, 21; 2:7, 8) estad (en ella)”. Pedro parece tener

en su mente las palabras de Pablo (Romanos 5:2; 1 Corintios 15:1). “La gracia en la que estamos debe ser verdadera, y

nuestra estancia en ella verdadera también” [Bengel]. Comp. en Steiger: “Empezó su Epístola con “la gracia” (1:2), y la

termina con “la gracia”, y la ha esparcido al [PAG. 712] través de la carta, para que en todas partes enseñase que la

Iglesia no está salva sino en la gracia”. 13. la (Iglesia) < en Babilonia—Alford, Bengel, y otros, traducen: “La que está

elegida juntamente con vosotros en Babilonia”, es decir, la esposa de Pedro, a quien llevaba consigo en sus viajes

misionales. Comp. el 3:7, “herederos juntamente de la gracia de la vida”. Pero por qué debiera ser ella llamada “la

elegida juntamente con vosotros en Babilonia”, como si no hubiese otra mujer cristiana en Babilonia, es inexplicable en

esta opinión. En nuestra versión el sentido es claro: “Aquella porción de la entera dispersión (1:1), o la Iglesia de los

cristianos judíos, con convertidos gentiles, que reside en Babilonia”. Como Pedro y Juan se asociaban íntimamente,

Pedro escribe a la Iglesia en la provincia de Juan, Asia, y termina con “Os saluda la coelecta iglesia hermana en (de)

Babilonia;” y Juan escribe a la “electa señora”, o sea, a la Iglesia de Babilonia, y termina diciendo: “Los hijos de tu

electa hermana (la Iglesia asiática) te saludan:” véase mi Introducción a la Segunda Epístola de Juan. Erasmo explica:

“Y Marcos, que me hace las veces de hijo:” comp. Hechos 12:12, que señala la relación de Pedro con Marcos; de modo

que no deja de ser cosa natural la mención de él en relación con la Iglesia de Babilonia, donde trabajó bajo la dirección

de Pedro antes de ir a Alejandría. Papias, citando al Preste Juan (Libro 3:3–9), dice que Marcos era intérprete de Pedro,

y escribió en su Evangelio los hechos relatados por Pedro. Silvano, o Silas, había sustituído a Marcos como compañero

de Pablo, a causa de la defección temporaria de Marcos. Pero ahora Marcos restaurado se asocia con Silvano,

compañero de Pablo, en la estimación de Pedro, como también estuvo restablecido en la estimación de Pablo. Que

Marcos tuviera relación espiritual con las iglesias asiáticas, a las cuales Pedro escribió, y así naturalmente saluda, se

desprende de 2 Timoteo 4:11; Colosenses 4:10. Babilonia—La Babilonia Caldea, sobre el Eufrates. Véase la

Introducción, sobre Lugar de la Redacción de la Epístola, en prueba de que no quiere decir Roma, como pretenden los

papistas; comp. el Sermón de Lightfoot. ¡Cuán improbable es que se diese en una salutación amistosa, el título

enigmático de Roma usado en la profecía (Apocalipsis 17:5)! Babilonia era el centro desde donde salió la dispersión

asiática, a la que Pedro escribe. Filón (Legat. ad Caium, sec. 36), y Josefo (Antigüedades, 15:2, 2; 23:12) nos informan de

que Babilonia tenía muchísimos judíos en los tiempos apostólicos (Mientras que los de Roma eran comparativamente

pocos, como 8.000; Josefo, 17:11); de modo que dicha ciudad naturalmente sería visitada por el apóstol de la

circuncisión. Sería la sede de aquellos a quienes había predicado con éxito en Pentecostés, Hechos 2:9. “partos”

judaicos “que habitamos en Mesopotamia” (los partos eran entonces los señores de la Babilonia Mesopotámica); a

éstos les ministró en persona Pedro. Sus demás oyentes judíos que habitaban en “Capadocia. Ponto, Asia, Frigia,

Panfilia”, ahora les ministraba por carta. La más temprana autoridad distinta sobre el martirio de Pedro es Dionisio,

obispo de Corinto, en la segunda mitad del siglo dos. El gran deseo de representar a Pedro y a Pablo, los dos apóstoles

destacados, como cofundadores de la Iglesia de la Metrópoli parece haber originado la tradición. Clemente de Roma,

citado a menudo en apoyo de ella, en realidad está en su contra (1 Epístola ad Corinthios, sec. 2:5). Menciona a Pablo y a

Pedro, pero hace que sea una circunstancia distintiva de Pablo el que él predicara tanto en oriente como en occidente,

infiriendo que Pedro, por su parte, nunca estuvo en occidente. En 2 Pedro 1:14. él dice: “en breve tengo de dejar mi

tabernáculo”, significando que su martirio estaba cerca; sin embargo, no hace alusión alguna a Roma ni a intención

alguna suya de visitarla. 14. ósculo de caridad—Romanos 16:16. “ósculo santo:” la señal del amor a Dios y a los

hermanos. El amor y la santidad son inseparables. Comp. el ejemplo de Hechos 20:37. paz—la salutación final de

Pedro; como la de Pablo es, “La gracia sea con vosotros”, aunque la acompaña con “paz sea a los hermanos”. “Paz”

(que mana de la salvación) es la salutación de Cristo mismo después de la resurrección, y de él la recibe Pedro. sea con

todos vosotros los que estáis en Jesucristo—Los manuscritos más antiguos omiten “Jesús”. En Efesios 6:24, carta

dirigida a la misma región, ocurre la misma limitación de la salutación, razón, acaso, por qué Pedro la adopta. En

contraste comp. “Sea con todos vosotros”, Romanos 16:24; 1 Corintios 16:33.

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LA SEGUNDA EPISTOLA GENERAL DE PEDRO

INTRODUCCION

AUTENTICIDAD Y GENUINIDAD.—A menos que sea una grosera impostura, su propio testimonio interno está

inequivocadamente en su favor. Lleva el nombre de Pedro y el apostolado, en el encabezamiento: no sólo su sobrenombre sino también su nombre original de Simón, o Simeón; con esto, al fin de su vida, recuerda a sus lectores quién era al principio antes de su llamamiento. Otra vez en 1:16–18, menciona su presencia en la transfiguración, y la profecía de Cristo tocante a su muerte: y en el 3:15, su relación fraternal con Pablo. De nuevo, en el 3:1, el autor habla de sí como el autor de la carta anterior: está dirigida, además, de modo de incluir (sin estar restringida) a las mismas personas, como la anterior, las cuales, presume que conocen los escritos de Pablo, reconocidos como “Escritura”

[PAG. 713] (3:15, “la paciencia [longanimidad] del Señor”; véase Romanos 2:4). Esto de necesidad representa una fecha

tardía, cuando las epístolas de Pablo (inclusive Romanos) ya estuvieron generalmente difundidas y aceptadas como

Escritura por las iglesias. La Iglesia del siglo cuatro tenía, además del testimonio que nosotros tenemos de las dudas

de los cristianos anteriores, otra evidencia externa que nosotros no tenemos, la cual, sin duda, bajo la providencia

predominante de Dios, motivó su resolución de aceptarla. Es difícil entender cómo un libro palpablemente falso (y

falso sería, si Pedro no fuera su autor) hubiera podido ser aceptado en el canon finalmente establecido en los concilios

de Laodicea, del año 360 (si es auténtico el artículo 59), de Hipona y de Cartago del siglo cuatro (años 393 y 397). Todo

el tenor y el espíritu de la Epístola prueban que no es impostura. Escribe el autor como uno que no habla de por sí,

sino movido por el Espíritu Santo (1:21). La tentativa de semejante fraude en los primeros siglos hubiera culminado

sólo en la ignominia y el dolor, así de parte de los cristianos como de parte de los paganos, para el perpetrador: no

había entonces, como en tiempos posteriores, la tentación de los fraudes piadosos. Que debe haber sido escrita en la

edad primitiva está claro por el gran abismo de estilo que separa a ésta y las demás Escrituras del Nuevo Testamento,

de los escritos primeros y aun de los mejores del período postapostólico. Bien dice Daille que “Dios ha permitido que

se trazara un foso por la flaqueza humana alrededor del canon sagrado para protegerlo de toda invasión.”

Aparecen en los primeros Padres evidencias de que la Epístola era conocida. Cotéjese Hermas: Símiles, 6:4 con el

2:13 en el griego: “deleites de día < lozaneando en sus propios engaños”; y El Pastor, Visión 3:7, “Han dejado su

camino verdadero” (con el 2:15), Visión 4:3, “Tú has escapado del mundo” (con el 2:20). Clemente de Roma, ad

Corinthios, 7:9 y 10, tocante a la predicación de Noé y la liberación de Lot: “El Señor hace saber que no abandona a

aquellos que confían en él, sino que ordena al juicio a los de inclinación contraria” (cotéjese 2:5, 6, 7, 9). Ireneo, año 178

(“el día del Señor es como mil años”), y Justino Mártir parecen aludir al 3:8. Hipólito, De Antichristo, parece aludir al

1:21: “Los profetas no hablaron de su propia habilidad y voluntad particular, sino lo que les fue (revelado) a ellos sólo

por Dios. La dificultad es que ni Tertuliano, ni Cipriano, ni Clemente de Alejandría la mencionan, ni la más antigua

versión siríaca (es decir, la Peschito: la siríaca posterior la tiene), ni el fragmento llamado el Canon de Muratori. El

primer escritor que la nombra expresamente es Orígenes, en el siglo tercero (en su Homilía sobre Josué; también en la

4a. Homilía, sobre Levítico, y en la 13a. sobre Números), quien la denomina “Escritura”, citando el 1:4 y 2:16; aun

cuando observa (en Eusebio, Historia Eclesiástica, 6:25) que algunos tenían por dudosa la Segunda Epístola. Firmiliano,

obispo de Capadocio, en su Epístola a Cipriano, habla de las Epístolas, como que nos amonestan para que nos cuidemos

de los herejes (advertencia que se hace en la Segunda Epístola, mas no en la Primera). Bien, Capadocia es una de las

regiones mencionadas (1 Pedro 1:1, con el 3:1) como destinatarias; y es llamativo el que es de Capadocia de donde

recibimos el testimonio decisivo más primitivo. “Dentro de la carta profesa ser escrita por Pedro, y esta profesión está

confirmada por cristianos de aquella misma región en cuya custodia debió ser hallada”. [Tregelles.]

Los libros disputados (Antilegomena), en distinción de los universalmente reconocidos (homologoumena), son las

Epístolas 2 Pedro, Santiago, 2 y 3 Juan, Judas, el Apocalipsis, y Hebreos (véase Eusebio, Historia Eclesiástica, 3, 3, 25).

Los antilegomena están en una categoría diferente de los espúreos; de éstos nunca hubo disputa, pues eran

universalmente rechazados, por ejemplo, el Pastor de Hermas, el Apocalipsis de Pedro, la Epístola de Bernabé. Cirilo de

Jerusalén (año 348) enumera siete Epístolas Católicas, inclusive la 2a. de Pedro; así también Gregorio Nacianceno (año

389), y Epifanio (año 367). Los manuscritos más antiguos existentes (del 4o. siglo) contienen los antilegomena.

Jerónimo, De Viris Ilustribus, conjeturó, en razón de la supuesta diferencia de estilo entre las dos Epístolas, que Pedro,

no pudiendo escribir en el griego, emplearía otro traductor para su dictado hebreo de la segunda Epístola, y no al

mismo que tradujo al griego la Primera. Se ha dicho que Marcos fue su traductor en el caso del Evangelio según

Marcos; pero esto es todo conjetura gratuita.

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En ambas Epístolas se exponen mayormente los mismos pensamientos. En ambas se espera la venida repentina del Señor, y el fin del mundo (cotéjese 3:8–10 con 1 Pedro 4:5); la inspiración de los profetas (el 1:19–21 con 1 Pedro

1:10–12); el nuevo nacimiento por la palabra, el motivo de abstenerse de los deseos mundanos (el 1:4 con 1 Pedro 1:22);

ambas emplean el mismo término griego raro por “virtud” (el 1:3 con 1 Pedro 2:9. Cotéjese el 2:3 con 1 Pedro 4:17.

No es motivo de extrañeza que peculiaridades de estilo distingan cada Epístola, por cuanto es distinto el

propósito en cada caso. Así los padecimientos de [PAG. 714] Cristo son más prominentes en la Primera, siendo su objetivo el de así animar a los cristianos afligidos; la gloria del Señor es más prominente en la Segunda, siendo el propósito el de comunicar más pleno “conocimiento” de él, como el antídoto para la enseñanza falsa, contra la que Pedro advierte a sus lectores. De ahí que sea “Cristo” el título que emplea en la Primera; pero en la Segunda, es de “el Señor”. La esperanza es característica de la Primera Epístola; pleno conocimiento, de la Segunda. En la Primera Epístola da menos prominencia a su autoridad apostólica que en la Segunda, pues en ésta su fin es el de amonestar a los doctores falsos. La misma diferencia es observable en las epístolas de Pablo. Véase 1 Tesalonicenses 1:1; 2 Tesalonicenses 1:1; Filipenses 1:1, en contraste con Gálatas 1:1 y 1 Corintios 1:1. La referencia a los escritos de Pablo como ya existentes en número, formando parte ya de la Escritura reconocida, da a entender que esta Epístola fue escrita en una fecha muy posterior a aquéllos, un poco antes de la muerte de Pedro.

Ocurren señaladas coincidencias verbales: cotéjese 1 Pedro 1:19, fin, con el 3:14, fin; el 1:3, “suyo propio”, griego,

2:16 y 3:17 con 1 Pedro 3:1, 5. La omisión del artículo griego, 1 Pedro 2:13 con el 1:21; 2:4, 5, 7. Además ocurren dos

palabras: “tabernáculo” (es decir, el cuerpo), y su “fallecimiento” (1:13, 14, 15), que nos recuerdan en seguida la

narración evangélica de la transfiguración. Ambas Epístolas hacen referencia al diluvio y a Noé, el octavo de los salvos.

Aunque la Primera Epístola abunda en citas del Antiguo Testamento, mientras que la Segunda no tiene ningunas, sin

embargo ocurren a menudo, referencias al Antiguo Testamento (1:21; 2:5–8; 3:5, 6, 10, 13). Cotéjese 1 Pedro 3:21,

“quitando” (en el griego) con el 1:14, “dejar”; 1 Pedro 1:17, griego, “peregrinación”, con el 2:18; 1 Pedro 4:3,

“conversábamos”, con el 2:10 y 3:3; “os ha llamado”, 1 Pedro 1:15; 2:9; 5:10 con el 1:13.

Además, otras coincidencias verbales con los discursos de Pedro contenidos en Hechos, ocurren más en esta

Segunda Epístola que en la Primera. Véase “alcanzado” (en el griego), 1:1, con Hechos 1:17; “temor de Dios, 1:6, con Hechos 3:12, texto único que tiene este término, fuera de las epístolas pastorales; véase el 2:9, con Hechos 10:2, 7; “atormentados”, 2:9, con “castigar”, Hechos 4:21, los únicos textos que tienen este mismo verbo en el griego; el doble genitivo del 3:2, con Hechos 5:32: “el día del Señor”, 3:10 con Hechos 2:20, donde sólo ocurre salvo en 1 Tesalonicenses

5:2.

El testimonio de Judas, 17, 18, es fuerte a favor de la autenticidad e inspiración de 2 Pedro, puesto que adopta sus

mismas palabras, y da a entender que fue recibida por las iglesias a las que él (Judas) escribió: “Tened memoria de las palabras que antes han sido dichas por los apóstoles < como os decían que < habrá burladores <” Judas debió escribir, pues, después de 2 Pedro, a la cual es claro que alude: no antes, como piensa Alford. No menos de once pasajes de Judas están basados en dichos similares de 2 Pedro. Véase Judas 2 con el 1:2; Judas 4 con el 2:1; Judas 6 con el 2:4; Judas 7 con el 2:6; Judas 8 con el 2:10; Judas 9 con el 2:11; Judas 11 con el 2:15; Judas 12 con el 2:17; Judas 16 con el 2:18; Judas 18 con el 2:1 y 3:3. Precisamente de la misma manera Miqueas 4:1–4 se apoya en la algo más anterior profecía de Isaías, cuya inspiración así confirma. Alford raciocina que por cuanto Judas, en muchos de los textos parecidos a 2 Pedro, es más extenso que 2 Pedro, Judas debe ser el primero. Pero tal cosa de ninguna manera se infiere. Es al menos tan probable, si no es más probable aún, que la más breve sea la anterior, más bien que la más amplia. La dignidad y la energía del estilo de la Segunda Epístola están en completo acuerdo con lo que se esperaría del espontáneo y ardiente adalid de los apóstoles. La diferencia entre 1 Pedro y 2 Pedro está de acuerdo con la claridad de los temas y las finalidades de cada una.

LA FECHA, según lo ya dicho, sería aproximadamente el año 68 o 69, como un año después de la Primera y un

poco antes de la destrucción de Jerusalén, precursora típica del fin del mundo (al que el capítulo 3 tan solemnemente llama la atención), terminado ya el ministerio de Pablo (véase el aoristo griego, “escribió”, tiempo pretérito, 3:15), indudablemente antes de la muerte de Pedro. Fue escrita para incluir a las mismas personas, de los mismos lugares, más o menos, que la Primera. Por cuanto carecía de las salutaciones, y no fue confiada a ninguna iglesia, o iglesias particulares, como fue la Primera, antes es dirigida en forma general “a los que habéis alcanzado fe igualmente preciosa con nosotros”, necesitó más tiempo para ser reconocida por canónica. Si Roma hubiese sido el lugar de su redacción o publicación, apenas podría haber dejado de tener una pronta aceptación—argumento incidental en contra

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de la tradición del martirio de Pedro en Roma. El remoto escenario de su redacción en Babilonia, o bien en alguna de las regiones contiguas situada más allá de las fronteras del imperio romano, y su circulación en Capadocia, Ponto, etc.,

dará explicación adicional [PAG. 715] de su tardía pero al fin universal aceptación en la Iglesia católica. La Primera

Epístola, por su dirección más determinada, obtuvo antes una aceptación general.

LA FINALIDAD.—En el pasaje contenido en 3:17, 18, se expone el doble propósito de la Epístola, a saber, advertir

a sus lectores contra “el error” de los doctores falsos, y exhortarlos a crecer en el experimental “conocimiento de nuestro Señor y Salvador”. La base en que descansa este conocimiento se declara (1:12–21), a saber, el testimonio inspirado de los apóstoles y de los profetas. El peligro existente, como de antiguo, estaba por surgir de enseñadores falsos, pronto a aparecer entre ellos, como también Pablo (a quien hace referencia en 3:15, 16) testificó en la misma región. El gran antídoto es “el pleno conocimiento de nuestro Señor y Salvador”, por el cual conocemos a Dios el Padre, participamos de su naturaleza, nos escapamos de las contaminaciones del mundo, y tenemos entrada en el reino de Cristo. El aspecto de Cristo presentado no es tanto el de sus padecimientos pasados, como el del futuro Salvador reinante, su poder presente, y su futuro reino nuevo. Este aspecto se toma como el más adecuado para contrarrestar las falsas teorías de aquellos que deberían “negar” el señorío y la segunda venida, los mismos dos puntos que Pedro atestigua como apóstol y testigo ocular (su “poder” y su “venida”); también, para contrarrestar el ejemplo malo de ellos en la práctica, blasfemando el camino de la verdad, despreciando la ley y el orden, esclavos de la codicia y de los deseos sucios de la carne, mientras que se jactan de la libertad cristiana, y—lo peor de todo—apóstatas de la verdad. El conocimiento de Cristo, siendo como es el conocimiento del “camino de la justicia”, “el camino justo”, es el antídoto de las malas prácticas de ellos. Por tanto, “el predicador de la justicia”, Noé, y el “justo Lot”, se tienen por ejemplos de los que escapan de la destrucción que alcanzó a los “injustos”; y Balaam, para ilustrar los funestos resultados de la “injusticia” que caracterizaba a los doctores falsos. Así la Epístola forma un todo relacionado, unidas las partes intimamente por una relación mutua, y el fin correspondiendo al principio; véase el 3:14, 18 con el 1:2, “la gracia” y “la paz” en relación con “el conocimiento de nuestro Salvador”; véase también el 3:17 con el 1:4, 10, 12; y el

3:18, “creced en la gracia y el conocimiento”, con lo más amplio de 1:5–8; y el 2:21 y 3:13, “justicia”, con el 1:1; el 3:1

con el 1:13, y el 3:2 con el 1:19.

Los gérmenes de las herejías carpocraciana y gnóstica ya existían, pero se habla de la manifestación efectiva de las

mismas como futura (2:1, 2, etc.): otra prueba de que esta Epístola fue escrita, como profesa ser, en la edad apostólica,

antes del desarrollo de las herejías gnósticas del fin del primer siglo y del principio del segundo. La descripción es

demasiado general para identificar las herejías con cualquiera particular de las formas subsecuentes de herejía, pero se

les aplica a todas.

Aunque es del todo distinta de la Primer Epístola en su propósito, con todo se puede trazar una relación. El

descuido de las amonestaciones tocante a la circunspección en la conducta condujo a los males predichos en la Segunda. Véase la advertencia contra el abuso de la libertad cristiana de 1 Pedro 2:16, con el 2:19, “prometiéndoles libertad, siendo ellos mismos siervos de corrupción”; también la amonestación contra el orgullo (1 Pedro 5:5, 6, con el

2:18), “hablando arrogantes palabras de vanidad”.

CAPITULO 1

CABECERAS: EXHORTACIONES A TODAS LAS GRACIAS. SEGUN DIOS NOS HA DADO, EN EL

CONOCIMIENTO DE CRISTO, TODO LO PERTENECIENTE A LA VIDA: CONFIRMADO POR EL TESTIMONIO DE LOS APOSTOLES, Y TAMBIEN POR LOS PROFETAS, DEL PODER Y DE LA VENIDA DE CRISTO. 1. Simón—la forma griega: en manuscritos más antiguos “Simeón” (hebreo, “oído”), como en Hechos 15:14. Su mención del nombre original concuerda con el propósito de esta Segunda Epístola, que es para advertirles acerca de los futuros doctores falsos, y exponer el verdadero “conocimiento” de Cristo basado en el testimonio de los primeros testigos oculares apostólicos como él. Esto no fue necesario en la Primera. siervo—“esclavo”, como Pablo en Romanos 1:1. a los que— escribe a mayor numero de lectores (a todos los creyentes) que en la otra Epístola; pero piensa incluir especialmente a los mismos de la Primera, como indica el 3:1. habéis alcanzado—por la gracia. Así también la recepción del apostolado, lit., por sorteo: así el griego en Lucas 1:9, y Juan 19:24. No adquirieron la fe de por sí; la elección divina es tan independiente del dominio del hombre, como lo es la suerte que se echa. igualmente preciosa—a todos: a todos los que creen, aunque no han visto a Cristo, les es tan preciosa como a Pedro y los demás que lo vieron. Porque la fe echa mano de las mismas “promesas grandísimas y preciosas”, y de la misma “justicia de Dios nuestro Salvador”. “La común salvación < la fe una vez entregada a los santos” (Judas 3). con nosotros—apóstoles y testigos oculares (1:18).

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Aunque invoca su apostolado para dar fuerza a su exhortación, con verdadera humildad se pone, respecto a “la [PAG. 716] fe”, en el mismo nivel con todos los demás creyentes. El grado de la fe varía en las diferentes personas;

pero con respecto a sus objetivos, la justificación presente, la santificación, y la futura glorificación, es común así a

todos. Cristo para todos “es hecho por Dios sabiduría, y justificación, y santificación, y redención”. en la justicia—

“del que es (a la vez) nuestro Dios y (nuestro) Salvador”, sentido que requiere un artículo con los dos sustantivos.

Pedro, confirmando el testimonio de Pablo a las mismas iglesias, adopta la fraseología inspirada de Pablo. El plan

evangélico expone la justicia de Dios en la luz más brillante. La fe tiene su esfera en ella como su propio elemento: Dios

es en la redención, “justo”, y al mismo tiempo “Salvador”; véase Isaías 45:21, “Dios justo y Salvador”. 2. Gracia y

paz—(1 Pedro 1:1.) conocimiento—Según el griego, “pleno conocimiento”: la esfera única “en” que la gracia y la paz

pueden ser multiplicadas. de Dios, y de nuestro Señor Jesús—“Dios” aquí es el Padre; en el 1:1 es el Hijo: indicando

cuán enteramente uno son el Padre y el Hijo (Juan 14:7–11). La Vulgata omite “de Dios y”; pero los manuscritos más

antiguos confirman estas palabras. Con todo, la finalidad principal de la exhortación de Pedro es “el conocimiento de

Jesús nuestro Señor” (una frase hallada sólo en Romanos 4:24) y sólo en sentido secundario, el del Padre por medio de

él (1:8; 2:20; 3:18). 3. Como …—Puesto que. [Alford.] “Como él nos ha dado todas las cosas (necesarias) para la vida y

la piedad, así poned vosotros toda diligencia …” El aceite y la llama son dados completamente de la gracia de Dios, y

los creyentes son “participantes” de los mismos: les toca pues de aquí en adelante tener “despabiladas sus lámparas”

(véase vv. 3, 4, con el 5). vida … piedad—La vida espiritual debe existir primero, antes que pueda haber piedad

verdadera. El conocimiento de Dios es experimentalmente el primer paso hacia la vida (Juan 17:3). El hijito debe tener

primero el aliento vital, para luego poder clamar al padre y caminar en sus caminos. No es por la piedad que

alcancemos la vida, sino por la vida, la piedad. La vida se puede parangonar con la corrupción; la piedad con la

concupiscencia (v. 4). nos ha llamado—“vocación” (v. 10, con 1 Pedro 2:9); por su (propia) gloria …—así consta en la

Vulgata y los manuscritos más antiguos; no “para su gloria”, sino “por medio de su propia gloria y virtud peculiares”;

siendo la explicación de “su divina potencia”; la gloria y la excelencia moral (los mismos atributos dados a Dios en 1

Pedro 2:9: “alabanzas”, lit., virtudes) caracterizan la “potencia” de Dios. “Virtud” (Griego, areté), vocablo típico de la

ética pagana, se halla sólo una vez en Pablo (Filipenses 4:8), y en Pedro en un sentido distinto de su uso clásico; es (en

el sentido pagano) un término demasiado bajo y terrenal para expresar los dones del Espíritu. [Trench, Synonyms.] 4.

Por las cuales—gloria y virtud suyas: su gloria que hace que sean grandísimas sus “promesas”; su virtud, que las hace

“preciosas”. [Bengel]. Las promesas preciosas son el objeto de la preciosa fe. dadas—Las promesas mismas son una

dádiva: pues las promesas de Dios son tan seguras como si estuviesen ya cumplidas. por ellas—las promesas. Son el

objeto de la fe, y tienen en el creyente aun ahora, un efecto santificador, que lo asimila a Dios. Lo tendrá aun más,

cuando ellas sean realizadas. fueseis hechos—Griego, “Para que lleguéis a ser participantes de la naturaleza divina”,

aun ahora en parte; después perfectamente; 1 Juan 3:2, “Seremos como él”. naturaleza divina—no la esencia de Dios,

sino su santidad, inclusive su “gloria” y “virtud”, 1:3; lo opuesto a “corrupción”, y “concupiscencia”. La santificación

es el impartimiento de Dios mismo a nosotros por el Espíritu Santo en el alma. Nosotros por la fe participamos

también de la naturaleza de Jesús (Efesios 5:30). La “divina potencia” nos hace participantes de “la naturaleza divina”.

habiendo huído de la corrupción—la que envuelve en sí y por sí la destrucción al fin del alma y del cuerpo; sobre

“huído” (escapado) como de la celda de condenado, véase 2:18–20; Génesis 19:17; Colosenses 1:13. por—Griego, “en”.

“La corrupción en el mundo” tiene su sede, no tanto en los elementos circunstantes, como en los “deseos”, la

concupiscencia del corazón humano. 5. poniendo—lit., introduciendo, lado a lado, con la dádiva de Dios, de vuestra

parte “diligencia”. Véase un ejemplo, v. 10; 3:14; 2 Corintios 7:11. toda—toda posible. por esto mismo—por la misma

razón, a saber, “viendo que su divina potencia nos ha dado todo lo que pertenece a la vida y a la piedad” (v. 3).

mostrad—lit., “ministrad adicionalmente”, o abundantemente (2 Corintios 9:10); dicho propiamente de uno que surtía

todo el equipo de un coro. Así conformemente, “os será abundantemente administrada la entrada en el reino eterno

<” (v. 11). en vuestra fe—En la posesión de vuestra fe administrad la piedad. Su fe (correspondiente a “conocimiento

de él”, v. 3) se presupone como el don de Dios (v. 3; Efesios 2:8), y no debe ser administrada por nosotros. Cada gracia

asumida viene a constituirse en escalones hacia la gracia sucesiva; y ésta a su vez habilita y perfecciona la anterior. La

fe lleva la vanguardia; el amor guía la retaguardia [Bengel]. Los frutos especificados de la fe son siete, el número

perfecto. virtud—la excelencia moral; energía varonil, estrenua, que corresponde a la virtud (excelencia enérgica) de

Dios. y en la virtud—“y en (el ejercicio de) la virtud, ciencia” (conocimiento), eso es, la discriminación práctica del

bien y el mal: la inteligente apreciación de la voluntad de Dios en cada detalle de la práctica. 6. Según el griego, “Y en

vuestro conocimiento, la templanza”. En el ejercicio del conocimiento, o discernimiento de la voluntad de Dios, haya

también el fruto práctico de la templanza, el dominio de los deseos y pasiones. La incontinencia debilita la mente; la

continencia, o templanza, quita la debilidad e smparte fuerza. [Bengel.] paciencia—“En vuestro dominio propio

poned la paciencia, el aguante paciente”, en medio de los padecimientos que tanto comentó en la Primera Epístola. “Y

en vuestra paciencia, el temor de Dios”, la piedad; no debe ser el mero aguante estoico, sino el que está unido a (y que

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mana de) la confianza en Dios. [Alford.] 7. “Y en vuestra piedad, el amor fraternal”, “benignidad hermanable”; sin permitir que vuestra piedad se vuelva torpeza, o sea, un mórbido hábito solitario de la vida, sino benigna, generosa, y

cortés. [Alford.] Vuestro afecto natural y benignidad hermanable han de ser santificados por la piedad o fervor

religioso. “Y en vuestra benignidad [PAG. 717] hermanable, el amor”, eso es, a todos los hombres, hasta a los

enemigos, en pensamiento, palabra y práctica. Véase 1 Tesalonicenses 3:12, “el amor entre vosotros (benignidad

hermanable), y para con todos” (la caridad). Así la caridad completa el coro de las gracias en Colosenses 3:14. En el

orden reverso, el que tiene amor, ejercerá la benignidad fraternal; el que ésta tiene sentirá la necesidad de la piedad; el

piadoso no adulterará su paciencia con el estoicismo; al paciente, la templanza es fácil; el templado pasa las cosas, y

así adquiere conocimiento; el conocimiento vigila porque el impulso repentino no le quite la virtud [Bengel.] 8.

Porque si … hay—“Si las hay en vosotros”, como es de suponer. y abundan—más que en otros; así dice el griego. no

os dejarán—“no os constituirán”, habitualmente, por la misma posesión de las gracias: ociosos—como un campo sin

aras, sin cultivar (griego), como el estéril y sin valor. ni estériles—“en (respecto al) el pleno conocimiento (griego) de

Cristo”; éste es la meta de todas estas gracias. Su subsistencia en nosotros no nos deja ser ociosos, y si abundan en

nosotros no nos dejan ser estériles, infructuosos. Es con hacer la voluntad de Dios, creciendo en su semejanza, como

crecemos también en el conocimiento de él (Juan 7:17). 9. Mas—Griego, “porque”, en confirmación de la necesidad de

estas gracias (vv. 5–8), por las fatales consecuencias de la falta de ellas. ciego—tocante a las realidades espirituales del

mundo invisible. vista … corta—lo que explica su ceguera. Cierra los ojos (griego) como incapaz de ver los objetos

distantes (eso es, las cosas celestiales), y fija la mirada en cosas presentes y terrenas, que solamente le son visibles.

Acaso se expresa un grado de terquedad en el griego “cerrar los ojos’, que constituye la culpabilidad de la ceguera.

olvidado—“se ha contraído el olvido” terco y culpable. la purificación—el sentido de que los pecados de uno han

sido una vez para siempre perdonados, que es el estímulo más fuerte hacia todas las gracias (Salmo 130:4). Esta

purificación efectuada una vez por todas, de los pecadores en un nuevo nacimiento la enseña el Señor simbólicamente

(Juan 13:10, griego), “El que se ha bañado (una vez por todas) no necesita sino lavarse los pies (del polvo que se le pega

en el caminar diario), sino que es del todo limpio (en Cristo nuestra Justicia)”. “Una vez purificados (en la sangre de

Cristo), no debemos tener más conciencia del pecado” (como que nos condenara, Hebreos 10:2), a causa de las

promesas de Dios. 10. Por la cual—En vista de las benditas consecuencias de tener estas gracias, y de los funestos

efectos de no tenerlas. hermanos—señalando que es el afecto para con ellos, lo que lo constriñe a instarlos con tanto

fervor. En ninguna otra parte les habla con tanto cariño, lo que hace tanto más enfático aquí el llamamiento que les

hace. procurad—El aoristo denota un único efecto vitalicio. [Alford.] hacer—La voz media del griego; en todo cuanto

depende de vosotros; hacer cuanto os toca. “El hacer” absoluta y finalmente es la parte de Dios, y se emplearía el

verbo en voz activa. firme vuestra vocación y elección—con “poner en la fe virtud, y en vuestra virtud

conocimiento”, etc. Dios debe obrar todas estes gracias en nosotros, pero no de modo que nosotros fuéramos meras

máquinas, sino instrumentos voluntarios en las manos de él, para “hacer firme”, o segura su elección de nosotros. Se

habla de esta “aseguración” de nuestra “elección”, no con respecto a Dios, cuyos consejos son firmes y eternos, sino

con respecto de nuestra parte. De la parte de Dios no hay incertidumbre, pero de la nuestra, la única seguridad es

nuestra fe en su promesa y los frutos del Espíritu (vv. 5–7, 11). Pedro pospone elección a vocación, porque la vocación es

el efecto y la prueba de la elección de Dios, que precede y es la cosa más importante (Romanos 8:28, 30, 33, donde los

“elegidos” son los “preordinados” de Dios y la elección es su “propósito”, según el cual los “llamó”). Nosotros

conocemos su llamamiento antes que su elección, y por eso se antepone llamamiento, o vocación. no caeréis—Griego,

“tropezar”, para finalmente caer (Romanos 11:11). La metáfora es de uno que tropieza en la carrera (1 Corintios 9:24).

11. administrada la entrada—el mismo verbo como en el v. 5, “Administrad en vuestra fe virtud”, etc., porque así os

será administrada más abundantemente la entrada a aquel cielo donde estas gracias brillan con más fulgor. La

recompensa de la gracia más allá corresponderá a la obra de la gracia acá. abundantemente—Griego, “ricamente”.

Corresponde a “abundan” del v. 8. Si estas gracias abundan en vosotros, tendréis vuestra entrada en el reino, no

meramente “a duras penas” (como dijo en 1 Pedro 4:18), ni “así como por fuego”, como quien escapa con la vida

cuando ha perdido todos sus bienes en el incendio, sino en triunfo, sin “tropiezos ni caídas”. 12. Por esto—por cuanto

estas gracias son necesarias para vuestra abundante entrada al reino de Cristo (vv. 10, 11). no dejaré—Los

manuscritos más antiguos dicen, “He de estar siempre recordándoos (futuro acumulado: os tendré por necesitados

siempre que se os recuerde): véase, “Yo procuraré” (v. 15). “De seguro os haré acordar siempre”. [Alford.] “Siempre”

indica la razón por qué escribe la segunda Epístola tan pronto después de la primera. Cree probable que ha de haber

cada vez más necesidad de amonestación, a causa de la creciente corrupción (vv. 1, 2). en la verdad presente—la

verdad evangélica presente con vosotros: anteriormente prometida a los creyentes del Antiguo Testamento como a

punto de llegar, ahora en el Nuevo Testamento, efectivamente presente con los creyentes y en ellos, de modo que

están “confirmados” en ella como una verdad “actual”. Su importancia hace que las frecuentes amonestaciones nunca

sean superfluas: véase la apología similar de Pablo, Romanos 15:14, 15. 13. Porque—Griego, “Pero;” aunque “sabéis” la

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verdad (v. 12). este tabernáculo—pronto a deshacerse (2 Corintios 5:1): debo pues aprovechar cuanto más posible el tiempo que me queda en bien de la Iglesia de Cristo. El celo de Satanás en su contra, tanto más intenso cuanto que su

tiempo es corto, debería estimular a los cristianos por la misma razón. con …—recordándoos (3:1). 14. brevemente …—

Griego, “la desnudación de mi tabernáculo es rápida”: lo que expresa la pronta aproximación de la muerte, también

repentina (como lo es la muerte violenta). Las palabras de Cristo, Juan 21:18, 19, “Cuando fueres más viejo”, eran la

base de su conocimiento, ya que era viejo, que su martirio predicho estaba cercano. Compárese [PAG. 718] con Pablo,

2 Timoteo 4:6. Aunque iba a ser muerte violenta, la llama “partida” (vocablo griego por “defunción”, v. 15), véase

Hechos 7:60. 15. procuraré—“Seré diligente”: el mismo verbo del v. 10. Este es el campo donde mi diligencia tiene

amplitud. Pedro así cumple la orden de Cristo, “Apacienta mis ovejas”. fallecimiento—La misma palabra (éxodo) se

usa en la transfiguración: Moisés y Elías conversan con el Señor soble su éxodo (no hallada en otra parte del Nuevo

Testamento, sino en Hebreos 11:22, “la partida de Israel” desde Egipto, a la que corresponde la liberación de los

santos de la presente esclavitud de corrupción). “Tabernáculo” es otro término usado aquí y también allí (Lucas 9:31,

33): coincidencia impensada que confirma la redacción petrina de esta Epístola. que … podáis—con la ayuda de esta

carta escrita, y acaso también del Evangelio de Marcos, dictado por Pedro. siempre—Griego, “en cada ocasión”:

cuantas veces la ocasión requiera. tener memoria—No meramente “acordarse”, como a veces lo hacemos, de las cosas

sin importancia; sino “tenerlas en (ardiente) memoria”, como verdades de suma importancia y preciosas. 16.

Porque—La razón de su ardiente deseo de que tengan presentes estas cosos después de la muerte de él. siguiendo—

en detalle. fábulas—como las mitologías paganas, y las subsecuentes “fábulas y genealogías” gnósticas, cuyos

gérmenes ya existían en la junta del judaísmo con la filosofía oriental en el Asia Menor. Una protesta preventiva del

Espíritu en contra de la teoría racionalista de que la historia evangélica sea un mito. por arte compuestas—Griego,

“inventadas por la sabiduría” (de hombres), como distinguidas de lo que enseña el Espíritu Santo (1 Corintios 3:13).

Pero también véase el 2:3, “palabras fingidas”. no os hemos dado a conocer—no que Pedro mismo haya enseñado

personalmente a las iglesias de Ponto, Galacia, etc., sino que él era uno de los apóstoles, cuyo testimonio les fue

llevado a ellos y a la Iglesia en general, a quien se dirige esta Epístola (v. 1, que incluía, pero no se restringía como 1

Pedro, a dichas iglesias). potencia—lo contrario de “fábulas”; véase el contraste de “palabra” y “potencia”, 1 Corintios

4:20. Una muestra de su potencia fue dada en la transfiguración; también de su segunda “venida”, y de su gloria

acompañante. El griego por “venida” se usa siempre de su segundo advenimiento. Una refutación de los

escarnecedores (del 3:4): Yo, Jacobo y Juan, vimos con nuestros propios ojos una muestra misteriosa de su gloria

venidera. habiendo … visto—Griego, “hechos testigos oculares de la majestad de aquel”. Como espectadores iniciados

en misterios (como en el griego) fuimos admitidos a los secretos más íntimos de él, a saber, en la transfiguración de él

(enfático). 17. recibido … honra—en la voz que le habló. y gloria—en la luz que lo rodeó. enviada—la misma frase

ocurre sólo en 1 Pedro 1:13: uno de los varios ejemplos que demuestran que no está bien fundado el argumento en

contra de la autenticidad de 2 Pedro, de la supuesta desemejanza de estilo en comparación con 1 Pedro. una tal voz—

que procede a describir. de la magnífica gloria—más bien como el griego: “por (es decir, pronunciada por) la

magnífica gloria” (eso es, por Dios: así llaman a menudo los hebreos la gloriosa presencia manifiesta de Dios, “la

gloria”; véase, “su excelencia”, Deuteronomio 33:26; Salmo 21:5). en el cual—Griego, “para con el cual”; “en respecto a

quien” (eis con el acusativo); pero en Mateo 17:5, “en el cual” (locativo) se reconcentra y reposa mi agrado. Pedro

también omite: “a él oíd”, como que no viene a su propósito, y demuestra así su independencia en el testimonio

inspirado. me he agradado—Griego, me agrade”, aoristo griego, “Mi beneplácito reposó desde la eternidad”. 18.

nosotros—en posición enfática: nosotros, Jacobo, y Juan, y asimismo yo también. el monte santo—así llegó a ser

llamado el monte de la transfiguración, por cuanto en él fue manifestada la divina gloria de Cristo. 19. Tenemos—

todos los creyentes. también—por esta muestra de la gloria de Cristo en su humillación (Juan 1:14), y arras de su

futura gloria en su exaltación. la palabra más permanente—“más fundamentada”, confirmada. Antes conocíamos la

certeza de ella por la fe; pero ahora por aquel ejemplo visible de su futuro cumplimiento pleno, la seguridad se hace

doblemente segura. La profecía nos asegura que los padecimientos de Cristo, ya pasados, han de ser seguidos por la

gloria de Cristo, aun futura: la transfiguración nos da una garantía para hacer aun más fuerte nuestra fe en que “el

día” de su gloria “amanecerá” antes de mucho. No quiere decir que la “voz profética”, o la Escritura, sea más segura

que la voz de Dios oída en la transfiguración: pues tal cosa claramente no es verdad. El cumplimiento de la profecía

hasta ahora en la historia de Cristo nos hace sentirnos más seguros de lo que aun ha de cumplirse, a saber, su gloria

consumada. La palabra era la “lámpara (Griego, luz) obedecida” por los creyentes del Antiguo Testamento, hasta que

el crepúsculo de la nueva alba apareció en la venida de Cristo, y especialmente en su transfiguración. Así la palabra

nos es lámpara aún, y hasta que “el día” fulgure en su plenitud con la segunda venida del “Sol de justicia”. El día,

cuando amanece, os asegura que visteis correctamente, si bien indistintamente, los objetos revelados por la lámpara. a

la cual—palabra de profecía, primordialmente del Antiguo Testamento en tiempo de Pedro; pero ahora también en

nuestro día. el Nuevo Testamento que, si bien más brillante que el Antiguo Testamento (1 Juan 2:8), aun no es sino

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una lámpara en comparación con el fulgor de aquel día eterno (véase 3:2). Las enseñanzas orales y las tradiciones deben ser examinadas a la luz de la palabra escrita (Hechos 17:11). lugar oscuro—El griego denota un lugar escuálido,

sin agua ni luz: tal es la condición del mundo exterior, y del pequeño mundo interior (microcosmo), el corazón en su

condición natural. Compárese “lugares secos” de Lucas 11:24 (es decir, sin el riego del Espíritu), donde atraviesa un

espíritu inmundo. esclarezca—que irrumpa por la oscuridad. el lucero de la mañana—(Apocalipsis 22:16.) El Señor

Jesús. en vuestros corazones—El amanecer de Cristo en el corazón mediante el Espíritu, da plena seguridad, y

espiritualmente crea el día pleno en el corazón, por medio de la atención con oración a la palabra. Se asocia esta idea

con la venida del día del Señor, siendo como es una garantía de ella. En efecto, ni nuestros corazones realizarán

plenamente a Cristo en toda su inefable gloria y presencia, hasta que él venga (Malaquías 4:2). Isaías 66:14, 15, [PAG.

719] “Veréis, y alegraráse vuestro corazón. Porque he aquí viene el Señor”. Sin embargo, es mejor la puntuación de

Tregelles, “a la cual hacéis bien en estar atentos (como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que el día

esclarezca y el lucero de la mañana salga) en vuestros corazones”. Porque el día ya esclareció en el corazón de los

creyentes: el que ellos esperan es su visible manifestación en la venida de Cristo. 20. “Atentos (v. 19) < por cuanto

entendéis (sabéis) esto” (1 Pedro 1:18). primero—la principal consideración en el estudio de la palabra de profecía.

Proponiéndolo como un principio primario que nunca debe perderse de vista. es—no el simple verbo “ser”. Ninguna

profecía resulta ser de “interpretación (solución) privada” (no inspirada de escritor individual). ni de su procedencia.

El sustantivo griego epilusis no significa en sí procedencia; sino que aquello que el escritor divino no podía siempre

interpretar pienamente, aunque él era el portavoz o escritor (como da a entender 1 Pedro 1:10–12). no es, claramente, de

su propio descubrimiento, procedencia e inspiración, sino de Dios. como Pedro sigue explicando, “sino los santos <

hablaron (y luego escribieron) < movidos por el Espíritu Santo”: razón por la cual debéis estar atentos a ella. El

paralelo del v. 16 demuestra que “interpretación privada” contrastada con “movidos (o inspirados) por el Espíritu

Santo”, aquí corresponde a “fábulas inventadas de (humana) sabiduría”, contrastada con “fuimos testigos oculares de

su majestad <” atestiguada por la “voz de Dios”. Las palabras de los escritores proféticos, y demás escritores bíblicos.

no eran meras palabras de individuos, para ser interpretadas, por tanto. por ellos, sino del “Espíritu Santo”, que los

inspiró. “Privada” se explica con “por voz humana” (v. 21, a saber el escritor individual). En un sentido secundario

este texto enseña también que como la palabra es del Espíritu Santo. no puede ser interpretada por los lectores (como

tampoco por sus escritores) mediante sus meros poderes humanos privados, sino por la enseñanza del Espíritu Santo

mismo (Juan 16:14). “El que es el autor de la Escritura es también su intérprete por excelencia.” [Gerhard.] Alford

traduce: “No surge de la interpretación humana”. eso es, no una pronosticación hecha por un hombre que supiese el

significado cuando la pronunció, sino <” (Juan 11:49–52). Con razón: sólo que el verbo más bien significa llegar a ser, o

resultar ser, acontecer. Como no es de interpretación privada. debéis “estar atentos” a ella, procurando la iluminación

del Espíritu “en vuestros corazones” (Véase Notas, v. 19). 21. no … traída por voluntad humana—solamente. Jeremías

23:26. “Profetizan el engaño de su corazón”. Véase el 3:5, “ignoran voluntariamente”. santos—Un manuscrito antiguo

tiene, “hombres (venidos) de Dios”: enviados de parte de Dios. “Santo”, si se incluye, significará que tenían al Espíritu

Santo. inspirados—Griego, “movidos” (adelante) como por un viento fuerte: Hechos 2:2. “viento que corría”, el mismo

verbo griego: arrebatados fuera de sí; pero no en arrebato fanático (1 Corintios 14:32). El hebreo nabi, “profeta”,

significa anunciador o intérprete de Dios: como portavoz de Dios, que interpretaba no su propia “privada” voluntad o

pensamiento, sino los de Dios. “Varón de Espíritu” (Oseas 9:7, marginal). “Tú testificaste por tu espíritu en tus

profetas”. “Vidente”, por otra parte, se refiere al modo de recibir comunicaciones de Dios, más bien que al anuncio de

ellas a otros. “Hablaron” significa que, tanto en su original pronunciamiento oral como todavía en la escritura,

siempre ha sido, y es, la viva voz de Dios que nos habla por sus siervos inspirados. El griego “movidos”, o llevados,

forma hermosa antítesis con “fue traída”. Eran instrumentos pasivos, antes que activos. Los profetas del Antiguo

Testamento primordialmente, pero se incluyen todos los escritores inspirados, sean del Antiguo o del Nuevo

Testamento (3:2).

CAPITULO 2

FALSOS DOCTORES HAN DE SURGIR: SUS MALAS PRACTICAS Y SU SEGURA DESTRUCCION. DE LA QUE

LOS JUSTOS SERAN LIBRADOS. COMO FUE LOT. 1. Pero—En contraste con los profetas movidos por el Espíritu Santo (1:21). también—Así como también profetas verdaderos (1:19–21). Pablo ya había testificado de la venida de profetas falsos en las mismas iglesias. en el pueblo—Israel: está escribiendo en primer orden a creyentes israelitas (nota, 1 Pedro 1:1). Tal “falso profeta” fue Balaam (v. 15). habrá—ya aparecían síntomas de este mal (vv. 9–22; Judas

4:13). falsos doctores—enseñadores de la mentira. En contraste con los verdaderos, a los cuales exhorta a los lectores a

prestar atención (3:2). que—“los cuales”. como tales que < encubiertamente—no abierta y directemente al principio,

sino a la larga, introducen la herejía al lado de la doctrina verdadera (así el griego): los romanistas objetan que los

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protestantes no pueden señalar la fecha precisa del principio de la añadidura de las doctrinas falsas con la verdad original: contestamos, Pedro nos predijo que así pasaría de tal manera que la primera introducción de las mismas sería

furtiva e inobservable (Judas 4). perdición—que seguiría como consecuencia inevitable (Filipenses 3:19). herejías—

enseñanzas escogidas por ellos mismos, que no emanan de Dios (Colosenses 2:23, “culto voluntario”, o culto a, la

voluntad). y—Griego, “hasta negando al Señor <”, llegando al extremo de negarle tanto en la enseñanza como en la

práctica. Pedro sabía, por el amargo arrepentimiento, cuán terrible cosa es negar al Señor (Lucas 22:61, 62). negarán—

a aquel a quien, sobre todos los demás. deben de confesar. al Señor—“Amo y Propietario”, griego déspota (véase Judas

4, griego). Quien según la verdadera doctrina es su Propietario por el derecho de compra. Lit., “negando al que los

compró (para ser así) Señor de ellos.” los rescató—Griego, “los compró”: aun los impíos fueron comprados por su

“preciosa sangre”. Será su remordimiento más amargo en el infierno porque, en cuanto concierne a la redención de

Cristo. ellos podrían haber sido salvos. La negación o rechazamiento de su sacrificio se incluye en el sentido (1 Juan

4:3). atrayendo sobre sí—Véase el v. 5, “trayendo Dios el diluvio sobre el mundo.” Los hombres traen sobre sí la

venganza que Dios trae sobre ellos. acelerada—de descensión repentina, como la venida del Señor será rápida y

repentina. Como la tierra se tragó a Coré y a Datán, y “descendieron vivos al abismo”. Véase Judas 11, [PAG. 720]

pasaje semejante a éste. 2. seguirán—hasta el fin así el griego. disoluciones—(Judas 4). La doctrina falsa y la práctica

inmoral generalmente se acompañan (vv. 18, 19). por los cuales—A causa de los seguidores de los doctores falsos.

blasfemando—vituperado por los de afuera, que culpan al cristianismo mismo de la mala práctica de los que lo

profesan. Véase en contraste 1 Pedro 2:12. 3. por—Griego, “en avaricia” como su propio elemento (v. 12, fin).

Contrástese 2 Corintios 11:20; 12:17. de largo tiempo—en el propósito eterno de Dios. “Desde antes ordenados para

condenación” (Judas 4). condenación—Griego, “destrucción” (Nota, v. 1). Personificada. no tarda—aunque los

pecadores creen que tarda. “No es ociosa”. no se duerme—aunque los pecadores duermen. 4. La apódosis no queda

expresada, pero virtualmente se contiene en el v. 9. Si Dios en tiempos pasados ha castigado a los impíos y salvado a

su pueblo, de cierto lo hará también en nuestros días (v. 3). ángeles—los superiores de las criaturas inteligentes (Judas

6), con todo, no los perdonó cuando pecaron. infierno—Griego, “tártaro”: no está en ninguna otia parte del Nuevo

Testamento, ni en la Versión de los Setenta: equivalente a gehenna del griego común. No inconsecuente con 1 Pedro

5:8; porque aunque su condenación final es al infierno. sin embargo. por un tiempo se les permite vagar allá por “las

tinieblas de este mundo”. Los esclavos del tártaro (llamado “el abismo”, “el hoyo”, Lucas 8:31; Apocalipsis 9:11)

también pueden venir a la tierra. Paso a paso son entregados al tártaro, hasta que por fin allí quedan ligados. los

entregó—como el juez entrega al preso condenado a los oficiales (Apocalipsis 20:2). con cadenas—(Judas 6.) Los

manuscritos más antiguos dicen, “cuevas”, como Alford traduce: el griego, sin embargo, en el griego helenista, puede

significar cadenas, como lo expresa Judas. Están “reservados” para “la niebla de oscuridad” como su final “juicio”, o

condena, y entre tanto ya empezó su exclusión de la luz del cielo. Así se consideraba que los impíos estaban

virtualmente “en prisiones”, aunque estaban libres en la tierra, desde el momento cuando se lanzó la sentencia divina,

si bien fue ejecutada 120 años después. 5. Noé—Griego, “Noé el octavo”, es decir, Noé y otros siete. En contraste con el

“mundo de los impíos” densamente poblado. pregonero—No sólo “justo” él mismo (v. 8), sino también “predicador

de justicia”: aducido por Pedro en contraste con la disolución de los falsos doctores (v. 2), que no tienen más provenir

delante de ellos que la destrucción, como la que alcanzó al mundo impío de los días de Noé. 6. por destrucción—“a la

destrucción”. [Alford.] ejemplo—“de (el destino que espera a) los que después viviesen vidas impías”. Véase Judas 7,

“puestas por ejemplo”. 7. nefanda conducta—lit., “conducta en lascivia” (Génesis 19:5). los malvados—Griego, “los

an{rquicos”: que desafían las leyes de la naturaleza tanto como las de Dios. Se nos recuerda la fidelidad de Lot, pero

no su pecado cometido en la cueva: caso semejante al de Rahab. 8. afligía—Griego, “atormentaba”. 9. Sabe el Señor—

No le faltan los medios, aun cuando los hombres no vean escape alguno. tentación—pruebas. para ser <—Griego,

“guardarlos (siendo ellos) castigados”: como los ángeles caídos (v. 4), ya bajo la sentencia y esperando la ejecución

final de ella. El pecado ya es su propia pena; el infierno será su pleno desarrollo. 10. principalmente—éstos serán

castigados en especial (Judas 8). e inmundicia—de inmundicia: “en la pasión por el uso miasmático e ilícito de la carne”.

[Alford.] la potestad—Griego, “señorío”, “dominio” (Judas 8). atrevidos—La terquedad engendra la presunción.

Osadía arrogante. no temen—por ser insignificantes en potencia: Griego, “no tiemblan” (Judas 8, fin). decir mal—

Griego, “blasfemar”. potestades superiores—Griego, “glorias”. 11. que son—y aunque son. mayores—que los

blasfemadores. Judas cita el ejemplo de Miguel. contra ellas—contra “las potestades” por ejemplo, los ángeles caídos:

una vez exaltados, y que retienen aún rasgos de su anterior gloria y poder. juicio de maldicíón—Griego, “juicio

blasfemo” (Judas 9). delante del Señor—en presencia del Juez, en reverencia, se abstienen de hacer juicios. [Bengel.]

El juicio pertenece a Dios. no a los “angeles”. ¡Cuán grande es la dignidad de los santos, que como asesores de Cristo,

juzgarán más adelante a ángeles! Entre tanto, los juicios arrogantes, dichos si bien con verdad contra las dignidades,

pero con irreverencia, son de la naturaleza de “blasfemias” (griego, 1 Corintios 4:4. 5). Si los ángeles superiores, por

estar en la presencia de Dios, el Juez, no se atreven a hablar mal ni aun de los ángeles malos, ¡cuán horrible es la

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presunción de los que blasfeman a las “dignidades” buenas! 2 Samuel 16:7, 8, Simei; Números 16:2, 3, Coré, etc., referidos también en Judas 11; Números 12:8, “¿Por qué no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés”

(vosotros Aarón y María)? Los ángeles que pecaron, retienen aún la indeleble impresión de majestad. Satanás es aún

“hombre fuerte”: “príncipe de este mundo”; y bajo él hay “principalidades, poderes, gobernantes de las tinieblas de

este mundo”. Hemos de evitar la irreverencia con respecto a ellos, no a causa de ellos, sino a causa de Dios. Una

advertencia de los que usan el nombre de Satanás con irreverencia y en blasfemia. “Cuando el impío maldice a

Satanás, maldice su propia alma”. 12. (Judas 10, 19.) Mas éstos—en contraste con los “{ngeles” (v. 11). bestias—

Griego, “animales” (Salmo 49:20). brutos—Griego, “irracionales”. Contraste con los ángeles que “sobresalen en

potencia”. naturalmente—Griego, “bestias que son nacidas naturales”: son así irracionales por naturaleza, y como

tales han de ser presa y destruídos (Griego, “nacidos para presa y destrucción”, o corrupción, Nota, Gálatas 6:8; con

“perecerán” aquí, lit., “serán corrompidos en su propia corrupción”. Judas 10, “naturalmente < se corrompen”, y así

se destruyen: porque el uno y mismo vocablo griego expresa corrupción, la simiente, y destrucción, el fruto

desarrollado). diciendo mal …—“en el caso de cosas que no entienden”. Véase la misma presunción, padre del

consiguiente error gnóstico, que engendra otro error opuesto, si bien afín, a saber, “la adoración de ángeles buenos”,

Colosenses 2:18, “metiéndose en lo que no ha visto”. 13. galardón de …—recompensa por su “injusticia”. [Alford.]

Acaso denota que la injusticia será su propio galardón, o castigo. “Premio (o paga) de la maldad” (injusticia, ambos

términos idénticos en el v. 15) tiene otro sentido, a saber, la ganancia terrenal [PAG. 721] obtenida con la injusticia.

cada día—Tradúzcase, “gozar de deleites diurnos (no limitados a la noche, como la orgía ordinaria. O como dice la

Vulgata, Calvino, etc., “el deleite que dura por un día”: así Hebreos 11:25, “los placeres temporales del pecado”; y

12:16, Esaú), que consideran su sumo bien y su supremo goce. suciedades—“tachas”, en sí mismos. manchas—

ignominias: que traen reproche (así el griego) sobre la Iglesia y sobre el cristianismo mismo. comiendo—Griego,

“lozaneando”, “festejándose”. errores—“engaños”, o bien pasivamente, “decepciones”; el lujo adquirido por el

engaño; Véase Mateo 13:22, “el engaño de las riquezas”; Efesios 4:22, “deseos engañosos”. Engañando a otros se

engañan a sí mismos. Véase Filipenses 3:19, “cuya gloria es su vergüenza”. “Ellos”, en contraste con “entre vosotros”:

mientras participan del ágape (fiesta de amor) con vosotros, “se lozanean en sus propias decepciones”, o “engaños”:

Judas, negativamente, “apacentándose sin temor” (Judas 12). Pero varios de los manuscritos más antiguos, Vulgata,

Siríaca, y Sahídica, dicen (como Judas), “en sus propios ágapes”, lo que significa que pervierten las fiestas de amor de

modo de hacerlas servir a sus propios fines lujuriosos. 14. llenos de adulterio—Lit., “de adúltera”, como si llevasen

consigo a adúlteras siempre presentes en los ojos: siendo el ojo avenida del deseo. [Horneius.] Bengel piensa que la

adúltera que les llena los ojos es el “deseo que seduce”. no saben cesar—“no se les puede hacer cesar de pecar”.

cebando—para la pesca. inconstantes—no firmes en la fe y piedad. corazón—no sólo los ojos, el conducto, sino

también el corazón, el manantial del deseo. Job 31:7, “Mi corazón se fué tras mis ojos”. hijos de maldición—Dedicados

a la maldición. La maldición y la codicia a menudo van juntas, como en el caso de Balaam: la maldición que propuso

para Israel cayó sobre los enemigos de Israel y sobre él mismo. Los creyentes verdaderos bendicen, y nunca maldicen,

y así son bendecidos. 15. han dejado—Algunos de los seductores, dice, han venido, otros aún están por venir.

siguiendo—desviadamente (Números 22:23, 32; Isaías 56:11). hijo de Bosor—El mismo que Beor (Números 22:5). Se

adoptó esta palabra acaso, porque la parónima Basar significa carne; y Balaam justamente se llama hijo de la

carnalidad, como codicioso, y el que sedujo a Israel a la concupiscencia. amó el premio de la maldad—y por tanto

deseó (a fin de ganarlo de Balac) maldecir a Israel a quien Dios había bendecido, y al fin dió el consejo diabólico de

que la única mancra de motivar la maldición de Dios sobre Israel era seducirlos al deseo carnal y a la idolatría, que a

menudo van juntos. 16. fué reprendido—Griego, “tuvo reprensión”, o convicción: el descubrimiento de su iniquidad

especiosa al ser probado (el verbo radical del mismo sustantivo significa examinar, convencer, avergonzar). su

iniquidad—“propia”: su propia bestia le reprochó su propia iniquidad. bestia de carga—el asno era el animal común

de montar, en la Palestina. “Muda”, Griego, “áfonon”, sin voz; pero habla con voz humana: señalando el carácter

maravilloso del milagro. refrenó—lit., “impidió”. No fueron las palabras del asna (que sólo se quejó del apaleo), sino

el hecho maravilloso de que hablara siquíera, lo que refrenó la perversidad de Balaam de desear ir, después que Dios

lo hubo prohibido en un principio. Así indirectamente el asna y directamente el ángel, le reprocharon su obstinación

peor que asnal; el asna dió vuelta al ver al ángel; pero Balaam, después que Dios hubo dicho claramente, “no irás”,

perserveró en desear ganar el “premio”; así el asna, de hecho, refrenó la locura de Balaam. ¡Qué contraste terrible: un

animal mudo estorba a un profeta inspirado! 17. (Judas 12, 13.) fuentes sin agua—“nubes sin agua”, en Judas; ambas

prometen (v. 19) agua, sin darla; así sus palabras grandilocuentes resultan ser sólo “vanidad” (v. 18). nubes—Los

manuscritos más antiguos dicen “nieblas”, oscuras y no transparentes y brillantes como a menudo son las “nubes”, de

donde se aplica este término muchas veces a los santos; propio emblema ds los hijos de las tinieblas. “Nubes” es una

corrección de copista de Judas 12, donde es propio el término, “nubes < sin agua” (que prometen lo que no cumplen);

pero no aquí, “nieblas llevadas por el torbellino”. oscuridad—“¡el horror glacial que acompaña a la oscuridad!”

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[Bengel.] 18. ceban—cual pescadores. con—Griego, “en”: las concupiscencias carnales, elemento propio donde echar el cebo. verdaderamente—Pero los manuscritos más antiguos y la Vulgata leen “apenas”, o “por poco tiempo”; apenas

hubieron escapado de los que viven en el error (del mundo impío), cuando son atraídos de nuevo al pecado por estos

seductores (v. 20). 19. Prometiéndoles libertad—(la cristiana) estas promesas son ejemplos de sus “palabras

arrogantes” (v. 18). La libertad que ellos prometen es la que no teme a Satanás, ni aborrece la carne. Lenguaje paulino

adaptado aquí, y en 1 Pedro 2:16, nota; véase el 3:15; Romanos 6:16–22; 8:15, 21; Gálatas 5:1, 13; con Juan 8:34.

corrupción—Nota, 1:12. de alguno—quien sea < por el mismo. 20. habiéndose … apartado—los seductores

“mismos” se escaparon (v. 19; Nota, Hebreos 6:46). contaminaciones—que traen la corrupción (v. 19). por—Griego,

“en”. conocimiento—Griego, “conocimiento pleno y exacto”. el Señor y Salvador Jesucristo—que expresa plena y

solemnemente a aquel Grande y Piadoso, de quien apostatan. postrimerías …—Pedro se acuerda de las palabras del

Cristo. “Peores”, en contraste con “mejor” (v. 21). 21. el camino de la justicia—“el camino de la verdad” (v. 2). La

doctrina cristiana, y el conocimiento del Señor y Salvador”. del santo mandamiento—el evangelio, que ordena la

santidad; en oposición a la corrupción. Es “santo”, no porque él haga santo, sino porque debe ser guardado inviolable.

[Tittmann.] dado—una vez por todas: sin admitir el “tornarse atrás.” 22. Pero—No debéis admiraros de esto: pues

perros y puercos eran antes, y perros y puercos seguirán siendo. Ellos “apenas” (v. 18) escaparon de su inmunda locura,

cuando de nuevo se ven enredados en ella. Luego, a su vez, seducen a otros, los que de la misma manera “por un

poco de tiempo escaparon de tos que viven en el error” (v. 18). Pedro citó Proverbios muchas veces en su Primera

Epístola (1:7; 2:17; 4:8, 18), otra prueba de que ambas Epístolas son del mismo autor.

CAPITULO 3

LA SEGURIDAD DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO, Y SUS ACOMPAÑANTES, [PAG. 722] DECLARADA

EN OPOSICION A LOS ESCARNECEDORES QUE PRONTO APARECERAN. LA LONGANIMIDAD DE DIOS, MOTIVO DE ARREPENTIMIENTO, COMO EXPONEN LAS EPISTOLAS DE PABLO; EXHORTACION FINAL AL CRECIMIENTO EN EL CONOCIMIENTO DE CRISTO. 1. ahora—“Esta pues es una segunda carta que os escribo”. Entonces hacía poco que había escrito la Primera. Las siete Epístolas Católicas (generales) fueron escritas por Jacob, Pedro, Juan y Judas un poco antes de la muerte de ellos: previamente, teniendo la expectativa de seguir viviendo algún tiempo más, creían menos necesario escribir. [Bengel.] os—La Segunda Epístola, si bién más general en cuanto a sus destinatarios, incluía con todo las mismas personas a quienes dirigió en manera especial la Primera. con exhortación—Griego, “en”, “en recordación”: haciéndoos acordar (1:12, 13). “Sabiéndolo” ya vosotros (v. 3), sólo resta que os recuerde (Judas 5). limpio—“puro visto a la luz del sol;” “sincero”. Sin adulteración de errores. Lo opuesto de “entendimiento oscurecido”. 2. profetas—del Antiguo Testamento. nuestro—Los manuscritos más antiguos y la Vulgata dicen, “y el mandamiento del Señor y Salvador (declarado) por vuestros apóstoles” (así: “apóstol de los gentiles”, Romanos 11:13)—los apóstoles que viven entre vosotros actualmente, en contraste con los “profetas” del Antiguo Testamento. 3. Sabiendo primero esto—de la palabra de los apóstoles. vendrán—el mismo escarnio de ellos confirmará la verdad de la predicción. burladores—Los manuscritos más antiguos y la Vulgata agregan, “burladores con burlas”. Como Apocalipsis 14:2, “arpando con arpas”. andando según sus propias concupiscencias—(2:10; Judas 16, 18). Su propio placer es su única ley, no refrenados por la reverencia a Dios. 4. (Véase Salmo 10:11; 73:11.) El escepticismo presuntuoso y el deseo ilícito que ensalzan la naturaleza y las llamadas leyes de ella por encima del Dios de la naturaleza y de la revelación, y que arguye de la continuidad pasada de los fenómenos naturales que no puede haber para ellos ninguna interrupción futura: fue el pecado de los antediluvianos, y será el de los escarnecedores en los últimos días. ¿dónde?—insinuando que ya debe de haber acontecido, si acontece, cosa que nunca sucederá. la promesa—Cuyo cumplimiento estáis esperando (v. 13) siempre vosotros los creyentes. ¿Qué se ha hecho de las promesas de que tanto habláis? su advenimiento—el del Cristo: el tema de la profecía desde los primeros días. los padres—a quienes fueron hechas las promesas, los cuales descansaron todas sus esperanzas en ellas. todas las cosas— del mundo natural; los escépticos no miran más allá. como desde el principio—y continúan siendo; como las vemos pasar. Desde el tiempo de la promesa de la venida de Cristo como Salvador y Rey, todo continúa, y ha continuado, como ahora, “desde el principio de la creación”. Los escarnecedores aquí no son necesariamente ateos, ni pretenden que el mundo haya existido desde la eternidad. Están dispuestos a reconocer un Dios, pero no al Dios de la revelación. Basan su raciocinio sobre la demora aparente del cumplimiento siquiera de la palabra de Dios. 5. Refutación a los escarnecedores en base a la historia. voluntariamente—temerariamente; no desean saber. Su ignorancia es voluntaria. ignoran—En contraste con el v. 8, “No ignoréis esta una cosa”. Lit., en ambos textos, “Esto escapa de la noticia de ellos (filósofos sagaces que se aprecian en mucho a sí mismos)”; “que no escape esto a vuestra atención”. Obstinadamente cierran los ojos al relato escritural de la creación y del diluvio; éste es el verdadero paralelo del venidero juicio por fuego, mencionado por Cristo, como Pedro, sin duda, recuerda. por la palabra de Dios—no por la concurrencia

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fortuita de los átomos. [Alford]. en el tiempo antiguo—Griego, “desde antiguo”; desde el principio de las cosas. Confutación de su objeción de que “todas las cosas continúan como fueron desde el principio de la creación”. Pero

antes del diluvio, la misma objeción a la posibilidad del diluvio pudo haber sido aducido respecto a la misma

plausibilidad: Los cielos (visibles) y la tierra han sido desde antiguo. ¡cuán improbable pues que no hayan de seguir

así! Pero, responde Pedro, vino el diluvio a pesar de los raciocinios de ellos; del mismo modo, vendrá la conflagración

de la tierra a pesar de los “escarnecedores” de los últimos días, la que cambiará todo el orden de las cosas (el

“mundo” presente, o como el griego significa, el “orden”), introduciendo los cielos nuevos y la nueva tierra (v. 13).

tierra … asentada—Griego, “consistente en”, es decir. “formada de entre el agua”. Las aguas que estaban bajo el

firmamento fueron en la creación reunidas en un lugar, y la seca emergió de (arriba de) el agua. y en agua—mejor,

“por medio del agua”, como el gran instrumento (junto con el fuego) en los cambios operados en la superficie de la

tierra, para prepararla para el hombre. Mantenida por el agua. La tierra surgió del agua por la eficacia del agua

misma. [Tittmann.] 6. Por lo cual—Griego, “por los cuales”. Por medio de los cuales cielos y tierra (cuanto a las aguas

que se juntaron en ambos) el mundo de entonces pereció (es decir, en cuanto a sus habitantes, hombres y animales, y

su orden aquel; no fue aniquilada la tierra); porque en el diluvio “las fuentes del gran abismo fueron rotas” de la tierra

(1) abajo. y las ventanas del cielo (2) arriba “fueron abiertas”. La tierra fue anegada por aquella agua de la cual

originalmente surgió. 7. (Véase Job 28:5, fin.) que son ahora—“El visible mundo posdiluviano”. Contraste: “que fué

entonces” (v. 6). la misma palabra—Otros manuscritos antiguos, “por su palabra (de Dios)”. conservados—en

depósito: Griego, “atesorados”. guardados—Es sólo la constante providencia vigilante de Dios lo que guarda unido el

presente estado de cosas, para cuando debe terminarlo él. 8. no ignoréis—como aquellos burladores (v. 5). Además de

la refutación a ellos (vv. 5–7) basada en la historia del diluvio, agrega otra aquí (dirigida a los creyentes antes que a los

escarnecedores), a saber, la demora de Dios en cumplir su promesa no se debe, como las demoras de los hombres, a la

incapacidad e inconstancia para guardar la palabra, sino a causa de su “longanimidad”. esta una cosa—como la

consideración de la mayor importancia (Lucas 10:42). un día … mil años—Salmo 90:4: Moisés allí dice. Tu eternidad,

que no conoce distinción entre mil años y un día. es el refugio de nosotros, criaturas de un día. Pedro contempla la

eternidad de Dios en relación con el último día: aquel día nos [PAG. 723] parece a nosotros, seres de corta vida, tardío

en venir, pero con el Señor el intervalo es irrespectivo a la idea de largo o corto. Su eternidad excede a todas las

medidas del tiempo: a su divino conocimiento todas las cosas futuras están presentes: su poder no requiere largas

demoras para llevar a cabo su obra: su longanimidad excluye toda expectación impaciente y apresuramiento febril, tal

cual sienten los hombres. El es igualmente bendito en un día y en mil años. Puede hacer la obra de mil años en un día:

de modo que en el v. 9 dice, “no tarda”, no es tardío. Siempre tiene el poder de cumplir su “promesa”. mil años como

un día—ninguna demora que ocurre es larga para Dios: para el hombre de riquezas sin fin, mil libras son como un

solo centavo. El “eonólogo” (cronómetro milenial) de Dios difiere del todo del “horólogo (reloj de arena) del hombre.

Su gnomen enseña todas las horas a una vez, en la mayor actividad y en el perfecto reposo. Para él no pasan las horas,

ni más despacio, ni más ligero, de lo que conviene a su economía. No hay nada que le haga apresurar ni demorar el

fin. Las palabras, “con el Señor” (Salmo 90:4, “delante de sus ojos”), silencian todas las objeciones del hombre en base

a su incapacidad de entender esto. [Bengel.] 9. no tarda—no es lerdo, tardío ni atrasado; extraordinario en la hora

justa, como si dicha hora siempre estuviese presente. Hebreos 10:37, “No tardará”. su promesa—de la que los

burladores cavilan. V. 4, “¿Dónde está su promesa?” algunos—los “burladores”. la tienen—Consideran que su

promesa sea el resultado de la tardanza. paciente—esperando hasta que se cumpla el número pleno de los que están

ordenados para la “salvación” (v. 15). para con nosotros—Los manuscritos más antiguos, Vulgata, Siríaca, etc., leen,

“para con vosotros”. ninguno—en efecto, no desea que ninguno perezca, ni aun de los burladores, lo que resultaría si

no les diese plazo para que se arrepintiesen. procedan—vayan y sean recibidos para arrepenimiento: expresa el griego

que hay plazo para que sean recibidos a arrepentimiento (véase en el griego, Marcos 2:2; Juan 8:37). 10. La seguridad,

precipitación y efectos concomitantes, de la venida del día del Señor. Faber arguye de esto que el milenio, etc., debe

preceder a la venida literal de Cristo, no sucederla. Pero “el día del Señor” comprende toda una serie de

acontecimientos, que principia con el advenimiento premilenial que termina con la destrucción de los malos, la

conflagración final, y el juicio final, (el cual se interpone entre la conflagración y la renovación de la tierra). vendrá—el

día del Señor: el orden en el griego es enfático. “Pero (a pesar de los escarnecedores, y no obstante la demora) vendrá y

estará presente el día del Señor”. como ladrón—Pedro recuerda y repite la figura empleada por el Señor (Lucas 12:39,

41) en una conversación en que él tuvo parte; así también Pablo (1 Tesalonicenses 5:2), y Juan (Apocalipsis 3:3; 16:15).

los cielos—que según dicen los burladores, continuarán tal cual están (v. 4; Mateo 24:35; Apocalipsis 21:1). con grande

estruendo—con un ruido que retumba, como el de una flecha silbante o el estallido de llama devoradora. los

elementos—los materiales componentes del mundo. [Wahl.] Sin embargo, como “las obras” se mencionan

separadamente de “la tierra”, así es probable que por “elementos”, mencionados después de “los cielos”, quiera decir

“las obras que están en ellos”, es decir, el sol, la luna, y las estrellas (como usan la palabra “elementos” Teófilo de

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Antioquía, pp. 22, 148, 228; Justino Mártir, Apología, 2:44): éstos se mencionan como en la creación así también en la destrucción, del mundo. [Bengel.] Pero como “elementos” no se usa así en el griego de las Escrituras, acaso se refiere a

los materiales componentes de “los cielos”, inclusive los cuerpos celestiales; pertenecen claramente a la frase anterior,

“los cielos”, no a la siguiente, “la tierra”, etc. deshechos—“fundidos”, como en el v. 11. las obras—de la naturaleza y

del arte. 11. Vuestro deber, viendo que esto es así, es de estar siempre a la expectativa animosa del día de Dios. Pues—

Algunos de los manuscritos más antiguos sustituyen “así” por “pues”: refutación feliz del “así” de los burladores (v.

4, “permanecen así”). han de ser …—Griego, “Están siendo deshechos (fundidos, por la ordenación de Dios, pronto a

consumirse); el tiempo presente expresa la certeza, como si ya estuviese en efecto presente. ¿qué tales …—

exclamatorio: ¡Cuán vigilantes, cuán constantes en la oración, celosos! que vosotros seais—no el verbo sustantivo

griego (einai), sino (huperchein) el que denota un estado o condición en que uno debe estar. [Tittmann.] ¡Qué hombres

santos debéis ser hallados cuando llegue el evento! Este es el “mandamiento santo” mencionado arriba (v. 2).

conversaciones …—Griego, en el plural, “santas costumbres” (para con los hombres) y “piedades” (hacia Dios) en las

múltiples maneras de manifestarse. 12. apresurándoos—con la mayor sinceridad deseando, [Wahl.], pidiendo,

contemplando, la venida del Salvador como cercana. El griego puede significar “apresurar (“urgir:” Alford.) el día de

Dios”; no que sea alterable la eterna ordenación de Dios, sino que nos ordena como instrumentos para llevar a cabo

aquellos eventos que deben suceder antes que pueda venir el día de Dios. Orando por su venida, adelantando la

predicación del testimonio a todas las naciones, y haciendo llegar a aquellos que “la longanimidad de Dios” espera

salvar, así apresuramos la venida del día de Dios. El verbo griego se usa en el Nuevo Testamento sólo como neutro;

pero en la versión de los Setenta se usa como activo. Cristo dice, “De cierto vengo en breve. Amén.” A nosotros nos

toca apresurar esta consumación orando, “Así sea, ven, Señor Jesús.” venida—Griego, “la presencia”, de una persona:

comúnmente, del Salvador. el día de Dios—Dios ha dado miríadas de días a los hombres: uno será el gran “día de

Dios” mismo. en el cual—más bien como el griego, “a causa del cual” día. los cielos—las superiores e inferiores

regiones del cielo visible. deshechos—fundidos: nuestras rocas ígneas demuestran que alguna vez estuvieron en

estado líquido. 13. bien que—en contraste con los efectos destructivos del día de Dios están sus efectos constructivos.

Como el diluvio fue el bautismo de la tierra que quedó convertida en una tierra renovada, parcialmente librada de “la

maldición”, así el bautismo de fuego purificará la tierra de modo que sea una morada renovada para el hombre

regenerado, completamente libertada de la maldición. sus promesas—(Isaías 65:17; 66:22.) cielos nuevos—nuevos

cielos atmosféricos que rodearán la [PAG. 724] tierra renovada. justicia—que mora en aquel mundo venidero como un

rasgo esencial, quitadas todas las contaminaciones. 14. seáis hallados de él—“a ojos de él” [Alford], lo que denota

claramente una venida personal. sin mácula—en las futuras bodas del Cordero, en contraste con el v. 13, “suciedades

y manchas mientras comen”, sin tener el puro traje de bodas del Rey. sin reprensión—(1 Corintios 1:8; Filipenses 1:10;

1 Tesalonicenses 3:13; 5:23.) en paz—en todos sus aspectos, para con Dios, para con la conciencia propia, y para con

vuestros semejantes, y en su consecuencia la eterna bienaventuranza: “el Dios de paz” efectuará esto para vosotros.

15. tened por salud—La paciencia (longanimidad) de nuestro Señor tiene por finalidad nuestra salvación y la de todos

cuantos formarán parte de la Iglesia: mientras que los burladores la tienen por (resultado de) “tardanza” (v. 9) de

parte del Señor. nuestro amado hermano Pablo—Hermoso ejemplo de amor y humildad. Pedro alaba las mismas

epístolas que tienen su reprensión. según la sabiduría que le ha sido dada—Adoptando el lenguaje de Pablo (1

Corintios 3:10), “Conforme a la gracia que me ha sido dada < como perito arquitecto.” La sabiduría sobrenatural e

inspirada que le fué “dada”, no adquirida en escuela de humana enseñanza. ha escrito—Griego, aoristo, “escribió”,

pretérito indefinido, como también en la frase, “gracia que le fué dada.” Pablo en la fecha de esta Epístola, o estaba

muerto ya, o había dejado de administrarles a aquéllos. os—a vosotros, gálatas, efesios, colosenses, la misma región

destinataria de la Epístola esta. Comp. “en paz” (v. 14), exhibición práctica de la cual Pedro ahora da en demostración

del acuerdo perfecto existente entre Pablo (quien escribió la Epístola a los Gálatas) y él, a pesar del suceso

desagradable en ella recordado (Gálatas 2:11–14). Colosenses 4 se refiere a la segunda venida de Cristo. La Epístola a

los Hebreos, también (dirigida a los cristianos hebreos de Palestina, pero en segundo orden a cristianos de todas

partes), puede ser de su referencia, por cuanto Pedro en primer término dirige ambas epístolas a cristianos hebreos

(pero no exclusivamente) de la dispersión (Nota a 1 Pedro 1:1). Hebreos 9:27, 28; 10:25, 37. “hablan de estas cosas” que

trataba Pedro (v. 16), a saber, la venida del día del Señor, demorado por su “longanimidad” pero con todo cercano e

inminente. 16. Casi en todas sus epístolas—Romanos 2:4 es muy parecido al v. 15. Las epístolas paulinas ya habían

llegado a ser propiedad común de todas las iglesias. El término “todas” parece inferir que ellas ya estaban terminadas.

La palabra “casi” no está en el original, sino el ilativo “como”. El tema de la segunda venida se trata en 1

Tesalonicenses 4:13; 5:11; comp. el v. 10 con 1 Tesalonicenses 5:2. Sin embargo, Pedro distingue entre la Epístola, o

Epístolas de Pablo “a vosotros” (v. 15, “os escribió”) y “todas sus (demás) cartas”, indicando que ciertas iglesias

determinadas. o grupos de particulares, están determinadas por el “vosotros”. entre las cuales—Epístolas. El Texto

Recibido lee, “en las cuales cosas.” algunas difíciles de entender—a saber, tocante a la venida de Cristo. “Pablo parece

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así postergar la venida de Cristo a un plazo más largo que los demás apóstoles, por lo cual algunos dudaron de la venida del todo.” [Bengel.] Aunque hay algunas cosas difíciles de entender, hay además otras bastante claras, fáciles,

y suficientes para el perfeccionamiento del hombre de Dios. “No hay casi nada sacado de pasajes oscuros, sin que lo

mismo en otros lugares se halle clarísimo”. [Agustín.] Son nuestro propio prejuicio, nuestras esperanzas necias y

fantasías carnales, lo que hace difíciles las Escrituras. [Jeremías Taylor.] los indoctos—No quiere decir los que

carezcan de erudición humana, sino los que no tienen la iluminación impartida por el Espíritu. Los eruditos humanos

han sido a menudo los más deficientes en la enseñanza espiritual, y han originado la mayor parte de herejías. Comp. 2

Timoteo 2:23, vocablo griego diferente, “sin sabiduría,” lit., “sin educación”. Cuando se estudia la religión como una

ciencia, nada es más abstruso; cuando se estudia para conocer nuestro deber, nada es más fácil. inconstantes—no

establecidos aún en lo que han aprendido; sacudidos por toda dificultad aparente: quienes, con los textos oscuros, en

vez de esperar que Dios por su Espíritu los esclarezca cotejándolos con otros textos de la Escritura, con impaciencia

adoptan ideas torcidas. tuercen—fuerzan y tuercen (propiamente con un desternillador) lo que en sí es derecho, por

ejemplo, 2 Timoteo 2:18: otras Escrituras—Las Epístolas de Pablo, pues, eran reconocidas ya en las Iglesias como

“Escritura”: término que nunca se aplica en ninguno de los cincuenta lugares donde ocurre sino a los escritos

sagrados del Antiguo y del Nuevo Testamentos. Los hombres en cada Iglesia, dotados del discernimiento milagroso de

los espíritus hubieran evitado la aceptación de todo escrito no inspirado a la par con la palabra de Dios en el Antiguo

Testamento; las vidas de los apóstoles fueron prolongadas providencialmente, las de Pablo y de Pedro, al menos hasta

treinta y cuatro años después de la resurrección, la de Juan hasta treinta años más aún, de modo que no puede caber

fraude alguno en el canon. Los tres evangelios y Hechos se incluyen en “las otras Escrituras”, y acaso todos los libros

del Nuevo Testamento, salvo Juan y Apocalipsis, que fueron escritos más tarde. para perdición de sí mismos—no por

falta alguna de Pablo (2:1). 17. vosotros—amonestados por el caso de los “indoctos e inconstantes” (v. 16.)

amonestados—Griego, “sabiendo de antemano” del evento futuro. extraviados—El mismo término, como Pedro

recuerda, usado por Pablo tocante a Bernabé que “fué llevado” con Pedro y otros judíos en la hipocresía de ellos.

abominables—“los anárquicos”, como en el 2:7, caigáis—(de la gracia. Gálatas 5:4; la verdadera fuente de la

“firmeza”, o estabilidad, en contraste con “los inconstantes” (v. 16): “establecidos” (1:12): todos términos afines. Comp.

Judas 20, 21. 18. creced—No sólo no caigáis atrás (v. 17), sino antes creced adelante: la verdadera manera de no volver

atrás. Efesios 4:15, “Creced en él, la Cabeza, Cristo”. gracia … conocimiento … Cristo—“la gracia y conocimiento de

Cristo” [Alford con razón], la gracia de la cual Cristo es Autor. y el conocimiento del cual es el objeto. hasta … la

eternidad—Griego, “hasta el día de la eternidad”: día que no tiene fin; “el día del Señor”, que empieza con la venida

del Señor.

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[PAG. 725] LA PRIMERA EPISTOLA DE JUAN

INTRODUCCION

EL AUTOR—Policarpo, discípulo de Juan (ad Philippenses, cap. 7) cita a 1 Juan 4:3. Eusebio (Historia Eclesiástica, 3.

39) dice de Papias, oyente de Juan y amigo de Policarpo: “Hacía uso de testimonios de la Primera Epístola de Juan”.

Ireneo, según Eusebio (Hist. Ecle. 5. 8), citaba esta Epístola a menudo. Así en su obra Contra las Herejías (3. 15; 5, 8), cita

a Juan por nombre (véase el 2:18, etc.); y en 3. 16, 7, cita el 4:1–3; 5:1, y 2 Juan 7 y 8. Clemente de Alejandría (Stromata,

2. 66, pág. 464) hace referencia al 5:16, como de la mayor Epístola de Juan. Véanse otras citas, Stromata, 3. 32, 42; 4. 102.

Tertuliano (Adversus Marcion, 5. 16) se refiere al 4:1, etc.; Adversus Praxean, cap. 15, a 1 Juan 1:1. Véanse sus demás

citas, cap. 28; y Contra Gnósticos. 12. Cipriano, Epístola 28 (24), cita el 2:3, 4, como de Juan; y De Oratione Domini, 5, cita

el 2:15–17; y De Opere et Elemos, 2 cita el 1:8; y De Bene Patientiae, 2, cita el 2:6. El Fragmento de Muratori dice tocante al

canon, “Hay dos de Juan (el Evangelio y la Epístola ?) tenidos por católicos”, y cita el 1:3. La Versión Siríaca Peschito la

contiene. Orígenes (en Eusebio, 6. 25) habla de la Primera Epístola como genuino, y “probablemente la segunda y la

tercera, aunque no todos reconocen estas dos”: sobre el Evangelio de Juan, tomo 13, vol. 2, cita el 1:5. Dionisio,

discípulo de Orígenes, cita las palabras de esta Epístola por las del evangelista Juan. Eusebio Hist. Ecle., 3. 24, dice que

“la Primera Epístola y el Evangelio de Juan son reconocidos sin cuestión por los actuales así como por los antiguos. Así

también Jerónimo, en Catalogus Ecclesiasticorum Scriptorum. La oposición de Cosmas Indicopleustes, del siglo seis, y la

de Marción, porque nuestra Epístola era contraria a sus opiniones, no tienen peso alguno en contra de tan irresistible

testimonio.

La evidencia interna es igualmente fuerte. Ni el Evangelio ni la Epístola se puede decir que sean una imitación; sin

embargo, los dos, en estilo y modos de pensamiento, son evidentemente de la misma mente. Las notas individuales no son tan numerosas ni obvias como en los escritos de Pablo, como era de esperarse en una epístola general; pero las que hay concuerdan con la posición de Juan. Presupone su apostolado, y acaso alude a su evangelio así como al vínculo afectuoso que lo ligaba cual anciano pastor a sus “hijos” espirituales; y en el 2:18, 19; 4:1–3, alude a los falsos doctores como conocidos por sus lectores; y en el 5:21 los amonesta en contra de los ídolos del mundo que los rodeaba. No es objeción en contra de su autenticidad el que aparezca en ella la doctrina de la Palabra, o la divina Segunda Persona, que existía en la eternidad y en debido tiempo fué hecha carne, en oposición a los docetistas del siglo dos, los que negaban que nuestro Señor viniese en carne, y sostenían que vino sólo en una semejanza externa; porque la misma doctrina aparece en Colosenses 1:15–18; 1 Timoteo 3:16; Hebreos 1:1–3; y los gérmenes del docetismo, no bien desarrollado sino hasta el siglo dos, ya existían en el primero. El presciente Espíritu, por medio de Juan, pone sobre aviso a la Iglesia de antemano en contra de la futura herejía.

LOS DESTINATARIOS.—Agustín, Quaest. Evang., 2.39, dice que esta Epístola fué escrita a los partos. Beda, en un

prólogo de las siete Epístolas Católicas, dice que Atanasio atestigua lo mismo. Por Partos se puede significar a los cristianos que vivían más allá del Eufrates en el territorio de los partos, fuera del Imperio Romano, y “la Iglesia de Bobilonia electa junto con” las iglesias de la región efesia, región a la cual Pedro dirigió sus Epístolas. Como Pedro se dirigió al rebaño que Juan posteriormente pastoreó (en donde Pablo había antes administrado), así Juan, íntimo compañero de Pedro desde la ascensión, se dirige al rebaño entre el que Pedro estaba cuando él escribió. Así “la electa señora” corresponde a “la coelecta Iglesia.” Véase confirmación adicional de esta opinión en Introducción a 2a. Juan. No es necesariamente una objeción a este parecer el que Juan nunca, que se sepa, sirvió personalmente en el territorio parto. Pues ni tampoco Pedro administró personalmente a las iglesias de Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, no obstante dirigióles sus epístolas. Además, en la larga vida de Juan, no podemos decir dogmáticamente que Juan no visitara a los cristianos partos, después de dejar Pedro de servirles, por razón de la ausencia de testimonio existente a tal efecto. Esta opinión es tan probable como la de Alford, etc., de que en la referencia de Agustín “a los partos,” debe alterarse por enmendación conjectural; y de que esta epístola va dirigida a las iglesias de Efeso y sus alrededores, en base al tono paternal de las palabras afectuosas de ella, de lo que se infiere su ministerio personal entre sus lectores. Pero su posición, como probablemente el único apóstol sobreviviente, concuerda muy bien con el afectuoso consejo paternal que dirige, en una epístola general, a un número [PAG. 726] de iglesias que él no había servido particularmente y en persona, en virtud de su dirección apostólica general de todas las iglesias.

FECHA Y LUGAR DE REDACCION.—Esta epístola parece haber sido escrita subsecuentemente a su evangelio,

pues presume que los lectores tenían un conocimiento de los hechos del evangelio y de los discursos del Señor, y también del aspecto especial de la Palabra encarnada, como Dios manifestado en la carne, expuesto más plenamente en

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su evangelio. El tono de sus palabras, como de un padre que habla a sus “hijitos,” (frase usada repetidas veces) concuerda con la idea de que esta epístola fué escrita en la ancianidad de Juan, acaso alrededor del año 90. En el 2:18,

“es la última hora,” probablemente no se refiere a evento particular alguno, como la destrucción de Jerusalén, que ya

hacía muchos años que había acaecido, sino que se refiere a la proximidad de la venida del Señor, comprobada por su

surgimiento de los doctores anticristianos, la señal de los últimos tiempos. Era el propósito del Espíritu el de tener a la

Iglesia siempre a la expectativa de la venida de Cristo y dispuesta para ella en todo momento. Toda la edad cristiana

es el último tiempo en el sentido de que no habrá otra dispensación antes de que él venga. Comp. “estos últimos días,”

Heb. 1:2. Se puede conjeturar que Efeso fuese el lugar de su redacción. La alusión controversial a los gérmenes de la

herejía gnóstica, concuerda con la idea de que el Asia Menor sería el lugar, y la última parte de la edad apostólica, la

fecha, de la escritura de esta epístola.

EL CONTENIDO.—El tema principal del todo es la comunián con el Padre y con el Hijo (1.3). Se pueden observar

dos divisiones: (1.) 1:5–2:28: el tema de esta porción se indica en seguida. “Dios es luz, y en él no hay ningunas tinieblas;” por consiguiente, a fin de tener comunión con él, debemos caminar en la luz; relacionados con lo cual están la confesión del pecado y el subsecuente perdón por la propiciación e intercesión de Cristo, sin cuyo perdon no puede haber ni luz ni comunión con Dios: otro paso en este camino de la luz es el cumplimiento positivo de los mandamientos de Dios, la suma de los cuales es el amor, en contraste con el odio, el punto culminante de la desobediencia de la palabra de Dios: negativamente, los exhorta según los varios grados de su desarrollo espiritual, niños, padres, jóvenes, en consonancía con sus privilegios, como perdonados, conocedores del Padre, y vencedores del maligno, no amantes del mundo, lo cual es incompatible con la inmanencia del amor del Padre; y los exhorta a guardarse de los doctores anticristianos ya existentes en el mundo, los que no son de la Iglesia, sino del mundo, contra los cuales la verdadera defensa está en que sus lectores creyentes, ya ungidos de Dios, siguiesen permaneciendo en el Hijo y en el Padre. (2.) La segunda división (2:29–5:5) discute el tema que sirve de apertura: “El es justo;” consecuentemente (como en la primer división), “todo aquel que hace justicia es nacido de él.” El ser nosotros hijos envuelve nuestra propia purificación, así como esperamos ver al Señor y ser hechos como él cuando aparezca; en esta segunda división, como en la primera, se presenta tanto un lado positivo como uno negativo de “hacer justicia como él es justo,” que envuelve un contraste entre los hijos de Dios y los hijos del diablo. El odio caracteriza a éstos; el amor, a aquéllos: este amor da la seguridad de la aceptación por Dios de nosotros y de nuestras oraciones, acompañadas como están (3:23) de la obediencia a su gran mandamiento, de “creer en Jesús, y de amarse los unos a los otros:” La señal (3:24) de que mora en nosotros y confirma nuestros corazones, es el Espíritu que nos ha dado. En contraste con esto (como es la primera división) advierte en contra de los espíritus falsos, cuyos rasgos son: la negación de Cristo, y el amor al mundo. El estado de hijo, o nacimiento divino, se describe luego más plenamente: su característica esencial es el libre, no servil, amor a Dios, porque Dios nos amó primero, y dió a su Hijo para que muriera por nosotros; y el consiguiente amor a los hermanos, basado en el hecho de ser ellos, como nosotros, hijos de Dios, y así la victoria sobre el mundo: ganada ésta sólo por el que cree en Jesús como el Hijo de Dios. (3) La conclusión establece esta última verdad céntrica, sobre la que descansa nuestra comunión con Dios, a saber, el haber venido Cristo por el agua del bautismo, por la sangre de la propiciación, y el testimonio del Espíritu, que es la verdad. Como al principio de la epístola, hace descansar esta verdad cardinal en el testimonio apostólico del ojo, del oído y del tacto, así ahora a la terminación, la confirma sobre el testimonio de Dios, que es aceptado por el creyente, en contraste con el incrédulo, quien hace mentiroso a Dios. Luego sigue la declaración final de la razón acerca de por qué les escribió (5:13; comp. 1:4, que le corresponde), a saber, para que los creyentes en Cristo el Hijo de Dios sepan que tienen (ya, ahora mismo) la vida eterna (fuente de todo “gozo,”

1:4; comp. asimismo su objeto en escribir el Evangelio, Juan 20:31), y así tengan confianza respecto a sus oraciones (que

corresponde al 3:22 de la segunda parte): por ejemplo, la intercesión de ellos por el hermano que peca (a menos que

sea pecado de muerte). Termina con un breve resumen de la instrucción [PAG. 727] de la epístola, la alta dignidad, la

santidad y la seguridad del mal de los hijos de Dios, en contraste con el mundo pecaminoso, y una amonestación

contra la idolatría literal y espiritual: “Guardaos de los ídolos.”

Aunque la epístola no es directamente polémica, la ocasión que sugirió su redacción, probablemente fué la

aparición de doctores anticristianos; y por cuanto él conocía el carácter espiritual de las varias clases de los

destinatarios, niños, jóvenes, padres, siente la necesidad de escribirles para confirmarlos en la fe y en la dichosa

comunión con el Padre y con el Hijo, así como para asegurarles la realidad de las cosas por ellos creídas, para que

gocen de los plenos privilegios de creyentes.

EL ESTILO.—Su peculiaridad es su amor al aforismo y a la repetición. Su tendencia de repetir sus propias frases

se debe en parte al afectuoso carácter exhortatorio de la epístola; en parte, también, a su forma hebraica, que abunda

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en proposiciones paralelas, distinta del estilo griego y más lógico de Pablo; también a su extrema simplicidad de espíritu, que emocionado por su solo gran tema, lo repite, lo explaya, con deleite y con entusiasmo. Además, como

Alford dice bien, la apariencia de la uniformidad se produce a menudo por la falta de una exégesis lo bastante

profunda para descubrir la verdadera diferencia en los pasajes que parecen expresar la misma cosa. Contemplativo,

más bien que argumentativo, se detiene más con lo general que con lo particular, sobre la vida cristiana interior antes

que sobre la exterior. Invoca repetidas veces ciertas verdades fundamentales, ya dilatándolas y aplicándolas, ya

repitiéndolas de nuevo en su simplicidad condensada. El desarrollo de los pensamientos no sigue a pasos sucesivos,

como en el estilo lógico de Pablo, sino más bien giran en un círculo trazado en derredor de un penamiento céntrico

que reitera, para volver sobre él siempre, contemplándolo, ya en su aspecto positivo, o ya en su negativo. Muchos

términos que en el evangelio se ponen en boca del Señor, en la epístola aparecen como expresiones favoritas de Juan,

naturalmente adoptadas del Señor. Por ejemplo, los términos contrastados, “carne” y “espíritu,” “luz” y “tinieblas,”

“vida,” y “muerte,” “permaneced con él:” la “comunión con el Padre y con el Hijo, y de los unos con los otros,” es una

frase favorita también, no hallada en los Evangelios, pero sí en Los Hechos y en las Epístolas de Pablo. En Juan

aparece la unión armoniosa de los opuestos, que lo hace apto para sus nobles funciones en el reino de Dios: el reposo

contemplativo de carácter, y al mismo tiempo el ardiente celo, combinados con un amor que consume: menos

adaptado para el servicio activo exterior, tal como el de Pablo, que para el servicio espiritual. Expone las verdades

cristianas, no como dogmas abstractos, sino como realidades vivientes, personalmente gozadas en la comunión con

Dios en Cristo, así como con los hermanos. Sencillos, y al mismo tiempo profundos, sus escritos están en consonancia

con su espíritu, sin la retórica y la dialéctica, suaves, consoladores, y amorosos: que reflejan el Espíritu de aquel sobre

cuyo pecho se reclinó en la última cena, y cuyo discípulo amado fué él. Ewald en Alford, hablando de la calma

apacible y celestial que caracteriza esta epístola, dice: “Parece ser el tono, no tanto de un padre que habla con sus

queridos hijos, como el de un glorificado santo que desde un mundo superior se dirige a la humanidad. Nunca en

escrito alguno se aprobó la doctrina del divino amor—amor que obra en silencio, siempre incansable, nunca

agotado—tan perfectamente como en esta Epístola.”

LA POSICION DE JUAN EN EL DESARROLLO DE LA IGLESIA.—Como Pedro lo fundó, y Pablo lo propagó, así

Juan es quien completó el edificio espiritual. Como el Antiguo Testamento pone en prominencia el temor de Dios, así Juan, el último de los escritores del Nuevo Testamento, da la prominencia al amor de Dios. Sin embargo, como el Antiguo Testamento no se limita del todo a la presentación del temor de Dios, sino que también expone su amor, así Juan, como representante del Nuevo Testamento, si bien respira continuamente el espíritu de amor, no deja de proferir las advertencias más claras y horrendas contra el pecado, de acuerdo con su carácter original de Boanerges, “hijo del trueno.” Su madre era Salomé, madre de los hijos de Zebedeo, probablemente la hermana de la madre de Jesús (comp. Juan 19:25, “hermana de su madre,” con Mat. 27:56; Mar. 15:40), de modo que era primo hermano de nuestro Señor; de su madre, bajo la influencia de Dios, pudo haber recibido sus primeras impresiones serias. Esperando como ella esperaba, el reino mesiánico de gloria, como aparece en su petición (Mateo 20:20–23), sin duda había tratado de inspirar en la mente joven y ardiente de su hijo la misma esperanza. Neandro distingue tres tendencias principales en el desarrollo de la doctrina cristiana: la paulina, la jacobina (entre las que la petrina forma un eslabón intermedio), y la juanina. Juan, en común con Jacobo, estaba menos dispuesto al molde intelectual y dialéctico de pensamiento que distingue a Pablo. El no había llegado a la fe y a la paz por medio de un conflicto severo como el apóstol de los gentiles: sino que, como Jacobo, había alcanzado su individualidad cristiana por un desarrollo tranquilo: Jacobo, [PAG. 728] con todo, había pasado al través de una amoldadura previa en el judaísmo, la cual, bajo el Espíritu, lo llevó a presentar la verdad cristiana en conexión con la ley, hasta donde ésta, en su espíritu, mas no en la letra, es permanente, y no abolida, sino establecida bajo el evangelio. Pero Juan, desde el principio, había sacado todo su desarrollo espiritual de la contemplación personal de Cristo, el hombre modelo, y de su trato con él. Por tanto en sus escritos, todo gira sobre un sencillo contraste: la vida divina en comunión con Cristo: la muerte en la separación de él, como aparece en sus frases características: “vida, luz, verdad; muerte, tinieblas, mentira.” “Como Jacobo y Pedro marcan la transición desde el judaísmo espiritualizado al desarrollo independiente del cristianismo, y como Pablo representa el desenvolvimiento independiente del cristianismo en oposición al punto de vista judaico, así el elemento contemplativo de Juan concilla las dos cosas, y forma el punto culminante de la enseñanza de la Iglesia apostólica.” *Neander.]

CAPITULO 1

LA AUTORIDAD DEL ESCRITOR COMO TESTIGO OCULAR DE LOS HECHOS EVANGELICOS, HABIENDO

VISTO, OIDO Y TOCADO A AQUEL QUE FUE DESDE EL PRINCIPIO: SU FINALIDAD EN ESCRIBIR: SU

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MENSAJE SI QUEREMOS TENER COMUNION CON EL. DEBEMOS ANDAR EN LA LUZ, COMO EL ES LUZ. 1. En vez de un encabezamiento formal, Juan adopta una forma más bien virtual (1:4). Con descos de gozo para el lector, era

la costumbre antigua de comenzar una carta. La proposición empezada en el v. 1, e interrumpida por la parentética

del v. 2, se resume de nuevo en el v. 3 con la repetición de algunas de las palabras del v. 1. lo que era—no “lo que

empezó a ser, sino lo que esencialmente era (Griego een, no egeneto) antes de ser manifestado (v. 2); corresponde a “aquél

que es desde el principio” (2:13); así en el Evangelio de Juan (1:1), “En el principio era el Verbo.” Proverbios 8:23,

“Eternalmente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra.” nuestros—de los apóstoles. oído … visto …

mirado … palpado—Una serie ascendente de graduación. El ver es una prueba más convincente que el oír, o rumor;

palpar aun más que el ver. “Hemos oído < hemos visto” (en pretérito perfecto), como posesión permanente que

tenemos; pero “hemos mirado”, como “palparon,” (no es el pret. perf. como cosa permanente, sino el aoristo) mientras

Cristo el Verbo encarnado estaba aún con nosotros “Miramos,” a saber, su gloria revelada en la transfiguración y en

sus milagros; y su pasión y muerte en un cuerpo real de carne y sangre. “Contemplamos” fijamente, como un

espectáculo maravilloso (así el griego). palparon nuestras manos—Tomás y los otros apóstoles en distintas ocasiones

después de la resurrección. Juan mismo se había reclinado sobre el pecho de Jesús en la última cena. Contrástese a los

paganos más sabios que tantean (el mismo griego como aquí: tanteando con las manos) si acaso hallen a Dios (Hechos

17:27). Esto prueba, contra los socinianos, que está hablando aquí del personal Verbo encarnado, no de la enseñanza de

Cristo desde el principio de su vida oficial. tocante—complemento de “hemos oído.” “Oír” es el verbo que más se

aplica al propósito de la Epístola, a saber, la verdad que Juan había oído tocante a la Palabra (Verbo) de vida, (Cristo), el

Verbo que es la vida. “Oído,” eso es de Cristo mismo, con todas sus enseñanzas acerca de él mismo. Por tanto pone

“tocante” con “el Verbo de la vida,” que es inaplicable a los otros verbos; además, es sólo sobre el verbo “oír” que

vuelve en el 1:5 abajo. 2. la vida—Jesús, el Verbo de la Vida. fué manifestada—quien anteriormente había estado “con

el Padre.” aquella vida eterna—Griego, “la vida eterna.” Como la Epístola empieza, así termina, con “la vida eterna”,

la que hemos de gozar para siempre con aquel y en aquel que es “la vida eterna.” la cual—la antes mencionada (1:1),

que estaba con el Padre “desde el principio” (comp. Juan 1:1). Esto prueba la distinción entre la Primera y Segunda

Personas de la Divinidad. 3. lo que … oído—Resumiendo desde el v. 1, donde la proposición fué interrumpida por el

paréntesis del v. 2, y quedó sin terminar. os anunciamos—Los manuscritos más antiguos: “a vosotros también”, que

no le visteis ni oísteis. para … que tengáis—Vosotros que no habéis visto, tengáis la comunión que gozamos nosotros

los que hemos visto: lo que es dicha comunión sigue explicando, “Nuestra comunión es con el Padre y con el Hijo.” La

fe realiza lo que no hemos visto, como virtualmente visible; sólo cuando por la fe hayamos visto nosotros también,

hemos de conocer toda la excelencia del verdadero Salomón. El mismo es nuestro; él en nosotros, y nosotros en él.

Somos “participantes de la naturaleza divina.” Conocemos a Dios sólo teniendo comunión con él; puede ser así

conocido, pero no comprendido. La repetición de la preposición “con” ante “el Hijo”, distingue las personas, mientras que

la comunión, o participación, con el Padre así como con el Hijo denota su unidad. No se añade “y con el Espíritu Santo;”

porque es por el Espíritu Santo o el Espíritu del Padre y del Hijo en nosotros, que se nos hace aptos para tener

comunión con el Padre y con el Hijo (comp. 3:24). Los creyentes gozan de la comunión del Espíritu Santo, pero no con el

Espíritu Santo. “Por medio de Cristo Dios cierra la sima que le separaba de la raza humana, y se les imparte a ellos en

la comunión de la vida divina.” [Neandro]. 4. estas cosas—toda esta Epístola. os escribimos—Algunos manuscritos

más antiguos omiten “os”, y hacen hincapie en “nosotros”. Así la antítesis está entre “nosotros” (apóstoles y testigos

oculares) y “vuestro.” Nosotros escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. Otros empero rezan “nuestro,” y no

“vuestro” a saber que nuestro gozo sea cumplido, trayéndoos a vosotros también a esta comunión con el Padre y con

el Hijo. Comp. Juan 4:36; Filipenses 2:2, “Cumplid mi gozo;” 2:16; 4:1; 2 Juan 8. Es posible que “vuestro” sea [PAG. 729]

una corrección de copistas, para armonizar este texto con Juan 15:11; 16:24; sin embargo, como Juan repite a menudo

sus frases favoritas, puede ser que lo haga aquí y que “vuestro” sea lo que él dijo. Así 2 Juan 12 tiene “vuestro gozo”

en los manuscritos más antiguos. La autoridad de los manuscritos y versiones en ambos sentidos es casi igual. Cristo

mismo es la fuente, el objeto y el centro del gozo de su pueblo (1:3); es en la comunión con él que tenemos gozo, el fruto

de la fe. 5. Aquí empieza la primera división de la Epístola (comp. Introducción). anunciamos—No es el mismo griego

como en 1:2, 3; significa, “anunciamos a nuestra vez:” como el Hijo anunció el mensaje que oímos de parte del Padre,

como apóstol de él, así los apóstoles de Cristo anuncian a su vez lo que han oído del Hijo. Juan en ninguna parte usa

la palabra “evangelio;” pero sí el testigo, testimonio, la palabra, la verdad, y aquí el mensaje. Dios es luz—Lo que la luz es

en el mundo natural, Dios, fuente también de la luz material, lo es en el mundo espiritual, la fuente de sabiduría, de

pureza, de hermosura, de gozo y de gloria. Toda la vida y el crecimiento materiales dependen de la luz, así toda la

vida y crecimiento espirituales dependen de Dios. Como Dios aquí, así Cristo en el 2:8, se llama “la luz verdadera.”

ningunas tinieblas—Negación fuerte: no hay tinieblas algunas, nada de tinieblas: ni ignorancia, ni error, ni falta de

veracidad, pecado ni muerte. Juan oyó estas cosas de parte de Cristo, no sólo en palabras expresas, sino también en

hechos reveladores; es decir, toda su manifestación en la carne, como “el fulgor de la gloria del Padre.” Cristo mismo

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fué la encarnación del “mensaje”, que representa plenamente en todos sus dichos, hechos y padecimientos, a aquel que es la Luz. 6. dijéremos—si profesamos. tenemos comunión—la esencia de la vida eterna. andamos—en acciones

íntimas y exteriores, dondequiera que nos dirijamos. [Bengel.] en tinieblas—Griego, “en la oscuridad;” en oposición a

la “luz” (comp. 2:8, 11). mentimos—(2:4.) no hacemos—en la práctica, en todo cuanto hablamos. la verdad—(Efesios

4:21; Juan 3:21.) 7. Comp. Efesios 5:8, 11–14, “Andamos;” “Dios está (esencialmente en su misma naturaleza como “la

Luz,” 1:5) en la luz.” Caminar en la luz, el elemento en que Dios mismo está, constituye la prueba de la comunión con

él. Cristo, como nosotros, anduvo en la luz (2:6). Alford observa que, andar en la luz como él está en la luz, no es

meramente la imitación de Dios, sino una identidad del elemento esencial de nuestro andar diario con el elemento

esencial del eterno ser de Dios. tenemos comunión entre nosotros—los unos con los otros, y por supuesto, con Dios

(sobreentendido del v. 6), porque sin tener comunión con Dios, no puede haber verdadera comunión cristiana de los

unos con los otros (1:3) Y—como resultado de andar “en la luz como él está en la luz.” la sangre … todo pecado—

contraído diariamente por la debilidad pecaminosa de la carne, y por el poder de Satanás y del mundo. No está

hablando de la justificación por su sangre hecha una vez por todas, sino de la santificación presente (verbo en presente),

la que el cristiano andando en la luz y teniendo comunión con Dios y con los santos, goza como su privilegio. Comp. Juan

13:10, Griego, “El que está bañado, no necesita lavarse sino los pies, pues que está del todo limpio.” Comp. 1:9, “nos limpie

de toda maldad,” paso adicional después que “nos perdone nuestros pecados.” La sangre de Cristo es el medio de

purificación, por el cual, gradualmente, estando ya justificados y en comunión con Dios, llegamos a ser limpios de los

pecados que estorbarían nuestra comunión con Dios. Algunos manuscritos antiguos dicen “de Jesucristo;” otros, “de

Jesús.” 8. La confesión de los pecados es una consecuencia necesaria del “andar en la luz” (1:7). “Si te confiesas como

pecador, la verdad está en ti; porque la verdad misma es luz. Aun no ha llegado tu vida a ser perfectamente luz, pues

aún hay pecados en ti, pero con todo ya comenzaste a ser iluminado, porque hay en ti confesión de pecados.”

[Agustín.] que no tenemos pecado—“Tenemos,” no “hemos tenido,” no debe referirse a la pasada vida pecaminosa de

uno aún inconverso, sino a la condición presente, en la que los creyentes tienen pecado todavía. Nótese, “tenemos

pecado” (en el singular; pero confesamos nuestros pecados”, en el plural). El pecado se refiere a la corrupción del viejo

hombre aún presente en nosotros, y la mancha creada por los mismos pecados actuales que manan de aquella antigua

naturaleza en nosotros. Confesar nuestra necesidad de limpieza del pecado presente es esencial para poder “andar en la

luz;” tanto es la presencia de algún pecado incompatible, en la realidad, con nuestro “andar en la luz.” Pero el creyente

odia el pecado, lo confiesa, y anhela ser librado de todo pecado, que es oscuridad. “Los que defienden sus pecados,

verán en el día grande si los pueden defender.” nos engañamos—No podemos engañar a Dios; sólo nos hacemos a

nosotros mismos errar de la senda recta. la verdad—(2:4.) La verdadera fe. “La verdad respecto a la santidad de Dios

y a nuestra pecaminosidad, que es la misma chispa primera de la luz para nosotros, no tiene cabida en nosotros.”

[Alford.] 9. si confesamos—con los labios, hablando de un corazón contrito; abarca también la confesión a nuestros

prójimos de las ofensas cometidas contra ellos. él es fiel—Dios es fiel a sus promesas; es “veraz” en sus dichos.

justo—No solamente la misericordia, sino también la justicia de Dios está expuesta en la redención del arrepentido

creyente en Cristo. Las promesas del Dios de misericordia, a las que es fiel, están en consonancia con su justicia. para

que—El perdonarnos nuestros pecados y el limpiarnos de toda maldad está en el cumplimiento de los propósitos de su

eterna fidelidad y justicia. perdone—remitiendo la culpa. limpie—purificar de toda inmundicia, de modo que de aquí

en adelante seamos más y más libres de la presencia del pecado por el Espíritu de santificación (comp. Hebreos 9:14, y

Nota, 1:7. toda maldad—Griego, “injusticia;” ofensiva a Dios, quien es “justo,” y “recto.” “De todo pecado” en el 7, así

llamado porque “el pecado es la transgresión de la ley,” y la ley es la expresión de la justicia de Dios, de modo que el

pecado es la injusticia. 10. Paralelo con el v. 8. no hemos pecado—Se refiere a la comisión de pecados reales, aun

después de la regeneración y la conversión; mientras que el v. 8, “no tenemos pecado,” significa la culpa actual que

queda (hasta ser limpiada) de los pecados cometidos por el creyente y el pecado de [PAG. 730] nuestra vieja

naturaleza corrupta que aun se adhiere a nosotros. El pretérito perfecto, “hemos pecado”, trae hasta el presente la

comisión de pecados, no sólo los pecados cometidos antes de la conversión, sino también después. lo hacemos a él

mentiroso—Una gradación: “mentimos” (1:6); “nos engañamos” (1:8); lo peor de todo, “hacemos mentiroso a Dios;”

con negar su palabra al efecto, de que todos los hombres son pecadores (comp. 5:10).—su palabra no está en

nosotros—“Su palabra”, que es la verdad (v. 8), nos acusa verdaderamente; con negarla la arrojamos del corazón

(comp. Juan 5:38). Nuestro rechazamiento de “su palabra” tocante a ser nosotros pecadores, presupone como la

consecuencia, nuestro rechazamiento de su palabra y voluntad reveladas en la ley y en el evangelio como un todo;

porque éstas en todas sus partes descansan sobre el hecho de que hemos pecado y que tenemos pecado.

CAPITULO 2

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LA INTERCESION DE CRISTO ES NUESTRO ANTIDOTO CONTRA EL PECADO MIENTRAS CAMINAMOS EN LA LUZ: PUES PARA CONOCER A DIOS DEBEMOS GUARDAR SUS MANDAMIENTOS Y AMAR A LOS

HERMANOS, Y NO AMAR AL MUNDO, NI HACER CASO DE LOS ANTICRISTOS, DE LOS CUALES NUESTRA

SEGURIDAD ES POR MEDIO DE LA UNCION INTERIOR DE DIOS PARA QUE PERMANEZCAMOS EN DIOS: DE

MODO QUE A LA VENIDA DE CRISTO NO TENGAMOS VERGUENZA. 1. (5:18.) hijitos míos—El diminutivo

expresa el tierno afecto de un pastor anciano y padre espiritual. Mis propios hijos queridos, es decir, hijos e hijas (Nota,

2:12). estas cosas—(1:6–10.) Mi propósito en escribir lo que acabo de escribir no es para que abuséis de ellas como si

dieran licencia para pecar, sino, al contrario, “para que no pequéis” en absoluto (el aoristo griego, denota la ausencia

no sólo del hábito, sino también de actos individuales de pecado [Alford.]) A fin de “andar en la luz” (1:5, 7), el primer

paso es la confesión del pecado (1:9); el segundo (2:1), el deber de abandonar todo pecado. El propósito divino tiene por fin,

tanto evitar la comisión del pecado, como destruir el pecado. [Bengel.] y—Ilativo; Además, “si alguno peca (aoristo del

subjuntivo: si cae en algún pecado; no “si practica el pecado.”), mientras que lo aborrece y lo condena, no tema de acudir

en seguida a Dios, el Juez, para confesarlo, porque “abogado tenemos para con él.” Está hablando de los pecados

ocasionales del creyente, de debilidad a causa del engaño y malicia de Satanás. El uso de “nosotros” en esta posición

denota que todos estamos expuestos al peligro de pecar, aunque no necesariamente constreñidos a pecar. abogado

tenemos—La intercesión es la bendición de la familia de Dios; concede otras bendiciones a buenos y a malos, pero la

justificación, la santificación, la continua intercesión y la paz, las da solamente a sus hijos. abogado—Griego,

“paracleto,” el mismo vocablo aplicado al Espíritu Santo, como el otro “Consolador;” lo que demuestra la unidad de

la Segunda y Tercera Personas de la Trinidad. Cristo es nuestro Intercesor en el cielo; y en su ausencia, acá en la tierra

el Espíritu Santo es el otro Intercesor en nosotros. La intercesión de Cristo es inseparable de la consolación y la obra del

Espíritu Santo en nosotros, como el espíritu de la oración intercesora. el justo—Como nuestro “abogado,” Cristo no es

sólo quien demanda por nosotros, solicita en base a la justicia, tanto como en base a la misericordia. Aunque no puede

decir nada bueno acerca de nosotros, puede decir mucho a nuestro favor. Es la justicia de él, o su obediencia a la ley, y su

sufrimiento de la plena culpa por nosotros, la base por la cual demanda nuestra exoneración. El sentido es pues, “en

que él es justo,” en contraste con nuestro pecado (“si alguno peca”). El Padre, al levantarlo de los muertos y colocarlo a

su diestra, ha aceptado una vez por todas la reclamación de Cristo a nuestro favor. Por tanto las acusaciones del

diablo contra los hijos de Dios son vanas. “La justicia de Cristo está de nuestra parte; porque la justicia de Dios es, en

Cristo, nuestra.” (Lutero.) 2. Y él—Griego, “Y él mismo”. El es nuestro Abogado del todo apoderado, porque él él

mismo, es “la propiciación”; en lo abstracto, como en 1 Corintios 1:30: él es para nosotros todo lo que se necesita para la

propiciación “en pro de nuestros pecados:” el sacrificio expiatorio, proveído por el Padre de amor, que quita la enemistad

y aplaca la justa ira, de parte de Dios, en contra del pecador. “No hay ninguna incongruidad en el hecho de que un

padre se ofenda con aquel hijo a quien ama, tampoco en que ofendido con él, al mismo tiempo lo ame”. [El Obispo

Pearson.] El único otro lugar donde ocurre el término griego “propiciación,” en el Nuevo Testamento es en el 4:10;

corresponde en la Versión de los Setenta al hebreo caphar, efectuar la propiciación o reconciliación con Dios; y en Ezequiel

44:29, a la ofrenda por el pecado. En Romanos 3:25, griego, “el propiciatorio” es el “asiento de la misericordia”, o sea, la

tapa del arca, donde Dios, representado por la gloria (Shekinah) sobre ella, se reunía con el pueblo, representado por el

sumo sacerdote, que rociaba sobre él la sangre del sacrificio. nuestros—de los creyentes: no judíos, en contraste con

gentiles, porque no está escribiendo a judíos (5:21). de todo el mundo—la intercesión de Cristo se limita a los creyentes

(v. 1; 1:7): su propiciación alcanza hasta donde alcance el pecado: Nota, 2 Pedro 2:1, “Negando al Señor que los rescató”.

“Todo el mundo” no puede restringirse a la porción creyente del mundo (comp. 4:14; y “todo el mundo”, 5:19). “Tú

también, eres parte del mundo, de modo que tu corazón no puede engañarse pensando que el Señor murió por Pedro

y por Pablo, pero no por mí.” [Lutero.] 3. en esto sabemos—“En esto, y sólo en esto, sabemos (presente) que tenemos

recibido conocimiento (pretérito perfecto, una vez por todas obtenido y que continúa) de él (vv. 4, 13, 14). Señales con

que discernir la gracia se dan muchas veces en esta Epístola. Se refuta por las advertencias prescientes del Espíritu a

los gnósticos, los que se jactaban de su conocimiento, pero hacían a un lado la obediencia. le hemos conocido—como “el

justo” (vv. 1, 29); y como nuestro “Abogado”, o Intercesor. guardamos—palabra predilecta de Juan: en vez de hacer,

lit., vigilar, guardar, tener seguro, como una cosa preciosa: observar para guardar. Así Cristo mismo. Quiere decir, no la

perfecta conformidad, sino [PAG. 731] la aceptación sincera de toda la revelada voluntad de Dios, y la sujeción

gustosa a ella. mandamientos—órdenes expresas de fe, amor y obediencia. Juan nunca usa “la ley” para expresar la

regla de la obediencia cristiana: la hace referir a la ley mosaica. 4. le he conocido—Griego, “he recibido y guardo

conocimiento (pretérito perfecto) de él. Comp. con éste el 1:8. 5. No da la mera repetición de la proposición del v. 3; ni

la aseveración de la alternativa opuesta del v. 4, sino la ampliación de la idea de “conocerle” (del v. 3), hasta decir: “en

él (enfático en el griego: no un asunto de vanagloria) está hecha perfecta la caridad de Dios (el amor para con Dios)” y

“estamos en él.” Amor aquí corresponde a conocimiento en el v. 3. En la medida en que amamos, en la misma medida le

conocemos y viceversa, hasta que nuestro amor y conocimiento alcancen su plena madurez de perfección. su palabra—Su

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palabra es una (Nota 1:5), y comprende sus “mandamientos”, que son muchos. por esto—en nuestro progreso hacia este ideal de perfecto amor y obediencia. Hay una gradación: “conocerle” (2:3); “estar en él” (2:5); “permanecer en él” (2:6);

respectivamente, conocimiento, comunión, permanencia constante. [Bengel.] 6. está—Griego, “permanece,” que denota una

condición duradera, sin interrupción, y sin fin. el que dice … debe—de modo que sus hechos sean consecuentes con

sus palabras. como aquél—Los creyentes sabrán quién, tan lleno de él está su corazón (Juan 20:15). “Así como él

anduvo” cuando estuvo en la tierra, especialmente con respecto al amor. Juan se deleita en referirse a Cristo como al

hombre modelo, con las palabras, “así como él”. “No es su caminar sobre la mar, sino su caminar ordinario, el que se

nos manda imitar.” [Lutero.] 7. hermanos—Los manuscritos y versiones más antiguos dicen, “Amados,” apropiado al

tema, el amor. no … mandamiento nuevo—a saber, el amor, el principio básico de caminar como Cristo anduvo (2:6), y

aquel mandamiento, del cual nos da luego una ejemplificación (2:9, 10), el amor a los hermanos. desde el principio—

desde el tiempo cuando primero oyeron la predicación del evangelio. 8. un mandamiento nuevo—era antiguo por

cuanto los cristianos mismos lo habían oído desde el principio; pero “nuevo” (kaine, no nea, reciente; nuevo y diferente

del antiguo precepto legalista), en que fué primero promulgado con el cristianismo; aunque en el íntimo espíritu de la

ley estaba el amor aun a los enemigos, con todo estaba envuelto en los preceptos amargos que lo hicieron por algún

tiempo casi irreconocible, hasta que vino el evangelio. El cristianismo fue el primero en poner el amor a los hermanos en

el motivo nuevo y más alto, el amor instintivo a aquel que nos amó primero, que nos constriñe a amar a todos, aun a

los enemigos, andando así en las pisadas del que nos amó cuando éramos enemigos. Por tanto, Jesús lo llama “nuevo”

(Juan 13:34, 35), “Amaos los unos a los otros, como yo os he amado” (el motivo nuevo; Juan 15:12.) que es verdadero en

él y en vosotros—En Cristo todas las cosas son siempre verdad, y así lo fueron desde el principio; pero en Cristo y

nosotros conjuntamente el mandamiento (de amor hacia los hermanos) es pues verdadero cuando reconocemos la verdad

que está en él y tenemos la misma floreciente en nosotros.” [Bengel.] Alford explica, “Lo que (el griego: el hecho que el

mandamiento es nuevo) es verdadero en él y en nosotros, porque las tinieblas pasan y la luz verdadera alumbra; es decir,

el mandamiento es uno nuevo, y esto es verdad tanto en el caso de Cristo como en el caso de vosotros: porque en

vosotros las tinieblas están pasando, y en él la verdadera luz alumbra; por tanto, por ambas razones, el mandamiento es

uno nuevo: nuevo respecto de vosotros, porque acabáis de llegar de las tinieblas hasta la luz; nuevo respecto de él,

porque él lo proclamó cuando entró en el mundo para alumbrar a todo hombre y dió comienzo a ese fulgor que

continúa aún ahora.” Yo prefiero explicar, con Bengel, que el nuevo mandamiento encuentra su veracidad, o

comprobación, en su realización práctica en el caminar de los cristianos en unión con Cristo. Comp. el uso de

“verdaderamente”, en el v. 5; Juan 4:42; 6:55. La repetición de “en”, “en él y en vosotros,” y no “en él y vosotros,”

denota que este mandamiento del amor encuentra su realización individualmente: primero “en él,” y luego “en

nosotros,” conforme nosotros ahora “también andamos como él anduvo;” y con todo encuentra su realización

conjuntamente, por estar ambos unidos en una oración gramatical, así como es por la virtud de haber sido cumplido

primero en él el mandamiento de amor que se cumple también en nosotros, por el Espíritu de él en nosotros: comp. un

caso similar, Juan 20:17, “mi Padre y vuestro Padre”: por virtud de ser él mi Padre es también “vuestro Padre.”

tinieblas son pasadas—Griego, “pasan,” como en el v. 17; o “están pasando.” No estarán del todo pasadas hasta que

“el Sol de la justicia” salga visiblemente: “la luz ya alumbra”, si bien parcialmente, hasta que el día esclarezca. 9–11. No

hay término medio entre luz y tinieblas, amor y odio, vida y muerte, Dios y el mundo; dondequiera que haya vida

espiritual, por débil que sea, allí no reinan ya las tinieblas ni la muerte; allí el amor desaloja al odio; y Lucas 9:50 tiene

constancia: donde no hay la vida, prevalecen la muerte, las tinieblas, la carne, el mundo, el odio, por cuanto más estén

barnizados y disimulados a la observación del hombre; también Lucas 11:23. “Donde no hay amor, allí hay odio;

porque el corazón no puede estar vacío.” [Bengel.] en luz—como su propio elemento. a su hermano—su prójimo, y

especialmente los de la hermandad cristiana. El mismo título de hermano es la razón por la cual el amor debe

practicarse. aun … todavía—no obstante que “la luz verdadera ya alumbra” (2:8). 10. Permanecer en el amor es

permanecer en la luz; porque la luz del evangelio no sólo ilumina el entendimiento; calienta también el corazón. no hay

tropiezo—En contraste con “El que aborrece a su hermano < los ojos.” “En el que ama, no hay ni ceguera ni ocasión

de tropezar (para él mismo): en el que no ama, tanto hay ceguedad como ocasión de tropiezo. El que aborrece a su

hermano, es tropezadero para sí mismo, tropieza contra sí mismo y contra toda cosa existente dentro y fuera; el que

ama tiene sendero sin impedimentos.” [Bengel.] Juan tiene en mente las palabras de Jesús, Juan 11:9, 10. Alford bien

dice: “La luz y las tinieblas están dentro de nosotros: admitidas al través del ojo, cuya simplicidad [PAG. 732] llena

todo el cuerpo de luz.” 11. está en tinieblas y anda—“Está,” señala su ESTADO permanente: nunca salió “fuera de las

tinieblas:” “Anda” señala su CONDUCTA EXTERIOR y sus hechos. a dónde—Griego, “dónde”; que incluye no sólo su

destino a donde, sino también el camino (no conoce) por donde va. han cegado—más bien como el aoristo griego,

“cegaron” de antiguo. Las tinieblas no sólo lo rodean, sino también lo ciegan, y la ceguera es de mucho tiempo. 12.

Hijitos—e hijitas; niñitos (Griego, teknia), no la misma palabra así traducida en 2:13 (paidía); infantes (en edad y en

estado.) Llama “hijitos” a TODOS; (teknía, dim. de téknon), 2:1; 2:28; 3:18; 4:4; 5:21); pero sólo en 2:13 y 18 usa el

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término (paidía), niñitos, criaturas. Nuestro Señor, cuyo Espíritu Juan absorbió tan hondamente, aplicaba a sus discípulos el término (Juan 13:33) de “hijitos” (teknía), hijos e hijas queridos; pero en Juan 21:5, “niñitos” (paidía). No es

coincidencia impensada con la Epístola aquí, que en el Evangelio según Juan ocurre una clasificación similar,

“corderos, ovejas, ovejas.” son perdonados—“Os han sido y están perdonados:” todos los hijos e hijas de Dios gozan

de este privilegio. 13, 14. Para las tres clases usa el presente, “escribo;” luego en el aoristo, “os escribí” (no “he escrito;”

además, en los manuscritos más antiguos y versiones, al fin de 2:13 es en aoristo, “escribí.”) A dos clases, “padres, y

“mancebos,” les dirige las mismas palabras cada vez (salvo en el caso de los mancebos indica la fuente y los medios de

su victoria); pero se dirige diferentemente a los “hijitos” y a los “niñitos.” habéis conocido—y “conocéis”, tal es el

sentido aquí del tiempo perfecto. El “he escrito” (mejor “escribí” el aoristo epistolar), no indica una epístola anterior,

sino ésta misma. Era un idiotismo el poner el pasado, pensando en el tiempo desde el punto de vista del lector; cuando

éste recibiera la carta, ya el escrito sería del pasado. Cuando pone “escribo,” escribe desde su propio punto de vista.

aquel … desde el principio—Cristo: “lo que era desde el principio.” vencido—Los padres; propiamente, por su edad,

se caracterizan por su conocimiento. Los mancebos, correspondientes a su edad, por su actividad en el conflicto. Los

padres, también, han vencido; pero ahora su servicio activo ha pasado; y ellos, como los niños, se caracterizan por haber

conocido (los padres, a Cristo, “el que era desde el principio” y los niños, al Padre). De lo que deben darse cuenta

primero los niños es de que Dios es Padre de ellos; corresponde al paralelo de los “hijitos,”<“vuestros pecados están

perdonados por su nombre,” el primer privilegio universal de todos los queridos hijos de Dios. Así esta última cláusula

incluye a todos, mientras la anterior se refiere más especialmente a los que están en la primera fase de la vida espiritual,

“los niñitos.” Por supuesto, éstos pueden conocer al padre sólo por medio del Hijo (Mateo 11:27). Es hermoso ver cómo

los padres son caracterizados como volviendo a las primeras grandes verdades de la niñez espiritual, y a la suma de

frutos los más maduros de la experiencia avanzada, el conocimienio de aquél que era desde el principio (dos veces repetido,

2:13, 14). Muchos de ellos habían conocido a Jesús probablemente en persona, tanto como por la fe. mancebos …

fuertes—hechos fuertes, siendo naturalmente débiles, hechos así aptos para vencer “al fuerte armado” por medio de

aquel que es el “más fuerte.” La fe es la victoria que vence al mundo. Este término “vencer” es peculiarmente de Juan,

adoptado de su amado Señor. Ocurre dieciséis veces en el Apocalipsis, seis veces en la Primera Epístola, y sólo tres

veces en el resto del Nuevo Testamento. A finde vencer al mundo sobre el fundamento y en el poder de la sangre del

Salvador, debemos estar dispuestos a despojarnos de todo lo del mundo que nos pertenece: pues no bien dijo, “habéis

vencido al maligno (al príncipe del mundo), agrega, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.”

fuertes, y—el secreto de la fuerza de los mancebos: la palabra del evangelio, vestidos del poder viviente del Espíritu

que mora permanentemente en ellos; ésta es la “espada del Espíritu” manejada en oración, sirviendo a Dios.

Contraste: la fuerza meramente física de los “mozos” (Isaías 40:30, 31). La enseñanza oral preparó a estos jóvenes para

el uso provechoso de la palabra, cuando estuviese escrita. “El anticristo no puede poneros en peligro (2:8), ni Satanás

arrancaros de la palabra de Dios.” al maligno—el cual, como “príncipe del mundo”, esclaviza “al mundo” (2:15–17;

5:19. griego, “puesto en el malo”), especialmente a los jóvenes. Cristo vino para destruir a este “príncipe del mundo.”

Los creyentes logran su primera conquista grande sobre él cuando pasan de las tinieblas a la luz, pero después deben

mantener una continua vigilancia guardándose de los asaltos de aquél, con los ojos puestos en Dios, por quien sólo

serán guardados en seguridad. Bengel piensa que Juan se refiere especialmente a la notable constancia mostrada por los

jóvenes en la persecución de Domiciano. También a aquel joven al que Juan, vuelto del destierro en Patmos, llevó con

amorosa persuasión al arrepentimiento. Dicho joven había sido encomendado por Juan, en una de sus giras

apostólicas, a los sobreveedores de la iglesia, como un discípulo de promesa; había sido vigilado, pues, con cuidado

hasta su bautismo. Luego, demasiado confiado en la gracia bautismal, se juntó con malos amigos, e iba cayendo paso

a paso, hasta llegar a ser capitán de ladrones. Cuando Juan, pasados unos años, volvió a visitar a dicha iglesia y supo

de la triste caída del joven, fué en seguida al escondite de los ladrones, y permitió que lo capturasen y lo llevasen ante

su capitán. El joven, herida su conciencia por el recuerdo de los años anteriores, huyó del venerable apóstol. Lleno de

amor el anciano padre corrió tras de él, le rogó que cobrara valor y le anunció el perdón de sus pecados en nombre de

Cristo. El joven fué recuperado para los senderos del cristianismo, y fué el medio de inducir a muchos de sus malos

compañeros a arrepentirse y a creer. [Clemente Alejandrino, Quis dives salvus? 4:2; Eusebio, Hist. Eccl. Libro 3:20;

Crisóstomo, 1 Exhortación a Teodoro, 11.]. 15. No améis al mundo—que yace en el maligno (5:19), a quien vosotros los

mancebos habéis vencido. Habiendo vencido al mundo una vez por todas, por la fe (4:4; 5:4), llevad adelante la conquista

del mundo, sin amar al mundo. “El mundo” aquí significa “el hombre y el mundo del hombre” [Alford.], en el estado

de ambos como caídos, [PAG. 733] apartados de Dios. “Dios amó al mundo (con el amor que se manifiesta en

compasión), y nosotros debiéramos sentir la misma suerte de amor por el mundo caído; pero no hemos de amar al

mundo con congenialidad y simpatía en su distanciamiento de Dios; no podemos tener esta clase de amor hacia el

mundo apartado de Dios, y al mismo tiempo, tener “el amor del Padre en nosotros.” ni—Griego, “ni tampoco”. Puede

ser que uno niegue en general que amó al mundo, mientras que ávidamente sigue tras alguna de las cosas del mundo:

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riquezas, honores o placeres del mundo: esta frase manifiesta al tal su verdadera condición. si alguno—la amonestación, pues, dirigida a los jóvenes en particular, se aplica a todos. amor del padre—eso es, amor hacia el Padre.

Los dos, Dios y el (pecaminoso) mundo, son contrarios el uno al otro; no se puede amar congenialmente a ambos al

mismo tiempo. 16. todo lo que hay en el mundo—puede clasificarse como una de las siguientes tres cesas; el mundo

tiene éstas y ninguna más: la concupiscencia de la carne—es decir, el deseo que tiene su asiento y fuente en nuestra

baja naturaleza animal. Satanás probó esta tentación primero con Cristo: Lucas 4:3, “Dí a esta piedra que se haga pan.”

La juventud está especialmente expuesta a los desees carnales. concupiscencia de los ojos—la avenida por la cual las

cosas externas del mundo, las riquezas, la pompa, la hermosura, nos inflaman. Satanás probó esta tentación en Cristo

cuando le enseñó los reinos del mundo en un solo momento. A causa de la concupiscencia de los ojos David (2 Samuel

11:2) y Acán (Josué 7:21) cayeron. Véase la oración de David, Salmo 119:37: la resolución de Job, Job 31:1; Mateo 5:28:

El único bien de las riquezas mundanas para el que las posee está en contemplarlas con los ojos, Comp. Lucas 14:18,

“Tengo que ir y verla” la soberbia de la vida—lit., “la presunción arrogante:” la parada vanagloriosa. La soberbia, el

pecado de Satanás que causó su caída, y forma el vínculo entre los dos enemigos del hombre, el mundo (que

corresponde a la concupiscencia de los ojos) y el diablo (como la concupiscencia de la carne es un tercero). Satanás probó

esta tentación en Cristo colocándole sobre las almenas del templo, para que, en orgullo espiritual y presunción, en base

al cuidado de su Padre, se arrojara desde ellas. Los mismos tres enemigos aparecen en las tres clases de tierra donde

cae la simiente divina: los del camino, el diablo; los espinos, el mundo: los pedregales. la carne. La terrible antitrinidad del

mundo, “la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida” asimismo se presentó en

la tentación de Eva: “Y vió la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable

para alcanzar la sabiduría” (una manifestación del “orgullo de la vida,” el deseo de saber más que lo revelado por

Dios, Colosenses 2:8, el orgullo del saber profano). no es del Padre—no viene de “el Padre,” como el origen (usado de

los “niñitos,” o “hijitos” del 2:13). El que es nacido de Dios solo, vuelve a Dios; el que es (o viene) del mundo, vuelve al

mundo: la fuente del amor a Dios y la del amor al mundo son irreconciliablemente distintas. 17. el mundo—con todos

los que son del mundo, mundanos. se pasa—“está pasando” ahora mismo. su concupiscencia—en su triple

manifestación (2:16). el que hace la voluntad de Dios—no la suya propia, carnal, ni la del mundo, sino la voluntad de

Dios (2:3, 6), especialmente con respecto al amor. permanece—“asimismo como Dios permanece para siempre” (son

uno con él los piadosos; véase Salmo 55:19, “El que desde la antigüedad permanece”), un comentario verídico, que

Cipriano y Lutero agregaron al texto sin apoyo de los manuscritos griegos. En contraste con las tres concupiscencias

pasajeras del mundo, el que hace la voluntad de Dios tiene tres bienes permanentes, “riquezas, honra y vida” (Proverbios

22:4). 18. hijitos—Como en el 2:13, “niños” en edad. Idos los padres y los mancebos, “el último tiempo” con sus “muchos

anticristos” está por sobrevenir repentinamente a los niños. “En esta última hora vivimos todos aún.” [Bengel.] Cada

época sucesiva ha tenido impresas en ella algunas de las señales del “último tiempo” que precede la venida de Cristo,

para guardar a la Iglesia en la expectativa continua de su Señor. Su relación con 2:15–17 es: Están por venir los

seductores, que son del mundo, y quieren tentaros para que salgáis de entre nosotros (2:19) y neguéis al Cristo (2:22).

como … habéis oído—de los apóstoles, predicadores del evangelio (por ejem. 2 Tesalonicenses 2:3–10; y en la región

de Efeso, Hech. 20:29, 30). ha de venir—Griego, “viene,” es decir, de su propio lugar. Se interpreta la palabra de dos

maneras: un Cristo falso (Mateo 24:5, 24), lit., “un reemplazante de Cristo;” o un adversario de Cristo; lit., “uno en contra

de Cristo.” Como Juan nunca usa seudo‐cristo por Anticristo, es claro que significa un adversario de Cristo, que se arroga

lo que pertenece a Cristo, y desea sustituirlo como el objeto supremo de adoración. Niega al Hijo, no obrando

meramente, como el papa, en el nombre de Cristo. 2 Tesalonicenses 2:4, “Que se opone (Griego antikeimenos) a todo lo

que se llama Dios,” decide el asunto. A la gran verdad de Dios de que “Dios es hombre,” quiere sustituirla con su

propia mentira de que “el hombre es Dios.” [Trench.] muchos anticristos—Corresponden al espíritu de anarquía

(Griego) que ya está obrando.” El principio anticristiano aparecía entonces, como ahora, en los hombres malos y en las

enseñanzas y escritos malos; pero con todo “El Anticristo” significa una persona hostil, asimismo como, “El Cristo” es

un Salvador personal. Como “viene” se aplica a Cristo, del mismo modo aquí al Anticristo, la incorporación en su

propia persona de todos los rasgos y el espíritu anticristianos de aquellos “muchos anticristos” que ha habido, y que

son precursores de él. Juan usa el singular para determinarlo. Ningún otro escritor del Nuevo Testamento usa el

término. Probablemente corresponde al “cuerno pequeño, que tiene ojos de hombre y habla grandezas” (Daniel 7:8,

20): como “el hombre de pecado, hijo de perdición” (2 Tesalonicenses 2.); “la bestia que asciende del abismo

(Apocalipsis 11:7; 17:8), o más bien, “el falso profeta,” igual a “la segunda bestia que sube de la tierra” (Apocalipsis

13:11–18; 16:13). 19. de (entre) nosotros—de nuestra comunión cristiana. No necesariamente una sucesión formal: así

Roma ha “salido” espiritualmente, aunque de forma todavía es de la Iglesia cristiana. no eran de nosotros—en [PAG.

734] cuanto a la confraternidad espiritual (1:3). “Son como humores malos en el cuerpo de Cristo, la Iglesia: cuando se

los expele, entonces el cuerpo queda aliviado: el cuerpo de Cristo está aún en tratamiento, y no ha alcanzado aún la

perfecta salud que tendrá sólo en la resurrección.” [Agustín, Ep. Juan, Tratado 3:4.]. hubieran … permanecido—Lo que

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denota la indefectibilidad de la gracia en los elegidos. “Donde la llamada de Dios es efectual, allí habrá perseverancia segura.” [Calvino.] Sin embargo, no es una necesidad fatal, sino una “necesidad voluntaria” [Dídimo.] que hace que

los hombres permanezcan, o si no, salgan del cuerpo de Cristo. Nosotros o estamos entre los miembros, o entre los

malos humores. No es de su propia voluntad el que cada uno o sea un anticristo, o esté en Cristo.” [Agustín.] Con

todo, las acciones de Dios en la eterna elección, se armonizan de una manera para nosotros inexplicable, con el libre

albedrío y resposabilidad del hombre. Es la propia voluntad mala de los hombres lo que elige el camino del infierno;

es la gracia de Dios, libre soberana, lo que trae a cualquiera a él y al cielo. A Dios atribuyen los salvos la obra de su

salvación desde el principio hasta el fin; aquéllos se reprocharán a sí mismos, no los decretos de Dios, por la

condenación que sufrirán (3:9; 5:18). que todos no son de nosotros—No “todos los anticristos,” sino “que no todos

(los que estuvieron por un tiempo entre nosotros) eran de nosotros.” Comp. 1 Corintios 11:19, “Debe haber entre

vosotros hasta herejías, para que los aprobados sean manifestados entre vosotros.” En vez de “eran”, algunos de los

manuscritos más antiguos dicen “son.” Tales ocasiones prueban cuáles son y cuáles no son pueblo del Señor. 20.

Mas—Griego, “Y”. Aquí declara los me dios que tienen los creyentes con que resistir a los anticristos (2:18), a saber, el

crisma (así el griego: un juego con sonidos similares), o sea, “ungüento de unción,” es decir, el Espírtiu Santo (más

claramente mencionado más adelante, como es el estilo de Juan, 3:24; 4:13; 5:6), que ellos tienen (“vosotros” es

enfático, en contraste con los apóstatas del 2:19) “del Santo”, de parte del Santo, Cristo (Juan 1:33; 3:34; 15:26; 16:14):

“el Justo” (2:1), “puro” (3:3), “el Santo” (Hechos 3:14), “de Dios;” (Marcos 1:24). Sólo los ungidos de Dios en Cristo

pueden resistir a los que están ungidos con el espíritu de Satanás, anticristos, que quieren apartarlos del Padre y del

Hijo. Los creyentes tienen al Espíritu de unción de parte del Padre también, tanto como del Hijo: asimismo como el

Hijo es ungido por el Padre. Por tanto el Espíritu es la señal de que estamos en el Padre y en el Hijo; el que no lo tiene

no es de Cristo. El ungüento material de los ingredientes más caros se derramaba sobre la cabeza de sacerdotes y

reyes, para tipificar el ungüento espiritual que procede de Cristo, la Cabeza, a nosotros miembros de su cuerpo. No

podemos tener parte en él como Jesús, a menos que seamos verdaderos cristianos y estemos en él como Cristo, ungidos

con aquel crisma que es del Santo. El Espíritu derramado sobre Cristo la Cabeza es difundido por él por todos los

miembros. “Parece que somos todos el cuerpo de Cristo: porque todos estamos ungidos: y todos en él somos de Cristo

y somos Cristo, porque en alguna medida el Cristo entero es Cabeza y cuerpo.” y—por tanto conocéis, todas las

cosas—necesarias para obrar correctamente contra las seducciones del Anticristo y para la vida cristiana y la santidad.

En la misma medida que uno tiene el Espíritu, en ella (más o menos) conoce todas estas cosas. 21. como a los que la

conocéis—No sólo sabéis lo que es la verdad (tocante al Hijo y al Padre, 2:13), sino que también sabéis discernir la

mentira por cosa contraria a la verdad. Pues lo recto (una línea recta) es el índice de sí mismo y de lo que es torcido.

[Estius.] El griego es susceptible a la traducción de Alford: “Por cuanto la conocéis, y por cuanto ninguna mentira es de

la verdad” (no procede de la verdad: está excluída de ser de la verdad), por tanto escribí (en esta Epístola) para señalar

cuál es la mentira y cuáles son los mentirosos. 22. “¿Quién es—“el mentiroso?” ¿el culpable de la mentira aludida? que

Jesús es el Cristo—la gran verdad céntrica. anticristo—Griego, “el Anticristo”; que no es personal aquí, sin embargo,

sino en lo abstracto; el ideal del anticristo es la negación del Padre y del Hijo. Negar a éste es en efecto negar a aquél

también. Otra vez, la verdad referente al Hijo debe ser sostenida en su integridad; negar que Jesús es el Cristo, o que

es el Hijo de Dios, o que vino en la carne, invalida el todo (Mateo 11:27). 23. Griego, “Todo aquel que niega al Hijo no

tiene al Padre tampoco;” “por cuanto Dios se ha dado a vosotros completamente para vuestro gozo en Cristo.”

[Calvino.] cualquiera que confiesa—frase omitida en algunos manuscritos, aunque no en los más antiguos. tiene—es

decir, en su posesión permanente como su “porción”, mediante la viviente comunión personal. 24. desde el

principio—desde cuando oísteis por primera vez el evangelio. sea permaneciente—la verdad que oísteis tocante al

Padre y al Hijo, no meramente como la semilla que cae en tierra, sino como que se arraigue (3:9). en vosotros—en

forma enfática: “en vosotros permanezca”. Asimismo enfático: “Vosotros < permaneceréis”. Confesad, pues, al Hijo,

y también tendréis al Padre (v. 23). Habiendo recibido la viviente simiente de la verdad tocante al Padre y al Hijo,

somos transformados a la semejanza de aquel cuya simiente hemos recibido en el corazón. 25. ésta es la promesa—La

vida eterna será la consumación permanente de esta permanencia en el Hijo y en el Padre. él nos prometió—Griego, “el

mismo”, Cristo, “el Hijo” (comp. el 1:1, con Juan 3:15, 36; 6:40, 47, 57; 17:2, 3). 26. he escrito—resumiendo desde el v. 21

y el 14. esto—(v. 18–25.) que os engañan—que tratan de seducirnos y apartaros al error. 27. Pero la nación—El griego:

“Y vosotros la unción que <” “Y vosotros”, los creyentes en contraste con los seductores, palabras prominentes en la

proposición (cuyo orden está interrumpido) que sólo encuentra un complemento en el verbo “no tenéis necesidad”. Lo

de “la unción” se resume desde el v. 20. recibido de él—(Juan 1:16.) De modo que “somos a Dios un olor suave en

Cristo”, mora en vosotros—Tácitamente así les amonesta para que digan. cuando sean tentados por los seductores,

“La unción permanece en nosotros; no nos hace falta quien nos enseñe (pues tenemos al Espíritu Santo que nos guía a

toda la verdad; Jeremías 31:34; Juan 6:45; 16:13): él nos enseña la verdad; en dicha enseñanza permaneceremos”.

[PAG. 735] [Bengel.] mas—“Y por lo tanto”: Dios es suficiente para los que son enseñados de él; independientes son

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de todos los demás, aunque, por cierto, no rechazan el consejo cristiano de los ministros fieles, “La comunicación mutua no debe hacérsela a un lado: hay que aprobarla en el caso de los que participan de la unción en un cuerpo.”

[Bengel.] la misma unción—que recibisteis una vez por todas, y que aun permanece en vosotros. todas cosas—las

esenciales para la salvación: el punto aquí discutido. No que el creyente llegue a ser infalible, pues ningún creyente

recibe aquí al Espíritu en toda su plenitud, sino la sólo medida necesaria para guarda:lo del error que destruye al

alma. Del mismo modo la Iglesia, aunque tiene al Espíritu en sí, no es infalible (pues muchos falibles miembros nunca

pueden hacer un todo infalible), sino que es guardada de modo de no perder del todo la verdad salvadora. no es

mentira—como la enseñanza anticrístiansa. perseveraréis—“Permaneceréis” (v. 24: el mismo verbo), así como la

unción permanece en vosotros. Los manuscritos más antiguos dicen “permaneced”, Hijitos—Griego, como en el 2:12:

creyentes de toda posición y edad. perseverad en él—en Cristo. Juan repite su amonestación con un nombre cariñoso,

como padre al hablar a sus queridos hijos. apareciere—“sea manifestado,” o “revelado.” tengamos—nosotros, escritor

y lectores. confundidos—Griego, “No quedamos avergonzados (lit.) de él”, retrocediendo de él en confusión.

Contraste: “franqueza en el día del juicio,” 4:17; cf. 3:21; 5:14. En el Apocalipsis (escrito, pues, piensa Bengel,

subsecuentemente), la venida de Cristo se representa como postergada a grande distancia. 29. El encabezamiento de la

segunda división de la Epístola: “Dios es justo; por tanto, todo el que hace justicia es nacido de él.” El amor es el gran

rasgo y principio de la “justicia” escogido para la discusión, 2:29–3:3. Si sabéis … sabed—Distintos verbos en el

griego: sabéis y conoced, o conocéis: Ya aprendisteis que Dios (“él” comprende tanto “el Padre,” del cual cada creyente es

nacido (éste con 3:1), como “el Hijo”, (2:1, 23) es justo, debéis de necesidad, pues, percibir también la consecuencia de

dicha verdad, a saber, “que cualquiera que hace justicia (y él solo: Griego, “la justicia,” tal justicia que Dios aprueba) es

nacido de él” El justo engendra a los justos. No se nos dice nunca que uno nazca de Cristo, sino de Dios, con el cual

Cristo es uno. Hollaz en Alford define la justicia de Dios: “Es la divina energía por cuyo poder Dios determina y lleva a

cabo todas las cosas que están conformes a su eterna ley, prescribe leyes propias a sus criaturas, cumple sus promesas

hechas a los hombres, recompensa a los buenos, y castiga a los impíos.” hace—“Porque las gracias (las virtudes) son

prácticas, y tienen su ser en ser producidas (o ejercidas); pues cuando han dejado de actuar, o sólo están por actuar, ni

tienen el ser aún.” (Oecumenius.) “Dios es justo, y por tanto la fuente de la justicia; cuando un hombre pues hace la

justicia, sabemos que la fuente de su justicia es Dios, que por consiguiente ha adquirido por el nuevo nacimiento de

parte de Dios aquella justicia que no tenía por la naturaleza. Arguimos por el hecho de que él hace justicia, que ha

nacido él de Dios.” El error de los pelagianos es su conclusión de que el hacer justicia es la condición de llegar a ser hijo

de Dios.” (Alford, con toda verdad.) Véase Lucas 7:47, 50: Su mucho amor demostró que sus pecados estaban ya

perdonados; no que fuese condición necesaria para tenerlos perdonados.

CAPITULO 3

LAS MARCAS DISTINTIVAS DE LOS HIJOS DE DIOS Y DE LOS HIJOS DEL DIABLO. EL AMOR FRATERNAL

ES LA ESENCIA DE LA VERDADERA JUSTICIA. 1. Mirad—llamando la atención como sobre alguna exhibición maravillosa, puesto que el mundo ve poco de que admirarse. La conexión con el versículo anterior es esto: Todas nuestras obras de justicia no son sino la señal de que Dios, en su amor sin igual, nos ha adoptado como sus hijos; nuestra justicia no nos salva, sino que es prueba de que somos salvos por su gracia. cuál amor—¡de qué sobrepujante excelencia qué benevolencia de su parte, qué precioso para nosotros! nos ha dado—No dice que nos haya dado algún regalo, sino el mismo amor, y la fuente de todos los honores, el corazón mismo, y eso no por nuestras obras y esfuerzos, sino de su pura gracia. [Lutero.] que—“Cuán grande amor, que <” que resulta en, o probado por, el ser nosotros llamados < La finalidad inmediata por qué darnos su amor es para que seamos llamados hijos de Dios.” seamos llamados—que tengamos el privilegio de tan glorioso título (tan imaginario para el mundo), juntamente con la gloriosa realidad. Para Dios llamar es realizar. ¿Quién es tan grande como Dios? ¿Qué relación es más íntima que la de los hijos? Los manuscritos más antiguos agregan: “y lo somos.” por esto—a causa de la realidad de nuestro estado de hijos de Dios. nos—a nosotros los hijos, como tampoco al Padre conocen. “Si los que no respetan a Dios, te toman en cuenta a ti, preocúpate de su condición. [Bengel.] Véase contraste, 5:1. Todo el curso del mundo es un gran acto de desconocimiento de Dios. 2. Muy amados—de Dios, y por tanto, de Juan. ahora—En contraste con “aun no,” que sigue. Ahora ya somos hijos en realidad, aunque el mundo no nos conoce como tales, y (como consecuencia) esperamos la manifestación visible de nuestra adopción, que aun no tuvo lugar. no se ha manifestado—(en ninguna ocasión, Griego, aoristo) visiblemente lo que hemos de ser: qué gloria adicional alcanzaremos en virtud de esta filiación nuestra. “Cuál” sugiere algo inconcebiblemente glorioso. pero—Omitido en los manuscritos más antiguos. Su inserción en nuestra versión da la antítesis errónea. No es: “Aun no sabemos manifiestamente lo que < pero sabemos <” Los creyentes tienen algún grado de la manifestación ya, aunque el mundo no la tiene. La relación es ésta: La manifestación al mundo de lo que seremos no tuvo lugar aún; nosotros sabemos (en general; como asunto bien atestiguado;

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así el griego) que cuando (Lit., “si”, en expresión de duda, no tocante al hecho, sino al tiempo; denota también el hecho preliminar, por venir, del que depende la consecuencia, Malaquías 1:6; Juan 14:3) él (no “ello, a saber, lo que no se

manifestó aún—Alford) apareciere (3:5; 2:20), seremos semejantes a él (Cristo; todos los hijos tienen una semejanza

substancial con su padre, y Cristo, a quien seremos semejantes, es “la expresa imagen de [PAG. 736] la persona del

Padre.”) Aguardamos la manifestación (lit., el apocalipsis: el mismo término se aplica a la propia manifestación de Cristo)

de los hijos de Dios. Después de nuestro nacimiento natural, hace falta el nuevo nacimiento en la vida de la gracia, al

que ha de seguir el nuevo nacimiento a la vida de la gloria; estas dos experiencias se llaman “la regeneración” (Mateo

19:28). La resurrección de nuestro cuerpo es una especie de salida de la matriz de la tierra, y de nacimiento a nueva

vida. La primera tentación fué la promesa de que seríamos semejantes a Dios en el conocimiento, y por ella caímos;

pero al ser levantados por Cristo, llegamos a ser en verdad semejantes a él, conociéndole como somos conocidos y

viéndolo como él es. [Pearson, Credo.] Como la primera inmortalidad que perdió Adán fué el poder de no morir, así

será la última la de no poder morir. Como la primera libre elección y voluntad del hombre fué el poder de no pecar,

así nuestra última será la de no poder pecar. [Agustín, Civit. Dei, L. 22, c. 30.] El diablo cayó por aspirar al poder de

Dios; el hombre, por aspirar al conocimiento de Dios; pero aspirando a la santidad de Dios, hemos de crecer siempre en

su semejanza. La transición de Dios el Padre a “él,” es decir, a Cristo (de quien solo se dice en la Escritura que será

manifestado; no el Padre, Juan 1:18), enseña la completa unidad del Padre y del Hijo. porque le veremos—La

contemplación continua genera la semejanza ( 2 Cor 3:18); como la cara de la luna siempre vuelta hacia el sol, refleja la

luz y la gloria de él. Le veremos, no en su íntima divinidad, sino como manifestado en Cristo. Ningunos sino los puros

pueden ver a aquel que es infinitamente puro. En todos estos textos el griego es el mismo verbo, opsomai, que expresa

no la acción de ver, sino el estado de aquel a cuyo ojo y mente el objeto está presentado; por tanto este verbo griego

está siempre en la voz media, o sea reflexiva, percibir e interiormente apreciar [Tittman.] Nuestro cuerpo espiritual

reconocerá y apreciará a los seres espirituales en el más allá, así como ahora nuestro cuerpo natural, a objetos

naturales. 3. esta esperanza—de ser después como “él.” Fe y amor, tanto como esperanza, ocurren, 3:11, 23. en él—“en

Cristo;” Griego “sobre él” (epi), esperanza fundada en sus promesas. se purifica—Por el Espíritu de Cristo en él (Juan

15:5). “Tú te purificas, no por ti mismo, sino por aquel que viene a morar en ti.” [Agustín.] Se presupone aquí la

justificación por la fe. como él … es limpio—libre de toda mancha de inmundicia. La Segunda Persona, por quien

tanto la ley como el evangelio fueron dados. 4. El pecado es incompatible con el nacimiento de Dios (3:1–3). Juan a

menudo expone negativamente la misma verdad expuesta positivamente. Ha enseñado que el nacimiento de Dios

comprende la purificación de uno; ahora demuestra que donde hay pecado, eso es, la falta de esta purificación, allí

tampoco hay tal nacimiento de Dios. Cualquiera—Griego, “todo el que <” hace pecado—comp. en contraste, “Se

purifica,” y “el que hace justicia” (3:3, 7). traspasa … ley—Lit., “hace anarquía.” La ley de Dios es pureza: y así

demuestra que uno no tiene tal esperanza de ser más adelante puro como Dios es puro, y que por tanto no ha nacido

de Dios. pues—Griego, “Y.” el pecado es—una definición del pecado en general. El artículo griego con ambos

sustantivos denota que son términos convertibles (“la transgresión es (el) pecado”). El pecado (hamartía) es lit. errar al

blanco, la voluntad de Dios siendo el blanco al que se debe apuntar. “Por la ley es el conocimiento del pecado.” Lo

torcido de una línea queda revelado cuando se le yuxtapone una regla recta. 5. Más prueba de la incompatibilidad del

pecado y la filiación divina; la misma finalidad de la manifestación de Cristo en la carne fué para quitar (por un acto y

por todo; aoristo) todos los pecados, como el macho cabrío, típicamente. y—otra prueba más de lo mismo. no hay

pecado en él—“El es justo” (3:7), “El es puro (3:3). Así pues lo hemos de ser también. 6. Raciocina acerca de la entera

separación de Cristo del pecado, que los que están en él deben también estar separados de aquél. permanece—como

el pámpano en la vid, por la vítal unión con la vida de él. no peca*—En cuanto permanezca en Cristo, queda libre del

pecado. El ideal del cristiano. La vida del pecado y la vida de Dios mutuamente se excluyen, así como la oscuridad y

la luz. En la realidad caen los creyentes en el pecado (1:8–10; 2:1, 2); pero tales pecados son todos ajenos a la vida en

Dios, y necesitan la purificación de la sangre de Cristo, sin cuya aplicación esta vida en Dios no podría sostenerse.

* Nota del Tr.—El presente del indicativo griego (“no peca”) no define la acción, si es usual, de costumbre, u

ocasional; pero lo que el comentador insinúa, o explica por la lógica sobre los pecados del creyente (“cae en

pecados,” “engañado,” “peca a la medida …” etc.), queda claro en el uso del participio griego, tiempo

presente, de las frases “el que hace;” “el que permanece;” “el que no ama” (3:4, 6, 8, 10). “El que peca” aquí

pues significa el que vive en el pecado como su naturaleza y práctica habituales. Asimismo, con el infinitivo

del presente, 3:9; “el nacido de Dios … no puede pecar,” significa que no puede vivir una vida pecaminosa

(como antes vivía). Si el apóstol hubiera usado en infinitivo aoristo, la traducción al castellano sería la

misma, pero el griego, en el aoristo, sería contrario a la verdad, pues significaría que “el nacido de Dios no

puede pecar en absoluto.” La distinción de los infinitivos, que expresan la especie de acción y no el tiempo,

es muy necesaria para la interpretación del Nuevo Testamento.

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Uno no peca mientras permanece en Cristo. cualquiera que peca, no le ha visto—Griego pret. perf. “no le ha visto y no le ve.” Otra vez se presenta el ideal de la intuición y conocimiento cristianos. (Mat. 7:23). Todo pecado como tal está en

contradicción con la noción de un regenerado. No que “todo aquel que es engañado y cae en pecado nunca haya visto

a Dios;” sino que en la medida en que el pecado existe, en tal grado la intuición y conocimiento de Dios no existen en

uno. ni le ha conocido—“Ni aun;” ver espiritualmente es un paso más adelante que conocer; con conocer llegamos a ver

por vívida realización y experimentalmente. 7, 8. La misma verdad se postula con la adición de que el que peca es, en

la medida que peca, “del diablo.” no os engañe ninguno—como los antinominianos trataban de desencaminar a la

gente. justicia—Griego, “la justicia,” la que es de Cristo, [PAG. 737] o de Dios. es justo—No es su hacer “la justicia” lo

que le hace justo, el hecho de ser justo (justificado por la justicia de Dios en Cristo, Romanos 10:3–10) le hace hacer la

justicia; una inversión común en lenguaje familiar, lógica en realidad, pero no en forma, como en Lucas 7:47; Juan 8:47.

Las obras no justifican, pero el justificado obra. Inferimos de su hacer justicia que él ya es justo (es decir, que tiene el

verdadero y único principio de la justicia, a saber, la fe), y es por tanto nacido de Dios (3:9.); de la misma manera que

podemos decir: el árbol que lleva fruto bueno es árbol bueno, y tiene raíz viviente; no que el fruto haga que el árbol y

la raíz sean buenos, sino que demuestran que lo son. como él—“como Cristo.” 8. El que hace pecado—en contraste con

“el que hace justicia” (3:7). Es hijo del diablo (3:10; Juan 8:44). Juan no dice, sin embargo, “nacido del diablo,” como dice,

por otra parte, “nacido de Dios,” pues “el diablo nada engendra, ni crea cosa alguna: pero todo el que imita al diablo,

viene a ser hijo de él con imitarle, no por nacimiento propio.” [Agustín, Tratado, 4:10.] De parte del diablo no hay

generación, sino corrupción. [Bengel.] peca desde el principio—desde cuando se empezó a pecar [Alford]; desde el

tiempo cuando llegó a ser lo que es: el diablo. Parece haber guardado su primer estado muy poco tiempo después de

su creación. [Bengel.] Desde la caída del hombre (en el principio de nuestro mundo) el diablo (siempre) peca (significa, está

pecando; ha pecado desde el principio, es la causa de todo pecado, y sigue aún pecando; tiempo presente). Como autor

del pecado, y príncipe de este mundo, nunca ha dejado de seducir a los hombres al pecado. [Luecke.] deshacer—

destruir y aniquilar; aplastando la cabeza de la serpiente. obras del diablo—el pecado y todas sus terribles

consecuencias. Arguye Juan: Los cristianos no pueden hacer lo que Cristo vino a destruir. 9. Cualquiera—Lit., “Todo

aquel que ha nacido y vive de Dios. no hace pecado—su naturaleza superior, como uno nacido y engendrado de Dios,

no peca. Ser engendrado de Dios, y pecar, son estados que mutuamente se excluyen el uno al otro. En la medida que uno

peca, hace dudoso si ha nacido de Dios. su simiente—la palabra viviente de Dios, hecha en nosotros por el Espíritu

Santo la simiente de una vida nueva y el medio continuo de la santificación. está—Griego “permanece en él” (Nota,

comp. el v. 6; Juan 15:38). Esto no contradice el 1:8, 9; el regenerado demuestra la absoluta incompatibilidad del pecado

con la regeneración, limpiando en seguida en la sangre de Cristo todo pecado que comete por la traición de su antigua

naturaleza. no puede pecar—“porque es de Dios que ha nacido” (así el orden griego, comparado con el orden de las

mismas palabras al principio de este versículo); no “porque nació de Dios” (el griego es el pret, perfecto, presente en el

sentido, “está nacido,” no aoristo); no se dice que. Porque un hombre naciera una vez por todas de Dios nunca puede

volver a pecar; sino, Porque él es nacido de Dios, la simiente permaneciendo ya en él, él no puede pecar; hasta cuando

permanezca enérgicamente, el pecado no podrá tener cabida. Comp. Gén. 39:9, José: “¿Cómo, pues, haría yo este

grande mal, y pecaría contra Dios?” El principio dentro de mí está en absoluta oposición a ello. La vida regenerada es

incompatible con el pecado, y da al creyente un odio al pecado en cualquiera de sus formas, y un deseo incesante de

resistirlo. “El hijo de Dios en este conflicto recibe heridas cada día, por cierto, pero nunca arroja sus armas ni hace las

paces con su enemigo mortal.” [Lutero.] Los pecados excepcionales en los que se sorprende a los regenerados, se

deben a que al nuevo principio vital se le deja yacer dormido, y a que la espada del Espíritu no se desvaina a tiempo.

El pecado está siempre activo, pero ya no reina. La dirección normal de las energías del cristiano es en contra del

pecado; la ley de Dios según el hombre interior es el principio regente en el verdadero yo, aun cuando la antigua

naturaleza, aun no del todo amortiguada, se rebela y peca. Contrástese el 5:18 con Juan 8:34; véase Salmo 18:22, 23; 32:2,

3; 119:113, 176. La aguja magnética, cuya naturaleza es siempre dirigirse hacia el polo, es fácilmente desviada, pero

siempre se vuelve hacia el polo. hijos del diablo—(Nota, 3:8; Hechos 13:10). No hay clase media entre los hijos de Dios

y los hijos del diablo. no hace justicia—contrástese con el 2:29. que no ama a su hermano—(4:8).—un ejemplo

particular de aquel amor que es la suma y el cumplimiento de toda justicia, y la señal (no fuertes protestaciones, ni aun

obras al parecer buenas) que distingue a los hijos de Dios de los del diablo. 11. el mensaje—“el anuncio,” como de

algo bueno; no una mera orden, como la ley. El mensaje del evangelio de aquel que nos amó, anunciado por sus siervos,

es que amemos a los hermanos; no aquí a todos las hombres, sino a los que son nuestros hermanos en Cristo, hijos de la

misma familia de Dios, de quien hemos nacido de nuevo. 12. que—no está en el griego. del maligno—tradúzcase “del

malo,” para concordar con “Porque sus propias obras eran malas”. Comp. el v. 8, “del diablo,” en contraste con “de

Dios,” 3:10. mató, porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas—por la envidia y el odio a la piedad de

su hermano, debido a que Dios aceptó la ofrenda de Abel, pero rechazó la de Caín. La enemistad existió desde el

principio entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente. 13. no os maravilléis—La maravilla sería que el

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mundo os amara. el mundo—del cual Caín es el representante (3:12). os aborrece—como Caín aborreció hasta a su propio hermano, y tanto como para matarlo. El mundo siente reprobadas sus obras malas tácitamente, por vuestras

obras buenas. 14. Nosotros—enfático; aborrecidos como somos por el mundo, nosotros sabemos lo que el mundo no

sabe. sabemos—como hecho asegurado. pasado—cambiado nuestro estado. Col. 1:13, “del poder de las tinieblas <

trasladados al reino de su amado Hijo.” de muerte a vida—lit., “de dentro de la muerte (que encarcela a los no

regenerados) adentro de la vida” (de los regenerados). Una coincidencia palpable de lenguaje y pensamiento, el

discípulo amado adoptando las palabras de su Señor. en que amamos a los hermanos—la base, no de nuestra salida de

muerte a vida, sino de nuestro conocimiento de dicho hecho. El amor, de nuestra parte, es la evidencia de nuestra

justificación y regeneración, no la causa de ellas. “Acuda cada uno a su propio corazón; sí allí halla el amor a los

hermanos, que tenga por seguro que ha pasado de muerte a vida. No se cuide de que su gloria sea sólo escondida:

cuando el Señor venga, entonces aparecerá [PAG. 738] en gloria. Porque tiene energía vital, pero aun sigue el

invierno; la raíz tiene vigor, pero las ramas parece que están secas; dentro está la savia que es vigorosa, dentro están

las hojas, dentro el fruto, pero debemos esperar la venida del verano.” [Agustín.] El que no ama—Los mandamientos

más antiguos omiten “a su hermano,” lo que hace más general la aserción. está—Griego, “permanece;” queda aún. en

(la) muerte—en la muerte (espiritual, que acaba en la eterna) que es la condición de todos por la naturaleza. Su

carecimiento del amor es evidencia de que no le ha acontecido ningún cambio salvador. 15. aborrece—equivalente a

“no ama” (3:14). “El amor y el odio, como la luz y la oscuridad, de necesidad se reemplazan y de necesidad se

excluyen la una a la otra.” [Alford.] es homicida—porque si se abandona a dicha pasión, ella siguiendo hasta sus

consecuencias naturales, haría de él uno. “Mientras que el v. 16 desea que pongamos la vida por los hermanos; el duelo

requiere que uno (¡tremendo es decirlo!) arriesgue su propia vida más bien que privar a otro de la suya.” [Bengel.] Dios

considera que la disposición interior es de tanta importancia como el hecho exterior motivado por ella. Si se aborrece a

alguien, se desea que esté muerto. tiene—tal persona “permanece en muerte” todavía. No se hace referencia a su

estado futuro, sino al presente. El que aborrece (o no ama) a su hermano (3:14), no puede, en este su actual estado,

gozar de la permanencia en él, de la vida eterna. 16. El amor de Cristo hacia nosotros ilustra lo que es el verdadero amor

a los hermanos. en esto—“Llegamos al conocimiento del amor;” aprendemos lo que es el verdadero amor. él—Cristo.

también nosotros—de nuestra parte, si de veras es necesario hacerlo para la gloria de Dios, para el bien de la Iglesia, o

la salvación de un hermano. vidas—Cristo solo puso su vida por todos nosotros; nosotros debemos poner nuestra vida

separadamente por la vida de los hermanos; si no de hecho, al menos virtualmente, dándoles nuestro tiempo, cuidado,

trabajo, oraciones, bienes: “Non nobis, sed omnibus.” Nuestra vida no debe sernos más cara a nosotros de lo que fué

para Dios mismo la vida de su Hijo. Los apóstoles y los mártires obraron sobre este principio. 17. bienes de este

mundo—lit., “la vida,” subsistencia, o substancia. Si debemos poner nuestra vida por los hermanos, ¿con cuánta más

razón debemos no retenerles nuestra substancia? ve—no tan sólo casualmente, sino que contempla deliberadamente

cual espectador; así dice el griego. cerrare sus entrañas—refrena los impulsos de compasión que despiertan ante el

espectáculo de la necesidad de un hermano. “Las entrañas” significan el corazón, la sede de la compasión. ¿cómo—

“¿Cómo es posible que permanezca (el griego) el amor a Dios en él?” Nuestra superabundancia debe suplir las

necesidades: nuestras comodidades y aun nuestras necesidades en cierta medida, deben ceder a las necesidades

extremas de nuestros hermanos. “La fe nos da a Cristo a nosotros; el amor que emana de la fe me da a mi prójimo.”

18. Cuando el venerable Juan ya no podía ir a pie a las reuniones de la iglesia, sino que era llevado por sus discípulos,

siempre pronunciaba la misma salutación a la iglesia; les recordaba aquel singular mandamiento que él había recibido

de Cristo mismo, el que comprendía todos los demás y formaba el distintivo del nuevo pacto, “Hijitos míos, amaos los

unos a los otros.” Cuando los hermanos presentes, cansados de oir las mismas palabras tantas veces, le preguntaron

por qué las repetía tanto, respondió, “Porque es el mandamiento del Señor, y si éste se cumple, basta.” [Jerónimo.] 19.

en esto—en que amemos nosotros en obra y verdad. conocemos—Los manuscritos más antiguos dicen “sabremos,”

eso es, si cumplimos el mandamiento. de la verdad—que somos verdaderos discípulos de la verdad y que

pertenecemos a ella, como está en Jesús: engendrados de Dios por la palabra de verdad. Teniendo la verdad adentro,

de raíz, de seguro no amaremos meramente de palabra y lengua. corazones certificados—lit., “persuadidos,” eso es, de

modo que dejan de condenarnos; satisfacen las preguntas y las dudas de la conciencia acerca de si somos o no aceptos

delante de Dios (véase Mateo 28:14; Hechos 12:20, “Sobornando a Blasto,” lit., “persuadiendo”). El corazón, la sede de los

sentimientos, es nuestro juez interno; la conciencia, como testigo, obra o como nuestro abogado justificante, o como

nuestro acusador que condena, ante Dios aun ahora. Juan 8:9 tiene “redargüidos de la conciencia,” pero este pasaje

falta de los mejores manuscritos. Juan en ninguna otra parte emplea el término conciencia. Pedro y Pablo solos lo usan.

delante de él—como ante los ojos de él, el omnisciente Escudriñador de los corazones. La seguridad debiera ser la

experiencia ordinaria y el privilegio del creyente. 20. Lutero y Bengel entienden que este versículo consuela al

creyente a quien condena la conciencia; y quien, como Pedro, apela de la conciencia a aquel que es mayor que la

conciencia, “Señor, tú sabes todas las cosas: tú sabes que te amo.” La conciencia de Pedro, mientras que le condenaba del

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pecado de haber negado al Señor, le confirmaba en su amor; pero temiendo la posibilidad, debido a su caída reciente, de engañarse a sí mismo, apela al omnisciente Dios: así Pablo en 1 Corintios 4:3, 4. Así que, si somos creyentes, aun

cuando nuestros corazones nos condenan del pecado en general, con todo, tenemos una señal de nuestra filiación: el amor, y

así podemos confirmar nuestros corazones (Algunos de los manuscritos más antiguos dicen corazón, como en el 3:20, 21),

sabiendo que Dios es mayor que nuestro corazón, y sabe, o conoce todas las cosas. Traduzcamos: “Porque (expresando la

razón por qué es tan importante tener nuestro corazón confirmado, o asegurado, delante de él) si nuestro corazón nos

condena (lit., “sabe algo en contra de nosotros”: que contesta por contraste a “sabremos que somos de la verdad”), es

porque Dios es mayor que nuestro corazón y sabe todas las cosas.” Si nuestro corazón nos juzga desfavorablemente,

podemos saber con seguridad que él, sabiendo más que nuestro corazón, nos juzga más desfavorablemente aún.

[Alford.] El testimonio condenatorio de nuestra conciencia no está sola, sino que es el eco de la voz de aquel que es

mayor y reconoce todas las cosas. Nuestra hipocresía de amar de palabra y lengua, y no de hecho y de verdad, no escapa ni

a nuestra conciencia, débil y corta de conocimiento como es, ¡cuánto menos escapará a Dios, que conoce todas las

cosas! [PAG. 739] Con todo, la interpretación consolatoria puede ser la correcta. Porque el griego traducido en el 3:19

“tenemos < certificados,” significa convencer, o persuadir al corazón [Véase la versión Besson; Traductor.] de modo de

sosegarlo, denotando que ha habido un previo estado de propia condenación establecido por el corazón (3:20), el que se

calma, sin embargo, con el pensamiento consolatorio de que “Dios es mayor que el corazón” que condena, y “conoce

todas las cosas” (Griego., ginoskei, “conoce,” no kataginoskei, “condena”), y por tanto conoce mi amor y mi deseo de

servirle, y mi triste condición, de modo de apiadarse de mi débil fe. Este convencimiento del corazón para calmarse no

es una condición tan avanzada como la de tener CONFIANZA en Dios, la que emana de un corazón que no nos condena.

21. Carísimos—o “amados,” el mismo vocablo griego que en 2:7; 4:1, 7, 11. No hay ningún “pero” que contraste los dos

casos (3:20 y 21), porque “carísimos” marca suficientemente la transición al caso de los hermanos que andan en la

plena confianza del amor (3:18). Los dos resultados de poder “persuadir nuestros corazones delante de él” (3:19), y el

“no condenarnos nuestro corazón” (de la insinceridad en cuanto a la verdad en general, y al AMOR en particular) son:

(1) la confianza para con Dios; (2) la segura contestación a nuestras oraciones. Juan no quiere decir que todos aquellos

cuyo corazón no los condena, sean por tanto salvos delante de Dios; porque algunos tienen cauterizada la conciencia,

otros son ignorantes de la verdad, y no es sólo la sinceridad, sino la sinceridad en la verdad la que puede salvar a los

hombres. Los cristianos son los aquí significados; que conocen los preceptos de Cristo y se prueban a la luz de los

mismos. 22. Recibiremos—como una realidad, de conformidad con su promesa. Los creyentes, como tales, piden sólo

lo que está conforme a la voluntad de Dios; o si piden lo que Dios no quiere, se conforman con su voluntad, de modo

que Dios o les concede su petición, o les da algo mejor que lo pedido. porque guardamos sus mandamientos—Comp.

Salmo 66:18; 34:15; 145:18, 19. No es como si nuestros merecimientos nos ganaran el ser oídos en nuestras oraciones,

sino que cuando somos creyentes, todas nuestras obras de fe, siendo el fruto de su Espíritu en nosotros, son

“agradables delante de él:” y nuestras oraciones siendo la voz del mismo Espíritu de Dios en nosotros, natural y

necesariamente son contestadas por él. 23. Recapitulando los mandamientos de Dios bajo la dispensación evangélica

en un solo mandamiento. éste es su mandamiento—singular; porque la fe y el amor no son mandamientos separados,

sino que están indisolublemente unidos. No podemos en verdad amarnos los unos a los otros sin la fe en Cristo, ni

podemos creer en él en verdad, sin amor. creamos—una vez por todas; aoristo griego, en el nombre de su Hijo—en

todo lo revelado en el evangelio acerca de él, y en él mismo respecto de su persona, sus oficios, y su obra propicitoria.

como nos lo ha mandado—él, Jesús. 24. está—Griego, “permanece,” o mora; el creyente mora en Cristo. y él en él—

Cristo en el creyente. Reciprocidad. Juan “así vuelve a la gran nota tónica de la Epístola, permaneced en él, con la que

termina la primera división” (2:28). en esto—Los creyentes sabemos que “él mora en nosotros, por (la presencia en

nosotros del) Espíritu que nos ha dado. De este modo se prepara, con la mención del verdadero Espíritu, para la

transición al espíritu falso, 4:1–6; después de lo cual vuelve de nuevo al tema del amor.

CAPITULO 4

SEÑALES DE LOS PROFETAS FALSOS. EL AMOR LA PRUEBA DE HABER NACIDO DE DIOS, Y EL FRUTO

REQUERIDO DEL CONOCIMIENTO DE SU GRAN AMOR EN CRISTO A NOSOTROS. 1. Amados—Término afectuoso que usa siempre cuando les llama la atención a algún asunto de importancia. todo espíritu—que se os presente en la persona de algún profeta. El Espíritu de verdad y el espíritu de error hablan por el espíritu de hombres por medio de órganos suyos. No hay sino un solo Espíritu de verdad, y un espíritu de Anticristo. probad—explica la prueba en vv. 2, 3. Todos los creyentes deben hacerlo, no sólo los eclesiásticos. Aun el mensaje de un ángel debe ser probado por la palabra de Dios: mucho más las enseñanzas de los hombres, por santos que parezcan esos enseñadores. porque—la razón por qué debemos probar o examinar los espíritus. muchos falsos profetas—no “profetas” en el sentido de predecir eventos, sino los órganos del espíritu que los inspira, y que enseñan

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conformemente o la verdad o el error: “muchos anticristos.” son salidos—como si fuese de parte de Dios. en el mundo—entrando en el mundo: dicho así de profetas buenos y malos (2 Juan 7). El mundo se deja seducir fácilmente

(4:4, 5). 2. conoced el Espíritu de Dios—si Dios está o no está en los enseñadores que profesan ser movidos por el

Espíritu de Dios. todo espíritu—eso es, todo enseñador que pretende la inspiración por EL ESPIRITU SANTO.

confiesa—se sobreentiende la verdad establecida. Al hombre se le requiere que confiese, es decir, que la reconozca

claramente en sus enseñanzas. Jesucristo es venido en carne—un doble reconocimiento de verdad: que Jesús es el

Cristo, y que es venido (ha venido: Griego, pret. perf., que significa no meramente un hecho histórico, como con el aoristo,

sino también la presente continuación del hecho y de sus benditos efectos) en carne (“vestido de la carne:” no de una

mera apariencia de humanidad, como enseñaron después las docetistas: era previamente, entonces, algo muy superior

a la carne). Su carne significa su muerte por nosotros, pues sólo con asumir la carne, pudo él morir (pues como Dios no

podía morir), Hebreos 2:9, 10, 14, 16; y su muerte expresa su AMOR hacia nosotros (Juan 15:13). Negar la realidad de

su carne es negar su amor, y así arrancar la raíz que produce todo verdadero amor de parte del creyente (4:9–11, 19).

Roma, con su dogma de la inmaculada concepción de la Virgen María, niega la propia humanidad de Cristo. 3. que

no confiesa—Ireneo (3:8), Lucifer, Orígenes, sobre Mateo 25:14, y la Vulgata, dicen “Todo espíritu que destruye (anula, o

abroga) a Jesús (Cristo).” Cipriano y Policarpo apoyan nuestra versión. Los manuscritos más antiguos, que son

posteriores en siglos a Policarpo. dicen: “Todo espíritu que no confiesa a Jesús” (se niega a confesarlo, en su persona y

en todos [PAG. 740] sus oficios y divinidad), pero omiten “es venido en carne.” habéis oído—de vuestros

enseñadores cristianos. ya está en el mundo—en la persona de los falsos profetas. 4. vosotros—en posición enfática: Los

que confesáis a Jesus, en contraste con los falsos enseñadores. los habéis vencido—(5:4, 5)—en vez de ser “vencidos y

esclavizados” espiritualmente por ellos (2 Pedro 2:19). Juan 10:5, 8: “Mas no los oyeron las ovejas:” “A extraño no

seguirán, sino que huirán de él: porque no conocen la voz de extraños” el que en vosotros está—Dios, de quien sois

propios. el que está en el mundo—el espíritu del Anticristo, el diablo, “el príncipe de este mundo.” 5. del mundo—

derivan su espíritu y enseñanzas del mundo, “de la no regenerada naturaleza humana, regida y poseída por Satanás,

el príncipe de este mundo.” [Alford.] hablan del mundo—sacan la materia de su conversación de la vida, opiniones y

sentimientos del mundo. el mundo los oye—(Juan 15:18, 19.) El mundo ama lo suyo. 6. Nosotros—los verdaderos

enseñadores de Cristo: en contraste con ellos. somos de Dios—y por tanto hablamos de Dios: en contraste con “hablan del

mundo” (4:5). conoce a Dios—como su Padre, siendo hijo “de Dios” (2:13, 14). nos oye—Comp. Juan 18:37, “Todo

aquel que es de la verdad oye mi voz.” por esto—(4:2–6)—si confiesan o no, a Jesús; por la acogida que reciben

respectivamente por los que conocen a Dios, y por los que son del mundo y no de Dios. espíritu de (la) verdad—el

Espíritu que viene de Dios y enseña la verdad. espíritu de (el) error—que viene del diablo y seduce al error. 7. Resume

el tema principal (2:29). El amor, la suma de la justicia, es la prueba de que hemos nacido de Dios. El amor emana de un

sentido del amor de Dios por nosotros: véase 4:9 con 3:16, que resume aquél; compárese el 4:13 con 3:24, que asimismo

resume el 4:13. Al mismo tiempo, 4:7–21 se relaciona con el contexto inmediatamente anterior, 4:2, que expone la

encarnación de Cristo con, la gran prueba del amor de Dios (4:10). Carísimos—la llamada apropiada al tema, “el amor.” el

amor—todo amor es de Dios, como su fuente; especialmente aquella encarnación del amor: Dios manifestado en la

carne. El Padre es también amor (4:8). El Espíritu Santo derrama el amor como sus primicias en el corazón. conoce a

Dios—espiritual, experimental, y habitualmente. 8. no conoce—El aoristo griego: no sólo no lo conoce ahora; nunca lo

conoció; no ha conocido a Dios una vez por todas. Dios es amor—No hay artículo griego con amor, pero sí con Dios; no

podemos traducir pues, “el amor es Dios.” Dios es fundamental y esencialmente AMOR; no meramente amante, pues

en tal caso el argumento de Juan no quedaría en pie; pues la conclusión de tales premisas sería la siguiente: Este

hombre no es amante: Dios es amante: por tanto él no conoce a Dios EN CUANTO DIOS ES AMANTE; sin embargo podría

conocerle por sus otros atributos. Pero cuando tomamos el amor como la esencia de Dios, el argumento es firme: Este

hombre no ama y por tanto no conoce el amor: Dios es esencialmente amor; por tanto él no conoce a Dios. 9. para con

nosotros—El griego: “en nuestro caso.” envió—Griego, “ha enviado.” al mundo—Una prueba, en contra de los

socinianos, de que el Hijo existía antes de que fuera “enviado al mundo.” De otro modo, también, no podría haber

sido nuestra vida (4:9), nuestra “propiciación” (4:10), ni nuestro “Salvador” (4:14). Es la gran prueba del amor de Dios, el

haber enviado a su Hijo unigénito, para que vivamos por él, quien es la vida, y que ha redimido nuestra vida perdida; es

también el gran motivo de nuestro mutuo amor. 10. En esto consiste el amor—el amor en lo abstracto. El amor, en su

ideal supremo, está en esto. El amor estaba todo de la parte de Dios; nada de la nuestra. no que nosotros hayamos

amado a Dios—tan del todo digno que era de ser amado. nos amó a nosotros—tan indignos que éramos de su amor.

El aoristo griego expresa que no hicimos ningún acto de amor en ninguna ocasión para con Dios; pero él hizo el acto de

amor al enviar a Cristo. 11. El amor de Dios para con nosotros es el gran motivo de nuestro amor de los unos para con

los otros (3:16) si—como lo descontamos por un hecho. debemos también—siendo nacidos de Dios, y por tanto

semejantes a nuestro Padre, que es amor. En la medida en que apreciamos el amor de Dios hacia nosotros, así le

amamos a él y también a los hermanos, hijos (por la regeneración) del mismo Dios, los representantes del Dios

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invisible. 12. Dios, a quien ningún hombre vió jamás, ha ordenado a sus hijos como los recipientes visibles de nuestros actos de benignidad que emanan de nuestro amor a él, “a quien, sin verle, veamos,” ver Nota, 4:11, 19, 20. Así que el

4:12 explica por qué, en vez de decir (4:11) que “Si Dios así nos ha amado, debemos también amar a Dios,” dice:

“Debemos amarnos unos a otros.” si … Dios está en nosotros—porque Dios es amor; y debe haber sido porque él

mora en nosotros, que alcanzamos el verdadero amor que sentimos por los hermanos (4:8, 16). Esto discute Juan en

4:13–16. su amor—es decir el amor a Dios (2:5), evidenciado por nuestro amor a sus representantes, nuestros hermanos.

es perfecto—Griego, “está perfeccionado.” Esto discute en 4:17–19. Comp. el 2:5. “El amor alcanza su debida madurez.”

13. En esto—La señal, que se nos concede, de la morada (Griego, permanencia) de Dios en nosotros, aun cuando no lo

vemos, a saber, que nos ha dado “de su Espíritu” (3:24). Donde está el Espíritu de Dios, allí está Dios. Un Espíritu

mora en la Iglesia: cada creyente recibe alguna medida “de” aquel Espíritu según Dios crea conveniente. El amor es

primicias del Espíritu (Gálatas 5:22). En Jesús sólo moró el Espíritu sin medida (Juan 3:34). 14. Y nosotros—

Primordialmente, nosotros los apóstoles, ordenados testigos oculares de Cristo, para testificar de los hechos tocantes a él.

La evidencia interna del Espíritu inmanente (4:13) está corroborada por la evidencia externa de los testigos oculares

del hecho de que el Padre “envió a su Hijo para ser el Salvador del mundo.” visto—Griego, “contemplado,” “mirado

con atención” (Nota, 1:1). ha enviado—no un hecho aislado del pasado (aoristo), sino un hecho del pasado cuyos

efectos continúan (pret. perf.). 15. confesare—una vez por todas; así significa el griego aoristo. que Jesús es el Hijo de

Dios—y por tanto “el Salvador del mundo” (4:14). 16. Juan y sus lectores (no los apóstoles solos como en 4:14). conocido

y creído—La fe verdadera, según Juan, es una fe de conocimiento y de experiencia: el verdadero conocimiento es un

conocimiento de fe. [Luecke.] [PAG. 741] para con nosotros—Griego, “en nuestro caso” (Nota, 4:9). vive … vive—

Griego, “mora,” o “permanece.” Comp. 4:7. 17, 18. (Comp. 3:19–21.) el amor—en lo abstracto, el principio del amor

[Alford] ha sido, o está, hecho perfecto (en su relación) con nosotros. El amor morando en nosotras avanza hacia su

consumación “con nosotros;” así el griego. Lucas 1:58, “hizo con ella grande misericordia:” 2 Juan 2, “La verdad < será

< con nosotros.” confianza—la misma palabra en el texto paralelo, 3:21. Lo opuesto a “temor” (4:18). En esto está

perfeccionado el amor, a saber, en morar Dios en nosotros, y nosotros en Dios (4:16), que redunda en que “tengamos

confianza en el día del juicio” (dia tan terrible para los demás hombres. Hechos 24:25; Romanos 2:18). pues—La base

de nuestra confianza es que “como él (Cristo) es, así somos nosotros en este mundo (y él en aquel día, no condenará a

los que sean como él mismo), es decir, nosotros somos justos como él es justo, especialmente con respecto a la suma de

la justicia, el amor (3:14). Cristo ES justo, y es el mismo amor, en el cielo: así lo somos nosotros, sus miembros los que

estamos aún “en este mundo.” Nuestra unidad con él aun ahora en su posición exaltada allá (Efesios 2:6), de modo que

todo lo que le pertenece a él de la justicia, etc., nos pertenece a nosotros también por la perfecta imputación y el

impartimiento progresivo, es la base del perfeccionamiento de nuestro amor de modo que podemos tener confianza en el día

del juicio. Estamos en el mundo, no somos del mundo. 18. El temor no tiene cabida en el amor. La confianza audaz (4:17),

basada en el amor, no puede coexistir con el temor. El amor, que, perfeccionado, produce la confianza audaz, arroja el temor

(Hebreos 2:14, 15). La finalidad de la muerte propiciatoria de Cristo fué librarnos de la servidumbre del temor. mas—

“Sino al contrario.” [Alford.] el temor tiene pena—Griego, “castigo.” El temor está siempre revolviendo en la mente el

castigo merecido. [Estius.] El temor, anticipando el castigo (por la conciencia de merecerlo), ya no lo tiene ahora

mismo, es decir, en la conciencia apenada. El perfecto amor es incompatible con tal temor, que se castiga. El temor píadoso

de ofender a Dios es muy distinto del miedo servil al castigo conscientemente merecido. Este tal temor nos es natural a

todos, hasta que el amor lo echa fuera. “La condición de los hombres varía: uno está sin temor y amor; otro está con

temor sin amor; otro, con temor y amor; otro sin temor con amor.” [Bengel.] 19. le amamos—a Dios. Los manuscritos

más antiguos omiten “le.” Tradúzcase, “Nosotros (enfático: nosotros de nuestra parte) amamos (en general; así a Dios,

como a los hermanos, y a nuestros semejantes), porque él (enfático: paralelo a “nosotros;” porque fué él quien) nos amó

primero, enviando a su Hijo (el aoristo griego, de un acto determinado en un momento dado). Fué el primero en

amarnos: este pensamiento debe crear en nosotros el amor que echa fuera el temor. 20. el que no ama a su hermano—

Nos es más fácil a nosotros, bajo la influencia, como estamos aquí, de los sentidos, dirigir nuestro amor hacia uno que

está dentro de los límites de nuestros sentidos, que no hacia uno invisible y apreciable sólo por la fe. “La naturaleza es

anterior a la gracia; y nosotros por la naturaleza amamos las cosas visibles antes que las invisibles”. [Estius.] Los ojos

son nuestros directores en el amor. “Ver es un incentivo a amar.” [Ecumenio.] Si no amamos a los hermanos, los visibles

representantes de Dios, ¿cómo podemos amar a Dios, el invisible, de quien son hijos? El ideal verdadero del hombre,

perdido en Adán, se realiza en Cristo, en quien Dios se revela como es, y el hombre como debe ser. Así por la fe en

Cristo, aprendemos a amar tanto al Dios verdadero como al hombre verdadero, y de igual manera a los hermanos,

que llevan la imagen de él. ha visto—y sigue viendo. 21. Además del argumento (4:20) basado en el sentimiento

común de los hombres, aquí agrega uno más fuerte que proviene del mandamiento expreso de Dios (Mateo 22:39). El

que ama hará los deseos de la persona amada. el que ama a Dios—el que desea que Dios le tenga por amador de él.

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CAPITULO 5

QUIENES SON LOS HERMANOS QUE DEBEN SER AMADOS DE MANERA ESPECIAL (4:21); LA

OBEDIENCIA, PRUEBA DEL AMOR, FACIL POR LA FE, QUE VENCE AL MUNDO LA ULTIMA PORCION DE LA EPISTOLA. EL TESTIMONIO DEL ESPIRITU DE LA VIDA ESPIRITUAL DEL CREYENTE. LAS VERDADES REPETIDAS AL FIN: ADVERTENCIAS FINALES. 1. La razón por la que nuestro “hermano” (4:21). es merecedor de tal amor, a saber, porque es “nacido (engendrado) de Dios;” de modo que si deseamos demostrar nuestro amor a Dios, debemos demostrarlo al representante visible de Dios. Todo aquel que—El no podría ser nuestro “Jesús” (Dios‐ Salvador), a menos que fuera “el Cristo;” porque no podría revelar el camino de la salvación, a menos que fuera profeta; no podría obrar aquella salvación, a menos que fuera sacerdote; no podría conferir aquella salvación, a menos que fuera rey: no podría ser profeta, sacerdote, y rey, a menos que fuera el Cristo. [Pearson, sobre el credo.] nacido— “engendrado,” en ambos casos aquí. Cristo es “el unigénito Hijo” por la generación; nosotros llegamos a ser hijos de Dios por la regeneración y la adopción. que ama … engendrado—con sinceridad, no con mera profesión (4:20). que es nacido—es decir, “a sus hermanos” (4:21). 2. En esto—Como nuestro amor o los hermanos es la señal y prueba de nuestro amor a Dios, así (Juan dice aquí) que nuestro amor a Dios (probado por “guardar nosotros sus mandamientos”) es el fundamento, la única base verdadera, del amor a los hermanos, conocemos—Juan significa aquí, no las normas externas del genuino amor fraternal, sino las normas internas de él, la conciencia del amor a Dios manifestada en guardar de corazón sus mandamientos. Cuando tenemos este amor a Dios interna y externamente confirmado, podemos saber de seguro que amamos en verdad a los hijos de Dios. “El amor al hermano es precedente, según el orden natural (Nota, 4:20); el amor a Dios lo es según el orden de la gracia (5:2). En un tiempo el primero es conocido más inmediatamente; en otro tiempo este segundo, según que esté la mente ocupada con las relaciones humanas o con lo que concierne el honor divino.” [Estius.] Juan demuestra lo que es el verdadero amor, a saber: el [PAG. 742] amor que se refiere a Dios como su primer objeto. Como antes Juan subrayaba el efecto, así ahora puntualiza la causa. Porque desea que el amor mutuo sea cultivado entre nosotros de tal modo que Dios ocupe siempre el primer lugar. [Calvino.] 3. éste es—El amor de Dios consiste en esto. no son penosos—como muchos piensan. Es “el camino del transgresor” el que es “duro.” Lo que los hace “no penosos” a los regenerados es la fe que “vence al mundo” (5:4); en la proporción en que la fe es fuerte, así queda vencido lo penoso de los mandamientos de Dios a la rebelde carne. La razón por qué los creyentes sienten cualquier grado de cansancio en los mandamientos de Dios, es que no se dan cuenta cabal por medio de la fe, de los privilegios de su vida espiritual. 4. Porque—(Nota, 5:3.) La razón por qué “sus mandamientos no son penosos.” Aunque cay conflicto en guardarlos, el resultado para todo el cuerpo de los regenerados es la victoria sobre toda influencia opositora: entre tanto hay un gozo actual para cada creyente en guardarlos, que los hace “no penosos.” todo aquello—El neutro expresa el todo universal, el agregado de los regenerados, mirados como un cuerpo colectivo, Juan 3:6; 6:37, 39, donde observa Bengel, en los discursos de Jesús, lo que el Padre le ha dado, se llama “todo lo que”, en el singular del neutro; todos los que vienen al Hijo se denominan en el plural del masculino. El Padre ha dado, como si fuera, todo el conjunto al Hijo, para que todos los que él ha dado sean un todo: aquel todo universal que el Hijo desenvuelve individualmente en la ejecución del plan divino. vence—habitualmente. al mundo—todo lo que se opone al cumplimiento de los mandaminetos de Dios, o que nos aparta de Dios, en este mundo, inclusive nuestra corrupta carne, donde actúan los requiebros y amenazas del mundo, inclusive Satanás, “el príncipe de este mundo.” victoria que vence—El aoristo griego, participio, que hace contemplar el hecho consumado de una vez, la víctoria ya ganada (2:13; 4:4). 5. ¿Quién—Confirmando, con una pregunta triunfante que desafía toda contradicción, como hecho innegable (5:4), que la victoria que vence al mundo es la fe. Porque es por la fe (creyendo) que somos hechos uno con Jesús el Hijo de Dios, de modo que participamos de su victoria sobre el mundo y tenemos a uno que mora en nosotros más poderoso que el que está en el mundo (4:4). “Buscad por todo el mundo, y mostradme a uno siquiera que pueda afirmar con verdad que vence al mundo, que no sea un cristiano y uno dotado de la fe.” [Episcopius en Alford.] 6. Este—el antes nombrado (5:5). que vino por agua y sangre—“por agua,” cuando fué inaugurado su ministerio por el bautismo en el Jordán, y recibió el testimonio del Padre tocante a su mesianidad y a su filiación divina. Comp. 5:5, “Cree que Jesús es el Hijo de Dios,” con Juan 1:33, 34, “el Espíritu que reposa sobre él < le ví, y he dado testimonio que éste es el Hijo de Dios: y 5:8, abajo, “Son tres los que dan testimonio en la tierra, el Espíritu, y el agua, y la sangre.” Correspondiente a esto es el bautismo de agua y del Espíritu que él ha instituído como sello permanente y medio de incorporación iniciadora con él. y sangre—El vino por “la sangre de su cruz” (“por”, como en Hebreos 9:12, “por su propia sangre, entró una sola vez en el santuario”): hecho visto y tan solemnemente atestiguado por Juan aquí. “Estos dos hechos pasados en la vida del Señor son este testimonio permanente para nosotros, por virtud de la permanente aplicación a nosotros de su poder purificador y vicario.” Jesuscristo—no la mera mención, sino una solemne aseveración de la persona y mesianidad del Señor. no por—Griego: “no EN el agua solamente, sino EN el agua y EN (así dicen los manuscritos más antiguos) la sangre.” Como “por” significa “por medio de,” el medio por el cual vino:

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así “en”, el elemento en que vino. El artículo denota que el agua y la sangre eran los símbolos sagrados y bien conocidos. Juan el Bautista vino bautizando sólo con agua, y por tanto no fué el Mesias. Jesús vino primero para llevar

a cabo él mismo el doble bautismo de agua y sangre, y luego bautizarnos en la purificación del Espíritu, de la que el

agua es el sello sacramental, y en su sangre propiciatoria, la eficacia de la cual, una vez por todas derramada, es

perpetua en la Iglesia; y por lo tanto es el Mesías. Fué su sangre derramada la que primero dió al bautismo de agua su

significado espiritual. Somos bautizados en (dentro de) su muerte; el gran punto de unión entre nosotros y él, y, por

medio de él, entre nosotros y Dios. y el Espíritu—el Espíritu Santo es un testigo adicional (comp. 5:7), además del agua

y la sangre, de la filiación y mesianidad de Jesús. El Espíritu atestiguó estas verdades en el bautismo de Jesús

descendiendo sobre él, y dándole el poder al través de su ministerio de hablar y hacer lo que ningún hombre antes ni

después habló ni hizo; y “es el Espíritu que da testimonio” de Cristo, ahora permanentemente en la Iglesia: tanto en

las Escrituras inspiradas del Nuevo Testamento, como en el corazón de los creyentes, y en la recepción espiritual del

bautismo y de la cena del Señor. 7. tres—se requerían dos o tres testigos por la ley, para constituir testimonio

adecuado. Los únicos manuscritos griegos que sostienen en alguna forma las palabras, “son los que dan testimonio en el

cielo, el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo: y estos tres son uno, y tres son los que dan testimonio en la tierra,” son el

Montfortianus de Dublín, copiado evidentemente de la moderna Vulgata Latina; el Ravianus, copiado del Poligloto

Complutense; un manuscrito de Nápoles que lleva dichas palabras en el margen añadidas por mano reciente: el

Ottobonianus, 298, del siglo 15, el griego del cual es una mera traducción del latín acompañante. Todas las antiguas

versiones las omiten. Los manuscritos más antiguos de la Vulgata las omiten: el más antiguo de la Vulgata que las

tiene es el Wizanburgense, 99, del siglo ocho. Un escolio citado por Matthaei enseña que las palabras no se originaron

por fraude; porque en todos los manuscritos griegos, “tres son los que dan testimonio”, como notó el escoliasta, la

palabra “tres” es masculina, porque las tres cosas (Espíritu, agua y sangre) son SIMBOLOS DE LA TRINIDAD. A esto se

refirió también Cipriano, 196, “Del Padre, Hijo y Espíritu Santo, está escrito: Y estos tres son uno (una unidad).” Debe

haber alguna verdad mística que se expresa en el uso de “tres” en masculino, aunque los antecedentes, “Espíritu, agua

y sangre,” son neutros. Que la TRINIDAD fué la verdad implícita [PAG. 743] es inferencia natural: la tríade

especificada, señala a otra Trinidad Superior; como es claro por el 5:9, “el testimonio de Dios es mayor,” que se refiere

a la Trinidad aludida en el Espíritu, agua y sangre. Fué escrito primero, pues como comentario marginal para

completar el sentido del texto, y allá a fines del siglo octavo fué introducido en el texto de la Vulgata Latina. El

testimonio, sin embargo, pudo ser dado a los hombres sólo en la tierra, no en el cielo. El comentario, pues, que insertó

“en el cielo,” fué impropio. Es en la tierra donde el contexto evidentemente requiere que el testimonio de los tres, el

Espíritu, el agua, y la sangre, sea dado: exponiendo místicamente a los divinos testigos trinos, el Padre, el Espíritu, y el

Hijo. Luecke nota como evidencia interna en contra de estas palabras, el que Juan nunca usa “el Padre” y “el Verbo”

como correlativos, sino que, como otros escritores del Nuevo Testamento, asocia “el Hijo” con “el Padre,” y siempre

refiere “el Verbo” a “Dios” como su correlativo, no “al Padre.” Vigilius, al fin del siglo cinco, es el primero en citar las

palabras disputadas como del texto; pero ningún manuscrito griego anterior al siglo quince aún existente las tiene. El

término “Trinidad” ocurre por primera vez en el siglo tres en Tertuliano, adversus Praxean, 3. 8. concuerdan en uno—

“propenden a un solo resultado;” su concordante testimonio de la filiación y mesianidad de Jesús que dan por la

gracia sacramental en el agua del bautismo, recibido por el penitente creyente, por la eficacia expiatoria de su sangre, y

por el testimonio interno de su Espíritu (5:10): lo que corresponde al testimonio que fué dado de la filiación y

mesianidad de Jesús por su bautismo, su crucifixión, y las manifestaciones en él del Espíritu Santo (Nota, 5:6). Fué por

su venida “por agua” (eso es, su bautismo en el Jordán) que Jesús tomó solemne posesión de su oficio, y fué revelado

como el Mesías; esto debe haber sido especialmente importante en la estimación de Juan, quien fué llevado a Cristo

por el testimonio del Bautista. Por el bautismo recibido entonces por Cristo, por el derramamiento redentor de su

sangre y por lo que el Espíritu de Dios, cuyo testimonio es infalible, ha efectuado y sigue efectuando, por él, el Espíritu,

el agua y la sangre, se unen, como el testimonio triple, para verificar su divina mesianidad. [Neandro.] 9. Si

recibimos—Aceptamos en verdad (y justamente) el testimonio de hombres veraces, falibles como son; con mucho

mejor razón debemos aceptar el testimonio infalible de Dios (el Padre). “El testimonio del Padre es, como si fuera, la

base del testimonio de la Palabra y del Espíritu Santo; así como el testimonio del Espíritu, es, como si fuera, la base del

testimonio del agua y de la sangre.” [Bengel.] porque—este principio se aplica en el presente caso. éste es, etc.—Los

manuscritos más antiguos dicen, “Este es el testimonio de Dios: que él ha dado testimonio de su Hijo.” Lo que es el

testimonio lo hallamos en el 5:1, “Jesús es el Cristo, es nacido de Dios;” y en el 5:10, 11. 10. tiene el testimonio en sí

mismo—de Dios, mediante su Espíritu (5:8). El Espíritu de Dios mora en él, y testifica que “Jesús es el Señor,” “el

Cristo,” y “el Hijo de Dios”. (5:1, 5). El testimonio del Espíritu en el creyente mismo de su propia adopción no está

expresado aquí, pero se sigue como consecuencia de creer el testimonio que Dios da de la divina filiación de Jesús.

que no cree—no da crédito a su testimonio. le ha hecho mentiroso—una consecuencia que muchos virtual, o hasta

confesadamente, no creen, que bien podrá alarmarlos por tan terrible blasfemia y presunción (1:10). no ha creído—

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negarse a dar crédito, a poner confianza en (griego, eis), el testimonio de Dios envuelve la negación de creer en (depositar la confianza en) Jesucristo, el objeto del testimonio de Dios. Esta es la clase superior de fe; porque el objeto

tiene la mayor credibilidad por estar basada en el testimonio de Dios.” [Pearson sobre Credo.] “La autoridad en que

confiamos es divina; la doctrina que seguimos es divina.” [Leo.] 11. nos ha dado—Aoristo griego, “dió” una vez por

todas. No sólo la “prometió.” esta vida está en su Hijo—esencialmente (Juan 1:4; 11:25; 14:6); corporalmente

(Colosenses 2:9); operativamente (2 Timoteo 1:10). [Lange en Alford.] Es en el segundo Adán, el Hijo de Dios, donde

esta vida nos está asegurada, la que, si dependiera de nosotros, la perderíamos, como el primer Adán. 12. al Hijo tiene

la vida—Bengel observa: El versículo tiene dos proposiciones: en la primera se menciona al Hijo sin añadir “de Dios,”

porque los creyentes conocen al Hijo; en la segunda, se agrega el distintivo “de Dios,” para que los incrédulos sepan

así cuán grave cosa es no tenerle. En la primera, “tiene” lleva el énfasis; en la segunda, vida. Tener al Hijo es poder

decir como la esposa, “Soy de mi Amado, y mi Amado es mío.” La fe es el medio por el cual los regenerados TIENEN a

Cristo como posesión presente, y teniéndole a él, tienen la vida en su germen y realidad ahora, y tendrán la vida en su

manifestación de pleno desarrollo en el futuro. La vida eterna es aquí (1) inicial, y una garantía de lo que ha de seguir;

en el estado intermedio (2) parcial, que pertenece sólo a una parte, si bien la parte más noble, del hombre, el alma

separada del cuerpo; en la resurrección y después (3) perfeccional. Esta vida no es sólo natural, consistente en la unión

del alma y el cuerpo (como la de los réprobos en la pena eterna, que debiera llamarse más bien muerte eterna, no vida),

sino también espiritual, la unión del alma con Dios, y bendecida en grado supremo para siempre (pues la vida es otro

término por felicidad). [Pearson en Credo.] 13. Estas cosas—Esta Epístola. Hacia el fin de su Evangelio (Juan 20:30, 31),

Juan escribió de manera similar, declarando el propósito que tenía de escribir. En 1:4 indica el objeto de escribir esta

Epístola, “para que vuestro gozo sea cumplido.” “Saber que tenemos vida eterna” es manera segura de “gozarnos en

Dios.” Los manuscritos más antiguos dicen: “Estas cosas os he escrito (omitiendo: “los que creéis en el nombre del

Hijo de Dios”) para que sepáis que tenéis vida eterna (5:11), a vosotros (digo) que creéis (no para que creáis) en el

nombre del Hijo de Dios.” El sentido de nuestra versión sería “para que sigáis creyendo en el nombre <” 14. la

confianza—“franqueza,” “audacia” (4:17) en la oración, lo que resulta del saber que tenemos vida eterna (5:13; 3:19–

22). conforme a su voluntad—la que es la voluntad del creyente, y que no es por tanto ninguna restricción a sus

oraciones. En todo cuanto la voluntad de Dios no es nuestra voluntad, en tanto no permanecemos [PAG. 744] en la fe

y nuestras oraciones no son aceptas. Alford bien dice: “Si conociésemos la voluntad de Dios cabalmente, y nos

sometiésemos a ella de corazón, sería imposible que pidiéramos para el espíritu o para el cuerpo nada que él no pudiera

conceder; es este estado ideal el que tiene en mente el apóstol. Es el Espíritu quien nos enseña internamente y él mismo

en nosotros pide según la voluntad de Dios. 15. tenemos las peticiones—Tenemos, como posesión presente tedas las

cosas cuales fuesen que deseábamos de él. No se pierde ni una de nuestras pasadas oraciones elevadas en fe, conforme a su

voluntad. Como Ana (1 Samuel 1:18), podemos regocijarnos en ellas como ya concedidas aun antes del evento;

podemos conocer el evento cuando tiene lugar, no como por casualidad, sino obtenido por nuestras oraciones

anteriores. Comp., también la confianza firme de Josafat tocante al resultado de sus oraciones, tanto que ordenó de

antemano a los cantores que alabasen a Dios. 16. Si alguno viere—en cualquier ocasión particular; el aoristo griego. a

su hermano—un hermano cristiano. cometer—acción durativa; verle pecando y continuando en el pecado. no de

muerte—siempre que no sea un pecado de muerte. le dará vida—El que pide será el medio, debido a su oración

intercesora, por cuyo conducto Dios dará vida al hermano que peca. El reproche bondadoso debe acompañar sus

intercesiones. La vida estaba en el proceso de ser perdida por el hermano que pecaba, cuando la intercesión del

creyente obtuvo la restauración. a los que—Resumiendo la condición antes expresada, “siempre que el pecado no sea

de muerte.” “Dará vida,” digo, es decir, obtendrá vida. “para (en el caso de) los que pecan no de muerte.” no digo que

ruegue—El griego aquí por “rogar” significa una PETICION hecha a uno que es de posición igual, o al menos de

intimidad, con aquel de quien el favor es esperado. “El cristiano que intercede por su hermano, declara Juan, no se

arrogará la autoridad que se presupone en hacer una petición a favor de un pecador que ha hecho pecado de muerte

(1 Samuel 15:35; 16:1; Marcos 3:29), para que le fuera perdonado.” *Trench, Synonyms of the N. T.] Comp. Deuteronomio

3:26. El griego aquí traducido “demandar”, pedir, expresa una petición humilde de un inferior; de modo que nuestro

Señor nunca lo usa (aiteo) sino siempre “rogar” (erotao). Marta, en su ignorancia, usa una vez el verbo pedir en el caso

de Jesús (Juan 11:22). “Pedir” por un hermano que peca no de muerte, es una petición humilde en consonancia con la

voluntad de Dios. “Presentar una solicitud” por un pecado de muerte (interceder como si fuera con cierta autoridad, como

si fuésemos más misericordiosas que Dios) sabría a presunción: prescribiendo a Dios en un asunto que está más allá

de nuestros anhelos fraternales (porque estar pecando de muerte demostraría que uno no es y nunca fué en verdad un

hermano, 2:19). cómo él debe ejecutar y retener sus justos juicios. Jesús intercede, no por el mundo que se endurece en

la incredulidad, sino por los que le fueron dados de entre el mundo. 17. Toda maldad—“Toda injusticia (aun de los

creyentes, 1:9; 3:4. Toda imperfección) es pecado;” (pero) no todo pecado es pecado de muerte. hay pecado no de

muerte—en el cual caso, pues, los creyentes pueden interceder. La muerte y la vida están en oposición correlativa

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(5:11–13). El pecado de muerte debe ser uno que tiende “hacia” (así el griego) la muerte y así termina en la muerte. Alford lo hace un apreciable ACTO de pecado, por ejemplo, de negar que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios (en contraste con

confesar esta verdad, 5:1, 5), 2:19, 22; 4:2, 3; 5:10. Tales negadores temerarios no han de ser recibidos en la casa de uno,

ni saludados. Con todo, creo con Bengel, que se incluye no sólo el acto, sino el estado de apostasía que acompaña al

acto—un “estado de alma en el que la fe, el amor, y la esperanza, en fin, la nueva vida, es extinguida. El primer

mandamiento es de fe y amor. Por tanto, el pecado principal es aquel por el cual la fe y el amor son destruídos. En el

primer caso es la vida; en éste, la muerte. Mientras no sea evidente (Nota, 5:16) que es un pecado de muerte, es lícito

pedir. Pero cuando es un rechazamiento deliberado de la gracia y el hombre así echa de sí la vida, ¿cómo pueden

otros procurar vida para él? Comp. contraste Santiago 5:14–18. Comp. Mateo 12:31, 32 tocante al rechazamiento

temerario de Cristo y la resistencia al manifiesto testimonio del Espíritu Santo acerca del divino Mesías. Jesús, sobre la

cruz, rogó sólo por los que NO SABIAN lo que estaban haciendo al crucificarlo, no por los que obstinadamente resistían

la gracia y el conocimiento. Si oramos por los impenitentes, debe ser con referencia humilde a la voluntad de Dios, no

con la petición intercesora que debiéramos ofrecer por un hermano errante. 18. (3:9.) Sabemos—tres veces repetido

enfáticamente, para reforzar las tres verdades en cada caso, como asuntos del conocimiento experimental conjunto de

los hermanos. Este versículo 5:18 nos advierte en contra del abuso del 5:16, 17, como garantía de seguridad carnal.

cualquiera—No sólo los creyentes maduros, sino todo aquel que está engendrado de Dios, regenerado, “no peca.” el

que es engendrado—Aoristo griego, “engendrado (una vez por todas en tiempo pasado) de Dios;” en el principio del

versículo está en el pretérito prefecto, “está nacido,” estado permanente. La Vulgata traduce, “El haber sido engendrado

por Dios lo guarda” (así uno de los manuscritos más antiguos): así Alford: lit., “Habiendo sido engendrado de Dios,

ello (la generación divina implícita) le guarda.” Así 3:9 “La simiente de él (Dios) permanece en él.” Con todo, en

nuestra versión, la obra interna de Dios por el Espíritu y la obra del hombre bajo el poder del Espíritu, como agente

responsable, es lo que ocurre a menudo en otros pasajes. Que Dios debe guardarnos, si hemos de guardarnos del mal, es

cierto. Comp. Juan 17:15, especialmente con éste. el maligno no le toca—de modo que le dañe. En la proporción en que

realiza su vida de regenerado, el príncipe del mundo no tiene en él nada en qué afirmar sus mortales tentaciones, como

en el caso mismo de Cristo. Su regeneración divina ha cortado una vez por todas su conexión con el príncipe de este

mundo. 19. mundo está puesto en maldad Más bien, “yace en el maligno,” como se traduce el griego en 5:18; 2:13, 14;

véase 4:4; Juan 17:14, 15. El mundo yace en el poder del maligno, mora, reposa en él, como asilo y amo de sus esclavos;

comp. “permanece en muerte,” 3:14; contrástese el 5:20, “Estamos [PAG. 745] en el verdadero.” Mientras que el

creyente ha sido librado del poder de aquél, todo el mundo queda inerte e impotente en él, como siempre estuvo; todo,

inclusive los sabios, los grandes, los respetables, y todos los que no están por unión vital en Cristo. 20. Recapitulación

de nuestros privilegios cristianos. es venido—está presente, habiendo venido. “ESTA AQUI—todo está lleno de él—su

encarnación, su obra, su presencia permanente, es para nosotros una viva realidad.” [Alford.] nos ha dado

entendimiento—El oficio de Cristo es el de dar el entendimiento espiritual interior para discernir las cosas de Dios.

para conocer—Algunos de los manuscritos más antiguos dicen “de modo que sabemos.” al que es verdadero—Dios,

en oposición a toda suerte de ídolo o falso dios (5:21). Jesús, en virtud de su unidad con Dios, es también “el

verdadero” (Apocalipsis 3:7). Aun nosotros “estamos en el verdadero” Dios en virtud de estar “en su Hijo Jesucristo.”

Este es el verdadero Dios—“Este Jesucristo (la última Persona nombrada) es el verdadero Dios” (identificándole así

con el Padre en su atributo, “el único Dios verdadero,” Juan 17:3, primordialmente atribuído al Padre). y la vida

eterna—dicho del Hijo de Dios; Alford dice erróneamente, él era la vida, pero no la eterna. El Padre es en verdad, la

vida eterna como su fuente, pero el Hijo también es aquella vida eterna manifestada, como el mismo texto que Alford cita

prueba en contrario. Comp., también 5:11, 13. Claramente se contempla a Cristo, desde aquí, como el Mediador entre

nosotros y la vida eterna. El griego es, “El verdadero Dios y vida eterna es éste”, Jesucristo; eso es, creyendo en él,

creemos en el verdadero Dios, y tenemos vida eterna. El Hijo se llama “El que es VERDADERO,” Apocalipsis 3:7,

como aquí. Esto naturalmente prepara el camino para la amonestación contra los falsos dioses (5:21). Jesucristo es la

única “imagen expresa de la persona de Dios.” Todas las demás representaciones de Dios están prohibidas como

ídolos. La Epístola termina así como empezó (1:1, 2) 21. Afectuosa advertencia final. de los ídolos—Los cristianos

estaban rodeados en todas partes por los idólatras, con los cuales era imposible evitar el roce. Por tanto la necesidad de

estar de guardia aun contra todo compromiso indirecto o acto de comunión con la idolatría. Algunos en Pérgamo, en

la región donde Juan escribió, cayeron en la acechanza de comer cosas ofrecidas a ídolos. El momento en que dejamos

de permanecer “en el que es verdadero”, (permaneciendo) en Jesucristo, formamos parte del “mundo que yace en el

maligno,” cediendo a la idolatría espiritual, si bien no en todos lugares a la literal (Efesios 5:5; Colosenses 3:5).

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LA SEGUNDA EPISTOLA DE JUAN

INTRODUCCION A LA SEGUNDA Y TERCERA EPISTOLAS DE JUAN

AUTENTICIDAD.—Que estas dos Epístolas fueron escritas por el mismo autor, aparece en la similaridad de tono,

de estilo, y de sentimientos. Que Juan, el discípulo amado, fué el autor de la Segunda y la Tercera Epístolas, tanto como de la Primera, consta por el testimonio de Ireneo, Adversus Haereses, 1:16, 3, donde cita 2 Juan 10, 11; y en 3:16, 8, donde cita 2 Juan erróneamente, como si ocurriese en 1 Juan. Clemente de Alejandría (año 192), Stromata, 2:66, expresa su conocimiento de otras epístolas de Juan además de la Primera; y en fragmentos de Adumbraciones (pág. 1011), dice: “La Segunda Epístola de Juan, que fué escrita a las vírgenes (Griego, parthenous; tal vez quería decir Partos), es la más sencilla; pero fué escrita a cierta babilónica llamada la Electa Señora.” Dionisio de Alejandría (en Eusebio, Hist. Ecles., 7.25) observa que Juan nunca se menciona a sí mismo en sus Epístolas, “ni aún en la Segunda y la Tercera, aunque son Epístolas breves, sino que sencillamente se llama el presbítero”, una confutación de los que creen que Juan el Apóstol sea distinto de Juan el Presbítero. Alejandro de Alejandría cita 2 Juan 10, 11, como de Juan (Sócrates, Hist. Ecles., 1. 6). Cipriano, De Haereticis Baptizandis, refiriéndose a los obispos del Concilio de Cartago, dice: “Juan el apóstol en su Epístola, ha dicho: Si alguno viene a vosotros <” (2 Juan 10); de modo que esta Epístola, y por tanto su gemela, la Tercera, era reconocida por la Iglesia del Africa Norte. El fragmento de Muratori es ambiguo. Las dos Epístolas no estaban en la versión Peschito, o sea, la Siríaca Antigua; y Cosmas Indicopleustes dice en el siglo seis, que en su tiempo la Iglesia Siríaca sólo reconocía tres de las Epístolas Católicas, 1 Pedro, 1 Juan y Santiago. Pero Efrem Ciro cita la Segunda Epístola de Juan. Eusebio, (Hist. Ecles.,) juzga ambas Epístolas entre las Escrituras Antilegomena, o sea, las controvertidas, así distinguidas de las Homologoumena, las reconocidas universalmente desde el principio. Sin embargo, era su opinión propia que las dos Epístolas menores eran genuinas, y observa en Demonstratio Evangelica, 3.5, que en “las Epístolas” de Juan él no hace mención de su nombre, ni se llama apóstol ni evangelista, sino “anciano” (2 Juan 2; 3 Juan 1). Orígenes (en Eusebio, Hist. Ecles. 6. 25) menciona la Segunda y la Tercera Epístolas, pero agrega: “la autenticidad de ellas no la admiten todos” (infiriendo que la mayoría de las autoridades la admitía). Jerónimo [PAG.

746] (De Viris Illustribis, 9) menciona las dos últimas Epístolas como atribuídas a Juan el presbítero, cuyo sepulcro se

veía entre los efesios de su día. Pero el término “anciano” para designar a los apóstoles lo empleaban otros (por eje.,

Eusebio, Hist. Ecles., 3. 89), y el apóstol Pedro mismo (1 Pedro 5:1). ¿Por qué entonces no debería Juan hacer lo mismo

para designarse a sí mismo, en consonancia con la humildad que le lleva a no hacer alusión alguna a sí mismo ni a su

apostolado ni aun a su Primera Epístola? Las antilegomena fueron generalmente reconocidas por canónicas

inmediatamente después del Concilio de Niza (año 325). Así que Cirilo de Jerusalén (año 349) enumera catorce

epístolas de Pablo y siete católicas. Lo mismo Gregorio Nacianceno (año 389). Los Concilios de Hipona (Año 393) y de

Cartago (año 397) adoptaron un catálogo de los libros del Nuevo Testamento precisamente igual al canon actual. Así

lo prueban nuestros manuscritos más antiguos existentes. Las Epístolas Segunda y Tercera de Juan, por su brevedad

(que observa Orígenes), y por la naturaleza privada de su contenido, eran leídas menos generalmente en las

asambleas cristianas primitivas, y eran por tanto citadas menos por los Padres; por esta razón no eran reconocidas

generalmente en el principio. Su naturaleza privada hace menos probable que sean espúreas, pues parece que no hay

propósito alguno de su falsificación. El estilo y el colorido también concuerdan con el estilo de la Primera Epístola.

DESTINATARIOS.—La Tercera se dirige a Gayo, o Cayo; si era Gayo de Macedonia (Hechos 19:29), o Gayo de

Corinto (Romanos 16:23; 1 Corintios 1:14), o Gayo de Derbe (Hechos 20:4), es difícil decidir. Mill cree que Gayo,

obispo de Pérgamo (Constituciones Apostólicas, 7. 40) es la persona designada en 3 Juan.

Hay mayor disputa respecto de la Segunda Epístola. Principia: “Juan a (la) electa señora (eklekte kuria)”. Y termina:

“Te saludan los hijos de tu hermana la electa”. Bien, 1 Pedro 1:1, 2, se dirige a los elegidos en Asia, etc., y termina (1 Pedro 5:13) con: “La (Iglesia) que está en Babilonia coelecta (con vosotros) os saluda <” Considerando juntos estos hechos con las citas (arriba) de Clemente de Alejandría, y el hecho de que la palabra iglesia (church en inglés) viene de la palabra griega (kuriaké), de la misma derivación que señora en el griego (kuria, correspondiente a kurios, señor), resulta posible el parecer de Wordsworth: Como Pedro en Babilonia envió las salutaciones de la Iglesia elegida de la entonces Babilonia Partiense (véase arriba la cita de Clemente de Alejandría) a su hermana elegida de Asia, del mismo modo Juan, el presidente de la Iglesia elegida metropolitana de Asia, escribe a la electa hermana de la segunda, es decir, a la Iglesia de Babilonia. Neandro, Alford, etc., opinan que el griego kuria no significa “señora”, sino que es nombre propio (Ciria) de señora, y que ella tenía una “hermana, dama cristiana”, que estaba entonces con Juan.

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FECHA Y LUGAR DE REDACCION.—Eusebio (Hist. Ecles., 3. 25) relata que Juan, después de la muerte de Domiciano, volvió de su destierro en Patmos a Efeso, e hizo viajes misionales por las regiones paganas lindantes, y

visitaba también a las iglesias de alrededor, ordenando a obispos y clérigos. Se mencionan tales viajes en 2 Juan 12; 3

Juan 10, 14. Si Eusebio estuvo en lo cierto, ambas Epístolas deben haber sido escritas después del Apocalipsis, en la

ancianidad de Juan, lo que concuerda con el tono de las mismas, y en Efeso o en sus cercanías. Fué en uno de tales

viajes que se resolvió reprender a Diótrefes (3 Juan 9, 10).

ENCABEZAMIENTO: SALUTACIONES: HACIMIENTO DE GRACIAS POR LA FIDELIDAD DE LA SEÑORA

EN LA VERDAD: ENCOMIENDA EL AMOR: ADVIERTE EN CONTRA DE LOS ENGAÑADORES, A FIN DE NO PERDER EL GALARDON: TERMINACION. 1. El anciano—En una carta de intimidad, Juan se da una designación menos autoritativa que la de “apóstol”; lo mismo que Pedro (1 Pedro 5:1). señora—Bengel entiende el griego por nombre propio Kyria (Ciria), que corresponde al hebreo “Marta”. Siendo ella persona de influencia, los “engañadores” (7) se insinuaban en su familia para seducirlos a ella y a sus hijos y apartarlos de la fe [Tirino], de modo que Juan sintió la necesidad de escribir para advertirla. (Pero véase mi Introducción y nota a 1 Pedro 5:13.) Una iglesia particular, probablemente la de Babilonia, es la indicada. “Iglesia” (en el inglés) se deriva del griego Kuriaké, afín de Kuria aquí; este último término (kuria) entre los romanos y atenienses, denota lo mismo que ecclesía, termino apropiado para designar la asamblea de la iglesia. amo en verdad—El amor cristiano reposa sobre la verdad cristiana (v. 3, fin). Más que “amar en verdad,” yo amo “en LA verdad”. todos—Todos los cristianos forman una fraternidad, y se regocijan los unos en la prosperidad espiritual de los otros. “La comunión del amor es tan amplia como la comunión de la fe”.

[Alford.] 2. Por la verdad—En relación con el “yo amo” (v. 1); “Los que aman en la verdad, también aman a causa de la

verdad”. está (mora) en nosotros, y será perpetuamente con nosotros—en consonancia con la promesa de Cristo. 3.

Sea con vosotros gracia—Uno de los manuscritos más antiguos y varias versiones sustituyen “con nosotros”. El griego

es lit., “Será con nosotros gracia <”, es decir, con vosotros y conmigo. Sin embargo, hay una oración implícita, además de

la confiada afirmación. [PAG. 747] gracia … misericordia … paz—La “gracia” cubre los pecados de los hombres; la

“misericordia”, sus miserias. La gracia debe quitar primero la culpa del hombre, antes de que sus miserias puedan ser

aliviadas por la misericordia. Por tanto se coloca gracia antes de misericordia. La paz es el resultado de ambas, y por tanto

ocupa la tercera posición. El echar todas nuestras solicitudes sobre el Señor, con hacimiento de gracia, mantiene esta

paz. del Señor—Los manuscritos más antiguos y las más de las versiones antiguas omiten “del Señor”. Juan no usa

este título en otra parte de sus Epístolas, sino el de “Hijo de Dios”. en verdad y en amor—El elemento y la esfera

donde sólo la gracia, misericordia y paz tienen cabida. Menciona verdad en el v. 4; amor, en el v. 5. 4. he hallado—

probablemente en uno de sus viajes misionales de administración. Véase Introducción y notas al v. 12 y 3 Juan 10, 14. de

tus hijos—“a algunos de tus hijos”. en verdad—en la verdad evangélica. como—así como. “El mandamiento del

Padre” es la norma de “la verdad”. 5. te ruego—Se infiere algún grado de autoridad (véase nota, 1 Juan 5:16: aiteo y

erotao). no … un nuevo mandamiento—Era antiguo, por cuanto los cristianos lo oyeron desde el principio en la

predicación evangélica; nuevo, por cuanto el evangelio colocaba el amor sobre el nuevo principio de la imitación filial

a Dios, quien nos amó a nosotros primero, y dió a Jesús para que muriera por nosotros; y también por cuanto el amor

está expuesto ahora con mayor claridad que en la dispensación del Antiguo Testamento. El amor cumple ambas tablas

de la ley, y es el fin de la ley como también del evangelio (véase Nota, 1 Juan 2:7, 8). que nosotros—indicando que él

ya tenía el amor, e insistiendo en que ella se uniese con él en la misma gracia cristiana. Este versículo parece afirmar

que se trata de una iglesia y no de una señora individual. Que un hombre intime a una mujer (“te ruego”; no dice, “a ti y

a tus hijos”) que él y ella se amasen uno a otra, es apenas lo que debiera ser un precepto apostólico, por puro que fuese

el amor recomendado; pero todo queda claro si “la señora” representa una iglesia. 6. “El amor es el cumplimiento de la

ley”, y el cumplimiento de la ley es la segura prueba del amor. este es el mandamiento—El amor, en el que se

recapitulan todos los demás mandamientos de Dios. 7. Por cuanto el amor y la verdad van de la mano (vv. 3, 4), él cree

necesario hacer amonestaciones contra los enseñadores de errores. Porque—dando la razón por la cual hacía hincapié

en verdad y amor, que se manifiesta en guardar los mandamientos de Dios (v. 6). muchos—(1 Juan 2:18; 4:1.) son

entrados—Los manuscritos más antiguos dicen, “Han salido”, es decir, de entre nosotros. no confiesan … Jesucristo

… venido en carne—la señal del Anticristo. ha venido—Griego, no confiesan que Jesucristo venía en carne”. Niegan la

posibilidad de la aparición, o venida, de un Mesías. [Neandro.] Se supone que el presente del participio griego señala

tanto el primero como el segundo advenimiento del Cristo. A menudo se le llama en otras partes el que viene (griego,

Mateo 11:3; Hebreos 10:37). La negación de la realidad de su manifestación en la carne, en su primera venida, y de su

advenimiento personal futuro, constituye al Anticristo. “El mundo se vuelve de Dios y de Cristo, atraído tan sólo por

sus propias algarrobas; pero el OPONERSE a Dios y a Cristo es de la levadura de Satanás”. [Bengel.] el anticristo—los

muchos que en algún grado demuestran este carácter, son precursores del final Anticristo personal, el que concentrará

en sí todos los rasgos de los previos sistemas anticristianos. 8. Mirad por vosotros—en medio de la extensa

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preponderancia del engaño que a tantos arrastra. Así la advertencia de Cristo, Mateo 24:4, 5, 24. no perdamos … recibamos—Los manuscritos más antiguos dicen, “que no perdáis < sino que recibáis”. hemos obrado—Así dice uno

de los manuscritos más antiguos. Otros, con versiones y padres, “que habéis obrado”. El nosotros parece la dicción más

difícil, y es menos probable que sea la alteración del copista. Mirad que no perdáis el estado de creyentes en la

“verdad y amor” que NOSOTROS (como obreros de Dios, 2 Corintios 6:1; 2 Timoteo 2:15) fuimos los instrumentos

para obrar o producir en vosotros. galardón cumplido—el de gracia, no de deuda. La plena gloria consumada. Si “que

habéis obrado” es el texto correcto, de autoridades muy antiguas, el galardón que significa es el de sus “obras (de fe) y

labores de amor”. Hay grados de recompensa celestial en proporción a los grados de capacidad de recibir la

bienaventuranza celestial. Todo vaso que pertenece a Cristo tendrá su pleno gozo. Pero cuanto más grande es el vaso,

tanto mayor será su capacidad de recibir aquella felicidad. El que con una mina ganó otras diez, recibió la autoridad

sobre diez ciudades. El que granjeó cinco minas recibió cinco ciudades; cada uno según su capacidad de gobernar y en

proporción a su fidelidad. Véase 1 Corintios 15:41. “Media recompensa para los santos no hay ninguna. O se pierde

toda, o se recibe en pleno; en plena comunión con Dios”. *Bengel.] Sin embargo, ningún servicio de pastor o de pueblo

dejará de recibir su recompensa. 9. La pérdida referida se explica aquí: es el no tener a Dios, lo que resulta de no

permanecer en Cristo. que se rebela—Los manuscritos y versiones más antiguos dicen, “Todo aquel que va delante”;

compárese Juan 10:6, “Va delante de ellas” (no el mismo griego). Comp. 3 Juan 9, “ama tener el primado”. no tiene a

Dios—(1 Juan 2:23; 5:15). La repetición de “de Cristo”, omitida en los manuscritos más antiguos, se sobreentiende en

el sentido. el tal—enfático en el griego, 10. Si alguno viene—como doctor o hermano. El griego está en el indicativo no

en el subjuntivo, lo que indica que tales personas en realidad vienen, o de seguro han de venir. El amor verdadero se

combina en la renunciación gozosa y la separación de todo lo falso, sea de personas o de doctrinas. no lo recibáis—

Esto no se dice de los que siempre eran ajenos a la iglesia, sino de los que quieren ser tenidos por hermanos, y

pervierten la doctrina verdadera. [Grocio.] La salutación aquí prohibida para el caso indicado es la que se acostumbraba

entre los hermanos cristianos de aquel entonces: no una mera formalidad, sino una señal de la fraternidad cristiana. 11.

Con decirle “bienvenido”, o “ve con Dios”, a tal hermano o doctor falso, significáis que él es capaz de recibir la

bendición o el gozo (el significado literal del griego), y que lo deseáis para él, mientras que él se está oponiendo a

Cristo; [PAG. 748] así os identificáis con él en “sus malas obras”. No nos podemos comunicar, o sea, tener comunión

con los santos y con el Anticristo al mismo tiempo. Aquí vemos el celo naturalmente fogoso de Juan, dirigido hacia un

fin justo. Policarpo, discípulo de Juan, contó a los contemporáneos de Ireneo, quien hace el relato confiado en la

palabra de ellos, que en una ocasión cuando Juan estaba por bañarse, y supo que aquel Cerinto el hereje estaba en el

interior, se retiró horrorizado, exclamando: Con seguridad la casa se desplomará, puesto que el enemigo de la verdad

está en ella. 12. no he querido, etc.—Un corazón lleno de amor se expresa más libremente cara a cara que por carta.

papel—hecho del papiro egipcio. Las plumas eran entonces de cálamo (Griego, kálamos) partido. tinta—hecha de

hollín y agua espesada con goma. El pergamino se usaba para manuscritos permanentes, en los que se conservaban

las Epístolas. La tablilla (Lucas 1:53) se usaba meramente para fines pasajeros, como la pizarra. cumplido—Griego,

“llenado”. Vuestro gozo será completo, cuando oigáis de mí en persona las gozosas verdades del evangelio, cuya

comunicación postergo ahora para cuando os vea. En otras ocasiones, escribió las verdades de gran gozo con el mismo

propósito. 13. Alford reconoce que: “La no mención de la señora misma aquí parece favorecer más bien la hipótesis de

que se trata de una Iglesia.

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LA TERCERA EPISTOLA DE JUAN

ENCABEZAMIENTO: DESEO DE LA PROSPERIDAD DE GAYO: EL GOZO DE CAMINAR EN LA VERDAD. SU HOSPITALIDAD PARA CON LOS HERMANOS Y LOS EXTRANJEROS COMO FRUTO DEL AMOR. OPOSICION Y AMBICION DE DEOTREFES. ALABANZA A DEMETRIO. TERMINACION. 1. yo amo—Yo, enfático, yo personalmente, de mi parte. Sobre Gayo, o Cayo, véase la Introducción a la Segunda y Tercera Epístolas de Juan. en verdad—(2 Juan 1.) “Amado”, repetido a menudo en esta Epístola, indica fuerte afección (vv. 1, 2, 5, 11). 2. en todas cosas—Griego, “acerca de todas cosas”: así dice Alford: en todos respectos. Wahl defiende la versión: “deseo sobre todas las cosas” (1 Pedro 4:8). Por supuesto, ya que su prosperidad espiritual se presupone, “sobre todas las cosas” no significa que Juan deseara la salud física de Gayo sobre la de su alma, sino como el primer objeto de su deseo después de la salud espiritual. Yo sé que estás prosperando en lo que toca a tu alma. Deseo para ti asimismo la prosperidad física. Tal vez Juan había sabido por los hermanos (v. 3) que Gayo había estado con mala salud, y que había sufrido otras clases de pruebas (v 10), a lo cual se refiere el deseo del v. 2. prosperado—en general. tengas salud—en particular. dieron testimonio de tu verdad—tu porción de aquella verdad en que caminas. [Alford.] mis hijos—los miembros de la iglesia: lo que confirma la idea de que la electa señora es una iglesia. 5. fielmente—un acto propio de un hombre fiel. todo lo que haces—Griego, “todo lo que obras”, verbo distinto del haces anterior: toda obra, o labor de amor que llevas a cabo. Así dice Mateo 26:10, “Ella ha obrado una buena obra en mí” y con los extranjeros—Los manuscritos más antiguos dicen, “para con los hermanos y eso (es decir, los hermanos) extranjeros”. El hecho de que los hermanos hospedados eran “extranjeros”, encarecía el amor manifestado en ese acto. 6. han dado testimonio de tu amor en presencia de la iglesia—para estimular a otros con el buen ejemplo. Los hermanos así hospedados por Gayo eran evangelistas misioneros (v. 7); y, probablemente, en la narración de sus labores misionales para la edificación de la iglesia donde Juan se hallaba, incidentalmente mencionaron la amorosa hospitalidad que les prodigó Gayo. si ayudares—Griego, “enviando a los cuales adelante dignamente, harás bien” (Griego, “un acto hermoso”), despidiéndolos con las provisiones adecuadas para el viaje. como conviene—dignamente; Griego, “de una manera digna de Dios”, cuyos embajadores son ellos y cuyo siervo eres tú. El que honra a los siervos misioneros de Dios, honra a Dios. 7. por amor de su nombre—por amor de Cristo. partieron—como misioneros. no tomando nada—sin recibir nada a guisa de paga, ni de manutención, aunque eran justamente merecedores de ello, como Pablo en Corinto y Tesalónica. de los gentiles—de los cristianos ganados por ellos de entre los paganos. Como Gayo mismo era un convertido gentil, “los gentiles” aquí debe significar los recién convertidos del paganismo, los gentiles a los cuales “partieron”. Hubiera sido inoportuno aceptar cosa alguna (la partícula griega medén infiere, no que nada recibieran aunque lo hubiesen deseado, sino que fué de su propia elección que nada aceptaron) de las iglesias recién formadas entre los paganos: era diferente el caso de aceptar la hospitalidad de Gayo. 8. Nosotros—en contradistinción a “los gentiles”, o sea, “los paganos” referidos (v. 7). pues—porque los misioneros no toman nada de los gentiles, o paganos. recibir—Los manuscritos más antiguos dicen “recoger” (hupolambanein, en vez de apolambanein); por cuanto nada aceptan de parte de los gentiles, nosotros debemos darles acogida. cooperadores—con ellos. a la verdad—es decir, para promover la verdad del evangelio. 9. Yo he escrito—Los manuscritos más antiguos agregan “algo”: una comunicación, probablemente, sobre el asunto de recibir a los hermanos con amor fraterno (vv. 8, 10). Aquella epístola no fué destinada por el Espíritu Santo para la Iglesia universal, pues si no, hubiera sido conservada. a la iglesia—de la que Gayo era miembro. ama tener el primado—por la ambición. Evidentemente ocupaba un alto puesto en la iglesia donde estaba Gayo (v. 10). entre ellos—sobre los miembros de la iglesia. no nos recibe—en efecto; es decir, por no recibir con amor a los hermanos que les encomendamos (vv. 8, 10 con Mateo 10:40). 10. si yo viniere—(14.) recordaré—delante de todos, para estigmatizar y corregir. parlando—con charlatanería insensata. no recibe a los hermanos—con hospitalidad. “Los hermanos” son los misioneros que estaban de viaje. los echa—a los que quieren recibir a dichos hermanos, por la excomunión de la iglesia, lo que le facilitaba ejercer su influencia, como hombre principal (v. 8, “el primado”) de ella. Neandro opina que los misioneros eran judíos de nacimiento, por lo que se dice en alabanza de ellos que nada tomaron de los gentiles: en contraste con otros misioneros judíos que en otras partes

[PAG. 749] abusaban del derecho del ministro a la manutención, como Pablo nos dice (2 Corintios 11:22; Filipenses

3:2, 5, 19). Había en las iglesias gentiles un partido ultrapaulino de tendencia antijudaica, los precursores de Marción:

Diótrefes posiblemente estaba a la cabeza de este partido, hecho que, así como su espíritu dominante, puede explicar

su hostilidad hacia los misioneros y hacia el apóstol Juan, quien había procurado, con el poder del amor, armonizar

los varios elementos existentes en las iglesias asiáticas. Posteriormente, Marción, como sabemos, se adhirió a Pablo

solo, y no prestó deferencia alguna a la autoridad de Juan, 11. no sigas lo que es malo—como lo manifestado en

Diótrefes (vv. 9, 10). no ha visto a Dios—espiritualmente, no literalmente. 12. Todos dan testimonio—Más bien, como

el griego, “De Demetrio buen testimonio es dado por todos (los que han tenido la oportunidad de conocer su carácter)

y por la verdad misma”. La norma evangélica de la verdad da testimonio de él, de que anda de conformidad con dicha

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verdad, en los actos de verdadero amor, en la hospitalidad para con los hermanos (en contraste con Diótrefes). Véase Jn 3:21, “El que hace la verdad, viene a la luz, para que sus obras sean manifestadas, que son hechas en Dios”.

también nosotros—damos testimonio, además del testimonio de los “todos” y de la verdad. habéis conocido—Los

manuscritos más antiguos dicen, “tú has sabido” (y sabes). 15. Paz—La paz interior de la conciencia, la paz fraternal

de la amistad, la paz suprema de la gloria. [Lyra.] los amigos—título pocas veces usado en el Nuevo Testamento, por

cuanto está absorbido en los títulos superiores de “hermano” y “hermanos”. Con todo, Cristo reconoce la relación de

amigo también, basada sobre los fundamentos más nobles: la obediencia a él por el amor, la cual envuelve los

privilegios supremos, la entrada a la intimidad del santo y glorioso Dios y del compasivo Salvador; de modo que los

cristianos tienen “amigos” en Cristo. Aquí, pues, en esta carta amigable, la mención de “amigos” se emplea con toda

propiedad. por nombre—del mismo modo que si sus nombres estuviesen escritos. [Bengel.]

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EPISTOLA GENERAL DE JUDAS

INTRODUCCION

EL AUTOR.—El mismo se llama “Siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo”. Véase la Introducción de la Epístola

de Santiago, en prueba de que Jacobo el apóstol, y Jacobo hermano de Jesús, el obispo de Jerusalem, son una y la misma persona. Parece que Gálatas 1:19 solo prueba esto. Asimismo, Judas el hermano de nuestro Señor y Judas el apóstol parecen ser uno y el mismo. Jerónimo, Contra Helvidium, sostiene con razón que “hermanos del Señor” significa sus primos hermanos, hijos de María y Cleofas (el mismo que Alfeo). Según 1 Corintios 9:5 (como “hermanos del Señor” está entre “los demás apóstoles” y “Cefas”), es natural pensar que los hermanos del Señor se distinguen de los apóstoles sólo porque no todos sus hermanos eran apóstoles, sino solamente Jacobo y Judas. La razón por qué Judas se llama hermano de Jacobo es porque Jacobo, como obispo de Jerusalén, era mejor conocido que él. Si hubiese sido, en el sentido estricto, hermano de nuestro Señor, probablemente se hubiera intitulado como tal. La omisión de mención hecha por él de su apostolado, no es prueba de que no fuese apóstol; porque Jacobo también en el titular así lo omite; y Pablo, en sus Epístolas a los Filipenses, Tesalonicenses, y Filemón, hace la misma omisión. Si el escritor hubiese sido un impostor, sin duda se hubiera llamado “apóstol”. Era llamado también Lebeo y Tadeo, probablemente para distinguirlo de Judas Iscariote, el traidor. Lebeo, del hebreo Leeb, “corazón”, significa valiente. Tadeo es lo mismo que Teudas, del hebreo thad, el “pecho”. Lucas y Juan, escribiendo después de Mateo, cuando ya no habría confusión entre éste y el Iscariote, dan su nombre de Judas. La única circunstancia tocante a él registrada en los Evangelios ocurre en Juan 14:22, “Dícele Judas, no el Iscariote: Señor, ¿qué hay porque te hayas de manifestar a nostros, y no al mundo?” Jerónimo (Annotationes en Matthaeum) dice que Judas fué enviado a Edesa, a Abgaro, rey de Osroene, o Edesa, y que predicó en Siria, Arabia, Mesopotamia y Persia, y sufrió el martirio en el último país nombrado. Se relata, en base a Eusebio, que Abgaro, enfermo en su lecho, y habiendo oído hablar del poder de Jesús para sanar, envió por él para rogarle que viniese y le sanara, a lo que respondió el Señor, alabando la fe de él, porque aunque no había visto, sin embargo creyó; agregando, “Cuanto a lo que escribiste, que yo fuera a ti, es necesario que sean cumplidas por mí en este lugar todas las cosas para las que fuí enviado, y cumpliéndolas, sea recibido arriba al que me envió. Cuando pues sea recibido en el cielo, te enviaré alguno de mis discípulos que tanto sanará tu indisposición como te dará la vida a ti y a los que están contigo”. Se dice conformemente que Tomás fué inspirado a enviar a Tadeo para la sanidad y el bautismo de Abgaro. Se dijo que las cartas le fueron enseñadas a Tadeo en los archivos de Edesa. Es posible que tal mensaje fuera enviado verbalmente, [PAG. 750] y su contenido recordado por escrito después. (Véase 2 Reyes 5; Mateo 15:22). Hegésipo (en Eusebio, Historia Eclesiástica, 3:20) declara que cuando Domiciano inquirió acerca de la posteridad de David, algunos nietos de Judas, llamado el hermano del Señor, fueron presentados delante de él. Al preguntárseles acerca de sus bienes, dijeron que tenían 39 acres de tierra avaluada en 9.000 denarios, de los que le pagaban impuestos, y vivían del trabajo de sus manos, en prueba de lo cual le enseñaron las manos encallecidas. Interrogados acerca de Cristo y su reino, respondieron que no era de este mundo, sino celestial; y que sería manifestado al fin del mundo, cuando él vendría en gloria para juzgar a los vivos y a los muertos. (Nota del Traductor: 1. No está probado que Jacobo y Judas no fueran hermanos uterinos del Señor. 2. No es exacto tampoco que “la hermana de su madre” (Juan 19:25) fuese la misma que “María, mujer de Cleofas.” Al contrario, tanto Mateo (27:56) como Marcos (15:40; 16:1) parecen identificarla con Salomé, la madre de los hijos de Zebedeo. Los hijos de la otra María, pues, son otros Jacobo y Judas, y no los autores de las Epístolas. 3. “Los hermanos de Jesús” como grupo, eran antagónicos, no “creían en él”, de modo que ni dos de ellos podían ser contados entre los doce. 4. Si “sus hermanos” fuesen tan sólo “primos”, y no hijos de María, no se podría explicar la autoridad que se tomaban sobre ella en las íntimas cuestiones de la familia. 5. El idioma griego no carecía del término que denotaba “primo” o pariente. 6. Por otra parte, todo resulta claro en los pasajes en cuestión cuando se da a los términos su sentido usual, sin los prejuicios dogmáticos. Los incrédulos hermanos del Señor se convencieron por la resurrección, y máxime por la aparición especial concedida a Jacobo (1 Corintios 15:7), de modo que en Pentecostés se hallaban entre los 120, y vino a ser Jacobo, si no también Judas, apóstol por dispensación especial del Señor, del mismo modo que Pablo, quien tampoco había sido de los doce.)

AUTENTICIDAD.—Eusebio, Historia Eclesiástica, 3:25, la juzga entre las Antilegomena, o Escrituras controvertidas,

“aunque era reconocida por la mayoría.” La referencia a la contienda librada entre el arcángel Miguel y el diablo por

el cuerpo de Moisés, no mencionada en parte alguna del Antiguo Testamento, pero hallada en el apócrifo “Libro de

Enoc”, probablemente motivó las dudas acerca de su autenticidad, como dice Jerónimo (Catalogus Scriptorum

Ecclesiasticorum, 4). Además, el que no se dirigiera a iglesia, ni a individuo en particular, hizo que no fuese reconocida

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tan inmediatamente como canónica. Un impostor hubiera evitado el uso de lo que no apareciera en el Antiguo Testamento, y lo que pudiera ser tenido por apócrifo.

En cuanto al libro de Enoc, si acaso fué citado por Judas, su cita tomada de un pasaje del mismo, da la sanción

inspirada solamente a la veracidad de dicho pasaje, no a todo el libro; de la misma manera que Pablo, por inspiración, sanciona los sentimientos particulares de Arato, Epiménides, y Menandro, pero no todos los escritos de ellos. Es de suponer que, como hay una ligera variación entre lo dicho por Judas y lo del libro de Enoc, Judas, mientras que no ignoraba el libro de Enoc, pone su sello de sanción inspirada a la tradición corriente de los judíos tocante a las profecías de Enoc; así como Pablo también menciona los nombres de los magos egipcios, “Jannes y Jambres”, que no aparecen en el Antiguo Testamento. Así y todo, la narración tocante a la disputa del arcángel Miguel con Satanás por el cuerpo de Moisés, por la autoridad inspirada de Judas, se declara (v. 9) verídica. El libro de Enoc lo citan Justino Mártir, Ireneo, Clemente de Alejandría, etc. Bruce, viajero por Abisinia, llevó a su casa tres ejemplares de él en el etíope, desde Alejandría, del cual el Arzobispo Lawrence en 1821, publicó una traducción al inglés. La etiópica era una versión de la griega, y la griega, sin duda, era una versión del hebreo, como lo demuestran los nombres de los ángeles en él hallados. Las Constituciones Apostólicas, Orígenes (contra Celsum), Jerónimo y Agustín lo declararon no canónico. Con todo es, por lo general, edificante, como que vindica el gobierno ejercido por Dios, del mundo natural y espiritual, sin contradecir ninguna declaración de las Escrituras. El nombre de Jesús nunca se menciona en Enoc, aunque “el Hijo del hombre”, nombre dado tantas veces al Mesías en el Nuevo Testamento, es frecuente, y se emplean términos expresivos de su dignidad, carácter y hechos, que sobrepujan las opiniones acerca del Mesías de todo otro libro judaico. El autor parece haber sido un judío del todo imbuído de los escritos sagrados de Daniel. Y aunque hay muchas coincidencias entre sus sentimientos y el Nuevo Testamento, las porciones mesiánicas no son lo bastante distintas como para probar que el autor conociese el Nuevo Testamento. Al contrario, parece haber precedido la venida de Cristo, acaso en la época de Herodes el Grande, y así nos da una opinión interesantísima de judíos creyentes de antes de la venida de nuestro Señor. En el libro, se reconoce la Trinidad, 60:13, 14. El Mesías es “el Electo” desde la eternidad, 48:2, 3, 5: “Todos los reyes caerán delante de él, y adorarán y pondrán sus esperanzas en este hijo del hombre”, 61:10–13. Es objeto de adoración, 43:3, 4; es el supremo Juez [PAG. 751] 60:10, 11; 68:38, 39. Habrá un estado futuro de retribución, 93:8, 9; 94:2, 4; caps. 95, 96, 99, 103. La eternidad del castigo futuro, 103:5. Volmark, en Alford, opina que el libro de Enoc fué escrito en el tiempo de la sedición de Barchochebas (132 d. de J. C.), por algún discípulo del rabino Akiba, el defensor de dicho impostor. Esto haría anticristiano el libro en su origen. Si esta fecha es correcta, sin duda copió algunas cosas de Judas, y les dió el color judaico, no el cristiano.

Eusebio (Demonstratio Evangelica, 3:5) observa, que concuerda con la humildad de Juan el que se llama en 2 Juan y

3 Juan “el anciano”. Por la misma razón Jacobo y Judas se llaman “siervos de Jesucristo”. Clemente Alejandrino

(Adumbrationes, en Ep. Jud., pág. 1007) dice: “Judas, por temor reverencial, no se llama hermano, sino siervo, de

Jesucristo, y hermano de Jacobo”.

Tertuliano (De Cultu Foeminarum, cap. 3) cita la Epístola como la del apóstol Jacobo. Clemente Alejandrino la cita

como Escritura (Judas 8, 17; véase Strómata, 3; 2:11; y 5; y Paedogogus, 3; 8:44. El fragmento de Muratori afirma su canonicidad. [Routh, Reliquiae Sacrae, 1.] Orígenes (Comentario sobre Mateo, 13:55) dice: “Judas escribió esta Epístola de pocas líneas, pero la llenó de fuertes palabras de la gracia celestial”. En el mismo Comentario, Mateo 22:23 y 18:10, cita Judas 6 y 1, respectivamente. Llama al autor “Judas el Apóstol”, en lo que resta de sus obras en latín (véase Davidson, Introducción, III. 498). Jerónimo (Catalogus Scriptorum Ecclesiasticorum, 4) la tiene por parte de las Escrituras. Aunque los manuscritos más antiguos y la versión Peschito la omiten, Efrem Siro la reconoce. Wordswoth raciocina a favor de la autenticidad de esta manera: San Judas, sabemos, murió antes que San Juan, o sea, antes del comienzo del siglo dos. Bien, Eusebio (Hist. Ecles. 3:22) nos dice que San Jacobo fué sucedido en el obispado de Jerusalén por Simeón su hermano: y también que Simeón ocupó dicha sede hasta el año 107, cuando fué crucificado mártir en su 120o año. Hallamos que la Epístola de Judas se conocía en Oriente y Occidente en el segundo siglo; circuló, pues, durante la vida de Simeón. Nunca hubiera recibido la acogida corriente que tuvo, ni hubiera permitido Simeón que fuese circulada una carta que llevase el nombre de un apóstol, su propio hermano Judas, hermano de su propio predecesor apostólico, si no fuese en realidad de San Judas.

LOS DESTINATARIOS.—Las referencias al Antiguo Testamento (vv. 5, 7) y a la tradición judaica (v. 14, etc.)

hacen probable que los cristianos judíos sean los lectores a quienes Judas escribiera principalmente (inclusive también

todos los cristianos, v. 1), así como la Epístola similar, 2 Pedro, se dirige en primer orden a la misma clase; véase

Introducciones, 1 y 2 Pedro. Las personas en ella censuradas no son meramente libertinos (como piensa Alford), aunque

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sin duda tal era una de sus características prominentes, sino herejes en doctrina, quienes “negaban al único Señor Dios, y a nuestro Señor Jesucristo”. Por tanto insta a los creyentes a “contender por la fe una vez entregada a los santos.” La

insubordinación, la ambición, y el libertinaje, frutos de la enseñanza antinominiana, fueron los males contra los cuales

Judas advierte a sus lectores: recordándoles que su única protección efectuosa era el edificarse en la santísima fe y orar

en el Espíritu Santo. Los mismos males, junto con el escepticismo escarnecedor caracterizarán los últimos días

anteriores al juicio final, así como en los días cuando Noé amonestaba a los impíos acerca del diluvio que se acercaba.

Como Pedro estaba en Babilonia cuando escribió la Primera Epístola (5:13), así como probablemente también la

Segunda (véase Introducciones) parece probable que Judas dirigiera su Epístola principalmente a los cristianos judíos de

la Babilonia Mesopotámica y sus alrededores (región muy frecuentada por los judíos de aquel entonces), o si no, a los

cristianos judíos dispersos en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia, y Bitinia, los recipientes de la. Pedro. Porque se dice que

Judas predicó en Mesopotamia (Jerónimo, Annotationes in Matthaeum), y su Epístola, azás corta, lleva no menos que

once pasajes de 2a Pedro (véase lista en mi Introducción a 2a Pedro). Probablemente en el v. 4 atestigua el

cumplimiento de la profecía de Pedro acerca de que, “hay algunos hombres que han entrado encubiertamente, los cuales

desde antes habían estado ordenados (Griegos, pre‐escritos, eso es, anunciados de antemano por la profecía escrita de

Pedro) a esta condenación, hombres impíos,< negando al único Señor Dios, y nuestro Señor Jesucristo.” Véase 2 Pedro

2:1: “Habrá entre vosotros falsos doctores, que introducirán encubiertamente herejías de perdición, y negarán al Señor que

los rescató, atrayendo sobre sí una pronta perdición.” También los vv. 17, 18 se refieren a las mismas palabras de 2

Pedro 3:2, 3: “Para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y de nuestro

mandamiento, que somos apóstoles del Señor y Salvador: Sabiendo < que en los postrimeros días vendrán burladores

andando según sus propias concupiscencias.” Esto prueba, en oposición a Alford, que la Epístola de Judas es posterior a la

de Pedro (cuya inspiración así confirma, precisamente como 2 Pedro 3:15, 16 confirma la de Pablo), y no vice versa.

[PAG. 752] FECHA Y LUGAR DE REDACCION.—Alford opina que, por cuanto Judas escribía a judíos y citaba

ejemplos marcados de la venganza divina, no es muy probable que hubiera omitido la alusión a la destrucción de Jerusalén, si hubiese escrito después del acontecimiento que desarraigó la política y al pueblo judaicos. Conjetura por el tono y las referencias que el escritor vivía en Palestina. Pero cuanto a lo primero, la evidencia negativa es dudosa; porque tampoco alude Juan a la destrucción de Jerusalén en sus cartas, escritas después de aquel evento. Mill fija la fecha en el año 90, después de la muerte de todos los apóstoles con excepción de Juan. Nos inclinamos a pensar, por los vv. 17 y 18, que había pasado algún tiempo desde la segunda Epístola de Pedro (escrita probablemente cerca de 68 ó 69) cuando Judas escribió y que por tanto, la Epístola de Judas fué escrita después de la destrucción de Jerusalén.

ENCABEZAMIENTO: SALUTACION: SU PROPOSITO EN ESCRIBIR: ADVERTENCIA CONTRA

SEDUCTORES EN DOCTRINA Y PRACTICA, EN BASE A LA VENGANZA DE DIOS SOBRE LOS APOSTATAS, ISRAEL, LOS ANGELES CAIDOS, SODOMA Y GOMORRA. DESCRIPCION DE ESTOS HOMBRES MALOS, EN CONTRASTE CON MIGUEL: COMO CAIN, BALAAM, Y CORE: LA PROFECIA DE ENOC EN CUANTO A ELLOS: LA ADVERTENCIA APOSTOLICA: EXHORTACION FINAL A LA PERSEVERANCIA, TRATANDO DE SALVAR A OTROS: DOXOLOGIA. 1. Siervo de Jesucristo—como su ministro y apóstol. hermano de Jacobo—mejor conocido que él por ser obispo de Jerusalén y “el hermano del Señor” (eso es, o primo hermano, o hermanastro, siendo hijo de José por matrimonio anterior: porque las tradiciones antiguas universalmente concuerdan en que María, madre de Jesús, siguió siendo perpetuamente virgen). Judas pues modestamente se llama “hermano de Jacobo. “Véase mi Introducción. a los … santificados en Dios Padre—Los manuscritos más antiguos, Orígenes, Lucifer, etc., dicen “amados” por santificados. Si se lee nuestra versión, véase Colosenses 1:12; 1 Pedro 1:2. El griego no dice “por” síno “en.” El amor de Dios el Padre es el elemento en que son amados. De ahí la conclusión (v. 21), “Conservaos en el amor de Dios”. Véase “amados del Señor” (2 Tesalonicenses 2:13). conservados en—“guardados.” Tradúzcase no “en” sino como el griego “para Jesucristo.” “Guardados continuamente (así significa el participio perfecto griego) por Dios el Padre para Jesucristo,” para el día de su venida. Judas, de antemano, menciona la fuente y garantía de la consumación final de la salvación de los creyentes: no sea que queden desanimados por los horrendos males que él sigue anunciando.

[Bengel] a los llamados—Predicado acerca de “los amados en Dios y conservados en Jesucristo: que son llamados.” La

vocación eficiente de Dios en el ejercicio de su divina prerrogativa, garantiza la eterna seguridad de ellos. [Traductor:

prefiero traducir: “A los electos, que están santificados en < guardados en <”] 2. Misericordia—en una época de

miseria. Por eso pone misericordia primero; la misericordia de Cristo (v. 21). paz—en el Espíritu Santo (v. 20). amor—de

Dios (v. 21). Las tres corresponden a la Divina Trinidad. sean multiplicados—en vosotros y para con vosotros. 3.

Propósito de la Epístola (vv. 20, 21). gran solicitud—“Toda diligencia,” como en 2 Pedro 1:5. Como el ministro ha de

poner toda diligencia para amonestar, así debe el pueblo, de acuerdo con su amonestación, poner toda diligencia para

tener todas las gracias cristianas y hacer segura su vocación. la común salud—la salvación obrada por Cristo. Véase

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Nota, “Alcanzado fe IGUALMENTE preciosa,” 2 Pedro 1:1. Esta comunidad de fe y de la salvación, objeto de la fe, forma la base de exhortación mutua apelando a esperanzas y temores comunes. me ha sido necesario—mejor, “Sentí la

necesidad de escribir” (ahora inmediatamente); así significa el aoristo griego; la razón porque sintió la necesidad de

“escribir exhortando,” o amonestando, explica en el v. 4: “Porque algunos hombres han entrado <” Habiendo

pensado escribir en general de la común fe, halló necesario por los males existentes en la Iglesia, escribir en particular

para que luchasen por la fe en contra de estos males. contendáis eficazmente—Véase Filipenses 1:27, “Unánimes

combatiendo juntamente por la fe del evangelio.” una vez—Griego, “Una vez por todas dada <” Un argumento fuerte

por qué resistir a los innovadores heréticos (v. 4). Los creyentes, como los obreros de Nehemías, con una mano “se

edifican en la santísima fe”, y con la otra “contienden celosamente por la fe” en contra de los enemigos de ella. los

santos—todos los cristianos, santos (eso es, consagrados a Dios) por su vocación, y en el propósito de Dios. 4. entrado

encubiertamente—sigilosa e ilícitamente. Nota, 2 Pedro 2:1: “Introduciendo encubiertamente herejías de perdición.”

algunos—“ciertos hombres,” que denota censura. desde antes … ordenados—Griego, “que están preescritos, a saber,

en la profecía de Pedro (v 17, 18), y anteriormente en la de Pablo (1 Timoteo 4:1; 2 Timoteo 3:1; y por analogía en los

juicios que alcanzaron a los ángeles apóstatas. Los desobedientes israelitas, Sodoma y Gomorra, Balaam y Coré, que

son escritos “para ejemplo” (v. 7, y 5, 6, 11). El carácter eterno de Dios como se expone en la Escritura “de antiguo,”

como castigador del pecado, es la base sobre la que tales apóstatas están ordenados a la condenación. La Escritura es

el reflejo del libro divino de la vida en donde los creyentes “están escritos entre los vivos.” “Preescritas” se aplica

también en Romanos 15:4 a las cosas escritas en la Escritura. Ella misma refleja el carácter de Dios desde la eternidad,

el que es la base de sus decretos eternos. Bengel explica que es una frase abreviada por: “Fueron desde antiguo

predichos por Enoc (v. 14, quien no escribió sus profecías), y fueron después señalados por la palabra escrita.” para esta

condenación—Judas expone gráficamente el juicio de ellos como si estuviese presente ante los ojos, “ESTA

condenación.” La profecía de Enoc comprende a “los impíos” de los últimos días anteriores a la venida de Cristo,

tanto como a sus [PAG. 753] cursores los “impíos” antediluvianos, el tipo del último juicio (Mateo 24:37–39; 2 Pedro

3:3–7). La disposición y la condenación de los unos y de los otros se corresponden. la gracia de nuestro Dios—Frase

que denomina el evangelio, especialmente dulce a los creyentes que se han apropiado a Dios en Cristo como “nuestro

Dios,” y que así hace tanto más odiosa la vil perversidad de aquellos que tornan el estado evangélico de gracia y

libertad en excusa de libertinaje, como si su libertad de la ley les diese licencia para pecar. negando a Dios que solo

<—Los manuscritos más antiguos, versiones, y padres omiten “Dios,” que aparece en nuestra versión. Tradúzcase:

“Al único Maestro” (Déspota, lit., Soberano) y Señor,” Jesucristo, a la vez Maestro y Señor. Así 2 Pedro 2:1, Nota. En

virtud de la perfecta unidad con el Padre, él, tanto como el Padre, se titula el “solo” Dios y “Maestro.” El Griego,

“Maestro,” denota la absoluta propiedad de Dios para disponer de sus criaturas como le plazca. 5. (Hebreos 3:16; 4:13).

pues—Los manuscritos más antiguos y la Vulgata leen, “Pero,” en contraste con los “impíos” (4:) alguna vez—más

bien, “una vez por todas.” Tradúzcase: “Recordaros quiero a vosotros que lo sabéis TODO (cuanto infiero. Así los

manuscritos más antiguos, versiones, y Padres) una vez por todas.” Como ya saben los hechos una vez por todas, él

necesita sólo “recordarles”. el Señor—Los manuscritos más antiguos y versiones agregan “Jesús.” En igual forma se

dice que “Cristo” acompañó a los israelitas en el desierto; tan perfectamente es Jesús uno con el Dios de la teocracia

israelita. habiendo salvado—llevado en seguridad, hasta entrar en un estado de seguridad y salvación. después—

Griego, “lo segundo;” en la próxima ocasión “destruyó a los que no creían,” en contraste con “haberlos salvado” en la

primera ocasión. 6. (2 Pedro 2:4.) que no guardaron su dignidad—La Vulgata traduce: “su propia principalidad,” lección

favorecida por la referencia en otra parte a los ángeles como “principalidades:” “su propia” indica que, en vez de

contentarse con la dignidad que les fué una vez por todas asignada bajo el Hijo de Dios, aspiraron a otra superior.

Alford opina que se alude a Génesis 6:2, no a la caída del diablo y sus ángeles, pues piensa que la frase “habían

fornicado” (v. 7), lo prueba; véase el griego, “de la misma manera que ellos,” es decir, que los ángeles v. 6). Me parece

más natural aplicar “hijos de Dios” (Génesis 6:2) a los setitas que a los ángeles, los que como espíritus no parecen

capaces de la relación carnal. El paralelo de 2 Pedro 2:4, claramente se refiere a la caída de ángeles apóstatas. Y “de la

misma manera que ellos” (v. 7), se refiere a los habitantes de Sodoma y Gomorra, “ciudades comarcanas” que pecaron “de

la misma manera que ellos.” [Estius y Calvino.] Aunque el griego “éstos” (v. 7) se refiera a “ángeles”, el sentido de la

frase, “de la misma manera que éstos” será, no que los ángeles fornicaron carnalmente con las hijas de los hombres,

sino que su ambición, por la que su afecto se apartó de Dios y cayeron ellos, es a los ojos de Dios un pecado de la

misma especie espiritual que el extravío de Sodoma, del orden de la naturaleza ordenada por Dios tras la carne

extraña; el pecado de los ángeles apóstatas según su especie es análogo al de los sodomítas según su especie. Comp. la

relación espiritual algo similar de los fornicarios y codiciosos. El libro apócrifo de Enoc interpreta Génesis 6:2 como

Alford. Pero, aunque Judas concuerda con ella en algunos particulares, no se sigue que lo haga del todo. Los hebreos

llaman a los ángeles caídos Aza y Azael. dejaron—de su propia voluntad. su habitación—Griego, “su propia

habitación,” el cielo, todo lleno de fulgor y de gloria, en oposición a “oscuridad”, a la que están condenados. Sus

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designios ambiciosos parecen haber tenido una relación peculiar con esta tierra, de la que Satanás antes de su caída puede haber sido el vicegerente de Dios, de donde surge su conexión subsecuente con ella primero como el Tentador,

y luego como “el príncipe de este mundo.” reservado—Como el griego es el mismo, y hay una referencia evidente al

no haber ellos guardado su primer estado, tradúzcase, “los ha guardado.” Probablemente signifique que los ha

guardado en su propósito; tal es su inevitable condenación; además, hasta ahora, Satanás y sus demonios rondan libres

la tierra. Arras de su destino final es el haber sido arrojados del cielo, restringidos ya a “la oscuridad de este presente

mundo,” al “aire” que circunda la tierra, su peculiar elemento actual. Acechan en lugares lúgubres y de la muerte,

esperando con agonizante temor su tormento final en el abismo sin fondo. El cual no significa cadenas y oscuridad

literales, sino figurativas en este presente mundo, donde con limitados poderes y libertades, excluídos del cielo, ellos

cual presos condenados, esperan su castigo. 7. Como—Alford traduce: “(Quiero recordaros que) como Sodoma <”—(2

Pedro 2:6.) habían fornicado—extraordinariamente, fuera del orden natural. Sobre “de la misma manera que ellos,”

véase Nota, vers. 6. Sobre la fornicación espiritual véase Salmo 73:27. seguido la carne extraña—apartándose del curso

de la naturaleza, y yendo tras lo que es contra la naturaleza. En tiempos posteriores los paganos más encumbrados se

entregaban al pecado de Sodoma sin compunción ni vergüenza. fueron puestas—ante nuestros ojos. sufriendo—

hasta la actualidad; aludiendo a las señales del fuego volcánico que había alrededor del mar Muerto. juicio—Griego

“la justa retribución.” fuego eterno—Las marcas permanentes del fuego que consumió irreparablemente las ciudades

es tipo del fuego eterno a donde fueron consignados sus habitantes. Bengel traduce (como permite el griego): “Sufriendo

(el) castigo (que sobrellevan) como ejemplo o muestra del fuego eterno (a saber, el que consumirá a los malos).” Ezequiel

16:53–55, demuestra que el castigo de Sodoma, como nación, no es eterno. Véase también 2 Pedro 2:6. 8. De la misma

manera—No obstante los ejemplos de amonestación. soñadores—Griego, “Estos, soñando, amancillan <” Están

dormidos espiritualmente, y su actividad carnal es como si fuera un sueño (1 Tesalonicenses 5:6, 7). El que hablan mal

de las dignidades es porque están soñando, y no saben qué están maldiciendo (v. 10). “Como el hombre que sueña cree oír

y ver muchas cosas, así las concupiscencias del hombre natural se agitan de gozo, de aflicción, de temor, y por otras

pasiones. Pero es un extrañoa la continencia. De ahí que, aunque ponga en juego todas las potencias de la razón, no

puede concebir la verdadera libertad de que gozan [PAG. 754] los hijos de la luz, que están despiertos y a la luz del

día.” [Bengel.] amancillan la carne—(v. 7) potestad—“señorío.” potestades superiores—Griego, “Glorias.” Dignidades

terrenales y celestiales. 9. el arcángel Miguel—En ninguna parte de la Escritura se usa el plural, “arcángeles;” sino

uno solo, “arcángel”. El único otro pasaje del Nuevo Testamento donde ocurre, es 1 Tesalonicenses 4:16, donde a

Cristo se le distingue del arcángel: con cuya voz descenderá para levantar a los muertos; yerran pues aquellos que

confunden a Cristo con Miguel. El nombre significa, ¿quién es como Dios? En Daniel 10:13 es llamado “uno de los

principales príncipes.” Es el ángel campeón de Israel. En Apocalipsis 12:7 se alude de nuevo a la lucha entre Miguel y

Satanás. no se atrevió—por reverencia a la dignidad anterior de Satanás (v. 8). juicio de maldición—condenación

blasfema. Pedro dice que los ángeles no increpan para vengarse, a las dignidades, al contender con ellas, por más

indignas que sean; Judas dice que el mismo arcángel Miguel no habló mal, ni aun mientras contendía con el diablo, el

príncipe de los espíritus inmundos—no por miedo a él, sino por reverencia a Dios, cuyo poder delegado en este

mundo Satanás tuvo una vez, y aun en cierto grado tiene todavía. Por la palabra “disputando”, o debatiendo en

controversia, es claro que fué una contienda judicial. sobre el cuerpo de Moisés—Su cuerpo literal. Satanás, teniendo el

poder de la muerte, se opuso a la resurrección de él, en base al pecado de Moisés en Meriba, y al de haber dado

muerte al egipcio. Que el cuerpo de Moisés fué resucitado aparece por su presencia con Elías y Jesús (que estaban en

cuerpo) en la transfiguración: la muestra y las arras del venidero reino de resurrección a ser introducido por la

defensa hecha por Miguel del pueblo de Dios. De modo que en cada dispensación se ha dado un ejemplo y garantía

de la futura resurrección: Enoc en la edad patriarcal, Moisés en la levítica, Elías en la profética. Es notable el que aquí

se registre la misma reprensión que fué usada por el Angel del Señor, o Jehová la Segunda Persona, al interceder por

Josué, el representante de la Iglesia Judaica, en contra de Satanás, en Zacarías 3:2; por lo que algunos han entendido

que también aquí “el cuerpo de Moisés,” significa la Iglesia Judaica acusada por Satanás, ante Dios, por su

inmundicia, sobre cuya base reclama que la justicia divina se cumpla en contra de Israel, pero es reprochado por el

Señor, que “ha elegido a Jerusalén:” así pues, como “el cuerpo de Cristo” es la Iglesia Cristiana, “el cuerpo de Moisés”

es la Iglesia Judaica. Pero es evidentemente el cuerpo literal aquí indicado (aun cuando, en segundo término, la Iglesia

Judaica es tipificada por el cuerpo de Moisés, como fué allí representada por Josué el sumo sacerdote): y Miguel, cuya

relación con Jehová Mesías parece ser tan íntima, por una parte, y con Israel por la otra, naturalmente usa el mismo

lenguaje que su Señor. Como Satanás (adversario judicial) o el diablo (acusador) acusa asimismo a la Iglesia

colectivamente como a “las hermanos” individualmente, así Cristo intercede por nosotros como Abogado nuestro. La

justificación plena de Israel, y de todos los creyentes, es aún futura. Josefo, Antigüedades, 4. 8, dice que Dios escondió el

cuerpo de Moisés, porque si hubiese sido exhibido ante el pueblo, hubiera llegado a ser objeto de adoración. Judas,

por esta razón, o lo adopta del apócrifo “Ascensión de Moisés” (como piensa Orígenes, sobre Principalidades, 3.2), o si no,

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de la antigua tradición que sirvió de base para dicha obra. Judas, siendo inspirado, pudo distinguir cuánto de la tradición era verídica, cuánto falsa. Nosotros no tenemos tales medios para distinguir, y por tanto no podemos tener la

seguridad acerca de tradición alguna, salvo aquella que está en la palabra escrita. 10. (2 Pedro 2:12.) las cosas—Griego,

“cuantas cosas,” o “cualesquier cosas,” es decir, cosas del mundo espiritual. que naturalmente conocen—Griego,

“Todo lo que conocen naturalmente (por instinto ciego natural) como seres irracionales <” El griego por el primer

“conocen” denota conocimiento hondo; el segundo “conocen” es meramente de percepción de los “sentidos y

facultades animales.” 11. ¡Ay de ellos!—Nota, 2 Pedro 2:14, “niños malditos.” Caín—el homicida: la raíz de cuyo

pecado fué el odio y la envidia del justo, como es el pecado de todos los seductores. se lanzaron—lit., “se

desbordaron,” como un torrente que irrumpe por los diques. Indiferentes por lo que les cuesta, a saber, el favor de

Dios y del cielo, corren tras la ganancia cual Balaam. perecieron … contradicción de Coré—(Véase Nota, v. 12.) Al

leer de la perdición de Coré a causa de la contradicción, leemos virtualmente de todos los que perecieron de la misma

manera por el mismo pecado: porque la misma semilla produce la misma cosecha. 12. manchas—Así 2 Pedro 2:13,

Griego, spoloi: pero aquí el griego es spilades, vocablo que en los escritores seculares significa rocas, es decir, sobre las

cuales los ágapes cristianos estaban en peligro de naufragar. El manuscrito más antiguo antepone el artículo

enfáticamente: “LAS rocas.” La referencia a “nubes < vientos < ondas de la mar,” concuerda con esta imagen de las

rocas. La Vulgata parece haber sido desviada por un vocablo homófono para traducirlo por “manchas” como en nuestra

versión; véase sin embargo, el v. 23, que la favorece, si el griego lo permite. Dos manuscritos antiguos, debido al

esfuerzo del copista para hacer que Judas diga lo mismo que Pedro, dicen “engaños”, en vez de “fiestas de amor”,

pero el manuscrito de más peso y las autoridades apoyan nuestra versión. Estos ágapes se hacían en conexión con la

cena del Señor (1 Corintios 11., fin). Coré el levita, descontento con su ministerio, aspiró al sacerdocio sacrificial también:

así los ministros en la cena del Señor han tratado de hacerla un sacrificio usurpando la función de nuestro único

Sacerdote, Cristo Jesús. Que se cuiden los tales de la condena de Coré. sin temor—frase que debe regir “banquetean”,

no “apacentándose.” Las fíestas sagradas, sobre todo, deben celebrarse con temor. La fiesta no es mala en sí (Bengel),

pero debe celebrarse con el temor de olvidar a Dios, como Job en el caso de las fiestas de sus hijos, apacentándose—Lo

que les gusta es lisonjearse a sí mismos, no al rebaño. nubes—de las que se desea esperar lluvias refrescantes. 2 Pedro

2:17, “fuentes sin agua.” Profesores sin la práctica. de acá para allá—Así dice el griego en Efesios 4:14; pero los

manuscritos más antiguos dicen, “desviadas,” no “llevadas, etc.” árboles marchitos—más bien “de otoño,” cuando ya

no [PAG. 755] tienen hojas ni fruto [Bengel]. sin fruto—que no tienen buen fruto ni de conocimiento ni de obras; a

veces significa lo que es positivamente malo. dos veces muertos—Primero cuando brotan las hojas en otoño y parecen

muertos durante el invierno, pero vuelven a brotar en la primavera; luego, cuando son “desarraigados.” Así estos

apóstatas, una vez muertos en la incredulidad y luego por la profesión y bautismo levantados de la muerte del pecado

a la vida de justicia, pero ahora habiendo vuelto a morir por la apostasía, y así desesperadamente muertos. Hay una

progresión. No sólo sin hojas, como árboles en otoño, pero también sin fruto: no sólo así, sino dos veces muertos; y para

colmo, “desarraigados.” 13. Fieras ondas—Judas tiene en mente Isaías 57:20. abominaciones—Griego, “vergüenzas”

(Comp. Filipenses 3:19, “confusiones”). estrellas erráticas—En vez de seguir su curso ordenado, como lumbreras del

mundo, irrumpen en el mundo cual cometas erráticos, o más bien, aerolitos de fuego, que tienen un fulgor raro, pero

destinados a caer de nuevo a la obscuridad de la miseria. 14. Véase Introducción sobre el origen de esta profecía de

Enoc. El Espíritu Santo ha sellado, por medio de Judas, la verdad de esta parte del contenido del libro de Enoc,

aunque dicho libro probablemente, tanto como Judas mismo, lo sacaron de la tradición (véase Nota, v. 9). Algunos

dan razones por qué creer que el libro de Enoc copiara a Judas más bien que viceversa. Es notable cómo, del principio,

la profecía se apresuró hacia su consumación. Las más primitivas profecías de la venida del Redentor dilatan la

noticia de su segunda venida en gloria más bien que su primera en humildad (véase Génesis 3:15, con Romanos

16:20). Enoc en su traslado sin muerte ilustró aquella verdad que toda su vida predicó al mundo incrédulo, a saber, la

certeza de la venida del Señor y la resurrección de los muertos, como el solo antídoto eficaz para su escepticismo y

arrogante confianza en la permanencia de la naturaleza. De los cuales—Griego, “Pero de éstos también profetizó

Enoc.” La referencia de sus profecías no era solamente a los antediluvianos, sino a todos los impíos (v. 5). Su profecía

se aplicaba primordialmente al diluvio, pero ulteriormente al juicio final. séptimo desde Adán—Siete es el número

sagrado. En Enoc la libertad de la muerte y el número sagrado se combinan: porque cada séptimo artículo es de la

más alta estima. Judas así demuestra la antigüedad de las profecías. Véase “de antiguo,” Nota, v. 4. Había sólo cinco

padres entre Adán y Enoc. El séptimo desde Adán predijo las cosas que deberán terminar la séptima edad del mundo.

[Bengel.] es venido—La profecía considera seguro el futuro como si ya estuviera pasado. santos—Angeles santos

(véase Deuteronomio 32:2; Daniel 7:10; Zacarías 14:5; Mateo 25:31; Hebreos 12:22). 15. Este versículo y el principio de

la profecía de Enoc están compuestos en el poético paralelismo hebreo, el más antiguo ejemplo en existencia. Algunos

piensan que las palabras de Lamec, que están también en esta forma poética, fueron compuestas como mofa de la

profecía de Enoc: como Enoc predijo la venida de Jehová en juicio, así Lamec presume de la impunidad en la

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poligamia y homicidio (así como Caín el homicida pareció escapar con impunidad. convencer—“probar culpables.” cosas duras … hablado—tales como en los vv. 8, 10, 16; Malaquías 3:13, 14; contrástense los vv. 16, 17. pecadores

impíos—no sólo pecadores, sino arrogantes, despreciadores de Dios. contra él—A los que blasfeman a los hijos de Dios,

Dios los tiene por blasfemadores de Dios. 16. murmuradores—en secreto: que murmuran contra los mandamientos de

Dios y los ministros de la Iglesia y los del estado. Véase el v. 8, “menosprecian la potestad <” y el 15, “cosas duras”

contra el Señor. querellosos—nunca satisfechos con su suerte (Números 11:1; Véase la pena, Deuteronomio 28:47, 48).

andando … deseos—La causa de sus murmuraciones y querellas es la insaciabilidad inquieta de sus deseos. cosas

soberbias—habladas (2 Pedro 2:18). las personas—la apariencia exterior y la posición social de las personas. por …

provecho—Mientras hablan “soberbias”, son en realidad bajos y aduladores hacia los ricos y prestigiosos. 17. Mas

vosotros amados—En contraste con aquellos réprobos (v. 20). tened memoria—Denota que sus lectores habían sido

contemporáneos de los apóstoles. Porque Pedro usa la misma fórmula al recordar a los contemporáneos de él y de los

demás apóstoles. antes … dichas—dichas ya, antes de ahora. los apóstoles—Pedro (Notas, 2 Pedro 3:2, 3) y Pablo

antes que Pedro (Hechos 20:29; 1 Timoteo 4:1; 2 Timoteo 3:1). Judas no se excluye del número de los apóstoles aquí,

porque en el v. 18, en seguida, dice “ellos os dijeron” a “vosotros”, no a nosotros (más bien como Griego, “os decían:”

significando que los lectores de Judas eran contemporáneos de los apóstoles, que solían hablarles). 18. burladores—En

el paralelo, 2 Pedro 3:3, el mismo griego se traduce “escarnecedores.” No se halla la palabra en otra parte del Nuevo

Testamento. Cómo Alford puede negar que aquí se refiere a 2 Pedro 3:2, 3 (al menos, en parte), no puedo imaginarme,

viendo que Judas cita las mismas palabras de Pedro como palabras que los apóstoles solían hablar a sus (de Judas)

lectores. malvados deseos—“deseos de impiedad.” 19. Estos son los que …—Demostrando que sus caracteres eran

tales como Pedro y Pablo habían predicho. hacen divisiones—de la comunidad cristiana en la realidad vital,

espiritual de la misma: pues exteriormente participaban en las ordenanzas de la Iglesia (v. 12). Según los manuscritos

más antiguos se entiende que “separaban” a miembros de la iglesia por medio de la excomunión (Isaías 65:5; 66:5;

Lucas 6:22; Juan 9:34; véase “los echa de la iglesia,” 3 Juan 10). Muchos, sin embargo, prefieren leer “se separan,”

según algunos manuscritos antiguos por cierto y la versión inglesa. Se denota con esto que se arrogaban

preeminencia, como de mayor santidad y sabiduría y doctrinas peculiares, distintas de los demás. sensuales—

psíquicos, en oposición a los espirituales, o los que tienen el Espíritu. Se traduce “el hombre natural,” en 1 Corintios 15:2,

14. En la división triple del ser humano, cuerpo, alma, y espíritu, el estado debido en el designio de Dios es, que “el

espíritu” que es el recipiente del Espíritu Santo que une el hombre a Dios, debe ser primero, y debe regir al alma, que

toma posición inmediata entre el cuerpo y el espíritu, pero en el hombre animal, o natural, el espíritu está hundido en

servidumbre al alma animal, la que es terrena en sus motivos y proyectos. Los “carnales” se hunden [PAG. 756] algo

más, porque en éstos reina supremo el elemento más bajo y el lado más corrupto de la naturaleza corporal del hombre.

no teniendo el Espíritu—En el hombre animal y natural, el espíritu, su parte superior, que debe ser el recipiente del

Espíritu Santo, no lo es; y por tanto, su espíritu, no estando en condición normal, se dice que no tiene espíritu (véase

Juan 3:5, 6). En el cumplimiento de la redención las partes del hombre redimido estarán colocadas en su debida

relación: mientras que en los impíos, el alma separada del espíritu tendrá para siempre la vida animal sin la unión con

Dios y el cielo. 20. Resumiendo el v. 17. edificándoos—en contraste con “los que hacen divisiones,” o bien, “los que se

apartan” (v. 19); y “en el Espíritu Santo,” con “no teniendo el espíritu.” sobre—la fe por fundamento. Edificar sobre la

FE equivale a edificar sobre Cristo el objeto de la fe. orando por el Espíritu Santo—Griego, “en el Espíritu Santo”

(Romanos 8:26; Efesios 6:18). El Espíritu Santo nos enseña qué, y cómo, debemos pedir en oración. Nadie puede orar en

debida forma a menos que esté en el Espíritu, es decir, en el elemento de su influencia. Crisóstomo afirma que, entre

los carismas impartidos al principio de la dispensación neotestamentaria, estuvo el don de la oración, impartido a

algunos que oraban en nombre de los demás, y enseñaban a otros a orar. Además, sus oraciones así concebidas y a

menudo usadas, eran recibidas y conservadas entre los cristianos, y de ellas se constituyeron formas de oración. Tal es

el origen de las liturgias. [Hammond.] 21. En los vv. 20 y 21, Judas combina al Padre, Hijo y Espíritu Santo; y también

la fe, esperanza y amor. Conservaos—no en vuestra propia fuerza, sino “en el amor de Dios,” es decir, el amor de Dios

hacia vosotros y todos sus hijos creyentes es la única garantía de que sean guardados en seguridad, la necesidad de

vigilarse el hombre; al mismo tiempo no puede guardarse, a menos que Dios en amor lo guarde. la misericordia <—

que deberá ser manifestada plenamente en su venida. La misericordia comúnmente se atribuye al Padre; aquí al Hijo;

tan enteramente son uno los dos. 22, 23. Sólo los que “se guardan” son aptos para “salvar” a otros. recibid … en

piedad—Así algunos; dos de los más antiguos, la Vulgata, etc., leen: “reprobad para su compunción;” “confutar para

convencer.” discerniendo—Los manuscritos más antiguos y versiones leen el acusativo: “Reprochad a los discernidos”,

“a los que se separan” [Wahl], haciendo referencia al v. 19; o “a los que contienden en nuestra contra,” así traducido el

griego (diakritein) en el v. 9. haced salvos por temor—Los manuscritos más antiguos construyen “con temor” con

“arrebatándolos,” (con lo que véase Amós 4:11; 1 Corintios 3:15; Zacarías 3:2, dicho de un escape peligroso) y agregan

una tercera frase, “de otros tened compasión con temor.” Tres clases de enfermos necesitan tres clases de remedios. Se

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dice de los ministros y cristianos que “salvan” a aquellos para salvar los cuales son hechos los instrumentos: el verbo griego está en el presente, y significa pues “procurar salvar.” Judas ya había hecho referencia (v. 9) al mismo pasaje (Zacarías 3:1–3). Las tres clases son (1) Los que os disputan (acusativo en los manuscritos antiguos), a quienes debéis convencer; (2) Los que ya son como tizones en el fuego, de los que el fuego del infierno es la consumación: a los tales debéis tratar de salvar arrebatándolos. (3) Los que son objeto de compasión, de los cuales pues debéis

apiadaros (y ayudar según las oportunidades), sin permitir que la compasión se degenere en

connivencia con sus errores. Vuestra compasión debe ser acompañada con temor de ser

contaminados en lo más mínimo por ellos. aborreciendo—Hasta el odio tiene su campo legítimo

de ejercicio. El pecado es la única cosa que Dios aborrece; así debemos aborrecerlo nosotros.

aun la ropa—frase proverbial, evitando el contacto más remoto con el pecado, y aborreciendo sus

fronteras.Como la ropa de los apóstoles obraba milagros, así la misma ropa de los pecadores

metafóricamente, es decir, lo que tiene contacto con el pecado de ellos, debe ser evitado.

Compárese los leprosos y otros contaminados, Lev. 13:52–57;15:4–17: las ropas se tenían como

inmundas, y quien las tocara era excluído, hasta que se purificase, de la comunión religiosa y

cívica con los santificados de Israel. Los cristianos, que reciben en el bautismo el ropaje blanco en

señal de la santidad, no deben contaminarlo con ninguna aproximación a lo inmundo. 24, 25.

La doxología de conclusión. guardaros—Alford, sobre autoridad inferior, dice “guardarlos

(para que sea) sin caída,” o tropiezos. delante de su gloia—cuando sea revelado en gloria. con

grande alegría—“con exultación,” como los que saltan de alegría. al Dios solo … Salvador—los

manuscritos más antiguos agregan, “por Jesucristo nuestro Señor.” Los copistas, imaginándose

que “Salvador” se aplicaba sólo a Cristo, omitieron estas palabras. El sentido es, Al solo Dios (el

Padre) que es nuestro Salvador por la mediación de Jesucristo nuestro Señor. imperio y

potencia—Griego, “poder”, o “potencia,” y “autoridad,” poder legítimo. Los manuscritos más

antiguos y Vulgata, después de “potencia,” dicen “antes de todo el siglo y ahora y hasta todos los

siglos” (o edades por venir).