144690708 Dialectica Eristica o El Arte de Tener Razon Arthur Schopenhauer

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  • Dialctica erstica o el arte de tener razn, expuesta en treinta y ocho estratagemas esun pequeo tratado inconcluso escrito por el filsofo alemn Arthur Schopenhauer,basado principalmente en los Tpicos de Aristoteles. Fue publicado en 1864,postumamente, por Julius Frauenstdt bajo el ttulo de Eristik (Erstica).La obra contiene una serie de apuntes en los que Schopenhauer recopil treinta y ochoKunstgriffe "estratagemas", "ardides" o "trucos" dialcticos, argumentacionesdesleales y engaosas utilizadas en las discusiones cuando uno de los contrincantesdesea que prevalezcan sus tesis u opiniones propias sobre las del adversario, aunsabiendo que stas son absurdas o plausibles o que no lleva razn alguna en el asuntoa discutir.Para Schopenhauer, la dialctica erstica es el arte de discutir, pero discutir de talmanera que se tenga razn tanto lcita como ilcitamente por fas y nefas.

  • Arthur Schopenhauer

    Dialctica erstica o elarte de tener razn

    Expuesta en treinta y ocho estratagemasePUB v1.0

    Bercebus13.04.12

  • IntroduccinLa dialctica erstica[1] es el arte de discutir, pero discutir de tal manera que se tenga razntanto lcita como ilcitamente por fas y por nefas[2]. Puede tenerse ciertamente razn objetivaen un asunto y sin embargo, a ojos de los presentes y algunas veces tambin a los de uno mismo,parecer falto de ella. A saber, cuando el adversario refuta mi prueba y esto sirve como refutacinmisma de mi afirmacin, la cual hubiese podido ser defendida de otro modo. En este caso, comoes natural, para l la relacin es inversa, pues le asiste la razn en lo que objetivamente no latiene. En efecto, la verdad objetiva de una tesis y su validez en la aprobacin de los contrincantesy los oyentes son dos cosas distintas. (Hacia lo ltimo se dirige la dialctica.)Cul es el origen de esto? La maldad natural del gnero humano. Si no fuese as, si fusemoshonestos por naturaleza, intentaramos simplemente que la verdad saliese a la luz en todo debate,sin preocuparnos en absoluto de si sta se adapta a la opinin que previamente mantuvimos, o ala del otro; eso sera indiferente o en cualquier caso, algo muy secundario. Pero ahora es loprincipal. La vanidad innata, que tan susceptible se muestra en lo que respecta a nuestracapacidad intelectual, no se resigna a aceptar que aquello que primero formulamos resulte serfalso, y verdadero lo del adversario. Tras esto, cada cual no tendra otra cosa que hacer ms queesforzase por juzgar rectamente, para lo que primero tendra que pensar y luego hablar. Perojunto a la vanidad natural tambin se hermanan, en la mayor parte de los seres humanos, lacharlatanera y la innata improbidad. Hablan antes de haber pensado y aun cuando en su fuerointerno se dan cuenta de que su afirmacin es falsa y que no tienen razn, debe parecer, sinembargo, como si fuese lo contrario. El inters por la verdad, que por lo general muy bien pudoser el nico motivo al formular la supuesta tesis verdadera, se inclina ahora del todo al inters dela vanidad: lo verdadero debe parecer falso y lo falso verdadero.Sin embargo, esa improbidad misma, el empeo en mantener tozudamente una tesis inclusocuando nos parece falsa, todava tiene una excusa. Con frecuencia al comienzo de la discusinestamos firmemente convencidos de la verdad de nuestra tesis, pero ahora el contraargumentodel adversario parece refutarla; dando ya el asunto por perdido, solemos encontrarnos ms tardecon que, a pesar de todo, tenamos razn; nuestra prueba era falsa, pero poda haber habido unaadecuada para defender nuestra afirmacin: el argumento salvador no se nos ocurri a tiempo.De ah que surja en nosotros la mxima de luchar contra el razonamiento del adversario inclusocuando parece correcto y definitivo, pues, precisamente, creemos que su propia correccin no esms que ilusoria y que durante el curso de la discusin se nos ocurrir otro argumento con el quepodremos oponernos a aqul, o incluso alguna otra manera de probar nuestra verdad. De ah quecasi nos veamos obligados a actuar con improbidad en las disputas o, cuando menos, tentados aello con gran facilidad. De esta forma se amparan mutuamente la debilidad de nuestroentendimiento y la versatilidad de nuestra voluntad. Esto ocasiona que, por regla general, quiendiscute no luche por amor de la verdad, sino por su tesis como pro ara et focis [por el altar y elhogar] y por fas o por nefas puesto que como ya se ha mostrado, no puede hacerlo de otromodo.Lo habitual ser, pues, que todos quieran que sea su afirmacin la que prevalezca sobre las otras,aunque momentneamente llegue incluso a parecerles falsa o dudosa"[3]. Los medios paraconseguirlo son, en buena medida, los que a cada uno le proporciona su propia astucia ymalignidad; se adiestran en la experiencia cotidiana de la discusin. En efecto, as como todo elmundo tiene su propia dialctica natural, tambin tiene su propia lgica innata. Slo laprimera, no le conducir ni tan lejos ni con tanta seguridad como la segunda. No es fcil quealguien piense o infiera contradiciendo las leyes de la lgica; si los juicios falsos son numerosos,muy rara vez lo son las conclusiones falsas. Una persona no muestra corrientemente carencia delgica natural; en cambio, s falta de dialctica. Esta ltima es un don natural desigualmenterepartido (en esto se asemeja a la capacidad de juzgar. La razn, por cierto, se reparte de manerams homognea). Precisamente, dejarse confundir, dejarse refutar por una argumentacinengaosa en aquello que se tiene razn o lo contrario, es algo que ocurre con frecuencia. Quienqueda como vencedor de una discusin tiene que agradecrselo por lo general, no tanto a la

  • certeza de su juicio al formular su tesis como a la astucia y habilidad con que la defendi. Enste, como en todos los casos, lo innato es lo mejor[4] no obstante, tanto el ejercicio como lareflexin sobre las maniobras con las que puede vencerse al adversario, o las que ste utiliza conms frecuencia para rebatir, aportarn mucho para l egar a ser maestro en este arte. Si bien lalgica no puede tener provecho prctico alguno, s puede tenerlo la dialctica. Me parece queAristteles tambin expuso su propia lgica (analtica), principalmente como fundamento ypreparacin de la dialctica, y que sta fue para l lo principal. La lgica se ocupa de la meraforma de las proposiciones, la dialctica de su contenido o materia, de su valor intrnseco; de ahque debiera preceder la consideracin de la forma, en cuanto lo universal, a la del contenido o delo particular. Aristteles no define el objeto de la dialctica tan sutilmente como yo lo he hecho;si bien es cierto que asigna como su objeto principal la discusin, al misivo tiempo tambin labsqueda de la verdad ( Tpicos l, 2). Despus aade de nuevo: "las proposiciones seconsideran filosficamente segn la verdad y dialcticamente teniendo en cuenta la credibilidado el aplauso que obtienen en la opinin de los otros" ( Tpicos 1, 12). Es consciente de ladiferencia y disyuncin de la verdad objetiva de una proposicin y del hecho de hacerla valer ode obtener su aprobacin, pero no lo hace con la suficiente sutileza como para asignar esteltimo fin a la dialctica[5]. Sus reglas para conseguir el ltimo propsito son, a menudo, tambinasignadas al primero, encontrndose combinadas. De ah que me parezca que no supo terminarairosamente su tarea [6].Aristteles abord en los Tpicos la exposicin de la dialctica con el espritu cientfico que locaracteriza, de forma extraordinariamente metdica y analtica; aunque esto sea muy digno deadmiracin, no leg a alcanzar completamente su propsito, que aqu es evidentemente prctico.Tras considerar en los Analticos los conceptos, juicios y silogismos segn su pura forma, pasdespus a considerar el contenido, que nicamente tiene que ver con los primeros, ya que es enellos donde reside. Proposiciones y silogismos son en s mismos pura forma; los conceptossignifican su contenido[7]. Su procedimiento es el siguiente: Toda discusin tiene una tesis o unproblema (stos difieren simplemente en la forma) y luego, axiomas que deben servir pararesolverlo. Se trata siempre de la relacin de unos conceptos con otros. Estas relaciones son,inicialmente, cuatro. De un concepto se busca, o 1) su definicin, o 2) su gnero, o 3) sucaracterstica particular, su marca esencial, proprium, o 4) su accidens, es decir, una cualidadcualquiera, sin importar si es peculiar y exclusiva o no; brevemente, un predicado. El problemade toda discusin hay que reconducirlo a una de estas relaciones. sta es la base de toda ladialctica. En los ocho libros de los Tpicos, Aristteles presenta el conjunto de todas lasrelaciones en las que los conceptos pueden hallarse recprocamente, con respecto a las cuatroclases, e indica las reglas para toda posible relacin; esto es, cmo debe comportarse un conceptocon respecto a otro para ser su proprium [propio], su accidens [accidente], su genus [gnero]o su definitum o definicin; qu errores pueden cometerse fcilmente durante la formulacin yqu es lo que debe tenerse en cuenta cada vez que formulamos una relacin, y qu es lo quepuede hacerse para refutarla si la ha formulado el otro. Aristteles denomina locus [tpico] a laformulacin de cualquiera de estas reglas o de cualquiera de las relaciones entre tales clases deconceptos, indicando 382 topoi: de aqu el nombre de Tpicos. A stos adjunta unas cuantasreglas sobre la discusin en general que, por lo dems, no son en modo alguno exhaustivas.El topos no es, pues, algo puramente material; no se refiere a un objeto o a un conceptodeterminado, sino siempre a una relacin de clases enteras de conceptos que puede ser comn aun nmero indeterminado de ellos, en cuanto que stos sean considerados en sus relacionesrecprocas, bajo uno de los mencionados cuatro casos que se dan en toda discusin. Estos cuatrocasos tienen, de nuevo, clases subordinadas. La consideracin es aqu, en cierta medida, todavaformal, aunque no tan puramente formal como en la lgica, que se ocupa del contenido de losconceptos desde el punto de vista de la forma; esto es, indica cmo debe comportarse elcontenido del concepto A con respecto al del concepto B para que pueda ser formulado como sugenus, o como su proprium (carcter distintivo), o como su accidens, o como su definicin, o,segn las rbricas a l subordinadas, del opuesto, causa y efecto, posesin o privacin, etc. En

  • torno a una de estas relaciones debe girar toda discusin. La mayora de las reglas queAristteles indica como topoi en relacin con estas correspondencias, estn incluidas en lanaturaleza de la relacin conceptual; cada uno es consciente de ellas por s mismo, adems, ya depor s, obligan al respeto por parte del adversario, igual que en la lgica, siendo ms fcilobservarlas en el caso particular o darse cuenta de su negligencia que acordarse del toposabstracto correspondiente; de aqu proviene que el uso prctico de tal dialctica no sea muygrande. Aristteles no dice ms que cosas de suyo evidentes, y a las que la sana razn arriba pors misma. Ejemplo: "Si se afirma el genus de una cosa, entonces debe tambin convenirlealguna species cualquiera de ese genus; de otro modo, la afirmacin ser falsa. Por ejemplo, seafirma que el alma est dotada de movimiento; entonces debe serle propia alguna especiedeterminada de aqul: volar, caminar, crecer, disminuir, etc.; si carece de el a, entonces, tampocoest dotada de movimiento. Esto es, cuando no le conviene alguna especie, tampoco lo hace elgenus; ste es el tpos" (Aristteles, Tpicos 11, 4, 111a 33-b111). Este tpos sirve tanto paraconstruir como para destruir. Es el tpos noveno. Y, a la inversa, si el gnero no conviene,tampoco la especie; por ejemplo: Alguien (se afirma) ha hablado mal de otro. Si demostramosque no habl en absoluto, no ha podido hablar mal de aqul, pues en donde no se da el genustampoco puede darse la especie.Bajo la rbrica de carcter distintivo, proprium, el locus 215 dice as: "En primer lugar, parainvalidar: cuando el adversario indica como propio alguna cosa que slo puede ser percibida pormedio de los sentidos, lo ha indicado mal, ya que todo aquello que es sensible se vuelve inciertoen el momento en que sale del mbito de los sentidos. Por ejemplo, si se sostiene como propiodel sol que es el astro ms brillante que se desplaza sobre la tierra, esto no sirve, pues cuando elsol se pone no sabemos si se desplaza sobre la tierra, ya que entonces est fuera del mbito de lasensacin. -En segundo lugar, para establecer: lo propio estar bien indicado, cuando se presenteuno que no sea reconocible mediante la sensacin, o, que, siendo sensible, es evidente que se dade manera necesaria. Por ejemplo, como propio de la superficie se indica que es aquella queprimero se colorea; sta es una caracterstica propia sensible, y adems, siempre manifiesta, porlo que es correcta)) [Aristteles, Tpicos V, 5, 13 ib-19-36]. Esto es suficiente para darles unaidea de la dialctica de Aristteles. Me parece que no alcanza su propsito; por eso yo lo heintentado de otra manera. Los Tpicos de Cicern son una imitacin hecha de memoria de los deAristteles; en sumo grado superficial y miserable. Cicern no tiene en absoluto una idea clarade qu es un topus ni a qu se dirige; parlotea confusamente ex ingenio [utilizando su propiainventiva] cosas sin sentido, adornndolas ricamente con ejemplos jurdicos. Uno de sus peoresescritos.Para definir concisamente qu es la dialctica habr de considerrsela despreocupndosedefinitivamente de la verdad objetiva (que es asunto de la lgica), como el arte de tener razn,lo que ha de ser tanto ms fcil cuando efectivamente se l eve razn en el asunto del que se trata.La dialctica como tal debe ensear nicamente cmo podemos defendernos contra ataques decualquier tipo, especialmente contra los desleales y, evidentemente, cmo podemos atacar lo queel otro expone sin contradecirnos y, lo ms importante, sin que seamos refutados. Hay quedistinguir claramente la bsqueda de la verdad objetiva del arte de hacer que lo que se haenunciado pase por verdadero; aqulla es asunto de una [disciplina] bien distinta, es la obra de lacapacidad de juzgar, del discurrir, de la experiencia, y para ella no existe artificio alguno; lasegunda es el objeto de la dialctica. Se la ha definido como la lgica de la apariencia: falso;pues de ser as, se utilizara para defender slo enunciados falsos; pero incluso cuando alguientiene la razn de su parte necesita la dialctica para defenderla; adems deben conocerse losgolpes desleales para poder encajarlos y, a veces, cuando sea necesario, utilizarlos tambin paraagredir al oponente con las mismas armas. Por eso, en la dialctica hay que dejar a un lado laverdad objetiva, o considerarla como algo accidental; y, simplemente, no ocuparse ms que decmo defender las afirmaciones propias y cmo invalidar las del otro. En lo que a estas reglas serefiere, es permisible no tener en cuenta la verdad objetiva porque en la mayora de los casos sedesconoce su paradero[8]. Con frecuencia, uno mismo no sabe si tiene razn o no, a veces cree

  • tenerla y se equivoca, otras lo creen ambas partes, puesto que veritas est in puteo [La verdadest en lo profundo], Demcrito. Cuando comienza la discusin, por regla general, cada una delas partes est convencida de tener la razn de su lado; durante su transcurso ambas llegarn adudarlo; el final debe ser, evidentemente, cuando se estipule, cuando se demuestre la verdad. Enlo que a sta respecta, ah ya no se mezcla la dialctica, pues su funcin es idntica a la delmaestro de esgrima, que no repara en quien tenga efectivamente la razn en la ria que condujoal duelo. Atacar y parar es lo nico que cuenta, como en la dialctica, que es una esgrimaintelectual. Slo as entendida puede establecerse como una disciplina con entidad propia, ya quesi nuestro propsito fuese la bsqueda de la verdad, tendramos que remitirnos a la simple lgica;y, en cambio, si nuestro objeto es mostrar la validez de proposiciones falsas, no tendremos msque pura y simple sofistica. En ambas se dara por supuesto que ya sabramos que fueraobjetivamente lo falso o lo verdadero, algo que raramente se sabe de antemano. La verdaderadefinicin de dialctica es, por consiguiente, la que hemos formulado: esgrima intelectual paratener razn en las discusiones. Si el nombre de Erstica le fuera bien, mucho ms apropiado esel de Dialctica erstica. Siendo de gran utilidad, en los ltimos tiempos se la ha descuidadoinjustamente.Por lo tanto, en este sentido, la dialctica debe ser simplemente una recapitulacin y exposicinsistematizada y reglamentada de aquellas tcnicas dadas por la naturaleza, de las que se sirve lamayora de la gente para tener tazn cuando durante una disputa advierten que no la llevan de suparte. Es por esto por lo que sera absurdo que en la dialctica cientfica se tuviera en cuenta laverdad objetiva y su esclarecimiento, puesto que en aquella otra dialctica originaria y naturalesto no acontece nunca, sino que, por el contrario, su nico objetivo es el de tener razn. Desdenuestro punto de vista, la tarea principal de la dialctica cientfica es la de formular y analizar lasestratagemas desleales utilizadas en la discusin, con el fin de que en los debates verdaderos selas reconozca de inmediato y se las destruya. De ah que, en su planteamiento, sta deba asumirque su propsito final va dirigido al hecho de tener razn, y no al esclarecimiento de la verdadobjetiva.A pesar de que he buscado a lo largo y ancho, no me resulta conocido el que se haya logradoalgo en este sentido; por lo tanto, ste es todava un campo sin cultivar. Para alcanzar el finpropuesto debera acudirse al manantial de la experiencia, observando en los debates cotidianosde nuestro entorno el modo en que uno u otro de los contrincantes utiliz sta o aqul aestratagema, y acto seguido, aquel os ardides que aparecen con ms frecuencia, reducirlos a susprincipios generales para poder formulardesde el os las estratagemas desleales utilizadas en ladiscusin con el fin de que en los debates verdaderos se las reconozca de inmediato y se lasdestruya. De ah que, en su planteamiento sta debe asumir que su propsito final va dirigido alhecho de tener razn, y no al esclarecimiento de la verdad objetiva.A pesar de que he buscado a lo largo y ancho, no me resulta conocido el que se haya logradoalgo en este sentido[9] por lo tanto, ste es todava un campo sin cultivar. Para alcanzar el finpropuesto debera acudirse al manantial de la experiencia, observando en los debates cotidianosde nuestro entorno el modo en que uno u otro de los contrincantes utiliz sta o aquel aestratagema, y acto seguido, aquel os ardides que aparecen con ms frecuencia, reducirlos a susprincipios generales para poder formular desde el os los stratagemata ms usuales, que no slohan de ser tiles despus para la propia ventaja, sino tambin para impedir que sean usadascuando el adversario pretenda utilizarlas en su provecho.Lo que sigue debe ser considerado como un primer intento.

  • Base de toda dialcticaEn primer lugar hay que considerar lo esencial de toda discusin, qu es lo que en ella sucede.El adversario ha propuesto una tesis (o nosotros mismos, da igual). Para refutarla existen dosmodos y dos vas.1) Los modos:a) ad rem (con referencia a la cosa].b) ad hominem [en referencia a la persona con la que se discute), o ex concessis [en referenciaal marco de concesiones hechas por el adversario); esto es, mostramos que la tesis expuesta noest de acuerdo con la naturaleza del objeto, con la verdad objetiva, o con otras manifestacioneso concesiones admitidas por el oponente, es decir, con la verdad subjetiva; esta ltima es slouna traslacin relativa y no afecta a la verdad objetiva.2) Las vas: a) refutacin directa, b) indirecta. La directa ataca la tesis en sus fundamentos, laindirecta en sus consecuencia;. La directa muestra que la tesis no es verdadera, la indirecta queno puede ser verdad.a) En cuanto a las refutaciones directas, podemos hacer dos cosas: o mostramos que losfundamentos del enunciado son falsos ( nego majorem; minorem (negamos tanto la premisamayor como la menor]); o los admitimos pero mostramos que no se sigue de ellos laconsecuencia ( nego consequentiam (niego la consecuencial), y atacamos as la consecuencia,la forma de la conclusin.b) En las refutaciones indirectas utilizamos o la apagoge, o la instancia.A) Apagoge: aceptamos la tesis del adversario como si fuese verdadera; despus mostramos loque de el a se sigue si la utilizamos como premisa de un silogismo en unin de otra tesiscualquiera reconocida como verdadera; a continuacin, deducimos de dicho silogismo unaconclusin claramente falsa, pues o contradice la naturaleza del objeto[10], o contradice las demsafirmaciones del adversario; es decir, que tanto ad rem como adhominen es falsa (Scrates enHipias mayor y alias). Por consiguiente, el enunciado del adversario sera tambin falso, pues depremisas verdaderas slo pueden deducirse conclusiones verdaderas, aunque de las falsas nosiempre falsas.B) La instancia, exemplum in contrarium [contraejemplo]: refutacin de la tesis general pormedio de la aportacin directa de casos particulares que aunque estn comprendidos bajo elenunciado de la tesis, no la confirman, por lo que deducimos que tiene que ser falsa.ste es el andamiaje, el esqueleto de toda discusin; aqu tenemos su osteologa. A ella hay quereducir el fundamento de cualquier disputa. Pero todo esto puede suceder real o soloaparentemente, con razones buenas o malas; y como no podemos saberlo con facilidad, por esosuelen ser los debates tan largos y empeosos. Tampoco podemos separar lo verdadero de lofalso durante su transcurso, porque, precisamente, ni siquiera los contrincantes lo saben conanterioridad. Por consiguiente, pasar a la exposicin de las estratagemas sin tener en cuenta sise tiene o no razn objetiva; pues tal cosa no puede saberse con seguridad y, adems, eso es loque debe decidirse por medio de la disputa propiamente dicha. Por cierto, en toda discusin oargumentacin en general hay que estar de acuerdo sobre algo desde lo cual, a modo deprincipio, podamos juzgar el asunto en cuestin: Contra negantem principia non estdisputandum [Con quien niega los principios no puede discutirse).

  • Estratagema 1La amplificacin. La afirmacin del adversario se lleva ms all de sus lmites naturales, se lainterpreta de la manera ms general posible tomndola en su sentido ms amplio y exagerndola.La propia afirmacin, en cambio, se especifica cuanto se puede reducindola a su sentido msnimio, a sus lmites ms estrechos, pues cuanto ms general sea una afirmacin, a ms ataquesestar expuesta. El remedio ms eficaz contra la amplificacin es la definicin concreta de lospuncti y el status controversia[los puntos a discutir y las condiciones de la discusin].Ejemplo 1. Afirm: "Los ingleses son la primera nacin en el arte dramtico." El adversarioquiso intentar una instantia y manifest: "Que de todos era conocido que tanto en lo que amsica se refiere, y por consiguiente, tampoco en la pera, hubieran hecho algo de importancia.- Le repliqu recordndole que "la msica no est incluida entre las artes dramticas; stas serefieren nicamente a la tragedia y la comedia, lo que l muy bien saba, slo que intentgeneralizar mi afirmacin para poder incluir en ella todas las representaciones teatrales, y porconsiguiente, tambin la pera y la msica, con lo que me derrotara con seguridad.A la inversa, se salva la propia afirmacin mediante su limitacin con respecto al primerpropsito manifestado, si la expresin utilizada lo favorece.Ejemplo 2. A dice; "La paz de 1814 incluso devolvi a todas las ciudades hanseticas alemanassu independencia. - B responde con una instantia in contrarium que Danzig, que habaconseguido su independencia gracias a Bonaparte, la perdi con aquella paz. -A se salva de estamanera "yo dije "todas las ciudades alemanas", Danzig era una ciudad hansetica polaca".Esta estratagema la ensea ya Aristteles en los Tpicos [lib. VIII, c. 12, 11.Ejemplo 3. Lamarck (Philosophie zoologique [Pars, 1809), vol, l, p. 203) niega a los plipostoda clase de percepcin sensible porque carecen de nervios. Pero, sin embargo, se sabe queperciben, pues buscan la luz en tanto que artificiosamente se mueven hacia ella de ramo en ramo;y atrapan su presa. De esto se ha concluido que la masa nerviosa est proporcionalmenteesparcida por la totalidad del volumen de sus cuerpos, homogneamente fundida; ya que esevidente que tienen algn tipo de percepcin, aunque sin rganos perceptores especficos.Porque esto invalida su hiptesis, Lamarck argumenta de forma dialctica: "En este caso cadauna de las partes del cuerpo de los plipos debera ser capaz de toda clase de percepcinsensible, de movimiento, de voluntad, de pensamiento, siendo as que el plipo tendra en cadapunto de su cuerpo todos los rganos correspondientes a las especies de los animales msperfectos. Cada partcula podra ver, oler, gustar, or, etc., y tambin pensar, juzgar, inferir; endefinitiva: cada molcula de su cuerpo sera como un animal perfectamente desarrollado, y elmismo plipo ocupara un puesto superior al del ser humano, pues cada uno de sus trocitosposeera todas las capacidades que el hombre slo tiene en conjunto. - Adems, no habraninguna razn que impidiese aplicar lo que sobre los plipos se afirma, tambin a cada mnada,el ms imperfecto de todos los seres, y, finalmente, tambin a las plantas, que por supuestotambin viven, etc." - Con el uso de tales estratagemas dialcticas traiciona un escritor que en sufuero interno es consciente de no tener razn. Porque se afirm: "su cuerpo entero es sensible ala luz, por lo tanto es de naturaleza nerviosa,>, concluye que todo el cuerpo piensa.

  • Estratagema 2Usar la homonimia para extender la afirmacin enunciada a lo que puede comprenderseigualmente bajo el mismo nombre, pero que poco o nada tiene que ver con el asunto del que seest tratando; despus, a continuacin, se refuta triunfalmente la afirmacin tomada en estesentido haciendo que parezca que se ha refutado la primera.Anotacin. Sinnimas son dos palabras para e l mismo concepto; homnimos dos conceptosdesignados mediante la misma palabra (ver Aristteles, Tpicos, Lib. I, cap.13). Bajo, agudo,alto, utilizados a veces para calificar cuerpos y otras para los tonos de voz, son homnimas.Honrado y probo son sinnimos.Se puede considerar esta estratagema como idntica al sofisma ex homonymia, sin embargo laobviedad de tal sofisma no engaar en serio.Omne lumen potes extinguintel ectus est lumenintellectus potest extingu[11]Aqu se nota enseguida que hay cuatro termini: lumen en sentido propio, y lumen entendidometafricamente. Por otra parte, en casos ms sutiles engaa; concretamente, en aquellos en losque los conceptos se designan con la misma expresin y estn emparentados, pudindoseintercambiar uno por otro con facilidad.Ejemplo 1) [12]A. "An no est usted muy iniciado en los misterios de la filosofa kantiana".B. "Ah, mire usted, de donde hay misterios no quieto saber nada".Ejemplo 2)Censuro el principio del honor, juzgando incomprensible que quien sufre una ofensa quededeshonrado a menos que no la repare con una ofensa an ms grande, o mediante la sangre delofensor o la propia. Para fundamentar esto aduzco que el verdadero honor no puede sermanchado por lo que uno sufra, sino nicamente por aquello que uno haga; pues a cualquierapuede tocarle en suerte sufrir de todo. - El adversario atac directamente al fundamentomostrndome triunfalmente que si se acusase falsamente a un comerciante de estafa, deirresponsabilidad, o de negligencia en sus negocios, se le atacara su honor, que habra sidonicamente manchado con lo que padeciese; y que esto solamente podra repararse en cuanto quese consiguiesen el castigo y la retractacin pblica de los agresores.De este modo, con el uso de la homonimia, suplanta el honor burgus, o buennombre cuyamancha acontece por la calumnia, por el concepto del honor caballeresco, conocido tambincomo point d'honneur, cuya mancha acontece por ofensa. Y colmo un ataque al primero nopodra quedar impune, sino que debera ser reparado mediante pblica retractacin, del mismomudo y con el mismo derecho, se reparara un ataque al segundo mediante otra ofensa an mayoro mediante el duelo. Aqu tenemos, pues, la mezcla de dos cosas esencialmente distintasfavorecida por la homonimia de la palabra honor y, adems, tambin una mutatio controversias(cambio del asunto principal de la controversia) ocasionada asimismo por la homonimia.

  • Estratagema 3Tomar la afirmacin[13] que ha sido formulada en modo relativo, relative, como si lo hubierasido en general, simpliciter, absolute, o por lo menos, entenderla bajo otro aspecto muy distintoal de su verdadera intencin para seguidamente refutarla segn este ltimo. El ejemplo deAristteles es: "el moro es negro, por lo que a sus dientes se refiere, blanco; por lo tanto esnegro, pero no negro a la vez". - ste es un ejemplo imaginario que no engaar de verdad anadie; tomemos en cambio, otro de la experiencia real.Ejemplo 1. En una conversacin sobre filosofa, admito que mi sistema defiende y alaba a losquietistas. Poco despus, recae la conversacin en Hegel, y aseguro que, en general, no ha escritoms que disparates, o que, al menos, hay en sus escritos partes en las que el autor ha puesto lapalabra y el lector debe aadirle el sentido. l adversario no se aventura a rebatirlo ad rem, sinoque se conforma con el uso del argumentum adhominem: "yo haba alabado a los quietistas ystos, en cualquier caso, tambin escribieron muchos disparates".Admitiendo este hecho, corrijo al adversario aadiendo que no admiro a los quietistas comofilsofos y escritores, es decir, no por sus aportaciones tericas, sino como a hombres, por susacciones y, simplemente, en un sentido prctico; con respecto a Hegel, me refera a susaportaciones tericas. Con esto se par el golpe. Las tres primeras estratagemas estnemparentadas; tienen en comn el hecho de que el adversario habla en realidad de otra cosadistinta de la que se manifest. Incurre en una ignoratio elenchi [desconocimiento de larefutacin] aqul que se deja desarmar de esta manera.En todos los ejemplos mostrados es verdadero lo que aduce el adversario, pero no est realmenteen contradiccin con la tesis, la contradiccin es slo aparente; as, quien es atacado debernegar la consecutividad de la conclusin del adversario, es decir, que de la verdad de su tesis sedesprenda la falsedad de la nuestra. Es, pues, refutacin directa de su refutacin por negationemconsecuentiae [negacin de la consecutividad].No admitir premisas verdaderas porque se prev su consecuencia. Contra esto, los dos mediossiguientes, reglas 4 y 5.

  • Estratagema 4Cuando se quiere llegar a una conclusin, no hay que dejar que sta se prevea, sino procurar queel adversario admita las premisas una a una y dispersas sin que se d cuenta durante el transcursodel dilogo; de lo contrario, lo impedir con todos los medios a su alcance. O, cuando es dudosoque el adversario vaya a aceptarlas, se formulan primeramente las premisas de esas premisas; sehacen prosilogismos; entonces se deja que admita unas cuantas premisas desordenadas de talesprosilogismos enmascarando as la jugada hasta que haya admitido todo lo que queramos.Luego se procede recapitulando el asunto desde atrs. Esta regla la da Aristteles, TpicosVIII,1, No necesita ejemplo alguno.

  • Estratagema 5[14]Pueden usarse premisas falsas para demostrar la propia tesis cuando el adversario no admita lasverdaderas, es decir, o por. que no reconozca su verdad, o porque ve que de el as se seguiracomo conclusin inmediata nuestra tesis. Se toman entonces proposiciones que de suyo sonfalsas, pero verdaderas ad hominen, y se argumenta exconcessis, segn la manera de pensar deladversario, pues lo verdadero puede seguirse tambin de premisas falsas, si bien nunca deverdaderas lo falso. Por otra parte pueden refutarse tesis falsas del adversario mediante otras tesistambin falsas pero que l sostiene como verdaderas: puesto que hay que tratar con l, debeutilizarse su propia forma de pensar. Por ejemplo, si pertenece a alguna secta con la que estamosen desacuerdo podemos utilizar contra l las mximas de la secta como principia. Aristteles,Tpicos VIII, C. 9.

  • Estratagema 6Se encubre una petitio principi [peticin de principio] postulando aquello que se debedemostrar, 1) usando otro nombre, por ejemplo, en vez de "honor", "buen nombre", en vez de"virginidad", "virtud" etc.; o tambin, utilizando conceptos intercambiables: animales de sangreroja, en vez de animales vertebrados; 2) dando por supuesto en general aquel o que es muydiscutible en un caso particular; por ejemplo, se afirma la inseguridad de la medicina postulandola inseguridad de todo saber humano; 3) o viceversa dos cosas consecuentes la una de la otra, sihay que demostrar la primera, se postula la segunda; 4) si para demostrar el universal, se haceque se admitan todos los casos singulares (la contraria a la nmero 2) (Aristteles, TpicosVIII, c. ll).El ltimo captulo de los Tpicos de Aristteles contiene buenas reglas sobre el ejercicio de ladialctica.

  • Estratagema 7Cuando la discusin se dirige de manera algo formal y rigurosa y deseamos que se noscomprenda muy claramente, si hemos enunciado una afirmacin y debemos probarla,procederemos preguntando al adversario para poder deducir de sus respuestas la verdad denuestra afirmacin. Este mtodo erotemtico fue sobre todo utilizado por los antiguos (se le lama tambin socrtico); a l se refiere la presente estratagema y algunas que despus laseguirn. (Todas ellas libremente adaptadas segn el Lber de elenchissophistichis, c. 15 deAristteles).Preguntar mucho de una vez y sobre muchas cosas para ocultar lo que en realidad queremos queadmita el adversario y, adems, extraer rpidamente de lo admitido la propia argumentacin,pues quienes son lentos en comprender no pueden seguirla con precisin y pasarn por alto losfallos o lagunas en las deducciones de las pruebas.

  • Estratagema 8Provocar la irritacin del adversario y hacerle montar en clera, pues obcecado por ella, no estaren condiciones apropiadas de juzgar rectamente ni de aprovechar las propias ventajas. Se leencoleriza tratndole injustamente sin miramiento alguno, incomodndole y, en general,comportndose con insolencia.

  • Estratagema 9No establecer las preguntas en el orden requerido por la conclusin a la que se desea llegar conellas, sino desordenadamente; el adversario no sabr a dnde queremos ir a parar y no estarpreparado para prevenir la conclusin; adems, dependiendo de como vayan resultando susrespuestas, stas podrn utilizarse para extraer conclusiones diversas, incluso contradictorias.Esta estratagema se asemeja a la 4. en cuanto que debe enmascararse su procedimiento.

  • Estratagema 10Si se advierte que el adversario niega intencionadamente aquel as preguntas cuya; respuestasafirmativas podran ser utilizadas en beneficio de nuestra tesis, hay que preguntarle lo contrariode lo que debemos haciendo como si esto fuese lo requerido para defenderla; o por lo menospresentarle ambas opciones a elegir, de manera que no note cul de las dos es la que se desea queafirme.

  • Estratagema 11Si hacemos una induccin y el adversario admite como vlidos los casos particulares mediantelos que se prueba, no debemos preguntarle si tambin admitir la verdad general que puedeconcluirse de aquel os, sino que debemos introducirla a continuacin como si se tratase de algoya establecido y admitido anteriormente; porque puede ser que as lo crea, y tambin lospresentes tendrn la misma impresin, pues se acordarn de las muchas preguntas hechas sobrelos casos particulares, que de alguna manera habran tenido que conducir a tal conclusin.

  • Estratagema 12Si la conversacin versa sobre un concepto general que carece de nombre propio y tiene quedesignarse trpicamente mediante una similitud, enseguida hemos de elegir nosotros el smil, demanera tal que sea lo ms ventajoso posible para nuestra afirmacin. As, por ejemplo, losnombres con que en Espaa son designados los dos partidos polticos, serviles y liberales, loseligieron, evidentemente, estos ltimos. El nombre de "protestantes" lo eligieron el os; el de"evanglicos", tambin; pero el de "herejes", los catlicos. sirve tambin para nombrar las cosasde manera que resulten ms apropiadas a nuestro inters: por ejemplo, si el adversario hapropuesto un cambio, se le l amar innovacin, pues se trata de una palabra aborrecida.Actuaremos de manera contraria si somos nosotros quienes hacemos la propuesta. En el primercaso se llama a lo opuesto "orden establecido"; en el segundo, "un pel ejo". Aquel o que alguiendesintencionada e imparcialmente llamara algo as como "culto" o "doctrina pblica de la fe",otro que quisiera hablar en su favor, lo llamara "piedad" o "beatitud", y un enemigo,"hipocresa" o "supersticin". En el fondo se trata de una sutil petitio principii, ya que con lapalabra, en la denominacin utilizada, damos ya por supuesto aquel o que queremos probar y queluego derivamos mediante un simple juicio analtico. A lo que uno denomina "asegurar supersona", "poner bajo custodia", su enemigo lo llama "encerrar".Un orador traiciona previamente su intencin por medio del nombre que da a las cosas. - Unodice "la espiritualidad"; otro, "los curas". Entre todas las estratagemas sta es instintivamente laque ms se usa. Fervor religioso - fanatismo; desliz o galantera - infidelidad; equvoco -indecencia; contratiempo - bancarrota; "por medio de influencia y relaciones" - "mediantecorrupcin y nepotismo"; "sincero reconocimiento" - "buena retribucin".

  • Estratagema 13Para lograr que el adversario admita una tesis debemos presentarle su opuesta y darle a0 elegiruna de las dos, pero teniendo la desfachatez de proclamar el contraste de forma estridente, demodo que, para no ser paradjico, tenga que decidirse por nuestra tesis que parecer muyprobable en comparacin con la otra. Por ejemplo: el adversario debe admitir que uno tiene quehacer todo lo que su padre le dice; as es que le preguntamos: "se debe obedecer a los padres entodas las cosas, o desobedecerles?" - O cuando se dijo con respecto a algo "a veces",preguntamos si es que con "a veces" se entienden pocos casos o muchos; l dir "muchos". Escomo si comparamos el gris con el negro, y lo llamamos blanco, y luego con el blanco y lollamamos negro.

  • Estratagema 14Una jugada descarada es la siguiente: cuando el adversario ha respondido a varias preguntas sinfavorecer la conclusin que tenamos pensada, se enuncia y se exclama sta triunfalmente comosi ya estuviera demostrada, aun sabiendo que no se sigue de las respuestas dadas por eladversario. si ste es tmido o tonto, y nosotros poseemos el suficiente descaro y una buena voz,puede salir bien la jugada. Esta estratagema pertenece a la fal acia non causae ut causae[engao producido al tomar lo no fundamentado por el fundamento].

  • Estratagema 15Si hemos expuesto una tesis paradjica, pero nos encontramos en dificultades para demostrarla,presentamos al adversario otra tesis correcta, aunque no del todo evidente, para que la acepte o larefute como si de el o quisiramos obtener la prueba; si sospechando alguna treta la rechaza,entonces lo reducimos ad absurdum [al absurdo] y triunfamos; pero si la acepta, habremosdicho entretanto algo razonable, y ya veremos cmo sigue adelante el asunto. O utilizamos aqula estrategia precedente y aseguramos que con eso ha quedado demostrada nuestra paradoja. Paraesto hace falta una insolencia extrema que, si bien la proporciona la experiencia, tambin haygente que la pone en prctica instintivamente.

  • Estratagema 16Argumenta ad hominem o ex concessis. Con respecto a una afirmacin del adversario, tenemosque buscar si de alguna manera no estar en contradiccin -en caso necesario, por lo menos enapariencia- con alguna otra cosa que l haya dicho o admitido previamente, o con los principiosde una escuela o secta que l haya alabado o aprobado; tambin con hechos de quienespertenecen a tal secta, o con los de miembros falsos o supuestos, o con su propia conducta. Si,por ejemplo, l defiende el suicidio, se le espeta: " Por qu no te ahorcas t ?". O si afirma quela permanencia en Berlin no le es grata, se le increpa inesperadamente: "Por que no te marchasde aqu en el primer correo?". De una forma u otra podr encontrarse algn tipo de incomodo.

  • Estratagema 17Si el adversario nos amenaza con una refutacin, a menudo podremos salvarnos mediante unasutil diferencia en la que antes no habamos reparado, si es que el asunto se presta a alguna queotra ambigedad o permite su remisin a un doble caso.

  • Estratagema 18Si notamos que el adversario comienza una argumentacin con la que va a derrotarnos, notenemos que consentirle que siga adelante con ella; hay que impedirle a toda costa que laconcluya, interrumpiendo o desviando a tiempo la trayectoria de la discusin al encaminarlahacia otras cuestiones. Brevemente, le salimos al paso con una mutatio controversiae [cambiodel tema de la discusin[15].

  • Estratagema 19Si el adversario nos solicita explcitamente alegar algo en contra de algn punto concreto de suafirmacin pero no tenemos nada adecuado, tomamos el asunto de manera general yargumentamos as en su contra. Si debemos responder a la pregunta de por qu no es de fiar unadeterminada hiptesis fsica, hablamos de lo engaoso del saber humano y lo adornamos contoda suerte de ejemplos.

  • Estratagema 20Cuando hayamos obtenido del adversario la concesin de una premisa que requeramos, tenemosque deducir la conclusin deseada no con ms preguntas, sino concluyndola inmediatamentenosotros mismos; as, incluso careciendo todava de una u otra de las premisas, la tomamostambin como igualmente concedida y deducimos de esta forma la conclusin.Lo que resulta entonces es la aplicacin de la fallacia non causae ut causae [falacia queconsiste en tomar por fundamento lo que no es].

  • Estratagema 21Si observamos que el adversario utiliza un argumento meramente aparente o sofstico podemosanularlo sencil amente atacando su capciosidad y apariencia, pero es mucho mejor presentarleotro argumento si cabe, de anloga apariencia y sofistera para liquidarlo, pues lo que importa noes la verdad, sino la victoria. si l utiliza un argumentumad hominem, bastar para invalidarlocon que le respondamos con otro contraargumento ad hominem (ex concessis); y, sobre todo,ser mucho ms corto esgrimir un argumentum ad hominem cuando se tenga oportunidad queenzarzarse en una discusin sobre la verdadera naturaleza del asunto.

  • Estratagema 22Si el adversario nos conmina a que admitamos algo de lo que inmediatamente se seguir elproblema que se debate en la discusin, nos negamos aduciendo que se trata de una petitioprincipii, pues tanto l como el auditorio confundirn con facilidad una tesis, que en aparienciase parece al problema, con el problema mismo; as le privaremos de su mejor argumento.

  • Estratagema 23La contradiccin y la discordia motivan la exageracin de la tesis. contradiciendo al adversariopodemos inducirlo a que lleve fuera de sus lmites una afirmacin que dentro de el os hubierapodido ser verdadera. En cuanto hayamos refutado la exageracin parecer que refutamostambin su primera tesis. En cambio, debemos guardarnos de que no se nos lleve al abultamientoo a una mayor extensin de nuestra tesis empleando en contra nuestra el mismo procedimiento.A menudo el adversario recurrir al intento de extender nuestra afirmacin ms al de lostrminos en los que la habamos expresado; en este caso debemos pararlo sbitamente yreconducirlo a los lmites de lo que manifestamos con un "tanto dije, y no ms".

  • Estratagema 24Uso abusivo de la deduccin. De las tesis del adversario se infieren a la fuerza, mediantededucciones falsas y deformando los conceptos, tesis que no estn all contenidas y que deningn modo corresponden a la opinin manifestada por l, sino que, en cambio, son absurdas opeligrosas. De esta forma parecer que de su tesis se siguen proposiciones que se contradicen a simismas o que contradicen verdades reconocidas; esto valdr como una refutacin indirecta,apagoge; es de nuevo un empleo de la fal acianon causae ut causae [falacia que consiste entomar por fundamento lo que no es].

  • Estratagema 25Esta estratagema tiene que ver con la Apagoge mediante una "instancia", exemplum incontrarium. La epagoge, inductio, requiere una gran cantidad de casos para poder hacer valerun principio universal; a la apagoge le basta con presentar un nico caso en el que el principiono es vlida para refutarlo; se llama "instancia" a un caso de este genero, entasis, exemplum incontrarium, instantia [contraejemplo]. Por ejemplo, la proposicin "todos los rumiantes tienencuernos", ser invalidada por la nica "instancia" del camello.La "instancia" es un caso en la aplicacin de la verdad general que queda subsumido bajo elconcepto principal de aqulla, pero para el que tal verdad general no es vlida, por lo que staqueda invalidada.Sin embargo, no es raro que aqu se den engaos; por eso ser conveniente tener en cuenta losiguiente cuando el adversario haga instancias:1) Si el ejemplo es efectivamente verdadero. Hay problemas cuya nica solucin es la de que sonfalsos: por ejemplo, muchos milagros, historias de espritus, etc.2) Si est realmente bajo el concepto de la verdad propuesta. Muchas veces esto es slo aparentey puede solucionarse mediante una sutil distincin.3) Si verdaderamente se contradice con la verdad expresada, pues a menudo es esto tambin sloaparente.

  • Estratagema 26Un golpe bril ante es lo que se conoce como retorsio argumenti [dar la vuelta al argumento]: esdecir, cuando el argumento que el adversario quiere utilizar para su defensa puede ser utilizadomejor en su contra. Por ejemplo, l dice: "No es ms que un nio, djalo en paz, no se lo tengasen cuenta,; retorsio: "Precisamente porque es un nio se le debe tener en cuenta y corregirle,para que no se arraiguen sus malas costumbres".

  • Estratagema 27Si inesperadamente el adversario se muestra irritado ante un argumento, debe utilizarse talargumento con insistencia; no slo porque sea el ms indicado para irritarle, sino porque es desuponer que se ha tocado la parte ms dbil de su razonamiento y porque si se sigue por ah,habr de obtenerse mucho ms de lo que se muestra a simple vista.

  • Estratagema 28Esta estratagema est especialmente indicada para cuando discuten personas doctas ante unpblico que no lo es. si no se tiene ningn argumentum ad rem y ni siquiera uno ad hominem,se intenta uno ad auditores [al auditorio], esto es, se arguye una observacin invlida, cuyainvalidez slo reconoce el experto. si bien el adversario lo es, no as el auditorio: a sus ojos,nuestro adversario pasar por ser el derrotado, y an ms rotundamente, si la observacin que sehizo pone en ridculo de algn modo su afirmacin. La gente est en seguida dispuesta a la risa;y se obtiene el apoyo de los que ren. Para mostrar la nulidad del comentario, el adversariotendra que debatir largamente y remitirse a los principios de la ciencia o a otra cosa por el estilo,con lo que no obtendra fcilmente atencin.Ejemplo. El adversario dice: "En la formacin de la costra rocosa primigenia, la masa desde laque cristalizaron el granito y toda la roca restante se hal aba fluida a causa del calor, es decir,derretida; el calor debi de ser por lo menos de 200 R.; la masa cristaliz bajo la superficiemarina que la cubra." Hacemos el argumento ad auditorem, aduciendo que bajo aquel atemperatura, ya incluso antes de los 80, el mar habra cocido y se habra esfumado en forma devapor. - Los espectadores ren. Para refutarnos, nuestro adversario tendra que demostrarnos queel punto de ebul icin no depende slo del calor, sino tambin de la presin atmosfrica y questa es tan intensa que incluso si la mitad del agua marina sube en forma de vapor, aun a latemperatura de 200 R. no da lugar a coccin alguna. Mas l no se aventura a demostrarlo,pues para quienes no son fsicos se necesita prcticamente todo un tratado.

  • Estratagema 29Si se advierte que vamos a ser vencidos, [16] hacemos una diversin; es decir, comenzamosrepentinamente a hablar de otra cosa totalmente distinta como si tuviese que ver con el asunto encuestin y constituyese un nuevo argumento en contra del adversario. Esto ocurre con ciertodisimulo si, a pesar de todo la diversin est relacionada, aunque slo sea de forma general, conel thema quaestionis [el tema en cuestin]; o descaradamente, cuando slo se usa para huir deladversario y no tiene en absoluto nada que ver con el tema.Por ejemplo: alab que en China no se conceden cargos pblicos por nobleza de cuna sino quetodos se otorgan como consecuencia de Examina [exmenes]. Mi oponente afirma queprecisamente el saber no capacita ms para el ejercicio de un cargo pblico que la excelencia delnacimiento (que l tiene en mayor consideracin). - Mas ahora estaba perdido. En seguida hizo ladiversin aduciendo que en China se castiga a todos los estamentos con bastonazos, lo querelacion con el consumo excesivo de t, dos cosas que reprocha a los chinos. Quien acontinuacin se dejase enredar por esto, habra sido desviado y perdera con el o la victoria quehaba estado a punto de obtener.La diversin es descarada cuando abandona por completo el asunto en cuestin y ataca con algoparecido a esto: "s, y eso que usted afirmaba recientemente, en cualquier caso, etc. " Pues estoya se corresponde en cierta manera con el "ataque personal", del que se tratar debidamente en laltima estratagema. Considerada en sentido estricto, la diversin es un estadio intermedio entreel argumentum ad personam, y el argumentumad hominem. Cun comn y natural es estaestratagema lo confirma toda disputa entre gente vulgar: cuando uno hace al otro reprochespersonales, ste no responde con su refutacin, sino con recriminaciones personales en contra deladversario, dejando sin responder los reproches que a l se le hayan dirigido y admitindolosigualmente. Hace como Escipin, que no atac a los cartagineses en Italia sino en frica. En laguerra tal diversin es muy til cuando se hace a tiempo; en las disputas es mala, pues lospropios reproches se dejan sin respuesta, y el auditorio llega a conocer lo peor de amboscontrincantes. En la discusin se utiliza faute de mieux [a falta de algo mejor].

  • Estratagema 30El argumentum ad verecundiam [argumento al respeto]. En vez de razones se usan autoridadeselegidas a la medida de los conocimientos del adversario.Unusquisque rnavult credere quam judicare [cualquiera prefiere creer a discurrir], dice Sneca [De Vita beata 1, 4]; se tiene un juego fcil si tenemos de nuestra parte una autoridad que eladversario respeta. Podrn utilizarse muchas ms autoridades cuanto ms restringidos sean susconocimientos y capacidades. si stas fueran de primer orden, entonces habra muy pocas oninguna. Como mucho, aceptar aqullas a las que se atenga alguien versado en una ciencia, arteu oficio de los que l apenas posea conocimiento alguno, aunque con pesar. La gente comn, encambio, siente gran respeto por los especialistas de cualquier clase. No saben que quien haceprofesin de una cosa ama ms el beneficio que de ella obtiene que dicha profesin; adems, elque ensea una materia raramente la conoce en profundidad, pues, precisamente, a aqul que laestudia profusamente le sobra poco tiempo para la enseanza. Para el vulgus [plebe] existenmuchsimas autoridades que respeta; si no se tiene alguna autoridad adecuada al caso, sesustituye por otra que lo sea slo aparentemente, y se la adapta a aquello que fue dicho en unsentido distinto o bajo otra circunstancia. Las autoridades que el adversario no comprende enabsoluto son las que frecuentemente producen mayor efecto. Las personas no cultivadas sientenun particular respeto por las florituras griegas y latinas. En casos de apuro no slo puedetergiversarse la autoridad, sino tambin falsificarse o incluso esgrimir alguna de invencinpropia, pues la mayora de las veces el adversario no tiene el libro a mano o no sabe cmoconsultarlo. El ms bonito ejemplo de esto lo proporciona el francs Cur, quien para no tenerque pavimentar el trozo de cal e frente a su casa, como era de obligacin para todos los demsciudadanos, se ampar en una sentencia bblica: paveant illi, ego non pavebo [quieran los otrostemblar, yo no tiemblo], [lo que fue interpretado por los espectadores que entendan algo de latncomo si paveant viniese del francs paver = pavimentar[17]. Esto convenci a los delegados dela comunidad. Tambin se utilizan los prejuicios comunes como autoridad, pues la mayoraopina con Aristteles: [decimos que es correcto lo que as le parece a la mayora; ticaaNicmaco X, 2, 1172h 36] ; efectivamente, no existe opinin alguna, por absurda que sea, quelos hombres no acepten como propia, si llegada la hora de convencerles se arguye que tal opinines aceptada universalmente. El ejemplo obra tanto en su pensamiento como en sus actos. Soncomo ovejas que siguen al carnero a donde quiera que vaya: les es ms fcil morir que pensar. Escurioso que la universalidad de una opinin tenga en ellos tanto peso, puesto que puedenobservar en s mismos con qu facilidad se aceptan opiniones sin juicio previo por la sola fuerzadel ejemplo. Pero no se dan cuenta, pues les falta cualquier tipo de reflexin. slo los elegidospueden decir con Platn: [la multitud tiene opiniones variadas; Repblica IX, 576c] lo quequiere decir que el vulgus tiene muchas patraas en la cabeza y si uno quiere desentenderse deellas tendra un inmenso trabajo.La universalidad de una opinin, hablando seriamente, ni constituye una prueba, ni un motivo dela posibilidad de su verdad.Los que sostengan lo contrario tendrn que admitir 1) que la distancia en el tiempo priva aaquella universalidad de su fuerza probatoria; de no ser as, deberan ser considerados todos losantiguos errores que alguna ves fueron aceptados como verdades; por ejemplo, el sistemaptolomeico, o en todos los pases protestantes habra que instaurar de nuevo el catolicismo; 2)que la distancia en el espacio tiene el mismo efecto; si no, esa universalidad de opinin quedaren entredicho entre los seguidores del budismo, el cristianismo o del islamismo. (segn Benthan,Tactique des assembleslgislatives [Ginebra-Pars 1816], t. II, p. 76).Lo que se conoce como opinin universal es, examinndola con precisin, la opinin de dos otres persona; nos convenceramos de esto si pudisemos observar su genesis. Nos encontraramosentonces con que fueron dos o tres personas quienes primero la supieron o enunciaron yafirmaron, y que, benvolamente, creyeron que la haban examinado a fondo; el perjuicio desuponerles lo suficientemente capacitados para realizar tal examen, indujo, en principio, a otrostantos a aceptar tambin esta opinin; a stos los creyeron otra vez mucho ms: aquellos a los

  • que su indolencia les sugiri que era mejor creerlo enseguida que andar haciendo trabajosascomprobaciones.De este modo creci de da el nmero de tales aclitos indolentes y crdulos, pues, al fin y alcabo, la opinin vena respaldada por un buen nmero de voces que apoyaban; entretanto,aquellos que la veneraban atribuyeron nicamente el carcter determinante de sus fundamentosel que hubiese conquistado tal consenso. Los restantes se vieron obligados a admitir lo que ya eraaceptado en general pasar por las cabezas inquietas que se rebelaban contra la opinin de lamayora, o por tipos presuntuosos que pretendan ser mas listos que el resto del mundo. A estasalturas el consenso se convirti ya en deber. De aqu en adelante, los pocos que estn capacitadospara juzgar se ven obligados a callarse, mientras que aquellos a quienes se le permite hablar sonprecisamente los mas incapaces de tener opiniones y juicios propios y los que, simplemente, sehacen eco de la opinin de los otros; por otra parte, stos son sus ms celosos e intolerantesdefensores. En efecto, no odian tanto la opinin distinta de quien piensa de otra manera, cuantola audacia querer juzgar por s mismo, algo que ellos ya no intentan hacer y de lo que, adems,son consientes.Resumiendo: muy poco son capaces de pensar, sin embargo todos quieren tener opiniones; ysiendo as, no ser fcil, en vez de crearlas ellos mismos, tomarlas ya listas de otros?. Ante estoshechos, qu valor de verdad puede tener ahora la opinin de cien mil ones de personas? Elmismo que el de un dato histrico que se encuentra en cientos de historiadores y del que despusse sabe que lo han copiado uno de otros, por lo que se concluye que al cabo todos se fiaron deltestimonio de uno solo (Segn Bayle, Penses sur les Comtes [1704,Vol. I, p. 100).Dico ego, tu dicis,sed denique dixit et ille:Dictaque post toties, nil nisi dicta vides. [18]No obstante, cuando se discute con gente comn puede usarse la opinin universal comoautoridad.Por lo general, se observar que cuando dos personas ordinarias discute, el arma ms utilizadapor ambas partes es el de las autoridades: con ellas se acosan mutuamente. Si una persona msinteligente tiene que vrselas con este gnero, lo mejor que puede hacer es adaptarse a tal arma yutilizarla segn los puntos dbiles del adversario. En efecto, contra el arma de las razones sta es,ex hypothesi, un Sigfrido cornudo inmerso en la marea de la incapacidad de pensar y juzgar.En los tribunales se litigia exclusivamente recurriendo a la autoridad, a la autoridad de la ley, queest firmemente establecida. Competencia de la facultad de juzgar es encontrar la ley, es decir, laautoridad que ha de aplicarse en cada caso concreto. La dialctica posee, sin embargo, suficienteamplitud de campo como para, en aquel os casos en los que convenga, hacer que un caso y unaley que en realidad no concuerdan, giren hasta que pueda vrselos como concordantes y alcontrario.

  • Estratagema 31Cuando no se tiene nada que oponer a las razones expuestas por el adversario, uno se declarafina e irnicamente incompetente: "Lo que usted dice supera mi pobre capacidad decomprensin; probablemente ser muy justo, mas yo no acierto a comprenderlo, por lo tantorenuncio a cualquier juicio".Con esto se insina al auditorio, al que se ha tenido en cuenta en todo momento, que lo que se hadicho es absurdo. As, muchos profesores de la vieja escuela eclctica declararon al aparecer laCrtica de la razn pura, o mejor, cuando sta empez a suscitar inters, "nosotros no lacomprendemos"; con eso creyeron haber resuelto el asunto. Pero cuando algunos adeptos de lanueva escuela les demostraron que realmente tuvieron razn al afirmar que no la habancomprendido, se pusieron de muy mal humor.Esta estratagema debe utilizarse nicamente all en donde se est seguro de ser ms estimado porel auditorio que el adversario: por ejemplo, un profesor contra un alumno. En realidad, pertenecea la estratagema precedente, ya que es una manera especialmente maligna de hacer valer lapropia autoridad en vez de atenerse a razones. La jugada contraria es la siguiente: "Permtame...,con su gran capacidad de penetracin, debe ser para usted algo muy sencillo de comprender, porlo que nicamente mi mala exposicin tiene la culpa", y as darle en las narices, que tenga queentenderla nolensvolens [quiera o no quiera], con lo que quedar claro que efectivamente no lahaba entendido. As se troc el argumento: l quiso insinuar "absurdo", nosotros le demostramos"incomprensin". Ambas cosas con la ms exquisita cortesa.

  • Estratagema 32Una forma rpida de invalidar o, al menos, hacer sospechosa una afirmacin del adversario queno nos conviene es subsumirla bajo una categora aborrecible con la que pueda tener algunasemejanza, con la que se la relaciona sin ms: por ejemplo "esto es maniquesmo, esto esarrianismo; esto es pelagianismo; esto es idealismo; esto es espinozismo; esto es pantesmo; estoes brownianismo; esto es naturalismo; esto, atesmo; esto es racionalismo; esto, espiritualismo;esto es misticismo; etc." - Con lo que suponemos dos cosas: 1) que la afirmacin es idntica o, almenos, est contenida en tal categora y podemos exclamar: "Oh, esto no es nuevo paranosotros!" y 2) que tal categora ya est refutada del todo y no puede contener ni una sola palabrade verdad.

  • Estratagema 33"Esto ser verdad en la teora, pero en la prctica es falso". Mediante este sofisma se concedenlas razones, pero se niegan las consecuencias; est en contradiccin con la regla a ratione adrationatum valet consequentia [tiene que haber consecutividad necesaria entre la causa y suefecto] Tal afirmacin supone una imposibilidad: lo que en la teora es verdadero debe serlotambin en la prctica; si esto no se verifica, habr un fal o en la teora; algo se omiti y no salibien la cuenta; consecuentemente, tambin la teora es falsa.

  • Estratagema 34Si el adversario no da una respuesta precisa a una pregunta o a un argumento, o no toma posicinconcreta alguna al respecto, sino que se evade respondiendo con otra pregunta o con unarespuesta esquiva o con algo que carece de relacin alguna con el asunto en discusin,pretendiendo desviar el tema hacia otra parte, es signo evidente de que hemos tocado (a veces sinsaberlo) uno de sus puntos dbiles; se tratara por su parte de un enmudecimiento relativo. Urge,pues, mantenernos en el punto que hemos tocado sin soltarlo y ms an cuando no veamos enqu consiste la flaqueza con la que dimos.

  • Estratagema 35Que si es practicable hace innecesarias rodas las dems. En vez de influir en el intelecto conrazones, se influye en la voluntad por medio de motivos; de este modo, tanto el adversario comoel auditorio, si es que posee los mismos intereses que aqul, se ganan al instante para nuestraopinin, aunque sta provenga del manicomio. Y es que casi siempre tiene ms peso una pizcade voluntad que un quintal de juicio y de persuasin. Naturalmente, esta estratagema slo daresultado bajo determinadas condiciones, cuando se puede hacer saber abiertamente al adversarioque si se dejase valer su opinin la consecuencia que se seguira de ello sera muy perjudicialpara sus propios intereses, la soltar enseguida con la misma rapidez con que arrojara un hierrocandente que hubiese agarrado por descuido. Por ejemplo: si un clrigo defiende un dogmafilosfico y se le hace notar que est en contradiccin con un dogma fundamental de su iglesia,enseguida renunciar a mantenerlo.Un terrateniente afirma la excelencia de las mquinas en Inglaterra, en donde una mquina devapor realiza el trabajo de varios hombres; se le responde que muy pronto tambin los carros decabal os sern sustituidos por mquinas de vapor, y que los numerosos caballos de sus cuadrastendrn que bajar de precio; ya se ver qu es lo que ocurre. En estos casos el sentimiento de unode estos oponentes concuerda con la mxima: " quam temere in nosmet legem sancismusiniquam" ["con cunta facilidad enunciamos una ley inicua que se manifiesta en contra nuestra",Horacio, Stiras 1, 3, 67].Lo mismo sucede cuando el auditorio forma parte, como nosotros, de una secta, corporacin,sindicato, club, etc., mientras que el adversario no. Por muy justa que sea su tesis, en cuantoanunciemos que va en contra del inters de la mencionada secta, corporacin, etc., todos lospresentes reprobarn los argumentos del adversario, por ptimos que sean, tenindolos pordbiles y miserables, mientras que los nuestros, en cambio, aunque carezcan de fundamentoalguno, se tendrn por justos y acertados; el coro se proclamar con gran vocero a nuestro favory el adversario abandonar el terreno avergonzado. la mayora de las veces el auditorio creerhaber dado su consentimiento por pura conviccin, pues aquello que va en contra de nuestrosintereses casi siempre le parece absurdo al intelecto.Intel ectus luminis sicci non est recipit infusionem a Voluntate et affectibus [el intelecto no esuna luz que arda sin aceite, sino que est alimentado por la voluntad y las pasiones, Bacon,Novum Organon 1, 49]. Puede describirse tambin a esta estratagema como "agarrar al rbol porla raz": comnmente se la conoce como argumentum ab utili [argumento desde la utilidad].

  • Estratagema 36Desconcertar y aturdir al adversario con absurda y excesiva locuacidad. Esto tiene que ver conqueFrecuentemente cree los hombres, al escuchar palabras huecas, que se trata de gravespensamientos.Si el adversario es consciente de su propia debilidad y lo oculta, si est acostumbrado a escucharcusas que no entiende haciendo como si las hubiese entendido, entonces puede impresionrselesi con aire de seriedad y haciendo que parezcan verdades profundas, se le espetan los mayoresabsurdos como si fueran la prueba palpable de lo que se desea defender. Frente a ellos perder elnido, la vista y el pensamiento. Como se sabe, algunos filsofos han utilizado recientemente estaestratagema ante el pblico alemn, obteniendo con el o un extraordinario aplauso. Ya que setrata de exempla odiosa [ejemplo odioso] tomaremos para ilustrarlo un fragmento de la obra deOliver Goldsmith: The vicar of Wakefield [cap. VII].[19]Muy bien Frank repuso el Squire, pues que me ahogue este vaso si una hermosamuchacha no vale ms que todos los clrigos del pas. Porque los impuestos y los diezmos noson ms que una imposicin, todo un condenado engao, y puedo probarlo.Me gustara que lo hiciera dijo Moiss; y continu: Y creo que yo podra replicarleadecuadamente.Muy bien, caballero exclam el Squire burlndose de l y haciendo seas al resto de lafamilia para que nos dispusiramos a divertirnos. Si tiene usted firmes argumento sobre eltema estoy dispuesto a aceptar el desafo.En primer lugar, cmo prefiere discutir, analgicamente o dialgicamente?Racionalmente respondi Moiss, muy contento de que se le aceptara la discusin.Muy bien dijo Squire y para empezar por el principio, espero que no me negara que loque es, es. Si no est usted de acuerdo en esto es intil que sigamos adelante.Desde luego replico Moiss, estoy de acuerdo con eso.Espero que igualmente admitir prosigui el otro que una parte es mejor que el todoClaro que lo admito contest moiss. No es mas que lo razonable.Supongo continu Squire que no me negar que los tres ngulos de un tringulo valen dosrectos.No puede haber nada ms que evidente concedi el otro, mirando alrededor con aire deimportancia.Muy bien contest Squire, hablando muy deprisa, ahora que estn bien sentadas laspremisas, empiezo por observar que la concatenacin de la propia existencia, procediendo poruna razn duplicada recproca, produce naturalmente un dialogismo problemtico, que de algnmodo prueba que la esencia de la espiritualidad puede ser referida al segundo predicado.Un momento, un momento le interrumpi Moiss. Yo no puedo aceptar es.Cree usted que me voy a someter humildemente a sus doctrinas tan heterodoxas.Como! replic el Squire, simulando estar muy enojado, no es cuestin someterse.Contsteme un simple pregunta:Cree usted que Aristteles tiene razn cuando dice que losrelativos estn relacionados?.Sin duda replic Moiss.Si es as contest el Squire, respndame directamente a lo que le propongo: Si usted juzgaque la investigacin analtica de la primera parte de mi entimema es deficiente "secundumquoad" a "quoad minus", dme tambin sus razones directamente.Protesto! exclamo Moiss. No comprendo del todo la fuerza de su razonamiento, pero sise reduce a una simple proposicin, supongo que tendr una respuesta.Oh seor! replic el Squire, soy su ms humilde servidor, y creo que usted pretende queyo le proporcione tantos argumentos como inteligencia.No, caballero, es usted demasiado duro conmigo.Esto provoc las risas sobre el pobre Moiss, que a partir de ese momento fue la nica personasera de aquel grupo de caras alegres, y no volvi a decir una sola palabra en toda la noche.[20]

  • Estratagema 37(Que debera ser una de las primeras) Cuando el adversario, l evando de hecho razn, ha tenidola mala suerte de elegir para su defensa una prueba inadecuada que podemos invalidarfcilmente, damos con eso todo el asunto refutado. En el fondo, lo que hacemos es sustituir unargumentum ad hominen por uno ad rem. En caso de que el o los presentes no aporten unaprueba mejor, habremos vencido. Por ejemplo: alguien que para demostrar la existencia de Diosaduce como prueba el argumento ontolgico que, como bien se sabe, es muy fcil de refutar. Deesta manera pierden los malos abogados con buena causa: pretenden defenderla con una leyinadecuada, mientras que la adecuada no se les ocurre.

  • Estratagema finalCuando se advierte que el adversario es superior y se tienen las de perder, se procede ofensiva,grosera y ultrajantemente; es decir, se pasa del objeto de la discusin (puesto que ah se haperdido la partida) a la persona del adversario, a la que se ataca de cualquier manera. Puededenominarse a este procedimiento argumentum ad personam, distinguindolo as delargumentum ad hominem, que consiste en alejarse del objeto de la discusin atacando algunacosa secundaria que ha dicho o admitido el adversario. Adpersonam, en cambio, se procedeabandonando por completo el objeto en discusin y atacando a la persona del adversario; as, unose torna insolente y burln, ofensivo y grosero. Se trata de pasar de la apelacin de la fuerza delespritu a la tuerza del cuerpo, o a la bestialidad. Esta regla es muy popular; como todo el mundoest capacitado para ponerla en prctica, se utiliza muy a menudo. Querr ahora saberse cual serla contrarregla valedera para la otra parte, pues si tambin sigue por el mismo camino, la cusaacabar en pelea, o duelo, o en un proceso por injurias.Se equivocara irremediablemente quien pensara que bastar slo con que, a su vez no seproceda personalmente contra el contrario. Es un hecho comprobado que, si con todatranquilidad, se le demuestra que no tiene razn y que juzga y piensa falsamente -algo queacontece en toda victoria dialctica- se le irritar ms que con una expresin grosera y ofensiva,Por qu? Porque como dice Hobbes ( de Cive, c, i), Omnisanimi voluptas, omnisque alacritasin eo sita est, quod quis babeat, quibuscum conferensse, possit magnifice sentire de seipso[Toda alegra del nimo y todo contento residen en que haya alguien con quien, al compararse,uno pueda tener un alto sentimiento de s mismo]. Y es que nada importa ms a los hombres quela satisfaccin de su vanidad, siendo la herida ms dolorosa aqul a que la afecta. (De estoprovienen dichos como "antes la honra que la vida", etc.).Tal satisfaccin de la vanidad surge, por lo general, de la comparacin de uno mismo con losdems bajo cualquier aspecto, pero principalmente en lo que concierne a la inteligencia. Esto secomprueba effective [de hecho] y con gran intensidad en la discusin. De ah la rabia delvencido aunque no tenga razn, y de ah el que recurra extrema ratio [como ltimo medio], aesta estratagema final. A eso no se puede responder simplemente con gentileza por nuestra parte.Mucha sangre fra, sin embargo, puede servir de gran ayuda si en cuanto se advierte que eloponente nos ataca ad personam, le respondemos tranquilamente que eso no tiene que ver con elasunto y proseguimos a continuacin con las demostraciones para probar su error, sin hacer casoalguno de la ofensa, -ms o menos como Temstocles a Euribades: [pgame pero escchame!,Plutarco, Temstocles 11, 20]. Pero esto no se le da bien a cualquiera.La nica contrarregla segura es, por tanto, aqulla que ya Aristteles indica en el ltimo captulode los Tpicos l. VIII. (164h-8,16)]: no discutir con el primero que salga al paso, sino slo conaqullos a quienes conocemos y de los cuales sabemos que poseen la inteligencia suficientecorvo para no comportarse absurdamente, y que se avergonzaran si as lo hiciesen; que discutencon razones y no con demostraciones de fuerza, y que atienden a razones y son consecuentes conel as; y en definitiva, con quienes sean capaces de valorar la verdad, de escuchar con agrado losbuenos argumentos incluso de labios del adversario y que posean la suficiente ecuanimidadcomo para admitir que no tienen razn cuando la otra parte la tiene. De esto se deduce que deentre cien apenas si hay uno con el que merezca la pena discutir. A los dems se les deja quedigan lo que quieran, pues desipere est juris gentium [todo el mundo tiene derecho a desbarrar],pinsese adems, en lo que dice Voltaire: La paix vaut encoremieux que la vrit [se valora msla paz que la verdad]; y un dicho rabe: "Los frutos de la paz penden del rbol del silencio". Amenudo la discusin -ya que se trata de una "colisin de cabezas"- es de mucha utilidad paraambas partes, pues sirve para la rectificacin de las propias ideas y, adems, para proporcionarnuevos puntos de vista, si bien, ambos contrincantes deben estar igualados en cuanto a cultura einteligencia. si a uno de el os le falta la primera, no entender todo, no estar au niveau [a lamisma altura). Si le falta la segunda, el rencor que sentir por el o le instigar a actuardeslealmente, con astucia o grosera.Entre la discusin en colloquio privato sive familiari [coloquio privado o familiar] y

  • ladisputatio solemnis publica, pro gradu, etc. [discusin solemne y pblica, de categora] no hayuna diferencia esencial. slo que en esta ltima se requiere que el respondens siempre debaobtener la razn contra el opponens y, por eso, que, en caso necesario, el praeses le socorra; -ytambin que en esta ltima se argumenta ms formalmente, se complace en vestir susargumentos con rigurosidad silogstica.

  • Pliegos anexosI

    Lgica y dialctica[21] fueron ya usadas como sinnimos por los antiguos, si bien, meditar,reflexionar, calcular y conversar, son dos cosas bien distintas. El nombre dialctica (pragmticadialctica], [hombre dialctico] (segn Digenes Laercio) lo utiliz por primera vez Platn. Enel Fedro, en el Sofista, en el sptimo libro de Repblica, etc., Platn entiende bajo el nombrede dialctica el uso correcto de la razn y el estar ejercitado en su prctica. Aristteles loutiliza en el mismo sentido; pero tambin (segn Lorenzo Valla) debi de haber utilizadoprimero logik de igual modo. En sus escritos encontramos logiks dusjereias, esto es,argutiae [dificultades lgicas, argucias], protasis logiken [premisas lgicas), aporian logikn[aporas lgicas). As pues, el trmino dialectik sera ms antiguo que logik. Cicern yQuintillano no utilizaron dialctica [y] lgica con el mismo significado general. As, Cicern enLculo: Dialecticam inventam esse, ven etfalsi quasi disceptatricem [La dialctica fue inventadapara decidir entre lo verdadero y lo falso]. Stoici enim judicandi vias diligenter persecuti sunt,ea scientia, quam Dialecticemappellant [Los estoicos han seguido diligentemente el mtodo deljuicio con la ayuda de la ciencia que llaman dialctica], Cicern, Tpicos, cap. 2. Quintiliano [De institutioneoratoria XII, 2-13): itaque baec pars dialecticae, sirle illam disputatricem diceremalimus [de aqu esa parte de la dialctica, o como preferimos decir, arte de disputar ], la ltimale parece pues, el equivalente latino de dialectik. (Todo esto segn Petri Ramidialctica,Audomari Talaei praelectionibus illustrata, 1569). Este uso de los trminos lgica ydialctica como sinnimos se mantuvo tambin en la Edad Media y a lo largo de la EdadModerna hasta hoy. Pero en poca ms reciente se ha utilizado a menudo -sobre todo por partede Kant- "dialctica" en un sentido peyorativo como "arte sofstico de la discusin "y de ah quese prefiera la denominacin de "lgica" por ser menos comprometedora. Sin embargo,originalmente, ambas significan lo mismo; de hecho, en los ltimos aos se las ha vuelto autilizar de nuevo como sinnimas.

    IIEs una lstima que "dialctica" y "lgica" hayan sido utilizadas desde la antigedad comosinnimos, y que por eso no me sea posible distinguir libremente su significado como yo hubiesequerido y definir "lgica" (de logixestai, reflexionar, calcular, de lgos, palabra y razn, queson inseparables) como "la ciencia de las leyes del pensamiento, es decir, del modo de procederde la razn" y " dialctica" (de dialegestai, conversar; mas toda conversacin transmite ohechos u opiniones, es decir, es, o histrica, o deliberativa) como "el arte de disputar"(entendiendo esta palabra en sentido moderno).Evidentemente, la lgica tiene un objeto que es a priori, es decir, no determinado por laexperiencia, esto es: las leyes del pensamiento, el proceder que sigue la razn (el lgos) dejadaa su arbitrio sin cosa alguna que la turbe, en el pensar autrquico de un ser racional, al cualconduce sin error alguno. La dialctica, en cambio, tendra que ver con la comunicacin de dosseres racionales que piensan consecuentemente, lo que da ocasin a que en cuanto stos nocoincidan como si de dos relojes sincronizados se tratara, surja tina discusin, es decir, unacontienda intelectual. En tanto que razn pura, los dos individuos deberan concordar. Susdivergencias surgen de las diferencias que constituyen a toda individualidad; son, pues, unelemento emprico. La lgica, ciencia del pensamiento, esto es, la ciencia del proceder de larazn pura, sera as determinable nicamente a priori; la dialctica, en buena medida, slo aposteriori; es decir, del conocimiento que se adquiere empricamente con ocasin de lasafecciones del pensamiento puro cuando dos seres racionales piensan a la vez, como resultadotanto de la diversidad de sus respectivas individualidades como del conocimiento de los mediosque ambos utilizaron con objeto de hacer que el pensamiento propio de uno prevaleciese comopuro y objetivo sobre el del otro. Pertenece a la naturaleza humana que al pensar en comn,dialegestai, es decir, al comunicar opiniones (exceptuando los discursos de tipo histrico),cuando A advierte que sobre un mismo asunto los pensamientos de B divergen de los suyos, en

  • vez de revisar en primer lugar los propios para ver si en ellos se observa algn fallo, presupongaque esto est en el pensamiento del otro; es decir, el ser humano es prepotente por naturaleza;lo que se sigue de tal propiedad ensea la disciplina que yo quisiera denominar como dialctica,pero que, sin embargo, denominar dialctica erstica para evitar equvocos. La dialctica serael saber que se ocupa de la tcnica de la prepotencia natural y la obstinacin innata de los sereshumanos.

  • Sobre la controversia(Parerga y Paralipmena, II, cap. II, 26)

    La controversia, la discusin sobre un asunto terico, puede ser, sin lugar a dudas, algo muyfructfero para las dos partes implicadas en ella, ya que sirve para rectificar o confirmar lospensamientos de ambas y tambin motiva el que surjan otros nuevos. Es un roce o colisin dedos cabezas que frecuentemente produce chispas, pero tambin se asemeja al choque de doscuerpos en el que el ms dbil l eva la peor parte mientras que el ms fuerte sale ileso y loanuncia con sones de victoria. Teniendo esto en cuenta, es necesario que ambos contrincantes,por lo menos en cierta medida, se aproximen tanto en conocimientos como en ingenio yhabilidad, para que de este modo se hallen en igualdad de condiciones. Si a uno de los dos lefaltan los primeros, no estar au niveau (a la debida altura], con lo que no podr comprender losargumentos del otro; es como si en el combate estuviera fuera de la palestra. Si le falta losegundo, la indignacin que esto le provocar, le l evar paso a paso a servirse de toda clase deengaos, enredos e intrigas en la discusin y, si se lo demuestran, terminar por ponerse grosero.Por eso, en principio, un docto debe abstenerse de discutir con quienes no lo sean, pues no puedeutilizar contra ellos sus mejores argumentos, que carecern de validez ante la falta deconocimientos de sus oponentes, ya que stos ni pueden comprenderlos ni ponderarlos. Si, apesar de todo, y no teniendo ms remedio, intenta que los comprendan, casi siempre fracasar.Es ms: con un contraargumento malo y ordinario acabarn por ser el os quienes a los ojos delauditorio, compuesto a su vez por ignorantes, tengan razn.Por eso dice Goethe:Nunca, incauto, te dejes arrastrara discusiones;que el sabio que discute con ignarosexpnese a perder tambin su norte.[22]Pero an se tiene peor suerte si al adversario le faltan ingenio e inteligencia, a no ser quesustituya este defecto por un anhelo sincero de verdad e instruccin. No siendo as, se sentirenseguida herido en su parte ms sensible y, quien dispute con l, notar enseguida que ya no lohace contra su intelecto, sino contra lo radical del ser humano, es decir, que tiene que vrselascon la voluntad del adversario, que lo nico que busca es quedarse con la victoria sea por fas opor nefas. De ah que su mente ya no se ocupe entonces de otra cosa ms que de astucias,ardides y toda clase de engaos hasta que, agotados stos, recurra para terminar a la grosera, conel nico fin de compensar de una o de otra manera sus sentimientos de inferioridad y, segn elrango y las relaciones de los contrincantes, convertir la pugna de los espritus en una luchacuerpo a cuerpo, en donde espera tener ms posibilidades de xito. As, pues, la segunda regla esque no se debe discutir con personas de inteligencia limitada. Como puede verse, pocos sernaquellos con los que se pueda entablar una controversia; en realidad, slo debe hacerse conquienes constituyen tina excepcin. En cambio, la gente que constituye la regla, se toma a mal yael hecho mismo de que no se comparta su opinin; mas para eso tendran que disponerla de talmanera que pudiera ser compartida. Aun sin que l eguen a recurrir a esa ultima ratio stultoruma la que ms arriba nos referamos, en controversia con ellos casi siempre se tendr algndisgusto, porque no slo habr que vrselas con su incapacidad intelectual, sino-adems, tambincon su maldad moral, que habr de mostrarse repetidas veces en su comportamiento a lo largo dela discusin. Las astucias, ardides y bajezas a las que se recurre con el propsito de tener raznson tantas y tan variadas y se repiten con tanta regularidad, que en aos anteriores constituyeronpara m materia de reflexin; sta se limitaba a los aspectos puramente formales de aquel as unavez reconocido que aun siendo tan diversos los temas de las discusiones, as como las personasen ellas implicadas, una y otra vez durante su transcurso volvan a manifestarse las mismasastucias e idnticos ardides, lo cual los hace fcilmente identificables. Esto me condujo entoncesa la idea de separar lo que tales estratagemas tuvieran de puro formal de lo material, y de estamanera, como si de un limpio preparado anatmico se tratara, observarlas detalladamente. Por

  • eso reun las estrategias ms utilizadas en la discusin y coloqu a cada una de ellas con lopropio de su esencia, las ilustr con ejemplos y distingu a cada cual con un nombre particular.Finalmente, aad adems los medios a utilizar contra el as, es decir, las paradascorrespondientes a cada ataque; de esto surgi toda una dialctica erstica formal. En el aocupaban las ya eludidas argucias o estratagemas, en cuanto que figuras dialctico-ersticas, elmismo lugar que ocupan en la lgica las figuras silogsticas, y en la retrica las figuras retricas,con las que tienen en comn que en gran medida son innatas, puesto que su prctica precede a lateora, es decir, para usarlas es innecesario haberlas aprendido antes. Esta definicin puramenteformal sera un complemento de aquel a tcnica de la razn, que consiste en lgica, dialctica yretrica, cuya exposicin se encuentra en el captulo noveno del tomo segundo de mi obracapital. Como, que yo sepa, no ha habido intento alguno de esta clase, no pude servirme deningn estudio previo, si bien he utilizado de cuando en cuando los Tpicos de Aristteles,aprovechando de ellos para mi propsito algunas reglas para formular ( kataskenaxein) y refutar( anaskenaxein) enunciados. A esto, pero de forma ms completa, debi de haberse referido laobra de Teofrastro que menciona Digenes Laercio: Discusin sobre la teora de los discursosersticos, que se ha perdido junto con todos sus escritos de retrica. Tambin Platn ( Rep. V.,p. 12. Bip.) se refiere a una antilogike tekn, que ensea el erixein, as como la dialektik, eldialeguesxai. De los libros recientes, el que ms se aproxima a mi propsito es el del profesor deHalle Fridemann Schneider: Tractatus logicus singularis, in quo processusdisputandi, seuofficia, aeque ac vitiaa disputantium exhibentur, Halle, 1718; pues en los captulos sobre losultra expone varios engaos ersticos. Aunque slo se refiere a las discusiones formalesacadmicas en general, la manera que tiene de tratar el tema es superflua e insuficiente, cosa quesuele ser normal en ese tipo de productos acadmicos; adems, en un latn excesivamente malo.El Methodus disputandi de Joachim Lange, aparecido un ao despus, es decididamente mejor,pero no contiene nada que sirva a mi propsito. -Al efectuar ahora la revisin de mi trabajoanterior encuentro, sin embargo, que ya no tengo nimos para l evar a cabo una completa yminuciosa observacin de los rodeos y argucias que utiliza la malignidad natural humana paradisimular sus carencias, por eso lo dejo a un lado; pero para aquellos que en el futuro deseenhacer algo a este respecto y para acercarlos ms detal adamente a mi modo de tratar el asunto,quiero indicar aqu algunas de estas estratagemas como prueba; pero antes, y tambin de aqueltrabajo, deseo exponer lo que sera el resumen de lo esencial en toda discusin, el andamiajeabstracto comparable al esqueleto, la condicin indispensable de toda controversia, es decir, loque servir como una osteologa de sta y, que debido a su transparencia y claridad, bien mereceque lo exponga aqu.Es el siguiente:En toda discusin, ya sea pblica, como las que se entablan en las aulas acadmicas y en lostribunales, o las que se sostienen por simple diversin, se procede de la siguiente manera: sepresenta una tesis que debe ser refutada. Para lograrlo hay dos modos y dos vas.1) Los modos son: ad rem y ad hominem, o ex concessis. slo con el primero derribamos laverdad absoluta u objetiva de la tesis, en cuanto que demostramos que no coincide con lacualidad de la cusa de la que se habla. aun el otro, en cambio, derribamos nicamente su verdadrelativa en cuanto que demostramos que la tesis contradice otras afirmaciones o concesiones desu defensor, o que sus argumentos son insostenibles; con esto queda indeterminada la verdadobjetiva de la cosa propiamente dicha. (Por ejemplo: si en una controversia sobre asuntosfilosficos o de ciencias naturales, el adversario (que, naturalmente, tendra que ser un ingls) sepermitiera presentar argumentos bblicos, tendramos que refutarle con argumentos parecidosaunque no fuesen ms que meros argumenta ad hominem, que nada deciden. Es como si sepagase a alguien con su misma moneda[23] En algunos casos, incluso puede compararse estemodus procedendi al acusador que presenta ante el tribunal un pagar falso que el acusadoliquida por medio de un recibo falso; el prstamo podra haberse hecho a pesar de todo.Pero, siendo anloga a este ltimo procedimiento, la mera argumentatio ad hominem tiene laventaja de la brevedad, ya que, con frecuencia, tanto en uno como en otro caso, la verdadera y

  • exhaustiva explicacin del asunto sera muy difcil y complicada.2) Las dos vas son la directa y la indirecta. La primera ataca la tesis en sus fundamentos; laotra, en sus consecuencias. Aqulla demuestra que no es verdad. Esta, que no puede ser lo.considermoslas ms detenidamente.a) Refutando por va directa, es decir, atacando los fundamentos de la tesis, mostramos questos no son verdad aduciendo: nego majorem o nego minorem; en cuanto que con ambosprocedimientos atacamos la conclusin que fundamenta la materia de la tesis. O reconocemosaquellos fundamentos pero mostrando, sin embargo, que la tesis no se sigue de el os, aduciendo:nego consequentiam; con lo cual atacamos la forma de la conclusin.b) Refutando por va indirecta atacamos la tesis en sus consecuencias para deducir de lafalsedad de stas, en facultad de la ley a falsitate rationati ad falsitatemrationis valetconsequentia (de la falsedad de la consecuencia se sigue la falsedad del fundamento], su propiafalsedad. Podemos servirnos para eso de la mera instantia, o de la apagoge.A) La instancia, enstasis, es un simple exemplum in contrarium. Refuta la tesis mediante laaportacin como prueba de cosas o relaciones que estn comprendidas en su enunciado, es decir,que se deducen de ella, pero a las que manifiestamente no es aplicable el enunciado de la tesis,por lo que no puede ser verdad.B) Utilizamos la apagoge cuando aceptamos la tesis como si fuese verdadera, pero encombinacin con otra tesis cualquiera, reconocida abiertamente como verdadera, que unimos a laprimera de forma tal que puedan ser ambas consideradas como premisas de un silogismo del quese sigue una conclusin manifiestamente falsa, en tanto que contradice la naturaleza del objeto ocontradice las dems afirmaciones de quien formul la tesis. La apagoge puede as,dependiendo del modus, ser simplemente ad hominen o ad rem. Si las verdades que refuta laconclusin son incuestionables, o bien, verdades evidentes a priori, habremos conducido aladversario ad absurdum. Con esto probamos que la falsedad de la conclusin debe radicar en latesis, pues al ser la otra premisa de verdad indiscutible, la primera tiene que ser falsa.Toda forma de ataque en la discusin puede reducirse a la del procedimiento aqu presentado;dichos ataques son a la dialctica lo que a la esgrima son las estocadas regulares, en tercera,cuarta, etc. En cambio, las artimaas o estratagemata que yo he reunido seran comparables a lasfintas, y, finalmente, los ataques personales en la discusin, a lo que los maestros universitariosde esgrima l aman golpes bajos. Como prueba y ejemplo de aquellas estratagemas que reun,sirvan las siguientes.Sptima estratagema[24]: La ampliacin. La tesis del adversario se interpreta dndole un sentidoms amplio del que l pretenda o incluso del que ha expresado, para luego refutarlacmodamente bajo este sentido.Ejemplo: A afirma que los ingleses superan en el arre dramtico a todas las dems naciones. Bresponde, con lo que parece ser una