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LA MUJER Y EL MATRIMONIO DESDE LA PERSPECTIVA BÍBLICA INTRODUCCIÓN A través de los siglos, el papel de la mujer en el matrimonio ha sido tema de candente debate y polémica. Las filosofías e ideologías no cristianas y pseudocristianas sobre dicho tema siguen creando confusión en las socie-dades contemporáneas, así como provocando una amenaza a la familia tradicional. Decía Gilbert K. Chesterton, el escritor inglés, lo siguiente: «Quienes hablan contra la familia no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen». 1 Estos estudios no pretenden resultar exhaustivos, pero intentan examinar precisamente el verdadero papel o rol de la mujer casa-da, desde la perspectiva bíblica. Analizaremos el papel de la mujer en 1 Gilbert K. Chesterton, en «[frasedehoy] 5 de Marzo», online, internet (http://www. frasedehoy.com/call.php? file=frases_mostrar&frase_id=3756).

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LA MUJER Y EL MATRIMONIO

DESDE LA PERSPECTIVA BÍBLICA

INTRODUCCIÓN

A través de los siglos, el papel de la mujer en el matrimonio ha sido tema

de candente debate y polémica. Las filosofías e ideologías no cristianas y

pseudocristianas sobre dicho tema siguen creando confusión en las socie-

dades contemporáneas, así como provocando una amenaza a la familia

tradicional. Decía Gilbert K. Chesterton, el escritor inglés, lo siguiente:

«Quienes hablan contra la familia no saben lo que hacen, porque no saben

lo que deshacen».1 Estos estudios no pretenden resultar exhaustivos, pero

intentan examinar precisamente el verdadero papel o rol de la mujer casa-

da, desde la perspectiva bíblica. Analizaremos el papel de la mujer en rela-

ción con la creación, su esposo, sus hijos, sus padres, sus suegros, sus

amigos(as) o amistades, su iglesia o congregación local, y su trabajo.

I. EL PAPEL DE LA MUJER EN LA CREACIÓN

Si estudiamos la Sagrada Escritura, veremos que ella sí habla acerca el pa-

pel de la mujer en la creación. En el libro de Génesis, Dios dijo: “No es

1 Gilbert K. Chesterton, en «[frasedehoy] 5 de Marzo», online, internet (http://www. frasedehoy.com/call.php?file=frases_mostrar&frase_id=3756).

bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea [lit. ‘“ayuda contra

él”’2; de ahí, “adecuada” (BJ, NVI, VP); de ahí, “proporcionada a él” (NC)

para él” (Génesis 2: 18; cf. 2: 20); “el auxiliar”(NBE)].* James P. Eckman

dice que, contrario a los animales (cf. Gn. 1: 24-25), el hombre, en Gn. 2,

«era la única criatura de Dios que estaba verdaderamente solo. Así que

Dios creó a la mujer para ser su complemento, su ayuda idónea (vv. 21-

2 Moisés Chávez, La Isháh: Un estudio etnohistoriográfico. La mujer en la Biblia y en el

pensamiento hebreo (Miami: Editorial Caribe, 1976), p. 18. Véanse también Susan T. Foh, Women and the Word of: A Response to Biblical Feminism (Phillpsburg, New Jer-sey: Presbyterian and Reformed Publishing Company [P & R], 1979), pp. 59-60; Derek Kidner, Genesis: An Introduction and Commentary, vol. 1 de The Tyndale Old Testament Commentaries [TOTC], ed. gen. Donald J. Wiseman (Leicester, Inglaterra/Downers Grove, Illinois: Inter-Varsity Press [IVP], 1967), p. 65; Raymond C. Ortlund, Jr., «Male-Female Equality and Male Headship: Genesis 1-3», en Recovering Biblical Manhood and Womanhood: A Response to Evangelical Feminism, ed. Wayne Grudem y John Piper (Wheaton, Illinois: Crossway Books, 1991), p. 93 [otros artículos de este libro se mencio-narán a lo largo de nuestro trabajo]; ibidem, Gender, Worth, and Equality: Manhood and Womanhood According to Genesis 1-3, pról. Hudson T. Armerding (Libertyville: The Council on Biblical Manhood and Womanhood, 1990), p. 17. * A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera, Revisión de 1960. He aquí las abreviaturas que utilizaremos para las si-guientes versiones bíblicas: BA (Biblia de las Américas), BJ (Biblia de Jerusalén), BL (Biblia Latinoamericana), BP (Biblia del Peregrino), BT (Biblia Textual), NBE (Nueva Biblia Española), NC (Nácar-Colunga), NVI (Nueva Versión Internacional), R/95 (Rei-na-Valera, Revisión de 1995), RVA (Reina-Valera Actualizada), TLA (Traducción en Lenguaje Actual), VP (Versión Popular “Dios Habla Hoy”).

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23)».3 Con anterioridad, Gn. 1: 27 resumía la creación del hombre y de la

mujer como sigue: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios

lo creó; varón y hembra [lit. “macho y hembra” (BJ, BL, NC); de ahí,

“hombre y mujer” (NVI, RVA, TLA); cf. “varón y mujer” (VP)] los

3 Gerald Nyenhuis y James P. Eckman, Ética Cristiana: Un enfoque bíblico-teológico (Miami: Logoi/Editorial Unilit, 2002), p. 252 (en lo sucesivo citada como Nyenhuis y Eckman, Ética Cristiana: Un enfoque bíblico-teológico). Asimismo véase Ralph H. Ale-xander, «Matrimonio», en Diccionario teológico de la Biblia, ed. Walter A. Elwell, trad. Eugenio Orellana y Pedro Vega (Nashville: Caribe Betania Editores, 2005), pp. 538-41, esp. p. 539. Véanse implícitamente Henlee H. Barnette, Introducing Christian Ethics (Nashville: Broadman Press, 1961), p. 111; Ismael García, Introducción a la Ética Cris-tiana (Nashville: Abingdon Press, 2003), p. 131; James E. Giles, Bases Bíblicas de la Éti-ca, 3a. ed. (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones [CBP], 1973), p. 125; Walter C. Kai-ser, Jr., Toward Old Testament Ethics (Grand Rapids: Zondervan, 1983), p. 154, n. 6; Kidner, Genesis: An Introduction and Commentary, p. 65; Francisco Lacueva, Ética Cristiana, vol. 10 de Curso de Formación Teológica Evangélica, ed. Francisco Lacueva, José Grau y José M. Martínez (Terrassa: Editorial CLIE, 1975), pp. 185, 186; Ortlund, «Male-Female Equality and Male Headship: Genesis 1-3», p. 89; ibidem, Gender, Worth, and Equality: Manhood and Womanhood According to Genesis 1-3, p. 20; Ralph L. Smith, Old Testament Theology: Its History, Method, and Message (Nashville: Broadman and Holman Publishers, 1993), p. 247; Ed Wheat, «El origen de la familia», en La familia desde una perspectiva bíblica, comp. Les Thompson, 2a. ed. rev. (Miami: Editorial Uni-lit/Universidad FLET, 2003), pp. 9-24, esp. p. 16 [otros artículos de este libro se mencio-narán a lo largo de nuestro trabajo]. Contra Christiana De Groot, «Genesis», en The IVP Women’s Bible Commentary, ed. Catherine C. Kroeger y Mary J. Evans (Downers Grove: IVP, 2002), pp. 1-27, esp. p. 6. El término hebreo que se traduce para “Varona” en Gn. 2: 23 es isháh, que puede tradu-cirse por “mujer” (BA, BJ, NVI, VP; cf. “Mujer”, R/95, RVA); de ahí, “hembra” (BP); cf. “Hembra” (TLA). Cuando, en este v., Adán dice que Eva era “hueso de mis huesos y carne de mi carne”, lo que quiere decir es que ella es tan humana como él. Véase Oswald T. Allis, God Spake by Moses: An Exposition of the Pentateuch (Phillipsburg, New Jer-sey: Presbyterian and Reformed Publishing Company [P & R, 1987], p. 17.

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creó”.4 Todos estos vv. de Gn. [juntos con 1: 28]5 anticipan lo que Derek

Kidner llama la doctrina de la igualdad espiritual de los sexos (cf. Gálatas

3: 28; 1 Pedro 3: 7b; véase también Marcos 12: 25), reafirmada en Gn. 2:

18-25 [junto con el «paradigma»6, modelo o fundamento para el matrimo-

nio en vv. 24-25]; así como su inequidad o diferencia temporal (cf. 1 Ped.

3: 5-7a; 1 Co. 11: 7-12; 1 Tim. 2: 12, 13), que se reafirma en Gn. 5: 1, 2.7

4 Resulta lamentable que eruditas feministas radicales como Elizabeth C. Stanton (La Bi-blia de la mujer, vol. 44 de Feminismos, dir. y coord. Isabel Morant Deusa, trad. J. Teresa Padilla Rodríguez y M. Victoria López Pérez [Madrid: Ediciones Cátedra, 1997], p. 43) hayan postulado una interpretación de la trinidad de Dios que no se basa en la bíblica, si-no más bien en una trinidad en términos de «un Padre, una Madre y un Hijo Celestiales». Esta opinión de Stanton la expuso en la edición original en inglés de La Biblia de la mu-jer (The Woman Bible), publicada en 1895. 5 Así John F. MacArthur, Cómo ser padres cristianos exitosos, trad.

Santiago Escuain (Grand Rapids: Editorial Portavoz, 2000), p. 165.6 Nyenhuis y Eckman, Ética Cristiana: Un enfoque bíblico-teológico, p. 252. Cf. p. 253 de dicha obra de Nyenhuis y Eckman. Véanse implícitamente Kaiser, Toward Old Testa-ment Ethics, p. 153; George E. Ladd, A Theology of the New Testament, ed. rev. por Do-nald A. Hagner (Grand Rapids: Eerdmans, 2001), p. 700; Cecil G. Osborne, Psicología del Matrimonio, 2a. ed (Miami: Editorial Unilit/Logoi, 1989), p. 7. Sobre Gn. 2: 23, el inglés Matthew Henry [mencionado por Chávez, La Isháh: Un estu-dio etnohistoriográfico. La mujer en la Biblia y en el pensamiento hebreo, pp. 25-26) co-menta:

No fue [la mujer] sacada de su cabeza [del hombre], como para gobernar a Adam; ni tampoco de sus pies, para ser pisoteada por él. Fue sacada de su costado, para ser igual a él; y de debajo de su brazo, para ser protegida; y de cerca de su corazón, para ser amada.

7 Véase Foh, Women and the Word of God: A Response to Biblical Feminism, p. 51; Kid-ner, Genesis: An Introduction and Commentary, p. 52. Implícitamente véanse Alexander, «Matrimonio», p. 539; Chávez, La Isháh: Un estudio etnohistoriográfico. La mujer en la Biblia y en el pensamiento hebreo, p. 18; Ortlund, «Male-Female Equality and Male Headship: Genesis 1-3», pp. 89-90; ibidem, Gender, Worth, and Equality: Manhood and Womanhood According to Genesis 1-3, p. 29; Lacueva, Ética Cristiana, pp. 185, 186; Wheat, «El origen de la familia», p. 15. Contra Lille Devereux Blake, en Stanton, La Bi-

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Dicha inequidad o diferencia temporal se vería aún más marcada después

de la entrada del pecado original. En Gn. 3: 16, Dios le dijo a Eva: “Mul-

tiplicaré en gran manera tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; tu

deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti [“él tendrá dominio so-

bre ti” (BA); “él te dominará” (NBE); cf. 1 Co. 14: 34]. Este último texto

bíblico de Gn. trata sobre el juicio divino a la mujer, en que ella desearía

disputar la supremacía de su esposo, pero él ejercería tal supremacía. La

mujer, por tanto, estaría en sobredependencia, o subordinación en relación

con el hombre8 (cf. Gn. 4: 7; Cantares 4: 7).

II. EL PAPEL DE LA MUJER EN RELACIÓN CON SU ESPOSO

Aunque hemos hablado de la mujer como ayuda idónea y como subordina-

blia de la mujer, p. 49. Howard Hendricks («La familia contemporánea», en La familia desde una perspectiva bíblica [libro mencionado en la n. 3 de nuestro trabajo], pp. 41-57, esp. p. 46) explica esto diciendo que los hombres y las mujeres «somos iguales espiritual-mente, pero diferentes funcionalmente». Por su parte, Paul W. Felix, Sr. («The Herme-neutics of Evangelical Feminism», en The Master’s Seminary Journal 5, no. 2 (Fall 1994): 159-84, esp. p. 183) está en lo cierto cuando plantea que el papel o rol de la mujer tiene sus raíces en el orden de la creación (Gn. 2). 8 Así Allis, God Spake by Moses: An Exposition of the Pentateuch, p. 19; Foh, Women and the Word of God: : A Response to Biblical Feminism, pp. 67, 69; Kaiser, Toward Old Testament Ethics, p. 205; Kidner, Genesis: An Introduction and Commentary, p. 71. Vé-anse implícitamente Susan T. Foh, «What is the Woman’s Desire?», en Westminster The-ological Journal 37 (1975): 376-83, esp. pp. 381-82 MacArthur, Cómo ser padres cristia-nos exitosos, pp. 165, 166; Ortlund, «Male-Female Equality and Male Headship: Genesis 1-3», p. 95; ibidem, Gender, Worth, and Equality: Manhood and Womanhood According to Genesis 1-3, p. 33. Contra De Groot, «Genesis», p. 7. Una feminista radical como De-vereux (p. 56) reconoce que en este texto de Gn. «se predice el sometimiento de la mu-jer», si bien no defiende dicha postura bíblica.

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da a su esposo en el capítulo anterior de este escrito, debemos recalcar este

principio bíblico de que el varón es la cabeza o el líder del hogar y que la

mujer debe sujetarse a su marido (véanse, p. ej., 1 Co. 11: 2-16; Ef. 5: 24;

Col. 3: 18; 1 Ped. 3: 1).9 Más aún debemos recalcar dicho principio, cuan-

9 Véanse, p. ej., F. F. Bruce, The Epistles to the Colossians, to Philemon, and to the Ephesians (The New International Commentary on the New Testament) [NICNT], ed. gen. F. F. Bruce (Grand Rapids: Eerdmans, 1984), p. 383; Evis L. Carballosa, Colosen-ses: Orientación para un estudio exegético y práctico (Grand Rapids: Editorial Portavoz, 1997), p. 130; Peter H. Davids, The First Epistle of Peter (NICNT) [1990], p. 115; Foh, Women and the Word of God: A Response to Biblical Feminism, pp. 39-40, 101-104, 138-139, 196-201; Timothy G. Gombis, «A Radically New Humanity: The Function of the Haustafel in Ephesians», en Journal of the Evangelical Theological Society 48, no. 2 (June 2005): 317-30, esp. pp. 323-30; Eugenio Green, 1 Pedro y 2 Pedro (Comentario Bí-blico Hispanoamericano), ed. Justo L. González (Miami: Editorial Caribe, 1993), pp. 180, 181; Wayne Grudem, «Wives Like Sarah, and the Husbands Who Honor Them», en Recovering Biblical Manhood and Womanhood: A Response to Evangelical Feminism, pp. 193-210, esp. p. 193; William Hendriksen, Efesios (Comentario del Nuevo Testamen-to) [CNT], ed. William Hendriksen y Simon J. Kistemaker, trad. Alejandro Aracena (Grand Rapids: Libros Desafío, 1998), pp. 270, 271; ibidem, Colosenses y Filemón (CNT), pp. 196, 197; Harold W. Hoehner, Ephesians: An Exegetical Commentary (Grand Rapids: Baker Academic, 2002), pp. 731, 732, 739; Karen H. Jobes, 1 Peter (Baker Exe-getical Commentary on the New Testament), ed. Robert Yarbrough y Robert H. Stein (Grand Rapids: Baker Academic, 2005), p. 203; Simon J. Kistemaker, 1 y 2 Pedro/Judas (CNT), trad. Norberto E. Wolf (1994), pp. 141-43; George W. Knight III, «Husbands and Wives as Analogues of Christ and the Church», en Recovering Biblical Manhood and

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do el pensamiento feminista se está infiltrando en algunas iglesias y deno-

minaciones evangélicas.10 Con lo señalado hasta ahora, no planteo una de-

Womanhood: A Response to Evangelical Feminism, pp. 161-75, esp. pp. 163-65; Andrew T. Lincoln, Ephesians, vol. 42 de Word Biblical Commentary [WBC], ed. gen. Bruce M. Metzger (Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1990), p. 335; John F. MacArthur, Efe-sios (Comentario MacArthur del Nuevo Testamento), trad. John A. Bernal López (Grand Rapids: Editorial Portavoz, 2002), p. 341; J. Ramsey Michaels, 1 Peter, vol. 49 de WBC (1998)), pp. 155-56; Peter T. O’Brien, Colossians, Philemon, vol. 44 de WBC (1982), p. 220. Contra Betsy J. Bauman-Martin («Women on the Edge: New Perspectives on Wo-men in the Petrine Haustafel», en Journal of Biblical Literature 123, no. 2 [2004]: 253-79, esp. p. 277; y las feministas católicas Esperanza Bautista (La mujer en la iglesia pri-mitiva [Estella (Navarra]: Editorial Verbo Divino, 1993), pp. 96, 105), Elisabeth Schüss-ler Fiorenza (In Memory of Her: A Feminist Reconstruction of Christian Origins. Tenth Anniversary Edition With a New Introduction [New York: Crossroad, 2002], pp. 14, 45) y Suzanne Tunc (También las mujeres seguían a Jesús, vol. 98 de Colección “Presencia Teológica”, trad. Gregorio de Pablos [Santander: Editorial Sal Terrae, 1999], pp. 97, 110, 111]. Feministas liberales protestantes son, p. ej., la estadounidense Letty M. Russell y la mexicana Elsa Tamez. Debemos recordar que las formas verbales “estén sujetas” en Ef. 5: 22 y “Someteos” en Col. 3: 18 están en el modo imperativo, o sea, que expresan un mandato. Desde luego, este mandato no implica una justificación de los abusos de un es-poso maltratador, que la Biblia condena, p. ej., en Col. 3: 19 (“Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos [lit. “no seáis amargos”] con ellas”) y 1 Ped. 3: 7 (“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”). Cf. a la también católica Carolyn Osiek, («The Ephesian Household Code», en The Bible Today 36, no. 6 [November 1998]: 360-64, esp. p. 364. Todos estos eruditos y eruditas notan que la forma literaria de 1 Co. 11: 2-16; y Ef. 5: 21-6: 9; Col. 3: 18-4: 1; y 1 Ped. 3: 1-8 pertenece a la del llamado “código doméstico [familiar u hogare-ño de virtudes]” (en alemán, Haustafel, lit. “tabla doméstica” [en plural, Haustafeln, lit. “tablas domésticas”], término empleado primeramente por el reformador Martín Lutero para el título o encabezamiento de los pasajes ya mencionados de Ef. y Col. en su traduc-ción de la Biblia al alemán). Consúltense David L. Balch, «Household Codes», en The Anchor Bible Dictionary [ABD], vol. 3, ed. [gen.] David N. Freedman (New York: Dou-bleday, 1992), pp. 318-20; John T. Fitzgerald, «Haustafeln», en, ABD, vol. 3, pp. 80-81. Tal “código doméstico” constituye una forma relacionada con el género literario conoci-do como parénesis o exhortación. Esto no quiere decir que exista necesariamente una de-pendencia literaria mutua entre Pablo y Pedro. Más bien, ambos apóstoles pudieron de-pender de una fuente común desconocida para nosotros.

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fensa del machismo latinoamericano que ha hecho tantísimo daño a nues-

tras sociedades.11 La mujer es coheredera “de la gracia de la vida” (1 P. 3:

7) con su marido12 (cf. Gál. 3: 28).13

Otro deber de la mujer casada, y que se relaciona con el de la sujeción a su

marido, consiste en el respeto que ella debe tener a él, como dice Ef. 5: 33:

“Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí

mismo; y la mujer respete [gr. fobeomai, lit. “tema”14; del sustantivo

Hendricks («La familia contemporánea», p. 45) señala correctamente sobre Ef. 5: 22 que el contexto es importantísimo. El versículo 18 de Efesios capítulo 5 dice: «No os em-briaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu [San-to]». […] Hay señales claras, bien notables, y la primera prueba de que el Espíritu nos está controlando se ve cuando desempeñamos bien dentro de la familia el papel que di-vinamente nos ha sido asignado [a los hombres y a las mujeres].

Cf. Gombis, «A Radically New Humanity: The Function of the Haustafel in Ephesians»,p. 323. 10 Así, p. ej., en las denominaciones llamadas “históricas” que pertenecen al Concilio de Iglesias Evangélicas de Puerto Rico (anteriormente llamado Concilio Evangélico de Puer-to Rico), a saber, la Iglesia Cristiana “Discípulos de Cristo” de Puerto Rico, la Iglesia Evangélica Unida de Puerto Rico, la Iglesia Metodista de Puerto Rico (antes llamada Iglesia Metodista Unida), la Iglesia Presbiteriana “Sínodo de Borikén” y las Iglesias Bau-tistas de Puerto Rico [que no pueden confundirse con la Convención Bautista del Sur en P. R.]. Otra denominación histórica que ha adoptado la postura feminista es la Iglesia Episcopal Puertorriqueña. Esto no significa que todas las iglesias pertenecientes a estas denominaciones comparten la postura feminista, o incluso la feminista radical [que apoya el aborto, las uniones y/o matrimonios homosexuales]. 11 Consúltese Guillermo D. Taylor, «Machismo, hombría, y el esposo cristiano», en La familia desde una perspectiva bíblica, pp. 90-96. 12 Véase MacArthur, Cómo ser padres cristianos exitosos, p. 166. 13 Véanse Felix, «The Hermeneutics of Evangelical Feminism», pp. 169, 172; Grudem, «Wives Like Sarah, and the Husbands Who Honor Them», p. 194; MacArthur, Cómo ser padres cristianos exitosos, p. 167. 14 En ingles, “fear”. Véanse Bruce, The Epistles to the Colossians, to Philemon, and to the Ephesians, p. 395; Hoehner, Ephesians: An Exegetical Commentary, p. 783; Lincoln, Ephesians, p. 384.

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fobos, “temor”(cf. Ef. 5: 21)15; de ahí, “reverencia” (cf. “reverencie”16,

NC)] a su marido”. James D. Hamilton [citado por Pablo Hoff] explica

que el término “respetar”

quiere decir reconocer el valor y la autoridad del esposo. Una de las necesidades sicológicas más profundas de un hombre es ser estimado por su esposa. La imagen que la esposa tiene de su marido, es la que el hombre tendrá de sí mismo. El respeto que recibe el varón fuera de su casa no es sustituto del respeto que debe gozar en su hogar.17

La sujeción y el respeto que la mujer debe tener a su marido se hace de

manera similar a la sujeción y al respeto que la iglesia debe tener a Cristo

(véase Ef. 5: 24). «Una esposa afirma y fortalece el liderazgo de su espo-

15 MacArthur (Efesios, p. 337) comenta que, en Ef. 5: 21, la palabra “Someteos” es la traducción de hupotassō [específicamente su derivado hupotásseszai, lit. “estar subordinada”; véanse Hoehner, Ephesians: An Exegetical Commentary, p. 731; Lin-coln, Ephesians, p. 367; MacArthur, p. 367], un término de origen militar que signifi-ca disponer o arreglar en orden o por rangos.

Dicho sea de paso, hupotásseszai no aparece en los manuscritos más antiguos de Ef. 5: 22 (“estén sujetas”), y se entiende para llenar el vacío de este v., al trasladar el término del v. 21 que hemos mencionado. Por su parte, Alexander («Matrimonio», p. 541) está en lo correcto cuando dice lo si-guiente:

Algunos piensan que Efesios 5: 21 aboga porque el esposo y la esposa deben someter-se mutuamente. En su contexto, la mejor comprensión ve este versículo como una in-troducción a tres aspectos en particular donde las personas se someten unos a otros: las esposas a los esposos (vv. 22-33); los hijos a sus padres (6: 1-4); y los siervos a sus amos (6: 5-9). La sumisión mutua no encaja en las dos últimas categorías.

16 Véanse Bruce, The Epistles to the Colossians, to Philemon, and to the Ephesians, p. 395; Hoehner, Ephesians: An Exegetical Commentary, p. 784; Knight, «Husbands and Wives as Analogues of Christ and the Church», p. 169; Lincoln, Ephesians, p. 385. 17 Pablo Hoff, El Pastor como Consejero (Deerfield: Editoral Vida, 1981), p. 73.

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so».18 La propia esposa «demuestra un espíritu apacible y tranquilo (1 Ped.

3: 6), no exigiendo que las cosas se hagan como ella quiere ni insistiendo

en sus derechos».19 Hay que comprender las diferencias generales entre la

mujer (su mayor longevidad, baja estatura, estructura del esqueleto y me-

nor fuerza física, entre otras diferencias)20 y el hombre. También hay que

comprender las diferentes necesidades entre la mujer (de amor y acepta-

ción incondicionales, intimidad emocional y comunicación, intimidad

espiritual, ánimo y afirmación, y amistad).21

La mujer además puede ayudar al sostenimiento económico de la familia,

según se implica de Pr. 31.22 Incluso puede tratar de influir a su esposo pa-

ra bien y guiarle en justicia (véase 1 Ped. 3: 1-2).23 Además debe procurar

la unidad de su matrimonio, mientras sea posible24 y si su esposo no cre-

18 Alexander, «Matrimonio», p. 541. Cf. Grudem, «Wives Like Sarah, and the Husbands Who Honor Them», p. 195. Osiek («The Ephesian Household Code», pp. 363, 364) nota que las imágenes del esposo como cabeza y la de la iglesia como cuerpo son metáforas [comparaciones indirectas] literarias.19 Ibid.20 Véase James Dobson Amor para toda la vida, trad. Luis Mazauri (Nashville: Editorial Caribe, 1990), pp. 39, 40. Consúltese además Osborne, Psicología del Matrimonio, pp. 29-50. 21 Véase Gary y Barbara Rosberg, Matrimonio a Prueba de Divorcio, trad. Cecilia Roma-nenghi de De Francisco [Miami: Editorial Unilit, 2004], pp. 150, 151-52. Osborne (Psi-cología del Matrimonio, pp. 57-58) llama a estas diferencias [no en el mismo orden que Rosberg las presenta] como cordialidad y afecto, simpatía, feminidad auténtica y natural, fuerte capacidad de amar, e inteligencia. 22 Véase Alexander, «Matrimonio», p. 540. 23 Ibid.24 Dobson (Amor para toda la vida, p. 106) recomienda lo siguiente: «No permita ni que le pase por la mente la posibilidad del divorcio. Aun en los momentos de enorme conflic-to y desaliento, el divorcio no es la solución». [Cursivas y subrayado en el original] Los esposos Rosberg (Matrimonio a Prueba de Divorcio, p. 66) creen

que hay seis clases clave de amor que se necesitan para tener un matrimonio a prueba de divorcio:

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yente consiente en vivir con ella (1 Co. 7: 13-14). Esto también incluye “el

deber conyugal” (1 Co. 7: 3), el no negarse el uno al otro [el esposo a la

esposa, y viceversa] para la intimidad sexual, excepto para ocuparse “sose-

gadamente en la oración” (7: 5) y para que Satanás no los tiente por su in-

continencia.

III. EL PAPEL DE LA MUJER EN RELACIÓN CON SUS HIJOS

Sobre el papel de la mujer en relación con sus hijos, dicho papel es de en-

señar y corregir a estos últimos en el temor de Dios (véanse, p. ej., Pr. 1:

8; 6: 20; 2 Tim. 1: 5), aunque el esposo no se encuentre momentáneamente

en la casa. Como al padre, los niños deben respetar a su madre (véanse Éx.

20: 12; Dt. 5: 16; Pr. 10: 1; 15: 20; Mt. 19: 19a; Mr. 7: 10; Ef. 6: 2).

Además, la mujer debe, p. ej., «respetar sinceramente el valor del niño

como individuo»25; proveer sus necesidades; «ayudar al niño a estable-

el amor que perdonael amor que sirveel amor que perseverael amor que protegeel amor que celebrael amor que renueva.

Por su parte, Gary Chapman (Los Cinco Lenguajes del Amor, trad. Guillermo Vázquez [Miami: Editorial Unilit, 1996], p. 13) dice que para mantener «lleno el tanque del amor», se debe entender y practicar lo que él llama “los cinco lenguajes del amor”: pala-bras de afirmación, tiempo de calidad, recepción de regalos, actos de servicio y toque fí-sico (p. 36). [Cursivas en el original] 25 Hendricks, «La familia contemporánea», p. 51. [Negritas en el original]

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cer metas, hablándole de algunos objetivos»26; enseñar al niño la mane-

ra de realizar las tareas cotidianas27; y establecer límites a los niños, por-

que dichos límites les brindan seguridad al desarrollo emocional. Algún

día los niños se los agradecerán a su madre por su ejemplo, a través de sus

buenas enseñanzas y conductas.

IV. EL PAPEL DE LA MUJER EN RELACIÓN CON SUS PADRES

Aunque la mujer viva con su esposo, ella debe honrar o respetar a sus pa-

dres, incluso si estos últimos son ancianos. Debe entenderlos y aceptar-

los28, al igual que amarlos y comprenderlos29, porque quizás llegará el día

en que ella llegará a ser anciana también. Los padres pueden aconsejar a

su hija casada, pero jamás imponer a ella o entremeterse en la relación de

ella con su esposo. Para estos casos, la mujer debe impedir que sus padres

interfieran o tomen su papel, tanto en la crianza de los hijos como en el

funcionamiento de la familia. De este modo, se evitan malos entendidos e

incluso fricciones o roces.

V. EL PAPEL DE LA MUJER EN RELACIÓN CON SUS SUEGROS

Lo mismo que hemos dicho en el capítulo anterior se aplica a la mujer en

relación con sus suegros. Si observamos, p. ej., en Rut 1: 14-17, notamos

26 Hendricks, «La familia contemporánea», p. 52. [Negritas en el original]27 Hendricks, «La familia contemporánea», p. 53.28 Véase Daniel E. Tinao, «En casa vive un anciano», en La familia desde una perspecti-va bíblica, pp. 171-74, esp. pp. 172, 173. 29 Véase Tinao, «En casa vive un anciano», p. 174.

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que la suegra era querida por su nuera. Esta conducta debe ser imitada hoy

en día.

Aunque debemos evitar los prejuicios, estereotipos o clichés contra los

suegros, y sobre todo contra las suegras, que se imparten en algunos me-

dios de comunicación secular (prensa, radio y televisión), a veces dichos

medios reflejan la realidad sobre el entremetimiento o la imprudencia que

algunos suegros y/o suegras ejercen en la relación de sus yernos y/o nue-

ras.

VI. EL PAPEL DE LA MUJER EN RELACIÓN CON SUS AMIGOS

A veces observamos que la mujer, luego de casarse, no quiere saber de sus

amigos o amigas, por miedo a un esposo celoso o posesivo. Pero esto sig-

nifica para nada que una mujer pueda seguir teniendo sus amistades, al

igual que su marido pueda seguir teniendo las suyas. Lo importante con-

siste en tener límites en la interacción con tales amistades. Como ejemplo

podemos afirmar que una mujer casada debe evitar ir mucho a la casa de

una amistad del sexo opuesto, a menos que vaya con su esposo en alguna

que otra ocasión. Así se evita los chismes o comentarios impropios de los

vecinos. Ha habido ciertos casos de infidelidades matrimoniales e incluso

adulterios porque la mujer o su esposo va con frecuencia a la casa de una

amistad del sexo opuesto, y desatiende a la esposa o al marido. Se debe

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andar en una vida de testimonio, incluyendo en este aspecto del ámbito fa-

miliar.

VII. EL PAPEL DE LA MUJER EN RELACIÓN CON SU IGLESIA

La mujer casada cristiana, como cualquier creyente, debe tener una comu-

nión con su iglesia o congregación local. Debe acordarse, honrar y sujetar-

se a sus pastores (Heb. 13: 17), así como no dejarse de congregar (Heb.

10: 25). Asimismo debe reconocer a los que trabajan y presiden en el Se-

ñor, y le amonestan (1 Tes. 5: 12).

VII. EL PAPEL DE LA MUJER EN RELACIÓN CON SU TRABAJO

En relación con su trabajo, la mujer casada debe ejercerlo con eficiencia y

esmero (véase Pr. 31: 13b, 17). Proverbios 31: 10-24 constituye el clásico

texto bíblico en que se alaba a la mujer virtuosa en sus labores. Tan es así

que dicho texto bíblico menciona que, por las labores de la esposa, “el co-

razón de su marido está en ella confiado” (Pr. 31: 11a). Al esposo, “le da

ella bien y no mal todos los días de su vida” (31: 12). Igualmente Pr. 31

describe a la mujer virtuosa “como nave de mercader; Trae su pan de le-

jos” (v. 14). Ella “se levanta aun de noche Y da comida a su familia Y ra-

ción a sus criadas/Considera la heredad, y la compra, Y planta viña del

fruto de sus manos./Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos” (vv.

15-17). Tiene la capacidad de comprar propiedades (v. 18), ayudar al po-

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bre (v. 20), hacer telas y vender (v. 24).

Además, la mujer, como ayuda idónea, «puede sentir la necesidad de ayu-

dar a su marido en cuanto a las responsabilidades financieras, la religión,

conceptos morales básicos, o cualquier otra esfera en la que ella crea ver

una deficiencia».30 Sobre la ayuda en las responsabilidades financieras de

la familia, la esposa puede colaborar en la preparación de un presupuesto.

CONCLUSIÓN

En resumen, todos estos estudios han intentado presentar el papel de la

mujer casada, desde la perspectiva bíblica, en diversas facetas. Esperamos

que los estudios presentados aquí le ayude a usted a reflexionar sobre la

bendición que consiste en ser mujer, para gloria de Dios.

30 Osborne, Psicología del Matrimonio, pp. 56-57.

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