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Director : Samuel Fernández Consejo de Redacción : Anneliese Meis, Juan Noemi, Fredy Parra, Rodrigo Polanco, Alberto Toutin, Mariano de la Maza Asistente de Publicaciones y Extensión : Cristina Albornoz ([email protected]) Redacción y Administración : Facultad de Teología. Av. Vicuña Mackenna 4860, Campus San Joaquín. CP 7820436, Macul, Santiago, CHILE ISSN 0049-3449 (versión impresa) ISSN 0717-6295 (versión electrónica) TEOLOGÍA Y VIDA Facultad de Teología Pontificia Universidad Católica de Chile PUBLICACIÓN TRIMESTRAL AÑO LIII Nº 1-2, 2012 I - II TRIMESTRE Teologia N1-2012.indb 1 Teologia N1-2012.indb 1 04-06-12 12:09 04-06-12 12:09

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  • Director : Samuel Fernández

    Consejo de Redacción : Anneliese Meis, Juan Noemi, Fredy Parra, Rodrigo Polanco, Alberto Toutin, Mariano de la Maza

    Asistente de Publicaciones y Extensión : Cristina Albornoz ([email protected])

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    TEOLOGÍA Y VIDAFacultad de Teología

    Pontificia Universidad Católica de Chile

    PUBLICACIÓN TRIMESTRAL

    AÑO LIII Nº 1-2, 2012 I - II TRIMESTRE

    Teologia N1-2012.indb 1Teologia N1-2012.indb 1 04-06-12 12:0904-06-12 12:09

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  • S U M A R I O

    Estudios

    Ignacio ChuecasTendencias actuales en los estudios del Antiguo Testamento. Desafíos y oportunidades .................................................................... 9

    Fernando RamosEstudios bíblicos del NT: Panorama histórico e implicancias para la teología sistemática ................................................................ 25

    Sergio SilvaExégesis y teología. Una perspectiva desde la teología fundamental ........................................................................ 47

    Tony MifsudDel indicativo de la fe al imperativo de la ética ................................. 65

    Rodrigo PolancoPolaridades en tensión para una adecuada interpretaciónde las Escrituras en la Iglesia ............................................................. 87

    Carlos Schickendantz«Entiendes de exégesis menos de lo deseable». La Escritura en la obra de Karl Rahner ........................................... 109

    Diego IrarrázavalElaboración bíblico-teológica de Ronaldo Muñoz ........................... 147

    Virgina AzcuyExégesis y teología en la encrucijada. Teología feminista e interpretación feminista de la Biblia ................ 163

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  • César CarbullancaEl Hijo del hombre joánico. Una teología del martirioy de la exaltación ............................................................................ 193

    Instrucciones a los colaboradores ........................................................ 225

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  • S U M M A R Y

    Studies

    Ignacio ChuecasCurrent Trends in Old Testament Studies. Challenges and Opportunities ............................................................ 9

    Fernando RamosBiblical Studies of the NT: Historical Overview and Implications for Systematic Theology ................................................................... 25

    Sergio SilvaExegesis and Theology. A Perspective fromFundamental Theology .................................................................... 47

    Tony MifsudFrom the Indicative of Faith to the Ethical Imperative ...................... 65

    Rodrigo PolancoPolarities in Tension fo r an Adequate Interpretation of Scriptures in Church .................................................................... 87

    Carlos Schickendantz«You know less about exegesis than you should». Scriptures in the Work of Karl Rahner ............................................ 109

    Diego IrarrazavalBiblical-theological Elaboration of Ronaldo Muñoz ....................... 147

    Virginia AzcuyExegesis and Theology at Crossroads. Feminist Theology and Feminist Interpretation of the Bible ........... 163

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  • César CarbullancaThe Johannine Son of Man. A Theology of Martyrdom and Exaltation ...................................... 193

    Instructions to Contributors .............................................................. 225

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  • Presentación

    El seminario interno de profesores de nuestra Facultad de Teología en el año 2011 tuvo por tema: “Exégesis y teología al servicio de la fe, hoy”. Su propósito fue el de acoger la exhortación apostólica Verbum Domini, del Papa Benedicto XVI, fechada en Roma el 30 de septiembre de 2010, y re-fl exionar, a partir de sus orientaciones, sobre el lugar y la importancia de la Sagrada Escritura en nuestro quehacer teológico. El documento pontifi cio refl eja a su vez los resultados del Sínodo de los Obispos del año 2008, de-dicado al tema de La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia.

    El presente volumen de la revista Teología y Vida recoge la mayor parte de los trabajos presentados en dicho seminario por nuestros profesores y por algunos invitados externos, en la esperanza de que puedan ser un aporte signifi cativo a la Iglesia, en especial al propósito de que el estudio profundo de la Sagrada Escritura sea verdaderamente “el alma de la teolo-gía” (Concilio Vaticano II, Constitución Dei Verbum, 24).

    Mike van Treek Nilsson - Fernando Berríos Medel

    Coordinadores

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  • 9Teología y Vida, Vol. LIII (2012), 9-24

    Tendencias actuales en los estudios del Antiguo Testamento.Desafíos y oportunidades

    Ignacio Chuecas

    Antes de entrar directamente en el tema es necesario hacer una observa-ción preliminar que, a mi modo de ver, tiene gran infl uencia sobre la ma-teria de este estudio y, que a su vez, representa una diferencia importante entre el campo de los estudios bíblicos y el de la teología sistemática.

    Me refi ero a la gran amplitud y diversidad que han alcanzado este tipo de estudios en la actualidad. A modo de ejemplo, una muestra de este fenómeno es la gran cantidad de investigadores comprometidos con las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento. La Society of Biblical Literature, probablemente la asociación más importante a nivel mundial pero no la única, cuenta actualmente con 8.697 miembros, según su último informe. En el congreso anual del año 2008 participaron 5.501 investigadores: se trata de un megaevento llevado a cabo cada año en una ciudad norteamericana distinta.

    Al mismo tiempo, es posible imaginarse la gran cantidad de publica-ciones que ven la luz anualmente, lo que virtualmente plantea grandes difi cultades para todo aquel que desee hacerse una idea global de los últimos trends en el desarrollo de la disciplina.

    Evidentemente, este fenómeno de tan gran difusión y producción científi ca lleva de la mano un siempre creciente grado de especialización en relación a las diferentes secciones del texto bíblico, y en relación a las materias y métodos conectados con este. Las nuevas impostaciones en el estudio de los textos representan un desafío adicional para quienquiera ganar un panorama amplio, porque exigen un grado de familiaridad con ellas que no es evidente.

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  • 10 Ignacio Chuecas

    1. Cambio en los paradigmas clásicos

    Uno de los elementos más notorios en las tendencias actuales en cuanto al estudio del AT es el cambio que se puede observar en los paradigmas clásicos. Este cambio puede ser resumido, en forma bastante ruda, como un cambio de perspectiva en relación al material bíblico: se trata del creciente abandono de la diacronía en favor de la sincronía.

    El fenómeno de una atención cada vez mayor hacia la perspectiva sincrónica, podría ser descrito, con otras palabras, como la «irrupción de la literatura» en el campo de los estudios1. Al cabo de varios siglos de investigación científi ca en torno a los textos, por primera vez, de una for-ma más consecuente, la investigación ha comenzado a preguntarse cómo escribían los antiguos, qué signifi caba y cómo se generaba un texto en el contexto cultural del antiguo Israel2.

    Este nuevo impulso generado en torno a la investigación sincrónica se fundamenta en un postulado central: se trata de asumir el texto como este se presenta en la actualidad, el texto «tal cual es». La búsqueda dia-crónica de los niveles más antiguos de la redacción, ha comenzado a ceder el paso al texto como una obra artística, cuya elocuencia se expresa en su forma fi nal y cómo esta se nos presenta. Cercana a esta afi rmación, se ha de afi ncar, a mi entender, aunque claramente son nociones que no tienen la misma matriz, otro tema muy vigente en la actualidad: el fenómeno canónico3.

    Este retorno al texto es producto de varias anomalías denunciadas por los investigadores. Una de las más infl uyentes ha sido la noción de que se había arribado a trabajar con un metatexto que ya no representaba al texto real.

    1 Una obra precursora en el campo de la narrativa ha sido: R. Alter, The Art of the Biblical Narrative (New York 1981). Cf. también: R. Alter, The Art of Biblical Poetry (Edinburgh 1985); S. Bar-Efrat, Narrative Art in the Bible (Sheffi eld 1989); D. M. Gunn – D. Nolan Fewell, Narrative in the Hebrew Bible (Oxford 1993).

    2 Un intento de resumen sobre algunas de estas nuevas percepciones en: I. Chuecas, «“¿Entiendes, con seguridad, lo que lees?” Hch 8,30. Caminos de la hermenéutica de [en] la Escritura», Teología y Vida 45 (2004) 75-102.

    3 Cf. B. S. Childs, Old Testament Theology in Canonical Context (Philadelphia 1986); R. Rendtorff, Theologie des Alten Testaments, Ein kanonischer Entwurf (Neukirchen-Vluyn 1999).

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  • 11Tendencias actuales en los estudios del Antiguo Testamento. Desafíos y oportunidades

    En otros campos, y en conformidad con desarrollos afi nes en las cien-cias humanistas, como la historia, están ejerciendo una infl uencia deci-siva las nuevas impostaciones relacionadas con la arqueología, la socio-logía, los estudios feministas, y un sinnúmero de otras disciplinas4. Para citar solo un botón de muestra: del ámbito de la sociología se observan importantes aportes que están infl uenciando fuertemente nuestra visión de la sociedad que generó estos escritos en el contexto del universo social del mediterráneo antiguo, introduciendo, entre otros, el concepto de «sociedad colonial» con todas las implicaciones que este tiene5.

    Por último es posible observar una superación, cada vez mayor, de las barreras que tradicionalmente existían entre el AT y el NT6. Este proceso se debe, a mi entender, a varias causas: la creciente importancia conferida a la literatura intertestamentaria, especialmente desde el ha-llazgo de los textos de Qumrán; el interés de investigadores no cristia-nos, especialmente judíos, en el NT; los impulsos desde el campo de la historiografía y las ciencias sociales que aportan una mirada global en relación a las sociedades mediterráneas del mundo antiguo, etc.

    2. Historia de Israel

    Una disciplina que está infl uyendo fuertemente en la investigación ac-tual en torno al AT es la investigación histórica. Pero antes de desarrollar este tema es necesario precisar una cierta diferenciación en relación a la naturaleza de los libros que, tradicionalmente, llamamos históricos al interior del AT. En cuanto a esta naturaleza es pertinente aclarar que la categoría de históricos se ha de entender como aquello que los identifi ca más bien ad intra del corpus bíblico, se trata de una percepción relativa a sus motivos y sus fi nes, y de la forma cómo estos son presentados al lector, en otras palabras, su teología. A esta materia me dedicaré en el punto cuarto de este estudio.

    4 Cf. N. K. Gottwald, The Hebrew Bible, A Brief Socio-Literary Introduction (Min-neapolis 2009) 3-19.

    5 Como en el estudio de: P. R. Davies, In Search of ‘Ancient Israel’ (Shaeffi eld 1992).6 Véase, por ejemplo: P. Hanson – B. Janowski – M. Welker (eds.), Biblische The-

    ologie, Beiträge des Symposiums “Das Alte Testament und die Kultur der Moderne” anlässlich des 100. Geburtags Gerhard von Rads (1901-1971), Heilderberg, 18.-20 Oktober 2001, ATM 14 (Münster 2005).

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  • 12 Ignacio Chuecas

    En este apartado se trata, más bien, de cómo proponer un marco histórico verosímil al AT, es decir, de la reconstrucción plausible de la historia de Israel. Y es precisamente en este campo donde es posible ad-vertir en la actualidad un gran cambio en cuanto a una nueva percepción de lo que es «historia bíblica»7. De hecho, para muchos investigadores, incluso este último término parece una aberración, prefi eren utilizar tér-minos más neutros como «historia del Levante» o reemplazar «época monárquica» por «edad del Hierro II»8.

    El gran cambio está dado por lo que algunos han defi nido como libe-ración de la historia del prejuicio bíblico. Y el diagnóstico que se hace es que la historia ha servido tradicionalmente como una especie de ancilla de la Biblia, buscando fundamentar el texto bíblico sirviéndose de las herramientas de las diversas disciplinas auxiliares de la historiografía9. Es en este sentido que se la concede gran importancia a la arqueología lleva-da a cabo en el territorio de la actual Palestina y en las regiones vecinas.

    En general, de la gran cantidad de aportes extrabíblicos es posible evidenciar la emergencia de una serie de coherencias e incoherencias en relación al texto. En el campo de las incoherencias más importantes es posible citar como ejemplo la ya trillada pregunta sobre la existencia histórica de importantes personajes bíblicos: no solo me refi ero a aquellos cuyas biografías parecen menos verosímiles, como Adán, Noé, e incluso Abraham, sino también a aquellos cuya existencia aparecía como fi rme-mente establecida10, como David, Salomón, y otros.

    El fenómeno de adjudicarle al relato bíblico mayor o menor verosi-militud histórica ha sido caracterizado actualmente en torno a la con-

    7 Cf. M. Liverani, «Nuovi sviluppi nello studio della storia dell’Israele Biblico», Biblica 80 (1999) 488-505; I. Finkelstein – N. A. Silberman, La Biblia desente-rrada, Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados (Madrid 2003) 22-27.

    8 Como en la obra de: I. Finkelstein – N. A. Silberman, La Biblia desenterrada, Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados.

    9 Véase por ejemplo el apartado «La storia d’Israele come ipertesto», en M. Liverani, Nuovi sviluppi, 489-490.

    10 Cf. entre otros: G. N. Knoppers, «The Vanishing Solomon: The Disappearance of the United Monarchy from recent Histories of Ancient Israel», JBL 116 (1997) 19-44.

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  • 13Tendencias actuales en los estudios del Antiguo Testamento. Desafíos y oportunidades

    formación de dos tendencias11: los llamados maximalistas y los minima-listas, e incluso de una tercera, los nihilistas.

    En este contexto se ha de considerar un estudio como el de Israel Finkelstein y Neil Silberman, en su reciente obra The Bible Unearthed que parece exponer en, cierta medida, muy bien la tendencia actual en torno al tema de la contribución e importancia de la arqueología pa-lestinense para la reconstrucción del pasado de Israel12. En resumen, el aporte más importante de esta obra, a mi entender, radica en la presen-tación que hace de una evidencia arqueológica fundamental: el estado de Judá no alcanzó un desarrollo urbano y cultural sino que hasta entrado el siglo VIII a. C., al mismo tiempo que se evidencia la expansión eco-nómica y social de Samaria en la etapa precedente.

    En esta misma línea es posible comprender el creciente interés por los periodos persa y helenista como etapas fundamentales en la conforma-ción de la identidad de Judá y de sus escrituras sacras. En este contexto, por ejemplo, aparece cada vez con mayor claridad la importancia del impacto helenista, entendido desde el punto de vista de la confrontación con el otro, de Judá/Israel y su entorno, como fundamentales para la conformación de su identidad religiosa en el contexto del AT.

    Un desafío, aún pendiente, en este campo es una mayor clarifi cación del rol que jugaron las Escrituras dentro de este proceso histórico: qué fuerzas dieron origen a la labor de redacción y cómo se fue conformando un consenso social en torno a ellas.

    3. El estado actual de la investigación en torno al Pentateuco

    En el ámbito de los estudios relativos a los cinco libros del Pentateuco, lo más característico de la situación actual de la investigación está re-presentado por el fi n del consenso histórico que se había formado desde

    11 Un buen resumen sobre esta temática en: L. L. Grabbe, A History of the Jews and Judaism in the Second Temple Period, vol. 1 (London-New York 2004), 11-13. Cf. también: D. V. Edelman, «Foreword», en L. K. Handy (ed.), The Age of Solomon. Scholarship at the turn of the millennium, SHCANE 11 (Leiden–New York–Köln 1997) xv-xx; B. Toro Icaza, La Historiografía del Antiguo Israel (Santiago 2004) 23-41; I. Finkelstein – N. A. Silberman, David y Salomón, En busca de los reyes sagrados de la Biblia y de las raíces de la tradición occidental (Madrid 2007) 239-244.

    12 I. Finkelstein – N. A. Silberman, La Biblia desenterrada, Una nueva visión ar-queológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados.

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    fi nes del siglo XIX en torno a la llamada teoría de las fuentes de Julius Wellhausen13. Si bien es cierto que la teoría de Wellhausen nunca logró erigirse como la vía indiscutida para explicar la naturaleza y las dinámi-cas internas que caracterizan al actual texto del Pentateuco14, es cierto que en círculos muy amplios llegó a gozar de un estatus casi canónico.

    ¿Cómo se explica la caída en desgracia de esta teoría clásica? En rea-lidad los motivos son diversos15: el creciente escepticismo de los inves-tigadores frente al llamado método histórico crítico, en especial frente a la posibilidad real de evidenciar fuentes o estratos diferentes en la re-dacción; esto unido al creciente interés por los métodos sincrónicos, en especial a los que acentúan la unidad literaria del texto y que por lo tanto explican tensiones presentes en los textos como un fenómeno de estilo; los aportes hechos por la arqueología palestinense en especial en lo referente a los orígenes de la escritura y alfabetización en dicho con-texto, lo que obligaba a una datación mucho más tardía de los textos; como también la incapacidad de los cultores de la teoría de coincidir en algunos elementos gravitantes dentro de la misma.

    Ahora bien, el hecho de desechar una teoría no signifi ca necesaria-mente que se haya formado un nuevo consenso en torno a otra16. A to-das luces aún tenemos que esperar para que se logre rearmar un mapa coherente. Lo importante es que nos movamos en la dirección correcta. En este sentido llama la atención, y me parece que este es un fenómeno positivo, la extrema cautela con que algunos autores presentan sus pro-puestas de solución. Por lo tanto, a continuación me propongo resumir lo que a mi entender es lo más pertinente al respecto.

    En primer lugar no está de más recordar que el Pentateuco represen-ta, sin duda, un texto complejo. Se trata a todas luces de una amalgama de materiales narrativos, legislativos, poéticos y cultuales, por mencio-

    13 J. Wellhausen, Die Composition des Hexateuchs und der historischen Bücher des Alten Testaments (Berlin 1963).

    14 Cf. R. N. Whybray, El Pentateuco, Estudio Metodológico (Bilbao 1995); R. Rend-torff, Das Alte Testament, Eine Einführung (Neukirchen-Vluyn 2007), 166-174; J. Van Seters, The Pentateuch, A Social-Science Commentary (London-New York 2004).

    15 Cf. E. Zenger (ed.), Einleitung in das Alte Testament, Studienbücher Theologie 1,1 (Stuttgart 1995) 69-75.

    16 En el sentido de «¡el Rey ha muerto! ¡Viva el Rey!».

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  • 15Tendencias actuales en los estudios del Antiguo Testamento. Desafíos y oportunidades

    nar solo los tipos más importantes. Desde esta perspectiva es importan-te hacer hincapié en que cada sección tiene su propia originalidad: el Génesis es un libro muy diferente del Levítico, y estos dos a su vez del Deuteronomio. Al mismo tiempo, si nos concentramos en el libro del Génesis17, el llamado Ciclo de la Creación (1 11) representa un complejo que se diferencia en muchos aspectos del Ciclo de los Patriarcas (12-50). Así como al interior del Ciclo de los Patriarcas, las historias de Abraham, Jacob o José representan unidades con una identidad muy propia. Evi-dentemente esta situación precisa de una explicación.

    Por otra parte está la pregunta de la unidad, y la identidad, del Pen-tateuco como conjunto. La que también precisa de una explicación, que debe, de alguna manera, armonizarse con la explicación que se proponga para la variedad de sus partes.

    Dentro de la postura de cautela de la investigación actual, lo que está sucediendo, a mi entender, es recurrir en primer lugar a aquello que parece más seguro: se trata de la evidencia de material textual permeado particularmente por dos corrientes teológicas, una deuteronomista y otra sacerdotal.

    El material deuteronomista se encuentra bastante acotado dentro del Pentateuco: el libro del Deuteronomio. Si bien es cierto que se pueden encontrar pasajes de estilo y teología deuteronomista en otros contextos, especialmente en el libro del Éxodo. El libro del Deuteronomio parece haber gozado durante un largo tiempo de una vida independiente. Su vínculo con el resto del Pentateuco es bastante precario. Esta indepen-dencia del Deuteronomio se refl eja ya en el tratamiento que recibe en otras secciones de la literatura del AT. En cuanto a su origen y propósito, desde las teorías de De Wette, muchos han creído ver en él el testimonio de las reformas llevadas a cabo por Josías. Es decir representaría un texto cuyo origen se encuentra en época monárquica. Aún muchos adhieren a esta visión. A mí, personalmente, me parece que esta postura no es sostenible. El Deuteronomio representa un texto que solo pudo tener su origen a partir del postexilio.

    17 Sobre las características propias de los diferentes ciclos del Génesis: V. M. Wilson, Divine Symmetries, The Art of Biblical Rhetoric (Lanham-New York-Oxford 1997), 77-105.

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  • 16 Ignacio Chuecas

    Con los textos sacerdotales sucede algo un tanto diferente: si bien es cierto que el estilo y la teología sacerdotales son muy característicos (hasta cierto punto, inconfundibles) no se encuentran concentrados en un libro en particular (quizás con la excepción del libro del Levítico), sino que están entretejidos a lo largo del Pentateuco con otros textos.

    ¿Qué sucede con estos «otros textos»? Buena parte de estos son los que Wellhausen reconocía como yahvistas y elohístas. ¿Qué se puede decir con respecto a ellos? En primer lugar que no son datables en las etapas que suponía la teoría de las fuentes, sino que por el contrario parecen ser bastante modernos. En segundo lugar que no podemos aún reconocer a los autores o redactores que se encuentran detrás de ellos, pero sí la variedad de sus intereses: por ejemplo, ya Alonso-Schöckel había llamado la atención de la crítica con respecto a las perspectivas sapienciales presentes en el relato yahvista de Gn 2-318.

    Esta nueva percepción en torno a la naturaleza del Pentateuco ha tenido como consecuencia un renovado interés por libros y los textos considerados a lo largo de la historia de la investigación como menos espectaculares: este es el caso del Levítico, que ha sido objeto de excelen-tes y novedosos estudios en esta nueva etapa19. Detrás de este renovado interés se percibe la intuición de los investigadores de que, probable-mente, en estos textos se encuentran las respuestas y claves a muchas interrogantes.

    Por último me gustaría subrayar al respecto: si bien aún no hemos llegado a la meta en cuanto a alcanzar un consenso en relación a la na-turaleza y origen del Pentateuco, estamos en camino.

    4. Historiografía

    En primer lugar, se ha de notar la diferencia fundamental con el apar-tado segundo de este estudio: en el presente acápite no se trata de la «reconstrucción de la historia de Israel» a partir de todas las fuentes que sean aptas para esta empresa, sino que más bien de la comprensión de la naturaleza de la literatura de «corte histórico» presente en el AT.

    18 L. A. Schöckel, «Motivos sapienciales y de alianza en Gn 2-3», Biblica 43 (1962).19 Un buen ejemplo es el estudio: D. Erbele-Küster, Körper und Geschlecht, Stu-

    dien zur Anthropologie von Leviticus 12 und 15, WMANT 121 (Neukirchen-Vluyn 2008).

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  • 17Tendencias actuales en los estudios del Antiguo Testamento. Desafíos y oportunidades

    En este campo un elemento gravitante está formado por todo el ru-bro de la investigación en torno a la llamada Obra o Historia Deutero-nomística20 (OD). Una fi gura clave en esta línea ha sido el investigador alemán Martin Noth21. Según la teoría clásica de Noth, la OD representaba un esfuerzo, realizado a la luz de las categorías del libro del Deuteronomio, por explicar el fracaso de la monarquía y el exilio de Israel. En base a esta intuición fundamental, Noth postulaba el origen, al menos, exílico de esta corriente teológica.

    A partir de su trabajo precursor es posible observar la evolución de dos escuelas que recogen su impulso y lo desarrollan: la llamada escuela de Smed y la escuela de Cross. Rudolph Smed22 y sus seguidores, en fi delidad a la visión original de Martin Noth, adhieren al carácter exílico o postexílico de la OD, pero complementan la teoría con la postulación de la existencia de, al menos, tres niveles redaccionales: un deuteronomista histórico (DtrG), un deuteronomista profético (DtrP) y un deuteronomista legislativo (DtrN). En cambio Frank M. Cross23 aboga por una datación preexílica para la mayor parte del material y una redacción postexílica para los materiales que no se pueden incluir en esta categoría24. De hecho, la gran diferencia entre ambas escuelas es el rol adjudicado al texto de la reforma del rey Josías (2

    20 Cf. M. O’Brien, Deuteronomistic History Hypothesis: A Reassessment, OBO 92 (Fribourg – Göttingen 1989); H. Weippert, «Das deuteronomistische Geschi-chtswerk sein Ziel und Ende in der neueren Forschung», ThR 50 (1985) 213-249; E. Würthwein, Studien zum Deuteronomistischen Geschichtswerk, BZAW 227 (Berlin 1994); G. Braulik, «Die Theorien über das Deuteronomistische Geschi-chtswerk (“DtrG”)», en E. Zenger (ed.) Einleitung in das Alte Testament, 127-131; A. de Pury –T. Römer – J.-D. Macchi (eds.), Israël construit son Histoire. L’historiographie deutéronomiste a la lumière des recherches récentes (Genève 1996); T. Römer, Dal Deuteronomio ai libri dei Re, Introduzione storica, letteraria e sociologica (Torino 2007).

    21 Cf. M. Noth, Überlieferungsgeschichtliche Studien (Tübingen 1957) 1-110. Si Heródoto, según Cicerón, era el «Padre de la Historia», entonces Martin Noth de-bería ser el «Padre de la Historia Deuteronomística». Véase también: H.D. Hoff-man, Reform und Reformen. Untersuchungen zu einem Grundthema der deuterono-mistischen Geschichtsschreibung, AThANT 66 (Zürich 1980).

    22 Cf. R. Smend, Die Entstehung des Alten Testaments, ThW 1 (Stuttgart–Berlin–Köln–Mainz 1984).

    23 Cf. F. Moore Cross, Canaanite myth and Hebrew epic: essays in the history of the religion of Israel (Cambridge 1973).

    24 Cf. R. D. Nelson, The Double Redaction of the Deuteronomistic History (Sheffi eld 1981).

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    Reyes 22-23). Para Cross, no solo el libro del Deuteronomio es fruto de la reforma, sino que también casi la totalidad de la OD.

    A mi entender, y es aquí donde se ha concentrado parte importante del debate actual, la gran difi cultad de la teoría de Cross y sus adeptos es la imposibilidad de probar fehacientemente la existencia de una reforma josíana y la vinculación de los escritos deuteronomistas con dicha reforma. Después de todo el texto del libro de Reyes representa en sí mismo un fru-to del trabajo de la escuela deuteronomista. Se trata de la gran difi cultad metodológica de encontrar un punto arquimediano para reconstruir la historia del Israel monárquico y por ende la naturaleza de la OD.

    En acérrima contraposición a la escuela de Cross y otras posturas afi -nes encontramos en la actualidad a la llamada «escuela escandinava»25, que se ha erigido como el baluarte de una propuesta de datación post-exílica de prácticamente la totalidad del AT. Y no es difícil, para cual-quier observador imparcial, detectar que la tendencia de la investigación se desarrolla en esta dirección.

    Los representantes de la escuela escandinava, han aportado categorías vigentes en el campo de otras ciencias, en especial la sociología: en este caso plantean la pregunta sobre el tipo de sociedad que produjo estos textos y por qué los textos son como son. Se trata según el parecer de estos autores de una «sociedad colonial», creada a partir del exilio por las políticas imperiales foráneas (la administración persa) a partir de moti-vaciones económicas, estratégicas e ideológicas específi cas. Por lo tanto la pregunta en este ámbito, como en otros del AT, es cómo los textos buscan responder a esta situación social.

    Al concluir este apartado, desearía hacer mención al problema de fondo, que a mi parecer determina la discusión actual, y el que sin duda aún precisa de una mayor elaboración por parte de la investigación. Se trata de la compleja interacción de la historia y la teología. A este tema y algunas de sus implicaciones ya me he referido en otro estudio26, por lo tanto no es mi intención explayarme aquí. Solo me parece importante recordar la importancia que le atañe a la historiografía como construc-tora de identidad y hermeneuta del presente.

    25 Sobre la escuela escandinava véase: I. Chuecas, «Credibilidad y Sagrada Escritura», Teología y Vida 46 (2005), 233-234.

    26 I. Chuecas, «Credibilidad y Sagrada Escritura», 230-234.

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  • 19Tendencias actuales en los estudios del Antiguo Testamento. Desafíos y oportunidades

    5. Profecía

    También en el campo de la literatura profética es posible percibir la creciente apelación de los investigadores hacia la necesidad de una rein-geniería. Al igual que en los otros campos del estudio del AT esta ne-cesidad aparece asociada al concepto sobre el plantear las preguntas co-rrectas. En cierto sentido, esta nueva impostación representa, también ella, una parte de la crisis del método histórico crítico tradicional, que como sabemos se había empeñado en una búsqueda de los niveles más antiguos de la redacción27.

    En el caso de los textos de los libros proféticos el fenómeno más característico, a mi entender, es el creciente alejamiento de la fi gura del actor profético como tradicionalmente se entendió28: el método histórico crítico partía de la base que en el núcleo o el origen del texto existía la personalidad de un profeta, cuyo mensaje daba identidad al texto. De este profeta era posible inferir su biografía, su contexto histórico y social, sus motivaciones, e incluso su psicología. Esta impostación tradicional había llevado a toda una elaboración teórica en cuanto a la identidad del profeta y de su profecía, la que muchas veces se hallaba en abierta contradicción a los postulados de los mismos autores en cuanto a la evolución del texto. Esta visión del texto como testimonio directo de la actividad de un individuo es lo que, según mi opinión, más profunda-mente está cambiando el rostro de los estudios de estos textos29.

    En la actualidad no solo cada vez se asienta más la noción de que los libros representan una obra colectiva llevada a cabo durante un lapsus muy extenso (en algunos casos a lo largo de varios siglos), sino que lejos de representar una actividad profética, por así decir espontánea, repre-

    27 Cf. J. Blenkinsopp, A History of Prophecy in Israel, revised and enlarged (Louisville 1996), 16-26.

    28 Cf. el apartado ‘Prophecy’ as a Largely Literary Product en: P. R. Davies – J. Rogerson, The Old Testament World (Louisville 2005), 169-171. Un ejemplo de este fenómeno en un libro concreto en: T. Hadjiev, The Composition and Redaction of the Book of Amos (Berlin–New York 2009), 1-25.

    29 A pesar que todavía persiste en especial entre los autores de lengua española, véase por ejemplo: L. A. Schöckel – J. L. Sicré Díaz, Profetas (Madrid 1985); J. M. Abrego de Lacy, Los libros proféticos, Introducción al estudio del Biblia 4 (Estella 1993); J. L. Sicré, Profetismo en Israel. El profeta. Los Profetas. El Mensaje (Estella 1992).

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  • 20 Ignacio Chuecas

    sentan un tipo de literatura, valga la redundancia, artística, al mismo modo de la historiografía, poesía o la apocalíptica: es decir, literatura de escriba y por lo tanto de escritorio. De hecho, si fuese necesario precisar cuál sería el tipo de texto bíblico más cercano a la profecía, sin duda habría que reconocer que son los textos de corte poético.

    Un segundo fenómeno fundamental está representado por la centra-lidad atribuida en conformación de la profecía al momento histórico del exilio. En la medida que se ha ido creando lentamente también en este ámbito un consenso sobre el origen postexílico de los textos, al mismo tiempo este ha ido ganado en importancia como clave hermenéutica para comprender el origen, no de la profecía de Israel en general, sino de los textos de los libros proféticos que conocemos y sus opciones teo-lógicas. En esta medida es posible comprender y muchas veces volver a descodifi car categorías básicas de la teología profética, tales como: cas-tigo y culpa, salvación y restauración, conversión y retorno, fi delidad e idolatría, polémica contra la monarquía y el sacerdocio, intolerancia contra los extranjeros y universalismo, crítica social y denuncia cultual.

    Al igual que en otros ámbitos, también en este han ido ganando im-portancia los aportes provenientes de otras disciplinas, tales como la arqueología y los estudios comparados con la fi lología y cultura del An-tiguo Oriente30.

    6. Sabiduría

    Las nuevas impostaciones de la investigación ciertamente están generan-do un impacto en el área de los llamados escritos sapienciales y, al mismo tiempo, nos están llevando a una revaloración de la tradición sapiencial y de su aporte fundamental a la teología del AT31. En esta línea podemos enmarcar la afi rmación sobre la sapiencialidad de todo el AT, el cual como fruto de una tradición y de una actividad literaria representa, por lo tanto, el resultado de la labor paciente de los sabios de Israel32. En este sentido, toda forma de literatura, en Israel y en el mundo antiguo, es

    30 Al respecto véase, por ejemplo: M. Nissinen (with contributions by C. L. Seow – R. K. Ritner), Prophets and Prophecy of the Ancient Near East (Atlanta 2003).

    31 Cf. el trabajo fundamental de: J. L. Crenshaw, Old Testament Wisdom. An Intro-duction (Louisville 32010).

    32 Cf. P. R. Davies, Scribes and Schools, The Canonization of the Hebrew Scriptures (Louisville 1998).

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  • 21Tendencias actuales en los estudios del Antiguo Testamento. Desafíos y oportunidades

    sapiencial. Esta expansión del concepto de lo sapiencial ha traído como consecuencia, y a su vez se origina en la constatación de la presencia de textos de tipo sapiencial en el Pentateuco, la Historiografía y la Profecía, por mencionar las áreas más relevantes.

    Antes de esbozar algunos de estos es necesario tener presente que este campo no se trata de un corpus unitario: entre ellos encontramos literatura poética, cultual, de edifi cación. Esta naturaleza variada evi-dentemente llama a una aproximación a través de una pluralidad de formas. También es necesario tener presente que por lo general existen, como música de fondo, ciertos acentos de la literatura sapiencial que presuponen opciones más evidentes que el resto de la literatura del AT: como por ejemplo la infl uencia del tema de la diáspora en el librito que narra la historia de Ester.

    Aun considerando las grandes diferencias cualitativas existentes entre los textos de este corpus, ¿es posible defi nir algunos rasgos comunes entre ellos? A mi entender, y realizando una fuerte generalización, me parece que hoy es posible afi rmar que la literatura sapiencial tiene como elemento común una refl exión sobre el hombre y su lugar en el mundo. Este interés por el hombre y su entorno caracterizan fuertemente la menta-lidad sapiencial, determinando en ella una impostación marcadamente profana. Un buen ejemplo de esta perspectiva es la tan comentada, y a veces incómoda, profanidad, e incluso ateísmo del Cantar de los Cantares de Salomón.

    Entre las muchas aproximaciones novedosas al campo de los escritos sapienciales merece especial mención la hermenéutica feminista. Es en este campo donde es posible percibir un importante y original aporte de las temáticas relativas al rol de la mujer y de lo femenino, sobre todo desde el punto de vista de la conformación de un imaginario teológico33.

    7. Desafíos para la sistemática

    En realidad todo el presente estudio está concebido como un plantea-miento de desafíos a partir del estado actual de la investigación del AT. A partir de esta observación, es mi opinión particular, que se trata más bien de la labor de la teología sistemática la de esforzarse por extraer las

    33 Como por ejemplo el excelente estudio: C. V. Camp, Wise, Strange and Holy. The strange woman and the making of the Bible, JSOTSup 320 (Sheffi eld 2000).

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  • 22 Ignacio Chuecas

    consecuencias para su propia disciplina. Aun así, de entre los desafíos ya enunciados, por ejemplo, un tema que es necesario trabajar más por par-te de la teología sistemática, pero no solo desde un punto de vista teóri-co, sino que práctico, es el de la relación existente entre historia y teología.

    A continuación paso a enunciar simplemente un par de temas que me parecen son relevantes y que pueden servir de ejemplo de desafíos.

    El valor de la «teología narrativa»

    El cambio paradigmático en cuanto a la naturaleza literaria de los textos presenta, a mi modo de ver, una doble interpelación a nuestro modo de hacer teología.

    Por una parte exige incorporar los resultados de este tipo de inves-tigaciones y adecuarse a ellos: por ejemplo en relación a la naturaleza literaria de los textos proféticos.

    Por otra parte, y especialmente en el discurso de la teología sistemá-tica, que como su nombre lo dice es hija de la necesidad de sistematizar, en la línea de las formas de pensamiento imperantes en Occidente desde la antigüedad grecorromana, se hace imperativo el desafío de incluir una forma de desarrollar el pensamiento teológico desde una perspectiva que podríamos defi nir como teología narrativa. La praxis teológica de Jesús en los evangelios, muy de acorde con las tradiciones del AT, podría re-presentar una pista en esta dirección. Al mismo tiempo esta impostación narrativa o poética implica explorar y desarrollar el lugar que ocupa la expresión artística como vía teológica, como lo expresa el estudio clásico de Robert Alter: «The Art of Biblical Narrative».

    Origen de la religión de Israel

    La teología sistemática, en su afán por sistematizar, suele recurrir a es-quemas, muchas veces con una cierta tendencia fosilizante, para describir procesos y evoluciones. Un ejemplo de esto son las teorías que describen una evolución desde el politeísmo al monoteísmo en el antiguo Israel, muy utilizadas por la sistemática en el campo de la representación de la noción del Dios uno y sus orígenes.

    Una comparación de estas teorías con los datos emergentes del AT demuestra que aquellas tienden a ser un producto del imaginario de los teólogos y revelan no solo una noción ingenuamente evolucionista, sino

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  • 23Tendencias actuales en los estudios del Antiguo Testamento. Desafíos y oportunidades

    que un desconocimiento fundamental del AT como un conjunto de tex-tos generados en el marco de una situación bastante particular: con pos-terioridad al exilio, como sea que nos podamos imaginar a este, cuando el monoteísmo era una situación consagrada, al menos en los círculos que produjeron los textos y con una visión no solo abiertamente beligerante en relación a las religiones foráneas, sino que también con un altísimo grado de desconocimiento de ellas.

    El AT no representa tanto un testimonio de una evolución, sino que más bien una radiografía de una etapa determinada. Esta situación signi-fi ca, lamentablemente para algunos, que no conocemos a ciencia cierta los orígenes. Existen algunas pistas: como la existencia, evidenciada por la arqueología de una religiosidad de tipo popular en el Israel del Hierro II en la cual parecen convivir diferentes tradiciones religiosas34, una si-tuación que parece extenderse hasta entrado el periodo de la ocupación romana; y que, por otra parte, en la conformación del monoteísmo yah-vista jugó un papel principal la provincia de Judá, junto con su Templo y los grupos religiosos que lo componían.

    La precariedad de la teología

    Por lo tanto, cómo se realizó este paso del yahwismo primitivo al judaís-mo, simplemente no lo sabemos. Este no saber implica un último desafío que me gustaría mencionar: aceptar que existen fronteras para nuestra teología y asumir las consecuencias que estos límites nos imponen.

    En especial en el marco de nuestra actividad docente me parece esen-cial que reconozcamos con honestidad y sencillez que no tenemos todas las respuestas, que el quehacer teológico signifi ca muchas veces caminar a tientas, y que las respuestas que encontramos muchas veces generan mil incógnitas.

    34 Se puede consultar al respecto el polémico libro: W. G. Dever, Did God Have a Wife? Archeology and Folk Religion in Ancient Israel (Grand Rapids–Cambridge 2005).

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    Resumen: El presente artículo pretende hacer una presentación muy sucinta del es-tado actual de la investigación en el campo de los estudios del Antiguo Testamen-to. Al mismo tiempo, se intenta que esta introducción en la problemática actual sea accesible para un público que no necesariamente se ha especializado en la ma-teria, pero que sí maneja algunas categorías teológicas fundamentales, en especial desde la perspectiva de la teología sistemática. La exposición comienza haciendo referencia al cambio más importante en cuanto a la forma de enfrentar el estudio de los textos del Antiguo Testamento, haciendo también especial referencia al tema histórico. Más tarde se procede a hacer una presentación según los ámbitos más ca-racterísticos: Pentateuco, Obra Deuteronomista, Profetas y Escritos Sapienciales. Por último se concluye presentando algunos desafíos particulares en relación a la interacción de la teología veterotestamentaria y la sistemática.

    Palabras clave: Antiguo Testamento, investigación actual, historia, pentateuco, profetas, sapienciales, teología sistemática.

    Abstract: This article aims to briefl y present the current state of research in the fi eld of Old Testament studies. At the same time, the introduction to this issue is intended to be accessible to an audience who is not necessarily specialized in the fi eld, but who is knowledgeable in some fundamental theological categories, particularly from the perspective of systematic theology. The presentation begins by referring to the most important change in terms of the ways to face the study of Old Testament texts, also making special reference to the historical aspect. Further, it proceeds to make a presentation according to the most characteristic areas: Pentateuch, Deuteronomistic work, Prophets and Wisdom Writings. Finally, it concludes presenting some particular challenges in relation to the interaction of the Old Testament theology and systematic theology.

    Keywords: Old Testament, current research, history, pentateuch, prophets, wisdom, systematic theology.

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  • 25Teología y Vida, Vol. LIII (2012), 25-46

    Estudios bíblicos del NT:Panorama histórico e implicancias para la teología sistemática

    Fernando RamosFACULTAD DE TEOLOGÍA

    PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE

    1. Premisa

    El estudio de la Sagrada Escritura es una tarea que está permanentemen-te actualizándose y a su vez está abriendo nuevos horizontes y desafíos. Las características del Nuevo Testamento aportan ulteriores desafíos que contribuyen a la complejidad de este tipo de estudios. Por una parte, aunque en menor medida que el Antiguo Testamento, la pluralidad de autores plantea la pregunta sobre la homogeneidad de estos escritos. Por otra, los distintos géneros literarios, tales como evangelio, epístola, apo-calipsis y otros, también plantea interrogantes acerca de las semejanzas y diferencias literarias de estos textos.

    Para abordar, entonces, las implicancias que ofrecen los estudios neo-testamentarios a la teología sistemática, necesariamente hay que exponer algunos rasgos fundamentales de la exégesis en la actualidad. Al respecto, en esta presentación, dada la amplitud de estudios y perspectivas, habrá un énfasis en los evangelios, tanto en los sinópticos como en el de Juan. De esta forma, se comenzará con un esbozo de los caminos que ha tomado la exégesis en la historia de la Iglesia o, más bien, cómo los que han inten-tado comprender la Escritura lo han hecho en distintos momentos de la vida de la Iglesia, ya que los actuales paradigmas exegéticos se entienden a la luz de lo que se ha hecho en esta materia en el pasado. A continuación, se pondrá en evidencia cuáles han sido las características del método exe-gético que ha dominado la investigación en torno a los evangelios en el último siglo, para después pasar a exponer cuál es el paradigma exegético más difundido en la actualidad, para terminar con algunos desafíos que

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    se presentan actualmente a la teología en relación con los estudios del Nuevo Testamento. Este breve recorrido permitirá detectar que el modo de aproximación a los evangelios, de parte de los investigadores, está en íntima relación con los modos de pensar y vivir de los seres humanos en distintos momentos de la historia y con algunas vicisitudes que se verifi ca-ron en esos momentos, y que estas diversas aproximaciones de una u otra manera se relacionan con el quehacer teológico.

    2. Paradigmas exegéticos1 en la historia de la Iglesia

    Es importante situar esta pregunta al interior de la comunidad eclesial. Tal vez hubiera bastado titular esta parte solamente «paradigmas exe-géticos», pero el horizonte eclesial es sumamente relevante a la hora de preguntarse por qué se ha estudiado o se ha intentado comprender la Biblia, y en particular los evangelios, en los últimos dos mil años.

    2.1. Paradigma de los Padres de la Iglesia

    Los Padres de la Iglesia fueron verdaderos pioneros en la refl exión, de-bate, difusión y defensa de la fe en Jesucristo durante los primeros siglos cristianos, en los que muchas veces había una fuerte confusión. En ese contexto, el recurso a la Sagrada Escritura fue sumamente frecuente, ya que allí encontraban la fuente que animaba su refl exión para compren-der y explicitar principalmente el misterio de Cristo.

    Una vez que los textos neotestamentarios fueron considerados canó-nicos, proceso paulatino que requirió en algunos casos algo más de tiem-po que en otros, los Padres se acercaron frecuentemente a dichos textos, generando así una rica refl exión. Sin pretender exponer con detalle la exégesis de los Padres, ni las particularidades que las diversas escuelas exegéticas, como la alejandrina y la antioqueña, presentaron en aquel entonces, el modo de acercarse a la comprensión de la Escritura tuvo ciertos elementos comunes.

    1 En esta presentación se entiende por paradigma exegético a la perspectiva desde donde se intenta comprender el texto bíblico, lo cual implica un conjunto de pre-comprensiones acerca del texto y de las posibilidades que tiene el investigador para llegar a conocer el signifi cado o el contenido del mismo. Se distingue del método exegético, ya que este es más bien el conjunto de procedimientos científi cos de análisis literario para lograr una adecuada comprensión del texto. Un determinado paradigma exegético puede cristalizar en distintos métodos exegéticos.

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  • 27Estudios bíblicos del NT ...

    Para ellos, la Escritura era el lugar evidente desde donde argumenta-ron sus diversas posiciones. La exégesis era teología y la teología necesa-riamente era exegética. El pensar teológico muchas veces se planteó en términos polémicos, dada la proliferación de corrientes de pensamientos más o menos cristianos, paganos o judaizantes y, por consiguiente, el recurso a los textos sagrados se transformó en una fuente de inspira-ción para la necesaria argumentación en un ambiente marcado por la polémica.

    Tres principios fueron más o menos una constante en ese periodo2. En primer lugar, la comprensión de la Escritura debía tomar en cuenta que los textos tenían un sentido literal y también un sentido escondido. Evidentemente se tenía que partir tratando de explicitar el sentido literal que se percibía en el texto mismo, pero lo importante era llegar a su ver-dadero sentido, el que muchas veces permanece escondido en el texto. Para acceder a este sentido último, la alegoría o el simbolismo ofrece una gran ayuda, pues permite penetrar en el sentido escondido. Los Padres se dieron cuenta también que este paradigma, fundado solo en la alegoría, corría el riesgo de llegar a conclusiones divergentes, como de hecho ocurría, por ejemplo, en la polémica antignóstica3. Por este moti-vo, el primer principio debía ser iluminado por los otros dos, a saber, la regula fi dei y la analogia fi dei. La regula fi dei correspondía a la confesión de fe declarada en el bautismo y transmitida por tradición. En tanto, la analogia fi dei se basaba en el hecho de que la Biblia tiene un solo autor que es Dios, quien no se puede contradecir a sí mismo en el Antiguo y en el Nuevo Testamento; por consiguiente, hay una unidad coherente en toda la Escritura y en la verdades de la fe que encuentra su plenitud en la persona de Cristo, quien recapitula todo lo creado y lo increado.

    Desde esta perspectiva, los Padres de la Iglesia, cada uno con su pro-pia originalidad y con diversos matices, se transformaron en verdaderos comentaristas de la Biblia y esa era su teología.

    2 Cf. P. Grech, «Ermeneutica», en P. Rossano – G. Ravasi – A. Girlanda (eds.) Nuovo Dizionario di Teologia Biblica (Cinisello Balsamo 1988), 466-474.

    3 Así, por ejemplo, Ireneo en la confrontación contra los gnósticos percibió con cla-ridad la necesidad de recurrir a un criterio objetivo, externo a la Biblia, para que se constituyera en referente que condujera al origen apostólico de la fe, cf. Ireneo de Lyon, Adversus Haereses, I, 10,1.

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  • 28 Fernando Ramos

    2.2. Paradigma del Medievo4

    Durante la Edad Media hubo un fuerte acercamiento a la Escritura, dado el interés por tener una adecuada formación y, además, por la difusión de la lectio divina en los monasterios. En este contexto, se componen las catenae, verdaderas selecciones de textos patrísticos acerca diversos pasajes de la Biblia; célebre es, en este sentido, la catena aurea de Santo Tomás acerca de los cuatro evangelios.

    El paradigma exegético se basaba en la distinción establecida por Agustín acerca de los cuatro sentidos de la Escritura: 1) literal, 2) etio-lógico, 3) analógico, y 4) alegórico5. A través del tiempo, se dio origen a la conocida formulación latina: Littera gesta docet; quid credas allego-ria; moralis quid agas; quo tendas anagogia. Posteriormente, como una manera de simplifi car la percepción acerca de los distintos sentidos del texto bíblico, Santo Tomás afi rma que en realidad los sentidos son bási-camente dos: litteralis y spiritualis; el primer signifi cado de un término corresponde al sentido histórico o literal, mientras que el sentido espiri-tual, que ha de basarse en el literal, corresponde al signifi cado de otros aspectos que se expresan a través del término6.

    No obstante el énfasis de Santo Tomás en la importancia del sentido literal, la exégesis medieval tuvo una fuerte tendencia a la alegorización y esta tendencia dominó buena parte de los escritos acerca de la Biblia. Además, durante este periodo prácticamente se dio inicio al fenómeno de la separación entre exégesis y teología, de manera que ambas discipli-nas comenzaron a seguir vías paralelas.

    2.3. Paradigmas de Lutero y de Trento

    La irrupción de Lutero en la historia trajo enormes consecuencias no solo para la vida de la Iglesia, sino también para la teología y la exégesis.

    4 Cf. P. Grech, «Ermeneutica», 474.5 Cf. Agustín, De utilitate credendi, 3. En una línea similar, se sitúa Juan Casiano

    († hacia 435), quien también formula cuatro sentidos: 1) histórico o literal, 2) ale-górico o cristológico, 3) tropológico, moral o antropológico, y 4) anagógico o es-catológico, cf. R.E. Brown – S.M. Schneiders, «Hermenéutica», en R.E. Brown – J.A. Fitzmyer – R.E. Murphy (eds.), Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo, II (Estella 2004), 840.

    6 Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I, 1, 10.

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    En oposición al modo escolástico de hacer teología y a la autoridad que se les concedía a los Padres de la Iglesia en la interpretación de los textos bíblicos, Lutero apela para que la sola Scriptura esté al centro de la Iglesia y de la experiencia cristiana, de manera que la Biblia sea intérprete de sí misma. Esta postura era coherente con su propuesta de justifi cación por la fe a través de Jesucristo. Su legado no se enmarcó tanto dentro de la exégesis cuanto al interior de la teología y de la actividad como traductor de la Biblia al alemán, pero desde el momento que pone la Palabra, y solo la Palabra, al centro de la experiencia religiosa, de hecho produjo en el ámbito protestante el abandono de la regula fi dei como criterio de validación de la interpretación bíblica. Ya no es la Iglesia la que auten-tifi ca la Biblia, sino la Biblia la que autentifi ca la Iglesia, y, para que se verifi que esta afi rmación, necesariamente el sentido literal debe ser el único aceptado7. De esta forma, se rompe uno de los criterios herme-néuticos que había permanecido intocado en los anteriores paradigmas exegéticos.

    La respuesta de la Iglesia católica no se dejó esperar. El Concilio de Trento, en la sesión IV del 8 de abril de 1546, no solo defi ne dogmáti-camente cuáles han de ser considerados libros canónicos y sagrados, sino también reafi rma el principio interpretativo en cuanto que la compren-sión del texto bíblico ha de hacerse en concordancia con la regula fi dei; nadie puede, en materia de fe y costumbres, hacer una interpretación privada contra el sentido que mantiene la Iglesia y el consenso unánime de los Padres8. Este principio permanecerá con su valor normativo en los siglos siguientes y orientará el trabajo exegético en el ámbito católico, en tanto que la exégesis protestante seguirá su propio camino al margen de cualquier condicionamiento exógeno.

    Entrando en el s. XVII un segundo problema se presenta en el ho-rizonte cultural europeo que traerá consecuencias importantes para el estudio de la Biblia. Se trata de la nueva visión científi ca del mundo que encuentra en el caso Galileo Galilei su primer ejemplo dramático. Las observaciones de Galileo, siguiendo lo que Copérnico había señalado antes, pondrán sobre el tapete las preguntas acerca de la verdad de la Biblia y la verdad sobre el cosmos que propone el método científi co. Galileo advirtió este problema y propuso distinguir entre las verdades

    7 Cf. P. Grech, «Ermeneutica», 474-475.8 Cf. Enchiridion Biblicum, 57-60, 62.

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    relativas a la fe y costumbres, en las que la Biblia no puede errar, de las verdades referidas al mundo natural, sobre las que la Sagrada Escritura transmite en lenguaje común aspectos que el conocimiento científi co puede contradecir en un momento determinado. En consecuencia a lo determinado en el Concilio de Trento, la censura del Santo Ofi cio de febrero de 1616 declara herética la afi rmación del heliocentrismo y de hecho no acepta la distinción propuesta por Galileo9. Este confl icto deja entrever lo que se vendrá después con el paradigma racionalista.

    2.4. Paradigma racionalista

    Los ss. XVII, XVIII y XIX fueron de gran actividad en torno a la Bi-blia en general y los evangelios en particular. Se considera que ha sido B. Spinoza (1632-1677) quien ha iniciado el movimiento racionalista; identifi ca a Dios con la naturaleza y el mundo, excluyendo que sea un Dios personal, sino más bien el impersonal orden geométrico que dirige el universo10. Erige la razón humana como el único criterio de compren-sión válido y considera que cualquier realidad que escape al ámbito de lo racional no tiene posibilidad de existencia11.

    Los postulados exegéticos de Spinoza causaron gran impacto. En el s. XVIII varios exégetas comienzan a estudiar la Escritura desde esta perspectiva, dando a luz propiamente el racionalismo en el ámbito exe-gético. Se trata de «la exclusión total o parcial de todo hecho o doctrina que no entra en los esquemas de la razón humana. Es el caso de los mi-lagros, de las teofanías, de la encarnación, del nacimiento virginal y de la resurrección»12. Evidentemente aquí se produce un punto de infl exión en los paradigmas exegéticos utilizados anteriormente en la Iglesia.

    Los espacios abiertos y las conclusiones obtenidas por la puesta en práctica de esta nueva perspectiva no se dejaron esperar. En primer lu-gar, hubo un gran interés por reconstruir críticamente el texto bíblico. En el NT, J.J. Wettstein (1693-1754) da inicio a la moderna crítica textual con su edición crítica entre 1751-1754. Le siguen los trabajos

    9 Cf. M. Pesce, «Dalla enciclica bíblica di Leone XIII Providentissimus Deus (1893) a quella di Pio XII Divino Affl ante Spiritu (1943)» en AA. VV., Cento anni di cam-mino bíblico (Milano 1995) 41-44.

    10 Cf. P. Grech, «Ermeneutica», 476-477.11 Cf. B. Spinoza, Tractatus theologico-politicus, VII.12 P. Grech, «Ermeneutica», 477.

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    de J.J. Griesbach (1745-1812), quien acuñó el término sinópticos para referirse a los tres primeros evangelios, K, Lachmann (1795-1851), C. von Tischendorf (1815-1874), B.F. Westcott (1825-1901) y J.A. Hort (1828-1892).

    Sin embargo, en donde más da que hablar este nuevo paradigma es en el campo de la cristología. El primer aporte en esta línea es el de Reimarus, cuya obra fue publicada póstumamente; señala que Jesús no hizo milagros y que solo predicó el Reino de Dios; al fi nal sus discípu-los, a través de un astuto engaño, convencieron a sus contemporáneos que Jesús había resucitado, dando inicio así al cristianismo, cosa que no estaba en la mente de Jesús13. Después siguen varios otros intentos para explicar la vida de Jesús en clave racionalista, como la escuela de Tübingen, donde destacan D.F. Strauss, afi rmando que cuanto se narra en los evangelios está impregnado de mito helénico14, y Baur quien pone en discusión, por ejemplo, el origen apostólico del cuarto evangelio, fechándolo hacia el año 170, y por eso carente de todo valor histórico15.

    De esta forma, el racionalismo dio origen a una gran cantidad de estudios bíblicos que fueron paulatinamente derribando muchas de las creencias sostenidas con respecto a los evangelios y los otros libros de la Escritura. No obstante los indiscutibles aportes que entregaron al cono-cimiento bíblico, entre los cuales el método exegético histórico-crítico, fue en defi nitiva un proceso de desacralización de la Sagrada Escritura. Por esta razón, los exégetas católicos seguían con interés y preocupación los estudios de sus colegas protestantes.

    2.5. Mutación del paradigma católico

    Desde fi nes del s. XIX el paradigma exegético del ámbito católico sufrió una interesante mutación, la que es posible advertir por medio de algu-nas intervenciones del magisterio pontifi cio. Sin pretender entregar una visión exhaustiva de este periodo, son básicamente tres las intervencio-nes en este tema, las que incidieron de manera signifi cativa en el modo de hacer exégesis:

    13 Cf. P. Grech, «Ermeneutica», 477.14 Cf. D.F. Strauss, Das Leben Jesu, kritisch bearbeitet, I-II (Tübingen 1835),1836.15 Cf. F.C. Baur, Kritische Untersuchungen über die kanonischen Evangelien, ihr Ver-

    hältnis zueinander, ihr Charakter und Ursprung (Tübingen 1847).

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    1) León XIII, encíclica Providentissimus Deus (1893): Publicada justo en el momento en que arreciaba el racionalismo de la exégesis liberal y, desde esa perspectiva, se criticaba fuertemente la interpretación católica de la Biblia. Contra lo que podría haber sucedido, la encíclica no pro-pugnó un atrincheramiento frente al racionalismo, sino que más bien, apreciando el fl orecimiento de los estudios bíblicos de ese tipo, promue-ve vivamente el incentivo de la investigación en el campo bíblico. Sin embargo, continúa a pensar que el acceso a la Escritura es funcional a un sistema teológico, de corte neoescolástico, y, por eso, ha de ser usada para argumentar adecuadamente16. Finalmente, introduce una innova-ción con respecto a la exégesis que se estaba usando hasta ese momento entre los católicos al establecer algunos principios que han de regir la relación entre ciencia y teología en temáticas presentes en la Escritura, asumiendo en cierta forma cuanto había señalado Galileo en el s. XVI17. No obstante los buenos deseos de este documento, la polémica antimo-dernista que se produjo en las décadas siguientes, prácticamente paralizó la investigación histórica en el ámbito católico.

    2) Pío XII, encíclica Divino Affl ante Spiritu (1943): En un contexto totalmente distinto al anterior, esta encíclica da el paso decisivo para que la crítica histórica sea utilizada por los exégetas católicos. La motivación para tal toma de posición de parte del Papa se circunscribe en el cuestio-namiento cada vez más fuerte que se estaba levantando contra no pocos estudiosos católicos que de hecho estaban utilizando este tipo de estu-dios. Era el llamado cuestionamiento espiritualista que veía con temor el avance de la exégesis histórico-crítica en la Iglesia18. La encíclica afi rma

    16 Llama la atención que la Providentissimus Deus plantea que la teología debe utilizar la Sagrada Escritura y que esta ha de ser casi el alma de la teología, cf. Enchiridion Biblicum, 114. Más tarde, en el Concilio Vaticano II, ya no se habla de utilización de la Sagrada Escritura, sino que la teología se apoya en la Escritura, porque con-tiene la palabra de Dios, y, por eso, debe ser el alma de la teología, cf. Concilio ecuménico Vaticano II, Constitución dogmática Dei Verbum sobre la divina revela-ción, 24.

    17 Cf. Enchiridion Biblicum, 120-122 y M. Pesce, «Dalla enciclica bíblica di Leo-ne XIII Providentissimus Deus (1893) a quella di Pio XII Divino Affl ante Spiritu (1943)», 48-53.

    18 De hecho, en 1941 la Pontifi cia Comisión Bíblica dirigió una carta al episcopado italiano poniendo en evidencia los injustos ataques que se expresan en un opúsculo anónimo de amplia difusión contra el estudio científi co de la Sagrada Escritura. Este escrito constituye el primer documento de aceptación del método histórico

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    que el punto de partida del estudio bíblico es el mismo texto; de aquí, entonces, le asigna un valor indiscutido a la crítica textual de los escritos originales19. Enseguida, sostiene que la tarea suprema del exégeta es ha-llar y exponer el verdadero sentido de los textos de la Escritura, es decir, el sentido literal, de manera que aparezca claramente cuál es la mente o la intención del autor20; para mejor comprensión del sentido literal, la encíclica anima incluso a tomar en consideración los géneros literarios empleados por los hagiógrafos21. Asimismo exhorta a los exégetas a no olvidar el sentido espiritual de los textos sagrados, ya que su labor no se puede reducir solo a la exposición histórica, fi lológica o arqueológica de cuanto se narra en la Biblia22. Es difícil describir en pocas líneas el positivo impacto que produjo esta encíclica, especialmente en los círcu-los de estudiosos de la Biblia, ya que por primera vez se daba carta de ciudadanía católica a la aproximación histórico-crítica de la Escritura23.

    3) Pontifi cia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993): A 100 años de la Providentissimus Deus y a 50 de la Divino Affl ante Spiritu, la Pontifi cia Comisión Bíblica publica un documento que también ha sido muy relevante con respecto a los paradigmas exegé-ticos aplicados por los estudiosos de la Biblia. El contexto nuevamente ha cambiado; ahora la amenaza proviene de la llamada lectura fundamen-talista de la Escritura. Para el documento, «la lectura fundamentalista parte del principio de que, siendo la Biblia Palabra de Dios inspirada y exenta de error, debe ser leída e interpretada literalmente en todos sus detalles. Por “interpretación literal” entiende una interpretación prima-ria, literalista, es decir, que excluye todo esfuerzo de comprensión de la Biblia que tenga en cuenta su crecimiento histórico y su desarrollo. Se

    crítico y será la base para que dos años después se escriba la Divino Affl ante Spiritu por los 50 años de la Providentissimus Deus. Cf. Enchiridion Biblicum, 522-533.

    19 Cf. Enchiridion Biblicum, 548.20 Cf. Enchiridion Biblicum, 550-551.21 Cf. Enchiridion Biblicum, 558-560.22 Cf. Enchiridion Biblicum, 552-553.23 Algunos años después hubo otras intervenciones pontifi cias que siguieron esta mis-

    ma línea y llevaron a plenitud lo expuesto en la Divino Affl ante Spiritu; es el caso de la Instrucción de la Pontifi cia Comisión Bíblica Sancta Mater Ecclesia sobre la verdad histórica de los Evangelios (1964), cf. Enchiridion Biblicum, 644-659, y la Constitución dogmática Dei Verbum sobre la divina revelación del Concilio Vatica-no II (1965).

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    opone, pues, al empleo del método histórico-crítico, así como de todo otro método científi co para la interpretación de la Escritura. [...] El pro-blema de base de esta lectura fundamentalista es que, rechazando tener en cuenta el carácter histórico de la revelación bíblica, se vuelve incapaz de aceptar plenamente la verdad de la Encarnación misma. [...] Rechaza admitir que la Palabra de Dios inspirada se ha expresado en lenguaje humano y que ha sido escrita, bajo la inspiración divina, por autores humanos, cuyas capacidades y posibilidades eran limitadas»24. La res-puesta presentada en este documento a este tipo de lectura es en dos direcciones. Por una parte, reafi rma el valor e importancia del método histórico-crítico en el estudio científi co de la Sagrada Escritura, llegan-do a afi rmar que es el método indispensable para entender el sentido de los textos antiguos25; incluso, insiste en el valor primordial del sentido literal de los textos, pero no olvida el sentido espiritual y afi rma la posi-bilidad del sentido pleno (sensus plenior)26. Por otra, y he aquí su aporte más signifi cativo para el tema que nos ocupa, presenta un interesante análisis de los nuevos métodos y acercamientos para el estudio bíblico, casi todos ellos dentro del paradigma exegético sincrónico. Llama positi-vamente la atención el esfuerzo del documento para poner en evidencia tanto los aportes signifi cativos que cada método y acercamiento hace al estudio bíblico, así como también sus posibles limitaciones27. La única aproximación considerada totalmente inapropiada es justamente la lec-tura fundamentalista.

    Teniendo en cuenta este panorama de los distintos paradigmas exe-géticos en la historia de la Iglesia, que ciertamente debería ser com-plementado y matizado en muchos aspectos, se puede advertir un hilo conductor que no siempre ha tenido un solo componente, sino que a veces distintos de estos han seguido vías paralelas. Por prácticamente 15 siglos la exégesis buscó la comprensión de los textos bíblicos apoyándose

    24 Enchiridion Biblicum, 1381 y 1384.25 Al respecto señala: «El método histórico-crítico es el método indispensable para

    el estudio científi co del sentido de los textos antiguos. Puesto que la Sagrada Es-critura, en cuanto “Palabra de Dios en lenguaje humano”, ha sido compuesta por autores humanos en todas sus partes y todas sus fuentes, su justa comprensión no solamente se admite como legítima, sino que requiere la utilización de este méto-do», Enchiridion Biblicum, 1275.

    26 Cf. Enchiridion Biblicum, 1402-1422.27 Cf. Enchiridion Biblicum, 1291-1390.

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    de manera más o menos explícita en la regula fi dei y la analogia fi dei. La irrupción de Lutero trajo como consecuencia, entre otras cosas, el aban-dono de la regula fi dei, es decir, sacó al estudio bíblico de su matriz ecle-sial, con todo lo que esto podía implicar. Más adelante, el racionalismo produce una nueva escisión en el paradigma exegético, pues desvincula el estudio bíblico de la fe, dando inicio así a los estudios considerados científi cos; en cierta forma, se pierde la analogia fi dei. Paralelamente muchos exégetas seguían otras vías, tratando de sobrevivir dentro de los paradigmas anteriores, pero una teología de corte neoescolástico, orien-tada a usar la Escritura más que a estudiarla o a comprenderla, de una u otra forma y, tal vez sin pretenderlo, fue asfi xiando las posibilidades de un auténtico estudio bíblico. La convergencia bíblica parecía que se iba a producir a mitad del s. XX, pues el método histórico-crítico a partir de ese momento era universalmente aceptado y abría, entonces, enormes posibilidades de solución a las grandes interrogantes que se planteaban en el campo bíblico. Sin embargo, algunas décadas después un nuevo paradigma parece imponerse entre los estudiosos de la Biblia, que se expresa en los métodos sincrónicos de distinto signo. Una breve mirada al método histórico-crítico, especialmente aplicado a los evangelios, ayu-dará a captar qué ha ocurrido en estos últimos años.

    3. El método histórico-crítico

    Este método se fue estructurando paulatinamente, a partir de las pre-guntas que se fueron planteando en el ámbito científi co con respecto al texto bíblico. A riesgo de simplifi carlo, sigue más o menos las siguientes etapas, especialmente en los evangelios:

    a) Crítica textual: a partir del s. XVI comienza el interés, especial-mente entre los protestantes, de hacer traducciones de la Biblia desde los textos originales. Surge así la edición griega del NT llamada textus receptus. Por varios siglos fue el texto de referencia, pero con la prolife-ración de investigaciones arqueológicas desde el s. XIX comenzaron a descubrirse una gran cantidad de papiros y códices del NT. Naturalmen-te el textus receptus, basado en pocos testigos, comienza a ser revisado, aparecen las ediciones críticas del NT y la crítica textual se afi anza como disciplina científi ca que pretende determinar cuál eran los términos que componían el texto original. Sus aportes han sido muy signifi cativos para clarifi car muchas dudas textuales. Actualmente, en lo que respecta

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    al NT, tenemos dos ediciones críticas que coinciden entre sí en el texto, pero son distintas en sus respectivos aparatos críticos28.

    Si bien es cierto que la crítica textual ha resuelto muchas dudas, que-dan todavía algunas por clarifi car. Por ejemplo, Jn 20,31 dice: «Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre». En castellano pareciera decir que el evangelio ha sido escrito para suscitar la fe en el lector. Sin em-bargo, viendo el texto griego de una edición crítica ese «para que creáis» es la traducción de ἵνα πιστεύ[σ]ητε, es decir, puede ser πιστεύσητε o πιστεύητε. El primero es aoristo subjuntivo y el segundo es presente subjuntivo. Ambas lecturas están adecuadamente atestiguadas. ¿Qué importancia tiene esto? Dependiendo de la lectura que se adopte, se podrá entender cuál es la fi nalidad del cuarto evangelio. Si se acepta la primera, se trataría de un aoristo ingresivo, es decir, señala el momento en el que se ingresa a un nuevo estado, en este caso la fe; por eso el evangelio de Juan tendría una fi nalidad misionera: suscitar la fe. En cambio, si se adopta la segunda versión, sintácticamente se estaría hablando de una situación que se está desarrollando en el tiempo, que no se inicia ni se acaba en ese momento; por consiguiente, el cuarto evangelio estaría destinado a incrementar y profundizar la fe y no a suscitarla; tendría una fi nalidad catequética. La discusión está abierta y la crítica textual no la ha podido resolver29.

    b) Crítica de las fuentes: Esta fue una de las primeras preocupacio-nes del análisis crítico. La simple comparación de los tres evangelios sinópticos dejaba entrever claramente que hay grandes semejanzas y no pocas diferencias entre ellos. La tarea de la crítica de las fuentes fue, entonces, dar una explicación plausible de esta constatación. Con no pocos detractores fi nalmente se impuso la hipótesis de las dos fuentes, que afi rma la prioridad de Mc delante de los dos evangelios y una de-pendencia indirecta entre Mt y Lc que pasa por la denominada fuente

    28 Cf. B. Aland – K. Aland – J. Karavidopoulos – C.M. Martini – B.M. Metz-ger (eds.), The Greek New Testament (Stuttgart 41993) y E. Nestle – K. Aland, ed., Novum Testamentum Graece. Apparatum criticum novis curis elaboraverunt Bar-bara et Kurt Aland una cum Instituto Studiorum textus Novi Testamenti Monasterii Westphaliae (Stuttgart 271993).

    29 Cf. B. M. Metzger, A Textual Commentary on the Greek New Testament (Stuttgart 21994) 219-220.

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    Q30. Esta hipótesis explica buena parte de las preguntas planteadas por la comparación de los sinópticos entre sí, pero abrió otras interrogantes signifi cativas, como, por ejemplo, ¿por qué el evangelio de Mt sigue al de Mc, en circunstancias que Mateo habría sido un apóstol y Marcos no? En todo caso, con esta metodología comienza a ser evidente para los investigadores que los evangelios tienen una historia y que no fueron escritos de memoria por alguien en unas pocas horas de escritura. De-trás de cada evangelio hay fuentes, tal vez escritas, que están aportando abundante material para la elaboración de los textos.

    Con respecto al cuarto evangelio, la crítica de las fuentes se ha vis-to menos exitosa, probablemente porque no tiene un texto similar con quien compararse, como es el caso de los sinópticos. Empero, varias hipótesis se han presentado para explicar el origen de Jn. Célebre es la propuesta de Bultmann, que marcó una tendencia imposible de evitar en casi toda la segunda mitad del s. XX31. Según este autor, el cuarto evangelio tuvo tres fuentes: la fuente de los signos, la fuente de los dis-cursos de revelación y la fuente del relato de la pasión. La que gozó de mayor aceptación fue la fuente de los signos, semeia quelle; habría sido una fuente que narraba los 7 milagros descritos en el cuarto evangelio, pero presentarían una imagen de Jesús impregnada del mito griego del qei/oj avnh,r, capaz de realizar milagros; la fuente presentaría a Jesús como alguien capaz de hacer estos milagros, porque sería una prueba con-vincente para los destinatarios, quienes estarían impregnados de dicha concepción32. Con los aportes de varios exégetas, tales como Martyn,

    30 Los inicios de esta hipótesis se encuentran en la exégesis alemana del s. XIX en autores tales como Lachmann, Weisse, Wilke. Holtzmann es quien enuncia los principios de esta hipótesis, cf. H.J. Holzmann, Die synoptischen Evangelien. Ihr Ursprung und geschichtlicher Charakter (Leipzig 1863). Sin embargo, son los exé-getas ingleses quienes logran formularla en su versión depurada y más conocida, con una interesante variación propuesta por B.H. Streeter, The Four Gospels. A Study of Origins Treating of the Manuscript Tradition, Sources, Authorship & Dates (London 1924).

    31 Planteamiento presentado por este autor no de manera sistemática en su comenta-rio al cuarto evangelio, cf. R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes (Göttingen 1941).

    32 Cf. W. Nicol , The Semeia in the Fourth Gospel: Tradition and Redaction (Leiden 1972), 48. Posteriormente, Van Belle, después de un exhaustivo análisis de todo cuanto se ha escrito acerca de esta hipótesis de Bultmann, concluye que no es una hipótesis necesaria para estudiar el cuarto evangelio, cf. G. van Belle, The Signs

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    Brown y más recientemente Vidal, la atención cambió desde las even-tuales fuentes del evangelio a la evolución que podría haber tenido el texto al interior de la comunidad joánica en consonancia a los distintos momentos históricos que tuvo que vivir esta comunidad en el transcurso del s. I33. El desplazamiento del interés hacia la actividad de las comuni-dades que han dado origen a los evangelios es lo que dio pie, entre otras cosas, a la siguiente etapa del método.

    c) Crítica de las formas: Más conocida por su formulación en alemán: Formgeschichte34. Aquí es donde el método hace los aportes más sustan-ciales y controvertidos. Su punto de arranque es el intento de superar el punto de llegada de la crítica de las fuentes; ya no basta con saber qué texto es fuente de qué, sino más bien intentar descubrir o reconstruir la misma actividad de Jesús, qué hizo y qué dijo el Jesús histórico, a través del estudio del periodo prerredaccional de la comunidad pospascual. Estos estudios demostraron la importancia de las comunidades cristia-nas que transmitieron los recuerdos de Jesús a partir de sus necesidades vitales (Sitz im Leben) y que de una u otra forma los fueron modifi can-do, por una parte, desde su convicción en la resurrección de Jesús y, por otra, desde las reglas habituales que se dan en la transmisión de una tra-dición dentro de una comunidad. Desde esta perspectiva, la crítica de las formas ve la necesidad de profundizar en los géneros literarios presentes en los evangelios, ya que son la forma habitual mediante la cual las co-munidades fueron transmitiendo y modifi cando sus recuerdos de Jesús. El género literario permite percibir cuáles son los acentos existentes en el texto. Junto con eso, para el método es fundamental identifi car los estratos redaccionales del texto, ya que de esta forma se puede acceder a la actividad literaria de la comunidad en distintos momentos prerredac-cionales con el objeto de acercarse lo más posible al hecho Jesús.

    Source in the Fourth Gospel. Historical Survey and Critical Evaluation of the Semeia Hypothesis (Leuven 1994), 376.

    33 Cf. J.L. Martyn, History and Theology in the Fourth Gospel, Abingdon (Nashville 21979); R.E. Brown, La comunidad del discípulo amado. Estudio de la eclesiología juánica (Salamanca 1983); S. Vidal, Los escritos originales de la comunidad del dis-cípulo “amigo” de Jesús (Salamanca 1997).

    34 Los autores clásicos de la crítica de las formas son M. Dibelius, Die Formgeschichte des Evangeliums (Tübingen 1919) y R. Bultmann, Die Geschichte der synoptischen Tradition (Götingen 1921).

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    La contribución de este tipo de análisis ha sido enorme; baste recor-dar, por ejemplo, la discusión en torno a la interpretación alegórica de las parábolas que inició Jülicher35 y que continuó Jeremias36. No obstan-te sus aportes, algunos presupuestos metodológicos de la crítica de las formas han suscitado una gran controversia. En primer lugar, el método parte de la base que los autores de los evangelios son meros compila-dores, pues ellos ponen en el texto lo que han recibido de la tradición. En segundo lugar, la actividad de la comunidad es quien da origen a la tradición; su acción modela y modifi ca los recuerdos de tal forma que no es posible llegar al Jesús histórico; entre el texto y los acontecimien-tos históricos hay un velo puesto por la tradición que prácticamente es imposible traspasar. En tercer lugar, la excesiva preocupación por el momento tradicional condujo de hecho a una especie de abandono del texto en su forma fi nal, tal como lo conocemos, de manera que se co-menzó a prestar más atención en las hipotéticas reconstrucciones de los exégetas que en el texto mismo de los evangelios. Evidentemente estas perspectivas plantearon una serie de preguntas a los evangelios, especial-mente en relación a su historicidad e inerrancia. Estas preguntas, junto al hecho de una cierta saturación por este tipo de análisis, permitió el advenimiento de la siguiente etapa.

    d) Crítica de la redacción: también conocida como Redaktionsgeschich-te. En la segunda mitad del s. XX comienza una revaloración de la acti-vidad literaria de los autores de los evangelios, pues se advierte que ellos no fueron solo compiladores sino verdaderos teólogos que plasmaron su comprensión en la redacción de estos textos. En un primer momento, se siguió con la tendencia de distinguir los estratos redaccionales del texto, dejando atrás todo aquello que pudiera provenir de la tradición y centrando la atención en los marcos redaccionales que provendrían de la mano del autor de los evangelios. A poco andar se optó por conside-rar que en realidad todo el evangelio podría ser obra del autor, aunque haya recibido importante material reelaborado en el periodo tradicional. Si el autor escribe su obra, hace suyo cuanto ha recibido de otros. De esta forma, la crítica de la redacción pone la atención en descubrir la estructura del texto, la teología del evangelio y los condicionamientos

    35 Cf. A. Jülicher, Die Gleichnisreden Jesu, I (Tübingen 21899), 203-322.36 Cf. J. Jeremias, Las parábolas de Jesús (Estella 1984), 29-142.

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    socioculturales de la comunidad desde donde surge el texto y a quien en defi nitiva ha sido destinado37.

    Los aportes de esta nueva aproximación a los evangelios han sido indiscutibles, ya que parecía que se volvía a reconstituir la unidad del texto, después de la avasalladora exégesis diseccionante de la crítica de las formas. Rápidamente se publicaron importantes obras en las que se presentaba el enfoque teológico de cada uno de los autores de los evan-gelios, poniendo de relieve la originalidad y genialidad de cada uno de ellos para entender especialmente el misterio en torno a la persona de Jesús38. Uno de los aspectos más trabajados por esta nueva perspectiva es el concepto de verdad de los textos de los evangelios. La crítica de las formas buscó llegar a las ipsissima verba Iesu, sin obtener resultados satis-factorios; en cambio, la crítica de la redacción enfatiza en el hecho que la verdad de los evangelios es