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© Publicaciones ABC y Cooperativa de Ahorro y Crédito Jesús Obrero 2019

Editor: Adolfo López FerrerRealización de Portada: Holly Chen CruzMontaje Digital: Rafael A. Carrasquillo

RECONOCIMIENTOExpresamos nuestro más profundo agradecimiento a todos los que han colaborado en la realización de esta publicación. Es particular-mente significativa la aportación tierna y amable de la Hna. Leonor Villalobos compartiendo sus vivencias junto a Monseñor Parrilla. De igual modo El despertar en Monseñor Antulio Parrilla Bonilla, el formidable ensayo de la Dra. Grisell Reyes Núñez enriquece es-tas páginas. Finalmente, apreciamos sinceramente la generosidad, el apoyo y la contribución del Dr. Miguel Santiago Santana que nos permitió reproducir su trabajo Monseñor Antulio Parrilla Bo-nilla, SJ: su pensamiento y su praxis en pro del Cooperativismo. El ensayo es parte de su enjundioso libro Antulio Parrilla Bonilla, obispo y profeta de Puerto Rico, 2E, Río Piedras, Publicaciones Gaviota, 2018, fundamental en la producción de esta publicación.

Aurelio Arroyo González, MBAPresidente EjecutivoCooperativa de Ahorro y Crédito Jesús Obrero

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Honrar, honra...

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La Cooperativa Jesús Obrero ofrece a la comunidad de sus socios-dueños esta breve y sencilla publicación para honrar la memoria del obispo Antulio Parrilla Bonilla. Nos honra

reconocer a Monseñor Parrilla, un extraordinario hombre de Fé y de acción, auténtico cooperativista, que contribuyó significamente a la fundación de la Cooperativa Jesús Obrero.

Reseñamos aquí la vida excepcional de este gran ser humano destacando su sencillez, su humildad y su amor al prójimo, máxima expresión de su fe religiosa. Comprometido profundamente con Je-sucristo y con la Doctrina Social de la Iglesia Católica, luchó incan-sablemente contra la injusticia, la desigualdad social y económica y la marginación a favor de los pobres y de los desposeídos. Abrazó el cooperativismo y ayudó a difundirlo por todo Puerto Rico por considerarlo un instrumento de movilidad social y económica para los trabajadores, justo y sin afán de lucro. Por entender que la causa principal de la pobreza y otros males sociales era la condición polí-tica de Puerto Rico como una colonia de los Estados Unidos desde 1898, Parrilla dedicó grandes esfuerzos a luchar por la independencia de Puerto Rico. Lo hizo participando en diversas manifestaciones: piquetes, marchas, discursos, escritos, misas y actos ecuménicos…siempre practicando los principios de la desobediencia civil y de la resistencia pacífica como lo hicieron, Gandhi y el reverendo Martin Luther King… Sufrió persecución política y religiosa… fue también

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arrestado y encarcelado… siempre exponiendo su otra mejilla.Tuvo una vida plena que concluyó a los 75 años, con genuina entre-ga y devoción a la práctica constante de su Fé… a todo lo que amó y a todos los que sirvió con pasión: a Jesucristo, al Cooperativismo, a su Gente y a su Patria.

Como tributo a la conmemoración de su centenario, 1919-2019, llevemos en estas páginas y en nuestros recuerdos al obispo... ANTULIO PARRILLA BONILLA en nuestra memoria.

Adolfo R. López FerrerEditor

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La solidaridad es uno de los valores del Cooperativismo y se expresa del modo siguiente: “no se trata de hacer caridad, beneficiencia o filantropía; es la solidaridad entendida

como la disposición para compartir lo que tenemos, no lo que nos sobra. Es el dar y recibir la autoayuda a través de la asociación lo cual genera el derecho a ser ayudado y la obligación de servir a los demás”. Este valor supremo se encarna ejemplarmente en la vida extraordinaria de Antulio Parrilla Bonilla, que en su práctica es la realización de la máxima cristiana “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. La trayectoria vital de Antulio Parrilla Bonilla, ciudada-no puertorriqueño excepcional, reflejó igualmente todos los valores esenciales del Cooperativismo. Son consecuentes con su fidelidad al Evangelio de Jesucristo, el propósito fundamental que lo guia.

Un recuento breve de la vida del Obispo Parrilla nos lleva a San Lorenzo, pueblo que lo vió nacer, el 6 de enero de 1919. Creció en una familia extendida de 15 hermanos, tres del primer matrimonio de su padre viudo y varios hermanos menores de su madre Agustina Bonilla López. Su padre Pedro Bonilla Montañez era comerciante y servidor público municipal. Su padre, que también era Masón y su madre bautizaron todos sus hijos en la Iglesia Católica pero no seguían esa práctica religiosa. Era un hogar de valores cristianos

Monseñor AntulioParrilla Bonilla, SJ

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donde se practicaba el espiritismo científico y había un ambiente de tolerancia y espacio para disentir. Esa formación liberal y ecu-ménica propició que Antulio, Pedro, Sara y Margarita optaran por la vida reliogiosa. Antulio como sacerdote y Sara como monja en la fé católica, mientras Pedro y Margarita se hicieron pastores pro-testantes.

Antulio hizo su escuela elemental (primero a octavo grado) en la escuela pública de San Lorenzo y completó el nivel superior en la Escuela José Gautier Benítez de Caguas (en San Lorenzo, como en muchos otros pueblos de la época no había escuela supe-rior). Deseaba continuar estudios en la Universidad de Puerto Rico pero no fue posible y trabajó pesando caña en las zafras de 1936 a 1939. Emigró brevemente a Nueva York, trabajó como lavaplatos y decidió regresar para iniciar estudios universitarios en Adminis-tración de Empresas. No pudo completar su carrera porque tuvo que ingresar al ejército de Estados Unidos, inmerso en la Segunda Guerra Mundial contra Alemania y Japón. Deseaba negarse a servir pero cedió por “falta de valor, de formación política y por presio-nes familiares”. Cumplió con el servicio militar en Puerto Rico y en Panamá donde se produce su conversión al catolicismo y nace su vocación por el sacerdocio. Hizo sus estudios eclesiásticos en un seminario en Maryland, Estados Unidos de 1946 a 1952. Fué ordenado sacerdote en ese año por el obispo estadounidense Pedro Jaime Davis en la Catedral de San Juan.

A partir de entonces el padre Parilla comienza a desarrollar su labor pastoral orientado por la Doctrina Social de la Iglesia, ins-pirado en su convicción de que “El Evangelio no es simplemente un libro para ser leído. Es un libro que ha de vivirse”. Destaca Monseñor Parrilla que el Evangelio “nos alerta hacia la valía y la estimación, hacia la fraternidad solidaria y universal, hacia el recto uso de las cosas, hacia el verdadero desprendimiento, hacia la su-perioridad de los valores humanos y espirituales. La primera gran oportunidad para la realización de su compromiso con los funa-damentos de esa doctrina se produce como director de la Acción

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Social Católica para el fomento de la pastoral social de la Iglesia de 1954 a 1957 y posteriormente de 1961 a 1965. Ya en esos años ejercía su misión pastoral como sacerdote Jesuíta. Es desde esa po-sición que se integra al Cooperativismo en diversas funciones. Es-tableció una vinculación permanente con esta opción socioeconó-mica que consideraba una especie de socialismo popular. Monseñor Parrilla participó de gran variedad de experiencias en el movimien-to cooperativo fomentando la organización de cooperativas, en las federaciones y en organizaciones centrales, particularmente como asesor. Se destacó principalmente como educador labor que ejerció en muchos pueblos y produjo también numerosos escritos sobre temas pertinentes al Cooperativismo. De particular importancia fue su colaboración con la Liga de Cooperativas, como presidente de la Cooperativa de Seguros de Vida y la de Seguros Múltiples y como director de la Cooperativa Metropolitana de Consumo. También sirvió como profesor en el Instituto de Cooperativismo de la Uni-versidad de Puerto Rico de 1968 a 1970. Produjo además varios li-bros importantes sobre Cooperativismo. Monseñor Antulio Parrilla tenía el convencimiento pleno de que el Cooperativismo representa una esperanza para transformar una sociedad que se caracteriza por “el afán de lucro como motor de la economía, la competencia destructiva y la mala distribución de los bienes”. Consideraba que “las cooperativas son comunidades de distribución no solo de bie-nes y servicios, sino que además, de educación, de sociabilidad, de cultura, de solidaridad y fraternidad y de espíritu de ayuda y esfuerzo propio”.

Probablemente la dimensión más conocida de la vida del Obispo Antulio Parilla es su labor pastoral y patriótica a favor de la Inde-pendencia de Puerto Rico. Desde sus años de escuela elemental era simpatizante del nacionalismo y el Doctor Pedro Albizu Campos, católico devoto, influyó en la desición de Parrilla de abrazar el sa-cerdocio. Ser independentista fue una de las razones que tuvo para considerar su negativa al servicio militar. Decía que “antes de los 18 años quiso integrar los Cadetes de la República, frecuentaba

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el Club Nacionalista de San Lorenzo y conoció a Albizu Campos en un mitín en el pueblo”. Afirmaba que “Dios quiere que cada hombre sea libre. Esa libertad es parte de la dignidad humana y Dios quiere que se les respete en esa dignidad. Dios lo quiere así y quiere también que los hombres sean libres colectivamente, que sean libres en sus unidades nacionales, que tomen sus propias desiciones…”. Con su convicción independentista ofreció apoyo a diversas manifestaciones políticas orientadas a reclamar ese de-recho inalienable. Nunca se afilió a ninguna organización política, pero su figura inspiraba admiración y profundo respeto en todos los sectores del independentismo puertorriqueño. El mejor ejemplo de esto fue su convocatoria a celebrar el centenario del Grito de Lares en forma unitaria y ecuménica en 1968. Las diferentes organiza-ciones independentistas echaron a un lado sus diferencias en defe-rencia al llamado del Obispo Parrilla. Entre los actos oficiales de la celebración se produjo la quema de miles de tarjetas de inscripción que otorgaba el Servicio Militar Obligatorio a los jóvenes al cum-plir los 18 años. Esa protesta fue iniciada por el Obispo Parrilla.

La oposición a la Guerra de Vietnam se multiplicó en los Es-tados Unidos, en Puerto Rico y en muchos otros paises. En Puerto Rico esa oposición tuvo como vanguardia las protestas contra el Servicio Militar Obligatorio a través del Comité Sixto Alvelo Pro Defenza de la Juventud puertorriqueña. Monseñor Parrilla se unió solidariamente a esa causa por considerarla una cuestión de orden moral y un llamado de conciencia. La presencia del Obispo Parri-lla fue notable en su militancia acompañando a los pescadores de Vieques y Culebra en su lucha contra la Marina de Guerra de los Estados Unidos. Tanto en las luchas de oposición contra la Gue-rra en Vietnam, el Servicio Militar Obligatorio, contra la Marina y a favor de la descolonización de Puerto Rico Monseñor Parrilla hizo sentir su militancia en el plano internacional participando en diversos foros mundiales solidarios con esas causas. Parrilla nunca claudicó pese a la persecución por las autoridades oficiales del go-bierno de Puerto Rico y de los Estados Unidos, que lo arrestaron en

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varias ocasiones. Vale destacar que el Obispo Parrilla se manifesta-ba principalmente con su voz, sus escritos y los diversos modos de resistencia pacífica y prácticas de desobediencia civil.

Otros esfuerzos de lucha solidaria en que estuvo activo el Obis-po Parrilla incluyen las campañas por la liberación de los presos políticos nacionalistas y de otros prisioneros políticos, las campa-ñas contra el establecimiento del Super Puerto y de la explotación minera. Igualmente en las luchas por la justicia social y contra la pobreza en varias comunidades marginadas como Villa Sin Miedo. El Obispo fue silenciado y orillado por la oficialidad de la Iglesia Católica debido a su activismo social y político. No obstante, sus votos de obediencia y su genuina convicción en su misión Evangé-lica alentaron su alegria de vivir, sirviendo a Dios y a su patria en el Santuario de la Virgen de la Monserrate en Hormigueros de 1984 a 1994. Falleció en medio de una intervención quirúrgica por un padecimiento cardiaco el 3 de enero de 1994. Sus restos yacen en el cementerio Santa María Magdalena de Pazzis en el Viejo San Juan.

Fuente: Antulio Parrilla Bonilla, obispo y profeta de Puerto RicoAutor: Dr. Miguel Santiago Santana, Publicaciones Gaviota, 2018. 2da. ed.

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Monseñor Antulio Parrilla Bonilla con sus M

amá, D

oña Agustina Bonilla y su hermana, Sor Agustina Parrilla, H

ermana

Misionera del Buen Pastor.

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“Yo recuerdo que fue el 4 de julio de 1956 que nos mudamos de Hato Rey, donde teníamos nuestra sede, a donde está hoy día el Buen Pastor.” Así comienza el relato que nos hace la Hermana Leonor Villalobos, no sin antes tratar de convencernos de que la distancia de los años y la vida misma, a sus 87 años, pasaban factura sobre la memoria y sus habitantes privilegiados, los recuerdos. A primera vista, su sonrisa, su mirada primaveral y su caminar erguido y acompasado no concuerdan con la edad que dice tener. Mucho menos con la riqueza de los datos que compartió con nosotros según los menguados recuerdos que nos adelantó a nuestra llegada.

Su ánimo de brisa de montaña nos presagió una encantadora conversación, llena de anécdotas que ayudaron a hilvanar la imagen de un hombre de Dios, de recio proceder, brillante y comprometido: del Monseñor Antulio Parrilla Bonilla. A la vez, hacíamos pincela-

Monseñor AntulioParrilla BonillaDesde el Recuerdo:Conversación con la HermanaLeonor Villalobos, HermanaMisionera del Buen Pastor

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das de la historia de la labor del Hogar Misionero El Buen Pastor y la historia de nuestra Cooperativa de Ahorro y Crédito Jesús Obrero. “Recuerdo que cuando se empezó a regar la voz que allí celebrá-bamos misa los domingos (en el Hogar Misionero El Buen Pastor) la gente comenzó a llegar y a reunirse. Venían de los alrededores”. Era a mediados del siglo pasado donde las carencias avasallaban el quehacer de las comunidades y los problemas de viviendas adecua-das, educación, salud, infraestructuras y otros contradecían el desa-rrollo oficial que trataba de presentarse al mundo. “Las Hermanas comenzaban a hablarle a la gente. Todas estaban muy preocupadas por la situación en que vivía la gente de aquellas comunidades”, nos subraya la Hermana Leonor. En aquellos días la Iglesia Católica proponía la Acción Social Católica, un programa de asistencia a las comunidades dirigido a propagar la semilla de la doctrina cristiana, así como al desarrollo de gestiones de organización socioeconómica que colaboraran a cerrar la brecha de la desigualdad, la pobreza ex-trema y que las personas, con su propio esfuerzo, lograran una vida digna. El Cooperativismo nos llegó por el balcón

Nos relata la Hermana Villalobos: “un domingo, yo recuerdo, que Sor Monserrate reunió a los hombres. Se les dijo que después de la Misa, se quedaran los que quisieran hablar de la situación eco-nómica y así se reunieron en el balcón de nuestra casa.” Fueron seis (6) valientes hombres los que acudieron a la convocatoria: Quin-tín Ocasio, Conrado Ramos, Pedro López, José Santa, Prudencio Rodríguez y Félix Rosario. Cada uno dio una peseta ($.25) y em-pezaron el grupo de ahorro. “La gente tenía muchas necesidades económicas, las casitas eran bien humildes y no tenían condiciones adecuadas para vivir”. En Acción Social Católica Monseñor Parrilla Bonilla, a quien designaron para dirigirla desde el 1954 hasta 1957, ya empezaba a dispersar la semilla del Cooperativismo en cada es-pacio de desigualdad y pobreza, buscando con ello organizar a las comunidades y a su gente en un proyecto común de desarrollo. Ya había visto cómo, en otras partes de este hemisferio, las poblaciones

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humildes comenzaban a girar la balanza a su favor y cómo el coope-rativismo practicado desde sus principios y valores era una manera coherente de vivencia cristiana y perfectamente compatible con los valores culturales puertorriqueños. Era, a su vez, tan cercano a Dios desde la perspectiva del amor al prójimo, como al puertorriqueño y su ¡ay bendito!El Monseñor cercano

Monseñor Antulio Parrilla Bonilla fue siempre muy cercano a las Hermanas Misioneras del Buen Pastor, de donde surgió la Coo-perativa de Ahorro y Crédito Jesús Obrero. Recuerda la Hermana Villalobos que “nosotras invitábamos al Monseñor Parrilla para que nos diera charlas y para que nos explicara las Encíclicas Papales. Al ver el movimiento que se estaba dando en el Hogar con la comuni-dad, también se invitaba a dar charlas sobre cooperativismo, según mi mejor recuerdo”. “Recuerdo que él solicitó que su actividad de confraternización, luego de su ordenación como Obispo, fuera en el Buen Pastor”, sigue la Hermana. Esta relación no era de extrañar, toda vez que una de las Hermanas profesas del Buen Pastor era su hermana, Sor Agustina Parrilla, a quien visitaba constantemente y compartía junto a su familia. Además, hasta el nombre de la Coope-rativa está muy relacionado al símbolo de la Acción Social Católica que fue Jesucristo Obrero. Monseñor guía espiritual; guía humano

Era muy conocido entre la Iglesia la férrea voluntad de traba-jo y acción de Monseñor Parrilla. Sus inquebrantables principios y valores éticos, de fe y su constancia a la hora de asumir posiciones siempre estuvieron presentes en la vida de Monseñor. Recuerda la Hermana Villalobos “yo trabajé con Monseñor porque él era párroco de San Ignacio”, denotando la autoridad del relato explicado en pri-mera persona. A lo que continúa, “yo lo admiraba mucho. Siempre daba el máximo; era exigente consigo mismo. Como era exigente consigo mismo, así mismo le exigía a los demás”. Fue tan recto en su proceder que “tuvo problemas con la Iglesia” nos dice la Herma-na, no sin antes bajar el volumen de su voz y mirar a un punto lejano

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de la casa de retiro, quizás tratando de alcanzar algún recuerdo del Monseñor objetor, que más de una vez advertimos que observó.

“El andaba en un “yip” (Jeep); no andaba en un carro al que podía aspirar”, ejemplo que caracteriza, según la Hermana Leonor, su humildad de espíritu y su capacidad de desprendimiento mate-rial. La austeridad no tocaba su alma, ni su fe, a la que le dedicaba puntualmente, “tres días al mes para realizar un retiro en Manresa en Aibonito” que lo ayudara a fortalecerse para fortalecer a los que tocaba con su vida. Nos deja saber la Hermana que era una persona muy accesible, que “siempre estaba sonriente y los jóvenes se le acercaban y bromeaban con él. El era austero con él mismo, pero, no con los demás.” Lecciones de vida

“Trabajábamos en el Hospital Siquiátrico de Centro Médico en Río Piedras y él iba con los varones y Sor Marta y yo íbamos con las mujeres. Ya de regreso a la parroquia Monseñor me comenta que uno de los pacientes le escupió en la cara, que se limpió. Yo sorpren-dida le pregunto ¿qué hizo? Quizás esperando una reacción diferente de Monseñor. A lo que me respondió (Monseñor): Sabes qué, me lo aguanté un rato. Yo le pregunté ¿cómo así? Y me dijo: Hermana, son pocas las veces que uno tiene oportunidad de parecerse al Señor”. Una carcajada tímida, de esas de chiquillos congraciándose con el adulto regañón, se nos escapó a ambos, al vernos reducidos ante tamaña demostración de virtud y entrega de fe. En otra ocasión, nos narra la Hermana Leonor “había un retiro para hombres en la Iglesia y se avisaron a todos los hombres de la parroquia. Pensábamos que iban a ir como treinta o cuarenta hombres y apareció sólo uno. Por la tarde cuando llegamos le preguntamos a Monseñor cómo le había ido y nos deja saber que le fue muy bien y que solamente asistió un hombre y se le dio el Retiro. Y le preguntamos sorprendidas: ¿A un sólo hombre le dio el Retiro? Y como no hacerlo, si esa es la única oportunidad que Dios le da a ese hombre de encaminar su vida. Te-nía que aprovecharlo”, sentenció seguro de su proceder.

Una paloma sabanera revoloteó cerca de la ventana del comedor

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de la casa y los rayos del sol que nos recibieron a la llegada, se ha-bían retirado tras los pinos del otro lado de la calle. Luego de inter-cambiar anécdotas de conocidos mutuos acordamos encontrarnos para que la conversación no quedara allí. Sabemos que los recuer-dos, como los pasos en la tierra se van borrando, pero las sonrisas y el tiempo compartido se nos impregna más allá de la memoria; se impregnan en el alma.

Aurelio Arroyo González, MBAPresidente Ejecutivo Cooperativa de Ahorro y Crédito Jesús Obrero

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Haremos un acercamiento a la valiosa labor de Monseñor Antulio Parrilla Bonilla, sacerdote jesuita, obispo titular de Ucres en pro del cooperativismo en Puerto Rico. La

Doctrina Social de la Iglesia será el fundamento para toda la labor profética que él realizó, manifestada de forma singular en su opción por los pobres, pero en la significación teológica de pobres como víctimas de la injusticia, lo que deriva en la “opción por los injus-ticiados”. Parrilla ante el estado colonial que sufre su Patria busca-rá que se le haga justicia política luchando por su independencia; verá las consecuencias nefastas de un capitalismo y un neocapita-lismo injustos y buscará la justicia económica siendo partidario de un socialismo popular (no marxista) y promoviendo fervientemen-te el cooperativismo; verá las distintas situaciones de violación a los derechos humanos y buscará para las víctimas la justicia social, como lo hizo cuando dio su amplia solidaridad a los rescatadores de

1 Para un estudio de la vida y obra de Monseñor Parrilla ver el libro: Miguel Santiago Santana. Antulio Parrilla Bonilla, obispo y profeta de Puerto Rico. Río Piedras: Publicaciones Gaviota, 2018. 2da. ed.

Monseñor AntulioParrilla Bonilla, SJ:su pensamiento y su praxis en pro del cooperativismo

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tierras, los pescadores de Vieques, los presos políticos, los objetores por conciencia a la guerra de Vietnam y al servicio militar obligato-rio, entre otras.

Continuamente estuvo atento a los nuevos enfoques en la doc-trina social de la Iglesia y los de Medellín que plantean cambios profundos de las estructuras sociales y económicas. Pensaba que no es posible solucionar el problema simplemente exigiendo aumentos de salarios para los obreros o que los empresarios compartan sus ganancias con éstos. Para él: “La justicia tiene que hacerse trans-formando las estructuras capitalistas de modo que las riquezas no se acaparen por unos pocos a costa del hambre y la miseria de mu-chos”. Aclara que si consideran algunos de sus pensamientos como izquierdistas “…es que no tienen otra base, o mejor dicho, procuro que no tengan otra base que mi modo de percibir el Evangelio…No soy político. Me considero pastor y obispo y sacerdote. No estoy afi-liado a ningún partido político. Creo en la independencia de Puerto Rico por razones evangélicas, porque los signos de los tiempos van señalando hacia la total desaparición de toda forma de dependen-cia y dominio político. Y evidentemente Puerto Rico por más de 400 años ha estado subyugado, primero a España y ahora a Estados Unidos”. En Puerto Rico, nos dice, se patentiza nuestra situación co-lonial con ambos tipos de dominación política y económica, el tra-dicional colonialismo y el neocolonialismo, éste último fuertemente denunciado por el Concilio Vaticano II. Muestra de ello, señala, es el cuadro desolador de una economía que ya prácticamente no es nuestra, pues ni tenemos ya control sobre ella ni nos pertenece, sino que ha venido a convertirse en una mera fase de la economía nor-teamericana, donde se ha tratado de resolver los problemas sociales y económicos, sin solventar el político, aportando a un crecimiento en beneficios para la economía norteamericana pero a costa de la desaparición de nuestra economía, creatividad e iniciativa.

A partir del 1952, desde la dirección de la Acción Social Cató-lica y el Centro de Social Juan XXIII, Mons. Parrilla estuvo traba-jando en pro del cooperativismo en Puerto Rico, ocupando diversas

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posiciones tanto en cooperativas, en federaciones y organismos cen-trales aunque consideraba, que su función principal era la de edu-cador, ofreciendo cursillos y escribiendo incansablemente acerca de todos los temas relativos al cooperativismo, visitando distintos tipos de cooperativas a las que dio ánimo y asesoría educativa. Fue ase-sor, director de la Liga de Cooperativas, de las dos cooperativas de Seguros de Vida y Múltiples, de la Cooperativa Metropolitana de Consumo y profesor del Instituto de Cooperativismo de la Univer-sidad de Puerto Rico de 1968 a 1970. Durante este período presidió un Comité de Reevaluación del Currículo del Instituto y realizó un trabajo de investigación que lo llevan a publicar varios libros, en 1971 Cooperativismo: teoría y práctica para uso en dos de los cur-sos del Instituto, en 1975 Cooperativismo en Puerto Rico y luego en 1989, Historia del Cooperativismo en Puerto Rico. Fue miembro del Comité de Reestructuración de la Liga de Cooperativas y de uno de la Federación de Cooperativas de Crédito.

Frente a los actuales males sociales y económicos del mundo, Parrilla ve en la filosofía cooperativista una gran esperanza y en cada cooperativista un agente de cambio social. Señala que los prin-cipales factores causantes del problema social son el afán de lucro como motor principal de la economía, la competencia destructiva y la concepción individualista y antisocial sobre la propiedad. Afirma que el lucro desorbitado y la mala distribución de los bienes polariza a la humanidad entre ricos y pobres, hartos y hambrientos, pode-rosos e indefensos, dominadores y dominados. Esta situación, nos dice Parrilla, sería imposible que se diera dentro de un sistema coo-perativista ya que: “…las cooperativas no son sólo comunidades de distribución de bienes y servicios materiales, sino que, además, de educación, de sociabilidad, de cultura, de solidaridad y fraternidad y de espíritu de ayuda mutua y esfuerzo propio. La meta última es ha-cer que todos los hombres puedan participar equitativamente de los bienes todos de este mundo, que son para todos.” Lo concibe como una especie de socialismo popular y de estructura democrática, que no excluye otras formas de organización empresarial, entre éstas

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las controladas por entidades privadas –con orientación social-, las empresas públicas autónomas estatales y las empresas directamente controladas por el estado; indicando que serían las cooperativas los mecanismos reguladores del sistema. Señala que hay quienes ven la cooperativa sólo como una mera empresa económica más pero cuya ganancia, en vez de ser de unos pocos, es de muchos y que no la entienden como empresa social y educativa. Es una empresa económica y eso es importante y vital, nos dice, pero lo que para él le da un perfil distinto a la cooperativa es que sea un instrumento de sociabilidad y de trascendencia, porque el ser humano no es sólo un ser económico, es además un ser social y un ser espiritual.

Sin dejar de reconocerle todo lo positivo al movimiento coope-rativista, otra de las aportaciones valiosas de Mons. Parrilla también lo fue su crítica al cooperativismo siempre con una actitud de sumo respeto y aprecio, con la intención de que el movimiento conserva-ra su mística y su ideología basada en valores trascendentales a la mera actividad de éxito económico. Mucha de esa labor de crítica constructiva ofreciendo ideas nuevas, creativas y viables la realizó desde el boletín Compromiso que publicaba el Grupo de Reflexión y Acción Cooperativa Santiago Andrade del cual Parrilla era miem-bro junto a otros líderes cooperativistas como los señores Jesús An-drés Aranda y Juan Morales Fortuño. En su libro Cooperativismo en Puerto Rico, una crítica expresa que: “El movimiento fue cediendo su ideología a cambio de unos logros económicos rápidos, de cierto brillo y dramatismo, pero limitados y tímidos a la vez por aceptar su máximo liderato, una peligrosa coexistencia conformista con el sistema capitalista”.

Monseñor Parrilla fue movido por un genuino y profundo deseo de educar a los cooperativistas para que fueran agentes de cambio social y fue muy crítico cuando veía que se iba descuidando di-cha educación por los logros puramente económicos, llamándose a la propaganda educación cooperativista. Planteaba la necesidad de educar a los consumidores para crear hábitos de austeridad, de ahorro sistemático, del recto uso del crédito y otras medidas para

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proteger al consumidor. Señalaba que era importante la relación en-tre cooperativismo y sindicalismo, visualizando ambos movimien-tos como instrumentos de liberación, y consideraba importante la celebración de seminarios sobre sindicalismo y cooperativismo con la participación de dirigentes de ambos movimientos. Reconociendo que son las cooperativas industriales las que con mayor urgencia tendrían que enfrentar las injusticias del sistema sostenido por el ca-pitalismo y la colonia, se lamenta de que el Gobierno en las décadas del 40 y del 50 no las hubiese estimulado, si lo hubiese hecho, nos indica, la economía de Puerto Rico hoy sería otra cosa muy distinta. Consideró siempre el cooperativismo como un instrumento de libe-ración integral y de justicia social en nuestra Patria, hermanándose a las valiosas contribuciones de tantos otros cooperativistas como la insigne educadora Clara Lugo de Sendra, los incansables y grandes promotores Ana María O’Neill, Ramón (Moncho) Colón y el Padre Joseph MacDonald.

Que las generaciones presentes y venideras sepan aquilatar la extraordinaria labor realizada por Monseñor Parrilla y que ésta siga interpelando e iluminando las conciencias de todos los buenos coo-perativistas para que continúen trabajando por hacer realidad un Puerto Rico más fraterno, justo y democrático.

Dr. Miguel Santiago Santana, Ph. D.Autor del libroAntulio Parrilla Bonilla, obispo y profeta de Puerto Rico

Artículo publicado en la edición de enero 2019 del periódicoPuerto Rico Cooperativista de la Liga de Cooperativasde Puerto Rico

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Monseñor Antulio Parrilla (der.) y el Padre Joseph MacDonald (izq.).

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Conocí a Monseñor Antulio Parrilla Bonilla a través de sus libros, en especial Cooperativismo en Puerto Rico una crí-tica y Puerto Rico: supervivencia y liberación. Ambos me

permitieron analizar la historia del movimiento cooperativista puer-torriqueño desde una perspectiva dura pero a la vez sanadora. En mi lectura, recordé el concepto de la imagen del despertar de Walter Benjamin, filósofo y crítico alemán que en su texto Sobre el concep-to de la historia subraya:

“El cronista que hace la relación de los acontecimientos sin distinguir entre los grandes y los pequeños respon-de con ello a la verdad de que nada de lo que tuvo lu-gar alguna vez debe darse por perdido para la historia. Aunque, por supuesto, sólo a la humanidad redimida le concierne enteramente su pasado. Lo que quiere decir: sólo a la humanidad redimida se le ha vuelto citable su pasado en cada uno de sus momentos.”

A partir de esta cita de Benjamin, comencé a leer a Antulio Pa-rrilla Bonilla como un cronista, pues logró señalar aquellos aconte-

El despertar enMonseñor AntulioParrilla Bonilla

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cimientos grandes y pequeños del Movimiento Cooperativo como una forma de redimir nuestro pasado para construir un porvenir. De este modo, nada de lo que escribió en su libro Cooperativismo en Puerto Rico una crítica debe darse por perdido. Siguiendo a Ben-jamin, “salvar los desechos del olvido es hacerles justicia, para mostrar otra historia” (Díez, sin fecha:3). Con Parrilla podemos analizar nuestro presente a través de la historia, es decir, analizar lo que ha sido y además el ahora. En otras palabras, sus libros ponen “en tensión fugaz lo que ha sido con el ahora” y es justo ahí donde surge el despertar. (Díez, sin fecha:2). Ese despertar representa un potencial político pues “la crítica y transformación del presente se hace posible al ver los fragmentos del pasado” (Díez, sin fecha:2). La interpretación del presente no sólo reformula la mirada hacia el pasado, sino que denota las tensiones y contradicciones aún vigentes en el presente (Díez:6). En este sentido, tanto la posición política de Parrilla-Bonilla, como su crítica radical, puede considerarse como un cronista que desvela lo que está oculto. Logró entrelazar tres ejes importantes que nos sirven para analizar nuestro presente: la ideo-logía cooperativista, el análisis del capitalismo y el estado de situa-ción del movimiento cooperativista, con el fin de despertar de un sueño. Pero… ¿Cuál es el sueño en el que estamos sumergidos? O dicho de otro modo ¿Cuál es el despertar? Según Benjamin, se trata del sueño mítico del progreso, de la mitología del sueño capitalista, siendo este uno de los temas principales en los textos sobre coope-rativismo de Antulio Parrilla-Bonilla. La mitología del progreso y desarrollo capitalista reside en la percepción de que estamos en el mejor momento de la humanidad, lo que resulta muy cuestionable. Hemos prestado más atención al crecimiento, a la mayor producción y consumo. En el campo del cooperativismo esto significa más acti-vos y menos socios. El progreso y el desarrollo del capitalismo se ha basado en desestabilizar el planeta y poner en riesgo la vida misma causando efectos irreversibles (Wallerstein, 2016:17-18). La racio-nalidad en la acumulación de capital convirtió a la naturaleza en un abusado y desequilibrado recurso y a la vida humana como fuente

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de explotación. Por ejemplo, el informe emitido por Oxfam, que es una confederación internacional de organizaciones no gubernamen-tales, indicó que el 82% de la riqueza planetaria creada en el año 2017 terminó en manos del 1% de los más ricos del planeta (Clarín, 2018). La estrategia de la acumulación del capital está abiertamen-te en conflicto con los derechos humanos pues sólo el derecho re-conocible en esta lógica es el derecho del mercado en el mercado (Hinkelammert, 2015). Esta dominación del “progreso” capitalista se presenta como un señuelo, como una hazaña civilizatoria cuando en realidad está sostenida en tres importantes conductas: el genoci-dio, la explotación de la naturaleza y la esclavización de pueblos y países.

En el libro Cooperativismo en Puerto Rico una crítica, Parilla-Bonilla nos insta a disolver, no solamente el tiempo mítico del pro-greso, sino también el tiempo mítico del cooperativismo en tanto se diluyó con el señuelo del capitalismo. Parrilla lo expresa de este modo:

“Los últimos años de la década de los años cincuenta, aunque marcaron un relativo desarrollo de negocios cooperativos, signifi-caron también el rápido deterioro del espíritu generoso del coope-rativismo. Se claudicó ante el empuje concomitante del capitalis-mo liberal manchesteriano que llegó a su culminación durante los mismos años de desarrollo del cooperativismo” (Parrilla-Bonilla, 1975:20).

De igual forma que Benjamin detectó que al estar dormido ante la idea del progreso capitalista se corre un peligro, el peligro políti-co, Parrilla lo analizó en el cooperativismo en Puerto Rico argumen-tando que el peligro político que se corre es la aceptación acrítica del presente, que no es otra cosa que el conformismo. En este libro, Parrilla intenta desvanecer dos mitos para que nos ayuden a desper-tar. Desmitificar el propio cooperativismo fue el motivo inaugural de sus reflexiones. ¿Por qué comenzar con desmitificar al cooperati-vismo? Parrilla ubica ya su crítica desde el inicio del cooperativismo moderno, diseñado durante las primeras cuatro o cinco décadas del

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siglo XIX, refiriéndose a la experiencia de los Pioneros de Roch-dale como una invitación a reorientar la economía hacia el pueblo de manera que “se renovara toda la sociedad, particularmente en lo económico-social para beneficio del pueblo mismo”. El espíritu transformador de los pioneros era cooperativizar toda la economía y convertir en cooperadores (no en empresarios) a todos los consu-midores y productores primarios. En otras palabras, era asumir una postura radical de cambio del sistema. No obstante, arguye Parrilla, en 1864 por medio de legislación, se desarticuló este esfuerzo pro-vocando una distorsión quitándole la “fuerza y dinamismo” a las ideas del bien común y se fijaron algunas prácticas típicas del siste-ma capitalista (Parrilla-Bonilla, 1975:21 y 23). Es razonable pensar en la dificultad del quehacer del cooperativismo en el marco del capitalismo, y en la práctica se piensa a este movimiento como una mera empresa económica cuya ganancia en vez de ser de unos pocos es de muchos. Sin embargo, ésta es una conceptuación limitada del cooperativismo.

Diferenciemos el cooperativismo de la cooperativa. El coope-rativismo es una propuesta de sistema socioeconómico en la que el respeto por la vida se da en todos los elementos de la economía: des-de la extracción de la materia prima, a la producción, la distribución, el consumo y el descarte. Mientras que la cooperativa como dispo-sitivo es el vehículo para lograr ese sistema. Parrilla-Bonilla con-ceptualiza la cooperativa como agente de cambio pues su objetivo primario busca desarrollar, educar y promover al ser humano en sus valores personales, humanos y sociales (Parrilla-Bonilla, 1969:20). El cooperativismo, como sistema socioeconómico, no debería com-portarse desde las lógicas del capital, es decir, ni del genocidio, ni de la explotación de la naturaleza ni desde la esclavización del ser hu-mano. Parrilla-Bonilla pensó el cooperativismo como una fórmula de reforma social y económica capaz de transformar las estructuras existentes. En cuanto a la cooperativa, no niega que sea una empresa económica, ni que lo económico no sea importante, incluso subraya que esto es vital, pero lo que da “un sentido distinto a la coopera-

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tiva no es que sea un buen negocio, sino que por encima de esto sea un instrumento de sociabilidad y transcendencia, es un vehículo de concientización y de socialización” (Parrilla, 1969:1-2). Subraya que debe ser un instrumento de liberación del sistema económico actual. Pero admite que el propio cooperativismo debe ser liberado del entramado gubernamental pues éste está en función de los inte-reses del capital. Así pues, advierte en 1971, que: “El movimiento cooperativo puertorriqueño no tiene más remedio que independizar-se de la Administración de Fomento Cooperativo si es que quiere salir de su estancamiento filosófico.” (Parrilla-Bonilla, 1975:42). A 48 años de haber formulado esta propuesta cabe plantearnos hoy ¿cuál ha sido la función de la Comisión de Desarrollo Cooperativo y la relación establecida entre gobierno y movimiento cooperativis-ta a través de su Junta Rectora? En el artículo 2.b Política Pública de la Ley Orgánica de la Comisión de Desarrollo Cooperativo de Puerto Rico Ley 247 de 2008, agencia que sustituyó la Administra-ción de Fomento Cooperativo lee: “A fin de potenciar dicho reco-nocimiento, es política pública, mandato e intención expresa de la Asamblea Legislativa de Puerto Rico que: Promueva un rol cada vez más protagónico del propio Movimiento Cooperativo, reducien-do la dependencia en las acciones gubernamentales, con miras a que eventualmente el propio Movimiento Cooperativo asuma pleno control de su desarrollo.” Este mandato de ley amerita que realice-mos un ajuste de cuentas con esta política pública en relación con la autonomía del movimiento cooperativo. Por ejemplo, en el 1972 Parrilla-Bonilla publicó en el periódico El Nuevo Día la columna “Una cabeza y tres sombreros” señalando que una persona tenía tres presidencias claves en organismos nacionales, a 47 años de esta denuncia esta práctica continúa, la misma persona nombrada por el gobernador presidiendo la Comisión de Desarrollo Cooperativo, la Corporación Pública para la Supervisión y Seguros de Cooperativas de Puerto Rico y en el Fondo de Inversión de Desarrollo Cooperati-vo. Dos años más tarde publicó otra columna titulada “Inutilidad de Fomento Cooperativo” donde denuncia los siguiente: “…el progre-

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so cooperativo ha sido dirigido por el Gobierno, que ha utilizado el movimiento, no en su más altos fines de transformación social y estructural, sino como una herramienta a medio uso, para fines del crecimiento económico capitalista.” Nos advierte que la excesiva injerencia del Estado en el movimiento pone en riesgo la misma filosofía del cooperativismo

El segundo mito que Parrilla-Bonilla nos invita a desvanecer se encuentra en el cuarto capítulo del libro y es el de la neutralidad po-lítica. Explica que “es muy difícil trazar una línea divisoria entre la política como quehacer genérico del bien común que compete a to-dos y la política como técnica particular en que, si bien debe haber un máximo de participación de todos, en la práctica es un terreno en que los políticos de oficio trabajan a tiempo completo.” (Parrilla-Bonilla, 1975:49). Resalta que “Por lo tanto, el neutralismo político viene a ser un engaño y por ello se puede elevar a mito”. La acción política a la que estamos llamados a ejercer como cooperativistas es la de crear o recrear modos de organizaciones no capitalistas, dislocando así las bases epistemológicas de la sociedad global. Es asumir un desafío sistémico, si como cooperativista colocamos al ser humano sobre el capital, esta posición debe darse, no solo en las cooperativas, sino en todo aquel tejido social donde el capital es el único sujeto reconocible. Esto es el entendimiento del absurdo suici-da en que el capitalismo ha colocado el planeta (Wellerstein, 2016). Cuando no se entiende la estructura, la padecemos, pero cuando se entiende actuamos asertivamente, entonces, el entendimiento posi-bilita el despertar.

El problema de la neutralidad política, según Parrilla-Bonilla, es que por desgracia lo usó la Alianza Cooperativa Internacional en el 1937 para explicar uno de los principios cooperativos, y que fuera revisado y cambiado en 1966 por una interpretación antidiscrimina-toria que corresponde al primer principio cooperativo de libre adhe-sión. El autor puntúa que “cualquier acción política del cooperati-vismo en cualquier nivel tiene que ser a base de pura independencia ideológica y de genuina fidelidad a los principios y a la doctrina

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cooperativa” (pág. 50). En su ensayo Los cooperativistas ¿son neu-trales o son cómplices? (1970: 119) argumenta que los valores y principios del cooperativismo son de reforma social y económica, es lógico que muchas veces sus posiciones ideológicas tendrán una insoslayable relación con la política y esto significará una confron-tación o una coincidencia con las ideologías políticas. Su invitación entonces es dejar el temor de entrar en terreno político y denunciar todo acto gubernamental o privado que vaya en detrimento del ser humano, tales como la flexibilización de la protección al trabajo, las implicaciones del estado colonial y el deterioro de las institucio-nes culturales, sociales, salubristas y educativas de nuestro país. El compromiso del cooperativista rebasa las paredes de su cooperativa, pues se trata de un compromiso social que alude al bienestar de to-dos los cuidados, sin importar si son o no cooperativistas.

Los planteamientos implicados en las elaboraciones de Mon-señor Antulio Parrilla son contundentes y acertados. Nos ofrecen una mira de lo que ha sido para entender el ahora. Nos permiten realizar un análisis ideológico del actual movimiento cooperativo y su compleja relación con el gobierno y con el capital y nos brinda una herramienta importante para el desarrollo del movimiento: la autocrítica. En nuestras manos tenemos un instrumento valioso, un movimiento con una clara filosofía social “tendente a elevar al ser humano como persona y a la colectividad, a sus máximos límites posible del progreso humano”. Parrilla- Bonilla nos ha dejado pistas para encauzar nuestra práctica y una de ellas es la continua reflexión de lo que hacemos con relación a los fundamentos del cooperativis-mo. Tenemos todos los elementos, lo que falta es la concertación de los esfuerzos. Les convoco a crear una mesa de trabajo donde la Liga de Cooperativas, la Asociación de Ejecutivos, FIDECOOP y el Instituto de Cooperativismo discutamos nuestras fortalezas y limitaciones para construir un sólido sistema cooperativista. Traba-jemos en reestructurar nuestro Movimiento para juntos despertar. Despertemos.

Dra. Grisell Reyes Núñez

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BibliografíaDíez Montoya, S. (s.f.). Walter Benjamin y la imagen dialéctica: una

aproximación metódica [trabajo inédito para la asignatura “Seminario de Filosofía: Teoría Crítica” 2013-I]. Programa de Filosofía, Escuela de Cien-cias Humanas, Universidad del Rosario, Bogotá. Recuperado en https://es.scribd.com/document/227111013/Wa-Benjamin-y-La-Imagen-Dialectica-Una-Aproximacion-Metodica-libre. 10 de marzo de 2019.

Hinkelammert, F. (2015). Solidaridad o suicidio colectivo. Editorial Ar-lekin. San José.

Parrilla Bonilla, A. (1969). Trabajos 1969-1970. Empresa social. Mimeo-grafía. Centro e Estudios de los Dominicos del Caribe. Universidad Central de Bayamón.

_____ (1970). Trabajos 1969-1970. Los cooperativistas ¿son neutrales o cómplices? Centro e Estudios de los Dominicos del Caribe. Universidad Cen-tral de Bayamón.

_____ (1975). Cooperativismo en Puerto Rico una crítica. Editorial Juan XXIII. Río Piedras.

Periódico Clarín (2018). Según Oxfam El 1% de los más ricos se que-dó con el 82% de la riqueza mundial en 2017. Recuperado en https://www.clarin.com/mundo/ricos-quedo-82-riqueza-mundial-2017_0_BkT3c8mBM.html 13 de marzo de 2019.

La doctora Grisell Reyes Núñez es catedrática auxiliar y dirige el Instituto de Cooperativismo de la Universidad de Puerto Rico. Posee un doctorado en Psicología y una Maestría en Psicología Social Comunitaria de la UPR recinto de Río Piedras. Realizó es-tudios doctorales en las áreas de psicología y sociología de la Uni-versidad Complutense de Madrid.

Sus investigaciones se centran en: subjetividad y economía, di-mensión asociativa de las cooperativas y, en las aproximaciones teóricas en torno a la economía social y solidaria en América La-tina.

Ponencia presentada en la 18va. Convención Anual de Ejecu-tivos de Cooperativas, Ponce 15 de marzo 2019

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“Viva Nuestro Obispo Obrero” esta foto fue tomada en el ranchón del Hogar El Buen Pastor.

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