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8/8/2019 TEORIA DE LA MENTE Y EMOCIN Tesis doctoral Licda. Lina Arias Psicologa
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Universidad Nacional de Educacin a DistanciaFacultad de Psicologa
Departamento de Psicologa Evolutiva y de laEducacin
TESIS DOCTORAL
Teora de la Mente y Emocin: prediccin
emocional segn deseos y creencias
Lina Arias VegaLicenciada en Psicologa
Madrid, 2008
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Departamento de Psicologa Evolutiva y de la Educacin
Facultad de Psicologa de la Universidad Nacional de
Educacin a Distancia
Teora de la Mente y Emocin: prediccin
emocional segn deseos y creencias
Tesis Doctoral
Lina Arias Vega
Licenciada en Psicologa
Dirigida por:Dra. Encarnacin Sarri SnchezDra. Laura Quintanilla Cobin
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A Carlos, Jons y Clara
A la memoria de ngel Rivire
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AGRADECIMIENTOS
Cuando el desarrollo de un proyecto ha sido largo en el tiempo, como ha ocurridoen esta tesis, son muchas las personas que entran en escena, por lo que es difcil no olvidara alguien. Vaya por delante mi agradecimiento a todas las personas que me hanacompaado durante su realizacin y que me han ayudado en esta dura tarea.
Las primeras personas concretas a las que quiero dar las gracias son Encarna yLaura, las dos directoras de la tesis, porque sin su dedicacin este trabajo no hubiera sidoposible. Gracias Encarna, porque s lo difcil que es ocupar puestos de gestin como eldecanato y el vicerrectorado y al mismo tiempo seguir con la investigacin, aportando a lamisma esa lucidez que te caracteriza, sacrificando incluso momentos de tus vacaciones yde tu vida familiar para revisar el texto final. Todo ello, sin perder la sonrisa y la calidezhumana que te caracteriza. Gracias Laura, por tu ayuda en el anlisis estadstico de losdatos y por los encuentros semanales del ltimo ao en los que hemos hecho una revisinminuciosa de los captulos tericos. Agradezco tu generosidad y todo el tiempo que me hasdedicado, sin tu supervisin rigurosa no se hubiera acabado este trabajo.
En su etapa inicial, esta tesis fue dirigida por ngel Riviere que logrentusiasmarme con un nuevo tema de investigacin, el desarrollo de la teora de la mente(ToM). Le agradezco la oportunidad que me brind de participar en su grupo deinvestigacin y su dedicacin y apoyo en el desarrollo inicial de este trabajo. Recuerdo congran satisfaccin los seminarios de trabajo en los que analizbamos conjuntamenteartculos cientficos de ToM y los estudios experimentales de cada una de nuestras tesis.Agradezco todos los comentarios y aportaciones que recib de los componentes del grupo,sobre el contenido de las pelculas que he utilizado en mis estudios y en el diseo de losmismos. Muchas gracias a Mara Nez, Mara Sotillo, Juan Rubio, Beatriz Barquero,Beatriz Martn, Juan Carlos Gmez, ngeles Garca-Nogales y Antonieta Centoya por susaportaciones.
Mi ms sincero agradecimiento a John Flavell con quien tuve el privilegio dedisfrutar de una estancia de tres meses en la Universidad de Stanford. Sus valiossimassugerencias en la identificacin de los problemas que se abordan en esta tesis y su anlisisdetallado y riguroso de los experimentos realizados, me proporcionaron una perspectivanueva de varios de los resultados de la tesis. No slo me facilit un espacio para trabajar yme invit a sus seminarios de trabajo y cursos de doctorado, donde recib aportaciones deFrances Green, Angeline Lillard y Eleanor Flavell, sino que nos brind a mi y mi familiauna clida acogida. Aun recuerdo la sorpresa de mi amigo Toms, matemtico recinllegado a visitarnos cuando durante una cena con John se empeaba en detallarle lo que
haba aprendido de Piaget leyendo los trabajos del profesorFlavell, sin saber que estabahablando precisamente con l.
Muchas gracias a Francisco Pons por su invitacin a pasar unos das en laUniversidad de Aalborg con el objetivo de darle el empujn final a la tesis. Su mensajepositivo hacia mi trabajo ha sido decisivo para el ltimo esfuerzo. Los das que pas en
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Aalborg fueron productivos y muy gratificantes a nivel personal, permitiendo conocer ydisfrutar de su estupenda familia.
Gracias a Paul Harris por su amabilidad durante nuestro encuentro en laUniversidad de Harvard, y el tiempo que dedic a leer los estudios experimentales sobre lacreencia falsa, y a hacerme valiosas sugerencias que se han incorporado en el escrito final.
Gracias a mis compis del EOEP de Colmenar que me han ofrecido un ambientede trabajo estupendo, haciendo ms fcil la posibilidad de simultanear la escritura de latesis con el asesoramiento psicopedaggico en los centros. Las fiestas, cenas y demsfestejos tambin han sido un complemento necesario para reponer fuerzas. De formaespecial quiero mencionar a Rafa y Javi por su ayuda en dar el formato final al documento.Agradecer a Marina que me permitiera filmar a sus hijos para ilustrar la tarea utilizada enel ltimo estudio. Finalmente no puedo olvidar la sonrisa y la confianza puesta en m porVictoria cuando compartamos despacho. Gracias a mis compaeros de asignaturas en laUAM, Dioni, Jos Miguel y Juana Mara que me han liberado de algunas tareasburocrticas que me quitaban tiempo.
No quiero olvidar a aquellos que me han ayudado con las nuevas tecnologas.Gracias Alejandro por el montaje de las pelculas de la raqueta que nos facilit el trabajode filmacin. Gracias a Sonia por su ayuda con el SPS. Gracias Daniel por traducir laspelculas de formato VHS a DVD y por capturar algunas imgenes de las secuencias de laspelculas que ilustran el anexo de la tesis.
Gracias a todos mis amigos por sus nimos para acabar este trabajo, al que le hetenido que dedicar mucho tiempo en los fines de semana, teniendo que renunciar a algunaque otra salida. Muchas gracias a Pedro por bucear en la bsqueda de erratas, poranticiparme la alegra del final y por sus interesantes sugerencias. Gracia a Aurora que meha dado nimos para acabar. Gracias a Ins y Juan con los que me he redo muchsimo enesas escapadas de fin de semana, que yo viva con sentimiento de culpa por no estarescribiendo, pero en las que recargaba pilas para varias semanas de encierro.
Gracias a los profesores de los centros escolares que me han facilitado larealizacin de los estudios. Gracias a todos los nios que han participado en los estudios,que han colaborado de forma entusiasta en las tareas y a sus padres que lo permitieron.Gracias tambin a Conchi que me ha ayudado en la filmacin de la ejemplificacin de latarea interactiva, y gracias a Guille y Laura por su esplndida actuacin como actores de lapelcula-ejemplo. Gracias a Beatriz por su actuacin en las pelculas.
Gracias a la Consejera de Educacin que me dio un ao de licencia por estudios enel que realic un primer borrador del trabajo que ahora presento. Gracias a la directora delDepartamento de metodologa de la UNED me permiti la utilizacin de un despacho queme facilit la realizacin de dicha tarea.
Y finalmente mi agradecimiento a Carlos, Jons y Clara, mi familia. No es posibleencontrar ms dedicacin y apoyo. Son los personajes de todas las pelculas que heutilizado en los estudios de esta tesis, y de muchas ms que reservo para estudios futuros.Las hemos realizado en nuestra casa, por las tardes despus del colegio, en los fines desemana, en unas condiciones que ahora se me antojan admirables y que slo gracias a suenorme cario y muchsima paciencia pudieron concluirse. En todos estos aos ellos han
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sufrido viajes en los que iba cargada de artculos, fines de semana enteros inmvil ante elordenador y mis desnimos cuando el primer borrador no vala y haba que volver una yotra vez sobre el mismo. En estas pginas va tambin un pedacito de cada uno de ellos.
ndice de contenidos Pg
INTRODUCCIN... 1PARTE I. REVISIN TERICA.. 22CAPTULO 1. Deseos y Emociones.. 23
1.1. Introduccin.. 231.2. Asimetra entre la comprensin de deseos y la comprensin de lascreencias...................... 241.3. Comprensin del conflicto de deseos... 29
1.3.1. Prediccin de accin e identificacin de deseos. 29
1.3.2. Prediccin de emociones cuando hay conflicto dedeseos............ 32
1.4. Propuesta de investigacin sobre la relacin entre deseos yemociones............ 40
CAPTULO 2. Creencias y Emociones.. 472.1. Introduccin.. 472.2. Descripcin de las investigaciones sobre creencias yemociones 49
2.2.1. Creencias y sorpresa 492.2.2. Creencias y emociones bsicas de Alegra, Tristeza yEnfado... 552.2.3. Creencias y miedo... 82
2.3. Anlisis crtico de las investigaciones sobre creencias yemociones 85
2.3.1. Tipo de emocin.. 872.3.2. Tipo de tareas.. 90
2.3.3. Formulacin de las preguntas de evaluacin de laprediccin emocional............ 972.3.4. Rango de edad de las muestras............ 992.3.5. Anlisis conjunto de la variable coincidencia /discrepancia entre deseos y realidad...
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II
2.4. Nuestra propuesta de investigacin sobre la relacin entreCreencias y Emociones 102
PARTE II. ESTUDIOS EMPRICOS... 107CAPTULO 3. Estudios 1 y 2. Prediccin emocional en situaciones dediscrepancia o coincidencia de deseos 109
3.1. Objetivos e hiptesis............. 109ESTUDIO 1. 1113.2. Mtodo...... 111
3.2.1. Participantes 1113.2.2. Diseo, materiales y procedimiento............ 111
3.3. Resultados. 1123.4. Discusin.......... 114ESTUDIO 2. 1173.5. Mtodo.. 117
3.5.1. Participantes................ 1173.5.2. Materiales 1173.5.3. Diseo y Procedimiento . 118
3.6. Resultados 1193.7. Discusin General. 124
CAPTULO 4. Estudios 3, 4 y 5. Prediccin de alegra y tristeza en nios detres y cuatro aos: desfase entre creencias y emociones...... 131
4.1. Objetivos.. 131ESTUDIO 3. 1354.2. Objetivos e hiptesis. 1354.3. Mtodo...... 135
4.3.1. Participantes 1354.3.2. Materiales 1364.3.3. Diseo y procedimiento... 136
4.4. Resultados..... 140
4.5. Discusin... 148ESTUDIO 4...... 1504.6. Objetivos e hiptesis. 1504.7. Mtodo.. 151
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III
4.7.1. Participantes 1514.7.2. Diseo.. 1524.7.3. Procedimiento. 152
4.8. Resultados 1544.8.1. Asociacin entre Emocin y Creencia..... 1544.8.2. Prediccin emocional y atribucin de creencia... 1554.8.3. Justificacin de las emociones. 159
4.9. Discusin.. 162ESTUDIO 5. 1634.10. Objetivos e Hiptesis.. 1634.11. Mtodo 166
4.11.1.Participantes 1664.11.2. Materiales... 1674.11.3. Diseo 1674.11.4. Procedimiento 167
4.12. Resultados... 1714.12.1. Asociacin entre Emocin y Creencia.. 1714.12.2. Prediccin Emocional y Atribucin de Creencia.. 1724.12.3. Justificaciones de la prediccin emocional 175
4.13. Discusin 1784.14. Discusin General... 179
CAPTULO 5. Conclusiones.. 1895.1. Problemas estudiados .. 1895.2. Conclusiones de los estudios sobre deseos, creencias y emociones. 191
5.2.1. Conclusiones de los estudios sobre deseos y emociones. 1935.2.2. Conclusiones de los estudios sobre creencias yemociones.. 197
5.3. Propuestas de futuras investigaciones.. 2005.4. Resumen de las conclusiones 202
BIBLIOGRAFA.. 205ANEXOS.. 225
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IV
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Introduccin
1
INTRODUCCIN
Abe: No
Adulto: No te gusta esto
Abe: Te gusta a ti?
Adulto: Si, me gusta
Abe: Pero, a mi no me gusta
------------------------------------------------------------
Ross: Leslie me hace enfadar
Adulto: Por qu?
Ross: Cuando piensa que algo es feo. Yo no
pienso que sea feo en absoluto
Adulto: Oh! Tuvisteis una discusin!
Ross: Uh Uh! Ella pensaba que su collar era feo.
Adulto: Ella pensaba que era feo?
Ross: Claro. Pero yo no pensaba lo mismo.--------------------------------------------------------------
Adam: Est asustado verdad?
Madre: Quin est asustado?
Adam: El hombre del edificio
Madre: Oh!, el hombre del edificio
Adam: Yo no estoy asustado
---------------------------------------------------
Noem : Tengo miedo de l
CHILDES (MacWhinney y Snow, 1990)1
1 Estas conversaciones proceden de la base de datos CHILDES (MacWhinney y Snow, 1985,1990) que recoge ejemplos deconversaciones realizadas por diez nios en su entorno natural y en el periodo comprendido entre 1 y 6 aos.
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Introduccin
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Los dilogos con los que se inicia esta introduccin son transcripciones de
conversaciones de nios en su entorno cotidiano. Ilustran cmo, desde edades muy
tempranas, los nios son capaces de hablar sobre los pensamientos y deseos propios y de
los otros, mostrando cierto conocimiento de que las emociones son experiencias internas
que se relacionan con los deseos y creencias y no slo con situaciones externas. Las
personas difieren en dichos estados mentales y por eso pueden sentir emociones opuestas
ante una misma realidad.
En uno de los ejemplos elegidos, Abe muestra indicios de que comprende que algo
que l no desea, puede ser deseado por otra persona. Ross en su dilogo refleja dos
aspectos sobre su conocimiento mental: uno, que el mismo objeto puede generar creenciasopuestas y otro, que su enfado tiene como origen la creencia del otro. Adam comprende
que la misma situacin externa puede provocar emociones opuestas en personas distintas.
Y finalmente, Noem usa un trmino emocional para referirse a una experiencia de temor
con respecto a algo y no tanto a una reaccin o comportamiento observable. Estos
ejemplos indican que los nios tienen algn conocimiento de un principio bsico de las
relaciones sociales, segn el cual las personas difieren en sus estados mentales, y enconsecuencia pueden sentir emociones opuestas ante una misma realidad. Asimismo,
utilizan, desde edades muy tempranas, los estados mentales en trminos intencionales en el
sentido filosfico de Brentano (1874), para referirse a algo. En los ejemplos citados, a Abe
no le gusta algo, Ross piensa que el collar no es feo y Noem tiene miedo de alguien.
Este aspecto de la comprensin de los determinantes internos de las emociones, en
trminos de deseos y creencias, es el objeto de estudio de esta tesis, aunque bajo el trminocomprensin emocional se aglutinan otros muchos conocimientos, de los que no nos
vamos a ocupar en este trabajo, tales como: la identificacin de expresiones faciales, el
control emocional, la categorizacin y el etiquetado emocional, la regulacin emocional.
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Introduccin
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Uno de los procedimientos utilizados para estudiar cundo los nios demuestran un
conocimiento de que las emociones son experiencias subjetivas, esto es, que ante la misma
situacin se podra tener emociones opuestas, ha sido el anlisis sistemtico de las
producciones verbales de los nios en las interacciones cotidianas. En el estudio realizado
por Wellman, Harris, Banerjee y Sinclair (1995) se seleccionaron de la base de datos
CHILDES (MacWhinney y Snow, 1985, 1990) las producciones verbales de cinco nios a
lo largo del periodo comprendido entre los dos y los seis aos (parte de esta seleccin son
los ejemplos con los que comienza esta introduccin). En una primera fase, identificaron
los trminos emocionales tales como alegra, tristeza, enfado, miedo, que los nios
utilizaban en sus producciones verbales. En la segunda fase, examinaron la concepcin
subyacente al uso de dichos trminos. En concreto, si los nios mostraban algn
conocimiento de las emociones como estados mentales internos intencionales y como
experiencias subjetivas. Para comprobar esto, analizaron si los nios distinguan entre
acciones y emociones, si diferenciaban que las emociones podran ser consecuencia de las
experiencias internas con relacin a los objetos y no slo causadas por ellos. Finalmente
estudiaron si los nios eran capaces de comprender que dos personas distintas podan tener
emociones diferentes en la misma situacin.
Algunos de sus resultados coincidan con los obtenidos en investigaciones anteriores
(Bretherton y Beeghly, 1982; Dunn, Bretherton y Munn, 1987) en las que los nios de dos
aos se muestran capaces de utilizar los trminos verbales para referirse a emociones
bsicas tales como alegra, tristeza, enfado y miedo. Tambin, se correspondan con los
estudios de cognicin social en los que los nios, incluso con 9 y 12 meses, son capaces de
reconocer la intencionalidad de los estados emocionales, modificando sus acciones de
aproximacin o evitacin a los estmulos externos, en funcin de las expresiones
emocionales maternas, (Klinnert, Campos, Sorce, Emde y Svejda, 1983; Sorce, Emde,
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Introduccin
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Campos y Klinnert, 1985). Pero adems, sus resultados sugeran que, incluso los nios de
dos aos, tenan algn conocimiento de las emociones como experiencias internas,
distintas de las situaciones, de las conductas y de las expresiones faciales que resultan de
dichas experiencias. Tambin, comprendan que las personas podan sentir emociones
diferentes ante las mismas situaciones externas.
La capacidad temprana de comprensin de las emociones atendiendo a aspectos
internos y no slo a la situacin externa, que se pone en evidencia en las situaciones de
interaccin natural, contrasta con las hiptesis y conclusiones de una larga serie de estudios
realizados en las dcadas de los 70 y los 80, segn la cual los nios menores de seis aos
comprenden las emociones de los otros, realizando exclusivamente una asociacin entresituacin y emocin. Posteriormente, se produjo un cambio en el modelo terico de la
comprensin emocional en la primera infancia, evolucionando desde un modelo estmulo-
respuesta a un modelo representacional.
Durante mucho tiempo se ha mantenido que los nios pequeos seguan un guin
con dos papeles, de tal modo que cuando se les indicaba una situacin eran capaces de
asociar a ella una determinada emocin (Barden, Zelko, Duncan y Masters, 1980; Borke,
1971; Chandler y Greenspan, 1972), y al revs, cuando se les informaba de la emocin que
senta un determinado personaje eran capaces de describir una situacin apropiada a dicha
emocin (Trabasso, Stein y Johnson, 1981). Se consideraba que las emociones se
identifican por medio de claves externas, asociando etiquetas emocionales con las
situaciones (Harris, 1985; Harris y Olthof, 1982). Este modo de identificacin emocional
implica la aplicacin de un modelo explicativo Estmulo-Respuesta para la comprensin deemociones.
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Introduccin
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La investigacin de los procesos metacognitivos aplicados a la memoria (Kreutzer,
Leonard y Flavell, 1975) inspir la realizacin de investigaciones en las que se estudiaba el
conocimiento de los nios sobre la influencia de los factores psicolgicos en la
comprensin emocional. Por ejemplo, Harris, Olthof y Meerum Terwogt (1981) utilizaron
el formato de entrevista y preguntaron a los nios sobre las estrategias y los procesos
implicados en la identificacin de las emociones propias y de los otros. Los resultados de
estos estudios fueron el comienzo del cuestionamiento del modelo E-R de comprensin
emocional y los inicios de un cambio en el modelo sobre la conceptualizacin de las
emociones, segn el cual los nios eran capaces de comprender que las emociones no estn
exclusivamente ligadas a la situacin externa. Un ejemplo de ello era la comprensin
mostrada por los nios de seis aos de que las emociones negativas se mantienen an
despus de que el suceso hubiese ocurrido (Harris, 1983).
En una investigacin posterior (Harris, Guz, Lipian y Man-Shu, 1985) se ampli el
estudio de la comprensin de la duracin de las emociones despus de la ocurrencia de los
sucesos, incorporando el grupo de edad de cuatro aos e incluyendo tambin la emocin
positiva y no slo la negativa. Los nios tenan que elegir la expresin facial que pondra elprotagonista de una historia en tres momentos distintos despus de que un suceso ocurra y
explicar su eleccin. En este caso, incluso los nios de cuatro aos comprendieron que la
emocin inicial no desapareca bruscamente despus de que ocurriese el suceso, sino que
se modificaba de forma gradual con el tiempo. Sin embargo, en las explicaciones de las
sucesivas emociones, los nios de cuatro y seis aos, a diferencia de los de diez, se referan
ms frecuentemente a la situacin externa que a estados mentales, para explicar el cambio
de emocin. Estas diferencias en el tipo de justificaciones de la emocin fueron
interpretadas como indicadoras de que el modelo E-R era parcialmente correcto. Es decir,
que los nios antes de los seis aos slo tienen un conocimiento incipiente de que las
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Introduccin
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situaciones no son el nico determinante de las emociones.
Por otra parte, los estudios sobre la distincin entre la emocin real y la emocin
expresada obtienen resultados en esta misma direccin. Slo a partir de los seis aos los
nios comprenden que se puede sentir una emocin y expresar otra (Harris y Gross, 1988;
Harris, Donnelly, Guz y Pitt-Watson, 1986).
Como alternativa al modelo de comprensin emocional basado en la situacin
externa se desarroll un modelo representacional segn el cual las emociones dependen de
la evaluacin de los acontecimientos en funcin de la metas y que se fundamenta en una
amplia evidencia emprica.
Segn el modelo representacional de la comprensin emocional, para predecir las
emociones, los nios consideran elementos internos como las metas (Levine, 1995; Stein y
Jewett, 1986; Stein y Levine, 1987, 1989, 1990, 1999; Stein y Trabasso, 1989). El
componente central de este modelo es la evaluacin de los elementos informativos nuevos
en relacin a la consecucin de las metas, que tienen valor para el sujeto. En su elaboracin
tuvieron una especial influencia las tesis de Mandler (1975, 1984) y Piaget (1981) para los
que el conocimiento se integra en esquemas organizados, que se desestructuran cuando
ocurre una informacin novedosa, lo que exige una nueva reestructuracin del sistema. El
elemento crtico en la experiencia emocional es la evaluacin del acontecimiento novedoso
con respecto a las metas de las personas.
Esta propuesta coincide con las teoras psicolgicas del procesamiento evaluativo
(Arnold, 1960; Frijda 1987; Mandler, 1975; 1984; Lazarus y Folkman, 1984; Roseman,
1979; 1984; Sherer, 1984; Shaver; 1985) segn las cuales, las emociones son generadas
por un tipo especial de actividad cognitiva, cuya funcin es evaluar los eventos externos
en trminos de su relevancia personal (Aguado, 2005, p.121).
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Introduccin
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Aunque hay diferencias entre las distintas teoras cognitivas de las emociones, todas
tienen en cuenta las caractersticas del estmulo, el significado del evento para las metas y
necesidades, la compatibilidad del evento con las normas sociales y el origen o causa del
evento.
De la combinacin de las metas y sucesos se obtienen cuatro posibilidades: a)
querer algo y que suceda; b) no querer algo y evitarlo; c) querer algo y que no suceda; y d)
no querer algo y que suceda. Las combinaciones especficas de las metas y los sucesos
permiten diferenciar entre emociones positivas y negativas (Roseman, 1979). As, las
emociones positivas ocurren cuando una persona quiere algo y lo obtiene o cuando no
quiere algo y lo evita. Las emociones negativas ocurren cuando una persona quiere algo yno lo obtiene o cuando no quiere algo y lo obtiene. Este modelo terico se ha centrado en
cuatro experiencias emocionales: alegra, tristeza, enfado y miedo, que ellos consideran
emociones bsicas porque estn acompaadas de distintos esquemas de expresiones
faciales reconocidas universalmente (Ekman y Friesen, 1971; Izard, 1977) y aparecen
temprano en el desarrollo.
En resumen, segn este modelo las dimensiones bsicas para definir y describir las
experiencias emocionales son la existencia de un acontecimiento novedoso, la existencia
de metas, la evaluacin de si ese acontecimiento ha producido un cambio en las metas y la
certeza con la que se conoce si se han obtenido o no las metas .
Para comprobar la validez de su modelo terico, Stein, Levine y colaboradores
realizaron una extensa investigacin emprica en la que analizaron el papel que tiene el
pensamiento y el lenguaje asociados con la experiencia emocional. El procedimiento
bsico de estos estudios consista en analizar la produccin verbal de los nios, despus de
or narraciones que describan situaciones emocionales imaginadas o despus de recordar
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Introduccin
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episodios emocionales que les haban sucedido en el pasado. Asimismo, los estudios
estaban dirigidos a analizar el desarrollo evolutivo de la capacidad de representarse las
metas, su relacin con los acontecimientos y su aplicacin a la comprensin emocional.
Stein y Jewett (1986) estudiaron en un grupo de nios de seis aos la comprensin
de las emociones negativas de tristeza, enfado y miedo y concluyeron que son capaces de
diferenciar el miedo de las otras dos emociones, en funcin de la creencia sobre el grado de
certeza de la obtencin o no de la meta, proporcionando justificaciones diferentes para las
tres emociones. La mayora de los participantes hacan referencia a la sustitucin de la
meta cuando se les preguntaba por los planes siguientes a cualquiera de las emociones
negativas inferidas, Es decir, cuando los nios se encontraban con un obstculo en laconsecucin de sus deseos preferan cambiar de meta que luchar contra lo que les impeda
conseguirlos. Esta capacidad de cambiar un elemento interno, como es la meta, demuestra
a su vez la capacidad de relacionar las emociones con estados internos.
En un estudio posterior (Stein y Levine, 1989), adems de estudiar el grupo de edad
de seis aos, ampliaron la muestra, incluyendo a nios de tres aos y a estudiantes
universitarios. El objetivo era comprobar si los menores de seis aos, en concreto entre tres
y cuatro aos, evaluaban las emociones con relacin a las metas, segn el modelo terico
previamente descrito, y comparar las diferencias entre adultos y nios en la evaluacin de
las metas para la comprensin emocional. Se elaboraron dos historias para cada uno de los
cuatro tipos resultantes de la combinacin de las relaciones entre las metas (querer algo vs.
no querer) y las consecuencias (obtener algo vs. no obtenerlo). Los resultados reflejaron
que los nios, incluso de tres aos, eligieron una emocin positiva cuando los sucesoscoincidan con las metas (82%) y negativa cuando no (97%).
Una nueva prueba de la capacidad de los nios menores de seis aos de considerar
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los aspectos mentales internos en la comprensin emocional es obtenida por Stein y
Trabasso (1989) en su estudio de la comprensin de los cambios en las expectativas. En
concreto, el 96% de los nios participantes en el estudio cambiaron su eleccin de emocin
de positiva a negativa, cuando se produca un cambio en la expectativa de obtencin de la
meta deseada. En este caso los nios comprendan los cambios en los estados emocionales
segn las expectativas sobre el cumplimiento de las metas, sin que se produjeran cambios
en la situacin externa.
Otro tipo de estudios, con los que se quera comprobar la referencia a factores internos
como causa de emociones, utilizaron el procedimiento de solicitar a los nios de edades
comprendidas entre 2;5 y 6 aos la narracin de sucesos pasados en su vida real en los quehubiesen sentido alguna de las cuatro emociones bsicas (alegra, tristeza, miedo, enfado)
(Liwag y Stein, 1995; Stein y Liwag, 1997; Stein y Levine, 1999). A travs del anlisis de la
narracin y de las respuestas a las preguntas realizadas, los investigadores concluyeron que
los nios de seis aos realizaban una valoracin del cambio en las metas y de las creencias
sobre la probabilidad de mantener, alcanzar, evitar o prevenir una meta deseada.
En resumen, diversos estudios obtuvieron evidencias de que antes de los seis aos
los nios tienen en cuenta determinantes internos en la comprensin emocional y que no
solo asocian emociones con situaciones externas, sino que hacen una evaluacin de las
mismas segn metas y expectativas. A los tres aos son capaces de relacionar deseos y
emociones y ms adelante, antes de los seis aos, sern capaces de considerar las
expectativas previas.
Esta lnea de investigacin sobre la comprensin emocional se desarrolla de forma
paralela a otra lnea de trabajo sobre el conocimiento de deseos y creencias para explicar la
conducta y las emociones propias y de los otros, que comparte un paradigma de evaluacin
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de competencias mentalistas y que se ha aglutinado bajo la expresin de Teora de la
Mente.
Los estudiosos de la Teora de la Mente han desarrollado en los ltimos aos una
investigacin muy fructfera sobre la comprensin de los estados mentales de deseos,
creencias, intenciones (Astington, Harris y Olson, 1988; Astington y Baird, 2005; Baron-
Cohen y Tager-Flusberg, 1993; Baron-Cohen, 1995; Bartsch y Wellman, 1995; Carruthers
y Smith, 1996; Davies y Stone, 1995; Hala, 1997; Flavell, 2004; Lewis y Mitchell, 1994;
Mitchell, 1996, 1997; Mitchell y Riggs, 2000; Rivire y Nez, 1996; Russell, 1996;
Schneider, Schumann y Sodian, 2005; Wellman, 1990; Whiten, 1991; Wellman, Cross, y
Watson, 2001).
La investigacin sobre la aplicacin de la comprensin de deseos y creencias a la
prediccin emocional constituye una parte de esa nueva lnea de la Cognicin Social
llamada Teora de la Mente. Sin embargo, el nmero de estudios realizados sobre la
prediccin emocional ha sido mucho menor que aquellos que preguntaban por la
prediccin de accin o la atribucin de creencias, y buena parte de los mismos
proporcionan resultados que aparentemente resultan contradictorios, ya que indican que
aunque los nios tengan un conocimiento de los deseos y de las creencias no siempre lo
aplican a la prediccin emocional.
Por una parte, frente a los datos acumulados que indican que a los tres aos los nios
son capaces de hacer una prediccin emocional acorde con los deseos de los personajes
(Hadwin y Perner, 1991; Stein y Levine, 1989; Wellman y Barstsh, 1988; Wellman y
Woolley, 1990), otros estudios indican que los nios de cuatro y cinco aos pueden tener
serias dificultades para hacer algo tan sencillo como una prediccin emocional segn la
satisfaccin o no de los deseos del personajes (Perner, Peerbhoy y Lichterman 1991; Yuill,
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1984; Yuill, Perner, Pearson, Peerbhoy y Van den Ende, 1996).
Por otra, hay estudios que indican que aunque los nios eran capaces de dar una
respuesta correcta sobre las creencias, no usaban dicho conocimiento en la prediccin
emocional (Bradmetz y Schneider, 1999, 2004; Hadwin y Perner, 1991; McLaren y Olson,
1993; de Rosnay, Pons, Harris y Morrell, 2004; Ruffman y Keenan, 1996).
La no utilizacin del conocimiento de los deseos y creencias en la prediccin
emocional a las edades de cuatro y cinco aos resulta contradictorio con los resultados
obtenidos en la investigacin emprica citada sobre la comprensin emocional y resulta
adems difcil de explicar desde los distintos modelos tericos del desarrollo de la teora de
la mente (Flavell, 1994; Perner, 1991; Harris, 1992, 1996). Estos resultados inesperados
han causado perplejidad en algunos autores (Hadwin y Perner, 1991), mientras que otros
(Bradmetz y Schneider, 1999, 2004; Moore, Jarrold, Russell, Lumb, Shap y MacCallum,
1995) los han asumido generando explicaciones alternativas de la comprensin mental o
revisando la caracterizacin de la comprensin emocional de los nios menores de cinco
aos.
En la revisin realizada en el captulo 1 de la investigacin sobre deseos y emociones,
se describen con detalle las historias en las que los nios, incluso con cuatro y cinco aos, no
eran capaces de hacer una prediccin emocional acorde con los deseos. En estos casos, haba
discrepancia entre los deseos de personajes que compartan la misma situacin o el deseo del
personaje entraba en conflicto con una norma social. (Perner,et al.,1991; Yuill, 1984; Yuill,
Perneret al., 1996). La dificultad de considerar que la misma situacin puede ser deseada
por unos y no por otros, presenta cierta similaridad con la dificultad que plantea la
resolucin de la tarea de creencia falsa en la que el participante debe distinguir entre su
estado de conocimientos de la realidad y la creencia del personaje. Por ello, resulta
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interesante investigar sobre la naturaleza de este conflicto de deseos que eleva la edad de
resolucin de la tarea de prediccin emocional acorde con la satisfaccin de deseos a la
misma edad que la comprensin de creencias falsas, y explorarlo desde una perspectiva
ms prxima, en la que el conflicto se plantee por discrepancia o coincidencia entre los
deseos de los participantes y los de los personajes. Comparar las situaciones de
coincidencia y discrepancia entre los deseos propios y ajenos constituye el objetivo
principal de los dos primeros estudios empricos de esta tesis, descritos en el captulo 3. La
diferencia de rendimiento de los nios en prediccin emocional entre las situaciones de
coincidencia o discrepancia entre los deseos del participante y del personaje podra
significar que los mecanismos cognitivos implicados en el anlisis de las situaciones
planteadas, esto es, la necesidad de adoptar la perspectiva de los otros en lugar de la
propia, y no slo las caractersticas representacionales del estado mental (deseos o
creencias), son los elementos decisivos en la comprensin de la mente de los otros. Estos
datos resultaran coherentes con propuestas tericas como las de Mooreet al. (1995) sobre
los factores cognitivos que contribuyen a la comprensin de la mente, segn la cual los
mecanismos de inhibicin ejecutiva seran ms explicativos en la comprensin mentalista que
las diferencias en la naturaleza representacional de los estados mentales de creencias y deseos.
La investigacin sobre la comprensin emocional efectuada desde el paradigma de
teora de la mente ha intentado relacionar ms directamente el conocimiento mentalista de
las emociones y las creencias, estudiando la capacidad de prediccin emocional de los
nios a partir, no ya de la satisfaccin o no de los deseos de un personaje, sino de la
creencia de ese personaje sobre la posibilidad o no de la satisfaccin de sus deseos.Sorprendentemente en dicha investigacin se han obtenido algunos resultados que indican
que aunque los nios tengan un conocimiento de las creencias, no necesariamente se
muestran capaces de hacer una prediccin emocional acorde con ellas. (Bradmetz y
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Schneider, 1999, 2004; Hadwin y Perner, 1991; McLaren y Olson 1993; de Rosnayet al.,
2004; Ruffman y Keenan, 1996).
El desfase entre la comprensin de las creencias y la capacidad para predecir las
emociones relacionadas con ellas se ha interpretado como indicador de que a los cuatro
aos todava las situaciones externas resultan ms salientes que los estados mentales
internos en la prediccin emocional. Resulta ms difcil inhibir la informacin sobre la
realidad en la prediccin de emocin que en la atribucin de la creencia (Bradmetz y
Schneider, 1999, 2004; de Rosnayet al.,2004).
En el captulo 2 se presenta una revisin detallada de los estudios sobre
comprensin emocional y su relacin con la comprensin de creencias, que proporciona
datos que justifican la necesidad y la conveniencia de dedicar esfuerzo investigador a este
tema. En primer lugar, los resultados obtenidos en la aplicacin del conocimiento de las
creencias a la prediccin emocional resultan contradictorios y no se ajustan a lo esperado
segn los modelos tericos. Adems, el nmero de dichas investigaciones realizadas ha
sido relativamente escaso para poder obtener conclusiones definitivas y los resultados se
han obtenido utilizando procedimientos homogneos de evaluacin de la prediccin
emocional con importantes limitaciones. Y, finalmente, porque la confirmacin o no de
estos resultados tiene importantes implicaciones tanto para el conocimiento sobre el
desarrollo evolutivo de la comprensin emocional como para el conocimiento de los
mecanismos psicolgicos implicados en la comprensin mental.
Haciendo slo una primera aproximacin a la cuestin de procedimientos, podemosconstatar que en la investigacin sobre la relacin entre creencias y emociones se han
utilizado casi exclusivamente los dos tipos de tareas clsicas de falsa creencia: la tarea de
cambio de lugar (Wimmer y Perner, 1983) y la del contenido inesperado (Perner,
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Leekam y Wimmer, 1987). En ambas, la creencia falsa se adquiere por una falta de acceso
perceptivo a un cambio.
En los estudios que han encontrado dificultades especficas en la prediccin
emocional acorde con las creencias falsas, se han utilizado fundamentalmente distintas
versiones de la tarea de cambio de lugar2 y de la tarea del contenido inesperado3 (Bradmetz
y Schneider, 1999, 2004; de Rosnayet al., 2004; Harris, Johnson, Hutton, Andrews, Cook,
1989). En las distintas versiones se ha mantenido la estructura de las tareas clsicas,
aadiendo a la pregunta sobre la creencia la pregunta por la emocin del personaje.
Algunos autores, an reconociendo el valor de la investigacin realizada con estas
tareas clsicas, ofrecen argumentos para abandonar este modo de evaluar la capacidad de
teora de la mente (ToM) (Bloom y German, 2000). Un primer argumento plantea que
resolver la tarea de falsa creencia requiere algo ms que comprender la mente del otro.
Dicen textualmente:Para resolverla, el nio tiene que seguir las acciones de dos
personajes en una narracin y apreciar que uno de ello no ha visto un cambio, recordar
donde estaba al principio y donde est ahora y apreciar el significado preciso de la
pregunta (op. cit.,p. 27). Desde esta perspectiva la complejidad lingstica de las tareas y
de las preguntas podra infravalorar la capacidad de los evaluados. Por eso, se han ido
planteando diversas simplificaciones en los procedimientos tales como: incluir el marcador
temporal de buscar en primer lugar en la formulacin de la pregunta para facilitar la
2 En una versin muy utilizada de la tarea de cambio de lugar, Maxi pone chocolate en un armario azul y se va al jardn.Su madre coge el chocolate para preparar un pastel, y guarda el chocolate sobrante en el armario verde, en lugar del azul.Ms tarde, Maxi vuelve del jardn y quiere comer chocolate. Cuando Maxi est en frente de la puerta del armario sepregunta al nio por la emocin de este personaje.3 En la tarea de cambio de contenido, los nios tienen una experiencia propia de creencia falsa, al comprobar que suexpectativa con relacin al contenido de un recipiente es falsa. Los experimentadores presentan a los participantes untubo de caramelos muy familiar para los nios y les preguntan por su contenido. Obviamente la respuesta es Smarties yentonces se muestra el contenido real del mismo, un lpiz, que no es el contenido esperado. El lpiz se coloca otra vezdentro del tubo y se les pregunta por la emocin que siente un amigo cuando ve el tubo encima de la mesa, antes de abrirla tapa.
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comprensin de la intencin del experimentador (Freeman, Lewis y Doherty, 1991; Lewis
y Osborne, 1990; Moses, 1993; Siegal y Beattie, 1990; Surian y Leslie, 1999);
proporcionar estrategias para memorizar el contenido de la creencia falsa (Freeman y
Lacohe, 1995; German y Leslie, 2000; Mitchell y Lacohe, 1991); hacer ms visible el
cambio de localizacin (Carlson, Moses y Hix, 1998; Wellman y Bartsch, 1988; Zaitchik,
1991) o favorecer que el participante tenga un papel activo en la planificacin de
actividades dirigidas a provocar creencias falsas en los otros (Hala y Chandler, 1996;
Bloom, 2003).
Estas modificaciones han conseguido rebajar la edad de comprensin de las
creencias falsas, al menos en seis meses. Los crticos con la tarea de falsa creenciapresentan estos resultados como una prueba de que los nios de tres aos son ms
competentes en la comprensin mental que lo que se pone de manifiesto con las tareas
clsicas de creencia falsa.
De hecho son muchos y muy diversos los datos acumulados que nos indican que los
nios menores de cuatro aos demuestran ya una cierta capacidad de teora de la mente,
tanto en situaciones naturales de la vida cotidiana como ante ciertas tareas. Los nios son
capaces de explicar la causa de la conducta acorde con creencias falsas antes de ser
capaces de hacer una prediccin de conducta acorde con ellas (Bartsch y Wellman, 1989;
Bartsch, Campbell y Troseth, 2007). Tambin son capaces de orientar su mirada hacia el
lugar donde errneamente buscar alguien que tiene una creencia falsa, aunque no sean
capaces todava de hacer una prediccin correcta de la accin (Clements y Perner, 1994,
2001). En esta misma lnea son los resultados de los estudios de Carpenter, Call yTomasello, 2002; Happ y Loth, 2002; Ruffman, Garnham, Import y Connolly, 2001.
Otros estudios indican que los nios de dos aos son capaces de modificar su conducta en
funcin del estado de conocimiento de los otros. En una tarea realizada por ONeill (1996),
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los nios de dos aos observaban cmo se colocaba un atractivo juguete en lo alto de una
estantera, estando el padre del nio unas veces presente y otras ausente. Cuando ms tarde
el nio quera el juguete y peda ayuda para conseguirlo, se constat que nombraba el
juguete y haca gestos de su localizacin con ms frecuencia cuando el padre no haba
estado presente que cuando s. Incluso antes de su segundo cumpleaos, tienen algn
conocimiento del funcionamiento de la mente de los otros, tal como lo indica la
comprensin del juego de ficcin de otros (Leslie, 1994), la imitacin de acciones
(Carpenter, Nagell y Tomasello, 1998; Meltzoff, 1995) o el juego con las intenciones y
expectativas de los otros (Reddy, 1991). Algunos informes de observaciones realizadas en
las casas de los nios a la edad de dos y tres aos indican que los nios son capaces de
engaar aunque no sean capaces de resolver la tarea clsica (Astington, 2000, Newton,
Reddy y Bull, 2000). En contextos naturales los nios muestran una habilidad de influir en
las creencias de los otros, aunque todava no tengan una comprensin conceptual de las
creencias.
En esta reflexin sobre la necesidad de reconsiderar los procedimientos de
evaluacin de las competencias mentalistas y la discrepancia de datos de observacin encontexto naturales y los procedentes de contextos planteados para la investigacin, resulta
de enorme inters tener en cuenta la informacin que nos aportan las investigaciones
evolutivas de seguimiento longitudinal del desarrollo de estas competencias. En estos
trabajos la atencin de los investigadores ha sido captada preferentemente por el estudio de
la relacin entre el uso que hacen las madres de trminos sobre estados mentales y
emocionales en las conversaciones con sus hijos en un momento temporal y el rendimiento
obtenido en tareas de creencia falsa por los nios en momentos ms avanzados de su
desarrollo.
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Ruffman, Slade y Crowe (2002) detectaron que los nios cuyas madres usaron en la
descripcin de lminas mayor nmero de trminos verbales referidos a los estados
mentales, obtenan un rendimiento mejor en la comprensin de deseos, creencias y
emociones, con independencia de otros factores como sus habilidades lingsticas.
Resultados que han sido replicados en un estudio posterior (Ruffman, Slade, Devitt y
Crowe, 2006). Dunn y colaboradores ofrecen tambin una amplia investigacin
longitudinal que apoya esa relacin entre la frecuencia de conversaciones en el entorno
familiar en las que se utilizan trminos mentales con el rendimiento en tareas de ToM unos
meses ms tarde (Dunn, Brown y Beardsall, 1991; Dunn, Brown, Slomkowski, Tesla y
Youngblade, 1991; Hughes y Dunn, 1998). La existencia o no de hermanos en el entorno
familiar con los que se establece una relacin, tambin parece tener relacin con la
comprensin de la creencia falsa (Perner, Ruffman y Leekam, 1994; Ruffman, Perner,
Naito, Parkin y Clements, 1998).
La importancia de la participacin en conversaciones con riqueza de contenido
mentalista y el desarrollo de estas capacidades se reafirma de manera indirecta con los
resultados de los estudios con personas con dficits auditivos. La comparacin delrendimiento en tareas de teora de la mente de sordos con lenguaje de signos nativo y
sordos con lenguaje de signos adquirido tardamente, indica peores resultados (mayor
retraso) de estos ltimos (Peterson y Siegal, 2000). Su acceso tardo al lenguaje de signos
les habra privado de oportunidades de participar en etapas tempranas en interacciones
conversacionales. Este resultado se reprodujo igualmente en el estudio Woolfe, Want y
Siegal (2002) incluso habiendo igualado los miembros de los dos grupos en competencias
lingusticas.
En conclusin, consideramos que hay datos suficientes para asumir que es
importante plantear un cambio de procedimiento en la evaluacin de las competencias
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mentalistas que permita poner de manifiesto las capacidades que se hacen evidentes de
forma ms temprana en el comportamiento espontneo de los nios y contribuya a
clarificar las relaciones entre diversos estados mentales como son los deseos, intenciones,
creencias y emociones. Este cambio de procedimiento debe estar orientado a desarrollar
tareas ms prximas a sus contextos naturales de desarrollo y manifestacin (de Rosnay y
Hughes, 2006), esto es, situaciones de interaccin comunicativa.
Esta propuesta es coherente con la necesidad planteada por los investigadores de
revisar los procedimientos utilizados en la evaluacin de la capacidad de ToM. Se hace
explcita la necesidad de generar alternativas a las tareas clsicas (Blomm y German, 2000;
Fernyhough, 2008; Rakoczy, Warneken, y Tomasello, 2007) y que algunos autoresorientan de manera clara hacia tareas en las que se favorezca la participacin en
interacciones comunicativas.
.una posibilidad para futuras investigaciones es estudiar el efecto de lasmanipulaciones de las tareas clsicas de falsa creencia, en las que los nios seandirectamente invitados a usar el razonamiento dialogado, bien presentando losmateriales en forma de dilogo o proporcionando un contexto dialogado dentro delcual puedan dar sus respuestas. Si el modelo de pensamiento dialogado es correcto,tales manipulaciones deberan de producir xito en las tareas de falsa creencia en
edades ms tempranas que las obtenidas en las tareas clsicas formalmenteequivalentes ( Fernyhough, 2008,p.242 ).
Se justifica de esta forma uno de los principales propsitos y aportaciones de este
trabajo: el diseo de nuevas tareas de evaluacin de competencias mentalistas
(comprensin de creencias y prediccin emocional), en las que se plantea la interaccin
comunicativa y el dilogo como el medio de adquisicin del conocimiento de los deseos y
creencias y su aplicacin para la clarificacin de las relaciones entre creencias y emocionesen la comprensin mentalista.
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En la revisin de los estudios sobre la comprensin de la relacin entre creencias y
emociones (que se realiza en el captulo 2), se ha identificado un desfase evolutivo entre la
comprensin de las creencias y de las emociones relacionadas con ellas. Pero tambin se
han identificado algunos elementos de los distintos procedimientos utilizados para su
estudio, que podran explicar las dificultades encontradas por los nios menores de cinco
aos en la prediccin emocional. Consideramos que existen indicios suficientes para
albergar una duda razonable sobre la posible relacin del desfase encontrado entre la
comprensin de la creencia y su correcta aplicacin para la prediccin de emociones y
aspectos procedimentales de la investigacin de referencia, y en consecuencia, cuestionar
la hiptesis explicativa del desfase basada en la dificultad de los nios de cuatro aos para
relacionar las emociones con las creencias.
Los problemas identificados en las investigaciones revisadas hacen necesaria la
realizacin de nuevos estudios, en los que se utilice un procedimiento de evaluacin que
modifique aquellos elementos sealados como posible causa de la dificultad de la
comprensin de las emociones.
Por eso, el objetivo de los tres ltimos estudios empricos que presentamos
(estudios 3, 4 y 5, descritos en el captulo 4,) es comprobar si la realizacin de los cambios
propuestos en las tareas de evaluacin disminuyen las diferencias en el rendimiento entre
la pregunta de emocin y la de creencia. Queremos estudiar si en un contexto de
evaluacin en el que las creencias se adquieren a travs de un dilogo, los deseos e
intenciones se hacen explcitos y se aumenta la implicacin activa del nio como
participante del estudio, se facilita la comprensin de deseos, creencias y emociones y se
manifiesta la relacin entre estos estados mentales.
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PARTE I: REVISIN TERICA
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Introduccin
Captulo 1:Deseos y Emociones
1.1. Introduccin.
En los estudios sobre el desarrollo de la Teora de la Mente la investigacin sobre las
nociones infantiles acerca de los deseos, ha tenido un papel secundario frente al estudio de lascreencias. Asimismo, se ha prestado menos atencin al estudio de la prediccin de las
emociones acordes con los deseos que a la identificacin de los deseos o a la prediccin de la
accin en funcin de ellos.
Uno de los objetivos de nuestro trabajo, como se indica en la introduccin general, es
el estudio de la prediccin emocional teniendo en cuenta los estados internos de deseos.
Aunque un gran nmero de estudios concluyen que a los tres aos los nios son capaces de
hacer una prediccin emocional acorde con los deseos de los personajes (Hadwin y Perner,
1991; Stein y Levine, 1989; Wellman y Bartsh, 1988; Wellman y Woolley, 1990),
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Captulo 1. Deseos y Emociones
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hay datos experimentales que indican que, incluso con cuatro y cinco aos, los nios no
aplican el conocimiento de los deseos a la prediccin emocional (Perner,et al., 1991; Yuill,
1984). En estos casos, las condiciones experimentales generaban un conflicto entre el deseo
del personaje y la norma social o una discrepancia con el deseo de otro personaje con el que
comparta la misma situacin.
La dificultad encontrada en la aplicacin del conocimiento de los deseos a la
prediccin emocional en situaciones en las que hay que diferenciar entre dos perspectivas
diferentes ante la misma situacin, sugiere una similitud con la dificultad que se plantea
cuando se tiene que considerar la creencia falsa de alguien (que por tanto difiere de la
realidad), conocida por el participante. Comprobar si hay diferencias en la aplicacin delconocimiento de los deseos a la prediccin emocional cuando hay discrepancia o coincidencia
entre los deseos propios y de los otros ser uno de los objetivos de nuestro trabajo emprico.
En el primer apartado de la revisin de los estudios sobre la comprensin de los
deseos se han incluido los estudios en los que existe una asimetra entre la facilidad para la
comprensin de los deseos y la prediccin de accin y de emocin acorde con ellos, y la
dificultad para la comprensin de las creencias y la prediccin de accin y de emocin acorde
con ellas. En el segundo apartado, se presentan los estudios cuyos resultados contrastan con
los anteriores porque los nios han mostrado un conocimiento de los deseos a una edad
similar a aqulla en la que se comprenden las creencias. De estos estudios se recogen, en
primer lugar, aquellos en los que los participantes tienen que demostrar su comprensin de los
deseos de un personaje cuando entran en conflicto con los propios o con los de otro personaje,
identificando los deseos o prediciendo la accin, pero en los que no se solicita prediccinemocional. En segundo lugar, se describen los estudios en los que se pregunta precisamente
por la emocin de un personaje cuyos deseos entran en conflicto con una norma social o
difieren con los del propio participante o con los de otro personaje de la historia. Finalmente,
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Captulo 1. Deseos y Emociones
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se presenta nuestra propuesta de investigacin para dar respuesta a algunos de los problemas
identificados en la investigacin revisada.
1.2. Asimetra entre la comprensin de deseos y la comprensin de creencias
En muchas de las investigaciones realizadas sobre la comprensin de los deseos y
las creencias, los nios de tres aos eran capaces de hacer predicciones de accin acordes
con los deseos y, sin embargo, tenan dificultades para comprender la relacin entre las
creencias y la conducta. En la investigacin realizada por Wellman y Woolley (1990), los
nios de dos aos y medio fueron capaces de comprender que las acciones de los otros
dependan de sus deseos, pero fallaron en la prediccin de acciones con relacin a creencias
en tareas de dificultad similar. El 85 % de los nios de dos aos y medio predecan
correctamente la accin en las tres historias de deseo utilizadas, mientras que el porcentaje
de respuestas correctas en las tres historias de creencia fue slo del 45%. Un desfase
semejante al mencionado anteriormente se ha observado tambin al comparar la resolucin
de tareas en las que los nios tenan que predecir sentimientos o emociones en funcin de
deseos, frente a otras en que la prediccin deba basarse en creencias. En los estudios
realizados por Harriset al. (1989) los nios de tres y cuatro aos demostraron comprensin
del papel de los deseos en la prediccin emocional. Los nios fueron capaces de predecir
que alguien estara contento cuando vea el contenido deseado en un recipiente y triste
cuando el contenido no era el deseado. Sin embargo, eran incapaces de relacionar las
creencias con las emociones. En el estudio de Hadwin y Perner (1991) los nios de tres y
cuatro aos oan historias en dos condiciones experimentales, una en la que un personaje
realizaba una accin con el deseo de obtener un resultado y otra, en la que el personajecrea que iba a producirse un resultado. Mientras que en la primera condicin, los nios de
tres y cuatro aos predecan que el personaje estara contento al obtener el resultado
deseado y triste al no lograrlo, en la segunda, la mayora fallaba en la prediccin de que el
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Captulo 1. Deseos y Emociones
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personaje estara sorprendido al no confirmarse su creencia. Incluso, cuando se les
preguntaba por la alegra o tristeza en funcin de la creencia, los nios de cinco aos tenan
dificultades para considerar que las creencias determinan las emociones.
No solamente a los nios de desarrollo tpico les resulta ms fcil comprender los
deseos que las creencias para predecir las emociones, tambin los nios con autismo parece
que comprenden las emociones ligadas a los deseos pero no aqullas ligadas a las creencias.
En un estudio experimental realizado por Baron-Cohen (1991), el 57,4 % de las respuestas de
estos nios eran correctas cuando tenan que predecir la emocin de alegra de un personaje
que reciba para comer en el desayuno sus cereales favoritos y de tristeza cuando reciba los
cereales que no le gustaban. Sin embargo, cuando tenan que hacer la prediccin emocionalacorde con las creencias del personaje, slo se obtuvieron un 17,6 % de respuestas correctas.
Estos resultados, que sugieren que los nios tienen una capacidad relativamente
temprana de predecir emociones y acciones en funcin de los deseos (si se compara con su
competencia para predecir basndose en creencias), son coherentes con otros que indican que
los nios de tres aos recuerdan sus propios deseos, con independencia de que se hayan o no
satisfecho (Astington, Gopnik y O'Neill, 1989). Por el contrario, en tareas en que se les
induca una creencia falsa que despus se desvelaba como tal, no solan recordar su creencia
inicial (Gopnik y Astington, 1988).
Esta asimetra entre la comprensin de creencias y deseos se pone tambin de
manifiesto cuando se les pide recordar los complementos de frases odas previamente, una
vez que se les informa de que la realidad es contraria al deseo o a la creencia que se ha
expresado verbalmente. Los nios de tres aos son capaces de recordar los deseos no
satisfechos, pero tuvieron dificultades en el recuerdo de la informacin sobre las falsas
creencias (Perner, Sprung, Zauner y Haider, 2003)
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Este conjunto de resultados coinciden con los obtenidos por Lillard y Flavell (1992),
en tareas que exigan a nios de tres aos comprender la diferencia entre diversos estados
mentales (deseo, creencia, sueo, ficcin) y situaciones reales. De nuevo, el porcentaje de
respuestas correctas era mayor en el caso de los deseos que en el de las creencias, a pesar del
paralelismo entre los dos tipos de historias.
Cuando se analizan las producciones lingsticas emitidas por los nios en las
conversaciones que mantienen en su medio familiar tambin se encuentra un desfase entre
el uso de los trminos de deseos y creencias. En el anlisis realizado por Bartsch y
Wellman (1995) del uso que hacen los nios pequeos de los verbos mentalesquerer,
pensar, creer, saber, y desear,encuentran que existe un desfase de al menos un ao en lautilizacin de verbos mentales referidos a deseos y a creencias. Adems de registrar la
frecuencia de uso de dichos verbos mentales se estudi el significado que dichos verbos
mentales tenan para los nios, para lo cual se analiz el contexto comunicativo en el que
se producan. De esta manera, identificaron tambin aquellos enunciados en los que
explcitamente se estableca un contraste entre la realidad y los estados mentales o entre los
estados psicolgicos de dos personas distintas. Este tipo de contraste nos permite conocersi el nio comprende la naturaleza subjetiva de los estados mentales y, por tanto, que lo
que uno quiere o piensa puede ser distinto de lo que quiere o piensa el otro. Citan ejemplos
de verbalizaciones que demuestran que los nios incluso de dos aos muestran alguna
comprensin de la diferencia entre los deseos propios y ajenos. Por ejemplo:OK, yo
quiero unos cuantos, t no quieres (Adam; 2;7).
Otro estudio en el que nios de dos aos y medio consideran que dos personaspueden tener deseos opuestos en la misma situacin, es el realizado por Wellman y
Woolley (1990). Los participantes expresaban, entre dos alternativas, su propia preferencia
por una actividad, despus un personaje elega la alternativa opuesta. Se les peda que
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hicieran una prediccin de la accin que realizara dicho personaje y el 93% de los nios
respondieron correctamente.
En el estudio realizado por Repacholi y Gopnik (1997), incluso los nios de 18
meses, fueron capaces de elegir y ofrecer la comida que deseaba un adulto, aunque fuese
diferente a la deseada por ellos mismos.
En resumen, los estudios citados presentan evidencia emprica de que los nios de tres
aos muestran un conocimiento de los deseos y los aplican a la prediccin de accin y de
emocin. Algunas veces, incluso, muestran un cierto conocimiento de la diferencia entre los
deseos propios y ajenos. Sin embargo, no comprenden las creencias y no las aplican en la
prediccin de la accin y de la emocin.
Esta diferencia en la edad a la que se muestra comprensin de deseos y la de creencias
ha sido justificada por la distinta naturaleza representacional de ambos estados mentales.
Segn Perner (1991), una diferencia fundamental entre creencias y deseos es que las
primeras son susceptibles de ser errneas porque pueden o no corresponderse con la
realidad, mientras que los deseos, aunque no se correspondan con la realidad, no son
susceptibles de ser verdaderos o falsos. La diferencia cualitativa en la naturaleza
representacional de los deseos y las creencias es expresada tambin por Wellman (1990)
que afirma que cuando decimos que alguien desea algo no necesitamos representarnos
mentalmente ese algo, sino que simplemente pensamos en la disposicin que la persona
tiene hacia un objeto externo. Sin embargo, cuando pensamos en las creencias de los
dems, necesitamos recurrir a representaciones internas que se corresponden, en trminos
de verdad o falsedad, con la realidad. A este anlisis conceptual podramos contraponer, o
al menos aadir, un anlisis de carcter ms operativo y metodolgico.
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La evaluacin de la comprensin de las creencias se basa esencialmente en la creacin
de una situacin de creencia falsas y su consideracin (ms all de la realidad objetiva
conocida por el participante) para la prediccin de accin y de emocin acorde con ellas. La
comprensin de las creencias falsas exige diferenciar estados de conocimiento opuesto, con
respecto a la misma situacin. El participante tiene un conocimiento de la realidad, que es
opuesto al del personaje sobre el que se hace la pregunta de creencia o de prediccin de
accin. En algunos estudios, realizados sobre la comprensin de los deseos se plantea que el
mismo estmulo, podra ser una meta deseable para unos e indeseable para otros. Cuando
ocurre esto, podemos afirmar que hay conflicto de deseos. La comprensin de estas
situaciones tiene en comn con la resolucin de tareas de falsa creencia que hay que adoptar
la perspectiva del otro e inhibir la propia para poder hacer una prediccin acorde con los
estados mentales. Con independencia de la diferente naturaleza representacional de los deseos
y las creencias, estas situaciones podran ser de semejante dificultad para los nios y
resolverse a la misma edad, porque en ellas se tiene que inhibir el propio estado mental para
considerar el del otro, con independencia de que sean deseos o creencias (Mooreet al.,
1995).
1.3. Comprensin del conflicto de los deseos
Entraremos ahora, por tanto, en un anlisis de los estudios en los que se evala la
comprensin de los deseos en situaciones de posible conflicto entre diversos elementos
(deseos propios y ajenos, deseos y norma social). En primer lugar, se presentan los estudios
en los que los nios tenan que predecir la accin o la eleccin de un personaje cuyos deseos
eran opuestos a los propios. En segundo lugar, se revisan aquellos estudios en los que setenan que anticipar las emociones de un personaje cuando exista conflicto de deseos.
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1.3.1. Prediccin de la accin e identificacin de deseos
En un estudio realizado por Gopnik y Seager (1988), los nios de cuatro aos
tuvieron dificultades en predecir que un adulto y un nio haran una eleccin distinta de
libros en funcin de sus deseos. Resultados parecidos se obtuvieron en una serie de
experimentos realizados por Flavell, Flavell, Green y Moses (1990). En este caso los nios
de tres aos tuvieron ms dificultades que los de cuatro para comprender que lo que ellos
preferan poda no ser del agrado de la experimentadora. Igualmente Gopnik y Slaugther
(1991) encontraron que los nios de tres aos eran menos competentes que los de cuatro,
en diferenciar que un mismo estmulo podra ser deseado en un momento y dejar de ser
deseado, cuando ya no resultaba novedoso y por tanto que el deseo cambia con el tiempo.
Mooreet al. (1995) realizaron varios experimentos en los que crearon un fuerte
contraste entre los deseos de los participantes y los protagonistas de las historias y
compararon los resultados en dichas tareas con los obtenidos en tareas de falsa creencia. Su
hiptesis era que la capacidad de inhibicin y, por tanto, de funcin ejecutiva, sera
necesaria tanto en las tareas de deseo como de creencia.
En un experimento, los participantes elegan su pegatina preferida de animales entre
dos alternativas. En una historia, las dos pegatinas eran igualmente deseables, mientras que
en la otra historia, una de las dos alternativas era ms atractiva que la otra. Despus, tenan
que seleccionar la pegatina que deseara el personaje de la historia. El deseo del personaje
tena que ser inferido a partir de la informacin ofrecida sobre una experiencia negativa
previa con un animal que se representaba en la pegatina previamente elegida por ellos. De
este modo, tenan que seleccionar para el personaje una pegatina diferente a la
seleccionada previamente por ellos mismos. Se asuma que los nios comprenderan que el
personaje nunca deseara una pegatina que representara al animal que le haba asustado
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identificar los deseos que en predecir el lugar donde alguien, que no ha visto el cambio de
localizacin de un objeto, lo buscara.
En el segundo experimento, en lugar de utilizar una tarea de deseo y otra de falsa
creencia optaron por contar una nica historia preguntando por el conocimiento de los
deseos, la creencia y la emocin. Para asegurar que recordaban el contenido de la misma,
la narracin se interrumpa con mltiples preguntas de control. La historia era semejante a
la anterior. Al inicio, dos personajes realizaban conjuntamente una actividad,
posteriormente uno de ellos abandonaba el escenario por un momento. Durante su
ausencia, el personaje que se quedaba, en lugar de continuar con la actividad, decida
cambiar, sin que el ausente tuviera conocimiento de ello. En este segundo estudio, losnios de tres aos tambin fueron incapaces de apreciar que el protagonista ausente
podra querer todava jugar con su compaero a la actividad que haban iniciado
conjuntamente. En comparacin, los nios de cinco aos mostraron una buena
comprensin de los deseos (op. cit ., p. 85)
En resumen, estos estudios coinciden con los de Mooreet al. (1995) en la similitud
de rendimiento entre situaciones en las que los deseos de los personajes son opuestos entre
s y las tareas clsicas de falsa creencia. Con ello, sugieren que la comprensin de los
deseos no siempre es anterior a la comprensin de creencias; aunque estos dos grupos de
investigadores, difieren en las explicaciones tericas que proporcionan al paralelismo
encontrado entre deseos y creencias.
Para Mooreet al. (1995) estos resultados reflejan que lo esencial en las tareas de
Teora de la Mente es la funcin ejecutiva y no la capacidad representacional. Es decir,
la capacidad de control inhibitorio que permite inhibir el estado mental no relevante y
atender slo al del personaje sobre el que hay que hacer una prediccin. Sin embargo, para
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Nguyen y Frye (1999) la explicacin de estos resultados se basa en la distincin entre dos
tipos de deseos: los deseos simples y los deseos representacionales, que son los propios de
un conflicto entre deseos, para cuya comprensin es necesario tener una teora
representacional de la mente que no se desarrolla hasta los cuatro aos.
1.3.2. Prediccin de Emociones cuando hay conflicto de deseos
En los estudios, citados ms arriba, en los que los nios de tres aos eran capaces de
considerar que alguien estar contento si recibe lo que desea y triste en caso contrario
(Hadwin y Perner, 1991; Stein y Levine, 1989; Wellman y Woolley, 1990) no existan
diferentes perspectivas con relacin a la deseabilidad de los estmulos, slo se conoca de
forma explcita el deseo del personaje sobre el que se haca la prediccin emocional.
Sin embargo, a continuacin se presentan algunos estudios en los que hay que predecir
una emocin cuando se tienen diferentes perspectivas con relacin a la deseabilidad de los
estmulos, es decir, cuando se produce unconflicto de deseos. El deseo de un personaje
puede ser diferente a lo que indican las normas sociales, o contrario al deseo del propio
participante o al de otro personaje de la misma historia.
a) Conflicto entre deseos y una norma social
En el estudio realizado por Yuill (1984) en el que los deseos de los personajes tienen
un valor normativamente malo (como desear que al lanzar un baln, ste golpee a alguien
determinado y le haga dao) los nios de 3 y 5 aos no hicieron una prediccin de emocin
positiva acorde con el deseo del personaje. Cuando el baln efectivamente golpeaba al otro
personaje, consideraban el valor moral de los hechos, en lugar de la relacin entre el deseo yel resultado final de la accin. En un estudio posterior, Nunner-Winkler y Sodian (1988) se
propusieron comprobar si realmente los nios de cinco aos eran incapaces de hacer una
prediccin de emocin, cuando la realidad satisface el deseo de hacer dao a alguien, como
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sugiere el estudio de Yuill (1984), arriba citado. Los resultados obtenidos fueron distintos a
los anteriores, ya que el 79% de los nios cuya edad media era de 5 aos y 3 meses hicieron
una prediccin de emocin positiva cuando se cumpla el deseo de un personaje de hacer dao
intencionalmente a otro. Para comprobar si exista discrepancia real entre los dos estudios
mencionados, Yuillet al. (1996) realizaron una rplica de ambas investigaciones. Para ello,
utilizaron cuatro historias, dos de ellas con un contenido similar a las usadas en el estudio de
Yuill (1984), en las que alguien quera que el baln golpeara a otro en la cabeza y las otras
dos con el mismo contenido que una de las historias utilizadas por Nunner-Winkler y Sodian
(1988), en la que el deseo era hacer caer a otro de la bicicleta. En este nuevo experimento, se
ampli el estudio a nios de tres y cuatro aos. Los nios de cinco aos fueron capaces de
hacer una prediccin emocional, acorde con los deseos de hacer dao del personaje. Sin
embargo, los nios de tres y de cuatro aos no fueron capaces de considerar que alguien
estara contento, despus de hacer dao a otro, aunque ese fuese su deseo, basndose, por
tanto, en las consecuencias externas para hacer sus predicciones emocionales y no en los
deseos.
Segn estos resultados, los nios menores de cinco aos no han sido capaces detener en cuenta los deseos en la prediccin emocional. Para ellos, la situacin externa
(dao causado) ha sido ms saliente en la consideracin de la emocin que el estado
mental de deseo del personaje. Han elegido la emocin asociada, segn normas sociales, a
determinadas situaciones en lugar de la emocin correspondiente al deseo.
En un estudio reciente, realizado por Lagattuta (2005), se contaban historias por
medio de vietas en las que el deseo del personaje entraba en conflicto con una regla queprohiba su satisfaccin. Al final, unas veces el personaje inhiba su deseo y actuaba acorde
con la regla y otras veces, transgreda dicha norma. Los nios de cuatro, cinco aos y siete
aos atribuyeron emocin positiva a los que transgredan la norma y conseguan su deseo y
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emocin negativa a los que ajustndose a la regla no conseguan lo que queran; aunque la
intensidad de las emociones positivas y negativas era menor en comparacin con las
predicciones realizadas en historias en las que no se formulaba ninguna regla. Cuando se les
preguntaba si el personaje podra sentir alguna otra emocin, slo a partir de los siete aos los
nios fueron capaces de considerar que el protagonista podra tener una emocin mixta, es
decir que podra estar contento por el cumplimiento de su deseo, pero tambin triste por
desobedecer la norma prohibida.
En resumen, en algunos contextos como aquellos en los que los deseos vulneran
una norma social, la aplicacin de los mismos a la prediccin emocional podra exigir la
capacidad de inhibir una perspectiva, la de un hecho socialmente reprobable, paraconsiderar el deseo del personaje. Esta necesidad de tomar perspectivas diferentes podra
explicar el hecho de la mayor dificultad encontrada para considerar la relacin entre
emociones y deseos en esas situaciones.
En el apartado siguiente se presentan algunos estudios en los que los participantes
tienen perspectivas opuestas con las de los personajes.
b) Conflicto entre los deseos de diferentes personas
Una de las investigaciones ms sistemticas sobre la prediccin emocional, cuando
hay diferencias entre los deseos propios y ajenos ha sido realizada por Rieffe, Meerum
Terwogt, Koops y Oomenet (2001) con nios entre tres y cinco aos. El objetivo era
comprobar si haba diferencias en el uso del conocimiento de los deseos del protagonista para
predecir la emocin, en funcin de la distancia entre la percepcin propia sobre lo que es
deseable y la percepcin del protagonista. El modo de establecer esta distancia entre los
deseos propios y ajenos era construyendo una escala de preferencias en la que se ordenaban
siete estmulos en funcin del grado de deseabilidad. Con este procedimiento ninguno de los
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elementos no era deseado en absoluto, sino que cada uno de ellos era ms deseado que el
otro. Esto podra provocar una dificultad para predecir que alguien no estara contento cuando
recibe algo que comparativamente con otro estmulo le gusta menos, pero que en ningn
momento se dice que no lo desea en absoluto. Adems, la propia realizacin de la escala y la
comprensin del orden en ella podran ser difciles, especialmente para los nios de tres aos.
Los propios autores del estudio son conscientes de ello y en la explicacin de los resultados
reconocen que los errores obtenidos podran deberse a estas dificultades. Pero lo novedoso de
su estudio era precisamente comparar el rendimiento en prediccin emocional en funcin del
lugar que los estmulos ocupaban en dicha escala. Presentan cuatro historias-tipo de diferente
grado de dificultad por la combinacin de la distancia de los estmulos en la escala de
preferencias con la coincidencia o discrepancia de deseos.
En este estudio, los nios de tres aos no fueron capaces de hacer una prediccin
emocional acorde con los deseos, ni siquiera en la condicin en la que podra resultar ms
fcil; esto es, cuando los deseos del participante y el protagonista coincidan y adems las dos
alternativas presentadas ocupaban lugares extremos en la escala de preferencia. La
explicacin que ofrecen es que los nios de tres aos no entienden la expresin comparativa:le gusta el chocolate mucho ms que las patatas. Esta frase podra ser interpretada como que
le gustan las dos cosas. A los cinco aos no hubo diferencias entre las diferentes historias,
obtenindose un efecto techo en todas ellas, lo que nos indica que a esta edad los nios son
capaces de considerar la discrepancia de deseos en la comprensin emocional, del mismo
modo que son capaces de resolver las tareas de falsa creencia.
Por su parte, los nios de cuatro aos presentaron un patrn de respuestas diferentesen los dos tipos de historias. En las de alimentos, las predicciones correctas aumentaron
linealmente cuando la distancia entre las propias preferencias y las del protagonista se
reducan. Sin embargo, en las historias de juguetes el patrn de respuestas obtenido indica que
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en lugar de considerar los deseos expresados por los participantes, los nios hicieron una
eleccin emocional guiados por las creencias sobre los deseos segn el estereotipo de gnero.
El porcentaje de respuestas correctas fue mayor cuando el protagonista tena un deseo
tradicional, por ejemplo cuando la protagonista femenina deseaba una mueca o el
protagonista masculino un coche.
Este resultado inesperado, sugiere que los nios de cuatro aos son influidos por los
contextos de la tarea y no siempre consideran los deseos para predecir la emocin. Cuando
hay un fuerte estereotipo social sobre lo que es deseado o no, los nios de cuatro aos podran
predecir una emocin acorde con dicho estereotipo.
Para comprobar que las creencias sobre los estereotipos, ligados al gnero, influyen en
la prediccin emocional, realizaron un segundo estudio en el que los deseos de los
protagonistas eran consistentes o no con dichos estereotipos. Analizaron de nuevo las
diferencias en la prediccin emocional en funcin de la coincidencia o discrepancia entre los
deseos de los participantes y los de los protagonistas. En la mitad de las historias los
protagonistas preferan juguetes apropiados al deseo ligado a su gnero y en las otras cuatro
preferan juguetes que no se correspondan con el estereotipo de gnero.
En este segundo estudio, en contraste con el anterior, no hubo diferencias en el
rendimiento entre los nios de cuatro y cinco aos. La coincidencia o discrepancia entre los
deseos propios y ajenos no afect al rendimiento en prediccin emocional. Se encontr un
efecto de interaccin entre el deseo del protagonista y la valencia de la emocin. Por ejemplo,
cuando una nia quera un coche y lo obtena, aunque no se correspondiese con el estereotipo
de gnero, les resultaba ms fcil hacer una prediccin de emocin positiva que por ejemplo
cuando quera un coche y reciba una mueca. Atribuir una emocin negativa les resultaba
ms difcil que romper la inercia del estereotipo para predecir emocin positiva. Este efecto es
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considerado por los autores como sesgo positivo, segn el cualexiste una tendencia a
predecir emociones de alegra ms frecuentemente(Rieffeet al., 2001, p. 271).
Con relacin al objetivo principal de estos estudios de comparar el rendimiento en
prediccin emocional en funcin de las diferencias entre los deseos propios y los de un
personaje, se concluye que a los cinco aos los nios resuelven por igual todas las situaciones,
mientras que a los cuatro el rendimiento es menor cuando la distancia entre sus propios
deseos y los del protagonista es mayor.
Estos resultados sugieren que, aunque los nios menores de cinco aos sean capaces de
considerar los deseos en la prediccin emocional, en determinados contextos los estereotipos
o convenciones sociales podran ser ms salientes como causa de la emociones. Cuando haba
conflicto entre los deseos y los estereotipos de gnero, los nios de cuatro aos tuvieron ms
dificultades que los de cinco aos para considerar simultneamente las dos perspectivas.
Ms recientemente se ha estudiado la relacin entre el rendimiento en tareas de
prediccin emocional -en las que los participantes tienen emociones opuestas con respecto a
un compaero- con el rendimiento en las tareas de falsa creencia (Harwood y Jeffrey, 2006).
Estos autores estudiaron la relacin entre el rendimiento en la diferenciacin de emociones
propias y ajenas y el rendimiento en una batera de pruebas de teora de la mente: la tarea de
contenido inesperado y la tarea de falsa creencia en contexto social (Mooreet al.,1995). Los
resultados indicaban la existencia de una relacin positiva de dependencia entre los
rendimientos en los dos tipos de tareas.
Estos resultados parecen indicar que la toma de perspectiva emocional podra plantear
exigencias cognitivas similares a la comprensin de la falsa creencia. Esta conclusin
coincide con la obtenida en otros estudios en los que el conflicto se produca entre los deseos
de los personajes de las historias.
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En la investigacin realizada por Perneret al. (1991) se haca explcito que la
misma realidad era deseada por un personaje y no deseada por otro. Los nios tenan que
predecir las emociones de dos personajes que tenan deseos opuestos, con respecto a la
misma situacin. Utilizaron dos versiones de las historias; en la versin conjunta, los
personajes estaban juntos compartiendo el resultado final, con sus deseos opuestos
representados en una burbuja dibujada sobre sus cabezas; en la versin de independencia
los personajes tenan tambin deseos opuestos, pero eran presentados en vietas separadas,
indicando que perseguan sus metas de forma independiente. La situacin final slo
coincida con el deseo de uno de los protagonistas. Por ejemplo, en la situacin conjunta se
presentaba una primera vieta en la que dos personajes iban juntos en un bote por el cauce
de un ro y mientras llegaban a una bifurcacin del mismo cada uno tena un deseo
diferente sobre la rama del ro por la que deseaban que el bote se deslizara. En la segunda
vieta, el bote se deslizaba por una de las ramas, por ejemplo la que sala a la derecha, que
coincida con el deseo de uno de los personajes pero no con el del otro. Los nios reciban
dos preguntas crticas: Quin est contento? y despus de su respuesta se les haca la
segunda pregunta: El otro personaje est contento? Oan en total cuatro historias, cuyos
contenidos variaban en los diferentes deseos de los personajes, tales como ir a andar o a
escalar, rodar la pelota hasta la caseta del perro a hasta el rbol o recibir un conejito o un
perrito. Los resultados obtenidos en una muestra de 20 nios entre 3 aos y 7 meses y 4
aos y 11 meses fueron distintos para las dos preguntas realizadas. La primera pregunta fue
res