TEORIA DE LA MENTE Y EMOCIÓN Tesis doctoral Licda. Lina Arias Psicologa

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    Universidad Nacional de Educacin a DistanciaFacultad de Psicologa

    Departamento de Psicologa Evolutiva y de laEducacin

    TESIS DOCTORAL

    Teora de la Mente y Emocin: prediccin

    emocional segn deseos y creencias

    Lina Arias VegaLicenciada en Psicologa

    Madrid, 2008

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    Departamento de Psicologa Evolutiva y de la Educacin

    Facultad de Psicologa de la Universidad Nacional de

    Educacin a Distancia

    Teora de la Mente y Emocin: prediccin

    emocional segn deseos y creencias

    Tesis Doctoral

    Lina Arias Vega

    Licenciada en Psicologa

    Dirigida por:Dra. Encarnacin Sarri SnchezDra. Laura Quintanilla Cobin

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    A Carlos, Jons y Clara

    A la memoria de ngel Rivire

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    AGRADECIMIENTOS

    Cuando el desarrollo de un proyecto ha sido largo en el tiempo, como ha ocurridoen esta tesis, son muchas las personas que entran en escena, por lo que es difcil no olvidara alguien. Vaya por delante mi agradecimiento a todas las personas que me hanacompaado durante su realizacin y que me han ayudado en esta dura tarea.

    Las primeras personas concretas a las que quiero dar las gracias son Encarna yLaura, las dos directoras de la tesis, porque sin su dedicacin este trabajo no hubiera sidoposible. Gracias Encarna, porque s lo difcil que es ocupar puestos de gestin como eldecanato y el vicerrectorado y al mismo tiempo seguir con la investigacin, aportando a lamisma esa lucidez que te caracteriza, sacrificando incluso momentos de tus vacaciones yde tu vida familiar para revisar el texto final. Todo ello, sin perder la sonrisa y la calidezhumana que te caracteriza. Gracias Laura, por tu ayuda en el anlisis estadstico de losdatos y por los encuentros semanales del ltimo ao en los que hemos hecho una revisinminuciosa de los captulos tericos. Agradezco tu generosidad y todo el tiempo que me hasdedicado, sin tu supervisin rigurosa no se hubiera acabado este trabajo.

    En su etapa inicial, esta tesis fue dirigida por ngel Riviere que logrentusiasmarme con un nuevo tema de investigacin, el desarrollo de la teora de la mente(ToM). Le agradezco la oportunidad que me brind de participar en su grupo deinvestigacin y su dedicacin y apoyo en el desarrollo inicial de este trabajo. Recuerdo congran satisfaccin los seminarios de trabajo en los que analizbamos conjuntamenteartculos cientficos de ToM y los estudios experimentales de cada una de nuestras tesis.Agradezco todos los comentarios y aportaciones que recib de los componentes del grupo,sobre el contenido de las pelculas que he utilizado en mis estudios y en el diseo de losmismos. Muchas gracias a Mara Nez, Mara Sotillo, Juan Rubio, Beatriz Barquero,Beatriz Martn, Juan Carlos Gmez, ngeles Garca-Nogales y Antonieta Centoya por susaportaciones.

    Mi ms sincero agradecimiento a John Flavell con quien tuve el privilegio dedisfrutar de una estancia de tres meses en la Universidad de Stanford. Sus valiossimassugerencias en la identificacin de los problemas que se abordan en esta tesis y su anlisisdetallado y riguroso de los experimentos realizados, me proporcionaron una perspectivanueva de varios de los resultados de la tesis. No slo me facilit un espacio para trabajar yme invit a sus seminarios de trabajo y cursos de doctorado, donde recib aportaciones deFrances Green, Angeline Lillard y Eleanor Flavell, sino que nos brind a mi y mi familiauna clida acogida. Aun recuerdo la sorpresa de mi amigo Toms, matemtico recinllegado a visitarnos cuando durante una cena con John se empeaba en detallarle lo que

    haba aprendido de Piaget leyendo los trabajos del profesorFlavell, sin saber que estabahablando precisamente con l.

    Muchas gracias a Francisco Pons por su invitacin a pasar unos das en laUniversidad de Aalborg con el objetivo de darle el empujn final a la tesis. Su mensajepositivo hacia mi trabajo ha sido decisivo para el ltimo esfuerzo. Los das que pas en

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    Aalborg fueron productivos y muy gratificantes a nivel personal, permitiendo conocer ydisfrutar de su estupenda familia.

    Gracias a Paul Harris por su amabilidad durante nuestro encuentro en laUniversidad de Harvard, y el tiempo que dedic a leer los estudios experimentales sobre lacreencia falsa, y a hacerme valiosas sugerencias que se han incorporado en el escrito final.

    Gracias a mis compis del EOEP de Colmenar que me han ofrecido un ambientede trabajo estupendo, haciendo ms fcil la posibilidad de simultanear la escritura de latesis con el asesoramiento psicopedaggico en los centros. Las fiestas, cenas y demsfestejos tambin han sido un complemento necesario para reponer fuerzas. De formaespecial quiero mencionar a Rafa y Javi por su ayuda en dar el formato final al documento.Agradecer a Marina que me permitiera filmar a sus hijos para ilustrar la tarea utilizada enel ltimo estudio. Finalmente no puedo olvidar la sonrisa y la confianza puesta en m porVictoria cuando compartamos despacho. Gracias a mis compaeros de asignaturas en laUAM, Dioni, Jos Miguel y Juana Mara que me han liberado de algunas tareasburocrticas que me quitaban tiempo.

    No quiero olvidar a aquellos que me han ayudado con las nuevas tecnologas.Gracias Alejandro por el montaje de las pelculas de la raqueta que nos facilit el trabajode filmacin. Gracias a Sonia por su ayuda con el SPS. Gracias Daniel por traducir laspelculas de formato VHS a DVD y por capturar algunas imgenes de las secuencias de laspelculas que ilustran el anexo de la tesis.

    Gracias a todos mis amigos por sus nimos para acabar este trabajo, al que le hetenido que dedicar mucho tiempo en los fines de semana, teniendo que renunciar a algunaque otra salida. Muchas gracias a Pedro por bucear en la bsqueda de erratas, poranticiparme la alegra del final y por sus interesantes sugerencias. Gracia a Aurora que meha dado nimos para acabar. Gracias a Ins y Juan con los que me he redo muchsimo enesas escapadas de fin de semana, que yo viva con sentimiento de culpa por no estarescribiendo, pero en las que recargaba pilas para varias semanas de encierro.

    Gracias a los profesores de los centros escolares que me han facilitado larealizacin de los estudios. Gracias a todos los nios que han participado en los estudios,que han colaborado de forma entusiasta en las tareas y a sus padres que lo permitieron.Gracias tambin a Conchi que me ha ayudado en la filmacin de la ejemplificacin de latarea interactiva, y gracias a Guille y Laura por su esplndida actuacin como actores de lapelcula-ejemplo. Gracias a Beatriz por su actuacin en las pelculas.

    Gracias a la Consejera de Educacin que me dio un ao de licencia por estudios enel que realic un primer borrador del trabajo que ahora presento. Gracias a la directora delDepartamento de metodologa de la UNED me permiti la utilizacin de un despacho queme facilit la realizacin de dicha tarea.

    Y finalmente mi agradecimiento a Carlos, Jons y Clara, mi familia. No es posibleencontrar ms dedicacin y apoyo. Son los personajes de todas las pelculas que heutilizado en los estudios de esta tesis, y de muchas ms que reservo para estudios futuros.Las hemos realizado en nuestra casa, por las tardes despus del colegio, en los fines desemana, en unas condiciones que ahora se me antojan admirables y que slo gracias a suenorme cario y muchsima paciencia pudieron concluirse. En todos estos aos ellos han

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    sufrido viajes en los que iba cargada de artculos, fines de semana enteros inmvil ante elordenador y mis desnimos cuando el primer borrador no vala y haba que volver una yotra vez sobre el mismo. En estas pginas va tambin un pedacito de cada uno de ellos.

    ndice de contenidos Pg

    INTRODUCCIN... 1PARTE I. REVISIN TERICA.. 22CAPTULO 1. Deseos y Emociones.. 23

    1.1. Introduccin.. 231.2. Asimetra entre la comprensin de deseos y la comprensin de lascreencias...................... 241.3. Comprensin del conflicto de deseos... 29

    1.3.1. Prediccin de accin e identificacin de deseos. 29

    1.3.2. Prediccin de emociones cuando hay conflicto dedeseos............ 32

    1.4. Propuesta de investigacin sobre la relacin entre deseos yemociones............ 40

    CAPTULO 2. Creencias y Emociones.. 472.1. Introduccin.. 472.2. Descripcin de las investigaciones sobre creencias yemociones 49

    2.2.1. Creencias y sorpresa 492.2.2. Creencias y emociones bsicas de Alegra, Tristeza yEnfado... 552.2.3. Creencias y miedo... 82

    2.3. Anlisis crtico de las investigaciones sobre creencias yemociones 85

    2.3.1. Tipo de emocin.. 872.3.2. Tipo de tareas.. 90

    2.3.3. Formulacin de las preguntas de evaluacin de laprediccin emocional............ 972.3.4. Rango de edad de las muestras............ 992.3.5. Anlisis conjunto de la variable coincidencia /discrepancia entre deseos y realidad...

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    II

    2.4. Nuestra propuesta de investigacin sobre la relacin entreCreencias y Emociones 102

    PARTE II. ESTUDIOS EMPRICOS... 107CAPTULO 3. Estudios 1 y 2. Prediccin emocional en situaciones dediscrepancia o coincidencia de deseos 109

    3.1. Objetivos e hiptesis............. 109ESTUDIO 1. 1113.2. Mtodo...... 111

    3.2.1. Participantes 1113.2.2. Diseo, materiales y procedimiento............ 111

    3.3. Resultados. 1123.4. Discusin.......... 114ESTUDIO 2. 1173.5. Mtodo.. 117

    3.5.1. Participantes................ 1173.5.2. Materiales 1173.5.3. Diseo y Procedimiento . 118

    3.6. Resultados 1193.7. Discusin General. 124

    CAPTULO 4. Estudios 3, 4 y 5. Prediccin de alegra y tristeza en nios detres y cuatro aos: desfase entre creencias y emociones...... 131

    4.1. Objetivos.. 131ESTUDIO 3. 1354.2. Objetivos e hiptesis. 1354.3. Mtodo...... 135

    4.3.1. Participantes 1354.3.2. Materiales 1364.3.3. Diseo y procedimiento... 136

    4.4. Resultados..... 140

    4.5. Discusin... 148ESTUDIO 4...... 1504.6. Objetivos e hiptesis. 1504.7. Mtodo.. 151

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    III

    4.7.1. Participantes 1514.7.2. Diseo.. 1524.7.3. Procedimiento. 152

    4.8. Resultados 1544.8.1. Asociacin entre Emocin y Creencia..... 1544.8.2. Prediccin emocional y atribucin de creencia... 1554.8.3. Justificacin de las emociones. 159

    4.9. Discusin.. 162ESTUDIO 5. 1634.10. Objetivos e Hiptesis.. 1634.11. Mtodo 166

    4.11.1.Participantes 1664.11.2. Materiales... 1674.11.3. Diseo 1674.11.4. Procedimiento 167

    4.12. Resultados... 1714.12.1. Asociacin entre Emocin y Creencia.. 1714.12.2. Prediccin Emocional y Atribucin de Creencia.. 1724.12.3. Justificaciones de la prediccin emocional 175

    4.13. Discusin 1784.14. Discusin General... 179

    CAPTULO 5. Conclusiones.. 1895.1. Problemas estudiados .. 1895.2. Conclusiones de los estudios sobre deseos, creencias y emociones. 191

    5.2.1. Conclusiones de los estudios sobre deseos y emociones. 1935.2.2. Conclusiones de los estudios sobre creencias yemociones.. 197

    5.3. Propuestas de futuras investigaciones.. 2005.4. Resumen de las conclusiones 202

    BIBLIOGRAFA.. 205ANEXOS.. 225

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    IV

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    Introduccin

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    INTRODUCCIN

    Abe: No

    Adulto: No te gusta esto

    Abe: Te gusta a ti?

    Adulto: Si, me gusta

    Abe: Pero, a mi no me gusta

    ------------------------------------------------------------

    Ross: Leslie me hace enfadar

    Adulto: Por qu?

    Ross: Cuando piensa que algo es feo. Yo no

    pienso que sea feo en absoluto

    Adulto: Oh! Tuvisteis una discusin!

    Ross: Uh Uh! Ella pensaba que su collar era feo.

    Adulto: Ella pensaba que era feo?

    Ross: Claro. Pero yo no pensaba lo mismo.--------------------------------------------------------------

    Adam: Est asustado verdad?

    Madre: Quin est asustado?

    Adam: El hombre del edificio

    Madre: Oh!, el hombre del edificio

    Adam: Yo no estoy asustado

    ---------------------------------------------------

    Noem : Tengo miedo de l

    CHILDES (MacWhinney y Snow, 1990)1

    1 Estas conversaciones proceden de la base de datos CHILDES (MacWhinney y Snow, 1985,1990) que recoge ejemplos deconversaciones realizadas por diez nios en su entorno natural y en el periodo comprendido entre 1 y 6 aos.

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    Introduccin

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    Los dilogos con los que se inicia esta introduccin son transcripciones de

    conversaciones de nios en su entorno cotidiano. Ilustran cmo, desde edades muy

    tempranas, los nios son capaces de hablar sobre los pensamientos y deseos propios y de

    los otros, mostrando cierto conocimiento de que las emociones son experiencias internas

    que se relacionan con los deseos y creencias y no slo con situaciones externas. Las

    personas difieren en dichos estados mentales y por eso pueden sentir emociones opuestas

    ante una misma realidad.

    En uno de los ejemplos elegidos, Abe muestra indicios de que comprende que algo

    que l no desea, puede ser deseado por otra persona. Ross en su dilogo refleja dos

    aspectos sobre su conocimiento mental: uno, que el mismo objeto puede generar creenciasopuestas y otro, que su enfado tiene como origen la creencia del otro. Adam comprende

    que la misma situacin externa puede provocar emociones opuestas en personas distintas.

    Y finalmente, Noem usa un trmino emocional para referirse a una experiencia de temor

    con respecto a algo y no tanto a una reaccin o comportamiento observable. Estos

    ejemplos indican que los nios tienen algn conocimiento de un principio bsico de las

    relaciones sociales, segn el cual las personas difieren en sus estados mentales, y enconsecuencia pueden sentir emociones opuestas ante una misma realidad. Asimismo,

    utilizan, desde edades muy tempranas, los estados mentales en trminos intencionales en el

    sentido filosfico de Brentano (1874), para referirse a algo. En los ejemplos citados, a Abe

    no le gusta algo, Ross piensa que el collar no es feo y Noem tiene miedo de alguien.

    Este aspecto de la comprensin de los determinantes internos de las emociones, en

    trminos de deseos y creencias, es el objeto de estudio de esta tesis, aunque bajo el trminocomprensin emocional se aglutinan otros muchos conocimientos, de los que no nos

    vamos a ocupar en este trabajo, tales como: la identificacin de expresiones faciales, el

    control emocional, la categorizacin y el etiquetado emocional, la regulacin emocional.

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    Introduccin

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    Uno de los procedimientos utilizados para estudiar cundo los nios demuestran un

    conocimiento de que las emociones son experiencias subjetivas, esto es, que ante la misma

    situacin se podra tener emociones opuestas, ha sido el anlisis sistemtico de las

    producciones verbales de los nios en las interacciones cotidianas. En el estudio realizado

    por Wellman, Harris, Banerjee y Sinclair (1995) se seleccionaron de la base de datos

    CHILDES (MacWhinney y Snow, 1985, 1990) las producciones verbales de cinco nios a

    lo largo del periodo comprendido entre los dos y los seis aos (parte de esta seleccin son

    los ejemplos con los que comienza esta introduccin). En una primera fase, identificaron

    los trminos emocionales tales como alegra, tristeza, enfado, miedo, que los nios

    utilizaban en sus producciones verbales. En la segunda fase, examinaron la concepcin

    subyacente al uso de dichos trminos. En concreto, si los nios mostraban algn

    conocimiento de las emociones como estados mentales internos intencionales y como

    experiencias subjetivas. Para comprobar esto, analizaron si los nios distinguan entre

    acciones y emociones, si diferenciaban que las emociones podran ser consecuencia de las

    experiencias internas con relacin a los objetos y no slo causadas por ellos. Finalmente

    estudiaron si los nios eran capaces de comprender que dos personas distintas podan tener

    emociones diferentes en la misma situacin.

    Algunos de sus resultados coincidan con los obtenidos en investigaciones anteriores

    (Bretherton y Beeghly, 1982; Dunn, Bretherton y Munn, 1987) en las que los nios de dos

    aos se muestran capaces de utilizar los trminos verbales para referirse a emociones

    bsicas tales como alegra, tristeza, enfado y miedo. Tambin, se correspondan con los

    estudios de cognicin social en los que los nios, incluso con 9 y 12 meses, son capaces de

    reconocer la intencionalidad de los estados emocionales, modificando sus acciones de

    aproximacin o evitacin a los estmulos externos, en funcin de las expresiones

    emocionales maternas, (Klinnert, Campos, Sorce, Emde y Svejda, 1983; Sorce, Emde,

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    Introduccin

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    Campos y Klinnert, 1985). Pero adems, sus resultados sugeran que, incluso los nios de

    dos aos, tenan algn conocimiento de las emociones como experiencias internas,

    distintas de las situaciones, de las conductas y de las expresiones faciales que resultan de

    dichas experiencias. Tambin, comprendan que las personas podan sentir emociones

    diferentes ante las mismas situaciones externas.

    La capacidad temprana de comprensin de las emociones atendiendo a aspectos

    internos y no slo a la situacin externa, que se pone en evidencia en las situaciones de

    interaccin natural, contrasta con las hiptesis y conclusiones de una larga serie de estudios

    realizados en las dcadas de los 70 y los 80, segn la cual los nios menores de seis aos

    comprenden las emociones de los otros, realizando exclusivamente una asociacin entresituacin y emocin. Posteriormente, se produjo un cambio en el modelo terico de la

    comprensin emocional en la primera infancia, evolucionando desde un modelo estmulo-

    respuesta a un modelo representacional.

    Durante mucho tiempo se ha mantenido que los nios pequeos seguan un guin

    con dos papeles, de tal modo que cuando se les indicaba una situacin eran capaces de

    asociar a ella una determinada emocin (Barden, Zelko, Duncan y Masters, 1980; Borke,

    1971; Chandler y Greenspan, 1972), y al revs, cuando se les informaba de la emocin que

    senta un determinado personaje eran capaces de describir una situacin apropiada a dicha

    emocin (Trabasso, Stein y Johnson, 1981). Se consideraba que las emociones se

    identifican por medio de claves externas, asociando etiquetas emocionales con las

    situaciones (Harris, 1985; Harris y Olthof, 1982). Este modo de identificacin emocional

    implica la aplicacin de un modelo explicativo Estmulo-Respuesta para la comprensin deemociones.

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    Introduccin

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    La investigacin de los procesos metacognitivos aplicados a la memoria (Kreutzer,

    Leonard y Flavell, 1975) inspir la realizacin de investigaciones en las que se estudiaba el

    conocimiento de los nios sobre la influencia de los factores psicolgicos en la

    comprensin emocional. Por ejemplo, Harris, Olthof y Meerum Terwogt (1981) utilizaron

    el formato de entrevista y preguntaron a los nios sobre las estrategias y los procesos

    implicados en la identificacin de las emociones propias y de los otros. Los resultados de

    estos estudios fueron el comienzo del cuestionamiento del modelo E-R de comprensin

    emocional y los inicios de un cambio en el modelo sobre la conceptualizacin de las

    emociones, segn el cual los nios eran capaces de comprender que las emociones no estn

    exclusivamente ligadas a la situacin externa. Un ejemplo de ello era la comprensin

    mostrada por los nios de seis aos de que las emociones negativas se mantienen an

    despus de que el suceso hubiese ocurrido (Harris, 1983).

    En una investigacin posterior (Harris, Guz, Lipian y Man-Shu, 1985) se ampli el

    estudio de la comprensin de la duracin de las emociones despus de la ocurrencia de los

    sucesos, incorporando el grupo de edad de cuatro aos e incluyendo tambin la emocin

    positiva y no slo la negativa. Los nios tenan que elegir la expresin facial que pondra elprotagonista de una historia en tres momentos distintos despus de que un suceso ocurra y

    explicar su eleccin. En este caso, incluso los nios de cuatro aos comprendieron que la

    emocin inicial no desapareca bruscamente despus de que ocurriese el suceso, sino que

    se modificaba de forma gradual con el tiempo. Sin embargo, en las explicaciones de las

    sucesivas emociones, los nios de cuatro y seis aos, a diferencia de los de diez, se referan

    ms frecuentemente a la situacin externa que a estados mentales, para explicar el cambio

    de emocin. Estas diferencias en el tipo de justificaciones de la emocin fueron

    interpretadas como indicadoras de que el modelo E-R era parcialmente correcto. Es decir,

    que los nios antes de los seis aos slo tienen un conocimiento incipiente de que las

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    Introduccin

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    situaciones no son el nico determinante de las emociones.

    Por otra parte, los estudios sobre la distincin entre la emocin real y la emocin

    expresada obtienen resultados en esta misma direccin. Slo a partir de los seis aos los

    nios comprenden que se puede sentir una emocin y expresar otra (Harris y Gross, 1988;

    Harris, Donnelly, Guz y Pitt-Watson, 1986).

    Como alternativa al modelo de comprensin emocional basado en la situacin

    externa se desarroll un modelo representacional segn el cual las emociones dependen de

    la evaluacin de los acontecimientos en funcin de la metas y que se fundamenta en una

    amplia evidencia emprica.

    Segn el modelo representacional de la comprensin emocional, para predecir las

    emociones, los nios consideran elementos internos como las metas (Levine, 1995; Stein y

    Jewett, 1986; Stein y Levine, 1987, 1989, 1990, 1999; Stein y Trabasso, 1989). El

    componente central de este modelo es la evaluacin de los elementos informativos nuevos

    en relacin a la consecucin de las metas, que tienen valor para el sujeto. En su elaboracin

    tuvieron una especial influencia las tesis de Mandler (1975, 1984) y Piaget (1981) para los

    que el conocimiento se integra en esquemas organizados, que se desestructuran cuando

    ocurre una informacin novedosa, lo que exige una nueva reestructuracin del sistema. El

    elemento crtico en la experiencia emocional es la evaluacin del acontecimiento novedoso

    con respecto a las metas de las personas.

    Esta propuesta coincide con las teoras psicolgicas del procesamiento evaluativo

    (Arnold, 1960; Frijda 1987; Mandler, 1975; 1984; Lazarus y Folkman, 1984; Roseman,

    1979; 1984; Sherer, 1984; Shaver; 1985) segn las cuales, las emociones son generadas

    por un tipo especial de actividad cognitiva, cuya funcin es evaluar los eventos externos

    en trminos de su relevancia personal (Aguado, 2005, p.121).

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    Introduccin

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    Aunque hay diferencias entre las distintas teoras cognitivas de las emociones, todas

    tienen en cuenta las caractersticas del estmulo, el significado del evento para las metas y

    necesidades, la compatibilidad del evento con las normas sociales y el origen o causa del

    evento.

    De la combinacin de las metas y sucesos se obtienen cuatro posibilidades: a)

    querer algo y que suceda; b) no querer algo y evitarlo; c) querer algo y que no suceda; y d)

    no querer algo y que suceda. Las combinaciones especficas de las metas y los sucesos

    permiten diferenciar entre emociones positivas y negativas (Roseman, 1979). As, las

    emociones positivas ocurren cuando una persona quiere algo y lo obtiene o cuando no

    quiere algo y lo evita. Las emociones negativas ocurren cuando una persona quiere algo yno lo obtiene o cuando no quiere algo y lo obtiene. Este modelo terico se ha centrado en

    cuatro experiencias emocionales: alegra, tristeza, enfado y miedo, que ellos consideran

    emociones bsicas porque estn acompaadas de distintos esquemas de expresiones

    faciales reconocidas universalmente (Ekman y Friesen, 1971; Izard, 1977) y aparecen

    temprano en el desarrollo.

    En resumen, segn este modelo las dimensiones bsicas para definir y describir las

    experiencias emocionales son la existencia de un acontecimiento novedoso, la existencia

    de metas, la evaluacin de si ese acontecimiento ha producido un cambio en las metas y la

    certeza con la que se conoce si se han obtenido o no las metas .

    Para comprobar la validez de su modelo terico, Stein, Levine y colaboradores

    realizaron una extensa investigacin emprica en la que analizaron el papel que tiene el

    pensamiento y el lenguaje asociados con la experiencia emocional. El procedimiento

    bsico de estos estudios consista en analizar la produccin verbal de los nios, despus de

    or narraciones que describan situaciones emocionales imaginadas o despus de recordar

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    Introduccin

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    episodios emocionales que les haban sucedido en el pasado. Asimismo, los estudios

    estaban dirigidos a analizar el desarrollo evolutivo de la capacidad de representarse las

    metas, su relacin con los acontecimientos y su aplicacin a la comprensin emocional.

    Stein y Jewett (1986) estudiaron en un grupo de nios de seis aos la comprensin

    de las emociones negativas de tristeza, enfado y miedo y concluyeron que son capaces de

    diferenciar el miedo de las otras dos emociones, en funcin de la creencia sobre el grado de

    certeza de la obtencin o no de la meta, proporcionando justificaciones diferentes para las

    tres emociones. La mayora de los participantes hacan referencia a la sustitucin de la

    meta cuando se les preguntaba por los planes siguientes a cualquiera de las emociones

    negativas inferidas, Es decir, cuando los nios se encontraban con un obstculo en laconsecucin de sus deseos preferan cambiar de meta que luchar contra lo que les impeda

    conseguirlos. Esta capacidad de cambiar un elemento interno, como es la meta, demuestra

    a su vez la capacidad de relacionar las emociones con estados internos.

    En un estudio posterior (Stein y Levine, 1989), adems de estudiar el grupo de edad

    de seis aos, ampliaron la muestra, incluyendo a nios de tres aos y a estudiantes

    universitarios. El objetivo era comprobar si los menores de seis aos, en concreto entre tres

    y cuatro aos, evaluaban las emociones con relacin a las metas, segn el modelo terico

    previamente descrito, y comparar las diferencias entre adultos y nios en la evaluacin de

    las metas para la comprensin emocional. Se elaboraron dos historias para cada uno de los

    cuatro tipos resultantes de la combinacin de las relaciones entre las metas (querer algo vs.

    no querer) y las consecuencias (obtener algo vs. no obtenerlo). Los resultados reflejaron

    que los nios, incluso de tres aos, eligieron una emocin positiva cuando los sucesoscoincidan con las metas (82%) y negativa cuando no (97%).

    Una nueva prueba de la capacidad de los nios menores de seis aos de considerar

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    Introduccin

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    los aspectos mentales internos en la comprensin emocional es obtenida por Stein y

    Trabasso (1989) en su estudio de la comprensin de los cambios en las expectativas. En

    concreto, el 96% de los nios participantes en el estudio cambiaron su eleccin de emocin

    de positiva a negativa, cuando se produca un cambio en la expectativa de obtencin de la

    meta deseada. En este caso los nios comprendan los cambios en los estados emocionales

    segn las expectativas sobre el cumplimiento de las metas, sin que se produjeran cambios

    en la situacin externa.

    Otro tipo de estudios, con los que se quera comprobar la referencia a factores internos

    como causa de emociones, utilizaron el procedimiento de solicitar a los nios de edades

    comprendidas entre 2;5 y 6 aos la narracin de sucesos pasados en su vida real en los quehubiesen sentido alguna de las cuatro emociones bsicas (alegra, tristeza, miedo, enfado)

    (Liwag y Stein, 1995; Stein y Liwag, 1997; Stein y Levine, 1999). A travs del anlisis de la

    narracin y de las respuestas a las preguntas realizadas, los investigadores concluyeron que

    los nios de seis aos realizaban una valoracin del cambio en las metas y de las creencias

    sobre la probabilidad de mantener, alcanzar, evitar o prevenir una meta deseada.

    En resumen, diversos estudios obtuvieron evidencias de que antes de los seis aos

    los nios tienen en cuenta determinantes internos en la comprensin emocional y que no

    solo asocian emociones con situaciones externas, sino que hacen una evaluacin de las

    mismas segn metas y expectativas. A los tres aos son capaces de relacionar deseos y

    emociones y ms adelante, antes de los seis aos, sern capaces de considerar las

    expectativas previas.

    Esta lnea de investigacin sobre la comprensin emocional se desarrolla de forma

    paralela a otra lnea de trabajo sobre el conocimiento de deseos y creencias para explicar la

    conducta y las emociones propias y de los otros, que comparte un paradigma de evaluacin

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    Introduccin

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    de competencias mentalistas y que se ha aglutinado bajo la expresin de Teora de la

    Mente.

    Los estudiosos de la Teora de la Mente han desarrollado en los ltimos aos una

    investigacin muy fructfera sobre la comprensin de los estados mentales de deseos,

    creencias, intenciones (Astington, Harris y Olson, 1988; Astington y Baird, 2005; Baron-

    Cohen y Tager-Flusberg, 1993; Baron-Cohen, 1995; Bartsch y Wellman, 1995; Carruthers

    y Smith, 1996; Davies y Stone, 1995; Hala, 1997; Flavell, 2004; Lewis y Mitchell, 1994;

    Mitchell, 1996, 1997; Mitchell y Riggs, 2000; Rivire y Nez, 1996; Russell, 1996;

    Schneider, Schumann y Sodian, 2005; Wellman, 1990; Whiten, 1991; Wellman, Cross, y

    Watson, 2001).

    La investigacin sobre la aplicacin de la comprensin de deseos y creencias a la

    prediccin emocional constituye una parte de esa nueva lnea de la Cognicin Social

    llamada Teora de la Mente. Sin embargo, el nmero de estudios realizados sobre la

    prediccin emocional ha sido mucho menor que aquellos que preguntaban por la

    prediccin de accin o la atribucin de creencias, y buena parte de los mismos

    proporcionan resultados que aparentemente resultan contradictorios, ya que indican que

    aunque los nios tengan un conocimiento de los deseos y de las creencias no siempre lo

    aplican a la prediccin emocional.

    Por una parte, frente a los datos acumulados que indican que a los tres aos los nios

    son capaces de hacer una prediccin emocional acorde con los deseos de los personajes

    (Hadwin y Perner, 1991; Stein y Levine, 1989; Wellman y Barstsh, 1988; Wellman y

    Woolley, 1990), otros estudios indican que los nios de cuatro y cinco aos pueden tener

    serias dificultades para hacer algo tan sencillo como una prediccin emocional segn la

    satisfaccin o no de los deseos del personajes (Perner, Peerbhoy y Lichterman 1991; Yuill,

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    1984; Yuill, Perner, Pearson, Peerbhoy y Van den Ende, 1996).

    Por otra, hay estudios que indican que aunque los nios eran capaces de dar una

    respuesta correcta sobre las creencias, no usaban dicho conocimiento en la prediccin

    emocional (Bradmetz y Schneider, 1999, 2004; Hadwin y Perner, 1991; McLaren y Olson,

    1993; de Rosnay, Pons, Harris y Morrell, 2004; Ruffman y Keenan, 1996).

    La no utilizacin del conocimiento de los deseos y creencias en la prediccin

    emocional a las edades de cuatro y cinco aos resulta contradictorio con los resultados

    obtenidos en la investigacin emprica citada sobre la comprensin emocional y resulta

    adems difcil de explicar desde los distintos modelos tericos del desarrollo de la teora de

    la mente (Flavell, 1994; Perner, 1991; Harris, 1992, 1996). Estos resultados inesperados

    han causado perplejidad en algunos autores (Hadwin y Perner, 1991), mientras que otros

    (Bradmetz y Schneider, 1999, 2004; Moore, Jarrold, Russell, Lumb, Shap y MacCallum,

    1995) los han asumido generando explicaciones alternativas de la comprensin mental o

    revisando la caracterizacin de la comprensin emocional de los nios menores de cinco

    aos.

    En la revisin realizada en el captulo 1 de la investigacin sobre deseos y emociones,

    se describen con detalle las historias en las que los nios, incluso con cuatro y cinco aos, no

    eran capaces de hacer una prediccin emocional acorde con los deseos. En estos casos, haba

    discrepancia entre los deseos de personajes que compartan la misma situacin o el deseo del

    personaje entraba en conflicto con una norma social. (Perner,et al.,1991; Yuill, 1984; Yuill,

    Perneret al., 1996). La dificultad de considerar que la misma situacin puede ser deseada

    por unos y no por otros, presenta cierta similaridad con la dificultad que plantea la

    resolucin de la tarea de creencia falsa en la que el participante debe distinguir entre su

    estado de conocimientos de la realidad y la creencia del personaje. Por ello, resulta

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    interesante investigar sobre la naturaleza de este conflicto de deseos que eleva la edad de

    resolucin de la tarea de prediccin emocional acorde con la satisfaccin de deseos a la

    misma edad que la comprensin de creencias falsas, y explorarlo desde una perspectiva

    ms prxima, en la que el conflicto se plantee por discrepancia o coincidencia entre los

    deseos de los participantes y los de los personajes. Comparar las situaciones de

    coincidencia y discrepancia entre los deseos propios y ajenos constituye el objetivo

    principal de los dos primeros estudios empricos de esta tesis, descritos en el captulo 3. La

    diferencia de rendimiento de los nios en prediccin emocional entre las situaciones de

    coincidencia o discrepancia entre los deseos del participante y del personaje podra

    significar que los mecanismos cognitivos implicados en el anlisis de las situaciones

    planteadas, esto es, la necesidad de adoptar la perspectiva de los otros en lugar de la

    propia, y no slo las caractersticas representacionales del estado mental (deseos o

    creencias), son los elementos decisivos en la comprensin de la mente de los otros. Estos

    datos resultaran coherentes con propuestas tericas como las de Mooreet al. (1995) sobre

    los factores cognitivos que contribuyen a la comprensin de la mente, segn la cual los

    mecanismos de inhibicin ejecutiva seran ms explicativos en la comprensin mentalista que

    las diferencias en la naturaleza representacional de los estados mentales de creencias y deseos.

    La investigacin sobre la comprensin emocional efectuada desde el paradigma de

    teora de la mente ha intentado relacionar ms directamente el conocimiento mentalista de

    las emociones y las creencias, estudiando la capacidad de prediccin emocional de los

    nios a partir, no ya de la satisfaccin o no de los deseos de un personaje, sino de la

    creencia de ese personaje sobre la posibilidad o no de la satisfaccin de sus deseos.Sorprendentemente en dicha investigacin se han obtenido algunos resultados que indican

    que aunque los nios tengan un conocimiento de las creencias, no necesariamente se

    muestran capaces de hacer una prediccin emocional acorde con ellas. (Bradmetz y

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    Schneider, 1999, 2004; Hadwin y Perner, 1991; McLaren y Olson 1993; de Rosnayet al.,

    2004; Ruffman y Keenan, 1996).

    El desfase entre la comprensin de las creencias y la capacidad para predecir las

    emociones relacionadas con ellas se ha interpretado como indicador de que a los cuatro

    aos todava las situaciones externas resultan ms salientes que los estados mentales

    internos en la prediccin emocional. Resulta ms difcil inhibir la informacin sobre la

    realidad en la prediccin de emocin que en la atribucin de la creencia (Bradmetz y

    Schneider, 1999, 2004; de Rosnayet al.,2004).

    En el captulo 2 se presenta una revisin detallada de los estudios sobre

    comprensin emocional y su relacin con la comprensin de creencias, que proporciona

    datos que justifican la necesidad y la conveniencia de dedicar esfuerzo investigador a este

    tema. En primer lugar, los resultados obtenidos en la aplicacin del conocimiento de las

    creencias a la prediccin emocional resultan contradictorios y no se ajustan a lo esperado

    segn los modelos tericos. Adems, el nmero de dichas investigaciones realizadas ha

    sido relativamente escaso para poder obtener conclusiones definitivas y los resultados se

    han obtenido utilizando procedimientos homogneos de evaluacin de la prediccin

    emocional con importantes limitaciones. Y, finalmente, porque la confirmacin o no de

    estos resultados tiene importantes implicaciones tanto para el conocimiento sobre el

    desarrollo evolutivo de la comprensin emocional como para el conocimiento de los

    mecanismos psicolgicos implicados en la comprensin mental.

    Haciendo slo una primera aproximacin a la cuestin de procedimientos, podemosconstatar que en la investigacin sobre la relacin entre creencias y emociones se han

    utilizado casi exclusivamente los dos tipos de tareas clsicas de falsa creencia: la tarea de

    cambio de lugar (Wimmer y Perner, 1983) y la del contenido inesperado (Perner,

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    Leekam y Wimmer, 1987). En ambas, la creencia falsa se adquiere por una falta de acceso

    perceptivo a un cambio.

    En los estudios que han encontrado dificultades especficas en la prediccin

    emocional acorde con las creencias falsas, se han utilizado fundamentalmente distintas

    versiones de la tarea de cambio de lugar2 y de la tarea del contenido inesperado3 (Bradmetz

    y Schneider, 1999, 2004; de Rosnayet al., 2004; Harris, Johnson, Hutton, Andrews, Cook,

    1989). En las distintas versiones se ha mantenido la estructura de las tareas clsicas,

    aadiendo a la pregunta sobre la creencia la pregunta por la emocin del personaje.

    Algunos autores, an reconociendo el valor de la investigacin realizada con estas

    tareas clsicas, ofrecen argumentos para abandonar este modo de evaluar la capacidad de

    teora de la mente (ToM) (Bloom y German, 2000). Un primer argumento plantea que

    resolver la tarea de falsa creencia requiere algo ms que comprender la mente del otro.

    Dicen textualmente:Para resolverla, el nio tiene que seguir las acciones de dos

    personajes en una narracin y apreciar que uno de ello no ha visto un cambio, recordar

    donde estaba al principio y donde est ahora y apreciar el significado preciso de la

    pregunta (op. cit.,p. 27). Desde esta perspectiva la complejidad lingstica de las tareas y

    de las preguntas podra infravalorar la capacidad de los evaluados. Por eso, se han ido

    planteando diversas simplificaciones en los procedimientos tales como: incluir el marcador

    temporal de buscar en primer lugar en la formulacin de la pregunta para facilitar la

    2 En una versin muy utilizada de la tarea de cambio de lugar, Maxi pone chocolate en un armario azul y se va al jardn.Su madre coge el chocolate para preparar un pastel, y guarda el chocolate sobrante en el armario verde, en lugar del azul.Ms tarde, Maxi vuelve del jardn y quiere comer chocolate. Cuando Maxi est en frente de la puerta del armario sepregunta al nio por la emocin de este personaje.3 En la tarea de cambio de contenido, los nios tienen una experiencia propia de creencia falsa, al comprobar que suexpectativa con relacin al contenido de un recipiente es falsa. Los experimentadores presentan a los participantes untubo de caramelos muy familiar para los nios y les preguntan por su contenido. Obviamente la respuesta es Smarties yentonces se muestra el contenido real del mismo, un lpiz, que no es el contenido esperado. El lpiz se coloca otra vezdentro del tubo y se les pregunta por la emocin que siente un amigo cuando ve el tubo encima de la mesa, antes de abrirla tapa.

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    comprensin de la intencin del experimentador (Freeman, Lewis y Doherty, 1991; Lewis

    y Osborne, 1990; Moses, 1993; Siegal y Beattie, 1990; Surian y Leslie, 1999);

    proporcionar estrategias para memorizar el contenido de la creencia falsa (Freeman y

    Lacohe, 1995; German y Leslie, 2000; Mitchell y Lacohe, 1991); hacer ms visible el

    cambio de localizacin (Carlson, Moses y Hix, 1998; Wellman y Bartsch, 1988; Zaitchik,

    1991) o favorecer que el participante tenga un papel activo en la planificacin de

    actividades dirigidas a provocar creencias falsas en los otros (Hala y Chandler, 1996;

    Bloom, 2003).

    Estas modificaciones han conseguido rebajar la edad de comprensin de las

    creencias falsas, al menos en seis meses. Los crticos con la tarea de falsa creenciapresentan estos resultados como una prueba de que los nios de tres aos son ms

    competentes en la comprensin mental que lo que se pone de manifiesto con las tareas

    clsicas de creencia falsa.

    De hecho son muchos y muy diversos los datos acumulados que nos indican que los

    nios menores de cuatro aos demuestran ya una cierta capacidad de teora de la mente,

    tanto en situaciones naturales de la vida cotidiana como ante ciertas tareas. Los nios son

    capaces de explicar la causa de la conducta acorde con creencias falsas antes de ser

    capaces de hacer una prediccin de conducta acorde con ellas (Bartsch y Wellman, 1989;

    Bartsch, Campbell y Troseth, 2007). Tambin son capaces de orientar su mirada hacia el

    lugar donde errneamente buscar alguien que tiene una creencia falsa, aunque no sean

    capaces todava de hacer una prediccin correcta de la accin (Clements y Perner, 1994,

    2001). En esta misma lnea son los resultados de los estudios de Carpenter, Call yTomasello, 2002; Happ y Loth, 2002; Ruffman, Garnham, Import y Connolly, 2001.

    Otros estudios indican que los nios de dos aos son capaces de modificar su conducta en

    funcin del estado de conocimiento de los otros. En una tarea realizada por ONeill (1996),

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    los nios de dos aos observaban cmo se colocaba un atractivo juguete en lo alto de una

    estantera, estando el padre del nio unas veces presente y otras ausente. Cuando ms tarde

    el nio quera el juguete y peda ayuda para conseguirlo, se constat que nombraba el

    juguete y haca gestos de su localizacin con ms frecuencia cuando el padre no haba

    estado presente que cuando s. Incluso antes de su segundo cumpleaos, tienen algn

    conocimiento del funcionamiento de la mente de los otros, tal como lo indica la

    comprensin del juego de ficcin de otros (Leslie, 1994), la imitacin de acciones

    (Carpenter, Nagell y Tomasello, 1998; Meltzoff, 1995) o el juego con las intenciones y

    expectativas de los otros (Reddy, 1991). Algunos informes de observaciones realizadas en

    las casas de los nios a la edad de dos y tres aos indican que los nios son capaces de

    engaar aunque no sean capaces de resolver la tarea clsica (Astington, 2000, Newton,

    Reddy y Bull, 2000). En contextos naturales los nios muestran una habilidad de influir en

    las creencias de los otros, aunque todava no tengan una comprensin conceptual de las

    creencias.

    En esta reflexin sobre la necesidad de reconsiderar los procedimientos de

    evaluacin de las competencias mentalistas y la discrepancia de datos de observacin encontexto naturales y los procedentes de contextos planteados para la investigacin, resulta

    de enorme inters tener en cuenta la informacin que nos aportan las investigaciones

    evolutivas de seguimiento longitudinal del desarrollo de estas competencias. En estos

    trabajos la atencin de los investigadores ha sido captada preferentemente por el estudio de

    la relacin entre el uso que hacen las madres de trminos sobre estados mentales y

    emocionales en las conversaciones con sus hijos en un momento temporal y el rendimiento

    obtenido en tareas de creencia falsa por los nios en momentos ms avanzados de su

    desarrollo.

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    Introduccin

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    Ruffman, Slade y Crowe (2002) detectaron que los nios cuyas madres usaron en la

    descripcin de lminas mayor nmero de trminos verbales referidos a los estados

    mentales, obtenan un rendimiento mejor en la comprensin de deseos, creencias y

    emociones, con independencia de otros factores como sus habilidades lingsticas.

    Resultados que han sido replicados en un estudio posterior (Ruffman, Slade, Devitt y

    Crowe, 2006). Dunn y colaboradores ofrecen tambin una amplia investigacin

    longitudinal que apoya esa relacin entre la frecuencia de conversaciones en el entorno

    familiar en las que se utilizan trminos mentales con el rendimiento en tareas de ToM unos

    meses ms tarde (Dunn, Brown y Beardsall, 1991; Dunn, Brown, Slomkowski, Tesla y

    Youngblade, 1991; Hughes y Dunn, 1998). La existencia o no de hermanos en el entorno

    familiar con los que se establece una relacin, tambin parece tener relacin con la

    comprensin de la creencia falsa (Perner, Ruffman y Leekam, 1994; Ruffman, Perner,

    Naito, Parkin y Clements, 1998).

    La importancia de la participacin en conversaciones con riqueza de contenido

    mentalista y el desarrollo de estas capacidades se reafirma de manera indirecta con los

    resultados de los estudios con personas con dficits auditivos. La comparacin delrendimiento en tareas de teora de la mente de sordos con lenguaje de signos nativo y

    sordos con lenguaje de signos adquirido tardamente, indica peores resultados (mayor

    retraso) de estos ltimos (Peterson y Siegal, 2000). Su acceso tardo al lenguaje de signos

    les habra privado de oportunidades de participar en etapas tempranas en interacciones

    conversacionales. Este resultado se reprodujo igualmente en el estudio Woolfe, Want y

    Siegal (2002) incluso habiendo igualado los miembros de los dos grupos en competencias

    lingusticas.

    En conclusin, consideramos que hay datos suficientes para asumir que es

    importante plantear un cambio de procedimiento en la evaluacin de las competencias

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    mentalistas que permita poner de manifiesto las capacidades que se hacen evidentes de

    forma ms temprana en el comportamiento espontneo de los nios y contribuya a

    clarificar las relaciones entre diversos estados mentales como son los deseos, intenciones,

    creencias y emociones. Este cambio de procedimiento debe estar orientado a desarrollar

    tareas ms prximas a sus contextos naturales de desarrollo y manifestacin (de Rosnay y

    Hughes, 2006), esto es, situaciones de interaccin comunicativa.

    Esta propuesta es coherente con la necesidad planteada por los investigadores de

    revisar los procedimientos utilizados en la evaluacin de la capacidad de ToM. Se hace

    explcita la necesidad de generar alternativas a las tareas clsicas (Blomm y German, 2000;

    Fernyhough, 2008; Rakoczy, Warneken, y Tomasello, 2007) y que algunos autoresorientan de manera clara hacia tareas en las que se favorezca la participacin en

    interacciones comunicativas.

    .una posibilidad para futuras investigaciones es estudiar el efecto de lasmanipulaciones de las tareas clsicas de falsa creencia, en las que los nios seandirectamente invitados a usar el razonamiento dialogado, bien presentando losmateriales en forma de dilogo o proporcionando un contexto dialogado dentro delcual puedan dar sus respuestas. Si el modelo de pensamiento dialogado es correcto,tales manipulaciones deberan de producir xito en las tareas de falsa creencia en

    edades ms tempranas que las obtenidas en las tareas clsicas formalmenteequivalentes ( Fernyhough, 2008,p.242 ).

    Se justifica de esta forma uno de los principales propsitos y aportaciones de este

    trabajo: el diseo de nuevas tareas de evaluacin de competencias mentalistas

    (comprensin de creencias y prediccin emocional), en las que se plantea la interaccin

    comunicativa y el dilogo como el medio de adquisicin del conocimiento de los deseos y

    creencias y su aplicacin para la clarificacin de las relaciones entre creencias y emocionesen la comprensin mentalista.

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    Introduccin

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    En la revisin de los estudios sobre la comprensin de la relacin entre creencias y

    emociones (que se realiza en el captulo 2), se ha identificado un desfase evolutivo entre la

    comprensin de las creencias y de las emociones relacionadas con ellas. Pero tambin se

    han identificado algunos elementos de los distintos procedimientos utilizados para su

    estudio, que podran explicar las dificultades encontradas por los nios menores de cinco

    aos en la prediccin emocional. Consideramos que existen indicios suficientes para

    albergar una duda razonable sobre la posible relacin del desfase encontrado entre la

    comprensin de la creencia y su correcta aplicacin para la prediccin de emociones y

    aspectos procedimentales de la investigacin de referencia, y en consecuencia, cuestionar

    la hiptesis explicativa del desfase basada en la dificultad de los nios de cuatro aos para

    relacionar las emociones con las creencias.

    Los problemas identificados en las investigaciones revisadas hacen necesaria la

    realizacin de nuevos estudios, en los que se utilice un procedimiento de evaluacin que

    modifique aquellos elementos sealados como posible causa de la dificultad de la

    comprensin de las emociones.

    Por eso, el objetivo de los tres ltimos estudios empricos que presentamos

    (estudios 3, 4 y 5, descritos en el captulo 4,) es comprobar si la realizacin de los cambios

    propuestos en las tareas de evaluacin disminuyen las diferencias en el rendimiento entre

    la pregunta de emocin y la de creencia. Queremos estudiar si en un contexto de

    evaluacin en el que las creencias se adquieren a travs de un dilogo, los deseos e

    intenciones se hacen explcitos y se aumenta la implicacin activa del nio como

    participante del estudio, se facilita la comprensin de deseos, creencias y emociones y se

    manifiesta la relacin entre estos estados mentales.

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    Introduccin

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    Introduccin

    PARTE I: REVISIN TERICA

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    Introduccin

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    Introduccin

    Captulo 1:Deseos y Emociones

    1.1. Introduccin.

    En los estudios sobre el desarrollo de la Teora de la Mente la investigacin sobre las

    nociones infantiles acerca de los deseos, ha tenido un papel secundario frente al estudio de lascreencias. Asimismo, se ha prestado menos atencin al estudio de la prediccin de las

    emociones acordes con los deseos que a la identificacin de los deseos o a la prediccin de la

    accin en funcin de ellos.

    Uno de los objetivos de nuestro trabajo, como se indica en la introduccin general, es

    el estudio de la prediccin emocional teniendo en cuenta los estados internos de deseos.

    Aunque un gran nmero de estudios concluyen que a los tres aos los nios son capaces de

    hacer una prediccin emocional acorde con los deseos de los personajes (Hadwin y Perner,

    1991; Stein y Levine, 1989; Wellman y Bartsh, 1988; Wellman y Woolley, 1990),

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    Captulo 1. Deseos y Emociones

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    hay datos experimentales que indican que, incluso con cuatro y cinco aos, los nios no

    aplican el conocimiento de los deseos a la prediccin emocional (Perner,et al., 1991; Yuill,

    1984). En estos casos, las condiciones experimentales generaban un conflicto entre el deseo

    del personaje y la norma social o una discrepancia con el deseo de otro personaje con el que

    comparta la misma situacin.

    La dificultad encontrada en la aplicacin del conocimiento de los deseos a la

    prediccin emocional en situaciones en las que hay que diferenciar entre dos perspectivas

    diferentes ante la misma situacin, sugiere una similitud con la dificultad que se plantea

    cuando se tiene que considerar la creencia falsa de alguien (que por tanto difiere de la

    realidad), conocida por el participante. Comprobar si hay diferencias en la aplicacin delconocimiento de los deseos a la prediccin emocional cuando hay discrepancia o coincidencia

    entre los deseos propios y de los otros ser uno de los objetivos de nuestro trabajo emprico.

    En el primer apartado de la revisin de los estudios sobre la comprensin de los

    deseos se han incluido los estudios en los que existe una asimetra entre la facilidad para la

    comprensin de los deseos y la prediccin de accin y de emocin acorde con ellos, y la

    dificultad para la comprensin de las creencias y la prediccin de accin y de emocin acorde

    con ellas. En el segundo apartado, se presentan los estudios cuyos resultados contrastan con

    los anteriores porque los nios han mostrado un conocimiento de los deseos a una edad

    similar a aqulla en la que se comprenden las creencias. De estos estudios se recogen, en

    primer lugar, aquellos en los que los participantes tienen que demostrar su comprensin de los

    deseos de un personaje cuando entran en conflicto con los propios o con los de otro personaje,

    identificando los deseos o prediciendo la accin, pero en los que no se solicita prediccinemocional. En segundo lugar, se describen los estudios en los que se pregunta precisamente

    por la emocin de un personaje cuyos deseos entran en conflicto con una norma social o

    difieren con los del propio participante o con los de otro personaje de la historia. Finalmente,

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    se presenta nuestra propuesta de investigacin para dar respuesta a algunos de los problemas

    identificados en la investigacin revisada.

    1.2. Asimetra entre la comprensin de deseos y la comprensin de creencias

    En muchas de las investigaciones realizadas sobre la comprensin de los deseos y

    las creencias, los nios de tres aos eran capaces de hacer predicciones de accin acordes

    con los deseos y, sin embargo, tenan dificultades para comprender la relacin entre las

    creencias y la conducta. En la investigacin realizada por Wellman y Woolley (1990), los

    nios de dos aos y medio fueron capaces de comprender que las acciones de los otros

    dependan de sus deseos, pero fallaron en la prediccin de acciones con relacin a creencias

    en tareas de dificultad similar. El 85 % de los nios de dos aos y medio predecan

    correctamente la accin en las tres historias de deseo utilizadas, mientras que el porcentaje

    de respuestas correctas en las tres historias de creencia fue slo del 45%. Un desfase

    semejante al mencionado anteriormente se ha observado tambin al comparar la resolucin

    de tareas en las que los nios tenan que predecir sentimientos o emociones en funcin de

    deseos, frente a otras en que la prediccin deba basarse en creencias. En los estudios

    realizados por Harriset al. (1989) los nios de tres y cuatro aos demostraron comprensin

    del papel de los deseos en la prediccin emocional. Los nios fueron capaces de predecir

    que alguien estara contento cuando vea el contenido deseado en un recipiente y triste

    cuando el contenido no era el deseado. Sin embargo, eran incapaces de relacionar las

    creencias con las emociones. En el estudio de Hadwin y Perner (1991) los nios de tres y

    cuatro aos oan historias en dos condiciones experimentales, una en la que un personaje

    realizaba una accin con el deseo de obtener un resultado y otra, en la que el personajecrea que iba a producirse un resultado. Mientras que en la primera condicin, los nios de

    tres y cuatro aos predecan que el personaje estara contento al obtener el resultado

    deseado y triste al no lograrlo, en la segunda, la mayora fallaba en la prediccin de que el

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    personaje estara sorprendido al no confirmarse su creencia. Incluso, cuando se les

    preguntaba por la alegra o tristeza en funcin de la creencia, los nios de cinco aos tenan

    dificultades para considerar que las creencias determinan las emociones.

    No solamente a los nios de desarrollo tpico les resulta ms fcil comprender los

    deseos que las creencias para predecir las emociones, tambin los nios con autismo parece

    que comprenden las emociones ligadas a los deseos pero no aqullas ligadas a las creencias.

    En un estudio experimental realizado por Baron-Cohen (1991), el 57,4 % de las respuestas de

    estos nios eran correctas cuando tenan que predecir la emocin de alegra de un personaje

    que reciba para comer en el desayuno sus cereales favoritos y de tristeza cuando reciba los

    cereales que no le gustaban. Sin embargo, cuando tenan que hacer la prediccin emocionalacorde con las creencias del personaje, slo se obtuvieron un 17,6 % de respuestas correctas.

    Estos resultados, que sugieren que los nios tienen una capacidad relativamente

    temprana de predecir emociones y acciones en funcin de los deseos (si se compara con su

    competencia para predecir basndose en creencias), son coherentes con otros que indican que

    los nios de tres aos recuerdan sus propios deseos, con independencia de que se hayan o no

    satisfecho (Astington, Gopnik y O'Neill, 1989). Por el contrario, en tareas en que se les

    induca una creencia falsa que despus se desvelaba como tal, no solan recordar su creencia

    inicial (Gopnik y Astington, 1988).

    Esta asimetra entre la comprensin de creencias y deseos se pone tambin de

    manifiesto cuando se les pide recordar los complementos de frases odas previamente, una

    vez que se les informa de que la realidad es contraria al deseo o a la creencia que se ha

    expresado verbalmente. Los nios de tres aos son capaces de recordar los deseos no

    satisfechos, pero tuvieron dificultades en el recuerdo de la informacin sobre las falsas

    creencias (Perner, Sprung, Zauner y Haider, 2003)

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    Este conjunto de resultados coinciden con los obtenidos por Lillard y Flavell (1992),

    en tareas que exigan a nios de tres aos comprender la diferencia entre diversos estados

    mentales (deseo, creencia, sueo, ficcin) y situaciones reales. De nuevo, el porcentaje de

    respuestas correctas era mayor en el caso de los deseos que en el de las creencias, a pesar del

    paralelismo entre los dos tipos de historias.

    Cuando se analizan las producciones lingsticas emitidas por los nios en las

    conversaciones que mantienen en su medio familiar tambin se encuentra un desfase entre

    el uso de los trminos de deseos y creencias. En el anlisis realizado por Bartsch y

    Wellman (1995) del uso que hacen los nios pequeos de los verbos mentalesquerer,

    pensar, creer, saber, y desear,encuentran que existe un desfase de al menos un ao en lautilizacin de verbos mentales referidos a deseos y a creencias. Adems de registrar la

    frecuencia de uso de dichos verbos mentales se estudi el significado que dichos verbos

    mentales tenan para los nios, para lo cual se analiz el contexto comunicativo en el que

    se producan. De esta manera, identificaron tambin aquellos enunciados en los que

    explcitamente se estableca un contraste entre la realidad y los estados mentales o entre los

    estados psicolgicos de dos personas distintas. Este tipo de contraste nos permite conocersi el nio comprende la naturaleza subjetiva de los estados mentales y, por tanto, que lo

    que uno quiere o piensa puede ser distinto de lo que quiere o piensa el otro. Citan ejemplos

    de verbalizaciones que demuestran que los nios incluso de dos aos muestran alguna

    comprensin de la diferencia entre los deseos propios y ajenos. Por ejemplo:OK, yo

    quiero unos cuantos, t no quieres (Adam; 2;7).

    Otro estudio en el que nios de dos aos y medio consideran que dos personaspueden tener deseos opuestos en la misma situacin, es el realizado por Wellman y

    Woolley (1990). Los participantes expresaban, entre dos alternativas, su propia preferencia

    por una actividad, despus un personaje elega la alternativa opuesta. Se les peda que

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    hicieran una prediccin de la accin que realizara dicho personaje y el 93% de los nios

    respondieron correctamente.

    En el estudio realizado por Repacholi y Gopnik (1997), incluso los nios de 18

    meses, fueron capaces de elegir y ofrecer la comida que deseaba un adulto, aunque fuese

    diferente a la deseada por ellos mismos.

    En resumen, los estudios citados presentan evidencia emprica de que los nios de tres

    aos muestran un conocimiento de los deseos y los aplican a la prediccin de accin y de

    emocin. Algunas veces, incluso, muestran un cierto conocimiento de la diferencia entre los

    deseos propios y ajenos. Sin embargo, no comprenden las creencias y no las aplican en la

    prediccin de la accin y de la emocin.

    Esta diferencia en la edad a la que se muestra comprensin de deseos y la de creencias

    ha sido justificada por la distinta naturaleza representacional de ambos estados mentales.

    Segn Perner (1991), una diferencia fundamental entre creencias y deseos es que las

    primeras son susceptibles de ser errneas porque pueden o no corresponderse con la

    realidad, mientras que los deseos, aunque no se correspondan con la realidad, no son

    susceptibles de ser verdaderos o falsos. La diferencia cualitativa en la naturaleza

    representacional de los deseos y las creencias es expresada tambin por Wellman (1990)

    que afirma que cuando decimos que alguien desea algo no necesitamos representarnos

    mentalmente ese algo, sino que simplemente pensamos en la disposicin que la persona

    tiene hacia un objeto externo. Sin embargo, cuando pensamos en las creencias de los

    dems, necesitamos recurrir a representaciones internas que se corresponden, en trminos

    de verdad o falsedad, con la realidad. A este anlisis conceptual podramos contraponer, o

    al menos aadir, un anlisis de carcter ms operativo y metodolgico.

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    La evaluacin de la comprensin de las creencias se basa esencialmente en la creacin

    de una situacin de creencia falsas y su consideracin (ms all de la realidad objetiva

    conocida por el participante) para la prediccin de accin y de emocin acorde con ellas. La

    comprensin de las creencias falsas exige diferenciar estados de conocimiento opuesto, con

    respecto a la misma situacin. El participante tiene un conocimiento de la realidad, que es

    opuesto al del personaje sobre el que se hace la pregunta de creencia o de prediccin de

    accin. En algunos estudios, realizados sobre la comprensin de los deseos se plantea que el

    mismo estmulo, podra ser una meta deseable para unos e indeseable para otros. Cuando

    ocurre esto, podemos afirmar que hay conflicto de deseos. La comprensin de estas

    situaciones tiene en comn con la resolucin de tareas de falsa creencia que hay que adoptar

    la perspectiva del otro e inhibir la propia para poder hacer una prediccin acorde con los

    estados mentales. Con independencia de la diferente naturaleza representacional de los deseos

    y las creencias, estas situaciones podran ser de semejante dificultad para los nios y

    resolverse a la misma edad, porque en ellas se tiene que inhibir el propio estado mental para

    considerar el del otro, con independencia de que sean deseos o creencias (Mooreet al.,

    1995).

    1.3. Comprensin del conflicto de los deseos

    Entraremos ahora, por tanto, en un anlisis de los estudios en los que se evala la

    comprensin de los deseos en situaciones de posible conflicto entre diversos elementos

    (deseos propios y ajenos, deseos y norma social). En primer lugar, se presentan los estudios

    en los que los nios tenan que predecir la accin o la eleccin de un personaje cuyos deseos

    eran opuestos a los propios. En segundo lugar, se revisan aquellos estudios en los que setenan que anticipar las emociones de un personaje cuando exista conflicto de deseos.

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    1.3.1. Prediccin de la accin e identificacin de deseos

    En un estudio realizado por Gopnik y Seager (1988), los nios de cuatro aos

    tuvieron dificultades en predecir que un adulto y un nio haran una eleccin distinta de

    libros en funcin de sus deseos. Resultados parecidos se obtuvieron en una serie de

    experimentos realizados por Flavell, Flavell, Green y Moses (1990). En este caso los nios

    de tres aos tuvieron ms dificultades que los de cuatro para comprender que lo que ellos

    preferan poda no ser del agrado de la experimentadora. Igualmente Gopnik y Slaugther

    (1991) encontraron que los nios de tres aos eran menos competentes que los de cuatro,

    en diferenciar que un mismo estmulo podra ser deseado en un momento y dejar de ser

    deseado, cuando ya no resultaba novedoso y por tanto que el deseo cambia con el tiempo.

    Mooreet al. (1995) realizaron varios experimentos en los que crearon un fuerte

    contraste entre los deseos de los participantes y los protagonistas de las historias y

    compararon los resultados en dichas tareas con los obtenidos en tareas de falsa creencia. Su

    hiptesis era que la capacidad de inhibicin y, por tanto, de funcin ejecutiva, sera

    necesaria tanto en las tareas de deseo como de creencia.

    En un experimento, los participantes elegan su pegatina preferida de animales entre

    dos alternativas. En una historia, las dos pegatinas eran igualmente deseables, mientras que

    en la otra historia, una de las dos alternativas era ms atractiva que la otra. Despus, tenan

    que seleccionar la pegatina que deseara el personaje de la historia. El deseo del personaje

    tena que ser inferido a partir de la informacin ofrecida sobre una experiencia negativa

    previa con un animal que se representaba en la pegatina previamente elegida por ellos. De

    este modo, tenan que seleccionar para el personaje una pegatina diferente a la

    seleccionada previamente por ellos mismos. Se asuma que los nios comprenderan que el

    personaje nunca deseara una pegatina que representara al animal que le haba asustado

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    identificar los deseos que en predecir el lugar donde alguien, que no ha visto el cambio de

    localizacin de un objeto, lo buscara.

    En el segundo experimento, en lugar de utilizar una tarea de deseo y otra de falsa

    creencia optaron por contar una nica historia preguntando por el conocimiento de los

    deseos, la creencia y la emocin. Para asegurar que recordaban el contenido de la misma,

    la narracin se interrumpa con mltiples preguntas de control. La historia era semejante a

    la anterior. Al inicio, dos personajes realizaban conjuntamente una actividad,

    posteriormente uno de ellos abandonaba el escenario por un momento. Durante su

    ausencia, el personaje que se quedaba, en lugar de continuar con la actividad, decida

    cambiar, sin que el ausente tuviera conocimiento de ello. En este segundo estudio, losnios de tres aos tambin fueron incapaces de apreciar que el protagonista ausente

    podra querer todava jugar con su compaero a la actividad que haban iniciado

    conjuntamente. En comparacin, los nios de cinco aos mostraron una buena

    comprensin de los deseos (op. cit ., p. 85)

    En resumen, estos estudios coinciden con los de Mooreet al. (1995) en la similitud

    de rendimiento entre situaciones en las que los deseos de los personajes son opuestos entre

    s y las tareas clsicas de falsa creencia. Con ello, sugieren que la comprensin de los

    deseos no siempre es anterior a la comprensin de creencias; aunque estos dos grupos de

    investigadores, difieren en las explicaciones tericas que proporcionan al paralelismo

    encontrado entre deseos y creencias.

    Para Mooreet al. (1995) estos resultados reflejan que lo esencial en las tareas de

    Teora de la Mente es la funcin ejecutiva y no la capacidad representacional. Es decir,

    la capacidad de control inhibitorio que permite inhibir el estado mental no relevante y

    atender slo al del personaje sobre el que hay que hacer una prediccin. Sin embargo, para

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    Nguyen y Frye (1999) la explicacin de estos resultados se basa en la distincin entre dos

    tipos de deseos: los deseos simples y los deseos representacionales, que son los propios de

    un conflicto entre deseos, para cuya comprensin es necesario tener una teora

    representacional de la mente que no se desarrolla hasta los cuatro aos.

    1.3.2. Prediccin de Emociones cuando hay conflicto de deseos

    En los estudios, citados ms arriba, en los que los nios de tres aos eran capaces de

    considerar que alguien estar contento si recibe lo que desea y triste en caso contrario

    (Hadwin y Perner, 1991; Stein y Levine, 1989; Wellman y Woolley, 1990) no existan

    diferentes perspectivas con relacin a la deseabilidad de los estmulos, slo se conoca de

    forma explcita el deseo del personaje sobre el que se haca la prediccin emocional.

    Sin embargo, a continuacin se presentan algunos estudios en los que hay que predecir

    una emocin cuando se tienen diferentes perspectivas con relacin a la deseabilidad de los

    estmulos, es decir, cuando se produce unconflicto de deseos. El deseo de un personaje

    puede ser diferente a lo que indican las normas sociales, o contrario al deseo del propio

    participante o al de otro personaje de la misma historia.

    a) Conflicto entre deseos y una norma social

    En el estudio realizado por Yuill (1984) en el que los deseos de los personajes tienen

    un valor normativamente malo (como desear que al lanzar un baln, ste golpee a alguien

    determinado y le haga dao) los nios de 3 y 5 aos no hicieron una prediccin de emocin

    positiva acorde con el deseo del personaje. Cuando el baln efectivamente golpeaba al otro

    personaje, consideraban el valor moral de los hechos, en lugar de la relacin entre el deseo yel resultado final de la accin. En un estudio posterior, Nunner-Winkler y Sodian (1988) se

    propusieron comprobar si realmente los nios de cinco aos eran incapaces de hacer una

    prediccin de emocin, cuando la realidad satisface el deseo de hacer dao a alguien, como

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    sugiere el estudio de Yuill (1984), arriba citado. Los resultados obtenidos fueron distintos a

    los anteriores, ya que el 79% de los nios cuya edad media era de 5 aos y 3 meses hicieron

    una prediccin de emocin positiva cuando se cumpla el deseo de un personaje de hacer dao

    intencionalmente a otro. Para comprobar si exista discrepancia real entre los dos estudios

    mencionados, Yuillet al. (1996) realizaron una rplica de ambas investigaciones. Para ello,

    utilizaron cuatro historias, dos de ellas con un contenido similar a las usadas en el estudio de

    Yuill (1984), en las que alguien quera que el baln golpeara a otro en la cabeza y las otras

    dos con el mismo contenido que una de las historias utilizadas por Nunner-Winkler y Sodian

    (1988), en la que el deseo era hacer caer a otro de la bicicleta. En este nuevo experimento, se

    ampli el estudio a nios de tres y cuatro aos. Los nios de cinco aos fueron capaces de

    hacer una prediccin emocional, acorde con los deseos de hacer dao del personaje. Sin

    embargo, los nios de tres y de cuatro aos no fueron capaces de considerar que alguien

    estara contento, despus de hacer dao a otro, aunque ese fuese su deseo, basndose, por

    tanto, en las consecuencias externas para hacer sus predicciones emocionales y no en los

    deseos.

    Segn estos resultados, los nios menores de cinco aos no han sido capaces detener en cuenta los deseos en la prediccin emocional. Para ellos, la situacin externa

    (dao causado) ha sido ms saliente en la consideracin de la emocin que el estado

    mental de deseo del personaje. Han elegido la emocin asociada, segn normas sociales, a

    determinadas situaciones en lugar de la emocin correspondiente al deseo.

    En un estudio reciente, realizado por Lagattuta (2005), se contaban historias por

    medio de vietas en las que el deseo del personaje entraba en conflicto con una regla queprohiba su satisfaccin. Al final, unas veces el personaje inhiba su deseo y actuaba acorde

    con la regla y otras veces, transgreda dicha norma. Los nios de cuatro, cinco aos y siete

    aos atribuyeron emocin positiva a los que transgredan la norma y conseguan su deseo y

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    emocin negativa a los que ajustndose a la regla no conseguan lo que queran; aunque la

    intensidad de las emociones positivas y negativas era menor en comparacin con las

    predicciones realizadas en historias en las que no se formulaba ninguna regla. Cuando se les

    preguntaba si el personaje podra sentir alguna otra emocin, slo a partir de los siete aos los

    nios fueron capaces de considerar que el protagonista podra tener una emocin mixta, es

    decir que podra estar contento por el cumplimiento de su deseo, pero tambin triste por

    desobedecer la norma prohibida.

    En resumen, en algunos contextos como aquellos en los que los deseos vulneran

    una norma social, la aplicacin de los mismos a la prediccin emocional podra exigir la

    capacidad de inhibir una perspectiva, la de un hecho socialmente reprobable, paraconsiderar el deseo del personaje. Esta necesidad de tomar perspectivas diferentes podra

    explicar el hecho de la mayor dificultad encontrada para considerar la relacin entre

    emociones y deseos en esas situaciones.

    En el apartado siguiente se presentan algunos estudios en los que los participantes

    tienen perspectivas opuestas con las de los personajes.

    b) Conflicto entre los deseos de diferentes personas

    Una de las investigaciones ms sistemticas sobre la prediccin emocional, cuando

    hay diferencias entre los deseos propios y ajenos ha sido realizada por Rieffe, Meerum

    Terwogt, Koops y Oomenet (2001) con nios entre tres y cinco aos. El objetivo era

    comprobar si haba diferencias en el uso del conocimiento de los deseos del protagonista para

    predecir la emocin, en funcin de la distancia entre la percepcin propia sobre lo que es

    deseable y la percepcin del protagonista. El modo de establecer esta distancia entre los

    deseos propios y ajenos era construyendo una escala de preferencias en la que se ordenaban

    siete estmulos en funcin del grado de deseabilidad. Con este procedimiento ninguno de los

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    elementos no era deseado en absoluto, sino que cada uno de ellos era ms deseado que el

    otro. Esto podra provocar una dificultad para predecir que alguien no estara contento cuando

    recibe algo que comparativamente con otro estmulo le gusta menos, pero que en ningn

    momento se dice que no lo desea en absoluto. Adems, la propia realizacin de la escala y la

    comprensin del orden en ella podran ser difciles, especialmente para los nios de tres aos.

    Los propios autores del estudio son conscientes de ello y en la explicacin de los resultados

    reconocen que los errores obtenidos podran deberse a estas dificultades. Pero lo novedoso de

    su estudio era precisamente comparar el rendimiento en prediccin emocional en funcin del

    lugar que los estmulos ocupaban en dicha escala. Presentan cuatro historias-tipo de diferente

    grado de dificultad por la combinacin de la distancia de los estmulos en la escala de

    preferencias con la coincidencia o discrepancia de deseos.

    En este estudio, los nios de tres aos no fueron capaces de hacer una prediccin

    emocional acorde con los deseos, ni siquiera en la condicin en la que podra resultar ms

    fcil; esto es, cuando los deseos del participante y el protagonista coincidan y adems las dos

    alternativas presentadas ocupaban lugares extremos en la escala de preferencia. La

    explicacin que ofrecen es que los nios de tres aos no entienden la expresin comparativa:le gusta el chocolate mucho ms que las patatas. Esta frase podra ser interpretada como que

    le gustan las dos cosas. A los cinco aos no hubo diferencias entre las diferentes historias,

    obtenindose un efecto techo en todas ellas, lo que nos indica que a esta edad los nios son

    capaces de considerar la discrepancia de deseos en la comprensin emocional, del mismo

    modo que son capaces de resolver las tareas de falsa creencia.

    Por su parte, los nios de cuatro aos presentaron un patrn de respuestas diferentesen los dos tipos de historias. En las de alimentos, las predicciones correctas aumentaron

    linealmente cuando la distancia entre las propias preferencias y las del protagonista se

    reducan. Sin embargo, en las historias de juguetes el patrn de respuestas obtenido indica que

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    en lugar de considerar los deseos expresados por los participantes, los nios hicieron una

    eleccin emocional guiados por las creencias sobre los deseos segn el estereotipo de gnero.

    El porcentaje de respuestas correctas fue mayor cuando el protagonista tena un deseo

    tradicional, por ejemplo cuando la protagonista femenina deseaba una mueca o el

    protagonista masculino un coche.

    Este resultado inesperado, sugiere que los nios de cuatro aos son influidos por los

    contextos de la tarea y no siempre consideran los deseos para predecir la emocin. Cuando

    hay un fuerte estereotipo social sobre lo que es deseado o no, los nios de cuatro aos podran

    predecir una emocin acorde con dicho estereotipo.

    Para comprobar que las creencias sobre los estereotipos, ligados al gnero, influyen en

    la prediccin emocional, realizaron un segundo estudio en el que los deseos de los

    protagonistas eran consistentes o no con dichos estereotipos. Analizaron de nuevo las

    diferencias en la prediccin emocional en funcin de la coincidencia o discrepancia entre los

    deseos de los participantes y los de los protagonistas. En la mitad de las historias los

    protagonistas preferan juguetes apropiados al deseo ligado a su gnero y en las otras cuatro

    preferan juguetes que no se correspondan con el estereotipo de gnero.

    En este segundo estudio, en contraste con el anterior, no hubo diferencias en el

    rendimiento entre los nios de cuatro y cinco aos. La coincidencia o discrepancia entre los

    deseos propios y ajenos no afect al rendimiento en prediccin emocional. Se encontr un

    efecto de interaccin entre el deseo del protagonista y la valencia de la emocin. Por ejemplo,

    cuando una nia quera un coche y lo obtena, aunque no se correspondiese con el estereotipo

    de gnero, les resultaba ms fcil hacer una prediccin de emocin positiva que por ejemplo

    cuando quera un coche y reciba una mueca. Atribuir una emocin negativa les resultaba

    ms difcil que romper la inercia del estereotipo para predecir emocin positiva. Este efecto es

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    considerado por los autores como sesgo positivo, segn el cualexiste una tendencia a

    predecir emociones de alegra ms frecuentemente(Rieffeet al., 2001, p. 271).

    Con relacin al objetivo principal de estos estudios de comparar el rendimiento en

    prediccin emocional en funcin de las diferencias entre los deseos propios y los de un

    personaje, se concluye que a los cinco aos los nios resuelven por igual todas las situaciones,

    mientras que a los cuatro el rendimiento es menor cuando la distancia entre sus propios

    deseos y los del protagonista es mayor.

    Estos resultados sugieren que, aunque los nios menores de cinco aos sean capaces de

    considerar los deseos en la prediccin emocional, en determinados contextos los estereotipos

    o convenciones sociales podran ser ms salientes como causa de la emociones. Cuando haba

    conflicto entre los deseos y los estereotipos de gnero, los nios de cuatro aos tuvieron ms

    dificultades que los de cinco aos para considerar simultneamente las dos perspectivas.

    Ms recientemente se ha estudiado la relacin entre el rendimiento en tareas de

    prediccin emocional -en las que los participantes tienen emociones opuestas con respecto a

    un compaero- con el rendimiento en las tareas de falsa creencia (Harwood y Jeffrey, 2006).

    Estos autores estudiaron la relacin entre el rendimiento en la diferenciacin de emociones

    propias y ajenas y el rendimiento en una batera de pruebas de teora de la mente: la tarea de

    contenido inesperado y la tarea de falsa creencia en contexto social (Mooreet al.,1995). Los

    resultados indicaban la existencia de una relacin positiva de dependencia entre los

    rendimientos en los dos tipos de tareas.

    Estos resultados parecen indicar que la toma de perspectiva emocional podra plantear

    exigencias cognitivas similares a la comprensin de la falsa creencia. Esta conclusin

    coincide con la obtenida en otros estudios en los que el conflicto se produca entre los deseos

    de los personajes de las historias.

  • 8/8/2019 TEORIA DE LA MENTE Y EMOCIN Tesis doctoral Licda. Lina Arias Psicologa

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    En la investigacin realizada por Perneret al. (1991) se haca explcito que la

    misma realidad era deseada por un personaje y no deseada por otro. Los nios tenan que

    predecir las emociones de dos personajes que tenan deseos opuestos, con respecto a la

    misma situacin. Utilizaron dos versiones de las historias; en la versin conjunta, los

    personajes estaban juntos compartiendo el resultado final, con sus deseos opuestos

    representados en una burbuja dibujada sobre sus cabezas; en la versin de independencia

    los personajes tenan tambin deseos opuestos, pero eran presentados en vietas separadas,

    indicando que perseguan sus metas de forma independiente. La situacin final slo

    coincida con el deseo de uno de los protagonistas. Por ejemplo, en la situacin conjunta se

    presentaba una primera vieta en la que dos personajes iban juntos en un bote por el cauce

    de un ro y mientras llegaban a una bifurcacin del mismo cada uno tena un deseo

    diferente sobre la rama del ro por la que deseaban que el bote se deslizara. En la segunda

    vieta, el bote se deslizaba por una de las ramas, por ejemplo la que sala a la derecha, que

    coincida con el deseo de uno de los personajes pero no con el del otro. Los nios reciban

    dos preguntas crticas: Quin est contento? y despus de su respuesta se les haca la

    segunda pregunta: El otro personaje est contento? Oan en total cuatro historias, cuyos

    contenidos variaban en los diferentes deseos de los personajes, tales como ir a andar o a

    escalar, rodar la pelota hasta la caseta del perro a hasta el rbol o recibir un conejito o un

    perrito. Los resultados obtenidos en una muestra de 20 nios entre 3 aos y 7 meses y 4

    aos y 11 meses fueron distintos para las dos preguntas realizadas. La primera pregunta fue

    res