Post on 17-Aug-2015
¿POR QUÉ MATARON A TIT@ SI ERA TAN BUENA MUCHACHA?
Crónica de cómo se venció la entropía
El 24 de noviembre de 2014 me encontraba en un momento crítico de mi vida, tal
vez aquello de la crisis de la edad madura, que siempre pensé que no tenía nada
que ver conmigo, me había alcanzado, sin saberlo.
La historia de mi vida que pasaba tan rápido en mi mente como si hubiese tenido
una duración de apenas unos días, se extendía en el tiempo real más allá de lo
que yo quería, llegando a abarcar 45 años, años que no se en que momento
pasaron, se fueron y se perdieron.
Ese día se nos presentó el proyecto Tit@ y todos mis compañeros y yo nos
pusimos muy alegres, pensando lo interesante que iba a ser participar en un
proyecto como este. De mi parte estaba verdaderamente entusiasmado.
Desde ese día comenzamos con reuniones durante una semana completa, en la
que arrancó el proyecto de formación, comencé a notar en todo esto que había un
exceso de actividades que si bien tenían la intención de motivar, realmente se
hicieron tan rápido que en mi caso se volvieron inocuas. Los mandalas, las ruedas
de la vida y los escudos familiares son ejemplos de esto.
En diciembre salimos a vacaciones, mi papá se encontraba muy enfermo, yo tuve
que seguir trabajando hasta eso del 19 de diciembre en el otro colegio y por las
tardes fui a cuidar a mi padre al hospital, los deseos de ponerme al día con las
cositas que estaban atrasadas en el primer momento, se quedaron sin hacerse
realidad y la entropía comenzó a entrar a mi vida de una manera cada vez más
arrolladora.
Comenzó el 2015 en medio de la incertidumbre: a mi hija mayor que cumplió
precisamente doce años en diciembre, le iban a hacer una cirugía de alta
complejidad en la columna y la suerte de mi padre nos hacia preguntarnos sobre
sus últimos momentos, cuándo y cómo sucederían.
Mientras tanto Tit@ seguía imparable como un remolino que se engulle todo lo
que se encuentra. En mi otro trabajo, comenzamos un proyecto de gran magnitud
del cual fui encargado de dirigir y fue entonces en medio de la angustia de tantas
cosas que aumentaban la crisis en la que ya me encontraba desde antes, que
decidí asesinar a Tit@, la iba a matar en mi mente y en mi corazón pues su
existencia ya me parecía un sin sentido para mi vida.
En el mes de marzo operaron a mi hija y no pude asistir a una sesión programada
para un sábado, aumentando así el caos y el desorden que con Tit@ venía en
ascenso como un gran Tsunami que destruye todo a su paso.
Para cuando volví, ya estaba más perdido que el hijo de Lindbergh, lo que
definitivamente aceleró la decisión que había meditado y premeditado: en la
oscuridad, en el silencio del descuido, yo Gustavo Sandoval, yo el hombre que
quiere ser cristiano, asesiné a Tit@.
A finales de abril y comienzos de mayo salimos a un paro de maestros que
incrementó la entropía monstruosa que ya se había apoderado de mi vida.
Finalmente, en mayo 26 murió mi papá, lo que terminó por absorber mi vida
totalmente en el Leviatan de mi propia depresión.
Se dice por ahí, que primero hay que llegar al fondo para desde allí poder volver a
salir, creo que haciendo una analogía con la resurrección, me encuentro en ese
momento, tratando de ascender a la luz, y de volver a la vida a aquella mujer que
asesiné en mis sueños, volverla a ver, coger su mano y ser feliz con la satisfacción
del deber cumplido.