Por qué mataron a tit

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¿POR QUÉ MATARON A TIT@ SI ERA TAN BUENA MUCHACHA? Crónica de cómo se venció la entropía El 24 de noviembre de 2014 me encontraba en un momento crítico de mi vida, tal vez aquello de la crisis de la edad madura, que siempre pensé que no tenía nada que ver conmigo, me había alcanzado, sin saberlo. La historia de mi vida que pasaba tan rápido en mi mente como si hubiese tenido una duración de apenas unos días, se extendía en el tiempo real más allá de lo que yo quería, llegando a abarcar 45 años, años que no se en que momento pasaron, se fueron y se perdieron. Ese día se nos presentó el proyecto Tit@ y todos mis compañeros y yo nos pusimos muy alegres, pensando lo interesante que iba a ser participar en un proyecto como este. De mi parte estaba verdaderamente entusiasmado. Desde ese día comenzamos con reuniones durante una semana completa, en la que arrancó el proyecto de formación, comencé a notar en todo esto que había un exceso de actividades que si bien tenían la intención de motivar, realmente se hicieron tan rápido que en mi caso se volvieron inocuas. Los mandalas, las ruedas de la vida y los escudos familiares son ejemplos de esto. En diciembre salimos a vacaciones, mi papá se encontraba muy enfermo, yo tuve que seguir trabajando hasta eso del 19 de

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¿POR QUÉ MATARON A TIT@ SI ERA TAN BUENA MUCHACHA?

Crónica de cómo se venció la entropía

El 24 de noviembre de 2014 me encontraba en un momento crítico de mi vida, tal

vez aquello de la crisis de la edad madura, que siempre pensé que no tenía nada

que ver conmigo, me había alcanzado, sin saberlo.

La historia de mi vida que pasaba tan rápido en mi mente como si hubiese tenido

una duración de apenas unos días, se extendía en el tiempo real más allá de lo

que yo quería, llegando a abarcar 45 años, años que no se en que momento

pasaron, se fueron y se perdieron.

Ese día se nos presentó el proyecto Tit@ y todos mis compañeros y yo nos

pusimos muy alegres, pensando lo interesante que iba a ser participar en un

proyecto como este. De mi parte estaba verdaderamente entusiasmado.

Desde ese día comenzamos con reuniones durante una semana completa, en la

que arrancó el proyecto de formación, comencé a notar en todo esto que había un

exceso de actividades que si bien tenían la intención de motivar, realmente se

hicieron tan rápido que en mi caso se volvieron inocuas. Los mandalas, las ruedas

de la vida y los escudos familiares son ejemplos de esto.

En diciembre salimos a vacaciones, mi papá se encontraba muy enfermo, yo tuve

que seguir trabajando hasta eso del 19 de diciembre en el otro colegio y por las

tardes fui a cuidar a mi padre al hospital, los deseos de ponerme al día con las

cositas que estaban atrasadas en el primer momento, se quedaron sin hacerse

realidad y la entropía comenzó a entrar a mi vida de una manera cada vez más

arrolladora.

Comenzó el 2015 en medio de la incertidumbre: a mi hija mayor que cumplió

precisamente doce años en diciembre, le iban a hacer una cirugía de alta

complejidad en la columna y la suerte de mi padre nos hacia preguntarnos sobre

sus últimos momentos, cuándo y cómo sucederían.

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Mientras tanto Tit@ seguía imparable como un remolino que se engulle todo lo

que se encuentra. En mi otro trabajo, comenzamos un proyecto de gran magnitud

del cual fui encargado de dirigir y fue entonces en medio de la angustia de tantas

cosas que aumentaban la crisis en la que ya me encontraba desde antes, que

decidí asesinar a Tit@, la iba a matar en mi mente y en mi corazón pues su

existencia ya me parecía un sin sentido para mi vida.

En el mes de marzo operaron a mi hija y no pude asistir a una sesión programada

para un sábado, aumentando así el caos y el desorden que con Tit@ venía en

ascenso como un gran Tsunami que destruye todo a su paso.

Para cuando volví, ya estaba más perdido que el hijo de Lindbergh, lo que

definitivamente aceleró la decisión que había meditado y premeditado: en la

oscuridad, en el silencio del descuido, yo Gustavo Sandoval, yo el hombre que

quiere ser cristiano, asesiné a Tit@.

A finales de abril y comienzos de mayo salimos a un paro de maestros que

incrementó la entropía monstruosa que ya se había apoderado de mi vida.

Finalmente, en mayo 26 murió mi papá, lo que terminó por absorber mi vida

totalmente en el Leviatan de mi propia depresión.

Se dice por ahí, que primero hay que llegar al fondo para desde allí poder volver a

salir, creo que haciendo una analogía con la resurrección, me encuentro en ese

momento, tratando de ascender a la luz, y de volver a la vida a aquella mujer que

asesiné en mis sueños, volverla a ver, coger su mano y ser feliz con la satisfacción

del deber cumplido.