Braun - Mataron a Gaitan (Cap 7)

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Aquí no vinimos a robar sino a aca­bar con todo.Un amotinado (9 de abril de 1948).

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1. Entrevista 44. con Sergio Céspedes. simpatizante gaitanista heridoy testigo prellencial. diciembre 2 de 1979. ..,... '.. '.. ..... : '.', ..

Aunque violentos. los primeros actos de la multitud si­guieron lineamientos tradicionales. Los primeros manifes­tantes tenían motivaciones partidistas.· Marcharon a Pala~

cio para buscar justicia de un gobierno conservador por lamuerte de un jefe liberal. Otros siguieron a jefes liberalesque caminaban hacia la residencia presidencial en buscade una solución politica para una infracción del ordenmoral. Los primeros objetivos fueron los símbolos del po­der conservador: el Palacio, El Siglo y las oficinas' deldetectivismo que se encontraban al frente del edificio deldiario.

A las dos y media un denso grupo de hombres y mujeresllegó hasta el edificio de El Siglo, pidiendo la cabeza deGóme'z'y et fin del gobierno conservador. Un hombre grita­ba histéricamente mientras trataba de despegar los ladri­llos con las uñas!, Los manifestantes lanzaron piedras con-'j?

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2. Entrevista 45, con Euclides Londofio. testigo presencial por casua­lidad. diciemure 3 de 1979.

3. Entrevista :-lB, con lIeliodoro Africano. noviemure 28 de 1979.4. Rouerto Carcia Pefia, "Memoria aproximada del nueve de auril",

en ¡j'l Tir'/I/I'o (""rll/rus iJol/lillicu!<'.'). aurill:l tic 1!)73. p. 5.5. El ESIJ<:dadol', abril 16 de 1948, p. 2.

tra el edificio, y alguien propuso que lo incineraran. Nosabían como lograrlo hasta que un chofer trajo una lata degasolina de su taxi. Muy pronto el edificio quedó en lla­masZ. Helíodoro Africano, un sargento de la policía queestaba fuera de servicio. vio volar los archivos criminales

. por las ventanas de la sede del detectivismá'. En cambio,El Tiempo permaneció intacto y un amotinado que trató deagredir a Roberto García Peña se sosegó cuando le mostra­ron una foto del director en amable charla con Gaitán '.Más entrada la tarde. El Espectador se salvó cuando al­guien recordó que JOl'}wrla se imprimía allí".

En las dos horas y media que siguieron al asesinato deGaitán la actividad de la multitud se diversificó y se inten­sificó. Al otro lado de la calle donde había caído Gaitán fueocupada la asamblea de Cundinamarca. donde los libera­les y los gaitanistas tenían mayoría. A las dos de la tarde laescena parecía un desfile con papel picado mientras losamotinados saqueaban archivos y escritorios. Papel. má­quinas y muebles fueron lanzados a la calle. Se apoderaronde tranvías y de automóviles privados. los llenaron con losbienes de la gobernación. y les pusieron fuego,

Al otro lado de la Clínica Central los amotinados incen­diaron al Ministerio de Gobierno. que funcionaba en unaantigua residencia privada. Media cuadra arriba la terce­ra estación de policía fue la primera en caer frente a lamultitud. cuyos' integrantes temían que la policía los dis­persara para proteger a los oficiales que muchos conside­raban responsables de la muerte de Gaitán. Poco despuésde que los hombres del teniente Carvajal abrieran fuegocontra la muchedumbre en la calle Real. una pequeña

(l. Entrevista 5, con Pío Nono Darbosa Darbosa. ab~il 9 de. 1979...,...~

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multitud se precipitó al Capitolio. rompiendo puertas. si­llas y escri torios.y desgarrando las lujosas cortinas. Más decien diplomáticos extranjeros estaban atrapados dentro.

Cuando las oficinas de El Siulo empezaron a ardcr. losque habían marchado hacia Palacio habían sido repelidos..y el edificio estaba a salvo. Los ataques subsiguientes notuvieron coordinación y fueron rechazados con facilidad.Hombres armados en las callcs vecinas trataban aislada­mente de acercarse. y algunos trcparon a los techos deedificios cercanos para disparar desde allí contra Palacio.Pero éste nunca volvió a estar en peligro. Había dejado deser un objetivo de la multitud. Menos de una hora después.antes de las tres y media. la muchedumbre que rodeaba alos jefes liberales camino a la presidencia perdió ímpetucuando estos se esc!lbulleron en el Teatro Nuevo y no vol­vieron a ser vistos durante varias horas.

En las dos horas y media después del asesinato de Cai­t.'Í.n, personas procedentes de barrios cercanos e incluso dealgunos pueblos, invadieron el centro de la ciudad. Algu­nos llegaron a tiempo para participar en las primerasacciones. o al menos para presenciarlos, Muchos más llega­ron a'Bogotá después de concluido el ataque contra Pala­cio, Vieron los cadáveres en la Plaza de Bolívar, Cuando el'cantero Pío Nono Barbosa, antiguo miembro de la Jega yuno de los más leales seguidores de Caitán. llegó frente aPalacio. la calle estaba despejada y sólo un cuerpo, quesupuso era el del asesino. yacía frente al edificio. Prosiguióa lo largo de la séptima. sin que se 10 impidieran los solda­dos que la guardaban. en busca de rostros en la muche­dumbre que pudieran brindarle algo de amistad y algunaidea de lo que había que hacer'. Parecía que ya habíapasado la hora para acciones partidistas.. La gente..que se.vp¡~ósobr:~ l~/~iudaddesp,ués de!as dosi

media no era distinta de la que estaba en el centro cuandohirieron a Gaitán, pero eran diferentes las acciones que

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podían acometer. Ya no había cómo atacar a Palaci~. niseguir a los jefes liberales. Ya no podían quemar El 51010.Ingresaban a un sector donde se habían producido ya mu­chas muertes. Las ferreterías habían sido saqueadas. vol­cados tranvías y auLomóviles. tomadas las estaciones depol icía y liberados los presos. Tres o cuatro edificios esta­ban en llamas. Se habían destruido vidas y propiedadesprivadas. ambas tenidas antes como inviolables en Bogotá.

Las calles. salvo las cercanas a Palacio. pertenecían a lamuchedumbre. Su anonimato era total. Los conocidos no sereconocían. pues la pena y la ira transformaban sus ros­tros'. Por parte alguna se veíaa los jefes, liberales oconser­vadores. Gaitán. que había contenido a la muchedumbre.se había ido. En ese vacío la muchedumbre encontró valory energía. pero miedo también. pues su jefe había muerto.el futuro era incierto. el presente desconocido.

La incapacidad de los manifestantes para concentrarseen objetivos políticos específicos. abrió el camino a máshondas oleadas de cólera contra el orden jerárquico. Ya noencauzados por consignas partidistas. la muchedumbre sevolcó contra los símbolos del poder público. En poco tiempoestaba dedicada a inverti rlo todo. en destruir todo cuantoantes era considerado respetable: lo que antes fuera legíti­mo dejó de serlo; los edificios que habían servido de sede alos convivialistaS fueron ocupados por el pueblo; lo que lospobres no tenían, o no podían pagar, se lo tomaron; lo Quehabía sido el espacio de los políticos. fue demolido. Losjefesdejaron de ser jefes, La muchedumbre asumió el mando,destruyendo sistemáticamente los símbolos del poder. de ladesigualdad y de la exclusión, que antes habían sido acep­tados con tanta facilidad 8•

7. Entrevista 21. con Luis Eduardo Ricaurte. noviembre 2 de 1979.Ricaurtc asevera Que no pudo reconocer a nadie. y Que llegó incluso adiri~irse a personas Que creía conocer, sólo para darse cuenta de Que leestaba hablando a extraños.

8. La noción de multitudes Que invierten el orden social proviene deElias Canetti. Cruwds nlld Puwer (New York: Seabury Press, 1978). pp.58-G2 Y303-33.

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Al caminar esa tarde por ~as calles de Bogotá, el gaita­nista José Vicente García sintió que la rugiente muche­dumbre a su alrededor quería arrasarlo todo, quemarlotodo para construir algo nuev09• Ellíder laboral gaitanistaHernando Restrepo Botero pensó que la muchedumbrequería Destruir por el simple hecho de destruirlO. LuisCano Jacobo. un abogado gaitanista. al recordar lo quepresenció. se maravillaba de que algo hubiera quedado enpie ll .

Parecía como si los seguidores de Gaitán estuvieran em­peñados en acabar con la vida individual y colectiva, de talmodo que el orden social no sobreviviera a la muerte de sujefe. Un gaitanista importante propuso seriamente enve­nenar el agua de la ciudad, para que así toda la poblaciónsigu iera el cam ino de su jefel2• Una figu ra sol itaria solloza­ba en una esquina, gritándole a nadieen particular: "¡Ven­gan, cobardes, mátenme! ¡Atrévanse! ¡Soy liberal! iMáte~·me!". Otro se descubría el pecho y gritaba: "¡Vengan.cobardes y mátenme si se atreven!"IJ.

Los amotinados se emborracharon rápidamente. Algu­nos seguidores de Gaitán quizás tomaron un trago al al­muerzo, luego unos cuantos de prisa al enterarse de lanoticia. Pero la tomadera comenzó en serio únicamentedespués del saqueo de las ferreterías y cuando se habíaagotado la actividad política de la muchedumbre. Los amo­tinados irrumpieron en licorerías repletas de costosas be­bidas extranjeras. Se bebian de un trago las botellas. sin

9. Entrevista 61. con José Vicente García, diciembre 13 de 1979.10. Entrevista 31. con Hernando' Rcstrepo Botero, noviembre 19 de

1979.11. Entrevista 32. con Luis Cano Jacobo. noviembre 21 de 1979.12. Muchos de los gaitanistas entrevistados identificaron al mismo

dirigente gaitanista al haeer esta acusación. Gilberto Vieira. secretariogeneral del Partido Comunista. también lo identificó (entrevista 28. no­viembre 17 de 1979). Considero que al dar su nombre aqui no servirla aningún propósito histórico útil.

13. Natalie Bcrgson Carpo "Window Seat on a Revolution". impresacomo evidencia en el Proceso Gaitán (PROG), vol. 21, folios 49-59.

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llevarlas a casa. La idea de pensar en el día siguiente e¡Oaintolerable. Destruyeron lo que no podían beberse. arrasa­ron los almacenes y arrojaron las mercancías a la calle.

La muchedumbre bebió en un velorio masivo para con­m.emorar a un jefe cuyo cauáver le habia sido arrebatado.Muchos bebían para ahogar la pena. Bebían para consolar­se. Bebían para que las lágTimas fluyeran con más facili­dad. Debían para ahogar el miedo por las consecuencias desus aelos y el miedo por lo que les aguardaba. IJebían paratener el valor de seguir destruyendo la ciudad 14• Bebíanpara olvidar. para quedar inconscientes y ver la oscuridadque anhelaban para todo el orden socia!. Bebían para co­municarse, para mitigar su anonimato. El compartir debotellas se volvió un rito. Los que se rehusaban eran califi­cados de traidores o de representantes del viejo orden Ir,.

Bebían porque esas extrañas botellas habían estado fuerade su alcance. Sin poderse dar esos lujos. los pobres deBogotá se habían preguntado siempre a qué sabían elwhisky, el bourbon. el cognac y la ginebra. ¡.Se emborra­chaba uno más rápido? ¿Eran menos graves los guayabos?Esta era su oportunidad de beber el trago de los ricos.

Más entrada la noche. el periodista Felipe González To­ledo tuvo dificultades para evitar los montones de excre­mento humano en las calles. En medio de la oscuridad noalcanzaba a ver los vómitos. Concluyó que la revoluciónhabía sido víctima de indigestión l6• Esa indigestión era la

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14. La mayoría de las razones por las cuales la multitud bebió duranteesa ta~de se clarificaron en la medida en que comencé a entender elcarácter del "bogo tazo". Sin embargo. este motivo no se m~ ocurrió, sinoque fue sugerido por Luis Eduardo Ricaurley Pío Nono narbosa narbosadurante entrevislas y diversas conversaciones que tuve con ellos. Ambosafirmaron haber lomado apenas un trago ocasional.

15. Enlrevista con Ricaurte. Ricaurte afirma que integrantes de lamultilud prácticamente forzaban a beber a quienes aparecieren. insul­tando a gritos a quienes se negaren a hacerlo.

16. Felipe González, "El nueve de abril de HJ48 a nivel del pavimento",El Tiempo, abril 9 de 1968. p. 20.

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fuerza de la vida individual frente a un deseo colectivo deaniquilación.

Después del segundo ataque a Palacio de Muñoz Uribe,los amotinados asaltaron el elegante Palacio de San Carlos,que el gobierno había reamoblado a gran costo para laConferencia Panamericana. A través de las ventanas arro·jaron mesas, escritorios, sillas, archivos, máquinas de es­cribir y de sumar. Candelabros y lámparas destrozadoscaían a la calle. Ezequiel Benavides entró por curiosidad allujoso edificio. "Yo quería ver cómo era de adentro", re­cuerdaJ7 . Abajo, los amotinados estaban formando dosmontones de escombros, uno en la calle 10 frente al TeatroColón y el otro en la carrera 6a., frente al Museo Colonial.José Vicente Espinosa, un empleado del museo, se apresu­ró a guardar en el patio el carro de la directora, cerró laspuertas del musco y se puso a mirar a través de una rendi­ja. Vio asombrado cómo cosas "finas y lujosas" volaban delas ventanas. Delante de sus ojos les pusieron fuego l8• Unmuchacho salió corriendo con un cojín. Una mujer. segura­mente una vendedora de un mercado próximo, corrió trasél y le arrebató el cojín. "¡Aquí no vinimos a robar", le gritó,"sino a acabar con todo"! Se devolvió y arrojó el cojín a laslIamas19• Pero al otro lado de la calle el igualmente lujoso ymás accesible Teatro Colón fue dejado intacto.

Armados con gasolina de los automóviles, de las bombascercanas, y de' las estufas domésticas, la multitud atacócasi todos los edificios públicos del centro de Bogotá.Algunos llevaban botellas de gasolina para hacer coctelesMolotov, pero carecían de mechas. Sin embargo, trabaja­ron con eficacia y rapidez asombrosas. Mientras unos asal­taban los edificios para destruir lo que contenían y paraexpulsar sus ocupantes, otros preparaban los cocteles Mo-

17. Entrevista 43. con Ezequiel Benavides (seudónimo), simpatizantegailanisla herido. diciembre 2 de 1979.

18. Entrevista 57. con José Vicente Espinosa. diciembre 8 de 1979.19, Gonzálcz Toledo. "Nueve de abril de 1948". 1979.

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lotov20• La idea era destruir edificios, más que de matargente.

Tanto el Palacio de Justicia. donde había muchos presos,como el Ministerio de Justicia, fueron atacados. Se abrie­ron las celdasy se liberó a los presos. Parecía apenas lógico.Frente a la Gobernación, los amoti nados saquearon el Mi­nisterio de Educación, el Ministerio de Salud Públicay laProcuraduría General de la Nación. También se volcaroncontra el Ministerio de Comunicaciones, que había sidopasado por alto cuando los primeros manifestantes arras­traban por la séptima el cuerpo del asesino de Gaitán.

Los amotinados se volcaron sobre edificios públicos a losque antes sólo podían entrar para sus diligencias burocrá­ticas, siempre demostrando el acostumbrado respeto antelos arrogantes funcionarios públicos. La muchedumbrearrasadora se tomó los edificios donde los jefes de ambospartidos habían decidido sobre su suerte.

Las iglesias de la ciudad mantenían un silencio que con­trastaba con el tumulto que las circundaba. Durante untiempo permanecieron como islotes de serenidad, inmunesa la devastación, pero al cabo las absorbió la marejada. Losamotinados penetraron al Palacio Arzobispal, a las ofici­nas de la arquidiócesis, al Palacio del Nuncio Apostólico yala Universidad Javeriana femenina. Buscaron a los variosconventos y colegios femeninos en el centro de la ciudad. Lacatedral de Bogotá, en la Plaza de BoJivar, fue la última enexperimentar la ira de la multitud. La iglesia de Egiptofue rodeada por las mujeres del barrio, las que impidieronque los hombres la arrasaran21•

Varios fueron los motivos que llevaron a los amotinados ainvad ir las iglesias. Se les habla disparado desde las torres,

20. El Tiempo. abril 16 de 1948.21. Entrevista 26. con Monseñor Antonio Afanador Salgar. cura pá­

rroco de Ef!ipto en aquel entonces. a quien le fue salvada la vida. noviem­bre 14 de 1979.

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y muchos creyeron que lo estaban haciendo los curas22•

Durante mucho tiempo la iglesia había sido asociada' alconservatismo. Y lo más importante, era un pilar del orden

.social que la multitud quería destruir. Es posible que ha­yan brotado a la superficie viejas antipatías reprimidascontra el catolicismo espai'lol. La muchedumbre queríasilenciar una voz que había distinguido entre el bien y elmal. lo justo y lo injusto. dentro de una sociedad que en esedía ya no tenía nada de justo. nada de moral l:l .

Los que entraron en las iglesias rompieron los vitrales ehicieron leña de las bancas y los reclinatorios. Destrozaron[os altares dorados, derribaron la imagen de la VirgenMaría, arrancaron el crucifijo del altar. Algunos defeca­ron ahílol. El padre Arturo Franco Arango trató de defen­der el Palacio Arzobispal. Cuando vio que la multitud erairresistible, se tl'agó las hostias consagradas para impedirque las profanaran y le dijo a los otros sacerdotes que sedisfrazaran y se alistaran para escapar. El padre Francoocultó cuidadosamente entre sus ropas la custodia y saliódel Palacio con Monseñor Emiliode Brigard. aquien dejó asalvo en casa de un amigo. Luegosiguió haciael SeminarioMayor. casi cien cuadras al norte, donde el arzobispo deBogotá, Ismael Perdomo, se encontraba convalecientel5. Alsalir el padre Franco. se apoderaron del edificio. Quema-

22. No hay evidencia de que fueran saeerdotes quienes dispararoncontra las multitudes desde los campanarios de la iglesia. Aún es esta unade las más grandes controversias que rodean el "bogotazo", y todavla esmateria de acaloradas discusiones. El hecho de que aún muchas personascrean fervientemen te en el rumor. es ind icio de la sospccha en (¡lIe se teniaa los sacerdotes en BOl{otú. En otras palabras, en aquella época pocos sehabrian sorprend ido sobremanera si hubiese sido este el caso.

23. Para una consideración acerca de las diferencias entre el catolicis­mo.v I,L5 mllltituues. ver Canelli. Cmwrls (I/ul POlllel", pp. 15'1-5l:l.

2~. Entrevista 25. con Monseñor Arturo ¡"ranco AranKo, noviembre IIde 1~7!l.

25. Arturo Franco AranKo. "La destrucción del Palacio de los Arwbis.pos el día nueve de abril: actuación del Ilustre Arzobispo en tal eme'r~en­cia". manuscrito inédito en poner de Monser)or Franco Arango. .

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ron más de seis mil libros. Destrozaron cuadros famosos.rompieron cristales y porcelanas. se llevaron joyas. rasga­ron vestiduras litúrgicas y arrasaron con el archivo eele­siásticolG.

Durante la tarde y al comenzar la noche asaltaron con­ventos y monasterios, sin duda tratando de realizar fanta­sías sexuales, hondamente reprimidas, en monjas y enjóve­nes indefensas. Los soldados defendieron algunosconventos. Ospina Pérez había dado horas antes instruc­ciones clarividentes a ese respecto. Pero los conventos noeran fáciles de encontrar. pues no tenían avisos que losidentificara y se encon traban en med io de grandes manza­nas. o detrás de las iglesias. Treinta y dos monjas delconvento de Nuestra Señora de la Concepción se dieroncuenta de que las estaban atacandoaesode lascinco. Comohabían hecho voto de clausura. no podían escapar. Se pre­pararon en cambio a morir quemadas dentro del claustro.Pero unas horas después las salvó de las llamas un vecino.Jorge E. Rod ríguez. quien saltando paredes las hizo llegarhasta su propia casa27•

La destrucción de los edificios públicos se interrumpióhacia las cuatro cuando tres tanques rodaron por la sépti­ma hacia Palacio. Para entonces ya habían sido saqueadosla mayoría de los edificios. La multitud aclamó a los tan-

26. Arquidiócesis de Bogotá, Gobierno Eclesiástico. Tesoreriá, Reta-.ción dc las pérdifÚUlsufrifÚUI en el saqueo e ince-ndw'del PalacioArzobúJ­7ml cn el dla nUCL'C dc abril de 1948. informe inédiw. El informe reposa en105 archivos de la.Junta de Daños y Perjuicios. entidad oficial creada porel ¡.(obierno para investigar las pérdidas en propiedades. en el comercio yen la industria. e indemnizar a los dueños. Los archivos están en poder deFrancisco Sáenz Arbeláez. abogado que encabezó ¡aJunta con meticulosocuidado y·e¡¡peciai dedicación.

27. Datos históricos dc la Comunidad de las Monjas CO'Iu:epcionistasF1'allcu;ca.na.~ de Bogotá (Bogotá: n.p.. 1948). pp. 5-22. El informe fueescrito por una de las hermanas de la orden y aprobado por la abadesa.Sor María Magdalena de San José. El documenw fue hallado en losarchivos de la Junta de Danos y Perjuicios; ver igualmente. El Calolicis­JlUI. abril 23 de 1948. p. 2.

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ques: se treparon en ellos, los seguían alegremente.. Enmedio del caos los tanques aparecían como un signo delorden. Soldados sentados sobre los tanques parecían estarfraternizando con la muchedumbre. Como ya había suce­dido una vez esa tarde, se pensó que los militaresesLaban allado del pueblo. Envolvieron los tanques con banderasrojas y con el tricolor nacional. Posiblemente algunos sesintieron alentados por soldados que simpatizaban con el1iberal ismo y que compartían su reacción frente al asesi na­to de Gaitán. Volvía súbitamente la posibilidad de unarevuelta política. Dentro de Palacio los conservadores te­mían que los tanques se hubieran unido a los insurgentes2~.

Cuando los tanques llegaron a la Plazade Bolívar, los dosprimeros siguieron por la carrera séptima hacia el desta­camento de Carvajal. Pero antes de que el primer tanquehubiera podido llegar a Palacio su comandante, el CapitánMario Serpa, cayó herido. La bala pudo venir de los mani­festantes, o de la Guardia Presidencial, que no estaba aúnsegura de la lealtad del ejército. Quizás a Serpa le disparóuno de sus hombres. El teniente Manuel Jota Sánchezasumió el mando, mientras llevaban a Serpa a Palacio,donde murió poco después. El teniente Alvaro Ruiz Hol­guín, de la Guardia Presidencial, también perdió la vidacerca de Palaci029 •

Entre tanto:el último tanque había dado la vuelta parasituarse frente a la Plaza de Bolívar desde la esquinasuroriental, cerca de donde la guardia había disparado porprimera vez contra la multitud. El tanque apuntó yabriófuego. Pocos tuvieron tiempo de escapar30. Una rebelión

28. Mariano Ospina Pérez, "Las horas dramáticas en el Palacio Presi­dencial", en El Tiempo (Lcclura.~Dominicalcs), abri18 de 1973, p. 1; estarelación de los acontecimientos se continuó el dla siguiente. en el diario.Ver también Rafael Azula Barrera, Dc la rcvolución al orden I/I/CI'O:

proceso !I drama dI' un ¡meMo (f3ogolá: Ed itorial Kelly, 1956), pp, :157-58,2!J. Arturo Abella. Asfjuc ellll.w/lr. de U/Jril (f3ogolá: 1:':c1 icioncs Interna­

cional de PubJ icaciones. 1973). p. 32.30. 1:':ntrcvista con ilarbosa l3arbosa.

1iberal partid ista con tra los conservadores co~c1uíade~ini­tivamente, momentos después de que se hubIera reactIva­do en las mentes de la multitud.

EL SAQUEO

El pillaje de los almacenes de Bogotá había comenzadoantes de que aparecieran los tanques, pero en ese momentoeran hechos aislados. El saqueo se extend ió después de quelos amotinados hubieran sido barridos a tiros en la Plaza deBolívar como si esas muertes hubieran hecho volver a lavida a 'los sobrevivientes. Lentamente. laS mercancíasarrojadas a la calle empezaron a ser recogidas por saquea­dores que pensaban en el día de mañana. Las puertasabiertas de las ferrcterías Y dc los almacenes de ranchoy licores resultaban muy tentadores. Los rezagos de respe­to a la propiedad privada por parte de los saqueadores sehabían perturbado con cl pillaje anterior. El miedodisminuía en medio de la anarquía circundante, Y por laausencia del ejérci to y la policía. Además, la mayoría de loscomerciantes habían ido a refugiarse a sus casas.

El saqueo del centro comercial de Bogotá fue encabeza­do por individuos que ya no estaban motivados porel deseode destruir. Muchos de ellos habían llegado después de lamuerte de Gaitán y de que muchos edificios públicos hubie­ran empezado a arder. El pillaje se extendió con rapidez yen él participó todo el mundo. salvo algunos de los gaitanis­tas más devotos31 • Colaboraron en él hOfJlbres, mujeres y

31. N inguno de los gaitanistas que entrevisté admitió haber bebido enexceso. Si bien muchos podían entender muy bien las razones por' lascuales tantas personas si lo hicieron. todos consideraron este fenómenocomo un egtallido del pueblo. de insti nlOs primarios Que fueron desatadospor la muerte de Gailáll y por falta de imposición de la ley. Para los más. laintoxicación de la mul titud fue el final de la revuelta política; muchos deellos hicieron lo Que a su alcance estuvo para impedir Que los amotinadosbebiesen. Con seguridad fueron maltratados a cambio de sus esfuerzos.

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32. Jacqucs April Gnisct calcula Que fueron afectadas 52 manzanastreinta.de las cuales sufricron daños consideraulcs. Utiliza mapas aéreo~y las Ilslas dc edificacioncs daiiadas que se puulicaron en-Ia prensadespu.és dc los disluruios. cn vez del archivo de la .Junla dc Dar10s yPerJUICIoS. Vcr su oura 1:-'1 i/JI/lrle/o dellw/'I'I' dI' (/./¡ril .so/Ir/! el I'I'/I/ro dI'Iillf/()/lí (Bo"olá: Cenlro Cultural Jor"c Eliécer Gailán. 19~:l). pp. as-:n.55·170. Ofrecc lJ<ualmenle un inlcrcsante rclalo dcl cfecto del moti n sobrclos valorcs dc la propiedad raíz y sobre la planificación dc'la ciudad.

niños. A los pobres dc Bogotá se .les unieron. con algo másde aprensión. gentcs dc la clase media para quienes lasmcrcancías en las vitrinas eran símbolo dc un modo devida que les provocaba envidia. Fotografías muestran amujeres bien ve::;tidas ele la clase media cargadas con lám­paras y con otros objetos domésticos. U nas dos horas des­pué::; dc c¡ue comenzara el pillaje en gran escala. cmpezó aanochecer. Lossac¡ueadores prosiguicron sus labores hastala madrugada. cuando llcgaron él l3ogot;l los soldados en­viados por cl gobernador VillarreaJ. Tras la destrucciónmasiva de la ciudad. el saqueo era un signo de que el ordensocial iba a sobrevivir. Los saqueadores pensaban en susvidas cotidianas.

El sac¡ueo se concentró en la zona comercial del centro.un área dc doce cuadras de largo y siete de ancho:l2• Iba dela calle veintiuna al norte a la calle diez al sur, y de lacarrera tercera al oriente a la décimaa occidente. El sectorestaba bifurcado de norte a sur por la séptima y dc orientca occidente por la Avenida J iménez (calles trece y catorce).La oficina dc Gaitán estabajustamentc en la mitad. Al surel saqueo se dctuvo en la Plaza de Bolívar. donde la Guar­dia Presidencial controlaba las calles adyacentes a Pala­cio, y más allá de la cual había pocos establecimientoscomerciales. Fuera de esta área sólo fueron saqueadasunas pocas ti?ndas. Fueron atacados algunos puestos delmercado en la plaza de Los Laches. hacia occidente, y de lasCruces. al sur. Eran fáciles de defender, pero sus dueflosposiblemente estaban en el centro ayudando a saquear

33. Entrevista con Ricaurte. El recuerda Que uno de los más vehe'~en~le~ y coraJlIdos inteKTantcs de la muehetlumure fueron las mujeres tIe losmcn:ados.

:J.1. Elllrc\'isla :lG. con OcLavio López. noviemure 28 dc 19í9.:15. La información acerca de las pérdidas en propiedad. comercio e

induslria proviene tic los i nfonnes finales de la Junta de Danos y Pcrjui-

303EL SAQUEO' :

establecimientos más'lujosos3.\ En los barrios'de'fas afue.:ras algunas tiendas de víveres fueron asaltadas. 'pero engeneral el pillaje se circunscribió a la zona de los edificiosg-ubernamentales incendiados.

La rapiña de la turba se efcctuó con rapidez y meticulosi­dad asombrosas. Pocos fueron los almacenes quc qucdaronintactos. pero no se llevaron todo. Las latas de duraznos y de;u·vejas. desconocidas para los saqueadores, así como las dccaviar y arenque desaparecieron rápidamente de los mos­tI·adores. De las boticas desaparecían perfumes y cosméti­cos. pero c¡uedaban las drogas. Los saqueadores se echaronal hom bro ropas. muebles y artículos domésticos y em pren­dían el regreso a sus barrios. Vendieron su botín a preciosridículos a gentes de clase media y media alta que aguar­daban a la puerta de sus casas. Algunos almacenes fueronrespetados deliberadamente. como la librería del padre deGaitán. Pero en cambio la del ~aitanistaCarlos H. Parejafue asaltada mientras él hablaba por la radio tratando decalmar a las muchedumbres. Nadie tocó el famoso Buickver­de oscuro de Gaitán. estacionado a dos cuadras de la Plazade Santander. donde fueron incendiados unos hoteles34•

La más afectada fue la séptima. con sus pequeños alma­cencs de ropa. propiedad dc sirios. libaneses. judíos. deno­m inadas colectivamente "polacos" y conocidos por sus altosprecios y por su intransigencia como aC¡'eedores; la calledoce. entre la Clínica Central y la séptima.lIenadejoyeríascasi todas propiedad de europeos occidentales; y la carreratla. llamada la calle inglesa por sus exclusivos almacenesde ropa fina británica para hombres y mujeres.

Esa tarde fueron gravemente averiados 157 edificios enel centro de Bogotá35; 103 quedaron completamente arra-

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LA MULTITUD302

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sados. Estas cifras no incluyen ni edificios gubernamenta­les ni muchas de las iglesias. Para los pri meros se carece deinformación fidedigna, y las segundas aparecen en los ar­chivos del gobierno sólo cuando solicitaron indemnización.(M uchas no lo hicieron, pero los celosos funcionarios g-uber­namcntalcs que dirigían la Junta de Daños y Perjuicioshicieron sus propias evaluaciones y les entregaron los fon­dos correspondientes). Así, en esas 157 construcciones noestán incluidas muchas de las que fueron objetivo primor­dial de la muchedumbre.

La reclamación más cuantiosa por claflo en finca raíz fuela de la Congregación de Hermanos de las Escuelas Cris­tianas. la orden d uei'la del Colegio de La Salle. arrasado porel fuego ellO de abril. La orden alegaba que el edificiovalía 1.2'13.4~5 pesos. La Junta de Daños y Perjuicios lepagó la mitad (778.228 pesos). La arquidiócesis de Bogotánotificó a la Junta que sus dos edificios habían sidodestrui­dos, pero no presentó reclamación. La Junta le reembolsó221.978.50 pesos. El arzobispo tampoco presentó reclama­ción, pero recibió 208.944 pesos. La UniversidadJaverianarecibió 102.048 pesos. Laureano Gómez le presentó dosreclamaciones por concepto de finca raíz a la Junta:140.939 pesos por El Siglo y 47.136.20 por su casa. queestaba a nombre de su esposa, María Hurtado de GÓmez.Ambas le fueron canceladas en su totalidad.

304 LA MULTITUD

La Calle Real (carrera séptima) dos semanas después del 9 deabril.

cios, RegÜltru definitivo de los certificados expedidos sobre pé1'dida..~ en ,~

propiedad miz y el Re!Ji.~t1'O definitivo de los certlji.cadus sobre 1Ihdidu.~ ellcomcráu,induslri.as. etc. Si bien la mayor parte de los reclamos h~chos ali\'obierno fueron exa¡{erados. las cifras que he presentado so'n/las quefinalmente aceptó la Junta. que se cuidó en exlremo en ser tan imparcialcomo fuese posible. Por ejemplo. el propietario de una zapatería alegó unasuma que Sáenz Arbeláez consideró desproporcionada. Así, fue él mismoal almacén. lomó sus dimensiones, midió una caja de zapalos. averiguócuál era el precio promedio de un par de ellos. y replicó al propietario queel valor de las exislencias robadas era menor quecl reclamado. El propie- tt.<lrio no protesló. Entrevisla 9. con Francisco Sáenz Arbeláez. julio 17 de l'

1979. Dc acuerdo con April Gniset. El impacto. p. 36. 136 edificaciones .,'.':.fueron afecladas.

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, .'La Junta de Daños y Perjuicios recibió reclamaciones

por finca raíz por un total de 18.761.692 pesos. Según suspropios estimativos, los daños llegaron sólo a 8.600.134.86pesos. Tanto en términos absolutos como en comparaciónde las reclamaciones hechas por la iglesia y por GÓmez.ésLa parece una suma modesta. Una de las razones por laque no es más alta consiste en que muchasde las edificacio­nes destruidas eran casas de uno o dos pisos en las quehabía cafés y pequeños almacenes, situadas en medio deedificios gubernamentales y de otras constl'ucciones másmodernas. De la oficina de Gaitán hasta la Plaza de Bolí­var, la séptima estaba llena de este tipo de construccionespequeñas y baratas.

La mayor parte de las pérdidas consistía en mercancíasdestruidas o robadas. El gobierno recibió un total de 1.8Hlreclamaciones por perjuicios al comercio y la industria.incluidas dentro del rubro de propiedad privada en gene­ral, por un total de G3.163.122.99 pesos. La mayor de ellas-dos millones de pesos- provino una vez más de la Con­gregación de Hermanos de las Escuelas Cristianas. Otrasorganizaciones eclesiásticas que padecieron pérd idas no lepresentaron reclamaciones al gobierno. De las 1.818 recla­maciones. 34 eran por más de 200.000 pesos. Gómez pre­sentó otra reclamación por 301.387 pesos por pérdida::;industriales y com.erciales no especificadas. Fue el únicopolítico que presentó una reclamación sustancial.

Algunos comerciantes defendieron con éxito susalmacc­nes. Daniel Valdiri, dueño de uno de los almacencsde ropay de regalos más exclusivos de la ciudad, colocó en lasvitrinas ~randes fotos de Gaitán y repartía corbatas a lagente agolpada frente a la tienda. Esa se salvó. Otro C0mer­ciante se apre~uró a barnizar las vitrinas y colocó clletre­ro "Se alquila". En otros casos bastó una resistencia míni­ma, no porque los saqueadores fueran cobardes, comodespués afirmaron los comerciantes y la prensa, sino porquesabían que a la vuelta de la esquina había más almacenessin protección. Un comerciante desafió a los saqueadores aque se atrevieran a apoderarse del almacén. Como en cfec-

36. El Liberal. abril 12 de 1948. p. 2; Semalla. abril 24 de 1948, p. 2237. Bergson Carp, en PROG, vol. 21. folios 49-59. . .38. Hay fotografías del "bogotazo" que dentro de las multitudes mu~­

tran muchas personas de traje y sombrero que arrojan piedras. portanmachetes y huyen con el fruto de sus saqueos.

to lo hicieron36• El pillaje constituyó un festín que ningu­no de los saqueadores podía haber imaginado. Se llenaronel estómago, se pusieron buena ropa, amoblaron el cuarto.Para muchos las mercancías eran un consuelo a la muertede Gaitán. Para otros sus acciones constituyeron una retri­bución,. una momentánea igualación de la sociedad. Fuesu momento para tener lo que los ricos habían tenido siem­pre. Así, el saqueo tuvo una dimensión redentora que con­tribuyó a restablecer el orden social. Frente a la vitrina deuna sastrería, un hombre cuidadosamente se probó unsombrero tras otro. Cuando uno le quedó bien, saludó y semarchó37

• Pensaba en el día siguiente, cuando habría de irelegante por las calles despejadas de Bogotá y entraría auna ofici na pú bl ica, cuyos funcionarios lo atenderían con elrespeto que se merecía.

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307LA MULTITUD POR DENTRO

LA MULTITUD POR DENTRO

A la multitud le resultaba dificil actuar de acu~rdoa lospatrones de conflicto y cooperación que en tiempos norma­les eran dictados por las reglas de la afiliación política y declase social. Los liberales no se podían distinguir de losconservadores. Desaparec ieron las distinciones entre ricosy pobres. No era fácil manifestar las diferencias individua·l~s en comp?rtamiento, modales, origen familiar, profe­SIón, lenguaje y educación. Todo el mundo pareela más omenos lo mismo. Tan sólo el modo de vestir segula recor­dando la clase social y la ocupación. Pero incluso en eso elmed io am biente homogeneizador de la ci udad había hechomenos drásticas que hace diez años, cuando la alcaldía deGaitán, las antiguas distinciones entre ropa europea y laruana, entre zapatos y alpargatas38• La diferencia entre un

LA MULTITUD306

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J08 .. LA MULTITUD LA MULTITUD POR DENTRO 309

vestido de paño inglés. finamente cortado y su contrapartenacional más tosca y abolsada. se esfumaba. Los individuosreaccionaron más de acuerdo a las circunstancias delmomento y asus propios sentimientos. que a su rango social.

Antiguas animadversidades sociales. políticas y perso-. nales brotaban a la superficie. y muchos deben haber apro­

vechado el caos para satisfacerlas. Además. el rencor y ladesesperación producidos por el crimen suscitaron uncomportamiento violentamente agresivo. El final del bre­ve momento de actos y enfrentamientos partidistas con losmilitares dejó a la muchedumbre sin un adversario definidoque representara un riesgo para su existencia. Sin unpunto focal externo. la solidaridad interna se volvió com­piicaua y los individuos la emprendieron unos contraotros. Muchos relatos escritos de testigos presenciales en­fatizan estos incidentes. Estallaban duelos a machete. unapiedra mal lanzada era contestada con una piedra en serio.las gentes que tropezaban unas con otras reaccionaban confuria. Algunos desahogaban sus frustraciones en la prime­ra persona que veían. Se robaban entre sí y se rapaban losfru tos del pi llajé19•

Era menos visible la cooperación que se produjo. Losindividuos trataron de crear un sentimiento nuevo de co­munidad, no sólo al corear lemas y atacar objetivos comu­nes. sino ayudándose y compartiendo 10 que podían. Elalcohol se convirtió en base de esa solidaridad. Un hombreobligaba a los demás a que le aceptaran sus cigarros4o•Algunos habían saqueado más de lo que podían cargar ydejaban las cosas en la calle. donde sabían que otro, tanmerecedor como ellos. habría de recogerlas. Las gentes seesforzaron por salvarle la vida a desconocidos. Sergio Cés-

3!J. Esta es la clase de comportamiento Cjue la mayoría de los comenta­ristas de las clases alLas y media de la época esperaban de la muchedum­bre. y Cjue afianzaría sus conceptos del pueblo y de la conducta colectivaen un asentamiento urbano. I3uena parte de los gaitanistas estarían deacuerdo con esta apreciación.

'10. Abelardo Forero llenavides, "Vi;lje al fondo de la noche: lo que vi enla revolución", Sábado. mayo 1 de 1941:!, p. L .

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pedes, un gaitanista, recibió un tiro en la' pierna pocodespués de que los tanques llegaran a Palacio. Estabacorriendo por la Plaza de Bolívar para ayudarle a un heri­do cuando fue abaleado por la espalda. Cayó. pero logróllegar hasta la calle diez, donde perdió el conocimiento. Alrecobrarlo vio que un hombre de veintitantosaños lo arras­traba por la calle. El desconocido hizo un torniquete con lacamisa y la corbata de Céspedes, para contener la hemo­¡'ragia. Céspedes recuerda que otros llegaron en su ayuda.antes de desmayarse de nuevo. Despertó muchas horasmás tarde en la mesa de operaciones de la ClInica Central·1•

Otro gaitanista, Ezequiel Benavides. fue herido en elhombro bien entrada la tarde. cuando trataba de acerCarsea Palacio. Otros dos hombres murieron al lado suyo. Nosupo si io había herido un soldado. un amotinado o uno delos presos que habían sido liberados. Recuerda que unhombre vestido de civil lo llevó a una casa cercana. Des­pués sopo que el hombre era un preso y que lo habíacargado en sus hombros hasta la Clínica Santa Lucía·2•

Adclmo Toro, gaitanista también, fue heridoen la Plaza deBolívar cuando caminaba detrás del desfile hacia Palacio.Recuerda a los soldados que disparaban contra la multi­tud, Fue llevado a la Cruz Roja por un policía de tránsitouniformad04J•

El conocido fotógrafo liberal Parmenio Rodríguez fueherido en esa misma esquina. La bala le atravesó la mano,la cámara fotográfica y la pierna. Daniel Rodríguez Rodrí­guez. decano de los fotógrafos bogotanos, se precipitó allugar cuando supo que su primo estaba herido. Con ayudade Ul,10S desconocidos lo llevó a la Clínica Central, dondefalleció horas después··. Leo Matiz. un fotógrafo colombia­no que trabajaba en el exterior. había vuelto a Bogotá para

41. Entrevista con Céspedes.42. Entrevista con Benavidcs (seudónimo).4a. Entrevista 14, con Adelmo Torres, agosto 16 de 1979.44. Entrevist.a 54, con Daniel Rodríguez Rodríguez. diciembre 6 de

1!J79.

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45. Entrevista 53. con Leo Matiz, diciembre 6 de 1979.46. Entrevista con Aníbal Turbay Ayala, notario público de llog.otá,

diciembre 3 de 197!).

cubrir la Conferencia Panamericana. También fue heridopor la espalda. Mientras yacía indefenso en la calle, al­guien lo despojó del abrigo, de un anillo y de la cámara.Otros lo llevaron a la Clínica Central, donde lo dejarontendido en el suelo con otros heridos. Cuando despertó aldía siguiente reconoció al doctor Luis E. Jaramillo, unantiguo conocido, quien se encargó de que estuviera bienatcndid04&.

La multitud destruyó el Ministerio de Hacienda, pero noatacaron los bancos: estos no simbolizaban de la mismamanera el orden social. Atacó la sede del Ministerio deRelaciones Exteriores. el Palacio de San Carlos. pero igno­ró al Jockey y al Gun Club, donde se reunían las élites paradeliberar sobre el destino del pueblo. Tampoco atacó elTeatro Colón. símbolo de las oficinas culturales de la altasociedad bogotana, aunque estaba frente al Palacio de SanCarlos y también había sido remodelado para la Conferen­cia Panamericana. No se tocaron las escrituras de fincaraíz, ni las escrituras de la propiedad privada, archivadasen las notarías46•

La multitud respondió al impacto directo que la políticaejercía sobre sus vidas personales. La parte del orden so­cial que atacaron fue aquella en la que fácilmente veíancomo se tomaban determinaciones acerca de sus vidas. Lossímbolos del poder económico pasaron a segundo plano.La noche del 9 de abril pusieron fuego a la casa de GÓmez.situada lejos hacia occidente. en el pueblo de Fontibón.Quemaron también El Venado de Oro, el lujoso restauran­te en las alturas de la ciudad que había sido construido ainstancias de GÓmez. Las casas en los barrios del norte, demiembros de la clase alta, en su mayor parte desconocidas,de terratenientes, industriales y financistas, quedaron in­tactas.

47. 1~lltrcvista con Ricaurte. En su primera edición del 12 de abril. ElJ!,',qJleclcuÚJr afirmó que Felipe Lleras Camargo había sido herido ligera·mente en una pierna, y que convalecía en casa de un amigo suyo.

48. Departamento de Estado de los Estados Unidos (DEEU), ArchivoDecimal 821.00/4·948. El telegrama está sin numerar. No quiere estodecir que los estadounidenses no estuvieran nerviosos. A las tres en puntola Embajada envió un telegrama (No. 190). en el que informaba que unabomba había explotado en el primer piso del edificio que albergaba lasoricinas de su delegación. El embajador (ue sorprendido en la calle y sellevó un buen susto mientras regresó a la Embajada. Recuerda él en susmemorias cómo el seR"Undo piso de la edificación fue saqueado, y cómotuvieron poca dificultad para evitar que los saqueadores subieran altercer piso. Willard L. lleaulac.. Career Amabassador(New'York: Mac·millan. 1951), p. 247: Sin embargo, era mucho lo que a la vez los reconfor·taba. lleaulac informó a Washington que un Senador Galves (probable·mente Joaquín Tiberio Galves), miembro de la "Junta Revolucionaria deLiberales". había lIámado a la embajada para ofrecerle las seguridades

311LA MULTITUD POR DENTRO

Las pasiones de ese día también fueron abstractas'. Nin:gún personaje pú blico perdió la vida en el motln, pese a losinformes de la radio de que Gómez y Guillermo León Valen­cia colgaban de los faroles en la Plaza de Bolívar. Sólo fueatacado Alfonso Araújo, tal vez por equivocación. Fueradeél, sólo recibió heridas otro político conocido. Felipe LlerasCamargo, hermano del expresidente Alberto Lleras Camar­go, llamado "el chiverudo". una figura muy conocida ypopular en Bogotá. Simpatizaba abiertamente con Gaitány se le vio exhortando a la muchedumbre durante el mo­tín 47 , La multitud se volcó sobre los símbolos del poderpoI ítico, no contra los individuos de la cumbre de la jerar­quía política. Incluso dejó tranquilos a los delegados ex­tranjeros. cuyos retratos habían aparecido prominente­mente en la prensa.

A las 10:56 p.m. el Departamen lo de Estado de los Esta­dos Unidos recibió un telegrama urgente del embajadorWillard L. Beaulac, el cual informaba que toda la delega­ción norteamericana. incluido George Marshall y el Secre­tario de Comercio Averell Harriman. estaban a salvo, co­mo lo estaba la embajada. situada a sólo dos cuadras de laPlaza de Bolivar48• Dos dias después. en un editorial. The

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de que ni la de legación estadoun¡dense ni ni ngu na otra serian molestadas.(Archivo Decimal 821.00/4-948, telegrama entrante No. 198. abril 9 de1948). Ver asimismo las memorias del aquel entonces asistente e intérpre­te de Marshall. Vernon A. Waltcrs. S':¡,clll Mi.<;.~i()ns (New York: Double·day, 1978). pp. 150-69.

49. Nf:W Yurk Times. abril 11 de 1948. sección 4. p. 10.

New York Times escribía que "todos los miembros de lasdelegaciones extranjeras parecen haber escapado ilesos.Los amotinados, al menos en esto. discriminaron sus objeti­VOS"49. En medio de las pasiones de esa tarde los visitantesextranjeros fueron fácilmente echados al olvido. Las ideasde poder imperialista y dc-explotación extranjera que pu­diera haber tenido el pueblo bogotano se evaporaron encuanto Gaitán fue herido. El "bogotazo" fue un asuntoentre colombianos.

La muchedumbre representó la inversión de una socie­dad, no sólo porque su estructura interna contradecía elorden jerárquico, sino porque sus integrantes aparecieronde súbito comportándose como jefes políticos. La muche­dumbre tenía una existencia pública por encima de la vidaindividual de sus integrantes. la cual permitía que se reu­nieran y que actuaran unos con otros como iguales. Lamuchedumbre puso al revés un orden social en que sólo losjefes tenían una vida pública y gobernaban a un pueblosumergido en sus preocupaciones privadas. La vida públi­ca de los convivialistas era la vida de razón. La vida pú­blica de la muchedumbre fue la vida de pasión. Por unosbreves momentos, la existencia pública que Gaitán habíacontemplado para la sociedad toda, basada en indivi­duos que actuaran con convicción apasionada. se convirtióen realidad. •

¿Cuántos murieron esa tarde en las calles de Bogotá?"Nunca se sabrá. Nunca se sabrá" es la respuesta que datodo el mundo. Gai tan istas.1 iberales y conservadores, ricosy pobres. intelectuales y médicos, todos coinciden en quenunca se hizo un conteo real de los muertos. Los cálculosvarían enormemente. Hoy, cuando el paso del tiempo y la

50. Entrevista 3. con Fernando Tamayo. diciembre 22 de 1978. Vertambién una breve mención desus proezas en El Liberal. abril 15 de 1948.p.6.

313LA MULTITUD POR DENTRO

falta de pruebas han magnificado la matanza, se habla demiles.

Los hospitales y las clínicas de la ciudad se llenaronrápidamente de muertos y heridos. Desde el momento enque cayó GaitAn. médicos. residentes y enfermeras sabíanque se enfrentaban a una crisis. En el hospital de San José.el más grande de la ciudad, un médico joven, el doctorFernando Tamayo, tomó el mando cuando la llegada de lasvíctimas empezó a producir pánico entre el personal. Losdirectores del hospital hablan salido a almorzar y no po­dian regresar a ocupar sus puestos. Tamayo afirmó rápi­damente su reciente autoridad y rechazó la demanda deque el hospital atendiera sólo a liberales. Se declaró neu­tral y dispuso al personal para atender a todos quienes lorequirieran50•

Tamayo permaneció en el hospital cuatro dias seguidos.Calcula que se atendieron unos mil heridos. Sólo murieronveintinueve. La mayor parte no tenian heridas graves.Muchos estaban simplemente borrachos. Algunos teníanheridas de machete, recibidas probablemente en peleascon sus compa~eros. Muchos tenlan heridas de revólver ylos casos más graves, los heridos por Mausers. llegaron alfi nal de la tarde. La mayor parte sobrevivieron. pues casitodos hablan sido alcanzados debajo de las rodillas.

Antes de oscurecer, el alto mando militar le dio al doctorAlberto Vejarano Laverde ya la marina la orden de remo­ver los cadáveres de las calles. Se temía una epidemia. Eldoctor Vejarano recorrió el centro de la ciudad con cuatrocamiones de carga. recogiendo los muertos. También fuede hospital en hospital para recoger a los que habían muer­to en ellos. Trabajó junto con los infantes de marina hastamedia noche, ya la mañana volvió a empezar. Los camio­nes efertuaban viajes periódicos al Cementerio Central,donde dejaban los cuerpos. El doctor Vejarano hizo sólo un

LA MULTITUD312

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cálculo aproximado de los muertos. pues no recordabatodos los viajes que había hecho. Llegó a ser conocido como"cl entcrrador del rég-imcn"f.l.

Los cadávercs permanecieron durante días en el Cemen­terio Ccntral. adonde acudieron miles de bogotanos enbusca de amigos o familiaresdesaparecidosf.l . Por solicitudurgente del secretario de estado norteamericano. la Cruz1{oja Americana envió 60.000 dólares. así como medicinasy alimentos. a la Cruz Roja Colombiana. la única institu­ción dcl país que trató dc coordinar las labores de socorro.Maurice 1". Recldy, un expcrto en desastres de la Cruz Roja,con considerable experiencia en cl Caribe. llegó a Bogotá el14 dc abril para dirigir las labores de socorroá3 • El 17 deabril escribió que los muertos pasaban de '500 y podíanllegar al doble de esa cifra. mientras que en los hospitaleshabía 1.500 heridosf•l . Se calculaba que otros 500 necesita­ban enfermeras y primeros auxilios. Cuando Reddy salióde Bogotá le escribió a sus superiores en Washington que clnúmero de muertos "puede pasar de 1.000 y que habíahabido 2.500 heridos". Si bien los hospitales y los médicosde la ciudad estaban sobrecargados de trabajo. añadía. losheridos estaban recibiendo una atención excelenteáS•

314 . LA MULTITUD 1f

Los muertos dcl 9 de abril cn el Cemcnterio Centra!.

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51. Entrevista 16. con el Dr. Alberto Vejarano Laverde. septiembre 21de 1979. . .

52. Son muchas las fotografias de las hileras de cuerpos tendidos en elCemenUlrio Central. mientras que otros. de pie. los observan. Ver tam­bién El Liberal. abril 15 de 1948. p. 8. donde aparece una crónica.

53. Cruz Roja Estadounidense. Archivo del Desastre de Bogotá. Divi­sión Histórica. Oficinas Centrales dc la Cruz Roja Estadounidense. Was­hington D.C. Memorando dc James T. Nicholson. vice-presidente ejecuti­vo. Cruz Roja Estadounidense. a Basil O·Connor. 15 de abril de 1948;memorando de Melvin A. Glasser. director asistente. Actividades InUlr­nacionales. Operaciones Extranjeras. a Phillip E. Ryan, abril14 de 1948;cablegrama entranUl dcl Embajador Beaulac al Secretaria de Estado.DELBOG 84. abril 16.

54. Cruz Roja Est.adounidense. Archivo del Desastre de Bogotá. Mau­rice R. Rcddy a Melvin A. Glasser. abril 17 de 1948.

55. Cruz Roja Estadounidense. Archivos del Desastre dc Bogotá. Re­pon o/ U¡e A meriean Red Cross Assislallcc lo tJw CololILbian Reá ·Cross

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Pese a los arduos esfuerzos de cen tenares de médicos y desus ayudantes, la crisis era abrumadora. El doctor FredSoper, director de la Oficina Sanitaria Panamericana, es­taba en Bogotá con motivo de la Conferencia. Su impresióndel motí n refleja la de incontables colombianos y extranje­ros: Bogotá se parecía a una de las ciudades europeasbombardeadas durante la segunda guerra mundial. Leinformó a la Cruz Roja en Washington que la posición delgobierno era tan precaria que no se habían dado pasos paracoordinar un programa de asist.cncia médica de emergen­cia, y que los hospitales estaban trabajando por encima desus capacidades. El doctor Soper se enteró de un fotógrafode prensa colombiano, herido cuando tomaba unas folos,que se desangró en un hospital cercano a causa del grannúmero de pacientes a los que hubo de atender antes queé1 56•

Pollowillg the RClIOlulion ofApril9. 191,8. El informe, escrito por Reddy.fue dirigido a Glasser. No tiene fecha. pero fue escrito después del 27 deabril. Reddy concluyó su informe afirmando que "salí de Bogotá el 27 deabril por la mañana, con el convencimiento de que la Cruz Roja Estadou.nldense había dejado una impresión de buena voluntad que nunca seráolvIdada por los colombianos de todas las clases". Esta profecía se hahecho realidad. Muchos de los bogotanos con quienes'hablé recuerdan laacción de la Cruz Roja Estadounidense y de la Colombiana con reveren­cia. especialmente porque sabían que podían acudir a la Cruz Roja sintemor a persecusiones políticas. Según Guillermo Rueda Montafla, pre.sldente de la Cruz Roja en 1978, la organización inició su verdaderaexistencia gracias al trabajo al que se vio forzada el 9 de abril y los días ymeses subsiguientes. Entrevista 2, con Guillermo Rueda Montaña, di­Ciembre 17 de 1978.

No se puede enfatizar en exceso la afirmación de Reddy acerca de losexcelentes cuidados que estaban recibiendo los heridos en clínicas yhospitales. Los médicos colombianos trabajaron durante horas y dierondeSInteresadamente de su tiempoy sus conocimientos para salvar a cente­nares de heridos. A lo largo de mis investigaciones en Bogotá. no escuchéuna sola crítica acerca de la actuación de ningún médico.

56. Cruz Roja Estadounidense, Archivos del Desastre de l3ogotá, me­morando de Mary LighUe. asistente administrativa. Actividades Inlcr­nacionales, a Mclvin A. Glasser. abril 16 de 1948. Lighlle entrevistó aSoper en sus oficinas después de haber sido evacuado de Bogotá.

Los cálculos publicados de los muertos van desde 2.585en una obra sobre la Violencia publicada recientemente57,

hasta s6lo 549 en El Tiempo y El Espectador un mes des­pués del motín58• Las cifras oficiales del municipio de Bo­gotá muestran sólo un pequefio aumento en los fallecimien­tos durante el mes de abril con respecto a los mesesanteriores69• Aparentemente, el municipio no pensó en in­cluir en sus estadísticas a los muertos del "bogotazo".

Las cifras de ElEspcctadorcllOdc mayo y de El Tiempoelll de mayo son las mejores de que se dispone&o. Según elprimero quedaron sin identificar 65 cadáveres. El Tiempoafirmaba que 30 de las muertes eran atribuibles a causasnaturales. y que de los muertos 164 eran mujeres. Pero nocabe duda que estas cifras están por debajo de la realidad.Nadie se preocupó por llevar un registro adecuado. Mu­chos de los cadáveres en el Cementerio Central fueronsacados de allí sin autorización oficial por parientes y ami­gos61. En los barrios de Bogotá hubo muchos entierros

67. Paul Oquist. Violencia, cofiflicto y poLUica en Colombia (BogotA:Instituto de Estudios Colombianos, Biblioteca Banco Popular. 1978),p.236.

58. El Espectador, mayo 10 de 1948, p. 1; El Tiempo, mayo 11 de 1948,p.!.

69. BogotA (Colombia). Departamento de Estadlsticas e InvestigaciónSocial, Anuario municipal tÚ estadÚltica de Bogotd., 19.8 (Bogotá: Im­prenta Nacional, 1949). Ver "Servicio de Cementerios, Inhumación Afto1948", p. 91. Estas cifras incluyen entierros en los tres cementerios públi­cos más grandes de la ciudad, el Central, el de Chapineroy el del Sur, másotra categoria que incluye los Cementerios BritAnico, Alemán. Hebreo yel de los Hermanos Cristianos, Ninguno de estos últimos, como seria deesperar, registra aumentos en los entierros en el mes de abril. Según elAnuario, el promedio de entierros en los once meses de 1948, excluyendoabril, fue 712..6. LoS registrados en abril fueron 1043, es decir. 330.4 porencima del promedio.

60. Se pueden encon trar otras listas de los muertos en El Liberal, abril12 de 1948, p. 7; abril 13 de 1948, p. 6; abril 14 de 1948, p. 4; abril 16 de1948, p. 3; El Tiempo, abril 16 de 1948, p. 3; y El EspectCUÚJr, abril 12 de1948, p. 1.

61. El 9 de abril de 1978 hablé con un anciano que desde antes del 9 de'abril de 1948 habla trabajado en el Cementerio Central, Quien me pidió no

317.LA MULTITUD POR DENTRO

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clandestinos, ante el temor de la persecución por parte delgobierno a las familias de "los muertos del 9 de abril"62.

¿Quiénes fueron? ¿.Quiénes integraron las muchedum­bres? ¿Quiénes eran los amotinados y los saqueadores? Nohay elementos suficientes para contestar estas preguntas.Fue un proceso fugaz y espontáneo. y el gobierno mostrópoco interés en obtener una respuesta. Las largas listas demuertos y heridos aparecidos en la prensa durante el messiguiente no dan indicación alguna de su filiación política.su clase social, su ocupación o su lugar de residencia. Las1.208 personas que acudieron a la Cruz Roja en procura dealimentos. vivienda. asistencia médica o empleo. o en bús­queda de sus seres queridos, incluían desempleados. arte­sanos. trabajadores del municipio o intelectuales63• A par-

ser identificado. Me enseñó el lugar en la margen occidental del cemente­rio donde fue cavada la fosa común para los muertos del "bogolazo". Quedespués fueron exhumados. Reeuerda, además, Que no había autoridadcentral en el cemenlcrio y que "los cadáveres iban y venían". Esto fueconfirmado por el Dr. Alberto Vejarano Laverde. entrevista 16.

62. Entrevista con Monseñor Antonio Afanador Salgar, Párroco deEgipto en la época de los disturbios; el Monseñor medijo Que nosabíasi sehablan enlcrrado o no muchos cuerpos en su barrio después de los distur­bios. pero tenía la cerlcza de Que en otros, muchos fueron enlcrrados sinconocimiento del Estado o de la iglesia. Esto fue confirmado por muchosgaitanistas, especialmenlc por Pío Nono Barbosa Darbosa, entrevista 5, ypor Guillermo Vargas. entrevista 37. noviembre 28 de 1979.

63. Ver Cruz Roja Nacional. Archivo Emergencia 9 de abril. 1948. Losregistros de la Cruz Roja Colombiana están divididos en las categoríassiguientes: Libro de registro censo de personas desaparecidas; Estadísti­ca de elementos para rehabilitación del trabajo; Estadistica de arrenda­mientos; Estadística de elementos de alcoba; Estadistica de ropa perso­nal; Estadistiea de comedor y cocina. También contiene el archivo unregistro de las visitas médicas a casas de los heridos o enfermos durantelas tres semanas siguientes a los disturbios. Estoy especialmente agrade­cido con Daniel Martlnez Quijano por haber localizado eslc archivo en elantiguo edificio de la Cruz Roja Colombiana. Martínez Quijano. jovenvoluntario de la entonces incipiente Cruz Roja. una vez pasados losdesór­denes pasó días enteros intentando organizar las oficinas centrales yacompañando a los médicos en sus visitas a las casas de los heridos en lossuburbios. Desde entonces está con la Cruz Roja y ha dedicado su vida a

las causas humanitarias en el área del Caribe. En la actualidad es delega­<10 de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja. Entrevista 6. e.ncro 5 de 1980.

64. Semana, abril 24 de 1948. p. 5. Tanto la prensa liberal como laconservadora hicieron especial énfasis en el hecho de que los obreros de lacervecerla no hubieran participado. Según el organizador gaitanistaManuel JoséValencia. quien camino del centro de la ciudad -a donde sedirigía para participar en 105 disturbi05- vio al pasar por la cervcceria, Quemuchos de los obreros Que alli trabajaban abandonaron la cerveceriay seunier.on a la muchedumbre. Entrevista 67. enero 2 de 1980. .

65. f;sta'descripción de los revoltosos hasidocompiladade lasentrevls­las. especial menlc de los recuerdos de 105 gaitanistas. Ricaurte (entrevls­la 21) recuerda particularmente el papel desempeñad? PO: las vend.edo­ras del mercado, Quienes. según él. eran las más partidarias de Galtán.

tir de esas listaS no se puede afirmar qu'e hubieranparticipado en la asonada o hubieran si~osimplesespecta­

dores. si fueron heridos al atacar a PalaCIO, oen los saqueos.o víctimas de una bala perdida. La muchedumbre del"bogotazo" sigue siendo fundamentalmen~e ~n?nima. ,

Sin embargo se pueden obtener algunos indiCIOS a travesde testimonios orales y escritos. La muchedumbre era ur­bana pero no con predominio de la clase obrera. Muchostrabajadores. como los de la cervecería Bavaria, se m~ntu­vieron alejados del centro y es posible incluso que hubierandefendido sus fábricas64 . La muchedumbre representabaun corte de todas las capas sociales e incluía obreros ~n

pequei'las fábricas. empleados y autoempleados. pr~f~s~o­

nales de clase med ¡a. em picados del estado y del mUniCIpIO,obreros de la empresa de energía eléctrica, de los teléfonos,del acueducto. conductores de tranvías y taxis, trabajado­res de los ferrocarriles. artesanos, carpinteros y obr~ros

independientes de la construcción. canteros y albañiles,porteros y celadores de edificios. policías. vende~or~s a~­bulantes y loteros. peluqueros, empleados de cafes. limpia­botas, barrenderos. prostitutas y criminales. Las vendedo­ras de las plazas de mercado. jóvenes y viejas por igual.formaron grupos que enarbolaban banderas y encabeza­ron el ataque contra varios edificios66.

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Quienes hicieron parte de la muchedumbre eran aque­llos a quienes Gaitún se dirigía y aspiraba a representar.Eran parte de esa gran coalición urbana que él considera­ba había sido excluida de la toma de decisiones económicasy políticas. En ese sentido amplio fue una muchedumbregaitanista. pero brillaron por su ausencia los tenderos.cuya orgullosa postura frente a sus almacenes. era par2.Gaitán la imagen de un orden social armónico.

320 LA MULTITUD

El pueblo armado con la bandera nacional.