Post on 20-Feb-2017
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Fachada del actual Pontificio Colegio Español de San José, en Roma, regido por la Hermandad de
Sacerdotes Operarios Diocesanos, cuya labor reivindica el Padre Federico en este artículo.
Derechos de autor registrados
2017 Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado (Edición).
Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña
La Religión y el Mundo Actual - 21. Obras son amores. Federico Salvador Ramón
Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educación. Portal de Investigación y Docencia
Edición preparada con ocasión del proceso de beatificación del Padre Fundador de las Esclavas de La
Inmaculada Niña.
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La religión
y el
mundo actual - 21 -
Obras son amores
Federico Salvador Ramón
Publicado en la revista mariana Esclava y Reina Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña
Julio/Agosto Guadix (Granada) – España
1922 zzz
Edición actualizada por
María Dolores Mira Gómez de Mercado
Antonio García Megía
Esta serie de documentos recopila los artículos que Federico Salvado Ramón, bajo
el seudónimo de «Mirasol», publica en la sección “Apuntes Sociales”, con subtítulo
genérico La Religión y el Mundo Actual, de forma casi ininterrumpida en la revista
Esclava y Reina de la Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña, desde su segundo
número aparecido en febrero de 1917.
Con la intención pedagógica que caracteriza toda su producción escrita, el padre
Federico observa, analiza y comenta desde un punto de vista católico, apostólico, romano
y de esclavo militante, los matices y perspectivas que se suceden en los ámbitos filosófico,
social, cultural, histórico, político, y por supuesto, religioso, durante la turbulenta
transición que supone el cambio de centuria, cuyo impacto se extiende hasta el segundo
cuarto del siglo XX.
Se trata de una época de mentalidades en conflicto que concluyen con el trágico
estallido de la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias posteriores.
Los ejes nucleares del cambio de mentalidad afectan a campos tan diversos como
la relatividad y la operatividad de los conocimientos, el problema de los valores, las
relaciones entre ciencia, filosofía —desde el entendimiento de que la opción que cada
intelectual escoge —ya sea desde el pensamiento conceptualista, ya desde el
irracionalismo y desde la reivindicación de la «experiencia y la intuición de la
inmediatez», que siempre implica elecciones éticas y políticas a veces abiertamente
contrapuestas.
El mundo en los albores del siglo XX se enfrenta a la remoción de los fundamentos
del saber en las ciencias y en la cultura filosófica. En las décadas finales del siglo XIX y
en los inicios del siglo XX, entra en crisis el modelo positivista de cientificidad y la
prevalencia de la razón y la ciencia que habían constituido la base de los grandes sistemas
del siglo XIX. El racionalismo tradicional se ve amenazado por la irrupción imparable de
los sistemas irracionalistas de Nietzsche, Bergson o Freud.
Desde las últimas décadas del mil ochocientos y hasta la Primera Guerra Mundial,
sobre todo en Francia y en Alemania, la certeza positivista comienza a sufrir un intenso
proceso de erosión por las expansión de las posiciones irracionalista ya citadas y por la
transformación interna del propio positivismo, en el sentido de una mayor conciencia
crítica sobre las posibilidades, los límites y los métodos del saber científico, tal como se
manifiesta en la postulación sobre la fenomenología de Edmund Husserl.
Este decurso acelera el proceso de modernización emprendida por la burguesía
liberal hacia el capitalismo financiero que se aleja del capitalismo industrial alumbrado
en el siglo XVIII.
A ello se suman las transformaciones culturales sobrevenidas por las políticas de
expansión imperialista y colonial de las grandes potencias, exclusivamente europeas hasta
los inicios del siglo XX, a las que habrán de sumarse desde inicios de la centuria, los
Estados Unidos norteamericanos y el Imperio de Japón que sale fortalecido tras derrotar
al coloso Ruso en la guerra por el dominio de los territorios de Manchuria.
Este es el contexto en que se desarrolla la vida del padre Federico Salvador
Ramón, y, como queda dicho, esta su postura al respecto.
María Dolores Mira y Gómez de Mercado Antonio García Megía
LA RELIGIÓN Y EL MUNDO ACTUAL – OBRAS SON AMORES
FEDERICO SALVADOR RAMÓN
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La religión y el mundo actual
- 21 -
Apuntes Sociales Obras son amores
Bien hacen los que piensan y proyectan constantemente modos y maneras de
regeneración social. Mejor camino emprenden los que oran incesantemente en la
presencia de Dios para conseguir el auxilio de lo alto, de todo punto indispensable si ha
de ser fructífero cuanto se intente y planee para levantar a la humanidad del atolladero en
que hace ya cuatro años cayó y de donde a toda costa precisa sacarla, para que, libre de
sus errores y de sus vicios, vuelva a sentir la benéfica influencia del verdadero espíritu
cristiano, despreciador de los bienes caducos de la tierra y avaro de los celestiales,
infinitos y eternos.
Pero es el mejor camino de todos, el de aquellos que, estribando en la propia y
ajena oración, se lanzan a la conquista de las almas y a las prácticas de las más escabrosas
obras de beneficencia.
Hoy hacen falta, más que nunca, muchas vocaciones en todos los órdenes de la
Religión, pero muy especialmente el apostolado en el más estricto sentido de la palabra.
Apóstoles que lleven la fe a los millones de almas que viven sin ella o en contra de ella o
para luchar en todo lugar con la Iglesia Católica.
Y esta abundancia de vocaciones apostólicas se impone cuando el materialismo
invade los corazones hasta en los pueblos más humildes. Es indispensable, por
consiguiente, llevar el fuego del espíritu cristiano a las más escondidas aldeas y a los
pueblos menos frecuentados por los portadores de la falsa civilización que nos acarreó la
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FEDERICO SALVADOR RAMÓN
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diabólica libertad religiosa, engendrada por el espíritu liberal, nacido del espíritu
protestante.
Pero estas misiones constantes, más de lo que hasta hoy suele hacerse, estos
verdaderos torneos religiosos en los que la gracia divina ostenta sus más señalados
triunfos, ¿quién las podrá realizar?
La divina sabiduría con que la Iglesia ve y atiende a las necesidades sociales que
surgen en su seno, está, desde hace no pocos años, señalando el camino más cierto que ha
de conducir a llenar esa necesidad de carácter urgente que pesa sobre toda la Iglesia y que
se manifiesta en cada parroquia en especial.
Hoy es evidente que la Unión Misional, que se establece en todas las naciones,
está llamada a ser el instrumento acomodado a remediar esta imperiosa necesidad de la
restauración de los pueblos en Cristo
¿Hay en España algún organismo adecuado a este fin?
Tendríamos por delito de traición a la Iglesia y de cómplices en la persecución del
silencio, a lo que habríamos de unir una muy repugnante ingratitud, si es que no dejáramos
ya de expresar velados ciertos conceptos, como alguna vez lo hemos hecho en esta misma
sección, creyendo, como creemos, que tenemos en España un poderoso instrumento
regenerador y director de la vida religiosa moderna en nuestra patria.
Cuando así hablamos nos referimos a la Hermandad de Sacerdotes Operarios
Diocesanos, tenemos presente a los sacerdotes encargados de gran número de seminarios
en España y a los fundadores de Colegios económicos con el fin de dar el mayor fomento
posible al crecimiento de las vocaciones eclesiásticas.
Esta Hermandad de sacerdotes, directores de seminarios y de colegios
eclesiásticos, es la llamada a servir de núcleo principal a la acción misionera del clero en
nuestras diócesis.
Por qué no haya tomado este organismo religioso una iniciativa tan necesaria para
su cabal desarrollo y para el cumplimiento de sus empresas de regeneración social, no es
de este momento averiguarlo, y menos nos incumbe a nosotros esclarecerlo.
Sabemos el número de dificultades superiores a la humana capacidad con que
luchan las instituciones religiosas en todo tiempo, y mucho más en sus principios, y,
por esta sola razón, nos consideraríamos incapacitados para penetrar en ese santuario
formado por la vida íntima de una Hermandad, que no ha llegado a mostrarse todavía
completa, a pesar de tener ya como medio siglo de existencia y de haber contado y
contar con fuerzas oficiales extraordinarias.
¡Es que formar sacerdotes tal como hoy deben ser formados y poseer maestros
que ardan en caridad para que sigan y ayuden a aquellos trabajos parroquiales, exige,
a no dudarlo, auxilios extraordinarios del cielo, y Dios los envía cuando place a su
soberana voluntad!
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FEDERICO SALVADOR RAMÓN
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Hacen falta urgente aquellos Operarios en Ministerio que, en los ardores de su
celo, ideara el santo varón Dr. Don Domingo Sol1.
Hombres que, a la par, habían de ser la vida espiritual de la Hermandad, formadora
de sacerdotes santos, y el fuego vivificador de los párrocos y de sus feligreses.
Hombres tales deben estar dispuestos a dar toda clase de garantías a los operarios
Diocesanos en la manifestación de un espíritu de obediencia no ordinario, que ahí es
donde se prueba el espíritu legítimo de Dios, exento de mayorías y apetecedor del cáliz
del Señor.
Hombres tales deben dar toda clase de garantías a los párrocos y, por ende, a los
Obispos a quienes representan, y tanto a unos como a otros se les mostrarán esas garantías
en el perfecto espíritu de sumisión a los mismos, cuando con ellos trabajen.
Tememos haber ido más allá de donde hubiera sido discreto llegar escribiendo,
por eso no seguimos, y con harto pesar callamos, mientras insistimos sin cesar rogando al
Señor para que ilumine a las almas a quienes Dios quiera escoger para estos fines, por
tantos conceptos arduos, y muy especialmente a los que por añejos prejuicios o vanas
prevenciones pueden facilitar u oponerse a lo que Dios, si tal es su voluntad, conseguirá
al cabo.'
¡Gigantes deben ser esos Operarios en Ministerio! Uno debe sus poner mil, según
la valiente expresión de Isaías. Sus nidos serán los Colegios de Vocaciones Eclesiásticas,
sus campos exteriores las parroquias, sus apriscos las casas de Reparación Eucarística.
¡Y todo esto al parecer duerme!
1 N.E. Manuel Domingo y Sol, nacido en Tortosa en 1836, cursa estudios de Filosofía y Derecho,
doctorándose en Teología. Es Misionero Diocesano y fundador de la primera revista juvenil católica, El
Congregante, y de varios conventos de clausura. Pero su labor más apreciada se dirige al fomento de
vocaciones sacerdotales y a mejorar su formación. Con esta idea funda la Hermandad de Sacerdotes
Operarios Diocesanos. Aprobada la Hermandad, se crean se crean Colegios de San José para Vocaciones
Sacerdotales en Valencia, Murcia, Orihuela, Plasencia, Almería, Lisboa, Burgos, Toledo… Culmina esta
tarea con la fundación del Pontificio Colegio Español de San José, en Roma, el día 1 de abril de 1892. Don
Manuel Domingo y Sol es beatificado por Juan Pablo II el 29 de marzo de 1987.
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