Ibn Asad Las Divinas Lecturas

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  • LAS DIVINAS LECTURAS

    EDITORIAL IBN ASAD

  • I

    Un muchacho y una muchacha de quince aos estaban enamorados. Deca el chaval:

    Te amo. Y la joven sonrea con el corazn pleno.

    Una maana de domingo, el chaval vio a su enamorada pasear de manos dadas con un

    amigo de su primo. Enfurecido, se dirigi hacia a ellos, y comenz a golpear al chico hasta

    que ste huyo despavorido.

    Con los ojos llenos de lgrimas, la muchacha pregunt: Qu haces?

    A lo que el muchacho balbuce con la voz entrecortada: Yo te amo.

    Entonces, la nia coloc la mano con fuerza en el pecho del chico, y le respondi con

    furia: Pues nada ms se supone que te corresponde hacer. Me seguirs amando, y nada

    diferente a esto sers capaz de hacer.

  • II

    Un zorro solitario se adentr en la espesura de un monte desconocido buscando

    aventura y nuevas presas. Tras horas caminando por territorios que le eran ajenos, se top

    con un grupo de once lobos, que jams haban visto un zorro. La lobera rode al zorro, y

    girando a su alrededor, intimidaron al raposo con sus colmillos y gruidos. El ms grande

    de los lobos le pregunt al zorro: Qu extrao lobo eres t? Y donde est tu manada?

    El zorro le respondi: No soy un lobo. Soy un zorro, y no tengo manada. Soy libre, y libre

    camino por el monte. La libertad es mi familia. La libertad es mi grupo. La libertad es mi

    manada.

    El lder de los lobos le contest: No sabemos si eres libre; lo que vemos es que ests

    solo. Y la soledad es tu defensa. Y tras decir esto, orden al resto de lobos: Adelante,

    muchachos. Destrozadle.

  • III

    Se cuenta por ah que viva en el pueblo un hombre que deca odiar el amor y viva solo

    en una casa que pareca encantada.

    Una vez, un chaval de quince aos, valiente y aventurero, se arriesg a ir a hacer una

    visita al siniestro viejo. Al abrir la puerta de la casa, tanto el viejo como el chico quedaron

    un largo tiempo sin decir nada.

    El viejo pregunt con cordialidad: Hola, Qu quieres?

    Tras vacilar, e incluso pensar en huir, el corajoso muchacho pregunt: Es verdad que

    odias el amor?

    A lo que respondi el viejo: La verdad es que no es as. Nunca dije algo as. Por qu

    preguntas eso?

    Porque la gente lo cuenta por ah.

    El viejo se agach a la altura del muchacho, y le dijo en voz baja: Ah, amigo Y no

    ser que todo lo que cuenta esa gente es mentira?

  • IV

    Un perro callejero pardo estaba paseando por la plaza del pueblo cuando olfate algo

    ya casi al doblar la esquina que baja hacia el ro. Era un aroma maravilloso que jams haba

    olido. Sin embargo, el perrito supo lo que era: el primer celo de una perra joven. El can,

    lleno de alegra, comenz a seguir el rastro en busca de su amada. Atraves varias calles con

    el rabo agitndose, con la lengua lquida de tanto deseo. Cuando tom la calle del medio, se

    encontr con su enamorada: una perrita color canela. Alrededor de ella, haba cuatro perros

    ms, y uno de ellos la estaba comenzando a montar, con el total consentimiento por parte

    de la perrita.

    El perro callejero qued triste, sus orejas cayeron casi al suelo y el rabo se escondi

    entre sus patas. Al ver esa melancola, un viejo perro blanco y tuerto que all estaba le dijo:

    Quin crees que eres, joven? Dnde se ha visto a un perro compungido por el amor?

    Ignoras tu naturaleza, y no hay mayor desgracia que esa. Adems, t vas a ser el quinto,

    despus de m. Para los perros, el amor es slo una cuestin de orden de preferencia.

  • V

    En el pueblo, haba una mujer de cuarenta aos que viva sola en una casa cerca del

    molino, y no tena otra ocupacin que cuidar de su jardn.

    Una maana como otra en su vida, mientras estaba podando un naranjo, un lagarto que

    estaba tomando el sol en una gran roca lisa, se acerc a ella, y le dijo: Te amo. La mujer

    fingi que no haba escuchado nada, reprimi su sorpresa, y continu cuidando el jardn.

    Otra maana como aquella, mientras estaba regando el rosal, el mismo lagarto se volvi

    a acercar a ella, y le volvi a decir: Te amo. En esta ocasin, la mujer no se sorprendi

    tanto, y continu con sus tareas. Se sorprendi an mucho menos en las siguientes

    maanas, en las que se volvi a repetir lo sucedido, siempre que sala a cuidar su jardn.

    Esa maana, el lagarto se volvi a acercar a la mujer como acostumbraba a hacer, y le

    dijo: Te amo. Ella le mir por primera vez a los ojos y le dijo: Oh, lagarto! Me gusta

    hacer mi trabajo y encontrarte aqu, como me gusta encontrarme con los caracoles y las

    hormigas. Sin embargo, no quiero darte falsas esperanzas.

    Y el lagarto respondi desde su roca lisa: Es mejor que contines con tu trabajo en

    silencio. Desde cundo los lagartos necesitan algn tipo de esperanza?

  • VI

    Haba una vez unos bichitos de la carcoma que vivan dentro de la guitarra de un

    famoso msico que viajaba con su arte por toda la comarca. Cuando el guitarrista

    interpretaba alguna meloda, los bichitos detenan su tarea, y quedaban reunidos en un

    crculo para deleitarse con la msica.

    Uno de los bichitos deca: Qu maravillosa sensacin! Podra estar escuchando esto

    durante toda mi vida. Otro bicho, ms gordo que el resto, deca: Ah! Se trata de la

    vibracin de Dios. Vosotros no sabis qu es eso, pero as es. A lo que el bicho ms viejo

    respondi: No sabes lo que dices. Eso es lo que llaman msica, la armona de la naturaleza

    danzando. Y as, disfrutaban de la msica de la guitarra donde vivan, y descansaban de su

    trabajo con ella.

    Los bichitos continuaron con su vida, con su trabajo y con su descanso lleno de

    msica. Y un da, el msico comprob que la guitarra estaba carcomida. La cambi por una

    guitarra nueva, y tir la vieja al fuego de la chimenea.

    Y los bichitos de la carcoma dejaron su trabajo, y tuvieron que renunciar a la maravilla

    de su descanso.

  • VII

    Ante un hombre y una mujer que se separan, los hombres han ideado mil formas de

    interpretar este hecho inteligentemente.

    Esto ha sucedido muchas veces en la historia. dice el historiador con libros en la

    mano, y pestaea.

    No funciona, no funciona. dice el ingeniero con seguridad, y pestaea.

    No hay qumica entre ellos. dice la biloga sin entusiasmo, y pestaea.

    La culpa es de ella; la culpa es de l. dice el magistrado con autoridad, y pestaea.

    El 60% de las parejas se separan. dice el socilogo sin mucha conviccin, y pestaea.

    Firma el papel del divorcio. dice el abogado sealando con el dedo, y pestaea.

    Se agot lo que tenan. dice el economista con su calculadora, y pestaea.

    Todo es efmero; nada es eterno. dice el filsofo mirando al cielo, y pestaea.

    Ya no estn en la poca de celo. dice la veterinaria con humor necio, y pestaea.

    Los compaeros sentimentales no han superado sus problemas. dice la psicloga

    mordiendo sus gafas, y pestaea.

    Fuera de todos estos hombres, slo el sabio solitario, en un acto de loca y triste

    valenta, asume en silencio para s: No hay amor.

    Y contina con su viaje.

  • VIII

    rase una vez en un corral, un patito que rompi su cascarn y se vio rodeado de unos

    patitos bien diferentes a l. Creci entre las bromas que hacan sus hermanos por su

    diferencia y fealdad. La pata madre percibi esto, y lleg a la conclusin de que ese patito

    no era hijo suyo, y que seguramente perteneca a la familia de los cisnes. Sin embargo, ella

    guard esto en secreto y no lo cont ni al patito ni a nadie.

    Una maana, el patito an pequeo fue hacia la pata madre y le dijo: Me voy. No

    quiero volver a verte. Adis.

    La pata contest con ternura: Ah, mi querido! Te quiero como a un hijo y te cuido

    como tal.

    A lo que el patito respondi: A pesar de que nadie lo pidiera, y que nadie lo necesitara

    salvo t. Te lo agradezco de corazn. Me voy. No quiero volver a verte. Adis.

  • IX

    En el pueblo de alado, haba un nio que recin nacido fue abandonado por sus padres.

    El nio fue criado como hurfano por el prroco del pueblo, y desde bien joven ejerca de

    monaguillo en las misas que se celebraban en la iglesia.

    Un domingo por la tarde, el chico rob algunas monedas de la colecta parroquial. Al

    ver que nadie percibi nada, hizo costumbre coger una o dos monedas cada domingo, y

    guardarla en un cerdo de barro que su amigo alfarero le regal. A los tres meses de aquel

    domingo en que comenz a robar, el cerdito ya pareca estar preado de una inmensa

    fortuna.

    Pero una tarde de abril, el prroco descubri todo, su robo, su cerdito y su fortuna.

    Cogi al chaval por el brazo, le cruz la cara, y le dijo enfurecido: Qu decepcin la ma!

    No te crea capaz de algo as. No esperaba esto de ti.

    Y el nio con la mejilla roja como una fresa, le respondi: Qu decepcin tambin la

    ma! No te crea capaz de que esperaras algo de mi.

  • X

    Haba dos sapos en la orilla de la laguna, uno junto al otro. Uno de ellos apunt, sac

    su lengua y atrap un insecto: Ah, qu deliciosa mosca! Hoy no quieres comer moscas,

    amigo? El otro sapo contest: Yo soy un ser iluminado. No necesito ese tipo de

    alimento.

    De nuevo, el primer sapo apunt, sac su lengua y atrap un insecto: Ah, qu deliciosa

    liblula! Hoy no quieres comer liblulas, amigo? El otro sapo contest: Yo soy un ser

    iluminado. No necesito ese tipo de alimento.

    Una vez ms, el sapo cazador apunt, sac su lengua y atrap un insecto. Ah, qu

    deliciosa polilla! Hoy no quieres comer polillas, amigo? El otro sapo contest: Yo soy

    un ser iluminado. No necesito ese tipo de alimento.

    No haba an amanecido cuando el segundo sapo muri de hambre. Al verle muerto,

    su compaero dijo: En fin! Nada se puede hacer! Es otro idiota que se trag una

    lucirnaga.

  • XI

    En una colmena, haba unas abejas que conversaban en su labor. Una de ellas dijo: Yo

    soy una abeja tan privilegiada! La temporada pasada fui la abeja que ms nctar recogi. En

    gratitud a mi lealtad y trabajo, la abeja reina me premi invitndome a la cmara real.

    Otra abeja que escuchaba contest: Yo soy una abeja an ms privilegiada! La abeja

    reina me honr nombrndome cuidadora de sus cras, a las que alimentaba con la mejor

    jalea. Durante mi servicio, trabaj en la cmara real.

    Al or esto, otra abeja aadi: Yo soy sin duda una abeja muchsimo ms privilegiada!

    La abeja reina me nombr constructora de la colmena. Colabor en la creacin de la

    cmara real, y durante su construccin, all pasaba los das y las noches.

    Las abejas continuaban en su labor, cuando se abri la cmara real y sali de ella una

    abeja que zumbaba de alegra. Una de las abejas pregunt: Y ese quin es? Y otra le

    contest: Ah, es slo un zngano perezoso.

  • XII

    En el bosque, haba dos ciervos macho uno frente al otro, dispuestos a luchar por una

    cierva. Ambos tenan una impresionante cornamenta, y todo apuntaba a que iba a ser una

    contienda muy reida.

    Uno de los machos, tirando tierra hacia atrs con la pata, dijo: Luchar hasta la muerte

    si es preciso. Pero te lo aseguro: no tocars ni un pelo a mi cierva enamorada. Y embisti

    chocando los cuernos con violencia: Crack!

    El otro macho, mirando a los ojos de su rival, dijo: Te arrepentirs de haberme retado

    en duelo de amor. Te lo aseguro: no tocars ni un pelo a mi cierva enamorada. Y embisti

    con toda la fuerza de su osamenta: Crack!

    La lucha continu durante horas, y justo cuando la pelea pareca que jams llegara a su

    fin, los cuernos de los dos ciervos se quedaron trabados entre s, de tal forma que nadie del

    bosque sera capaz de separarlos.

    Los ciervos aprendieron a vivir con las cabezas unidas, y as fue como pasaron el resto

    de sus das, sin casi movilidad, completamente vulnerables al ataque del lobo. Sin embargo,

    as, en compaa, casi como siameses, se les vea felices.

    No as a la cierva enamorada, a la que aquel ao ningn macho le toc ni siquiera un

    pelo.

  • XIII

    Como haca cada domingo, un muchacho de quince aos se adentr en el bosque para

    jugar, correr y cantar.

    Aquella maana, en medio de su camino, el chico se encontr con La Muerte que, al

    verle tan alegre y despreocupado, le dijo: Qu ocurre contigo? Es que no sabes quin

    soy? Ante mi presencia, todos muestran sus respetos con compostura y sobriedad. El

    muchacho le contest: Poco sabes de lo que ocurre conmigo! Yo estoy alegre, y t slo

    sabes de la tristeza y melancola que llevas a los seres.

    La Muerte, enfurecida, replic: Cmo te atreves a hablarme as, mocoso

    impertinente? Y cmo dices que no llevo alegra a los seres? Acaso no llevo alegra al

    pjaro cuando le doy la lombriz como comida? Acaso no llevo alegra al gato cuando mato

    al ratn y se lo entrego? Acaso no llevo alegra al lobo cuando me llevo al cordero de su

    rebao?

    El chaval mir a los ojos de La Muerte, y contest: Ah, vanidosa alcahueta, no te

    adjudiques mritos que no son tuyos! T slo eres una sirvienta sin poder para dar ni

    quitar nada! Pues la alegra del pjaro, del gato, del lobo, y la ma, no son sino una misma

    alegra que regala aquel que sacrifica su vida.

  • XIV

    Haba un oso que viva en un abrigo formado por unas rocas. l all dispona de agua y

    comida en abundancia, y nunca haba salido de los alrededores. Sin embargo, no era feliz y

    soaba con explorar la tierra ms all de lo conocido y conquistar cuevas y ros. Y as, su

    vida se convirti en un angustioso deseo de viajar hacia lo desconocido.

    Pero un da, el oso reuni el suficiente valor y sali de viaje sin intencin de regresar al

    abrigo de sus rocas. Rebas la lnea de rboles que jams haba pasado y, a los pocos

    metros, se top con una extraa barrera. Detrs de la barrera, un espantoso y desconocido

    animal lo miraba fijamente. El aventurero oso le dijo: Hola, extrao monstruo. Soy un oso

    que est de largo y cansado viaje. Me ayudaras a saltar esta extraa barrera que nos

    separa?

    La desconocida criatura abri su puntiaguda boca y contest: Oh, oso, no s ayudarte

    a ello! En verdad, no soy ningn monstruo, soy un avestruz, y lamento decirte que vivimos

    en lo que la gente llama zoolgico. Ya comprenders qu significa eso

  • XV

    Una tarde de viernes, una muchacha de quince aos subi a un cerro donde se tena

    una hermosa vista del pueblo. All, la nia acostumbraba a escribir y cantar canciones.

    Estaba la muchacha sentada en una roca, cuando se acerc una vbora cornuda que le

    dijo: Hola! Qu haces, amiga? La nia, asustada, sali de la roca de un salto, y contest:

    Fuera de aqu, bicha! Aljate de m! Mi padre ya me advirti de tu peligro, animal

    inmundo.

    La vbora, sorprendida, replic: Yo slo quera hablar y jugar contigo! Dnde est mi

    peligro? La chavala cogi una piedra, amenaz con arrojarla, y le dijo: Ya te lo he dicho:

    fuera de aqu, bicha! Aljate de m! S que muerdes y eres venenosa; mi padre ya me

    advirti de ello.

    La vbora agit la cabeza y le contest: Ah, sin duda te equivocas conmigo! Yo slo

    me acerqu para hablar y jugar contigo. Al or esto, la nia grit: No lo vuelvo a repetir:

    fuera de aqu, bicha! Aljate de m! Ya s que eres seductora con la palabras; mi padre ya

    me advirti de tus engaos. Despus, la muchacha arroj la piedra, y sali corriendo

    despavorida.

    La vbora se qued una vez ms paralizada por la pena, y pens: Ya estoy cansada de

    ser despreciada. Todos los das dicen que soy peligrosa, venenosa y seductora. Voy a

    renunciar a ser lo que quiero. A partir de hoy ser lo que ellos quieren y ay del padre de

    esa nia si me topo con l!

  • XVI

    Iba un lince paseando por el bosque, cuando se encontr con una ardilla que

    descansaba en la rama de un rbol. Dijo la ardilla: Oh, qu raro, qu bello! Un lince!

    Nunca haba visto uno Y la ardilla sali corriendo.

    El lince continu con su paseo, cuando se top con un pjaro de plumas pardas, que

    buscaba comida entre las hojas cadas en el suelo. Dijo el pjaro: Oh, qu raro, qu bello!

    Un lince! Nunca haba visto uno Y el pjaro sali volando.

    El lince prosigui su camino, cuando vio a una liblula a la vera del ro. Dijo la liblula:

    Oh, qu raro, qu bello! Un lince! Nunca haba visto uno Y la liblula se dirigi en su

    vuelo ro abajo.

    El lince, se agach en la orilla para beber, subi su hermosa cabeza, mir al sol del

    crepsculo, y pens para s: Hoy estoy solo. Llegar el da en que mi belleza no estar en

    mi rareza; llegar el da en que mi belleza volver a estar en mi realeza.

  • XVII

    Una vez, los hombres decidieron organizar un concurso para decidir quin era el ms

    inteligente de ellos.

    El fsico dijo: Yo s las leyes de este mundo! Yo soy el hombre ms inteligente! El

    jurado susurraba y tomaba notas: Oh, es cierto, qu hombre inteligente!

    El qumico dijo: Yo s los elementos que forman esas leyes y cmo funcionan! Yo

    soy el hombre ms inteligente! El jurado susurraba y tomaba notas: Oh, es cierto, qu

    hombre inteligente!

    El ingeniero dijo: Yo s aplicar esas leyes y esos elementos, por lo tanto, yo s hacer

    cosas tiles para mejorar el mundo! Yo soy el hombre ms inteligente! El jurado

    susurraba y tomaba notas: Oh, es cierto, qu hombre inteligente!

    Mientras el jurado dilucidaba, haba un hombre en el pblico que pens para s: Con

    certeza, ninguno de los aqu presentes conoce la verdad ni ninguna de sus innumerables

    formas. Y este hombre aplaudi como el que ms cuando supo el fallo del jurado.

  • XVIII

    Un padre pregunt a su hija de quince aos: Qu quieres ser de mayor? La nia

    contest: Quiero ser una golondrina. El padre comenz a rer, y dijo a su hija: Creo que

    no has entendido Nadie puede vivir de ser una golondrina. Y la nia respondi: Creo

    que t eres el que no ha entendido, padre querido. De mayor, ser una golondrina y vivir

    como golondrina. No he dicho nada de ser una golondrina y vivir de ello.

  • XIX

    En un jardn haba una fila de hormigas que iba y vena en un numeroso barullo. Una

    de las hormigas se cruz con una hormiga amiga de la infancia, y le salud: Hola! Vas o

    vienes? La hormiga, un poco mareada, respondi: Pues no s. No s si voy o vengo.

    Adems, existe alguna diferencia para nosotras?

    Al or esto, la otra hormiga replic: Ests de broma? Claro que existe diferencia: es lo

    nico que debemos saber! Vamos, no vuelvas a decir eso en pblico, y sgueme!

  • XX

    En una laguna, haba dos pececitos nadando, uno ms viejo que el otro. El pez viejo

    dijo al joven: Hoy va a ser un da importante en tu vida. Mira hacia arriba. Ves ese espejo

    ondulante? Hoy nos vamos a acercar al sol que calienta estas aguas. Podrs ver con tus ojos

    su majestuosidad. Vamos, sgueme!

    El pececito joven permaneci parado por la duda durante un momento, y se puso a

    nadar de repente siguiendo al viejo. Ambos se dirigieron hacia la superficie, y al llegar a ella,

    el pez anciano le dijo al joven: Observa. Haz lo que yo haga. El pez viejo sac su cabecita

    del agua, abri su boca y con sus ojos vio el disco solar. El pececito joven hizo lo mismo.

    El aire toc sus escamas por primera vez, una luz resplandeciente y caliente brillaba en sus

    ojos.

    En ese mismo momento, un martn pescador penetr en picado en las aguas, y sali de

    ella volando con el pececito viejo en su pico.

    El pececito joven jams olvid aquella sensacin del aire en sus escamas y la luz en sus

    ojos. Ni tampoco lo que aquel da importante aprendi.

  • XXI

    Un muchacho de quince aos acostumbraba a hacer novillos en la escuela, sobre todo

    al comienzo de la primavera. Una maana de martes, el nio estaba en el recreo, cuando

    subi a un roble que estaba plantado en el patio. Camin por una de sus gruesas ramas y,

    de un salto, sali del recinto de la escuela delimitado por una valla metlica. El nio se puso

    a correr con furia por un campo de naranjos. Entonces, escuch la voz de su profesor que

    estaba en el patio, al otro lado de la cerca: Alto ah! El chico se detuvo en seco, y el

    profesor prosigui: Si no vuelves inmediatamente a la escuela sers expulsado de ella.

    Sabes lo que eso significa? No tendrs educacin, sers abandonado a tu suerte, y nunca

    sers un hombre de provecho. Entendiste?

    El muchacho permaneci paralizado por un instante, mir hacia su derecha donde se

    vean las chimeneas de las fbricas humeando, y se puso a correr por el campo de naranjos,

    an con ms furia.

  • XXII

    Haba dos araitas descansando bajo el sol con sus patas en tierra caliente. Estaban en

    prolongado silencio, cuando una de ellas dijo: Estando aqu descansado, comprendo que

    existe Dios. Soy creyente y amo a Dios. Al or esto, la otra araa contest: Qu sabrs t

    de Dios? Eres una araa estpida. Ese Dios no es sino el reflejo de tu estupidez. La araa

    creyente replic irritada: T eres el estpido, amigo! Yo siento cosas que t no eres capaz

    de sentir. Yo creo en Dios. La otra araa se puso en pie y contest: Pues yo no creo en

    Dios. Y adems, creo que araas como t son las responsables de que continuemos

    viviendo en la miseria. La araa creyente se puso tambin en pie, y agredi a la otra, que

    respondi con una agitada pelea.

    La lucha se prolongaba de manera cada vez ms violenta. Entonces, la tierra donde

    crean estar descansando se movi, y se mostr como lo que era: el cuerpo de un

    campesino que estaba echando una siesta, que ahora se incorporaba. Al ser molestado con

    el movimiento, el campesino aplast a las dos araitas con un seco manotazo.

    Y ambas araas murieron aquel da y de esa forma.

  • XXIII

    Un muchacho de quince aos estaba en la escuela, sentado en un pupitre prximo a la

    ventana. Como cada maana, el profesor explicaba la leccin del da, a la cual el chico no

    prestaba la mnima atencin. Por la ventana, el nio miraba hacia el jardn y el patio, y

    quedaba ensimismado en sus pensamientos durante horas.

    Al terminar la explicacin, el profesor llam al nio por su nombre, y le orden

    ponerse en pie. Le dijo: Bien, yo ya he terminado la clase. Ahora usted me va a dar la

    leccin de hoy. Si no me explica con detalle todo lo que ha aprendido, se quedar castigado

    aqu despus de la hora y no saldr afuera.

    El muchacho respondi sin dudar: La leccin que he aprendido hoy es que si no

    memorizo sus palabras, siempre me obligarn a hacer lo que no quiero.

  • XXIV

    En medio de un inmenso desierto de arena, haba un delfn agitndose entre dos dunas.

    Reptaba como poda, con su cuerpo embadurnado en arena.

    Un escorpin que por ah pasaba le pregunt sorprendido: Pero que diablos haces

    aqu? El delfn respondi: No tengo ni la ms remota idea.

  • XXV

    En el pueblo, haba un hombre que se propuso ser optimista. En su propsito,

    enloqueci a la edad de cincuenta aos. Como no tena ms familia en el pueblo, su ta lo

    acogi en su casa para cuidarlo como si fuera su propio hijo.

    Un da, el hombre optimista dijo a su ta: Voy a darme un paseo por el pueblo, ta. Su

    ta le respondi: Est bien, pero vuelve antes de que anochezca. El hombre loco

    comenz a rer, y contest a su ta: Cmo sabes que volver a anochecer? Yo s que hoy

    ya no se pondr el sol. Por eso salgo de paseo: quiero celebrarlo.

    Como la ta ya era muy anciana y no tena tiempo para escuchar estas tonteras, se fue

    del pueblo, y dej al sobrino loco a su suerte.

  • XXVI

    Un muchacho y una muchacha de quince aos estaban enamorados. Paseaban por la

    orilla del mar en una playa, y conversaban sobre el amor y la muerte entre besos y caricias.

    Frente a la playa, haba un islote detrs del cual el sol pareca esconderse. Como la

    marea estaba baja, pudieron acceder a la isla que ahora era pennsula. Al llegar all, quitaron

    sus ropas y se entregaron al amor en un abrazo. Ella dijo nerviosa: Nunca he hecho esto.

    l acarici sus cabellos, y la calm diciendo: Tranquila. Ser sencillo. Los amantes se

    unieron en su placer hasta que la noche se hizo espesa. Y los dos se supieron plenamente

    amados.

    Unas horas despus, el muchacho y la muchacha se pusieron sus ropas y salieron del

    islote. La marea ya suba, y el agua les llegaba por los tobillos. Entonces la chica comenz a

    llorar desconsoladamente. l, asustado, pregunt: Qu te ocurre? Ella, contrayendo el

    llanto, respondi: Oh, amado! S con seguridad que cuando pisemos la playa nada ser

    sencillo.

  • XXVII

    Una vez, los hombres construyeron una hermosa torre, sin parangn en robustez y

    altura. Era la construccin ms impresionante que vio la humanidad, y toda la raza humana

    se enorgulleca de ella.

    El rey proclam: Quin hizo esta maravilla sino yo? Yo financi esta torre. Mi

    nombre ser recordado, pues yo contrat al arquitecto que construy esta torre.

    El arquitecto escuch lo que dijo su rey, y susurr en voz baja: Quin hizo esta

    maravilla sino yo? Yo conceb esta torre. Mi nombre ser recordado, pues yo trac el

    proyecto que elevaron los obreros que construyeron esta torre.

    Los obreros escucharon lo que el arquitecto dijo, y susurraron en voz baja: Quin

    hizo esta maravilla sino nosotros? Nosotros levantamos esta torre. Nuestro nombre ser

    recordado, pues nosotros trabajamos las piedras con las que se construy esta torre.

    Las piedras escucharon a los obreros, al arquitecto y a su rey, pero no tenan voz para

    decir nada. Se limitaron a mantenerse firmes durante siglos en completo silencio.

  • XXVIII

    A las afueras del pueblo, haba un ermitao muy sabio que pocos conocan

    personalmente. En su ermita, el sabio se alimentaba de miel y algunos peces que pescaba en

    el ro.

    Cuando el ermitao cumpli cincuenta aos, enloqueci y baj al pueblo casi desnudo.

    En la plaza, comenz a asustar a los nios y a seducir a las mujeres con muecas y

    canciones.

    Al verlo, un hombre que pasaba le pregunt: pero que locura es esta? El ermitao

    contest: Mi locura es el lenguaje que he adoptado para que entendis lo que digo.

  • XXIX

    El alcalde del pueblo tena una mansin en las afueras, que slo utilizaba algunos fines

    de semana. La enorme casa tena una piscina que se utilizaba an menos, y dentro de ella,

    vivan ratas.

    Un da, las ratas estaban reunidas, y la ms anciana de ellas dijo: Tenis que honrar a

    vuestros antepasados. Se ha sufrido mucho para llegar hasta aqu. Nuestra vida ha sido una

    continua lucha por la supervivencia y la evolucin. En el pasado, se nos llam apestosas,

    sufrimos muchas matanzas, tuvimos que vivir en las cloacas de las ciudades Pero ese

    infierno ya es pasado: hoy es el da en el que vivimos en la piscina de un poderoso.

  • XXX

    Haba un msico y poeta que se ganaba la vida cantando canciones de amor de pueblo

    en pueblo. Tena mucho xito, y lo aprovechaba para seducir mujeres.

    Un da lleg a un pueblo que no conoca, y se puso a cantar como siempre. Pero esta

    vez, nadie se detuvo a escucharle. Tras horas de actuacin, el msico dijo contrariado en

    voz alta: Me voy de aqu. Este pueblo gris no sabe nada del amor... Un viejecito que

    pasaba y que escuch, respondi: No, hijo, no. Este pueblo sabe del amor lo mismo que

    cualquier otro pueblo. Lo que ocurre es que este pueblo sabe demasiado de cantantes y de

    su cante.

  • XXXI

    En la plaza del pueblo haba un montn de palomas revoloteando alrededor de unas

    migajas de pan que una vieja arroj al suelo. Las palomas se amontonaban nerviosas para

    picar en el suelo y comer alguna miga.

    Una paloma joven, de aspecto limpio y buche de reflejos verdosos, dijo: Mirad!

    Peleando entre nosotras para comer un poco! No ser mejor repartir las migas que hay

    entre todas las que somos? Una paloma que escuch, dijo: Y quin ser la responsable

    de repartir las migajas? Otra paloma, ms vieja, aadi: Adems, hay palomas que

    necesitan ms migas que las otras. Al or esto, otra paloma de las muchas que haba, dijo:

    Y quin ser la responsable de dictar quien necesita ms o menos?

    Mientras se desarrollaba este dilogo, las migajas de pan que haba en el suelo acabaron.

    El montn de palomas alz el vuelo, y en desbandada se fue a otra esquina de la plaza

    donde un muchacho sacaba un bocadillo de su mochila.

  • XXXII

    Una mosca estaba volando y cay en una espesa telaraa. Cualquier movimiento era

    intil; y cualquier escape, imposible.

    La araa, que tena hambre, se acerc a la mosca para comerla. Al ver que su presa

    permaneca impasible sin agitar sus patitas, le dijo: Todas mis presas se agitan por el

    espanto y el horror antes de ser comidas. Qu ocurre contigo, mosca del vinagre? Y la

    mosca respondi: En verdad, este no me parece un fin tan horrible. A mi padre le mat

    un sbito manotazo, mi madre muri aplastada por un artefacto llamado matamoscas, y la

    mayora de mis hermanos murieron en masa por culpa del insecticida. Prefiero morir aqu,

    con dignidad, y -al menos- ser el alimento de un insecto hermano tal y como t eres,

    respetada araa.

    La araa, conmovida por las palabras de la mosca, dijo: No es habitual encontrarme

    con presas tan distinguidas. Respeto profundamente su valenta, mosca del vinagre. Si desea

    alguna cosa que yo pudiera hacer, yo lo har encantado. Diga su ltimo deseo antes de

    convertirse en mi alimento.

    La mosca respondi: Slo una cosa: dale la ms venenosa de tus picadas al primer ser

    humano que encuentres.

  • XXXIII

    Una vez naci un perro con espritu de viajero. Ya que los perros no saben mucho de

    rutas e itinerarios, el perrito decidi seguir a unas golondrinas que vio volando sobre l.

    Siguiendo el vuelo de las golondrinas, el perro viaj por los cinco continentes, y

    conoci los ms bellos lugares de la tierra. Su vida se convirti en un viaje en el que cada

    jornada conoca un pueblo y una gente.

    Pero un da, el rastro de las golondrinas llev al perro a las afueras de una gigantesca y

    oscura ciudad situada al oeste. Y all, la bandada de golondrinas se convirti en un grupo de

    buitres negros que sobre l planeaba.

  • XXXIV

    En las afueras del pueblo, haba un inmenso campo de girasoles. Cada da, los girasoles

    seguan con la mirada el camino del sol, desde el amanecer hasta el crepsculo. Y as hacan

    todos desde hace siglos.

    Una maana de marzo, una mujer morena paseaba por el campo luciendo su vestido

    blanco y sus cabellos recin lavados con agua del arroyo. Al pasar junto al campo de

    girasoles, uno de los girasoles vir hacia ella, y sigui su camino con la mirada. El resto de

    girasoles, indignados por el comportamiento de su compaero, le increparon: Qu haces?

    Qu tipo de girasol eres? Debes acompaar a tus semejantes. Debes girar con nosotros.

    Debes hacer lo que todos estamos haciendo.

    El girasol, an dirigido hacia la chica, respondi a sus semejantes: Creo que haber

    mirado al sol por tanto tiempo os ha dejado ciegos Es que no veis la irresistible belleza

    de esa muchacha?

  • XXXV

    En la plaza del pueblo, haba un guitarrista ciego que pasaba el da mendigando. El

    anciano guitarrista no tena ms propiedades que su guitarra y su ropaje azulado. Sentado

    en un banco de la plaza, alegraba a las gentes que pasaban con la armona de sus arpegios.

    Un da, unos obreros llegaron a la plaza con mquinas y camiones. Comenzaron a

    mover la tierra para construir lo que llaman un centro comercial. Con el ruido de su

    trabajo, la guitarra del anciano apenas se oa, y el guitarrista ciego se fue de la plaza.

    En las afueras del pueblo, el guitarrista ciego se sent a la ribera del ro. El anciano

    guitarrista no tena ms propiedades que su guitarra y su ropaje azulado. Sentado en una

    roca junto al arroyo, alegraba a las aguas que corran con la armona de sus arpegios.

  • XXXVI

    En el monte, haba un escorpin famoso por su carcter iracundo y agresivo. El

    escorpin descansaba debajo de una roca, y si alguien le molestaba moviendo o levantando

    la roca, poda estar seguro de que iba a ser picado con furia. Todos los animales del monte

    le teman, y evitaban pasar cerca de la piedra del alacrn.

    Una maana, una hermosa muchacha de quince aos jugaba despreocupada por el

    monte, sin saber lo que poda suceder. La nia jugaba con piedras que tiraba rodando

    ladera abajo. Con mala fortuna, eligi la roca donde descansaba el escorpin. Cogi la roca

    y, tras levantarla, vio al enorme escorpin que despertaba.

    El escorpin, lleno de clera al ser molestado de su sueo, mir hacia arriba para ver el

    rostro de quien iba a ser su prxima vctima. Al ver a la chica, el escorpin dijo: Nunca he

    visto algo as! Es esta belleza que tengo delante la razn de mi ser. A partir de hoy, slo

    servir a la hermosura de esta muchacha. Y qued paralizado por sbito enamoramiento.

    La chica, aprovechando la pausa, dijo: Muere, bicho feo! Y aplast al escorpin con

    la roca que levant.

  • XXXVII

    Haba unos gusanitos muy pequeos que vivan dentro de una manzana que colgaba

    del rbol del patio de la escuela. Los gusanos se alimentaban de la fruta, y ah dentro

    llevaban una vida plena y feliz.

    Uno de los gusanos estaba comiendo, cuando lleg a la piel de la manzana. Al

    atravesarla, asom su cabecita hacia el exterior, y pudo ver desde lo alto del rbol, la escuela

    con su patio. Entonces, un gorrin que lo vio, se acerc en vuelo a la manzana, y de un

    picotazo devor al gusano.

    Un gusano compaero del devorado le dijo a otro dentro de la manzana: Es tan

    peligroso salir de casa hoy en da!

  • XXXVIII

    En un rocoso monte, un cabrn tena sed. Estaba en lo alto de un risco, y vio el ro all

    abajo, en el valle. Comenz a saltar monte abajo, de roca en roca, para bajar al ro y beber.

    Tan fuerte y tan alto saltaba, que en uno de sus saltos, se rompi el hueso de la pata

    izquierda de atrs.

    El macho cabro dobl sus patitas y se qued en la hierba paralizado por el dolor. Tras

    una breve pausa de ojos cerrados, mir al ro an lejano, y pens: Parece que bajar esta

    ladera va a ser an ms hermoso de lo que yo haba credo. Voy a beber agua del ro.

    Y se puso de nuevo a cuatro patas.

  • XXXIX

    En las afueras del pueblo, haba un rebao de ovejas pastando en el prado. Una de las

    ovejas reuni al resto, y las dijo: Compaeras, vamos a progresar. Haremos una

    revolucin, nos liberaremos de nuestros dueos, y nuestra vida cambiar totalmente.

    La oveja ms anciana y sabia del rebao respondi: Alto! Antes de que contines con

    tu discurso, deberas saber que nosotras, las ovejas, somos el animal ms estpido que

    camina sobre la tierra. Somos un animal incapaz de subsistir por s mismo, y que no

    existira siendo libre. Nuestra servil vida depende completamente del hombre y de la

    utilidad que ste saca de nosotras.

    Al or esto, la oveja revolucionaria grit con agresividad: Qu ideas retrgradas son

    esas? Si eso fuera cierto, por qu yo no me siento entonces como una de esas estpidas

    ovejas? Y la anciana oveja le respondi: Quiz sea porque tu lana es negra, y eso te

    confunde.

  • XL

    Una vez, un vencejo vol tan alto que vio la tierra como una gran esfera azul y verde.

    Pens: Resulta extrao. Siempre pens que la tierra era un cuadrado rojo.

  • XLI

    Como cada tarde, el martn pescador estaba pescando en la laguna, feliz y satisfecho

    con su pesca. Pero aquella tarde, apareci un gaviln increpando: Quin eres t? Qu

    crees que ests haciendo? Fuera de aqu!

    El martn pescador dijo sorprendido: Soy el martn pescador. Estoy pescando, y

    pescar es lo que me da nombre y alegra en la vida.

    El gaviln extendi sus alas, mostr la potencia de sus garras en el arbusto donde se

    apoyaba, y respondi: Soy el gaviln, y jams volvers a pescar en estas aguas.

  • XLII

    Una tarde de Octubre, un muchacho y una muchacha de quince aos estaban viendo el

    atardecer en las ruinas del castillo. Ambos estaban sentados en un muro derruido; las

    manos cogidas, las cabezas descansaban una junto a la otra. El chaval vio una flor que

    haba en un mato junto a las ruinas, baj del muro de un salto, camin hasta la flor, y la

    cort. Volvi a donde estaba, mir a los ojos de la muchacha, y le dijo: Te amo. Yo s que

    siempre te amar.

    Lo que no saba el muchacho es que, al saltar del muro, cay sobre una roca bajo la cual

    incubaban unos huevos de lagartija, y que quedaron aplastados pocos das antes de que las

    cras rompieran el cascarn. El chico tampoco saba que al caminar hacia la flor, fue

    pisoteando una fila de hormigas, causando una masacre que fue la ruina de un hormiguero

    que tuvo que morir de hambre. El chaval tampoco saba que, al cortar la flor, arranc la

    nica rosa silvestre que haba en el nico rosal que resista vivo en su enfermedad, justo

    antes de que el invierno le hiciera desaparecer para siempre.

    La muchacha contest: Yo tambin te amo. Y los dos se unieron en un inocente e

    inofensivo beso.

  • XLIII

    Un gato estaba descansando sobre una tapia, cuando apareci un perro callejero que

    paseaba por la acera. El perro vio al gato y, nervioso, comenz a ladrarle. El gato ni se

    movi. El perro puso sus patas delanteras en la tapia, y ladr con ms fuerza al gato,

    mostrando sus dientes. El gato ni se movi. El perro comenz a dar saltos intentando

    atrapar al gato con mordiscos. El gato ni se movi. El perro dio algn salto ms, mordi al

    aire alguna vez ms, dio algn ladrido ms, y, completamente agotado, gimi y desisti de

    atrapar al gato. Continu con su paseo, con las orejas gachas y el rabo entre las piernas.

    El gato continu con su descanso sobre la tapia, y pens para s: Sigo estando en

    forma.

  • XLIV

    El gran oso pardo era el animal ms sabio de la comarca, y como ya era muy viejo,

    comenz a instruir a un osezno en la sabidura. El oso y el osezno se reunan cerca de la

    laguna de la cascada, y all permanecan juntos durante horas.

    En unas pocas semanas, el osezno aprendi a pescar en el ro sin apenas mojarse,

    aprendi los secretos de las abejas y su preciada miel, aprendi a evitar las trampas de los

    cazadores.

    Despus de un mes de instruccin, el viejo oso dijo a su discpulo: Dentro de poco

    ser invierno. Voy a la caverna a pasar mis ltimos das. Aqu acaban las enseanzas. El

    joven osito, perplejo, pregunt: No hay algo ms que deba aprender? Y el gran oso

    pardo contest: S, que todo lo que aprendiste tendr valor si sirve para conocer lo nico

    que debes conocer: la oscuridad de la caverna en la que voy a encerrarme.

  • XLV

    Junto a la iglesia del pueblo, haba un burro pastando en un prado.

    Por otro lado, una monja pasaba todas las maanas en la iglesia ayudando al padre. A lo

    largo de la maana, ella vea al burro, impasible, siempre en el mismo lugar. La monjita

    tambin observ que cuando ella sala de la parroquia y bajaba las escalinatas, el burro

    siempre rebuznaba tras las campanadas de medioda. Justo despus de la ltima campanada

    de las doce, el burro rebuznaba tres veces.

    Movida por la curiosidad y tras meses de observacin, la monjita se acerc una maana

    al burro, y le pregunt: Burro, Por qu rebuznas todos los das puntualmente tras las

    campanadas de medioda.

    Y el burro respondi: Te equivocas, hermana. T eres la que todos los das pasa

    puntualmente a mi lado cada medioda. Yo soy un burro, y rebuzno a todas horas.

  • XLVI

    Una mariposa sali de la crislida y vol agitando sus grandes alas anaranjadas.

    Las liblulas que la vieron exclamaron: Qu maravilloso milagro! Qu alegra saber

    que la naturaleza cambia a formas ms bellas y elevadas!

    Y la mariposa pens para s: Todo sigue igual que cuando era oruga y me arrastraba

    por el suelo. Todo sigue igual, slo que ahora lo veo desde el aire. Todo sigue igual de

    triste, igual de necio, igual de feo. Incluso las liblulas siguen con sus estpidos, aburridos y

    cursis cnticos a la belleza.

  • XLVII

    A un saltamontes le encantaba saltar con toda la fuerza de sus patas. Saltaba sin ningn

    control, sin saber donde iba a caer exactamente. Le encantaba descubrir a qu lugar nuevo

    le llevaba cada uno de sus saltos. Disfrutaba de saltar montes enteros, y de caminar por el

    mundo a grandes pasos.

    Pero un da, dio un salto que lo dej en medio de un estanque. El insecto intent saltar

    de nuevo, pero no pudo. Sus patas ahora se apoyaban en agua, y no en tierra. Nervioso, el

    saltamontes comenz a agitarse, sus miembros se empezaron a hundir, y justo cuando

    pareca que iba a encontrar la muerte ah, aprendi que, adems de saltar, l poda nadar.

  • XLVIII

    En el rebao, naci un corderito blanco de finas patas y mirada pura. Sus bellos ojos

    oscuros reflejaban la luz de una maana de mayo.

    Una bandada de cuervos poetas que por ah pasaba se detuvo junto al rebao. El ms

    viejo de los cuervos dijo: Mirad, compaeros, qu hermoso cordero! Alguno de vosotros

    sera capaz de hacer un poema a sus tiernos ojos?

    Un cuervo poeta dijo: S, yo har ese poema. Escuchadme. Y con la atencin de los

    dems cuervos, recit: Oh, blanco cordero de bellos ojos, cuando seas carroa la belleza

    de tus ojos se har irresistible, y mi pico devorar la dulzura de tu mirada, en una fiesta de

    perfume macabro y zumbidos de mosca.

    Al concluir, todos los cuervos poetas exclamaron: Bravo! Y ovacionaron a su

    compaero con ruidosos graznidos.

  • XLIX

    En el pueblo, haba una mujer joven que enloqueci.

    Un da, la mujer se desnud completamente, se subi a una mula vieja, y cabalg por

    todo el pueblo canturreando dulces melodas.

    La loca desnuda adelant a un carro de dos caballos que estaba parado. En l, iban dos

    hombres de bien, muy conocidos en el pueblo. Uno de ellos le dijo al otro: Mira a esa

    indecente cabalgando desnuda. Qu vergenza! Deberan prenderla y castigarla por

    escandalizar y pervertir a este santo pueblo. Qu opinas? Y el otro hombre contest: S,

    que la prendan, que la prendan!

    Mientras tanto, los dos caballos del carro descansaban y rumiaban alfalfa. Un caballo le

    dijo al otro. Mira a ese engendro de mula trotando sin silla ni herraduras. Qu vergenza!

    Deberan prenderla y sacrificarla por ser un deshonor para la raza equina. Qu opinas? Y

    el otro caballo contest: Opino que eres demasiado estpido para ser caballo.

  • L

    Junto a la serrera vivan cinco gatitos de pocas semanas de vida. Uno era gris y de ojos

    verdes. Haba otro que era de pelo y ojos pardos. Uno era negro y de ojos turquesa. Haba

    otro de color canela y ojos negros. Y el quinto era de tres colores: blanco, negro y canela.

    Un muchacho de quince aos les alimentaba al salir de la escuela. Comparaba una lata

    de sardinas en la tienda de ultramarinos. De los cinco, el gato de tres colores apenas coma,

    pues los otros cuatro siempre se coman las sardinas con ansiosa rapidez.

    El nio pens: Es tan difcil ser diferente. Y el nio supo que, de los cinco gatos,

    slo el gato de tres colores sera madre en el futuro.

  • LI

    A las afueras del pueblo, viva un ermitao que era conocido por el poder de su

    palabra. Se dice que muchas personas enfermas sanaron gracias a l.

    Una vez, un joyero se acerc a la ermita con alta fiebre. El ermitao coloc las manos

    en su frente y el joyero san. l dijo: Estar eternamente agradecido. Hago joyas y la nica

    forma que tengo de pagarte es con esta corona de oro y piedras preciosas. El ermitao

    acept el pago y el joyero se fue. Despus, al ver que la corona pesaba y para nada le serva,

    la enterr junto a un tejo.

    En otra ocasin, un comerciante se acerc a la ermita con fuerte diarrea. El ermitao

    coloc las manos en su frente y el comerciante san. l dijo: Estar eternamente

    agradecido. Vendo telas y la nica forma que tengo de pagarte es con estas finas sedas. El

    comerciante acept el pago y el comerciante se fue. Despus, al ver que las telas apenas

    abrigaban y para nada le servan, las enterr junto a un olivo.

    Otro da, una mujer se acerc a la ermita aquejada de una extraa enfermedad. El

    ermitao coloc las manos en su frente y la mujer san. Ella dijo: Agradezco lo que has

    hecho por m. Pero no tengo ni dinero ni joyas ni nada para pagarte; slo soy una

    cortesana. Y el ermitao exclam: Excelente!

    Se cuenta que la siguiente vez que vieron a aquella mujer por el pueblo, luca pulseras

    de oro y un hermoso vestido de seda.

  • LII

    Como cada ao, una pareja de cigeas llegaron al pueblo. Pero antes de tomar tierra y

    comenzar a trabajar en el nido del campanario, se toparon con un buitre que las detuvo

    diciendo: Alto ah, forasteras! Mostradme pasaporte y visto de permanencia en este

    pueblo. Para entrar y vivir en l es necesario todo esto. Las cigeas, sorprendidas, dijeron

    al buitre: No sabemos qu es eso. Nosotras viajamos por todo el mundo y cada ao

    venimos aqu. Nunca nos haban pedido esas cosas. El buitre respondi: Son las nuevas

    normas. Para entrar y vivir en este pueblo es obligatorio.

    Entonces la cigea hembra habl al buitre: Oh, buitre negro, sabes que no tenemos

    nada de eso Antes t comas las carroas del ganado y los perros atropellados. Acaso no

    era ms digno y ms limpio aquel trabajo que este que tienes ahora?

    El buitre se qued dudando por un instante, mir hacia el lado derecho, y exclam con

    violencia: Ms respeto a un funcionario del estado!

  • LIII

    Una primavera, un muchacho de quince aos se escap de casa. Pas tres noches

    durmiendo en el monte. Durante ese tiempo, beba agua del ro y coma moras silvestres.

    El viernes, su padre y su to lo encontraron cerca del molino, sucio como un bicho. El

    padre cogi al chaval por el brazo y le cruz la cara. Le grit: Imbcil! Cmo eres capaz

    de escaparte de casa y dejarnos tan preocupados?

    Y el chico, con la mano de su padre marcada en el carrillo, respondi: Y cmo

    puedes t seguir viviendo as en esa casa sin estar preocupado? Vives en una prisin que tu

    vileza la hace soportable.

  • LIV

    A las afueras del pueblo haba un guila disfrutando de su vuelo. De repente, se

    encontr con una gaviota. Extraada, se dirigi a ella: Eres una gaviota? Mis antepasados

    me hablaron de ti. Qu haces por estas tierras si eres pjaro de mar y ste se encuentra a

    varios das de vuelo? Qu haces en este apartado pueblo, tan lejano de tu casa?

    Y la gaviota respondi: Es que no te has enterado? El mundo se dio la vuelta: las aves

    que migraban al norte ahora migran al sur; las que lo hacan al sur ahora lo hacen al norte;

    las aves que se alimentaban de grano ahora beben sangre; y las aves que coman peces

    ahora se alimentan de basura. Es que no te has enterado? El mundo se dio la vuelta.

  • LV

    En el campanario, una cigea solitaria descansaba en el nido. Ella quera enviar una

    carta. Ya saba qu escribir en la carta, palabra por palabra. Quera escribir: Querida

    compaera, hace tiempo que ya no ests aqu. Desde entonces me esfuerzo por vivir con

    alegra y entusiasmo. Sin embargo, muchas veces no lo consigo. Vivir separado es una

    monstruosa mezcla entre una muerte prematura y una vida en la agona. Me esfuerzo para

    no sufrir; y sin embargo sufro. Pero no te preocupes si es que te preocupas por m, y no te

    alegres si es que te alegra mi desgracia. S con total certeza que la vida no puede ser tan

    cruel como para hacerme sufrir as sin que algn da pueda volver a unirme contigo.

    Despus de pensar estas palabras por ensima vez, la cigea record que no conoca

    el alfabeto, y que no tena manos para escribir, ni dinero para enviar la carta. Despus de

    estos recuerdos, la cigea record que no saba nada de su compaera, ni siquiera si ella

    an exista. Despus de todo esto, la cigea continu descansando en el nido del

    campanario.

  • LVI

    En la laguna, haba un grupo de renacuajos recin nacidos. Los renacuajos se agitaban

    mientras escuchaban una voz que les deca: Slo los renacuajos ms fuertes vivirn.

    Entonces, una cabeza de garza entr en el agua y comi a unos cuantos renacuajos.

    Los renacuajos crecan y se alimentaban mientras escuchaban a aquella voz que les

    deca: Slo los renacuajos ms fuertes vivirn. De nuevo, la garza comenz su pesca

    diaria y devor a unos cuantos renacuajos.

    Pas un tiempo, y los renacuajos ya eran pocos. Algunos ya tenan ancas incipientes,

    mas seguan escuchando: Slo los renacuajos ms fuertes vivirn. De repente, la garza se

    llev a unos cuantos renacuajos en su pico.

    Los pocos renacuajos que quedaron se convirtieron con el tiempo en ranas. Una de

    esas ranas estaba descansando en un nenfar, y pens para s: Acaso aquella voz que

    escuchbamos nos minti? Nunca fui un renacuajo fuerte: slo soy una rana con mucha

    suerte.

  • LVII

    El sol y la luna andaban enamorados. Desde la distancia, sellaron un pacto de amor:

    esperar a que el tiempo les uniera.

    Pasaron miles de aos y el tiempo quiso que el sol y la luna se encontraran en la

    deslumbrante rareza de un eclipse total. La luna se abraz al sol en la plenitud del da.

    Despus del abrazo, la luna mir hacia el da del mundo, y contempl sorprendida a todas

    las criaturas enamoradas del sol, rindindole pleitesa con danzas y canciones. Toda la tierra

    era una perfecta amante de incontables caras que copulaban con el sol. La luna, rabiosa de

    celos, se dirigi hacia el sol: Mentiroso! No acordamos los dos esperarnos para el amor?

    Y el sol respondi: De veras esperabas que estuviera todo este tiempo en soledad, de

    brazos cruzados, y sin ms tarea que hacer pasar el tiempo?

  • LVIII

    Haba una vez un pato que se enamor de una serpiente. l la pidi matrimonio y la

    serpiente acept.

    Ya casados, el pato dijo a la serpiente: Yo te amo. La serpiente le respondi: Yo

    tambin te amo. Sin embargo, mientras el pato deca la verdad, la serpiente menta.

    Verdaderamente, la serpiente amaba al cisne, pero como este ni siquiera la miraba, la

    serpiente se cas con el pato con la esperanza de que sus cras fueran cisnes de cuello largo.

    La serpiente pens: Si mezclo mi cuerpo de serpiente con el cuerpo de un pato, mis hijos

    sern hermosos y elegantes cisnes, as como mi amado.

    Mucho tiempo pas, y ningn fruto de esa unin creci. Al ver que no tena cras con

    su marido el pato, la serpiente huy al monte una vergonzosa maana de mayo. En su

    huda, la serpiente repeta para s: No soy digna de ser amada por el cisne. Tampoco soy

    digna para tener cras de cisne.

    Por su lado, el pato se qued en su soledad, y an enamorado de la serpiente, pas sus

    ltimos das en la tristeza y el desamor.

  • LIX

    En las afueras del pueblo viva un ermitao que conoca el lenguaje secreto de los

    pjaros. El tena un grupo de discpulos a los que instrua en su ciencia.

    Una maana de domingo, estaba el ermitao con sus discpulos. Uno de ellos pregunt:

    Maestro, qu quiere decirnos esa pareja de gorriones que pa sobre ese arbusto? El

    ermitao respondi: Nos dice que siendo dos slo encontraremos descanso en una

    sencilla armona de dos voces. Los discpulos dijeron: Oh! Y meditaron sobre ello.

    Ms tarde, otro discpulo pregunt: Maestro, qu quiere decirnos esa alondra que

    bebe agua en vuelo raso sobre el estanque? El ermitao respondi: Nos dice que nos

    saciaremos si aprendemos a sobrevolar las -necesidades sin hundirnos en ellas. Los

    discpulos dijeron: Oh! Y meditaron sobre ello.

    Ms tarde, otro discpulo pregunt: Maestro, qu quiere decirnos esa bandada de

    golondrinas que nos sobrevuela planeando en crculos? Entonces, una gelatinosa mancha

    gris cay en la frente del ermitao, y l contest: Creo que est claro qu quiere decirnos.

  • LX

    Era verano y una cigarra cantaba con entusiasmo. Dos sapos intentaban descansar al

    atardecer antes de la salida de la luna, pero no podan hacerlo con tanto alboroto. Uno le

    dijo al otro: Qu pesada la cigarra! Siempre dando la tabarra con ese ruido tan molesto!

    La otra rana aadi: S. Adems no la entendemos. Acaso eso encierra algn mensaje?

    La cigarra continuaba cantando cada vez con ms fuerza hasta rozar el frenes. De

    repente, la cigarra revent de tanto cantar. Trocitos del cuerpo de la cigarra se esparcieron

    por el aire. Un sapo pregunt: Acaso eso encierra algn mensaje? Y el otro respondi:

    No lo creo.

  • LXI

    Una muchacha de quince aos paseaba por un monte cercano cuando vio a un conejo.

    Dijo: Un conejito! Ella se puso a jugar con l, y lo llen de caricias y gestos de amor.

    Despus, cuando comenz a atardecer, la muchacha se fue.

    Un ratn que vio lo sucedido, se acerc a su amigo conejo y le dijo: Querido primo,

    sabes que ambos somos de la misma familia, que compartimos los mismo alimentos, y

    roemos las mismas plantas silvestres. Tambin sabes que me vine a vivir al monte porque

    no me queran en la ciudad. All me despreciaban y perseguan los que aqu en el monte te

    acarician. Dime, querido primo, tanta diferencia supone tener esas largas orejotas?

  • LXII

    A un perro joven callejero le encantaba jugar con el chorro de la fuente que hay en la

    plaza del pueblo. Intentaba atrapar el chorro, morder lo fluido, tragar toda el agua.

    Un perro ms viejo que lo miraba le pregunt: Qu haces dando mordiscos como un

    loco? No sabes que no vas a atrapar nada as? Y el joven perro respondi: Djame en mi

    locura, anciano entrometido. No s nada; y quiero gozar de mi ignorancia.

  • LXIII

    A las afueras del pueblo viva un ermitao del que se deca que estaba loco. Viva

    desnudo sin ms propiedades que su cuenco de barro. Sus palabras irritaban a algunas

    personas. Y por todo ello, tena no pocos enemigos.

    Una vez, los sacerdotes del pueblo contrataron a una ramera para que sedujera al

    ermitao con el fin de humillarle y chantajearle despus. Se trataba de la mujer ms

    hermosa del pas, y la elegancia de su vestido y el aroma de su perfume la hacan irresistible

    incluso para la voluntad ms fuerte.

    La mujer lleg caminando a la ermita con un suave vaivn de caderas. Vesta unas telas

    granates, y su largo cabello negro caa por la espalda como un salto de agua. Dijo:

    Ensame la ermita, hombre sabio. Te dar lo que quieres. El hombre respondi: S.

    Los dos entraron en la ermita, se unieron en el mismo placer, y amanecieron al da siguiente

    en un nico alarido de gozo. El hombre y la mujer salieron de la ermita, y se sentaron

    desnudos bajo un tejo. La mujer se qued all y no regres al pueblo. Se trataba de la mujer

    ms hermosa del pas, y la elegancia de su desnudo y el aroma de su piel sudada la hacan

    irresistible incluso para la voluntad ms fuerte.

  • LXIV

    Haba una vez un buitre joven al que no le gustaba la carne, y se alimentaba de los

    tiernos tallos que arrancaba en una huerta.

    Un da, el buitre ms anciano de la comarca le visit preocupado, y le dijo: Acaso

    ignoras tu naturaleza y te diriges al desastre, o es que sencillamente enloqueciste y deseas

    matarte? Puedo ayudarte en algo? El joven buitre le contest: No. Simplemente es mi

    libre eleccin. Adems, qu tiene de malo comer tallos en vez de carne ensangrentada? Y

    el buitre anciano respondi: Ya veo que eres an bastante necio. Comer carne o tallos no

    es ni bueno ni malo. Tu peligroso error es dejar de limpiar los remanentes de la muerte,

    para alimentarse de arrancar la vida que apenas ha nacido.

  • LXV

    Sobre un risco del desfiladero, un mufln macho estaba enseando a una cra

    profundos conocimientos. Al acabar su instruccin, le dijo: Ahora que has aprendido esto,

    cuando crezcas te convertirs en un fuerte macho de cuernos duros y potentes. El

    pequeito mufln pens para s: Y si no he aprendido estos conocimientos

    completamente? Tengo dudas sobre qu s y qu no s.

    Pasaron unos aos, la cra creci y el mufln sabio envejeci. En el mismo risco donde

    le ense por primera vez, ahora estaba el anciano mufln, ya cercano a la muerte, y su

    aventajado discpulo. El viejo dijo: Has desarrollado tus conocimientos. Te has convertido

    en un mufln fuerte de cuernos duros y potentes. Yo morir pronto, y lo que has

    aprendido te servir para convertirte en el lder de los nuestros, as como yo soy. El joven

    mufln pens para s: Y si no he aprendido estos conocimientos completamente? Tengo

    dudas sobre qu s y qu no s.

    Con el tiempo, el viejo mufln muri. En verdad, el joven mufln se convirti en un

    lder fuerte de cuernos duros y potentes. Protegi a los suyos, y su reinado fue largo y

    prspero. Super todos los obstculos, tuvo sanas cras, y derrot a cada uno de sus

    adversarios. Sin embargo, siempre se pregunt si haba aprendido completamente aquellos

    conocimientos, y las dudas sobre qu saba y qu no saba, le acompaaron hasta el final.

  • LXVI

    Se deca que las salamandras del estanque junto a la ra tenan poderes mgicos. Las

    muchachas buscaban salamandras para conseguir un hombre. Los hombres buscaban

    salamandras para recobrar la virilidad. Las prostitutas buscaban salamandras para conservar

    su tersa belleza. Los sacerdotes buscaban salamandras para ocultar los frutos de su

    hipocresa. Las comadronas buscaban salamandras para asegurar buenos nacimientos.

    Slo las mismas salamandras saban que ellas no tenan poder alguno. Era el agua del

    estanque que mojaban sus escamas la que era mgica.

    Un da, el sol de agosto sec el estanque, y todas las salamandras murieron. Desde

    entonces, el pueblo entero maldice al sol de agosto, pues l es el culpable de la soledad de

    las muchachas, la impotencia de los hombres, la fealdad de las prostitutas, el escndalo de

    los sacerdotes y la desaparicin de las comadronas.

  • LXVII

    Dos vacas estaban pastando junto al camino. Rumiaban hierba mientras miraban con

    indiferencia a quienes pasaban por all. A veces pasaba una anciana de largo vestido negro;

    otras veces un grupo de chavales; otras, el panadero que iba y vena de su tarea.

    Una vaca dijo: Qu aburrimiento! Siempre lo mismo! Y la otra vaca respondi: S,

    ms o menos, es siempre lo mismo!

  • LXVIII

    En un gallinero, una gallina era famosa por ser especialmente miedosa. Una compaera

    le dijo: No hay gallina valiente. Sin embargo, t eres la gallina ms cobarde que conozco.

    Todas las gallinas del gallinero as pensaban, y el gallo tambin. La fama de la gallina

    miedosa se extendi por todo el corral, e incluso sali de l. Se cuenta que tambin fuera

    del pueblo se oy hablar de la gallina ms miedosa del mundo. Dos gansos que migraban

    hacia el sur, comentaban historias de la cobarda de la gallina que se acabaron extendiendo

    por todo el ancho mundo.

    Mientras tanto, la gallina tiritaba paralizada cuando alguien entraba al gallinero para

    coger huevos. E ignoraba una fama que, al menos ella, jams busc.

  • LXIX

    La abeja reina tena en frente a una abeja de la colmena. La reina dijo: Qu deseas?

    Lo que desees, yo te lo conceder. La abeja sbdita respondi: Ah, mi reina, no deseo

    nada. Fue un honor colaborar humildemente en tu gloria. Mi vida es corta y est llegando a

    su fin. Trabaj duro y aprend a no desear una larga vida que no me corresponde. De desear

    algo, deseara lo que ahora tengo: un interior en paz, y una dulce muerte que ya me est

    meciendo en su regazo. Y al decir estas palabras, la abejita dej de agitar sus alas, y muri.

    La reina vivi muchos aos, y vio a muchas abejitas morir. Y en el tedio de su vejez, se

    preguntaba: Tiene valor esta larga vida si no puedo ofrecer mi muerte a quien me lo dio

    todo? Tiene valor mi realeza si envidio la lealtad de mis sbditos?

  • LXX

    A las afueras del pueblo, haba un ermitao que se pasaba horas en equilibrio sobre su

    cabeza. Su cuerpo y sus piernas formaban una lnea vertical, y as, el ermitao pareca feliz.

    Un muchacho de quince aos se le acerc y le pregunt: Por qu haces eso? Y el

    ermitao dijo: No me gusta este mundo: es un lugar feo y oscuro. Si lo miro con el cuerpo

    invertido, mi percepcin tambin se invierte: la fealdad se convierte en belleza, y la

    oscuridad en pura luz. A lo que el chaval objet: Pero creo que no podrs permanecer en

    esa postura eternamente, y tendrs que volver a ver el mundo como no te gusta. El mundo

    no va a cambiar por mirarlo de diferente postura. La ilusin que ests viendo cabeza abajo

    se me antoja tan irreal como la que veo ahora con mis propios ojos.

    Y al or esto, el ermitao se distrajo, hizo un movimiento en falso, y cay al suelo de tal

    manera que casi se parte la crisma.

  • LXXI

    Haba un ciervo que, por lo que sea, no se pona en celo nunca. En la poca en la que

    sus compaeros enloquecan de deseo, l permaneca como siempre, calmo, tranquilo,

    desapasionado.

    Estaba el ciervo con el grupo, cuando de repente, tuvo una iluminacin. l dijo:

    Puedo hablar. Soy un ciervo que puede hablar. Renunci a mi instinto sexual y soy un ser

    mejor. Con mi celibato, he sublimado mi fuerza animal y he evolucionado como ciervo:

    puedo hablar. Y al orle, un ciervo que estaba a su lado respondi: Ahora descubres que

    un ciervo puede hablar? Aqu todos podemos hablar hace tiempo. Slo que optamos por

    callar para que no se nos vaya la fuerza por la boca. Preferimos el silencio, y ahorrar

    energas para poder gozar de nuestras hembras.

  • LXXII

    Un solsticio de invierno, los tres seres ms sabios de la comarca se reunieron a la vera

    del ro. Eran un viejo carnero, un guila real, y un anciano muy sabio. Los tres conversaron

    durante horas sobre las ms diversas cuestiones.

    Tras largos debates, el anciano dijo: Y sin embargo, no podis comprender lo que

    pienso. Mucha de mi sabidura se la debo a los libros, y vosotros no sabis qu es eso. El

    guila pregunt extraada: Libro? Qu es eso? Y el carnero, que conoca mejor a los

    hombres, le respondi: Es como para nosotros el bosque, pero en pequeo. De hecho,

    est hecho de bosque, huele a bosque, y se quema como el bosque. La nica diferencia es

    que no se puede vivir en l. Y el guila exclam: Ah, qu cosa extravagante eso del

    libro!

  • LXXIII

    Una lagartija tomaba el sol, cuando de repente, sinti una sombra rpida. Percibi que

    algo le sobrevolaba cuando, sbitamente, dej de percibir y dej de sentir.

    Ajeno a aquel maravilloso misterio, el pjaro continu buscando comida pues an tena

    hambre.

  • LXXIV

    Una muchacha de quince aos entr en el bosque al atardecer. Lleg a la poza de la

    cascada, quit sus ropas, y entr desnuda al agua. Con el cuerpo flotando en la superficie,

    mir al cielo, cerr los ojos, y se detuvo a escuchar su tranquila respiracin. La chica pens

    para s: Qu mundo es este en el que debo alejarme del pueblo, desnudar mi cuerpo y

    rodearme de los seres del bosque para poder escuchar lo sagrado que hay en m?

  • LXXV

    Dnde estaba el pollito antes de salir del huevo? En el huevo. Y antes de que existiera

    el huevo? En tu deseo de que existiera este huevo cuya cscara ya est rota.

  • LXXVI

    El herrero del pueblo tena una gran aficin por la pesca. Desde que era nio, pescaba

    con caa en el ro.

    Un domingo, estaba el herrero pescando en la poza chica, cuando se le acerc un

    martn pescador. Le dijo el martn: Herrero, ya te he visto muchas veces por aqu. Qu

    haces? Y el herrero respondi: Me gusta pescar. Pescar es mi debilidad. Al escuchar la

    respuesta, el martn exclam: Qu curioso, herrero! A mi tambin me gusta pescar, sin

    embargo, pescar es mi fortaleza.

  • LXXVII

    Una cigea fue abandonada por su compaera. Estaban construyendo juntos una

    vida, cuando ella desapareci. La cigea abandonada se acostumbr a vivir en soledad

    luchando contra la pena y el desamparo.

    Seis aos despus, su compaera volvi al campanario que abandon tiempo atrs.

    Dijo a la triste cigea: Lo siento. Perdona. Por aquel entonces, no saba qu estaba

    haciendo. Y la cigea abandonada contest: Tus disculpas no son sino el mximo

    refinamiento de tu crueldad: tu manera de seguir golpeando an cuando todo decoro lo

    impide. Detente ah! Por aquel entonces, ninguna de las dos saba qu estaba haciendo.

    Hoy, al menos yo, s lo que hago: sigo amando pues un amor como el que te d jams se

    extingue. Sin embargo, hoy ese amor es quien completamente me dirige; por eso, l me ha

    enseado a despreciarte sin buscar vengarme, a ignorarte sin compadecerte, a olvidarte sin

    olvidarlo. Mi amor por ti me ha llevado a que hoy te odie en un tranquilo y sano silencio.

  • LXXVIII

    En una noche de mayo, dos muchachos de quince aos gozaron de las delicias del

    amor por primera vez. Durante toda la noche se entregaron en un sudado abrazo, sin ms

    testigo que el bosque que los acoga.

    Ya en el descanso del amanecer, el chico mir a los ojos negros de la chica, y le dijo:

    Te amo. Quieres unirte a mi para siempre? Y la chica, un poco sorprendida, respondi:

    Te amo tambin, pero creo que no puedo contestar a tu pregunta. Quizs sea pronto para

    casarnos en matrimonio, para formar una familia, para sacrificar la individualidad que nos

    hace libres. Al escuchar la respuesta, el chaval cogi la mano de la nia, y le dijo: Ah,

    amada, creo que an no lo sabes. No debemos unirnos para casarnos en matrimonio, no

    debemos unirnos para formar una familia, ni siquiera debemos unirnos para dejar de ser

    dos y comenzar a ser uno. Podemos unirnos para hacer posible lo imposible.

  • LXXIX

    Un muchacho y una muchacha de quince aos jugaban desnudos bajo el duro sol

    estival. La muchacha puso su mano en el hombro del muchacho, y le dijo: El pasado fue

    difcil, pero se hizo pasado al vivirlo juntos. Oh amado, danza conmigo! Maana ser tu

    esposa y nos uniremos en gozo, mientras t oras al cielo. Entre nosotros dos, lo tercero

    nacer. Oh mi chico, danza conmigo! Pues maana seremos los padres de nuestros hijos.

  • LXXX

    En una noche de cuarto menguante, el toro del ganadero ms importante del pueblo

    escap y se puso a campar a sus anchas por el bosque. Lleg hasta la orilla del ro, se

    agach para beber agua, y vio el reflejo de la luna sobre la imagen de su cabeza. El toro

    saci su sed, y el cuarto menguante de la luna se afil como una hoz de doble filo.

  • LXXXI

    Se cuenta la historia de un ermitao barbudo que viva desnudo en el bosque. No tena

    ms propiedad que un tridente que usaba como cayado. Y viva solo, sin ms compaa que

    la de los animales que le rodeaban.

    Se cuenta tambin que este hombre acostumbraba a escribir por las rocas del bosque

    extraas palabras marcadas con un tizn. Todo el bosque estaba lleno de aquellos

    misteriosos caracteres, y nadie en el pueblo consegua leerlos.

    Una vez, un valiente muchacho de quince aos se acerc a aquel peludo ermitao, y le

    dijo: He visto lo que escribes por el bosque y parece escrito por una bestia. Deseo conocer

    lo que hay en esos enigmticos signos. Ensame a leer lo que escribes, oh hombre.

    Y l respondi: Lo escrito pertenece al animal. El hombre escribe como el lobo alla y

    el ciervo berrea. Es la bestia la que escribe, y no hay ningn mrito en seguir la naturaleza.

    Sin embargo, es la lectura la que confiere a lo escrito lo que tu joven corazn anda

    buscando. Yo te ensear a leer lo que escribo, oh hombre. En verdad, mis escritos sern

    salvajes cuando lo que leas te salve. En verdad, mis escritos sern bestiales cuando lo que

    leas te baste. En verdad, lo que he escrito no son ms que humanos escritos, mas t lo

    leers como las divinas lecturas.

  • EDITORIAL IBN ASAD

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