Post on 17-Jan-2016
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EL CAMBIO DE PARADIGMA DE CONTROL: EL CASO DE RENÉ SOLÍS1
René Solís era un destacado político del partido gobernante de un país de América Latina que
había sido designado Gobernador (Intendente) de un departamento (gobierno subnacional). Tenía
la experiencia de haber sido Alcalde del municipio capital del departamento, hacía 10 años, donde
realizó una gestión calificada como regular. Era un profesional de la medicina, pero con una
motivación inmensa de aprender en cada oportunidad y responsabilidad que tuviera.
René Solís relataba que en su gestión al frente del municipio, su primera como funcionario público,
tuvo muchos conflictos con Exequíades Barreto, quien era el encargado de la Oficina de Control
Municipal. Esto fue la razón, de acuerdo a su criterio, de que su gestión no fuese mejor. Señalaba
que dicha Oficina le limitaba altamente la efectividad de la gestión al frente de la Alcaldía,
imponiendo obstáculos, a su entender injustificados, a la mayoría de sus acciones. Que abusando
de sus potestades de acuerdo a la ley, imponían condiciones o limitaciones que consideraba como
caprichosas. Su relación con el Jefe de la Oficina fue traumática, no se entendían, ni conversaban.
De esa experiencia, René Solís recordaba solo lo peor, teniendo una visión del control como algo
innecesario que solo paraliza la acción administrativa sin agregar valor (Paradigma inicial).
Al asumir su nuevo cargo como Gobernador (Intendente), en la primera reunión con su equipo de
gestión señaló que a la Oficina de Control había que “hacerle la guerra”, que no se dejaran
obstaculizar. Esta situación originó que el Jefe de la Oficina de Control del Departamento, Felipe
Inojosa, quien era un conocido con quien mantenía una buena relación y quien tenía solo un año
en su cargo lo invitara a conversar, luego de los primeros inconvenientes con el cuerpo de
directores de la Gobernación. Aceptó a regañadientes, por tratarse de un conocido a quien
respetaba. Lo primero que le dijo al saludarlo fue: “Mira chico yo no quiero que nuestra amistad se
rompa, pero el control no sirve para nada, solo estorba ¿cómo un profesional como tú, tan
inteligente y preparado, está allí?”. Inojosa se quedó sorprendido y preguntó: “¿A qué viene eso?”.
Solís le contó su versión de lo ocurrido en la Alcaldía y los inconvenientes que tuvo con la Oficina
de Control.
Inojosa, quien había obtenido una Maestría en Administración en la más prestigiosa institución de
posgrado del país, se tomó media mañana para explicarle, en una charla que fue casi una clase
magistral, que esa creencia de Solís era consecuencia del ejercicio del control con una visión de
policía, pero que los tiempos habían cambiado en la función del control debía ser concebida y
ejercida como un auxiliar de la administración, sin perder su autonomía e imparcialidad, para
contribuir con la optimización de la gestión. Le explicó los beneficios que podría reportar para su
gestión, que pudieran armonizar criterios de manera que ambas funciones, la ejecutiva a cargo de
1 Este es el relato de cómo René Solís, cambió su creencia o paradigma de la función de control en la gestión pública.
Este relato, aunque originado de situaciones reales, para efectos didácticos ha sido modificado de manera de mostrar
cómo es el proceso de cambio de paradigma. Ejemplo preparado por Francisco Mezones en el marco del Concurso “Mi
cambio de Paradigma” en la Red de Gestores para el Desarrollo- Curso GpRD de CoPLAC.
Solís y la de control, a cargo de Inojosa, apuntaran a un uso más eficiente y transparente de los
recursos públicos.
Solís no quedó totalmente convencido, debido a que la carga emotiva de la experiencia pasada en
la Alcaldía, había fijado fuertemente en su mente que “el control obstaculiza y no agrega valor”.
Sin embargo, acordaron crear una comisión de trabajo compartida con personal de la máxima
confianza de ambos que en el plazo de seis (6) meses presentaría un informe de resultados.
En el transcurso de los seis meses, hubo altibajos. Algunos directores, fieles a la vieja creencia
echaban la culpa a la Oficina de Control de cualquier retraso en su gestión; sin embargo, los
asuntos eran analizados con total objetividad por la Comisión y resueltos más temprano que tarde.
Solís era informado continuamente por sus miembros en la Comisión de la situación. En varias
oportunidades su molestia ante quejas de algún director contra la Oficina de Control estuvo a
punto de disolver la Comisión, sin embargo, al ser informado objetivamente se daba cuenta que
en el peor de los casos eran diferencias de criterios que eran resueltas por la Comisión.
Al final de los seis meses, con el informe de la Comisión en sus manos se reunieron nuevamente.
Inojosa, le mostró la tendencia decreciente de las devoluciones de la Oficina, mostrando las
razones de éstas y las consecuencias administrativas de no haber realizado las mismas (en varios
casos responsabilidades administrativas sancionadas penalmente). Así mismo, la mejora en los
procesos de adquisiciones y contrataciones (en precios, proveedores y contratistas) y cómo los
procesos habían disminuidos su lapso de duración.
Solís, a partir de ese momento, al entender la utilidad de la función de control ejercida en forma
adecuada y objetiva, tanto para la efectividad de la gestión como para la transparencia y apego
legal, cambió su percepción (Paradigma nuevo) y concertó con Inojosa la realización de jornadas
con las diferentes unidades organizativas del Departamento, para armonizar criterios y colaborar
con la función de control.
Una vez terminado el ejercicio de Gobernador de Departamento, René Solís pasó a ejercer como
Director Ejecutivo de la Corporación de Desarrollo más grande del país y al despedirse de Inojosa
le dijo: “Te estoy muy agradecido porque he aprendido a apreciar el control en su justa dimensión.
En la Corporación voy a pedir que me controlen bien, que no me dejen caer en errores, pero me
dejen y/o ayuden a una gestión eficiente y transparente”.
Francisco Mezones