Dom ramos b

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Ciclo B

Comienza la Semana Santa, que ya en el tiempo de san Juan Crisóstomo se llamaba “Semana Mayor”. Decía el santo: “No porque sean los días más largos o tenga más días, sino porque en ellos han sido llevadas por el Señor cosas admirables”. De estas cosas admirables hablamos.

La liturgia de este día tiene dos partes. Primero actualizamos la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén.

Pero en el trasfondo, como en este cuadro, está la pasión y muerte de Jesús, que se leerá

en el evangelio de la misa.

Este año, al ser ciclo B, es del evangelista san

Mc 11, 1-10

Dice así:

Marcos.

Cuando se acercaba Jesús a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos, mandó a dos de sus

discípulos, diciéndoles: “Id a la aldea de enfrente y, en cuanto entréis, encontraréis un pollino atado, que nadie ha

montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, contestadle: El Señor lo

necesita y lo devolverá pronto”. Fueron y encontraron el pollino en la calle atado a una puerta; y lo soltaron.

Algunos de los presentes les preguntaron: “¿Qué hacéis desatando el pollino?”. Ellos les contestaron como había

dicho Jesús; y se lo permitieron.Llevaron el pollino, le echaron encima los mantos y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos,

otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y detrás gritaban: “¡Hosanna! ¡Bendito el que

viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!”

Extraña esta entrada triunfal de Jesús, pues siempre había huido de todo lo que se pareciera a triunfo humano.

Ahora parece un

movimiento espontáneo

de aclamación;

pero es el mismo

Jesús quien lo ha

promovido.

Es uno de esos actos proféticos de Jesús que, en el mismo hecho, lleva su enseñanza.

Hoy va a permitir que la gente le

aclame, aunque en

realidad son los

pequeños y los

sencillos.

Nosotros también le aclamamos desde el principio, como decían aquellas buenas personas: “Hosanna al Hijo de

David. Bendito el que viene en nombre del Señor”.

Hosanna al hijo de David.

Automático

Bendito el que viene en nombre del Señor,

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El evangelista san Marcos no habla de las voces discordantes contra Jesús, que también las hubo allí. Se fija sobre todo en la humildad en medio de ese triunfo. Y acentúa, más que otros, lo de la borriquilla o el burrito. Jesús quiere triunfo, pero en la humildad: No busca un caballo sino un burrito.

Jesús no buscó un grupo de trompetas reales, sino las voces tiernas de los niños. Los mismos apóstoles se sentirían como niños en ese momento. Y ese entusiasmo lo pudieron transmitir a la muchedumbre.

Al Señor le agradan las alabanzas de los niños y de aquellos que se hacen como niños. Por eso, si

vamos a la procesión de ramos,

hagámonos como niños ante el Señor y

sintamos su presencia adorable

entre nosotros.

Automático

salieron al encuentro del Señor

a cla

mando:

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Jesús pidió un burrito, pero para

devolverlo. Y suponemos que lleno de muchas gracias. Pocas

cosas pidió Jesús en su vida; pero lo que pedía era para

devolver mucho más.

Pidió agua a la samaritana y la devolvió un manantial que salta hasta la vida eterna.

A Zaqueo le pidió la casa

para alojarse:

pero le daría mucho más en beneficio de su alma y

la de su familia.

Hoy precisamente comienza el evangelio de la misa, que es sobre la Pasión de Jesús según san Marcos, pidiendo Jesús una casa para alojarse

y para mostrar en una cena sus más íntimos sentimientos a los apóstoles.

Da la impresión de que el autor del evangelio, que es san Marcos, conoce muchos detalles de esa casa: el hecho de que un varón llevase el cántaro de agua, pues lo solían llevar las mujeres, la situación y características de la sala.

Igualmente parece conocer el huerto de Getsemaní, seguramente sería de la familia, con lo que le pasó al muchacho que tuvo que huir desnudo.

Se lo podría haber contado san Pedro; pero muchos dicen que el cenáculo podría haber sido la misma casa de san Marcos. Eso porque seguían reuniéndose en el Cenáculo y porque san Pedro, cuando salió de la cárcel fue a casa de la madre de Marcos, donde estaban reunidos los fieles.

Hoy, al empezar la Semana Santa,

también Jesús nos pide nuestra casa, que

es el corazón. Quizá tengamos que sufrir,

pero nos dará infinitamente más. Él está esperando a que

le abran el corazón. Le digamos: Entra, Jesús,

toma mi ser.

Él está esperando a la puerta

Automático

a que le abras tu corazón

para entrar y morar

junto a ti

toma mi

vida, es

para ti,

y entre tus

brazos quiero saber

cuánto me

amas.

Entra, Jesús, toma

mi ser,

y entre tus

brazos quiero saber

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Una es el espacio relativamente grande que ocupa la pasión con respecto al resto del evangelio. Esto es sobre todo porque es el evangelio más corto y sin embargo la pasión viene a ser como la de los otros.

Hay otras características

en la Pasión de Jesús

según san Marcos.

Más importante es la característica del silencio de Jesús. Sí habla cuando está en la Cena y en Getsemaní. Luego impresiona el silencio muy poco interrumpido. Parece como que quiere hablarnos a través de su silencio en medio de tantos sufrimientos, tantos insultos y desprecios.

Cuando Jesús está en la cruz, san Marcos sólo nos trae la oración que Jesús dirige a su Padre por medio del salmo 21. Impresionan las palabras en que se siente abandonado, pero se abandona en las manos de Dios: “Dios mío, Dios mío. ¿Por qué me has abandonado?”

Dios mío, Dios mío,

¿Por qué me has

abandonado?

Automático

Hágase tu

voluntad.

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El silencio de Jesús en su Pasión nos

enseña que en nuestra vida

necesitamos más silencio para

poder hablar más con Dios. En esta

vida hay demasiada palabrería.

También esta palabra de Jesús en la cruz nos enseña que, aunque nos parezca que Dios está demasiado callado, como que se ha ido lejos de nosotros, en realidad está aquí, está con nosotros y podemos abandonarnos ante su presencia misericordiosa.

Este silencio de Jesús es lo que le impresionó tremendamente al centurión romano. Los reos solían hablar demasiado y mal. Por eso impresionado exclamó: “Vere filius dei erat iste”.

Tuvo que decirlo en latín, porque era romano. Él no sabía teología, pero sí sabía de las grandezas humanas. Por eso su expresión se debe traducir: “Verdaderamente éste era hijo de un dios”. El latín no tiene artículos. Para el centurión sería hijo de Júpiter o alguno parecido; pero alguien muy grande.

Es la respuesta a la 1ª lectura del profeta Isaías, que nos habla del siervo de Dios, que será maltratado, pero confía en el Señor, que no le defraudará.

Isaías 50,4-7

Esas palabras de Jesús en la cruz, “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?”, hoy nos las pone la Iglesia como meditación en el salmo responsorial.

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabilaba el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído; y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

Para Jesús era como el culmen de su pasión psicológica. Había sufrido una gran pasión física, la del cuerpo: golpes, azotes, coronación de espinas, clavos en la cruz y mucha sed.

Pero también sufre una pasión psicológica: su soledad en Getsemaní, a pesar de tener cerca a los apóstoles, especialmente la traición de Judas. Luego vendrían los insultos, humillaciones, desprecios…

Todavía tuvo una pasión espiritual, que fue la de morir cargando con nuestros pecados. Por eso Él, el gran inocente, se ve maldito de Dios. Es el gran anonadamiento. Terminamos con las palabras que nos dice hoy san Pablo en la 2ª lectura:

Filipenses 2,6-11

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

se rebajóAutomático

se rebajó

a pesar de su condición divina

se despejó de su rango

pasando por uno de tantos

Y así actuando como un hombre cualquiera

se

re- ba- jó

incluso a la muerte

y a

una muer-

te

Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-

nombre";

de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo,

y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Que con la Virgen María aclamemos a Jesús como Señor, para que Él lo sea para nosotros eternamente en el cielo.

AMÉN