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7/26/2019 Dan Jaff - El Talmud y Los Orgenes Judos Del Cristianismo
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DAN JAFF
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EL T LMUD y LOS ORGENES
JUDIOS DEL RISTI NISMO
Jess Pablo y los judeo-cristianos
en la literatura talmdica
DESCLE DE BROUWER
BILBAO
7/26/2019 Dan Jaff - El Talmud y Los Orgenes Judos Del Cristianismo
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Ttulo original: Le Talmud et les originesjuives du christianisme
@2007 Les ditions du Cerf, Paris
Traduccin: Vctor Moda
@ EDITORIAL DESCLE DE BROUWER, S.A., 2009
Henao, 6 - 48009 Bilbao
www.edesclee.com
info@edesclee.com
Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin
pblica y transformacin de esta obra slo puede ser realizada con
la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley.
Dirjase a CEDRO Centro Espaol de Derechos Reprogrficos -www.
cedro.org- , si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta
obra.
mpreso en spaa
-
Printed in Spain
ISBN: 978-84-330-2353-7
Depsito Legal: BI-2631/09
Impresin: RGM, S.A. - Bilbao
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N I E
PREFACIO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
INTRODUCCIN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Revelacin y autoridad del texto. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La asamblea de Yabne: la gran reforma del judasmo. .
La l k y la exclusin progresiva de los judeo
cristianos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Un tiempo de reestructuracin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Yabne y el estudio de la Tor: controversia y pluralismo
La sociedad de los Sabios tras la destruccin del
Segundo Templo: elite o grupo cerrado? ... . . . . . .
Los Sabios y los miembros de la sociedad juda en la
fijacin de la l k . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Eran los Sabios una elite dominante?
. . . . . . . . . . . . .
R. Gamaliel 11de Yabne: Sabio y etnarca. . . . . . . . . . . .
Importancia paradigmtica de los pasajes estudiados. .
1. LOS JUDEOS CRISTIANOS EN EL TALMUD.
PREMISAS DE LA RUPTURA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.1. Anlisis histrico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.2. Jacob el min . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.3. Circunstancias histricas del relato talmdico
. . . .
Conclusin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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15
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EL TALMUDy LOS ORGENES JUDos DEL CRISTIANISMO
2. LOS JUDEO CRISTIANOS EN EL TALMUD.
LA RUPTURA ANUNCIADA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.1. Circunstancias histricas del relato. . . . . . . . . . . . .
2.2. Los Sabios del Talmud y los encantamientos
teraputicos en nombre de Jess. . . . . . . . . . . . . . .
2.3. Curaciones en nombre de Jess. . . . . . . . . . . . . . . .
Conclusin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
77
77
81
84
85
3. LOS
LIBROS DE LOS MINIM
Y LOS EVANGELIOS
EN EL TALMUD.LA RUPTURA CONSUMADA. . . . . .
3.1. Definicin de los guilyonim . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Los
guilyonim
designan a los Evangelios. . . . . . . . .
Los
guilyonim
no designan a los Evangelios. . . . . .
Los guilyonim estn en relacin con la literatura
gnstica y apocalptica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 95
3.2. Son mencionados los Evangelios en la literatura
talmdica? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 97
3.3. Definicin de la expresin libros de los minim . . . 100
Los escritos cristianos y los libros de los minim . .. 100
Los libros de los minim son copias de la Tor
llevadas a cabo por los minim . . . . . . . . . . . . . . 1 0 4
Los libros de los minim como corpus de la literatura
mgica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 106
3.4. Los Sabios del Talmud y los escritos de los judeo
cristianos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 107
Conclusin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 113
87
88
88
92
4. UN VERSCULO DEL EVANGELIO DE MATEO EN
EL TALMUD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 115
4.1. Estudio textual y narrativo. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 116
4.2. El aspecto polmico operativo en el texto. . . . . . .. 119
4.3. Contexto histrico del pasaje talmdico . . . . . . . .. 124
Conclusin. . . . . . . . . . . . . . r.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 126
5. LABIRKAT HA MINIM Y LA EXCLUSIN DE LOS
JUDEOS CRISTIANOS DE LA SINAGOGA. . . . . . . . .. 127
5.1. La
Birkat ha minim
en las fuentes talmdicas . . .. 127
5.2. La Birkat ha minim en las fuentes cristianas. . . . .. 132
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NDICE
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5.3. La
Birkat ha minim
anlisis y metodologa. . . . .. 136
Conclusin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . .. 137
Anexo: Los minim: definicin e histoMografa. . . . . . .. 139
6. JESS DISCPULO DE LOS SABIOS DEL TALMUD.
ESTUDIO DEL PASAJE TALMDICO DE
SANHEDRIN
107B. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 143
6.1.Aproximacinnarrativa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 145
6.2. Aproximacin comparativa. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 147
6.3. Aproximacin contextual
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 150
Conclusin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 157
7. LAS ENSEANZAS DE PABLO DE TARSO
EN EL TALMUD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 159
7.1. La concepcin de la Ley en Pablo de Tarso. . . . . .. 163
7.2. Las reacciones de los Sabios del Talmud a las
doctrinas paulinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 164
Conclusin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 181
8. UNAMIRADAJUDA SOBRE JESS. LAOPININ
DE LOS HISTORIADORES. ... . .. ... ... ., 183
8.1. Los historiadores del siglo XIX y Jess. . . . . . . . .. 184
8.2. Los historiadores del siglo XX y Jess. . . . . . . . . .. 188
Conclusin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 200
CONCLUSIN GENERAL. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 201
BIBLIOGRAFA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 205
NDICE DE AUTORES MODERNOS. . . . . . . . . . . . . . . . . .. 223
NDICE DE AUTORES ANTIGUOS. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 227
NDICE DE LAS FUENTES.. ... ... . .. ... .. 229
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PREF IO
Esta obra es un estudio histrico. Tiene por objeto comprender y
analizar diferentes textos de la literatura talmdica de los primeros
siglos de la era cristiana como el Talmud de Jerusaln el Talmud de
Babilonia la literatura midrsica etc. En el campo de la cronologa
histrica esta literatura est vinculada a los Sabios del Talmud lla
mados t nn im y mor im es decir los maestros del siglo 1al V La
literatura talmdica comprende sobre todo la Misn. En conse
cuencia habr que situar este trabajo en el campo de la investiga
cin histrica relativa especficamente a la sociedad juda de la Anti
gedad clsica de los dos primeros siglos de la era cristiana. Sin
embargo nuestra atencin no se centrar nicamente en la socie
dad juda y en el judasmo; se dirige igualmente a los orgenes judos
del cristianismo. En efecto nuestro propsito consiste en analizar
las fuentes judas en las que se habla del cristianismo.
A decir verdad esta empresa tiene sus lmites: slo sern exami
nados los textos ms significativos; se trata nicamente de los dos
primeros siglos; la literatura talmdica sirve de soporte textual a un
trabajo de reflexin y al anlisis. Este trabajo ambiciona sugerir
pistas de investigacin en el vasto dominio de la historia de las reli
giones constituido por el estudio del judeo cristianismo antiguo.
Entendemos por judeo cristianismo antiguo el grupo religioso
integrado por los discpulos judos del movimiento de Jess. Desde
un punto de vistajudeo centrista el estudio socio histrico
st
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EL TALMUDy LOS ORGENES JUDos DEL CRISTIANISMO
movimiento debe ser situado en el contexto de los mbitos de
influencia heterodoxos en relacin con el judasmo post-farisaico,
es decir, con el judasmo de los Sabios a partir del ao 70. En efecto,
la andadura metodolgica de este libro considera que, tras la des-
truccin del Segundo Templo en el ao 70, la sociedad juda experi-
ment cambios intrnos que re)modelaron su estructura socio-re-
ligiosa. Entre estos cambios, hay que poner, sobre todo, de relieve el
proceso de normalizacin establecido por los Sabios que progresi-
vamente dirigieron la sociedad juda. Este proceso cre determina-
dos lmites en relacin a quienes no entraban en la
norma
por
entonces ya obligatoria, es decir, la
halak
interpretacin de la Ley
juda) de los Sabios. As, quien no proceda por la recta va de la
ortodoxia
de los Sabios se vea vilipendiado, incluso rechazado. En
consecuencia, distintos mbitos de influencia de la sociedad juda
fueron fustigados, al considerarse que se desviaban de la
norma.
Este tipo de exclusin, como si de una poda se tratara, responda a
los ojos de los Sabios a una necesidad perentoria: asegurar la super-
vivencia de la sociedad juda en un periodo de crisis sin preceden-
tes, engendrado por la destruccin del Segundo Templo.
Con la cada del Templo de Jerusaln, los Sabios llevaron a cabo
lo que podra llamarse
repliegue identitario,
tomando como norma
exclusiva su
halak,
erigida en valor absoluto. As fue como los dis-
cpulos judos del movimiento de Jess, conocidos comnmente
como judeo-cristianos , se vieron rechazados del culto de la sina-
goga de manera progresiva, a diferencia de otros grupos, como los
amme-ha-are i
pueblo de la tierra), fustigados sin reserva algu-
na. Este proceso de exclusin debe ser situado en el contexto hist-
rico de la transicin de una sociedad heterognea, caracterizada
por la estructura socio-religiosa del final de la poca del Segundo
Templo, a una sociedad centrada en tomo a la
halak
de los Sabios.
En este esquema es necesario introducir el acontecimiento de la
destruccin del Templo, un hecho que puede considerarse determi-
nante para la vida juda ulterior. En efecto, es importante para nues-
tro propsito contextualizar y problematizar los fenmenos histri-
cos. No podemos captar la complejidad de las relaciones entre los
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PREFACIO 13
Sabios y los primeros cristianos sin tomar en consideracin algu
nos elementos ineludibles como el ao 70 y los cambios que el men
cionado acontecimiento introduj~~n el seno de la sociedad juda.
Este libro no es slo un estudio sobre las relaciones entre los
judeo cristianos y los Sabios de los primeros siglos. Tiene igualmen
te como objetivo analizar ciertos pasajes talmdicos relativos a
Jess de Nazaret o a Pablo de Tarso. No es necesario decir que no
pretende en modo alguno llevar a cabo una investigacin histrica
exhaustiva de las fuentes del cristianismo en la literatura talmdica.
El lector encontrar aqu ms bien ensayos histricos sobre textos
escogidos examinados con la intencin de poner de relieve los
aspectos polmicas que encierran. A este propsito se imponen dos
notas metodolgicas: estos textos son fruto de una literatura
ahist-
rica, lo cual impone al historiador y al fillogo proceder con pruden
cia si quieren desvelar un ncleo de historicidad; los pasajes relati
vos al cristianismo se hallan a veces implcitos y se componen de
aspectos alusivos ms que de indicaciones precisas. El trabajo ser
necesariamente ms arduo y deber ser por tanto ms minucioso.
Una ltima advertencia. Aparte de algunos estudios inditos
esta obra retorna en parte trabajos ya publicados pero que aqu
sern objeto de modificaciones y nuevas aclaraciones. Estas inves
tigaciones se relacionan directamente con las temticas de nuestra
obra anterior Le Judai sme et l Avenement du christianisme. Orthodo-
xie et htrodoxie dans la littrature talmudique er-Ile sicle,
publica
da en 2005 igualmente por las ditions du Cerf a quien hoy tengo
el placer de dar las gracias. Me alegro de poder expresar ms con
cretamente mi agradecimiento a Mme Andre Thomas mi editora
por su atencin sus consejos y el trabajo minucioso llevado a cabo
por ella.
Quisiera expresar igualmente mi gratitud a mis amigos investi
gadores de las universidades francesas o israelitas con los que com
parto la pasin por el estudio y la investigacin de la literatura tal
mdica y del cristianismo antiguo. Doy las gracias igualmente a mi
familia especialmente a mis padres por su apoyo su benvola ayu
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PREFACIO
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Sabios y los primeros cristianos sin tomar en consideracin algu
nos elementos ineludibles como el ao 70 y los cambios que el men
cionado acontecimiento introduj~1n el seno de la sociedad juda.
Este libro no es slo un estudio sobre las relaciones entre los
judeo cristianos y los Sabios de los primeros siglos. Tiene igualmen
te como objetivo analizar ciertos pasajes talmdicos relativos a
Jess de Nazaret o a Pablo de Tarso. No es necesario decir que no
pretende en modo alguno llevar a cabo una investigacin histrica
exhaustiva de las fuentes del cristianismo en la literatura talmdica.
El lector encontrar aqu ms bien ensayos histricos sobre textos
escogidos examinados con la intencin de poner de relieve los
aspectos polmicas que encierran. A este propsito se imponen dos
notas metodolgicas: estos textos son fruto de una literatura ahist-
rica
lo cual impone al historiador y al fillogo proceder con pruden
cia si quieren desvelar un ncleo de historicidad; los pasajes relati
vos al cristianismo se hallan a veces implcitos y se componen de
aspectos alusivos ms que de indicaciones precisas. El trabajo ser
necesariamente ms arduo y deber ser por tanto ms minucioso.
Una ltima advertencia. Aparte de algunos estudios inditos
esta obra retorna en parte trabajos ya publicados pero que aqu
sern objeto de modificaciones y nuevas aclaraciones. Estas inves
tigaciones se relacionan directamente con las temticas de nuestra
obra anterior Le Judaisme et l Avenement du christianisme. Orthodo-
xie et htrodoxie dans la littrature talmudique erIle sicle publica
da en 2005 igualmente por las ditions du Cerf a quien hoy tengo
el placer de dar las gracias. Me alegro de poder expresar ms con
cretamente mi agradecimiento a Mme Andre Thomas mi editora
por su atencin sus consejos y el trabajo minucioso llevado a cabo
por ella.
Quisiera expresar igualmente mi gratitud a mis amigos investi
gadores de las universidades francesas o israelitas con los que com
parto la pasin por el estudio y la investigacin de la literatura tal
mdica y del cristianismo antiguo. Doy las gracias igualmente a mi
familia especialmente a mis padres por su apoyo su benvola ayu
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EL TALMUDy LOS ORGENES JUDos DEL CRISTIANISMO
da y el afecto que me profesan. Finalmente doy las gracias a mi
esposa por sus palabras de nimo su comprensin y su amor as
como a mis hijos que con frecuencia no pueden disponer de la pre-
sencia de su padre por estar ocupado con sus lectores.
A todos quiero ofrecer hoy el testimonio de mi ms profundo
agradecimiento.
c.. -
..~
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16 EL TALMUD y LOS ORGENES JUDOS DEL CRISTIANISMO
halak
SifraBeIJuqotay
8,12 redactado en torno al siglo
III
de la era
cristiana) expresa claramente este proceso:
He aqu las leyes, los decretos y las enseanzas Lv 26,46).
Las leyes son las interpretaciones
midrashot .
Los decretos
son las observancias rituales. Las enseanzas testifican que
dos Torot dos Leyes divinas) fueron dadas a Israel, la Ley
escrita y la Ley oral [oo.]en el monte Sina por mano de Moiss.
Esto nos ensea que la Tor, sus leyes, sus profundizaciones y
sus comentarios todos fueron revelados en el monte Sina.
Este pasaje, que podemos calificar de paradigmtico en el pen-
samiento de los Sabios, pone muy bien de relieve el proceso de legi-
timacin suprema de su interpretacin de la Escritura. Slo es vli-
da su interpretacin, pues proviene del Cielo; constituye el objeto
de una revelacin similar a la de la Tor de Moiss. Adems, no es
slo la tradicin oral lo que ha sido revelado por Dios, sino igual-
mente sus explicaciones, sus comentarios y su exgesis. Esta lectu-
ra retrospectiva de la Escritura y del comentario interpretativo del
hombre que confiere sentido a la Ley divina se pone de relieve en
otro punto: la revelacin atemporal del dicho o sentencia venideros.
No son slo la Ley escrita y la Ley oral los elementos divinamente
revelados, sino tambin los comentarios y las cuestiones que vean
la luz con posterioridad. Concebir el Escrito revelado como algo
que persiste y se concentra as en un punto original, vector de todas
las futuras especulaciones, constituye un modo de conferir a la
interpretacin de los Sabios una base inconmovible.
La asamblea de Ya me la gran refonna del judasmo
4-
Tras la destruccin del Segundo Templo, el centro de la vida juda
se reestructur en Yabne. Esta reestructuracin se llev a cabo
1. N.T. Para la transliteracin de las obras de la literatura rabnica salvo en
ttulos de libros), hemos utilizado la de Miguel Prez,
La lengua de los Sabios.
I. Morfosintaxis
Estella 1992).
..
.
.
~...,
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INTRODUCCIN
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recreando los fundamentos de un judasmo privado de su Templ02.
La reestructuracin se organiza erigiendo una direccin juda in-
dependiente en lo relativo a las ordemilizas religiosas y dictando
normas que sirvieran de elementos de substitucin en el Templ03.
El final de la poca del Segundo Templo se caracteriza por la
multiplicidad de partidos y de fraternidades poltico-religiosas4.
2. Sobre el modo en que los
tannaim
Sabios de los dos primeros siglos) hicieron
frente a la destnIccin del Segundo Templo y sobre la voluntad de la reestnIc-
turacin de la sociedad juda, ver el elocuente pasaje de T Tosefta)
Sotah
xv,11-13 ed. M.S. Zuckermandel, p. 322): Despus de la destruccin del
Templo, los
separados
se multiplicaron en Israel. No coman carne ni beban
vino. R. Yehosha les dice: Hijos mos, por qu no comis carne? Le respon-
dieron: Cmo bamos a comer carne cuando el sacrificio cotidiano que se
ofreca sobre el altar ha sido ahora anulado? Les dijo: Por qu no bebis vino?
Le respondieron: Cmo bamos a beber vino cuando el vino que se derrama-
ba en libaciones sobre el altar ha sido ahora anulado? Les dijo: Entonces,
deberamos abstenemos igualmente de higos y de uvas, pues las primicias
eran presentadas con ocasin de la fiesta de clausura fiesta de las Semanas).
Deberamos abstenemos igualmente de pan, pues [en el Templo] se presenta-
ban dos panes, as como los panes de la proposicin. Deberamos asimismo
abstenemos de agua, pues se hacan libaciones [en el Templo] con ocasin de
la fiesta de
Sukkot.
Ellos se callaron. Les dijo: No podemos evitar afligimos del
todo, pues el decreto ya ha sido dictado; pero afligirse ms all de lo razonable
es igualmente imposible, pues los Sabios han dicho: Cada uno recubrir su casa
con cal, pero se tendr cuidado en dejar un pequeo espacio sin cal, como
recuerdo [de la destnIccin del Templo] de Jerusaln. Este pasaje, que aparece
en una forma paralela ms tarda en
Baba Batra
60b, muestra de manera
elocuente la actitud de ciertos Sabios frente a la desolacin que representaba
la destnIccin del Templo. Observemos que esta perspectiva de reconstnIccin
fue acompaada de un impulso renovador concretado en la idea de una inme-
diata llegada de la reconstnIccin del Templo. Sobre estas dos tendencias en
el mesianismo judo, vase G. Scholem, Le Messianisme juif. Essais sur la
spiritualit du judaIsme, Pars 1974, pp. 23-66.
3. Ver nuestra obra, D. Jaff,
LeJudaisme et l Avnement du christianisme. Ortho-
doxie et htrodoxie dans la littrature talmudique leY_ lesicle,
Pars 2005, pp.
169-177; 361-368 y la bibliografa citada. Observemos que refutamos sin
miramientos la tesis de D. Boyarin, ;histoire de deux villes: Yabneh et
Nice, en L.I. Levine ed.), Entre la continuit et la mutation. Juifs et judais-
me en terre d lsrael byzantine et chrtienne,
Jerusaln 2004, pp. 301-332 [en
hebreo], segn la cual la asamblea de Yabne del siglo I no es ms que un mito
histrico; en realidad fue una reconstruccin literaria ms tarda, fechable en
los siglos IV-V.
4. Aunque el trmino generalmente ms utilizado para calificar estas corrientes
sea el de sectas , es preferible hablar de fraternidades poltico-religiosas. Con-
siderando la connotacin sociolgica que presenta el trmino secta , no nos
parece que ste se adecua a los movimientos que caracterizan a la sociedad
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EL TALMUD y LOS ORGENES JUDOS DEL CRISTIANISMO
Flavio Josefa enumera algunas de ellas en las
Antigedades Judas
(13,289): fariseos, saduceos y esenios, a las que aade un cuarto
movimiento o cuarta filosofa, derivado del de los fariseos despus
de la revuelta de Judas el Galileo. Este cuarto movimiento ser
denominado
zelota
despus del ao 665. Los propios fariseos se
escindieron en dos movimientos distintos: la escuela de Hillel y la
escuela de Shammai. Algunas fuentes talmdicas hablan tambin
de vehementes enfrentamientos entre estas dos escuelas de pensa-
miento6.
En el plano poltico, los zelotas y los sicarios se opusieron feroz-
mente a los partidarios de la paz. Los esenios se congregaron en los
confines del mar Muerto, sin vnculo alguno con Jerusaln y su
santuario. Optaron por una vida recluida de carcter monacal y
con frecuencia asctica7. Para completar el cuadro, es necesario
aadir otros grupos apocalpticos de tendencias pietistas, incluso
quietistas.
Cada uno de estos grupos reconoca la autoridad suprema de
sus propios maestros, posea sus sagradas escrituras y se basaba
en tradiciones orales particulares. En cierto modo, cada uno dispo-
na de su propia halak. Sin embargo, algunos factores de cohesin,
as como ciertos fundamentos comunes, ponan en comunicacin a
pluralista del final de la poca del Segundo Templo. Ver M. Broshi, La secte
des essniens et les mouvements religieux de l poque du Second Temple: dfi-
nitions sociologiques}}, en M. Bar-Asher y D. Dimant (eds.), Meghillot. tudes
sur les rouleaux de la mer Morte,
Jerusaln 2006, pp. 13-23 [en hebreo].
5. Cf. Antiquits juives 18,15-25. Observemos que el vocablo griego que designa
a todos estos partidos es el de airesis, que podemos traducir por eleccin , y
que slo mucho ms tarde tomar el sentido de hereja. Ver a este respecto M.
Hadas-Lebel, Plavius Josephe, le juif de Rome, Pars 1989, pp. 33-53, especial-
mente p. 35.
6. 1. Ben Shalom,
Beth Shamai et la.lutte des zlotes contre Rome,
Jerusaln 1994,
pp. 252-272 [en hebreo]. >.0.,
7. Sera errneo pensar que todos los judos de esta poca pertenecan a alguna
de estas corrientes. Es incluso muy probable que la gran mayora no se adhi-
riese a ninguna de ellas, pero formaban un grupo no uniforme, que no se des-
tacaba y que no produjo ningn tipo de literatura. Puede ser que esta mayo-
ra defina a los amme-ha-are i a quienes se refiere la literatura talmdica, es
decir, la tendencia dominante, lo que no nos permite saber cmo se definan
a s mismos.
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INTRODUCCIN
19
estos diferentes movimientos8. En esta perspectiva, conviene subra-
yar que el judasmo, ms all de sus diferentes manifestaciones,
haba vivido como un siste;ja cultual por lo que respecta a su rela-
cin con la divinidad9, un sistema en el que la circuncisin ocupaba
un lugar predominante, pues era la condicin sine qua non de per-
tenencia al pueblo judol o.
La destruccin del Segundo Templo el ao 70 de nuestra era
provoc importantes cambios en el seno de la sociedad juda. El
hecho trajo consigo la desaparicin de toda una realidad halkica,
que tena mltiples implicaciones en la vida juda. Las instituciones
dirigentes de la sociedad juda, que en su mayor parte estaban vin-
culadas al Templo, fueron entonces transferidas en parte a Yabne.
Enfrentados a la desaparicin del Templo y a la bsqueda de ele-
mentos de sustitucin, los
Sabios de Yabne
as se llamaban a s
mismos , reunidos en torno a Yohann ben Zakai, modelaron la
sociedad juda en funcin de este nuevo contexto.
8. Estos puntos de contacto son suficientes para excluir la idea, frecuentemente
evocada, de la existencia de
judasmos
ms que de
judasmo
en el periodo del
Segundo Templo.Ver al respecto J.D.G.Dunn, Jesus and Factionalism in Early
Judaism: How Serious was the Factionalism of the Late Second Temple
Judaism?, en J.H. Charlesworth y L.L. Jonhs eds. , Hilkl and 1esus. Compara-
tive Studies oftwo Major Religious Lef1ders
Minepolis 1997, pp. 156-175;A.F.
Segal,
The Other 1udaisms of Late Antiquity
Atlanta 1987; J.
Neusner ludaisms
and their Messiahs at the Turn of the Christian Era
Cambridge 1987.
9. F. Schmidt,
La Pense du Temple. De 1rusalem a Qoumran. Identit et lien
social dans le1udaisme ancien
Paris 1994, pp. 14-15: Ms que las creencias,
que son mltiples y controvertidas, son los ritos los que forman el tejido
protector de la identidad juda. Los ritos clasifican e identifican. Trazan una
lnea de separacin entre judos y gentiles, entre los que forman parte de la
comunidad y quienes son rechazados de ella. Forman un vnculo entre todos
los sub-grupos, entre todos los componentes de la comunidad juda. Vinculando
entre s a las generaciones, perpetan la identidad del grupo.
10. C. Perrot, Lapluralit thologique dujudaIsme au Ier sicle de notre ere, en
D. Marguerat, E. Norelli y J.-M. Poffet eds. ,
1sus de Nazareth. Nouvelles
approches d une nigme Ginebra 1998, pp. 157-176. Para una concepcin dis-
tinta del concepto de
judasmos
ver P.Geoltrain, Lejudalsme en sa diversit,
en A.Houziaux ed. , 1sus de Qumrn a l vangilede Thomas Paris 1999, pp.
41-48, especialmente p. 42: Existe una infinita diversidad, fuente, al mismo
tiempo, de riqueza y de conflictos; en suma, una diversidad inherente a todo
colectivo humano de alguna importancia, que sin embargo no debe hacer
olvidar los factores de cohesin que, ms all de las diferencias, hacen del
judasmo una entidad, y no una religin fragmentada.
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20
EL TALMUDy LOS ORGENES JUDos DEL CRISTIANISMO
a l k y la exclusin progresiva de los judeo cristianos
Uno de los corolarios significativos de este nuevo contexto es el
estatuto concedido a la
halak.
Como acaba de decirse, en la poca
del Templo el pueblo estaba fraccionado en diferentes corrientes,
cada una con su propia halak y la autoridad a la que se senta vin-
culada. Es evidente que lo esencial de la vida cultual juda giraba en
tomo al Templo. As pues, tras la destruccin del Templo, los Sabios
se convirtieron progresivamente en el nico poder autnomo de la
nacin. Exhortaron al estudio de la Tor, elevada al rango de ele-
mento sustitutivo del culto sacrificialll. Bajo esta ptica, la elabo-
racin de la halak se convirti en una especie de ideal en s misma,
que vinculaba a los diferentes miembros de la sociedad, y a la que
todos deban hacer referencia12.
Una de las caractersticas del periodo de transicin que repre-
sentan los aos 70 a 135 fechas de las dos revoluciones judas con-
tra Roma) fue seguramente la progresiva desaparicin de los parti-
dos poltico-religiosos que caracterizaron la poca del Segundo
Templo. Hay razones para hablar de cesura entre el periodo que
precedi a la destruccin del Segundo Templo de Jerusaln y el
periodo que le sigui13.
Parece que las instancias dirigentes, los Sabios, que gobernaron
al pueblo tras la destruccin del Templo, provocaron la desapari-
cin de estas corrientes. Los Sabios quisieron unificar al pueblo
bajo su frula, a fin de evitar cualquier forma de divisin en el seno
11. J. Neusner, The Formation of Rabbinic Judaism: Yavneh Jamnia) from
A.D. 70 to 100, enAufstieg
und Niedergangderromischen Welt
n, 19,2 1979),
pp. 3-42.
12. A. Oppenheimer, L laboration de la halakha apres la destruction du Second
Temple, en Annales. Histoire sciences sociales 51 1996) 1027-1055.
13. Precisamente bajo esta perspectiva, S.C. Mimouni,
Le Judo Christianisme
ancien. Essais historiques Pars 1998, p. .486, escribe: Esta cesura es, en el
caso presente, la crisis religiosa creada en -eljudasmo despus del fracaso de
la primera revuelta juda contra Roma, sobre todo por el vaco creado tras la
desaparicin del Templo de Jerusaln en el 70.
Antes
el judasmo puede ser
percibido desde
una cierta
pluralidad.
Despus
el judasmo debe ser percibi-
do desde una cierta unicidad. El paso de una a otra forma no se realiz evi-
dentemente en un solo da ni en un solo ao, sino en el espacio de varias
dcadas y de varias generaciones.
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INTRODUCCIN
21
de la sociedad. Todo fraccionamiento interno era percibido como
algo altamente perjudicial para la supervivencia de la sociedad
juda. Fue gracias a esta decisin como los Sabios llegaron proba-
blemente a implantar su propia halak con el objetivo de reunifi-
car, bajo su exclusiva direccin, el judasmo, que progresivamente
ir apareciendo bajo un aspecto ms monoltico14.
En estas circunstancias, slo quienes se incorporaban a las nor-
mas de los Sabios situndose en la lnea farisea pudieron subsistir.
El proceso de normalizacin socio-religiosa establecida por los
Sabios efectuar una autntica poda por va de exclusin, como
consecuencia de la elaboracin de una halak frecuentemente inno-
vadora e incluso reformadora. sta se presentaba como nueva pre-
cisamente a los ojos de quienes no pertenecan a la corriente domi-
nante que empez a imponerse y, al mismo tiempo, a dominar a
todas las dems.
Este fenmeno es definido de forma muy pertinente por P.S.
Alexander:
El poder rabnico se constituye con las escuelas rabnicas.
La batalla por los corazones y los espritus fue trasladada a
las sinagogas, a los tribunales judos, a los mercados, a las
casas y quiz a veces a los tribunales romanos. En todos estos
mbitos, los rabinos fueron presionando progresivamente
para que la
halak
rabnica fuese aceptada como la legtima
ley de Israel. Al final, llegaron a marginar a todos los grupos
opositores, comprendidos entre ellos los cristianos, ya hacer-
se admitir como dirigentes de la comunidad por la mayora
de los JudOS15.
14. R.A. Pritz, Nazarene lewish Christianity From the End of the New Testament
Perioduntil its Disappearance in the Fourth Century Jerusaln-Leiden 1992, p.
101: ConYabne comienza la consolidacin del judasmo. En la crisis posterior
al 70, ya no qued lugar para la diversidad que caracteriz el final de la poca
del Segundo Templo. Ver igualmente S. Safrai, Le pluralisme dans le judaYs-
me durant la priode de Yabneh, en Dot 48 1980) 166-170 [en hebreo].
15. P.S. Alexander, uThe Parting of the Ways from the Perspective of Rabbinic
Judaism, en J.D.G. Dunn ed.),
lews and Christians The Parting
of
the Ways
A D 70 to 135, Tubinga 1992, p. 22.
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22
EL TALMUD y LOS ORGENES JUDOS DEL CRISTIANISMO
As, en su diseo de restauracin social y de normatividad reli-
giosa, los Sabios eliminaron a los grupos percibidos como disiden-
tes. Ciertamente, a finales del siglo
en una coyuntura en la que los
Sabios pusieron en prctica un proceso de reunificacin en tomo a
ellos mismos, bajo su exclusivo gobierno y en funcin de su propia
halak
fueron excluidos de la sinagoga todo individuo o grupo sos-
pechoso de fraccionamiento o bien de secesin.
As pues, parece que, en la poca de Yabne, los grupos judeo-
cristianos representaban un peligro para el judasmo que buscaba
la forma de reconstituirse. Ser, pues, en trminos de
heterodoxia
como habr que considerar a estos grupos disidentes, frente a un
judasmo
ortodoxo
en plena formacin. Pero tengamos en cuenta
que esta oposicin de los Sabios a los judeo-cristianos Judos que
respondan totalmente a los criterios de identidad del judasmo de
la poca) se explica por motivos que no derivan principalmente de
la
praxis
en tanto que observancia de los preceptos rituales, sino de
la doxa de una enseanza de corte doctrinal.
En esta direccin, la medida de exclusin ms representativa
tomada en relacin a los judeo-cristianos fue probablemente la
Birkat ha minim
bendicin de los herticos); su formulacin se
presenta como una maldicin incluida en la oracin cotidiana de
las Dieciocho bendiciones, Segn las antiguas versiones encon-
tradas en la Gueniza de El Cairo, parece que esta maldicin iba
dirigida particularmente a dos categoras de Judos, a saber, los
minim
considerados en general como herticos, y los
notsrim
asi-
milados a los judeo-cristianos16.
As, ciertamente a finales del siglo 1,en una coyuntura en que los
Sabios pusieron en prctica un proceso de reunificacin en tomo a
ellos mismos bajo su exclusivo gobierno y en funcin de su propia
halak fueron excluidos de la sinagoga todo individuo o grupo sos-
pechoso de fraccionamiento o bien de secesiQp..
16. TB Berakot 28b; TI Berakot V,4, 9c. Para una aproximacin a la Birkat ha
minim segn sus versiones divergentes y en el contexto de las Dieciocho
bendiciones, ver S.C. Mimouni, La Birkat Ha-minim ; une priere juive
contre les judo-chrtiens, en Revue des sciences religieuses 71 1997) 275-
298 = S.e. Mimouni, Le ludo Christianisme ancien pp. 161-188).
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INTRODUCCIN 23
Pero precisemos que esta exclusin fue de algn modo indirec-
ta: por su sola participacin en el oficio religioso en el que se recita-
-,
ba esta maldicin, el
min
se maldecira a s mismo, o bien asentira
a la maldicin pronunciada sobre l, slo con responder amn17.
As, sin otra medida de rechazo formalmente tomada, el
min
se
encontraba marginado y excluido. Esta bendicin-maldicin acab
constituyendo
obstculo dirimente para los judeo-cristianos y a
conducir a su eviccin
de {acto.
Tenemos derecho a pensar que, tras
la introduccin de esta maldicin, muy pocos judeo-cristianos,
entre los ms adictos al judasmo, siguieron frecuentando la sina-
goga. Esta situacin engendr evidentemente un clima general de
desconfianza y hostilidad en las relaciones entre los Sabios y los
judeo-cristianos18. Se desprende de aqu que, tras su exclusin de la
17. Esta constatacin ha llevado a algunos crticos a definir la Birkat ha-minim
como la puesta en prctica de un alejamiento social ms que de una eviccin
formal o un decreto de excomunin. Vase especialmente S.T. Katz, Issues
in the Separation ofJudaism and Christianity after 70C.E.:AReconsideration,
en Journal of BiblicaLLiterature 103 1984) 53-76. Este crtico se muestra poco
radical y no duda en afirmar en p. 76: No hubo ninguna poltica anticristiana
oficial en Yabne y en ninguna otra parte antes de la insurreccin de Bar
Kokhb. No hace falta decir que tales afirmaciones carecen de fundamento y
son difcilmente admisibles. Las palabras de S.T.Katz son adems completa-
mente rechazadas por P.S. Alexander, The Parting of the Ways from the
Perspective ofRabbinic Judaism, p. 21 n. 32;A. Oppenheimer, :Llaboration
de la halakha apres la destruction du Second Temple, p. 1044, considera la
Birkat ha-minim
como un medio para desgajar a los judeo-cristianos de la
sinagoga, en tanto que S. Safrai, La restauration de la socit juive durant
la gnration de Yabneh, en
A
l poque du Second Temple et de la Mishna.
Essais d histoire juive
Jerusaln 1994, vol. 1,p. 335 [en hebreo], propone una
tesis absoluta, que define la maldicin no slo como exclusin de la sinagoga,
sino tambin como separacin total del pueblo judo.
18.W.H.C. Prend,
Martyrdom and Persecution in the Early Church
Oxford 1965,
pp. 146s, quien afirma, basndose principalmente en las palabras de Justino
en
Dilogo
17, que una antigua tradicin, anterior a los aos 70, confirmara
el envo de emisarios judos encargados de poner en guardia a sus hermanos
de los peligros que representaran las sectas judeo-cristianas, y, segn decir
de Justino, de injuriar a estos ltimos. Adems de la falta de apoyo de la que
hace gala este crtico para sostener sus afirmaciones, es prcticamente impo-
sible que, antes de la destruccin del Templo, los judeo-cristianos constituye-
sen algn peligro para el judasmo. Ver,en esta misma direccin, P.Bobichon,
Justin Martyr Dialogue avec Tryphon. dition critique traduction commen-
taire
Friburgo 2003, vol. 1,pp. 91-92; P.Bobichon, Perscutions, calomnies,
Birkat ha-minim et missaires juifs de propagande antichrtienne dans les
crits de Justin Martyr, en Revue des tudes juives 162 2003) 403-419.
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24
EL TALMUD y LOS ORGENES JUDOS DEL CRISTIANISMO
sinagoga, los judeo-cristianos se dividiran entre los de origen judo
y los de origen pagano, en este caso entre aramefonos (los nazo-
reos) y helenfonos (cristianos).
En esta perspectiva, W.D. Davies ha tenido en cuenta una rela-
cin histrica entre la exclusin de los judeo-cristianos de la sina-
goga y la comunidad mateana. Segn l, las invectivas del evangelio
de Mateo contra los fariseos deben interpretarse como una conse-
cuencia de la eliminacin de los judeo-cristianos de la liturgia sina-
gogal. Las vehementes palabras de Mt 23 expresaran una disonan-
cia entre los miembros de la comunidad mateana y los Sabios de
Yabne19.
Por otra parte, segn U. Luz, las discriminaciones y persecucio-
nes que Mateo reprocha a los dirigentes judos seran concomitan-
tes a la exclusin de las sinagogas e incluso a la separacin del
judasm020. En este contexto, es un verdadero desgarro que se
producir entre los dos protagonistas21.
n tiempo de reestructur cin
La poca de Yabne se caracteriza por numerosas reformas rela-
cionadas con todos los mbitos de la existencia. Los Sabios de
Yabne (70-135) supieron conservar los principios fundamentales
del judasmo adaptando ciertos preceptos, incluso dictando nue-
vos. El punto de partida bsico consisti en asegurar a la sociedad
juda un dinamismo y una creatividad que le permitiese limitar las
consecuencias del desgarro causado por la destruccin del Segun-
do Templo.
19.W.D.Davies,
The Setting of the Sermon on the Mount
Atlanta 1989, pp. 256-315.
20. U.Luz, Leprobleme historique et thologique de l aBtijudalsme dans l vangile
de Matthieu, en D. Marguerat (ed.),
Le Dchirem Git.Juifs et chrtiens au ler
siecle Ginebra 1996, pp. 127-150. Es dificil hablar de estos acontecimientos
en trminos de separacin, pues sta slo tendr lugar algunos aos ms
tarde. Observamos que, de acuerdo con su ttulo, esta contribucin conjuga
con frecuencia teologa e historia.
21. D. Marguerat, Matthieu et le judalsme: une rivalit de freres ennemis, en
Cahiersvangile
108 (1999) 16-23.
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INTRODUCCIN
25
Ya que uno de los objetivos de esta obra consiste en poner de
relieve que esta reunificacin en tomo a directrices comunes se lle-
v a cabo mediante exclusiones de grupos considerados secesionis-
tas, es importante analizar la situaciw de esta poca, calificada
justamente como bisagra, a fin de sacar a la luz las principales pro-
blemticas. Es necesario subrayar que, en la perspectiva de los
Sabios, la puesta en marcha de estas decisiones se comprende como
un acto de supervivencia identitaria en un momento de crisis. Esta-
ba en juego una cohesin socio-religiosa cuyo objetivo era la rees-
tructuracin de la vida juda tras la catstrofe nacional de la des-
truccin del Segundo Templo. En este sentido, puede afirmarse que
fue la vida juda globalmente la que se reconstituy tras el trauma-
tismo del 7022.
Bajo la presidencia de R. Gamaliel II ca. 96-115), fueron pro-
mulgadas algunas medidas que dieron forma al judasmo rabnico
-que se convertir en el judasmo ms tardo-.
1. La oracin Antes del 70, la liturgia estaba organizada princi-
palmente en tomo a la lectura de la Tor los sbados o los das de
fiesta23. Fue despus de la destruccin del Segundo Templo cuando
la oracin fue instituida progresivamente bajo una nueva forma. El
precepto religioso de la oracin, en privado o en la sinagoga, crista-
liz durante el periodo de Yabne24. Fue esta liturgia la que se con-
virti en la base de la oracin juda cotidiana.
2. El canon b{bZicodel judasmo El proceso de canonizacin de
la Biblia hebrea fue largo y dur varios siglos. Se considera que la
Tor o Pentateuco, que representa la primera parte de la Biblia, fue
canonizada en la poca de Esdras tras la vuelta de los desterrados en
Babilonia, es decir, en el siglo VI antes de la era cristiana. Poco des-
22. S. Safrai, La Priode de la Mishna et du Talmud 70-640>, en H.H. Ben-
Sasson ed.), Histoire du peuple juif Tel Aviv 1978, pp. 310-318 [en hebreo].
23. L.1. Levine, The Second Temple Synagogue: The Formative Years, en L.I.
Levine ed.), The Synagogue in Late Antiquity Filadelfia 1987, pp. 7-31.
24.1. Elbogen, La Prierejuive et son Dveloppement historique Tel Aviv1972, pp.
185-195 [en hebreo]; J. Heinemann, Prayerin the Talmud: Forms and Patterns
Berln 1977, pp. 15s; N.G. Cohen, La nature de l acte de Simon ha-Pekuli,
en
Tarbiz
52 1983) 547-555 [en hebreo].
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26
EL TALMUD y LOS ORGENES JUDOS DEL CRISTIANISMO
i
E
ii
pus se concedi el estatuto de escrito cannico a la segunda parte,
es decir, a la literatura proftica. Numerosos libros de la tercera par-
te, los Hagigrafos , eran ya reconocidos como escritos inspirados
desde el siglo 1.Algunos de ellos (Ezequiel, Eclesiasts y Cantar de
los Cantares) plantearon dificultades alas Sabios, pues ciertos pasa-
jes no se correspondan con su forma de pensar. El estatuto de estos
libros fue discutido durante el patriarcado de R. Gamaliel y,tras
numerosos debates, fue admitida su canonicidad25.
3. La codificacin de la Ley juda. La academia de Yabne reserv
un lugar fundamental a la elaboracin y desarrollo de la Ley oral, la
halak.
Durante esta empresa se plante una cuestin capital:
cmo hay que determinar la halak segn la escuela de Hillel o
segn la de Shammai? Estas dos escuelas de interpretacin fueron
fundadas antes del ao 70 -al menos tericamente-, y las dos aspi-
raban a una idntica legitimidad. Finalmente, de forma casi unni-
me, se opt por la escuela de Hillel para determinar la halak26.
I
I
4. Las fiestas. Tambin en este punto debieron hacer frente los
Sabios de Israel al vaco dejado por la destruccin del Templo. Con
)
j
.~
25. D. Barthlemy, Ltat de la Bible juive depuis le dbut de notre ere jusqu'il la
deuxieme rvolte contre Rome, en J.D. Kaestli y O. Wermelinger (eds.), Le
canon de Z AncienTestament. Sa formation et son histoire
Ginebra 1984, pp.
9-45; R.T. Beckwith, Formation of the Hebrew Bible, en M.J. Mulder y H.
Sysling (eds.), Mikra. Text Translation Reading and Interpretation of the
Hebrew Bible in Ancient ludaism and Early Christianity Filadelfia 1988, pp.
58-61;S.Z.Leiman, Inspiration and Canonicity: Reflections on the Formation
of the Biblical Canon, en A.I. Baumgarten, A. Mendelson y E.P. Sanders
(eds.),
Jewish and Christian Self Definition. Aspect of Judaism in the Graeco-
Roman Period FiladelfiaJ Londres 1981, vol. II, pp. 56-63; S.Z. Leiman, The
Canonization of Hebrew Scripture: The Talmudic and Midrashic Evidence
Nueva York 1991. Sobre el canon como fundador de una comunidad tex-
tocntrica, ver el libro de M. Halbertal, Le Peuple du Livre. Canon sens et
autorit Pars 2005. En ltimo anlisis: YA.P. Goldman, Le texte massor-
tique de Qohlet, tmoin d'un compromis t~ologique entre les disciples des
sages (Qo 7,23-24; 8,1; 7,19), en Y.A.P.Goldman, A. van der Kooij y R.D.
Weiss (eds.),
S6fer Mahfn. Essays in Honour of Adrian Schenker Offered by
Editors of Biblia Hebraica Quinta Leiden-Boston 2006, pp. 69-93.
26. YD. Gilat, Lesprocessus de formation de la Halakha, en
Haouma
28 (1969)
pp. 465-468 [en hebreo]; S. Safrai, Halakha, en S. Safrai (ed.), The Literature
of the Sages
Filadelfia 1987,vol. 1,pp. 185-200;A.Oppenheimer, Llaboration
de la halakha apres la destruction du Second Temple, pp. 1027-1055.
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INTRODUCCIN
27
anterioridad al 7O,las fiestas de Ros ha-sanah ao nuevo) o incluso
el Yom Kipur da de la expiacin) no tenan una funcin esencial
en las comunidades judas fuera.q:e Jerusaln. Las ceremonias rela-
tivas a estas fiestas eran celebradas principalmente en funcin del
Templo. Tras su cada, los Sabios de Yabne tuvieron que elaborar
una nueva liturgia de las fiestas. Nuevas temticas, como el Reino
de Dios, la memoria y la redencin se convirtieron en los principa-
les elementos, al tiempo que se compusieron oraciones y nuevas
bendiciones. Lecturas especficas de la Escritura fueron introduci-
das con una ceremonia particular para el toque del Sofar cuerno
de carnero que se haca sonar el da de Ros ha-sanah). Se instituy
el da de Yom Kipur como jornada de ayuno, en la que cada cual
deba orar implorando el perdn divino27. Se insisti de manera
particular en la fiesta de Psaj la Pascua). Durante la poca del
Templo, esta fiesta se caracterizaba principalmente por el sacrificio
pascua , en el que participaba cada familia, bien el Templo bien en
el exterior del santuario. La situacin cambi despus del ao 70;
los Sabios instituyeron el seder de Psaj ceremonia familiar del
atardecer pascual) a modo de sustitucin. Este
seder
fue creado en
Yabne durante el etnarcado de R. Gamaliel IF8.
Podemos, pues, hablar de autnticas reformas llevadas a cabo
por los Sabios de Yabne. Comenzaron con R. Yohann ben Zakai y
continuaron con R. Gamaliel 11.Su objetivo consista en configurar
de nuevo la sociedad juda, adaptndola a las circunstancias del
momento.
Durante la poca de Yabne, se aclararon algunas reglas que
anteriormente haban presentado ciertas dificultadas. Aqu ten-
dremos principalmente en cuenta dos de ellas, especialmente sig-
nificativas para percibir el estado de nimo de los Sabios de este
27. J. Tabory,LRsFtesjuives ii l poquede la Mishna et du Talmud Jerusaln 2000,
pp. 224-303 [en hebreo]
28. S. Stein, The Influence of Syrnposia Literature on the Literary Forrn of the
Pesah Haggadah, en lournal of lewish Studies 8 1957) 13-44; J. Tabory, LRs
Ftes juives ii l poque de la Mishna et du Talmud pp. 115-125; Idern, Pessah
dans les gnrations. Chapitres sur l histoire de la nuit du Seder Tel Aviv1996
[en hebreo].
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28
EL TALMUD y LOS ORGENES JUDOS DEL CRISTIANISMO
periodo. Estas dos leyes abordadas por los Sabios de Israel corres-
pondan a la nueva realidad histrica a la que tuvieron que hacer
frente. Por otra parte, reflejan el dinamismo de la halak y la pre-
ocupacin por adaptarla a las fluctuaciones de los factores socio-
religiosos. La primera de estas leyes es la relativa al valor de la
vida, en tanto que la segunda pone de relieve la supremaca del
estudio de la Tor.
El valor de la vida. Algunos pasajes de los libros de los Maca-
beos hablan de que era preferible morir antes que transgredir el
sbadot. El texto ms famoso es probablemente el pasaje de 1 Mac
2,29-38, que relata el rechazo de los refugiados del desierto a com-
batir durante el sbado y su ejecucin masiva a manos del ejrcito
real. Podran tambin mencionarse la historia de Eleazar 2 Mac
6,18-31) y la de la madre de siete hijos 2 Mac 7,1-42), que rehusa-
ron comer carne de cerdo y se dejaron torturar cruelmente.
Estas actitudes, que representan seales identitarias para sus
protagonistas, sern repensadas durante el periodo de Yabne. Den-
tro de este espritu, puede mencionarse este pasaje de bodah
Zarah 27b, donde leemos29:
R. Ismael ha enseado: Cmo sabemos que, si se dice a
alguien que practique la idolatra, lo har antes que morir?
Pues ha sido enseado: T vivirs por ellas Lv 18,5) y no
que no muere por ellas. Puede obrar tambin de este modo
en pblico? Ha sido enseado: No profanis mi Santo Nom-
bre Lv 22,32).
Esta ley pone de manifiesto que, con excepcin de los periodos
de persecucin, est permitido transgredir la Ley para salvar la
,.
vida. Cuando uno se dedica a estudiar sibpticamente estos pasajes
y los textos citados de los Macabeos, se da cuenta de lo que ha cam-
biado el inters por el valor de la vida. Con Yabne, la vida se sita
por encima de la prctica incondicional de la Ley, y conviene pre-
29. Para los pasajes paralelos, vase T Sabbat XV, 17 CedoLieberman, p. 75); TJ
Sanhedrin III, 5, 21b; Yoma 85b; Sanhedrin 74a, etc.
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INTRODUCCIN
29
servarla, aun a riesgo de quebrantar los preceptos rituales. Subra-
yemos tambin que, en este punto, la forma de observancia religio-
sa incondicional no es seal de identidad, como pudo haber sido el
-,
caso en la poca de los decretbs de Antoco IV Epfanes. La vida se
convierte ahora en la preocupacin suprema.
No es ste el momento de extendernos en considerar las causas
que provocaron estos cambios, pero podemos conjeturar que las
guerras y los sufrimientos soportados por los Judos fueron segura-
mente determinantes en las decisiones de los Sabios de Yabne. Esta
evolucin manifiesta el espritu pragmtico que les anim en sus
decisiones.
l estudio de la Tor A propsito de la segunda ley, el estudio
de la Tor durante el periodo de Yabne, mencionemos el pasaje de
Qiddusin
40b3O:
R. Tarfn y los antiguos (Sabios) estaban sentados en la subi-
da a Bet Nitza, en Lod, cuando se plantearon esta cuestin:
Qu es ms importante, el estudio o la prctica [religiosa]?
R. Tarfn dijo: la prctica. R. Aquiba objet: es el estudio,
pues el estudio conduce a la prctica.
Este texto muestra explcitamente la importancia dada al estu-
dio. No es una simple faceta de la vida juda, sino el elemento fun-
damental de unificacin religiosa y de reunificacin social. El estu-
dio tiene el papel de factor constitutivo de la afiliacin al mundo de
los Sabios. El concepto de
talmud Torah
(estudio de la Tor) es una
especie de piedra angular caracterstica de esta poca e imprimir
carcter a todo el judasmo ulterior. El objetivo consista en cons-
truir una sociedad que encontrase sus valores religiosos en el estu-
dio del texto revelado.
En una contribucin sobre el estudio de la Tor y el ascetismo en
el mundo de los Sabios, M.L. Satlow pone de manifiesto que, para
los Sabios, el talmud Torah tena una funcin semejante a la filoso-
30. Ver igualmente
Megillah
27a;
aba Qama
17a.
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30/233
30 EL TALMUD y LOS ORGENES JUDOS DEL CRISTIANISMO
fa para los autores contemporneos no judos. El estudio de la Tor
era el medio por el que el alma se purifica y establece una relacin
con lo divino; crea una forma de condicin espiritual. Segn Satlow,
el estudio de la Tor requiere una disciplina psquica y mental
semejante a la exigida a un no-judo para el estudio de la filosofa.
El cuerpo y el alma, al trabajar conjuntamente en los aspectos asc-
ticos de esta tarea, pueden vencer las inclinaciones del hombre al
mal. El
talmud Torah
sera, pues, una forma de
askesis
rabnica,
una actividad destinada especialmente a una elite deseosa de situar-
se en la proximidad de lo divin031.
No nos desagrada constatar que la poca de Yabne se caracteri-
za por una voluntad de democratizacin del estudio de la Tor; no
es necesario, pues, considerar este estudio como patrimonio exclu-
sivo de la elite. Los textos de este periodo dan testimonio precisa-
mente del proceso invers032. Esta preeminencia del estudio de la
Tor por encima de cualquier otro precepto Pe ah 1, 1) le es pro-
pia. Esta orientacin fundamental del talmud Torah y la visin que
de ella deriva suponen una ruptura con las formas de espirituali-
dad del judasmo de finales de la poca del Segundo Templo. A
este respecto, M. Fishbane ha observado de forma muy juiciosa
que los Sabios sealaron un
movement from a cultufe based on
direct divine revelations to one based on their study and reinterpreta-
tion [movimiento que pasa de una cultura basada en revelaciones
divinas directas a una cultura basada en su estudio y reinterpreta-
cin]33. Esta idea representa efectivamente la gran tendencia de la
poca de Yabne.
31. M.L.Satlow, Andon the Earth You Shall Sleep : Talmud Torah and Rabbinic
Ascetism, en Journal of Religion 83 (2003) 204-225.
32. Es difcil suscribir la tesis de S.J.D. Cohen, The Place of the Rabbi in Jewish
Society of the Second Century, en L.I. Levine lEed.),
The Galilee in Late
Antiquity,
Cambridge 1992, pp. 157-173, donde opina que los
tannaim
no
crearon una estructura social que permitiese el acceso al estudio de la Tor.
Ver igualmente S.J.D. Cohen, The Rabbi in Second-Century Jewish Society,
en W, Horbury, w D. Davies y J. Sturdy (eds.), The Cambridge History of
Judaism. The Early Roman Period,
Cambridge 1999, vol. nI, pp. 922-977.
33. M. Fishbane,
The Garments ofTorah: Essays in Biblical Hermeneutics,
Bloo-
mington 1989, p. 65.
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INTRODUCCIN
31
Subrayemos por fin que, de forma paradjica, fueron las contro-
versias y la pluralidad de opiniones en el mbito del estudio lo que
dio forma, despus de Yabne, a la relacin interna en el seno del
mundo de los Sabios34.
Yabne y el estudio de la ora controversias y pluralismo
La gran novedad del periodo de Yabne es el especfico papel otor-
gado a la controversia en el estudio del texto revelado, controversia
que permite a todos tomar parte con su propia opinin. Tal innova-
cin carece de precedentes. La caracterstica de esta premisa inte-
lectual es que el desacuerdo en la interpretacin no implica, en modo
alguno, fraccionamiento. La sociedad juda de finales de la poca
del Segundo Templo se caracteriza por una fragmentacin socio-
religiosa en la que diversos movimientos y grupos evolucionan de
forma separada. Yabne, con el propio lugar concedido a la contro-
versia intelectual, ofrece el modelo contrario: la pluralidad no crea
sectas; ella misma es vector de unidad35. La idea es que, a pesar de
las divergencias de opiniones, los Sabios forman una misma frater-
nidad. Podemos encontrar este concepto en un pasaje de Sifre Deu-
teronomio 96 sobre Dt 14,1: No formis fracciones agudot , sino
sed todos una misma fraccin
agudah
>36.Esta frase traduce el pro-
ceso ms representativo del periodo de Yabne: evitar escisiones
internas y, por el contrario, crear un reagrupamiento dentro del gru-
po de los Sabios bajo la autoridad de su propia halak.
34. Sobre la organizacin del estudio de la Tor en la tradicin juda, vase el
hermoso libro de M. Breuer, Oholei Torah. La yeshiva, sa structure et son his-
taire,
Jerusaln 2003 [en hebreo].
35. Como dice con fina irona S.J.D. Cohen, The Significance of Yavneh: Pha-
risees, Rabbis and the End of Jewish Sectarianism, enHebrew Union College
Annual
55 1984 p. 29: Por primera vez, los Judos se han puesto de acuer-
do en no estar de acuerdo. Observemos, sin embargo, que este fenmeno no
se corresponde con las palabras de D. Stem, Midrash and Theory: Ancient
lewish Exegesis and Contemporary Literary Studies, Evanston 1996, pp. 15-38,
quien opina que la pluralidad de interpretaciones y la polifona son fruto de
una poltica deliberada de los Sabios con el fin de asentar su ideologa y afir-
mar su autoridad.
36. Sifre Deuteronomio 96 ed. L. Finkelstein, p. 158 .
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32
EL TALMUDy LOS ORGENES JUDos DEL CRISTIANISMO
El fraccionamiento en sectas, caracterstico de la sociedad juda
del final de la poca del Segundo Templo, responda al hecho de
que cada grupo posea la autntica interpretacin del texto bblico,
que en consecuencia anulaba la del otro. Es cierto, por ejemplo, en
relacin con los sectarios del mar Muerto o los saduceos. Cada uno
estaba convencido de ofrecer el nico mensaje de
verdad
del texto
revelado. Los Sabios del Talmud practicaban una controversia que
no divida creando un otro radicalmente otro, sino un otro radical-
mente s mismo37. As, la pluralidad de interpretaciones en el Tal-
mud apunta a una verdad mltiple, no nica. Estamos, pues, ante
nuevos esquemas mentales: aceptar al otro para completar la pro-
pia interpretacin del texto. Este sera el punto de partida de los
Sabios del Talmud de esta poca.
Parece que la controversia, tal como llegar a imponerse entre
los
tannaim
despus del 70, no tuvo carta de ciudadana en el mun-
do fariseo antes del 70. Testigo de ello es este interesante pasaje de
T Efagigah n, 938:
R. Yos ensea: Al comienzo, las controversias maklokot
slo tenan lugar en un bet din (tribunal rabnico) de veinti-
trs [jueces]. Tres [tribunales] estaban en las ciudades de la
Tierra de Israel y dos tribunales de tres [jueces] estaban en
Jerusaln. Un tribunal se encontraba en la colina del Templo
y otro en la muralla [del Templo]. Cuando un hombre necesi-
taba conocer una norma
halak ,
se diriga al
bet din
ms
prximo a su ciudad. Si ellos [los miembros de este bet din] lo
saban, se lo decan; si no, iba con el ms sabio de ellos al bet
din
de la colina del Templo; si lo saban, se lo decan; si no,
iba con el ms sabio de ellos al bet din de la muralla [del Tem-
plo]. Si ellos lo saban, se lo decan; si no, iban juntos al gran
bet din
de de las piedras tall~das
lishkat ha-gazit .
[Este
bet
din] tiene setenta y un jueces, y no puede tener menos de
37. Evidentemente estos conceptos estn tomados de las categoras de la filosofa
de Lvinas, y no de representaciones puramente historicistas.
38. (Ed. M.S. Zuckermandel, p. 235). Ver tambin T
Sanhedrin
VII, 1-2 (ed. M.S.
Zuckermandel, p. 425);
Sanhedrin
XI, 2;
Sanhedrin
88b.
. .- --
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33/233
INTRODUCCIN
33
veintitrs jueces. Si uno de ellos tiene que salir, deber mirar
si quedan veintitrs Uueces]. Si es as, saldr; si no, no saldr
hasta que haya veintitrs;~Estaban all desde el sacrificio
matutino hasta el sacrificio de la tarde. Los das de shabat y
los das de fiesta entraban en la casa de estudio de la colina
del Templo. Si se planteaba una cuestin [de halak] que ellos
saban responder, respondan; pero si no saban, actuaban en
funcin del nmero: si la mayora declaraba una impureza,
ellos la declaraban [igualmente]; si declaraba una pureza,
ellos la declaraban [igualmente]. De all sala la halak y se
divulgaba por Israel [en el seno del pueblo judo].
Tras la dispersin de los discpulos de Shammai y los de
Hillel, que no sirvieron suficientemente [a sus maestros]
aprendieron de ellos , las controversias ma dokot) se multi-
plicaron en Israel. As, buscaban e investigaban a cada perso-
na sabia, humilde, sana de espritu, temerosa del pecado,
bienhechora y poseedora del espritu de las creaturas [de
otros hombres], y se la nombraba juez rabnico dayan) en su
. ciudad.
Este texto pone de relieve dos aspectos importantes. Cada uno
de ellos muestra de forma clara el cambio operado entre la poca
en que el Templo todava era el centro de la vida juda y el momento
en que ya no lo es.
En primer lugar, el texto precisa que la controversia no puede
tener lugar ms que en el seno de la institucin; en el Templo si era
el caso. Fuera de este lugar, en el que residen los jueces que produ-
cen la halak,
no se puede conceder vala intelectual a un individuo
que, por su exploracin del texto, permitiese que emergiera la Ley.
La interpretacin de la Ley implica, pues, un marco espacial y tem-
poral, y no puede ser fruto de especulaciones fuera de ese espacio y
ese tiempo. La institucin que representa el Templo est dotada de
la funcin suprema de resolver los problemas relativos a la Ley. El
proceso de elaboracin de la decisin halkica se desarrolla exclu-
sivamente en funcin de la tradicin. La tradicin, transmitida de
generacin en generacin, es el soporte en el que uno se basa para
7/26/2019 Dan Jaff - El Talmud y Los Orgenes Judos Del Cristianismo
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I
34 EL TALMUD y LOS ORGENES JUDOS DEL CRISTIANISMO
determinar lo que dice la Ley. Tengamos en cuenta que en esta
perspectiva si la tradicin no existe o no est claramente estableci-
da habr que recurrir a una toma de decisin en funcin de la
mayora. Este procedimiento presenta una importante caractersti-
ca: permite establecer algo categricamente sin dar lugar a alter-
nativas. No hay lugar para otra voz pues la mayora ha decidido
previamente lo que dice la Ley. Aparece aqu un elemento capital
que consiste en otorgar estatuto de tradicin a la decisin de la
mayora. Esto quiere decir que la mayora determinar la ley para
las generaciones futuras y formar parte de la tradicin. Y ser en
funcin de esta tradicin as establecida como deber decidirse en
el futuro. Esta premisa propia de la situacin anterior a la direc-
cin de los Sabios pone de relieve dos aspectos: la voz alternativa
no tiene cabida en el seno del grupo autorizado; no puede aportar
una interpretacin innovadora que ilumine nuevos aspectos en la
Tor. El contexto ser exactamente lo contrario con la aparicin de
los Sabios como poder autnomo de la nacin despus del ao 70.
Con los Sabios de Yabne ser fundamental el hidush, la interpreta-
cin innovadora39.
En segundo lugar suele decirse que la controversia se multiplic
en Israel entre los discpulos de Shammai y los de Hillel. Y la razn
que se aduce es que sus alumnos carecan de un conocimiento ade-
cuado de la formulacin de la Ley. A este respecto puede observarse
que la versin paralela del pasaje en
Sanhedrin
88b dice: Despus
de la dispersin de los discpulos de Shammai y los de Hillel que no
sirvieron suficientemente [a sus maestros] las controversias
makhlokot se multiplicaron en Israel y la Torse constituy en dos
Torot .
39. Para ilustrar este nuevo punto de partida podemos citar este texto de
lfaggah
3a: Nuestros maestros han enseado: Un da R. Yohann ben Berok y R.
Eleazar ben Hasm fueron a Bekiin a visitar a R. Yehosha. l les pregunt:
Qu hay de nuevo hoy en la casa de estudio? Maestro nosotros somos tus
discpulos Anosotros nos toca beber tu agua.
Sea lo que sea, no esposible que
nada nuevo haya tenido lugar
en
la casa
de
estudio.
De quin era el Shabat
esta semana? Era el Shabat de R. Eleazar ben Azaras. Este pasaje pone de
relieve la importancia del aspecto innovador en la interpretacin de la
Escritura que en el caso presente se efecta oralmente.
..
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INTRODUCCIN
35
En consecuencia, la fijacin de la halak dependa de la institu-
cin y del grupo autorizado que ejerca en el marco de esta institu-
cin, es decir, el Templo. Con la propagacin de la pluralidad, ilus-
-.
trada en este pasaje por los discpulos de la escuela de Shammai y
la escuela de Hillel, se produjo una cesura en el seno de este siste-
ma organizativo. Por lo que puede saberse, esta situacin polifni-
ea resultante de esas dos corrientes ces en la poca de Yabne4. Es
interesante constatar lo difcil que resulta saber segn qu crite-
rios formales se dio preeminencia a una sobre la otra41. Un pasaje
del Talmud de Jerus~ln en Yebamot I, 6, 3b cuenta que una voz
divina declar en Yabne que las dos escuelas haban conseguido la
aprobacin divina, pero que slo la escuela de Hillel estaba habili-
tada para fijar la halak. Hubo que recurrir a una voz divina para
determinar la primaca de una escuela sobre la otra, como si lo
humano, dada su subjetividad, fuese incapaz de decidir formal-
mente entre las dos opiniones. Slo la intervencin del Cielo puede
ser decisiva.
Tuvo lugar una transicin en una doble perspectiva. Por una
parte, la polifona de las escuelas interpretativas, bien se tratase,
por ejemplo, de las escuelas de Shammai y de Hillel, bien de movi-
mientos tales como los esenios o los saduceos, se disuelve para
dejar paso a una voz monocorde, la de los Sabios. Por otra parte, en
una perspectiva exactamente inversa y propia del mundo de los
Sabios, se pasa de una voz monofnica, la de la institucin (el Tem-
plo) y sus mandatarios autorizados, a una voz polifnica, la de los
Sabios. La diferencia abismal que aparece en este proceso de tran-
sicin se debe al hecho de que esta ltima voz, por muy polifnica
40. A.Guttmann, The End of the Houses, en Studies in Rabbinic ludaism Nueva
York 1976, pp. 184-200.
41. Un interesante pasaje de T
Eduyyot
I, l(ed. M.S. Zuckermandel, p. 454) des-
cribe el sentimiento de urgencia que acompa a la constitucin de la asam-
blea de Yabne: Cuando los sabios fueron reunidos en Kerem be-Yabne,
dijeron: Podra llegar un tiempo en que alguien buscase un artculo de la
Tor o algunas palabras de los doctores de la Ley y no los encuentren [...].
Empecemos con Hillel y Shammai . Sin duda, este texto registra el gran pro-
ceso de recopilacin de la halak iniciado en Yabne. Vase a este respecto
M. Fisch, Canon, controverse et rforme: une rflexion sur l autre voix du
judalsme talmudique, en Les Cahiers du judai sme 18 (2005) 61-75.
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...
-
36
EL TALMUD y LOS ORGENES JUDOS DEL CRISTIANISMO
que sea, emana exclusivamente del mismo medio ambiente, el de
los Sabios. Estamos en el momento histrico de la elaboracin del
corpus de la Misn42.
Durante la normalizacin sociorreligiosa emprendida por los
Sabios de Yabne no podrn subsistir dos grupos: los que insisten en
una autodefinicin sectaria y los que rechazan unirse a la mayora.
Los primeros son, p.e., los judeo-cristianos que, desde el punto de
vista doctrinal, se definen como adeptos al movimiento de Jess.
Esta designacin mesinica de Jess no puede entrar en el
molde
que tratan de determinar los Sabios. En efecto, si la pluralidad inte-
lectual es la caracterstica de la literatura que elaboran, la unifor-
midad doctrinal es la norma de su ideologa. Precisamente en este
contexto es necesario situar la Birkat ha-minim orientada a la
exclusin de los judeo-cristianos de la sinagoga.
segundo grupo, los que, entre los Sabios, rechazan unirse a la
mayora, sern igualmente excluidos de su sociedad. Esta sociedad,
en plena gestacin, no dudar en prescindir de condiscpulos que
profesan ideas no necesariamente heterodoxas desde el punto de
vista de la
doxa
sino que simplemente son reacios a unirse a la
mayora. Se pueden tambin constatar ciertos casos que demues-
tran que una sociedad, por muy flexible que sea, debe fijar sus pro-
pios lmites.
primer caso es evocado en
Eduyyot
V,6-7. Es el de Aqabas ben
Mahalaleel, que estaba en desacuerdo con la mayora de los Sabios
en cuatro puntos halldcos. Este Sabio mantuvo su postura y no
pudo ser nombrado Ab bet din director del tribunal rabnico . Tras
42. S.J.D. Cohen, The Significance ofYavneh: Pharisees, Rabbis and the End of
Jewish Sectarianism, pp. 48-49. Conviene observar que los propios
tannaim
confirman que el corpus de la Misn comenz en Yabne; d. T
Eduyyot
1, 1
ed. M.S. Zuckermandel, p. 454 ; p{lra las citas de opiniones mayoritarias y
minoritarias, d. T Eduyyot 1,4-5 ed. M.S. Zuckermandel, p. 455 , Aunque la
idea de la voz divina relativa a la victoria de la escuela de Hillel no aparece
en las fuentes tannaticas, una idea similar es mencionada en T
Sukkah
n, 3
ed. M.S. Zuckermandel, pp. 193-194 . La idea de que el Sabio abandona su
propio punto de vista en funcin de la opinin mayoritaria aparece clara-
mente en T
Sabbat
XII, 12 ed. M.S. Zuckermandel, p. 127 ; TJ
Berakot
1,2,
3a; TJ Gitin VII, 6, 49a y otros.
-
:-J
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INTRODUCCIN
37
largos aos de aislamiento, pidi a su hijo, antes de morir, que acep-
tase la opinin de la mayora de los Sabios, pues prevaleca sobre la
propia opinin, que en este caso era m~goritaria43. El segundo caso
es el de R. Eliezer ben Hircano, que fue ,expulsado del grupo de los
Sabios por no haber aceptado la opinin de sus colegas y apelar a
pruebas que trastrocaban el ciclo de la naturaleza44. El tercero y lti-
mo caso es el de R. Gamaliel n, patriarca de Yabne durante los pri-
meros aos del siglo n, que fue destituido por haber querido imponer
su voluntad a los otros Sabios de forma tirnica y desconsiderada45.
Todos estos ejemplos ponen de relieve el problema esencial del
periodo de Yabne: la creacin de una sociedad abierta y plural que
aceptaba distintas opiniones, pero que, al mismo tiempo, deseaba
mantener el orden impuesto por el grupo dirigente.
La sociedad de los Sabios tras la destruccin del Segundo
Templo elite o grupo cerrado
Tras
la
destruccin del Segundo Templo de Jerusaln el ao 70,
los Sabios fueron formando progresivamente un grupo indepen-
diente en el seno del pueblo. Segn ellos, este turbulento periodo
exclua los Eraccionamientos sociorreligiosos y la pluralidad de
movimientos. Haba llegado la hora de fomentar una mayor cohe-
sin con el fin de asegurar la permanencia de la sociedad juda y, en
43. A.J. Saldarini, The Adoption of a Dissident: Aqabya ben Mahalaleel in
Rabbinic Tradition, en
loumal of lewish Studies
33 (1982) 547-556.
44. Cf.Baba Me~i a 59b. Sobre este caso, ver nuestros anlisis: D. Jaff, Le ludais-
me et I Avenement du christianisme
pp. 35-38.154-156; tambin sobre este
Sabio, D. Jaff, Les relations entre les Sages et les judo-chrtiens durant
l poque de la Mishna: R. lizer ben Hyrcanus et Jacob le
min
disciple de
Jsus de Nazareth, en S. Trigano (ed.),
Le Christianisme au rniroir du judais-
me Pardes 35 (2003) 57-77.
45. R. Goldenberg, The Deposition of Rabban Gamaliel U: an Examination of
the Sources, en loumal of lewish Studies 23 (1972) 167-190 (= W.S. Green
ed.,
Persons and lnstitutions in Early Rabbinic ludaism
Missoula 1977, pp.
9-47); M. Cohen, Les rformes socioreligieuses intervenues apres la dposi-
tion de Rabban Gamaliel de la prsidence de l acadmie de Yabneh, en
Revue d histoire et de philosophie religieuse 76 (1996) 397-414; H. Shapira, La
dposition de Rabban Gamaliel- Entre histoire et lgende, en
Zion
64 (1999)
5-39 [en hebreo].
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38
EL TALMUD y LOS ORGENES JUDOS DEL CRISTIANISMO
mayor medida, del judasmo. Este puesta en marcha tuvo lugar en
dos planos distintos: por una parte, convencer a quienes podan
formar parte de su grupo o, al menos, aceptar sus exhortaciones;
por otra parte, excluir a quienes rehusaban dicha puesta en mar-
cha. As, fueron excluidos los minim/judeo-cristianos. La principal
preocupacin de los Sabios consista en llenar el vaco que supona
la prdida del Templo, smbolo de toda la vida juda. Como hemos
indicado, erigieron el
talmud Tor
en fundamento esencial de la
vida juda y promulgaron taqanot Una taqan era una nueva halak
que reemplazaba a otra antigua en virtud de las nuevas circunstan-
cias46. Hay que tener en cuenta que el estudio es entendido, sobre
todo, como elemento de substitucin del Templo ya desaparecido.
En nuestra opinin, los Sabios constituan una elite dominante
durante el periodo talmdico. Una elite no es necesariamente un
grupo institucional. A veces puede ser representada por un grupo
social que influye decididamente sobre los dems, sin que por ello
posea un cuerpo organizativo o jurisdiccional. Aunque pueda sor-
prender, el modelo de comportamiento representado por la elite era
ms importante para la sociedad de lo que podra serIo un docu-
mento escrito de naturaleza coercitiva. En este caso, puede decirse
que la influencia ejercida naca de una actitud social o una repre-
sentatividad carismtica ms que de una estructura jerrquica
acompaada de una jurisdiccin formal47.
Este asunto se manifiesta en toda su crudeza en relacin con los
Sabios de los primeros siglos. Refleja la literatura talmdica una
realidad
histrica
cuando evoca las maniobras y las intenciones de
los Sabios? Se trata de una representacin puramente imaginati-
va, es decir, que relaciona esta literatura con un mundo utpico, o,
por el contrario, constituyen los textQs el reflejo de algo autntico y
tangible? Dicho de otro modo: es la literatura talmdica fruto de
un alistamiento}} de datos con fines ideolgicos, a saber, la puesta
46. Vase a este respecto el estudio de M.S. Jaffee, The Taqqanah in Tannaitic
Literature: Jurisprudence and the Construction of Rabbinic Memory, en
Journal of Jewish Studies 41 1990 204-225.
47. Cf. entre otros R.v. Presthus, Elites in the Policy Process Cambridge 1974.
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48. R.e. Kelly,
toro Social Structure
Arbor 1974. Apropsito de este fe
d. K. Hopkins, G. Burton. Ambil
cracy under de Emperors, en K. f
1983, pp. 120-200.
INTRODUCCIN
onoma d
lte, habr
realidad h
,
naginario
radoia de
fines ideI, p, 388.
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INTRODUCCIN 49
y empresas. Esto quiere decir que, en el caso de los Sabios, no era
tanto la fijacin de la
halak
lo que les confera autoridad cuanto el
...,
grado de aceptacin de la halak por parte del pueblo. As, una regla
halkica que fuese formulada parcial o exclusivamente en funcin
de ciertas consideraciones una costumbre ancestral o una prctica
anclada en el pueblo) poda tener fuerza legal lo mismo que un pre-
cepto proveniente directamente de los Sabios65.
Este aspecto es muy importante por lo que respecta a la temti-
ca que nos ocupa. En qu medida eran aplicadas las decisiones de
los Sabios a las relaciones con los judeo-cristianos? En qu medi-
da, por ejemplo, la
Birkat ha-minim
revesta un carcter redhibito-
rio para las comunidades judas? En la misma lnea, y en relacin
con las medidas tomadas respecto a las enseanzas paulinas, eran
fruto de una toma de posicin meramente literaria o tenan impli-
caciones concretas en la realidad? Todo lo que hemos expuesto a
propsito de la fijacin de la
halak
muestra que las gestiones de los
Sabios deben ser consideradas como medidas concretas que impli-
caban un juicio sobre una parte del mundo judo de la poca, en
este caso con los discpulos judos del movimiento de Jess.
Eran los Sabios una elite dominante? Problemas de metodo-
loga
En 1992, S.J.D. Cohen public un ensayo todava hoy de refe-
rencia) sobre el lugar que ocupaban los Sabios en la sociedad juda
del siglo n. Aunque la forma de abordar la problemtica y las con-
clusiones a las que lleg este importante crtico difieren de las
nuestras, conviene presentarlas y discutirlas66. Tenemos que tener
65. Puede igualmente aadirse que lo mismo ocurre con una costumbre extraa
al Judasmo o incluso proveniente de civilizaciones o grupos que le eran
hostiles. Remitimos al estuclio ya citado de S. Safrai: La communaut com-
me facteur dans la fixation de la halakha} pp. 493-500.
66. S.J.D. Cohen, The Place of the Rabbi in Jewish Society of the Second Cen-
tury}), pp. 157-173, e igualmente, aunque en menor medida, S.J.D. Cohen,
WerePharisees and Rabbis the Leaders of Communal Prayer and Torah
Study in Antiquity? The Evidence of the New Testament, Josephus and the
Church Fathers}), pp. 99-114.
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EL TALMUD y LOS ORGENES JUDOS DEL CRISTIANISMO
en cuenta varios elementos metodolgicos de este estudio para
abordar una cuestin tan crucial como sta.
.
Es importante distinguir entre las fuentes de la poca tanna-
tica dos primeros siglos y las fuentes amoratas del siglo
al V . Por otra parte, hay que distinguir bien entre los testi-
monios de la poca tannatica transcritos en la poca amora-
ta y los testimonios de la poca tannatica cuya redaccin
tuvo lugar ciertamente en su poca.
.
Cohen slo tiene en cuenta los testimonios relativos a hechos
que, a su juicio, tuvieron realmente lugar. En su opinin, slo
pueden ser testigos de la autoridad del grupo de los Sabios las
fuentes que mencionan la decisin efectiva de un maestro. Sin
embargo, hay que decir que estas decisiones no constituyen
una prueba sistemtica, pues es difcil saber cmo fueron reci-
bidas entre la gente. Su recepcin forma parte de lo que hemos
denominado relacin de fusin Por otra parte, la opcin de
tener slo en cuenta las fuentes que mencionan un hecho con-
siderado real plantea problemas, pues una halak puede ser
fijada a partir de un hecho, o viceversa. La halak es frecuente-
mente fijada en funcin de casos reales? expuestos a los
Sabios; en consecuencia, la distincin entre hecho y halak es
a menudo artificial y responde ms a una elaboracin literaria
que a una base histrica. Desde nuestro punto de vista, la fija-
cin de una
halak
que pudiese calificarse de
principio
es
decir, que no tuviese en la actualidad implicaciones en la reali-
dad, da testimonio de la posicin de los Sabios en cuanto elite.
Finalmente, hemos de preguntamos por la naturaleza de la
exhortacin: se trata de una regla proveniente de la Tor, es
decir, de la divinidad, o de una regla
slo
de buena conducta,
que evidentemente no posee el mis}.11ovalor?
. Cohen pone de relieve la diferenci;~xistente entre las temti-
cas halkicas de las ancdotas los hechos de la poca de
Yabne y de Jus 70-180 ms o menos y las temticas halki-
cas de los hechos de la poca de R. Jud el Prncipe 180-220
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INTRODUCCIN
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que decir de entrada que la literatura talmdica es fragmen-
taria y que no incluye todos les enunciados orales de las po-
.~ 1
cas precedentes. Adems, las diffencias de temticas halki-
cas entre la poca de Yabne y Jus y la de R. Jud pueden
explicarse por razones histricas. La importancia dada a las
leyes de pureza en la poca de Yabne proviene del hecho de
que estas leyes constituan una nueva temtica. La idea de
imponer estas leyes a todos corresponde a la poca del Segun-
do Templo. En el periodo de Yabne, a causa de la destruccin
del Templo o como reaccin a este acontecimiento, se trataba
de cumplir tal imposicin, es decir, de hacer extensivas las
leyes de pureza al mayor nmero posible de gente. Podemos
igualmente suponer que estas leyes son fruto de una lucha
contra el estatuto de los sacerdotes67.
. Cohen afirma que no exista odio entre los Sabios y algunos
miembros del pueblo, y sobre todo que los Sabios no eran los
dirigentes de la sociedad juda del siglo n. En realidad, el
testimonio de los textos del Talmud de Babilonia, especial-
mente en PesaJy.im49a-b, demuestra lo contrario: que entre
los tannaim y los amme-ha-are::exista una lucha virulenta e
incluso un odio absolutamente si:ggulares. Por otra parte,
parece ya establecido que, despus del ao 70, los Sabios fue-
ron convirtindose progresivamente en los dirigentes de la
sociedad juda de Judea68.
Podramos ampliar estas divergencias y deducir de ellas otros
datos, pero parece que ya ha sido puesto de relieve lo esencial.
R Gamaliel de Yabne: Sabio y etnarca
Despus de habemos preguntado por el lugar que ocupaban los
Sabios en la sociedad juda de los dos primeros siglos y por sus acti-
vidades caractersticas, llegamos a la conclusin de que su funcin
67. A. Aderet, De la destruction a la restauration. La voie de Yabneh dans le rta-
blissement de la nation juive Jerusaln 1997, 361-362 [en hebreo].
68. D. Jaff, Les amei-ha-aretz durant le ne et le nle siecle. tat des sources et
des recherches, pp. 1-31.
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