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UNIDAD 1
LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
EL ANTIGUO RÉGIMEN
Los protagonistas de la Revolución Francesa, conscientes de estar inaugurando una
nueva época, llamaron despectivamente “Antiguo Régimen”, al período con el que
pretendían acabar. Los historiadores han mantenido esta denominación para referirse al
sistema social, económico y político dominante en Europa entre el siglo XVI y finales
del XVIII. Se caracteriza por un orden político absolutista, una organización social
estamental y una economía de subsistencia basada en la agricultura.
POLÍTICA Y SOCIEDAD EN EL ANTIGUO RÉGIMEN
La monarquía absoluta
La organización política más común del Antiguo Régimen era la Monarquía Absoluta.
El rey consideraba que su poder era de origen divino (Dios había delegado en él) y, por
tanto, ilimitado (sólo respondía ante Dios). Los monarcas absolutos concentraban en sus
manos el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial, mandaban sobre el ejército y todas
las instituciones del estado. El estado en su conjunto (incluyendo sus habitantes-
súbditos) no eran sino una propiedad personal del Rey.
La sociedad estamental
Las sociedades del Antiguo Régimen se caracterizaban por tener una población
estancada, sometida periódicamente a las llamadas crisis de subsistencia y que aún no
habían conocido la revolución demográfica que haría crecer la población europea a
ritmos nunca antes conocidos. Se trataba de una sociedad formada por grupos muy
cerrados: la sociedad estamental.
La sociedad estamental se caracterizaba por la desigualdad legal entre los diferentes
grupos sociales o estamentos. De un lado distinguimos el grupo de los Privilegiados,
constituidos por la nobleza y el alto clero, que poseían enormes riquezas provenientes
de las rentas de la tierra y gozaba de exenciones fiscales -estaban excluidos del pago de
varios impuestos-, eran juzgados según leyes distintas a las del pueblo, y se reservaban
los cargos más importantes del ejército, la Iglesia y el estado.
De otro lado tendríamos al estamento no privilegiado (o tercer estado), que no era un
grupo homogéneo, pues cabían en él, desde ricos comerciantes y banqueros (que nada
envidiaban a la nobleza en cuanto a riqueza) hasta el más humilde de los campesinos,
pero que tenían en común el hecho de ser quienes sostenían económicamente el país con
su trabajo, y el estado con sus impuestos. El tercer estado constituía habitualmente 9/10
de la población, de ellos la mayoría campesinos pobres.
LA ECONOMÍA DEL ANTIGUO RÉGIMEN
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La economía del Antiguo Régimen era básicamente rural: más del 80 % de la población
se ocupaba de tareas agropecuarias. Se trataba de una agricultura en general
caracterizada por su bajísima productividad, por estar dirigida al autoconsumo (el
campesino pensaba fundamental en alimentarse directamente él mismo y sus familias
con el producto de sus tierras) y no a la comercialización, y por la utilización de
técnicas y herramientas que apenas han conocido cambios en varios siglos: la utilización
del arado romano sigue siendo general en casi toda Europa y el mantenimiento del
barbecho (dejar sin cultivar cada año un tercio o la mitad de las tierras para que esta
recupere sus nutrientes) en la rotación de cultivos como técnica de fertilización de las
tierras. Por otra parte, las posibilidades de acceder a la propiedad de la tierra eran muy
escasas; la nobleza y la Iglesia acaparaban la mayor parte de la tierra, que solían ceder
para su explotación mediante contratos de arrendamiento.
En muchas zonas se conservaban estructuras del llamado régimen señorial típicas de la
Edad Media: muchos campesinos en teoría hombres libres, debían sin embargo pagar
impuestos a su señor (normalmente algún gran propietario de la zona con un título de
nobleza o algún cargo eclesiástico) en forma de pagos en moneda, en especie (una parte
de la cosecha) o personal (trabajando gratis durante varias jornadas en las tierras del
señor). Además estos campesinos debían aceptar la autoridad judicial del señor y
estaban obligados a utilizar (pagando) el molino o el lagar, e incluso a pedir su
autorización para casarse. Todavía en el siglo XVII en muchas zonas de Europa esos
campesinos tenían prohibido moverse de sus tierras y buscar otro trabajo, obligación
que heredaban sus hijos. Sin embargo este sistema señorial se había debilitado con la
peste que diezmó la población europea desde fines del siglo XIV: los señores debieron
"aflojar" la presión sobre los campesinos. En los siglos XV y XVI, con la mayor
circulación monetaria muchos campesinos cambiaron sus obligaciones por pagos en
dinero. Además las monarquías absolutas recortaron el poder de los señores, en especial
su capacidad para ejercer justicia y cobrar impuestos. De esta manera, mientras en
algunos países del este de Europa el régimen señorial sigue vigente de lleno, en Gran
Bretaña ya casi ha desaparecido, lo que es considerado por muchos historiadores como
favorable para la modernización de la agricultura y de la economía en general que se
producirá en este país a partir el siglo XVIII.
Esta economía agraria atrasada convive en muchas zonas con un importante desarrollo
urbano y comercial dinamizado por los grandes descubrimientos geográficos pues,
desde mediados del siglo XV, exploraciones portuguesas y castellanas revolucionan el
conocimiento geográfico y científico en general, incorporando a la cultura europea
nuevas tierras, mares, razas, especies animales y vegetales... Primero serán las costas
africanas, luego el descubrimiento de América, posteriormente las tierras del Pacífico,
de forma que a finales del siglo XVIII apenas quedaban por descubrir el interior de
África y las zonas polares. Pronto algunos países europeos construirán enormes
imperios coloniales basándose en su superioridad técnica (armas de fuego) que servirán,
inicialmente, para animar el comercio europeo con inmensas cantidades de oro y plata
(monedas) y ya desde el siglo XVIII se incorporan enormes plantaciones de tabaco y
azúcar, que junto al comercio de especias y a la trata de negros, servirán para enriquecer
enormemente a las burguesías mercantiles de algunos países europeos.
Pero este panorama de cambios hay que matizarlo, destacando, por ejemplo, la
pervivencia de los gremios dentro de las actividades artesanales: los trabajadores de
cualquier sector artesanal en una ciudad (zapateros, tejedores, alfareros...) estaban
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obligados a formar parte de una organización, el gremio, que controla toda la actividad
que se desarrolle en esa ciudad, de manera que las mercancías fabricadas en otros
lugares no puedan entrar en su ciudad. El gremio fijaba de una forma rígida horarios,
precios, salarios, herramientas, número de trabajadores por taller..., e impedían
cualquier avance técnico u organizativo que pudiese dar ventaja a unos talleres sobre
otros. Por estas razones los nuevos regímenes liberales prohibirán la existencia de
gremios como organismos incompatibles con economías basadas en el progreso
tecnológico continuo que deriva de la competencia y el libre mercado.
El comercio encontraba numerosos obstáculos a su desarrollo como eran la existencia
de multitud de aduanas interiores o la mala calidad de los transportes terrestres que
sólo mejorarán con la construcción de los primeros ferrocarriles.
EL PENSAMIENTO ILUSTRADO
Se entiende como Ilustración a un movimiento intelectual que tiene como bases un
conjunto de ideas filosóficas que enfatizan la confianza en la razón como solución de
muchos de los males de la humanidad. La razón aplicada a través de los conocimientos
científicos difundidos gracias a la educación (los ilustrados creen en la necesidad de
alfabetizar al conjunto de la población) se convierte en una herramienta esencial para el
progreso de la humanidad. La confianza en el uso de la razón, la defensa de las
libertades individuales y de la tolerancia religiosa y el optimismo ante el futuro, son
rasgos característicos de muchos de los llamados ilustrados.
EL SIGLO DE LAS LUCES
El nombre de Ilustración, hace referencia la “luz” que arroja la razón al abordar muchos
asuntos considerados antes misteriosos. En muchos idiomas el movimiento es
denominado con una palabra que hace referencia a esa luz clarificadora de la razón:
Illuminismo (Italia), Enlightenment (Gran Bretaña)...
En el origen de este movimiento desarrollado en el siglo XVIII (“Siglo de las luces”) se
encuentran la difusión de la filosofía empirista inglesa que afirma que todo
conocimiento proviene de la experiencia (Locke, Hume) y el espíritu científico
difundido por Newton, matemático y científico inglés que desarrolla su obra en las
últimas décadas del siglo XVII, y sus seguidores, que pondrán las bases de la llamada
ciencia moderna: toda teoría científica deberá ser probada mediante experimentos, idea
ya anticipada a comienzos del siglo XVII por los trabajos del astrónomo italiano
Galileo. De esta manera, la Ilustración considerada por muchos como una corriente
filosófica francesa, tiene claramente una inspiración británica. Sin embargo, sus figuras
más importantes serán en buena parte un grupo de pensadores franceses (Les
philosophes), entre los que destacan Diderot, D´Alembert, Voltaire, Montesquieu y
Rousseau. Todos estos pensadores tienen ideas muy diferentes, pero globalmente
coinciden en la valoración de la inteligencia humana, de la razón, como instrumento que
puede desvelar los secretos de la naturaleza y proporcionar técnicas que mejoren no sólo
las condiciones materiales de la humanidad, sino también hacer mejores éticamente a
los humanos. A través de la educación puede conseguirse el progreso global de la
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humanidad. Frente al cristianismo que considera el paso por el mundo como una
estancia temporal en un "valle de lágrimas", la Ilustración es una ideología optimista
que pretende que los seres humanos se liberen de todos aquellos obstáculos que impiden
el bienestar y la felicidad en la tierra.
LA ENCICLOPEDIA
Varios de estos “philosophes” son responsables de la edición de la conocida como
Enciclopedia, que pretendía ser un compendio de los nuevos conocimientos obtenidos
por la razón, a la vez que pretendía convertirse en un medio de difusión de la ideología
ilustrada y de defensa del racionalismo, la tolerancia o las libertades. La Enciclopedia, o
con su título completo La Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, las
artes y los oficios, proyecto impulsado por ilustrados, Diderot y D´Alembert, y que se
publicará en varios tomos desde mediados del siglo XVIII. Su propio título completo
nos ilustra sobre la pretensión de servir para divulgar los conocimientos científicos y
técnicos de la humanidad, pues los ilustrados, filósofos optimistas, pensaban que la
ciencia y la técnica podían dar respuestas a muchas de las desgracias que aquejaban a
las personas de su época (hambre, enfermedades...).
Además, ya en su primer tomo Diderot y D`Alembert dejarán clara su postura en
defensa de la razón y de la libertad de expresión y su rechazo de toda suerte de
fanatismos. La publicación de la Enciclopedia fue un gran éxito y sirvió para extender
por el mundo las ideas ilustradas a pesar de tener que sortear censuras, críticas y
persecuciones, en particular por parte de la jerarquía de la Iglesia Católica.
De esta compleja corriente filosófica fijaremos nuestra atención en tres autores que
realizaron importantes aportaciones en el campo de la política y cuyas obras influirán
decisivamente en el desarrollo de la Revolución Francesa, y posteriormente en la
difusión de la ideología liberal por otros países europeos; y que ya, anteriormente a la
revolución francesa, habían influido en el proceso de independencia de las colonias
americanas de donde nacerán los Estados Unidos de América.
LOS FILÓSOFOS ILUSTRADOS
Voltaire, sobrenombre de François Marie Arouet, aportó fundamentalmente una
defensa apasionada de la libertad de pensamiento, y una consecuente crítica de
cualquier forma de fanatismo e intolerancia, y en particular hizo blanco de sus dardos a
las religiones que predican la persecución de quienes no las practican. En sus numerosos
escritos defendió las posibilidades de la razón y los beneficios de la libertad de
pensamiento y criticó la superstición, el oscurantismo, el fanatismo y la intolerancia
como males contra los cuales luchar. De hecho, Voltaire, personalmente no dudó en
implicarse en complicados asuntos de su época, convirtiéndose en un ejemplo de lo que
mucho después se llamará intelectual comprometido.
Montesquieu, es conocido sobre todo como el autor de una de las obras más influyentes
del pensamiento político contemporáneo, El espíritu de las leyes (1748), obra en la que,
entre otros muchos asuntos, pasa revista a las diferentes formas de organización política
existentes en el mundo. En concreto, al tratar las modernas leyes inglesas (en el capítulo
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VI “De la constitución de Inglaterra”), hará una defensa inequívoca de la necesidad de
que los diferentes poderes de un estado, tres según sus concepciones políticas, (poder
legislativo, poder ejecutivo y poder judicial), no se encuentren nunca en manos de la
misma persona u organismo, sino separados, de forma que unos sirvan para frenar los
posibles abusos de los demás. De esta forma se evita caer en la tiranía. Su teoría del
equilibrio de poderes no sólo influirá en los redactores de la Constitución francesa de
1791, sino que ya antes puede detectarse su influencia en quienes como Thomas
Jefferson dirigieron el proceso de independencia y participaron en la redacción de la
Declaración de derechos del estado de Virginia y de la Constitución de los Estados
Unidos de América en 1789.
Rousseau, colaborador de la Enciclopedia, influyó también sobre las revoluciones
políticas de la era contemporánea de forma decisiva, en especial con sus teoría de la
voluntad general, esto es, al defender que el poder no tiene el origen divino que exponen
los defensores de la monarquía absoluta, sino que el poder reside en todos y cada uno de
los miembros del pueblo. La idea de la Soberanía Nacional (el soberano es el pueblo,
la nación) está presente en todas las constituciones liberales que se redacten desde
finales del siglo XVIII, y es aún hoy la base de nuestras modernas democracias.
Rousseau cree en los llamados derechos naturales del hombre. Según Rousseau los
hombres nacen libres e iguales en derechos, pero a lo largo de la historia los diferentes
regímenes políticos han corrompido a los hombres. Es hora, según Rousseau, de fundar
un nuevo sistema político que se base en esa igualdad de derechos, en la soberanía
nacional.
Las ideas de Montesquieu y Rousseau se reflejarán tanto en la Declaración de Derechos
del Hombre y del Ciudadano de 1789, y como ya hemos visto anteriormente, en las
varias constituciones que se redactarán durante el proceso revolucionario francés, así
como en la Constitución de los Estados Unidos de América. La idea de que los poderes
del estado deben permanecer separados para de esta forma controlarse unos a otros, y la
idea de que los gobernantes deben ser elegidos por el pueblo con el ejercicio de la
soberanía nacional, siguen siendo ambas la base de los múltiples regímenes basados en
las teorías del liberalismo político que desde el siglo XVIII se han ido fundando sobre la
tierra.
EL DESPOTISMO ILUSTRADO
Muchos soberanos europeos acogieron favorablemente el espíritu de las Luces, y lo
utilizaron en sus conflictos con la autonomía de la Iglesia o contra el poder de la
nobleza. Estos dirigentes se consideraban unos “absolutistas ilustrados”, que basaban su
acción de gobierno en las ideas de la Ilustración. Los “déspotas ilustrados” planificaban
reformas que creían favorables para el pueblo, pero sin contar con él.
Hasta que las nuevas ideas no se plasmaron en actos contra el orden social y contra los
gobiernos y los monarcas, el pensamiento ilustrado pudo estar de moda en las cortes
reales y en algunos sectores del clero y de la nobleza. Voltaire fue huésped de Federico
II de Prusia y de Catalina II de Rusia. José II de Austria se inspiraba en Montesquieu y
en Rousseau. En España, mientras la Inquisición prohibía las obras de Voltaire, algunos
ministros de Carlos III eran tenidos por volterianos.
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Por otro lado, el progreso de la economía, la mejora del nivel de vida o del grado de
instrucción de la población sólo podían conseguirse alterando profundamente los
cimientos del orden social, extremo al que nunca pretendieron llegar. La prueba es que,
tras la Revolución Francesa, los monarcas de Austria, Prusia y España abandonaron las
ideas ilustradas, y defendieron el absolutismo.
LA INFLUENCIA DE LAS IDEAS ILUSTRADAS
Por lo que se refiere a las creencias, las ideas religiosas cristianas, rota la unidad
católica por los protestantes desde el siglo XVI, van a verse nuevamente en crisis. No se
trata ahora sólo de criticar los privilegios del clero sino que se pone en duda la
posibilidad de que existan religiones reveladas (con sus dogmas, misterios, etc.).
Basados en la razón, los filósofos ilustrados se ramifican en dos direcciones: el deísmo
y el ateísmo. Los deístas son partidarios de una religión natural; creen en un Ser
supremo y practican una moral basada en la tolerancia religiosa y en la filantropía.
Aparecen en este sentido algunas sectas, como la masonería.
Los ateos negaban la existencia de Dios, del alma y de la libertad del espíritu, afirmando
que todo se reduce a la materia (materialismo) y a las sensaciones experimentadas por
los seres sensibles. Entre los ilustrados ateos se encontraban, por ejemplo, Diderot y
Helvetio Holvach.
En cuanto a las ideas económicas, durante el siglo XVIII se desarrollaron tres teorías
principales: el mercantilismo, en la primera mitad del siglo (aunque apareció en el siglo
XVI); la fisiocracia, en el segundo tercio, y el liberalismo económico en el último
tercio del siglo.
La fisiocracia o gobierno de la naturaleza fue la teoría económica de la Ilustración. Los
fisiócratas reaccionaron en este ámbito frente al mercantilismo, teoría económica en
boda durante la Monarquía Absoluta. Sus principios básicos fueron recogidos por
François Quesnay en su “Cuadro Económico”, publicado en 1758. Partían del
principio de que la agricultura era la verdadera y única fuente de riqueza, de la que
derivaban las demás. La renta de la tierra era la única fuente de ingresos. El Estado
debía protegerla y la mejor salvaguarda consistía en eliminar obstáculos y reglamentos,
confiando en el libre juego de las fuerzas productivas, ya que el ilustrado creía en la
libertad individual.
El principio de libertad económica esbozado por los fisiócratas tuvo enorme
repercusión, puesto que fue defendido más tarde por Adam Smith, apóstol de la escuela
económica liberal.
Esta práctica económica que prima la agricultura sobre cualquier otra actividad
productiva quedará claramente superada poco tiempo después, cuando, comenzando por
Gran Bretaña, nazca la industria, que supuso una auténtica revolución tanto en el
sistema productivo como en el pensamiento económico del momento. El británico
Adam Smith construyó los fundamentos teóricos del liberalismo económico en su obra
“Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones” (1776).
Demostró que el progreso económico exige dejar en libertad los factores de producción
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-el capital, la tierra y el trabajo-, todos ellos monopolizados o sometidos al control de la
nobleza o del clero. La teoría económica de Adam Smith hacía evidente que el valor y
el precio de las mercancías procedían del trabajo. El trabajador era quien producía
realmente la riqueza, esta constatación resultaba demoledora para un sistema económico
basado en la propiedad de la tierra como primer valor, y no en el trabajo, que, para las
clases superiores (nobleza y clero), estaba incluso mal visto.
El liberalismo económico abogaba por la no intervención del Estado en la vida
económica, que se rige por “leyes naturales”, y el libre juego de la oferta y la demanda.
Se considera que el interés individual es el móvil que guía al ser humano en el obrar
económico y, por tanto, apoya al máximo la iniciativa privada.
Actividades
I. Trabajo con documentos. La monarquía absoluta
A. El pensamiento de un estadista
"Dios establece a los reyes como sus ministros y reina a través de ellos sobre los
pueblos (…). Los príncipes actúan, pues, como ministros de Dios y son sus
lugartenientes en la Tierra. Por eso hemos visto que el trono real no es el trono de un
hombre sino el trono de Dios mismo (…). Parece de todo eso que la persona del rey es
inviolable.
Sin autoridad absoluta el rey no podría hacer el bien ni reprimir el mal. Es preciso que
su poder sea tal que nadie pueda esperar escapar a él (…). Cuando el príncipe ha
juzgado ya no hay otro juicio. Los juicios soberanos se atribuyen a Dios mismo.
(…) En un Estado sólo el príncipe debe estar armado. De otro modo, todo está en
confusión y el Estado cae en la anarquía (…). No hay mejor que dejar todo el poder del
Estado a aquel que tiene más interés en su conservación y en la grandeza del propio
Estado”.
Bossuet, Jacques Bégnine. La política extraída de la Sagrada Escritura. Libro II
(1679)
B. La opinión de un monarca
"El poder soberano sólo reside en mi persona; es sólo por mí que mis tribunales existen
y tienen autoridad, y como ellos ejercen en mi nombre, su uso no se puede volver nunca
contra mí; el poder legislativo sólo es mío, sin ninguna dependencia ni ninguna
participación (…); el orden público todo entero emana de mí, y los derechos e intereses
de mi nación (…) reposan en mis manos”.
Discurso de Luis XV ante el Parlamento de París ( 3 de marzo de 1766)
1. Identifica los documentos A y B (autor, fecha, naturaleza del texto, tipo de fuente y
contexto histórico en el que se enmarcan).
2. Subraya las expresiones que reflejan el poder absoluto de los reyes.
3. ¿Qué poderes se atribuye Luis XV?
4. ¿Cómo legitima Bossuet la monarquía absoluta?
5. Deduce del análisis de los textos qué es una monarquía absoluta.
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II. Comentario de un gráfico. La evolución demográfica a finales del
Antiguo Régimen
1. Identifica el documento (tema, período representado, tipo de gráfico, unidades
empleadas).
2. Analiza y describe el gráfico (aprecia la evolución de los datos del gráfico e
indica sus fases y variaciones).
3. Comenta con detalle el gráfico relacionando lo representado con la información
de que puedas disponer. Para conocer el porqué de estos resultados y pode
explicarlos, hay que estar informado también sobre el contexto histórico en el
que se producen. Destaca los aspectos más llamativos y los contrastes y
diferencias entre unos datos y otros (o las analogías y semejanzas).
4. Redacta las conclusiones resumiendo globalmente la información del gráfico y
dando una explicación fundamentada. Puedes emitir también un juicio sobre los
resultados obtenidos.
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Las crisis de subsistencia
"Sabemos ciertamente que la miseria actual ha producido un número tan grande de pobres que se cuentan
tres mil en la ciudad y en sus alrededores. Todas las calles resuenan con sus gritos lamentables. El trigo
(...) todos los días se encarece.
Los pobres del campo parecen esqueletos desenterrados; el pasto de los lobos es hoy el alimento de los
cristianos, porque cuando poseen caballos, asnos y cualquier otro tipo de animales muertos o ahogados se
alimentan de esta carne corrompida que les hace morir más que vivir.
(...) De verdad, no hay ningún día en que no se encuentren pobres muertos de hambre en sus casas, en las
calles o en los campos; nuestro capellán acaba de enterrar uno que ha encontrado en el camino."
Carta de la Superiora de las Carmelitas de Blois a una dama de París (1662)
“Al estar paralizados todos los ramos de actividad, los empleos cesaron, desapareciendo el trabajo y, con
él, el pan de los pobres; y los lamentos de los pobres eran, ciertamente, muy desgarradores al principio, si
bien el reparto de limosnas alivió su miseria en ese sentido. Cierto es que muchos escaparon al campo,
mas hubo miles de ellos que permanecieron en Londres hasta que la pura desesperación les impulsó a
salir de la ciudad, al solo fin de morir en los caminos y servir de mensajeros de la muerte, pues hubo
quienes llevaron consigo la infección y la diseminaron hasta los confines más remotos del reino.
Muchos de ellos eran los miserables seres de objeto de la desesperación a que he aludido antes; y fueron
aniquilados por la desgracia que sobrevino después, pudiendo decirse que perecieron, no por la peste
misma, sino por sus consecuencias; señaladamente, de hambre y de escasez de todas las cosas
elementales, sin alojamiento, sin dinero, sin amigos, sin medios para conseguir su pan de cada día ni
nadie que se lo proporcionase, ya que muchos de ellos carecían de lo que llamamos residencia legal y por
ello no podían pedir nada a las parroquias. (...).
Todo ello, si bien no deja de ser muy triste, representó una liberación, ya que la peste, que arreció de una
manera horrorosa desde mediados de agosto hasta mediados de octubre, se llevó durante ese tiempo a
unas treinta o cuarenta mil personas de estas, las cuales, de haber sobrevivido, hubieran sido una carga
demasiado pesada debido a su pobreza.”
Daniel Defoe. Diario del año de la peste (referido a la epidemia de 1722)
“Nuestra familia no cesaba de aumentar y la cuna estaba constantemente ocupada, aunque, ¡ay¡, la mano
estranguladora de la muerte nos había arrancado de ella a alguno de sus pequeños ocupantes. Hubo
tiempos, tengo que confesarlo, en que me parecía cruel llevar hijos en el vientre para perderlos luego y
tener que enterrar amor y esperanzas en sus pequeñas tumbas (...). La mayor de mis hijas, Cristina Sofía,
no vivió mas que hasta la edad de tres años, y también mi segundo hijo, Christian Gottlieb, murió a la más
tierna edad. Ernesto Andrés no vivió más que unos pocos días más, y la niña que le siguió, Regina Juana,
tampoco había llegado a su quinto cumpleaños cuando dejó este mundo. Cristina Benedicta, que vio la luz
un día después que el del Niño de Belén, no pudo resistir el crudo invierno y nos dejó antes de que el
nuevo año llegase a su cuarto día (...) Cristina Dorotea no vivió más que un año y un verano, y Juan
Augusto no vio la luz más que durante tres días. Así perdimos siete de nuestros trece hijos, (...)
bondadosas mujeres de la vecindad trataban de consolarme diciéndome que el destino de todas las madres
es traer hijos a este mundo para perderlos luego, y que podía considerarme feliz si llegaba a criar la mitad
de los que hubiese dado a luz.”
La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach (1758)
"En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno.
Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras
apestaban a madera podrida y excrementos de rata; las cocinas, a col podrida y grasa de carnero; los
aposentos sin ventilación apestaban a polvo enmohecido; los dormitoiros, a sábanas grasientas, a
edredones húmedos y al penetrante olor dulzón de los orinales. Las chimeneas apestaban a azufre; las
curtidurías, a lejías cáusticas; los mataderos, a sangre coagulada. Hombres y mujeres apestaban a sudor y
a ropa sucia; en sus bocas apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los cuerpos,
cuando ya no eran jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos. Apestaban los ríos,
apestaban las plazas, apestaban las iglesias y el hedor se respiraba por igual bajo los puentes y en los
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palacios. El campesino apestaba como el clérigo; el oficial de artesano, como la esposa del maestro;
apestaba la nobleza entera y, sí, incluso el rey apestaba como un animal carnicero y la reina como una
cabra vieja, tanto en verano como en invierno, porque en el siglo XVIII aún no se había atajado la
actividad corrosiva de las bacterias y por consiguiente no había ninguna acción humana, ni creadora ni
destructora, ninguna manifestación de la vida incipiente o en decadencia que no fuera acompañada de
algún hedor.
Y, como es natural, el hedor alcanzaba sus máximas proporciones en París, porque París era la mayor
ciudad de Francia. Y dentro de París había un lugar donde el hedor se convertía en infernal, entre la Rue
aux Fers y la Rue de la Ferronnerie, o sea, el Cimetière des Innocents. Durante ochocientos años se había
llevado allí a los muertos del hospital Hôtel-Dieu y de las parroquias vecinas; durante ochocientos años,
carretas con docenas de cadáveres habían vaciado su carga día tras día en largas fosas y durante
ochocientos años se habían ido acumulando los huesos en osarios y sepulturas. Hasta que llegó un día, en
vísperas de la Revolución Francesa, cuando algunas fosas rebosantes de cadáveres se hundieron y el olor
pútrido del atestado cementerio incitó a los habitantes no sólo a protestar, sino a organizar verdaderos
tumultos, en que fue por fin cerrado y abandonado después de amontonar los millones de esqueletos y
calaveras en las catacumbas de Montmartre. Una vez hecho esto, en el lugar del antiguo cementerio se
erigió un mercado de víveres.
Fue aquí, en el lugar más maloliente de todo el reino, donde nació el 17 de julio de 1738 Jean-Batiste
Grenouille. Era uno de los días más calurosos del año. El calor se abatía como plomo derretido sobre el
cementerio y se extendía hacia las calles adyacentes como un vaho putrefacto que olía a una mezcla de
melones podridos y cuerno quemado. Cuando se iniciaron los dolores del parto, la madre de Grenouille se
encontraba en un puesto de pescado de la Rue aux Fers escamando albures que había destripado
previamente. Los pescados, seguramente sacados del Sena aquella misma mañana, apestaban ya hasta el
punto de superar el hedor de los cadáveres. Sin embargo, la madre de Grenouille no percibía el olor a
pescado podrido o a cadáver porque su sentido del olfato estaba totalmente embotado y además le dolía
todo el cuerpo y el dolor disminuía su sensibilidad a cualquier percepción sensorial y externa. Sólo quería
que los dolores cesaran, acabar lo más rápidamente posible con el repugnante parto. Era el quinto. Todos
los había tenido en el puesto de pescado y las cinco criaturas habían nacido muertas o medio muertas,
porque su carne sanguinolenta se distinguía apenas de las tripas de pescado que cubrían el suelo y no
sobrevivían mucho rato entre ellas y por la noche todo era recogido con una pala y llevado en carreta al
cementerio o al río. Lo mismo ocurriría hoy y la madre de Grenouille, que aún era una mujer joven, de
unos veinticinco años, muy bonita y que todavía conservaba casi todos los dientes y algo de cabello en la
cabeza y, aparte de la gota y la sífilis y una tisis incipiente, no padecía ninguna enfermedad grave, que
aún esperaba vivir mucho tiempo, quizá cinco o diez años más y tal vez incluso casarse y tener hijos de
verdad como la esposa respetable de una artesano viudo, por ejemplo... la madre de Grenouille deseaba
que todo pasara cuanto antes. Y cuando empezaron los dolores del parto, se acurrucó bajo el mostrador y
parió allí, como hiciera ya cinco veces, y cortó con el cuchillo el cordón umbilical del recién nacido. En
aquel momento, sin embargo, a causa del calor y el hedor, que ella no percibía como tales, sino como algo
insoportable y enervante -como un campo de lirios o un reducido aposento demasiado lleno de narcisos-,
cayó desvanecida debajo de la mesa y fue rodando hasta el centro del arroyo, donde quedó inmóvil, con el
cuchillo en la mano.
Patrick Süskind. El Perfume
• Subraya las ideas más importantes de cada texto y coméntalos brevemente:
CICLO DEMOGRÁFICO ANTIGUO REVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA
. Altas tasas de natalidad y mortalidad
. Frecuentes épocas de crisis en las que la
mortalidad supera a la natalidad. La agricultura
arcaica y la falta de unos transportes eficaces
explican que no se pueda alimentar a una
población en expansión, así que, cuando llegan las
malas cosechas (crisis de subsistencias), aumenta
la mortalidad. A menudo, el hambre se ve
acompañada por la peste lo que contribuye a
aumentar la mortalidad.
. La población crece muy poco (débil crecimiento
vegetativo)
. Descenso de la mortalidad: vacunas, avances
médicos, mayor atención a la higiene, mejoras en
los sistemas de distribución y transporte…
. Descenso en un estadio posterior de la
natalidad a lo que contribuyó la difusión de las
ideas de Malthus
. Aumento considerable en el crecimiento de la
población y con un ritmo sostenido
. Movilidad de la población: migraciones
interiores (gran desarrollo urbano) e
intercontinentales
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III. Trabajo con documentos. La sociedad estamental.
• A partir de la lectura de los siguientes documentos, identifica los rasgos de la
sociedad estamental:
“El orden eclesiástico no compone sino un solo cuerpo. En cambio la sociedad está dividida en tres
órdenes. Aparte del ya citado, la ley reconoce otras dos condiciones: el noble y el siervo, que no se rigen
por la misma ley.
Los nobles son los guerreros, los protectores de las iglesias. Defienden a todo el pueblo, a los grandes lo
mismo que a los pequeños y al mismo tiempo se protegen a ellos mismos. La otra clase es la de los
siervos. Esta raza de desgraciados no posee nada sin sufrimiento. Provisiones y vestidos son
suministrados a todos por ellos, pues los hombres libres no pueden valerse sin ellos. Así pues, la ciudad
de Dios, que es tenida como una, en realidad es triple. Unos rezan, otros luchan y otros trabajan. Los tres
órdenes viven juntos y no sufrirían una separación. Los servicios de cada uno de estos órdenes permiten
los trabajos de los otros dos. Y cada uno a su vez presta apoyo a los demás. Mientras esta ley ha estado en
vigor el mundo ha estado en paz”.
Adalberón, Obispo de Laon. Carmen ad Robertum regem francorum (998)
“Vuelven a presentarse en este cabildo papeles tocantes a la pretensión del capitán Pedro de los Reyes
Torquemada, vecino de esta ciudad, de ser habido y servido por hijodalgo notorio, y el parecer sobre ello
dado por el licenciado don Roque de Herrera su abogado a quien fueron remitidos para su reconocimiento
e informe.
Con fecha de diciembre día 31 del año 1695, el dicho licenciado don Roque de Herrera en vista de
testimonios, certificaciones e información hecha a pedimento de Alonso de los Reyes Torquemada abuelo
del dicho capitán, y vecino de la ciudad de Córdoba, halla que éste tiene justificada y comprobada su
descendencia legítima, que fueron cristianos viejos, limpios de toda mala raza y que estuvieron en
posesión de nobles hijosdalgo de sangre y que como a tales se les guardaron todas las honras, franquezas
e inmunidades que se conceden a tales y que entraron en suertes y oficios que sólo gozan los hijosdalgo
notorios de la ciudad de Córdoba, lo que se justifica de diferentes testimonios entre los que destaca uno
por el que consta que en febrero de 1531 se presentaron ante el corregidor de dicha ciudad, Juan de
Torquemada y Alonso de Torquemada, bisabuelo y rebisabuelo del referido capitán a denunciar el hecho
de que se les hubiese querido empadronar en los padrones de los hombres llanos pecheros, siendo así que
por Real Provisión del Consejo se requirió al dicho corregidor para que no les molestase ni empadronase,
antes los amparase en el mismo estado de su hidalguía.
Oído y entendido el pedimento presentando por el dicho capitán en el cabildo celebrado el 26 de
diciembre de 1695, y el parecer e informe antecedente, la ciudad acordó haber por hijodalgo notorio
legítimo de sangre al dicho capitán y guardársele todas las honras, gracias, franquezas, exenciones,
libertades, preeminencias e inmunidades debidas…”
Petición de hidalguía. Archivo Histórico Municipal de Cádiz. Tomo 52 - año 1696. Cabildo lunes 9
de enero, folio 6 verso / folio 7 verso
“Todo sistema que, bajo una apariencia de humanidad o de beneficencia, llevase a una monarquía bien
ordenada a establecer entre los hombres una igualdad de deberes y a destruir las distinciones necesarias,
conduciría pronto al desorden, consecuencia inevitable de la igualdad absoluta y produciría la subversión
de la sociedad. El noble consagra su dignidad a la defensa del Estado y asiste con sus consejos al
soberano.
La última clase de la nación que no puede otorgar al Estado servicios tan distinguidos, los suple con los
tributos, la industria y los trabajos corporales.”
Solennelles. Amonestaciones del Parlamento de París (4 de marzo de 1776)
“De todos los frutos que nos da nuestro señor se le deben diezmos por derecho divino y humano, y esos
los tiene Su Majestad para sustentar los ministros de su Iglesia. Por tanto (...) mandamos que todas las
personas de nuestro obispado, de cualquier estado o condición que sean, en virtud de santa obediencia y
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pena de excomunión (...) paguen los diezmos bien y cumplidamente, sin encubrir ni defraudar parte
alguna de ellos (...).
Las cosas de las que se deben pagar diezmos son todas: todo género de granos, todo género de frutas, todo
género de legumbres, todo género de aves y de ganados, que como es Dios el que lo da todo, en todo debe
tener parte.”
Constituciones de D. Francisco de Roys y Mendoza, Obispo de Badajoz (1673)
“El privilegio más preciado de un Grande de España es el de poder permanecer cubierto delante del rey.
Consiguientemente el número de sombreros de una familia indica su derecho hereditario a otros tantos
títulos de grandeza. El orgullo de clase ha llevado a nuestros aristócratas a casarse solamente con sus
iguales, y como por otra parte las propiedades y títulos pueden ser heredados por las mujeres, se ha
llegado a la acumulación de inmensas fincas en unas pocas manos. El principal interés de estas familias
nobles es seguir aumentando constantemente sus enormes patrimonios. Para ello casan a sus hijos cuando
aún son niños, previa la necesaria dispensa, con algún gran heredero o heredera, y tal es el sinnúmero de
apellidos y títulos que cualquier Grande de España tiene y usa, que si a usted se le ocurriera mirar un
simple pasaporte expedido por el embajador de España en Londres, cuando éste pertenece a una familia
española de antigua alcurnia, comprobaría que la primera página del gran pliego de papel está usada
solamente en decir cómo se llama el ilustre personaje que firma el documento”.
José Blanco White. Cartas de España. Alianza Editorial. Madrid, 1986. p. 58
“Como la hidalguía se transmite a todos los varones cuyos padres gozan de este privilegio, España está
abarrotada de hidalgos que se ganan la vida ejerciendo los oficios más humildes… La única oportunidad
que tienen estos nobles ocultos de ser tratados públicamente con el honor y deferencia debidos a su rango
es una por la que desgraciadamente no pueden menos de sentir una irresistible aversión: la de ser
entregados a las duras manos del verdugo. Unos de estos casos ocurrió en Sevilla hace dos años y merece
ser contado como buena muestra de nuestros prejuicios en la cuestión de la sangre.
Ante la jurisdicción de la Audiencia - nuestro más alto tribunal de justicia de competencia regional -,
compareció una partida de cuatro bandoleros. Uno de ellos, aunque nacido y criado entre las clases más
bajas de la sociedad, era hidalgo de nacimiento y tenía algunos parientes de buena posición. … Después
de padecer prisión, según costumbre, durante cuatro o cinco años, los bandoleros fueron al final juzgados
y hallados culpables de varios robos y asesinatos en camino real, y por consiguiente sentenciados a
muerte. Los parientes del bandolero hidalgo, previendo el fatal desenlace, había seguido el curso del
juicio para en el momento oportuno tomar las medidas necesarias y evitar la mancha que un primo
segundo o tercero podía echar sobre toda la familia si moría al aire libre como un villano. Así que
presentaron una instancia al alto tribunal, acompañada de los documentos requeridos para el caso, en la
que solicitaban para su pariente los privilegios debidos a su condición comprometiéndose por su parte a
sufragar los gastos de ejecución como noble. La petición les fue concedida… y pudimos presenciar el
espectáculo que voy a describirle.
A corta distancia del patíbulo donde iban a ser ahorcados los bandidos llanos - todos ellos vestidos con
ropas blancas y las manos atadas hacia delante para que pudieran servir de estribo al verdugo, que
literalmente se monta en los hombros del reo - se levantó otro cadalso de unos diez pies de altura y una
superficie de quince por veinte, todo él tapizado de bayeta negra que colgaba hasta el suelo por sus cuatro
lados. En el centro del mismo colocaron una especie de sillón que tenía como respaldo una madera,
dotado a la altura conveniente de un collar de hierro manejado por un tornillo con una manivela, y que
sirve para estrangular a la víctima. Esta máquina recibe el nombre de garrote… Dos escaleras, una a cada
lado del cadalso, ofrecerían diferentes accesos para el reo y el sacerdote por un lado y para el verdugo y
su ayudante por otro.
El convicto, vestido con una túnica suelta también de bayeta negra, llegó montado en una mula, como
señal de la distinción propia de su clase - los plebeyos vienen en burro o transportados en un carromato -,
acompañado de un sacerdote y un escribano y rodeado de soldados. Habían preparado además cuerdas
negras de seda para atar sus brazos a la silla porque las de esparto se consideran degradantes…
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Una vez cumplida la sentencia colocaron en las esquinas del cadalso cuatro grandes candelabros de plata
de unos cinco pies de altura en los que ardían cirios… y tres horas después de la ejecución los amigos
póstumos del hidalgo bandolero le ofrecieron un digno funeral. Si éstos le hubieran ayudado a ordenar su
vida con la mitad del dinero que se habían gastado en tan absurdo y desagradable espectáculo, tal vez lo
hubieran salvado de su triste destino. Pero como estos honores constituyen lo que se llama un acto
positivo de nobleza, del que se extiende un debido certificado a los familiares sobrevivientes que se
conserva con las demás pruebas legales de la hidalguía, puede que ellos actuaran con la creencia de que
su pariente sólo valía para añadir lustre a la familia con el final de su carrera”.
José Blanco White. Cartas de España. Carta segunda / Sevilla, 1798. Alianza Editorial. Madrid,
1986. pp. 62 - 65
“Entre las clases privilegiadas y las que ocupan los últimos lugares de la jerarquía social, la burguesía del
siglo XVIII se afianza como la plataforma en la que va a gravitar próximamente el peso total de las
manifestaciones políticas, económicas y culturales de la Humanidad. En el transcurso de las centurias
precedentes, la burguesía nacional se había hecho cargo de la dirección del capitalismo comercial y
financiero, a la vez que se infiltraba en la agricultura y en la administración del Estado. Esta gran
burguesía llega al Dieciocho ennoblecida, formando parte de las clases aristocráticas del país. Pero la
masa burguesa, la que en conjunto se apropió del nombre del Tercer Estado, abre las puertas del siglo con
un nuevo ímpetu, fuerza e ideología. Entre esa burguesía no privilegiada, alta y baja, negociantes,
industriales, hombres de leyes, patriciado urbano, se difunden las nuevas concepciones ideológicas,
racionalistas y críticas, que postulan una transformación política y social. Porque la burguesía, de espíritu
emprendedor e innovadora, conociéndose como elemento vital de la sociedad de su siglo, pretende
quebrantar las prescripciones y privilegios que le vedan el acceso a los cargos públicos y al ejército y la
colocan en posición desventajosa frente a las clases sociales aristocráticas.”
J. Vicens Vives. Historia general moderna
IV. Trabajo con documentos. El pensamiento ilustrado
Análisis y comentario de un texto histórico
“Privilegio significa una distinción útil y honrosa de la que gozan ciertos miembros de la sociedad y
de la que los demás carecen. Hay varias clases de ellos:
1. Los que pueden llamarse inherentes a la persona en razón de los derechos de su
nacimiento o de su estado (…).
2. Los que se cedieron mediante cartas del príncipe registradas en los tribunales en donde
podía ser constatado el disfrute. Esta segunda clase se subdivide en otras dos, conforme
a las diferencias de los motivos que determinaron al príncipe a concederlos. Los
primeros pueden llamarse privilegios de dignidad (…)
Finalmente, la última clase de privilegios es la de los que podemos llamar de necesidad. Entiendo por
éstos las exenciones particulares que, sin estar concedidas a la dignidad de las personas y de las
funciones, lo son por la simple necesidad de poner a esas personas a cubierto de las vejaciones a las
que sus propias funciones las exponen por parte del público. Tales privilegios son concedidos a los
encargados de las contribuciones y a otros dedicados a la percepción de los impuestos (…). Sería
muy deseable que las necesidades del Estado, la necesidad de los negocios o de las intenciones
particulares no hubiesen multiplicado los privilegios tanto como lo han hecho y que de cuando en
cuando se volviera a los motivos a los que deben su origen para ser cuidadosamente examinados, y
tras haber distinguido bien la diferencia de esos motivos se resolviera conservar sólo los privilegios
que se dirigieran a la utilidad del príncipe y el público. Es muy justo que la nobleza, cuyo deber es
servir al Estado en los ejércitos o al menos ofrecer personas para cumplir esa obligación, y que
magistrados, dignos de consideración por la amplitud y la importancia de sus funciones y que hacen
justicia en los tribunales superiores, gocen de distinciones honrosas que al mismo tiempo son la
recompensa de los servicios que prestan y les procuran el sosiego espiritual y al consideración que
necesitan para dedicarse útilmente a sus funciones (…).”
Louis de Jaucourt, artículo “Privilegio” en la Enciclopedia, 1751 - 1752
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El comentario de textos históricos debe hacerse siguiendo un método y anotando desde la primera lectura
las ideas básicas. No deben repetirse las palabras del texto, sino comprenderlo y luego analizarlas.
Cómo se hace
Debes seguir cinco fases:
1. Identificar la naturaleza del texto. Pueden clasificarse por su forma, contenido y origen.
• Por su forma pueden ser informativos, narrativos o jurídicos. Son textos informativos las
crónicas, noticias, tratados, manifiestos o informes; son narrativos, los relatos, memorias,
leyendas, autobiografías, etc, y son jurídicos las leyes, tratados, etc.
• Por su contenido pueden tratar de política, economía, aspectos culturales, sociales, etc.
• Por su origen son fuentes primarias los documentos de época; y fuente secundarias, los textos
que analizan un acontecimiento con posterioridad a que éste tuviera lugar.
2. Estudiar el autor y su momento histórico
• Autor. Si es una persona, se estudia su biografía; si es un grupo o anónimo, se analiza su
ideología.
• Destinatario. A quién se dirige: a una persona o sujeto colectivo (grupo social, una nación).
• Momento histórico. Breve relato de la época en que se redactó el texto.
3. Análisis interno. En esta fase se trata de identificar cada una de de las ideas, personajes,
instituciones o tendencias que contiene el propio texto. Debemos indicar la idea principal y
las ideas secundarias y hacer un pequeño resumen del contenido del texto.
4. Análisis externo o explicación. En esta fase, por lo general más extensa, se han de explicar
los antecedentes y consecuencias que están en torno al texto analizado. Es decir,
necesitamos ahora conocer el contexto en el que se realizó el documento.
5. Síntesis. Como fase de síntesis debemos hacer un pequeño resumen de la influencia del texto y su autor en la sociedad de su tiempo o en su evolución posterior.
V. Trabajo con documentos. Hacia el cambio político
La separación de poderes
“En cada Estado hay tres clases de poderes: el legislativo, el ejecutivo de las cosas pertenecientes al
derecho de gentes, y el ejecutivo de las que pertenecen al civil.
Por el primero, el príncipe o el magistrado hace las leyes para cierto tiempo o para siempre, y corrige o
deroga las que están hechas. Por el segundo, hace la paz o la guerra, envía o recibe embajadores,
establece la seguridad y previene las invasiones; y por el tercero, castiga los crímenes o decide las
contiendas de los particulares. Este último se llamará poder judicial; y el otro, simplemente, poder
ejecutivo del Estado (...).
Cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona o corporación,
entonces no hay libertad, porque es de temer que el monarca o el senado hagan leyes tiránicas para
ejecutarlas del mismo modo.
Así sucede también cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y del ejecutivo.
Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, por ser
uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de
la fuerza misma que un agresor.
En el Estado en que un hombre solo, o una sola corporación de próceres, o de nobles, o del pueblo
administrase los tres poderes, y tuviese la facultad de hacer las leyes, de ejecutar las resoluciones públicas
y de juzgar los crímenes y contiendas de los particulares, todo se perdería enteramente.”
Montesquieu. El espíritu de las leyes. 1748.
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1. Identifica el texto y comenta las circunstancias históricas que lo enmarcan.
2. ¿Cuáles son las ideas fundamentales?
3. ¿Qué forma de Estado plantea el autor?
4. ¿Con qué argumentos justifica Montesquieu la separación de los poderes del
Estado?
La libertad y la igualdad
“Si se busca en qué consiste el bien más preciado de todos, que ha de ser objeto de toda legislación, se
encontrará que todo se reduce a dos cuestiones principales: libertad y la igualdad, sin la cual la libertad no
puede existir.
Renunciar a la libertad es renunciar a ser hombre, a los derechos y a los deberes de la humanidad.
La verdadera igualdad no reside en el hecho de que la riqueza sea absolutamente la misma para todos,
sino que ningún ciudadano sea tan rico como para poder comprar a otro y que no sea tan pobre como para
verse forzado a venderse. Esta igualdad, se dice, no puede existir en la práctica. Pero si el abuso es
inevitable, ¿quiere eso decir que hemos de renunciar forzosamente a regularlo? Como, precisamente, la
fuerza de las cosas tiende siempre a destruir la igualdad, hay que hacer que la fuerza de la legislación
tienda siempre a mantenerla”
Rousseau, Jean Jacques. El contrato social. 1762.
1. Identifica el documento.
2. ¿Cuál es el contenido fundamental del texto?
3. ¿Qué son para Rousseau la igualdad y la libertad?
4. ¿Quién debe velar y defender estas cuestiones?
VI. Trabajo con documentos. Hacia el cambio económico
“Aquellos sistemas que por preferir la agricultura imponen restricciones a las manufacturas y al comercio
exterior son inconsecuentes y contradictorios. Todo hombre con tal de que no viole las leyes de la justicia
debe quedar perfectamente libre para abrazar el medio que mejor le parezca para buscar su modo de vivir
y sus intereses, y que puedan salir sus producciones a competir con las de cualquier otro individuo.
Según el sistema de libertad de negociar, al soberano sólo quedan tres obligaciones principales a que
atender: la primera, proteger a la sociedad de la violencia e invasión de otras sociedades independientes;
la segunda, poner en lo posible a cubierto de la injusticia y opresión a un miembro de la república de otro
que lo sean también de la misma (…) y la tercera, mantener y erigir ciertas obras y establecimientos
públicos, a los que nunca pueden alcanzar los intereses de los particulares, o de pocos individuos, sino los
de toda la sociedad en común”.
Adam Smith. Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. 1776
1. Explica en qué consiste el liberalismo económico formulado por Adam Smith.
2. ¿Cuáles son las obligaciones del soberano en un sistema de libertad económica
liberal?
3. ¿Cómo valora Adam Smith los sistemas económicos basados en la propiedad de
la tierra?
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VII. Interpreta un mapa histórico, ordena aconteci-
mientos y define conceptos.
¿Qué datos nos localizan este mapa a mediados del siglo XVIII?
Ordena cronológicamente los siguientes acontecimientos:
Primer reparto de Polonia
entre Rusia, Prusia y Austria
John Locke publica los Dos
Tratados sobre el Gobierno
Civil
Ejecución en Inglaterra del
rey Carlos I
Olavide es procesado por la
Inquisición
Expulsión de los Jesuitas de
España y de los territorios
españoles en América
El Diccionario Filosófico de
Voltaire
María Teresa, emperatriz de
Austria
Instauración de los Borbón
en España
La Iglesia condena la
Enciclopedia
El Cuadro Económico de
François Quesnay
Se edifica San Petersburgo a
orillas del Báltico
Sociedad Económica de
Amigos del País de Sanlúcar
de Barrameda
Muerte de Luis XIV Carlos III, rey de España Tratado de Utrecht
Federico II, rey de Prusia Catastro de Ensenada Catalina II, zarina de Rusia
La riqueza de las naciones de
Adam Smith
El espíritu de las leyes de
Montesquieu
Revolución Gloriosa en
Inglaterra. Bill of Rights
El contrato social de Jean
Jacques Rousseau
Guerra de los Siete Años Aparece el primer volumen
de la Enciclopedia
Define los conceptos: Antiguo Régimen - Despotismo Ilustrado - Fisiocracia - Contrato
Social - Soberanía Nacional - Separación de Poderes - Estamentos - Gremios -
Librecambio - Regalismo - Régimen Señorial - Mayorazgo - Sociedades Económicas de
Amigos de País - Transición Demográfica - Inquisición.
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VIII. Cine para pensar. La locura del rey Jorge
Responde las siguientes cuestiones. Apoya tu respuesta en
diálogos y escenas que aparecen en la película:
1. ¿Parece Jorge III un monarca querido por su pueblo?
2. ¿Qué actitud mantenía Jorge III respecto de las trece colonias de
Norteamérica?
3. ¿Cómo es la visión que se ofrece de la monarquía parlamentaria?
4. Una vez se certifique que el rey sufre de una extraña locura, ¿cuál será la
reacción de los peones que tiene a su alrededor?
5. ¿Podría unirse a esta reacción el intento por parte de algunos parlamentarios
de conducir a Gran Bretaña hacia un República, siguiendo el ejemplo de los
Estados Unidos?
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6. Señala algunos de los ejemplos que ofrece la película donde podemos ver
algunos atisbos de la vida en la Corte, con su rígido protocolo.
7. ¿Cómo es el retrato que nos ofrece la película de los médicos de la época?
8. Señala momentos de la película en que las relaciones internas entre
personajes cercanos a la Corona, así como la propia enfermedad del
monarca, son tratadas desde el punto de vista de un ácido sentido del humor:
9. Comenta el valor de la película en cuanto a la interpretación y elementos
tales como el vestuario y la ambientación histórica, en resumen la dirección
artística:
10. ¿Qué podrías decir a propósito de los entresijos de las relaciones dentro de la
familia real que nos muestra la película?
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