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¿Facebook vale realmente 100.000 millones de dólares? ¿Groupon, 4.800 millones; Twitter, 4.500
millones; Zynga, creadora de FarmVille, 10.000 millones, y LinkedIn, 2.000 millones?
Cuando se observan estas valoraciones, es inevitable recordar la escena de la película ‘The Social
Network’ en la que uno de los cofundadores de Napster, Sean Parker (interpretado por el cantante Justin
Timberlake), hace una verdadera apología a la avaricia y la audacia que caracterizan a los
emprendedores de Silicon Valley.
Pero más importante aun, a lo que sucedió entre 1995 y 2000 cuando el índice Nasdaq (la bolsa de
valores en la que cotizan las principales compañías tecnológicas) batió todos los records, en un hecho
que es conocido como ‘la burbuja de las punto-com’ y que el entonces presidente de la Reserva Federal,
Alan Greenspan, denominó “exuberancia irracional”.
Y aunque muchas de esas punto-com carecían de un modelo de negocio que les garantizara su
supervivencia y sostenibilidad, sus promotores recibieron millones de dólares de inversionistas y
capitalistas de riesgo, que derrocharon a manos llenas en publicidad o en gastos suntuarios
como vehículos, viajes y muchas actividades no relacionados con el negocio en el que estaban.
En medio de la ola de optimismo generada por esa especie de nuevo Dorado, en el que no se aplicaban
las reglas tradicionales de la ‘vieja economía’, la ruptura de la burbuja fue inevitable cuando un cambio
en las condiciones de la economía norteamericana obligó a la Reserva Federal a aumentar las tasas de
interés para controlar la inflación, dejando en la quiebra más de 4.500 emprendimientos que
evidentemente no eran viables.
¿Estamos ante un nuevo episodio de exuberancia irracional que podría dar al traste con el boom
de las redes sociales, el actual fenómeno de Internet? Muchos creen que sí y dicen que la prueba
reina son las valoraciones irreales de compañías que ni siquiera cotizan en los mercados de valores, o
que aún carecen de un modelo de generación de ingresos. Otros, sin embargo, son más cautos y
aunque ven señales de alerta, sostienen que hay importantes diferencias con lo sucedido a finales
de los 90.
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“Puede haber una burbuja en la cantidad de emprendimientos, pero no veo señales de exuberancia
irracional en las actuales valoraciones”, dice el capitalista de riesgo Alan Patricof, citado por la revista
The Economist.
De hecho, quienes piensan como este inversionista advierten importantes diferencias con la anterior
burbuja. La principal de ellas es que no hay un boom de emisiones sobrevaloradas en la bolsa de valores
(conocidas como ofertas públicas iniciales en inglés, IPO), aunque la ausencia de las mismas ha dado
lugar a una especie de mercado secundario en el que se negocian las acciones preferenciales de
quienes ya tienen participación en Facebook o Twitter, por ejemplo, dando lugar así a las valoraciones
de 50.000 y 4.500 millones de dólares antes mencionadas.
Asimismo, a diferencia de lo ocurrido en los 90, quienes están detrás de muchos de estos
emprendimientos parecen realmente interesados en construir empresas de verdad y no simplemente en
venderse al primer postor que aparezca. Y no por razones altruistas, sino porque no van detrás de
un millón de dólares sino del billón (que en Latinoamérica equivale a 1.000 millones) del que habla
Parker en ‘The Social Network’.
Por si fuera poco, más allá de que algunos piensen que Facebook y Twitter son fenómenos que
trivializan las relaciones sociales, la primera ya cuenta con más de 650 millones de usuarios y la
segunda, con unos 200 millones en todo el mundo, concentrando cada vez más la atención de los
internautas, en un momento en que la publicidad en Internet es una realidad indiscutible (Google, una
empresa tecnológica, generó más del 95% de sus 30.000 millones de dólares en ingresos de 2010 a
través de la publicidad), y terminará siendo el principal generador de ingresos para las industrias
relacionadas con los contenidos y las redes sociales.
Pero que Facebook, que en 2011 generará ingresos por más de 2.000 millones de dólares (todos
ellos derivados de la publicidad) pueda valer 50.000 millones –o el doble–, ha llevado a otros
destacados inversionistas a advertir que sí hay riesgos de una nueva burbuja.
Fred Wilson, uno de los más importantes, dice que se trata de una tendencia que se ha acelerado en los
últimos nueve meses a medida que los inversionistas han tratado de vincularse desesperadamente a
jóvenes empresas con alto potencial de crecimiento.
“Y nunca he visto que historias como estas tengan un final feliz”, advirtió Wilson en su blog
personal, una opinión que es compartida por Chris Sacca, un conocido ángel inversionista, como se
denomina a quienes invierten y acompañan a las punto-com desde sus inicios: “Sencillamente muchas
de estas valoraciones no tienen ningún sentido”.
Pero mientras que algunos como Sacca deciden retirarse temporalmente hasta que baje la marea, hay
una oleada de ‘pequeños’ inversionistas que, aportando cantidades que arrancan en los 100.000 dólares,
pueden vincularse a diversos fondos que manejan firmas como Goldman Sachs, que a comienzos de
año hizo una inversión por 450 millones de dólares en Facebook, la cual, además de representarle una
buena ganancia si se mantienen las actuales condiciones del mercado, puede llevarla a liderar la salida a
la bolsa de la popular red social, en 2012.
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¿Más ejemplos? A comienzos de diciembre de 2010 Groupon, un servicio de compras en línea creado
hace apenas dos años y que ofrece promociones y descuentos a unos 40 millones de abonados, declinó
una oferta de adquisición de Google por 6.000 millones, mientras anunciaba el cierre de una ronda de
financiamiento por más de 900 millones, aportados por inversionistas de primer nivel: la rusa DTS
Global, T. Rowe Price, Fidelity, Capital Group y Morgan Stanley, lo cual le da una valorización de 4.800
millones. Y más increíble aún, se reporta que Groupon cree que su salida a bolsa llegará a los 25.000
millones de dólares, más de lo que Google valió cuando empezó a cotizar,
En tales circunstancias, la pregunta inevitable es cuándo se reventará la que muchos ya
denominan ‘Burbuja 2.0’. Y aunque nadie tiene la bola de cristal para predecirlo, una respuesta obvia
es que un aumento de la inflación podría llevar a la Reserva Federal a subir nuevamente las tasas de
interés, provocando una estampida de inversionistas y la caída de la bolsa, tal como ya sucedió en los
90.
De momento, sin embargo, con la economía norteamericana aún convaleciente de la crisis financiera e
inmobiliaria de 2008, es poco probable que los hechos se precipiten de un momento para otro. Aunque
también está la posibilidad de que un endurecimiento de la regulación por parte de las autoridades
supervisoras del mercado de valores de ese país, pueda conducir a un aterrizaje suave y evite una crisis
como la de hace una década.
Valoraciones en 1999 Valoraciones en 2011
Agilent Technologies US$13.600 millones
TD Waterhouse US$9.000 millones
Infonet US$8.700 millones
WebVan US$4.800 millones
Barnes and Noble US$2.500 millones
Akamai US$2.400 millones
eToys US$2.000 millones
Red Hat US$2.000 millones
Facebook US$50.000 a US$100.000 millones
Zynga US$10.000 millones
Groupon US$4.800 a US$25.000 millones
Twitter US$4.500 millones
LinkedIn US$2.000 millones
Fuente: The New York Times
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