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REYES Y VASCONCELOS
ENTRE LA CONCORDIAY EL RAYO
Martha Robles
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l. búsqu da de liberla imitación de los
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Alfonso Reyes
representantes de un a hora de cambiosradicales, ya que se opo nían dos Méxicos ,dos tiempos históricos y dos actitudes políticas irr econ ciliabl es: el de la ser vidumbre secular, vinc ulado a l peor legado delas instituciones coloniales, y el otro <IIIC
suele despertarse con violencia.El mexicano es un terr itorio de volea
nes : algo hay e n nu estro espíritu qll cemula una súbit a erupció n para arrojar lafuerza contenida entre lava. llamas y ceniza. Pueblo de esta llidos. si. quc un d íacomo tantos hay en nuest ra historia modifica su paisaje y dej a a l d sc ub ie r ro
asombros, inteli gen cia y actos memor a
bies. Hidal go fue el det onador del moví
miento independiente; ju árez.. puntal dela República, y Mad ero . eslabón de un levantamiento incontenible que lo mismoarrastraba el impulso de la " Bo la" qu easimilaba el afán ren ovad or de las ideas.
Tolvanera se llam ó aq uel d bo rdamiento de las bala s qu e d :iaria, ;1<1'másde antecedentes pa rd un México en carni nado a la justicia, test imon ios contrastantes que aún avivan la imagi nación d ' losartistas o señalan el cauce cultura l de un
La índole del mexicano , siempre contrastante, pareció desbordarse en dos desus mejores hombres: Alfonso Reyes yJosé Vasconcelos . En el primero, la cortesía puntillosa, la mesura y la fidelidadamistosa como requisitos de laboriosidadequilibrada; el segundo, volcán en llamas,fanático y de juicios implacables. Civilizadores los dos, Reyes legaría leccionesimborrables de humanismo; Vasconcelos,un sembradío de actos, de proyectos inconclusos, y las mejores páginas autobiográficas de nuestras letras.
En junio Vasconcelos y Reyes en diciembre, los dos murieron en el 59 de males semejantes. Quizá nunca se adaptó elcorazón de don Alfonso a la quietud aparente de sus páginas; el de Vasconcelos seinfartó sin que a nadie sorprendiera. Pertenecieron ambos a un tiempo de embates cotidianos , a un mundo mexicanoque , para desconcierto de las mentes educadas, amanecía entre lecturas de Platóny medio dormía acosado por el ruido delas balas. Mundo de voces, de aspiraciones nacionales que cambiaban con losdías de la semana, y de una súbita costumbre de enfrentar el rostro de lamuerte. Tal el México del "todo porconstruir", país gobernado por más azarque leyes, cuya inteligencia igual mojabalos manguillos en el campo de batalla queideaba la .unión de la cultura americanadesde recintos dedicados al estudio.
De tan diverso, el país, a veces, parecíainaudito. Todo se apretaba durante lasprimeras décadas del siglo: el que llamaraReyes el "antiguo régimen", los poetasmodernistas, las organizaciones laborales,la Universidad recién fundada, el brotearmado, el maderismo y su "Decena trágica" . Aquel mundo parecía en ebullición, y sus jóvenes , implacables renovadores de un sistema de "orden y progreso"o peon aje amordazado. No es casual, porello, que de la sociedad en pleno surgieran hombres de acción o pensamiento,
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Esqu ilo . lee r a Bernard Shaw , d eslumbrar se con las páginas de Goethe y seguir. en lo posible. el do minio del voluntaris mo anunciado por ietzsche. Re yesera el joven de los gra ndes y quizá el mejor dotado para asimilar las erudi tas enseñan zas del dominicano Pedro Henríquez
Ureña.Abogados los dos . Vasconcelos litigó y
se aprox imó a Madero; Reyes. en ca m bio ,se valió de la carrera para orde nar las direct rices de su espíri tu. Quizá fue ra JustoSierra el ho mbre intermed io entre estosdos tempel' llIIe lllos. f:I fue minis t ro deEducación co n Díaz, maestro cumplido yescritor de los asu ntos de su tiempo. Sierra. con sus innume ra bles acciones fu nda do ras. procuró el adve nimiento ate neístay. con ello. al ~ 1 C:'xi('o mod erno.
J unto a la tumba del col ga, Reyes recordó que , cuarenta anos a trá , cua ndo élvivía en Iad rid y Va o ncelos en a lgú npob lado lid Sm de Estados nido , éstele escribi ó lo '1U(' romcuza ba a r profético al inicia I S(' d IIIl'S d j ulio d hacetre inra all m : " t\ II' IIIso . a jUlgolr por loque vivimov, " '111¡mos >. I n amo , tú yyo mo rin -nu », n lll rl (,0I,1/6n r v litado" .Qu c le llr va ba si(' lr 01110. ). dOI1 J ose sólose le hab la "adelantado UI1 I o" , agregódon Alfonso , Tan poco, lJu I 27 d dici mbrc bll(' ( ió. r allllxlS sellaronmu ert es la 1II(' lIIoria dr UI1 1l<1 ( dven idas Ix)r la pa l r la viol 11 ia.
Di ta n tcs en ide as, lo do. o n fesa-ron creuuneru c unido por l. xtra ñasliga qu Sll sdla la arra iÓI1 d lo contrar ios. De IlIq(o el UI10 Y I otro tem opiad o po r i rupcru t i vo: t i o, e n deshom b res se observaban mutuamen tecomo eSlx:jos d(·sl;I5;ldm. Y e qu , desde
jóvenes. pu sie-ron a pru ba u ta l ntosdiferentes: el de Va. onc lo • con el dominio de la palabra y la pleni tud de la acción; el de Reyes. cultivado en el esp lendor del lenguaj e . " Hijo de la palabra", sellamó a sí mismo , )'a qu e, como confesaracierta ta rd e a Gastó n Garela Can t ú," para mi la politica e un hecho d e sangre" . De sangn~ . sí. desde el 9 de febrerode 19 13. en que su padre cayera frente aPalacio Iacio ua l. El d esafio con Vaseoncelos. si clan). pudo salvarse por su mutua amistad .
Se formaron , pues. entre y con lo mejor del Porfiria to . Compart ieron interesescult ura les y cada uno eligió distintas viasen la práctica de una doctrina hoy olvidada en nues tro medio: el voluntar ismoniet zcheano. Quizá fue Vasconcel os elmás em peñad o en modificar la realidadmed iante el móvil d e la voluntad diri-
gida . Primero como fundador y primersecreta r io de la Secretaría de EducaciónPública, luego como candidato a la presiden cia de la República , este hombre dedestellos tan luminosos como ofuscadosre iteró una y otra vez que el mexicano esbárbaro e indolente; ni la experiencia co
lonial justifica su prolongado estado depostración . Levantarse, de una vez por
todas. es tan inminente como necesaria ladecisión de educarse y trabajar. No existeotra manera , insistió, de dignificarnos, yaque el progreso depende de la suma deesfuer zos y calidades individuales.
Lo interesante de Vasconcelos es que élmismo no fue capaz de gobernar sus pa-
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Alfonso Reyes
siones. Exigia del pais alcances racionalesque con frecuencia él abandonaba a cam
bio de estados coléricos más que primitivos. Ni qué decir de los excesos en losque incurriera como profeta y ángel exterminador; luego, al retomar la pluma,
. ba \ .reaviva sus tormentas íntimas medianteuna prosa que aún persuade, sacude a loslectores. "Yo generalmente no pienso,actúo". dijo a Emmanuel Carballo en unareveladora entrevista que todavia sorprende por lo implacable de su contenido,por ese " lenguaj e de lápiz recién tajado...fque daba) a su conversación brillo dearma, sonoridad de guerra." Sin titubeos
ni expresiones medrosas, entonces de-
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d proe dian del mi mooin idieron u interese
ri tor d acción, el cola r dirigido " a las
ion ,p;lI'a I quent r I imperativo
r duce, i, a reulrural. La
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liberadora. Depuraba su estilo, explorabalas raíces grecolatinas de nuestra cultu ray enriquecía el lenguaj e corno instrumento del saber. Ocupado como estabaen los tonos cadenciosos, en la búsquedade valores atenuantes del natu ra l pr imit ivismo del Hombre en general , omitió lavalentía -la real y verdadera que sólo eaplicable en la propia circunstancia- , acambio de estudiar la teoría crítica qu etan magistralmente recogiera de la eda dateniense. La su ya es ob ra de depuraciónespiritual , de pausas reflexivas, alecciona dora por su síntesis e imp rescindible poruna vastedad temática qu e le mereci ó Iapelativo de "hombre de letra " .
De pocos seres podría decir e que e 1 n
...En M éxico no hay literatura porquecasi nunca se dice la verdad [oo.] La literatura debe ser, fundamentalmente,protesta. Su raíz es la libertad, la auténtica , no la que , como en nuestrocaso, está escrita en los códigos [.., ]Sólo en países en los que ésta es unarealidad, como en Francia, se permiten los estilistas. Yo vivo en una sociedad atada de pies y manos y soy porello un esclavo, no un escritor.
José Vasconcelos
Por otra parte, Reyes trabajaba conforme al principio de que sólo la razón es
claró algo aún válido en nuestra actuali
dad literaria: