Universidad de la Habana
Facultad de Economía
Tesis de Diploma
La visión estructuralista de la inflación. Primeras
aproximaciones para Cuba.
Autor: Raúl Alejandro García Rodríguez
Tutores: Dr. Carlos Lage Codorníu
Msc. Jessica León Mundul
La Habana
Junio, 2017
I
A mis padres por ser las personas más especiales de mi
vida y a quienes debo todo lo que soy.
II
Agradecimientos
A mis padres por todo el amor y cariño que me han dado. A mi mamá, por
su infinita paciencia, su dulzura y comprensión; y a mi papá, por
complacerme y apoyarme en todo, por ser mi guía y ejemplo a seguir.
A mi hermana por ser mi sostén en estos últimos cinco años, por ser una
hermana y amiga ejemplar.
A mi novia Anabel por todos los buenos momentos compartidos en este
maravilloso viaje universitario.
A mis abuelos, en especial a Mami Estelita por darme la dicha de tener una
segunda madre, por su constante preocupación, por cuidar de todos.
A mis tutores Carlos Lage y Jessica León por su entrega y dedicación en la
realización de esta tesis.
A todos los profesores que de una forma u otra me ayudaron en la
confección de este trabajo, especialmente Ricardo González, Nancy
Quiñones, Ricardo Torres y Martha Bayón.
A todos, Muchas Gracias
III
Resumen
El presente trabajo investigativo tiene como propósito profundizar sobre los determinantes del
proceso inflacionario en Cuba tomando como base el esquema teórico y metodológico
esbozado por la escuela estructuralista latinoamericana a mediados del pasado siglo. En
función de lo anterior, en el primer capítulo se abordarán, en un primer momento, los
principales fundamentos teóricos que permiten una adecuada comprensión del fenómeno
inflacionario. Luego, se analizará el debate entre los principales enfoques ortodoxos sobre los
determinantes de la inflación, así como los resultados fundamentales de diversos estudios
empíricos que analizan su validez y la relación de la inflación con las principales variables
macroeconómicas. Por último, se sintetizan los elementos teóricos más relevantes sobre el
enfoque estructuralista latinoamericano de la inflación.
En el segundo capítulo se analizan las particularidades del IPC en Cuba y sus principales
limitaciones, para luego pasar a examinar a nivel descriptivo la evolución de la inflación en el
período 2000-2015, en este momento se revisan los principales estudios que analizan la
relación causal entre la inflación y otras variables del entorno macroeconómico cubano.
Asimismo, se procederá a estudiar las principales presiones generadoras que originan el
proceso inflacionario en Cuba siguiendo el marco de análisis planteado por la escuela
estructuralista latinoamericana, con especial énfasis en las presiones inflacionarias básicas y
el impacto del marco regulatorio. Luego se analiza el rol de los mecanismos de reproducción
y su impacto en el desarrollo de la inflación.
Palabras Claves: Inflación, Estructuralismo Latinoamericano, Cuba, Presiones
generadoras, Mecanismos de reproducción
IV
Abstract
The purpose of this research is to extend the knowledge on the determinants of the inflationary
process in Cuba, based on the theoretical and methodological outline sketched out by the Latin
American structuralist school in the middle of last century. Based on this, the first chapter will
address, at first, the main theoretical foundations that allow an adequate understanding of the
inflationary phenomenon. Then, the debate between the main orthodox approaches on the
determinants of inflation will be analyzed, as well as the fundamental results of several empirical
studies that analyze their validity and the relationship of inflation with the main macroeconomic
variables. Finally, the most relevant theoretical elements on the Latin American structuralist
approach to inflation are synthesized.
The second chapter analyzes the particularities of the CPI in Cuba and its main limitations, and
then proceed to examine at a descriptive level the evolution of inflation in the period 2000-2015,
at this time we review the main studies that analyze the causal relationship between inflation
and other variables of the Cuban macroeconomic environment. Likewise, the main generating
pressures that originate the inflationary process in Cuba will be studied following the framework
of analysis proposed by the Latin American structuralist school, with special emphasis on basic
inflationary pressures and the impact of the regulatory framework. Finally, the role of
reproduction mechanisms and their impact on the development of inflation will be analyzed.
Key Words: Inflation, Latin-American Structuralism, Cuba, Generating Pressures,
Reproduction Mechanisms
V
Índice
Introducción ............................................................................................................................................... 1
Capítulo 1: Marco Teórico ...................................................................................................................... 5
1.1: Sobre la inflación y su definición ................................................................................................. 5
1.2: Debate ortodoxo sobre los determinantes de la inflación .................................................... 9
1.2.1: Enfoque Monetarista. La Teoría Cuantitativa del Dinero. ................................................... 9
1.2.2: Enfoque Keynesiano. ................................................................................................................. 13
1.2.3: Evidencia empírica ...................................................................................................................... 16
1.3: Determinantes heterodoxos de la inflación: el estructuralismo latinoamericano. ....... 23
1.3.1: Teoría estructuralista de la inflación ..................................................................................... 23
1.3.2: Principales aportes al enfoque estructuralista. .................................................................. 32
1.3.3: Trascendencia del enfoque estructuralista de la inflación .............................................. 34
Capítulo 2: La inflación en Cuba: determinantes estructuralistas. ........................................... 37
2.1: Comportamiento de los precios en Cuba ................................................................................ 37
2.1.1: El Índice de Precios al Consumidor en Cuba: características principales. ................. 37
2.1.2: La variable inflación en la política monetaria del BCC. .................................................... 41
2.1.3: Evolución de la inflación en el nuevo siglo, episodios y tendencias. .......................... 43
2.2: Análisis estructuralista aplicado a la economía cubana ..................................................... 48
2.2.1: Presiones inflacionarias básicas o estructurales. ............................................................. 48
2.2.2: Presiones superestructurales: elementos institucionales. ............................................. 76
2.2.3: Mecanismos de reproducción. ................................................................................................ 82
Conclusiones ........................................................................................................................................... 87
Recomendaciones .................................................................................................................................. 90
Bibliografía ............................................................................................................................................... 91
Anexos ....................................................................................................................................................... 98
1
Introducción
Uno de los objetivos fundamentales de las políticas macroeconómicas en países desarrollados
y en vías de desarrollo ha sido mantener un alto crecimiento económico con una inflación baja
y estable, dado que promueve las condiciones para un crecimiento más sostenido de la
producción, y evita erosionar el poder adquisitivo del ingreso, con su consiguiente costo social.
El sistema de precios brinda información valiosa a los agentes económicos para decidir cómo
utilizar sus recursos de la mejor manera posible, de tal forma que todos maximicen sus
beneficios. Bajo un entorno de inflación incierto, los precios de los distintos bienes y servicios
comienzan a cambiar con mayor frecuencia, por lo que resulta más difícil al público evaluar la
información que éstos emiten y, por lo tanto, tomar decisiones de consumo, producción e
inversión acertadas. Además, tiene un impacto adverso sobre la redistribución de la riqueza;
la inflación es considerada como uno de los impuestos más regresivos, ya que afecta en mayor
medida a los grupos de población con menores recursos que por lo general tienden a mantener
la mayor parte de sus ingresos en efectivo.
El estudio de las causas de la inflación ha generado uno de los debates macroeconómicos
más significativos en el campo de la economía. Las teorías difieren en sus hipótesis, debido
fundamentalmente a la existencia de una amplia gama de enfoques convencionales sobre la
forma adecuada de controlar la inflación, pero también producto de la diferencia entre los
países desarrollados y subdesarrollados. Sin embargo, en la práctica, no siempre es fácil
descomponer la inflación observada en sus componentes monetario, de demanda, de costo o
estructural. El proceso es dinámico, y los shocks a los precios en muchas ocasiones están
combinados.
A finales de la década de 1950 comienza a tener presencia el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y su objetivo central era contribuir a la estabilidad monetaria con asistencia cuando un
país presentara problemas en su balanza de pagos para evitar el contagio a otras naciones.
En los planes y políticas de estabilización que diseñó el FMI en esos años, se concibe a la
inflación como un fenómeno monetario. El diagnóstico del que se partía era que, en general,
el financiamiento del gasto público con emisión monetaria o, con más amplitud, la irracionalidad
de la política monetaria y crediticia, dan lugar al alza del nivel general de precios, las presiones
2
para mantener los salarios reales conducen a su reajuste, lo cual presiona la escalada de
precios (Aguirre, 2005).
En este escenario, a partir de las contribuciones pioneras de varios economistas
latinoamericanos1 desde mediados de los años cincuenta y comienzos de los años sesenta,
empieza a fraguarse en la región latinoamericana una narrativa con contenido lógico-
deductivo, cuyo interés estuvo centrado en explicar la complejidad de los fenómenos
inflacionarios asociado a las características estructurales de economías subdesarrolladas.
De acuerdo al enfoque estructuralista latinoamericano, las explicaciones monetaristas de la
inflación resultan insatisfactorias, principalmente en países de renta per cápita muy baja. Para
los monetaristas la inflación latinoamericana era el resultado del desorden financiero y de la
ausencia de un adecuado control monetario. Los estructuralistas no perciben el proceso
inflacionario como un simple fenómeno monetario, sino relacionado con desequilibrios de
carácter real; es la expresión de los desequilibrios económicos-sociales que surgen en medio
del proceso de desarrollo de estos países y de las rigideces de dos sectores principalmente:
el externo y el agrícola.
La teoría de la inflación estructural, si bien se ha desarrollado fragmentariamente y
discontinuamente en el tiempo, constituye una visión integral de las complejas facetas que
adquiere el fenómeno inflacionario en los países en desarrollo (Vera, 2013).
En la literatura cubana, el empleo de esta teoría a la hora de explicar el fenómeno inflacionario
ha sido prácticamente inexistente. Sin embargo, aunque existen varios estudios que reconocen
la rigidez e inflexibilidad de la oferta como fuente de presiones inflacionarias2, no realizan un
análisis desde este punto de partida, sino que lo emplean como un elemento que exacerba
otros factores causales de la inflación.
De ahí que el problema científico de la presente investigación está constituido por la siguiente
interrogante: ¿Puede la teoría estructuralista latinoamericana explicar los fenómenos
inflacionarios en el actual contexto económico cubano?
1 (Noyola, 1956), (Sunkel, 1958) y (Pinto, 1961) 2 (Pons, 2008), García (2009), (Hidalgo y Doimeadiós, 2012)
3
Para darle respuesta al problema de investigación se define como objetivo general: Discutir
si la inflación en Cuba puede ser explicada a partir de la teoría estructuralista latinoamericana
en el actual contexto económico.
Objetivos específicos:
1. Sistematizar los principales determinantes de la inflación según la teoría económica
ortodoxa y no ortodoxa.
2. Explorar los determinantes de la inflación cubana, en el nuevo contexto económico,
desde la visión estructuralista latinoamericana.
Para darle cumplimiento a este sistema de objetivos propuestos se emplea la siguiente
estructura capitular:
Capítulo 1: Marco Teórico
En este capítulo se abordarán los principales fundamentos conceptuales del proceso
inflacionario, dígase: definición, clasificación y efectos negativos. Además, se analizará el
debate entre los principales enfoques ortodoxos sobre los determinantes de la inflación, así
como los resultados fundamentales de diversos estudios empíricos que analizan su validez y
la relación de la inflación con las principales variables macroeconómicas. Por último, se
sintetizan los elementos teóricos más relevantes sobre el enfoque estructuralista
latinoamericano de la inflación.
Capítulo 2: La inflación en Cuba: determinantes estructuralistas.
En un primer momento se hace referencia a las particularidades del IPC en Cuba y sus
principales limitaciones, para luego pasar a analizar a nivel descriptivo la evolución de la
inflación en el período 2000-2015; en este momento se revisan los hallazgos de los principales
estudios que analizan la relación causal entre la inflación y otras variables del entorno
macroeconómico cubano. En un segundo momento se realiza un estudio de los determinantes
de la inflación siguiendo el sistema categorial propuesto por la escuela estructuralista
latinoamericana.
4
A lo largo del trabajo se presenta un conjunto de esquemas, tablas y gráficos, que unido a los
Anexos refuerzan los resultados de la investigación. Finalmente, se ofrecen las conclusiones
y recomendaciones, que pudieran sentar las bases para futuros proyectos investigativos.
El principal aporte de la presente investigación ha sido el empleo de un sistema categorial que
permite estudiar desde una perspectiva más amplia, desde la esencia, los determinantes de
los fenómenos inflacionarios para países subdesarrollados y particularmente para Cuba. Este
sistema categorial ha permitido analizar la inflación como un fenómeno multicausal que se
origina en los desequilibrios de la estructura y la superestructura económica que caracteriza a
los países en desarrollo y gana en intensidad y magnitud a través de diferentes mecanismos,
tanto de origen monetario como sociopolíticos.
Para llevar a cabo este trabajo se utilizaron en la recopilación de la información un conjunto de
instrumentos y técnicas de investigación científica entre los que se puede citar:
Fuentes de información primaria: Realización de consultas a expertos, entrevistas e
intercambio con diferentes especialistas.
Fuentes de información secundaria: Búsqueda de información especializada a través
de internet, artículos de sitios web relacionados con el tema y documentos e informes
estadísticos, revisiones bibliográficas de literatura nacional e internacional.
Las dos principales limitaciones que se encontraron para la realización de este trabajo
estuvieron relacionadas con la disponibilidad y acceso a la información estadística y con la
disponibilidad digital y en bibliotecas de artículos que abordaran la teoría estructuralista de la
inflación.
5
Capítulo 1: Marco Teórico
La mayoría de los textos macroeconómicos suelen abordar el fenómeno de la inflación con
una visión monetarista. Sus planteamientos giran en torno a la ecuación cuantitativa del dinero
y plantean que la causa de la inflación es el desajuste entre la oferta y la demanda de dinero.
La realidad económica de los países desarrollados inspiró este tipo de análisis basándose
fundamentalmente en esas ideas convencionales. Sin embargo, su aplicación en los países de
menor desarrollo relativo resulta incompleta, dado que no se ajusta al fenómeno del
subdesarrollo. Es por esta razón que se hace necesario un cambio de enfoque, que no
solamente considere el crecimiento monetario como factor único y determinante de la inflación.
En función de lo anterior, en este capítulo se abordarán, en un primer momento, los principales
fundamentos teóricos que permiten una adecuada comprensión del fenómeno inflacionario.
Luego, se analizará el debate entre los principales enfoques ortodoxos sobre los determinantes
de la inflación, así como los resultados fundamentales de diversos estudios empíricos que
analizan su validez y la relación de la inflación con las principales variables macroeconómicas.
Por último, se sintetizan los elementos teóricos más relevantes sobre el enfoque estructuralista
latinoamericano de la inflación.
1.1: Sobre la inflación y su definición
Todo estudio macroeconómico comienza por determinar y definir la variable de análisis, de ahí
que lo primero en los estudios teóricos que abordan el problema inflacionario sea responder la
siguiente interrogante: ¿Qué es la inflación? La respuesta a esta pregunta, aunque no siempre
desligada a la concepción que tienen a priori las diversas escuelas presenta elementos
comunes.
Un primer aspecto acerca del cual hay consenso es que la inflación es un incremento sostenido
en el nivel general de precios. El segundo elemento implícito en el acuerdo general es la
aceptación de una consecuencia lógica y derivable de la anterior proposición, todo crecimiento
sostenido del nivel general de precios, se traduce en cambios en el sistema de precios
relativos, estos no se producen al mismo tiempo ni en la misma magnitud. El tercer elemento
de acuerdo es la importancia asignada al estudio de las causas del proceso inflacionario en
6
vista de la acción que ejerce, vía alteración de los precios relativos, sobre la estructura
económica, a fin de establecer directrices a las autoridades económicas con el objetivo de
controlar y minimizar sus efectos.
Estos tres elementos, comunes a las diferentes escuelas, no dejan de lado, sin embargo,
grandes diferencias en cuanto a la definición de la inflación, fundamentalmente en cuanto a las
causas que la originan, los mecanismos de transmisión y las políticas de estabilización.
De manera general, la definición de la inflación más utilizada en la literatura económica es la
que define el fenómeno inflacionario como el aumento sostenido y continuo del nivel general
de precios de los bienes y servicios de una economía en un periodo de tiempo determinado.
Otra de las definiciones más asociada a la inflación es la pérdida permanente de valor de la
moneda nacional (Echevarría, Hernández, Tansini, & Zejan, 2001, p. 195).
Sin embargo, una definición completa de inflación, a la que es muy difícil arribar, debería tener
en cuenta una serie de elementos básicos3. En primer lugar, se trata, no de enfocar la inflación
como el problema objeto de estudio, sino de considerarla dentro de un conjunto teórico más
amplio, donde la inflación es solo la expresión de la dinámica misma del proceso expansivo de
las economías capitalistas modernas y de las contradicciones que surgen en dicho proceso.
La inflación, no se refiere, en su manifestación, a cualquier alza en el nivel general de precios;
empieza a plantearse como problema cuando esas alzas se convierten en permanentes y
sostenidas, lo cual tiene dos efectos concatenados: un cambio en la estructura de los precios
relativos y un deterioro permanente del poder adquisitivo del dinero. Pero estos dos elementos,
importantes cuando se analiza el fenómeno, no constituyen ni mucho menos, una definición
del mismo. Son solamente algunos de sus efectos. Lo complicado al dar una definición integral
es que la inflación, así se manifieste y compruebe en la esfera monetaria, no es solamente un
problema monetario; es más, no es solamente un problema económico, es también un
problema político y social (Heyman, 1986).
Se puede afirmar entonces que la inflación es intrínseca a un determinado grado de desarrollo
de una economía de mercado: es la respuesta de un sistema ante su propio funcionamiento,
es la válvula de escape del mecanismo de acumulación. Si se acepta entonces la inflación
3 (Martínez, Ramírez, & Zarta, 1983)
7
como señal, como respuesta, se debería abandonar el camino de las definiciones causales o
“efectuales”. Se trata de mirar la inflación en sus interrelaciones con el sistema económico,
ubicando a qué tipo de hecho económico da respuesta y de qué forma lo hace.
Según la magnitud del aumento de precios, convencionalmente se pueden distinguir distintos
tipos de inflación (Echevarría, Hernández, Tansini, & Zejan, 2001).
Inflación reptante: cuando la variación de los precios es menor al 10% anual. En esta
categoría tradicionalmente se ubican los países más desarrollados.
Inflación Moderada: Corresponde a una inflación de dos dígitos, pero todavía baja. Este
ha sido el caso de los países desarrollados en los años 70 luego de los dos shocks
petroleros4.
Alta inflación: se refiere a una inflación elevada pero todavía controlada. Un buen
ejemplo lo constituye la historia inflacionaria de muchos países latinoamericanos desde
los años 60. En esta situación surgen importantes distorsiones en la economía, debido
al uso más intenso de sustitutos de la moneda nacional, como el dólar5, para pagar
salarios y bienes.
Hiperinflación: Se refiere a una situación caracterizada por la destrucción del sistema
de precios. En este caso los precios ya no significan nada, pues aumentan a un ritmo
vertiginoso. La principal característica es el abandono de la moneda nacional, pasando
a utilizarse el dólar e incluso el trueque. Se produce una gran distorsión de precios
relativos, ocasionando fuertes redistribuciones de ingreso
El proceso inflacionario suele constituir uno de los principales problemas económicos a
enfrentar cuando se desarrolla a tasas elevadas, pues acarrea múltiples efectos negativos
tanto desde el punto de vista económico como social, dentro estos se destaca:
La pérdida de poder adquisitivo de los ingresos nominales y redistribución del ingreso.
Cuando los precios aumentan, los bienes y servicios que se pueden comprar con el
4 Los precios del petróleo experimentaron una subida vertical en 1973-1974 y nuevos aumentos en 1979 y 1980, como consecuencia de los cuales su valor medio en la década de los setenta fue más de ocho veces superior al anotado en la década de los sesenta, lo cual produjo que la inflación latinoamericana haya subido de una tasa media de 21% en los años sesenta a una de 39% en la década de los setenta, y que a fines de la misma bordease la cifra de 50%. 5 Ejemplo de países que han dolarizados sus economías son Ecuador y El Salvador
8
ingreso monetario se reducen; esto implica que su poder adquisitivo es menor. Este
problema podría solucionarse si todos los ingresos aumentaran en la misma proporción
que aumentan los precios. Sin embargo, no todos los agentes económicos pueden
lograr este tipo de cobertura. Además, como existe un cierto rezago entre la inflación y
el ajuste de los ingresos nominales, cuanto mayor sea la inflación, mayor será la pérdida
de poder adquisitivo. Esto sucede con todos los ingresos monetarios en general, pero
también implica una redistribución del ingreso, pues no todos los agentes económicos
tienen los recursos y capacidades –acceso a mercados financieros- para proteger sus
ingresos. De forma general, los agentes económicos que mantengan una mayor parte
de su ingreso en efectivo como los asalariados, los jubilados, los beneficiaros de planes
sociales y quienes obtienen rentas mediante contratos de largo plazo serán los más
afectados.
La incertidumbre macroeconómica y sus efectos. Una característica de la inflación es
que no todos los precios aumentan por igual, por lo cual existen cambios permanentes
en los precios relativos. Por otra parte, a nivel empírico generalmente se observa que
cuanto mayor sea la tasa de inflación, mayor será la magnitud en la que cambien los
precios relativos, por lo cual los agentes económicos tienden a aplazar sus decisiones
para evitar los riesgos que genera dicha incertidumbre. Esta incertidumbre afecta los
niveles de los principales agregados macroeconómicos como son el consumo, el ahorro
y la inversión.
Efectos sobre el resultado fiscal: tirón fiscal y efecto Olivera-Tanzi. El tirón fiscal sucede
cuando la recaudación del gobierno se basa fundamentalmente en los ingresos o la
renta de las personas. En este caso, existen distintos tramos de aportes según el nivel
de los ingresos nominales de los individuos. Cuando los precios aumentan, y
posteriormente los ingresos nominales, muchas personas pasarán a una categoría
superior de aporte, aunque en realidad sus ingresos reales no aumenten. Este efecto
juega a favor del sector público, pues permite una mayor recaudación sin crear un nuevo
impuesto, pero es un nuevo aspecto negativo de la inflación para el sector privado, pues
su ingreso disponible disminuye. Por otra parte, el Efecto Olivera- Tanzi se produce en
ambientes inflacionarios cuando, debido al retardo entre el momento de la recaudación
y el ingreso en el fisco, se deterioran en términos reales los ingresos tributarios, lo cual
9
eleva los déficits y por consiguiente las necesidades de financiamiento, en otras
palabras, pudiera decirse que la inflación genera déficits.
1.2: Debate ortodoxo sobre los determinantes de la inflación
Como es lógico, lo primero que se aborda en todos los debates sobre la inflación, son los
factores determinantes que dan origen a dicho fenómeno económico. Este marco de reflexión
se relaciona innegablemente con la existencia de diversas teorías pertenecientes a diferentes
escuelas. Desde la década del cincuenta del pasado siglo se ha desarrollado uno de los
debates económicos más trascendentales entre los principales exponentes de las escuelas
ortodoxas, dígase la escuela monetarista, desde sus inicios de la Teoría Cuantitativa del Dinero
y la escuela keynesiana.
A continuación, se analizará las posiciones y fundamentos básicos de las principales escuelas
ortodoxas con respecto a las características y determinantes del proceso inflacionario.
1.2.1: Enfoque Monetarista. La Teoría Cuantitativa del Dinero.
El surgimiento de esta teoría data desde el siglo XVI, pero es el célebre filósofo y economista
David Hume quien en el siglo XVIII elaboró sus argumentos básicos como fundamento para
sus críticas a las concepciones mercantilistas y en particular a la teoría de la balanza de pagos.
Según Hume, la proporción en que se encontraban las mercancías y el dinero en la circulación
determinaba el precio de las mercancías, el valor del dinero, de modo que los precios se elevan
ante un aumento de la cantidad de dinero y disminuyen si la cantidad se reduce. O sea 𝑀 =
𝑃, donde 𝑀 representa la cantidad de dinero y 𝑃 representa el nivel de precios. Hume
complementó su teoría cuantitativa del dinero estableciendo la necesidad de que transcurra un
determinado periodo de tiempo para que se produzcan esos cambios.
La moderna evolución de la teoría cuantitativa del dinero, que se desarrolla desde comienzos
del siglo XX, estuvo liderada por Irving Fisher y Alfred Marshall. La más conocida de esas
variantes fue elaborada por Fisher y se conoce como la “ecuación de las transacciones”, la
cual queda definida en la siguiente identidad:
𝑀 ∗ 𝑉 = 𝑃 ∗ 𝑇 (1)
10
Donde M es la cantidad de dinero, V la velocidad de circulación, P el nivel de precios, T el
volumen de transacciones o la cantidad de bienes o servicios adquiridos. Según esta identidad
el valor de las transacciones que se llevan a cabo en la economía (entendido como PIB
nominal) es equivalente a la cantidad de dinero que circula en ella (entendida como la cantidad
de dinero que hay en una economía multiplicada por las veces que cambia de mano, es decir,
la velocidad del dinero).
Si se asume que la velocidad del dinero es constante, en una economía con pleno empleo de
los recursos, lo cual determina que la cantidad de mercancías en la circulación (T) es
constante, entonces la tasa de inflación es igual a la tasa de crecimiento del dinero y, por lo
tanto, si se incrementa la oferta monetaria se tendrá más dinero persiguiendo los mismos
bienes, con lo que los precios subirán. De forma similar si la tasa de crecimiento de la actividad
económica y de la cantidad de dinero es la misma, el nivel de precios debería mantenerse
constante, es decir, que la oferta de dinero debe aumentar a una tasa coherente con la
capacidad productiva real de la economía (Mankiw, 2001).
Similar a Fisher, Marshall y Arthur Pigou, en el marco de la escuela de Cambridge,
desarrollaron su propia formalización de la teoría cuantitativa, la llamada ecuación de saldo
efectivo, propiamente una teoría de demanda de dinero. Concluyen que tal demanda
dependería del volumen de transacciones a realizar y del nivel de riqueza del individuo,
centrándose sobre todo en el primero de estos elementos. Siendo consecuentes, afirman que
las demandas individuales de dinero pueden agregarse en una demanda macroeconómica de
dinero (𝑀𝑑) proporcional al nivel de la renta nominal (P*Y).
𝑀𝑑 = 𝑘 ∗ 𝑃 ∗ 𝑌 (2)
Donde k representa el inverso de la velocidad de circulación del dinero, o lo que es equivalente
a la parte de los ingresos reales que corresponde a la cantidad en manos del público.
Tomando los mismos supuestos de partida tanto el análisis de Fisher como el de Marshall y
Pigou arriban a la misma conclusión y no es otra que la que señala que el dinero no afecta a
las variables reales en el largo plazo, es decir que existe una neutralidad del dinero en el largo
plazo.
11
La posición monetarista aparece como respuesta en el plano teórico al planteamiento
keynesiano, en un momento en el cual la inflación empieza a considerarse como un problema
crucial para la economía capitalista. La escuela monetarista asegura que, a pesar de que la
inflación puede tener diversas causas en el corto plazo, en el largo plazo es siempre originada
por un fenómeno monetario.
La Universidad de Chicago se convirtió en el centro promotor por excelencia de la rehabilitación
de la teoría cuantitativa del dinero cuando en 1956 bajo la dirección de Milton Friedman,
profesor de economía en este centro de estudios, fue publicada la recopilación de una serie
de artículos titulada “Estudios sobre la Teoría Cuantitativa del Dinero”, en la que califica la vieja
teoría de “aproximación general” y fueron expuestos los principales fundamentos de la doctrina
monetarista, aventurándose a reformular supuestos y conceptos.
No existe frase más reveladora sobre este enfoque que: “la inflación es siempre y en todo lugar
un fenómeno monetario en el sentido de que solo es y puede ser producido por un incremento
más rápido de la cantidad de dinero que de la producción” (Friedman, 1968).
Friedman rechaza en primer lugar la formulación de la demanda de dinero y la velocidad de
circulación como constantes numéricas. Asegura que existe una “extraordinaria estabilidad
empírica” para dichas magnitudes y toma como premisa la concepción de la estabilidad y
regularidad de las relaciones monetarias de forma más sofisticada que como velocidad
numéricamente estable.
Posteriormente, el propio Friedman en colaboración con Ana Schwatz, publicó el trabajo
titulado “La Historia Monetaria de los Estados Unidos 1867-1960”6 donde se enfatiza la
importancia de la oferta monetaria para la elaboración de la política económica, estableciendo
una relación de causalidad entre el aumento o la disminución de la actividad económica, el
ingreso y los precios, por una parte, y la oferta de dinero, por otra.
La teoría monetarista contemporánea establece una versión dinamizada de la ecuación
cuantitativa, expresando cada una de sus variables en términos de crecimiento porcentual y
6 Véase Friedman y Schwartz (1963)
12
estableciendo una relación causal directa entre los incrementos de precios y el aumento de la
cantidad de dinero.
Tomando logaritmos y derivando respecto al tiempo en (1) se obtiene:
𝑑𝑀
𝑀+
𝑑𝑉
𝑉=
𝑑𝑃
𝑃+
𝑑𝑄
𝑄 (2)
Suponiendo que la velocidad de dinero es constante (dV = 0) se obtiene:
𝑚 = 𝑝 + 𝑞 (3)
Para los monetaristas la inflación configura el principal problema económico, y de acuerdo con
su lógica de pensamiento se resuelve con una regla automática donde la oferta monetaria debe
crecer a una tasa constante e igual al crecimiento del producto, más el crecimiento deseable
de los precios.
La explicación de la inflación a partir de una reelaboración de la teoría cuantitativa sigue
manteniendo la idea central de la existencia de una relación positiva y proporcional entre el
comportamiento de la cantidad de dinero y el del nivel general de precios7, siendo este
determinado finalmente por el crecimiento de la oferta monetaria exógena.
Los monetaristas destacan el papel de la oferta monetaria porque consideran que, si se deja
actuar al mecanismo de precios, este puede seguir siendo factor principal de equilibrio y ajuste
en el mercado. De allí que el control del crecimiento de la oferta monetaria por encima del
producto, sea la base de la acción estatal para lograr los objetivos de crecimiento y estabilidad
en una economía de mercado. Esta es la función de la política económica, la autoridad
monetaria debe concentrarse en controlar la expansión de la oferta monetaria sin intervenir el
mecanismo de la libre empresa.
Un aspecto necesario a destacar dentro de esta teoría es el papel asignado al Estado. Según
esta escuela el Estado debe limitar su papel a ser guardián de la libre empresa; la política
7 “The central predictions of the quantity theory are that, in the long run, money growth should be
neutral in its effects on the growth rate of production, and should affect the inflation rate on a one-for-
one basis”. Lucas (1995, p. 670)
13
monetaria debe ser utilizada solamente para corregir las perturbaciones que cause el dinero
en el resto del mecanismo económico.
1.2.2: Enfoque Keynesiano.
Esta corriente nace con los trabajos de J.M. Keynes y su elaboración de la política monetaria
desde su obra “Tract on Monetary Reform” del año 1923 y “Treatise on Money” de 1930 hasta
la publicación de su obra magnun opus “The General Theory of Employment, Interest and
Money” en 1936. Durante esta trayectoria se puede apreciar una evolución en su pensamiento
económico, con respecto al fenómeno inflacionario, influenciado principalmente por la Gran
Depresión8.
Keynes, en un primer momento aceptó la relación establecida en la Teoría Cuantitativa del
Dinero entre la cantidad de dinero y el nivel general de los precios, pero incluyó una nueva
variable en la relación causa-efecto entre ambos elementos, la tasa de interés, refutando así
la neutralidad del dinero establecida por los clásicos y neoclásicos. El enfoque keynesiano
establece que la inflación es producto del exceso de la demanda agregada una vez que se
haya alcanzado el pleno empleo de los recursos, como consecuencia de un inadecuado
manejo de las políticas fiscales y monetarias. Dicho punto de vista no puede explicar la
coexistencia de inflación con recesión pues, según este enfoque, aquella solo se produce en
situaciones de pleno empleo.
Este planteamiento teórico de Keynes fue evolucionando fruto de la observación y la
experiencia de la gran depresión de los años 30. En él se encuentran al menos dos críticas
centrales a la teoría cuantitativa del dinero: la primera está relacionada con la inestabilidad en
la demanda de dinero como proporción del ingreso monetario de la economía y la segunda
con la no neutralidad del dinero.
Antes de la aparición de la teoría keynesiana solo se aceptaban los motivos, transacción y
precaución, para conservar dinero en forma líquida que estaban determinados por la magnitud
8 También conocida como crisis del 29, fue una crisis económica mundial que se prolongó durante la década de 1930. Su duración depende de los países que se analicen, pero en la mayoría comenzó alrededor de 1929 y se extendió hasta finales de la década de los años treinta o principios de los cuarenta.
14
del ingreso, sin valorar la especial importancia que asume la tasa de interés9 con el movimiento
del capital ficticio en la época del capitalismo monopolista. El gran aporte de Keynes es la
consideración del motivo especulación, el cual está determinado por el deseo de conservar
dinero en efectivo con el propósito de conseguir ganancias, debido a las fluctuaciones de la
tasa de interés.
En su función de preferencia por la liquidez Keynes resume estas ideas, afirmando que la
demanda de saldos monetarios reales (Md/P) es una función negativa del nivel de tasas de
interés (i) y positiva del ingreso real (Y)10:
𝑀𝑑
𝑃= 𝑓(𝑖, 𝑌)
De este último se desprende la inestabilidad en la demanda de dinero, pues ella depende de
las fluctuaciones en la tasa de interés. En este sentido un aumento en la cantidad de dinero en
la economía podría resultar absorbido en gran medida por una mayor demanda del mismo11,
de forma que parte de esa mayor liquidez no se emplearía en demandar más bienes y
servicios, como afirman los neoclásicos y los monetaristas. Los individuos mantendrían una
mayor cantidad de liquidez ociosa a la espera de que surjan nuevas oportunidades de
inversión, evitando de esa forma que esos crecimientos de liquidez se traduzcan en un
aumento de la demanda agregada y estos a su vez en aumentos del nivel general de precios.
De otro lado, Keynes orientó su trabajo a mostrar que, en condiciones de desempleo, las
variaciones en la cantidad de dinero si tienen efectos en las variables reales de la economía.
Los economistas neoclásicos suponían la existencia del pleno empleo y no establecían una
relación directa entre el aumento de la cantidad de dinero y la elevación de los niveles de
producción y empleo; ya que consideraban que la flexibilidad de la tasa de interés garantizaba
de forma automática el equilibrio, y que cualquier aumento de la cantidad de dinero provocaba
el alza de los precios y no influía en la esfera real de la economía (neutralidad del dinero).
9 En el modelo keynesiano, la tasa de interés se define como el precio que equilibra el deseo de conservar riqueza en forma de efectivo – preferencia por la liquidez – con la cantidad disponible de este último, es decir, el precio que se paga por vencer la preferencia por la liquidez. 10 Lage (2011) 11 En presencia de trampa de liquidez esta absorción seria total.
15
Influenciado por el momento histórico-concreto que le tocó vivir Keynes, al considerar el pleno
empleo como un caso particular del nivel de ocupación, establece que un incremento en la
cantidad de dinero tendrá como consecuencia una disminución de la tasa de interés, debido a
que aumentará la cantidad de dinero destinado a satisfacer la preferencia por la liquidez -
motivo especulación. Esta disminución en la tasa de interés conduce entonces a un aumento
de las inversiones, al ser la eficacia marginal del capital comparativamente mayor que la tasa
de interés, con lo cual el efecto multiplicador traerá como resultado el incremento de la
producción, el ingreso y la ocupación.
Pero a medida que la economía avanza hacia sus niveles máximos de producción y empleo,
se generan presiones alcistas sobre la estructura de costos del sector productivo12. A su vez,
los agentes productores tienden a transferir dichas presiones a los precios de sus productos.
Es decir, las expansiones de demanda de bienes y servicios traen consigo incrementos en los
precios a medida que impulsan la economía. De esta manera, en el planteamiento keynesiano
la inflación es el costo de la expansión de la actividad productiva y la generación de empleo.
Esta conclusión de Keynes constituye un momento notable en su obra, lo que lo lleva a
sustentar que el aumento en la cantidad de dinero influye inicialmente en la esfera real, por la
vía de la tasa de interés y solo después determina variaciones en el nivel de precios.
En su análisis de la teoría cuantitativa del dinero Keynes señalaba que: “para los propósitos
del mundo real es una gran falla de la teoría cuantitativa el que no distingue entre los precios
que son función de lo ocurrido en la producción y los que dependen de las modificaciones en
la unidad de salarios. La explicación de esta falla quizás se encuentre en los supuestos de que
no hay propensión a atesorar y de que siempre existe el pleno empleo” (Keynes, 1968, p 202).
Es incuestionable que la interpretación keynesiana constituyó un notable aporte a la teoría
económica, aproximando su modelo teórico a la realidad e implantando un esquema de
relaciones causales mucho más objetivo que sus antecesores clásicos y neoclásicos entre los
problemas monetarios y la producción; con lo cual resultará difícil rechazar la idea del vínculo
12 Tradicionalmente la explicación keynesiana de la inflación ha sido considerada como tirón de demanda (Cuadrado, 2000). No obstante, es evidente la relación de dicha explicación con la del empujón de costos y, de hecho, los desarrollos post keynesianos se concentran en esta última.
16
obligado entre los problemas monetarios y la esfera real de la economía, al menos en el corto
plazo (Ruiz, 1998).
1.2.3: Evidencia empírica
Este debate macroeconómico presentado en la sección anterior se ve exacerbado en la
década del 70 cuando se produce por primera vez la estanflación. La situación vivida de
estancamiento económico unido con el mantenimiento de elevadas tasas de inflación, pone en
cuestión algunos de los fundamentos macroeconómicos del enfoque ortodoxo,
fundamentalmente la escuela keynesiana.
A raíz de este escenario, se produce un auge de estudios empíricos con el fin de corroborar o
refutar lo establecido en el debate convencional. En la siguiente sección se exponen los
principales resultados de estos estudios que analizan la relación bidireccional, que existe entre
la inflación y algunas de las principales variables de la política macroeconómica, tanto
nominales como reales: la cantidad de dinero, el crecimiento económico y el tipo de cambio.
Inflación y crecimiento monetario
En la teoría económica se destaca que el crecimiento monetario no es la única causa que
explica el incremento de los precios en el corto plazo13 y que debe transcurrir determinado
periodo de tiempo para que exista una relación proporcional “one for one” entre el crecimiento
monetario y el nivel de precios. De hecho, existen una variedad de factores que pueden afectar
temporalmente la dinámica de los precios y demorar o esconder la naturaleza neutral del dinero
en el largo plazo. Esto implica que, si se pretende predecir el comportamiento de la inflación,
los agregados monetarios pueden no ser la variable adecuada a emplear en el corto y mediano
plazo. De hecho, el uso de agregados monetarios como variable informativa y guía en la
política monetaria es un tema inconcluso (Roffia & Zaghini, 2008).
13 La relación de corto plazo entre crecimiento monetario e inflación continúa siendo un tema controversial en la literatura y a pesar de la abundante evidencia empírica al respecto, no ha sido posible establecer hechos estilizados acerca de ella. La validación empírica de esas predicciones enfrenta, entre otras, la dificultad de que la relación entre las tenencias de saldos reales y las transacciones reales es inestable y de difícil medición Estrella y Mishkin (1996) y Woodford (1997). Esta inestabilidad es también un problema que enfrenta la implementación de la política monetaria y que ha llevado a los bancos centrales al abandono de los agregados monetarios como objetivo intermedio de la política. Los canales a través de los cuales el dinero puede afectar al nivel de precios en el corto plazo son múltiples y también dependientes del régimen monetario vigente. (Basco, D’Amato, & Garegnani, 2006).
17
A pesar de que la relación de corto plazo entre crecimiento monetario e inflación continúa
siendo un tema controversial en la literatura, en el largo plazo el hecho de que inflaciones
persistentemente elevadas hayan estado acompañadas de crecimientos sostenidos de la
cantidad de dinero, es una regularidad encontrada en la literatura económica hasta finales de
la década del 1990 (Leijonhufvud & Heymann, 1995) y la evidencia empírica indica que existe
una fuerte relación positiva entre crecimiento monetario e inflación en el largo plazo.
El estudio empírico realizado por Friedman y Schwartz (1963) constituye el motor de arranque
que impulsó y dio nuevos a aires a la Teoría Cuantitativa del Dinero, en el cual encuentran una
relación de causalidad entre el crecimiento de la oferta monetaria y el nivel general de precios
para la economía estadounidense en el periodo de 1867-1930. A partir de este momento
sobrevinieron una serie de estudios empíricos que corroboran, utilizando distintos métodos
para descartar el componente de alta frecuencia de las series de tiempo de crecimiento
monetario e inflación, la presencia de una fuerte correlación positiva y una relación de
proporcionalidad, entre crecimiento monetario e inflación en el largo plazo14.
Sin embargo, la evidencia empírica reciente basada en el análisis de datos de panel para varios
países sugiere que la relación entre crecimiento monetario e inflación podría depender del nivel
medio de la tasa inflación (De Grauwe & Polan, 2001). En particular, esta relación parece ser
bastante fuerte en economías de alta inflación, pero se debilita para economías con baja
inflación. Estos resultados no son triviales desde la perspectiva de la política monetaria dado
que podría implicar que el dinero no es relevante para explicar la dinámica de la inflación en
regímenes de baja inflación (Basco, D’Amato, & Garegnani, 2006).
Estos resultados han atraído la atención de los economistas modernos dada la situación
económica internacional, especialmente en la Unión Europea luego de la crisis de 2008, donde,
a pesar de que el Banco Central Europeo ha inyectado abundante liquidez a la economía de
cada país, a través de políticas monetarias expansivas15, la inflación ha seguido contrayéndose
14 Lucas (1980), Dwyer y Haffer (1988), McCandless y Weber (1995) 15 El 22 de enero de 2015 Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), anunció una importante ampliación del programa de compra de activos públicos y privados , con el objetivo de anclar las expectativas de inflación a medio plazo y reactivar la economía. Con este anuncio, el BCE se sumó al resto de bancos centrales, como la Reserva Federal, el Banco de Japón o el Banco de Inglaterra, que ya llevan tiempo aumentando sus balances a través de la compra de activos.
18
de forma consistente; desde inicios de 2012, se observa cómo la relación entre ambas
variables se ha debilitado hasta el punto de ser prácticamente nula (Vidal A. , 2014).
En cuanto a las economías en desarrollo, la literatura es mucho menos vasta. Ello se debe en
parte a la ausencia de una historia suficientemente larga de políticas monetarias con reglas
relativamente estables. En la práctica se han realizado diferentes trabajos con resultados
mixtos.
Desde comienzos de la primera década del presente siglo, en Chile se originó un debate acerca
de la relación entre el crecimiento monetario y la inflación, motivado por la observación de un
significativo aumento en las tenencias de saldos reales por parte del público, producto de un
importante crecimiento de los agregados nominales y una reducida tasa de inflación,
encontrándose que el crecimiento del dinero no es un buen indicador directo de futuras
presiones inflacionarias (De Gregorio, 2003) y (García & Valdéz, 2003). También encuentran,
en línea con los hallazgos de De Grauwe y Polan (2001), que el comovimiento entre
crecimiento monetario e inflación se debilita en períodos de baja inflación.
Los estudios empíricos realizados sobre esta correlación entre el crecimiento de la cantidad
del dinero y la inflación, en los últimas dos décadas, ofrecen resultados heterogéneos y los
mismos dependen de la muestra seleccionada de países, del nivel medio de inflación asociado
a cada uno y del periodo histórico considerado. Además, esta correlación establecida
empíricamente puede verse afectada por la naturaleza del régimen monetario empleado por el
Banco Central, ya sea metas sobre agregados monetarios o inflation targeting16. Sin embargo,
Stefan y Svensson (2003) plantean que el hecho de que las correlaciones entre los
componentes de tendencia de la inflación y el crecimiento de la cantidad de dinero se hayan
mantenido estables por largos periodos de tiempo, implica que ha sucedido bajo diferentes
arreglos monetarios; esto sugiere que estas correlaciones encuentran su origen en
16 En el caso de un régimen monetario sobre agregados monetarios en su estado más puro, el Banco Central controla perfectamente la oferta monetaria, con lo cual el crecimiento monetario sería exógeno, mientras que la inflación se ajustaría endógenamente. Bajo estas circunstancias se puede afirmar que el crecimiento monetario determina la inflación.
Por el contario, en caso de que el régimen monetario sea puramente de inflation targeting, en cuyo caso el Banco Central tiene control total de la inflación. En esta situación la inflación sería exógena, mientras que el crecimiento monetario se ajustaría endógenamente. Bajo estas circunstancias se puede afirmar que la inflación provoca el crecimiento monetario.
19
características estructurales de la economía que son totalmente independientes del régimen
monetario subyacente.
Inflación y crecimiento económico
Como se ha mencionado anteriormente la teoría económica plantea que la inflación,
especialmente la imprevista, produce incertidumbre sobre los precios futuros de los bienes y
servicios en una economía. Esta situación afecta las decisiones sobre el gasto, el ahorro y la
inversión, lo cual ocasiona una asignación deficiente de recursos y, por lo tanto, dificulta el
crecimiento económico.
A pesar de ello, uno de los primeros trabajos que abordó dicha problemática, de manera
indirecta, fue Phillips (1958) en el cual se sugería la existencia, en el largo plazo, de una
relación negativa entre inflación y desempleo17. Este resultado implicaba que, de manera
permanente, las autoridades tuviesen que elegir entre la consecución de tan sólo alguno de
dos objetivos altamente deseados: mayores niveles de ocupación o menores niveles de
inflación. El resultado señalado propició la aparición de numerosos estudios, tanto teóricos
como empíricos, cuya finalidad era corroborar o impugnar el resultado de Phillips.
Sin embargo, en un inicio estos estudios no lograron aportar una respuesta contundente en
ninguna dirección. Finalmente, los trabajos de Friedman (1968) y Phelps (1970) fueron
capaces de ofrecer una explicación de la aparente relación negativa entre inflación y
desempleo propuesta por Phillips. El argumento de estos autores es que, en el corto plazo, el
desempleo puede desviarse de su “tasa natural”, razón por la cual puede observarse de
manera transitoria una relación negativa entre inflación y desempleo. Más aún, los autores
señalan que no sólo existe una curva de Phillips de corto plazo, sino un sinnúmero de éstas,
cada una asociada a un nivel distinto de expectativas de inflación. Según el argumento
señalado, la curva de Phillips de largo plazo es vertical, siendo cualquier nivel de inflación
compatible con la “tasa natural de desempleo”18. La argumentación señalada ha tomado
preponderancia en el pensamiento económico moderno. (Card & Hyslop, 1996)
17 De manera equivalente, una relación positiva entre la tasa de inflación y la actividad económica. 18 “La tasa natural de desempleo es el nivel que sería fijado por el sistema walrasiano de ecuaciones de equilibrio general, con la condición de que se encuentren allí contempladas las características estructurales actuales de los mercados de trabajo y bienes, y se incluyan las imperfecciones de mercado, la variabilidad estocástica de
20
No obstante, según el argumento de que los ajustes de precios y salarios a la baja son más
difíciles de presentarse que al alza, es decir, por el hecho de la existencia de rigideces a la
baja en precios y en salarios nominales, ha permanecido la hipótesis de que un poco de
inflación “engrasa las ruedas”19 del mercado de trabajo, facilitando los ajustes de precios
relativos. De esta forma, existe cierto consenso teórico de que la curva de Phillips de largo
plazo es vertical a altas tasas de inflación, pero que muestra una relación positiva entre
actividad económica e inflación a bajas tasas de inflación20. Dicha relación positiva21 tiende a
manifestarse más marcadamente conforme las rigideces a la baja en salarios nominales se
vuelven más patentes.
Si bien el estudio original de Phillips mostraba una aparente relación negativa entre inflación y
desempleo (o de manera equivalente una relación positiva entre inflación y crecimiento
económico), la evidencia empírica ha rebatido prácticamente en su totalidad dicha visión. Más
aún, algunos estudios recientes muestran una clara relación negativa entre actividad
económica e inflación22. Cabe señalar que este último resultado se da principalmente en
aquellos casos en que la inflación se encuentra en niveles relativamente elevados. Si bien
estos estudios muestran que inflaciones elevadas afectan el crecimiento económico, no
responden de manera contundente si la inflación afecta el crecimiento económico cuando ésta
es baja. No obstante, los estudios señalados muestran de manera enfática que ningún nivel
de inflación favorece, en forma sostenida, la actividad económica.
Fisher (1996) encuentra que la simple correlación entre crecimiento económico e inflación para
una amplia muestra de países durante un periodo de más de 20 años es negativa y
estadísticamente significativa 23. Sin embargo, la significancia estadística de esta relación
demandas y ofertas, el costo de recolección de información sobre vacantes y disponibilidades de mano de obra, los costos de la movilidad y otros” (Friedman, 1968a, p. 6). 19 (Card & Hyslop, 1996) 20 Véase, por ejemplo, Tobin (1972) y Akerlof, Dickens y Perry (1996) 21 La relación positiva entre inflación y actividad económica, producto de las rigideces a la baja en precios y salarios, se presenta por el hecho de que, al darse una disminución no anticipada en la inflación, los precios y salarios toman tiempo en ajustarse al nuevo nivel inflacionario. Es decir, la presencia de divergencias entre la inflación esperada por los agentes económicos y la observada, redunda en una pérdida de producto por el hecho de que un sinnúmero de contratos se encuentra referenciados o determinados con base en un nivel de inflación mayor al observado. 22 Véase Bruno y Easterly (1995), Barro (1997), Ghosh y Phillips (1998) 23 Fisher (1996)
21
negativa depende, entre otros factores, del nivel de inflación inicial, así como de la inclusión
de otras variables relevantes en el análisis, tales como el nivel del producto o la inversión.
Inflación y tipo de cambio.
El “efecto transferencia” de las variaciones del tipo de cambio nominal sobre el comportamiento
de los precios se define como la proporción de una fluctuación en el tipo de cambio que se
traduce en inflación. Este indicador constituye una pieza de información importante al momento
de diseñar políticas económicas, especialmente para las políticas cambiaria y monetaria, en
países subdesarrollados, cuyas economías se caracterizan por una elevada dependencia del
comercio exterior.
En términos generales se puede distinguir entre efectos de primer y segundo orden de
movimientos del tipo de cambio sobre los precios al consumidor (Capistrán, Ibarra-Ramírez, &
Ramos-Francia, 2011). En cuanto a los primeros se puede mencionar dos canales: directo e
indirecto. El canal directo se observa a través de un ajuste en el precio de los bienes de
consumo importados. Asimismo, los precios de los insumos y bienes de capital importados
afectan directamente la estructura de costos de los productores, lo que a su vez se traslada,
por lo menos en parte, a los consumidores finales. El efecto indirecto ocurre a través de los
mecanismos que inciden sobre la demanda interna agregada y que son trasladados a los
precios finales. Es decir, una depreciación del tipo de cambio encarece los bienes importados
con respecto a los bienes domésticos, lo que incrementa la demanda de estos últimos,
generando presiones al alza de los precios al consumidor.
Respecto a los efectos de segundo orden, el canal de transmisión depende de cómo se formen
las expectativas de inflación. En un entorno de inflación alta y volátil, y en particular si el
compromiso de la autoridad monetaria con la estabilidad de precios no es creíble, las
expectativas de inflación tienden a no estar bien ancladas. En ese contexto, existe la
posibilidad de que, ante el aumento en precios al consumidor asociado a los efectos de primer
orden anteriormente mencionados, los agentes económicos, frente a la expectativa de mayor
inflación, respondan ajustando sus precios al alza (incluyendo a los salarios), generando así
mayores presiones inflacionarias. Este último canal corresponde a los efectos de segundo
orden de movimientos del tipo de cambio sobre variaciones en los precios internos.
22
El efecto transferencia del tipo de cambio sobre el comportamiento de los precios amerita una
evaluación continua porque depende de factores micro y macroeconómicos, y de las
expectativas de los agentes económicos sobre las políticas monetaria y cambiaria. Entre los
factores macroeconómicos que influyen en la magnitud del efecto transferencia o grado de
transmisión de las variaciones del tipo de cambio sobre la inflación, destacan el estado inicial
de la inflación o el contexto inflacionario al momento de la ocurrencia de la fluctuación del tipo
de cambio (Taylor, 2000), el comportamiento de la actividad económica, el desalineamiento
del tipo de cambio real y el grado de apertura comercial (Goldfajn & Werlang, 2000)
En presencia de información imperfecta y de rigidez de precios, el comportamiento de variables
macroeconómicas como las mencionadas en el párrafo anterior contribuyen a magnificar o
atenuar el grado de transmisión de una fluctuación del tipo de cambio sobre los precios,
principalmente por la percepción de los individuos y, en especial, de aquellos que fijan precios
sobre la naturaleza (permanente o transitoria) de las fluctuaciones del tipo de cambio
nominal24.
En un estudio sobre el impacto de las variaciones del tipo de cambio sobre la inflación tanto
Choudhri y Hakura (2001) como Bailliu y Fujii (2004) concluyen que existe una asociación
positiva entre el nivel de inflación y el efecto transferencia. Además, se determinó que mientras
más abierta sea la economía mayor es el efecto del tipo de cambio en los precios internos,
bien sea porque mayor es el componente importado en los bienes producidos en el país o
porque mayor es la proporción de bienes finales que se importan, cuyos precios tienen una
mayor asociación con el comportamiento del tipo de cambio.
A su vez, se ha encontrado en países en desarrollo que la inflación responde más a
perturbaciones positivas (que incrementan la tasa de variación del tipo de cambio) que a
perturbaciones negativas (que disminuyen la tasa de variación del tipo de cambio o contribuyen
24 Por ejemplo, de acuerdo con (Taylor, 2000), un incremento en el tipo de cambio podría ser interpretado como de difícil reversión en un contexto de inflación alta, por lo que una proporción considerable de empresas decidirían ajustar los precios de los productos que ofrecen, debido al impacto permanente en sus costos de producción ocasionado por el aumento del tipo de cambio. En el caso opuesto de inflación baja, un incremento en la misma magnitud del tipo de cambio podría ser percibido como un fenómeno temporal o transitorio, por lo que una mayor proporción de empresas esperaría a que el tipo de cambio baje pronto, en lugar de modificar los precios de los bienes que comercializan
23
a una apreciación de la moneda). Por eso en un contexto en el que exista cierta rigidez de los
precios es un poco más complicado hacer que los precios bajen a que suban.
Por último, se hace necesario destacar que, el comportamiento del efecto transferencia está
influido por la percepción de los agentes económicos sobre el comportamiento futuro de la tasa
de cambio, la credibilidad en la política cambiaria o en el conjunto de políticas económicas que
se adoptan en un momento en particular, o los efectos sobre los precios del conjunto de
políticas adoptadas. En este sentido, Amitrano, De Grauwe y Tullio (1997) argumentan que en
el mecanismo de transmisión de un aumento en el tipo de cambio en los precios juegan un
papel importante las políticas fiscales y monetarias que se aplican después de la devaluación.
En este sentido, no sólo la consistencia de las políticas económicas juega un papel
determinante, sino también la estrategia de comunicación empleada por la autoridad
económica, para lograr una mayor comprensión y aceptación de las decisiones adoptadas por
parte de los distintos agentes económicos que interactúan en la economía y, por consiguiente,
en moderar el mecanismo de transmisión de las modificaciones de las variables económicas
relevantes sobre los precios.
1.3: Determinantes heterodoxos de la inflación: el estructuralismo latinoamericano.
La revisión de la literatura económica muestra que en los últimos tiempos la teoría
convencional ha mostrado limitaciones y por lo tanto ha sido inconsistente a la hora de explicar
la dinámica del proceso inflacionario.
Es por esta razón que se hace necesario ampliar el enfoque, que no solamente tenga en
cuentas las visiones convencionales sobre los determinantes de la inflación. En el siguiente
epígrafe se analizará uno de los principales enfoques heterodoxos que aborda esta
problemática, y que pudiera arrojar nuevas luces para las economías latinoamericanas y
especialmente para la cubana.
1.3.1: Teoría estructuralista de la inflación
A partir de las contribuciones pioneras de varios economistas latinoamericanos, desde
mediados de los años cincuenta y comienzos de los años sesenta, empieza a fraguarse en la
región una narrativa con contenido lógico-deductivo, cuyo interés estuvo centrado en explicar
la complejidad de los fenómenos inflacionarios.
24
Aunque las perspectivas varían con el autor y cada esquema de análisis posee matices
propios, los diversos trabajos sobre la inflación de la escuela estructuralista, en contraste con
los enfoques más tradicionales, ponen su acento en la estructura adquirida por las economías
en desarrollo, en los desequilibrios sectoriales, y en las tensiones socioeconómicas reales,
entendiendo estas realidades como las fuentes fundamentales capaces de provocar
incrementos continuos en el sistema de precios. Los autores de estas teorías plantean que los
desequilibrios reales provienen fundamentalmente de la existencia de discontinuidades y
desbalances en el crecimiento intersectorial que desembocan en rigideces,
desproporcionalidades y cuellos de botella sobre ciertos mercados y de ciertas características
peculiares del sector externo. (Vera, 2013)
Existe un amplio consenso de que el origen de una visión estructuralista latinoamericana de la
inflación, de manera formalizada, se localiza en el artículo “El desarrollo económico y la
inflación en México y otros países latinoamericanos”25. En este texto Noyola26 expone su
pensamiento sobre las causas básicas de la inflación en Latinoamérica y sus relaciones con el
desarrollo económico, ejemplificándolo con las inflaciones que tuvieron lugar en México y
Chile, desde principios de la década del 30.
En su estudio Noyola refuta las teorías monetaristas y fiscales de la inflación imperantes hasta
ese entonces, expresando que: “La inflación no es un fenómeno monetario; es el resultado de
desequilibrios de carácter real que se manifiestan en forma de aumentos del nivel general de
precios. Este carácter real del proceso inflacionario es mucho más perceptible en los países
subdesarrollados que en los países industriales. Es un fenómeno resultante de desequilibrios
reales del sistema económico” (Noyola, 1956, p. 610).
Consecuentemente plantea que no es posible comprender a cabalidad el proceso inflacionario
experimentado en América Latina si no se introducen en el análisis una serie de elementos
derivados de la observación de la estructura y del funcionamiento de las economías de la
región. Al tomar en cuenta tales elementos, se arriba a la conclusión de que la inflación es en
25 (Noyola, 1956) 26 Destacado economista e intelectual mexicano. Vinculado, desde su creación a la CEPAL (1950-1959) donde desarrolló sus ideas estructuralistas. Es reconocido como el autor original de la teoría estructuralista latinoamericana de la inflación.
25
cada país latinoamericano un problema específico y diferente, aun cuando puedan encontrarse
una serie de rasgos comunes entre todos ellos.
De esta forma, agrupa los principales elementos que originan los desequilibrios
macroeconómicos, comunes a los países de la región, en tres grandes categorías: elementos
de carácter estructural, como la distribución de la población activa por ocupaciones y la
variación de los niveles de productividad entre los distintos sectores productivos; elementos de
carácter dinámico, como las diferencias entre el ritmo de crecimiento de la economía en su
conjunto y el de algunos sectores específicos: las exportaciones, la producción agrícola,
etcétera; y elementos de carácter sociopolítico o institucional, como la organización productiva
del sector privado y su grado de monopolio, métodos de fijación de los precios, la organización
sindical y su poder de negociación y la participación de distintos grupos en el manejo del
aparato estatal, etcétera.
Todos estos elementos Noyola (1956) los combina en un esquema teórico en el que se
distinguen fundamentalmente dos grupos: las presiones inflacionarias básicas y los
mecanismos de propagación. Este esquema sin lugar a dudas constituye la base teórica del
incipiente enfoque estructuralista, el cual con el pasar de los años fue analizado y
perfeccionado por diferentes exponentes.
Este incipiente sistema categorial constituyó objeto de estudio de prestigiosos académicos
estructuralista y con el transcurso del tiempo se ha ido depurando. Entre los trabajos más
significativos se destacan Malavé (1968) y Ocampo (1983), los cuales basados en las ideas
seminales de Noyola (1956), Sunkel(1958)27 y Pinto (1968) exponen un esquema teórico más
desagregado y completo, el cual será empleado en la presente investigación.
En cuanto a las categorías de análisis, se distinguen por una parte las presiones generadoras
subdivididas en presiones básicas o estructurales, presiones asociadas a elementos
27 En su artículo “La inflación chilena: un enfoque heterodoxo” Osvaldo Sunkel realiza un profundo análisis del sistema categorial expuesto por Noyola, constituyendo su principal aporte la identificación y desagregación de las presiones inflacionarias.
26
sociopolíticos e institucionales (superestructurales), y presiones coyunturales o
circunstanciales, y por último, se hace referencia a los mecanismos de reproducción28.
Según Malavé (1968) las presiones generadoras constituyen un conjunto de elementos reales
que residen en la pluralidad de fuerzas causales y generan o aceleran un proceso inflacionario.
Estas presiones surgen de deformaciones del sistema económico-social y de factores
circunstanciales de origen interno o externo que afectan el sistema con determinada
regularidad. A la hora de realizar un análisis, es necesario seguir determinado orden de
causalidad, pues no todas son de la misma naturaleza ni ejercen la misma presión. Estas a su
vez se clasifican en tres categorías lógicas e independientes:
a) Las presiones inflacionarias básicas o estructurales, constituyen el punto de partida de
todo análisis estructuralista de la inflación. Estas pueden ser definidas como presiones
que “obedecen fundamentalmente a limitaciones, rigideces o inflexibilidades
estructurales del sistema económico”, debido a “la escasa movilidad de los recursos
productivos y el deficiente funcionamiento del sistema de precios” (Sunkel, 1958). Es
decir, son un conjunto de fuerzas que subyacen en la base económica y actúan como
principales causas generadoras del proceso inflacionario.
Estas inflexibilidades se reflejan en la inelasticidad de la oferta agrícola frente a cambios
en la demanda de consumo; de las exportaciones ante las devaluaciones de la moneda
nacional; de las importaciones dada la elevada y rígida propensión al uso de insumos y
maquinarias importadas por parte de la industria nacional; del ahorro interno frente a
alzas en la tasa de interés pasiva; de los mercados de capitales que son estrechos con
pocas alternativas para diversificar los portafolios y que tienden a dolarizarse. Y todo
esto en el marco de mercados segmentados, interrelacionados asimétricamente.
Como consenso se establece que estos desequilibrios se producen principalmente en
los sectores externos y agrícola (Ocampo, 1983).
b) Las presiones superestructurales están asociadas a elementos de tipo sociopolítico e
institucional. Estas tienen que ver con la organización misma del aparato del gobierno,
en varios de sus niveles y ámbitos, o con distintos aspectos del marco jurídico que da
28 Terminología utilizada por Ocampo (1983), porque a su entender ilustra mejor su papel dentro del proceso inflacionario, pero que mantiene la misma esencia que el término mecanismo de propagación.
27
forma y regula dicha organización. Además, entre estos elementos se cuentan la base
de sustentación de sus organizaciones, y su capacidad de inducción de las decisiones
gubernamentales o de injerencia en las mismas.
Los efectos de las presiones superestructurales sobre el nivel de los precios dependen,
por una parte, de las rigideces institucionales y, por otra, del desarrollo y la intensidad
del mismo proceso inflacionario (Ocampo, 1983).
c) Las presiones inflacionarias coyunturales o circunstanciales. Sunkel consideró estas
presiones inflacionarias exógenas e inesperadas, las cuales se denominan hoy en día,
de forma más adecuada, shocks de oferta o de demanda. Esta categoría constituye un
punto de contacto con la teoría ortodoxa, pues coinciden con los determinantes que en
ella se discuten.
Son efectos asociados a factores de corta duración y que son propios de las
fluctuaciones del sistema económico. Las presiones coyunturales si bien son transitorias
tienden a agravar el incremento de los precios (Malavé, 1968)
Entre los shocks de oferta se incluyen, entre otros, los desastres naturales (sequias,
terremotos, etc.), los provenientes del mercado internacional (deterioro de los términos
de intercambio); aumento del precio de ciertas importaciones esenciales como insumos
industriales, el petróleo, etc.); las alzas salariales o del margen de ganancia (mark-up),
los aumentos abruptos de la tasa de interés y los factores políticos como movimientos
sociales, huelgas, etc.
Entre los shocks de demanda se encuentran aquellos que provienen de aumentos
drásticos en el gasto público (y el déficit fiscal), en la masa monetaria, consumo privado,
la inversión pública o privada, etc.
Por otro lado, están los mecanismos de reproducción29. Estos no son causas determinantes,
sino factores secundarios que dan mayor fluidez al curso de la inflación porque crean un
conjunto de condiciones que hacen factible la propagación y retroalimentación de las presiones
inflacionarias. Según Sunkel “todos los tipos de presiones inflacionarias (...) no se materializan
(…) en un proceso violento y permanente de expansión monetaria y ascenso del nivel general
29 La clasificación de los diferentes mecanismos fue realizada por Noyola (1956).
28
de precios, si no fuera por la presencia de un “eficiente” mecanismo de propagación de tales
presiones” (Sunkel, 1958, p. 575).
Se destaca en primer lugar el de tipo fiscal. El sistema tributario, en buena medida estructurado
en la fase de desarrollo hacia afuera30, se caracteriza en líneas generales por su rigidez y
regresión y por su considerable dependencia del comercio exterior y de las bruscas
fluctuaciones a que está sujeto. Por otro lado, el proceso de industrialización trae consigo un
aumento sustancial de las responsabilidades y de los gastos del Estado, entre las cuales los
gastos corrientes muestran una acentuada inflexibilidad a la baja. La tendencia al déficit fiscal
se relaciona con estas circunstancias y con las presiones que ejercen distintos grupos de
interés, en el interior mismo del aparato gubernamental.
El mecanismo crediticio que es el segundo a considerar, está relacionado con la flexibilidad
del sistema bancario para dotar a la economía de medios de pago. Asimismo, se les asocia a
los vínculos de ese sistema con los grupos empresariales y con los intereses industriales,
cuyas presiones inducen a aumentar la cantidad de dinero en correspondencia con las alzas
de los precios y con las necesidades de liquidez que traen consigo.
En tercer lugar, está el mecanismo de reajuste de precios e ingresos. Este expresa las
presiones de distintos grupos sociales por afectar a su favor la distribución de la renta. Así, el
grado de monopolio y el poder económico de que disponen las entidades productivas les
permiten lograr alzas de precios; y la fuerza y capacidad de negociación de las organizaciones
sindicales las habilita a defender el nivel de salarios reales.
La esencia de este proceso de reproducción es la pugna distributiva en sus múltiples aspectos.
Enfrentados a un proceso inflacionario, todos los sectores económicos luchan por mantener o
mejorar su participación dentro del ingreso nacional, proceso que tiende a generar tanto una
inflación de costos (a través de los reajustes salariales, de la defensa de las ganancias por
parte de los empresarios, etcétera), como una inflación de demanda (como resultado de los
mayores ingresos nominales de los diversos grupos económicos). La importancia de la pugna
30En la visión estructuralista del desarrollo, en su concepción centro-periferia, se denominó al patrón de desarrollo de la periferia como “modelo exportador primario” o “desarrollo hacia afuera”, el cual se basaba en la exportación de productos primarios de bajo valor agregado.
29
distributiva en el proceso inflacionario tiene una innegable validez teórica, y contribuye a
explicar características básicas de todo proceso inflacionario (Rodríguez, 2006).
Los efectos sobre el proceso inflacionario son sólo indirectos y dependen de como la depresión
en la actividad agregada afecta los mecanismos de reproducción. De ahí se deriva un segundo
dilema: en la medida en que la pugna distributiva desempeña el papel fundamental en la
reproducción del proceso inflacionario, la capacidad de la política de estabilización de afectar
el ritmo de inflación depende de cómo dicha política logre debilitar a algunos sectores en la
pugna distributiva; es decir, de su capacidad de afectar la distribución del ingreso. Es por esta
razón que, por débiles o fuertes que sean los mecanismos de reproducción inflacionaria sus
manifestaciones son siempre el resultado de las presiones perturbadoras que se producen en
el seno de la formación económico-social.
Según se alega, la inflación depende primordialmente de la magnitud de las presiones
estructurales, de la operación de los elementos sociopolíticos e institucionales en la
superestructura del sistema económico, y solo secundariamente de los mecanismos de
propagación, cuya acción se limita a frenar o impulsar la de los factores estructurales.
El desarrollo del proceso inflacionario implica una conexión lógica entre las presiones
generadoras y los mecanismos propagadores: las primeras residen en la raíz del proceso, no
son fácilmente perceptibles y contienen las fuerzas determinantes que trascienden y
repercuten en la superficie del sistema a través de deformaciones estructurales y
superestructurales; los segundos actúan en el orden inmediato y constituyen la derivación -con
apariencia financiera y monetaria- del desarrollo efectivo de aquéllas, y conforman el
revestimiento o la expresión más visible de la inflación. De allí que, en la mayoría de los casos,
el conocimiento del proceso inflacionario comience por la apariencia de sus propagaciones y
no por las causas reales que lo determinan.
Por lo tanto, para analizar la inflación en los países subdesarrollados es preciso identificar en
cada uno de ellos las presiones inflacionarias básicas y determinar su intensidad, y luego
observar si existen condiciones favorables a la aparición de mecanismos de propagación,
descubrir cuáles son éstas y cómo actúan.
30
La pugna o conflicto distributivo en el enfoque estructuralista.
Dado la vasta bibliografía y por la importancia que se le asigna dentro del enfoque
estructuralista, se hace necesario analizar de forma detenida el papel de las pugnas o
conflictos distributivos dentro del proceso inflacionario.
Como se expresó anteriormente, existe un amplio consenso31 en que el factor conservador del
nivel de la inflación por excelencia es el conflicto distributivo, o sea, el hecho de que diversos
sectores y sindicatos disponen de instrumentos políticos para la conservación de su
participación relativa en el ingreso. Dado que, en un nivel de inflación determinado, los precios
de los bienes y servicios y de la fuerza de trabajo tienden a variar con desfasamientos entre sí
y, como los precios de unos constituyen los costos de los otros, los aumentos subsecuentes
de los precios de los bienes y de los salarios tenderán a ocurrir casi en forma automática. De
esta manera cada empresa o grupo de trabajadores trasladará a sus precios el aumento de
sus costos. Además, destacan que este proceso cobrará fuerza en dependencia del nivel de
indización formal e informal de la economía y que constituyen un poderoso factor mantenedor
de la inflación.
El nivel de la inflación se mantendrá en la medida en que todos los agentes económicos estén
relativamente satisfechos con su participación en el ingreso. Sin embargo, si una parte de esos
agentes se siente en condiciones de aumentar sus márgenes o sus salarios con el propósito
de aumentar su participación en la división del producto, y si los demás agentes responden
indizando sus precios habrá una tendencia hacia la continuidad del proceso de aceleración de
la inflación porque los primeros agentes buscarán de inmediato un nuevo aumento de los
márgenes o de los salarios reales.
La existencia de los factores mantenedores del nivel de la inflación, que garantizan la
estabilidad relativa de las participaciones de los diversos agentes económicos en el ingreso,
implica una gran rigidez de la inflación hacia abajo. Este hecho tendrá implicaciones
importantes en el campo de la política económica.
En una economía plenamente indizada un aumento autónomo de los precios (y en
consecuencia de los márgenes) implica una elevación de la inflación exactamente igual a la
31 Véase Ocampo (1983) y Bresse y Nakano (1984)
31
del aumento original. Esta elevación de la tasa de inflación ocurre por medio de un mecanismo
multiplicador que acaba de elevar todos los demás precios en la misma proporción.
Cuando ocurre el aumento original de los precios de determinado insumo, dada la indización,
los precios de los productos elaborados con dicho insumo aumentarán, en un primer momento,
sólo en proporción a su participación en el costo de tales productos. Pero estos aumentos
secundarios provocarán efectos inflacionarios sobre otros bienes y sobre los salarios. Estos
aumentos terciarios se reflejarán no sólo en el aumento de precios de productos nuevos sino
también en el nuevo aumento de los bienes que sufrirán el aumento secundario de los precios.
En la medida en que los precios de los bienes de salario lleguen a ser afectados, los salarios
aumentarán también en forma automática en función de la indización. El efecto multiplicador
del aumento inicial sólo se agotará cuando todos los precios hayan subido en la misma
proporción, de modo de mantener inalterada la estructura de los precios relativos y restablecer
así el equilibrio distributivo inicial (sólo perturbado por el desfasamiento temporal de los
reajustes de precios). En adelante el sistema de indización plena garantizará la conservación
del nuevo nivel de inflación. Si la indización no fuera plena el multiplicador será menor, de
modo que los precios secundarios aumentarán menos que proporcionalmente al aumento
original.
El análisis monetarista moderno no reconoce el papel central que desempeña en el proceso
inflacionario la estructura socioeconómica. De hecho, al conferirle el carácter de determinante
básico del nivel de precios a la cantidad de dinero, afirma no sólo que la política monetaria es
relativamente autónoma sino también que la pugna distributiva es en última instancia una
variable dependiente en el proceso monetario. Este tipo de análisis sólo reconoce parcialmente
lo que ha sido denominado mecanismos de reproducción de la inflación a través de la inercia
en los procesos de formación de expectativas (Rodríguez, 2006).
En perspectiva, la mecánica que explica un proceso de inflación, desde la óptica estructural,
es una donde los desequilibrios o desajustes reales dan pie a fuerzas que promueven cambios
no neutrales distributivamente en los precios relativos. Los sectores económicos y grupos de
interés, especialmente aquellos que se ven afectados por los cambios en los precios relativos,
luchan por mantener o mejorar sus aspiraciones dentro del ingreso nacional real, lo que
32
convierte a los precios nominales en una válvula de escape. El proceso de pugna distributiva
puede inducir cambios de conducta en el público y cambios en el ámbito monetario y fiscal.
1.3.2: Principales aportes al enfoque estructuralista.
A pesar de que la mayoría de las principales ideas y basamento teórico del enfoque
estructuralista de la inflación se localizan en el periodo comprendido entre las décadas del 50
y el 60, esta teoría gozó de la atención de los principales economistas latinoamericanos hasta
principios de la década del 90 y es hasta este momento que puede considerarse su proceso
de desarrollo. Entre la década del 80 y el 90 esta teoría recibe nuevos aires con la destacable
labor de Luiz Carlos Bresser-Pereira, el cual se aleja del análisis crítico en su estado más puro,
y se enfoca en un análisis crítico constructivo, en aras de contribuir y renovar esta vertiente.
Su principal obra sobre este enfoque es, sin lugar a dudas, Factores Aceleradores,
Mantenedores y Sancionadores de la Inflación 32 escrita de forma conjunta con Yoshiaki
Nakano. En este artículo ambos autores, basados en el enfoque seminal de Noyola-Sunkel,
plantean que para lograr una completa compresión del proceso inflacionario de Latinoamérica
es necesario además de tomar en cuenta los factores que producen el mantenimiento del nivel
de la inflación (presiones básicas) y los factores que causan la aceleración o desaceleración
de la inflación (mecanismos de propagación), identificar y comprender los “factores que
sancionan la elevación de los precios”, en particular el aumento de la cantidad de dinero y en
cierta medida y bajo condiciones específicas el déficit fiscal.
Para la realización de un modelo analítico del proceso inflacionario los autores parten de que
sólo es posible comprender la inflación si se parte del supuesto general de que es un fenómeno
estructural de las economías capitalistas contemporáneas. Además de este supuesto general
emplean otros dos sobre el comportamiento de los agentes económicos, el primero se refiere
a la capacidad de los diversos agentes económicos para mantener su participación relativa en
32 (Bresser & Nakano, 1984)
33
el ingreso33 y el segundo supuesto es que todos los agentes económicos en conjunto tienen
como objetivo el mantenimiento de una tasa “razonable” de crecimiento para la economía34.
Ambos autores parten de criticar los supuestos asumidos por la teoría monetarista
argumentando que raras veces se dan las condiciones de pleno empleo en las economías
modernas, habitualmente estas economías se caracterizan por la existencia del desempleo y
de capacidades ociosas y que tal y como lo demostró Keynes, la velocidad de circulación del
dinero puede variar en el corto plazo en función de una tendencia mayor o menor al
atesoramiento o en función de la curva de preferencia por la liquidez.
En estas condiciones el aumento de la oferta nominal de dinero no puede considerarse
generalmente como un factor acelerador de la inflación. En realidad, tiende a ser un factor
sancionador, porque, dada la elevación constante de los precios, la cantidad real de moneda
tiende a disminuir, ya que 𝑚 =𝑀
𝑝 donde 𝑚 son los saldos monetarios reales; 𝑀 es la oferta
monetaria y 𝑝 es el nivel general de precios. Una disminución de la cantidad real de dinero
provocará una crisis de liquidez y luego una recesión, esto unido al supuesto de que los
agentes económicos tienen como objetivo mantener la tasa de crecimiento de la economía,
provocará que el Banco Central se vea en la obligación de aumentar la cantidad nominal de
dinero, mediante sus instrumentos de política35, y restablecer, de esta forma, los saldos
monetarios reales.
En esta situación el incremento de la cantidad de dinero no puede considerarse como causa o
factor acelerador de la inflación sino como un simple factor sancionador de esa inflación. La
expansión monetaria simplemente acompaña la elevación de los precios, transformándose en
una variable endógena del sistema, y no en una variable exógena como plantea la escuela
monetarista. Aunque sea una variable endógena, es necesario destacar que el aumento de la
cantidad de dinero en una situación de desempleo generalizado puede tener un efecto
33 En una economía moderna el supuesto simplificador más plausible es que los trabajadores, los capitalistas empresarios y los capitalistas rentistas poseen instrumentos para defender y eventualmente aumentar su participación en el ingreso. 34 Esto significa que los trabajadores y la clase media asalariada, cuyo poder crece en las sociedades contemporáneas, se resistirán fuertemente a las políticas económicas recesivas. 35 Operaciones de Mercado Abierto (OMA), Tasa de descuento y Coeficiente de encaje legal o coeficiente de reservas obligatorias
34
inflacionario si produce el aumento de los márgenes o de los salarios en algunos sectores
estratégicos donde haya estrangulamiento de la oferta (Bresser y Nakano, 1984).
La cantidad de dinero es función de la producción real de la economía y del mecanismo de
formación de sus precios, de esta forma, en la medida en que la inflación reduzca la cantidad
real de dinero, una sociedad desarrollará mecanismos para restituir su cantidad36.
En este caso la expansión de la cantidad de dinero no es una causa sino un factor sancionador
de la inflación en la medida en que es su resultado y al mismo tiempo garantiza su
continuación. En sus conclusiones Bresser y Nakano (1984) plantean que es indiscutible la
correlación entre el aumento de la cantidad de dinero y la tasa de inflación, pero la dirección
de la relación causal es inversa a la que plantean los monetaristas.
1.3.3: Trascendencia del enfoque estructuralista de la inflación
A pesar de su indiscutible capacidad para rivalizar explícitamente con las teorías monetarias-
fiscales convencionales sobre los factores que desencadenan el proceso inflacionario, la teoría
estructuralista latinoamericana de la inflación no ha llegado muy lejos y sigue siendo
desconocida en los altares académicos. Según Rodríguez (2006) tres de los textos más
importantes que comprensivamente han tratado el problema inflacionario en las últimas
décadas: “Inflation” (Ball & Doyle, 1969); “Inflation: Causes and Effects” (Hall, 1982) e “Inflation:
A Theorical Survey and Synthesis” (Hudson, 1982) no tienen palabra alguna que decir sobre
el enfoque estructuralista de la inflación y solo en Frisch (1983) hay un capítulo con el título de
“La hipótesis de la inflación estructural” que aborda de manera superficial esta teoría.
La baja difusión de la teoría estructuralista de origen latinoamericano se explica por la
conjunción de varios factores. Por un lado, la mayor parte de los aportes se plasmaron en
publicaciones de habla castellana o portuguesa de escasa difusión en los círculos académicos
internacionales. Por otra parte, los autores latinoamericanos no hicieron el esfuerzo, ni tuvieron
interés alguno, en explorar la aplicación de sus teorías en universos o contextos fuera de la
región. Incluso, aunque la narrativa y la construcción lógica de las ideas suele ser rica en los
36 Esos mecanismos pueden ser los mecanismos regulares de creación de dinero por medio del Banco Central y de los bancos comerciales, o bien los mecanismos más informales tales como la creación de diversos tipos de cuasi dinero.
35
primeros autores estructuralistas37, con raras excepciones las contribuciones apelaron al
estatus que concede el rigor matemático formal. De hecho, Olivera (1965) lo denuncia, en las
exposiciones de la teoría estructuralista de la inflación, “su formulación relativamente
intrincada… en contraste con la precisión del método monetario”. Pero quizás haya primado,
más que cualquiera de los factores antes mencionados, la dificultad que toda nueva teoría
tiene que irrumpir, rivalizar y finalmente hacerse de un espacio frente a las corrientes
ortodoxas.
No puede decirse, desde luego, que la indiferencia sobre el tema haya sido absoluta. Durante
la década de los sesenta varios artículos fueron escritos intentando sintetizar aspectos
conceptuales de las más conocidas contribuciones, en la mayoría de las ocasiones, con el
propósito de elevar la comprensión de la naturaleza del debate entre estructuralistas y
monetaristas; entre los principales trabajos se destaca “El Análisis de la Inflación,
“Estructuralistas” y “Monetaristas”: Un recuento” (Pinto, 1961); “La Escuela Estructuralista,
Estabilización de Precios y Desarrollo Económico; el Caso Chileno” (Grunwald, 1967); “Two
Views on Inflation in Latin America” Campos (1961); “The Inflation Controversy in Latin
America: A Survey” (Baer W. , 1967) y “Monetarism and Structuralism in Latin America”
(Campos, 1970). Además, es necesario reconocer que el debate (entre estructuralistas y
monetaristas) encontró una formulación clara e incluso cierta resonancia internacional en el
volumen titulado “Inflation and Growth in Latin America” (Baer & Kerstenetzky, 1964). Los
trabajos más recientes Heyman (1986), Velasco (1988), Ros (1993) y Rodríguez (2006)
intentan recapitular con un prisma crítico algunas ideas provenientes del estructuralismo con
el objeto de extraer lecciones teóricas y de política que puedan ser de alguna generalidad en
el marco de los programas anti-inflacionarios.
La teoría de la inflación estructural, si bien se ha desarrollado de forma fragmentada y
discontinua en el tiempo, constituye una visión integral de las complejas facetas que adquiere
el fenómeno inflacionario en los países en desarrollo (Vera, 2013).
Como se ha podido apreciar hasta este punto de la presente investigación, el enfoque
estructuralista de la inflación pudiera ser el más integral a emplear si se pretende lograr un
37 Entre otros se destacan Juan Noyola, Oswaldo Sunkel, Aníbal Pinto y Celso Furtado.
36
completo entendimiento del proceso inflacionario en los países subdesarrollados. En la Figura
1 se resume el esquema de análisis del proceso inflacionario planteado por la escuela
estructuralista, donde se puede apreciar la amplitud y profundidad del mismo.
Figura 1: Determinantes de la inflación según el enfoque estructuralista
Fuente: Elaboración propia a partir de la bibliografía consultada Malavé (1968) y Ocampo (1983).
De esta forma, se puede afirmar que la inflación en los países subdesarrollados no responde
a fenómenos uni-causales. Su tratamiento exige, cada vez más, de planteamientos
multifacéticos para entenderla y enfrentarla. Es decir, cuando se analiza la inflación y se
instrumentan políticas de estabilización no es posible tomar en consideración únicamente la
dinámica de la economía, sino, sobre todo, resulta indispensable incorporar el amplio contexto
político y social en el que se encuentra inmerso este complejo fenómeno económico,
incorporando al análisis las lecciones que ofrece la historia. Las limitaciones de las políticas
ortodoxas radican, en gran parte, en que han desligado el origen de la inflación del proceso
sociopolítico, en cuya trama se forman los precios a partir de un complejo sistema de vasos
comunicantes.
Siguiendo este esquema propuesto, en el próximo capítulo se realizará un análisis de las
principales características estructurales y particularidades de la economía cubana que
propician el desarrollo del fenómeno inflacionario.
37
Capítulo 2: La inflación en Cuba: determinantes estructuralistas.
Luego de haber analizado los principales elementos teóricos y conceptuales de la inflación, así
como el debate entre las principales escuelas ortodoxas y heterodoxas sobre los principales
determinantes del proceso inflacionario (Ver Anexo 1), en el presente capítulo se pretende
explorar los determinantes de la inflación cubana, en el nuevo contexto económico, desde la
visión estructuralista latinoamericana. Para dar respuesta a este objetivo se analizan en un
primer momento las particularidades del IPC en Cuba y sus principales limitaciones, para luego
pasar a analizar a nivel descriptivo la evolución de la inflación en el período 2000-2015, en
este momento se revisan los principales estudios que analizan la relación causal entre la
inflación y otras variables del entorno macroeconómico cubano.
En un segundo momento se procederá a analizar los principales factores estructurales que
pudieran explicar el proceso inflacionario en Cuba siguiendo el marco metodológico planteado
por la escuela estructuralista latinoamericana. Se realizará especial énfasis en las presiones
inflacionarias básicas y el impacto de los elementos institucionales, pues según la propia
escuela estructuralista estas presiones constituyen la esencia del origen de la inflación en los
países subdesarrollados. Según esta teoría las presiones circunstanciales son efectos
asociados a factores de corta duración y que son propios de las fluctuaciones del sistema
económico. (Malavé, 1968). Además el impacto de las presiones circunstanciales, al ser
básicamente los shocks de oferta y de demanda, ha sido abordado de manera extendida en
diversos estudios38.
2.1: Comportamiento de los precios en Cuba
2.1.1: El Índice de Precios al Consumidor en Cuba: características principales.
La primera cuestión a puntualizar en un análisis de inflación, es precisamente qué
medida de precios utilizar. Existen diversas metodologías para determinar la tasa de inflación
de una economía, entre las cuales se destacan el deflactor implícito del Producto Interno Bruto,
el Índice de Precios al por Mayor (IPM) y el Índice de Precios al Consumidor (IPC); sin
embargo, el más empleado a nivel internacional es este último.
38 Vidal (2007), Pons (2008), García (2009), Hidalgo y Doimeadios (2012).
38
El IPC es una técnica estadística diseñada, específicamente, para medir la inflación, el cual
indica la variación porcentualmente en el nivel de precios de los bienes y servicios que adquiere
un consumidor típico en dos períodos de tiempo, usando como referencia lo que se denomina
canasta básica39.
La mayoría de los países consideran que a pesar de que el IPC solo mide la inflación al
consumidor, es la mejor medida de inflación disponible. Hasta el momento no existe ningún
otro índice que tenga un grado de aceptabilidad comparable y que ofrezca al mismo tiempo
una descripción más precisa de la evolución de los precios para la sociedad en general (OIT,
2004).
En el campo económico es utilizado por los Bancos Centrales en el planeamiento y evaluación
de las metas y políticas monetarias, además de servir como coeficiente de re-ajuste de la
deuda externa; siendo tomado de la misma manera por el gobierno, para la determinación de
las políticas fiscales. En el plano social adquiere una relativa importancia en las decisiones de
consumo y ahorro de las familias. En el ámbito jurídico es empleado en las negociaciones
salariales, como medio de actualización de los beneficios sociales y las prestaciones de
seguridad social.
Este indicador es igual de importante en el sector empresarial, sin embargo, en el caso de
Cuba la utilización del IPC en los análisis financieros o la firma de los contratos ha sido muy
limitada, debido en parte al desconocimiento generalizado acerca de los usos del índice y los
efectos de la propia inflación, a la escasa disponibilidad de información, y al limitado rol que
tienen las relaciones monetarias mercantiles en el funcionamiento empresarial.
En Cuba la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) es la encargada de
confeccionar el IPC. Con el objetivo de captar la evolución de los precios en un contexto de
dualidad monetaria, la ONEI implementa un IPC en pesos (CUP), en lo adelante IPC, cuya
área de sondeo abarca el territorio nacional; un IPC en moneda convertible (CUC), construido
bajo la observación de establecimientos en Ciudad de la Habana, por considerarse
representativa del resto del país; y un IPC conjunto entre ambas monedas. Sin embargo, solo
39 Muestra de bienes y servicios representativa del consumo habitual de la población.
39
el IPC en CUP es del dominio público y constituye la única información para calcular los niveles
de inflación, como consecuencia este indicador no refleja la trayectoria de los precios en los
mercados que funcionan en CUC (TRD), ni los efectos directos de los movimientos de la tasa
de cambio entre el peso cubano y el peso convertible.
Los precios que se utilizan para la elaboración del IPC son recopilados dentro del área
geográfica en la que la población de referencia realiza sus gastos en bienes y servicios de
consumo. La fuente de información utilizada para la ponderación de los precios de la canasta
que comprende el IPC es la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH
2010), realizada entre agosto del 2009 y febrero del 2010, la cual sirve como base para definir
la estructura de gasto y la ponderación de un artículo en la lista de bienes y servicios.
La primera implicación que tiene esta encuesta es que la información recogida solo abarca
siete meses y por lo tanto la información que se obtuvo para los cinco meses restantes, que
permiten completar el año, se imputó, lo cual introduce un sesgo a tener en cuenta en la
observación de la realidad40. En segundo lugar, se tiene la desactualización de la misma, pues
desde ese levantamiento han transcurrido siete años, periodo que coincide con
transformaciones económicos-sociales significativas en el país, que pueden haber afectado la
estructura de gasto y consumo de los hogares. Por ejemplo: con la ampliación del sector
cuentapropista y el acrecentamiento del turismo, se ha producido un incremento en diversos
sectores de la población, de las fuentes de ingreso en CUC, y consecuentemente, puede que
se haya operado un “traslado” en el consumo hacia más productos de las Tiendas
Recaudadoras de Divisa (TRD).
Claramente, el comportamiento de los precios responde a las características específicas y
peculiares de los mercados en los que se intercambian los bienes y servicios. Las diferencias
en los mecanismos de formación de precios en los distintos mercados hacen que las
perturbaciones exógenas, provenientes de la política económica (del ámbito fiscal o cambiario)
o del contexto externo (regional o internacional), tengan efectos muy diferentes sobre la
dinámica de los precios en cada mercado específico.
40 La literatura internacional plantea que, para obtener estimaciones más robustas de la estructura del gasto de los hogares, se deben contemplar al menos 12 meses de la Encuesta.
40
Además del IPC, a petición del BCC, la ONEI computa un IPC desagregado con el
comportamiento de los precios de los bienes y servicios que enfrenta la población en tres
mercados que conforman la red minorista del país. La elaboración de este IPC por mercados
es crucial a la hora de realizar política monetaria, pues permite conocer en qué mercado se
están generando mayores presiones inflacionarias. La red minorista de la economía, queda
desagregada en41:
Mercado Formal: recoge los precios de los bienes y servicios comercializados en la
red minorista puramente estatal, los cuales se fijan administrativamente, bajo un
esquema que se distingue por la aplicación mayorista de subsidios. Incluye el comercio
minorista, la alimentación pública, alojamiento, electricidad, gas y agua, servicios
industriales, transporte, comunicaciones y servicios personales. Representa el 48% del
IPC.
Mercado Agropecuario: abarca los resultados de las ventas de los productos
agropecuarios en la red de mercados agropecuarios no regulados, actualmente
subordinados al Ministerio de Comercio Interior (MINCIN), donde no hay regulaciones
de precios en todos los productos (precios de oferta y demanda); así como los mercados
agropecuarios topados, pertenecientes al Ministerio de la Agricultura (MINAGRI), donde
el Estado establece y fija un precio máximo para todos los productos. A ambos
mercados agropecuarios concurren agentes de la economía estatal y no estatal.
Representa el 34% del IPC.
Mercado Informal: son todas las actividades económicas que se dedican a la venta de
bienes y servicios que están al margen de la economía estatal (exceptuando el sector
agropecuario) legalizadas o no. En este mercado se comercializan bienes y servicios
generados por actividades productivas de trabajadores por cuenta propia (sector
privado), con independencia de que estén o no registrados desde el punto de vista fiscal.
Asimismo, se consideran las reventas de productos adquiridos de forma lícita por la
población a través de las cuotas establecidas para su insumo familiar, así como la venta
de productos obtenidos por los agentes privados de forma ilícita, mediante desvíos o
41 (ONEI, 2012)
41
sustracciones de la economía formal. En lo fundamental, el mecanismo de formación
de precios depende de la oferta y la demanda. Representa el 18% del IPC.
Estos mercados se diferencian, entre otros aspectos, por el mecanismo de formación de sus
precios, el cual se realiza de dos formas distintas: en uno los precios son establecidos y
regulados por el Ministerio de Finanzas y Precios (mercado formal); y en el segundo se tienen
precios liberados que dependen fundamentalmente del equilibrio entre la oferta y la demanda
de los agentes que acuden a estos mercados (mercado informal y mercado agropecuario). Es
necesario destacar que dentro del mercado agropecuario también se incluyen los
establecimientos que tienen precios topados, lo cual le imprime cierta estabilidad que no
permite captar acertadamente los desequilibrios entre oferta y demanda de este sector.
De forma general, se puede afirmar que en ocasiones los niveles de inflación reportados por
la ONEI a las autoridades monetarias no reflejan la realidad inflacionaria dadas las
particularidades del Índice de Precio al Consumidor calculado:
Dentro del IPC solo se tiene en cuenta la evolución de los precios en los mercados que
operan en CUP. No incluye la trayectoria de los precios en los mercados estatales que
funcionan en moneda convertible (CUC).
Las ponderaciones de los artículos utilizadas para la confección del IPC están
desactualizadas. Desde la realización de la ENIGH 2010 hasta la actualidad se han
producido cambios significativos en el entorno macroeconómico (proliferación del sector
cuentapropista) que pudieran haber alterado la ponderación por mercado y artículo.
2.1.2: La variable inflación en la política monetaria del BCC.
Antes de la última década del pasado siglo la variable inflación pasó desapercibida en la
política macroeconómica de Cuba. En este periodo se eliminaron radicalmente las relaciones
monetarias mercantiles, con lo cual la participación del Estado en la economía pasó a ser casi
absoluta (Vidal, 2007). Durante estos años los precios se fijaban de acuerdo con los criterios
de planificación material, sin que mediara ningún indicador financiero-contable o las
condiciones establecidas por la oferta y la demanda. De esta forma la población obtenía casi
la totalidad de los productos de la canasta básica en la red de tiendas y mercados minoristas
42
estatales, período durante el cual los precios regulados por el Estado se mantuvieron la mayor
parte del tiempo invariables (Hidalgo y Pérez, 2010).
En este entorno, dado que los precios regulados estaban desvinculados de los problemas
monetarios existentes, los desequilibrios –incremento de salarios sin contrapartida productiva-
se reflejaban necesariamente en excesos de liquidez en la economía. Esta situación también
se conoce como inflación reprimida o ahorro forzoso. De esta forma las autoridades monetarias
monitoreaban y emprendían acciones para controlar el exceso de liquidez en el sector de la
población, con el propósito de garantizar que esta no sobrepasara determinados límites o
proporciones con respecto al PIB (Hidalgo y Pérez, 2010).
Esta situación comenzó a revertirse a partir del derrumbe del campo socialista en 1989 y de
las transformaciones realizadas para salir de la profunda crisis que experimentó la economía
cubana a principios de la década de 1990, conocida como Periodo Especial. En el corto plazo,
fueron inevitables los desequilibrios monetarios. Los déficits presupuestarios acumulados, que
alcanzaron cifras del 30% del Producto Interno Bruto (PIB) en el año 1993 y que no encontraron
otra alternativa de financiamiento disponible que no fuera crédito del Banco Central, suscitaron
una inyección de circulante no respaldada en el sector real de la economía (caída del 35% del
PIB entre 1989 y 1993) que provocaron agudos crecimientos de la inflación (Doimeadiós,
Hidalgo, Licandro, & Licandro, 2011).
Conjuntamente, comienzan a darse cambios con el objetivo de disminuir el elevado grado de
centralización de la economía, con lo cual las relaciones monetarias mercantiles comienzan a
ganar relevancia. Existen un conjunto de factores que permiten comprender el cambio
experimentado en las relaciones de mercado que se estaba produciendo. Dentro de estos se
destaca: la reapertura del mercado agropecuario en 1994, donde distintos tipos de productores
comienzan a vender a precios no regulados; de igual forma se autorizaron actividades por
cuenta propia y se abrieron mercados de productos artesanales, con precios regidos por la
oferta y la demanda. Además de esto, en un contexto de escasez generalizada, el mercado
informal y la especulación ganaron en relevancia y magnitud.
En consecuencia, aparecieron en la población una mayor cantidad de precios que son
determinados por la oferta y la demanda, y pueden por tanto ajustarse en función de las
43
condiciones monetarias prevalecientes. Así, la inflación pasó a ser un evento que no está
directamente en las manos de las autoridades económicas y que potencialmente puede afectar
el nivel de vida de la población y la actividad económica del país, convirtiéndose en una
variable clave de la política monetaria.
En las nuevas condiciones en que opera la economía cubana, con mayores similitudes a lo
que sucede en una economía de mercado, los incrementos en exceso de la oferta monetaria
y la demanda agregada no se traducen en acumulación de excesos de liquidez, sino en
inflación y en mayor compra de pesos convertibles en el mercado cambiario de CADECA
(Pavel, 2007).
Consecuentemente, de acuerdo con las condiciones en que se ha ido desenvolviendo la
economía, el BCC ha modificado gradualmente el diseño e implementación de la política
monetaria. Según Lage (2016) en la misma se pueden identificar tres momentos principales:
antes de 1993 el esquema implícito de política monetaria consistía en el monitoreo de la
liquidez en manos de la población; 1993-2004 periodo en el cual, luego de la despenalización
del dólar, el objetivo final pasó a ser la estabilidad de la balanza de pagos, utilizando el tipo de
cambio como instrumento fundamental de política; y por último 2004-actualidad, donde la
inflación pasó a ser el objetivo final. En esta estabilidad de precios, dada la existencia de dos
monedas nacionales, queda implícito como segundo objetivo la estabilidad de la intervención
del tipo de cambio de CADECA.
La política monetaria se ha ejecutado de manera más activa en el sector de la población, por
ser en este dónde se localizan los mercados de libre formación de precios y donde, finalmente,
pueden manifestarse desequilibrios y presiones inflacionarias (Lage, 2016). En el sistema
empresarial están presentes una serie de particularidades que limitan el funcionamiento de los
mecanismos de transmisión y el efecto de las operaciones monetarias en este sector, lo cual
disminuye la sensibilidad de las empresas a las variaciones del crédito, las tasas de interés y
la demanda agregada.
2.1.3: Evolución de la inflación en el nuevo siglo, episodios y tendencias.
La economía cubana comenzó el nuevo milenio con deflación (Ver Figura 2), situación que se
venía prolongando desde 1995, a excepción de 1997-1998. Este contexto fue el resultado de
44
la aplicación de un conjunto de medidas de saneamiento financiero interno adoptadas en 1994,
las cuales tenían el propósito implícito de reducir el exceso de liquidez en poder de la
población. Este saneamiento de las finanzas se apoyaba en instrumentos fiscales como la
elevación de precios, tarifas e impuestos, así como en la regulación del crecimiento de los
salarios, el control directo de las tasas de interés pasivas, el límite al crédito y las operaciones
cambiarias del Banco Central42.
Figura 2: Evolución de la inflación en Cuba (2000-2015)
Fuente: Elaboración propia partir de varios Anuarios Estadístico de Cuba (AEC). ONEI
Vidal y Doimeadios (2003) plantean que la deflación experimentada en la economía en este
periodo se debe a un shock de demanda provocado por una contracción de la cantidad de
dinero en circulación. Un rasgo distintivo de este período fue el empleo de una política
monetaria contractiva, entre 1994 y 1999 la tasa de crecimiento promedio del M1A fue de
(-1.7%).
En la reducción del nivel de precios también incidieron las medidas anteriormente
mencionadas para enfrentar la crisis, que incrementaron en cantidad y variedad la oferta de
productos a la población. A estas medidas es necesario adicionarle la aparición de los
Mercados Agropecuarios Estatales (MAE) en 1999, creados con el propósito de ofertar una
variedad de productos agropecuarios con precios regulados, y en algunos casos subsidiados.
42 Vidal y Doimeadios (2003)
-2.32-1.42
7.33
-3.86
2.43
4.02
5.79
2.99
-0.07-0.08
1.53
3.51
2.05
0.64
2.11 2.79
-6.00
-4.00
-2.00
0.00
2.00
4.00
6.00
8.00
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
IPCG
45
En 2002, la inflación alcanzó 7,3%, la más alta del período estudiado, debido
fundamentalmente al incremento de los precios en los mercados agropecuario e informal,
producto de las serias afectaciones ocasionadas por el paso de los huracanes “Isidore” y “Lily”,
en momentos en que se trabajaba en la recuperación de los daños causados por el huracán
“Michelle” que había azotado al país a finales de 2001, los que provocaron grandes pérdidas
en la agricultura.
Esta situación se puede corroborar en la Figura 3, donde se aprecia claramente que es el
mercado agropecuario el que genera, en mayor proporción, un incremento de las presiones
inflacionarias. Durante este año se produce un aumento acelerado de los precios
agropecuarios, alcanzando un registro máximo histórico de 15.67%. En el sector informal, se
produce igualmente un incremento de los precios, pero no tan vertical como en el caso anterior,
alcanzando su segundo máximo registro de 5.53%.
Figura 3: Inflación por mercados (2000-2015).
Fuente: Elaboración propia partir de varios Anuarios Estadístico de Cuba (AEC). ONEI
En 2006 se produce nuevamente un incremento de la inflación (5.8%) como consecuencia del
incremento de los precios regulados, fundamentalmente de bienes incluidos en la canasta
básica de alimentos que se distribuye a la población por la vía normada, como respuesta al
alza de las cotizaciones internacionales de los alimentos y a la oferta de productos de mayor
calidad por parte del Estado. En septiembre de 2005 se incrementó el precio del café y se inició
la entrega de una cuota mensual adicional de arroz y frijoles a mayores precios. En enero de
2006 se aumentaron las tarifas eléctricas en el sector residencial, así como el precio del
-20.00
-15.00
-10.00
-5.00
0.00
5.00
10.00
15.00
20.00
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
IPC mercado formal IPC mercado agropecuario IPC mercado informal
46
transporte y, en agosto del propio año, se incrementó el precio del huevo para una determinada
cantidad de unidades normadas. En la Figura 3 se observa como en este contexto es el
mercado formal el que explica en mayor medida el incremento del nivel general de precios, en
el año 2006 el IPC formal alcanza un máximo histórico de 15.32%.
Al respecto se han realizado estudios43 que demuestran que los precios regulados provocan
reacciones o movimientos en los precios del mercado agropecuario y del informal, lo cual
puede generar presiones inflacionarias en la economía. Esta relación de causalidad es
unidireccional en el sentido antes señalado.
García (2009) encuentra que un shock positivo en los precios del mercado formal de una
desviación estándar de 0,73% provoca en los precios no regulados una respuesta
estadísticamente significativa e inmediata de 0,13%. La inflación de los precios no regulados
alcanza una respuesta máxima en el cuarto mes de 0,64% y se acumula una inflación de 2,81%
durante los seis meses que dura el efecto, para posteriormente desvanecerse muy lentamente.
Transcurridos dos años, se habrá acumulado una inflación del 4%. Existe, por tanto, una
respuesta elástica de los mismos.
La relación significativa y positiva encontrada queda explicada por el hecho de que muchos de
los bienes y servicios que se ofertan en la red de tiendas y mercados minoristas estatales,
incluyendo los de la vía normada, constituyen los insumos principales de agentes privados y,
por tanto, representan la base de sus costos de producción. Tal es el caso de la electricidad,
el gas y el combustible en la esfera de los servicios.
Además, muchos de los productos que se comercializan en el mercado informal provienen del
mercado formal. La ausencia del mercado mayorista, y por tanto su efecto en la oferta de
insumos para el sector cuentapropista, impacta directamente en los consumidores. La
deprimida oferta de la red minorista estatal y la escasez imperante en el país, genera
acaparamientos y especulación con lo cual esta puede ser una vía más directa para que un
aumento de los precios regulados se refleje en inflación en los mercados no regulados.
Asimismo, en este escenario es común, que en el mercado informal se utilicen los precios de
43 Véase Vidal (2007) y García (2009)
47
los mercados formales como referencia para establecer sus precios, especialmente los de las
TRD (Hidalgo, 2015).
La inmediatez con que los precios no regulados reaccionan puede explicarse por el hecho de
que el gobierno cubano, cada vez que ha decidido incrementar los precios de la canasta básica
lo ha comunicado previamente, con el objetivo de que la población pueda valorar el impacto
que ello representa para los ingresos de las familias, por lo que los agentes económicos y la
población se encuentran preparados en el momento de aplicarse la medida. Por otra parte, en
estos mercados también funcionan las expectativas que la población tenga sobre el consumo
futuro (García, 2009).
Vidal (2007) demuestra que los precios no regulados también son impactados
significativamente por la vía de la circulación mercantil minorista y del efectivo en circulación
en poder de la población, los cuales explican en un 24,4% y 52,6% respectivamente los niveles
de inflación, para una descomposición de la varianza de predicción del error de 36 meses.
El poder explicativo de la variable circulación mercantil minorista es el esperado, pues un
incremento de las ventas minoristas de las empresas del Estado reduce la liquidez en poder
de la población y compite con los agentes privados y cooperativos. Una menor demanda
agregada en los mercados agropecuarios e informales presiona a la baja de los precios.
Al igual que en el caso anterior, el elevado grado explicativo del efectivo en poder de la
población, es el esperado. El propio Vidal (2007) encuentra mediante el empleo de la función
impulso-respuesta que el impacto en la inflación de un shock en el agregado monetario 𝑀0, es
inmediato y muy elástico. La respuesta de los precios no regulados comienza durante el mismo
mes en que ocurre el shock y se extiende hasta seis meses. La respuesta máxima se alcanza
transcurridos dos meses con una inflación del 1,25% mensual. En el período de respuesta
significativa se acumula una inflación de 7,3%, con lo cual el modelo está indicando que los
movimientos de la oferta monetaria no son anulados por cambios en la velocidad de circulación
del dinero y que existe un efecto elástico sobre los precios no regulados44. Sin embargo, un
44 A pesar de la evidencia empírica encontrada, este resultado puede no ser acertado del todo, pues en la mayoría de los estudios empíricos realizados sobre la teoría cuantitativa del dinero, se establece que el periodo muestral debe ser de al menos 30 años
48
estudio más reciente como Lage (2016) sugiere que la relación entre el incremento de la
cantidad de dinero y el nivel de precios no es significativa, resultado que es coherente con las
particularidades del entorno macroeconómico: estrictos controles de precio, disfuncionalidad o
inexistencia de los mecanismos de trasmisión y amplia segmentación de mercados (Lage,
2016).
Sin embargo, es necesario señalar que, aunque se ha comprobado las vías mediante las
cuales diferentes variables del entorno económico y monetario cubano impactan el nivel
general de precios, estas no siempre se manifiestan a través de indicadores convencionales
(IPC), dada la acción de un conjunto de elementos del marco institucional bajo el cual se
desarrollan. El mayoritario consumo de bienes de la canasta básica en el mercado formal, el
predomino de relaciones verticales y centralizadas, el bajo desarrollo de las relaciones
monetarias mercantiles y el control de precios determinan que en muchas ocasiones estas
presiones se manifiesten a través de desabastecimientos de los mercados, es decir, inflación
reprimida.
En estas condiciones cualquier análisis basado en el IPC para fijar reglas de emisión o
cualquier acción de política monetaria orientada a lograr la estabilidad de precios queda
distorsionado.
2.2: Análisis estructuralista aplicado a la economía cubana
Luego de analizar la evolución de la inflación en Cuba, así como las principales
particularidades del entorno macroeconómico, en el siguiente epígrafe se realizará un análisis
de los principales factores estructurales, dígase presiones inflacionarias básicas y elementos
sociopolíticos e institucionales, que pueden explicar el origen de la inflación en la economía
cubana. Para ello se empleará la metodología estructuralista establecida por Malavé (1968) y
Ocampo (1983) previamente descrita en el primer capítulo.
2.2.1: Presiones inflacionarias básicas o estructurales.
Según la escuela estructuralista uno de los principales elementos que actúa en la generación
de presiones inflacionarias básicas en las economías subdesarrolladas reside en la escasa
movilidad de los recursos productivos que caracteriza a dichas economías. Esta situación
impide que la estructura de la producción se ajuste con la debida rapidez a las modificaciones
49
en el patrón de la demanda y así, dada la restricción a las importaciones impuesta por la
reducida capacidad para importar permite la generación de presiones inflacionarias básicas.
En Cuba existen varios factores que propician que la oferta agregada en la economía cubana
sea inelástica y, por tanto, constituya un impedimento para el estímulo de las producciones al
no reaccionar ante los excesos de demanda. Esta situación, aunque se manifiesta en
diferentes niveles de la economía, es notoriamente marcada en dos sectores claves para el
desarrollo de la nación: el agropecuario y el externo; lo cual coincide con la descripción
realizada por los estructuralistas para los países latinoamericanos a mediados del siglo
pasado.
Presiones inflacionarias asociadas al sector agropecuario.
La agricultura, en el proceso de desarrollo debe proveer alimentos de forma creciente, así
como progresivos ingresos rurales para ensanchar los mercados para los productos de la
industria y los servicios; además, deberá proveer recursos para expandir la producción de los
sectores secundario y terciario (García, Nova y Anaya, 2014).
El papel clave que desempeña el sector agropecuario está determinado por su participación
tanto directa como indirecta en la conformación del PIB y, en un sentido más general, por el
efecto multiplicador que genera en la economía por medio del encadenamiento o derrame
(spillover) hacia atrás y hacia adelante en la cadena de producción. Si el sector no logra
producir este efecto y no genera los resultados esperados, tal encadenamiento puede motivar
importantes erogaciones, efecto multiplicador no favorable, que deben asumirse para suplir
sus deficiencias Nova (2008).
De acuerdo al enfoque estructuralista, las crecientes presiones inflacionarias ejercidas por el
sector agropecuario en los países subdesarrollados están determinadas por la incapacidad de
la producción agrícola para satisfacer la creciente demanda de alimentos.El aumento de la
urbanización que tiene aparejado el crecimiento económico significa que una proporción
creciente de la población depende de la producción agrícola distribuida comercialmente. Esta
demanda adicional de productos alimenticios comerciales, más el cambio en la composición
de la demanda debido a la urbanización, sólo puede ser satisfecha si el sistema de producción
50
agrícola tiene la suficiente elasticidad como para responder con rapidez a los aumentos de esa
demanda.
Ante la inelasticidad de la oferta, los aumentos de los ingresos monetarios se reflejan en
incrementos de los precios de los productos agrícolas destinados al mercado interno; y a su
vez, las alzas de precios de alimentos gravitan decisivamente en las variaciones del nivel real
de salarios.
En un análisis de la economía chilena, Sunkel (1958) demuestra que esta rigidez del sector
agropecuario recae fundamentalmente en la inestabilidad de la producción y su insignificante
crecimiento/estancamiento a lo largo de diez años (4% desde 1940-1952) determinado por
diferentes características estructurales que impiden su desarrollo.
Sin realizar ningún análisis, se puede afirmar a priori que este tema es coherente con la
realidad de la economía cubana. Existe un reconocimiento público de las problemáticas en
este sector45 ante la resistencia a la baja de los precios de los productos agrícolas, y su rígida
e inelástica oferta.
El modelo agrícola cubano comenzó a mostrar síntomas de agotamiento desde la década de
los 80’s, en especial durante la segunda mitad de la misma. A pesar de haber estado dirigido
hacia un proceso productivo intensivo y respaldado por un alto nivel de aseguramiento
material, el modelo empleado mostraba resultados extensivos y semintensivos. Esto se puso
de manifiesto a través del deterioro de un grupo de indicadores económicos de eficiencia: los
incrementos en la producción se lograban sobre la base del bajo rendimiento de los fondos,
del incremento de los gastos de inversión por hectárea, del aumento de los insumos por cada
unidad de producción, entre otros índices. A partir de 1986, la trayectoria productiva y la
actividad agropecuaria en su generalidad registraron descensos en su producción, eficiencia
y/o estancamiento en producciones fundamentales (Nova, 2009).
La desaparición del campo socialista, y con ello del nivel de aseguramiento logrado, de
condiciones de mercado seguro, de precios preferenciales y de relaciones de intercambio
favorables constituyeron el detonante, que unido al deterioro de los indicadores de eficiencia
45 (Granma, 20 de noviembre 2014)
51
que ya se venía manifestando, dieron lugar a la crisis económica de la década de los noventa
y en particular en el sector agropecuario cubano.
Desde principios de la década del noventa del pasado siglo, en la economía cubana, se ha
venido gestionando una política de transformaciones orientadas a reactivar y dinamizar el
sector agropecuario (Ver Anexo 2). Esta política persigue tres objetivos fundamentales:
satisfacer las necesidades básicas de la población, sustitución de importaciones de alimentos
y por último está aprovechar los mercados surgidos dentro de las fronteras nacionales
asociados al creciente sector turístico (González, y otros, 2002).
Si se analiza la evolución del sector, en los primeros dieciséis años del presente siglo, a
primera vista pudiera concluirse que su producción ha respondido de manera positiva ante el
conjunto de medidas aplicadas. Tomando como referencia el año 2000, se puede apreciar
como el crecimiento del sector, a precios corrientes, muestra una tendencia creciente. Sin
embargo, si se extrae de su comportamiento el impacto de los precios, analizando su evolución
a precios constantes, la producción agropecuaria en 2015 solo aumentó en un 4.5%
aproximadamente en comparación con el año 2000.
En la Figura 4 se puede apreciar cómo el sector logró niveles de producción inferiores a los
del 2000 de forma continuada desde 2005-2012 y para el resto de los años el crecimiento no
sobrepasó el 5%. De hecho, si se estimara una función de tendencia lineal esta sería horizontal
(Ver Figura 4), mostrando el estancamiento de la producción. Esta situación es realmente
alarmante para las autoridades gubernamentales, pues revela la rigidez en extremo de la
producción agropecuaria cubana y que los factores que la originan son de naturaleza
estructural.
52
Figura 4: Dinámica del Producto Interno Bruto y el sector agropecuario (2000 año base).
Fuente: Elaboración propia partir de varios Anuarios Estadístico de Cuba (AEC), ONEI
De esta forma se puede afirmar que el crecimiento del sector se ha logrado, prácticamente en
su totalidad, sobre la base de los precios (en un 71%) lo que indica que en este sector se
generan de manera estable excesos de demanda, que la oferta no es capaz de satisfacer. El
desajuste constante entre oferta y demanda se ha corregido vía incremento de los precios,
generando así fuertes presiones inflacionarias. Esta situación de escasez, unido a que los
productos del sector son esenciales para vivir y para los cuales no hay bienes sustitutos
determina que la demanda de productos agrícola sea muy poco elástica.
García y Anaya (2013) en un estudio realizado sobre el monto y la estructura de gastos de la
familia cubana urbana46 determinaron para el 2011 un gasto per cápita mensual en
alimentación47 que oscila entre 289 y 335 CUP, resultado que contrasta con el obtenido para
2005 de 228 a 250 CUP, lo cual representa un incremento de los precios de 27% a 34%.
Aunque este resultado pudiera estar subestimado, pues del análisis se excluyen las hortalizas
46 Basado en la construcción de un presupuesto de gastos básicos para un hogar de tres personas (familia promedio según datos censuales) mensualmente. 47 Basado en un consumo de alimentos equivalente a 3 285 kcal y 83 gramos de proteína al día por habitante.
53
y las frutas, refleja el fuerte impacto social que tiene el estancamiento de la producción
agropecuaria.
Este incremento en los precios no se ha producido en proporciones alarmantes, por el hecho
de que dentro del sector agropecuario una parte considerable de la producción (51% en 2014)
se realiza en los Mercados Agropecuarios Estatales, donde se topan precios. De esta forma,
los mecanismos de fijación de precios son el resultado de la combinación de precios máximos
establecidos y las interacciones de las condiciones de oferta y demanda.
Esta situación gana relevancia en un contexto donde las formas no
productivas/comercializadoras estatales han incrementado considerablemente su
participación en el mercado y donde se persigue dar pasos hacia ese objetivo. A medida que
el mecanismo de formación de precios según la oferta y la demanda gane en magnitud,
también lo harán las presiones inflacionarias; pudiéndose desatar un proceso inflacionario en
este sector y consecuentemente en la economía a través de los encadenamientos productivos
que genera.
De forma general, la producción agropecuaria ha sido muy inestable y volátil, en comparación
con la economía en su conjunto (Ver Anexo 3). Contexto que permite afirmar que su desarrollo
no ha estado a la altura de las necesidades de la nación y que el alcance de las políticas
implementadas en el sector ha sido muy limitado, prácticamente insignificante. Este sector más
que contribuir al desarrollo económico se erige como uno de los principales obstáculos.
Su participación dentro de la estructura del PIB ha presentado un marcado decrecimiento
desde el año 2000 (6.6%) hasta el año 2006 (3.2%). A partir de este momento ha permanecido
relativamente constante, oscilando sobre el 3.7%. Situación muy similar ocurre con el
porciento de la población económicamente activa vinculada al sector. Desde del año 2000
(27%) hasta el año 2008 (18.57%) se reduce el número de personas empleadas en 8.43%,
escenario que refleja el proceso de “descampesinización” y la falta de incentivos para trabajar
la tierra (Ver Anexo 4).
De igual manera, la capacidad de arrastre o efecto multiplicador del sector agropecuario
cubano se encuentra muy deprimida. Según Nova y García (2001) en 1999 este sector
54
contribuyó directamente con cerca de 7 % a la formación del producto interno bruto (PIB) de la
nación; más si se toma en consideración las agroindustrias inducidas (azucarera, alimentaria,
tabacalera, y bebidas y licores, entre otras), la contribución extendida del sector agropecuario
al PIB representa casi una quinta parte de este. Sin embargo, en 2012 la contribución directa
al PIB fue de apenas 4% y si se estimó una aportación de las agroindustrias inducidas de 6 %,
con lo cual la contribución conjunta cae a una décima parte del PIB (García, Nova y Anaya,
2014).
En el caso de la agricultura no cañera se puede apreciar en la Figura 5 que la tasa de
crecimiento de la producción los cultivos más representativos de la canasta alimenticia, y por
lo tanto los más demandados en el sector de la población, presenta una evolución muy
inconsistente en el periodo 2000-2015. Esta inconsistencia se ha traducido en la resistencia a
la baja de los precios de dicho mercado. En los últimos seis años es en el mercado
agropecuario donde se han generado mayores presiones inflacionarias (Ver Figura 3).
Figura 5: Tasas de crecimiento anual de cultivos seleccionados de la agricultura no cañera,
(2000 año base)
Fuente: Elaboración propia partir de varios Anuarios Estadístico de Cuba (AEC), ONEI
Resulta alarmante que solamente tres de los cultivos seleccionados han incrementado su
producción en al menos un 50 % y que el resto presente rendimientos cercanos a los exhibidos
0
0.5
1
1.5
2
2.5
3
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
Hortalizas Arroz cáscara húmedo Frijoles Otras frutas
Plátano Papa Boniato Malanga
55
hace dieciséis años, a pesar de todas las trasformaciones recientes que se han realizado con
el objetivo de reactivar el sector (Ver Anexo 2).
En el caso de la producción de tubérculos y raíces, resulta interesante la tasa de crecimiento
de la papa pues este cultivo, a pesar de que dispone de un aseguramiento priorizado en
fertilizantes, pesticidas, combustible y riego, ha decrecido a lo largo del periodo. Dada esta
situación, en la mayoría de las ocasiones su distribución y consumo se ha realizado mediante
el sistema de racionamiento, la libreta de abastecimiento. Llama la atención el caso de la
malanga y el boniato pues son cultivos que, sin contar con el nivel de aseguramiento de la
papa, han logrado incrementos significativos.
Si se analiza el subsector pecuario se puede observar que la situación es mucho más
preocupante (Ver Figura 6). Estos alimentos, sin lugar a dudas, constituyen la principal fuente
proteica y calórica de la canasta de consumo, y la evolución de su producción muestra que su
oferta ha estado en franco detrimento durante los últimos 15 años. Es necesario destacar que
las producciones de carne de res y de leche muestran señales de recuperación, debido al
apoyo gubernamental. En el caso de la producción de carne de pollo la situación es alarmante,
entre los años 2000 y 2002 se produjo una drástica reducción del 58% aproximadamente, de
la cual no ha logrado recuperarse y a lo largo de los últimos trece años solo ha representado,
como promedio, el 34% de lo que se producía en el año 2000.
Solamente la producción de carne de cerdo y de huevos han logrado superar los niveles
alcanzados en 2000 y, aun así, sus producciones resultan insuficiente para satisfacer la
demanda, en el caso del huevo a pesar de que su precio se redujo en un 25% en 2013, su
abastecimiento es muy irregular, lo que propicia el acaparamiento y la especulación. En el caso
de la carne de cerdo su precio se ha visto reducido en los mercados estatales (oferta muy
restringida), no siendo así en los arrendados y los de cooperativas.
56
Figura 6: Tasas de crecimiento del subsector pecuario (1999 año base)
Fuente: Elaboración propia partir de varios Anuarios Estadístico de Cuba (AEC), ONEI
Este es el sector de más baja productividad48, lo cual afecta a la economía en su conjunto.
Pudiera pensarse que esta situación corresponde solo al escenario actual, sin embargo, desde
finales de la década de 1989 este sector aportaba menos del 10% al PIB empleando más de
20% de la población económicamente activa. Por ende, es una deformación de estructural de
la economía cubana que se erige como obstáculo permanente a su desarrollo.
De acuerdo a García (2013) la brecha de productividad entre el sector agrícola y el resto de la
economía resulta suficientemente amplia como para concluir que lejos de contribuir al
desarrollo económico de Cuba la agricultura se ha convertido en un gran obstáculo. De
acuerdo a su análisis empírico, si se compara la productividad agropecuaria cubana con la
productividad de otros países con la misma cantidad de mano de obra por hectárea, de
superficie agrícola o de tierra disponible para el trabajo agrícola, se revela que Cuba está en
una situación bien rezagada y preocupante.
De acuerdo al análisis realizado hasta este punto, se puede afirmar que los factores que
explican la restringida e inelástica oferta de productos agropecuarios no son de naturaleza
coyuntural, sino estructurales. Estos han sido ampliamente abordados en la literatura
48 González (2014) y Doimeadios y Sánchez (2015).
0
0.5
1
1.5
2
2.5
Producción de leche de vaca
Entregas a sacrificio de ganadovacuno (peso en pie)
Entregas a sacrificio de ganadoporcino (peso en pie)
Producción total de huevos
Producción total de carne de ave
57
especializada49, concluyendo que los principales problemas radican en cuatro dimensiones
principales:
Insuficiente acceso a nuevas tecnologías y adopción de modelos tecnológicos
inapropiados. Los bajos rendimientos que se obtienen en muchos cultivos se asocian al
desaprovechamiento del gran potencial científico creado debido a la insuficiencia de
tecnologías que eleven la productividad. A lo largo del periodo analizado el monto de
las inversiones totales dedicadas a este sector no ha logrado superar el 10%, situación
que se ha traducido en una descapitalización total. La mayoría del parque tecnológico
empleado proviene de la antigua URSS, caracterizado por altos niveles de ineficiencia.
Prevalece un sistema de asignación de insumos agrícolas de carácter centralizado y
verticalista. En los experimentos realizados de venta liberada de insumos agrícolas la
cartera de productos ofertados es muy reducida, en ocasiones presenta mala calidad y
con precios elevados. Además, el suministro a este tipo de entidades es irregular, lo
que provoca escasez en muchas ocasiones, obligando al productor a adquirirlos a
precios elevados en la economía subterránea.
Acceso a fuentes de financiamiento muy restringido y con poco grado de desarrollo. El
acceso y utilización del crédito queda circunscrito a los marcos del capital de trabajo,
pues como bien es sabido la compra de bienes de capital se encuentra regulada a través
del plan de la economía.
La tendencia bastante perjudicial al incremento en la proporción de la producción que
se destina al autoconsumo y a las ventas a los trabajadores, es probablemente uno de
los factores que contribuye a explicar la contradicción entre la resistencia a la baja de
los precios en los espacios de mercado agropecuario que existen en Cuba, aun cuando
se observa una mejoría en la producción total de algunos renglones. Casi la mitad de la
producción de varios rubros agrícolas se destina con estos fines.
A raíz de los cambios operados en los últimos años, orientados a la descentralización tanto de
la producción como la comercialización, han surgido una serie de estudios que han puesto el
49 González y otros (2002), Bu y Rego (2007), Nova (2009, 2010).
58
énfasis en el marco regulatorio e institucional del sector a la hora de explicar la resistencia a la
baja de los precios.
García, Nova y Anaya (2014) en un estudio sobre el impacto de la liberalización de la
comercialización de productos agropecuarios50 constatan que, en los mercados seleccionados,
ya sea los convertidos en cooperativas o los arrendados, se registró un incremento de los
precios entre 15 y 16 % y entre 17 y 25 %, respectivamente, en al menos 18 productos básicos.
Una de las principales fuentes que dan origen a esta situación, es que, al producirse el cambio
en el modelo de gestión, estos establecimientos, asumen todos los gastos operativos y
administrativos que eran asumidos por las empresas estatales que operaban los antiguos
MAE. En un contexto de escasez imperante y por lo tanto de exceso de demanda, los
comercializadores, al no tener que preocuparse por mantener una cuota de mercado traspasan
los gastos acrecentados al precio minorista de los productos agropecuarios.
La persistencia de altos precios en los espacios de mercados se relaciona estrechamente con
la manera de cómo se estructuran. Existen ciertas limitaciones que restringen la competencia
y la eficiencia potencial del mercado agropecuario. El hecho de destinar espacios físicos de
mercado a determinadas formas organizativas (como es el caso de los mercados
cooperativos), en lugar de hacer confluir en un mismo espacio físico de mercado a diferentes
oferentes, crea condiciones propicias para comportamientos estratégicos de los concurrentes;
es decir, les concede la posibilidad de fijar precios más altos que en condiciones de
competencia51.
González y García (2016) destacan que un elemento institucional a tener en consideración
está en las estructuras de mercado que prevalecen en la distribución (mayorista y minorista)
de productos agrícolas. El caso cubano está lejos de presentar economías de escala, tanto
para el transporte como para la comercialización. La experiencia más cercana que se ha tenido
a un mercado mayorista de productos agropecuarios, El Trigal, no fue exitosa, pues en la
práctica funcionó como un mercado minorista más, solo que de mayores proporciones. A esta
50 Medida realizada de forma experimental en las provincias de Artemisa, Mayabeque y La Habana bajo el Decreto-Ley No. 318. 51 (García, Nova y Anaya, 2014, p. 210).
59
situación se suma el elevado número de intermediarios, con el consecuente incremento en los
precios, de acuerdo al margen de ganancias establecido por cada uno de ellos.
De esta forma se puede afirmar que la cooperativización de los mercados agropecuarios, no
es en esencia, la causa del incremento de los precios, sino las condiciones en que tienen que
desenvolverse estos nuevos actores en la comercialización.
A forma de conclusión parcial, pudiera decirse que el proceso inflacionario cubano se ajusta al
marco metodológico de análisis estructuralista. El análisis realizado revela que es en el sector
agropecuario donde se están produciendo las mayores presiones inflacionarias de los últimos
6 años y que las mismas están determinadas fundamentalmente por la rigidez e inflexibilidad
de la oferta, la cual encuentra su origen en características estructurales que en la mayoría de
los casos han permanecido invariables por más de 30 años.
Presiones inflacionarias asociadas al sector externo.
En los países subdesarrollados garantizar un buen desempeño del sector externo es vital para
lograr crecimiento y estabilidad económica. Según Mañalich (2011) un aumento de la
producción de bienes y servicios para la exportación repercute favorablemente en el buen
desempeño económico de los países, dado que implica incrementos en la producción, se
promueve la competencia, se mejora la asignación de los recursos y las ventajas comparativas,
por lo que tienden a disminuir los costos de producción a medida que el producto se
incrementa. Además, las exportaciones proporcionan las divisas necesarias para el
financiamiento de las importaciones de bienes requeridos para aumentar la producción, así
como de las tecnologías para elevar la productividad de las mismas.
De acuerdo a la escuela estructuralista, las presiones inflacionarias se generan por lo general
en países subdesarrollados con sectores externos donde las exportaciones primarias crecen
con lentitud en el largo plazo, mientras las importaciones tienden a expandirse a un ritmo
elevado. Además, se producen intensas fluctuaciones del volumen físico de bienes exportados
y de la relación de intercambio, las que a su vez provocan fuertes oscilaciones de la capacidad
para importar (Ocampo, 1983).
60
Estas presiones no solo se manifiestan a través de la demanda, dada su incapacidad e
inflexibilidad de satisfacer los excesos que se generan en esta última; sino también por su
influencia directa en los costos internos y el nivel de precios a través del pass-through del tipo
de cambio de cambio a precios, especialmente en economías pequeñas y abiertas.
La necesaria incorporación del tipo de cambio en la relación entre precios externos e internos
introduce una serie de complejidades en el análisis, relacionadas con el papel fundamental
que desempeña el tipo de cambio como variable de precio en una economía abierta. Las
variaciones del tipo de cambio afectan directamente los precios de los productos
comercializados, a las empresas que utilizan insumos importados en su ciclo productivo y a
los inversionistas extranjeros. En las economías subdesarrolladas la mayor presión
inflacionaria se produce por la vía de los costos, debido al elevado componente importado de
las industrias nacionales.
De esta forma se hace necesario comprender cómo se producen este conjunto de relaciones,
así como realizar un análisis del sector externo, pues la evolución del tipo de cambio es un
reflejo de su situación. Los déficits en la balanza de pagos, generados por un deterioro exógeno
en la capacidad de compra externa del país, ejercen una presión sobre el tipo de cambio que
el gobierno no puede generalmente desconocer a mediano plazo. A corto plazo, el gobierno
puede desconocerlo, sólo a costo de un deterioro en la posición de reservas internacionales
del país, o de un margen creciente entre la cotización de la moneda en el mercado negro y el
mercado oficial (Ocampo, 1983).
Antes de comenzar el nuevo siglo el sector externo cubano atravesaba un periodo de marcado
retroceso y detrimento de su desempeño hasta el momento, producto de la caída del campo
socialista.
En 1993 el valor del intercambio comercial fue de 4307 millones de dólares, lo cual significó
una contracción de casi 10,3 miles de millones de dólares en comparación con 1989
(disminución del 60,5%). La desarticulación de los mercados tradicionales de venta de las
exportaciones provocó una caída súbita de los volúmenes y precios de venta de las
exportaciones, cuyo valor se redujo en 4025 millones de dólares (67.2%) en 1993 respecto a
los ingresos de 1989. Esto, unido a la interrupción de la entrada de créditos, provocó una
61
contracción de la capacidad para importar en 6269 millones de dólares (72.8%) respecto a
1989, lo que significó que en 1993 se retornó a un nivel de importaciones similar al de 1973,
veinte años atrás (Quiñones, Aguiar, Mañalich, & Pico, 2002).
Torres (2011) destaca que la alta dependencia de insumos importados determinó que, ante el
rápido deterioro de los términos de intercambio, la producción material se vio seriamente
afectada. La ineficiente utilización de las capacidades productivas y la drástica reducción de
inversiones y créditos repercutieron igualmente en el descenso de la producción de bienes de
exportación. En los momentos más críticos de los años noventa, el aprovechamiento de las
capacidades industriales fluctuó entre 10-15%.
En la última década el entorno del comercio internacional se ha caracterizado por un ascenso
generalizado del precio de los comodities, el cual ha estado acompañado de importantes
fluctuaciones. En 2009, producto de la crisis financiera, tuvieron una brusca caída, pero luego
volvieron a subir hasta mediados de 2014, momento en el cual se hace perceptible el
estancamiento en su crecimiento. Como ejemplo se puede citar: entre enero de 2000 y
diciembre de 2012 los precios de los alimentos crecieron en 214 %, los de las materias primas
agrícolas aumentaron en un 40 %, los de los productos de la minería subieron en 293 % y los
precios de los combustibles aumentaron en 396 % (Romero, 2015). Este incremento de los
precios de los comodities puede resultar tanto beneficioso como perjudicial para el sector
externo cubano.
En el periodo analizado el comportamiento del sector muestra un balance bien desfavorable.
En la Tabla 1 se aprecia que en ningún año se ha logrado obtener un Índice de la Relación de
Intercambio (IRI) favorables, en todos los casos la capacidad para importar por cada unidad
monetaria exportada ha sido inferior a la unidad.
62
Tabla 1: Evolución del sector externo cubano 2000-2015.
Años Índice de la Relación de Intercambio 52
Efecto de la Relación de Intercambio53
2000 0.76 -1253.7
2001 0.75 -1265.3
2002 0.76 -1127.9
2003 0.88 -601.5
2004 0.92 -467.2
2005 0.86 -1243.2
2006 0.90 -866.3
2007 0.89 -1082.3
2008 0.63 -4222.1
2009 0.70 -3586.7
2010 0.93 -877.5
2011 0.81 -2721.7
2012 0.86 -2004.0
2013 0.85 -2145.2
2014 0.93 -978.3
2015 0.95 -740.0
Fuente: Elaboración propia a partir de varios Anuarios Estadísticos de Cuba. ONEI
Entre 1997 y 2009 las variaciones de precios en las exportaciones y las importaciones
produjeron una pérdida neta para el país por 25 183 millones de dólares aproximadamente, en
relación con los niveles de 1997, lo cual refleja el pobre desarrollo del sector, y que más que
constituir un motor impulsor del desarrollo económico, se ha convertido en un freno para el
mismo.
En este periodo se ha producido una recuperación del sector en términos de valor (Ver Anexo
5). Las importaciones han sido claramente la serie de mayor dinamismo, con una tasa de
crecimiento promedio anual de 10.5%. Las exportaciones, sin embargo, a pesar de haber
crecido lo han hecho en menor medida, a una razón de crecimiento anual promedio de 6.6% y
luego de treinta años no se ha logrado superar en ninguno de ellos los niveles de 1985, lo cual
52 El Índice de la Relación de Intercambio (IRI), es la razón obtenida entre el índice de precios de las exportaciones y el de las importaciones, correspondientes ambos a igual período de análisis y año de referencia. La relación será favorable si el índice es mayor que 1 y, en caso contrario, si fuera menor que 1, el resultado es desfavorable (Chuairey, 2004). 53 Refleja la pérdida o ganancia que se deriva de la variación de los términos de intercambio (Sandoval, 2000). 𝐸𝑅𝐼 = (𝐼𝑅𝐼 − 1 ) ∗ 𝑋1
0⁄
63
es realmente alarmante. Consecuencia de lo anterior, se puede apreciar que el saldo comercial
ha sido deficitario en todo el periodo analizado, alcanzando su máximo en 2008, momento en
el cual llegó a representar el 17.4% del PIB a precios corrientes. Esta tendencia al incremento
sostenido de un abultado déficit en balanza comercial es, en el corto plazo, irreversible dada
la alta dependencia externa de la economía cubana y su incapacidad de respuesta.
Por su parte, las exportaciones totales han sufrido una recomposición en cuanto a su principal
fuente de ingreso, puesto que en la actualidad más de las dos terceras partes del total se
corresponden con ventas de servicios, cifra que en 1991 solo alcanzaba el 10%. Torres (2011)
estima que el ritmo de crecimiento de las exportaciones de servicios cubanos, casi ha
duplicado el promedio mundial. Dentro de este proceso de recomposición, la exportación de
otros servicios, compuesta en su mayoría por los servicios profesionales, ha sido clave en la
generación de ingresos para el país, en tal magnitud que sus ingresos en los últimos quince
años se han visto multiplicados doce veces y media; el mismo esta explicado en su mayoría
por el incremento, a partir del año 2004 de acuerdos gubernamentales en Latinoamérica en el
marco del ALBA y otros proyectos de integración de la región (Ver Figura 7 ). Esta evolución
tan favorable es la que ha permitido lograr que el saldo en la balanza de servicios haya sido
capaz de cubrir el crónico déficit de la balanza comercial desde 2007, a excepción de 2008.
Figura 7: Composición de las exportaciones totales
Fuente: Elaboración propia a partir de Anuarios Estadísticos de Cuba (2000, 2007, 2015)
Como se mencionaba anteriormente, las importaciones de bienes han sido el elemento más
dinámico del comercio exterior, pero dentro de las mismas persisten marcadas diferencias. Un
análisis de la evolución de su composición agrupada en grandes categorías económicas (Ver
39%
31%
22%
45%
19%
19%
16%
50%
59%
2000
2007
2015
Bienes Turismo Otros Servicios
64
Anexo 6), muestra que la proporción que representan los bienes intermedios, 67% en 2015,
evidencia que no se ha podido revertir la alta dependencia de insumos importados que
presenta la economía para la realización de su producción. En concordancia con lo anterior,
las series de importaciones de bienes de consumo y de bienes intermedios han sido las de
mayor crecimiento (Ver Anexo 7), destacándose fundamentalmente la importación de
combustibles y lubricantes, minerales y productos conexos, las cuales han representado, como
promedio, el 44% del total de importaciones en el periodo 2010-2014. En igual periodo de
tiempo, las importaciones de productos alimenticios y animales vivos han representado el
13.3% del total de importaciones.
Esta situación refleja dos características estructurales distintivas del sector productivo cubano.
La primera es la desarticulación interna en las cadenas de valor, manifestada en la incapacidad
de suministrar insumos con determinado grado de elaboración o de mayor valor agregado al
resto de las ramas productivas, escenario que se traduce en un incremento de la dependencia
externa de los mismos. La segunda característica es la baja capacidad de respuesta de la
industria interna, producto de un manejo ineficaz e ineficiente de las mismas, inhábil de
satisfacer la demanda de la población.
Sin embargo, la evolución de bienes de capital en el periodo (ver Anexo 7) no ha tenido una
evolución igual de favorable. El nivel de importación de los mismos, como promedio, no ha
logrado alcanzar los registrados de hace treinta años. Esto se traduce, en incapacidad de
renovación del parque tecnológico y no tecnológico procedente, en gran medida del antiguo
campo soviético, lo cual determina un deterioro progresivo de las capacidades productivas y
un bajo aprovechamiento de las mismas.
La evolución de las exportaciones de bienes no ha sido favorable. Según cálculos de Torres
(2011) el desempeño del sector exportador de bienes se encuentra en profundo detrimento,
durante el periodo 1990-2010 decreció como promedio anual en 1.6% mientras que el
promedio mundial creció a razón de 7.7% anualmente.
El patrón de especialización del comercio de bienes sigue estando basado en la explotación
de recursos naturales. En la Tabla 2, la cual muestra la evolución de la tasa de cobertura
relativa, se observa como Cuba se caracteriza por ser exportador neto de productos primarios,
65
de poco procesamiento y por lo tanto de bajo valor agregado (casi el 80% de las exportaciones
cubanas, ver Anexo 8), a excepción de los productos químicos y productos conexos, dentro de
los cuales se incluye los productos medicinales y farmacéuticos, e importador neto de
maquinarias y equipos y toda gama de productos manufacturados.
Tabla 2: Tasa de cobertura relativa54
2000 2008 2013
Productos alimenticios y animales vivos 2.8 0.6 0.8
Bebidas y tabaco 20.4 20.2 22.0
Materiales crudos no comestibles, excepto los combustibles 18.7 15.7 9.3
Combustibles y lubricantes, minerales y productos conexos 0.1 0.6 1.1
Productos químicos y productos conexos, n.e.p. 0.3 1.1 1.5
Maquinaria y equipo de transporte 0.0 0.2 0.1
Aceites, grasas y ceras de origen animal y vegetal 0.0 0.0 0.0
Artículos manufacturados, clasificados principalmente según el 0.4 0.3 0.2
Artículos manufacturados diversos 0.1 0.2 0.1
Nota: Los datos utilizados para la categoría de Combustibles y lubricantes, minerales y productos conexos son
estimaciones del autor, dada la indisponibilidad de los mismos en los Anuarios Estadísticos de Cuba
Fuente: Elaboración propia a partir de Anuarios Estadísticos de Cuba (2000, 2007, 2015)
Sin lugar a dudas lo más impactante en este periodo es la posición de importador neto de los
productos alimenticios y de exportador neto de combustibles. El primer caso queda explicado
fundamentalmente por las reducciones en la producción de la industria azucarera, lo cual a su
vez se debe al proceso de redimensionamiento de dicho sector comenzado a principios de la
década y la incapacidad del sector agropecuario de satisfacer el consumo interno.
En cuanto a la posición de exportador neto de combustible, es necesario hacer un paréntesis,
pues como bien es sabido Cuba no posee ventajas comparativas en este recurso y el cambio
producido se debe a los convenios intergubernamentales, bajo condiciones ventajosas,
firmados con Venezuela en el marco de PETROCARIBE. Cuba compra el petróleo crudo para
procesarlo en las refinerías y luego reexportarlo. A pesar de que ha resultado beneficioso, esta
situación refleja el estado crítico de las exportaciones de bienes cubanas, pues los incrementos
54 La tasa de cobertura relativa es la razón que compara el comercio del sector con el comercio total. Valores mayores a uno indican una posición exportadora y menores a uno importadora.
66
que se han tenido en las mismas se han basado en estos acuerdos gubernamentales y no en
incrementos productivos.
Una de las características esenciales del sector externo cubano ha sido la elevada
concentración geográfica de su comercio. Como resultado de la participación de Cuba en el
CAME, la participación de los países de esa organización en el intercambio total de Cuba, para
el año 1989, oscilaba alrededor del 80%, el 76% de las exportaciones cubanas se realizaban
con ese destino y el 81% de las importaciones provenía del mismo (Quiñones, Aguiar,
Mañalich, & Pico, 2002).
Ante la desarticulación de estos mercados tradicionales en 1989, el comercio exterior cubano
se vio en la necesidad de buscar nuevos socios y mercados comerciales. A partir de la década
de 1990 comienza a producirse un giro de los flujos comerciales de Europa hacia América.
Cambio que se vio consolidado en 2003 cuando el intercambio comercial con América logra
superar al realizado con el viejo continente (Ver Tabla 3).
De esta forma la mayor parte del comercio de Cuba pasa a estar concentrado en América, en
la cual durante el año 2014 se realizó el 60% del mismo y el valor de intercambio con la
República Bolivariana de Venezuela representó el 59% de la región (41% del total), con lo cual
se aprecia que no solo se ha producido una concentración por zona geográfica, sino también
por socio comercial.
Tabla 3: Intercambio comercial de mercancías agrupado por zonas geográficas.
2000 2003 2014
América 40.6% 41.4% 60.1%
Europa 43.4% 39.3% 23%
Asia 15.3% 16.9% 13.7%
Otros 0.7% 2.4% 3.2% Fuente: Elaboración propia a partir de varios Anuarios Estadísticos de Cuba (2000, 2003, 2014)
También es relevante señalar que durante este periodo se ha producido un aumento
significativo del comercio con países asiáticos, pasando de representar 0.9% en 1989 a 16.9%
y 13.7% en 2003 y 2014 respectivamente.
Es necesario destacar que a pesar de que se ha producido, nuevamente, una concentración
del comercio exterior cubano, este no ha sido en la magnitud de la década de 1980, cuando
67
aproximadamente el 70% del mismo se realizaba con la Federación Rusa. En consecuencia,
(Torres D. , 2015), mediante el cálculo del Índice de Herfindhal Hirschmann (IHH)55, destaca
que Cuba en el período 1980-90 poseía un IHH de 0.685, lo que evidenciaba un mercado
altamente concentrado, siendo congruente con la inserción de esta en el CAME, y por tanto,
la concentración de su comercio mayormente con los países del bloque. En los últimos años
de su análisis, 2004-2013, encontró que el índice de concentración toma un valor de 0.190,
siendo todavía concentrado, pero no en la magnitud de los 80.
El análisis realizado del sector externo cubano revela que el mismo ha sido incapaz de corregir
las características y deformaciones estructurales que presentaba hace treinta años, situación
que lo hace particularmente vulnerable e inestable, dentro de estas se destaca:
Alta dependencia de las importaciones, el continuo incremento en la última década en
el nivel de estas y el déficit comercial, se ha convertido en uno de los problemas
neurálgicos del país.
Sensible dependencia a corto plazo de los ingresos generados por las exportaciones,
como resultado de su acceso restringido a fuentes alternativas de financiamiento56 y de
los ritmos relativamente bajos de inversión foránea de cara a las necesidades de
renovación tecnológica, formación de capacidades y de infraestructura a mediano plazo.
El comercio exterior cubano se distingue por la concentración de su comercio por
mercado, en pocos países y bajo condiciones especiales (acuerdos
intergubernamentales), lo que se traduce en una percepción de estabilidad singular, ya
que no está asentada en altos niveles de eficiencia o competitividad demostrados; sino
que se sustenta en la continuidad de vínculos políticos.
Reducidas tasas de importaciones de bienes de capital que limitan la creación,
ampliación y renovación de las capacidades instaladas, lo cual en el largo plazo redunda
en un círculo vicioso; pues de no producirse, como lo acontecido hasta el momento, las
55 El IHH ha sido utilizado en la literatura como indicador de la concentración de los mercados. Un índice mayor de 0,18 se considera como un mercado “concentrado”. Entre 0,10 y 0,18 “moderadamente concentrado”, mientras que el rango entre 0 y 0,10 se considera “diversificado” (Torres D. , 2015). 56 Debido fundamentalmente al recrudecimiento del bloqueo estadounidense y el incremento del riesgo país por la abultada acumulación de la deuda externa.
68
exportaciones de bienes cubanas no lograran dar el salto cuantitativo y cualitativo
necesario.
Baja capacidad de reacción a corto plazo para aprovechar los cambios favorables en el
contexto internacional, lo cual incrementa la vulnerabilidad de la economía nacional.
Perfil de inserción en la economía mundial basado fundamentalmente en productos
primarios, “comodities” –azúcar, metales, bebidas y tabaco– y de bajo valor agregado,
a pesar del peso que han comenzado a adquirir más recientemente otros rubros como
los asociados a la industria médico-farmacéutica.
Las características estructurales analizadas revelan que la capacidad de reacción del sector
externo cubano es muy limitada. Existe consenso a nivel de especialistas de que la capacidad
de importación de la economía cubana se encuentra en franco detrimento57, debido a que el
crecimiento del nivel de ingresos generado por las exportaciones no ha sido suficiente para
satisfacer el elevado nivel importado de la economía cubana y llevar a cabo el cumplimiento
de la deuda, tanto la oficial como la contraída con los proveedores de socios comerciales.
Además, el acceso a créditos y a financiamiento externo es muy restringido debido al elevado
riesgo país que presenta Cuba, derivado de lo expuesto anteriormente, y la persistencia del
bloqueo económico y financiero estadounidense. En la Figura 8 se aprecia el círculo vicioso
que se genera al interior del sector externo, dadas las características estructurales previamente
analizadas y el desfavorable contexto internacional en el cual se ha desarrollado.
57 Situación no validada científicamente dada la falta de información con respecto a los créditos obtenidos y el pago del servicio de la deuda.
69
Figura 8: Deformación estructural del sector externo
Fuente: Elaboración propia
En la mayoría de los países la situación de la balanza comercial afecta directamente el tipo de
cambio adoptado. Esta influencia en los costos, y por tanto en los precios, es particularmente
sensible en economías pequeñas y abiertas, con una elevada dependencia de insumos y
materias primas importadas (Hernández, Rosales, & Chuairey, 2004).
La manera en que los shocks en el tipo de cambio nominal se traspasan a los precios en la
economía cubana, difieren de la observada en otras economías latinoamericanas. En el caso
de Cuba, el modelo económico empleado, los canales tradicionales de transmisión y los
agentes involucrados difieren de la mayoría de los descritos en la literatura económica, dada
las características atípicas bajo las cuales se desempeña la economía.
La existencia dentro del sector empresarial estatal de un régimen de tipo de cambio fijo a una
paridad sobrevalorada de un CUP por un CUC, junto a la presencia de estrictos controles de
cambio y las regulaciones de precios establecidos centralizadamente en el sector estatal
provoca distorsiones de precios. En la mayoría de los casos los precios nacionales no reflejan
la volatilidad de los precios internacionales, es decir, existe una desconexión entre precios
70
internos y externos. Esta situación, sin lugar a dudas, limita la posibilidad de un traspaso de
tipo de cambio al nivel general de precios importado. Por ejemplo, en la Figura 7 se aprecia
cómo cambios abruptos en el índice de precios de las importaciones, en 2008 y 2010, no
impactan la tendencia del IPC, teniendo en cuenta la elevada dependencia interna de las
importaciones.
Figura 7: Relación Índice de Precios de las Importación-Índice de Precios del Consumidor
(2000-2015)
Fuente: Elaboración propia a partir de varios Anuarios Estadísticos de Cuba. ONEI
Sin embargo, en el sector de los productores/comercializadores privados, se dan condiciones
más propicias para que se produzcan presiones inflacionarias debido al pass-through del tipo
de cambio a precios, según lo descrito en la literatura convencional, pues su funcionamiento
se rige por relaciones monetarias mercantiles, similares a las de las economías de mercado.
En los últimos diez años, como consecuencia de los cambios operados en la actualización del
modelo económico cubano, se ha producido un incremento del número de productores
privados y han surgido nuevos espacios mercantiles, donde los precios quedan determinados
por la oferta y la demanda.
En este sector las variaciones del tipo de cambio afectarán de forma inmediata su estructura
de costo, reduciendo así su margen de ganancia. Como respuesta estos
productores/comercializadores trasladarán este incremento porcentual de los costos, en
0.0
20.0
40.0
60.0
80.0
100.0
120.0
140.0
160.0
180.0
200.0
Índice de precio de lasImportaciones
IPC
71
correspondencia con su componente importado, al precio final del producto, produciendo así
presiones inflacionarias en la economía. Esta situación se ve reforzada aún más en el caso de
la economía cubana. En un entorno macroeconómico caracterizado por constantes excesos
de demanda, existe la posibilidad de que el incremento en los precios de sus productos no se
vea reflejado en su nivel de ventas.
Desde el punto de vista de los consumidores internos, la consecuencia inmediata de un
incremento en el precio de los bienes comercializados, es redistribuir la demanda hacia los
bienes sustitutos más cercanos (de producción interna), generando presiones inflacionarias en
estos sectores si existen rigideces de oferta. En el caso de Cuba en presencia de estas
rigideces, de segmentación de mercados y de dualidad monetaria, los consumidores trasladan
su consumo entre mercados en dependencia de en cual moneda esté denominada su principal
fuente de ingreso, presionando al alza de precios en uno u otro mercado indistintamente.
Tanto en el caso de los productores/comercializadores privados, como en el sector de la
población el traspaso del tipo de cambio a precios deberá ser incompleto, dadas las
particularidades previamente analizadas y las fuertes restricciones en ambos sectores a la
importación.
A nivel de economía, por el lado de las importaciones, la ausencia de sustitutos internos
aceptables para muchos productos, los costos crecientes de sustituir nuevos bienes, las
necesidades de capital fijo en estos sectores y la baja capacidad de respuesta hacen que la
demanda de importaciones sea inelástica a los cambios en su precio relativo, ejerciendo
presiones inflacionarias de forma sostenidas. En el caso de que se produzca una devaluación,
el incremento del nivel de exportaciones que se puede producir, se verá afectado por las
restricciones de oferta con que opera este sector.
A pesar de que actualmente este canal de transmisión se encuentre limitado, gana relevancia
en un contexto de la economía cubana, donde se están dando pasos hacia la unificación
monetaria, proceso que transitará indudablemente por una serie de devaluaciones, hasta
lograr un tipo de cambio más coherente con el desempeño económico del país, el cual pudiera
magnificar los efectos del pass-through.
72
También dentro de este escenario, con el objetivo de lograr una mejor asignación de recursos,
se persigue realizar transformaciones que le den más importancia a las relaciones de mercado,
con lo cual las empresas tendrían más autonomía para formar precios que le permitan
mantener su margen de ganancia. De esta forma, la evolución del tipo de cambio, ya sea por
devaluaciones internas o por apreciaciones de la moneda de los principales socios
comerciales, que impacte negativamente en la estructura de costo de las empresas, se verá
reflejado en el precio final del producto. Situación que ante las rigideces del sector externo
cubano se producirá en grandes proporciones; aumentando así las presiones inflacionarias
ejercidas por el sector externo.
Tendencia al deterioro o estancamiento de la productividad
El incremento de las tasas de crecimiento de la productividad y la difusión de dicho crecimiento
es un aspecto clave para los procesos de desarrollo. La importancia que revierte una adecuada
comprensión del comportamiento de los niveles de productividad, ha resultado en el
incremento de diversos estudios orientados con tal propósito en la economía cubana (Torres,
2007), (Doimeadiós, 2007), (González, 2014), (Doimeadiós y Sánchez, 2015).
Independientemente del estudio realizado y de la metodología empleada, una conclusión es
generalizada: en el caso de Cuba el comportamiento de la productividad en los períodos
analizados es irregular y su crecimiento total es muy pequeño para las necesidades de una
economía en desarrollo58.
Torres (2007) en un análisis del cambio estructural de la economía cubana y su repercusión
en el crecimiento económico, a través de cambios en la estructura del empleo y su influencia
en la productividad del trabajo, demostró que se ha producido un traslado en el movimiento de
trabajadores, como promedio durante todo el período 1975-2003, hacia las actividades de más
baja productividad y donde el crecimiento de la misma ha sido menos dinámico; lo cual ha
provocado que, a partir de 1994 los diferenciales de productividad se hayan ampliado
notablemente.
58 Véase Torres (2007) y González (2014).
73
Esta característica tiene dos implicaciones fundamentales: la primera es que los sectores más
dinámicos no provocan efectos externos positivos que se traduzcan en el uso crecientemente
eficiente de los factores productivos en el conjunto de la sociedad, y la segunda es que se
produce una presión negativa sobre el nivel general de productividad, pues este fenómeno al
producirse acompañado de una relativa rigidez de los salarios de la mano de obra desplazada,
provoca que la productividad baje en mayor proporción que la remuneración, lo cual, a su vez
se traduce en aumentos de los costos reales de producción y estos se trasladan al precio final
del producto.
Tabla 4: Composición del Empleo y el Producto por Estrato de Productividad en Cuba
1998 -2011
Clasificación Sector P. Trabajo Empleo PIB
% media % total % total
Baja < 80%
Agricultura 17.7
65.3 41.3 Serv. Sociales 56.5
Contrucción 76.6
Media
Elect, Gas, Agua 85.3
25.6 42.5 Indust. Manuf. 97.6
Comer, Rest, Hoteles 112.5
Alta > 120%
Explotación de Minas 125.4
9.1 16.2 Transp, Almac, Comunic.
145.9
Est. Financieros 182.5
Notas: La clasificación en baja, media y alta responde al porcentaje que representa la
productividad del sector j de la productividad media. Actividades que superan en un 20% a la
productividad media fueron consideradas de alta productividad. Aquellas por debajo de dicho
valor de baja productividad.
Fuente: Heterogeneidad productiva en cuba. El caso de la industria manufacturera González
(2014)
González (2014) también encuentra la persistencia de la concentración del empleo en
actividades de baja productividad. En la tabla anterior (González, 2014), muestra la
composición del empleo y el producto por estrato de productividad, se observa como el 65%
de la población económicamente activa cubana labora en sectores de baja productividad,
cuyos niveles se encuentran por debajo de la media nacional, aportando el 41% del PIB;
mientras que en los sectores de alta productividad se emplea al 9.1% del total de ocupados y
su aporte representa solo el 16% del PIB. Esta situación difiere completamente de la exhibida
en la región latinoamericana en cuanto a la participación en el PIB, donde los sectores de alta
74
productividad, empleando el 20% del empleo, aportan poco más del 65% del PIB y mientras
que las de baja productividad concentran el 50% del empleo y aportan alrededor de un 10%
del producto.
Desde el punto de vista sectorial, se ha detectado que la brecha de productividad entre
sectores se ha mantenido en el tiempo (Torres, 2007; González, 2014; Doimeadiós y Sánchez,
2015). González (2014), empleando datos agregados de los Anuarios Estadísticos de Cuba
(AEC) entre los años 1998 y 2011 estima para cada año los valores normalizados de la
Productividad del Trabajo obteniendo como resultado que durante el tiempo trascurrido no se
ha producido un cambio sustancial en los niveles de productividad de los sectores estudiados,
es decir, se han mantenido las brechas de productividad en los mismos. La pertenencia de
cada sector a los diferentes grupos según los niveles de productividad ha permanecido
invariable. Ha sido recurrente encontrar que el sector de menor productividad ha sido el
agropecuario y el de mayor productividad los servicios intensivos en capital.
Se reconoce, además, como una condición deseable para la economía, que los diferenciales
de productividad se deben reducir progresivamente con el transcurso del tiempo junto a una
sostenida expansión de la misma (Torres, 2007). Lo planteado anteriormente es propio de
economías desarrolladas, pues las economías en desarrollo se caracterizan por
heterogeneidad productiva. Los hallazgos empíricos muestran resultados bien interesantes
para la economía cubana.
Mediante un análisis descriptivo realizado en base a la productividad del trabajo en el periodo
1998-2011, González (2014) detectó que la brecha intersectorial no es significativa. Este
hallazgo no es positivo en el caso de la economía cubana, pues si a la situación anterior se la
añade el bajo crecimiento de la productividad detectado en el periodo, menos del 1% anual,
permite concluir que el crecimiento de la productividad de la economía cubana se encuentra
estancado y que este es tan generalizado que los sectores – y dentro de ellos las empresas –
convergen a un valor estable de productividad.
Uno de los principales factores que explican este estancamiento en el crecimiento de los
niveles de productividad del trabajo es el uso ineficiente de los recursos disponibles
(Doimeadiós, 2007), (Doimeadiós & Sánchez, 2015).
75
En un estudio realizado a nivel de firmas en tres sectores de la economía cubana: agricultura,
industria manufacturera y hoteles y restaurantes, Doimeadiós y Sánchez (2015) encuentran
que en todos los sectores la ineficiencia explica una parte significativa de la variabilidad del
producto, más del 60 %. Los niveles de eficiencia estimados en el propio análisis, indican la
presencia de reservas en todos los sectores; esto implica que si todas las empresas alcanzaran
el nivel de eficiencia definida por la frontera se incrementarían sus niveles de producción sin
involucrar un mayor uso de factores. De hecho, obtienen que, de ser eficientes, la producción
se incrementaría en 9, 8 y 7 veces en la agricultura, la industria, y hoteles y restaurantes
respectivamente.
De acuerdo con la escuela estructuralista esta tendencia al estancamiento o deterioro de la
productividad no solo genera presiones inflacionarias por el hecho de que determina una oferta
agregada inelástica tanto a corto como largo plazo incapaz de satisfacer los excesos de
demanda, sino también por el hecho de que esta tendencia no se produce en el salario medio,
dada las rigideces a la baja, incrementándose la brecha entre el salario medio y la
productividad, generándose inflación.
En el caso cubano como política de gobierno se ha perseguido incrementar la productividad
fundamentalmente en base al estímulo salarial. En los Lineamientos de la Política Económica
y Social del Partido y la Revolución59 queda institucionalizado que esta relación no puede ser
desproporcionada. En el lineamiento 41 se plantea que se debe garantizar una relación entre
el crecimiento de la productividad del trabajo y del ingreso medio de los trabajadores, que no
deteriore el equilibrio monetario interno ni la eficiencia de la economía nacional (PCC, 2011, p.
14). Dentro de la política social se persigue igualmente incrementar los salarios (de acuerdo a
la productividad) con el objetivo de recuperar el poder adquisitivo de la moneda.
Consecuentemente se han implementado una serie de medida dentro de las cuales se
destaca: los pagos de estimulación en CUC, los pagos por resultados, por el sistema de
perfeccionamiento empresarial y pagos adicionales60.
59 (PCC, 2011). 60 Los pagos adicionales pueden ser percibidos por concepto de tipos de turnos, por multiocupación en la misma entidad, por años de servicio, por condiciones laborales anormales, etc.
76
Sin embargo, el impacto en la productividad más que discreto, ha sido insignificante. Como se
había analizado previamente, en el periodo 1998-2011 la productividad reportó una tasa de
incremento promedio anual inferior al 1%. En contraste, el salario medio, en igual periodo, lo
hizo a una taza crecimiento del 6%, lo cual indica que se ha producido un incremento salarial
sin respaldo productivo. Esta situación obviamente, genera presiones inflacionarias al producir
un exceso de dinero en circulación que no puede ser satisfecho por la oferta de bienes y
servicios.
2.2.2: Presiones superestructurales: elementos institucionales.
Indudablemente cualquier análisis que se haga sobre la inflación en Cuba requiere internalizar
el conjunto de particularidades que se dan en el marco regulatorio e institucional bajo el cual
se desarrollan las interrelaciones socioeconómicas.
Una de las principales características y problemas medulares del entorno institucional cubano
es el elevado grado de centralización en la forma de dirección y gestión del sector empresarial
estatal y la presencia de una estructura organizacional que aún no diferencia adecuadamente
los diversos roles del Estado. En la mayoría de los casos el carácter directivo atribuido a la
llamada planificación socialista ha supuesto el intento de dirigir directamente desde un centro
único una amplia y compleja gama de detalles de la vida económica de la nación. De esta
forma, la dirección y gestión de la economía se ha transformado en el poder burocrático del
Estado y sus instituciones centrales sobre los procesos socioeconómicos, lo cual ha mutilado
el papel de la empresa como eslabón básico en la creación de riqueza para la sociedad (del
Castillo, 2016).
Según Fernández (2015) en el modelo económico cubano constituye un error común asociar
la planificación con la administración directa de los recursos escasos que operativamente tiene
lugar en el sistema económico cubano. Esta lógica sugiere, erróneamente, que habrá más
planificación mientras más recursos se encuentren sujetos a una regulación directiva central,
basada en la asignación física de productos.
De esta manera, se ha entendido por planificación una lógica que predetermina a priori la gran
mayoría de las relaciones a establecer entre los actores económicos (empresa estatal
socialista), normando y restringiendo proveedores, clientes, cantidades a producir y a
77
consumir, insumos productivos (tan esenciales como el combustible), precios, estándares
tecnológicos, inversiones, condiciones de financiamiento, estructura de costos, estructuras
organizativas, plantillas, formas y montos de retribución.
Además, una de las funciones principales del plan es asignar centralizadamente las divisas,
situación que se agrava ante la inexistencia de un mercado cambiario en el sector empresarial,
con lo cual estas empresas no pueden adquirir divisas para hacer importaciones o para
comprar y contratar bienes y servicios en el mercado nacional. Consecuentemente, el nivel de
producción y la capacidad de respuesta de la empresa estatal quedan totalmente restringidos
por el marco regulatorio; estos dependen fundamentalmente de las asignaciones centralizadas
del plan y sólo secundariamente de la demanda de sus bienes y servicios.
“Las concepciones y prácticas erradas sobre la realización de la propiedad social, bajo la forma
estatal y la planificación central, conducen a ignorar o subestimar el rol que debe tener la
gestión empresarial en cuanto al emprendimiento y la innovación, el aprovechamiento de las
oportunidades del mercado, la captación y generación de recursos financieros, la necesidad
de tomar decisiones bajo condiciones de autonomía y asunción de riesgos para el aprendizaje
de una gestión responsable. Para garantizar con efectividad las trasformaciones de la empresa
estatal cubana, como eslabón básico de la economía, se requiere del diseño e implementación
de un sistema institucional coherente, integral y creíble, en el que se establezcan reglas de
juego claras en la separación de las funciones estatales y empresariales”61.
De esta forma se puede afirmar que el predominio dentro del sector estatal de relaciones con
un marcado carácter verticalista y centralizado, confieren a la oferta agregada un elevado
grado de inelasticidad e incapacidad de reacción. Por lo tanto, se hace necesario reducir y
delimitar el nivel de regulación de las instituciones estatales sobre la gestión de la empresa
estatal, brindándole la autonomía necesaria para que esta sea capaz de competir tanto a nivel
nacional como internacional.
Otra característica del actual contexto económico es la deformación del sistema de precios.
En un contexto donde son las regulaciones administrativas, a través del plan, las que
61 del Castillo (2016, p. 2)
78
determinan la toma de decisiones macroeconómicas y la asignación de recursos, las
categorías mercantiles carecen de contenido. Los controles extendidos y la rigidez y
arbitrariedad en la formación de precios en el sector estatal propician que en la realidad las
relaciones monetarias mercantiles adquieran un papel meramente formal e impiden que sirvan
como confirmación de significado social del producto creado (Lage, 2016).
Es precisamente el bajo desarrollo de las relaciones monetarias mercantiles lo que propicia
que el dinero sea incapaz de cumplir con sus funciones, en especial la de medida de valor.
Lage (2016) destaca que cuando en un sistema económico el dinero solamente funciona como
unidad contable y de control, sustituyendo sus roles por medidas administrativas, se limitan las
capacidades del mismo para alinear el sistema de precios y poder contar con indicadores
objetivos para el adecuado registro de los hechos. Además, actualmente existe un débil
protagonismo de los mercados tanto de bienes, laborales como financieros y como
consecuencia el sistema de precios transmite información muy limitada para el proceso de
asignación de recursos y toma de decisiones.
La distorsión del sistema de precios también está asociada obligatoriamente a las
desconexiones que se producen entre precios internos y externos dada la existencia de un tipo
de cambio fijo “oficial” sobrevaluado y los estrictos controles de cambio, que el gobierno ha
tenido que mantener para hacer corresponder la demanda y oferta de divisas (Lage, 2016);
impidiendo que los precios internacionales actúen como referente complementario para la
formación de precios y la inversión.
Otras de las particularidades del entorno institucional cubano a tener en cuenta en todo análisis
es la dualidad monetaria y cambiaria62. A pesar de que en su momento esta medida fue crucial
para salir de la crisis, hoy en día constituye uno de los principales obstáculos para el desarrollo
de la economía, por el conjunto de consecuencias negativas que ha generado.
Sin embargo es la dualidad cambiaria63 con un tipo de cambio oficial sobrevaluado, el
componente de la dualidad monetaria que genera mayores distorsiones, particularmente en el
62 Véase Hidalgo, Tabares y Doimeadiós (2002), Hidalgo y Doimeadiós (2003), Hidalgo (2008), Doimeadiós, Hidalgo, Licandro, & Licandro (2011). 63 Para las personas naturales existe un mercado cambiario, que es CADECA, donde el tipo de cambio es de 25 CUP/CUC cuando vende y de 24 CUP/CUC cuando compra. En cambio, para el sector estatal el tipo de cambio
79
sector empresarial, lo cual repercute en la rigidez e inelasticidad de la oferta y propicia el
incremento de desequilibrios monetarios. Dentro de las principales consecuencias negativas
se destaca64:
Desestímulo al sector exportador cuyos ingresos se subvaloran al tipo de cambio oficial
(impuesto implícito). Empresas, con similares estructuras de costos, obtendrían la
misma rentabilidad dirigiendo su producción hacia el mercado interno que a la
exportación que demanda mayores niveles de competitividad y redunda en contra de
mejores niveles de eficiencia y competitividad.
Distorsiona el sistema de precios, lo que dificulta la medición de la rentabilidad de las
empresas y el correcto análisis de la situación de las finanzas públicas.
Algunas empresas con una alta proporción de insumos importados pueden resultar
rentables cuando, en realidad, existen subsidios implícitos a través del tipo de cambio
sobrevaluado.
Desestimula el consumo de insumos de producción nacional, pues al tipo de cambio 1
x 1 en muchas ocasiones es más económico importar que comprar en el mercado
interno. Además, al reducirse artificialmente los costos de las importaciones, se
distorsionan los análisis de rentabilidad de los proyectos, generando así, ineficiencia en
la asignación de recursos.
La existencia de la dualidad monetaria ha exacerbado otra de las características de la
economía cubana como es la segmentación de mercados (Pérez, Hernández, & Hidalgo,
2003). Esta no solo restringe el acceso a los mercados de acuerdo el tipo de moneda, sino
también por tipo de agente económico que concurre a dichos espacios.
A pesar de que hay algunos vasos comunicantes entre ellos, existen regulaciones que impiden
el libre flujo monetario entre estos segmentos. De esta forma, se pueden diseñar determinadas
políticas para un sector sin que se afecte al otro de manera inmediata y explica por qué los
desequilibrios del sector empresarial no necesariamente se trasladan con claridad y relativa
oficial es 1 CUP/CUC en ambos casos, aunque esto no significa que exista libre convertibilidad; para este segmento no existe un mercado cambiario, y la asignación de divisas se efectúa con carácter centralizado mediante el plan de la economía. 64 Tomado de Hidalgo, Doimeadios, Licandro y Licandro (2011).
80
rapidez al sector poblacional, situación que tampoco ocurre en el sentido inverso. Instrumentos
monetarios como los tipos de interés y los tipos de cambio se manejan de forma diferente para
cada sector (Vidal, 2007).
Esta segmentación entre el sector de la población y el sector estatal implica que el Banco
Central de Cuba emplee una política monetaria segmentada. Esta separación no suele
realizarse en otras economías, pero en Cuba se hace ineludible evaluar de forma separada
ambos sectores.
Asimismo, la segmentación de mercados por moneda dentro del sector de la población tiene
significativas implicaciones dentro del equilibrio monetario, pues la existencia de un tipo de
cambio fijo requiere de la constante intervención en el mercado cambiario por parte del BCC.
Por ejemplo, si se produce un incremento de la base monetaria en CUP por encima de lo
requerido por la oferta de bienes y servicios, pudiera generarse un incremento del nivel general
de precios en la economía acompañado de fuertes presiones sobre el mercado cambiario. Esto
se debe a la presencia de un sector estatal (CUP) que opera con controles de precio y una
oferta bien restringida, ante lo cual sería natural que una parte de ese exceso de dinero se
transfiriese al mercado cambiario (CADECA) con el propósito de complementar el consumo en
las TRD (CUC) donde la oferta de bienes es de mayor variedad, calidad y tiene suministros
más estables (Hidalgo y Doimeadiós, 2012).
De esta forma, con la intervención en el mercado cambiario se provoca una recomposición en
la denominación monetaria de la cantidad de dinero en poder de la población, que reduce las
presiones inflacionarias en los mercados que operan en la moneda que se desemite; e
incrementa las presiones inflacionarias en los mercados que operan en la moneda que se
emite, si tal emisión no tiene la adecuada contrapartida en oferta de bienes y servicios (Pérez,
2011), (Hidalgo y Doimeadiós, 2012).
En el sector fiscal existe una característica necesaria a tener en cuenta a la hora de evaluar
los desequilibrios monetarios: las operaciones cuasifiscales. Estas quedan explicadas
fundamentalmente por una multiplicidad de factores característicos del entorno económico
81
cubano65: (i) la duplicidad cambiaria provoca un diferencial cambiario, expresado en impuestos
y subsidios implícitos que distorsionan los resultados del presupuesto; (ii) la cadena de
impagos en el sector empresarial que en la práctica ha funcionado como una fuente importante
de liquidez en el circuito empresarial, pues de hecho se manifiesta como un préstamo forzoso
entre empresas a tasa de interés cero, este en última instancia es un crédito interno implícito
no reconocido en el balance del Banco Central; (iii) subsidios implícitos en el sector financiero,
asociados a los diferenciales negativos de tasas de interés que recaen sobre el sector
bancario.
La cuasifiscalidad imprime opacidad a las cuentas públicas e introduce un grado no visible de
fragilidad. De acuerdo con Hidalgo y Doimeadiós (2012) de no tomarse en cuenta las
operaciones cuasifiscales, existirá una ilusión óptica en la evaluación de las finanzas públicas
y el equilibrio interno. Ambas autoras plantean que su corrección constituye una premisa para
que la magnitud del déficit fiscal caracterice con objetividad la posición fiscal y los
desequilibrios monetarios se reflejen en indicadores tradicionales, como la inflación.
Sin lugar a dudas, el análisis realizado revela que las particularidades del marco institucional
en el que se desarrollan las relaciones económicas, no hace más que alimentar las presiones
inflacionarias que se generan en la estructura económica; sin embargo, al mismo tiempo oculta
su naturaleza e impide que los desequilibrios monetarios se expresen en indicadores
tradicionales. Estos desequilibrios se expresan en última instancia en otros fenómenos no
menos perjudiciales para la economía como inflación reprimida (desabastecimiento),
operaciones cuasifiscales y la inconvertibilidad entre las monedas nacionales y de ellas frente
a las divisas.
Asimismo, es crucial seguir dando pasos hacia el reordenamiento institucional tanto monetario,
cambiario y fiscal, que cree un entorno económico mucho más ordenado y transparente para
el correcto desenvolvimiento de las políticas y relaciones económicas. Una vez que se
produzcan esta serie de ajustes los desequilibrios estructurales y monetarios comenzarán a
expresarse a través de la inflación.
65 Tomado de Hidalgo y Barceló (2012)
82
2.2.3: Mecanismos de reproducción.
Una vez examinadas las presiones generadoras en la economía cubana, se hace necesario
analizar el papel que desempeñan los mecanismos de propagación en los niveles de inflación
en Cuba. Como bien se expresaba en el capítulo 1, estos no son causas determinantes, sino
factores secundarios que dan mayor fluidez al curso de la inflación porque crean un conjunto
de condiciones que hacen factible la propagación de marejadas alcistas de los precios. Por
esta razón es imprescindible investigar si en el entorno económico cubano existen condiciones
favorables que propicien la aparición de los mecanismos de propagación.
Según la escuela estructuralista la esencia de este proceso de reproducción es la pugna
distributiva en sus múltiples aspectos. Sin embargo, esta es característica de sociedades
capitalistas donde existe un elevado desarrollo de las relaciones de mercado y una amplia
participación de las mismas. En estas economías diversos sectores y sindicatos disponen de
instrumentos políticos que le permiten “conservar” su participación relativa en el ingreso, así
como el poder adquisitivo del mismo. En contraste, en Cuba las relaciones monetarias
mercantiles, a pesar de que han ganado en relevancia, juegan un rol muy limitado, y la política
salarial es determinada administrativamente. Es decir, no existe ningún proceso de
renegociación de contrato laboral y, además, el papel de los sindicatos queda limitado a
garantizar mejores condiciones laborales. A esta situación es necesario añadir que los salarios
no están indizados al proceso de inflación. Todo lo anterior le resta fuerza al mecanismo del
conflicto distributivo en el proceso inflacionario en la economía cubana.
No obstante, es necesario tener en cuenta un sector privado que funciona bajo relaciones de
mercado y por tanto cuenta con la autonomía necesaria para trasladar al precio final el
incremento de sus costos, es decir cuenta con los instrumentos necesarios para proteger sus
ingresos. En los últimos tiempos, esta situación se ha podido apreciar en dos sectores
fundamentalmente, el agropecuario y el del transporte. En el caso del sector agropecuario se
produjo cuando, producto de la medida de liberación de la comercialización y la consecuente
aparición de los mercados cooperativistas y los arrendados se registraron en los mismos
incrementos sustanciales en los precios; explicado fundamentalmente porque en las nuevas
condiciones de funcionamiento estos agentes económicos tienen que asumir todos los costos
operativos y administrativos, que antiguamente eran asumidos por las empresas estatales que
83
operaban los MAE. Estos nuevos agentes al ver afectada su estructura de costo y por tanto su
margen de ganancias, trasladaron al precio final del consumidor, el por ciento incremental de
los costos.
En el sector del transporte el incremento de precios se desencadenó tras el anuncio público
de que se iba a reducir en un porciento significativo la cuota de combustible que se asignaba
a las empresas estatales, el cual constituye la fuente de abastecimiento principal66 de este
sector. La escasez de combustible produjo un incremento del mismo en el mercado negro de
8 CUP/L a 15CUP/L (Cubadebate, 24 de marzo 2017) al ver acrecentados sus costos
productivos y por lo tanto sus ingresos reales, los boteros se refugiaron en un incremento de
precios o en una nueva estrategia de mercado que reducía las rutas hasta la fecha
establecidas. Luego todo esto se vio aún más agravado tras la intervención del Consejo de la
Administración Provincial que topaba el precio de los recorridos, medida ante la cual muchos
de los boteros dejaron de trabajar y otros simplemente violaban la misma, hasta que después
de un tiempo de ofensiva volvieron a las prácticas habituales67.
Este contexto, es en última instancia un claro ejemplo de las pugnas distributivas, donde estos
agentes al ver peligrar sus márgenes de ganancia por un incremento en los precios de sus
insumos productivos, y de manera general de sus costos, trasladarán de forma inmediata ese
aumento al precio final de los productos. Situación que se ve agravada ante las restricciones
de oferta y la ausencia de prácticas competitivas. No obstante, es necesario destacar que
actualmente no se dan las condiciones propicias para que este escenario se reproduzca a nivel
de sociedad y que el mismo queda limitado a determinados sectores y por la magnitud del
trabajo privado dentro de los mismos.
El mecanismo fiscal, en teoría, tendría especial significación para Cuba por el hecho de que
hasta el 2012 la principal fuente de financiación del déficit fue la monetización, la cual genera
un impacto sobre el crecimiento de la cantidad de dinero. A diferencia de otros países, la
66 Fuentes oficiales revelan que el promedio de venta de combustible a los particulares en los servicentros estatales (CUPET) no llega siquiera a un litro diario (Cubadebate, 24 de marzo 2017). 67 “Difícil ha resultado lidiar con un gremio que se rige por la ley de la oferta y la demanda, que
contribuye a amainar el déficit del transporte y traslada el 40% de los ciudadanos que diariamente se
mueven en la capital” (Cubadebate, 24 de marzo 2017)
84
acumulación de sucesivas monetizaciones no ha tenido un reflejo directo en la inflación. En
este sentido, un elemento clave ha sido la segmentación de los mercados.
Esta particularidad del entorno monetario implica que la emisión efectuada por el BCC, no se
convierta directamente en presiones inflacionarias en el sector de la población. Según la teoría
macroeconómica convencional existe un vínculo casi directo entre déficit fiscal e inflación,
cuando este se monetiza sistemáticamente. Esta afirmación no es generalizable a la economía
cubana, pues en las circunstancias actuales, si el Estado utiliza ese dinero en capitalizar
empresas, y por ninguna vía este circulante se filtra hacia la población, no ocurrirá un
incremento de los precios en los mercados no regulados (Cruz, 2014).
En consecuencia, este mecanismo en los últimos años no ha sido directamente inflacionario,
lo sería solo si el excedente emitido fuera absorbido en el sector de la población. En el contexto
actual, aunque existen ciertos vasos comunicantes entre ambos segmentos, hay regulaciones
que limitan el libre flujo monetario entre ellos.
Ante los riesgos constantes que implica la monetización del déficit, a partir de 2012 se
comenzaron a dar pasos para transitar desde un esquema clásico de monetización del déficit
fiscal a su financiación mediante la emisión de bonos soberanos y la creación de un mercado
de deuda pública (Barceló, 2017).
No obstante, el funcionamiento del mercado de deuda pública se ha visto limitado y en la
práctica, dado el reducido número de participantes y el hecho de que solo sean bancos,
provoca la persistencia de un impacto expansivo sobre la oferta monetaria similar al de la
monetización con su potencial efecto sobre la inflación; ante lo cual se hace imperante
dinamizar el mercado, garantizando el acceso de una variedad de agentes con intereses de
negociación e incentivos diversos (Barceló ,2017).
En el caso del mecanismo de reproducción crediticio, la visión estructuralista que lo asocia a
los vínculos con los grupos empresariales y con los intereses industriales, cuyas presiones
inducen a aumentar la cantidad de dinero en correspondencia con las alzas de los precios y
las necesidades de liquidez que estas traen consigo, queda limitado en un contexto donde el
sistema bancario es público, fuertemente regulado y su vinculación con el sector privado ha
sido muy reducida. Hasta el año 2011, pudiera decirse que el sector estatal era el único que
85
tenía acceso a esta vía de financiación y para el caso del sector privado su acceso quedaba
supeditado a intereses gubernamentales.
Igualmente, el mecanismo crediticio se encuentra limitado debido al débil desarrollo del
sistema financiero cubano. Hasta 2011 la política de créditos en el segmento de la población
estuvo restringida fundamentalmente a programas dirigidos al consumo de bienes para el
hogar (programa de revolución energética iniciado en 2004). Las restricciones financieras al
sector privado no sólo estuvieron ubicadas en el crédito, sino también en la imposibilidad de
utilizar instrumentos de pago bancarios y cuentas corrientes. En la mayoría de los casos han
requerido del manejo del efectivo como medio de pago fundamental. El sector privado había
quedado al margen de todas las facilidades que pueden ofrecerle los bancos.
En este sentido es necesario destacar que a partir del 2011 se produce un punto de inflexión
con la implementación de una nueva política bancaria orientada a ampliar sus servicios a los
nuevos actores de la economía (Lage, 2016). En la misma tres bancos estatales (Banco
Metropolitano, Banco de Crédito y Comercio y el Banco Popular de Ahorro), están encargados
de dar respuesta a los nuevos créditos y podrán, además, abrir cuentas corrientes en pesos
cubanos o pesos convertibles a favor de los negocios privados, con las cuales estos últimos
conseguirán hacer uso de cheques, trasferencias bancarias, letras de cambio y otros
instrumentos de pago bancario.
Sin embargo, el impacto de estas medidas –en función del objetivo perseguido– ha sido bien
limitado. En el periodo comprendido entre 2011 y 2014 del total de financiamiento brindado, el
62% se había dirigido a las personas naturales (fundamentalmente asociados a la construcción
de viviendas) y el 37% a los agricultores privados. Consecuentemente, el sector cuenta
propista, el cual ha ganado en participación y dinamismo, apenas ha utilizado el crédito
bancario como forma de financiamiento (Lage, 2016).
De forma general, aunque se han dado importantes pasos para su transformación, aún existen
fuertes restricciones del entorno para el desarrollo de las relaciones crediticias con los
trabajadores por cuenta propia: (i) falta de autonomía de los bancos comerciales, (ii) poca
digitalización y automatización de los servicios bancarios, (iii) inexistencia de mecanismos
86
legales que garanticen la ejecución exitosa de las garantías vigentes e (iv) inexistencia de
instituciones especializadas en microcrédito (Guillén, 2017).
El análisis realizado revela que, actualmente, en el entorno económico cubano no se dan las
condiciones propicias para que el fenómeno inflacionario se reproduzca y retroalimente, y en
el caso de que pudieran manifestarse, están limitadas por las particularidades institucionales
del sistema económico. No obstante, es necesario destacar que este escenario pudiera
cambiar a raíz de las trasformaciones que se persiguen realizar en el marco del proceso de
actualización del modelo económico y social iniciado en 2011.
En este contexto, siguiendo la lógica de análisis estructuralista, la intensidad de la inflación en
Cuba queda determinada fundamentalmente por las presiones generadoras: estructurales,
superestructurales y circunstanciales; especialmente por una combinación de las dos primeras.
Es decir, presiones inflacionarias asociadas a las rigideces e incapacidad de determinados
sectores productivos para atender las modificaciones de la demanda, principalmente el sector
agropecuario y el sector externo, que se desarrollan en un entorno institucional adverso que
alimenta y distorsiona su manifestación.
De esta forma, se puede afirmar que el marco metodológico y el sistema categorial empleado
permiten lograr una mejor compresión de los determinantes del fenómeno inflacionario en
Cuba. Actualmente, en el país existen las deformaciones estructurales y superestructurales
que propician la existencia de este tipo de presiones inflacionarias y, por lo tanto, a la hora de
realizar cualquier análisis sobre la inflación es preciso partir de su trasfondo estructural.
87
Conclusiones
1. La inflación, así se manifieste y compruebe en la esfera monetaria, no es solamente
un problema monetario; de hecho, no es únicamente un problema económico, es
también un problema político y social. La inflación es intrínseca a un determinado
grado de desarrollo de una economía de mercado: es la respuesta de un sistema ante
su propio funcionamiento, es la “válvula de escape” del mecanismo de acumulación.
Es necesario mirar la inflación en sus interrelaciones con el sistema económico,
ubicando a qué tipo de hecho económico da respuesta y de qué forma lo hace.
2. Los estudios empíricos realizados sobre la correlación entre el crecimiento de la
cantidad del dinero y la inflación -establecida en el enfoque monetarista-, en los
últimas dos décadas, ofrecen resultados heterogéneos y los mismos dependen de la
muestra seleccionada de países, del nivel medio de inflación asociado a cada uno y
del periodo histórico considerado.
3. Los diversos trabajos sobre la inflación de la escuela estructuralista, en contraste con
los enfoques más ortodoxos, ponen su acento en la estructura adquirida por las
economías en desarrollo, en los desequilibrios sectoriales, y en las tensiones
socioeconómicas reales, entendiendo estas realidades como las fuentes
fundamentales capaces de provocar incrementos continuos en el sistema de precios.
4. Los estructuralistas utilizan un sistema categorial que permite realizar un análisis más
integral del proceso inflacionario. Se distinguen por una parte las presiones
generadoras subdivididas en presiones básicas o estructurales, presiones asociadas
a elementos sociopolíticos e institucionales (superestructurales), y presiones
coyunturales o circunstanciales y, por último, se hace referencia a los mecanismos de
reproducción
5. El desarrollo del proceso inflacionario implica una conexión lógica entre las presiones
generadoras y los mecanismos propagadores: las primeras residen en la raíz del
proceso, no son fácilmente perceptibles y contienen las fuerzas determinantes que
trascienden y repercuten en la superficie del sistema a través de deformaciones
estructurales y superestructurales; los segundos actúan en el orden inmediato y
constituyen la derivación -con apariencia financiera y monetaria- del desarrollo
efectivo de aquellas, y conforman el revestimiento o la expresión más visible de la
88
inflación. De allí que, en la mayoría de los casos, el conocimiento del proceso
inflacionario comience por la apariencia de sus propagaciones y no por las causas
reales que lo determinan.
6. Dadas las limitaciones actuales del IPC imputado por la ONEI cualquier análisis
basado en dicho indicador para fijar reglas de emisión o cualquier acción de política
monetaria orientada a lograr la estabilidad de precios queda distorsionado.
7. En Cuba, al igual que lo expuesto por la teoría estructuralista, existen las
deformaciones estructurales y superestructurales en la economía que propician la
existencia de este tipo de presiones inflacionarias. Estas se manifiestan en las
rigideces e inelasticidades de dos sectores fundamentalmente: el agropecuario y el
externo.
8. Los niveles productivos del sector agropecuario han permanecido estancados a lo
largo del periodo analizado a pesar de todas las transformaciones implementadas. El
crecimiento del sector, en términos de valor, se ha logrado, prácticamente en su
totalidad, sobre la base de los precios (en un 71%) lo que indica que en este sector se
generan de manera estable excesos de demanda, que la oferta no es capaz de
satisfacer. El desajuste constante entre oferta y demanda se ha corregido vía
incremento de los precios, generando así fuertes presiones inflacionarias. En los
últimos seis años es el mercado agropecuario el que ha generado mayores presiones
inflacionarias.
9. La situación del sector externo es igual de preocupante, las características
estructurales del mismo (alta dependencia de importaciones, exportaciones inestables
y concentradas en bienes de bajo valor agregado, los elevados y perpetuados déficits
comerciales, etc.) restringen su capacidad de reacción e imposibilitan que el sector
sea capaz de satisfacer la creciente demanda de la economía. Sin embargo,
actualmente dados los estrictos controles cambiarios y las particularidades del marco
regulatorio, estas presiones no se manifiestan directamente en inflación. Escenario
que pudiera cambiar ante una posible devaluación del tipo de cambio, en el marco de
la unificación monetaria, y el aumento de las relaciones monetarias mercantiles.
10. Actualmente, las particularidades del marco institucional en el que se desarrollan las
relaciones económicas, no hace más que alimentar las presiones inflacionarias que
89
se generan en la estructura económica; sin embargo, al mismo tiempo oculta su
naturaleza e impide que los desequilibrios monetarios se expresen en indicadores
tradicionales. Estos desequilibrios se expresan en última instancia en otros fenómenos
no menos perjudiciales para la economía como inflación reprimida
(desabastecimiento), operaciones cuasifiscales y la inconvertibilidad entre las
monedas nacionales y de ellas frente a las divisas.
11. El rol de los mecanismos de reproducción es bien restringido. Actualmente en el
entorno económico cubano no se dan las condiciones propicias para que el fenómeno
inflacionario se reproduzca y retroalimente, y en el caso de que pudieran manifestarse,
están limitadas por las particularidades institucionales del sistema económico.
12. El marco metodológico esbozado por la teoría estructuralista de la inflación, con un
sistema categorial más abarcador que las teorías ortodoxas, constituye una
herramienta más integral para analizar e interpretar el fenómeno inflacionario en Cuba
y ganará más relevancia en la medida que se desarrollen las relaciones monetarias
mercantiles, se alivien los controles de precios y se continúe dando pasos hacia el
reordenamiento institucional tanto monetario, cambiario y fiscal.
90
Recomendaciones
Desarrollar otras investigaciones que profundicen y sirvan de complemento a los
análisis expuestos en el trabajo, poniendo especial énfasis en los elementos
institucionales y en los mecanismos de reproducción.
Formalizar matemáticamente mediante un modelo las principales relaciones entre las
variables económicas establecidas por la teoría estructuralista latinoamericana de la
inflación para el caso de la economía cubana.
Incorporar los resultados obtenidos como material docente de apoyo a las asignaturas
de Macroeconomía y Teorías y Políticas del Desarrollo de la Facultad de Economía
de la Universidad de La Habana.
Continuar el perfeccionamiento del cálculo del IPC en la Oficina Nacional de
Estadísticas e Información para que el mismo sea más coherente con el contexto
macroeconómico actual.
91
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Anexos
Anexo 1: Resumen comparativo de las teorías de la inflación: monetarista, keynesiana
y estructuralista.
Enfoque Monetarista Enfoque Keynesiano Enfoque
Estructuralista
Determinantes
del fenómeno
inflacionario
Plantea una relación
positiva entre el
comportamiento de la
cantidad de dinero y el
del nivel general de
precios, siendo éste
determinado finalmente
por el crecimiento de la
oferta monetaria
exógena.
Este enfoque deja de
lado las características y
problemas de estructura
que enmarcan y
condicionan el proceso
inflacionario.
Establece que la
inflación es producto
del incremento de la
demanda agregada una
vez que se haya
alcanzado el pleno
empleo de los recursos.
La inflación es el costo
de la expansión de la
actividad productiva y
la generación de
empleo.
Localiza el origen de la
inflación en un amplio
espectro de factores que
quedan recogidos en las
categorías de análisis
presiones generadoras y
mecanismos de
reproducción. Dentro
de las cuales se recoge
las rigideces y
fraccionamientos del
sistema económico, los
choques de oferta y de
demanda, así como las
características de la
economía que permiten
el continuo desarrollo
de la inflación.
Mecanismos
de trasmisión
No establecen una
relación directa entre el
aumento de la cantidad
de dinero y la elevación
de los niveles de
producción y empleo;
ya que consideran que
la flexibilidad de la tasa
de interés garantiza de
forma automática el
equilibrio, y que
cualquier aumento de la
cantidad de dinero
provoca el alza de los
precios y no influye en
la esfera real de la
economía, neutralidad
del dinero.
La explicación de los
keynesianos toma el
curso de la tasa de
interés. El aumento de
la oferta monetaria
provoca una reducción
del tipo de interés. Con
un tipo de interés
reducido, el coste de la
inversión es menor, por
lo que la inversión
privada aumenta,
provocando de esta
forma un aumento de la
demanda agregada.
Precisamente en este
aumento de la demanda
agregada es que
descansa la explicación
de los keynesianos de la
inflación.
Esta teoría utiliza la
categoría mecanismos
de propagación, los
cuales conducen a una
retroalimentación o
amplificación de las
presiones inflacionarias.
Dentro los mismos se
destaca diferentes
canales de propagación,
tales como: los factores
sancionadores (fiscal y
expansión de la base
monetaria), el crediticio
y el conflicto
distributivo.
Papel
asignado al
Estado
El Estado es
considerado como un
agente extraeconómico
que con su intervención
en la economía puede
ocasionar distorsiones
en la racionalidad del
sistema. El estado debe
ser redimensionado y
dedicarse
fundamentalmente a
garantizar la acción de
las leyes de mercado.
Aboga por una mayor
intervención del Estado
en la economía, la cual
debería proporcionar la
inversión y el empleo
que el capital privado
no esté interesado en
llevar a cabo.
El Estado para los
estructuralistas es un
instrumento de
desarrollo. Es el
hacedor de las reglas de
juego y el que tiene las
capacidades de dirigir
las fuerzas de
crecimiento de la
economía para que los
recursos sean
destinados a las áreas
estratégicas a los fines
de lograr el desarrollo.
Políticas de
estabilización
Políticas de
estabilización de
marcado corte
neoliberal68, cuyo
objetivo principal era
realizar un saneamiento
financiero del sistema
económico dándole
excesiva importancia a
las deficiencias de la
gestión estatal y en
especial a su
inconsistencia en la
política monetaria.
Utilización del gasto
público y las políticas
impositivas para
impedir, tanto la
inflación como la
deflación, ajustando la
oferta a la demanda.
Las políticas de
estabilización en este
enfoque están
orientadas a atacar la
raíz del problema, o sea,
la deformación
estructural de la
economía, dentro de
esta se destaca, la
creación de la
infraestructura
necesaria y el desarrollo
de un fuerte proceso de
industrialización con el
objetivo de reorientar la
economía. Fuente: Elaboración propia a partir de la bibliografía consultada.
68 Dentro de sus principales recomendaciones se encuentra: reducir o eliminar el déficit fiscal, principalmente mediante la limitación del gasto público y el aumento de tarifas de servicios públicos deficitarios, contener la expansión de la oferta monetaria y crediticia, adecuándolas a las necesidades reales del aumento de la actividad económica, devaluar sustancialmente el tipo de cambio y atenuar las restricciones arancelarias y no arancelarias al comercio exterior, eliminar el control de los precios de primera necesidad, disminuir o postergar los reajustes de las remuneraciones del trabajo. Estas medidas condujeron a la desaceleración del crecimiento y al aumento del desempleo, y solo lograron éxitos temporales y pocos significativos en cuanto a las metas que explícitamente perseguían.
Anexo 2: Medidas implementadas encaminadas a reactivar el sector agropecuario
1990-2007 2007-2015
Descentralización de la tenencia de la tierra.
Mediante el Decreto Ley 142-1993 del
Consejo de Estado. De aquí se desprende la
creación de las Unidades Básicas de
Producción Cooperativa (UBPC).
Entrega de tierras en usufructo bajo los
Decretos Ley No. 259, 282, 300, 310
Reapertura del mercado libre agropecuario
(Decreto Ley No. 191-1994), donde los precios
se rigen por la oferta y la demanda
Libre contratación de la fuerza de trabajo
Resolución 2-1998 sobre el aumento de los
precios de la carne, leche y otros productos.
Liberalización de la comercialización de
productos agropecuarios en el mercado
minorista, de forma experimental en La
Habana, Artemisa y Mayabeque bajo el
Decreto-Ley No. 318
Reducción de la producción contratada por
ACOPIO
La creación en 1999 del Programa Nacional de
Incentivos para el Fomento de las
Exportaciones (PNIFE) constituyó el único
caso de política diferenciada de incentivos.
Este programa contribuyó al crecimiento en la
producción de productos importantes como el
tabaco, café y cacao
Venta liberada de insumos y equipos de forma
experimental en la Isla de la Juventud a partir
de 2014
Venta directa a establecimientos
gastronómicos y hoteles del turismo
Constitución de los mercados agropecuarios
con gestión cooperativa no agropecuaria
Fuente: Elaboración propia a partir de la bibliografía consultada
Anexo 3: Tasa de crecimiento anual a precios constantes
Fuente: Elaboración propia a partir de varios Anuarios Estadísticos de Cuba. ONEI
Anexo 4: Participación del sector agropecuario en la economía
Fuente: Elaboración propia a partir de varios Anuarios Estadísticos de Cuba. ONEI
-20.0
-15.0
-10.0
-5.0
0.0
5.0
10.0
15.0
20.0
25.0
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
Agricultura, caza, silvicultura y pesca Producto Interno Bruto
0.00%
5.00%
10.00%
15.00%
20.00%
25.00%
30.00%
20
00
20
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20
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20
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20
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20
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20
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20
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20
14
20
15
Porciento de la PEA empleadoen el sector agropecuario
Particiapcion del sectoragrícola en el PIB (precioscorrientes)
Anexo 5: Intercambio comercial de mercancías (miles de pesos)
Fuente: Elaboración propia a partir de varios Anuarios Estadísticos de Cuba. ONEI
Anexo 6: Composición de las importaciones según grandes categorías (2000-2015)
2000 2005 2015
Bienes de consumo 21% 22% 19%
Bienes intermedios 65% 61% 67%
Bienes de capital 14% 17% 14%
Fuente: Elaboración propia a partir de varios Anuarios Estadísticos de Cuba (2000, 2005, 2015). ONEI
-15,000,000
-10,000,000
-5,000,000
0
5,000,000
10,000,000
15,000,000
20,000,0001
98
5
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19
87
19
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19
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20
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20
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20
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14
20
15
Saldo comercial Eportaciones Importaciones
Anexo 7: Importaciones de mercancías agrupadas en grandes categorías económicas
(1985 año base)
Fuente: Elaboración propia a partir de varios Anuarios Estadísticos de Cuba. ONEI
Anexo 8: Estructura de las exportaciones de bienes
2000 2008 2015
Productos alimenticios y animales vivos 39.2% 9.4% 15.6%
Bebidas y tabaco 10.7% 8.8% 8.5%
Materiales crudos no comestibles, excepto los combustibles
37.2% 41.2% 17.8%
Combustibles y lubricantes, minerales y productos conexos
3.1% 20.9% 34.3%
Productos químicos y productos conexos, n.e.p.
2.5% 9.7% 20.3%
Nota: Los datos utilizados para la categoría de Combustibles y lubricantes, minerales y productos conexos
son estimaciones del autor, dada la indisponibilidad de los mismos en los Anuarios Estadísticos de Cuba.
Fuente: Elaboración propia a partir de varios Anuarios Estadísticos de Cuba (2000, 2008, 2015). ONEI
0.00
0.50
1.00
1.50
2.00
2.50
3.00
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20
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20
15
Bienes de consumo Bienes intermedios Bienes de capital
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