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Festividad de la Santís ima Trinidad

…Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el f in del mundo.

Mt.28, 18-20

“ ¡Dios mío, Trinidad a quien adoro! ,

la Igles ia nos sumerge en tu mister io;

te confesamos y te bendecimos,

Señor Dios nuestro” .

La fe se hace confesión y alabanza del mister io

tr initar io , que dist ingue a la re l ig ión

cr ist iana de los otros monoteísmos.

“ Oh Palabra del Padre , te escuchamos;

oh Padre , mira e l rostro de tu Verbo;

oh Espír itu de amor , ven a nosotros ;

Señor Dios nuestro” .

La Trinidad Santa de Dios no languidece en vitr inas de

cr istales . Adoramos a un Dios que vive y engendra, vive y se comunica,

v ive y ama.

Porque la Trinidad de Dios es la vida. La vida de Dios .

Y nuestra propia vida, insertada ya para s iempre

en su comunidad de comunión.

La f iesta de la Sant ís ima Trinidad nos invita a meditar en la últ ima consigna del Maestro:

“Id y haced disc ípulos de todos los pueblos , bautizándolos en e l nombre del Padre , y del Hi jo

y de l Espír itu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”.

Enseñar, bautizar ,

y hacer discípulos .

En esas palabras se encierra la tr iple misión

de la Iglesia.

Una vocación profética para anunciar una palabra que salva.

Una función l itúrgica en la que se ce lebra la nueva vida.

Una tarea de diario pastoreo que recoge, a l imenta y guía a la comunidad

de los cr ist ianos.

Con esa tr iple encomienda fueron enviados los disc ípulos .

Un encargo que compete a toda la Igles ia , a toda la diócesis

y parroquia, a toda la comunidad

y a cada uno de los creyentes en Jesucristo.

En su nombre hemos s ido bautizados.

En su presencia recorremos e l camino.

En su intimidad habitamos, exist imos

y actuamos.

“Sabed que yo estoy con vosotros todos los días , hasta e l f in de l mundo”.

Ésa es la última palabra de Jesús.

¿Está e l Señor con nosotros?

¿ Dónde estaba Dios en aquel los días de muerte y genocidio?

Benedicto XVI repet ía en Auschwitz :

“Estaba precisamente en los que eran ajust ic iados”

El Señor está con nosotros , porque se ha identif icado con nuestra propia suerte .

Y con nuestra muerte .

¿Estamos nosotros con e l Señor?

La persona se muti la y empobrece s i olvida que ha s ido l lamada a otra dimensión.

Cuando cae en esa tentación se priva de lo más importante de s í misma: su espír itu re l ig ioso .

Con toda la Igles ia nos atrevemos a proclamar la a labanza de nuestra fe tr initar ia: “Glor ia a l Padre, a l Hi jo y al Espír itu Santo. Amén”.

Texto: José Román Flecha AndrésPALABRA DEL SEÑORSecretar iado Trinitar io . Salamanca