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CUERPOSENREPOSOYENMOVIMIENTO
Siddhartha Mukherjee
--Traducción de Mario Arrubla--
Lahomeostasiseslaactividadveladaquemantienejuntossistemascomplejos
Nosotrossóloloadvertimoscuandosepresentanfallas
Elteléfonosonóalastresdelamañana.Mimadre,desdeNuevaDelhi,
mellamóllorando.Mipadre,dijo,sehabíacaídodenuevo,yestabaha-
blandocosassinsentido.Leacercóelteléfonoparaqueyolooyera.Era
unaretahíladepalabrasemitidasenuntonoagudo,dondeloúnicointe-
ligibleerasuapodofamiliar,Shibu,yelnombredelpueblodesuinfan-
cia,Dehergoti.Parecíacomosiestuvieraleyendosusúltimosritos.
“Llévaloalhospital”,urgí amimadre,desdeNuevaYork. “Tomaréel
próximo vuelo a casa”. “No, no,mejor espera”, dijomimadre. “Podría
mejorar por símismo”. En su época, comprar un pasaje aéreo a corto
plazo era un acto de extravagancia imperdonable, que apenas podían
permitirse los gánsteres internacionales y las estrellas de cine. Nadie
que ella hubiera conocido había llegado “a tiempo” a lamuerte de un
padre. La frugalidaddesugeneraciónhabíadadoorigenauna franca
superstición: si yo tomaba un vuelo ahora, ese hecho precipitaría el
desastre.“Vuelveadormir,hijo”,dijoconansiedadcreciente.Colguéel
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teléfonoymandéunemailamiagentedeviajes,pidiéndolequemecon-
siguierauncupoenelpróximovuelodeAirIndia.
Mi padre, de ochenta y tres años, había estado declinando durante
variassemanas.Lasllamadasnocturnassehabíanvueltomásfrecuentes
ymáslargas,comoolasqueanuncianunatormenta:losaccidenteseran
ahoramáscomunesysusconsecuenciasmásseveras.Estanoeralapri-
mera caída en ese año. Pocosmeses antes,mimadre lo había encon-
tradotiradoenelpisodelbalcón,conunbrazorotodobladodebajode
sucuerpo.Ella cogióunparde tijerasy le cortó la camisamientrasél
aullaba en un doble tormento –el dolor de la sacada de la camisa por
encimadesucabezayelhorrordeverunaprendaenperfectoestado
tijereteadaantesusojos.Era–yolosabía–unaantiguapelea:miabuela
paterna, que durante la Partición había llevado a Calcuta a sus cinco
hijos a través de la frontera, y que nunca tuvo suficiente ropas para
vestirlos,hubieraencontradoalgunaformadesalvarlacamisa.
Mimadrehabíatratadoderestarleimportanciaalpercance.“Kicchui
na”,habíadicho.“Mira,noesnada”.Eralafrasequeella,elcontrapeso
estabilizador de la familia, amenudo empleaba. “Ahí nos arreglamos”,
agregaba,yyomeateníaaello.Peroestaveznomesentía tanseguro.
VeinticuatrohorasdespuésdelallamadademimadreaterricéenDelhi,
enmedio de un calor y un smog sofocantes.Me dirigí a la casa demi
familia desde el aeropuerto, arrojé lasmaletas sobre la cama y salí a
buscaruntaxiquemellevaraalaunidaddecuidadosneurológicos.La
unidad estaba conformada por cuatro módulos alrededor de un atrio
central.Partedelpisoestabasiendoreparada–el terrazopulimentado
teníaunagrieta comoun labio rotoqueexponía la tubería y los con-
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ductoseléctricosdeledificio,yhabía trozosrotosdeconcretoregados
porelcorredor.Siunotropezabaysegolpeabalacabeza,pensé,unneu-
rólogoestaríaesperandoconvenientementealavueltadelaesquina.
Mi padre estaba muy sedado. Lo llamé por su nombre y, por un
momento,meparecióquevolteabalacabezahaciamí,reconociéndome.
Tuveunbrotedealegría–hastaqueviquegirabalacabezadeunlado
para otro, y comprendí que se trataba de unmovimiento automático,
rítmico, repetitivo. Su cerebro debía de estar descendiendo por una
cadenaevolucionariaatravésdeunaseriedeescotillonesfilogenéticos
–toc-toc-toc–haciaunaconcienciaprimitiva,reptiliana.Despuéscomen-
cé a mirar ese movimiento circular, vacío, como una señal lumínica
enviadadesdelasprofundidadesdelinfierno.
Unresidentedeneurocirugíavinoaverme.Sabíaqueyoeramédico;
medio lamano yme llamóDr.Mukherjee. Aparentaba unos treinta y
cincoaños; su rostroerapálido, susorejasgrandes,y teníaunairede
seguridadensímismo.Alinstantesentíunaantipatíairracionalhaciaél.
“Supadre tuvounahemorragiacerebralextensa”,medijo. “Yconsu
demencia subyacente, no estoy segurodequepueda esperarse alguna
recuperación”. Agregó que el sodio de mi padre había caído a 128 –
críticamentebajo,unsignomásdedañoseverodeltejidocerebral.
La indignación que sentí tenía algo de infantil:me dieron ganas de
decirlequeyopodía leerunescáner tomográficoperfectamenteyque
sabíaloqueeraunlecturadesodiobajo,peromecontuve.
“Hemos tenido todo bajo control”, me aseguró. “Sea usted el hijo, y
déjenos a nosotros ser los doctores”. Y se fue de prisa a ver otros
pacientes.
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Pocosminutosdespuésmiréelmonitoryviqueelritmocardíacode
mi padre estaba alarmantemente alto. Busqué bajo las sábanas hasta
encontrarelpulsoensumuñecainflamada.Elritmoeranormal;lamá-
quinacasilohabíadoblado.Llaméalaenfermera.Eraunamujerpeque-
ñade rostro expresivo, con su uniforme abrochado encimade un sari
azul.
“Oh,¿esemonitor?Nuncafunciona”,dijo,haciéndoloaunlado,comosi
fuera un juguete con las ruedas dañadas. Luego, mientras yo miraba
aterrado,lodesconectó.Lamáquinadejódehacerbip.Oficialmente,mi
padre estaba ahora sin pulso. Bien, pareció sugerir la enfermera, por
fortunaelproblemaestabasolucionado,yconairetriunfalsiguióparala
próximacama.
Una hora más tarde regresó a asear a mi padre. En su boca medio
abiertahabíaunpequeñoresiduodesaliva,quelaenfermerasuccionó
conuncatéter.Labombaa lacualestabaconectadoelcatéterprodujo
una especie de zumbido, y luego colapsó con un ruido aparatoso. Me
paréamirar:unodelasjuntasdecauchoqueuníanelcatéteralabom-
ba se había reventado. La enfermera, encogiéndose de hombros, se
excusó.Miróa todos lados,mecánicamente, comobuscandounreem-
plazo para la junta, pero los dos sabíamos que no había piezas de
recambio.
Esanochedejé el hospital a lasonce.Apocasmillasdemi casa, una
motocicleta se había volcado en la carretera, catapultando sobre el
pavimento a un joven sin casco de protección. Alguien había puesto
unas luces en torno al sitio del accidente, para desviar el tráfico. Las
ventanillas demi taxi estaban opacadas por los vientos abrasivos que
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eran famosos en la ciudad, y la escena afuera parecía extrañamente
como una especie de celebración –un festival o una fiesta de boda–
filmada a través de una cámara nebulosa. Todo ello casime hizo reír.
Delhi había caído bocabajo. La ciudad estaba rota. El hospital estaba
roto.Mipadreestabaroto.
Hay una especie de transparencia vítrea en las cosas en torno de
nosotrosque funcionan, loque sólo resulta visible cuandoel vidrio es
golpeado y agrietado. “Mira, no es nada”. Vivir en el interior de una
máquina que funciona perfectamente es desconocer en buenamedida
su funcionamiento.Esees sudon,ynosotros loaceptamossinpensar,
sin agradecerlo, sin conocerlo. Hace años, como un doctor joven que
deseabaalgúningresoextra,hiceturnosenunaclínicadeunvecindario
pobre, aunaspocasmillasdeBoston.Trabajaba los sábadosdedieza
ochoy,exhausto, rematabaeldíaconunespecialde tortillademaízy
cervezaenunlocaldemalamuerte.
La clínica era manejada, con cruda eficiencia y un presupuesto
mínimo,porunaenfermeradesesentaypicoquehabíatrabajadoallíla
mayorpartedesuvida.Unamañanameconfundíconelcambiooficial
dehoray lleguéunahoraantes.Observéa laenfermerapreparándose
paraeldía.Colocólatuberíaplásticaesterilizadaparalasmáscarasde
oxígeno al lado de cada cama. Revisó el contenido del carro donde se
guardaban los medicamentos y los equipos de emergencia. Su último
actoparecíahaberalcanzadoeltopedelaabsurdidadobsesiva:sepasó
deun cubículodesocupadoalpróximo, alisó las sábanas, y luego, aga-
chándoseincómodamenteenelpequeñoespacioentrelacabeceradela
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camaylapared,aceitólospomosdelasválvulasdeparedquetraíanel
oxígenoalcuarto.
Yonoentendímuchodeeseajetreomatinalhastamástarde,cuando
unamujerdemedianaedadfuetraídaalaclínica,losojosdesorbitados
yloslabiosazulesporfaltadeoxígeno,evidentementeenunataquede
asma que ponía en peligro su vida. Sacarla de la camilla de la ambu-
lanciaymeterlaen lacamatomómenosdeunminuto–perosólopor-
que las sábanas habían sido alisadas y ajustadas, de manera que su
debilitadocuerpopudoseracomodadofácilmenteenlacama.Elpomo
delaválvuladeloxígenogirósinesfuerzo–¿quiénhubieranotadoque
acababade ser aceitado?–y, cuandonecesitéun catéter intravenosoy
unaagujamariposadeltamañoycalibrejustos,lostuvedeinmediatoal
alcance de la mano de manera que pude mantener la vista fija en la
delgadavenapurpúreaenlaparteinteriordelcododelapaciente. En
esemomentoyalaenfermerateníaabiertoelcarritoconlasmedicinas.
Lepedíepinefrina.Yaestabadentrodeunajeringa.
“¿Quiere entubarla?”, me preguntó. Parecía más una orden que una
sugerencia.
Yo no quería hacerlo. En un momento de sinceridad yo hubiera
admitidoqueestaba lejosdeserunbuen“entubador”; laspocasveces
que lo intenté, la imagen de texto de las cuerdas vocales, tentadora-
menteexpuestasmásalládelaepiglotiscomounatierraprometidaen
forma de V, siempre me había resultado inalcanzable. Pero ahora no
teníaelección.Hicequelabocadelamujerquedarabienabierta.“Cajas
dedientes”,dijojustoatiempolaenfermera,yselasquitó.Metíellarin-
goscopiomásalládelplieguedelalenguahastaquepudeverelorificio,
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ypedíeltubo.Nonotéquehabíasidoalisadoensuextremoconunsua-
vetoquedelubricante.Elestetoscopiosedeslizódentro.Sisuextremo
nohubierasidolubricado,podíahabersidoundesastre.
Pedimosunaambulanciaparatrasladara lamujeraunaunidadhos-
pitalariadecuidadosintensivos.Miturnohabíaterminadoy,cuandome
divuelta,viqueenmiprisaporestabilizaralapacientehabíadejadoun
reguero de restos en el piso: tubos plásticos, el estuche del laringos-
copio,vainasdeagujas.
Afinalesdelosaños1920,elfisiólogoWalterCannonacuñólapalabra
“homeostasis”–uniendolostérminosgriegoshomoios(similar)ystasis
(quietud).Lacapacidaddemantenerunacondicióninternaestableera
unrasgoesencialdelosorganismos,afirmaba.Suconcepciónestababa-
sadaenlasexperienciasdesutrabajoconlastropasaliadasdurantela
Primera GuerraMundial, cuando estudiaba las complicaciones fisioló-
gicasdelosshockstraumáticos.Peroseinspirótambiéneneltrabajode
predecesores, como el fisiólogo francés del siglo XIX Claude Bernard,
quienescribióestafrasemaravillosa:“Lafixitédumilieuintérieurestla
conditiondelavielibre,indépendent”–laconstanciadelmediointerno
eslacondicióndelavidalibreeindependiente.
Loqueesverdaderoparaelbuen funcionamientodeuna institución
puedeserigualmenteverdaderoparalafisiologíadelosindividuosque
laboran en ella. Consideremos la temperatura: el cuerpo humanonor-
mal mantiene un rango extraordinariamente estrecho –entre 97 y 99
gradosFahrenheit[36.1y37.2gradoscentígrados],adespechodeenor-
mesyamenudoimpredeciblesvariacionesdelmedioambiente.Abordé
en Nueva York mi vuelo de Air India bajo un frío día de otoño y fui
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lanzado por un tubo de aluminio al calor sofocante de Delhi, peromi
temperaturapersonal, si lahubieramedido,nohabría cambiadoniun
grado. Y los pingüinos emperador, los más grandes de todos los pin-
güinos,hacenparecerirrisorioelsistemadetermorregulaciónhumana.
Cuando la temperatura ambiental baja asombrosamente más de cien
grados,latemperaturadeunpolluelodepingüinocambiaapenasunpar
degrados.
Elniveldesodioennuestrocuerpoesestrechamentereguladoentre
135y145miliequivalentesporlitro–unacifracontroladaporcomple-
jossensorescerebralesayudadosporunmecanismoigualmentepreciso
queretieneydispensalasalyelaguaenlosriñones.“Laconstanciaen
un sistema abierto, como el representado por nuestros cuerpos, re-
quieremecanismosqueactúenparamanteneresaconstancia”,escribe
Cannon.“Lahomeostasisnoocurreporazar,sinoqueeselresultadode
unauto-gobiernoorganizado”.
La perspicacia de Cannon invirtió la lógica por largo tiempo
establecida. Los fisiólogos, durante generaciones, habían descrito los
animales como ensambles demáquinas –como sumas de partes diná-
micas. Losmúsculos eranmotores; el corazónunabomba; losnervios
conductos eléctricos. Pulsaciones, rotaciones, bombeos; el énfasis era
puestoenelmovimiento,enlasacciones,eneltrabajo:nopermanezcas
quieto,hazalgo.Alcambiarelfocodelafisiología,pasandodelaacción
alaconservacióndelafijezaylaconstancia,CannonyBernardmodifi-
caron fundamentalmente nuestra concepción de lamanera como fun-
cionaelcuerpohumano.Unobjetivomayordela“actividad”fisiológica
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era,paradójicamente,permitirlaestasis.Nosóloabstentedehaceralgo:
quédateentulugar.
SiguiendoaCannon, los teóricosabrazaron la ideadesistemasauto-
correctores,resistentesaloleaje,alzarandeodelasfuerzasdecambio.
El botánico inglés Arthur Tansley acuñó la palabra “ecosistema” en
1935; el mantenimiento de la estabilidad pronto sería descrito como
unadelaspropiedadescardinalesdelossistemasecológicos.Losecono-
mistas empezaron a relacionar homeostasis con los mercados auto-
correctores;elmatemáticoNorbertWienerobservóquelasmáquinasy
lascriaturaspodíanestargobernadasporsistemasautónomosdecon-
trol estabilizados por circuitos de retroalimentación. Las células, las
ciudades,lassociedades,inclusolasinstitucionespolíticas–todastenían
lacapacidaddemantenerconstantessuscondiciones internasporme-
dio de acciones autorreguladoras y de fuerzas compensatorias. Y la
ReinadeCorazonesdeLewisCarrollerasusoberanasimbólica.Elmun-
dogira tanrápidobajo lospies,dice laReinaaAlicia,quese“necesita
corrertodoloquesepuedaparapermanecerenelmismositio”.
Sinembargo,yocreoquenisiquieraCannon,quienmurióen1945y
cuyacarreraestuvoenmarcadapordosguerrasmundiales,llegóapre-
verlaenormecantidaddeesfuerzofisiológicoqueseprecisaparaman-
tener un “auto-gobierno organizado”. El esfuerzo es continuo y sisté-
mico–ypasadesapercibido.Lasválvulasdebenseraceitadas;lassába-
nas alisadas y ajustadas; los carritos abastecidos; los desechos limpia-
dos.Lacalefacciónylaventilacióntienenquefuncionarypulsarsinque
senote.–Aspireelaire,espírelo.Repita.
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Yo había pensadomucho en las razones que hicieron quemi padre
hubiera terminado en el hospital.Me tomómucho tiempo hacerme la
preguntaopuesta:¿Quéhabíaprotegidoamipadre,portanlargotiem-
po,deunadecadenciaaguda?Tuveque imaginar la caída–el golpe, el
sangrado,eldelirio,elcoma–ytratardeentenderporquéeseaccidente
desastroso no había ocurrido antes, cuando su cerebro, embotado, se
movía paso a paso, inexorablemente, casi inadvertidamente, hacia la
demencia.
¿Cómoera él, en reposo y enmovimiento? Le encantaba viajar –casi
tantocomolechocabaamimadre.Enlosprimerosdíasdecadaverano,
cuandoyoestabacreciendo,mipadrellegabaalacasaconcuatropasa-
jesaéreosyunformatodesolicituddevisa,yanunciabaquepartíamos
en unos quince días para una localidad extranjera, desconocida –El
Cairo, Addis Abeba, Bangkok, Moscú antes del glasnost, Teherán des-
puésdelshah–,mientrasmimadresepreocupabasobrequéempacar,a
quiénpedirconsejoyquéalimentosdaralosniñosduranteelviaje.Es
tentadorinterpretarestoentérminospsicológicos–élfueunmuchacho
obligadoahuirdesupaís–,pero,comolegustabadecir,unpasajeaéreo
a través de una frontera era sólo un pasaje aéreo a través de una
frontera.
Oh,yamaba losmercados.Loscentroscomerciales, enparticular los
norteamericanos, lodeprimían:hacer compras sin confrontaciones so-
ciales era comomorir sin dar la pelea. Cuando los avisos de “precios
fijos”empezaronaapareceren losalmacenesdeDelhi–especialmente
paraahuyentaralosinveteradoscazadoresdegangascomomipadre–,
élloviocomounsímbolodelfininminentedelacivilización.Peronunca
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encontróunvendedorconunacarretillademanoaquienno leentre-
garaelcorazón.Quizásfueentonceseldestinoelquedeterminóquela
primeradesuscaídas,másomenosunañoantes,ocurrieracuandore-
gresabadeunmercadovecinoconunabolsadecebollasencadamano;
quelosprimerosquelosocorrieranfueranunosvendedoresdefrutasy
verdurasqueloconocíandenombreysabíanexactamentedóndevivía;
queesosvendedoreslotrajeranacasa,comounreyaccidentado,enun
carrodefrutasadaptadoparaestepropósito.
Nosdijoquehabíatropezadoenunapiedrasuelta,y,poruntiempo,la
situaciónencasaparecíaque sehabíanormalizado.Peroelmundoya
habíaempezadoacambiaren tornoaél.Susentidodelequilibrioem-
peorócadadía.Mimadrecontratóaunfisioterapeutayaunenfermero
duranteeldía.Uncarpinteropusounasbarandasen lacamadondeél
siemprehabíadormido.Cuandofuiaverlo,afinalesdelverano,parecía
comosiuncastigobíblicohubieracaídosobreél:elhombrequehabía
querido vivir constantemente enmovimiento estaba confinado enuna
cama,suszapatosconfiscados,subastónocultoenunclosetdemanera
quenoloencontraraynointentarasalir.Unanoche,cuandoestabapar-
ticularmentedelirante,huboqueatarloa lasbarandasdelacamapara
evitar que se cayera.Desperté a lamedia luz del alba y lo vi llorando
quedamenteconsusmanosatadas.
Y luego,demanera silenciosa,unnuevo tipode fisiología comenzóa
formarseentornoaél.Losvendedoresdefrutasyverdurashicieronsu
apariciónfrentealacasa.Elenfermerodedía–unjovenescuálidoapo-
dado Bishnu: el dios, entre otras cosas, del mantenimiento y la pre-
servación–inaugurólacostumbredesacarlocadamañanaalbalcónen
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su silla mecedora y hacer que los vendedores se congregaran abajo
comoungrupodeadoradores.Mipadreestabaencantadoporsentirse
denuevoenmediode los fieles.Negociabaconellosdesdearriba–un
reybajoarrestodomiciliario,perounreyal finyal cabo–, regateando
los precios, protestando por la pésima calidad de las berenjenas, pre-
guntandoporquéél,asuedad,teníaquesoportarsuscolifloresmagu-
lladas,yporquéelpescadonoestabasiempre fresco.Eraunpequeño
milagro:Mr.Mukherjeenopodíairmásalmercado,yentonceselmer-
cadoveníaaél.
Retrospectivamente, entiendo que esto era también una especie de
homeostasis.Esospequeñosritualeslomanteníanasalvo.Evitabanotra
caída;restaurabansudignidad,sunecesidaddeconstancia.“Almorirte
rompes”,escribióPhilipLarkin:
Laspartículasquetúeras
seapartanaceleradamenteunasdeotrasparasiempre
sinnadieparaverlo.
Poruntiempo,sinembargo,miexperienciadelprocesodemuertede
mipadrenofueladesufragmentaciónenmúltiplestrozos.Todolocon-
trario:susersemanteníaunidoporunainfinidaddefuerzasdiminutas.
Élsabíaqueestabaperdiendoelregateocósmico,peroalvendedorde
cebollas,porlomenos,todavíaeracapazdearrancarleunarebaja.
Ydespués lascosassedesmoronaronalestiloHemingway–gradual-
mentealcomienzo,yluegoenunaavalancha.Bishnuhabíaviajadoasu
puebloa cuidarseunahepatitis. Se contratóaunasistentepara reem-
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plazarlo, pero la rutinadiaria se volvióun caos.Una tarde, cuandomi
padredeberíahaberestadosentadodemaneraseguraenelbalcón,el
asistentelodejósolo.Enpocosminutosmipadreselevantódelasilla,
sepusosuschanclasysefuetambaleandohastalacocina.Tocóelhom-
broderechodemimadre –un gesto tan familiar en épocasdenorma-
lidadqueellanosediovueltadeinmediatoparapreguntarleporquées-
tabaallíparadoenlacocina.Cuandoellasevolteó,élhabíacomenzadoa
caer.Segolpeólacabezacontralatapademármolveteadodeunmue-
bledelqueestabamuyorgulloso–“Calacatta;noCalcuta”,decíaél,para
demostrarlea lagente,por lacalidaddelmármol, lo lejosqueélhabía
llegadoenlavida–yluegoaterrizóconunruidosordoenelpiso.
Ungolpe en el cerebro esunabuenamaneradeprivar a alguiendel
equilibrio de una vida libre e independiente. De todos los órganos, el
cerebro,irónicamente,tieneelespaciomásreducidoparaexpandirse.El
cráneoesunespacio fijo.Encualquierotrapartedel cuerpo la sangre
puede finalmente fluir.Pero lasangreenelcráneopuedeestacionarse
formandouncoáguloypresionar luegoelblanco tejidoneural.El coá-
gulopuedecrecer,aumentando lapresiónydañandoprogresivamente
lafuncióncerebral,enunaespeciedecascadamásalládelalcancedela
homeostasis.Enrealidad,unavezquefallalaauto-regulación,sistemas
complejos de toda suerte son comprometidos en este proceso, desig-
nadoavecescomouna fallaencascada.Unárbolgolpeadopor la tor-
mentaderribaunalíneadetransmisión;lacargaincrementadacausala
falla de otro componente de la red, lo cual aumenta la carga, convir-
tiendounapagónlocalenunacatástrofeenergéticaregional.Lafallade
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unadivisióndeunbancopuededispararuna crisis global. Eso esuna
fallaocaídaencascada.
Estalelpoderdelahomeostasisqueresultadifícilvervenirunafalla
encascada;todopareceretornaraunestadonormal,hastaquelanor-
malidadserompe.Unasdoshorasdespuésdelacaídaenlacocina,mi
padre parecía estar bien, excepto por el moretón que le salió en la
frente.Pidióunvasodeagua, luegosesentóen la silla, irritadoporel
accidentequehabíaperturbadosumañana.Losvendedores sehabían
ido. Cuatro horas después dijo que estaba indispuesto. Sus neuronas,
bajo presión, empezaron a enviar mensajes mezclados: se sentía aca-
loradoderepentey fríoenelminutosiguiente.Sequitó lacamisa, su-
dando profusamente. Después pidió una frazada con que cubrirse.
Probó como Goldilocks varios alimentos –el pan ácimo estaba dema-
siadocaliente, eldalnoestabasuficientementepicante–y luegosintió
una fuertenecesidaddedormir.Despertóunahoramás tarde, con los
brazosdesmadejados,delirante.Mimadremetelefoneópocodespués.
Lavelocidaddelderrumbe fuevertiginosa.En launidadde cuidados
intensivossusodiocayóprecipitadamente—131...128...122.Suestado
de coma se profundizó por el desequilibrio de las sales. El dióxido de
carbono,queesunácidocuandosecombinaconagua,seacumulóensu
sangre. Su corazón empezó a comportarse extrañamente –el músculo
sinfuerza,elritmoerrático–porelcocteldeácidos,álcalisysalesque
circulabapor susangre.Luego los riñonesempezarona fallar.Y como
losriñonesestabanfallando,sufuncióncerebralempeoró,alimentando
elciclodedescomposición.
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Peroélnoibaaaceptarsinmáslamuerte;teníaqueregatearconella.
Sucuerpo inesperadamenteserecuperó,aferrándosea lasconstancias
finales de la vida con una especie de astucia primordial, como si mi
padresupiera,desdeelfondodesusangreydesushuesos,quelosmer-
cadossevuelvenavecescontrauno,queunodebetransarseavecespor
elmenosmalo entre varios tratos yqueun equilibriomiserable sigue
siendoun equilibrio. ¿Sodio de 125?Él lo aceptaba, pero a cambio de
unaprestación: apagaría sectores de su cerebro si con ello podía pre-
servarsucorazón.
Tambiénenesassemanasmissentimientoshaciaelneurocirujanoyel
enfermero de la unidad de cuidados intensivos pasó de la rabia hacia
una suerte de admiración. Ellos mismos tenían que transarse por un
miserableequilibrio.Enmedioderecursoslimitadosydeseverasesca-
seces,habíanlogradoestabilizarlo.Esverdadquemiclínicadeunvecin-
dario pobre de las afueras de Boston era una pequeña maravilla de
producción de homeostasis, pero su minúsculo presupuesto era, por
comparación,unaeconomíadelujo.Cuandounaampolladeepinefrina
eragastada,habíamásparareemplazarla;elaceitedelaválvulasnose
acababa.EnlaunidaddeDelhi,losprocedimientosmásordinarioseran
ocasióndeimprovisacionesyselecciónentretratamientosprioritarios.
Paramantenerestehospitalfuncionandoserequeríansolucionestran-
sitorias–incontables,vergonzosasyfrecuentes.
Al duodécimo día de su caída, mi padre recobró un débil rayo de
conciencia.Losdoctoresleretiraroneltuborespiratorio,dejándoleuna
máscara plástica para el oxígeno. El hospital llamó para decir que yo
debíairaverlo.
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Habíasalidodelcoma,peronoporcompleto;manteníalosojoscerra-
dos.Elcirujanovinoconungrupodeenfermeras.“Necesitamospasarlo
a un pabellón geriátrico”, dijo. “No hay nadamás que podamos hacer
porélaquí”.
Miréalcirujanoconverdaderoasombro,pensandoqueestabaloco.El
pabellón geriátrico estaba en otro hospital, a unas dos millas. ¿Cómo
íbamosamover a estehombreescasamente consciente, llenode caté-
teresytubos,aotropabellón?
Elcirujanopermanecióinconmovible.Cadacamadelaunidaddecui-
dados intensivos, sabíayo, teníauna listadeesperadedecenasdepa-
cientes.“Elsodiodesupadreestánormalizado”,dijo,casiacusador; la
normalidadsignificabaquemipadreyanopertenecíaaestaunidad.El
intercomunicador sonó: había una llamada urgente a un cuarto
adyacente.
Una hora más tarde, los catéteres intravenosos y los tubos de ali-
mentación habían sido desconectados de las bolsas colgantes y se
mecíansueltosentornodemipadre.Unhombredelgadodeuniforme
blancoentróalcuartoconunamanivelametálica.“Hayunaambulancia
abajo, esperando”, dijo. “El conductor sólopuedeesperarpordiezmi-
nutos”. Empezó a darmanivela a la poleade la cama, a fin debajarla.
Unadelasruedasserompió,yelhombredoblóunatoallahúmedayla
pusobajolapataparaquepudieradeslizarsesobreelpiso.
La enfermera apareció. “El vestido”, dijo. “No pueden sacarlo con él
puesto.Espropiedaddelhospital”.Yoestabaaterrorizado.Quitarleami
padreesevestidoregadodebabas,manteniendoinsertadosloscablesy
lostubosrestantes,parecía imposible.“Yopagoelvestido”,dije.“Nada
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de pagos –política del hospital”, dijo firmemente la enfermera, y
desapareciódenuevo.
Enunataquedefuriadesesperadatoméunpardetijerasdelhospital,
cortéelvestidoy lodejécolgadoen losmonitores.Losvestidoscorta-
dos,segúnparecía,sehabíanvueltounacostumbreenlafamilia.Cubría
mipadreconunadelgadafrazadaRajasthaniquemimadrehabíaenvia-
dodesdecasa,yelcamilleroyyoatravesamoselcorredorrápidamente.
Lacamasetambaleabadeunlado,conlatoallabajolapatadelacama
marcandolahuelladenuestramarchaalolargodelcorredor.
La“ambulancia”queesperabaabajoeraunfurgonetaderepartoscon
untablóndemaderausadocomocama.Cuadramoslacamadelhospital
alpiedelapuertatrasera,yoperamoslamaniveladenuevoparalevan-
taramipadrehastaelniveldelpisodelafurgoneta.Despuésdealgunas
vueltaslamanivelaseatascó,conuncrujidoominoso.Bajamoslacama
yprobamosdenuevo;lacamaselevantóhastaundeterminadopuntoy
quedósuspendidaenunterriblelimbo.Habíaunbachedecercadedos
piesentrelacamayelpisodelafurgoneta.
“Quépasaahora?”,lepreguntéalhombre.
“Tenemosquelevantarlo”,dijo.
“¿Dospies?”
“Sí,dospies”.
Memirócomosiestuviéramostrenzadosenundueloamuerte.Envol-
víamipadreenlafrazadayapoyémicaderaenlafurgoneta.“Yotiro
deélsiustedlelevantalaspiernas”,dije.Unascincuentapersonasyva-
riosperroscallejerosnosmirabanociosamenteenelparqueadero.Una
mujer con traje de enfermera se acercó; debía de haber terminado su
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turno. Saqué doscientas rupias demi bolsillo. ¿Podía ella sostener los
cablesylostubosdealimentaciónmientrasnosotroslevantábamosami
padre?Tomóeldineroehizoloquelepedí.Tirédemipadre,queemitió
unquejido:estabasuspendidoentrefurgonetaylacamilla,consuespal-
daarqueadahaciaabajo.Sutorsodesgarbadoseescurrió,tirandodelos
sondasintravenosasylostubosdealimentaciónnasogástrica,unaima-
genqueparecíaunatosca imitacióndeunextáticoBernini–“Descenso
desde una Ambulancia Improvisada”–. Casi desfallecí. La enfermera
juntó loscablesenunpuñomientrasyohalabacon todasmis fuerzas.
Despuésdeotroscincominutosdehalaryempujarlogramossubirloa
lafurgoneta.Sucabezacolgabaaunlado.Porunmomento,penséquelo
habíamosmatado,peroviqueseguíarespirando.
La furgonetaentróen lacorrientedel tráfico.Losautosroncabanen
los semáforos como animales contenidos, y avanzamos lentamente.
Sacudílacabezaconungestodeincredulidad.Habíamospasadolaúlti-
mamediahora levantandoamipadrecomounsacodearenahastael
pisodeunafurgonetaquehacíalasvecesdeambulancia.
“Si dejas una cosa sola, la dejas librada a un torrente de cambios”,
escribióG.K.Chestertonen1908.“Sidejassolounposteblanco,pronto
se habrá convertido enunposte negro. Si tú enparticular deseas que
sea blanco, debes estar siempre pintándolo de nuevo; es decir, debes
introducirsiempreunarevolución...Senecesitaunavigilanciacasianti-
natural en vista de la espantosa velocidad con que envejecen las ins-
titucioneshumanas”.
Mipadresabíaalgosobrerapidezydeclinación:habíavisto la caída
no de una sino de dos ciudades. Se vio obligado a salir de Calcuta, la
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capitaldelestadodeBengalaOccidental,afinalesdelosaños1960,des-
puésdeverlahundirseenelcaos,consuencantoperdidoysusrecursos
agotados.SaturadademigrantesdespuésdelaPartición,laciudadhabía
crecidodemaneradesbocadaencosadepocosmeses.(“LaParticiónle
rompió el corazón a Bengala”, como le gustaba decir a mi padre, “y
despuéslequebrólacolumnavertebralaCalcuta”).Todoslossistemas
sehabíandañadoyparalizado:lavivienda,eltransporte,elgobierno.
Perofuelasegundafisura–deDelhi,laciudadadondesetrasladó–la
quelerompióaéllacolumnavertebralyelcorazón.Porunbreveinter-
ludio amediados de los setenta, Delhi parecía una capital que funcio-
naba.Eralametrópolimásnuevadelmundo.Elaireerarespirable; el
alcantarilladofuncionaba;líneasdebusesverde-amarillosllevabanala
gente a través de sus bulevares. Pero la atracción de su notable pros-
peridad,asícomoelimpulsodeladesesperación,llevaronamillonesde
hombres ymujeres a inundarla. Porun tiempo la ciudad absorbió ese
flujo, asimiló golpe tras golpe y se infló como una poderosa mega-
metrópoli.Nadaimportaba,hastaque,derepente,todoimportó–hasta
quelagentemiróenderredor,asfixiándoseenelsmog,sufriendolafalla
delsistemadealcantarillado,presenciandolaviolenciacomúnysexual
enlaslíneasdebusesyenlascallesbordeadasdeárboles,ysepreguntó
quédiabloshabíasucedido.Laespantosavelocidadconqueenvejecen
lasinstitucioneshumanas.
Pocodespuésdehaberllevadoamipadrealpabellóngeriátrico,leíla
granobradeWalterCannonLasabiduríadelcuerpo.Cannonpublicósu
libroen1932,despuésdequecomenzóaestudiarlosmecanismosauto-
regulatorios en su laboratorio de Boston. Transcurrió algún tiempo
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antesdequeelmundocaptaraelampliosignificadodeloqueélestaba
diciendo. Lahomeostasis, la capacidaddemantenerun equilibrio fun-
cional,llegaríaaservistacomounodelosprincipioscardinalesdetodos
losorganismos;amenudoesdescritacomounprincipiodefinitoriode
lavida.SienlavecindaddeAlfadelCentauro,digamos,llegaraadescu-
brirse un alienígena ectoplasmático que matabolice el azufre, es muy
probablequeposeacircuitosauto-regulatoriospararesistirloscambios
en sus funciones corporales. Y los principios básicos se aplican a los
sistemasmáscomplejos.Suestasisaparenteesuna ilusión–la imagen
delaReinadeCorazonesaparentementeinmóvilenelespacio.
Loscuerposenreposo–nosdijoNewton–permanecenquietoshasta
quefuerzasexterioresactúensobreellos.EluniversodeNewtonestaba
gobernado por la inercia y elmovimiento, un cosmos como lamaqui-
naria de un reloj regido por leyes inviolables. Los cuerpos puestos en
movimientomarchabanhaciaelolvido,hastaqueactuaransobreellos
fuerzasqueloshicierandetenerse.
Pero los seres vivos, advirtió Cannon, no eran abstracciones new-
tonianas.Paragozardeunabiologíacálidadiferentedelafríafísica,los
organismosdebíantenersuspropias leyesquecontrarrestaraneldes-
tinoineludibledelainerciayladeclinación.Alargoplazo,Cannonsabía,
todosnos convertiremosenobjetosen reposo.LaReinadeCorazones
dejará de correr y saldrá despedida lejos; el pingüino finalmente verá
descender a cero su temperatura. El cuerpo erguido caerá, enfermará.
Pero nosotros seguiremos diciendo “Mira, no es nada”, hasta que sea-
mosnada.Escomosilanaturalezaestuvieraconstruidaparadesafiarla
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másnaturaldetodas las leyes:quetodosnosotros,al final,nosenfria-
remos,moriremos,nosdisgregaremosynosesfumaremos.
Pero la constancia desafía la medición; lo que está detrás de la su-
perficie se hace visible sólo cuando se rompe el cristal. En los varios
mesesdeladeclinacióndemipadre,desuhospitalizaciónysumuerte,
registramos los valores de centenares de cosas en su cuerpo: potasio,
temperatura, ritmo respiratorio, creatinina, bicarbonato, cloruro, satu-
racióndeoxígenoenlasangre,produccióndeorina.Loquenomedimos
–loquenopodíamosmedir–eraelgradoenqueestaba trabajandosu
cuerpoparaequilibrarynormalizaresosvalores,qué tanta “vigilancia
no natural” era requerida para mantener la estabilidad, y hasta qué
punto su fisiología había colapsado cuando finalmente los números se
hundieron en la anormalidad. En pocas palabras, no podíamos hacer
unarealmedicióndesuresistenciahomeostática,desusreservasfisio-
lógicas.Mira,meprovocabagritardurantetodosesosdíasenqueasistí
amipadreenelhospital,realmenteesalgo.Esasfuerzasconservadoras,
auto-correctoras,resistentesa ladescomposiciónquecombaten invisi-
blemente dentro de nosotros –en nuestros cuerpos, en nuestras ciu-
dades,ennuestroecosistemaplanetario–sonloopuestoalanada.Los
hospitalesquefuncionan, lasambulanciasque levantana lospacientes
cuidadosamentedelpiso,sonpequeñasrevolucionesquemantienenen
pieesas funciones,perocuando lascosassedescomponenexperimen-
tamosderepentelaalertaantelosabismosqueseabren.Sipudiéramos
medirlaestaminahomeostática–sipudiéramoscaptarycuantificarde
algunamanera la capacidadde recuperacióny resistencia–podríamos
encontrarunamaneradeconservarlascosasquevalenlapenaantesde
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que falleno,dadoel caso,aprenderadestruir lascosasquedeseamos
destruir.Esfácilnotareltipodeactividadquegeneracambios;laesta-
sis,porelcontrario,requiereunjuiciomásvigilante.
Cuandosucuerpodejóderesistir lamuerte,mipadremuriórápida-
mente. “Lavejez esunamasacre”, escribióPhilipRoth.Paramipadre,
empero, fuemás bien unamaceración –un ablandamiento continuado
delaresistenciafibrosa.Másbienqueabatirlo, lamuertecumplióasu
respectoun trabajode reducción. Los electrolitosqueen launidadde
cuidados intensivos habían parecido momentáneamente estables, en
realidadnuncaseestabilizaron.
En el pabellón geriátrico del nuevohospital esas cifras vacilaban en
tornoasusvaloresnormales,unasvecesaproximándoseasuslímitesy
otrasveces sobrepasándolosenmovimientos cíclicos.Mentalmentemi
padreestabaporcompletoausentelamayorpartedeltiempo.Ypronto
todossussistemasfisiológicosseprecipitaronenunacaídaencascada,
descomponiéndoseenunasucesióntanrápidaqueunopodíaimaginar
unruidodechasquidoscuandofallaban,comobandasdecauchoquese
revientan.Chas:fallarenal.Chas:arritmiasevera.Chas:neumoníayfalla
respiratoria. Infección del tracto urinario, sepsis, falla cardíaca. Chas,
chas,chas.
Esos logros de resistencia terminaron cediendo ante el hecho de la
fragilidad. Y, amedida que pasaban las semanas, una verdad esencial
queyonoqueríareconocersehizoevidente:cuantomásveíaamipadre
en el hospital, peor me sentía. ¿Advertía él eso? Habían pasado dos
mesesdesdesuadmisiónenelpabellóngeriátrico.Unanoche,entorno
a la mesa del comedor, hablé de la posibilidad de traerlo a casa. Yo
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esperabaalgunaresistencia,peronolahubo.Asíquedesconectamoslos
monitores, retiramos los catéteres de sus venas, y quitamos el tubo
gástricodesunariz.Lobañamosyloafeitamos,lepusimosloszapatos,
ylocubrimosconsuchaldecachemirafavorito.Lotrajimosasupropia
cama. En la pescadería conseguimos un espécimen espectacular de
sábaloderíoqueaélleencantaba,ymimadrelopreparóconmostazay
jengibre, haciendo con él un puré y dándoselo a mi padre con una
cucharitadeniño.Muriótresdíasdespuésmientrasdormía,suinquieto
cuerpofinalmenteenreposo.
(TextopublicadoenTheNewYorkerenenero8de2018
bajoeltítulo‘BodiesatrestandBodiesinmotion’)
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