INSTITUTO DEL BICENTENARIO: REALIZACIONES Y UTOPÍAS
Prof. Martín Elgueta Apertura del Instituto 09/04/2012
Nuestro Instituto tiene el signo de la conmemoración: “Del Bicentenario”. Hace memoria
sobre una revolución, un movimiento emancipador con vocación latinoamericana. Lapso de
tiempo en que en nuestras sociedades –muy diversa a lo largo de cada geografía con sus culturas
y sus gentes- se abolió la esclavitud y los títulos nobiliarios, se garantizó la libertad de vientres,
dejamos de ser una monarquía para habilitar la discusión sobre el Contrato Social que pautaría
nuestras vida cotidiana.
Periodo utópico en el empezamos a imaginar una sociedad igualitaria, que si bien tardó en
encontrar las condiciones de realización –con avances y retrocesos-, habilitó un imaginario
libertario que ha quedado plasmado en la letra de nuestro himno nacional: “Oíd mortales el grito
sagrado: libertad, libertad, libertad”… Y que a nuestra manera mendocina incluso habilita un
brindis: ¡Al gran pueblo argentino: Salud!
¿Pero cuáles serían nuestras razones hoy para brindar?
Un motivo de brindis es la utopía. El escritor uruguayo Eduardo Galeano nos dice sobre la
utopía:
“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el
horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso,
sirve para caminar”.
La utopía inaugural hace que hoy Argentina sea un país que camina con el propósito de
consolidar una forma de vida democrática en la que no sea la violencia el modo de resolver las
diferencias políticas, sociales o culturales que podamos tener entre nosotros.
Caminamos para que nuestra alternativa hoy ya no sea -como si lo ha sido en tiempos
tristes y oscuros - eliminar, repartir o reducir (en el caso de nuestros hermanos indígenas);
conchabar, relocalizar o encarcelar (en el caso de nuestros hermanos mestizos, mulatos o blancos
pobres); desaparecer, asesinar o exiliar al otro que piensa distinto (en el caso de la violencia de
Estado ejercida por todas las dictaduras de nuestra historia)…
Un país que camina para que cada uno de nosotros pueda ser atendido por problemas de
salud públicamente -de acuerdo a su necesidad- sin comprometer cheques, pagarés o firma de
cartas documento que hipotequen nuestras posibilidades de atención y de vida posterior.
Camina también para que los sectores más vulnerables sean sostenidos con políticas
sociales al igual que los sectores productivos con políticas económicas proteccionistas (término
que ha dejado de ser una “mala palabra” en materia de políticas económicas).
Camina para que cada uno de nosotros puede elegir libremente con quién contraer
matrimonio legalmente; pueda gozar de una educación sexual; donde la mujer tenga las mismas
condiciones de vida que los varones y pueda atender –sin sanción social, por el contrario, con
garantías sociales y del Estado- situaciones de violentación.
Y camina para que entre nosotros, aquí, más de 300 estudiantes hoy, ejerzan su derecho a
la educación.
Y hablar de la educación como un derecho es decir que como tal no tiene “fecha de
vencimiento”, es pública y gratuita. Por eso, muchos de nosotros reaccionamos con indignación
ante aquellos que suelen expresar todavía para el Nivel Superior: “¡Que se jodan por pobres!” o
“¡Ya pasó su tiempo, no están medios grandecitos para pretender que el Estado los siga
financiando!”. Expresiones que rigen en la forma de organizar la Educación Superior en otros
lugares como Chile, Brasil, Colombia, México y en muchos de los países que algunos todavía miran
como modelos. Expresiones que ponen de manifiesto porqué todavía es necesario -volviendo a
Galeano- “caminar”.
Aunque no todo, obviamente, es “color de rosa”… Y queda mucho por lograr en términos
de derechos… Y son muchos los problemas a los que estamos desafiados cada uno de nosotros
como sociedad y como ciudadano… Pese a todos los desafíos, es precisamente por los caminos
recorridos y por aquellos que tenemos por transitar… ¡Lo que hace que hoy que estemos de
fiesta!
Festejamos también la apertura de un Instituto de Formación Docente y Técnica en Godoy Cruz
Por un lado, podemos hacer algunas asociaciones históricas entre el Instituto y Godoy Cruz.
San Vicente (antigua denominación del departamento de Godoy Cruz) es una de las villas
más antiguas de Mendoza. Luego del terremoto de 1861 disputó la posibilidad de ser el sitio de
emplazamiento de la nueva Ciudad de Mendoza. En 1889 tuvo el nombre de General Belgrano
hasta 1909 –fecha muy cercana a la celebración del Centenario de 1810- cuando recibió su
nombre actual: Godoy Cruz.
Podemos entonces formular dos preguntas:
a) ¿Quién fue Tomás Godoy Cruz? y
b) ¿Qué relación puede tener con la apertura de nuestro instituto?
Respecto a la primera pregunta, ¿quién fue Tomás Godoy Cruz?
Tomás Godoy Cruz nació en Mendoza en 1791. Estudió el bachillerato en Filosofía,
Cánones y Leyes en la universidad chilena de San Felipe. En 1814 regresó a Mendoza. En
1815 fue elegido, junto a Juan Agustín Maza, como representante por Mendoza en el
Congreso de Tucumán. Continuó en 1817 cuando el congreso sesionó en Buenos Aires,
donde ejerció la presidencia del mismo. Gran amigo y colaborador de José de San Martín en
la preparación de la expedición libertadora, comprometió su fortuna personal en el
equipamiento del Ejército de los Andes. El 3 de julio de 1820 fue elegido gobernador hasta
1822 y sentó las bases de la Mendoza Republicada con los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo
y Judicial. En 1830 fue designado por segunda vez Gobernador de Mendoza –pero esta vez
interino- como resultado del triunfo unitario. Pero con la victoria de los federales (Facundo
Quiroga) marchó al exilio a Chile. Volvió a Mendoza bajo la protección del caudillo José Félix
Aldao (federal y gobernador de Mendoza entre 1841-1845) y, pese a las diferencias políticas
ejerció como diputado. También se dedicó a la agricultura y la cría de gusanos de seda. Fue él
quien introdujo los árboles de moras y los gusanos de seda (que prosperaron hasta 1850
cuando los gusanos sufrieron una epidemia que puso fin al emprendimiento). También creó
una fábrica de pólvora. Falleció el 15 de mayo de 1852.
Y respecto a la segunda de las preguntas - ¿qué relación puede tener con la inauguración
de nuestro instituto? Encuentro, por lo menos, tres relaciones posibles:
1°.- Este departamento –al igual que nuestro instituto- está marcado por las alusiones
conmemorativas de los acontecimientos sucedidos entre 1810 y 1816. Entonces, el Instituto Del
Bicentenario, -podríamos decir- sigue una tradición local sobre los modos de bautizar u otorgar
nombre a sus instituciones.
2°.- Como ya se dijo, Tomás Godoy Cruz, fue un emprendedor que se atreve a introducir la
industria de la seda. Y eso nos vincula con la formación técnica de nuestro instituto. Y nos ofrece
una orientación para continuar con su mismo espíritu en un departamento que tuvo muchos
referentes que impulsaron –e impulsan- proyectos productivos, industriales y técnicos
innovadores (sin ir más lejos, nuestro instituto está asentado en tierras donde funcionaron las
fincas y bodegas de Tiburcio Benegas).
3°.- Y es de destacar, que fue Tomás Godoy Cruz quien desarrolló los planes de estudio –
hoy llamaríamos currículum- del Colegio de la Santísima Trinidad que inició sus actividades en
1817. Primer colegio secundario público de Cuyo (hasta 1820) y de Mendoza (desde la creación de
la provincia en 1820). Colegio Secundario al que estuvieron asociadas también las primeras
experiencias de educación en las Primeras Letras con el método lancasteriano desde 1822. En
consecuencia, él no sólo podría considerarse como uno de los primeros Pedagogos de Estado de
Mendoza sino también como el primero en el país en generar reformas educativas en dos
sentidos. En la implementación del método lancasteriano en la educación de las Primeras Letras y
en el abandonaron del modelo escolástico de los jesuitas en la educación secundaria. Un dato
importante respecto a esto último, es que introdujo la enseñanza de matemáticas, francés,
filosofía iluminista, economía, literatura y un aula taller de plástica. Y estamos hablando de 1817,
muchas décadas antes de las reformas humanísticas que en esta dirección los historiadores de la
educación –en su mayoría escribiendo desde Buenos Aires- ubican en 1854, en las experiencias
del Colegio San Miguel de la Provincia de Tucumán y desarrolladas por un francés: Amadeo
Jacques.
Y por otro lado, la apertura del instituto en Godoy Cruz merece algunas reflexiones.
Este departamento, tal vez por su cercanía a la Ciudad de Mendoza, no ha gozado de la
radicación de muchas instituciones de Nivel Superior.
Hay dos sedes universitarias. Una privada: Universidad Champañac. Y del Instituto
Universitario de Seguridad Pública dependiente de la UNCUYO.
Y hay 10 institutos del Nivel Superior Terciario en los que prevalecen carreras de
Formación Técnica. De estos 10 institutos, 7 son de gestión privada y arancelados. En
consecuencia, sólo 3 son de gestiones estatal y gratuitos. Nuestro Instituto viene a ser el tercero.
Y este dato no es menor, estamos en un departamento en el que durante largo tiempo ha
prevalecido -y sigue prevaleciendo- una oferta educativa para el Nivel Superior de gestión privada
y arancelada. De esta manera, es de esperar que nuestro Instituto salde una larga deuda de
formación pública y gratuita de Nivel Superior con los godoicruceños y con jóvenes y adultos del
Gran Mendoza.
En este marco, el Instituto Del Bicentenario tiene como rasgo particular y distintivo – que lo
diferencias de las otras dos instituciones de gestión estatal y gratuita- ofrecer carrera de
profesorados:
Cuya oferta estatal y gratuita estuvieron centralizadas en la Ciudad de Mendoza –y
más recientemente en Las Heras- tanto en ofertas universitarias como de Nivel
Superior Terciario: Profesorado de Educación Primaria y Profesorado de Educación
Inicial
Y otras que históricamente estuvieron asignadas a la UNCUYO en el Gran Mendoza:
Profesorado de Historia y Profesorado de Artes Visuales (respecto a esta carrera sí
estaba presente en la oferta de carreras de profesorado de uno de los institutos
privados en el departamento)
Rasgo particular y distintivo que pone la puesta en marcha de las carreras en el “centro de
las miradas” y también en el “centro de las especulaciones” respecto a la calidad educativa que su
formación académica alcance y de la población estudiantil que por nuestra casa de estudio
transite.
Especulaciones que tienen clara conciencia de que nuestro instituto se convierte en una
alternativa posible en donde cobijar tradiciones académicas alternativas; generar experiencias de
trayectorias estudiantiles exitosas; producir conocimientos sobre lo que pasa en las instituciones
de nivel inicial, primaria y secundaria del Gran Mendoza; comprender e intervenir respecto a la
enseñanza de la historia y las artes visuales en la escuela secundaria, y generar formas de
intervención para las problemáticas de todos distintos niveles del sistema educativo provincial.
Es esta pues, una de nuestras expresiones de deseo. Uno de nuestros anhelos para el
futuro. Volviendo a Galeano, nuestro horizonte, nuestro impulso para iniciar el camino.
Volvamos entonces a nuestro festejo
Para finalizar, las instituciones no “surgen de la nada”, “ni por generación espontánea”, “ni
las trae la cigüeña”. Siempre hay un grupo que funciona como plataforma, sostén, impulso…
Aquellos que invierten tiempo; cobijan en sus deseos proyectos, avizoran –siguiendo a Galeano-
horizontes y exploran o inventan caminos.
Y sucede a veces que aquello que un grupo acunó entre deseos y sueños empieza a
realizarse tras la experiencia tenaz de forjar caminos en contextos históricos, condiciones políticas
y coyunturas determinadas. Tiempos donde las decisiones sobre el camino dejan huella, plantean
un horizonte utópico, sientan tradición, forjan costumbre, abrigan una ética y empieza a dar
rostro a los conflictos que toda aventura social supone.
Quiero aludir a este primer grupo, y a la ampliación de ese grupo cuando se sumaron otros
y a ese otro grupo ampliado cuando se sumaron además los estudiantes… con una alegoría, que si
bien no recuerdo de dónde proviene la contaré tal como puedo recrearla desde mi memoria y
seguramente con algunos añadidos personales.
Cuentan que en la tradición judía no existe la concepción de infierno. Sin embargo, algunos cristianos
indagaban a un rabino muy sabio cuál sería la concepción que él podría construir sobre el infierno o sobre el
paraíso. El rabino al principio les explicó que en la cosmovisión judía no contaba con una conceptualización
de infierno y que esta religión no estaba fundada sobre esta idea. Pero los cristianos insistieron e intentó
cada uno de ellos explicarle qué sería el infierno para el cristianismo. Luego volvieron a solicitar al rabino,
para que en su sabiduría, les dijera qué consideraba él que era el infierno. Ante la insistencia, el rabino se
tomó su tiempo hasta que un día se presentó ante ellos y les dijo.
.- “De existir el infierno, me imagino que sería una sala llena de manjares servidas en una gran mesa.
Y los comensales invitados estarían sentados e inmovilizados en unas sillas puestas a distancia de la mesa
de modo que con sus manos no puedan alcanzar la comida sino que tuvieran que emplear unos cubiertos
tan largos como sus propios cuerpos amarrados a sus brazos e imposibles de desatar. En consecuencia, cada
vez que alcanzaban con los cubiertos un bocado les resultaba imposible llevárselos a la boca. Tenía cada
uno un banquete a su disposición, pero por más esfuerzo que hicieran era imposible que pudieran llevarse
un bocado a la boca con los largos tenedores atados a sus brazos. Cada uno de los comensales intentaba en
vano saciarse a sí mismo. Todo los manjares están servidos en la mesa y cada cual intentando inútilmente
por sí mismos alcanzarlos durante toda la eternidad”.
Luego de un largo silencio, uno de los presentes volvió a interpelar al Rabino sabio:
-¿Y cómo sería el paraíso?
El rabino le respondió:
“Sería una sala llena de manjares servidas en una gran mesa. Y los comensales invitados estarían
sentados e inmovilizados en unas sillas puestas a distancia de la mesa de modo que con sus manos no
puedan alcanzar la comida sino que tengan que emplear unos cubiertos tan largos como sus propios
cuerpos amarrados a sus brazos e imposibles de desatar”.
-“Pero es la misma escena del infierno”- increpó otro de los presentes con desconcierto.
Y el rabino le respondió:
.-“Sí, así es. Es una sala igual, y los majares son los mismos y la disposición de los comensales
invitados también es la misma, y los tenedores de la distancia de sus cuerpos atados a sus manos son los
mismos… Pero a diferencia de los primeros, cada uno de estos comensales está saciado, se ven alegres…
porque cada vez que alguno de ellos advierte que otro tiene hambre se dispone a servirlos con sus
tenedores largos. Y a la vez es saciado por otros. Por eso todos pueden disfrutar eternamente del manjar
porque tienen amarrados a sus brazos esos largos tenedores.
Termino entonces…
Estamos hoy todos invitados a la gran mesa de inauguración del “Instituto Del
Bicentenario”, cada uno dispone de sus propios cubiertos, nuestro futuro depende de lo que
hagamos con ellos.
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